Lyotard Lo Inhumano-Charlas Sobre El Tiempo
Lyotard Lo Inhumano-Charlas Sobre El Tiempo
Lyotard Lo Inhumano-Charlas Sobre El Tiempo
Lo inhumano
Charlas sobre el tiempo
MANANTIAL
Buenos Aires
ISBN: 987-500-018-3
Derechos reservados
Prohibida la reproduccin parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la
transmisin o ia transformacin de este libro, en cualquier forma o por cual
quier medio, sea electrnico o mecnico, mediante fotocopias, cii^iliili/.acin u
otros mtodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su mlY.uun est pe
nada por las leyes I 1.723 y 2S.AAG.
ndice
17
Reescribir la modernidad..........................................................................
33
45
55
El tiempo, hoy..............................................................................................
65
El instante, N ew m an..................................................................................
85
Lo sublime y la vanguardia......................................................................
95
111
123
La palabra, la instantnea..........................................................................
133
139
Conservacin y color..................................................................................
149
r.
LO IN H UM AN O
La obediencia.................................................................................................
169
185
Domus y la m egalpolis..............................................................................
193
Palabras preliminares:
de lo humano
10
LO IN HUM AN O
ting. No todos los que nos (?) reprenden son industriales de la cul
tura. Tambin se dicen filsofos. Pero tampoco debe examinarse qu
es la filosofa, so pena de caer en cualquier cosa. No sueo: lo apunta
do en las vanguardias (feo nombre, ya lo s) es algo que stas decla
raron en varias ocasiones. En 1 9 1 3 , Apollinaire escriba ingenuamen
te: A nte todo, los artistas son hombres que quieren llegar a ser
inhumanos. Y en 1 9 6 9 Adorno, otra vez, con ms prudencia: El arte
se mantiene fiel a los hombres nicamente por su inhumanidad con
respecto a ellos.
Las charlas reunidas aqu todas las cuales son exposiciones espe
cialm ente elaboradas, destinadas en su mayor parte a un pblico no
profesional, el resto a la confidencia- no tienen ni funcin ni valor de
manifiesto o tratado. La sospecha que delatan (en las dos acepciones de
esta palabra) es simple, aunque doble: Y si, por una parte, los huma
nos, en el sentido del hum anism o, estuvieran obligados a llegar a ser
inhumanos? Y si, por la otra, lo propio del hombre fuera estar ha
bitado por lo inhumano?
Lo cual hara que lo inhumano fuera de dos clases. Es indispensable
mantenerlas disociadas. La inhumanidad del sistema en curso de con
solidacin, con el nombre de desarrollo (entre otros), no debe confun
dirse con la otra, infinitam ente secreta, cuyo rehn es el alma. Creer,
como fue m i caso, que aqulla puede relevar a sta, darle expresin, es
engaarse. El sistema, antes bien, tiene como consecuencia hacer olvi
dar lo que se le escapa. Pero la angustia, el estado de un espritu ase
diado por un husped fam iliar y desconocido que lo agita, lo hace de
lirar pero tambin pensar, se agrava si se pretende excluirlo, si no se le
da salida. El malestar aumenta con esta civilizacin, la forclusin con
la informacin.
Muchas de estas conferencias se refieren a la cuestin del tiempo.
Es que sta es decisiva para la separacin de que se trata. El desarrollo
impone ganar tiempo. Ir rpidamente es olvidar rpidamente, no rete
ner luego ms que la informacin til, como en la lectura veloz. Pe
ro la escritura y la lectura son lentas y avanzan a reculones en direc
cin a la cosa desconocida en su interior, Se pierde tiempo al buscar
el tiempo perdido. La anamnesis es la antpoda - n i siquiera, no hay
eje com n-, el otro de la aceleracin y la abreviacin.
Ilustrmoslo con una palabra sobre un ejem plo que, en efecto, es
ejemplar y accesible a los humanistas, la educacin. Si los seres huma
nos nacieran humanos, t orno los jeitos na< en ^iios (< mi p< n\
de
12
LO IN HUM AN O
13
14
LO INHUMANO
15
Esta deuda para con la infancia no se salda. Pero basta con no olvi
darla para resistir y, tal vez, para no ser injusto. La tarea de la escritu
ra, el pensamiento, la literatura, las artes es aventurarse a dar testim o
nio de ello.
l
Vosotros, filsofos, planteis preguntas sin respuesta y que deben
permanecer as para merecer el nombre de filosficas.** Segn voso
tros, una cuestin resuelta no es ms que tcnica. No era ms que tc
nica. Se la tom por filosfica. Abordis entonces otra, que verdadera
m ente parece imposible de resolver y debera resistir toda conquista
del entendim iento. O bien declaris lo que viene a ser lo mismo
que si la primera cuestin se resolvi, fue porque estaba mal plantea
da. Y os atribus el privilegio de mantener irresuelta, es decir, bien
planteada, la cuestin que la tcnica, cuando crey resolverla, en rigor
de verdad no hizo sino tratar inadecuadamente. Para vosotros, una so
lucin es una ilusin, una falta a la probidad debida al ser, qu s yo.
Larga vida a vuestra paciencia. Con la ayuda de esa incredulidad, po
dis seguir sostenindoos. No os sorprendis cuando, pese a todo, can
sis al lector a fuerza de irresolucin.
18
LO IN HUM ANO
19
2i)
LO IN HUM AN O
21
*
l\iji/r\r n t el o rig in u ! N e o lo g ism o que puedo tener com o origen e tim o l g ico el
ililje l ivo liillin
ir |i|r /ii'iln , c lin irvm ln (n. ilc l l ,),
LO IN HUM AN O
23
24
LO INHUM ANO
25
Ella
Nosotros, los filsofos, tendramos all con qu satisfacernos. Al
menos, con qu apaciguar una parte de nuestras inquietudes. U n cam
po perceptivo tiene lm ites, pero stos siempre estn fuera de alcance.
U n objeto visual, si ofrece una cara a los ojos, siempre oculta otras.
Una visin recta y focalizada siempre se rodea de una zona curva en
que lo visible se reserva, sin estar pese a ello ausente. Disyuncin in
cluyente. Y no hablo de la memoria que pone en juego la vista ms
simple. La visin actual conserva en s la vista tomada un instante an
tes desde otro ngulo. A nticipa la que tendr lugar dentro de un m o
mento. De estas sntesis resultan identificaciones de objetos, pero
nunca consumadas, a las que una vista ulterior siempre podr solicitar,
deshacer. En esta experiencia, el ojo siempre est, por cierto, en busca
del reconocimiento, como puede estarlo el espritu de una descripcin
completa del objeto que procura pensar, sin que pese a ello el observa
dor pueda decir nunca que lo reconoce perfectamente, dado que el
campo de presentacin es en cada ocasin absolutamente singular y
una vista verdaderamente vidente no puede olvidar que, una vez
identificado el objeto visto, siempre queda un resto por ver. El re
conocim iento perceptivo no satisface nunca la exigencia lgica de
descripcin completa.
Si se habla con seriedad de lo analgico, lo que se connota es esta
experiencia, esta vaguedad, esta incertidumbre y la fe en lo inagotable
sensible, y no nicamente un modo de traslado del dato a una superfi
cie de inscripcin que no es originariam ente la suya. La escritura se
luuule de manera similar en el campo de las frases, y avanza por esbo
zos y a tientas hacia lo que quiere decir, sin ignorar jams, cuando
se del ene, que no hace sino suspender un instante (que puede ser toil,i miii vida) su exploracin, y que, fuera del escrito interrumpido,
iurda 1111 inlihiio de palabras, (rases y sentidos en latencia, tal vez en
.ir.) cuso, y imiuis ( osas "i pie dr< ir" i orno al prin< ipi. La verdadera
26
LO IN H UM AN O
27
'
LO IN HUM AN O
29
til
LO IN HUM AN O
31
Reescribir la modernidad*
34
LO IN H U M A N O
35
36
LO IN HUM ANO
37
38
LO IN H UM AN O
pita el m ismo error o falca, es una seal para la reflexin sobre lo que
podra ser una reescritura que escapara, en la medida de lo posible, a
la repeticin de lo que reescribe. Podra ser que el motor del proceso
de rememoracin fuera el querer mismo. Es lo que entrev Freud al
disociar la Durcharbeitung, la perlaboracin, de la rememoracin, la
Erinnerung.
Al rememorarse, uno an quiere demasiado. Quiere apoderarse del
pasado, atrapar lo ido, dominar, exhibir el crimen inicial, el crimen de
origen, perdido, manifestarlo en cuanto tal como si se lo pudiera de
sembarazar de su contexto afectivo, de las connotaciones de falta, ver
genza, orgullo, angustia en las cuales uno todava est sumergido en
este mom ento, y que motivan precisamente la idea de un origen.
Al esforzarse por encontrar una causa objetivamente primera, como
Edipo, se olvida que la voluntad m isma de identificar el origen del
mal es necesaria para el deseo. Puesto que corresponde a la esencia de
ste desear tam bin liberarse de s mismo, porque el deseo no es so
portable. Se cree por lo tanto ponerle un trm ino, y se realiza su fin
(tal es la ambigedad de la palabra f i n en francs, meta y cesacin: la
m isma que el deseo). Uno trata de acordarse, lo cual es probablemente
un buen medio de olvidar an ms.
Si es cierto que el conocim iento histrico exige que su objeto se
asle y sustraiga a toda carga libidinal venida del historiador, entonces
es seguro que de esta manera de redactar la historia no podr resul
tar ms que una manera de reducirla . Aludo aqu a los dos sentidos
que expresan juntos el latn redigere y el ingls putttng dowtr. asentar
por escrito y reprimir. A s como writing doivn sugiere a la vez la ins
cripcin o el registro y tambin el descrdito. Encontramos esta espe
cie de reescritura en varios textos de historia. A ella apunta Nietzsche
en las Consideraciones intempestivas, al cuestionar la trampa que opera en
la investigacin histrica.
Sin duda es tambin la conciencia de esta trampa lo que lleva a
Freud a renunciar por fin a su hiptesis sobre el origen de las neurosis.
En principio, lo atribuy a lo que denomina una escena primordial1,
escena de seduccin del nio por el adulto. Al abandonar el realismo
del comienzo, Freud se abre, del otro lado del psicoanlisis, del lado de
su fin, a la idea de que el proceso de la cura podra, debera ser intermi
nable. A diferencia de la rememoracin, la perlaboracin se definira
como un trabajo sin fin y por lo tanto sin voluntad, sin lin en el sent ido de que no lo gua el c niu epio de una niel i, pero no sin liiuilid.nl,
39
40
LO INHUM ANO
41
LO INHUM ANO
R E E SC R IB IR LA M OD ERN IDA D
43
M ateria y tiempo*
T e x to exim id o del sem inario "La m acire ec les im m acriaux [La m ateria
y los
inii intiva
<1 lia u i is M.iilly, l'cni.indo ( il, Vil lorio (tremol ri, D o m in iq u e L erou rt, Fernando
M m iirs, I ' . i i i I Vi i i n i , l'tinln I cn i o / ' I i c m y ( iiuiiin V*i11 u n o .
46
LO IN H UM AN O
Cada uno de los puntos materiales a los que se aplica cada una de
estas formas de energa es diferente de los dems. La mecnica carte
siana estudia cuerpos que la observacin humana puede percibir y
transformaciones analgicas para la experiencia humana.
Las transformaciones de elementos, como la del uranio 238 en nep
tunio, por bombardeo neutrnico de los ncleos, no slo no estn a
nuestra escala sino que requieren una idea de la materia de la que el
filsofo, ignorante y tm ido, pone de relieve al menos esto: que ya no
parece hacer ninguna justicia al modelo sustancial.
1
La mecnica de Descartes y la metafsica no necesitan otra cosa que
una sustancia desnuda. La naturaleza de la materia o del cuerpo to
mado en general no consiste en que sea una cosa dura, pesada o colo
reada, o que afecte nuestros sentidos de alguna otra manera, sino ni
cam ente en que es una sustancia extensa en longitud, anchura y
profundidad (Principios de la filo so fa , II, 4). Tal es el cuerpo, sustan
cia de las cosas materiales. La extensin es infinitam ente divisible (
2 0 ), por lo tanto no est constituida por elementos simples (tomos),
no contiene ningn vaco ( 1 6 -1 8 ), es homognea y continua; es in
definida ( 21).
En sentido particular, un cuerpo es una parte de extensin. El mo
vim iento es el desplazamiento de ese cuerpo, de una proximidad cor
prea a otra. E l movimiento slo es relativo a un observador al que se
juzga inmvil. De manera que no hay diferencia sustancial entre repo
so y movimiento. ste no exige ninguna forma particular, es una pro
piedad del mvil, y el reposo otra. La mecnica es una parte de la geo
m etra, estudio y produccin de figuras en movim iento. Los nicos
transformadores pertinentes son los axiomas de la geom etra clsica.
La m ateria cartesiana es un concepto, la extensin, perfectamente
transparente al pensamiento geom trico algebraico. Todo lo que nos
viene de ella por los sentidos es separado de stos como apariencia. Al
ser mi cuerpo una parte de extensin, no puede informarme sobre la
extensin en general y su lgica matemtica. La fisiologa, al contra
rio, intenta explicar las apariencias (dureza, peso, color, etctera) por el
solo mecanismo de figuras y movimientos. Es preciso reencontrar la
mquina bajo la sensibilidad, que no es ms que un efecto teatral de
aqulla.
M ATERIA Y TIEM PO
47
2
Las transformaciones nucleares, como las que afectan ciertos ele
mentos materiales llamados radiactivos, o las que se producen en esos
crisoles de trasmutacin que son las estrellas, o bien, por ltim o, las
que provocamos mediante el bombardeo y la fisin del ncleo del plu
tonio o el uranio 2 3 5 , no slo exigieron la larga historia de las inves
tigaciones fsicas desde Descartes hasta Heisenberg, presuponen tam
bin una inversin completa en la imagen de la materia. A esta
imagen invertida, por confusa que sea para un espritu tan mal infor
mado como el mo, se ajusta inevitablem ente, en pequea o gran me
dida, el pensamiento contemporneo.
Un eje esencial dt* esa inversin de la imagen de la materia consiste
48
LO IN HUM AN O
M A TERIA Y TIEM PO
49
50
LO IN HUM AN O
M ATERIA Y TIEM PO
51
4
La continuidad entre espritu y materia compete as a un caso par
ticular de la transformacin de frecuencias en otras frecuencias, en lo
cual consiste la transformacin de la energa. La ciencia contempor
nea, creo, nos ensea que la energa se propaga, en todas sus formas,
de manera ondulatoria, y que toda materia - c ito a je a n P errin - es en
definitiva una forma particular muy condensada de la energa. La rea
lidad que conviene otorgar a tal o cual forma de energa, y por lo tan
to de m ateria, depende naturalmente de los transformadores de que
dispongamos. Aun cuando sea muy sofisticado en la escala de lo vi
viente, el transformador que es nuestro sistema nervioso central no
puede transcribir e inscribir segn su propio ritmo ms que las excita
ciones provenientes del medio en que vive.
Si disponemos de interfaces capaces de memorizar, de una manera
que nos sea accesible, vibraciones naturalmente fuera de nuestra con< ien< a, es decir, que slo nos determinan en cuanto puntos materia
les (es el caso de muchas radiaciones), extenderemos entonces nuestra
i.ipii id;ul de diferenciacin y nuestra memoria, retardaremos reaccio
52
LO IN H UM AN O
M A TERIA Y TIEM PO
53
54
LO IN H UM AN O
*
( .oiminioucin al coloquio Nouvelles technologies et mutation des savoirs
INiic-vms (<<nologus y mutacin de los saberes!, organizado en octubre de 1986 por
' I c nlrj'io liii.-rmu imial di- 1ilosou y el ntcAM, a iniciat iva de Bernard Stiegler.
56
LO IN H UM AN O
senda o un camino mientras se transita por ellos, con la eliminacin de los obstcu
los que puedan dificultarla. Se trata entonces de un abrirse paso. Il diccionario Petit
Robtrt seala que fr a y a g e es un trm ino de la fisiologa y lo define como un 'Tonmeno por el cual el paso de un flu jo nervioso por los conductorcs se ve m ilitihln |>nr su
rep eticin (n. del c.).
LOGOS Y T E K N , 0 LA TELEGRAFA
57
LO IN HUM AN O
LOGOS Y T EK N , 0 LA TELEGRAFA
59
2
Lo que aqu lamo barrido corresponde a la sntesis del tiempo que
en la filosofa y la psicologa clsicas se denominaba rememoracin A
diferencia de la apertura-hbito, la sntesis de rememoracin no im
plica nicamente la conservacin del pasado en el presente como pre
sente smo la sntesis del pasado como tal y su reactualizacin como
pasado en el presente (de conciencia). La rememoracin im plica la
identificacin de lo rememorado, su clasificacin en un calendario y
una cartografa.
1
Kant deca: no slo las sntesis comprensiva y reproductora, sino la
sntesis recognitiva. Bergson deca.- no slo el retardo de la reaccin a
1.1 <'Mim.ilac.on, no slo la suspensin y la puesta en reserva de esta
I " !0 r
1' 1- *........
' ' - I ' umml,. <
60
LO IN H UM AN O
ta. Lo que im plica, canco en una como en la otra descripcin, la incervencin de una mecainstancia que inscribe en s misma, conserva y
hace disponible el conjunto accin-reaccin independientemente del
lugar y el momento presentes. Por lo tanto, se trata ya de una tele
grafa. Es el concepto en K ant, la conciencia-crtex en Bergson. Hoy
decimos que es el lenguaje stricto sensu, el lenguaje humano caracteri
zado por su doble articulacin, semntica y fontica. Segn este enfo
que, el lenguaje mismo se capta inmediatamente como tcnica, y tc
nica de .un rango superior, metatcnica. A diferencia de la simple
apertura, la m em oria-lenguaje im plica propiedades desconocidas por
el hbito: la denotacin de lo que retiene (gracias a su transcripcin
sim blica), la recursividad (la combinacin de los signos es innumera
ble, a partir de reglas generativas simples, su gram tica) y la autorreferencia (los signos del lenguaje pueden ser denotados por signos
del lenguaje: el metalenguaje). Mucho ms que la lingstica funcionalista, es la lingstica generativa y transformacional la que, en mi
opinin, ha enfocado ms de cerca la tecnicidad del lenguaje. Pues tek
n es la abstraccin originada en tikto que significa engendrar, generar
(los tekontes, los genitores; el teknon, el retoo).
Sin duda puede decirse que la clula viva, el organismo con sus r
ganos, son ya tekn ai, que la vida, como suele decirse, es ya la tcn i
ca; lo cierto es que su lenguaje (el cdigo gentico, digamos) no slo
lim ita la operatividad de esta tcnica sino que, adems (y es lo m is
mo), no permite su objetivacin, su conocim iento y su planificacin
controlada. La historia de la vida en nuestro planeta no es asimilable a
la historia de la tcnica en el sentido corriente, porque no procedi
por rememoracin sino por apertura.
El lenguaje, en razn de las propiedades mencionadas digamos:
como auto tekn indefinida, porque tiene en s m ismo, por lo tanto,
una capacidad infinita de combinaciones, revela al mismo tiempo lo
que hay de finito en toda inscripcin, incluida la suya. En efecto, sta
exige la seleccin de lo que se inscribe. Las mismas estructuras de len
guaje son operadores de exclusin en todos los niveles, fonemticos,
semnticos, m ticos, narrativos, etctera. Con la logik tekn, la retorik
tekn y la poetik tekn, los griegos, Aristteles, no determinan solamen
te grupos de reglas que deben observarse en las artes de argumentar,
persuadir y cautivar, sino que develan al mismo tiempo la finictid di*
esos usos, y con ello descubren el horizonte infinito de lo w r-dair, la
tarea infinita de generar nuevas frases y reglas, Taren que se Humaba
LOGOS Y T E K N , 0 LA TELEGRAFA
61
'' '
LO IN HUM ANO
3
Por ultim o, algunas palabras sobre el pasaje. Es otra memoriza
cin, ligada a una escritura que es distinta de la inscripcin por aper
tura o por experim entacin, distinta de la repeticin habitual y la re
memoracin voluntaria. Empleo el trm ino pasaje en alusin a la
tercera tcnica memonzadora que Freud opone a las dos primeras en
su escrito sobre la tcnica psicoanaltica: el pasar (infinitivo) en
cuestin es el durch alemn, de la Durcharbeitung, o el through del working through ingls, el pasar a travs de la trans o />r-laboracin.
Esta palabra trabajo , en uso luego de Freud, es muy engaosa.
Tambin hay trabajo en toda tcnica: no se abre, no se barre sin gasto
de energa. Si el pasaje consume con seguridad ms fuerza que otra
tcnica, es porque es una tcnica sin regla, o de regla negativa, de des
regulacin. U na generatividad sin otro dispositivo, si es posible, que
la ausencia de dispositivo.
En esta tecnologa, el propio logos deber ser labrado no por s m is
m o, como en el barrido, con fines de apropiacin y expansin, sino
contra s m ismo, en cuanto est vinculado, como deca Freud, sinte
tizado en todos los niveles, desde el fonemtico hasta el argum entati
vo y el retrico. Se trata precisamente de hacer caso omiso de la snte
sis, en general.
O,
si se quiere, de hacer caso omiso del recuerdo de lo que ha sido
olvidado. Se tratara de recordar lo que no pudo ser olvidado porque
no se inscribi. Si no se inscribi, es posible recordar? Es siquiera
sensato? Es una tarea tecnolgica, para el teknologos?
En todo caso, habr de adm itirse que es una hermosa tele-grafa,
una inscripcin desde lejos, desde muy lejos y para muy lejos, en el
tiem po y en el espacio. Y esa lejana, es sabido, no es de unos luz,
puede estar, debe estar muy cerca. En la euesimn iihmim ...........
LOGOS Y T E K N , 0 LA TELEGRAFA
63
64
LO IN HUM AN O
E l tiempo, hoy*
i
El ttulo, El tiem po, hoy, no deja de ser paradjico. Hoy es un
designador de tiempo, un dectico que lo indica, en el mismo concep
to que ahora, ayer", etctera. Como todos los decticos temporales,
acta refiriendo lo que designa al solo presente de la frase misma, o a
sta en tanto es la nica que est presente. Temporaliza el referente de
la frase presente al situarlo exclusivamente en relacin con el tiempo
en que esta frase se esta produciendo, y que es el presente. Y sin recu
rrir en modo alguno al tiempo en el cual la frase, a su vez, podra loca
lizarse, por ejemplo, por medio de un reloj o un calendario. En este
ultimo caso, la m isma frase 1 podra ser tomada como referencia por
otra frase 2 que dijera, por ejemplo: La frase 1 se produjo el 24 de ju
nio". E l calendario y el reloj constituyen redes de tiempo objetivo
que permiten localizar el momento de la frase 2 sin referencia al tiem
po de la frase 1. Incluso si suponemos que una nueva frase (llam
mosla 3) no hace uso de las fechas y las horas para referirse a la frase 1,
por ejemplo: La frase 1 se produjo ayer, en que el acontecimiento de
csi a, en efecto, se localiza exclusivamente por referencia al presente de
l.i Irase 3, lo cierto es que la frase 1 se pone all en situacin de ser de
signada por el dectico ayer y ya no es el presente que presenta, sino
que se convierte en el presente que presentaba entonces y es presen
tido ahora, es decir, el pasado.
" " " i"<vo. I ........... ... M rir r, en rI m an o <lr mi programa thu la d o Zur Dianose
lii M n d c iw " l'nlilo ,1, 1o en ( ututur,
junio julio di' l lJHH,
1.0 INI IU M A N 0
2
Esta breve evocacin de la cuestin del tiempo, vista desde la pers
pectiva de la presentacin, est marcada comepuuilmentr por el privi
EL TIEM PO , H O Y
67
68
LO IN H UM AN O
3
Querra desarrollar un poco este aspecto de la hiptesis que resulta
tener una relacin ms particular con nuestro tema, el tiem po, hoy.
Tengo la impresin de que la angustia que prevalece hoy en da en el
dominio filosfico y poltico con respecto a la com unicacin, el
kommunikative H andeln, la pragm tica, la transparencia en la ex
presin de las opiniones, etctera, no tiene casi ninguna relacin con
los problemas filosficos y politolgicos clsicos referidos al funda
m ento de la Gemeinscbaft (comunidad), el Mitsein (ser juntos), la communitas e incluso el espacio pblico (Offentlicbkeit) tal como lo pensa
ron las Luces.
Para examinar apropiadamente esta compulsin a comunicar y ase
gurar la com unicacin de cualquier cosa: objetos, servicios, valores,
ideas, lenguajes, gustos, que se expresa en particular en el contexto d e
las nuevas tecnologas, creo que es preciso reinmt i ar a la filosofa d e la
emancipacin d e la humanidad q u e impliuiba l.i m e t . i l s n a m o d e r n a
clsica. 'Ioda tecnologa, e m p e z a n d o |>or l.i < m i i i n a i n n s u l e r a d a < n
mo una t t h n 1, es un a r t e l a i tn pie peim ite a mi*, ummiio-, uIiium c u a l
EL TIEM PO , H O Y
6?
|t,_
70
LO IN HUM AN O
EL TIEM PO , HOY
71
4
!il ve/, suscite sonrisas lo que el cuadro que acabo de bosquejar de
be .i la lu ion. Q uem a esbozar algunas de sus implicaciones realis
t a s , regresando .i l.i presuma inicial: cmo se sintetiza hoy el tiem
po e n ni t e s i i n |Hi i - u i i i n e n i o y n u e s t ra pr< l it a/
72
LO IN HUM ANO
EL TIEM PO , H O Y
73
*
1:1 mi m u de rsm frase -w c -c is en rl o r i g i n a l - debe entenderse co mo xito,
"loy.m" (n ili I i ),
74
LO INHUM ANO
EL TIEM PO , H O Y
75
76
LO IN HUM AN O
EL TIEM PO , H O Y
77
78
LO IN H UM AN O
EL TIEM PO , H O Y
79
80
LO IN H UM AN O
4.
Nc^debe sorprender que m i hiptesis sea aqu la segunda. Esta
dispuesto a acoger aquello que el pensamiento no est preparado para
pensar, eso es lo que cabe llamar pensar. Esta actitud, ya lo dije, se en
cuentra tanto en el lenguaje reputado de racional como en lo potico,
el arte, la lengua corriente, al menos si para el discurso cognitivo es
esencial progresar.
N o podra adm itirse, en consecuencia, la grosera separacin de las
ciencias y las artes que prescribe la cultura occidental moderna. Como
es sabido, esa separacin tiene por corolario la relegacin de las artes y
la literatura a la miserable funcin de distraer a los seres humanos de
lo que los acosa y hostiga permanentemente, la obsesin de controlar
el tiempo. La resistencia que puede oponerse al proceso de formacin
y expansin de la gran mnada no cambiar nada de ello, ya lo s. Sin
embargo, nunca hay que olvidar que si pensar consiste verdaderamen
te en acoger el acontecim iento, de ello se sigue que no podra preten
derse pensar sin encontrarse ipso facto en posicin de resistencia frente
a los procedimientos de control del tiempo.
Pensar es cuestionar todo, incluidos el pensamiento, la cuestin y
el proceso. Ahora bien, cuestionar requiere que suceda algo cuya razn
an no se conoce. Cuando se piensa, se acepta la ocurrencia por lo que
es: "an no determinada. N o se prejuzga sobre ella ni se procura ve
rificarla. Se peregrina en el desierto. N o se puede escribir sin prestar
testimonio de ese abismo que es el tiempo en su venida.
En este aspecto, deben distinguirse dos modos de asumir el cuestionam iento, segn se haga o no hincapi sobre la urgencia de la res
puesta. El principio de razn es la manera de cuestionar que se preci
pita a su fin, la respuesta. Entraa una especie d e i m p a c i e n c i a en el
solo presupuesto de que en todo caso siempre se p ued e e n e o n i n i r una
"razn o una causa a toda pregunta. Las tr a d u ione*. de p e n s a m ie n t o
no occidentales p r o p o n e n u n a u t i m d < n jn p ti i . t n i i i u e i m u r a r a l.o
que cu e n ta en la m a n e ra en q u e ( uesi ton.ui iii h m h modo a lg u n o de
EL TIEM PO , H O Y
81
m u tu n d h , ha-
LO IN HUM AN O
EL TIEM PO , H O Y
83
E l instante, Newman*
E l ngel
H abra que distinguir el tiem po que precisa el pintor para pintar
un cuadro (el tiempo de produccin"), el tiempo necesario para mirar
y comprender esa obra (el tiempo de consumo), el tiempo al cual se
refiere la obra (un m om ento, una escena, una situacin, una secuencia
de acontecim ientos: el tiem po del referente diegtico, de la historia
contada por el cuadro), el tiempo que, desde su creacin, la obra tar
d en llegar hasta el observador (su tiempo de circulacin) y por lti
mo, tal vez, el tiem po que es ella misma. Ese principio, en su am bi
cin infantil, perm itira aislar diferentes lugares de tiem po.
Lo que distingue la obra de Newman en el corpus de las vanguar
dias y en especial en el del expresionismo abstracto estadouniden
se, no es que est obsesionada por la cuestin del tiem po, obsesin
compartida por muchos pintores, sino que le da una respuesta inespe
rada: que el tiempo es el cuadro mismo.
Para sealar y desplegar esta paradoja, un medio conveniente es
confrontar el lugar del tiem po newmaniano con el que rige las dos
grandes obras de Duchamp. L e grand Verre y tant donns se refieren a
acontecimientos, la puesta al desnudo de la Novia, el descubrimien
to del cuerpo obsceno. El acontecim iento de la femineidad y el escn
dalo que es el otro sexo no son ms que uno. En la tardanza de cris
me dimensin" |Kl i lempo: miradas sobre la cuarta dim ensi n], organizado en sep
tiembre de I <)H I mi M n lie l lmtdson, director a d ju n ro d e la Sociedad d e Exposicio
nes del IhIik in di Mi lliii Ai n ^ de hmseliis. Keeditudo en Pn&uv, i A, I 9H*5,
86
LO IN H UM AN O
EL IN ST A N T E, N EW M A N
87
L# obligacin
La ruptura intentada por Newman con el espacio de las vedute afecta
el fundamento pragm tico de ste. Ya no es un prncipe pintor, un
yo \je[ quien ofrece a la vista su gloria (en Duchamp, su miseria) a un
tercero (incluido l m ismo, naturalmente) de acuerdo con la estructu
ra comunicacional que fund la modernidad clsica. Duchamp trabaja
lo que ms puede esta disposicin, en especial en sus investigaciones
sobre un espacio multidimensional y todas las clases de bisagras. En
su conjunto, la obra se inscribe en la gran bisagra temporal demasiado
temprano/demasiado tarde. Siempre se trata del dem asiado, que es el
indicio de la miseria, mientras que la gloria, como la generosidad
cartesiana, quiere el como es debido. Sin embargo, ese trabajo de Du
champ se ejerce sobre un mensaje pictrico, plstico, que se transmite
desde un destinador, el pintor, a un destinatario, el pblico, con res
pecto a un referente, una digesis que al pblico le cuesta ver, pero
que, por las m il artimaas y paradojas dispuestas por el pintor, est
destinado a procurar ver. El ojo explora bajo el rgimen del: Adivina.
El espacio newmaniano ya no es tridico, en el sentido de o b jeti
varse en un destinador, un destinatario y un referente. El mensaje no
habla de nada, no emana de nadie. N o es Newman quien habla,
quien hace ver, por medio de la pintura. El mensaje (el cuadro) es el
mensajero, dice: Heme a qu , es decir: Soy tuyo o s mo. Dos instancias:
yo, t, insustituibles y que slo tienen lugar en la urgencia del aquahont. l-:i referente (aquello de lo que el cuadro habla), el destinador
(su "iuioi ") no i iriirn pen indicia, ni siquiera negativa, ni siquiera co
mo alusin .1 ma piv.sdN la imposible. Kl mensaje es la presentacin,
88
LO IN H UM AN O
E l t e m a *
Sin embargo, el tem a de la pintura, propiamente hablando, no
queda eliminado. En uno de sus Monlogos, titulado The Plasmic
Image (1 9 4 3 -1 9 4 5 ), Newman destaca la importancia del tema para la
pintura". Falta de tem a, sta se convierte, escribe, en ornamental.
Por moribundo que est, hay que hacer ju sticia al surrealismo, en el
sentido de que al mantener la exigencia del tema, impidi que la nue
va generacin estadounidense (Rothko, G ottlieb, Gorky, Pollock, Baziotes) se dejara seducir por la abstraccin vaca a la cual sucumbieron
las escuelas europeas desde fines de la dcada de 1910.
D e seguir a Thomas B. Hess, el tem a de la obra de Newman era
en suma la creacin artstica misma, smbolo de la Creacin a secas,
la que refiere el Gnesis. Se la puede adm itir en la misma medida en
que se admite un misterio, o al menos un enigma. Newman escribe en
el mismo Monlogo: El tema de la creacin es el caos". Muchos de
los ttulos de sus cuadros orientan la interpretacin hacia la idea (pa
radjica) de comienzo. El Verbo, como un relmpago en las tinieblas o
una lnea sobre una superficie desierta, separa, divide, instituye una
diferencia, hace sentir gracias a sta, por m nim a que sea, y por lo tan
to inaugura un mundo sensible. Ese comienzo es una antinomia. Se
produce en el mundo como su diferencia inicial, el principio de su
mui .
i nai c r i i t ,
EL IN STA N TE, N EW M A N
89
90
LO IN H UM AN O
Lo sublime
La obra de Newman pertenece a la esttica de lo sublime que Boileau introdujo con su traduccin de Longino, que se elabor lentamen
te en Europa desde fines del siglo x v i i , cuyos analistas ms escrupulo
sos fueron K ant y Burke y que el idealismo alemn, en especial el de
Fichte y H egel, incluy y por eso mismo desconocien el principio
de que la totalidad del pensamiento y la realidad forman un sistema.
Newman haba ledo a Burke. Lo juzgaba demasiado surrealista (en
un Monlogo titulado The Sublime is Now). Sin embargo, Burke, a su
manera, seala un punto esencial para el proyecto newmaniano.
El delight, ese placer negativo que caracteriza coninidii loria y casi
neurticamente el sentim iento sublim e, proviene <!< I.i Mr.pensin de
un dolor amenazante. Esta amenaza, de la que m.mi p im p lo s i irnos
objetos, ciertas situaciones y que pesu *.nlm l.i <me i iviii ion de uno
EL IN STA N TE, N EW M A N
91
92
LO INHUM ANO
Palabra hebrea utilizada en la Cibala, t uyo si^mlu wl n m '111 ihhum i i ui ", " r n i-
93
La pasin
En 1966, Newman expone en el Guggenheim las caxotce-Stations o f
the Cross, el Camino de la Cruz. Les da como subttulo Lam m a Sabachtani, el grito de angustia que Jess, crucificado, lanza a Dios: por qu
me* has abandonado? Esta pregunta sin respuesta escribe en la N oti1 a correspondiente a la exposicin que nos acompaa desde hace
hinio tiempo desde Jess, desde Abraham, desde Adn es la preiiniii on/j,ni.il " Veisin hebrea de la Pasin: la reconciliacin de la
94
LO IN H UM AN O
Lo sublime y la vanguardia*
i
Entre 1 9 5 0 y 1 9 5 1 , Barnett Baruch Newman pinta una tela de
2 ,4 2 metros por 5 ,4 2 metros a la que denomina Vir Heroicus Sublimis.
A principios de los aos sesenta, sus tres primeras esculturas se titulan
Here I, Here II y Here III. Otro cuadro se llama Not Over There, Here, dos
cuadros tienen por ttulo Nou>, otros dos Be. En diciem bre de 1948,
Newman escribe un ensayo titulado The Sublime is Naw.
Cmo comprender que lo sublim e -d igam o s provisoriamente el
objeto de la experiencia sublime sea aqu y ahora? No es, al contra
rio, esencial a ese sentim iento hacer alusin a algo que no puede mos
trarse o, como deca K ant, presentarse (dargestellt)? En un breve texto
inconcluso de fines de 1 9 4 9 , Prologue fo r a N ew Esthetic, Newman es
cribe que en sus cuadros no se consagra a la manipulacin del espacio
ni a la imagen, sino a una sensacin de tiem po. No se trata, agrega,
del tiempo cargado de sentimientos de nostalgia, grandes dramas, aso
ciaciones e historia, que fue el tem a constante de la pintura. El texto
se interrumpe en esta denegacin.
De qu tiem po se trataba, cul era el now que Newman tena en
mente? Su amigo y com entarista, Thomas B . Hess, cree estar en con
diciones de decir que ese tiempo era el M akom o Hamakom de la tradi
cin hebrea, el a ll, el sitio, el lugar, que es uno de los nombres dados
en enero de I ')H \ I Irike Hmkc ley en primer lugar su traduccin alemana, que hah(ii lie< lio
de l l)H-l
en
M e rk u r,
3 8 (2 ), marzo
96
LO IN H UM AN O
LO SUBLIM E Y LA V AN GUARDIA
97
98
LO IN HUM AN O
LO SUBLIM E Y LA V AN GUARDIA
99
2
D ije que el sentim iento contradictorio por el cual se anuncia y se
omite lo indeterminado fue el centro de la reflexin sobre el arte des
de fines del siglo X V I I hasta fines del siglo xvill. Lo sublime es tal vez
el modo de la sensibilidad artstica que caracteriza la modernidad.
Una paradoja es que fue presentado a la discusin de los letrados y
defendido con energa por el escritor francs que la historia literaria
clasifica entre los defensores ms acrrimos del clasicismo de los anti
guos. En 1 6 7 4 , Boileau publica su A rte potica, pero tambin su tra
duccin o transcripcin del Peri tou hypsou, D e lo sublime. Es un trata
do, o ms bien un ensayo, atribuido a un tal Longino, sobre cuya
identidad hubo confusin durante mucho tiempo y al que hoy en da
se ubica poco ms o menos a fines del siglo I de nuestra era. El autor
es un retrico. Ensea en principio los medios que tiene el orador de
convencer o conmover (segn el gnero) a su auditorio. La didctica
del arte oratorio es a la sazn tradicional desde Aristteles, Cicern y
Q uintiliano. Estaba vinculada a la institucin republicana, ya que ha
ba que saber hablar ante las asambleas y los tribunales.
Cabe esperar que el texto de Longino retome las mximas y conse
jos transmitidos por esta tradicin y, perpete la forma didctica de la
tekn retorik. Ahora bien, la economa del texto se ve afectada por una
incertidumbre, como si su tema, lo sublim e, lo indeterminado, deses
tabilizara su proyecto didctico. N o puedo analizar aqu las fluctua
ciones. Boileau y muchos com entaristas son sensibles a ellas y conclu
yen que lo sublime slo puede abordarse en el estilo sublime. Longino
intenta sin duda definir la sublimidad en el discurso; es, dice, inolvi
dable, irresistible, y sobre todo da mucho en qu pensar, hay a partir
de ella mucha reflexin" {hou polle anatheoresis). Trata adems de deter
minar las urnirs dr lo sublim e en el ethos del orador, en s u pathos> en
los pnx cdinuciMos del disi urso: figuras, elecciones de las palabras y
del icgisuo J r m i....... mui, i omposi< ion-. Procura de tal modo some
100
LO IN HUM AN O
terse a los cnones del gnero tratado (retrica, potica, poltica), des
tinado a proporcionar por s mismo un modelo a los ejecutantes.
Sin embargo, grandes obstculos se oponen a la exposicin regular
de una retrica o una potica cuando se trata de lo sublime. Existe por
ejem plo, escribe Longino, una sublimidad de pensamiento, que a ve
ces se indica en el discurso mediante la extrema simplicidad del giro,
all donde el carcter elevado del locutor haca esperar ms solemnidad
y en ocasiones hasta el silencio liso y llano. Acepto que se tenga este
silencio por una figura ms. Se me conceder, sin embargo, que es la
ms indeterminada de todas. Pero qu subsiste de la retrica (y tam
bin de la potica) cuando el retrico afirma en la traduccin de Boileau que para alcanzar el efecto sublime no hay figura ms excelente
que la que est completamente oculta y cuando no se reconoce que se
trata de una figura? O bien: hay procedimientos para ocultar las fi
guras, hay figuras para borrar las figuras? Cmo distinguir una figura
oculta y una no figura? Adems, qu es una no figura? Y esto parece
tam bin un golpe fundamental asestado a la funcin didctica; cuan
do es sublim e, el discurso se adapta a los defectos, las faltas de gusto,
las imperfecciones formales. El estilo de Platn, por ejemplo, est lle
no de ampulosidades, nfasis, comparaciones forzadas; en sntesis, Pla
tn es un m anierista o un barroco comparado con un Lisias, o Sfocles
con un In, o Pndaro con un Baqulides, pero lo cierto es que tanto l
como los primeros mencionados son sublimes, y los segundos sola
m ente perfectos. As, pues, una falla en el oficio es venial si es el pre
cio de una verdadera grandeza. La grandeza del discurso es verdade
ra cuando da testim onio de la inconmensurabilidad del pensamiento
con el mundo real.
Es la transcripcin dada por Boileau la que induce esta analoga, o
bien la influencia del joven cristianism o sobre Longino? El hecho de
que la grandeza de espritu no sea de este mundo no puede dejar de
recordar la distincin pascaliana de los rdenes. La perfeccin exigible
en el dominio de la tekn no es necesariamente una cualidad en mate
ria de sentim iento sublime, Longino llega incluso a dar como ejemplo
de efecto sublim e las alteraciones de la sintaxis considerada natural y
razonable. En cuanto a Boileau, en el prefacio que escribe al texto de
Longino en 1 6 7 4 , y ms an en las adiciones que incluye en 1683 y
1 7 0 1 , y en la X o Reflexin publicada d e sp u s de mi n u i e r i e en 17 10,
consuma la ruptura indi nula con la insi if ik ioim liisn .i de ln h n\ lo
sublime no se en senil, l.i 1 1idiic 11 <i es i m p m i i u i ii mi h *.pe< lo ; no esc
101
102
LO IN H UM AN O
3
Baum garten publica la Aesthetica, la primera esttica, en 1750.
K ant dir brevemente de esta obra que se basa sobre un error. Baum
garten confunde el juicio en su uso determ inante cuando el entendi
m iento organiza los fenmenos segn sus categoras y el juicio en su
uso reflexionante en que, con la forma del sentimiento, se rem ite a la
relacin indeterminada entre las facultades del sujeto. La esttica de
Baum garten sigue siendo tributaria de una relacin conceptualmente
determinada con la obra de arte. El sentim iento de lo bello es para
K ant un placer suscitado por una armona libre entre la funcin de las
imgenes y la de los conceptos, en el caso de un objeio de urie o de la
naturaleza. El de lo sublim e es an ms ...................mido: un placer
m e z c l a d o c o n el p e s a r , u n p l a c e r q u e p r o v i e n e d e l .........i
I n el i us o d e
LO SUBLIM E Y LA V AN GUARD IA
103
104
LO IN HUM AN O
LO SUBLIM E Y LA VANGUARDIA
105
106
LO IN H UM AN O
4
Con la esttica de lo sublim e, lo que est en juego en las artes en
los siglos X I X y X X es convertirse en testigos de lo que hay de indeter
minado. Para la pintura, la paradoja, sealada por Burke en sus obser
vaciones sobre el poder de las palabras, es que ese testimonio slo pue
de hacerse de manera determinada: en el arte romntico, el soporte, el
marco, las lneas, los colores, el espacio y las figuras se mantienen, en
lo esencial, sometidos a la coaccin representativa. Pero la contradic
cin entre el fin y los medios tiene por efecto, ya con Manet y Czanne, volver a poner en cuestin ciertas reglas que determinan desde el
Quattrocento la representacin de las figuras en el espacio y la disposi
cin de los colores y los valores. Cuando se lee la correspondencia de
Czanne, se comprende que su obra no es la de un pintor de talento
que encontr su estilo, sino un intento de respuesta a la pregunta:
qu es un cuadro? La apuesta de su trabajo es no inscribir en el so
porte ms que las sensaciones colorantes, las pequeas sensaciones
que, en la hiptesis de Czanne, constituyen por s solas toda la exis
tencia pictrica de un objeto, frutas, montaa, rostro, flor, sin consi
deracin por la historia o por el tem a, por la lnea, por el espacio, y
ni siquiera por la luz. Estas sensaciones elementales estn ocultas en la
percepcin corriente que se m antiene bajo la hegemona de la manera
de mirar habitual o clsica. N o son accesibles al pintor, y por lo tanto
susceptibles de que l las restituya, sino al precio de una ascesis inte
rior que libera al campo perceptivo y mental de los prejuicios inscrip
tos incluso en la visin misma. Si el observador, por su lado, no se so
m ete a una ascesis com plem entaria, el cuadro seguir siendo para l
un sinsentido impenetrable. El pintor no debe vacilar en correr el ries
go de pasar por un pintamonas. Se pinta para muy pocos. El recono
cim iento de las instituciones reguladoras de la pintura, Academia, Sa
lones, crtica, gusto, tiene poca importancia frente al juicio que el
pintor investigador y sus pares em iten sobre el xito obtenido por la
obra con respecto a lo que verdaderamente est en juego: hacer ver lo
que hace ver, y no lo que es visible.
Maurice M erleau-Ponty coment lo que llamaba justam ente la
duda de Czanne como si lo que el pintor pone t*n jnc^o fuera en
efecto captar y devolver la percepcin a su nacimienm, l.i pri< epein
antes de la percepcin, yo dira: el coloren su o< oiien< i ,i , I.i mamvi11a de que- su< eda" (al^o: el color) al menos en i I )<< I I>iy un >o< o i!e
107
108
LO IN H UM AN O
LO SUBLIM E Y LA V AN GUARD IA
109
110
LO IN H UM AN O
Algo as como:
comunicacin... sin comunicacin*
A rl rl t
112
LO IN H UM AN O
113
114
LO INHUM ANO
por jiir, <nn qu, para qu est hecho? O bien, si se produce un sentiinicnin mi, en el sencido muy radical que K ant trata de dar a este tr
mino, hay que adm itir que lo que nos sucede nos desconcierta. Cuan
do Kant habla de la materia de la sensacin, que opone a su forma, a su
formacin, se trata precisamente de lo que no podemos calcular. No
tenemos nada que decir de lo que nos sum inistra, nos da esa materia.
N o podemos conceptualizar esta especie de Otro con O mayscula que
K ant llam a X con mayscula. Verdaderamente hay que concordar en
que la donacin procede de un X , al que Heidegger llama ser. Esta do
nacin que se experim enta antes de (o m ejor en) toda captura y conceptual 2 acin d a materia a la reflexin, al concepto, y es por encima,
para ella, como vamos a construir nuestra filosofa de la esttica y
nuestras teoras comunicacionales. Realmente es preciso que haya algo
que sea dado en prim er lugar. El sentim iento es la acogida inmediata
de lo que se da. Las obras producidas por la nueva tekn llevan necesa
riamente, en grados muy diversos, en sitios diversos de s mismas, las
huellas del hecho de que han sido determinadas por un(os) cdlculo(s),
sea en su constitucin y/o restitucin, sea nicamente en su difusin.
Y por clculo no entiendo slo el que ocupa el tiem po de los inge
nieros en inform tica, sino hasta la contabilidad inevitable de los es
pacios y los tiempos, de todos los tiempos, incluidos los llamados de
trabajo , empleados en la produccin de esas obras y su difusin.
Toda reproduccin industrial demuestra acatamiento a esta proble
m tica profunda y fundamental de la re-presentacin y el sentimiento
esttico presupone algo que necesariamente est implicado y olvidado
en la representacin: la presentacin, el hecho de que algo est a l l aho
ra. Todas las representaciones presuponen el espacio y el tiempo como
aquello por y en lo cual algo nos sucede y que siempre est aqu y aho
ra: el lugar y el momento. N o se trata de conceptos sino simplemente
de modos de la presentacin. En cuanto nos encontramos en las artes
de la representacin, la cuestin del aqu y ahora queda oculta. Cmo
puede haber un sentim iento esttico nacido de la mera representacin
calculada? Cmo podran las huellas de la determinacin por concep
tos de las formas que propone la nueva tekn dejar libre el juego del
juicio reflexivo que constituye el placer esttico? Cmo sera posible
que la com unicabilidad constitutiva de ese placer, que sigue siendo
potencial, prometida y no efectuada, no fuera excluida por la determ i
nacin conceptual, argumentativa y tecnocientfica, realista, de lo
que se comunica en el producto de esas nuevas tecnologas?
115
116
LO IN H UM AN O
d ra traducirse com o arrazonam iento", alejam ien to de la razn. Para m ayor ilu stra
cin , tal vez sea interesante citar lo que dice G eorge Stein er sobre el G estell heideggeriano: " [ . . . ] nuestras tecnologas disfrazan al Ser en vez de sacarlo a la luz. Para figurar
este enm ascaram iento, H eid eg g er em plea el trm in o G estell, en donde pone todas las
connotaciones engaosas, estriles, de and am io, tru co y 'armudum', Ai ipado en la
G estell tecn o lg ica, el Ser no puede resplandecer, no recibe iiliijuiiiirm u, sino todo lo
contrario, es verwahrlost ( desperdiciado, 'abanicado, ................. lo)" M,is iidcliiinc craduce el verbo correspond en te*, destellen, com o "i oiim m u .111 ilu i . i I i i h m e" { ( i. N irnrr,
leir'Kxer, Mc'-xieo, rond o de Cultuni ii<oiimi< 11. J
1, |nljr l l l ' i h i . I. | 1 )
117
118
LO IN HUM AN O
ALGO AS COMO: "CO M U N ICA CI N ... SIN COM UN ICA CIN "
119
120
LO IN HUM ANO
121
*
P u b lic a d o en in g l s en A rtforum , 2 0 (8), abril de 1 9 8 2 , en una tradu ccin de
I.imi I.irhm un. u pedido de Ingrid Sischy. T e x to aq u m odificado.
124
LO IN HUM AN O
125
LO IN H UM AN O
ZuZO
T
C o m o t e s u I t a d o n o e s b d l a > s in o
do bella. Sin embargo, ese demasiado
indica algo, un infinito, que no es
lo indeterminado de un sentim iento sino la infinita realizacin de las
e f a X d
d r Ca7 d CaptallSm ' La definici d las realidades
aplazada indefinidam ente por la recurrencia de los anlisis y la in
vencin de las axiomticas; la performatividad de los instrumentos esa sujeta por principio a la obsolescencia en razn de los efectos ince
santes de las investigaciones fundamentales sobre las tecnologas; la
ealizac.on de las plusvalas capitalistas exige la reformulacin consd e l6 bel I ercanc' as y la apertura de nuevos mercados. La dureza
de lo bello industrial contiene en s lo infinito de las razones tecnocientficas y econmicas.
La destruccin de la experiencia, de la que es un signo, no se debe
sim plem ente al ingreso de lo bien concebido en el campo esttico
tenerse a ello sena dar crdito a una epistem ologa y una sociologa
positivistas. La ciencia, la tcnica y el capital, aun en su es.il,, ma L O f-faa, son otros tantos modos de actualizacin de l ..fin ,,..! de lo,
conceptos. Saberlo todo, poderlo todo, tenerlo iodo son lio n , ,s v
los horizontes estn en el
Hs es,e infu.Ho , I
, ...........
127
128
LO IN H UM AN O
129
130
LO IN HUM AN O
La palabra, la instantnea*
j ' t i h l i n i t l o c.| |
T"
C * nCt k Prim avra *
i *; /ror> zj ele
<)< t i i h r c <k* 1 9 8 l . c n G i n e b r a .
I * en V enecia. T exto
134
LO IN H UM AN O
LA PALABRA, LA IN STAN TN EA
135
LO IN HUM ANO
136
1.
R ich ard Forem an, O n to lo g ical-h y steric: M anifest I , en Kace Davy (com p
Erres,
2 , invierno ile l 9 7 6 - ! 9 7 7 ,
n
ii
137
M o s t a rt is
c re a te d b y
p e o p le c ry in g to
m a k e t h e ir id ea ,
e m o t io n , t h in g im a g in e d , b e-th ere
m ore. T h e y r e in fo r c e . I w a n t
m y im a g in e d t o b e an
o c c a s io n w h e r e in th e n o t -im a g in e d - b y - m e c a n b e t h e r e ,2
es c o m o si h o y e n te n d i r a m o s q u q u ie r e n la s p a c ie n te s d e C h a r c o t.
mi nu lo <iuiiihi del i irm p o (traduccin francesa de Isa D elord , en Erres, 3/4, cuarto
in m e slie
i_______
I '>11, |k />).
LO IN H UM AN O
138
4.
1.
Me parece indispensable repasar la Analtica de lo sublime de la
Crtica del juicio de K ant si queremos hacernos una idea de lo que est
en juego en el modernismo, en lo que se denominan las vanguardias
en pintura o en msica. Extraigo de ella los siguientes principios:
Desde hace un siglo, lo que est en juego principalmente en las ar
tes ya no es lo bello, sino algo que compete a lo sublime. No tengo en
cuenta corrientes actuales que llevan la pintura, la arquitectura o la
msica a un retorno a los valores tradicionales del gusto: me refiero al
transvanguardismo, el neoexpresionismo, la nueva subjetividad, el
posmodernismo, etctera: los neos y los pos. Los cargo en la cuenta de
un encabalgamiento entre dos rdenes que es necesario mantener
apartados uno del otro, el de las actividades culturales y el del trabajo
artstico. Cada uno de ellos obedece a leyes especficas. Pintores o es
critores (o msicos, etctera) tienen que responder a la pregunta: qu
es escribir, qu es pintar? Por otra parte, pueden estar ante la deman
da emanada de un pblico, real o virtual, y que se manifiesta hoy en el
mercado y a travs de las industrias culturales. N o es lo m ismo, por
ejemplo, tener que pensar y tener que ensear. Ensear es (o lleg a
11hcc i
|nn M u m iy K u r ^ n .
140
LO IN H UM AN O
2.
U no de los rasgos esenciales que revela el anlisis kantiano de lo
sublim e ohpdece al desastre que sufre la imaginacin en el sentim ien
to sublim e. En la arquitectnica kantiana de las facultades, la im a
ginacin es el poder, la facultad de la presentacin. De presentar no
nicamente sensoria sino tambin, cuando trabaja en libertad (sin some
terse a las condiciones requeridas por el entendimiento, por la facultad
de los conceptos), con vistas a establecer un conocimiento de la expe
riencia. La im aginacin, en su libertad m isma, es la facultad de pre
sentar datos en general, incluidos los im aginativos y hasta los crea
dos, como escribe Kant.
Como toda presentacin consiste en la puesta en forma de la ma
teria de los datos, el desastre sufrido por la imaginacin puede enten
derse como el signo de que las formas no son pertinentes para el senti
m iento sublim e. Pero, con ello, qu ocurre con la m ateria, si las
formas ya no estn all para hacerla presentable? Qu ocurre con la pre
sencia?
141
5.
A partir de estas rpidas consideraciones, la cuestin es: qu
ocurre con un arte, pintura o msica, un arte y no una prctica moral
en el contexto del desastre aludido? Qu puede ser un arte que tiene
que actuar no slo sin concepto determinante (como lo mostr la Analtica de lo bello), sino adems sin forma espontnea, sin forma libre,
como es el caso del gusto? Qu queda en juego para el espritu al te
ner que vrschis con la presentacin (cosa que sucede con todo arte),
<muido sra puc< r imposible*?
142
LO IN H U M A N O
6. Creo que tenemos una ventaja sobre K an t (es slo una cuestin
de cronologa) en el hecho de que disponemos de las experiencias y los
intentos realizados por los pintores y msicos occidentales desde hace
dos siglos. Sera arrogante y necio pretender atribuir un nico sentido
al despliegue sobreabundante de las tentativas efectuadas durante ese
plazo en el campo visual y sonoro. Sin em bargo, querra aislar un as
pecto que me parece muy pertinente e ilustrativo en la hiptesis here
dada del anlisis kantiano, la de lo sin forma. Ese aspecto concierne
precisamente a la m ateria; me refiero a la m ateria en las artes, es decir,
tam bin la presencia.
143
T rad ucim os as el m ainm ise del o rig in a l; m ancip acin es, segn el derecho ro
m ano, la accin de tom ar con la m ano la cosa qu e se com pra, acom paada de ciertas
f rm ulas solem nes y cu presencia de cinco testig os (n. del t.).
144
LO INHUM ANO
ciacin, que son el rgimen del espritu, entonces, al precio de esta ascesis (Adorno), tal vez no sea imposible quedar abierto a la invasin de
los matices, hacerse pasible al timbre.
Matiz y tim bre son diferencias poco perceptibles entre sonidos y
colores que por otra parte son idnticos por la determinacin de sus
parmetros fsicos. Esta diferencia puede deberse, por ejem plo, a la
manera en que se los obtiene: as, la m isma nota segn surja de un
violn, un piano o una flauta, o el mismo color al pastel, al leo o a la
acuarela, El^matiz y el tim bre son lo que difiere, en los dos sentidos de
la palabra, lo que hace la diferencia entre la nota del piano y la misma
nota en la flauta, y lo que por ende difiere tambin la identificacin
de esa nota.
Dentro del muy pequeo espacio que ocupan una nota o un color
en el continuum sonoro o crom tico, y que corresponde a la ficha de
identificacin de una u otro, el timbre o el matiz introducen una espe
cie de infinidad, la indeterminacin de los armnicos dentro del mar
co determinado por esa identidad. Matiz o tim bre son lo que desalien
ta y desespera el recorte exacto y por lo tanto la composicin clara de
los sonidos y colores de acuerdo con las escalas graduadas y los tempe
ramentos armnicos.
Segn este aspecto de la m ateria, hay que decir que debe ser inma
terial. Inm aterial si se la considera bajo el rgimen de la receptividad
o la inteligencia. Puesto que las formas y conceptos son constitutivos
de objetos, pro-ducen datos captables por la sensibilidad e inteligibles
por el entendim iento, referentes que convienen a las facultades, a las
capacidades del espritu. La materia de que hablo es inm aterial", anobjetable, porque slo puede tener lugar" u oportunidad al precio de
la suspensin de esos poderes activos del espritu. Yo dira que los sus
pende al menos un instante. Sin embargo, este instante, a su vez, no
puede contarse, porque para contar ese tiem po, aun el tiempo de un
instante, es preciso que el espritu est activo. Hay que sugerir, por lo
tanto, que habra un estado del espritu vctim a de la presencia (una
presencia que no est en modo alguno presente en el sentido del a q u
y ahora, es decir, como lo que designan los decticos de la presenta
cin), un estado del espritu sin espritu, que se requiere de ste no
para que la materia sea percibida, concebida, dada o captada, sino para
que haya algo. Y digo m ateria para designar lo que h a y , ese quvd,
porque en ausencia del espritu activo esta presencia no es y nunca de
ja de ser otra cosa que tim bre, tono, matiz en una u o ira de las dispo
145
146
LO IN H UM AN O
12.
Se puede encontrar un anlogo de la m ateria en el orden del
pensam iento m ismo? Hay una m ateria de pensam iento, un m atiz,
un grano, un tim bre que constituya un acontecim iento en el pensa
m iento y lo desampare, anlogamente a lo que describ en el orden
sensorial? Tal vez haya que aludir aqu a las palabras. Tal vez las pala
bras mismas sean, en lo ms secreto del pensam iento, su m ateria, su
tim bre, su m atiz, es decir, lo que no consigue pensar. Las palabras
d icen, suenan, tocan, siempre antes del pensamiento. Y dicen
siempre otra cosa que lo que significa el pensamiento y lo que quiere
significar al darles forma. Las palabras no quieren nada. Son el no
querer, el sinsentido del pensamiento, su masa. Son innumerables
como los m atices de un continuum coloreado o sonoro. Siempre son
ms viejas que el pensamiento. Se las puede semiologizar, filologizar
como se cromatizan los matices y se gradan los tim bres. Pero como
los tim bres y los matices, tambin estn naciendo siempre. El pensa
m iento trata de clasificarlas, ordenarlas, controlarlas y manipularlas.
Pero como los ancianos y los nios, las palabras no son obedientes.
Escribir, como pensaba Gertrude Stein, es respetar su candor y an ti
gedad, como Czanne o Karel Appel respetan los colores.
147
13.
Desde ese punco de vista, la teora, la teora esttica, parece,
habr parecido ser la tentativa mediante la cual el espritu procura de
sembarazarse de las palabras, de la materia que stas son, y en defini
tiva de la materia a secas. Afortunadamente, este intento no tiene nin
guna posibilidad de xito. Nunca nos liberamos de la Cosa. Siempre
olvidada, es inolvidable.
Conservacin y color*
ria l], organizado en octu bre de 1 9 8 6 por la B ib lio te c a P b lica de In form acin y el
C oleg io In tern acion al de F ilo so fa a in iciativ a de Jea n -L o u is D o tte , en el Centro
(eorg es-P om p id o u .
* * La piilubra qu e traducim os aqu com o conversacin es entretien, que reapare
ce en varias <><nsimies en el artcu lo - l o m ism o que el verbo correspondiente, entreten'tr- con sij-n il..... . diversos: la m encionada conversacin, pero tam bin m anteni
m ien to, itlim eiiin, nblenlo (n. del t .).
150
LO IN H U M A N O
151
dida, y adems, y cal vez sobre todo, como los testimonios del poder,
ste muy actual y presente, de conservar. D el poder de los conservado
res. En definitiva, segn esta lgica, el museo se expone a s mismo
como obra de conservacin. Obra de conservacin de las obras. El co
lor del museo de arte, su tim bre, su tono, su clim a, ejercen su hege
mona sobre los colores puestos y compuestos en las obras pintadas. El
primero se obtiene mediante la composicin de los segundos. Los ar
tistas pasan a estar al servicio de los conservadores. Aqu mismo, en
nuestra reunin de trabajo, la ausencia de los artistas, como me lo se
al Burn despus de haber ledo nuestro programa, atestigua en fa
vor de esa necrosis. Lo muerto atrapa lo vivo.
Podra creerse que, por as decirlo, se trata sim plem ente de un
cam bio de marco o de escala, cosa que el mismo Burn critica desde
hace quince aos (pienso en uno de sus primeros textos, Limites criti
ques, que es de 1970). El museo de pintura es en s mismo una obra
pictrica. Pero no es un simple aumento del marco o la escala, es tam
bin una decisiva transformacin de la destinacin de la obra, al me
nos a los ojos de Burn. Puesto que la obra musestica tiene por fin la
conservacin, el sustento y el m antenim iento, por lo tanto slo la
mnemotcnica. Mientras que no hay nada de eso, al menos si se sigue
la hiptesis inicial de Burn, en la obra pintada. sta est viva, es
puntual, es decir situada y momentnea. Yo dira que, segn este en
foque, es esencialmente gasto ms que reserva, que si se expone, es
ms bien a la incertidumbre de su futuro que a su sepultura perpetua
en el patrimonio cultural.
En la polm ica de Burn con la conservacin, hay o hubo la recu
rrencia del motivo propiamente platnico de la vida de las obras. El
trmino sustento [entretien], que se entiende como mantenimiento,
m nem otcnica, significa tam bin su contrario, una guisa del sentido
expuesto sin cesar al acontecim iento, a la cuestin, a la reasuncin, a
la revisin de la persistencia del tema, como en L'Entretien infini de
Blanchot.
Y
si avanzamos un poco en esa direccin, no podremos contentar
nos con el principio de la obra llamada abierta; es la nocin misma
de obra, como recopilacin y postura, por ejemplo del cuadro pintado
como posicin y composicin terminada de colores, lo que hay que
cuestionar, En una problemtica de esa naturaleza, apoyadalo repito
y lo subrayo- sobre la presuposicin de que el gesto primero, el Uve o
la "prcsriN iu", no puede ms que hundirse y pasar, como un color
152
LO IN H UM AN O
153
154
LO IN H U M A N O
155
156
LO IN H UM AN O
Dios y la marioneta*
*
Texto de una comunicacin al Coloquio Musique et rptition [Msica y re
peticin!, organizado en Lyon en enero de 1987 por el Colegio Internacional de Fiiosoln, 11 inicial iva do Marie-Louise Mallet.
158
LO IN HUM AN O
D IO S Y LA M ARIO N ETA
159
ma, es decir, del acorde o la frase a la que las ocurrencias hacen alu
sin. Quiero decir que ninguna de stas puede valer como paradigma
para las dems. N o se da el tema de un movimiento sinfnico como
se da el la al inicio del concierto para afinar los instrumentos. La
primera repeticin, que es cognitiva, induce una metafsica de las
ideas; la segunda, que es esttica, una ontologa del ser como no ser.
La segunda observacin es de otro orden. La distincin que acabo
de hacer se asienta, al parecer, sobre la oposicin de una materia musi
cal, el sonido, sometida a condiciones temporales (y espaciales), y su
composicin en formas, que requiere igualm ente un tratam iento del
tiem po, aunque diferente. Ahora bien, esta oposicin de la m ateria y
la forma, que corresponde a la de un tiem po m edible y una duracin
flexible, es puesta en tela de juicio, segn creo saber, por la considera
cin del tim bre o, mejor, del m atiz de un sonido o de un conjunto de
sonidos. Esta m ateria parece escapar a la determinacin por concepto
porque es rigurosamente (y no exactamente) singular: su calidad de
pende tal vez de una constelacin de parmetros concebibles, pero esta
constelacin, la que tiene lugar ahora, no es anticipable, previsible.
Por ejem plo, es esa singularidad la que distingue, al menos en parte,
las diferentes ejecuciones de una m isma obra. Y de este modo senti
mos la tentacin de pensar que escapa a toda repeticin, no slo la de
la constitucin de la identidad sonora, sino la de la posibilidad de la
variacin formal que exige la msica, Aun lo que se denomina (justa
mente) repeticin* de una obra por un intrprete o un conjunto de
intrpretes no logra controlar el tim bre o el matiz que tendr lugar,
singularmente, la noche del concierto. Con el matiz, parece que el o
do est condenado a lo incomparable (por lo tanto, lo irrepetible) de lo
que se llam la ejecucin, es decir, el aqu y ahora del sonido en su
singularidad, en su puntualidad, en el hecho de que, por posicin, son
insumisos a toda transferencia espacio-temporal. Esa transferencia
puede no consistir sino en que la memoria mantenga el mism o" soni
do a lo largo de la duracin, aun cuando sea breve; lo que no impide
que transforme de inmediato el aqu en all y el ahora en entonces.
As, pues, el m atiz actual se muda en matiz referido, retenido, diferi
do, de modo que se convierte en otro matiz.
*
Una de las acepciones de rptition es "ensayo, que es la que corresponde en es
to ( uso (n. del t.).
160
LO IN H UM AN O
161
estoy; en tanto que si estoy, ella no est. Esta alternativa puede com
prenderse como la determinacin de un lm ite. Lo cual no sera an
suficiente. Puesto que, justamente, no es un lm ite p ara el espritu: se
ra preciso que ste estuviera all en el momento en que ya no est, se
ra preciso que persistiera, sin duda diferente, pero repetido ms all
de ese lm ite, para que fuera un lm ite del espritu. El lm ite es fran
queable \franchissable] o exceptuable [affranchisable], Pero, con el nom
bre de matiz, hablo de una franquicia. Al recordar el texto epicreo,
no pretendo dramatizar las cosas, que no lo necesitan. Pero s, al me
nos, dar a entender que si entre esas cosas hay una que no soporta la
repeticin, es la muerte, la materia. La extincin del sujeto, del espejo
del sujeto, de su reflexividad en el sentido habitual, de su capacidad
sinttica mas elem ental, no sobreviene en el seno de su temporalidad
reflexiva como un intervalo, aunque sea consagrado a su prdida. En s
mismos, el intervalo y esa temporalidad estn suspendidos all. Digo:
suspendidos, para significar que no hay marca de esa prdida en el
rumbo activamente reflexivo del sujeto.
Si no hay repeticin posible de este m atiz, es, por lo tanto, porque
no est inscripto. Nuestra decepcin al escuchar el registro hace que
acusemos a la singularidad inhallable. Por sus sntesis, el espritu no
tiene acceso a ella. Cuando digo: si ella est all, el sujeto no est, con
la falta de ste me refiero a que no debemos tratar de pensar la per
cepcin (qu palabra!) de ese m atiz como una inscripcin en un so
porte. Es posible decirlo al revs: que hay que tratar de pensar una
huella que en vez de marcar, de tipear (Lacoue-Labarthe) una superfi
cie pasible, la anonade. N i siquiera marca su ausencia como un blan
co, un rea de grabacin en blanco puede sealar un tiempo muerto,
una pausa, un silencio en un cuaderno de escrituras, cualesquiera sean.
Se dir que, en esas condiciones, el recuerdo mismo de esa huella
no inscripta debe ser imposible, y que ni siquiera habr medio de ha
blar de ella. No es sa mi opinin. No era la de Ernst Bloch al contar
en pequeos relatos las Spuren, las trazas, mediante las cuales lo impo
sible de inscribir, la presencia, desampara el espritu. Con la salvedad
de que en la tradicin de Bloch, no es la m ateria la que suscita ese
desconcierto, sino lo Innombrable. De modo que en l lo que pone en
juego el pensamiento de la presencia no es en principio algo esttico,
sino l ico o "espiritual. Sin embargo, con seguridad no es por azar
ue, psira exponerse, a esta apuesta le repugne el gnero argumentati
vo y sonsaque i la ms fina pluma de Bloch la escritura lacnica de lo
162
LO IN HUM AN O
D IO S Y LA M ARION ETA
163
164
LO IN HUM ANO
poderosas y
jerarqua es
pueden to
slo pueden
165
166
LO IN H UM AN O
167
i .
ha obediencia*
comunicacin al Coloquio "De icriture musicale [Sobre la esen la Sorbona en junio de 1986 por el Colegio Interna i<nuil i | r l i l u M i l i n y I , l i m mire a iniciativa de Christine Buci-Glucksmann y Micliii-l I f v i t u i ' . I ' i i l i l n m ili en bl
I , 1987.
*
T i'X io Ir mui
c r i i u r u im iH ii ni |, o r g a n iz a d o
170
LO IN HUM AN O
LA OBEDIEN CIA
171
D icho esto, una vez llevado a cabo este pequeo ejercicio escolar,
querra poner el eje de las breves reflexiones que siguen en dos polos.
Uno se llama Tonkunst, el arte del sonido y/o del tono, el viejo nombre
germ nico de la msica, y el otro, tambin alemn, Gehorsam, que se
traduce por obissance [obediencia], pero al perder el bren, el escuchar
contenido en l, y que habra que transcribir, ms bien, por obdience
[obediencia], donde se escucha ms claramente el audire latino, algo as
como prestar odos a y tambin tener odos p a r a , una audiencia dirigida o
concedida a algo que suena, produce un sonido o un tono, tont, y que
obliga, se hace obedecer.
Todo lo que tengo que mostrar es muy simple: en prim er lugar,
que lo que se llama msica no deja de convertirse o reconvertirse en
un arte del sonido, una competencia en lo sonoro (pues Kunst no era
sim plem ente el arte en el sentido oficial de las bellas artes), que la
msica no deja de convertirse o reconvertirse en la direccin del soni
do, el sonido dirigido o diestro, y que es en este aspecto que deben es
tudiarse sus esponsales (porque no es un concubinato) con la tecno
ciencia (no es nicamente una tcnica en el sentido de medio), sobre
todo en cuanto a los posibles resultantes de ello; y en segundo lugar,
que al convertir y reconvertir esta competencia y direccin en sonidos
por su acoplamiento con la tecnociencia de los sonidos, la msica re
vela una destinacin (digo destinacin para retomar un trm ino que
abarca todo el campo de la llamada reflexin esttica desde Kant hasta
Heidegger), una destinacin de la escucha a la escucha, una obedien
cia que habra que calificar de absoluta, unos odos prestados al odo:
una destinacin que en todo caso excede el alcance de las investigacio
nes tecnocientficas consideradas tcnicamente, gracias a las cuales, sin
embargo, queda revelada esa obediencia.
Prim eram ente, acerca de la Tonkunst, el arte del sonido o del tono.
Para hablar de prisa, en voz alta y sin verdadera competencia, lo repi
to, pero <oino aficionado apresurado, dira que se convirti en un lugir t oniini Irse ribir los ltimos siglos de la msica occidental como
uini Iiim ni ni le l.i "liberacin del m aterial, el sonido, con respecto a
172
LO IN H U M A N O
173
174
LO IN H UM AN O
175
176
LO IN HUM ANO
177
178
LO IN HUM AN O
de ese sentim iento deja de prejuzgarse, por ejem plo con el nombre de
placer natural o gusto, y si por su lado la ciencia cuestiona esos con
ceptos, nada se opone entonces a que la investigacin de los sabios
acuda en ayuda de la bsqueda, por parte de los artistas, de sentimien
tos distintos, inauditos. Vrese luch contra la separacin entre las
artes y las ciencias.
En uno de sus textos, evoca el lugar que ocupaba la msica en la
divisin medieval de las artes liberales:
*
Los filsofos de la Edad Media dividan las artes liberales en dos cate
goras: el trivium, o artes de la razn aplicada al lenguaje -gramtica, re
trica y dialctica- y el quadrivium, o artes de la razn pura... que hoy
llamaramos ciencias. La msica se inclua en esta ltima categora, al la
do de la matemtica, la geometra y la astronoma.
En nuestros das, uno se sentira inclinado a clasificarla en las artes del
trivium. Me parece al menos que se hace demasiado hincapi en lo que
podra denominarse la gramtica de la msica.
En diversas pocas y lugares, la msica fue considerada sea como un
arce, sea como una ciencia. En rigor de verdad, compete a uno y otra. A
fines del siglo pasado, Jean Wronsky y Camille Durutte, en su Traite
d Harmonie, tuvieron que inventar nuevos trminos y calificar a la msica
de arte-ciencia; la definieron como la encarnacin de la inteligencia
que est contenida en los sonidos. (crits, pgs. 102-103.)
179
180
LO IN H UM AN O
IH l
182
LO IN H UM AN O
M en t un poco cuando dije que haba encontrado el texto de Swedenborg por azar. M e orient una observacin de G iacinto Scelsi, ex
trada de un breve texto titulado Le regard de la n u it [La mirada de
la noche], sacado a su vez de su libro Son et musique. (Mirada de la no
che: Swendenborg escriba: A los interiores del Odo pertenecen [gehoren?] quienes tienen una visin de la Audicin interior. He aqu la
mirada nocturna, el ojo que escucha.) Esa observacin es la siguiente:
S, e& verdad que tambin hay otra msica de carcter trascendental
que escapa a todo anlisis de organizacin: as como escapa a toda com
prensin humana. Algunos seres privilegiados escucharon sonidos, melo
das o armonas que pueden calificarse de fuera de este mundo", as co
mo ocurre, por otra parte, con los colores pertenecientes a ese mismo
plano. Entre los santos se encuentran relatos extremadamente numerosos
y toda una literatura y una iconografa que resulta de ellos; ngeles msi
cos con trompetas, liras o flautas: los relatos de Swedenborg o Jacob
Boehm sobre maravillosas msicas escuchadas por ellos y a veces por mu
chedumbres enteras en diferentes lugares. {Silences, II, 1985, pg. 84.)
Esta observacin se inscribe en una crtica viva de la atencin prin
cipalm ente prestada por la msica clsica occidental al marco musi
cal, lo que se llam a forma m usical. Scelsi aduce que ese marco, aun
en los ms grandes, Bach, Beethoven, Mozart, puede quedar vaco en
su interior. Y concluye:
Ustedes quieren que diga que la msica de Bach o de Mozart no ha
bra podido derribar las murallas de Jeric? S, es un poco as.
En el mismo sentido, o al menos en un sentido anlogo, se encau
zara la demanda que formula Jean-Claude Eloy en su entrevista con
Aim e-Catherine Deloche, que es que la msica se haga no con notas
en una relacin de intervalo (como es, dice, la de Boulez), sino con
sonidos bastante com plejos, muy condensados [ . . . ] , clusters dotados
de una vida interna, de una movilidad; de latidos, de armnicos, de
enlentecim ientos, sonidos cuyo ejemplo toma de los msicos indios,
Ravi Shankar, Ram Narayan, pero que pueden obtenerse electrnica
m ente, y a los que llama por fin sonidos de m editacin. Toda su ri
queza parece formularse en un ideal m inim alista, en el laconismo del
sonido japons: Un poco de agua en un ja rd n .
183
Voy a detenerme aqu, aunque todo queda por decir, porque ese
poco de agua no deja de llegar, de acudir o, mejor, de ocurrir. Me hu
biera gustado abordar el problema por su ngulo energtico, cosa que
se impona por tratarse de las nuevas tecnologas que, en un sentido,
no son nada ms que transformadores de energa informacional, es de
cir electrnica, en energa mecnica, en este caso en vibraciones del ai
re y el tm pano, retransformadas en influjos nerviosos. La escrupulosa
meditacin exige que este influjo no se malgaste en animar nueva
mente la mecnica corporal. Frangois Bayle lo indica con agudeza a
propsito de la investigacin musical:
En definitiva, la cuestin del cuerpo excluido (atencin: excluido del
campo, pero presente y ms an por su ausencia: de hecho, el cuerpo al
margen, omnipresente, recobrado) ("Pro-positions, Silences, I, pg. 103).
Es a ese precio, al precio de esa ascesis, que la Tonkunst puede derri
bar las murallas de Jeric , que son las murallas de nuestros cuerpos,
de sus demandas acreditadas por la costumbre y de su prisa por cerca
nas satisfacciones.
Lo que cae con esas murallas es toda una antropologa del sonido.
La obediencia que se revela un instante en la Tonkunst (con nueva tec
nologa o sin ella) significa que nosotros (quines, nosotros?) nos de
bemos a la donacin del acontecim iento. La bsqueda es ontolgica,
por as decirlo, nadie nos pide nada.
Scapeland*
*
Publicado en la Revue des sciences Humaines, 1, 1988, nmero dedicado a crire
le pnysage fEscribir el paisaje], a iniciativa de Jean-Marc Besse.
186
LO IN H U M A N O
SCAPELAND
187
i p a rt
ir di- la llanura.
188
LO IN HUM ANO
SCAPELAND
190
LO IN HUM AN O
SCAPELAND
191
LO IN H UM AN O
D om us y la megalpolis*
194
LO IN HUM AN O
DOM US y LA MEGALPOLIS
195
196
LO IN H UM AN O
D OM US Y LA MEGALPOLIS
197
198
LO IN H U M A N O
DOMUS Y LA MEGALPOLIS
199
200
LO IN HUM AN O
DOM US
y LA MEGALPOLIS
201
202
LO IN H U M A N O
DOM US Y LA MEGALPOLIS
203
204
LO IN HUM AN O