Abrir El Juego en La LIJ. Bajour Carranza
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como algo distinto en la corriente de la vida (no mucho ms de doscientos aos a esta parte), es
una porcin del tiempo humano que razonablemente es vista como la de los aprendizajes. La
cuestin es en nombre de qu y bajo qu formas se promueven esos aprendizajes. En el caso de
la literatura infantil, muchas veces ha sido a costa de la libertad del lector.
Una de las formas en que pueden observarse muchas de las marcas que constituyen a la literatura
infantil es mirando este objeto desde una perspectiva histrica y no como algo dado slo por las
caractersticas de su destinatario, an cuando este influya enormemente. En un anlisis sobre los
orgenes de la literatura infantil Maite Alvarado (1), siguiendo a Roger Chartier, recuerda el caso de
la "Biblioteca Azul" en Francia. Se trat de un emprendimiento editorial que entre los siglos XVII y
XVIII se dedic a adaptar para lectores populares textos religiosos, literarios y de informacin
general. Esta idea de adaptacin a un determinado lector, recin llegado a la lectura escrita, es
fundamental para pensar muchas de las operaciones que luego se hicieron cuando de escribir para
nios se trataba. En el caso de los textos de la "Biblioteca Azul", las reformulaciones que se
hicieron a los textos originales estaban destinadas a facilitar la oralizacin. Se pensaba en un lector
ms familiarizado con las prcticas orales que con las escritas, y aqu vemos un nuevo paralelismo
con el destinatario infantil, sobre todo con el que recin se inicia en las prcticas lectoras. Tambin
se lo representaba con una capacidad de concentracin escasa, con tendencia a interrumpir
frecuentemente la lectura. Por esta razn en estas adaptaciones era necesario recurrir a
ayudamemorias para no perder el hilo de la narracin y a ayudas grficas. Para que el texto escrito
se pareciera lo ms posible al texto oral, se reducan los relatos eliminando descripciones, de modo
que se preservaran slo las acciones y se simplificaban las oraciones. Por otra parte, y esto nos
recuerda nuevamente el origen tan ligado a lo formativo de la literatura infantil, las adaptaciones de
los textos tenan que ver con razones morales o religiosas, ya que se eliminaba todo aquello que
fuera contra la moral o la ideologa de la poca.
El lector que se imaginaban los que llevaron a cabo el dispositivo de la "Biblioteca Azul" nos
recuerda fuertemente la situacin narrativa que propone la autora Ema Wolf en su libroHistorias a
Fernndez (2). Este libro plantea ficcionalmente desde una perspectiva humorstica la
preocupacin del autor de libros para chicos por capturar a su exigente y en muchos casos esquivo
lector.
Fernndez es un gato (nunca llamado como tal en el relato) destinatario de tres historias narradas
al hilo por su duea. Narrar y tener xito en la narracin en este caso es cuestin de vida o muerte
ya que Fernndez ha sufrido una cada desde las alturas y no debe quedarse dormido en las tres
horas posteriores a su contusin. El plan de la duea consiste en narrarle una historia por hora. La
habilidad para narrar y el uso eficaz de todos los trucos posibles, hasta los ms desopilantes, para
mantener la atencin de Fernndez es lo que permite llegar a un desenlace exitoso. La narradora,
tal como seguramente lo haran los que oficiaban de lectores orales de los textos de la "Biblioteca
Azul", interrumpe a cada rato su relato reclamando la atencin de su destinatario, buscando formas
de atraerlo: "Hasta ac vamos bien? Vamos bien." o "Qu tal? No te esperabas esto! Yo
tampoco."; estas son, entre otras, las apelaciones incesantes y recursos de todo tipo utilizados
para mantener en estado de alerta a Fernndez.
Esta situacin inventada por Ema Wolf parece parodiar la fuerte determinacin del destinatario en
la literatura infantil, aunque no sea l quien decide. Es decir, la literatura para nios supone una
relacin asimtrica entre emisores y mediadores adultos, y destinatarios nios. Cuando hablamos
del destinatario no nos referimos a esos nios reales, concretos, impredecibles como son los nios
que tenemos frente a nosotros en casa o en el aula, sino a representaciones de nios. De aquello
que imaginamos los adultos que es un nio, sus supuestos intereses, gustos, necesidades,
deseos, miedos... La literatura infantil en muchos casos se ata a una figuracin rgida del
destinatario, y esta representacin del nio est presente no slo en decisiones del autor, sino
tambin en maestros, bibliotecarios, padres, editores, libreros, etc.
Los supuestos que el pblico lector adulto tiene en general sobre la literatura infantil suelen estar
marcados por criterios de lo que se considera simple para lectores que recin entran al mundo de
los libros. As lo analiz una terica israel, Zohar Shavit (3), basndose en las operaciones de
adaptacin que se realizan de textos cannicos, como los clsicos por ejemplo, a formatos
masivos, como los cuentos que se venden en los kioscos, o las pelculas Disney, etc. En un
recorrido fugaz por estos supuestos podemos ver que la sujecin a los gneros conocidos (y por
supuesto, los que ofrecen menos incertidumbre), el predominio de lneas narrativas nicas y
fuertemente tramadas, la presentacin de personajes que evaden la complejidad, el descarte de
todo lo que se considera accesorio a los ncleos narrativos como descripciones u otras formas de
detencin de la dinmica narrativa, y la adhesin a temticas que no pongan en cuestin las
ideologas hegemnicas, entre otros rasgos, son los que siguen predominando en mucha de la
literatura para chicos que hoy se edita. Esta idea de lector, como podemos fcilmente comprobar,
se acerca muchsimo al que prefiguraron los adaptadores de las primeras pocas de la literatura
infantil.
El encasillamiento en la representacin de los lectores, segn Maite Alvarado y Elena Massat (4),
est ntimamente relacionado con algunas marcas que identifican a muchos de los textos que se
producen en la literatura infantil. Una caracterstica que las engloba es la tendencia a la repeticin,
que tambin tiene una explicacin en el origen oral de los relatos infantiles, por un lado, y en que
se piensan para ser oralizados, por otro (sobre todo aquellos que se dirigen a los lectores ms
pequeos).
Qu es lo que se repite en los textos para chicos? Puede ser aspectos formales como
construcciones sintcticas, lxico o estructura narrativa, o bien personajes, espacios, conflictos e
incluso gneros. Muchas veces la repeticin se da en forma de explicacin. Entonces se vuelve a
decir entre parntesis lo que ya se haba dicho. Algunos autores abusan de esto, quizs porque
subestiman al destinatario y no quieran dejar los sentidos de su texto librados al azar.
La relacin entre texto escrito e ilustracin, otro de los rasgos constitutivos de los libros para
chicos, muchas veces tambin es un ejemplo de la repeticin. Nos referimos a aquellas propuestas
en las que la ilustracin se limita a reiterar lo que dice el texto.
Graciela Montes (5) plantea que se puede observar en la literatura infantil una serie de mandatos
que subyacen a muchas de las propuestas destinadas a los chicos. Estos mandatos suelen estar
basados en ideas sobreprotectoras acerca de los lectores infantiles. Uno de ellos es el mandato de
lo familiar. De ese modo, en el caso de la literatura infantil argentina, vemos una tendencia a la
repeticin de los espacios representados. Pululan los cuentos que suceden en el barrio o en la
escuela, o sea en los mundos supuestamente cercanos a la vivencia del nio (sobre todo urbana y
de clase media). Tambin los textos rebosan de personajes vinculados a esos mundos.
Algo similar sucede en muchas de las llamadas novelas juveniles, novelas "burocrticamente
realistas y convencionales" (6). En ellas se repiten hasta el hartazgo los narradores protagonistas
en primera persona (en forma de diario o de gnero epistolar), infaliblemente adolescentes con los
cuales debera identificarse el lector.
El mercado editorial suele sentirse a sus anchas con la tendencia repetitiva de la literatura infantil y
juvenil, ya que es una manera cmoda de homogeneizar propuestas, lectores y formas de leer y,
por supuesto, garantizar las ventas a toda costa, aun cuando se trate de productos culturales que
como tales, exigiran otro tratamiento a la hora de su produccin y comercializacin.
La consecuencia principal del uso abusivo de la repeticin es la inmensa cantidad de textos
estereotipados, previsibles, ajenos a las innovaciones formales. Mucha de esta literatura es
"autista" respecto de la serie literaria en general, as como a otras zonas de la cultura prxima al
mundo infantil como el cine, la televisin, la historieta, la publicidad o los video juegos.
Colecciones completas dedicadas al binomio valores-literatura, libros "hechos por encargo" para
cubrir una demanda editorial: hay libros para ensear ecologa, para hablar de la discriminacin,
para tratar "temas difciles" como la droga, el sida, la pobreza, la guerra... Las editoriales
embarcadas en esta cruzada nos ofrecen catlogos, afiches, cuadernillos con actividades, toda una
suerte de "merchandising" de los valores. Pero para llevar a cabo esta difusin del "deber ser" no
slo se recurre a los libros prefabricados con este propsito, la mejor literatura infantil tambin es
sometida a esta operacin. Y entonces nos encontramos con libros de Roald Dahl o de Tony Ross
incluidos en una tabla de doble entrada destinada a los docentes, en la cual se especifica muy
didcticamente qu valores corresponden al libro en cuestin. Estas acciones llegan al absurdo de
suponer que un libro "es mejor" (y por lo tanto debiera ser elegido para su compra) en la medida en
que mayor sea la cantidad de valores morales incluidos en l.
Las editoriales que actan de este modo piensan que as vendern ms, y sabemos que para la
produccin de textos infantiles, al menos en nuestro pas, el mercado cautivo por excelencia es la
escuela. Entran a jugar en relacin con esto el currculum y los contenidos transversales.
Programas que se traducen en actividades en donde la funcin del cuento en el aula es la de
moldear la imaginacin infantil segn un proyecto adulto del "deber ser", que supone un control
eficaz del sentido, la limitacin interpretativa del lector, la restriccin de la polisemia de los textos.
Por suerte ese control no siempre es tan eficaz y los lectores encuentran formas no oficiales de
leer que escapan incluso a las intenciones de los mediadores, y en algunos casos de los textos
mismos.
Esta situacin nos lleva a pensar en el estado actual de la formacin de los docentes en el rea de
la literatura. A partir de la experiencia de capacitacin podemos afirmar que una gran parte de los
institutos de formacin no brindan las herramientas necesarias a los futuros maestros o profesores
para que en diversas situaciones de lectura puedan abordar un texto literario desde su
especificidad.
En publicaciones especializadas, congresos, jornadas, mesas redondas, especialistas del campo
se obstinan en instalar el predominio de la funcin social en los textos destinados a nios y
jvenes. A todo esto debemos sumar la pobreza del debate y la discusin. Como si este
sometimiento de lo literario a los valores fuera algo incuestionable.
Habra que preguntarse por qu hoy tiene tanta fuerza este discurso dogmtico de la prdida de los
valores, y su necesaria transmisin a las nuevas generaciones. Tambin deberamos preguntarnos
por qu la literatura y otras ficciones parecen ser la forma privilegiada para esta transmisin.
Qu concepcin de la lectura y del lector supone este uso moral de lo literario?, porque no nos
engaemos: la llamada "educacin en valores" no es sino una nueva forma aggiornadade la vieja
moralina a la que histricamente ha estado ligada la literatura infantil desde sus inicios.
Ciertas rutinas de lectura en el aula suponen un contexto en que el lector a priori cuenta con que el
mensaje est all para "ser bajado", para intervenir en su formacin. No es extrao encontrar casos
en los que textos irreverentes como "Silencio, nios!" (9), de Ema Wolf, en el que la parodia del
deber ser escolar es justamente uno de sus significados ms notorios, sea ledo por algunos
docentes a sus alumnos para ensearles las reglas del buen comportamiento en el aula.
Dice Jorge Larrosa: "La literatura excede y amenaza tanto lo que somos como el conjunto de las
relaciones estables, ordenadas, razonables que constituyen el orden moral racionalmente
ordenado. La literatura, como la infancia, pone en cuestin la validez del mundo comn." (10)
Quizs el mayor peligro al que se ha visto tentada la pedagoga es el haberse visto constructora
del mundo, la duea del futuro, nos dice tambin Larrosa en su artculo "El enigma de la
infancia". (11)
Si escuchamos o leemos los enunciados en torno a la "educacin en valores" a travs de los textos
infantiles y juveniles, sentimos esta fuerte impronta autoritaria. Se toma de la literatura su carcter
gratuito, se la despoja de su libertad y se la pretende transformar en vehculo til y eficiente para
construir seres humanos "mejores" que harn un mundo "mejor" (segn nuestros proyectos, claro).
Voluntad de dominio sobre las nuevas generaciones, voluntad de dominio, "antdoto" frente a la
palabra literaria.
Una de las peculiaridades de este grupo fue que se conform, ms explcitamente en unos casos
que en otros, con un ideario de resistencia al autoritarismo imperante hasta el momento.
Produjeron textos donde se vea una preocupacin por buscar otro lenguaje, otras temticas
(muchas de ellas hasta entonces vedadas por la censura y la autocensura), otras relaciones con la
ilustracin, entre otras formas de renovacin formal y argumental. El humor, en sus variadas
formas fue el camino ms transitado por el que se busc crear una nueva esttica. Estas
producciones tuvieron cabida gracias a unas pocas editoriales que apostaron a una nueva relacin
con los lectores infantiles y con la escuela. Las que ms se destacaron en este intento fueron
Libros del Quirquincho y Colihue, adems de algunas colecciones especficas dentro de grandes
editoriales.
Otro de los frentes donde hubo una importante renovacin fue el de la mediacin entre los libros y
los chicos. El papel que jugaron entonces muchos bibliotecarios, maestros, padres y otros
mediadores fue de apropiacin y divulgacin original y entusiasta de toda esta movida incluso en
lugares del pas que hasta el momento haban sido privados del derecho a leer lo nuevo que se
produca. El Plan de Lectura del 85 dio un considerable impulso a esta llegada con autores y libros
a zonas antes olvidadas. Comenz una poca de Jornadas y Congresos donde diversos actores
del campo de la literatura infantil comenzaron a reunirse y a pensar algunos temas que, quizs con
demasiada frecuencia, se limitaron a preguntarse si la literatura infantil y juvenil era un gnero
menor o no, o cmo haba que promocionar la lectura. En cambio, la especificidad de la literatura
infantil o sus vnculos con la cultura de la infancia y sus particulares formas de leer diversos
lenguajes artsticos, entre otras cuestiones que ubicaran a este objeto dentro de la literatura y no
tanto como a un producto cultural subsidiario de la educacin, no fueron y todava distan de ser
temas centrales de los lugares donde se renen y discuten los mediadores. El de la literatura
infantil fue y sigue siendo un campo bastante autocomplaciente y reacio a los nuevos aires que una
crtica seria habilitara.
Sin embargo, en los aos '90, todo este impulso que se caracteriz por "salirse de las casillas"
comenz a ser reubicado por algunos fenmenos que redujeron ese dinamismo inicial a un nuevo
encorsetamiento. Una gran parte de lo que era una novedad e intentaba tener un carcter
autnomo, en los ltimos aos de los 80, fue sometido a algunas operaciones del mercado, en
muchos casos en alianza con la institucin escolar. Nos referimos a maniobras tales como la
canonizacin de varios de los autores que haban participado de la renovacin que antes
comentamos. Se lleg al punto, que aun contina con fuerza, de publicar casi en forma exclusiva lo
conocido, lo que garantice las ventas. Tambin se instituyeron modas que explotaban
determinados gneros en detrimento de otros. Aquellos tipos de libros que plantean algn tipo de
experimentacin esttica escasean en las publicaciones hechas en el pas, y las traducciones o las
compras de derechos de obras extranjeras se reducen a una mnima expresin, dejando fuera del
alcance de los lectores argentinos obras y autores consagrados a nivel mundial. Algunas editoriales
que haban encabezado el movimiento de renovacin desaparecieron. El lugar de la literatura
infantil sigue sostenido por los grandes grupos, consolidados en esos aos, que a pesar de la
tendencia a la uniformacin del mercado no pueden evitar de vez en cuando la edicin de nuevos
autores y obras interesantes. Hoy podemos hablar, afortunadamente, en diversos lugares del pas,
de nuevos emprendimientos por parte de editoriales pequeas que buscan instalar nuevas miradas
estticas, aunque, claro est, su presencia en el mercado es limitada y en inferioridad de
condiciones respecto a los grandes grupos.
Un logro de los 90 fue el crecimiento importantsimo del papel de la ilustracin en los libros
infantiles. A la gran calidad y cantidad de ilustradores argentinos se le suma una historia de lucha
muy interesante y original por la conquista de sus derechos junto a los escritores.
se ha configurado en sus caractersticas actuales durante los aos '60 y que ha tenido difusin en
nuestro pas a fines de los '80 y durante la dcada de los '90. (15)
Los especialistas que intentaron definirlo destacan como constitutiva de este gnero la relacin
entre el texto y las ilustraciones, pero en el libro-lbum suele establecerse un contrapunto entre la
imagen y la palabra, donde la imagen muestra lo no dicho por la palabra, o la palabra dice lo
dejado a un lado por la imagen. En este tipo de libros, todos los elementos que lo constituyen
(incluidos el diseo grfico, la edicin, etc.) participan en la produccin del sentido.
Entre las diversos modos que adopta la experimentacin en los libros-lbum es comn encontrarse
con la transgresin de las formas convencionales de narrar, ya sea a travs de la fragmentacin del
texto o incluso de la adopcin de estructuras propias de la lrica, y en particular de la poesa infantil
para narrar una historia.
La profusin de referencias intertextuales es otra marca frecuente en este tipo de libros. A travs de
dichas alusiones los libros lbum dialogan con diversas manifestaciones de la cultura actual y de la
tradicin: otras obras literarias, el cine, la historieta, la publicidad, las artes plsticas, los dibujos
animados... Este es el caso de la obra del ingls Anthony Browne . (16) El juego intertextual que en
este autor se manifiesta especialmente en las ilustraciones, deviene parodia, homenaje y
desacralizacin de las grandes obras pictricas y de otros referentes de nuestra cultura.
En los libros-lbum la necesidad de certidumbre atribuida habitualmente a los libros infantiles se ve
a menudo violentada por la ruptura de los lmites entre los planos de ficcin y realidad. Un ejemplo
de ello son los libros del norteamericano Chris Van Allsburg (17), en cuyas historias a menudo la
irrupcin de lo sobrenatural pone en jaque las seguridades y certezas de lo real.
En la serie del detective John Chatterton de Yvan Pommaux (18) podemos observar otra de las
caractersticas innovadoras de la narrativa actual: la mezcla de gneros literarios. En estos libros la
hibridacin de gneros constituye la base sobre la que se construyen los relatos. Los cuentos
tradicionales infantiles, como "Caperucita Roja", "Blancanieves" y "La Bella Durmiente", son
narrados siguiendo las convenciones del policial negro, el cine y la historieta.
Un texto ficcional convencional, como suelen serlo los libros infantiles, tiende a volver invisibles sus
tcnicas de construccin. Lector y texto comparten ciertas reglas implcitas, cuyo ocultamiento
permite el efecto de inmersin en la historia. Poner al descubierto las tcnicas de la ficcin, tanto
en el texto como en las imgenes es otra de las formas que adopta la experimentacin en los
libros-lbum. Se trata de textos que se proponen poner en evidencia la construccin de la ficcin,
tratando al texto como un artefacto construido. Ejemplo de esto es La flor ms grande del
mundo de Jos Saramago y Joo Caetano (19), donde la voz narrativa finge ser la del autor y la
historia que se cuenta versa sobre el acto de contar esta historia. Otros ejemplos en los que la
literatura se propone hablar de s misma, fuera del gnero libros-lbum, y dentro de la literatura
nacional son: la ya mencionada novela de Ema Wolf Historias a Fernndez y Cuento con ogro y
princesa (20) de Ricardo Mario. En el caso del cuento de Mario se parodian los personajes y
acciones habituales de los cuentos de hadas (algo que se ha vuelto lugar comn en la literatura
infantil actual), pero se da una vuelta de tuerca al juego pardico mediante la "confusin" de
mundos que implica incluir al autor y su hacer dentro de la historia, en un grado de igualdad
respecto de los personajes por l "creados". Esta confusin de planos de realidad (en este caso
entre "autor" representado y personajes de la historia que escribe), derriba uno de los lmites
infranqueables para el verosmil realista: el lmite entre ficcin y realidad.
La presencia de las imgenes en los libros destinados a los nios posee una larga tradicin que se
remonta al Orbis Pictus de Comenius publicado en 1658. Tambin las "Alicias" de Lewis Carroll
contenan ilustraciones desde la versin manuscrita del autor (21). Sin embargo, persiste en
nuestra cultura, y en particular en el mbito educativo, un preconcepto segn el cual la imagen en
los libros infantiles est destinada slo a decorar o acompaar pasivamente al texto. Esta
subordinacin de la imagen a lo escrito llega incluso a establecer la rivalidad entre ambos
lenguajes; es posible escuchar an a algunos docentes decir que durante la narracin de un cuento
no muestran las ilustraciones a los nios para no limitar su imaginacin.
Existen actualmente en la ilustracin de textos para chicos de nuestro pas y del mundo,
propuestas estticas que dialogan tanto con corrientes pictricas, como con otras esferas de
nuestra cultura contempornea (medios audiovisuales, artes grficas en general). Artistas que
provienen de las artes plsticas, del diseo grfico, de la historieta son productores de ilustraciones
de gran valor artstico, que suponen un lector infantil capaz de leer y gozar estticamente de las
imgenes que les estn destinadas. Sin embargo estas tendencias innovadoras chocan y conviven
con textos cuyas normas estticas reproducen las ilustraciones estereotipadas pretendidamente
infantiles de hace 30 o 40 aos.
Ocuparnos de la ilustracin en los libros para nios (22), se ha vuelto imprescindible. Qu
consecuencias devienen del dilogo entre la ilustracin y el texto escrito? Cmo leer
analticamente el lenguaje de las imgenes frente al cual nos sentimos desamparados la mayora
de quienes hemos recibido una formacin centrada en la lectura de textos escritos?.
Pero no slo el texto y la ilustracin deben ser tenidos en cuenta cuando elegimos, cuando leemos
o damos a leer un texto a los nios y jvenes. Daniel Goldin, editor mexicano de libros infantiles, en
una entrevista para la Revista Latinoamericana de Literatura Infantil y Juvenil, afirma:
"Los libros son muchas cosas pero son, antes que nada, objetos que pesan, se tocan, huelen, se
ven, compran o intercambian. Como objetos, se instalan en nuestro entorno y suscitan emociones
y vivencias que no pueden agotarse en el nivel discursivo, lo que dice el texto, ni siquiera en lo
que dicen el texto y las imgenes. Esa dimensin material, que siempre est presente en la lectura
y a la que los promotores de lectura y muchos maestros y bibliotecarios no prestan atencin, es
totalmente determinante en la formacin de un lector." (23)
Queda preguntarnos acerca del lector que postulan estas nuevas estticas en la literatura para
chicos y jvenes. En el caso del libro-lbum en particular se trata de un tipo de libro cuyo origen
est ligado a los primeros lectores, aquellos que an no poseen un manejo fluido del cdigo
escrito; sin embargo el lmite de edad (tan naturalizado en las prcticas de mediacin propias del
campo de la literatura infantil), e incluso la frontera entre un lector nio y un lector adulto no parece
tan clara cuando leemos un libro-lbum. Lo mismo sucede con textos pardicos y absurdos, que
pueden ser ledos y disfrutados por lectores pequeos tanto como por adolescentes y adultos.
Por otra parte, las ideas habituales acerca de lo que se considera leer son puestas en cuestin por
estos libros que otorgan a la imagen un lugar central. Un nio que todava no accedi a la
comprensin del cdigo escrito puede, gracias al juego propuesto por la imagen, anticipar o
contradecir los sentidos que transmite el texto. Este tipo de libros confirma que se puede leer antes
de leer, si no nos atenemos a los parmetros clsicos de lo que se considera "saber leer".
Tanto la parodia, como otras formas de referencia intertextual, suponen la apelacin a los
conocimientos de los lectores dentro de la literatura como fuera de ella, pero estas referencias no
deben ser consideradas como un lmite en la seleccin de los textos, ya que por el contrario los
lectores pueden acceder a tales conocimientos (un cuadro famoso en el caso de un libro lbum,
por ejemplo) a partir del libro mismo.
Historias en las que el lector (y en algunos casos la voz que narra) no acaban de saber qu ha
pasado, o bien que impiden al lector olvidar que el texto es un objeto construido, atentan contra
formas de lectura "inocentes" convencionalmente adjudicadas a nios y jvenes. A partir de la
lectura de estos libros los chicos pueden iniciarse simultneamente en el conocimiento de las
convenciones de la ficcin, al mismo tiempo que leen distintas formas de transgresin de tales
convenciones.
Estos libros, a travs de propuestas de innovacin esttica, se abren a todos los niveles y
posibilidades de lectura sin subestimar la capacidad de los lectores, aun la de los ms pequeos o
de aquellos que tienen dificultades.
Notas
(1) Alvarado, Maite. "La crtica de literatura infantil en Argentina". En: Memoria 27 Congreso
Internacional del IBBY de Literatura Infantil y Juvenil. Cartagena de Indias, Colombia, 18 al 22 de
setiembre de 2000.
(2) Wolf, Ema. Historias a Fernndez. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1994. Ilustraciones de
Jorge Sanzol.
Nota de Imaginaria: Ver tambin el artculo "La vida o el sueo. Reflexiones sobre la relacin entre
el autor y el lector infantil en el libro Historias a Fernndez de Ema Wolf", de Cecilia Bajour.
(3) Shavit, Zohar. Poetics of Children's Literature. Athens and London, The University of Georgia
Press, 1986.
(4) Alvarado, Maite y Massat, Elena. "El tesoro de la Juventud". En: Filologa. Ao XXIV. Buenos
Aires, Universidad Nacional de Buenos Aires, 1989.
(5) Montes, Graciela. Conferencia pronunciada en el Posttulo de Literatura Infantil y Juvenil.
Buenos Aires, Centro de Capacitacin Docente CePA, 2003-2004.
(6) Mario, Ricardo. "Cambiando de tema...". En: La Mancha. Papeles de literatura infantil y
juvenil N 8. Buenos Aires, marzo de 1999.
Nota de Imaginaria: El artculo tambin fue publicado por Imaginaria, aqu.
(7) Larrosa, Jorge. "Venenos y antdotos". En: La experiencia de la lectura. Barcelona, Laertes,
1998.
(8) Larrosa, Jorge. "La novela pedaggica". En: Pedagoga Profana. Buenos Aires, Ediciones
Novedades Educativas, 2000.
(9) Wolf, Ema. "Silencio, Nios!". En Silencio, nios! y otros cuentos. Bogot, Grupo Editorial
Norma, 1997. Ilustraciones de Pez.
(10) Larrosa, Jorge. "Venenos y antdotos". En: La experiencia de la lectura. Barcelona, Editorial
Laertes, 1998.
(11) Larrosa, Jorge. "El enigma de la infancia". En: Pedagoga profana. Buenos Aires, Ediciones
Novedades, Educativas, 2000.
(12) Como sealan Maite Alvarado y Elena Massat, haciendo alusin a La escuela de las hadas de
Conrado Nal Roxlo: "A menudo esta absorcin de la intencin apelativa por la narracin se da a
travs de la autorreferencia: tematizando o parodiando, muchos relatos infantiles se refieren al
ensear. As, en La escuela de las hadas, Conrado Nal Roxlo tematiza, bajo la forma de la
novela de iniciacin, lo apelativo didctico, que pierde su peso mensajstico, entre otras cosas,
porque el texto construye una enunciacin representada delegando en los personajes el juego de
ensear y aprender." En: "El tesoro de la juventud", Revista Filologa, Ao XXI, Buenos Aires,
Universidad Nacional de Buenos Aires, 1989; pg. 54. Cabe aclarar que tambin la parodia ha
llegado a cristalizarse en algunos textos infantiles perdiendo su fuerza transgresora para caer en
una forma ms de la repeticin y el estereotipo.
(13) Pescetti, Luis Mara. Historias de los seores Moc y Poc. Buenos Aires, Editorial Alfaguara,
2003. Ilustraciones de O'Kif.
(14) Wolf, Ema. Los Imposibles. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1988. Ilustraciones de
Jorge Sanzol.
(15) Los libros lbum han tenido poco desarrollo en nuestro pas. Muchos de estos textos, obra de
autores de reconocimiento universal como Anthony Browne, Chris Van Allsburg, David Mc Kee...,
llegaron a nuestro pas a travs de la coleccin Los especiales de A la orilla del viento del Fondo
de Cultura Econmica de Mxico. Estos libros importados se volvieron prcticamente inaccesibles
por su costo a partir de fines del 2001. Actualmente pequeas editoriales como Pequeo Editor y
Ediciones del Eclipse estn desarrollando colecciones dedicadas a los libros-lbum en Argentina.
Para ampliar la informacin sobre este tema consultar los artculos:
"Libros-lbum: libros para el desafo. Una bibliografa", por Cecilia Bajour y Marcela
proporcionaba al ilustrador con los dibujos finalmente publicados, no quedan dudas de que se lo
debe considerar coautor intelectual de las ilustraciones: muchos de los trabajos de Tenniel y
Furniss son bellas realizaciones de sus bosquejos, a los que siguen con precisin y fidelidad." Nota
de Eduardo Stilman para Los libros de Alicia. La caza del Snark. Cartas. Fotografas, de Lewis
Carroll. Buenos Aires, Ediciones de la Flor, Best Ediciones, 1998. Traduccin anotada de Eduardo
Stilman. Prlogo de Jorge Luis Borges. Ilustraciones de John Tenniel, Henry Holiday, Lewis Carroll
y Hermenegildo Sbat.
(22) Respecto a los libros ilustrados seala Margaret Meek: "Un libro ilustrado invita a todo tipo de
lectura y permite la invencin de un conjunto de historias en vez de una sola. Slo los libros
ilustrados, con su variedad de perspectivas y puntos de vista, tcnicas artsticas y formas de
ensear convenciones respecto a imagen y texto, ofrecen la oportunidad y los medios para definir
la potica de una literatura que se dirige exclusivamente a los nios. En el artculo "Qu se
considera evidencia en las teoras sobre literatura para nios?", por Margaret Meek, en Un
encuentro con la crtica y los libros para nios (Caracas, Banco del Libro, 2001; coleccin
Parapara-Clave).
(23) Guzmn, Mal. "Especiales A la orilla del viento. Entrevista con Daniel Goldin". En:Revista
Latinoamericana de Literatura Infantil y Juvenil N 12; Bogot (Colombia), Fundalectura, juliodiciembre de 2000, pg. 26.
(24) Lpez, Claudia. "Venturas y desventuras del canon literario en la escuela". En: La Mancha.
Papeles de literatura infantil y juvenil N 5. Buenos Aires, noviembre de 1997; pg. 18.
(*) El texto de la ponencia original fue publicado en De las races a las alas. Tucumn en tiempo
de lectura, segundo dossier (San Miguel de Tucumn, Plan Nacional de Lectura, diciembre de
2004).
Bibliografa
Alvarado, Maite. "La crtica de literatura infantil en Argentina". En: Memoria 27
Congreso Internacional del IBBY de Literatura Infantil y Juvenil. Cartagena de
Indias, Colombia, 18 al 22 de setiembre de 2000.
Alvarado, Maite y Massat, Elena. "El tesoro de la Juventud". En: Filologa. Ao
XXIV. Buenos Aires, Universidad Nacional de Buenos Aires, 1989.
Colomer, Teresa. La formacin del lector literario. Narrativa infantil y juvenil actual. Madrid,
Fundacin Germn Snchez Ruiprez, 1998.
Colomer, Teresa. "El lbum y el texto". En: La Mancha. Papeles de literatura infantil y juvenil N 11.
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tambin se encuentra publicado en la pgina web del autor: www.pescetti.com.
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Nota de Imaginaria: Las ilustraciones que acompaan a este artculo son de la artista inglesa Kate
Greenaway (1846-1901) y pertenecen a su obra Book of Games (Routledge, 1989).