La Reconciliacion
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Al hacer partcipes a los apstoles de su propio poder de perdonar los pecados, el Seor les d tambin la autoridad de
reconciliar a los pecadores con la Iglesia. El poder de "atar y desatar" que Cristo confiere solamente a San Pedro (Mt.1
6,19) como cabeza visible de la Iglesia, significa el poder excluir o aceptar de nuevo al pecador de la comunin con la
iglesia ... La reconciliacin con la Iglesia, es inseparable de la reconciliacin con Dios!.
LA PRCTICA DE LA RECONCILIACIN
Constriccin.
En la Parbola del Hijo Prdigo (Lc.15,1 1-24) encontrarnos todo el proceso de la Reconciliacin. Aquel muchacho no
pens en volver a la casa de su padre, hasta que tom conciencia de su lamentable estado. Igualmente el pecador no iniciar
su vuelta a Dios, sino hasta caer en cuenta de que est en pecado. De pronto, debido sin duda a una inspiracin del Espritu
Santo, su conciencia le acusa y se arrepiente de haber pecado.
El arrepentimiento, tambin llamado contriccin o dolor de los pecados, puede surgir por el simple fracaso humano, que el
pecado conlleva en muchas ocasiones. El Hijo Prdigo pens en volver a casa de su padre, simplemente porque tena
hambre. Es un arrepentimiento imperfecto, poco noble, pero Dios lo acepta.
Podemos por el contrario, arrepentirnos al descubrir la grandeza del amor de Dios y sentir horror por el pecado que ha
derramado la Sangre Preciosa de Cristo. Surge tambin el temor de vernos separados de Dios por nuestros pecados. El
retorno a Dios por amor, es una contricin perfecta.
Examen de conciencia.
A la luz de la Palabra de Dios el penitente descubre el nmero y la gravedad de sus pecados. No tan solo al recordar los
10 Mandamientos de la Ley de Dios y los 5 de la Iglesia, sino al considerar el Sermn de la Montaa y textos apostlicos
(Rm. 1 2-15; 1 Cor. 12-13; Gl.5; Ef.4-6).
En esta etapa podemos encontrar conciencias equivocadas por falta de formacin: desde aquel que no se descubre ninguna
falta "porque no roba ni mata", hasta el escrupuloso que agranda nimiedades y ms confa en la minuciosa y exacta
investigacin de sus pecados, que en la misericordia del Dios que le espera con los brazos abiertos.
Tanto la conciencia laxa, como la escrupulosa, deben ser orientadas por el confesor con toda firmeza.
Existen muchos manuales de moral que contienen guas adecuadas para hacer un buen examen de conciencia.
Recomendamos el Folleto EVC 252 "La Confesin y el Examen de Conciencia".
Propsito de enmienda.
Una autntica Contricin, conlleva necesariamente el firme propsito de no volver a pecar. Sera una farsa pedir perdn
por un pecado que estamos decididos a seguir cometiendo.
El propsito debe ser universal, es decir de todos los pecados y perpetuo, o sea, para toda la vida. Absurdo sera arrepentirse
de unos s y de otros no, o hacer un propsito "hasta tal o cual da".
El propsito de enmienda, por firme que sea, va sin embargo acompaado de una posible reincidencia, nacida de la
debilidad humana. Es por eso que en el Acto de Contricin prometernos "apartarnos de las ocasiones prximas de pecado".
El que ama el peligro, en l perece, dice el dicho popular. Por triste experiencia, se sabe de lugares, personas y cosas que
nos inducen a pecar. Nuestro Seor nos advierte dramticamente. "Si tu mano o tu pie te son ocasin de pecado, crtatelo
y arrjalo de ti; ms te vale entrar en la Vida Divina manco o cojo, que con las dos manos y los dos pies, ser arrojado al
fuego eterno". (Mt. 18,8).
Qu caso tiene que un alcohlico entre a la cantina con la esperanza de no beber? Para qu seguir frecuentando a la mujer
o al hombre que fueron ocasin de pecado? Cmo seguir en un trabajo que me obliga a la corrupcin?
En cuntas ocasiones es el ambiente el que nos induce al pecado: el propsito de enmienda sincero, tal vez nos obligue a
dejar ciertos "amigos", lugares y circunstancias que haran naufragar nuestros mejores propsitos. Cuestin de vida o
muerte eterna.
Confesin de los pecados.
La confesin de los pecados, incluso desde un punto de vista simplemente humano, nos libera y facilita nuestra
reconciliacin con Dios, con el prjimo, y con nosotros mismos. Por la confesin, el hombre se enfrenta a los pecados de
que se siente culpable, asume su responsabilidad y por ello se abre de nuevo a Dios y a la comunin de la Iglesia con el fin
de hacer posible un nuevo futuro.
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La liberacin interior que proporciona la confesin de los pecados, es en parte la labor del psiclogo. La superacin de
traumas y angustias en muchas ocasiones debe pasar por una "catarsis" que no es otra cosa que una confesin de faltas
cometidas. Los Alcohlicos Annimos, emplean tambin este mtodo para liberarse de su vicio. Y sin embargo, personas
que no objetaran dichas terapias, se rehusaran a confesar sus culpas ante un Sacerdote, que aparte de escuchar, tiene el
poder de perdonar los pecados!
La confesin de los pecados hecha al sacerdote, construye una parte esencial del Sacramento de la Reconciliacin. 'En la
Confesin, los penitentes deben enumerar todos los pecados mortales de que tienen conciencia despus de haberse
examinado seriamente, incluso si estos pecados son muy secretos y si han sido cometidos solamente contra los dos ltimos
Mandamientos del Declogo, pues a veces estos pecados hieren ms gravemente el alma y son ms peligrosos que los que
han sido cometidos a la vista de todos" (Concilio de Trento).
Callar conscientemente algunos pecados, tal vez los ms graves, es evidencia de que no se est presentando ante el sacerdote
con nimo de ser perdonado. San Jernimo dice acertadamente "si el enfermo se avergenza de descubrir su llaga al
mdico, la medicina no cura lo que ignora".
Esta clase de confesiones incompletas voluntariamente, no obtienen el perdn de nada y aaden adems un pecado de
sacrilegio, por profanar un Sacramento.
Sin ser necesaria la confesin de los pecados veniales, la Iglesia recomienda de todos modos hacerla, ya que esto ayuda a
formar la conciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, y a progresar en la Vida Espiritual.
Cuando se recibe con frecuencia el Sacramento de la Reconciliacin, el don de la misericordia del Padre, impulsa al
penitente a ser l tambin misericordioso.
Segn el Mandamiento de la iglesia "todo fiel llegado a la edad del uso de razn, debe confesar al menos una vez al ao,
los pecados graves de que tiene conciencia" (Derecho Cannico 989).
Un buen cristiano, ciertamente, no necesita de este Mandamiento; su amor a Dios lo lleva a frecuentar la Confesin de sus
pecados, aunque sean leves, para recibir todas las gracias que conlleva. Merecera el nombre de "fiel cristiano" aquel que
no es capaz de pedir perdn al Seor ni siquiera una vez al ao? Si al automvil o a una casa les damos mantenimiento
peridicamente, es lgico descuidar nuestra alma?
Evidentemente, aqul que se encuentra en pecado mortal, no puede acercarse a la Sagrada Comunin. San Pablo nos
advierte fuertemente en contra de tal atrevimiento- "Por tanto, quien coma el pan o beba el cliz del Seor indignamente,
ser reo del Cuerpo y Sangre del Seor. Examnese pues, cada cual, y coma as el pan, y beba el cliz. Pues quien come y
bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo" (1 Cor. 1 1,27-29)
Por eso el Derecho Cannico en su nmero 916 ordena: "Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave que no
celebre la Misa ni comulgue el Cuerpo del Seor sin acudir antes a la Confesin Sacramental". Pudiera suceder que haya
un motivo realmente grave, por ejemplo peligro de muerte, y no exista la posibilidad de confesarse antes de la Misa,
entonces el fiel debe hacer un acto de contricin perfecta, con la intencin de confesarse cuanto antes.
No es correcto, por lo tanto, acercarse a comulgar en pecado mortal en unos XV aos o en una boda, para quedar bien con
los dems o para salir en la fotografa. Hubo tiempo para todo: vestido, adornos, invitaciones, vdeo, etc. y no para pedir
perdn a Dios.
La Satisfaccin o Penitencia
Muchos pecados causan dao al prjimo. Es preciso hacer lo posible para repararlo (por ejemplo, restitucin de cosas
robadas, restablecer la reputacin del que ha sido calumniado, compensar las heridas, etc.) la simple justicia exige esto.
Pero adems el pecado hiere y debilita al pecador mismo, as como sus relaciones con Dios y con el prjimo. La absolucin
quita el pecado, pero no remedia todos los desrdenes que el pecado caus.
Liberado del pecado, el pecador debe todava recobrar la plena salud espiritual. Por lo tanto debe hacer algo para reparar
sus pecados: debe "satisfacer" de manera apropiada, debe "expiar" sus malas acciones. Esta satisfaccin se llama
ordinariamente penitencia, que el confesor impone y debe tener en cuenta la situacin personal del penitente y buscar su
bien espiritual. Debe corresponder todo lo posible a la naturaleza y gravedad de los pecados cometidos. Puede consistir
simplemente en oraciones, pero tambin en ofrendas, obras de misericordia, servicios al prjimo, privaciones voluntarias
y sobre todo en la aceptacin paciente de las cruces que la vida misma nos impone. Tales pendencias nos configuran con
Cristo el Seor que expi nuestros pecados con su sacrificio en la Cruz. (Rm.3,25)
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El Ministerio de la Reconciliacin
Como ya hemos visto, Cristo confi a sus Apstoles el ministerio de la Reconciliacin, que no podra concluir con la
muerte del ltimo de ellos. Por la imposicin de las manos este ministerio fue transmitido a sus sucesores hasta nuestros
das.
El mismo San Pablo, que no era de los Doce y no estuvo presente en el Cenculo el da de la Resurreccin, se declara
"Ministro de la Reconciliacin" por la imposicin de las manos.
En efecto, los obispos y los presbteros, en virtud del Orden Sacerdotal, tienen el poder, maravilloso, como sucesores de
los Apstoles, de perdonar los pecados "en el nombre del Padre, del Hijo y del Espritu Santo".
El Obispo, cabeza visible de la Iglesia en su territorio o Dicesis, es con justo ttulo, desde los tiempos ms antiguos, el
que tiene principalmente el poder y ministerio de la Reconciliacin. Los dems sacerdotes, sus colaboradores, lo ejercen
en la medida en que han recibido del obispo la tarea de administrarlo.
Ciertos pecados particularmente graves, como el aborto, estn sancionados con la excomunin que es la pena Eclesistica
ms severa y que impide la recepcin de los Sacramentos o el ejercicio de actos eclesisticos. La absolucin de dichos
pecados y la reincorporacin al seno de la Iglesia, corresponde al Papa, al Obispo del lugar o a los sacerdotes autorizados
por ellos. Sin embargo, en peligro de muerte, todo sacerdote puede absolver de cualquier pecado y levantar toda
excomunin.
El Sacerdote no es dueo sino servidor del perdn de Dios. Es el buen pastor o el buen samaritano que va en busca del
pecador. Es imagen del Padre que espera al hijo prdigo para perdonarlo. Es instrumento del amor misericordioso de Dios
hacia el pecador.
Dada la delicadeza y la grandeza de este ministerio y el respeto debido a las personas, la Iglesia declara que todo Sacerdote
que oye confesiones est obligado, a guardar secreto absoluto sobre los pecados que sus penitentes le han confesado. No
han faltado sacerdotes que han perdido la vida por dicho secreto, como San Juan Nepomuceno, que fue arrojado atado de
pies y manos al ro Moldava en la ciudad de Praga, en el siglo XIV por negarse a violar el sigilo sacramental.
Hay que reconocer que no todos los sacerdotes tienen el don del "carisma "para escuchar atinadamente las confesiones, o
para aconsejar adecuadamente al penitente. Algunas personas se han alejado del Sacramento y hasta de la Iglesia por haber
encontrado a un sacerdote poco dotado, impaciente, brusco o regan. No debera repercutir tanto en el cristiano un
encuentro tal. Apartarse de los Sacramentos por un regao, denota una fe sumamente dbil, una sensibilidad desequilibrada
o un orgullo desmesurado. Lo importante, a fin de cuentas, es que el peor de los sacerdotes tiene el poder de reconciliar
con Dios al pecador. El resto poco importa.
LOS EFECTOS DE LA RECONCILIACION
1.
El principal, como su nombre lo indica, es que nos reconcilia con Dios, es decir, nos restituye, si la hemos perdido,
a la Gracia de Dios, que no es otra cosa que la participacin de la Vida Divina, comunicada al hombre por el Sacramento
del Bautismo.
2.
El perdn de los pecados sean veniales o mortales, tiene como resultado, adems, la paz y la tranquilidad de
conciencia, a las que acompaa un profundo consuelo espiritual. El saberse y sentirse perdonado por Nuestro Padre
amoroso es una verdadera resurreccin espiritual. Es un nacer de nuevo, libres por fin del peso de nuestros pecados.
3.
Hay faltas, como el aborto, que dejan en el alma una huella muy difcil de borrar. Mujeres hay que recurren a un
psiclogo para liberarse del complejo de culpa que no las deja vivir en paz. Aquel penitente que realmente contrito y con
disposicin religiosa confiesa su pecado, puede estar seguro de que Dios le ha perdonado. Es ms grande el amor de Dios
que cualquiera de los pecados del hombre. Una vez reconciliados con nuestro Padre Dios, no hay porqu sentirse atados a
un pasado, por pecaminoso que pueda ser. Cristo devolvi a Mara Magdalena, mujer de vida disoluta, su dignidad total y
la convirti en Santa Mara Magdalena, testigo privilegiado y primera anunciadora, a los Apstoles, de la Resurreccin del
Seor.
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4.
El pecado menoscaba o rompe totalmente la comunin fraterna. No hace falta mencionar todos los pecados con
los que el hombre ofende al prjimo: mentiras, odios, rencores, injurias, traiciones, calumnias, golpes, asesinatos... Pero
no solamente estos pecados que hieren directamente al prjimo, rompen la comunin fraterna: an los que ofenden
directamente a Dios o los muy personales, repercuten en la comunin de los santos, al mermar la santidad de la Iglesia. El
Sacramento de la Penitencia restaura la comunin con la Iglesia. No solamente cura al pecador arrepentido, sino que tiene
tambin un efecto vivificante sobre la vida misma de la iglesia que haba sufrido por el pecado de uno de sus miembros
(1 Cor.12,26). Una vez restablecida plenamente su participacin en la Comunin de los Santos, goza de los bienes
espirituales de aquellos que se hallan ya en la Patria Celestial y de los que an peregrinan en la tierra.
- Importantsima es tambin la reconciliacin consigo mismo: el penitente perdonado recupera su verdad interior y es
liberado del peso que grava su conciencia. Por eso el salmista dice: "Dichoso el que es perdonado de su culpa ... cuando
yo me callaba se consuman mis huesos...mi pecado reconoc y no ocult mi culpa...y t absolviste mi culpa, perdonaste
mi pecado" (Sal.32, 1 -5)
-A toda buena obra, hecha en Gracia de Dios, corresponde un mrito de Vida Eterna, pero al caer en pecado mortal, todos
los mritos se pierden totalmente. Cuando somos absueltos y reconciliados, dichos mritos reviven as como los dones del
Espritu Santo y las virtudes infusas.
LOS PECADOS VENIALES Y LOS MORTALES
Una cuestin surge a menudo en la conciencia de los fieles: cmo sabemos que un pecado es mortal? La Iglesia nos da la
solucin: para que un pecado pueda considerarse grave o mortal, debe reunir tres condiciones:
- Pleno conocimiento, o sea, que sepamos sin lugar a dudas que una accin es pecaminosa, por ejemplo, robar.
- Pleno consentimiento, es decir, la aceptacin total por parte de nuestra voluntad para cometer esa accin: s que es pecado
robar, pero quiero robar.
- Materia grave. Dado el pleno conocimiento y el pleno consentimiento, queda an el criterio de la gravedad de la accin
misma. No es lo mismo, siguiendo con el ejemplo del robo, apropiarse de veinte pesos, que de veinte millones, no es lo
mismo un empelln que un balazo.
En muchos casos podemos aquilatar la gravedad de la accin cometida por el dao causado al prjimo o a nosotros mismos.
En otros casos no ser tan fcil resolver la cuestin de la gravedad de la materia. Es necesario informarse, preguntar tal vez
al confesor mismo.
Debemos instruirnos en Religin y tener un Director Espiritual. Si no formamos nuestra conciencia rectamente, podemos
creer que todo pecado es mortal y privarnos de la Sagrada Comunin, pudiendo hacerlo. Y tambin puede suceder que nos
acerquemos a la Eucarista inconscientemente, estando en pecado mortal.
No podemos basar nuestra conducta moral en el concepto de que "al cabo no es pecado mortal" llevando una vida mediocre
de constantes ofensas veniales o leves a Dios Nuestro Seor.
El amor a Nuestro Seor debe impulsamos a evitar TODA CLASE DE PECADOS. Adems el camino al pecado mortal,
es ciertamente el venial.
Recurramos frecuentemente al gran Sacramento de la Reconciliacin, procurando con toda el alma evitar toda mancha para
vivir cada vez ms plenamente la Vida de la gracia que Dios nos otorga en sus Sacramentos.
'La Confesin no debe ser solamente una esponja que borra, sino un tnico que robustece'. San
Francisco de Sales.
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