UNA HISTORIA DE FANTASMAS

Mark Twain

Alquil una gran habitacin lejos de Broadway, en un edificio grande y viejo cuyos pisos
superiores haban estado vacos por aos... hasta que yo llegu. El lugar haba sido ganado haca
tiempo por el polvo y las telaraas, por la soledad y el silencio. La primera noche que sub a mis
aposentos me pareci estar a tientas entre tumbas e invadiendo la privacidad de los muertos.
Por primera vez en mi vida me dio un pavor supersticioso; y como si una invisible tela de araa
hubiera rozado mi rostro con su textura, me estremec como alguien que se encuentra con un
fantasma.

Una vez que llegu a mi cuarto me sent feliz, y expuls la oscuridad. Un alegre fuego arda en la
chimenea, y me sent frente al mismo con reconfortante sensacin de alivio. Estuve as durante
dos horas, pensando en los buenos viejos tiempos; recordando escenas e invocando rostros
medio olvidados a travs de las nieblas del pasado; escuchando, en mi fantasa, voces que
tiempo ha fueron silenciadas para siempre, y canciones una vez familiares que hoy en da ya
nadie canta. Y cuando mi ensueo se atenu hasta un mustio patetismo, el alarido del viento
fuera se convirti en un gemido, el furioso latido de la lluvia contra las ventanas se acall y uno
a uno los ruidos en la calle se comenzaron a silenciar, hasta que los apresurados pasos del ltimo
paseante rezagado murieron en la distancia y ya ningn sonido se hizo audible. El fuego se
estaba extinguiendo. Una sensacin de soledad se ceb en m. Me levant y me desvest
movindome en puntillas por la habitacin, haciendo todo a hurtadillas, como si estuviera
rodeado por enemigos dormidos cuyos descansos fuera fatal suspender. Me acost y me tend
a escuchar la lluvia y el viento y los distantes sonidos de las persianas, hasta que me adormec.

Me dorm profundamente, pero no s por cunto tiempo. De repente, me despert,

estremecido. Todo estaba en calma. Todo, a excepcin de mi corazn: poda escuchar mi propio
latido. En ese momento las frazadas y colchas comenzaron a deslizarse lentamente hacia los pies
de la cama, cmo si alguien estuviera halndolas! No poda moverme, no poda hablar. Los
cobertores se haban deslizado hasta que mi pecho qued al descubierto. Entonces, con un gran
esfuerzo, los aferr y los sub nuevamente hasta mi cabeza. Esper, escuch, esper. Una vez
ms comenz el firme haln. Al final arrebat los cobertores nuevamente a su lugar, y los as
con fuerza. Esper. Luego sent nuevos tirones, y la cosa renov sus fuerzas. El tirn se afianz
con firme tensin; a cada momento se haca ms fuerte. Mi fuerza ces, y por tercera vez las
frazadas se alejaron. Gem. Y un gemido de respuesta vino desde los pies de la cama! Gruesas

gotas de sudor comenzaron a poblar mis sienes. Estaba ms muerto que vivo. Escuch unos
fuertes pasos en el cuarto -como si fuera el paso de un elefante, eso me pareci- y no era nada
humano. Pero era como si se alejara de m. Lo escuch aproximndose a la puerta, traspasndola
sin mover cerrojo o cerradura, y deambular por los ttricos pasillos, tensando el piso de madera
y haciendo crujir las vigas a su paso. Luego de eso, el silencio rein una vez ms.

Cuando mi excitacin se calm, me dije a m mismo: "Esto ha sido un sueo, simplemente un

horrendo sueo." Y me qued pensando eso hasta que me convenc que haba sido solo una
pesadilla, y entonces me relaj lo suficiente como para rer un poco y estuve feliz de nuevo. Me
levant y encend una luz; y cuando revis la puerta, vi que la cerradura y el cerrojo estaban
como los haba dejado. Otra serena sonrisa fluy desde mi corazn y se onde en mis labios.
Tom mi pipa y la encend, y cuando estaba ya sentado frente al fuego, la pipa se me cay de
entre los dedos, la sangre se fue de mis mejillas, y mi plcida respiracin se detuvo y qued sin
aliento! Entre las cenizas del fuego, a un costado de mi propias huellas, haba otra, tan vasta en
comparacin que las mas parecan las de un infante. Entonces, haba habido un visitante, y las
pisadas del elefante quedaban demostradas.

Apagu la luz y regres a la cama, paraltico de miedo. Me recost un largo rato, mirando
fijamente en la oscuridad, y escuchando. Percib un rechinido ms arriba, como si alguien
estuviera arrastrando un cuerpo pesado por el piso; entonces escuch que lanzaban el cuerpo,
y el chasquido de mis ventanas fue la respuesta del golpe. En otras partes del edificio escuch
portazos. A intervalos, tambin o sigilosos pasos, por aqu y por all, a travs de los corredores,
y subiendo y bajando las escaleras. Algunas veces esos ruidos se acercaban a mi puerta,
dubitaban y luego retrocedan. Escuch, desde pasillos lejanos, el dbil sonido de cadenas, los
que se iban acercando paulatinamente a la par que ascendan las escaleras, marcando cada
movimiento con un matraqueo metlico. Escuch palabras murmurantes; gritos a medias que
parecan ser violentamente sofocados; y el crujido de prendas invisibles. En ese momento fui
conciente de que mi habitacin estaba siendo invadida, y de que no estaba solo. Escuch
suspiros y alientos alrededor de mi cama, y misteriosos murmullos. Tres pequeas esferas de
suave fosforescencia aparecieron en el techo, directamente sobre mi cabeza, brillando durante
un instante, para luego dejarse caer... dos de ellas sobre mi cara, y una sobre la almohada. Me
salpicaron con algo lquido y clido. La intuicin me dijo que podra ser sangre; no necesitaba luz
para darme cuenta de ello. Entonces vi rostros plidos, levemente luminosos, y manos blancas,
flotando en el aire, como sin cuerpos; flotando en un momento, para luego desaparecer. El
murmullo ces, lo mismo que las voces y los sonidos, y una solemne calma sigui. Esper y
escuch. Sent que tena que encender una luz o morira. Estaba debilitado por el temor.
Lentamente me alc hasta sentarme, y mi rostro entr en contacto con una mano viscosa!
Todas mis fuerzas me abandonaron de repente, y me ca como si fuera un invlido. Entonces
escuch el susurro de una tela; pareci como si hubiera pasado la puerta y salido.

Cuando todo se calm una vez ms, sal de la cama, enfermo y enclenque, y encend la luz de
gas con una mano tan trmula como si fuera de una persona de cien aos. La luz le dio algo de
alegra a mi espritu. Me sent y qued contemplando las grandes huellas en las cenizas. Las
mir mientras la llama del gas se pona mustia. En ese mismo momento volv a escuchar el paso
elefantino. Not su aproximacin, cada vez ms cerca, por el vestbulo, mientras la luz se iba
extinguiendo poco a poco. Los ruidos llegaron hasta mi puerta e hicieron una pausa; la luz ya
haba menguado hasta convertirse en una mrbida llama azul, y todas las cosas a mi alrededor
tenan un aspecto espectral. La puerta no se abri; sin embargo, sent en el rostro una leve

bocanada de aire. En ese momento fui conciente que una presencia enorme y gris estaba frente
a m. Mir con ojos fascinados. Haba una luminosidad plida sobre la Cosa; gradualmente sus
pliegues oscuros comenzaron a tomar forma; apareci una mano, luego unas piernas, un cuerpo,
y al final una gran cara de tristeza surgi del vapor. Limpio de su cobertura, desnudo, muscular
y bello, el majestuoso Gigante de Cardiff apareci ante m!
Toda mi miseria desapareci, ya que de nio saba que ningn dao podra esperar de tan
benigno semblante. Mi alegra regres una vez ms a mi espritu, y en simpata con esta, la llama
de gas resplandeci nuevamente. Nunca un solitario exiliado fue tan feliz en recibir compaa
como yo al saludar al amigable gigante. Dije:
-Nada ms que t? Sabes que me he pegado un susto de muerte durante las ltimas dos o
tres horas? Estoy ms que feliz de verte. Deseara tener una silla, aqu, aqu. No trates de
sentarte en esa cosa!
Pero ya era tarde. Se haba sentado antes que pudiera detenerlo; nunca vi una silla estremecerse
as en toda mi vida.
-Detente, detente o arruinars todo.
De nuevo muy tarde. Hubo otro destrozo, y otra silla fue reducida a sus elementos originales.
-Al infierno! Es que no tienes juicio? Deseas arruinar todo el mobiliario de este lugar? Aqu,
aqu, tonto petrificado.
Pero fue intil, antes que pudiera detenerlo, ya se haba sentado en la cama, y esta era ya una
melanclica ruina.
-Qu clase de conducta es esta? Primero vienes pesadamente aqu trayendo una legin de
fantasmas vagabundos para intranquilizarme, y luego tengo que pasar por alto tal falta de
delicadeza que no sera tolerada por ninguna persona de cultura elevada excepto en un teatro
respetable, y no contento con la desnudez de tu sexo, me compensas destrozando todo el
mobiliario mientras buscas lugar dnde sentarte. T te daas a ti mismo tanto como a m. Te
has lastimado el final de tu columna vertebral, y has dejado el piso sembrado de astillas de tus
destrozos. Deberas estar avergonzado, ya eres bastante grande como para saber las cosas.
-Est bien, no romper ms muebles. Pero qu puedo hacer? No he tenido la oportunidad de
sentarme desde hace cien aos.
Y las lgrimas comenzaron a brotar de sus ojos.
-Pobre diablo -dije- no debera haber sido tan rudo contigo. Eres un hurfano, sin duda. Pero
sintate en el piso, aqu, ninguna otra cosa aguantar tu peso.
As que se sent en el piso y encend una pipa que me dio, le di una de mis mantas y se la puso
sobre los hombros, le puse mi baera invertida en la cabeza, a modo de casco, y lo puse a sentir
confortable. Entonces l cruz las piernas mientras yo aviv el fuego y acerqu las prodigiosas
formas de sus pies al calor.
-Qu pasa con las plantas de tus pies y la parte anterior de tus piernas, que parecen cinceladas?
-Sabaones infernales! Los agarr estando en la granja Newell. Amo ese lugar como si fuera mi
viejo hogar. No hay para m nada como la tranquilidad que siento cuando estoy ah.
Hablamos durante media hora, y luego not que se vea cansado, y se lo dije.
-Cansado? -dijo-. Bueno, debera estarlo. Y ahora te dir todo, ya que me has tratado tan bien.
Soy el espritu del Hombre Petrificado que yace sobre la calle que va al museo. Soy el fantasma

del Gigante de Cardiff. No puedo tener descanso, no puedo tener paz, hasta que alguien d a mi
pobre cuerpo una sepultura. Qu es lo ms natural que puedo hacer para que los hombres
satisfagan ese deseo? Aterrorizarlos, encantar el lugar donde descansan! As que embruj el
museo noche tras noche. Hasta tuve la ayuda de otros espectros. Pero no hice bien, porque
nadie se atreva luego a ir al museo a medianoche. Entonces se me ocurri acechar un poco este
lugar. Sent que si escuchaba gritos, tendra xito, as que reclut a las ms eficientes almas que
la perdicin pudiera proveer. Noche tras noche estuvimos estremeciendo estas enmohecidas
recmaras, arrastrando cadenas, gruendo, murmurando, deambulando, subiendo y bajando
escaleras, hasta que, para decir la verdad, me cans de hacerlo. Pero cuando vi una luz en tu
cuarto esta noche, recuper mis energas nuevamente y sal con la frescura original. Pero estoy
cansado, enteramente agotado. Dame, te imploro, dame alguna esperanza!

Encendido por un estallido de excitacin, exclam:

-Esto sobrepasa todo, todo lo ocurrido! Por qu t, pobre fsil antiguo, te tomas tantas
preocupaciones por nada? Has estado acechando una efigie de yeso de ti mismo, ya que el
verdadero Gigante de Cardiff est en Albany! Demonios! No sabes en dnde estn tus propios
restos?

Nunca vi tan elocuente mirada de vergenza, de lastimera humillacin. El Hombre Petrificado

se levant lentamente y dijo:
-Honestamente, es eso cierto?
-Tan cierto como que estoy aqu sentado.

Sac la pipa de su boca y la dej en el mantel, luego se irgui dubitativamente (de manera
inconsciente, por algn viejo hbito, llev sus manos hasta donde los bolsillos de sus pantalones
deberan haber estado, y de forma meditativa dej caer su barbilla en su pecho) y finalmente
dijo:
-Bien, nunca antes me sent tan absurdo. El Hombre Petrificado ha sido vendido a alguien ms,
y ahora el peor fraude ha terminado vendiendo su propio fantasma! Hijo mo, si alguna caridad
queda en tu corazn por un pobre fantasma sin amigos como yo, por favor no dejes que esto se
sepa. Piensa cmo te sentiras si te hubieras puesto t mismo en ridculo tambin.
Escuch esto, y el bribn se fue retirando lentamente, paso a paso baj las escaleras y sali a la
calle desierta; me sent triste de que se hubiera ido, pobre tipo, y tambin porque se llev mi
manta y mi baera.

FIN

"A Ghost Story", 1875