El Sacramento de La Reconciliación

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El SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIN

QU SON LOS SACRAMENTOS?


"Los Sacramentos estn ordenados a la santificacin de los hombres, a la edificacin
del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios".
Todas las palabras y acciones de Jess, por ser Dios, eran ya de por s salvficas, y
quiso comunicar a su Iglesia el mismo poder salvador por medio de siete acciones
sagradas que son como "fuerzas que brotan" del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, en
las cuales el Espritu Santo ACTUA PARA SANTIFICAR A LOS HOMBRES. Son las "obras
maestras de Dios".
Cuando la Iglesia celebra un Sacramento, es el mismo Cristo quien acta por medio del
Espritu Santo. Es por eso que tienen una eficacia absoluta. No dependen de la justicia
del hombre que lo da, ni de quien lo recibe, sino del poder de Dios.
Todos los Sacramentos confieren la Gracia que significan. Como el fuego transforma en
s todo lo que toca, as el Espritu Santo trasforma en Vida Divina todo lo que se
somete a su poder.
Podemos, pues, definir los Sacramentos de la siguiente manera: "Son signos sensibles,
instituidos por Nuestro Seor Jesucristo, para infundir y acrecentar la gracia (Vida
Divina) en nuestras almas para hacernos Santos".
La Iglesia afirma que para los creyentes los Sacramentos son necesarios para la
salvacin. El fruto de la vida sacramental consiste en que el Espritu Santo deifica a los
fieles comunicndoles la naturaleza divina, unindolos vitalmente a Jesucristo.
Maravilloso es pues, el proyecto divino para nosotros: por medio de los Sacramentos,
vivir ya desde ahora participando de la Vida Divina, viviendo en santidad en la espera
de la manifestacin gloriosa de Jesucristo al final de los tiempos. El cristiano que no
frecuenta los Sacramentos, sencillamente no ha entendido su vocacin y pone en
peligro su salvacin eterna.

El Sacramento del Perdn.


San Juan Evangelista nos relata cmo el mismo da de la Resurreccin de Jesucristo, al
atardecer "estando cerradas, por miedo a los judos, las puertas del lugar donde se
encontraban los discpulos, se present Jess en medio de ellos y les dijo: 'La paz con
vosotros'. Dicho esto les mostr las manos y el costado. Los discpulos se alegraron de

ver al Seor. Jess les dijo otra vez: 'La paz con vosotros. Como el Padre me envi,
tambin Yo os envo'. Dicho esto, sopl sobre ellos y les dijo: 'Recibid el Espritu Santo.
A quienes perdonis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retuvireis,
les quedarn retenidos". (Jn.20,19-23)
Es impresionante el hecho de que lo primero que Nuestro Seor hace una vez
resucitado, es conferir a sus Apstoles el poder de perdonar los pecados. Bien sabe
Jess de qu barro tan frgil estamos hechos y la necesidad que tenemos de restaurar
la Gracia bautismal perdida por el pecado mortal.

Diversos nombres de este Sacramento.


El principal objetivo de este Sacramento, es nuestra reconciliacin con Dios y con la
iglesia. Es por ello el Sacramento de la Reconciliacin.
Pero no puede darse dicha reconciliacin si permanecemos en pecado, por lo que se
impone una conversin de 180 grados, alejndonos de todo aquello que nos aparta de
Dios. Por eso tambin recibe el nombre de Conversin.
No podramos convertirnos sin un sincero arrepentimiento, que en latn, lengua oficial
de la Iglesia Catlica, se dice "penitere" y por eso es elSacramento de la Penitencia,
que incluye una reparacin por parte del pecador.
Declarar los pecados ante el Sacerdote, es un elemento esencial de la Reconciliacin y
por eso, tambin se denomina Confesin.
Es igualmente el Sacramento del Perdn porque por la absolucin sacramento del
Sacerdote, Dios concede al penitente "el perdn y la paz".

Slo Dios perdona los pecados.


El Evangelio de San Marcos nos refiere la ocasin en que a Jess le presentan un
paraltico bajndolo por entre las tejas del techo, en una camilla. Viendo Nuestro Seor
la fe de aquellas personas, le dijo al paraltico: "Hijo, tus pecados te son
perdonados". Con toda razn los escribas presentes pensaron que Jess blasfemaba
porque "Quin puede perdonar pecados sino solo Dios?" Pero el Seor, para demostrar
su divinidad y el poder que tiene para ello, cura inmediatamente al paraltico, que sale
sano y perdonado a la vista de todos. (Mc.2,1-12).
Pensar que un hombre cualquiera puede perdonar las ofensas hechas a Dios, es una
tontera. El ofendido es Dios y El perdona si es su voluntad.
Pero la voluntad de Dios no es tan solo perdonar al pecador arrepentido, sino el
delegar este poder divino a los sacerdotes, desde el mismo da de su gloriosa

Resurreccin. (Jn. 20,21-23) As la Iglesia viene a ser el signo e instrumento del


perdn y reconciliacin que Cristo nos adquiri al precio de su Sangre. San Pablo se
sabe enviado por Cristo para ejercer "ministerio de la reconciliacin" (2 Cor. 5,18).
Al hacer partcipes a los apstoles de su propio poder de perdonar los pecados, el
Seor les d tambin la autoridad de reconciliar a los pecadores con la Iglesia. El poder
de "atar y desatar" que Cristo confiere solamente a San Pedro (Mt.1 6,19) como
cabeza visible de la Iglesia, significa el poder excluir o aceptar de nuevo al pecador de
la comunin con la iglesia ... La reconciliacin con la Iglesia, es inseparable de la
reconciliacin con Dios!.

LA PRCTICA DE LA RECONCILIACIN
contriccin.
En la Parbola del Hijo Prdigo (Lc.15,1 1-24) encontrarnos todo el proceso de la
Reconciliacin. Aquel muchacho no pens en volver a la casa de su padre, hasta que
tom conciencia de su lamentable estado. Igualmente el pecador no iniciar su vuelta
a Dios, sino hasta caer en cuenta de que est en pecado. De pronto, debido sin duda a
una inspiracin del Espritu Santo, su conciencia le acusa y se arrepiente de haber
pecado.
El arrepentimiento, tambin llamado contriccin o dolor de los pecados, puede surgir
por el simple fracaso humano, que el pecado conlleva en muchas ocasiones. El Hijo
Prdigo pens en volver a casa de su padre, simplemente porque tena hambre. Es un
arrepentimiento imperfecto, poco noble, pero Dios lo acepta.
Podemos por el contrario, arrepentirnos al descubrir la grandeza del amor de Dios y
sentir horror por el pecado que ha derramado la Sangre Preciosa de Cristo. Surge
tambin el temor de vernos separados de Dios por nuestros pecados. El retorno a Dios
por amor, es una contricin perfecta.
Examen de conciencia.
A la luz de la Palabra de Dios el penitente descubre el nmero y la gravedad de sus
pecados. No tan solo al recordar los 10 Mandamientos de la Ley de Dios y los 5 de la
Iglesia, sino al considerar el Sermn de la Montaa y textos apostlicos (Rm. 1 2-15; 1
Cor. 12-13; Gl.5; Ef.4-6)
En esta etapa podemos encontrar conciencias equivocadas por falta de formacin:
desde aquel que no se descubre ninguna falta "porque no roba ni mata", hasta el
escrupuloso que agranda nimiedades y ms confa en la minuciosa y exacta
investigacin de sus pecados, que en la misericordia del Dios que le espera con los
brazos abiertos.

Tanto la conciencia laxa, como la escrupulosa, deben ser orientadas por el confesor con
toda firmeza.
Existen muchos manuales de moral que contienen guas adecuadas para hacer un buen
examen de conciencia. Recomendamos el Folleto EVC 252 "La Confesin y el Examen
de Conciencia".
Propsito de enmienda.
Una autntica Contricin, conlleva necesariamente el firme propsito de no volver a
pecar. Sera una farsa pedir perdn por un pecado que estamos decididos a seguir
cometiendo.
El propsito debe ser universal, es decir de todos los pecados y perpetuo, o sea, para
toda la vida. Absurdo sera arrepentirse de unos s y de otros no, o hacer un propsito
"hasta tal o cual da".
El propsito de enmienda, por firme que sea, va sin embargo acompaado de una
posible reincidencia, nacida de la debilidad humana. Es por eso que en el Acto de
Contricin prometernos "apartarnos de las ocasiones prximas de pecado".
El que ama el peligro, en l perece, dice el dicho popular. Por triste experiencia, se
sabe de lugares, personas y cosas que nos inducen a pecar. Nuestro Seor nos
advierte dramticamente. "Si tu mano o tu pie te son ocasin de pecado, crtatelo y
arrjalo de ti; ms te vale entrar en la Vida Divina manco o cojo, que con las dos
manos y los dos pies, ser arrojado al fuego eterno". (Mt. 18,8).
Qu caso tiene que un alcohlico entre a la cantina con la esperanza de no beber?
Para qu seguir frecuentando a la mujer o al hombre que fueron ocasin de pecado?
Cmo seguir en un trabajo que me obliga a la corrupcin?
En cuntas ocasiones es el ambiente el que nos induce al pecado: el propsito de
enmienda sincero, tal vez nos obligue a dejar ciertos "amigos", lugares y circunstancias
que haran naufragar nuestros mejores propsitos. Cuestin de vida o muerte eterna.
Confesin de los pecados.
La confesin de los pecados, incluso desde un punto de vista simplemente humano,
nos libera y facilita nuestra reconciliacin con Dios, con el prjimo, y con nosotros
mismos. Por la confesin, el hombre se enfrenta a los pecados de que se siente
culpable, asume su responsabilidad y por ello se abre de nuevo a Dios y a la comunin
de la Iglesia con el fin de hacer posible un nuevo futuro.
La liberacin interior que proporciona la confesin de los pecados, es en parte la labor
del psiclogo. La superacin de traumas y angustias en muchas ocasiones debe pasar
por una "catarsis" que no es otra cosa que una confesin de faltas cometidas. Los
Alcohlicos Annimos, emplean tambin este mtodo para liberarse de su vicio. Y sin
embargo, personas que no objetaran dichas terapias, se rehusaran a confesar sus

culpas ante un Sacerdote, que aparte de escuchar, tiene el poder de perdonar los
pecados!
La confesin de los pecados hecha al sacerdote, construye una parte esencial del
Sacramento de la Reconciliacin. 'En la Confesin, los penitentes deben enumerar
todos los pecados mortales de que tienen conciencia despus de haberse examinado
seriamente, incluso si estos pecados son muy secretos y si han sido cometidos
solamente contra los dos ltimos Mandamientos del Declogo, pues a veces estos
pecados hieren ms gravemente el alma y son ms peligrosos que los que han sido
cometidos a la vista de todos" (Concilio de Trento).
Callar conscientemente algunos pecados, tal vez los ms graves, es evidencia de que
no se est presentando ante el sacerdote con nimo de ser perdonado. San Jernimo
dice acertadamente "si el enfermo se avergenza de descubrir su llaga al mdico, la
medicina no cura lo que ignora".
Esta clase de confesiones incompletas voluntariamente, no obtienen el perdn de nada
y aaden adems un pecado de sacrilegio, por profanar un Sacramento.
Sin ser necesaria la confesin de los pecados veniales, la Iglesia recomienda de todos
modos hacerla, ya que esto ayuda a formar la conciencia, a luchar contra las malas
inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, y a progresar en la Vida Espiritual. Cuando se
recibe con frecuencia el Sacramento de la Reconciliacin, el don de la misericordia del
Padre, impulsa al penitente a ser l tambin misericordioso.
Segn el Mandamiento de la iglesia "todo fiel llegado a la edad del uso de razn, debe
confesar al menos una vez al ao, los pecados graves de que tiene conciencia"
(Derecho Cannico 989).
Evidentemente, aqul que se encuentra en pecado mortal, no puede acercarse a la
Sagrada Comunin. San Pablo nos advierte fuertemente en contra de tal
atrevimiento- "Por tanto, quien coma el pan o beba el cliz del Seor indignamente,
ser reo del Cuerpo y Sangre del Seor. Examnese pues, cada cual, y coma as el
pan, y beba el cliz. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su
propio castigo" (1 Cor. 1 1,27-29)
Por eso el Derecho Cannico en su nmero 916 ordena: "Quien tenga conciencia de
hallarse en pecado grave que no celebre la Misa ni comulgue el Cuerpo del Seor sin
acudir antes a la Confesin Sacramental". Pudiera suceder que haya un motivo
realmente grave, por ejemplo peligro de muerte, y no exista la posibilidad de
confesarse antes de la Misa, entonces el fiel debe hacer un acto de contricin perfecta,
con la intencin de confesarse cuanto antes.
No es correcto, por lo tanto, acercarse a comulgar en pecado mortal en unos XV aos o
en una boda, para quedar bien con los dems o para salir en la fotografa. Hubo tiempo
para todo: vestido, adornos, invitaciones, vdeo, etc. y no para pedir perdn a Dios.
La Satisfaccin o Penitencia

Muchos pecados causan dao al prjimo. Es preciso hacer lo posible para repararlo
(por ejemplo, restitucin de cosas robadas, restablecer la reputacin del que ha sido
calumniado, compensar las heridas, etc.) la simple justicia exige esto. Pero adems el
pecado hiere y debilita al pecador mismo, as como sus relaciones con Dios y con el
prjimo. La absolucin quita el pecado, pero no remedia todos los desrdenes que el
pecado caus.
Liberado del pecado, el pecador debe todava recobrar la plena salud espiritual. Por lo
tanto debe hacer algo para reparar sus pecados: debe "satisfacer" de manera
apropiada, debe "expiar" sus malas acciones. Esta satisfaccin se llama ordinariamente
penitencia, que el confesor impone y debe tener en cuenta la situacin personal del
penitente y buscar su bien espiritual. Debe corresponder todo lo posible a la naturaleza
y gravedad de los pecados cometidos. Puede consistir simplemente en oraciones, pero
tambin en ofrendas, obras de misericordia, servicios al prjimo, privaciones
voluntarias y sobre todo en la aceptacin paciente de las cruces que la vida misma nos
impone. Tales pendencias nos configuran con Cristo el Seor que expi nuestros
pecados con su sacrificio en la Cruz. (Rm.3,25)

El Ministerio de la Reconciliacin
Como ya hemos visto, Cristo confi a sus Apstoles el ministerio de la Reconciliacin,
que no podra concluir con la muerte del ltimo de ellos. Por la imposicin de las
manos este ministerio fue transmitido a sus sucesores hasta nuestros das.
El mismo San Pablo, que no era de los Doce y no estuvo presente en el Cenculo el da
de la Resurreccin, se declara "Ministro de la Reconciliacin" por la imposicin de las
manos.
En efecto, los obispos y los presbteros, en virtud del Orden Sacerdotal, tienen el
poder, maravilloso, como sucesores de los Apstoles, de perdonar los pecados "en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espritu Santo".
El Obispo, cabeza visible de la Iglesia en su territorio o Dicesis, es con justo ttulo,
desde los tiempos ms antiguos, el que tiene principalmente el poder y ministerio de la
Reconciliacin. Los dems sacerdotes, sus colaboradores, lo ejercen en la medida en
que han recibido del obispo la tarea de administrarlo.
Ciertos pecados particularmente graves, como el aborto, estn sancionados con la
excomunin que es la pena Eclesistica ms severa y que impide la recepcin de los
Sacramentos o el ejercicio de actos eclesisticos. La absolucin de dichos pecados y la
reincorporacin al seno de la Iglesia, corresponde al Papa, al Obispo del lugar o a los
sacerdotes autorizados por ellos. Sin embargo, en peligro de muerte, todo sacerdote
puede absolver de cualquier pecado y levantar toda excomunin.
El Sacerdote no es dueo sino servidor del perdn de Dios. Es el buen pastor o el buen
samaritano que va en busca del pecador. Es imagen del Padre que espera al hijo

prdigo para perdonarlo. Es instrumento del amor misericordioso de Dios hacia el


pecador.
Dada la delicadeza y la grandeza de este ministerio y el respeto debido a las personas,
la Iglesia declara que todo Sacerdote que oye confesiones est obligado, a guardar
secreto absoluto sobre los pecados que sus penitentes le han confesado. No han
faltado sacerdotes que han perdido la vida por dicho secreto, como San Juan
Nepomuceno, que fue arrojado atado de pies y manos al ro Moldava en la ciudad de
Praga, en el siglo XIV por negarse a violar el sigilo sacramental.
Hay que reconocer que no todos los sacerdotes tienen el don del "carisma "para
escuchar atinadamente las confesiones, o para aconsejar adecuadamente al penitente.
Algunas personas se han alejado del Sacramento y hasta de la Iglesia por haber
encontrado a un sacerdote poco dotado, impaciente, brusco o regan. No debera
repercutir tanto en el cristiano un encuentro tal. Apartarse de los Sacramentos por un
regao, denota una fe sumamente dbil, una sensibilidad desequilibrada o un orgullo
desmesurado. Lo importante, a fin de cuentas, es que el peor de los sacerdotes tiene el
poder de reconciliar con Dios al pecador. El resto poco importa.

LOS EFECTOS DE LA RECONCILIACION


1. El principal, como su nombre lo indica, es que nos reconcilia con Dios, es decir, nos
restituye, si la hemos perdido, a la Gracia de Dios, que no es otra cosa que la
participacin de la Vida Divina, comunicada al hombre por el Sacramento del Bautismo.
2. El perdn de los pecados sean veniales o mortales, tiene como resultado, adems,
la paz y la tranquilidad de conciencia, a las que acompaa un profundo consuelo
espiritual. El saberse y sentirse perdonado por Nuestro Padre amoroso es una
verdadera resurreccin espiritual. Es un nacer de nuevo, libres por fin del peso de
nuestros pecados.
3. Hay faltas, como el aborto, que dejan en el alma una huella muy difcil de borrar.
Mujeres hay que recurren a un psiclogo para liberarse del complejo de culpa que no
las deja vivir en paz. Aquel penitente que realmente contrito y con disposicin religiosa
confiesa su pecado, puede estar seguro de que Dios le ha perdonado. Es ms grande el
amor de Dios que cualquiera de los pecados del hombre. Una vez reconciliados con
nuestro Padre Dios, no hay porqu sentirse atados a un pasado, por pecaminoso que
pueda ser. Cristo devolvi a Mara Magdalena, mujer de vida disoluta, su dignidad total
y la convirti en Santa Mara Magdalena, testigo privilegiado y primera anunciadora, a
los Apstoles, de la Resurreccin del Seor.
4. El pecado menoscaba o rompe totalmente la comunin fraterna. No hace falta
mencionar todos los pecados con los que el hombre ofende al prjimo: mentiras, odios,
rencores, injurias, traiciones, calumnias, golpes, asesinatos... Pero no solamente estos
pecados que hieren directamente al prjimo, rompen la comunin fraterna: an los

que ofenden directamente a Dios o los muy personales, repercuten en la comunin de


los santos, al mermar la santidad de la Iglesia.
El Sacramento de la Penitencia restaura la comunin con la Iglesia. No solamente cura
al pecador arrepentido, sino que tiene tambin un efecto vivificante sobre la vida
misma de la iglesia que haba sufrido por el pecado de uno de sus miembros
(1 Cor.12,26). Una vez restablecida plenamente su participacin en la Comunin de los
Santos, goza de los bienes espirituales de aquellos que se hallan ya en la Patria
Celestial y de los que an peregrinan en la tierra.
- Importantsima es tambin la reconciliacin consigo mismo: el penitente perdonado
recupera su verdad interior y es liberado del peso que grava su conciencia. Por eso el
salmista dice: "Dichoso el que es perdonado de su culpa ... cuando yo me callaba se
consuman mis huesos...mi pecado reconoc y no ocult mi culpa...y t absolviste mi
culpa, perdonaste mi pecado" (Sal.32, 1 -5)
-A toda buena obra, hecha en Gracia de Dios, corresponde un mrito de Vida Eterna,
pero al caer en pecado mortal, todos los mritos se pierden totalmente. Cuando somos
absueltos y reconciliados, dichos mritos reviven as como los dones del Espritu Santo
y las virtudes infusas.

LA CELEBRACIN DEL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIN


Dados los actos previos del penitente (examen de conciencia, contricin, y propsito de
enmienda) el Sacramento se realiza concretamente con la confesin de los pecados y
la absolucin.
Este acto litrgico ha sido practicado siempre en la Iglesia, aunque de formas distintas.
En la antigedad se acostumbraba la confesin pblica en las asambleas litrgicas,
seguidas de un tiempo de penitencia, antes de ser admitidos al rito de la absolucin.
Gracias a los monjes irlandeses principalmente, el rito se hizo de manera personal y
secreta, conservando sin embargo los elementos indispensables para la validez del
perdn.
Actualmente la Iglesia nos propone tres modalidades distintas, igualmente vlidas para
celebrar el Sacramento de la Reconciliacin:
1. Individual.
Es la forma ms usual y la que permite mayor profundidad en el retorno a Dios.
Se suele dar comienzo con la jaculatoria "Ave Mara Pursima" a la que el penitente
debe responder "Sin pecado concebida", pidiendo a la Madre de Dios, que nunca pec,
que nos ayude a hacer una buena confesin.

Es muy til para el confesor saber el tiempo transcurrido desde la ltima confesin del
penitente. No es lo mismo escuchar a una persona que hace aos no se reconcilia con
Dios, a otra que se confes hace una semana. Por lo tanto, el penitente debe tener
presente dicho lapso, al menos aproximadamente.
Como ya se ha indicado, la confesin debe ser completa, sincera y concreta. No es el
momento de entrar en detalles que no vienen al caso. Tampoco es la oportunidad de
presentar problemas o pedir consejos para asuntos personales o familiares. Si el
cristiano necesita Direccin Espiritual, debe concertar una cita con el sacerdote.
Elemental es poder recitar ya sea el "Yo confieso" o el "Seor mo Jesucristo" como
expresiones adecuadas de contricin. Si por algn motivo no se saben de memoria, el
penitente puede leerlas en un devocionario.
El sacerdote debe dar la absolucin de parte de Dios, solamente a quienes juzgue bien
dispuestos para recibirla ya que se dan casos en que debe ser diferida, hasta que se
cumplan ciertas condiciones o negarla drsticamente cuando no hay ms remedio.
El oficio de Confesor es muy difcil y agobiante: horas enteras escuchando y
perdonando miserias morales y en muchos casos con la enorme responsabilidad de
resolver graves problemas en nombre de Dios a quien representa. Ciertamente el
sacerdote no oye confesiones por gusto ni menos por lucro, sino solo con profundo
sentido de Fe.
Con razn San Francisco de Sales deca... El momento cumbre del Sacramento es
cuando el penitente escucha: "Por lo tanto yo te absuelvo de tus pecados..." La
frmula de la absolucin indica que la reconciliacin procede de la misericordia infinita
del Padre, muestra su relacin con el Misterio Pascua de Cristo y pone de relieve la
accin del Espritu Santo. Igualmente hace notar el aspecto eclesial del Sacramento ya
que la Reconciliacin con Dios se pide y se da por el ministro de la Iglesia.
El penitente absuelto de sus pecados, aparte de cumplir con la penitencia indicada, lo
primero que debe hacer, es dar gracias a Dios, no vaya a suceder lo que pas con
aquellos diez leprosos que Cristo cur y tan solo uno, por cierto samaritano, regres
para darle las gracias.
3. Ceremonia Comunitaria, con absolucin general.
Esta tercera forma del Sacramento de la Reconciliacin es perfectamente vlida,
completa y excelente y responde a situaciones extraordinarias y de grave necesidad
como pueden ser misiones, guerras, siniestros, Congresos Eucarsticos, etc. en donde a
la insuficiencia de sacerdotes se suma la asistencia de grandes multitudes.
El Nuevo Ritual de Sacramentos especifica las condiciones para impartir la Absolucin
General y para poder recibirla vlidamente:
- Arrepentimiento sincero de los pecados con el propsito firme de enmendarse.

- Estar dispuestos a reparar el dao causado a los dems.


- Confesarse individualmente lo ms pronto posible.
- Cumplir la penitencia que el Sacerdote impone a todos.
La absolucin general siendo vlida, no suprime la obligacin de la confesin individual
ni exime de las disposiciones espirituales para recibir tan grande Sacramento. No se
trata de hacer la Reconciliacin ms cmoda tanto para el sacerdote, como para los
fieles.
Hay que aclarar que la obligacin de confesar individualmente los pecados graves ya
absueltos, no implica que slo hasta entonces se perdonen, o que la absolucin haya
quedado en suspenso, sino que se cometera un pecado nuevo al no cumplir una
promesa a Dios.
Recibida la absolucin general con las debidas disposiciones nos permite Comulgar con
toda tranquilidad de conciencia.

LOS PECADOS VENIALES Y LOS MORTALES


Una cuestin surge a menudo en la conciencia de los fieles: cmo sabemos que un
pecado es mortal? La Iglesia nos da la solucin: para que un pecado pueda
considerarse grave o mortal, debe reunir tres condiciones:
- Pleno conocimiento, o sea, que sepamos sin lugar a dudas que una accin es
pecaminosa, por ejemplo, robar.
- Pleno consentimiento, es decir, la aceptacin total por parte de nuestra voluntad para
cometer esa accin: s que es pecado robar, pero quiero robar.
- Materia grave. Dado el pleno conocimiento y el pleno consentimiento, queda an el
criterio de la gravedad de la accin misma. No es lo mismo, siguiendo con el ejemplo
del robo, apropiarse de veinte pesos, que de veinte millones, no es lo mismo un
empelln que un balazo.
En muchos casos podemos aquilatar la gravedad de la accin cometida por el dao
causado al prjimo o a nosotros mismos. En otros casos no ser tan fcil resolver la
cuestin de la gravedad de la materia. Es necesario informarse, preguntar tal vez al
confesor mismo.
Debemos instruirnos en Religin y tener un Director Espiritual. Si no formamos nuestra
conciencia rectamente, podemos creer que todo pecado es mortal y privarnos de la
Sagrada Comunin, pudiendo hacerlo. Y tambin puede suceder que nos acerquemos a
la Eucarista inconscientemente, estando en pecado mortal.

No podemos basar nuestra conducta moral en el concepto de que "al cabo no es


pecado mortal" llevando una vida mediocre de constantes ofensas veniales o leves a
Dios Nuestro Seor.
El amor a Nuestro Seor debe impulsamos a evitar TODA CLASE DE PECADOS. Adems
el camino al pecado mortal, es ciertamente el venial.
Recurramos frecuentemente al gran Sacramento de la Reconciliacin, procurando con
toda el alma evitar toda mancha para vivir cada vez ms plenamente la Vida de la
gracia que Dios nos otorga en sus Sacramentos.
'La Confesin no debe ser solamente una esponja que borra, sino un tnico
que robustece'.

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