Negrin Encuentros en Eufemia

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ESCRITURA, NARRATIVAS E INVESTIGACIN EN LA FORMACIN ACTUAL

DEL PROFESORADO EN LETRAS


Coordina: Carola Hermida
Universidad Nacional de Mar del Plata
[email protected]

ENCUENTROS EN EUFEMIA: NARRACIN ORAL Y TALLER DE ESCRITURA EN


LA FORMACIN DE PROFESORES EN LETRAS

Negrin, Marta
Universidad Nacional del Sur/Universidad Nacional de Tierra del Fuego
[email protected]

Resumen
En una de las pginas ms hermosas de Las ciudades invisibles, de talo Calvino, se
describe la ciudad de Eufemia, un lugar donde los mercaderes provenientes de siete naciones,
durante el da compran y venden jengibre, algodn en rama, semillas de amapola, mientras que a
la noche, junto a las hogueras, truecan historias y recuerdos. Este trabajo presenta una
experiencia en curso que congrega a narradores orales, estudiantes del Profesorado en Letras,
profesores en actividad y alumnos de escuelas secundarias y que articula prcticas de docencia y
extensin. Los textos literarios narrados, al igual que en Eufemia, constituyen el mercado
invisible que permite mltiples y valiosos intercambios.

Palabras clave: narracin oral profesores - intercambio escritura - relato

Desarrollo
En una de las pginas ms hermosas de Las ciudades invisibles, de talo Calvino (1972),
se incluye el siguiente relato:
A ochenta millas de proa al viento maestral, el hombre llega a la ciudad de Eufemia,
donde los mercaderes de siete naciones se renen en cada solsticio y en cada
equinoccio. La barca que fondea con una carga de jengibre y algodn en rama volver a
zarpar con la estiba llena de pistacho y semilla de amapola, y la caravana que acaba de
descargar costales de nuez moscada y de pasas de uva ya la sus enjalmas para la vuelta
con rollos de muselina dorada. Pero lo que impulsa a remontar ros y atravesar desiertos
para venir hasta aqu no es solo el trueque de mercancas que encuentras siempre iguales
en todos los bazares dentro y fuera del imperio del Gran Kan, desparramadas a tus pies
en las mismas esteras amarillas, a la sombra de los mismos toldos espantamoscas,
ofrecidas con las mismas engaosas rebajas de precio.
No solo a vender y a comprar se viene a Eufemia sino tambin porque de noche, junto a
las hogueras que rodean el mercado, sentados sobre sacos o barriles o tendidos en
montones de alfombras, a cada palabra que uno dice -como lobo, hermana, tesoro
escondido, batalla, sarna,, amantes- los otros cuentan cada uno su historia de
lobos, de hermanas, de tesoros, de sarna, de amantes, de batallas. Y uno sabe que en el
largo viaje que le espera, cuando para permanecer despierto en el balanceo del camello
o del junco se empiezan a evocar todos los recuerdos propios uno por uno, tu lobo se
habr convertido en otro lobo, tu hermana en una hermana diferente, tu batalla en otra
batalla, al regresar de Eufemia, la ciudad donde se cambia la memoria en cada solsticio
y en cada equinoccio. (Calvino, 1972, pp. 20-21).

Eleg narrar esta historia como una puesta en abismo de la experiencia en curso que
quiero compartir con ustedes en este encuentro y que, pretendo, nos habilite para intercambiar,
como en Eufemia, algunas reflexiones acerca de los dispositivos que ponemos en juego para la
formacin de docentes en los distintos contextos en que desarrollamos nuestras prcticas.

Si todo discurso o despliegue de ideas responde mucho a la particular perspectiva de


quien lo enuncia, y considerando que nuestros recorridos de formacin, la experiencia
profesional y el propio rol que en la actualidad desempeemos teirn, necesariamente, nuestros
enunciados, voy a identificar el ngulo desde el que he construido esta intervencin. Y dir,
entonces, que soy profesora de Didctica de la lengua y la literatura, asignatura del cuarto ao de
estudios en el plan del profesorado en Letras de la UNS, y que este es mi primer encuentro con
los estudiantes futuros profesores de Letras. Un ao ms tarde, por lo general, estos estudiantes
realizan sus residencias y en esta experiencia los acompao como asesora disciplinar. Hasta aqu
mis funciones dentro de la institucin formadora. Pero suele haber una tercera etapa, informal,
aleatoria, y no prevista institucionalmente, a la que, tambin informalmente, he denominado
servicio post venta y que acontece cuando alguno de los recin egresados se pone en contacto
conmigo, generalmente va e-mail, para contarme que consigui una horas y para solicitar algn
tipo de ayuda para resolver los problemas que se les suscitan en esa particular etapa en que
comienzan a construir los gajes del oficio, habitualmente en el ms absoluto desamparo.
Debo decir tambin que integro un grupo de investigacin que, desde hace un tiempo,
viene estudiando los procesos de insercin en la docencia de los estudiantes/ egresados del
departamento de humanidades de la UNS.
La experiencia en curso que quiero compartir con ustedes congrega a narradores orales,
estudiantes del Profesorado en Letras, profesores en actividad y alumnos de escuelas secundarias
y articula prcticas de docencia y extensin. La primera edicin naci casi por casualidad: la
Secretara de cultura y extensin de la UNS decidi realizar un homenaje a Garca Mrquez a un
mes de su fallecimiento. Convoc, entonces, al Departamento de Humanidades, para que
solicitara a sus docentes la presentacin de alguna conferencia sobre el escritor colombiano,
destinada al pblico en general. Pero desde nuestro departamento la propuesta fue reformulada:
se invitara a un grupo de narradores orales escnicos a contar cuentos de GM y luego un grupo
de estudiantes avanzados del profesorado en Letras, coordinados por algn docente, pondran en
marcha un taller de escritura con una consigna vinculada, de alguna manera, a los textos
narrados. Los destinatarios seran alumnos de distintas escuelas secundarias de la ciudad,
pblicas y privadas, que vendran acompaados de sus profesores de Lengua y Literatura.

Si bien la Secretara de Cultura y Extensin aval la propuesta, desconfiando quizs de


que un taller de escritura resultase poco atractivo para los adolescentes, decidi que luego de la
narracin oral hubiese, tambin, otra opcin: la proyeccin de una pelcula. Sin embargo, de los
150 alumnos convocados, solo un puado de no ms de 10 optaron por ir a ver la pelcula. El
resto se volc, en masa, al taller. Haban escuchado las versiones orales de algunos fragmentos
de Cien aos de soledad (Garca Mrquez, 1967) y del cuento El ahogado ms hermoso del
mundo (Garca Mrquez, 1968) y queran, luego, escribir. Se les brind una serie de materiales
para que pudieran formar un collage imgenes, diarios, revistas, tijeras). Deban construir un
personaje fantstico a partir de esos elementos. El siguiente paso consista en inventar un relato
para ese personaje.
El relato de lo acontecido se divulg de escuela entre los adolescentes de la ciudad y, a
los pocos das, empezaron a llegar a la universidad solicitudes de muchas otras escuelas para que
el acontecimiento se repitiera. En el mes de junio, durante el mundial de ftbol, otro grupo de
narradores orales escnicos contaron cuentos de Roberto Fontanarrosa, Alejandro Dolina y
Eduardo Sacheri, entre otros. Esta vez no hubo pelcula. Durante casi una hora, esos alumnos
que, segn sus docentes, no podan prestar atencin por ms de quince minutos, escucharon en
profundo silencio los cuentos narrados. Luego de estos relatos, los estudiantes del profesorado en
Letras explicaron la nocin de extraamiento, les hablaron a los adolescentes de Viktor
Shklovski, y apareci la consigna de escritura, que planteaba una situacin ficcional que
demandaba un proceso de extraamiento.
La tercera edicin, con similares caractersticas, se llev a cabo en mayo, en el marco de
un homenaje a Eduardo Galeano. En estos momentos estamos comenzando a organizar un
acontecimiento similar en torno a los textos de Alejandro Dolina. Y en el Departamento de
Humanidades nos hemos puesto a pensar cules son las claves que hacen que la actividad suscite
este tipo de respuesta. Retomando a Calvino nos preguntamos: Quines son los mercaderes que
llegan a esta Eufemia? Qu mercanca traen para ofrecer? Qu se llevan, luego, como producto
de los intercambios? Dnde est emplazada esta ciudad?
En primer lugar, estn los estudiantes avanzados del Profesorado en Letras. Cursan el
cuarto ao de una carrera que, de acuerdo con los actuales planes de estudios, relega la instancia
de Prcticas y residencias al quinto y ltimo ao de formacin. El viaje a Eufemia les permite
colocar, sobre las esteras del mercado, ciertos saberes disciplinares adquiridos en la institucin
formadora, pero seleccionados y adaptados para poder ser puestos al servicio de la escritura de
invencin (Alvarado, 1998), saberes de la didctica especfica sobre la formulacin de consignas,
aquellos de algo de valla y algo de trampoln del Grupo Grafein (1994), amalgamados con
saberes pedaggicos acerca de cmo coordinar el trabajo en grupos de adolescentes de edades
diversas, pertenecientes a distintas escuelas (cntricas y de la perifrica, pblicas y privadas), a
los que no han visto nunca y con los que tampoco van a tener contacto posterior. Estas
mercancas no son producto de una labor individual y solitaria, sino que han sido forjadas de
manera colectiva en el aula universitaria, imaginadas, discutidas, construidas con aportes
diversos, y seleccionadas como las ms valiosas para el grupo era capaz de ofrecer. Llegan al
encuentro en busca de una primera experiencia que les permita colocarse en situacin de
ejercicio de la accin, ms o menos simulada, anticipando lo que va ser su actividad profesional
en el mundo laboral (Souto, 2011, p. 31).
Estn tambin los profesores en Letras en actividad, con cuya formacin permanente las
instituciones formadoras parecen no tener ya ninguna responsabilidad. Traen sus saberes
experienciales (Tardif, 2009), construidos a lo largo de ejercicio profesional en las escuelas, y si
bien parecen fungir solo como acompaantes de sus alumnos, llegan a Eufemia en busca de
otros modos de leer y escribir en el aula, con cierta expectativa de encontrar nuevos recursos
para su tarea cotidiana y de recuperar el contacto con una universidad que hasta les niega el
nombre de graduados, porque ese trmino queda reservado a quienes permanecen dentro de
ella. Van a recibir la posibilidad de leer con los odos algunos de los textos con los que
habitualmente trabajan en sus aulas, y podrn recuperar, tambin, la instancia de escritura
ficcional que han perdido hace tiempo, quizs cuando entraron a la universidad.
Tercero: los alumnos de escuelas, que llegan con sus demandas de que el esfuerzo de
trasladarse al menos valga la pena, sus ideas acerca de qu es la literatura, cules son los
modos de leerla, algunas ideas sobre los talleres de escritura. Y traen, indefectiblemente, sus
celulares y sus auriculares, no para ofrecerlos en trueque sino para exhibirlos, si es preciso, como
seal manifiesta de que la propuesta no resulta convincente.
Se acercan tambin unos profesores de la universidad, muy pocos, portando como
apuesta un dispositivo de anticipacin que, si bien tiene cierto grado de artificiosidad, resulta
vlido como instancia de formacin en tanto suministra situaciones posibles, acerca a lo real
para observar, pensar, ensayar estrategias y modos de respuesta (Souto, 2011). Traen tambin
una mirada investigativa y el compromiso de retomar la experiencia para analizarla en el aula,
junto a los estudiantes.
Aparecen tambin unos mercaderes improvisados o no previstos: el personal
administrativo y de limpieza del edificio, que durante esa hora suspende sus actividades
habituales para escuchar las narraciones.
Y estn, por supuesto, los narradores orales escnicos, profesionales. Traen para ofrecer
su particular forma de apropiarse de la literatura, de elaborar una versin oral, de leer el texto
para narrarlo, de traicionarlo, en palabras de Graciela Montes, lo que desafa a preguntarse, como
en el libro de Sarah Hirschman A quin pertenece la literatura?
Exhiben tambin el respeto estilstico por la potica que han decidido trabajar y una
clara conciencia de la distincin de los cdigos de la literatura escrita respecto de los de la
oralidad 1. Entre las varias aristas de esta experiencia, voy a detenerme en el anlisis de la puesta
en valor de la narracin oral en nuestras prcticas de formacin de docentes.

De la boca al odo
Desde tiempos remotos, la voz ha estado estrechamente vinculada a la expansin de la
literatura: el lector interiorizaba el texto, era su actor. Las recitaciones constituan una suerte de
ceremonia social muy arraigada, en la que participaban tanto personas letradas como simples
curiosos atrados por el espectculo de una representacin casi teatral.
En el mundo grecorromano, la lectura constitua una prctica del cuerpo, que exiga una
coordinacin entre el ojo y la boca de tal complejidad que Quintiliano la compara con los pases
de los malabaristas y los prestidigitadores. Como explica Valette-Cagnac (2002) en su anlisis
del cuerpo del lector en la Roma antigua, la distincin entre la lectura para otros y la lectura
para s mismo no resida meramente en la oralizacin, sino en la presencia o ausencia de
destinatarios. En efecto, la lectura para s mismo -hecha en silencio, a travs de murmullos o an
de exclamaciones-estaba centrada en la aprehensin del sentido. Cuando se lea para otros, en
cambio, los gestos, la actitud, la posicin del lector respecto de los destinatarios revestan una
importancia fundamental en el xito de la comunicacin.
Tambin la Edad Media, como documenta Margit Frenk (2005, p.18), ha estado bajo el
dominio de la voz:
entre grandes masas de la poblacin, desconocedoras de la escritura, segua
existiendo una cultura plenamente oral, de vieja y arraigada tradicin. Esa cultura []
se manifestaba verbalmente en muchas variedades de literatura oral, tanto profana
como religiosa: cantares picos, canciones narrativas y lricas para acompaar el trabajo
y el baile, rimas infantiles, oraciones y conjuros versificados, cuentos, refranes. Toda
esa produccin, local unas veces, regional otras, transregional otras muchas, constitua
un patrimonio colectivo; se creaba y recreaba oralmente, se transmita de boca en boca y
de generacin en generacin y por lo comn se ejecutaba pblicamente. (Frenk, 2005,
p.18).

Leer o narrar para otros, para un grupo variable de personas ha sido, durante siglos, una prctica
corriente. En los talleres de fabricacin de cigarros, por ejemplo, primero en Cuba y luego en
EEUU, se instituy, a finales del siglo XIX y principios del XX, la figura del lector pblico.
Mientras sus compaeros liaban en silencio las hojas de tabaco, l lea peridicos, opsculos
revolucionarios, novelas histricas y didcticas, folletines, textos filosficos, manuales de
economa. Ms que un simple pasatiempo, la lectura en voz alta constitua, igual que la narracin
de cuentos, una forma de cultura, un pretexto para la convivencia y la relacin cordial (Chartier,
1995).
Ms que los ojos, era el odo el destinatario habitual de la composicin escrita al punto
que se afirmaba que el sentido de las palabras solo se alcanzaba por medio de la pronunciacin y
la escucha. Como recuerda el poeta granadino Juan Mata en un precioso libro, El rastro de la voz
(2004), el caso de Charles Dickens, quien en los ltimos aos de su vida se dedic a realizar
lecturas pblicas de sus propias obras, las cuales conceba como verdaderos espectculos,
segn sus palabras, pues en ellas haca gala de un esmerado sentido de la puesta en escena.
Iniciadas con un fin benfico, pronto cambi su objetivo cuando se vio necesitado de dinero,
llegando incluso a cobrar una entrada al pblico. Lea no solo en teatros, sino en hoteles,
libreras, iglesias, almacenes y el pblico acuda en masa, por el gusto de ver al autor y or de
su propia boca los textos que quizs haba ledo o tena intencin de leer. Y lo ms curioso es
que los investigadores han encontrado que en los ejemplares que utilizaba en sus lecturas
pblicas, para las que adaptaba incluso sus novelas, se conservan anotaciones manuscritas sobre
el modo de leer tal o cual pasaje y sobre los gestos que convena realizar. (Mata, 2004).

Leer solamente con los ojos

Despus, mucho despus - todos -todos es un decir- aprendimos a leer, y como en un


proceso de perfeccionamiento, aprendimos a leer solamente con los ojos. Y ah ganamos
y perdimos. Lo que ganamos lo sabemos bien. Lo que perdimos tal vez valga la pena
repetirlo porque es algo extremadamente importante, porque fuimos olvidando que las
palabras suenan y que en el sonido est una parte fundamental del significado de las
palabras. (G.Roldn, 2011, p. 47).

Echemos un vistazo a las prcticas habituales en nuestras escuelas y analicemos lo que


hemos perdido. Con demasiada frecuencia, la lectura en voz alta parece estar destinada solo a los
nios que no han aprendido an a leer o que se encuentran en la etapa de alfabetizacin inicial.
Hasta se la suele considerar una actividad asistencial y transitoria, una modalidad inevitable que
finalizar cuando los nios puedan valerse por s mismos y enfrascarse en la lectura silenciosa,
que es la prctica ms prestigiosa en nuestras sociedades escriturarias. En palabras de Seoane
(2004, p. 2) la oralidad aparece porque an falta la escritura.
Sin embargo, todo maestro, profesor o bibliotecario que haya practicado con regularidad
la lectura en voz alta o la narracin oral, an frente a nios ya alfabetizados o frente a
adolescentes, conoce sus efectos. Sabe que no se limita a contar un relato: se transforma en un
explorador de artificios, herramientas y artilugios para que otros se apropien de la historia leda o
narrada. El timbre de la voz, las inflexiones, el ritmo, los silencios, el nfasis, la cadencia, la
emocin de quien lee o narra para otros pueden ser determinantes en esa tarea, pueden actuar
como el cicerone que conduce a los forasteros por una ciudad desconocida, ensendoles a mirar
lo invisible, lo minsculo, a dirigir sus ojos a lo que, de otro modo, podra pasar desapercibido.
La voz del narrador traza para los oyentes un mapa personal de sensaciones y significados. Y
algo que resulta valioso en los tiempos que corren: el modelado de cada frase que se articula con
la apoyatura del lenguaje gestual La narracin oral recupera una palabra que est fuera de los
modelos narrativos de los noticieros de televisin, de los comunicadores estereotipados de los
medios. Rescata la palabra de la deshumanizacin de la devaluacin a la que ha sido sometida
por algunos usos utilitarios. Le devuelve a la palabra su dimensin potica, a la vez que preserva
lo ms humano: el encuentro de las personas en un espacio y un tiempo, sin necesidad de
despliegues escnicos, ni maquinaria, ni intermediaciones tcnicasEl cuerpo que narra es un
cuerpo que crea sentido, y mientras sugiere significados posibles, estimula y despierta la
imaginacin.
En esta Eufemia, esta ciudad del buen decir, se truecan historias y experiencias de
formacin en mltiples sentidos y direcciones. No es ya, la universidad la que transfiere al
medio, sin ms, los resultados obtenidos durante las investigaciones. Este concepto de transferir
involucra implcitamente la existencia de un solo extremo capaz decir o aportar algo al otro,
concebido como mero receptor que nada tiene para aportar a la sabidura que recibe por parte de
quien transfiere e implica adoptar una postura que no reconoce las capacidades del otro. El
reconocimiento de que por fuera de la Universidad circulan saberes, conocimientos,
experiencias, les permite a los futuros profesores empezar a construir nuevos espacios de
interseccin entre universos de significacin.

Para finalizar, tengo la esperanza de que estos encuentros entre docentes,


investigadores, estudiantes, se constituyan en otras Eufemias: todos traemos alguna mercanca y
nos vamos con otra. As, retomando a Calvino,
uno sabe que en el largo viaje que le espera, cuando para permanecer despierto en el
balanceo del camello o del junco se empiezan a evocar todos los recuerdos propios uno
por uno, tu lobo se habr convertido en otro lobo, tu hermana en una hermana diferente,
tu batalla en otra batalla, al regresar de Eufemia, la ciudad donde se cambia la memoria
en cada solsticio y en cada equinoccio. (Calvino, 1972, p. 20).

Referencias Bibliogrficas
Bovo, A. M. (2002) Narrar, oficio trmulo. Conversaciones con Jorge Dubatti, Buenos Aires:

Editorial Atuel.

Calvino. I (2015) Las ciudades invisibles. Madrid: Ediciones Siruela.

Chartier, R. (1995) El mundo como representacin. Barcelona: Gedisa.

Frenk, M. (2005) Entre la voz y el silencio. Mxico: FCE.


Mata, J. (2004) El rastro de la voz y otras celebraciones de la lectura. Granada: Editorial de la

Universidad de Granada.

Montes, Graciela (2000). El cuento escrito: un cuento sagrado? Son sagrados los textos?

Conferencia presentada en el 4 Congreso Argentino y Latinoamericano de Narracin

Oral, Argentina.

Roldn, G. (2011). Para encontrar un tigre. La aventura de leer. Crdoba: Comunicarte.

Seoane, Silvia (2004). Tomar la palabra. Apunte sobre oralidad y lectura. Ponencia presentada en

el Posttulo de Literatura Infantil y Juvenil CePA, Ciudad de Buenos Aires.

Souto, M. (2011). La residencia: un espacio mltiple de formacin. En R. Menghini y M. Negrin

(comps.) Prcticas y residencias en la formacin de docentes (pp. 23-47). Buenos

Aires: Jorge Baudino Editores.

Vallette-Cagnat, E. (2002). Corps de lecteurs. En Ph. Moreau (d.), Corps Romains (pp. 289-

311). Grenoble.

1
Dice, al respecto, Ana Mara Bovo (2002): En la soledad, en la intimidad de la lectura, un lector puede repasar un
prrafo si no ha comprendido algo. En el aqu y ahora de la narracin oral, cualquier informacin ruidosa o
incomprensible ya est dicha y el espectador no puede interrumpir para pedir aclaracin. Tampoco puede
atravesar una largusima descripcin de un espacio o de un personaje algo que s es posible en la lectura- si no
aparece rpidamente un conflicto que le d sentido a esa minuciosa caracterizacin. Estos recursos tienen un solo
fin: mantener atento al otro, generar este pacto de compartir experiencia, la de los seres narrados, la del
narrador, la de los espectadores.

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