Sin Título-1 PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 620

La Alexada

Ana Comnena

introduccin, traduccin y notas de

Emilio Daz Rolando

INDICE
INTRODUCCIN
PROEMIO
LIBRO I
LIBRO II
LIBRO III
LIBRO IV
LIBRO V
LIBRO VI
LIBRO VII
LIBRO VIII
LIBRO IX
LIBRO X
LIBRO XI
LIBRO XII
LIBRO XIII
LIBRO XIV
LIBRO XV

7
41
47
99
135
173
197
229
271
307
333
361
407
449
481
527
569

INTRODUCCIN

I. La persona.
Ana Comnena naci un sbado 2 de diciembre de 1083. Era hija del
emperador Alejo I Comneno y de Irene Ducas. La autora quiso rodear
su nacimiento de un hecho fantstico. Cuenta ella misma que su madre estaba a punto de dar a luz, pero que deseaba que su hija naciera
estando presente su esposo. Alejo se hallaba inmerso en la campaa
contra Roberto Guiscardo, pero tena previsto el regreso en unos das.
Irene, entonces, hizo la seal de la cruz sobre su vientre y le pidi a su
hija que aguardase al retorno de Alejo para nacer. Su suegra la reconvino por lo extravagante de su deseo, pero Ana hizo caso a su madre
y vino al mundo estando presente su padre, a los dos das del ruego
de la madre. La autora nos dice que ese hecho es prueba del amor que
siempre sinti por sus padres y, aadamos, muestra el alto concepto
que tena de s misma, ya que esta clase de portentos se asociaban en la
Antigedad a la aparicin de grandes personajes en la historia.
La princesa naci en la sala Prpura1 del palacio imperial. Era este
el lugar que el protocolo fijaba para el alumbramiento de los hijos del
matrimonio imperial. Nacer all confera a los hijos el ttulo de porfirognetos y era un punto de orgullo y distincin. No se recata Ana
Comnena de hacrnoslo recordar aqu y all en su obra y, en el caso de
que trate con algn personaje que pertenezca a tan selecto club, deja
constancia del hecho.
Era la hija primognita del matrimonio. Ella misma nos dice que
nada ms nacer se la consider heredera del trono y se le confirieron
los honores propios del ttulo. Haba, no obstante, un problema. Era
1 Prfira [] en griego. Porfirogneto [] significa nacido en la sala Prpura.

mujer, y ello supona un obstculo para ocupar el trono. La instancia


a la que recurri Alejo fue prometerla en matrimonio a Constantino
Ducas, hijo del antiguo emperador Miguel VII Ducas y de Mara
de Alania. Aquel haba sido derrocado por Nicforo III Botaniates,
pero permaneca en el palacio imperial porque su madre haba sido
obligada a casarse de nuevo con Nicforo, aunque su primer marido
viva an convertido en monje y recluido en un convento. El matrimonio de Ana con Constantino cumpla dos objetivos. Consolidaba
la alianza entre la casa de los Ducas y la de los Comneno y, al tiempo, daba estabilidad a la dinasta asegurando un heredero al trono
con toda la legitimidad. El monarca nombr coemperador al nio y
lo hizo partcipe de todos los honores.
La situacin prometa buenas expectativas para Ana Comnena,
pero surgieron las adversidades. En una fecha comprendida entre el
l de septiembre de 1087 y el 31 de agosto de 1088 naci el primer
hijo varn del emperador, Juan Comneno. En este caso, haba ya un
heredero ms adecuado que Ana y su futuro esposo. Juan fue proclamado sucesor inmediatamente y las esperanzas de Ana Comnena
se disiparon. Unos aos ms tarde, en 1094, muri Constantino
Ducas y nuestra autora qued entonces libre para jugar una nueva
partida en ese papel que las grandes familias reinantes siempre han
reservado para las hijas, y que no era sino el ser objeto de matrimonios de conveniencia para los intereses polticos de la dinasta.
Mientras esto suceda, la nia, la adolescente y la joven Ana
iba siendo educada de forma exquisita. No solo dentro de los
ceremoniales y convenciones de la corte, sino accediendo tambin
a un densa formacin cultural. Ella misma nos cuenta con orgullo
que haba estudiado las artes liberales, esto es, el trivium (gramtica,
dialctica y retrica) y el quadrivium (geometra, msica, matemticas y astronoma). Al tiempo, se la instruy en los dogmas de la religin y se familiariz con la literatura sagrada. Aunque su padre no
era muy partidario de darle una formacin en los saberes profanos,
ella se las ingeni para que dentro del palacio un instructor le enseara esa faceta de la tradicin griega. Todo ese acervo convirti a
Ana Comnena en una mujer muy culta y dotada de unos recursos

tales que le permitieron escribir una obra como La Alexada, donde


da buena muestra de la profundidad y calidad de su formacin.
Esta conciencia de su superior cualidad influy, a buen seguro,
en las aspiraciones, que nunca abandon, a ocupar el trono. Jams
se resign a ser una segundona. Aunque era mujer, su pertenencia
a la ms alta clase social le haba permitido acceder a unos recursos
intelectuales que le estaban prohibidos al resto de las mujeres2.
En el ao 1097 o 1099 Ana se cas con Nicforo Brienio, hijo
de otro Nicforo Brienio que se rebel contra Nicforo III Botaniates y al que redujo el propio Alejo por encargo del emperador. Ana
y Nicforo tuvieron cuatro hijos: Alejo, Juan, Irene y una cuarta
hija cuyo nombre desconocemos. De estos, el primero tom el
apellido Comneno y los dos restantes, el de Ducas.
Nicforo Brienio y Ana Comnena estuvieron separados durante una buena parte de su matrimonio. Antes de que Juan
cumpliera un ao de reinado, la princesa intent arrebatarle el
trono mediante una conspiracin que contaba en sus planes con
el asesinato del emperador. Nicforo Brienio deba ocupar el
puesto de Juan II. La conjura estaba planeada para llevarse a cabo
aprovechando la estancia de Juan en el hipdromo de Filopation. Ya
haba sido sobornada la guardia. Pero Nicforo Brienio no colabor
2 Las pretensiones al trono se basaban en la primogenitura, que, a pesar de su
condicin de mujer, no le pareca un derecho que debiera ser ignorado. La opinin popular, expresada en proverbios, parece desmentir una decorosa posicin
de la mujer en el mundo bizantino. Sin embargo, las mujeres de alta alcurnia
mantenan una intensa vida social y tena acceso a una buena formacin cultural, como demuestra la propia Ana Comnena. Hay ms ejemplos. Ana Dalasena,
abuela paterna de nuestra autora, sentaba a su mesa a monjes y fund la iglesia
de Cristo Pantepoptes. Irene Ducas causaba la admiracin de su hija por su saber
teolgico. Estas dos mujeres tambin colaboraron en el gobierno con los hombres
de la familia. A lo largo, asimismo, de la historia de Bizancio, la mujer participa en
numerosas conjuras y conspiraciones y en cualquier aspecto de la vida pblica; la
figura de la augusta era esencial en el ceremonial de la corte y del Imperio. Una
muestra de ello la tenemos en las aclamaciones oficiales del pueblo, dirigidas a la
pareja imperial, no solo al emperador. Era tenida en consideracin hasta el punto
de conferir legitimidad a un aspirante al trono, como demuestra el caso de Nicforo III Botaniates. Ana Comnena contara tambin con el antecedente de dos
mujeres, las hermanas Zoe y Teodora, que reinaron en 1042 de forma conjunta, y
en 1055-1056 la segunda en solitario.

como se esperaba en el plan debido a su carcter, al escarmiento que


ya viera en su familia y a posibles reflexiones morales. La conspiracin fue descubierta, hecho que probablemente provocara las iras de
Ana. Parece ser que Nicforo tuvo buenas relaciones con el emperador Juan y permaneci en el palacio como uno de sus consejeros. Lo
sigui, igualmente, en diferentes campaas, a la vuelta de una de las
cuales muri en 1138, a los cincuenta y siete aos de edad.
Como castigo, Ana fue recluida en el monasterio de la Virgen
Llena de Gracia3 junto con su hermana Eudocia y su madre. Todas las
propiedades de los miembros involucrados fueron confiscadas. Gracias, no obstante, a la mediacin del gran domstico y amigo de Juan
Comneno Juan Axuco, persona adems con intereses intelectuales, se
logr el perdn imperial y le fue concedida la devolucin de los bienes
a nuestra autora.
Con todo, Ana Comnena siempre se refiere a su esposo en La
Alexada en tonos muy elogiosos y muestra tristeza al lamentar su
muerte como una prdida irreparable. No obstante, nos tememos que
las mltiples declaraciones de Ana sobre el amor a su marido y su dolor por la prdida de tan adorado compaero no podran ser ms que
un puro ejercicio de retrica y uno de sus sutiles instrumentos para
infravalorar la labor de gobierno de los sucesores de Alejo I. Manifestar y exaltar la bondad de todo lo que la rodeaba era un instrumento
para marcar el contraste con la psima poltica y el nefasto estado del
Imperio en tiempos del emperador Juan y su hijo Manuel. Por otra
parte, Ana Comnena suele callar aspectos que no le interesa revelar
porque podran deteriorar la buena fama de aquellos a quienes desea
salvaguardar. As, pasa como sobre ascuas por encima de las desavenencias entre los Comneno y los Ducas, y omite el desagradable final
de la vida de su padre, que s nos cuentan otros historiadores como
Juan Zonaras y Nicetas Coniates, con Ana y su madre Irene presio3 El monasterio femenino de la Virgen Llena de Gracia [
] fue fundado por Irene Ducas en paralelo a la creacin del monasterio masculino del Cristo de la Caridad [ ] a instancias de su esposo Alejo Comneno. Ambos, a su vez, fueron rplica al monasterio
de Cristo Pantepoptes [ , que todo lo ve], fundado
por Ana Dalasena, madre de Alejo.

10

nando al moribundo Alejo para que se retracte del nombramiento de


Juan Comneno como heredero al trono y su sustitucin por la pareja
de Nicforo Brienio y Ana Comnena.
Ana Comnena dedic el resto de su vida al estudio y al fomento
de las letras y las ciencias. Tuvo tratos con personajes de la intelectualidad bizantina del momento: Jorge Tornices, que escribi una oracin
fnebre a su muerte; Miguel de feso, encargado por ella de comentar
obras de zoologa, antropologa, la Retrica y la Poltica, todas de Aristteles, y parece ser que Eustracio de Nicea le dedic su comentario.
Tras las muertes de Nicforo Brienio, de su hermano favorito,
Andrnico, que haba adoptado las posiciones de Ana en sus aspiraciones al trono en 1129, durante una expedicin contra los blgaros, y de su madre, muerta el 19 de febrero de 1123, Ana se decide,
a sus sesenta y cinco aos, treinta despus del fallecimiento del protagonista de su obra, y recluida en el monasterio, a continuar la obra
histrica que bajo el ttulo de 4 haba escrito su esposo,
el csar Nicforo. Como ella misma declara, su esposo pretendi
relatar, a instancias de la emperatriz Irene, la historia del reinado y
las hazaas de los Comneno, pero se qued antes de la llegada de
Alejo al poder.
En estos menesteres transcurrieron los aos finales de su
existencia. La fecha de su muerte resulta controvertida. Contamos
con dos datos. En el ao 1148 concluye la elaboracin de La Alexada,
momento a partir del cual se puede fijar su fallecimiento. Sin embargo, con su nombre y fechados en 1153, dos sellos parecen afirmar la
idea de que se produjera en torno a este ltimo ao. En el lecho de
agonizante tom finalmente los hbitos.
El carcter de Ana Comnena llama la atencin por las
aparentes contradicciones que marcan su vida con el reflejo lgico
en su obra. Ana era una personalidad compleja. En la introduccin
a su testamento se resalta la voluntad de la princesa de recluirse
en un convento desde muy pronto. No obstante, si algo sobresale
claramente de su trayectoria vital es el deseo desesperado por ser
emperatriz.
4 Materia para una historia.

11

Ana amaba a su familia, pero senta una profunda animadversin hacia su hermano Juan, hasta el punto de conjurar para
su muerte, como hemos dicho. Declara en numerosas ocasiones a
lo largo de su historia la intencin de escribir una obra imparcial,
pero no puede evitar caer en el juego simpata/antipata al describir a los personajes que trata. Es decir, Ana no era un espritu tan
noble como parece desprenderse de sus propias confesiones. Ella
misma se goza de modo morboso en hacernos ver su vida como un
camino de espinas donde solo parecen brillar los aos iniciales de
su existencia.
Ana Comnena no debe engaarnos con sus innumerables muestras de autocompasin morbosa. Es una mujer de gran carcter a la
que, frustrada en sus ambiciones, por las que haba apostado fuertemente, solo le quedaba escribir una obra donde, magnificando las
hazaas de todos los que la rodearon, minimizara las tareas de su
hermano Juan, el gran detestado, y de su sucesor, Manuel (11431180), de quien fue contempornea durante unos aos. Sin embargo, de sus otros enemigos no habla. De su hermana Teodora no
dice nada, tal vez porque fuera del partido de Juan. La mencin a
Eudocia, su tercera hermana, es indiferente, quiz por haber apoyado a Juan o por estar al margen de la querella.
Frente a este panorama, las declaraciones de autocompasin en
las que, de paso, como carcter fuerte que es, proclama su capacidad
de superacin del sufrimiento, as como las de amor y cario filial y
conyugal, suenan, de nuevo, a pura retrica.
Las aficiones de Ana no se cieron exclusivamente a las materias
tradicionales. En su obra hay muy claros destellos de sus conocimientos sobre medicina. Es ella la que forma parte del consejo mdico que asiste a su padre en la postrera enfermedad e incluso sus
opiniones son aceptadas y llevadas a cabo. Del mismo modo se permite, gracias a su conocimiento de la materia, emitir juicios crticos
sobre el equipo de doctores. Previamente, haba ido dando cuenta
de las enfermedades del emperador. La descripcin de los ltimos
das y momentos de este tiene toda la exactitud de un informe mdico. En esto recuerda a Tucdides, un precedente de la Antigedad,

12

y a Procopio, con sus descripciones clsicas de las epidemias de peste


en Atenas durante la Guerra de Peloponeso y en Constantinopla
durante el reinado de Justiniano.
Junto con la medicina, sus otras aficiones iban encaminadas a
los clsicos y a la Biblia. Los primeros constituan el ncleo bsico
de conocimiento del bizantino culto; la segunda era el fundamento
doctrinal y religioso. Ana estuvo familiarizada con Homero, cuyas
numerosas citas jalonan el texto de La Alexada con una funcin
en su mayor parte erudita y cuya influencia tambin se refleja en
lo sublime de algn prrafo y en el tono general pico de la obra.
Conoce a Aristteles, a Platn, a Polibio, a diversos historiadores
secundarios, a los trgicos, a los oradores, etctera.
Las disciplinas relacionadas con adivinaciones y augurios tambin entraban dentro del mbito de intereses de Ana Comnena.
Muestra, no obstante, una curiosa ambivalencia en cuanto a estos
asuntos. De un lado, suele detallar cuidadosamente las intervenciones de personajes y los hechos que tenan que ver con astrologas o
mnticas, pero seguidamente los hace objeto de una dura crtica.
Se ve que este tipo de conocimientos la atraa con cierta fuerza, fenmeno en absoluto extrao, ya que nos encontramos frente a una
persona de estirpe helnica. Sin embargo, tambin era consciente de
que no entraba dentro de la ortodoxia confiar en orculos, adivinaciones y dems expresiones del saber oculto.
Dentro del mbito de su formacin sealaremos, asimismo, su
evidente experiencia en artes plsticas, especialmente en la pintura,
que la dota de un eficaz instrumento de sensibilidad patente en sus
descripciones del fsico de determinados personajes de La Alexada,
como Mara de Alania, Irene Ducas, Constantino, su hijo, Alejo I,
Bohemundo, etctera.
En cuanto a la opinin de la propia Ana sobre la educacin
destacaremos el inters que demuestra en su correcta aplicacin a
los coetneos. Achaca a la falta de una educacin eficaz la presencia
de males para la humanidad como la hereja. Su inters por estos
aspectos se hace patente en su descripcin del orfanato que Alejo
mand erigir para recoger a nios cuyos padres perecieron y que

13

reuna de todas partes del Imperio. Ana detalla el mtodo didctico


seguido por los maestros y de este se extrae la indudable orientacin
civilizadora y de expansin del helenismo medieval que marc los
horizontes del mundo bizantino dentro de los pueblos en contacto
con l. En este mismo captulo se vierte su opinin acerca de la decadencia de los estudios clsicos en su poca (es reconfortante observar
la mala salud de hierro de la que siempre ha gozado el estudio de
los clsicos) y la inutilidad del mtodo de la esquedografa5.

II. La obra.
Para entender La Alexada hay que intentar aproximarse al universo
mental de la clase culta bizantina. El fenmeno histrico del Imperio romano de Oriente tiene tres fundamentos. La organizacin administrativa y poltica del Bajo Imperio romano, la religin cristiana
en su versin ortodoxa y la cultura griega de la Antigedad.
La tercera de estas patas sobre la que se sustenta el edificio del
mundo bizantino tiene su expresin fundamental en la lengua griega. Ya desde los primeros momentos de Bizancio, cuando el latn
deja de ser lengua oficial tras el reinado de Justiniano (527-565)
y el griego se convierte, como haba venido siendo desde los tiempos de Alejandro Magno, en nico idioma oficial, se contempla un
fenmeno nada extrao. En Occidente tambin ocurri que los
documentos escritos, ya fueran oficiales, ya fueran destinados a un
pblico cultivado, estuvieran redactados en una lengua de prestigio.
En Occidente era el latn; en Oriente era el griego. Este idioma era
el griego de la koin, esa fusin de los diferentes dialectos griegos de
la Antigedad con predominio aplastante de la versin ateniense
del siglo V a. C. De este modo, el griego que se hablaba en la calle
fue distancindose del griego que se empleaba en los documentos
oficiales y literarios.
Sirvindose de ese instrumento lingstico, el contenido de esa
cultura griega que ilustraba a los bizantinos estaba conformado por
5 Ver XV VII.9, nota 31.

14

las estructuras mentales del Bajo Imperio romano, al igual que su estructura poltica. A pesar de que en los momentos del aprendizaje del
idioma de prestigio los alumnos se familiarizaran con los autores de la
Antigedad, su empleo en las creaciones propias vena tamizado por la
concepcin de lo que se viene llamando segunda sofstica6. Este movimiento, a su vez, no era sino el intento de renovar las letras helnicas
volviendo al periodo helenstico. Los bizantinos cultivados saban de
Homero, de Hesodo, de los lricos, de Herdoto y de Tucdides. Saban bastante ms de Platn y de Aristteles porque hubo movimientos
filosficos en Bizancio, muchos de ellos curiosamente paralelos a los del
Occidente latino. Pero aquellos nunca pasaron de ser adornos convencionales que mostraban a los lectores la familiaridad con unos modelos
escolares. Las citas de los clsicos eran obligadas, pero no su concepcin
del mundo. Entre Tucdides y Ana Comnena hay un espritu de continuidad en el relato de la historia y el uso de un idioma parecido, pero
nada ms7.
Algn estudioso de Bizancio ha reconocido que la historiografa
es una de las escasas aportaciones propias y originales de ese mundo
a la cultura universal. Porque el resto de la literatura bizantina culta
es un intento de reproducir esquemas y modelos ya fijados. En un
universo mental esttico (no as en el mundo real, donde el cambio se
produca constantemente), no caben innovaciones y toda novedad se
contempla con recelo. No en vano, un verbo como , cuyo
6 Temporalmente, abarca desde el siglo I d. C. hasta el III d. C.
7 Otra cosa, cuyo mbito no entra dentro del foco de inters de esta introduccin,
es la literatura escrita en lengua popular, en ese griego que ya mostraba las caractersticas que desembocarn en la lengua cotidiana que se habla hoy en da en
Grecia. En este sentido, el peso de aquella lengua de prestigio ha sido tan poderoso
en el mundo griego a lo largo de su historia que solo en los aos setenta del pasado
siglo se logr que esa lengua de la calle entrara en los mbitos oficiales y cultos.
Hasta entonces, salvo los escritores que deseaban recoger el alma viva de la gente
de su tiempo mediante su expresin natural, todo texto escrito estaba redactado
en una lengua artificial que no dudaramos en calificar como una especie de latn
simplificado, para entender el fenmeno desde nuestra perspectiva cultural. Con
todo, queda el ltimo resto de aquel peso que es la imposible ortografa del griego
moderno, tan sierva de la tradicin como cualquier otra, pero que tiene en su
contra el hecho de que reproduce grficamente una lengua que se hablaba hace
dos mil quinientos aos.

15

calco semntico al espaol sera innovar, significado que tiene en griego moderno, para los bizantinos significa actuar revolucionariamente,
provocar revueltas. La aportacin de la historiografa bizantina es que,
a pesar del miedo a la innovacin, a pesar del empleo de unas modelos
establecidos y de una lengua esclerotizada y dominada por la retrica,
permite al autor expresarse.
La historiografa bizantina, al igual que la escrita en el Bajo Imperio, se centra en la figura del monarca. Este enfoque tiene su lgica
ya que, como dijimos, la segunda sofstica retorna el helenismo y es
en esa poca cuando aparece el culto a la personalidad del gobernante, fomentada por la apabullante figura de Alejandro Magno. A
este proceso se aade la progresiva orientalizacin de la monarqua
imperial romana, que incida en el papel esencial de quien ostentaba
el poder absoluto. No obstante, el autor en este gnero tiene licencia
para mostrar su criterio respecto a la labor de los personajes cuya actuacin poltica expone. Porque otra de las caractersticas que tiene la
historiografa bizantina, esta s heredada de la primera historiografa
escrita en griego, es su inters exclusivo en la poltica y en las guerras.
Todo lo dicho lo encontramos en La Alexada. El asunto son las
guerras y los conflictos polticos de un emperador concreto, Alejo I
Comneno, padre de la autora. La lengua es la que las normas exigen, el griego helenstico aprendido de los modelos antiguos, con
algunos deslices propios de quien habla una versin diferente en su
vida cotidiana. La retrica y la presencia de citas de autores de la
Antigedad son exigidas para demostrar que quien est redactando
ha ledo y conoce a los maestros de siempre. El mrito de la obra reside en que, partiendo de materiales ya trillados y con poco margen
para algo tan ajeno a la mentalidad bizantina como la originalidad,
resulte una obra original. La Alexada no es una biografa, porque
nada se nos cuenta de la infancia del protagonista ni de su realidad
ms all de su intervencin en la poltica interna y externa del Imperio, pero narra las peripecias de un solo personaje y no entra en
la sucesin de varios monarcas, tal y como era lo habitual en los
historiadores bizantinos. La obra muestra la tradicional parcialidad
que encontramos en el gnero, pero amplificada, porque el inters

16

de la autora es mostrar al mundo el gran gobernante que fue su padre. Esta finalidad requerira el empleo de los recursos de un gnero
ya fijado como era el encomio; pero no es un encomio, porque ese
gnero estaba sometido a unas normas que La Alexada no sigue. De
otro lado, hay un indudable aliento pico que se refleja no solo en
las citas frecuentes de los textos homricos, cuya presencia tiene esa
intencionalidad de remarcar dicho aliento, sino en las descripciones
de encuentros blicos o en las argucias de esa especie de Odiseo
versin medieval que Ana Comnena pretende fuera su padre. Pero
no es una obra pica, porque est en prosa y porque tampoco respeta las normas del gnero pico. La Alexada, segn su autora, es
historia. No se cansa de repetirlo a lo largo de su obra. Reitera
una y otra vez ese tpico, que era obligado en el historiador desde
Herdoto y Tucdides, de que la historia debe ser el receptculo
donde se protejan los hechos dignos de memoria del paso destructor del tiempo e, igualmente, debe recoger esos hechos tal como
sucedieron en la realidad, sine ira et studio, en la frmula magistral
de Tcito. Pero, al igual que pasa siempre, el escritor de historia se
deja llevar por sus fobias y filias. En el caso de La Alexada, esa separacin entre las intenciones y la realidad es todava ms amplia,
porque el fin reconocido de la obra es dejar constancia de lo hecho
por alguien excepcional. El marco elegido por la autora, el gnero
histrico, le permite adems hacer pasar por objetivo lo que poco
tiene de tal. Sera como una coartada de la que, no obstante, nada
hay que reprochar a Ana Comnena. Salvo en el caso de la trada
formada por Herdoto, Tucdides y Polibio, las declaraciones de
imparcialidad de los historiadores han sido siempre papel mojado.
La ira y el studium estaban siempre presentes. Pero algo que desde
nuestra perspectiva sera reprochable, por lo menos de forma tan
ostensible, en un giro curioso se nos vuelve un elogio. Gracias a esa
licencia para exponer las simpatas y las antipatas del historiador,
la originalidad, el criterio y la disidencia entran en el enrarecido
mundo de las letras cultas bizantinas.
La Alexada es original en la unin, a nuestro juicio muy bien
lograda, de tantos elementos dispares. Aunque sus modelos estn

17

esclerotizados y el formalismo impere despiadadamente, la obra


resulta atractiva porque Ana Comnena los combina de forma
magistral para conseguir su objetivo. Por supuesto, como ocurre
tantas veces con manifestaciones culturales cuyos fundamentos no
resultan familiares, hay que acercarse a la obra sabiendo con qu
mimbres y con qu mente se elabor el trabajo para apreciar su
valor.
Ahora bien, no despreciemos la aportacin propiamente histrica de La Alexada. No todo es hojarasca retrica, amor de hija,
odio de hermana y de ta. Es tambin el relato de hechos histricos
que informan sobre un periodo concreto. La informacin es valiosa. Para encontrarla hay que hacer lo mismo que con los historiadores de cualquier poca, sean antiguos o modernos, conocer
el sesgo, limarlo y ver lo que queda bajo la expresin. En este
sentido, La Alexada nos dice mucho. Y, sobre todo, nos dice qu
vieron los bizantinos en esa convulsin que removi las aguas
del Mediterrneo y las arenas de Oriente Medio con motivo de
la Primera Cruzada. Nuestra obra es la tercera pata que le falta
al trpode que sustenta el conocimiento de aquella conmocin.
Tenemos las fuentes latinas y las rabes. Pero el Imperio romano
de Oriente fue el tercero en discordia dentro de aquellos acontecimientos y lo fue de manera muy relevante. Ana Comnena no
solo nos informa de los hechos, sino que tambin, y esto es muy
relevante, nos dice qu pensaban los bizantinos de todo aquello.
Nos comunica la extraeza de que un lder religioso como el
papa de Roma sea tambin un lder guerrero. Nos hace saber
que los clrigos no deben mancharse las manos de sangre y que
la costumbre de los sacerdotes latinos de intervenir en la batalla
es una aberracin. Nos dice que para los bizantinos el herosmo caballeresco no era tan importante a la hora de la victoria
como la astucia. Nos informa de que aquellos nobles aristcratas
venidos desde donde se pone el sol se dejaban comprar por el
mejor postor y que un buen arcn con dinero haca que el conde
tal o cual dejara a su seor natural y pasara a combatir con las
tropas de Alejo. Nos dice que en ocasiones el infiel puede ser de

18

mayor utilidad para los objetivos del Imperio que esos supuestos
correligionarios procedentes del oeste. Y as mucho ms que nos
aclara, a fin de cuentas, por qu en la historiografa occidental sobre las cruzadas los bizantinos aparecen desde muy pronto como
seres taimados, desleales, traicioneros y cobardes.
Y entre bambalinas, la princesa se revela como una autora
que mediante el engrandecimiento de las obras de su padre dentro de un gnero pretendidamente imparcial como es la historia
deja claro que los sucesores de Alejo I fueron unos intiles que
echaron a perder su gran labor. Lo hace porque quiere dejar constancia de la verdad, pero nosotros sabemos que lo evidente en
todo este asunto es que Ana Comnena era una mujer de una inteligencia y una formacin sobresalientes y de un rencor todava
ms sobresaliente.

III. La realidad histrica.


Alejo I Comneno accedi al trono en el mes de abril del ao 1081.
Hubo de recurrir a la rebelin abierta para conseguir sus objetivos y
destronar a un anciano Nicforo III Botaniates que solo aspiraba ya
a la tranquilidad y el reposo. Tras l quedaban unos aos (del 1025
al 1081) de ruina y desolacin internas junto a un retroceso de la
presencia bizantina en su mbito geogrfico de gobierno. Este triste
panorama fue la consecuencia del manejo de torpes emperadores,
no siempre a la altura del que fuera el ltimo gran monarca anterior
al reinado de Alejo I, nos referimos a Basilio II, muerto en 1025,
quien dej a sus sucesores un Imperio con las arcas rebosantes y un
estado poderoso.
Perteneca Alejo a una familia aristocrtica asentada en la regin de Adrianpolis y cuyo probable origen hay que situarlo en
Valaquia, aproximadamente la zona que corresponde a la actual
Rumana. En el reinado de Basilio II haba ido escalando en la jerarqua social gracias a sus actividades militares hasta el punto de
que el emperador le concedi tierras en Paflagonia, en la regin que

19

recibira el nombre de Kastra Komnenn8, de donde procede el


nombre actual de Kastamuni. De 1057 a 1059, un representante
de la familia, Isaac Comneno, to de Alejo, ocup el trono. En el
momento de acceso al poder, la familia Comneno tena un abolengo que apenas se remontaba a dos generaciones. Una trama de
relaciones matrimoniales, unidas a las caractersticas polticas del
momento, garantizaba a la familia el apoyo del que goz durante
bastante tiempo. Isaac y su hermano Juan heredaron las tierras de
su padre y su destreza militar, y ambos se casaron con damas de
la aristocracia bizantina. La esposa de Isaac era una princesa de la
antigua casa real de Bulgaria y la de Juan era una heredera de la
gran familia de los Dalaseno.
El prolongado enfrentamiento entre la aristocracia
civil y militar habase resuelto en favor de la segunda. La
aristocracia militar, de la que los Comneno constituan un no
despreciable sector, cerr filas en torno a esta familia y la alz
al primer puesto del Imperio como reaccin a la poltica nefasta
del periodo precedente y en especial de Nicforo III Botaniates. El programa poltico que proyectaron los Comneno, como
reflejo del sentir del momento y de su clase social, giraba en
torno a la recuperacin del poder imperial y en la creacin de
un cierto sentimiento patritico bizantino. Las bases ideolgicas
descansaban en la ortodoxia dentro del mbito religioso y en la
recuperacin de la vieja cultura helnica.
A su llegada al trono, Alejo Comneno se hall con la presencia de los turcos en toda Asia Menor. El sultn selycida de Iconio, Suleimn, haba ocupado Nicea, ciudad a solo setenta millas
de la capital y se dedicaba a asolar las regiones circundantes. La
prdida de Anatolia produca en el Imperio terribles resultados,
ya que supona carecer de una importante fuente de recursos de
todo tipo. La reconquista de los territorios de Asia Menor constitua uno de los objetivos fundamentales de la poltica exterior de
Alejo I. Sin embargo, hubo de posponer este apartado de su programa ante el peligro mucho ms inminente de los normandos.
8 , esto es, Ciudades de los Comneno.

20

Estos, al poco de acceder al trono el emperador, haban protagonizado un proceso de expansin que los haba situado en
la costa adritica del Imperio. Alejo I, con medios ya utilizados
secularmente, acept la presencia de los turcos en Asia Menor,
considerndolos poblaciones aliadas, asentadas en zonas anteriormente bizantinas y admitidas por consentimiento imperial.
De este modo, la situacin resultaba igualmente desastrosa, pero
se salvaba un tanto el honor.
Despus del tratado y tras las actuaciones que posteriormente veremos de Alejo contra los normandos, el siguiente objetivo fue el enfrentamiento con los pechenegos en el periodo que
va de 1086 a 1091. En principio, los pechenegos9, aliados con los
herejes maniqueos descontentos de las provincias blgaras, penetraron en territorios del Imperio tras cruzar el Danubio y los
asolaron. Las campaas se sucedieron con diversa suerte a lo largo
de los aos 1087 y 1088.
En la primavera de 1087, el emperador sufri una tremenda
derrota en Dristra, ciudad danubiana que abra el paso a las fortalezas fronterizas del Imperio. La derrota no lleg a tener ms graves
consecuencias gracias a los enfrentamientos que los pechenegos tuvieron con sus aliados cumanos a causa del reparto de botn. Finalmente, este mismo ao, Alejo concluy un tratado de paz con los
pechenegos, tratado que no fue cumplido por estos.
En torno a 1089/1090, los pechenegos de nuevo invadieron
el Imperio y devastaron los territorios adyacentes a Caripolis.
En este momento, el emir de Esmirna, Tzacs10, aprovech las
difciles circunstancias por las que atravesaba Alejo y, tras ponerse en contacto con los pechenegos y aliarse con ellos, inici una
ofensiva que lo condujo a las mismas puertas de Constantinopla,
despus de haberse apoderado de Clazomenas, Focea, Mitilene
9 Tribus nmadas procedentes del norte del Caspio que se instalaron a lo largo del
siglo XI entre el Don y el Danubio.
10 aka Bey [Chaka Bey], emir selycida de Esmirna. Originariamente, al servicio
de los emperadores bizantinos, se revel y acab siendo emir independiente de
Esmirna. Fue asesinado por su yerno Qilidj Arslan I.

21

y Quos. Tzacs se encarg del asedio naval de la capital y los


pechenegos del sitio por tierra. El emir de Esmirna, que haba
estado prisionero anteriormente de los bizantinos, era conocedor de las tcticas militares del Imperio y deseaba dar el golpe
decisivo por mar. En el invierno del ao 1090/1091, Constantinopla hubo de sufrir un clima bastante crudo y que sumaba
nuevo desnimo. Alejo recurri a la peticin de ayuda a occidente y obtuvo respuesta con la llegada de quinientos caballeros del
conde de Flandes. Recurri asimismo a la tradicional maniobra
estratgica de enfrentar las facciones del enemigo entre s. En este
caso, cont con los cumanos. Apoyado por este pueblo nmada,
en abril de 1091, Alejo derrot a los pechenegos en Lebunio. El
asedio naval de Tzacs hubo de romperse y, gracias a las labores
diplomticas del emperador ante Qilidj Arsln y al choque de
Abul Kasim, emir de Nicea, con Tzacs, este ltimo, herido en la
corte del sultn y vctima de una conjura, dej de ser un problema
para Bizancio.
Ms tarde, en 1094, los antiguos aliados cumanos irrumpieron de nuevo en territorios del Imperio. Esta vez iban encabezados por un impostor que se haca pasar por Constantino
Digenes, hijo de Romano IV, que haba muerto en Antioqua
haca aos. Este acontecimiento oblig a Alejo a abandonar con
una solucin provisional la campaa contra el upan de Rascia,
Vukan11, que estaba devastando las regiones de Serbia con sus
invasiones. Alejo I apres mediante una treta al impostor y dispers a los cumanos.
Una vez pacificada la parte europea del Imperio, Alejo volvi
su mirada hacia Asia Menor. Deseaba continuar con sus campaas de reconquista de Anatolia. Aprovechando una vez ms los
conflictos internos por los que atravesaban los enemigos selycidas, la labor de Alejo pareca ser fcil. Efectivamente, la muerte
del gran sultn Malik Shh en 1092 provoc numerosos conflictos en el territorio dominado por los selycidas y una dura
11 Vukan I (1083-1112), upan (gran prncipe) de Rascia, antecedente del reino
serbio.

22

lucha por el poder, que Alejo pretenda fomentar para expandir


sus dominios por Anatolia. No era ms que un proceso iniciado
a la muerte del sultn Suleimn (1086) y el consiguiente reparto
de su herencia. Alejo se dispona a ayudar al nuevo sultn Qilidj
Arsln, cuando sobrevino un acontecimiento inusitado, la Cruzada. Hasta entonces Alejo haba reconquistado el territorio a
todo lo largo de la franja costera del mar de Mrmara, incluida
la ciudad de Czico.
Alejo mantuvo el plan de recuperar Asia Menor hasta el final de
su vida. En el ao 1114 una incursin de cumanos fue rechazada sin
combatir al enterarse estas de que Alejo en persona iba al frente de
las tropas. La figura de Alejo se haba convertido ya en legendaria.
Ya hemos visto cmo una de las medidas adoptadas por Alejo
nada ms acceder al trono y enfrentarse con las duras tareas de gobierno que un Imperio debilitado y acosado le presentaban fue la
cesin de territorios de Asia Menor a los turcos en una operacin
destinada a salvaguardar el honor del Imperio y reconocer al tiempo
legalmente una situacin que de hecho ya exista. Esta cesin a los
turcos, como aliados, de territorios anatlicos tena por finalidad
la liberacin de la carga que supona un frente oriental en sus luchas
por plantar cara al peligro occidental, que en esta ocasin se encarnaba en los normandos.
La presencia de los normandos en suelo del Imperio (concretamente, Dirraquio) obedeca a una poltica cuyos antecedentes
hay que buscarlos en poca del emperador Romano IV Digenes.
El mismo ao en que este emperador fue derrotado en Mantzikert
(1071), Roberto Guiscardo, personaje que de mercenario haba pasado a ser duque de Calabria y Apulia durante un concilio en Mein
(1059), acababa de terminar la conquista de los ltimos reductos
bizantinos del sur de Italia. Los normandos del sur de la pennsula
italiana y Roberto a la cabeza se sintieron atrados por la organizacin estatal que hallaron en estos territorios. Lengua y costumbres
griegas subsistan y Roberto acab por considerarse un reflejo del
emperador en las regiones bizantinas por l conquistadas. Ello no
obstante, Romano Digenes propuso a Roberto un matrimonio de

23

estado que beneficiara a ambas partes. El Imperio precisaba hombres de armas con los que hacer frente a las acometidas de turcos en
oriente y pechenegos, cumanos y serbios en occidente. Los pretendidos derechos de Bizancio sobre los territorios conquistados por
los normandos fueron obviados y subordinados a la necesidad de
recuperar los sectores perdidos en los Balcanes y en Anatolia. Romano IV propuso el matrimonio de uno de sus hijos con una hija de
Roberto. Esta propuesta no tuvo resultados. Posteriormente, Miguel
VII Ducas volvera de nuevo a solicitar la alianza de los normandos
mediante el establecimiento de vnculos familiares. Lo intent epistolarmente a fines de 1071 o principios de 1072; posteriormente,
en 1072/73 propuso a su hermano Constantino como esposo de
una hija de Roberto. No hubo tampoco respuesta a estas solicitudes
del emperador. Sin embargo, en el ao 1074, Roberto accedi a
desposar a su hija con el hijo de Miguel VII, Constantino. Como
resultado, el emperador emiti un crisbulo, donde se establecan
los trminos del compromiso. En dicho crisbulo destaca, por parte
de ambos mandatarios, la obligacin de tener iguales enemigos y
amigos. Las intenciones del emperador durante estas negociaciones
tenan dos objetivos, introducir a los normandos en la rbita de
Bizancio como mercenarios contra los enemigos de oriente y occidente, y, de otro lado, prevenir un proceso de expansin dentro
del territorio bajo administracin bizantina en los Balcanes. De este
modo, el Imperio haca uso nuevamente del viejo sistema de reconocer legalmente como aliados a aquellos que le haban arrebatado
parte de sus posesiones, intentando, simultneamente, situarlos bajo
sus influencias. Todas estas medidas creaban una extraa sensacin
de unidad de intereses.
La razn de giro poltico de Roberto estaba relacionada con las
actividades del papa Gregorio VII, cuyos tratos con los normandos no fueron, en un principio, todo lo amistosos que se deseara.
Roberto, gracias a su tratado con los bizantinos, recibira tambin
apoyo contra el papa. Como consecuencia, el despecho del papa
ante la adversa marcha de sus intereses en el Imperio provoc la
bendicin de la ofensiva contra sus costas adriticas. El papa haba

24

visto cercanos determinados rumbos favorables en sus intenciones


de atraerse el Imperio. Fue cuando los bizantinos, rechazados por
Roberto en la primera ocasin, se dirigieron a Roma. Posteriormente, el recurso al papa fue desechado, ya que se haba llegado a acuerdos con el caudillo normando. Los motivos ms prximos fueron los
deseos de Roberto de intervenir en Bizancio tras el derrocamiento
de Miguel Ducas por Nicforo Botaniates y de este, a su vez, por
Alejo Comneno.
En efecto, la interpretacin de los lazos de alianza que unan a
Roberto con Miguel Ducas eran tanto polticos, como personales.
El que un pariente cercano perdiera el trono de Bizancio a manos
de un tercero exiga de Roberto la reparacin de una ofensa hecha,
no solo a su aliado, sino a su propio yerno Constantino. Por otro
lado, haba claves internas que alimentaban esos movimientos. La
sociedad normanda precisaba de una constante actividad blica, ya
que la autoridad del caudillo se fundamentaba en su capacidad para
recompensar con tierras y feudos a los seores que lo seguan. Ello
requera una permanente actitud de guerra de conquista. Bohemundo, hijo mayor de Roberto, careca de una herencia que recibir por
parte de su padre, puesto que las posesiones del sur de Italia haban
sido ya cedidas a su segundo hijo Roger. A falta de un principado
que ofrecerle, se embarcaron ambos en una guerra con el objetivo de
conseguir tierras. Estas motivaciones son fundamentales a la hora de
entender, no ya la futura actuacin de Bohemundo, cuanto, posteriormente, la del resto de los cruzados.
Pero la sociedad normanda llevaba en s el germen de su propia inestabilidad. Los lazos que unan a los caballeros con su seor
no eran del todo firmes y ello provocaba numerosas deserciones al
bando bizantino, que vean como un punto de destino beneficioso y enriquecedor. Esta visin del mundo bizantino era fomentada
por los propios emperadores, que recompensaban muy generosa y
liberalmente a quienes se pasaban a su lado. Del mismo modo, dentro de los propios dominios normandos abundaban las facciones y
personajes como Roberto y su hijo Roger debieron enfrentarse en su
propio campo a continuas revueltas.

25

La situacin del Imperio, cuya administracin asuma Alejo,


no soportara un enfrentamiento en solitario con los normandos.
Alejo intent la alianza con el papa y el emperador alemn Enrique
IV. Pero solo Venecia, a la que tambin haba acudido, se prest
para ofrecer ayuda. Las razones, caractersticas e interpretaciones las
veremos ms adelante. Asimismo, confisc los bienes de la iglesia,
que lo haba apoyado en su lucha por el trono, para suministrar los
fondos precisos. La escuadra veneciana rompi por mar el cerco del
ejrcito normando. Esta victoria no pudo evitar, sin embargo, que
Dirraquio fuera tomada en 1081 y que Roberto Guiscardo avanzara
imparablemente hasta Tesalia. Pero unas revueltas promovidas por
los bizantinos en el sur de Italia alejaron a Roberto de los territorios
griegos. Los bizantinos supieron aprovechar los rasgos de debilidad
que ofreca la constitucin social de los normandos. Igualmente,
Roberto fue requerido por el papa para que lo apoyara en su lucha
contra Enrique IV. Sea como fuere, en 1082 Roberto abandon la
campaa, la cedi a su hijo Bohemundo y retorn a Italia. Los bizantinos aprovecharon esta coyuntura y fueron recuperando terreno
hasta que los venecianos lograron conquistar Dirraquio. Roberto
muri en 1085, tras iniciar una nueva campaa en los territorios
imperiales. Los normandos se retiraron y dejaron, por el momento,
de ser un peligro.
Occidente volvi a irrumpir violentamente en la vida de Bizancio con la primera Cruzada. El choque y el contraste entre oriente
y occidente en el siglo XI ayudaran a configurar el nuevo sentimiento patritico bizantino. El concepto de Cruzada no caba en
la mentalidad griega oriental. Y esto por varias razones. En primer
lugar, la lucha contra los infieles era vista por los bizantinos como
algo natural y la recuperacin de los Santos Lugares era una cuestin que les afectaba exclusivamente a ellos, pues de su poder fueron arrebatados en los albores del apogeo musulmn. Por otro lado,
los bizantinos estaban ligados a la tradicin patrstica, que vea la
iglesia como un instrumento puramente espiritual y les extraaba
que fuera precisamente el papa quien alentara la guerra. Esta era un
asunto exclusivo del poder laico. Dentro de la concepcin bizantina,

26

el impulso papal a la Cruzada era una invasin de los representantes


del mbito espiritual en un mbito exclusivo del poder poltico. El
origen de los sentimientos antilatinos en Bizancio reside no en
el cisma de 1054, que no fue sentido en su momento como un
hecho de la importancia que posteriormente se le dio, sino, ms
bien, en las sucesivas agresiones normandas, expresin de un proyecto ms amplio y oculto del papado, cuyo objetivo era reducir
al mundo ortodoxo. Todo esto nos deja ver que exista una radical
oposicin entre las mentalidades oriental y occidental respecto al
hecho blico. En oriente la guerra no estuvo nunca justificada y, a
pesar de la lgica glorificacin de lo militar, el conflicto armado era
sentido como la ms patente muestra de un fracaso en el objetivo
de resolver los problemas planteados con otros pueblos o facciones.
En occidente, sin embargo, el propio papado supo encauzar para su
provecho el mpetu de unas concepciones ideolgicas que consideraban al soldado un hroe. Es ms, la muerte del combatiente en defensa de intereses relacionados con la religin lo elevaba a la suprema
categora de mrtir. Finalmente, el propio carcter caballeresco que
surga en Europa durante aquellos tiempos serva de excelente caldo
de cultivo para actuaciones como las que secundaron los cruzados.
Nuestra autora, Ana Comnena, hace hincapi en esta divergencia de
opiniones dentro de un pasaje de su obra12, al mostrar su asombro
por la conducta agresiva y belicosa de un sacerdote latino.
En el concilio de Clermont (noviembre de 1095), el papa
Urbano II predic la Cruzada. Aparentemente, el papa responda
con la predicacin de la guerra santa a las peticiones de ayuda
con las que el Imperio de oriente haba requerido a las potencias
occidentales. En efecto, la peticin de apoyo se haba realizado
desde mucho tiempo atrs. Pero su funcin consista en el reclutamiento de mercenarios con vistas a ir reconquistando territorios perdidos a manos de los infieles. Entre estos proyectos,
como uno ms, se inclua la reimplantacin del poder de la cruz
en Tierra Santa, pero siempre bajo la titularidad de sus legtimos
seores, los bizantinos.
12 X, VIII 7-9.

27

Estos objetivos haban llevado a unas lneas de actuacin poltica en las que primaba una reconciliacin con la iglesia latina. Por
ejemplo, un tratado del arzobispo de Bulgaria, Teofilacto de Ocrida,
pide a sus lectores no den tanta importancia al formalismo y a las
manifestaciones religiosas, al tiempo que quitaba relevancia a aspectos
tradicionalmente conflictivos como la inclusin de la palabra Filioque
en el Credo, adjudicando esta tergiversacin de la fe ortodoxa a la
pobreza del latn. Alejo I y Urbano II mantenan buenas relaciones
con la finalidad de unir las iglesias y colaborar tambin en la recuperacin de los Santos Lugares. Existen textos de la poca que atestiguan
peticiones de apoyo por parte de Alejo I al papado o a Roberto, conde
de Flandes, si bien en este ltimo caso, procedentes de una carta falsa,
pero posiblemente basada en un original. Existe, adems, otro texto,
este en griego, la Crnica sinptica13 del siglo XIII, atribuido a Teodoro
Escutariotes, donde el emperador, percatado de la imposibilidad de
reconquistar en solitario Asia Menor y sabedor de que occidente no
soportaba el dominio de los infieles sobre Tierra Santa, convenci a
los caudillos occidentales para que despacharan a los turcos de Anatolia, como motivo real, y para liberar Tierra Santa, como pretexto.
De todos modos, los cruzados aprovecharon las tradicionales peticiones de ayuda y penetraron en el Imperio con sus miras puestas
en la recuperacin de los Santos Lugares, pero dispuestos tambin a
pasar por encima del propio estado bizantino. Los bizantinos, a su vez,
nunca vieron con buenos ojos esta autntica invasin procedente del
mundo que ellos denominaban latino.
El primero en llegar a territorio bizantino y solicitar el paso hacia
Asia Menor fue Pedro el Ermitao. A mediados de 1096 y tras un
viaje lleno de saqueos y pillajes, la masa de harapientos y mal armados
hombres arrib a Constantinopla y pas a zona selycida. Su fin fue el
casi total exterminio a manos de los turcos, cerca de Nicea. Solo unos
pocos se salvaron, entre quienes se encontraba el propio Pedro.
A fines de 1096, comenzaron a llegar los caballeros, Godofredo de Bouillon, Raimundo de Tolosa, Hugo de Vermandois,
Roberto de Normanda, Roberto de Flandes y Bohemundo, hijo
13 , Snopsis kronik.

28

de Roberto Guiscardo. Alejo I logr el juramento de vasallaje


de todos ellos, salvo de Raimundo de Tolosa y de Tancredo,
sobrino de Bohemundo, quien haba eludido Constantinopla
y llegado a Asia Menor sin tener que someterse al emperador.
Alejo les asegur su apoyo y suministros. Los cruzados se comprometieron a ceder al emperador las ciudades conquistadas que
hubieran pertenecido alguna vez al Imperio.
En junio de 1097, los cruzados tomaron Nicea. Fue cedida
al emperador y este aprovech el xito para recuperar las zonas
occidentales de Asia Menor. Pero la toma de Antioqua en junio
de 1098 origin una disputa entre Raimundo de Tolosa y Bohemundo sobre la posesin de la ciudad. Tras la victoria de Bohemundo, este rompi los lazos con el emperador y se proclam
prncipe de la ciudad. Solo Raimundo de Tolosa era partidario
de la entrega a Alejo. Fue el nico cruzado que, aunque no prestara juramento, iba cediendo a los delegados del emperador las
ciudades que conquistaba, mientras los caballeros que s estaban
ligados por vasallaje al monarca se establecan como soberanos
independientes en los territorios que ganaban. Una vez tomada
Antioqua, fueron surgiendo estados como el Reino de Jerusaln, el condado de Edesa y el de Trpoli.
Bohemundo, ahora abiertamente en contra de Bizancio, sufri diversos reveses, tanto por parte de turcos (su cautiverio
como prisionero en 1101, del que fue rescatado, la batalla de
Harrn en 1104), como de bizantinos (las reconquistas de Tarso,
Laodicea y la franja costera hasta Trpoli). Tras estos acontecimientos, Bohemundo regres a Italia con intenciones de arrastrar a todo el occidente contra Bizancio y en una intensa labor
de propaganda antibizantina envolvi hasta el mismo patriarca
de Jerusaln, Daimberto. Hubo movimientos en la corte papal
cuyo objetivo consista en mantener los estados ya existentes,
puesto que con ello se conseguira tambin el sostenimiento de
la gida del patriarca latino que haba legitimado el poder de
Bohemundo sobre Antioqua. Una cada bajo la rbita bizantina
habra supuesto la prdida de los territorios que la concepcin

29

ideolgica normanda haca imprescindible para un caudillaje como


el de Bohemundo. De ah su inters en acabar con Bizancio.
En 1107 desembarc en Auln y puso sitio a Dirraquio. Pero
el emperador logr derrotarlo y en 1108 se firm un tratado en el
que se especificaba la sumisin de Bohemundo y su vasallaje. El emperador eligi como testigos de este tratado a personajes relevantes
entre los caballeros occidentales a su servicio. Su deseo era humillar
a Bohemundo y presentarle a vasallos y parientes suyos bien situados
y partidarios del emperador. No obstante, al morir Bohemundo en
1111, su sobrino Tancredo no devolvi (como estipulaba el pacto)
Antioqua a Alejo. Y este dej de lado la cuestin, despus de algunos intentos fallidos de recuperar la ciudad. Con este acontecimiento acaban los contactos entre Alejo y los cruzados. No obstante, la
poltica bizantina se orient en esta zona durante los tiempos posteriores hacia la recuperacin de los principados cristianos fundados
por los cruzados.
En relacin a las ciudades italianas de Venecia y Pisa, tradicionalmente, se ha venido interpretando la peticin de ayuda a la Serensima en la lucha contra la primera incursin normanda a la costa
del Ilrico como una muestra de la total impotencia del Imperio para
encargarse de su propia defensa. Asimismo, las grandes concesiones
que los tratados hacan a la Repblica eran seal de la inminente
necesidad de socorro por parte de una flota potente como lo era la
veneciana. Para los italianos, por su parte, era evidente el temor de
Venecia a ver su salida del Adritico atenazada por un poder normando asentado en ambas orillas del estrecho. Impedir la ocupacin
de la costa ilrica se volva un objetivo irrenunciable en la expansin
comercial veneciana. Por ello no plante dudas la intervencin a
favor de Alejo, cuando este acudi a su lado en peticin de apoyo.
Alejo le concedi una serie de privilegios. Unos, personales dirigidos al patriarca y al dux; otros, institucionales a la iglesia de San
Marcos y al propio comercio veneciano. Destaca la cesin de un
barrio en Constantinopla, la licencia de comerciar en los territorios bajo dominio bizantino, incluida la exencin de todo tipo de
impuestos.

30

Venecia intervino en 1081 en el sitio de Dirraquio y venci a


los normandos con su flota. Estas actuaciones no impidieron que
Roberto Guiscardo en tierra tomara la ciudad y avanzara imparable
hacia el interior. Solo los problemas internos entre los normandos
y con los reductos probizantinos causaron, como hemos visto, la
partida del caudillo normando hacia sus posesiones del sur de Italia.
Bohemundo no pudo evitar que las tropas bizantinas ganaran terreno y que Venecia reconquistara Dirraquio para el emperador.
Adems de la desastrosa situacin poltica del Imperio, la actuacin de Alejo vena dada por el deseo de recuperar los mercados que
el catico estado de Asia Menor haba desviado de sus rutas hacia
otras zonas que desbordaban los lmites del Imperio. Tanto Alejo
como sus consejeros presionaron en este sentido. Venecia debera
revitalizar estos territorios y con l, el movimiento econmico
dentro del Imperio. Por otro lado, con estos beneficios recibidos
por Venecia Alejo I no haca ms que continuar el mtodo tradicional de concesin de privilegios comerciales a aliados. Incluso
la propia aristocracia terrateniente presionaba tambin para estrechar las relaciones con Venecia, ya que de ella se importaban
artculos de lujo que agradaban a esa clase y esta, a su vez, exportaba a la ciudad adritica sus productos agrcolas.
El hecho de que en 1111 se cerrara con Pisa un tratado (no
tan ventajoso como el concertado con Venecia) parece dar a entender que los resultados de las relaciones con Venecia fueron
positivos. De todos modos, la aparicin de los cruzados y su intervencin directa en el mundo musulmn supuso el final del
monopolio bizantino en el comercio con oriente. La concesin
de privilegios a Pisa por parte de Alejo I fue una respuesta a las
mismas medidas adoptadas por los cruzados con Gnova. A la
larga, sin embargo, la actitud de los venecianos instalados en el
Imperio ser para Bizancio el smbolo de una agresin occidental, ya que ser copiada por pisanos y genoveses, y marcar el
final de la independencia comercial bizantina.
Pasando a otro mbito, uno de los aspectos de gobierno a los que Alejo dedic ms abierta atencin fueron los

31

asuntos eclesisticos, si bien se denota de su actitud respecto


a estas instituciones y la ortodoxia una postura tornadiza, que
transparentaba la talla de gran poltico del emperador. Como
hemos visto, Alejo tiene en su programa la restauracin de un
Imperio decado cuya cohesin religiosa es fundamental. En esta
labor colabor de buen grado la iglesia.
La concepcin ortodoxa del cristianismo marcar con unas
caractersticas propias el fenmeno religioso dentro del Imperio
que lo separarn ostensiblemente del occidente cristiano latino y
del islam. En este sentido, la tradicin jugaba un papel preponderante. El emperador se entreg a fondo contra las distintas herejas que proliferaban en los territorios del Imperio. Se enfrent
y someti a los paulicianos, maniqueos, bogomilos y a personajes como Nilo, que mantena concepciones errneas respecto
a la unin hiposttica. Contra los primeros, segn cuenta Ana
Comnena, su padre emple las armas y la palabra. Los venci y los
evangeliz. A los bogomilos, tras un astuto proceso de investigacin
y bsqueda de sus cabecillas, que haban conseguido extender sus
doctrinas por sectores cada vez ms amplios de la sociedad, Alejo los
llev a la hoguera.
Tambin march contra aquellos movimientos intelectuales
que no tanto daban una nueva versin de la religin tradicional,
cuanto se apartaban de ella y pretendan interpretar el mundo
desde creencias basadas en la filosofa pagana. Fue este el caso de
Juan Italo, recogido en La Alexada. En la doble tradicin griega
y cristiana que conformaban la cultura bizantina, con frecuencia,
el magnetismo de la primera arrastraba a su campo a intelectuales que, posteriormente, deban retractarse y volver al redil.
Ana Comnena muestra escasa simpata por Juan Italo y tanto su
retrato como la narracin del proceso denotan el desprecio que
senta hacia este intelectual.
Juan Italo fue discpulo de Miguel Pselo y lleg a ocupar una
estimable posicin entre la intelectualidad bizantina; sin embargo, se dej arrastrar hacia posturas poco ortodoxas donde las influencias, fundamentalmente platnicas y neoplatnicas adems

32

de aristotlicas, tomaron carta de naturaleza. Sus concepciones


sobre la metempscosis y sobre las ideas platnicas lo llevaron a
presencia del snodo, que lo anatematiz. El proceso contra Juan
Italo tambin pudo haber sido sugerido por la simpata de que
gozaba este filsofo entre la familia de los Ducas.
Sin embargo, no todo fue fcil en las relaciones de Alejo con
la iglesia, si bien su maestra poltica supo capear los temporales
diestramente. Dos cuestiones no concuerdan con el tono general
de estas distendidas relaciones. De un lado, el famoso asunto
de la confiscacin de bienes eclesisticos para financiar la guerra
contra los normandos y pechenegos. Este recurso es ilustrativo
del estado general de las finanzas en el Imperio a la llegada del
emperador Comneno. Alejo hubo de pasar por un juicio. Sin
embargo, parece ser que su actuacin no cont con tanta oposicin como cabra esperar. La diplomacia pudo superar lo que
habra supuesto un conflicto con la jerarqua eclesistica y todo
qued en un dbil argumento para sus detractores. Alejo anunci
oficialmente en 1082 que no volvera a requisar los bienes de la
iglesia, aunque posteriormente acudira de nuevo a este recurso
para procurarse fondos. El sesgo que fue tomando este conflicto
le cost a Len, obispo de Calcedonia, su ms acrrimo adversario, el puesto y el exilio a Sozpolis del Ponto.
De otro lado, ya hemos visto anteriormente, cmo los deseos
de Alejo por ganarse el apoyo de occidente lo obligaron a adoptar una postura, en principio, no muy beligerante contra l. La
inclinacin hacia Roma tambin provoc algunas reticencias en
Bizancio. Adems de las opiniones de Teofilacto de Bulgaria, tenemos como prueba la aparicin del nombre del papa en los dpticos y el permiso a los occidentales para construir monasterios
dentro del Imperio. En el ao 1112 Pietro Grossolano, arzobispo
de Miln, lleg a Constantinopla para tratar el asunto de la unidad y Alejo dej ver que se senta inclinado por los argumentos
del emisario.
Tanto Alejo como su familia fomentaron el monacato y crearon conventos contemplativos y de asistencia social. El emperador

33

en persona trat problemas de disciplina en las comunidades del


monte Atos y alent las actividades de monjes como Cristdulo,
quien reform la vida monstica de la isla de Patmos, llegando a
constituir gracias a los grandes derechos concedidos una especie
de estado paralelo a la pennsula del monte Atos.
En resumen, la poltica eclesistica de Alejo estuvo marcada,
a pesar de sus aparentes contradicciones, por el objetivo primordial de su poltica, la restauracin del Imperio. Alejo fomenta la
unidad religiosa, pero, al tiempo, con sabia diplomacia maneja
los bienes materiales de la iglesia y tiene escarceos con Roma.
Interiormente, la poltica de refuerzo de la ortodoxia le reporta
los beneficios que da la cohesin; exteriormente, la poltica de
acercamiento a Roma ofrece el apoyo de sus fuerzas.

IV. La sociedad.
En poca de Alejo I tiene lugar el desarrollo del fenmeno social
de la prnoia14. Este recurso de pago a personas por parte del
estado tena una existencia prolongada de tiempo atrs. Sin embargo, bajo el emperador Comneno y ya hasta el fin del Imperio
la prnoia adquiere un marcado carcter militar que la convierte
en pieza clave de un proceso de feudalizacin sin influencias occidentales y autctono de Bizancio.
Mediante la prnoia el emperador haca entrega de tierras propiedad del estado (no de su fortuna personal) a aquellos hombres
que merecieran, en su opinin, una recompensa. El pronoiario, o
beneficiarlo de la prnoia, tambin llamado stratiotes15, quedaba a
cargo de los bienes de las fincas concedidas, con inclusin de los
campesinos, proikoi16, que la trabajaban. Las tierras, sin embargo, no le eran cedidas en propiedad. El pronoiario usufructuaba
14 . El trmino en griego significa previsin y es la palabra con que el
cristianismo designar la Divina Providencia.
15 . Su significado es soldado.
16 , colonos.

34

las posesiones del estado y perciba directamente las cargas tributarias de las mismas, as como sus beneficios; pero el emperador poda
enajenarlas cuando lo considerara oportuno. Del mismo modo, no
eran transmisibles a herederos del seor. El pronoiario, igualmente,
estaba obligado a contribuir con hombres, segn las dimensiones de
sus tierras, al ejrcito imperial.
La institucin de la prnoia con una orientacin plenamente
militar se diriga hacia dos propsitos fundamentales. De un lado,
completar las filas de un ejrcito propiamente bizantino que, a causa
de la evolucin histrica de los tiempos precedentes a los Comneno,
haba ido cediendo su plaza de manera alarmante a las tropas mercenarias. Se trataba de hacer convivir ambos sistemas de reclutamiento
y dotar de este modo al Imperio de un instrumento esencial para la
restauracin y mantenimiento del antiguo esplendor.
De otro lado, la prnoia era el sistema de creacin de una nueva
jerarqua aristocrtica y la dotacin a la misma de un poder econmico. Se recompensaba y se fortaleca a la par ese sector social de
propietarios de tierras y latifundistas, que auparon al trono a los
Comneno. Con todas estas medidas se cerraba lentamente el crculo
de poder en torno a las familias aristocrticas de marcado carcter
militar y feudal frente a la antigua nobleza burocrtica y civil que fue
progresivamente relegada.
El proceso de feudalizacin bizantina no acab, sin embargo, del
todo con las pequeas propiedades libres, aunque este tipo de organizacin rural qued a punto de extincin. Alejo I tom medidas,
que venan de un proceso previo, para ir sujetando al campesino a la
tierra y al seor que le tocara en suerte.
La institucin del kharistikion17 tambin al arbitrio del emperador,
se incluye asimismo en este deslizamiento feudalizante del Imperio.
Por ella, un laico se haca cargo de la administracin de bienes eclesisticos pertenecientes a monasterios. Del total de recursos obtenidos se
ceda al monasterio lo necesario para su sustento y lo dems pasaba a
manos del beneficiario o caristicario. Este instrumento econmico recibi tanto crticas de un sector de la iglesia por los abusos a que daba
17 , regalo, donacin.

35

lugar, como aprobacin de otros porque permita una cierto alivio a la


imposibilidad de alienacin de los bienes eclesisticos.
La burocracia civil fue objeto, dentro de estas lneas de gobierno, de una reforma administrativa por parte de Alejo. Se transform
la jerarqua cortesana con la aparicin de unos ttulos, generalmente
adjudicados a miembros de la familia imperial, y se aplicaron a antiguas personas vinculadas con las clases aristocrticas simpatizantes
de los Comneno. El logothetes ton sekreton18 se hizo cargo de las tareas
burocrticas en general y concentr en s lo que anteriormente haba
estado en manos de varios funcionarios. Del mismo modo, fue reformada la administracin de las provincias. La estructura de los temas19
deja lugar a una nueva distribucin, al verse aumentado su nmero a
costa de la reduccin de sus terrenos, y a la aparicin de grandes circunscripciones militares que se desarrollarn hasta el siglo XII.
Finalmente, haremos mencin a la devaluacin de la moneda, que
se pone en relacin con la aparicin de nuevas dignidades y de las
rentas o rhogai20 que les correponden a cada escalafn de la jerarqua
cortesana. Alejo sigui devaluando la moneda, en un proceso que vena ya de mediados del siglo XI. Esta devaluacin ha sido interpretada a veces como smbolo de prosperidad econmica, basndose en el
hecho de que el recurso a esta medida tena su origen en la necesidad
de ms moneda para una actividad econmica floreciente. De todos
modos, las devaluaciones provocaron confusin entre los bizantinos y
dieron lugar a irregularidades en el cambio de moneda antigua por la
nueva, de las que el fisco sola sacar provecho.

V. La traduccin.
La traduccin que se presenta en este libro est basada en la que fue
publicada en el ao 1989 por la Editorial Universidad de Sevilla y que
fue galardonada con el Premio Nacional de Traduccin en el ao 1990.
18 .
19 Ver I II.5, nota 8.
20 .

El paso del tiempo y las caractersticas de aquella primera edicin


requirieron una concienzuda tarea de revisin del texto. Este hecho
explica los cambios en esta Introduccin y las numerosas variaciones que aparecen en esta edicin respecto a la versin publicada hace
veinticinco aos. Igualmente, se ha ampliado el volumen de notas
aclaratorias. Este apartado, adems, tiene en cuenta que la edicin actual va dirigida a un pblico amplio y no especializado, en contraste
con el objetivo del pblico erudito al que aspiraba la primera edicin
en la Universidad de Sevilla. Este nuevo propsito explica que hayan
desaparecido algunos aspectos en esta Introduccin, como las notas
de tinte acadmico, las cuestiones especficas sobre el proceso de la
traduccin, algunos aspectos lingsticos y la bibliografa.
Conviene hacer algunas especificaciones sobre las notas que aparecen en el texto. En primer lugar, he credo conveniente no recargar
el aparato de notas explicando la posicin geogrfica de lugares suficientemente conocidos por sus denominaciones en la antigedad y
me he limitado a aclararlos, dentro de lo que era posible, en aquellos
topnimos extraos a aquel contexto histrico. Por otro lado, cuando un topnimo o un nombre de personaje no reciben una nota es
porque se ignora su situacin o porque la prosopografa y la historia
bizantinas no aportan conocimiento de ellos y solo contamos con la
informacin que da Ana Comnena en su obra.
Debo dejar constancia aqu de las obras que me han servido de
referencia para esas aclaraciones y notas:
, , , , , 1991. Trad. de
.

Gautier, Jean-Paul, Anne Comnne. LAlexiade, Tome IV, Index,


Pars, Les Belles Lettres, 1976.
Leib, Bernard, Anne Comnne. LAlexiade, Pars, Les Belles Lettres, 1967. Tres tomos con introduccin, texto, traduccin y notas.
Sewter, E.R.A., The Alexiad of Anna Comnena, Londres, Penguin Books, 1988.
Skoulatos, Basile, Les personages byzantins de lAlexiade, Lovaina, Universit de Louvain, Recueil des Travaux dHistoire et Philologie, 6me srie, fascicule 20, 1980.

En el lapso de tiempo transcurrido desde 1989 hasta hoy, ha hecho aparicin internet. A la red debo gran cantidad de informacin,
tremendamente accesible hoy, que en aquellos aos era bastante
complicada de conseguir. En este caso, la bsqueda de los trminos
en internet es el punto de partida de las aclaraciones.
Finalmente, la presencia de lagunas en el texto original viene
representada en la traduccin mediante puntos suspensivos entre
parntesis, ().
Rute (Crdoba), otoo de 2015

La Alexada

PROEMIO

Presentacin de la autora y propsitos de su obra

I. La historia como gnero que conserva la verdad y la transmite.


Presentacin de la autora.
1. El tiempo, fluyendo inconteniblemente y movindose siempre,
arrastra y lleva todo lo engendrado, y lo sumerge en el abismo de la
oscuridad, donde no existen hechos dignos de mencin, ni donde
los hay grandes y dignos de memoria, haciendo surgir lo que est
oculto, como dice la tragedia1 y escondiendo lo que es patente.
Sin embargo, la narracin de la historia se convierte en una muy
poderosa defensa contra la corriente del tiempo y detiene, de algn
modo, el flujo incontenible de este; y todo lo acontecido dentro de
l, que ha recogido superficialmente, lo contiene, lo encierra y no
permite que se deslice a los abismos del olvido.
2. Puesto que tengo conciencia de eso, yo, Ana, hija de los emperadores Alejo e Irene, vstago y producto de la Prpura2, que no
solo no soy inculta en letras, sino incluso he estudiado la cultura
griega intensamente, que no desatiendo la retrica, que he asimilado bien las disciplinas aristotlicas y los dilogos de Platn y he
madurado en el quadriuium de las ciencias (debo revelar que poseo
1 Sfocles, yax, 648.
2 La Prpura era el nombre de la estancia donde nacan los hijos de los emperadores; de ah que el calificativo de Porfirogneto se aplique solo a los hijos de emperadores que ocupaban el trono en el momento de su nacimiento. El trmino en
griego deriva del sustantivo que significa prpura en griego: porfira [].
Ana Comnena distingue entre hijos porfirognetos y no porfirognetos. La describe en VII II.4.

41

estos conocimientos -y no es jactancia el hecho- todos los cuales me


han sido concedidos por la naturaleza y por el estudio de las ciencias, Dios desde lo alto me ha regalado y las circunstancias me han
aportado), quiero por mediacin de este escrito contar los hechos
de mi padre, indignos de ser entregados al silencio ni de que sean
arrastrados por la corriente del tiempo, como a un pilago de olvido.
Sern estos todos los hechos que llev a cabo tras tomar posesin
del cetro y los que realiz al servicio de otros emperadores antes de
ceirse la diadema.

II. La objetividad como norte de la obra de Ana Comnena.


1. Vengo para contarlos sin la idea de hacer una ostentacin de mi
pericia literaria, sino para que tamaa gesta no sea legada sin testigos
a los que nos seguirn, dado que incluso las ms grandes obras, si de
alguna manera no se conservan a travs de la narracin y se entregan a
la memoria, se apagan en la sombra del silencio. Era, pues, mi padre,
como los hechos mismos demostraron, experto en mandar y en obedecer, cuanto es preciso, a los que mandan.
2. Pero tambin, al optar por la descripcin de sus obras temo
tanto quedarme anclada, como excederme, no sea que en cierto modo
pueda pensarse que alabo mis propios actos al describir los de mi padre, y que parezca una falsedad todo el contenido de mi historia, o
parezca un abierto encomio si admiro alguna de sus hazaas. Y si en
algn momento su misma personalidad me llevara a ello o el curso
de la obra me obligara a tocar alguna gesta, temo de nuevo, no por
l, sino por la naturaleza de sus actos, que los amigos de las burlas me
recuerden a Cam3, el hijo de No, lanzando todos ellos miradas de
envidia a los dems sin fijarse en lo que est bien a causa de su maldad
y sus celos, y acusen al inocente, segn dice Homero4.
3. Pues cuando se asume el carcter del gnero histrico, es preciso olvidar los favoritismos y los odios, y adornar muchas veces a
3 Gen., 9, 18-27.
4 Il. XI, 603; XIII,77B; Od., XX, 138.

42

los enemigos de los mejores elogios, cuando sus acciones lo exijan, y


otras muchas veces refutar a los ms cercanos parientes, cuando los
errores de sus empresas lo manden. Por lo que no se debe vacilar ni
en atacar a los amigos ni en elogiar a los enemigos5. En lo tocante a
m, a estos y a aquellos, a los que ataquemos y los que nos acepten,
podra tranquilizarlos en razn de las obras mismas y de los que las
han visto, llamando como testigos a ellos y a sus obras. Pues los padres y los abuelos de algunos de los hombres que viven ahora fueron
conocedores de esos hechos.

III. Motivos de la autora para escribir su historia.


1. Ante todo, he venido a historiar las acciones de mi padre por la
siguiente razn. Se haba convertido en mi legtimo esposo el csar6
Nicforo, descendiente del tronco familiar de los Brienio, hombre
que largamente sobrepasaba a sus coetneos por la exageracin de
su belleza, la agudeza de su inteligencia y por la exactitud de sus
palabras. Era maravilloso tenerlo enfrente y orlo hablar. Pero a fin
de que nuestra historia no se aparte de su ruta, continuemos por el
momento con nuestro asunto.
2. Era, pues, el hombre ms esclarecido de todos y acompa a
mi hermano, el soberano Juan, cuando organiz una campaa contra diversos brbaros y cuando se lanz contra los sirios y puso de
nuevo bajo su autoridad la ciudad de Antioqua. Pero el csar, que no
poda desatender su aficin por las letras, incluso entre dificultades y
trabajos, redactaba tambin otro tipo de escritos dignos de mencin
y recuerdo, y se encarg ante todo, por orden de la emperatriz7 de
describir los hechos de Alejo, soberano de los romanos y padre mo,
y de llevar a las pginas las acciones de su reinado, cuando, alejado
5 Cfr. Polibio, I, 14.
6 El rango de csar era solo inferior al de emperador y generalmente era concedido
a miembros de la familia imperial.
7 La emperatriz que aqu cita Ana Comnena es su madre, Irene Ducas. Nicforo
Brienio compuso una obra titulada (Materia para una historia).

43

momentneamente de las armas y la guerra, el tiempo le permita


dedicarse a los escritos y a sus labores literarias. Comenz, por tanto, su escrito llevando el inicio de su historia a la poca previa a la
del soberano, obedeciendo tambin en esto las rdenes de nuestra
seora, y empez por el emperador de los romanos Digenes8, para
descender hasta aquel cuya vida informaba el plan de la obra. Fue
durante aquel reinado cuando la edad presagiaba en mi padre una
floreciente adolescencia. En cuanto a su vida previa, ni siquiera era
un adolescente y nada haba realizado digno de escribirse, a no ser
que se presentara su infancia como argumento para un elogio.
3. Esos eran, pues, los objetivos del csar, como nos muestra su
obra. Sin embargo, no result lo que esperaba ni concluy toda su
historia, y detuvo su redaccin tras llegar hasta la poca del soberano
Nicforo Botaniates. Las circunstancias no le permitieron avanzar
en su escrito, causando un perjuicio al tema de su trabajo y privando
del placer a los lectores. Por eso, yo misma opt por escribir cuanto
mi padre hizo, para que semejantes obras no escaparan a nuestros
descendientes. Por otro lado, qu armona, cunta gracia tenan las
palabras del csar las conocen todos los que han ledo sus escritos.
4. Cuando haba llegado a aquel captulo, como dije, cuando
tena pergeada su obra y nos la remita inacabada desde la frontera, contrajo al tiempo ay de m! una enfermedad mortal, tal vez
originada por las innumerables fatigas, tal vez por las demasiado
frecuentes campaas, o por su indecible dedicacin a nosotros. Pues
la dedicacin era algo innato en l y el trabajo, incesante. Adems,
el continuo cambio de aires y los climas adversos le sirvieron una
bebida mortal. Aunque se encontraba terriblemente enfermo, desde
aquel lugar realizaba campaas contra sirios y cilicios. Siria entreg luego a este hombre debilitado a los cilicios; los cilicios, a los
panfilios; los panfilios, a los lidios; Lidia, a Bitinia y Bitinia, a la
emperatriz de las ciudades9 y a nosotros con sus entraas hinchadas
8 Romano IV Digenes (1068-1071). Durante su reinado tuvo lugar la batalla
de Mantzikert (1070), que marc el inicio del fin de la hegemona bizantina en
Anatolia y el comienzo del irresistible avance turco.
9 Constantinopla es denominada indistintamente la emperatriz de las ciudades

44

por la gran dolencia. Pero, aunque se hallaba as de dbil, deseaba


narrar emocionadamente los sucesos que haba vivido, aunque no
pudiera hacerlo, tanto por su enfermedad, como por los obstculos
que nosotros le ponamos con intencin de evitar que sus heridas se
abrieran al describirlos.

IV. Lamentos de Ana Comnena por el rumbo que tom su vida.


1. Cuando llego a este punto, se me llena de tinieblas el alma y
se humedecen mis ojos con los torrentes de mis lgrimas. Qu
consejero perdi el imperio de los romanos! Qu acertadsima experiencia tuvo l en la vida y de qu amplitud: sus conocimientos
literarios, su saber polifactico, es decir, el profano y el sagrado!
Qu gracia tambin le corra por los miembros y qu aspecto no
digno de un reino de aqu, sino, como algunos dicen, de uno ms
divino y mejor! Yo misma tambin me haba relacionado con otras
muchas circunstancias funestas desde mi cuna de la Prpura, por
decirlo de alguna manera, y trat con una fortuna no favorable,
aunque nadie considerara suerte adversa y no sonriente la que me
regal una madre y un padre emperadores y la sala Prpura en que
nac. En cuanto a los dems dones ay de las calamidades y ay de
las revueltas! En fin, Orfeo, cantando mova incluso las piedras,
los bosques y hasta la naturaleza inanimada; Timoteo, el flautista,
con tocar una vez el ortio1 para Alejandro, impulsaba enseguida
al macedonio a las armas y a la espada; mas, ojal mis relatos no
(otros traducen reina de las ciudades), la capital (metrpolis) o simplemente
la ciudad.
1 El orthion es una de las estructuras meldicas definidas, cada una de las cuales
deba servir para una determinada ocasin ritual: cada nomos mencionaba en el
ttulo su lugar de origen (...) o sus caractersticas formales, como los nomoi ortio,
trocaico y agudo (en los cuales la denominacin hace referencia a la forma rtmica
o a la extensin tonal) o a la destinacin sacral (...) en Comotti, G., La msica en
la cultura griega y romana, Madrid, 1989, pg. 16. Respecto a los poderes de Orfeo,
vase tambin Guthrie, W.K.C.- Orfeo y la religin griega, Buenos Aires, 1970, especialmente pg. 42 y ss. Y Apolonio de Rodas, Argonuticas, I, 4292 y ss., donde
Orfeo calma con su canto una reyerta.

45

originen un movimiento dado hacia las armas y las batallas, sino que
muevan al lector a las lgrimas y obliguen al sufrimiento no solo a
la naturaleza sensible, sino tambin a la que carece de hlito vital.
2. El dolor que experimentaba por el estado del csar y su inesperada muerte me alcanzaron personalmente y me causaron una
profunda herida. Creo que las precedentes desgracias frente a esta
insoportable desgracia son como gotas en comparacin con todo el
ocano Atlntico o las olas del mar Adritico. Es ms, segn parece,
eran aquellas preludio de esta y se apoderaba de m el humo de ese
fuego propio de un horno, la quemadura aquella de llama indescriptible y las antorchas diarias de un indecible ardor. Oh fuego
sin materia, que reduces a cenizas, fuego que iluminas con furor
inexpresable y que ardes, pero sin consumir, y quemas el corazn,
pero con la apariencia de que no nos quemamos, aunque recibamos
el rojo vivo hasta los huesos, la mdula y los pedazos del alma!
3. Pero soy consciente de que por causa de esos acontecimientos
me aparto de mi propsito. La presencia del csar y del sufrimiento
del csar destilan en m un inmenso sufrimiento. As pues, tras enjugarme el llanto de mis ojos y recuperarme de mi dolor, soportar lo
que viene a continuacin ganando, segn dice la tragedia2, dobles
lgrimas, como si me acordara de la desgracia en la desgracia. Pues
exponer en pblico la vida de semejante emperador supone rememorar su virtud y sus gestas, lo que me hace brotar las ms clidas
lgrimas en un llanto que se une al de todo el universo. Recordarlo
y explicar pblicamente su reinado es motivo de lamentos para m
y rememoracin de una prdida para los dems. Comience, pues, la
historia de mi padre desde el momento en que es ms adecuado comenzar. Y el momento ms adecuado es aquel desde donde nuestra
obra sea ms clara y ms histrica.

2 Eurpides, Hcuba, 818.

46

Nomisma de Miguel VII Ducas

LIBRO I

ltimas etapas de la vida de Alejo previas a su proclamacin como emperador. Inicio de las invasiones normandas

I. Primeras actuaciones de Alejo. Su nombramiento como estratego autocrtor3 para combatir al rebelde Urselio4.
3 General en jefe con plenos poderes civiles y militares.
4 Roussel de Bailleul, ( - 1077), aventurero de origen normando procedente de
Sicilia que entr al servicio de Romano IV Digenes. Rehus enfrentarse a los
turcos en la batalla de Mantzikert (1071). A pesar de ello, ante la necesidad de
generales y de fuerzas que sufra el imperio, fue contratado por Miguel VII Ducas y

47

1. El emperador Alejo, mi padre, fue de gran utilidad al imperio de


los romanos incluso antes de haber asumido el cetro del imperio.
Comenz a salir en campaa durante el reinado de Romano Digenes. En opinin de quienes lo rodeaban pareca un ser admirable y muy arrojado. Cuando contaba catorce aos de edad ansiaba
acompaar al emperador Digenes, que diriga una expedicin muy
ardua contra los persas5, y supona una amenaza para ellos con su
mpetu, ya que, si se enfrentaba a los brbaros, su espada se emborrachara de sangre. Tan belicoso talante posea este joven. Sin
embargo, el soberano Digenes no cedi en aquella ocasin a sus
deseos de acompaarlo, porque un dolor muy profundo tena sobrecogida a la madre de Alejo. Lloraba la muerte reciente de su hijo
primognito Manuel, varn que haba sido protagonista de grandes
y admirables hazaas para el imperio de los romanos. Y para que ella
no se quedara sin consuelo al dejar ir a uno de sus hijos a la guerra
sin saber an dnde iban a enterrar a otro, y con el temor de que el
joven sufriera alguna funesta desgracia y no supiera ella en qu tierra
haba cado, por todas estas consideraciones, el emperador oblig
al joven Alejo a regresar junto a su madre. Entonces fue apartado contra su voluntad de los que marchaban a la campaa, pero a
continuacin el tiempo le abri un mar de hazaas. Efectivamente,
durante el reinado del emperador Miguel Ducas6, tras el derrocamiento del emperador Digenes, la revuelta que dirigi Urselio le
dio motivos para demostrar de cunto valor haca gala.
2. Era ese un celta que haba estado sirviendo desde tiempo
atrs en el ejrcito de los romanos y que, envalentonado por su
gran suerte, cuando hubo acumulado a su alrededor poder y un
ejrcito considerable, que haba sido reclutado entre los que eran
enviado a Anatolia a combatir a los turcos al frente de un contingente franco-normando. Una vez all, abandon el servicio al imperio y actu como seor independiente a la bsqueda de un reino propio combatiendo a los bizantinos
5 Se refiere a los turcos.
6 Miguel VII Ducas (1071-1078), primer esposo de Mara de Alania de la que
tuvo a Constantino Ducas, primer prometido de Ana Comnena.

48

oriundos de su mismo lugar de origen y entre otros que provenan


de cualquier otra procedencia, desde ese momento logr convertirse en un peligroso rebelde. En el instante en que el podero de los
romanos sufra numerosos vaivenes y los turcos aplastaban el sino
de los romanos, obligndolos a retroceder como cuando la arena
cede a los pies, en ese preciso instante atac tambin l al imperio
de los romanos. Es ms, por su carcter muy rebelde se inclinaba entonces con ms claridad hacia la rebelin aprovechando el
abatimiento que sufran los intereses del imperio, y devast casi
todos los dominios de oriente. Aunque les fuera confiada la guerra
contra l a muchos famosos por su valenta y que aportaban abundantsima experiencia sobre la guerra y las batallas, este superaba
claramente la mucha experiencia de aquellos. Ya fuera recurriendo
al ataque directo, a la retirada y posterior ofensiva sobre sus adversarios con el mpetu de un vendaval, ya fuera aceptando la alianza
de los turcos, era tan completamente irresistible cuando atacaba,
que llegaba a hacer prisioneros a algunos de los personajes ms
notables y confundir sus falanges.
3. Mientras mi padre Alejo estuvo a las rdenes de su hermano
durante sus funciones como general en jefe de todas las tropas de
las partes oriental y occidental, lo hizo con el cargo de lugarteniente. Pero ante las difciles circunstancias por las que atravesaban los
romanos a causa de las continuas incursiones con las que, como un
relmpago, nos acosaba ese brbaro, se pens en el admirado Alejo
para la confrontacin blica con este, por lo que fue designado por
el emperador Miguel estratego autocrtor. l, en efecto, puso en
marcha toda su inteligencia y experiencia estratgica y militar, que,
adems, haba acumulado en no mucho tiempo. Por su nimo muy
esforzado y alerta en cualquier circunstancia, les haba parecido a los
militares ms expertos de los romanos que haba llegado a la cima de
la experiencia estratgica, tal como el famoso romano Emilio, como
Escipin, como Anbal el cartagins. Era por aquel entonces muy joven y con el bozo recin salido, como suelen decir. Captur al dicho
Urselio, que continuamente acometa a los romanos, y restableci
el orden en oriente sin necesitar muchos das. Era, asimismo, sagaz

49

para discernir lo conveniente y muy sagaz para ponerlo en prctica.


Cmo logr capturarlo, lo cuenta con mayor detalle el csar en el segundo libro de su historia, aunque tambin lo contaremos nosotros
en la medida en que conviene a nuestra historia.

II. Recursos de Alejo para capturar a Urselio.


1. El brbaro Tutac7 acababa de llegar de los confines de oriente con
un muy nutrido ejrcito para devastar los territorios de los romanos.
Entre tanto, Urselio estaba siendo derrotado gracias a las habilidades
de mi padre Alejo. Con frecuencia se vea en aprietos por causa del
estratopedarca8 y era privado progresivamente de una fortaleza tras
otra, aunque acaudillara un abundante ejrcito todo l brillante y
correctamente armado. En ese momento, pues, le pareci conveniente buscar una va de escape. Ya que haba agotado hasta el lmite
todos sus recursos, tuvo un encuentro con Tutac, lo convirti en
amigo y le suplic que suscribiera una alianza con l.
2. Pero el estratopedarca plane a su vez una tctica contra aquella maniobra. Lleg a una familiaridad con el brbaro ms estrecha
que la del otro y se lo atrajo con palabras, regalos y toda clase de
medios y argucias. Pues era ms astuto que ningn otro y hallaba soluciones a las situaciones ms irresolubles. En su opinin, el
plan ms efectivo consista, para decirlo con brevedad, en acoger
amistosamente a Tutac, y por ello le dijo: Son ambos, tu sultn y
mi soberano, amigos el uno para el otro. Sin embargo, ese brbaro
Urselio levanta sus manos contra ambos y se erige en un enemigo
muy peligroso para ambos, ya que ataca a este y le arranca poco a
poco partes del imperio de los romanos y, de otro lado, priva a Persia
de las posesiones que podra gobernar. Persigue todos sus propsitos
con artimaas. Ahora, aprovechando tu poder me causa problemas,
pero en otro momento, cuando la ocasin se le presente favorable
7 Tutush I, emir selycida de Damasco (1079-1095).
8 El estratopedarca es un cargo con las mismas atribuciones que el estratego autocrtor.

50

y se vea libre de peligros, volver a darse la vuelta, me dejar en paz


y levantar contra ti su mano. Si me haces caso en cierto modo,
cuando se dirija nuevamente a vosotros, captura a Urselio y envanoslo prisionero por una abundante recompensa. Pues aadi de
ello obtendrs tres ganancias. La primera, una cantidad de riquezas
como nunca antes lograste; la otra, que te atraigas el favor de mi
soberano con lo que habrs conseguido llegar a la cima de la prosperidad, y la tercera, que el sultn se regocije grandemente al ser
eliminado un peligroso enemigo que est actuando contra unos y
otros, romanos y turcos.
3. Con el envo simultneo de esta embajada al arriba citado Tutac y de algunos prestigiosos rehenes en una fecha convenida junto
con una cantidad de dinero, mi padre, y jefe en aquel entonces del
ejrcito romano, convenci a los brbaros de Tutac para que retuvieran a Urselio. Llevada a cabo rpidamente esta accin, Tutac remiti
el prisionero al estratopedarca, que estaba en Amasea.
4. Sin embargo, el dinero tardaba en llegar desde su destino.
Alejo no tena fondos con los que cubrir el pago y el que deba venir
del emperador sufra su desidia. No era que, como dice la tragedia9,
marchara a paso lento, es que no apareca por ningn lado. Tutac
insista reclamando el montn de dinero o bien la devolucin del
hombre que haba comprado y el permiso para regresar al lugar donde se le haba capturado. Pero Alejo segua sin tener fondos con los
que pagar el precio del hombre que haba comprado. En medio de
la angustia provocada por todas estas adversidades, estuvo reflexionando durante toda una noche y decidi recolectar la suma entre los
habitantes de Amasea.
5. Cuando amaneci el da, aunque le pareca difcil su plan,
sin embargo convoc a todos los habitantes, especialmente a los
que ostentaban los primeros rangos y los que posean riquezas. Los
mir y les dijo: Sabis todos cmo este brbaro ha tratado a todas las ciudades del tema Armenaco10, cuntas aldeas ha saqueado,
9 Eurpides, Inc. 969 N.
10 El tema [] era la denominacin en griego de los distritos en que se divida
administrativamente el Imperio Bizantino. Inicialmente, su finalidad era militar,

51

a cuntos ha maltratado arrojndoles insoportables desgracias y


cunto dinero ha conseguido de vosotros. Pero ha llegado el momento de liberaros de los males que l origina, si es que as lo
queris. Por tanto, debemos impedir su liberacin. Estis viendo
que tenemos prisionero a este brbaro gracias por entero al auxilio
de Dios y a nuestros esfuerzos. Sin embargo, Tutac, que es quien
lo ha capturado, nos reclama el pago. Y nosotros carecemos por
completo de recursos, porque al estar en una tierra alejada y llevar
luchando mucho tiempo contra los brbaros, hemos agotado los
fondos. Si el emperador no estuviera tan lejos y el brbaro diera
un plazo de espera, me hubiera apresurado a transportar el dinero
desde la capital. Pero, ya que ninguna de estas posibilidades es
factible, como sabis, tenis vosotros que aportar su precio con
vuestro dinero, y recobraris del emperador la aportacin entera a
travs de nosotros cuando se suministre.
6. Nada ms decir esto, fue silbado y se origin un violentsimo tumulto entre los amasianos, que se decantaban por la rebelin. Pues haba hombres muy prfidos que los incitaban al motn,
agitadores que saben precipitar al pueblo en las revueltas. Se levant, entonces, un gran tumulto, tanto por parte de los que queran
quedarse con Urselio y excitaban a la masa a apoderarse de l, como
de los que pugnaban agitados (as es la masa del populacho) por
arrebatar a Urselio de su cautiverio y liberarlo de las cadenas. El estratopedarca vea que el pueblo estaba tan enloquecido y reconoca
que su situacin era completamente apurada, pero a pesar de ello no
se abati lo ms mnimo e infundindose valor, intentaba silenciar
con los gestos de su mano aquel tumulto.
7. Cuando ms tarde y con esfuerzo los hizo callar, les dirigi
la palabra, diciendo: Me llena de asombro, amasianos, que no os
percatis en absoluto de la treta de estas personas que os quieren
engaar y que, comprando su propia salvacin con vuestra sangre,
pero abarc tambin competencias civiles. Se cre a mediados del siglo VII en sustitucin de la organizacin que databa de los tiempos de Diocleciano. Su estructuracin y nmero vari a lo largo de la historia de Bizancio. Aunque oficialmente
sigui vigente hasta el final del Imperio, ya en el siglo XI sufri cambios que le
hicieron perder su configuracin y finalidad originales.

52

siempre os causan el mayor perjuicio. Qu clase de ventaja extrais de la tirana de Urselio, a no ser degellos, cegueras y mutilaciones de miembros? Estos, que son para vosotros la causa de
semejantes desgracias, preservan intactas sus propiedades gracias a
su servilismo para con el brbaro y, al mismo tiempo, se apropian
de los regalos provenientes del emperador, ganndose su gratitud
por no haber abandonado ni a vosotros ni a la ciudad de Amasea
a merced del brbaro. Y esto sin atender nunca a ninguna de vuestras razones. Por ello, mientras quieren conservar la tirana adulando al tirano con expectativas halageas y mantener intactas sus
propiedades, a la vez piden al emperador honores y regalos. Pero si
la situacin sufriera algn tipo de cambio, ellos abandonaran esta
actitud e inflamaran el nimo del emperador contra vosotros. Por
consiguiente, si me hacis caso, dejad que se vayan por el momento a los que os incitan al motn y que cada uno de vosotros medite
en su casa lo que os he dicho y os daris cuenta de quin es el que
os aconseja lo ms conveniente.

III. Alejo se hace con Urselio. Revelacin del ardid a Dociano.


1. Cuando hubieron odo estas palabras, como una moneda que
cambia de cara al caer, modificaron sus opiniones y se retiraron
a casa. Pero el estratopedarca, conocedor de que el pueblo suele
cambiar de opinin en un instante, sobre todo si est inspirado por
gente malfica, y temeroso de que durante la noche pusieran en
prctica su proyecto de ir contra l y dejasen escapar a Urselio tras
sacarlo de su prisin y liberarlo de sus cadenas, como careca de
suficientes fuerzas para oponerse a tantos adversarios, concibi entonces un ardid propio de Palamedes11. Mand cegar pblicamente
a Urselio. Estaba tendido en tierra, el verdugo le acerc el hierro y
l gritaba y gema como un len rugidor. Pero todo este montaje
11 Hroe griego famoso en la mitologa por su capacidad inventiva. Se deca que
haba inventado el juego de dados, los faros, la balanza, el disco y la guardia con
centinelas.

53

de la privacin de su vista era un engao. El que iba a ser cegado en


apariencia fue advertido de que deba gritar y vociferar, y el encargado de simular la privacin de su vista fue tambin advertido de que
deba dirigirle una agria mirada, ejecutar todos sus actos con furia y,
sobre todo, fingir la accin de cegarlo. Entonces, mientras aquel era
cegado sin ser cegado, el pueblo aplauda y difunda por doquier que
Urselio haba sido privado de la vista.
2. Esta actuacin, representada como si fuera sobre un escenario, convenci a toda la muchedumbre, tanto la del lugar como la
fornea, a aportar su donativo como abejas. Y todo esto fue producto de la inteligencia de Alejo para que los remisos a entregar
dinero y los que conspiraban para liberar a Urselio de las manos
de Alejo, mi padre, perdieran las esperanzas en sus ya intiles
planes y se pusieran inmediatamente de parte del estratopedarca,
dado que sus primitivos proyectos haban fracasado. Se lo ganaran as como amigo y esquivaran las iras del emperador. De este
modo, pues, el admirado general era dueo de Urselio, a quien
mantena encerrado como un len en una jaula, mientras an llevaba sobre sus ojos las vendas que eran smbolo de su indudable
privacin de la vista.
3. Sin embargo, no estaba satisfecho con su labor, como tampoco se haba desentendido del resto de su misin por el hecho de
haber tenido xito, antes bien, recuper y puso bajo la autoridad
del imperio muchas otras ciudades y fortalezas que haban tenido
un comportamiento desleal en tiempos de Urselio. Entonces, volvi las riendas y se dirigi enseguida a la ciudad imperial. En el camino lleg a la ciudad de su abuelo12 y, mientras reposaban de las
muchas fatigas l mismo y todo su ejrcito, fue visto realizando all
una hazaa parecida a la que hizo el famoso Heracles por Alcestis,
la mujer de Admeto13.
12 Castamuni, en Paflagonia, Asia Menor.
13 Referencia a la tragedia Alcestis, de Eurpides. La protagonista, Alcestis, es la
nica que acepta morir por Admeto, su marido, para pagar una deuda contrada
por l con los dioses. Al final, Heracles, agradecido por la acogida de Admeto aun
en tan tristes momentos, salva a Alcestis de los brazos de la Muerte y la devuelve
a su esposo.

54

4. Cuando Dociano, sobrino del anterior emperador Isaac Comneno14 y primo de Alejo (hombre que perteneca a una clase ilustre
por su linaje y posicin social) vio que Urselio mostraba las seales
de haber sido cegado y que era conducido con el auxilio de un hombre, profiri un hondo gemido y entre las lgrimas provocadas por
el estado de Urselio acusaba de crueldad al general. Le reprochaba
en su enojo que hubiera dejado sin vista a un hombre tan noble, a
un autntico hroe merecedor de haber sido preservado sin castigo.
Fue entonces cuando el general dijo: Pronto podrs enterarte de los
motivos de la ceguera, querido primo. Tras un breve lapso de tiempo, condujo a este y a Urselio a una sala, donde le descubri el rostro
y mostr los ojos de Urselio brillando fogosamente. Cuando Dociano vio esto, se qued estupefacto, asombrado, sin saber qu hacer
ante la magnitud del milagro. Al tiempo, se ech las manos a los ojos
por si era algo parecido a un sueo lo que estaba viendo o un prodigio mgico o algn raro y novedoso artificio. Cuando se percat
de la humanidad que haba demostrado su primo con ese hombre y
adems de humanidad, de su astucia, le invadi la alegra y transform el asombro en gozo, mientras abrazaba y besaba repetidamente
el rostro de su primo. Los mismos sentimientos experimentaron la
corte del emperador Miguel, el emperador mismo y todo el mundo.

IV. Alejo es encargado de someter a Nicforo Brienio15.


1. Todava se le encomend a Alejo en occidente otra misin por el
entonces soberano Nicforo16, poseedor ahora del cetro de los romanos, esta vez contra Nicforo Brienio, que estaba agitando todo el
occidente tras ceirse la diadema y autoproclamarse emperador de
los romanos. El soberano Miguel Ducas acababa de ser depuesto del
trono y de vestir en lugar de la diadema y la corona, la indumentaria
14 Issac I Comneno (1057-1059), primer emperador de la familia Comneno.
15 Padre de Nicforo Brienio, esposo de Ana Comnena.
16 Nicforo III Botaniates (1078-1081).

55

talar y la epmide17 arzobispal. Botaniates, tan pronto se hubo sentado en el trono imperial, como nuestra obra expondr en su desarrollo con mayor detalle, despos a la emperatriz Mara18 y se dispuso a dirigir los asuntos del imperio.
2. Nicforo Brienio, ya duque de Dirraquio19 en poca del emperador Miguel, antes del reinado de Nicforo, comenz a plantearse la posibilidad de acceder al trono y organiz la rebelin contra
Miguel. No es necesario que expliquemos aqu las causas y el modo
como lo hizo, pues la historia escrita por el csar ya hace constar las
motivaciones de la rebelin. Pero s hemos de relatar brevemente
el hecho de que, tomando como base de operaciones la ciudad de
Dirraquio, recorriera desde all los dominios de occidente para ponerlos bajo su propio mando y cmo fue capturado. Al interesado en
poseer ms exactos informes de este episodio lo remitimos al csar.
3. Este hombre mereca realmente el imperio por su maestra
en el arte de la guerra, por su pertenencia a uno de los linajes ms
ilustres, por estar adornado con una elevada estatura, por la belleza
en su rostro y por la superioridad sobre sus contemporneos en la
seriedad de su carcter y en la fuerza de sus brazos. Era tan diestro en
persuadir a la gente y tan capaz de atraerse a todos desde su primera
mirada y su primera conversacin, que todos en masa, soldados y
civiles, lo auparon a los primeros puestos y lo consideraron digno
de reinar sobre toda la parte oriental y occidental. Efectivamente,
cuando marchaba sobre las ciudades, todas lo acogan con las manos alzadas y en medio de los aplausos una ciudad dejaba paso a
otra. Las noticias de estos acontecimientos perturbaban a Botaniates, trastornaban tambin al ejrcito que le era fiel y precipitaban al
imperio entero en la zozobra.
17 Cinta larga y ancha que llevan los obispos de la Iglesia Ortodoxa sobre los
hombros durante la liturgia. Modernamente, se llama omoforion [] y
es semejante el humeral de la Iglesia Catlica.
18 Mara de Alania. Tras el derrocamiento de Miguel Ducas, Nicforo Bota-

niates se cas con ella.

19 El ttulo de duque no tena por qu ser hereditario. Corresponde aproximadamente al cargo de gobernador, tanto de ciudades, como de otros organismos administrativos. Asimismo, el jefe de la flota reciba la denominacin de gran duque.

56

4. As pues, se decidi enviar contra Brienio a mi padre Alejo


Comneno, que acababa de ser designado domstico de las escolas20, al frente de las fuerzas disponibles. En esta parte del imperio
de los romanos, la situacin haba llegado al lmite. Los ejrcitos
de oriente estaban dispersos cada uno por un lado a causa de la
expansin de los turcos y su hegemona sobre casi todo cuanto
hay entre el ponto Euxino y el Helesponto, el Egeo y el mar de
Siria, el Saro y los dems ros, especialmente, los que, surcando
Panfilia y Cilicia, desembocan en el mar de Egipto. As se hallaban los ejrcitos de oriente. Los de occidente, que se haban unido
a Brienio, haban dejado al imperio de los romanos con un ejrcito muy reducido y escaso. Le quedaban algunos inmortales21,
que ayer mismo haban empuado lanza y espada, unos pocos
soldados de Coma y un ejrcito celta, que se mantena con unos
pocos hombres. Estas fuerzas le asignaron a mi padre y, mientras
se llamaba a aliados turcos, el emperador le orden partir y enfrentarse a Brienio, confiando no tanto en el ejrcito que lo segua,
como en la inteligencia del hombre y su habilidad para hacer frente
a guerras y batallas.
5. Pero Alejo, al enterarse de que el enemigo avanzaba imparable, sin esperar a la alianza con los turcos sali de la emperatriz de
las ciudades, tanto l como sus hombres perfectamente armados y,
cuando hubo llegado a Tracia, acamp en torno al ro Halmiro22 sin
foso ni empalizada. Como saba que Brienio estaba asentado en las
llanuras del Cedocto23, deseaba que una distancia apreciable separara cada uno de los dos ejrcitos, el suyo y el de los adversarios. En
efecto, no quera oponerse frontalmente a Brienio, para que no se
descubrieran las caractersticas de sus fuerzas y facilitar al enemigo
20 El domstico de las escolas es el jefe de uno de los escuadrones de la guardia
imperial acantonada en la capital. El ttulo de domstico corresponde al de jefe
militar. Tambin existen los cargos de domstico de occidente y de oriente. Al
primero se le confera el mando de las tropas estacionadas en la parte europea del
imperio; al segundo se le daba el mando sobre los ejrcitos de la parte asitica.
21 Tropas creadas bajo inspiracin persa por Miguel VII Ducas.
22 Hoy Kalivri, ro de la Tracia oriental.
23 Entre Heraclea y Selimbria.

57

nocin de las dimensiones de su ejrcito. Pues iba a lanzarse con


unos pocos contra muchos, con bisoos contra veteranos. Por ello
quera robarle por sorpresa la victoria al enemigo sin recurrir al valor
y al ataque frontal.

V. Encuentro blico con las tropas de Nicforo Brienio. Valor de


Alejo.
1. Despus de que mi relato haya situado en el momento del combate a estos dos gallardos personajes, Brienio y mi padre Alejo
(ninguno era inferior al otro en valenta, ni el uno tena menos experiencia que el otro), merece la pena examinar la suerte del combate, una vez estuvieron dispuestas las falanges y las respectivas
formaciones de batalla. Estos dos hombres eran nobles, gallardos
y parecidos en fuerza y experiencia, como puestos en una balanza.
Pero debemos ver de qu lado se inclinaron los designios de la
fortuna. Brienio, adems de confiar en sus fuerzas y experiencia,
era superior en el orden correcto de su formacin. Alejo, por otro
lado, tena poca y muy dbil esperanza en cuanto a su ejrcito,
pero opona la fuerza de su superior habilidad y los recursos de su
sentido estratgico.
2. Cuando se percataron de su mutua presencia y de que habla
llegado ya la ocasin del combate, Brienio, enterado de que Alejo
Comneno se adelantaba a interceptar el camino y que estaba acampado en Calaure24, dispuso sus tropas en formacin y emprendi
el ataque. Tras ordenar el ejrcito en sus alas derecha e izquierda,
confiri el mando de la derecha a su hermano Juan. Cinco mil hombres eran los que integraban esta parte, entre italianos, soldados de
las tropas del clebre Maniaces25, tambin jinetes de Tesalia y un

24 Al noroeste de Selimbria.
25 Jorge Maniaces haba tomado Edesa y vencido a los rabes en 1032. Luego,
venci a los musulmanes en Sicilia. Se sublev en 1043 y fue reprimido. En este
caso, se trata de antiguos mercenarios francos que procedan de su ejrcito.

58

sector no despreciable de la hetera26. De otra parte, el ala izquierda


la constituan Tarcaniotes Catacalon con macedonios y tracios perfectamente armados, sumando todos juntos unos tres mil. Brienio
en persona mandaba el centro de la falange formada por macedonios, tracios y lo ms selecto del arcontado en pleno27. Todos iban
cabalgando sobre sus caballos tesalios, destellando con sus corazas
de hierro y los yelmos de sus cabezas. Cuando los caballos alzaban
sus orejas y los escudos chocaban unos contra otros, ellos y sus yelmos despedan terrorficamente un enorme fulgor. Evolucionando
en medio, como un Ares o un Gigante, Brienio, que superaba en
un codo a partir de sus hombros a todos los dems, provocaba gran
estupor y miedo a los que lo observaban. Fuera de toda la formacin, como a dos estadios28 de distancia, se hallaban unos aliados
escitas armados a la manera de los brbaros. Se les haba ordenado
que, una vez los enemigos se hicieran visibles y la trompeta diera la
seal del combate, cayeran sobre la retaguardia y se arrojaran sobre
los enemigos, mientras los acosaban con una densa y continua nube
de dardos. Luego el resto del ejrcito, formado en filas compactas,
atacara con vigoroso mpetu.
3. As organiz Brienio a los suyos. Mi padre Alejo Comneno,
a su vez, tras reflexionar sobre la ndole del lugar, situ una parte
del ejrcito en un barranco y despleg la otra frente al ejrcito de
Brienio. Cuando estuvieron organizadas ambas partes y hubo alentado a cada hombre con sus palabras, animndolos a comportarse
valerosamente, orden a la una, la seccin emboscada, que, cuando
estuvieran a espaldas del enemigo, atacaran de improviso con el mayor arrojo posible y concentraran sus esfuerzos sobre el ala derecha.
A los llamados inmortales y a algunos de los celtas los mantuvo a su
26 Cuerpo de la guardia compuesto por extranjeros y al mando de un heteriarca.
27 El trmino arconte recoge la denominacin genrica de la nobleza bizantina y
de la extranjera vinculada al imperio, as como de los altos funcionarios.
28 La medida exacta del estadio es variable, llega desde los 124 metros hasta los
185, dependiendo de la poca. Su origen est en la medida del estadio de Olimpia
(177,124 m.). Aqu le vamos a dar convencionalmente la equivalencia de 150 m.
En este caso, seran 300 m.

59

lado para ponerlos bajo su mando. Emplaz a Catacalon29 como comandante de los comatenos y turcos, y les encomend que prestaran
toda su atencin al contingente escita a fin de repeler sus embestidas.
4. As estaban las cosas. Tan pronto como el ejrcito de Brienio
hubo llegado a la altura del barranco, nada ms dar mi padre la seal
convenida saltaron entre clamores y gritero las tropas que estaban
emboscadas y dejaron estupefactos a los enemigos con su repentina
intervencin, circunstancia que aprovech cada uno acometiendo y
matando al primero que encontraba hasta que los pusieron en fuga.
Pero Juan Brienio, hermano del caudillo, rememorando su mpetu
guerrero y su valor, hizo volver su caballo con el freno, abati de un
nico golpe al soldado de los inmortales que lo segua, detuvo a la
falange que hua en plena confusin y, tras reorganizarla, repeli a
los enemigos. De ese modo, los inmortales emprendieron la huida
en desorden con un cierto desbarajuste, masacrados por los soldados
que iban siempre en pos de ellos.
5. Entonces mi padre se arroj en medio de los enemigos y,
combatiendo valientemente, desbarat el orden de la formacin
en el sector donde se haba presentado, acometiendo a todo el
que se le aproximaba y derribndolo al punto. En la confianza de
que algunos soldados lo seguan para protegerlo, sostena incansable el combate. Pero al darse cuenta de que su falange haba sido
rota y estaba ahora dispersa por todas partes, reagrup a los de
mayor presencia de nimo (seis eran en total) y decidi que con
las espadas desenvainadas, una vez estuvieran prximos a Brienio,
cargaran contra l sin vacilacin y, si era necesario, aquellos tambin moriran con l. Sin embargo, Teodoto, un soldado que haba
servido a mi padre desde pequeo, desaconsej esa decisin alegando que el intento era manifiestamente descabellado. Tomando,
pues, la direccin opuesta, pretenda apartarse a corta distancia del
ejrcito de Brienio para iniciar de nuevo la accin cuando hubiera
reagrupado y reorganizado a algunos conocidos de los soldados
que se haban dispersado.
29 Este Constantino Euforbeno Catacalon, diferente de Tarcaniotes Catacalon,
que forma parte del ejrcito de Nicforo Brienio.

60

6. An no se haba apartado de all mi padre y ya los escitas estaban desbaratando las filas de los comatenos de Catacalon mediante
el empleo de alaridos y un enorme gritero. Una vez que los hubieron repelido y puesto fcilmente en fuga, dirigieron su atencin al
pillaje y se fueron en busca de su campamento. Pues as es la raza
escita. Cuando an no han terminado de batir claramente al contrario y poseer el dominio de la batalla, arruinan su victoria con el
pillaje. Toda la servidumbre que compona la retaguardia del ejrcito
de Brienio se mezclaba con las filas de sus soldados a causa del miedo
a los escitas y para no sufrir ninguna calamidad por culpa de ellos.
Como no paraba de presentarse gente que hua de las manos escitas,
se origin una no pequea confusin en las filas de Brienio, donde
acabaron mezclndose unos estandartes con otros.
7. Entre tanto, mi padre, que estaba apresado y rodeado, como
decamos antes, por el ejrcito de Brienio, vio a un palafrenero de
Brienio tirando de uno de los caballos imperiales engalanado con el
manto prpura y los flaros dorados30, y tambin vio que los portadores de las picas terminadas en doble hacha, tradicionales aclitos
del emperador, corran cerca de l. Al ver esto, ocult su rostro con
la visera que penda en torno a su casco y, lanzndose contra ellos
con sus seis soldados, de los que antes hemos dado cuenta, derrib
al palafrenero, captur el caballo imperial, arrebat tambin al tiempo las hachas de doble filo y abandon sin ser advertido el ejrcito.
Cuando estuvo fuera de peligro, despach aquel caballo de dorados
flaros y las picas con hachas de doble filo, que marchan a ambos
lados de la imperial persona, junto con un heraldo de voz muy potente con la orden de que recorriera todo el ejrcito gritando que
Brienio haba cado.
8. Esta estratagema, cuando fue realizada, logr que se reagruparan soldados del disperso ejrcito de mi padre, el gran domstico
de las escolas, y los hizo retornar, mientras que animaba a otros para
que se mantuviesen firmes. Se quedaron inmviles en el lugar que
ocasionalmente ocupaban y, volviendo sus miradas hacia atrs, no
daban crdito a tan inslito espectculo. Se pudo entonces observar
30 Atributos imperiales.

61

la nueva situacin que se haba creado entre ellos. Las cabezas de


los caballos que montaban miraban hacia adelante, pero sus rostros
estaban vueltos hacia atrs, sin que avanzaran hacia adelante y sin
querer volver las riendas hacia atrs. Estaban estupefactos y como
desorientados por lo que ocurra.
9. Los escitas, aorando el regreso, emprendan la marcha hacia
sus hogares y no perdan ya el tiempo en la persecucin. Con su
botn erraban por aquella zona lejos de ambos ejrcitos. El anuncio
de que Brienio haba sido capturado y muerto iba envalentonando a
los que hasta entonces se haban comportado como cobardes y fugitivos. La noticia ofreca las pruebas de su veracidad con la presencia
en todas partes del caballo adornado de insignias imperiales y con el
anuncio, que las solitarias picas con hachas de doble filo hacan, de
que Brienio, al que esas velaban, haba cado por obra de una mano
enemiga.

VI. Victoria de Alejo y captura de Nicforo Brienio.


1. Luego, la suerte contribuy de la siguiente manera. Un destacamento del contingente aliado turco alcanz al domstico de las escolas Alejo y se percat de que haba enderezado el curso del combate.
Mientras preguntaban dnde estaban los enemigos, acompaaron a
Alejo Comneno, mi padre, a una colina y a una seal de su mano
sobre el ejrcito enemigo lo contemplaron como desde un puesto de
observacin. Y su estado era el siguiente. Se hallaban confundidos sin
haberse reagrupado an y se comportaban con altivez, porque con
la victoria ya lograda se crean fuera de peligro. Haban relajado su
mpetu sobre todo cuando los francos que acompaaban a mi padre
se pasaron a Brienio durante la anterior desbandada. En efecto, cuando estos francos hubieron bajado de los caballos y ofrecido la diestra, como es costumbre patria a la hora de rendir vasallaje, cada uno
desde su puesto acudi junto a ellos para observar lo que suceda.
Las trompetas proclamaron por todo el ejrcito la noticia de que los
francos se les haban sumado tras abandonar al general en jefe Alejo.

62

2. Cuando los hombres de mi padre y los turcos recin llegados


vieron que aquellos estaban en una situacin tan confusa, se dividieron en tres secciones y ordenaron que las dos primeras permanecieran emboscadas all y que la tercera avanzara sobre el enemigo. Mi
padre fue el responsable de la totalidad de ese plan de combate.
3. Los turcos no atacaban ordenadamente en falange, sino por
separado y en grupos que se mantenan por cada lado a cierta distancia unos de otros. Luego, cada pelotn atac a los enemigos con una
carga a caballo mientras lanzaban una densa nube de flechas. Los
acompaaba tambin mi padre Alejo, que haba ideado esa tctica
completa, con todos los soldados que las circunstancias le haban
permitido reagrupar entre los que estaban dispersos. Entonces, uno
de los inmortales que rodeaban a Alejo y que era valeroso y audaz,
se destac con su caballo del resto de la formacin y avanz a galope
tendido directamente contra Brienio. Y arremeti fuertemente con
la lanza contra su pecho; pero Brienio desenvain vehementemente
su espada cuando la lanza an no haba logrado apoyarse con firmeza y la parti enseguida. Al que intent alcanzarlo lo acometi
con su espada en la clavcula, le hizo impacto con todo su poder y le
seccion el brazo entero, coraza incluida.
4. Los turcos, que los alcanzaban en oleadas, ensombrecan el
ejrcito enemigo con sus constantes disparos de dardos. Los hombres de Brienio estaban estupefactos por este repentino ataque; sin
embargo, tras reagruparse y recomponer las lneas, encajaban la intensidad del combate exhortndose mutuamente a comportarse con
valenta. Los turcos y mi padre, tras un breve enfrentamiento con los
enemigos, fingieron huir, lo que arrastr pronto a los adversarios a
una emboscada gracias a la artimaa con que los estaban atrayendo.
Una vez llegaron al lugar donde estaba prevista la primera celada,
de un giro se pusieron frente a los hombres de Brienio y a una seal convenida los emboscados salieron inmediatamente cabalgando
de todas partes como enjambres. Con mucho gritero y clamor y
un constante lanzamiento de dardos ensordecieron los odos de los
partidarios de Brienio y cubrieron de tinieblas sus ojos por el denso
nmero de dardos que llova de todas partes.

63

5. Entonces, por la imposibilidad del ejrcito de Brienio de ofrecer resistencia (todos los hombres y caballos estaban ya heridos),
este inclin su estandarte indicando la retirada y dio la espalda a sus
enemigos para que arremetiesen contra ella. Sin embargo, Brienio a
pesar del agotamiento del combate y de la intensa presin que sufra,
mostraba su valor y su animosidad acometiendo sin cesar en una y
otra direccin al adversario, y organizando tambin sin cesar las medidas precisas para la huida de modo correcto y honroso. Contendan, asimismo, a cada uno de sus lados su hermano y su hijo31, que
en aquellos momentos dieron admirables muestras a los enemigos
de su heroico comportamiento.
6. Cuando ya su caballo estaba exhausto y no poda emprender ni
la fuga ni la persecucin (estaba prximo a expirar a causa de las sucesivas galopadas), retenindolo con la brida como un valeroso atleta, se
plant en posicin de recibir y desafi a dos valientes turcos. Uno de
ellos lo acometi con la lanza, pero no logr darle un golpe decisivo
e iba a recibir de la derecha del turco otro ms potente, cuando ya
Brienio le haba cortado con su espada la mano, que rod por tierra
aferrada a la lanza. El otro, saltando de su caballo como un leopardo, se precipit sobre el caballo de Brienio y se agarr a su costado.
Aquel estaba firmemente enganchado a este, procurando subrsele a la
espalda; y este, revolvindose como una fiera sobre s mismo, quera
clavarle a aquel su espada. Sin embargo, su empeo no encontraba
la ocasin propicia y el turco que estaba aferrado a su espalda se agachaba siempre y esquivaba los mandobles. Finalmente, su derecha se
dio por vencida de dar mandobles al aire y el atleta renunci. Se puso
entonces por entero a disposicin de sus enemigos. Ellos lo cogieron y,
como si hubieran alcanzado enorme gloria, lo llevaron a Alejo Comneno, que no se haba situado muy lejos del lugar donde se captur a
Brienio y que estaba ordenando las falanges de los brbaros y las suyas
propias, mientras las excitaba para el combate.
7. Primero unos mensajeros haban anunciado a Alejo la captura de este hombre, despus lo presentaron al general. Era realmente
un espectculo temible tanto durante la lucha, como cuando estaba
31 Juan y Nicforo Brienio, futuro esposo este de Ana Comnena.

64

cautivo. Dueo, pues, as de Brienio, Alejo Comneno lo envi prisionero al emperador Botaniates, sin tocarle para nada los ojos a este
hombre. Pues no era Comneno de ese tipo de personas que se ensaan
con sus oponentes tras su captura y consideraba suficiente castigo ser
prisionero de guerra. Fueron, por tanto, sus grandes cualidades de nobleza, humanidad y generosidad las que tambin mostr con Brienio.
8. En efecto, tras su captura, durante una ocasin en que llegaron a un lugar llamado (...) despus de haber recorrido un trecho
bastante grande de camino, le dijo a Brienio con intencin de que
el hombre se recuperara de su pena dndole favorables expectativas:
Bajemos del caballo y sentmonos un poco para descansar. Pero
l, temeroso del peligro que corra su vida, estaba como loco y no
necesitaba reposo alguno. Pues cmo podra hacerlo quien da por
perdida su propia existencia? No obstante, pronto se dobleg al deseo del general. Pues si la persona sometida obedece a todo lo ordenado, en el caso de que sea un prisionero de guerra, lo hace an ms.
9. Los caudillos, por consiguiente, desmontaron de los caballos.
Alejo yaca recostado sobre la verde hierba como sobre un lecho de
follaje, y Brienio mantena la cabeza apoyada sobre la raz de una
encina de alta cabellera. El uno dorma y al otro no lo venca el dulce
sueo, como se expresa la amable poesa32. Pero se fij en la espada de
Alejo y la estuvo contemplando colgada de las ramas. Como no vea a
nadie por ningn lado en ese momento, rehacindose de su desazn,
se le ocurri una idea mejor que consista en matar a mi padre. Quiz
hubiera llevado a cabo su resolucin, si no hubiera sido porque una
fuerza divina procedente de lo alto se lo impidi, le calm la furia
de su nimo y lo inclin a observar con benevolencia al general. Yo
misma pude orle frecuentemente contar este relato. Le es legtimo,
a quien quiera, pensar por ello que Dios guardaba a Comneno para
un puesto de mayor rango, ya que era su deseo que el cetro de los romanos fuera honrosamente reclamando por l. Si le ocurri a Brienio
despus de esto alguna desgracia no deseada, es responsabilidad de
algunos que rodeaban al emperador33. Mi padre es inocente.
32 Il., XIV 398; Il., II 2.
33 Nicforo Brienio fue cegado por orden del emperador Nicforo III Botaniates

65

VII. Basilacio34 se rebela contra Botaniates. Alejo es encargado


de someterlo.
1. As concluy, por tanto, el episodio relacionado con Brienio. Pero
mi padre Alejo, el gran domstico, no iba a permanecer tranquilo
e ira de contienda en contienda. Borilo, el brbaro ms prximo a
Botaniates de los que formaban su crculo, sali de la ciudad, se encontr con mi padre, el gran domstico, y tras arrebatarle a Brienio
de sus manos, hizo lo que hizo. Orden tambin a Alejo de parte del
emperador que marchara contra Basilacio, que ahora se cea la diadema del imperio y sublevaba occidente sin cortapisas despus de la
rebelin de Brienio. En efecto, este Basilacio era uno de los hombres
ms admirados por su valenta, coraje, audacia y fuerza. Adems,
este hombre por sus ansias de poder fue acaparando cargos y ttulos
de muy elevado rango, intrigando para conseguir unos y usurpando
otros. Cuando Brienio fue sometido, Basilacio, como si fuese su sucesor, asumi todos los presupuestos de la rebelin35.
(1078-1081). Tras la elevacin al trono de su consuegro Alejo I Comneno, a pesar
de su ceguera, fue objeto de grandes dignidades dentro de la corte. El castigo de
cegar a los pretendientes fracasados se basaba en el requisito de que los emperadores deban de poseer una integridad fsica. Estar ciego era un impedimento para
reinar, igual que ser un eunuco.
34 Nicforo Basilacio o Basilaces perteneca a una familia noble de Bizancio de
origen, al parecer, armenio. Fue duque de Teodosipolis. Particip con Romano
IV Digenes en la batalla de Mantzikert (1071) y contribuy con su actitud servil
hacia el emperador a la derrota. Cay prisionero de Alp Arsln y fue liberado
tras los tratados de paz. Conspir contra Miguel VII Ducas y contra Nicforo III
Botaniates apoyando a Nicforo Brienio en ambos casos, hasta que decidi, tras la
derrota de este, aspirar l mismo al trono.
35 Una de lacras que Bizancio hered del Bajo Imperio Romano fue la carencia de
una norma clara y aceptada de transmisin del poder imperial. La sucesin dinstica funcionaba escasa veces y cualquiera con cierta fortuna militar o econmica se
crea capaz de aspirar a gobernar sin ms apoyo que el ejrcito y, segn periodos,
la aristocracia. La mentalidad de la poca supona que el triunfo en la rebelin
demostraba la anuencia divina y la derrota, la negativa de Dios al candidato. Igualmente, la permanencia del emperador reinante en el trono venciendo a los usurpadores era prueba de la simpata de Dios y si alguien consegua el derrocamiento
era seal de que Dios deseaba un cambio en el trono. Esta mentalidad explica la
continua aparicin de usurpadores y la inestabilidad interna del imperio en casi
todas sus pocas. Igualmente, explica las aspiraciones e Ana Comnena al trono a

66

2. Comenzando desde Epidamno36 (la capital del Ilrico37), haba llegado hasta la ciudad de los tesalios38, tras haber sometido por
s mismo toda la regin y haberse elegido y autoproclamado emperador, mientras trasladaba su ejrcito errante adonde quera. Este
hombre era tambin admirado por las dimensiones de su cuerpo, la
fuerza de sus brazos, la severidad de su rostro, cualidades que cautivan antes que otras a esa grosera clase de los soldados. Esta no para
mientes en el alma, ni se fija en la virtud, sino que se detiene en las
virtudes del cuerpo admirando la osada, la fuerza, la agilidad y la estatura, Juzgndolas dignas de la prpura y de la diadema. Basilacio,
que posea estas cualidades no sin nobleza, posea tambin un alma
valiente e inconmovible. Tena un cierto aire y aspecto digno por entero de ostentar el poder. Posea una voz tonante, capaz de aterrar a
todo un ejrcito y un grito suficiente para anular el valor en el alma.
Era invencible en sus arengas cuando intentaba, indistintamente,
animar al soldado al combate o desanimarlo para que huyera. Dado
que este hombre sali en campaa con tan ventajosas cualidades,
tom, como decamos, la ciudad de los tesalios y reuni en torno a
s un ejrcito imbatible.
3. Pero mi padre Alejo Comneno, como si fuera a enfrentarse a
un enorme Tifn o un Gigante de cien brazos, tras despertar toda su
astucia militar y su valiente inteligencia, estaba listo para combatir
con su contrincante. Y aunque todava no se haba sacudido el polvo
de sus ltimas acciones ni haba lavado la sangre de la espada ni de
sus manos, marchaba como un terrorfico len hacia Basilacio, un
jabal de salientes colmillos, despertando su clera. Lleg, en efecto,
travs de su esposo el csar Brienio pasando por encima de su hermano primognito y del deseo del propio Alejo.
36 Ms adelante, Ana Comnena la denomina Dirraquio. Es la actual Durrs, en
Albania.
37 El Ilrico era una provincia romana de poca imperial que comprenda zonas de
la costa dlmata del Adritico y parte del interior. Estaba situada donde antiguamente estuvo el reino de Iliria. Sus lmites eran Istria (Eslovenia y Croacia) por el
norte y el ro Drin (actualmente en Albania) por el sur. Al este, el lmite era el ro
Sava (Croacia y Bosnia).
38 Tesalnica.

67

al ro Bardario39, pues as lo denominan en el lugar. Este fluye desde


lo alto de los montes cercanos a Misia y tras cruzar muchos lugares
y separar en una parte oriental y otra occidental las cercanas de
Berrea40 y Tesalnica, desemboca en nuestro mar meridional. Algo
semejante les ocurre a los ros mayores. Una vez que mediante un
cmulo de tierras de aluvin ascienden a un nivel importante, entonces fluyen sobre tierras bajas como si cambiaran sus primeros
lechos, y abandonando su antiguo curso seco de humedad y falto de
agua, cubren el que recorren ahora de caudalosas corrientes.
4. As pues, como existan dos cauces, el antiguo lecho y el curso
recin creado, despus de contemplar el terreno entre ambos, el gran
estratega Alejo, mi padre, fij como barrera de seguridad el torrente
del ro y utiliz el antiguo curso, que se haba convertido en un foso
por el flujo de la corriente, como una trinchera natural. Tras esto
mont el campamento. No haba ms de dos o tres estadios41 de
distancia entre uno y otro cauce. Pronto todos estuvieron enterados
de que el momento para descansar sera el da, durante el que haran
reposar sus cuerpos con el sueo y daran a los caballos suficiente
forraje, pues durante la noche permaneceran en vela esperando que
sobreviniera un ataque por sorpresa de los enemigos.
5. Creo que estas disposiciones las haba adoptado mi padre por
sospechar durante esa noche alguna peligrosa tentativa proveniente
de los enemigos. Esperaba que estos lo atacaran, ya sea porque lo
previera gracias a su abundante experiencia, ya sea por conjeturas
de otra ndole. El caso es que su prediccin no tard mucho en
hacerse realidad. Tampoco su previsin encontr unas disposiciones
innecesarias. Sali de su tienda y march al lado de sus hombres con
armas, caballos y toda la impedimenta necesaria para la batalla. Dej
en el campamento lmparas encendidas por todas partes y confi
su tienda con su equipaje completo y con el material que llevaba
dentro y que precisaba para avituallarse a un tal Yoanicio42, uno de
39 Ro Vardar, en Macedonia.
40 Verria, al sur de Vodena y al oeste de Tesalnica, en Grecia.
41 300 450 m.
42 Monje eunuco que en estas fechas era ya un anciano. Como dir ms abajo la

68

sus familiares ms cercanos, que haca tiempo haba escogido la vida


monstica. El general se alej un buen trecho y ocup sus posiciones
con el ejrcito armado, aguardando el curso de los acontecimientos.
Haba tramado esto con idea de que Basilacio, cuando viera las hogueras encendidas por todas partes y la tienda de mi padre iluminada, creyese que este se encontraba descansando en ella y, como
consecuencia, que poda capturarlo y someterlo.

VIII. Primer enfrentamiento con las tropas de Basilacio tras una


estratagema de Alejo.
1. No fue vana la prediccin de Alejo, mi padre, tal como la hemos
relatado. Efectivamente, como se esperaba, Basilacio atac de repente el campamento a la cabeza de un ejrcito de jinetes e infantes que
contaba con unos diez mil hombres aproximadamente. Encontr
por doquier tiendas iluminadas con hogueras y, cuando vio tambin
la tienda del general iluminada, entr con mpetu en ella gritando
agitada y tumultuosamente. Como no apareca por ningn sitio la
persona que esperaba hallar y no se presentaban ni soldados ni general, sino unos pobres sirvientes abandonados, todava gritaba ms y
preguntaba estentreamente: Dnde est el tartamudo? Con esas
palabras pretenda burlarse del gran domstico. Mi padre, con ser
elocuente y original como ningn orador en sus ideas y argumentaciones, cuando pronunciaba la ere la lengua se le descontrolaba
levemente y se le replegaba de modo imperceptible; sin embargo, en
los dems sonidos haca gala de una pronunciacin fluida.
2. Mientras Basilacio le gritaba esos insultos, buscaba y revolva
todas las cosas, cofres, divanes, equipajes y hasta la propia cama de
mi padre, no fuera que el general estuviera oculto entre alguno de
estos enseres. Simultneamente, miraba al monje llamado Yoanicio.
La madre de Alejo se preocupaba afanosamente de que en todas sus
campaas tuviera como compaero de tienda a alguno de los ms
autora, acompaaba a Alejo en sus campaas por inspiracin de la madre de este,
Ana Dalasena, ya que confiaba en la prudencia y habilidad del monje.

69

honorables monjes, y aquel complaciente hijo obedeca la voluntad


materna no solo durante su infancia, sino tambin en su juventud
y hasta que se uni a una mujer. Basilacio buscaba entre todos los
objetos de la tienda y, segn palabras de Aristfanes43, mientras escudriaba las tinieblas del Erebo, no dejaba de interrogar a Yoanicio
sobre el domstico. El monje sostena con firmeza que haba salido
antes con todo el ejrcito. Cuando reconoci que era vctima de un
enorme error, se retract de sus intenciones y cambiando de un tono
de voz a otro, gritaba: Soldados, hemos sido engaados. El combate
se entablar fuera de este sitio.
3. No haba concluido sus palabras, cuando mi padre Alejo
Comneno los atac mientras estaban saliendo del campamento,
asaltndolos enrgicamente con unos pocos soldados de su ejrcito. Al percatarse de que alguien estaba colocando en orden las falanges (en efecto, como la mayor parte de los soldados de Basilacio
se haban entregado al pillaje y a la recogida de botn -hecho que
entraba dentro de las primeras predicciones de mi padre-, an no
haban logrado reagruparse y restablecer sus lneas, cuando desgraciadamente para ellos los atac el gran domstico de improviso)
y viendo al hombre que se dedicaba a restablecer la formacin,
pens bien por su estatura bien por la brillantez de sus armas (le
refulgan las armas por el reflejo de las estrellas) que aquel era el
famoso Basilacio, se lanz a su encuentro e impetuosamente le
alcanz de un mandoble en la mano. Esta, al instante, cay con la
espada por tierra, lo que turb grandemente a la falange. Pero no
se trataba de Basilacio, sino de uno de los ms valientes partidarios
de Basilacio, que en nada desmereca de Basilacio en las manifestaciones de su valenta.
4. As pues, Alejo se bata duramente contra ellos, los alcanzaba con sus dardos, los hera con su lanza, profera aullidos de
guerra, se hunda en la noche, aprovechaba todo lugar, ocasin
e instrumento para la victoria y se serva de todos estos recursos
valientemente, con imperturbable prestancia y firme intencin.
Aunque se encontraba con gente que hua en todas direcciones,
43 Aristfanes, Nubes, 192.

70

siempre saba distinguir al enemigo del amigo. Cuando un capadocio llamado Gules, voluntarioso servidor de mi padre, diestro
con su mano, de mpetu invencible en el combate, vio a Basilacio
y lo reconoci con fiabilidad, le propin un mandoble en el yelmo;
pero le pas lo que a Menelao frente a Alejandro. Su espada, rota
en tres o cuatro partes, cay de sus manos dejando la empuadura
en la mano. Cuando el general lo vio, al momento se puso a insultarlo por no tener espada y lo llam cobarde; pero el soldado,
mostrando la empuadura, lo nico que le quedaba de su espada,
calm al gran domstico.
5. Otro, un macedonio de nombre Pedro y de apellido Torni44
cio , cay en medio de los enemigos y mat a muchos de ellos.
La falange le segua, ignorando lo que se estaba haciendo. Como
el combate se haba entablado en la oscuridad, nadie era capaz de
ver lo que estaba ocurriendo. Comneno se arroj contra la seccin
de la falange que an no se haba dispersado, hiriendo a los que
se le enfrentaban. Luego se volvi hacia sus soldados y de nuevo
se afanaba para que destruyeran lo que an resista de la falange
de Basilacio, mientras mandaba emisarios a los de retaguardia y
les ordenaba no vacilar y que lo siguieran rpidamente hasta darle
alcance.
6. En esto, un celta de la guardia del domstico, por contarlo
brevemente, valeroso soldado y lleno del espritu de Ares, al ver
que mi padre acababa de salir de entre los enemigos, con la espada
desnuda, exhalando una clida transpiracin de sangre y, considerndolo uno de los enemigos, cay a peso sobre l, lo acometi con
la lanza sobre el pecho y pronto hubiera desplazado al general de
la silla, si no es porque l mismo, simultneamente, se afirm en
la silla y llam al celta por su nombre, amenazndolo con cortarle
enseguida la cabeza con su espada. l sigui contndose entre los
vivos gracias a que se excus alegando el desconocimiento de su
identidad y la confusin provocada por la noche y el combate.
44 Emparentado con la familia de los Taronitas. Descendiente de Tornik, prncipe
de Taron, y de la casa real georgiana de los Bagrtidas.

71

IX. Alejo derrota a Basilaclo y es nombrado sebasto por el emperador.


1. Esos fueron los hechos que realiz de noche el domstico de las
escolas en colaboracin con unos pocos. Cuando acababa de sonrer
el da y el sol sobrepasaba el horizonte, los jefes de las falanges de
Basilacio se afanaron con todas sus fuerzas en reagrupar a los que se
haban dedicado al pillaje y haban abandonado la batalla. El gran
domstico, por su parte, haba recompuesto su ejrcito y se lanzaba
de nuevo contra Basilacio. Los hombres del domstico vieron entonces de lejos a algunos soldados de Basilacio y tras una impetuosa
ofensiva, retornaron junto a su jefe trayendo consigo algunos prisioneros.
2. Manuel, el hermano de Basilacio, animaba al ejrcito desde
una colina gritando estentreamente las siguientes palabras: Hoy es
el da de la victoria de Basilacio. Un hombre llamado Basilio y de
apellido Curticio, conocido y asiduo del famoso Nicforo Brienio,
cuyas peripecias ha contado nuestra historia, tambin incontenible
en la guerra, avanz a la carrera desde las filas de Comneno y subi
a la colina. Manuel Basilacio, a su vez, sac la espada de la vaina y,
sueltas todas las riendas, se lanz impetuosamente contra l. Curticio le asest un golpe en el yelmo no con la espada, sino tirando de
la maza que colgaba de su silla de montar. El adversario al instante
cay derribado del caballo. Luego, arrastrndolo prisionero, se lo
llev a mi padre como botn. Entre tanto, los restos del ejrcito de
Basilacio, al ver que Comneno apareca con sus propias tropas, se
dieron a la fuga tras una corta resistencia. Basilacio hua delante y
Alejo Comneno lo persegua.
3. Cuando alcanzaron Tesalnica, los tesalonicenses no vacilaron en acoger a Basilacio y cerraron enseguida las puertas al general. Pero tampoco a pesar de esta contrariedad desisti mi padre
de su propsito, ni se desprendi de la coraza, ni se despoj del
yelmo, ni quit el escudo de sus hombros, ni arroj la espada. Por
el contrario, tan pronto como hubo acampado, amenaz a la ciudad
con someterla al asedio y a un pillaje total. Como quera salvar al

72

hombre, le propuso la paz a Basilacio por mediacin de su acompaante Yoanicio (hombre de reconocida virtud) con unas condiciones
que ofrecan a Basilacio la seguridad de no sufrir ninguna represalia
a cambio de su entrega y la de Tesalnica. A pesar de la desconfianza de Basilacio, los tesalonicenses decidieron dejar el paso franco a
Comneno por temor a que tomara la ciudad y a tener que soportar
terribles calamidades.
4. Sin embargo, Basilacio, cuando se enter de lo que estaba
haciendo la poblacin, se traslad a la acrpolis y salt de una a la
otra. Y ni an en estas circunstancias renunciaba al combate y a las
batallas, por ms que el domstico le asegurara que no le sucedera
nada irremediable. Antes al contrario, Basilacio apareca como un
hombre ntegro en los momentos crticos y apurados. No consinti
en empaar su valor y gallarda, hasta que ocupantes y defensores de
la acrpolis, tras expulsarlo de comn acuerdo, lo entregaron a su
pesar y por la fuerza al gran domstico.
5. Inmediatamente, Alejo inform al emperador de la captura
de Basilacio, permaneci un poco de tiempo en Tesalnica y restableci la situacin en la ciudad para emprender finalmente el regreso esplndidamente victorioso. Pero unos enviados del emperador
llegaron a mi padre entre Filipos y Anfpolis y, tras ponerle en la
mano las rdenes dictadas por el emperador sobre aquel hombre,
se hicieron cargo de Basilacio, lo condujeron a un lugar llamado
Clempina y cerca de la fuente que hay all le sacaron los ojos. Desde
el momento en que se produjo este hecho y hasta hoy la fuente se
llama fuente de Basilacio.
6. Este fue para el gran Alejo, como si fuera un Heracles, el
tercer trabajo previo a su reinado. No faltaramos a la verdad si identificramos a Basilacio con el jabal de Erimanto y a mi padre Alejo
con un valerossimo Heracles vivo entre nosotros. Queden, pues, ah
los xitos y las hazaas de Alejo Comneno antes del trono, por todos
los cuales recibi como recompensa del soberano la dignidad de sebasto45 con una proclamacin pblica de este cargo ante el senado.
45 Dignidad honorfica.

73

X. Comienzo del anlisis del peligro normando. Descripcin de


Roberto Guiscardo46.
1. Segn creo, igual que hay cuerpos que padecen enfermedades por
causas externas e igual que en algunos otros las causas de las enfermedades se generan en su mismo interior, y de acuerdo con uno u
otro motivo acusamos con frecuencia a las irregularidades del clima
o a algunas cualidades de los alimentos los orgenes de las fiebres y,
en otras ocasiones, achacamos la enfermedad a la descomposicin de
los humores, del mismo modo el dbil organismo de los romanos en
aquella ocasin gener, como una mortal enfermedad, o bien a esos
mencionados hombres, es decir los Urselios, Basilacios y cuantos
componen la masa humana ansiosa de poder, o bien los vaivenes de
la fortuna nos trajeron del exterior a unos dspotas, como si fueran
un mal irremediable y una enfermedad incurable, es decir el famoso
Roberto, conocido por sus tirnicas intenciones, hombre jactancioso al que generaron las tierras de Normanda y que pari y cri una
perversidad sin lmites.
2. El imperio de los romanos se atrajo une enemistad de tal importancia por el pretexto que le haban dado para sus guerras contra
nosotros un compromiso matrimonial concertado con los brbaros
y no ajustado a nuestros intereses y, en especial, la negligencia del
entonces reinante Miguel, perteneciente al linaje de los Ducas. Y si
acuso a algunos de mis parientes consanguneos (en efecto, la familia
de mi madre procede de los Ducas), que nadie se enoje. He decidido escribir la verdad de todos los acontecimientos y en lo que a ese
hombre respecta no hago ms que reflejar los reproches que todos
le han hecho. Dicho soberano, Miguel Ducas, comprometi a la
hija de ese brbaro con su propio hijo Constantino y este hecho fue
el que provoc la actitud de los enemigos. Sobre Constantino, hijo
de este emperador, sobre su compromiso matrimonial y, en suma,
46 Roberto Guiscardo (ca. 1015-1085), hijo de Tancredo de Hauteville, normando nacido en Coutances, uno de los artfices de la conquista normanda del sur de
Italia. Fue duque de Apulia y de Calabria.

74

sobre el matrimonio con la brbara y, lgicamente, sobre qu grado


de belleza, qu estatura tena este hombre, qu carcter y de qu clase, hablaremos en su momento, cuando deba lamentar las desgracias
que sufr, es decir, tan pronto como est concluida la exposicin de
los hechos relacionados con este matrimonio y con la destruccin
total del podero de los brbaros, seguida de la consiguiente ruina
de los tiranos normandos, que fueron vctimas de una irracionalidad
que los alentaba a ir contra el imperio de los romanos.
3. Sin embargo, antes debo volver atrs en la historia y detallar
la peripecia vital de Roberto, esto es, aclarar su linaje, su categora
social, el poder y el rango a que lo elev el curso de los acontecimientos, o por expresarme mejor y de forma piadosa, el puesto hasta
el que lo dej avanzar la Providencia, consintiendo sus malas artes
y tretas.
4. Roberto era de origen normando y de irrelevante cuna. Tena pensamientos propios de un tirano, un temperamento astuto
y una fuerza considerable. Era muy hbil para obtener la riqueza
y el rango de las personas importantes, y el ms irrefrenable a la
hora de actuar. Persegua sus objetivos sin rplicas. En lo relativo
a su talla, su cuerpo era tan alto que superaba a los hombres de
mayor altura, su tez era rubicunda, su cabellera rubia, tena anchas
espaldas, sus ojos eran (...), pero el fuego destellaba desde ellos.
Donde la naturaleza exiga proporcionar anchura, era equilibrado;
y donde exiga estrechez, se ajustaba armnicamente, tal como he
odo a muchos decir en numerosas ocasiones. En cuanto a su voz,
Homero dijo lo mismo respecto a Aquiles. Una vez que l haba
terminado de hablar, los que oan se quedaban con la impresin de
un tumulto producido por mucha gente, y su grito, segn dicen,
puso en fuga a millares de hombres. Siendo as en cuanto a linaje,
naturaleza y espritu, era tambin indomable, como es natural, e
incapaz de subordinarse a nadie. Esas son las caractersticas que
adornan a las personalidades fuertes, aunque sean de baja extraccin social.

75

XI. Inicios de las fechoras de Roberto Guiscardo. La traicin


que cometi con su suegro Guillermo Mascabeles.
1. Como tena esa forma de ser y no soportaba que nadie le mandase, parti de Normanda con algunos caballeros (cinco eran los caballeros y treinta todos los infantes), salt de su patria y se dedic a
merodear por las colinas, las cuevas y los montes de Longibarda47 al
mando de una partida de bandidos, con los que asaltaba a los viandantes y tan pronto capturaba caballos, como otro botn o armas. El
prlogo de su vida estuvo teido de derramamientos de sangre y de
numerosos asesinatos.
2. Mientras consuma el tiempo por los andurriales de Longibarda, repar en l Guillermo Mascabeles, que era en aquella poca
seor de la mayor parte de los territorios colindantes con Longibarda y de donde recaudaba anualmente grandes impuestos, con los
que poda ejercer su autoridad sobre abundantes fuerzas militares.
Era, en suma, un ilustre caudillo. Como se dio cuenta del tipo de
persona que era Roberto en ambos aspectos, es decir, su carcter y
su fsico, se aproxim irreflexivamente a este hombre y acab por
comprometerlo con una de sus hijas. Al poco tiempo de haberse
celebrado el matrimonio y a pesar de la admiracin que Guillermo
senta por su temperamento y su experiencia de los asuntos militares, fracas sin remisin en los planes que haba concebido.
3. En efecto, Guillermo le haba regalado como dote una ciudad
y lo haba honrado con otras muestras de amistad. Pero Roberto,
que abrigaba intenciones hostiles hacia l, plane una rebelin contra su suegro. Primero estuvo fingiendo su buena disposicin, mientras aumentaba sus fuerzas hasta triplicar el nmero de sus caballeros
y procurarse el doble de infantes. A partir de entonces, empez a
agotarse la fuente de su buena disposicin e iba desenmascarando
paulatinamente su perversidad.
4. No dejaba de dar y recibir da tras da motivos de escndalo
y de planear continuamente actitudes de las que suelen surgir conflictos y guerras. Como el citado Guillermo Mascabeles lo superaba
47 Longobardia.

76

holgadamente en riqueza y poder, Roberto rechaz la idea de hacerle


frente en una batalla cara a cara y tram un malvolo plan. Simul buena voluntad, figur arrepentimiento y plane un ingenioso
engao difcil de descubrir en contra de su suegro para aduearse
de sus ciudades y convertirse en seor de todas las posesiones de
Mascabeles48.
5. Primeramente, pidi la paz y envi una embajada para concertar un encuentro de ambos frente a frente. Guillermo acogi favorablemente las propuestas de paz por el extraordinario amor que
senta hacia su hija y concert el encuentro para una fecha prxima.
Roberto, a su vez, le seal el lugar donde convendra reunirse para
dialogar y ponerse de acuerdo en los puntos concretos del tratado.
Era un sitio donde haba dos colinas que sobresalan con pareja altura sobre una llanura y que estaban opuestas diametralmente. La
zona intermedia era pantanosa y se proyectaba en ella la sombra de
diversos rboles y arbustos. En aquel mismo sitio emplaz Roberto
a cuatro valerosos hombres armados y emboscados con la orden de
que vigilaran atentamente en todas direcciones y cuando vieran que
l rea con Guillermo, saltaran inmediatamente sobre este sin la
ms mnima prdida de tiempo. Una vez, pues, concluidos los preparativos de la trampa, aquel malvadsimo Roberto abandon una
de las colinas, la que haba indicado a Mascabeles como apropiada
para entablar las negociaciones, y se apropi en cierto modo de la
otra. Tom consigo quince jinetes y unos cincuenta y seis infantes,
ascendi a la colina, los organiz en esta posicin, les comunic
todo su plan a los ms destacados de los soldados y le orden a uno
que llevara sus armas, es decir, su escudo, su yelmo y su espada, a
fin de poder armarse con facilidad llegado el momento. Finalmente,
48 Ana Comnena est novelando aqu una historia que tuvo lugar en realidad. Los
protagonistas fueron, de un lado Roberto de Hauteville, que a partir de este hecho
recibi el apellido de Guiscardo, y, de otro, Pietro de Turra, rico potentado de la
ciudad de Bisignano, en la provincia de Cosenza, regin de Calabria. Roberto cit
a Pietro de Turra al pie de las murallas de la ciudad para tratar unas cuestiones
que haban surgido entre los normandos y los habitantes de Bisignano. Ante los
propios ojos de los conciudadanos de Pietro de Turra, Roberto y sus hombres
capturaron a aquel para pedir por su liberacin un rescate que hubieron de pagar
los de Bisignano.

77

El papa Nicols II concede el ttulo de duque de Apulia y Calabria a Roberto


Guiscardo.

reiter a los cuatro emboscados la orden de que, cuando vieran que


rea con Mascabeles, corrieran rpidamente hacia l.
6. En el da sealado, Guillermo lleg con intencin de ultimar su tratado con Roberto a las proximidades de la elevacin que
previamente este le haba indicado. Cuando Roberto vio que aquel
se iba acercando, sali a su encuentro montado en su caballo y lo
salud abrazndolo muy calurosamente. Luego, ambos se situaron
en una pendiente que estaba un poco por debajo de la cima de la
colina y comenzaron a tratar lo que pensaban hacer. Aquel hbil
Roberto iba consumiendo el tiempo, entrelazando discurso tras discurso hasta que dijo a Guillermo: Por qu seguimos cansndonos montados a caballo? Desmontemos, sentmonos en el suelo y
trataremos con mayor comodidad los asuntos que sea menester.
Mascabeles secund sus palabras, el ingenuo, porque desconoca el
engao y la trampa a que era llevado. Nada ms ver a Roberto desmontar del caballo, tambin l descendi a tierra, clav su codo en
el suelo y continu la conversacin. Roberto reconoci su vasallaje a
Mascabeles y su fidelidad, llamndolo seor y bienhechor. Algunos
de los hombres de Mascabeles, tan pronto como vieron que aquellos
desmontaban y que emprendan aparentemente otra charla, ataron

78

las riendas alrededor de las ramas de los arbustos y se reclinaron en


el suelo para refrescarse a la sombra de caballos y rboles, fatigados
por el calor y la falta de comida y bebida (era verano, la estacin en
la que el sol suele arrojar sus rayos en vertical y el calor se convierte
en insoportable) y otros se marcharon a casa.
7. As estaban los hombres de Mascabeles. A su vez, el siempre hbil Roberto, que tena prevista esta reaccin, se precipit de
repente sobre Mascabeles, abandon la mirada que hasta entonces
haba mantenido, la cambi por otra llena de furor y le puso encima
a Mascabeles su mano asesina. Se produjo entonces una refriega.
Tan pronto atacaba Roberto, como era atacado; o arrastraba y era
arrastrado. Al final, ambos cayeron rodando pendiente abajo. Cuando los cuatro hombres emboscados los vieron, salieron del pantano
y cayeron a la carrera sobre Guillermo. Una vez lo tuvieron bien
atado, corrieron al encuentro de los caballeros de Roberto situados
en la otra elevacin, si bien ellos ya venan cabalgando en su direccin por la pendiente, seguidos detrs por hombres de Guillermo.
Roberto subi al caballo, tom yelmo, lanza, los aferr fuertemente
y, cubrindose con el escudo, se volvi y acometi con su lanza a
uno de los hombres de Guillermo, que perdi la vida al tiempo de
recibir el lanzazo.
8. Tras repeler en el mismo instante el ataque de los jinetes de
su suegro y frustrar el auxilio que venan a prestarle (los restantes
dieron enseguida la espalda, al ver que los jinetes de Roberto estaban
por encima de sus cabezas y que estaban apoyados por la naturaleza
del terreno), tras frustrar de esta manera Roberto el ataque de los
caballeros de Mascabeles, este fue conducido prisionero y encadenado a la fortaleza que Mascabeles haba dado a Roberto como regalo
de boda en el momento de comprometerlo con su hija. En consecuencia, la plaza fuerte retuvo a su propio seor como cautivo, por
lo que fue llamada La Fortaleza, como es lgico, a partir de aquel
momento. Pero nada es peor que relatar la crueldad de Roberto,
porque, una vez convertido en dueo absoluto de Mascabeles, se
dedic primero a arrancarle todos los dientes y a pedir por cada uno
de ellos una importante cantidad de monedas al peso, mientras se

79

informaba de dnde estaban depositadas. Como no ces de desdentarlo hasta que se hubo apropiado de todo su dinero, las riquezas y
los dientes abandonaron simultneamente a Mascabeles. Luego, fij
su mirada en los ojos de Guillermo y lo priv de la vista, porque le
envidiaba hasta la mirada.

XII. Roberto concibe el plan de apoderarse del imperio y engaa


a su gente para que lo secunden.
1. Una vez convertido en dueo de todas las posesiones de su suegro,
a partir de este instante empez a medrar da a da y, por su natural
inclinacin a acumular mayor poder, iba sumando a las ciudades
que ya posea otras nuevas ciudades y a sus riquezas otras riquezas.
En breve ascendi a la dignidad de duque y se denominaba duque
de Longibarda49. Como consecuencia, a partir de ese momento todos se excitaban de envidia en contra de l. Pero Roberto,
que era un hombre inteligente, acab por asumir el control total
sobre Longibarda y sobre las regiones colindantes, bien sirvindose de la adulacin con sus adversarios, bien aplacando con
regalos los tumultos del pueblo, o reprimiendo con su ingenio la
envidia de los notables contra l y, en alguna ocasin, apelando
a las armas.
2. Roberto, que siempre aspiraba a tener mayor poder y que
estaba proyectando sus pensamientos sobre el imperio de los romanos, con el pretexto de su parentesco con el emperador Miguel,
como dije, se lanz a la guerra contra los romanos. Habamos dicho antes que el soberano Miguel, no s cmo, prometi a su hijo
Constantino50 con la hija de ese tirano (Helena se llamaba).
49 Fue reconocido en el concilio de Melfi que tuvo lugar del 3 al 25 de agosto de
1059. Reuni a todo los obispos latinos del sur de Italia y participaron en l un
centenar de personalidades entre cardenales, obispos, abades, religiosos y nobles.
El papa Nicols II nombr a Roberto duque de Apulia y de Calabria, no de Lombarda como afirma la autora.
50 Constantino Ducas, hijo de Miguel Ducas y de Mara de Alania. Futuro prometido de Ana Comnena.

80

3. Me emociono y se me turban el alma y los pensamientos,


cada vez que me acuerdo de este joven; pero dejo pendiente la narracin de los hechos relacionados con l hasta que llegue el momento
oportuno. Solamente, no me resisto a decir lo que sigue, aunque est
fuera de lugar. Aquel muchacho era un prodigio de la naturaleza y
un regalo de las manos de Dios, por as decir. En efecto, solo con
mirarlo se hubiera llegado a la conclusin de que era una pervivencia
de la poetizada edad de oro de los griegos, tan arrebatadora belleza
tena. Cuando recuerdo a este joven despus de tantos aos, yo me
cubro de lgrimas; pero contengo mi llanto y lo reservo pensando en
ocasiones ms adecuadas y para no confundir la historia mezclando
los lamentos dedicados a los mos con los relatos histricos.
4. Este joven, de quien hemos hablado aqu y en otras partes,
era mayor que nosotros en edad y antes de que nosotros viramos
la luz del sol, se convirti en prometido puro e inmaculado de
Helena, la hija de Roberto. La promesa de matrimonio qued por
escrito, a pesar de lo cual no lleg a cumplirse y qued solo en
promesa, ya que este muchacho era an impber por la edad que
tena. Dicha promesa fue rota en el momento en que el emperador Nicforo Botaniates accedi al imperio. Pero me he desviado
del curso de mi narracin. Volver de nuevo al punto en que me
desvi.
5. Pues bien, el famoso Roberto, que haba pasado de tener un
origen muy oscuro a ser hombre de ilustre linaje y que haba acumulado un inmenso poder en su persona, conjuraba para convertirse en
monarca de los romanos. Se invent, en consecuencia, una serie de
pretextos crebles para su odio y sus guerras contra los romanos. De
estos hechos se da una doble interpretacin.
6. Una, que corra de boca en boca hasta que lleg a nuestros
odos, deca que un monje llamado Rctor, hacindose pasar por
el emperador Miguel, desert al bando de Roberto y en calidad de
consuegro se lamentaba de sus personales desgracias. El citado Miguel haba recogido el cetro de los romanos tras el reinado de Digenes y, despus de estar al mando del imperio durante un breve
tiempo, fue derrocado por Botaniates, que se haba rebelado contra

81

l. Entr, entonces, en la vida monstica para posteriormente vestir


el hbito episcopal, la tiara y, si se quiere, incluso la epmide. Este
fue el consejo que le dio el csar Juan, su to por parte de padre, que
conoca el carcter voluble del que entonces gobernaba y tema que
Miguel sufriese algn dao.
7. El mencionado monje Rctor, al que llamaramos mejor el
actor ms atrevido de todos los tiempos, fingi ser Miguel. Acudi
al lado de Roberto como consuegro y lo puso al corriente de los
hechos relacionados con la injusticia que se haba cometido contra
l, es decir, su derrocamiento del trono imperial y el infortunio
que lo tena reducido al estado que presentaba. Por todos estos
agravios, invocaba al brbaro en su defensa. Y aadi que haba
dejado sin recursos y viuda, a todas luces, de su prometido a la
hermosa y joven doncella Helena, mientras deca enojado que la
emperatriz Mara y su hijo Constantino haban sido arrastrados al
partido de Botaniates contra su voluntad y obligados por el despotismo de este. Con estas palabras iba excitando la clera del brbaro e iba ofrecindole las armas que precisaba para la guerra contra
los romanos. Semejante relato lleg a mis odos y no me asombr
de que algunos personajes de muy oscuro linaje se fingieran seres
ilustres y de noble origen.
8. Tengo presente, sin embargo, otra interpretacin ms creble
que proviene de otras fuentes. No hubo ningn monje que se fingiera el emperador Miguel, ni nada parecido que incitara a Roberto a combatir contra los romanos, sino que el brbaro mismo, que
era muy astuto, elabor el citado plan sin dificultad. Esta versin
contina as. El mismo Roberto, segn dicen, persona carente de
cualquier tipo de escrpulos, haba estado gestando la idea de emprender la guerra contra los romanos y haba estado preparndose
desde mucho tiempo atrs para el combate, pero algunos de sus ms
sealados partidarios, incluida Gaita51, su propia mujer, haba puesto impedimentos a su plan porque pensaban que iba a encabezar
51 Sikelgaita, Sigelgaita o Sichelgaita de Salerno (1040-1090), de origen lombardo
e hija de Guaimario IV, prncipe de Salerno. Era la segunda esposa de Roberto
Guiscardo y contrajo matrimonio en 1058.

82

una guerra injusta y que estaba haciendo preparativos blicos contra


cristianos. Por ello, deban retenerlo con frecuencia en el momento
en que estaba a punto de intentar semejante empresa. Roberto, a su
vez, con el deseo de dar un fundamento convincente a la excusa de
la guerra, envi unos hombres a Cotrone52 que estaban al corriente
de sus secretos proyectos y que tenan rdenes de acoger, confraternizar y conducir a su presencia al primer monje que vieran con
intencin de cubrir la travesa hacia Italia, para ir en peregrinacin al
templo de los dos principales apstoles y patronos de Roma53, y que
por su aspecto no pareciera excesivamente vulgar. Tan pronto como
encontraron al citado Rctor, hombre taimado y de inigualable perversidad, le indicaron por carta a Roberto, que estaba en Salerno, lo
que sigue: Tu deudo Miguel, el que ha sido despojado del poder
imperial, ha llegado para solicitar tu ayuda. En efecto, Roberto les
haba ordenado que redactaran en esos trminos la carta que iba a
ser dirigida a l.
9. Nada ms tenerla en sus manos, se la ley inmediatamente a
su esposa. Luego convoc a todos los condes y tambin les ense
la carta a fin de verse libre de obstculos provenientes de ellos con el
pretexto de asumir sin dilacin una causa justa. Muy pronto todos
se mostraron de acuerdo con la decisin de Roberto y de este modo
hizo venir al monje y concluy un convenio. Roberto organiz entonces una autntica obra de teatro con todos estos elementos y
mont una puesta en escena. Fingi que aquel monje era el emperador Miguel, que este haba sido despojado del trono, privado de
su mujer, de su hijo y de todos los dems bienes por el tirano de
Botaniates y que, injustamente y contra toda razn justa, lo haban
obligado a vestir el hbito monstico en lugar de las bandas y la diadema. Finalmente, aadi: Ahora ha llegado suplicante a nuestra
presencia.
10. Roberto se expresaba as pblicamente, mientras tomaba medidas para restituirlo en el imperio debido a su parentesco
y mientras haca diariamente a aquel monje objeto de honores,
52 Crotona, en Calabria.
53 San Pedro y San Pablo.

83

como si se tratase en realidad del emperador, concedindole la


presidencia en los actos pblicos, los asientos de mayor altura y
extraordinarias muestras de respeto, y disponiendo sus intervenciones pblicas de diversas maneras. Tan pronto buscaba la compasin por los sufrimientos de su hija, como deseaba ahorrarle a
su consuegro el recuerdo del dao que haba sufrido, o alentaba y
excitaba a los brbaros que lo rodeaban para la guerra con astutas
promesas de montaas de oro que, les anunciaba, obtendran del
imperio de los romanos.
11. Tirndoles as de la nariz, logr alzar en armas tanto a los
ms ricos como a los ms pobres de Longibarda y, arrastrndola
por entero, se apoder de Salerno, la capital de Melfi, en la que,
tras ultimar las bodas de sus otras hijas, plane la guerra magnficamente. Respecto a sus hijas, tena dos an con l, pues la tercera resida infeliz en la emperatriz de las ciudades desde el mismo
momento del matrimonio. Pues sucedi que Constantino, dada
su condicin de impber, escap desde el principio de estas nupcias como los nios pequeos escapan de los fantasmas. De las
otras dos hijas, a una la prometi a Raimundo54, hijo del conde de
Barcelona y a otra la cas con Eubulo55, tambin un conde muy
ilustre. Ni siquiera estos compromisos los planeaba Roberto sin
sacarles provecho y por todos los medios ganaba e incrementaba su
podero, ya fuera por el linaje, por la prepotencia, por el parentesco, o por otros medios de diversa ndole que nadie podra siquiera
imaginar.
54 Matilde o Mahalda, casada con Ramn Berenguer II, apodado Cabeza de
estopa, hijo de Ramn Berenguer I y de su esposa Almods. La boda se celebrara
antes de 1078. Ramn Berenguer era hermano gemelo de Berenguer Ramn II,
con el que heredara el condado a la muerte del padre. Al ao del matrimonio de
Ramn Berenguer, su hermano lo mat. El fratricida fue sometido a un juicio de
Dios en presencia de Alfonso VI de Castilla. Derrotado por los caballeros que deseaban vengar la muerte de Ramn Berenguer II, march a Palestina para expiar su
crimen en unin de sus leales. Cuenta la leyenda que all enmudeci y que muri
frente a los muros de Jerusaln.
55 En realidad, Mabilla, nombre de la otra hija de Roberto Guiscardo, se cas con
Guillermo de Grantmesnil en 1093. Este personaje aparece en La Alexada en XI
VIII.5.

84

XIII. Enfrentamiento entre el papa y el rey56 de Alemania y el


papel desempeado por Roberto en este conflicto.
1. Entre tanto se produjo tambin el siguiente suceso digno de relatarse, porque se refiere a algo que incrementaba su buena suerte.
Efectivamente, el hecho de que todos los caudillos de occidente reprimieran cualquier tipo de actitud contraria a l podemos incluirlo
entre las causas que provocaron la gran prosperidad de los intereses
del brbaro, ya que adems la suerte era su colaboradora, lo elevaba
al poder y le facilitaba toda clase de ayuda. Consecuentemente, el
papa de Roma57 (que ejerce un cargo noble y reforzado por ejrcitos
de toda ndole), a causa de algunos conflictos que le haban surgido con Enrique, el rey de Alemania58, quera atraerse a Roberto
mediante una alianza por la celebridad que haba logrado y por el
apogeo que gozaba merced a sus grandes dominios.
2. La disputa entre el rey y el papa consista aproximadamente
en lo siguiente. Este acusaba al rey Enrique de no cederle gratuitamente el control de las iglesias, sino de querer vendrselas a cambio
de dinero y tambin de conferir en cierto modo la dignidad de obispo a hombres indignos. Estas eran las reclamaciones que le haca el
papa y por las que lo denunciaba. El rey de Alemania, por su parte,
acusaba al papa de usurpacin, ya que haba arrebatado el trono
apostlico sin su consentimiento. Igualmente, adoptaba una actitud
desvergonzada con el papa y empleaba trminos bastante insolentes
en el sentido de que, si no abandonaba voluntariamente la sede, lo
expulsara arrogantemente de all.
3. Cuando el papa se hubo enterado de estas exigencias, no tard
en enfurecerse contra los embajadores, a quienes primero tortur y
luego les pel a rape la cabeza con unas tijeras y les rasur las barbas con una navaja de afeitar. Finalmente, les permiti marcharse tras
56 Ana Comnena llama rey, rex [] a Enrique IV, emperador del Sacro Imperio
Romano Germnico (1084-1105). Para la mentalidad bizantina, el nico
(basileus) emperador era el del Imperio Romano de Oriente.
57 Gregorio VII (1073-1085).
58 La querella de las investiduras.

85

realizar con ellos una ltima e inslita prueba de su iniquidad, que


superaba incluso a las vejaciones de las que suelen hacer gala los brbaros. Yo detallara tambin este ultraje, si no me retuviera el pudor
propio de una mujer y de una princesa imperial. Porque el acto que
llev a cabo no solo era indigno de un pontfice, sino incluso de cualquier persona que se hiciera llamar cristiano. Me repeli no tanto el
hecho como los pensamientos del brbaro, porque si hubiera descrito
en detalle aquel acto, habra mancillado mi clamo y mi papel. Baste
como muestra del ultraje que les infligi el brbaro y de que el tiempo en su curso engendra toda clase de caracteres humanos dispuestos
a atreverse con la maldad ms absoluta, el que ni siquiera nosotros soportemos desvelar o narrar el ms mnimo detalle de lo que se realiz.
4. Estos son los actos de un pontfice, oh justicia, estos son los
actos del primer pontfice, estos son los actos de la que es primera
sede de todo el mundo, segn afirman y piensan los latinos, pues se
jactan de ello. Cuando se trasladaron de Roma a Constantinopla,
a nuestra tierra y a nuestra ciudad imperial, el cetro, el senado y, al
mismo tiempo, la administracin estatal, se transform tambin la
jerarqua de las sedes episcopales. Los emperadores que reinaron anteriormente concedieron la primaca a la sede de Constantinopla y,
principalmente, el concilio de Calcedonia59 en pleno, que, al elevar
el trono de Constantinopla a la primersima dignidad, le subordin
todas las dicesis del mundo.
5. No hay duda, pues, de que el ultraje iba dirigido no tanto
contra los embajadores, como contra el que los haba enviado y por
ello, adems de castigarlos, el papa en persona descubri una especie
de nuevo ultraje que emple contra ellos. Con sus actos comunic,
segn creo, de forma simblica al rey que sus exigencias eran despreciables, igual que si un semidis pretendiera dialogar con un mulo a
travs de los embajadores que fueron vctimas de la citada vejacin.
6. Tan pronto como el papa hubo concluido con estos actos, tal
cual dije, y hubo remitido al rey sus embajadores de aquella manera,
59 Concilio de Calcedonia, IV Ecumnico, que tuvo lugar en el ao 451. En el canon 28 se especifica, contrariamente a la afirmacin de Ana Comnena, la igualdad
de privilegios entre la sede de Roma y la de Constantinopla.

86

le declar una crudsima guerra. Para evitar que el rey llegara a ser
imbatible por su unin con Roberto, se adelant a proclamar sus pacficas intenciones a Roberto, cuando ni siquiera previamente posea
lazos de amistad con l. Al enterarse de la llegada del duque Roberto a Salerno, el papa parti de Roma y se present en Benevento.
Tras unas conversaciones a travs de embajadores, concertaron un
encuentro personal. De este modo despus de que uno saliera de
Benevento con la guardia y otro de Salerno con un ejrcito, tan
pronto como las tropas de ambos se hubieron divisado a una prudente distancia, cada uno de ellos se destac de sus filas, se encontraron en un mismo sitio, se intercambiaron mutuos juramentos
de lealtad y se volvieron. El juramento estableca que el papa deba
conferir a Roberto la dignidad de rey y firmar con l una alianza
en el momento oportuno contra los romanos60. El duque, a su vez,
jur al papa, que lo apoyara en lo que deseara. Sin embargo, estos
juramentos nunca se hicieron realidad. El papa estaba muy enojado contra el rey y el enfrentamiento contra este le corra mucha
prisa. Y el duque Roberto, por su parte, tena su mirada puesta
sobre el imperio de los romanos, contra el que rechinaba los dientes como un jabal salvaje y alimentaba su clera. Por tanto, los
juramentos se quedaron solo en las palabras. Estos brbaros, no
bien haban terminado de jurar el cumplimiento de sus mutuos
acuerdos, cuando ya los rompan.
7. El duque Roberto, volviendo riendas, se dirigi a Salerno
y ese despreciable papa (no s de qu otro modo llamarlo ante el
recuerdo de aquel inhumano ultraje a los embajadores) march a
la guerra, una guerra civil, asistido por la gracia espiritual y la paz
evanglica, con todo convencimiento y con todas sus fuerzas, el
muy dspota, el pacfico y el discpulo del pacfico. El papa pronto
despach embajadores a los sajones y a los caudillos de los sajones,
Landulfo y Velco61, con promesas de muchos y diversos beneficios
60 Estos romanos son los bizantinos. Para la mentalidad bizantina, su estado se
denominaba Imperio de los Romanos o Romania y sus sbditos eran romanos.
Bizantinos eran solo los habitantes de Bizancio, esto es, Constantinopla.
61 Rodolfo, duque de Suabia y Welf, duque de Baviera.

87

y con el anuncio de que los hara reyes de todo el occidente. Y se


atrajo a estos hombres a su partido. Tan pronta tena l su diestra
para nombrar reyes, haciendo odos sordos, segn parece, a San
Pablo, cuando deca: No impongas a nadie las manos con ligereza.62. Le cea la diadema al duque de Longibarda, tanto como
coronaba a aquellos sajones.
8. Cuando ambos, Enrique, el rey de Alemania, y el papa coincidieron en el campo de batalla63 con sus fuerzas y las tuvieron alineadas
unas frente a otras, el cuerno de guerra dio la seal convenida y la
batalla provoc en cada uno de los dos bandos un violento y continuo
alboroto. Tan valientemente se portaban ambas facciones y encajaban
las heridas de lanzas y la nube de dardos, que en breve toda la extensa
llanura qued encharcada con la sangre de la matanza hasta el punto
de que los supervivientes deban luchar nadando en un amasijo de
sangre mezclada con polvo. Incluso en ocasiones, al pisar los cuerpos
de los muertos, algunos caan y se ahogaban en los ros de sangre, porque si es verdad, como dicen, que cayeron ms de treinta mil hombres
en aquella batalla, qu grandes torrentes de sangre debieron de fluir,
qu gran extensin de tierra debi de cubrirse con el polvo y la sangre.
9. Ambas partes estuvieron manteniendo las cabezas igualmente altas en el combate, por decirlo de alguna manera, hasta que la
muerte de Landulfo, el caudillo de los sajones, decidi la contienda.
Tan pronto como este recibi una herida mortal y dej de vivir,
cedi la falange del papa y ofreci la espalda a los enemigos en una
huida no exenta de sangre ni de heridas. Lo sigui Enrique excitando y animando a la persecucin desde el mismo instante en que se
enter de que Landulfo haba cado por obra de una mano enemiga.
Sin embargo, acab por detener su carrera y ordenar que su ejrcito
descansara. Cuando volvi a armarse, ya descansado, se apresur en
direccin a Roma con intencin de asediarla.
62 I Timoteo, V.22.
63 Batalla de Hohenmlsen, el 15 de octubre de 1080. Esta batalla estaba provocada, realmente, por el enfrentamiento entre el emperador Enrique IV y el duque de
Suabia, Rodolfo de Rheinfelden (Landulfo, para Ana Comnena) por el dominio
de la zona. Con todo, los conflictos con el papado influyeron en el curso de esas
luchas.

88

10. Record entonces el papa los tratados y juramentos con Roberto y le mand una embajada para solicitar su ayuda. Y he aqu
que, simultneamente, tambin Enrique busc su apoyo con el envo de emisarios en el momento de marchar sobre la vieja Roma. A
Roberto, sin embargo, le parecieron ambos igualmente idiotas al requerir un pacto de tal ndole. Entonces, respondi al rey de palabra,
sin ningn escrito y al papa le redact una carta. La carta deca, ms
o menos, as: Carta para el gran pontfice y seor mo, de Roberto,
duque por la gracia de Dios. Aunque conozco de odas la ofensiva que unos enemigos han realizado contra ti, no he dado ningn
crdito a ese rumor, porque s que nadie se atrevera a levantarte la
mano. Quin, a no ser que estuviera loco, intentara algo contra
tan magnfico padre? Por otra parte, te comunico que yo me estoy
armando para una muy dura campaa contra un pueblo dificilsimo
de batir, los romanos, que han llenado toda la tierra y el mar con
sus triunfos. Sin embargo, soy deudo, desde el fondo de mi alma, de
mi lealtad hacia ti, que te brindar cuando la ocasin lo requiera.
De este modo despach a los embajadores de los gobernantes que
solicitaban su auxilio. A unos lo hizo con esta carta; de otros se libr
despachndolos con persuasivas palabras.

XIV. Roberto se apresta a cruzar en direccin a Auln64. Actuaciones previas de su hijo Bohemundo65 en el Ilrico.
1. Pero no omitamos las acciones que realiz l en Longibarda
hasta su llegada a Auln acompaado del ejrcito. Porque era adems una persona de carcter tirnico y muy cruel, fue en aquellos
momentos cuando imit la locura de Herodes. Efectivamente, no
satisfecho con los hombres ya alistados desde antes y veteranos
en las batallas, consigui poner en armas un ejrcito de nuevos
reclutas sin reparo ninguno respecto a su edad. Antes al contrario,
se atrajo a su bando al que se pasaba por su edad y al que no la
64 Valona, en la costa de la actual Albania.
65 Bohemundo de Tarento (1058-1111).

89

alcanzaba, y los reuni de todas las procedencias de Longibarda


y Apulia. Era penoso ver a nios, jvenes y pobres ancianos, que
ni siquiera en sueos haban visto un arma, cubiertos entonces
por una coraza, aferrando un escudo, tensando un arco del modo
ms torpe e incorrecto y cayndose de boca cuando haba que
caminar.
2. Precisamente esta actitud era origen de incesantes alborotos en la regin de Longibarda y por todas partes se elevaban lamentos de hombres y gemidos de mujeres que participaban en las
desgracias familiares. De estas, una se lamentaba por su marido
que sobrepasaba la edad militar; otra, por su hijo que ignoraba los
entresijos de la guerra y otra, por su hermano que era labrador o
que se haba ocupado en otras tareas. Esta actitud, como dije, era
totalmente caracterstica de una locura como la de Herodes, o incluso mayor que la de Herodes, pues este solo hizo vctimas de su
clera a los recin nacidos y aquel tambin tom como vctimas a
nios y mayores. No obstante, a pesar de tener tan poca prctica,
diariamente, por as decir, los entrenaba y ejercitaba los cuerpos de
los nuevos reclutas.
3. Esto le suceda a Roberto en Salerno, antes de llegar a Hidrunte66. Hacia all envi por delante un ejrcito bastante numeroso para que esperase su venida, que se producira cuando estuvieran ultimadas las cuestiones referentes a la regin de Longibarda
y hubiera ofrecido a los embajadores las respuestas apropiadas. A
todo lo que le haba comunicado al papa, le aadi, no obstante,
que haba ordenado a su hijo Rogelio, nombrado gobernador de
toda la Apulia, y a Boritilas67, su hermano, que cuando el trono de
Roma los requiriese para auxiliarlo contra el rey Enrique, acudieran
rpidamente a su presencia y le prestaran el apoyo de su poderosa
alianza.
66 Otranto.
67 Roberto I, conde de Loritello a partir de 1061 (muerto en 1107), sobrino de
Roberto Guiscardo, no hijo. Su padre era Godofredo de Hauteville (1020-1071),
hermano de Roberto Guiscardo, ambos hijos de Tancredo de Hauteville (9801041).

90

4. A Bohemundo, el ms joven de sus hijos y parecido a su padre


en audacia, fuerza, valenta y temperamento incontenible (era una
copia perfecta del padre y posea la viva impronta del carcter de
este) lo destac con un potentsimo ejrcito para que asolara dentro
de nuestro territorio los lugares que rodean a Auln. l, tras caer
enseguida amenazadoramente y con el incontenible mpetu de un
relmpago sobre Canina, Jeric68 y Auln, se apoder de todas estas
localidades, siguiendo siempre la tctica de tomar los alrededores de
su prximo objetivo e incendiarlos mientras combata en el anterior.
Realmente, era tanto una humareda muy penetrante que auguraba un prximo incendio, como los prolegmenos de un asedio que
auguraba el gran asedio. Se podra identificar a estos dos brbaros,
padre e hijo, con las larvas y con las langostas, porque aquello que
le sobraba a Roberto, su hijo Bohemundo lo agarraba y se lo coma.
Pero no hagamos pasar todava a Roberto en direccin a Auln y
examinemos lo que hizo por tierras de la costa italiana.

XV. Ral, un embajador enviado por Roberto a Constantinopla,


regresa y desbarata el pretexto de la guerra.
1. Tras abandonar Salerno lleg a Hidrunte. Despus de permanecer en este lugar unos pocos das y recibir a Gaita, su mujer (ella
acompaaba a su marido en la campaa y era algo terrible cuando
apareca recubierta con las armas). Tan pronto como la hubo saludado a su llegada, sali nuevamente de all con todo su ejrcito y lleg
a Brentesio, que es el mejor puerto de toda Yapigia69. Una vez all,
esper impaciente que se reunieran en este punto el ejrcito y todos
los navos, tanto los mercantes, como los largos70 y los de guerra.
Pareca, en efecto, que iba a emprender desde all la travesa hacia
nuestro territorio.
68 Realmente, el nombre de la localidad era en griego rikos [], en la actual costa sur de Albania, norte del Epiro.
69 Brentesio es Brndisi; Yapigia es Apulia.
70 Los navos largos eran los barcos de carga.

91

2. Mientras estaba en Salerno, envi un embajador que escogi


entre hombres ms destacados, de nombre Ral, al emperador Botaniates, que ahora estaba al frente del imperio tras derrocar al soberano Ducas. Esperaba sus respuestas, pues le haba dirigido una serie
de reproches y pretextos, en apariencia razonables, para la presente
guerra; que, como hemos dicho anteriormente, haba separado a su
hija, prometida al emperador Constantino, de su novio, a quien le
haba arrebatado el imperio, y que por esos ultrajes l se movilizaba
en su defensa. Tambin haba enviado algunos regalos y una carta
al que entonces tena el cargo de gran domstico y exarca71 de los
ejrcitos de occidente (esto es, a mi padre Alejo) con la promesa de
su amistad. As, esperando las respuestas a sus mensajes, permaneca
en Brentesio.
3. Cuando an no estaban congregadas todas las tropas y la mayora de las naves no haban sido botadas, regres Ral de Bizancio.
Como no traa ninguna respuesta a sus denuncias reaviv la clera
del brbaro, tanto ms cuanto que alegaba los siguientes argumentos
en su discurso para hacerlo desistir de la guerra contra los romanos.
Primero, que el monje que los segua era un comediante, un impostor que estaba suplantando al soberano Miguel y que sus pretensiones eran pura ficcin. Ral afirmaba, en efecto, que haba visto
a Miguel despus de derrocado en la ciudad imperial vestido con
un msero hbito gris y viviendo en un monasterio, ya que se haba
tomado la molestia de ir a ver con sus propios ojos al emperador
destronado. Luego, aadi tambin la noticia, que haba llegado a
sus odos durante el camino de vuelta. Mi padre, tras apoderarse del
imperio, como ms adelante contar, arroj a Botaniates del palacio
imperial e hizo llamar al hijo de Ducas, Constantino, el ms ilustre
de los hombres que habitan bajo el sol, para asociarlo al trono imperial.
4. Al haberse enterado Ral de estos acontecimientos por el camino, aada este hecho como un persuasivo argumento a fin de
desbaratar los preparativos para la guerra. Pues qu razn justa nos
71 El exarca es un alto funcionario cuya autoridad le ha sido conferida directamente por el emperador y que lo representa.

92

amparar dijo en nuestra lucha contra Alejo, si fue Botaniates el


que dio base a la injusticia y priv del cetro de los romanos a tu hija
Helena? Los actos que unos han realizado en perjuicio nuestro no
pueden ser el origen de una guerra conforme a derecho contra otros
que en nada nos han agredido. Dado que la guerra no tiene una
causa justa, todo carece de sentido, las naves, las armas, los hombres
y todos los preparativos militares.
5. Todo lo dicho desat grandemente la ira de Roberto. Haba
enloquecido e iba a echarle mano. Por otro lado, el falso emperador
Miguel, que finga ser un Ducas y al que tambin hemos llamado
Rctor, estaba enfadado y lleno de irritacin sin poder contener su
ira, ya que haba quedado claramente probado as que no era el famoso emperador Ducas, sino un fingido pseudoemperador. Como
aquel tirano estaba adems molesto con Ral porque su hermano
Rogelio72 se haba pasado voluntariamente al bando de los romanos
y les haba revelado todos los planes de la guerra que se preparaba, quiso castigar de alguna manera a Ral amenazndolo con una
muerte instantnea. Pero l, sin esperar ni un instante para huir,
escap junto a Bohemundo, en el que hall algo de refugio gracias
a que estaba cerca.
6. Rctor entonaba trgicamente la letana de sus sangrientas
amenazas contra el hermano de Ral, que haba desertado al bando
de los romanos, y mientras profera grandes gritos, golpendose el
muslo con la diestra, reivindicaba ante Roberto lo siguiente: Una
sola cosa es la que pido, que si accedo al imperio y soy restaurado en
mi trono, se me entregue a Rogelio; y si no le doy rpidamente una
muerte miserable, crucificndolo en medio de la ciudad, que Dios
haga conmigo lo que quiera. Cuando cuento estas cosas, me echo a
rer de la idiotez de estos hombres, de su simpleza y todava ms de
la fanfarronera que mostraban unos con otros. Roberto manejaba
a ese truhn como pretexto, como cebo y como una ficcin de consuegro y emperador. Lo mostraba a las ciudades y alzaba en rebelin
72 Ral y Rogelio eran hijos del noble francs Dagoberto. Toda la familia acab
asentada en Constantinopla y cre una dinasta al servicio del imperio durante
siglos.

93

a aquellos ante los que se presentaba y a los que poda convencer.


Pero tena en mente que cuando le fueran favorables el curso de la
guerra y la suerte, le dara un capn en el cogote y lo despachara entre carcajadas, pues nos remos del cebo cuando la presa es nuestra.
Rctor, por su parte, se alimentaba con las falsas esperanzas de que
sucedera que tendra alguna parte en el poder, como suele ocurrir
inesperadamente en muchas ocasiones. Ese sera dueo absoluto del
imperio, ya que ni el pueblo ni el ejrcito romano aceptaran al brbaro Roberto en el trono imperial. Entre tanto lo utilizara como
un instrumento para el desarrollo de sus intrigas. Cuando pienso en
esto, esbozo una sonrisa y acude la risa, mientras voy deslizando mi
pluma en direccin a la lmpara.

XVl. Actuacin de Monomacato73, duque de Dirraquio, en los


conflictos planteados por la invasin de Roberto y la rebelin
de Alejo.
1. Sin embargo, Roberto haba congregado en Brentesio todas sus
fuerzas, tanto las naves como los soldados (las primeras ascendan al
nmero de ciento cincuenta y la totalidad de los soldados se contaba
en treinta mil con doscientos hombres por cada nave, incluidos armas y caballos), y estaban dotados con este equipo porque los hombres a los que deban enfrentarse estaran pertrechados con iguales
armas e iran a caballo. Pensaba zarpar hacia la ciudad de Epidamno,
a la que llamaremos Dirraquio de acuerdo con la costumbre actual.
Su plan consista en atravesar desde Hidrunte hasta Nicpolis74 y
tomar las poblaciones y fortalezas vecinas a Naupacto. Sin embargo,
dado que la distancia por mar es mayor desde Hidrunte hasta esas
dos localidades que desde Brentesio a Dirraquio, escogi esta ruta
antes que aquella, porque prefera a un tiempo hacer la travesa por
73 Jorge Monomacato fue nombrado duque (gobernador) de Dirraquio y del Ilrico en 1078 por Nicforo III Botaniates para sustituir la rebelde Basilacio. Ocup
el cargo hasta 1081.
74 Localidad situada al norte de Prveza, en Grecia.

94

el camino ms rpido y procurar una fcil navegacin a la flota. En


efecto, era invierno en aquella poca y el sol, con su marcha hacia
crculos meridionales y su aproximacin a Capricornio acortaba la
duracin del da. Por consiguiente, para no navegar de noche tras
haber zarpado de Hidrunte al amanecer, y meterse en alguna tormenta, decidi viajar a toda vela desde Brentesio hasta Dirraquio. La
distancia de la travesa es ms reducida en aquel lugar porque el mar
Adritico se estrecha. No dej atrs a su hijo Rogelio, como tena
decidido previamente, tras nombrarlo seor de Apulia, sino que, no
s cmo, cambi de opinin y lo hizo acompaarle otra vez.
2. Durante la travesa hacia Dirraquio tom al primer asalto la
muy fortificada ciudad de Corif75 y algunas otras fortalezas nuestras. Tras haber cogido rehenes de Longibarda y Apulia e imponer
contribuciones y tributos por todo el pas, se esperaba que pusiera su
atencin en Dirraquio. Era en aquellos momentos duque de todo el
Ilrico Jorge Monomacato, que haba sido enviado por el soberano
Botaniates. Este hombre haba rehusado en principio hacerse cargo
de la misin y no estaba en absoluto convencido de aceptar ese cargo; pero los esclavos brbaros del soberano (Borilo y Germano eran
escitas) estaban profundamente enojados con Monomacato y, como
siempre estaban tramando infligirle tremendos castigos, hablaron
mal de este hombre al soberano. Tramaron cuantas maquinaciones
se les antojaban y excitaron tanto el nimo del emperador contra
Monomacato, que Botaniates se dirigi a la emperatriz Mara con
las siguientes palabras: Tengo la sospecha de que Monomacato es
enemigo del imperio de los romanos.
3. Cuando Juan de Alania, que era muy amigo de Monomacato
y que conoca la inquina de los escitas y las continuas actividades
contra l, se enter de esta conjura, parti a su lado, revel a Monomacato las palabras del emperador y las de los escitas, y le aconsej
que adoptara la medidas oportunas. l, que era prudente, acudi a
presencia del emperador y acept el cargo de duque de Dirraquio,
mientras se ganaba su simpata sirvindose de trminos aduladores.
Tras recibir la orden de partida en direccin a Epidamno y tomar las
75 Crcira / Corf.

95

instrucciones escritas para el gobierno del territorio ducal, se apresur a salir dos das despus de la ciudad imperial rumbo a Epidamno
y al pas del Ilrico, porque los escitas Borilo y Germano le urgan
insistentemente a que partiera.
4. En torno ms o menos al lugar conocido como la Fuente,
donde hay un templo dedicado a Nuestra Seora la Virgen Madre de
Dios que es famoso entre los templos de Bizancio, se tropez con mi
padre Alejo. Tras reconocerse mutuamente, Monomacato comenz
a hablar muy afectado al gran domstico. Le dijo que se haba exilado por l y por su amistad, que los escitas Borilo y Germano sentan
envidia de todos y, poniendo a girar la rueda del odio que le tenan a
l, haban logrado separarlo de su familia y de esta hermosa y amada
ciudad bajo una hermosa apariencia. Tan pronto hubo narrado detalladamente todas sus desventuras, todas las calumnias que haban
levantado ante el emperador y que haba padecido por culpa de estos
esclavos, el domstico de occidente le proporcion todo el consuelo
que poda darle, ya que era capaz de aliviar el alma apesadumbrada
por las desgracias. Finalmente, tras afirmar Alejo que Dios sera el
vengador de esas injusticias y advertirle que recordara su amistad,
despidi a Monomacato, que se encaminaba hacia Dirraquio, y l
avanz en direccin a la ciudad imperial.
5. Cuando Monomacato lleg a Dirraquio y se enter tanto de
los preparativos del tirnico Roberto, como del levantamiento de
Alejo, comenz a ponderar su reaccin. En pblico se mostraba hostil a ambos, pero tena pensamientos ms profundos que su hostilidad a la vista y que la apariencia. El gran domstico le haba advertido por carta de lo ocurrido: que lo amenazaba la privacin de la vista
y que ante esta perspectiva no tuvo ms remedio que oponerse a los
tiranos con prcticas propias de una tirana, que l deba sublevarse
por su amigo y que asumiera la misin de enviarle dinero recaudado
por cualquier medio. En efecto dijo Necesito dinero dijo y sin
este no es posible nada de lo que debe hacerse.
6. Pero Monomacato no envi el dinero y, tras una amistosa
recepcin a los emisarios de Alejo, les ofreci en lugar de dinero una
carta que contena el siguiente mensaje. l conservaba la primitiva

amistad hasta ese da y se comprometa a cuidarla en adelante. En


lo concerniente al oro requerido, deseaba vivamente enviarle cuanto
dinero quisiera. Sin embargo, dijo me ha retenido un motivo
justo. En efecto, yo he sido enviado a esta plaza por el emperador
Botaniates y le he jurado la fidelidad del vasallaje. Ni siquiera a ti te
parecera una persona honrada y leal a los emperadores, si cediera
enseguida a tus rdenes. Pero si la providencia divina te recompensa
con el imperio, del mismo modo que antes fui un amigo fiel, tambin ser luego tu ms fiel vasallo.
7. Dado que Monomacato planeaba esta actitud con mi padre y
al mismo tiempo finga ante l, me refiero a mi padre, y ante Botaniates, y dado que adems de esto, mantena conversaciones abiertas
con el brbaro Roberto e incurra en una evidente sedicin, puedo
colmarlo de acusaciones. Parece que tales caracteres humanos son
tornadizos y que cambian muchas veces de partido segn el curso
de las circunstancias. Para la sociedad esas personas sin excepcin
son desaconsejables, pues obran con suma prudencia para su propio
inters y miran por lo que les concierne solo a ellos, aunque fracasen
la mayor parte de las veces. Por culpa de estas disquisiciones, se me
sali del camino el caballo de la historia. Conduzcmoslo de nuevo
a su anterior sendero porque se hallaba sin freno.
8. Roberto, pues, que anteriormente se haba agitado convulso
por el ansia de hacer la travesa hacia nuestro territorio y que solo
pensaba en Dirraquio, ms se enardeca ahora y se le descontrolaban sus manos y sus pies. Apremiaba por ello a los soldados y
los animaba con ardientes arengas. Monomacato, por su parte, tras
comportarse como dijimos, elaboraba adems otra va de escape. Se
gan por cartas la amistad de Bodino1 y de Micaels, exarcas de los
dlmatas, y se gan de antemano su apoyo con regalos abrindose
diversas puertas. En efecto, si sus planes sobre Roberto y Alejo fracasaran y fuera rechazado por ambos, se marchara sin perder un
1 Constantino Bodin, rey de Serbia y Dalmacia entre los aos 1081 y 1101. Al
denominarlo exarca, Ana Comnena pretende sugerirnos que su autoridad real
proceda de una concesin imperial. La presencia de un tal Micaels puede deberse
a que tanto el antecesor de Bodin en el poder (su abuelo o su padre), como su
primognito se llamaban ambos Miguel.

97

instante a Dalmacia para presentarse como desertor ante Bodino y


Micaels. Si aquellos dos se revelaban como enemigos, lo esperara
Micaels, y de otra parte tambin Bodino, junto a quienes haba
previsto huir cuando las intenciones de Roberto y de Alejo fueran
evidentemente contrarias a l.
9. Terminemos aqu este libro. Tiempo es ya de aplicarnos al reinado de mi padre y exponer cmo y por qu motivos fue empujado
a reinar, pues no solo es mi propsito contar los acontecimientos
anteriores a su reinado, sino cuantos aciertos y errores tuvo durante
su gobierno, si es que vemos que l err en las obras por las que
vamos a transitar. Pues el hecho de que sea mi padre no constituir motivo suficiente para omitir los actos que no fueron realizados
acertadamente, si es que los hay. Como tampoco pasaremos por alto
los xitos que obtuvo por la secreta sospecha de parcialidad al ser
un padre sobre quien escribimos la historia. En cada uno de los dos
casos, ultrajaramos a la verdad. Yo, como he reiterado en muchas
ocasiones ms arriba, me he fijado el objetivo de tratar sobre mi
padre y emperador. Dejemos, pues, a Roberto en el sitio adonde lo
ha llevado nuestra historia y examinemos a continuacin los acontecimientos relacionados con el emperador. Reservaremos las guerras
y las batallas contra Roberto para otro libro.

98

Nicforo III Botaniates junto a su esposa Mara de Alania.

LIBRO II

Rebelin de los Comneno y ascenso al trono de Alejo

I. Los Comneno son vctimas de las intrigas tramadas por Borilo


y Germano.
l. A los interesados en saber de dnde era originarlo el emperador
Alejo y de qu linaje, los remitimos a los escritos del csar, aun-

99

que tambin se pueden extraer de esa obra los acontecimientos del


reinado del emperador Nicforo Botaniates. Manuel, el hermano
primognito de Isaac, de Alejo y de los restantes hijos de Juan
Comneno, mi abuelo paterno, fue estratego autocrtor de toda el
Asia por nombramiento del anterior emperador Romano Digenes. La ciudad de Antioqua le correspondi a Isaac con el cargo
de duque, ya que haban combatido en muchas guerras y batallas,
y haban obtenido muchos triunfos sobre los enemigos. Tras ellos,
mi padre Alejo fue ascendido a estratego autocrtor y enviado contra Urselio por el entonces reinante Miguel Ducas.
2. Del mismo modo, cuando el emperador Nicforo se percat de que Alejo demostraba gran habilidad en los asuntos de
la guerra y cuando se enter de cmo se haba comportado por
encima de su edad en diversos combates, actuando como un hroe, con ocasin de la campaa por oriente en la que haba acompaado a su hermano Isaac, y cmo haba sometido a Urselio,
comenz a estimarlo de manera especial y no menos que a su
hermano Isaac. Era feliz con ambos hermanos presentes en su
corazn y en algunas ocasiones los consideraba dignos de compartir su mesa.
3. Estos favores excitaban la envidia contra ellos, en particular
la de aquellos dos brbaros ya mencionados y originarios de Eslavonia, es decir, Borilo y Germano. Se consuman al ver la buena
disposicin del emperador hacia ellos y su invulnerabilidad ante sus
envidiosos dardos a pesar de que los atacaran sin descanso. Pues el
emperador nombr a Alejo por su extendida fama y aunque todava no estaba crecida su barba, estratego autocrtor de occidente,
tras haberlo honrado con la dignidad de proedro. Ya hemos hablado
bastante sobre los triunfos que obtuvo en occidente y sobre todos
los rebeldes que tras derrotarlos condujo como prisioneros ante el
emperador. Eran precisamente estos xitos los que no agradaban a
los esclavos y encendan ms an su llameante envidia. Ellos propagaban muchas murmuraciones y conjuraban en secreto contra los
Comneno, contando muchas historias al emperador, ya en privado,
ya en pblico, ya a travs de intermediarios, y empleando diversas

100

argucias para que se los alejara.


4. Presionados por esta apurada situacin, los Comneno planearon por necesidad ganarse a los miembros del gineceo y a travs
de ellos conseguir el favor de la emperatriz2. Saban atraerse a las
personas y eran capaces de ablandar un alma de piedra con toda
clase de recursos. Isaac haca tiempo que haba sacado fruto de estas
virtudes, al ser elegido por la emperatriz para marido de su prima3
gracias a la extraordinaria distincin de la que haca gala tanto en sus
palabras como en sus actos, cualidades todas en las que se pareca
bastante a mi padre. Cuando sus intereses estuvieron bien encauzados, empez a prestar gran atencin a su hermano y tanto colabor entonces aquel con este en lo relacionado con el matrimonio,
como se afanaba Isaac para que su hermano no se hallara lejos de
la emperatriz. Se dice que tanto afecto se tenan Orestes y Plades
por su mutua amistad, que en el momento de la batalla cada uno
se despreocupaba de sus propios enemigos para defender al otro de
los que lo acometan y uno pona el pecho para apartar los dardos
destinados al otro. Esta actitud tambin poda verse en ellos. Ambos
hermanos tambin queran apartarse los peligros, y las hazaas, los
honores y, en general, el bien del uno el otro los senta como propios
y viceversa. Tan gran devocin mutua se tenan.
5. As dispona la divina providencia los intereses de Isaac. No
mucho tiempo despus, los funcionarios del gineceo a sugerencia de
Isaac convencieron a la emperatriz para que adoptase a Alejo. Esta
secund sus recomendaciones y el da sealado ambos se encontraron en palacio. Entonces, la emperatriz adopt a Alejo segn el
ceremonial seguido desde antiguo para estos casos. As pues, el gran
domstico de los ejrcitos de occidente qued libre de sus enormes
preocupaciones. De ah en adelante los dos acudan frecuentemente
a palacio y, tras hacer la prosternacin debida a los emperadores y
aguardar un breve rato, se aproximaban a la emperatriz. Estas costumbres avivaban ms la envidia en contra de ellos.
2 Mara de Alania. Nicforo III Botaniates se haba casado con ella tras derrocar
a su anterior marido Miguel VII Ducas y tras el pase de este a la vida monstica.
3 Irene de Alania.

101

6. Sin embargo, los Comneno eran informados por muchos partidarios suyos de esas reacciones y, ante el temor de caer atrapados
ambos en las redes de sus enemigos y no tener a nadie que pudiera
ayudarlos, buscaban con la ayuda de Dios el modo de afianzar su
seguridad. En consecuencia, tras laboriosas reflexiones e intensos
exmenes de la situacin junto a su madre encontraron una nica
esperanza humana de salvacin. Consista en acercarse a la emperatriz, cuando hubiera un motivo razonable para hacerlo, y revelar su
secreto. Mantenan oculta, no obstante, sus intenciones y no desvelaron a nadie sus proyectos. Estaban atentos como los pescadores,
no fuera que asustasen la pesca. Su plan definitivo consista en huir,
pero teman descubrrselo a la emperatriz por miedo a que ella se
presentara ante el emperador y le comunicara las intenciones de los
Comneno, ya que estaba emparentada con ellos y con el emperador.
Por tanto, renunciaron a su primitivo plan y dirigieron hacia otra
direccin sus reflexiones, pues eran unos maestros en aprovecharse
de las circunstancias que se les presentaban.

II. Los Comneno se ganan a la emperatriz Mara gracias a su


sagacidad.
1. El emperador, temeroso del ineludible golpe de la muerte, estaba preocupado por su sucesin, ya que no acababa de engendrar
hijos a causa de la vejez. Haba por aquel entonces un tal Sinadeno4, originario de oriente, de brillante linaje, de hermoso aspecto,
gran inteligencia y fuerte fsicamente, que estaba en el preludio de
la juventud y era adems pariente del emperador. Tena previsto
dejarle el imperio en herencia a l ms que a otros como si fuera
un patrimonio particular en una mala decisin. En efecto, podra
haber conseguido una seguridad total hasta el final de sus das y al
tiempo cumplir con lo que era justo legando el gobierno del imperio al hijo de la emperatriz, Constantino, transmitindoselo como
4 Tal vez el hijo de Tedulo Sinadeno, esposo de la hermana de Nicforo Botaniates.

102

un patrimonio perteneciente en origen a su abuelo y luego a su padre. Con ello tambin la emperatriz confiara en l y aumentara
su lealtad El anciano no se percat de que estaba cometiendo una
injusticia y un error, y de que echaba piedras sobre su propio tejado.
2. La emperatriz se dio cuenta de esos planes por los rumores
que corran y estaba muy apesadumbrada al sospechar el peligro que
se cerna sobre su hijo. Se encontraba desanimada, porque no poda
comunicar a nadie su pesar. Pero los Comneno repararon en esta
actitud. Cuando encontraron la oportunidad que buscaban, decidieron acercarse a la emperatriz. Su madre confi a Isaac el modo de
iniciar la conversacin con la emperatriz, valindose de la compaa
de su hermano Alejo. Cuando estuvieron a su lado, Isaac dijo a la
emperatriz: No os vemos, seora, como ayer y antes de ayer, sino
como corroda y obsesionada por ntimos pensamientos hasta el extremo de no mostrar confianza en aquel al que Vos podrais revelar
vuestros secretos. Pero ella no deseaba revelarlos por el momento
y, suspirando profundamente, dijo: No se debe preguntar a los que
habitan una tierra extraa5, porque esto solo es suficiente para su
dolor. En cuanto a m, ay, qu sucesin de desgracias y de qu tipo
se me estn dispensando en tan breve lapso de tiempo, segn parece! Los Comneno se apartaron sin aadir ms palabras, clavaron
sus ojos en tierra, cubrieron sus manos y estuvieron pensativos un
rato. Luego, tras hacer la acostumbrada reverencia, volvieron a casa
inquietos.
3. Al da siguiente, llegaron de nuevo para hablar con ella; pero
al ver que la emperatriz los miraba con mayor alegra que el da
anterior, se le acercaron los dos y dijeron: Vos sois nuestra seora
y nosotros vuestros obedientes siervos, dispuestos a sufrir todo por
Vuestra Majestad. Que ningn pensamiento os turbe ni os hunda
en un total desaliento. Con estas palabras dieron fe de su lealtad a
la emperatriz y alejaron de ellos toda sospecha. Haban adivinado el
5 Era natural de Alania, aproximadamente en lo que actualmente es Osetia del
Norte y Georgia. Su nombre originario era Marta de Georgia, hija del rey Bagrat
IV (1018-1072). Su padre la envi en 1065 para ser esposa de Miguel VII Ducas
y en Constantinopla recibi el nombre de Mara de Alania.

103

secreto gracias a su agudeza, su inteligencia y su capacidad para captar a las pocas palabras los pensamientos humanos que yacen ocultos
y que eran secretos hasta el momento. Pronto fueron ms estrechas
sus relaciones con la emperatriz y junto a sus muchas muestras de su
lealtad prometieron apoyarla en todo aquello que exigiera su presencia. De forma generosa se dispusieron, de acuerdo con el mandato
divino, a alegrarse con la que se alegraba y a entristecerse con la que
penaba6. Pedan que se los considerara familiares e ntimos amigos
suyos, oriundos del mismo pas que ella, pidiendo solo a cambio
que, si algo les era comentado a la soberana o al emperador por quienes los envidiaban, se lo comunicase sin tardanza, para no caer por
desconocimiento en las trampas de sus enemigos. Se lo pedan junto
con una exhortacin a la confianza, aadiendo que, con la ayuda de
Dios, le ofreceran sin reservas su ayuda y su lealtad, para que con
el apoyo de ellos su hijo Constantino no perdiera el imperio. Por
ltimo expresaron su deseo de confirmar estos compromisos con un
juramento, pues no podan permitirse ninguna distraccin frente a
quienes los envidiaban.
4. Estos dos hombres se vieron libres de su enorme inquietud,
recobraron los nimos y desde aquel momento conversaban con el
emperador luciendo un rostro ms alegre; tanto ms, cuanto que
eran capaces, en especial uno de ellos Alelo de ocultar en su interior
los pensamientos ms recnditos y las intenciones ntimas manteniendo al tiempo las apariencias. Como la llama de la envidia se
iba convirtiendo en una gran hoguera y no ignoraban nada de lo
que se deca al emperador en contra de ellos, segn lo convenido
previamente. Conocan, asimismo, que los dos prepotentes esclavos
planeaban librarse de ellos. A partir de entonces ya no marchaban
juntos al palacio, como tenan acostumbrado, y cada uno de los dos
se presentaba diariamente por separado Este era un plan inteligente
y digno de Palamedes, porque, si suceda que uno de ellos era apresado por culpa de las secretas intrigas de aquellos dos poderosos
escitas el otro podra huir y no caeran ambos al mismo tiempo en la
trampa de los brbaros. Ese era su plan. Sin embargo, el hecho que
6 Epstola a los Romanos, 15.

104

ellos esperaban no lleg a producirse. Al final se convirtieron en ms


poderosos que los intrigantes, como el relato demostrar con toda
claridad partiendo de este punto.

III. Isaac y Alejo van asegurando sus posiciones en el palacio


imperial.
1. Cuando el emperador fue informado de la toma de la ciudad de
Czico por los turcos, llam inmediatamente a Alejo Comneno. Se
daba la circunstancia de que aquel era el da en que acuda a palacio
Isaac. Al ver Isaac que su hermano, contra lo convenido, tambin
estaba a punto de entrar se le aproxim y le pregunt la razn de su
presencia. l le aclar la causa: Porque dijo el emperador me ha
llamado. Tras entrar ambos y hacer la acostumbrada prosternacin,
hubieron de esperar un poco por orden suya porque era la hora del
almuerzo y les mand que lo acompaaran a la mesa. Al distribuir
los puestos, el uno se sent a la derecha de la mesa y el otro a la izquierda, uno frente a otro. Al poco empezaron a prestar atencin a
los presentes y los vean murmurando con rostro sombro. Temiendo que los esclavos hubieran tramado algo perjudicial para ellos y
que hubiera un peligro en ciernes, se miraban uno a otro fija y furtivamente sin saber qu hacer.
2. Pero desde mucho tiempo atrs se haban ganado con sus
palabras aduladoras, sus atenciones y afabilidad a todos los que servan al emperador, incluido el cocinero, a quien haban tratado con
deferencia y haban convencido para que estuviese a bien con ellos.
Entonces, uno de los servidores de Isaac Comneno se le acerc y
le dijo: Ve y anuncia a mi seor la toma de Czico. Una carta ha
llegado desde all con este mensaje. El cocinero pronto distribuy
los manjares por la mesa, mientras daba a conocer con sigilo a Isaac
la noticia trada por su servidor. Y l, con un ligero movimiento de
labios, comunic a su hermano lo que le haban dicho. Gracias a su
aguda inteligencia y su viveza, mayor que la del fuego, Alejo capt
pronto el mensaje. Respiraron, por tanto, ambos sintindose libres

105

de la angustia que los atenazaba. Y, ya recuperados, meditaron sobre


la respuesta con la que contestaran gilmente, si alguien les preguntaba sobre este asunto, y sobre el consejo que prestaran como el ms
adecuado, si el emperador se lo peda.
3. Mientras ellos se entretenan con tales pensamientos, el emperador, apartando su mirada hacia los hombres en la creencia de que
desconocan lo de Czico, les comunic su toma. Ellos, que estaban
tambin dispuestos a cuidar del alma del emperador, agitada por los
saqueos de nuestras ciudades, levantaron su nimo decado y lo confortaron con hermosas expectativas, garantizndole que la ciudad sera recuperada fcilmente: Ante todo, que Vuestra Majestad se halle
bien; dijo en cuanto a los que han tomado la ciudad, recibirn en
su seno el sptuplo de los males que han cometido. Se maravill
entonces de la presencia de nimo de ellos dos y, tras despedirlos de
su mesa, qued tranquilo durante el resto del da.
4. As pues, a partir de entonces los Comneno tuvieron la precaucin de acudir a palacio y frecuentar ms a los que estaban prximos al emperador para no darles ninguna clase de oportunidad a los
intrigantes, ni ganarse ningn tipo de enemistad, sino convencer a
todos para que les tuviesen estima y pensaran y hablaran en su favor.
Proyectaban ellos atraerse algo ms a la emperatriz Mara, mirando
y viviendo solo por ella. Isaac, con la excusa de su boda con la prima
de la emperatriz, ampliaba su libertad de accin junto a ella y no
menos mi padre por su estrecho parentesco sobre todo gracias a que
su ilustre adopcin le haba facilitado la excusa para tener acceso a
la emperatriz. Su conducta apareca como intachable y ensombreca
la envidia de los perversos. En efecto, no desconoca el espritu vengativo de aquellos esclavos brbaros ni la ligereza del emperador. Se
preocupaban, lgicamente, de no perder aquella buena disposicin,
para no ser presa de sus enemigos, pues los caracteres muy ligeros
son inestables y vacilantes como el flujo y reflujo del Euripo7.
7 El Euripo no es un ro, sino un estrecho entre la isla de Eubea y Beocia. Sus corrientes cambian de direccin cuatro veces al da. Este hecho provoca que Scrates
en el Fedn (90c) compare las corrientes del estrecho de Euripo con aquellos que
opinan que nada es estable, ni argumentos ni ninguna otra cosa, y que todo gira
arriba y abajo.

106

IV. Ante el peligro Inminente que suponen las actividades de los


esclavos brbaros, los Comneno deciden rebelarse como ltima
solucin.
1. Los esclavos, al ver estas actuaciones, cmo no avanzaban sus
planes segn los objetivos y que la destruccin de tales hombres
no era fcil, porque la buena disposicin del emperador hacia ellos
aumentaba da a da, cambiaron el rumbo de sus propsitos despus
de haber adoptado y abandonado numerosos proyectos. Cul era el
nuevo plan? Una noche, tras hacerlos venir sin la autorizacin del
emperador, se libraran de ellos sacndoles los ojos con el pretexto
de una falsa acusacin.
2. Los Comneno no ignoraban esta conspiracin. Cuando, despus de haber discutido muchas alternativas, se percataron de que
el peligro era inminente, creyeron que la nica va de escape era la
rebelin, ya que haban sido forzados a caer en ella por una irremediable fatalidad. Pues por qu deban aguardar a la persona que
iba a acercar a sus ojos un hierro candente para apagar la luz que
reciban? As pues, guardaron en sus corazones esta decisin. Cuando, al poco tiempo, se le orden a Alejo acaudillar una expedicin
de castigo contra los agarenos saqueadores de Czico (era por aquel
entonces domstico de occidente), hizo llamar por escrito, aprovechando una ocasin tan propicia, a los jefes del ejrcito que eran
partidarios suyos junto con los hombres a su mando. Tan pronto
como estuvieron todos movilizados, marcharon apresuradamente en
direccin a la capital.
3. Entre tanto, alguien por consejo de uno de los esclavos, el llamado Borilo, pregunt al emperador si el gran domstico conduca
a la ciudad todas las fuerzas por voluntad imperial. El emperador
hizo llamar enseguida a Alejo y le pregunt si era cierto lo que se deca. Alejo no neg que un ejrcito se acercaba por orden del emperador, pero rechaz convincentemente que lo estuviera reuniendo all
por entero desde todas partes. El ejrcito, dijo que estaba disperso
por doquier, ha llegado desde sus diferentes procedencias tras recibir
la orden. Si los que ven esta movilizacin desde los distintos puntos

107

del imperio de los romanos creen que vienen las fuerzas completas
para reunirse aqu convocados por una seal, se engaan al confiar
solo en lo que ven. A pesar de las muchas rplicas que Borilo diriga
a estas palabras, tambin en este asunto fue ms poderoso Alejo y se
gan la aprobacin general. En lo que respecta a Germano, como
era ms simple, no atac mucho a Alejo. Sin embargo, como ni
siquiera estas acusaciones contra el domstico haban turbado el nimo del emperador, decidieron preparar una celada a los Comneno
aprovechando la facilidad del momento (era la tarde).
4. Por naturaleza es la servidumbre enemiga de sus seores y
cuando se emancipa de ellos, aferrndose a su xito, se torna insoportable para sus compaeros de esclavitud. Esa clase de conducta y
de temperamento fue el que sufri Alejo Comneno por parte de los
dos citados esclavos. Dichos personajes no estaban airados contra
los Comneno al servicio del soberano, sino porque Borilo codiciaba
el trono, como dicen algunos, con la complicidad en la conjura de
Germano, que colaboraba afanosamente para la encerrona. Entre
ellos discutan las decisiones que deban tomar para lograr sus objetivos y empezaban a actuar abiertamente de acuerdo con los planes
que antes solo murmuraban entre dientes.
5. Alguien de origen alano escuchaba lo que se deca. Tena la
dignidad de magistro8 y estaba emparentado desde haca mucho
tiempo con el emperador e incluido entre sus familiares. Sali, pues,
en la vigilia9 central de la noche y corri al encuentro de los Comneno para comunicar todo al gran domstico. Algunos dicen que la
emperatriz no ignoraba del todo la marcha del magistro junto a los
Comneno. Alejo lo condujo ante su madre y su hermano. Tras or
aquella abominable noticia, creyeron preciso sacar a la luz lo que
haban mantenido oculto hasta entonces y, con la ayuda de Dios,
procurarse la salvacin.
8 Los magistri eran ttulos de alto rango dentro de la corte. Su puesto en la jerarqua iba tras los ttulos propios de los miembros de la familia imperial y solan
otorgarse a parientes directos o indirectos de la familia reinante.
9 La noche se divida en cuatro vigilias, cuya duracin dependa de la extensin de
las horas nocturnas segn la estacin del ao.

108

6. Cuando dos das despus supo que el ejrcito haba tomado Tzurulo (una ciudadela situada en algn lugar de Tracia), el
domstico march al encuentro de Pacuriano (hombre de corta
estatura, pero un poderoso guerrero, como dice el poeta10, que era
de origen armenio) en la primera vigilia de la noche y lo puso
al corriente de todo, de la clera de los esclavos, de su envidia,
de su prolongado empeo por perjudicarlos y del reciente plan
que consista en quitarles los ojos. Y aadi que no deba aceptar
estos ataques como si fuera un prisionero, sino morir como un
valiente, si fuera necesario, pues esta es lo propio de un carcter
firme, deca.
7. Pacuriano, cuando hubo escuchado todo y comprendido
que no deba haber ningn retraso en semejantes circunstancias,
sino que era necesario llevar a cabo una accin ms audaz, dijo:
Si, cuando amanezca maana, sales de aqu, yo te seguir para
combatir con energa a tu lado. Pero si dilatas tu decisin ms
tiempo, entrate bien de que yo mismo, yo, ir al emperador y te
denunciar a ti y a los que estn contigo sin perder un instante.
Alejo repuso: Como veo que te preocupas de mi salvacin, y esto
es obra enteramente de Dios, no ignorar tu consejo, pero tenemos que reforzar nuestro mutuo compromiso con un juramento.
All, en efecto, se prometieron fidelidad el uno al otro mediante
un juramento, de tal modo que, si Dios elevaba a Alejo al trono
imperial, Pacuriano sera honrado con la dignidad de domstico,
que ahora posea l. Tras despedirse de Pacuriano, Alejo Comneno sali de all y march junto a otro hombre, tambin l valiente,
Humbertpulo11. Lo hizo partcipe de su proyecto y le refiri la
causa por la que en su deseo de escapar le solicitaba su alianza.
Este accedi enseguida y le dijo: Me tendrs dispuesto para servirte sin reservas, sobre todo en los momentos de peligro.
10 Il.,V 801.
11 Constantino Humbertpulo, sobrino de Roberto Guiscardo. Como se ver en
el curso de La Alexada, Alejo I estuvo siempre rodeado de personajes originarios
en Occidente. Era normal que cambiaran de bando y se pasaran al lado de los
bizantinos cuando estos pagaban bien sus servicios.

109

8. Estos hombres que hemos mencionado se sumaban al partido de Alejo especialmente porque l era superior a los dems en
valor e inteligencia. Era muy generoso y le gustaba enormemente
no tener la mano quieta en sus obsequios, aunque no posea una
gran fortuna. No era l de los que rapiaban y se pasmaban ante la
riqueza. Pues no se suele valorar la generosidad por el montante de
las entregas de dinero, sino que se juzga segn la intencin. Puede
darse el caso de que alguien, poseyendo escasos bienes y donndolos
segn sus capacidades econmicas, sea generoso, pero al que tiene
mucho dinero y lo entierra y no lo distribuye segn sus posibilidades
al necesitado, nadie se equivocara al llamarlo un nuevo Creso o un
Midas avaro, enloquecido por el oro y srdido, capaz de aprovechar
un grano de comino partido. Como los hombres mencionados saban desde tiempo atrs que Alejo estaba adornado de todas esas
virtudes, deseaban su ascenso al trono y oraban para ello.
9. Alejo, tras pedir a Humbertpulo un juramento y obtenerlo, march rpidamente a su casa para comunicarle todo a los suyos. La noche durante la que mi padre plane estos hechos era la
del domingo de la Tirofagia12. Al da siguiente, con el nacimiento
del alba, sali de la ciudad con los suyos. El pueblo acept a Alejo
por su arrojo y su inteligencia, y por ello compuso en su honor una
cancioncilla en lengua vulgar, inspirada en estos acontecimientos,
que refera con mucho donaire la trama de este asunto y revelaba
el presentimiento de la intriga en contra y la rplica ingeniada por
l. La cancioncilla, con sus mismas palabras, deca as: El sbado
de la Tirofagia, bien por Alejo!, lo pensaste. Y el lunes por la maana, adelante, halcn mo, bien. El sentido de dicha cancioncilla
era algo as como que el sbado de la Tirofagia, muy bien por
tu inteligencia, Alejo. Y el lunes despus del domingo, como un
halcn que vuela elevado, volaste por encima de los brbaros que
se conjuraban.
12 Tirofagia [] significa ingesta de queso. El Domingo de la Tirofagia corresponde al Domingo de Quincuagsima e inicia la Cuaresma. Durante la
semana precedente, la Semana de la Tirofagia, no se permite comer carne, pero s
se permiten los productos lcteos (queso, leche, mantequilla), pescado y huevos.
Aqu es el 14 de febrero de 1081.

110

V. Valiente actuacin de las mujeres de la familia Comneno, en


especial de Ana Dalasena.
1. Como Ana Dalasena, la madre de los Comneno, acababa de ultimar el compromiso matrimonial del nieto de Botaniates con la
hija de Manuel, su primognito, y temerosa de que el preceptor del
joven se enterase de la conjura y la desvelase al emperador, traz un
plan muy inteligente. Orden a todos que se reunieran por la tarde
para ir a celebrar el culto en las santas iglesias de Dios, pues solan
acudir a los sagrados templos. As se hizo. Todos, en efecto, como
es costumbre, se presentaron, sacaron los caballos de las cuadras y
pusieron las sillas de montar para las mujeres. El nieto de Botaniates,
por su parte, dorma junto a su preceptor, pues se les haba asignado
una misma habitacin separada de las dems.
2. En torno a la primera vigilia, los Comneno, que pensaban
tomar ya sus armas y dirigirse a caballo fuera de la ciudad imperial,
cerraron las puertas y le entregaron a su madre las llaves. Antes haban cerrado sin ruido las puertas de la estancia donde dorma Botaniates, prometido de su nieta, aunque no las cerraron totalmente
con las dos hojas ajustadas con idea de evitar algn ruido que los
despertase. Mientras esto suceda, transcurri la mayor parte de la
noche. Antes del canto del gallo, abrieron las grandes puertas, tomaron consigo a su madre, hermanas, sus propias mujeres e hijos todos
juntos y marcharon a pie hasta el foro de Constantino. Desde all,
tras despedirse de ellas, los hombres salieron de prisa en direccin
al palacio de Blaquernas y las mujeres corrieron rpidamente a la
iglesia de Santa Sofa.
3. Pero el preceptor de Botaniates, tras despertarse y notar lo que
haba sucedido, parti tras ellos con una antorcha en sus manos y no
tard en alcanzarlos cuando an no estaban cerca de la iglesia de los
Cuarenta Santos. Al verlo, Ana Dalasena, la madre de aquellos nobles hijos, se dirigi a l: Algunas personas nos han denunciado al
emperador, segn me han informado. Me marcho, pues, a las santas
iglesias para aprovechar como pueda su derecho de asilo. Cuando
amanezca, ir desde ellas a palacio. T, vete para que tan pronto

111

como los porteros abran las puertas les anuncies nuestra llegada. El
preceptor se apresur a cumplir la orden.
4. Las mujeres llegaron al templo del patriarca Nicols, conocido hasta ahora como El Refugio, que se halla cerca de la
gran iglesia y que fue construido hace tiempo para asilo de los
que han sido objeto de denuncias. La intencin, creo, de nuestros antepasados era habilitar una parte de la gran iglesia para que
cualquier persona que hubiera sido denunciada y lograra entrar en
su interior, se viera libre automticamente del castigo impuesto
por las leyes. En efecto, los antiguos emperadores y csares consideraban dignos de gran atencin a sus sbditos. El cuidador de
dicho templo no abri inmediatamente la puerta a las mujeres,
sino que les pregunt quines eran y de dnde venan. Uno de los
que componan el grupo dijo: Mujeres de oriente. Han gastado
todo el dinero en lo que necesitaban y se apresuran ahora a hacer
sus devociones antes de salir para casa. El hombre, tras abrir las
puertas sin dilacin, les dej libre la entrada.
5. Al da siguiente, el emperador convoc el senado, porque
se haba enterado de la maniobra de los Comneno y, lgicamente,
estuvo hablando contra ellos y atacaba al domstico. Envi tambin entonces al llamado Estraboromano y a un tal Eufemiano
junto a las mujeres, para hacerlas venir a palacio. Pero Ana Dalasena les respondi: Decid esto al soberano: mis hijos son leales
servidores de Vuestra Majestad y por servirla animosamente en
todas circunstancias no escatimaron ni sus vidas ni sus cuerpos,
afrontando continua y gallardamente los peligros por el bien de
vuestro imperio. Pero la envidia erigida contra ellos, que no soportaba la solicitud y la buena disposicin de Vuestra Majestad
hacia ellos, les cre en cada momento serios riesgos y, cuando se
enteraron de que haba planes para sacarles los ojos, sin poder
soportar ya tan injusta amenaza salieron de la ciudad, no como
sediciosos, sino como fieles servidores, para huir de un peligro inminente y al mismo tiempo tambin para dar a conocer a vuestro
imperio la trama que se urda contra ellos y pedir el socorro de
Vuestra Majestad.

112

6. Los emisarios insistan con pertinacia para que los acompaara. La mujer les replic airada: Permitidme que ore, ya que estoy
en una iglesia consagrada a Dios. Es absurdo que haya llegado a sus
puertas sin entrar ni suplicar la mediacin de Nuestra Seora, la
Inmaculada Madre de Dios, ante el mismo Dios y el corazn del
emperador. Avergonzados los emisarios por la piadosa peticin de
la mujer, le permitieron el acceso. Ella marchaba a paso lento, como
cansada por la vejez y las penas, pero la realidad era que finga este
cansancio. Se acerc a las puertas mismas del santuario, realiz dos
genuflexiones y a la tercera se sent en el suelo, mientras se aferraba
con fuerza a las sagradas puertas gritando13: No saldr de este santo
templo, a menos que me corten las manos o que reciba la cruz del
emperador como garanta de mi salvacin.
7. Estraboromano se arranc la cruz que portaba en torno a su
cuello e intent ofrecrsela. Pero ella le replic: No os pido la garanta a vosotros, sino que es al emperador mismo a quien reclamo
el amparo que he mencionado. Y no estoy dispuesta a aceptar que
se me entregue una cruz pequea, sino una de un tamao digno.
Estas exigencias tenan como fin lograr que el juramento que se le
hiciera fuera claro. En efecto, podra pasarle a la gente inadvertido lo
estipulado porque la promesa se hubiera hecho sobre una pequea
crucecita. As pues, apelo a la decisin y a la piedad del emperador.
Marchaos y anuncidselo.
8. Su nuera, la esposa de Isaac (que haba entrado anteriormente, cuando se abran las puertas para el canto de maitines) dijo, despus de retirar el velo que le cubra el rostro: Que ella se marche,
si quiere. Nosotras no saldremos del templo sin garantas, aunque
ello nos suponga la muerte. Por tanto, los representantes del emperador, al ver que la actitud de las mujeres era ms obstinada y su
comportamiento ms arrojado que antes, temieron que se produjera
un alboroto y comunicaron todo al emperador tras marcharse del
13 En las iglesias ortodoxas el altar, o santuario [ ], est separado del resto
del templo por el iconostasio, un muro donde se representan una serie de iconos
en un orden establecido. En este se abren tres puertas. La central tiene dos hojas y
solo puede ser traspasada por el sacerdote.

113

templo. Este, que era bueno por naturaleza, se pleg tambin a las
exigencias de la mujer y le envi la cruz requerida con la promesa
de que poda estar completamente tranquila. De este modo, cuando
abandon la santa iglesia, el emperador orden que fuera confinada
con sus hijas y sus nueras en el monasterio de mujeres de Petria, que
se encuentra cerca de la Puerta de Hierro. Hizo llamar tambin a
la nuera del csar Juan14 (tena la dignidad de protovestiaria15) del
templo de Blaquernas, que haba sido fundado bajo la advocacin
de Nuestra Seora la Madre de Dios, y le orden que ella tambin
ingresase en el citado monasterio de Petria16. Y orden que sus bodegas, sus campos de trigo y todos sus tesoros fueran conservados
sin mengua.
9. Cada maana, ambas se acercaban a sus vigilantes y les preguntaban si tenan alguna noticia sobre sus hijos. Ellos les comunicaban ingenuamente todo lo que oan. Y la protovestiaria, que era
generosa con su mano y su corazn, a fin de ganarse a los guardianes para su causa los animaba a que cogiesen todo lo que quisieran de los comestibles trados para su consumo particular, pues les
estaba permitido introducir sin obstculos aquellos productos que
necesitaran. A partir de entonces, los guardianes se hallaban mejor
dispuestos a facilitar las noticias y cuando los Comneno llevaban a
cabo acciones de pblico conocimiento, ninguna les pasaba desapercibida.

14 Juan Ducas, hermano de Constantino X y to de Miguel VII. Se ignora la


fecha de su nacimiento. Jug siempre un papel importante en el imperio como
militar desde el reinado de su hermano Constantino (1059-1067). Su esposa era
Irene, hija del general Nicetas Pegonites. Fue quien convenci a Nicforo III que
se casara con la esposa del ex emperador Miguel VII para garantizar la pervivencia
de la influencia del clan Ducas. Al verse frustrado su plan porque Nicforo adopt
a su pariente Sinadeno, orient sus planes hacia Alejo Comneno, marido de su
nieta Irene. En el momento de la rebelin, se sum al partido de los Comneno. Su
nuera era Mara, nieta del zar blgaro Samuel. Era la esposa de Andrnico Ducas.
15 Protovestiario era un cargo relacionado con el guardarropa de los emperadores.
Es equivalente al cargo de camarlengo.
16 En la roca de Petrio, junto al mar y prxima al palacio de Blaquernas, haba
numerosos monasterios

114

VI. Los Comneno se ganan a Jorge Palelogo y al csar Juan


Ducas. Triunfal marcha sobre Constantinopla.
1. As evolucionaron los acontecimientos relacionados con estas
mujeres. Entre tanto, los rebeldes haban alcanzado la puerta que
estaba junto a la barbacana de Blaquernas, haban roto los cerrojos
y se haban encaminado sin obstculos hacia los establos imperiales. Dejaron a algunos de los caballos que all se encontraban, tras
cortarles las articulaciones de las patas traseras con sus espadas, y se
llevaron a otros que les podan ser tiles. Tras salir de all, ganaron
rpidamente el monasterio llamado Cosmidio17, que se halla cerca
de la capital. Para aclarar un tanto nuestra historia, aadiremos que
fue all donde encontraron a la arriba citada protovestiaria, antes
de que fuera llamada por el emperador, como hemos contado previamente, y se despidieron de ella en el momento en que se iba a
marchar de aquel lugar, y donde tambin encontraron a Jorge Palelogo18, a quien convencieron para que los acompaara y presionaron
para que se fuera con ellos.
2. An no le haban contado sus proyectos, porque recelaban del
hombre debido a una lgica sospecha. El padre de Jorge Palelogo era
leal al emperador en sumo grado y desvelarle la rebelin no careca
de riesgos. Consecuentemente, en un primer momento no era fcil
llevar a Palelogo a donde los Comneno queran. Aquel les pona numerosas objeciones y les reprochaba su infidelidad al emperador. Al
da siguiente ocurri lo que dice el proverbio: Tras reflexionar, ellos
se retractarn. Gracias a la insistencia de la protovestiaria, que era
la suegra de Palelogo, para que se uniera a ellos y a sus fuertes presiones acompaadas de las ms duras amenazas, se volvi ms dcil.
3. Comenz a preocuparse entonces de las mujeres, su esposa Ana y su suegra Mara, cuyo linaje se enlazaba con las primeras
17 Monasterio bajo la advocacin de San Cosme y San Damin, en las cercanas
del palacio de Blaquernas.
18 Jorge Palelogo estaba casado con Ana Ducas, nieta del csar Juan Ducas. Era,
por tanto, concuado de Alejo Comneno, quien estaba casado con Irene, hermana
de aquella. La protovestiaria Mara de Bulgaria era esposa de Andrnico Ducas,
hijo de csar Juan Ducas.

115

estirpes blgaras. Tan agraciada era y tanta belleza y armona tena


su fsico, que ninguna pareca en aquel tiempo ms hermosa que
ella. Palelogo y Alejo, pues, no se desentendieron de la suerte que
ella pudiera correr. Los partidarios de Alejo sostenan la opinin de
sacar a las mujeres del lugar donde estaban, unos decan que para
conducirlas a una fortaleza y Palelogo deca que a la iglesia de la
Virgen de Blaquernas. Finalmente prevaleci la opinin de Jorge.
As pues, tras partir con ellas sin perder un instante, las dejaron bajo
la proteccin de la Inmaculada Madre del Verbo, que contiene todas
las cosas. Ellos volvieron despus al sitio de donde haban partido y
examinaron las acciones que deban llevarse a cabo. Palelogo dijo:
Vosotros tenis que iros. Yo os alcanzar enseguida con todo el dinero disponible. Pues en aquellos momentos toda la riqueza contemplada en bienes muebles estaba all a mano. En consecuencia,
siguieron sin retrasarse el camino previsto. Jorge Palelogo, despus
de cargar en las acmilas de los monjes sus riquezas, se apresur a ir
tras ellos. Cuando estuvieron a salvo en Tzurulo (aldea de Tracia), se
unieron todos al ejrcito que por fortuna se haba concentrado all
por orden del domstico.
4. Juzgaron que era necesario informar al csar Juan Ducas,
residente en sus posesiones de Morobundo19, de lo que les estaba
ocurriendo y le enviaron a alguien que lo pusiera al corriente de la
rebelin. Al llegar por la maana temprano el mensajero, se detuvo
a las puertas de la residencia y pidi ver al csar. Cuando se hubo
percatado de la presencia del mensajero su nieto Juan, que an era
un muchachito sin rayar en la adolescencia y que por ello conviva
ininterrumpidamente con el csar, entr veloz y despert a su abuelo
con las noticias de la rebelin. Este enseguida se sobresalt por lo que
estaba oyendo y golpe a su nieto en la mejilla, mientras lo echaba
con la advertencia de que no deba decir idioteces. Pero el muchacho
volvi a entrar pocos instantes despus con la misma noticia, a la que
aada esta vez el mensaje de los Comneno cuyo objetivo era l.
5. El mensaje empleaba de manera genial un doble sentido que ocultaba la rebelin: Nosotros deca hemos preparado
19 En Tracia.

116

un abundante banquete que no carecer de especias. Si t quieres


tomar parte del festn, ven lo ms rpido posible a participar en
la comida. El csar se incorpor y, apoyado en su codo, derecho,
orden que condujeran a su presencia al mensajero procedente de
all. Cuando este hubo explicado todo lo relativo a los Comneno,
el csar se ech las manos a la cara, diciendo: Ay de m. Al poco,
ech mano a la barba, como quien elucubra mucho, y se inclin por
una sola postura, colaborar tambin con la rebelin. Entonces, hizo
llamar sin tardanza a los escuderos, mont a caballo y emprendi el
camino que llevaba a los Comneno.
6. Tropez en ruta con un tal Bizancio, que portaba una bolsa
repleta de oro y que iba rumbo a la capital, y le pregunt al modo
homrico: Quin eres, de dnde vienes, adnde vas?20. Cuando
se enter de que transportaba mucho oro procedente de unos cobros de impuestos y con destino al fisco, lo forz a hacer alto con
l, mientras le prometa que lo dejara marchar a donde quisiese
cuando amaneciera. Sin embargo, como este mostraba resistencia y
aguantaba mal esa actitud, el csar insisti con mayor inters y acab
por convencerlo mediante su charla, tal como era l con su soltura a
la hora de expresarse, su habilidad para utilizar el pensamiento y lo
persuasivo de su discurso, como si fuese un nuevo Esquines o Demstenes. Se llev, pues, a este sujeto, lo hosped en una pequea
estancia, le dispens todo tipo de atenciones, lo invit a compartir
su mesa y con este excelente trato logr retenerlo.
7. Al alba, cuando el sol se apresura a alcanzar el horizonte oriental, Bizancio amarr las sillas a los caballos y se apresuraba a cabalgar
hacia la capital. Al observarlo, el csar dijo: Vamos, vente con nosotros. El recaudador, que no conoca siquiera adnde iban e ignoraba totalmente la causa por la que se le honraba tan solcitamente,
de nuevo mostraba su reticencia a las propuestas y sospechaba del
csar y de sus atenciones. Este estaba a su lado y tiraba de l; pero
como no obedeca, cambi el tono y emple con l palabras ms
rudas que contenan amenazas en el caso de que no hiciera lo ordenado. No obstante, el recaudador se resista a obedecer. Entonces, el
20 Od., XIX 100.

117

csar mand que todo su equipaje se uniera al de sus acmilas y se


transportara en ellas el resto del camino. Y le dio permiso para que se
fuera a donde quisiese. Pero este se neg a ir en direccin al palacio
imperial ante el temor de acabar encarcelado por los funcionarios
del tesoro imperial, cuando vieran que regresaba con las manos vacas, y sigui contra su voluntad al csar, puesto que no deseaba tampoco volver sobre sus pasos debido a la inestabilidad que se cerna
sobre el imperio y a la confusin que la ya proclamada rebelin de
los Comneno provocara.
8. A continuacin sucedi un hecho casual. El csar se top
con unos turcos que atravesaban el ro Euro21. Retuvo la brida y se
inform de dnde venan y adnde iban. Les prometi entonces
mucho dinero y hacerlos objeto de honrosas y diversas atenciones,
si se unan a l y a Comneno. As se acord y exigi, por tanto, un
juramento de sus jefes con la intencin de reforzar el acuerdo. Los
turcos pronunciaron inmediatamente segn su costumbre el juramento de luchar como aliados de Comneno con nimo muy firme.
9. Parti entonces junto con los turcos al encuentro de los Comneno. Cuando estos vieron venir de lejos al csar, quedaron asombrados por el nuevo botn y no saban qu hacer de alegra, especialmente mi padre Alejo. Cuando se encontraron, se abraz al csar.
Qu pas a partir de entonces? El csar les recomend y urgi a que
emprendieran el camino que llevaba a la ciudad imperial
10. Los habitantes de todas las poblaciones lo iban aclamando
espontneamente emperador, salvo los de la regin de Orestada22,
porque se haban sumado al partido de Botaniates, enojados como
estaban desde haca tiempo con l por la captura de Brienio. Tras
llegar a Atira23, descansaron all. Al da siguiente ganaron Esquizas
(una aldea de Tracia) y levantaron en ese sitio su campamento.

21 El ro Maritza.
22 Regin en torno a la ciudad de Adrianpolis, de la que era originario el rebelde
Nicforo Brienio
23 Hoy Byk-ekmece, en la Propntide. Est situada entre Mesembria y Constantinopla.

118

VII. Alejo es proclamado emperador por el ejrcito. Apoyo prestado por la familia Ducas.
1. Estaban todos expectantes, aguardando el futuro y deseando ver
que era proclamado emperador el que esperaban. La mayora rezaba para que Alejo asumiera el poder, pero los partidarios de Isaac
dentro de sus posibilidades tampoco se daban reposo en su empeo
por ganarse a todos. La situacin era inviable, segn pareca, a tenor
de los unos, que ansiaban que aquel se convirtiera en timonel de la
nave del imperio, y de los otros que lo deseaban de este. Tambin
se encontraban presentes entonces junto a Alejo personas cercanas
a l por su parentesco: el arriba citado csar Juan Ducas, hombre
capaz de dar buenos consejos y hbil en el momento de actuar, a
quien yo misma hace tiempo alcanc a conocer brevemente. Estaban asimismo sus nietos Miguel y Juan y, no menos aun, el marido
de su hermana Jorge Palelogo, quienes se coordinaban, trabajaban
y encauzaban las opiniones de la gente en el sentido de sus deseos.
Y moviendo todos los hilos, como se suele decir, manipulaban todos los recursos diestramente con vistas a la proclamacin de Alejo.
Consecuentemente, fueron transformando los pensamientos de la
gente para llevarlos al terreno deseado, por lo que, en efecto, tras
breve plazo lleg a suceder que los partidarios de Isaac empezaron a
disminuir.
2. Nadie poda oponerse al csar Juan en la posicin que ocupaba. Era imbatible por su gran inteligencia, por la talla de su cuerpo
y por su aspecto propio de un soberano. Qu no hacan, en consecuencia, los Ducas? Qu no decan? Qu favores no prometan a
los jefes y al comn del ejrcito, si Alejo ascenda al trono imperial?
Afirmaban: Con inmensos regalos y honores os recompensar de
acuerdo con lo que sea apropiado para cada uno, no segn se le
antoje, como hacen los caudillos ignorantes e inexpertos. Porque
durante una larga temporada ha estado desempeando el cargo de
estratopedarca vuestro y gran domstico de occidente, porque ha
compartido la sal con vosotros, luchando valientemente a vuestro
lado en emboscadas y en batallas formales sin fijarse en su integridad

119

ni en sus miembros ni en su propia vida por vuestra salvacin,


atravesando montes y llanuras con vosotros en numerosas ocasiones, sabiendo de los sufrimientos del combate, conociendo exactamente por igual a todos y cada uno de vosotros, siendo amigo
del dios Ares y sintiendo una extrema devocin por los soldados
valientes.
3. As se expresaban los Ducas, pero Alejo estimaba mucho a
Isaac y lo antepona en todo momento, ya por el cario fraternal
o, mejor an, todo hay que decirlo, porque el ejrcito al completo
se inclinaba por Alejo y se empeaba en su reinado y no mostraba ningn inters por Isaac. Como posea por ello el poder y la
fuerza y como vea que sus pretensiones iban por buen camino,
intentaba consolar al hermano con la subordinacin a su candidatura. Nada despreciable experimentara Alejo por estos hechos
si era arrebatado hacia las ms altas esferas celestes por todo el
ejrcito mientras adulaba a su hermano con palabras y simulaba
cederle el poder.
4. Dado que el tiempo se estaba agotando en estas disquisiciones, un da fue reunido el ejrcito entero alrededor de su tienda.
Todos estaban expectantes y rogaban que se cumplieran sus propios
deseos. Entonces, Isaac se levant, tom los borcegues de color prpura e intent calzrselos a su hermano. Ante la reiterada negativa
de este, Isaac dijo: Djame hacerlo. Es la voluntad de Dios llamar a
nuestra familia a travs de ti. As le recordaba la prediccin que le
haba hecho en una ocasin alguien que apareci en los alrededores
del lugar llamado Carpiano, cuando ambos hermanos volvan a casa
del palacio imperial.
5. En efecto, al llegar all se encontr con ellos un hombre que
o bien era un ser superior, o bien, a decir verdad, un hombre con
extraordinarias dotes para divisar el futuro. El ser que se les aproximaba con la cabeza descubierta, los cabellos canos y la barba poblada tena aspecto de sacerdote. Tom la pierna de Alejo y, como iba a
pie, se atrajo a s al jinete y le dijo al odo las siguientes palabras, pertenecientes a los salmos de David: Estate atento, crea prosperidad

120

y reina con la verdad, la dulzura y la justicia.24 Y aadi a sus palabras: Soberano Alejo. Cuando hubo dicho estas palabras y como
si hubiera hecho una profeca, desapareci. Ni siquiera Alejo pudo
cogerlo a pesar de mir a todas partes por si lo vea en algn sitio, y
de cabalgar a rienda suelta en pos de l para saber con mayor exactitud, si lo alcanzaba, quin era y de dnde vena. Antes al contrario,
la aparicin se hizo completamente invisible.
6. Cuando volvi de la bsqueda, su hermano Isaac le hizo muchas preguntas sobre el aparecido y le peda que le desvelara las palabras dichas en secreto. Isaac insista en preguntar y Alejo en un primer momento pareca rehusar, pero luego le hizo saber las palabras
que haban sido pronunciadas confidencialmente. Externamente,
hablaba al hermano interpretando aquel mensaje como una ficcin,
como un engao, pero en su interior le daba vueltas al asunto y encontraba semejanzas entre el venerable aspecto de la aparicin y del
telogo hijo del trueno25.
7. Puesto que Isaac estaba observando hechas realidad las palabras que haba dicho y con las que haba profetizado el futuro
aquel anciano, insisti valientemente en obligarlo hasta que logr
calzarle los borcegues de color prpura, ms an al ver la ardiente
adhesin que todo el ejrcito mostraba a Alejo. A partir de ese instante, los Ducas iniciaron la aclamacin26. Lo haban aceptado entre
otras razones tambin porque Irene, pariente suya y madre ma, era
la legtima esposa de mi padre. Junto con ellos tambin los parientes consanguneos de su linaje actuaban animosamente del mismo
modo. El resto del ejrcito, tras aceptar la aclamacin, alz sus voces
hasta casi el cielo. Pudo contemplarse entonces un raro fenmeno,
los que antes disentan en su opinin y hubieran preferido afrontar
la muerte a renegar de su voluntad, se volvieron en un instante tan
acordes a los dems que no haba forma de reconocer si hubo una
vez una divergencia de opiniones entre estos.
24 Salmos, XLIV 5.
25 San Juan Evangelista.
26 , Por muchos y buenos aos!. Constantino
Porfirogneto, De cerimoniis, I 38.

121

VIII. Nicforo Meliseno tambin se rebela en Asia. Solucin que


adoptan los Comneno.
1. Mientras pasaba esto, corri un rumor sobre Meliseno: que haba avanzado hasta los alrededores de Damalis27 con un importante
ejrcito, que ya se haba hecho aclamar emperador y que iba vestido
de prpura; sin embargo, los Comneno no podan dar crdito a lo
que entonces se estaba diciendo. Como Meliseno conoca los acontecimientos por los que estaban atravesando los Comneno, les envi
rpidamente unos emisarios que nada ms llegar a su presencia les
entregaron una carta cuyo contenido era, aproximadamente, este:
2. Dios me ha conservado inclume con el ejrcito que est
bajo mi mando hasta Damalis. Me he enterado tambin de lo que os
ha ocurrido: que, gracias a la proteccin que Dios os ha dispensado
en contra de la perversidad de aquellos esclavos y de sus temibles intrigas, pudisteis planear vuestra salvacin. Dado que, gracias a Dios,
yo tambin soy pariente y aliado vuestro28, y dado que por mis opiniones y por mi firme alineamiento a vuestro lado no desmerezco
de ninguno de los que son parientes vuestros por la sangre, como
bien sabe Dios, que todo lo juzga, debemos mirar por nuestro bien
comn, procurarnos seguridad y fortaleza para no ser sacudidos por
cualquier viento, y dirigir correctamente el imperio marchando con
paso firme. Todos estos objetivos estarn a nuestro alcance, si, tras la
toma de la ciudad, con el consentimiento de Dios, uno de vosotros
es proclamado emperador y gobernis mediante l la parte occidental, y permits que me sea cedido el gobierno de Asia junto con el
derecho a portar la corona, vestir la prpura y ser aclamado segn
el protocolo habitual de los emperadores en compaa de aquel que
haya sido proclamado de vosotros, de modo que nuestra aclamacin
sea comn y, aunque hayamos dividido espacios y competencias,
el criterio de gobierno sea uno y el mismo. Si nos organizamos as,
podramos los dos administrar el imperio sin revueltas.
27 En la costa asitica frente a Constantinopla.
28 Marido de Eudocia, hermana de Alejo. Se haba rebelado en Asia y aliado con
los turcos.

122

3. Los emisarios no recibieron ninguna respuesta definitiva al trmino de su mensaje. Al da siguiente, los hicieron llamar y durante
largo rato intentaron demostrarles la imposibilidad de acceder a las
pretensiones de Meliseno. Los Comneno, por su parte, al da siguiente les daran a conocer su parecer por mediacin de Jorge, llamado
Manganes, a quien haban encargado de su cuidado. Aunque estuvieran as las cosas, no desatendan en absoluto el asedio e intentaban
con escaramuzas ganar dentro de sus posibilidades las murallas de
la ciudad. Al da siguiente, tras hacerlos llamar, les comunicaron su
decisin. Esta consista en honrar a Meliseno con el ttulo de csar,
dignarlo con el uso de la diadema, la aclamacin y todos los dems
honores que son protocolarios para semejante dignidad, y en concederle el gobierno de la muy grande ciudad de Tesalnica, donde existe un bellsimo templo construido bajo la advocacin del gran mrtir
Demetrio de cuyo atad fluye un lquido perfumado que siempre
concede grandes curaciones a quienes se le acercan con fe.
4. Los emisarios se molestaron ante estas propuestas y como no
se atendan sus peticiones, como vean los grandes preparativos que
haca el rebelde contra la ciudad y el ejrcito tan numeroso que posea, y como el tiempo ya se les estaba acabando, temiendo que,
cuando fuera tomada la ciudad, los Comneno no quisieran cumplir
lo que ahora prometan, pidieron que esas promesas constaran por
escrito en un crisbulo certificado con rojas letras. Alejo, el recin
proclamado emperador, accedi e hizo llamar enseguida a Jorge
Manganes, que tambin haca las funciones de secretario suyo, y
le encarg la redaccin del crisbulo. Pero l estuvo retrasando la
confeccin del escrito durante tres das, poniendo unas veces una excusa, otras veces otra. Tan pronto deca que haba acabado agotado
del da y que no haba podido terminar el escrito durante la noche,
como achacaba a una brasa, que le haba cado encima en la noche,
la reduccin a cenizas de lo que llevaba escrito. Con tales pretextos
y algunos otros, Manganes, como si planeara tretas29 se retrasaba
utilizando cada vez una excusa distinta.
29 Juego de palabras entre el apellido de Manganes y el verbo manganeo
[]: planear tretas.

123

5. Tras salir de all, los Comneno llegaron pronto al lugar llamado Aretas. Es este un sitio que se halla cerca de la ciudad, domina la
llanura y los que se sitan a sus pies lo ven elevarse como una colina,
una de cuyas laderas se inclina hacia el mar, la otra hacia Bizancio y
las dos restantes estn orientadas hacia el norte y el oeste. Batida por
todos los vientos, tiene agua transparente, potable y que siempre fluye. Desprovista totalmente de vegetacin y rboles, hubirase dicho
que unos leadores talaron la colina. Por lo agradable y templado
del lugar el soberano Romano Digenes haba erigido unas brillantes edificaciones dignas de los emperadores para estancias breves.
Tras llegar a este sitio, intentaron ganar las murallas, pero no con
mquinas de asedio o catapultas por la carencia absoluta de tiempo,
sino con el envo de la infantera ligera, arqueros, lanceros y catafractos30.

IX. Desasosiego de Nicforo Botaniates. Alejo decide tomar la


ciudad mediante el soborno.
1. Al ver que el ejrcito rebelde de los Comneno contaba con mucha
gente, que estaba constituido por todo tipo de hombres, que se daba
prisa por llegar a las puertas de la ciudad y que Nicforo Meliseno,
quien tambin luchaba por dominar el imperio, haba llegado a Damalis al mando de unas fuerzas no inferiores a aquellas, Botaniates
no saba qu hacer, ya que no poda enfrentarse a ambas facciones, y
como estaba un poco tardo a causa de su vejez y sobre todo asustado,
aunque en su juventud hubiera sido muy valiente, se senta tranquilo solo en tanto en cuanto le circundaba el recinto de la muralla. Su
mayor aspiracin era abandonar la direccin del imperio. En consecuencia, el miedo y el caos se apoderaron de todos y crean que la
ciudad sera fcilmente tomada por todas partes.
2. Dado que los Comneno crean difcil poder tomar la ciudad (las tropas estaban compuestas por una diversa variedad
30 Soldados de caballera pesada. Iban recubiertos de proteccin por entero, incluidos los caballos.

124

de extranjeros y por hombres del pas y donde la muchedumbre es


diversa, all tambin las opiniones se muestran diversas) y al comprobar Alejo, recin calzado con los borcegues, lo inexpugnable de
la ciudad y desconfiar del carcter voluble de los soldados, cambi
de estrategia. Se ganara con adulaciones a algunos de los que guardaban los muros, les robara su lealtad y as tomara la ciudad.
3. Elabor este plan durante toda la noche y al amanecer se present en la tienda del csar Juan Ducas para comunicarle sus objetivos y pedirle que lo acompaase, que observase con l las murallas,
reconociera almenas y defensores (que tenan diversos orgenes) y
reflexionara sobre el posible modo de tomar la ciudad. El csar aceptaba a duras penas esta misin, porque aun haca poco que haba
vestido el hbito de monje y prevea que iba a ser objeto de burla por
los que se hallaban en la muralla y en las almenas, si se presentaba
con esos ropajes al aproximarse a la muralla. Efectivamente, eso fue
lo que pas. El csar se vio forzado a seguir a Alejo y tan pronto
como lo hubieron visto desde la muralla, los defensores comenzaron
a mofarse del monje con calificativos injuriosos. Pero l frunci el
entrecejo y aunque en su interior se senta insultado, no prest ninguna atencin a esos ultrajes y pona todo su inters en el objetivo
previsto. Los hombres de carcter firme acostumbran a perseverar en
aquello que creen positivo y despreciar lo que suceda en su entorno.
4. Se inform sobre la identidad de los defensores de cada torre.
Cuando se enter de que en un sector estaban los llamados inmortales (un cuerpo propio del ejrcito romano), en otro los varegos de
Thule31 (llamo as a los brbaros portadores de hachas) y en otro sector los nemitzos32 (este es tambin un pueblo brbaro que sirve desde hace mucho tiempo al imperio de los romanos), aconsej a Alejo
que no se arriesgara con los varegos, ni tampoco con los inmortales. Pues estos, al ser naturales del imperio y tener necesariamente
una gran adhesin al emperador, antes entregaran sus vidas que
31 Los varegos era un cuerpo de tropas mercenario de origen nrdico que formaba
parte de la guardia imperial. Su procedencia se situaba legendariamente en la isla
de Thule, pero en realidad, era una mezcla de rusos, ingleses, escandinavos, y otros.
32 Los nemitzos eran soldados de origen germnico.

125

dejarse persuadir para realizar algn acto deshonroso en contra de l.


Los otros, los que llevan en sus hombros las espadas, al transmitirse
como tradicin paterna y patrimonio hereditario de uno a otro la
lealtad hacia los soberanos y la defensa de sus personas, conservan
una inamovible lealtad hacia l y no soportaran en absoluto la ms
mnima palabra de traicin. Pero si la tentativa se centrara en los
nemitzos, quizs su objetivo no estara lejos y el intento de acceder a
la ciudad desde la torre defendida por ellos podra tener xito.
5. Pues bien, a partir de ese instante Alejo obedeci las palabras
del csar como si proviniesen de un orculo divino. A travs de un
mensajero enviado por l pidi con mucho inters ver al jefe de los
nemitzos. Este mir hacia abajo desde lo alto de la muralla y despus
de una larga conversacin acord entregar la ciudad sin tardanza.
Lleg, pues, el soldado con esa noticia y cuando los partidarios de
Alejo oyeron esta favorable nueva, se alegraron y se dispusieron muy
animosamente a montar en los caballos.

X. Manganes se deshace de los emisarios de Meliseno. Los Comneno entran en Constantinopla en medio de un gran saqueo.
1. Mientras tenan lugar estos acontecimientos, los emisarios de
Meliseno insistan vivamente en reclamar el prometido crisbulo.
Enseguida se hizo llamar a Manganes para que lo trajese. l aseguraba que lo tena escrito, pero sostena que los instrumentos precisos
para las firmas imperiales junto con la pluma se haban perdido. Y
es que Manganes disimulaba bien y era un hombre hbil en prever
fcilmente el futuro, sacar partido del pasado, conocer el presente
con exactitud, para dirigirlo diestramente en la direccin deseada, y
enmascarar los asuntos con solo desearlo. Manganes iba retrasando
la redaccin del crisbulo y dejando las esperanzas de Meliseno en
el aire. En efecto, tema que, si le era entregado ms rpido de lo
conveniente el crisbulo que le conceda el ttulo de csar, acabara
por rehusar esta dignidad y asumira con audaz empeo el control
de todo el imperio, como haba sealado a los Comneno. Estos eran

126

el recurso y la artimaa de Manganes para retrasar la firma del crisbulo donde se le confera el ttulo de csar.
2. Mientras pasaban esto y la oportunidad haca urgente la entrada en la ciudad, los emisarios, sospechando la trama, insistan
con mayor viveza en reclamar el crisbulo. Pero los Comneno les
dijeron: Como ya tenemos en nuestras manos la ciudad, nos vamos para tomar posesin de ella con el auxilio de Dios. Marchaos,
comunicdselo a vuestro amo y seor y decidle lo siguiente: si todo
fuera como esperamos y t te presentas a nosotros, nuestros intereses
comunes se veran encauzados de conformidad con tu voluntad y
la nuestra. Eso se les dijo a los emisarios. Enviaron, por otro lado,
a Jorge Palelogo al jefe de los nemitzos, Gilpracto, para poner a
prueba la disposicin de Gilpracto y, si comprobase que aceptaba
favorablemente a los Comneno segn su promesa, hacerle la seal
convenida, una vez observada la cual, los partidarios de Alejo se
apresuraran a entrar y Jorge, tras subir a la torre, les abrira rpido
las puertas. El acogi muy favorablemente esta misin ante Gilpracto, porque era un hombre dispuesto a las acciones blicas y a los
asaltos de ciudades, por lo que se le podra haber llamado con justicia un destructor de murallas, como Homero deca de Ares33. Tras
armarse y disponer de forma muy experta todo su ejrcito, los Comneno avanzaron a paso lento y se dirigieron en masa a la ciudad.
3. As pues, al atardecer, tras aproximarse a la muralla y recibir
la seal de Gilpracto, Jorge Palelogo subi a la torre con sus hombres. Los de Alejo, que se haban acercado entonces a corta distancia
de las murallas, clavaron empalizadas y acamparon ostensiblemente. Permanecieron una pequea parte de la noche all. Luego, los
Comneno ocuparon el centro de la falange junto con los jinetes
escogidos y lo mejor del ejrcito y, tras ordenar la infantera ligera,
comenzaron a avanzar poco a poco hasta aparecer al alba sbitamente formados en filas compactas ante las murallas. Todos haban
adoptado un aspecto blico e iban cubiertos de armaduras para impresionar a los de dentro. Cuando Palelogo les dio la seal desde lo
alto de las murallas y les abri las puertas, entraron en masa, no en
33 Il., V 31, 455.

127

formacin militar, sino cada uno a su antojo, cargados de escudos,


arcos y lanzas.
4. Era el da de Jueves Santo, en el que celebramos la Pascua
mstica y la Cena, en la cuarta indiccin, el mes de abril del ao
658934. De este modo, todo el ejrcito, que se compona de tropas
extranjeras y del pas, que haba sido reclutado con soldados procedentes de zonas fronterizas y colindantes con la propia capital y que
saba la abundancia de toda clase de bienes que tena gracias al continuo abastecimiento tanto por tierra como por mar, entr en breve
tiempo por la puerta de Carisio y se dispers por toda la ciudad, por
avenidas, cruces y callejas, saqueando sin freno casas, iglesias y sin
evitar ni siquiera los santuarios35, de donde recogi mucho botn, y
aunque solo se priv de matar36, actu sin pudor en todas las dems
cosas y por doquier. Pero lo que resulta ms doloroso es que ni siquiera nuestros compatriotas se abstuvieron de cometer tales atropellos y como si se hubieran olvidado de su propio origen y hubieran
cambiado sus costumbres por otras peores, tambin ellos realizaban
sin rubor los mismos desmanes que hacan los brbaros.

XI. Actuacin de Jorge Palelogo. Renuncia de Nicforo Botaniates a defender el trono.


1. Cuando el emperador Botaniates vio que su situacin se hallaba en un momento comprometido puesto que la ciudad estaba
siendo asediada por occidente y por oriente Nicforo Meliseno ya
34 1 de abril de 1081. El trmino indiccin es cada uno de los quince aos en
los que se divide un ciclo fijado en el Imperio Romano con fines fiscales a partir
del siglo III d.C. Al final de cada ciclo se proceda a una nueva estimacin de la
riqueza agrcola. Por otra parte, los aos se contaban, como se puede deducir,
desde la fecha en que conforme al Antiguo Testamento se crea que Dios haba
creado el mundo.
35 Recordemos que se refiere al habitculo donde est el altar, tras el iconostasio,
en las iglesias ortodoxas.
36 Otros historiadores como Juan Zonaras o Nicetas Coniates revelan que durante
este saqueo de Constantinopla no se ahorr la violencia con la poblacin y se
produjeron asesinatos.

128

acampaba en Damalis, sin saber qu hacer, opt por concederle a


Meliseno la primaca. Cuando la ciudad ya estaba tomada por los
Comneno, mand llamar a uno de sus ms fieles servidores acompaado de un espatario37 muy aguerrido y le orden que con ayuda
de la flota condujera a Meliseno al palacio imperial.
2. Pero la ciudad haba cado antes de que se cumpliera la orden y Palelogo, llevando consigo a uno de sus subordinados, haba
bajado junto al mar caminando. Tras encontrar una barca, mont
enseguida y orden a los remeros que dirigieran la embarcacin hacia el lugar donde habitualmente est fondeada la flota. Mientras
se iba acercando a la orilla opuesta, vio que el hombre enviado por
Botaniates para hacer venir a Meliseno estaba preparando la flota y
que el espatario se hallaba dentro de una nave de guerra. Cuando lo
reconoci en la distancia y como lo tena por amigo desde mucho
tiempo atrs, naveg a lo largo del navo y le formul las preguntas
de rigor, es decir, de dnde vena y adnde iba y peda que l lo recibiese a bordo. Pero el espatario, al ver que Palelogo iba armado,
le dijo temeroso: Si no te hubiera visto tan fuertemente armado,
te habra acogido con mucho gusto. Palelogo le propuso soltar el
escudo, la espada y el casco, solo con que quisiera recibirlo.
3. Cuando el espatario vio que l dejaba las armas, accedi a
que embarcara en su nave y tras rodearlo con sus brazos lo abraz
muy contento. Pero Palelogo, que era un hombre arrojado, se puso
manos a la obra sin esperar un instante. Salt a la proa e interrog a los remeros dicindoles: Qu hacis y adnde vais? Os estis
empeando en atraer sobre vuestras cabezas gravsimos perjuicios.
La ciudad, como veis, ha sido tomada. El que era antes gran domstico ha sido proclamado ahora emperador. Ved a los guerreros y
od su aclamacin. Ningn otro ocupar ya el puesto en el palacio
imperial. Bueno es Botaniates, pero los Comneno son mucho mejores. Numeroso es el ejrcito de Botaniates, pero mucho mayor es
el nuestro. No traicionis, pues, vuestras vidas, a vuestras mujeres e
hijos. Mirad con detenimiento la ciudad, observad a todo el ejrcito
37 Miembros originariamente de la guardia imperial, en tiempos de Ana Comnena haba perdido su funcin militar y era un ttulo honorfico de bajo rango.

129

dentro de ella y sus banderas. Advertid que la aclamacin es general,


que el anteriormente gran domstico, ahora emperador, se encamina hacia el palacio imperial y que ya est invistindose del poder
imperial. Dadle la vuelta a la proa de vuestro barco, inclinad hacia
vosotros la victoria e id a su lado.
4. Todos obedecieron entonces sus palabras y se pusieron de su
parte. Y al espatario, que se haba encolerizado, este guerrero, Jorge
Palelogo, lo amenaz con encadenarlo all mismo y arrojarlo bajo
la cubierta de la nave o lanzarlo al fondo del mar. A continuacin
Palelogo encabez la aclamacin y tras l lo hicieron los remeros.
En cuanto al espatario, como segua encolerizado y no se avena a
razones, lo encaden y lo deposit bajo cubierta.
5. Despus de una corta navegacin, recogi su espada y su escudo, fonde en el sitio donde estaba la flota y emprendi una aclamacin general. Cuando encontr al que Botaniates haba enviado para
que tomase la flota e hiciera atravesar a Meliseno desde oriente, lo
prendi enseguida y orden soltar amarras a los marineros. Despus
de zarpar de all con la escuadra, lleg ante la acrpolis lanzando
una ostensible aclamacin. En este sitio orden a los remeros que se
pararan y permanecieran quietos para cerrar el paso a los que intentaban cruzar desde oriente.
6. Cuando, pasado un poco de tiempo, vio que una nave estaba atracando junto al gran palacio, mand a los remeros de su
barco que se pusieran a remar con viveza para darle alcance. Tan
pronto como contempl a su padre en ella, se levant y le ofreci
enseguida la reverencia debida a los padres. Pero este no lo vio con
alegra, ni mucho menos lo llam dulce luz, como hizo una vez el
itacense Odiseo a su hijo, cuando lo vio38. En aquella lejana ocasin
haba un banquete, unos pretendientes, un concurso, cuerdas, un
arco y la recompensa para el vencedor era la prudente Penlope. Y
Telmaco no era un enemigo, sino que estaba all como un hijo que
ayuda a su padre. En esta ocasin, haba una batalla, una guerra y
ambos estaban enfrentados, uno contra otro, por su opinin. Las
simpatas del uno no le pasaban inadvertidas al otro, aunque an no
38 Od., XVI 23.

130

hubieran derivado en acciones sus pensamientos. Entonces el padre,


tras mirarlo con suspicacia y llamarlo loco, le pregunt: Qu vienes a hacer aqu? Su hijo le respondi: Ya que eres t quien me lo
preguntas, nada. Y aquel a este: Aguanta un poco y, si el emperador me hace caso, lo sabrs a no tardar.
7. Una vez en el palacio, el citado Nicforo Palelogo, al ver a
toda la guardia dispersa y ocupada en la recogida de riquezas y convencido de que se poda vencer a esta fcilmente, pidi a Botaniates
que le fueran cedidos los brbaros de la isla de Thule, para expulsar
con ellos de la ciudad a los Comneno. Pero Botaniates, que haba
renunciado totalmente a defender su trono, fingi no desear que estallase una guerra civil. Vamos, hazme caso, Nicforo; dijo puesto
que los Comneno se hallan dentro de la ciudad, ve a su encuentro y
pide la paz. l, aunque a regaadientes, march en su busca.

XII. Los Comneno se hacen con el poder total. Huida de Botaniates.


1. Una vez dentro de la ciudad y en una posicin de fuerza, los
Comneno se detuvieron en la explanada del gran mrtir llamado
Jorge Siceotas39 y estuvieron deliberando sobre si deban acudir primero en busca de sus madres para rendirles el habitual saludo segn lo acostumbrado y luego marchar sobre el palacio imperial o
viceversa. Al enterarse, el csar envi a uno de sus servidores con
orden de amenazarlos y amonestarlos por su lentitud en actuar. Ya
haban llegado con rapidez a las proximidades de la casa de Iberitzes40, cuando los alcanz Nicforo Palelogo y les dijo:
2. El emperador os comunica lo siguiente: yo soy ya un anciano, solo, sin hijos, ni hermanos, ni pariente alguno. Acepta, pues, y
diriga la palabra al reciente emperador Alejo ser t mi hijo adoptivo. Yo no anular ninguno de los honores que has conferido a cada
39 Al parecer, estaba situada entre la puerta de Adrianpolis y la iglesia de los
Santos Apstoles.
40 Lugar prximo a la acrpolis de Constantinopla.

uno de tus compaeros de armas, ni participar contigo en ninguna


de las competencias del poder imperial y solo me limitar a conservar el simple tratamiento de Majestad, la aclamacin, los borcegues
rojos y poder habitar tambin tranquilamente en palacio. Tuya ser
la administracin total de los asuntos del imperio.
3. A esas propuestas los Comneno se expresaron con trminos
de acuerdo. El csar, al enterarse de esta claudicacin, acudi rpidamente junto a ellos amenazndolos y apremindolos a ir al palacio
imperial. l entraba a pie por la derecha del patio y los Comneno
salan, cuando se encontraron. Entonces el csar les lanz numerosos reproches. Luego se fij en la entrada y vio a Nicforo Palelogo,
que llegaba de nuevo por la izquierda, y le dijo: Qu te trae aqu y
con qu intenciones vienes, consuegro?1 Y l le respondi: Nunca
terminar, supongo. De nuevo vengo para traer a los Comneno de
parte del soberano las mismas propuestas que antes. El emperador
insiste en mantener sus promesas y adoptar a Alejo como hijo para
que asuma el poder de los soberanos y administre los asuntos del
imperio segn su deseo. En cuanto al emperador solo debe conservar el tratamiento de Majestad, el uso de los borcegues rojos, de la
prpura y poder vivir tranquilamente en el palacio imperial, puesto
que es ya anciano y necesita descansar. El csar enseguida clav su
penetrante mirada en l, frunci el entrecejo y le dijo: Mrchate
y anuncia al emperador que esas propuestas hubieran venido muy
oportunamente antes de la toma de la ciudad, pero que ahora ya no
tiene ningn sentido el propsito de esta embajada. Si ests viejo,
aprtate del trono y preocpate de tu propia salvacin.
4. Esta fue la reaccin del csar. Borilo, por su parte, cuando se
enter de la entrada de los Comneno y de que el ejrcito a su mando
se haba dispersado por todas partes, se daba al saqueo y se esforzaba
solo en recoger botn. Pero como aquellos haban sido abandonados
en unin de sus parientes, sus ntimos y un reducido grupo de soldados extranjeros, decidi oponerse a ellos, porque podran ser fcilmente sometidos a causa de la dispersin de su ejrcito. Reuniendo
1 Jorge Palelogo, hijo de Nicforo Palelogo, ya haba desposado a la nieta del
csar Juan Ducas.

133

entonces a todos los que llevaban las espadas sobre sus hombros2 y
a todos los soldados originarios de Coma, los fue emplazando desde
el foro de Constantino hasta el denominado Milio y ms arriba,
alineados perfectamente en filas compactas. Los soldados se situaron
con los escudos pegados unos a otros, preparados para la batalla e
inmviles, por el momento.
5. El que entonces ocupaba el cargo de patriarca era un hombre
realmente santo, pobre, que haba pasado por todos los grados de la
asctica seguidos por los antiguos padres que consumieron su vida
en desiertos y montaas y era considerado poseedor de un carisma
proftico y divino por haber hecho muchas predicciones sin equivocarse nunca y servir de norma y ejemplo de virtud para generaciones
venideras. Pareca no ignorar en absoluto lo que le suceda a Botaniates. Ya fuera por inspiracin divina, ya por sugerencia del csar
(tambin esto se rumoreaba), que mantena amistosas relaciones con
l haca tiempo por lo sublime de su virtud, aconsej al emperador
que abdicase del trono, diciendo: No des motivos para una guerra
civil, ni desobedezcas los mandatos de Dios. No quieras que la ciudad se mancille con sangre de cristianos. Cede, pues, a la voluntad
de Dios y abdica del trono.
6. Obedeci el emperador las palabras del patriarca. Temiendo
la loca arrogancia del ejrcito, se visti y baj con idea de dirigirse hacia la gran iglesia de Dios3. Como estaba muy confundido,
olvid que iba vestido an con la ropa propia de los emperadores.
Entonces Borilo se volvi, lo agarr por el pao que est pegado
con broches de perlas al brazo y lo despoj de su vestidura, diciendo
en tono de burla y de chanza: Semejante atuendo, en verdad, nos
conviene ahora. Una vez que l hubo penetrado en el gran templo
de Dios consagrado a la Sabidura Divina, aguard en su interior los
acontecimientos.

2 La Guardia Varega.
3 Santa Sofa.

134

LIBRO III

Alejo Comneno se hace cargo del Imperio. primeras disposiciones. Campaas contra los turcos e invasin normanda (1081)

I. Situacin de la emperatriz Mara tras el derrocamiento de Botaniates. Acomodo de la nueva familia imperial.
1. Tan pronto como los Comneno llegaron al palacio imperial, enviaron en busca de Botaniates a Miguel, marido de su sobrina, que
ms adelante desempe el cargo de logoteta de los secreta4. Parti
con el entonces eparca5 (que era Padeno), embarc en un pequeo
navo al emperador y march junto a l hasta el clebre monasterio
de Periblepto. Luego, ambos lo instaron a vestir el hbito monstico.
Como Botaniates estuvo intentando posponer este acto para ms
adelante y ante el temor de que aquellos esclavos junto con los sol4 Miguel Ducas, cuado de Alejo y hermano de Irene, su esposa. El logoteta

[] era un cargo equivalente, ms o menos, a ministro. Etimolgicamente, significa contable, administrador. Las primeras menciones de su existencia datan del siglo V-VI d.C. A lo largo de la historia de Bizancio, hubo diferentes logotetas: logothetes tou dromou [ ], responsable
del correo y de los asuntos exteriores; logothetes tou genikou [
], equivalente a un ministro de hacienda, logothetes tou stratiotikou
[ ], encargado del ejrcito; logothetes ton agelon
[ ], encargado de los bienes inmuebles imperiales, as como
del suministro de animales para el ejrcito y los correos. Hubo algunos tipos
ms de logotetas. Con la llegada de Alejo Comneno al trono, se instituye el
cargo de logoteta de los secreta [ ], algo as como administrador de las oficinas, una especie de ministro de administracin pblica
que se encargaba de organizar y supervisar la burocracia del estado. Ms adelante, este cargo ser denominado gran logoteta [ ], aunque a
fines del imperio ser un nombramiento simplemente honorfico.
5 Prefecto de Constantinopla.

135

dados de Coma pretendiesen provocar una revuelta, aprovechando


la confusin y el desorden que an reinaban, le aconsejaron que se
cortara el pelo sin tardanza. Los obedeci y entonces se le honr con
el hbito monstico. As son los caprichos de la fortuna. Cuando
quiere sonrer a los hombres, eleva su existencia a las ms altas cotas,
les cie la diadema imperial y les calza los borcegues de prpura;
pero cuando les frunce el ceo, en lugar de la prpura y las coronas
los viste de negros jirones. Todo esto fue lo que, precisamente, le
ocurri al emperador Botaniates. A la pregunta de uno de sus familiares sobre si soportaba bien este cambio de vida, le dijo: Solo me
molesta la abstinencia de carne. De lo dems poco me preocupo.
2. Sin embargo, la emperatriz Mara an permaneca en palacio
junto con su hijo Constantino, que haba tenido del antiguo emperador Miguel Ducas, como dice el poema: Temerosa por su rubio
Menelao, sosteniendo como pretexto irrebatible de su permanencia el parentesco con los Comneno si bien algunos, movidos por
la envidia, tenan algunas otras sospechas de ella. En efecto, haba
convertido previamente a uno de ellos en pariente y a otro en hijo
adoptivo. No fueron motivos deshonestos, como afirma la gente,
ni el atractivo y la afabilidad de aquellos hombres, las razones que
la persuadieron a adoptar esta determinacin, sino el hecho de ser
originaria de una tierra extraa y no poseer aqu ningn familiar,
ni allegado ni menos an un compatriota. As pues, no quera salir
del palacio precipitadamente, porque, como suele ocurrir cuando se
derroca a un emperador, tema que algo malo le ocurriera a su hijo
si parta de all antes de conseguir alguna garanta para su seguridad.
3. Por lo dems, este nio era hermoso y de corta edad (an no
haba cumplido los siete aos); y que nadie me haga reproches si
alabo a los mos obligada por la naturaleza de las circunstancias. No
solo era encantador cuando hablaba y se mova, sino que tampoco
tena igual en las evoluciones de sus juegos, como los entonces presentes dijeron despus. Era rubio y blanco como la leche, con una
tez rebosante de color en los lugares donde deba tenerlo, como las
rosas que acaban de eclosionar de sus clices. Los ojos no eran claros,
sino parecidos a los de un halcn y brillantes bajo unas cejas que

136

hacan como de engarce dorado. En consecuencia, embelesaba con


sus diversos encantos a quienes lo miraban y cuando se le vea podra decirse de l, por su cierta apariencia de ser celestial y su belleza
enteramente ultra terrena, lo que se dice al describir al dios Amor.
4. Ese era el verdadero motivo de la permanencia de la emperatriz en palacio. Adems, respecto a este asunto afirmo aborrecer por
naturaleza el fabular y el inventar datos falsos, porque s que esta
es la actitud que suele tomar todo el mundo, en especial cuando
caen vctimas de la envidia y la malevolencia. Yo no me complazco
rpidamente con las calumnias de la gente. Tambin he tenido informacin segura sobre esos acontecimientos porque fui criada por
la emperatriz en mi infancia, cuando an no haba cumplido yo los
ocho aos. Como me tena mucho cario, me haca partcipe de
todos sus secretos. Asimismo, he odo a muchos hablar sobre estos
hechos y dar versiones diferentes unos de otros, cada uno con una
interpretacin de aquellos sucesos de acuerdo con la propia disposicin de su espritu y segn mostrara hacia ella simpata u odio; y vea
que no todos eran de idntica opinin. Yo pude or con frecuencia
sus comentarios sobre todo lo que le haba ocurrido y sobre el extremo temor a que haba llegado, especialmente por su hijo, cuando el
emperador Nicforo abdic del trono. A mi juicio y al de la mayora
de las personas honestas y atentas a conocer la verdad, el amor hacia
su hijo la retuvo entonces en palacio un poco ms de tiempo.
5. Tan graves fueron los problemas que acuciaron a la emperatriz Mara. En cuanto a mi padre Alejo, que en ese momento haba
tomado el cetro, tan pronto como empez a habitar en la residencia
imperial, asign el palacio inferior (as acab llamndose por la situacin de su emplazamiento) a su propia esposa, que contaba quince aos, con sus hermanas, su madre y el csar, su abuelo paterno.
Alejo, con sus hermanos, madre y parientes cercanos subi al palacio
superior, que es conocido como Bucolen. La causa de esta denominacin hay que buscarla en el puerto que se construy hace mucho
tiempo6 con materiales locales y mrmoles en un lugar cercano a los
6 Por Teodosio II (408-450). El trmino est compuesto de bus [], que
significa toro y len [] de obvio significado.

137

muros del palacio y en el que un len de piedra caza a un toro. Lo


tiene agarrado por los cuernos y, retorcindole el cuello, es como si
se hundiera en su garganta. Esta escultura es, sin duda, la causa de
que se llame Bucolen todo ese sitio, tanto las construcciones de
tierra como el mismo puerto.
II. Problemas con la familia Ducas sobre su papel en el nuevo
reinado. Actividades contrarias a esta familia de Ana Dalasena.
1. As pues, como se ha dicho arriba, muchos sospechaban de la
permanencia de la emperatriz en el palacio y murmuraban que sera
llevada al matrimonio por el actual dueo del imperio. No pensaban
en estos rumores los Ducas (no daban crdito a la primera habladura que les llegara). Ms bien, teman y recelaban de la madre de
los Comneno por la abierta enemistad que tena hacia ellos desde
tiempo atrs, como yo les he odo contar muchas veces. Cuando
Jorge Palelogo arrib seguido por la flota y comenz la aclamacin,
los partidarios de los Comneno se inclinaron desde la muralla y le
mandaron que se callase por miedo a que los marineros unieran en
la aclamacin los nombres de Irene y Alejo y los aclamaran juntos.
Pero l, montando en clera, les respondi desde abajo: Yo no me
he comprometido en una empresa tan importante por vosotros, sino
por esa que llamis Irene. Al tiempo, orden a los marineros que
aclamasen Irene junto con Alejo. Estos acontecimientos sumieron
el alma de los Ducas en una gran inquietud y proporcionaron a los
murmuradores materia para injuriar a la emperatriz Mara.
2. Pero el emperador Alejo ni en su pensamiento albergaba semejante intencin (cmo iba a hacerlo?). Tras asumir la jefatura
del imperio, se ocup enseguida de todos los asuntos pendientes
conforme a su activa personalidad y, como alguien dira, gobern
desde el centro de todo el mundo. Alejo penetr en palacio mientras
se iba levantando el sol y tan pronto como estuvo en l, se entreg
de lleno a las cuestiones militares, sin esperar a sacudirse el polvo
del combate y a que su cuerpo descansara. Lo acompaaba continuamente su hermano Isaac, al que veneraba como a un padre, as

138

como su madre. Ambos lo ayudaban en la administracin de los


asuntos pblicos, aunque su inteligencia y energa bastaban no solo
para el gobierno de un imperio, sino para el de muchos y distintos.
Alejo pas el resto del da y toda la noche dedicado a los aspectos
ms urgentes y preocupado por el modo de reprimir sin revueltas
los desordenados impulsos de la soldadesca, que se haba dispersado
por Bizancio haciendo gala de esos desordenados impulsos, y para
procurarle a la gente en adelante la tranquilidad. Adems, tema que
la osada de las tropas las impulsara a organizar alguna revuelta en
contra de l, ms probable en tanto que eran fuerzas reclutadas en
diferentes puntos de origen.
3. El csar Juan Ducas, con el deseo de librarse rpidamente de
la emperatriz Mara, expulsarla del palacio y alejar de la gente falsas
sospechas, intentaba ganarse al patriarca Cosmas por toda clase de
medios, pidindole que atendiese a aquello que los beneficiara y
que no cediese bajo ningn concepto a las propuestas de la madre
de los Comneno. Por otro lado, poniendo como pretexto a Patroclo7, tambin sugera astutamente a la emperatriz Mara que, tras
solicitarle al soberano un documento escrito para su seguridad y la
de su hijo, abandonara el palacio. Ya antes Juan Ducas se haba ocupado de ella cuando el emperador Miguel Ducas fue derrocado. En
aquella ocasin, haba aconsejado a Nicforo Botaniates, su sucesor
en el trono, que se uniera a ella con el vnculo del matrimonio, ya
que era de origen extranjero y no tena adherida una muchedumbre
de parientes que pudieran molestar al emperador, y le iba dando
exhaustivos informes sobre su linaje y la lozana de su cuerpo todo
ello en medio de constantes elogios.
4. En efecto, su estatura era como la de un ciprs, su piel, blanca como la nieve; su rostro no se ajustaba del todo a la forma de
un crculo, pero la tez era una flor en plena primavera, o mejor,
era una rosa. Y del resplandor de sus ojos qu ser humano podra
hablar? Sus cejas eran arqueadas y del color del fuego, su mirada
naca en unos ojos claros. La mano del pintor ha imitado con fre7 Il., XIX 300-301. En ese pasaje, las mujeres lloran la muerte de Patroclo, pero el
lamento era solo un pretexto para las desgracias de cada una de ellas.

139

cuencia los colores de todas las flores que suelen hacer brotar las
estaciones, pero la belleza de la emperatriz, su gracia desbordante, el
atractivo de su carcter y su prestancia superaban manifiestamente
lo que las palabras y el arte pudieran hacer. Ni Apeles ni Fidias, ni
ningn escultor crearon jams una estatua de igual belleza. Segn se
dice, la cabeza de la Gorgona converta en piedra a los hombres que
la miraban. Del mismo modo, cuando alguien la vea caminar o se la
encontraba de repente, se detena asombrado y se quedaba clavado
en la posicin que por azar tuviera, aparentemente privado de vida
y pensamiento. Nadie vio nunca en cuerpo humano tal armona y
equilibrio de miembros, tal proporcin del todo con respecto a las
partes y de estas con respecto al todo. Era una obra de arte viviente y
favorita de los seres amantes de la belleza. Era, claramente, como la
materializacin en este mundo terreno del dios Amor.
5. El csar, pues, empleando a fondo sus recursos, abland y
domin el nimo del emperador, aunque muchos le aconsejaban
que desposara a la ex-emperatriz Eudocia8, de quien se murmuraba
que haba vuelto a desear ser emperatriz y con este objetivo haba
seducido a Botaniates mediante cartas, cuando este estaba prximo
a Damalis y se apresuraba para ser elevado a la dignidad imperial.
Otros decan que no actu as por s misma, sino por su propia hija
Zoe Porfirogneta. Quiz hubiera logrado el xito de no haberlo
impedido uno de sus servidores, el eunuco Len Cidoniates, tras
una larga y oportuna conversacin que no nos es lcito reproducir
en detalle ya que huimos por naturaleza de la calumnia, pero que
ser de gran inters para los escritores de y sobre semejantes temas.
6. Sin embargo, el csar Juan con toda clase de presiones dio por
terminado este asunto, aconsejando y convenciendo a Botaniates
para que se casara con la emperatriz Mara, como hemos expuesto
detalladamente, y desde entonces tuvo con ella mucha confianza.
Como aquellas negociaciones se estuvieron prolongando durante
8 Eudocia Macremboltisa era viuda de Constantino X Ducas (1009-1067) y cuada del csar Juan Ducas. Volvi a casarse, esta vez con Romano IV Digenes y
fue relegada posteriormente. Su hija Zoe se cas con Adriano, hermano de Alejo
Comneno.

140

das y como los Comneno no deseaban en absoluto expulsarla del


palacio por los abundantes favores con que los haba regalado ella
durante todo el periodo de su reinado y, no menos, por la intimidad
que tenan con ella en razn del doble parentesco que los una, mucha gente hizo correr muchos rumores de diverso contenido, tomando unos los hechos de un modo y otros, de otro, conforme al odio o
a la simpata que cada persona experimentara hacia ella, y siguiendo
la costumbre de juzgar los actos segn las preferencias, no tal cual
son. En suma, solo Alejo fue el coronado en aquella ocasin por la
diestra del patriarca Cosmas. Este santo y venerable varn haba sido
elegido en el cuarto ao del reinado de Miguel Ducas, el hijo del soberano Constantino, tras la muerte del muy venerado patriarca Juan
Jifilino, el da dos de agosto de la decimotercera indiccin9.
7. Los Ducas recelaban bastante del hecho de que la emperatriz
an no hubiera sido honrada con la diadema imperial e insistan en
que tambin la emperatriz Irene deba ser honrada con la corona.
Haba a la sazn un monje, de nombre Eustracio y de apellido Garidas, que viva cerca de la gran iglesia de Dios y finga descaradamente su virtud. Este sola acudir desde haca tiempo a presencia de
la madre de los Comneno y le haca predicciones sobre el imperio.
Ella, que adems era amiga de monjes y se senta halagada por tales
palabras, mostraba una fe en l que aumentaba cada da ms y, en
consecuencia, concibi la idea de sentarlo en el trono patriarcal de la
metrpolis. Con el pretexto de la simpleza e inactividad del entonces patriarca, convenci a algunos de que le sugirieran la abdicacin
bajo la apariencia de un consejo que le daban sinceramente con la
nica intencin de favorecer sus particulares intereses. Pero aquel
santo varn se percat de esta maniobra y, finalmente, jurando por
su propio nombre, les dijo: Por Cosmas, no abandonar el trono
patriarcal hasta no haber coronado con mis propias manos a Irene.
Los agentes de la seora (ya todos se apresuraban a llamarla as por
deseo del emperador, su amante hijo) regresaron y le comunicaron la
respuesta del patriarca. En suma, una semana despus de la aclamacin de Alejo, tambin su esposa Irene fue coronada por el patriarca
9 1075.

141

Cosmas.

III. Descripciones de Alejo, Irene e Isaac.


1. La apariencia fsica de ambos emperadores, Alejo e Irene, era indescriptible y sin igual. Un pintor que los contemplara no podra
reproducir la imagen de este arquetipo de la belleza, ni un escultor
podra dotar de tal armona a la esencia inanimada de la piedra.
Hasta el famoso Canon de Polcleto se convertira a todas luces en
un objeto carente de gracia ante la sola comparacin de estas obras
maestras de la naturaleza, los recin coronados soberanos, con los
trabajos del legendario Polcleto.
2. Alejo no levantaba mucho del suelo y tena una anchura de
espaldas proporcionada a su altura. De pie no causaba tanto temor
a quienes lo observaban como cuando estaba sentado en el trono
imperial y lanzaba un terrorfico resplandor desde sus ojos. Entonces, pareca que una tormenta de rayos se haba desencadenado en
su rostro y en todo su ser, y despeda irresistibles fulgores. Las cejas
se arqueaban negras a uno y otro lado de su cara y debajo de ellas
tenan su asiento unos ojos que miraban terrible y, al tiempo, delicadamente, de tal modo que su mirada junto al resplandor de su frente,
sus venerables mejillas y el color que corra por ellas causaban por
igual temor y confianza. Sus hombros amplios, sus brazos fuertes y
su pecho ancho eran, todos ellos, atributos dignos de un hroe que
provocaban total admiracin y embeleso en la gente. Este hombre,
en conjunto, era inalcanzable tanto en su lozana y su gracia como en
su seriedad y su majestad. Tampoco en el momento de expresarse en
una conversacin y de poner en movimiento su lengua se tardaba en
comprobar la fogosa retrica que resida en sus labios. Arrastraba con
el diluvio de sus argumentaciones a toda audiencia y espritu y era
inenarrable e invencible con su lengua igual que con su mano, esta
por sus cualidades al manejar la lanza y aquella por su puro encanto.
3. Mi madre, la emperatriz Irene, por aquel entonces era una
adolescente que an no haba cumplido quince aos de edad. Era

142

Mosaico de Alejo I Comneno


Santa Sofa

hija de Andrnico, el primognito del csar, y perteneca a un ilustre


linaje que entroncaba con los famosos Andrnico y Constantino
Ducas. Ella brot de este tronco como una rama firme, siempre
cuajada de flores. Era ancha y delgada en proporcionada correspondencia con el lugar de cada miembro y cada parte de su cuerpo.
Apasionaba verla y apasionaba orla, y era inagotable el placer que
daban su aspecto y sus palabras, como si realmente se tratara de un
maravilloso espectculo o de un recital. Su rostro mismo reflejaba
el fulgor de la luna. No estaba modelado segn un crculo exacto,
como las mujeres asiticas; ni, por el contrario, se alargaba como las
escitas, sino que relajaba un poco la redondez del crculo. Un prado
florido naca de sus mejillas y ofreca sus rosales incluso a los que la
vean de lejos. Sus ojos eran brillantes y miraban con temible placer,
de modo que atraa hacia ella con el placer y la belleza los ojos de
quienes miraban y los obligaba a cerrarlos al no saber cmo contem-

143

plarla ni cmo dejar de hacerlo.


4. No s si existi alguna vez la diosa Atenea, imaginada por
antiguos poetas y autores, pero s de mitos que la recuerdan y nos
transmiten su historia. Si alguien hubiera dicho en aquel entonces
que esta emperatriz semejaba una Atenea encarnada entre los hombres o descendida del cielo en medio de un celeste estallido y un
inaccesible resplandor, a buen seguro que no hubiera errado en su
verosimilitud. La ms admirable de sus cualidades, que no se hallara
en ninguna otra mujer, era la capacidad que posea su sola mirada
para abatir a los atrevidos y transmitir el valor a los que abata el
miedo. Sus labios la mayor parte de las veces estaban cerrados, porque ella se mostraba silenciosa, como una autntica estatua inspirada por la belleza y una viva columna de armona. Con frecuencia
enseaba hasta la mueca unas manos, que acompaaban con un
gesto acorde sus palabras y de las que se hubiera podido afirmar que
parecan una pieza de marfil cincelada por un artista con forma de
dedos y manos. El color azul de sus pupilas brillaba de forma semejante al de las profundas aguas y daba la impresin del mar en calma.
Asimismo, el blanco de los ojos refulga por su contraste con la pupila, produciendo en conjunto una insuperable gracia y regalando
un gozo inefable. As eran fsicamente Irene y Alejo.
5. Por su parte, mi to Isaac tena una estatura igual a la de mi
padre, del que tampoco se diferenciaba mucho en el resto de su
aspecto. Era un tanto plido de rostro, su barba no era muy espesa
y la tena ms escasa en las mejillas que su hermano. Ambos hermanos se dedicaban con asiduidad a la caza, cuando no los agobiaban
las abundantes ocupaciones de los asuntos pblicos, pero ms an
disfrutaban con los asuntos de la guerra que con los de la caza. Nadie adelantaba a Isaac en el ataque, ni siquiera cuando l en persona mandaba la formacin, porque tan pronto como vea las lneas
enemigas, se desentenda de todo lo dems y se arrojaba dentro de
ellas seccionando limpiamente las falanges como un rayo. Este fue el
motivo de que cayera prisionero en ms de una ocasin durante sus
campaas en Asia contra los agarenos. Su incontenible ataque era el
nico defecto del que adoleca mi to en el campo de batalla.

144

IV. Alejo Comneno reestructura la jerarqua de la corte. Solucin del asunto de Mara de Alania y su hijo Constantino.
1. Como de acuerdo con lo prometido Nicforo Meliseno deba
recibir la dignidad de csar y como Isaac por ser el primognito de
los hermanos deba ser honrado con un ttulo de mayor categora
sin que existiera dignidad ms alta que la de csar, el emperador
Alejo invent un nuevo ttulo cuya denominacin sera el resultado
de unir los nombres de sebasto y de autocrtor. As cre la dignidad
de sebastocrtor con categora igual a la de un segundo emperador.
El csar estara subordinado a este y ocupara el tercer puesto, empezando por el soberano, en el orden de las aclamaciones. Orden,
asimismo, que fueran coronados tanto el sebastocrtor como el csar
en los actos pblicos oficiales con unas coronas que se diferenciaban bastante por la magnificencia de la diadema que cie la cabeza
de Alejo. La corona imperial cubre la cabeza como una semiesfera
perfecta, adornada por doquier de perlas y piedras preciosas, en
unos sitios incrustadas, en otros colgando, pues de cada lado de las
sienes penden unas filas de perlas y piedras preciosas que rozan las
mejillas como un elemento destacado de la indumentaria destinada
a los emperadores. Sin embargo, las coronas de sebastocrtores y
csares constan de perlas y piedras preciosas dispersas por aqu y por
all, pero sin la semiesfera.
2. En aquellos das tambin fue honrado Taronites, el marido de
la hermana del emperador, con los ttulos de protosebasto y protovestiario y no mucho despus fue nombrado tambin panhipersebasto y se le asign un asiento al lado del csar. Adems se concedi
a su hermano Adriano Comneno el ttulo de protosebasto ilustrsimo; y el ltimo de sus hermanos, Nicforo, fue promocionado a la
dignidad de gran drungario10de la flota y elevado, tambin este, a la
categora de sebasto.
3. Mi padre invent la nueva jerarqua de dignidades compo10 Gran drungario era el segundo al mando de la flota, tras el gran duque.

145

niendo el nombre de unas, como hemos dicho arriba, y haciendo


de otras un uso diferente del establecido. De un lado estn las dignidades de panhipersebasto, sebastocrtor y todas aquellas cuyos
nombres compuso a partir de las ya existentes; de otro, los empleos
distintos del ttulo de sebasto. En efecto, antes eran denominados
sebastos los emperadores. Esta palabra se le aada como un calificativo muy apropiado; pero Alejo fue el primero en ampliar el crculo
de aplicacin de esa dignidad. Si alguien elevase el gobierno del imperio a la categora de una ciencia y de una muy elevada filosofa,
como una especie de arte de las artes y ciencia de las ciencias, admirara a mi padre por su sabidura y sus conocimientos de arquitectura al innovar en funciones y ttulos dentro del imperio. Hay,
sin embargo, una diferencia, mientras las principales figuras de las
ciencias lgicas inventaron los trminos que usaban por claridad,
Alejo, este monarca experto en el arte de gobernar, tom todas estas
medidas e hizo frecuentes innovaciones en el orden de las funciones
y la denominacin de los ttulos para el bien del imperio.
4. Aquel santo varn, el patriarca Cosmas, de quien hemos hablado antes, unos das despus de celebrar la sagrada liturgia en el
da del apstol Juan el telogo dentro de la iglesia puesta bajo su
advocacin en el Hbdomo, renunci al patriarcado y tras haberse
distinguido durante cinco aos y nueve meses en el cargo, se retir al
monasterio de Calio. Detrs de este se encarg del timn de la nave
patriarcal el eunuco a quien hemos hecho mencin anteriormente,
Eustracio Garidas.
5. Como, tras el derrocamiento de su padre Miguel Ducas,
Constantino Porfirogneto, el hijo de la emperatriz Mara, se haba
quitado voluntariamente los borcegues rojos y se haba calzado los
vulgares de color negro, Nicforo Botaniates, que haba asumido
el mando del imperio como sucesor de Miguel Ducas, el padre de
Constantino, decidi que se desprendiera de aquel calzado negro y
le mand ponerse borcegues de variopintas sedas, como si le diera
una muestra de respeto al joven, cuya belleza admiraba tanto como
su linaje. Pero como si sintiera envidia del rojo que destellaba de su
calzado por entero, solo le permiti que aquel lo dejara ver en algu-

146

nas partes de sus tejidos.


6. Tras la proclamacin de Alejo Comneno, la madre de Constantino, la emperatriz Mara, siguiendo los consejos del csar, pidi
al soberano por escrito la promesa certificada con letras rojas y un
sello de oro, no solo de que sera salvaguardada indemne con su
hijo y sino tambin de que el joven reinara con l, haciendo uso de
los borcegues rojos, de la corona y siendo proclamado emperador
a su lado. Su peticin no cay en vaco y recibi un crisbulo confirmando todos sus deseos. Entonces le retiraron a Constantino los
borcegues de seda que calzaba, le permitieron ponerse el calzado
de color enteramente rojo y en adelante fue el segundo en sellar
con cinabrio tras el emperador las donaciones y los crisbulos, y fue
tambin el segundo en los cortejos, tocado con la tiara imperial. Por
todo esto se rumoreaba que antes de la rebelin, la emperatriz haba
ultimado un acuerdo sobre ese particular en el que se fijaba as el
futuro de su hijo.
7. En suma, sali ella de palacio con esta seguridad y con el
apropiado cortejo y se estableci en las estancias del monasterio del
gran mrtir Jorge, en los edificios construidos por el difunto emperador Constantino Monmaco (Mangana suele llamarlos hoy en da
la lengua vulgar). El sebastocrtor Isaac la acompaaba.

V. Alejo hace pblica penitencia por los desmanes de sus tropas


al entrar en Constantinopla.
1. As resolvieron los Comneno el problema de la emperatriz Mara.
En cuanto al emperador, que haba gozado desde pequeo de una
esmerada educacin y actuaba de acuerdo con las recomendaciones
de su madre, albergando en su pecho y en su corazn el temor de
Dios, estaba desgarrado y entristecido por el pillaje a que haba sido
sometida la ciudad y que todos en general haban sufrido tras su
entrada en ella. En efecto, la creencia en la propia infalibilidad del
que nunca ha tropezado con ningn obstculo lo hace desembocar
en la locura, pero si el que ha errado pertenece al grupo de las per-

147

sonas devotas y sensatas, asume pronto en su alma el temor de Dios


y es presa de grandes turbaciones y miedos, especialmente si est a
cargo de importantes asuntos y ha accedido a sealadsimos puestos.
Acosaba a Alejo el temor de que conducido en algn modo por su
torpeza, su osada y su soberbia se atrajera la clera de Dios y cayera
rodando del poder que hasta entonces tena, tal como le sucedi una
vez a Sal, pues Dios por el atrevimiento del rey rompi en dos su
reino11.
2. Alejo se hallaba agitado por estas reflexiones y su alma estaba conmovida tambin por temor a que en algn momento sobreviniera abiertamente la clera de Dios. Pues se consideraba responsable del dao causado a la ciudad entera por todos y cada uno
de los soldados que se desparramaron como el populacho por toda
la ciudad. Pensando que fue l quien origin aquellos tremendos
perjuicios, se senta herido, angustiado y no estimaba en nada,
como es lgico, el imperio, el poder, la prpura, la corona de joyas
engastadas y el vestido dorado y rodeado de perlas, frente a las
indescriptibles desgracias que haba sufrido en aquella ocasin la
emperatriz de las ciudades. Los horribles infortunios que la envolvieron en aquel instante nadie, aunque quisiera, podra relatarlos.
En efecto, los santuarios, los templos, las propiedades pblicas y
privadas, fueron saquedos por todos en todas partes, y los gritos y
las voces levantadas en todas partes golpeaban los odos de todos.
Si alguien hubiera visto este espectculo, habra dicho que fue un
terremoto lo que sobrevino.
3. Alejo revolva estos pensamientos en su mente y por ello su
alma estaba afligida, desgarrada sin saber qu hacer con su infinito
dolor. Pues era estricto hasta el extremo a la hora percibir lo que se
haba hecho mal. Saba que los precedentes acontecimientos, durante los cuales la masa haba obrado vilmente, los haban llevado
a cabo las manos y las voluntades de otros, pero era consciente, y
muy firmemente por cierto, de que l haba facilitado el pretexto
y el origen de estos sufrimientos. Con todo, para l una vez ms
los responsables ltimos de la rebelin haban sido los ya citados
11 Reyes, XV 28; XXVIII; III Reyes, XI 11.

148

siervos.
4. Como haba aceptado de este modo la plena responsabilidad
de los desmanes, pretenda y deseaba curar esta herida. As, tras la
curacin y purificacin de sus faltas, se hara cargo de los asuntos del
imperio y podra dirigir y administrar correctamente el imperio y los
asuntos relacionados con el ejrcito y la guerra. Acudi a presencia
de su madre, le comunic aquel encomiable sentimiento y busc
un medio que lo curase y alejase de estos remordimientos que torturaban su conciencia. Ella abraz a su hijo y acogi gustosamente
sus palabras. Mandaron llamar, pues, de comn acuerdo al patriarca
Cosmas (por aquel entonces an no haba abdicado del trono) y a
algunos destacados miembros del sagrado snodo y del estamento
monstico.
5. Compareci ante ellos el emperador como acusado, como
condenado, como un hombre comn o alguien de otra condicin
que est sometido a la autoridad y aguarda en cualquier momento
la sentencia que el tribunal dictar en contra de l. Alejo confes
todas las faltas sin omitir ni la instigacin, ni el consentimiento, ni
la actuacin, ni la causa de esos actos y, tras explayarse en todos los
hechos con temor y fe, pidi ardientemente la cura de sus males,
sometindose a s mismo a la pena. El tribunal conden a idnticas
penas tanto a l como a sus parientes consanguneos que se haban
alzado tambin en rebelin, ordenando ayunar, dormir en el suelo
y las medidas que los acompaan para reconciliarse con el favor
divino. Ellos aceptaron las penas y las cumplieron de buena gana.
Tampoco sus mujeres consintieron en permanecer libres de castigo
(cmo podran negarse si eran amantes esposas de sus maridos?) y
voluntariamente aceptaron el yugo del arrepentimiento.
6. Pudo verse entonces el palacio lleno de lgrimas, de afliccin,
de una afliccin no digna de reproche ni que acusaba una debilidad de espritu, sino encomiable y receptculo de una alegra mayor
nunca desaparecida. El emperador, por su parte, dada su religiosidad, iba ms all y visti por debajo de la prpura imperial un cilicio
que estuvo en contacto con la piel de su cuerpo durante cuarenta
das y cuarenta noches. Adems, de noche dorma acostado en el

149

suelo, apoyando su cabeza sobre una piedra y sumido en la afliccin,


como es natural. De este modo, a continuacin tom el gobierno
del imperio con las manos puras.

VI. Transcripcin del crisbulo por el que Alejo Comneno deja a


su madre como regente del imperio durante su ausencia.
1. Alejo deseaba que su madre fuera el timonel de la nave del estado
antes que l, pero mantuvo oculto este deseo durante un tiempo por
temor a que ella abandonara el palacio al enterarse de este anhelo.
El emperador saba, en efecto, que ella aspiraba a una vida ms elevada. Por tanto, para cualquier asunto que se le presentara peda su
consejo antes de despacharlo y tena en ella un compaero al mismo
tiempo que un auxiliar para las decisiones, mientras iba hacindola
imperceptiblemente partcipe de la tarea de administrar el estado y
le daba a entender tambin de forma evidente y de vez en cuando
que sin su inteligencia y recto juicio se arruinaran los intereses del
imperio. As estaban las cosas y el progresivo estrechamiento en las
relaciones con su madre supona un obstculo y una desviacin de
los objetivos de ella.
2. Tena ella su atencin puesta en el ltimo trecho de su existencia y pensaba pasar los aos que le quedasen de vida en un monasterio, empleando el tiempo en juiciosas reflexiones. Esto pensaba
y rezaba para que as le sucediera. Pero, aunque daba vueltas en su
mente a pensamientos de tal clase con todo su inters puesto en una
vida ms elevada, tambin amaba a su hijo ms que cualquier otra
mujer y de algn modo deseaba afrontar con l los temporales que
azotaban el imperio y capitanear lo mejor posible la nave del estado,
tanto con vientos favorables como en el momento en que las olas la
zarandean por todos lados. En especial ahora, cuando su hijo, que
nunca antes haba tenido relacin con la mar, el oleaje y los vientos
de esa ndole, acababa de situarse en la popa y se haba aferrado
al timn. Al hablar de esto, hago referencia metafricamente a las
mltiples y graves turbulencias que agitaban el imperio. En tales

150

casos, la pasin materna se adueaba de ella y acceda a gobernar


con su hijo y emperador. En otras ocasiones, conduca sola, sin fallos
ni errores, el carro del estado al mando de sus riendas. Era, adems,
inteligente, gua realmente apropiada para el imperio y puntal del
trono. Pero desde el otro lado, la arrastraba el amor de Dios.
3. Cuando en el mes de agosto de esta misma indiccin el paso
al Ilrico de Roberto, que mostraba clara y efectivamente sus planes
ntimos, oblig a Alejo a partir, design a su madre como nica regente del imperio en un crisbulo que certificaba abiertamente ante
todos su decisin. Como el historiador no debe dejar constancia de
los actos y los decretos de los hombres ilustres a grandes rasgos, sino
detallar aquellos en lo posible y referir sus edictos, voy tambin yo,
de este modo, a transcribir el contenido de dicho crisbulo, eliminando solo los adornos de su redactor.
4. Dice as: Nada hay equiparable a una madre cariosa y
amante de sus hijos, ni refugio ms poderoso que ella, aunque el peligro se cierna, aunque se espere alguna otra desagradable amenaza.
Si ella da un consejo, ser un consejo seguro; si reza, sus rezos sern
apoyo y proteccin imbatibles. Este fue el carcter que Mi Imperial
Majestad crey ver desde la ms tierna infancia en mi venerada madre y seora, que ha actuado siempre en todo como mi nodriza y mi
gua. En efecto, mientras Mi Majestad constaba dentro del catlogo
senatorial, el amor de madre prevaleci sobre todo lo dems y la
confianza de hijo se conserv pura. En nuestros cuerpos diferentes
se reconoci la existencia de una sola alma, que se ha preservado
intacta, por gracia de Cristo, hasta el presente. Nunca se dijo entre
nosotros esto es mo o esto es tuyo, esas fras palabras; y, lo que
sin duda es ms importante, sus continuas oraciones suban en todo
tiempo a los odos del Seor y me elevaron a esta cima del imperio.
5. Sin embargo, tras la toma del cetro imperial, ella no pudo soportar la idea de abandonar la colaboracin con Mi Majestad, ni la
de renunciar a los intereses de esta y a los pblicos. Por ello, aunque
Mi Majestad se disponga a partir en contra de los enemigos de la
Romania y dedique mucha atencin al reclutamiento del ejrcito y
a su organizacin, tampoco ha descuidado la administracin de los

151

asuntos civiles y polticos. Hall, por tanto, una inexpugnable fortaleza para el mejor gobierno en el hecho de confiar a mi venerada
y honradsima madre la administracin de todas las cuestiones de
estado.
6. Mi Majestad decreta, pues, oficialmente a travs del presente
crisbulo que, por la experiencia que atesora sobre las cosas de la vida,
aunque las haya despreciado por entero, las decisiones que ella haga
constar por escrito, siempre que hayan sido propuestas por el presidente de los secreta o por sus subordinados o por cualquier otro funcionario, cuyas memorias, peticiones y resoluciones sean preparadas
en materia de disminucin de cargas fiscales, tengan plena vigencia,
como si hubieran sido dispuestas por el sereno poder de Mi Majestad
y como si hubieran sido escritos segn el dictado de mi propia boca.
Cualquier clase de resoluciones o instrucciones que sean expresadas,
tanto escritas como no escritas, ya motivadas ya no motivadas, y que
lleven su sello en el que aparecen la Transfiguracin y la Dormicin12,
sern tenidas en cuenta como si proviniesen de Mi propia Majestad y
con la fecha puesta por el que dirija en ese momento los secreta.
7. Adems, en las promociones y sucesiones de los secreta y de
los temas, en las dignidades, cargos y donaciones de tierras, mi santa
madre tendr mi imperial permiso de hacer lo que le parezca correcto. Adems, las personas que sean promovidas a puestos de los
secreta y de los temas y sean los sucesores en estos cargos, y las personas que sean honradas con ttulos de categora superior, media o
inferior sern en adelante mantenidos en sus puestos y conservarn
sus privilegios. Adems, los incrementos de las rentas, los aumentos
en las cantidades de las donaciones, las reducciones de impuestos,
las disminuciones o supresiones de pagos, ser ella quien los ordene
con pleno derecho. Para resumir, nada de lo que ella ordene por
escrito o no, ser entendido como carente de vigencia. Sus palabras
y prescripciones sern tenidas en cuenta como si provinieran de Mi
Majestad, ninguna de ellas ser derogada y tendrn vigencia y estabilidad en los tiempos venideros.
8. Ninguna persona exigir responsabilidades ni someter a in12 Es el nombre que recibe en la Iglesia Ortodoxa la Asuncin de la Virgen.

152

vestigacin alguna, tanto ahora o como en el futuro, a ninguno de


los que la hayan obedecido, incluido el que haya sido en su poca
logoteta de los secreta, ya parezcan razonables o no razonables las
acciones emprendidas. Sean cuales sean, de las medidas vigentes en
razn del presente crisbulo no se pedir nunca cuenta.

VII. Elogio de la madre de Alejo.


1. Este era el contenido del crisbulo. Por otro lado, dadas las circunstancias, alguien podra asombrarse del aprecio que mi padre y
soberano senta hacia su madre y de la manera en que le cedi todas
las prerrogativas, como si l hubiera cedido las riendas del imperio
y de algn modo fuera el acompaante de ella, que guiaba el carro
del imperio, participando solo del simple nombre de emperador,
aunque por su edad ya hubiera pasado la adolescencia, cuando especialmente en esos caracteres nace la pasin de poder. En efecto,
el emperador se meti de lleno en las guerras con los brbaros y en
cuanto supone hazaas y contiendas, y confi a su madre la administracin de todos los asuntos, los cargos civiles y las medidas sobre
los impuestos y los gastos del imperio.
2. Tal vez alguien podra reprocharle, una vez llegado a este
punto, que tomara esas medidas, pensando que mi padre confi al
gineceo la administracin del imperio. Pero, si hubiera conocido la
inteligencia de esa mujer, su enorme virtud y sensatez, y la actividad que desplegaba, dejara de hacer reproches y los sustituira por
su admiracin. Tan diestra era mi abuela para llevar adelante sus
asuntos y eficiente en ordenar y organizar el gobierno que no solo
hubiera podido regir el estado de los romanos, sino tambin cualquier imperio de cuantos hay bajo el sol. Era muy experta y conoca
la naturaleza de cualquier clase de tareas y saba cmo empieza cada
una, dnde puede desembocar, cules son perjudiciales para cules
y cules benefician a otras. Era muy perspicaz para captar lo que era
preciso hacer y hbil para llevarlo a cabo con seguridad.
3. No se daba el caso de que fuera tan juiciosa, pero su len-

153

gua desentonara de su buen juicio, sino que era una oradora muy
persuasiva. Tampoco era una charlatana que prolongara su discurso
interminablemente, ni la abandonaba pronto la inspiracin del discurso, sino que tras comenzar oportunamente, acababa a su vez en
el momento ms oportuno. El trono imperial la gan para s cuando
disfrutaba de madurez, cuando ms descollaba su inteligencia, su
agudeza floreca y su saber en torno a la poltica alcanzaba cotas
extremas, cualidades en las que el gobierno y la administracin hallan su fuerza. Estaba en una edad naturalmente apropiada no solo
para hablar ms sabiamente que los jvenes, como dice la tragedia,
sino incluso para actuar ms sensatamente13. Tiempo atrs, cuando
ella perteneca al grupo de las mujeres ms jvenes, era totalmente
asombrosa la prudencia, propia de las canas, que mostraba en una
edad juvenil. Su aspecto ofreca al espectador la muestra de la virtud
y la seriedad que residan en ella.
4. Como deca, cuando mi padre ascendi al trono, se reserv para s los combates y las penalidades, mientras converta a su
madre en espectadora de sus trabajos, y, tras hacerla su seora,
obedeci sus rdenes como un esclavo. El emperador la quera
mucho, dependa de sus consejos (tan amante hijo de su madre
era), prestaba su derecha como mano ejecutora de las palabras de
aquella y consenta o disenta con ella en todo lo que aquella consenta o disenta.
5. En suma, la situacin era la siguiente. El emperador posea
simblicamente el imperio, pero ella posea el imperio mismo; la
una legislaba, administraba y rega todo, y l refrendaba con su sello las medidas de aquella, las escritas con su firma y las no escritas
con su aprobacin verbal. Por as decir, no era un emperador, sino
un instrumento del poder imperial de ella. l quedaba satisfecho
con todas las decisiones que su madre adoptaba y decretaba, y
no solo era el que mejor obedeca a su madre, sino que tambin
le prestaba atencin como a un sabio en la ciencia del gobierno
del imperio. Pues saba que ella iba buscando siempre lo mejor
y que superaba con diferencia a todos los que vivan en aquella
13 Esquilo, Eumnides, 848-849

154

poca por su inteligencia y su comprensin de las cuestiones que


se trataban.

VIII. Panegrico de Ana Dalasena. Excurso sobre la fundacin de


la iglesia de Santa Tecla por Isaac Comneno.
1. Esos fueron los comienzos del reinado de Alejo. Nadie podra llamarlo, lgicamente, soberano ahora que haba transferido por entero el cargo de soberano a su madre. En fin, que otro alabe de acuerdo
con las leyes del encomio14 la patria de aquella estupenda madre y
su linaje, que entroncaba con el de los famosos Adriano Dalaseno y
Caronte15, y dirija su narracin hacia la inmensidad de sus hazaas.
Porque no es adecuado que yo, una historiadora, la caracterice por
su linaje o su sangre, sino por su conducta, sus virtudes y por todas
los rasgos que caracterizan el gnero histrico.
2. Volviendo a ella una vez ms, dir que era la mayor gloria tanto
del sexo femenino, como del masculino, y un adorno de la naturaleza humana. Ella transform, mejor e impuso un orden digno de
elogio en el gineceo de palacio, que estaba totalmente corrompido
desde que el famoso Monmaco16 asumiera el mando del imperio
y que haba sido el centro de insensatas pasiones hasta el reinado de
mi padre. Pudo comprobarse entonces cmo el palacio gozaba de un
orden encomiable. Prescribi las horas de los himnos sagrados, fij el
momento de la comida y de la eleccin de magistrados, y se convirti
ella en hito y modelo de todas las actividades, de modo que el palacio
acab por tener ms apariencia de un sagrado lugar de meditacin.
3. Ese era el carcter de aquella mujer, realmente extraordinaria
14 El encomio era un gnero literario, subgnero de la oratoria cortesana, que
responda a una serie de reglas fijas.
15 Ana Dalasena era hija de un alto funcionario imperial en Italia al que llamaban
Caronte porque liquidaba a todo enemigo al que golpeaba. En cuanto a la lnea
materna, descenda de Adriano y Tefilo Dalaseno, cuyo linaje y hazaas remontan
al reinado de Constantino VIII (1025-1028).
16 Alusin a la degradacin moral que sufri la corte durante el reinado de Constanino IX Monmaco (1042-1054).

155

y santa. Tanto superaba en templanza a las mujeres celebradas en la


antigedad y que inspiraron tantos relatos, cuanto el sol a los astros.
Y su compasin con el pobre, su generosa mano con los necesitados, qu palabras podran expresarlas? Su hogar era el asilo comn
de los parientes que pasaban penalidades, y no menos comn lo
era tambin de los extranjeros. Honraba especialmente a sacerdotes
y monjes, a los que invitaba a su mesa, de modo que nadie podra
contemplar su mesa sin que estuvieran presentes los monjes. La manifiesta firmeza de su temperamento era venerada por los ngeles y
temida por los demonios. Solo con su mirada se haca insoportable
a los hombres desenfrenados y dados a los placeres, pero, por el
contrario, se comportaba agradable y dulcemente con los que hacan
gala de su templanza. Conoca tan bien la medida de la modestia y
de la seriedad, que lo modesto no pareca en ella fiero y rudo, ni lo
tierno, relajado e intemperante. Creo que una buena definicin del
decoro es la mezcla de caridad con la altura espiritual.
4. El carcter que haba en su interior se inclinaba por la reflexin y desarrollaba siempre proyectos nuevos cuyo objetivo no
consista en perjudicar al estado, como algunos murmuraban, sino
preservarlo, conducir al imperio, entonces arruinado, a su plenitud
y enderezar en la medida de sus fuerzas el rumbo de un estado
que estaba reducido a la nada. Aunque estuviera excepcionalmente
encargada de la administracin de la cosa pblica, no por ello desatenda el rgimen de vida adecuado para el monacato y dedicaba
la mayor parte de la noche a cumplir con los himnos sagrados,
consumiendo el tiempo en continua oracin y en vela. En torno
al alba, en ocasiones al segundo canto del gallo, se ocupaba de los
asuntos de estado, atendiendo con la ayuda de su secretario Gregorio Genesio a la eleccin de cargos y resolviendo las solicitudes de
los peticionarios.
5. Si algn orador hubiera querido plasmar su personalidad en
un discurso de encomio a qu hombres y mujeres distinguidos en
la antigedad por su virtud o clebres por sus empresas, sus reflexiones y sus conductas respecto a los dems hubiera dejado de citar,
mientras alzaba al ltimo escaln de la gloria a la mujer que era el

156

objeto de la alabanza, todo ello segn la ley de los escritores de encomios? Pero las reglas de la historia no dan tanta licencia al que la
cultiva. Por eso, si al hablar de esta emperatriz, contamos sus xitos
muy comedidamente, que nadie de cuantos conocen su virtud, su
enorme dignidad, su agudeza para cualquier asunto y su sublime inteligencia, llene nuestro relato de reproches. Pero volvamos nosotros
al punto en el que, por extendernos sobre la emperatriz, nos hemos
desviado un tanto del hilo narrativo. Como decamos, pues, ella no
consagraba el da entero a las ocupaciones mundanas; por el contrario, cumpla con las funciones religiosas en la iglesia consagrada a
la mrtir Tecla, que el soberano Isaac Comneno17, su cuado, haba
mandado edificar por el siguiente motivo.
6. Cuando los jefes dacios decidieron dejar de respetar el tratado
que mantenan haca tiempo con los romanos y lo rompieron con
su perjurio, los srmatas, conocidos antiguamente con el nombre de
misios y que se extendan por todos los territorios ms all del lmite
que marca el curso del Istro18, al tener evidencia de este hecho, decidieron no continuar en paz dentro de sus fronteras, se movilizaron
en masa y se instalaron en nuestros territorios. La causa de esta migracin fue la implacable enemistad que los vecinos getas tenan con
los srmatas, a quienes hacan vctimas de pillaje. Por eso, cuando
se percataron de que era el momento oportuno y tan pronto como
vieron el Istro helado, lo utilizaron como tierra firme, se trasladaron
de sus tierras a las nuestras con todo su pueblo y acosaron nuestros
dominios con terribles saqueos de ciudades y regiones fronterizas.
7. Cuando el emperador Isaac se enter de ello, consider necesario ganar Triaditza19. Tras haber repelido anteriormente a los brbaros de oriente, este nuevo conflicto se le present como un problema
de fcil solucin. Efectivamente, despus de reunir todo el ejrcito,
emprendi el camino que llevaba hacia el territorio afectado con el
deseo de arrojar a esos brbaros al otro lado de las fronteras romanas.
Tras alinear como general todo su ejrcito en perfecta formacin,
17 Isaac I Comneno (1054-1057).
18 Danubio.
19 Actualmente, Sofa, la capital de Bulgaria.

157

se lanz contra ellos. Nada ms verlo, los brbaros se dividieron


segn diferentes opiniones. Pero Isaac, que no poda permitirse el
confiar en ellos, atac con su potente falange la parte ms potente
y difcil de batir del ejrcito enemigo, al que aterroriz solo con su
proximidad y la de sus tropas. Y como no osaban mirar cara a cara
al que pareca lanzar relmpagos, tan pronto como vieron la masa
compacta que formaban los escudos de las tropas, se disolvieron.
Se retiraron, pues, un tanto y a pesar de proponerle entablar batalla pasados tres das, se dieron a la fuga abandonando durante
la misma jornada sus tiendas. l lleg al lugar donde ellos haban
acampado, destruy sus tiendas y retorn triunfador con el botn
que haba encontrado.
8. Llegado a los pies del Lobitzo20, le cay encima una furiosa
tormenta seguida de una extraordinaria nevada. Era el veinticuatro
de septiembre, da en el que se conmemora a la gran mrtir Tecla.
Las corrientes de los ros se convirtieron en autnticas mareas, se
desbord el agua y la llanura entera, donde estaban acantonados la
tienda imperial y todo el ejrcito, pareca un mar. En aquel instante,
toda la impedimenta desapareci arrastrada por las corrientes fluviales y los hombres y animales estaban paralizados por el fro. El cielo
retumbaba con los truenos y continuos relmpagos zigzagueaban
desde las nubes sin tregua alguna, como si amenazaran con incendiar todo aquel entorno.
9. Al ver estos fenmenos, Isaac se sinti angustiado. Cuando
se produjo una leve pausa en la tormenta, abandon aquel sitio con
sus generales, tras haber perdido a muchos hombres ahogados en
los torbellinos de las corrientes del ro, y se situ bajo una encina en
compaa de aquellos. Pero percibi algo semejante a un ruido o un
estruendo que surga de la encina y temi que esta cayera derribada
por la fuerza con que el viento empezaba a soplar. Por ello, se apart
a tanta distancia como para que el rbol, si caa, no lo alcanzase. Y
se qued estupefacto. La encina, como a una seal, fue arrancada de
raz y qued a la vista de todos tirada por tierra.
10. El emperador estaba inmvil, asombrado de la solicitud que
20 Actualmente, Love, en Bulgaria.

158

Dios mostraba hacia l. Al tener noticias por rumores de una sedicin en oriente, volvi a palacio. A raz de aquel acontecimiento
mand edificar una famosa iglesia consagrada a la gran mrtir Tecla,
dotada suntuosamente con generoso presupuesto y con todos los recursos artsticos, en donde ofreca los votos que deben hacer los cristianos y cumpla siempre con los himnos sagrados. De este modo,
fue construida esa mencionada iglesia y puesta bajo la advocacin de
la gran mrtir Tecla, donde, como antes expusimos, cumpla con sus
continuas devociones la emperatriz y madre del emperador Alejo.
11. Yo misma tambin tuve ocasin de tratar con ella y admirarla durante un breve tiempo. Todos saben bien que lo que hemos
dicho no es producto de vanagloria y todos los que quieren descubrir la verdad sin partidismos pueden reconocerlo, si es que quieren.
Porque si yo hubiera preferido entonar un panegrico y no hacer historia, hubiera aplicado mi obra a una mayor relacin de sus obras,
como he aclarado ms arriba. Pero ahora debemos volver a nuestro
objetivo.

IX. Alejo adopta las primeras disposiciones militares.


1. El emperador Alejo se dio cuenta de que el imperio estaba como
agonizante. Los turcos pillaban salvajemente las posesiones de oriente y las de occidente se hallaban en un estado penossimo a causa de
Roberto, que se dedicaba a movilizar todos sus recursos para instalar
en el palacio a ese falso Miguel que se le haba presentado, lo que me
parece no era sino una excusa para ocultar una ardiente ambicin de
poder que no lo dejaba nunca en paz. Por ello, habiendo encontrado
en Miguel un pretexto al estilo de Patroclo, hizo prender la chispa
de su pasin por el poder, que hasta ese momento haba estado cubierta bajo las cenizas, y la convirti en una gran hoguera. Empez
a armarse fuertemente contra el imperio de los romanos, aparejando dromones, trirremes, birremes, sermones21, naves de transporte,
21 El dromn era una tipo de nave de guerra bizantina con remos, velas latinas y
sin espoln. El sermn era una nave cuyas caractersticas no son bien conocidas,

159

preparando nuevos y abundantes buques en las regiones costeras y


reuniendo en tierra firme fuerzas numerosas que coadyuvaran con l
en sus objetivos. Sumido el joven soberano en una situacin angustiosa y sin saber a cul de los dos frentes encaminarse, ya que pareca
como si cada uno de los dos enemigos fuera a atacarlo antes que el
otro, aquel noble joven se irritaba y deploraba que el imperio de los
romanos no tuviese siquiera un ejrcito digno (pues no se dispona
ms que de trescientos soldados22 y estos originarios de Coma, muy
dbiles y bisoos, y de algn contingente formado por unos pocos
brbaros extranjeros de los que acostumbran a llevar la espada sobre
el hombro derecho23) y que no se contara con recursos econmicos
en el tesoro de palacio con los que pudieran ganarse algunas alianzas
de pases extranjeros. Los emperadores que haban precedido a mi
padre en el trono haban tratado de modo muy torpe las cuestiones
relativas a la guerra y al ejrcito, y haban conducido el estado de los
romanos a una situacin lmite. Yo misma o decir a algunos soldados y ancianos que ningn pas haba alcanzado nunca tal extremo
de infortunio.
2. Difciles, por tanto, se le presentaban al soberano las cosas,
dividido entre diferentes preocupaciones. Pero l, que era valiente e
intrpido y que tena una abundante experiencia sobre los asuntos
de la guerra, quera hacer fondear de nuevo el imperio en pacficas costas una vez a salvo de la enorme tormenta y, con la ayuda
de Dios, dispersos entre la espuma los enemigos que se levantaban,
como las olas cuando chocan contra las piedras.
3. Se dio cuenta, pues, de que era preciso convocar rpidamente
en pleno a todos los toparcas24 de oriente que estaban resistiendo
con valor a los turcos al mando de fortalezas y ciudades. Inmediatamente, por tanto, redact diversos mensajes a todos, a Dabateno, a
la sazn topotereta25 de Heraclea del Ponto y encargado de paflagopero que parece corresponder a naves ligeras y alargadas sin cubierta.
22 En Constantinopla.
23 La guardia varega.
24 Gobernador de una ciudad.
25 Comandante a cargo de una plaza fuerte o de la vigilancia de una clisura

160

nia; a Burtzes, que era toparca de Capadocia y Coma, y a los restantes jefes, ofrecindoles informacin sobre todos los acontecimientos
que le haban ocurrido, por cuya causa, y gracias a la divina providencia, haba ascendido a la dignidad imperial y haba sido salvado
inopinadamente de un peligro inminente. Asimismo, les ordenaba
que fortalecieran sus posiciones adoptando las medidas precisas y
que, tras dejar all un nmero suficiente de soldados, se presentaran
en Constantinopla con el resto de las tropas y con cuantos reclutas
recin alistados y en pleno vigor pudieran conseguir.
4. Luego, comprendi que deba afianzar dentro de lo posible su
posicin frente a Roberto y apartar de la empresa a los caudillos y
condes que se haba atrado. Pero cuando el emisario que haba sido
enviado a Monomacato antes de la toma de Constantinopla y por
cuya mediacin le peda ayuda y requera que le fuera remitido dinero, regres trayendo solo una carta donde se deshaca en excusas,
como antes hemos relatado, y donde expona que le era imposible
ayudarle en ese momento, puesto que an Botaniates estaba en posesin de la autoridad, y cuando la hubo ledo, qued desolado por
el temor de que Monomacato se pasase al bando de Roberto nada
ms enterarse del derrocamiento de Botaniates. En consecuencia,
mand llamar a su cuado Jorge Palelogo y lo despach a Dirraquio (ciudad ilrica) encomendndole la tarea de expulsar de all a
Monomacato mediante el recurso a todo su ingenio y sin combatir,
ya que no dispona de tropas suficientes con las que echarlo a la
fuerza de la ciudad, y de oponer, en lo posible, sus argucias a las
argucias de Roberto.
5. Le encomend, asimismo, que reparare las almenas de una
nueva forma, dejando sin clavar la mayor parte de sus piezas de
madera, para que, si en algn momento se les ocurriera a los latinos trepar a ellas por escalas, rodase la empalizada por tierra al
mismo tiempo del asalto y arrastrase en su cada a los enemigos.
Adems, hizo por escrito encarecidas y abundantes exhortaciones a
los gobernadores de las ciudades costeras y de las islas en el sentido
de que no deban abatirse ni, menos an, volverse negligentes y que
[], esto es, un desfiladero de valor estratgico.

161

deban estar despiertos y alertas, vigilando su entorno y observando


a Roberto, no fuera a ocurrir que acabara siendo dueo al primer
ataque de todas las ciudades costeras y de las islas y creara dificultades extremas al imperio de los romanos.

X. Alejo busca alianzas contra Roberto. Texto de la carta enviada


al rey de Alemania.
1. Estas fueron las medidas que adopt el emperador sobre el Ilrico
y con las que, a la vista de todo el mundo, fortific correctamente
sus posiciones frente a Roberto y bajo sus narices; pero tampoco desatendi a los que se hallaban a espaldas del brbaro. Expidi entonces una serie de cartas, primero al jefe de los longibardos, Hermano26, luego al papa de Roma27, al arzobispo de Capua, Erbio28, a los
prncipes e incluso tambin a todos los caudillos de pases clticos,
ofrecindoles abundantes regalos y promesas de numerosos presentes y dignidades. Con esta maniobra, iba excitando la hostilidad en
contra de Roberto. Y mientras unos empezaban ya a perder la amistad con Roberto, otros prometan hacerlo si reciban ms riquezas.
2. Como saba que, por encima de todos estos, el rey de Alemania29 poda hacer contra Roberto lo que quisiera, le envi cartas
en ms de una ocasin que contenan promesas diversas y melifluas
palabras. Cuando supo que estaba convencido y que prometa cumplir sus deseos, despach de nuevo a Querosfactes con otra carta que
deca as:
3. Nuestra Majestad reza para que Tu Poderossima Alteza est
bien e incremente su prosperidad, muy noble y, en verdad, cristiansimo hermano. Pues cmo podra la piedad de Nuestra Majestad
abandonar las oraciones que reza para tu mayor provecho y ventura,
si conocernos la piedad que hay en ti? Porque este fraternal apoyo
26 Hermann, duque de Lombarda, sobrino de Roberto.
27 Gregorio VI.
28 Herv, arzobispo de Capua.
29 Enrique IV.

162

y disposicin tuya hacia Nuestra Majestad y la promesa que hiciste


de aceptar la movilizacin en contra de ese hombre perverso y darle
a probar merecidamente su propia maldad a ese maldito criminal y
enemigo de Dios y de los cristianos, demuestran la inmensa grandeza de tu alma, lo que da claro testimonio de tu devocin a Dios.
4. Los intereses de Nuestra Majestad, en general, marchan bien,
pero en algunas insignificantes cuestiones se hallan inquietos y turbados por las alteraciones a que los someten las actividades de Roberto. Pero si en algo hay que confiar en Dios y en sus justos designios es en que la ruina de ese injustsimo hombre es inminente.
Dios no consentir en absoluto que el bastn de los pecadores se alce
contra sus herederos. Por otro lado, respecto a los acuerdos entre
Nuestra Majestad y Tu Poderossima Alteza sobre el envo de ciento
cuarenta y cuatro mil monedas y las cien piezas de tela prpura,
estas han sido enviadas con el protoproedro y catepn entre los ttulos, Constantino30, con el beneplcito de tu fidelsimo y nobilsimo
conde Bulcardo31. La citada suma de monedas que ha sido enviada
se pag mediante plata acuada en la antigua calidad de poca del
emperador Romano32. Una vez Tu Nobleza haya prestado juramento, te sern remitidas doscientas diez y seis mil monedas y las rentas
de las veinte dignidades conferidas por mediacin de Bagelardo33, el
muy fiel servidor de Tu Alteza, cuando bajes a Longibarda.
5. Por otro lado, Tu Alteza ha sido instruida previamente sobre
los trminos en que debe ser cumplido el juramento. Sin embar30 Constantino Querosfactes, mencionado arriba. El catepn asista a los duques
en el gobierno de los temas durante el periodo de los Comneno. Proedro era un
ttulo en principio exclusivo para eunucos, pero que en poca de Alejo Comneno
ya estaba abierto a personajes importantes de la corte no eunucos. En principio era
el de mayor rango para personas no pertenecientes a la familia imperial. El excesivo
uso del mismo llev a crear el grado superior de protoproedro. A partir del siglo XI
fue cayendo en desuso y desapareci en el siglo XII, quedando restos de su uso en
la jerarqua eclesistica solamente.
31 Burchard, conde y embajador de Enrique IV de Alemania.
32 Desde el reinado de Romano IV Digenes se haba producido una devaluacin
en la calidad de la moneda
33 Abelardo, hermano de Hermann (v. nota 18). Viva en Constantinopla como
refugiado.

163

go, el protoproedro y catepn Constantino, que ha sido informado por Nuestra Majestad sobre cada uno de los requerimientos
que se hacen y que se confirmarn con el juramento que vas a
pronunciar, te dar mayores detalles. Cuando Nuestra Majestad y
los embajadores enviarlos por Tu Alteza llegaron a un acuerdo, se
les record algunas de las ms urgentes y fundamentales cuestiones, pero como los hombres de Tu Alteza afirmaron que no tenan
competencia sobre esos asuntos, Nuestra Majestad dej pendiente
el juramento. Preste, pues, ahora el juramento Tu Alteza de acuerdo con la garanta que de ello ofreci a Nuestra Majestad tu leal
Albertes34 mediante su propio juramento y segn Nos requerimos
como preciso colofn.
6. La tardanza de tu fidelsimo y nobilsimo conde Bulcardo
se produjo porque Nuestra Majestad deseaba que l contemplara a
nuestro amadsimo sobrino35, el hijo del muy feliz sebastocrtor y
carsimo hermano de Nuestra Majestad36, para que a su regreso te
pusiera en conocimiento de la inteligencia que posee el nio a pesar
de su tierna infancia. Porque a las cuestiones relacionadas con su aspecto exterior y con su fsico Nuestra Majestad les confiere un valor
secundario, si bien en este apartado posee abundantes cualidades.
Tu embajador te pondr al corriente de que durante su estancia en
la capital vio al nio y de que, como es natural, trat con l sobre
muchos aspectos. Puesto que Dios an no ha agraciado a Nuestra Majestad con un hijo y el lugar de hijo legtimo lo ocupa este
amadsimo sobrino, con la anuencia de Dios, ningn impedimento
existe para que nosotros nos unamos con el parentesco de la sangre,
tengamos mutuos lazos de amistad y creemos mutuas relaciones familiares en virtud de nuestro parentesco, de tal manera que, con la
ayuda de Dios, uno sea ms poderoso gracias a al otro y viceversa,
y acabemos siendo ambos temibles e invencibles para los enemigos.
7. Ahora han sido remitidos a Tu Nobleza como muestra de afecto un colgante de oro con perlas, un relicario dorado que lleva dentro
34 Albert, otro miembro de la embajada de Enrique IV.
35 Juan Comneno, futuro gobernador de Dirraquio.
36 Isaac Comneno.

164

partes de diferentes santos, cada uno de los cuales se distingue por un


pequeo cartel situado en, cada uno de ellos, un cliz de sardnice, un
vaso de cristal, roca de rayo atada a una cadena de oro y savia de blsamo.
8. Ojal Dios alargue tu vida, ensanche los lmites de tus dominios
y coloque a todos tus adversarios en la ignominia y en la sumisin.
Ojal la paz sea con Tu Alteza, el sol de la serenidad brille para todos tus
vasallos y desaparezcan todos tus enemigos porque la poderosa fuerza
del Altsimo te favorezca contra todos a ti, que amas tanto su nombre
invencible y verdadero, y armas tu mano contra sus enemigos.

XI. Gracias a la pericia estratgica del emperador, los turcos son


rechazados al interior de Anatolia.
1. As pues, una vez organizada de ese modo la defensa de los territorios occidentales, Alejo se preparaba contra la amenaza urgente e
inminente de peligro, mientras resida an en la ciudad imperial y
examinaba cmo oponerse a los enemigos que acechaban de forma
manifiesta mediante toda clase de recursos. Como sealamos anteriormente, l vea que los muy infieles turcos estaban asentados en
torno a la Propntide a causa de la hegemona de Solimn37 sobre
todo el oriente, el cual no cesaba de enviar incursiones de pillaje desde
Nicea (donde tambin tena su sede el palacio del sultn, una especie
de palacio imperial) ni de saquear todos los territorios limtrofes con
Bitinia y Tinia38 hasta alcanzar la que ahora se denomina Damalis del
Bsforo en sus cabalgadas y asaltos, y que se llevaban abundante botn
sin atreverse tan solo a franquear el estrecho. Cuando los habitantes de
Bizancio vean que los brbaros habitaban sin ninguna clase de temor
en las poblaciones costeras y en los templos sagrados sin que nadie los
expulsara de all, caan en la mayor desolacin porque no saban qu
hacer y estaban completamente aterrorizados.
37 Suleimn, primo del sultn selycida Malik Shah, gobernaba casi de forma
independiente en Asia Menor.
38 Cabo situado entre el Mar Negro y el Mar de Mrmara.

165

2. Al ver este estado cosas, el emperador comenz a dar innumerables vueltas en la cabeza a sus pensamientos, adoptando y desechando sucesivas soluciones y planes estratgicos hasta que asumi
en la medida de sus posibilidades el plan que consideraba mejor y se
puso manos a la obra. En consecuencia, eligi a los decarcas39 entre los
hombres recin reclutados (los haba romanos y algunos oriundos de
Coma). De ellos, embarc a unos armados ligeramente solo con arcos
y escudos, y a otros, los que tenan alguna experiencia, cubiertos con
yelmo, escudo y lanza, les orden que bordearan la costa y la orilla,
cruzasen el mar en secreto y cayeran sobre los infieles si notaban que
estos tenan una superioridad numrica no mucho mayor que la suya.
Luego, deberan retornar inmediatamente al lugar de donde haban
partido. Como saba que eran totalmente bisoos, les recomend que
ordenasen a los remeros remar sin ruido, vigilando al tiempo a los
brbaros que suelen emboscarse en las hendiduras de las rocas.
3. As se estuvo actuando durante unos das y pronto los brbaros comenzaron a escapar hacia lugares ms al interior de la costa. Cuando el emperador se enter, orden a destacamentos de sus
fuerzas que tomasen las localidades y edificaciones que haban estado antes en manos de los turcos y que pasaran las noches al abrigo de
estas. Asimismo, les orden que en torno al alba, cuando el enemigo necesitase salir para forrajear o por otro motivo, los atacaran en
masa; que se contentaran con poder realizar alguna accin en contra
de ellos, aunque fuera poca cosa, y que, sin buscar ms riesgos ni
darle pretexto al enemigo de probar su valor, volvieran rpidamente
para ponerse a salvo en el interior de las fortalezas.
4. No mucho tiempo tardaron los brbaros en estar tan lejos
que el soberano recobr el nimo y orden a los hombres, que hasta
entonces haban combatido a pie, montar a caballo, blandir la lanza
y llevar a cabo numerosas y fugaces incursiones a caballo contra los
enemigos, sin que hubieran de atacarlos ya por la noche y furtivamente, sino cuando acabara de amanecer. Los que hasta entonces
haban sido decarcas ascendieron a pentecontarcas40. Ellos, que ha39 Decurin, al mando de diez hombres.
40 Al mando de cincuenta soldados.

166

ban luchado a pie, de noche y con mucho miedo contra los enemigos, los atacaban ahora por la maana y, cuando el sol brillaba en el
centro del cielo, libraban grandes combates llenos de valor. De este
modo, sucedi que mientras a unos se les iban reduciendo sus posesiones, a los romanos enseguida volvi a alumbrarlos el fulgor de un
podero que haba estado ahogado bajo las cenizas. Pues Comneno
no solo los arroj mucho ms lejos del Bsforo y de las regiones
prximas al mar, sino que incluso oblig al sultn a pedir muy encarecidamente la paz gracias a la expulsin de los brbaros ms all de
los lmites de Bitinia, Tinia y Nicomedia.
5. Ante las abundantes noticias que confirmaban el incontenible
avance de Roberto, quien ya haba reunido abundantes fuerzas y se
dispona a acercarse a las costas de Longibarda, Alejo recibi favorablemente la peticin de la paz. Pues si ni siquiera Heracles poda
luchar contra dos, como dice el proverbio, mucho menos podra
un joven general que acababa de hacerse cargo de un imperio ya
arruinado y que desde haca mucho tiempo iba marchitndose poco
a poco, degradado hasta el extremo, sin poseer riquezas, sin dinero,
pues todos los recursos haban sido engullidos antes y dilapidados
en gastos completamente intiles. Por ello, tras expulsar a los turcos
de Damalis y de los lugares costeros de su entorno con toda clase
de medios, incluido el ganrselos con obsequios, se vio obligado a
firmar un tratado de paz. Una vez fijado como frontera el ro llamado Dracn41, los convenci para que no lo traspasaran ni hicieran
nunca incursiones contra los lmites de Bitinia.

XII. Roberto emprende la invasin del Ilrico. Una tempestad


parece arruinar su proyecto. Fin del libro tercero.
1. As marchaban los asuntos de oriente. Nada ms llegar a Dirraquio, Palelogo inform detalladamente al emperador mediante un
correo de lo que haba pasado con Monomacato. Este, al enterarse
de la partida de Palelogo, haba escapado rpidamente junto a Bo41 Ro al norte del lago de Nicea que desemboca en la Propntide.

167

dino y Micaels. Pues estaba asustado a causa de su desobediencia


y por haber devuelto con las manos vacas a aquel mensajero que el
emperador Alejo le haba enviado antes de hacer patente su planeada rebelin, pidindole que le mandara dinero por mediacin suya.
En todo caso, el emperador no tena intencin de tomar represalias
contra l, salvo la destitucin de su cargo por la razn ya citada. Al
enterarse de la actuacin de Monomacato, el soberano le envi un
crisbulo en el que le garantizaba una completa seguridad, pero l lo
tom y lo devolvi al palacio.
2. Roberto, tras hacer aparicin en Hidrunte y ceder la autoridad sobre todas sus posesiones, incluida la propia Longibarda,
a su hijo Rogelio, parti de esta ciudad para llegar al puerto de
Brentesio. Tan pronto como se enter de la llegada de Palelogo a
Dirraquio, mand construir torres de madera en las mayores naves
y recubrirlas con pieles. Asimismo, se apresur a embarcar todo lo
necesario para el asedio, meti en los dromones caballos y jinetes
armados, ultim con sumo cuidado y en todas partes los preparativos blicos y se ech sin tardanza a la mar. Sus planes consistan
en arribar a Dirraquio, cercarla con helpolis42 por mar y tierra con
intencin de asustar a sus defensores y tomar la ciudad al primer
asalto mediante una maniobra de cerco completo. A partir de este
momento, tan pronto como se enteraron de estos preparativos,
los isleos y los habitantes de la zona costera de Dirraquio fueron
presa de gran agitacin.
3. Cuando todos los preparativos estuvieron concluidos segn
sus rdenes, solt amarras, dispuso los dromones, las trirremes y
moneres43 en formacin de combate de acuerdo con los modos marineros y emprendi la navegacin ordenadamente. Gracias al viento de popa alcanz el litoral de Auln, desde donde lleg costeando
hasta Botrento44. All, tras reunirse con su hijo Bohemundo, que lo
haba precedido en la travesa, dividi el ejrcito en dos partes. l
personalmente tom el mando de una con la intencin de efectuar
42 Mquinas de asedio.
43 Naves de una sola fila de remeros.
44 Lengua de tierra situada entre Crcira y la costa que se halla enfrente.

168

la navegacin por mar hasta Dirraquio; la otra la puso bajo las rdenes de Bohemundo, quien deba encaminarla por tierra tambin
hacia Dirraquio.
4. Cuando ya haba pasado Corif y enfilaba la proa hacia Dirraquio, cay sbitamente dentro de una gran tempestad a la altura
del cabo conocido por Glosa45. Abundantes lluvias y vientos procedentes de las montaas agitaban el mar con su fuerza. Entonces,
comenzaron a levantarse y a rugir las olas; los remos, cuando los
remeros los empujaban, se quebraban; los vientos desgarraban las
velas, las vergas caan rotas contra la cubierta y las embarcaciones
se hundan con toda su tripulacin. Esto suceda a pesar de estar en
la estacin del verano, cuando el sol pasa de Cncer y se apresura a
Leo, tambin conocida con el nombre de cancula. Todos eran presa de la confusin, de la angustia, sin saber qu hacer, ya que eran
incapaces de enfrentarse a semejantes enemigos. Se levant un gran
clamor, geman, imploraban, invocaban a Dios llamndolo salvador
y suplicaban poder vislumbrar tierra firme.
5. Pero la tempestad no apacigu su clera en todo este tiempo, como si Dios demostrase al orgullo incontenible y soberbio de
Roberto ya desde el primer momento que su final no sera feliz. En
suma, algunas naves se hundieron con sus navegantes; otras chocaron contra la costa y quedaron destrozadas. En cuanto a las pieles
que cubran las torres46, cuando se reblandecieron por efecto de la
lluvia, los clavos saltaron de su sitio y entonces estas pieles hicieron
volcar por su peso las torres de madera, que provocaron el hundimiento de las naves en su cada. La embarcacin que ocupaba
Roberto se salv semidestruida y a duras penas, as como se salvaron, inesperadamente, algunos barcos de transporte junto con sus
tripulantes.
6. El mar devolvi muchos muertos, no pocas bolsas y algunos otros objetos que transportaba la marinera de Roberto, y los
esparci sobre la arena. Los supervivientes se dedicaron a enterrar a
los muertos, y en ese mismo sitio los invadi la enorme pestilencia
45 Una de las puntas del golfo al fondo del cual se halla Auln.
46 Torres de asedio.

provocada por los cadveres, pues eran incapaces de sepultarlos a


todos rpidamente. Como todos los vveres haban desaparecido,
muy pronto hubieran sido exterminados por el hambre, incluso los
hasta entonces sanos y salvos, de no ser por las mieses, campos y
huertos, que estaban repletos de sus frutos. Esos acontecimientos
tenan una fcil interpretacin para todos los que hacan gala de
rectos pensamientos. Sin embargo, nada de lo sucedido atemorizaba
a Roberto, porque era intrpido y rogaba, creo, la prolongacin de
su propia vida el tiempo suficiente para poder combatir contra los
que su voluntad haba sealado.
7. Por esto, nada de lo sucedido lo apart del objetivo propuesto. Roberto permaneci siete das en Glabinitza1 junto con
los que se haban salvado (algunos haban conseguido escapar del
desastre gracias al invencible poder de Dios) para reponerse, poder
descansar, tanto l como los supervivientes de la tormenta marina
y dar tiempo a que llegaran los que quedaron en Brentesio, los que
se esperaba vinieran desde otros puntos con una escuadra y los que
poco antes haban desembarcado y hacan el camino por tierra con
sus jinetes, infantes y la tropa ligera. Una vez hubo reagrupado a
todos los de mar y tierra, lleg con todas sus tropas a la llanura
ilrica.
8. El latino2 que me ha contado estos hechos, iba con Roberto, segn l, en calidad de embajador del obispo de Bari. Como
afirmaba, acompa a Roberto durante esta campaa. Pues bien,
levantaron el campamento en el interior de los muros en las ruinas
de la antigua Epidamno y emplazaron dentro el grueso de sus tropas. Desde esta ciudad el rey Pirro del Epiro, aliado una vez con los
tarentinos, emprendi una sangrienta guerra en Apulia contra los
romanos, pero como en ese lugar se produjo una matanza tan grande que todos sin excepcin cayeron vctimas de la espada, fue abandonada y deshabitada por completo. En tiempos posteriores, como
dicen los griegos y testimonian, en efecto, las propias inscripciones
de la ciudad, fue reconstruida por Anfin y Zeto y pronto apareci
1 En la antigedad, Acroceraunia, cerca de Auln.
2 Urson, consejero y amigo de Roberto Guiscardo.

171

con su actual configuracin. En aquel momento, precisamente, se


cambi su nombre por el de Dirraquio3. Quede, pues, constancia
as de lo que hemos contado, concluya en este punto el libro tercero,
porque los acontecimientos que siguen los debe describir el libro
que viene detrs de este.

3 No hay constancia de tal despoblacin de la zona. Por otro lado, aqu la autora
mezcla la mitologa con la historia de modo arbitrario. Anfin y Zeto son los fundadores mticos de la ciudad de Tebas.

172

LIBRO IV

Primeros encuentros blicos con los normandos y derrota de Alejo (1081-1082)

I. Roberto asedia la ciudad de Dirraquio. Autnticos motivos de


su invasin.
1. As pues, el continente ya acoga a Roberto, que acamp all el
diecisiete de junio de la cuarta indiccin4 con jinetes y fuerzas de
infantera en nmero muy notable y de terrible aspecto por sus caractersticas y su disposicin militar. El ejrcito de Roberto volva a
reagruparse desde sus diferentes puntos de procedencia. En cuanto
al mar, por l navegaba su flota, que estaba integrada por toda clase de navos con una tripulacin de soldados experimentados en el
combate naval. En consecuencia, los habitantes de Dirraquio estaban desolados al verse cercados por dos frentes, mar y tierra, y al ver
que las fuerzas de Roberto superaban cualquier clculo. Pero Jorge
Palelogo, que era un hombre valiente, amplio conocedor del arte
de la guerra y que tras innumerables combates en oriente haba
sido recibido en triunfo, reforzaba las fortificaciones de la ciudad
sin dejarse abatir y preparaba la defensa segn las instrucciones del
soberano, abrumando las murallas con gran cantidad de catapultas
y animando a los soldados abatidos. Asimismo, tras distribuir vigas a todo lo largo de la muralla, l en persona inspeccionaba sin
descanso el estado general de la ciudad y ordenaba a los defensores que permanecieran alerta noche y da. Tambin emple aquel
4 17 de junio de 1081.

173

tiempo en informar en una carta al soberano de la irrupcin de


Roberto y de su presencia en Dirraquio con intencin de asediar
la ciudad.
2. Cuando los habitantes de Dirraquio vieron fuera las mquinas, la inmensa torre de madera que haba sido construida y que sobresala por encima de los mismos muros de Dirraquio, cubierta de
pieles toda entera, dotada de catapultas en su parte superior; cuando
vieron tambin que todo el recinto de las murallas estaba rodeado
en su exterior por el ejrcito, que contingentes aliados procedentes
de cualquier origen se reunan con Roberto, que las poblaciones
de los contornos eran tomadas al primer asalto y que las tiendas se
iban multiplicando da a da, quedaron sobrecogidos por el miedo y
comenzaron a reconocer los autnticos objetivos del duque Roberto.
No haba llegado a la llanura ilrica para saquear ciudades y regiones,
y regresar de nuevo a Apulia tras acumular un gran botn, como se
deca por todas partes, sino que ambicionaba el trono imperial de
los romanos y por ello, segn se dice, se apresuraba a asediar Dirraquio como punto de partida.
3. Entonces, Palelogo orden preguntar desde lo alto de las
murallas a Roberto la razn de su presencia. l respondi: Para restablecer en el puesto que le pertenece a mi pariente Miguel, que ha
sido expulsado del trono, y para vengar los ultrajes a que ha sido sometido y hacerle justicia. Los defensores respondieron: Si cuando
veamos a Miguel lo reconocemos, nos prosternaremos al momento
ante l y entregaremos la ciudad. Tras or estas palabras, Roberto
orden a Miguel que se mostrase enseguida esplndidamente vestido ante los moradores de la ciudad. Lo condujeron en medio de
un brillante cortejo, acompaado con todo tipo de instrumentos
musicales y cmbalos y se lo mostraron. Pero cuando estos lo vieron
desde lo alto de la muralla, comenzaron a proferir contra l gran
cantidad de insultos, mientras afirmaban con rotundidad que no lo
reconocan. No obstante, Roberto insisti en sus proyectos sin darle
la menor importancia a estos hechos. Por otro lado, en tanto los de
dentro y los de fuera hablaban unos con otros, algunos de los defensores hicieron una salida repentina fuera de la ciudad y trabaron

174

combate con los latinos. Tras hacerles algn escaso dao, entraron
de nuevo en Dirraquio.
4. La gente tena diversas opiniones sobre el monje que acompaaba a Roberto. Unos divulgaban su creencia de que se trataba
del copero del emperador Miguel Ducas. Otros aseguraban que era
el propio soberano Miguel, consuegro del brbaro, el causante de
que Roberto se hubiera embarcado en esta gran guerra, segn se
dice. Finalmente, haba quien insista en saber con certeza que era
una argucia enteramente achacable a Roberto, ya que el monje no
haba acudido a este por propia iniciativa. Roberto, tras conquistar
desde una extrema pobreza y un oscuro origen gracias a su carcter enrgico y su gran inteligencia todas las ciudades y regiones de
Longibarda y de Apulia, y convertirse en su seor, como el libro
tercero ha mostrado, ambicion muy pronto mayor poder, hecho
que es frecuente en los temperamentos insaciables, entonces lleg a
la conclusin de que deba intentar apoderarse de las ciudades del
Ilrico y, si los asuntos le iban de acuerdo a sus planes, continuar
adelante. Pues, en efecto, todos los codiciosos, una vez que acceden
al poder, no presentan diferencia alguna con la gangrena. Cuando
esta enfermedad hace presa en un cuerpo, no se detiene ante ningn
obstculo hasta que lo invade todo entero y lo corrompe.

II. Alejo pide ayuda a los venecianos. Victoria de estos sobre los
normandos y saqueo de su campamento.
1. El soberano recibi los informes de Palelogo con todo lo sucedido, esto es, que Roberto haba atravesado el estrecho en el mes de
junio, de que a pesar de haber cado (como el libro tercero indic)
en una enorme tormenta, haber naufragado y estar acosado por una
calamidad de tal ndole, no se haba abatido y haba tomado Auln
con sus huestes al primer asalto. Asimismo, fue informado de cmo
volvan a acudir junto a l desde todos los puntos de origen fuerzas tan numerosas como los copos de la nieve invernal, y de cmo
las personas ms simples, confiando en que el falso Miguel era en

175

realidad el emperador, se estaban pasando al bando de Roberto. Por


todas estas razones, era presa del miedo, ya que poda calibrar las
dimensiones de este problema y comprenda que las fuerzas bajo su
mando no equivalan ni siquiera a una fraccin de las de Roberto.
Juzg entonces el emperador que era preciso hacer llamar a los turcos de oriente y le comunic este deseo al sultn.
2. Recurri tambin a los venecianos (de quienes, segn se dice,
los romanos sacaron el color azul de las carreras de carros5) con promesas y obsequios. Tambin les anunci la concesin de unos beneficios y el ofrecimiento de otros, si aparejaban la flota completa de su
pas, arribaban con rapidez a Dirraquio para defenderla, y trababan
firme combate con la escuadra de Roberto. Si actuaban conforme a
las instrucciones del emperador, tanto si obtenan la victoria con la
ayuda de Dios, como si (hecho que suele ocurrir) eran derrotados,
recibiran segn lo prometido idntica recompensa que en el caso
de una victoria total. Adems, todos aquellos de sus deseos que no
fueran perjudiciales para los intereses del imperio de los romanos
seran concedidos y garantizados mediante crisbulos.
3. Despus de or esas propuestas, los venecianos expusieron a su
vez por mediacin de embajadores todos sus deseos, a los que se respondi con la promesa en firme de cumplirlos. Tras aparejar, entonces, una armada con toda clase de buques, emprendieron la travesa
hacia Dirraquio en perfecta formacin. Cuando llevaban gran parte
de la navegacin, llegaron al templo erigido antiguamente en honor
de la muy inmaculada Madre de Dios en un lugar llamado Palia,
que dista unos dieciocho estadios6 del campamento que Roberto
haba situado a las afueras de Dirraquio. Al ver la flota de Roberto al otro lado de la ciudad de Dirraquio reforzada con toda clase
de mquinas de guerra, se acobardaron ante el combate. Roberto,
cuando se enter de su llegada, les envi a su hijo Bohemundo con
una escuadra para indicarles que aclamasen al emperador Miguel y
al mismo Roberto. Los venecianos dejaron pendiente la aclamacin
5 La tradicin deca que la denominacin del equipo azul (venetus) en las carreras de caballos proceda de la ciudad de Venecia. El otro equipo era el de los verdes.
6 2,7 kilmetros.

176

para el da siguiente. Al caer la tarde, como no podan aproximarse


a la costa porque el viento estaba en calma, unieron las mayores naves, las ataron con amarras para formar el llamado puerto en el mar,
construyeron torres de madera entre sus velas y levaron con cabos las
pequeas barcas que remolcaba cada una. Introdujeron en el interior de estas barcas hombres armados, cortaron en trozos de no ms
de un codo7 gruesos troncos con agudos clavos de hierro hundidos
en ellos y esperaron la llegada de la flota franca.
4. Cuando abri el da, Bohemundo arrib para pedir la aclamacin. Ante los insultos que algunos dirigieron a su barba, Bohemundo no pudo contenerse y se lanz el primero contra sus naves mayores. Tras l, march el resto de la escuadra. Entablado un
violento combate, mientras Bohemundo luchaba bastante valerosamente contra los venecianos, tiraron estos uno de los citados trozos
de madera desde arriba y agujerearon la nave que ocupaba en ese
momento Bohemundo. Mientras la nave se iba hundiendo tragada
ruidosamente por las aguas, algunos tripulantes saltaron desde el
barco y acabaron por tener el mismo final del que huan, sumergidos en el abismo. Otros fueron aniquilados combatiendo contra los
venecianos. Bohemundo, que se hallaba en peligro, salt a otra de
sus naves y se refugi en ella.
5. Como los venecianos haban librado combate con mayor arrojo
y ms valerosamente, lograron poner a los normandos en fuga y los
persiguieron hasta el campamento de Roberto. Tan pronto como estuvieron prximos a tierra firme, saltaron a ella y trabaron un nuevo
combate con Roberto. Al verlos, Palelogo hizo tambin una salida de
la ciudad de Dirraquio y emprendi la lucha contra ellos. As pues, se
produjo un violento combate que lleg hasta el propio campamento
de Roberto. Muchos de sus soldados fueron perseguidos ms all de
este y otros muchos cayeron vctimas de la espada.
6. Los venecianos, cuando hubieron acumulado abundante botn, regresaron a sus propias naves y embarcaron. Palelogo, a su vez,
entr en la ciudad. Tras descansar unos das, los venecianos enviaron
emisarios al soberano para informar de lo sucedido. l los acogi
7 0,50 metros.

177

Roberto Guiscardo junto a su hermano Roger I de Sicilia

amistosamente, como es natural, los honr con innumerables obsequios y los despach con numerosas riquezas para el dux de Venecia8
y sus magistrados.

III. Roberto, a, pesar de su situacin desesperada, intenta rehacerse de la derrota.


1. Pero Roberto, que era muy aguerrido, comprendi que no deba
8 Domnico Silvio (1070-1084).

178

abandonar la campaa, sino combatir con empeo. Como haba llegado el invierno, no poda sacar las naves al mar y, adems, las flotas
romana y veneciana, que vigilaban esas aguas, lo aislaban de los refuerzos procedentes de Longibarda y del suministro que ellos transportaban. Con la llegada de la primavera9 y el apaciguamiento de las
tormentas marinas los venecianos, tras levar anclas, atacaron los primeros a Roberto. Detrs de estos, inmediatamente, navegaba Murice
con la escuadra romana. Se produjo entonces un violentsimo choque
militar y los hombres de Roberto volvieron la espalda. Roberto reconoci a continuacin que deba arrastrar a tierra firme toda su flota.
2. Los isleos, las villas costeras del continente y todos cuantos
pagaban tributos a Roberto, enterados de su derrota naval, se envalentonaron por lo que le haba sucedido y empezaron a no pagar
las cargas impositivas. En consecuencia, Roberto comprendi que
deba empearse ms a fondo en esta guerra y volver a combatir
por tierra y mar. Pero sus planes no podan llevarse a la prctica por
temor al naufragio, ya que en aquellos momentos estaban soplando grandes vientos. Por ello, mientras permaneca dos meses en el
puerto de Jeric deseoso de combatir por tierra y mar, emprendi la
preparacin de su dispositivo blico. Las flotas veneciana y romana
vigilaban dentro de sus posibilidades el estrecho y, cuando las aguas
permitan la navegacin, rechazaban a los refuerzos que intentaban
atravesar desde la otra orilla en direccin a Roberto. Seguidamente, empez a extenderse el hambre por la imposibilidad en que se
hallaba Roberto de proporcionar suministros al contingente acampado junto al ro Glicis debido a los obstculos que interponan los
defensores de Dirraquio a quienes salan por forraje u otro tipo de
aprovisionamiento desde los atrincheramientos normandos. Incluso
el clima del lugar, que les resultaba extrao, los perjudicaba mucho
hasta el punto de que, como se dice, en el transcurso de tres meses
se produjo tal mortandad de hombres que ascendi a la cantidad
de diez mil. Este mal tambin alcanz y aniquil a muchas fuerzas
de la caballera de Roberto. Hasta quinientos caballeros, condes y
jefes, todos hombres muy valerosos, acabaron siendo vctimas de la
9 1082.

179

enfermedad y el hambre. En cuanto a los soldados de rango inferior,


perecieron gran cantidad de hombres de caballera.
3. Como hemos dicho, sus barcos estaban metidos en el ro
Glicis. El ro baj de nivel a causa del descenso de caudal provocado por el caluroso verano que haba seguido a aquel invierno y a
aquella primavera y, al no tener tampoco la corriente de agua que
acostumbraba fluir ro abajo, Roberto, angustiado, no poda sacarlos
de nuevo al mar. Sin embargo, como era un hombre muy astuto e
ingenioso, orden clavar postes a cada orilla del ro y atarlos de forma compacta mediante mimbres. Luego, orden extender tras ellos
enormes rboles cortados de raz y echar arena desde arriba, con idea
de que el agua se acumulara solo en el canal que formaban los postes. En breve, el agua volvi a ser abundante y llen la obra fluvial
hasta alcanzar una estimable profundidad. De este modo, levant
las naves y barcos que durante ese tiempo haban estado firmemente
varados en la tierra, se elevaron y flotaron. A continuacin los barcos
navegaron sin dificultad hasta ser sacados al mar.

IV. El emperador se apresura a acudir en ayuda de Dirraquio.


Hazaas de Jorge Palelogo.
1. Tan pronto como el soberano tuvo noticias de lo que le haba sucedido a Roberto, mand una carta a Pacuriano10 donde le
informaba del empuje incontenible de aquel, de cmo haba ganado
Auln sin reflexionar lo ms mnimo en los terribles reveses que haba sufrido por tierra y mar, ni en aquella derrota que haba debido
encajar nada ms empezar la competicin, como se suele decir. Asimismo le dijo que no deba retrasarse, antes al contrario, deba unirse a l nada ms tener reunidas las fuerzas. Este fue el mensaje que
envi a Pacuriano. Inmediatamente despus, cuando corra el mes
de agosto de la cuarta indiccin, parti Alejo de Constantinopla,
tras dejar en la capital a Isaac con la misin de mantener el orden
y de reprimir las voces disidentes de los adversarios que se dejasen
10 Nombrado gran domstico.

180

or ocasionalmente, hecho que sucede con frecuencia, as como de


guardar el palacio, la ciudad y de consolar el carcter de las mujeres,
tan dado a las lamentaciones. En lo concerniente a su madre, esta
no precisaba ninguna ayuda, creo, a causa de su fuerte constitucin
junto a su extrema habilidad para manejar las cuestiones polticas.
En fin, tan pronto como Pacuriano hubo ledo aquella misiva, nombr su lugarteniente a Nicols Branas, hombre aguerrido y en posesin de gran experiencia militar, y parti rpidamente de Orestada
en unin de todo el ejrcito y de la nobleza para unirse sin tardanza
al emperador.
2. El soberano ya se haba apresurado a emplazar en orden de
batalla todo su ejrcito. Haba nombrado jefes de los soldados de
lite a los ms valientes de ellos, y les haba dado la orden de que se
mantuvieran durante el camino en el mismo puesto que se les haba
asignado para que gracias a su conocimiento de la formacin y del
lugar que ocupaba cada uno, se mantuvieran en su sitio durante la
batalla y no pudieran cambiar de posicin fcilmente y al azar.
3. Mandaba el batalln de los excbitos11 Constantino Opo; el
de los macedonios, Antoco; el de los tesalios, Alejandro Cabasilas;
comandaba a los turcos que habitaban en Acrido12 Taticio, a la sazn
gran primicerio13, hombre muy valiente e intrpido en las batallas,
aunque no descendiera de una familia libre. En efecto, su padre, que
era sarraceno haba cado en poder de mi abuelo paterno Juan Comneno durante una expedicin que realiz para procurarse forraje.
De los maniqueos14, que ascendan a la cantidad de dos mil ochocientos, eran jefes Jantas y Culen, tambin ellos de su misma secta.
Todos estos eran hombres muy aguerridos y dispuestos a gozar con
la sangre de los enemigos cuando el momento lo exigiera y, lo que es
ms an, osados e implacables. Las tropas ms prximas al empera11 Tropas montadas acuarteladas normalmente en Constantinopla y asignadas a la
guardia imperial. A su mando haba un domstico.
12 En Tracia occidental.
13 Primicerios eran los primeros de cualquier orden jerrquico y los haba abundantemente en las jerarquas civil, eclesistica y militar. En este caso, el jefe de los
turcos de Ohrid al servicio del imperio reciba esa denominacin.
14 Ana Comnena hablar de ellos ms extensamente en XIV VIII.3

181

dor (vestiaritas suelen denominarse) y el contingente de los francos


estaban bajo el mando de Panucomites y Constantino Humbertpulo, que se llamaba de esta manera por sus orgenes familiares.15
4. Tan pronto como tuvo as dispuestos los batallones, se arroj
con todo su ejrcito contra Roberto. Un hombre que vena de all y
que se encontr con el emperador le inform sobre la situacin de
Dirraquio. Por estas noticias, se enter con mayor detalle de que Roberto haba puesto en movimiento todos los instrumentos necesarios
para el asedio y de que estaba junto a las murallas. Jorge Palelogo,
que haba hecho frente toda la noche y todo el da a las helpolis y a
las mquinas, acab por desistir de esta clase de defensa y, tras abrir
las puertas de la ciudad, sali y libr con ellos un violento combate.
Una serie de certeras heridas afectaron diversas partes de su cuerpo,
especialmente, la herida provocada por un dardo que se le clav cerca
de la sien. A pesar de los esfuerzos que haca para arrancarlo, no poda. Un sanitario, que haba sido llamado, retir el extremo de la flecha, es decir, la punta donde baten las plumas, pero el resto del dardo
permaneci en el lugar de la herida. Tras vendrsele la cabeza como
buenamente se pudo, se lanz de nuevo en medio de los enemigos y
se mantuvo firme combatiendo hasta bien entrada la tarde.
5. Cuando el emperador oy estas noticias, reconoci que Palelogo necesitaba auxilio urgentemente y aceler su marcha. A su
llegada a Tesalnica tuvo confirmacin por muchas personas de las
noticias relacionadas con Roberto. Se enter entonces de que Roberto estaba listo para combatir y de que, tras organizar a sus valientes
soldados y concentrar un abundante material blico en la llanura de
Dirraquio, haba situado el campamento a un tiro de flecha de sus
murallas. Igualmente, haba distribuido muchas de las fuerzas bajo
su mando por los montes, valles y cerros cercanos. Pero tambin
se enter por boca de mucha gente del ahnco de Palelogo en la
defensa.
6. En efecto, Palelogo con la pretensin de incendiar la torre
15 Era de origen normando. Por otro lado, este pargrafo tiene un aliento pico.
Evoca los pasajes en los que Homero detalla los contingentes de guerreros y sus
caudillos.

182

de madera construida por Roberto, haba distribuido por la muralla


nafta, pez, virutas de madera seca y catapultas a la espera de la seal
para el combate. En Dirraquio se aguardaba el ataque de Roberto
para el da siguiente. Palelogo se haba adelantado y haba construido en el interior del recinto amurallado otra torre de madera frente
a la torre que estaba en el exterior. Durante toda la noche estuvo
ensayando la utilizacin de una viga colocada en su parte superior
cuya finalidad consista en arremeter contra los portalones de la torre que era arrastrada en el exterior. Pretenda con ello comprobar su
capacidad de maniobra y ver si evitaba con su acometida la apertura
de los portalones de la torre enemiga. Cuando observ que la viga de
madera se empujaba fcilmente y que haba logrado sus objetivos,
recobr los nimos para el combate que se avecinaba.
7. Al da siguiente Roberto orden que todos se armaran. Introdujo luego dentro de la torre unos quinientos infantes y jinetes
armados. Cuando esta se hallaba junto a la muralla y sus ocupantes
se apresuraban a abrir el portaln que haba en la parte superior
para utilizarlo como puente en el acceso a la fortaleza, Palelogo
hizo empujar desde dentro su inmensa torre mediante mquinas y
numerosos y valientes hombres que tena preparados de antemano, e
inutiliz el ingenio de Roberto impidiendo completamente la apertura del portaln con la viga.
8. Seguidamente, no cesaba de asaetear sin interrupcin a los
celtas que ocupaban la parte superior de la torre. Estos, al no poder
hacer frente a los dardos, intentaron resguardarse. Palelogo orden
entonces incendiar la torre, y apenas haba terminado de pronunciar la ltima palabra cuando al instante la torre qued envuelta en
llamas. Los ocupantes de la parte superior se tiraron y los de abajo, abriendo la puerta que se hallaba a ras de tierra, emprendieron
la huida. Al ver que estos huan, Palelogo sac por el portillo de
la ciudad a sus valientes guerreros completamente armados y otros
provistos con hachas con las que deban destruir la torre. Tampoco
fracas esta misin y la torre, incendiada en su parte superior y cortados sus apoyos en tierra gracias a unas herramientas que podran
haber tallado la piedra, fue totalmente destruida.

183

V. A su llegada, Alejo inspecciona las posiciones. Roberto logra


que el ejrcito le conceda plenos poderes.
1. Como Roberto, segn deca el que narraba estos hechos, aceleraba la construccin de una nueva torre semejante a la construida
anteriormente y preparaba helpolis contra Dirraquio, el emperador, percatndose de que los defensores de Dirraquio necesitaban
urgente socorro, form sus tropas y continu camino de Dirraquio.
Tan pronto como hubo llegado all, hubo cavado un foso e instalado
su ejrcito cerca de un ro llamado Carzanes16, pregunt mediante
unos emisarios a Roberto las causas de su presencia y sus propsitos.
2. De ese lugar parti para ir al santuario dedicado a muy gran
pontfice Nicols que distaba cuatro estadios17 de Dirraquio y all se
dedic a examinar las caractersticas de este sitio, a fin de conocer
con anterioridad el terreno ms ventajoso para sus falanges en el
momento de la batalla. Era el quince de octubre. Este sitio era una
elevacin que se extiende desde Dalmacia al mar, terminando en un
promontorio, casi una pennsula, en el que se encuentra el citado
santuario. La pendiente de esta elevacin va cayendo suavemente sobre la llanura, inclinndose sobre Dirraquio con el mar a su izquierda y un alto monte que la domina a su derecha. Cuando tuvo all
reunido todo su ejrcito y fijado su campamento, hizo llamar a Jorge
Palelogo. Pero l, con ayuda de la experiencia que haba adquirido
sobre semejantes situaciones desde haca mucho tiempo, pens que
esta orden era inoportuna y rehus salir, todo lo cual manifest al
emperador. Pero ante la insistencia del emperador para que viniese
a su encuentro, finalmente repuso: Me parece de todo punto mortalmente peligroso salir cuando la fortaleza est siendo asediada. Por
ello, no pienso salir a no ser que vea el anillo de la mano de Vuestra
Majestad. Cuando se le hubo enviado y lo hubo visto, se dirigi
junto al emperador acompaado por navos de guerra.
3. Nada ms verlo, el emperador le pregunt sobre las activi16 Hoy Erzen, ro del Epiro al este de Dirraquio.
17 600 m.

184

dades de Roberto. Cuando aquel le hubo respondido a todas sus


preguntas, le interrog sobre la conveniencia de trabar combate con
el brbaro. Palelogo lo desaconsej de manera contundente. Del
mismo modo, algunos de los jefes experimentados en la guerra desde mucho tiempo atrs ponan serios impedimentos al combate y
aconsejaban actuar con paciencia y esforzarse por poner en aprietos
a Roberto mediante escaramuzas, as como evitar que sus hombres
salieran de su campamento para forrajear o aprovisionarse, y ordenar
la misma actuacin con Bodino, con los dlmatas y con los restantes
caudillos de las regiones colindantes. Aseguraban que de actuar as
Roberto sera fcilmente vencido. Por otro lado, la mayor parte de
los jvenes del ejrcito apoyaban la postura de combatir, entre los
que destacaban Constantino Porfirogneto, Nicforo Sinadeno, el
jefe de los varegos, Nampites, y los dos hijos del antiguo emperador
Romano Digenes, Len y Nicforo.
4. Al mismo tiempo, volvieron los embajadores que haban sido
enviados a Roberto y comunicaron las palabras de aquel al emperador: Yo deca en absoluto tengo intenciones hostiles contra Vuestra Majestad, sino que ms bien he venido para vengar la injusticia
cometida con mi consuegro. Si Vos deseis estar en paz conmigo, yo
estoy dispuesto a aceptarla gustosamente, pero solo en el caso de que
Vos mismo os mostris de acuerdo en cumplir las demandas que os
son sealadas con mis emisarios. Pero sus exigencias eran completamente imposibles de aceptar y perjudiciales para el imperio de los
romanos, aunque prometiera considerar Longibarda como entregada por el emperador y ayudarlo cuando hubiera necesidad. Esto, sin
embargo, no era sino un pretexto para aparentar que deseaba la paz
con sus demandas, porque al hacer peticiones imposibles de satisfacer y no obtenerlas, persistira en ir a la guerra. Despus, imputara
el origen de esta guerra al emperador de los romanos.
5. Como haca peticiones irrealizables y no las vea cumplidas,
tras reunir a todos sus condes, les dijo: Sabis que el emperador
Nicforo Botaniates cometi una injusticia con mi consuegro y conocis la deshonra que mi hija Helena ha sufrido por ser expulsada
del trono junto con l. Como no podamos consentirlo, partimos

185

de nuestra tierra contra Botaniates con intencin de vengarlos. Pero


aquel ha sido derrocado y ello nos coloca ahora frente a un nuevo
emperador, un soldado muy valeroso, que posee una experiencia en
el arte de la guerra por encima de lo normal a su edad. No debemos,
pues, plantearnos la guerra contra l sin organizarnos. Porque donde
hay muchos jefes, all tambin hay confusin provocada por las diferentes opiniones de la mayora18. En consecuencia, es preciso que
uno solo de nosotros sea obedecido por los dems, y en contrapartida, este debe pedir consejo a todos y no actuar irreflexivamente y al
azar segn sus propios juicios. A su vez, los dems deben exponer su
parecer con sinceridad y seguir fielmente la decisin que haya adoptado el previamente elegido. Pues bien, aqu me tenis preparado,
como uno ms entre todos, para obedecer al que todos escojis.
6. Todos alabaron esta postura y, mientras afirmaban que Roberto se haba expresado apropiadamente, le cedieron la primaca con
el consentimiento general. l simul indiferencia, como si rechazara
entonces su nombramiento; pero los otros insistieron en su solicitud. Finalmente, fingi ceder a sus demandas, aunque haca tiempo
trabajaba arduamente por ello, y enlazando discurso tras discurso,
uniendo ingeniosamente razones tras razones con vistas a sus deseos,
pareca a los que no saban escudriar en su mente que acceda de
mala gana.
7. Despus les dijo: Condes y restantes soldados del ejrcito,
od mi parecer. Debemos plantar batalla con todas nuestras fuerzas,
ya que nos hemos presentado en esta tierra, tras abandonar nuestras
patrias, para trabar un combate que es ya inminente con un emperador muy valeroso a pesar de su reciente ascenso al trono y que
ha vencido muchas batallas durante su servicio a los emperadores
que le precedieron en el trono, y les ha llevado a los ms acrrimos rebeldes como prisioneros. Adems, si Dios nos concediera la
victoria, ya no nos faltaran las riquezas. En consecuencia, hay que
prender fuego a toda la impedimenta, abrir vas de agua en las naves
18 Recuerda un verso de la Ilada (II 204-205):
, / (). No es bueno que haya muchos caudillos. Haya
un solo caudillo, un solo rey.

186

de transporte, dejarlas hundirse en el mar y, de este modo, asumir


el enfrentamiento con l como si en ese mismo instante hubiramos
nacido y debiramos morir. Todos estuvieron de acuerdo con estas
palabras.

VI. Disposiciones estratgicas para la batalla. Las tropas de Roberto vencen a las romanas. Actuacin heroica de Alejo.
1. Esos eran los deseos y planteamientos de Roberto; pero otros ms
astutos e inteligentes eran los del emperador. No obstante, ambos
caudillos contenan a sus tropas, mientras deliberaban acerca de la
estrategia y el modo de comandar y dirigir correctamente el ejrcito.
El soberano planeaba caer sbitamente y de noche por cada uno de
los dos flancos sobre el campamento de Roberto. Orden entonces
que todo el ejrcito de los aliados iniciase la ofensiva desde la retaguardia, despus de atravesar los campos de sal. El emperador no
descart este camino, aun siendo el ms largo, por ser insospechado un ataque desde esa parte. l, a su vez, cuando tuviera noticias
de que los hombres destacados por ese camino haban llegado a su
destino, tena planeado atacar frontalmente a Roberto. Este, por su
parte, tras abandonar las tiendas vacas y cruzar de noche por los
puentes (era el da dieciocho del mes de octubre de la quinta indiccin) lleg con todo su ejrcito a la iglesia del gran mrtir Teodoro,
erigida desde antiguo junto al mar. Rogaron a Dios durante toda la
noche para ponerlo de su parte y comulgaron con los puros y divinos misterios. Luego, cuando hubo ordenado sus propias falanges,
ocup el puesto central de la formacin. Puso al mando del ala que
estaba junto al mar a Amicetes (un conde de ilustre linaje, valiente
con sus brazos y su corazn) y de la otra a su hijo Bohemundo,
apodado Sanisco.
2. Al darse cuenta de esta situacin, el soberano, que tena gran
habilidad para encontrar la salida ms oportuna en los momentos
crticos, supo adaptarse a las circunstancias y situ su formacin por
la pendiente del lado del mar. Tras dividir su ejrcito, no contuvo el

187

ataque de unos brbaros que se haban adelantado contra las tiendas


de Roberto, mientras retena a su lado a otros, los que cargan en
los hombros las espadas de doble filo junto con su jefe Nampites.
A estos les orden que desmontaran y avanzaran frontalmente y en
fila hasta una corta distancia del frente. Estos soldados forman parte
de un pueblo en el que todos portan escudos. Dividi el resto del
ejrcito en falanges y l mismo ocup el puesto central de la formacin. A su derecha e izquierda situ al csar Nicforo Meliseno19 y al
llamado Pacuriano, gran domstico. La posicin intermedia entre l
y los brbaros que marchaban a pie la ocupaban numerosos soldados expertos en el manejo del arco, a los que quera lanzar primero
contra Roberto. Para ello, Nampites haba recibido la orden de dejar
sitio a los arqueros abriendo en dos sus filas, una vez que ellos se retiraran tras cargar contra los celtas, para concentrarse luego de nuevo
y marchar en filas compactas.
3. Cuando tuvo as dispuesto todo su ejrcito, el emperador en
persona se lanz frontalmente contra las tropas celtas, corriendo al
lado de la costa. A su vez, los brbaros que haban sido enviados
por los campos de sal emprendieron su ataque contra el campamento celta tan pronto como los defensores de Dirraquio abrieron las
puertas por orden del emperador. Mientras ambos jefes marchaban
uno contra otro, Roberto despach un escuadrn de caballera con
rdenes de actuar de modo que pudieran arrastrar lejos del campo
de batalla a algunos soldados del ejrcito romano. El emperador, sin
embargo, no cedi terreno en esto y enviaba ms peltastas20 en gran
nmero para hacerles frente.
4. Ambos recurran a escaramuzas contenidas el uno contra el
otro. Roberto segua tranquilamente con los suyos y las distancias
del intervalo se iban acortando. Entonces, algunos infantes y jinetes,
tras salirse a la carrera de la falange de Amicetes, atacaron el extremo
de la formacin de Nampites. Ante la enorme valenta con que les
19 Cuado de Alejo, ya que era esposo de Eudocia, la segunda hija de Juan Comneno y Ana Dalasena.
20 En la antigedad, los peltastas eran los integrantes de tropas ligeras armadas con
la pelte [] escudo pequeo y poco pesado.

188

hicieron frente los nuestros, los atacantes emprendieron la huida,


porque no todos eran hombres escogidos, y se adentraron en el mar
hasta el cuello, pidiendo socorro a las naves de la flota romana y
veneciana, que no hicieron nada por ellos.
5. Segn cuenta una versin de esta batalla, Gaita, la esposa de
Roberto, que lo acompaaba en esta expedicin, una nueva Palas,
aunque no fuera Atenea, cuando vio a los que estaban huyendo, les
dirigi la palabra violentamente y les profiri un horrsono grito,
que pareca exclamar en su propio idioma lo que dice aquella cita
pica de Homero21: Hasta cundo huiris? Deteneos, sed hombres. Como vio que no detenan su fuga, agarr con su mano una
larga lanza y se arroj a rienda suelta contra los fugitivos. Esta actuacin hizo que los hombres recuperaran el dominio de s mismos
y se animaran de nuevo mutuamente para tomar parte en la batalla.
6. Cuando los portadores de hachas y su jefe Nampites estuvieron a bastante distancia de la formacin romana arrastrados por
deseo de atacar a los celtas con igual mpetu que ellos (no les iban a
la zaga en el combate. Estos hombres son muy valientes y en nada
desmerecen de los celtas) y cuando Roberto lleg a la conclusin de
que ya estaban cansados y exhaustos debido a su rpido avance, a la
distancia recorrida y al peso de sus armas, orden a algunos infantes que avanzasen contra ellos. Aquellos, ya agotados, se mostraban
ms dbiles que los celtas. Cedi, pues, todo el contingente brbaro y todos los que lograron salvarse huyeron hacia el santuario del
archiestratego Miguel22. Unos, la cantidad que caba en el interior
del templo, entraron; otros subieron a la parte superior y esperaban
salvarse, segn crean, con este gesto. Pero los latinos les prendieron
fuego y los quemaron a todos, incluida la iglesia.
7. El resto de la falange romana luchaba denodadamente contra ellos, pero Roberto, como un caballero alado, cabalg con el
resto de sus fuerzas contra la falange romana, la empuj y la dispers tras hacerla aicos. De los que se le enfrentaron, unos fueron
cayendo mientras combatan y otros buscaron la salvacin con la
21 Il., V 529.
22 El arcngel San Miguel.

189

huida. Por su parte, el emperador Alejo permaneca como una torre


imperturbable a pesar de haber perdido a muchos de sus compaeros, hombres clebres por su linaje y su experiencia militar. En
efecto, en aquella ocasin cayeron Constancio, hijo del antiguo emperador Constantino Ducas, el Porfirogneto, porque fue dado a luz
cuando su padre no era ya un particular, criado y destinado por su
padre para las nfulas imperiales23. Tambin cay el que tena por
nombre Nicforo y por apellido Sinadeno, un hombre valiente y
muy hermoso, que en aquella jornada arda en deseos de superar a
todos en la batalla y con quien el citado Constantino andaba en tratos para casarse con su hermana, y el padre de Palelogo, Nicforo,
y otros ilustres varones. Tambin fue alcanzado mortalmente en el
pecho Zacaras, que abandon la vida al tiempo de recibir el golpe,
as como Aspietes24 y muchos de los mejores guerreros.
8. Pero la batalla no finalizaba porque se vea al emperador ofreciendo an resistencia. Entonces, se destacaron tres latinos. Uno era
el ya citado Amicetes; otro, Pedro, hijo de Alifa25, como l mismo
refiri, y un tercero en nada inferior a estos. A rienda suelta y con
largas lanzas en sus manos se precipitaron contra l. Amicetes err
el tiro contra el emperador al desplazarse su caballo un poco hacia
un lado. Tras apartar el emperador la lanza del otro con su espada y extender su mano, le asest un mandoble en la clavcula y le
23 Constancio Ducas (1060-1082). Era el nico hijo varn profirogneto de
Constantino X Ducas (1059-1067). En principio, a pesar de ser el tercer varn
en la lnea sucesoria, fue designado heredero por su padre, pero con el tiempo, su
hermano mayor Miguel consigui relegarlo y acab siendo Miguel VII. Cuando
su hermano se vio acosado por las revueltas de Nicforo Brienio y Nicforo Botaniates, pens en abdicar en l, pero Constancio se neg a aceptar la corona y fue a
rendirle vasallaje a Nicforo Botaniates. Cont con el favor de este monarca, pero
los soldados a su mando lo proclamaron emperador en Crispolis y fue apresado
gracias a que Nicforo Botaniates compr a sus principales comandantes. Fue obligado a entrar en un convento. Con la cada de Nicforo III, fue rehabilitado en sus
cargos y dignidades. Los historiadores bizantinos afirman que fue un amigo muy
prximo a Alejo Comneno.
24 Noble armenio al servicio del emperador. Parece tratarse del prncipe armenio
Oshin. Perteneca a una de las familias que fueron a instalarse en Cilicia tras la
batalla de Mantzikert (1071).
25 Pierre dAulps.

190

seccion el brazo del resto del cuerpo. El tercero se apresuraba ya


a alcanzarle en la cabeza, cuando l, que era listo y de mente despejada, sin confundirse en lo ms mnimo y dndose cuenta de cmo
deba actuar en un tiempo imperceptible gracias a su agilidad mental, se ech de espaldas sobre la grupa del caballo simultneamente
a la acometida del arma enemiga. La punta de la espada solo roz
levemente la piel de su cuerpo. Sin embargo, a pesar de haber sido
parada por el borde del casco, cort la correa que lo sujetaba bajo las
mejillas y cay al suelo. Entonces, el celta corri hacia quien crea
haber derribado del caballo. Alejo, a su vez, se enderez rpidamente
y se afirm en su montura sin arrojar ni una de sus armas. Sosteniendo en la derecha la espada desnuda, enrojecida por la mezcla de polvo y de su propia sangre, descubierta su cabeza y ondeando de forma
molesta la rojiza y resplandeciente cabellera ante sus ojos (el caballo,
turbado, sin atender al freno, provocaba con sus movimientos el que
le cayeran los rizos por el rostro), recuper su nimo y se dispuso a
enfrentarse en la medida de sus posibilidades a sus adversarios.
9. Alejo pudo ver cmo huan los turcos y cmo retroceda hasta el propio Bodino sin ofrecer batalla. Tambin este haba tomado
las armas y tena dispuesto su ejrcito en orden de combate aquella
jornada para apoyar con energa al soberano segn el acuerdo al que
se haba llegado con l. Al parecer, el brbaro antes de atacar a los
celtas esper a ver si la balanza se inclinaba del lado del emperador y
le conceda la victoria, de lo contrario no intervendra y se retirara.
Mientras se ocupaba en estas reflexiones, como qued claro por lo que
hizo, se dio cuenta de que los celtas estaban obteniendo la victoria y,
sin intentar combatir en lo ms mnimo, volvi a su casa. El soberano,
al contemplar el curso de estos acontecimientos y viendo cmo nadie
lo apoyaba, tambin volvi la espalda a sus adversarios. De este modo,
los latinos emprendieron la persecucin del ejrcito romano.

VII. Espectacular huida de Alejo.


1. Roberto, cuando hubo llegado a la iglesia de San Nicols, a cuyo

191

lado estaba la tienda imperial y toda la impedimenta del ejrcito


romano, envi a todos los hombres vlidos en persecucin del emperador, mientras l se qued all mismo imaginando la captura del
soberano. En efecto, semejantes fantasas enardecan su soberbio
carcter. Aquellos lo persiguieron con mucha energa hasta un sitio
llamado por los lugareos Mal Costado, por debajo de uno de cuyos
lados corra el ro denominado Carzanes y por el otro se elevaba una
alta roca. Entre estos accidentes del terreno lo alcanzaron sus perseguidores, quienes arremetieron contra su costado izquierdo con las
lanzas (eran nueve en total) y lo hicieron inclinarse hacia el otro
lado. Hubiera cado rpidamente de no ser gracias a la espada que
sostena en su mano derecha y que logr apoyar en tierra, y gracias a
que la punta de la espuela de su pie izquierdo se clav en el extremo
de la gualdrapa (llamada hipstroma)26 e hizo imposible la cada
del jinete. Tambin logr mantenerse gracias a que se aferr con la
mano izquierda a las crines del caballo. Finalmente, lo socorri sin
duda una fuerza divina que, contra lo esperado, le proporcion la
salvacin de sus enemigos. Surgieron por la derecha otros celtas que
enfilaban sus lanzas contra l. Estos gracias a la presin que hacan
con la punta de sus lanzas sobre el costado derecho enderezaron
completamente al guerrero y lo volvieron a poner derecho en su
silla.
2. Pudo verse entonces un inesperado espectculo. Unos se apresuraban a hacerlo caer por la izquierda, los otros fijaban sus lanzas en
el costado derecho como contrafuerte de los primeros y, lanza contra
lanza, empujando, conseguan la postura erguida del emperador. l,
tras afirmarse en su montura con gran valenta y apretarse a horcajadas sobre el caballo y la silla, dio entonces una prueba de su valor. El
caballo, que, por un lado, era muy fogoso y gil y, de otro, tambin,
el ms veloz y guerrero (haba sostenido a Brienio con su silla de
prpura, cuando Alejo lo captur en el campo de batalla, reinando
an Nicforo Botaniates) y, para decirlo de una vez, inspirado por
la divina providencia, brinc al punto, se volvi areo y se plant en
la cima de la mencionada roca, como aligerado por unas alas o, por
26 Se trata de una pieza de tela que cubre la silla de montar.

192

hacer referencia a la mitologa, con las alas de Pegaso. Brienio llam


a este caballo Esguritzes. De las lanzas de los brbaros, unas cayeron de sus manos por no hallar donde clavarse; y otras, que haban
atravesado y se haban quedado en algunas partes de la armadura
del emperador, subieron con el caballo por los aires. El emperador
enseguida rompi las lanzas que llevaba clavadas encima.
3. Estas terribles circunstancias no alteraron su nimo ni enturbiaron sus reflexiones, antes bien comprendi cul era la solucin ms conveniente y la sigui de forma inesperada. Los celtas se
quedaron asombrados, estupefactos por lo sucedido. Efectivamente,
su actuacin mereca que se asombraran. Cuando vieron que Alejo
escapaba por otro camino, emprendieron de nuevo su persecucin.
l, tras dar la espalda a sus perseguidores durante largo tiempo, en
un momento dado tir de las riendas, se puso frente a uno de sus
perseguidores y le atraves con la lanza el pecho y qued tendido en
tierra boca arriba.
4. El emperador volvi de nuevo las riendas y sigui por su camino. Entonces se top con no pocos celtas de los que perseguan
por delante de l a las fuerzas romanas. Al verlo, cerraron la formacin con sus escudos y se detuvieron con la doble intencin de dar
reposo a las cabalgaduras y capturarlo vivo para llevarlo a Roberto
como botn. Alejo, que estaba huyendo de sus perseguidores y que
vea a los que estaban delante de l, dio por perdida toda esperanza
de salvacin. Pero recobr el nimo al contemplar a uno entre los
dems, a quien consider como Roberto por su envergadura y por
el centelleante resplandor de las armas. Se afirm en su montura y
enfil contra l. Entonces, ambos se acometieron y se lanzaron uno
contra otro en el espacio existente entre ellos.
5. EI soberano, primero, dirigiendo su mano, lo acometi con
su lanza y all mismo lo atraves por el pecho hasta la espalda. El
brbaro cay enseguida por tierra y perdi la vida a causa del mortal impacto recibido. A continuacin, el emperador aprovech la
ruptura que se produjo en la falange a raz de la muerte de aquel
brbaro y cabalg por medio de ese paso. Tan pronto como ellos
vieron al alcanzado tendido en tierra, lo rodearon para asistirlo. Los

193

que perseguan al emperador, cuando los observaron, desmontaron


de los caballos y tras reconocer a la vctima, empezaron a golpearse
el pecho entre gemidos. Sin embargo, el cadver no era el de Roberto, sino el de uno de sus hombres ms ilustres y lugarteniente suyo.
Gracias a que aquellos estaban ocupados en esta tarea, el emperador
pudo seguir adelante en su camino.

VIII. Justificacin de la autora. Roberto monta en clera al no


poder ser capturado Alejo.
1. Metida en esta narracin me he olvidado, tanto por la ndole
de la historia, como por la excelencia de estos hechos, de que estoy escribiendo sobre las gestas mi padre. Con frecuencia, para no
hacer sospechosa de parcialidad mi historia, paso por encima de
los actos realizados por mi padre sin exagerarlos y sin cubrirlos de
pasin. Ojal hubiera sido libre e independiente de este amor por
mi padre para que, habiendo asumido tan densa materia, hubiera
mostrado con mi orgullosa elocuencia cunta familiaridad tengo
con las cosas hermosas. Pero el afecto natural empaa este deseo
mo y temo que la gente crea de algn modo que invento una sucesin de prodigios por mi deseo de hablar acerca de mi familia.
Si evocara continuamente las hazaas de mi padre, vertera gota a
gota mi alma escribiendo y contando cuntos sufrimientos pas y
no dejara esta temtica sin treno ni monodia27. Pero, para que este
lugar de mi historia no adolezca de ninguna vanidad retrica, paso
por encima de las penalidades de mi padre, como si yo fuera un
diamante insensible o una piedra, cuando precisamente yo hubiera
debido jurar, como aquel joven homrico, con una cita del poeta
(no soy menos que aquel que deca: No, Agelao, por Zeus y por
las penalidades de mi padre.28) para que fuera y se me llamara
amante hija de mi padre. Djeseme, pues, a m sola asombrarme
y lamentar los sufrimientos de mi padre y contine el hilo de la
27 Gneros literarios centrados en el lamento.
28 Od., XX 339.

historia.
2. Tras estos acontecimientos, los celtas emprendieron camino
en direccin a Roberto. l, al verlos e informarse de lo que les haba
sucedido, empez a acusarlos a todos gravemente. Y amenaz a uno
de ellos, un hombre destacado, con azotarlo, mientras lo llamaba
cobarde e inexperto. Este hombre pensaba que sera vctima de los
males ms terribles por no haber saltado sobre la roca con su caballo
y no haber matado al emperador Alejo tras derribarlo, o no haberlo
trado vivo tras capturarlo. Roberto, efectivamente, era una persona
muy audaz y valiente, pero tena una enorme acritud, una clera
siempre a flor de piel y un corazn repleto de rabia e ira, de modo
que, cuando estaba cara al enemigo, o atravesaba con su lanza al
adversario o se mataba a s mismo, rompiendo, como se dice, el hilo
de las Parcas.
3. No obstante, aquel soldado que Roberto tena bajo acusacin
intentaba explicarle con claridad lo impracticable y escarpado de la
roca, que el lugar se elevaba hasta lo ms alto del cielo, que la roca
era abrupta y peligrosa, que sera imposible que nadie, infante o
jinete, pudiera subir a ella sin el apoyo divino y que no exista nadie
que consiguiera subir a esa roca no ya durante la lucha y el combate,
ni siquiera sin mediar guerra alguna. Y si desconfas de m dijo
cuando t mismo o algn otro de tus caballeros, el ms valiente,
lo intente, se dar cuenta de lo imposible que es. No obstante, si
alguien aparece en la cima de la roca (no ser porque carezca de alas,
sino ms bien porque las posea), yo mismo estoy dispuesto a sufrir
cualquier castigo y ser juzgado por cobarda. Cuando el brbaro
hubo dicho estas palabras en medio de la admiracin y el estupor
que an le duraban, el airado Roberto se retrajo y abandon su clera por la admiracin.
4. El emperador, una vez hubo atravesado los repliegues de las
montaas vecinas y todos aquellos senderos intransitables, lleg a
Acrida en dos noches y dos das. En el camino cruz el Carzanes y
permaneci un tiempo en el lugar llamado Babagora (un desfiladero
de difcil acceso) sin tener la ms mnima confusin en sus ideas ni
por la derrota ni por las dems calamidades de esta batalla y sin sen-

195

tir debilidad por el dolor de la herida que tena en el rostro, aunque


Io consuma el pesar por los que haban cado en la batalla y, en
especial, por los hombres que haban combatido valientemente. No
obstante, estaba completamente absorto por los problemas que se le
planteaban a la ciudad de Dirraquio y se acordaba de ella, lamentando que se viera privada de su jefe Palelogo, que no haba podido regresar a causa de la rapidez con que se lleg al combate. Hizo, pues,
lo posible por reforzar la posicin de sus defensores, emplaz en la
acrpolis de la ciudad a los jefes de los venecianos y puso el resto de
la ciudad al mando absoluto de Comiscortes, un descendiente de
albaneses, a quien dio las instrucciones pertinentes mediante cartas.

196

LIBRO V

Las finanzas del Imperio. Guerra con los normandos y


victoria de Alejo. El asunto de Juan talo (1082-1083)

I. Alejo se dispone a comenzar una nueva ofensiva. Penuria del


tesoro.
1. Roberto se apoder tranquilamente de todo el botn y de la
tienda imperial y lleg triunfante y orgulloso a la llanura en donde haba acampado antes, al emprender el asedio de Dirraquio.
Mientras se tomaba un ligero descanso, deliberaba sobre si deba
intentar un nuevo asalto a las murallas de la ciudad o retrasar
el asedio a la prxima primavera y llegar ahora a Glabinitza y
Yoanina1 para que todo su ejrcito pudiera invernar all, acampado por los valles que dominan la llanura de Dirraquio. Los
defensores de Dirraquio, como nuestra historia ha sealado, que
en su mayora eran emigrados de Melfi y Venecia al enterarse
de las calamidades que haba sufrido el soberano, de la enorme
matanza, de la masacre de tan esclarecidos hombres, de que las
escuadras se haban retirado y de que Roberto estaba reservando
el asedio para la siguiente primavera, reflexionaron sobre las medidas precisas que haban de adoptar para salvarse y no correr de
nuevo tan grandes riesgos.
2. Se reunieron, pues, y expusieron abiertamente lo que
cada uno guardaba. Tras discutir sobre todo lo que ocurra, creyeron haber encontrado una especie de solucin en medio de
1 Hoy en da Ynina, en el Epiro.

197

circunstancias insolubles plegndose a Roberto y entregndole la


ciudad. Espoleados por un emigrado de Melfi, cuyas recomendaciones siguieron, abrieron finalmente las puertas y dejaron el
paso libre a Roberto. Una vez convertido en dueo de la ciudad,
hizo llamar a sus fuerzas, las dividi por naciones y se inform
sobre los que estaban heridos gravemente o tenan solo rasguos
en la piel provocados por la espada, as como sobre el nmero y
el rango de los que haban sido vctimas de la guerra en las batallas antes descritas. Al mismo tiempo, meditaba sobre la idea
de reunir otro ejrcito mercenario y reclutar fuerzas extranjeras
para marchar, cuando la primavera hiciera su aparicin (era invierno en aquel momento), en contra del emperador con todas
sus huestes.
3. Sin embargo, Roberto no haca semejantes reflexiones,
aunque se aclamara a s mismo vencedor y triunfante, mientras
el emperador vencido, herido durante aquella insufrible derrota
y habiendo perdido tantos y tan valiosos hombres estaba retrado,
asustado como un nio, sino que sin achicarse lo ms mnimo ni
renunciar a sus propsitos, pona todo su esfuerzo e inteligencia
para neutralizar la derrota a la llegada de la primavera. Eran ambos hombres, efectivamente, capaces de prever y entender todo, y
nada inexpertos en tcnicas blicas, sino habituados a toda clase
de asedios, emboscadas y combates en formacin. Eran decididos
y valientes en las acciones militares cuerpo a cuerpo, y entre todos
los jefes militares que haba bajo el cielo eran adversarios dignos
uno del otro por su inteligencia y su valor. Pero el emperador Alejo
tena una cualidad ms que Roberto. Si bien era an joven2, no
estaba por debajo en ningn aspecto de l, que en plena madurez
se jactaba de hacer temblar la tierra y de conmocionar a todas las
falanges solo con su grito. Pero queden estos detalles para otros lugares. A buen seguro tendrn un gran inters para los que quieran
dedicarse a los encomios.
2 Roberto muri a los 70 aos en 1085, por lo tanto, durante esta campaa contaba con 67 68 aos. Alejo, por su parte, naci en 1056/7; contaba, pues, con
25 26 aos.

198

4. El emperador Alejo, tras recuperarse y reponer un poco sus


fuerzas en Acrida3, lleg a Diabolis4. En lo posible reconfortaba del
dolor de las penalidades a los supervivientes del combate, y a los
dems les comunicaba por medio de emisarios que vinieran desde
todas partes a Tesalnica. Dado que tena experiencia sobre la forma
de actuar de Roberto y sobre la audacia de su poderoso ejrcito y
dado que condenaba la gran debilidad y cobarda de los hombres
bajo su mando (no podra alegar yo que los soldados presentes en
aquellos momentos carecieran de entrenamiento y de toda experiencia militar), por esas razones necesitaba aliados. Y eso sin dinero
no era factible. No lo haba porque el tesoro imperial haba sido tan
dilapidado intilmente por el anterior emperador Nicforo Botaniates, que sus puertas ni siquiera estaban cerradas y eran accesibles
para cualquiera que deseara atravesarlas. Estaba agotado, efectivamente. Esta era la causa de que todo estuviese en una situacin crtica con la debilidad y la pobreza oprimiendo al mismo tiempo el
imperio de los romanos.
5. Qu deba hacer entonces, justamente entonces, el joven emperador que acababa de coger las riendas del imperio? O bien dejar
angustiado el poder y abandonarlo todo, para que, aun sin culpa, se
le acusase de ser un jefe inexperto o incapaz, o bien llamar por lo
imperioso de la situacin al mayor nmero posible de aliados, reunir para ellos el dinero suficiente recurriendo a cualquier fuente de
recursos y hacer llamar empleando generosos fondos a los hombres
de su ejrcito dispersos por todas partes para que, recobrando la esperanza, permanecieran a su lado y para que los que se haban marchado estuvieran dispuestos a volver y tuviesen mayor valor a la hora
de enfrentarse a los contingentes celtas. Por tanto, con el deseo de no
realizar ningn acto indigno ni en desacuerdo con sus conocimientos militares ni tampoco con su valor, lleg a estas dos conclusiones.
Tena que mandar buscar aliados de cualquier parte y atrarselos
astutamente con la esperanza de obtener muchas riquezas, y por
3 No confundir con Acrido. Acrida es la actual Ohrid, en la ex Repblica Yugoslava de Macedonia.
4 Pequea poblacin a corta distancia del lago de Ohrid.

199

otro lado pedir a su madre y a su hermano que le enviasen dinero


obtenido de donde fuera.

II. La enajenacin de los bienes eclesisticos y el asunto de Len


de Calcedonia.
1. Ellos, no hallando otra forma de suministro, reunieron primero
todas las riquezas de su propiedad que eran de oro y plata y las enviaron a la fundicin imperial. La primera de todos fue la emperatriz,
mi madre. Don todos los bienes que posea por herencia materna o
paterna, confiando en que con su gesto impulsara a los dems a una
accin similar, pues estaba asustada viendo la situacin crtica por la
que pasaba el soberano. Seguidamente, aquellos otros que eran leales
a los emperadores, se ofrecieron espontneamente a contribuir con
cuantos objetos de oro y plata tuviese cada uno y enviaron una parte
a los aliados y otra al soberano.
2. Pero estos fondos no bastaron en absoluto para las actuales
necesidades. Unos pedan gratificaciones porque haban colaborado en la lucha; otros, todos los mercenarios, pedan un salario ms
alto. El emperador volvi a insistir reclamando mayores recursos
por haber desesperado de la buena voluntad de los romanos. Su
madre e Isaac, ante el crtico estado de cosas, mantuvieron largas deliberaciones tanto en privado como en pblico. Al conocer
la noticia de que Roberto se estaba armando de nuevo, sin saber
qu hacer dirigieron su atencin hacia las antiguas leyes y cnones sobre la enajenacin de los bienes sagrados. Entre las diversas
normas, encontraron que es posible enajenar los bienes sagrados
de las santas iglesias de Dios para la liberacin de los prisioneros.
Pensaron entonces en que todos los cristianos que pasaban sus das
en Asia bajo el yugo brbaro y haban escapado a las matanzas
eran mancillados por la compaa de los infieles. Al existir unos
cuantos objetos sacros que estaban arrumbados y desechados desde
mucho tiempo atrs y que no servan sino para incitar a la gente
al sacrilegio y a la impiedad, decidieron emplearlos como materia

200

prima para acuar moneda destinada al pago de los soldados y de


los aliados.
3. Cuando esta idea tuvo apoyos, el sebastocrtor march al gran
templo de Dios5 donde haba convocado al snodo y al clero en pleno. Cuando lo vieron, los religiosos del sagrado snodo, que asisten
al patriarca en las cuestiones eclesisticas, le preguntaron extraados
la razn de esta convocatoria. l les contest: He venido a comunicaros una medida que ser til en las duras circunstancias que
estamos viviendo y que salvar al ejrcito. Seguidamente, comenz
a citar los cnones sobre los bienes sagrados que han perdido su
utilidad. Cuando hubo concluido su intervencin, aadi: Me veo
obligado a obligar a los que no quiero obligar. Aleg, entonces, una
serie de nobles razones que aparentemente persuadieron con rapidez
a la mayora.
4. Pero Metaxas se opona, alternando rplicas razonables con
burlas al mismo Isaac. Prevaleci, no obstante, la opinin adoptada.
Estas medidas dieron pie a muy graves acusaciones contra los emperadores (no vacilo en llamar tambin emperador a Isaac, aunque sin
el derecho a la prpura) que duraron desde entonces hasta nuestros
das. En aquel tiempo ocupaba la sede episcopal de Calcedonia un
tal Len, hombre no muy sabio ni culto que, si bien se preocupaba
de su virtud, tena un carcter hosco y seco. Este, pues, mientras
eran despojadas las puertas de Calcopracia6 del oro y la plata que en
ellas haba, apareci en pleno trabajo y se expres atrevidamente sin
atender para nada a las necesidades econmicas ni a las leyes en vigor
sobre los bienes sagrados. De manera bastante insolente y por qu
no decirlo? rebelde se diriga al que entonces gobernaba en cuantas
ocasiones acuda a la capital, abusando de su paciencia y su bondad.
Cuando el emperador sala de la capital por primera vez contra Roberto y mientras su hermano, el sebastocrtor Isaac con la anuencia
5 Santa Sofa.
6 Iglesia construida en el siglo V o VI en las cercanas de Santa Sofa. En ella estaba
depositado en un principio el cinturn de la Virgen que luego fue llevado al palacio de Blaquernas. El nombre de la iglesia hace referencia al barrio de los artesanos
del cobre donde se hallaba.

201

general le suministraba de todas partes dinero conforme a las leyes y


a lo justo, provocaba la clera del citado hermano del emperador al
dirigirse a l de forma bastante desvergonzada.
5. En otra ocasin tambin atac aquel obispo con escaso pudor
al soberano, cuando este, tras ser vencido muchas veces y enfrentarse
con audacia a los celtas otras tantas, haba vuelto vencedor gracias al
apoyo divino para enterarse enseguida de que otra masa de enemigos, me refiero a los escitas7, se volva a lanzar en contra de l y por
ello tambin se apresuraba a recoger dinero durante su permanencia
en la capital de acuerdo con los mismos criterios que antes. En las
abundantes discusiones que se levantaron a raz de estos acontecimientos sobre los bienes sagrados, sostena con dogmatismo que a
las santas imgenes se les daba culto de adoracin, no de relacin8,
manteniendo en algunas cuestiones criterios razonables y dignos de
un obispo y defendiendo en otras dogmas incorrectos. Yo no s si
era por su nimo de polemizar y por su odio hacia el emperador o
por ignorancia, ya que no poda exponer con exactitud y seguridad
sus razonamientos por carecer de cualquier formacin intelectual.
6. Su insolencia con los emperadores iba aumentando progresivamente, obedeciendo a hombres malintencionados, de los que entonces haba muchos en el estado, y en su excitacin lleg a utilizar
insultos y blasfemias extemporneamente, aunque el emperador le
pidiera que cambiara de opinin sobre las imgenes, que abandonara su animadversin hacia l con la promesa de restituir los bienes
sagrados ms valiosos a las santas iglesias y de hacer todo lo que fuera
preciso para reparar el dao, ya que, adems, el soberano haba sido
aceptado por los principales del snodo, a quienes llamaban aduladores los que engrosaban el partido del calcedonio. Por todo ello fue
castigado con la deposicin de su cargo. Pero como no se arredraba
7 Campaa de 1086 contra los pechenegos.
8 La postura de Len de Calcedonia mantena que el objeto segua siendo sagrado
an cuando la imagen hubiera desaparecido de l. No deja de ser hertico, por
cuanto el culto de adoracin solo se le presta a los miembros de la Trinidad, mientras que el culto relativo se le presta a los objetos que tienen relacin con Ella y por
tanto, carecen de entidad sagrada propia. Por otro lado, el culto de dula es el que
se les presta a los santos, culto de veneracin, no de adoracin.

202

ni, menos an, se tranquilizaba, sino que incluso volvi a turbar la


paz de la iglesia a la cabeza de una faccin con personas no del pueblo llano, al cabo de muchos aos todos estuvieron de acuerdo en
condenarlo al exilio por su actitud intratable e incorregible. Fue la
ciudad de Sozpolis del Ponto9 la encargada de acogerlo y fue honrado con todas las atenciones y deferencias del emperador, aunque no
quiso nunca gozar de ellas a causa, segn parece, del resentimiento
que conservaba contra el soberano. Dejemos, pues, aqu la narracin
de aquellos acontecimientos.

III. Regreso de Roberto a Italia para hacer frente a la invasin


que Enrique IV, rey de Alemania, llevaba a cabo a instancias de
Alejo.
1. El soberano enseaba cuidadosamente a los nuevos reclutas (iba
apareciendo mucha gente al haberse enterado de que l estaba sano
y salvo) cmo deban montar a caballo con la mayor seguridad, tirar
con arco del modo ms certero y cmo emplear sus armas y tender
emboscadas en el momento ms oportuno. Haba vuelto a enviar al
rey de Alemania embajadores que presida el llamado Metimnes y
por carta le instaba con energa a no retrasar ms su ayuda y a invadir con gran rapidez Longibarda al frente de sus tropas, segn los
acuerdos concertados. De este modo distraera a Roberto y tendra
las manos libres para reclutar nuevas tropas y contingentes extranjeros y poder expulsarlo del Ilrico. A continuacin le comunicaba
al rey de Alemania que, si obraba de este modo, le quedara muy
reconocido y le aseguraba que la boda prometida sera ultimada a
travs de los embajadores enviados por l.
2. Tras adoptar estas medidas y dejar a su gran domstico Pacuriano en aquel lugar, volvi a la capital con la intencin de reclutar
tropas procedentes de cualquier punto del extranjero y gestionar algunos otros asuntos que se haban presentado en ese momento y
en esas circunstancias. Por su parte, los maniqueos Jantas y Culen
9 Ciudad situada en la parte de Tracia colindante con el Mar Negro.

203

junto con los hombres a su mando, que ascendan a unos dos mil
quinientos, emprendieron el camino a sus casas desordenadamente.
Aunque repetidas veces los haca llamar el emperador, prometan
acudir, pero retrasaban la partida. El insista prometindoles incluso
regalos y honores por escrito, pero ni aun as volvieron a su lado.
3. Mientras el emperador se empeaba en estos preparativos
contra Roberto, un emisario lleg a presencia de Roberto para comunicarle la inminente invasin de Longibarda por el rey de Alemania. Estuvo reflexionando sobre lo que deba hacer en este aprieto. Tras cambiar de opinin varias veces y dado que haba dejado a
Rogelio como heredero de su autoridad en el momento de la travesa
hacia el Ilrico y que an no haba atribuido a Bohemundo, que era
ms joven, ninguna tierra, reuni a todos los condes y a los jefes de
su ejrcito, hizo llamar a su hijo Bohemundo Sanisco10 y lo present
en pblico. Y dijo:
4. Sabis, condes, que en el momento de pasar hacia el Ilrico
ced el seoro de mis territorios a Rogelio, el amadsimo primognito de mis hijos. Pues no hubiera sido conveniente que yo, al marcharme de all para emprender una tarea de esta ndole, abandonara
mis dominios sin autoridad, como una presa fcil para las incursiones de todo el que quisiera. Pero como el rey de Alemania ya est al
llegar y tiene intencin de atacarlos, nosotros tenemos la obligacin
de defenderlos en la medida de nuestras posibilidades. Porque el
hecho de estar ocupados ahora en otros asuntos no debe ser causa
para actuar negligentemente con los nuestros. As pues, parto para
defender mis dominios y para presentar batalla al rey de Alemania.
En cuanto a Dirraquio, Auln y todas las dems ciudades e islas que
he ocupado personalmente con mi lanza, le cedo su gobierno a este,
a mi hijo ms joven. Os encomiendo y os pido que estimis a este
10 Los estudiosos no se ponen de acuerdo en la procedencia de ese apellido. Se
aduce un error de copista y que la forma correcta sera , Neaniskos, es
decir, El joven. Puede ser que esta denominacin venga del hecho de que, a pesar
de ser el primognito de Roberto Guiscardo, no haba sido elegido como heredero
de su padre. Ambos hechos podran haber conducido al error de Ana Comnena
cuando dice que Bohemundo era menor que Rogelio en el discurso de Roberto
que viene a continuacin.

204

tanto como a m y que luchis por l con todas vuestras fuerzas y


energas.
5. Y a ti, mi amadsimo hijo, te recomiendo aadi dirigiendo sus palabras a Bohemundo que trates con toda dignidad a los
condes, que aproveches sus consejos en toda circunstancia, que no
actes con ellos de manera autoritaria y que lo compartas todo con
ellos. Cudate de no descuidar el reemprender la guerra contra el
emperador de los romanos. Es ms, no debes relajarte lo ms mnimo porque haya sufrido una gran derrota, porque casi llegara a
caer vctima de la espada y porque haya perdido la mayor parte de
su ejrcito en combate (efectivamente, estuvo cerca de ser capturado
vivo, pero escap herido de nuestras manos), no sea que, por hallar
l un resquicio, recobre su aliento y se enfrente a ti ms valientemente que antes. No es l un advenedizo, sino un hombre criado
desde nio en medio de las batallas y las guerras y ha atravesado
todo el oriente y el occidente haciendo prisioneros a todos lo que
se rebelaron contra sus anteriores soberanos, hechos estos de los que
t mismo oyes hablar con frecuencia a mucha gente. En suma, si te
abandonas y no avanzas contra l con todas tus energas, reducirs
a la nada todos los abundantes logros que he conseguido llevar a
trmino gracias a mis esfuerzos, y t mismo recolectars los frutos de
tu propia negligencia. En cuanto a m, parto para combatir contra
el rey de Alemania e intentar expulsarlo de nuestros territorios. De
este modo reforzar la autoridad que transfer a mi amadsimo hijo
Rogelio.
6. Tras despedirse con estas palabras de su hijo, embarc en una
monere y arrib a las costas de Longibarda, desde donde parti
a toda marcha para presentarse en Salerno, ciudad en la que estaba desde haca tiempo la residencia de los que se haban investido
con la dignidad ducal. Tras asentarse all, reclut bastantes fuerzas
y un contingente lo ms numeroso posible de tropas mercenarias
procedentes de los pases vecinos. El rey de Alemania, segn las promesas hechas al soberano, se apresuraba ya a invadir Longibarda.
Tan pronto como Roberto se hubo enterado de esto, se dio prisa

205

por llegar a Roma para unirse al papa11 y apartar al rey de Alemania


de su propsito. Como el papa no rechaz esta coalicin, ambos se
lanzaron sobre el rey de Alemania.
7. Sin embargo, mientras se daba prisa en atacar Longibarda,
el rey se enter de lo que le haba sucedido al soberano, que haba
sufrido una enorme derrota, que una parte de su ejrcito haba sido
vctima de las espadas y otra parte se haba dispersado por doquier,
que el emperador se haba salvado inesperadamente gracias a su
audacia y su valiente determinacin despus de arrostrar grandes
peligros durante los cuales luch valerosamente y fue herido en diferentes partes de su cuerpo, que dio vuelta a las riendas y regres
por donde vino atribuyendo una victoria al hecho de no someterse
a ningn riesgo sin necesidad. El rey, pues, emprendi la ruta de
regreso a casa. En cuanto a Roberto, alcanz el campamento del rey,
pero no quiso perseguirlo l personalmente ms all y, tras separar
una numerosa seccin de sus escuadrones, orden que persiguieran
al rey de Alemania. Roberto con todo el botn retorn con el papa
a Roma. l afianz en el trono a este ltimo y, a su vez, obtuvo la
proclamacin del papa como rey. Luego, volvi a Salerno para recuperarse de la fatiga de sus muchos trabajos.

IV. Enfrentamientos con Bohemundo. Alejo sale derrotado.


1. Tras no mucho tiempo, lleg a su lado Bohemundo con el anuncio de su derrota marcado en el rostro. Cmo actu la fortuna con
l esta obra ya mismo va a contar. En efecto, teniendo presentes las
instrucciones de su padre y, an ms, como era un hombre de carcter combativo y arrojado, acometi con firmeza la guerra contra
el emperador. Se puso al frente de sus tropas a las que seguan todos
los jefes y oficiales romanos y los gobernadores de las regiones y
ciudades conquistadas por Roberto (todos haban desertado en masa
del bando del emperador y se haban pasado al de Bohemundo) y
11 Gregorio VII (1073-1085).

206

lleg a Yoanina a travs de Bagenecia12. All cav primero un foso


entre los viedos que se hallaban en las afueras de la ciudad, luego
emplaz todo su contingente en posiciones ventajosas y l mismo
fij la tienda en su interior. Tras inspeccionar las murallas, se percat de que la acrpolis de esta plaza fuerte era insegura. No solo se
apresur a repararla en lo posible, sino que incluso construy otra,
muy fortificada, en un lugar diferente del recinto amurallado y que
le pareci ms oportuno. Entre tanto, se dedicaba a saquear las ciudades y regiones colindantes.
2. Tan pronto como tuvo conocimiento el soberano de estos
movimientos, reuni sin la menor tardanza la totalidad de sus fuerzas y sali a toda prisa de Constantinopla en el mes de mayo. Una
vez llegado a Yoanina y con el inicio del combate y de la batalla ya
inminente, se percat de que sus propias tropas ni siquiera suponan una mnima parte de las fuerzas de Bohemundo. Dado que,
asimismo, conoca por la batalla contra Roberto antes relatada que
la primera carga de la caballera celta contra sus enemigos era incontenible, juzg preciso organizar primero unas emboscadas con
pocos hombres, contados y selectos, para obtener as algn indicio
de los conocimientos estratgicos de Bohemundo y conseguir una
idea general de la situacin a travs de estas incursiones parciales.
Gracias a esta tctica podra hacer frente al celta con mayor seguridad y conocimiento. De este modo, las tropas deseaban con ardor
atacarse mutuamente. El emperador, por su parte, que tema el primer e irresistible ataque de los latinos, tuvo una nueva idea. Mand
construir carros ms ligeros y pequeos de lo acostumbrado, clav
en ellos cuatro estacas y emplaz infantes armados para que, cuando
los latinos cargaran a rienda suelta contra la falange romana, los
infantes, que estaban situados debajo de ellos, los empujasen hacia
adelante y rompiesen la formacin cerrada de los latinos.
3. Cuando lleg la hora del combate en el momento en que el
sol ya sobrepasaba con su fulgor el horizonte, el soberano situ las
falanges en orden de combate y l mismo ocup el puesto central.
Una vez iniciada la batalla, Bohemundo no pareci sorprenderse
12 Regin del Epiro entre Ynina y Arta.

207

de la argucia del soberano. Antes al contrario, como si hubiera previsto la estratagema, se adapt a esta circunstancia y, tras dividir
sus fuerzas en dos y dejar pasar de largo los carros, se lanz desde
cada flanco contra la formacin romana. Las falanges se mezclaron
entonces con las falanges y los hombres luchaban cara a cara con los
hombres. De este modo y tras caer muchos por cada bando durante
la lucha, Bohemundo se alz con la victoria. El soberano, a su vez,
en medio del acoso a que era sometido por todas partes, se mantena
firme como una torre inamovible. Tanto cabalgaba contra los celtas
que venan a su encuentro, acometiendo, matando y siendo acometido en el choque armado con algunos enemigos, como levantaba el
nimo con continuas llamadas a los fugitivos. Pero, cuando vio quo
las falanges empezaban a dispersarse en muchos sectores, pens que
deba ponerse a salvo, no para proteger su propia persona, ni por
efecto de la confusin que provoca la cobarda, como quizs alguien
pudiera replicar, sino porque tena la esperanza de enfrentarse ms
valientemente en otro momento a los aguerridos celtas, una vez a
salvo del peligro y nuevamente recuperado.
4. Mientras escapaba de sus enemigos en compaa de unos
pocos hombres, se encontr de nuevo con un grupo de celtas y
demostr ser un general intrpido. En efecto, tras animar a sus
hombres, hizo frente a la carga que los celtas hacan contra ellos
como si en ese mismo da tuviera que vencer o morir. De un mandoble, el emperador mat a uno de los celtas y entre todos los que
lo acompaaban, actuando como servidores de Ares, hirieron y
pusieron en fuga a muchos hombres. As, tras escapar de innumerables y muy grandes peligros, de nuevo logr ponerse a salvo en
Acrida tras pasar por Estrugas13. Despus de permanecer all un
tiempo y hacer llamar a muchos de los soldados que haban huido,
los dej a todos en ese lugar con el gran domstico y lleg hasta el
ro Bardares14, pero no con intencin de descansar, porque no se
permita a s mismo ninguna de las comodidades ni de los ocios
propios de un emperador.
13 Ciudad situada cerca del lago de Ohrid.
14 Ro Vardar.

208

5. Cuando volvi a tener reunidas las tropas y reclutado un


contingente de mercenarios, march contra Bohemundo con su
pensamiento puesto en otros planes para derrotar a los celtas. Se
aprovision de piezas puntiagudas de hierro y, como esperaba la batalla para el da siguiente, las extendi la vspera por la parte de la
explanada situada entre los dos ejrcitos, por donde prevea que los
celtas podran llevar a cabo la carga ms impetuosa. Imaginaba que
la primera e incontenible embestida de los latinos tal vez pudiera
romperse en el momento en que las puntas atravesaran los cascos
de los caballos. En ese instante, todos los lanceros romanos que estuvieran colocados en primera lnea llevaran a cabo una carga contenida para no atravesarse en lo posible con las puntas de hierro, se
dividiran en dos direcciones y las rodearan, mientras los peltastas
dispararan de lejos sus certeras flechas contra los celtas y las alas
derecha e izquierda caeran con incontenible mpetu sobre los celtas
desde ambos flancos.
6. Esos eran los planes de mi padre, pero no le pasaron inadvertidos a Bohemundo. Ocurri que la tctica fraguada por el emperador al atardecer, a la maana siguiente estaba en conocimiento
del celta. Acomodando su estrategia ingeniosamente a las informaciones recibidas, acept la batalla, pero no la organiz del modo
acostumbrado. Por el contrario, gracias a su previo conocimiento
de los planes del soberano, reforz el ataque desde sus dos flancos,
mientras ordenaba que la falange que estaba situada frente al ejrcito
romano permaneciera inmvil durante ese tiempo. As pues, cuando
la batalla leg al cuerpo a cuerpo, los soldados del ejrcito romano
volvieron la espalda a los latinos y ni siquiera tuvieron el valor de
mirarlos a la cara por el terror que an los sobrecoga al recordar la
derrota que hemos descrito anteriormente.
7. Se produjo entonces la confusin entre las lneas romanas, a
pesar de que el emperador permaneciera imperturbable y se defendiese valientemente en cuerpo y alma hiriendo a muchos y siendo
herido en alguna ocasin. Al ver que todo su ejrcito desapareca
y que l mismo estaba siendo abandonado solo con unos pocos
hombres, pens que no deba correr riesgos resistiendo de forma

209

irracional. Pues cuando tras grandes esfuerzos uno no puede soportar con firmeza el ataque enemigo, es una insensatez exponerse a un
riesgo manifiesto. As pues, las alas derecha e izquierda de la falange
romana se daban a la fuga, en tanto el emperador an aguantaba
valientemente el peso del combate contra la falange de Bohemundo sobre su sola persona. Pero, cuando comprendi que el peligro
era insuperable, juzg necesario salvarse para poder reemprender la
lucha con el vencedor como un poderoso oponente y evitar que
Bohemundo se alzara con la victoria definitiva.
8. As era l, tanto en la derrota, como en la victoria, en la huida
y en la persecucin, nunca se esconda atemorizado ni, menos an,
caa en las redes de la desesperacin. Tena, asimismo, una enorme
fe en Dios, que llevaba siempre presente en sus pensamientos, y se
abstena de hacer ningn tipo de juramento. Por tanto, como hemos
dicho arriba, por eludir cualquier resistencia tambin l se vio perseguido en su escapada por Bohemundo y sus mejores condes. En
medio de estos hechos, dijo a Gules (un servidor de su padre) y a
los que estaban con l: Hasta cundo estaremos huyendo? y acto
seguido, dando vuelta a las riendas, desenvain su espada y asest un
mandoble en el rostro del primero que lo acometa. Los celtas vieron
esta reaccin y se percataron de que l haba renunciado a la vida.
Como saban desde haca tiempo que los hombres que han tomado
esta decisin son imbatibles, se echaron atrs y abandonaron la persecucin. Se libr as de sus perseguidores y logr salir del peligro y
es ms, tampoco se mostr abatido durante esta fuga y se dedic a
llamar a unos fugitivos y a burlarse de otros, si bien la mayora de
ellos fingieron no reconocerlo. A salvo, pues, del peligro, regres a
la capital con el propsito de reunir nuevas tropas y marchar contra
Bohemundo.

V. Movimientos de Bohemundo y contraofensiva del emperador.


1. Tras el retorno de Roberto a Longibarda, Bohemundo se encarg
de continuar la guerra con el soberano de acuerdo con los dictados

210

de su padre y alentaba continuamente batallas y combates. Envi


a Pedro Alifa junto con Punteses15 a asediar diferentes lugares. No
tard Pedro Alifa en dominar los dos Polobos16 ni el citado Punteses en hacer lo mismo con Escopia17. Por su parte, Bohemundo a
instancias de los acridios se apresur a llegar hasta Acrida. Tras permanecer escaso tiempo all, dado que Ariebes18 defenda la ciudad,
parti rumbo a Ostrobo19 sin hacer nada. Despachado de all con las
manos vacas, march a travs de Sosco y Serbias para llegar a Berea20. Tras intentar muchas incursiones en muchos lugares sin conseguir el xito, lleg a Moglenas a travs de Bodinas21, donde restaur
una plaza fuerte que estaba en ruinas desde haca tiempo. Luego,
despus de dejar en esta plaza fuerte a un conde llamado Sarraceno
al mando de un buen contingente de soldados, lleg hasta un lugar denominado Iglesias Blancas22 a travs del Bardares. Mientras
consuma el plazo de tres meses durante los que permaneci en este
lugar, se descubri que tres de sus ms destacados condes, Punteses,
Renaldo y uno llamado Guillermo, se haban conjurado para pasarse
al bando del emperador. Punteses, que era previsor, huy y logr
llegar a presencia del soberano; pero los otros dos fueron capturados
y obligados, segn la ley de los celtas, a participar en un combate
singular. Guillermo fue derrotado y su culpa probada. Se le apres
y se le ceg. Mientras, el otro, Renaldo, fue remitido a Longibarda,
donde se hallaba su padre, Roberto, quien tambin mand sacarle
los ojos. Bohemundo, tras partir de Iglesias Blancas, se dirigi hacia Castoria. Al enterarse de este movimiento, el gran domstico
aprovech para presentarse en Moglenas, apoderarse de Sarraceno,
15 Pudiera tratarse del conde Ral de Pontoise, conde de Amiens.
16 En las fuentes del ro Vardar.
17 Skopje.
18 Gobernador bizantino de Acrida, de origen armenio. Conserv la ciudad bajo
soberana bizantina a pesar del deseo de los acridios de pasarse a Bohemundo.
19 Hoy rnisa, al este de Flrina.
20 Serbias no es el pas de Serbia. Ana Comnena comete un error en este itinerario.
Serbias est muy al sur de Beroe (Verria).
21 Bodena-Vodena, en Macedonia. Moglenas est al norte de Bodena.
22 Al noroeste de Tesalnica.

211

a quien mat inmediatamente, y convertir en ruinas de una vez por


todas esta plaza fuerte. Bohemundo, por su parte, sali de Castoria
y march a Larisa con la intencin de invernar all.
2. Como decamos, el soberano se puso en accin nada ms
llegar a la capital, de acuerdo con su carcter resuelto y enemigo de
la inactividad. Pidi, entonces, al sultn23 tropas que estuvieran al
mando de jefes con larga experiencia. Este envi siete mil hombres
al mando de jefes totalmente experimentados entre los que estaba
Camires, que superaba a los dems en edad y experiencia. En tanto
el emperador tomaba y ultimaba estas medidas, Bohemundo, destacando una parte de su propio ejrcito, mand por delante algunos
catafractos celtas que tomaron Pelagonia24, Tricala y Castoria de una
vez. Enseguida apareci Bohemundo en Tricala con la totalidad de
su ejrcito; desde all despach un destacamento, todos ellos valientes guerreros, que al primer asalto se apoder de Tzibisco25. Luego,
en el da del gran mrtir Jorge26, lleg con todas sus fuerzas a Larisa
y, tras rodear sus murallas, les puso sitio.
3. El gobernador de esta ciudad, Len Cefalas, hijo de un servidor del padre del soberano, llevaba seis meses resistiendo a las
mquinas de Bohemundo. Entonces, inform al soberano por una
carta de este ataque. Pero l a pesar de sus ardientes deseos no emprendi inmediatamente la marcha hacia el lugar donde estaba Bohemundo y retras su partida hasta tener reunidos ms mercenarios.
Una vez estuvieron todos fuertemente armados, sali de Constantinopla. Tras llegar a las proximidades de Larisa, atraves el monte
Celia, abandon el camino pblico a la derecha y el monte llamado
por los lugareos Cisabo y descendi a Ezebn, una aldea vlaca27
que se encuentra muy cerca de Andronia. Desde all lleg a una nueva poblacin habitualmente conocida como Plabitza, que se halla
23 Suleimn (ver III XI.1).
24 Entre Ostrobo y Diabolis.
25 En Tesalia, a una corta distancia de Tricala.
26 23 de abril de 1083.
27 Los vlacos son poblaciones romanizadas situadas en el este de Europa. Son los
antecedentes de los actuales rumanos.

212

relativamente cerca del ro denominado (...), donde mand instalar


su campamento, tras excavar un foso considerable. De all levant el
campo el emperador y parti hacia los jardines de Delfinas y nuevamente de all hacia Tricala.
4. Entonces se present ante el soberano el portador de una carta de Len Cefalas, a quien ya nos hemos referido anteriormente,
que se expresaba con mucha franqueza en los siguientes trminos:
Debis saber, Majestad, que hasta ahora he conservado a salvo la
ciudad gracias a mi gran empeo. Incluso cuando nos faltaron los
alimentos permitidos a los cristianos, recurrimos a los prohibidos.
Pero ahora carecemos hasta de estos. Si os dais prisa, pues, en aportar vuestros refuerzos y consegus poner en fuga a los sitiadores,
daramos gracias a Dios. De lo contrario, yo ya he cumplido con
mi deber y doblegndonos ante lo inevitable (qu se puede hacer
contra la naturaleza y su podero?) tenemos la determinacin de entregar la plaza a los enemigos que nos presionan y que a todas luces
nos estn ahogando. Si esta calamidad llegase a suceder, ojal se me
maldiga. Pero me atrevo a decir con toda franqueza que si no os dais
prisa para apartarnos del peligro ahora que ya no podemos afrontar
las enormes penalidades de la guerra y del hambre, si Vos, nuestro
emperador, aun pudiendo ayudarnos, no apresuris el envo de socorro, serais el primero en no libraros de la acusacin de traidor.
5. El soberano se dio cuenta de que se impona derrotarlos de algn otro modo. Por ello se meti en clculos y reflexiones. En efecto,
se pas el da entero examinando las maneras de tender emboscadas
e invocando el nombre de Dios en su auxilio. Mand llamar, por
consiguiente, a un anciano de Larisa y lo estuvo interrogando sobre
las caractersticas del lugar. Mientras recorra con su mirada el lugar,
sealaba con su dedo determinados puntos, sobre los que preguntaba
concienzudamente si eran escarpados o estaban cubiertos de espesas
malezas. Se informaba sobre Larisa con la intencin de tender una
emboscada a los latinos y derrotarlos mediante el engao. El enfrentamiento abierto y frontal lo tena descartado desde antes porque haba en sus muchos enfrentamientos haba sido vencido y porque haba adquirido experiencia sobre el modo de combatir de los francos.

213

6. Cuando el sol se ocult, el emperador, agotado por el trabajo


de todo un da, se fue a dormir. Tuvo entonces un sueo en el que
pareca hallarse dentro del sagrado templo del gran mrtir Demetrio
y or una voz que deca: No te apenes ni te angusties, maana vas
a vencer. Crea que la voz surga de uno de los iconos colgados en
el templo y en el que figuraba pintada la imagen del gran mrtir
Demetrio. Cuando despert, se alegr de la profeca que haba odo
en sueos, invoc al mrtir y le prometi que ira a su templo, si
lograba arrebatar la victoria a sus enemigos. Asimismo le prometi
que desmontara del caballo a una gran distancia de la ciudad de
Tesalnica y marchara a pie en peregrinacin.
7. Tras convocar a generales, jefes y a todos sus parientes, comenz la reunin pidiendo la opinin de cada uno. Luego, les
comunic su plan. Segn este, confiaba todos los batallones a sus
allegados, de manera que los comandantes en jefe fueron Nicforo
Meliseno, Basilio Curticio y el llamado Yoanaces, hombre de ilustre linaje y clebre por su valenta y conocimientos militares que
era originario de Adrianpolis. No solo les entreg el mando de las
tropas, sino tambin todas las insignias imperiales. Les imparti sus
rdenes, que consistan en disponer la formacin segn el esquema
que l haba seguido en anteriores combates con la instruccin de
sondear primero mediante escaramuzas la vanguardia de los latinos.
Luego, deban atacarlos en masa entre gritos de guerra y, tras avanzar
en formacin cerrada y llegar al enfrentamiento, deban volver la
espalda a los latinos y fingir una huida a la desbandada en direccin
aparentemente a Licostomio28. Mientras el emperador detallaba estos puntos, se pudo or de repente el relincho de todos los caballos
del campamento. Todos quedaron estupefactos ante este hecho, sin
embargo, pronto el emperador y los ms perspicaces llegaron a la
conclusin de que era un buen augurio.
8. Tras darles estas instrucciones, los dej situados a la derecha
de la ciudad de Larisa y, despus de esperar hasta la puesta de sol,
orden que algunos valientes guerreros lo siguieran para atravesar
el desfiladero de Libotanio, bordear Rebenico y llegar a travs del
28 En las cercanas de Tricala.

214

lugar llamado Alage29 a la parte izquierda de Larisa. Una vez examinadas las caractersticas del lugar y consciente de que ese sitio era lo
suficientemente bajo, se qued all con sus hombres para tender la
emboscada. Los jefes de las tropas romanas, cuando el emperador,
como hemos dicho, se dispona a cruzar el desfiladero de Libotanio
apresurndose a tender su emboscada, seleccionaron un destacamento de las tropas romanas y lo enviaron contra los celtas a fin de
atraerse sobre ellos su atencin e impedirles disfrutar de una tregua
que les permitiera descubrir adnde iba el emperador. Los soldados
bajaron a la llanura, atacaron a los celtas y soportaron el combate
durante largo tiempo, hasta que la noche no les permiti continuar
luchado. Por su parte, el emperador, cuando lleg al lugar proyectado, orden que todos desmontasen de los caballos. Los hombres pasaron el resto de la noche sentados sobre sus piernas, manteniendo
las riendas en las manos. Tambin el emperador con las riendas en
las manos se mantuvo as toda la noche, apoyado en una germandria
que haba encontrado casualmente en el lugar.

VI. Alejo obtiene una victoria gracias a su astucia.


1. Cuando sali el sol, Bohemundo, al ver los batallones de los
romanos alineados en falanges, las insignias imperiales, las lanzas
tachonadas de clavos de plata y los caballos con las purpreas gualdrapas imperiales, prepar lo mejor que pudo sus tropas para la batalla. Dividi en dos las fuerzas y, mientras l se puso al frente de
una parte, dio el mando de la otra a Brienio30, un latino de noble
linaje que tambin era llamado condestable. Por tanto, tras disponer
as sus propias fuerzas, volvi a actuar del modo habitual y cay
frontalmente contra la formacin de los adversarios con la fuerza
29 Libotanio est al oeste de Larisa; Rebenico, al sudeste y Alage en el entorno de
Larisa. Todos en Tesalia.
30 Conde de Brienne, condestable de Apulia. La adaptacin del nombre francs
al griego hecha por Ana Comnena lo convierte en idntico al de la familia Brienio
bizantina.

215

de un huracn, creyendo que el soberano estaba all donde vea las


insignias imperiales. Cuando los soldados romanos, tras una corta
resistencia, volvieron la espalda, se lanz l impetuosamente en su
persecucin, tal como hemos descrito en ocasiones anteriores. El
emperador, a su vez, cuando vio que sus tropas haban cubierto una
distancia suficiente en su huida y que Bohemundo persegua impetuosamente a las tropas romanas, y cuando calcul que Bohemundo
estaba ya a bastante distancia de su campamento, mont a caballo,
dio igual orden a sus hombres y lleg hasta el campamento de Bohemundo. Una vez en l, mat en gran nmero a los latinos que iba
encontrando y se apoder del botn. Luego, se qued observando a
los perseguidores y a los fugitivos.
2. Al darse cuenta de que la fuga emprendida por los romanos era
catica y de que Bohemundo los persegua junto con Brienio, que
iba tras l, llam al denominado Jorge Pirro, un arquero de fama,
al que orden junto con un numeroso destacamento de valientes
peltastas que se lanzaran rpidamente tras Brienio y que, cuando le
dieran alcance, no trabaran combate cuerpo a cuerpo, sino que disparasen a distancia ininterrumpidamente sus dardos contra los caballos. As pues, cuando estuvieron cerca de los celtas, comenzaron
a derribar caballos con una densa nube de dardos destinados dejar a
los jinetes impotentes contra el enemigo. Efectivamente, cualquier
guerrero celta muestra un mpetu y una apariencia terribles si va a
caballo; pero, una vez desmontado del caballo, se convierte en un
ser indefenso y radicalmente distinto al de antes, como si hubiera
perdido su salvaje aliento, en parte por el tamao de su escudo, en
parte por las espuelas de su calzado y su paso torpe. El conocimiento
que tena el emperador de estos defectos, creo fue lo que le impuls
a ordenar que mataran a los caballos y no a los jinetes.
3. Conforme iban cayendo los caballos de los celtas, los hombres
de Brienio rodaban por tierra. La gran confusin que se produjo
levant una columna de polvo amplia y densa que suba hasta las
nubes a tan gran altura que fue comparada con las tinieblas opacas
que cayeron antiguamente sobre Egipto31. La misma densidad de la
31 xodo, XIII 20-22. Referencia a la columna de humo que ocultaba a los israe-

216

polvareda impeda la visin a los latinos y evitaba que supieran la


causa y los autores de estos flechazos. Brienio mand tres emisarios
latinos a Bohemundo y le comunic todo. Estos le dieron alcance
en un islote del ro llamado Salabria32 en compaa de unos pocos celtas y comiendo uvas, mientras se vanagloriaba con un detalle
arrogante que hasta hoy se parodia y se cita. Repeta con su pronunciacin brbara del trmino Licostomio33: He arrojado a Alejo
a la boca del lobo. Pues la arrogancia se caracteriza por desviar la
atencin de la gente no ya de lo que est ante la vista, sino incluso
de lo que est a sus pies.
4. Tras or los informes de Brienio y reconocer la treta y la victoria obtenida por el soberano gracias a su estratagema, como es
natural, mont en clera; pero no qued abatido, habida cuenta
de su temperamento. Destac, pues, algunos catafractos celtas de
sus tropas, que ascendieron a una colina situada frente a Larisa. Al
verlos, el ejrcito romano empez a presionar vivamente para atacarlos, pero el soberano los disuadi de este propsito. Sin embargo,
un numeroso grupo formado por toda clase de soldados mezclados
de diferentes cuerpos ascendieron para atacar a los celtas. Estos, a
su vez, no tardaron en lanzarse sobre aquellos y mataron hasta quinientos. Despus, el emperador, previendo el lugar por donde iba
a pasar Bohemundo, envi un destacamento de valientes soldados
junto con unos cuantos turcos al mando de Migideno. Tan pronto
como estuvieron prximos a l, Bohemundo se arroj contra ellos y
tras vencerlos, los persigui hasta el ro.

VII. Alejo logra que Bohemundo parta hacia Italia.


1. Al amanecer del da siguiente, Bohemundo atraves el citado ro
en unin de sus condes y de Brienio mismo. Contempl un lugar
pantanoso en los alrededores de Larisa y se tropez con una llanura
litas de los egipcios que los perseguan.
32 Ro Peneo de Tesalia. Tambin llamado Salamiria. Atraviesa el valle de Tempe.
33 Licostomio significa en griego boca del lobo.

217

boscosa limitada por dos montaas a la que daba acceso un estrecho paso (clisura34 lo llaman), denominado Palacio de Domnico.
Atraves este paso y fij all su campamento. Al da siguiente, al
alba, le dio alcance con todo su ejrcito el falangarca35 Miguel Ducas, mi to materno, persona clebre por su inteligencia, que superaba en belleza y en estatura no ya a sus coetneos, sino incluso a los
que nunca han existido (todos los que vean a este hombre quedaban
estupefactos) y que era el ms hbil e incomparable a la hora de prever el futuro, descubrir lo que es urgente y llevarlo a cabo.
2. El soberano le haba ordenado que no entrasen todos por la
boca del desfiladero y que situara en el exterior el grueso de sus fuerzas. A continuacin deba escoger a algunos turcos y srmatas que
fueran expertos arqueros, que podran penetrar a cierta distancia de
la entrada, y darles instrucciones para que no utilizasen ms armas
que sus flechas. Tras entrar en el desfiladero y mientras cargaban
contra los latinos, los que quedaron fuera empezaron a discutir ansiosamente unos con otros sobre quin deba entrar por la boca del
desfiladero. Pues Bohemundo, al que le sobraban conocimientos de
estrategia, haba ordenado a sus hombres que formaran una lnea
compacta de escudos y que se cubrieran con estos sin moverse. El
protostrtor36, al ver que sus hombres poco a poco se iban deslizando al interior del desfiladero, opt por entrar tambin l. Cuando
Bohemundo los vio, se alegr como un len que encuentra una
gran presa37, hubiramos dicho al modo homrico y as tambin
al ver l con sus ojos a estos y al protostrtor Miguel, arremeti con
todas sus tropas con un incontenible ataque. Los romanos volvieron
enseguida la espalda.
3. Uzs, que llevaba ese nombre a causa de sus orgenes38, clebre
por su valenta, que saba manejar a derecha e izquierda la seca piel de
34 Ver III IX.3, nota 17
35 Otra denominacin para un comandante en jefe o general.
36 Cargo a la vez militar y palatino equivalente a un comandante en jefe.
37 Il., III 23.
38 Perteneca al pueblo de los uzos, emparentados con los hunos y los escitas.

218

los bueyes39, segn Homero, cuando sala de la boca del desfiladero,


con una ligera inclinacin a la derecha se volvi impetuosamente y
acometi al latino que vena de frente. Este cay enseguida a tierra,
donde qued tendido. Bohemundo, a su vez, los persigui hasta el ro
Salabria. Durante su huida, el citado Uzs hiere de un lanzazo al alfrez de Bohemundo y le arrebata la ensea de las manos. A continuacin la onde un poco y la inclin hacia adelante. Esta inclinacin de
la ensea desde una previa posicin erguida provoc confusin entre
los latinos y los impuls a huir por un nuevo camino que los condujo
hasta Tricala, ya en poder de algunos de los hombres de Bohemundo
que huan hacia Licostomio. Una vez en su interior, se instalaron y
desde este sitio partieron posteriormente hacia Castoria.
4. El emperador parti de Larisa y lleg a Tesalnica, actuando
como suele hacerlo su carcter en semejantes circunstancias. Envi
rpidamente a los condes que acompaaban a Bohemundo emisarios que les transmitiran las magnficas promesas del emperador, si
reclamaban a Bohemundo las pagas que les deba de acuerdo con
lo que les haba prometido. En el caso de que no pudiera satisfacer
estos pagos, haran bien en convencerlo para que acudiera a la costa
e hiciera personalmente la travesa a fin de pedir a Roberto el dinero
de sus sueldos. Si lograban que Bohemundo actuara de esa manera,
todos disfrutaran de grandes honores e innumerables beneficios. Finalmente, cuantos de ellos quisieran servirlo seran acogidos previa
remuneracin con agrado y se les entregara una paga acorde a sus
deseos. Por otro lado, aquellos que quisieran regresar a sus hogares,
podran pasar sin problemas por Hungra.
5. Cediendo, as pues, a las propuestas del emperador, los condes
reclamaban sin compasin las pagas de los cuatro aos transcurridos. Ante la imposibilidad de cubrir estos pagos, Bohemundo dilat
su entrega durante un tiempo. Ellos, a su vez, insistan formulando
sus justas peticiones. Sin saber qu hacer, dej a Brienio all mismo
para la defensa de Castoria y a Pedro Alifa para la de Polobos y march a Auln. Cuando el emperador se hubo enterado de su partida,
retorn victorioso a la emperatriz de las ciudades.
39 Il., VII 238. La seca piel de los bueyes es el escudo.

219

VIII. El asunto de Juan Italo. Precedentes.40


1. A su llegada encontr tambin las cuestiones eclesisticas sumidas
en la confusin y no pudo gozar ni de un breve instante de reposo.
Siendo como era una persona tan apostlica, aunque tena intencin
de marchar contra Brienio (el celta que ocupaba Castoria, como
hemos contado), al hallarse con una iglesia agitada por las opiniones
de Italo, prest atencin a la defensa del dogma aun en tan crticas
circunstancias. Efectivamente, las doctrinas de Italo haban dado un
enorme fruto en aquella poca conturbando la paz de la iglesia. Dicho Italo (debernos explicar lo que a l afecta desde el principio) era
originario de Italia y pas largo tiempo en Sicilia, una isla prxima
a Italia. Cuando los sicilianos se rebelaron contra el imperio de los
romanos y se plantearon hacerle la guerra, recurrieron a la alianza
con los italianos, entre quienes se encontraba el padre de Italo y su
propio hijo, que, a pesar de no tener edad militar, lo acompaaba,
brincando a su lado y educndose en las artes de la guerra al estilo
de los italianos. As tuvo Italo las primeras experiencias de su vida y
ese fue el primer fundamento de su educacin.
2. Cuando durante el reinado de Constantino Monmaco41 el
famoso Jorge Maniaces42 usurp Sicilia y se erigi en su dueo, el
padre de Italo a duras penas logr escapar con su hijo de la isla y ambos se encaminaron como fugitivos a Longibarda, que an estaba
en poder de los romanos. Desde all nuestro personaje, no s cmo,
lleg a Constantinopla, que no sufra carencias en ningn aspecto de
la cultura ni de las artes literarias. En efecto, desde el reinado de Basilio Porfirogneto43 hasta el de Monmaco, el cultivo de las letras, a
pesar de ser descuidado por la gente, no se haba perdido del todo y
por ello en tiempos del soberano Alejo las letras volvieron a florecer
40 Uno de los puntos del programa de gobierno de Alejo Comneno dentro del
propsito de restauracin de la integridad imperial era la lucha contra las herejas
y las doctrinas opuestas a la ortodoxia,
41 Constantino IX Monmaco (1042-1055).
42 Ver I. V.2, nota 18.
43 Basilio II (976-1025).

220

y los literatos se dedicaron de nuevo a cultivarlas. Antes de l, la


mayora de la gente viva en la molicie, los hombres se divertan, se
entretenan con las codornices44 y otros juegos ms degradantes a
causa de su molicie y relegaban las letras y toda cultura cientfica a
un lugar secundario.
3. As eran, pues, los hombres que entonces haba y con los
que se encontr Italo. Despus de relacionarse con estudiosos sin
sensibilidad y de carcter incivilizado (por aquel tiempo haba personajes de tales caractersticas en la capital), de quienes asimil,
sin embargo, la cultura literaria, pas a ser seguidamente discpulo del clebre Miguel Pselo45. Este, sin haber tenido trato alguno
con sabios maestros, se haba encumbrado a la cima de todos los
saberes, con exactos conocimientos incluso de la sabidura griega
y caldea46, hasta convertirse en un personaje famoso en aquella
poca por su saber. Todo esto lo consigui gracias a su hbil natural, a su aguda inteligencia y a que haba contado tambin con la
ayuda de Dios en sus estudios gracias a las ardientsimas splicas
de su madre, que rezaba continuamente ante el venerado icono de
la Madre de Dios del templo de Ciro y que oraba con clidas lgrimas por su hijo. As pues, aunque Italo fuera su discpulo, desde
el primer momento se aline en contra del propio Pselo. Por su
44 La caza de las codornices, se sobreentiende.
45 Constantino (Miguel) Pselo es uno de los intelectuales ms relevantes de la
historia bizantina. Naci en 1018 y muri en 1078. Ocup importantes puestos
en el gobierno del imperio a lo largo de tres dinastas. Fue profesor de filosofa y
retrica en la Universidad Imperial de Constantinopla. Escribi sobre teologa,
derecho, filologa, arqueologa, historia, alquimia, matemticas, medicina, etc.,
e inspir el renacimiento intelectual en poca de los Comneno. Como filsofo,
orient su pensamiento en la corriente neoplatnica. Su obra ms conocida es la
Cronografa, mezcla de memorias y de libro de historia donde narra sus experiencias en la poltica.
46 En principio, por Caldea se entiende en la antigedad grecolatina una zona que
abarcaba el centro de Mesopotamia con capital en Babilonia y llegaba hasta costa
del Golfo Prsico. La sabidura caldea hace referencia a una tradicin que parte
de los comentarios escritos en griego a un antiguo poema de contenido oracular
muy diverso y que se crea tena origen en Caldea, pero que parecen haber nacido en Alejandra y haber sido redactados durante el Bajo Imperio Romano. Esos
comentarios presentaban un sincretismo de doctrinas neoplatnicas con doctrinas
egipcias, persas y babilnicas.

221

carcter rudo y brbaro no pudo acceder a las profundidades de la


filosofa, puesto que no soportaba nada durante las clases, porque
estaba repleto de soberbia y de brbara insensatez y porque crea
que superaba a todos incluso antes de haber estudiado. Cuando
consigui profundizar en la dialctica, provocaba altercados a diario en las reuniones ante el pblico con sus banalidades sofsticas,
al hacer todas las proposiciones en esa lnea y sostenerlas a su vez
con argumentaciones del mismo estilo.
4. El entonces emperador Miguel Ducas y sus hermanos se volvieron asiduos a este hombre, al que ponan en segundo lugar tras
Pselo y al que, sin embargo, protegan y aprovechaban para sus debates humansticos. Pues los Ducas, tanto los hermanos del soberano como el mismo emperador Miguel, eran muy amantes de las
Humanidades. Italo, por su parte, tena su encendida y furibunda
atencin puesta sobre Pselo, si bien este, como un guila, sobrevolaba por encima de las banalidades de Italo.
5. Qu fue lo que pas despus? Cuando los odios de latinos
e italianos47 se revolvan contra los romanos con la pretensin de
dominar toda Longibarda as como Italia48, aquel emperador despach hacia Epidamno a Italo por ser orignario de Italia, tener fama
de honesto y ser conocedor del carcter de los italianos. En fin y para
abreviar, all fue sorprendido traicionando nuestros intereses por lo
que se envi al hombre encargado de expulsarlo de all. Al enterarse
de su llegada, emprendi camino hacia Roma como fugitivo. Luego,
tal como era l, se arrepinti y tras suplicar el perdn del emperador, por orden suya volvi a Constantinopla, donde se retir al
monasterio llamado de la Fuente y a la iglesia de los Cuarenta Santos. Cuando Pselo se traslad de Bizancio tras su tonsura, qued l
como primer maestro de toda filosofa con el cargo de cnsul de los
filsofos49 y se dedic a explicar las obras de Aristteles y de Platn.
47 Normandos e italianos.
48 El dominio bizantino sobre Italia finaliz en 1071, cuando los normandos se
apoderaron de Bari, la ltima plaza fuerte bizantina en Italia.
49 En griego . Su traduccin ms directa sera algo as como
el supremo de los filsofos. Tradicionalmente, se ha venido traduciendo como

222

6. Era muy erudito, al parecer, y hbil como ningn otro hombre en explorar la complejsima doctrina peripattica, especialmente, la dialctica. Pero respecto a las otras artes humansticas no era
ni mucho menos un entendido. Ms bien cojeaba en el arte de la
gramtica y no gustaba del nctar de la retrica. Por ello, tampoco tena un lenguaje armonioso ni bellamente trabajado. Adems
posea un estilo rudo y completamente falto de adorno. Su discurso no haca sino fruncir el entrecejo y despedir acritud por todos
lados. Sus escritos estaban repletos de irrupciones dialcticas y su
expresin en las disputas estaba repleta de argumentos silogsticos,
ms en las conversaciones que en los escritos. Tan fuerte era en sus
argumentaciones y tan irrefutable, que quien le replicaba automticamente caa en la impotencia y era reducido al silencio. A cada
uno de los dos lados de la cuestin horadaba un agujero y arrojaba
al interlocutor en un pozo de dificultades, ya que su experiencia
dialctica conturbaba la mente de este. Quien se tropezaba una vez
con l era incapaz de atravesar sus laberintos.
7. Por otro lado, era el ms grosero. Su clera lo dominaba
y cualquier virtud que adquiriera gracias a las letras esa clera la
destrua y borraba. Este hombre discuta con palabras y manos, no
permita que el interlocutor llegara por entero a la falta de argumentos, ni le era suficiente coser la boca al oponente y condenarlo
al silencio, sino que su mano pronto caa sobre la barba y los cabellos y enseguida a un insulto le suceda otro insulto. Era incapaz
de refrenar sus manos y su lengua. Solo tena como caracterstica
impropia de un filsofo que tras la paliza cesaba su clera, lo dominaba el llanto y caa en un evidente arrepentimiento.
cnsul de los filsofos de la Universidad Imperial de Constantinopla. Esta institucin fue fundada por Teodosio II en 425 d.C. y recibi el nombre de Pandidakterion [], esto es el lugar donde se ensea todo. Originalmente,
inclua treinta y una ctedras (quince en latn y diecisis en griego) de leyes, filosofa, medicina, aritmtica, geometra, astronoma, msica, retrica, etc. Bajo el
reinado de Constantino IX Monmaco, la Universidad fue reformada y se dividi
en dos escuelas, la Escuela de Leyes y el Gimnasio. En la primera se impartan
enseanzas destinadas a futuros jueces, funcionarios y abogados. En el segundo,
se imparta el resto de las disciplinas. El director de este ltimo era el cnsul de
los filsofos.

223

8. Por si a alguien le gustase saber de su aspecto, dir que su


cabeza era grande; su frente, prominentsima; su rostro, expresivo;
su nariz exhalaba el aire con soltura y libertad, la barba era redonda;
el pecho, ancho y fuertes los miembros. En cuanto a su estatura, era
ms bajo de lo normal. En su forma de hablar mostraba las trazas de
quien haba arribado a nuestra tierra procedente del mundo latino
durante su juventud. Por ello, aunque haba logrado aprender la
lengua griega, careca de una correcta pronunciacin y en ocasiones
se expresaba mutilando bastante las slabas. Ni la torpeza de su articulacin, ni su extremada incorreccin pasaban inadvertidas a la
gente, y era tomado por un campesino debido a su modo de hablar
entre las personas ms formadas en la retrica. En suma, sus escritos
estaban constreidos por los tpicos dialcticos en todos lados y no
escapaban en absoluto de la fealdad del desorden y de abundantes
solecismos.

IX. Juan Italo es anatematizado.


1. Por consiguiente, aunque este estuviera al frente de toda filosofa
y la juventud acudiera junto a l (porque les revelaba las opiniones
de Proclo y Platn, las de los filsofos Porfirio y Ymblico50 e instrua especialmente, a quienes lo deseaban, en las doctrinas y obras
de Aristteles, como si tuvieran la utilidad de un instrumento, conocimientos todos que daban pie a su vanidad y en los que inverta
su tiempo), no fue capaz de ser til a sus discpulos a causa del obstculo que suponan su clera y su carcter inestable.
2. Contempladme a sus alumnos. Juan Salomn, un Yasites, un
Serblias51 y otros, que quizs hicieran grandes esfuerzos por aprender. Durante las visitas que la mayor parte de ellos hacan a palacio,
50 Proclo, Porfirio y Ymblico son filsofos neoplatnicos y vivieron entre los
siglos III y V d.C.
51 De estos personajes, el ms relevante es Constantino Yasites, al parecer marido
de Eudocia, hermana de Ana Comnena. Juan Salomn reaparecer en XII V de
La Alexada.

224

llegu a comprobar que no tenan ningn conocimiento cientfico


exacto, que fingan ser dialcticos recurriendo giros desordenados y
ciertas metforas errticas en sus formas, que, sin saber nada sano,
proponan ideas como la metempscosis, aunque algo veladamente,
y alguno otros horrendos planteamientos prximos a aquellos.
3. Y qu persona que fuera culta no estaba presente mientras
la sagrada pareja se daba al estudio de las divinas escrituras durante
toda la noche y todo el da? Me refiero a mis padres y emperadores.
Dar una pequea explicacin marginal porque la ley de la retrica
me lo permite. Recuerdo que mi madre y emperatriz, cuando estaba
servida la comida, llevaba frecuentemente un libro en sus manos, en
el que estudiaba las doctrinas de los santos padres que fijaron el dogma y, en especial, del filsofo y mrtir Mximo52. Haba dirigido su
atencin no tanto a las cuestiones de la naturaleza, como a los dogmas, en los que deseaba recoger el fruto de la autntica sabidura.
Muchas veces senta nacer en m la admiracin por ella y admirada,
precisamente, le dije en una ocasin: Cmo has podido apartar la
atencin de aqu abajo y mirar hacia cosas tan sublimes? Yo tiemblo
de pensar solo en or con el borde de mis orejas esas doctrinas. Dicen
que el carcter extremadamente contemplativo y conceptual de ese
autor provoca vrtigo a los lectores. Ella, con una sonrisa, dijo: S
que esa cobarda es encomiable. Tampoco yo me acerco sin temblar
a estos libros. Sin embargo, no puedo desprenderme de ellos. Aguarda, pues, un poco y dedcate primero a otros libros para poder disfrutar luego con la dulzura de estos. Los recuerdos han herido mi
corazn y me han arrojado a un cmulo de nuevas digresiones, pero
las exigencias del gnero histrico me apartan de esos propsitos.
Por lo tanto, hagamos que retorne nuestra obra al asunto de Italo.
4. Mientras Italo estaba en el punto lgido de su prestigio entre
los citados discpulos, se comportaba con todos despectivamente y
alentaba a la masa de los insensatos a la rebelin, entre los que se
contaban no pocos de sus propios alumnos. Podra citar a muchos,
52 Mximo el Confesor (ca. 580-662) se enfrent a dos herejas, el monotelismo
y el monofisismo. Sus posturas lo llevaron al enfrentamiento con el emperador
Constante II (641-668) y muri mrtir.

si no fuera porque el tiempo me ha arrebatado la memoria. Con


todo, esta confusin provena de la poca previa al ascenso de mi
padre a la dignidad imperial. Al encontrarse con que todo careca
de cualquier clase de cultura y de formacin humanstica por haber
estado olvidado anteriormente el cultivo de las letras, se apresur
a remover las cenizas por si hubiera oculta an alguna chispa bajo
ellas. Prohibi a todos los estudiosos (eran unos pocos y se quedaban
en el vestbulo de Aristteles) que avanzasen en el estudio a menos
que hicieran preceder a la cultura griega53 su conocimiento de los
libros sagrados.
5. Como se encontr con que Italo iba provocando tumultos
por donde pasaba y que engaaba a mucha gente, encarg al sebastocrtor Isaac, que era un hombre muy amante de las letras y muy
instruido, que inspeccionara sus actividades. Este, cuando comprob que Italo responda a lo que se comentaba de l, lo present
pblicamente y refut sus argumentaciones. Luego, segn la orden
de su hermano y emperador, lo remiti a la iglesia. Como no era
capaz de encubrir su incultura, all mismo vomit opiniones ajenas
a la iglesia sin cesar de hacer el ridculo en medio de los notables de
la iglesia y con un comportamiento propio de su carcter brbaro y
maleducado. El patriarca en aquellos momentos era Eustracio Garidas, quien lo recluy en las dependencias de la gran iglesia con la
intencin quizs de que cambiase de parecer. Pero, como se deca,
poco falt para que l compartiese sus perversiones antes de que
hubiera podido transmitirle las creencias correctas, y para que Italo
se ganara por entero a Garidas.
6. Qu fue lo que pas? El pueblo entero de Constantinopla se
moviliz en masa para acudir a la iglesia en busca de Italo. Pronto
hubiera sido arrojado de lo alto de las tribunas al centro de la iglesia,
de no haber subido a escondidas al techo de ese divino templo y haberse ocultado en un agujero. Como sus malas doctrinas las difundan secretamente muchos de los que frecuentaban el palacio, como
no pocos notables haban siclo corrompidos por esas doctrinas perniciosas y como el alma del emperador se desgarraba enormemente
53 La cultura griega es la tradicin cultural helnica previa al cristianismo.

por culpa de esta situacin, mand resumir en once principios las


opiniones incorrectas de Italo que le fueron enviadas al emperador.
A continuacin, el soberano orden a Italo que renunciara a estos
principios en el ambn de la gran iglesia, con la cabeza descubierta y
repitiendo el anatema, mientras el pueblo en pleno escuchaba.
7. En suma, dado que esos acontecimientos tuvieron lugar, que
Italo se comportaba de forma violenta y que abiertamente volva a
manifestar ante la gente semejantes conceptos, descolgndose con
rplicas impertinentes y brbaras ante las exhortaciones del emperador, acab por ser anatematizada tambin su persona, si bien,
posteriormente, en razn de su arrepentimiento este anatema se aliger un tanto. Sus doctrinas a partir de ese momento estn bajo el
anatema. Sin embargo, su nombre est bajo el anatema de la iglesia
de un modo indirecto, oculto y no conocido por la gente. Pues, en
efecto, l cambi en tiempos posteriores de opinin y se arrepinti
de las creencias que en una ocasin lo haban descarriado. Asimismo, renunci a la metempscosis, al ultraje de los venerables iconos
de los santos y se afan por realizar una interpretacin ortodoxa de
la teora de las ideas. En suma, era evidente que l se condenaba a s
mismo por aquello que haba provocado su anterior desviacin del
camino recto.

227

228

LIBRO VI

Final de la guerra con los normandos. Diversos


asuntos internos. Turcos y escitas (1083-1086)

I. Recuperacin de Castoria.
1. Como dijimos anteriormente, Brienio era dueo de Castoria. El
soberano en su afn por expulsarlo y recuperar Castoria, mand llamar
de nuevo al ejrcito y, tras suministrarles a todos los hombres armas
para el asedio y el combate en campo abierto, se puso en camino hacia la plaza fuerte. Esta ciudad presenta la siguiente situacin. Hay un
lago, el de Castoria, en el que se adentra un promontorio desde tierra
cuyo extremo se ensancha hasta terminar en un acantilado rocoso. En
ese promontorio hay una edificacin constituida por torres y murallas
a modo de plaza fuerte, lo que le confiere la denominacin de Castoria1. Habiendo encontrado all dentro a Brienio, el emperador juzg
necesario intentar apoderarse primero de las torres y murallas mediante
helpolis. Pero como esto no era factible a menos de que los soldados
se aproximasen a los muros desde algo parecido a una base de operaciones, antes de nada mand fijar una empalizada y luego prepar
torres de madera, afianz las junturas con cadenas y se puso a combatir
contra los celtas desde estas, como si de una fortaleza se tratase.
2. Despus de emplazar helpolis y catapultas por el exterior de
las murallas, luch durante toda la noche y todo el da, y derrib el
1 Una de las etimologas que se aducen para el nombre de la ciudad. Ana Comnena hace derivarlo del trmino kastron [] tomado del latn castrum,
campamento y que en griego significa plaza fuerte, lo que incluye las ciudades
amuralladas que existan en aquella poca.

229

recinto de la muralla. Pero los defensores resistan con bastante coraje y no capitulaban ni siquiera a pesar de tener la muralla derrumbada. Como le era imposible conseguir su objetivo, Alejo concibi
un plan tan audaz como inteligente Combatira simultneamente
desde ambas partes, desde tierra firme y desde del lago mediante
barcos en los que meter a algunos valientes. Como no haba barcos,
carg unos botes ligeros en carros y los introdujo en el lago a travs
de un embarcadero. El emperador vea que los latinos suban con
mayor rapidez por el lado del promontorio, mientras que los que
descendan por el otro lado necesitaban ms tiempo para su descenso. Orden, entonces, a Jorge Palelogo que, una vez embarcado
al frente de un grupo de vigorosos guerreros, abordara la base del
promontorio y que, cuando viera la seal convenida, ascendiera a su
cima por el lado posterior, accediendo a ella a travs del camino ms
solitario y transitable. Cuando viera que el soberano reemprenda
el combate contra los latinos desde tierra, tambin l se apresurara
cuanto pudiera para que no fueran capaces de luchar al mismo tiempo en dos frentes, sino que, relajando la intensidad de la batalla en
una de las partes, fueran derrotados entonces por esa misma parte.
3. Jorge Palelogo atrac en la base del citado promontorio y
aguard armado en aquel sitio. Situ en lo alto un viga para otear
la aparicin de la seal convenida por el emperador. Le orden tambin que nada ms verla, se lo hiciera saber. Cuando alboreaba el
da, los hombres del soberano lanzaron el grito de guerra y se apresuraron a trabar combate contra los latinos por el lado de tierra. Al
percatarse de la seal, el viga se lo comunic a Palelogo mediante
otra seal. Este pronto alcanz junto con sus hombres la cumbre del
promontorio, donde se situ en formacin cerrada.
4. Brienio no se renda aunque viera que estaba siendo asediado
al otro lado de sus murallas y que Palelogo ruga amenazadoramente contra los defensores. Por el contrario, animaba a los condes
para que ofreciesen mayor resistencia. Pero ellos, dirigindose a l
sin ningn reparo, le dijeron: Ests viendo cmo a una desgracia le
sucede otra desgracia. As pues, es lcito que cada uno de nosotros
se preocupe a partir de ahora de su propia salvacin y que unos nos

230

pasemos al emperador y otros regresemos a nuestra patria. Poniendo enseguida manos a la obra, solicitaron al emperador que colocara uno de sus estandartes junto al templo del gran mrtir Jorge
(esta iglesia haba sido construida haca tiempo y estaba dedicada
al mrtir) y otro en direccin a Auln, para que todos aquellos de
nosotros que quieran ser vasallos de Vuestra Majestad acudan al estandarte que est vuelto hacia el templo del mrtir y cuantos quieran
regresar a su propia patria, se dirijan hacia el que mira a Auln. Tras
decir esas palabras, se encaminaron enseguida hacia donde estaba el
emperador. En cuanto a Brienio, que era un guerrero valeroso, se
negaba rotundamente a cambiar de bando, pero jur no alzar nunca
sus armas contra el soberano, solo con que le cediera una escolta que
debera preservarlo del peligro hasta llegar a las fronteras del imperio
de los romanos y tener as paso franco hacia su pas. El soberano
satisfizo con suma celeridad su peticin y regres a Bizancio como
un muy ilustre vencedor.

II. El emperador acaba con la secta de los paulicianos2.


1. Interrumpo aqu el desarrollo de mi obra para contar cmo someti tambin a los paulicianos. No soportaba el no haber sometido a
estos rebeldes antes de su regreso al palacio imperial. Y as, como si
una victoria fuera el anuncio de la otra, consigui que la turba de los
maniqueos cerrase el ciclo de sus hazaas. Tampoco era posible que
aquellos descendientes de los maniqueos fueran como una mancha
2 Ana Comnena identifica como iguales a los paulicianos y los maniqueos. Si bien
aquellos derivan de estos, presentan diferencias. Su nombre parece provenir de la
especial veneracin que sentan hacia el apstol Pablo, aunque hay otras teoras,
como la que achaca su nombre a los fundadores, Pablo y Juan, hijos de la maniquea Calnice. La secta apareci en Armenia en el siglo VII. Debido a su actitud
hostil hacia el imperio, Basilio I los deport desde Armenia hasta Filippolis, en
Tracia. Distinguan entre el Dios que cre el mundo material y el Dios que cre
las almas y est en el cielo. Este ltimo es el que debe ser adorado. Rechazaban el
Antiguo Testamento y solo admitan una parte del Nuevo. Igualmente, no aceptaban el culto a las imgenes ni las jerarquas, ni los ritos, ni los sacramentos y se
reclamaban como los ms puros seguidores del cristianismo primitivo.

231

en el esplndido triunfo ante los enemigos en occidente. Su deseo


no era conseguir el sometimiento mediante una guerra o una batalla
para evitar as que mucha gente de los dos bandos pereciera en el
enfrentamiento, ya que saba desde haca tiempo que eran hombres
muy decididos y que respiraban furor contra sus enemigos. Por todos estos motivos se apresur a castigar a los cabecillas y sumar los
restantes al contingente de sus tropas.
2. Logr, pues, ganrselos mediante el siguiente procedimiento.
Habida cuenta de su arrojo y su incontenible mpetu en combates
y batallas, tema que se desesperaran y llevaran a cabo algo peor.
Por ahora, vivan tranquilos en sus territorios y an no se haban
dedicado a nuevos pillajes e incursiones. As pues, los mand buscar
mediante cartas que anunciaban abundantes beneficios si se presentaban en Bizancio. Ellos, por su parte, tenan conocimiento de su
victoria sobre los celtas y por ello teman que tal vez las cartas pretendieran embaucarlos con hermosas promesas. Sin embargo, aunque de mala gana, se encaminaron hacia el emperador.
3. El soberano se present en Mosinpolis3 y aguard en los
alrededores fingiendo que permaneca en este sitio por otras causas,
cuando de hecho solo esperaba su llegada. Una vez que hubieron
llegado, hizo como si quisiera verlos uno por uno para inscribir sus
nombres. Se sent, entonces, con terrible aspecto y mand avanzar a
los jefes de los maniqueos, no juntos, sino en grupos de diez, mientras prometa para el da siguiente la revista general y la entrada en
la ciudad una vez que estuvieran inscritos. Tras esto, los encargados
de apresarlos, que ya estaban listos, se apoderaron de sus caballos y
armas y los encerraron en unas prisiones determinadas. Los grupos
que iban apareciendo seguidamente, como tenan un desconocimiento absoluto de lo que se estaba haciendo, entraban ignorando
lo que le ocurrira a cada uno.
4. As fue como los encarcel. Tras confiscar sus bienes, los distribuy entre aquellos bravos soldados que haban compartido sus
fatigas durante las batallas habidas y aquellos peligros. A continuacin, la persona encargada de la ejecucin march para arrojar de
3 En la Macedonia oriental, al norte de Komotin.

232

sus casas a las mujeres de aquellos y recluirlas en la acrpolis. El


soberano, sin embargo, pronto juzg a los maniqueos cautivos merecedores de su misericordia. Ninguno de los que decidieron recibir
el santo bautismo fue privado de l. En cuanto a los responsables
de semejante locura, tras someterlos a toda clase de exmenes, logr
identificarlos y los deport a islas en las que fueron confinados. A
los dems los liber y les dio permiso para que fueran a donde quisieran. Ellos prefirieron la tierra que los vio nacer a otras y pronto
volvieron corriendo a ella para rehacer sus vidas lo mejor posible.

III. Alejo comparece ante un tribunal eclesistico para responder de la confiscacin de los bienes de la iglesia.
1. Alejo regres a la ciudad imperial4. No ignoraba las murmuraciones que all se extendan por calles y esquinas, y que heran su corazn al orlas, ya que, aunque no hubiera realizado ninguna fechora
tan grande, eran mltiples las bocas calumniosas que se abran en su
entorno. En efecto, por la acuciante necesidad y la general turbacin
ante la penuria del tesoro imperial haba dirigido su atencin a aquellos recursos, que entenda como prstamos, no como un despojo
o como producto insidioso de una mano tirnica, tal como diran
sus calumniadores. Antes bien, tena la intencin de devolver a las
iglesias los objetos preciosos que les haban sido arrebatados, una vez
hubiera encauzado las guerras pendientes.
2. No soportaba, ya de regreso en la ciudad imperial, dar motivos a los que queran difundir calumnias contra l. Por ello, convoc una gran asamblea en el palacio de Blaquernas con idea de
presentarse primero como acusado para defender luego su actuacin. Pronto estuvo presente todo el senado, el ejrcito y los miembros ms notables de la jerarqua eclesistica, quienes esperaban
conocer el objeto de esta reunin plenaria. El motivo no era sino
el examen de los rumores contra el emperador. Tambin estaban
presentes los ecnomos de los sagrados conventos y se expusieron
4 1 de diciembre de 1083.

233

pblicamente los libros (normalmente llamados brevia5), en los


que se hace constar el patrimonio de cada templo. El que en apariencia era juez, el emperador, estaba sentado en el trono imperial,
pero en realidad l iba a ser examinado. Se investigaban, en efecto,
los bienes donados antiguamente por gran cantidad de gente a los
sagrados lugares y arrebatados posteriormente por aquella o por el
propio soberano.
3. Una vez demostrado que no se haba producido ms expolio
que los adornos de oro y plata que recubran el atad de la famosa
emperatriz Zoe6 y unos pocos objetos ms no muy tiles para la sagrada liturgia, se present pblicamente a s mismo como acusado y
prometi designar juez de su causa a cualquiera que lo desease. Tras
una breve pausa, aadi en otro tono: Sabis cuntos peligros me
acecharon, hasta casi el punto de caer vctima de una espada brbara, cuando, al hallar el imperio acosado por brbaros de toda especie, me enfrent con ellos sin capacidad apenas para hacerlo contra
los enemigos que nos presionaban. Los pueblos que nos asaeteaban
con sus flechas se multiplicaban tanto en oriente como en occidente.
Estis al tanto de las incursiones de los persas y los ataques de los
escitas, tenis presentes las agudas lanzas de Longibarda. Las riquezas se haban perdido igual que las armas y el mbito de nuestro
podero se centraba en torno al punto indivisible que era Constantinopla. Pero, a su vez, tambin sois conscientes de cmo el ejrcito
increment sus efectivos gracias al reclutamiento general, cmo fue
reconstruido y adiestrado. Y bien sabis todos que todas estas actividades requieren mucho dinero y que los bienes confiscados lo han
sido por necesidad, como dijo el clebre Pericles7, y se han gastado
por nuestro honor.
5 Se trata de los libros de inventario. El trmino en griego, brebia [], es
una palabra de origen latino, por eso en la traduccin recobra la forma original.
6 Zoe muri en el ao 1050 con 72 aos de edad. Era la segunda hija de Constantino VIII. Se cas con tres emperadores sucesivos, Romano III, Miguel IV y Constantino IX. Rein junto a Teodora, su hermana, en el ao 1042. Finalmente, fue
sucedida por su ltimo esposo Constantino IX Monmaco, con quien comparti
el trono de 1042 a 1050.
7 Tucdides, II 13; Plutarco, Vida de Pericles, 23.

234

4. Nada de asombroso tiene que parezcamos unos infractores


de los cnones para quienes nos censuran. No obstante, omos decir que incluso David, el rey profeta, cuando se vio reducido a una
necesidad parecida a la nuestra, comi los panes sagrados junto con
sus tropas, aunque al profano le estuviese prohibido alimentarse con
la comida reservada a los sacerdotes8. Adems, debemos aceptar que
los sagrados cnones permiten, entre otras cosas, vender los bienes
sagrados para la liberacin de los prisioneros. No creo que estemos
dando pie a ninguno de nuestros crticos para una acusacin razonable si, cuando toda la tierra estaba en cautiverio y cuando todas
las ciudades, incluida la propia Constantinopla, corran el riesgo de
convertirse en prisioneras, a causa de tan enormes coacciones echamos mano a unos pocos bienes que ni mucho menos tenan categora de sagrados, y los empleamos para la libertad de todas esas.
5. Al trmino de estas palabras, cambi de lenguaje para presentarse a s mismo como acusado y condenarse. Luego orden a sus
portadores que abrieran los brevia para que se hicieran pblicos los
bienes confiscados. Enseguida fij para la tesorera de la iglesia del
Antifoneta9 (all se encontraba el atad de la mencionada emperatriz) una importante cantidad de oro que era satisfecha anualmente
por los intendentes pblicos, pago que hasta hoy ha permanecido
inalterable. Para la iglesia de Calcopracia orden dar prioridad a una
cantidad anual de oro del tesoro imperial suficiente para quienes
cumplen con los himnos en el divino templo de la Madre de Dios.

IV. Desmantelamiento de una conjura. Rebelin del maniqueo


Traulo.
1. Entre tanto, se descubri la existencia de una conjura contra
el soberano urdida por los notables del senado y los generales del
8 I Reyes, XXI 1-7; Mateo, XII 4; Marcos, II 25-26; Lucas, VI 3-4.
9 Antifoneta es Salvador. En Constantinopla haba tres iglesias dedicadas al
Salvador: San Salvador de Cora, San Salvador Pantepoptes y San Salvador Pantocrtor.

235

ejrcito10. Esta fue notificada al soberano. Los acusadores comparecieron y denunciaron a los integrantes de esa conjura. Cuando
la conspiracin sali a la luz e iba a recaer sobre los responsables el
grave castigo que seala la ley, el soberano no se mostr dispuesto a
infligirlo y decret solo la confiscacin de sus bienes y su reclusin y
dej ah el castigo de la conspiracin. Pero retornemos al punto en
el que nos desviamos.
2. Coincidiendo con el nombramiento de domstico por Nicforo Botaniates, el soberano haba aceptado a un maniqueo, Traulo,
lo haba incluido en el servicio de la familia y, tras dignarlo con el
santo bautismo, lo haba casado con una de las damas de la emperatriz. Cuando este vio que las cuatro hermanas que tena eran conducidas a prisin junto con los dems maniqueos y eran despojadas
de todas sus propiedades, mont en clera, ya que no poda tolerar
este ultraje y reflexion sobre la manera de librarse del servicio al
soberano. Su cnyuge, a cuyo conocimiento lleg el plan, cuando
vio que estaba a punto de huir, revel sus intenciones al encargado
del asunto de los maniqueos.
3. Traulo se enter de la actuacin de su esposa y entonces hizo
venir al atardecer a todos los que haban sido informados anteriormente de su plan secreto. Todos los que estaban unidos a l por algn
parentesco acudieron a su lado y se marcharon juntos a Beliatoba11,
villorrio que se halla en la elevacin que domina el valle de Beliatoba.
Como lo encontraron deshabitado, lo consideraron propiedad suya
y construyeron viviendas. Posteriormente, en sus diarias incursiones
desde su cuartel general llegaran a alcanzar hasta nuestra Filippolis,
de donde regresaron tras aduearse de abundante botn.
4. Pero Traulo, no satisfecho con ello, firm tambin tratados
con los escitas12 que moraban en el Paristrio y se atrajo a los jefes de
10 Segn otros historiadores bizantinos, a pesar del papel simblico y nulo desde
el punto de vista poltico del senado, hubo enemistad entre Alejo y los integrantes
de la institucin. De ah que muchas de las conjuras contra el emperador tuvieran
su origen entre los senadores.
11 Al norte de Filippolis.
12 Los pechenegos que habitaban entre los Balcanes y el Danubio.

236

Glabinitza, Dristra13 y de las zonas vecinas, mientras se comprometa con la hija de uno de los caudillos escitas por su profundo anhelo
de perjudicar al soberano con la incursin de los escitas. El emperador, que era informado de esos movimientos da a da, se esforzaba por ganrselo mediante cartas y promesas, adelantndose a los
acontecimientos y para evitar los daos que pudiera causar. Tambin
le remiti un crisbulo garantizndole la inmunidad y la libertad
plena. Pero el cangrejo no aprenda a andar hacia adelante y l segua
siendo el mismo de ayer y de antes de ayer. As pues, persisti en sus
intentos por atraerse a los escitas, de cuyos territorios haca venir
ms gente, en su labor de pillaje por todas las regiones colindantes.

V. Gracias al apoyo de los venecianos, Roberto sufre varios reveses. Concesiones del emperador a Venecia en agradecimiento e
sus servicios.
1. Posteriormente, el emperador, que se haba tomado la cuestin
de los maniqueos como algo secundario, logr reducirlos a la obediencia. Bohemundo, por su parte, an permaneca en Auln. Por
tanto, vuelva el relato nuevamente a l. Cuando se hubo enterado del final que tuvieron las actividades de Brienio y de los dems
condes, de los que unos prefirieron pasar al servicio del soberano,
mientras otros estaban dispersos por doquier, inici el viaje y pas
a Longibarda. Encontr a su padre, Roberto, en Salerno, como el
relato ha expuesto anteriormente, a quien excitaba continuamente
con sus palabras en contra del emperador. Roberto, al ver que l
llevaba en su rostro aquella terrible noticia y que las muchas esperanzas que tena depositadas en l se haban vuelto del revs, igual
que una concha manejada por el oleaje, se qued atnito durante
un rato, como herido por un rayo. Cuando se hubo informado de
todo y hubo conocido el final que haban tenido sus esperanzas, se
vio dominado por el desaliento. Pero ni aun as cay en reflexiones
cobardes, ni indignas de su valor y su audacia. Antes bien, se daba
13 Hoy, Silistra, junto al Danubio.

237

nimos para volver a batallar y la cabeza se le llenaba nuevamente de


planes y proyectos mayores que los de antes. Pues este hombre era
un poderoso defensor de sus decisiones y propsitos personales y no
deseaba en absoluto abandonar las resoluciones que haba tomado
una vez. En suma, era un personaje sin miedos que confiaba en apoderarse de todo al primer ataque.
2. Tan pronto como hubo puesto en orden los sentimientos de
su corazn y se hubo recuperado de su gran desaliento, envi emisarios en todas direcciones con el anuncio de una nueva travesa
hacia el Ilrico en contra del emperador. Pronto estuvo reunida una
muchedumbre de soldados de caballera e infantera procedentes de
todos los puntos, todos brillantemente armados y con sus anhelos
puestos en el combate. De la muchedumbre hubiera dicho Homero: Van como enjambres de densas abejas.14. Acudan tanto desde
las ciudades vecinas, como de pases extranjeros. As se armaba con
todo su poder para rehacerse de la derrota de su hijo. Cuando tuvo
reclutadas gran cantidad de tropas, mand llamar a sus hijos Rogelio y el llamado Guido (a quien el emperador Alejo con el deseo de
apartarlo de su padre, le haba ofrecido mediante emisarios secretos
un matrimonio y le haba prometido tambin una distinguida dignidad y una generosa cantidad de dinero. l, tras or esas propuestas,
las haba aceptado, si bien por ahora mantena ocultas sus intenciones) y, encomendndoles toda la caballera, los envi con la orden
de que se apresuraran a tomar Auln. Ellos, tras hacer la travesa, se
aduearon de ella al primer asalto. Despus de dejar all unos pocos
hombres de guarnicin, llegaron con los restantes a Botrento, que
conquistaron tambin al primer ataque.
3. Roberto se hizo cargo de toda la flota y, siguiendo la lnea
de la costa junto a Botrento, lleg a Brentesio, desde donde zarpara en direccin al Ilrico. Como saba que el estrecho se haca ms
corto saliendo desde Hidrunte, inici la travesa desde all rumbo a
Auln. De ese modo, tras navegar con toda su escuadra al lado de
la costa que se extiende entre Auln y Botrento, se reuni con sus
hijos. A continuacin, dej a sus hijos en Botrento y l se dirigi
14 Il., II 87.

238

personalmente con toda la flota a Corif, que antes haba estado


bajo su control, pero que ahora se acababa de rebelar.
4. El hecho de que Roberto realizara esos movimientos no abati el espritu del soberano cuando se enter de ellos, antes bien,
anim a los venecianos mediante cartas para que, tras armar una importante flota, prepararan nuevamente el inicio de las hostilidades
con Roberto. En cuanto a los mltiples gastos, el emperador prometa correr con ellos. l, por su parte, despus de embarcar guerreros
expertos en el combate naval, aparej birremes, trirremes y todo tipo
de barcos piratas y los envi contra Roberto.
5. Roberto se percat de la ofensiva que emprenda la escuadra en contra de l y, anticipndose a la batalla de acuerdo con su
carcter, solt amarras y con toda su flota arrib al puerto de Casope15. Los venecianos, a su vez, llegaron al puerto de Pasaron16 y
aguardaron all un cierto tiempo. Cuando se enteraron de la llegada
de Roberto, marcharon rpidamente tambin ellos al puerto de Casope. Tras un violento combate y un enfrentamiento al abordaje,
Roberto fue derrotado. No por ello se rindi despus de esta derrota, habida cuenta de su temperamento belicoso y dispuesto para el
combate, sino que de nuevo se preparaba para luchar en otra batalla
y enfrentarse en un combate ms trascendente. Al conocer esto, los
comandantes de ambas flotas, animados por la victoria, lo atacaron
tres das despus y lograron una brillante victoria sobre l. Luego,
regresaron de nuevo al puerto de Pasaron.
6. Ya fuera porque, como suele ocurrir en semejantes circunstancias, se encontraban animados por las precedentes victorias, ya
fuera porque se desentendieron de los derrotados, el caso es que se
relajaron y, pensando que ya haban conseguido todo, despreciaron
a Roberto. A continuacin, apartaron y mandaron naves rpidas a
Venecia para referir lo ocurrido, as como la derrota valientemente
infligida a Roberto. A su vez, Roberto, que se haba enterado de este
estado de cosas gracias a un veneciano llamado Pedro Contarini17,
15 Al norte de Crcira, hoy Kasiopi.
16 Al este de Crcira.
17 De familia ilustre, ya que el patriarca de Venecia por aquella poca era

239

que acababa de pasarse a su bando, sufri un gran desaliento ya


que se le haca intolerable aquel resultado. Sin embargo, se rehzo
gracias a reflexiones ms animosas y se lanz contra los venecianos.
Los venecianos, asustados por su inesperada venida, inmediatamente amarraron con cabos unas a otras sus naves ms grandes en las
proximidades del puerto de Corif y, disponindolas como el llamado puerto en el mar, empujaron sus navos ms pequeos al interior
del recinto as formado y aguardaban todos armados la llegada de
Roberto.
7. Cuando estuvo a su altura, se enzarz con ellos en una batalla. El combate transcurra ms sangrienta y violentamente que los
anteriores, ya que se luchaba con ms arrojo que en otras ocasiones.
Se libraba una dura batalla en la que no solo ninguna de las partes
volva la espalda, sino que se enfrentaban en un intenso combate al
abordaje. Por su parte, los venecianos tenan ya agotados sus recursos sin tener ninguna otra cosa ms que soldados en unas naves que
por su poco peso flotaban en la superficie a merced de las aguas, ya
que el agua no las cubra ni tan siquiera por la segunda lnea de flotacin, y al correr en masa hacia la banda contraria para hacer frente
al enemigo, terminaron ahogados en nmero aproximado de trece
mil. Las dems naves fueron capturadas con sus tripulantes.
8. Tras aquella brillante victoria, Roberto tuvo un comportamiento cruel y muy salvaje con muchos de los prisioneros. A unos
los ceg, a otros les cort la nariz, a algunos ms les cort manos,
pies o ambos a la vez. En cuanto a los restantes, mediante unos emisarios que envi a sus compatriotas les hizo saber que los interesados
en rescatar a los suyos acudieran sin temor a lo que pudiera costarles.
Al tiempo, les solicit la paz. Ellos, a su vez, le respondieron: Entrate, duque Roberto, de que, aunque viramos degollados a nuestras
propias mujeres e hijos, no revocaramos el tratado que tenemos con
el soberano Alejo, ni menos an, dejaramos de apoyarlo y luchar
con todas nuestras fuerzas a su lado.
9. Transcurrido un tiempo, los venecianos aparejaron dromones,
trirremes y algunas otras naves pequeas y veloces, y se encaminaron
Domenico Contarini.

240

con mayores fuerzas contra Roberto. Le dieron alcance cuando tena instalado su cuartel general en Botrento y se enzarzaron en un
combate con l del que salieron indiscutiblemente victoriosos y en
el que mataron a muchos enemigos y se ahogaron muchos ms. Incluso poco falt para que capturasen a su propio hijo Guido y a su
esposa. Despus de haber obtenido una brillante victoria sobre l, se
la comunicaron al emperador.
10. l les correspondi con abundantes presentes y honores.
Honr al dux de Venecia18 con la dignidad de protosebasto junto con
sus rentas. Honr tambin al patriarca con la dignidad de hiprtimo
en unin de sus correspondientes rentas. Igualmente, orden que
anualmente fuera distribuida entre todas las iglesias de Venecia una
importante cantidad de oro procedente del tesoro imperial. Hizo
tributarios a todos los naturales de Melfi que poseyeran negocios
en Constantinopla de la iglesia del apstol evangelista San Marcos
y cedi la explotacin de los negocios que se extendan desde el antiguo muelle de los hebreos hasta el lugar llamado Bigla19, incluidos
los muelles existentes dentro de estos lmites. Les regal asimismo
muchos inmuebles en la ciudad imperial, en Dirraquio y en donde
se les antojase pedirlos. Y, lo que es ms importante, les concedi la
exencin de aranceles en el comercio dentro de las fronteras del imperio de los romanos, para que comerciasen libremente a voluntad,
sin tener que aportar ni un bolo en virtud de tasas comerciales o
de cualquier clase de impuesto exigido para los fondos pblicos, as
como la dispensa de subordinarse a ninguna autoridad romana.

VI. Muerte de Roberto y recuperacin de Dirraquio.


1. Roberto, por su parte (recojamos, pues, el hilo de la narracin en el
lugar donde lo dejamos y continuemos nuestra obra), no se qued quie18 Domenico Silvio.
19 Emplazamiento de un cuartel de los vigiles, de donde deriva el nombre en
griego. Eran los encargados de la seguridad de los habitantes, una especie de polica.

241

to tampoco despus de esta derrota. Tras enviar por delante una de sus
naves al mando de su hijo contra Cefalenia con la misin de apoderarse
de su capital y emplear las naves que le quedaban y todas sus tropas
en un ataque contra Bonditza20, l embarc en una monere armada y
arrib a Cefalenia. Antes de unirse a las restantes fuerzas y a su hijo y
durante su permanencia en Ater (un cabo de Cefalenia,), unas intensas
fiebres hicieron presa en l. En una ocasin, ante el insoportable ardor
de la fiebre, pidi agua fresca. Sus hombres se dispersaron en todas direcciones en busca del agua. Entonces, uno de los lugareos les dijo:
Veis la isla de taca? En ella hay una gran ciudad llamada Jerusaln,
aunque con el tiempo ha ido quedando en ruinas. En ella existe una
fuente de la que mana siempre agua potable y fresca.
2. Cuando Roberto se enter de la indicacin, cay presa de un
hondo temor, ya que reconoci en el nombre de Ater unido al de la ciudad de Jerusaln su muerte inminente. En efecto, haca tiempo algunos
adivinos lo haban adulado, como suelen hacerlo con los prncipes, con
la siguiente profeca: Hasta Ater lo someters todo; pero cuando salgas
de all rumbo a Jerusaln cumplirs con tu deuda. Si fueron las fiebres
la enfermedad que mat a Roberto o si fue una pleuresa, no sabra decirlo con exactitud. El caso es que en seis das muri21.
3. Gaita, su mujer, lleg al lado de Roberto y de su hijo, que
lloraba por su padre, cuando exhalaba el ltimo suspiro. Se le comunic, entonces, su muerte a aquel de sus hijos que haba designado
en vida como su heredero22. Este, al enterarse de la noticia, qued
transido por un inmenso dolor. Cuando estuvo repuesto gracias a
esperanzadoras reflexiones y hubo recuperado la claridad de ideas,
hizo llamar a todo el mundo, les anunci lo sucedido en medio de
grandes lgrimas provocadas por la muerte de su padre y tom juramento a todos en su favor. Una vez que los tuvo reunidos, inici la
travesa rumbo a Apulia. Aunque estuvieran en verano, durante el
viaje vino a caer en medio de una fortsima tormenta, de modo que
se hundieron algunos barcos y algunos otros quedaron inutilizados
20 En el golfo de Arta, hoy Vonitsa.
21 17 de julio de 1085.
22 Rogelio.

242

al embarrancar en la arena. La nave que transportaba el cadver qued medio destrozada y el fretro que lo contena fue recuperado a
duras penas por quienes lo acompaaban. Al cabo, fue depositado
en Benusio23. En el antiguo monasterio de la Santsima Trinidad,
donde haban sido enterrados antes sus hermanos, recibi sepultura. Roberto muri tras veinticinco aos de gobierno ducal y a los
setenta de edad.
4. Cuando el emperador se enter de la sbita muerte de Roberto, se recuper al verse libre de semejante peso e inici inmediatamente una ofensiva contra los que todava ocupaban Dirraquio. Plane sumirlos en la discordia mediante cartas y toda clase de medios.
Esperaba tomar as de fcilmente luego la ciudad de Dirraquio. Tambin prepar que los venecianos que habitaban en Constantinopla
aconsejaran a travs de cartas a los amalfitanos, venecianos y cuantos
extranjeros hubiese en Epidamno, que secundaran sus deseos y le
entregaran Dirraquio. Tambin l, recurriendo a promesas y obsequios tampoco cejaba en su idea de que le entregasen la ciudad de
Dirraquio, As pues, una vez convencidos (as es el carcter de todos
los latinos, codicioso y acostumbrado a vender por un bolo24 hasta
lo ms querido) y con la esperanza de grandes beneficios, urdieron
una conjura y mataron al que primero los haba persuadido de que
entregasen la plaza a Roberto junto con sus partidarios. Aquellos,
por su parte, se pasaron al emperador y le entregaron la plaza, gracias
a lo cual sacaron el beneficio de una completa libertad.

VII. Digresin sobre las profecas y las adivinaciones en tiempos


de Alejo.
1. Un matemtico llamado Seth25, que se vanagloriaba grandemente
de su saber astrolgico, haba predicho la muerte de Roberto tras su
23 Venosa.
24 Moneda de escaso valor
25 Simen Seth, contemporneo de Miguel Psello. Escribi obras pseudocientficas.

243

paso al Ilrico mediante un orculo que, despus de escribirlo en una


nota y sellarla, haba entregado a algunos de los ms allegados al emperador, con la indicacin de que lo guardasen hasta un cierto momento. Posteriormente, y a raz de la muerte de Roberto, abrieron la
nota por orden suya. El orculo rezaba as: Un importante enemigo
originario de occidente, que ha provocado una enorme turbacin,
caer de modo sbito. Todos quedaron asombrados de la perfeccin que este hombre haba logrado con su saber sobre esa ciencia.
2. Vamos a desviarnos brevemente y a apartarnos un poco del
hilo de la historia para exponer el estado en que se encuentra el
asunto de la adivinacin. Se trata de un hallazgo bastante reciente,
ya que en la antigedad no conoca esta ciencia. Ni en poca de
Eudoxo26, el ms sabio astrnomo, constaba la existencia de mtodo
alguno de adivinacin, ni Platn posea estos conocimientos y ni
siquiera Manetn27, el astrlogo, dej nada especificado sobre esta
disciplina. Antes bien, ellos carecan de horscopos destinados a predicciones, del conocimiento para fijar los puntos cardinales y para
observar la posicin de los astros, as como de cuantos aspectos leg
a sus seguidores el que descubri esta disciplina y que son comprensibles a quienes se dedican a semejantes banalidades.
3. En cierto modo, tambin yo me dediqu en otro tiempo a
esa ciencia, no para ponerla en prctica (quiera Dios que nunca
suceda), sino para conocer la ndole de sus cultivadores y la banalidad de sus fundamentos. Mis intenciones al escribir esto no
es vanagloriarme de mi sabidura, sino demostrar que en tiempos
de este soberano, muchas de las ciencias haban recuperado su importancia gracias al respeto con que honraba tanto a los filsofos
como a la propia filosofa. A pesar de ello, se confesaba molesto
por esta disciplina de la astrologa, segn creo, porque persuada a
la mayora de las personas simples a abandonar las esperanzas en
el ms all y a quedarse pasmados con los astros. Esta fue la causa
26 Eudoxo de Cnido (ca. 408-355 a.C.), estudi con Platn. Matemtico y astrnomo.
27 Vivi en el siglo III a.C., sacerdote egipcio. Escribi una historia de Egipto que
dedic a Ptolemeo II. El poema astrolgico atribuido a l es falso.

244

de que el soberano mantuviera un enfrentamiento con el estudio


de la astrologa.
4. Por todo lo dicho, no haba sequa de astrlogos. Antes al
contrario, en aquella poca descollaba el citado Seth, ese clebre
egipcio de Alejandra que mostraba con generosidad los misterios
de la astrologa. l haca predicciones muy exactas a instancias de la
gente, y en algunos casos sin usar siquiera el astrolabio, sino por el
mtodo de lanzar los dados28. Esto, sin embargo, no tena nada de
mgico; antes bien, era una tcnica lgica del alejandrino. Al comprobar el soberano que la juventud acuda a l y que consideraba al
hombre un profeta, tambin l recurri dos veces a sus servicios y en
tantas ocasiones el alejandrino acert sobre el objeto de la consulta.
Ante el temor, no obstante, de que perjudicase a mucha gente y todo
el mundo se interesase en algo tan vano como la astrologa, limit el
mbito de residencia de Seth a la localidad de Redesto29, tras haberlo
expulsado de la ciudad, y tuvo tantas atenciones con l que incluso
le suministr con generosidad los medios de vida a expensas del
tesoro imperial.
5. Igualmente, el gran dialctico Eleuterio, tambin l egipcio,
se ocupaba con empeo en el cultivo de esta ciencia y se elev con
ella a la categora ms prestigiosa sin que nade pudiera lograr que
cediera este primer puesto. Posteriormente, el llamado Catanances, que haba venido de Atenas a la capital, metido en rivalidades
para conseguir el prestigioso puesto de sus predecesores, predijo a
preguntas de algunos la fecha de la muerte del soberano segn su
saber y se equivoc. El que s muri en esa fecha tras cuatro das
de fiebre fue el len que haba en palacio y gracias a este suceso la
gente crey que la prediccin de Catanances se haba cumplido. Al
cabo de mucho tiempo, de nuevo predijo la muerte del soberano y
volvi a fallar; pero s muri su madre, la emperatriz Ana, en el da
que Catanances haba pronosticado. El emperador, como se haba
28 E.R.A. Sewter interpreta que Ana Comnena se refiere aqu a la lecanomancia,
un sistema de adivinacin que consiste en tirar tres guijarros en un cuenco y pronosticar a travs del sonido que hacen.
29 En Tracia, en la Propntide.

245

equivocado en cuantas ocasiones haba hecho profecas sobre su persona, no quiso exilarlo de la ciudad, porque se haba refutado a s
mismo y, al tiempo tambin, porque no quera dar la sensacin de
que lo haba expulsado de all por resentimiento.
6. Retornemos, pues, nosotros al lugar de donde nos desviamos,
no sea que demos la apariencia de ser unos charlatanes que empaamos la importancia de la historia con los nombres de personas
procedentes de la astrologa. Roberto, segn la opinin general y
las afirmaciones de algunos, haba sido un extraordinario caudillo,
inteligente, de hermoso aspecto, ocurrente con las palabras, agudo
en su conversacin, de voz potente y afable. Fsicamente, era de alta
estatura, con una melena siempre moderada en la cabeza, barbudo,
atento siempre a respetar los hbitos de su familia. Era, en suma,
una persona que conserv la lozana de su rostro y de todo su cuerpo hasta el final y que estaba satisfecho de ello, lo que dio pie a una
presencia que se consideraba digna de mandar. Del mismo modo,
juzgaba merecedores de su respeto a todos sus hombres y mucho
ms a sus ms ntimos partidarios. Sin embargo, tambin era muy
avaro, ambicioso, codicioso, cicatero y muy ansioso de obtener la
gloria, por lo que al ser derrotado, provoc tambin numerosos reproches en todo el mundo.
7. Algunos reconvenan al soberano porque se haba asustado
y haba emprendido demasiado pronto la guerra contra l. Si no
hubiera ido en su busca antes de tiempo, como decan, fcilmente hubiera sido vencido por las presiones que venan de todos los
frentes, el de los llamados arbanitas30 y el de los dlmatas enviados
por Bodino. Pero estos detractores profieren sus acusaciones en unos
puestos que estn al abrigo de las flechas, desde donde disparan con
la lengua sus punzantes proyectiles en contra de los que combatieron. En efecto, todo el mundo conoce la valenta de Roberto, su
habilidad en las cuestiones relacionadas con la guerra y la firmeza de
sus decisiones. No era, ciertamente, hombre al que se pudiera vencer
fcilmente, sino todo lo contrario, porque se mostraba ms valiente
en las derrotas.
30 Albaneses.

246

VIII. Nacimiento de Ana, Mara y Juan Comneno. Ceremonial


que sigue al nacimiento de los porfirognetos.
1. El emperador retorn vencedor y triunfante a la capital en compaa de los latinos del conde Brienio que se haban pasado a su bando, como hemos dicho anteriormente. Era el uno de diciembre de
la sptima indiccin31. All se encontr a la emperatriz en la estancia
destinada desde antiguo a las soberanas que estn a punto de dar a
luz, a la que nuestros antepasados dieron el nombre de Prpura, razn por la que la denominacin de porfirogneto32 se ha extendido por todo el mundo haciendo referencia a los all nacidos. Al alba
(era sbado) dio a luz a una nia que presentaba un total parecido,
segn se deca, con su padre. Esa nia era yo.
2. Como o a la emperatriz, mi madre, contar en algunas ocasiones, dos das antes de la entrada del emperador en palacio (que
ya regresaba de las guerras contra Roberto y de sus innumerables
trabajos y batallas), ante la aparicin de los dolores de parto, hizo
la seal de la cruz sobre el vientre y dijo: Aguarda an, hijo, hasta
que llegue tu padre. Su madre, la protovestiaria, aada ella, se lo
reproch duramente y le replic con ira: Y si no regresa en un mes,
eh? Cmo podrs t aguantar tan grandes dolores? As se expresaba su madre. Sin embargo, la orden de la emperatriz cumpli su
objetivo, hecho que dej bien subrayado, aun sin haber nacido, mi
futuro afecto por mis padres. Efectivamente, cuando crec y llegu a
tener uso de razn, manifest claramente el cario que senta como
hija por mi padre y por mi madre. Esta caracterstica de mi forma
de ser tiene como testigos a todas las personas que conocen mi vida
y lo confirman mis abundantes trabajos en beneficio de mis padres,
los sufrimientos y los peligros que arrostr por mi amor hacia ellos
sin atender al honor, al dinero, ni a la misma vida. Tanto llegaba a
enardecerme mi cario de hija que incluso sola exponer mi propia
vida por ellos. Pero ahora no es el momento de tratar este asunto.
Regresemos, pues, a lo que me ocurri a partir de mi nacimiento.
31 1083.
32 Ver Proemio I.2, nota 2.

247

3. Las tradiciones que se cumplen cuando tiene lugar el nacimiento de algn hijo de la pareja imperial se llevaron tambin a
cabo cuidadosamente, segn se dice. Es decir, aclamaciones y distribucin de obsequios y dignidades a los notables del senado y del
ejrcito. Todos y, en especial los parientes consanguneos de la emperatriz, estaban ms contentos que nunca. Cantaban, saltaban y
no saban qu hacer de gozo. Transcurrida una serie determinada de
das, mis padres me consideraron digna de la corona y de la diadema imperial. En aquella poca, Constantino, el hijo del emperador
Miguel Ducas, de quien hemos hablado con frecuencia, estaba todava asociado al trono con mi padre, el soberano. Firmaba a su lado
con el color rojo en las donaciones, lo segua en los cortejos con la
tiara y era aclamado tras l en las aclamaciones. Por ello, tambin
yo sera aclamada en el momento de la aclamacin y los que la dirigan, cuando deban hacer la aclamacin, aclamaban juntamente a
Constantino y Ana. Este ceremonial se estuvo cumpliendo durante
bastante tiempo, como despus he odo contar muchas veces a mis
parientes y a mis progenitores. Tal vez era ello un augurio de lo que
me ocurrira, tanto de las alegras, como de las desgracias.
4. Posteriormente la pareja imperial tuvo una segunda hembra33,
que se pareca fsicamente a sus padres y que mostraba al tiempo la
virtud y la inteligencia que luego brillaran en ella. Aoraban tambin el nacimiento de un varn y en sus oraciones lo pedan. Al fin,
durante la undcima indiccin les naci un varn34. Instantneamente, mis padres se alegraron y ya no les qued sombra de pena
al ver su deseo convertido en realidad. Todos los sbditos saltaban
viendo a sus gobernantes tan felices, se alegraban unos con otros y
disfrutaban. Pudo verse entonces el palacio repleto de gozo y no de
penas ni de ningn otro tipo de preocupaciones. Mientras unos,
los leales, estaban contentos con todo su corazn, otros fingan estar alegres. En efecto, los sbditos sienten hostilidad hacia los que
33 Mara Comnena, futura esposa de Nicforo Catacalon.
34 Juan Comneno, sucesor de Alejo como Juan II. Naci en una fecha indeterminada entre el 1 septiembre de 1087 y el 31 de agosto de 1088. Rein desde 1118
y muri en 1143.

248

poseen el poder, pero fingen con frecuencia y se ganan con su adulacin la simpata de sus superiores. A pesar de todo, era digna de
verse la alegra que sentan todos juntos y al unsono.
5. El nio era de piel morena, frente ancha, mejillas un tanto
descarnadas, nariz ni chata ni aguilea, sino ms o menos entre ambas, los ojos bastante negros y dejando traslucir un carcter todo lo
perspicaz que puede adivinarse en una pequea criatura. Con el deseo, en consecuencia, de que este nio ascendiera al trono imperial
y dejarle como herencia el imperio de los romanos, lo llevaron a la
gran iglesia de Dios y all lo bautizaron y coronaron. En suma, estas
son las ceremonias que nos competen a nosotros, los porfirognetos,
desde el primer momento de nuestra vida. Lo que ocurri despus,
ser contado en su momento.

IX. Andanzas de Solimn35, sultn de Nicea. Alejo recupera posiciones en Asia Menor gracias a su astucia.
1. Como sealamos anteriormente, el soberano Alejo tras haber expulsado a los turcos de las orillas de Bitinia, del propio Bsforo y de
las regiones ms al norte, lleg a un acuerdo con Solimn y firm
un tratado de paz con l para poder dirigirse as al Ilrico, donde
sufri grandes calamidades hasta derrotar por completo a Roberto
y a su hijo Bohemundo, y salvar de una ruina total nuestras posesiones occidentales. A su regreso, se encontr con que los turcos al
mando de Apelcasem36, no solo hacan correras por oriente, sino
que haban llegado hasta la misma Propntide y sus plazas costeras. Comencemos, pues, a relatar ya cmo el emir Solimn, cuando
parti de Nicea, dej en esta al citado Apelcasem en calidad de gobernador; cmo Puzano37 fue enviado por el sultn de los persas38 a
35 Ya ha sido mencionado antes en La Alexada. Su nombre originario era Sulaiman ibn Qutulmish. Gobern de 1080 a 1086.
36 Abul Qasim, emir de Nicea (1084-1092).
37 Buzan, general del sultn Malik Shah, gobernador de Edesa.
38 Malik Shah (1072-1092). Era hijo de Alp Arslan (1064-1072), segundo sobe-

249

Asia; cmo, una vez derrotado por Tutuses39, el hermano del sultn,
fue muerto y cmo los primos de Puzano, tras la derrota de este,
estrangularon a Tutuses.
2. Filareto, que era un hombre de origen armenio, clebre por
su valenta e inteligencia y que haba sido ascendido a la dignidad de
domstico por el anterior emperador Romano Digenes, se sinti
muy dolido en razn de la alta estima en que lo tena al ver el final
de Digenes y al saber que haba sido cegado. Por ello, se rebel y
se hizo con el dominio de Antioqua. Como los turcos asolaban
a diario los alrededores y no le daban reposo, plane pasarse a los
turcos y circuncidarse, tal como es su costumbre. Sin embargo, su
hijo lo presionaba insistentemente para que reprimiera tan insensato impulso, aunque su padre no atenda a ese excelente consejo.
Empujado por su pesar, lleg tras ocho das de viaje a Nicea y se
present ante el emir Solimn, que ya tena la dignidad de sultn, e
instigndolo a la guerra contra su padre, lo anim para que asediara
Antioqua. Solimn se dej persuadir por esta iniciativa. En el momento de partir hacia Antioqua dej a Apelcasem como gobernador de Nicea, nombrndolo jefe superior de todos los jefes y l, por
su parte, en compaa del hijo de Filareto lleg en doce noches (pues
para no despertar sospechas descansaba durante el da) a Antioqua
y la tom al primer asalto.
3. Entre tanto, tambin Caratices40 saque inesperadamente Snope, porque se haba enterado de que all haba grandes cantidades de oro y dinero del tesoro imperial. Pero Tutuses, hermano del
gran sultn, que gobernaba Jerusaln, toda Mesopotamia, Calep41,
as como la propia Bagdad y que pretenda el dominio de Antioqua,
cuando vio que el emir Solimn se rebelaba e intentaba asumir el
gobierno de Antioqua, lleg con todas sus fuerzas a la zona entre
rano de la dinasta selycida y vencedor de Romano IV Digenes en la batalla de
Mantzikert (1071), que marc el inicio de la expansin turca en Anatolia.
39 Tutush, hermano del sultn Malik Shah, emir selycida de Damasco desde
1079 a 1095.
40 Emir selycida.
41 Alepo.

250

Calep y Antioqua. Cuando el emir Solimn se encontr con l, se


trab al punto un violento combate, pero cuando llegaron al cuerpo a cuerpo, los hombres de Solimn huyeron desordenadamente.
Por ms que procuraba Solimn infundirles valor, no acababa de
convencerlos para que abandonaran la fuga. Por tanto, al ver que el
peligro se cerna sobre su cabeza, emprendi la retirada hasta que le
pareci que tal vez estara fuera de peligro y, colocando su escudo
en tierra, se lanz sobre l y sent. Pero no haba pasado inadvertido
para sus compatriotas. Tras presentarse en el lugar donde estaba,
algunos strapas42 le dijeron que su to Tutuses43 haba mandado
buscarlo. l, por su parte, se neg a ir porque sospechaba el peligro
que aquel supona. Dada la insistencia de los strapas y ante la imposibilidad de oponerse por la fuerza solo como estaba, desenvain
su espada, se la clav de un empujn en sus propias entraas, atravesndose de parte a parte, y pereci indignamente como la persona
indigna que era. Enseguida los soldados del ejrcito del emir Solimn que se haban salvado se pasaron al bando de Tutuses.
4. Cuando el gran sultn se enter de este hecho, temi que
Tutuses se fuera haciendo poderoso. Despach entonces junto al
emperador a Siaus para ofrecerle un compromiso matrimonial y
prometerle que, de llevarse a cabo, hara levantar a los turcos el campo de las zonas costeras, le entregara las plazas fuertes y lo apoyara
con todas sus fuerzas. El emperador, tras recibir a Siaus y leer cuidadosamente el contenido de la carta del sultn, no dijo nada sobre
el mencionado matrimonio; pero al darse cuenta de que Siaus era
un hombre inteligente, comenz a preguntarle acerca de su origen y
del de sus padres. l respondi que era bero44 por parte de madre y
turco por su padre. Ante esta respuesta, el soberano se tom mucho
inters para que Siaus recibiera el santo bautismo. Convino en ello
Siaus y dio su palabra al soberano de que, una vez recibido el santo
bautismo, no retornara a su pas.
42 Ana Comnena emplea los trminos emir, sultn, archistrapa y strapa
como sinnimos.
43 Solimn perteneca tambin a la familia selycida.
44 La Iberia del Cucaso.

251

5. El sultn le haba encomendado que, en el caso de que el


emperador estuviese dispuesto a suscribir el convenio para el matrimonio, mostrase a los strapas que ocupaban las zonas costeras
una carta suya de la que l era portador y en cuyo texto les ordenaba
que abandonasen esos lugares. El emperador propuso a Siaus que
empleara ese documento y que, una vez los hubiera despachado de
all mediante la presentacin de la carta del sultn, volviera de nuevo
a la capital. l acept gustoso y lleg primero a Snope. Despus de
mostrar la carta del sultn a Caratices lo despidi de all sin que este
percibiese ni un bolo de las arcas imperiales. En aquella ocasin
tuvo lugar el siguiente prodigio. Mientras Caratices sala de Snope,
cay a tierra echando espuma por la boca entregado por la divina
providencia a algn demonio vengador a causa del ultraje que haba
cometido contra la iglesia de Nuestra Seora, la Inmaculada Madre
de Dios. As, endemoniado, sali de all.
6. Entonces, Siaus transfiri el mando de Snope a Constantino Dalaseno, que haba sido enviado por el emperador para ello,
y luego, recorriendo de ese modo las dems ciudades y mostrando
el documento del sultn a los strapas, los despeda de sus plazas,
que, a su vez, entregaba a los strapas del soberano. En suma, una
vez cumplidos sus objetivos, Siaus retorn junto a este y despus de
recibir el santo bautismo y disfrutar de abundantes obsequios, fue
nombrado duque de Anquialo45.

X. Relaciones con Apelcasem. Engao del soberano.


1. Cuando la noticia de que el emir Solimn haba muerto se difundi por Asia, todos y cada uno los strapas que estaban a cargo de
ciudades y ciudadelas, retuvieron y se apropiaron de la plaza que a la
sazn gobernaban. En efecto, al mismo tiempo que dejaba a Apelcasem encargado de Nicea en el momento de salir hacia Antioqua,
puso a cargo de diferentes strapas la regin costera, Capadocia y
toda Asia de manera que cada uno vigilase el sector adjudicado y
45 En Tracia, en el golfo de Burgas.

252

aguardase su regreso. Apelcasem, que era entonces archistrapa de


Nicea, la capital del sultanato, se adue de ella, entreg el gobierno
de la regin de Capadocia a su hermano Pulcases y se sinti seguro
durante un tiempo creyndose el sultn y considerando el puesto
como suyo. Era un hombre hbil y arrojado. Por ello, no quera
contentarse con lo que tena y organizaba incursiones para devastar
toda Bitinia hasta llegar a la misma Propntide.
2. As pues, el soberano, poniendo en prctica idnticos mtodos que los de antes, repela las incursiones y empujaba a Apelcasem
a pedir la paz. Sin embargo, se percat de que este tramaba planes
secretos y que dilataba las negociaciones. Entonces, pens que era
preciso enviar contra l una poderosa expedicin militar. Despach
a Taticio, muchas veces mencionado en esta obra, contra Nicea con
importantes fuerzas, recomendndole que utilizara la prudencia a
la hora de enfrentarse a los enemigos en el caso de que durante la
campaa se los encontrara en campo abierto. Parti Taticio, y estaba
disponiendo cerca de los muros la formacin de combate, porque
ningn turco haba hecho acto de presencia por el momento, cuando se abrieron las puertas y unos doscientos turcos cargaron en masa
contra l. Los celtas (que eran numerosos) al verlos de frente, asieron
con energa las largas lanzas y se arrojaron contra ellos. Tras herir a
muchos, empujaron a los restantes dentro de la ciudad.
3. Por su parte, Taticio permaneci en el mismo orden de batalla hasta la puesta de sol. Dado que no se vea aparecer a ningn
turco fuera de las puertas, se retir y fij su campamento en Basilea,
que distaba de Nicea doce estadios46. De noche, un campesino que
acudi a su presencia sostena que Prosuc47 haba sido enviado por
Pargiaruc48, el nuevo sultn, al mando de cincuenta mil hombres
con orden de atacarlo. Cuando Taticio tuvo confirmacin de esta
noticia por otros y como no dispona de fuerzas para hacer frente a
tan gran contingente, abandon su plan primitivo y pens que sera
preferible conservar todo el ejrcito a salvo, no fuera que, por querer
46 1,8 km.
47 Burzuq.
48 Barkyaruq (1092-1105), hijo y sucesor de Malik Shah.

253

luchar con mnimas fuerzas contra otras muy numerosas, perdiera


todo el ejrcito. Fue este el motivo por el que dirigi su atencin a la
capital, hacia la que miraba con intencin de retornar a ella a travs
de Nicomedia.
4. Cuando Apelcasem vio desde lo alto de la muralla que Taticio
se retiraba por el camino de Constantinopla, sali y emprendi su
persecucin con intencin de atacarlo si vea que acampaba en un
lugar favorable para l. Le dio alcance cuando llegaba a Preneto49,
donde se enfrent a l y se arroj con resolucin a la batalla. Taticio,
a su vez, situ rpidamente las fuerzas en formacin de combate
y encomend a los celtas la primera carga contra los brbaros, as
como el peso del combate. Ellos asieron sus largas lanzas y cargaron
a rienda suelta, como el fuego, contra los brbaros, a los que tras
romper sus lneas, pusieron completamente en fuga. A continuacin, Taticio regres a la capital a travs de Bitinia.
6. Sin embargo, Apelcasem no tena la menor intencin de quedarse quieto. Pretenda ardientemente apoderarse del centro del imperio de los romanos o, caso de fracasar, poseer al menos el control
de toda la regin costera y de las islas prximas. De acuerdo con esas
reflexiones y despus de llegar a Co (una ciudad costera de Bitinia),
planeaba armar primero naves piratas. Y pensaba que con la construccin de los barcos se iban cumpliendo los planes. Pero esos preparativos tampoco le pasaron inadvertidos al soberano. Tras aprestar
sin tardanza las birremes y trirremes de que dispona y el resto de sus
fuerzas navales, elev a la categora de duque a Manuel Butumites
y lo mand contra Apelcasem con la orden de que se apresurase a
incendiar las naves a medio concluir de Apelcasem cualquiera que
fuese el estado en que las encontrara. Tambin envi por tierra contra l a Taticio con importantes fuerzas.
6. En consecuencia, ambos partieron de la ciudad. Cuando
Apelcasem vio que Butumites estaba a punto de llegar por mar a
toda prisa y tuvo noticias de que un ejrcito vena por tierra, se dio
cuenta de que el lugar donde se encontraba no le convena por lo escarpado y angosto, as como por lo completamente desfavorable que
49 En el golfo de Nicomedia.

254

era para los arqueros, ya que no tenan terreno suficiente para cargar
a caballo contra los romanos. Entonces, levant de all el campo
y decidi situar sus fuerzas en un lugar ms ventajoso. Lleg, por
tanto, a un sitio denominado por unos Halices y por otros Ciparisio.
7. Butumites lleg por mar antes de lo esperado e incendi las
naves de Apelcasem. Al da siguiente se present tambin Taticio por
tierra y despleg sus tropas en un lugar favorable. Durante quince
das completos, desde la maana hasta la noche, no ces de provocar escaramuzas ni de librar batallas con Apelcasem. Pero ante la
resistencia de Apelcasem y su vigorosa oposicin, los latinos acabaron por aburrirse y, aunque no contaban con el auxilio del terreno,
hostigaban a Taticio para que les permitiera librar batalla ellos solos
contra los turcos. l, si bien no le pareca aconsejable emprender esa
accin, cedi a los deseos de los latinos al ver que cada da se iban sumando nuevas fuerzas turcas a Apelcasem. Al alba, tras emplazar sus
falanges, trab combate con Apelcasem. En aquella ocasin fueron
muchos los turcos que murieron, muchsimos los que cayeron prisioneros y la mayora de ellos volvieron la espalda sin echar cuenta
de su propia impedimenta. Hasta el propio Apelcasem logr salvarse
a duras penas en direccin a Nicea. Una vez que los hombres bajo
el mando de Taticio hubieron recogido de all un enorme botn,
regresaron a su campamento.
8. Cuando el soberano se enter de esta nueva, con su habilidad
para cautivar e corazn humano y ablandar hasta las piedras, remiti
una carta a Apelcasem aconsejndole que renunciara a tan vanas empresas y que no diera golpes en el aire. Por el contrario, deba unirse
a l para liberarse de sus grandes penalidades y gozar de generosos
obsequios y honores. Cuando Apelcasem se enter de que Prosuc
estaba asediando las plazas ocupadas por algunos strapas y de que
ya estaba prximo a Nicea, a la que pretenda poner sitio, sacando,
como se dice, de la necesidad virtud y tras mltiples conjeturas sobre
las intenciones del emperador, confi en l y acept sus propuestas
de paz. Una vez suscrito el tratado por ambos, el soberano, atento a
sacar un provecho adicional a esta maniobra e incapaz de cumplir de
otra manera sus objetivos, lo hizo llamar a la capital para que tomara

255

all posesin de su dinero y para que mientras tanto pudiera gozar


de una vida relajada, disfrutando de toda clase de placeres hasta que
regresara as a su casa.
9. Apelcasem acept y una vez en la capital, se le dispens toda
clase de atenciones. Cuando los turcos que ocupaban Nicea se apoderaron de Nicomedia (la capital de Bitinia), el emperador en su
anhelo por arrojarlos de all pens que deba levantarse otra fortaleza
en la costa mientras asguraba sus muestras de afecto. En consecuencia, embarc en naves mercantes el material necesario para la edificacin junto con sus constructores y los hizo partir al mando del
drungario de la flota Eustacio, como encargado de la construccin
de esta fortaleza, tras revelarle sus planes secretos. Sus rdenes fueron que, si pasaba algn turco por all, lo tratase muy cortsmente y
mientras le permita disfrutar hasta la saciedad de lo que necesitase,
le aclarara que esa fortaleza se eriga con el conocimiento de Apelcasem. Adems, deba desviar todo navo de las costas de Bitinia, para
impedir que este tuviera indicios de lo que estaba sucediendo.
10. El emperador, por su parte, en su diario dispensar atenciones
a Apelcasem, no paraba de ofrecerle baos, cabalgadas, caceras y
de hacerle contemplar las columnas instaladas en las plazas. Incluso
lleg a ordenar a los aurigas que organizasen una competicin en su
honor dentro del estadio construido en la antigedad por el gran
Constantino y a diario lo animaba para que asistiera a las pruebas
hpicas, con intencin de proporcionar a los constructores un amplio margen de tiempo. Cuando la ciudadela estuvo ya concluida y
sus objetivos se haban cumplido, tras cubrirlo de mayores regalos,
concederle el ttulo de sebasto y confirmar la validez del tratado, lo
despidi con todos los honores por mar.
11. Cuando le fue anunciada la construccin del castillo, aunque su amor propio se resinti por la ereccin de la plaza, fingi
conocer el asunto y se guard todo lo dems. La historia cuenta
que tambin Alcibades realiz una maniobra parecida. Del mismo
modo enga l a los lacedemonios, que no consentan que Atenas
fuera reconstruida despus de haber sido devastada por los persas.
Tras encomendar a los atenienses que la reconstruyeran, parti l

256

con una embajada hacia Lacedemonia. Luego, mientras la embajada perda tiempo, daba ocasin a los constructores para concluir
su obra. Despus de concluida la superchera, los lacedemonios se
enteraron de la reconstruccin de Atenas. El hombre de Peania50
rememora este astuto engao en algunos pasajes de sus discursos.
Semejante a ese plan fue el de mi padre por no decir que incluso
posea mayor valor estratgico que el de Alcibades. Efectivamente,
el soberano, regalando a aquel brbaro con carreras de caballos y
con toda clase de placeres, le hizo perder un da tras otro hasta que
el castillo estuvo construido. Entonces, una vez completa la obra,
despach a este personaje de la ciudad imperial.

XI. Las tropas imperiales ayudan a Apelcasem contra Prosuc.


1. Pero, como se esperaba, el temible Prosuc lleg al mando de sus
fuerzas y puso sitio a Nicea, segn los informes de un comunicante
que se haba presentado ante Taticio durante la noche. Al cabo de
tres meses de asedio, los defensores de Nicea, con Apelcasem a la
cabeza, vieron que su situacin era crtica al no poder hacer frente
ya a Prosuc. Enviaron, pues, embajadores al emperador para solicitar
su ayuda alegando que en su opinin era mejor ser siervos suyos que
rendirse a Prosuc. El soberano, tan pronto como hubo seleccionado
a sus mejores soldados entre los que all tena, les entreg estandartes
y cetros con clavos de plata y los despach en auxilio de Apelcasem.
2. Sin embargo, Alejo no enviaba un ejrcito para ayudar abiertamente a Apelcasem. Su propsito al ayudarlo, segn los planes
del soberano, era destruir a Apelcasem. Cuando dos enemigos del
imperio de los romanos luchaban uno contra otro, se haca preciso
cooperar con el ms dbil, no para que se volviera ms poderoso,
sino para rechazar a uno mientras se apropiaba de la ciudad y haca
suya la que hasta entonces estaba fuera de su control. Desde esta,
50 Demstenes era originario del demo ateniense de Peania. La fuente de este
pasaje se rastrea en Contra Leptines, 20; tambin en Tucdides, I 90. Ana Comnena
confunde Alcibades con Temstocles.

257

apoderndose poco a poco primero de una ciudad y luego de otra,


ampliara los lmites del imperio de los romanos, que pasaba por
unos momentos angustiosos, en especial desde que el podero turco
se haba ido incrementando.
3. Hubo, en efecto, un tiempo en que las fronteras del imperio
de los romanos eran los dos pares de columnas que marcaban los lmites de oriente y occidente. Por poniente, las llamadas de Hrcules
y por levante las de Dioniso, que estn situadas en algn lugar cerca
de las fronteras de la India. No es posible especificar cul era el poder
del imperio de los romanos a causa de su extensin. Comprenda
Egipto, Mroe, el pas entero de los trogloditas, los pases cercanos a
la zona trrida y, por el otro extremo, la legendaria Thule y cuantos
pueblos habitan en la zona boreal, en cuyo extremo se halla el polo
norte. Pero en nuestros das, las fronteras del poder imperial romano
eran por oriente el cercano Bsforo y por occidente estaban fijadas
en Adrianpolis. El emperador Alejo, actuando como si golpease
con ambas manos a los brbaros que por cada flanco amenazaban el
imperio y movindose en torno al centro constituido por Bizancio,
iba ampliando la extensin del imperio hasta dejar como fronteras
asentadas el mar Adritico por occidente y por oriente, el ufrates y
el Tigris. Hubiera conseguido recuperar la antigua prosperidad del
imperio de no ser por las sucesivas contiendas y los constantes trabajos y peligros (el soberano buscaba grandes y abundantes peligros al
mismo tiempo) que lo desviaron de su anhelo.
4. Pues bien, como deca al principio, con el envo de un ejrcito a Apelcasem, el usurpador de Nicea, no pretenda alejarlo del
peligro, sino marcarse una victoria. La suerte, sin embargo, no favoreci este proyecto. Los acontecimientos se desarrollaron de la
siguiente manera. Las tropas que haban sido enviadas llegaron a
la villa llamada de San Jorge y los turcos enseguida les abrieron las
puertas. Subieron a las almenas que estn sobre la puerta oriental y
agruparon los estandartes y los cetros mientras lanzaban alaridos y
proferan continuos gritos de guerra. Los sitiadores, asustados, aprovecharon la noche para retirarse por pensar que era el soberano en
persona quien haba acudido a este lugar. Por su parte, las fuerzas

258

romanas volvieron a la capital dado que no constituan un contingente capaz de combatir contra el ataque persa que de nuevo se
esperaba proveniente del hontanar del dominio turco.

XII. Final de Apelcasem, del sultn de Corosn51 y de Tutuses.


Clitziastln52 es proclamado sultn de Nicea.
1. El sultn esperaba el regreso de Siaus, pero, al percatarse de su
retraso y enterarse de sus actividades (esto es, que haba expulsado a
Caratices de Snope mediante una treta, que haba recibido el santo
bautismo y que haba sido enviado a occidente por el soberano investido con la autoridad ducal de Anquialo), mont en clera muy
irritado por todo esto. Seguidamente, pens que deba encargar la
nueva ofensiva contra Apelcasem a Puzano y sus fuerzas. Al mismo
tiempo, tambin mand una carta al soberano que trataba sobre
aquel posible matrimonio. La carta deca as: He odo hablar, Majestad, de vuestras hazaas y cmo desde el primer momento tras
vuestro ascenso al trono habis combatido en muchas contiendas.
Igualmente s que, cuando habis acabado de solucionar los problemas con los latinos, los escitas se han alzado contra Vos y que hasta
el emir Apelcasem, rompiendo los pactos que tenais con Solimn,
est asolando Asia, incluida la propia Damalis. En consecuencia, si
es vuestro deseo expulsar a Apelcasem de aquellos lugares y reintegrar a vuestra autoridad Asia, e incluso Antioqua, enviadme a vuestra hija para desposarla con el primognito de mis hijos. As, con mi
alianza no habr obstculos que dificulten en adelante la realizacin
de todos vuestros proyectos tanto en oriente, como en el Ilrico y en
todo el occidente. Gracias a las tropas que os facilitaremos no habr
nadie que en el futuro se oponga a Vos.
2. As actu el sultn de los persas. En cuanto a Puzano, este
lleg hasta Nicea. Aunque intentara tomarla no ya una sola vez,
sino muchas, no tena xito porque Apelcasem se le enfrentaba con
51 Khorasn, regin oriental de Irn.
52 Qilidj Arslan I (1092/93-1107), sultn de Nicea, hijo de Solimn.

259

arrojo y porque haba pedido y obtenido el auxilio del emperador.


Se lanz, entonces, a ocupar otras ciudades y pueblos y, tras retirarse
de all, fij su residencia en la ribera del Lampe, el ro que corre
junto a Lopadio53. Tan pronto como Apelcasem vio que Puzano se
haba retirado, recogi todo el oro que podan cargar quince mulas
y parti para ofrecerlas como presente al sultn de los persas y evitar
as que este lo destituyese del mando. Lo encontr en su residencia
de Espac54.
3. Ante la negativa del sultn a recibirlo, recurri a intermediarios. Aquel, molesto por su presencia, les dijo: Ya he transferido el
mando al emir Puzano y no es mi deseo privarlo de l. Por tanto,
que salga a su encuentro, le entregue a Puzano el oro y le diga todo
lo que quiera. La decisin que adopte Puzano ser tambin mi decisin. Apelcasem, tras permanecer durante mucho tiempo en Espac y fatigarse sin obtener ningn resultado, abandon aquel lugar
con intencin de ir al encuentro de Puzano. En su camino se tropez
con doscientos de los mejores strapas que este haba enviado contra
l, pues su salida de Nicea no le haba pasado en absoluto inadvertida. Los strapas lo apresaron, prepararon una soga con las cuerdas
de los arcos, con las que le rodearon el cuello, y lo ahorcaron. Sin
embargo, a mi juicio esta ejecucin no fue obra de Puzano, sino del
citado sultn, que haba dispuesto ese fin para Apelcasem.
4. Este fue el final de Apelcasem. En cuanto al emperador, tras
leer la carta del sultn, no quera ni or hablar de semejante propuesta. Pues cmo iba a hacerlo? La hija del emperador, que la
carta solicitaba en matrimonio para el hijo primognito del brbaro,
hubiera sido infeliz con toda verosimilitud si hubiera marchado a
Persia para compartir un imperio peor que la pobreza ms absoluta. Ni Dios aprobaba este matrimonio, ni el emperador consenta
que este compromiso saliera adelante. Ni siquiera aunque se hallara
apurado por las presentes circunstancias Enseguida, nada ms serle
leda por primera vez la carta, se ri de las pretensiones del brbaro,
mientras murmuraba: El demonio le ha metido eso en la cabeza.
53 En Bitinia, en el extremo occidental del golfo de Apolonade.
54 Ispahn. Era la capital estival. En invierno, la corte se desplazaba a Bagdad.

260

Sin embargo, el soberano tena sus planes acerca de dicho matrimonio. Pens que deba mantener en vilo mediante falsas esperanzas
las expectativas del sultn. Mand buscar a Curticio junto con otros
tres ms y los envi como embajadores portando una carta en la que
declaraba querer la paz y asentir a lo indicado, mientras tambin
presentaba l algunas otras exigencias que creaban una dilacin.
Pero cuando los embajadores de Bizancio an no haban llegado a
Corosn, tuvieron que emprender el regreso al haberse enterado de
la muerte del sultn.
5. En efecto, su hermano Tutuses, tras matar al emir Solimn y a
su propio yerno55, que haba venido desde Arabia contra l, ciego de
orgullo al enterarse de que el sultn haba iniciado ya conversaciones de paz con el emperador, plane la muerte de su hermano. Pues
bien, haciendo venir a doce hombres de los llamados casios56, (que
en lengua persa significa los que ansan matar), los envi rpidamente como embajadores al sultn con las instrucciones precisas
sobre el modo de matar a su hermano: Id les dijo y anunciad en
primer lugar que queris comunicar al sultn determinada informacin confidencial. Cuando se os haya franqueado la entrada, acercaos como si quisierais hablarle al odo y aniquilad inmediatamente
a mi hermano.
6. Los embajadores, o mejor, los asesinos, partieron para matar
al sultn muy animosamente, como si hubieran sido invitados a una
comida o a un banquete. Como lo encontraron ebrio y se les daba
total libertad por hallarse lejos de aquellos soldados a los que se haba
confiado la custodia del sultn, se le acercaron, sacaron los cuchillos
de sus axilas y en un instante aniquilaron a aquel infeliz. El placer
55 Ana Comnena confunde los personajes. Malik Shah fue asesinado, seguramente mediante un veneno, el 19 de noviembre de 1092 y su visir Nizam al-Mulk, un
persa, fue asesinado en otoo de 1092, antes que el sultn.
56 En rabe, hashishiyun, esto es consumidores de hashish, secta islmica ismailita creada por un personaje llamado El viejo de la montaa, Hasan-ibn-Sabah, en la fortaleza de Alamut, al norte de Irn, a fines del siglo XI. Sus integrantes,
tras entrar en estado de enajenacin gracias a la droga, llevaban a cabo asesinatos
por encargo que solan costarles la vida. El sustantivo asesino deriva de esta palabra rabe. En el texto griego, Ana Comnena los denomina khsioi [] y su
etimologa es errnea, tanto respecto a la lengua de origen como a su significado.

261

que los casios sienten ante la sangre es tal que solo les gusta hundir
su cuchillo en las entraas de un hombre. Es ms, si se ven atacados
por alguien en ese mismo instante y son destrozados a mandobles,
consideran como gloriosa esa muerte57, ya que su ansia por matar la
reciben unos de otros y se la transmiten de padres a hijos como una
herencia. En fin, ninguno de ellos retorn junto a Tutuses, porque
sufrieron el castigo de su propia muerte.
7. Puzano, una vez enterado de ese suceso, volvi con todas sus
fuerzas a Corosn. Cuando estaba prximo a Corosn, lo recibi
Tutuses, el hermano del sultn asesinado. Al instante se entabl una
batalla cuerpo a cuerpo y mientras ambos ejrcitos luchaban con denuedo sin que el uno cediera en nada la victoria al otro, cay herido
de muerte Puzano, que combata lleno de coraje y que sembraba
la confusin en todas las falanges. Sus hombres se procuraron la
salvacin con la huida, dispersndose en todas direcciones. Tutuses,
por su parte, emprendi el regreso a Corosn con la victoria en sus
manos y creyndose ya investido de la dignidad de sultn, aunque se
cerna un peligro sobre su cabeza. Efectivamente, Pargiaruc, hijo de
Tapares58, el sultn asesinado, al encontrarse con Tutuses se alegr
como un len al hallarse con tan enorme presa, segn dice el poeta59, y, tras atacarlo con todo su poder y coraje, rompi las fuerzas
de Tutuses en muchas partes. Una vez puestas en fuga, emprendi
una persecucin sin cuartel. Y muri tambin el propio Tutuses, que
haba estado hinchado de orgullo como Novato60.
8. Cuando Apelcasem ya haba partido, como antes hemos contado, en busca del sultn de Corosn con sus riquezas, su hemano
Pulcases lleg a Nicea y la ocup. Al enterarse de este hecho, el
soberano prometi generosos presentes si le entregaba la ciudad y
se retiraba de ella. Aunque Pulcases lo deseaba, difera la respuesta
en espera de lo que pasara con Apelcasem y remita mensaje tras
mensaje al soberano para dejarlo en suspenso, mientras de hecho
57 Tienen asegurado el paraso si mueren tras cometer los asesinatos.
58 Malik Shah.
59 Il., III 23.
60 Heresiarca que vivi en el siglo III, de orgullo proverbial.

262

aguardaba la llegada de su hermano. Entre tanto, ocurri ms o menos lo siguiente. El sultn de Corosn, que haba sido asesinado por
los casios, haca tiempo que retena en su poder a los dos hijos del
gran Solimn. Estos tras su muerte huyeron rpidamente de Corosn y llegaron a Nicea. Los moradores de Nicea, al contemplarlos,
los acogieron alegremente en una atmsfera de revuelta y Pulcases
les entreg gustoso Nicea como herencia de su padre. Clitziastln,
el primognito de los dos, fue proclamado sultn. l hizo venir a
las mujeres e hijos de los defensores de Nicea y los instal en ella,
reinstaurando en esta ciudad, como alguien dira, la capital de los
sultanes. Tras tomar estas medidas acerca de Nicea, retir a Pulcases
del mando, nombr al archistrapa Mucumet jefe de los strapas
que estaban en Nicea y tras dejarlo all, sali contra Melitene.

XIII. Reconquista de Czico y Apolonade.


1. Estos fueron los acontecimientos relacionados con los sultanes.
Por otro lado, el archistrapa Elcanes61 con los hombres a su mando
ocup Apolonade y Czico (ciudades costeras ambas) y devastaba
toda la regin del litoral. El emperador, al enterarse de las andanzas
de Elcanes y tras aparejar todas las embarcaciones que encontraba
sin importarle su tipo (pues ya ni siquiera se dispona de una flota),
embarc en ellas helpolis as como valientes soldados y, una vez
conferida la jefatura a Alejandro Euforbeno, hombre de ilustre linaje
y clebre por su valenta, lo envi contra Elcanes. Tan pronto como
arrib a Apolonade, le puso cerco. Durante seis das persever en el
sitio incluso de noche, hasta apoderarse del primer recinto de la muralla, que normalmente suele llamarse ahora crculo exterior. Pero
Elcanes resista enrgicamente desde su posicin en la acrpolis ante
la inminencia de los refuerzos procedentes del exterior.
2. Cuando Alejandro vio que un aguerrido ejrcito brbaro
acuda en socorro de Elcanes y que sus hombres no equivalan ni
61 Ignoramos el nombre real de quien est detrs de este. Ana Comnena emplea la
denominacin de un ttulo (il-khan) como nombre propio.

263

siquiera a una fraccin de las fuerzas atacantes, crey mejor preservar sus tropas intactas, aunque ello supusiera renunciar a la victoria.
Viendo que su situacin se iba tornando bastante crtica y que las
posibilidades de sobrevivir se haban perdido, se dirigi al mar, embarc en sus propias naves y emprendi la navegacin por el ro en
direccin al sitio que ocupaba Elcanes. Este, sin embargo, previ las
intenciones de Alejandro y se adelant a ocupar la entrada del lago y
el puente sobre el ro, cerca del cual hubo antiguamente una antigua
iglesia edificada por Santa Elena en honor del gran Constantino, de
quien procede el nombre por el que an hoy se conoce el puente.
Tras emplazar en dicha entrada y en el puente a muy aguerridos soldados por ambos lados, les orden que acecharan el paso de los barcos. Todos nuestros guerreros cayeron en las redes de Elcanes en el
momento de entrar en el lago a bordo de las citadas embarcaciones.
Cuando vieron el peligro en el que se haban precipitado, sin saber
qu hacer, vararon las naves y desde ellas saltaron a tierra. Cuando llegaron los turcos, se entabl un violento combate. Muchos de
nuestros mejores soldados cayeron prisioneros y muchos tambin
cayeron en el ro y fueron arrastrados por sus remolinos.
3. Cuando el emperador se hubo enterado de estos acontecimientos, despach por tierra contra l un importante contingente
de tropas al mando de Opo por hacrsele intolerable la idea de esta
derrota. Este lleg a Czico, de la que se apoder al primer asalto. Seleccion luego entre sus filas un nmero aproximado de trescientos
aguerridos soldados, destructores de murallas62, y los destac contra
Pemaneno63, que ocuparon a la primera. De sus defensores mataron
a una parte y enviaron los dems como prisioneros a Opo, que rpidamente los expidi en direccin al emperador. A continuacin,
levant el campo de all, lleg a Apolonade y no ceda en su asedio.
4. Elcanes, que no contaba con suficientes fuerzas para oponerse
a Opo, le entreg la ciudad voluntariamente y l junto con parientes
consanguneos desert al bando del emperador para gozar de sus
innumerables obsequios y recibir el mayor de todos ellos, es decir,
62 Ver II X.2, nota 32.
63 En Misia, al sur de Czico.

264

el santo bautismo. Todos los que se haban negado a seguir a Opo,


como Escaliario64 y (...), que posteriormente sera dignado con el
ttulo de hiperperlampros (tambin ellos ilustres archistrapas).
Cuando se enteraron de la benevolencia que el emperador haba
mostrado con Elcanes y de las generosas donaciones de las que haba
sido objeto, acudieron al soberano para obtener tambin ellos lo
que deseaban. Era, en efecto, este monarca, sin sombra de duda,
muy piadoso y el sumo pontfice de la religiosidad tanto por su virtud como por su forma de hablar. Era el mejor maestro de nuestro
dogma y apostlico en sus convicciones y expresiones, y deseaba
introducir en nuestra fe no solo a los famosos nmadas escitas, sino
a toda Persia y a cuantos brbaros habitan en Egipto y Libia celebrando los cultos de Mahoma.

XIV. La invasin de los escitas65.


1. Pero ya est bien de hablar sobre los turcos. Como quiero contar un ataque ms terrible y ms grave que el precedente contra el
imperio de los romanos, me remontar al principio de este episodio
histrico. Los enemigos se sucedan uno tras otro como las olas del
mar. Una tribu escita, a la que los srmatas hostigaban a diario con
sus incursiones de pillaje, levant el campo de lo que haba sido su
territorio y descendi en direccin al Danubio. Ante la necesidad
que tenan de suscribir pactos con los pueblos que vivan en las riberas del Danubio, cuando estuvieron todos de acuerdo, concluyeron
un tratado con los caudillos Tat, tambin llamado Cales, Sestlabo y
Satzas (es necesario recordar el nombre de sus principales jefes, aunque el cuerpo de la historia se manche con ellos). El primero ocup
64 Otro il-khan que aparecer tambin ms adelante.
65 Como ya ha quedado expuesto, Ana Comnena est sujeta al prestigio de las
letras de la antigedad. Aqu, como en muchas otras ocasiones, emplea nombres
del mundo antiguo aplicados a realidades contemporneas que nada tenan que
ver con aquellos tiempos. En este caso, al hablar de los escitas se refiere, una vez
ms, a los pechenegos.

265

Dristra66 y los otros Bitzina67 y las dems poblaciones. En suma,


como tenan tratados con ellos, pasaron sin temor a la otra orilla
del Danubio y comenzaron a devastar las regiones cercanas hasta
apoderarse de algunas plazas fuertes. Luego, durante una tregua que
obtuvieron, araron y sembraron mijo y trigo.
2. Entonces Traulo, aquel clebre maniqueo que en unin de
sus seguidores y sus correligionarios haba ocupado en lo alto de una
colina la plaza fuerte de Beliatoba y sobre los que ya hemos dado
antes amplios detalles68, cuando se enteraron de los movimientos
escitas, sacaron a la luz las intenciones que ocultaban en su interior
desde haca tiempo y, tras ocupar los escarpados y estrechos senderos, hicieron llamar a los escitas. Desde ese momento, empezaron a saquear todos los territorios de los romanos. Los maniqueos,
en efecto, son por naturaleza una raza guerrera y, como los perros,
siempre deseosa de gozar con la sangre humana.
3. Cuando el emperador se hubo enterado de esto, orden a
Pacuriano, el domstico de occidente, cuya habilidad para dirigir el
ejrcito, organizar las lneas y desplegar formaciones de muy variada
ndole conoca bien, que tomase el mando de las fuerzas junto con
Branas (hombre este tambin muy aguerrido) y que partiera contra
los escitas. Cuando Pacuriano alcanz a los escitas, estos estaban
atravesando los desfiladeros y fijando su campamento a un lado de
Beliatoba. Tan pronto como vio que constituan una numerosa muchedumbre, se neg a presentarles combate pensando que era mejor
preservar sus fuerzas sin luchar por el momento, antes que librar
batalla con los escitas y que perecieran muchos en una derrota. Pero
a Branas, que era muy valiente y arrojado, no le gustaban esas medidas. El domstico, por su parte, para no dar pie a las sospechas de
cobarda por retrasar el momento del combate, cedi a los deseos de
Branas. Orden entonces que todos se pusieran las corazas, dispuso
la formacin de combate y avanz contra los escitas, despus de
haber elegido para l la parte central de la falange. Como el ejrcito
66 Silistra, en el Danubio.
67 Kamchyk, cerca de Varna.
68 Ver IV IV.2 y ss.

266

romano no bastaba contra la numerosa multitud de sus enemigos,


todos se atemorizaron solo con verlos. Sin embargo, atacaron a los
escitas y perecieron muchos en esta batalla, incluido Branas, que
cay herido de muerte. En cuanto al domstico, mientras luchaba
valerosamente y haca intrpidas cargas contra el adversario, se golpe contra una encina y pronto perdi la vida. El resto del ejrcito
se dispers en todas direcciones.
4. Cuando el soberano se enter de este desastre, empez a lamentar por igual la muerte de todos y cada uno de los cados. Se
dola en particular por la muerte del domstico y derramaba torrentes de lgrimas. Apreciaba extraordinariamente a ese hombre
incluso desde antes de su proclamacin. Sin embargo, no por eso se
deprimi e hizo llamar a Taticio, a quien envi con mucho dinero a
Adrianpolis para dar a los soldados su sueldo anual, reclutar fuerzas
por todas partes y alzar en armas un nuevo ejrcito capaz de combatir. Asimismo, orden a Humbertpulo que dejara en Czico una
fuerte guarnicin y que se apresurara a acudir junto a Taticio solo
con los celtas. Este, tan pronto como vio a Humbertpulo junto
a sus latinos y como ya tena un ejrcito recin reclutado, volvi a
animarse y march directamente contra los escitas.
5. Una vez llegado a los alrededores de Filippolis, fij su campamento junto a la orilla del ro que pasa por Blisno. Cuando vio
que los escitas regresaban de una incursin trayendo gran botn y
cautivos, y a pesar de que an no haba terminado de instalar la
impedimenta dentro del campamento, destac a un elevado nmero
de sus hombres en contra de ellos. l tambin se arm y orden que
todos se pusieran la coraza. Cuando la formacin estuvo lista, sigui
a los soldados que haba mandado por delante. Pero cuando vio que
los escitas con su botn y sus cautivos se estaban uniendo al resto
del ejrcito escita por la orilla del Euro, dividi en dos su ejrcito,
orden que se lanzara el grito de guerra por ambas partes y en medio
de alaridos y de un gran clamor atac a los brbaros. Tras librarse
una violenta batalla, la mayora de los escitas perecieron y muchos
lograron salvarse gracias a que se dispersaron. l, a su vez, despus de
recoger todo el botn, retorn vencedor a Filippolis.

6. Emplaz all todo su ejrcito y reflexionaba sobre el lugar y el


modo de volver a atacar a los brbaros. Sabedor del inabarcable nmero de sus fuerzas, disemin por doquier a exploradores para que
pudieran traerle detallados informes sobre la situacin de los escitas.
A su regreso, los exploradores dijeron que una numerosa muchedumbre de brbaros permaneca en torno a Beliatoba, mientras devastaban los alrededores. Taticio se encontraba impotente mientras
esperaba la llegada de los escitas sin disponer de fuerzas suficientes
para enfrentarse a tan gran ejrcito y completamente desbordado
por sus reflexiones. No obstante, afilaba su espada y daba nimos a
su ejrcito para la batalla. Se present entonces un hombre que le
inform del avance de los brbaros contra l y le dijo que estaban al
llegar de un momento a otro.
7. Enseguida se arm y tan pronto como tuvo a su ejrcito armado, atraves el Euro, aline sus falanges y organiz la formacin
de combate. l ocupaba el centro de las lneas. Los brbaros, por su
parte, despus de ordenar sus fuerzas para la batalla al modo escita, parecan buscar el combate e instigar a sus adversarios para que
presentaran batalla. No obstante, ambos ejrcitos se teman mutuamente y retrasaban el momento del enfrentamiento. Mientras el romano tena miedo de la multitud de los escitas, el escita se asustaba
al ver a todos los soldados con sus corazas, con sus estandartes y al
observar el brillo de sus armaduras y el resplandor que de all brotaba y que reluca como un astro. De todos ellos, solo los valientes y
osados latinos deseaban entrar en combate, para lo cual afilaban sus
espadas al mismo tiempo que sus dientes. Pero Taticio los retena,
porque era una persona prudente y capaz de prever con facilidad
lo que podra pasar. As pues, ambos ejrcitos tomaron posiciones,
mientras acechaban sus mutuos movimientos, sin que ningn soldado se atreviera a avanzar a caballo desde sus filas por la tierra de
nadie. Cuando el sol lleg al ocaso, cada uno de los jefes regres
a su campamento. Esto vino sucediendo durante dos das. Como
ninguno contendiente, aun estando listos para la batalla y a pesar
de colocarse a diario en formacin de combate, se atreva a iniciar la
batalla con el otro, cuando lleg el alba del tercer da, los escitas se

268

retiraron. Taticio, al darse cuenta, los atac sin perder tiempo; pero
era parecido, como se dice a un infante corriendo en pos de un
carro lidio1. Los escitas se adelantaron y cruzaron el valle conocido
por Sidera. Como no pudo darles alcance en ese sitio, repleg todas
sus fuerzas y retorn a Adrianpolis. Dej all a los celtas, dio licencia a los soldados para que cada uno se marchara a su casa y volvi a
la capital con una parte del ejrcito.

1 Proverbio de origen pindrico. Plutarco, Nicias, I; Moralia, 65 B.

269

270

LIBRO VII

Campaas contra los escitas (1087-1090)

I. Tzelg invade el imperio. Maurocatacalon derrota a los escitas.


l. Cuando la primavera hizo su aparicin, Tzelg (el jefe que
mandaba el ejrcito escita) traspas el valle superior del Danubio a la cabeza de un abigarrado ejrcito de aproximadamente
ochenta mil hombres, compuesto de srmatas, escitas y un no escaso contingente dacio2, cuyo caudillo era el llamado Salomn,
y empez a devastar las ciudades colindantes a Caripolis3. Tras
su llegada a la propia Caripolis y la recogida de un abundante
botn, lleg a un lugar denominado Escotino. Al enterarse de
estas noticas, Nicols Maurocatacalon y Bembetziotes, que se
llamaba as por la tierra de donde era originario4, ocuparon
Pnfilo5 con las fuerzas a su mando. Al ver que los habitantes
de las aldeas precipitaban su marcha en direccin a las ciudades
y fortalezas por el gran miedo que sentan, levantaron el campo
del lugar conocido como Pnfilo y ocuparon el pueblo de Cule
a la cabeza de todo su ejrcito. Los escitas, que venan detrs
de ellos y se encontraron con los que se suele denominar los
fatigados (este es el trmino empleado por los soldados)6 del
2 Hngaro.
3 Hoy Haryabolu, en la costa turca europea del Mar de Mrmara.
4 Hay una ciudad del mismo nombre a orillas del ufrates.
5 Entre Rodosto y Caripolis
6 El trmino de la jerga soldadesca que emplea Ana Comnena es kops []
que significa literalmente, esfuerzo, trabajo, fatiga. Se refiere a la retaguardia

271

ejrcito romano, iban tras ellos como si estuvieran siguindoles


la pista.
2. Cuando amaneci el da, Tzelg emplaz sus propias fuerzas y
decidi dar la batalla a Maurocatacalon. Este, por su parte, ascendi
a la colina que dominaba la llanura con algunos de sus jefes para observar las fuerzas brbaras. Al ver la masa de los escitas, se agit deseando entrar en combate, pero contuvo al ejrcito romano porque
saba que no equivala ni siquiera a una fraccin de las fuerzas brbaras. A su regreso, debati con los oficiales de todo el contingente,
incluido el propio Yoanaces, la posibilidad de atacar a los escitas.
Dada la insistencia de ellos para que se combatiera y como tambin
l se inclinaba ms por dicha postura, dividi las fuerzas en tres
secciones, orden proferir el grito de guerra y entr en combate con
los brbaros. En aquella ocasin, muchos escitas cayeron heridos y
no pocos murieron. El propio Tzelg, que haba luchado valientemente y que haba hecho estragos en todas las falanges romanas, fue
herido de muerte y perdi la vida. La mayora de ellos cay durante
su huida en el torrente que hay entre Escotino y Cules y se ahogaron mientras eran pateados unos por otros. En suma, tras haberse
alzado con una brillante victoria sobre los escitas, los hombres del
emperador entraron en la capital. Una vez hubieron recibido regalos
y honores segn sus mritos por parte del emperador, retornaron a
su puesto con quien haba sido nombrado gran domstico de occidente, Adriano Comneno, el hermano del emperador.

II. Diversos encuentros con los escitas. Descripcin de la sala


Prpura del palacio y elogio de Nicforo Brienio.
1. Aunque con esta accin blica los escitas fueron expulsados de
los territorios de Macedonia y Filippolis, tras regresar nuevamente
a las riberas del Istro, fijaron all su residencia y se dedicaron a saquear a su total antojo nuestros territorios como si fueran suyos. Al
or estas noticias, el emperador no pudo consentir que los escitas se
del ejrcito bizantino.

272

instalaran dentro de las fronteras romanas, porque tambin tema


que atravesaran los desfiladeros7 y cometiesen mayores tropelas que
las de antes. Por ello, despus de organizar y equipar bien el ejrcito,
lleg a Adrianpolis, de donde parti en direccin a Lardeas, lugar
que se halla entre Dimpolis y Goloe8. All, tras nombrar jefe a Jorge
Euforbeno, lo envi por mar contra Dristra.
2. Durante su permanencia de cuarenta das all, el soberano
mand buscar tropas por todas partes. Cuando hubo reunido un
importante ejrcito, se plante la necesidad de atravesar los desfiladeros y presentar batalla a los escitas. No se les debe dar tregua
a los escitas bajo ningn concepto, deca el emperador haciendo
una observacin lgica respecto a estos brbaros. Efectivamente, las
invasiones de los escitas no comenzaban ni mucho menos en una de
las cuatro estaciones y terminaban en la siguiente, concluyendo en
verano la que haba comenzado en primavera, o en invierno la que
lo haba sido en otoo. Tampoco el ciclo de un ao circunscriba
este azote; por el contrario, estuvieron turbando durante bastantes
aos los dominios romanos, aunque nosotros aqu solo recordemos
algunos pocos acontecimientos de los muchos que tuvieron lugar.
Tampoco se dividan en pareceres opuestos. Aunque el soberano los
provocaba con toda clase de medios, no hubo uno solo que se pasase
ocultamente al bando del emperador y mantenan hasta entonces
criterios inflexibles.
3. As las cosas, Nicforo Brienio y Gregorio Maurocatacalon, a
quien, tras caer prisionero de los escitas, el emperador haba rescatado por la cantidad de cuarenta mil monedas, se negaban a aceptar
una guerra con los escitas en el Paristrio. A su vez, Jorge Palelogo,
Nicols Maurocatacalon y otros tantos, todos ellos jvenes y en plenitud de energa, se sumaban al parecer del emperador e insistan
en atravesar el valle del Hemo9 y presentar batalla a los escitas en
7 Se refiere a los pasos que atraviesan la cordillera Balcnica.
8 Esta zona est en torno al ro actualmente llamado Tundja o Tundzha, que corre
desde Bulgaria hasta la Turqua europea y desemboca cerca de Edirne (antiguamente, Adrianpolis). Dimpolis es Yambol actualmente.
9 Uno de los desfiladeros mencionados por Ana Comnena. El Hemo es un monte

273

el Paristrio. Con ellos tambin estaban los dos hijos del soberano
Digenes, Nicforo y Len, que haban nacido en la sala Prpura
del palacio tras su ascenso al trono imperial y que desde entonces
fueron llamados porfirognetos.
4. La Prpura es una estancia del palacio construida sobre una
planta cuadrangular desde su base hasta el arranque del techo, desde donde cambia de forma para terminar en pirmide. Por el lado
del mar, mira al puerto en el que se hallan las estatuas de piedra de
toros y leones10. El suelo fue embaldosado y las paredes recubiertas
de un mrmol que no era de cualquier tipo, como tampoco de
una clase valiosa, pero asequible, sino que est adornada con aquel
que los antiguos emperadores mandaron traer de Roma. Es este
mrmol, por resumir, de color prpura y lo recorre una especie de
picaduras blancas parecidas a los granos de arena. Por el color de
este mrmol, creo, nuestros antepasados denominaron la Prpura
a esta estancia.
5. Como deca, cuando la trompeta con su estentreo sonido
anim a todo el mundo a marchar contra los escitas por la senda
del Hemo, Brienio, que intentaba impedir el empeo del soberano
sin convencerlo, dijo sentenciosamente: Sabed, Majestad, que si
atravesis el Hemo, pondris a prueba los caballos ms probados.
Ante los requerimientos de alguien para que explicase el sentido de
la frase, aadi: Durante la huida. Este hombre, aunque haba
perdido la vista por su rebelin, era reconocido, al menos, como
el ms experto y fino consejero en asuntos de estrategia y tctica.
Remitimos al muy gran csar11 a todo aquel que desee saber con
mayor detalle cmo el mencionado Brienio fue cegado a raz de su
rebelin o levantamiento contra el soberano Botaniates y cmo,
capturado por Alejo Comneno, quien a la sazn era gran domstico
de las tropas de oriente y occidente, fue entregado a Borilo con los
ojos intactos.
de la cordillera.
10 El puerto de Bucolen.
11 Nicforo Brienio, Materiales para una historia, [ ]; Alexada, I IVVII.

274

6. Dicho csar, que se convirti en yerno de Alejo, cuando este


ya posea el cetro de los romanos, era hijo12 del antes citado Brienio.
Cuando toco estos temas, el alma se hunde en la turbacin y el
sufrimiento me ahoga. Este hombre haca gala de un sabio proceder
y de un muy sabio intelecto. El vigor, la agilidad, la belleza fsica y,
en una palabra, todas las cualidades que embellecen tanto el cuerpo
como el alma se dieron cita en este mismo hombre para adornarlo.
Porque en una sola persona la naturaleza engendr y Dios cre la
ms extraordinaria criatura en todos los aspectos. Del mismo modo
que Homero celebr a Aquiles entre los aqueos, as tambin se habra podido hablar de mi csar entre todos los seres que han visto
la luz del sol. Adems, dicho csar no por haber obtenido el primer
puesto en el ejercicio de las armas desatenda el cultivo de las letras;
por el contrario, con la lectura de toda clase de libros y su aplicacin
a toda clase de ciencias extrajo de ellos un amplio conocimiento
de nuestro saber, tanto actual como antiguo13. Posteriormente, se
consagr tambin a las letras y escribi por orden de mi seora y
madre (me refiero a la emperatriz Irene) una obra digna de elogio
y de ser leda, donde haba expuesto la historia de los hechos de mi
padre antes de asumir de las riendas del imperio. En ella expuso con
bastante exactitud los acontecimientos protagonizados por Brienio,
describiendo igualmente las desgracias de su progenitor con respeto
a la verdad y relatando las hazaas de su suegro, pues no hubiera podido mentir sobre ninguno de los dos, al ser de uno pariente poltico
y de otro, pariente por su sangre. Pero ya hicimos referencia a este
particular en las primeras pginas de esta obra.
7. Los escitas vieron que Jorge Euforbeno avanzaba contra ellos
con un importante ejrcito y una flota a travs del Istro. Es este un
ro que fluye desde lo alto de los montes occidentales y que despus
de pasar unas cataratas, desemboca por cinco cauces en el Ponto
Euxino. Corre amplio y caudaloso por extensas llanuras y gracias a
12 Hay una discusin erudita sobre si el trmino usado por Ana Comnena, apgonos [] quiere decir hijo o nieto.
13 Se refiere tanto al conocimiento de las letras sagradas como de las profanas del
paganismo.

275

que es navegable, los barcos ms grandes y pesados pueden flotar en


l. No tiene un nico nombre. En su parte superior y cercana a las
fuentes se le denomina Danubis, mientras que en su parte inferior y
prxima a la desembocadura se denomina Istro. Pues bien, el bando
de los escitas, al observar que Jorge Euforbeno vena por este ro y
al saber que el soberano estaba a punto de llegar por tierra con un
numerossimo ejrcito, se vieron incapaces de hacer frente a ambos
contingentes, por lo que buscaron un modo con el que poder escapar de tan grave peligro. Enviaron, entonces, a ciento cincuenta
embajadores escitas para iniciar unas posibles negociaciones de paz,
para lo cual por aqu y por all, simultneamente, combinaron sus
amenazas con la promesa de estar dispuestos a apoyar al soberano
con tres mil jinetes, cuando l lo indicara, en el caso de que quisiera
acceder a sus demandas.
8. El soberano, por su parte, se daba perfecta cuenta de que los
escitas estaban mintiendo y de que haban enviado esa embajada
por huir del inminente peligro. Saba que si tuvieran oportunidad,
alimentaran la brasa oculta de su perfidia hasta convertirla en una
gran hoguera, y no recibi a la embajada. Mientras se estaba en tales
tratos, Nicols, uno de los secretarios al servicio del soberano, se
acerc a su oreja y le dijo quedamente: Majestad, aguardad a que en
un momento se produzca un eclipse de sol. Como el emperador no
se fiaba, Nicols jur que no se equivocaba. Y con la agilidad mental
que lo caracterizaba, se volvi a los escitas y les dijo: Remito a Dios
la decisin final. Si el cielo diera pronto algn signo inequvoco,
sabris con seguridad que yo no acepto en justicia vuestra embajada
ante la sospecha de que vuestros comandantes no portan un sincero
mensaje de paz. De no ser as, se probar que estaba errado en mi
conjetura. No haban pasado an dos horas, cuando la luna se superpuso sobre el sol y, eclipsando su luz, oscureci toda la superficie
del disco.
9. Los escitas quedaron espantados. Entonces, el soberano los
entreg a Len Nicerites (un eunuco que haba vivido desde pequeo en la milicia y que era muy apreciado), con la orden de que los
condujese hasta la ciudad imperial con una fuerte escolta. Este em-

276

prendi muy resueltamente el camino a Constantinopla. Pero estos


brbaros, que solo pensaban en su libertad, cuando llegaron a la Pequea Nicea14, mataron a los guardias, que cubran negligentemente
su vigilancia, y retornaron al lado de quienes los haban enviado por
unos senderos bastante tortuosos. En cuanto a Nicerites, que haba
tenido dificultades para ponerse a salvo, alcanz al soberano junto
con tres hombres en Goloe.

III. Derrota bizantina y hazaas del emperador.


1. Cuando el emperador tuvo conocimiento de estos hechos, por
temor a que los embajadores, instigando a todo el ejrcito escita,
lo hicieran caer sobre l y sin esperar a que un sueo lo incitase a
combatir, como le sucedi a Agamenn, el hijo de Atreo15, franque
el desfiladero de Sidera hasta llegar al ro Bitzina16, que corre desde
los montes cercanos, donde fij su campamento. All, muchos de los
hombres que se haban alejado del campamento para forrajear fueron muertos y muchos tambin capturados. Al alba, el emperador
sali rpidamente en direccin a Pliscoba17, desde donde ascendi
a una colina llamada de Simen, que tambin era denominada por
los lugareos Cortes18 de los Escitas. All volvi a pasarles la misma
desgracia a los que se haban alejado del campamento en busca de
suministros.
2. Al da siguiente lleg junto a un ro que pasa por las cercanas
de Dristra a una distancia aproximada de veinte y cuatro estadios19,
donde situ la impedimenta y fij el campamento. Pero los escitas
atacaron en masa la tienda del emperador por la retaguardia. Mataron a un importante nmero de hombres pertenecientes a las tro14 Tambin llamada Nikitza, al sudeste de Adrianpolis. Hoy, Hafsa o Havsa.
15 Il., IX 1 y ss.
16 Ro de Bulgaria oriental.
17 Pliskova-Pliska, en Bulgaria oriental, al noroeste de Kolarovgrad.
18 En el sentido de parlamento, lugar de deliberacin.
19 3,6 km.

277

pas ligeras y capturaron tambin a algunos maniqueos, que haban


luchado con enorme valor. Tan gran alboroto y confusin cre esta
sorpresa en el ejrcito, que la tienda del emperador cay desarbolada por efecto de los caballos que corran sin control, hecho que los
opuestos al emperador interpretaron como un mal augurio. Pero el
emperador expuls lejos del campamento a los brbaros atacantes
con una parte de su ejrcito para acabar con el tumulto. Tan pronto
como hubo montado a caballo y hubo apaciguado el tumulto, se
dirigi con sus fuerzas en correcta formacin a Dristra (una clebre
ciudad de la ribera del Istro) para asediarla con helpolis. Puso manos a la obra sin vacilar, la cerc por entero y, tras derrumbar uno de
los lienzos de la muralla, entr con todo su ejrcito.
3. Los parientes del llamado Tat, que haba partido con anterioridad para concertar una alianza con los cumanos20 y trarselos de
vuelta a los escitas como refuerzos, ocupaban an las dos acrpolis
de la mencionada ciudad. Ese, cuando se dispona a partir, se haba
despedido de los suyos dicindoles: S con toda seguridad que el
emperador piensa asediar esta ciudad. Por tanto, cuando veis que
l est a punto de llegar a esta llanura, apresuraos a ocupar el promontorio que la domina por sernos el lugar ms favorable de todos
y emplazad all un campamento. De ese modo, el emperador no
tendr facilidad para asediar la fortaleza, porque al mismo tiempo
estar temeroso del dao que podis causarle por retaguardia. Entre
tanto, de noche y de da no dejis de enviar guerreros contra l sin
descanso. Pero el soberano previ lo que se requera hacer y, tras
abandonar el asedio de las ciudadelas, parti de all. Cuando hubo
alcanzado un torrente prximo al Istro, fij el campamento y convoc una deliberacin sobre la posibilidad de atacar a los escitas.
4. Palelogo y Gregorio Maurocatacalon rechazaban la batalla
con los patzinaces21 y aconsejaban presentarse con toda la panoplia
en Gran Peristlaba22. Pues cuando los escitas decan nos vean marchar con nuestras armas y bien formados, no se atrevern para nada
20 Tribu turca originaria de los Urales, los polovtsianos.
21 Pechenegos.
22 Preslav, en Bulgaria oriental.

278

a combatir contra nosotros. Incluso en el caso de que sus jinetes osen


a combatir sin sus carros, sabedlo bien, sern derrotados. As, nosotros tendramos en adelante Gran Peristlaba como una plaza bien
fortificada. Es esa una famosa ciudad que se encuentra junto al Istro. Antiguamente, no era conocida por esa denominacin brbara,
sino que posea un nombre griego, Gran Ciudad, porque lo era
y mereca este nombre. Pero desde los tiempos en que Mocro23, el
emperador de los blgaros, sus sucesores y, en no menor grado, el
ltimo miembro de su dinasta, Samuel, el equivalente del Sedecas
judo24, hicieran incursiones por occidente, adquiri un nombre
compuesto y fue llamada con el trmino griego Gran, seguido de
una palabra en el idioma de los eslavos, quienes al final conocan a
esta ciudad en todas partes como Gran Peristlaba.
5. Entonces, reservndola como un refugio, continuaban diciendo los partidarios de Maurocatacalon hostigaremos sin descanso con emboscadas diarias a los escitas y les impediremos salir
de su campamento para forrajear o por los suministros necesarios.
Mientras se discuta esta propuesta, Nicforo y Len, los hijos de
Digenes, tras desmontar de sus caballos, tras quitarles el bocado y
golpearlos en la grupa para que fueran a comer el mijo, aadieron,
como jvenes que eran y desconocedores de las penalidades de la
guerra: No temis, Majestad, pues nosotros los destrozaremos con
nuestras espadas desenvainadas.
6. Pero el emperador, que tena un temperamento muy arrojado
y propenso por naturaleza a iniciar ofensivas, no prest ni un segundo de atencin a las personas que intentaban disuadirlo y, tras encomendar la custodia de la tienda imperial y de toda la impedimenta
a Jorge Cutzomites, los envi a Betrino. En cuanto a sus tropas, les
orden que por ningn motivo encendiesen hogueras y lmparas
durante esa noche y que estuvieran en vela junto a sus caballos hasta
la salida del sol. Al alba, sali l del campamento y, una vez tuvo divididas las fuerzas y colocadas las falanges en formacin de combate,
23 Krum? (802-814). Samuel (997-1014).
24 Por ser tambin el ltimo rey de Jud, antes de la destruccin del reino por los
babilonios a principios del siglo VI a.C.

279

pas revista al ejrcito. Despus, ocup l la posicin central de la


formacin, compuesta por sus parientes de sangre, sus ntimos y su
hermano Adriano, quien comandaba en aquella ocasin a los latinos
y a otros valientes guerreros. El ala izquierda la mandaba el csar
Nicforo Meliseno, marido de una hermana del emperador25. A la
cabeza del ala derecha iban Castamonites y Taticio, y a los extranjeros los dirigan los srmatas Uzs y Caratzs. El emperador encarg
de su custodia personal a un grupo de seis hombres, ordenndoles
que no se dedicasen a ms tarea que la de velar por su seguridad.
Ellos eran los dos hijos de Romano Digenes, Nicols Maurocatacalon, hombre con una abundante y prolongada experiencia sobre la
guerra, Yoanaces, Nampites, jefe de los varegos, y un servidor de la
familia llamado Gules.
7. Los escitas tambin dispusieron su formacin de combate,
puesto que saben de forma natural cmo se debe plantear la batalla
y ordenar la falange. Tras organizar las secciones de sus tropas, compactar tcticamente las lneas y convertir su ejrcito en una especie
de muralla con ayuda de sus carros, avanzaron en masa contra el
soberano lanzando proyectiles desde lejos. El soberano, a su vez,
adapt la formacin de sus tropas para hacer frente a aquellos escuadrones y orden que ningn hoplita avanzara ni que se deshiciera la
cohesin de las lneas hasta que no estuvieran cerca de los escitas y
que luego, cuando vieran que el terreno entre los dos ejrcitos atacantes tena la extensin de una rienda, corrieran hacia el enemigo.
8. As pues, mientras el soberano estaba tomando estas disposiciones, aparecieron los escitas a lo lejos acompaados de sus carros,
mujeres y nios. El combate dur de la maana a la noche y se
produjo una gran cantidad de muertos con numerosas bajas por
uno y otro bando. Cuando Len, el hijo de Digenes, cargaba con
gran energa sobre los escitas, se dej llevar ms de lo conveniente
en la direccin de los carros y all cay herido de muerte. Por otra
parte, Adriano, el hermano del monarca, a quien en aquella ocasin se le haba confiado el mando de los latinos, al darse cuenta de
que el mpetu de los escitas era incontenible, carg a rienda suelta
25 Eudocia.

280

hasta donde estaban los carros y tras un valiente enfrentamiento


regres solo con siete hombres, puesto que todos los dems haban
sido o bien degollados, o bien capturados por los escitas. La batalla
iba igualada y ambos ejrcitos luchaban an con decisin. Cuando
aparecieron a lo lejos algunos jefes escitas que venan seguidos por
treinta y seis mil hombres, los romanos, al no poder ya resistir a tan
enorme multitud de enemigos, volvieron la espalda.
9. Sin embargo, el emperador estaba a la cabeza de sus fuerzas y
permaneca con la espada desenvainada, mientras sostena en la otra
mano el palio26 de la Madre del Verbo a guisa de estandarte. Haba
sido abandonado en unin de veinte valientes caballeros que eran
Nicforo, hijo de Digenes, el protostrtor Miguel Ducas, hermano
de la augusta27, y algunos servidores de la familia. Entonces, tres infantes escitas, lo agarraron de un salto, uno de cada lado de la brida y
otro de la pierna derecha. l cort al instante la mano de uno, puso
en fuga al otro solo con alzar su espada acompaando el gesto con
un grito y propin al que le agarraba la pierna un tajo en el yelmo.
Pero este mandoble result ser bastante dbil y no fue descargado
de un golpe con todas sus fuerzas. Dado que un mandoble enrgico
de la espada la desva inevitablemente, tema que le ocurriese una
de las dos cosas, o que se hiriese en su propio pie o al caballo en el
que montaba y, de este modo, fuese capturado por los enemigos. Por
esto le asest rpidamente un segundo golpe moviendo con prudencia la mano. As era l, en efecto, llevaba a cabo toda accin, palabra
y movimiento con la sensatez siempre presente, sin exaltarse por
la clera y sin dejarse arrastrar por sus impulsos. Como al primer
mandoble de la espada el yelmo haba rodado por tierra, asest otro
golpe en la cabeza descubierta del escita y este, al instante, qued
tumbado en el suelo sin un gemido.
10. Cuando el protostrtor vio la desordenada huida de las tropas (las falanges ya se haban dispersado en una anrquica fuga)
26 Se trataba de una reliquia de la Virgen, una capa corta. Estaba depositada en
la iglesia de Blaquernas y era llevada a veces en campaa por los emperadores
bizantinos.
27 Irene, la esposa de Alejo.

281

dijo: Por qu, Majestad, intentis permanecer ms tiempo aqu?


Por qu entregar vuestra vida, derrochando intilmente vuestras
posibilidades de salvacin? Y l le respondi que era mejor morir
luchando con valenta que salvarse gracias a una accin indigna.
El protostrtor aadi: Si dijerais esas palabras siendo un hombre
cualquiera, serais digno de alabanza; pero si vuestra muerte comporta un riesgo universal por qu no escoger el mejor camino? Si
os salvis, podris volver a luchar y vencer. Por tanto, cuando el
soberano vio que el peligro era ya demasiado inminente a causa de
las embestidas de los escitas, perdida ya la esperanza de salvacin,
dijo: Ahora es cuando debemos pensar en salvarnos, si Dios quiere;
pero no tomemos el mismo camino que los fugitivos y as evitaremos que quienes ahora persiguen a los nuestros nos encuentren al
dar la vuelta. Mejor es que carguemos contra ellos dijo sealando
con la mano a los escitas situados en el extremo de la formacin
como si hoy naciramos para morir. De este modo, con ayuda de
Dios, cuando hayamos atravesado las filas escitas, podremos irnos
por otro camino. Al trmino de sus palabras, exhort a los dems
para que lo siguieran y l mismo fue el primero en lanzarse como el
fuego contra los escitas. A uno de ellos, que se encontr de frente, lo
golpe con su espada y el enemigo al instante rod de la silla. Tras
romper en dos con los hombres a su mando la compacta formacin
escita, alcanz el terreno que haba en la retaguardia de los escitas.
11. Estas hazaas fueron las del emperador. En cuanto al protostrtor, su caballo resbal y l cay derribado inmediatamente. Uno
de los servidores le cedi su caballo. Y cuando alcanz al soberano ya
no se separ de l ni un dedo por la enorme devocin que le tena.
A causa de la gran confusin que se produjo entre los que huan y
los que perseguan, un nuevo grupo de escitas dieron alcance al emperador. Este no tard en volverse y asest un golpe con su espada a
uno de sus perseguidores. Los que estuvieron presentes en aquellos
momentos afirmaban que no solo mat a este, sino tambin a todos
los dems del grupo. Cuando otro escita, que haba dado alcance a Nicforo Digenes, iba a atacarlo por la espalda, el soberano,
que se dio cuenta, grit a Digenes: Detrs de ti, Nicforo! Y l,

282

volvindose rpidamente hizo impacto con su espada en la cara al


enemigo. Nosotros hemos odo al emperador afirmar en momentos
posteriores a esos hechos que nunca haba sido testigo de una agilidad y habilidad tan grandes en ningn hombre. Y aada: Si no
hubiera llevado el estandarte aquel da, habra matado ms escitas
que pelos tiene mi cabeza. No estaba vanaglorindose. Alguien
haba alcanzado un punto ms extremo de modestia? Sin embargo,
las conversaciones y las propias caractersticas de sus actos a veces lo
obligaban a contarnos en privado algunos momentos de su vida, si
bien era forzado a ello muchas veces por nosotros. Nadie ajeno a su
crculo oy nunca al emperador soltar ninguna jactancia.
12. Debido a un fuerte viento y al ataque de los patzinaces, le
costaba trabajo sostener el estandarte. Entonces, un escita que manejaba con ambas manos una gran lanza le golpe en el glteo y
aunque no le lleg a rozar la piel, le cans un dolor incurable que
persisti en l durante aos. Tan apurado estaba por la situacin que
dobl el estandarte y lo escondi en una germandria para que nadie
pudiera verlo. l, por su parte, se salv corriendo durante la noche
camino de Goloe. Con el da lleg a Beroe28, donde se qued porque
deseaba rescatar a los cautivos.

IV. Hazaas de Palelogo. Rescate de los prisioneros romanos en


poder de los escitas.
1. Aquel da, Palelogo, cuando sus tropas haban sido ya derrotadas, cay de su caballo durante la huida y lo perdi. Como estaba en
apuros y vea que el peligro se cerna sobre su cabeza, mientras miraba alrededor por si encontraba su caballo, vio que Len, el proedro
de Calcedonia, de quien hemos hablado anteriormente, revestido
del hbito religioso le ceda el suyo, en el que mont y se dio a la
fuga, y ya no volvi a ver a aquel piadoso varn. Ese hombre era,
ciertamente, una persona de espritu franco y de un carcter autnticamente digno de un patriarca. Sin embargo, tena una mente bas28 Hoy Stara Zagora.

283

tante simple, mostraba en ocasiones un celo irreflexivo y no tena un


conocimiento exacto de los sagrados cnones. Por todo ello, como
arriba se ha dicho, haba sufrido penalidades hasta que fue depuesto
de su sede. Palelogo siempre estuvo unido a este hombre, al que
estimaba muchsimo por lo excelso de su virtud. En suma, no sabra
decir si Palelogo tuvo una aparicin de origen divino motivada por
su firme confianza en ese hombre, o si la presencia de ese obispo se
debi a algn otro secreto designio de la providencia.
2. Mientras era perseguido por los patzinaces entr en un lugar
cenagoso y de espesa vegetacin, donde encontr a ciento cincuenta
soldados romanos. Como estaban angustiados por el cerco de los
escitas, puesto que no eran lo bastante numerosos como para hacer frente a tantos enemigos y conociendo desde siempre la valenta
y firmeza de las decisiones de Palelogo, estaban pendientes de la
decisin que adoptase. l aconsej atacar a los escitas sin pensar
para nada en la salvacin personal y, creo, conseguirla por ello: Debemos ratificar con un juramento este criterio, para que, al estar
todos de acuerdo, a nadie se le ocurra abandonar el ataque contra
los escitas porque piense que tanto la salvacin como los riesgos solo
le ataen a cada uno personalmente. As pues, tras una impetuosa
carga, golpe al primero que encontr. Este aturdido por el vrtigo,
qued enseguida tendido en tierra. De los dems, que haban cargado con decisin, unos cayeron y otros regresaron de nuevo a aquel
espeso bosque como a una guarida, donde se ocultaron para salvarse.
3. Mientras Palelogo, que de nuevo era perseguido por los patzinaces, alcanzaba una colina, su caballo fue a desplomarse por una
herida. Entonces, l subi por un monte cercano. En su bsqueda
de un camino que lo salvase y que no haba forma de encontrar,
estuvo errando durante once das hasta hallar a una mujer, viuda
de un soldado, que le ofreci unos das de hospitalidad. Y sus hijos,
que haban salvado tambin la vida, le indicaron el camino que le
salvara.
4. Estas fueron las gestas de Palelogo. Los caudillos escitas, por
otra parte, deseaban matar a los cautivos que retenan, pero la masa
de su pueblo no estaba de acuerdo en absoluto con estas intenciones

284

porque pretendan canjearlos por un rescate en dinero. Como fue


esta la decisin que se adopt, se dio cuenta de ello al emperador
mediante una carta remitida con Meliseno, que, aun en su condicin de prisionero, haba insistido a los escitas para que adoptasen
esa resolucin. El emperador, que an permaneca en Beroe, tras
hacer transportar desde la ciudad imperial una suficiente cantidad
de dinero, rescat a los cautivos.

V. Intervencin de los cumanos. Digresin sobre el lago Ozolimne29.


1. Entre tanto, Tat lleg al Istro en compaa de los cumanos con
los que se haba aliado, quienes, al ver tan enorme botn y el contingente de cautivos, dijeron a los jefes escitas: Nosotros abandonamos nuestros hogares y, tras largas jornadas de camino, hemos venido en vuestra ayuda con idea de compartir tanto el peligro como la
victoria. Una vez que hemos cumplido nuestra parte, no se nos debe
despachar con las manos vacas. Si hemos llegado tarde a la batalla,
no ha sido premeditadamente, ni somos nosotros los responsables
del retraso, sino el emperador, que anticip la hora del combate. En
definitiva, o reparts todo el botn con nosotros, o nos tendris como
enemigos en vez de aliados. Los escitas se negaron a admitir estas
exigencias y como los cumanos tampoco podan tolerar esta actitud,
se produjo un violento enfrentamiento entre estos y los escitas, que
salieron derrotados y se salvaron a duras penas gracias a que huyeron
en direccin al lago llamado Ozolimne. All permanecieron durante
bastante tiempo sin atreverse a cambiar de posicin por las presiones
a que los sometan los cumanos.
2. EI que nosotros denominamos ahora Ozolilmne es un lago
de gran dimetro y extensin que en nada desmerece por su tamao a los que fueron clebres entre los gegrafos antiguos. Est al
otro lado de las Cien Colinas y en l desembocan ros muy bellos
29 Situado en Valaquia.

285

y caudalosos. De la gran profundidad de este lago da prueba el


que pueda mantener a flote numerosas y enormes naves de transporte. Se lo denomina Ozolimne no porque presente emanaciones
perjudiciales o pestilentes30, sino porque a raz de la llegada de un
ejrcito huno al lago (los hunos son vulgarmente conocidos como
uzos) y de su acampada a las orillas del lago, se empez a llamar,
creo, a este lago Uzolimne. Sustituyendo la vocal o por u, tenemos
su nombre actual. Sin embargo, en ninguna fuente antigua consta
que se reuniera all ningn ejrcito huno. Fue ms bien en la poca
del soberano Alejo cuando todos se juntaron all procedentes de
todas partes y dieron nombre al lugar.
3. Quede aqu constancia de estos detalles referidos a ese lago,
cuya historia hemos sido nosotros los primeros en recoger a fin
de demostrar que muchos lugares recibieron sus denominaciones
gracias a las diversas campaas del soberano Alejo, ya fuera por
inspiracin directa de l, ya fuera por inspiracin de los enemigos
que lo atacaban. Algo parecido tengo entendido que pas tambin
en tiempos de Alejandro, el rey de los macedonios. En efecto, tanto
la Alejandra de Egipto, como la Alejandra de la India recibieron
de l sus nombres. Sabemos tambin que Lisimaquia recibi su denominacin por Lismaco, uno de sus soldados. No podra extraarme, por tanto, de que el emperador Alejo, recogiendo ese celo
propio de Alejandro, confiriera a los lugares nuevas denominaciones por los pueblos que se reunieran all o que l convocara, o que
transmitiera su propio nombre a los sitios en razn de las acciones
que l haba realizado en ellos. Quede constancia de estos detalles
sobre el citado lago Ozolimne por su valor histrico. En cuanto a
los cumanos, al carecer de suministros, retornaron a sus propios
hogares para volver de nuevo contra los escitas una vez hubieran
conseguido sus suministros.

30 La conjetura desechada por la autora se basa en la presencia de la raz oz-


[-], que significa oler en griego y el sustantivo limne [], que significa
lago.

286

VI. Fracasos del emperador en su poltica de evitar las incursiones escitas mediante tratados de paz.
1. Entre tanto, el emperador, que se hallaba en Beroe, concentr
all y arm a los prisioneros rescatados y a todo el resto del ejrcito.
Fue entonces tambin cuando el conde de Flandes31, a su regreso
de Jerusaln, lleg a presencia del soberano y le prest el juramento
acostumbrado por los latinos con la promesa de que, nada ms llegar
a su casa, le enviara como refuerzos quinientos caballeros. El emperador, tras recibirle con todos los honores, despidi al latino, que
se march satisfecho a su tierra. Luego, el soberano levant de all
el campamento y con las nuevas fuerzas que haba reclutado lleg a
Adrianpolis.
2. Los escitas atravesaron el valle entre Goloe y Dimpolis y
fijaron su campamento en torno al lugar llamado Marcela. El soberano, por su parte, al enterarse de las noticias relativas a los cumanos
y como esperaba su vuelta, senta temor y estaba receloso por su
llegada. Hizo venir entonces a Sinesio y tras mandar redactar unos
crisbulos para los escitas, le orden que si consentan en suscribir
los tratados y entregaban rehenes como garanta, refrenara su avance
y organizara su estancia en el lugar que ocupasen en ese momento
junto con el suministro de abundantes provisiones. Porque los planes que meditaba consistan en emplearlos contra los cumanos en el
caso de que a su regreso atravesaran el Istro e intentaran avanzar ms
adelante. Si, por el contrario, los escitas no se dejaran convencer,
Sinesio deba dejarlos donde estuvieran y regresar.
3. El mencionado Sinesio lleg a su presencia y tras las lgicas conversaciones, los persuadi para que pasaran a ser aliados del
emperador. Durante su permanencia entre ellos los cubri a todos
de atenciones, evitando los motivos de queja. Los cumanos, por su
parte, a la vuelta venan preparados para la guerra contra los escitas,
a los que no encontraron. Al enterarse de que haban atravesado
los desfiladeros y de que, tras llegar a Marcela, haban ultimado un
31 Roberto I (1031-1093) llamado Roberto el Frisn. En 1086, acompaado de
una gran escolta armada, llev a cabo una peregrinacin a Jerusaln.

287

tratado de paz con el emperador, solicitaron a este el permiso para


poder cruzar los desfiladeros y atacar a los escitas. Pero l se neg a
satisfacer esta peticin, ya que acababa de firmar los acuerdos con
los escitas, y aadi: No tenemos necesidad de ayuda por ahora.
Tomad todos estos abundantes obsequios y volveos. Despus de
agasajar a los emisarios y hacerles abundantes regalos, los despidi
pacficamente. Este hecho envalenton a los escitas, quienes, tras
romper el tratado convenido con el emperador, volvieron a comportarse con su anterior crueldad en sus saqueos de ciudades y de
regiones adyacentes. En efecto, todos los brbaros son en general
incontrolables e incapaces por naturaleza de respetar los tratados.
4. Cuando Sinesio observ esta reaccin, acudi por propia iniciativa al emperador para informarle de la ingratitud de los escitas
y de la transgresin del tratado. Cuando el emperador se enter de
que ellos haban ocupado Filippolis, se sinti impotente ante la
situacin, ya que careca de fuerzas suficientes para oponerse a tan
gran muchedumbre y presentarles definitivamente batalla. Pero, tal
como era l, encontrando soluciones en medio de las adversidades y
no acostumbrado a abatirse ante los problemas, lleg a la conclusin
de que deba someterlos aplicando escaramuzas y emboscadas. De
este modo, previendo los sitios y las ciudades que pensaban cruzar
ellos por las maanas, por la tarde l se anticipaba a su llegada. Y si
se enteraba de que los brbaros ocuparan al atardecer alguna posicin, l se les anticipaba por la maana. Y luchaba contra ellos en
la medida de sus capacidades y a distancia, mediante escaramuzas y
emboscadas, para evitar que se aduearan de alguna plaza fuerte. Al
final, ambos bandos, los escitas y el soberano, llegaron a Cipsela32.
5. Como an no haba llegado el contingente mercenario que
se aguardaba y como el soberano conoca la rapidez con que se movan los escitas y vea que ellos estaban al llegar a la ciudad imperial
con gran rapidez, se sinti angustiado. Al no disponer de fuerzas
suficientes para oponerse a tan numerosa muchedumbre, acept,
como se suele decir, el mal menor y volvi a solicitar un tratado de
paz. Pidi, por tanto, la paz mediante una embajada. Ellos cedieron
32 Ipsela, entre Adrianpolis y Demtica.

288

a las propuestas del emperador. Entonces, Neantzes, antes de que el


tratado de paz fuera ratificado, se pas al bando del emperador.
6. Se encarg entonces a Migideno de reclutar soldados en las regiones vecinas. Migideno era aquel cuyo hijo, durante la batalla que
tuvo lugar posteriormente en (...), se arroj con vehemencia contra
las posiciones de los patzinaces. All lo agarr una mujer escita con
un gancho de hierro, lo arrastr al interior del recinto formado por
los carros y cay prisionero. El emperador compr su cabeza cortada
a peticin de su padre, que muri despus de estar golpendose el
pecho con un bloque de piedra por su insoportable dolor durante
tres das y tres noches. No duraron mucho los acuerdos de paz con
los escitas y de nuevo se revolvieron, como los perros, a su propio vmito33. En consecuencia, tras levantar el campo de Cipsela,
ocuparon Taurocomo34, donde invernaron, mientras devastaban las
poblaciones vecinas.

VII. Continan las campaas contra los escitas. El batalln de


los arcontpulos.
1. Cuando lleg la primavera, salieron de all en direccin a Caripolis. Pero el emperador, que tena su residencia en Bulgarfigo35,
sin esperar ms, destac una importante seccin del ejrcito, constituida por toda la lite y los jvenes guerreros llamados arcontpulos36, todos con la barba recin salida y con un mpetu incontenible,
y les orden que atacasen por detrs a los que iban en lo alto de los
33 Proverbios, XXVI 11.
34 En Tracia, entre Cipsela y Caripolis.
35 Hoy, Babaeski.
36 Arcontpulo significa hijo de arconte. Este ltimo trmino se refiere a las
personas notables o al mando de tropas o lugares. Al denominarlos de este modo,
confera a los padres de los miembros de ese batalln el honor de haber sido caudillos en vida. Con ese recurso, intentaba infundir en sus hijos valor y fuerza en
el combate para emular la valenta de sus progenitores. Fue tambin un intento
de dotar al ejrcito bizantino de tropas propias, al margen del eterno recurso a
mercenarios.

289

carros. El batalln de los arcontpulos fue ideado originalmente por


Alejo. Dada la penuria por la que atravesaba el ejrcito del imperio
de los romanos por culpa de la negligencia de los soberanos precedentes, decidi reclutar por doquier a los hijos de los soldados cados, los entren para las armas y el combate, y les puso por nombre
arcontpulos, como si fueran hijos de arcontes, para que gracias a
la evocacin de la nobleza y valenta de sus padres incitada por su
nombre, recordaran la fuerza de su empuje37 y fueran ms valientes,
cuando la ocasin les exigiera audacia y fuerza. Este era, brevemente,
el batalln de los arcontpulos, que constaba de dos mil hombres,
ideado del mismo modo que los laconios inventaron la Compaa
Sagrada38.
2. Pues bien, estos bisoos arcontpulos fueron enviados al combate. Los escitas, emboscados al pie de la colina, observaban su paso
y, cuando vieron que estos asaltaban los carros con un vigor irresistible, se lanzaron contra ellos. Durante el enfrentamiento cuerpo a
cuerpo cayeron luchando valientemente unos trescientos del batalln
de los arcontpulos. El emperador lament profundamente su muerte durante mucho tiempo, vertiendo clidas lgrimas y llamando por
su nombre a cada uno, como si solo estuvieran ausentes.
3. As pues, los patzinaces, tras haber derrotado a sus enemigos y
pasar por Caripolis, se dirigieron hacia Apron39, devastndolo todo.
El emperador, recurriendo nuevamente a su anterior mtodo, se anticip a ellos y entr en Apron por no disponer de suficientes fuerzas, como hemos dicho en numerosas ocasiones, para hacer frente al
enemigo. Sabedor de que ellos salan al amanecer para forrajear, hizo
llamar a Taticio, de quien hemos hablado con frecuencia, y le orden que seleccionara para su mando a los jvenes ms clebres por su
valenta, a los mejores hombres de su guardia y a todos los latinos y
que, tras despertarse al alba, observasen los movimientos escitas con
la intencin de cargar contra ellos a rienda suelta, cuando creyeran
37 Il., VI 112.
38 Ana Comnena se equivoca. El Batalln Sagrado era tebano.
39 Lugar que en VII IX.7 se denominar Aspro. Hoy en da es Kermian, entre
orlou y Silivria, en la tracia turca europea.

290

que los escitas se haban alejado lo bastante de su campamento para


ir a forrajear. Taticio cumpli la orden, mat a trescientos escitas y
trajo de vuelta a muchos prisioneros.
4. Qu sucedi entonces? Llegaron los quinientos caballeros
escogidos enviados por el conde de Flandes con un obsequio para
el emperador consistente en ciento cincuenta caballos de raza. Y es
ms, le vendieron todos aquellos caballos que haban usado antes.
El emperador los recibi con todos los honores y les correspondi
con abundantes muestras de agradecimiento. Al recibirse la noticia
desde oriente de que Apelcasem40, el gobernador de Nicea (cargo
que los persas acostumbran a llamar strapa y los turcos, que controlan ahora las antiguas posesiones persas, denominan emir), se estaba armando, los envi contra Nicomedia para que defendieran esa
regin.

VII. Andanzas de Tzacs41 por Asia Menor.


1. En aquellos momentos, tambin Tzacs, cerciorado de las numerosas adversidades del emperador en occidente y de las continuas
guerras que los patzinaces mantenan con l, aprovech la oportunidad y decidi que deba hacerse con una flota. Encomend a un
esmirneo que haba encontrado y que posea mucha experiencia en
esos menesteres la construccin de naves piratas. Despus de tener
aparejadas numerosas naves junto con cuarenta chalupas reforzadas,
embarc en ellas a expertos guerreros solt amarras y naveg hasta
Clizomene42, de la que se apoder al primer ataque. De all naveg
hasta Focea que tambin tom al primer envite y desde donde pro40 La autora ha relatado la muerte de Abul Qasim en el libro VI XII.3. O bien
hubo dos Abul Qasim o bien Ana Comnena anticip all acontecimientos para
concluir el curso de la narracin en aquel punto.
41 aka Bey [Chaka Bey], emir selycida de Esmirna. Originariamente, al servicio
de los emperadores bizantinos, se revel y acab siendo emir independiente de
Esmirna. Fue asesinado por su yerno Qilidj-Arslan I.
42 La Clazomenas de la antigedad.

291

firi terribles amenazas mediante un mensajero al curtor43 Alopo,


gobernador de Mitilene, sobre lo que le pasara en el caso de que no
se retirara enseguida de all. Aada que se preocupaba de l y que
por ello le adelantaba que su futuro sera nefasto, si no se marchaba de all. Atemorizado por las amenazas de Tzacs, embarc l de
noche en una nave y volvi a la capital. Tan pronto como Tzacs se
43 Prefecto o administrador civil.

Busto de Tzacs, emir de Esmirna


Museo Naval de Mersin (Turqua)

292

enter de esta huida, sin esperar ya un instante, parti y se apoder


al primer intento de Mitilene.
2. Al ser informado el emperador de la resistencia que Metimna,
que est en un promontorio de esta isla, ofreca a Tzacs, despach numerosas fuerzas a ella para que reforzaran su situacin. Sin
embargo, Tzacs, sin prestarle ninguna atencin a Metimna, hizo
enseguida la travesa a Quos y la ocup tambin al primer ataque.
Cuando se hubo enterado de este hecho, el soberano envi contra l
una importante escuadra con gran cantidad de soldados al mando
del comandante Nicetas Castamonites. Este tras partir y entablar
combate con Tzacs, fue derrotado. Tzacs se apropi de muchas de
las naves capitaneadas por aquel.
3. Cuando lleg a conocimiento del emperador lo que le haba
sucedido a Castamonites, equip otra escuadra y puso a su frente
como duque a Constantino Dalaseno, hombre muy aguerrido y pariente suyo por parte de madre. Este, una vez arribado a las costas
de Quos, se ocup pronto del asedio de su capital combatiendo resueltamente y apresurndose a tomar la ciudad antes de que Tzacs
llegara de Esmirna. As pues, gracias a las embestidas de numerosas
helpolis y de las piedras de las catapultas contra las murallas logr derrumbar el lienzo situado entre las dos torres. Los defensores
turcos, cuando vieron lo ocurrido y supieron que los romanos eran
incontenibles en su mpetu, invocaban en lengua romana la piedad
del Seor de todas las cosas. Pero los hombres de Dalaseno y de
Opo no refrenaban sus esfuerzos por entrar en la plaza, aun cuando
estos dos, temiendo que a su entrada los hombres se apoderasen de
todo el botn y el dinero depositado all por Tzacs, les contuvieran
y les dijeran: Od ya la clara aclamacin del soberano que hacen los
turcos. Estn a merced de nuestras condiciones. No debemos entrar
y degollarlos cruelmente. Cuando pas el resto del da y vino la
noche, los defensores construyeron otra muralla en sustitucin de la
que haba sido derribada y colgaron por su cara exterior colchones,
pieles y toda la tela que encontraron, para que la fuerza de las piedras
arrojadas se redujera y amortiguara en alguna medida.
4. Tzacs dispuso la escuadra que posea y, despus de poner en

293

armas a unos ocho mil turcos, emprendi el camino hacia Quos. La


flota lo acompaaba bordeando la costa. Cuando Dalaseno se enter
de ello, orden a los navarcas de la flota que soltaran amarras una
vez embarcados en ella un suficiente nmero de soldados y Opo en
calidad de comandante. Quera que presentaran batalla, si se encontraban con Tzacs mientras navegaba contra l. Tras abandonar tierra firme, Tzacs naveg directamente hacia Quos. Opo se encontr
con l en medio de la noche y, cuando vio que haba adoptado una
nueva manera de fondear (en efecto, haba preparado una enorme
cadena y unido con ella todos sus navos para que no pudieran huir
los que intentaban escapar, ni, por el contrario, rompieran la formacin naval los que deseaban adelantarse a ella), presa del temor y
sin atreverse a aproximarse, dio vuelta completamente al timn y se
dirigi de nuevo a Quos.
5. Por su parte, Tzacs lo iba siguiendo astutamente sin cesar de
remar. Al arribar a Quos, Opo fue el primero en atracar las naves
a su puerto (pues ya antes lo haba ocupado Dalaseno). Pero Tzacs
rode dicho muelle por su extremo y acerc sus naves a la muralla de la ciudad. Era un mircoles. Al da siguiente, desembarc
a todos sus hombres de las naves, los cont y registr. Dalaseno,
a su vez, al hallar una plaza fuerte cercana al puerto, destruy el
campamento que haba fortificado anteriormente y, tras llegar al
nuevo emplazamiento, se fortific con otra trinchera adecuada para
todo su ejrcito. Al da siguiente, ambos ejrcitos se preparaban
para combatir, armados uno contra otro. El ejrcito romano permaneca quieto, porque Dalaseno haba ordenado que nadie rompiera
la formacin. Tzacs, por su parte, anim a la mayora de sus tropas
brbaras para que avanzaran contra los romanos mientras reservaba
un exiguo contingente de caballera para que persiguiera a los enemigos. Los latinos, cuando vieron esto, aferraron sus largas lanzas y
cargaron contra los brbaros, quienes disparaban sus proyectiles no
a los celtas, sino a sus caballos. Tras herir con las lanzas a algunos y
matar a muchos, los empujaron en su huida al interior del campamento, desde donde se precipitaron sobre las naves en un impulso
descontrolado.

294

6. Cuando los romanos vieron que los celtas huan asustados y


en desorden, retrocedieron un poco y se detuvieron junto al muro
de la mencionada plaza. A continuacin, los brbaros se dirigieron
a la costa y se apropiaron de algunas naves. Cuando los marineros
vieron esto, soltaron amarras, se apartaron del litoral y, despus de
bajar el ancla, quedaron a la espera de los acontecimientos. No obstante, Dalaseno les orden navegar al lado de la costa occidental de
la isla, arribar a Boliso y aguardar su llegada. Boliso es una fortaleza que se halla en el cabo de dicha isla. Pero algunos escitas que se
haban pasado a Tzacs le comunicaron el plan de Dalaseno. Destac, entonces, cincuenta exploradores para que le informasen del
momento en el que Dalaseno se dispusiera a soltar amarras para
hacerle llegar un mensaje desde all donde se le solicitara iniciar
unas posibles conversaciones de paz. En mi opinin, Tzacs haba
renunciado completamente a sus objetivos porque se daba cuenta de la valenta y audacia de Dalaseno. Este comunic a Tzacs
que al da siguiente saldra por el extremo del campamento para
escuchar y hablar sobre cuantos aspectos parecieran convenientes
a ambos.
7. El brbaro no rechaz esta proposicin y por la maana ambos generales acudieron al mismo punto. Tzacs comenz la entrevista llamndolo por su nombre: Debes saber continu que yo
soy aquel muchacho que durante mis antiguas correras por Asia y
mis intrpidas luchas ca prisionero del famoso Alejandro Cabalicas, engaado por mi inexperiencia. En aquella ocasin, me llev l
como cautivo ante el soberano Nicforo Botaniates, que me honr
enseguida con el ttulo de protonobilsimo44, y tras ser objeto de ricos obsequios, le promet obediencia. Pero esta promesa ha quedado
rota desde el instante en que Alejo Comneno tom las riendas del
imperio. Por todo ello vengo a comunicarte la causa de mi hostilidad. Que sepa el soberano que si quiere acabar con mi renacida
enemistad, tiene que restituirme exactamente todo aquello que me
corresponde y de lo que he sido privado. Y si te parece bien que
44 Ttulo originariamente exclusivo de los hijos de los emperadores que acab por
ser concedido a otras personas.

295

nuestros hijos se comprometan, quede ratificado por escrito este


acuerdo entre nosotros, como es costumbre de los romanos y de nosotros los brbaros. Luego, una vez hayamos cumplido la totalidad
de las condiciones ya expuestas, devolver por mediacin tuya al
soberano todas las islas que he arrebatado en mi ofensiva al imperio
de los romanos y en cumplimiento del acuerdo estipulado con l,
regresar a mi patria.
8. Dalaseno, que, como conoca desde haca tiempo el carcter
falaz de los turcos, vea en esas palabras solo una treta, dej para
ms adelante el cumplimiento de sus solicitudes, al tiempo que le
descubra la sospecha que tena sobre l, dicindole: Ni t me entregars las islas, a pesar de lo que has dicho, ni yo puedo acceder
sin la autorizacin del soberano a lo que desde aqu pides a aquel y
a m. No obstante, ya que est a punto de llegar Juan, el cuado del
soberano, con toda la flota y al frente de numerosas fuerzas por mar
y tierra, dejaremos que l escuche lo que dices. Ten as por seguro
que por su mediacin en favor de la paz el tratado con el soberano
ser ratificado.
9. En efecto, Juan Ducas haba sido enviado por el soberano a
Epidamno con un aguerrido ejrcito para que se dedicara con intensidad a la defensa de Dirraquio y al mismo tiempo tambin para que
presentara batalla a los dlmatas. Pues el hombre conocido como
Bodino, que era muy combativo y rebosaba perversidad, no consenta permanecer dentro de sus fronteras y con sus correras diarias
por las zonas ms prximas a Dalmacia aada a sus territorios las
plazas fuertes que iba encontrando. Juan Ducas durante su estancia de once aos en Dirraquio, haba recuperado numerosas plazas
fuertes que estaban en poder de Bolcano45, haba enviado muchos
prisioneros dlmatas al soberano y, finalmente, tras una violenta batalla con Bodino, haba conseguido capturarlo. El soberano tena
sobradas pruebas de que Juan Ducas era una persona muy aguerrida,
til en la milicia y completamente disciplinado con sus rdenes. Lo
hizo, pues, venir desde su actual destino, porque necesitaba contar
45 Vukan I (1083-1112), upan (gran prncipe) de Rascia, antecedente del reino
serbio.

296

con este hombre para hacer frente a Tzacs, y junto a numerosas


fuerzas terrestres y navales lo envi contra el brbaro con el cargo de
gran duque46 de la flota. A continuacin, el relato va a exponer con
detalle todas las batallas en las que particip este hombre y el modo
como logr salir vencedor gracias a la gran cantidad de riesgos que
supo afrontar.
10. Como Dalaseno aguardaba su inminente llegada, durante
las conversaciones con Tzacs remiti evidentemente todo a Ducas, que estaba al venir. En un momento dado, Tzacs pareci decir
aquellas palabras homricas: Ya llega la noche. Es bueno tambin
obedecerla.47 Y prometi suministrar abundantes provisiones cuando amaneciera. Pero todo no era sino un engao y un fraude, si
bien Dalaseno no lo perda de vista. En efecto, al alba, Tzacs baj a
escondidas al litoral de Quos y como haba viento favorable, naveg
hacia Esmirna para reunir ms fuerzas y regresar de nuevo a Quos.
Sin embargo, Dalaseno no iba evidentemente a la zaga de Tzacs en
cuanto a argucias. Embarc en las primeras naves que hall, lleg
a Boliso48 con las fuerzas a su mando. All, tras procurarse ms naves y preparar nuevas helpolis, dio un reposo a los soldados y una
vez reclutados ms hombres, volvi al sitio de donde haba salido.
Despus de librar un violento combate con los brbaros, derrib las
murallas y se adue de la ciudad, mientras Tzacs an se hallaba
de vuelta en Esmirna. Al encontrar el mar en calma, naveg directamente desde esta isla con todo el ejrcito y arrib a Mitilene.

IX. La batalla de Rusio.


1. Una vez tomadas estas disposiciones por el soberano respecto a
Tzacs, tan pronto como se enter de que los escitas haban alcanzado nuevamente Rusio49 y haban establecido su campamento en Po46 Almirante en jefe.
47 Il., VII 282-293.
48 En el norte de Quos.
49 En Tracia, al este de Cipsela.

297

liboto50, parti tal cual estaba de Constantinopla y lleg a Rusio. Lo


acompaaba Neantzes, el desertor, que tramaba una grave y terrible
traicin. Estaban tambin presentes Cantzs y Catranes51, hombres
expertos en la guerra y que hacan gala de una fervorosa devocin
hacia el soberano. Cuando vio a una seccin importante del ejrcito
escita, les present batalla. Muchos romanos cayeron en aquella ocasin durante el combate, algunos incluso fueron ejecutados al caer
prisioneros de los escitas y bastantes fueron conducidos hasta Rusio.
2. Pero esos hechos tenan que ver con algunos forrajeadores escitas. El emperador, tras la llegada de los latinos conocidos por maniacates52, cobr nimos y decidi entrar en combate formal al da
siguiente. Como no haba un suficiente terreno entre los dos ejrcitos, no se atrevi a hacer sonar la trompeta de guerra por querer ser
l quien tomara la iniciativa en la batalla. As pues, hizo venir al cuidador de los halcones imperiales, Constantino, y le orden que tomara un tambor y que sin dejar de golpearlo recorriera durante toda
la noche el ejrcito transmitiendo la orden de prepararse porque al
amanecer del da siguiente el soberano deseaba trabar combate con
los escitas sin anunciarlo mediante las trompetas. Los escitas, por su
parte, tras levantar el campo de Poliboto, avanzaron hasta el lugar
denominado Hades, donde fijaron su campamento. En suma, el soberano tomaba las disposiciones precisas desde la vspera y, cuando
amaneci, tras dividir el ejrcito y ordenar las tropas, los atac.
3. Cuando an no se haba iniciado el combate y ambos ejrcitos todava estaban tomando posiciones, Neantzes, con el pretexto
de querer observar las filas escitas y facilitar datos al soberano sobre
su posicin, le dijo que iba a subir a una colina prxima. E hizo todo
50 Al sur de Tracia, al oeste de Rusio.
51 Neantzes, Cantzs y Catranes eran los tres pechenegos pasados al emperador.
52 Jorge Maniaces fue un general bizantino cuyos grandes xitos en Sicilia contra
los rabes inspiraron la invasin normanda. Fue nombrado catepn de Italia por
Constantino IX. Se rebel contra l en 1042 y lleg a estar cerca de Constaninopla cuando fue asesinado. Habida cuenta de que Maniaces muri en 1043, estos
maniacates no son veteranos de su ejrcito, sino un contingente de soldados procedentes del sur de Italia a los que por alguna razn que ignoramos Ana Comnena
les ha aplicado el nombre del mencionado caudillo.

298

lo contrario. Desde all aconsej en su propio idioma a los escitas


que situasen los carros en lnea y que no temieran al soberano, porque estaba ya vencido desde su anterior derrota y estaba preparado
para la huida por la escasez de tropas y aliados que sufra. Cuando
hubo concluido su mensaje, descendi junto al soberano. Pero un
semibrbaro que hablaba la lengua escita y que haba comprendido
lo que Neantzes haba dicho a los escitas, le hizo saber el contenido
total del mensaje al emperador. Cuando este hecho lleg a conocimiento de Neantzes, exigi la presentacin de pruebas. El semibrbaro se present sin reparos ante la gente y aport su testimonio.
Mientras este hablaba, Neantzes desenvain su espada y cort la
cabeza del hombre en presencia del propio emperador y a la vista de
ambas falanges situadas una frente a otra.
4. Creo que Neantzes, con su intento de apartar de s esa delatora sospecha asesinando al delator, provoc muchas ms sospechas.
Por qu no esperar a la prueba? Por el contrario, segn parece, en su
deseo de cortar de antemano una lengua que se explayara revelando
su perfidia, se atrevi a realizar un acto enormemente temerario,
digno de un espritu brbaro y tanto ms sospechoso, cuanto que
fue producto de la audacia. Sin embargo, el emperador no mand
prenderlo al instante, ni lo castig, aunque debiera hacerlo, y contuvo astutamente su corazn, que arda de ira y rabia, para no espantar
antes de tiempo a la fiera y desconcertar a las falanges. l contena
y reprima su ira contra Neantzes aunque prevea su traicin y su
defeccin por estos ltimos hechos y por otros ms. La desastrosa
marcha de las cuestiones militares y la falta de recursos obligaban
por ahora al emperador a contener su ardiente clera.
5. Un poco ms tarde, Neantzes se present ante el emperador,
desmont de su caballo y le pidi otro. Rpidamente le proporcionaron un nuevo y magnfico caballo, este con la silla imperial.
Mont en l y cuando las formaciones marchaban ya una contra la
otra por tierra de nadie, amag un intento de carga contra los escitas, para terminar avanzando a la carrera hacia sus congneres con
la punta de la lanza vuelta hacia atrs y dndoles recomendaciones
sobre la manera de hacer frente a la formacin imperial.

299

6. Ellos llevaron a la prctica sus instrucciones y, tras librar un


violento combate con el soberano, pusieron completamente en fuga
a sus tropas. El emperador, al ver que sus falanges estaban diseminadas y que todos huan, se sinti incapaz de enfrentarse a esta situacin y no quiso correr peligros sin sentido. Por esto, dio vuelta a
las riendas y lleg al ro que corre cerca de Rusio. All, sujetando las
riendas, luch dentro de sus posibilidades y junto a varios elegidos
contra sus perseguidores, cargando contra ellos y matando a muchos, y siendo herido tambin en algn momento. Cuando Jorge
Pirro en su huida lleg al ro por otra direccin, el soberano lo llam
y anim a acudir a su lado. Pero como vea el arrojo de los escitas
y que hora a hora se iban sumando muchos nuevos guerreros que
venan como refuerzos, dej all a Jorge con los dems tras ordenarle que resistiera sin herosmos a los escitas hasta que l regresase.
Gir rpidamente las bridas de su caballo, gan la otra orilla del ro,
entr en Rusio y a todos los soldados fugitivos que alcanz en esa
localidad, as como a todos los rusiotas que estaban en edad militar,
incluidos los campesinos con sus carros, les orden que salieran sin
tardanza y se colocaran junto a la orilla del ro. La orden fue cumplida con mayor rapidez de la esperada y una vez emplazados en lnea,
corri nuevamente en direccin a Jorge a travs del ro, aunque sufriera por los escalofros de unas fiebres cuartanas53 hasta el extremo
de que sus dientes rechinaban por los temblores.
7. A pesar de que todo el ejrcito escita estuviera reagrupado,
cuando estos vieron la doble lnea de batalla y al soberano luchando
con tanto arrojo, se quedaron quietos sin sacar valor para hacerle
frente porque conocan su audacia, su nimo igualmente firme tanto
en las victorias como en las derrotas y su incontenible empuje. El
soberano, de una parte, afectado por la fiebre y, de otra, ms propiamente, porque an no se haba logrado reagrupar a todos los hombres diseminados de su ejrcito, se mantena erguido en su caballo,
revistando las tropas y cabalgando al paso para mostrarle al enemigo
su valor. Pues bien, sucedi que ambos ejrcitos permanecieron inmviles hasta el atardecer. Cuando cay la noche, retornaron a sus
53 Son fiebres de origen paldico y que se repiten cada cuatro das.

300

respectivos campamentos sin haber combatido. Ambos eran presa


del miedo y no se atrevan a presentar batalla. Los soldados que se
haban dispersado en todas direcciones durante el primer encuentro
blico, fueron regresando poco a poco a Rusio. La mayor parte de
ellos sin haber probado siquiera el sabor de la batalla. En cuanto a
Monastrs, Uzs y Sinesio, guerreros llenos del espritu de Ares y
valerosos, despus de pasar por el lugar llamado Aspro, llegaron a
Rusio sin que tampoco ellos hubieran tomado parte en ninguna
batalla.

X. El soberano logra una victoria sobre los escitas.


1. El soberano, obligado, como dije, por la fiebre de la que era vctima, se acost brevemente para reponerse. No obstante y a pesar de
su estado, tampoco as descansaba, proyectando lo que deba hacer
al da siguiente. Tatranes (este era un escita que se haba pasado en
muchas ocasiones al soberano y lo haba abandonado otras tantas
para retornar con los suyos. A pesar de ello, el emperador siempre lo
haba dignado con su perdn. Agradecido por su enorme paciencia,
el escita le tena mucho cario y su conducta finalmente se orient
a la sincera bsqueda del bien del soberano) se present ante l y le
dijo: Preveo, Majestad, que maana los escitas van a rodearnos para
presentarnos batalla. Por tanto, hemos de adelantarnos y, cuando
amanezca el da, formar fuera de la muralla. El emperador alab
el consejo que acababa de recibir y dispuso que fueran adoptadas
estas medidas a la salida del sol. Al trmino de sus palabras, Tatranes
parti junto a los jefes escitas y les dijo: No os jactis de la ltima
derrota del soberano, ni, porque seamos pocos, pensis en librar una
batalla favorable para vosotros. El emperador es invencible y esperamos la llegada cuanto antes de un numeroso contingente de mercenarios. Si no aceptis la paz con l, vuestros cuerpos sern pasto
de las aves.
2. Esas fueron las palabras de Tatranes a los escitas. El soberano,
por su parte, plane atrapar sus caballos mientras pastaban por la

301

llanura (era una cantidad innumerable), ya que los brbaros devastaban con ellos da y noche nuestro territorio. Mand buscar a Uzs y
a Monastrs y les orden que pasaran por detrs de las lneas escitas
al frente de los mejores jinetes para llegar al amanecer a la llanura y
apoderarse de todos los caballos y de los otros rebaos que hubiera,
incluidos sus pastores. Les animaba a no tener miedo diciendo: Vosotros podris cumplir esta orden sin obstculos, porque mientras
actuis, nosotros estaremos luchando frontalmente con ellos. Efectivamente, las palabras se hicieron realidad en el acto y la misin fue
llevada a cabo felizmente.
3. A causa del esperado ataque de los escitas, el soberano no les
conceda el sueo a sus ojos, ni menos aun dormitaba. Antes bien,
tras mandar buscar a los soldados, especialmente a los expertos en
el arco, durante toda la noche mantuvo largas conversaciones con
ellos sobre los escitas. Los animaba y les daba las instrucciones ms
convenientes para la batalla del da siguiente, es decir, cmo se debe
tensar el arco, lanzar las flechas, refrenar en ocasiones los caballos
para darles rienda a continuacin y cmo desmontar, si fuera preciso. As pas la noche. Cuando amaneca, tras haber dormido algo,
toda la plana mayor de los escitas, que haba cruzado el ro, pareca
querer combatir, lo que confirmaba las conjeturas del soberano (en
efecto, tena gran habilidad en prever el futuro gracias a la enorme
experiencia que haba adquirido por la cantidad de combates a que
se vea sometido diariamente). El emperador mont enseguida en su
caballo, orden que la trompeta diera el toque de combate y, cuando
tuvo organizada la falange, se puso l a su frente. Tan pronto como
vio que los escitas atacaban con mayor resolucin que antes, mand
que los arqueros desmontasen de sus caballos y que los atacaran a
pie sin dejar de usar sus arcos. El resto de la formacin, a su vez, se
lanz tras estos, mientras el soberano en persona diriga el centro del
ejrcito.
4. Los arqueros atacaron con valor a los escitas. Cuando la batalla se hizo ms violenta, los escitas volvieron la espalda atemorizados
por la densidad de las flechas disparadas y, al mismo tiempo tambin,
porque haban visto la formacin compacta del ejrcito romano y al

302

propio soberano luchando con arrojo. Seguidamente, se apresuraron


a vadear el ro y dirigirse a los carros en su retirada. Los soldados de
las falanges romanas emprendieron una persecucin a rienda suelta.
Unos heran con sus lanzas las espaldas de los enemigos, mientras
otros disparaban sus flechas. En conclusin, muchos brbaros cayeron muertos antes de que ganaran el ro y muchos tambin se
hundieron durante su desordenada huida en los remolinos del ro
y se ahogaron mientras eran arrastrados por las aguas. En aquella
jornada destacaron por encima de todos los dems los hombres que
pertenecan al servicio personal del soberano. Todos, en efecto, eran
incansables. El soberano, por su parte, regres a su campamento,
donde fue recibido como un autntico adalid y el claro vencedor de
la batalla.

XI. La batalla de Tzurulo1. Victoria del emperador.


1. As pues, tras descansar en aquel mismo lugar durante tres das,
levant el campo y lleg a Tzurulo. All observ que no sera preciso trasladarse pronto de su nueva posicin e hizo cavar por el lado
oriental de esta plaza fuerte un foso suficiente para albergar las tropas con las que contaba en ese momento. Dentro del recinto, coloc
la tienda imperial y toda la impedimenta. Los escitas, que tambin
marchaban sobre Tzurulo, cuando se enteraron de que el soberano
se les haba adelantado, cruzaron el ro que fluye por la llanura cercana a esta ciudad (Jerogipso lo denominan en el lugar) y fijaron su
campamento a medio camino entre el ro y la aldea fortificada. De
este modo, los escitas estaban fuera, rodeando la ciudad, mientras el
emperador estaba dentro, atrapado como si se tratara de un asedio.
Al caer la noche, en tanto el resto de los dioses y de los hombres
conductores de carros dorman, como dice la Calope de Homero2,
al soberano Alejo, sin embargo, no le llegaba el dulce sueo. Por el
contrario, estaba en vela sumido en toda clase de reflexiones sobre
1 orlu, en Tracia, en torno a 100 kilmetros de Constantinopla.
2 Il., II 1-2. Calope es la Musa de la poesa pica.

303

la manera de superar mediante la astucia el coraje de los brbaros.


2. Tras comprobar que la villa de Tzurulo estaba construida sobre una elevada colina y que todo el ejrcito brbaro estaba acampado abajo, en la llanura, y al no disponer de fuerzas suficientes
como para atreverse a librar una batalla formal contra tan enorme
contingente, ide una estratagema muy ingeniosa. Recogi los carros de los habitantes y los desarm para quedarse solo con ruedas y
ejes. A continuacin, colg estas partes de los carros por fuera de los
lienzos de muralla, sujetndolos con cuerdas a las almenas. Dicho y
hecho. En una hora, estuvieron suspendidas las ruedas junto con sus
ejes formando un crculo sobre la muralla con el aspecto de crculos
pegados unos a otros y unidos por sus ejes.
3. Por la maana temprano, se levant, se arm y mand armarse a todos sus hombres. Seguidamente, sac a los soldados fuera de
las murallas y los emplaz frente a los brbaros. Nuestros soldados
se situaron en el mismo sector donde estaban colgadas las ruedas.
Frente a ellos, en una sola lnea, se encontraba el enemigo. El emperador, entonces, tras ocupar el centro de las lneas formadas por sus
tropas, orden que, cuando la trompeta diera el toque de combate,
los soldados desmontaran de los caballos, avanzasen lentamente a
pie contra los enemigos, sin dejar de disparar con sus arcos, y que
provocasen a la falange de los escitas para que los atacaran. Cuando
vieran que lograban atraerlos a s y que espoleaban a sus caballos, deban dar la vuelta y, dividindose en dos secciones que se apartaran
ligeramente a derecha e izquierda, cederan terreno a los enemigos
hasta que estuvieran cerca de la muralla. Cuando esto sucediera,
tena ordenado que los hombres situados en lo alto de la muralla,
nada ms ver la escisin de las falanges, cortasen con sus espadas las
cuerdas y dejaran que las ruedas con sus ejes se precipitaran muralla
abajo.
4. Esta maniobra se llev a cabo de acuerdo con las rdenes del
emperador. Los jinetes escitas entre sus brbaros alaridos se lanzaron
en una masa compacta contra nuestra formacin, que lentamente y
a pie se diriga contra ellos. Solo el soberano les acompaaba montado a caballo. Aquellos, de acuerdo con la estratagema del soberano

Alejo, se separaron con tranquilidad, paso a paso, en dos secciones,


dando la sensacin de que retrocedan de manera inesperada, como
si ofrecieran una puerta de considerable anchura para que los brbaros pasaran por ella. Tan pronto como los escitas franquearon la
brecha abierta por ambas falanges, las ruedas saltaron impulsadas
por su peso, rebotaron estruendosamente en las murallas hasta alcanzar una altura superior a un codo, siendo despedidas al chocar
con el muro como si fueran arrojadas por una honda, y rodaron
entre los jinetes brbaros gracias al fuerte impulso que haban adquirido. Debido en parte a este descenso masivo motivado por su
propio peso, en parte debido a la gran velocidad que ganaban por
la inclinacin de la pendiente, el caso es que iban cayendo violentamente por doquier con el mismo efecto que si segaran las patas de
los caballos, seccionando sus dos pares, tanto los delanteros como
los traseros, por los dos costados, y obligaban a que los caballos se
doblaran por donde reciban el impacto y a que los jinetes cayeran
derribados. Mientras se amontonaban sin cesar unos sobre otros,
nuestros guerreros se lanzaron contra ellos desde ambos flancos y
se produjo una batalla terrible para los escitas. Unos murieron por
efecto de las flechas, otros fueron heridos por las lanzas y la mayora
de los que quedaban, derribados por las ruedas, se precipitaron en la
corriente del ro y se ahogaron.
5. Al da siguiente, al ver que los escitas supervivientes volvan
al combate y como notaba que sus hombres estaban animados, les
orden que se armaran. Tambin l, cuando hubo tomado sus armas
y hubo dispuesto la formacin de combate, descendi a la pendiente. A continuacin, emplaz sus falanges de cara a los escitas y se
situ junto a ellas para combatir con todo su coraje. l ocupaba el
puesto central de las tropas. Tras una sangrienta batalla, las falanges
romanas obtuvieron inesperadamente la victoria y emprendieron
sin contenerse la persecucin de los enemigos. Cuando el soberano
comprob que en la persecucin sus soldados se haban alejado a
bastante distancia, temiendo que algunos escitas emboscados cayeran de improviso sobre los romanos, dieran la vuelta al resultado de
la batalla y, unindose los emboscados con los fugitivos, provocaran

305

un grave perjuicio al ejrcito de los romanos, cabalg rpidamente


hacia los soldados y les orden que retuvieran las riendas y refrescaran sus caballos.
6. As, ambos ejrcitos pusieron tierra por medio aquel da. Pues
los unos con su fuga y el otro como vencedor regresaron a sus campamentos. Los escitas, completamente derrotados, fijaron sus tiendas entre Bulgarfigo y la Pequea Nicea. Como el invierno ya se
echaba encima, el soberano reconoci que era preciso volver a la capital para que tanto l como la mayor parte del ejrcito descansaran
de la fatiga provocada por los muchos combates. As pues, dividi
las tropas, seleccion para que permaneciesen en el frente a la totalidad de los hombres ms intrpidos de todo el ejrcito y los puso
al mando de Yoanaces y de Nicols Maurocatacalon, sobre quienes
frecuentemente ya hemos hablado antes. Asimismo, les encomend que introdujeran en cada una de las poblaciones un nmero de
soldados suficientes para su defensa y que se procuraran por toda
la regin infantes y carros junto con los bueyes que tiran de ellos.
Como deseaba reemprender la guerra contra los escitas con mayor
fuerza cuando llegara la primavera, haca de antemano los preparativos pertinentes y tomaba las medidas precisas. En suma, cuando
todo estuvo listo, regres a Bizancio.

306

LIBRO VIII

Exterminio final de los escitas. Conjuras


internas en el Imperio (1091)

I. Acciones en torno a Querobacos3. Los escitas cerca de


Constantinopla.
1. Al enterarse el soberano de que los jefes escitas haban seleccionado una porcin de su ejrcito y la haban destacado contra Querobacos, adonde se esperaba que llegasen, mostrando el mismo carcter
decidido de siempre a la hora de afrontar cualquier misin, como si
tuviera previstos hasta los acontecimientos ms inesperados, reuni
a la guarnicin de la ciudad y a todos los hombres recin reclutados,
en total unos quinientos soldados, los arm durante la noche y sin
poder descansar ni siquiera una semana en el palacio, ni tomar un
bao, ni sacudirse el polvo, parti al alba. En este mismo instante,
comunic su partida contra los escitas a sus parientes e ntimos y
a todas aquellas personas de noble linaje que se haban sumado al
ejrcito (era el viernes de abstinencia) y les imparti las siguientes
rdenes mediante un mensajero: Me marcho porque me he enterado de que los escitas se mueven con rapidez en direccin a Querobacos. Vosotros salid detrs de nosotros durante la semana de la
Tirofagia4, porque ahora, entre el vienes de abstinencia y el lunes de
Tirofagia, os dejo descansar un poco para no parecer gravoso y poco
razonable.
3 Entre Adrianpolis y Constantinopla, junto al ro Mela.
4 17-23 de febrero de 1091. Sobre la Tirofagia, ver II IV.9, nota 11. El viernes de
abstinencia es nuestro viernes de carnaval.

307

2. As pues, se encamin sin tardanza y directamente a Querobacos. Una vez en su interior, cerr las puertas y recogi l mismo las
llaves. Luego, distribuy a todos sus leales servidores por las almenas
de la muralla, con la orden de que no se tomaran descanso y de que
se mantuvieran en vela, vigilando las murallas, no fuera que alguien
subiese a ellas y se asomase para entrar en tratos con los escitas.
3. Al salir el sol, los escitas que eran esperados ocuparon la elevacin que est prxima a la muralla de Querobacos y se instalaron en
ella. A continuacin, se destacaron unos seis mil de ellos, se dispersaron para saquear la zona y llegaron incluso hasta la localidad de Decato, que dista en torno a diez estadios5 de las murallas de la ciudad
imperial, hecho por el que, creo, recibi su nombre. El resto del contingente enemigo permaneci en el mismo sitio. El emperador subi
por la muralla hasta las almenas para observar la llanura y las colinas
de los alrededores por si nuevas fuerzas brbaras se sumaban a las que
all estaban o por si estas tendan emboscadas para intentar detener
al que pudiera atacarlos. Como no observ ningn indicio de tales
movimientos. En la segunda hora del da vio que los escitas no se
disponan a combatir, sino que se agachaban para comer y descansar.
Entonces se le hizo insoportable la sola idea de que, tras someter a
pillaje toda la regin, avanzasen hasta los propios muros de la emperatriz de las ciudades sin que l pudiera hacerles frente en una batalla
formal por la cantidad de gente que vio en sus fuerzas. Y todo ello
cuando l haba salido de Constantinopla para expulsarlos del pas.
4. Hizo entonces llamar a los soldados que estaban a su mando
y con la pretensin de tantear su parecer, les dijo: No debemos
acobardarnos al mirar la masa de los escitas, sino presentarles batalla
con nuestra confianza puesta en Dios, pues solo con que actuemos
coordinados, estoy convencido de que los derrotaremos completamente. Ante el radical rechazo de sus hombres a ese plan, l les dijo
para atemorizarlos ms y alertarlos ante el peligro: Si los que han
salido para saquear regresaran y se unieran a los que estn aqu, el
peligro sera manifiesto. Porque o la fortaleza caera en sus manos y
nosotros seramos vctimas de una matanza, o por el contrario, sin
5 1,5 km.

308

prestarnos la ms mnima atencin, se acercaran tal vez a las murallas de la ciudad imperial y no nos permitiran entrar en la ciudad
por estar acampados delante de sus puertas. En consecuencia, hay
que arriesgarse y no morir como cobardes. Por lo que a m respecta,
pienso salir ahora mismo. Todos aquellos de vosotros que queris
seguirme cuando yo corra en vanguardia para meterme en medio de
los escitas, hacedlo. Todos aquellos de vosotros que no podis o no
queris hacerlo, no crucis el umbral de las puertas.
5. Pronto sali armado por la puerta que daba a la zona del lago.
Tras bordear la muralla y dar un pequeo rodeo, subi por la zona
posterior de la colina, pues saba que sus hombres no lo seguiran en
un combate formal contra los escitas. l fue quien primero agarr su
lanza y se precipit entre las tropas escitas, acometiendo al primero
que se le opona. Tampoco sus soldados abandonaron la batalla y
en aquella ocasin dieron muerte a la mayor parte de los enemigos,
mientras que a los restantes los hicieron prisioneros. Despus, de
acuerdo con su hbito de tramar argucias, orden que los soldados
se vistieran con las ropas escitas y montaran en sus caballos. Entreg
a algunos de sus ms leales los caballos de sus soldados, sus estandartes y las cabezas de los escitas que haban cortado y les orden
que los guardaran y que lo esperasen dentro de la fortaleza. Cuando
todo estuvo organizado, con los estandartes escitas y sus soldados
vestidos con ropajes escitas descendi hasta el ro que corre cerca de
Querobacos, que era el lugar por donde pensaba que pasaran los
escitas al regreso de sus incursiones. Aquellos saqueadores, al verlos
all, creyeron que eran tambin escitas y acudieron a su lado sin ninguna precaucin. Unos cayeron en la matanza y los dems fueron
capturados.

II. Retorno de Alejo a la capital. El emperador da la bienvenida


a las tropas de refuerzo con un simptico engao.
1. Cuando cay la tarde (era sbado) retorn en compaa de los
cautivos. Tras permanecer tambin all el da siguiente, al amanecer

309

del lunes sali de la ciudad. Dividi sus tropas y coloc a los portadores de los estandartes escitas, delante y detrs a los prisioneros
escitas, todos bajo la custodia de los lugareos. En cuanto a las cabezas cortadas y clavadas en lanzas, orden que hicieran el camino
del mismo modo y sostenidas por otros hombres. Tras estos y a una
distancia moderada los vena siguiendo con sus soldados y los habituales estandartes romanos.
2. Cuando amaneci el domingo de abstinencia6, Palelogo,
que era un hombre de comportamiento arrojado en las acciones
blicas, parti de Bizancio antes que los dems. Como conoca el
temperamento impulsivo de los escitas, no haca el camino despreocupadamente; por el contrario, destac un reducido grupo de sus
servidores, que lo seguan, y les orden que se adelantaran a una
cierta distancia para inspeccionar las llanuras, los bosques y los caminos para que, si aparecieran en algn momento los escitas, retornasen rpidamente y se lo comunicaran. Cuando en el transcurso de
esta misin vieron por la llanura llamada de Dimilia a los hombres
que vestan las ropas escitas y llevaban los estandartes escitas, retrocedieron y dijeron que ya estaban llegando los escitas. Palelogo,
sin perder tiempo, tom sus armas. Entonces, pisndole los talones,
se present otro explorador que sostena que tras los escitas haban
aparecido a una prudente distancia estandartes romanos y soldados
que marchaban detrs de ellos.
3. Quienes daban estas noticias hacan conjeturas ciertas y al
mismo tiempo errneas. El ejrcito que iba en retaguardia era, efectivamente, romano en su aspecto y en la realidad, con el emperador
a su cabeza; pero los que iban delante con indumentaria escita eran
todos integrantes del ejrcito romano, aunque vistieran ropas escitas por orden del emperador. E igual que engaaron gracias a su
apariencia de escitas a los autnticos escitas, como hemos contado
anteriormente, con el mismo propsito el soberano mand usar en
aquellos momentos los ropajes escitas con idea de engaar y hacer
6 Se celebra 56 das antes de la Pascua segn el calendario litrgico de la Iglesia
Ortodoxa. En el calendario litrgico catlico corresponde a Sexagsima, esto es, el
segundo domingo antes del mircoles de ceniza.

310

caer en el error a los nuestros y as quienes se encontrasen con ellos


quedaran aterrados como si creyeran caer sobre los escitas, cuando
solo eran nuestros soldados, y se provocara una risa, tanto inocente
como astuta, mezclada con el miedo. Pues antes de que el temor se
aduease completamente de ellos, se animaran viendo detrs al emperador. De esta manera el soberano iba asustando inocentemente a
los que se encontraba.
4. Mientras que el miedo se adueaba de sus dems hombres por
lo aparente, Palelogo, sin embargo, que superaba a todos en experiencia y conoca lo ingenioso que era Alejo en sus estratagemas, se
percat enseguida de que todo eso no era ms que una ocurrencia de
Alejo. Se reafirm a s mismo en su confianza y lanz la misma orden
a los dems. Se precipitaron tambin en tropel detrs toda la masa
compuesta por familiares del emperador y por parientes. Crean
apresurarse para llegar junto al soberano segn lo acordado con l,
ya que haban convenido en que lo alcanzaran tras la abstinencia,
en la Tirofagia, como hemos dicho antes. Pero no haban terminado
de salir de la ciudad cuando el soberano ya retornaba triunfante. Por
eso, cuando se unieron a l, no hubieran credo que se trataba del
emperador triunfante, que haba logrado tan rpidamente la victoria, si no hubieran visto unas cabezas escitas ensartadas en la punta
de las lanzas y a los restantes, cuyas cabezas an no haba cortado la
espada, las manos atadas detrs, conducidos y arrastrados uno tras
otro como prisioneros.
5. La rapidez de esta campaa provoc asombro, excepto en lo
que s de Jorge Palelogo (los testigos presentes nos lo han relatado),
ya que se reprochaba a s mismo con irritacin su retraso en acudir
al combate y su falta de asistencia al soberano, que tan gran renombre haba conseguido con su inesperada victoria sobre esos brbaros.
Palelogo tena gran inters en participar de tan enorme gloria. En
cuanto al soberano, podra aplicrsele lo que dice el versculo del
Deuteronomio, que en aquella ocasin fue dicho y hecho: Cmo
es que uno va a perseguir a mil y cmo es que dos van a poner en
fuga a millares?7 Casi en solitario se enfrent entonces el emperador
7 Deuteronomio, XXXII 30.

311

Alejo a aquella masa de brbaros tan numerosa y asumi correctamente todo el peso de la guerra hasta obtener la victoria. Si reflexionamos sobre el nmero de soldados que lo acompaaban y sobre su
vala, para luego compararlos con las estratagemas del soberano y su
astucia, as como su valenta y su audacia en la actuacin contra la
masa de los brbaros y su podero, nos encontraramos con que la
victoria fue obra exclusiva de l.

III. El imperio se halla acosado por tierra y mar y reducido a


escasos territorios. Reaccin de Alejo.
1. Esa fue la manera en que Dios concedi aquella inesperada victoria al soberano. Los bizantinos, por su parte, al ver su entrada,
quedaron admirados y contentos por la rapidez, la determinacin
y la habilidad de las que haba hecho gala, celebrando con cantos
el repentino triunfo, saltando y entonando himnos a Dios, que les
haba dado ese salvador y benefactor. Pero este jolgorio, as son
los seres humanos, carcoma interiormente a Nicforo Meliseno y,
sin poder soportarlo, dijo: Esta victoria es tanto una alegra intil, como un sufrimiento que quedar sin castigo. En efecto, los
escitas, que formaban una incontable muchedumbre, devastaban
todo el occidente y nada de lo sucedido refrenaba en absoluto su
incontenible arrojo. En ciertos lugares del occidente llegaron incluso a ocupar algunas ciudades, sin contar los pueblos prximos a la
capital del imperio. Es ms, se presentaron hasta en el denominado
Torrente Profundo, donde hay una iglesia dedicada al muy gran
mrtir Teodoro. Era costumbre que mucha gente acudiera diariamente a venerar al santo y que los domingos los devotos hicieran
una peregrinacin masiva a ese sagrado santuario y permanecieran
durante la noche y el da en su recinto, ya fuera en el vestbulo o en
la parte posterior de la iglesia. Pero tan arrollador era el incontenible empuje de los escitas, que quienes deseaban venerar al mrtir ni
siquiera osaban abrir las puertas de Bizancio a causa de las continuas incursiones de los escitas.

312

2. Estos terribles hechos sucedan en las tierras de occidente al


soberano. Tampoco estaba libre de las preocupaciones que le provocaba la situacin en el mar; antes bien, estaba en grave peligro, ya
que Tzacs se haba hecho con una nueva escuadra y recorra todas
las zonas del litoral. Esta situacin afliga al emperador, que se irritaba por el acoso a que lo sometan estos problemas. En ese momento, le fue comunicado que Tzacs, tras haberse hecho con una gran
flota en las zonas costeras y devastar las islas que previamente haba
ocupado, intentaba poner en prctica sus planes contra las regiones
occidentales y aconsejaba a los escitas por medio de embajadores
que ocuparan el Quersoneso. Tampoco permita que el contingente
de tropas mercenarias que haba venido de oriente para unirse al soberano, es decir, el contingente turco, respetase los inquebrantables
tratados que tenan con l. Les halagaba y les prometa beneficios
si abandonaban al soberano y se sumaban a sus fuerzas nada ms
recibir la cebada.
3. Cuando el emperador se enter de estos hechos y como los
asuntos por mar y tierra tomaban un cariz totalmente negativo y el
invierno, al presentarse con crudeza, impeda el uso de las salidas en
todas partes, de modo que ni siquiera se podan abrir las puertas de
las casas por los montones de nieve que se formaban ante ellas (haba
cado mucha y en cantidades que nadie recordaba anteriormente),
haca lo posible por apresurarse a llamar mercenarios mediante cartas enviadas en todas direcciones.
4. Cuando el sol acababa de llegar al solsticio de primavera, momento en el que la amenazadora hostilidad de las nubes se alej y el
mar calm su clera, como el enemigo acechaba por ambos frentes,
consider preciso ocupar primero la franja costera, tanto para enfrentarse con facilidad a los adversarios que atacaban en naves, como
para combatir cmodamente contra los que acudan por tierra. Sin
perder tiempo envi un mensaje al cesar Nicforo Meliseno con la
orden de que se apoderara de Eno8 antes de lo que se esperaba. Previamente, le haba indicado por carta que reuniera a cuantos hombres pudiera, pero no entre aquellos que ya hubieran estado en filas
8 En la desembocadura del ro Maritza.

313

(los haba diseminado por todas las ciudades de occidente para que
defendieran sus plazas ms importantes), sino alistando a nuevos reclutas, parte entre los blgaros, parte entre los nmadas (que la lengua vulgar conoce con la denominacin de vlacos) y parte entre los
procedentes de cualquier otra regin, tanto jinetes como infantes.
5. En cuanto al emperador, tras hacer venir a los quinientos celtas del conde de Flandes desde Nicomedia, sali con sus allegados
de Bizancio para llegar rpidamente a Eno. Subi entonces a una
barca y despus de inspeccionar cuidadosamente la situacin del ro
y examinar todo su cauce desde ambas orillas, reconoci el lugar
donde el ejrcito ocupara una posicin ms segura y se volvi. Esa
noche convoc a los jefes del ejrcito y les coment el resultado de
la inspeccin del ro y de sus dos orillas: Tenis que atravesarlo
maana para observar toda la extensin de la llanura que hay al
otro lado. Tal vez no os parezca inapropiado el emplazamiento que
os voy a mostrar y donde tenemos que montar el campamento. El
acuerdo fue unnime. Al amanecer, el primero en tocar la otra orilla
fue el emperador seguido de todo el ejrcito. Despus de examinar
otra vez con los jefes militares toda la ribera del ro y la llanura que
se extenda al otro lado y sealarles el lugar que le gustaba (se hallaba
prximo a un pueblo llamado Querenos por los lugareos, con el ro
a un lado y al otro un terreno pantanoso), ante el asentimiento general de los soldados sobre la proteccin que ofreca el lugar, mand
sin tardanza que se cavara un foso y acanton en aquel sitio todo el
ejrcito. El emperador, entonces, regres a Eno junto con numerosos peltastas para repeler los ataques de los escitas que venan por
aquella direccin en contra de nosotros.

IV. Diversas acciones contra los escitas. Reaparicin de los cumanos.


1. Cuando los hombres atrincherados en Querenos fueron informados de la venida de innumerables tropas escitas, se lo comunicaron al
emperador, que an permaneca en Eno. El mont rpidamente en

314

una barca y naveg ro arriba desde la desembocadura hasta unirse a


todo su ejrcito. Al comprobar que sus fuerzas no equivalan ni siquiera a una fraccin del ejrcito escita, se sinti incapaz de hacerles frente
y temeroso por carecer de cualquier apoyo humano. Pero no se abati,
ni flaque, sino que reflexion largamente sobre estos hechos.
2. Al cuarto da, vio acercarse a lo lejos por otra direccin un
ejrcito cumano de unos cuarenta mil hombres. Ante el temor de
que se sumaran a los escitas y provocaran un enfrentamiento que
sera funesto para l (ninguna otra cosa se poda esperar en ese caso,
salvo el total aniquilamiento), crey que deba atrarselos a su bando. Tom, pues, la iniciativa y los hizo llamar. Haba muchos otros
jefes en el ejrcito cumano, pero los cabecillas eran Togortac, Maniac9 y algunos otros hombres muy aguerridos. Mientras vea acercarse a l la muchedumbre de los cumanos, por su experiencia sobre
lo tornadizo de su carcter tuvo miedo de que, a pesar de hacerlos
sus aliados, acabasen convirtindose en enemigos y adversarios, lo
que le producira enormes perjuicios.
3. Alejo consider que era ms seguro levantar el campo de all
con todo su ejrcito y cruzar de nuevo el ro, pero antes crey preciso
hacer llamar a los jefes cumanos. Ellos acudieron inmediatamente
a presencia del soberano, incluido Maniac, aunque ms tarde que
los dems por una previa reticencia. Orden a los cocineros que les
sirvieran una abundante mesa. Despus de la celebracin del festn,
de un corts agasajo y de ser honrados con todo tipo de regalos,
les pidi un juramento y rehenes porque desconfiaba de su carcter
mendaz. Ellos hicieron de buena gana lo que se les exigi, ofrecieron mantener su lealtad y solicitaron que se les permitiera presentar
batalla a los patzinaces en un plazo de tres das. Si Dios les daba
la victoria, prometan asignar al soberano una parte de las dos en
que dividiran todo el botn obtenido. l les concedi permiso para
que atacasen a los escitas con completa libertad no ya dentro de
tres das, sino dentro de diez das con sus noches y les cedi por
9 Son los Tugorkn y Boniak de la Primera crnica rusa, que narra hechos comprendidos entre 850 y 1110. Fue recopilada originalmente en Kiev en torno al ao
1113. Es la fuente principal para la historia de los eslavos orientales.

315

entero todo el botn que pudieran arrebatarles, si Dios les otorgaba


la victoria.
4. Los ejrcitos escita y cumano permanecieron en aquel mismo
lugar quietos durante un tiempo, si bien los cumanos haban tanteado ya al ejrcito escita mediante emboscadas. No haban transcurrido an tres das, cuando el soberano hizo llamar a Antoco (un
hombre noble y destacado de los dems por su carcter enrgico) y
le orden que fabricase un puente. Este fue construido con barcas
unidas entre s por largusimas planchas de madera que estuvo terminado enseguida. A continuacin, el emperador hizo llamar al protostrtor Miguel Ducas, su cuado, y al gran domstico, su hermano
Adriano, para encomendarles la misin de que permanecieran junto
a la orilla del ro y no dejaran que lo cruzaran al mismo tiempo la infantera y la caballera mezcladas, sino que los primeros en destacarse
del ejrcito fueran los infantes junto con los carros, la impedimenta
y las mulas de carga. Cuando la infantera hubo atravesado el ro,
mand que se guareciera en el interior de un atrincheramiento que
fue cavado con mayor rapidez de lo normal por temor a las fuerzas
escitas y cumanas, y recelando de sus furtivos ataques. Luego, orden que cruzasen los jinetes y, mientras lo hacan, l, quieto junto a
la orilla del ro, contemplaba a quienes lo pasaban.
5. Meliseno, por su parte, siguiendo las instrucciones contenidas en
la carta del emperador que haba recibido previamente, reuni tropas
de todas partes e hizo levas forzosas de infantes que cargaron en carros
tirados por bueyes su impedimenta y todo lo necesario, y los envi sin
perder tiempo al emperador. Cuando llegaron a una distancia del ejrcito suficiente para que el ojo pudiera distinguir lo que vea, la mayora
de los soldados crey que era un grupo destacado de las fuerzas escitas
para atacar al soberano. Incluso alguien con insistencia los sealaba con
el dedo ante el emperador y sostena que eran escitas. Y l, creyendo que
era cierto lo que se deca y sin disponer de bastantes tropas como para
hacer frente a tantos enemigos, se sinti incapaz de soportar su ofensiva.
Hizo venir entonces a Rodomero (un noble de origen blgaro y pariente por lnea materna de la augusta, nuestra madre)10 y lo despach con
10 Radomir o Rodomir. Juan Ducas y su hijo Andrnico haban desposado prin-

316

la misin de observar a los que venan. l cumpli raudo lo ordenado y


a su vuelta dijo que eran los hombres enviados por Meliseno. El soberano se puso contento. Despus de esperar un poco la llegada de los que
venan, atraves con ellos el ro y, cuando hubo ampliado el atrincheramiento, los uni al resto del ejrcito.
6. Los cumanos pronto llegaron al atrincheramiento desde donde
el soberano, tras levantar el campamento haba salido para cruzar el
ro con todo su ejrcito, y acamparon all mismo. Al da siguiente,
despus de levantar el campo, el emperador se dispuso a ocupar corriente abajo el llamado por los lugareos Vado de Filocales11. Se
encontr entonces con bastantes escitas, a quienes atac y llev a un
violento combate. Durante la batalla murieron muchos hombres de
ambos bandos, sin embargo, el soberano obtuvo la victoria gracias a la
total derrota de los escitas. Despus de que la batalla concluyera con
ese resultado y una vez separados los dos ejrcitos en direccin a sus
respectivos campamentos, el ejrcito romano permaneci en el mismo
sitio durante toda aquella noche. Al amanecer, levantaron el campo de
all y llegaron a una colina denominada Lebunes, que domina la llanura. El emperador subi a su cima y, como el lugar elevado no daba
cabida a todo el ejrcito, mand erigir a sus pies una fortificacin y un
foso capaz de albergar a todo el ejrcito y lo situ en su interior. En
aquel instante se volvi a pasar al soberano el desertor Neantzes y con
l unos cuantos escitas. Cuando el soberano lo vio, record sus anteriores muestras de ingratitud y como aadiera algunas otras fechoras,
acab por prenderlo y encadenarlo junto con sus compaeros.

V. La batalla de Lebunio.
1. Mientras el emperador llevaba a cabo esas acciones, los escitas,
que se hallaban junto al arroyo denominado Mauropotamo12, intentaban atraerse secretamente a los cumanos requiriendo una alianza
cesas blgaras. Este ltimo era padre de Irene Ducas, madre de Ana Comnena.
11 Vado sobre el ro Maritza.
12 Ro Negro.

317

con ellos. Pero tampoco paraban de enviar embajadores al emperador para negociar la paz. l, por su parte, adivinando su dolosa actitud, les responda apropiadamente, porque quera dejar en el aire sus
planes hasta que recibiera los mercenarios esperados desde Roma13.
A su vez, los cumanos, que consideraban ambiguas las promesas de
los patzinaces, no se les unieron. Es ms, una tarde le informaron al
emperador: Hasta cundo retrasaremos el momento de la batalla?
Sabed que ya no aguardaremos y cuando el sol se levante, comeremos carne de lobo o de cordero14. Al trmino de estas palabras,
el emperador, percatndose de que la decisin de los cumanos era
definitiva, no poda ya retrasar ms el momento de la batalla. Como
haban decidido para aquel da el momento del combate, les prometi que el enfrentamiento con los escitas tendra lugar al da siguiente. A continuacin, convoc a los jefes, a los pentecontarcas y a los
dems para ordenarles que anunciasen por todo el campamento que
el combate sera al da siguiente.
2. Aunque tena intencin de combatir, sin embargo, tema a
la innumerable muchedumbre de patzinaces y cumanos, y sospechaba de un entendimiento entre ambos. Mientras el emperador
haca estas reflexiones, se pas a sus filas un contingente de cinco mil
hombres audaces y belicosos procedentes de regiones montaosas.
3. Puesto que la batalla no admita ya ms retrasos, invoc a
Dios como auxilio. Cuando el sol se estaba poniendo, el emperador fue quien primero comenz los ruegos destinados a Dios en
medio de una brillante procesin con antorchas y con el canto de
los himnos consagrados a l. No dej que el resto del campamento
permaneciera inactivo, sino que fue aconsejando uno por uno a los
ms prudentes que hicieran lo mismo, y a los ms descuidados se lo
orden. Entonces pudo verse cmo el sol se ocultaba en el horizonte
al mismo tiempo que el ambiente se iluminaba no ya con el fulgor
de un nico sol, sino con el de muchos otros astros que regalaban su
brillante resplandor. Todos los hombres aplicaron antorchas o velas
13 Existi un intercambio de cartas entre Alejo y el papa Urbano II, en las que
aquel le peda ayuda. Estn recogidas en las crnicas latinas.
14 Esto es, sern vencidos o vencern.

318

a sus lanzas, segn las posibilidades de cada cual, y las encendieron.


El rumor de las voces que se elevaban desde el ejrcito, creo que
llegaba a la bveda celeste o, ms an y por ser sinceros, ascenda
hasta Dios mismo, Nuestro Seor. Por todo esto considero que debe
dejarse aqu constancia de la religiosidad del emperador, ya que no
acceda a atacar al enemigo sin auxilio divino. Su valor no se basaba
en hombres, caballos o mquinas, sino que pona toda su confianza
en la voluntad divina.
4. Estas preces duraron hasta media noche. Luego, tras dormir
un poco, se despert y arm fuertemente a los soldados ligeros. En
algn momento tambin mand a determinados hombres que se
vistieran con unas tnicas de seda que imitaban el color del hierro,
como si fueran corazas y yelmos, porque no haba bastantes existencias de ese material para todos. Cuando acababa de despuntar el
da, sali fuertemente armado de su atrincheramiento y orden que
sonara el toque de combate.
5. A los pies del Lebunio (aquel era el lugar) dividi su ejrcito
y situ en orden las falanges. El emperador mismo se puso al frente
respirando un vivo ardor guerrero15, mientras que el ala derecha e
izquierda las comandaban respectivamente Jorge Palelogo y Constantino Dalaseno. Ms all de los cumanos emplazados en el ala derecha, se coloc Monastrs, preparado junto con los hombres a sus
rdenes. Cuando estos vieron que el emperador estaba ordenando las
falanges romanas, aprestaron a sus fuerzas y adoptaron una formacin
de combate acorde con sus costumbres. A la izquierda de estos estaba
el llamado Uzs y por la parte que mira a occidente, Humbertpulo con los celtas. Cuando el soberano hubo dispuesto as el ejrcito,
dejndolo con el aspecto de una fortaleza, y lo hubo rodeado con los
escuadrones, de nuevo orden que la trompeta hiciera sonar el toque
de combate. Entonces, los romanos, con temor ante aquella inmensa
muchedumbre de escitas y a sus incontables carromatos, que les servan como de murallas, tras solicitar la compasin del Seor de todas
las cosas con un solo clamor, a rienda suelta corrieron a dar batalla a
los escitas con el emperador marchando al frente de todos ellos.
15 Od., XXIV 319.

319

6. Con sus lneas en forma de media luna, en un mismo instante


y como a una nica seal todo el ejrcito, incluidos los cumanos,
inici el ataque. Uno de los principales jefes escitas, previendo lo
que iba a suceder, se procur la salvacin y, tomando a unos pocos
consigo, se pas a los cumanos por ser gente que hablaban la misma
lengua. Aunque los cumanos luchasen con valor contra los escitas,
sin embargo aquel jefe tena ms confianza en estos que en los romanos y se haba pasado a su bando para emplearlos como mediadores
ante el soberano. A la vista de este hecho, el soberano temi que
otros escitas vinieran a unirse a los cumanos y los convenciesen de
que atendieran solo a sus intereses personales y volvieran contra la
falange romana a la vez sus riendas y sus intenciones. Haciendo gala
de su habilidad para comprender lo que era conveniente en los momentos crticos, orden inmediatamente al portaestandarte imperial
que llevara su ensea hasta el campamento de los cumanos y que se
quedara all.
7. Disuelta ya la cohesin militar de los escitas, cuando los dos
ejrcitos se acercaron uno al otro, pudo verse una matanza como
nunca nadie haba visto antes. Mientras los escitas eran terriblemente masacrados, abandonados ya por el favor divino, los masacradores
se agotaban con el enrgico y continuo manejo de sus espadas hasta
desfallecer y ceder en su empuje. El soberano, a su vez, cabalgando entre los enemigos, conmocionaba a todas las falanges con sus
embestidas contra quienes se le enfrentaban y con sus gritos, que
paralizaban de miedo incluso a los que estaban lejos.
8. Cuando not que el sol lanzaba sus rayos directamente sobre
su cabeza, porque acababa de llegar el medioda, tom la siguiente
medida. Hizo llamar a algunos hombres y los envi con la orden
de que unos campesinos llenasen pellejos de agua, los cargasen en
sus mulas y los llevaran al lugar de la batalla. Al verlos, incluso los
lugareos vecinos, que no haban sido llamados a colaborar, uno
con un nfora, otro con un pellejo, otro con cualquier vasija que
hallara, realizaron la misma labor a fin de refrescar con agua a los
soldados que los libraban de la terrible mano escita. Y ellos, tras beber un poco de agua, de nuevo se entregaban a la batalla. Pudo verse

320

entonces un raro espectculo, cmo todo un pueblo, si no infinito,


al menos superior a todo nmero, fue aniquilado en aquella jornada
sin perdonar ni a sus mujeres ni a sus nios. Era un martes, veinte y
nueve de abril16. A raz de aquella batalla, los bizantinos entonaban
una cancioncilla que deca: Por un nico da, los escitas no vieron
mayo.
9. Cuando el sol ya llegaba al ocaso y todos haban acabado
como vctimas de las espadas, incluidos tanto hijos como madres, y
muchos tambin haban sido tomados como cautivos, el soberano
orden que se tocara retirada y regres a su campamento. La persona
que reflexione sobre estos hechos podra percatarse de un prodigio,
cmo quienes antiguamente haban salido de Bizancio en contra de
los escitas despus de haber comprado cuerdas y correas para llevar atados a los cautivos escitas, les haba pasado todo lo contrario,
puesto que fueron precisamente ellos los capturados por los escitas
y los que fueron convertidos en prisioneros. Estos acontecimientos
pertenecen al momento en que se produjo contra los escitas la batalla de Dristra. En aquella ocasin, Dios humill el orgullo de los
romanos. Posteriormente, durante los instantes que acabo de relatar,
cuando reconocieron que estaban aterrados y que sin fuerzas que
oponer a tan enorme muchedumbre de enemigos haban perdido las
esperanzas de salvacin, Dios les regalo inopinadamente la victoria,
de modo que no ya aprisionaron, mataron y condujeron como cautivos a los escitas (con frecuencia suelen producirse sin esperarse hechos semejantes en batallas concretas), sino incluso liquidaron todo
un pueblo en solo un nico da.

VI. Exterminio de los escitas.


1. Cuando las tropas de cumanos y romanos se separaron unas de
otras y mientras el soberano iba a cenar a la hora en que se encienden las lmparas, se present con impertinencia el llamado Sinesio:
Qu ocurre? Qu son estas medidas? deca al soberano. Cada
16 29 de abril de 1091.

321

uno de nuestros soldados tiene a su cargo por encima de treinta y


muchos cautivos escitas. La masa de los cumanos est prxima a
nosotros. Si los soldados se durmieran, algo lgico, puesto que estn
exhaustos, y los escitas se desataran unos a otros, sacaran las espadas
y los mataran. Qu ocurrira despus? Vamos, ordenad que la mayora de ellos sean ejecutados al punto. El emperador lo mir irritado y le dijo: Aunque escitas, son por entero seres humanos. Aunque
enemigos, merecen nuestra compasin. Ni yo s qu ests pensando
al parlotear as. Dada su insistencia, lo despidi enfadado.
2. Orden entonces que se hiciera saber a todo el ejrcito que
deban tomar todas las armas de los escitas, depositarlas en un nico lugar y vigilar atentamente a los prisioneros. Tras impartir estas
rdenes, el emperador pas el resto de la noche en calma. Pero en
torno a la vigilia central de la noche, ya por una inspiracin divina,
ya por otro motivo que ignoro, como a una sola indicacin, los
soldados mataron a casi todos. Cuando amaneci, el emperador se
enter de este hecho y sospech enseguida de Sinesio. Lo hizo llamar inmediatamente y lo acus gravemente entre amenazas: Esto
es obra tuya. Aunque l juraba que no saba nada, orden que fuera
prendido y encadenado: Para que sepa dijo de qu modo ya solo
las cadenas son malas y en adelante no acte de esa manera con los
seres humanos. Y quiz lo hubiera castigado de no ser por los principales jefes, sus parientes y allegados, que intercedieron por l ante
el soberano y suplicaron unnimemente clemencia para Sinesio.
3. La mayora de los cumanos por temor a que el soberano intentase durante la noche alguna maniobra perjudicial contra ellos,
recogieron todo el botn y emprendieron de noche la marcha por el
camino que conduce al Danubio. En cuanto a l, cuando amaneci,
levant el campo de all, para huir del mal olor de los cadveres, y
march en direccin a un lugar denominado Bellos rboles, que
dista dieciocho estadios de Querenos17. En el momento de su partida le dio alcance Meliseno, que no haba conseguido presentarse
en el momento de la batalla porque estaba ocupado en enviar aquel
contingente de reclutas al soberano. Tras los naturales saludos y las
17 2,7 km.

322

felicitaciones, pasaron el resto del camino charlando sobre los acontecimientos relacionados con la derrota de los escitas.
4. Cuando a su llegada a Bellos rboles el soberano se enter
de la huida de los cumanos, mand cargar en mulas todo lo que les
corresponda en razn de lo pactado con ellos y se lo envi, ordenando a los encargados de llevar a cabo el envo que se apresuraran
a alcanzarlos, si podan, incluso al otro lado del Danubio. En efecto,
siempre le resultaba difcil no ya mentir, sino incluso aparentar la
mentira, mxime cuando sola hacer significativos alegatos a todos
contra la mentira. Esto es lo que pas con los que huyeron. En cuanto a los dems, tras acompaarlo durante el resto de la jornada, fueron obsequiados con generosos presentes. Sin embargo, consider
preciso no entregar en ese momento los sueldos convenidos, sino
dejar que digirieran con el sueo el vino que haban bebido para que
luego, con el dominio de su conciencia recobrado, pudieran apreciar
su generosidad. As pues, al da siguiente, hizo llamar a todos y no
solo les dio lo estipulado, sino mucho ms. Pero tom rehenes entre
ellos, ya que quera despedirlos en direccin a sus hogares y tema
que al dispersarse produjeran durante su retorno no pocos daos a
las aldeas que se hallaban en el camino. Como tambin le pidieron
una escolta para el viaje, les cedi a Yoanaces (hombre muy destacado por valenta y sensatez), a quien responsabiliz del cuidado de
todos y del buen comportamiento de los cumanos hasta que llegasen
a Zigo18.
5. En fin, todas esas gestas que el soberano llev a cabo fueron
posibles gracias a la divina providencia. Tras concluir definitivamente con los asuntos pendientes, volvi a Bizancio como triunfante
vencedor cuando corra el mes de mayo. Pongamos aqu el punto
final a los acontecimientos relacionados con los escitas, aunque he
dicho pocas cosas de las muchas que sucedieron, como si fuera solo
la punta de mi dedo la que tocase el mar Adritico. Porque respecto
a las brillantes victorias del soberano, las derrotas parciales de sus
enemigos, cada una de sus gestas, los sucesos ocurridos entre unas
y otras, su astucia y su capacidad de resolver mediante toda clase de
18 La cordillera de los montes Balcanes.

323

soluciones los momentos crticos, ni otro Demstenes o el coro al


completo de los oradores, ni toda la Academia y el Prtico, si se hubieran reunido en un mismo sitio y hubieran tratado de los hechos
de Alejo con plena justicia, hubieran tenido fuerzas para abarcarlas.

VII. Conjuras de Ariebes y Humbertpulo. Acusaciones contra


Juan, el hijo de Isaac Comneno.
1. Apenas haban pasado unos das desde la llegada del emperador a
palacio, cuando el armenio Ariebes y el celta Humbertpulo (hombres notables entre los de ilustre linaje y muy aguerridos) se conjuraron contra el soberano y fueron descubiertos en el momento en
que haban arrastrado a esa conspiracin a un grupo de personas
numeroso y de no despreciable linaje. Las pruebas estaban a la vista
y la verdad habl por s sola. Los conjurados fueron condenados y
sentenciados a la confiscacin de sus bienes y al exilio, si bien el soberano decidi concederles una suspensin total de las penas fijadas
por las leyes.
2. Cuando lleg a conocimiento del soberano el rumor de un
ataque de los cumanos, as como, por el otro frente, las intenciones
de Bodino y de los dlmatas de romper los tratados y avanzar contra
nuestro pas, sus reflexiones se dividieron, al no saber contra cul de
los enemigos dirigirse primero. Finalmente, consider preciso tomar
las armas en primer lugar contra los dlmatas y ocupar los valles que
se extienden entre nuestro pas y ellos para fortificarlos lo mejor
posible. En una asamblea general comunic sus planes y, como a
todos les pareci oportuno, sali de la capital para preservar nuestros
intereses en occidente.
3. Tras su rpida llegada a Filippolis recibi una carta del que
entonces ocupaba el cargo de arzobispo de Bulgaria, donde se aseguraba que Juan, el duque de Dirraquio hijo del sebastocrtor, tena
la secreta intencin de rebelarse. Estuvo lleno de desaliento durante
toda la noche y todo el da. Dilataba, de un lado, una investigacin
sobre dicho asunto por causa del padre; y, de otro lado, tema que el

324

contenido de la misiva no fuera falso. Como Juan era un muchacho


y saba perfectamente que los impulsos de semejantes personas son
ingobernables, tema que organizara alguna revuelta y provocase un
disgusto insoportable a ambos, a su padre y a su to. Por tanto, consider preciso apresurarse por cualquier medio a frustrar sus planes.
Pues sobre el afecto hacia l se podra hablar abundantemente.
4. Hizo llamar, por consiguiente, al que era entonces gran heteriarca19 Argiro Caratzs, de origen escita, muy prudente y preocupado tanto por su virtud, como por su lealtad, y le entreg dos cartas.
Una era para Juan, que deca as: Nos hemos enterado de la venida
de los brbaros a travs de los desfiladeros en contra de nosotros y
hemos salido de Constantinopla para reforzar las zonas limtrofes
del imperio de los romanos. Es preciso, en consecuencia, que t te
presentes para informarnos de tu gestin (pues tememos que Bolcano tenga intenciones hostiles hacia nosotros) as como que nos
pongas al corriente sobre la situacin en Dalmacia y sobre el mismo
Bolcano respecto a su observancia de los tratados de paz (a diario
me llegan noticias negativas sobre l), para que gracias a una informacin ms clara nos preparemos mejor contra sus maquinaciones.
Cuando te hayamos dado las recomendaciones pertinentes, te enviaremos de nuevo al Ilrico de modo que obtengamos la victoria con
el auxilio de Dios enfrentndonos al enemigo por ambos frentes.
5. Ese era el contenido de la carta destinada a Juan. La dirigida a
los notables de los habitantes de Dirraquio deca lo siguiente: Ya que
nos hemos vuelto a enterar de que Bolcano est urdiendo un plan
contra nosotros, hemos salido de Bizancio para reforzar los valles
que se extienden entre nuestro pas y el de los dlmatas y, al mismo
tiempo, para conocer con exactitud su situacin y la de los dlmatas.
Por ello, consideramos preciso llamar a vuestro duque y dilecto sobrino de Nuestra Majestad y os hemos enviado al que porta nuestra
carta para que lo sustituya en el cargo de duque. Admitidlo tambin
vosotros y obedecedlo en todo cuanto sea ordenado por l. Despus
de entregarle las cartas a Caratzs, le orden que cuando llegara,
19 Heteriarca era la denominacin que se le daba al comandante de la hetera,
tropas de origen extranjero al servicio del imperio. Ver tambin I V.2, nota 24.

325

entregase primero su carta a Juan y si acceda de buen grado que lo


enviara desde all sin problemas y que l se encargara de la defensa
del pas hasta que volviera; pero si ofreca resistencia y no obedeca,
que mandara buscar a los notables de Dirraquio y les leyera la otra
carta para que colaboraran con l en el objetivo de prender a Juan.

VIII. Alejo resuelve diplomticamente el problema planteado


por las acusaciones de sedicin contra su sobrino Juan.
1. Tan pronto como fue informado de esos rumores, el sebastocrtor
Isaac, que se hallaba en Constantinopla, sali diligentemente y en
dos noches con sus das lleg a Filippolis. Entr sin ruidos en la
tienda mientras dorma el emperador, se acost en la cama que haba
al lado de la de su hermano y emperador, y se puso a dormir con una
indicacin de su mano a los que vigilaban el sueo del soberano para
que mantuvieran silencio. Al despertarse el emperador y ver inesperadamente a su hermano, permaneci en silencio y orden a los que
all se encontraban que hicieran lo mismo. Cuando el sebastocrtor
vio que su hermano y emperador se haba despertado ya y este lo vio
a su vez, acercndose uno a otro se fundieron en un abrazo. Luego,
el emperador le pregunt qu deseaba y cul era el motivo de su presencia. l le dijo: T. Y el emperador repuso: Tan gran esfuerzo
has hecho por haberte precipitado en vano!
2. El sebastocrtor no replic por el momento lo ms mnimo,
porque estaba soando con la informacin que iba a llegar de Dirraquio mediante un mensajero que haba sido enviado por l. Efectivamente, tan pronto como se enter de los rumores que corran
sobre su hijo, le escribi una carta muy escueta donde le ordenaba
que acudiera inmediatamente a presencia del emperador, y le informaba que l mismo haba salido de Bizancio sobre la marcha y se
apresuraba en direccin a Filippolis con el propsito de rechazar las
acusaciones transmitidas al soberano contra l y mantener una conversacin razonable con su hermano y emperador mientras esperaba
su llegada junto a ellos. El sebastocrtor se retir de la presencia del

326

emperador y march a la tienda asignada a l. Pronto entr a la carrera el portador de la carta que haba sido enviada a Juan. Regresaba
de all con la noticia de su llegada.
3. Por tanto, libre entonces el sebastocrtor de las muchas sospechas y animado por pensamientos ms favorables, march agitado
a presencia del emperador, repleto de clera contra los que haban
vertido esas acusaciones sobre su hijo. Nada ms verlo el emperador,
reconoci el motivo de su presencia. No obstante, le pregunt cmo
estaba. l dijo: Mal por tu causa. Isaac, en efecto, no tena la ms
mnima capacidad de dominar las riendas de su rugiente clera y se
descontrolaba solo con or cualquier palabra. Y aadi a estos trminos alguno ms, diciendo: No estoy enojado tanto contra Vuestra
Majestad, cuanto contra ese y seal a Adriano porque va difundiendo falsedades. A estas palabras no replic aquel tierno y dulce
emperador ni con una slaba, pues saba cmo hacer cesar la ardiente
clera de su hermano. Una vez sentados ambos junto con el cesar
Nicforo y algunos de sus parientes y allegados, trataron solamente
entre ellos sobre las acusaciones contra Juan. Al ver el sebastocrtor
que Meliseno y su propio hermano Adriano atacaban con cierto disimulo a su hijo, sin poder contener otra vez su ira en ebullicin y
fijando una penetrante mirada en Adriano, lo amenaz con cortarle
la barba y ensearle a no intentar apartar al emperador de tales parientes con sus manifiestas mentiras.
4. En esto lleg Juan, se introdujo enseguida en la tienda imperial y escuch todo lo que se haba dicho en contra de l. No se le
abri, sin embargo, ninguna investigacin y fue dejado en libertad
tras estas palabras del emperador: Por el respeto que tengo hacia
tu padre y hermano mo, no consiento en or hablar en contra de
ti. No te preocupes y obra como siempre. Estas palabras fueron
pronunciadas dentro de la tienda imperial ante la nica presencia
de los parientes, sin nadie ajeno a la familia. As pues, cuando los
rumores, o tal vez los intentos de conjura, se remansaron por igual,
hizo llamar a su hermano, es decir, al sebastocrtor Isaac, y a su
hijo Juan y tras una extensa charla, le dijo al sebastocrtor: Vuelve
t en buena hora a la capital para comunicar a nuestra madre lo

327

relacionado con nosotros. En cuanto a este, dijo sealando a Juan


lo envi de nuevo a Dirraquio para que cumpla eficazmente con
las responsabilidades de su propio gobierno. Despus de esta separacin, al da siguiente el uno emprendi el camino a Bizancio y el
otro fue enviado a Dirraquio.

IX. El asunto de Teodoro Gabras.


1. No se detuvieron en este punto, sin embargo, los problemas que
afectaban al soberano. Cuando Teodoro Gabras resida en la capital,
como conoca su violento comportamiento y sus enrgicas reacciones, con el propsito de alejarlo de la ciudad, lo nombr duque de
Trapezunte20, ciudad que l haba reconquistado haca tiempo a los
turcos. Este hombre era oriundo de Caldea21 y de noble linaje. Tras
convertirse en un ilustre militar, haba destacado sobre todos los
dems por su inteligencia y valor, y porque no haba fracasado casi
nunca en sus misiones, antes al contrario, siempre haba vencido a
sus enemigos. As, tras la toma de Trapezunte, la administraba como
si fuera su propiedad particular y se haba hecho fuerte.
2. A Gregorio, su hijo, el sebastocrtor Isaac Comneno lo
prometi a una de sus hijas. Como ambos eran an impberes,
firmaron solo un acuerdo de matrimonio entre ellos. Luego, tras
poner a su hijo Gregorio en manos del sebastocrtor para que se
cumpliera el compromiso en la edad permitida por la ley22, se despidi del emperador y regres a su tierra. Cuando tras no mucho tiempo su cnyuge pag la deuda comn23, se volvi a casar
con otra muy noble mujer de origen alano. Pero coincidi que la
20 Trebisonda, hoy Trabzon, en la costa norte de Asia Menor, junto al Mar Negro.
21 Caldea era la denominacin en la antigedad de la zona media de Mesopotamia. Realmente, Teodoro Gabras parece haber sido originario de la regin de
Trebisonda.
22 Segn la legislacin sobre el matrimonio que data del ao 726, durante el reinado del emperador Len III, una pareja puede contraer matrimonio a partir de
los quince aos en el varn y de los trece en la hembra.
23 Muri.

328

esposa del sebastocrtor y la que despos Gabras eran hijas de dos


hermanas. Al hacerse esto pblico y como segn las leyes y los cnones la unin de los nios quedaba entonces vetada, se disolvi
aquel compromiso. Sin embargo, el emperador, sabiendo qu clase
de militar era Gabras y con cuntas actividades poda perturbar el
imperio, no deseaba que su hijo Gregorio volviera junto a l tras
la anulacin de aquel compromiso, y lo retena en la capital por
dos razones. De un lado para utilizarlo como rehn y de otro para
ganarse la lealtad de Gabras y as apartarlo de sus pretensiones en
el caso de que tuviera alguna prfida aspiracin. Quera, en suma,
unir a Gregorio con una de mis hermanas. Por eso retrasaba el
momento de devolver al nio.
3. Cuando Gabras retorn a la ciudad imperial, aunque no tena conocimiento de la trama del soberano, planeaba recuperar encubiertamente a su hijo. Por el momento, mantuvo en secreto su
propsito, a pesar de que el soberano le haca veladas insinuaciones
y sugerencias sobre sus intenciones. l, sin embargo, no s si por no
comprender nada, o por estar descorazonado ante la ruptura, recientemente acaecida, de aquella boda, el caso es que peda que le fuera
devuelto su hijo porque pensaba emprender el regreso. El soberano
se neg a esta peticin.
4. Gabras fingi dejarlo de buen grado y confiar a los criterios
del soberano el futuro de su hijo. Cuando, tras despedirse del emperador, estaba a punto de partir de Bizancio, el sebastocrtor recibi una visita suya motivada por el cercano parentesco y por la
confianza que se haba ganado gracias a esa causa. Lo recibi all
donde hay una iglesia dedicada al gran mrtir Focas, en una villa
muy hermosa situada en la Propntide. Tras celebrar un estupendo
festn y cuando el sebastocrtor se dispona a regresar a Bizancio,
l pidi que le fuera concedido disfrutar de la compaa de su hijo
durante el da siguiente. El sebastocrtor no puso reparo alguno.
El muchas veces mencionado Gabras, cuando al da siguiente iba a
separarse de su hijo, pidi a sus tutores que lo acompaaran hasta
Sostenio24, donde pensaba acampar. Ellos asintieron y partieron con
24 Al norte de Constantinopla, hoy stinye.

329

l. A continuacin, cuando iba a levantar de nuevo el campo, hizo


la misma peticin a los tutores. Esta vez su hijo deba acompaarlo
hasta el faro. Pero ellos se negaron. Entonces l puso sobre la mesa
sus sentimientos de padre y mezclando el argumento de su larga
ausencia con algunos otros, les abland el corazn a los tutores y,
convencidos por sus palabras, lo acompaaron. Por fin, cuando llegaron al faro demostr sus verdaderas intenciones y tras arrebatar
al nio y embarcarlo en una nave mercante, salieron l y su hijo al
encrespado Ponto.
5. Cuando el emperador se enter de este hecho, envi contra
l con mayor presteza de la esperada unas veloces naves, ordenndoles a los que partan en ellas que entregaran a Gabras una carta
dirigida a l y que procurasen recuperar al nio con su anuencia, a
no ser que quisiera tener al soberano como enemigo. Los emisarios
le dieron alcance pasada la ciudad de Egino, en la ciudad llamada por los lugareos Carambis25. Y, efectivamente, le entregaron
la carta del emperador en la que el soberano le revelaba su deseo
de comprometer al nio con una de mis hermanas y, tras deliberar
bastante tiempo con l sobre algunos puntos, lo convencieron de
que devolviera a su hijo.
6. Tras verlo el soberano y sancionar el compromiso por escrito
segn las leyes habituales, lo entreg a Miguel el eunuco, uno de
los servidores de la emperatriz, para que fuera su tutor. Luego, de
este modo, mientras resida en el palacio, lo honr con esplndidas
atenciones, le educ el carcter y lo instruy con una completa formacin militar. Pero, tal como es el carcter de los jvenes, se hallaba a disgusto porque no quera estar subordinado a nadie en absoluto y pensaba que no se le dispensaban los honores apropiados.
Al estar contrariado tambin con su tutor, plane escapar junto a
su padre, cuando hubiera sido ms honroso que agradeciera el habrsele dignado con tan grandes atenciones. No se limit solo a los
pensamientos su decisin, sino que puso manos a la obra. As pues,
acudi a presencia de algunos hombres a quienes les comunic sus
25 Egino est en Paflagonia. Carambis es un promontorio y tal vez, una ciudad de
Paflagonia al este de Amastris.

planes secretos. Estos eran Jorge, hijo de Decano, Eustacio Camitzes y Miguel el copero, cargo tambin llamado habitualmente pincerna por los cortesanos del palacio imperial. Eran estos
hombres muy valientes y estaban entre los ntimos del emperador.
Uno de ellos, Miguel fue a su presencia y le revel todo al soberano, quien sin crerselo por completo, negaba esas palabras. Ante
la insistencia de Gabras y sus prisas por partir, los partidarios del
soberano le dijeron: Si no nos garantizas tus planes mediante un
juramento, no secundaremos tus deseos. l estuvo de acuerdo en
prestar el juramento y ellos le indicaron el sitio donde se hallaba el
Santo Clavo1 con que aquellos criminales atravesaron el costado
de mi Salvador, para que lo tomara y la trajera como testigo de su
juramento por Aquel que fue herido con ella.
7. Gabras los obedeci y tras entrar a escondidas en el lugar
donde estaba, tom el Santo Clavo. Uno de los que previamente
haba advertido al emperador, entr a la carrera y le dijo: Tenemos a Gabras con el Santo Clavo escondido en su pecho. Enseguida, a una orden del soberano, Gabras fue apresado y el Clavo
arrebatado de su pecho. En el interrogatorio revel todo su plan a
la primera pregunta y delat a los cmplices. As pues, tras ser condenado, lo puso bajo la custodia del duque de Filippolis2, Jorge
Mesopotamites, para que lo mantuviera recluido y encadenado en
1 Hay un debate sobre aquello a lo que se refiere Ana Comnena con las palabras
. Literalmente, significa el santo clavo, pero lo que atraves el
costado de Cristo fue una lanza. Ahora bien, lanza en griego es . Hay
quien sugiere que Ana Comnena est aqu empleando clavo en sentido metafrico por cuanto es puntiagudo y se clava como una lanza. Haba varios clavos de
la lanza de Cristo en las iglesias de Constantinopla, uno de ellos en la iglesia de
la Virgen del Faro. En todo caso, el trmino clavo en griego es inequvoco. Sin
embargo, en XI VI.7 vuelve a aparecer la expresin. Esta vez, las fuentes latinas
hablan expresamente de la Santa Lanza. Como era habitual en las reliquias, aparecan varios ejemplares de una misma en diferentes sitios. A pesar de que exista una
Santa Lanza en Constantinopla, los cruzados en el pasaje mencionado del libro XI
encuentran otra en Antioqua. Finalmente, los juramentos hechos sobre reliquias
eran considerados sagrados.
2 El castigo de Gregorio Gabras fue breve. Unos pocos aos ms tarde, fue desposado realmente con Mara, la hija del emperador, pero el matrimonio fue un
fracaso y se anul. A partir de ah, se pierde la pista del personaje.

331

la acrpolis. A Jorge, el hijo de Decano3, lo remiti junto con


una carta a Len Nicerites, quien era a la sazn duque del Paradunabo4, aparentemente para que defendiera con l la zona del
Danubio, aunque en realidad estaba all para que Nicerites pudiera
vigilarlo de cerca. Por ltimo, meti en prisin y confin a Eustacio, el hijo de Camitzes5, y a los dems.

3 Castigo que fue levantado, ya que en 1112 lo encontramos encargado por el


emperador Alejo en la represin del levantamiento de Miguel de Amastris, gobernador de Acruno, tal como cuenta Ana Comnena en XIV III.5
4 Paristrio.
5 La prisin de Eustacio Camitzes dur poco, ya que en 1094 reaparece en el snodo de Blaquernas de ese ao con un cargo importante. A partir de ah, participar
en diferentes campaas recogidas en La Alexada.

332

LIBRO IX

Campaas contra Tzacs y los dlmatas. Conjura de Nicforo Digenes (1092-1094)

1. Tzacs es expulsado de Mitilene.


1. As resuelto el asunto de Juan y Gregorio Gabras, el soberano
parti de Filippolis y lleg a los valles situados entre Dalmacia y
nuestros territorios. Atraves todo el alto del Zigo, as llamado en
el lugar, no a caballo (no siempre lo permita el sitio, ya que era
escarpado, con barrancos, boscoso y casi intransitable), sino recorrindolo todo a pie e inspeccionndolo con sus propios ojos, no
fuera que le quedase oculto ningn lugar desprotegido por donde
muchas veces el enemigo tiene fcil acceso. En unos sitios orden
que se levantaran fortificaciones; en otros, donde las condiciones
del terreno lo permitiesen, que se construyeran torres de madera
y bastiones, prescribiendo que fueran de ladrillo o piedra. l personalmente meda las distancias entre unos y otros y sus tamaos.
En alguna ocasin dispuso que rboles, cuya altura llegaba al cielo,
fueran talados de raz y dejados en tierra. Una vez hubo cercado as
los lugares de paso del enemigo, volvi a la capital.
2. Quiz nuestra narracin deje entrever al lector que la organizacin de esas actividades resultaba tarea fcil; sin embargo, an
vive mucha de la gente que presenci aquellos hechos y que puede
atestiguar cunto sudor le cost al soberano todo aquello. No haba
pasado mucho tiempo, cuando llegaron unas informaciones bastante exactas sobre las actividades de Tzacs. Ninguno de los reveses que
haba sufrido por mar y por tierra lo apartaban de sus proyectos; por

333

el contrario, empleaba los smbolos propios de los emperadores, llamndose a s mismo emperador, y durante su estancia en Esmirna,
como si estuviera en un palacio imperial, aparejaba una flota para
volver a saquear las islas, arribar hasta la misma Bizancio e incluso
subir, si le fuera posible, al trono imperial.
3. El soberano, conforme se iba cerciorando a diario de estos
movimientos, llegaba a la conclusin de que no deba desanimarse ni desor aquellos anuncios, sino prepararse durante lo que an
restaba de primavera y el siguiente invierno, para afrontar ventajosamente estos problemas en la prxima primavera y afanarse por
todos los medios en hacer fracasar no solo sus proyectos, decisiones,
expectativas y empresas, sino incluso expulsarlo de la propia Esmirna, as como defender de su mano todo cuanto l haba posedo
anteriormente. Una vez pasado el invierno, al hacer su aparicin la
risuea primavera, mand llamar de Epidamno a su cuado Juan
Ducas y lo nombr gran duque de la flota. Lo puso al frente de
un ejrcito reclutado en tierra firme, le orden que marchara en
direccin a Tzacs por tierra y que encargara la jefatura de la flota a
Constantino Dalaseno con la orden de bordear la zona costera para
llegar simultneamente a Mitilene y as presentar batalla a Tzacs
por ambos frentes, mar y tierra.
4. Tan pronto como Ducas lleg a Mitilene, construy torres de
madera y partiendo desde all, como si fuera su base de operaciones,
se enfrent vigorosamente a los brbaros. Tzacs, que haba encomendado el defensa de Mitilene a su hermano Galabatzes, consciente de que este en la batalla no estaba a la altura de un hombre de tal
vala, lleg all a toda velocidad, dispuso la formacin de combate y
libr batalla con Ducas. La noche dio por terminado el duro enfrentamiento que se produjo. Desde ese instante y durante tres meses,
Ducas no dej de atacar las murallas de Mitilene y de librar con
Tzacs heroicos combates desde la salida del sol hasta la puesta.
5. Pero Ducas nada obtena ms que grandes fatigas, lo que
al soberano, al entrarse, le provocaba enfado y irritacin. En una
ocasin, tras preguntar a un soldado procedente de all, se percat de que Ducas no consegua ms que complicarse en batallas y

334

combates. Entonces, le pregunt al soldado en qu momento y a


qu hora se libraban las batallas con Tzacs. Cuando l dijo que
sobre el alba, el emperador inquiri a su vez: Y qu combatientes
miran a levante? El soldado respondi: Nuestro ejrcito. Consciente de la causa entonces, tal como era soberano para dar con lo
que debe hacerse en un tiempo imperceptible, redact una carta
para Ducas donde le aconsejaba que evitara combatir con Tzacs al
amanecer, a fin de que no luchara contra dos enemigos, los rayos del
sol y el propio Tzacs. Asimismo, le dijo que aprovechara para atacar
al enemigo el momento en que el sol hubiera rebasado el crculo
del medioda y fuera declinando hacia el ocaso. Tras confiar la carta
al soldado y darle abundantes recomendaciones sobre el particular,
le dijo finalmente en tono sentencioso: Si atacis a los enemigos
cuando el sol se esconde, saldris pronto vencedores.
6. Cuando Ducas tuvo conocimiento de estas instrucciones a
travs del soldado y como nunca despreci los consejos del soberano
en ningn asunto, al da siguiente, cuando los brbaros estuvieron
armados como de costumbre, no compareci ningn enemigo (las
falanges romanas permanecan inmviles de acuerdo con las recomendaciones del soberano). Desesperados por la ausencia de su enemigo aquel da, dejaron las armas y se quedaron en el mismo sitio.
Sin embargo, Ducas no permaneca inmvil. Cuando el sol lleg a la
mitad del cielo, l y todo su ejrcito estaban ya en armas. En el momento del declive solar, dispuso la formacin de combate y se lanz
sbitamente contra los brbaros en medio de una enorme algaraba.
Sin embargo, tampoco pareci que a Tzacs le cogiera desprevenido
este ataque y tras armarse sin tardanza, hizo frente a las falanges
romanas. Entre el fuerte viento que soplaba y el combate cuerpo
a cuerpo, el polvo se levantaba hasta alcanzar el cielo. De un lado,
por tener el sol brillando de frente y de otro porque el viento impeda una cierta visibilidad con la polvareda que levantaba, as como
gracias a un ataque ms impetuoso que los anteriores, los enemigos
fueron derrotados y volvieron la espalda.
7. Ante la imposibilidad de soportar el asedio durante ms
tiempo y su incapacidad para afrontar continuamente las batallas,

335

Tzacs pidi la paz con una sola condicin, que le fuera permitido
navegar sin contratiempos hasta Esmirna. Accedi Ducas y tom
dos rehenes entre los principales strapas. El brbaro, a su vez,
tambin pidi a Ducas rehenes con el compromiso de no causar
dao a ningn mitilenio en su partida, ni llevarse a nadie consigo
en la travesa a Esmirna. Ducas se comprometi a procurarle una
navegacin sin problemas hasta Esmirna para lo que le cedi a
Alejandro Euforbeno y a Manuel Butumites, hombres aguerridos
y valientes. Con sus palabras de honor mutuamente comprometidas, uno tena la tranquilidad de que Tzacs no hara ningn dao
a los mitilenios durante su partida y el otro que la flota romana no
le provocara ningn conflicto durante su travesa.
8. Pero como el cangrejo no aprende a andar hacia adelante,
as tampoco Tzacs abandon su habitual perversidad. En efecto,
intent llevarse consigo a todos los mitilenios, mujeres y nios
incluidos. Mientras esto suceda, Constantino Dalaseno, que era
entonces talasocrtor6 y que an no haba arribado, de acuerdo
con las rdenes impartidas por Ducas fonde las naves junto a un
promontorio y, cuando se enter de las noticias, acudi a presencia de Ducas para pedirle que le permitiera librar combate con
Tzacs. Este se lo neg eventualmente por respeto al juramento
dado. Dalaseno, por su parte, insista, alegando lo siguiente: T
has jurado, pero yo no estaba presente. Respeta t la palabra
que diste, porque yo, que no estuve presente y que ni he jurado,
ni conozco el acuerdo al que llegasteis ambos, me aprestar a
la guerra contra Tzacs. Cuando Tzacs hubo soltado amarras y
emprenda la navegacin con su botn rumbo a Esmirna, Dalaseno
le dio alcance antes de lo previsto y tras atacarlo inmediatamente,
emprendi su persecucin. Tambin Ducas dio alcance al resto de
la flota de Tzacs, que estaba soltando amarras, y una vez en poder
de las naves, liber a todos los prisioneros del brbaro y a los cautivos encadenados en ellas. Dalaseno, a su vez, tras apoderarse de
un buen nmero de naves corsarias de Tzacs, orden matar a sus
tripulantes y remeros.
6 Otra denominacin para el almirante de la flota.

336

9. Pronto hubiera sido capturado tambin Tzacs, si no hubiera


actuado con astucia y, previendo lo que iba a ocurrir, no hubiera
trasbordado a una barca muy ligera y se hubiera puesto a salvo en
ella, pasando inadvertido gracias a tan insospechado recurso. Efectivamente, como supona lo que podra suceder, haba tomado la precaucin de dejar a algunos turcos apostados en un cabo de la costa
para que vigilasen hasta que llegase sin peligro a Esmirna o hasta que
apareciera ante ellos en una barca buscando refugio para escapar del
enemigo. Ciertamente, no se equivoc con sus previsiones. Una vez
hubo atracado all y se hubo unido a los turcos que lo aguardaban, se
encamin a Esmirna, adonde lleg. Dalaseno retorn vencedor junto al gran duque. Y Ducas, cuando termin de reforzar las defensas
de Mitilene y Dalaseno se hubo marchado, seleccion una parte significativa de la escuadra romana y la despach contra las posesiones
de Tzacs (haba logrado ocupar, efectivamente, numerosas islas).
Tras aduearse al primer ataque de Samos y de algunas otras islas,
regres a la capital.

II. Rebeliones en Creta y Chipre.


1. No haban transcurrido muchos das, cuando se enter el soberano de la defeccin de Carices7 y de que se haba hecho con Creta; y
luego, Rapsomates8, con Chipre. Envi a Juan Ducas con una gran
flota en contra de ellos. Los cretenses, al enterarse de que Ducas haba llegado a Crpato y sabiendo que esta isla no estaba lejos, atacaron a Carices y tras ultimarlo de una forma cruel, entregaron Creta
al gran duque. Una vez hubo reforzado las defensas de la isla y tras
dejar una importante guarnicin para este fin, Ducas emprendi la
navegacin rumbo a Chipre. Nada ms desembarcar ocup Cirene
al primer ataque. Cuando Rapsomates se enter de este hecho, se
arm fuertemente contra l. Consecuentemente, parti de Leucusia9
7 Duque (gobernador) de Creta.
8 Duque (gobernador) de Chipre.
9 Nicosia, actualmente.

337

y lleg al cerro de Cirene, donde fij su campamento. Prefiri retrasar por el momento la hora de entrar en combate a causa de su
bisoez y su ignorancia en materia de estrategia. En efecto, hubiera
debido caer sobre ellos inopinadamente. Sin embargo, dilataba el
momento de la batalla, no con vistas a organizar el enfrentamiento
porque realmente no estuviera listo (contaba con estupendos preparativos y, si hubiera querido, hubiera podido entrar en combate enseguida), sino porque no quera librar batalla y porque se planteaba
la guerra como un juego infantil. Mientras, recurra cobardemente
a embajadores y haca como que intentaba atraerse al adversario con
palabras aduladoras.
2. Creo que no era sino la inexperiencia sobre las guerras la razn de su comportamiento, porque, como yo misma o decir acerca
de l, haba tocado por primera vez una lanza y una espada el da anterior, y ni siquiera saba montar a caballo. En el caso de que casualmente hubiera montado en uno y luego hubiera querido desmontar,
habra sufrido miedo y vrtigo. Tan inexperto era Rapsomates en
cuanto a experiencia militar. As pues, ya fuera por dicha causa, ya
fuera porque el repentino ataque de las tropas romanas haba consternado su pretendida valenta, el caso es que su mente se hallaba
desconcertada. De ah que, al haber marchado al combate con una
cierta desesperanza, los acontecimientos no se desenvolvieran a su
favor. Butumites, en efecto, se haba ganado a algunos de sus seguidores, que tras desertar ingresaron en su ejrcito. Al da siguiente,
cuando Rapsomates tuvo emplazadas sus falanges, present batalla
a Ducas, marchando a paso lento pendiente abajo por el cerro. Tan
pronto como el espacio de tierra entre ambos se estrech, una parte
de los hombres de Rapsomates, en nmero de cien, desert al bando
de Ducas y a rienda suelta, con las puntas de las lanzas vueltas hacia
atrs, avanzaron hacia l.
3. A la vista de estos hechos, Rapsomates volvi enseguida la
espalda y escap a toda velocidad en direccin a Nemeso10, por si
lograba encontrar una nave con la que abordar Siria y ponerse a
salvo. Pero Manuel Butumites se lanz en su persecucin tras l.
10 Hoy, Limassol, en la costa sur de Chipre.

338

Apurado por este y fracasado su empeo, huy por otro camino en


direccin a un monte, buscando refugio en un santuario consagrado desde antiguo a la Santa Cruz. Butumites (a quien Ducas haba
encomendado esta persecucin) le dio all mismo alcance, le di
su palabra de inmunidad y lo condujo preso al gran duque. Todos
llegaron, entonces, a Leucusia y, una vez puesta la isla entera bajo
su autoridad, reforzaron el lugar y dieron a conocer por carta estos
hechos al soberano.
4. El emperador aprob el combate de aquellos y reconoci que
se deba reforzar la presencia en Chipre. En consecuencia, eligi
como juez e inspector fiscal11 a Calipario, varn este que, aunque no
de los insignes, daba muchos testimonios de ecuanimidad, insobornabilidad y humildad12. Puesto que la isla careca de un cargo que la
gobernase, le ofreci su gobierno a Eumacio Filocales y lo nombr
estratopedarca, mientras le ceda naves de guerra y caballera para
que reforzara la situacin en Chipre por mar y tierra. Butumites, por
otro lado, cuando hubo capturado a Rapsomates y a los inmortales
que se haban rebelado con l, regres junto a Ducas y as marcharon
juntos hacia la capital.

III. Final de Tzacs.


1. En suma, as se desarrollaron los acontecimientos relativos a las islas, es decir, Chipre y Creta. Tzacs, por su parte, que era un hombre
arrojado, no quera quedarse quieto por lo enrgico de su temperamento y march a Esmirna, adonde no tard en llegar. De nuevo,
perseverando en sus propsitos, aparej concienzudamente naves
corsarias, dromones, birremes, trirremes y otros muchos barcos
11 Ana Comnena emplea aqu el trmino exisots [], cuya traduccin
literal al espaol sera igualador. Se trata de un cuerpo de funcionarios imperiales
que tenan como tarea inspeccionar el funcionamiento de la administracin.
12 La funcin de Calipario, como exisots era distribuir de forma justa el pago de
impuestos, ya que las revueltas en Creta y Chipre fueron debidas a la poltica fiscal
del imperio en ambas islas. La decisin de Alejo de poner al frente de esa tarea a
una persona ntegra tiene por objeto eliminar posibles agravios en el futuro.

339

ms ligeros. Tampoco esta vez, cuando se enter de estas noticias,


se deprimi el soberano ni retras su reaccin; antes al contrario, se
apresur a derrotarlo por mar y por tierra. En consecuencia, nombr a Constantino Dalaseno talasocrtor y lo despach con toda la
escuadra contra Tzacs.
2. Crey tambin conveniente instigar al sultn contra Tzacs
mediante cartas que decan lo siguiente: Sabes, ilustrsimo sultn
Clitziastln, que la dignidad de sultn te pertenece por herencia paterna. Sin embargo, Tzacs, tu pariente, emplea la vulgar excusa de
que se est armando aparentemente contra el imperio de los romanos y se aplica a s mismo el ttulo de emperador. Pero bien sabe l,
gracias a su experiencia y a su exacto conocimiento de la realidad,
que nada se le ha perdido en el imperio de los romanos y que es
imposible apoderarse de tan amplios dominios. Toda su perfidia,
pues, la est dirigiendo en contra de ti. Por tanto, es nuestro deber
dejar de tolerar esta actitud y, evidentemente, no desanimarnos, sino
darnos ms prisa para que no llegues a verte privado de tu trono. Por
lo que a m respecta, pienso expulsarlo, con el auxilio de Dios, de las
fronteras del imperio de los romanos. Pero desde mis desvelos por
tu persona te exhorto a que mires tambin t por tu imperio y tu
trono y a que te apresures para someter a Tzacs, ya sea por medios
pacficos o, si no te agradan estos, por medios violentos.
3. Despus de que el emperador hubiera adoptado esas medidas,
Tzacs lleg a Abido por tierra con las fuerzas a su mando y la asedi
con helpolis y todo tipo de catapultas, pues no tena an a mano
naves corsarias por no estar todava listas. Por su parte, Dalaseno,
hombre muy aguerrido y resuelto, emprenda con las fuerzas a su
mando el camino hacia Abido. En cuanto al sultn Clitziastln, al
recibir las noticias del emperador, se puso en movimiento inmediatamente y tom la ruta que conduca hasta Tzacs con todo su
ejrcito. De semejante ndole es el carcter del brbaro, siempre dispuesto a guerras y matanzas.
4. Cuando Tzacs vio que el sultn estaba al llegar y que sus
enemigos lo iban a atacar por tierra y mar sin que l dispusiera an
ni de uno de los barcos que estaba preparando porque no haban

340

sido terminados, ni de suficientes fuerzas contra la flota romana y


el ejrcito de su pariente, el sultn Clitziastian, se sinti incapaz de
hacer frente a esta situacin. Por el temor que lleg a sentir incluso
ante los habitantes y soldados de Abido, pens que deba acudir a
presencia del sultn, sin conocer la maquinacin preparada contra l
por el soberano. El sultn, cuando lo vio, le mostr un rostro amable
y lo recibi afectuosamente. Luego, ante una mesa dispuesta como
es costumbre y durante la cena en su compaa oblig a Tzacs a
beber vino puro. Cuando se percat de que l estaba repleto de vino,
sac la espada y la clav en su costado. Y este qued muerto all
mismo. El sultn, por su parte, pidi una paz duradera al soberano
mediante embajadores y, efectivamente, no err en su objetivo. El
soberano acept la peticin y, concluidos los trmites habituales, las
provincias costeras quedaron estabilizadas.

IV. Incursiones de Bolcano al frente de los dlmatas.


1. No se haba an liberado el soberano de estos graves problemas ni
haba acabado con las perniciosas actividades de Tzacs (aunque l
no hubiera estado presente en algunos de estos acontecimientos, s
lo haba estado y haba colaborado con sus disposiciones y su dedicacin), cuando otra vez corra a una nueva contienda. Bolcano (el
caudillo que gobernaba toda Dalmacia, hombre hbil en sus palabras y hbil en sus obras) haba rebasado sus fronteras tras la segunda
rotacin completa del sol desde la destruccin de los escitas y devastaba las regiones y ciudades fronterizas. Incluso lleg a apoderarse de
Lipenio13, a la que prendi fuego e incendi.
2. Cuando el emperador se enter de la noticia, no pudo tolerar ms esta situacin y despus de congregar suficientes fuerzas
contra los serbios, emprendi camino directamente hacia Lipenio
(una ciudadela a los pies del Zigo14, que separa Dalmacia de nuestro
13 Hoy Lipljan, en Macedonia, entre Pristina y Skopje, junto al ro Vardar.
14 Esta cadena montaosa es diferente de la mencionada en VIII VI.4. All hace
referencia a la cordillera de los Balcanes; aqu, es un macizo montaoso en Mace-

341

pas) para enfrentarse a Bolcano, librar una violenta batalla con l, si


se lo encontraba y, en el caso de que Dios le concediera la victoria,
reconstruir y devolver su aspecto primitivo a Lipenio y todos los
dems lugares saqueados.
3. Cuando Bolcano se enter de la llegada del soberano, parti
del lugar donde estaba y lleg a Esfentzanio, una ciudadela que se
halla en la cima del citado Zigo, en el espacio de tierra situado entre
la frontera romana y Dalmacia. Cuando el soberano hubo llegado
a Escopia, Bolcano envi embajadores para pedir la paz, mientras
se exima de la responsabilidad por los daos causados, poniendo
como nico motivo de sus saqueos la actuacin de los strapas de los
romanos. Y deca: Por no querer permanecer dentro de sus propias
fronteras y haber realizado diversas incursiones, ellos han atrado no
pocas desgracias a Serbia. En cuanto a m, en adelante me abstendr
de hacer nada parecido a lo que he hecho y cuando est de vuelta
en mi tierra, mandar a Vuestra Majestad rehenes escogidos entre
mis parientes y no traspasar mis fronteras. El emperador accedi a
estas condiciones y, despus de dejar all a los encargados de erigir las
ciudades que haban sido reducidas a ruinas y recibir a los rehenes,
volvi a la capital.
4. A pesar de las reclamaciones que se le hacan a Bolcano acerca
de los rehenes, l no los entregaba y dejaba pasar un da tras otro.
Cuando an no haba transcurrido un ao entero, sali con intencin de volver a devastar los territorios romanos. Por ms cartas que
recibiera del soberano en las que le recordaba el tratado y las promesas anteriormente contradas con l, ni aun as quera cumplir sus
compromisos. En consecuencia, el emperador mand buscar a Juan,
el hijo del sebastocrtor, su hermano, y lo envi contra l a la cabeza
de suficientes tropas. l, como bisoo que era y deseoso de entrar
en batalla a causa de su juventud, parti, atraves el ro que pasa por
Lipenio y estableci su campamento frente a Esfentzanio, a los pies
del Zigo. No le pasaron inadvertidos a Bolcano estos movimientos,
donia occidental. La palabra zign [], significa yugo en griego. Quiz su
forma inspire la denominacin de cualquier cadena montaosa por la semejanza
en el perfil.

342

por lo que volvi a pedir la paz, adjuntando la promesa de ceder los


rehenes prometidos y conservar en adelante ntegra la paz con los
romanos. Pero esto solo eran simples promesas, porque l se estaba
preparando para atacarlo de improviso.
5. Cuando Bolcano se puso en camino contra Juan, un monje,
que se haba percatado previamente de lo que estaba tramando, se
lo comunic a Juan, mientras le aseguraba que el enemigo estaba
al llegar. Pero l lo despidi encolerizado, llamndolo mentiroso
y bribn. La realidad, sin embargo, pronto confirm sus palabras.
Efectivamente, Bolcano cay de noche sobre Juan. Muchos soldados
fueron muertos en el interior de sus tiendas y otros muchos se ahogaron durante su huida a la desbandada, arrastrados por los remolinos del ro que va corriente abajo. Los que tenan mayor presencia
de nimo, buscaron la tienda de Juan y gracias a que combatieron
con resolucin sobre el terreno, pudieron preservarla a duras penas.
As, por tanto, se dispers la mayor parte del ejrcito romano. Tras
reagrupar a los suyos, Bolcano ascendi Zigo arriba y se estableci
en Esfentzanio.
6. A la vista del nmero de enemigos, los hombres de Juan,
como eran pocos y no podan hacer frente a tanta gente, decidieron
cruzar el ro en retirada. Tras pasarlo, llegaron a Lipenio, que dista
unos doce estadios15 de ah. Habida cuenta de la imposibilidad de
ofrecer resistencia por haber perdido la mayora del ejrcito, Juan
emprendi camino hacia la capital. A continuacin Bolcano, confiado en la idea de que ningn adversario lo detendra, se dedic a
devastar las ciudades y regiones limtrofes. Dej en ruinas la regin
de Escopia y quem otras partes. Y no solo no se limit a esto, sino
que, tras llegar tambin a Polobos, ocup Branea16 y devast toda
esa regin. Seguidamente, se retir en direccin a sus tierras con un
abundante botn.

15 Unos 1,8 kilmetros.


16 Hoy Vranje, en Macedonia, en el curso superior del ro Morava.

343

V. Nicforo Digenes17 conspira contra el emperador.


1. Tan pronto como el emperador se enter de estos hechos, no
pudo ya consentirlos y se arm sin que le hiciera falta para ello ningn flautista Timoteo, como s lo necesitaba Alejandro, que sola
esperar el modo ortio18. As pues, una vez armado el soberano, arm
al resto de los hombres que a la sazn haba en la capital, se puso en
camino directamente hacia Dalmacia para reconstruir a toda prisa
aquellas fortalezas que haban quedado en ruinas, devolverles su aspecto primitivo y vengar con toda dureza las fechoras que el otro
haba cometido contra l. Parti, pues, de la capital, lleg a Dafnucio (una vieja ciudad que distaba cuarenta estadios19 de Constantinopla) y se qued all mismo, mientras aguardaba a los parientes que
an estaban por venir20.
2. Al da siguiente lleg Nicforo Digenes lleno de clera y
arrojo, con su acostumbrada mscara y cubierto con su piel de zorro.
Fingiendo un alegre porte, deca acudir por propia iniciativa junto al
emperador. Sin embargo, no fij su tienda con una distancia apropiada respecto a la del emperador, sino junto al paso que conduca
a l. Cuando Manuel Filocales vio dnde la haba colocado, qued
como sacudido por un rayo y, puesto que tampoco desconoca las
maquinaciones de Digenes, se estremeci. En cuanto logr recobrar
la serenidad, se present enseguida ante el emperador y le dijo: No
creo que haga eso inocentemente; antes al contrario, me persigue el
temor a que de alguna manera atente por la noche contra Vuestra
Majestad. Por tanto, voy a decirle unas palabras para que traslade su
tienda de ah. Pero l, de acuerdo con su temperamento siempre
ecunime, neg en redondo la autorizacin a Filocales. Como este
insista con fuerza, acab por decirle: No le facilitemos ese pretexto.
Que sea l solo el responsable de sus actos contra nosotros ante Dios
17 Uno de los hijos de Romano IV Digenes.
18 Este pasaje ya ha sido empleado por Ana Comnena en el Proemio, IV.1, nota
10.
19 6 kilmetros.
20 Febrero de 1094.

344

y ante los hombres. Filocales, sali apesadumbrado, retorciendo sus


manos y llamando loco al soberano.
3. No mucho tiempo despus y cuando el emperador dorma
despreocupadamente en unin de la emperatriz, alrededor de la vigilia central de la noche, Digenes se levant con una espada bajo la
axila y se detuvo una vez llegado al umbral de su tienda. Durante el
sueo del emperador, la entrada de su tienda no se cerraba ni velaba
fuera la guardia. As se hallaba el emperador, cuando Nicforo se vio
impedido de llevar a cabo su plan por una fuerza divina, pues al ver a
la muchacha que ventilaba el ambiente y espantaba a los mosquitos
de la piel de la pareja imperial, el temor se apoder de sus miembros
instantneamente, la palidez, como dice el poeta21, le inund las
mejillas y dej su crimen pendiente para ms adelante.
4. Mientras este haca continuos intentos por matar sin justificacin al emperador, ninguna de sus pretensiones contra l le pasaban
inadvertidas. Efectivamente, la muchacha se haba acercado rpidamente al soberano y le haba comunicado el hecho. Al da siguiente,
parti y sigui su ruta, fingiendo ignorarlo, aunque organizaba su
vida de modo tal que estuviera protegido y al mismo tiempo no diera
a Nicforo ningn pretexto razonable. Cuando llegaron a la regin
de Serras, ante el inters mostrado por el porfirogneto Constantino
Ducas, que acompaaba al soberano, para que se detuvieran en sus
propiedades por lo agradables que eran y por estar atravesadas de
frescas y potables aguas, como dispona su residencia (Pentegostis se
llamaba) de suficientes estancias para la acogida del emperador, cedi a sus deseos e hizo all una parada. Cuando al da siguiente quiso
partir, el porfirogneto no consinti dejarlo marchar, pidindole que
se quedara an un poco ms para reponerse del viaje y limpiarse el
polvo del camino con un bao. Tena preparado, efectivamente, en
su honor lo preciso para un opparo banquete. l volvi a ceder a los
deseos del porfirogneto.
5. Cuando se enter Nicforo Digenes de que l se haba lavado y salido del bao, volviendo a su aficin por usurpar, prob
si poda asesinarlo con sus propias manos. Tom, pues, la espada y
21 Il., III 34-35.

345

entr en la cmara del bao como si volviera de una cacera, segn


era su costumbre. Al verlo, Taticio, que conoca de tiempo atrs sus
intenciones, le impidi el paso, dicindole: Por qu entras con una
indumentaria tan poco apropiada a este lugar y con una espada? Es
el momento de baarse, no de salir en ruta, cazar o combatir. l
retrocedi habiendo errado en su objetivo. Como sospechaba que
ya haba sido descubierto (tremenda acusadora es la conciencia) decidi buscar su salvacin en la huida, marchando hasta las tierras de
la emperatriz Mara en Cristpolis22 o hasta Pernico o Petritzo23 y
desde all reorganizar sus planes de acuerdo con los acontecimientos
ocurridos. Pues haca tiempo que era un protegido de la emperatriz
Mara porque era hermano por parte de madre de su primer esposo,
el emperador Miguel Ducas, si bien eran de distinto padre.
6. El emperador parti de Pentegostis al tercer da. Haba dejado
a Constantino all para que descansara, ya que tema por la delicada
constitucin del joven y porque aquella haba sido su primera salida
en campaa y no estaba acostumbrado a ellas. Era el hijo nico de su
madre y el soberano, que lo quera extraordinariamente como a un
hijo propio y que mostraba por el joven un vivo inters, le conceda
siempre permiso para pasar el tiempo con su madre la emperatriz.

VI. Excurso sobre los antecedentes vitales de Nicforo Digenes.


Avance de su conjura.
1. Pero, para que nuestra historia no avance confusa, contaremos
la trayectoria vital de Nicforo Digenes desde su mismo origen.
Diversos historiadores ya se han ocupado del modo en que su padre Romano fue elevado al trono imperial y del final que tuvo su
reinado, y en ellos los interesados podrn conocer su historia. Haba fallecido dejando como hijos a Len y Nicforo. El soberano
Alejo desde los inicios de su proclamacin se los encontr viviendo
22 Kavala, en la Macedonia oriental.
23 Pernico estaba situada al suroeste de Sofa y Petritzo, en Tracia, al sur de Filippolis.

346

como simples particulares, aun cuando eran de linaje imperial. Su


hermano Miguel, tan pronto como haba subido al trono, les haba
quitado sus borcegues de color prpura, despojado de sus coronas
y condenado al exilio en el monasterio de Ciperudes24 junto con su
madre, la emperatriz Eudocia. El emperador los cubri de honores,
en parte porque los compadeca a causa de los sufrimientos que haban pasado, en parte porque vea que los jvenes destacaban del
resto de la gente por su lozana y vigor fsico, con el bozo reciente en
su cara, de elevada estatura y proporcionados como un canon. Por
aquel entonces estaban saliendo de la flor de la infancia y daban clara muestra, a quienes no cegaba la pasin, de un valor y una nobleza
semejantes a las de los cachorros de len.
2. Es ms, los quera como a sus propios hijos porque, de acuerdo con su carcter, no se quedaba en la superficie de las cosas, ni cerraba los ojos ante la verdad, ni era vctima de pasiones censurables,
sino que sopesaba los hechos en la balanza equilibrada de su conciencia y se daba cuenta de la categora desde la que haban cado.
Qu palabras no dira en favor suyo, qu acciones no emprendera
en su beneficio, qu atenciones no les dispensara? Y todo ello a
pesar de los continuos dardos con que los acosaba la envidia. Por
ms que mucha gente intentara ponerlo a mal con ellos, el soberano
en persona les prestaba toda su asistencia, los miraba siempre con
amabilidad como si estuviera orgulloso de ellos, y les daba continuamente los consejos adecuados.
3. Otro quizs los hubiera considerado como sospechosos y se
hubiera empeado desde el primer momento en alejarlos por toda
clase de medios. Pero este soberano no les prestaba la menor atencin a los cuentos que la gente difunda en contra de los jvenes,
porque los quera extraordinariamente. Incluso rodeaba a su madre
Eudocia de obsequios y no la privaba de los honores propios de las
emperatrices. Es ms, le concedi a Nicforo el gobierno de Creta
en calidad de propiedad privada.
4. Esta fue la actitud del soberano respecto a los jvenes. Por su
parte, uno de ellos, Len, que era honrado y franco, y que estimaba
24 En el Bsforo. El nombre correcto es Piperudes.

347

la benevolencia que el emperador les brindaba, apreciaba la suerte


que le haba tocado y estaba contento con su vida, igual que aquel
que dijo: Te ha tocado Esparta. Embellcela25. El otro, Nicforo,
que era irritable y colrico, no cesaba de conjurar en secreto contra
el soberano y de intentar subir al trono, aunque mantena ocultas
sus intenciones. Cuando comenz a poner en prctica sus planes,
contact con algunos abiertamente. La gente repar en ello y a travs de ella lleg la conjura a odos del emperador, quien reaccion de
una inslita manera. Los mandaba buscar en ocasiones adecuadas y,
sin revelarles lo que haba odo, les aconsejaba con nobleza y les ofreca sensatas recomendaciones. Cuanto ms evidente se iba haciendo
la conjura, tanto ms generosamente se comportaba con ellos en
su deseo de ganrselos con esta actitud. Pero el etope no puede
volverse blanco26. Nicforo segua siendo el mismo e iba haciendo
partcipes de su conspiracin a cuantos se acercaba, conquistando a
unos con promesas y a otros con juramentos27.
5. Las bases del ejrcito no le preocupaban tanto a Nicforo ya
que todos estaban a favor de l. Prest entonces mucha atencin a
los miembros ms importantes del generalato y del sector relevante
inscrito dentro del senado, y se los iba ganando. Era en cuanto al carcter ms incisivo que una espada de doble filo, pero nada constante, salvo en lo que respecta a su deseo de gobernar, donde se mostraba inquebrantable. Saba adular y ser sociable con la gente. Recubra
su humildad como con una piel de zorro, si bien en algn momento
mostraba el carcter enrgico de un len. Era robusto y se jactaba
de poder enfrentarse a los Gigantes. Tena la tez triguea, era ancho
de pecho y ms alto que cualquiera de sus coetneos. Si alguien lo
vea jugar al polo, cabalgar, disparar flechas o blandir la lanza y hacer
una carga, crea contemplar un espectculo irreal y se quedaba no ya
asombrado, sino estupefacto. Por eso se atraa tambin el favor de
ms gente. Tanto progresaba su empeo, que sedujo hasta a Miguel
25 Eurpides, Fragmentos, 722. Plutarco, Moralia, 472 E y 602 B.
26 Jeremas, XIII 23.
27 Esta conjura parece haber sido la ms grave del reinado de Alejo. Los conjurados con Nicforo Digenes pertenecan a las ms altas esferas del estado.

348

Taronites, el marido de una de las hermanas del soberano, a quien


este haba honrado con el ttulo de panhipersebasto.

VII. El emperador toma medidas contra Nicforo Digenes.


1. Pero retornemos al punto en el que hemos abandonado el curso normal de la historia y prosigamos ordenadamente con l. As
pues, el soberano, desde que se dio cuenta de las hostiles intenciones
de Digenes, evocaba en sus reflexiones cmo se haba comportado con ambos hermanos desde el principio de su ascenso al trono,
con cunta benevolencia y afecto los haba estado honrando durante
tantos aos sin que nada de ello hubiera hecho cambiar el carcter
de Nicforo, y caa en el desaliento. Le daba muchas vueltas a su
pensamiento al pasar revista a todo esto, cmo tras un primer fallo,
haba vuelto a reincidir y cmo Taticio haba frustrado su plan. Saba que con su espada afilada para asesinarlo se apresuraba a manchar sus manos de sangre inocente, y que ese hombre, que hasta
entonces estaba al acecho y procuraba perpetrar el crimen por la
noche, se obstinaba ahora en hacerlo abiertamente. No senta, sin
embargo, deseo alguno de vengarse de Digenes, por quien senta
un entraable afecto y a quien amaba extraordinariamente. En una
palabra, tras poner en orden los acontecimientos y reconocer hasta
qu punto haba avanzado el mal, sinti estremecerse su corazn,
pues saba que l estaba en peligro de muerte
2. Y sac una nica conclusin. Juzg necesario prender a Nicforo. Este, en sus prisas por huir, segn lo planeado, y con el deseo
de emprender por la noche el camino hacia Cristpolis, envi por la
tarde un emisario a Constantino Porfirogneto para pedirle que hiciera el favor de cederle el ms veloz caballo de los que el emperador
le haba regalado. Pero l se neg a hacerlo, alegando que no poda
deshacerse en el mismo da de un regalo tan importante procedente
del emperador.
3. Cuando por la maana el emperador continu el camino previsto, tambin lo segua Digenes, porque Dios, que deshace los

349

planes y frustra los propsitos de los pueblos, lo hizo fracasar con


la duda sobre su huida, que pospona hora tras hora. As son los
designios de Dios. Cuando hubo acampado en las cercanas de Serras, donde tambin estaba el emperador, volvan a sobrevenirle los
pensamientos de que ya estaba descubierto, as como sus temores
hacia el futuro. El emperador hizo llamar entonces aquella tarde a
su hermano, el gran domstico Adriano. Era el da en que se celebra
la memoria del gran mrtir Teodoro28. Volvi a darle cuenta de las
actividades de Digenes, que tampoco ignoraba desde haca tiempo,
es decir, que haba ido a buscarlo empuando una espada, que haba
sido expulsado ya en la puerta y que lo que desde tiempo atrs tena
decidido se empeaba en realizarlo apresuradamente si era posible.
Por tanto, el emperador mand al gran domstico que se le trajera
a Digenes a su tienda y que se le convenciera con amables palabras
y toda clase de promesas para que revelara sus proyectos. Si adems
de no ocultarle nada le detallaba tambin los nombres de todos sus
cmplices, se comprometa a ofrecerle la inmunidad y el ulterior
olvido de sus delitos.
4. Adriano cumpli la orden lleno de tristeza. Pero no logr
persuadir a Digenes para que revelara el menor detalle de proyectos
ni con amenazas, promesas o consejos. Qu pas entonces? El gran
domstico se lamentaba, apenado por el pensamiento de los males
a los que se precipitaba Digenes. Y es que Digenes lo tena como
cuado por el matrimonio con la ms pequea de sus hermanastras29. Precisamente por este motivo, no cesaba de suplicarle entre
lgrimas, pero no lo convenca de ninguna manera por ms que
insistiera evocando unos sucesos que tuvieron lugar tiempo atrs.
5. Efectivamente, en una ocasin, durante un partido de polo30
que se jugaba en el picadero del gran palacio y en el que intervena el
28 8 de febrero de 1094.
29 Se trata de Zoe, una de las hijas de Constantino X Ducas y de la emperatriz
Eudocia.
30 Parece ser que el polo es el deporte ecuestre ms viejo del mundo. Nace en torno al siglo VI a.C. en Persia, entre las tribus iranes, como medio de entrenamiento
para el combate de la caballera. Poco a poco, a lo largo de los siglos, se extendi
desde Bizancio hasta China.

350

soberano, un brbaro de doble origen armenio y turco con una daga


escondida entre sus vestiduras, cuando vio que el soberano se haba
apartado de los jugadores y haba aflojado las riendas para darle reposo a su extenuado caballo, se le aproxim y cay de rodillas, fingiendo hacer una peticin. El emperador par enseguida su caballo
y, tras volverse a l, le pregunt cul era su peticin. El otro, que ms
que un pedigeo era un asesino, meti su mano en sus vestiduras,
agarr la daga e intent sacarla de su vaina. Pero el arma no segua
a su mano. Mientras se esforzaba por sacar la daga, una, dos, tres
veces, iba improvisando en sus labios falsas peticiones, hasta que
desesperado se tir por tierra y qued en el suelo pidiendo clemencia. El emperador volvi su caballo hacia l y le pregunt por qu
peda clemencia, a lo que el brbaro solo mostr la daga envainada
mientras entre golpes de pecho y gritos deca asombrado: Ahora
me doy cuenta de que Vos sois un autntico siervo de Dios. Ahora
he comprobado que el gran Dios os protege. Yo tena lista esta daga
para daros muerte y con ella en mi poder sal de casa y me present
aqu con intencin de clavarla en vuestras entraas. Pero a pesar de
haber intentado desenvainarla una, dos y tres veces, no hubo forma
de que obedeciera a los tirones de mi mano.
6. El emperador se mantuvo valiente en la misma postura, como
si no hubiera odo una confesin de tal gravedad. Enseguida corrieron todos hacia l, los unos al or aquellas palabras, los otros asombrados por estos hechos. Los ms leales al soberano pretendan despedazar a aquel hombre, si bien l con movimientos de su cabeza, de
sus manos y con una continua reprimenda los disuada del empeo.
Qu ocurri entonces? Aquel soldado, que era un asesino, no solo
fue absuelto inmediatamente y sin reservas, sino que tambin recibi abundantsimos presentes y adems goz de libertad. Muchos de
los presentes insistan hasta con impertinencia en que expulsara de
la ciudad a ese asesino, pero el emperador no les prestaba atencin
y les deca: Si el Seor no defiende la ciudad, en vano velan sus defensores31. Por tanto, hemos de pedir a Dios que prolongue nuestra
existencia y que nos proteja.
31 Salmo 126 v. 2.

351

7. Todos murmuraban que aquel hombre haba intentado asesinar al soberano a instancias de Digenes, aunque el soberano en
modo alguno prestara odo a esas palabras y se encolerizara contra
ellos. Tanta paciencia tuvo con l, que incluso cuando la punta de la
daga tocaba su garganta, finga no saber nada. As se desarrollaron
estos acontecimientos. En suma, tras recordarle el gran domstico a
Nicforo estas tentativas y como no tena forma de convencerlo, volvi al lado del emperador y le comunic la obstinacin de Digenes,
as como que Digenes mantena una absoluta negativa a confesar,
aunque, como afirmaba, se le hubiera pedido con insistencia que lo
hiciera.

VIII. La conspiracin de Digenes es descubierta y los conspiradores castigados.


1. Mand buscar entonces a Muzaces y le orden que se presentara armado en compaa de ms hombres, que lo recogieran de la
tienda del gran domstico y lo condujeran a la suya propia, donde
deban custodiarlo atentamente sin emplear cadenas ni otro tipo de
malos tratos. Muzaces cumpli inmediatamente lo ordenado y, tras
tomarlo consigo, lo llev a su tienda. Aunque durante toda la noche
le estuvo rogando y aconsejando que confesara, no lograba convencerlo, por el contrario vio cmo se le resista desvergonzadamente.
Lleno de clera, se dispuso a intentarlo por medios para los que no
haba recibido autorizacin. As pues, prob con someterlo a tortura
y cuando se puso manos a la obra, Nicforo asegur que lo confesara todo, incapaz de afrontar ni siquiera la primera prueba. Lo liber
enseguida de sus ataduras y se requiri la presencia de un escribano
con sus instrumentos. Apareci Gregorio Camatero, que acababa de
ser nombrado subsecretario del soberano. Digenes confes todo sin
callar tampoco lo del asesinato.
2. Con la confesin escrita en sus manos, a primeras horas de
la maana Muzaces busc y encontr las cartas que ciertas personas le haban remitido y en las que aparentemente constaba la

352

participacin de la emperatriz Mara en la rebelin de Digenes,


si bien ella no admita bajo ningn concepto el asesinato e incluso
intentaba apartarlo con ahnco no solo del crimen, sino incluso de
su sola idea. Y le fueron enviadas al emperador. Este, al trmino de
su lectura y ante el descubrimiento de que haba ms implicados de
los que se sospechaba, todos ellos de elevada extraccin, no saba
qu hacer. En efecto, Digenes no mostraba el ms mnimo inters
en atraerse a la gente sencilla porque la tena desde haca tiempo
totalmente fascinada y ganada para su causa; sin embargo, se estaba
empeando en seducir a los principales cargos del estamento civil
y del militar. Pues bien, el soberano quiso mantener en secreto la
implicacin de la emperatriz Mara. Y, efectivamente, la mantuvo en
secreto fingiendo ignorar su participacin en la conjura por la confianza y el trato que vena teniendo con ella incluso desde antes de
recibir el cetro del imperio. As, difunda por todas parte la versin
de que la conjura de Digenes le haba sido revelada por el emperador Constantino Porfirogneto, el hijo de Mara, aunque la realidad
fuera otra. Los dems detalles de la conspiracin fueron descubiertos
lentamente a travs de los cmplices de Digenes.
3. Despus de que Digenes fuera descubierto, encadenado y
exilado, los principales cmplices, que an no haban sido prendidos, se dieron cuenta de que ellos mismos se haban convertido
ya en sospechosos, por lo que reflexionaron visiblemente asustados
sobre las medidas que deban adoptar. A su vez, los partidarios del
emperador, al comprobar la enorme agitacin de aquellos, parecan
encontrarse en un callejn sin salida ya que vean que la situacin
del emperador era crtica. Los apoyos del soberano se circunscriban
a algunos pocos hombres y se cerna sobre su cabeza un grave peligro.
4. Entre tanto, el emperador analizaba el desarrollo de estos
acontecimientos desde el comienzo y pensaba inquieto en todas las
ocasiones en que Digenes haba aceptado voluntariamente asumir
el papel de un asesino y haba intentado matarlo, aunque haba errado gracias a Dios. El emperador mantena una lucha interior, cambiando continuamente de opinin y de conclusiones porque saba

353

que los estamentos civil y militar estaban completamente corrompidos por las adulaciones de Digenes. Como no tena suficientes
fuerzas para apresar a tanta gente y tampoco deseaba mutilar a un
colectivo tan abundante, envi a Digenes y a Cecaumeno Catacalon32, los principales inspiradores de la conspiracin, a Cesarpolis33, con la nica condena de ser encadenados y vigilados all,
ya que haba decidido no tomar ninguna otra represalia ms dura
contra ellos, aunque todos le aconsejaban que los mutilase (le tena
un extraordinario afecto a Digenes y mantena an sus antiguas
atenciones hacia l). Tambin exili al marido de su hermana, Miguel Taronites y a (...) y les confisc sus bienes. En cuanto a los
dems, no decidi nada en concreto, ni siquiera la apertura de un
proceso. Antes prefiri atrarselos a travs de la generosidad. Todos
los exiliados llegaron por la tarde a su destino, incluido Digenes,
que lleg a Cesarpolis. De los dems, ninguno cambi de posicin
y todos conservaron sus antiguos puestos.

IX. Una vez condenados los ms directos inspiradores de la conjura, Alejo perdona a los dems.
1. En medio de estas terribles circunstancias, al da siguiente, el emperador quiso convocar a todos y participarles su decisin. Asistieron todos los que sentan una profunda devocin por la persona del
soberano entre sus parientes y allegados, y todos los que a la sazn
integraban el servicio de la familia. Atrevidos y hbiles en prevenir
acontecimientos, sagaces para averiguar la postura ms conveniente
y llevarla a cabo, ante el temor de que al da siguiente, cuando la
gente acudiera, algunos se lanzasen contra l y lo despedazasen en
el mismo trono, habida cuenta de que solan portar espadas bajo las
vestiduras (como aquel que se le aproxim con aire de pedigeo
mientras jugaba al polo) y como no haba ms remedio que terminar
32 En el periodo que va de 1038 a 1057, haba sido protagonista de hazaas heroicas. En el momento de la conjura, era un anciano.
33 En Macedonia oriental, en la regin de Kavala.

354

con las expectativas de la gente respecto a Digenes, difundieron la


noticia de que este haba sido cegado a escondidas. Con tal fin hicieron venir a algunos y les encargaron que difundieran en secreto este
hecho a todo el mundo, aunque en absoluto semejante idea nunca
se le hubiera ocurrido al soberano. Sin embargo, este rumor, que en
aquellos instantes careca de fundamento, acab por convertirse en
realidad, como expondremos a continuacin.
2. Cuando el sol, habiendo sobrepasado el horizonte, sali resplandeciente, todos los hombres del emperador que no haban sido
cmplices de Digenes en su delito y los soldados que desde antiguo
integran la guardia imperial, marcharon en primer lugar hacia la
tienda del emperador, unos con las espadas ceidas, otros llevando
lanzas, otros con las pesadas hachas de hierro de doble filo sobre sus
hombros, y se situaron todos juntos a una cierta distancia del trono
imperial y como si abrazaran al soberano con una formacin semicircular, dispuestos todos para el combate, encolerizados y afilando,
si no sus espadas, s sus corazones. El contingente formado por los
parientes y allegados se aproxim y se situ a ambos lados del trono
imperial. A derecha e izquierda tambin se iban emplazando ms
escuderos. El emperador estaba sentado en el trono con un rostro
terrible y miraba a la concurrencia no ya de forma majestuosa, sino
con el gesto propio de un soldado. No dominaba a los asistentes desde una cierta altura, pues su estatura no era elevada; sin embargo, el
trono estaba recubierto de oro y sobresala por encima de su cabeza.
Tena contrada su frente, la tensin enrojeca mucho sus mejillas,
y los ojos, fijos y meditabundos, dejaban traslucir un alma ocupada
por infinidad de pensamientos.
3. Todos concurrieron al mismo tiempo, atemorizados y a punto
de exhalar la vida por el intenso miedo que sentan. Unos estaban
atravesados, ms profundamente que por un dardo, por sus conciencias, mientras otros teman una falsa sospecha. No se oa una
voz de nadie. Todos tenan la mirada fija en el hombre que estaba
de pie a la entrada de la tienda y aguardaban quietos y aterrados.
Era este un hombre inteligente a la hora de hablar y enrgico a la
hora de actuar. Su nombre era Taticio. En un momento preciso, el

355

emperador le indic con la mirada que poda dar paso a la gente


que esperaba fuera. Este les dej franquear la entrada al instante.
Entraron a pesar del miedo que sentan, con la cara desencajada y a
paso lento. Despus de encontrar cada uno su posicin en las filas,
esperaron lo que sucedera con el temor de haber recorrido el ltimo
tramo de su vida.
4. Pero tampoco el soberano las tena todas consigo (me refiero
en lo humano; en las dems cosas, aceptaba la voluntad de Dios),
ya que tema, ante la abigarrada muchedumbre de los presentes, que
atentaran contra l de alguna otra grave y nefasta manera. Cuando hubo reforzado su nimo y se sinti mejor preparado para la
contienda, comenz su alocucin pblica (estaban ms mudos que
los peces, como si les hubieran cortado la lengua) diciendo: Sabis
que Digenes nunca sufri ningn dao por mi culpa. Tampoco
le quit yo el trono a su padre, sino otro, ni he hecho nada que lo
perjudicara o lo engaara. Cuando Dios tuvo a bien transferirme el
mando del imperio, no solo respet el rango que ocupaban, tanto
l, como su hermano Len, sino que los am y los trat como a mis
propios hijos. Aunque en numerosas ocasiones descubr a Nicforo
conspirando contra m, otras tantas veces lo consider digno de mi
clemencia. Aunque tampoco as correga su actitud, la soport y pas
por alto el gran nmero de sus ofensas, creyendo que todo el mundo
senta hostilidad hacia l. A pesar de todo, ninguno de los favores
que obtuvo gracias a m cambi su innoble proceder. Por el contrario, l decret mi muerte como muestra de agradecimiento por todo
lo que yo haba hecho.
5. A estas palabras clamaron todos que no querran ver a otro
ostentando los atributos imperiales, aunque no era esa la verdadera
voluntad de la mayora, sino que tan solo eran unas palabras de
adulacin que les permitieran escapar de aquel peligro inminente.
El emperador aprovech al vuelo la oportunidad y concedi a todo
el mundo un perdn general, puesto que los responsables de la conjura haban sido ya condenados al exilio. A estas palabras se elev
un enorme tumulto como ninguno de los entonces presentes nunca
ha odo hasta nuestros das, segn dicen, mientras todos alababan al

356

emperador entre la admiracin de unos por la paciencia y bondad


que mostraba y los insultos de otros a los exilados, a los que, con
la forma de actuar habitual en la naturaleza humana, insistan en
condenar a muerte. Pues, el que hoy es cubierto de alabanzas y es
acompaado en cortejo y conducido entre honores, cuando la gente
ve que el dado de su vida ha cado de otra cara, recibe un trato radicalmente opuesto sin que nadie se avergence por ello.
6. El emperador, tras silenciarlos con una sea, les volvi a hablar: No hay que alborotar, ni malinterpretar la decisin que he
adoptado. He sido yo, como he dicho, quien os ha concedido a
todos el perdn y quien volver a ser con vosotros el mismo de antes. Y mientras el emperador les conceda el perdn, los que haban
colaborado en aquella conjura enviaron a quienes cegaron a Digenes sin el consentimiento del soberano. Igual castigo le decretaron
tambin para Cecaumeno Catacalon, ya que haba sido cmplice de
Digenes en la misma conjura. Era el da de los Grandes Apstoles34. Estos son los hechos que se cuentan desde aquel entonces hasta
nuestros das. Dios sabr si el emperador conoci por sus instigadores ese acto y accedi, o si fue l su responsable. Yo, por mi parte, no
tengo modo de saberlo con certeza.

X. Sometimiento de los dlmatas y comentarios finales sobre Nicforo Digenes


1. Por semejante trance hubo de pasar el soberano a causa de Digenes; sin embargo, cont con la inesperada proteccin de la invencible mano del Altsimo contra un peligro inminente. Y l, lejos
de abatirse por los hechos acaecidos, avanz directamente contra
Dalmacia. Cuando Bolcano se enter de la llegada del emperador a
Lipenio y supo que haba sido ocupado, incapaz de hacer frente a las
filas romanas, a su famosa formacin cerrada y al armamento militar, envi enseguida embajadores para pedir la paz con la promesa
de entregar a los mismos rehenes anteriormente prometidos y de no
34 San Pedro y San Pablo, 29 de junio de 1094.

causar en adelante ningn dao. El soberano acept gustosamente


las propuestas del brbaro, porque estaba como descorazonado y
aborreca la guerra civil (aunque fueran dlmatas, eran cristianos).
Pronto se present Bolcano ante l, confiadamente, en compaa de
sus allegados y de los principales zupanes35, y le entreg con placer
como rehenes a sus primos Uresis36 y Esteban Bolcano junto a otros
ms hasta un nmero de veinte. No tena otra manera de arreglar su
situacin. El soberano, tras solucionar pacficamente todo aquello
que por naturaleza se logra con las batallas y las armas, retorn a la
capital.
2. Sin embargo, no dejaba de prestar atencin a Digenes. Se le
vea llorando y lamentndose muy compungido por la suerte de este
y, haciendo gala de una benvola generosidad para con l, buscaba
el modo de consolarlo. Por ello, le devolvi la mayor parte de los
bienes que le haban sido arrebatados. Aquel, que era presa del dolor
y odiaba la idea de vivir en la capital, resida voluntariamente en
sus propiedades rurales dedicado por entero al estudio de los libros
antiguos, que otros lean para l, pues privado de la luz se serva de
los ojos ajenos para la lectura. Estaba este hombre tan extraordinariamente dotado por la naturaleza, que a pesar de su ceguera comprenda con facilidad lo que era difcil de asimilar por los videntes.
A partir de entonces, se instruy en toda clase de disciplinas hasta
incluso en la conocida geometra (algo muy novedoso) gracias a que
orden a un sabio que trabajaba con l que le suministrara las figuras
geomtricas en relieve. l iba tomando conocimiento de todos los
teoremas y figuras de la geometra con el tacto de sus manos, como
el clebre Ddimo37, quien gracias a la agudeza de su mente lleg a
poseer sin la vista los mayores conocimientos de msica y geometra,
aunque, una vez en posesin de estos saberes, cay en una hereja
absurda por culpa de la ceguera que la vanagloria provocaba en su
inteligencia, del mismo modo que la enfermedad lo haca con sus
35 Ver libro VII VII.8. upan era el nombre que reciban los gobernantes de las
regiones de Serbia y Dalmacia.
36 Uro, primo hermano de Vukan.
37 Ddimo de Alejandra. Vivi durante el siglo IV d.C.

ojos. Todo el mundo se asombra al or estos hechos, pero yo personalmente pude ver a este hombre y lo he odo disertar asombrada
sobre tan interesantes temas. Y yo misma, que no soy lega en tales cuestiones, reconoca que este hombre estaba en posesin de un
exacto conocimiento de los teoremas.
3. Aunque se dedicara al estudio de temas intelectuales, no
abandonaba su antiguo rencor contra el soberano; por el contrario,
sus aspiraciones a gobernar estaban enteramente vivas. Lgicamente, cuando comunic de nuevo a algunos sus secretas intenciones,
uno de ellos fue a presencia del soberano y le inform sobre esta
cuestin. Este hizo venir a Digenes y lo interrog acerca de lo que
haba tramado y sobre sus cmplices en la conjura. Como l confes
todo muy pronto, fue perdonado.

359

360

LIBRO X

Enfrentamientos con los cumanos.


Principio de la Primera Cruzada (1094-1097)

1. Las herejas de Nilo1 y Blaquernites.


1. El conocido Nilo sacuda a la iglesia como un torrente de calamidades, produciendo gran turbacin en las almas de la gente con su
presencia, que no fue muy posterior al momento en que los dogmas
de Italo haban sido condenados, y hundiendo tambin a muchos
en los torbellinos de su misma heterodoxia. Era un hombre hbil
en fingir la virtud (no s de dnde la sacara). Durante una momentnea estancia en la capital, centrado en Dios y en s mismo, se
aplicaba a estudiar sin descanso los libros sagrados. Aunque fuera
completamente profano en la cultura griega2 y no tuviese siquiera
un profesor que le simplificara desde el principio la complejidad
de las divinas escrituras, se haba dado a los santos escritos, en cuya
interpretacin erraba debido a la carencia de formacin intelectual.
2. Se atrajo a un coro de personas de no innoble linaje y penetraba en las grandes casas en calidad de autoproclamado maestro
gracias tanto a su aparente virtud y su vida austera, como a los conocimientos que posiblemente aparentaba albergar ocultos. Porque
no saba qu era la unin hiposttica, uno de nuestros misterios. No
poda, sencillamente, comprender lo que es la unin, ni saba en
1 Poco se sabe de Nilo aparte de lo que dice Ana Comnena. Era de Calabria, discpulo de Juan Italo y se conservan el documento de retractacin y un testimonio
de Nicetas de Heraclea casi contemporneo.
2 Como ya sabemos, se trata de la cultura no cristiana de la antigua Grecia.

361

modo alguno lo que es la hipstasis, ni poda entender por separado


la hipstasis y la unin, ni, por otra parte, la unin hiposttica en
conjunto. Dado que tampoco haba aprendido de los santos cmo
haba sido divinizada la parte humana3, opinaba errneamente,
arrastrado lejos de la verdad, que esta haba sido divinizada por naturaleza.
3. Tampoco estos hechos eran ignorados por el emperador.
Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, encontr una solucin rpida. Hizo llamar a este hombre y le dirigi numerosas
acusaciones por su osada y su ignorancia. Lo instrua con claridad,
adjuntando abundantes pruebas, sobre la unin hiposttica del Verbo humano y divino, le presentaba el modo del intercambio y le
enseaba cmo la parte humana fue divinizada con la gracia del cielo. Pero l se mantena firme en su propio error y estaba totalmente
dispuesto a sufrir cualquier vejacin, instrumento de tortura, cadenas, mutilaciones, todo antes que renunciar a ensear que la parte
humana fue divinizada por naturaleza.
4. Por aquel entonces haba gran nmero de armenios en la capital, a cuya desviacin religiosa sirvi de acicate el famoso Nilo. Por
ello, sola tratar a los conocidos Ticranes y Arsaces, que eran adems
instigados a la hereja por las opiniones de Nilo. Qu ocurri entonces? Viendo el soberano que la desviacin se iba propagando por
las almas de la gente, que la hereja de Nilo y la de los armenios se
iban acercando una a otra, que por doquier difunda sin reparos la
divinizacin por naturaleza de la parte humana, que los escritos de
los santos padres sobre estas cuestiones estaban siendo desplazados
hasta el punto de llegar a desconocerse la unin hiposttica, convoc
3 La expresin parte humana traduce mal que bien la palabra griega prslemma [], cuya versin directa al espaol sera adicin. Es un vocablo
especializado de la teologa que designa la adquisicin adicional de la naturaleza
divina y humana a travs de la Encarnacin del Hijo de Dios. Por otra parte, mediante la expresin unin hiposttica se entiende que en la persona de Jesucristo
haba dos naturalezas conjuntas al mismo tiempo, la humana y la divina, ninguna
de las cuales sufre merma por la unin en vida, salvo en el hecho de que la parte
humana desconoce el pecado. Por otro lado, las hipstasis [] son las
tres personas de la Santsima Trinidad, en cada una de las cuales hay una sola esencia ousa [] o naturaleza physis []. El Verbo es la segunda hipstasis.

362

a los notables de la iglesia y organiz la celebracin de un snodo pblico sobre este asunto para detener el imparable avance de este mal.
5. En aquel snodo estuvieron presentes todo el colegio de obispos y el patriarca Nicols4. Nilo se situ cara al pblico junto con
los armenios y sus doctrinas fueron expuestas. Incluso l en persona
desarroll claramente sus creencias, defendindolas con vigor y por
extenso. Qu ocurri entonces? El snodo, para apartar las almas
de la gente de sus corruptas enseanzas, lanz contra l un anatema
eterno y ratific con mayor claridad el principio de la unin hiposttica en consonancia con las tradiciones de los santos.
6. Despus de este, o mejor dicho, al mismo tiempo que este,
tambin Blaquernites, aunque fuera un clrigo, lleg a convertirse
en un personaje pblico merced a sus opiniones impas y ajenas a la
iglesia. En efecto, este estaba en tratos con iluminados5 y participaba
en sus desviaciones, engaaba a mucha gente, minaba las principales casas de la capital y divulgaba los dogmas de su impiedad.
Aunque el soberano lo estuvo llamando durante mucho tiempo e
instruyndolo en la ortodoxia, no haba manera de que se retractara
de sus falsas y particulares creencias. El soberano remiti tambin
este caso a la iglesia. Sus miembros, tras una intensa investigacin,
comprobaron su obstinacin y lanzaron sobre l y sus opiniones un
anatema eterno.

II. Aparicin de un impostor que se hace pasar por un hijo del


emperador Digenes y que se gana a los cumanos. Disposiciones
de Alejo para hacerles frente.
1. El soberano, pues, tras haber hecho frente a las sucesivas acometidas de olas como un buen piloto, tras haberse limpiado el salitre
4 El snodo fue presidido por el patriarca Nicols Gramtico y tuvo lugar en 1087.
5 Enthousiatai [] denomina Ana Comnena a los pertenecientes a
la hereja de Blaquernites. Segn sus creencias, no es necesaria intermediacin alguna para acceder directamente a la comunicacin con Dios, sino solo aceptar su
inspiracin.

363

del mundo y haber ordenado correctamente los asuntos de la iglesia,


se vio arrastrado nuevamente a otro mar de conflictos y tumultos.
Pues siempre a un problema se aada otro, a un mar de calamidades, como se dice, otro mar y a un ro, otro ro, de tal modo que no
le permitan al emperador ni tomar aliento ni cerrar los prpados,
como se dice. Se podra afirmar con justicia que nosotros no mostramos ms que una pequea gota del mar Adritico con nuestro
pequeo esbozo, ms que descripcin, de las hazaas realizadas en
aquella poca por el emperador. Se opuso l a todas las olas y tempestades hasta que la nave del imperio, empujada por vientos favorables, ancl en un puerto seguro. Quin, si no la voz de Dmostenes,
la impetuosidad de Polemn o todas las Musas homricas podran
cantar dignamente sus gestas? Incluso me atrevera a afirmar que ni
siquiera el mismsimo Platn, ni el Prtico al completo, ni la Academia, reunidos en un mismo sitio, hubieran podido describir convenientemente su espritu. Cuando an no haban amainado aquellas borrascas ni complejas guerras, ni haban perdido su fuerza las
tempestades, se le levant otra borrasca en nada menor a las citadas.
2. Efectivamente, un hombre, no de linaje ilustre, sino de baja
extraccin y origen cuartelero, aseguraba ser el hijo de Digenes,
aunque este hubiera muerto haca tiempo en la poca en que Isaac
Comneno, el hermano del emperador, haba librado combate con
los turcos en Antioqua. Quien est interesado en conocer ms detalladamente cmo ocurri, podr hacerlo recurriendo a la obra de
nuestro clebre csar. Pues bien, aunque muchos intentaban silenciarlo, este personaje no cejaba. Haba venido de oriente pobre y
vestido con una rstica piel y se dedicaba a brujulear por la ciudad,
entre las casas y los barrios, ayudado por su muy prfido y astuto carcter, y haciendo acerca de s mismo ciertas elevadas apreciaciones.
Deca que era Len6, el ilustre hijo del antiguo emperador Digenes,
que se deca haba muerto alcanzado por una flecha en Antioqua.
As el impostor reviva al muerto y, habiendo usurpado su nombre,
aspiraba abiertamente al trono, para lo que iba seduciendo a los ms
6 Ese hijo de Romano IV Digenes se llamaba en realidad Constantino. Puede
tratarse de un error de copista.

364

simples. Este desagradable asunto fue tambin un nuevo aadido a


las desgracias del emperador, como si Fortuna le hiciera interpretar
un drama con ese prfido. Del mismo modo que, segn creo, los disolutos, una vez saciados se hacen servir como postre de lujo ciertas
tartas de miel, as tambin la Fortuna de los romanos, saciada ya, se
burlaba del emperador con semejantes pseudoemperadores.
3. Sin embargo, el soberano despreciaba por completo lo que se
deca. Pero como este militarote no cesaba de parlotear continuamente en calles y cruces sobre dicho asunto, acabaron por llegar estas palabras a odos de Teodora, hermana del monarca Alejo y viuda
de ese hijo muerto de Digenes. Ella no soportaba los parloteos y se
irritaba, porque a raz de la muerte de su marido se haba retirado a
la vida monstica, de modo que haba asumido muy estrictamente
la vida asctica y se dedicaba solo a Dios. Como, aunque el soberano
le hubiera hecho una segunda y hasta una tercera amonestacin a
aquel charlatn, este no se callaba, lo envi a Querson7 con la orden
de que fuera encarcelado. Una vez all, sola subir de noche a las
almenas y asomndose al borde, trataba asiduamente con los cumanos, que acudan con frecuencia a esa plaza para comerciar y llevarse
lo que necesitaban, y tras el intercambio de promesas, una noche se
at a unas cuerdas y se desliz por la muralla.
4. Despus de acogerlo, los cumanos partieron hacia su pas.
Mientras comparta los campamentos con ellos, hasta al punto los
conquist que lo nombraron emperador. Ellos, con su deseo de
beber sangre humana, saciarse de carne de hombre y acumular
abundante botn de nuestras tierras, habiendo hallado a este Patroclo como pretexto, decidieron avanzar contra el imperio de los
romanos junto a todo su ejrcito con la aparente pretensin de
restaurar en el trono de su padre a este hombre. El emperador no
ignoraba esas maniobras, a pesar de que por el momento dejaban
sus planes en suspenso. Por ello, estaba armando lo mejor posible
sus fuerzas y se preparaba para dar batalla a los brbaros, pues los
desfiladeros, que la lengua vulgar suele denominar clisura, como
dijimos, los haba fortificado anteriormente. Con el transcurso del
7 En Crimea.

365

tiempo, cuando se enter de que los cumanos haban llegado al Paristrio junto con el impostor, reuni a los notables del estamento
militar y a sus allegados y parientes para plantearles la conveniencia de salir en contra de ellos. Todos, sin embargo, desaconsejaban
este plan.
5. En consecuencia, como l no poda confiar solo en s mismo
ni deseaba llevar a la prctica sus propios planes, rog a Dios que
tomara una decisin. Convoc, pues, a todos los miembros de los
estamentos sagrado y militar, y march al atardecer hacia la gran
iglesia de Dios, donde ya se encontraba el patriarca Nicols, que
haba ascendido al trono patriarcal durante la sptima indiccin, el
ao 65928, tras la dimisin de Eustracio Garidas. Despus de haber escrito en dos tabletas la consulta sobre si deba partir y atacar
a los cumanos o no, le orden al presidente de la reunin que las
depositara en la mesa del altar. Cuando concluy el canto de los
himnos, que dur toda la noche, al alba, el que las haba colocado
entr, recogi un texto, lo sac, lo desat delante de todos y lo ley.
Por consiguiente, habiendo interpretado la seal proveniente de este
hecho como un orculo divino, el soberano se entreg por completo
a la campaa y reuni al ejrcito mediante cartas que envi en todas
direcciones.
6. Cuando estuvo bien preparado, emprendi el camino en
contra de los cumanos. Cuando lleg a Anquialo junto con todo
el ejrcito que haba hecho reunir, mand llamar a su cuado, el
csar Nicforo Meliseno, a Jorge Palelogo y a su sobrino Juan Taronites y los envi a Beroe para que vigilasen y protegiesen tanto
esta ciudad como las regiones colindantes. Respecto a los dems
jefes, tras dividir sus tropas, puso al mando de estas a Dabateno9,
a Jorge Euforbeno y a Constantino Humbertpulo y les encomend la defensa de los desfiladeros que haba en los alrededores del
Zigo. Desde all lleg a Cortarea (as se denomina un desfiladero
del Zigo), recorri todo el Zigo inspeccionando, para corregir las
8 Agosto de 1084.
9 Uno de los fieles de primera hora a Alejo. En aquel momento era topotereta de
Heraclea del Ponto.

366

deficiencias, si todas las instrucciones que haba impartido anteriormente haban sido cumplidas por los encargados de llevarlas a
cabo, o si estaban a medio terminar o eran insuficientes, de modo
que los cumanos no pudieran cruzar fcilmente a travs de estos pasos. Una vez organizado todo, regres de aquella zona y fij
el campamento junto al conocido como Lago Sagrado, que est
prximo a Anquialo. De noche, un tal Pudilo, un jefe vlaco, lleg
para anunciar el paso de los cumanos por el Danubio. El emperador entonces juzg preciso reunir al amanecer a la flor y nata de sus
parientes y jefes y decidir lo que deba hacerse. Ante la opinin comn de que era necesario acudir a Anquialo, despach enseguida
a Cantacuzeno y a Taticio al lugar conocido por Termas en unin
de algunos aliados, el ilkn Escaliario y otros hombres escogidos,
para organizar la vigilancia de aquella zona. l, por su parte, sali
en direccin a Anquialo.
7. Cuando se hubo enterado del ataque de los cumanos sobre
Adrianpolis, hizo venir en pleno a los notables de esta ciudad. De
ellos envi al llamado Tarcaniotes Catacalon y a Nicforo Brienio
(el hijo del que antiguamente haba montado una conspiracin, haba intentado tomar el poder y haba sido cegado) y les encomend
que organizasen una minuciosa defensa de la plaza y que cuando
llegaran los cumanos, no librasen combate contra ellos de forma
irresoluta, sino que los acosaran con flechas certeras y disparadas a
distancia, as como que mantuvieran cerradas las puertas la mayor
parte del tiempo, prometindoles abundantes favores si observaban
las rdenes. Una vez les hubo dado estas rdenes a Brienio y a los
dems, el soberano los despidi hacia Adrianpolis con excelentes
expectativas. A Euforbeno Constantino Catacalon le mand por
carta que recogiera al llamado Monastrs (un semibrbaro que posea experiencia sobre asuntos militares) y a Miguel Anemas junto
con los soldados a sus rdenes y que, cuando se enterasen de que los
cumanos haban atravesado los desfiladeros, los siguieran por detrs
y los hostigasen con ataques por sorpresa.

367

III. Sitios de Anquialo y de Adrianpolis.


1. En todo caso, los cumanos supieron gracias a los vlacos cules
eran los senderos a travs de los pasos y cruzaron el Zigo fcilmente.
Conforme se iban acercando a Goloe, sus habitantes encadenaron al
hombre encargado de defender la plaza y la entregaron a los cumanos,
quienes la ocuparon entre gritos de placer. Constantino Catacalon,
que tena presentes las recomendaciones del emperador, al encontrarse con los cumanos que haban salido para forrajear, los atac con
valor y se trajo como prisioneros a cien de ellos. Tan pronto como el
emperador lo hubo recibido, lo honr con la dignidad de nobilsimo.
Pero los habitantes de las ciudades vecinas de Goloe, Dimpolis y
otras ms, cuando vieron que los cumanos se haban apoderado de la
primera, se pasaron a su bando, los recibieron con los brazos abiertos
y les entregaron las ciudades en medio de aclamaciones al impostor
Digenes. Este, una vez convertido en seor de todas estas localidades, se hizo cargo de todo el ejrcito cumano y lleg a Anquialo con
intencin de atacar inmediatamente sus murallas.
2. El emperador, que estaba en su interior y posea desde joven
abundante experiencia sobre los asuntos militares, cuando reconoci que la posicin de la plaza disuada a los cumanos de asaltarla
gracias a la proteccin de sus murallas, dividi sus fuerzas, abri las
puertas de la ciudad y las situ fuera en formacin cerrada y compacta. Una parte de la falange romana se precipit gritando sobre el
extremo de las filas cumanas (...), que huyeron y fueron perseguidas
hasta el mar. Al contemplar este hecho el soberano, como careca de
fuerzas suficientes para tan numerosa muchedumbre y era imposible
enfrentarse a ella, orden que todos conservaran en adelante la formacin cerrada y que nadie se destacara de las lneas. Los cumanos,
por su parte, ordenaron su formacin y se iban colocando frente por
frente a la falange romana, aunque tampoco ellos se atrevieran a atacar. Estas maniobras estuvieron realizndose durante tres das, desde
la maana a la noche, ya que la disposicin del lugar y el hecho de
que nadie corriera desde la falange romana en contra de ellos los
disuada de querer combatir.

368

3. La plaza de Anquialo presentaba a la sazn el siguiente aspecto. A la derecha estaba el mar del Ponto y a la izquierda un lugar
escarpado, de difcil acceso, lleno de viedos y que no permita el
paso de la caballera. Qu ocurri entonces? Los brbaros, al ver la
resistencia del emperador y habiendo desesperado de sus pretensiones, cambiaron de objetivo y se dirigieron a Adrianpolis, ya que
el impostor los engaaba diciendo: Cuando Nicforo Brienio se
entere de que yo estoy a punto de llegar a Adrianpolis, abrir las
puertas, me recibir alegremente, me obsequiar con muchas riquezas y se portar muy cortsmente conmigo, puesto que si no por
naturaleza, s al menos por adopcin, le tuvo un cario fraternal a
mi padre. Y cuando nos sea entregada la plaza, continuaremos camino hacia adelante, en direccin a la ciudad imperial. Llamaba to
a Brienio erigiendo una falsedad basada en un fundamento cierto.
En efecto, el antiguo emperador Romano Digenes saba que aquel
hombre superaba en inteligencia a todos los de su poca, conoca
con toda seguridad que era recto en su proceder y que tanto sus
palabras como sus obras estaban orientadas por la verdad. Por ello,
tuvo a bien adoptarlo como hermano y, como es natural, el acuerdo
se hizo con el mutuo consentimiento. Estos hechos son ciertos y son
as conocidos por todo el mundo, pero el impostor tanto despreci
el pudor, que lleg a llamar to a Brienio.
4. Estas eran las maquinaciones del impostor. En cuanto a los
cumanos, que por brbaros poseen como consecuencia natural un
carcter inestable y tornadizo, obedecieron a sus palabras. Una vez
llegados a Adrianpolis, acamparon en las afueras de la ciudad. Despus de cuarenta y ocho das durante los cuales se libraban combates a diario (los jvenes, ansiosos por combatir y salir cada da,
libraron frecuentes combates con los brbaros), el impostor requiri
la presencia de Nicforo Brienio, quien se asom a una torre y en
cuanto poda discernir por la voz del hombre, deca no reconocer en
l al hijo de Romano Digenes, su pariente por adopcin segn una
costumbre que es frecuente, como hemos dicho. Y afirmaba que de
hecho el hijo del emperador haba muerto en Antioqua. Tras decir
esto, despidi al falsario cubierto de vergenza.

369

5. Como los defensores con tan prolongado asedio empezaban


a pasar privaciones, pidieron ayuda al soberano por carta. Este orden inmediatamente a Constantino Euforbeno que destacara un
contingente suficiente entre sus condes y que se introdujera durante
la noche en Adrianpolis junto con ellos por la parte de Calatades.
Catacalon emprendi enseguida el camino hacia Orestada, creyendo con plena confianza que pasara inadvertido a los cumanos. Pero
sus apreciaciones resultaron errneas. Cuando los cumanos se percataron de su presencia, muchos de ellos lo atacaron a la carga, lo
hicieron retirarse y lo persiguieron sin descanso. En aquella ocasin
Nicforo, su hijo, quien sera posteriormente mi cuado por ser marido de mi hermana porfirogneta Mara, aferrando una larga lanza,
se dio la vuelta y se encontr de frente con el escita que lo persegua,
al que hiri en el pecho. Enseguida qued muerto en tierra. Nicforo saba ciertamente manejar la lanza y protegerse con el escudo
y su aspecto al cabalgar, de poder vrsele, bien hubiera podido no
pertenecer a un romano, sino a un guerrero de Normanda. Era admirable aquel joven cuando cabalgaba y un autntico prodigio de
la naturaleza. Con Dios mostraba una enorme devocin y con los
hombres era bondadoso y agradable.
6. Cuando an no se haba llegado a los cuarenta y ocho das,
por orden de Nicforo Brienio (en quien se concentraba toda la autoridad de Adrianpolis) se abrieron las puertas de la ciudad de par
en par y sali un contingente de valientes guerreros para atacar a los
cumanos. Durante este violento combate cayeron muchos romanos
luchando con valor y sin escatimar sus vidas, pero ellos mataron
a muchos ms enemigos. Cuando Mariano Maurocatacalon crey
ver a Togortac (el jefe ms importante del ejrcito de los cumanos)
aferr su larga lanza y carg directamente contra l a rienda suelta.
Lo hubiera matado al instante de no ser porque los cumanos que
se hallaban a su lado corrieron a socorrerlo. Y estuvieron a punto
de matar a Mariano. El citado Mariano, aunque era joven por sus
aos y acababa de entrar en la edad adulta, se acostumbr a salir
fuera de las puertas de Orestada y a luchar con los cumanos, a los
que sola vencer tras herir o matar a muchos. Era, ciertamente, un

370

soldado muy valeroso que pareca haber heredado de su padre el valor y haber nacido como un hijo valeroso de padres muy valerosos.
Tras escapar de una muerte segura, hirviendo de clera contra el
falso Digenes, sigui avanzando. Este se hallaba junto a la orilla del
ro, donde Mariano luchaba con los brbaros. Cuando lo vio vestido
de prpura y ataviado al modo de los emperadores, as como que sus
hombres se haban dispersado, alzando entonces su fusta, lo golpe
en la cabeza mientras lo llamaba sin contenerse falso emperador.

IV. Final de la campaa contra los cumanos con la victoria del


emperador.
1. Al enterarse el emperador de la presencia de los cumanos en
Adrianpolis y de los continuos combates que all tenan lugar,
crey necesario partir de Anquialo y acudir a esa ciudad. Mand
buscar, pues, a los principales jefes y a los notables de la localidad
para deliberar sobre las posibles resoluciones. Un hombre llamado
Alacaseo pidi la palabra y dijo: Se da la circunstancia de que mi
padre conoci hace tiempo al padre del impostor. Yo podra marchar a su lado, meterlo en una fortaleza y tenerlo preso. Entonces
le preguntaron cmo llevara a cabo su accin. l se inspir en el
famoso Zpiro de la poca de Ciro10 y expuso el mtodo de este al
soberano. Se tortur a s mismo, se cort la barba y los cabellos, y
fue a su encuentro, como si en realidad el soberano le hubiera hecho
sufrir esos malos tratos.
2. Dicho y hecho, su compromiso fue llevado a la prctica y
mientras el emperador an estaba elogiando su decisin, Alacaseo
volva pelado a rape y maltrecho fsicamente. Luego, march al
encuentro del fingido Digenes, a quien entre otras cosas record
su antigua amistad, diciendo: Tras haber sufrido muchas y crueles
10 Herdoto, III 154-8. Zpiro para ganarse la confianza de los babilonios, que
resistan al asedio de los persas, se cort la nariz y las orejas, se hizo pasar por desertor y consigui entregar la plaza a su rey. Segn Herdoto, Ciro debe ser sustituido
por Daro I (521-485).

371

vejaciones por parte del soberano Alejo, he llegado a vuestra presencia confiando en la antigua intimidad de mi padre con Vuestra
Majestad y para cooperar con Vos en vuestros planes. Se serva de
tan aduladores trminos para atrarselo an ms. Para dar mayores
detalles sobre la actuacin de este hombre, aadir que haba recibido un salvoconducto del soberano Alejo, as como una carta donde
se indicaba lo que sigue al encargado de defender una plaza llamada
Putza: Obedece todo lo que el portador de esta te encomiende y
hazlo al instante. Pues el emperador haba previsto certeramente
que los cumanos llegaran all una vez partieran de Adrianpolis.
Cuando estuvieron ultimadas todas estas medidas, Alacaseo, como
hemos dicho, fue al encuentro del impostor y mientras pona como
prueba su pelado a rape, deca: Por Vos he sufrido terribles ultrajes,
por Vos he sido torturado y encadenado, por Vos he estado encerrado en prisin durante bastantes das desde que atacasteis las fronteras romanas, porque le parec sospechoso al soberano a causa de
la amistad que mi padre tuvo con Vos. En suma, he huido sin que
nadie se diera cuenta para venir junto a Vos, mi Seor. Ya libre, someter a vuestra consideracin aquellas opiniones mas que os sean
ms convenientes.
3. El impostor lo recibi amablemente y le pregunt lo que deba hacer para cumplir sus planes. l le dijo: Veis esa fortaleza y
esa extensa llanura capaz de dar forraje a vuestros caballos durante
todo el tiempo que deseis descansar Vos y todo vuestro ejrcito? No
hay razn para que vayamos ms lejos. Quedmonos ah un poco
de tiempo a fin de que podis apoderaros de la plaza y reponeros,
mientras los cumanos salen y suministran las vituallas para emprender as el camino de la ciudad imperial. Si es de vuestro agrado, ver
al gobernador de la ciudadela, que es un antiguo conocido mo, y
me encargar de que os la entregue sin combatir.
4. Este plan satisfizo a Digenes. Esa noche Alacaseo at la citada carta a una flecha y la dispar al interior de la fortaleza. Cuando su comandante la hubo ledo, prepar la entrega de la plaza.
A la maana siguiente, Alacaseo fue el primero en aproximarse a
las puertas y fingir mantener una conversacin con el gobernador.

372

Previamente, haba acordado con Digenes que cuando este viera


una seal, avanzara directamente hacia la ciudad. Tras una larga entrevista con el gobernador, hizo la seal convenida con el impostor,
quien tan pronto como la vio entr valientemente en la plaza junto a
unos pocos soldados. Los defensores de Putza los recibieron amablemente y el gobernador lo invit al bao. Dada la insistencia tambin
de Alacaseo en ello, les hizo caso enseguida. Luego los regalaron,
tanto a l como a los cumanos, con un esplndido banquete. Al final
del opparo festn, todos por igual estaban ebrios de beber el vino
que haban tragado desde odres rebosante por lo que se quedaron
dormidos roncando. Sin perder tiempo Alacaseo y el gobernador
con algunos de sus hombres los rodearon y, tras despojarlos de caballos y armas, abandonaron all mismo al impostor roncando y a
los cumanos los mataron y arrojaron directamente a los fosos, que
sirvieron de tumbas improvisadas.
5. Catacalon, que segua a las tropas cumanas segn las instrucciones del emperador, cuando vio que el falso Digenes se haba
introducido en la fortaleza y que los cumanos se haban dispersado
para forrajear, march y fij su campamento en un lugar cercano a
la mencionada ciudad. Como los cumanos estaban diseminados por
todas partes, Alacaseo no se atrevi a informar del resultado de su
misin al soberano y, hacindose cargo de ese hombre, se puso en
ruta hacia Tzurulo con idea de partir desde esta localidad hacia la
ciudad imperial. Al enterarse de esto, la madre y seora del emperador, que resida en el palacio como regente, envi con toda celeridad
y sin retraso al drungario de la flota, el eunuco Eustatio Ciminiano,
para que tomara consigo a aquel individuo y lo trajera a la capital.
l march en unin de un turco llamado Camires, al que emple
para cegarlo.
6. El soberano, que an permaneca en Anquialo, cuando se
hubo enterado de que los cumanos se haban dispersado con intencin de someter a pillaje las regiones colindantes, levant el campo
de donde estaba y lleg a la Pequea Nicea. Al tener conocimiento
de que Citzes, uno de los jefes del ejrcito cumano, haba tomado consigo a doce mil cumanos y de que tras diseminarlos estaba

373

consiguiendo un abundante botn, al tiempo que haba ocupado la


cresta de Taurocomo, descendi en compaa de las tropas que estaban a su mando y se estableci junto al borde del ro que pasa por
la llanura situada a los pies de dicha cresta y cubierta de chaparros
y brotes de rboles recientes. As pues, tras emplazar all sus fuerzas,
destac una seccin numerosa de turcos seleccionados por su habilidad con el arco y los lanz contra los cumanos para que mediante
ataques y cargas los atrajeran hacia la pendiente. Los cumanos los
atacaron y persiguieron sin contenerse hasta llegar al lugar que ocupaba la falange romana, donde contuvieron brevemente los caballos
con idea de organizar la formacin y prepararse para cargar contra
la falange romana.
7. Al ver el soberano a un arrogante cumano que se destacaba de
la falange y que, recorriendo la formacin, pareca buscar a alguien
que se enfrentara con l y al percatarse de que sus alas derecha e
izquierda estaban inmviles, no pudo tolerar esta cobarda y en presencia de todos sus hombres carg a rienda suelta contra el brbaro
que pretenda un combate singular y lo hiri primero con su lanza
para seguidamente atravesarle de parte a parte el pecho con su espada y derribarlo del caballo. En ese da se comport ms como un soldado corriente que como un general. As pues, gracias a su heroico
gesto, que infundi gran nimo en las tropas romanas y no menos
temor entre los escitas, atac y quebr, como lo hara una torre, la
cohesin del ejrcito enemigo. Rota as la unin de las filas brbaras,
estas emprendieron una incontenible fuga y se dispersaron por doquier. En conclusin, siete mil fueron los cumanos que murieron en
aquel enfrentamiento y tres mil los que fueron hechos prisioneros.
8. A pesar de la victoria, el soberano no autoriz a los integrantes
del ejrcito romano el reparto de todo el botn obtenido, como es
la costumbre, ya que haba sido producto del saqueo de las regiones
vecinas, y orden que les fuera devuelto a sus habitantes. Esta resolucin del emperador recorri volando todos los contornos, por lo
que, cuando se enteraron de la misma, se presentaron todos los que
haban padecido saqueos y cada uno fue recuperando sus propiedades. Estos, golpendose el pecho y levantando al cielo las manos

374

suplicantes, rogaban a Dios que le concediese la mayor ventura al


soberano. Y pudo orse cmo las voces unnimes de hombres y mujeres alcanzaban hasta la luna misma.
9. As se desarrollaron estos acontecimientos. El soberano, por
su parte, satisfecho, hizo descansar a sus fuerzas y retorn de nuevo a
la citada Pequea Nicea. Tras permanecer all durante dos das, sali
al tercero y lleg a Adrianpolis, donde estuvo albergado durante
bastantes das en casa de Silvestre. Todos los caudillos de los cumanos se destacaron del resto del ejrcito y con intencin de engaarle,
acudieron a su presencia fingiendo urgentes negociaciones con l
para que, mientras se consuma tiempo con el asunto de la paz, el
ejrcito cumano ganara ms terreno en su avance. Tras permanecer
a su lado durante tres das, la noche del tercer da emprendieron
camino a sus hogares.
10. El soberano, al darse cuenta del engao de los cumanos,
envi alados mensajeros que revelaron estos hechos a los encargados de defender los pasos de Zigo para que no se relajasen y
estuvieran continuamente alerta con intencin de capturarlos. Tan
pronto como l se enter de que todo el ejrcito cumano iba cubriendo su ruta, reagrup a los soldados de los que dispona en
esos momentos y lleg a un lugar llamado Escutario, que dista
unos diez y ocho estadios11 de Adrianpolis. Al da siguiente, lleg
a Agatnice. Una vez enterado de que el campamento cumano
ya se encontraba en Abrilebo (un lugar que no se halla lejos de
las mencionadas ciudades), se acerc hasta all. Cuando vio en la
distancia las innumerables fogatas que haban encendido, medit sobre la situacin e hizo venir mediante mensajeros a Nicols
Maurocatacalon y a otros jefes escogidos del ejrcito para deliberar
sobre el plan de combate. En la reunin se consider preciso hacer
venir a caudillos aliados como Uzs (este lo era de los srmatas),
Caratzs, el escita, y el semibrbaro Monastrs, e igualmente hacer
preparativos para que estos marcharan y prepararan quince o ms
hogueras por cada tienda de modo que los cumanos, al ver tan
gran cantidad de hogueras, creyeran que el ejrcito romano era
11 2,7 kilmetros.

375

Pedro el Ermitao alienta a los cruzados


Grabado de Gustave Dor

inconmensurable y atemorizados por ello no tuvieran valor para


atacarlos en adelante. Cuando la orden fue cumplida, un enorme
temor hizo presa en el nimo de los cumanos. A su vez, el soberano
se arm por la maana y con las fuerzas a su mando se lanz contra
ellos. Tras un combate disputado por ambas partes, los cumanos
volvieron la espalda. El emperador dividi su ejrcito y envi por
delante a las tropas ligeras para que los persiguieran. Incluso l en
persona se lanz sin reservas en persecucin de los fugitivos. Cuando logr darles alcance en el desfiladero de Sidera, muchos fueron
los que mat y muchsimos los que llev prisioneros.
11. Los hombres que haban sido destacados volvieron una vez
hubieron recogido todo el botn de los cumanos. El emperador pas
toda la noche en el desfiladero de Sidera a causa de una enorme
tormenta que se haba desencadenado y al amanecer march hasta
Goloe. Permaneci all durante un da y una noche para honrar a

376

todos los que haban luchado valientemente y concederles grandes


recompensas. Cuando hubo cumplido sus propsitos y hubo enviado a todos alegres de vuelta a casa, alcanz el palacio imperial en dos
jornadas.

V. Inicio de la Primera Cruzada. Proclama de Pedro el Ermitao


a occidente.
1. Despus de haberse repuesto un poco de sus grandes fatigas y a
raz de unos informes sobre las correras y los pillajes que los turcos
estaban haciendo por todo el interior de Bitinia aprovechando los
problemas surgidos en occidente que haban absorbido la atencin
del soberano en esta parte del imperio y que lo haban entretenido
ms en estos territorios que en aquellos (dedicaba mayores esfuerzos
a lo urgente), elabor un proyecto grandioso y digno de su persona,
pensado para reforzar Bitinia y protegerse de las incursiones de los
turcos gracias a las medidas que expondremos a continuacin, ya
que merece la pena contar en qu consistan.
2. El ro Sangaris12 y la costa que se extiende en lnea recta hasta
la aldea de Quele y la que se repliega hacia el norte encierran un
extenso pas dentro de los lmites que forman. Pues bien, los hijos
de Ismael, que desde siempre hemos tenido como prfidos vecinos,
a causa de la enorme carencia de defensores que sufra, devastaban
fcilmente este pas pasando por la regin de los mariandenos13 y
por la de los que viven al otro lado del ro Sangaris, que solan cruzar
para acosar Nicomedia. Mientras el emperador intentaba reprimir
el empuje de los brbaros y fortificaba sobre todo Nicomedia contra las incursiones al interior de su regin, observ un extenso foso
que se encontraba ms abajo del lago Baanes y cuyo curso l sigui
hasta el final. Por su configuracin y su posicin concluy que este
accidente no era un producto espontneo de la tierra y que no haba
sido excavado de modo natural, sino que era obra del hombre. Gra12 Hoy Sakarya. Ro de Frigia.
13 Pueblo de Asia Menor, cuya capital era Claudipolis.

377

cias a sus indagaciones junto a algunas personas acab sabiendo que


esa zanja haba sido cavada por orden de Anastasio Dcuro14, aunque
esas personas no podan explicar su finalidad. El soberano Alejo, por
su parte, opinaba que aquel emperador haba proyectado trasvasar
agua del lago a ese canal artificial. Pues bien, asumiendo tal propsito, el soberano Alejo orden cavar el foso a gran profundidad.
3. Temiendo que las aguas no fueran vadeables en el punto de
enlace de las corrientes, erigi una poderosa fortaleza, segura e inexpugnable en toda su extensin tanto por el ro como por la altura y
grosor de sus murallas. Esta fue la causa de que se la llamara Sidera15.
Aun hoy ese frreo baluarte es una plaza fuerte delante de una plaza
fuerte y una muralla delante de una muralla. El soberano en persona inspeccionaba la construccin de la fortaleza desde la maana a
la noche y, aunque haca mucho calor por estar en plena estacin
estival, soportaba polvo y ardor. Invirti gran cantidad de fondos
para que de all surgiera una muralla poderosa e inexpugnable, recompensando generosamente a cada uno de los que acarreaban piedras, ya fueran cincuenta o cien. A partir de ese momento, no solo
los que a la sazn se encontraban en el sitio de las obras, sino todo
soldado o sirviente, lugareo u oriundo de otro pas, se movilizaba
para acarrear dichas piedras al ver los generosos salarios y al emperador mismo presidiendo la marcha de los trabajos como si fueran
unos juegos. Gracias a este recurso aflua mucha gente y el acarreo
de aquellas enormes piedras poda hacerse con mayor rapidez. As
era l, un ser capaz de las ms profundas reflexiones y de las ms
grandiosas acciones.
4. En suma, los hechos que el soberano protagoniz hasta la
(...) indiccin del ao (...)16 se haban desarrollado como hemos
descrito. Pero an no haba tenido tiempo de descansar un poco,
14 Anastasio I Dcoro (491-518). Se le llam Dcoro porque tena las pupilas
de diferente color, trmino formado por dis [] (dos veces) y korai []
(pupilas).
15 En griego Sider [], esto es Frrea, De hierro. Estaba en Bitinia,
entre Nicomedia y el lago Sofn. Construida en 1095.
16 Se deduce que en las lagunas en el texto se hace referencia al ao 1096.

378

cuando oy rumores acerca de la llegada de innumerables ejrcitos


francos. Tema su aparicin porque conoca su incontenible mpetu,
su inestable y voluble temperamento y todos los dems rasgos que el
carcter de los celtas posee como propios o agregados. Saba cmo,
pasmados ante el dinero, aparecen desdicindose fcilmente de sus
tratados por cualquier motivo. Siempre haba odo esa cantinela y la
haba verificado en mucha ocasiones. Pero no se dej abatir y se preparaba con todo empeo para estar listo en el momento en que fuera
preciso pelear. Ahora bien, la realidad result ms aterradora incluso
que los rumores que se difundan. Todo el occidente, la raza de los
brbaros al completo, que habita las tierras comprendidas desde la
otra orilla del Adritico hasta las columnas de Hrcules, toda en una
masa compacta, se movilizaba hacia Asia a travs de toda Europa y
marchaba haciendo la ruta con todos sus enseres. Aproximadamente, lo motivos de tan enorme muchedumbre fueron las siguientes17.
5. Un celta, de nombre Pedro y de apodo Pedro de la Cogulla18,
tras haber sufrido en su peregrinacin hacia el Santo Sepulcro muchas calamidades por culpa de los turcos y sarracenos que devastaban toda el Asia, a duras penas logr regresar a su casa. Pero no soportaba haber fracasado en su objetivo y quera volver a emprender
el mismo camino. Como era consciente de que en esta ocasin no
deba ponerse a caminar en solitario hacia el Santo Sepulcro, concibi un astuto plan para que no le sucediese desgracia alguna. Este
consista en lanzar la siguiente proclama por todos los pases latinos:
Una voz divina me ordena anunciar a todos los condes de Francia
que deben abandonar sin excepcin sus hogares y partir para peregrinar al Santo Sepulcro, y dedicar todas sus fuerzas y pensamientos
a rescatar Jerusaln del poder de los agarenos.
6. A pesar de todo, tuvo xito. Como si hubiera grabado un
orculo divino en el corazn de todos los hombres, consigui que
los celtas desde lugares distintos fueran cuales fueran, se congregaran
17 La Alexada es la nica fuente original que explica la Primera Cruzada desde
el punto de vista bizantino, lo que hace su testimonio inestimable. Otros autores,
como Juan Zonaras, solo la tratan en quince lneas.
18 Pedro el Ermitao.

379

con armas, caballos y dems impedimenta de guerra. Tanto nimo


e mpetu tenan, que todos los caminos vieron su presencia. Acompaaba a aquellos guerreros celtas una muchedumbre de gente desarmada que superaba en nmero a los granos de arena y a las estrellas, llevando palmas y cruces en sus hombros. Mujeres y nios
haban partido tambin de sus respectivos pases. Pudo verse entonces cmo, igual que ros que confluyen de todas partes, avanzaban
masivamente hacia nuestros territorios a travs del pas de los dacios.
7. Precedi a la llegada de tan numerosos ejrcitos una plaga
de langosta que respetaba el trigo, pero devoraba sin compasin los
viedos. Esto era signo, como los adivinos de entonces profetizaban, de que los ataques de tan gran ejrcito celta se apartaran de
objetivos cristianos y se dedicaran con celo a combatir contra los
brbaros ismaelitas, que estn esclavizados por la ebriedad, el vino y
Dioniso. Esta raza, en efecto, es seguidora de los cultos de Dioniso
y del dios Amor, est sumida en la prctica de toda clase de promiscuidad, de modo que, si bien su carne est circuncidada, no lo
estn sus pasiones y no es ms que esclava y mil veces esclava de las
perversiones de Afrodita. Por eso, ellos adoran y veneran a Astart
y Astarot y estiman muchsimo la imagen de ese astro junto con la
imagen dorada de Cobar19. Precisamente, el trigo era smbolo del
cristianismo en esa profeca porque no embriaga y tiene gran valor
alimenticio. Esta fue, pues, la interpretacin dada por los adivinos a
los viedos y al trigo.
8. Dejemos en este punto las cuestiones relacionadas con la
adivinacin. Los hechos relacionados con la llegada de los brbaros
19 San Juan Damasceno, en su obra Sobre las herejas [ , en latn De
hresibus] trata en un captulo el islam como hereja del cristianismo. En sus inicios
nos revela que los rabes antes de la aparicin de Mahoma adoraban a Afrodita y a
la estrella de la maana que ellos denominan Khabar, trmino que el autor traduce como Grande. Ana Comnena aade aqu a Astart y Astaroth. La primera
era considerada por los griegos como la versin fenicia de su Afrodita. La segunda
figura aparece en la Biblia hebrea y es, en origen, el plural en fenicio de Astart y
se refiere a las numerosas estatuas de la diosa. Fue recogido el trmino en la Biblia
griega y latina como una figura aparte. Posteriormente, a mediados del siglo XV
aparece en textos hebreos como el nombre dado a un demonio. El comentario de
la autora, con todo, ilustra la concepcin que haba en Bizancio sobre los seguidores del islam.

380

venan as acompaados y quienes al menos eran perspicaces podan


prever novedades. La venida de tan gran cantidad de gente no se
produca de manera uniforme ni en el mismo instante (cmo hubiera sido posible que tan numerosa muchedumbre procedente de
diferentes lugares, atravesara en masa el estrecho de Longibarda?).
Hubo una primera travesa, luego una segunda a la que sigui otra
ms hasta que, una vez la hubieron hecho todos, emprendieron camino por tierra firme. Como hemos dicho, a cada uno de sus ejrcitos lo preceda una inmensa plaga de langosta. Todos, pues, cuando
pudieron observarla varias veces, llegaron a la conclusin de que
anunciaba la llegada de los batallones francos.
9. Ya en el momento en que algunos empezaban a atravesar
aisladamente el estrecho de Longibarda, el soberano hizo llamar a
determinados jefes de las fuerzas romanas y los envi a la zona de
Dirraquio y de Auln con orden de recibir amablemente a los que
hiciesen la travesa y darles abundantes provisiones sacadas de todas
las regiones que hay en el camino hacia aquellos lugares. Tenan rdenes de no perderlos luego de vista y de emboscarse para alejarlos
con breves escaramuzas, cuando vieran que realizaban incursiones y
correras para forrajear por las regiones vecinas. Los acompaaban
tambin algunos intrpretes del idioma latino a fin de evitar los enfrentamientos que pudieran surgir entre tanto.
10. Para dar ms detalles y profundizar en este episodio aadir
que, cuando se expandi por todo el mundo el rumor de aquella
convocatoria, el primero que vendi sus propiedades y se puso en
camino fue Godofredo20. Este hombre era adinerado y presuma
grandemente de su valor, valenta e ilustre linaje. Y cada uno de los
celtas se afanaba en adelantarse al resto. Fue aquella una muchedumbre de hombres y mujeres como nunca nadie recuerda, unos
con la sincera idea de peregrinar al Santo Sepulcro del Seor y contemplar los sagrados lugares; otros, ms prfidos, como Bohemundo y sus seguidores, que albergaban en su seno otras intenciones,
es decir, poder apoderarse de paso tambin de la ciudad imperial
20 Godofredo, duque de Bouillon. Naci en 1060 en Boulogne-sur-Mer y muri
en 1110 en Jerusaln, con el ttulo de Defensor del Santo Sepulcro.

381

como si hubieran hallado en ella un cierto objetivo. Bohemundo,


en concreto, turbaba las almas de muchos y muy valientes caballeros
a causa del antiguo rencor que le guardaba al soberano. Tras su proclama Pedro se adelant a todos, atraves el estrecho de Longibarda
con ochenta mil jinetes y lleg a la capital a travs de las tierras de
Hungra. Como puede adivinarse, la raza de los celtas tiene adems
un temperamento muy ardiente e inquieto y es incontenible cuando
se lanza a alguna empresa.

VI. Derrota del primer contingente de cruzados cerca de Nicea.


1. Como el emperador conoca los sufrimientos que haba padecido
Pedro en su primer viaje a causa de los turcos, le aconsej que aguardase la llegada del resto de los condes; pero no logr convencerlo,
ya que aquel confiaba en el nmero de quienes lo acompaaban
en aquel momento. Atraves, pues, el estrecho y una vez en la otra
orilla, fij su campamento en una ciudadela llamada Helenpolis21.
Los diez mil normandos que lo seguan se separaron del resto de
la expedicin y se dedicaron a devastar los alrededores de Nicea,
dando muestras de extrema crueldad con todo el mundo. De los
recin nacidos, a unos los descuartizaban, a otros los empalaban y
los quemaban al fuego, y atormentaban con toda clase de suplicios
a los adultos.
2. Sus habitantes, al percatarse de lo que estaba pasando, abrieron las puertas e hicieron una salida en contra de ellos. Tras un
violento combate, retrocedieron hasta meterse dentro de la plaza,
derrotados por la decidida manera de combatir de los normandos.
De este modo, una vez hubieron recogido todo el botn, volvieron
de nuevo a Helenpolis. Como suele suceder en semejantes circunstancias, se produjo una disputa entre ellos y quienes no los haban
21 Las fuentes latinas mencionan la localidad de Civetot. Helenpolis est en Bitinia, cerca de Nicomedia, en el golfo del mismo nombre. La tradicin cuenta que
fue el lugar de nacimiento de la madre del emperador Constantino, Santa Helena
y que por ella recibi su nombre. Hoy es Hersek.

382

acompaado en sus correras a causa de la envidia que corroa a los


que se haban quedado. Tras un enfrentamiento entre ambos grupos,
los osados normandos se separaron de nuevo, llegaron a Jerigordo22
y se apoderaron de ella al primer asalto.
3. Cuando se enter de lo ocurrido, el sultn envi contra ellos
a Elcanes23 en unin de numerosas fuerzas. Tras llegar a Jerigordo,
la tom y de los normandos, a unos los hizo vctimas de la espada
y a otros se los llev prisioneros. Y plane acciones contra los que
estaban junto a Pedro de la Cogulla. Prepar emboscadas en lugares
apropiados del camino hacia Nicea para caer sobre ellos de improviso y matarlos. Como conoca la codicia de los celtas, mand buscar
a dos hombres de carcter arrojado y les orden que se dirigieran al
ejrcito de Pedro de la Cogulla, para darle a conocer que los normandos haban ocupado Nicea y estaban haciendo el reparto de las
riquezas que haba en ella.
4. Esta noticia intranquiliz tremendamente a los que acompaaban a Pedro. Pero tan pronto como oyeron hablar de reparto y
de riquezas, se pusieron desordenadamente en camino hacia Nicea,
olvidando no solo sus conocimientos militares, sino incluso la formacin correcta que conviene guardar cuando se parte a la batalla.
Como hemos dicho anteriormente, la raza de los latinos es muy
codiciosa y cuando ha resuelto atacar un pas, es inmanejable porque
carecen de raciocinio. En su avance carente de orden y formacin,
vinieron a caer en manos de los turcos que estaban emboscados en
el Dracn24 y fueron masacrados miserablemente. Tan grande fue la
muchedumbre de celtas y normandos que cay vctima de la espada
de los ismaelitas, que cuando se reunieron los despojos existentes
por doquier de los hombres muertos, erigieron no digo ya un enorme collado, ni un montculo, ni una colina, sino una especie de
montaa elevada que tena una longitud y extensin considerables.
Tan voluminoso fue el amontonamiento de huesos. Posteriormente,
22 Al noroeste de Nicea.
23 En este caso, Ana Comnena toma el nombre del cargo Il-khan como nombre
propio. Ver libro VI XIII.1.
24 Al norte del lago de Nicea.

383

algunos brbaros del linaje de los masacrados, al edificar unas fortificaciones aparentemente semejantes a las de una ciudad, colocaron
los huesos de los que haban cado intercalados como argamasa, haciendo que la ciudad les sirviera de algo parecido a una tumba. An
hoy da sigue en pie esa ciudad, cuyas fortificaciones fueron erigidas
con piedras y huesos mezclados entre s.
5. En suma, todos haban cado bajo la espada. Solo Pedro en
unin de unos pocos regres y se introdujo de nuevo en Helenpolis. En cuanto a los turcos, le estuvieron tendiendo emboscadas
nuevamente para capturarlo. El soberano, al or todas estas noticias y confirmarse tan gran matanza, se indignaba al pensar que
Pedro pudiera ser capturado. Mand buscar enseguida a Constantino Euforbeno Catacalon, de quien ya hemos hablado en muchas
ocasiones, embarc bastantes fuerzas en naves de guerra y lo envi
por mar en su auxilio. Los turcos, al observar su llegada, se dieron a la fuga. l, sin perder un instante, rescat a Pedro y a sus
acompaantes, que eran contados, y logr ponerlos a salvo junto
al emperador.
6. Durante la entrevista en la que el emperador le record la
imprudencia que haba demostrado tener desde el primer momento y cmo por hacer caso omiso de sus recomendaciones se haba
sumido en tantas calamidades, l, como altivo latino que era, no
reconoci su propia culpabilidad en tan enormes desgracias y se la
achacaba a aquellos que no lo haban obedecido, sino que haban
seguido solo sus particulares deseos, y los calificaba de piratas y
ladrones. Por todo ello, afirmaba que Nuestro Salvador no haba
permitido que pudieran peregrinar al Santo Sepulcro.
7. Los latinos que como Bohemundo y sus secuaces ambicionaban desde haca tiempo gobernar el imperio de los romanos y
queran apropirselo, tal cual hemos dicho, hallaron una excusa
en la proclama de Pedro para reunir tal muchedumbre y engaar a
las personas ms puras. Y con el pretexto de que partan contra los
turcos para liberar el Santo Sepulcro vendieron sus tierras.

384

VII. Llegada de Hugo de Francia.


1. Un tal Hugo25, hermano del rey de Francia, inflado de orgullo
como Novato por su nobleza, riqueza y podero, en el momento
de partir apresuradamente camino del Santo Sepulcro, despach un
mensaje en atrevidos trminos al soberano, al que anunci su llegada para que previera una brillante recepcin a su persona. La carta
deca: Sabed, Majestad, que yo soy el emperador de emperadores26
y l ms grande que habita bajo el cielo. Conviene que a mi llegada,
que est a punto de producirse, me recibis y acojis magnficamente de un modo digno de mi posicin.
2. Cuando el emperador hubo odo esa misiva y como a la sazn
el duque de Dirraquio era Juan, el hijo del sebastocrtor Isaac, de
quien hemos hablado anteriormente, y el duque de la flota era Nicols Maurocatacalon, que haba fondeado sus naves a cierta distancia
unas de otras en el puerto de Dirraquio para hacer desde all incursiones y vigilar el mar a fin de que no se le escaparan las naves corsarias que bordeaban la costa, el soberano al punto les expidi cartas
a ambos en las que ordenaba al duque de Dirraquio que estuviera
atento a la llegada de aquel ya fuera por tierra o por la costa, una vez
producida la cual deba ponerla inmediatamente en conocimiento
del soberano. Deba ofrecer a Hugo un magnfico recibimiento. En
cuanto al duque de la flota, le orden que no relajara su vigilancia
bajo ningn concepto y que estuviera permanentemente alerta.
3. Cuando Hugo se encontr a salvo en la costa de Longibarda,
envi veinticuatro embajadores al duque de Dirraquio cubiertos de
doradas corazas y con similares grebas en unin del conde Tzerpenterio27 y de Elas, que haba hecho defeccin del emperador en Tesalnica. Ellos hablaron al duque en los siguientes trminos: Sate
25 Hugo, conde de Vermandois (1058-1101), hermano menor de Felipe I de
Francia.
26 La petulancia de Hugo resalta al denominarse a s mismo basileus [],
emperador, ttulo reservado solo al emperador de Bizancio.
27 Guillermo, vizconde de Melun (ca. 1070-1102), llamado el Carpintero
[Charpentier] por su gran fuerza. Particip en la Reconquista en Espaa.

385

notorio, duque, que nuestro seor Hugo est a punto de llegar portando desde Roma el estandarte dorado de San Pedro28. Que sepas
que l es caudillo de todo el ejrcito franco. Por tanto, disponte a
recibirlo a l y a las fuerzas a su mando de modo digno de su podero
y preprate a marchar a su encuentro.
4. Mientras estos utilizaban tales trminos con el duque, Hugo
descendi por Roma hasta Longibarda, como hemos dicho, y emprendi la travesa desde Bari hacia el Ilrico, durante la cual cay en
medio de una fortsima tormenta y perdi la mayora de sus barcos
junto con sus remeros y tripulantes. Solo una barca, donde coincidi que iba l, fue despedida medio destrozada por las olas en
el sector de costa entre Dirraquio y un lugar llamado Pales29. Un
par de hombres que estaban escudriando el horizonte aguardando
su llegada lo encontraron milagrosamente a salvo. Lo llamaron y le
dijeron: El duque aguarda tu llegada con vivos deseos de verte. l
pidi al punto un caballo. Uno de aquellos desmont de su caballo
y se lo ofreci gustosamente.
5. Cuando el duque lo vio tan inesperadamente a salvo, lo salud, le pregunt adnde iba y de dnde vena, se enter de cmo
le haban sucedido esas calamidades en la travesa, lo alivi con sus
grandes promesas y le brind a continuacin un abundante banquete. Tras el festn lo dej a su aire, si bien no le permiti una completa
libertad. Sin perder tiempo, indic al soberano las circunstancias
en que aquel haba llegado y le dijo que esperaba sus instrucciones. Tan pronto como el soberano se hubo enterado de todo, envi
a Butumites a Epidamno, a la que con frecuencia hemos llamado
Dirraquio, para que lo recogiera y lo condujera a la capital no por
el camino directo, sino desvindose por Filippolis, pues tema a
la muchedumbre de los celtas y a los ejrcitos que venan detrs.
El emperador lo acogi con cortesa y lo cubri de toda clase de
atenciones. Nada ms hacerle entrega de gran cantidad de dinero, lo
convenci para que pasara a ser su vasallo, pronunciando el habitual
juramento de los latinos.
28 Entregado por el papa a quienes iban a combatir contra los enemigos de la fe.
29 Cabo Palli, al norte de Dirraquio.

386

VIII. Travesa del conde de Prebentza30. Excurso sobre la tzangra. Hazaas de Mariano Maurocatacalon.
1. Estos fueron, desde sus comienzos, los acontecimientos relacionados con Hugo. En cuanto a Bohemundo, de quien hemos hablado
con frecuencia, cuando no haban transcurrido an quince das, hizo
la travesa con diversos condes y un ejrcito que superaba a todos en
nmero hasta llegar a la costa de Cabalion, un lugar cercano al Bosa31. Estos son los nombres que reciben los lugares en aquella zona
y que nadie nos reproche el empleo de semejantes denominaciones
brbaras, por las que quizs se mancille el estilo de nuestra historia,
ya que tampoco Homero despreci el nombrar a los beocios ni de
determinadas islas brbaras en pos de la exactitud de su narracin.
2. Siguindolo de cerca, tambin el conde de Prebentza lleg a
las costas del estrecho de Longibarda con el deseo de cruzarlo. All
alquil una gran nave pirata de tres mstiles por seis mil estteras32
de oro, en la que haba doscientos remeros y tres botes que la seguan a remolque. No dirigi la navegacin hacia el sector de Auln,
como haca el resto de los ejrcitos de los latinos, por temor a la
flota romana y tras soltar amarras, se desvi un tanto para navegar
directamente hacia Quimara33. Tuvo la suerte de hacer la navegacin
con viento de popa.
3. No obstante, por escapar al humo, cay en la hoguera. En
efecto, no hall escuadras que se emboscaran a lo largo del estrecho
de Longibarda, sino al mismsimo duque de toda la flota romana,
Nicols Maurocatacalon. Este se haba enterado previamente de la
existencia de aquella nave pirata y tras tomar consigo las birremes,
30 Hay dudas sobre el personaje al que se refiere la autora con ese ttulo. Unos
dicen que se trata de Raimundo de Saint Gilles, conde de Tolosa y marqus de
Provenza, al que Ana Comnena llamar ms adelante Isangeles. Otros opinan que
se trata de Ricardo de Principat, hijo de Guillermo de Hauteville, hermano de
Roberto Guiscardo.
31 Ro del Epiro, al norte de Auln.
32 En la antigedad, la esttera ateniense tena un peso de 8,72 gr. de oro y la
egintica, 12,62 gr.
33 Al sur de Auln.

387

trirremes y naves ligeras de toda su flota, parti y se situ en Cabalion, frente a Asn34, desde donde haba zarpado, dejando all la mayor parte de la escuadra. Envi al que se llama segundo conde con
su galera, que los marineros denominan excusato35, y le orden
que encendiera una hoguera cuando viese que los remeros de la nave
pirata soltaban amarras y que esta se adentraba entre las olas del mar.
Tan pronto como parti, se dispuso a cumplir la orden.
4. Nada ms observarla, el duque Nicols dot de alas a unas
naves, desplegando las velas, y a otras dot de innumerables patas,
poniendo sus remos en movimiento, y march contra el conde que
estaba cruzando el estrecho. No haba navegado an tres estadios36
desde tierra firme, cuando le dio alcance mientras aquel se apresuraba a arribar a la costa de Epidamno al frente de mil quinientos
soldados armados y ochenta caballos de raza. Cuando el piloto de la
nave vio al duque, le dijo al conde de Prebentza: El barco que nos
est dando alcance es de Siria. Corremos el riesgo de caer bajo sus
cuchillos y espadas. En consecuencia, el conde orden enseguida
que todos se pusieran las corazas y que luchasen con valenta.
5. Aunque estuvieran a mitad del invierno, en el da de Nicols,
aquel gran patriarca37, se dio la circunstancia de que el mar estaba
completamente en calma y la luna llena brillaba en una noche ms
clara que en primavera. Como el viento haba dejado de soplar, la
nave pirata no tena fuerza que la impulsara y sucedi que se qued
quieta en medio de las aguas. Al llegar a este punto de la historia,
quisiera que mi lengua celebrara las gestas de Mariano. Enseguida
pidi l al duque de la flota, su padre, los barcos ms ligeros, se arroj directamente sobre aquella nave e intent apoderarse de ella con
un abordaje por proa. Rpidamente acudieron a ese punto los hombres en armas, nada ms verle armado para el combate. Mariano
34 Colina cercana a Auln, tambin llamada Yasn.
35 Del latn, excussatum, aqu transcrita al griego como exkoussaton
[]. Parece ser una galera donde se embarca el segundo al mando de
la flota.
36 0,450 km.
37 6 de diciembre de 1096.

388

exhortaba a los latinos empleando su idioma para que no tuvieran


miedo y no lucharan contra correligionarios. Pero un latino le dispar con su tzangra38 al casco.
6. La tzangra es un arco brbaro totalmente desconocido para
los griegos. No se tensa tirando con la derecha de la cuerda y sosteniendo con la izquierda el arco, antes bien, el que tensa este instrumento blico de gran potencia, debe, por as decir, tenderse de
espaldas, apoyar ambos pies en los semicrculos del arco y tirar muy
fuertemente de la cuerda a la vez con ambas manos. En su centro
hay un tubo semicilndrico de un tamao parecido al de un dardo
de considerable longitud que va desde la cuerda al centro del arco y
por el que se dispara todo tipo de dardos. Los dardos que se colocan
en el tubo son de escasa longitud, pero muy gruesos y estn forrados en su punta con pesado hierro. Cuando se dispara, la cuerda se
suelta con enorme fuerza y velocidad y los proyectiles, donde quiera
que caigan, no rebotan hacia atrs, sino que llegan a horadar un
escudo o una gruesa coraza de hierro, que pueden atravesar para
seguir volando por el otro lado. Tan poderoso e imparable es el impulso de semejantes dardos. Ya ha habido ocasiones en que esta clase
de dardos ha atravesado una estatua de bronce y en que, tras venir
a dar en la muralla de una ciudad muy importante, o bien la punta
se incrust dentro, o bien se ocult enterrada en el interior de las
murallas. En suma, los resultados de la actuacin de la tzangra son
realmente diablicos. Quien experimenta su golpe muere, el muy
msero, sin darse cuenta siquiera de la enorme potencia del golpe.
7. La flecha, por tanto, sali desde la tzangra, golpe la parte
superior del casco y lo atraves volando sin rozar siquiera superficialmente un pelo de Mariano, porque la Providencia lo protegi.
l dispar rpidamente una flecha contra el conde y lo hiri en el
brazo. Esta haba horadado el escudo, atravesado la armadura en
forma de escamas y lo haba alcanzado en el costado mismo. Un
sacerdote latino, que estaba junto a otros doce compaeros de armas
38 Ballesta. Ana Comnena recoge aqu en transcripcin al griego [] el nombre originario de chancre, derivado del latn cancer (cangrejo), denominacin
que adoptara por su forma.

389

del conde y que se hallaba en popa, al ver estos hechos dispar numerosos dardos contra Mariano. Pero tampoco as ceda Mariano y
mientras combata, exhortaba a hacer lo mismo los que estaban a su
mando, de modo que en tres ocasiones hubo que relevar a los hombres heridos y agotados que rodeaban al sacerdote latino. En cuanto
al sacerdote, aunque haba recibido muchos impactos y estaba empapado en su propia sangre, aguantaba a pie firme.
8. No hay coincidencia de opiniones sobre la cuestin de los clrigos entre nosotros y los latinos. A nosotros se nos prescribe por los
cnones, las leyes y el dogma evanglico: No toques, no murmures,
no ataques, pues ests consagrado39. El brbaro latino, sin embargo,
lo mismo manejar los objetos divinos que se colocar un escudo
en la izquierda y aferrar en la derecha la lanza, y de igual modo
comulga con el cuerpo y la sangre divinos, que contempla matanzas
y se convierte en un ser sanguinario, como dice el salmo de David40.
As, esta brbara especie no son menos sacerdotes que guerreros.
Pues bien, aquel combatiente, mejor que sacerdote, lo mismo se
vesta con la estola sacerdotal que manejaba el remo o se dedicaba a
combatir en batallas navales, luchando con el mar y con los hombres
simultneamente. En cambio, como acabo de decir, nuestro modo
de vida se remonta a Aarn, a Moiss y a nuestro primer pontfice.
9. Tras haberse prolongado esta violenta batalla desde la tarde
hasta la mitad del da siguiente, los latinos se rindieron en contra de
su voluntad, una vez pedida y obtenida de Mariano la garanta de
inmunidad. Por su parte, aquel aguerridsimo sacerdote no cesaba
de combatir ni siquiera cuando ya se haba llegado a la paz. Es ms,
cuando su aljaba estuvo vaca de proyectiles, tom un guijarro de
honda y lo lanz contra Mariano, que aunque se cubri la cabeza
con el escudo, lo golpe en l y, tras partirlo en cuatro partes, rompi el casco. Mariano, aturdido por el impacto de la piedra, perdi
el conocimiento y estuvo tendido en el suelo sin voz durante mucho
tiempo, como el famoso Hctor, que estuvo a punto de agonizar por
efecto de la piedra que le haba lanzado yax. Una vez logr a duras
39 II Colosenses, 21.
40 Salmos, XXV 9.

390

penas volver en s y reponerse, dispar sus flechas e infligi tres heridas al que lo haba alcanzado con sus proyectiles. Ese polemarca41,
ms que sacerdote, que no se cansaba nunca de batallar, como haba
arrojado todas las piedras de sus manos y, en una palabra, careca
tanto de piedras como de dardos, sin saber qu hacer ni con qu defenderse de su adversario, comenz a agitarse, a enardecerse y enfurecerse, dando vueltas como una fiera sobre s mismo, y utilizaba sin
reservas todo lo que caa en sus manos. Y as, al encontrar una bolsa
llena de pan de cebada, lanz los panes de la bolsa como si fuesen
piedras de honda, a la manera de una consagracin y haciendo de la
guerra una celebracin y una ceremonia sagrada. Pues bien, agarr
un pan y con toda la fuerza de su mano lo arroj contra el rostro de
Mariano y lo golpe en la mejilla.
10. Estos fueron los hechos relacionados con aquel sacerdote y
con aquella nave y sus tripulantes. En cuanto al conde de Prebentza, tras su rendicin, la de su nave y la de los hombres a su mando,
sigui voluntariamente a Mariano el resto de la travesa. Cuando
hubieron llegado a tierra y desembarcaban de la nave, aquel sacerdote emprendi una y otra vez la bsqueda de Mariano, al que por
no conocer su nombre lo llamaba por el color de sus vestiduras. Una
vez se hubo acercado a l, lo rode con sus brazos, mientras se jactaba: Si me hubierais encontrado en tierra firme, muchos habrais
muerto entre mis manos. Sac y le entreg, entonces, una copa de
plata de ciento treinta estteras de valor. Y mientras charlaba y haca
este regalo, expir.

IX. Comportamiento de Godofredo de Bouillon. Enfrentamientos entre cruzados y bizantinos.


1. Tambin el conde Godofredo hizo la travesa en ese momento con
otros condes y un ejrcito de diez mil caballos y sesenta mil infantes
y, una vez en la capital, situ sus tropas por el lado de la Propntide
41 Antigua denominacin del arconte encargado de los asuntos blicos en la ciudad de Atenas. Aqu tiene el sentido de almirante de una flota.

391

en un terreno que se extenda desde el puente situado cerca del Cosmidio hasta San Focas. Aunque el emperador lo exhortaba a que
cruzase el estrecho de la Propntide, el conde retrasaba el paso un
da tras otro, ideando excusa tras excusa. En una palabra, aguardaba
la llegada de Bohemundo y de los dems condes. Efectivamente,
mientras Pedro haba aceptado desde el mismo comienzo hacer tan
largo camino con la finalidad de peregrinar al Santo Sepulcro, el
resto de los condes y ms que ellos Bohemundo le guardaban un viejo rencor al emperador y buscaban una oportunidad para vengarse
de aquella brillante victoria que haba obtenido sobre Bohemundo
durante la batalla librada en Larisa. Como los condes estaban de
acuerdo y soaban con apoderarse de la capital, acordaron llevar
adelante un mismo plan (esto lo hemos mencionado en repetidas
ocasiones anteriormente) que consista en seguir aparentemente el
camino que conduca a Jerusaln, cuando en realidad lo que queran
era arrebatarle al soberano el trono y aduearse de la capital.
2. Pero el emperador, que desde haca tiempo conoca su perfidia, haba ordenado por cartas a las fuerzas aliadas y a sus jefes que
se situasen escalonadamente desde Atira hasta Fileas (lugar de la
costa del Ponto), que estuviesen atentos por si Godofredo enviaba
a alguno de sus hombres a Bohemundo y a los condes que venan
detrs, o viceversa, y que los apartaran de su ruta.
3. Entre tanto tuvo lugar el siguiente suceso. El emperador haba mandado buscar a algunos de los condes de Godofredo para
aconsejarles que lo convencieran de que prestase juramento a su
persona. Como el tiempo se consuma a causa de la charlatanera
natural y la gran prolijidad de los latinos, acab por difundirse entre ellos el falso rumor de que los condes haban sido apresados por
el emperador. Como consecuencia, inmediatamente se movilizaron
sus compactas falanges contra Bizancio y arrasaron totalmente los
palacios que se hallaban junto al llamado Lago de Plata, mientras
al mismo tiempo intentaban tomar las murallas de Bizancio sin
helpolis, porque carecan de ellas, y confiando en su propia masa.
Tan poco pudor mostraron tener, que osaron arrojar fuego contra
la puerta que est a los pies del palacio imperial, cerca de la iglesia

392

levantada antiguamente por un emperador en honor del gran patriarca Nicols42.


4. No solo los bizantinos que integran la masa del populacho y
que son pusilnimes sin remedio e ignorantes del arte de la guerra
al ver las falanges de los latinos se lamentaban, geman y se daban
golpes de pecho sin saber qu hacer, sino que incluso el conjunto
de los hombres leales al emperador se una a aquel coro, porque
imaginaban que aquel jueves sobrevendra la toma de la ciudad y
teman sufrir durante aquella jornada el castigo de los acontecimientos pasados. Todos cuantos tenan conocimientos militares acudan
desordenadamente al palacio. El emperador, por su parte, no se haba armado en modo alguno, ni se haba puesto la coraza de escamas
de hierro, ni aferrado escudo ni lanza, ni ceido la espada; antes al
contrario, estaba sereno, firmemente sentado en el trono imperial,
animando a todos con una mirada sonriente, infundiendo valor en
sus almas y aconsejando sobre las medidas que deban adoptarse a
parientes y jefes del ejrcito.
5. Y as como primera disposicin haba ordenado que nadie
hiciera ninguna salida contra los latinos, en parte porque el da en
que estaban era sagrado (era el jueves de la ms grande y santa de las
semanas, en el que el Salvador sufri por todos nosotros una muerte
vergonzosa), en parte tambin porque aborreca la idea de matar a
gente de su misma religin. Por tanto, aconsej a los latinos que
abandonaran su empeo mediante continuos mensajes que decan:
Respetad a Dios, que hoy ha muerto por todos nosotros sin rechazar para nuestra salvacin ni la cruz ni los clavos ni la lanza, que son
atributos propios de los criminales. Si tenis deseos de combatir,
nosotros acudiremos dispuestos para la batalla tras el da en que
resucite Nuestro Salvador43.
6. Los latinos, sin embargo, lejos de obedecer a esta peticin,
compactaron ms las falanges y lanzaron sin cesar sus flechas hasta
el extremo de que hirieron en el pecho a uno de los que estaban al
lado del soberano. Al ver esto, la mayora de los que rodeaban al
42 El Palacio Imperial de Blaquernas.
43 Jueves Santo, 2 de abril de 1097.

393

emperador retrocedieron; pero l se qued quieto en el trono, mientras los alentaba y regaaba con una cierta dulzura. Esta actitud dej
a todos asombrados. Como observaba que los latinos se iban aproximando sin ningn pudor a las murallas y que no obedecan a lo que
se crea conveniente, mand buscar primero a su yerno Nicforo, mi
csar, y le orden que tomara a su cargo a los arqueros ms aguerridos y expertos, y los emplazase en lo alto de las murallas con orden
de disparar flechas sin descanso contra los latinos; pero no deban
apuntar a nadie, sino procurar errar en la mayora de los casos, de
modo que la densidad con que se disparasen las flechas sirviera solo
para atemorizarlos y no matarlos. Como hemos dicho, respetaba el
carcter sagrado de la jornada y no deseaba una matanza fratricida.
7. En segundo lugar, orden que algunos soldados escogidos, armados con arcos la mayora y aferrando largas lanzas el resto, abrieran la puerta de San Romano y les hicieran una demostracin de
fuerza. Cada uno de los lanceros deba ir cubierto por dos peltastas a
cada flanco. Cuando estuviesen as formados, avanzaran a paso lento. Previamente, habran sido enviados contra los celtas unos pocos
y expertos arqueros que dispararan flechas desde lejos y acosaran
incesantemente sus dos flancos. Cuando estos vieran que el terreno
intermedio entre ambos contendientes se acortaba, ordenaran a los
arqueros que iban tras ellos que arrojasen una densa nube de flechas
contra los caballos, no contra los jinetes, para cargar luego a rienda
suelta contra los celtas. As se conseguira de un lado detener la fase
ms impetuosa del ataque de los celtas y evitar una fcil carga contra
los romanos, que no podran hacer por tener los caballos heridos, y
de otro lado sobre todo, impedir la muerte de cristianos. Las rdenes
del emperador fueron cumplidas con decisin y las puertas fueron
abiertas. Unas veces cargando a rienda suelta contra el enemigo y
otras reteniendo los caballos, lograron matar a muchos, mientras
que entre ellos hubo pocos heridos aquel da.
8. Dejmoslos aqu a esos. En cuanto al csar, mi seor, como
hemos dicho, tom a su cargo algunos expertos arqueros, los emplaz a lo largo de las torres y estuvo acosando a los brbaros con
ellos. Todos posean arcos potentes y certeros, porque era un grupo

394

de jvenes con una experiencia en manejar el arco que no desmereca en nada a la pericia del Teucro homrico44. El arco del csar,
por su parte, era realmente el arco de Apolo. No haca como los
famosos griegos de los poemas de Homero que, llevando la cuerda
hasta el pecho, ponan el hierro en su sitio para mostrar como ellos
su excelencia en la caza; antes bien, como un Heracles, disparaba
flechas mortales desde arcos inmortales y bastaba que se propusiera
un blanco para acertar en l con solo quererlo45. Y as, en los momentos en que se presentaba la ocasin de combatir y pelear no
erraba su disparo, fuera cual fuera el blanco que se propusiera, y
donde apuntaba siempre causaba heridas. Tan fuertemente tensaba
el arco y con tanta potencia lanzaba la flecha, y pareca manejar las
habilidades del arco por encima del propio Teucro y de los Ayantes.
Sin embargo, aunque as fuera, por respeto al carcter sagrado del
da y teniendo presente la orden del emperador, cuando vea que los
latinos se iban aproximando audaz e insensatamente a las murallas
cubiertos con escudos y cascos, tensaba el arco, colocaba la flecha en
la cuerda y la disparaba con una trayectoria alta o baja, pero siempre
intentando fallar el tiro.
9. Aunque reprimiera sus impulsos de disparar a los latinos
con propsito de acertar a causa del da en que estaban, la osada y
desvergenza de un latino que no solo lanzaba una densa nube de
flechas contra los que estaban en lo alto de las murallas, sino que
incluso, hablando en su propio idioma, pareca proferir numerosas
injurias, empuj al csar a tensar su arco contra l, y de su mano
sali un dardo que lejos de perderse, horad el largo escudo, la coraza de lminas junto con el brazo y fue a clavarse en su costado.
El latino qued enseguida tendido en tierra sin voz, como dice el
poeta46, mientras que el clamor de los que vitoreaban al csar y de
los que lloraban al cado se elevaba hasta el cielo. En suma, aquel
da se libr un horrible y sangriento combate entre ambos bandos
por la decisin con que luchaban tanto nuestra caballera como los
44 Il., IV 105-111.
45 Il., IV 105-111, 123.
46 Il., XV 537-538; XX 483; Od., V 456-457.

395

Alejo I recibe a Godofredo de Bouillon

hombres situados en las murallas. Cuando el soberano hizo entrar


en combate a su guardia personal, las falanges de los latinos emprendieron la huida.
10. Al da siguiente, Hugo fue a aconsejar a Godofredo que
obedeciera los deseos del emperador y jurara guardarle completa
lealtad, si es que no quera tener una segunda muestra de su experiencia militar. Godofredo, sin embargo, lo hizo objeto de graves recriminaciones, diciendo: T, que partiste de tu pas como
emperador con tantas riquezas y un gran ejrcito para acabar ti-

396

rndote desde un puesto tan alto a la categora de esclavo has


venido para darme semejantes consejos, como si se tratase de una
gran hazaa? l repuso: Hubiera sido preferible quedarnos en
nuestros propios territorios y dejar en paz los ajenos; pero, ya que
hemos venido hasta aqu y necesitamos el apoyo del emperador,
hagamos caso a sus palabras. De lo contrario, nada bueno puede ocurrimos. Como Godofredo despidi a Hugo con las manos
vacas y como tambin se recibi la noticia de que los condes que
venan despus ya estaban prximos, el emperador envi a algunos
de sus mejores jefes al frente de sus tropas con orden de aconsejarle
de nuevo y empujarle a cruzar el estrecho. Cuando los vieron, los
latinos se pusieron a guerrear sin esperar un instante y sin preguntar al menos qu queran. Tras un violento combate, perecieron
muchos combatientes de cada bando y fueron heridos todos los
hombres del soberano que haban marchado imprudentemente a
la batalla. Pero como estos haban luchado con mayor arrojo, los
latinos volvieron la espalda.
11. De este modo, al cabo de poco tiempo Godofredo termin
por aceptar la voluntad del emperador. Acudi, pues, a presencia
del emperador y le prest el juramento que exiga. Segn este,
cuantas ciudades, regiones y fortalezas lograra ocupar que antes
hubieran dependido del poder romano, debera devolverlas al jefe
militar que el emperador destacara con ese objeto. Y as, tras prestar juramento, haber recogido abundantes riquezas, haber compartido con l casa y mesa y haber sido generosamente festejado,
atraves y acamp en Pelecano47. El emperador, entonces, orden
que se les suministrara copiosas provisiones.

X. Llegada del conde Ral y de los dems condes.


1. Despus de Godofredo tambin hizo su aparicin el conde
llamado Ral con quince mil jinetes e infantes. Acamp con sus
condes en la Propntide, en torno al monasterio denominado del
47 En Bitinia, en el borde septentrional del golfo de Nicomedia.

397

Patriarca48, y acanton a sus dems hombres a lo largo de la costa


hasta Sostenio. Al igual que Godofredo tambin Ral retrasaba
el momento de cruzar el estrecho esperando la llegada de los que
venan tras l. Pero el emperador, que prevea lo que iba a pasar y
tema la llegada de los otros latinos, agilizaba su traslado por todos
los medios. A travs de emisarios hizo llamar a Opo (persona de
nobles sentimientos y no inferior a nadie en experiencia militar) y,
cuando se hubo presentado, lo envi por tierra hacia donde estaba
Ral en unin de otros valientes guerreros con orden de obligarlo
a efectuar el traslado. Al ver que no haba manera de que el conde
obedeciera la orden del emperador y que adoptaba una actitud
insolente respecto al soberano, dando numerosas muestras de su
arrogancia se arm y aline la formacin, posiblemente para asustar al brbaro y en la creencia de que con esta medida lo persuadira para que hiciera la travesa a la otra orilla. Pero el conde, alegre
como un len que halla una gran presa, tras alinear la formacin
de sus celtas ms rpido de lo esperado, libr un violento combate
con Opo.
2 Cuando Pegasio, que haba llegado all con la misin de facilitarles el traslado por mar, contempl la batalla que estaba teniendo lugar en tierra firme y vio que los celtas atacaban con gran
arrojo al ejrcito romano, desembarc de las naves y atac tambin
l a los celtas por la retaguardia. Muchos cayeron muertos y muchos tambin heridos. As, los supervivientes latinos pidieron ser
trasladados. El emperador, que era hombre muy astuto, temiendo
que al juntarse con Godofredo lo pusieran al corriente de lo que
haba ocurrido y lo instigasen en contra de l, acept gustoso su
sometimiento, los embarc y a peticin propia los envi por mar al
Sepulcro del Salvador. Despach asimismo algunos embajadores a
los condes que estaban al venir y les expres sus mejores propsitos
al tiempo que les adelantaba un venturoso futuro. A su llegada,
48 Dedicado a San Miguel. Se llamaba as porque en el monasterio se hallaba la
tumba del patriarca San Ignacio de Constantinopla (847-867). San Ignacio fund
tres conventos en las islas Prncipe, prximas a Constantinopla y fue nieto del
emperador Nicforo I (802-811) e hijo de Miguel I (811-813), Su festividad se
celebra el 23 de octubre.

398

ellos cumplieron de buen grado todo lo que se les orden.


3. Tales fueron, pues, los hechos protagonizados por el conde
Ral. Tras l vena una nueva muchedumbre inmensa y heterognea,
que se haba formado con aportaciones de hombres provenientes de
casi todos los pases celtas, con caudillos, reyes, duques, condes e
incluso obispos a su frente. Conforme iban llegando, el soberano
les enviaba embajadores, los reciba amablemente y les diriga palabras de bienvenida haciendo gala de la habilidad que tena para
prever el futuro y adivinar la actitud ms conveniente. Orden a los
encargados de esta tarea que suministrasen vveres a quienes se iban
presentando para que ellos no tuvieran oportunidad ni, lgicamente, motivos para cometer ninguna fechora. Ellos, por su parte, se
apresuraban para llegar pronto a la capital. Podra decirse que eran
numerosos como las estrellas del cielo o los granos de las arenas que
se extienden junto a la orilla del mar. Eran tantos como hojas y flores
brotan en primavera, segn palabras de Homero49, y tenan prisa
por llegar a Constantinopla.
4. Aunque no me importara detallar los nombres de los jefes,
no deseo hacerlo. Mi obra se vera entorpecida por ello, en parte
porque dichos trminos brbaros son impronunciables y no puedo
transmitirlos, en parte porque me disuade de hacerlo la inmensidad
de su nmero. Adems por qu pretender dar las denominaciones
de tan enorme gento, cuando incluso los que fueron testigos de
aquellos hechos solo mostraron indiferencia? As pues, una vez en la
capital, sus ejrcitos se acantonaron por orden del soberano cerca del
monasterio de Cosmidio50 y abarcaron hasta Hiero51.
5. No eran nueve los heraldos que, segn una antigua costumbre
griega, los contenan con sus gritos, sino un gran nmero de valientes
hoplitas que los seguan, instndoles a que obedecieran las exhortaciones del soberano. El emperador con el deseo de estimularlos para
que jurasen como hiciera Godofredo, los haca llamar por separado,
49 Il., II 468; Od., IX 51.
50 Monasterio dedicado a San Cosme y San Damin, en los arrabales de Constantinopla, cerca del palacio de Blaquernas.
51 En el extremo septentrional del Bsforo.

399

conversaba con ellos en particular sobre lo que deseaba y a los ms


sensatos los usaba como intermediarios ante los ms irreductibles.
Pero no obedecan por estar aguardando la llegada de Bohemundo
e inventaban toda clase de peticiones sobre las que aadan, a su
vez, ms reclamaciones. Sin embargo, el emperador resolva sus problemas fcilmente e insista en animarlos a jurar como Godofredo.
Incluso mand llamarlo de Pelecano, en la otra orilla, para que estuviera presente en el acto del juramento.
6. Despus de que todos los condes comparecieran, incluido
Godofredo, y prestaran juramento, uno de aquellos nobles tuvo la
osada de sentarse en el trono del emperador. El emperador soport
esta injuria sin decir una palabra porque haca tiempo que conoca el temperamento altivo de los latinos. El conde Balduino52 se
le acerc, lo tom de la mano, lo levant de all y le recrimin su
actitud en estos trminos: No deberas haber hecho eso, ya que has
prometido ser vasallo del emperador. No es costumbre de los emperadores romanos el compartir su trono con los que les son inferiores
en rango. Los que por su juramento se han convertido en vasallos
de Su Majestad deben observar las costumbres de su pas. El otro
no respondi nada a Balduino y fijando su penetrante mirada en el
emperador, se dijo a s mismo en su propio idioma: Mirad cmo
un campesino es el nico que est sentado, mientras a su lado estn
en pie tan magnficos caudillos.
7. El movimiento de los labios del latino no le pas inadvertido
al emperador y, llamando a un intrprete, le pregunt sobre lo que
haba dicho. Cuando hubo odo la frase de aquel, prefiri no dirigirse al latino por el momento y reserv para s sus reflexiones. Cuando
todos se despedan del emperador, hizo venir a aquel soberbio y
desvergonzado latino, y le pregunt quin era, de donde proceda
y a qu linaje perteneca. l le respondi: Soy un franco de pura
raza, de una familia noble. Y una cosa s, que en un cruce del pas
de donde procedo existe un antiguo santuario al que se acerca todo
el que est dispuesto a enfrentarse en un combate singular y tras
52 Balduino de Boulogne, Hermano de Godofredo de Bouillon, al que sucedi
en el trono como rey de Jerusaln. Sera coronado como Balduino I (1100-1118).

400

plantarse all como un solitario combatiente, solicita ayuda a Dios


desde las alturas y espera con tranquilidad al adversario que se atreva
a contender con l. En dicho cruce pas yo mucho tiempo inactivo,
esperando a alguien que luchara conmigo; pero en ninguna parte
haba un hombre que se atreviera a ello. Cuando hubo odo estas
palabras, el emperador le dijo: Si buscando entonces el combate no
lo hallaste, te ha llegado el momento de hartarte con innumerables
combates. Te recomiendo que no te coloques ni en la retaguardia,
ni en la vanguardia de la falang, sino ocupar el medio con los hemiloquitas53, pues hace mucho tiempo que conozco el mtodo de
combate de los turcos. No solo le daba a l estos consejos, sino
tambin a todos los dems y les adelantaba todos los problemas que
iban a encontrar en su camino. Asimismo, les recomendaba que no
se obstinaran en perseguir a los turcos hasta el final, cuando Dios les
concediera la victoria contra los brbaros, para no caer muertos en
medio de sus emboscadas.

XI. Bohemundo se acerca al emperador. Amistad de este con


Isangeles54.
1. Estos fueron los hechos protagonizados por Godofredo, Ral y el
resto de condes que los seguan. En cuanto a Bohemundo, lleg junto con los dems condes a Apron. Consciente de que no era de noble
linaje, ni estaba al frente de numerosas fuerzas debido a la escasez de
dinero que sufra y con el deseo de ganarse el favor del emperador,
pero ocultndole la totalidad de sus planes, se adelant al resto de
los condes y solo con diez celtas corri hacia la ciudad imperial. El
emperador, que conoca sus tretas y saba de su carcter intrigante e
insidioso desde haca tiempo, se dio prisa en conversar con l, antes
de que llegaran los dems condes, y convencerlo antes de la venida
de estos para que cruzara el estrecho y as, evitando que entrase en
53 Jvenes oficiales del ejrcito.
54 Raimundo IV conde de Tolosa (1042-1105), tambin conocido como Raymond de Saint Gilles, marqus de Provenza.

401

contacto con los condes que estaban al llegar, no le hicieran cambiar


de opinin. Tras mirarle con una sonrisa en el momento de su entrada, el emperador se fue informando de las peripecias del viaje y del
lugar donde haba dejado a los condes.
2. Cuando Bohemundo le hubo dado todos los informes de
acuerdo con sus apreciaciones, el emperador le record con fineza la
osada que haba mostrado anteriormente en Dirraquio y Larisa, as
como su antigua enemistad. l le dijo: Aunque entonces yo era un
enemigo y un adversario ahora he venido como amigo y por propia
iniciativa a presencia de Vuestra Majestad. El emperador mantuvo largas conversaciones con l y puso discretamente a prueba sus
intenciones. Cuando reconoci que aceptaba prestar un juramento
fiable, le dijo: Ahora debes retirarte para descansar de las fatigas de
tu viaje. Maana conversaremos sobre lo que queramos.
3. Una vez en el Cosmidio, cuyas dependencias le haban sido
acondicionadas para alojamiento, le fue ofrecida una abundante
mesa repleta de toda clase de manjares y alimentos. Los cocineros
llegaron incluso a presentarle la carne cruda de ganado y volatera,
dicindole: Nosotros, como ves, hemos preparado los manjares de
acuerdo con nuestro modo de cocinar, pero si no son de tu agrado
aqu los tienes crudos y que sean cocinados como tu deseas. As
les haba ordenado actuar y expresarse el soberano. Haba acertado,
efectivamente, con sus conjeturas gracias a su habilidad caracterstica
para prever la actitud del ser humano y a su capacidad para sumergirse dentro de su corazn y captar sus reflexiones, y gracias a que
conoca tambin la animadversin y malevolencia de Bohemundo.
Y as, para que no tuviese ninguna sospecha sobre l, orden que se
le presentasen las carnes crudas, con lo que elimin rpidamente la
sospecha. Sus previsiones fueron acertadas.
4. El hbil Bohemundo no solo evit degustar las viandas que ya
estaban preparadas, sino que ni tan siquiera las toc con la punta de
sus dedos. Por el contrario, las rechaz al instante sin revelar a nadie
los secretos pensamientos que recorran su mente y las distribuy
por entero a los comensales fingiendo mostrarles su amistad con este
gesto, pero, en realidad, un examen atento de la situacin revelara

402

que les estaba sirviendo una copa mortal. Y tampoco ocult su perversidad, tanto despreciaba a sus subordinados. Al mismo tiempo,
orden a sus propios cocineros que preparasen las carnes al modo de
su pas. Al da siguiente se dedic a preguntar a los que haban comido las primeras viandas cmo se encontraban. Ellos dijeron: Estupendamente, y aadieron que no haban sentido la ms pequea
molestia. Entonces fue cuando les revel su secreto y les dijo: Yo tena bien presentes las guerras contra l y aquella clebre batalla. Por
ello, tema que pudiera buscar mi muerte introduciendo un veneno
mortal en la comida. Este fue el comportamiento de Bohemundo.
Por mi parte, puedo afirmar que nunca vi a ningn malvado que no
se diera prisa por obrar lejos de lo correcto en todas sus palabras y
actuaciones, pues cuando se abandona el justo medio, no importa
en direccin a qu extremo se vaya, uno se sita lejos de la virtud.
5. Tras hacer venir a Bohemundo, el emperador le pidi que
prestara tambin el juramento habitual de los latinos. Y Bohemundo, que saba cules eran sus recursos, que no era de antepasados
ilustres, ni tena abundancia de riquezas, lo que motivaba que tampoco contara con fuerzas numerosas, sino con los escassimos celtas
que lo seguan y como, adems, era perjuro por naturaleza, cedi
de muy buena gana a los deseos del soberano. A continuacin, el
emperador escogi una estancia del palacio imperial y extendi por
el suelo todo tipo de riquezas, (...), vestidos, monedas de oro, de
plata y objetos de menor valor. Tan llena estaba la habitacin, que
ni siquiera se poda caminar por la abundancia de los obsequios. Al
encargado de mostrar este despliegue de riquezas a Bohemundo le
orden que abriera de par en par las puertas. l, estupefacto ante la
visin del tesoro, dijo: Si tantas riquezas hubieran sido mas, hace
tiempo que sera yo seor de muchos pases. Y el encargado repuso:
Todos estos bienes te regala hoy el emperador.
6. Bohemundo acept alegremente esos regalos y agradeci el
gesto. Seguidamente, se encamin para descansar al lugar donde
se hospedaba. Pero cuando le fueron llevadas esas riquezas, cambi
de parecer y el que antes se haba asombrado, dijo ahora: Nunca
hubiera esperado sufrir tal deshonra por parte del emperador. To-

403

mad, pues, estos presentes y devolvedlos al que los ha enviado. El


emperador, que conoca la natural inconstancia de los latinos, replic con el dicho vulgar: Las malas obras se vuelven contra el que las
ha hecho55. Al or esas palabras Bohemundo y ver que los encargados de transportarlas venan con celeridad a recogerlas de nuevo,
cambi de actitud y el que antes las haba despreciado y se haba
molestado, diriga ahora una amable mirada a los cargadores, como
un pulpo que puede transformarse con toda rapidez. En efecto, este
hombre era por naturaleza prfido y hbil para adaptarse a las circunstancias, y tanto superaba en maldad y valor a todos los latinos
que entonces atravesaron el estrecho, cuanto era inferior a ellos en
fuerzas y riquezas, pero incluso as dominaba a todos por su enorme
bellaquera. De igual modo, la inconstancia, como una impronta
natural de los latinos, formaba tambin parte de l. En conclusin,
el que haba rechazado las riquezas, ahora las tomaba alegremente.
7. l haba partido de su pas con su malicia por no poseer ni
siquiera un trozo de tierra y con el motivo aparente de peregrinar al
Santo Sepulcro, cuando en realidad se propona ganarse algn dominio y mejor an si pudiera, apoderarse del propio imperio de los
romanos de acuerdo con las instrucciones de su padre. Y como dice
el proverbio, quien mucho mueve, mucho necesita. El soberano, que
conoca su hostilidad y perfidia, se apresuraba a eliminar hbilmente
todo aquello que pudiera coadyuvar a sus secretas aspiraciones. Por
ello, no obtuvo el ttulo de domstico de oriente, cuando lo solicit,
ya que actuaba como un cretense ante otro cretense56. El emperador
tema que si obtena autoridad y converta en vasallos gracias a ella a
todos los condes, los condujera con facilidad en adelante por el camino que deseaba. Como no quera que Bohemundo sospechara que ya
haba sido totalmente descubierto, entre halagos y buenas promesas
para el futuro, le dijo: Todava no es el momento. Pero con tu energa y lealtad podr hacerse realidad en no mucho tiempo.
8. En conclusin, tras conversar con los condes y obsequiarlos
55 Salmos, VII 17.
56 Proverbio por el que se da a entender lo intil de las tretas y ardides con quien
las utiliza como norma general de conducta. Plutarco, Emilio, 23; Lisandro, 20.

con todo tipo de presentes y honores, al da siguiente se sent en el


trono imperial y mand buscar a Bohemundo y a todos los condes,
para tratar sobre las dificultades que se les presentaran en su ruta.
Les dio los consejos ms apropiados, los instruy en los mtodos
de combate que suelen usar los turcos durante las batallas y les recomend la manera en que deban ordenar la formacin y tender
emboscadas, as como les indic tambin que no deban perseguirlos
largo rato cuando los turcos dieran la espalda. Una vez pulido su
rstico carcter con las riquezas y las charlas, y tras darles las ms
adecuadas recomendaciones, los anim para que cruzaran el estrecho.
9. Apreciaba, en particular a Isangeles por su superior inteligencia, sus rectas concepciones y la pureza de su vida, y conoca asimismo cunto le preocupaba la verdad, a la que no le antepona nunca
nada. Destacaba entre los dems latinos tanto como el sol entre las
estrellas. Por esto, precisamente, lo mantuvo a su lado durante un
tiempo. Y as, cuando tras despedirse todos del soberano, llegaron a
travs del estrecho de la Propntide a Damalis, libre ya de su molesta
presencia, mandaba buscar con frecuencia a Isangeles con intencin
de facilitarle ms detalladas instrucciones sobre lo que podra sucederles a los latinos durante el viaje. De igual forma, le confiaba las
sospechas que tena sobre las intenciones de los francos. Merced a
estas frecuentes confidencias y con las puertas de su alma abiertas en
cierto modo a Isangeles, le recomend con toda franqueza que estuviera alerta ante la perfidia de Bohemundo, para que cuando quisiera transgredir los tratados, lo apartara de su empeo y frustrara por
todos los medios sus proyectos. l dijo al soberano: Si Bohemundo
tiene por herencia de sus antepasados la inclinacin al perjurio y al
engao, sera un milagro que guardase su juramento. En cuanto a
m, procurar dentro de mis posibilidades cumplir siempre vuestras
rdenes. Tras despedirse del soberano, parti para unirse al grueso
del ejrcito de los celtas.
10. Por lo dems, el soberano deseaba seguir a los celtas en su campaa contra los brbaros, pero tema su innumerable muchedumbre.
Juzg, pues, necesario acudir a Pelecano, desde donde por su proxi-

405

midad a Nicea podra enterarse de lo que les iba sucediendo a los


celtas y, al tiempo tambin, de las incursiones de los turcos fuera de
los muros de Nicea y de la situacin de sus defensores. Crea que
sera perjudicial no llevar a cabo mientras tanto ninguna accin militar que le permitiese, si encontraba la oportunidad, apoderarse por
su cuenta de Nicea y no conseguirla de manos de los celtas, como
le haban jurado. Pero mantena en secreto sus planes y todo lo que
haba preparado. Solo l y Butumites, su confidente en este proyecto, conocan los motivos de su presencia all. Envi entonces a este
para que se ganara a los brbaros del interior de Nicea con promesas
de toda clase de favores y de una completa inmunidad, y en parte
tambin, con la amenaza de sufrir calamidades sin cuento y de que
caeran bajo las espadas de los celtas si eran capturados por ellos. La
eleccin de este hombre se debi al conocimiento que desde siempre
tena sobre la lealtad de Butumites y su energa en lo relacionado
con las misiones de esta ndole. En fin, as se desarrollaron estos
acontecimientos desde su inicio.

406

LIBRO XI

Continuacin de la Primera Cruzada (1097-1104)

1. Asedio de Nicea.
1. Por su parte, Bohemundo y todos los condes aguardaban la llegada de Isangeles, reunidos en el lugar desde donde pensaban iniciar
la travesa hacia Ciboto1 en unin de Godofredo. Puesto que, al
ser una muchedumbre considerable, no podan permanecer en ese
mismo sitio por la dificultad de aprovisionamiento, se dividieron en
dos a pesar de estar esperando la venida del emperador con Isangeles
para emprender el camino de Nicea una vez se hubieran reunido
all con l. Unos se encaminaban a travs del pas de los bitinios y
de Nicomedia hacia Nicea; otros, tras cruzar el estrecho de Ciboto,
confluyeron en el mismo punto. De este modo, situados ya cerca de
Nicea, se distribuyeron las torres y los lienzos de muralla entre ellos
mismos, porque haban decidido efectuar el asalto a los muros de
acuerdo con una cierta organizacin para hacer ms enrgico el asedio gracias a la mutua competencia. Dejando libre el sector asignado
a Isangeles, esperaban su venida. Entonces lleg tambin el soberano
a Pelecano con sus pensamientos puestos en Nicea, como nuestra
obra mostr anteriormente.
2. Los brbaros del interior de Nicea mandaban continuos mensajes al sultn, para que los socorriese. Dado que este an se retrasaba y el asedio se vena ya prolongando durante muchos das desde la
salida del sol hasta la puesta, cambiaron de parecer y reconocieron
1 Civetot, en el golfo de Nicomedia.

407

Representacin de la batalla de Nicea


Grabado de Gustave Dor

como ms ventajoso pasarse al emperador que ser capturados por


los celtas, ya que vean su situacin en un punto crtico. En consecuencia, hicieron llamar con ese objeto a Butumites, quien continuamente les haba hecho saber mediante frecuentes cartas que
obtendran incontables favores del emperador en el caso de que le
entregasen Nicea. l, tras haber ofrecido como clara respuesta, si
se le entregaba la plaza, la benevolencia del emperador y tras hacer
constar por escrito sus promesas, fue acogido gustosamente por los
turcos, quienes ya haban renunciado a enfrentarse con tan numeroso contingente y consideraban ms positivo entregar voluntariamente la ciudad al emperador y contar con riquezas y honores que
convertirse en vctimas de la espada.
3. No se cumpla an el tercer da de la entrada de Butumites,
cuando tras su llegada, Isangeles se apresuraba a intentar tomar las

408

murallas con las helpolis que tena aprestadas. Entre tanto, les lleg
un rumor que informaba de la venida del sultn. Cuando los turcos se enteraron de esta nueva y se animaron, expulsaron enseguida
a Butumites. El sultn2, por su parte, destac una seccin de su
ejrcito y la envi para que inspeccionase la ofensiva de Isangeles,
con orden de que si se topasen con algunos celtas, no rehuyeran
el combate con ellos. Cuando los hombres de Isangeles los vieron
de lejos, se enzarzaron en una batalla. Los otros condes y el propio
Bohemundo, enterados de la incursin de aquellos brbaros, seleccionaron a grupos de doscientos hombres de cada contingente y,
una vez reunido una tropa muy numerosa, lo enviaron sin dilacin
en apoyo de Isangeles. Despus de ponerlos en fuga, persiguieron a
los brbaros hasta el anochecer.
4. Mas el sultn en absoluto estaba deprimido por estos acontecimientos, antes bien, cuando iba amaneciendo el da, se arm y
ocup con todas sus tropas la llanura que se extenda por fuera de
las murallas de Nicea. Los celtas, tras percatarse de su presencia y
armarse fuertemente, se lanzaron contra ellos como leones. Entonces se produjo un duro y sangriento enfrentamiento. Como la batalla se encontraba estabilizada con igual provecho para ambas partes
durante todo el da, al llegar el sol al crepsculo, los turcos huyeron,
porque la noche regul el combate. En suma, perecieron muchos de
ambos bandos, hubo no pocos muertos y la mayora fueron heridos.
5. Los celtas retornaron despus de haberse alzado con esta brillante victoria y de haber ensartado en sus lanzas, como estandartes,
las cabezas de muchos enemigos, para que los brbaros, al ver de
lejos lo sucedido, se asustasen por esta prematura derrota y renunciasen a una obstinada resistencia. De tal ndole eran los actos que
haban llevado a cabo y las reflexiones que hicieron los latinos. El
sultn, tras la visin de las infinitas huestes de estos y habida cuenta
de su irrefrenable valor a raz del propio ataque, curs a los turcos
del interior de Nicea un mensaje con sus palabras: Haced en adelante todo aquello que juzguis mejor. Pues saba de antemano que
preferan entregar al emperador la ciudad antes que caer cautivos de
2 Qilidj Arsln I, hijo de Solimn. Ver libro VI XII.1, nota 52.

409

los celtas.
6. Isangeles, por su parte, que mantena su primitivo empeo,
tras construir una torre circular de madera y cubrirla de pieles por
ambos flancos, completar su interior con mimbres entrelazados y
fortificarla en todo su permetro, la aproxim al costado de la torre
llamada Gonata. Se le haba dado este nombre haca tiempo, cuando
el famoso Manuel, padre del precedente emperador Isaac Comneno3, y de su hermano Juan, mi abuelo paterno, fue elegido por el
entonces emperador Basilio4 para el cargo de estratego autocrtor de
todo el oriente, con la orden de dar fin a las hostilidades con Esclero5, ya fuera mediante oposicin militar, ya convencindolo con su
buen juicio para firmar un tratado de paz. Pero Esclero, que era muy
aguerrido y disfrutaba con la sangre, prefiri siempre la guerra a la
paz, con lo que a diario se producan violentos combates. Como Esclero no solo no deseaba la paz, sino que pugnaba valientemente por
apoderarse de Nicea con ayuda de helpolis, sucedi que, despus de
haber derruido la muralla, la torre perdi sus apoyos y cay a peso.
Qued con el aspecto de estar inclinada sobre una rodilla y por este
hecho recibi semejante apelativo6.
7. As era conocida la historia de la torre Gonata. Isangeles,
cuando gracias a su enorme pericia tuvo dispuesta la ya citada torre
de madera, que los ms expertos en ingenios blicos denominan
tortuga, introdujo en su interior hombres armados demoledores de
murallas7, y otros que saban minar la torre con sus herramientas,
con objeto de que los unos lucharan contra los defensores de la muralla y mediante esta maniobra los otros dispusieran de tregua para
3 Isaac I Comneno (1057-1059).
4 Basilio II (976-1025).
5 Bardas Esclero, miembro de elevado rango en la corte, pariente del emperador
Basilio I el Grande (867-886). Se sublev contra Basilio II entre los aos 976 y
979 y fue derrotado.
6 El trmino Gonata [] deriva del sustantivo gony, genitivo gnatos
[, ], que significa rodilla. As, el nombre de la torre sera algo as
como Torre Arrodillada.
7 Teikhesipletes [] esto es demoledor de murallas, epteto del dios
Ares en la Ilada (V 455).

410

minar la torre. Estos fueron introduciendo vigas de madera en lugar


de las piedras que sacaban. Cuando desde el interior alcanzaron a
vislumbrar la claridad de tal modo que vieron penetrar por un lugar cierto resplandor, les metieron fuego a las vigas y las quemaron.
Cuando estas estuvieron calcinadas sucedi que la torre Gonata se
vino ms abajo de tal manera que no perdi su apelativo. Rodearon
de arietes y tortugas el resto de la muralla y cubrieron con escombros en un abrir y cerrar de ojos el foso que se hallaba en su exterior
hasta llegar a unirse sin solucin de continuidad a la llanura que se
extenda por una y otra parte.

II. Toma de Nicea.


1. El emperador, que haba elaborado numerosas y certeras reflexiones continuamente, y haba reconocido la imposibilidad de que Nicea fuera tomada por los latinos, aunque sobrepasasen en nmero
toda cuenta, aprest, a su vez, diversos tipos de helpolis, la mayora de ellas en desacuerdo con las normas de la ingeniera y segn
aquellos otros criterios que le parecieron adecuados, lo que provoc
asombro en todos, y las envi a los condes. Como ya nuestra historia
ha mostrado anteriormente, l haba pasado al otro lado en compaa de las tropas que tena a mano y se haba quedado en Pelecano,
cerca de Mesampelas, donde tambin desde tiempos lejanos se haba
erigido un santuario bajo la advocacin del gran mrtir Jorge.
2. Quera as el soberano partir en unin de los latinos contra
los turcos infieles, pero desisti de su empeo porque, al sopesar la
cuestin, comprendi que la enormidad del ejrcito franco superaba
a las tropas romanas y porque conoca desde haca tiempo el carcter
voluble de los latinos. Y no solo por esta razn, sino tambin porque
prevea la actitud incierta y desleal de ellos, quienes, a la manera
del Euripo8, se vean con frecuencia transportados de un punto al
contrario, y estaban dispuestos a vender sus mujeres e hijos por un
solo bolo debido a su temperamento codicioso. En suma, merced
8 Ver II III.4, nota 6.

411

a estas reflexiones renunci el soberano a sus proyectos. Acept que


no deba unirse a los celtas, aunque s otorgarles tanto apoyo, como
durase su presencia.
3. Como estaba al tanto de la poderosa fortificacin de las murallas de Nicea, saba que era imposible su conquista por los latinos.
Pero cuando se enter de que el sultn estaba introduciendo fcilmente en Nicea por el lago vecino importantes fuerzas y un completo reaprovisionamiento, intent la conquista del lago. Por tanto, una
vez dispuestas las barcas apropiadas para la navegacin por aquellas
aguas y cargadas en carros, las ech al lago por el sector de Co tras
embarcar en ellas soldados armados al mando de Manuel Butumites
y tras hacerles entrega de un nmero de estandartes mayor del necesario, as como de trompetas y tambores de modo que parecieran
por ello mucho ms numerosos.
4. As fueron tomadas por el soberano las medidas relativas al
sector del lago. Por lo que respecta a tierra firme, mand buscar a
Taticio y al llamado Tzitas junto a valientes peltastas que ascendan
al nmero de dos mil, y los destac a Nicea con rdenes de que en el
desembarco tomaran el castillo de San Jorge, que cargaran en mulas
la gran cantidad de flechas que transportaban y que, tras desmontar
de los caballos a distancia de las murallas de Nicea, marcharan a pie
y fijaran su campamento directamente frente a la torre llamada Gonata; que luego, con los escudos en formacin cerrada atacaran las
murallas junto a los latinos a una seal convenida. Una vez llegado
Taticio con el ejrcito a sus rdenes, dio cuenta de ello a los celtas de
acuerdo con los planes del emperador. Todos entonces se vistieron
las armaduras y atacaron las murallas entre alaridos y un enorme
gritero.
5. Los hombres de Taticio disparaban dardos incesantemente
y los celtas por una parte horadaban las murallas y por otra intensificaban el lanzamiento de piedras con sus catapultas. En cuanto
al sector del lago, los brbaros, aterrorizados con los estandartes y
trompetas imperiales por Butumites, quien en ese mismo instante les transmita las promesas del emperador, a tal punto fueron
constreidos que ni siquiera se atrevan a asomarse a las almenas

412

de Nicea. Dado que tambin haban perdido la esperanza de la


llegada del sultn, consideraron ms conveniente entregar la ciudad al soberano y emprender negociaciones acerca de este particular con Butumites. Este trat en los trminos esperados y les
mostr el crisbulo que previamente le haba entregado en mano
el emperador. En consecuencia, permitieron el acceso a Butumites, despus de haber escuchado la lectura del crisbulo con el
que el emperador les prometa no solo el inmunidad, sino incluso
una generosa donacin de riquezas y dignidades a la hermana y
a la mujer del sultn, que, segn se deca, era hija de Tzacs y, en
suma, a todos los brbaros de Nicea dispuestos a confiar en las
promesas del soberano. Este, sin dilacin, comunic por carta
a Taticio la siguiente noticia: Ya tenemos en nuestras manos la
presa. Hay que disponerse para el asalto y facilitarle esta misma
accin a los celtas, pero no confiarles nada ms que el combate en
torno a las murallas, cercarlas como se debe, e intentar el ataque
cuando salga el sol.
6. Esto era una treta para que los celtas creyeran que esa ciudad
haba sido tomada en combate por Butumites e ignoraran la maniobra practicada por el soberano para su entrega. El emperador
deseaba que las actividades de Butumites quedaran en secreto para
los celtas. Al da siguiente, se profiri el grito de guerra desde ambos
frentes de la ciudad. De un lado, los celtas se emplearon en el asalto
por tierra con bastante arrojo y de otro, Butumites tras ascender a las
almenas y plantar los cetros y los estandartes en la muralla, aclam
con trompas y trompetas al soberano. De esta manera entr todo el
ejrcito romano en Nicea.
7. Butumites conoca el abundante nmero de los celtas y tema
que ellos por lo inseguro de su carcter y lo irresistible de su mpetu
se apoderasen de la plaza despus de su entrada. Vea tambin que
los strapas de la ciudad se bastaban contra las fuerzas de las que
l dispona y solo con quererlo eran capaces de encadenarlas y degollarlas. Por ello, se hizo cargo al punto de las llaves de la puerta.
En aquel momento exista una sola puerta de entrada y salida, ya
que las dems haban sido cerradas por miedo a los celtas que por

413

all estaban. As pues, ya en su poder las llaves de aquella puerta,


consider preciso reducir a los strapas con un ardid para poder
someterlos fcilmente de manera que no tramaran nada contra l.
Mand buscarlos y les aconsej que acudieran a presencia del soberano si deseaban recibir abundantes riquezas de l, ser dignados
con los mayores honores y que se les dispensaran presentes anuales.
Convenci a los turcos y, abriendo de noche la puerta, los fue despachando por el cercano lago en pequeos grupos a Rodomero y al semibrbaro Monastrs, que permanecan en la fortaleza denominada
de San Jorge, y a quienes les haba ordenado que los remitiesen sin
dilacin al soberano nada ms desembarcar de las naves, y que no
los retuviesen ni un instante para que no conspiraran contra ellos al
unirse con los turcos que eran enviados despus de ellos.
8. En efecto, el augurio fue correcto y la conjetura, basada en
la gran experiencia de aquel hombre, incontrovertible. Mientras
estuvieron despachando al soberano con diligencia a quienes iban
viniendo, conservaron la seguridad y ningn peligro les acech, pero
cuando se relajaron, se cerni sobre ellos el peligro que suponan
los brbaros retenidos. Efectivamente, cuando se vieron en tan gran
nmero, planearon llevar a cabo una de estas dos alternativas, o caer
sobre esos durante la noche y matarlos, o conducirlos encadenados
al sultn. Puesto que todos quedaron de acuerdo en esta ltima propuesta, los atacaron de noche y conducindolos encadenados segn
la previa decisin, partieron de all. Luego, una vez llegados al cerro
de Azala, lugar que dista (...) estadios de las murallas de Nicea, all,
como era de esperar, desmontaron de los caballos y los dejaron descansar.
9. Monastrs era medio brbaro y conoca el idioma turco, e
incluso Rodomero, que haba sido haca tiempo capturado por los
turcos y haba permanecido mucho tiempo con ellos, tampoco era
desconocedor de dicho idioma. Ambos continuamente los agitaban con persuasivos trminos dicindoles: Para qu nos preparis
una copa mortal, si ni siquiera os sacaris un mnimo provecho
de ello? Mientras todos los dems disfrutan de grandes presentes
distribuidos por el soberano y se les inscribe para que dispongan

414

de rentas anuales, vosotros os privis de todos esos beneficios. No


os hagis tales planes respecto a vosotros mismos y no corris un
riesgo evidente, cuando podis salvaros sin peligros, retornar a
vuestros hogares repletos de riquezas y, quizs, ser dueos de tierras. Quizs, tambin, cuando os encontris con los romanos emboscados ah dijeron sealando con sus manos los torrentes y los
lugares pantanosos perezcis y perdis intilmente vuestras vidas,
porque os acechan no solo gran cantidad de celtas y brbaros, sino
tambin un innumerable contingente de romanos. As pues, si nos
obedecis, dadles la vuelta a las riendas y marchemos unidos junto
al soberano. Y os juramos por Dios que gozaris de sus infinitos
presentes y luego tendris paso franco, como personas libres, en la
direccin que deseis.
10. Los turcos obedecieron sus palabras y tras dar y recibir mutuas garantas de honor, emprendieron el camino al encuentro del
soberano. A su llegada a Pelecano, nada ms verlos el emperador,
despus de dirigirles a todos una alegre mirada, aunque en su interior estuviera muy indignado con Rodomero y Monastrs, los despidi en aquel instante para que descansaran. Al da siguiente, todos
los turcos que estuvieron dispuestos a rendirle vasallaje gozaron de
infinitos beneficios. En cuanto a los que aspiraban a volver a sus
propios hogares, tambin a ellos, una vez hubieron recibido no pocos presentes, les fue concedido permiso para cumplir sus deseos.
Posteriormente, les reproch a Rodomero y a Monastrs su mucha
negligencia, pero al ver que estos, avergonzados, ni siquiera tenan
el valor de mirarlo a la cara, cambi el tono y se apresur a animarlos con otros trminos. Estos fueron los acontecimientos relativos
a Rodomero y Monastrs. Una vez nombrado entonces Butumites
por el soberano duque de Nicea, los celtas le solicitaron el acceso
para ver y venerar sus sagrados templos. Pero aquel, que, como se
dijo, conoca claramente su temperamento, no permita la entrada a
todos juntos, sino que la conceda a los celtas abrindoles las puertas
por grupos de diez.

415

III. El paso por Anatolia.


1. El soberano, que an resida en Pelecano y deseaba que todos los
condes que an no haban prestado juramento lo hicieran entonces,
encarg por carta a Butumites que aconsejara pblicamente a todos
los condes no emprender el camino de Antioqua sin haber jurado
ante el emperador, pues as quizs se diera la circunstancia de que
volvieran a obtener esplndidos regalos. Entre todos fue el primero
Bohemundo, quien, al or hablar de riquezas y regalos, obedeci las
palabras de Butumites y aconsej a todos que retornaran junto al
emperador, tal era su irresistible pasin por acaparar. Cuando llegaron a Pelecano, el soberano los recibi magnficamente, hacindolos
objeto de gran solicitud. Luego, los congreg y les dijo: Conocis
el juramento que todos me hicisteis. Si no queris transgredirlo de
ahora en adelante, aconsejad a cuantos sabis que no han jurado
que hagan el mismo juramento. Ellos al punto mandaron buscar a
quienes no haban jurado y, en efecto, acudieron todos y pronunciaron el juramento.
2. Pero Tancredo9, el sobrino de Bohemundo, que era hombre
de carcter independiente, insista en deber fidelidad solo a Bohemundo y en querer guardarla hasta la muerte. Ante las increpaciones
de sus compaeros y de los propios parientes del emperador, por los
que se haca de rogar, se fij en la tienda donde el emperador presida los actos (pues era de unas dimensiones como nadie viera nunca)
y dijo: Si me la dieras repleta de riquezas y de todo cuanto has dado
a los dems condes, tambin yo pronunciara el juramento. Palelogo, que por su celo hacia la persona del emperador no soportaba
las palabras de Tancredo, aunque estuviera fingiendo, intent expulsarlo con desprecio. El otro, que era muy altivo, se ech contra l. Al
ver esto, el emperador se levant del trono y se situ en medio. Tambin Bohemundo contuvo el mpetu de Tancredo dicindole: No
conviene dar muestras de insolencia a los parientes del emperador.
9 Tancredo de Hauteville, prncipe de Galilea y de Antioqua. Vivi entre 1075 y
1112. Roberto Guiscardo era su abuelo materno y era sobrino de Bohemundo, ya
que su madre, Emma de Hauteville era hermana de este.

416

Luego Tancredo, avergonzado por su comportamiento impertinente


con Palelogo y, obedeciendo por otra parte los consejos de Bohemundo y de los dems, jur tambin.
3. Una vez todos hubieron jurado ante el emperador, les cedi
a Taticio, que ostentaba entonces el cargo de gran primicerio, junto
con las fuerzas bajo su mando, en parte para que en todo momento
colaborara con su apoyo y les precaviera de los peligros, y en parte tambin para que se hiciera cargo de las ciudades tomadas por
aquellos, si Dios as lo estableca. Por tanto, tras hacer de nuevo la
travesa al da siguiente, todos los celtas emprendieron el camino
que conduce a Antioqua. Luego, como el emperador conjeturara
que no todos iran necesariamente acompaando a los condes en su
ruta, instruy a Butumites para que cuantos celtas abandonaran su
propio ejrcito fueran admitidos a sueldo para la defensa de Nicea.
4. Despus de que Taticio con el ejrcito bajo sus rdenes, todos
los condes y las incontables tropas celtas a su mando hubieron alcanzado Leucas10 en dos das, confi la vanguardia a Bohemundo por
peticin propia, y ellos marchaban detrs en formacin y a paso lento. Los turcos, a causa del paso ms vivo que llevaba, lo vieron por
la llanura de Dorileo11 y creyeron haberse topado con el grueso del
ejrcito celta. Al momento trabaron combate con l subestimndolo. El engredo latino que haba osado sentarse en el trono imperial,
ocupaba la vanguardia de la formacin de Bohemundo y olvidando
el consejo del emperador, se adelant estpidamente a los dems.
Como consecuencia, murieron entonces cuarenta de sus hombres
y l, herido gravemente, dio la espalda a sus enemigos y se meti a
resguardo en su formacin mientras con sus actos, que no con sus
palabras, divulgaba qu sagaz era el emperador.
5. Bohemundo, al ver que los turcos estaban combatiendo decididamente, mand buscar con un emisario a las fuerzas celtas.
Llegaron raudas y entonces se libr un combate duro y sangriento.
La victoria la obtuvo el ejrcito romano y celta. Mientras los batallones se alejaban de all en formacin cerrada, se dieron de frente
10 En Bitinia, al este de Nicea.
11 Hoy Eski-ehir, en Frigia.

417

Representacin del sitio de Antioqua


Grabado de Gustave Dor

en Hebraice12 con estos el sultn Tanismn13 y Asn, quien solo l


comandaba ochenta mil guerreros. Se entabl, pues, una violenta
batalla por la abundancia de tropas y de fuerzas y porque ningn
bando daba la espalda a la parte adversaria, puesto que los turcos
luchaban contra sus enemigos con mucho arrojo. Al comprobarlo
Bohemundo, que estaba al mando del ala derecha, se destac del
resto del ejrcito y se precipit audazmente, como un len seguro
12 Heraclea.
13 El emir Ghzi-ibn-Danishmend, muerto en 1104. Perteneca a la dinasta de
los Danishmends. A partir de la batalla de Mantzikert, en 1071, su dinasta control el norte y el centro de Anatolia. Despus de la toma de Nicea, se haba reconciliado con el sultn Qilidj Arsln en contra de los cruzados.

418

de su propia fuerza, segn dice el poeta14, contra el mismo sultn


Clitziastln. Este hecho atemoriz a los turcos y les hizo presentar la
espalda a los celtas.
6. Estos, que tenan presentes las recomendaciones del emperador, no los persiguieron mucho rato, antes bien, llegaron al atrincheramiento de los turcos y reposaron all un poco. Volvieron a alcanzar
a los turcos en Augustpolis y los pusieron en fuga por completo
con su ataque. Aquella fue la ruina del brbaro. Los supervivientes,
persuadidos de que no seran capaces de oponerse en adelante a los
latinos y de que hallaran la salvacin en la fuga, se dispersaron por
doquier siguiendo cada uno distinto camino y dejando abandonados a mujeres y nios.

IV. Sitio de Antioqua.


1. Qu ocurri a partir de ah? Llegaron los latinos con el ejrcito
romano a travs del conocido como camino rpido15 sin prestarle atencin al entorno. Tras hacer el atrincheramiento cerca de las
murallas, instalaron la impedimenta y asediaron la ciudad durante
tres ciclos lunares. Los turcos, temerosos del destino que les sobrevena, informaron al sultn de Corosn y le pidieron que enviase
suficientes fuerzas para auxiliar a los antioquenos y expulsar a los
latinos que asediaban desde el exterior.
2. Casualmente, un armenio16 observaba desde lo alto de una
torre el sector de la muralla asignado a Bohemundo. A ese, que se
asomaba con frecuencia, Bohemundo lo abland con abundantes
promesas y lo convenci de que le entregase la ciudad. El armenio
le dijo: Cuando t quieras y me hagas una seal desde fuera, al
instante te entregar este torren. Solo tenis que permanecer alerta
tanto t como todas las tropas a tu mando con las escalas tambin
14 Il., V 299.
15 El valle del Orontes.
16 Su nombre era Firuz, se haba convertido al islam y haba jurado fidelidad a
Yaghi-Siyn, gobernador turco de Antioqua

419

dispuestas. Pero no solo debes estar t preparado, sino incluso todo


el ejrcito debe tener puestas las corazas para que, en cuanto vean los
turcos que habis subido y que estis lanzando el grito de guerra, se
den a la fuga asustados.
3. Bohemundo mantuvo en secreto entonces sus planes. Cuando ya estaba ultimado ese plan, lleg alguien afirmando que una inmensa muchedumbre de agarenos estaba al llegar conducida contra
ellos por un general de Corosn llamado Curpagn17. Al enterarse
de esta noticia Bohemundo y como no deseaba entregar Antioqua
a Taticio de acuerdo con los juramentos prestados anteriormente
al emperador, sino que la pretenda para s, urdi un prfido plan
por el que prepar la partida de aquel en contra de su voluntad.
Acudi a su lado, por tanto, y le dijo: Deseo revelarte un secreto,
ya que miro por tu seguridad. Un rumor que ha llegado a odos de
los condes ha turbado sus almas. El emperador ha convencido al
sultn para que enve contra nosotros a los soldados que acuden desde Corosn. Como consideraron fiable esta noticia estn tramando
algo contra tu vida. Yo he cumplido mi parte y te he prevenido del
inminente peligro. En adelante, es tu responsabilidad cuidar de tu
propia salvacin y la de las tropas a tu mando. Taticio, tomando en
consideracin la terrible hambruna (en efecto, una cabeza de buey
se venda por tres estteras de oro), renunci entonces a la toma
de Antioqua, parti de all y, tras embarcar en la escuadra romana
atracada en el puerto de Sudi18, arrib a Chipre.
4. Una vez se hubo retirado este, Bohemundo, con las palabras
del armenio an secretas y alimentando una halagea expectativa
porque se vea dueo de Antioqua, dijo a los condes: Contemplad
cmo despus de tanto tiempo de sufrimientos no solo no conseguimos ningn xito, sino cmo incluso estamos a punto de caer vctimas del hambre a no ser que elaboremos un plan mejor para nuestra
supervivencia. Algunos le preguntaron cules eran los planes. l
17 Kerbogha, atabeg de Mosul. Atabeg, atabek, o atabey es un ttulo de nobleza
hereditario, de origen medio iranio y medio turco. Se trata del gobernador de una
regin o provincia, subordinado al monarca.
18 El puerto de San Simen, de Antioqua, en la desembocadura del Orontes.

420

dijo: No todas las victorias las concede Dios a los caudillos mediante las armas, ni siempre se logran los xitos con la batalla. Es ms,
aquello que las penalidades de la guerra no han facilitado, muchas
veces lo regalan las palabras. Los rodeos empleando la amistad y el
disimulo erigen muchos trofeos. No debemos consumir el tiempo
en vano, sino apresurarnos ms antes de que llegue Curpagn, y
llevar a cabo alguna accin inteligente y valerosa para nuestra salvacin. Que cada uno de nosotros se gane rpidamente al brbaro
que defiende su propio sector. Y si as lo queris, que se establezca
una recompensa para el que logre primero ese objetivo, el gobierno
de la ciudad hasta que llegue el encargado del soberano que vaya a
recibirla de nosotros. As, tal vez, podamos obtener un provechoso
triunfo.
5. El hbil Bohemundo, que amaba el poder y que haba proyectado, dicho y explicado esto no tanto en beneficio de los latinos
en su conjunto, cuanto en beneficio de su propio prestigio, no err
en su objetivo, ni en sus palabras y ni en su engao, como nuestra
historia expondr en su desarrollo. Tras asentir a estas propuestas,
todos los condes se pusieron manos a la obra. Al amanecer Bohemundo parti hacia la torre19. El armenio, a su vez, abri las puertas segn lo acordado. Bohemundo ascendi al punto en unin de
quienes lo acompaaban con mayor velocidad de la esperada. Los
del interior y el exterior lo contemplaron plantado en las almenas
de la torre y mandando que la trompeta diera el toque de combate.
Entonces, se pudo ver un acontecimiento inslito. Los turcos, totalmente atemorizados, huyeron sin dilacin por la puerta opuesta y
solo unos pocos y valientes hombres resistieron para la defensa de la
ciudadela. Los celtas ascendieron desde el exterior tras los pasos de
Bohemundo por las escalas y se apoderaron enseguida de la ciudad
de Antoco. Tancredo tom consigo a bastantes celtas y emprendi
la persecucin en pos de los turcos fugitivos. Muchos cayeron muertos y otros tantos, heridos.
6. Curpagn, que haba llegado con muchos miles de hombres
en auxilio de la ciudad de Antoco, al encontrrsela ya tomada, fij el
19 Conocida como la torres de las Dos Hermanas.

421

campamento, mand hacer trincheras, coloc en l la impedimenta


y decidi asediar la ciudad. No haba an puesto manos a la obra
cuando llegaron hasta l unos celtas que haban hecho una salida. Se
libr entonces entre ellos un gran combate. Los turcos obtuvieron la
victoria y los latinos se encerraron puertas adentro con dos frentes de
batalla, los que defendan la ciudadela (pues an la retenan los brbaros) y los turcos que estaban asentados fuera. Bohemundo, que era un
hombre hbil y quera aduearse del gobierno de Antioqua, dndoles
aparentemente un consejo, dijo de nuevo a los condes: No deben los
mismos luchar a la vez en ambos frentes, el interior y el exterior, sino
dividirse en dos secciones desiguales, proporcionalmente al nmero
de los enemigos que se oponen a nosotros por cada frente, y plantear
as la batalla contra ellos. Me permitiris, en consecuencia, que combata con los que guardan la acrpolis, si vosotros estis conformes con
ello. A los dems les corresponder pelear con energa contra los del
exterior.
7. Estuvieron todos de acuerdo con la opinin de Bohemundo.
l se puso inmediatamente manos a la obra y erigi pronto frente a la
acrpolis un muro transversal que la aislaba por entero de Antioqua,
como una muy poderosa fortificacin para el caso de que la guerra se
prolongase. Y en efecto, despus se plant como un guardin incansable de dicho muro, mientras sin cesar luchaba valerosamente contra
los del interior cuando la ocasin se lo permita. Los dems condes
mostraban mucho inters por el sector encomendado a cada uno, defendiendo la ciudad sin descanso e inspeccionando las almenas y los
lienzos de las murallas, no fuera que los brbaros ascendieran de noche desde el exterior y se apoderasen de la ciudad, o que alguien del
interior se presentara a escondidas en lo alto de la muralla y mediante
tratos con los brbaros entregase la ciudad a traicin.

V. xitos de los bizantinos en Asia.


1. Estos fueron los acontecimientos que sucedieron en Antioqua. El soberano, por su parte, tena mucho inters por acudir

422

personalmente en auxilio de los celtas, pero se lo impedan, aunque


ansiaba hacerlo, el pillaje y la total destruccin de las regiones y ciudades costeras. Tzacs ocupaba Esmirna como una propiedad particular, y el conocido como Tangripermes ocupaba la ciudad de feso
que se hallaba cerca del mar, donde antao se fundara un templo
bajo la advocacin del apstol telogo Juan. Cada strapa ocupaba
una plaza fuerte distinta y haban hecho a los cristianos esclavos en
su indiscriminado pillaje. Ocuparon incluso las islas de Quos, Rodas y todas las dems, y aparejaron all naves piratas. Precisamente
por ello, el emperador crey preciso tomar medidas concernientes
a la situacin en el mar y a Tzacs, reservar una importante flota y
bastantes fuerzas en tierra. Luego, gracias a estos contingentes repeler el empuje de los brbaros y enfrentarse a ellos, y as, despus,
emprender el camino en direccin a Antioqua con el resto del ejrcito combatiendo entre tanto a los brbaros en la medida de sus
posibilidades.
2. Mand buscar, por tanto, a su cuado Juan Ducas y le entreg tropas reclutadas en diferentes regiones y una flota suficiente para
el asedio de las ciudades costeras. Le entreg tambin a la hija misma
de Tzacs, que haba sido capturada junto con los que eventualmente ocupaban Nicea, encomendndole que divulgara por doquier la
toma de Nicea y que si no lo crean, mostrase a la hija misma de
Tzacs a los strapas turcos y a los brbaros que ocupaban la costa
para que quienes ostentaban el poder de las ya citadas ciudades, al
verla y asegurarse de la toma de Nicea, renunciaran sin combatir y
entregasen las ciudades. Una vez lo hubo aprovisionado con todo
tipo de suministros en cantidad suficiente, despach a Juan. Este
libro, conforme vaya exponiendo su asunto, ir revelando cuntos
triunfos obtuvo este en contra de Tzacs y cmo lo expuls de all.
3. As pues, el duque y to mo, tras despedirse del emperador
parti de la capital y a su paso por Abido hizo llamar al conocido
como Cspax y le transfiri el mando de la flota y el total gobierno
sobre la navegacin, prometiendo que si luchaba decorosamente en
la toma de Esmirna, lo nombrara gobernador de la misma Esmirna
y de toda la zona circundante. Lo despach, pues, como talasocrtor

423

de la flota por mar, segn se ha dicho. l qued de comandante en


tierra. Cuando los habitantes de Esmirna vieron que Cspax con la
flota y Ducas por tierra se aproximaban simultneamente a Esmirna, que Ducas fijaba su campamento cerca de la muralla y que Cspax haba atracado en el puerto, habida cuenta de que conocan ya
la toma de Nicea, bajo ningn concepto quisieron enfrentarse a ellos
y prefirieron recurrir a negociaciones y a un tratado de paz donde
constara la promesa de que, si Juan Ducas consenta mediante juramento en que podran retirarse indemnes de todo mal a sus casas,
ellos se replegaran y le entregaran Esmirna sin derramamiento de
sangre y sin resistencia. Ducas asumi las condiciones de Tzacs,
prometiendo cumplir todos los compromisos segn lo pactado. Una
vez los hubieron expulsado de all pacficamente, cedi a Cspax
toda autoridad sobre Esmirna. Pero sucedi la siguiente desgracia.
4. Cuando Cspax regresaba de haber estado con Juan Ducas,
se le aproxim un esmirneo que acusaba a un sarraceno de haberle robado quinientas estteras de oro. l orden que estos fueran
conducidos a juicio; pero al ser arrestado, el sirio, que crea que
era llevado para ser ejecutado, desesperando de su propia salvacin,
sac un cuchillo y lo hundi en las entraas de Cspax. Dndose
la vuelta, tambin hiri a su hermano en la pierna. Debido a la
enorme confusin provocada por este crimen, el sarraceno escap,
pero todos los hombres de la flota junto con los propios remeros
entraron atropelladamente en la ciudad y los mataron a todos despiadadamente. Qued a la vista entonces un espectculo digno de
lstima, alrededor de diez mil personas fueron aniquiladas en un
aciago instante. Juan Ducas, muy dolido por la muerte de Cspax,
volvi a ocuparse por entero de la plaza durante bastante tiempo.
En sus salidas e inspecciones de las murallas, se asegur del parecer
de los habitantes a travs de quienes lo conocan. Como se precisaba
un hombre valiente y como saba que Hialeas20 era el ms valiente de
todos, lo nombr duque de Esmirna, pues era un hombre aguerrido.
5. Tras abandonar toda la escuadra para la defensa de Esmirna,
tom l sus fuerzas y se encamin hacia feso, que estaba ocupada
20 Nicforo Exazeno Hialeas. Tendr ms adelante protagonismo en La Alexada.

424

por los strapas Tangripermes y Maraces21. Cuando los brbaros vieron que aquel se lanzaba contra ellos, se armaron, emplazaron sus
falanges y formaron en orden de combate sobre la llanura que se
extiende fuera de la muralla de la ciudad. El duque sin perder un
instante se arroj contra ellos en correcto orden militar. El combate
dur la mayor parte del da. En medio de la batalla, cuando el resultado era incierto, los turcos volvieron la espalda y huyeron a la
desbandada. Muchos murieron entonces. No cayeron prisioneros
solo miembros de la soldadesca, sino incluso la mayora de los strapas, de modo que el nmero de los cautivos ascendi a cerca de dos
mil. Cuando tuvo noticias de este hecho, el emperador orden que
estos fueran dispersados por las islas. Los turcos que sobrevivieron
atravesaron por el ro Meandro en direccin a Poliboto22. Haban
actuado despectivamente con Ducas creyendo que estaba acabado,
pero no fue as. Tras dejar a Petzeas23 como duque de esa ciudad,
tom l consigo a todo su ejrcito y avanz inmediatamente en su
persecucin, no en tropel, sino con una adecuada formacin y del
modo como segn la recomendacin del soberano un general muy
experto debe atacar a sus enemigos.
6. Los turcos, como se ha dicho, en su ruta por el Meandro y las
ciudades que lo bordean llegaron a Poliboto. El duque no emprendi al instante su persecucin, sino que march por el camino ms
corto, ocup Sardes y Filadelfia al primer asalto y confi la defensa
de estas ciudades a Miguel Cecaumeno. Cuando llegaron a Laodicea, todos sus habitantes se pasaron enseguida a su bando. Actu
con ellos como gente que de forma voluntaria se pasa a su lado y,
confiando en ellos, les permiti que administrasen libremente sus
propiedades sin imponerles tampoco un jefe. Desde all, atravesando por Coma, lleg a Lampe24 y la dej bajo el mando de Eustacio
21 El emir Marak. Sin ms datos.
22 Hoy Bulwadin. En Frigia, al sur de Amorio.
23 Duque de feso hasta un momento entre 1105 y 1106. A partir de esa fecha,
fue nombrado duque de Laodicea en sustitucin de Cantacuzeno, llamado por el
emperador Alejo a Europa para enfrentarse a la inminente invasin de Bohemundo.
24 En Frigia.

425

Camitzes en calidad de general. Una vez llegado a Poliboto, alcanz


al numeroso contingente de turcos. Cay sobre ellos, cuando acababan de colocar su impedimenta, trab combate al momento y
venci totalmente. Mat a muchos y recogi un botn de una abundancia proporcionada a la multitud.

VI. Reconquista de Antioqua. Conquista de Jerusaln.


1. An no haba regresado este, sino que combata contra los turcos,
cuando el emperador estuvo preparado para acudir en auxilio de
los celtas de Antioqua. Tras su llegada a Filomelio25 en unin de
todas sus fuerzas, despus de haber matado durante el camino a gran
cantidad de brbaros y haber saqueado tambin muchas ciudades
ocupadas antes por estos, se presentaron procedentes de Antioqua,
Guillermo Grandemane, Esteban, conde de Francia26, y Pedro Alifa,
quienes, tras ser descolgados por las almenas de Antioqua y haber
atravesado por Tarso, aseguraron que la situacin de los celtas haba
llegado a un punto crtico y juraron que la desolacin era total.
2. Por ello, el emperador pensaba en acelerar ms su ayuda, si
bien todos intentaban disuadirlo de semejante empeo ya que se
anunciaba por doquier el ataque contra l de un inmenso contingente de brbaros a punto de llegar a su posicin. En efecto, el sultn
de Corosn, al conocer la partida del soberano en ayuda de los celtas, haba enviado contra l a su propio hijo de nombre Ismael, una
vez hubo reclutado infinitas huestes en Corosn y en lugares ms
lejanos, y armado a todos fuertemente. La orden era alcanzar pronto
al soberano antes de que llegara a Antioqua. Con todo, las informaciones facilitadas por los francos que se haban presentado y por los
que acudieron con la noticia de la llegada de Ismael en contra de l
25 Hoy, Akehir. En la antigua Frigia, al sur de Amorio.
26 Guillermo de Grandmesnil (1055/60-1114), barn normando de Calabria emparentado con la casa de Hauteville, ya que en junio de 1098 se haba casado con
Mabilla, hija de Roberto Guiscardo y hermana de Bohemundo. Esteban, conde de
Blois, muri el 19 de mayo de1102 en la batalla de Ramla.

426

detuvieron la ofensiva que el soberano proyectaba para salvar a los


celtas y liquidar pronto a los turcos, que estaban enfurecidos contra
l, y a su propio jefe Curpagn. Mientras, haca los lgicos clculos
sobre el futuro en la idea de que era algo imposible salvar la ciudad
recin tomada por los celtas, todava sumida en una total confusin
y asediada asimismo desde el exterior, puesto que los celtas, perdidas
las esperanzas de salvacin, pensaban cederlas abandonadas murallas
a los enemigos y salvarse de la aniquilacin con la fuga.
3. Es la raza de los celtas, junto con otras caractersticas, independiente e intratable. Nunca emplea la formacin militar correcta
ni su tcnica, antes al contrario, cuando se le presenta la ocasin de
batallar y combatir, tanto los soldados rasos, como los propios caudillos obran irrefrenablemente en medio de los aullidos de su clera,
de manera que solo con que el adversario se muestre levemente dbil, caen sin que pueda haber resistencia en medio de las falanges de
los enemigos. Pero si los adversarios tienden frecuentes emboscadas
gracias a su experiencia militar y se les enfrentan segn las normas
del arte de la estrategia, todo su coraje se queda en nada. En resumen, pues, es imposible resistir a los celtas en la primera carga, pero
despus de esta quedan a merced de cualquiera por la pesadez de sus
armas y lo impetuoso e irracional de sus decisiones.
4. Por eso, porque no tena ni suficientes fuerzas contra tamaa
multitud y porque no poda cambiar el temperamento de los celtas,
ni conducirlos al terreno de su conveniencia con un consejo adecuado, consideraba que no deba continuar su avance, no fuera que por
apresurarse en auxilio de Antioqua perdiera Constantinopla. Ante
el temor de que por la venida de infinitas tropas turcas los moradores de la regin de Filomelio acabaran siendo vctimas de la espada
brbara, se le ocurri la idea de difundir por doquier la noticia del
ataque de los agarenos. Tambin se difundi al punto la proclama
de que todo hombre y mujer se anticipara con su partida a la llegada de esos, preservando as sus propias personas y cuantas riquezas
pudieran transportar.
5. Todos prefirieron unirse inmediatamente al emperador,
tanto los hombres como las mujeres mismas (...). Tales medidas

427

haba dispuesto el emperador sobre los cautivos. Despus de haber


separado una parte del ejrcito y haberla dividido a su vez en otras
muchas partes, las envi por diferentes caminos en contra de los
agarenos para que, si encontrasen turcos que realizaran incursiones,
trabaran combate con ellos y luchando con coraje contuvieran su
ataque contra el soberano. l retornaba a la capital con todo el ejrcito de los brbaros cautivos y de los cristianos venidos a su lado.
6. El archistrapa Ismael, por su parte, al haberse enterado de
que el soberano, tras su partida de Constantinopla haba hecho
abundantes matanzas, reducido totalmente a ruinas muchas aldeas
a su paso, recogido mucho botn y cautivos, y de que retornaba a la
capital sin haberle dejado ninguna posibilidad de represalia, renunci a la caza y se suma en la impotencia. Se volvi en otra direccin
y decidi asediar Paipert27, localidad que ocupaba, tras haberla tomado recientemente, el famoso Teodoro Gabras. Cuando hubo llegado al ro que corra cerca de esta, situ all mismo todo su ejrcito.
Enterado Gabras de este hecho, plane caer sobre aquel durante la
noche. Pero resrvese nuestra historia para otro lugar el final de la
peripecia de Gabras, su origen y temperamento y contine ahora
con el asunto que nos ocupa.
7. Los latinos, por su parte, terriblemente apurados por el hambre y el prolongado asedio, acudieron a su obispo Pedro, el que haba sido una vez derrotado en Helenpolis, como nuestra historia
ha mostrado previamente, y le pidieron consejo. l les dijo: Aunque prometisteis que os conservarais puros hasta vuestra entrada
en Jerusaln, creo que habis roto la promesa. Por esto, Dios no
os est ayudando como antes. Debis, pues, convertiros al Seor y
llorar por vuestros pecados, demostrando con cilicios, cenizas, fervorosas lgrimas y oraciones nocturnas vuestro arrepentimiento. En
ese caso, tambin yo dedicar mi tiempo a apaciguar a Dios en beneficio vuestro. Obedecieron a las exhortaciones del obispo. Tras
algunos das, movido por una voz divina, el obispo mand buscar
a los principales condes y les indic que excavasen a la derecha del
27 Hoy, Bayburt, al nordeste de Turqua.

428

altar28 y que all encontraran el Santo Clavo29. Una vez cumplida


la orden, como no daban con ella, se volvieron desanimados y revelaron su fracaso. Pero aquel, tras una oracin ms intensa, mand
que se hiciera un nuevo intento con mayor empeo. Ellos volvieron
a cumplir lo ordenado y, cuando hallaron el objeto que se buscaba,
corrieron a referrselo a Pedro, sobrecogidos por la alegra y el temor
de Dios.
8. A partir de entonces durante las batallas confiaron el venerable y divino Clavo a Isangeles, por ser el ms puro de todos. Al
da siguiente se precipitaron contra los turcos por una puerta insospechada. En ese momento, el llamado conde de Flandes hizo a los
restantes una nica peticin. Que le fuera concedido solamente a
l cargar el primero de todos en unin de tres hombres contra los
turcos. Se le otorg lo solicitado, y cuando las falanges se hubieron situado compactas en cada ala y el encuentro estaba a punto
de producirse, desmont l del caballo, ech pie a tierra y suplic
por tres veces a Dios pidiendo ayuda de lo alto. Al grito general de
Dios est con nosotros! se precipit a rienda suelta contra el propio Curpagn, que se haba situado sobre una colina. A quienes se
encontraban de frente les arrojaron sus lanzas y los derribaron por
tierra. Atemorizados, los turcos se dieron a la fuga antes de trabar
combate gracias al total apoyo que el cielo dispensaba a los cristianos. A causa de su atropellada huida, la mayora de los brbaros
se ahogaron apresados en los remolinos de las corrientes fluviales,
de modo que los cuerpos de los ahogados sirvieron como puente a
quienes los seguan.
9. Tras una prolongada persecucin de los fugitivos, se volvieron
hacia el atrincheramiento turco. Encontraron all la impedimenta de
28 De la catedral de San Pedro de Antioqua.
29 Las fuentes latinas hablan expresamente de la punta de la lanza que hiri el
costado de Jesucristo, pero, de nuevo, Ana Comnena nos habla, como en VIII IX.6
(nota 24), del Santo Clavo. Desde el siglo VII, en Constantinopla se conservaba
como reliquia una punta de lanza que se consideraba la autntica y que estaba
depositada en la iglesia de Santa Irene, prxima a Santa Sofa. Por otro lado, Ana
Comnena comete varios errores. En primer lugar, confunde Pedro el Ermitao con
Ademaro, obispo de Puy. En segundo lugar, el inspirador del descubrimiento de la
reliquia fue un monje llamado Pedro Bartolom.

429

los brbaros y todo el botn que transportaban y sintieron el deseo


de llevrselo sin tardanza. A causa de lo abundante que era, al cabo
de treinta das de duros esfuerzos consiguieron introducirlo en Antioqua. Durante su permanencia en aquel sitio, dedicada por igual
al reposo de las penalidades militares y a la defensa de Antioqua,
buscaban al que deba gobernar esta ciudad. Fue Bohemundo, tal
como lo haba solicitado previamente antes de que la ciudad fuera
tomada, y tras cederle la autoridad total sobre Antioqua, tomaron
el camino hacia Jerusaln. A su paso iban ocupando muchas de las
poblaciones costeras. Cuantas presentaban fortificaciones bastante
poderosas y precisaban un ms largo asedio, las dejaban de lado por
el momento y se apresuraban en direccin a Jerusaln. Tras cercar
sus murallas y asediarla con continuos ataques durante un ciclo lunar, la ocuparon despus de una enorme matanza de los sarracenos y
hebreos que la habitaban. Cuando todo estuvo sometido a su poder,
ante la ausencia de oponente, ofrecieron su gobierno a Godofredo y
lo nombraron rey.

VII. Reaccin de los musulmanes.


1. El regente de Babilonia, Amerimnes30, fue informado la invasin
de los celtas, de cmo haba sido tomada por ellos Jerusaln, cmo
haban sido ocupadas por los celtas la ciudad misma de Antioqua y
otras muchas localidades vecinas. Reclut entonces una abundante
cantidad de soldados entre armenios, rabes, sarracenos y agarenos,
y los envi contra ellos. Cuando Godofredo hubo dado esta noticia
a los celtas, se vistieron sus armaduras para marchar en contra de
ellos, descendieron a Jafa y aguardaron su ataque. Luego, desde all
llegaron a Ramel31, donde fuera martirizado el gran mrtir Jorge, y
30 Al-Amir (1101-1130), el califa fatimita de Egipto. El nombre que da Ana
Comnena lleva aadido el ttulo rabe que se traduce como Comendador de los
creyentes. Por otro lado, es frecuente en la Edad Media denominar Babilonia a
Egipto.
31 Ramla, en Palestina.

430

una vez tomado contacto con el ejrcito de Amerimnes, que vena


contra ellos, trabaron batalla con este. Los celtas obtuvieron inmediatamente la victoria.
2. Pero al da siguiente, cuando la vanguardia enemiga los hubo
atacado desde la parte posterior de la formacin, los celtas fueron
derrotados y se salvaron llegando hasta Ramel. Tan solo el conde
Balduino estaba ausente, porque haba preferido huir no como lo
hace un cobarde, sino con la intencin de adoptar mejores medidas
para su propia salvacin y para reclutar un ejrcito contra los babilonios. Los babilonios llegaron a Ramel, montaron un asedio en torno
a ella y pronto la tomaron. Muchos latinos perecieron entonces y
muchos ms an fueron conducidos como cautivos a Babilonia32.
Mientras volva de aquel sitio, el ejrcito entero de los babilonios se
apresur a asediar Jafa, pues esa es la estrategia de la raza brbara. El
arriba citado Balduino, por su parte, en su recorrido por todas las
aldeas en poder de los francos, reuni no pocos caballeros e infantes,
congreg un aguerrido ejrcito y, tras partir en contra de los babilonios, los derrot completamente.
3. Cuando el emperador se hubo enterado de la derrota de los
latinos en Ramel, se sinti muy afectado por el cautiverio de los
condes. Como saba que por su lozana, su vigor fsico y la fama
de su linaje estaban a la altura de los hroes celebrados en la antigedad, no poda soportar adems que estuvieran prisioneros en
tierra extranjera. Por ello, mand buscar a un tal Bardales, le entreg
bastante dinero y lo despach a Babilonia para que los rescatara.
Le entreg tambin cartas para Amerimnes que trataban sobre los
condes. l, tras abrir la misiva del soberano, le devolvi los condes
con amabilidad y sin percibir cantidad alguna, excepto Godofredo,
pues a este lo haba devuelto anteriormente a su hermano Balduino
por un rescate en dinero. Cuando llegaron a la capital, el emperador
recibi a los condes con honores, les entreg abundantes riquezas y
despus de un adecuado descanso los despidi y envi a casa. Godofredo, restablecido como rey de Jerusaln, despach a su hermano
Balduino a Edesa.
32 Entindase El Cairo.

431

4. En aquella ocasin fue cuando el soberano orden a Isangeles que cediera el mando de Laodicea a Andrnico Tzintziluces y
las plazas de Maraceo y Balaneo a los subordinados del que entonces gobernaba Chipre, el duque Eumacio. Le orden asimismo que
continuara su avance y combatiera con toda la energa posible para
ocupar las dems plazas, acciones que, efectivamente, llev a cabo
obedeciendo las cartas del emperador. As pues, una vez entregadas
las plazas a los arriba indicados, parti hacia Antrado33 y se apoder
de ella sin combatir. Al enterarse de eso Atapacas34 de Damasco, una
vez reunidas suficientes fuerzas, avanz contra l. Puesto que Isangeles no posea bastantes tropas para enfrentarse con tan numerosos soldados, concibi un plan no tanto valeroso como inteligente.
Confiado en los lugareos, dijo: Voy a ocultarme en algn lugar,
ya que la plaza es enorme. Vosotros, cuando Atapacas llegue, no le
confesis la verdad, sino aseguradle que yo he huido atemorizado.
5. Una vez llegado Atapacas y tras preguntar por Isangeles, fij
su tienda cerca de la muralla agotado por el viaje y con la confianza de que haba huido. Ante la abrumadora cortesa mostrada por
los lugareos, los turcos, confiados y sin sospechar ninguna hostilidad, soltaron sus propios caballos por la planicie. Isangeles, cuando
el sol del medioda lanzaba sus rayos desde el cielo, tras armarse
fuertemente, abri de repente las puertas y se arroj en medio del
campamento de aquellos en unin de sus hombres (que se elevaban
al nmero de cuatrocientos). Cuantos estaban habituados a luchar
decididamente, tras plantarse erguidos, aceptaron el combate con
ellos sin escatimar sus vidas. Los dems intentaban procurarse su
propia salvacin con la fuga. Pero la amplitud de la planicie y la
ausencia de zona pantanosa o montaosa o de barrancos los entreg
a todos en manos de los latinos. Ello provoc que todos acabaran
como vctimas de sus espadas y pocos cayeran prisioneros. Despus
de haber derrotado as a los turcos gracias a esa estratagema, avanz
hacia Trpoli.
33 Isla junto a la costa siria.
34 No es el nombre del dirigente, sino su ttulo, Atabeg. Se trata de Zahir ad-Din
Toghtekin (1104-1128). Fund la dinasta Burid en Damasco.

432

6. Ascendi y conquist primero directamente la cima de la colina situada frente a Trpoli, que forma parte del sistema montaoso
del Lbano, para tenerlo como baluarte y retener el agua que desciende del Lbano hacia Trpoli por la pendiente de esa colina. Entonces, inform al emperador de todo lo acontecido y le pidi que
se construyera un baluarte bien fortificado antes de que llegaran de
Corosn huestes ms numerosas e iniciaran la guerra contra ellos. El
emperador encomend al duque de Chipre la construccin de dicha
plaza fuerte tras darle instrucciones para que rpidamente expidiera
con la flota todo el material preciso y a los obreros encargados de
edificar dicho bastin en el emplazamiento que Isangeles les haba
indicado. Entonces sucedi lo siguiente.
7. Isangeles, que haba acampado fuera de Trpoli, no se conceda tregua en el empeo de tomarla. Por su parte, cuando Bohemundo se hubo enterado de la llegada de Tzintziluces a Laodicea,
sac a la luz la enemistad que de tiempo atrs albergaba en su seno
contra el soberano y envi contra Laodicea a su sobrino Tancredo
en unin de nutridas huestes con la intencin de someterla a asedio.
Nada ms llegar este rumor a odos de Isangeles, inmediatamente,
sin perder un instante, acudi a Laodicea y, empleando todo tipo de
razones y argumentos, aconsej a Tancredo que renunciara al asedio
de la ciudad. Como a pesar de su prolongada conversacin con l
no consegua convencerlo, sino ms bien pareca a todas luces que le
cantaba a un sordo, se volvi de all y lleg de nuevo a Trpoli. Aquel
de ninguna manera cejaba en su asedio. Tras comprobar Tzintziluces el empeo de Tancredo y el punto crtico al que estaba abocada
su situacin, solicit auxilio de Chipre. Pero ante el retraso de los
refuerzos desde all y sumido en una situacin angustiosa, prefiri
entregar la plaza abrumado tanto por el asedio, como por el hambre.

VIII. Derrota de un contingente normando.


1. Mientras as se iban desarrollando estos acontecimientos, como
a la muerte de Godofredo se necesitaba que otro lo sucediera en el

433

puesto de rey, al instante los latinos de Jerusaln mandaron llamar


de Trpoli a Isangeles con el deseo de convertirlo en rey de Jerusaln.
l estuvo dilatando durante un tiempo el momento de la partida.
Una vez en la capital, al percatarse los habitantes de Jerusaln de
que l iba dando largas, mandaron buscar a Balduino, que resida en
Edesa, y lo proclamaron rey de Jerusaln. El emperador, que haba
acogido amistosamente a Isangeles, cuando se enter de que Balduino haba recibido el gobierno de Jerusaln, lo retuvo consigo coincidiendo con la aparicin del ejrcito normando acaudillado por los
dos hermanos conocidos como Biandrate35.
2. A pesar de sus continuos y numerosos consejos para que marchasen por el mismo camino que los ejrcitos precedentes, para que
llegasen por la costa a Jerusaln y se reuniesen as con el resto del
ejrcito de los latinos, no logr convencerlos, ya que no era el deseo
de aquellos juntarse con el ejrcito de los francos, sino marchar por
la otra ruta del este y avanzar directamente sobre Corosn con intencin de apoderarse de dicho reino. El emperador, que conoca lo
inconveniente de esos planes y que no deseaba la destruccin de tan
gran ejrcito (pues eran cincuenta mil jinetes y cien mil infantes), al
no ver forma de convencerlos, tomando, como se suele decir, otro
camino, mand buscar a Isangeles y Tzitas y los envi con ellos, para
que les dieran los consejos adecuados y refrenaran su insensato empeo dentro de lo posible. As pues, una vez hubieron atravesado el
estrecho de Ciboto, iban a marchas forzadas hacia el tema Armenaco y, al llegar a Ancira36, se apoderaron de ella al primer asalto. As,
tras cruzar el Halis37, llegaron a una ciudad. Puesto que la habitaban
confiados romanos, los sacerdotes se revistieron con las sagradas estolas y, transportando el Evangelio y las cruces, se acercaron a ellos
como cristianos. Pero ellos no solo mataron inhumana y cruelmente
35 En el texto griego se dice Flantras [], denominacin que en otros
contextos se refiere a Flandes. En esta ocasin, sin embargo, se trata del conde
Alberto, conde de Biandrate (en la provincia de Novara), jefe de los cruzados procedentes de Lombarda. No hay constancia de que fueran dos hermanos.
36 Hoy Ankara.
37 Hoy Kizil Irmak. Ro de Anatolia.

434

a los sacerdotes, sino tambin al resto de los cristianos y continuaron


sin preocupacin camino adelante en direccin a Amasea38.
3. Pero los turcos, que eran expertos guerreros, se fueron adelantando por todas las poblaciones, prendieron fuego al forraje en todas ellas y cuando llegaron, los atacaron impetuosamente. Era lunes
el da en que los turcos los vencieron. Entonces, una vez hubieron
acampado y fijado sus tiendas, instalaron la impedimenta. Al da siguiente, volvieron a combatir ambos ejrcitos. Los turcos, que haban
emplazado sus tiendas en torno a aquellos, no les daban terreno para
el forrajeo ni les permitan que ganado y caballos salieran a abrevar.
Al comprender los celtas por s mismos que su destruccin sera total, al da siguiente, un mircoles, fuertemente armados, entablaron
combate con los brbaros sin escatimar sus vidas. Los turcos, que los
tenan a su merced, no se les enfrentaron ya con lanzas ni arcos, sino
que aferraron sus espadas, las sacaron de sus vainas, llevaron la batalla
al cuerpo a cuerpo y enseguida pusieron en fuga a los normandos.
Estos alcanzaron su campamento y buscaron un consejero.
4. Pero el ms experto de los soberanos, el que les hiciera las mejores recomendaciones y que no haba sido escuchado, no estaba presente. As pues, se refugiaron en la opinin de Isangeles y de Tzitas. Al
mismo tiempo, tambin se informaron sobre si exista cerca alguna
regin bajo dominio del soberano para buscarla. Tras dejar abandonada all la impedimenta, las tiendas y toda la infantera, montaron
en sus caballos y salieron corriendo a la mayor velocidad que podan
hacia las zonas costeras del tema Armenaco y de Paurae39. Los turcos mediante un asalto en masa sobre su campamento lo saquearon
todo. Luego, emprendieron la persecucin tras aquellos y masacraron
a toda la infantera cuando le hubieron dado alcance. Tras capturar
tambin a algunos, los condujeron como prueba a Corosn.
5. Esas fueron las hazaas de los turcos contra los normandos.
Isangeles, por su parte, y Tzitas llegaron a la ciudad imperial con
los pocos caballeros que sobrevivieron. El soberano, tras acogerlos,
38 Hoy Amasya, en el norte de Anatolia, cerca de la costa del Mar Negro, de ah
que en la antigedad fuera llamada Amasea del Ponto.
39 Bafra, en Paflagonia, al oeste de la desembocadura del Halis.

435

regalarles con abundantes presentes y ofrecerles reposo, les preguntaba a dnde preferan ir a continuacin. Ellos pidieron ir a Jerusaln.
Habindoles dado generosos regalos, los envi por mar sirviendo en
todo a sus deseos. Tras su partida de la capital, Isangeles se dirigi a
su propio ejrcito. Lleg de nuevo a Trpoli con la clara voluntad de
tomarla. Posteriormente, cay en una mortal enfermedad y, cuando
estaba expirando, hizo venir a su sobrino Guillermo40 y le cedi en
herencia todas las plazas ocupadas por l, proclamndolo caudillo y
jefe de sus tropas. Cuando el soberano se enter de su muerte, dio
instrucciones por escrito enseguida al duque de Chipre para que
enviara a Nicetas Calintzes con bastantes riquezas a Guillermo para
que se lo ganara y dispusiera que prestase el juramento de guardar
al soberano una firme lealtad, tal como su fallecido to Isangeles
observ hasta el final.

IX. Bohemundo revela sus intenciones.


1. Luego, el soberano, enterado tambin de la ocupacin de Laodicea por Tancredo, expidi una carta a Bohemundo con el siguiente
contenido: Conoces los juramentos y compromisos que no solo t,
sino todos han contrado con el imperio de los romanos. Sin embargo, t has sido el primero en romperlos ahora y has ocupado Antioqua y otras diversas plazas llegando incluso a someter a la propia
Laodicea. Por todo ello, te ordeno que te retires de Antioqua y de
todas las dems poblaciones haciendo gala de un comportamiento
justo y que ceses ya en tu deseo de atraerte contra ti ms guerras y
batallas. Bohemundo, tras la lectura del mensaje imperial, asinti
aparentemente a lo que deca el escrito, puesto que no era capaz de
recurrir a sus habituales mentiras ante la verdad evidente que los
hechos probaban. No obstante, deca que el soberano era el responsable de las actuaciones incorrectas que haba llevado a cabo y le
escribi lo siguiente: Yo no soy el causante de esos hechos, sino vos.
40 Guillermo, conde de Cerdea (muerto en 1110). Aadi a su nombre Jordn
tras ser bautizado de nuevo en las aguas del ro.

436

Pues aunque prometisteis que vendrais tras nosotros con abundantes


fuerzas, no quisisteis confirmar con las obras vuestra promesa. Nosotros, despus de nuestra llegada a Antioqua, hemos estado pasando
muchas fatigas durante tres meses y hemos luchado con los enemigos
y con un hambre como ningn hombre nunca ha visto, hasta el punto de que la mayora de nosotros ha devorado carnes prohibidas por
la ley. Mientras pasbamos bastante tiempo aguantando, el hombre
que nos fue cedido para apoyarnos, el muy fiel servidor de Vuestra
Majestad Taticio, nos abandon y se march cuando corramos peligro. Con todo, inesperadamente, tomamos la ciudad y pusimos en
fuga a las fuerzas que haban llegado de Corosn en ayuda de los antioquenos. Cmo puede ser justo que renunciemos tan fcilmente a
lo que hemos adquirido con nuestro propio sudor y esfuerzo?
2. Cuando, tras el regreso de los embajadores, hubo ledo la misiva de Bohemundo, reconoci que aquel volva a ser el mismo Bohemundo de siempre, que de ninguna manera haba cambiado para
mejor, y juzg que deba prestrsele atencin a las fronteras del imperio de los romanos y reprimir, dentro de sus posibilidades, su empuje irresistible. Envi, por tanto, con Butumites abundantes fuerzas
contra Cilicia y a lo ms distinguido del estamento militar, todos
hombres muy aguerridos y servidores de Ares, a Bardas mismo y al
archicopero Miguel41, que estaban en la flor de la edad y tenan una
barba incipiente. El soberano, que los haba tomado desde pequeos
a su cargo e instruido en el arte de la guerra, los entreg a Butumites
como los ms leales de todos en unin de varios miles de valerosos
hombres, celtas y romanos, para que lo acompaaran y obedecieran
sin reservas, y al mismo tiempo le indic que fuera ponindolo al
corriente mediante cartas secretas de cualquier acontecimiento que
sobreviniera en cada ocasin. Tena prisa por conquistar entero el
pas de Cilicia para ultimar all con ms facilidad los preparativos
concernientes a Antioqua.
3. Butumites parti con todas sus tropas y a su llegada a Atalia ante la evidencia de que Bardas y el archicopero Miguel no
41 Ver VIII IX.6. Este fue quien descubri el proyecto de huida de Gregorio Gabras.

437

obedecan su voluntad, dio rpido conocimiento al soberano de la


existencia de esa conducta, solicitando que se le excusara de su compaa a fin de que no se produjese un levantamiento en el ejrcito y
por ello quedara frustrada la misin de Butumites y acabara expulsado de Cilicia sin haber hecho nada provechoso. l, que conoca los
perjuicios que acostumbran a sobrevenir por semejantes actitudes,
rpidamente desvi a aquellos y a cuantos tena por sospechosos
hacia otro destino mediante una misiva, con la finalidad de que, tras
arribar a Chipre, se unieran a Constantino Euforbeno, que entonces
ostentaba el gobierno ducal de la isla, y se pusieran a sus rdenes en
todo. Aquellos, que recibieron la carta con gusto, hicieron enseguida la travesa a Chipre. Al poco de estar junto al duque de Chipre
tambin se empezaron a comportar con l siguiendo su habitual
desvergenza. Por ello, los miraba con desconfianza. Los jvenes,
tras haber recordado la solicitud del emperador, le hicieron por escrito abundantes reproches contra el duque, mientras reclamaban
el retorno a Constantinopla. Despus de haber abierto su carta, el
soberano, que haba enviado a Chipre con ellos a algunos aristcratas sospechosos, ante el temor de que por su contrariedad quizs se
unieran a esos, orden enseguida a Cantacuzeno que los tomara bajo
su cargo. Este, una vez hubo llegado a Cirene42, los mand llamar y
los tom consigo.
4. Estos fueron los acontecimientos relacionado con Bardas y el
archicopero Miguel. Butumites, por su parte, despus de su llegada
a Cilicia en unin de Monastrs y de los comandantes que quedaron
con l, cuando se encontr con que los armenios haban concluido
un tratado con Tancredo, pas de largo, se adue de Marasin43
nada ms llegar y al mismo tiempo de todas las aldeas colindantes
y fortalezas. Tras ceder bastantes huestes para la defensa de toda la
regin y dejar como jefe al medio brbaro Monastrs, a quien ha
mencionado en muchas ocasiones nuestra historia, retorn a la ciudad imperial.
42 En el litoral septentrional de Chipre.
43 La antigua Germanicea, hoy Kahramanmara.

438

X. Intervencin de los pisanos.


1. Los francos, al salir hacia Jerusaln para apoderarse de las ciudades
de Siria, haban prometido al obispo de Pisa44 bastantes beneficios si
comparta con ellos los objetivos propuestos. l qued convencido
de sus palabras. No tard en instigar tambin para el mismo fin a los
otros dos obispos que tienen sedes costeras, incluso arm birremes,
trirremes, dromones y otras naves ligeras en nmero aproximado
de novecientas y zarp como si fuera en busca de aquellos. Sin embargo, destac un buen nmero naves y las envi con la misin de
saquear Corif, Lucade, Cefalenia y Zacinto.
2. Al enterarse de este hecho, el emperador orden que desde todos los territorios bajo dominio romano se aportaran barcos. Mientras otros muchos se iban aparejando en la misma ciudad imperial,
se suba a una monere de vez en cuando y daba instrucciones a los
que la estaban aparejando sobre cmo deba hacerse. Conocedor de
que los pisanos eran expertos en el combate naval y temeroso del
enfrentamiento con ellos, aparej en la proa de cada barco cabezas
de leones y otros animales terrestres de hierro y bronce con sus bocas
abiertas, las recubri de oro de modo que a simple vista parecieran
aterradores, y las dispuso de manera tal que el fuego destinado a ser
arrojado por los tubos contra los enemigos se vertiera por sus bocas,
para que los leones y los dems animales citados tuvieran la apariencia de estar vomitndolo. Una vez tuvo ultimadas estas medidas,
hizo llamar a Taticio, que acababa de venir procedente de Antioqua,
le cedi todos los barcos y lo nombr comandante ilustrsimo. A
Landulfo45, por su parte, le encomend toda la flota y lo nombr
gran duque, como el mayor experto que era en combates navales.
44 El arzobispo Dagoberto de Pisa (c. 1050 - Mesina, 15 de junio de 1107). En
1085 fue nombrado por el papa Urbano II primer arzobispo de Pisa. En 1092, le
otorga las sedes de Crcega y Cerdea. Una vez conquistada Jerusaln y tras morir
Ademaro, obispo de Le Puy, lder del clero cruzado, fue nombrado en 1098 primer
patriarca de la ciudad.
45 Personaje de origen italiano y conocedor de las tcticas navales italianas, solo
se sabe de l lo que cuenta la autora. No tiene nada que ver con el Landulfo que
aparece en I XIII.7.

439

3. As pues, tras zarpar de la capital cuando corra el mes de


abril, llegaron a Samos con la flota romana y, una vez sacados los
barcos a tierra, partieron para el interior con intencin de reforzarlos
y asegurarlos con ms alquitrn. Cuando se enteraron de la navegacin de la nota pisana, soltaron amarras y corrieron tambin en
direccin a Cos. Los pisanos arribaron a esta por la maana y ellos
llegaron a la isla por la tarde. Como no hubo contacto con los pisanos, partieron hacia Cnido, que se halla cerca de Anatolia. Despus
de hacer su aparicin en aquel sitio, cuando la presa haba escapado,
se encontraron con algunos pocos pisanos abandonados all y les
interrogaron sobre el rumbo que haba tomado la flota pisana. Ellos
dijeron que lo haban emprendido hacia Rodas. Tras soltar amarras,
pronto los alcanzaron entre Patara46 y Rodas. Nada ms verlos, los
pisanos se pusieron en formacin de combate para la batalla e iban
afilando no solo las espadas, sino tambin sus corazones.A la llegada
de la flota romana, un conde peloponesio de nombre Periquites,
experto en grado sumo en el combate naval, nada ms verlos, dot
de alas a su propia monere con los remos y, tal como estaba, se arroj
contra ellos. Y tras haberse introducido en medio de ellos como una
llamarada, retorn de nuevo a la flota romana.
4. Sin embargo, la escuadra romana no intent combatir con los
pisanos en formacin, sino que los atac impetuosa y desordenadamente. El propio Landulfo fue el primero que, tras aproximarse a
las naves pisanas, err al lanzar el fuego y no logr otro objetivo que
desperdiciarlo. El conde llamado Eleemon, que haba atacado sin
reparos a un enorme barco por la popa, inutiliz su timn y, al no
poder maniobrar libremente para separarse, podra haber sido capturado de no haberse dirigido con celeridad a los recursos disponibles y no haber lanzado fuego contra ellos sin desperdiciarlo intilmente. Luego puso rpidamente proa en otra direccin y enseguida
estuvo consumiendo con su fuego otras tres enormes naves brbaras.
Al mismo tiempo una tempestad, que se haba levantado repentinamente, embraveca el mar, destrozaba los barcos y amenazaba casi
con hundirlos (pues las olas bramaban, las vergas chirriaban y los
46 Puerto de Licia.

440

mstiles se rompan). Atemorizados los brbaros de una parte por


el fuego que se lanzaba (no estaban acostumbrados a recursos tales
como el fuego que, si bien tiene una tendencia natural a ascender,
sin embargo el que lo maneja puede dirigirlo en la direccin que
desee, incluso hacia abajo y hacia cada lado) y de otra confundidos
en su interior a causa de la tormenta marina, se dieron a la fuga.
5. As se desarrollaron los acontecimientos relacionados con los
brbaros. La flota romana fonde en un islote llamado algo as como
Seutlo47. Cuando amaneca el da, partieron de all y atracaron en
Rodas. As pues, tras desembarcar de las naves y bajar a tierra a cuantos haban conseguido capturar, entre los que se contaba el mismo
sobrino de Bohemundo, se dedicaban a asustarlos con la amenaza de
venderlos como esclavos a cambio de dinero, o matarlos. Como los
vieron impasibles ante esta amenaza y sin que les importara lo ms
mnimo su venta, al punto los hicieron vctimas de la espada.
6. Por su parte, los supervivientes de la flota pisana se dedicaron al pillaje de las primeras islas que iban encontrando y tambin
de Chipre. Eumacio Filocales, que se daba la circunstancia de que
estaba all, se arroj contra ellos. Los tripulantes de las naves, dominados por la cobarda, sin preocuparse siquiera del contingente que
haba desembarcado para aprovisionar sus naves y tras dejar abandonada en la isla a la mayora de su gente, con el pensamiento puesto
en Bohemundo zarparon hacia Laodicea, habiendo soltado amarras
desordenadamente. Y en efecto, tras su llegada acudieron a presencia de este y afirmaron que abrazaban sinceramente su partido. l,
como era as, los acogi gustosamente. Los que haban desembarcado en costa para someterla a pillaje, puesto que al regresar no vieron
su propia flota, se echaron sin reservas al mar y se ahogaron.
7. Los talasocrtores de la flota romana, incluido Landulfo, despus de arribar a Chipre y juntarse, estuvieron deliberando si pedir
la paz. Cuando todos llegaron a un acuerdo, se envi a Butumites
al encuentro de Bohemundo. Despus de acogerlo y tenerlo retenido durante quince das completos, ante la circunstancia de que el
hambre tambin asolaba Laodicea, Bohemundo, que segua siendo
47 Prximo a Rodas.

441

Bohemundo y que no cambiaba ni haba aprendido a vivir en paz,


lo mand buscar y le dijo: No te has presentado t aqu en persona
por amistad o paz, sino para prender fuego a mis naves. Vete, por
tanto, pues te basta con salir inclume de aqu.
8. Despus de partir de aquel lugar, lleg al lado de quienes lo
haban enviado y que lo aguardaban en el puerto de Chipre. Cuando
tuvieron conocimiento adems de la perversa actitud de Bohemundo por los informes procedentes de all y de que era totalmente imposible que pactara con el soberano, partieron todos y navegaron a
toda vela rumbo a la capital a travs de hmedos caminos48. Debido
al inmenso oleaje y a la fuerte borrasca que se levantaron en Sice49,
los barcos, exceptuadas las naves que comandaba Taticio, quedaron
todos medio desarbolados, al haber encallado en tierra.
9. De ese modo se haban desarrollado los hechos relativos a la
flota pisana. Bohemundo, que era por naturaleza muy malvado, tema que el emperador se adelantara a ocupar Curico50 y tras atracar
a su puerto la flota romana, defendiera Chipre y alejara a los aliados
procedentes de Longibarda que iban a acudir en su auxilio a travs
de la costa de Anatolia. As pues, impulsado por estas reflexiones,
quera l reedificar las fortificaciones y ocupar el puerto. Aunque
Curico antiguamente fue una ciudad muy fortificada, en los ltimos
tiempos haba acabado convertida en ruinas. El soberano, por su
parte, habiendo previsto estos movimientos y presentido sus intenciones, envi al eunuco Eustacio51, que ostentaba el cargo de canicleo52 con el ttulo de gran drungario de la flota y con la misin de
apresurarse a ocupar Curico, de erigir fortificaciones en ella y en la
ciudad de Seleucia, que distaba seis estadios53 de esa, de dejar en ella
48 Od., III 171.
49 Glata y Pera, al otro lado del Cuerno de Oro, en Constantinopla.
50 Puerto de Cilicia. En la desembocadura del ro Curk. Hoy, Korgos.
51 El eunuco Eustacio Ciminiano.
52 Funcionario encargado de custodiar y llevar el tintero con cuya tinta negra el
emperador firmaba sus decretos. Parece ser que tena forma de perro, de ah su
nombre. El cargo llevaba aparejados privilegios, como la competencia de poder
firmar algunos documentos oficiales.
53 900 mts.

442

bastantes fuerzas, de elegir duque a Estrategio Estrabo, varn de


corta estatura, pero de larga y muy abundante experiencia militar, de
atracar tambin una importante escuadra al puerto, ordenar que se
dieran prisa en tender emboscadas a los hombres que procedentes de
Longibarda iban en auxilio de Bohemundo y, asimismo, de ayudar
a Chipre.
10. Dicho drungario de la flota, tras partir y anticiparse a las
intenciones de Bohemundo, restaur la plaza y le devolvi su primitivo estado. Cuando hubo reconstruido tambin Seleucia, la hubo
fortificado rodendola de atrincheramientos y hubo dejado suficientes fuerzas en ambos lugares, baj con el duque Estrategio al
puerto, lo dej con una importante escuadra all de acuerdo con las
instrucciones del soberano y retorn a la capital, y, tras ser objeto
de grandes elogios por parte del soberano, fue recompensado con
generosidad.

XI. Asedio de Laodicea.


1. As se desarrollaron los acontecimientos relacionados con Curico.
Al cabo de un ao54, el emperador, enterado de que tambin la flota
genovesa se aprestaba a salir movida por la alianza con los francos
y previendo que ellos seran tambin responsables de no pocas desgracias para el imperio de los romanos, despach por tierra a Cantacuzeno con bastantes fuerzas y a Landulfo, rpidamente equipado,
con una escuadra por mar con la orden de llegar a la costa sur del
Peloponeso a la mayor brevedad posible, para que librase combate
con los genoveses que venan en aquella direccin. Tras su partida de
acuerdo con las rdenes, sobrevino un fuerte temporal imposible de
capear por cuya causa salieron averiadas numerosas naves. Varadas
en tierra de nuevo, les fueron aplicando cuidadosamente una mano
de pez lquida.
2. Cantacuzeno, cuando se hubo enterado tambin entonces de que la flota de los genoveses navegaba por las costa sur del
54 1104.

443

Peloponeso y de que estaba prxima, recomend a Landulfo que


tomara consigo dieciocho naves (se daba la circunstancia de que solo
estas estaban en condiciones de navegar entre todas las que haban
sido botadas), que partiera y las fondeara en el cabo Maleas segn las
prescripciones del soberano; que si durante la travesa de los genoveses se vieran con valor para combatirlos, al punto libraran batalla
y si no, que se procurara la salvacin propia y la de las naves a su
mando junto con sus marineros abordando Corone55. El otro parti
y, una vez que vio la gran flota, rehus la batalla con ellos y lleg
velozmente a Corone.
3. Cantacuzeno, que haba tomado toda la flota romana, como
lo pedan las circunstancias, y que haba embarcado en ella a sus
hombres, con la mayor rapidez posible emprendi la persecucin en
pos de los genoveses. Puesto que no les dio alcance, lleg a Laodicea
con apresurndose a prepararse con todo su empeo y todas sus
fuerzas en la guerra contra Bohemundo. Una vez puestas manos a
la obra, arrib al puerto y no abandonaba su asedio ni de da ni de
noche.
4. No obstante, el asedio se prolongaba sin resultados. Haba
llevado a cabo mil ofensivas, pero en tantas otras haba fracasado, ya
fuera por no convencer a los celtas de pasarse a su lado, ya fuera por
fracasar en el combate. Erigi en tres noches y tres das un pequeo
muro circular con piedras sin argamasa entre la orilla y las murallas
de Laodicea y, tenindolo como proteccin, erigi velozmente otro
baluarte dentro de este con argamasa con objeto de poseer una especie de base de operaciones para hacer frente al asedio ms dignamente. Tras edificar tambin dos torres en cada extremo de la bocana del
puerto, lanz de parte a parte una cadena de hierro y con ella reforz
su posicin contra las nave que probablemente vinieran por mar en
auxilio de los celtas. Al mismo tiempo, ocup muchas villas costeras,
la llamada Argirocastro, Marcapin, Gabala56 y algunas otras, y lleg
hasta el mismo borde de Trpoli, que antes haba dado tributo a los
55 Ciudad costera del Peloponeso, al suroeste de Kalamata.
56 Safita. Los cruzados la llamaban Castillo Blanco. Margat/Markab. Gibel/Jabala,
ciudad de Celesiria, a doce millas de Laodicea.

444

sarracenos y que ltimamente haba recobrado el soberano para el


imperio de los romanos con muchos sudores y esfuerzos.
5. El emperador, entonces, consider preciso asediar Laodicea
por tierra. Como conoca de tiempo atrs al hbil Bohemundo y sus
ardides gracias a esa destreza tan suya capaz de percibir rpidamente
el carcter de los seres humanos, y puesto que tena una idea exacta
de su temperamento doloso y sedicioso, hizo llamar a Monastrs y lo
mand por tierra con numerosas fuerzas, de modo que Cantacuzeno
por mar y l por tierra asediaran simultneamente Laodicea. Sin
embargo, Cantacuzeno, antes de que llegara Monastrs, se apoder
del puerto y de la ciudad misma. La acrpolis, sin embargo, que
hoy suele denominarse habitualmente kul57, an la mantenan
ocupada quinientos infantes celtas y cien jinetes.
6. Cuando Bohemundo se hubo enterado de la ocupacin de
esas villas y el conde que defenda la acrpolis de Laodicea le hubo
notificado que carecan de vveres, carg todo tipo de provisiones en
mulas, reuni a todas las huestes bajo su mando junto con las de su
sobrino Tancredo y de Isangeles y, una vez hubo llegado a Laodicea,
introdujo pronto las vituallas en el kul. Tras entrar en conversaciones con Cantacuzeno, le dijo lo siguiente: Con qu fin te has
dedicado a hacer construcciones y obras? l le respondi: Sabes
que por haber reconocido vasallaje al soberano y haberle prestado
juramento os comprometisteis a entregarle las ciudades que vosotros fuerais conquistando. Despus, t has violado los juramentos
y despreciado los tratados de paz. Tras apoderarte de esta ciudad y
entregrnosla, te arrepentiste y volviste a aduertela, de tal modo
que yo he venido en vano a este lugar para hacerme cargo de las
ciudades que vosotros capturis. Bohemundo replic: Has venido con intencin de recibir estas ciudades nuestras por dinero o
con las armas? El otro dijo: El dinero lo han recibido quienes nos
siguen para luchar con ms valor. Bohemundo, rebosante de ira,
dijo: Entrate de que sin dinero no podrs ocupar ni tan siquiera
un fortn. Y entonces anim a sus falanges para que cargasen hasta
las mismas puertas de la ciudad.
57 Trmino de origen rabe.

445

7. Los hombres de Cantacuzeno, que defendan las murallas de


sus atacantes con una nube de flechas tan densa como copos de nieve, casi lograron rechazarlos. Enseguida Bohemundo, una vez hubo
reagrupado a todos sus hombres, entr en la acrpolis. Como desconfiaba del conde y de los soldados celtas a su mando, encomend
la defensa de la ciudad a otro y expuls a aquellos de ese lugar. Al
tiempo, destruy los viedos cercanos a las murallas, de modo que
no supusieran un obstculo para los latinos en el momento de cargar. Despus de tomar estas medidas, parti de all y lleg a Antioqua. Cantacuzeno, por su parte, no aflojaba el asedio ni dejaba de
hostigar a los latinos que ocupaban la acrpolis mediante diversas
tretas e intentonas y mediante helpolis. Monastrs, de otro lado,
que vena por tierra con sus tropas de caballera, se apoder de Longinade, Tarso, Adana, Mamista e incluso de toda Cilicia.

XII. Bohemundo simula su propia muerte.


1. Bohemundo, asustado por las amenazas del soberano y carente de
los recursos necesarios para la defensa (no posea ni un ejrcito en tierra ni una flota en el mar; por ambos frentes se cerna el peligro sobre
l), tram el siguiente ardid, completamente indigno, completamente
artero. Primero, tras dejar Antioqua a Tancredo, hijo del Marqus58 y
sobrino suyo, esparci por doquier rumores sobre s mismo diciendo
que Bohemundo haba muerto, y, a pesar de estar an vivo, prepar al
mundo para admitir su muerte.
2. El rumor corra en todas direcciones ms veloz que las alas y
proclamaba que Bohemundo estaba muerto. Y, efectivamente, cuando hubo comprobado que la difusin del rumor cobraba una extensin satisfactoria, en ese instante emprendi la navegacin desde Sudi,
el muelle de Antioqua, hacia Roma una birreme con un atad de
58 Tancredo de Hauteville era hijo de Emma, hermana de Bohemundo (ver nota
9 de este libro) y de Eudes (u Odo) el Buen Marqus, gobernante italo-normando
de una zona no conocida del sur de Italia. Las fuentes latinas suelen referirse a l
aadiendo a su nombre el hijo del marqus.

madera y este cadver viviente embarcados a bordo. Era transportado


por mar como un cadver, puesto que por la configuracin externa,
por el atad y por el aspecto que presentaba era como un cadver
(conforme iban pasando por cada sitio, los brbaros se arrancaban
los cabellos y geman clamorosamente), pero en el interior aquel yaca cuan largo era y por ahora como si fuera un cadver. Inspiraba y
expiraba el aire mediante agujeros ocultos. Esto suceda en las costas,
ya que, cuando el navo se hallaba mar adentro le daban de comer y
se ocupaban de l. Luego, volvan los mismos cantos fnebres y las
mismas tretas.
3. Para que pareciera que el cadver estaba corrompido y maloliente, estrangularon o degollaron un gallo y lo introdujeron junto al
cadver. Enseguida, al cuarto o quinto da apestaba a quienes tenan
olfato. Los que eran vctimas de ese engao en el exterior crean que
la pesada pestilencia proceda del cuerpo de Bohemundo. El clebre
Bohemundo disfrutaba ms con el fingido hedor, de tal manera que
yo misma me admiro de cmo pudo soportar tan grande asedio a su
nariz yendo como acompaante an vivo de un cuerpo muerto. Pero
de esto he aprendido que la raza brbara entera es difcil de contener
cuando se propone algo, y que no hay nada lo bastante duro que no
pueda soportar, si ha admitido padecerlo voluntariamente. Y as, este,
que an no haba muerto, sino que solo aparentaba haber muerto, no
vacil en vivir junto a cuerpos muertos. Esta treta apareci ante los
ojos de nuestro mundo como inslita y nica, y destinada a aniquilar
el podero de los romanos. Ningn griego ni brbaro haba maquinado antes parecido ardid contra sus enemigos, ni, creo, el curso de
nuestra vida podr contemplar en adelante.
4. Cuando hubo arribado a Corif1, como si Corif resultara ser
la cumbre de una montaa, una cima y refugio, hallndose fuera de
peligro, resucit de su muerte aparente y, tras abandonar aquel atad
fnebre, se llenaba de sol, aspiraba aire puro y paseaba por la ciudad de
Corif. Al verlo con un atuendo extranjero y brbaro, le preguntaban
por su raza y linaje, quin era, de dnde vena y junto a quines acuda.
1 Juego de palabras que asocia el nombre de la isla con la palabra griega korif
[] que significa cumbre, punto elevado, cima.

447

5. Pero l menospreciaba a todos y buscaba al duque de la ciudad. Lo era en aquel entonces un tal Alejo, oriundo del tema Armenaco. Tras acudir a su presencia, le ordenaba con un rostro y
una apariencia severa y empleando un tono serio y completamente brbaro que comunicara al soberano Alejo el siguiente mensaje:
Ante vos estoy yo, el famoso Bohemundo, hijo de Roberto, de cuya
valenta y perseverancia hace tiempo que tenis buena cuenta tanto
vos como vuestro imperio. En cuanto se me presente la coyuntura,
bien sabe Dios que no me aguantar los perjuicios que me han sido
provocados. Pues desde que llegu a Antioqua a travs del imperio
de los romanos y me apoder de toda Siria con mi lanza, he sufrido
muchas amarguras por causa de vos y de vuestro ejrcito, enviado
de promesa en promesa, precipitado a innumerables calamidades y
combates con brbaros.
6. Pero ahora, enteraos al menos de que, si bien he estado muerto, de nuevo he vuelto a vivir y he escapado de vuestras manos.
Despus de pasar desapercibido a todos los ojos, manos y pareceres
bajo el aspecto de un muerto y mientras ahora me muevo con vida y
respiro el aire, desde esta Corif, expido a Vuestra Majestad unas noticias muy desagradables, que es imposible oigis con alegra. A mi
sobrino Tancredo he dejado a cargo de la ciudad de Antioqua como
digno adversario para vuestros generales. Yo parto para mi pas bajo
el rumor de ser un muerto para vos y los vuestros, y un vivo para m
y los mos, y con idea de planear contra vos terribles calamidades.
Aunque vivo, he muerto; y habiendo muerto, acabo de recuperar la
vida, solo con el fin de destruir la Romania. Pues si logro alcanzar la
otra orilla y ver a los longibardos, a todos los latinos, germanos y a
mis francos, hombres expertos en las artes de Ares, colmar vuestras
ciudades y territorios de ros de sangre y matanzas sin cuento hasta
que consiga clavar mi lanza en la misma Bizancio. A tal punto de
jactancia haba llegado el brbaro.

448

LIBRO XII

Campaas de Bohemundo contra el Imperio (1105-1107)

Retrato de Bohemundo de Tarento

449

1. Bohemundo difama a Alejo. Rescate y acogida de los condes


latinos presos de los musulmanes.
1. As pues, queden de esta manera descritos los acontecimientos
relativos a la primera travesa de Bohemundo, la cantidad de hechos
que llev a cabo con manifiesta hostilidad hacia el soberano en su
pretensin por apoderarse del cetro de los romanos, cmo se procur astutamente su retirada con xito y cmo, habiendo recurrido
a aquella clebre navegacin, transportado como un cadver, lleg
a Corif. Continuemos en este libro describiendo sus acciones tras
aquellos sucesos. Una vez hubo llegado este maloliente cadver a
Corif, como se ha dicho, y tras amenazar por mediacin de su
duque al soberano, hechos que nuestra historia ha detallado anteriormente, cuando se dio por concluida la ruta hacia Longibarda,
se puso en accin, pensando en ocupar de nuevo el Ilrico y apresurndose a reunir ms aliados que los de antes para ese fin. Despus
de tratar con el rey de Francia2 sobre un matrimonio, recibi a una
de sus hijas como esposa y a la otra la despach por mar a Antioqua para que se uniera en esponsales a su sobrino Tancredo. Luego,
cuando reuni innumerables fuerzas de todas las procedencias, de
toda ciudad y pas, mand buscar a los condes junto con las tropas a
su mando y realiz con xito la travesa en direccin al Ilrico.
2. El emperador, cuando hubo odo el mensaje a l destinado
por mediacin de Alejo, expidi enseguida cartas a todos los pases,
a Pisa, Gnova y Venecia, para precaverlos de que no se dejaran embaucar por las fraudulentas palabras de Bohemundo y secundaran
sus intenciones. Pues, en efecto, mientras recorra ciudades y pases,
iba provocando enormes perjuicios al soberano con sus descalificaciones de pagano y enemigo de los cristianos.
3. Como el babilonio haba llegado a capturar por aquel en2 Felipe I (1060-1108). Su hija Constanza cas con Bohemundo y fue madre de
Bohemundo II, Prncipe de Antioqua. La otra hija, Cecilia, fue la que se cas con
Tancredo.

450

tonces trescientos condes, en el momento en que los innumerables


contingentes de los celtas haban pasado por occidente y fustigado
Asia, Antioqua, Tiro y todas las ciudades y regiones, los retena encadenados en prisin y el cautiverio era de una crueldad propia de
tiempos pasados. Cuando se enter el soberano de su reclusin y de
las desgracias que les haban sobrevenido, se le desgarr el corazn y
se entreg por entero a su rescate. Mand buscar a Nicetas Panucomites y lo despach hacia el babilonio con riquezas, tras entregarle
una carta para l mediante la cual reclamaba a aquellos condes cautivos con la promesa de abundantes beneficios si los soltaba de sus
cadenas y los liberaba. El babilonio, una vez hubo visto a Panucomites, odo el mensaje entero del soberano y abierto su carta, solt
a los condes de sus cadenas y los excarcel de su prisin. Pero, no
solo les concedi la libertad completa, sino que los entreg y envi
al soberano sin aceptar ni una parte de las riquezas enviadas. Dios
sabr si lo hizo ya fuera porque no eran suficientes para el rescate
de tantos hombres, ya fuera por escapar de las sospechas de venalidad y no dar la apariencia de cederlos a cambio de dinero, sino por
prestarle al emperador un favor honesto y en buena ley, ya fuera por
desear mayores riquezas.
4. Cuando el emperador vio su llegada, se admir enormemente
de la actitud del brbaro y qued asombrado. Puesto al corriente el
emperador, tras un minucioso interrogatorio sobre lo que les haba sucedido, de cmo durante ese prolongado periodo de tantos
meses en los que estuvieron prisioneros, ni una vez haban visto el
sol, ni les haban soltado las cadenas, y que haban aguantado tanto tiempo sin tomar para nada alimentos variados, sino solo pan y
agua, se lament de sus sufrimientos, derram clidas lgrimas y
enseguida los consider merecedores de suma atencin, razn por
la que les entreg riquezas, los provey de un amplio vestuario, los
invit al bao y lo dispuso todo para que se rehicieran de tan grandes penalidades. Ellos, que haban sido antes enemigos, adversarios,
transgresores de juramentos y promesas, se alegraban de los favores
que reciban del soberano y se daban cuenta de su grandsima magnanimidad hacia ellos.

451

5. Pasados unos das, los mand buscar y les dijo: Os doy en


adelante licencia para que os quedis en esta ciudad junto a nosotros el tiempo que deseis. Pero si alguno se acuerda de su hogar
y quiere marcharse, que emprenda sin obstculos el camino a su
casa tras despedirse de nosotros y as, provisto de riquezas y de los
dems recursos precisos, organice bien su partida. Sencillamente,
quiero que tengis licencia para quedaros o marcharos y para que
obris como hombres libres segn vuestro propio criterio. Durante
una temporada, como hemos dicho, los condes permanecieron junto al soberano regalados con todo tipo de atenciones y renuentes a
apartarse de su lado. Pero, debido a que Bohemundo, como nuestra
historia ha mostrado arriba, tras su llegada a Longibarda se apresuraba a reunir ms tropas que las reclutadas en anteriores ocasiones,
profera innumerables invectivas contra el soberano a lo largo de su
recorrido por todas las ciudades y pases, y abiertamente se dedicaba
a proclamarlo pagano y convencido colaborador de los paganos, el
soberano, puesto al corriente de esos hechos, mand a casa a los citados condes repletos de presentes, porque estaban a punto de partir
hacia sus pases conforme a su propio deseo y para que sirvieran de
refutacin contra las hostiles proclamas de Bohemundo.
6. l parti presurosamente hacia Tesalnica, con intencin de
instruir a los nuevos reclutas en el arte militar y, al tiempo, para
impedirle a Bohemundo su anunciada travesa desde Longibarda
hacia nuestros territorios. As pues, una vez se hubieron marchado
aquellos condes, pasaron a ser testigos autnticos contra Bohemundo, quienes lo calificaban de embustero y de persona que ni por
casualidad deca la verdad. Y lo rebatan en su cara con frecuencia,
proscribindolo en cada ciudad y en cada pas, y ponindose a s
mismos como testigos fidedignos.

II. Tancredo y Aspietes frente a frente.


1. Como la travesa de Bohemundo se comentaba por doquier
y como el soberano necesitaba abundantes tropas y un ejrcito

452

equivalente a la masa de los celtas para afrontarla, no perda el tiempo ni se echaba atrs. Antes bien, mand buscar a los hombres de
Celesiria, es decir a Cantacuzeno y Monastrs. Uno era gobernador
de Laodicea y el otro de Tarso. Aunque los mandase llamar de all,
no dej sin defensa los pases y ciudades puestos bajo su gobierno.
Envi a Petzeas a Laodicea con otras fuerzas. A Tarso y a todas las
ciudades y regiones bajo el mando de Monastrs envi a Aspietes.
Era este hombre noble, de origen armenio y de los afamados por su
valenta, como los rumores proclamaban por aquel entonces, si bien
en aquella ocasin no demostr que fuera as, al menos en cuanto a
su capacidad como estratega.
2. Durante su etapa como gobernador de Antioqua, Tancredo,
a quien nuestra historia ha dejado antes en Siria, difunda continuos
rumores sobre su pronta llegada a Cilicia con intencin de atacarla
y arrebatarla de manos del emperador, ya que era suya y se la haba
quitado con su lanza a los turcos. No solo divulgaba por todas partes semejantes rumores, sino incluso profera amenazas peores que
aquellas mediante cartas que a diario entregaba a Aspietes. Y no solo
amenazaba, sino incluso ofreca adelantos de sus amenazas y prometa llevarlas a cabo cuando tuviera reclutadas de todas procedencias,
entre armenios y celtas, tropas que l disciplinaba a diario con vistas
a las batallas y a los combates. En ocasiones, destacaba algunos hombres para que realizaran incursiones, mostrando el humo antes que
el fuego. Y, preparando mquinas de asedio, se aprestaba con todos
los medios para el cerco.
3. Esto era lo que haca l. Pero Aspietes, el armenio, permaneca
relajado, como si no existieran amenazas de nadie, ni temores, ni se
cerniera tan enorme peligro, mientras abusaba de fortsimas bebidas
durante la noche. Por muy valiente y esforzado servidor de Ares que
fuera, cuando arrib a Cilicia, lejos del poder de su seor y dueo l
de los asuntos pblicos, se entreg a todo tipo de placeres. De este
modo, el famoso armenio, afeminndose y viviendo muellemente,
cuando lleg el momento del ataque, se present como un hombre
reblandecido frente a Tancredo, un soldado muy resistente. Los odos de Aspietes no se alteraron ante los truenos de sus amenazas, ni,

453

una vez llegado en medio de la devastacin de Cilicia aquel portador


del rayo, prestaba atencin a sus relmpagos.
4. Tancredo, tras partir de Antioqua a la cabeza de un numeroso
ejrcito, lo dividi en dos cuerpos. Uno lo envi por tierra en direccin a las ciudades de Mopso3 y otro lo embarc en trirremes y lo
transport por mar hacia el ro Sarn4. Este ro fluye desde las montaas del Tauro, corre por medio de las dos ciudades de Mopso, la
destruida y la que est en pie, y desemboca en el mar de Siria. Desde
all las naves de Tancredo, que se haban aproximado navegando a
la desembocadura de este ro, remontaron corriente arriba hasta los
puentes que comunican ambas ciudades. La ciudad acab siendo
cercada por ambos frentes y estando a merced del ejrcito. As, unos
podan fcilmente plantear un combate naval ante la ciudad y quienes la hostigaban por tierra podan combatir con la infantera por
el otro flanco.
5. Aspietes, como si no pasara nada raro, ni zumbara en torno a
la ciudad un enorme enjambre de soldados, se preocupaba poco de
estos hechos por haberle ocurrido yo no s qu y por comportarse
de manera indigna a su valenta. Esta actitud lo hizo muy odioso
para el ejrcito imperial. Qu deberan sufrir las ciudades cilicias
asoladas por semejante hombre? Pues por lo dems, Tancredo se haba convertido en el ms vigoroso de los suyos y en uno de los ms
ampliamente admirados por su experiencia militar. Era el general
del que nadie poda escaparse a la hora de asediar ciudades.
6. Alguien podra preguntarse, llegado a este punto, cmo no
advirti el emperador la impericia militar de Aspietes. Yo podra
salir en defensa de mi padre diciendo que lo sealado de su linaje
haba convencido al soberano, de modo que la brillantez del linaje y el prestigio del nombre pudieron contribuir al mando de Aspietes. Este proceda de los Arscidas5, cuya jefatura ostentaba, y
3 Mompsuesta. Hoy, Massina. El ro que pasa a su lado no es el Sarn, sino el
Jihn, antiguamente Prame.
4 Hoy, Seihun-ay.
5 Los Arscidas era una dinasta de origen persa que los romanos haban puesto en
el gobierno de Armenia un milenio antes de la poca de Ana Comnena.

454

era descendiente de un linaje real. Por ello, lo consider a la altura


del cargo de estratopedarca de todo el oriente y lo elev a muy destacados puestos, sobre todo al haber recibido pruebas de su valor.
7. Efectivamente, con ocasin de la guerra que el soberano, mi
padre, como he recordado, sostuvo con Roberto, un celta durante
un enfrentamiento en la famosa guerra despus de alzar su lanza por
encima de sus hombros y espolear su caballo cay como un rayo sobre Aspietes. l, tras aferrar su espada recibi la violenta acometida
del celta y encaj un certero lanzazo que le traspas los pulmones y
le atraves la espalda. Sin embargo, l, sin ser derribado an por el
golpe ni verse cado de la silla, se afirm en ella con mayor solidez,
golpe al brbaro en el yelmo y le dividi en dos la cabeza y el yelmo. Cayeron ambos de sus caballos, el celta muerto y Aspietes respirando an. Sus hombres lo recogieron, lo llevaron completamente
exange con sumo cuidado a presencia del soberano y mientras le
mostraban la lanza y el golpe, le iban explicando la muerte del celta6.
No s cmo, el soberano, que se haba acordado por aquel entonces
de aquella heroica actuacin y de su audacia, y que asoci a estas el
linaje y el renombre de su linaje, lo envi como un aguerrido general
a Cilicia contra Tancredo con el cargo de estratopedarca, como antes
he dicho.

III. Carcter y actividades piadosas de la emperatriz Irene.


1. Eso fue lo relacionado con aquellos hechos. A los generales que
tenan sus plazas en occidente expidi el emperador otras cartas con
la orden de que hicieran inmediatamente el camino de Estlanitza7.
Por qu obraba as? Haca llamar a los hombres aguerridos y l se
retraa, mientras gozaba de la molicie y se daba a los baos, como
suelen hacer los emperadores que han optado por una existencia
propia de los animales? Por cierto que esto no era as. En absoluto
soportaba ya la permanencia en el palacio. Y tras salir de Bizancio,
6 Ver IV VI.7.
7 En Macedonia, al oeste de Tesalnica.

455

como arriba se dijo, y encaminarse hacia el interior de las regiones occidentales, lleg a Tesalnica en el mes de septiembre de la
decimocuarta indiccin, cuando corra el vigsimo8 ao desde que
asumiera las riendas del imperio.
2. Oblig a la augusta a que partiera con l. Su carcter era tal,
que no deseaba en absoluto aparecer en pblico, sino que viva frecuentemente aislada y entregada a sus tareas, me refiero a la lectura
de santos varones, la meditacin, las buenas obras, la caridad con
las gentes, sobre todo con aquellos que saba por su hbito y su
forma de vida que servan a Dios. Tambin se daba a la oracin y a
los cantos de antfonas9. Cuando iba a aparecer en pblico por una
necesidad insalvable en su calidad de emperatriz, se llenaba de pudor
y floreca inmediatamente el sonrojo en sus mejillas.
3. La filsofa Tano10 a uno, que le haba dicho en tono burln
al verle el codo desnudo: Es un hermoso codo, le respondi: Pero
no es para el pblico. Del mismo modo, a la emperatriz, mi madre,
imagen de la dignidad, hogar de santidad, no le gustaba que el codo
o la mirada fueran de dominio pblico y ni siquiera deseaba destinar
su voz a odos que no fueran los habituales. Tan enorme y admirable
prueba de pudor daba ella. Pero, ya que contra el destino, dicen, ni
siquiera los dioses luchan11, se vio forzada a acompaar al emperador en sus continuas campaas.
4. La retena dentro del palacio imperial su innato pudor, pero
el afecto hacia el soberano y su ardiente amor por l la sacaban del
palacio a pesar de no ser su deseo. Las causas eran las siguientes. Primero, porque la enfermedad que le haba atacado los pies requera
8 Ana Comnena se equivoca, es el vigesimocuarto ao (1105).
9 En el original griego Ana Comnena habla de , esto es cantos
alternativos. Se trata de las antfonas, cantos litrgicos de la Iglesia Ortodoxa en
los que dos semicoros cantan alternativamente.
10 Esposa o discpula de Pitgoras, vivi durante el siglo VI a.C. Era originaria de
Crotona e hija de Miln, protector de Pitgoras. Quedan fragmentos atribuidos a
ella sobre matemticas, fsica, medicina y tica.
11 . La frase es proverbial. Se le atribuye a Ptaco de
Mitilene (640-568 a.C.) en Digenes Laercio, Vida de los filsofos ilustres, I 77. La
menciona tambin Simnides de Ceos (3.15, ed. Bergk).

456

de muchsimas atenciones. El soberano tena agudos dolores por el


penoso estado de sus pies y no consenta ms contacto que el de mi
madre y seora. Lo trataba con solicitud y gracias a su diestro tacto
aliviaba algo los dolores de sus pies. Aquel emperador (y que nadie
me reproche hablar sobre m misma, pues admiro a mi familia; tampoco se me desprecie por mentir acerca del soberano, porque digo
la verdad) pona todo lo relacionado consigo mismo y tocante a l
detrs de la salvaguarda de las ciudades. Nada lo apartaba del amor
a los cristianos12, ni dolores, ni placeres, ni las penalidades de la guerra, ni ninguna otra cosa pequea o grande, ni los rayos del sol, ni
la violencia de las tempestades, ni los ataques de diversos brbaros.
Antes al contrario, era inflexible frente a todas estas circunstancias
y, aunque se abatiera por los ataques de las enfermedades, se ergua
para socorrer al estado.
5. La segunda y ms importante razn por la que la emperatriz
acompaaba al soberano era que, habida cuenta de los numerosos
conspiradores que brotaban por doquier, se precisaba de una exhaustiva vigilancia y de la energa de mil ojos. Incluso la noche conspiraba contra l, el medioda y la tarde le planteaban algn tipo de
conflicto y la maana le urda las peores asechanzas, testigo es Dios
de esto. Acaso el emperador no deba ser protegido por incontables
ojos cuando tantos malvados conspiraban, unos acribillndolo con
dardos, otros afilando sus espadas, otros, cuando no podan hacer
nada ms, soltando una lengua injuriosa y difamndole?
6. Con qu aliado hubiera debido contarse de no ser con su
natural consejera? Quin mejor que ella vigilaba en favor del soberano y recelaba de sus conspiradores? Quin mostraba agudeza para
ver su conveniencia y mayor agudeza para descubrir lo que maquinaban sus enemigos? Por todas estas razones, mi madre lo era todo
en todas las cosas para mi padre y seor. De noche, una vigilante
mirada y de da, un guardin muy ilustre, un buen antdoto para las
asechanzas de la mesa y un remedio eficaz contra el veneno de los
alimentos. Esas razones alejaban de ella su natural pudor y le daban
valor ante los ojos de los hombres, si bien tampoco entonces dejaba
12 Romanos, VIII 35.

457

en el olvido su acostumbrado decoro y se daba la circunstancia de


que era una desconocida para la mayora de la gente por su aspecto, su silencio y su inters en la propia intimidad. Solo un indicio
mostraba que la emperatriz segua al ejrcito, la camareta portada
por dos mulas con el velo imperial corrido. Por lo dems, su sagrada
persona permaneca oculta.
7. Todos saban que nicamente eran eficaces contra la dolencia
del emperador unos cuidados extraordinarios, una vigilancia incansable sobre l, una mirada despierta y que no se dejaba vencer por las
circunstancias que inducan al sueo. Cuantos de nosotros ramos
leales al soberano trabajbamos y ayudbamos a nuestra madre y
seora en las atenciones hacia l, cada uno como poda, con toda su
alma y sus fuerzas, sin darse en modo alguno al sueo. Quede esto
escrito sin la ms mnima vacilacin contra quienes lo ridiculizaban
y para las lenguas injuriosas. Pues hacen culpable al inocente (este
rasgo del carcter humano lo conoce tambin la Musa de Homero13), denigran las buenas obras y someten a reproches la conducta
irreprochable.
8. Pues bien, ella segua a la expedicin militar que se haba emprendido en aquella ocasin (el emperador llevaba a cabo su ofensiva contra Bohemundo) tanto voluntaria, como involuntariamente.
La emperatriz no deba verse envuelta en un enfrentamiento con el
ejrcito brbaro. Cmo podra ser posible? Este gesto sera digno
de Tomiris14 y de Esparetra de Masagtide15, pero no de mi madre
13 Il., XI 654, XIII 775; Od., XX 135.
14 Herdoto, I 205 y ss. Reina de los masagetas. Se enfrent en la batalla contra
Ciro el Grande y consigui destruir buena parte del ejrcito persa, incluso mat al
mismo Ciro en el momento de entrar en el palacio de ella.
15 Esposa de Amorges, rey de una tribu escita que habitaba el entorno del Mar
Caspio. El historiador griego Ctesias en sus Persik (Historia de Persia) cuenta que,
cuando su pas fue invadido por Ciro el Grande, su esposo cay prisionero de los
persas. Esparetra, entonces, reclut un ejrcito de 300.000 hombres y 200.000
mujeres para atacar a Ciro. Lo que consigui fue tomar cautivos al prncipe persa
Parmises y a sus tres hijos, lo que sirvi para hacer un intercambio y liberar a
Amorges. El hecho de que los masagetas fueran una tribu nmada que habitaba
entre el Mar de Aral y el Mar Caspio, as como la implicacin de dos mujeres, hace
que Ana Comnena convierta a Esparetra en una masageta.

458

Irene. Su valor se encauzaba en otra direccin, y se armaba, pero no


con la lanza de Afrodita y el casco de Ares. Ella tena por escudo,
broquel y daga el enfrentarse rectamente a las adversidades y asechanzas de la vida (conocedora la emperatriz de que se ciernen sobre
los emperadores), la energa en el momento de obrar, un rechazo
muy firme de las pasiones y una fe sincera propia de Salomn. De
este modo y para tal tipo de guerras estaba preparada mi madre. En
los dems aspectos, era la ms pacfica, haciendo honor a su nombre16.
9. Dado que iba enfrentarse a los brbaros, el emperador diriga
su atencin hacia los preparativos para el combate y se propona
como objetivo consolidar unas fortalezas y reforzar otras, y se apresuraba sin descanso a dejar todos los recursos que seran empleados
contra Bohemundo en excelentes condiciones. Se haca acompaar
tambin de la emperatriz. De un lado, por su propio inters y por las
razones a las que hemos aludido; de otro, porque an no exista peligro y no haba llegado el momento del combate. Una vez hubo recogido ella las monedas de oro y de otro metal y algunas otras riquezas
que posea, sali de la ciudad. Mientras haca el camino, a su paso
desplegaba una mano generosa con todos los mendigos, andrajosos
y desnudos. No haba nadie que le pidiese algo y se marchara de
vaco. Cuando llegaba a la tienda asignada a ella y se encontraba en
su interior, no se dedicaba a descansar, sino que la abra y conceda
paso franco a los mendigos. Era muy accesible a ese tipo de personas
y les permita que la vieran y la oyeran. Pero no se contentaba solo
con repartir dinero a los pobres, sino que tambin les prestaba los
mejores consejos. A cuantos vea con cuerpos vigorosos y que llevaban una vida dejada, los incitaba a que cubrieran sus necesidades
mediante el trabajo y la actividad, y no vagaran pidiendo de puerta
en puerta abatidos por su incuria.
10. Ningn acontecimiento apartaba a la emperatriz de semejante labor. Si David a los ojos de todos mezclaba la bebida con
sus lamentos17, nuestra emperatriz, por su parte, mezclaba de
16 Irene [] significa paz en griego.
17 Salmos, 101 10.

459

forma evidente da a da la comida y la bebida con la piedad. Mucho


hubiera podido hablarse de nuestra emperatriz, si el hecho de que
yo sea su hija no levantara sospechas de falsedad y de complacencia
con nuestra madre. A los que as opinan, les presentar los acontecimientos que testimonian la veracidad de mis palabras.

IV. El emperador prepara la defensa en occidente. Fenmenos


extraordinarios.
1. Cuando los habitantes de las regiones occidentales se enteraron de
que el soberano haba llegado a Tesalnica, marcharon todos a su encuentro del mismo modo que la pesadez de los cuerpos los arrastra
al centro. Ahora bien, las langostas no anunciaron la venida de los
celtas, como les haba ocurrido a sus predecesores, sino que apareci
en el cielo un gran cometa18, el mayor de los nunca vistos. Unos afirmaban era una vara de luz; otros, que un meteoro. Pues los extraos
acontecimientos que iban a sobrevenir deban venir sealados de
algn anuncio de los cielos que los precediera. Fue posible contemplarlo brillando durante cuarenta das y cuarenta noches completas.
Sala de forma visible por el occidente y recorra el cielo hacia el
oriente. Todos los que lo vean, atemorizados, se preguntaban sobre
los hechos que anunciaba el astro.
2. El soberano, si bien no prestaba la ms mnima atencin a este
fenmeno y opinaba que tal hecho dependa de causas naturales,
preguntaba, no obstante, a los expertos en estas disciplinas. Mand
buscar a Basilio, que acababa de recibir el cargo de la eparqua de Bizancio19 (varn este que haba mostrado enorme lealtad al soberano)
y se informaba sobre el astro que haba hecho su aparicin. Aquel
declar que guardara la respuesta para el da siguiente y se march
18 Febrero-marzo 1106.
19 El eparca de Constantinopla era el mximo cargo al frente de la ciudad. En
el caso de este Basilio, probablemente, se tratara de un monje porque viva en
un convento. De las palabras de Ana Comnena se deduce que era aficionado a la
astronoma.

460

a su residencia (un templo construido antao bajo la advocacin


del evangelista Juan). Cuando el sol se ocultaba, observaba el astro.
Y ocurri que, agotado y cansado por las reflexiones, se durmi y
entonces vio al santo vestido con el hbito sacerdotal. l se alegr y
no crea ya contemplar un sueo, sino una visin real. Es por lo que,
tras reconocer al santo, asustado le peda humildemente que le diera
a conocer lo que anunciaba el astro. Aquel dijo que vaticinaba la
movilizacin de los celtas: Y su desaparicin marcar su disolucin
en algn lugar.
3. Tales fueron los hechos relacionados con la aparicin del astro. El emperador, una vez hubo llegado a Tesalnica, como nuestra
historia ha contado arriba, se preparaba contra la llegada por mar de
Bohemundo instruyendo a los nuevos reclutas en tensar el arco, disparar flechas contra un blanco y protegerse con el escudo. Preparaba
tambin contingentes de tropas extranjeras procedentes de diversos
lugares mediante cartas para que acudiesen sin tardanza cuando la
ocasin lo requiriese. Tomaba abundantes precauciones en el Ilrico,
fortificando la ciudad de Dirraquio y poniendo a su frente a Alejo,
el segundo hijo del sebastocrtor Isaac. Al mismo tiempo, orden
que fuera aparejada una escuadra en las islas Ccladas, en las ciudades costeras de Asia y en Europa misma. Aunque muchos pusieran
objeciones a la construccin de la escuadra porque la presencia de
Bohemundo no serva an de acicate, l no se dejaba persuadir y
afirmaba que el general deba estar permanentemente alerta y no tomar medidas solo contra lo que tiene frente a sus narices, sino saber
ver ms lejos, y que no deba parecer dispuesto a ahorrar dinero si
la ocasin exigiese lo contrario, y con mayor razn cuando intuye el
ataque de un enemigo.
4 As pues, una vez hubo dispuesto todo magistralmente, parti
de all y lleg a Estrumpitza20 y desde all se dirigi a su vez a Eslopimo. Nada ms enterarse de la derrota de Juan el hijo del sebastocrtor, que haba sido enviado contra los dlmatas, despach suficientes
fuerzas en su auxilio. Como consecuencia, Bolcano, que era muy
prfido, pidi la paz al emperador y expidi a los rehenes solicitados.
20 Hoy, Strumica, en Macedonia.

461

Tras haber permanecido l durante un ao y dos meses en aquel lugar y como haba sido informado de que Bohemundo esperaba an
en sus dominios de Longibarda, ante la proximidad del invierno
devolvi a los soldados a sus casas y l march a Tesalnica. Mientras
estaba llegando a Tesalnica naci en Balabista21 el primero de los
hijos varones del porfirogneto y emperador Juan22, acompaado en
el parto por una hembra. Una vez hubo celebrado all la conmemoracin del gran mrtir Demetrio23, regres a la capital.
5. Entonces sucedi lo siguiente. En el foro de Constantino haba una estatua de bronce orientada hacia levante sobre una preciosa
columna de prfido. Sostena un cetro en su mano derecha y llevaba
en la izquierda una esfera de bronce. Se deca que era la estatua de
Apolo, pero creo que los habitantes de Constantinopla la denominaban Antelio24. El famoso Constantino, grande entre los emperadores, padre y seor de la ciudad, le dio su nombre con el ttulo
de estatua del emperador Constantino. No obstante, prevaleci el
nombre puesto en origen a la estatua y todos la llamaban Anelio o
Antelio. Unos vientos fortsimos, que soplaban de frica, la tiraron
inesperadamente de su pedestal y la precipitaron en tierra en el momento en que el sol an andaba por la constelacin de Tauro. El hecho no pareci un buen augurio a la gente y, en particular, a quienes
no estaban a bien con el soberano. Murmuraban que lo acontecido
presagiaba la muerte del soberano. Pero este deca: S que hay un
nico Seor de la vida y de la muerte y no puedo creer bajo ningn
concepto que las cadas de estatuas provoquen la muerte, pues cada
vez que un Fidias, por ejemplo, u otro escultor esculpiera un estatua
trabajando con su cincel sobre la piedra, resucitara a muertos y
21 Hoy, Siderocastro, en la Macedonia central, junto a la frontera con Bulgaria. El
nombre que recoge Ana Comnena de la localidad procede del blgaro, Valovishta
[].
22 Juan Comneno, hermano de Ana, se cas con Piriska, hija del rey de Hungra,
que cambi su nombre por el de Irene. Tuvieron ocho hijos, cuatro nios y cuatro nias. El primognito mencionado aqu se llam Alejo y su hermana gemela,
Mara.
23 25 de enero de 1107.
24 En griego esa denominacin quiere decir Frente al sol.

462

tambin creara seres vivos? Y si eso es as, qu dejaramos al Creador de todas las cosas? Pues l dice: `Yo matar y dar la vida25, y no
la cada o la ereccin de tal o cual estatua. En efecto, todo lo pona
en manos de la providencia de Dios.

V. Estado del imperio. Inicio de la conspiracin de los Anemas.


1. Se erigan contra el emperador otras nuevas tribulaciones que no
eran ya organizadas por seres vulgares. Unos hombres, animados por
su valor y por lo ilustre de su linaje, maquinaron una conjura asesina
contra la imperial persona. Llegando a este punto de mi historia, me
pregunto asombrada de dnde provino el gran cmulo de adversidades que envolvieron al emperador. Nada haba, nada, ni lugar
alguno que no se moviera para perjudicarlo. El interior estaba lleno
de sediciones y el exterior rebosaba de levantamientos. Cuando an
no haba acabado de afrontar los problemas interiores, ya en el exterior los Hados hacan brotar brbaros y sediciosos como espontneos Gigantes, aunque el emperador gobernara y administrara todo
con su mirada puesta en los ms civilizados y humanos objetivos, y
no hubiera nadie a quien no tuviera cubierto de las muestras de su
bondad.
2. Pues a unos los ensalzaba con el honor de los ttulos y no
par de enriquecerlos con enormes ddivas, y a los brbaros, no importa de qu origen fueran, no les ofreca motivos de hostilidad, ni
los obligaba a nada, pero, cuando se comportaban como agitadores,
los reprima, ya que los malos generales se caracterizan por instigar
conscientemente a la guerra a los pueblos de su entorno cuando la
situacin est en calma. La paz es el fin de todas las guerras. El dar
preferencia siempre a los motivos para declararlas y el desatender su
correcta finalidad caracteriza a generales insensatos y a gobernantes
que provocan la ruina del estado. Sin embargo, el emperador Alejo haca todo lo contrario. Se preocupaba extraordinariamente por
la paz. () Cuando la haba, la mantena por todos los medios y
25 Deuteronomio, XXXII 39.

463

cuando no la haba, buscaba con desvelo el modo de hacerla retornar. Era l por naturaleza pacfico, pero las circunstancias lo obligaban a ser el ms belicoso. Yo misma afirmara con toda seguridad
respecto a esta persona que el imperio de los romanos, tras haber
perdido durante mucho tiempo su conciencia imperial, solo con l
volvi a recobrarla, como si aquella fuera la primera ocasin en que
se le prestara hospitalidad dentro del estado romano.
3. Como deca al iniciar esta obra, me quedo admirada de
cmo se desbord la cuestin de la guerra. Era digno de verse
cmo en todas las partes del interior y del exterior se producan
alborotos. Pero el emperador Alejo prevea las intenciones ocultas
y secretas de sus enemigos y conjuraba los quebrantos con todo
tipo de medios, enfrentndose a los sediciosos del interior y a los
brbaros del exterior, adelantndose con su perspicacia a las conspiraciones de los conspiradores y reprimiendo sus embates. Personalmente, yo creo, basndome en el curso de los acontecimientos,
que ese era el sino del imperio, porque las estructuras del estado
se hallaban convulsionadas y todo el resto del mundo haba enloquecido en contra del imperio de los romanos en una situacin
parecida a la de alguien que se encuentra en un momento tan crtico, que se ve acosado por extranjeros y a la vez atormentado por
sus compatriotas y fsicamente agotado, pero al que la Providencia
lo levanta para que responda a las adversidades de toda procedencia, tal como deba comprobarse en aquellos momentos. Y es que
el brbaro Bohemundo, a quien hemos citado con frecuencia, se
dispona a marchar contra el estado romano a la cabeza de una
importantsima expedicin y alzaba en armas una muchedumbre
de rebeldes procedentes de todos sitios, como he dicho ms arriba
en el prembulo de este captulo.
4. Eran cuatro en total quienes iniciaron la conjura, de apellido Anemas y de nombre Miguel uno, otro Len, otro (...) y
otro (...). Eran hermanos, primeramente por su sangre y en aquella ocasin tambin por sus intenciones, pues todos coincidan en
el mismo fin, matar al soberano y apoderarse del cetro imperial.
Los secundaban tambin otros nobles, los Antocos, que eran de

464

ilustre linaje, los conocidos por Exazeno, Ducas y Hialeas, los varones ms animosos que nunca nacieron para combatir, y adems
Nicetas Castamonites, un tal Curticio y Jorge Basilacio. Estos eran
los principales conspiradores del estamento militar. A su vez, del
senado figuraban Juan Salomn, al que por la abundancia de sus
riquezas y la brillantez de su linaje, Miguel, que haca la labor
de jefe del cuarteto de los Anemas, le prometi engaosamente
ungirlo emperador. Este Salomn, que perteneca a la lite de la
aristocracia senatorial, era el ms bajo de estatura y el de temperamento ms ligero, tanto entre sus colegas, como entre quienes
lo haban engaado. Crea haber llegado a la cumbre en las disciplinas aristotlicas y platnicas, pero de hecho no haba logrado
ningn correcto conocimiento sobre la filosofa y ms bien estaba
cegado por lo abrumador de su ligereza.
5. Se diriga, pues, a toda vela hacia el control del imperio, como
si fuera impulsado por los vientos de los citados Anemas. Pero estos
eran en todo unos impostores. Los partidarios de Miguel no contaban con alzarlo al trono (faltara ms!), sino que aprovechaban
la ligereza del hombre y su fortuna personal para su propio inters.
Mientras drenaban las corrientes de su oro, se ganaron a aquel vanidoso con la esperanza de cederle el mando del imperio con la intencin de que, si las cosas marcharan por buen camino y los Hados
fijaran en ellos benevolentemente sus ojos, tras un breve periodo de
gloria y ventura, le daran un codazo, se lo quitaran de encima y
ellos por su cuenta se aduearan del cetro. No obstante, los trminos en los que se dirigan a l no contenan mencin del asesinato
del soberano y no aludan a la necesidad de desenvainar la espada,
ni al enfrentamiento ni a la lucha, a fin de no atemorizar pronto al
hombre, ya que saban que se acobardaba como nadie ante la idea de
cualquier tipo de violencia. En suma, abrazaron al citado Salomn
como el elemento ms importante de todos. Tambin se unieron en
secreto a la faccin Esclero y Jero, que acababa de dejar entonces la
eparqua de Constantinopla.
6. Pero Salomn, que tena un carcter bastante simple, como
arriba se ha dicho, y que no comprenda nada de las acciones de

465

Exazeno, Hialeas y los propios Anemas y, creyendo ser ya poseedor


del imperio de los romanos, haca tratos con algunas personas y las
seduca atrayndoselas con promesas de regalos y dignidades. En
una ocasin, cuando Miguel Anemas, el director del drama, marchaba a su encuentro, lo vio dialogando con uno y le pregunt sobre
qu estaban hablando. Salomn con su habitual simpleza dijo: Nos
ha pedido un ttulo y ha recibido mi promesa de concedrselo. Por
ello, se ha comprometido a colaborar con nosotros en nuestro plan
comn. Aquel, tras haber reprobado su loca conducta y presa del
miedo, no frecuent su compaa como antes al percatarse de que
no haba nacido para contener su lengua.

VI. Final de la conspiracin de los Anemas y clemencia de Alejo.


1. As pues, estos militares, es decir los Anemas, los Antocos y
los conjurados con ellos, conspiraban vilmente contra la persona
del emperador para llevar a cabo sin dilacin, cuando hallaran el
momento oportuno, el planeado asesinato del soberano. Dado que
la Providencia no les conceda ninguna oportunidad y el tiempo iba corriendo, por el temor a ser descubiertos creyeron haber
encontrado la ocasin que estaban buscando. Como, despus de
despertarse al alba, con el deseo de evadirse agradablemente en
determinados momentos de la amargura y las preocupaciones que
lo abrumaban, el soberano sola recurrir a algunos de sus parientes
para que lo acompaasen en sus partidas de ajedrez (este es un juego inventado para el ocio de los asirios y llegado a nosotros desde
sus tierras) aquellos, que haban armado su mano rebelde y albergaban en sus entraas la intencin de asesinarlo, pensaban avanzar
hasta la cmara imperial con la excusa de buscar al emperador.
2. Esta cmara imperial, donde los emperadores dorman, est
situada a la izquierda de la iglesia del palacio puesta bajo la advocacin de la Madre de Dios, aunque la gente la crea dedicada al gran
mrtir Demetrio26. A la derecha haba un atrio pavimentado con
26 De hecho, se trata de dos iglesias contiguas, una consagrada a la Virgen y otra

466

mrmol y la puerta de la capilla que daba a este se hallaba abierta


para todos los que quisieran entrar. Por ello, en su plan figuraba la
idea de penetrar en el interior de la capilla por all, echar abajo las
puertas que cerraban la cmara imperial y, posteriormente, una vez
dentro, matar con la espada al soberano.
3. Pero aquellos asesinos ultimaban estos proyectos en contra
del que ningn mal les haba infligido y Dios les hizo fracasar en
su plan. La conjura fue revelada por alguien al soberano y al punto
se mand buscar a todos. El emperador orden que primeramente
fueran conducidos a palacio Juan Salomn y Jorge Basilacio para
situarlos cerca de la cmara en la que l se encontraba rodeado de
sus parientes, a fin de que se los sometiera a interrogatorio, ya que
saba haca tiempo por algunas personas que ellos eran de corta
inteligencia y por esto, crea, se pondra fcilmente al corriente de
los planes. Pero, a pesar de ser sometidos a un continuo interrogatorio, negaban las acusaciones. El sebastocrtor Isaac intervino y,
fijando su mirada en Salomn, dijo: Conoces bien, Salomn, la
bondad de mi hermano y emperador. Si revelas la totalidad de los
planes, enseguida se te perdonar; pero si no lo haces, se te aplicarn tormentos insufribles. Aquel lo mir fijamente, observ a los
brbaros que rodeaban al sebastocrtor, con las espadas de doble
filo sobre sus hombros27 y, atemorizado, se apresur a revelarlo
todo. Acus a sus cmplices, pero afirmando con vigor que no
saba nada del asesinato. Luego se les encarcel por separado, tras
ser puestos a disposicin de los funcionarios de palacio a cargo de
su custodia.
4. Tambin los dems fueron interrogados sobre la conjura.
Una vez hubieron confesado todo sin ocultar el proyectado asesinato y se hubo reconocido la conspiracin por parte de estos militares, especialmente por el cabecilla de la revuelta, Miguel Anemas, que aspiraba a asesinar al soberano, todos fueron deportados
y confiscados sus bienes. La casa de Salomn, que era esplndida,
fue entregada a la augusta; pero ella, haciendo gala de su bondad
a San Demetrio.
27 La guardia varega.

467

en tales trances y conmovida por los lamentos de la esposa de Salomn, se la entreg en donacin sin haberle sustrado ni una pequea parte.
5. Encarcelaron a Salomn en Sozpolis28. Orden que se les
cortara a rape el pelo de la cabeza y el de la barba a Anemas y a sus
cmplices por ser los principales responsables y que marcharan en
cortejo por medio de la plaza y luego, que se les sacasen los ojos.
Los ejecutores los agarraron, los vistieron con tnicas, les adornaron la cabeza con intestinos de bueyes y ovejas al modo de nfulas,
los condujeron a los bueyes y, tras montarlos no a horcajadas, sino
a un lado, los estuvieron paseando por el patio del palacio imperial. Unos maceros saltando ante ellos gritaban y cantaban una
graciosa cancioncilla apropiada al cortejo y compuesta en lengua
vulgar. La cancin peda que se invitase a todo el mundo a venir
para que vieran a esos hombres cornudos, sediciosos y que haban
afilado sus espadas contra el soberano.
6. Todos, sin importar la edad, acudan a ver semejante espectculo, de modo que tambin nosotras, las hijas del emperador,
salimos y contemplamos el espectculo a escondidas. Cuando la
gente pudo ver que Miguel miraba al palacio y levantaba las manos
suplicantes al cielo pidiendo con el gesto que le fueran separados
los brazos de los hombros, las piernas de los glteos y que fuera
seccionada su cabeza, a todo ser vivo le brotaban las lgrimas y
los lamentos, especialmente a nosotras, las hijas del emperador.
Yo, con el deseo de librar al hombre de aquel tormento, llam
repetidas veces a la emperatriz, mi madre, para que contemplara
el cortejo. Nos ocupbamos de esos hombres por causa del emperador, para que no se viera privado de tan excelentes militares y
en especial de Miguel, en tanto en cuanto haba sido pronunciada
contra l una condena ms dura.
7. Como deca, al ver yo cunto lo estaba humillando la desgracia, forzaba a mi madre para que intentara de algn modo librar
a los hombres del desastre que ya les era inminente. Los ejecutores
hacan el camino con bastante lentitud, buscando ocasin para el
28 En Tracia, a orillas del Mar Negro.

468

perdn de los criminales. Ante su demora en presentarse (se encontraba sentada al lado del soberano en el lugar donde, frente a
una imagen de la Virgen, rezaban juntos las oraciones destinadas a
Dios), baj y me situ al otro lado de las puertas. Temerosa porque
no me atreva a entrar, llam con una seal a la emperatriz. Finalmente, ella me hizo caso y subi. Cuando vio el espectculo que
estaba ofreciendo Miguel, prorrumpi en lamentos, retorn entre
clidas lgrimas junto al emperador le rog repetidas veces que le
perdonara los ojos a Miguel.
8. Sin esperar un instante, se envi al hombre que deba detener a
los verdugos. A pesar de su rapidez, los alcanz dentro del lugar llamado Las Manos, que, una vez atravesadas, no libran a nadie del cumplimiento del castigo. Los emperadores fijaron esas manos de bronce
en un sitio elevado, en una alta bveda de piedra. Su deseo era que si
un condenado a muerte por la ley iba pasando por debajo de ellas y en
el camino le llegaba la concesin del indulto imperial, se librara de la
pena. Era como si las manos dieran a entender que el emperador los
haba vuelto a abrazar, los haba retenido por entero con sus manos y
an no se haban librado de las manos de su clemencia. En el caso de
que se traspasaran, era seal de que a partir de ah el poder imperial
los haba desahuciado.
9. En suma, la suerte de los condenados depende de los Hados,
que yo estimo es una opcin decidida por Dios, cuyo auxilio debemos
invocar. Pues o el anuncio del perdn les llega a estos desgraciados a su
paso por las manos y se ven libres de la pena, o, una vez atravesadas las
manos, han perdido la oportunidad de salvarse. Yo todo lo atribuyo
a la Divina Providencia, que tambin en aquellos momentos salv a
aquel hombre de perder la vista. Al parecer, Dios nos movi entonces
a la clemencia. En efecto, el portador del mensaje de la salvacin se
apresur y le entreg la nota del indulto a los que conducan a Miguel
dentro de la bveda, donde estn fijadas las manos de bronce y, tras
hacerse cargo de este, lleg a la torre que existe cerca de palacio y lo
encerr all. As se le haba dado orden de actuar.

469

VII. Rebelin de Gregorio Taronites29 en Trapezunte y actitud


clemente del emperador hacia l.
1. Este hombre no se haba liberado an de su prisin, cuando, a
su vez, la prisin de Anemas retuvo a Gregorio. Era una torre de las
que formaban parte de las murallas de la ciudad, cerca del palacio de
Blaquernas. Se la llamaba Torre de Anemas, como si se le hubiera
asignado esta denominacin de oficio por ser Anemas el primero
que recibi como preso y encadenado, quien pas mucho tiempo en
ella. Pues bien, cuando corra la duodcima indiccin30, se nombr
duque de Trapezunte al ya citado Gregorio, que albergaba en su seno
de mucho tiempo atrs la intencin de promover una sublevacin
y que durante su camino hacia Trapezunte sac a la luz sus secretos
proyectos. Cuando se encontr con Dabateno31, que volva a Constantinopla, una vez transferido a Taronites el poder ducal, no tard
en encadenarlo y encerrarlo en Tebena32, y no solo lo hizo con Dabateno, sino incluso con bastantes personajes ilustres de Trapezunte y
con los sobrinos de Baqueno. Como no se libraban de sus cadenas y
de su prisin, tras ponerse todos de acuerdo, redujeron a quienes los
vigilaban por la orden vejatoria del rebelde, los condujeron fuera de
las murallas, los expulsaron lejos y se apoderaron de Tebena.
2. El soberano lo mand venir continuamente a travs de cartas. En alguna ocasin, tambin le aconsejaba que concluyera con
sus muy nefastas actividades, si es que deseaba obtener el perdn y
recibir de nuevo su primitiva posicin. Alguna vez incluso lleg a
amenazarlo si no obedeca. Pero aquel tena tan pocas intenciones
de hacerles caso a los provechosos consejos del soberano, que remiti una extensa misiva donde censuraba no solo a las principales
personalidades del senado y del ejrcito, sino incluso a los mismos
29 Sobrino de Miguel Taronites, esposo de Mara Comnena, hermana del emperador Alejo.
30 Septiembre 1103-septiembre 1104.
31 Acababa de ser relevado en el cargo de duque de la ciudad. Ver sobre este personaje III IX.3.
32 Entre Sebaste y Amasea.

470

parientes y allegados del soberano. Al percatarse el soberano por esa


carta de que l iba de mal en peor, de que se haba vuelto completamente loco, desahucindolo ya sin reservas, cuando transcurra la
decimocuarta indiccin33, envi contra l a Juan34, el sobrino de su
hermana primognita y primo por parte de padre del rebelde, en
principio para facilitarle con sus consejos el mejor medio de obtener
su salvacin, confiado en que lo obedecera gracias a la cercana de
su parentesco y a su sangre comn. Si no aceptaba, deba enfrentarse
a l por mar y tierra al mando de una nutrida tropa.
3. Cuando Gregorio Taronites se enter de su llegada, sali y
march en direccin a Colonea35, una localidad muy fortificada e
inexpugnable, con intencin de hacer llamar en su auxilio a Tanismanes36. Durante su camino, Juan se enter de ello, separ de su
ejrcito a los celtas y a la lite de las tropas romanas, y los mand
contra l, con quien libraron una violenta batalla nada ms darle
alcance. Dos valientes soldados que se lo encontraron, lo capturaron
tras haberlo derribado a lanzazos de su caballo. Luego, as cautivo, lo
condujo Juan al soberano y le jur que en absoluto lo haba mirado
ni dirigido la palabra durante el camino. Sin embargo, interceda
por l insistentemente ante el emperador, ya que este finga querer
privarlo de la vista.
4. A duras penas descubri su fingimiento el soberano, accediendo a partir de ese instante a los ruegos de aquel, y recomend
no divulgar su decisin. Al cuarto da orden que se le pelaran a
rape los cabellos de su cabeza y de su barba, que fuera conducido
en medio de la plaza y que fuera luego conducido con aquel aspecto
dentro de la citada Torre de Anemas. Como a pesar de su reclusin
continuaba siendo un insensato y lanzaba diariamente locas profecas a los guardianes, el soberano gracias a su infinita bondad pens
que mereca amplia atencin, de modo que cambiase y diera alguna
33 Septiembre 1105-septiembre 1106.
34 El hijo de Miguel Taronites.
35 Cerca de Bayburt.
36 El emir Ghzi Gms Tegin (1104-1134?), hijo del emir que aparece en XI
III.5, Ghzi-ibn-Danishmend.

471

seal de arrepentimiento. Pero l volva a adoptar idntica actitud y


haca llamar a mi csar continuamente, ya que era desde haca tiempo amigo nuestro. El soberano acceda a ello para que lo sacara de
su profundo desnimo y le brindara sus mejores consejos. Pero l se
mostraba lento en su avance hacia una transformacin positiva, por
eso permaneci ms tiempo encarcelado. Posteriormente, se pens
que mereca el indulto y estuvo gozando de tantas atenciones, presentes y honores, como nunca antes lo hiciera de acuerdo con el carcter del que haca gala mi emperador en semejantes circunstancias.

VIII. Desobediencia de Contostfano y su posterior desastre.


1. Mientras adoptaba estas disposiciones contra los conjurados y
contra el rebelde Gregorio, no se olvidaba tampoco de Bohemundo
e hizo llamar a Isaac Contostfano37, lo nombr gran duque de la
flota y lo despach a Dirraquio, amenazndolo con quitarle los ojos
si no lograba anticiparse a la travesa de Bohemundo hacia el Ilrico. Expeda, asimismo, continuas cartas a su sobrino Alejo, duque
de Dirraquio, donde lo animaba y lo dispona para que estuviera
siempre alerta y para que ordenase a los vigas de la costa hacer eso
mismo, de modo que Bohemundo no pasara inadvertido en el momento de su travesa, y que inmediatamente se le hiciese saber por
carta.
2. Estas eran las medidas que adoptaba el soberano. Pero Contostfano, que no tena ms rdenes que vigilar cuidadosamente el
estrecho de Longibarda, impedir el paso en direccin a Dirraquio
de las avanzadillas de Bohemundo, que transportaban la impedimenta militar de una costa a otra, y no permitir que se les facilitase suministro alguno desde Longibarda, se march e ignor en su
marcha el sitio por donde deben hacer la travesa quienes navegan
37 Militar desde su primera juventud. Ya haba participado en anteriores campaas, como la represin por parte del eunuco Juan del rebelde Nicforo Meliseno
(Nicforo Brienio, IV 39). Con el ttulo de protonobilsimo, particip en el snodo
que tuvo lugar en Blaquernas en 1094 que conden a Len de Calcedonia.

472

hacia el Ilrico. Pero no qued ah la cosa, incluso hizo caso omiso


a las rdenes recibidas y atraves el mar en direccin a Hidrunte38,
que es una ciudad costera de Longibarda. Esta ciudad tena por
gobernadora a una mujer, que no s si era madre de Tancredo, como
se afirmaba, o hermana del muy citado Bohemundo o no tena nada
que ver con ambos, pues ignoro por completo si el parentesco de
Tancredo con Bohemundo era por parte de padre o de madre.
3. Tras arribar all y atracar las naves, intentaba apoderarse de
las murallas y lleg casi a tenerlas en sus manos. Cuando comprob
este hecho, la mujer que resida en el interior y que era inteligente y
firme en su carcter, en cuanto fondearon all las naves, se apresur
a llamar con emisarios a uno de sus hijos. Como toda la flota confiaba ya en que tenan en sus manos la ciudad y pronunciaban todos
la aclamacin al emperador, tambin aquella mujer, dada la crtica
situacin en la que se hallaba, orden hacer lo mismo a los del interior. Al mismo tiempo, envi una embajada a Contostfano, que le
transmiti la sumisin al soberano y prometa suscribir un tratado
de paz y acudir a su encuentro para departir sobre sus proyectos a
fin de que l se lo hiciera saber todo al soberano. Urda semejantes
tretas, dejando en suspenso el plan de Contostfano, por si llegaba
su hijo entre tanto y entonces, tras desmontar el escenario, como
dicen los trgicos, pudiera afrontar la batalla.
4. Mientras las aclamaciones del interior se fundan con las del
exterior y se generalizaban en los alrededores, gracias a que aquella
belicosa mujer, valindose de palabras y promesas embusteras, haba
dejado en el aire el plan de Contostfano, como se ha dicho, lleg el
hombre que esperaba en unin de los condes a cuyo frente marchaba, quien, tras atacar en el mismo lugar a Contostfano, lo derrot
por completo. Todos los hombres de la flota, como desconocedores
que eran de las tcticas del combate en tierra, se precipitaron en el
mar. Los escitas, por su parte (haba muchos en el ejrcito romano),
que se haban adelantado en busca de botn durante la batalla, segn
costumbre de dichos brbaros, tuvieron que ver cmo eran capturados seis de ellos, que fueron enviados a Bohemundo y, tras haberlos
38 Otranto.

473

visto y tomndolos como un magnfico botn, parti con ellos en


direccin a Roma.
5. Tras llegar ante el trono apostlico y dialogar con el papa39,
inflam sin reservas su ira contra los romanos y excit la inveterada
clera de esos brbaros contra nuestra raza. Con idea de enfurecer
ms a los italianos que rodeaban al papa, Bohemundo present a
los escitas capturados, como si demostrara con estos hechos que el
soberano Alejo por su hostilidad contra los cristianos estaba alineando en su ejrcito a brbaros infieles y a arqueros a caballo
de extraos orgenes que blandan sus armas y tensaban sus arcos
contra los cristianos. A cada palabra suya le sealaba al papa aquellos escitas, vestidos a la usanza escita y con el aspecto de brbaros y segn la costumbre de los latinos, los denominaba paganos,
mientras se burlaba de su nombre y su apariencia. Ladinamente,
se haba consagrado a esta cuestin de la guerra contra cristianos,
parece ser, para convencer tambin a la opinin pontificia de que
se haba movilizado de modo razonable en contra de la hostilidad
de los romanos y con la pretensin simultnea de reclutar espontneamente a muchos hombres rudos e insensatos. Qu brbaro,
cercano o lejano, no hubiera acudido voluntariamente a la guerra
contra nosotros, cuando exhortaba a ello el parecer del pontfice y
una causa aparentemente justa armaba todo caballo, a todo hombre y mano de soldado? Incitado, pues, el papa por las palabras de
ese y acorde con l, orden el paso al Ilrico.
6. Pero volvamos a lo de antes. As pues, los soldados en tierra
se batan resueltamente en la batalla. A los dems los recogi el
bronco rugido del mar. Los celtas acabaron entonces por tener en
sus manos una brillante victoria. Nuestros ms valientes soldados,
por su parte, y en mayor grado los de ms alto linaje entre los que
se distinguan sobre todo el famoso Nicforo Exazeno, Hialeas,
su primo Constantino Exazeno, llamado Ducas, el muy valiente
Alejandro Euforbeno y otros de su mismo rango y clase, dando
muestras de su impetuosa fuerza, se volvieron, sacaron sus espadas
y estuvieron luchando con todo vigor y empeo contra los celtas.
39 Pascual II (1099-1118).

474

Tras asumir todo el peso del combate y, tras haberlos derrotado, se


alzaron sobre ellos con una brillante victoria.
7. Aprovechando la tregua que obtuvo en las acometidas de
los celtas gracias a estas hazaas, Contostfano solt amarras y con
toda su flota arrib a Auln. Como en el curso de su primera llegada a Dirraquio haba dispersado las naves de guerra que tena
a sus rdenes entre Dirraquio y el lugar llamado Quimara (dista
Dirraquio de Auln cien estadios40 y Auln de Quimara sesenta
estadios41), pudo enterarse ahora de la inminente travesa de Bohemundo. Supuso que era ms previsible su paso hacia Auln porque la distancia hacia Auln era menor que hacia Dirraquio y que
deba por eso procurar la defensa de Auln. Parti, pues, con los
otros duques, inspeccion con detenimiento el estrecho de Auln
y situ vigas en la cima de la llamada montaa de Jasn para que
vigilaran el mar y controlasen las naves que lo surcaban.
8. Un celta, que acababa de hacer la travesa desde la otra orilla, les asegur que el paso de Bohemundo estaba a punto de producirse. Los Contostfano42, cuando se enteraron de esta noticia,
asustados por la batalla naval contra Bohemundo (pues solo su
fama les aterraba), fingieron estar enfermos y precisar por ello unos
baos. Landulfo, que comandaba toda la flota y que posea desde
mucho tiempo atrs una abundante experiencia de la guerra en el
mar y del combate naval, les recomendaba con encarecimiento que
anduvieran en permanente vigilancia y esperasen el ataque de Bohemundo. Los Contostfano, a su marcha en direccin a Quimara
para tomar los baos, dejaron como responsable de la vigilancia en
Glosa, lugar que no se halla lejos de Auln, con una monere del
tipo excusato al llamado segundo drungario de la flota. Landulfo,
por su parte, permaneca en Auln acompaado por un modesto
nmero de naves.

40 15 kilmetros.
41 9 kilmetros.
42 Eran dos hermanos, Isaac, el gran duque de la flota entre 1106 y 1107, y Esteban.

475

IX. Bohemundo llega al Ilrico. Inicio del sitio de Dirraquio.


1. Dispuestas as las cosas, partieron para tomar los baos o con la
excusa de tomarlos. Bohemundo, por su parte, se hizo rodear de
doce naves piratas, todas birremes y dotadas de numerosos remos
que producan con su continuo golpear en el mar un ruidoso y sonoro rumor. Distribuy por cada banda en torno a dicha flota naves
mercantes y encerr en su interior, como en un recinto, la flota de
guerra. Se hubiera podido decir al contemplarla y verla a lo lejos desde un puesto de vigilancia que esta expedicin naval que iba avanzando era una ciudad flotante. Tambin coincidi que la suerte le
dispensaba sus favores. En efecto, el mar estaba en calma, y de cuando en cuando soplaba una ligera brisa del sur que hinchaba las velas
de las naves mercantes. As, era fcil que hubiera un viento de cola,
que los barcos de remo avanzaran en lnea recta con las embarcaciones de vela y que el ruido, producido en medio del mar, sonara en
ambas orillas del mar Adritico. Tan asombroso espectculo ofreca
la flota brbara de Bohemundo, que, aunque se aterrasen los hombres de Contostfano, yo no podra lanzarles reproches ni acusar a
los hombres de cobarda. Incluso la famosa flota de los Argonautas,
y no solo los Contostfano, los Landulfo y algunos parecidos, habran sentido miedo ante este hombre y la flota que traa.
2. Landulfo, cuando vio que Bohemundo vena navegando con
un aspecto tan aterrador y rodeado de innumerables naves mercantes, como hemos sealado antes muy detalladamente, se alej un
poco de Auln por su incapacidad para combatir contra tan gran
fuerza y dej a Bohemundo paso franco. Este, tras aprovechar la
coyuntura favorable, cruz desde Bari hasta Auln, traslad toda
su flota a la otra orilla y, tras desembarcar, primeramente devast
por entero la zona costera al frente de un ejrcito innumerable de
francos, de celtas, de todos los hombres pertenecientes al ejrcito romano originarios de la isla de Thule43 que se haban pasado al bando
de Bohemundo por las imposiciones del momento y, ms an, de
43 Parece ser que eran hombres originarios de Gran Bretaa.

476

hombres de raza germnica y celtberos44. Cuando los hubo reagrupado a todos, los disemin por toda la franja del interior que corre
junto al mar Adritico y, tras asolarla completamente, atac a continuacin Epidamno, a la que llamamos Dirraquio, con el objetivo de
tomar esta ciudad y luego, de este modo, devastar el territorio hasta
Constantinopla.
3. Siendo como era Bohemundo un hombre hbil para los asedios, en los que consegua superar al famoso Demetrio Poliorcetes,
y con Epidamno en su mente, moviliz todo ingenio mecnico de
asedio existente contra esta ciudad. La rode primero con su ejrcito
y asedi los enclaves prximos y distantes de la ciudad de Dirraquio,
en unas ocasiones con la oposicin de tropas romanas; en otras, libre
de quienes se lo impedan. Mientras se producan muchos combates, destrucciones y matanzas, como hemos sealado arriba, pona
su atencin en el propio sitio de la ciudad de Dirraquio.
4. Pero antes de meternos en materia sobre la famosa batalla de
Dirraquio provocada por el rebelde Bohemundo, debemos explicar
qu posicin ocupa la ciudad. Se halla en la mitad de la costa del
Adritico, que es un mar interior, amplio y que se extiende anchuroso hasta la orilla italiana. Se prolonga en direccin al norte y se
dobla al oriente hacia las tierras de los brbaros vetones45, frente a
44 Parece ser que Ana Comnena se est refiriendo con esta denominacin a hombres procedentes del condado de Barcelona y de Catalua. En primer lugar, las
fuentes antiguas de las que bebe Ana Comnena sitan a los celtberos en la parte
oriental de la Pennsula Ibrica, aunque no llega a la costa mediterrnea, siendo su
punto extremo Zaragoza y Teruel, hecho que no invalida la hiptesis ya que no es
descabellado aducir la falta de un conocimiento exacto de la geografa peninsular
en la autora. Por otro lado, aquella regin tena lazos histricos desde muy antiguo
con el Roselln y la Provenza, regiones importantes en la Primera Cruzada. Como
hemos visto en I XII.11, una hija de Roberto Guiscardo era esposa de Ramn
Berenguer II. Su hermano gemelo, Berenguer Ramn II tuvo que acudir en compaa de sus fieles a la Cruzada como expiacin por el asesinato de su hermano.
Por otro lado, mientras el resto de las tierras de Espaa luchaba en la Reconquista
contra los musulmanes, combate que el papado consideraba una Cruzada particular y que exima a la nobleza aragonesa y castellana de asistir a sus correligionarios
del resto de Europa, en Catalua esa situacin no se daba. Finalmente, sabemos
que en el ao 1102 se hallaba en la corte de Alejo el obispo de Barcelona, a quien
encarg el emperador un mensaje a Pascual II.
45 Se trata de piratas eslavos asentados en la costa del Ilrico y que estaban en

Retrato de Alejo I procedente de un manuscrito de la Biblioteca de Vaticano

quienes se halla el pas de Apulia. Estos son los lmites del Adritico.
Dirraquio, o Epidamno, es una antigua ciudad griega que se halla al
sur de Eliso, y Eliso est al nordeste.
5. Esta poblacin llamada Eliso, no sabra decir con certeza si
recibi su denominacin por un ro Eliso que desemboca en el caudaloso ro Drimn o si tiene esa denomina sencillamente porque
s. Eliso es un enclave elevado y completamente inexpugnable que
domina, segn se dice, la llanura de Dirraquio. Es tan segura que
ofrece proteccin a Dirraquio por tierra y por mar. Gracias al uso
que de la citada ciudadela de Eliso hizo el soberano Alejo para auxilio de la ciudad de Epidamno, pudo fortificar Dirraquio por el ro
Drimn, que es navegable, y por tierra. Introdujo por el continente
y por mar todas las provisiones que eran precisas para la alimentacin de sus soldados y moradores, y todo el material necesario para
armas y para la guerra.
6. Por aadir algunos datos sobre el ro Drimn y su curso, dir
que fluye desde lo alto del lago Licnitis, al que la gente llama Acrida
con un trmino de origen brbaro, y desde el monte Mocro a travs de unas cien zanjas que denominamos canales. Esos ros fluyen,
como desde diferentes fuentes, separados del lago en nmero de cien
y sin cesar. Luego, se unen as con el ro que pasa por Deure, a partir
de donde se llama Drimn, y aumentando su caudal, lo ensanchan
y lo hacen ms grande. Este ro, tras bordear las fronteras de los
dlmatas, sube hacia el norte, luego se dobla hacia el sur y llegando
a los pies de Eliso desemboca en el golfo del Adritico.
7. Queden as descritas la posicin de Dirraquio y de Eliso, y
las fuertes defensas de ambos lugares. El emperador, que an permaneca en la ciudad imperial, al conocer por las cartas del duque de
Dirraquio la travesa de Bohemundo, apresur su partida. El duque
de Dirraquio, que vigilaba sin reposo y no conceda a sus ojos el
descanso del sueo, cuando supo que Bohemundo haba cruzado
el mar hasta ganar las llanuras del Ilrico, que haba desembarcado
de su nave y fijado all mismo su campamento, mand buscar a
un escita con alas en sus pies, segn dice la expresin, con el fin de
guerra permanente con los venecianos.

479

informar al soberano de la venida de aquel. El emisario encontr al


soberano cuando regresaba de una cacera, entr a toda prisa y grit
con clara voz, la cabeza en tierra, la travesa de Bohemundo. Todos
los presentes quedaron clavados en el lugar que casualmente ocupaba cada uno, aturdidos por el solo nombre de Bohemundo. Pero
el soberano, haciendo gala de su valor y de su sangre fra, mientras
desataba el cordn de su calzado, dijo: Vayamos ahora a almorzar.
Luego veremos qu hacemos con Bohemundo.

480

LIBRO XIII

Continuacin de las campaas de Bohemundo. Conjuras. Tratado entre Bohemundo y Alejo (1107-1108)

I. Alejo parte de la capital. La conjura de Aarn.


1. Todos quedamos admirados por la talla que mostr el soberano en
tales momentos. Si bien aparentemente pareca no prestarle atencin
a la noticia a causa de los presentes en aquel lugar, de hecho, su cabeza
no cesaba de darle vueltas a la cuestin. Estim que deba salir otra vez
de Bizancio. Aunque reconociera que la situacin volva a serle desfavorable en su casa, sin embargo, una vez adoptadas las disposiciones
adecuadas sobre el palacio y la emperatriz de las ciudades, y encargados de su gobierno el eunuco Eustacio Ciminiano, gran drungario de
la flota, y Nicforo, el hijo de Decano, parti de Bizancio en unin de
algunos de sus parientes consanguneos el uno de noviembre de la primera indiccin1, y lleg a la tienda imperial de color prpura situada
en las afueras de Geranio2.
2. Tema que en el momento de su partida la Virgen de Blaquernas no realizara el acostumbrado milagro. Por ello, tras esperar cuatro
das en aquel lugar, hizo con su esposa el camino de vuelta a la hora
del crepsculo y entr de incgnito en el templo dedicado a la Virgen
en unin de unos pocos ntimos. Una vez realizado el habitual canto
de los himnos y rezadas las oraciones ms fervorosas, se cumpli el acostumbrado milagro y as se march de la iglesia firmemente ilusionado3.
1 1107.
2 Arrabal al este de Constantinopla.
3 En el ao 1031 se descubri un icono de la Virgen en la iglesia de Blaquernas,

481

3. Al da siguiente emprendi camino en direccin a Tesalnica.


Al llegar a Querobacos nombr eparca a Juan Taronites. Era este
un aristcrata, vinculado a l desde nio. Tena el cargo de secretario desde haca tiempo porque era una persona de inteligencia muy
despierta, conocedora de la legislacin romana. Cuando se le ordenaba hacerlo, se expresaba en los decretos imperiales con trminos
magnficos y dignos de la majestad del emperador. Era franco en
sus palabras, aunque hablaba sin el escndalo que caracteriza al desvergonzado y se comportaba como aconseja el Estagirita4 que sea el
dialctico.
4. Mientras se alejaba de aquel lugar, enviaba sin descanso cartas
a Isaac5, el duque de la flota, y los que con l se hallaban, es decir
Exazeno, Ducas y Hialeas, con la orden de que permanecieran alerta
y repelieran a quienes navegaran al encuentro de Bohemundo desde
Longibarda. A su llegada al Mesto6, la augusta revel su deseo de
retornar a palacio, pero el soberano la oblig a continuar adelante.
Nada ms cruzar ambos el ro llamado Euro, fijaron sus tiendas en
Psilo7.
5. l, que haba escapado de un intento de asesinato, hubiera
sido vctima de otro, si una fuerza divina no hubiera apartado a los
asesinos de su empeo. Cierto hombre que perteneca a un linaje
entroncado en parte con el de los famosos Aronios8, aunque fuera
que se recubri con un lujoso velo. El milagro tena lugar todos los viernes por la
tarde y consista en la elevacin y mantenimiento en el aire del velo a intervalos regulares sin ninguna causa natural que lo explicara. Lgicamente, cuando no se produca el milagro, los fieles crean que nefastos acontecimientos iban a tener lugar.
4 El filsofo Aristteles (384-322 a.C.), nacido en Estagira, ciudad situada en el
centro de Macedonia, prxima a la costa oriental de pennsula Calcdica.
5 Contostfano.
6 Ro de Macedonia oriental.
7 psala, en la Tracia meridional, cerca del ro Maritza.
8 Eran los descendientes de Ivn Vladislav (cuyo padre fue Aarn I), zar de Bulgaria entre 1015-1018. Tras varios enfrentamientos contra los bizantinos que deseaban restaurar su autoridad sobre la zona, fue derrotado en 1017 en la batalla
de Setina y, finalmente, muerto ante los muros de Dirraquio en 1018. A partir
de ese instante, su viuda, herederos y la nobleza blgara se someti a Basilio II
Bulgarctono. La familia real fue acogida en Constantinopla y recibieron honores
y una elevada posicin en la corte. El Aronio de La Alexada puede haber sido el

482

descendiente de bastardos, instigaba al sector sedicioso para que


asesinara al soberano. Haba puesto en conocimiento de su propio
hermano Teodoro el plan secreto. No es mi deseo aclarar si haba
otros sediciosos cmplices en este delito. A pesar de todo, lograron
que un esclavo escita de nombre Demetrio (su amo era precisamente
Aarn) fuera el agente del crimen y determinaron como momento
para el asesinato el instante en el que la emperatriz se marchara, a
fin de que el escita aprovechase la ocasin y clavase su cuchillo en el
costado del emperador, ya fuera en una encerrona, ya fuera a escondidas mientras dorma.
6. Demetrio, que respiraba el asesinato, afilaba el arma y tena
lista su diestra criminal. Entonces, la justicia jug un papel imprevisto. La emperatriz no se apart enseguida del emperador, sino que
lo fue acompaando da tras da, porque el soberano la animaba
a ello. Aquellos asesinos, al ver que la incansable escolta, es decir,
la emperatriz, retrasaba an su partida, descorazonados, escribieron
unos libelos y los arrojaron a la tienda del soberano (quienes los
arrojaban no eran conocidos por el momento; la palabra libelo
define determinados escritos injuriosos), donde aconsejaban al soberano que continuara su avance y a la augusta que tomara el camino
de Bizancio. La ley sanciona los libelos con los ms duros castigos:
que se consuman estos en el fuego y que sean sometidos a las ms
penas ms severas quienes osan escribirlos. Como fracasaron en sus
objetivos, cayeron en la necedad de los libelos.
7. Una vez, cuando el soberano haba terminado su almuerzo
y el personal se haba retirado excepto el maniqueo Romano, el
eunuco Basilio Psilo y Teodoro, el hermano de Aarn, se volvi a
descubrir un libelo depositado sobre el lecho del emperador que
contena un extenso ataque contra la emperatriz por acompaar
al emperador y por no volver inmediatamente a la capital. Ese era
su plan, poseer una total libertad de movimientos. El soberano,
que conoca a su autor, dijo repleto de clera mirando a la emperatriz: O t o yo o alguno de los presentes ha arrojado esto.
En su parte inferior estaba escrito: Este libelo lo escribo yo, el
hijo o el nieto de ese rey.

483

monje que vos, emperador, por ahora no conocis, pero al que


veris en sueos.
8. Constantino, un eunuco que haba servido al padre del emperador y que atenda la mesa imperial, al servicio entonces de la emperatriz, mientras se hallaba situado a la tercera vigilia de la noche en
el exterior de la tienda imperial, cumpliendo con el preceptivo canto
de los himnos, oy que uno gritaba: Que nadie me cuente entre los
hombres si yo no voy, revelo vuestros planes completos y muestro mi
desprecio a los libelos que habis lanzado. Aquel orden sin dilacin a su sirviente que fuera a buscar al hombre que estaba gritando.
Este parti y, como reconoci a Estrategio, el servidor de Aarn,
se hizo cargo de l y lo condujo junto al servidor de la mesa. Una
vez presente, enseguida revel cuanto conoca. Constantino lo tom
consigo y march junto al soberano.
9. En ese momento la pareja imperial dorma. Pero se encontr
con el eunuco Basilio, quien le oblig a comunicar ya al emperador
las palabras de Estrategio, el criado de Aarn. Aquel entr enseguida
e introdujo asimismo a Estrategio. Sometido a un detallado interrogatorio, descubri entera la historia de esos estpidos libelos, al
autor de la idea del asesinato y al hombre mismo encargado de dar
muerte al emperador. Pues dijo mi seor Aarn en unin de otros
que Vuestra Majestad en absoluto ignora, han conjurado contra
vuestra vida y os tenan destinado a mi compaero de servidumbre
Demetrio, un hombre de raza escita, de criminales intenciones, de
brazos fuertes, muy audaz en cualquier empresa y de espritu salvaje
y atroz. Le entregaron una espada de doble filo y le encomendaron
la inhumana misin de aproximarse completamente resuelto a vos y
hundir su espada en vuestras imperiales entraas.
10. El emperador, remiso a creer tales acusaciones, le dijo: Ten
cuidado no sea que ests urdiendo esta confesin por enemistad hacia tus seores y tu compaero de servidumbre. Vamos, di toda la
verdad y todo lo que sabes. Si te cogiramos mintiendo, este asunto
de las acusaciones no acabara bien para ti. Aquel, que se reafirmaba
en que estaba diciendo la verdad, fue entregado al eunuco Basilio
para que le diese los necios escritos hasta entonces elaborados. Este

484

lo tom a su cargo, parti y lo condujo a la tienda de Aarn mientras


todos dorman. De all sac una bolsa militar llena de escritos y la
entreg a Basilio. Al amanecer, el emperador, tras haber visto semejantes escritos y al corriente del asesinato planeado contra l, orden
a las autoridades de la capital que se confinara a la madre de Aarn
en Querobacos y que Aarn (...) y Teodoro su hermano lo fueran
en Anquialo. Estos acontecimientos lo apartaron de proseguir su
camino durante cinco das.

II. Alejo organiza sus tropas. Bohemundo comienza el asedio de


la ciudad de Dirraquio.
1. Mientras haca el camino hacia Tesalnica, se iban congregando
en el mismo punto tropas de todas procedencias y estim necesario
coordinar el ejrcito con una formacin de combate. Inmediatamente, las falanges comenzaron a emplazarse por secciones, sus jefes se
situaron a la cabeza, segua por detrs la formacin de retaguardia, y
los que ocupaban el centro de la falange se mantenan con sus armas
relucientes (era aquella formacin un tremendo espectculo), todos
compactos en su unin como las piedras que forman la muralla de
una ciudad. Hubirase dicho que se vea a estatuas de bronce y a una
masa de soldados que inundaba la llanura, todos quietos, donde solo
se agitaban las lanzas, como si estuvieran intranquilas por su deseo
de tocar la piel humana. El emperador, tras disponer esta formacin, hacerla maniobrar y percibir cmo se movan hacia la derecha
y hacia la izquierda, separ de toda la formacin al contingente de
nuevos reclutas y nombr jefes a los hombres que l haba instruido
y formado con especial dedicacin en el arte de la guerra. Eran en
total trescientos, todos jvenes y fuertes, con cuerpos llenos de vida
y cada uno de ellos con la barba an reciente en su rostro, todos asimismo muy diestros en tensar el arco y muy impetuosos a la hora de
arrojar la lanza. Haban sido reunidos desde diferentes procedencias
y eran una tropa de lite extrada del ejrcito romano organizada
bajo las rdenes del emperador como general, pues era para ellos el

485

emperador un general y un instructor. En suma, una vez seleccionados los ms diestros de ellos y nombrados sus capitanes, los envi a
los valles por donde iba a cruzar el ejrcito brbaro. l, por su parte,
decidi pasar el invierno en Tesalnica.
2. Como decamos, tras despedirse de su tierra, el rebelde de
Bohemundo pas con una muy potente flota desde aquellas tierras
hasta las nuestras y despleg todo el ejrcito franco para asolar nuestras llanuras. March sobre Epidamno con intencin de apoderarse
de ella al primer ataque, si pudiera. Si no, plantara mquinas de asedio y catapultas en torno a toda la ciudad. Con este objetivo, pues,
acamp frente a la puerta que se abre a oriente, encima de la cual
hay un jinete de bronce, y tras una inspeccin comenz el asedio.
Durante todo el invierno estuvo pensando y estudiando los puntos
por donde era factible tomar Dirraquio y cuando la primavera comenzaba a sonrer, al tener ya todas sus tropas en esta orilla, prendi
fuego a sus naves de mercanca y a las que haban llevado caballos
y soldados. Adopt esta medida estratgica para que su ejrcito no
tuviese la vista puesta en el mar y porque lo forzaba a ello la flota
romana. Y dirigi toda su atencin al asedio.
3. Primeramente, despleg alrededor su ejrcito brbaro y plane escaramuzas destacando pelotones de soldados del ejrcito franco (los arqueros del ejrcito romano tambin los acosaban con sus
flechas, unas veces desde las torres de Dirraquio, otras desde lejos).
Atacaba y era atacado. Se adue de Petrula, de la aldea de Milo,
situada ms all del ro Diabolis y de otros lugares similares que se
encontraban en torno a Dirraquio, con todo se qued por derecho
de conquista. Lograba estos xitos gracias a su destreza blica. Entre
tanto, iba construyendo mquinas de guerra, preparando tortugas
fortificadas con torretas y arietes, algunas trincheras y ms tortugas
para proteger a los zapadores. Trabaj durante todo el invierno y
el verano atemorizando con amenazas y con hechos a quienes eran
pusilnimes.
4. Pero no poda vencer en el combate a la valenta romana. Se
frustraron tambin sus planes en el aspecto relacionado con la intendencia. Todo lo que haba rapiado previamente por los alrededores

486

de Dirraquio acab consumindolo y el suministro de las provisiones esperadas era obstaculizado por los soldados del ejrcito romano
que se haban adelantado a ocupar valles, pasos e incluso el mar.
Sobrevino entonces un hambre general que haca perecer por igual
a hombres y caballos, ya que no haba ni forraje para los caballos ni
alimentos para los hombres. Se le aadi tambin al ejrcito brbaro
la desgracia de una enfermedad del vientre, parece ser que por causa
de una escasa alimentacin, es decir por comer solo mijo; pero en
realidad, era la clera de Dios, que se abata sobre tan numeroso y
aguerrido ejrcito y que provocaba las muertes de uno tras otro.

III. Continuacin del asedio de Dirraquio. Ingenio militar de


Bohemundo y recursos de los defensores.
1. No obstante, estas adversidades se le antojaban leves a un hombre que tena grandes planes y que amenazaba con arruinar toda la
tierra. Aunque sufriera infortunios, segua maquinando igual que
una fiera herida se retuerce sobre s misma y, como decamos, diriga
sus ojos sin descanso hacia el asedio. Primeramente, ultim una tortuga reforzada con un ariete y traslad tan indescriptible maravilla
a la parte oriental de la ciudad. Solo su aspecto era un espectculo
terrible. La construyeron del siguiente modo. Se hizo una pequea
tortuga de forma rectangular, le pusieron ruedas por debajo, la cubrieron por todas partes, sus costados laterales y su cubierta superior,
con pieles de buey cosidas entre s y, tal como dice Homero tras
fabricar el techo y las paredes del ingenio con siete pieles de buey9,
suspendieron luego de su interior los arietes.
2. Cuando hubo terminado esta mquina, la acerc a las murallas gracias al impulso que desde dentro mediante prtigas le daba
una masa incontable de hombres que la aproximaban a los muros
de Dirraquio. Cuando estuvo lo suficientemente cerca y a una distancia adecuada, quitaron las ruedas y aseguraron por todos lados la
mquina con estacas de madera, para que la cubierta no se sacudiera
9 Il., VII 220; XI 545.

487

con los embates. Unos hombres muy fuertes situados a cada lado del
ariete lo empujaban con vigor contra la muralla en un movimiento
coordinado. Estos acometan con el ariete una vez y este en su empuje destrozaba la muralla y, tras rebotar y ser sometido de nuevo
a la accin del impulso, volva a deteriorarla. El ariete haca este
movimiento ininterrumpidamente, sin cesar de ser impulsado y sin
cesar de horadar la muralla.
3. Probablemente, los antiguos ingenieros que inventaron el
ariete en los alrededores de Gadira10 le confirieron esta denominacin por referencia a los carneros que conocemos, los cuales se
ejercitan topndose unos con otros. Los del interior, burlndose del
trgico asalto de los brbaros que manejaban el ariete y de que el
asedio no fuera para ellos por buen camino, abrieron las puertas y
los exhortaban a entrar en medio de las carcajadas provocadas por
las sacudidas del ariete. Decan: El ariete nunca har con sus acometidas contra el muro una brecha tan grande como la que ofrece
la puerta. En suma, aquel empeo se demostr vano por la valenta
de los defensores y el valor del general Alejo, sobrino del soberano
Alejo. El enemigo acab por desentenderse del ingenio y por renunciar al sitio, pues el coraje de los defensores y el hecho de que
hubieran abierto las puertas a los brbaros y se hubieran atrevido a
afrontarlos los hundieron en el desnimo y en la desmoralizacin
ante la mquina. De ese modo, quedaron inutilizados los efectos de
la tortuga reforzada con arietes. Ninguna consecuencia peor trajo el
que le prendieran fuego desde lo alto de la muralla a la mquina, ya
intil e inmvil por los motivos antes citados, y el que la redujeran
a cenizas.
4. El ejrcito franco renunci a esos medios y puso su atencin
en otro ingenio ms terrible an destinado al extremo del sector
norte, frente a la sede ducal, lugar que recibe la denominacin de
pretorio. La situacin del lugar era la siguiente. Este sitio se elevaba
sobre una colina, y me refiero no a una colina rocosa, sino de tierra,
sobre la que se haba cimentado el amurallamiento de la ciudad.
Frente a esta, como decamos, los hombres de Bohemundo comen10 Cdiz.

488

zaron a excavar con gran habilidad. Era una nueva calamidad contra
las ciudades ingeniada entre los sitiadores y otro instrumento de asedio ideado por estos contra la ciudad. Excavaban bajo tierra como
topos e iban horadando el terreno bajo el suelo, y ya protegindose
en la superficie de los lanzamientos de piedras y dardos efectuados
por los defensores con tortugas de cubierta elevada, ya sosteniendo
el techo de la galera mediante vigas, el caso es que cavaban en lnea
recta e iban construyendo una galera muy amplia y larga, mientras
apartaban en carros la tierra que sacaban. Una vez la excavacin
hubo alcanzado la longitud necesaria, lo celebraron como si hubieran realizado una gran labor.
5. Pero los defensores andaban alerta y desde cierta distancia
empezaron a cavar la tierra en su sector, hicieron una zanja considerable y se emplazaron a lo largo de la extensin de dicha zanja, atentos al lugar por donde sin duda el bando sitiador iba a construir su
galera desde su territorio hasta el nuestro. Pronto descubrieron un
lugar donde estaban golpeando, excavando y minando los cimientos
de la muralla. Apercibidos de su presencia, abrieron un hoyo frente
a ellos y, cuando vieron la masa de los enemigos a travs del hoyo
abierto desde el interior, les arrojaron fuego y calcinaron sus rostros.
6. Este fuego haba sido elaborado por ellos segn el siguiente
procedimiento. Se recogi la resina, que es muy combustible, del
pino y de otros rboles similares de hoja perenne. Esta fue macerada
y mezclada con azufre, se introdujo en tubos de caa y fue expulsada por quien los manejaba con un fuerte y prolongado soplo. Nada
ms tomar contacto con el fuego encendido en el extremo del tubo,
prendi y cay como un torbellino en las caras de los enemigos.
Gracias al empleo que hicieron de ese fuego los defensores de Dirraquio, lograron prender las barbas y los rostros de sus adversarios al
encontrrselos de frente. Era digno de verse cmo ellos salan en
desbandada por donde haban entrado ordenadamente, igual que
un enjambre de abejas perseguido por el fuego.
7. Como tambin estos esfuerzos se haban hecho en vano y el
empeo de los brbaros no haba culminado en ningn resultado
til, tuvieron una tercera ocurrencia, una torre de madera que, como

489

se rumorea, era un instrumento de asedio que haba comenzado a


construirse haca un ao y no a raz del fracaso de los sistemas que
haban ido ingeniando. Esta era la obra fundamental, las otras dos
anteriormente descritas no eran sino recursos accesorios.
8. Pero primero es preciso que yo explique brevemente la configuracin de Dirraquio. Su muralla es suavizada por torres. Las torres
que circundan la ciudad la sobrepasan en altura sobre unos once
pies11. Se accede a ellas mediante una escalera de caracol y estn
protegidas por almenas. Tal aspecto de seguridad ofrece la ciudad.
El grosor de la muralla presenta unas considerables dimensiones,
hasta el punto de que pueden cabalgar con tranquilidad ms de cuatro jinetes hombro con hombro. Quede aqu la explicacin que he
ofrecido sobre las caractersticas de las murallas para que con este
excurso no exista confusin en lo que vamos a contar.
9. Los aspectos relacionados con la fabricacin de esa mquina que, como la torre de una tortuga, construyeron los brbaros
de Bohemundo, son difciles de describir y terribles de imaginar, a
tenor de lo que decan quienes la vieron, aunque no en menor medida constituy un espectculo aterrador para aquellos a quienes se
les acerc. Era de la siguiente forma. Se haba construido una torre
de madera con base cuadrangular y se haba elevado a una altura
considerable, tanta que superaba a las torres de la ciudad a veces en
cinco, a veces en seis codos12. Esta torre haba debido fabricarse as
para que, mediante unas planchas que se abatan hacia abajo y que
estaban situadas en su extremo superior, se pudiera atacar fcilmente
la muralla de la ciudad descendiendo desde esa posicin. De este
modo los defensores de la ciudad no podran soportar el empuje del
ataque y seran repelidos hacia atrs. Segn parece, los brbaros sitiadores de Dirraquio destacaban en la ciencia de la ptica, pues sin
tal capacidad no hubieran podido calcular la altura de las murallas.
Y si lo que tenan no era un conocimiento sobre ptica, al menos s
11 Si aplicamos las medidas del pie tico, esa altura sera en torno a unos tres
metros.
12 Aproximadamente, dos metros y medio y tres metros.

490

lo era de las dioptras13.


10. Esta torre, en consecuencia, ofreca un terrible aspecto, pero
ms terrible pareca cuando se pona en movimiento. Muchas ruedas levantaban su base. Cuando era movida mediante palancas por
los soldados que iban en su interior, provocaba asombro, ya que no
enseaba el origen del movimiento y pareca moverse por s misma,
como un gigante cuya altura alcanza las nubes. Estaba protegida por
doquier desde la base hasta la cima, dividida en numerosos pisos y
a su alrededor se abran toda clase de troneras, desde donde continuamente se disparaban dardos. En su parte superior haba hombres
armados y valerosos que portaban en las manos espadas listas para
la defensa.
11. Cuando esta tremenda visin se acerc a la muralla, los hombres de Alejo, general de la plaza de Dirraquio, no se quedaron quietos; antes bien, mientras en el exterior Bohemundo preparaba este
ingenio invencible como si se tratara de una helpolis, en el interior
tambin los defensores estaban construyendo otra. Tras comprobar
la altura a la que llegaba aquella torre que en apariencia se mova
sola y el lugar donde, una vez quitadas las ruedas, la haban apoyado,
clavaron cuatro largusimos maderos frente a la torre con aspecto
de andamio erigido sobre una base cuadrangular. Luego, colocando
plataformas entre las vigas opuestas, le dieron a su torre una altura
que superaba en un codo14 a la del exterior. Toda su altura estaba al
descubierto, pues no precisaba proteccin, salvo la plataforma que
se haba puesto en su cima.
12. Una vez subidos, los soldados de Alejo tenan planeado derramar fuego lquido contra el ingenio enemigo desde la parte superior de esta torre de madera descubierta. Sin embargo, pareca que el
plan y su puesta en prctica no provocaran la total destruccin de la
mquina, pues el fuego arrojado desde ese punto solo iba a prender
13 Instrumento de medicin astronmica y topogrfica de origen griego, inventado en el siglo III a.C. En principio, serva para hacer mediciones astronmicas.
Posteriormente, los romanos lo emplearon para construir calzadas, acueductos,
etc.
14 Algo menos de medio metro (49,2 cm.).

491

superficialmente en la torre. Qu tramaron entonces? Llenaron el


lugar situado entre la torre de madera y la torre de la ciudad con
todo tipo de materiales inflamables y con abundante aceite vaciado a
chorros. A estos se les prendi fuego con antorchas y tizones que primero provocaron un pequeo incendio y luego, al recibir una ligera
brisa, levantaron una llamarada inmensa a la que tambin se le unieron las fogaradas procedentes del fuego lquido y que incendi toda
aquella temible mquina, que estaba hecha con muchsima madera,
provocando un estruendo y un espectculo aterrador para quienes
lo estaban observando. El fuego se perciba en trece estadios15 a la
redonda. El caos y la confusin fueron enormes e irremediables para
los brbaros que se hallaban en su interior, ya que unos se vean aprisionados y atrapados por el fuego y otros se lanzaban a tierra desde
lo alto. El gritero fue inmenso y la agitacin incontenible cuando se
unieron a sus clamores los de quienes estaban situados en el exterior.

IV. Alejo planea romper la unidad del ejrcito franco mediante


una treta.
1. As de espectaculares fueron los acontecimientos relacionados con
esa descomunal torre y con el asedio de los brbaros. Pero tenemos que devolver ahora el curso de la narracin al emperador. Pues
bien, cuando haca su aparicin la primavera, la augusta retorn de
Tesalnica a la ciudad imperial y el soberano, por su parte, continu camino adelante y lleg a Diabolis por Pelagonia, que se halla
al pie de los ya citados e intransitables desfiladeros. Conforme a
la nueva tctica contra los brbaros que tena planeada, consider
preciso decretar el cese total de las acciones blicas habituales, ya
que no deseaba llegar a un choque cuerpo a cuerpo, y tras dejar los
valles intransitables y los caminos de difcil paso como espacio libre
entre ambos ejrcitos, situ con bastantes fuerzas a todos sus leales
en las cimas de los desfiladeros de acuerdo con una nueva tctica
consistente en evitar que los nuestros pudieran pasarse con facilidad
15 En torno a dos kilmetros.

492

al bando de Bohemundo y, a su vez, que desde el otro campo circularan cartas o se enviaran mensajes a nuestros hombres, medios con
cuyo auxilio frecuentemente suelen crearse amigos. Pues la escasez
de comunicacin, segn el Estagirita16, destruye muchas amistades.
2. Como saba que Bohemundo era un hombre repleto de maldad y de fuerza, deseaba entablar batalla con l cara a cara, como
se ha dicho, pero tampoco renunciaba en absoluto a hacer planes
contra l sirvindose de cualesquiera otros medios y estrategias. A
causa de las razones ya citadas, aunque se impacientara mucho por
combatir este padre mo, siendo como era desde siempre muy valiente y arrojado, se afanaba en derrotarlo por vas diversas, ya que
se dejaba gobernar en todo por la razn.
3. El estratega, creo, no debe empearse siempre en conquistar
la victoria mediante el recurso a la espada, sino que tambin en ocasiones debe apelar a la astucia cuando el momento y las circunstancias permitan obtener con ella una victoria completa. La cualidad
que mejor caracteriza a los estrategas es, a nuestro entender, la capacidad de recurrir tanto a las espadas y las batallas, como a los pactos.
Por otra parte, en ocasiones se debe vencer al enemigo acudiendo a
la astucia, si se presenta la ocasin de recurrir a ella. Es evidente que
el soberano organiz tales movimientos en aquellos instantes. Con
el deseo de introducir la discordia entre los condes y Bohemundo,
y sacudir, o incluso quebrar, su cohesin militar, plane la siguiente
estratagema.
4. Mand llamar de Npoles al sebasto Marino (era l del linaje
de los Maistromilio17 y, aunque en aquel momento no le guardara
al emperador un muy claro vasallaje por haberlo engaado con palabras y promesas fraudulentas, sin embargo se atrevi a confiarle
sus proyectos secretos sobre Bohemundo). Hizo lo mismo tambin
16 Aristteles, tica a Nicmaco, VIII 5.1 [1157b 10-15]: Muchas amistades
destruy la incomunicacin [ ].
17 El apellido de la familia deriva de la denominacin latina de los gobernadores
de la ciudad: magistri militum. De hecho, el enclave ya no estaba bajo el poder
del Imperio Bizantino, sin embargo, sus dirigentes seguan conservando la denominacin bizantina.

493

con Rogelio (hombre de la nobleza franca)18 y con Pedro Alifa,


persona afamada por su valor guerrero y que conservaba una lealtad
totalmente inamovible hacia el soberano. Una vez en su presencia,
les pidi consejo sobre las disposiciones que deba adoptar para
vencer a Bohemundo y estuvo haciendo indagaciones sobre quines
eran los hombres ms leales de Bohemundo y sobre cuntos estaban
plenamente de acuerdo con este. Tras informarse por sus colaboradores de estos detalles, dijo que era necesario ganrselos apelando a
cualquier recurso. Si as fuera, gracias a ellos el grueso del ejrcito
celta caera en las disensiones y se disgregara. Les hizo partcipes
de estas reflexiones a quienes ya hemos mencionado, y a cada uno
le pidi el nombre de uno de sus ms leales y discretos servidores.
Ellos respondieron decididos que le cederan a los mejores de sus
sbditos.
5. Cuando comparecieron los hombres, urdi la siguiente trama. Mand escribir cartas como si fueran respuestas a escritos procedentes de los hombres ms prximos a Bohemundo y como si en
realidad hubieran sido ellos los redactores de unas misivas donde le
haban propuesto establecer lazos de amistad desvelando los planes
secretos del rebelde. Se las remiti fingiendo palabras de agradecimiento y mostrando la probable aceptacin de su lealtad. Los destinatarios eran Guido19, el hermano de Bohemundo, y el llamado Coprisiano20, uno de los ms famosos. Junto a ellos figuraban Ricardo
y en cuarto lugar, Principato21, un noble perteneciente a la lite del
ejrcito de Bohemundo, y otros ms. Fueron estos los destinatarios
de las fingidas cartas, pues el emperador no haba recibido notificacin alguna que diera cuenta de lealtades y fidelidades, ni procedentes de Ricardo ni de ningn otro como l. Semejantes cartas eran un
engao del propio emperador.
18 Este Rogelio era hermano de aquel Ral que en I XV 2-5 Roberto Guiscardo
enva a Nicforo III Botaniates reivindicando el antiguo matrimonio de su hija y a
quien manda luego con regalos a Alejo en la idea de ganrselo.
19 El hijo menor de Roberto Guiscardo. Ver VI V.2.
20 Roberto, conde de Conversano (1070-ca. 1113).
21 Ricardo, hijo de Ranulfo de Salerno y Ricardo de Principato, primo de Bohemundo. Fue conde de Edesa entre 1104 y 1108.

494

6. El objetivo de la trama era el siguiente. Si llegara a odos de


Bohemundo la traicin de esos hombres y que por discrepar de su
parecer se haban pasado de su bando al del emperador, enseguida
Bohemundo sera presa de agitacin y, dando muestras otra vez de
su temperamento brbaro, los maltratara y los forzara a alejarse
de su lado. Entonces, aquellos gracias a las maniobras de Alejo llevaran a cabo una accin que jams se les hubiera ocurrido y seran
el origen de revueltas en contra de Bohemundo. El general saba,
creo, que cualquier fuerza enemiga, si est cohesionada y unida, se
crece en el momento del ataque, pero cuando cae en las revueltas y
se divide en muchas facciones, se torna ms dbil y de este modo
puede ser derrotada por sus enemigos. Por ello actuaba secretamente
y mantena ocultas las dolosas intenciones de las cartas.
7. Alejo se puso manos a la obra de la siguiente manera. Envi
las falsas cartas a aquellos con orden a los emisarios de entregar una
a cada uno. Dichos escritos no solo contenan el agradecimiento del
soberano, sino tambin el anuncio de presentes, regalos imperiales
y soberbias promesas. Igualmente, los animaba a que en lo sucesivo
fueran y se mostraran leales, y a que no se guardaran ningn secreto.
Luego, envi por detrs a uno de sus ms fieles hombres de incgnito, para que siguiera a los mensajeros y cuando viera que se iban
aproximando a su objetivo, se adelantara a su llegada y, una vez en
presencia de Bohemundo, se fingiera desertor, dijera que se pasaba a
su bando porque detestaba la idea de continuar al lado del emperador y, tras ofrecer al rebelde su amistad, le expusiera muy claramente
qu clase de lealtad era la de aquellos hombres a quienes iban destinadas las cartas, diciendo que fulano y fulano (citndolos a todos
nombre por nombre) a pesar de haberle jurado fidelidad a Bohemundo, se haban vuelto leales amigos y partidarios del emperador
y que deba tener cuidado no fuera que repentinamente llevaran a
cabo contra l alguna accin planeada haca tiempo.
8. Este plan deba realizarse as para que Bohemundo no tomara violentas represalias contra aquellos correos. El emperador se
tom esta precaucin tanto para preservar inclumes a esos hombres
que l estaba manipulando, como para perturbar los intereses de

495

Bohemundo. No se realizaron y comunicaron esos proyectos para


verse despus frustrados, antes al contrario, el citado hombre del
emperador, tras haber acudido a presencia de Bohemundo y haber
recibido su palabra de inmunidad para los correos, revel todo segn las instrucciones del soberano. Al ser preguntado sobre el lugar
por donde se esperaba su llegada, respondi que ellos haban dejado
atrs Petrula.
9. Despach a unos hombres para que apresaran a los correos y,
despus de abrir las cartas, casi se desmay lleno de turbacin, ya que
crea en su autenticidad. As pues, dispuso la vigilancia de aquellos
hombres y l protagoniz un duro combate consigo mismo durante
los seis das en los que estuvo encerrado en su tienda. Tena dudas
sobre lo que haba de hacer y le daba infinitas vueltas a su mente
sobre la conveniencia de que los condestables comparecieran, de dar
explicaciones a su hermano Guido acerca de la presuncin existente,
si deban comparecer tras una investigacin o sin investigacin. Reflexionaba tambin sobre aquellos a los que nombrara condestables
en su lugar. Pero como esos hombres eran unos valientes y supona
que el perjuicio causado por la privacin de sus servicios iba a ser
grave, arregl la situacin con los medios a su alcance (creo tambin
que a causa de sus sospechas sobre la falsedad de las cartas) y haciendo gala de un trato corts hacia ellos y de su confianza, les permiti
que conservasen el mismo puesto.

V. Enfrentamientos entre francos y bizantinos. Muerte de Aliates22.


1. Si bien el soberano haba logrado adelantarse y haba emplazado aguerridas tropas con sus escogidos jefes en todos los desfiladeros, volvi a fortificar contra los celtas todos los pasos mediante las
llamadas barricadas23. Al frente de Auln, Jeric y Canina haba
22 Posible pariente del proedro Teodoro Aliates, a quien su lealtad hacia Romano
IV Digenes tras la batalla de Mantzikert le cost la vista en 1072.
23 Hechas con troncos de rboles abatidos.

496

un gobernador siempre alerta, Miguel Cecaumeno. Al frente de Petrula con tropas de infantera mixta24 estaba Alejandro Cabasilas,
hombre muy intrpido que haba obtenido muchos triunfos contra
los turcos en Asia. Deure25 la defenda Len Nicerites con numerosas fuerzas y a Eustacio Camitzes se le haban encomendado los
desfiladeros de Arbano26.
2. Bohemundo, por su parte, desde el inicio de la carrera, siguiendo la expresin usual, envi contra Cabasilas a su hermano
Guido, a un conde llamado Sarraceno y a Contopagano. Gracias a
que algunas villas limtrofes con Arbano se haban pasado al bando
de Bohemundo, sus habitantes, que conocan con exactitud los
senderos de Arbano, pudieron acudir a su encuentro, dar detallada
cuenta de la posicin de Deure e indicarle la existencia de senderos
recnditos. Entonces Guido, tras dividir en dos el ejrcito, tom
bajo su responsabilidad la batalla frontal contra Camitzes y orden que Contopagano y el conde llamado Sarraceno, conducidos
por los deuriotas, cayeran sobre la retaguardia de Camitzes. Dado
que ambos estuvieron de acuerdo en la estrategia, cuando Guido
emprendi el combate de frente, los otros condes cayeron por la
espalda sobre el ejrcito de Camitzes y provocaron una tremenda
matanza, al no poder luchar l contra todos. Cuando comprob
que sus hombres estaban huyendo, los sigui tambin. Muchos
romanos cayeron entonces, Caras, quien desde nio haba sido
escogido y sumado a sus ntimos por el soberano, y Escaliario, un
turco que haba sido antiguamente un renombrado caudillo de las
gentes de oriente y que, tras pasarse al emperador, haba recibido
el santo bautismo.
3. Esos fueron los acontecimientos relacionados con Camitzes.
A su vez, Aliates, que defenda Glabinitza con otros hombres de
lite, baj a la llanura. Dios sabe si lo hizo con intencin de combatir o de inspeccionar alguna posicin. Pues bien, casualmente,
24 Infantera ligera e infantera pesada. La primera armada con arcos; la segunda,
con hacha, espada y escudo. Combatan ya juntas, ya por separado.
25 Debar, al norte de Acrida.
26 Al oeste de lago de Acrida.

497

enseguida dieron con l unos catafractos celtas, valientes soldados.


Se dividieron en dos grupos y uno (con cincuenta hombres) se precipit frontalmente contra l a rienda suelta y con todo vigor, y
los dems le daban la vuelta por detrs sin hacer ruido, pues era
un lugar pantanoso. Aliates, que no se percat de la acometida por
retaguardia y combata con todas sus fuerzas contra los que venan
de frente, ignoraba el peligro al que estaba expuesto. Tras caer sobre
este los que atacaban por la retaguardia, lucharon duramente contra
l. Un conde llamado Contopagano, al encontrarse con Aliates, lo
acometi con su lanza y lo derrib. Pronto qued muerto en tierra.
No pocos cayeron con l.
4. Al enterarse de este hecho, el soberano mand llamar a Cantacuzeno, conocedor de la competencia de este hombre en las empresas militares. Este, como iba diciendo, reclamado desde Laodicea, acababa de reunirse en un lugar con el soberano. Dado que el
asunto de Bohemundo no admita dilacin, lo envi con un aguerrido ejrcito y sali del campamento tras l como si lo estimulase
para la batalla. Cuando hubo llegado al desfiladero denominado
por los lugareos Petra, se detuvo y, tras hacerlo partcipe de mltiples recomendaciones y planes militares y ofrecerle los mejores
consejos, lo despach a Glabinitza confiando en un futuro propicio, mientras l volva a Diabolis. Cantacuzeno en su ruta lleg a las
proximidades de una plaza fuerte llamada Milo y le puso sitio sin
tardanza una vez tuvo dispuestas diversas helpolis. Los romanos se
aproximaron sin recato a las murallas. Unos incendiaron las puertas
mediante el lanzamiento de fuego, otros escalaron por la muralla y
alcanzaron rpidamente las almenas.
5. Cuando los celtas acampados al otro lado del ro conocido
por Buses27 se enteraron, corrieron hacia la fortaleza de Milo. Al
verlos, los vigas de Cantacuzeno (eran brbaros, nuestra historia
lo ha indicado antes) se apresuraron a regresar desordenadamente
junto a este y no informaron de la presencia de los celtas discretamente, sino en medio de un gritero que se oa en lontananza. Nada
ms enterarse los soldados de la incursin de los celtas, aunque
27 Vjosa, al norte de Auln.

498

haban superado las murallas, haban quemado las puertas y eran


ya dueos de la plaza, corrieron atemorizados en direccin a sus
caballos. Debido al pnico y a la confusin, los unos montaban en
los caballos de los otros.
6. Cantacuzeno, tras muchas disputas y cabalgadas contra los
atemorizados hombres, gritndoles, como deca el poeta, Sois
hombres, acordaos de nuestra impetuosa fuerza28, y viendo que
no lograba convencerlos, acab de una forma original con su pnico gritando: No debemos abandonar las helpolis a los enemigos, porque sern instrumentos que se volvern contra nosotros.
Prendmosles fuego y retirmonos despus ordenadamente. Los
soldados cumplieron enseguida y con decisin las instrucciones,
y quemaron tanto las helpolis, como los barcos situados en el ro
Buses con idea de evitar que los celtas pudieran pasar fcilmente
desde la otra orilla. Cantacuzeno volvi sobre sus pasos una corta
distancia y encontr una llanura con el ro Carzanes29 a la derecha
y un lugar pantanoso y cenagoso a su izquierda, que us como
fortificaciones, y fij all mismo su campamento. Cuando los mencionados celtas llegaron a la orilla del ro, estando ya calcinadas
las embarcaciones, se dieron la vuelta pasmados porque los barcos
haban sido incendiados.
7. Cuando Guido, el hermano de Bohemundo, conoci por
ellos todo lo ocurrido, cambi de rumbo y, tras separar de sus huestes a algunos valientes soldados, los despach en direccin a Jeric
y Canina. Una vez llegados a los valles que defenda Miguel Cecaumeno (lo haba dejado el soberano para su defensa), los romanos,
que se sirvieron de su emplazamiento como de un aliado, los atacaron valerosamente y los pusieron en completa fuga. Pues el guerrero
celta, cuando se enfrenta a sus enemigos en un lugar angosto, es
invencible, del mismo modo que se le puede reducir con facilidad
en la llanura.

28 Il., VI 112 y ms sitios.


29 Ro Erzen, en el Epiro, al este de Dirraquio.

499

VI. Hazaas de Cantacuzeno contra los francos.


1. Seguidamente, volvieron a acometer a Cantacuzeno rebosantes
de coraje. Pero, al reconocer que el sitio donde Cantacuzeno haba
emplazado previamente su campamento, como hemos dicho, no les
sera ventajoso, retrasaron la batalla acobardados. l, nada ms apercibirse de su llegada, emple toda la noche en intentar ganar con
todo su ejrcito la otra orilla del ro. Cuando an no haba salido el
sol, ya haba ocupado l, con su coraza colocada y todo el ejrcito
armado, la parte central de la vanguardia. Los turcos se situaron a la
izquierda de la formacin y el alano Rosmices mandaba el ala derecha
con los compatriotas que estaban bajo sus rdenes. Destac a los escitas contra los celtas con la orden de atrarselos mediante escaramuzas
consistentes en asaetearlos intensamente y despus huir, para volver
a continuacin y repetir la maniobra. Estos partieron con resolucin,
pero fracasaron por completo, puesto que los celtas, alineados en formacin cerrada, se resistan firmemente a romper sus lneas y avanzaban ordenados y a paso lento. Cuando ambos ejrcitos llegaron a
la distancia adecuada para entablar la batalla, los escitas ya no podan
arrojar dardos debido a una carga que los celtas haban hecho contra
ellos con todo su mpetu, y no tardaron en dar la espalda a los celtas.
Los turcos atacaron con el deseo de prestarles ayuda, pero los celtas
lucharon ms decididamente sin tomarlos para nada en cuenta.
2. Cantacuzeno, nada ms comprobar la derrota de aquellos,
encomend la batalla contra los celtas al exusiocrtor30 Rosmices,
que ocupaba el ala derecha junto con los hombres a su mando (eran
alanos, hombres muy aguerridos). Pero tambin este haca aparicin
en retirada tras su ataque, aunque se dedicara a rugir fieramente
contra ellos como un len. Cuando Cantacuzeno vio que tambin
este era derrotado, se dio nimos a s mismo y acometi la parte
frontal de la formacin celta como si fuera lanzado. Roto entonces
el ejrcito celta en muchas partes, lo puso completamente en fuga, lo
persigui hasta el pueblo llamado Milo y regres como un vencedor,
tras haber matado a muchos soldados de alta y de baja extraccin, y
30 El nombre que recibe el jefe del contingente alano al servicio del imperio.

500

haber capturado a algunos condes ilustres como Hugo, su hermano


llamado Ricardo y Contopagano. Deseoso de ofrecer al emperador
alguna prueba de su victoria, le remiti inmediatamente las cabezas
de numerosos celtas clavadas en lanzas y a los ms nobles de los cautivos, Hugo y el llamado Contopagano.
3. Una vez llegada a este punto y mientras arrastro la pluma
en el momento del crepsculo, siento que me estoy adormilando
un tanto sobre mis escritos, ya que pierdo el control sobre el curso
de esta obra. Y es que all donde se requiere necesariamente la utilizacin de denominaciones brbaras y el desarrollo de una serie de
acontecimientos, el cuerpo de mi historia y la continuidad de la obra
parecen desarticularse; pero al menos quienes leen mis escritos con
un talante positivo no deben enojarse por ello.
4. Como el muy aguerrido Bohemundo notaba que su situacin
era crtica a causa de los ataques que sufra por tierra y por mar, de
tal modo que, dada la carencia tambin de todo lo necesario, se hallaba acosado por doquier, destac un nmero importante de tropas
y las envi en direccin a las ciudades vecinas de Auln, Jeric y
Canina para que las saquearan. Pero Cantacuzeno ni se despreocup
ni, como dice el poeta, se adue de l un dulce sueo31 y rpidamente envi contra los celtas a Beroites con un aguerrido ejrcito.
Nada ms verlos, les dio alcance y los derrot y, como colofn, pas
a su regreso junto a las naves de Bohemundo y las redujo a cenizas.
5. Cuando el muy rebelde de Bohemundo se hubo enterado
de la derrota de los soldados que haba enviado, no se deprimi ni
mucho menos y actu igual que si no hubiera perdido ni un solo
soldado de su ejrcito. Pareca ms resuelto y, despus de destacar
otra vez muy aguerridos infantes y jinetes en nmero de seis mil,
los envi contra Cantacuzeno, creyendo que al primer asalto capturaran al propio Cantacuzeno y al ejrcito romano. Pero este, que
tena siempre vigas controlando la masa de los celtas, al enterarse
de su venida, se arm de noche con toda su panoplia militar y
arm a los soldados con el vivo deseo de caer sobre aquellos al alba.
Cuando los celtas, agotados, se tumbaron a la orilla del ro Buses
31 Il., XI 2.

501

para descansar un poco, tras darles all mismo alcance al sonrer el


da, y atacarlos sin dilacin, acab contando a su favor con muchos
prisioneros y con un nmero mayor de muertos. Los restantes se
ahogaron arrastrados entre los remolinos del ro y por huir del lobo
se toparon con el len.
6. As pues, envi a todos los condes al soberano y luego march
hacia Timoro32, lugar pantanoso y de difcil acceso. Tras permanecer
all una semana, despach a unos cuantos vigas para que inspeccionasen en diferentes lugares los movimientos de Bohemundo y
le suministrasen informacin de modo que pudiera contar con ms
exactas referencias sobre las actividades de Bohemundo. Los hombres que haban sido enviados encontraron casualmente a cien celtas
que ultimaban la fabricacin de almadas, con las que deseaban atravesar el ro y tomar el pueblo que se hallaba en la otra orilla. Despus
de caer por sorpresa sobre ellos, casi capturaron a todos incluido el
primo mismo de Bohemundo, que meda diez pies de altura y era
ancho como Heracles. Result curioso observar este hecho inslito,
cmo aquel gran gigante, realmente inmenso, cay prisionero en
manos de un pigmeo escita. Cantacuzeno orden, mientras ultimaba el envo de los cautivos, que el pigmeo escita presentase a aquel
descomunal ser encadenado ante el soberano, para provocar quizs
el regocijo de este. Al enterarse el emperador de que ellos haban
llegado, se sent en el trono imperial y orden que fueran trados los
prisioneros. Entr tambin el escita, que apenas llegaba a la cadera
de aquel gigante celta y que lo conduca encadenado. Una enorme
risotada se alz entre los presentes. Los dems fueron recluidos en
prisiones.

VII. Ineptitud de Isaac Contostfano y su sustitucin por Mariano Maurocatacalon.


1. Apenas haba terminado de sonrer el soberano por las proezas
de Cantacuzeno, cuando lleg otra infortunada noticia que daba
32 Plaza fuerte en la zona de Canina.

502

cuenta de una inenarrable matanza entre los batallones romanos de


Camitzes y Cabasilas. El soberano no se deprimi en absoluto, aunque su corazn estuviera desgarrado y entristecido y llorara de vez
en cuanto lamentndose por la muerte de cada uno de los cados.
Por el contrario, mand llamar a Constantino Gabras, un guerrero
que era como el fuego contra sus enemigos, lo envi al lugar llamado
Petrula para que inspeccionara el sitio por donde los celtas haban
accedido a los valles y llevado a cabo tan gran matanza y para que
atrincherara contra esos en lo sucesivo dicho camino. Como Gabras
se senta molesto y en cierto modo despreciado por esta misin (era
un hombre altivo y vido de aplicarse a grandes asuntos) el emperador envi enseguida con mil valientes guerreros a Mariano Maurocatacalon, concuado mo por parte de la hermana de mi csar,
hombre aguerrido, cualidad que demostr a travs de muchas hazaas, y extraordinariamente estimado por el soberano. Junto a estos
envi tambin un gran nmero de hombres que estaban al servicio
de los porfirognetos y de mi csar y que ansiaban vivamente combatir. Mariano, a pesar de sentir ciertos temores ante esta misin, se
retir a su propia tienda con idea de estudiarla.
2. En torno a la vigilia central de la noche recibi el emperador una carta de Landulfo, que se hallaba en esos momentos con
Isaac Contostfano, el entonces talasocrtor, donde acusaba a los
Contostfano, a Isaac y su hermano Esteban, y a Euforbeno de que
haban relajado la guardia en el estrecho de Longibarda y de que
solan partir en algunas ocasiones hacia el interior para descansar.
Le expona en la carta lo siguiente: A pesar del empeo y de las
fuerzas que estis poniendo en juego, Majestad, para impedir los
ataques e incursiones de los celtas, los que hacen la travesa al encuentro de Bohemundo y le suministran las provisiones necesarias
actan tranquilamente a causa de la negligencia de aquellos y de su
dejadez en la vigilancia del estrecho de Longibarda. Los que hace
poco emprendieron la navegacin desde Longibarda hacia el lugar
donde se halla Bohemundo, aprovechando el viento favorable que
soplaba (los vientos del sur son fuertes y favorables para quienes navegan desde Longibarda hacia el Ilrico y los del norte son desfavo-

503

rables), les prestaron a sus naves las alas de las velas y se atrevieron a
zarpar rumbo al Ilrico. Como el viento del sur soplaba fuertemente
y les impeda totalmente atracar en Dirraquio, se vieron obligados
a costear hasta llegar a Auln. Una vez hubieron fondeado all los
innumerables barcos mercantes, transportaron hacia el lugar donde
estaba Bohemundo abundantes tropas de infantera y caballera, y le
facilitaron tambin todos los vveres. A partir de ese momento, los
celtas se hicieron con copiosos suministros de modo que importaron
de all generosamente los productos de subsistencia.
3. El emperador lleno de clera recrimin grandemente a Isaac
su conducta y gracias a sus amenazas en el caso de que no se corrigiera, lo persuadi para que anduviera alerta. Pero las cosas no le iban
a Contostfano segn lo esperado. Aunque haba intentado una y
mil veces rechazar a los que pasaban de la costa italiana en direccin
al Ilrico, haba fracasado en sus objetivos. Cuando llegaba al centro
del estrecho y vea que los celtas venan navegando con viento de
cola, desplegadas las velas y a una velocidad imparable, no era capaz
de luchar simultneamente contra los celtas y contra los vientos y
las brisas que le soplaban de proa. Ni siquiera el mismo Heracles,
afirman, pudo luchar contra dos adversarios y emprenda el regreso
a causa de la fuerza del viento. Por todo ello, el soberano estaba muy
enojado.
4. Al conocer que Contostfano tena fondeada la flota romana en un emplazamiento que no era el adecuado y que por ello
los vientos del sur le resultaban desfavorables, pero beneficiaban la
navegacin de los celtas, envi a Contostfano una carta en la que,
tras describir las costas de Longibarda y del Ilrico y los puertos que
haba en cada orilla, le seal los sitios donde deba fondear y desde
donde encontrara brisas de popa en el momento de zarpar contra
los celtas que estuvieran haciendo la travesa. Anim nuevamente
a Contostfano y lo convenci de que se pusiera manos a la obra.
Cuando Isaac se hubo repuesto de su desaliento, arrib al lugar que
le recomendara el soberano y fonde sus naves. Se mantuvo a la expectativa del momento en que los hombres de Longibarda iniciaran
la navegacin hacia el Ilrico con su abundante impedimenta. Cuan-

504

do se present, les sali al encuentro en medio del estrecho gracias a


un viento favorable. Convirti en pasto de las llamas algunos barcos
piratas y envi muchos ms al abismo con sus tripulaciones.
5. No se haba enterado an de este xito el emperador, ocupado
como estaba en reflexionar sobre las noticias enviadas por Landulfo
y por el duque de Dirraquio, cuando cambi de opinin y, mandando llamar de su destino inmediatamente al ya citado Mariano Maurocatacalon, lo nombr duque de la flota y encarg a otro del sector
de Petrula. Parti, pues, este y no tard en encontrarse por un azar
con las naves piratas que navegaban, escoltando a las de transporte,
desde Longibarda al encuentro de Bohemundo y las captur a todas
llenas de todo tipo de vveres. Gracias a su funcin de incansable
guardin del estrecho que separa Longibarda y el Ilrico, no permiti en adelante el paso de celta alguno hacia Dirraquio.

VIII. Ante las circunstancias adversas, Bohemundo pide la paz al


emperador y este la acepta.
1. El soberano, por su parte, acampado a los pies de los desfiladeros
de Diabolis, contena a los que albergaban la intencin de pasarse
a Bohemundo y enviaba a los defensores de los desfiladeros tantos emisarios como copos tiene la nieve con las normas relativas al
nmero de soldados que deban destacar a Dirraquio en contra de
Bohemundo y la tctica de combate que deban seguir los que bajaban para luchar. La mayor parte de las veces deban avanzar con
la caballera y volver luego para repetir la maniobra repetidamente
combatiendo siempre con el arco. Los portadores de lanzas deban
marchar tras esa a paso lento, para que, dado el caso de que los
arqueros hubieran de retroceder ms de lo preciso, pudieran protegerlos y hacer frente simultneamente a los celtas que cayeran en sus
manos. Les suministr una abundante dotacin de dardos con orden de no escatimarlos bajo ningn concepto y de disparar ms a los
caballos que a los celtas, porque saba qu difcilmente vulnerables,
por no decir totalmente invulnerables, eran con sus corazas y cotas

505

de malla. Consideraba que era completamente intil e insensato tomarlos como blanco.
2. La cota de malla es un tipo de armamento defensivo celta en
el que un anillo de hierro est entrelazado a otro anillo con tan excelente calidad en el metal que repele un dardo arrojado con fuerza
y preserva el cuerpo del soldado. Otro accesorio para la defensa es
un escudo que no es redondo, sino largo que es muy ancho en su
parte superior y termina en una punta aguda. Por dentro presenta
un aspecto ligeramente curvado y por fuera brilla uniformemente y
resplandece como el bronce. Un dardo, aun de procedencia escita
o persa, o disparado por brazos de gigantes, rebotara sobre este y
retornara hacia el que lo lanz.
3. Me parece que era precisamente porque el emperador conoca el armamento usado por los celtas y nuestros arcos, por lo que
mandaba dejar en paz a los hombres y ordenaba atacar ms a los
caballos, aconsejando que los atravesaran con los dardos para que
al ser derribados de sus monturas, se les pudiera vencer fcilmente.
Pues un celta a caballo es imposible de resistir en su ataque y capaz
de horadar la muralla de Babilonia, pero una vez desmontado es un
juguete para cualquiera.
4. El emperador, al percatarse del estado de desunin que presentaban quienes iban con l, prefiri no franquear los desfiladeros,
aunque tuviera el vivo deseo de entablar una batalla campal con
Bohemundo, como en muchas y reiteradas ocasiones nos explic.
Pues era en la batalla ms cortante que cualquier espada, de firme
resolucin y completamente decidido. Sin embargo, las circunstancias lo apartaban de su empeo, limitando tremendamente sus aspiraciones.
5. Bohemundo, pues, estaba siendo acosado por tierra y por
mar. El soberano se haba sentado a contemplar, como un espectador, los hechos que estaban sucediendo en la llanura del Ilrico,
aunque se encontraba espiritual y anmicamente por entero junto a
los combatientes y comparta con ellos sus trabajos y penalidades,
por no decir ms que ellos, incitando a la batalla y a los combates a
los jefes emplazados en las cimas de los desfiladeros y recomendando

506

cmo se deba atacar a los celtas. Mariano, por su parte, que guardaba los accesos del estrecho entre Longibarda y el Ilrico, repela
continuamente a quienes atravesaban desde all hacia el Ilrico, no
permitiendo que ningn navo de tres mstiles ni transporte cargado
con innumerables mercancas ni barco ligero de dos remos cruzase
al encuentro de Bohemundo. Este vea que Alejo planteaba la guerra
muy hbilmente, mientras que a l le faltaban los alimentos suministrados por mar y los abastecidos por tierra. Cuando alguien sala
del campamento por provisiones o llevaba los caballos a abrevar, lo
atacaban los romanos y mataban a la mayora de ellos, de modo que
poco a poco su ejrcito iba disminuyendo. Pregunt entonces las
condiciones de paz a Alejo, duque de Dirraquio, por mediacin de
unos emisarios.
6. Un conde de Bohemundo, el noble Guillermo Clareles33,
como vea que todo el ejrcito de los celtas estaba siendo devastado
por el hambre y la enfermedad (una tremenda se haba abatido sobre
ellos desde el cielo), se procur su propia salvacin y desert con
cincuenta caballos al bando del soberano. El emperador lo acogi,
se inform de la situacin de Bohemundo y, una vez estuvo seguro
de que el hambre haba hecho acto de presencia en el ejrcito de este
y que su situacin haba llegado a un punto crtico, le correspondi
con el ttulo de nobilsimo y le hizo innumerables regalos y favores.
Cuando se hubo enterado por una carta de Alejo de que Bohemundo haba enviado embajadores para pedir la paz, dado que sospechaba que quienes le rodeaban planeaban continuamente conspiraciones contra l (vea en cuntas ocasiones se haban sublevado y
haba sido atacado por su gente ms que por enemigos extranjeros)
y dado que crea adems mejor no pelear contra ambos frentes con
las dos manos, haciendo de la necesidad virtud, como se suele decir,
reconoci que era ms beneficioso aceptar la paz con los celtas y no
rechazar la solicitud de Bohemundo, pues tema avanzar ms lejos
por la causa que el relato ha mostrado anteriormente.
7. Por todo ello, se qued en el mismo lugar con idea de hacer
frente a las dos clases de enemigos y orden al duque de Dirraquio
33 Guillaume Claret.

507

que comunicara por escrito a Bohemundo lo siguiente: Sabes muy


bien cuntas veces me he visto engaado por confiar en tus juramentos y palabras. Si la divina ley del Evangelio no mandase a los
cristianos ceder el uno ante el otro, mis odos no se hubieran abierto
a tus palabras. No obstante, es mejor ser engaado que ofender a
Dios y transgredir sus divinas leyes. Por eso no rechazo tu solicitud.
As pues, si t deseas en verdad la paz, horrorizado por lo absurdo
y lo imposible de la empresa que acometiste, y no deseas ya gozar
vertiendo sangre de cristianos, que no se ha derramado en beneficio
de su patria, ni de los cristianos, sino por tu sola voluntad, y ya que
la distancia entre nosotros es corta, presntate t en compaa de
cuantos hombres quieras. Tanto si nuestras voluntades llegan a un
acuerdo en idnticos apartados con una coincidencia de intereses,
como si no, incluso as, conforme a lo estipulado retornars inclume a tu propio campamento.

IX. Se ultiman los preparativos para la conferencia de paz entre


Bohemundo y Alejo.
1. Cuando Bohemundo hubo odo estas palabras, pidi que le
fueran entregados algunos rehenes, escogidos entre los varones de
ilustre linaje, para que, aunque siguieran siendo libres, sus condes
los retuviesen en el campamento hasta su vuelta. De no ser as, no
se atreva a acudir junto al soberano. El emperador mand buscar
a Marino de Npoles, a Rogelio, un franco famoso por su valenta, hombres sensatos y que tenan una gran experiencia sobre las
costumbres latinas, a Constantino Euforbeno (era valiente en sus
acciones y en sus opiniones, y nunca haba tenido fallo alguno en
las misiones que le haba encomendado el emperador) y a Adralesto, que hablaba el celta. A estos, como he dicho, envi junto a
Bohemundo con la orden de que le insistiesen y lo convenciesen
apelando a cualquier medio para que acudiera por propia iniciativa
a presencia del soberano y pudiera ponerse al corriente de lo que
este quera y buscaba de l. Si le satisficieran sus condiciones, ulti-

508

mara el tratado sin reparo ninguno, y si no, regresaran indemnes


a su campamento.
2. Una vez les hubo dado las instrucciones sobre esta misin,
el emperador los despidi. Ellos se encaminaron al encuentro de
Bohemundo. Cuando informaron a este de su llegada y ante el temor de que notasen la decadencia de su ejrcito y la pusiesen en
conocimiento del emperador, sali a su encuentro a caballo y lejos
del campamento. Ellos le expusieron las palabras del soberano: En
absoluto se ha olvidado el emperador dijeron de las promesas y
juramentos que hiciste, no solo t, sino tambin todos los condes
que pasaron contigo hace tiempo. Puedes ver con certeza que todo
este asunto de la transgresin de tus juramentos no ha desembocado
en nada bueno para ti. Tras or estas palabras, Bohemundo dijo:
Basta ya de hablar en semejantes trminos. Si me tenis que dar
algn informe del emperador sobre otro punto, quiero conocerlo.
3. Los emisarios le dijeron: El emperador, deseoso de tu salvacin y del ejrcito a tus rdenes te dice lo siguiente por mediacin
nuestra. Sabes bien que a pesar de tus muchas fatigas no has sido
capaz de apoderarte de la ciudad de Dirraquio y no has aportado
ningn beneficio ni a tus hombres ni a ti mismo. Por tanto, si no
quieres ver hecha realidad tu destruccin total y la de tu ejrcito,
acude al lado de Nuestra Majestad y revela sin temores todo lo que
quieras, para que oigas, a tu vez, nuestro parecer. Si ambas pareceres
coincidieran en los mismos puntos, alabado sea Dios; y si no, te enviar de nuevo intacto a tu campamento. En cualquier caso, todos
aquellos de tus hombres que quieran partir en peregrinacin al Santo Sepulcro, estarn bajo mi proteccin, y todos los que prefieran
retornar a su tierra, tras disfrutar de generosos regalos de mi tesoro,
sern libres de marchar a sus hogares.
4. l les repuso: Ahora me doy cuenta de que el emperador ha
enviado a hombres capaces de dar razones y de aceptarlas. Os pido,
pues, que tomis nota de las siguientes instrucciones destinadas a
evitar una recepcin poco honorable por parte del emperador. A la
distancia de seis estadios34 acudirn los ms ntimos de sus parientes
34 900 mts.

509

consanguneos. Cuando llegue a la tienda imperial, en el momento


de traspasar su entrada, l me recibir honorablemente, en pie ante
su trono imperial. No se me har ninguna referencia a los acuerdos precedentes y bajo ningn concepto se harn juicios sobre m,
tendr plena libertad para decir todo lo que deseo y cmo lo deseo.
Tras esto, el emperador tomar mi mano y me presentar en el lugar
de honor. Entrar acompaado de dos hombres de armas y estar
totalmente exento de la obligacin de doblar mi rodilla o mi cabeza
ante el soberano.
5. Cuando hubieron odo estas condiciones los arriba mencionados embajadores, no accedieron al hecho de que a su llegada el
emperador estuviera en pie ante el trono imperial, antes al contrario,
rechazaron su peticin por considerarla excesiva. Y no solo lo hicieron con esta extraa prerrogativa, sino tambin con la de no tener
que inclinar la rodilla ni la cabeza en la prosternacin ante el emperador. Sin embargo, no se negaron al hecho de que algunos de los
parientes del emperador salieran a recibirlo a una distancia considerable e hicieran lo mismo en el momento de hallarse en presencia del
soberano por las atenciones y por la consideracin que prestaba a su
persona. Tampoco rehusaron conceder el privilegio de entrar con dos
hombres de armas y, ms aun, tampoco se negaron al hecho de que el
emperador lo tomara de la mano y lo colocara en el lugar de honor.
6. Una vez concluidas estas conversaciones, los embajadores se
alejaron y marcharon al lugar que se les haba asignado para descansar, custodiados por cien infantes para que no salieran de noche,
espiasen la psima situacin del ejrcito y adoptaran por ello una
postura ms despectiva con respecto a Bohemundo. Al da siguiente,
con trescientos caballeros y todos los condes lleg al lugar en el que
haba conversado con los citados embajadores el da anterior y luego,
tomando consigo a seis hombres escogidos, parti hacia donde estaban los enviados, tras dejar a sus restantes compaeros en aquel lugar
para que lo recibiesen a su regreso.
7. Cuando se volvi a retomar la conversacin del da anterior,
Bohemundo insisti en sus condiciones y por ello un conde de muy
elevado linaje llamado Hugo dijo a Bohemundo: Ninguno de noso-

510

tros, que pensbamos trabar combate con el emperador, ha acertado


an a nadie con su lanza. Djate de tantas historias. Debemos cambiar la guerra por la paz. Tras producirse un prolongado intercambio de pareceres por ambas partes, Bohemundo acab disgustndose,
porque se iba a sentir ultrajado si todo no transcurra como haba
requerido previamente a los embajadores.
8. Estos, accediendo a unas peticiones y negndose a otras, convencieron a Bohemundo, quien, sacando provecho de la necesidad,
solicit de ellos un juramento en el que constaba que sera recibido
honorablemente y que si el soberano no estuviese de acuerdo con
sus planteamientos, sera devuelto indemne a su campamento. As
pues, ante los Santos Evangelios exigi rehenes que seran enviados
a su hermano Guido y custodiados por l hasta su regreso. Los embajadores accedieron a esta peticin e hicieron a su vez peticiones.
Bohemundo accedi a estas y, tras un intercambio de juramentos,
entreg a su hermano Guido al sebasto Marino, al llamado Adralesto y al franco Rogelio para que, una vez ultimado, o no, el tratado
de paz con el emperador, los enviase indemnes al soberano desde all
conforme a los juramentos.

X. Encuentro de Bohemundo y Alejo. Descripcin de Bohemundo.


1. Cuando Bohemundo iba a emprender el camino en unin de Euforbeno Constantino Catacalon, se levant una enorme pestilencia
causada por la prolongada estancia del ejrcito en el mismo emplazamiento durante tan largo tiempo, por lo que expres su deseo de
trasladarlo, y afirmaba que no quera hacerlo sin el consentimiento
de ellos. La raza celta tiene un carcter tan imprevisible, que lleva
su conducta de un extremo a otro en un momento de crucial transcendencia. Era digno de verse cmo el mismo hombre que en una
ocasin se vanagloriaba de que confundira toda la tierra, caa en
otra abatido sobre el polvo, especialmente cuando se topaba con
posturas ms firmes. Pero los embajadores no permitieron el tras-

511

lado del ejrcito ms all de doce estadios35: Si quieres hacerlo


decan a Bohemundo tambin iremos todos nosotros para ver el
lugar. Bohemundo acept esta condicin y enseguida advirtieron
mediante cartas a los defensores de los desfiladeros que no les infligieran dao ni hicieran incursiones contra ellos.
2. Euforbeno Constantino Catacalon solicit a su vez a Bohemundo permiso para partir hacia Dirraquio. Como Bohemundo
asinti a la peticin, Catacalon se puso en camino y lleg rpidamente a Dirraquio y, tras buscar al gobernador de la plaza, Alejo, el
hijo del sebastocrtor Isaac, lo puso al corriente de los informes del
soberano destinados a l y a los jefes que con l haban descendido.
Los asediados, en efecto, no podan asomarse a la muralla a causa
de un ingenio del soberano que estaba desde antiguo en las almenas
de Dirraquio. Se haban colocado astutamente en las almenas de la
ciudad unas planchas fabricadas a conciencia sin clavos, para que los
latinos que eventualmente intentasen trepar por las escalas, cuando
saltaran sobre las almenas, no pudieran agarrarse a nada y se deslizaran por las planchas hasta caer dentro de la plaza, como hemos dicho. En suma, tras hablar Euforbeno con aquellos, darles a conocer
los informes del emperador, tras llenarlos de coraje y, una vez enterado por preguntas sobre el estado de la plaza, de que los defensores
haban adoptado las medidas adecuadas para ser autosuficientes en
el avituallamiento y considerando que las mquinas de Bohemundo suponan un riesgo mnimo, le dio alcance a este cuando haba
concluido el atrincheramiento en el lugar que anteriormente estaba
establecido, y emprendi camino con l en direccin al emperador.
El resto de los embajadores segn lo estipulado, se quedaron con
Guido.
3. Envi por delante a Manuel Modeno36, un muy fiel y leal
servidor suyo, para que anunciara al emperador la llegada de Bohemundo. Cuando este estaba prximo a la tienda imperial, ya haba
sido preparado el protocolo de su recibimiento segn las condicio35 1,8 kilmetros.
36 Con cierta seguridad, italiano de Mdena. Probablemente, actuara como intrprete en las negociaciones.

512

nes que los embajadores tenan concertadas con l. A su entrada, el


emperador le tendi la mano, tom la suya y tras saludar del modo
como acostumbran a hacer los emperadores, lo situ cerca del trono
imperial.
4. Este hombre era de tal manera que, por decirlo brevemente,
nunca se vio a ningn otro como l en el territorio romano, ni en el
brbaro, ni en el griego. Su apariencia causaba asombro y su renombre, temor. Por describir detalladamente la planta del brbaro, dir
que era tan alto que su estatura sobrepasaba en un codo37 a los ms
prominentes. El vientre y sus costados eran duros, sin grasa, ancho
de hombros, de amplio pecho y fuertes brazos. Todo el conjunto de
su cuerpo no era ni enjuto ni sobrecargado de carnes, sino excelentemente proporcionado y conforme, por as decir, con el canon de
Policleto. Las manos, grandes; firme sobre las plantas de sus pies. El
cuello y la espalda eran slidos. Quien lo observaba detenidamente
poda apreciar un cierto encorvamiento que no estaba causado por
ninguna enfermedad de las vrtebras de su espina dorsal, sino porque su cuerpo, segn parece, haba presentado esta leve deformacin
desde su nacimiento. La piel del resto de su cuerpo era de un color
muy blanco y su rostro, de tan blanco, se sonrosaba. La cabellera era
rubia, pero ni mucho menos colgaba sobre la espalda como pasaba
con los dems brbaros, pues no tena este hombre obsesin con sus
cabellos y llevaba el pelo cortado a la altura de las orejas. La barba
no s decir si era pelirroja o tena otro color, pues la navaja de afeitar
la haba apurado y haba dejado el rostro ms blanco que la cal. En
todo caso, tena el aspecto de ser tambin roja. Los ojos eran claros y
traslucan simultneamente su temperamento y su seriedad. Su nariz
y las aletas de esta respiraban generosamente el aire y la anchura de
su pecho se armonizaba con la nariz y la nariz con el amplio pecho.
Pues la naturaleza ha creado a travs de la nariz los caminos para el
aire que brota desde el corazn.
5. Una cierta dulzura se mostraba en este hombre, pero se quebraba por efecto del terrible conjunto. Posea el hombre entero un
talante brusco y salvaje en toda su persona, me parece que causado
37 0,48 m.

513

por su envergadura y su mirada, y su risa era para todos los dems motivo de terror. Tanto se caracterizaba as en alma y cuerpo
que su nimo y su pasin estaban en armas y los dos miraban a la
guerra. Sus pensamientos eran diversos, astutos y escurridizos ante
cualquier intento de captarlos. Su conversacin era inteligente y sus
respuestas, inaprensibles. Con un talante lleno de tales cualidades y
tan sealadas solo poda ser superado por el emperador gracias a su
linaje, elocuencia y dems cualidades naturales.

XI. Las negociaciones tienen lugar.


1. El soberano, pues, tras recordarle los anteriores acontecimientos
de pasada y veladamente, cambi el tema de su conversacin. Bohemundo, que tena a su propia conciencia como acusadora, esquiv
adecuadamente la rplica a las palabras del soberano, diciendo solo:
No he venido para daros explicaciones sobre semejantes asuntos,
pues tambin yo tendra mucho que decir sobre todo ello. Pero
como Dios me ha reducido a este estado, en lo sucesivo dejo todo
en manos de Vuestra Majestad. El emperador repuso: Olvidemos
ya el pasado. En cuanto a ti, si es tu deseo suscribir un tratado con
nosotros, primero debes convertirte en sbdito de nuestra Majestad.
Luego, tienes que poner al corriente de este vasallaje a tu sobrino
Tancredo y ordenarle que entregue a nuestros enviados la ciudad
de Antioqua de acuerdo con los antiguos convenios y luego, debes observar de ahora en adelante todos los acuerdos que hayamos
adoptado.
2. Despus de que el emperador tratara con Bohemundo de estos y otros muchos ms temas, como era el mismo de siempre y no
haba cambiado, dijo: Estoy imposibilitado para hacer semejante
promesa. Amparndose en alguna otra peticin del emperador, solicit el retorno junto a su ejrcito segn los acuerdos fijados con los
embajadores. El emperador le dijo: A nadie mejor que a m tengo
para preservar tu seguridad. Coincidiendo con estas palabras, ordenaba en voz alta a los jefes de su ejrcito que prepararan sus caballos

514

para emprender el camino de regreso a Dirraquio. Tras or esto y


salir con intencin de marchar a la tienda a l asignada, Bohemundo
requiri ver a mi csar Nicforo Brienio, quien entonces acababa de
ser honrado con el ttulo de panhipersebasto. Acudi l y gracias a
los recursos de su persuasiva oratoria, invencible como era en discursos y debates, convenci a Bohemundo de que condescendiese
a la mayor parte de los puntos que haba expuesto el soberano. Lo
tom, pues, de la mano y lo condujo a presencia del emperador. Al
da siguiente con un juramento y por propia voluntad conforme a su
parecer, se culmin el acuerdo. Lo acordado era lo siguiente.

XII. Texto del tratado suscrito por Bohemundo y Alejo.


1. El primer pacto firmado con Vuestra Majestad coronada por
Dios precisamente en aquella ocasin en la que me hallaba dentro de la ciudad imperial junto con aquel numerossimo ejrcito de
francos para pasar desde Europa hacia Asia y liberar Jerusaln, como
por causa de ciertas imponderables circunstancias ha sido violado,
quede sin validez y no tenga efecto por haber incurrido en la nulidad a causa de las circunstancias. Por todo ello, Vuestra Majestad no
debe guardar ningn derecho sobre m y por ende no ha de reafirmarse sobre lo que en aquel pacto se convino y se redact. Pues al
haberme yo alzado en armas contra Vuestra Autoridad elegida por
Dios y haber roto los acuerdos, quedan tambin rotas igualmente las
reclamaciones de Vuestra Majestad contra m. En consecuencia, ya
que vengo ante Vos como lo hara un arrepentido, como un pescador zarandeado, avenido a razones gracias a la sensatez que vuestra
lanza me ha hecho recobrar y con el recuerdo presente de aquella
derrota y de aquellos combates, ahora solicito este otro acuerdo con
Vuestra Majestad por el que yo pasar a ser vasallo de vuestro cetro
o, para decirlo ms clara y evidentemente, servidor y sbdito, ya
que Vos tambin habis tenido a bien atraerme bajo vuestra mano y
deseis hacerme vasallo vuestro.
2. Por consiguiente, en adelante actuar conforme a este segun-

515

do pacto que tambin yo deseo preservar para siempre, lo juro por


Dios y todos sus santos, puesto que el pacto ha sido escrito y ledo
tenindolos por testigos, y ser fiel vasallo de Vuestra Majestad y de
vuestro muy amado hijo y emperador, nuestro seor Juan Porfirogneto. Armar mi diestra contra toda persona que se enfrente a Vuestra Majestad, ya forme parte quien alce su mano de la comunidad
cristiana, ya sea ajeno a nuestra fe, es decir, pagano, como lo llamamos nosotros. De modo que, una vez revocados los dems puntos,
solo extraigo del antiguo acuerdo, confirmo y mantengo invariablemente aquello que era grato a ambas partes, a Vuestras Majestades y
a m, a saber, que soy sbdito y vasallo de Vuestras dos Majestades,
con lo que renuevo en cierto modo el compromiso roto. Pase lo que
pase, nunca obrar para su invalidacin. No habr causa alguna o
medio claro u oculto por el que yo aparezca como transgresor del
acuerdo y del actual tratado.
3. Tomo posesin de los pases en oriente que aqu sern expresamente indicados gracias a un crisbulo de Vuestra Majestad, el cual
Vuestra Majestad ha firmado con tinta roja y del que me ha sido entregada una copia. Recibo los pases cedidos como regalo de Vuestras
Majestades y asumo las competencias sobre estas donaciones a travs
de este crisbulo. En correspondencia a un regalo consistente en tantos pases y ciudades, ofrezco mi fidelidad a Vuestras Majestades, el
gran soberano, nuestro seor Alejo Comneno y a vuestro muy amado hijo el emperador nuestro seor Juan Porfirogneto, prometiendo
mantenerla inconmovible y firme, como un ancla bien fondeada.
4. Y para reiterar los trminos ms claramente y preservar el
derecho de las partes firmantes, he aqu que yo, Bohemundo, hijo
de Roberto Guiscardo, convengo con Vuestras Majestades y me
comprometo a guardar este inquebrantable pacto con Vuestras Majestades, esto es, con Vos, el soberano de los romanos Alejo y el
emperador e hijo vuestro, el Porfirogneto, y me comprometo a ser
un autntico y sincero vasallo, mientras respire y me cuente entre los
vivos. Armar mi mano contra los enemigos vuestros y de Vuestras
Majestades, los siempre venerables y honorables emperadores del
imperio de los romanos, procedentes de cualquier lugar.

516

5. En el momento en que se me ordene por Vuestras Mjestades,


ir inexcusablemente a serviros segn las necesidades del momento
con todo el ejrcito bajo mi mando. Si hay alguien, sea quien sea,
que acta de forma hostil con Vuestras Majestades, a no ser que
sean invulnerables a nuestras lanzas, como los ngeles inmortales,
o estn constituidos por cuerpos de diamante, luchar con ellos al
lado de Vuestras Majestades. Y si an conservo mi salud y estoy libre
de guerras con brbaros o turcos, yo mismo luchar personalmente
en la guerra junto a Vosotros con el ejrcito que me sigue. Si me
hallara impedido por una grave enfermedad, como es normal en
los hombres, o una guerra inminente me arrastra, entonces en ese
caso prometo facilitar un gran apoyo con mis valientes guerreros,
de modo que ellos con su labor compensen mi ausencia. Pues el
compromiso fiel que hoy ofrezco a Vuestras Majestades consiste en
observar ntegramente las exigencias del pacto ya sea por m mismo
o por otros, como ha quedado expreso.
6. Juro conservar una sincera fidelidad en lo general y en lo particular a Vuestra Majestad y a vuestra vida, es decir a vuestra existencia
terrena en este mundo. Pues por defender vuestra vida me convertir
con mis armas en una compacta estatua de hierro. Extiendo incluso mi juramento a vuestro honor y a vuestras imperiales personas,
en el caso de que se conjure contra ellos algn peligro promovido
por malditos enemigos, a los que posiblemente yo destruya y aparte
de su prfido empeo. Asimismo, extiendo mi juramento a la salvaguarda de todo pas, ciudad, grande o pequea, e islas que sean
vuestros y, en suma, de cuantas tierras y mares estn bajo vuestro
cetro desde el mar Adritico hasta el oriente todo y toda la superficie
de la Gran Asia, que son los confines del imperio de los romanos.
7. Igualmente convengo, y que sea testigo del acuerdo Dios, que
lo est oyendo, en no poseer nunca gobierno ni propiedad sobre
ningn territorio que est ahora o que haya estado antiguamente
bajo el poder de vuestro cetro, sea ciudad o isla, o por decirlo con
otras palabras y en resumen, sobre cuantos dominios abarcaba el imperio de Constantinopla o posee ahora por oriente y por occidente,
salvo los lugares que me han sido expresamente cedidos como pre-

517

sentes por Vuestras Majestades elegidas por Dios y cuyos nombres,


uno por uno, sern detallados en este documento.
8. Respecto a los pases que pudiera conquistar tras expulsar a
sus ocupantes y que se hayan contado alguna vez bajo el gobierno
imperial, debo dejar a vuestro buen juicio las disposiciones relativas
a su administracin. Si es vuestro deseo que yo ejerza el poder sobre
el pas conquistado como vasallo vuestro y fiel servidor, as sea. En
caso contrario, lo entregara al hombre que eligiesen Vuestras Majestades sin ningn tipo de vacilacin. No recibir como pertenecientes
por alguien diferente a Vos ninguna ciudad, ni aldea que antiguamente formaran parte del poder imperial. Incluso las que fueran
conquistadas con o sin asedio y que hayan sido vuestras, volvern a
ser vuestras sin que yo discuta nada sobre este particular.
9. Tampoco aceptar juramento de ningn cristiano, ni se lo
prestar a otro, ni firmar acuerdo de ningn tipo que tenga como
objetivo vuestro dao o vuestro perjuicio y el de vuestro imperio.
Tampoco ser vasallo de otro seor o de otro reino, grande o pequeo sin vuestra autorizacin. Yo solo tengo un nico seor, al que
prometo servir, Vuestra Majestad y la de vuestro amado hijo.
10. Repudiar, rechazar e incluso me armar contra los vasallos
de Vuestra Majestad que acudan a m con intencin de rebelarse
contra vuestra autoridad y pasarse a mi servicio. Recibir a los otros
brbaros que deseen ponerse bajo mis rdenes, pero no como una
persona libre, sino que les har jurar por Vos y vuestro muy amado
hijo, me har cargo de sus pases en nombre de Vuestras Majestades
y a partir de ese momento prometo llevar a cabo inexcusablemente
las rdenes relacionadas con ellos.
11. Estas son las clusulas relativas a todas las ciudades y pases
que se dio la circunstancia de que estuvieron bajo el cetro de los
destinos romanos. Respecto a los enclaves que no han llegado a ser
nunca vasallos de la Romania, me comprometo con un juramento
a contar tambin los territorios agregados a mi poder con guerras
y batallas, o sin ellas, como integrantes de vuestro imperio, ya sean
turcos, ya armenios, o en otras palabras, como alguien que conociera
nuestra lengua dira, paganos o cristianos. Acoger a los extranjeros

518

que se pasen a m y deseen as servirme con la idea de que tambin


ellos van a ser vasallos de Vuestras Majestades. Trasladar tambin a
estos los juramentos ratificados y el compromiso hacia la autoridad
del imperio. Entre estos extranjeros pasarn a mi servicio aquellos
que vosotros, siempre venerables emperadores, deseis que estn a
mi servicio. Aquellos que queris poner bajo vuestra autoridad, si
ellos estn conformes, os los enviar, y si no quieren y se niegan a
serviros, yo no los aceptar tampoco.
12. Llevar la guerra sin cuartel a mi sobrino Tancredo, en el
caso de que no desee deponer parte de su enemistad hacia Vuestras
Majestades, ni liberar de su poder las ciudades de Vuestras Majestades. Cuando, quiralo l o no, las ciudades sean liberadas, tomar yo
su mando, que me ha sido cedido por Vuestra Autoridad entre las
posesiones entregadas mediante vuestro crisbulo, cuyos nombres
sern expresamente detallados. Y todas aquellas ciudades junto con
Laodicea de Siria que estn fuera del grupo de las que me han sido
cedidas, sean adscritas a vuestro cetro. Tampoco dar acogida a los
fugitivos de Vuestras Majestades, sino que los pondr en el camino
de regreso y los obligar a retornar junto a vuestras Majestades.
13. Hago, adems, las siguientes promesas junto a los puntos
arriba expuestos para hacer este pacto ms firme. Convengo en entregar como garanta de estos acuerdos, para conservarlos inviolable e inquebrantablemente en el futuro, a los hombres que, estando
ahora bajo mi mando, ocupen los pases cedidos a m por Vuestra
Majestad, incluidas las ciudades y los pueblos que asimismo sern
detallados nominalmente. Tambin dispondr que estos hombres
hagan los ms sagrados juramentos a fin de que conserven hacia
vuestro imperio la recta lealtad que las instituciones de los romanos ordenan, y respeten todo lo estipulado en el presente acuerdo
con suma exactitud. Les har jurar por las potencias celestiales y la
ineludible ira de Dios, que si alguna vez conjurara contra Vuestras
Majestades (ojal no suceda, Salvador mo; ojal no, justicia divina!), se afanen ellos por todos los medios durante un periodo de
cuarenta das en traerme de nuevo, tras mi rebelin, a la fidelidad de
Vuestras Majestades. Pero esto sucedera, si es que pudiera ocurrir,

519

cuando la locura o el furor me afectaran claramente o perdiera de


forma evidente el sano juicio. Si me muestro enloquecido y obstinado ante sus consejos, y las secuelas de mi furor acosan violentamente
mi alma, entonces abjurarn de m, me rechazarn por todos los
medios y devolvern a vuestra autoridad sus fuerzas y su lealtad, y las
regiones que ocupan por derecho mo, una vez las hayan desgajado
de mi gobierno, sern entregadas a vosotros y a vuestro bando.
14. Ellos sern obligados a llevar estas acciones a cabo mediante
juramentos, guardarn la misma fidelidad, vasallaje y lealtad hacia
vosotros que yo tambin he acordado y alzarn sus armas por vuestras vidas y honor terreno, como tampoco por vuestras imperiales
personas dejarn de ansiar el combate para que no sufran ninguna penalidad motivada por algn enemigo, si es que ellos tienen
conocimiento de la existencia de conspiraciones y peligros. Juro y
pongo por testigo a Dios, a los hombres y a los ngeles del cielo que
los obligar a hacerlo y a actuar con energa, comprometidos por
sagrados juramentos. De este modo, adoptarn acuerdos idnticos
a los que he suscrito con vosotros, est yo vivo o muerto, en lo que
respecta a vuestras plazas y territorios y, en una palabra, en lo relativo a todos los lugares que estn bajo la gida de vuestro imperio en
occidente y que el oriente abarca. En ellos tendr vuestro estado a
vasallos obedientes y los emplear como fieles servidores.
15. Todos los que circunstancialmente han venido conmigo en
esta misin tambin acatarn inmediatamente la fidelidad que yo he
jurado y los pactos firmados con vosotros, los venerables Alejo, soberano de los romanos y el Porfirogneto, emperador e hijo vuestro.
Todos los jinetes y hoplitas de mi ejrcito, a los que acostumbramos
a llamar caballeros, que estn ausentes, cuando Vuestra Majestad
mande emisarios a la ciudad de Antioqua, all tambin pronunciarn ellos los juramentos y los acoger el enviado de Vuestra Majestad, y yo, lo juro, dispondr que los hombres juren y asuman los
mismos pactos sin cambio alguno. Adems, contra aquellos ocupantes de ciudades y pases que una vez estuvieron bajo el podero del
imperio de Constantinopla, y as lo quiera Vuestra Majestad, acuerdo y juro declarar la guerra, entablar combate y armarme contra

520

ellos. Contra quienes no tenis intencin de movilizar un animoso


ejrcito, tampoco yo enviar un ejrcito contra ellos. Pues en todo
queremos servir a vuestro poder y depender en toda accin y en todo
deseo de vuestros deseos.
16. A todos los sarracenos y secuaces de Ismael que deseen pasarse al bando de Vuestra Majestad como desertores y os hayan entregado sus ciudades, no les pondr obstculos a su decisin, ni intentar
con mi esfuerzo someterlos a mi mando, a no ser que, forzadas y
acosadas en todas partes aquellas regiones por mi lanza, atemorizados por los peligros, volvieran su mirada a Vos y pusieran su salvacin en pasarse a vuestro campo. Pero a todos esos y a cuantos por
su temor a la espada franca, para evitar una muerte segura, os llamen
venerables emperadores, no los contaris entre nuestros cautivos,
precisamente por ello, sino, lgicamente, a los que voluntariamente
se pongan a vuestro servicio sin que hayan mediado trabajos y penalidades por parte de nosotros.
17. Adems, convengo en esto. Que los soldados que deseen
atravesar conmigo el Adritico desde Longibarda, tambin ellos
jurarn y estarn conformes en servir a Vuestra Majestad. Evidentemente, les tomar juramento un sbdito vuestro que vosotros mismos enviaris con ese fin a la otra orilla del Adritico. Si se negaran a
prestar juramento, no los dejar atravesar por haber rehusado aceptar nuestras decisiones.
18. Es preciso, asimismo, detallar en el crisbulo las ciudades y
pases cedidos a m por Vuestras Majestades, elegidas por Dios, y exponerlos en el presente documento. Estos son: Antioqua de Celesiria
con su recinto y su distrito e, igualmente, Suecio38, que est situado
junto al mar; Dux39 con todo su distrito junto con el de Cauca40, llamado antiguamente Lulo41 y el del Monte Maravilloso42; Fersia43 con
38 Suwaidiya, en Siria, al suroeste de Antioqua.
39 Dqs, en la llanura de Suwaidiya.
40 Macizo montaoso, Gebel-el-Aqra, al suroeste de Antioqua.
41 Djebel Barakat, entre Antioqua y Alepo.
42 En la orilla derecha del Orontes. Al suroeste de Antioqua.
43 Al-Atrib, en Siria, entre Antioqua y Alepo.

521

toda su regin; San Elas44, el distrito militar junto con las villas bajo
su soberana; el distrito militar de Borze45 y las plazas a su mando; la
regin en torno al distrito militar de Sezer46, que los griegos denominan Larisa, y Artac47, Teluc48, los distritos militares con cada recinto;
junto a estos, Germanicea y las fortalezas a su mando; la Montaa
Negra49 y las plazas bajo su jurisdiccin y la llanura entera que se
prolonga a sus pies, evidentemente, sin el distrito de los Rupenio50,
los armenios Len y Teodoro, que son sbditos de Vuestra Majestad.
19. Junto a las localidades citadas el distrito militar de Pagras51,
el distrito militar de Palatzas52, y el tema de Zume53 y todas las plazas
y villas bajo su jurisdiccin y la regin que le pertenece a cada una.
Todas estas localidades tambin constan en el crisbulo de Vuestras
Majestades, porque me han sido cedidas por vuestra divina autoridad hasta el fin de mi vida, con el compromiso de que han de volver tras mi bito al imperio de la Nueva Roma y emperatriz de las
ciudades, Constantinopla, siempre y cuando guarde una muy pura
fidelidad y una limpia lealtad hacia vosotros, los siempre venerables
y honorables emperadores, hacia vuestro imperio y trono, y sea siervo y sumiso vasallo del cetro imperial.
20. Acuerdo y juro por Dios, que es venerado en la iglesia de
Antioqua, que no habr patriarca de nuestra raza en Antioqua,
sino que lo ser aquel que designen Vuestras Majestades de entre los
44 Rs-al-Hanzir, al noroeste de Antioqua.
45 Qalat Berze, en Siria, al noroeste de Laodicea.
46 Qalat Sgar, en Siria.
47 En Siria, al noroeste de Antioqua, cerca de Rhaniya.
48 Dulk, en el norte de Siria, al oeste de Apamea.
49 El Amano (Nur Dagh), al noroeste de Antioqua.
50 Prncipes de la Pequea Armenia, reino armenio de Cilicia. Los Rupnidas
pertenecan a una rama menor de la familia real armenia de los Bagrtidas. El reino fue fundado en 1078 y estuvo precedido por el poder creciente de los oficiales
armenios al servicio de los bizantinos. Los armenios aprovecharon la debilidad del
poder imperial en la zona tras la batalla de Mantzikert.
51 Bagrs, en Siria, al norte de Antioqua.
52 Quizs Balgt.
53 Al-Gma, al norte de Antioqua.

522

que sean vstagos de la gran iglesia de Constantinopla. Ojal suba al


trono de Antioqua una persona tan sabia que acte enteramente de
modo patriarcal en las ordenaciones y dems materias eclesisticas,
de acuerdo con los estatutos de esta sede.
21. Hay partes excluidas del gobierno ducal de Antioqua por
querer Vuestras Majestades reservarse total potestad sobre ellas. Son
el tema de Podando, (...) junto a estos el distrito militar de la ciudad
de Tarso, la ciudad de Adana, los hogares de Mopso y Anabarza
y, por resumir, todo el pas de Cilicia, que el Cidno y el Hermn
delimitan; asimismo, el distrito militar de Laodicea de Siria y, lgicamente, el distrito militar de Gabala, que quienes hablamos lengua
brbara llamamos Zebel, los distritos militares de Balanea, Maracea
y el de Antrado con Antartus, pues tambin son ambos distritos
militares. Estos son los lugares que, tras excluirlos Vuestras Majestades de todo el territorio bajo el poder ducal de Antioqua, los ha
aadido al mbito de sus dominios, una vez separados de aquel.
22. Me contento con las posesiones cedidas y las quitadas, me
atendr a los derechos y privilegios que recib de vosotros, no actuar
contra lo que no he recibido. No sobrepasar las fronteras y permanecer en los territorios que me han sido dados, gobernndolos y
recogiendo sus frutos hasta que deje la vida, como se ha estipulado.
Tras mi muerte, como tambin ha quedado estipulado, retornarn
a sus antiguos propietarios, por quienes fueron cedidos a mi autoridad. Ordeno a todos mis gobernadores y vasallos que, de acuerdo
con mi ltima voluntad, devuelvan todos los territorios citados al
cetro del imperio de los romanos, sin cuestionar nada sobre la cesin
y sin plantear vacilacin alguna.
23. Tambin juro y reafirmo ese punto del acuerdo, para que sin
retraso ni vacilacin cumplan mis rdenes. Y sea tambin aadida
al tratado la siguiente clusula. Como yo he suplicado a vuestro
trono que me compensara por lo que Vuestra Majestad me haba
enajenado de los dominios de Antioqua y del ducado de esa ciudad,
y como los peregrinos lo haban suplicado previamente a Vuestras
Majestades, vuestra autoridad accedi a compensarme con algunos
temas, pases y ciudades situados en oriente.

523

24. Es preciso tambin mencionarlos aqu nombre por nombre


para que Vuestras Majestades no tengan duda alguna y yo obtenga
una prueba sobre la que podra reclamar en un momento dado. Son
estos, todo el tema del pas de Casiotis, cuya capital es Berea, que
en lengua brbara se denomina Calep54; el tema de Lapara55 y todos
los pueblos bajo su jurisdiccin, esto es, Plasta, la ciudad de Conio, Romaina, la ciudad de Aramiso, la plaza de Ameras, la ciudad
de Sarbano, la fortaleza de Telcampson, a las que se suman las tres
Tilias, Estlabotilin y las otras dos, el castillo de Esgenin, la ciudad
de Caitzierin y sus pueblos, Comermoeri y el llamado Catismatin,
Sarsapin y la villa de Mecran. Esas son las localidades que se hallan
en Siria. Las pertenecientes al centro del tema de Mesopotamia son
las que se encuentran cerca de la ciudad de Edesa; el tema de Limnia
y el tema de Aeto con todo su distrito.
25. No queden sin citar los apartados relativos a Edesa ni la cantidad de talentos anuales que me ha sido fijada por Vuestras Majestades, que Dios guarde, es decir, doscientas libras acuadas en poca
del emperador Miguel. Aunque me ha sido asignado a travs del
piadoso crisbulo de Vuestras Majestades el ducado de (...) completo con todas las fortalezas y territorios bajo su jurisdiccin, no se ha
encomendado este gobierno ducal a mi exclusiva persona, sino ms
bien se me ha concedido por el piadoso crisbulo que lo traspase
al que yo desee, con la obligacin por parte de este de someterse a
las rdenes y deseos de Vuestras Majestades como vasallo que es del
mismo imperio y de la misma autoridad, y con una voluntad y unas
intenciones acordes en los mismos puntos en los que yo lo estoy con
vosotros.
26. Respecto a ese particular, como yo me he convertido en
vuestro vasallo y me incluyo en el mbito de vuestras posesiones,
debo percibir una cantidad anual del tesoro imperial, doscientos talentos con acuacin y valor del anterior soberano Miguel, trados
por un emisario nuestro enviado con una carta ma desde Siria a
54 Alepo.
55 En la Capadocia oriental. Los enclaves que vienen a continuacin estn situados en esa zona.

vuestra presencia, a la ciudad imperial, para que tome la citada cantidad con destino a nuestra persona.
27. Vosotros, los siempre venerables, honorables y augustos
emperadores del imperio de los romanos, respetaris en adelante el
texto escrito en el crisbulo por Vuestras Piadosas Majestades y observaris las promesas. Yo, por este juramento, confirmo lo acordado
entre vosotros y yo. Pues juro por la Pasin de nuestro clemente
Salvador Cristo, por aquella invencible Cruz que padeci por la salvacin de todos, y por los santsimos Evangelios que han asombrado
a todo el mundo, y aqu presentes, juro con ellos en mi mano por
la Cruz de Cristo asociada en mi pensamiento a la Corona de espinas, a los Clavos y a la Punta de la lanza de aquel que atraves el
costado del Seor y dador de vida, a Vos, el poderossimo y santo
emperador, nuestro seor Alejo Comneno y a vuestro coemperador, vuestro muy amado hijo, nuestro seor Juan Porfirogneto, que
todo lo pactado y dicho por mi boca para siempre guardar y observar sin transgresiones, que me ocupo y me ocupar por siempre de
vuestras posesiones, que no mostrar en lo ms mnimo intenciones
malvadas o dolosas hacia vosotros, sino que perseverar en todos los
acuerdos adoptados por m y de ningn modo jurar en falso contra
vosotros ni me encaminar por un rumbo que anule las promesas, ni
tendr ningn pensamiento opuesto al tratado, tanto yo como todos
y cada uno de cuantos pertenecen a mi soberana y constituyen el
conjunto de mis soldados. Incluso nos vestiremos la coraza contra
vuestros enemigos y ofreceremos la diestra a vuestros amigos. Todos
mis pensamientos sern y se encauzarn para beneficio y honra del
imperio de los romanos. Ojal cuente as con el auxilio de Dios,
ojal cuente con el auxilio de la Cruz y de los divinos Evangelios.
28. Esto fue escrito y los juramentos prestados en presencia de
los testigos abajo expuestos, en el mes de septiembre de la segunda
indiccin del ao 66171. Los testigos y firmantes ante quienes se
realizaron estos trmites son los siguientes: los obispos muy devotos
de Dios, Mauro de Amalfi y Renardo de Tarento junto con clrigos
que los acompaan. El muy bendito abad del venerable monasterio
1 1108.

525

de San Andrs de la isla de Brentesio, en Longibarda, y dos monjes


suyos. Los guas de los peregrinos cuyos signos ellos trazaron con su
propia mano y cuyos nombres fueron escritos por mano del obispo,
muy devoto de Dios, de Amalfi al lado de los signos, el cual haba
venido como embajador del papa ante el soberano. Los de la corte
imperial: el sebasto Marino, Rogelio Tacuperto. Pedro Alifa, Guillermo Ganze2, Ritzardo Printzitas, Yosfr Males3, Humberto, hijo
de Gral, Pablo Romano. Los procedentes de Dacia, apocrisiarios
del kral, consuegro de su Majestad, el zupn Peres y Simn4, y los
apocrisiarios5 de Riscardo Siniscardo6, el eunuco nobilsimo Basilio
y Constantino el notario. En conclusin, el soberano recibi de
Bohemundo este documento escrito. Y l le correspondi con el
arriba citado crisbulo, firmado con tinta prpura por la diestra imperial, como es tradicin.

2 Guillermo de Gante, hermano de Balduino de Gante, que acompa a Godofredo de Bouillon.


3 Joffroy de Mailli.
4 Enviados del rey de Hungra, cuya hija estaba casada con el futuro Juan II Comneno.
5 Alto cargo diplomtico equivalente a embajador o nuncio.
6 Ricardo el Senescal, sobrino de Roberto Guiscardo y del conde Roger de Sicilia.

526

LIBRO XIV

Campaas contra turcos y francos. Enfermedades del emperador. Los maniqueos (1108-1115)

1. Campaas contra los turcos en Asia. Triunfos de Eumacio Filocales.


1. As pues, una vez hubieron llegado a buen puerto los planes del
soberano y confirmado el tratado arriba expuesto mediante el juramento de Bohemundo ante los sagrados Evangelios y la lanza con
la que atravesaron los facinerosos el costado de Nuestro Salvador,
este solicit el retorno por el camino que haba seguido a su venida,
poniendo al servicio de la autoridad y de los deseos del soberano
a todos los hombres que estaban bajo su mando. Asimismo, pidi
permiso para invernar dentro de los dominios de los romanos. Pidi
tambin abundantes suministros de vituallas y que, cuando pasara
el invierno y se hubieran recuperado de sus muchas fatigas, les fuera permitido ir adonde quisieran. Nada ms hacer esas peticiones,
pudieron ver enseguida cumplidas sus demandas. Despus de haber
sido honrado con el ttulo de sebasto y haber recogido abundantes
riquezas, emprendi el regreso en direccin a su ejrcito. Lo acompaaba al salir Euforbeno Constantino, apellidado Catacalon, para
evitar algn desagradable encuentro con nuestros soldados durante
el camino y, en especial, para tomar las medidas precisas con vistas
a que las tropas de Bohemundo acampasen en el lugar adecuado y
seguro, y poder dar satisfaccin a las peticiones realizadas. Cuando
este hubo llegado a su campamento y entregado su ejrcito a los
embajadores enviados por el soberano a tal efecto, embarc en una

527

monere y arrib a Longibarda. Tras sobrevivir no ms all de seis


meses, pag la deuda comn7.
2. El soberano, por su parte, se preocupaba todava de los celtas
y cuando tuvo solucionados los asuntos pendientes con estos, tom
el camino hacia Bizancio. Una vez all, no se entreg para nada al
reposo y al descanso, y estuvo meditando de nuevo sobre cmo los
brbaros haban reducido completamente a ruinas la zona costera de
Esmirna hasta la misma Atalia8 y se senta molesto por no haberles
devuelto a estas ciudades su primitivo estado, ni haberles reintegrado su antiguo florecimiento, ni recuperado a sus moradores, que
estaban dispersos por todas partes. En concreto, no se desentendi
de la situacin en la ciudad de Atalo y mostraba gran preocupacin
por ella.
3. Eumacio Filocales9 era un hombre muy arrojado que no solo
superaba a los dems por el ilustre linaje al que perteneca, sino tambin por su destacada inteligencia, que era liberal en su mano y en
su mente, fiel a Dios y a sus amigos y leal como el que ms a sus seores, pero que no haba sido formado en las tcnicas militares. No
saba mantener el arco y tirar de la cuerda hacia su pecho, ni cubrirse
con el escudo. En lo dems, sin embargo, era muy hbil como en
montar emboscadas y derrotar mediante todo tipo de ardides a sus
enemigos. Acudi al soberano y le pidi con empeo el gobierno de
Atalia. El soberano, que conoca la sagacidad de su temperamento y
de sus empresas y el xito que lo acompaaba, fuera cual fuera y se
dijera lo que se dijera, pues cuando se lanzaba a cualquier actividad,
nunca fallaba en sus objetivos, se dej persuadir y le dio el mando de
numerosas fuerzas con abundantes recomendaciones y la orden de
que en toda circunstancia se condujera prudentemente.
4. Tras llegar l enseguida a Abido10, atraves el estrecho entre ambas ciudades y arrib a Atramicio11. Esta haba sido en otro
7 Parece ser que la fecha de su muerte es el 6 de marzo de 1111.
8 En Panfilia.
9 Anterior gobernador de Chipre, ver IX II.4.
10 Llave de los Dardanelos.
11 En Misia. Hoy Edremid-Karata.

528

tiempo una ciudad densamente poblada, pero durante los saqueos


a los que Tzacs someti la zona de Esmirna, acab por reducirla a
ruinas y borrarla del mapa. En todo caso, al ver la total destruccin
de la importante ciudad hasta el extremo de que pareca no haber
sido habitada nunca por nadie, le devolvi inmediatamente su primitivo aspecto, y llam de los lugares donde se hallaban a todos los
supervivientes de sus antiguos moradores y tras hacer llamar a otra
mucha gente de diferentes procedencias, la repobl y le devolvi su
antiguo esplendor. Una vez informado de que los turcos estaban
asentados en Lampe, destac una parte de sus fuerzas y la envi
contra ellos. Estos, al darles alcance, libraron un violento combate
y obtuvieron pronto la victoria. Tan despiadadamente se comportaron con los turcos, que arrojaron en calderos a sus recin nacidos
y los hicieron hervir. Mataron a otros muchos y retornaron junto a
Eumacio alegres y seguidos por los cautivos. Los turcos que lograron
sobrevivir se vistieron de negro con el deseo de mostrar esta desgracia a sus compatriotas a travs de las vestiduras y atravesaron todo el
territorio ocupado por los turcos gimiendo y lamentndose, mientras narraban las tremendas calamidades que sufrieron provocando
el dolor de todos los hombres de armas y excitndolos a la venganza.
5. Eumacio, que haba llegado a Filadelfia, se alegr por el xito
de la misin. Pero un archistrapa de nombre Asn12, que ocupaba
Capadocia utilizando a sus habitantes como esclavos, cuando se enter de lo que les haba pasado a los citados turcos, tom consigo sus
tropas, mand llamar a otros muchos hombres desde diferentes sitios
hasta juntar un ejrcito de veinticuatro mil soldados y sali contra l.
Pero Eumacio, que era un hombre muy hbil, como se ha dicho, no
permaneca despreocupado en Filadelfia, ni se haba relajado al abrigo de sus murallas, sino que enviaba por doquier observadores y para
que no se descuidasen, aada el envo por detrs de otros exploradores. Les orden estar tan alerta que permaneciesen despiertos toda la
noche y escudriaran cruces de caminos y llanuras.
6. Cuando uno de estos vio en lontananza el ejrcito turco, acudi veloz a comunicrselo a Eumacio. l, que era prudente y que
12 Hasn, emir de Capadocia. Es diferente del Asn / Hasn de XI III.5.

529

posea una inteligencia tan clara que saba lo que deba hacerse y
cmo poner en prctica sus planes en un lapso de tiempo imperceptible, conocedor adems de que no posea suficientes fuerzas para
enfrentarse a tan gran cantidad de soldados enemigos, orden enseguida reforzar todas las puertas de la ciudad y prohibi que nadie
subiera a las murallas y que nadie gritara ni hiciera sonar flautas o
ctaras. En suma, confiri a la ciudad un aspecto tal que quienes viniesen la creyeran completamente deshabitada. Asn lleg a Filadelfia, rode con su ejrcito las murallas y estuvo aguardando durante
tres das. Como estaba claro que nadie se asomaba a las almenas,
que las puertas estaban reforzadas y que no dispona de helpolis ni
catapultas, considerando que el ejrcito de Eumacio era pequeo
y por ello ni siquiera se atreva a salir, emprendi otro camino en
medio de recriminaciones por su debilidad y de un total desprecio
hacia l. Separ a diez mil hombres de su ejrcito y los envi contra
Celbiano13, a otros (...) como si fueran en direccin a Esmirna y a
Ninfeo14, y a los restantes a Cliara15 y Prgamo. Una vez enviados todos a realizar las incursiones, l se uni a los qu partan en direccin
a Esmirna (...).
7. Sin embargo, Filocales, que conoca las intenciones de Asn,
envi todas las fuerzas a su mando contra los turcos Estas persiguieron a los que haban salido tranquilamente rumbo a Celbiano, los
alcanzaron y cayeron sobre ellos cuando amaneca el da. No se contuvieron a la hora de la matanza y liberaron a todos los prisioneros
que llevaban los turcos. Luego, emprendieron la persecucin de los
turcos que haban partido hacia Esmirna y Ninfeo. Algunos hombres de la vanguardia, que se haban adelantado, libraron combate
desde las dos alas de la formacin contra aquellos y los vencieron
completamente. Mataron a muchos y obtuvieron gran cantidad de
cautivos. Los supervivientes, que fueron escasos, en su huida general
cayeron en los remolinos del Meandro y se ahogaron rpidamente.
Es ese un ro de Frigia, el ms tortuoso de todos los ros debido a
13 Al suroeste de Filadelfia. Cerca de feso.
14 Al este de Esmirna.
15 En Lidia, entre Kirkaga y Soma.

530

sus continuas curvas. Confiados por su segunda victoria estuvieron


persiguiendo a los restantes, pero lo que les pas no fue otra cosa
ms que los turcos les haban tomado una gran delantera. De este
modo, volvieron entonces a Filadelfia. Eumacio, por su parte, tras
ver a sus hombres de vuelta y enterado de que se haban esforzado
por luchar valerosamente y de que ningn adversario haba escapado
de sus manos, les recompens con generosos regalos y les prometi
enormes beneficios en lo sucesivo.

II. Movilizacin diplomtica de Alejo contra Tancredo. Sitio de


Tiro por Balduino y fracaso del mismo. Regreso de los embajadores enviados por el emperador sin haber logrado sus objetivos.
1. Bohemundo haba muerto y Tancredo haba arrebatado Antioqua al soberano y se la haba quedado como si fuera su propiedad.
Estos hechos hacan reflexionar al emperador sobre los juramentos
que se haban prestado respecto a esta ciudad y que haban transgredidos por esos brbaros francos. Pensaba en las inmensas riquezas
que haba gastado, en las tremendas calamidades que haba sufrido
en el traslado de aquellos innumerables ejrcitos desde occidente a
Asia al tratar con hombres muy levantiscos y rebeldes. Pensaba en
los motivos del envo con estos de dos grandes ejrcitos romanos
contra los turcos, de un lado para que no acabaran siendo vctimas
del cuchillo turco (mostraba inters por los francos como cristianos
que eran), y de otro, para que, auxiliados por nuestros hombres,
destruyesen unas ciudades ismaelitas, entregaran otras de acuerdo
con los tratados a los emperadores de los romanos y se ensancharan
as los lmites romanos. Sin embargo, no haba sacado ningn provecho para el podero romano de tan enormes penalidades, fatigas
y dispendios, antes al contrario, se quedaban resueltamente con la
ciudad de Antoco y no nos cedan la posesin de ninguna de las
dems poblaciones. No poda consentir, ni tolerar bajo ningn concepto no replicarles de la peor manera y alejarlos de tan gran falta
de sentido comn.

531

2. Tancredo se haba aprovechado de aquellos incontables regalos, de las montaas de oro, de la extrema atencin que les haba
dispensado, de la masa de tropas enviadas por l para que colaborasen sin que el imperio de los romanos hubiera obtenido ninguna
compensacin por su parte. Mientras, los francos planeaban sus particulares xitos cancelando pactos y juramentos sin preocuparse por
nada. Por todo ello, su alma se desgarraba sin saber cmo sobrellevar
la insolencia.
3. Por ello, envi una embajada a Tancredo, gobernador de Antioqua, acusndole de su falta y de la transgresin de los juramentos. Aada que no estaba dispuesto a soportar que se le estuviese
despreciando eternamente y que lo castigara tambin a l por su ingratitud con los romanos. Hubiera sido indigno y ms que indigno
gastar las riquezas ms all de toda cuenta, haber destacado los ms
ilustres batallones romanos por toda Siria y por la misma Antioqua
en su afn por ampliar con todas sus fuerzas y voluntad los lmites
del imperio de los romanos y que Tancredo disfrutase de los placeres
a costa de sus riquezas y sus fatigas.
4. Cuando recibi esta embajada, aquel brbaro furioso y enloquecido, que no soportaba ni siquiera en el extremo de sus odos la
verdad de las palabras y la franqueza de los embajadores, actu enseguida como suele hacerlo su raza e, hinchado de soberbia, se jact de
que colocara su trono por encima de los astros y amenaz con atravesar las murallas de Babilonia con la punta de su lanza. Hablaba y
se expresaba en precisos trminos sobre la valenta que caracterizaba
a sus tropas y su incontenible mpetu, y afirmaba que nunca dejara
escapar Antioqua, aunque los que fueran a enfrentarse con l portasen manos de fuego, y que l en personase se tena por un Nino16, el
gran asirio, y que era como un gigante enorme e imbatible, erguido
como una roca sobre el suelo, y consideraba a los romanos hormigas
y los ms cobardes de los seres vivos.
16 Para los historiadores griegos de la antigedad, como Ctesias de Cnido o Diodoro Sculo, Nino fue un rey legendario de Asiria, fundador del primer imperio
asirio. A su nombre se le atribua la denominacin de la ciudad de Nnive. Se cas
con la tambin legendaria reina Semramis, la cual, una vez viuda, tom las riendas
del poder y ampli el imperio hasta la India y Etiopa.

532

5. Cuando a su regreso los embajadores informaron de la insensatez del celta, el emperador se llen de clera sin que se le pudiera ya
refrenar, y quera ir inmediatamente a reclamar Antioqua. As pues,
tras reunir a la lite del estamento militar y a todos los miembros del
senado, pidi consejo a todos. En ese momento, todos rechazaron la
expedicin del soberano contra Tancredo, argumentando que antes
era preciso ganarse a todos los condes que gobernaban los alrededores de Antioqua y al rey mismo de Jerusaln, Balduino, y sondear sus opiniones sobre si querran cooperar con l en su campaa
contra Antioqua. Si tuviera constancia de que estos eran enemigos
de Tancredo, entonces podra atreverse a marchar contra l y si no,
resolver de otro modo el asunto de Antioqua.
6. El soberano elogi este consejo, mand buscar a Manuel Butumites y a uno que saba la lengua latina, y los despach en direccin a los condes y al rey de Jerusaln, despus de haberles hecho
abundantes recomendaciones sobre lo que deban tratar con ellos
y con el propio rey de Jerusaln, Balduino. Dado que era imprescindible enviarles riquezas a causa del codicioso carcter latino, dio
rdenes a Butumites para el entonces duque de Chipre, Eumacio
Filocales, donde detallaba las instrucciones precisas para que le facilitara tantos barcos como le hicieran falta. A la par, le orden que
entregase a los condes mucho dinero de todo tipo, de toda clase de
formas y acuaciones y de diversos valores. Prescribi asimismo a
los ya citados y en concreto a Manuel Butumites, que tras recibir las
riquezas de Filocales, atracaran sus naves en Trpoli, se entrevistaran
con el conde Pelctrano17, hijo de Isangeles, a quien nuestra historia
ha hecho frecuentes menciones, le recordaran la fidelidad que su
padre guard hacia el soberano y, al tiempo de entregarle las cartas
imperiales, le dijeran: No se te debe considerar como inferior a tu
17 Beltrn (Bertrand) de Tolosa, marqus de Provenza y duque de Narbona (10651112), hijo de Raymond de Saint-Gilles. Cuando este march a la Cruzada, lo
dej como regente en su nombre sobre las posesiones de la familia. Ejerci como
tal desde 1096 hasta 1105 en que, a la muerte de su padre, hered todos los derechos. March tambin l a la Cruzada y en 1109, tras tomar la ciudad de Trpoli
con ayuda de los genoveses y del rey Balduino I de Jerusaln, se erigi en conde de
Trpoli. Muri el 21 de abril de 1112.

533

padre, por lo que debes observar tambin t una fidelidad similar


hacia nosotros. Que sepas que yo ya estoy a punto de llegar a Antioqua para castigar a quien no guard aquellos venerables juramentos
con Dios y conmigo. T esfurzate en no colaborar para nada con l
y en atraer a los condes al mbito de nuestra fidelidad, de forma que
no se vinculen a Tancredo bajo ningn otro concepto.
7. Arribaron, pues, a Chipre y tras hacerse cargo del dinero y de
todas las naves que quisieron, navegaron inmediatamente rumbo a
Trpoli. Despus de fondear las naves en su puerto y desembarcar
de ellas, se encontraron con Pelctrano y le dieron a conocer todas
las rdenes recibidas del emperador. Al comprobar que aquel se inclinaba ante la voluntad del soberano, que se dispona a su favor y
que, si fuera preciso, aceptaba morir por l, prometiendo incluso
que acudira a prosternarse cuando llegara a la regin de Antioqua,
con su visto bueno encargaron al obispo de Trpoli de las riquezas que traan, de acuerdo con las recomendaciones del soberano.
Pues tema que los condes, si se enteraban de que los embajadores
llevaban dinero, se lo apropiaran y tras remitirlos a la capital con
las manos vacas, empleasen las riquezas en provecho propio y en
el de Tancredo. Por tanto, consider preciso en primer lugar, que
partieran de vaco y que, tras comunicarles todo lo que les fue encomendado por el soberano, sondearan sus opiniones, les prometieran
la entrega de riquezas y les pidieran a cambio un juramento, por si
estuvieran conformes en obedecer entonces la voluntad del soberano, para finalmente cederles el dinero. En suma, como hemos dicho,
los hombres de Butumites pusieron aquellos bienes bajo la custodia
del obispo de Trpoli.
8. Balduino, al enterarse de que esos embajadores iban a llegar
a Trpoli, por su avidez de dinero envi a su primo Simn antes de
que llegaran para invitarlos a venir. Ellos dejaron all las riquezas con
el consentimiento de Pelctrano, siguieron a Simn, el enviado de
Jerusaln, y llegaron a presencia de Balduino, que estaba asediando
Tiro. Este, una vez los hubo recibido amablemente y honrado con
toda cortesa, aprovechando que haban llegado ante l en el tiempo

534

de cuaresma, los retuvo a su lado durante los cuarenta das18, mientras sitiaba Tiro, como hemos dicho. La ciudad estaba protegida,
adems de por otros medios, por unas murallas inexpugnables que
constaban de tres recintos en torno a ella. El crculo ms exterior
contena al segundo y este a su vez al de ms adentro, que era el tercero. Eran como crculos que contenan unos a otros y que rodeaban
la ciudad con un cinturn.
9. Balduino supo atacar previamente este conjunto de murallas
para tomar posteriormente la ciudad, pues actuaban como corazas
protectoras de Tiro y dificultaban el sitio. Este, mediante algunas
maquinar de asedio haba destruido la primera y segunda lneas y lo
estaba intentando con la tercera. Pero, una vez destruidas las almenas, a continuacin relaj el asedio. La hubiera tomado si se hubiera
esforzado, pero como crea que tras esos avances podra poner pie en
la ciudad con escalas, se dedic al asedio como si ya la tuviese en sus
manos. Esto les proporcion la salvacin a los sarracenos. Balduino,
que vea cercana la victoria, fue completamente repelido y quienes
estaban en el interior de las redes, se libraron de sus hilos. El tiempo
que haca perder la negligencia de Balduino les permiti recuperar
la iniciativa.
10. Tramaron la siguiente argucia. Pidieron en apariencia un
tratado de paz y le trasladaron emisarios para la paz, pero en realidad, mientras se iban desarrollando las conversaciones de paz,
se preparaban para la defensa y gracias a las expectativas que iban
dejando en suspenso, tenan tiempo de tramar estratagemas contra
l. Cuando comprobaron su enorme desinters por la guerra y que
los sitiadores flaqueaban, llenaron una noche numerosas nforas
de cermica con pez lquida y las lanzaron contra las mquinas que
rodeaban la ciudad. Al estrellarse, necesariamente empaparon de
ese lquido la madera. A continuacin de estas, les arrojaron antorchas encendidas y despus repitieron la operacin con nforas
llenas de nafta que al contacto con el fuego inmediatamente comenzaron a lanzar llamas al aire, con lo que las mquinas de los sitiadores quedaron reducidas a cenizas. Mientras se iba iluminando
18 Hasta el 21 de abril de 1112.

535

el da, las llamas iluminaban tambin, lanzadas como una torre al


aire desde las tortugas de madera.
11. Los hombres de Balduino obtuvieron la recompensa que
mereca su negligencia y de la que se arrepentan, pues el humo y
el fuego les haban dado a conocer lo sucedido. Algunos soldados,
que se hallaban en torno a las tortugas y que ascendan al nmero de seis, fueron capturados y el gobernador de Tiro, nada ms
verlos, les cort las cabezas y las despidi mediante catapultas en
direccin al ejrcito de Balduino. Al ver todo el ejrcito el espectculo del fuego y de las cabezas, huyeron aterrados en sus caballos,
como si se hubieran asustado por aquellas cabezas a pesar de las
continuas cabalgadas de Balduino, de sus llamadas a los fugitivos
y de sus intentos de animarles por todos los medios. Pero cantaba
a sordos. Aquellos, dndose en masa a la fuga, huan inconteniblemente por el camino y parecan ms veloces que cualquier pjaro.
Al final de la carrera tenan la fortaleza llamada por los lugareos
de Acre, que se convirti en refugio para aquellos veloces cobardes.
En todo caso, Balduino desisti, privado de todo recurso, sigui
contra su voluntad a los que huan y escap de la mencionada
ciudad.
12. Butumites, por su parte, tras embarcar en las trirremes chipriotas (eran doce en total), borde la costa que llevaban a Acre,
donde encontr a Balduino, y le dio a conocer todo cuanto el
soberano le haba ordenado comunicarle. Deca, aadiendo estas
palabras a su mensaje, que el emperador haba llegado a Seleucia.
Ahora bien, este ltimo informe no era cierto, sino que era una
medida tomada para asombrar as al brbaro y para que l lo dejara partir de all. Pero el ardid no le pas inadvertido a Balduino y
recrimin duramente a Butumites por recurrir a las mentiras. Pues
se haba enterado antes gracias a alguna persona del paradero del
soberano, es decir, de que haba avanzado a lo largo del extenso
litoral, que se haba apoderado de las naves piratas que asolaban el
mar y de que se haba retirado enfermo de all, como nuestra obra
expondr con mayor claridad ms abajo. Tras replicar Balduino
con esto a Butumites y reprochndole su mentira, dijo: Tienes

536

que venir conmigo hasta el Santo Sepulcro, de donde partirn mis


embajadores para dar a conocer mis decisiones al soberano.
13. Ahora bien, nada ms llegar a la Ciudad Santa empez a
pedirles el dinero que le haba sido enviado por el emperador. Butumites dijo: Si vosotros prometis ayudar al soberano en contra de
Tancredo poniendo en prctica el juramento que prestasteis durante
vuestro paso a Asia, entonces recibiris el dinero dirigido a vosotros.
Pero Balduino quera recibir el dinero teniendo en mente no ayudar
al emperador, sino a Tancredo, y se enojaba por no recibirlo. Semejante carcter presenta toda la raza brbara. Se queda pasmada ante
los presentes y el dinero, pero en absoluto quiere hacer aquello para
lo que le han sido facilitados los bienes. As pues, una vez le hubo
dado una escueta carta, despidi a Butumites. Los embajadores se
encontraron tambin con el conde Yatzulino19, que se encaminaba a
venerar el Santo Sepulcro en el da de la Resurreccin del Salvador,
y se entrevistaron con l sobre el asunto que traan entre manos. Al
comprobar que tambin l estaba de acuerdo con Balduino, se retiraron de all sin haber logrado nada positivo.
14. Ante la noticia de que Pelctrano no se contaba ya entre los
vivos, reclamaron la devolucin del dinero que ellos haban dejado
en depsito bajo la custodia del obispo. Pero entonces el hijo de
Pelctrano20 y el obispo de Trpoli dilataron interminablemente la devolucin de los bienes. Y ellos les decan en tono amenazador: Si no
nos entregis las riquezas, no sois autnticos vasallos del emperador
ni le tenis ningn tipo de fidelidad, como una vez la tuvieron Pelctrano y su padre Isangeles. As pues, en adelante, no dispondris de
la generosa fuente de vveres procedentes de Chipre, ni menos an,
contaris entre vuestros aliados al duque de Chipre, por todo lo cual
terminaris siendo vctimas del hambre. Ya que a pesar de todos
los recursos puestos en prctica, fueran melifluas palabras, fueran
amenazas, no lograban convencerlo de que entregara el dinero, creyeron preciso que el hijo de Pelctrano hiciera un firme juramento de
19 Joscelino (Jocelin) I de Courtenay (1070/1075-1131), prncipe de Galilea y
conde de Edesa.
20 Ponce (Pons) de Trpoli (1097/1098-1137).

537

fidelidad al soberano y entregarle as solo los presentes destinados a


su padre, que eran monedas de oro y plata y diversos tejidos. l se
hizo cargo de estos y prest el firme juramento de fidelidad al soberano. Tras darle el resto del dinero a Eumacio, emplearon los fondos
en la adquisicin caballos de raza procedentes de Damasco, Edesa
y de la misma Arabia. Una vez que desde all hubieron pasado por
el mar de Siria y el golfo de Panfilia, descartaron el viaje en barco
por considerar la tierra firme ms segura que el mar y se dirigieron
al Quersoneso, donde estaba el soberano. Una vez atravesado el Helesponto, se encontraron con el emperador.

III. Retirada de una flota procedente de Longibarda sin presentar combate. Incursin de los turcos, derrota de estos y firma de
un tratado con el emperador.
1. Los problemas caan sin descanso sobre el emperador como los
copos de nieve. Por mar, los caudillos de Pisa, Gnova y Longibarda
se disponan a devastar con una flota todas las zonas costeras y por
tierra el emir Saisn21 estaba al llegar desde oriente en su ofensiva
contra Filadelfia y las regiones del litoral. Reconoci que deba salir
de la ciudad imperial y acudir all donde fuera posible combatir en
ambos frentes. Lleg, pues, al Quersoneso. Luego, tras hacer venir tropas terrestres y navales procedentes de todas partes y destacar
un importante cuerpo de ejrcito, lo emplaz por el Escamandro
hasta Atramicio, en el tema Tracesio. Estaba al mando de Filadelfia
como general Constantino Gabras acompaado de una guarnicin
lo suficientemente numerosa para esa plaza. El medio brbaro Monastrs, a quien hemos mencionado en numerosas ocasiones, haca
lo mismo con Prgamo, Cliara y los pueblos de sus alrededores. Las
restantes ciudades costeras tenan a su frente a otros hombres que se
distinguan de los dems por su experiencia militar y por su audacia. Muchas recomendaciones les hizo el soberano tales como que
21 Malik Shh (1107-1116), hijo mayor de Qilidj Arsln y heredero. Traslad la
capital a Iconio (Konya).

538

anduvieran alerta continuamente y enviaran observadores en todas


direcciones que espiasen las incursiones de los brbaros e informaran de ellas a cada instante.
2. En suma, una vez reforzado de esta manera el frente asitico,
dirigi su atencin a la guerra en el mar y orden a una parte de las
fuerzas navales que atracase en los puertos de Madito y Cela22, que
vigilase sin descuidarse el estrecho que hay entre ambas localidades
haciendo salidas con naves ligeras y que observase las vas martimas
sin descanso a la espera de la flota franca. A otra parte de las fuerzas
les orden que defendiera las islas navegando a lo largo de su litoral,
sin perder de vista las costas del Peloponeso, y que efectuara una
intensa labor de vigilancia de esta pennsula. Y como era su deseo
permanecer un tiempo en aquellas tierras, improvis una residencia
en un lugar apropiado y all mismo invern.
3. Una vez aparejada una flota en Longibarda y en los dems
puntos de partida, soltadas las amarras y realizada la travesa, su comandante destac cinco birremes y las mand para que capturasen a
alguien y obtuvieran informacin sobre el emperador. Tras la llegada
de la flota a Abido, tuvo lugar un acontecimiento. Una sola de las
naves destacadas regres junto a quien las haba enviado, ya que las
dems haban sido capturadas junto con sus remeros. Gracias a los
informes de esta, los comandantes de la ya citada escuadra tuvieron
clara idea de lo relacionado con el soberano, de que haba reforzado
firmemente los frentes martimos y terrestres, y de que estaba invernando en el Quersoneso para dar confianza a todos sus hombres. Ya
que no eran capaces de combatir contra las tcticas del soberano,
giraron los timones y cambiaron de rumbo.
4. Un celta perteneciente a la plana mayor, apart su nave, una
monere muy rauda (creo que con el consentimiento de sus comandantes), se encamin en direccin a Balduino al que hall asediando Tiro, como hemos sealado anteriormente, y le explic cmo la
escuadra romana se haba adelantado a capturar las naves de reconocimiento, tal cual hemos dicho. Tambin confesaba sin enrojecer
que los jefes de la flota celta, al enterarse de que el soberano estaba
22 Maydos-Eeabat y Kilia, en el Quersoneso tracio.

539

tan preparado para hacerles frente, se volvieron por creer ms conveniente regresar sin haber entrado en accin que ser derrotados en
un combate con la flota romana. Estas fueron todas las noticias que
aquel celta atemorizado y asustado an por la presencia de la flota
romana dio a Balduino.
5. Estos fueron, pues, los acontecimientos que vivieron los celtas en el mar. Pero la situacin en el continente no se presentaba
libre de turbulencias, ni se le haba planteado al soberano sin preocupaciones. Un cierto Miguel de Amastris, que era gobernador de
Acruno23, tras urdir una sedicin, se erigi en amo de la plaza y se
dedic a devastar terriblemente sus alrededores. Cuando se hubo
enterado de esto el soberano, envi contra l a Jorge, el hijo de Decano24 al mando de una nutrida tropa. Este, despus de un asedio
de tres meses, se apoder de esa ciudad y rpidamente envi a aquel
rebelde al soberano. El soberano encomend el gobierno de la plaza
a otro y, clavndole un dardo entre las cejas25, llen de amenazas al
sedicioso a quien, para meterle miedo, conden aparentemente a
muerte. Pero pronto liber al soldado de sus temores. An no acababa de ocultarse el sol en el horizonte, cuando aquel prisionero se
vea libre y el condenado a muerte se haba encontrado con infinitos
regalos.
6. As era mi padre y emperador en todo momento, aunque
solo obtuviera a cambio la tremenda ingratitud de la gente, como
le pas antiguamente tambin al primer benefactor, Nuestro Seor, que hizo llover man en el desierto, dio alimento en las montaas y permiti el paso a travs del mar sin que se mojaran, para
ser posteriormente rechazado, insultado, golpeado y por ltimo
condenado a la cruz por los facinerosos. Cuando llego a este punto, brotan las lgrimas delante de mis palabras y me siento agitada
en el momento de tratar sobre este particular y de hacer la lista
de los ingratos; pero contengo mi lengua, aunque mi corazn desee vivamente detallarlos, y me digo sin cesar a m misma lo del
23 Hoy Afion Kara-hisar, en Frigia.
24 Ver VIII IX.6-7. Haba tomado parte en la conspiracin de Gabras.
25 Sentido figurado: mirar fijamente.

540

poeta: Soprtalo, corazn, que en una ocasin soportaste peores


momentos.26
7. Esos fueron los acontecimientos relacionados con aquel ingrato soldado. Por otro lado, del grueso de las tropas enviadas por
el sultn Saisn desde Corosn, una parte descenda por el sector
de Sinao27 y otra marchaba por la que se denomina propiamente
Asia. Cuando Constantino Gabras, a la sazn gobernador de Filadelfia, recibi informes sobre estos movimientos, tom las fuerzas a
su mando y tras alcanzarlos en Celbiano, l fue el primero de todos
que solt sus riendas contra ellos, dio a los dems la orden de hacer
lo mismo y derrot a los brbaros. El sultn que los haba enviado,
cuando conoci tan enorme derrota, mand embajadores al soberano y pidi la paz, mientras reconoca que de antao deseaba ver
la paz entre musulmanes y romanos, pues saba desde haca tiempo
de las hazaas del soberano en sus contiendas con todo el mundo.
Ante las muestras que tuvo de esas gestas y conociendo el tejido por
su borde y al len por las garras, haba optado a pesar suyo por las
negociaciones de paz.
8. A la llegada de los embajadores de Persia, el emperador estaba sentado en su trono con aspecto temible y los maestros de ceremonia, tras situar en orden a los soldados de todas lenguas que
haban sido seleccionados y a los brbaros portadores de hachas,
presentaron a los embajadores ante el estrado imperial. l, tras hacerles las lgicas preguntas sobre el sultn y or su mensaje a travs
de ellos, reconoci que ansiaba y quera la paz con todos, y como
se percat con sus preguntas sobre la postura del sultn de que no
todas las condiciones expuestas eran convenientes para el imperio
de los romanos, envolvindolos verbalmente con sus certeras dotes
persuasivas y defendiendo ante ellos los planteamientos provechosos
para l, acab por convencerlos tras una larga conversacin de que
accediesen a sus deseos. Despus, los despidi a la tienda preparada
para ellos, sugirindoles que examinaran lo que haba dicho y que
si aceptaban con total sinceridad las condiciones, ultimasen al da
26 Od., XX 18.
27 Simav, en Misia.

541

siguiente el pacto. Como se mostraron acordes con las propuestas


del soberano, al da siguiente se concluy el tratado.
9. El emperador no solo prestaba atencin a s mismo, sino tambin a todo el imperio de los romanos. Mostrando mayor inters por
los asuntos generales que por los suyos propios, adoptaba todo tipo
de medidas para que todo lo que se dispusiera estuviese dirigido y
enfocado a la soberana de los romanos, con intencin de que tras
l y en tiempos sucesivos los acuerdos siguieran vigentes, si bien
al final no tuvo xito con sus objetivos. El mundo que vena tras
l era distinto y los acontecimientos estaban abocados a caer en la
confusin. Hasta entonces los elementos provocadores de disturbios
estaban en calma y marchaban hacia una paz duradera y de (...) hubiramos prolongado la paz hasta el final de los tiempos. Pero todos
los beneficios desaparecieron con el emperador y sus esfuerzos resultaron vanos tras su muerte a causa de la incompetencia de quienes
lo sucedieron con el cetro28.

IV. Enfermedades del emperador y sus causas.


1. Los comandantes de la flota franca, cuando a travs de los supervivientes de las cinco naves ligeras que haban enviado tuvieron
seguras informaciones sobre la escuadra romana y sobre el hecho de
que el emperador estaba en el Quersoneso aguardando su llegada
con la escuadra ya aparejada, renunciaron a su primitivo plan sin
tener ya el menor deseo de aproximarse a los territorios de la Romania. El emperador, despus de invernar en Calipolis29 con la emperatriz (lo estaba acompaando por la enfermedad de sus pies, como
hemos detallado en nuestra historia numerosas veces) y despus de
mantener la vigilancia durante el periodo de tiempo en que la flota
de los latinos suele emprender navegaciones, volvi a la ciudad imperial. No haba transcurrido mucho tiempo, cuando se anunci
una invasin de los turcos procedente de todos los puntos de oriente
28 Evidente dardo envenenado contra su hermano Juan II y su sobrino Manuel I.
29 Hoy Gelibolu, en el Quersoneso tracio.

542

y de Corosn con un contingente que llegaba a los cincuenta mil


hombres. El emperador, en efecto, no pudo gozar siquiera de una
mnima tranquilidad a todo lo largo de su reinado, ya que hubo
de soportar guerras que surgan unas tras otras. Mand, por tanto,
llamar de todas partes a todo su ejrcito y, previendo el momento
en que los brbaros acostumbran hacer sus incursiones contra los
cristianos, atraves el estrecho entre Bizancio y Damalis.
2. Ni siquiera logr apartarlo de su tarea la agudizacin de los
dolores de sus pies. Esta dolencia no haba afectado nunca a ninguno de sus predecesores, de manera que no se poda pensar en que la
enfermedad tuviera motivos hereditarios, ni que fuera originada por
un rgimen de vida fcil, como les suele ocurrir a los que llevan una
existencia disoluta y son amigos de los placeres. Pero voy a contar
las molestias que le caus ese estado de sus pies. En una ocasin, por
ejercitarse, estaba l jugando al polo en compaa de Taticio, sobre
quien en numerosas ocasiones he hablado. Este, empujado por el caballo, cay sobre el emperador, lo que provoc este dolor en la rtula
y en todo su pie por la cada de un gran peso sobre l, pese a lo cual,
no hizo alusin a que le doliese porque era muy sufrido y tras unos
leves cuidados que le dispensaron, al pasrsele el dolor, continu
con sus acostumbradas ocupaciones. Esta es la primera causa de la
dolencia de los pies del emperador, pues los dolores locales atrajeron
hacia s a los dolores reumticos.
3. La segunda y ms efectiva causa de todas sus dolencias fue
la siguiente. Quin no supo de aquella infinita masa de celtas que
lleg a la ciudad imperial cuando se arrojaron sobre nosotros tras
abandonar por doquier sus propios pases? En aquel momento, se
hundi el emperador en un inmenso mar de preocupaciones porque
saba que ellos soaban desde mucho tiempo atrs con apoderarse
del imperio de los romanos y cuando vea que su nmero era mayor
que el de los granos de arena y el de los astros, y que todas las fuerzas
romanas ni siquiera lo igualaban en una mnima parte, aunque se
juntaran en un nico ejrcito. Esta situacin se agravaba porque la
mayor parte de ellas se hallaban diseminadas guardando unas los
valles de Serbia y Dalmacia, vigilando otras la zona entorno al Istro

543

contra las invasiones de los cumanos y dacios, y estando muchas


tambin encargadas de la defensa de Dirraquio para que no volviera
a ser capturada por los celtas. Cuando el soberano se percat en
conjunto de estos hechos, se dedic por entero a los celtas y coloc
en segundo lugar los dems asuntos.
4. A los brbaros que se movilizaban en secreto y no sacaban
a la luz su hostilidad los estuvo conteniendo con ttulos y regalos,
mientras reprima los mpetus de los celtas con todo tipo de recursos. Pero no menos deba tambin atender a los conflictos internos, ya que sin tenerles tampoco mayor temor se esforzaba por
estar vigilante con todos los medios para frustrar astutamente las
conjuras. Sin embargo, quin podra describir la ponzoa de los
malvados que se le vinieron encima? Actuando de maneras diversas
con todos ellos y adaptndose, como poda, a las circunstancias, se
dedicaba a lo que era urgente, usando las reglas de su arte como lo
hara un experto mdico.
5. Al amanecer, nada ms salir el sol por el horizonte del este, se
sentaba en el trono imperial ordenando diariamente a todos los celtas que entraran sin reservas para que le comunicasen sus peticiones
y, al mismo tiempo, para intentar ganrselos mediante todo tipo de
razones. Los condes celtas, que eran por naturaleza desvergonzados,
atrevidos y codiciosos, y que hacan gala de una intemperancia y
una prolijidad por encima de toda raza humana en lo relativo a
sus deseos, no se comportaban con decoro en su visita al soberano.
Cada uno de los condes vena acompaado de cuantos deseaba.
Uno traa a ese y, seguidamente, el otro, a aquel. Una vez dentro,
los celtas no cean su intervencin al agua de la clepsidra, como
una vez fuera deseo de los oradores, sino que cada uno, quienquiera que fuese el que deseaba conversar con el soberano, tena tanto
tiempo como quera. Esos eran tan inmoderados en su conducta y
respetaban tan poco al soberano que no se preocupaban del paso
de su turno ni teman la indignacin de quienes los estaban mirando, ni procuraban un hueco en la audiencia a los que venan
detrs, reiterando sin contencin sus palabras y sus peticiones. Su
charlatanera y la insolencia y mezquindad de sus expresiones las

544

conocen todos cuantos se interesan en investigar las costumbres de


los hombres. A los entonces presentes la experiencia se lo mostr
con mayor exactitud.
6. Cuando caa la tarde, despus de haber permanecido sin comer durante todo el da, se levantaba del trono para dirigirse a la
cmara imperial. Pero tampoco en esta ocasin se libraba de la molestia que suponan los celtas. Uno tras otro iban llegando, no solo
aquellos que se haban visto privados de la diaria recepcin, sino
incluso los que retornaban de nuevo, y mientras exponan tales y
cuales peticiones, l permaneca en pie, soportando tan gran charlatanera y rodeado por los celtas. Era digno de verse cmo una y
la misma persona expertamente daba rplica a las objeciones de todos. Sin embargo, no tena fin su palabrera impertinente. Cuando
alguno de los funcionarios intentaba interrumpirlos, era interrumpido por el emperador. Pues conociendo el natural irascible de los
francos, tema que con un pretexto nimio se encendiera la gran
antorcha de una revuelta y se infligiera entonces un grave perjuicio
al imperio de los romanos.
7. Realmente, era un fenmeno completamente inslito. Como
una firme estatua que estuviera trabajada en bronce o en hierro templado con agua fra, as se mantena en pie durante toda la noche,
frecuentemente desde el atardecer hasta la media noche, con frecuencia tambin hasta el tercer canto del gallo y alguna vez hasta casi el
total resplandor de los rayos del sol. Muchas veces, todos se retiraban
agotados, descansaban y volvan a presentarse enfadados. Por ello
ninguno de sus asistentes poda soportar tan prolongada situacin
sin reposo y todos cambiaban de postura alternativamente. El uno se
sentaba, el otro doblaba la cabeza para reclinarla en algn lado, otro
se apoyaba en la pared. Solo el emperador se mantena firme ante
tan grandes fatigas. Qu palabras podran estar a la altura de aquella
resistencia a la fatiga? Las entrevistas eran infinitas, cada uno hablaba por extenso y chillaba desmesuradamente, como dice Homero30.
Cuando uno cambiaba de lugar era para cederle a otro la oportunidad de parlotear y este mandaba buscar a otro y, a su vez, este a otro.
30 Il., II 212.

545

Y mientras ellos solo deban permanecer en pie durante el momento


de la entrevista, el emperador conservaba su postura inmutable hasta
el primer o segundo canto del gallo. Y tras descansar un poco, salido
de nuevo el sol, se sentaba en el trono y volva a encajar nuevas fatigas
y redobladas contiendas que prolongaban aquellas de la noche.
8. Dicha dolencia, pues, hizo aparicin en sus pies a causa de las
razones expuestas. Desde entonces hasta su muerte, con intervalos de
algunas temporadas, le estuvo atacando un reuma que le provocaba
fuertes dolores. l tan gran aguante mostraba que nunca sali de
su boca una palabra de queja y deca: Sufro merecidamente. Estos
dolores los tengo en justicia por la abundancia de mis pecados. Y si
en alguna ocasin sala de sus labios una palabra de debilidad, haca
inmediatamente la seal de la cruz contra el demonio criminal y deca: Huye de mi lado, prfido. Malditos seis t y tus argucias contra
los cristianos.
9. Queden aqu nuestras explicaciones sobre la enfermedad de
sus pies. No obstante, si alguien colabor en esa enfermedad con
una copa llena y mezclada para l con amargura, como en breve
sealaremos para no decirlo todo ahora, e incrementaba sus dolencias, aunque la emperatriz untara con miel esa copa y la preparara
para aliviarle la mayora de sus males siendo un incansable guardin del soberano, adase tambin esta persona a nuestra historia
y constituya una tercera causa de la enfermedad del emperador y
no tanto una causa lejana, sino la ms prxima, como dicen los
hijos de la medicina. Esa persona no se ausentaba tras efectuar su
ataque, sino que lo acompaaba como los ms perjudiciales de los
humores en las venas, y es ms, si prestramos atencin a su naturaleza, no solo veramos en l la causa de la enfermedad, sino con
toda evidencia la propia enfermedad y el ms grave sntoma. Pero
debemos proseguir el relato y mordernos la lengua para no apartarnos del camino principal, aunque me halle totalmente dispuesta
para acometer a los perversos. Reservemos, pues, este asunto para
un momento adecuado.

546

V. Campaas contra los turcos. Actuacin de Eustacio Camitzes


y victoria del emperador.
1. Quede ah la descripcin de la actitud de los celtas. As pues, el
soberano acamp en la orilla opuesta, en Damalis. Es all donde lo
habamos dejado en el momento de su paso. Pronto hicieron todos
la travesa y acudieron como copos de nieve junto al emperador, que
permaneca en el mismo sitio mientras aguardaba la venida de toda
la gente y esperaba que se le aliviara aquel fuerte dolor. Cuando contempl la luna llena, dijo el emperador a la augusta, que se hallaba
presente a su lado, cuidando de la enfermedad de sus pies y alivindolo de sus sufrimientos con todo tipo de atenciones: Si los turcos
quisieran llevar a cabo una incursin de pillaje, este es el momento
adecuado, y me molesta haber desperdiciado ya una ocasin tan favorable. Dijo estas palabras por la tarde. Al amanecer, el eunuco
a cargo de la cmara imperial entr y anunci la incursin de los
turcos contra Nicea y le mostr la carta de su gobernador, a la sazn
Eustacio Camitzes, que trataba sobre los movimientos de aquellos.
2. El soberano sin retrasarse un instante ni perder el tiempo y
como si olvidara el dolor que lo estaba martirizando, tom el camino hacia Nicea en un carro y con un ltigo en la mano derecha.
Entonces los soldados, tras tomar consigo sus lanzas, se pusieron en
marcha por escuadrones y alineados a sus dos lados. Unos corran
junto a l, otros lo adelantaban, otros lo seguan alegres de verle
lanzndose contra los brbaros, pero entristecidos por el dolor que
le impeda cabalgar. l animaba a todos con sus gestos y sus palabras
sonrindoles dulcemente y arengndolos para que tuvieran coraje.
Al cabo de tres das lleg a un lugar llamado Egialos31, desde donde
pensaba navegar hacia Ciboto. La augusta, al ver que este tena prisa
por hacer la travesa, despus de decirle adis march a la ciudad
imperial.
3. Cuando el soberano hubo llegado a Ciboto, vino a su presencia un hombre con la noticia de que unos strapas pertenecientes de
los escogidos haban destacado a cuarenta mil hombres, de los que
31 En el golfo de Nicomedia.

547

unos iban al asalto de Nicea y sus regiones limtrofes y que Monolico32 y (...) estaban devastando las zonas costeras. Los primeros, una
vez hubieron asolado los territorios limtrofes con el lago de Nicea y
Prusa, as como Apolonade, acamparon all mismo y tras acumular
todo el botn en ese sitio continuaron su avance al mismo ritmo y
devastaron entonces Lopadio y toda la zona de sus alrededores hasta
llegar a Czico, que tomaron al primer asalto por la parte del mar sin
que su gobernador opusiera la ms mnima resistencia. Ms bien,
huy cobardemente de la plaza. Luego inform de que Contogmes
y el emir Mucumet33, archistrapas de gran rango, haban marchado
por los montes Lencianos hacia Pemaneno34, arrastrando un abundante botn y a muchos hombres capturados a punta de lanza, incluidos a cuantas mujeres y nios haban perdonado sus armas. Monolico, por su parte, haba vadeado un ro llamado por los lugareos
Bareno35, que fluye desde un monte conocido por Ibis36, en el que
nacen tambin muchos y diversos ros como el Escamandro, el Angelocomites37 y el Empelo38, se haba encaminado a Pario39 y Abido
del Helesponto y haba atravesado Atramicio y Cliara en unin de
numerosos cautivos de forma incruenta y sin combatir.
4. Ante estos informes el soberano orden por carta que Camitzes, entonces con el cargo de duque de Nicea, siguiera a los brbaros con quinientos soldados, que lo mantuviera al corriente de sus
movimientos por carta y que evitase trabar combate con ellos. l,
tras su salida de Nicea alcanz a Contogmes, al emir Mucumet y a
los dems en el lugar llamado Aorata y, como si se hubiera olvidado
de las prescripciones del soberano, los atac enseguida. Estos, que
32 El emir Manalough
33 El sultn Mohammed I (1105-1118), hijo de Malik Shah I. Sucedi a su hermano Barkyaruq.
34 Cerca de Lopadio, en Misia.
35 Hoy Gnen-ay.
36 Monte Ida, en Misia.
37 El Grnico. Hoy Bigha-ay.
38 Kara-der.
39 En la Propntide, al este de Galpoli.

548

esperaban al soberano, creyendo que era l quien atacaba, dieron la


espalda aterrados. Pero cuando gracias a la captura de un escita y
de la informacin que les facilit, se enteraron de que era Camitzes, atravesaron las colinas y, dndose nimos con tambores y gritos,
convocaron a todos los congneres que se haban dispersado. Estos
se dieron cuenta de la seal de convocatoria y fueron acudiendo sin
excepcin. Tras retornar por la llanura que se extenda prxima a los
pies del lugar denominado Aorata, volvieron a reagruparse.
5. Camitzes, por su parte, una vez hubo acumulado todo su
botn, no quiso llegar hasta Pemaneno, como hubiera sido correcto
disponer en esas circunstancias (era un baluarte muy fortificado) y
con su parada en Aorata tom una errnea decisin opuesta a sus
intereses. Los brbaros, que estaban fuera de peligro, no se haban
olvidado de Camitzes y lo estuvieron acosando con incesantes emboscadas. Cuando supieron que l an permaneca en Aorata y que
estaba organizando la cuestin del botn y los cautivos, emplazaron
al instante las fuerzas a su mando en escuadrones y a la hora del alba
cayeron sobre l. La mayor parte del ejrcito de Camitzes, al ver
venir sobre ellos tan enorme masa de brbaros, crey que lograra
salvarse huyendo. Sin embargo, l luch decididamente en unin
de escitas, celtas y de los romanos ms valientes. Durante aquel encuentro cayeron la mayora de ellos.
6. Camitzes, por su parte, abandonado con unos pocos an ofreca resistencia. Pero al ser herido de muerte el caballo que montaba,
cay por tierra. Su sobrino, llamado Catarodon, desmont de su
propio caballo y se lo ofreci. Pero como era un hombre de gran
peso y altura, no poda subir fcilmente al caballo; por ello, se retir
un tanto, se apoy en una encina, sac su espada y, perdida la esperanza de salvacin, no ces de dar mandobles sobre el casco, la espalda o incluso las manos de cuanto brbaro osaba acercarse a l. Al ver
los brbaros que este resista mucho, que estaba matando a muchos
de los suyos e hiriendo tambin a muchos, admirados extraordinariamente por el valor del hombre y asombrados por su firmeza,
quisieron perdonarle la vida por estas cualidades. El archistrapa
Mucumet, que lo conoca de antiguo y que lo haba reconocido en

549

esta ocasin, reprimi el mpetu de quienes se estaban enfrentando


a l y, bajando del caballo, se le acerc junto con los que estaban a
su lado y le dijo: No prefieras la muerte a la vida. Vamos, dame la
mano y slvate. l, que se vea rodeado de tantos enemigos y no
poda enfrentarse ya a tanta gente, le dio la mano a Mucumet. Este
lo mont en un caballo y le at los pies para que no pudiera escapar
fcilmente.
7. Estos fueron los acontecimientos que le sucedieron a Eustacio.
El soberano, por su parte, previendo la ruta por la que iban a pasar
los enemigos, cambi de rumbo, atraves por Nicea, Malagina40 y el
lugar denominado Baslica (son valles y senderos intransitables que
se hallan en la cima del Olimpo41), descendi hasta Aletina42 y lleg
a Acroco, dndose prisa por alcanzar la vanguardia de los turcos y
as librar una dura batalla con ellos. Estos, que ni siquiera guardaban
el menor recuerdo de lo que era un ejrcito romano, una vez hubieron llegado al caaveral que se extiende por el valle, instalaron all
mismo de forma dispersa su campamento. Cuando fue informado el
soberano, que haba partido contra ellos, de que los brbaros haban
llegado a la llanura, situ su ejrcito a suficiente distancia del valle en
posicin de combate y lo organiz. Puso al frente de la vanguardia
a Constantino Gabras y a Monastrs, dispuso las dos alas en escuadrones y encomend la retaguardia a Tzipureles y a Ampelas, que
tenan gran experiencia sobre la guerra desde haca mucho tiempo.
El emperador, que se coloc en el centro de la formacin al mando
de todas las falanges, cay como un rayo sobre los turcos y entabl
un violento combate con ellos.
8. Tras llegarse al combate cuerpo a cuerpo, cayeron muchos
brbaros y muchos tambin fueron conducidos como cautivos. Solo
se salvaron entonces quienes huyeron hacia el caaveral. El soberano
con una brillante victoria sobre los turcos se dirigi al caaveral y
puso su empeo en expulsarlos de all. Pero los soldados, impotentes, no podan entrar por lo pantanoso y agreste del caaveral. El
40 En Bitinia, al sudeste de Nicea, en la confluencia del Kara y del Sangario.
41 El Olimpo de Bitinia, hoy Ulu Dag.
42 Entre Dorileo y Cotieo, en Frigia.

550

emperador entonces cerc el caaveral con sus soldados y orden


que se le prendiera fuego desde un lado. Cumplida esta orden, una
gran llamarada brot hacia el cielo. Los de dentro por huir del fuego
iban cayendo en manos de los soldados. De todos aquellos unos
fueron vctimas de la espada, otros acabaron siendo conducidos ante
el soberano.

VI. Muerte de Ampelas y Tzipureles. Liberacin de Eustacio Camitzes y su retorno a Constantinopla.


1. En suma, estos fueron los acontecimientos relacionados con los
brbaros que descendieron de Carme43. El emir Mucumet, cuando
se enter del desastre de los musulmanes de Carme, march al punto en busca del soberano junto con los turcomanos que habitaban
en Asia y con otros ms, de tal manera que se dio la circunstancia de
que la misma persona persegua y era perseguida. Pues los brbaros
al mando de Mucumet rastreaban las huellas del soberano y lo iban
siguiendo; l, a su vez, iba tras los hombres de Carme, de forma que
estaba encerrado en medio de ambos. Pero unos haban sido completamente vencidos y respecto a sus perseguidores an estaban lejos
de suponer algn peligro. No obstante, Mucumet logr caer de improviso sobre la retaguardia del soberano y se top con Ampelas. Al
estar en presencia del soberano, se comportaba ms valerosamente,
y como adems era una persona audaz, sin esperar un instante para
recibir en correcta formacin el ataque de los turcos, se lanz contra
Mucumet. Lo segua tambin Tzipureles.
2. Cuando ya estaban ambos en una antigua plaza fuerte sin sus
soldados, porque an no haban llegado, les dio alcance Mucumet,
que era muy valiente, e hiriendo con dardos al caballo de Ampelas,
no al jinete, lo derrib por tierra. Al verlo los turcos y encontrndoselo en tierra, lo mataron. Cuando se vieron que Tzipureles se precipitaba contra ellos resueltamente, cubrieron el caballo que montaba
con sus dardos como si fueran alas, lo descabalgaron y lo mataron
43 Puede tratarse de Germ, en Misia.

551

enseguida con sus espadas. Los soldados que guardaban la retaguardia con la misin de defender a los hombres encargados de preservar
la impedimenta y los caballos, y repeler en lo posible a quienes los
atacasen, al notar la presencia de los turcos, se lanzaron contra ellos
y los pusieron totalmente en fuga.
3. Camitzes, que estaba entonces prisionero de los turcos, al ver
la confusin surgida en el encuentro de la batalla y contemplar que
unos huan y otros perseguan, como era un hombre de firme carcter, plane su fuga y emprendi el camino. Un catafracto celta,
que se encontr con l, le cedi su caballo con el que dio alcance
al soberano cuando estaba acampado en la llanura del valle que se
extiende entre Filadelfia y Acroco y que tiene una amplitud capaz
de admitir la presencia no de un ejrcito, sino de varios. Al ver a
Camitzes, tras recibirlo con una enorme alegra y agradecer a Dios
el haberlo liberado, lo envi a la ciudad imperial, diciendo: Cuenta
todas las penalidades que has visto y sufrido y anuncia a los nuestros
que, gracias a Dios, an estamos vivos.
4. Cuando se hubo enterado de la muerte de Ampelas y Tzipureles, dijo el soberano muy dolido en su alma por la muerte de
aquellos: Hemos entregado dos y hemos recibido uno. Pues, cuando obtena alguna victoria en combate, era su costumbre averiguar
si alguno de sus soldados haba sido capturado o si alguno haba
muerto por una mano enemiga. Aunque hubiera puesto en fuga
todas las falanges enemigas y se hubiera alzado con la victoria sobre
ellas, si por casualidad haba perecido uno de sus ltimos soldados,
no le conceda valor ninguno al hecho de la victoria y la consideraba
realmente como una victoria cadmea44 o un perjuicio en lugar de
un provecho. Tras dejar l como comandantes a Jorge Lebunes y a
otros con soldados a su mando para que vigilaran el pas, emprendi
44 Modernamente, suele hablarse ms de victoria prrica. Es una victoria cuyos
resultados para el vencedor son peores que si hubiera perdido. Hace referencia a
Cadmo, fundador mtico de la ciudad de Tebas. Segn el mito, a la hora de establecer el primer asentamiento de Tebas, mand a sus compaeros a tomar agua de una
fuente guardada por un monstruo similar a la Hidra de Lerna (una serpiente gigante de varias cabezas y aliento mortfero). Los hombres consiguieron el objetivo
de matar al monstruo y conseguir el agua, pero a costa de perecer en su totalidad.

552

victorioso el camino de regreso a la ciudad imperial.


5. Camitzes, pues, lleg a Damalis y subi a una barca en la vigilia central de la noche y, como saba que la emperatriz se encontraba
en la zona superior del palacio, lleg a este por la parte que da a la
costa y golpe en su puerta. A las preguntas de la guardia sobre su
identidad, no quiso revelar su nombre y peda que le fueran abiertas
las puertas. Finalmente, tras aclarar a duras penas su identidad, se le
permiti la entrada.
6. La augusta lo recibi contenta a la puerta de su estancia (que
desde antao se denomina Aristerio45), y vindolo ataviado, a la
usanza turca y cojeando de ambos pies por la herida que haba recibido en el momento de la batalla, le orden que se sentara, mientras le iba preguntando en primer lugar por el soberano. Luego se
inform de todo lo ocurrido. Cuando se enter de aquella nueva
e inesperada victoria del soberano y viendo libre al cautivo, no saba qu hacer de gozo. Le mand descansar hasta que amaneciese y
luego que saliera y anunciara a todo el mundo lo acontecido. l se
levant temprano, mont a caballo con aquellas ropas que vesta a
su llegada tras la sorprendente liberacin de su cautiverio y march
al foro de Constantino46. Toda la ciudad acudi a su lado ansiosa
de conocer ms extensamente sus peripecias y, al mismo tiempo,
deseando tener noticias sobre el soberano. l, rodeado de muchos
infantes y jinetes, relat con voz clara lo que haba sucedido en la
batalla, enumer todas las adversidades que se haban acumulado
sobre el ejrcito romano y, no menos, todas las argucias que haba
45 El Aristerio es una estancia del Palacio Sagrado de Constantinopla. Se encuentra a la derecha del patio del Trpeto. Es la estancia privada donde el emperador
toma sus comidas, donde se celebran las fiestas para los invitados a los que se les
brinda mayores honores. Durante los banquetes, se toman all los postres. El patio
del Trpeto es la antesala del Crisotriclinio, saln principal del trono donde se
reciben a los embajadores, se celebran las ceremonias de concesin de dignidades,
tienen lugar los banquetes oficiales y las fiestas ms importantes.
46 Foro de estructura ovalada en las cercanas del complejo del Palacio Imperial
y de Santa Sofa. Fue construido por Constantino el Grande en el momento de
la fundacin de Constantinopla. En su centro se hallaba una columna con una
estatua de Apolo en su cima que se menciona en XII IV.5 y que conmemoraba el
momento en que la ciudad se coinvirti en el ao 330 en la Nueva Roma, capital
del Imperio Romano.

553

planeado el emperador contra los brbaros y cmo se haba alzado con una brillante victoria que le report la satisfaccin de una
estupenda venganza. Finalmente, expuso su inesperada fuga de los
brbaros. A estas palabras todo el mundo lo aclam y la algaraba de
la aclamacin ascendi hasta el cielo.

VII. Fuentes de informacin y mtodo historiogrfico de la autora. Su estado personal en el momento de la redaccin de esta
obra.
1. As concluy este asunto. Constantinopla estaba rebosante de comentarlos sobre las gestas del emperador. Y es que, en verdad, se
haba enfrentado azarosamente a circunstancias difciles, adversas a
l y a los intereses de los romanos, y se haba visto sumido por entero
en un cmulo de desgracias; pero su virtud, su decisin y su energa
hacan frente y plantaban cara a cualquier contratiempo. A ninguno
de los emperadores precedentes habidos hasta hoy se le acumularon
tantas complicaciones y penalidades provocadas por personas tan
diversas de dentro y fuera del imperio, como encontramos en este
soberano. Ya fuera porque los acontecimientos deban estar dispuestos de forma adversa a los romanos, con el consentimiento de Dios
(por nada podra relacionar nunca la marcha de nuestros asuntos
con el curso de los astros), ya fuera porque el podero romano acab
vindose reducido a este estado por la despreocupacin de anteriores emperadores, el caso es que una multitud de problemas y una
turbulenta inestabilidad coincidieron en el momento del reinado
de mi padre.
2. Simultneamente, se haban rebelado el escita en el norte, el
celta en el oeste y el ismaelita en el este, sin contar con los peligros
procedentes del mar, sin los brbaros que dominaban los mares, sin
las innumerables naves piratas, que haba aparejado la clera de los
sarracenos y coordinado la ambicin y el odio de los vetones47 hacia
el imperio romano. En efecto, todos lo miran con envidia. Dado
47 Ver XII IX.5, nota 44.

554

que por naturaleza es seor de todos los pueblos, el imperio de los


romanos tiene a unos sbditos hostilmente dispuestos que a la primera oportunidad, cada uno desde su lugar de origen, lo acosan por
tierra y por mar. En un principio, las tareas de gobierno de nuestro
imperio eran ms llevaderas y prsperas, pero en el momento del
reinado de mi padre, al tiempo de subirse al carro del imperio, en ese
preciso instante, confluyeron por doquier todas las desventuras: el
celta se haba movilizado y mostraba la punta de su lanza, el ismaelita tensaba el arco y todos los pueblos nmadas, adems del pueblo
escita por entero, nos acosaban en pleno con sus infinitos carros.
3. Tal vez alguien que haya llegado a este punto de nuestra obra
podra decir, mientras va leyendo estas lneas, que mi lengua est
comprada por la naturaleza. No, por los peligros del emperador en
pro de los romanos; no, por las contiendas y desventuras que mi
padre sufri en pro de los cristianos. Yo no cuento ni escribo semejantes cosas por hacerle un favor a mi padre. Cada vez que veo que
mi padre se equivocaba, abiertamente me aparto de la ley natural y
me atengo a la verdad. Aunque lo considere un ser querido, tengo
por ms querida la verdad. Cuando se tienen dos cosas queridas,
como dijo en alguna parte un filsofo, es mejor preferir la verdad48.
Yo cuento y escribo lo que sucedi sin omitir ni aadir nada de mi
pluma.
4. He aqu la prueba. No me he remontado a tiempos muy alejados para escribir mi obra. An hoy hay algunos supervivientes de
aquellos que conocieron a mi padre quienes me han contado hechos
relacionados con l y de quienes no poca informacin histrica se ha
reflejado en esta obra, aportando cada uno de ellos cualesquiera datos que su memoria les traa a colacin y mostrando todos un acuerdo general. Por otra parte, pasamos muchsimo tiempo al lado de
nuestro padre y acompaamos a nuestra madre. No fue nuestra vida
de estilo domstico, orientada hacia la sombra y la molicie, sino que
desde la primera infancia, lo juro por Dios y por su Madre, hicieron
presa en m penalidades, tribulaciones y continuas desgracias tanto
desde mi entorno como en mi persona. No podra decir qu aspecto
48 tica a Nicmaco, I 4.

555

tengo fsicamente. Que se refieran a ese particular y lo detallen los


que viven en el gineceo. En cuanto a las desgracias provenientes del
mundo exterior a m, glosar todas las que me sobrevinieron, cuando
an no superaba mi octavo ao de vida, y todos los enemigos que
la maldad de los hombres me procur, precisa de la Sirena de Iscrates49, de la grandilocuencia pindrica50, del mpetu de Polemn51,
de la Calope52 homrica, de la lira sfica53 o de algn otro talento
adems de esos. No existi penalidad pequea o grande, cercana o
lejana, que no se me viniera encima. Sin duda, las tormentas descargaron sin piedad sobre m desde entonces hasta ahora. Incluso en el
momento en que escribo estas lneas, el mar de mis desgracias me
zarandea y las olas me acometen una tras otra. Pero me he olvidado de mi objetivo, arrastrada a detallar mis propias desgracias. En
fin, ahora que he recobrado la compostura, remontar la corriente,
como si fuera ro arriba, y volver a mis primitivos propsitos.
5. As pues, como dije, unas informaciones proceden de m misma; otras, por haberlas conocido en detalle a travs de los compaeros de armas del soberano y a travs de algunos bateleros que
nos transmitan las noticias sobre los acontecimientos de las guerras.
Pero sobre todo, yo personalmente se las o relatar con frecuencia
al soberano y a Jorge Palelogo. He reunido la mayor parte del material sobre esta historia fundamentalmente mientras posea el cetro del imperio el tercer emperador sucesor de mi padre54, cuando
49 Alusin a las Sirenas, personajes mticos que atraan a los navegantes con sus
cantos para que destrozaran sus naves contra los escollos de la costa, tal como se
narra en la Odisea (canto XII). Metfora de la capacidad del orador ateniense Iscrates (436-338 a.C.) para atraer la atencin de los supuestos oyentes. Supuestos
porque Iscrates, aunque orador, nunca compuso discursos para ser pronunciados
en pblico, sino para ser ledos, aunque fuera en voz alta ante un auditorio.
50 Pndaro ( 518-438 a.C.), el ms famoso de los poetas lricos corales de la antigedad.
51 Polemn de Laodicea (ca. 88-145 d.C.). Orador afamado por emplear el llamado estilo asitico, caracterizado por usar recursos que acentuaran el aspecto
apasionado y emotivo, as como un estilo ms complejo que el estilo aticista.
52 Musa de la poesa pica.
53 De Safo (primera mitad del siglo VII a.C.), poetisa lrica.
54 Manuel I Comneno (1143-1180). La cuenta que hace Ana Comnena de los

556

cualquier adulacin y mentira haban desaparecido con su abuelo,


pues todo el mundo alaba al que ocupa el trono, pero no ofrecen
la ms mnima lisonja al que est muerto, por lo que cuentan los
sucesos desnudos y los relatan tal como han sido.
6. Mientras lamento mis desgracias y lloro por tres emperadores,
mi padre y soberano, mi madre, seora y emperatriz, y, ay, mi esposo
el csar55, me entrego la mayor parte del tiempo a la vida retirada
y me dedico a los libros y a Dios. Ni siquiera se les permite venir
a nuestro lado a los hombres menos ilustres ni aun a aquellos por
cuya mediacin podramos conocer datos odos casualmente a otros,
como tampoco se lo permiten a quienes fueron los ms allegados a
mi padre. Pues hasta hoy, hace ya treinta aos, lo juro por las almas
de los muy bienaventurados soberanos, no he mirado ni he visto ni
he tratado siquiera con una persona vinculada a mi padre, ya que
la mayora han fallecido y los dems se mantuvieron al margen por
temor a lo variable de las circunstancias. Las autoridades nos decretaron esta absurda condena, no ser vista y ser odiada por la gente.
7. El material que he recopilado para mi historia ha sido obtenido, bien lo sabe Dios y su Madre celestial, mi Seora, a partir de
algunos escritos sin importancia y completamente descuidados y a
partir tambin de ancianos vasallos que lucharon en las campaas
de aquella poca en que mi padre ostentaba el cetro de los romanos,
los cuales sacaron provecho de las desgracias y se pasaron empujados por la turbacin general al tranquilo estado de los monjes. Los
documentos escritos que cayeron en mis manos eran sencillos de
expresin y simples, se ocupaban de la verdad, sin mostrar ninguna afectacin y sin dejarse arrastrar por la grandilocuencia retrica.
Las informaciones expresadas por los ms ancianos eran del mismo
estilo en palabras e ingenio que los escritos, y a partir de ellos pude
dar testimonio de la verdad histrica, conjuntando y confrontando
emperadores sigue la numeracin inclusiva: Alejo I (1) Juan II (2) Manuel
I (3). Esta declaracin nos aclara que la composicin de La Alexada se realiz
cuando la autora contaba ya en torno a los 60 aos de edad.
55 Obsrvese el detalle de que Ana Comnena cuenta como monarca a su esposo
Nicforo Brienio, hecho que nunca tuvo lugar.

557

la historia que yo refera con lo que ellos decan y su versin con la


ma, que era la que yo personalmente haba odo en muchas ocasiones a mi propio padre y a mis tos paternos y maternos. Con todos
estos materiales como punto de partida ha salido a la luz el contenido entero de la verdad56.
8. Contine, pues, nuestra historia con lo que arriba dije sobre
Camitzes, es decir, su fuga de los brbaros y su discurso pblico a
los habitantes de la ciudad. l relat, como hemos dicho, los sucesos
y todas las argucias que haba maquinado el emperador contra los
ismaelitas. Los moradores de Constantinopla, convertidos en una
sola voz y una boca, aclamaban, vitoreaban al soberano, divinizaban, elogiaban su estrategia y no saban cmo contener el gozo por
l. Una vez hubieron enviado alegres a su casa a Camitzes, recibieron tras unos das, al soberano vencedor, triunfante, general invicto,
invencible emperador, venerable soberano. Pero mientras unos se
regocijaban as, l, cuando hubo llegado al palacio imperial y hubo
ofrecido votos a Dios y a su Madre, empez a dedicarse a las tareas
acostumbradas.
9. Una vez enderezado el curso de las guerras en el exterior y
reprimidas las revueltas de los sediciosos, dirigi su atencin a leyes
y tribunales. En ambas circunstancias, la paz y la guerra, era el mejor
administrador. Juzg la causa de un hurfano, hizo justicia con una
viuda y actu certeramente contra todo tipo de injusticia. Mientras,
daba un poco de reposo a su cuerpo con caceras y distracciones.
Efectivamente, en estas actividades, como en las dems, se comportaba sabiamente, controlando su cuerpo57 y hacindolo ms sumiso
56 Estos dos pargrafos pueden resultar un tanto confusos. Parece ser que Ana
Comnena recopil informacin sobre su obra antes de la muerte de su padre.
Posteriormente, los avatares polticos en los que se vio inmersa la llevaron al alejamiento de la vida pblica y a la reclusin en el monasterio de la Llena de Gracia
[], donde, en los ltimos aos de vida comenz la redaccin de su
obra. Durante su reclusin, parece decirnos que solo tuvo acceso a fuentes escritas
y a la informacin de antiguos combatientes retirados a la vida monstica, ya que
las visitas de otras personas le estaban prohibidas. Los treinta aos a los que se
refiere iran desde el ao de la muerte de su padre (1118) hasta 1148, fecha de
referencia respecto al momento en que estaba a punto de concluir La Alexada.
57 Epstola de Santiago, III 2.

558

a s mismo. Lo entregaba al trabajo la mayor parte del tiempo y se


relajaba tambin, pero su descanso era para l un segundo trabajo,
la lectura y examen de los libros, la ocupacin en el mandato de
escudriad las Escrituras58. Por otro lado, las caceras y el juego del
polo eran aficiones, en segundo y tercer lugar, de mi padre mientras
fue joven y la fiera, el estado de sus pies, an no le haba afectado
como, segn dice la maldicin, una tortuosa serpiente que le mordiera su taln59. Desde el momento en que surgi su enfermedad y
alcanz su punto lgido, desde ese instante, se entreg a los ejercicios, cabalgadas y otras actividades, ya que la ciencia mdica le dio
esas prescripciones, para que algo de la materia humoral se evacuara
en las cabalgadas y se aliviara su pesada carga. Este padecimiento,
como he dicho arriba, mi padre no se lo atrajo por otro motivo ms
que por las fatigas y esfuerzos en pos de la gloria de los romanos.

VIII. Alejo parte para combatir a los cumanos. Datos sobre la


regin de Filippolis. Cruzada contra los maniqueos.
1. No haba an transcurrido un ao, cuando sali de la emperatriz
de las ciudades durante la octava indiccin en el mes de noviembre60, ya comenzado el otoo, a causa de los rumores que se oan
sobre un nuevo cruce del Istro por parte de los cumanos. Tras hacer
llamar a todas sus fuerzas, las dispuso entre Filippolis, en un lugar
llamado Petritzo61, Triaditza62, el tema de Niso63 y la localidad de
Buranitzoba64 en el Paristrio, con rdenes de que cuidaran atentamente a sus caballos de modo que al estar cebados pudieran llevar a
sus jinetes en el momento de la batalla. En cuanto a l, se qued en
58 Juan, V 39.
59 Gnesis, III 13.
60 Noviembre de 1114.
61 Petri, en Macedonia.
62 Sofa.
63 Nish, en Serbia.
64 Branicevo.

559

Filippolis. Es esta una ciudad de la Tracia central. El Euro pasa por


la ciudad en la direccin del viento del norte. Este ro fluye desde la
cumbre de Rdope y haciendo muchos giros y meandros pasa a lo
largo de Adrianpolis y desemboca, una vez han afluido a l otros
muchos ros, en el mar, en el entorno de la ciudad de Eno65.
2. Cuando hablo de Filipo no me refiero al macedonio, el hijo
de Amintas, pues el origen de esta ciudad es ms reciente que este Filipo, sino a Filipo el romano, que fue un hombre muy alto e invencible por su fuerza y vigor fsico66. Antes de que hiciera su aparicin
Filipo, exista un populoso emplazamiento denominado Crenides67,
o como decan algunos Trimus. Ese altsimo Filipo, tras ampliar las
dimensiones de la ciudad y rodearla de murallas, la convirti en una
de las ms famosas ciudades de Tracia construyendo en ella un enorme hipdromo y otros edificios dignos de admiracin, cuyos restos
alcanc a ver yo misma, cuando sal de viaje con el soberano hacia
esta ciudad a raz de un asunto.
3. La ciudad consta de tres colinas, cada una de las cuales est
rodeada por una gruesa y elevada muralla. En el punto donde se
inclina hacia la llanura y la planicie, la recorre una zanja que se halla
junto al Euro. Segn parece, esta ciudad fue en un tiempo una poblacin grande y hermosa. Pero desde la poca en la que los tauros y
los escitas esclavizaron la ciudad, la plaza presentaba el estado con el
que la hallamos durante el reinado de mi padre y por el que conjeturamos que haba sido realmente una gran ciudad. Adems, sufri
la presencia de muchos impos junto con las otras desgracias, pues
65 Enez, en Tracia, en la desembocadura del ro Maritza.
66 La ciudad fue, de hecho, refundada por Filipo II de Macedonia, el padre de
Alejandro Magno, en el ao 342 a.C. tras su conquista. El enclave sobre el que fue
erigida la nueva ciudad se llamaba hasta entonces Eumolpia. En poca romana fue
la capital de la provincia de Tracia y se llam Trimontium (Tres Montes), nombre que recoge Ana Comnena como Trimus. La ciudad fue conquistada por los
eslavos en el siglo VI y, finalmente, por los blgaros en el 815 (los tauros y escitas
que menciona la autora ms abajo). Es la ciudad moderna de Plovdiv, en Bulgaria,
nombre que aparece a partir del siglo XV. Por otra parte, el Filipo romano al que
se refiere la autora es el emperador Filipo (244-249 d.C.).
67 Hay una confusin aqu. La ciudad que se erigi sobre Crenides es Filipos, no
Filippolis.

560

se apropiaron de esta ciudad los armenios, los bogomilos68, sobre


quienes hablaremos posteriormente y sobre cuya hereja trataremos
en su momento, y los muy infieles paulicianos, que eran secuaces de
la hereja maniquea y seguidores de Pablo y Juan, como su nombre
indica, quienes abrazaron la impiedad de Manes69 y la transmitieron
ntegra a sus discpulos.
4. Hubiera sido mi deseo hacer un repaso del dogma de los maniqueos, explicarlo resumidamente para pasar enseguida a rebatir
esos dogmas impos. Pero como s que todo el mundo estima ridcula la hereja de los maniqueos y, al mismo tiempo, porque tengo
prisa en recuperar el hilo de mi historia, dejo de lado el refutarla.
Por otra parte, s que no solo personas que profesan nuestra fe, sino
incluso algunas como Porfirio70, filsofo que mantuvo una dura
oposicin a nuestra religin en muchos tratados donde examina de
forma muy sabia la cuestin de los dos principios, redujo al absurdo
ms completo el estpido dogma de los maniqueos. Su principio de
la unidad obliga a sus lectores a concluir en la unidad platnica, o el
Uno. Nosotros veneramos el principio de la unidad, pero no el que
la circunscribe a una nica persona; y tampoco admitimos el Uno de
68 Sobre los bogomilos, ver XV VIII 1 y ss. Nota 33.
69 Mani o Manes (215-276 d.C.) fue el fundador del maniquesmo, doctrina
influida por el zoroastrismo persa. Es sabido que el maniquesmo ve dos principios
en perpetuo combate en el mundo, el bien (asociado a la Luz) y el mal (asociado a
las Tinieblas). El alma del ser humano es de Dios, de la Luz; y el cuerpo, del Diablo, de las Tinieblas. El medio de librarse del influjo del mal es mediante el ascetismo que permitir al alma reencarnarse entre los elegidos, ltima de las reencarnaciones. La comunidad maniquea se divida entre los elegidos y los oyentes.
Los primeros eran clibes, vegetarianos y pasaban la vida en oracin. Los segundos
podan casarse, aunque estaban sometidos a normas como el ayuno regular.
70 Filsofo neoplatnico (232-ca. 305 d.C.). Se opuso al cristianismo. El neoplatonismo es una corriente sincrtica del final de la antigedad encabezada por
Plotino (205-270 d.C.), maestro de Porfirio. En l se mezclan las corrientes filosficas precedentes, con especial papel del platonismo. El ncleo de su pensamiento
estriba en la bsqueda del alma de la unin con el Uno, principio puro e inteligible
del ser. El neoplatonismo tiene conexiones msticas, ya que esa unin puede producirse durante ciertos xtasis, como se deca que haba experimentado Plotino.
Ana Comnena acepta el argumento neoplatnico del Uno como refutacin del
dualismo maniqueo, pero la existencia del dogma de la Trinidad le hace presentar
reservas hacia la concepcin neoplatnica de ese principio.

561

Platn. Este era, precisamente, lo inefable entre los griegos y entre los caldeos lo secreto, y de l hicieron depender muchos otros
principios terrenos y ultraterrenos.
5. Juan Tzimiscs71, aquel admirable emperador, venci a esos
discpulos de Manes, que eran ms radicales y crueles en su forma
de ser que Pablo y Juan de Calnice72 y que asuman el peligro hasta
derramar su sangre, si fuera preciso. Tras reducirlos al cautiverio, los
deport desde las regiones clibes73 y armenias de Asia a Tracia. Los
oblig a establecerse en Filippolis, de un lado, con el fin de alejarlos
de las ciudades fortificadas y de los baluartes que ocupaban sediciosamente; y de otro, con el fin de situarlos como guardianes muy
firmes contra las invasiones provocadas por los escitas que las poblaciones de Tracia haban venido sufriendo frecuentemente a causa de
estos brbaros, ya que tenan por costumbre franquear los valles del
Hemo y recorrer las llanuras que se extienden a sus pies.
6. Esta del Hemo es una cordillera muy extensa y paralela al
Rdope. Comienza el macizo en el Ponto Euxino74, deja un tanto
de lado las cataratas y llega hasta el mismo Ilrico. Creo que, tras
interrumpirse su prolongacin por el mar Adritico, de nuevo reaparece en la otra orilla, en tierra firme, y termina en los propios
bosques hercinios75. A ambos lados de su extensin se asientan muchos y muy ricos pueblos. Los ms septentrionales son los dacios y
los tracios y ms australes que los tracios son los macedonios. Los
nmadas escitas, atravesando el Hemo en tiempos pasados, antes de
que la lanza de Alejo y sus muchas contiendas los condujeran al total
exterminio, acostumbraban a asolar masivamente el imperio de los
71 Juan I Tzimiscs (969-976).
72 Fundadores del paulicianismo. Ver VI II.1, nota 2.
73 Habitantes mticos de la actual Georgia, en el Cucaso.
74 Mar Negro.
75 Los Bosques Hercinios era la denominacin que reciban en la antigedad las
zonas boscosas de Germania paralelas al Danubio. Los diferentes autores atribuyen
esa denominacin a diversas reas que van desde las limtrofes con el nacimiento
del ro hasta los Crpatos, pasando por Bohemia y Hungra. Parece ser que la denominacin moderna de las montaas Harz procede del nombre antiguo. Corresponde a una regin que abarca partes de Baja Sajonia, Sajonia-Anhalt y Turingia.

562

romanos y sobre todo las ciudades ms prximas a ellos, entre las


que destacaba la antes muy mencionada Filippolis.
7. Juan Tzimiscs, haciendo de sus enemigos de la hereja maniquea nuestros aliados, los enfrent como tropas aguerridas en el
manejo de las armas a esos nmadas escitas. A partir de entonces,
estas ciudades recuperaron el aliento liberadas de las muchas incursiones. Sin embargo, los maniqueos, que eran por naturaleza independientes e insubordinados, actuaron segn es su costumbre y se
doblegaron ante su propio carcter. Todos en Filippolis, excepto
unos pocos, eran maniqueos y ejercan un gobierno desptico sobre
los cristianos all asentados, rapiando sus propiedades sin preocuparse poco o nada de las amonestaciones que les llegaban a travs
de los enviados del emperador. Su nmero fue aumentado y todo el
entorno de Filippolis acab por ser hertico. En ellos desemboc
otro ro salitroso, el de los armenios, y otro, el procedente de la muy
turbia fuente de Jacob76. Era, por as decir, la confluencia de todas
las perversiones. Los dogmas de estas comunidades diferan entre s,
pero todos coincidan con los maniqueos en su carcter levantisco.
8. Sin embargo, mi padre y soberano, que les opuso su gran
experiencia militar, someti a unos sin necesidad de combatir y
conden a otros al cautiverio tras una batalla. Qu tarea realmente
tan apostlica realiz y soport este valiente! Por qu no se le va a
elogiar? Porque no prestara atencin a las tcticas militares? No,
pues llen oriente y occidente con sus estratagemas. Porque no
daba importancia a las palabras? No, pues haba estudiado como
ningn otro las divinas Escrituras con intencin de afilar su lengua
contra los sinuosos argumentos de los herejes. Solo l haba logrado coordinar el poder de las armas con el de las palabras, y venca
con el armamento a los brbaros y con las palabras derrotaba a los
infieles. Igualmente entonces, estaba armado para librar contra los
maniqueos un combate apostlico en vez de militar. Yo me atrevera a llamarlo por ello el decimotercer apstol. Aunque algunos
adjudiquen a Constantino el Grande ese honor, a m me parece
que Alejo se encuentra al mismo nivel del soberano Constantino,
76 Jacob Baradeo, lder de los monofisitas durante el siglo VI.

563

o por si alguien lo discutiese, tras Constantino como apstol y


emperador.
9. Como dijimos antes, cuando lleg a Filippolis por los motivos ya citados, aprovechando que los cumanos an no haban hecho su aparicin, se dedic al margen de su ruta a una tarea ms
importante, hacer abjurar a los maniqueos de su corrupta religin
e introducirlos en nuestras dulces creencias. Los mandaba buscar
por la maana temprano y los estaba instruyendo en la autntica fe
hasta el medioda, el atardecer y alguna vez incluso hasta la segunda
o tercera vigilia nocturna, mientras les probaba las desviaciones de
su hereja. Estaban presentes a su lado Eustracio, obispo de Nicea77,
sabio en lo divino y en lo profano, que era ms famoso por su dialctica que quienes frecuentaban el Prtico o la Academia78. Tambin
estaba el hombre que ocupaba el trono episcopal de Filippolis. Pero
entre todos y ante todos el soberano tena como asistente a mi csar
Nicforo, a quien haba entrenado en el dominio de los libros sagrados. Muchos maniqueos entonces acabaron por acudir sin dudarlo
un instante a los sacerdotes, confesar sus pecados y recibir el santo
bautismo. Sin embargo, se poda ver en aquellos momentos cmo
muchos, superando a los famosos Macabeos, persistan en su propia
religin aduciendo citas y testimonios de las divinas Escrituras en la
creencia de que reforzaban con ellos su despreciable dogma. Gracias,
no obstante, al continuo trato con el soberano y a sus frecuentes
exhortaciones tambin la mayora de ellos acab por convencerse y
recibieron el santo bautismo. Desde la salida de los primeros rayos
solares por oriente hasta lo ms profundo de la noche se prolongaba
sin cesar la conversacin, y como el emperador no abandonaba tan
77 No tenemos datos biogrficos sobre este personaje, pero sabemos que fue alumno de Juan Italo, pese a lo cual no se dej seducir por sus doctrinas. Colabor con
el emperador en la persecucin de aquel, lo que le procur como recompensa el
trono episcopal de Nicea. Fue autor de diferentes escritos en defensa de la ortodoxia y lleg a participar en encuentros con representantes de la Iglesia Catlica
donde se defenda la visin ortodoxa de los dogmas. No obstante, Alejo hubo de
intervenir para que no fuera condenado por las opiniones expresadas en algn momento ajenas a la correccin dogmtica. Con todo, fue suspendido de su actividad
por el snodo. Ignoramos la fecha de su muerte.
78 Estoicos y platnicos.

564

extensas charlas, pasaba la mayor parte del tiempo sin comer. Todo
esto tena lugar durante el verano y en una tienda al aire libre.

IX. Los cumanos huyen al enterarse de la llegada de Alejo. Final


de su actuacin contra los maniqueos.
1. En tanto se producan estos acontecimientos y se entablaba aquella
disputa dialctica contra los maniqueos, lleg un mensajero desde el
Istro anunciando el paso de los cumanos. El emperador se encamin
al Danubio sin perder tiempo, empleando a los soldados que tena a
mano. Ya en Bidine79 y como no encontraba a los brbaros (porque
al haberse enterado previamente de la llegada del soberano, emprendieron la retirada en direccin al otro lado), destac enseguida a
algunos valientes soldados y les encomend la persecucin de los
brbaros. Ellos pronto marcharon tras estos, atravesaron el Istro y
los estuvieron persiguiendo durante tres das y tres noches. Cuando
vieron que los cumanos haban atravesado un afluente del Danubio
que fluye por aquella parte con las balsas que suelen utilizar para el
transporte, volvieron junto al soberano sin haber efectuado accin
blica alguna.
2. El emperador se irrit porque los soldados no haban dado
alcance a los brbaros. Sin embargo, consider una victoria parcial
el haber rechazado a los brbaros solo con su nombre y haber convertido a muchos herejes maniqueos a nuestra fe con lo que haba
obtenido dos triunfos, contra los brbaros mediante las armas y contra los herejes mediante muy piadosas palabras. As pues, retorn de
nuevo a Filippolis y tras descansar un poco, de nuevo se dedic a
sus contiendas dialcticas.
3. El emperador mandaba llamar diariamente a Culen, a Cusino y adems de estos a Folo, los cabecillas de la hereja maniquea.
Presentaban idnticos defectos a los del resto de los maniqueos, hbiles a la hora de sostener su error, duros como el diamante frente a
argumentos persuasorios y muy hbiles en desvirtuar la palabra de
79 Bononia, en el Danubio.

Dios y desviarla malvolamente hacia la extravagancia. Libraba con


ellos un combate dialctico y era digno de verse un doble juego,
el del emperador, que combata con todas sus fuerzas para que se
salvaran y la de quienes disputaban por obtener una victoria cadmea. Aquellos tres se afilaban mutuamente como dientes de jabal
y tenan como finalidad rebatir las razones del soberano. Si alguna
objecin se le escapaba a Cusino, Culen la retomaba y cuando Culen careca de recursos, Folo, a su vez, asuma la defensa, o bien
uno tras otro se iban levantando, como enormes olas que viniesen
una sobre otra, frente a las argumentaciones y rplicas imperiales.
Sin embargo, el soberano refutaba todas las objeciones y como con
una tela de araa cosa la boca de los impuros; pero, como no haba
forma de convencerlos, finalmente renunci a su objetivo ante la
estupidez de estos hombres y los envi a la ciudad imperial, asignndoles como residencia los prticos que rodean el gran palacio1. Pero
ni mucho menos result vana su caza. Aunque en aquella ocasin no
cazara a esos cabecillas con sus palabras, diariamente conduca hacia
Dios a un centenar tras otro de herejes, de modo que entre los que
antes haban sido capturados por su elocuencia y los que ahora eran
cautivados se sumaban cantidades infinitas, incontables, de miles y
miles de hombres.
4. Por qu hay que hablar y tratar de lo que todo el mundo conoce y cuyos testigos son el oriente y el occidente? El soberano fue
astutamente convirtiendo a nuestra fe ortodoxa a todas las ciudades
y pases que estaban dominados por las diversas variedades de herejas. Reparti, pues, grandes presentes a los maniqueos convertidos
que pertenecan a las clases superiores y los alist entre los mandos
del ejrcito. Reuni a todos los dems que eran de clases modestas
y, agrupando a los que eran agricultores y trabajaban con carros y
bueyes junto con sus hijos y mujeres, les construy una ciudad en
un lugar cercano a Filippolis, en la otra orilla del ro Euro, los
traslad all y le puso el nombre de Alexipolis, tambin conocida
por Neocastro, nombre este que ha prevalecido, despus de haberles distribuido a unos y otros tierras de labranza, viedos, casas y
1 Donde tambin se aloja los diferentes cuerpos de la guardia imperial.

567

bienes inmuebles. No les hizo donaciones fraudulentas ni parecidas


a los jardines de Adonis2, que florecen hoy y maana se marchitan, sino que les entreg sus regalos garantizados con un crisbulo,
permitiendo el goce de estas posesiones a los que entonces vivan y
hacindolas transmisibles a sus descendientes y a los descendientes
de estos. Y si la lnea masculina se agotara, en ese caso, las mujeres
podran heredar las concesiones. As prodigaba l sus favores.
5. Queden as dichos esos acontecimientos, aunque la mayor
parte se haya omitido. Y que nadie lance reproches a la historia,
como si el relato fuera comprado. Entre los que an viven hay muchos testigos de lo narrado y no se nos podra coger en falsedad. El
soberano, una vez tom las medidas precisas, parti de all y traslad
su residencia a la ciudad imperial. De nuevo los mismos enfrentamientos y las mismas discusiones se hicieron habituales entre el
soberano y Culen y Cusino. Se gan a Culen, creo, porque era el
ms sensato y porque deseaba secundar los argumentos de la verdad,
y acab por convertirlo en el animal ms domesticado de nuestro
rebao. En cuanto a Cusino y a Folo, quienes estaban exasperados y
eran forjados como el hierro por las constantes charlas con el soberano, permanecan, no obstante, inflexibles como el hierro, lo esquivaban y no le resultaban dciles. Por eso, como eran los ms blasfemos
de los maniqueos y se deslizaban hacia una actitud profundamente
atrabiliaria, los confin en la prisin llamada Elefantina3 con un
generoso suministro de cosas necesarias para vivir y los dej morir a
solas con su propia maldad.

2 Tecrito, Idilio. I5 1.113; Eurpides, Ed. Dindorf, Frag. 518. Referencia al festival dedicado a Adonis que tena lugar en Atenas en el mes de abril, cuyas protagonistas eran las flores, con las que se adornaban las casas. Lgicamente, las flores
se marchitaban pronto.
3 Quiz llamada as por hallarse cerca de la Puerta Elefantina.

568

LIBRO XV

Alejo organiza sus ltimas campaas. Postreras actuaciones


en poltica religiosa. Muerte del emperador (116-118)

I. Expedicin contra los turcos del sultn Solimn. Victoria sobre ellos.
1. Esa fue la actuacin del soberano en Filippolis con los maniqueos. Otras alteraciones de origen brbaro se cernieron de nuevo
sobre l. El sultn Solimn4 deseaba asolar Asia otra vez y haca
llamar de nuevo a sus huestes de Corosn y Calep, por si se daba
el caso de poder enfrentarse valientemente al soberano. Cuando un
informante lo hubo puesto al corriente de las intenciones del sultn Solimn, pens marchar en campaa hasta Iconio y trabar un
sangriento combate con l. Era aquel el lugar donde el sultanato de
Clitziastln tena sus fronteras. Mand, pues, llamar a sus tropas
desde diversas regiones y a numerosos mercenarios, y organiz en
todas partes su ejrcito. Mientras ambos generales hacan planes el
uno contra el otro, el soberano sufri una recada de su habitual
enfermedad de los pies. Las fuerzas iban afluyendo de todas partes,
pero lo hacan con lentitud y no de golpe por la lejana de sus puntos de origen. Su dolencia le impeda no solo alcanzar los objetivos
propuestos, sino incluso simplemente el acto mismo de caminar.
Recostado como estaba, se afliga no tanto por la enfermedad de sus
4 Ana Comnena est aqu equivocada. En el sultanato que tena su sede en Asia
Menor, o Sultanato de Rum, cuya capital fluctu entre Nicea e Iconio, la secuencia
es Suleimn ibn Kutalmish (1077-1086), Qilidj Arsln I (1092-1107), Melik Shh
/ Shhinshh (1107-1116) y Mesud II (1116-1156).

569

pies, cuanto por el retraso de su movilizacin contra los brbaros.


El brbaro Clitziastln no ignoraba estos hechos y precisamente por
este motivo se dedicaba sin la ms mnima inquietud a hacer innumerables incursiones contra los cristianos y a devastar toda Asia.
2. Nunca antes aquella dolencia haba atacado tan virulentamente al soberano. La enfermedad, que en anteriores ocasiones lo
haba postrado en medio de largos intervalos de tiempo, ahora no se
presentaba peridicamente, sino de forma continua, lo que suma al
emperador en sucesivas crisis agudas. A los hombres de Clitziastln
se les antojaba este padecimiento un simulacro de enfermedad y no
una enfermedad autntica, o peor an, efecto de su vacilacin y su
negligencia, camuflada como gota ante la opinin pblica. Por eso,
los brbaros solan burlarse del emperador en medio de tremendas
borracheras e imitaban, como espontneos actores, el dolor de pies
del soberano llegando a convertirse la dolencia de sus pies en excusa
para montar una farsa. Actuaban en escena personajes que hacan
de mdicos y de gente que atenda al soberano y presentaban en
pblico al propio emperador acostado en el lecho, con todo lo cual
se mofaban a su manera de l. Y con esta bufonada provocaban una
sonora carcajada entre los brbaros.
3. No ignoraba estos hechos el soberano y por ello, con la clera
bullendo en su interior, ansiaba vivamente presentarles batalla a esos
brbaros. No mucho tiempo despus, aliviado de su dolor, pudo
poner en marcha los planes previstos. Tras pasar por Damalis y navegar por el estrecho entre Ciboto y Egialos, lleg a Ciboto y parti
desde all en direccin a Lopadio, donde estuvo esperando la venida
de sus batallones y de todos los contingentes de mercenarios que
haba mandado reunir. Una vez hubieron llegado todos, parti con
todas sus huestes, ocup la fortaleza de San Jorge, que se halla cerca
del lago colindante con Nicea y de all regres a Nicea. Luego, en
un plazo de tres das volvi ms all del puente de Lopadio y acamp con su ejrcito en la llamada Fuente de Cariceo. Actu as para
que sus tropas despus de pasar por el puente, fijaran las tiendas en
un lugar favorable. Posteriormente, el soberano en persona cruz el
mismo puente e instal la tienda imperial al lado de todo su ejrcito.

570

4. Los muy astutos turcos, sin embargo, mientras devastaban la


llanura que se extiende entre los pies de los montes Lencianos y el
lugar llamado Coterecia, al enterarse de la llegada del soberano contra ellos, enseguida encendieron aterrados innumerables hogueras,
tal vez para crearle al observador la ilusin de que era un ejrcito
numeroso. Las hogueras iluminaban el aire, atemorizando a muchos
inexpertos en las tretas militares; pero al soberano no lo asustaba
ninguna de esas argucias.
5. Aquellos emprendieron la marcha, tras tomar todo el botn y a
todos los cautivos. Al alba, el soberano acudi apresuradamente a la
llanura ya mencionada arriba con afn de darles all mismo alcance,
pero no tuvo xito en su caza y, en cambio, hubo de entristecerse,
como es natural, al encontrarse a muchas vctimas, la mayora romanas, que an respiraban y descubrir tambin muchos cadveres.
Quera salir en persecucin del enemigo, pero para no perder toda la
presa, ya que su ejrcito entero no tena capacidad para perseguir con
rapidez a los que huan, fij all mismo el campamento, en un lugar
alrededor de Pemaneno, seleccion sin perder tiempo a unos pocos y
valientes soldados, y les encomend la misin de perseguir a los brbaros, dndoles instrucciones sobre el camino que deban seguir para
encontrarse con esos criminales. Los soldados, una vez les hubieron
dado alcance en un lugar denominado Celia por los lugareos junto
con todo el botn y todos sus cautivos, se arrojaron sobre ellos como
el fuego, pasaron enseguida a la mayora de ellos a cuchillo, capturaron a algunos y, tras apoderarse de todo el botn, retornaron con
una brillante victoria a presencia del soberano. Despus de recibirlos
y enterado del aniquilamiento de los enemigos, regres a Lopadio. Se
present all para permanecer durante tres meses completos, en parte
a causa de la sequa de las zonas por las que pensaba pasar (era verano
y el calor resultaba insoportable), en parte tambin porque esperaba
la llegada del contingente de los mercenarios que an no haba aparecido. Cuando todos estuvieron ya agrupados en ese lugar, levant el
campo, emplaz toda su fuerza militar en las cimas del Olimpo y lleg
a Aer, que est enclavado en un sitio conocido por Malagna5.
5 Probablemente, Malagina. Ver XIV V.7, nota 35.

571

6. Entre tanto, la emperatriz estaba acampada en Principo6 para


poder tener ms fcilmente noticias sobre el monarca, que a la sazn
haba llegado a Lopadio. Cuando el emperador hubo llegado a Aer,
mand buscar inmediatamente a la augusta con la monere imperial
por la extrema solicitud que ella mostraba hacia su persona y por
su presencia siempre vigilante. Esto era debido a que recelaba de su
sempiterno dolor de pies y tema la hostilidad inconfesada de quienes lo acompaaban.

II. Derrota de los turcos a manos de Estrabobasillo y Estipeotes.


Estratagemas y tcticas del soberano.
1. An no haban transcurrido tres das, cuando al amanecer se present el encargado de la cmara imperial y se coloc junto al lecho
imperial. Al despertarse la emperatriz se percat de su presencia y
adivin que traa la noticia de una invasin turca. Mientras el servidor estaba diciendo que acababan de llegar al denominado castillo de San Jorge, la emperatriz lo mand callar con un gesto de
su mano, para que no despertase al soberano. Este se haba dado
cuenta de lo que estaban diciendo, pese a lo cual se mantuvo en la
misma postura de durmiente y con idntica actitud. Cuando el sol
termin de levantarse, se dedic a las habituales tareas con el nico
pensamiento de adoptar las medidas precisas relacionadas con aquella invasin. An no haba pasado la tercera hora cuando vino otro
desde aquellos lugares, diciendo que los brbaros ya estaban cerca.
La soberana permaneca aun al lado del soberano asustada, como es
lgico, pero atenta a la voluntad de este. Cuando la pareja imperial
se dispona a comer lleg otro hombre, ensangrentado, se ech al
suelo a los pies del soberano y juraba que el peligro era ya inminente,
porque los brbaros estaban al caer.
2. El soberano orden a la emperatriz tomar sin prdida de tiempo el camino hacia Bizancio. Ella, aunque tuviera miedo, esconda
6 Hoy en da Bykada. Es la mayor de las Islas Prncipe, que se hallan en el Mar
de Mrmara. Tena numerosos monasterios.

572

sus temores en lo ms recndito de su corazn y no los demostraba


ni con sus palabras ni con su actitud. Siendo, como era, valiente y
de carcter firme, igual que aquella mujer cantada por Salomn en
sus Proverbios7, no dio muestras de tener un temperamento femenino y cobarde, segn vemos que manifiestan generalmente las mujeres cuando oyen alguna noticia terrible, momento en que acusan la
pusilanimidad en su tez y empiezan a proferir interminables gritos
de dolor, como si esas tremendas circunstancias fueran a afectarlas
directamente. Por el contrario, nuestra emperatriz, aunque estuviera
asustada, senta miedo realmente de que el soberano sufriese algn
mal imprevisto y solo en segundo lugar tema por s misma. Por
tanto, no adopt ella en esos momentos una actitud indigna de su
valenta y se alej del soberano en contra de su voluntad, mientras se iba dando la vuelta y lo iba mirando fijamente. Al cabo, se
dio nimos, haciendo gala de su fortaleza de espritu, y se separ a
duras penas del emperador. Baj de all en direccin al mar, luego
embarc en la monere que emplean las emperatrices, para terminar
finalmente atracando en Helenpolis a causa de una tormenta que
se haba desencadenado durante la travesa por las costas de Bitinia.
Permaneci en ese sitio durante un tiempo.
3. Estos fueron, pues, los acontecimientos relacionados con la
augusta. El soberano, por su parte, se arm rpidamente junto con
los soldados a su mando y sus allegados. Y tras montar todos a caballo, se encaminaron a Nicea. Pero los brbaros, que haban cogido
prisionero a un alano y que se haban enterado por l de la ofensiva
del emperador, huyeron por los mismos senderos que haban utilizado a su venida. A su vez, Estrabobasilio y Miguel Estipeotes (al or el
nombre de Estipeotes, que nadie piense en aquel semibrbaro, que
fue un esclavo comprado por el primero y que acab siendo regalado
al emperador, sino en una persona de muy elevado rango social),
hombres muy aguerridos y clebres desde haca tiempo, permanecan en las cimas de los Germios explorando sus senderos por si los
brbaros caan, como lo hacen las fieras, en las trampas que les tenan dispuestas. Cuando se hubieron enterado de su venida, fueron
7 Proverbios, XXXI 10 y ss.

573

a su encuentro por las llanuras denominadas (...) y entablando un


combate con ellos, lucharon en una cruel batalla que termin con la
completa derrota de los turcos.
4. Una vez llegado el soberano al muy mencionado castillo de
San Jorge, parti de all en direccin a una aldea llamada por los
lugareos Sagudaos8, pero al no encontrar a los turcos y tener noticias de la derrota infligida a ellos por los dos valientes citados, es
decir Estrabobasilio y Estipeotes, fij su campamento en el exterior
de esta fortaleza, satisfecho con la audacia natural de los romanos
y su triunfo. Al da siguiente descendi en direccin a Helenpolis
donde hall a la emperatriz, que an permaneca en su campamento
debido a lo innavegable del mar. Le relat lo ocurrido a los turcos,
es decir, cmo por sus ansias de victoria les haba sobrevenido una
desgracia y haban conseguido el resultado opuesto al que esperaban. Se concedi un tiempo para reponerse de su enorme cansancio
y, posteriormente, parti rumbo a Nicea.
5. Nada ms enterarse de una invasin que haba sido iniciada
por otros turcos, acudi a Lopadio, en donde, pasado un poco de
tiempo supo que un numeroso ejrcito turco estaba llegando a Nicea. Se puso entonces al mando de sus tropas y se dirigi a Co. All
se le dio la noticia de que a lo largo de toda esa misma noche los
turcos se estaban acercando a Nicea. Parti de all y lleg a Miscura
pasando por Nicea. All supo con certeza que el grueso del ejrcito
turco an no haba llegado y de que unos pocos hombres enviados
por Monolico estaban en Dolilo y en los alrededores de Nicea para
espiar sus movimientos y dar informaciones continuas sobre l a
Monolico. Envi entonces a Len Nicerites con los hombres que
estaban bajo su mando camino de Lopadio, ordenndole que estuviera siempre alerta, vigilara los senderos y lo tuviera al corriente
por escrito de aquellas noticias que consiguiera acerca de los turcos.
6. Una vez emplazado el resto de su ejrcito en una posicin
ventajosa, reconoci que era mejor no marchar todava contra el
sultn, al suponer que los brbaros supervivientes habran ido divulgando la ofensiva del emperador a todos los turcos de Asia y que
8 Sgt, en Bitinia. Aldea cercana a Nicea.

574

habran contado cmo se haban encontrado con los romanos y los


haban atacado en diferentes circunstancias, cmo les haban hecho
frente con valenta y cmo haban sido derrotados con abundantes
prdidas humanas entre prisioneros, muertos y escapados, si bien
estos ltimos eran pocos y adems heridos. Al conocer los brbaros
por estos relatos su venida, se retiraran ms all del mismo Iconio
y todos sus esfuerzos habran sido en vano. Con estas conclusiones
en su mente, dio vuelta a las riendas y lleg a Nicomedia a travs
de Bitinia a fin de que los brbaros, al no esperar un ataque suyo,
regresasen al lugar donde anteriormente cada uno tena edificada
su casa. Cuando, de acuerdo con el carcter que poseen los turcos,
hubieran recuperado su valor y volvieran a diseminarse para saquear
nuestros territorios, poniendo en prctica los primitivos planes del
sultn, en ese preciso instante tambin l con los soldados un tanto
descansados y con los caballos y acmilas cebados, emprendera en
un breve plazo y con mayor vigor la guerra contra ellos y luchara en
la batalla con ms coraje.
7. Por esto, despus de marchar a Nicomedia, como hemos dicho, tom todos los soldados que estaban bajo su mando y los acanton en las aldeas cercanas, para que caballos y acmilas tuviesen
suficiente alimento (ya que la tierra de Bitinia da abundante forraje)
y los soldados pudieran proveerse fcilmente de vveres procedentes
de Bizancio y de las localidades de sus alrededores a travs del vecino
estrecho. Les orden que prestasen mucha atencin a los caballos y a
las bestias de carga, de modo que no deban salir a cazar, ni a cabalgar bajo ningn concepto, para que, llegada la ocasin, estuvieran
fuertes, fueran capaces de transportar sin esfuerzo a sus jinetes y les
resultaran tiles en las cargas contra el enemigo.

III. Genio militar del emperador Alejo.


1. Una vez ultimadas estas disposiciones, l se apost como un viga
tras situar a distancia guardias en todos los senderos. Puesto que
pensaba permanecer all acampado durante bastante tiempo, mand

575

llamar a la augusta por los motivos que continuamente hemos venido mencionando para que estuviese a su lado hasta que decidiera
partir, hecho que tendra lugar cuando recibiera la noticia de la invasin de los brbaros. Enseguida lleg ella a Nicomedia y, al notar
que algunos opositores mostraban gran alegra, como si desearan
ultrajar al soberano reprochndole todo aquello que no haba podido hacer y murmurando que, tras prepararse tan concienzudamente
contra los brbaros y reunir tan numerosas fuerzas, se haba retirado
a Nicomedia sin haber llevado a cabo nada relevante, sinti una
profunda irritacin y un hondo pesar porque adems difundan estas calumnias sin pudor tanto por las esquinas, como por las plazas,
callejas y cruces. El soberano, como prevea que el final de la ofensiva contra los enemigos le sera favorable y como tena experiencia
sobre tan enojosos asuntos, no conceda ninguna importancia a las
charlas y a las ansias de venganza, despreciaba los trminos en que se
expresaban esas personas como si fueran juegos de nios, rindose
de su infantil comportamiento. Animaba a la augusta con halageas reflexiones, jurando que estas mismas murmuraciones seran la
causa de una victoria ms rotunda.
2. Yo considero que hay valenta en quien obtiene la victoria
gracias a la inteligencia. La fuerza del espritu se convierte sin la
sensatez en un hecho condenable y resulta temeridad y no valor.
Nos atrevemos a enfrentarnos con las armas contra lo que podemos, pero nos atrevemos tambin contra lo que no podemos, de tal
manera que, cuando un peligro nos es inminente y (...) atacar de
frente, utilizamos entonces otro modo de guerrear y nos esforzamos
por dominar al enemigo sin combatir. La primera de las virtudes
de los generales es la capacidad de obtener una victoria sin riesgos.
Con la habilidad un auriga supera a otro auriga dice Homero9.
Vencer temerariamente incluso lo desprecia el proverbio cadmeo.
Yo personalmente creo que lo mejor es utilizar en la propia batalla
astutos ardides y tcticas cuando el ejrcito no es lo bastante numeroso para hacer mella en el podero del adversario. Como puede leer
en nuestra historia quien as lo desee, no existe un nico sistema ni
9 Il., XXIII 318.

576

una sola manera de lograr el triunfo, sino que desde la antigedad


y hasta nuestros das se obtiene con medios de diferente y diversa
naturaleza. Es patente que determinados generales, antiguamente
celebrados, vencieron a sus enemigos mediante el recurso de su fuerza, pero otros generales consiguieron frecuentemente la victoria haciendo uso de otro proceder.
3. En lo que a mi padre y emperador respecta, dominaba a sus
enemigos ya mediante la fuerza, ya recurriendo a una cierta sagacidad, y hubo ocasiones en las que conceba un astuto plan durante la
batalla misma y lo llevaba audazmente a la prctica con lo que obtena inmediatamente la victoria. Bien empleando un ardid tctico,
bien luchando con sus propias manos, al final se alzaba continuamente con abundantes triunfos de forma inesperada. Era hombre
arriesgado como ningn otro y poda verse cmo los peligros se iban
acumulando sobre su persona sin descanso, pero l tan pronto se
descubra y avanzaba contra los brbaros con la cabeza sin proteccin, como finga reconocer su inferioridad y se haca pasar por un
ser asustado, si las circunstancias exigan ese tipo de actuacin y la
ocasin lo aconsejaba. En suma, venca con la huida y triunfaba con
la persecucin, se mantena erguido a pesar de caer y permaneca
derecho aun derribado, a la manera de los erizos de hierro, que, en
efecto, siempre se mantendrn en pie sin importar el modo como
se los lance.
4. Llegada de nuevo a este punto, rechazo la crtica de que soy
descubierta vanaglorindome. Con asiduidad he debido justificarme, alegando que no es el cario hacia mi padre el que provee de
palabras esta obra, sino la naturaleza de los acontecimientos. Qu
precepto de la verdad misma me impide que sea una hija amante y
veraz para con la misma persona? Yo he optado por exponer la verdad acerca de un hombre virtuoso y si coincide que es el padre de la
autora, adase el nombre de padre y dsele el valor de un elemento
accesorio, pero dependa nuestra obra de la esencia de la verdad. En
otros momentos he demostrado el cario que senta hacia mi padre y por ello he aguzado contra m las lanzas de mis enemigos y
he afilado sus espadas, bien lo saben todos los que no ignoran mis

577

circunstancias vitales. A pesar de todo, no poda traicionar a la verdad en el instante de elaborar mi historia. Uno era el momento del
cario hacia mi padre, en el que he actuado con valor, y otro, el de
la verdad, el cual, una vez presentado, no podra yo mostrar toscamente. Como he dicho, aunque este preciso momento me distinga
como amante hija de mi padre, no por ello ninguna persona me
reprochar que haya ocultado la verdad.
5. Pero devolvamos la historia a su objetivo originario. El soberano, a la hora de fijar en aquel lugar su campamento no tena ms
misin que la de reclutar a nuevos soldados para todo su ejrcito e
instruirlos concienzudamente sobre cmo tensar el arco y manejar
la lanza, montar a caballo y maniobrar en diversas formaciones con
aquel nuevo tipo de alineacin que invent mientras enseaba a los
guerreros. A veces l tambin cabalgaba a su lado, recorra las falanges y daba las recomendaciones pertinentes. Cuando el sol estaba
abandonando los ciclos ms largos, dejando de lado el equinoccio de
otoo e inclinndose ya sobre los crculos meridionales, consider
que este momento era favorable para iniciar la campaa y se dirigi
sin desviarse con todas sus fuerzas hacia Iconio de acuerdo con los
objetivos que se haba impuesto desde el principio.
6. Entonces, ya en Nicea, destac del grueso del ejrcito a algunos soldados armados ligeramente con jefes experimentados y les
orden que hicieran una incursin de forrajeo organizando escaramuzas dispersas. Incluso en el caso de que se alzaran gracias al
auxilio de Dios con la victoria y derrotaran al enemigo, no deban
perseguirlo largo rato y deban hacer el camino de regreso en formacin, satisfechos por el triunfo concedido. As pues, una vez llegados
con el soberano a un lugar que se halla (...), conocido por los lugareos como Gaita, partieron aquellos inmediatamente y el soberano
levant el campo junto con todas sus fuerzas para llegar al puente
que se halla cerca de Pitecas10. Luego, en tres das, por Armenocastro y por un lugar llamado Leucas lleg a la planicie de Dorileo.
Como pensaba que esta tena suficiente capacidad para un ejrcito
en formacin y deseando contemplarlo entero y revistar en pleno el
10 Entre Nicea y Malagina.

578

contingente armado, lo puso en orden de acuerdo ntegramente en


aquella ocasin con la alineacin de combate que tena proyectada
y que haba descrito con frecuencia esbozando sus lneas en notas
escritas (tampoco desconoca las tcticas de Eliano11) y acamp en
aquella llanura.
7. Saba por su grandsima experiencia que la formacin turca
no tiene semejanza con ninguna de las formaciones de otros pueblos, ni siguen las recomendaciones que da Homero cuando dice:
El escudo se apoya en el escudo, el casco en el casco y el hombre
en el hombre12; antes bien, entre los turcos es costumbre que el ala
derecha, el ala izquierda y el centro estn separados uno de otro
y que las falanges estn como desgarradas unas de otras. Cuando
alguien ataca al ala derecha o izquierda, el centro y la parte de las
tropas turcas que viene tras estas lneas caen al mismo tiempo sobre
l, conmocionando como un torbellino lo que halla a su paso. Entre
sus planteamientos blicos no entra el uso de la lanza, como hacen
los llamados celtas, sino que rodean por todas partes al enemigo, lo
acosan con sus flechas y organizan la defensa a distancia. Cuando al
turco le toca perseguir, logra capturar al enemigo gracias a su arco
y cuando le toca ser perseguido, sale airoso gracias tambin a sus
flechas. Dispara un dardo, el dardo vuela y alcanza al caballo o al
jinete y, como procede de una mano muy potente, atraviesa todo el
cuerpo. Tan buenos arqueros son.
8. En todo caso, cuando aquel expertsimo emperador hubo observado esta tctica, organiz la formacin y emplaz las falanges de
tal modo que los turcos tuvieran que disparar sus arcos desde el ala
derecha, donde los escudos ofrecen proteccin, y los nuestros disparasen desde la izquierda, donde est el cuerpo al descubierto. Con
el pensamiento puesto en lo invencible de su formacin, l admir
sus huestes. Crea que este orden tctico era como de inspiracin
11 Eliano el Tctico. Vivi en el siglo II d.C. Escribi un tratado sobre Los ordenamientos tcticos de los griegos. Se lo dedic a Trajano. En su obra describe las caractersticas de los ejrcitos macedonios posteriores a Alejandro Magno y sus tcticas.
Tambin le dedica un breve espacio al ejrcito romano de su tiempo.
12 Il., XIII 131; XVI 215.

579

divina y que semejante disposicin haca parecer a sus tropas un


ejrcito de ngeles. Todos estaban maravillados y alegres, confiados
en las ideas del soberano. l reflexionaba a la vez sobre sus fuerzas
e imaginaba las planicies por las que iba a pasar, y la solidez de la
formacin, a la que tambin consideraba inquebrantable. Por todo
ello conceba una hermosa esperanza y suplicaba a Dios que esta se
hiciera realidad.

IV. Continan las campaas contra los turcos.


1. Tras alinear sus tropas segn este orden de combate, lleg a Santbaris13 (...) destacando a todos los jefes de esa formacin, envi a
Camitzes contra Poliboto y Cedrea (este es un pueblo muy fortificado al mando de un strapa llamado Puqueas) y (...) a Estipeotes que
partiera contra los brbaros de Amorio. Dos escitas, que se haban
percatado del plan y que haban desertado, informaron a Puqueas
del ataque de Camitzes as como de la llegada del soberano. Aquel,
posedo de un gran temor, parti del lugar que ocupaban durante
la vigilia central de la noche y escap en compaa de sus congneres. Al amanecer lleg Camitzes, sin hallar ni a Puqueas ni, por
supuesto, a ningn turco. Aunque haba hallado el pueblo, esto es,
Cedrea, repleto de botn, no le concedi la ms mnima importancia
a este hecho y mostraba su irritacin igual que los cazadores cuando
pierden una presa ya cobrada, y sin detenerse, al instante volvi las
riendas y march contra Poliboto. Cay sobre los turcos por sorpresa, mat a numerosos brbaros y con el botn y los cautivos en su
poder acamp en aquella zona a la espera de la llegada del soberano.
Lo mismo hizo Estipeotes cuando hubo llegado a Pemaneno y luego
retorn junto al emperador.
2. El soberano, a su vez, lleg tambin a Cedrea al anochecer.
Algunos soldados que acudieron a l le informaron de que haba
una masa innumerable de brbaros emplazados en los vecinos
pueblos de Burtzes, personaje antiguamente clebre. El soberano
13 En Frigia, al noroeste de Amorio.

580

enseguida prest odos a las informaciones y se puso en marcha.


Una vez preparados el hijo del famoso Burtzes, llamado Bardas de
nombre, Jorge Lebunes y un escita conocido en lengua esctica por
Piticas junto con las tropas a su mando y al frente de un aguerrido
contingente de soldados, los envi contra los turcos con la orden de
que cuando llegaran a su punto de destino realizaran incursiones
contra las aldeas circundantes, devastndolas todas, y que movieran
a sus habitantes para trarselos all.
3. Aquellos emprendieron sin tardanza el camino planeado y
el soberano conforme con su plan originario se apresur a llegar a
Poliboto para partir seguidamente hacia Iconio. Estaba reflexionando sobre estos planes y se dispona a ponerlos en prctica, cuando
alguien le asegur que los brbaros y el propio sultn Solimn, enterados de su ofensiva, haban incendiado los campos y las llanuras
de toda Asia, de modo que no pudieran suministrar ningn tipo de
alimento ni a hombres ni a caballos. Al mismo tiempo, se difunda
la noticia de otro ataque protagonizado por brbaros del norte con
un alado rumor que corra por toda Asia. Tema que en su viaje hacia Iconio todo su ejrcito acabara siendo vctima del hambre por la
escasez de vveres e igualmente senta inquietud porque presuma la
llegada de aquellos esperados brbaros.
4. Concibi, por tanto, un plan inteligente y audaz. Preguntar a
Dios si deba emprender camino hacia Iconio o atacar a los brbaros
asentados en los alrededores de Filomelio. Apunt las alternativas en
dos notas, las deposit encima de la mesa del altar y ofreci a Dios
durante toda la noche los himnos y las letanas. Al alba, el sacerdote
penetr, tom consigo una de las dos notas depositadas, la despleg
delante de todos y ley al soberano la orden de ponerse en camino
hacia Filomelio.
5. Mientras estos hechos sucedan en el lugar donde estaba el soberano, Bardas Burtzes observ durante su ruta a un numeroso ejrcito que corra a reunirse con Monolico por el puente de Zompe14
y, tras armarse rpidamente, se enfrent con ellos en la llanura de
Amorio y los venci completamente. Pero otros turcos que venan
14 Puente sobre el ro Sangario.

581

por el este e iban rpidamente al encuentro de Monolico, se encontraron con el campamento de Burtzes cuando todava no haba
llegado, se aduearon de los animales de carga que all haba y de la
impedimenta de los soldados. Cuando Burtzes regresaba triunfador
del lugar de la batalla transportando un enorme botn, se encontr
con un hombre que vena del campamento y se enter de cmo los
turcos se haban marchado despus de apoderarse de todo lo que haba en l incluido su botn. Estuvo reflexionando sobre lo que deba
hacer. Como los brbaros iban ganando terreno rpidamente, quera
lanzarse tras ellos sin prdida de tiempo, pero no poda porque los
caballos estaban agotados. Renunci por ese motivo a la persecucin para no tener peores consecuencias, y marchando lentamente
en formacin, lleg al alba a las ya citadas villas de Burtzes y las
evacu todas. Tomaron de all los prisioneros y se llevaron cuantos
bienes posean los brbaros. Tras descansar en un lugar adecuado
brevemente l y todos sus hombres, a la salida del sol reanudaron el
camino en direccin al soberano.
6. En esto, sucedi que se tropezaron con l nuevas tropas turcas. Enseguida les hizo frente, lo que dio lugar a un violento combate. Despus de estar peleando durante bastante tiempo, los turcos
acabaron solicitando a los cautivos y el botn que se les haba arrebatado, asegurando que si se les entregaba lo que pedan no volveran
a intentar un ataque contra los romanos y retornaran a sus casas.
Pero Burtzes no tena la menor intencin de acceder a las peticiones
de los brbaros y les plant cara resueltamente con una batalla en la
que luch valientemente. Como el da anterior no haban probado
ni un trago de agua por estar imbuidos en los avatares de la guerra,
cuando llegaron a la orilla de un ro, refrescaron los ardores de la sed
y se fueron introduciendo de nuevo alternativamente en la batalla.
Mientras unos hacan frente a la batalla, los que estaban agotados se
recuperaban gracias al agua.
7. Al comprobar Burtzes el gran valor de los brbaros y vindose
exhausto ante tan enorme muchedumbre de enemigos, cay en el
desaliento y envi al emperador con la noticia de lo que ocurra no
ya a uno cualquiera de los soldados rasos, sino al ya citado Jorge

582

Lebunes, quien, al no ver ningn camino en el que no estuvieran


presentes las tropas turcas, se arroj temerariamente en medio de estas, las atraves y pudo ponerse a salvo junto al emperador. Este, una
vez enterado de la situacin por la que atravesaba Burtzes y puesto al
corriente con exactitud del nmero de turcos y de la necesidad que
tena Burtzes de grandes refuerzos humanos y materiales, se coloc
las armas y arm al ejrcito. Una vez dispuestas las tropas en falanges, emprendi camino contra los brbaros en correcta formacin.
8. Al mando de la vanguardia iba el emperador; del ala derecha,
iba Brienio; del ala izquierda, Gabras y de la retaguardia, Cecaumeno. Puesto que los turcos los estaban esperando desde lejos, Nicforo, el sobrino de la emperatriz15, que era joven y deseaba ardientemente combatir, se adelant de la formacin arrastrando consigo
a algunos escuderos de Ares y, tras hacer frente a los primeros que
se lanzaban contra l, fue alcanzado en la rodilla, pero l, a su vez,
alcanz con su lanza el pecho de quien lo haba herido. Este, derribado del caballo, pronto yaci muerto en tierra. Nada ms ver ese
hecho, los brbaros que estaban situados detrs dieron pronto la
espalda a los romanos. El emperador recibi contento a ese joven
como a un hroe, le hizo grandes elogios y a continuacin emprendi camino hacia Filomelio.
9. Al da siguiente de su llegada al lago de los Cuarenta Mrtires16
alcanz el lugar llamado Mesanacta17. De all parti y se apoder de
Filomelio al primer asalto. Luego, destac diversas secciones de todo
el ejrcito y las envi junto con sus valerosos jefes contra todas las
aldeas limtrofes prximas a Iconio para que las devastaran y recuperaran a los cautivos de sus manos. Ellos se dispersaron como fieras
en todas direcciones por destacamentos y retornaron trayendo a los
cautivos que haban liberado de los brbaros junto con su impedimenta. Los seguan voluntariamente tambin los romanos oriundos
15 Se trata de Nicforo Palelogo, hijo de Jorge Palelogo y de Ana Ducas, hermana de Irene, la madre de Ana Comnena. Jorge Palelogo y Ana Ducas tuvieron
otro hijo, Andrnico Ducas.
16 Hoy Ak ehir Gl, en Frigia, al norte de Filomelio.
17 Antiguamente, Diptamos, en Frigia.

583

de dichos territorios y que huan de la dominacin de los brbaros,


mujeres con recin nacidos, nios e incluso hombres, como si huyeran buscando el refugio que les ofreca el soberano. l, una vez
dispuesta su nueva y famosa formacin y colocados en su interior
los prisioneros junto con las mujeres y los nios, tom el mismo
camino que haba seguido a la venida y por donde iba pasando marchaba con toda seguridad. Se hubiera dicho al contemplarlos que era
una ciudad viviente, fortificada y en movimiento la que marchaba
de acuerdo con aquella novedosa alineacin que ya he mencionado.

V. Monolico y el sultn se admiran de la formacin tctica del


soberano. Muerte de Andrnico Comneno y lamento de la autora.
1. En su avance no haca aparicin ningn brbaro, pero Monolico segua emboscado al ejrcito por cada flanco y con abundantes
fuerzas. A su paso por la llanura entre Poliboto y dicho lago, una
seccin del ejrcito brbaro con hombres sin equipo y armados
ligeramente, se embosc a cada lado del ejrcito y apareci de repente en lo alto de los montculos. El archistrapa Monolico, al
ver aquella nueva formacin, viejo como era y con experiencia en
muchas guerras y disposiciones tcticas, se qued maravillado y
asombrado por aquella nueva disposicin de las lneas e indag
para saber quin era su comandante. Supona que el jefe de los
batallones y de aquella nueva formacin no era otro que el soberano Alejo. Y quera atacar, pero no poda. No obstante, orden
proferir el grito de guerra. Haba concebido el plan de ofrecer a
los romanos la apariencia de un numeroso ejrcito, no cerrando
las filas y ordenando correr de forma dispersa y desorganizada de
acuerdo con la tctica que arriba hemos descrito, a fin de asustar a
las tropas romanas con lo inesperado del espectculo y hacindoles
or el retumbar de las cabalgadas.
2. El soberano, por su parte, que iba al frente de la formacin presidindola como una torre o una columna de fuego o una

584

visin divina y celestial, anim a sus falanges, orden que avanzasen manteniendo la misma formacin y los exhort a tener valor,
aadiendo a sus palabras que aceptaran este esfuerzo tan grande
no por la salvacin personal, sino por la gloria y el honor de los
romanos, y adems que estuviesen dispuestos a morir sin reservas
por el bien de todos. En consecuencia, todos y cada de uno ellos
guardaban su puesto llenos de coraje, mientras iban cubriendo etapas con tanta tranquilidad, que los brbaros crean que ni siquiera
se estaban moviendo. Como a pesar de sus continuos ataques a lo
largo de aquel da los enemigos no haban sacado ningn provecho ni haban logrado romper total o parcialmente la cohesin del
ejrcito romano, regresaron sin xito a las cimas de las colinas. Entonces encendieron muchas hogueras y se dedicaron a aullar como
lobos durante toda la noche, llegando incluso en algn momento
a burlarse de los romanos, pues haba semibrbaros entre ellos que
hablaban griego. Cuando amaneci, Monolico organiz el mismo
plan y orden a los turcos que lo llevaran a cabo.
3. Entre tanto, hizo acto de presencia el propio sultn Clitziastln, que primero qued asombrado al ver la correcta formacin del
ejrcito romano y a continuacin se burl, como joven que era,
del anciano Monolico por su retraso en presentar batalla al soberano. Este repuso: Yo, sea por anciano o por cobarde, el caso es
que hasta aqu he venido retrasando el momento de enfrentarme
abiertamente al soberano. Pero si t piensas que tienes ms valor,
adelante, intntalo. Los hechos nos darn la leccin. El sultn,
pues, se lanz contra los soldados que marchaban en retaguardia,
mientras ordenaba a los dems strapas que atacaran frontalmente
al soberano y encargaba a otros el curso de la batalla en cada uno
de los dos flancos de la formacin. El csar Nicforo Brienio, que
comandaba el ala derecha, al percatarse de que se estaba produciendo una batalla en retaguardia, senta un fuerte deseo de acudir
en defensa de las lneas de atrs, pero no quera dar ni una muestra
de inexperiencia o inmadurez, por lo que iba conteniendo su clera pese a la rabia que senta contra los brbaros, y se esforzaba por
continuar su camino en correcto orden y con la misma formacin.

585

4. Como los brbaros peleaban valientemente, el porfirogneto


Andrnico, el ms querido de mis hermanos, que comandaba el ala
izquierda, volvi las riendas y realiz con su falange una violenta
carga contra los brbaros. Y l, que estaba en el momento ms hermoso de su vida, que era prudentemente audaz, de mano experta y
de una extraordinaria inteligencia en el combate, se nos fue antes de
tiempo, parti de esta vida sin que ninguno de nosotros lo esperara y
desapareci. Ah, la juventud, el cuerpo vigoroso, las giles cabalgadas! Adnde os habis ido? Mi sufrimiento me fuerza a entonar un
canto triste sobre este tema, pero las leyes de la historia me vuelven
a apartar de mi propsito. Puede uno admirarse de que hoy en da
nadie se convierta en piedra, en pjaro, en rbol o en cualquier ser
inanimado, transformando en alguno de esos objetos la propia naturaleza por el cmulo de infortunios, como dicen que suceda en la
antigedad, sea fbula o historia cierta. Quizs sera mejor que nuestra naturaleza se metamorfoseara en seres que nada sienten antes que
encajar tan duras sensaciones de infortunio. Si todo aquello hubiera
sido cierto, muy pronto los terribles acontecimientos que he sufrido
me hubieran convertido en piedra.

VI. Astuta retirada de Alejo. Paz con los turcos.


1. Cuando Nicforo vio que la batalla haba llegado al cuerpo a cuerpo, temiendo una derrota, dio un giro total a sus riendas y acudi
rpido con sus lneas en su defensa. Entonces, los brbaros dieron
la espalda en una huida a la desbandada acompaados del sultn y
ascendieron presurosamente a las cimas de las colinas. En aquella
ocasin, muchos cayeron durante la lucha y muchos ms fueron
capturados. Ante la dispersin general de todos los supervivientes,
el propio sultn, que haba perdido las esperanzas de salvarse, huy
con la nica compaa de su copero y subi a un templo construido
en una elevacin, en la que haba plantados alrededor una lnea de
muy altos cipreses, acosado por tres escitas, que lo perseguan y por
el hijo de Uzs. Gracias a que los esquiv girando levemente hacia

586

otro lado y a que no era una persona conocida por sus perseguidores,
logr ponerse a salvo, pero los escitas capturaron por lo menos al
copero y lo condujeron como un importante regalo a presencia del
soberano. El emperador se alegr por esa victoria sobre el enemigo,
pero estaba molesto porque el sultn no haba sido capturado ni
haba cado en sus manos, al haber escapado por un pelo, como se
suele decir.
2. Cuando cay la tarde, acamp en aquel lugar. Los brbaros
supervivientes de la batalla, tras ascender de nuevo a las cimas, encendieron innumerables hogueras y estuvieron durante toda la noche ladrando como perros contra los romanos. Un escita, que haba
desertado del ejrcito romano, se present ante el sultn y le dijo:
No intentes librar combate con el soberano durante el da, pues no
sacaras ningn beneficio. Por el contarlo, como las tiendas de su
campamento estn concentradas porque la llanura no tiene bastante
amplitud, tus arqueros armados ligeramente deben bajar de noche
a los pies de estas colinas y dispararles sin descanso sus flechas. As
infligirn al ejrcito romano no cualquier castigo.
3. Entonces tambin un semibrbaro, pasando inadvertido a la
vigilancia de los turcos, escap de su campamento para ir al encuentro del emperador, transmitirle todas las recomendaciones que aquel
escita le haba hecho al sultn y referirle con detalle todos los planes
que haban elaborado contra el ejrcito romano. Nada ms enterarse
de ello, el soberano dividi el ejrcito en dos partes y orden a la
primera que se introdujese rpidamente dentro del campamento y
que estuviese alerta y a la segunda que se armase y, una vez fuera del
recinto, se adelantase yendo al encuentro de los turcos que vinieran y trabase combate con ellos. Los brbaros rodearon de noche
el ejrcito y realizaron numerosas incursiones en torno a los pies de
las colinas sin cesar de arrojar continuamente sus dardos contra el
ejrcito. Pero los romanos, que actuaban segn las instrucciones del
soberano, se defendan sin romper la formacin. Cuando comenzaba a clarear el da, todos conservaban el mismo puesto de la noche
anterior y, una vez situados de nuevo en el interior de la formacin
el botn, toda la impedimenta y los cautivos junto con las mujeres y

587

los nios, reanudaron el camino en direccin a Ampus18. All les sobrevino un duro y sangriento combate. El sultn, despus de haber
reagrupado otra vez sus fuerzas y rodeado el ejrcito, mantuvo en
torno a este una valiente pelea, pero no pudo quebrar las compactas
lneas de los romanos y fue rechazado sin xito, como si hubiera
acometido a muros de diamante. Como consecuencia, durante toda
aquella noche sinti gran irritacin y, tras renunciar sin paliativos,
estuvo deliberando con Monolico y los dems strapas. Cuando el
da se iluminaba, pidi la paz al soberano con la aprobacin de todos
los brbaros.
4. El soberano no lo rechaz, sino que acogi su ruego y orden
enseguida que se diera el toque de parada. Mand que todos permanecieran quietos en idntica posicin a la que tuviesen en ese momento, sin desmontar de los caballos, ni descargar la impedimenta
de las acmilas, cubiertos con escudo, yelmo y lanza, como durante
todo el viaje realizado. El soberano adoptaba estas medidas con el
nico fin de evitar que por la confusin que se origina frecuentemente se quebrara la compostura de las lneas y pudieran ser todos
entonces fciles de capturar. Tema, al ver que los turcos eran una
masa numerosa, un ataque general contra el ejrcito romano. El soberano se situ en una posicin adecuada y, tras seleccionar a todos
sus parientes y a numerosos soldados para que ocuparan los lugares a
cada lado suyo, l mismo se puso en la presidencia con sus allegados
por sangre y parentesco a su derecha e izquierda y a continuacin
de estos, con un grupo mixto de la lite de sus soldados, todos completamente armados. Y el brillante fulgor de sus armas iluminaba el
ambiente ms incluso que los rayos del sol.
5. Acudi tambin entonces el sultn con los strapas que estaban bajo sus rdenes y cuya presidencia ocupaba Monolico, persona por encima de todos los turcos de Asia en edad, experiencia y
valenta. Se present ante al emperador en la llanura que hay entre
Augustpolis y Acronio. Los strapas, cuando distinguieron de lejos al soberano, descendieron de sus caballos y le otorgaron la reverencia acostumbrada a los emperadores. El sultn intent, a su
18 Puede tratarse de Ambanaz, en Frigia, al norte de Acruno.

588

vez, repetidamente desmontar de su caballo, pero el soberano no


lo aceptaba; sin embargo, desmont rpidamente y le bes el pie.
El emperador le tendi la mano y lo anim a montar en un caballo
de raza. Este mont, se acerc al lado del soberano y sin perder un
momento se despoj de la armadura que vesta y la deposit en los
hombros de aquel. Luego, tras unos pocos instantes, expuso en pblico todos sus planteamientos, diciendo: Si aceptis ser sbditos
del imperio de los romanos y abandonar vuestras incursiones contra
los cristianos, gozaris de honor y favores, y en lo sucesivo viviris
en libertad dentro de los territorios pertenecientes a vosotros, es decir, all donde antiguamente tenais vuestras moradas, antes de que
Romano Digenes tomara las riendas del imperio y sufriera aquella
famosa derrota como consecuencia de haber librado con el sultn
una desafortunada batalla, que termin en su cautiverio a manos de
este. Debis anteponer la paz a la guerra y debis tambin retiraros
de las fronteras bajo dominio romano, conformndoos con las vuestras propias. Si hacis caso de m, que os estoy prestando los mejores
consejos, no os arrepentiris en modo alguno y os encontraris en
posesin de abundantes beneficios. De no actuar as, sabed que yo
ser el exterminador de vuestra raza.
6. El sultn y sus strapas mostraron una excelente disposicin
ante estas condiciones de paz, diciendo: No hubiramos comparecido en este lugar voluntariamente, si no prefiriramos firmar la
paz con Vuestra Majestad. Despus de tener esta conversacin, los
despidi a las tiendas asignadas a ellos con la promesa de firmar el
tratado al da siguiente. Al otro da, el emperador se volvi a entrevistar con el sultn, llamado Saisn19, ratific el tratado segn la costumbre y, tras regalarle una abundante cantidad de dinero y hacer
entrega de numerosas ddivas a los strapas, los despidi contentos.
7. Entre tanto, el emperador, enterado de que Masut20, el hermano bastardo de aquel, deseando apoderarse de su reino, haba
planeado la muerte de Saisn incitado por determinados strapas,
19 Ana Comnena llama aqu Shhinshh (Saisn) a quien hasta ahora haba llamado Qilidj Arsln (Clitziastln). Ver nota 1 de este libro.
20 El futuro Mesud o Masud I (1116-1156).

589

como suele ocurrir siempre, le aconsej que esperase un poco de


tiempo hasta que supiera con mayor claridad lo que se tramaba contra l. De este modo partira al tanto de sus planes y prevenido. Pero
l, sin prestar la menor atencin al consejo del soberano y confiado
en s mismo mantuvo su propsito. En consecuencia, para no dar
la impresin de que el soberano estaba reteniendo por la fuerza al
sultn, que haba acudido a su presencia voluntariamente, y se levantaran crticas contra l por este motivo, accedi a los deseos del
brbaro, diciendo: Hubiera sido oportuno aguardar un poco de
tiempo; pero como es aquello lo que tienes en mente, adoptemos
el mal menor, como se dice. Toma contigo a bastantes de nuestros
soldados catafractos romanos, que mantendrn tu integridad a salvo
hasta que llegues a Iconio. Tampoco acept el brbaro esta escolta,
pues tan arrogante es el carcter de los brbaros que se creen superiores a las propias nubes. As pues, tras despedirse del soberano y recibir grandes cantidades de dinero emprendi el camino hacia su casa.
8. De noche el sultn tuvo un sueo que no era engaoso, ni se
lo enviaba Zeus, ni lo incitaba a la batalla, como dice la dulce poesa21, parecido al hijo de Neleo, sino que vaticinaba la verdad al
brbaro. Le pareca, ms o menos, que una masa de ratones lo haba
rodeado durante la comida con el empeo de arrebatarle de la mano
el pan que estaba comiendo. Cuando l intentaba librarse de ellos
con ademanes displicentes, sbitamente, cambiaron de naturaleza
para convertirse en un len y pudieron con l. Cuando despert,
cont el sueo al militar del soberano que lo acompaaba durante el
camino y lo interrog sobre su significado. Aunque le interpretara el
sueo en el sentido de que los ratones y el len eran sus enemigos, l
no quera creerlo y continuaba su viaje diligente e irreflexivamente.
A buen seguro, haba destacado a exploradores para que vigilasen
por si alguno de sus adversarios haba salido a realizar una incursin.
Esos exploradores fueron a encontrarse con el propio Masut, que
estaba al llegar a la cabeza de un gran ejrcito, trataron con este, se
pusieron de acuerdo en sus planes contra Saisn y volvieron asegurando que no haban visto a nadie. Las tropas brbaras de Masut se
21 Il., II 20.

590

encontraron con Saisn, que haba aceptado las palabras de sus exploradores como fidedignas, haciendo su ruta despreocupadamente.
9. Un tal Gazes, hijo del strapa Asn Catuc22, a quien haba
matado el sultn Saisn, se adelant de la falange y lo acometi con
su lanza. l se volvi con agilidad y arrebat la lanza de manos de
Gazes, diciendo: No saba yo que ahora hasta las mujeres llevan
lanzas entre nosotros. Saisn huy entonces camino del emperador,
pero quien logr disuadirlo de esta decisin fue Puqueas, que lo
acompaaba y que estaba vinculado desde haca tiempo a la faccin
de Masut, aunque aparentemente se ofreca de modo amistoso a Saisn para darle buenos consejos. En realidad, lo estaba precipitando
al interior de sus redes y de sus trampas con sus recomendaciones
en el sentido de que no retornara junto al emperador y entrara, pese
a que con ello se apartaba un poco de su ruta, en Tiragio, una villa
que se encuentra cerca de Filomelio. El ingenuo Saisn hizo caso a
las palabras de Puqueas y fue recibido amablemente a su llegada a
Tiragio por sus moradores romanos, ya que estaban al corriente de
la simpata que el emperador tena por l. Pero llegaron Masut y los
brbaros y pusieron cerco a la muralla. Saisn se asomaba entonces
y profera terribles amenazas a sus congneres brbaros, diciendo
que ya estaban a punto de llegar las tropas romanas del soberano y
que si no abandonaban la batalla sufriran esto, lo otro y lo de ms
all. Tambin los romanos del interior de la plaza hacan frente a los
turcos con valenta.
10. Pero Puqueas dio por concluida la comedia y sac a la luz el
lobo que iba oculto bajo su piel. Descendi de las almenas prometiendo a Saisn que iba a animar a los habitantes para que lucharan
con mayor valenta. La realidad fue que los amenaz y les aconsej que se rindieran abriendo las puertas a los turcos, si no queran
acabar como vctimas de la mano brbara, ya que estaban al llegar
numerosas fuerzas de Corosn. Ellos, en parte asustados por la multitud de los brbaros que los asediaban y en parte convencidos por
las advertencias de Puqueas, dieron paso franco a los turcos y, tras
capturar al sultn Saisn, lo privaron de la vista. Como carecan
22 Puede tratarse del Hasn de XIV I.5.

591

de un instrumento til para esa tarea, se us un candelabro que el


soberano haba regalado a Saisn. Pudo verse entonces cmo el receptculo de la luz se convirti en causante de sombras y oscuridad.
Puesto que an poda vislumbrar alguna pequea luz, cuando lleg
a Iconio asistido por un gua, confi este hecho a su nodriza y esta
hizo lo mismo a su propia esposa. Llegada as esta noticia a odos de
Masut23, perturb el nimo del brbaro. Y l, encolerizado, orden a
Elegmo (un strapa ilustre) que lo estrangulase con una cuerda. As
concluy la vida del sultn Saisn por no echar cuenta en su temeridad a los consejos del soberano. El soberano, por su parte, continuaba su camino hacia la ciudad imperial conservando perfectamente la
formacin en idntico y correcto orden.

VII. Regreso de Alejo a Constantinopla. Desvelos del emperador


por los menos favorecidos y por la educacin de sus sbditos.
1. Al or hablar de formacin y falanges, cautivos y botines, general
y jefes de batallones, alguien podra creer que est oyendo hablar
de aquellas tcticas que todo historiador y poeta menciona en sus
obras. Sin embargo, esta formacin a todos les pareca nueva e inusitada, de unas caractersticas que nunca nadie haba visto antes ni
ha sido legada por la historia a la posteridad. Cuando iba camino de
Iconio, esta formacin marchaba en orden y llevaba un movimiento
perfectamente compenetrado con el ritmo que marcaba la flauta. Se
habra dicho al observar la falange entera que permaneca inmvil
cuando se mova y que andaba cuando estaba parada. Con sus lneas
compactas y cohesionadas se pareca a las inconmovibles montaas,
movindose todo el conjunto de la falange en sus desplazamientos
como un nico y enorme ser vivo que se moviera y se desplazara
alentado por una nica alma. Cuando lleg a Filomelio, tras liberar
23 Malik Shh haba mandado encarcelar a Masud, su hermano bastardo, pero
logr escapar gracias a un emir y cerrar una alianza con Ghzi II (1104-1134), un
jefe Danishmend que le prest ayuda militar. Masud se hizo con Iconio y usurp
el trono a su hermano. Ms tarde afianz su alianza con Ghzi mediante un matrimonio.

592

por doquier a quienes estaban bajo el yugo brbaro, como arriba se


ha dicho, introdujo en medio de la formacin a cautivos, mujeres,
nios y todo el botn y se puso en el camino de vuelta apaciblemente
con un movimiento lento y semejante al de las hormigas.
2. Como haba muchas mujeres embarazadas y otras muchas
sufran enfermedades, cuando una mujer estaba a punto de dar a
luz, tocaba la trompeta a una seal del soberano, todos se detenan
enseguida y la formacin entera se quedaba quieta en el mismo lugar. Nada ms enterarse de que el parto haba concluido, mandaba
dar otro toque, que no era de los habituales, comunicando la puesta
en marcha y animando a todos a caminar. Si alguien se estaba muriendo, de nuevo suceda lo mismo y el soberano se presentaba en
el sitio donde yaca el moribundo, llamaba a los sacerdotes para que
cantaran los himnos postreros y para que le dieran los sacramentos
al agonizante y, una vez se haban celebrado las honras fnebres a
los difuntos de acuerdo con las normas sagradas, hasta que el muerto no estuviera enterrado, no permita que se moviera en lo ms
mnimo la formacin. A la hora de comer, haca llamar a todas las
mujeres y hombres que estuvieran agotados por las enfermedades o
la vejez, les ofreca lo mejor de su comida y ordenaba a sus comensales que hicieran lo mismo. Su mesa era como un banquete divino,
sin el fastidio de la presencia de instrumentos, flautas, tmpanos ni
tipo alguno de msica. Debido, pues, a la proteccin que otorgaba
personalmente a esos desgraciados, cuando lleg a Damalis (era el
atardecer) no quiso que se le celebrase una brillante recepcin, ni
que se organizara un cortejo imperial, ni quiso vistosos montajes, ni
esperar al da siguiente para cruzar el estrecho, como hubiera sido
preciso. Antes al contrario, embarc inmediatamente en una monere y lleg a palacio a la hora en que se encienden las lmparas.
3. Dedic el da siguiente entero al cuidado de cautivos y recin
llegados. Reparti entre todos aquellos de sus allegados, que saba
llevaban una vida honesta, y entre los higmenos24 de los sagrados
monasterios a todos los nios que haban quedado privados de padres y estaban sumidos en la amarga desgracia de la orfandad, y
24 Abades.

593

les recomend que no los criasen como esclavos, sino como seres
libres, considerndolos merecedores de una completa formacin e
instruyndolos en las Sagradas Escrituras. Tambin entreg algunos
al orfanato que l haba fundado y que estaba pensado ms como
escuela para quienes quisieran aprender, a fin de que sus directores
les ensearan el ciclo completo de estudios25.
4. En el sector que existe junto a la acrpolis, donde se abre el
acceso al mar, haba encontrado un templo de enorme tamao bajo
la advocacin del gran apstol Pablo y construy all, dentro de la
ciudad imperial, otra ciudad. El propio templo estaba, como una
ciudadela, en la parte ms elevada de esa ciudad. La nueva ciudad
se extiende a lo largo y a lo ancho sobre un nmero de estadios que
cualquiera podra decir. En su interior hay erigidas circularmente
un conjunto abigarrado de viviendas, moradas para los pobres y, lo
que demuestra mayor caridad, hospicios para personas mutiladas. Es
posible ver cmo esas personas, ciegos, cojos y gentes afligidas por
otras desgracias, van acudiendo uno por uno. Dirase que es el prtico de Salomn26, vindolo repleto de hombres invlidos en todo su
cuerpo o solo en parte del mismo.
5. Este recinto circular es doble y gemelo. Los unos, hombres y
mujeres mutilados, habitan en la parte superior. Otros se arrastran
en la planta baja. Respecto a las dimensiones del recinto, son tales,
que si alguien desea ver a esas personas y comenzara por la maana, concluira el recorrido al atardecer. Estas caractersticas tiene la
ciudad y as son tambin sus habitantes. Carecen de terrenos, de
viedos y de cualquiera otro bien con cuyo cuidado nos ocupamos
la vida. Cada uno o cada una habita con la paciencia de Job27 la casa
edificada para ellos, y el alimento y el vestido se los suministra generosamente la mano imperial. Lo ms inslito es que estos indigentes,
como si fuesen seores con propiedades y con todo tipo de recursos,
25 El triuium (gramtica, dialctica y retrica) y el quadriuium (matemtica, geometra, msica y aritmtica).
26 La autora confunde dos pasajes del Nuevo Testamento, Juan,V 1-4 y Hechos,
III 1-11.
27 Job, I 4.

594

tienen como administradores y encargados de su subsistencia al soberano mismo y a los diligentes servidores que rodean al soberano.
Pues all donde surga una propiedad agrcola en un buen estado,
siempre que fuera tambin accesible, la adjudicaba y ofreca a estos
hermanos, de donde manan para ellos ros de vino, el pan y todos
los productos con los que adems del pan se alimentan los hombres,
de modo que el nmero de los que coman sobrepasa todo clculo.
Tal vez peque de osada para algunos si dijera que la conducta del
soberano recuerda el milagro de Nuestro Salvador, me refiero al de
los siete mil y al de los cinco mil28. En aquel caso, con cinco panes
se hartaron miles porque era Dios quien haca el milagro; pero en
este, la caridad procede de un mandato divino. Y por otra parte, en
aquella ocasin se produjo un milagro y en esta era el suministro
imperial el que proporciona lo suficiente para nuestros hermanos.
6. Yo misma he llegado a ver a una mujer vieja asistida por una
joven, a un hombre ciego guiado por manos de uno que s ve, a personas sin pies que posean pies, no los suyos propios, sino los de otros;
a personas sin manos auxiliadas por las de otras personas, a criaturas
recin nacidas amamantadas por otras madres, a paralticos servidos
por otros hombres robustos. Era doble la muchedumbre de los que
reciban alimentos, pues unos se contaban entre los servidos y otros
entre los servidores. El soberano no poda decirle al paraltico: Levntate y anda29, ni al ciego ordenarle ver30, ni al que no tena pies
ordenarle andar31. Esta es una facultad solo del Unignito, que se hizo
hombre por nosotros y vivi entre nosotros en el pasado por el bien
de la humanidad. El soberano hizo aquello que estaba a su alcance,
dar asistentes a cada mutilado y mostrar la misma solicitud por el
disminuido que por quien gozaba de salud. De ese modo, si alguien
deseara hacerse una idea de cmo era la nueva ciudad que mi padre
28 Milagro de la multiplicacin de los panes y los peces, Mateo, XVI 9-10. El evangelista habla de cuatro mil, no de siete mil. La autora ha debido de confundirse con
el hecho de que los panes son siete.
29 Mateo, IX 5-6.
30 Mateo, IX 27-30; Juan, IX 1-7.
31 Alusin a varios pasajes del Nuevo Testamento donde se curan paralticos: Mateo, IX 18; Marcos, II 1-12; Lucas, V 17-26; Juan, V 1-9.

595

edific desde sus cimientos, debera imaginarla por cuadruplicado, o


sea multiplicada por los que habitaban abajo y arriba y por quienes
asistan a ambos grupos.
7. Quin podra contar el nmero de personas que coma diariamente, o el gasto diario o los recursos que aprovechaban a cada uno?
A mi padre le atribuyo lo que qued tras su paso. Pues l concret los
bienes procedentes de la tierra y del mar que estaban destinados a su
sustento y tambin l les procur todas las comodidades posibles. Hay
un administrador de alta alcurnia al frente de esta pobladsima ciudad,
cuyo nombre es El orfanato. Se la denomina El orfanato por la
caridad del soberano con los hurfanos y los soldados veteranos, a
partir de lo cual el nombre que se generaliz fue el relacionado con su
preocupacin por los hurfanos. Hay oficinas para su administracin,
contabilidades de las dotaciones asignadas y de las posesiones de los
pobres y crisbulos que ofrecen a los acogidos derechos inalienables.
8. Al templo del gran apstol Pablo lo dot con un importante y
numeroso clero y con abundancia de lmparas. Si se visita este templo,
se puede ver cmo cantan dos coros, uno a cada lado, alternativamente. Pues, como hizo Salomn, dispuso la existencia en el templo de
los apstoles de cantantes masculinos y femeninos. Tambin organiz
la funcin de las diaconisas. Asimismo dedic mucha atencin a las
monjas extranjeras procedentes de Iberia32, que antes iban de puerta
en puerta cuando llegaban a Constantinopla. La solicitud de mi padre
hacia ellas le hizo erigir un enorme monasterio y dispensarles asimismo alimentos y ropas adecuadas. En suma, ya puede vanagloriarse el
famoso Alejandro el macedonio por su Alejandra de Egipto, por su
Bucfala de Media o su Lisimaquia de Etiopa33, que el soberano Alejo
no se vanagloriara tanto de las ciudades por l erigidas, que sabemos
construy por doquier, cuanto se enorgulleca de esta ciudad.
9. Si uno entra en dicha ciudad, tiene a la izquierda esos templos
y sagrados monasterios. A la derecha del gran templo hay una escuela primaria para los nios hurfanos procedentes de toda variedad
32 De Iberia del Cucaso.
33 Nuevo error. No exista ninguna Lisimaquia en Etiopa, sino en Etolia. Fue
llamada as por el general de Alejandro, pero no fue fundada por l.

596

de razas, en donde un maestro imparte la clase y los nios se colocan


en torno a l, unos atemorizados por las preguntas sobre gramtica,
otros escribiendo la denominada esquedografa34. All es posible ver
a un latino que se est instruyendo, a un escita que aprende griego,
a un romano manejando textos griegos y a un griego iletrado que
aprende a hablar correctamente griego. Esos eran los afanes de Alejo
sobre la formacin intelectual. En cuanto a la tcnica de la esquedografa, diremos que es un invento de los ms recientes y originario
de nuestra generacin. Dejo de lado a los Estilianos, a los llamados
Longibardos, a cuantos trabajaron en la recoleccin de todo tipo de
palabras, a los ticos y a los que han llegado a pertenecer al clero de
Santa Sofa35, cuyos nombres omito. Sin embargo, ahora el estudio
de estos maestros, de los poetas, de los historiadores y de sus cualidades no ocupa siquiera un lugar secundario. El nico inters es el
juego, los dems trabajos estn prohibidos. Digo esto porque estoy
irritada ante el completo desinters por la formacin general. Este
hecho me consume el alma, porque yo he dedicado mucho tiempo
a esos estudios y, cuando dej las primeras enseanzas, me encauc por la retrica, me dediqu a la filosofa, me met en ambientes de sabios, poetas y escritores y pul la tosquedad de mi lengua.
34 La esquedografa era un recurso didctico que empez a aplicarse a fines del
siglo X y comienzos del XI en Constantinopla. Los alumnos escriban en una tablilla (skhedos []) o en otro soporte un texto en griego antiguo y sobre ese
texto se ejercitaban haciendo comentarios gramaticales (sintcticos, morfolgicos,
lxicos, etimolgicos, ortogrficos, etc.). Se compusieron vocabularios y lxicos
especficos para este mtodo, algunos ordenados alfabticamente y tambin agrupados por temas (costumbres, mitologa, geografa, etc.). Especial atencin se le
daban a los epimerismos [] pasajes de textos griegos de la antigedad
con especiales dificultades gramaticales. Una de las finalidades de la esquedografa
era superar la brecha que exista entre el lenguaje hablado y la lengua de prestigio
de los textos de autores antiguos.
35 Sobre Estiliano hay varias hiptesis en cuanto a su identidad, pero ninguna con
certeza. En cuanto a Longibardo, existi un erudito contemporneo de Miguel
Pselo de nombre Juan Longibardo al que le dedic dos de sus obras en cuya dedicatoria hace mencin a tareas de comentario literario. De todos modos, tampoco
hay certeza sobre su identidad. Tampoco se conoce a ningn tico que fuera gramtico. Finalmente, entre los patriarcas de Constantinopla hasta el momento de
Ana Comnena hay al menos dos que llevan el sobrenombre de Gramtico, Juan
VII (836-843) y Nicols III (1081-1111).

597

Posteriormente, conden gracias al auxilio de la retrica la complicada complejidad de la esquedografa. Sea, sin embargo, aadido a
nuestra historia este excurso, aunque no como algo accesorio, sino
como algo coherente con nuestra obra.

VIII. Alejo contra los bogomilos36.


1. Despus de estos hechos, cuando corra el ao (...) de su reinado,
se levant una espessima nube de herejes. La apariencia de la hereja
era nueva, no conocida anteriormente por la iglesia. Dos doctrinas
muy prfidas y nefastas, notorias en la antigedad, se haban fusionado, una era la impiedad, por as decir, de los maniqueos, a la que
tambin podramos llamar de los paulicianos, y la infamia de los
masalianos37. Era esa la corriente de los bogomilos, sntesis de masalianos y maniqueos. Segn parece, exista incluso desde antes de la
poca de mi padre; pero haba pasado inadvertida, pues la secta de
los bogomilos tiene gran habilidad a la hora de fingir un comportamiento virtuoso. No podra vislumbrarse ni un pelo de mundano
entre los bogomilos pues su perversin est oculta bajo el manto y
36 Los bogomilos pertenecen a una secta hertica nacida en Tracia (sur de Bulgaria, norte de Grecia, Turqua europea) en el siglo X. Su nombre deriva de su
fundador, el monje blgaro Bogomil, traduccin eslava del nombre griego Tefilo (amigo de Dios), quien a fines del siglo XI dio coherencia a las doctrinas y
comenz su difusin. De todos modos, los creyentes no se llamaban a s mismo
bogomilos, sino cristianos. En su origen se hallan influencias de los paulicianos y maniqueos instalados en aquella regin desde las deportaciones de Juan I
Tzimiscs (925-976), a las que ya se ha hecho mencin en La Alexada (VI II.2).
La base de sus creencias resida en el dualismo bien/mal. Decan que Dios haba
tenido dos hijos, Satn y el arcngel Miguel. Negaban la divinidad de Cristo y la
coexistencia de las tres personas de la Trinidad. Negaban el valor del clero y practicaban su religin en las casas, no en templos, ensendose unos a otros. Negaban,
asimismo, los sacramentos.
37 El nombre de masalianos o mesalianos procede del siraco mallyn y
significa el que reza, de ah que su versin griega fuera eukhites [], que
quiere decir lo mismo. Fue condenada por hertica en el snodo de Side (Panfilia)
en el ao 383. Es una secta antecedente de las que menciona Ana Comnena porque basa su doctrina en el poder de la oracin como nica va de relacin con Dios,
lo que lleva a sus fieles a negar la validez de los sacramentos.

598

la cogulla. El bogomilo es sombro, se tapa hasta la nariz, marcha a


hurtadillas y su boca murmura quedamente, pero en su interior hay
un lobo indomable.
2. Mi padre, entonndoles a estos seres clandestinos una meloda
encantada, atrajo y sac a la luz esta secta, que es tan nefasta como
una serpiente escondida en un agujero. Como acababa de liberarse
de los problemas que le haban planteado occidente y oriente, se
dedicaba a los asuntos espirituales. Pues en todo dominaba a todos,
en materia de enseanza derrotaba a los eruditos y en las batallas y
tcticas superaba a quienes causaban asombro con sus armas.
3. La fama de los bogomilos se haba extendido ya por todas partes (pues un cierto monje llamado Basilio38, que esconda la hereja
en su interior, haba difundido muy astutamente el mal por doquier
en unin de doce discpulos que llamaba apstoles y arrastrando
como discpulas a ciertas mujeres perversas y malvadas) y puesto
que el mal estaba consumiendo, como el fuego, a muchas almas, se
le termin la paciencia al emperador y puso en marcha una investigacin sobre el asunto de la hereja. Fueron conducidos a palacio
algunos bogomilos que sealaron a Basilio como su maestro y cabeza rectora de la hereja bogomila. Entre estos un tal Diblacio, que
estaba detenido, se negaba a contestar durante el interrogatorio, por
lo que fue entregado a la tortura. Entonces acus al llamado Basilio
y a los apstoles que l haba elegido. En consecuencia, el soberano
encarg de la bsqueda de este hombre a muchos de sus funcionarios. Y efectivamente, el archistrapa de Satanael, Basilio, fue descubierto con su hbito de monje, su rostro austero, su escasa barba, su
elevada estatura y su habilidad para manipular la impiedad.
4. El soberano quiso desvelar enseguida mediante la persuasin
lo que mantena aquel oculto y lo mand llamar con un pretexto
piadoso. Se levant y le cedi su asiento, comparti con l su silla
y su mesa, le tendi todo el hilo de su caa de pescar con todo tipo
38 Monje y mdico que entre los aos 1084 y 1102/1104 propag la hereja de
los bogomilos en el imperio y en Constantinopla. Es un personaje tambin mencionado en otros historiadores bizantinos en trminos parecidos a los que usa Ana
Comnena.

599

de cebos clavados en su anzuelo, se lo dio a comer a ese monstruo


devorador y con diversos medios verti todo el veneno en ese monje
astuto, portador del mal, fingiendo querer convertirse en su alumno,
quizs no solo l, sino tambin su hermano Isaac el sebastocrtor.
Disimulando le revel que todo lo que dijera sera asumido como
si fuese un orculo divino y que obedecera en todo solo con que
este malvadsimo Basilio se preocupara de la salvacin de su alma.
Y dijo: Yo, veneradsimo padre (con esas dulces palabras untaba el
emperador su copa para que vomitara su diablica bilis negra), admiro tu virtud. Te ruego me ensees algunos de los preceptos que tu
venerable persona predica, porque los de nuestra religin solo hacen
gala de simplezas y carecen por completo de virtud. l se puso a
esbozar sus concepciones y aquel autntico asno que, a pesar de una
cierta reticencia inicial ante esas palabras, se inflaba de vanidad con
los elogios, arrastr hacia s por todos lados la piel del len. Pues,
efectivamente, el emperador lo haba hecho su compaero de mesa.
Estaba presente a su lado, secundndolo en la trama el hermano del
emperador y sebastocrtor.
5. El otro vomit los dogmas de su hereja. Y cmo fue? Se haba desplegado una colgadura entre el gineceo y el lugar donde estaban los emperadores junto con ese infame, quien soltaba y revelaba
abiertamente todos sus pensamientos tal como los tena en su alma.
El secretario iba tomando nota tras el cortinaje de lo que se estaba
diciendo. Aquel charlatn se converta aparentemente en maestro, el
emperador finga ser un discpulo y de la clase tomaba nota el secretario. Y ese visionario se tir hacia adelante con todo lo decible y lo
indecible a su lado, sin escatimar ninguno de los dogmas sacrlegos:
despreci nuestra teologa, difam a toda la estructura eclesistica,
llam a los templos ay de m!, a los sagrados templos, moradas del
demonio y consideraba y estimaba como necedad el cuerpo y la sangre por nosotros conmemorados del primer patriarca.
6. Qu ocurri entonces? El emperador se quit la mscara y
desvel la trama. Todo el senado haba sido reunido y convocado el
estamento militar junto a los que estaba tambin presente el snodo
de la iglesia. En aquella ocasin ocupaba el trono patriarcal de la

600

capital del imperio Su Santidad Nicols Gramtico39, bienaventurado entre los patriarcas. Se dieron a conocer los dogmas sacrlegos y
la prueba era irrefutable. Pero el acusado ni tan siquiera rebati a la
parte acusadora, sino que inmediata y abiertamente pas a exponer
su postura, prometiendo resistir al fuego, a los latigazos y a infinitas
muertes. Pues esos errados bogomilos estn convencidos de que podrn soportar sin esfuerzo cualquier castigo, ya que los ngeles los
salvarn sin duda de la hoguera. Y aunque la mayora de todos los
presentes le reprocharan su impiedad, incluso todos los que haban
tomado parte con l en su perdicin, Basilio era el mismo, un bogomilo muy valiente e inflexible. A pesar de que lo amenazaron con
arrojarlo a la hoguera y con otras penalidades, sostena firmemente
a su diablo y se abrazaba a su Satanael. Tras ser encarcelado, aunque
el emperador lo haca llamar frecuentemente y frecuentemente lo
exhortaba a que abjurara de su impiedad, se mantena firme ante los
requerimientos del emperador.
7. No omitiremos el prodigio que lo tuvo por protagonista. Sucedi antes de que el emperador mostrara hacia l un comportamiento ms duro y tras la confesin de su impiedad, cuando por
aquel entonces haba salido en direccin a una pequea morada en
las proximidades de las habitaciones imperiales y que acababa de ser
dispuesta para l. Era el anochecer. Las estrellas brillaban en lo alto
en medio del aire puro y la luna iluminaba aquella noche posterior
al snodo. Una vez el monje dentro de la celda y a media noche, empezaron a caer piedras espontneamente, arrojadas como el granizo
contra la celda, sin que ninguna mano las lanzara y sin que ningn
hombre apedreara a ese diablico abad. Era, segn parece, la clera
de los demonios airados que rodean Satanael, que no soportaban la
divulgacin de sus dogmas al emperador y el despliegue por parte de
este de una pblica persecucin contra sus errores. Un hombre llamado Parasceviotes, encargado de vigilar a aquel viejo endemoniado, para que no pudiera hablar con nadie ni difundir su tremenda
corrupcin, asegur con los ms terribles juramentos que haba odo
cmo caan arrojadas las piedras junto con su ruido al chocar contra
39 Nicols III Gramtico (1084-1111).

601

el suelo y las tejas, y que haba visto una continua e ininterrumpida


lluvia de piedras, sin vislumbrar a nadie que las estuviera arrojando
desde ninguna parte. Acompaaba tambin a las pedradas un sbito
terremoto que sacudi el suelo e hizo gemir el techo. Parasceviotes,
sin embargo, se mantuvo firme hasta que empez a suponer que se
trataba de una obra del demonio, como confes. Al notar que las
piedras llovan, por as decir, del cielo y que aquel anciano heresiarca
se haba metido dentro y estaba encerrado, achac la accin a los
demonios sin saber qu estaba pasando.

IX. Argucia de Alejo para distinguir a los bogomilos de los ortodoxos. Final de los bogomilos, excepto sus cabecillas.
1. Ya hemos dicho bastante sobre ese prodigio. Hubiera sido tambin mi deseo explicar por entero la hereja de los bogomilos; pero
me lo impide el pudor, como en alguna ocasin dice la hermosa
Safo40, puesto que yo, la escritora, soy una mujer, la criatura ms
honorable de la Prpura y el primersimo de los vstagos de Alejo.
Adems, lo que est en odos de la gente merece el silencio. Quiero
describir y exponer al completo la hereja de los bogomilos, pero
para no manchar mi propia lengua omito esta exposicin. Remito
a los interesados en conocer con detalle la hereja de los bogomilos
al libro denominado Panoplia dogmtica41, compuesto por prescripcin de mi padre. En efecto, mi padre haba mandado venir a un
monje llamado Zigabeno, conocido de mi abuela materna y seora,
y de todos los integrantes del estamento eclesistico, persona que
haba alcanzado las cimas de la literatura, incluida la retrica, que
no era negligente y que conoca como ningn otro el dogma, y le
orden que describiese en detalle todas y cada una de las herejas y
40 La cita es del poeta lrico mondico Alceo (fr. 19, en Bergk, Anth. lyr. grc.),
pero va dirigida a Safo. Esa es la razn que explica el error de Ana Comnena.
41 Eutimio Zigabeno (muerto despus de 1118) autor de la obra mencionada,
que se inicia en la poca apostlica y termina con los bogomilos. Poco ms se sabe
de su vida, aparte de que escribi tambin comentarios a los Salmos, a uno de los
Evangelios y a una de las epstolas paulinas.

602

expusiese las refutaciones de los Santos Padre contra cada una. Entre ellas est incluida, naturalmente, la hereja de los bogomilos tal
como aquel impo Basilio la haba predicado. Este libro lo titul el
soberano Panoplia dogmtica y aun hoy conserva el libro este ttulo.
2. Volvamos con nuestra historia a la liquidacin de Basilio. El
soberano mand buscar por doquier a los discpulos y correligionarios de Basilio, en especial a los llamados doce discpulos, sonde sus
creencias y resultaron ser claramente discpulos de Basilio. El mal
se haba propagado y esta nefasta doctrina haba llegado a afectar a
importantsimas casas y a mucha gente. En consecuencia, conden
de una vez a la hoguera a esos excomulgados, al director y a su coro.
Cuando fueron reunidos los bogomilos que haban sido descubiertos, unos se afirmaron en su hereja, otros se opusieron duramente a
los acusadores y rechazaron la hereja de los bogomilos. Puesto que
el soberano estaba decidido a no confiar en ellos y para que un buen
cristiano no se confundiera con los bogomilos como un bogomilo o
por el contrario, para que ningn bogomilo escapase como si fuese
cristiano, concibi un original sistema por el que se revelaran los
autnticos cristianos.
3. Al da siguiente, pues, se sent en su trono imperial. Haba
gran concurrencia de personalidades del senado, del sagrado snodo
y todos aquellos de los nazireos42 con formacin intelectual. Tras ser
conducidos ante el pblico todos los que eran acusados de la hereja de los bogomilos, el soberano volvi a ordenar el interrogatorio
de cada uno. Unos afirmaban que eran bogomilos y se agarraban
con fuerza a su propia hereja y otros rechazaban la acusacin calificndose a s mismos de ntegros cristianos y no cedan a pesar de
las imputaciones de los dems. El emperador frunci el entrecejo y
dijo: Que se enciendan dos hogueras y se clave en tierra junto a una
de ellas una cruz. Luego, que se le d a todos los que quieran morir
hoy en la fe cristiana la opcin de separarse de los dems y avanzar
hasta la hoguera de la cruz. Quienes persistan en su vinculacin a
42 El trmino procede de la palabra hebrea nazir, que significa apartado. Desde
el siglo IV aparece en los textos aplicado a los monjes. Ana Comnena lo emplea
como sinnimo en clave retrica de monje.

603

la hereja de los bogomilos sern arrojados a la otra. Es mejor que


los cristianos mueran en su fe que vivir siendo perseguidos como
bogomilos e hiriendo las conciencias de la gente. Id, pues, cada uno
de vosotros en la direccin que prefiris.
4. Tras hacer estas declaraciones a los bogomilos, el emperador
dio fingidamente por terminado el asunto. Inmediatamente, los tomaron y los llevaron ante una enorme muchedumbre que iba afluyendo de todas partes. Entonces fueron encendidas unas hogueras
siete veces ms grandes que las normales, como dice el melodo43,
en el lugar llamado Tzicanisterio44. El fuego ascenda hacia el cielo,
la cruz estaba erguida a un lado. Se les ofreci a los condenados la
opcin de marchar adonde fuera su deseo, ya que todos iban a ser
quemados. Entonces, al ver el final inevitable, todos aquellos que
eran ortodoxos avanzaron hacia la hoguera de la cruz para dar un autntico testimonio de su fe. Los infieles, por su parte, manteniendo
su abominable hereja, se dirigieron a la otra.
5. Cuando estaban a punto de ser arrojados por igual a las hogueras, todos los presentes sintieron lstima por los cristianos que
iban a ser quemados y se indignaban enormemente con el emperador, desconocedores de las disposiciones que haba adoptado. Una
orden imperial, dada con anterioridad, apart a los verdugos de su
misin. As, con las ideas claras sobre quienes eran realmente bogomilos, tras dar abundantes recomendaciones a los cristianos falsamente delatados, los liber y encarcel de nuevo a los otros lejos de
43 Daniel, III 15. Ana Comnena no est tomando aqu la cita directamente del
profeta hebreo, sino de un escritor de himnos sacros llamado Cosmas que en uno
de ellos recoge el destino de los Tres Nios de Babilonia, donde aparecen esas
palabras. De ah que hable de un melodo (poeta) y no de un profeta. Cosmas
el Melodo, originario de Calabria, naci en 685. Hurfano a temprana edad, fue
criado en Constantinopla y luego, acogido por el padre de San Juan Damasceno,
pas a Jerusaln. Fue maestro de ese y muri en una fecha entre 740-750. Fue
compositor de himnos litrgicos que todava hoy se cantan en las celebraciones de
la Iglesia Ortodoxa Griega.
44 Estadio en el recinto del Palacio Imperial donde se jugaba al polo. Su nombre
procede de un trmino persa, tsuhu-gan, que significa jugar a la pelota montado
en un caballo. El primero, de pequeas dimensiones, fue construido por Teodosio
II (408-450). Posteriormente, Basilio I (811-886) lo destruy para construir la
Nueva Iglesia y erigi otro, el existente en tiempos de Alejo, al este de Santa Sofa.

604

los apstoles del impo Basilio, que fueron separados del resto de los
herejes. Posteriormente, los mand buscar a diario. El emperador en
persona instrua a unos, animndolos continuamente a abjurar de
su abominable culto, y orden a algunos otros notables del sagrado
estamento eclesistico que acudieran diariamente junto a ellos, los
formaran en la fe ortodoxa y les aconsejaran que abandonasen la hereja de los bogomilos. Algunos de ellos cambiaron sus creencias por
unas ms juiciosas y fueron liberados de la prisin. Otros murieron
recluidos en crceles por herejes, si bien gozaron de una generosa
provisin de alimentos y vestidos.

X. Fin de Basilio, el cabecilla de los bogomilos.


1. Sin embargo, a Basilio, como autntico e irreductible heresiarca,
todos los notables del sagrado snodo y de los nazireos e incluso
el mismo patriarca Nicols lo juzgaron merecedor de la hoguera.
El emperador estuvo de acuerdo con ellos, ya que haba hablado
frecuentemente con l y haba reconocido que era un hombre de
mente retorcida e incapaz de renunciar a su hereja. Por todo lo
cual, se erigi una gran hoguera en el Hipdromo. Se haba cavado
un profundo foso y se haba apiado un montn de madera perteneciente a grandes rboles. El conjunto daba la impresin de una
montaa. Luego, cuando la hoguera fue encendida, una abundante
muchedumbre de gente comenz a afluir en silencio por la arena y
los graderos del estadio a la espera de lo que iba a ocurrir. Al otro
lado estaba clavada una cruz y se ofreci al impo una opcin. Si,
aterrorizado por el fuego, avanzaba arrepentido hacia la cruz, sera
liberado de la hoguera.
2. La masa de los herejes estaba presente viendo a su jefe Basilio. Pero l adoptaba una actitud despectiva ante cualquier condena
o amenaza y mientras estaba lejos, se rea de la hoguera y soltaba
extravagancias. Deca que unos ngeles lo arrebataran del fuego,
mientras cantaba aquello de David: Y a ti no se acercar; adems,

605

lo mirars con tus ojos45. Pero cuando el pueblo se apart y le dej


ver sin impedimentos aquel aterrador espectculo de la hoguera (iba
sintiendo el calor del fuego a pesar de la distancia y vea las llamas
ascendiendo por el aire con un ruido como de truenos y las brasas
que salan lanzadas al cielo por encima de la pirmide de piedra
erigida en el centro del estadio), entonces aquel audaz personaje pareci atemorizarse y estremecerse ante la visin del fuego. Volva
continuamente sus ojos, daba palmadas con sus manos y se golpeaba
el muslo, como quien est completamente angustiado.
3. No obstante, aunque fuera presa de ese estado de nimo, su
aspecto solo daba la apariencia del diamante. Ni el fuego abland
su alma de hierro, ni lo despertaron de su encantamiento las recomendaciones que el soberano le daba. Por el contrario, bien fuera
porque lo posey una inmensa enajenacin ante el destino y la desgracia que se le presentaban, sin saber qu pensar y sin discernir para
nada lo que le convena; bien fuera, lo que parece ms verosmil,
porque el diablo que se haba apoderado de su alma lo sumi en una
profundsima oscuridad, el caso es que aquel despreciable Basilio se
mantena irremediablemente obstinado ante cualquier amenaza y
temor, y se quedaba quieto mirando pasmado tanto a la hoguera,
como a los asistentes. A todos les pareca realmente enloquecido, ya
que no avanzaba hacia la hoguera, ni retroceda, sino que estaba clavado e inmvil en el lugar al que haba sido conducido al principio.
Como corran abundantes rumores entre toda la gente sobre prodigios que se le atribuan, temerosos los verdugos de que los demonios
que protegan a Basilio obraran, con el consentimiento de Dios,
algn inslito prodigio, fuera arrebatado intacto de entre tanto fuego y transportado el muy prfido a algn lugar repleto de pblico,
perturbacin que sera peor que la primera, decidieron realizar una
prueba.
4. Mientras deliraba y se jactaba de que se le vera inclume
entre las llamas, los verdugos tomaron su manto, diciendo: Veamos
si no prende el fuego en tus ropas, y lo lanzaron sin dilacin a la
hoguera. A tal punto de contento llegaba Basilio por el demonio que
45 Salmos, XCI 7-8.

606

lo tena engaado, que deca: Veis cmo mi manto se va volando


por el aire? Los otros, viendo la tela por el borde, lo alzaron y lo
arrojaron a la hoguera con las mismas ropas y calzado que vesta.
Las llamas, como si estuvieran encolerizadas contra l, se ensaaron
tanto con el impo que no se produjo olor a quemado, ni hubo
transformacin en el aspecto del humo. Solo apareci una leve lnea
humeante entre las llamas. Pues, en efecto, incluso los elementos
se alzan contra los impos y, diciendo la verdad, son benvolos con
los devotos de Dios. Como antiguamente, cuando en Babilonia el
fuego se apart y obedeci a aquellos jvenes creyentes y los rode
como un habitculo dorado46. En esta ocasin, cuando propiamente
an no lo haban agarrado quienes lo alzaron en alto, la llama pareca ya adelantarse para tirar del impo. En cuanto al resto de los que
estaban destinados al mismo suplicio que Basilio, aunque el pueblo
que asista lo ansiara y presionara para que fueran arrojados tambin
al fuego, el soberano no lo consinti y orden que fueran confinados en los prticos y galeras del Gran Palacio. Una vez concluido el
espectculo, la concurrencia se dispers. Posteriormente, los infieles
fueron conducidos a otra prisin, donde tras su internamiento murieron mucho tiempo despus en su impiedad.
5. Estos fueron, as pues, el ltimo trabajo y la ltima hazaa
de aquellos prolongados esfuerzos y gestas del soberano, todos los
cuales fueron novedosos y de una inslita audacia. Creo que la gente
que fue entonces testigo de estos hechos y acompaante del soberano sigue asombrndose aun hoy de estos y creen que no tuvieron
una visin real con aquellos acontecimientos, sino sueos e imaginaciones. Desde que, tras la subida al trono de Digenes los brbaros
invadieron las fronteras romanas a causa de las desgraciadas campaas contra ellos que este emperador protagoniz desde su primera
lnea de salida, como se dice, hasta el reinado de mi padre, el podero
brbaro no haba sufrido repliegues. Sus espadas y lanzas estaban
afiladas contra los cristianos, hubo batallas, guerras y matanzas. Las
ciudades haban desaparecido, las regiones haban siso asoladas y
todo el territorio romano estaba manchado con sangre de cristianos.
46 Daniel, III 19 y ss.

607

Unos cayeron miserablemente bajo las flechas y las lanzas, otros fueron arrastrados de sus casas y conducidos como cautivos a las ciudades de Persia. El miedo se enseoreaba de todos y se apresuraban
a ocultarse en cuevas, bosques, montes y montaas de las crueles
circunstancias que sufran. Unos geman por las penalidades que
estaban padeciendo mientras eran llevados a Persia; otros, que an
eran libres, si es que quedaba todava alguno dentro de las fronteras
romanas, lloraban entre profundos lamentos a su hijo o a su hija;
otro clamaba por su hermano o por su sobrino, muerto a temprana
edad, y derramaban clidas lgrimas como las mujeres. No haba
entonces ningn pariente que no llorara y se lamentara. Con excepcin de algunos pocos, es decir Tzimiscs y el emperador Basilio47,
desde entonces hasta mi padre, ningn emperador se haba atrevido
en absoluto a tocar con la punta de sus pies las tierras de Asia.

XI. Muerte de Alejo Comneno.


1. Pero, por qu este excurso? Me siento a m misma como si me
estuviera apartando del camino, ya que mi primitivo propsito me
sealaba una doble tarea en esta obra, historiar y exponer la tragedia
de todo lo que le aconteci al soberano. Historiar, de un lado, sus
trabajos y entonar, de otro, un triste canto por todo lo que destroz
su corazn. Junto a esto, querra exponer su muerte y la devastacin
de todo final sobre la tierra. Recuerdo ciertas palabras paternas que
me apartan de la historia y me impulsan a los lamentos y a los gemidos, porque frecuentemente le oa, le oa retener a mi madre y emperatriz cuando encargaba a sabios la transmisin a las generaciones
venideras mediante la historia de sus trabajos, de aquellas innumerables hazaas y luchas. Y le oa decir que sera mejor entonar tristes
cantos y llorar los infortunios por los que pas.
2. An no haba transcurrido un ao y medio, cuando a su regreso de una campaa hizo presa en l otra terrible enfermedad,
lo rode como una soga mortal y, a decir verdad, lo llev al final
47 Juan I Tzimiscs (969-976) y Basilio II (976-1025).

608

definitivo y a la devastacin. Dado que las dimensiones del tema


lo requieren y como amante hija al mismo tiempo de mi padre y
de mi madre desde que nac, voy a transgredir las normas de la historia para referir un hecho que no deseo en absoluto rememorar,
la muerte del soberano. Tras la celebracin de un certamen en el
Hipdromo, a causa del viento que en aquella ocasin soplaba fuertemente, los humores como si hubieran huido y retrocedido desde
las extremidades, afectaron a uno de sus hombros. La mayora de los
mdicos ni siquiera comprendan la amenaza que se estaba cerniendo sobre nosotros por ese hecho. Sin embargo, al menos Nicols
Calicles, as se llamaba, adivino de nuestros detestables males, deca
temer que se retiraran de las extremidades y crearan una situacin
de peligro irreversible si se extenda a otras partes. Sin embargo, no
hubiramos podido creer en lo que no queramos creer.
3. As pues, nadie excepto Calicles propuso entonces una evacuacin purgativa con determinados medios. Pues su cuerpo tampoco estaba acostumbrado a recibir purgantes y careca totalmente del
hbito de tomar medicamentos. De esto se aprovechaba la mayora
y en especial Miguel Pantecnes, quien prohiba terminantemente
la purga. Calicles, por el contrario, les deca en un tono serio, previendo el futuro: En este momento el humor se ha retirado de las
extremidades y se ha proyectado sobre el hombro y el cuello. De no
ser evacuada con purgantes, se deslizar ms tarde hacia alguno de
los rganos vitales, incluso el corazn mismo, y concluir por generar una dolencia incurable. Estaba yo presente por orden de mi
seora para organizar las deliberaciones de los mdicos. Yo misma
estuve oyendo a quienes hablaban y estaba de acuerdo con las palabras de Calicles. Prevaleci, sin embargo, el parecer de la mayora.
Fue entonces cuando los humores del cuerpo del emperador, que lo
haban atacado durante los das habituales, empezaron a remitir y el
paciente recobr la salud.
4. No haban pasado an seis meses, cuando le sobrevino una
fatal enfermedad causada tal vez por el enorme agotamiento que
los asuntos diarios provocaban en l y por la acumulacin de las
cuestiones de gobierno. Yo lo oa cuando hablaba con la emperatriz

609

como si le reprochara a ella la enfermedad: Qu es este padecimiento que me viene cuando respiro? Quiero respirar profunda e
intensamente para aliviarme el dolor de mi corazn; pero aun cuando lo intente muchas veces, ni en una ocasin puedo desprenderme
ni en una mnima parte de este peso agobiante. Es ms, persiste en
mi corazn como una pesada piedra, que me produce un corte al
respirar. No puedo conocer la causa, ni el origen de este dolor. Y te
digo ms, alma ma amadsima, compaera de mis penalidades y de
mis pensamientos, con frecuencia deseo bostezar, pero en medio del
bostezo se me corta la respiracin y me crea un sufrimiento enorme.
Explcame, si lo sabes, qu es esta otra dolencia que me viene.
5. A su vez, cuando la emperatriz oa estas palabras y se enteraba de los sufrimientos que l experimentaba, crea estar padeciendo
idnticos dolores, como si se le cortara tambin la respiracin a ella.
De tal manera la afectaban las palabras del soberano. Continuamente mandaba buscar a mdicos sabios y los obligaba a que estudiasen
la naturaleza de la enfermedad, as como les peda que la ilustrasen
sobre las causas prximas y remotas. Ellos echando mano a las arterias del emperador confesaban encontrar la apariencia de todo tipo
de irregularidades en el pulso arterial sin poder dar con la causa.
Saban que la dieta del emperador no era propia de una existencia
cmoda, sino austera, simple, propia en todo de la vida de un atleta
o de un militar, lo que evitaba las consecuencias de humores procedentes de una dieta excesiva. Por ello, achacaban a otras razones los
orgenes de esa opresin y afirmaban que la causa primera de esta
enfermedad no era otra ms que la sobreabundancia de preocupaciones y sus continuas y hondas aflicciones, lo que motivaba que su
corazn se inflamara y arrastrara a s todos los residuos del resto del
cuerpo.
6. Desde ese momento, la terrible enfermedad que atacaba al
soberano no conceda ningn tipo de tregua y lo iba asfixiando
como una horca48. Tanto se incrementaba cada da la gravedad de su
48 El diagnstico que recoge B. Leib en su edicin de La Alexada (ver Introduccin) sobre la postrera enfermedad del emperador refleja un estudio hecho por el
padre Verdun, mdico que ejerca en diferentes hospitales de Pars. Traduzco aqu

610

dolencia que ya no atacaba espaciadamente, sino de forma continua


y sin descanso, hasta el punto de que el soberano no poda reclinarse
sobre su costado y ni siquiera tena fuerzas para respirar naturalmente el aire. En ese instante, se convoc a todos los mdicos, a
quienes se les estuvo exponiendo el estado de la enfermedad del soberano. Ellos se repartan las opiniones y en medio de esta divisin
de pareceres cada uno diagnosticaba una enfermedad distinta y daba
el remedio para su curacin de acuerdo con el diagnstico. Ya se
intentara la curacin de una u otra manera, el caso es que el estado
del soberano era crtico, pues no poda respirar libremente el aire ni
por un instante. Se vea obligado a respirar sentado en una postura
totalmente erguida. Si en algn momento se recostaba boca arriba o
sobre uno de los costados, ay, aquello se converta en un dogal. No
era capaz de inspirar ni espirar un poco de aire del exterior siguiendo
el proceso de la inspiracin y la espiracin. Cuando el sueo misericordioso le vena, entonces acababa por asfixiarse. De modo que
permanentemente, durante el sueo o durante la vigilia, lo acosaba
el riesgo de la asfixia.
7. Como no se le haban administrado purgantes, recurrieron a una sangra. Sin embargo, de nada sirvi la sangra y volvi
el informe que aparece en el tomo III, pginas 232-236, nota 1: El mal comenz
con una tumefaccin en uno de los hombros y con un enflaquecimiento rpido de
las extremidades. Esto hace pensar en un tumor maligno, tal vez un sarcoma que
invadi el cuello, luego el mediastino con compresin de los nervios del entorno,
especialmente del plexo cardaco. De ah, los fenmenos de angustia precordial,
intolerancia a la postura acostada, molestias progresivas en la respiracin, las irregularidades del pulso, quiz incluso la compresin de las vas areas y, seguidamente, del corazn y de los grandes vasos. Sus consecuencias son los fenmenos de
asistolia a gran velocidad, la respiracin entrecortada, el riesgo constante de asfixia,
la congestin de los pulmones, la estasis sangunea de las bases pleuro-pulmonares,
lo que explica el ligero alivio cuando el enfermo se mantiene medio sentado. Finalmente, hinchazn del vientre, edema de los miembros inferiores y, solamente entonces, estado febril o subfebril, edema de la glotis y de la lengua por compresin
progresiva de los vasos del cuello. Como consecuencia del desarrollo del tumor,
compresin del esfago (deglucin imposible), diarrea secundaria terminal, sncopes continuos, necesidad de aire, ligero alivio al aire libre. El diagnstico aportado,
congestin del corazn, parece exacto, pero incompleto. Nosotros diramos que se
trata de una asistolia aguda por compresin del mediastino y del cuello resultante
de un tumor maligno de rpida evolucin, probablemente, un sarcoma, en principio escapulo-torcico.

611

a encontrarse en igual estado, respirando trabajosamente y con el


grave peligro de perder la vida entre nuestras manos por lo dificultosa que le resultaba la respiracin. No obstante, su estado de salud
mejor gracias a un remedio elaborado con pimienta. Entonces nosotros, del gozo y de la alegra que nos embargaba, no sabamos qu
hacer y elevamos oraciones a Dios en accin de gracias. Pero todo
era una ilusin. Al tercer o cuarto da volvieron a atacarle al emperador la asfixia y la opresin de sus pulmones. Me temo que empeor
por efecto de aquel brebaje que extendi lo humores y no sirvi de
nada, como no fuera para situarlas en las concavidades de las arterias
y agravar su estado.
8. A partir de esos momentos no era posible encontrar fcilmente ninguna postura de descanso, ya que la enfermedad estaba en su
punto lgido. El emperador permaneca en vela desde el anochecer
hasta el alba, insomne, sin recibir con normalidad ni alimentos, ni
ningn otro remedio para su curacin. Con frecuencia, o incluso
permanentemente, vea yo a mi madre permanecer toda la noche
junto al emperador, a la cabecera de su lecho, y sostenerlo con sus
manos para aliviarle de algn modo el proceso de la respiracin. Y
vertan sus ojos lgrimas ms abundantes que las corrientes del Nilo.
No es posible narrar todas las atenciones que tuvo con l a lo largo
de noches enteras, ni la gran labor que realiz en su inters por la
curacin, mientras ideaba posturas y cambios y ms cambios en la
disposicin de los cobertores. Pero nadie poda proporcionarle ni un
momento de alivio, pues el soberano se vea acosado por una especie
de horca que no lo dejaba en paz ni paraba de asfixiarlo.
9. Como la enfermedad no tena remedio, el emperador se traslad al sector meridional del palacio. Hallaba un cierto alivio a su
opresin con el movimiento, por ello a la emperatriz se le ocurri
la idea de hacer que este movimiento fuera prolongado. Tras adosar
unas andas a la cabecera y a los pies del lecho imperial, encarg a
unos hombres que lo levantaran y transportaran, mientras se iban
relevando unos a otros en sus esfuerzos por la salud del soberano.
Desde all lleg al gran palacio de Mangana. Pero a pesar de esta
operacin la salud del emperador no experiment ninguna mejora.

612

Como viera la emperatriz que el asunto de la enfermedad iba por


mal camino y sin ninguna esperanza ya en el auxilio humano, rezaba a Dios fervientes oraciones de splica por l. Haca generosas
donaciones a todos los templos para lmparas y para que cantaran
continua y permanentemente los himnos. Reparta ddivas para los
habitantes de todos los lugares, fueran del interior o de la costa, e
instaba a todos los monjes que habitaban en montaas y cuevas,
incluso a los que llevaban una existencia solitaria, a no cesar en sus
oraciones e invitaba igualmente a todos los enfermos, a los presos en
crceles y a los reducidos a la miseria, que se vean convertidos en
personas muy ricas, a las splicas por la salud del soberano.
10. Como el vientre del soberano se inflam y alcanz una considerable hinchazn y como sus pies tambin estaban inflamados y
el imperial cuerpo era presa de la fiebre, algunos mdicos decidieron
cauterizar prestando poca atencin a dicha fiebre. Sin embargo todo
tratamiento era intil y vano. De nada sirvi cauterizar, antes bien,
el vientre presentaba idntico estado y la respiracin era dificultosa.
Al llegar los humores, como si fueran originarios de otra fuente, a
la campanilla y afectar a lo que los Asclepadas49 denominan cielo
de la boca, se inflamaron las encas, la faringe se hinch y la lengua
tambin se inflam. A partir de ah, los conductos que atraviesa la
comida se estrecharon y se contrajeron hasta el lmite, lo que provocaba la amenaza de una grave inanicin por la imposibilidad de
digerirla, aunque yo, bien lo sabe Dios, atenda con sumo cuidado
a su alimentacin y le daba de comer diariamente con mis manos
unos alimentos que obligaba a preparar en forma de papilla.
11. En todo caso, cualquier intento de rebajar la inflamacin pareca (...) y todos los cuidados nuestros y de los mdicos se revelaban
vanos. Tras once das, durante los cuales su enfermedad se mantuvo
en una situacin crtica, como estaba en un punto lgido y amenazaba peligrosamente (...) siendo su estado, apareci una diarrea. As
se nos sucedan los males uno tras otro. No podamos acudir ni a un
remedio ni a otro, ni a los Asclepadas, ni a nosotros, los que cuidbamos del soberano, ni (...), y todo estaba perdido.
49 Los mdicos.

613

12. Por lo dems, nuestra situacin era confusa y tormentosa,


los asuntos se presentaban turbulentos y el temor y el peligro se
cernan sobre nuestras cabezas. La augusta, que siempre mostraba su
valenta ante los peligros que iban haciendo aparicin, en aquellas
circunstancias tambin hizo gala de extraordinario valor, plantando
cara al sufrimiento que le produca su pena y peleando como un
atleta olmpico contra aquel agudo dolor. Tena herida el alma y agitado el corazn de ver al soberano en ese estado; sin embargo, haca
esfuerzos por superar estas terribles circunstancias. Reciba mortales
heridas, su sufrimiento le llegaba a la mdula, pero les haca frente.
Sus lgrimas corran a raudales, la belleza de su rostro se consuma y
su estado de nimo estaba hundido.
13. Cuando corra el quince de agosto (era el jueves de aquella
semana), da en el que se festeja la Asuncin de nuestra Inmaculada
Seora y Madre de Dios, despus de que algunos Asclepadas hubieron ungido por la maana la cabeza del soberano, medida que
les haba parecido oportuna, volvieron a casa, no por desconsideracin o porque alguna necesidad les urgiera, sino porque conocan el
peligro inminente que corra el soberano. Tres eran los principales
mdicos, el magistral Nicols Calicles, Miguel Pantecnes, que haba
recibido el apellido de su linaje, y Miguel (...)libo, el eunuco. La
emperatriz, rodeada de todo el coro de los parientes que la forzaba
a tomar alimentos (...) sin dormir ni un instante, ni (...) transcurrir
todas las noches sin reposo (...) al cuidado del emperador (...) obedeca. Pero cuando el soberano sufri una definitiva recada, (...) se
dio cuenta tras una impaciente espera de que la (...) vida y se arroj
sobre el (...) se lamentaba sin cesar, se golpeaba y lloraba por todos
los males que se le haban venido encima. Deseaba abandonar la
vida al instante, pero no poda ver hecho realidad su deseo.
14. El emperador, aunque fuera a morir y el sufrimiento lo estuviera martirizando, como si fuera ms poderoso que la muerte
(...), se preocupaba de la emperatriz y transmiti sus inquietudes a
una de sus hijas. Era esta su tercer vstago, la porfirogneta Eudocia.
La otra hija, Mara, actuaba como una nueva Mara, aunque no se
sentara en aquella ocasin a los pies de mi seor como hiciera una

614

vez aquella otra, sino, ms bien, se dedicaba a su cuidado pegada a


la cabecera de la cama y le daba agua en un vaso, no en una copa,
para que no le fuera siempre dificultoso beber, ya que enca, lengua
y garganta estaban inflamadas. l, entonces, le estuvo dirigiendo a la
emperatriz firmes y valientes consejos, que fueron, sin embargo, los
ltimos: Por qu te permites a ti misma atormentarte por nuestra
muerte y nos obligas a apresurar su inminente llegada? Es que no
vas a fijarte en ti y en los males que se van a presentar, y te entregas
a ti misma al mar de penas que se te acumulan? As le habl, y le
abri ms an la herida de su infortunio.
15. Yo experimentaba todo tipo de sentimientos y juro a los
amigos presentes y a los hombres futuros que leern mi escrito, juro
por Dios que todo lo sabe, que mi estado nada tena que envidiar
al de los locos. Era toda entera vctima de mi sufrimiento. En consecuencia dej de lado la filosofa y las letras, y puse todo mi inters
solo en mi padre, en servirlo, vigilando los movimientos de su pulso
y ocupndome sin descanso en la respiracin del soberano, o bien
atenda a mi madre y le devolva los nimos. Pero (...) las partes
y completamente incurables (...) el soberano no poda superar su
postrera recada y el alma de la augusta se apresuraba a partir con la
del soberano.
16. As estaba yo (...), aunque realmente, como dicen los Salmos50, los dolores de la muerte entonces nos cercaron. Sent que me
volva loca. Estaba enajenada y no saba qu hacer ni adnde ir, al
ver que la emperatriz se sumerga en un mar de calamidades y que
el soberano avanzaba con su ltimo desmayo hacia el final de su
vida. Pero, cuando pudo recuperarse de nuevo del segundo desvanecimiento gracias a que mi queridsima hermana Mara le derram
agua fra y extracto de rosas, mi padre orden los mismos cuidados
a la emperatriz. De nuevo recay en un tercer desvanecimiento y
pareci oportuno cambiar la situacin del lecho imperial (...) de los
que nos ocupbamos de su cuerpo y (...) y trasladamos al soberano
en la cama a otra parte, al cuarto piso del palacio para que al menos
pudiera respirar un aire ms fresco y se recuperase de su desmayo.
50 XVII 5-6.

615

Pues aquella parte miraba al norte y las habitaciones carecan por


completo de (...) puertas.
17. El heredero del imperio haba salido previamente hacia sus
habitaciones, porque reconoci que el estado del emperador (...) se
apresur a partir y march rpidamente al gran palacio. La ciudad
en esos instantes estaba agitada, si bien no enteramente (...). La emperatriz, por su parte, dijo entre lamentos: Olvidmoslo todo, la
diadema, el imperio, el poder, toda nuestra autoridad, tronos, dominios y comencemos los cantos fnebres. Tambin yo, olvidndolo todo, me lamentaba con ella, gema (...) y se convulsionaban
clamando lastimosamente. Pero la reanimamos, pues el emperador
estaba dando su postrer suspiro y estaba realmente agonizando.
18. Junto a su cabecera, la emperatriz estaba echada en tierra
an vestida (...) con el calzado prpura y (...) estaba destrozada y no
saba cmo (...) la inflamacin de su corazn. Algunos de los Asclepadas haban vuelto y aguardaron un momento, mientras palpaban
el pulso del emperador (...) luego las palpitaciones de su arteria (...);
no obstante, decan mentiras piadosas en esos momentos y la (...) y
daban grandes esperanzas, aunque aparentemente no fuera as. Pero
esto lo hacan por precaucin, ya que saban que en el mismo momento en que el emperador abandonara la vida, tambin la emperatriz entregara su alma a Dios. Sin embargo, aquella inteligente
emperatriz no poda ni creerlos ni dejar de hacerlo. Confiaba en
ellos porque conoca de antao que eran buenos especialistas, pero
tena motivos para desconfiar porque vea que la vida del soberano
estaba en un punto crtico. Como estaba en el fiel de la balanza, me
miraba continuamente y esperaba mi dictamen, segn era habitual
en ella incluso en circunstancias diferentes, y esperaba lo que yo pudiera predecir. Mi seora y amadsima entre mis hermanas, Mara,
ornato de nuestra familia, mujer firme, receptculo de toda virtud,
situada entre la emperatriz y el emperador, impeda a veces con su
larga manga que ella mirara directamente al soberano.
19. Yo puse mi diestra de nuevo en la mueca y estuve examinando el latido del pulso, mientras la emperatriz se echaba las manos a la cabeza para levantarse el velo (en la situacin en que estaba,

616

pensaba mudarse de vestido), pero yo la retena cada vez (...) porque


notaba un cierto vigor en el pulso. Me equivocaba (...), pues no era
un cierto vigor lo que pareca (...) sino, una vez que el gran (...) de
la respiracin y la arteria y el pulmn se pararon. Tras soltar la mano
del soberano y (...) a la emperatriz, volv a poner en la mueca (...)
carencia de pulso. Ella me llamaba la atencin sin cesar, porque quera que le indicara el estado del pulso. Cuando de nuevo (...) palp
y reconoc que toda su fuerza iba cesando y que, finalmente, las
arterias haban dejado de latir, yo misma inclin la cabeza, desolada
y exnime, con la mirada fija en el suelo y sin decir palabra. Y con
mis manos en los ojos, me volv hacia atrs y empec a llorar. Ella,
al percatarse del hecho, totalmente desesperada, lanzaba grandes gemidos que resonaron con fuerza a enorme distancia.
20. Cmo podr explicar la desgracia que envolvi a toda la
tierra, cmo podr llorar mis sufrimientos? La emperatriz se quit
el velo, tom una navaja y se cort su famosa cabellera hasta la raz.
Arroj el calzado prpura de sus pies y pidi las primeras sandalias
negras que hallaran. Cuando quiso cambiar la ropa prpura por la
negra, no fue fcil encontrar vestiduras. Gracias al hecho de que la
tercera de mis hermanas tena ropas adecuadas a la ocasin y a las
circunstancias de la viudedad, porque haca tiempo haba sufrido
esta desgracia, la emperatriz, tras tomar las vestiduras, pudo ponerse
de luto y se ech sobre la cabeza un simple velo de color oscuro. Entre tanto, el emperador haba entregado a Dios su sagrada alma51, y
el sol de mi vida se ocult (...). Los que no eran presa del sufrimiento
proferan lamentos con sus voces, se golpeaban, geman lastimeramente, alzaban sus voces al cielo (...) llorando por su benefactor, por
quien les haba (...) todo.
21. En suma, incluso ahora yo desconfo de que est viva, de que
est escribiendo y relatando la muerte del soberano, toco mis ojos
no vaya a ser un sueo lo que ahora estamos contando, o si no un
51 La noche del 15 al 16 de agosto de 1118. Fue enterrado en el monasterio del
Cristo de la Caridad [], cuya iglesia haba mandado erigir. Segn los
historiadores bizantinos, su cuerpo fue enterrado a toda prisa al da siguiente y
sin el ceremonial acostumbrado debido a las disensiones que haba estallado en el
interior de la familia acerca del nuevo titular del trono.

sueo, al menos una ofuscacin, un delirio, un extrao y monstruoso sufrimiento que me afecta a m. Cmo, si l ha desaparecido, me
cuento entre los vivos y (...) los que existen, cmo no he entregado
tambin yo el alma, cmo no he expirado inmediatamente despus
de que l expirara y no he perecido privada de los sentidos? Y si me
he librado de este final, cmo no me he arrojado desde un acantilado, desde un promontorio contra las olas del mar? He descrito
mi vida con sus grandes penalidades (...). Pero no hay, como dice la
tragedia52, sufrimiento ni desgracia inspirados por Dios cuya carga
yo no haya soportado. As Dios me convirti en el receptculo de
grandes calamidades. Fui privada del gran astro del universo, el gran
Alejo, cuya alma ciertamente dominaba sobre su desgraciado cuerpo.
22. Se apag tambin la ms grande luz, mayor que la clebre y
luminosa luna, el gran honor y renombre de oriente y occidente, la
emperatriz Irene. Sin embargo nosotros vivimos y respiramos. Posteriormente, como los males han sobrevenido uno tras otro y grandes
tormentas han descargado sobre nosotros, nos vimos obligados a ver
la ms terrible de las desgracias, la muerte del csar. Hemos sobrevivido entre tanta acumulacin de infortunios. A los pocos das, el
mal gan y la ciencia renunci. Fui arrojada a un mar de desaliento y
entre todas las desventuras solo me irritaba el que mi alma estuviera
presente en mi cuerpo. Si, segn parece, no hubiera (...) tenido una
constitucin de diamante o de alguna otra rara materia, tambin
hubiera perecido enseguida.
23. Estoy muerta de haber vivido infinitas muertes. Sabemos
porlas narraciones de algunos autores que la famosa Nobe53 fue
52 Eurpides, Orestes, 2.
53 Segn el mito, Nobe era hija de Tntalo y esposa de Anfin, rey de Tebas, al
que le dio siete hijos y siete hijas. Orgullosa de su descendencia, durante un festival
dedicado a la diosa Leto, se jact de tener ms hijos que ella, que solo haba tenido
a dos, Apolo y rtemis. Acto seguido, pidi que se le rindiera culto a ella y no a la
diosa. Enfurecida por el orgullo de Nobe, Leto mand a sus hijos a que la castigaran. Apolo mat a todos los hijos menos a uno, que haba orado a Leto, y rtemis
a todas las hijas menos una. Al conocer la noticia, Nobe, rota de dolor, le pidi a
Zeus, su abuelo, que la convirtiera en piedra. El dios accedi y desde entonces, en
el monte Spilo, en Lidia, adonde fue transportada por un torbellino, haba una

transformada en piedra a causa de su dolor (...). Luego, tras el cambio que la incluy en la naturaleza inanimada, tuvo un sufrimiento
inmortal dentro de su naturaleza inanimada. Pero yo soy ms infeliz
que aquella, porque tras las mayores y ltimas penalidades, he quedado viva para darme cuenta de otros males. Hubiera sido mejor
(...) en una piedra sin vida, hubiera permanecido (...) privada de
mis lgrimas y tan insensible a las calamidades (...). Soportar tan
tremendas adversidades y que los hombres me hicieran pasar en palacio las ms insufribles vejaciones de forma ms infortunada que
los males de Nobe (...). Las tremendas desgracias que llegaron hasta
aqu (...) as cesaron.
24. Hubiera bastado con la muerte de los dos emperadores, el
fin del csar y aquellos padecimientos para acabar definitivamente con nuestro cuerpo y nuestra alma. Ahora, como ros que descienden desde elevadas montaas (...) corrientes de infortunios (...)
como en un torrente que inunda (...) mi casa. Tenga fin, en suma,
mi relato, no sea que por describir mis pesares, resulte ms intensa
nuestra amargura.

roca de mrmol con forma de mujer que destilaba gotas de agua.

También podría gustarte