Tesis Polisistemas
Tesis Polisistemas
Tesis Polisistemas
Tesis doctoral:
A mis padres
AGRADECIMIENTOS
Me gustara mencionar a algunas de las personas que han contribuido a que esta
andadura llegara a buen fin:
A mi familia: mis padres, mis hermanos, y Veronika. Sin su apoyo, est claro que no
habra llegado muy lejos. Y por cierto, mi madre se merece una mencin especial por su
ayuda con los temas de antropologa.
A mi director, D. Antonio Snchez Trigueros, por su orientacin y confianza desde
el principio.
A D. Itamar Even-Zohar, por su amabilidad y correspondencia.
A D. Pedro Ruiz Prez, por su magisterio, amistad e impulso.
A D. Herbert Grabes, por sus respuestas.
A D. Mirko Lampis, por ms de lo que aqu cabe mencionar.
A mis profesores de Teora de la Literatura de la UCO: D. M ngeles Hermosilla
lvarez y D. Celia Fernndez Prieto; y del Departamento de Lingstica General y Teora
de la Literatura de la UGR: D. Domingo Snchez-Mesa Martnez, D. Antonio Carvajal
Milena, D. Sultana Wahnn Bensusan, D. Alicia Relinque Eleta, D. Manuel Cceres
Snchez, D. Antonio Chicharro Chamorro, D. Francisco Linares Als, D M ngeles
Grande Rosales, D Carmen Martnez Romero y D Cndida Vargas Labella.
Y tambin a D. Elvira Ramos, D. Eduardo Chivite Tortosa, D. Vicente Luis Mora,
D. Mario Cuenca Sandoval y D. Ana Arcas Espejo.
NDICE:
Agradecimientos
ndice .
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INTRODUCCIN:
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. 202
IV.2.1.1.1. Bajtin
IV.2.1.1.2. Mukarovski
. 204
IV.2.1.1.3. Lotman
. 206
IV.2.1.1.4. Greimas
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CONCLUSIONES
. 339
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INTRODUCCIN
El xito cosechado en las ltimas dcadas por la teora de los Polisistemas de Itamar
Even-Zohar forma parte de una tendencia global que desde comienzos del siglo pasado
viene aplicando a diferentes ciencias el modo de pensamiento sistmico o relacional como
definitiva superacin del positivismo decimonnico. Como suele recordarnos Bourdieu,
esto haba sido anunciado ya por Cassirer, quien se refera al pensamiento relacional como
el de toda la ciencia moderna. En efecto, en su obra Substance and Function, de 1910,
Cassirer distingua entre dos principales formas histricas de ciencia, el sustancialismo y el
pensamiento relacional. La primera de ellas hunda sus races en la epistemologa aristotlica
y presupona la abstraccin de las propiedades sensibles en series taxonmicas jerarquizadas
(como la especie y el gnero), dando lugar a marcos de entendimiento que tomaban a las
cosas en sus inmediatas apariencias. Frente a sta, Cassirer describe la progresiva aparicin
de una lgica alternativa que habra empezado a fraguarse ya en el Renacimiento, con
Galileo, y que desarrollaran durante el s. XIX toda una serie de cientficos, como Julius
Robert von Mayer, para quienes el mundo se estudiaba mejor a travs de funciones
matemticas que permitan observar complejas series de relaciones de manera ms simple.
Sin embargo, incluso aquellas funciones matemticas convencionales podan llegar a
resultar a veces demasiado esencialistas, lo que habra dado lugar a una nueva ciencia
basada en la pura relatividad, gracias a la matemtica de Georg Cantor, la qumica de
Mendelyev o la fsica de Einstein. Aunque los trabajos de estos autores sean anteriores a las
que posteriormente se denominarn corrientes sistmicas, todos ellos participan de una
misma perspectiva holstica y relacional, un impulso que fue llevado tambin muy pronto al
mbito de las ciencias humanas con la lingstica de Saussure (que podemos entender como
un funcionalismo esttico) y ms tarde a la sociologa, especialmente con Walter Buckley.
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Este parece ser, en lneas generales, el camino seguido por la ciencia del siglo veinte
en todas sus reas. Dentro de los estudios literarios, la primera manifestacin evidente de
dicho cambio la encontramos en la ltima etapa del Formalismo ruso, sobre todo en la obra
de Tynianov, quien en opinin de Even-Zohar puede considerase el verdadero padre de
los estudios sistmicos de la literatura (EZ, 1990c: 30) -aunque habra que mencionar
tambin a Bajtin-. La propia evolucin de la teora literaria durante el siglo pasado puede
tomarse como ejemplo de este cambio de aires: si la crtica positivista del diecinueve se
centraba en el estudio de la biografa del autor, la crtica marxista lo reemplaz por el autor
colectivo de la sociedad y la historia, dndose luego o simultneamente- un giro de 180
con los mtodos inmanentistas del estructuralismo que limitaban su atencin al texto, a los
que se opusieron los enfoques que se interesaban por el receptor (Jauss) o bien por el
contexto (pragmtica), sucedidos finalmente por una serie de teoras que intentaban
comprender a todos los factores partcipes en la comunicacin literaria, como la teora
emprica de la literatura (Schmidt) o la teora de los Polisistemas de Even-Zohar. Tambin
podramos sumar a este recorrido las aportaciones de autores post-estructuralistas, como
Foucault, que excedieron los lmites de sus disciplinas para mostrar las relaciones de
compromiso entre discurso y poder. Pues bien, este movimiento expansivo, acentuado en
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los ltimos cincuenta aos, ha generado un gran nmero de teoras, de entre las cuales,
adems de la teora de los Polisistemas, en el presente estudio nos hacemos eco de la teora
del campo literario de Pierre Bourdieu y la semitica del texto Yuri M. Lotman, a lo que
aadimos algunas nociones pertenecientes a la teora de sistemas integrados.
M. Lotman y las llamadas teoras de sistemas, cuyo manejo no nos hubiera sido posible sin
los avances facilitados por Mirko Lampis en su empeo por fraguar una semitica sistmica.
A la comparacin de dichas escuelas y la extraccin de consecuencias tericas se dedica esta
tesis y, dado su carcter metaterico, muchos captulos se abren a la disertacin, la crtica y
la propuesta de posicionamientos concretos.
El objetivo de este trabajo es, por lo tanto, mltiple. En primer lugar, se busca
ofrecer una sntesis completa del desarrollo de la teora de los Polisistemas en sus diferentes
etapas, incluyendo sus ltimas y decisivas indagaciones sobre la creacin de repertorios, la
planificacin cultural o el papel de los intelectuales en el xito de las sociedades. Hasta
ahora no exista en castellano, ni en otra lengua, una sntesis de este tipo (s contbamos con
los valiosos artculos de Iglesias Santos, que pueden ofrecer al interesado una introduccin
suficiente, aunque no actualizada, de las principales nociones polisistmicas). Esta parte,
pues, consiste simplemente en la exposicin de las propuestas de Even-Zohar siguiendo el
hilo de sus tres compilaciones, aunque se aaden algunos comentarios sobre su relacin con
el Formalismo ruso, su crtica al estructuralismo esttico y la evolucin de su teora. Ms
all de ello, todo el inters de este apartado es el de las propias ideas de Even-Zohar.
Los siguientes captulos, en los que se realiza la comparacin de diversas teoras y se
ofrecen propuestas, s pueden presentar un inters autctono, aunque su resultado no
suponga un anlisis asptico, ni inmune a objeciones. As pues, en segundo lugar, tratamos
de medir la compatibilidad de las escuelas mencionadas con vistas a su aplicacin en el
ejercicio de la crtica, de manera conjunta o, ms bien, integradas en una perspectiva terica
de convergencia. Para empezar, se estudian las coincidencias entre la teora de los
Polisistemas y la teora del campo literario de Pierre Bourdieu, lo que resulta en una idea
congruente de sistema-campo. ste es un sistema basado en la competencia por la
consagracin -o canonizacin-, lo que determina una estructura de centro y periferia, o ms
bien una jerarqua de centros, o subcampos, cada uno de ellos regido por principios de
jerarquizacin distintos, a saber: los principios de autonoma y heteronoma enunciados por
Bourdieu, asociados a su vez a los distintos factores descritos por Even-Zohar como
adaptacin del famoso esquema de la comunicacin de Jakobson. Pero, para llegar a esta
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conclusin, han sido necesarios algunos pasos previos, en concreto, la aplicacin de los
mecanismos descritos por la lingstica de Jakobson y el anlisis textual de Lotman al
conjunto del sistema literario. As, es posible observar cmo las trasferencias funcionales que
Lotman describe para las sucesivas dimensiones de los textos (mensaje medio cdigo
signo mensaje) equivalen a las que Even-Zohar describe para los participantes en el
sistema, o cmo es posible analizar la oposicin entre centro y periferia como los dos polos
de un circuito comunicativo. La aplicacin de la idea lotmaniana de auto-reflexividad de los
textos artsticos, as como su funcionamiento en tanto que modelizaciones de la realidad,
facilita, en fin, el entendimiento del sistema literario como un sistema social automodelizador, o lo que aqu hemos dado en llamar el sistema de la auto-comunicacin socioliteraria.
El paso definitivo ha consistido en la aplicacin de los presupuestos ms bsicos de
la teora de sistemas a dicha idea de campo. Esta empresa no ha supuesto mayores
dificultades, pues importantes vnculos unen a todas estas visiones. No obstante, nos pareca
difcil abordar una crtica de los hechos literarios sin interrogarnos antes por lo distintivo de
esos repertorios a los que comnmente nos referimos como literarios. Esta indagacin nos
ha llevado a algunas conclusiones inesperadas, incluso heterodoxas. La aplicacin de los
principios del pensamiento sistmico y algunas matizaciones del propio Lotman sobre su
semitica nos impelan a retomar uno de los debates clsicos de la teora: el que enfrenta a
lenguaje natural y literario. Recordemos que dicha oposicin fundamenta precisamente la
Estructura del texto artstico de Lotman, de cuyas tesis partamos, pese a lo cual, aqu hemos
debido contrastarlas. Como consecuencia, hemos hallado que ciertas claves bien
consensuadas de la lingstica, como la arbitrariedad del signo o la no significacin
autnoma de los fonemas, desde un punto de vista sistmico y diacrnico habran de ser
relativizadas. No ignoramos que esta afirmacin puede resultar inslita, y a fundamentarla
dedicamos las pginas correspondientes.
Para terminar, hemos incluido una parte prctica, dedicada a la relacin entre
crtica literaria y pensamiento sistmico. En ella se da cuenta de la presencia incipiente de
puntos de vista sistmicos en el ejercicio de la crtica literaria (acadmica, sobre todo) que se
21
publica actualmente en Espaa. Tambin nos referimos al debate propiciado, entre otros,
por Jos Lambert, en torno al paradigma de las literaturas nacionales y la redefinicin de las
mismas como objeto de estudio. Y por ltimo, proponemos muy sucintamente algunos
enfoques vlidos para explicar las dinmicas del repertorio (en torno a las categoras
wlfflinianas del arte) y los cambios experimentados por el sistema de la poesa espaola en
estas ltimas dcadas. Como es natural, los cambios ms importantes proceden del mercado
o medio, especialmente con la introduccin de fuertes valores comerciales y la incidencia de
internet, pero estas determinaciones deben considerarse a travs del filtro (que dira
Bourdieu) de las propias estructuras internas al campo. Para explicar estos procesos, han
resultado tambin muy tiles las ideas de Even-Zohar sobre la creacin de repertorios y los
parmetros de xito en la planificacin cultural.
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PARTE I:
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25
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Tanto esta como el resto de compilaciones de Even-Zohar, entre otros materiales, se encuentran
disponibles en su sitio electrnico: http://www.tau.ac.il/~itamarez/
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Como sabemos, la descripcin terica de diferentes estratos en la literatura no es en absoluto nueva,
pues desde antiguo se ha considerado la existencia de cierta jerarqua entre los gneros, la cual, como han
sealado muchos autores, sera el correlato de una sociedad tambin jerarquizada. As, en las poticas clsicas
se diferenciaba entre estilos elevados y bajos, y en la Edad Media se distingua entre un mester de
juglara y un mester de clereca, tambin con evidentes correspondencias sociales. Lo que es nuevo aqu es
la consideracin sistmica de estos estratos, que no siempre se avienen con las prescripciones de la potica
clsica, sino que hacen referencia a posiciones interdependientes, dominantes y perifricas, en funcin de su
reconocimiento institucional. Esto convierte a las obras posicionadas en el centro del sistema en obras
canonizadas, independientemente de su estilo, si bien es cierto que en muchas ocasiones pueden encontrarse
paralelismos entre la literatura llamada perifrica, popular o comercial -incluyendo gneros como la novela
sentimental, el western, la novela negra, la literatura pornogrfica, etc., frecuentemente llamados baja
literatura- con aquellos rasgos que la retrica clsica calificaba como propios del estilo bajo.
27
No obstante, podra citarse la actividad acadmica llevada a cabo por Roman Jakobson, primero
desde Chequia y luego desde los Estados Unidos, como una prolongacin del movimiento formalista.
Pensemos, por ejemplo, que su artculo ms conocido, Lingstica y potica, ledo en 1958, debe buena
parte de sus planteamientos al trabajo desarrollado previamente por los formalistas. Pero lo cierto es que a los
estudiosos occidentales no les era factible realizar dicha conexin pues, como decimos, los trabajos formalistas
no haban gozado hasta ese momento de difusin alguna.
28
Conviene, pues, tener presente una imagen ntegra del Formalismo8 que nos
permita reconocer cules de sus ideas fueron recogidas por Even-Zohar para desarrollar su
teora. Para empezar, Even-Zohar toma de Tynianov la concepcin de la literatura como un
sistema (conjunto de factores definidos por sus mutuas interrelaciones), as como la
consideracin de la dependencia entre sistemas literarios y extra-literarios. Estas ideas se
encuentran en el artculo de Tynianov Sobre la evolucin literaria, de 1927, que EvenZohar cita como fuente de sus hiptesis (EZ: 1973b).
3. Para analizar este problema fundamental [la evolucin literaria], es necesario
convenir previamente en que la obra literaria constituye un sistema y que otro tanto ocurre
con la literatura. nicamente sobre la base de esta convencin se puede construir una
ciencia literaria que se proponga estudiar lo que hasta ahora aparece como imagen catica
de los fenmenos y de las series heterogneas. Por este camino, no se deja de lado el papel
de las series vecinas en la evolucin literaria; por el contrario, se lo plantea en forma
verdadera.
(Tynianov, 1927: 91)
29
relaciones: When the canonised art form reaches an impasse, the way is open for the
infiltration of the elements of non-canonised art, which by this time have managed to
evolve new artistic devices (Shklovski, 1923: 27, citado en EZ, 1970: 8). Asimismo, halla
un antecedente de las relaciones entre alta y baja literatura en el artculo de Vinogradov
sobre La nariz, de Gogol, aunque seala que estas ideas solo sern desarrolladas ms tarde
por Tynianov, Eijembaum y sus estudiantes.
Resulta, pues, llamativa la evolucin de un grupo que en sus primeros aos defenda
el acercamiento a los textos en s mismos (en su funcionamiento interno y sus
propiedades especficamente literarias), rechazando las teoras sobre la influencia del
medio y la sociedad, pero cuyas investigaciones les impelen posteriormente a ampliar el
rango de sus consideraciones y admitir que las propiedades de los textos -y sobre todo sus
procesos de evolucin y cambio- no pueden ser explicadas sino en relacin con otros
sistemas (literarios y lingsticos) de la sociedad. Pero ello no significaba volver a la
interpretacin de los textos como resultado directo de la sociedad y la historia. Al contrario,
las obras se conciben desde un punto de vista sistmico en el que sus elementos se definen
tanto por sus relaciones internas como por sus relaciones externas con otros sistemas
textuales, tanto en sincrona como en diacrona.9
De esta manera, se incorporan al estudio de la literatura un conjunto de
manifestaciones (a veces incluso no-lingsticas) hasta entonces excluidas de la dignidad
de objetos de estudio. Segn la lgica relacional, para entender las obras de arte cannico es
necesario situarlas en correlacin con las de arte no-cannico, lo cual incluye no solo la
literatura de autores fracasados, sino tambin las formas que asumen directamente su
carcter comercial, con gneros como la novela rosa, el western o la novela pornogrfica,
adems de otros tipos de discurso, como el periodstico, el poltico, etc. Even-Zohar seala
que a pesar del creciente inters que la cultura popular (tradicionalmente apartada de la
Este avance de la teora de los formalistas supone ya una superacin de las teoras ingenuas sobre la
influencia del medio en la literatura y coincide en su idea fundamental con las formulaciones sobre el campo
literario que van a ser desarrolladas dcadas despus por el socilogo francs Pierre Bourdieu, lo cual nos va
servir aqu como punto de unin entre su enfoque y el de la TPS.
30
historia del arte) ha cobrado a partir de la segunda mitad del s. XX gracias a los cultural
studies, su desarrollo est todava muy lejos de las formulaciones pioneras del Formalismo
ruso, precisamente por no tener en cuenta el aspecto relacional del conjunto del sistema,
observando cada gnero de manera aislada. Frente a ello, propone retomar la idea de
Tynianov:
In spite of this change, we are still a long way even from the pioneering
formulations of the Russian Formalists in these matters. The main reason for this is that the
theoretical frameworks for dealing with all types of popular literature / Trivial/Unterhaltungsliteratur are very vague and incomplete, and often miss the main point to
wit, the relations between the various types of literature, their interactions both synchronically
and diachronically. Most studies devoted to the subject do not conceive of literature as a
system, and consequently observe each type separately, without any attempt to link it to the
other. Moreover, most of these studies pay little attention to the literary aspects of the
subject. As a result, many of their findings have not been integrated into literary studies or
criticism, but have, at best, remained at the margin.
It would be, therefore, rewarding I believe to come back to Tynjanovs
conception of literature as a system. I would, however, like to introduce a slight
terminological modification and call it a polysystem, thus making it possible to speak of
literary systems as members of this polysystem. Most scholars have come to agree that the
most rewarding typology of this polysystem is that which dicho-tomizes it into canonized
vs. non-canonized systems, each consisting of sub-systems. By canonized literature we
mean roughly what is usually considered major literature: those kinds of literary works
accepted by the literary milieu and usually preserved by the community as part of its
cultural heritage. On the other hand, non-canonized literature means those kinds of
literary works more often than not rejected by the literary milieu as lacking aesthetic
value and relatively quickly forgotten, e.g. detective-fiction, sentimental novels, westerns,
pornographic literature, etc.
(EZ, 1973b: 11,12)
Como vemos, la cita ilustra algunas de las mejores ideas de la TPS en sus primeras
formulaciones: la literatura como un sistema de sistemas (un polisistema) que incluye
desde la estructura interna de las obras (niveles rtmico, sintctico, lxico, semntico, etc.)
31
hasta las relaciones que sta establece con otras obras literarias o con otros sistemas
lingsticos o culturales, ya pertenezcan a la alta o a la baja cultura, y tanto desde un
punto de vista sincrnico como diacrnico, as como el entendimiento de la oposicin entre
centro canonizado y periferia no canonizada como su principal articulacin, ideas que
continuamente remite a los autores formalistas:
My approach was based on the working hypothesis that it would be more
convenient (rather than more true) to take all sorts of literary and semi-literary texts as an
aggregate of systems. This is by no means a totally new idea; it was strongly emphasized in
the twenties by such scholars as Tynjanov, Ejxenbaum, and klovskij.
(1975: 19)
33
del estructuralismo francs con los aos iniciales del Formalismo ruso, las ideas de ambas
corrientes se conformaron casi por oposicin. El Formalismo se interesaba tanto por la
literatura como por la lingstica (muchas de sus investigaciones versaban sobre fontica) y,
posteriormente, la mayor parte de las crticas dirigidas hacia la escuela de Ginebra
provinieron del Crculo lingstico de Praga. Podemos considerar el I Congreso Internacional
de Lingistas de La Haya, de 1928, como exponente del encontronazo entre ambas escuelas.
En el primer Congreso de Lingistas, La Haya, 1928, los fonlogos R. Jakobson
(Praga), S. Karcevsky (Ginebra) y N. Trubetzkoy (Viena) llevan el primer ataque a fondo.
Estos fonlogos del Crculo Lingstico de Praga tienen para los sonidos idiomticos la
misma concepcin estructuralista que Saussure para el sistema de la lengua; los sonidos de
un idioma forman un sistema en el mismo sentido que las formas gramaticales o las
palabras. Y la proposicin de los fonlogos rezaba: La antinomia de la fonologa sincrnica
y de la fontica diacrnica quedar suprimida en cuanto se consideren los cambios fonticos
en funcin del sistema fonolgico que los sufre. Hay que plantear el problema de la
finalidad con que ocurren esos cambios. Y la fontica histrica se transformar as en una
historia de la evolucin de un sistema fonolgico.
(Alonso, A. 1945: 15)
Merece la pena indicar que los lingistas checos estaban previamente familiarizados con la doble
nocin sincrona / diacrona. Amado Alonso cita a diversos autores que haban teorizado en fechas anteriores
la mentada distincin, entre ellos los Neogramticos, a los que el propio Saussure se opona, pero tambin el
ruso Baudouin de Courtenay, el italiano Asconi, y especialmente el filsofo T. G. Masaryc, al que algunos
lingistas checos seguan directamente. (Alonso, A. 1945: 13)
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35
36
top position is maintained by an ossified type, it is the lower strata which tend to initiate
renewals. (EZ, 1975: 20).
Para la TPS, dado que la literatura se estudia como un todo interrelacionado (un
sistema), no es posible limitarse, de manera aislada, al anlisis de las obras mayores. Por lo
mismo, tampoco la eleccin de un objeto de estudio debe depender, a priori, de un juicio
de valor esttico. En cambio, se estudiarn las relaciones entre los diferentes estratos y tipos
de actividad, la lucha entre aspirantes al centro del sistema y bajo qu condiciones se
producen los cambios en la estructura, lo que implica una combinacin de perspectivas
sincrnica y diacrnica.
Adems, al igual que los distintos estratos, gneros u obras especficas no se pueden
estudiar aisladamente, cada literatura o sistema literario funciona a su vez como elemento
de un polisistema formado por las relaciones que se establecen entre varias literaturas y
por sus relaciones con otros sistemas semiticos, todos ellos integrados en el mega-polisistema mayor de la cultura y la sociedad.
Frente a los planteamientos que defienden el estudio de las lenguas particulares, la bsqueda de los
universales del lenguaje ha ido resurgiendo peridicamente a lo largo de toda la historia de la lingstica. En el
s. XX, dos corrientes representan ambas posturas: la lingstica estructural, siguiendo a Von Humboldt, da
prioridad al estudio de cada lengua; en cambio, la gramtica generativa, desarrollada por Noam Chomsky,
pone el nfasis en el estudio de los rasgos comunes a todas las lenguas. El punto de ruptura entre ambas
corrientes podemos situarlo en el congreso celebrado en Dobbs Ferry (N. York) 1961, donde, con gran acopio
de materiales, se traz la necesidad de estudiar los universales como uno de los temas fundamentales de la
lingstica actual.
37
por el inters en hallar unos objetos de estudio y una metodologa que confiriera a la
actividad epistemolgica de los formalistas el estatus de ciencia, aspiracin proveniente de la
filosofa kantiana (Asensi, 2003: 48). Como se sabe, el filsofo alemn estableci la
distincin, crucial para el pensamiento moderno, entre ciencia y metafsica. Para Kant, el
conocimiento cientfico slo era dado cuando se podan formular juicios sintticos a
priori, es decir, cuyo contenido se refiere a la experiencia (como en los juicios sintticos a
posteriori) pero cuyo valor es universal y no contingente (como en los juicios analticos a
priori). Como se observa, la idea de universalidad est presente ya en la propia formulacin
kantiana, y conforme vayan definindose las bases del mtodo cientfico se afirmar el
requisito de que sus hiptesis puedan llegar a tener carcter universal.
Otro aspecto de la filosofa kantiana resultar tambin determinante para los
estudios filosficos y artsticos. La gnoseologa kantiana afirmaba que la representacin de
la realidad es posible gracias a la existencia en el sujeto de formas a priori de la sensibilidad y
de formas a priori del entendimiento (Asensi, 2003: 49). Dado que estas formas estaran
libres de todo contacto con la experiencia se puede deducir que son formas puras o
lgicas. En ltima instancia, stas seran el objeto de conocimiento de la ciencia,12 de ah la
preocupacin de los formalistas por hallar estructuras y mecanismos generales o universales.
Una buena muestra de este propsito es la Morfologa del cuento popular ruso (1928) de
Vladimir Propp. Igualmente, en el prlogo a la antologa de Todorov titulado,
precisamente, Hacia una ciencia del arte potico- Jakobson se refiere al grupo como
investigadores cientficos en la bsqueda de las leyes internas del arte (o leyes
inmanentes) y menciona como uno de los ms grandes descubrimientos de la poesa rusa:
12
Estas nociones tendrn una importancia fundamental en el desarrollo del arte y la esttica durante
los ss. XVIII, XIX y XX. A partir de los presupuestos anteriores, Kant distingui entre dos formas de belleza:
bellezas adherentes y bellezas libres o puras. Las bellezas adherentes seran aquellas en las que una forma bella se
prestaba a acompaar un contenido. Las bellezas libres seran aquellas libres de contenido. Por otra parte, es de
igual importancia su teora del juicio esttico, del cual, en concordancia con la anterior, aduce que debe ser
independiente de consideraciones prcticas o morales. Segn Manuel Asensi, la importancia de la filosofa
kantiana sobre la teora literaria del s. XX nunca se ponderar lo bastante, pues jams podra haber existido
una ciencia de la literatura especfica y autnoma sin la independencia, lograda a finales del siglo XVIII y
desarrollada a lo largo del siglo XIX, del mbito de lo esttico. (2003: 50)
38
el de las leyes que rigen la composicin de los temas folklricos (Propp, Skaftmov) o de las
obras literarias (Bajtin). De la misma manera, Todorov alega que an no se ha avanzado
mucho en la deteccin de las cualidades intrnsecas del arte literario. (Todorov, 1970: 811).
La intencin de hallar universales de la literatura es igualmente explcita en EvenZohar. La misma visin sistmica se concibe como un universal de los objetos culturales y,
consecuentemente, algunas de sus estructuras deben ser igualmente definidas como
universales, entre las cuales se incluyen todas las que hemos comentado hasta ahora: las
oposiciones centro/periferia, sincrona/diacrona y actividades primarias/secundarias.
Literature is herin conceived of as a stratified whole, a polysystem, whose major
opposition is assumed to be that of high, or canonized, versus low, or noncanonized, systems. The repertoire of components (items, models) possessed by the
polysystem behaves according to certain principles. The main principle governing this
behavior is assumed to be the opposition between primary and secondary patterns
(activities/systems). These are hypothesized as universals of any cultural system, but are
discussed mainly within the scope of literature.
(EZ, 1978a: 5)
Dos de los artculos centrales en esta primera etapa de la TPS estn dedicados
expresamente a la cuestin de los universales: Universal of Literary Contacs (1978c) y
On Systemic Universals in Cultural History (1977a). Even-Zohar rememora un simposio
en honor a Roman Jakobson (Bielefeld Interdisciplinary Center, 1975) donde el famoso
lingista defendi el trabajo en pos de los universales, los cuales, en su opinin, no deberan
hallarse apuntando hacia universales de alto nivel, sino al contrario, hacia una serie de
basic linguistic hypotheses cuya pertinencia sera innegable. Esta intervencin
determinar el trabajo posterior de Even-Zohar: At that moment I realized that much of
our work in poetics could have been reformulated in such a way, at the cost, it is true, of
making bold statements which hitherto might have been disguised as solid commonplaces.
(EZ, 1977a: 36). De este modo, el propsito de dilucidar funcionamientos generales en la
literatura se mostrar tanto en las bases de su teora: the detection of the laws governing
39
the diversity and complexity of phenomena rather than the registration and classification of
these phenomena. (EZ, 1979a: 9), como en sus pormenores, como por ejemplo, la
sustitucin del estudio de los textos concretos por el de los modelos que subyacen a los
mismos: Hence, it is the idea of the model (i.e., a certain from a repertoire upon which
proper textual relations have already been improved) which needs replace that of the
individual text. (EZ, 1978b: 28).
***
13
Si bien, podemos suponer que para las relaciones entre distintos sistemas literarios, la estructura
centro-periferia no funcionar necesariamente de la misma manera que para las relaciones entre sistemas
literarios y no literarios, por ejemplo, los de otras formas artsticas (pintura, msica, danza, cine, etc.), pero
tambin los de otros sistemas sociales (poltico, econmico, etc.).
41
structured by and iso-structural with other semiotic systems (EZ, 1977a: 36). De esta
manera, argumenta que If we think of culture in terms of a universal phenomenon
which manifests itself in various times and places as a specific culture, there remains no
theoretical bass for rejecting the possibility of formulating universals. (EZ, 1977a: 36),
proponiendo que tanto la serie de universales de los contactos literarios como almost all
processes analyzed in the literary system could be seen as iso-structural with the cultural
system as a whole (EZ, 1977a: 3637). En cuanto al contexto histrico, ste vendra
implcito en la consideracin de los sistemas como poly-chronic system, es decir, gracias
la admisin de su dimensin diacrnica.
Podemos concluir, pues, que la isomorfologa se refiere siempre a la estratificacin
jerrquica de los sistemas. Las relaciones entre distintos sistemas literarios explicaran, por
ejemplo, por qu ciertas literaturas parecen carecer de alguno de los estratos, pues en tales
casos ste se suple con literaturas de otros sistemas. A esto se aade el hecho de que
cuando un sistema se asla completamente deviene en un estado de estancamiento que suele
conducir a su colapso. En consecuencia, Even-Zohar propone que todos los sistemas
literarios son polisistemas, patrn que asigna adems a todos los sistemas culturales, ya que
no hay un lenguaje no estratificado, como tampoco una sociedad no estratificada (not even
in Utopia), etc. En definitiva, las relaciones entre diferentes sistemas responderan siempre
a mecanismos universales de estratificacin (centro/periferia), como tambin universales
seran la alternativa entre actividades primarias y secundarias, y el paso de todas las
actividades primarias (de xito, se entiende) a secundarias, tras un proceso de simplificacin
y estandarizacin.
Por otra parte, en The Polysystem Hypothesis Revisited (1978b), Even-Zohar
insiste en que la heterogeneidad debe ser admitida como caracterstica inherente a los
sistemas y a sus inter-relaciones, concediendo a la estructura centro-periferia la capacidad de
conciliar heterogeneidad y funcionalidad. A pesar de admitir que sta puede ser una visin
simplificada, la considera un paso necesario para alcanzar anlisis de intersecciones ms
complejas y ms cercanas al mundo real (EZ, 1978b: 26). Por otro lado, seala la
42
El estudio de la literatura traducida ha sido uno de los temas que con el paso de los
aos ha recibido mayor atencin por parte de investigadores afines al enfoque polisistmico
(especialmente, Giden Toury y Jos Lambert). A ella le dedica Even-Zohar uno de sus
primeros artculos, The position of Translated Literature Within the Literary Polysystem
(1978d), en el que encontramos un planteamiento bastante novedoso sobre esta cuestin.
Frente a las historias de la literatura que mencionan las traducciones solo cuando no hay
ms remedio, Even-Zohar entiende que la literatura traducida participa activamente en la
dinmica de los polisistemas, a lo hay que aadir el hecho de que la traduccin sea una de
las dos nicas formas posibles de contacto entre diferentes sistemas literarios (la otra es el
14
Idea que no puede dejar de recordar a las jerarquas planteadas por Bourdieu entre diferentes
campos sociales.
43
acceso directo a los textos). Teniendo en cuenta que todos los sistemas literarios, para suplir
sus carencias, recurren en algn momento de su desarrollo a relaciones de contacto con
otros sistemas, es notorio el papel que la traduccin juega en la historia de las literaturas.
Por tanto, partiendo de que las obras escritas en el idioma propio de una literatura
compiten entre s por acceder a las posiciones canonizadas del sistema, Even-Zohar se
pregunta cmo funciona la literatura traducida en este contexto, sealando dos cuestiones
principales. En primer lugar, no se traduce cualquier obra al azar, ni de cualquier otra
literatura, pues su seleccin est condicionada por el papel que stas jugarn en la literatura
de destino. Y en segundo lugar, la manera en que se traducen las obras (las normas que se
aplican a los textos), tambin es resultado de las relaciones entre la literatura de origen y la
de destino. Even-Zohar encuentra imperativo considerar estos problemas, pues lo cierto es
que las obras traducidas conviven con las originales y participan en la historia del sistema
de destino como parte integral de l.
Teniendo en cuenta las coordenadas centro-periferia y actividades primariassecundarias, cul es la posicin de la literatura traducida? La respuesta depender de las
condiciones del polisistema en cuestin. Por ejemplo, en caso de realizar una actividad
primaria en el centro del polisistema, las traducciones se identificarn con los grandes
eventos de la historia de la literatura (de hecho, la traduccin es uno de los medios de
elaboracin de nuevos modelos). As pues, los textos sern elegidos segn su compatibilidad
y el supuesto rol innovador que puedan asumir en la literatura de destino. Una situacin de
este tipo puede darse en tres circunstancias: a) cuando una literatura es joven, b) cuando
una literatura es perifrica o dbil, y c) cuando hay puntos de inflexin, crisis o vacos en el
sistema. No obstante, en la segunda situacin, no siempre se importan modelos a imitar por
el ncleo cannico, pues si la carencia se sita en el estrato perifrico grandes cantidades de
literatura barata pueden ser traducidas para ocupar ese espacio,15 En estos casos, las
15
Por ejemplo, gran cantidad de novelas policacas y western se traducan para consumo masivo en la
Espaa de los 50 y 60, dndose el caso de profesionales que escriban novelas directamente en castellano para
ser distribuidas como traducciones, bajo una firma falsa. Toury denomina a este tipo de actividades
pseudotraducciones (Toury, 1995). Segn Carmen Camus Camus, el 80% de la produccin de novelas del
oeste durante el rgimen franquista segua este procedimiento, citando hasta 111 autores del gnero ocultos
bajo pseudnimo (Camus Camus: 2010).
44
Como decamos, Even-Zohar hace referencia al hecho de que no todos los sistemas
literarios son capaces de generar autnomamente ambos estratos, central y perifrico.
Cuando esto sucede, recurren a otros sistemas, establecindose relaciones de dependencia,
interferencia o simbiosis. De hecho, todos los sistemas literarios recurren en alguna fase de
su desarrollo a esta clase de relaciones, y los dos nicos canales posibles para lograrlo son el
acceso directo a los originales o la traduccin. Even-Zohar diferencia adems entre dos
clases generales de contacto: a) entre sistemas bien formados y relativamente autnomos,
y b) entre sistemas defectuosos o dependientes. De todo ello, extrae la siguiente serie de
universales de los contactos literarios (EZ: 1978c).
45
contacto solo con algunas caractersticas aisladas de la cultura fuente. Tambin podemos
encontrar casos donde los contactos literarios no se producen a pesar de un gran nmero de
otras relaciones entre dos culturas.
3. Los contactos son muchas veces unilaterales. La mayora de las veces, una literatura
de destino se interesa por una literatura fuente, pero no a la inversa. Incluso cuando dos
literaturas estn en mutuo contacto, la naturaleza de esos contactos es diferente.
4. La literatura fuente se selecciona por prestigio o dominancia. Una literatura puede
ser seleccionada como modelo debido a su prestigio cultural, este es el caso de la literatura
griega para la romana, o de ambas para el resto de literaturas europeas. A pesar de que la
poltica y la economa tienen un papel importante, las literaturas pueden seguir
manteniendo su prestigio aunque el poder poltico de su cultura decline. En otros casos, la
imposicin de una literatura fuente es inevitable debido a la dominancia de una cultura
colonizadora (a veces, tales importaciones son rechazadas cuando mengua el dominio de la
cultura colona).
5. Los contactos son favorecidos/ no-favorecidos en funcin del estado de la potencial
literatura de destino. Podemos llamar a ese estado receptividad; por el contrario,
sociedades muy nacionalistas rechazan cualquier tipo de contacto, en lo que podramos
denominar resistencia.
6. La interferencia ocurre cuando una literatura de destino no puede impedirlo o tiene
necesidad del mismo. Podemos hablar incluso de casos donde esta necesidad vence a una
resistencia. Por ejemplo, en estados de crisis, crecimiento o cambio, momentos en que las
literaturas llegan a adoptar modelos ajenos sin mecanismo de filtro alguno, aunque pasado
un tiempo algunas de esas apropiaciones pueden ser abandonadas, demostrando ser solo
temporales.
7. Los contactos se producen a travs de una parte del sistema, y luego pasan al resto. No
es extrao que mientras algunas reas permanezcan inalteradas, otras desarrollen un
contacto masivo, o sean creadas directamente, por apropiacin. A veces, los contactos se
restringen a solo uno de los estratos, desde el que pueden luego pasar a otro.
46
16
Este aserto puede no ser vlido en la actualidad, pues los productores jvenes tienen acceso a las
obras de vanguardia extranjeras a travs de la web, impulsando su traduccin (como las novelas de Tao Lin,
narrador de vanguardia en EEUU, traducido casi simultneamente al castellano). Esto se explica por el
funcionamiento cada vez ms implantado de un mercado literario global.
47
Otro de los temas que van a ser objeto de una profunda reflexin por parte de
investigadores cercanos a la TPS, como Jos Lambert, se refiere a las relaciones entre
literatura y territorialidad, una cuestin que Even-Zohar aborda ya en su artculo IsraeliHebrew Literature: A Historial Model (1973a), proponiendo tres tipos de casos posibles al
respecto:
1) Una literatura existe en un territorio y est conectada con una poblacin que
vive en ese territorio.
2) Un territorio incluye ms de una comunidad, cada una con su propia cultura
lingstica, lo que provoca que las relaciones en este caso sean complejas (caso
belga).
3) Una comunidad con una lengua y cultura comn se encuentra dividida entre
diferentes territorios, a veces remotos (caso hebreo).
Como decimos, esta problemtica, unida a la de la literatura traducida, ser recogida
por diversos estudiosos, con enfoques no siempre coincidentes o faltos de polmica con los
del propio Even-Zohar, quien llegar incluso a dedicar algn artculo a contestar a estas
cuestiones ("Some Replies to Lambert and Pym, 1998).
Para terminar, decir que Even-Zohar publica tambin durante los primeros aos
algunos estudios acerca de sistemas literarios particulares, en concreto: Israeli Hebrew
Literature: A Historical Model (1973a), y Russian and Hebrew: The Case of a
Dependent Polysystem (1977b). En estos extensos artculos, el terico israel desarrolla
una descripcin histrica que le sirve para ilustrar el conjunto de hiptesis polisistmicas y
aplicar sus puntos de vista dinmicos comentando los procesos de cambio en la estructura
del sistema para el caso de la literatura hebrea.
***
En conclusin, la imagen de sistema que ofrecen estos primeros artculos es la de una
estructura dinmica, regida por los procesos de canonizacin. Si la diferencia entre
canonizado y no canonizado consiste en una estratificacin jerrquica (centro/periferia), la
diferencia entre sistemas primaros y secundarios es una tipologa histrica, dinmica y
cambiante, pues est claro que ninguna actividad de creacin de nuevos modelos permanece
durante mucho tiempo como actividad primaria, sino que sta pronto genera una actividad
secundaria de estandarizacin. Por otra parte, la estratificacin interior del polisistema se
repite iso-estructuralmente en el conjunto de sistemas semiticos que componen la cultura.
Es decir, se entiende la cultura como el agregado de distintos sistemas semiticos
estratificados que confieren a la sociedad su estructura. Por lo tanto, dicha iso-estructura se
considera un universal de la cultura: la lengua es un sistema estratificado, la cultura es un
sistema estratificado, la sociedad es un sistema estratificado, etc. De la misma manera, la
distincin entre actividades primarias y secundarias (de simplificacin, estandarizacin o
automatizacin) tambin se considera universal.
50
Even-Zohar se refiere a los estudios de Bourdieu como fascinantes, aadiendo que sus
propuestas van en ocasiones van ms all que las propias (1990b: 5).
51
se debe hacer es operar de acuerdo con las reglas del juego de la labor intelectual, las
cuales, en nuestro caso, se refieren al conjunto de procedimientos e hiptesis de la TPS.
Por ende, Even-Zohar alerta contra el mal uso (positivista) de la teora, advirtiendo que no
debe ser confundida con un instrumento de clasificacin (1990b: 7). Y para terminar,
ofrece una reflexin no menos contundente sobre el papel de la ciencia en la sociedad.
One can very well understand the spirit of disappointment with and despair of
science and knowledge that has come to prevail in certain milieus in Western society, but it
seems unjustifiable to play the rules of the academic profession while at the same time
considering the rules of the game of science irrelevant for the particular case of "literature"
or "language."
(1990b: 7)
52
53
trabajo del productor sobre el repertorio,18 de modo que, en cualquier caso, para entender
los productos (otro problema sera determinar cul es el verdadero producto final del
sistema) no habra otro camino que considerar todos los factores que actan en el proceso de
su constitucin.
That is to say, the polysystem constraints turn out to be relevant for the procedures
of selection, manipulation, amplification, deletion, etc., taking place in actual products
(verbal as well as non-verbal) pertaining to the polysystem. Therefore, those interested not
in the processes taking place in their specific field, such as language or literature, but in the
"actual" constitution of products (e.g., lingual utterances, literary texts), cannot avoid
taking into account the state of the particular polysystem with whose products they happen
to deal. Naturally, when only official products (standard language utterances, literary
"masterpieces") were treated, the work of the polysystem constraints often could not be
detected.
(EZ, 1979a: 16)
En palabras de Even-Zohar: las restricciones del sistema resultan relevantes en cuanto a los
procedimientos de seleccin del repertorio (EZ, 1979a: 16). Por ejemplo, para una literatura que se
encuentra bajo las restricciones impuestas por un rgimen poltico totalitario, las limitaciones sobre lo que se
puede o no escribir (lo que Bourdieu denomina le champ des possibles, y que en este caso particular se
relacionara con la censura habitual en tales regmenes), sern evidentemente determinantes para la
produccin literaria que se genere durante ese periodo. Sin embargo, el peso de la red de relaciones sobre el
repertorio disponible est siempre presente en cualquier sistema semitico, incluso en aquellas situaciones
donde aparentemente los productores gocen de mayor libertad, a travs de otra serie de mecanismos, sin duda
ms sutiles que la prohibicin directa, pero no menos decisivos.
54
sera insuficiente limitarse al producto final. Adems, aunque parezca evidente que los
textos son el producto ltimo de la literatura, ello depende del nivel de anlisis, pues
tambin pueden entenderse como tales los modelos de canonizacin que subyacen a los
mismos (en pginas posteriores, Even-Zohar dar un paso ms al hablar de los valores e
imgenes de vida implcitos en esos modelos).
55
Como decamos, el grupo que obtiene el dominio del centro del sistema negocia
las propiedades que van a ser objeto de canonizacin. Este grupo, establecido como
institucin y asociado a los poderes socioeconmicos, promueve el consenso respecto a
dichas propiedades -o bien las modifica, si lo cree necesario, para no verse expulsados, junto
a su repertorio, del centro institucional-. Por lo tanto, el repertorio suele estar repartido
entre propiedades canonizadas asociadas al sistema central y propiedades no canonizadas
asociadas al sistema perifrico. Even-Zohar se referir ms adelante a la estructura interna
del repertorio, de momento se limita a sealar que ste incluye leyes, elementos y
modelos, algunos de los cuales gozan de carcter universal, mientras que otros son
circunstanciales, los cuales son precisamente el motivo (o la excusa) de las luchas internas en
el sistema. En cualquier caso, lo significativo aqu es la idea de que la canonicidad no
emana de los textos mismos, sino del conjunto del sistema: The selection of a certain
aggregate of features for the consumption of a certain status group is therefore extraneous
to that aggregate itself. (EZ, 1979a: 18).
56
menos desde el Romanticismo hasta nuestros das. En definitiva, el terico israel concreta
la oposicin entre tipos primarios y secundarios como referida exclusivamente a la innovacin
frente al conservadurismo en la produccin de obras literarias. Se tratara, pues, de una
distincin puramente dinmica, ya que, como seala l mismo, los modelos primarios no
tardan en convertirse en secundarios, una vez admitidos en el corazn del sistema canonizado
(EZ, 1979a: 22).
La misma perentoriedad universal que Even-Zohar otorga a la oposicin entre
centro y periferia es sealada tambin para la opcin entre actividades primarias y
secundarias, pues ambas seran decisivas para la supervivencia del sistema.
As systems are governed by those who control them, the tools fought for will
depend on their relative efficacy in controlling the system. Thus, when control can be
achieved only by "change," this becomes the leading popular principle. It will not be so,
however, as long as perpetuation, rather than innovation, can satisfy those who might lose
more by change. Naturally, once there is a takeover, the new repertoire will not admit
elements which are likely to endanger its dominance in the system. The process of
"secondarization" of the primary thus turns out to be unavoidable. It is further reinforced
by a parallel mechanism of "secondarization," by which a system manages to repress
innovation.
(Ez, 1979a: 22)
En cuanto a las relaciones dentro del sistema, se parte de la base de que cualquier
sistema semitico es un componente de otro sistema mayor al que est subordinado, al que
es isomrfico y del que es simultneamente autnomo y heternomo -ideas coincidentes en
58
Lotman y Bourdieu-. En cuanto a las inter-relaciones, hay que tener en cuenta que los
lmites entre sistemas adyacentes nunca estn claramente definidos, hasta el punto de que
las mismas nociones de dentro y entre no siempre son distinguibles. Para Even-Zohar,
un caso evidente es el europeo, con sus distintas naciones, literaturas y culturas
interconectadas, de manera que podemos entender, por ejemplo, la literatura medieval
europea como un gran polisistema del que luego las literaturas nacionales se desgajaran.
Las relaciones de interferencia funcionan a partir de posiciones estratificadas a travs
de las cuales algunas propiedades se transmiten de un sistema a otro. Si, como regla general,
Even-Zohar considera vlida la segunda ley de Shklovski, segn la cual las propiedades
perifricas penetran en el centro cuando ste no es capaz de asumir ciertas funciones, el
mismo principio sera vlido tambin a nivel intersistmico. Por un lado, para que los
centros sean capaces de asumir su funcin, es necesario que cuenten con un amplio
repertorio, dentro del cual la heterogeneidad sera un requisito imprescindible, pues solo
con un inventario domstico lo suficientemente amplio es posible hacer frente a las
necesidades cambiantes del sistema, garantizando as su estabilidad (en otro caso, la nica
solucin son las transferencias intersistmicas).
Even-Zohar denomina ley de proliferacin del repertorio al mecanismo de
diversificacin del mismo que se activa en las fases iniciales de un sistema, pero aclara que la
estabilidad o inestabilidad del repertorio no coincide con la del sistema, ms bien al
contrario, pues un sistema que atraviese a menudo cambios de repertorio puede
considerarse estable, y lo cierto es que solo esta clase de sistemas logran sobrevivir (no
obstante, desde la perspectiva de quienes ocupan posiciones canonizadas en su interior,
estos cambios pueden resultar dramticos), mientras que un repertorio estancado suele
conducir al deterioro del sistema.
59
19
60
constreida por normas que rigen la actividad del sistema dominante, sino que se
consideraban preeminentes las relaciones entre las leyes que rigen la produccin de textos
literarios (extrables de tales textos) y las fuerzas que generan, promueven o hacen desaparecer
esas leyes. De tal manera, seala Even-Zohar, se anula la separacin promulgada por Ren
Wellek entre los famosos aspectos extrnsecos e intrnsecos de la literatura, proponiendo
en cambio una concepcin muy prxima a la del champ littraire de Bourdieu. En resumen,
esto significa que debemos tener en cuenta a escritores, revistas, editoriales, crticos, vas de
distribucin, etc., sin que haya una jerarqua previa respecto a cules de estas actividades
puedan ser consideradas prioritariamente literarias.
Contexto
Institucin
Cdigo
Repertorio
Emisor
Productor
Receptor
Consumidor
Canal
Mercado
Mensaje
Producto
be implicitly included in the very notion of "code." Without some kind of agreement, there
is no way to hypothesize any common code, and no agreement can be reached on an
exclusively individual basis, i.e., without the interference of some socio-cultural institutions.
(EZ, 1990c: 32, 33)
Productor(es)
Para entender el papel de los productores, hay que tener presente que no siempre
hemos de considerar a los textos como el producto por excelencia de la literatura, pues
como tal tambin pueden considerarse los modelos que subyacen a los mismos o los valores
contenidos en ellos, segn el nivel de anlisis. Por otra parte, para ciertos productores, la
efectiva produccin de textos puede pasar incluso por un factor secundario, en
comparacin con la participacin en el resto de actividades del sistema: Of course one
could hardly find a case where a producer could have made his way to a secure position
without producing texts, but the number of texts and their circulation have become
secondary to other parameters governing the system. (EZ, 1990c: 36). De hecho, en
ocasiones los productores son empujados por la propia inercia del sistema a desempear una
serie de funciones que pueden llegar a ser incluso incompatibles entre s.
62
Consumidor(es)
Al igual que el producto no se refiere solo a los textos, el consumo tampoco se limita
solo a su lectura o audicin, sino que incluye tambin la participacin en cualquiera de las
diversas actividades que tienen lugar en el sistema. De hecho, aunque Even-Zohar distingue
entre consumidores directos e indirectos de textos literarios, en ambos casos considera el
consumo de textos completos como una actividad muy restringida. Los consumidores
indirectos son, propiamente, todos los integrantes de una sociedad, pues todos ellos
consumen una gran cantidad de fragmentos literarios bajo la forma de frases hechas,
lugares comunes, anuncios publicitarios, etc.- que se filtran en el discurso cotidiano. Los
consumidores directos, en cambio, son aquellos que parecen interesarse directamente por la
literatura, aunque tampoco en este caso queda claro si su principal inters es el consumo
efectivo de textos o bien la participacin en la compleja red de actividades que conforma el
sistema literario.
How many of those who would go to meet with a celebrated writer have in fact
read his/her work? Or have done it in a way which would allow even a semi-professional
discussion of it to some extent? "Consumers" of literature (like consumers of music, theater,
ballet, and many other institutionalized socio-cultural activities) often consume the sociocultural function of the acts involved with the activity in question (sometimes taking the
overt shape of a "happening") rather than what is meant to be "the product." They do this
kind of consumption even when they obviously consume "the text," but the point here is
that they may do so even if no text consumption is involved at all.
(EZ, 1990c: 36, 37)
63
Institucin
Con el trmino institucin Even-Zohar no se refiriere a una organizacin definida
de agentes, sino a una funcin ejercida por un conjunto heterogneo de factores
(editoriales, crtica, universidad, etc.) cuya principal accin podramos calificar de
normativa. En conjunto, la institucin regula en gran medida la actividad del sistema, en
su intento de influir sobre el cdigo, la produccin y el mercado. En asociacin con otras
instituciones (a las que Bourdieu se refiere como campo de poder) tiene la potestad de
remunerar o penalizar a productores y agentes, y en ltima instancia su principal objetivo es
dominar la actividad canonizadora. Pero la institucin tampoco es un cuerpo homogneo,
sino un compendio de grupos en competencia por el control de las facultades asociadas a la
misma. Por ello, la institucin tambin se encuentra dividida en sectores perifricos o
centrales. Para ilustrar apropiadamente la naturaleza de este factor, Even-Zohar trae a
colacin a la siguiente cita de Bourdieu:
Ce qui fait les reputations, ce nest pas, comme le croient navement les
Rastignac de province, telle ou telle personne influente, telle ou telle institution, revue,
hebolomanaire, acadmie, cnacle, marchand, diteur, ce nest mme pas lensemble de ce
quon appelle parfois les personalits du monde des arts et des lettres, cest le champ de
20
La expresin redes sociales ha visto en los ltimos tiemos literalmente materializado su sentido
con el advenimiento de internet.
64
Mercado
El mercado se presenta como el agregado de factores implicados en la compraventa
de productos literarios y en la promocin de tipos de consumo. Es decir, no se refiere solo
a los factores dedicados directamente al intercambio de mercancas, como puedan ser
libreras o bibliotecas, sino a todos los elementos que participan en el intercambio
semitico, como por ejemplo, escuelas y universidades, donde los estudiantes se convierten
volens nolens en consumidores de determinados contenidos literarios (dictados por la
institucin), en tanto que los profesores actan como suministradores, es decir, como
mercaderes. Ms all de los elementos concretos que puedan ser calificados como parte
del mercado, lo fundamental en la acepcin de Even-Zohar es precisamente esa idea de
canal heredera de las investigaciones lingsticas, pues en ausencia de mercado no habra
espacio sociocultural alguno sobre el que las actividades literarias pudieran realizarse.
Tambin merece la pena sealar que, segn Even-Zohar, un mercado restringido restringe
naturalmente las posibilidades de la literatura, por lo que el crecimiento del mercado
siempre resultar beneficioso para la propia literatura.
Repertorio
La primera definicin ofrecida por Even-Zohar para el concepto de repertorio se
refiere al agregado de reglas y materiales que rigen tanto para la confeccin como para el
uso de cualquier producto. Por lo tanto, estas reglas dominan no solo la produccin de
textos o cualquier otro elemento susceptible de considerarse producto-, sino tambin su
consumo (y entendimiento). Al igual que en el caso del cdigo lingstico, el acuerdo
respecto al repertorio debera aumentar de manera directamente proporcional al tamao de
la comunidad que lo emplee, por lo que el pre-conocimiento y el acuerdo por parte de
los usuarios son claves para su funcionamiento. Por otra parte, la nocin de repertorio
65
puede aplicarse a una gran diversidad de fenmenos, de manera que puede haber un
repertorio para un tipo de textos, otro para convertirse en escritor, otro para ser
considerado un buen lector, otro para comportarse como un editor, etc.
Even-Zohar seala ya en estas primeras acotaciones algunas caractersticas
constantes de los repertorios literarios o culturales, como su menor amplitud y mayor
flexibilidad en sistemas jvenes, frente a mayores recursos y menor permeabilidad en
sistemas viejos. Tambin apunta que para que un repertorio pueda ser activado, no solo
debe ser accesible, sino que su uso debe estar legitimado por la institucin. En cuanto a la
estructura del repertorio, en esta primera formulacin -adems de recordar la existencia de
dos modalidades del mismo, una para la produccin y otra para la recepcin (que
encontramos ya en Lotman)- Even-Zohar distinguir tres niveles: 1) elementos individuales
(morfemas o lexemas); 2) sintagmas; y 3) modelos, es decir: elementos + reglas + relaciones
sintagmticas o temporales. Por lo tanto, en el caso de un texto literario, tendramos:
elementos + reglas aplicables al tipo de texto dado + reglas que puedan aplicarse durante
una actuacin real.
El terico israel insiste en la importancia que los modelos han tenido
histricamente para la literatura (al menos, hasta el Romanticismo), lo cual permanecera
visible en las nociones de estilo y gnero, sealando adems que no solo la literatura, sino
tambin la sociedad funciona tomando como base diferentes modelos cuya variedad se
encuentra estrictamente delimitada por el sistema social e ideolgico en vigor (Greenblatt,
1980: 156). Por ltimo, propone el concepto de habitus de Bourdieu para una mejor
comprensin de la conexin entre la generacin social de un repertorio y los
procedimientos de su reproduccin individual.
Producto
Como venimos comentando, para Even-Zohar no solo los textos pueden ser
considerados como el producto ltimo de la literatura, sino que su producto real se
encontrara en la dimensin poltica de promocin y difusin de imgenes, valores, estados
de nimo y opciones de accin, lo cual permite vincularlos a los diferentes discursos del
66
poder, cada uno de los cuales contara con sus propios repertorios legtimos o ilegtimos.
Evidentemente, los textos literarios se relacionaran as con todas las otras clases de discurso
presentes en una sociedad, en vez de ser considerados, por separado, como meros productos
estticos, como es costumbre.
De lo visto anteriormente, podemos entender que la dificultad, en muchos casos,
consiste precisamente en establecer cul es el producto de la literatura. En este punto
Even-Zohar realiza una de las reflexiones ms ilustrativas de su teora, la cual citamos aqu
por extenso:
The answer depends on the level of analysis. For instance, it is definitely acceptable
to argue that the most evident (and obvious) product of speech is "voice" (or "voiced
material"), or "sound(s)." Nevertheless, we conventionally regard "voice" as merely the
vehicle of some other, more important, product, i.e., the verbal message, "language" in the
sense of "communication." Similarly, to take a different example, the product of schools
may be defined as "students." Again, this is not an unacceptable answer, in the sense that
officially, and visibly, it is students who engage the energy of schools. We talk about the
number of students (and society calculates budgets in accordance with them), the life and
treatment of students at school, the relations between teachers and students, etc. But even
the most conventional views of schools normally conceive of students as vehicles, and/or
targets, of some other products for which schools are supposed to be responsible, i.e., a
certain body of desirable knowledge, and a certain body of desirable norms and views. In
this sense, "students" are analyzed only in relation to these products. The success of these
issues is evaluated in relation to the ability of schools to inculcate them in their students,
and the extent of distribution and perpetuation in society that the students manage to
accomplish.
I believe that the same holds true for "literature." Even in those periods in which
the major effort of literary activities was oriented towards producing "texts," the status of
these "texts" was, for all intents and purposes, analogous to that of "voice" or "students" in
the examples quoted above. This does not mean that "texts" are transparent in any sense,
but only that as an entity for consumption, different levels of texts must be considered. For
instance, while from a literaturological point of view it may suffice to analyze the patterns
of composition and "story," moods and craft manifested in a "text," a culturological (or
67
semiotic) analysis would tend to emphasize the models of reality as the most powerful
product of "literature," achieved, among other procedures (but not necessarily exclusively
so), by the making of texts.
(EZ, 1990c: 44, 45)
Este fragmento deja entrever ya cul ser la orientacin del enfoque polisistmico a
lo largo de sus estudios posteriores, encaminndose hacia la superacin del marco
estrictamente literario para referirse a fenmenos culturales en general. En el caso de los
textos, Even-Zohar indica que stos rara vez circulan como obras ntegras, pues lo normal es
que se consuman fragmentos, adaptaciones, citas, etc., las cuales no por ello dejaran de
estar provistas de una carga cultural especfica.
Por ltimo, merece la pena sealar que Even-Zohar cierra estas pginas mostrando
su escepticismo respecto a una de las nociones ms difundidas de la potica de Jakobson. En
cuanto la caracterizacin de los productos literarios (estticos) como aquellos cuya funcin
se orienta principalmente hacia el mensaje mismo (producto), Even-Zohar sugiere que tal
planteamiento podra no ser ms que una de las estrategias empleadas por el sistema
literario (industria) para fomentar la aceptacin de sus productos -una interpretacin
coincidente, en gran medida, con los estudios de Bourdieu acerca de la construction de la
croyance-.
68
Adems de los artculos dedicados a revisar las bases tericas expuestas en las etapas
anteriores, y aquellos donde las dinmicas descritas para la literatura se aplican a sistemas
culturales (por ejemplo, las relaciones de contacto), la que quiz sea la aportacin ms
novedosa de esta etapa es la serie de artculos dedicados a describir los mecanismos de
creacin y mantenimiento de repertorios culturales en la sociedad, con especial atencin al
rol jugado por los intelectuales en dicha labor. Por supuesto, Even-Zohar tambin incluye
algunos trabajos donde se tratan casos particulares, entre los que se encuentran algunos de
sus estudios los ms famosos, como Language conflict and national identity (1986a) o La
funcin de la literatura en la creacin de las naciones de Europa (1994a), adems de otros
dedicados a cuestiones especficas de la cultura hebrea, como Who is afraid of the hebrew
culture? (2002b).
69
considera a la cultura como un compendio de bienes cuya posesin implica cierta riqueza
y prestigio. El uso de estos bienes, para Even-Zohar, se limita al principio de ganar poder
mostrando riqueza, si bien las personas en la cultura tendran una percepcin muy
distinta del hecho, atribuyendo a los mismos unos valores intrnsecos21 (de nuevo, cita a
Bourdieu como el gran investigador de los mecanismos e instituciones histricas surgidas
para evaluarlos). Si bien el terico israel describe algunas propiedades de estos bienes por
ejemplo, sus cambios de valor se relacionaran con el contacto entre sistemas adyacentes-, lo
cierto es que la TPS se interesa principalmente por la idea de cultura como herramientas.
Dentro de esta segunda concepcin, Even-Zohar diferencia entre herramientas
pasivas y activas. Las pasivas se refieren a los procesos de desciframiento de la realidad, como
por ejemplo, la tradicin hermenutica que entiende el mundo como un libro que debe ser
interpretado, o las nociones de la cultura como sistemas modelizadores de la realidad
(Lotman). En cuanto a las herramientas activas, stas consisten en una serie de
procedimientos que pueden servir tanto para manejar como para producir una situacin,
consideraciones que sern especialmente fructferas para los estudios de la TPS sobre el
papel del repertorio en la construccin y mantenimiento de entidades sociales.
Tal vez sea necesario aclarar que ambas concepciones de la cultura no se refieren a
diferentes objetos, sino a diferentes usos de los mismos. As, Even-Zohar menciona el
proceso, especialmente visible en las transferencias inter-sistmicas, por el que un
determinado bien simblico puede ser transformado, mediante la extraccin de sus
modelos, en herramienta para acciones prcticas, sin perder necesariamente su funcin
anterior.
Cabe preguntarse por el tipo de diferencia entre ese valor intrnseco, normalmente de carcter
esttico, y el valor (moral, social) de las visiones modelizadoras de la realidad contenidas en los modelos del
repertorio subyacentes a los productos, a las que se refieren tanto Lotman como Even-Zohar.
71
aspectos. Algunas de las reflexiones aadidas por Even-Zohar subrayan, por ejemplo, la
relacin comnmente aceptada entre estratificacin social y canonizacin. La vinculacin
entre ciertos elementos del repertorio y determinados estatus sociales se explica, en parte,
como consecuencia de la estrategia adoptada por las instituciones, las cuales, para favorecer
su propio repertorio, con frecuencia recurren a estigmatizar las opciones indeseadas,
asocindolas a estatus inferiores hasta el punto de que dichas opciones puedan llegar a ser
consideradas, simplemente, como no cultas. De nuevo, Even-Zohar sita los orgenes de
estos puntos de vista en Shklovski, quien ya en 1920 habra introducido criterios de
distincin socio-cultural en sus estudios sobre la estratificacin literaria. Segn esto, los
modelos canonizados son sencillamente aquellos que los grupos dominantes de la
institucin establecen como legtimos. Por tanto, la canonicidad no se considera de nuevouna caracterstica inherente a las actividades o productos en s mismos, sino el resultado de
las relaciones de poder en el sistema (conclusin compartida por Bajtin y Lotman). Por otra
parte, la existencia de un repertorio no canonizado se considera indispensable para el
mantenimiento de cualquier sistema, ya que es la periferia la encargada de ejercer una
presin dinamizadora sin la cual se producira un alto grado de estereotipacin que en
ltima instancia inhabilitara la facultad de adaptacin del sistema, provocando su
fosilizacin.
Una de las principales preocupaciones de la TPS durante esta etapa se refiere a las
condiciones bajo las que se produce la interferencia entre culturas (1990f), (2010f). A este
respecto, como ya comentbamos, las relaciones intersistmicas reproducen el mismo
72
patrn que las intrasistmicas, ya que todo el conjunto implicado puede considerarse un
mega-sistema, hasta alcanzar el polisistema mayor de la cultura y la sociedad. No
obstante, Even-Zohar diferencia las relaciones entre sistemas dentro de una misma
comunidad y aquellas que tienen lugar entre distintas comunidades, si bien admite que tal
distincin nunca aparece claramente perfilada.
Otro de los asuntos tratados durante esta etapa se refiere a las condiciones que un
sistema debe cumplir para operar autnomamente. La primera es la heterogeneidad, pues si
la fosilizacin de los repertorios est asociada a la decadencia de un sistema, la diversidad se
asocia a su vitalidad. Even-Zohar se refiere a esto como la ley de proliferacin de
opciones, dado que para que un sistema mantenga su operatividad debe estar siempre
mejorando y aumentando su repertorio de alternativas: es esta necesidad la que finalmente
hace inevitable la interferencia con otros sistemas. Por lo tanto, de nuevo, los cambios y
crisis a nivel del repertorio no equivalen a inestabilidad a nivel del sistema, sino al contrario,
a pesar de que desde el punto de vista de los detentores del centro institucional estas
modificaciones puedan ser percibidas como un atentado contra su posicin.
descifrarlo. Ello explica que los productos primarios (nuevos) requieran mayor esfuerzo por
parte de los consumidores, es decir, mayor competencia sobre el repertorio. De nuevo,
Even-Zohar seala tambin la diferencia entre las gramticas necesarias para producir o
bien para consumir un producto. Y, al igual que en el caso de los productores, encontramos
tambin consumidores en grupo, los cuales, por supuesto, pueden determinar la suerte de
un producto.
En lo que se refiere a la institucin, sta se define como el agregado de factores
involucrados en el control de la cultura. Al igual que el mercado, funciona como un
intermediario entre las fuerzas sociales y los repertorios, pero al contrario que ste, tiene la
facultad de tomar decisiones. Una de sus tareas fundamentales consiste en la preservacin
de los repertorios culturales, pero tambin puede llegar a apoyar a productores involucrados
en la creacin de nuevos repertorios. Y como es lgico, dentro de la institucin hay luchas
por el poder, dando lugar a la coexistencia de varias instituciones.
En lo concerniente al mercado, ste se refiere al agregado de factores involucrados en
la compraventa de repertorio cultural, as como en la promocin de tipos de consumo.
Siendo equivalente al concepto jakobsoniano de canal, en su ausencia no hay espacio
posible donde el repertorio pueda comunicarse. En cuanto a su funcionamiento, EvenZohar destaca que no es el producto como objeto en s mismo lo que es negociado en el
mercado, sino los modelos del repertorio implcitos en los productos. Por otra parte, aunque
la institucin pueda intentar dirigir el consumo, en ltima instancia es el mercado el que
acaba dictaminando el xito o el fracaso de un determinado producto -aunque, en la
realidad de los hechos, ambos factores se encuentren entrelazados-.
Como decamos, Even-Zohar dedica especial atencin al repertorio. La idea no es la
de un cmulo de herramientas desordenadas, sino la de un conjunto de componentes
relacionados. De esta manera, se subrayan dos de sus caractersticas, la de relaciones
(interdependencia entre sus componentes), y la de conjuntos (los componentes funcionan
siempre en base a modelos ms o menos prefijados). Se diferencia as entre elementos
individuales (paradigmticos) y modelos (sintagmticos). Para designar a los elementos
individuales, Even-Zohar sugiere el trmino de repertoremas. Por tanto, los modelos
75
76
pacficas, pues es mediante el repertorio que las sociedades humanas definen su identidad,
delimitando un sentido de s mismas en tanto que entidades colectivas.
En general, los mecanismos que rigen para las interferencias literarias lo hacen
tambin para los repertorios culturales. As, por ejemplo: la seleccin de una fuente
(source) por razones de prestigio o bien de dominio, la direccin unilateral de la
interferencia, las circunstancias de necesidad que la generan, la asimilacin lateral
(perifrica) de las mismas, el cambio de funcin de los artculos importados o la distincin
entre contactos directos e indirectos. Pero, por otro lado, el hecho de hablar de sociedades y
no solo de literaturas conlleva nuevas problemticas a tener en cuenta. Por ejemplo, dado
que los contactos indirectos seran aquellos que requieren de importadores (agencias,
instituciones, etc.), estos intermediarios, que funcionan como verdaderos emprendedores
(entrepreneurs), van a desempear una funcin clave en toda la investigacin de Even-Zohar
sobre la cultura. Por otra parte, a pesar de que la distincin entre contacto e
interferencia, en la realidad de los hechos, no sea nunca precisa, Even-Zohar propone la
siguiente definicin:
One of the manifestation of contacts is an exchange of goods. Such goods may
become important items in the culture of the importing society. However, only if they are
converted in generative models namely to active components in the domestic repertoiredo they become a clear case of interference. Thus, while human societies may depend on
each other's resources for a variety of tasks and purposes, it is only when such resources are
22
77
The Making of Culture Repertoires and the Role of Transfer (EZ: 1996)
79
24
80
transference activity (e.g., whether it is if the "permanent flow" type, or the "deliberately
engaged" type), and the relations between power and market, with a special attention to the
activity of the makers of repertoire who are at the same time agents of transfer.
(EZ, 1996: 76)
81
grandes entidades, la implementacin cultural forma parte, desde antiguo, de los intereses
de las instituciones y el poder poltico. Segn Even-Zohar, no encontraramos
planificadores independientes hasta la aparicin de los filsofos griegos o los profetas del
antiguo Israel (quienes seran, de hecho, intelectuales expulsados de los crculos de poder).
Even-Zohar diferencia cuatro mtodos posibles para creacin de grandes entidades:
1) Un grupo toma por la fuerza el control de un territorio y domina a sus habitantes. 2) Un
grupo se organiza y obtiene el control mediante una lucha de poder. 3) Un grupo elabora
un repertorio para una entidad nueva, la cual puede surgir, por ejemplo, por unificacin o
por secesin de territorios. 4) Un grupo que no puede sobrevivir como entidad en un
territorio, emigra a otros lugares donde s le es posible usar su repertorio. En todos estos
casos, la implementacin de un repertorio cultural comn es un requisito imprescindible
para garantizar la cohesin social que posibilite el mantenimiento de la entidad.
Otro de los puntos bsicos del anlisis de Even-Zohar consiste en la asuncin de
que la planificacin necesita una base de poder. Es decir, el poder es un requisito
imprescindible para el xito de cualquier implementacin cultural. Siendo as, los
planificadores necesitan, o bien detentar el poder, o bien el apoyo de los poderosos. I
cannot think of any case where their endeavors have made real progress until coupled with
either actual or potential holders of power. (EZ, 2010g: 89). Pero el poder puede ser
adquirido a diferentes niveles, como por ejemplo mediante la introduccin de productos
aparentemente inofensivos que vayan ganando terreno en el mercado y que puedan ser
tomados luego como races por entidades nuevas. Por otra parte, aunque desde el punto
de vista de los detentores del poder parezca evidente el beneficio de constituirse en una gran
entidad,26 para otros individuos esto no siempre es tan evidente y, al contrario, puede ser
visto como una merma de sus libertades. En estos procesos, no es extrao que los
movimientos de oposicin creen sus propios lenguajes diferenciales, los cuales, a pesar de
26
Muchos estudios muestran que los detentores del poder y los planificadores pueden adquirir, a
travs de una implementacin exitosa, el dominio o el control de una entidad. Para Even-Zohar, esta
dominacin sera, desde el punto de vista de los poderosos, el propsito ltimo de la empresa cultural (EZ,
2010g: 90). Creemos que tambin es posible la lectura inversa: la imposicin de un determinado repertorio
cultural puede ser el propsito de la dominacin.
82
presentarse como naturales, tambin suelen ser el fruto de una elaboracin deliberada,
pues lo importante es su capacidad para funcionar como alternativa a los repertorios del
poder. Adems, los repertorios siempre estn estrechamente vinculados a los grupos sociales,
por lo que a la competencia entre repertorios subyace una lucha por la jerarqua social.
Por otra parte, el xito de la planificacin depende tambin de una utilizacin
apropiada de las condiciones de mercado. Como regla general, un mercado no se acomoda
fcilmente a nuevos repertorios y, aunque la institucin trate de dirigir el tipo de consumo,
lo que finalmente determina el xito o el fracaso de una opcin es la respuesta del mercado:
The implementation of culture planning is therefore obviously a matter of successful
marketing carried out among other means by propaganda and advertising. (EZ, 2010g:
93). De hecho, Even-Zohar incluye tambin al consumo (en su sentido convencional)
entre los medios empleados para la planificacin de la cultura, subrayando el rol que juegan
los diferentes tipos de consumo (fast food, usar y tirar, etc.) en la visin de la realidad de una
poblacin.
83
Even-Zohar tambin se detiene a estudiar las causas que pueden determinar el xito
o el fracaso de un proyecto de implementacin cultural. Una vez dilucidado el hecho de
que la relacin con el mercado parece ser el factor determinante, queda por aclarar el tipo
de condiciones de mercado que pueden generar la aceptacin o el rechazo de un
repertorio. Aspectos importantes en este sentido son las condiciones de acceso a recursos y
la flexibilidad de las opciones, pero el factor decisivo puede resumirse en el simple inters o
beneficio que una poblacin de destino pueda adquirir de la asimilacin de un repertorio.
Cuando sta considera que las nuevas opciones no incrementaran su riqueza sociocultural,
las rechaza y propone otras alternativas.
Esta resistencia puede ser pasiva (la poblacin simplemente ignora las nuevas
opciones) o activa (cuando hay una clara oposicin al repertorio promocionado). En los
casos de implementacin por dominancia, por ejemplo, la resistencia cultural es siempre
una forma de resistencia poltica, pero cuando no hay causa poltica para el rechazo los
factores que entran en juego tienen que ver con identidades de clase y otro tipo de
prejuicios. Con todo, el factor determinante ser el posible beneficio sociocultural: en
muchos casos la adquisicin de un nuevo repertorio puede ser no solo difcil, sino tambin
infructuoso cuando la competencia que se pueda lograr sobre el mismo resulte siempre
inferior a la de sus detentores originales, con lo cual se obtendra escaso beneficio de su
asimilacin.
Pero no siempre es fcil determinar si un proyecto cultural ha sido un xito o un
fracaso. A veces, el fracaso de un plan puede considerarse un xito a nivel sistmico, aunque
por supuesto esto no sea reconocido por los emprendedores implicados, para quienes el
contenido de un repertorio llega a ser ms importante que su funcin. Por otra parte, el xito
de una empresa puede llegar a corto plazo si los emprendedores cuentan desde el principio
27
Culture Planning and Cultural Resistance in the Making and Maintaining of Entities (EZ:
2002a)
84
con la colaboracin del poder instituido; en caso contrario, stos deben generar una base de
poder e insistir en la promocin de sus opciones, de manera que el tiempo necesario para su
efectiva implementacin puede prolongarse hasta el punto de que, aunque se alcance el
objetivo, las propuestas resulten desfasadas (o inservibles).
28
"The Making of Repertoire, Survival and Success under Heterogeneity (EZ: 2000)
85
Una vez admitido que para tener xito y sobrepasar las meras condiciones de
subsistencia las sociedades necesitan de una planificacin cultural, Even-Zohar dedica su
atencin a los pequeos grupos que se dedican a esta tarea. En primer lugar, la definicin
del xito no consiste solo en la mera supervivencia, sino en la proliferacin de opciones,
expresada sta en el acceso a diferentes recursos y la posibilidad de eleccin entre varias
opciones (por ende, el xito del grupo sera una condicin indispensable para el xito
individual). Por otra parte, Even-Zohar critica que el xito de una planificacin se mida
solamente desde parmetros econmicos: economists have deplorably ignored the
overwhelming consequences for the proliferation of options, including clear-cut economic
innovations, of the work carried out by idea-makers and cultural entrepreneurs (EZ,
2003a: 198), y alega que la planificacin cultural tiene tambin repercusiones en la
economa, ya que dicha planificacin puede crear el ambiente necesario para la emergencia
de empresas econmicas.
En resumen, Even-Zohar enuncia dos variables factibles para evaluar el xito de los
grupos: a) el manejo de circunstancias cambiantes, es decir, la habilidad de acceder, con la
ayuda de cualquier medio, a nuevas alternativas que garanticen la supervivencia; y b) el
manejo de opciones posedas por otras comunidades, lo cual, evidentemente, se explica por
la competencia entre sociedades. De hecho, para algunos pensadores, recuerda Even-Zohar,
es esta competencia la que impulsa el progreso tecnolgico.
Qu hace que una comunidad tenga esa habilidad para generar nuevas opciones?
En opinin de Even-Zohar, esta responsabilidad recae siempre en pequeos grupos, pues la
nica preocupacin de la mayor parte de la poblacin es continuar con la cultura que les
viene dada. Estos agentes se dividen entre aquellos que se dedican a producir nuevas ideas
(idea makers) y aquellos que tambin se ocupan de promoverlas (entrepreneurs). Adems,
29
Idea-Makers, Culture Entrepreneurs, Makers of Life Images, and the Prospects of Success (EZ:
2003a); Intellectual Labor and the Success of Societies (EZ: 2005)
86
87
Cules son las causas del mal funcionamiento de la industria de las ideas? Aunque,
en principio, tener un repertorio propio pueda ser visto como una ventaja, parece que en el
cada vez ms competitivo y globalizado mundo del siglo veintiuno, mantener un alto grado
de separacin cultural es cada da ms problemtico, por lo que se pone en duda la utilidad
de seguir conservando ciertos rasgos distintivos. De hecho, en muchos casos estos rasgos
regionales han pasado a convertirse en meros smbolos folklricos. En este contexto, la
capacidad de la industria de las ideas para mostrar flexibilidad cuando las condiciones que
30
88
haban iniciado una empresa se modifican puede encontrarse entre las causas del fracaso de
un proyecto cultural -sumado al hecho de que modificar un repertorio es algo que muy
pocos individuos pueden hacer-.
Sobre esta base, Even-Zohar propone dos instancias principales de mal
funcionamiento de la industria de las ideas: 1. Los idea-makers y emprendedores exitosos no
pueden liberarse a s mismos de la empresa que han generado (por ejemplo, las personas
implicadas en el xito de una empresa prefieren capitalizar ese xito antes que preguntarse si
dicha empresa sigue siendo til a la comunidad). 2. Una segunda generacin de
inteligencia, capaz de proseguir un proyecto heredado, se muestra ms interesada en
perpetuar el repertorio establecido. Puede incluso querer remplazar a los emprendedores
iniciales, pero el mantenimiento de su repertorio se convierte en ms importante que los
objetivos por los que ese repertorio haba sido generado.
89
90
PARTE II:
91
92
Un anlisis comparativo de la relacin posicional entre estos autores puede encontrarse en Louis
Pinto (2007), Voluntades de saber. Bourdieu, Derrida, Foucault.
93
especialmente en el seno de esa disciplina, son incapaces de imaginar otra alternativa que la
de la negacin y la conformidad que encarnan.
(Pinto: 2007: 217)
94
Le fait que loeuvre dart reprsente un dfi lanc notre comprhension parce
quelle chappe indfiniment toute explication et quelle oppose une rsistance toujours
insurmontable qui voudrait la traduire en lidentit du concept a t prcisment pour
moi le point de dpart de ma thorie hermneutique.
(Gadamer, LArt de comprendre, Paris, Aubier, 1991, p. 17. Citado en B, 1992: 11)
Bourdieu afirma no discutir esta idea, pero se pregunta el porqu de tanta oposicin
ante la posibilidad de un entendimiento cientfico de la literatura, que interpreta como una
actitud equivalente a la defensa de su trascendencia, respondiendo con una idea de Goethe:
Notre opinion est quil sied lhomme de supposer quil y a quelque chose
dinconnaissable, mais quil ne doit pas mettre de limite sa recherche. (Goethe, Karl
Wilhelm Nose, Naturwiss. Sch., IX, p. 195, cite in E. Cassirer, Rousseau, Kant, Goethe,
Paris, Belin, 1991, p. 114. Citado en B, 1992: 12), a lo que aade su propia opinin, segn
la cual lanalyse scientifique des conditions sociales de la production et de la rception de
loeuvre dart, loin de la dtruire, intensifie lexprience littrarie (1992: 15).
95
2011), las cuales pueden identificarse con sus dos obras mayores: La distinction. Critique
social du judgament (1979), dedicada al anlisis de las prcticas de consumo cultural, y Les
rgles de lart. Gnesis et structure des champs littraries (1992), dedicada a la descripcin y el
comentario de los mecanismos y leyes mediante los que los campos sociales, y en especial
los campos artsticos, toman forma y se desarrollan. Aunque ambas orientaciones estn sin
duda muy relacionadas, aqu nos interesa sobre todo lo relativo al estudio de los campos
literarios.
Su mayor obra en lo tocante a materia literaria es, como decimos, Les rgles de lart,
donde revisa y completa una voluminosa coleccin de escritos, culminando una lnea de
trabajo que se remontaba veinte aos atrs, con artculos tan famosos como "Champ
intellectuel et projet crateur" (1966), "Le march des biens symboliques" (1971) o
96
Tomando como ejemplo las trayectorias de estos autores, Bourdieu caracteriza una
serie de propiedades y leyes de funcionamiento de los microcosmos sociales en los que se
desarrollan las prcticas culturales, microcosmos a los que denomina campos (champs).
Tendramos as un campo literario, un campo cientfico, un campo religioso, etc. Por regla
general, existe un margen de tangencialidad o superposicin entre los campos y, por otra
parte, stos se encuentran sujetos a la ley de los campos englobantes, de manera que el
campo literario estara dentro del campo artstico y ste dentro del campo intelectual, que a
su vez estara parcialmente inscrito el campo de poder, ubicndose todos ellos en el espacio
social, que puede ser regional, nacional, etc. Cada uno de estos campos se divide a su vez
en varios subcampos, relacionados o estructurados entre s en funcin de una serie de reglas
o parmetros de funcionamiento interno. Bourdieu demuestra que en el caso de los campos
artsticos la regla fundamental que rige su estructura es la oposicin entre los valores del arte
y los valores econmicos (lart et largent), cuantificada en sendas especies de capital: capital
econmico y capital cultural (artstico, literario, etc.). Esta oposicin atravesara tambin
otros campos en los que el capital especfico de cada uno de ellos se opondra al capital
econmico.
97
otra que dicha oposicin entre el capital econmico y otros tipos de capital, la cual
determina no solo la configuracin de los campos, sino una lucha de valores expresada en
todo tipo de manifestaciones sociales tan aparentemente independientes como puedan ser la
intencin de voto o los modos de consumo cultural (Bourdieu: 1979). Dicha oposicin,
dentro del campo artstico, se reproduce en el conflicto o en la lucha de varios sectores de la
cultura (lart) frente al sector del arte burgus (et largent). Como decimos, esta oposicin
estructura no solo el mundo de la cultura, sino cualquier mbito de la sociedad, donde
siempre el capital econmico se enfrenta a otros tipos de capital, los cuales tambin
mantienen competencia entre s (por ejemplo: arte vs. ciencia). Las oposiciones en esa
escala tienen su correlato en los correspondientes mundos sociales, incluyendo el pblico
consumidor de productos culturales, el mundo de la moda, el del deporte, etc.
32
98
sociales, Pierre Bourdieu reinserta, siguiendo a Max Weber, el punto de vista subjetivo de
los agentes sobre el mundo y la interrogacin sobre las lgicas de accin.
(Sapiro, 2007: 46)
Por otra parte, la tradicin de la sociologa marxista, como nos explica Chicharro
Chamorro (1996: 16 y ss.), se desarrolla paralelamente y en oposicin a otra corriente ms
prxima a la filosofa, que no olvidemos es la disciplina de origen de Bourdieu. De hecho, a
lo largo de Las reglas del arte, el socilogo francs defiende sus planteamientos mediante una
crtica implacable a la tradicin de la filosofa idealista. Esta crtica, presente a lo largo de
todo el libro, se acenta sobre todo en la introduccin y en el epgrafe Lespace des points de
vue, dedicado a las dos formas opuestas de acercamiento a los textos, la manera interior
(neokantiana, formalista, estructuralista y post-estructuralista) y la exterior (materialismo
histrico). En stos, el propsito de Bourdieu es mostrar un planteamiento que supere la
dicotoma entre ambas explicaciones de la literatura: la doxa de la explicacin por la
estructura interna de los textos frente a la explicacin por la teora del reflejo.33 El nexo de
unin entre ambas perspectivas, definido en su materialidad histrica, donde confluyen las
caractersticas de los textos y las determinaciones del entorno social, es el campo:
microcosmos sociales que, por una parte, absorben la influencia del espacio social general y,
por otra, son el caldo de cultivo de las diferentes tendencias, escuelas, estticas, revoluciones
y manifestaciones que se materializan en obras y textos literarios concretos.
99
formes artistiques des formations sociales dissimulait que les deux courants avaient en
commun dignorer le champ de production comme espace de relations objectives.
(B, 1992: 297, 298)
Por ello, el esfuerzo de Bourdieu en Las reglas del arte va a ir encaminado a explicar
la estructura y las leyes de funcionamiento de dichos microcosmos sociales, o champs,
aplicndoles una serie de nociones y terminologa especfica. Adems, propone que toda la
estructura social se organiza en torno a diferentes campos (religioso, cultural, poltico,
cientfico, econmico, etc.) y que todos estos campos comparten cierta estructura orgnica
comn. La sociedad en su conjunto es vista como el espacio de luchas entre diferentes
campos que defienden un tipo de capital frente a otro, de lo que resulta una jerarquizacin
de las diferentes especies de capital.
100
101
En phase dequilibre, lespace des positions tend commander lespace des prises de
position. Cest dans les intrts spcifiques associs aux diffrents positions dans le
champ littraire quil faut chercher le prncipe des prises de position littraires (etc.), voire
des prises de positions politiques lexterieur du champ.
(B, 1992: 379)
102
origen social por s sola no sera suficiente, sino que necesita completarse teniendo en
cuenta la relacin entre un habitus y un campo (B, 1992: 142). Desde esta perspectiva, ni el
conocimiento ni la accin pueden entenderse como un acto pasivo, sino que hay que tener
en cuenta la actividad estructurante de unos agentes que reciben los condicionamientos
de un mundo cuyo sentido contribuyen simultneamente a crear.
103
As pues, para Bourdieu, por muy poderoso que sea el efecto estructurante del
campo, ste nunca se ejerce de manera mecnica. Adems de la importancia del habitus,
Bourdieu aduce que la relacin entre las posiciones y las tomas de posicin literarias est
siempre mediatizada por las disposiciones de los agentes y por el espacio de los posibles
(lespace des possibles).
La relation entre les positions et les prises de position na rien dun rapport de
dtermination mecanique. Entre les unes et les autres sinterpose, en quelque sorte, lespace
des possibles, cest dire lespace des prises de position rellement effectues tel quil
apprait lorsquil est peru au travers du catgories de perception constitutives dun certain
habitus, cest dire come un espace orient et gross de prises de position qui sy annoncent
comme des potentialits objetives, des choses faire, mouvements lancer, revues
crer, adversaires combattre, prises de position tablies dpasser, etc.
(B, 1992: 384)
De esta manera, existen dos sistemas que se corresponden entre s, el de las posiciones
ocupadas en el campo y el de las tomas de posicin. Ambos se estructuran interiormente
como un sistema de oposiciones relacional, como pueda ser el que se establece entre las
distintas obras literarias de una poca, definiendo a cada una de ellas por su correlacin ante
las otras. Entre ambas dimensiones o sistemas se sita una tercera, el espacio de los posibles,
constituido por todas las tomas de posicin potenciales o susceptibles de ser realizadas en el
104
La science de loeuvre dart a donc pour objet propre la relation entre deux
structures, la structure des relations objetives entre les positions dans le champ de
105
production (et entre les producteurs qui les occupent) et la structure des relations objetives
entre les prises de position dans lespace des oeuvres.
(B, 1992: 383)
Tal es la fuerza de las homologas, que stas no se dan solo entre el espacio de las
tomas de posicin y el espacio del campo de produccin, sino tambin entre las posiciones
del campo y las disposiciones de los agentes que las ocupan. Tanto es as que Bourdieu llega
a hablar incluso de una especie de lugar natural, de manera que las propias fuerzas del
campo haran recaer a cada agente en la posicin ms acorde a sus disposiciones.
La confrontation de toute une vie entre les positions et les dispositions, entre
leffort pour faire le poste et la ncessit de se faire au poste, avec les ajustaments
successifs qui tendent a ramener les individus dplacs leur lieu naturel, au terme dune
srie de rappels lordre, explique la correspondance qui sobserve rgulirement, aussi loin
quon pousse lanalysis, entre les positions et les propits de leur occupants.
(B, 1992: 443)
Como se ve, las posiciones en el campo literario aparecen en estrecha relacin con
las posiciones del espacio social, el cual se rige por el mismo principio de estructuracin en
funcin del capital econmico, por lo que las disposiciones que un agente importa al campo
estn predeterminadas a corresponder con las posiciones del campo que les sean propias
(o apropiadas). A pesar de que pueda parecer un proceso muy mecnico o incluso una
forma de determinismo social, Bourdieu se cuida, como hemos comentado, de prevenir
106
contra esta interpretacin, pues sera precisamente el campo el que actuara como un filtro
en el que, si bien, por una parte, la mecnica del juego tiende a llevar a cada uno de sus
agentes a su posicin natural, tambin deja un margen de libertad lo suficientemente
amplio como para permitir los movimientos y cambios internos, tanto de los agentes como
de la jerarqua (gneros y estilos) que lo estructura.
produce en primer lugar como diferenciacin ante la burguesa, entendida como clase y
como una serie de valores sociales y, por supuesto, de gusto literario o artstico. Bourdieu
seala cmo en las pocas precedentes al triunfo de la burguesa, las actividades literarias se
sostenan merced a una fuerte dependencia hacia los estamentos aristocrticos. Con la
instauracin del nuevo orden econmico que caracteriza el ascenso de la burguesa en la
Francia del s. XIX se posibilita la aparicin de una nueva clase social de escritores y otra
serie de artistas relativamente autnomos, capaces de sustentarse, bien es cierto que con
muchas estrecheces, gracias a los pequeos trabajos de la industria literaria o del
periodismo. Pero la independencia de la antigua aristocracia implica la dependencia de un
nuevo mandatario que impone sus propias exigencias: el mercado. La nueva clase de
escritores se ve as situada en una situacin compleja en la que dependen para su sustento de
un mercado burgus cuyos valores o preferencias en materia de esttica consideran
impropias. Es en esta tesitura donde la oposicin entre lart et largent se concreta en
distintos grados de proximidad o lejana ante, por un lado, el arte burgus, y por otro, el
arte por el arte, o bien el arte realista de las clases proletarias. Estos principios son
sintetizados por Bourdieu mediante el criterio de autonoma versus heteronoma, es decir,
con diferentes grados de independencia frente al campo de poder y en especial frente al
mercado y la burguesa. Esta dinmica ser responsable, entre otras cosas, de la
configuracin de la imagen, vigente hasta hoy da, del escritor como intelectual susceptible
de ejercer una crtica haca los poderes gobernantes, como queda ilustrado con su anlisis
del famoso jacuse de Zola.
Pero, pese a que un campo pueda llegar a alcanzar una fuerte autonoma, lo que
significa que haya sido capaz de crear un pequeo mercado independiente que le permita
promover sus productos con independencia del gran mercado, Bourdieu seala que, en
ltima instancia, el resultado de las luchas internas que se originan en el interior de los
campos vendr determinado por su correspondencia o acuerdo respecto a las fuerzas
imperantes en el espacio social y el campo de poder, es decir, que por muy independientes
que los campos puedan llegar a ser, stos siempre estarn sometidos a la que denomina
como la ley de los campos englobantes.
108
Frdric ne parvient pas sinvestir dans lun ou lautre des jeux dart ou dargent
que propose le monde social. Refusant lillusio comme illusion unanimement approuve et
partage, donc comme illusion de ralit, il se rfugie dans lillusion vrai, declare comme
telle, dont la forme par exellence est lillusion romanesque dans ses forms las plus extremes
(chez Don Quixote ou Emma Bovary par exemple). Lentre dans la vie comme entr dans
lillusion de rel garantie par tout le groupe ne va pas de soi. Et les adolescences
romanesques, comme celles de Frdric ou de Emma, qui, tel Flaubert lui-mme, prennent
la fiction au srieux parce que ils ne parviennent pas prendre au serieux le rel, rappellent
que la ralit laquelle nous mesurons toutes les fictions nest que le rfrent
universellement garanti dune illusion collective.
(B, 1992: 36)
109
Aynt ainsi port au jour leffet el mieux cach de cette collusion invisible, cest-dire la production et la reproduction permanentes de lillusio, adhsion collective au jeu qui
est la fois cause et effet de lexistence du jeu, on peu mettre en suspens lidologie
charismatique de la cration qui est lexpression visible de cette croyance tacite et qui
constitue sans doute le principal obstacle une science rigoureuse de la production de la
valeur des biens culturels.
(B, 1992: 279)
Por ltimo, aadamos que para Bourdieu (1992: 351) la ciencia de las obras
culturales supone tres operaciones igualmente necesarias y ligadas a los tres niveles de la
realidad que refieren:
110
Con todo y con ello, Even-Zohar establece tambin una distancia entre sus
planteamientos y los de Bourdieu, relegando los estudios del socilogo a una concepcin de
la cultura como bienes -bienes simblicos-, en tanto que la TPS se ocupara ms
propiamente de la cultura entendida como herramientas (EZ, 2010b: 10). Esto tampoco
es bice para que incluso en la ltima etapa de su teora, dedicada a la formacin y
planificacin de la cultura, Even-Zohar contine citando las aportaciones bourdianas como
complemento o mejor explicacin de sus propios conceptos, estableciendo, por ejemplo,
una equivalencia entre su idea de wealth (riqueza) y la nocin bourdiana de capital
cultural (EZ, 2002a: 101).
112
los formalistas como los primeros en abrir la puerta a los factores extra-literarios como
causa efectiva de las modificaciones en el sistema, deduccin realizada por Shklovski a partir
de los procesos de desautomatizacin, y que sera desarrollada luego por Tynianov y
Eijembaum con nociones como la de mundo literario. Parece, pues, que la lectura de
Bourdieu responde ms bien al prejuicio formalista, denunciado por Even-Zohar, que
viene siendo habitual en occidente.34
Dejando aparte las referencias de ambos tericos a los trabajos del otro, podemos
encontrar importantes afinidades entre sus teoras. El aspecto ms bsico de estas afinidades
reside en una orientacin epistemolgica fundamentada en el pensamiento relacional. Para
Bourdieu, la misma idea de campo se define como un sistema de relaciones objetivas
donde cada elemento obtiene su verdad singular solo a partir de dichas relaciones, como
una suerte de ballet bien rgl o les individus et les groupes dessinent leur figures,
toujours en soposant les uns aux autres (B, 1992: 192). Este ballet supondra, aade, un
34
De hecho, esta la lectura se inserta dentro de la crtica que el francs dirige contra los que considera
anlisis internos de la literatura, a los que achaca, en su origen neokantiano, la afirmacin de la existencia
de estructuras antropolgicas universales (B, 1992: 322). Sin detenernos en mayores comentarios, llama la
atencin esta denuncia cuando el mismo Bourdieu propone su modelo de campo como universal. As, en su
descripcin de la estructura de los campos indicar que todos ellos auriant de communs structures, es decir:
lhypotse quil existe des homologies structurales et fonctionnelles entre tous les champs o lo que es igual,
estructuras universales-, y un poco ms abajo, sobre el estudio de les lois invariantes de la structure et de
lhistoire des diffrents champs. (B, 1992: 300). Tambin acusa a Jakobson de explicar el sentido de la
poeticidad como una caracterstica debida au traitement particulier auquel son matriau linguistique est
soumis, (B, 1992: 323), cuando la aportacin jakobsoniana apunta ms bien en la direccin contraria,
relegando los procedimientos lingsticos -que podan ser compartidos por diferentes tipos de lenguajes,
como el publicitario o el potico- a un segundo plano de importancia en favor el carcter determinante de la
funcin.
113
punto de vista sobre los hechos sociales muy diferente al habitual, es decir, supondra la
observacin de los campos que componen el espacio social como estructuras o sistemas
relacionales.
Del mismo modo, tanto Even-Zohar como Bourdieu se ven impelidos a insistir
acerca de la vocacin cientfica de sus trabajos, abogando siempre por un estudio cientfico
de la literatura. Como vimos, frente a quienes defienden la inefabilidad de las esencias
literarias y se oponen a cualquier pretensin de anlisis cientfico del arte, Bourdieu cita en
primer lugar a Goethe, para quien a pesar de que el hombre deba suponer la existencia de
algo incognoscible, su obligacin es intentar conocerlo sin poner lmites a su bsqueda; en
segundo lugar, se refiere a la imagen kantiana del conocimiento como un punto de fuga
114
imaginario al cual la ciencia debe tender, a pesar de no poder nunca alcanzarlo; y para
terminar, contra la acusacin de que el anlisis cientfico de la literatura desvirta el placer
que reporta, aade que lanalyse scientifique des conditions sociales de la production et de
la rception de loeuvre dart, loin de la rduire ou de la dtruire, intensifie lexprience
littraire (B, 1992: 15).
I am of course fully aware of the fact that many people have lost interest in
"theories," not only in the field of literature, but also in linguistics and cultural studies in
general. Indeed, many people feel that "science" cannot give answers to the burning
questions of our precarious existence in the universe. It may well be so, but I find it
inconceivable that while all other scientific activities--including most sciences of man--are
still required to pursue the goals set for them in line with the prevailing scientific
conception, the study of "literature," and sometimes even the study of "language" should,
for some mysterious reason, be exempted from this requirement. One can very well
understand the spirit of disappointment with and despair of science and knowledge that has
come to prevail in certain milieus in Western society, but it seems unjustifiable to play the
rules of the academic profession while at the same time considering the rules of the game of
science irrelevant for the particular case of "literature" or "language."
(EZ, 1990b: 7)
Por otra parte, bajo la ptica del pensamiento relacional, como vimos, el objeto
literatura tiende a expandir sus lmites. Es decir, deja de concebirse como una serie de
textos, en los cuales podemos encontrar marcas de diferentes contextos -literarios,
histricos, etc.-, para entenderse como un fenmeno complejo donde entran en juego una
115
35
A pesar de ello, lo cierto es que a lo largo de Las reglas del arte, para explicar el funcionamiento de
los campos, Bourdieu se sirve principalmente de grandes figuras como Flaubert, Baudelaire, Manet, Balzac,
Sartre, Duchamp o Faulkner, y solo secundariamente de otra larga serie de autores y obras menores, que le
116
Both canonized and non-canonized literature must be further classified into subsystems, or genres. Although many common denominators exist for westerns and detectivefiction or for both of these and sentimental magazine short stories, they are still different
genres, and have had different relations with each other and with the various genres of
canonized literature.
(EZ, 1973b: 12)
sirven para contrastar y explicar las caractersticas o la trayectoria de los primeros. No obstante, Bourdieu
consigue de esta manera su propsito, que es mostrar la estructura y el funcionamiento sistmico en el interior
de los campos, systme de prises de position diffrentes par rapport auquel chacun doit se definir (B, 1992:
330). Este hecho evidencia la dificultad de llevar a cabo un anlisis equitativo de las diferentes posiciones en el
campo, cuando el propio conocimiento de agente de los investigadores est, debido a la propia inercia de las
fuerzas que operan en el campo, y de las cuales los propios investigadores no pueden escapar, familiarizado
ms estrechamente con las obras y autores centrales, antes que con las de los perifricos.
117
Con todo, hay que precisar que la relativizacin del valor de las obras artsticas
llevada a cabo por Bourdieu y Even-Zohar mediante el estudio de los procesos por los que
este valor es asignado -consacration o canonization-, no niega la existencia de ese valor, sino
que meramente seala la exigencia kantiana- de un estudio cientfico que no se plegue de
forma ingenua a los valores asignados por el campo, la institucin o el mercado a ciertos
productos en demrito de otros. Es decir, que el investigador no debe participar de la
creencia en el valor de esos productos. As, Bourdieu habla de una suspensin de la
creencia: Is sensuit quon ne peut fonder une veritable science de loeuvre dart qua
condition de sarracher lillusio et de suspender la relation de complicit et de connivence
qui lie tout homme cultiv au jeu culturel pour constituir ce jeu en objet, (B, 1992: 379),
pero sin olvidar por ello, precisamente, que esa creencia forma parte del objeto mismo que
se trata de comprender. La postura de Even-Zohar es incluso ms asertiva cuando alerta de
los peligros de malinterpretacin de estos anlisis, subrayando que el nico propsito de la
ciencia de la literatura debe ser operar de acuerdo a procedimientos cientficos.
118
other discipline, its only interest is to operate in accordance with certain controllable
procedures that are currently accepted and acknowledged as "the rules of the game" of this
intellectual activity.
(EZ, 1990b: 3)
A pesar de que sin los aspectos recin enumerados sera difcil establecer una
correspondencia entre los trabajos de Bourdieu y Even-Zohar, stos no dejan de ser
principios muy generales y, sin duda, compartidos por otros investigadores (en especial,
Lotman y Schmidt). Pero, ms all de la aspiracin cientfica a que corresponde la
epistemologa comentada, encontramos otras afinidades destacadas en sus teoras, no solo
porque ambos tomen en consideracin las determinaciones sociales de los hechos literarios,
sino porque la configuracin que estos hechos adquiere en el sistema mismo es analizada
desde puntos de vista en buena parte coincidentes.
119
caractersticas fundamentales del sistema, pues se entiende como una lucha necesaria para
mantener su vitalidad y no caer en estados de petrificacin y estancamiento que, a la
postre, impediran la supervivencia de los sistemas en momentos de crisis. Por otro lado,
ambos autores se preocupan por los procesos de canonizacin, produccin, consumo y
competencia entre estratos o subcampos.
En definitiva, parece claro que podemos asimilar lo que Even-Zohar denomina
estrato central con lo que Bourdieu llama posiciones con un alto grado de
consagracin. Siendo la posicin central del polisistema el estrato que acoge a los
representantes del repertorio canonizado, los cuales gozan del respaldo de las instituciones,
as como de sus beneficios econmicos y sociales, esta posicin coincide con las que para
Bourdieu estn dotadas de un alto grado de consagracin, que igualmente son las que
obtienen ya sea a largo o a corto plazo- mayor capital econmico, reconocimiento de las
instituciones y del pblico, y su vez estn ms prximas de los campos del poder poltico y
econmico. De manera que podemos considerar equivalentes los trminos canonizacin y
consagracin, los cuales se refieren a una misma dinmica generadora de una misma
estructura jerarquizada en el interior de los sistemas o campos literarios. As pues, tanto
Bourdieu como Even-Zohar comparten la visin de un campo estructurado verticalmente
en la oposicin entre alta y baja consagracin
los modelos que ya han tomado cuerpo de facto a lo largo de la historia -lo que acercara el
concepto al de tradicin literaria-, pero tambin a los materiales, reglas y modelos
contenidos en esas obras, lo que implica la idea de nuevas posibilidades de combinacin, las
cuales se concretaran en las denominadas actividades primarias sobre el repertorio. Este
ltimo aspecto es el que subraya la nocin bourdiana de champ des possibles, que adems de
las opciones que ya han sido realizadas a lo largo de la tradicin, resalta la idea de las
opciones posibles que tal acumulacin histrica ofrece, las cuales existiran de alguna
manera en potencia, en un hipottico espacio o campo de posibilidades.
La relation entre les position et les prises de position na rien dun rapport de
dtermination mcanique. Entre les unes et les autres sinterpose, en quelque sorte, lespace
des possibles, cest--dire lespace des prises de position rellement effectues tel quil
apparat lorsquil est peru au travers des catgories de perception constitutives dun certain
habitus, cest--dire comme un espace orient et gros des prises de position qui sy
annoncent comme des potentialits objectives, des choses faire, mouvements lancer,
revues crer, adversaires combattre, prises de position tablies dpasser, etc.
(B, 1992: 384)
122
A significant contribution to the link between the socially generated repertoire and
the procedures of individual inculcation and internalization is Bourdieu's habitus theory.
Bourdieu supports the hypothesis that the models functionalized by an individual, or by a
group of individuals, are not universal or genetic schemes, but schemes conditioned by
dispositions acquired by experience, i.e., time and place de-pendent. This repertoire of
models acquired and adopted (as well as adapted) by individuals and groups in a given
milieu, and under the constraints of the prevailing system relations dominating this milieu,
is labelled habitus.
(EZ, 2010c: 23)
Vemos pues tambin la similitud entre la idea de champs des possibles, como un
cdigo literario, y la de habitus, como un cdigo social. De hecho, como indica Gisle
Sapiro, el propio Bourdieu presenta su concepto de habitus como transposicin al mundo
social de la idea de Chomsky de una gramtica generativa, con la salvedad de que A
diferencia de Chomsky, para quien es innata, Bourdieu considera sin embargo esa
competencia generativa de las conductas como adquirida. (Sapiro, 2007: 54).
autores, sino que la totalidad de los factores propuestos por Even-Zohar como trasposicin
del esquema de la comunicacin de Jakobson encuentran su equivalente en la teora del
campo literario de Bourdieu. Productores y consumidores, como es evidente, estn presentes
en ambos, mientras que los productos equivaldran a las tomas de posicin. En cuanto a
mercado e institucin, stos se solapan con la idea de campo de produccin: de una parte,
Even-Zohar ilustra su concepto de institucin citando una descripcin del campo literario
Bourdieu (a propsito de qu es lo que hace las reputaciones), y de otra, reconoce que los
conceptos de institucin y mercado se entrecruzan en la realidad de los hechos.
Evidentemente, el tratamiento que cada uno de los autores aplica a estos factores es
diferente, pero, a nivel terico, el conjunto de todos ellos es considerado por ambos:
productores, consumidores, productos (prises de position), repertorio (champ des possibles,
habitus), mercado e institucin (champ de production).
Even-Zohar, por su parte, invierte una gran cantidad de artculos durante la ltima
etapa de su teora en explicitar la necesidad de la existencia de un grupo de individuos
dedicados a la creacin de repertorios. Si bien el terico israel se refiere a la creacin de
repertorios culturales dentro de los cuales, por supuesto, se encuentran los literarios-,
acenta la idea de que son los idea makers, los creadores de imgenes, los intelectuales y los
crticos con el poder, normalmente organizados en grupos -o subcampos-, los encargados
de generar repertorios alternativos que posibiliten la supervivencia de las sociedades en
momentos de crisis. De manera que, desde la perspectiva de Even-Zohar, la existencia de
un campo intelectual independiente del poder y defensor de una serie heterognea de
valores se postula como imprescindible para la supervivencia de las sociedades. Desde un
punto de vista funcional, podemos considerar, por tanto, la participacin en la reorganizacin y supervivencia de las sociedades como la finalidad de los sistemas o campos
literarios en su conjunto, ms all de los intereses particulares de los agentes.
sido generado de forma independiente por las luchas en el interior de los campos
especficos, depender de su correspondencia con las determinaciones de los campos
mayores o englobantes, es decir, del espacio social, pero tambin del propio campo de
poder, el cual, evidentemente, ocupa una posicin predominante en la jerarqua de centros
y subcampos que domina el espacio social.
Como no poda ser de otro modo, tanto Even-Zohar como Bourdieu exponen sus
respectivos planteamientos en cuanto al objetivo de sus investigaciones. En ellos se aprecia
la diferencia entre una investigacin enfocada de manera ms pormenorizada hacia los
mecanismos y la configuracin interna del campo, en el caso de Bourdieu, frente a una
investigacin dedicada ms propiamente a describir las leyes generales del polisistema y sus
dinmicas de cambio en relacin con otros polisistemas, en el caso de Even-Zohar.
social en ciertos estratos o posiciones del sistema). Ambos autores conceden, de esta
manera, gran importancia funcional a la incorporacin de nuevos repertorios (culturales,
literarios, etc.) en el contexto social. As, Even-Zohar explicar, por ejemplo, cmo los
antiguos textos picos son instrumentalizados polticamente para la consolidacin de
identidades nacionales mediante unos procesos que en algunas ocasiones pueden llegar
incluso a desatar conflictos internacionales por la custodia de los originales como el que
protagonizaron Islandia y Dinamarca durante la guerra de los manuscritos (EZ, 1994a)-.
Mientras que Bourdieu expondr cmo la reformulacin del papel del intelectual como
figura crtica con el poder puede llegar a suponer tambin una puesta en cuestin de
algunos de los valores constitutivos de la identidad nacional por ejemplo, a travs del
estudio del Jacuse, de Zola-. En los dos casos citados se tratara, pues, de actuaciones que
apuntan a la definicin de repertorios nacionales, es decir, a los aspectos constitutivos de la
identidad nacional, y en ambos casos a partir de modelos originados en el interior de
campos o sistemas literarios.
127
128
Uno de los problemas que enfrentan las investigaciones que toman como modelo la
teora de Bourdieu es su aplicacin a realidades muy distintas de las que ste toma como
referencia para sus anlisis, es decir, las de un campo literario tan desarrollado y complejo
como el de la Francia del s. XIX. Pero, como sabemos, Bourdieu no solo estudia la
literatura decimonnica, sino tambin los sectores de la moda y la alta costura, los museos,
el consumo, etc., proponiendo su nocin de campo para cualquier tipo de produccin
cultural, o dicho de otra manera, proponiendo la validez universal de los modelos
elaborados a propsito del caso francs -en varios lugares, especialmente en (B: 1997)-.
Dado que la distincin entre el principio de autonoma y el de heteronoma es el criterio en
torno al que se posicionan los distintos subcampos, es necesario clarificar la nocin de
autonoma dentro de dicho contexto. A este respecto, en la descripcin bourdiana el
parmetro decisivo es el econmico: la autonoma de un campo especfico se define por su
capacidad de crear un mercado aparte, relativamente independiente del de la gran
produccin -comercial o burgus-, es decir, un circuito que posibilite la distribucin de
unos productos ajenos a los dictmenes del poder institucional. De este modo, tenemos la
oposicin entre un gran mercado formado por consumidores en masa y un pequeo
mercado constituido por consumidores especializados, suficiente al menos para garantizar la
sostenibilidad del subcampo.
Esta idea un poco limitada de autonoma es la que, como seala Martnez Tejero
(2011), ocasiona dificultades a los investigadores que desde la teora del campo tratan de
analizar realidades literarias ajenas a las marcadas por la lgica burguesa de mercado,
especialmente en lugares y periodos donde no pueda hablarse claramente de un mercado
relativamente autnomo. De hecho, el propio Bourdieu indica que las condiciones de
constitucin de un campo autnomo solo se cumplen a partir de un cierto momento del s.
XIX, asociado al desarrollo de la burguesa, la aparicin de la bohemia u otros rasgos como
129
el arte por el arte,36 y aade que tales condiciones vienen siendo puestas en peligro a lo largo
del s. XX debido a la intromisin de los poderes econmicos en el campo de la cultura.
Creemos que este punto de vista, estrictamente econmico, no ha de excluir la opcin a
considerar otros parmetros con los que medir la emergencia de campos o subcampos.
Martnez Tejero indica que el propio Bourdieu no resolvi de forma airosa esta cuestin y
que su teora necesita de adaptaciones, por ejemplo, en el caso de las literaturas francfonas
africanas, belgas o de Quebec, e indicando, como apuntbamos, que la solucin a estas
insuficiencias pasa en ciertas ocasiones por su combinacin con la TPS.
En el contexto espaol, podramos preguntarnos a partir de qu momento se
cumplen las condiciones constitutivas de un campo relativamente autnomo la
problemtica, de nuevo, apuntara al criterio, ms o menos estricto, de consideracin de tal
autonoma-. En este sentido, contamos con algunos trabajos que aplican, directa o
implcitamente, la idea de campo a la literatura del barroco espaol, como los de Ruiz Prez
(2009, 2010) o los de Garca Reidy (2013). En los trabajos de Ruiz Prez, la existencia del
campo se asocia no solo a factores econmicos, como la diversificacin de las relaciones de
mecenazgo o la profesionalizacin del oficio de escritor, sino a la pluralidad de opciones
estticas (la existencia de distintos cnones y no un nico repertorio central e
institucionalizado), as como la fuerte rivalidad y el desarrollo de una conciencia de autor.
De esta manera, para Ruiz Prez (2009), a partir del s. XVII, con la expansin de la
imprenta y la creacin de los primeros corrales de comedias estables, empezara a
desarrollarse cierta autonoma relativa respecto a la preceptiva retrica, desplazando en
parte la literatura al plano del entretenimiento, un proceso que durante el s. XVIII y gracias
a las reformulaciones de la ilustracin y el romanticismo se aproximara ya a una idea
bastante moderna de literatura, culminando en el s. XIX con la constitucin de una
repblica literaria que comprendera en s a toda una variedad de discursos y
concepciones marcadas por la clasificacin y la distincin.
36
Con todo, dentro del propio crculo de Bourdieu encontramos investigadores como Alain Viala,
quien aplica sus ideas a contextos histricos anteriores al s. XIX.
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PARTE III:
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YURI M. LOTMAN
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Manuel Asensi, adems de referirse a los presocrticos, dedica un breve comentario al papel de la
poesa en las tradiciones India y China, de donde se infiere, sobre todo en el caso de la India, la funcin
comunicativa y, curiosamente, la funcin modeladora de la realidad a travs del lector que se le presupona a la
poesa (Asensi, 1998: 33 y ss.).
137
A este respecto, el manual Sociologa de la literatura, coordinado por Snchez Trigueros (1996),
ofrece una sntesis ejemplar de las distintas corrientes comprendidas bajo esta denominacin, desde el
romanticismo hasta nuestros das.
138
Las relaciones entre la obra de Lotman y la de Even-Zohar fueron mencionadas desde muy
temprano por autores como Shelly Yahalom (1980, 1984) y Zohar Shavit (1980, 1986), entre otros.
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El ejemplo de Lotman no puede ser ms ilustrativo, pues las funciones expuestas por Propp se
constituyen realmente como una secuencia narrativa unitaria.
142
Esta visin encaja con la idea polisistmica que entiende grandes complejos
culturales como sistemas estratificados, cada uno de ellos contenido en otros sistemas
mayores y albergando otros menores, como tambin coincide con la ley de los campos
englobantes de Bourdieu. Se dira que, en lneas generales, lo que en Lotman se aplica al
anlisis semitico de los textos artsticos, en Bourdieu y Even-Zohar vale para el estudio de
sistemas culturales, no solo en cuanto a la organizacin estratificada o la lgica relacional
que estructura tanto textos como campos, sino tambin en el juego de equivalencias
funcionales en el que se encuentran encadenados sus componentes, como vamos a tratar
de mostrar en adelante. Por otra parte, observando que no solo los textos son actos
comunicativos, sino que tambin los campos literarios son susceptibles de analizarse en
tanto que tales, y a la luz de los resultados obtenidos por Even-Zohar mediante su
adaptacin de los factores jakobsonianos al anlisis de sistemas, parece lgico pensar que
tambin las funciones que les venan asociadas puedan resultar tiles para dicha empresa. Es
decir, es posible interpretar grandes complejos culturales en su conjunto incluyendo
productores, productos, consumidores, instituciones, etc.- como un solo acto comunicativo,
o como un determinado flujo de informacin, y determinar qu funcin predomina en cada
uno de ellos? Podramos presuponer que los sistemas literarios, atendiendo a su dimensin
artstica, han de encontrarse regidos por la funcin potica, o lo que es igual, orientados
mayormente hacia el mensaje o producto. Sin embargo, como hemos visto en los trabajos de
Even-Zohar y Bourdieu, la configuracin y dinmica de estos sistemas no depende tan solo
de los productos, los productores o ni tan siquiera de los consumidores, sino tambin del
mercado, el repertorio y la institucin, por lo que aceptar una funcionalidad dirigida
prioritariamente hacia la produccin literaria o artstica en s misma podra considerarse un
juicio precipitado.
143
The answer depends on the level of analysis. For instance, it is definitely acceptable
to argue that the most evident (and obvious) product of speech is "voice" (or "voiced
material"), or "sound(s)." Nevertheless, we conventionally regard "voice" as merely the
vehicle of some other, more important, product, i.e., the verbal message, "language" in the
sense of "communication." Similarly, to take a different example, the product of schools
may be defined as "students." Again, this is not an unacceptable answer, in the sense that
officially, and visibly, it is students who engage the energy of schools. We talk about the
number of students (and society calculates budgets in accordance with them), the life and
treatment of students at school, the relations between teachers and students, etc. But even
the most conventional views of schools normally conceive of students as vehicles, and/or
targets, of some other products for which schools are supposed to be responsible, i.e., a
certain body of desirable knowledge, and a certain body of desirable norms and views. In
this sense, "students" are analyzed only in relation to these products. The success of these
issues is evaluated in relation to the ability of schools to inculcate them in their students,
and the extent of distribution and perpetuation in society that the students manage to
accomplish.
42
En el caso de un texto artstico, por ejemplo, lo que a primera vista se considera el contenido o
mensaje comunicado pasa a un segundo plano, considerndose a veces casi una mera excusa y actuando como
soporte o canal, cuando el verdadero mensaje se quiere descubrir en el cdigo empleado para transmitirlo,
el cual entonces adquiere la categora de signo, y finalmente, de ese segundo mensaje. Esto supone de alguna
manera una inversin circular del rol jugado por el cdigo en la comunicacin, el cual pasa de considerarse
un simple medio de transmisin, equivalente por tanto al canal, a desempear la funcin del objeto o
mensaje de la transmisin.
144
I believe that the same holds true for "literature." Even in those periods in which
the major effort of literary activities was oriented towards producing "texts," the status of
these "texts" was, for all intents and purposes, analogous to that of "voice" or "students" in
the examples quoted above. This does not mean that "texts" are transparent in any sense,
but only that as an entity for consumption, different levels of texts must be considered. For
instance, while from a literaturological point of view it may suffice to analyze the patterns
of composition and "story," moods and craft manifested in a "text," a culturological (or
semiotic) analysis would tend to emphasize the models of reality as the most powerful
product of "literature," achieved, among other procedures (but not necessarily exclusively
so), by the making of texts.
(EZ, 1990c: 44)
Para empezar, las relaciones entre canal y cdigo son siempre muy estrechas. A pesar
de que Saussure no menciona tal vez, por obvia- la relacin gentica entre lengua y rganos
fonadores, este tipo de vnculos han de tenerse muy en cuenta. El cdigo morse, constituido
por la simple oposicin entre punto, raya y espacio, surge en 1838 como
consecuencia y sujeto a las limitaciones tcnicas del telgrafo de Samuel Morse. El lenguaje
de signos para sordomudos est igualmente determinado por la ausencia de un canal
auditivo adecuado para la recepcin de mensajes sonoros. Diversos sistemas de seales con
banderas fueron utilizados, sobre todo en la marina, para transmitir informaciones a media
distancia (en tierra firme, un mensajero era normalmente ms eficaz). Estos casos muestran
una codificacin secundaria en la que el canal determina la re-codificacin de un cdigo
preexistente, el de las llamadas lenguas naturales. Pero la constitucin del cdigo de las
propias lenguas naturales est asimismo determinada, en el plano de la expresin, por las
capacidades humanas de fonacin, y en el plano del contenido -su gramtica-, por las
clusulas de nuestro entendimiento, aspecto sobre el que ya se pronunciaron Kant,
Nietzsche o Wittgenstein, entre otros.43 As pues, si en las lenguas naturales o sistemas de
43
Estos filsofos han hecho referencia a las condiciones que hacen posible el lenguaje en relacin con
las disposiciones humanas. Especialmente Kant, mediante el estudio de las categoras, es decir, los conceptos
puros a priori (anteriores a toda experiencia) que hacen posible los juicios del entendimiento (por ejemplo,
las categoras de "causa y efecto" seran necesarias para elaborar juicios hipotticos). En cuanto a Nietzsche, su
investigacin sobre la relacin entre pensamiento y lenguaje es de orden muy distinto. Para l, mientras que la
realidad es cambiante, perecedera y dinmica, el lenguaje es el vehculo de una metafsica que la "petrifica" en
145
que doce estn medidos con el tiempo/ y la paciencia del que est
escuchando. La frmula perdurara en el teatro espaol hasta finales del s. XIX. Otro
ejemplo resulta de la transformacin de los primitivos cantares de gesta castellanos, en
hemistiquios anisosilbicos y de origen discutido,45 pero escritos por autores cultos en
razn del "prejuicio del ser", asignndole unidad y permanencia a todo lo que vemos. Aqu nos interesa la idea
de que para Nietzsche existe una indisolubilidad entre lenguaje y hombre, es decir, el lenguaje es vehculo de
la metafsica porque el hombre tiende a ser metafsico, lo que le llevar a calificar a la verdad como una
hueste de metforas en movimiento" (Nietzsche, F., Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Madrid,
Tecnos, 1996, p. 25). Las aserciones de Wittgenstein respecto a la relacin entre pensamiento y lenguaje han
pasado hoy da, en forma de citas y merchandising, a formar parte de la cultura popular.
44
Encontramos referencias en este sentido en el volumen compilado por Francisco Rico, Imprenta y
crtica textual en el siglo de oro, donde se analizan las determinaciones que las primeras imprentas ejercen sobre
la configuracin formal y semntica de los textos. As, por ejemplo, en la imprenta urea los tamaos de los
libros respondan tambin a la naturaleza de los mismos; el libro de a ocho se destinaba a la poesa, la cuartilla
a narrativa (El Quijote), el folio a estudios en prosa (gramticas) y los ms grandes y a doble columna para la
pica, la Biblia o los libros doctrinales. La evidente relacin entre gnero, caracteres por lnea, necesidad y
coste del papel determinaba la disposicin a dos columnas o el tamao de la tipografa. En el caso de la poesa,
el desperdicio de papel obligaba a una edicin de tamao reducido para reducir su coste. La misma lgica rige
actualmente el funcionando del discurso periodstico, donde gneros como la columna de opinin aparecen
delimitados por factores de mercado, tanto en su extensin como en su estructura semntica interna.
45
Recogemos la muy didctica sntesis ofrecida por Anastasio Serrano: Referente al origen de los
cantares de gesta tenemos dos teoras: la individualista, defendida por J. Bedier, y la neotradicionalista,
defendida por Menndez Pidal./ Bedier piensa que tanto la Chanson de Roland, como el Poema de Mo Cid
146
cierto momento, en los populares romances octosilbicos, de tradicin oral, que facilitaban
a los juglares su memorizacin y recitado, conservando una estructura bimembre y la rima
asonante. Esta frmula se mantuvo en la poesa culta hasta bien entrado el s. XX, es decir,
mucho despus de agotada su transmisin oral.46 Parece ser que tambin la extensin hoy
habitual de las pelculas cinematogrficas se normaliz a partir del tamao o la cantidad de
rollos que se podan transportar en una bici de sala en sala de exhibicin. En todos estos
casos, las constricciones formales impuestas por el canal, relativamente aleatorias, se
convencionalizan y pasan a formar parte del cdigo, que es mantenido luego por la
tradicin.
Pero si en trminos generales no es difcil entender la estrecha relacin que se
establece entre canal, cdigo y mensaje, o entre mercado, repertorio y producto, en el caso
de los lenguajes artsticos no se trata tan solo de que estos factores se configuren
recprocamente, sino que cada uno de sus constituyentes puede variar de funcin
dependiendo del nivel de anlisis. As, Lotman advierte que la fuerte semantizacin de los
cdigos conducira, a cierto nivel, a la equiparacin de cdigo y mensaje, variando para cada
destinatario su diferenciacin: El valor informacional de la lengua y del mensaje dados en
un mismo texto vara en funcin de la estructura del cdigo del lector, de sus exigencias y
esperanzas. (L, 1970: 32, cursiva nuestra). En cualquier caso, para Lotman resulta evidente
el trasvase de funciones entre cdigo y mensaje:
son obra de poetas individuales y que fueron escritas varios siglos despus de los sucesos y sus autores seran
poetas cultos, de carcter clerical, que tomaron los datos de algn cronicn conservado en alguna abada o
monasterio./ Menndez Pidal, por el contrario, piensa que el origen de los cantares de gesta es muy anterior a
los textos conservados y que stos no pueden ser explicados sin tener en cuenta una larga tradicin de textos
perdidos. Si el Cantar de Roldn y el Cantar de Mio Cid fueron las primeras obras escritas en francs y en
espaol, seran un milagro literario; por lo tanto tuvo que precederles mucho tiempo de trabajo literario
annimo para que los textos alcanzaran la dignidad artstica que poseen./ La teora de Menndez Pidal, largo
tiempo sostenida y razonada, ha sido confirmada por el descubrimiento de Dmaso Alonso en 1954 de un
pequeo texto llamado por l Nota Emilianense (por proceder del monasterio de San Milln), en el cual
aparece un breve relato de la derrota de Roncesvalles, que sigue en lneas generales la Chanson de Roland y da
los nombres principales de la gesta. La Nota Emilianense ha sido fechada entre el ao 1054 y 1076, es decir
de 30 a 50 aos antes de de la Chanson. Esto demuestra que la difusin del tema pico de Roldn fue mucho
antes de la gesta conservada y por tanto la existencia de primitivas redacciones de la leyenda, es decir la
existencia de una actividad pica latente (Menndez Pidal en comentarios a la Nota). (Serrano, 2012).
Citamos en la bibliografa la principal obra de Menndez Pidal (1959) sobre este asunto.
46
Sobre el paso de los cantares de gesta al romance octosilbico, ver Antonio Quilis, Mtrica
espaola, Madrid, Ediciones Alcal, 1975, 3 edicin, pp. 146-147.
147
148
Funciones:
lingsticos:
Factores
sistmicos:
Canal
Ftica
Mercado
Emisor
Expresiva (o emotiva)
Productor
Mensaje
Potica
Producto
Receptor
Conativa
Consumidor
Cdigo
Metalingstica
Repertorio
Contexto
Referencial
Institucin
150
pensadas para un pblico, mientras que las obras regidas por el principio de autonoma
deben construir su propio pblico. Una distincin similar encontramos en Lotman:
Sin embargo, es preciso sealar que la naturaleza comunicativa del arte deja en ste
una huella profunda y que en aquellas estructuras textuales y extratextuales que determinan
las formas del arte, unas se corresponden en mayor medida a los intereses del lector, a su
posicin en el acto de comunicacin, otras, a los del autor.
(L, 1970: 356). 47
47
El desarrollo de esta idea en Lotman es adecuado para la descripcin de polmicas literarias entre
diferentes poticas de grupos enfrentados. Por ejemplo, en la poesa espaola ms reciente, una tendencia
especfica defiende una poesa comunicativa y cercana al lector, atacando cualquier intento de
complejizacin del lenguaje. Sus adversarios, en cambio, parecen coincidir con Lotman, para quien Es
preciso reconocer que no como regla, sino como tendencia- la oposicin del oyente es ms propia del arte
de masas y, en particular, de la llamada cultura de masas. (1970: 357), impresin compartida tambin por
Bourdieu.
48
Tal y como expone Lampis (2009), esto coincide con el anlisis de Lotman, quien retomando las
ideas de Prigogine, seala dos tipos de procesos dinmicos: los que transcurren en situaciones de equilibrio y
los que transcurren en situaciones de desequilibrio. En los primeros, se da una causalidad lineal, reversible
(simtrica) y predecible. En los segundos (asimtricos), en cambio, se alcanzan puntos de bifurcacin en los
que la deriva del sistema puede tomar dos o ms direcciones, y a los que Lotman denomina momentos
explosivos. La explosin tiene que ver con la propia heterogeneidad de los sistemas culturales y suele proceder
151
atestiguarlo los mltiples casos de artistas innovadores cuyos productos son, en principio o
durante aos, rechazados por el centro institucional, vindose privados de reconocimiento,
y que solo tras un lento proceso de asimilacin -a veces incluso tras pasar por causas
judiciales o pstumamente- son admitidos al centro del sistema o canonizados- y sus obras
convertidas en modelos de imitacin promocionados desde las instituciones. En el caso de
estos artistas, parece claro que su produccin no se orienta hacia el mercado, las
instituciones o el pblico, sino ms bien al contrario, hacia su propio arte lart pour
lart-, hacia su propio mensaje (o producto), su cdigo (o repertorio) y su propio criterio de
artista (esto es, del productor), correspondindose as con las funciones potica,
metalingstica y expresiva, las cuales se corresponde, por tanto, con el principio de
autonoma.
Esto no quiere decir que todo lo que se produce en la periferia sean obras primarias
o innovadoras, aunque sin duda un buen nmero lo son, quedando la mayor parte en el
olvido, bien por carecer realmente de inters o bien por la resistencia de las instituciones y el
mercado, con ocasionales rescates llegados a veces con siglos de diferencia (caso Longino).
Parece ms razonable admitir que la mayor parte de lo que se produce, tanto en el centro
como en la periferia, responde a modelos secundarios. Ello explica que grandes genios de la
literatura hayan pasado muchas dificultades en vida para ver reconocidas sus producciones,
en primer lugar porque stas aparecen entremezcladas con un sinfn de otras producciones
perifricas que se promocionan tambin como obras innovadoras susceptibles de pasar a los
cnones de la literatura. Debido a la propia naturaleza de la institucin (cuyos miembros
suelen estar apegados a repertorios canonizados e implicados en la conservacin de los
mismos), a sta le resulta difcil reconocer o admitir producciones que incorporen
novedades en el repertorio y distinguir de entre toda la vasta produccin perifrica aquellas
obras cuyas innovaciones merecen ser valoradas, por lo que, al contrario, su criterio suele
de las reas menos estructuradas del sistema, es decir, de las periferias. Las zonas del centro canonizado son
ms homogneas, estructuradas y predecibles, con una determinada enciclopedia del mundo, mientras que
las zonas de la periferia, siendo ms heterogneas e incluyendo elementos no cannicos, constituyen una
reserva de opciones (repertorios) variable que ejerce una presin constante sobre el centro cannico. Por lo
tanto, estas zonas tienen efectos altamente perturbadores sobre los hbitos semisicos, de modo que la
aparicin casual (impredecible) de los desencadenantes de la explosin es ms probable en estos sectores del
sistema menos rgidamente estructurados: las periferias.
152
153
Pero adems, en cuanto a esta relacin entre cdigo y mercado, conviene tener
presente que existen tambin unos cdigos o repertorios de mercado, y por tanto, lo
que efectivamente se produce es una asociacin entre cdigos artsticos y tipos de mercado.
Siguiendo a Even-Zohar, para quien Lo que se negocia en el mercado no es un producto
en cuanto a objeto, ni una serie concreta de ellos, sino el repertorio, debemos aadir que
adems de repertorios artsticos, y en estrecha vinculacin con ellos, lo que se negocia en el
mercado es una forma de relacin, de estructura posicional o de tipos de intercambio, es
decir, de maneras de consumo que implican unos determinados beneficios o dinmicas,
existiendo una gran diferencia entre cada uno de estos repertorios de mercado. Por ejemplo,
si atendemos a la dimensin estrictamente econmica del mercado, observaremos
fcilmente la gran diferencia entre un mercado basado en el sistema de trueque y un
mercado basado en la moneda, o entre un mercado donde el regateo es normativo y un
mercado de precios fijos. En ltima instancia, el mercado se sirve del repertorio (de los
productos) para perpetuarse a s mismo, es decir, para perpetuar su organizacin o
repertorio de mercado (por ejemplo, absorbiendo modelos originalmente outsiders). Si
154
establecemos una similitud con el sistema poltico democrtico, lo importante para este
sistema al menos, en teora- no es que gobierne un partido de una u otra orientacin, sino
que su funcionamiento sea democrtico (aunque el fin ltimo de todo sistema de gobierno
no sea otro que posibilitar el gobierno, en este caso se tratara de un gobierno sujeto a
ciertas condiciones). Por consiguiente, para el mercado es fundamental que los repertorios
de los productos negociados en l se ajusten a las leyes del mercado en cuestin, y por lo
tanto, unos modelos que vayan contra las estructuras de un determinado repertorio de
mercado no sern promocionados por las instituciones que lo regulan (a esta lgica pueden
responder muchos casos de censura u ostracismo hacia ciertos artistas). Uno de los ejemplos
ms evidentes de la oposicin entre diferentes repertorios de mercado es el periodo histrico
conocido bajo el trmino de guerra fra. Pero no es necesario acudir a escenarios tan
extremos, pues las restricciones impuestas sobre la informacin que circula por un
determinado medio formarn siempre parte de la condiciones del propio medio.
Podemos aqu preguntarnos por la propiedad de la asociacin entre funcin
referencial y la idea de institucin. Por un lado, la institucin se encarga de la conservacin
del repertorio (concretamente, de algn tipo o tradicin dentro de unas opciones siempre
mayores), pero tambin de sancionar el trfico de productos que se negocian en el
mercado. Es decir, para Even-Zohar, la institucin siempre tratar de controlar y regular la
produccin. Por otro lado, en Lingstica y potica, la funcin referencial es la que menos
atencin recibe por parte de Jakobson, dndola sin duda por sobreentendida, pues era ya
conocida por los lingistas como funcin denotativa, congnoscitiva o informativa,
asociada a la tercera persona verbal y dirigida hacia algn aspecto de la realidad circundante
o contextual. Pero consideremos que la orientacin hacia el contexto no se manifiesta
siempre de manera tan obvia. Como estudia la pragmtica, la funcin referencial est
presente sobre todo en aquellas situaciones en las que un contexto impone el uso de
determinados cdigos y no de otros, como por ejemplo, en todo tipo de rituales,
ceremonias, situaciones formales o informales, mbitos acadmicos o profesionales, etc.
En trminos generales, cada contexto sociocultural impone el uso de un determinado
sociolecto -es decir, de un cdigo-, y utilizar un sociolecto inadecuado en una situacin
dada puede conllevar extraeza y rechazo. Definitivamente, hay cdigos que nunca se
155
usarn en determinados contextos y cosas que no se deben decir en otros, a la vez que un
mismo mensaje puede cambiar completamente de significado y valor en funcin del
contexto. Este papel regulador y sancionador de cdigos y mensajes puede ofrecer una
explicacin funcional ms precisa a la asociacin entre contexto, funcin referencial e
institucin.
Por otra parte, tanto Jakobson y como Lotman se refieren a la existencia no de un
cdigo de la comunicacin, sino de dos: uno para codificar (activo) -el de la produccin-, y
otro para decodificar (pasivo) -el de la recepcin-. En el principio heternimo, el autor
realiza un esfuerzo de adaptacin del cdigo activo al cdigo pasivo -el cual variar en
funcin del pblico al que se dirija el autor, tal y como estipula la Oratoria-. En el principio
autnomo, es el receptor el que realiza un esfuerzo de adaptacin de su cdigo al del
productor, y es por ello que para Bourdieu hay obras que tienen que construir su propio
mercado.
Resumiendo, en su aplicacin a valores sistmicos, al igual que en los textos
lingsticos, la funcin referencial es aquella dirigida al contexto, como consecuencia de estar
dirigida hacia la institucin: cuando un producto se construye dialgicamente orientado
hacia el centro institucional, por fuerza el trabajo sobre los cdigos queda muy limitado, ya
que solo se utilizarn aquellos legitimados por la institucin -es decir, los repertorios o
modelos canonizados-, por lo que la reduccin de las posibilidades de eleccin sobre el
rango de cdigos posibles se compensar con la atencin dedicada al referente (lo que puede
explicar en ocasiones la tendencia a los libros temticos). Evidentemente, esta funcin se
asocia a actividades y productos secundarios.49 La funcin conativa parece identificarse en la
mayor parte de los casos con la literatura comercial, es decir, aquella dirigida a satisfacer los
gustos del pblico, pero hay que considerar aqu los diferentes tipos de pblico a los que un
autor puede dirigir su obra. Cuando un productor se dirige a un mercado muy restringido,
estar asumiendo las funciones y orientaciones que primen en ese subcampo, mientras que
cuando un productor se dirija hacia la institucin, esta funcin se encontrar muy cercana a
49
Aunque si consideramos la forma del contenido una parte del cdigo, la limitacin referida sobre
los repertorios institucionales o canonizados afectara solo a la dimensin de la expresin (del contenido) del
repertorio. Siempre segn la terminologa de Chatman (1990).
156
Para un anlisis del sistema entendido como flujo de informacin, esto es, como
hecho comunicativo en su conjunto, faltara por ver si es posible asimilar las posiciones de
centro y periferia con los factores de la comunicacin. Imaginemos un acto comunicativo
simple entre un sujeto emisor y un sujeto receptor. El emisor transmite una informacin
que es recibida por el receptor, pero al mismo tiempo el emisor recibe tambin otro tipo de
157
energa por parte del receptor, que podemos denominar atencin. Si la relacin se
establece entre iguales entre posiciones equivalentes-, normalmente las funciones de
emisor y recetor se alternarn de forma equilibrada. Imaginemos ahora una situacin
diferente, como, por ejemplo, una clase magistral o un recital de poesa; en esta situacin
tendremos a un sujeto individual o a un pequeo grupo de sujetos emitiendo una
informacin para una audiencia que los supera en nmero (o eso sera de esperar). En este
caso el flujo de informacin no se transmitir desde posiciones alternas, sino que el emisor
mantendr su posicin durante todo el perodo, recibiendo la atencin de los receptores
hasta finalizar la comunicacin. Es posible que se produzcan preguntas o intervenciones por
parte del pblico, pero generalmente estas emisiones sern puntuales o de menor
medida. Este ejemplo muestra ya las caractersticas ms bsicas de un sistema
centro/periferia donde el centro acta como emisor y la periferia como receptora. Este sistema
cuenta con una ilustracin arquitectnica ejemplar en la disposicin semicircular de los
teatros y auditorios: dichas estructuras generan lo que justamente se conoce como un centro
de atencin, susceptible de recibir no solo la atencin, sino tambin la admiracin de los
receptores, los beneficios socioeconmicos y el status privilegiado que dicha posicin
comporta. As pues, podemos establecer una identificacin entre centro-emisor, por una
parte, y periferia-receptora, por otra. Por supuesto, los mensajes transmitidos desde el centro
pueden estar orientados segn cualquiera de las funciones posibles. Si bien, en el caso de la
poesa, se esperara que la informacin emitida estuviera orientada hacia los propios
mensajes (funcin potica), inevitablemente encontraremos tambin en los discursos
literarios diferentes combinaciones jerrquicas de varias funciones.
Puede alegarse que en el caso de los sistemas literarios no se establece una relacin
de este tipo, sino que los integrantes de la periferia son productores y receptores de sus
propios repertorios, o incluso que los distintos subcampos se ignoran entre s. A cierto nivel,
esto es efectivamente cierto, pero a un nivel ms amplio, se dan varias circunstancias que
convierten a la periferia, nolens volens, en consumidora de los productos canonizados
provenientes del centro institucional. Los repertorios del centro institucionalizado son ms
homogneos, y el nmero de sus productores ms reducido. Estos cuentan adems con el
apoyo de las instituciones y los beneficios de una posicin cercana al poder poltico y
158
econmico para hacer llegar sus modelos tanto a los consumidores especializados como a las
esferas ms populares, sobre todo gracias a la definitiva promocin de sus repertorios por
parte de las instituciones educativas y los medios de comunicacin de masas. Por el
contrario, la periferia comprende obligatoriamente una cantidad mucho ms numerosa y
heterognea de repertorios y productores, y el alcance de sus mercados de distribucin es
siempre ms reducido.
Es precisamente en la competencia entre los campos regidos por el principio de
heteronoma, como los sistemas de la literatura comercial o best sellers, y aquellos regidos
por el principio de autonoma, supuestamente atentos a la calidad intrnseca de sus
productos, donde se manifiestan las mayores tensiones y discrepancias por la definicin del
centro del polisistema. Los unos cuentan con el respaldo de grandes casas editoriales,
grandes masas de lectores e importantes beneficios econmicos, mientras que los otros se
hacen acreedores de un prestigio literario que es reconocido y premiado por las instituciones
polticas. Se trata del enfrentamiento entre dos tipos de instituciones y dos tipos de capital:
el econmico y el artstico. En este sentido, interesa estudiar los criterios que rigen los
procesos de canonizacin que pueden llevar a unos u a otros al reconocimiento por parte de
las instituciones acadmicas o escolares, lo que podemos considerar casi como el ltimo
grado posible de consagracin, significando la entrada en la Historia de la Literatura -la
cual, por otra parte, es sometida tambin a revisiones peridicas-. En este contexto, ya
Bourdieu menciona la penetracin cada vez ms profunda de los instrumentos del poder
econmico en los campos acadmicos y culturales, situacin que se agudiza especialmente a
partir de la segunda mitad del s. XX, como se manifiesta en la expansin de la literatura de
masas, la transformacin de los autores de alta literatura en estrellas mediticas o la
alianza cada vez ms estrecha entre grandes casas editoriales y movimientos literarios
presuntamente serios. La cuestin se complica an ms si pensamos que autores que en su
da pasaron por productores de obras comerciales o de entretenimiento han llegado a
convertirse en clsicos, mientras que otros que fueron reconocidos por las instituciones
vigentes de su momento finalmente han cado en el olvido o han pasado a considerarse
159
autores menores.50 As pues, a pesar de todos los intentos por fijar cnones nacionales o
incluso universales como conjuntos cerrados, hemos de admitir que los repertorios
canonizados, lo mismo que los centros institucionales, no representan estructuras estticas,
sino dinmicas, y que es posible describir sus procesos de cambio mediante un estudio
diacrnico.
En conclusin, a pesar de los conflictos entre subcampos por la definicin del
centro jerrquico del sistema, es posible afirmar que este centro funciona como el emisor
principal de informacin y simultneamente como el principal receptor de atencin del
conjunto del sistema, lo que otorga a la periferia el papel de receptor o consumidor de sus
productos. Esto es as aun si consideramos que los pblicos de los distintos subcampos no
suelen consumir la literatura producida por los autores centrales o perifricos- de los
subcampos ajenos, pues el centro comn del sistema no estara compuesto exclusivamente
por los miembros del subcampo dominante, sino por los representantes consagrados
(centrales) de cada uno de los subcampos, de la misma manera que los parlamentos
nacionales (democrticos) se encuentran ocupados por representantes de las distintas
facciones polticas, y no solo del partido que gobierna.
50
Como ejemplo, digamos que el propio Cervantes consideraba a su novela Don Quijote como un
libro de burlas (escritos para su lectura como entretenimiento en las posadas, con nimo de hacer rer),
aunque habra que discutir hasta qu punto fue consciente, sobre todo tras el xito de la primera parte, del
valor de su obra. Otro caso es el de La celestina, supuestamente concebido tambin para el entretenimiento
cortesano de las damas casadas. En el siglo de oro, el teatro de corral que hoy consideramos cannico era
considerado casi como un demrito para su autor, en contraposicin con el que se representaba en la corte, o
incluso con el que no se representaba, quedando reservado para la lectura del pblico culto.
160
habituales agendas o diarios personales, en los que emisor y destinatario son una misma
entidad, pero diferida en el tiempo (que actuara aqu como canal). Este modelo permite
estudiar los sistemas literarios como circuitos de autocomunicacin, lo que parece
especialmente apropiado para gneros minoritarios como la poesa, de la cual se dice que
escritores y lectores son los mismos, o para los estados del campo que dan lugar a la
formacin de nuevos subcampos y durante los cuales les producteurs peuvent navoir pour
clients, au moins court terme, que leurs concurrents (B, 1992: 140). Por otra parte,
recordemos que Even-Zohar distingue entre consumidores directos e indirectos de literatura,
sealando que All members of any community are at least "indirect" consumers of literary
texts (EZ, 1990c: 37). Desde este punto de vista, el campo literario funcionara como
centro-emisor, mientras que la sociedad cumplira el rol de periferia-destinataria. Aqu hay
que precisar que son los repertorios canonizados los que obtienen mayor proyeccin,
alcanzando al espacio social en su conjunto, mientras que la distribucin de los productos
perifricos es siempre ms reducida, lo que incentiva la competencia entre los autores
dentro del propio campo por alcanzar las posiciones centrales.
Centro-emisor Periferia-receptora
162
llamar campo expresivo, dentro del que se encuentran los sistemas artsticos, los educativos
(subcampo muy interseccionado con el de la poltica, la ciencia y la economa), los
deportivos y los que en lenguaje corriente se denominan medios de informacin. Como
muestra Even-Zohar, este campo expresivo52 funciona como un medio imprescindible de
consolidacin y mantenimiento de las sociedades, as como de creacin de nuevos
repertorios, los cuales efectivamente pueden llegan a afectar a los terrenos poltico y
econmico (caso de la filosofa crtica marxista del s. XIX, determinante en las revoluciones
poltico-econmicas del s. XX en todo el mundo). Y finalmente, dentro de los lenguajes
artsticos, se encuentra el sistema literario.
Yendo ms lejos, si, como propone Lotman, consideramos el modelo autocomunicativo de la sociedad, o de la humanidad en su conjunto, como el nico modelo
existente, este modelo debe ser susceptible, en cualquier caso, de admitir cada una de las
seis funciones presentes en todo acto comunicativo.53 En su concretizacin social, cada una
de estas funciones puede adscribirse a uno de los seis grandes megacampos arriba descritos.
La funcin expresiva correspondera al campo expresivo, tanto en su dimensin artstica,
como educativa, informativa o deportiva, pues es aquella cuya atencin se orienta hacia la
expresin de los repertorios y valores asociados- de la sociedad en s misma. En cambio,
la funcin potica, aquella que se centra en el mensaje, es decir, en indagar sobre el sentido o
el significado de la informacin (de la sociedad, de la vida) se ha asociado histricamente al
campo religioso, numinoso o metafsico. La funcin conativa, que para Jakobson halla su
ms pura expresin gramatical en el vocativo y el imperativo, correspondera al campo
militar, cuya atencin se orienta decididamente hacia el destinatario de la informacin, un
destinatario entendido como sociedad otra, diferente y separada. En este caso, tanto en
la atribucin de una funcin principalmente defensiva (o pasiva) como en la de una funcin
52
Al que de forma vaga solemos referirnos como cultural, un trmin, en opinin de Even-Zohar,
inapropiado desde el punto de vista sistmico.
53
El propio Lotman plantea esta cuestin en trminos funcionales: Todo tipo de cultura se
caracteriza por un determinado conjunto de funciones que es servido por los correspondientes objetos de la
cultura material, instituciones ideolgicas, textos, etc. Y unos renglones ms abajo: Las funciones sociales
son servidas por los correspondientes mecanismos. Para las funciones literarias este mecanismo es el texto. (L,
1970: 362).
164
ofensiva (o activa), el campo militar est siempre orientado hacia un t que es distinto del
yo, es decir, hacia una sociedad que es a la vez idntica (porque es sociedad y, por tanto,
comparte ciertos cdigos que hacen posible, incluso, este tipo de comunicacin), pero
diferente de s. La funcin referencial correspondera al campo cientfico, que obviamente est
orientado hacia el contexto, es decir, hacia el entorno o medio de la sociedad, instituyendo
aquello que se supone que la realidad parece ser. Aunque es posible aadir que este campo
realiza una fuerte actividad sobre los cdigos mediante los que la sociedad interpreta su
medio, estos cdigos se refieren principalmente al lenguaje especfico del campo y no tanto
a los cdigos o repertorios que la sociedad utiliza para comunicarse en tanto que sociedad aunque inevitablemente se produzcan transvases-. La funcin metalingstica correspondera
al campo de la poltica,54 y es aquella destinada a reflexionar y legislar en cuanto a qu tipo
de cdigos-repertorios son pertinentes en los procesos de modelizacin de la sociedad, y
aunque realice esta labor en permanente contacto con el resto de los campos, la capacidad
de legislar en este sentido se le atribuye de facto. Por ejemplo, el campo cientfico puede
abogar por su derecho a investigar con clulas madre, pero es finalmente el campo
poltico al menos, en teora- el que le otorga o no validez a ese repertorio, o a cualquier
otro. La funcin ftica correspondera al campo econmico, y es aquella orientada hacia el
medio de la sociedad, no como objeto de conocimiento, sino como soporte efectivo para el
mantenimiento de su actividad, de su comunicacin y, en suma, de su existencia. Por
supuesto, las interferencias y las variaciones en las relaciones jerrquicas entre cada uno de
estos sistemas y sus funciones correspondientes constituyen la dinmica de la dimensin
diacrnica de las sociedades.
54
Esta interpretacin coincide solo parcialmente con la de David Easton (1953): The Political
System, para quien el sistema poltico constituye un subsistema del sistema social y se distingue por su ejercicio
de control autoriatario sobre la totalidad del sistema, aunque interacta con subsistemas no polticos.
165
poltico
[metalingstico]
expresivo
religioso
militar
[expresiva]
[potica]
[conativa]
econmico
cientfico
[ftica]
[referencial]
As pues, como el resto de las artes y como el resto de los campos citados, la
literatura es uno de los sistemas por los que la sociedad realiza su actividad automodelizadora (y claro, simultneamente, tambin la literatura se auto-modeliza). Este
proceso sigue un movimiento dialctico, pero sera impreciso imaginarlo como la
comunicacin entre los dos polos de un sistema esttico, o como si el conjunto de la
sociedad constituyese algo exterior o distinto de los campos literarios (la estructura
jerrquica de los campos literarios viene determinada, de hecho, por su imbricacin en la
estructura estratificada de las sociedades). La comunicacin que aqu se produce es de la
sociedad consigo misma, pero como apuntbamos antes, todo proceso de autocomunicacin necesita de cierto grado de desdoblamiento, cuya mnima expresin est
constituida por la mediacin temporal que estructura la secuenciacin de los discursos y su
recepcin. Incluso la secuencia del pensamiento est sujeta a la mediacin de su lectura por
parte del sujeto que piensa. La imagen adecuada para describir el funcionamiento de los
sistemas literarios en sociedad, desde este punto de vista, es la de la auto-comunicacin, es
decir, la de un proceso mediante el que la sociedad pone en circulacin un tipo peculiar de
informacin, que sigue unos canales y cdigos especiales, para ser recibida por esos
mercados. La imagen bourdiana de los campos literarios como microcosmos sociales regidos
por sus propias leyes internas sigue siendo vlida, si recordamos que al entrar en ellos no
salimos de la sociedad, y que esas leyes responden a la negociacin entre el capital literario y
el resto de valores que operan en la sociedad, de tal forma que las "constricciones" propias
166
del espacio social se reproducen tambin en el literario, aspecto sobre el que Bourdieu
insiste en varios lugares (B, 1992: 89, 123, 127, etc.). Por lo tanto, salvo como abstraccin
de un momento dialctico inscrito en un proceso circular, el esquema no sigue la estructura
A B, como en el caso de literatura-emisora sociedad-receptora, sino A A, es decir,
sociedad-emisora sociedad-receptora (literatura-cdigo). La literatura no puede,
evidentemente, hablarle a la sociedad aunque lo haga- como si sta fuera algo distinto de
s misma. La literatura es uno de los idiomas que la sociedad emplea para hablarse a s
misma.
literatura
[cdigo]
sociedad
modelizacin (cambio)
sociedad
[emisor]
[mensaje]
[receptora]
tiempo
realidad (ecosistema)
[canal]
[contexto]
La oposicin entre centro y periferia resulta til para entender los procesos de
competencia por la consagracin y condiciona adems el funcionamiento del mercado,
potenciando a los autores canonizados frente a los perifricos. Tambin es frecuente la
aparicin de estructuras geopolticas que responden a este modelo, como queda patente al
observar un simple mapa de carreteras, o como la concentracin habitual de productores
consagrados en las capitales polticas o culturales de su comunidad. No obstante, la
comunicacin literaria no sucede exactamente como en un auditorio, al menos a gran
escala. Even-Zohar nos recuerda que no existe un nico centro, sino una jerarqua de
centros. Los mrgenes y ramificaciones de los subcampos pueden pasar finalmente por
estructuras rizomticas. De una u otra forma, los repertorios literarios se introducen en
todas las esferas de la sociedad, no solo travs de libreras, bibliotecas, manuales y toda la
167
serie de actos y programas dispuestos para tal fin, sino incorporados en el discurso diario
como una parte del habitus sociolingstico de una comunidad. As, es posible observar la
creacin de mensajes populares que tienen como base modelos literarios muy especficos. Un
ejemplo sera el slogan: Al gobierno le gusta cuando callas, porque ests como ausente,
mostrado en las manifestaciones de mayo del 2011 en Espaa, y que parodia un conocido
verso de Pablo Neruda publicado en Santiago de Chile en 1924.
Cmo se realiza el proceso de modelizacin de la sociedad a travs de la
comunicacin literaria? Cmo modifica la sociedad los repertorios de la literatura? Cmo
circula ese flujo de informacin a travs de los mercados literarios? Aunque se trata de un
proceso circular, es posible presentarlo en dos fases. En un primer momento, (1) los
mercados ponen a disposicin de los consumidores una serie de productos literarios. Si bien
estos consumidores comprenden todo el conjunto de la sociedad, especialmente gracias a la
difusin de los productos por el sistema educativo, una parte de ellos se convierte en
consumidores directos de literatura, constituyendo lo que Even-Zohar denomina el pblico.
Los productos puestos en circulacin contienen repertorios y modelos que implican una
determinada modelizacin del mundo y de la sociedad. Sobre esta oferta el pblico realiza
(de manera ms o menos autnoma, pero siembre bajo algn grado de influencia por
parte de la institucin, la cual condiciona tambin la produccin, a veces a travs de
instrumentos como el aparato censor) una criba de autores, premiando ciertos modelos y
rechazando otros, y contribuyendo as a la definicin del centro del sistema y al proceso de
canonizacin del repertorio. En este proceso de seleccin, las modelizaciones de la realidad
implcitas en los repertorios negociados se ven confrontadas con los valores vigentes en la
sociedad del momento, por lo que el pblico selecciona aquellos repertorios con cuyos
valores se identifica. De esta manera, a travs del consumo, que rechaza o premia los
productos en funcin de las preferencias del pblico, los sistemas literarios reciben la accin
modelizadora de la sociedad,55 a la misma vez que la sociedad recibe la influencia
55
Pero como vemos, esta accin modelizadora no se produce directamente, sino a travs del filtro
de los repertorios y mercados literarios o, en palabras de Bourdieu, de la estructura del campo: Ainsi,
lautonomie relative du champ saffirme de plus en plus dans des oeuvres qui ne doivent leurs propits
formelles et leur valeur qu la structure, donc lhistoire, du champ, interdisant toujours davantage le
168
169
tambin lo que suele llamarse como rasgos de poca. Para muchos productores la nica
manera de generar nuevos repertorios es mediante la adicin de elementos procedentes de
otros sistemas (literarios o extra-literarios) a los modelos anteriores, es decir, incorporando
los valores, los puntos de vista y las modelizaciones de la realidad propias de los
consumidores que ellos mismos son, pero siempre dentro del champ des possibles, es decir, de
las modelizaciones disponibles en los distintos sistemas de una sociedad en un momento
determinado. Esto posibilita que nuevas masas de lectores se sientan identificadas con
dichos valores y respalden aquellos productos que los portan, garantizando de esta forma la
posicin en el campo de sus autores. Aqu habra que referir que estas nuevas
modelizaciones no se limitan a representaciones de valores activos en la sociedad, sino que
pueden incluir repertorios y modelos de realidades potenciales, como sucede en el caso de la
literatura de ciencia ficcin.
Estas consideraciones no pretenden una vuelta a la vieja teora del reflejo ni, por el
contrario, el olvido de la dimensin propiamente esttica de los productos en juego la cual
no es posible tampoco separar, como bien insiste Bourdieu, de las condiciones histricas de
posibilidad que la sostienen-. No suponen, tampoco, y por ambas razones, el olvido de la
fuerza estructurante de los campos o sistemas a travs de los cuales se genera y activa la
circulacin de la informacin literaria. Ya en Mukarovsky, por ejemplo, ambas dimensiones
se conjugan y conviven tanto en la configuracin de unas obras atentas a s mismas, como
en la conciencia colectiva de los lectores y, por otra parte, tambin en los propios campos.
Como comentbamos, no todos los productos en circulacin participan del mismo tipo de
configuracin, pues en cada subcampo regirn unos rdenes jerrquicos de funciones
comunicativas diferentes (referencial, potica, metalingstica, etc.). Por lo mismo, tambin
es posible observar, de este modo, ya desde los primeros momentos de formacin de los
campos, la correspondencia entre posiciones sociales y tomas de posicin literarias.56
56
As, en el caso espaol: Las polmicas literarias que jalonan el devenir de las letras desde la corte
de Juan II a la de Felipe IV muestran un alto y significativo grado de coincidencia con la aparicin de grupos
sociales emergentes, nuevos modos ideolgicos y giros en el decurso de la historia, ya desde que Mena y
Santillana encarnaran los respectivos modelos poticos de los partidarios de don lvaro de Luna, con su
proyecto de reformas, y el grupo nobiliario en defensa de antiguos privilegios, en una pugna de la que, con el
reforzamiento del trono, surgir la figura de la nacin espaola. (Ruiz Prez, 2008: 506)
170
La cuestin se presenta aqu en trminos muy simplificados. Habra que citar a la larga tradicin
de autores que han estudiado la relacin entre formas literarias (repertorios artsticos) y modelos de realidad
(repertorios sociales). Esto puede acometerse desde varios puntos de vista, como el hermenutico, o a distintos
niveles. Desde los cambios bruscos que a veces se producen entre escritores que conviven en una misma poca,
lo que indica la presencia de valores conflictivos y diferentes representaciones del mundo, a los cambios entre
grandes periodos histricos, como sucede en los anlisis del joven Lukacs a propsito del teatro antiguo y
171
172
potico consuma algunos de los autores ms conocidos del s. XX, como Pablo Neruda o
Federico Garca Lorca, o del s. XIX, como Gustavo Adolfo Bcquer, pero es menos
frecuente que un lector sin formacin especializada encuentre satisfactoria la lectura del
Cantar del Mo Cid, de las glogas de Garcilaso o del Polifemo de Gngora (por no hablar
de la literatura grecolatina). Por otra parte, dado el carcter minoritario del gnero potico y
la lentitud de sus procesos de consagracin, tradicionalmente era necesario un perodo de
bastantes aos hasta que sus nuevos productores alcanzaran al gran pblico, quedando su
consumo limitado a crculos ms reducidos. Aunque esta situacin ha cambiado en las
ltimas dcadas, en las que el mercado ha experimentado ciertos cambios y se ha
revitalizado, acelerando exponencialmente estos procesos gracias a la potencial difusin
inmediata ofrecida por el ciberespacio, su consumo no puede compararse en trminos
cuantitativos con el de la prosa. En el caso de la prosa, si bien se siguen comercializando con
bastante xito novelas de los ss. XX y XIX, el nmero de lectores de obras ms antiguas se
reduce considerablemente, y prima sobre todo un ingente y constante trfico de novedades.
Y por ltimo, el efecto modelizador de las obras literarias en sus contextos de origen es muy
diferente del que activan en momentos posteriores. Esto ha llevado a decir que las grandes
obras de la literatura renuevan su significado con el paso de los siglos, y que cambian con
cada nueva generacin de lectores. No obstante, el concreto efecto de modelizacin social
de determinadas obras tiene lugar ms propiamente en el espacio de su pblico de origen
sin que ello niegue que su accin se produzca tambin a largo plazo-. Es decir, al contrario
de lo que sucedi en sus estrenos histricos, sera extrao que hoy da un adolescente
alemn se suicidara tras la lectura del Werther, o que un juez americano retirara de la
circulacin, por obsceno, el Ulises de Joyce.
Qu es lo que cambia y qu es lo que permanece inalterado en el proceso de
evolucin histrica de los repertorios literarios? Cmo estudiar los medios a travs de los
que estos repertorios incorporan una determinada modelizacin del mundo? La respuesta a
estas cuestiones ha de enfocarse teniendo en cuenta todos los factores que intervienen en la
comunicacin literaria. Especialmente en el campo de las artes, donde suele decirse que no
importa tanto lo que se dice sino cmo se dice, la interdependencia entre todos los factores
-cdigo, canal, mensaje, institucin, consumidores y productores- obliga a ello. El efecto
173
modelizador es llevado a cabo a travs de unos productos en los que la correlacin entre
cdigo y mensaje se materializa indisolublemente, cdigos que a su vez estn condicionados
por los canales o mercados, los cuales no podemos separar de la institucin, los
consumidores, o los propios productores, siempre en una concreta contingencia histrica.
latter. If sophistication and eccentricity (or the opposite, i.e., "simple-mindedness" and
conformism) are required by the elite to gratify its taste and control the center of the
cultural system, then canonized repertoire will adhere to these features as closely as it can.
(EZ, 1979a: 19)
Por ejemplo, en Historia y discurso, de Chatman (1990), donde la distincin saussureana entre
forma y sustancia se traslada a los componentes expresin y contenido narrativos. Chatman entiende que existe
en la narracin una estructura semitica autnoma, portadora de significados por s misma, independiente del
contenido parafraseable de la historia, y distingue entre una forma y una sustancia de la expresin y una forma
y una sustancia del contenido. Para Chatman la sustancia del contenido es, literalmente, todo el universo, o
mejor dicho, el conjunto de posibles objetos, abstracciones, etc. que puedan ser imitados por un autor, y
ms adelante, especifica tamizados por los cdigos de la sociedad del autor. Por su parte, la forma del
contenido comprendera los sucesos y los existentes de una narracin.
175
176
Centro
Periferia
Homogeneidad
Heterogeneidad
Concentracin
Disgregacin
Singularidad
Pluralidad
(agentes, editoriales, etc.) sea menor en el centro que en la periferia. Por otra parte, dentro
de la jerarqua de centros, es decir, en la competencia entre distintos subcampos por el
poder de legitimacin, es frecuente que obtengan una posicin predominante aquellas
poticas ms homogneas, mientras que la diversidad y la heterogeneidad se vean abocadas
a la periferia, hasta el punto de que en cada momento histrico suele reinar una potica
fuerte, frente a otras varias poticas enfrentadas, si bien en otros momentos se da el
enfrentamiento entre dos poticas principales. La concentracin determina tambin que
la competencia entre agentes aumente proporcionalmente en relacin con la proximidad al
centro del sistema. Esto parece seguir un mecanismo anlogo al de la ley de la oferta y la
demanda, ya que a menos puestos mayor es la inversin necesaria para acceder a ellos,
inversin que se concreta en todo tipo de actividad conducente a la acumulacin de capital
cultural. As que competencia tiene aqu tanto el sentido de habilidad o conocimiento
como el de competitividad y rivalidad entre agentes. A esto se suma el hecho de que en
las zonas del campo con un bajo grado de competencia, la incidencia de los beneficios de
la posicin en el campo sobre la vida personal de los agentes es considerablemente menor
que en las posiciones con un alto grado de competencia. En el caso de los autores
centrales, muchas veces sus vidas se encuentran indisociablemente implicadas en la
estructura del campo, hasta el punto de que, como suele decirse, la literatura es su vida,
mientras que en los autores perifricos lo habitual es que la literatura represente una
actividad marginal dentro de sus propias vidas. Por supuesto, como todas las
caractersticas que ataen a la distincin entre centro y periferia, hay que entender estas
propiedades en una escala gradual. Los mecanismos o procesos de legitimacin por los
que los agentes acceden a las posiciones centrales variarn en funcin del sistema, del
subcampo o del momento histrico, aunque podemos mencionar, con Bourdieu, el
reconocimiento de los pares como el ms bsico de estos mecanismos.
179
180
PARTE IV:
TEORA DE SISTEMAS
Y TEORA DE LOS POLISISTEMAS
181
182
183
184
Hay que precisar que Lampis rara vez se refiere a la teora de sistemas como un
marco terico consensuado, sino que prefiere hablar de pensamiento sistmico o pensamiento
relacional. Como sabemos, el pensamiento relacional es referido por Even-Zohar y por
Bourdieu como la base de su actividad, por lo que no puede sorprender que surjan
afinidades entre sus investigaciones y las de sistemas integrados o sistemas complejos. De
hecho, las teoras de sistemas integrados han llegado a una serie de proposiciones metatericas que no solo son compatibles con las de la TPS y la teora del campo, sino que
pueden arrojar nueva luz sobre los mecanismos que describen. Algunas equivalencias han
sido ya mostradas por Lampis, especialmente para el caso de Lotman y de Cros. Adems,
Lampis ofrece una sntesis muy clara de los principales supuestos que articulan el modo de
pensamiento sistmico, los cuales vamos a tratar de resumir a continuacin.59
185
sistema mismo. Estas propiedades emergentes pueden considerarse el resultado de las pautas
relacionales que rigen el sistema. La emergencia comporta la formacin de propiedades
sistmicas que no se pueden reducir linealmente a ninguna clase especfica de microrelaciones. Por ejemplo, la vida, la conciencia o la semiosis.
-Complejidad; se suele considerar a los sistemas integrados como sistemas complejos,
los cuales muy esquemticamente- cumplen las caractersticas de:
Algo parecido sucede, salvando las distancias, en el caso de Bourdieu, para quien
Les contraines inherentes lappartenance au champ du pouvoir sexercent aussi sur le
champ littraire (B, 1992: 89). Adems, la existencia misma del campo se entiende como
el surgimiento de unas estructuras relativamente autnomas que separan a sus
participantes de un mundo del que al mismo tiempo no pueden dejar de formar parte.
La preferencia por el concepto de organizacin antes que por el de estructura est
presente tambin en Even-Zohar. As, el terico israel observa que las luchas entre
repertorios pueden generar cambios jerrquicos en el interior del sistema, lo mismo que el
establecimiento de relaciones de interferencia o simbiosis, y al igual que el fracaso en la
implementacin de repertorios, sin que todos estos cambios, que pueden ser percibidos por
un observador interno como la desaparicin del sistema, supongan en realidad un peligro
para el mismo, sino que, ms bien al contrario, contribuyen a su dinamismo y
supervivencia.
A propsito de la procesualidad, como un proceso de deriva histrica, y del
dinamismo, como la preferencia a estudiar la dimensin diacrnica de los sistemas, esta
voluntad se afirma explcitamente en la denominacin de Funcionalismo Dinmico, as
como por la eleccin del trmino polisistema, acuado por Even-Zohar para alejarse de la
idea esttica de sistema. Sobra decir que para Bourdieu el estudio de los procesos histricos
que son los propios campos literarios, o de las condiciones de posibilidad que los
sostienen, forma parte de las tareas sin las cuales sera imposible una verdadera comprensin
del funcionamiento de dichos campos.
189
Por lo que respecta al principio de causalidad circular, ste contribuye sin duda a
explicar el surgimiento de algunas de las propiedades emergentes de los campos, como por
ejemplo los procesos de la gense social de loeil o la gense social de lesthtique pure
descritos por Bourdieu. Estos atributos y subcampos especficos se generan como
consecuencia de la propia dinmica centrpeta de los campos: Ce qui survient dans le
champ est de plus en plus li lhistoire spcifique du champ, et elle seule, donc de plus
en plus difficile dduire partir de ltat du monde social au momento considr (B,
1992: 489). Aqu se incluye la facultad de apreciacin de ciertas obras vanguardistas, como
las latas de sopa Campbell de Warhol o el urinario de Duchamp, cuyo valor solo puede
ser aprehendido por su relacin con el resto de obras coetneas y pretritas que identifican
al sistema y definen su canon, y por tanto gracias a la existencia de unos consumidores
capaces de establecer dicha relacin al haber modelizado previamente su percepcin
mediante la frecuentacin de los productos del campo, todo lo cual remite, pues, a una
causalidad circular y auto-referencial. El mismo mecanismo ha sido sealado por Lotman
para el caso de la poesa, afirmando que el valor o la eficacia esttica de ciertos
procedimientos solo se activa sobre el fondo de una gran cultura potica que est
constantemente presente en la conciencia de los lectores (L, 1970: 125), como sucede con
aquellas estrategia textuales cuya efectividad se debe ms a su ausencia que a su presencia.
En cualquier caso, todas estas consideraciones no pueden hacernos olvidar que el
operar de los sistemas solo resulta comprensible como parte de un dominio sistmico
mayor, por lo que, por muy ligada a la historia especfica del campo que est cualquier tipo
de propiedad emergente, sta siempre guardar algn tipo de correspondencia con sus
dominios sistmicos mayores, sociales o literarios, desde un punto de vista dinmico. De
hecho, la aparicin de nuevos subcampos especficos (que podemos considerar como
propiedades emergentes) tales como el campo de lart pour lart, a menudo supone no solo
nuevas estticas sino tambin de nuevas formas sociales de existencia -como la bohme- y
nuevos modelos representativos del papel del productor -como la figura del intelectual
comprometido-. Aqu Bourdieu insiste en que es el cruce entre las determinaciones sociales
implcitas en dichos procesos y los valores intrnsecos del campo, lentamente fraguados por
su propia dinmica, lo nico que puede explicar su eclosin, es decir, su emergencia.
190
indisociablemente ligada a ellos, es decir, a esa larga tradicin histrica que lo constituye y
que permite, por eso, distanciarse de ella. La estrategia de auto-definicin por oposicin,
lejos de ser un caso aislado, es ms bien la norma, manifestando claramente la lgica
relacional que gobierna los campos. Este modo de ser por lo que no se es constituye en s
mismo una forma de causalidad circular que funciona tanto en sincrona como en diacrona.
En palabras de Lotman: La aceptacin del sistema existente como fondo negativo de
partida lleva a que el nuevo sistema de lenguaje artstico cobre dinamismo respecto al viejo
como su negacin (L, 1970: 127).
Otra estructura redundante funciona tambin a nivel de los textos: El texto, como
estructura de la lengua en general, ofrece al final una redundancia en constante
crecimiento (L, 1988: 121), la cual se manifiesta en la serie de trasposiciones funcionales
que hemos descrito con anterioridad (entre canal, cdigo y mensaje), y en otras propiedades,
pero es necesario precisar que para Lotman la redundancia en la lengua natural no adopta la
misma direccin que en los lenguajes artsticos.60
Como ltimo ejemplo de causalidad circular podemos aadir la consideracin de la
literatura como un sistema social auto-comunicativo, tanto para los propios sistemas
literarios como para la sociedad en su conjunto, de lo cual es bastante representativa la
equiparacin sugerida por Even-Zohar entre la idea de repertorio y la de habitus, como
modelos que son adquiridos y adaptados a travs de la experiencia, generando as nuevas
formas de habitus (EZ, 1990c: 43).
Todo lo dicho hasta ahora contribuye tambin a validar los atributos de
heterogeneidad, flexibilidad e imprevisibilidad para los sistemas-campos. Frente al paradigma
estructuralista que defenda el estudio de conjuntos cerrados y homogneos, Even-Zohar
insiste en la necesidad de admitir la heterogeneidad como una propiedad constitutiva de
cualquier sistema. Para Even-Zohar esta cualidad representa adems uno de los principales
factores a tener en cuenta en el funcionamiento de los sistemas, pues es la responsable de
60
Para Lotman, la redundancia en las lenguas naturales es de orden secuencial, lo que aumenta la
predictibilidad a medida que avanzamos en un texto. En cambio, los lenguajes artsticos tienden a romper este
tipo de predictibilidad, siendo que sta se sustituye por la tendencia a interpretar el lenguaje del texto como
mensaje y la particular saturacin informacional de la poesa. (L., 1970: 121, 122).
192
61
Lo comentado a propsito de la organizacin vs. estructura vale tambin para ilustrar esta cualidad.
No obstante, tambin se constatan ciertas pautas de estabilidad, las cuales pueden estar asociadas,
por una parte, a su integracin en sistemas lingsticos y polticos aunque stos, ciertamente, puedan llegar a
ser tambin muy inestables- y a su participacin en redes transnacionales, como la que constituye el
polisistema de las literaturas europeas; o por otra parte, a ciertas regularidades hipotticas o movimientos
cclicos en la dinmica de estos sistemas.
62
193
Una respuesta adecuada a la cuestin del lenguaje literario sobrepasa sin duda los
mrgenes de nuestro presente estudio. No obstante, tal vez nos sea posible, a partir de las
nociones ofrecidas por el pensamiento sistmico, proponer algunas interpretaciones vlidas
para un debate que a da de hoy sigue todava abierto. La falta de consenso sobre la
definicin de lo literario, la literariedad, el lenguaje potico o, sencillamente, las
propiedades del tipo de textos que circulan por lo que habitualmente denominamos
mercado literario, viene siendo puesta de manifiesto desde hace ya algunas dcadas. As, por
ejemplo, Schmidt, en 1978:
En las reflexiones expuestas hasta aqu, se ha empleado el concepto de literario
sin mayor precisin. Ahora bien, carecemos hasta el momento de una definicin
convincente de dicho concepto; la ltima tentativa de definicin estructural por parte de la
potica lingstica ha fracasado igualmente, como bien es sabido.
(Schmidt, 1978: 201)
skeptical, and the future usefulness of this observation for establishing a convincing
distinctive feature of one particular activity versus anoth (In this case, of "literature" vs.
"other verbal activities.") Research has pointed out, not least in classical anthropology, that
many portions of our institutionalized (and less institutionalized) activities are characterized
by a strong set (Ausstellung, in the quoted tradition) towards the formal components of the
activity in question. This applies not only to the conspicuous cases of rituals, but to
everyday, seemingly "free" interaction.
(EZ, 1990c: 45)
no puede ser reducida a su materialidad, pues ocurre que una obra de arte sufre una
transformacin completa en su aspecto y estructura interna cuando se cambia en el tiempo
y en el espacio. (Mukarovski, 1934: 132). De forma parecida, Lotman, seala que la obra
de arte no se reduce a la parte material del texto, sino que representa una relacin de
sistemas textuales y extratextuales (1970: 171), en una visin muy similar a la sostenida
por Even-Zohar, para quien la mera inclusin de una nueva obra en el repertorio significa
la modificacin de todas las anteriores. Pero incluso dejando aparte este aspecto
fenomenolgico, y refirindonos solo a la materialidad formal de los textos pues es, tal vez,
la dimensin observada por Lzaro Carreter y Schmidt-, sta tampoco es esttica ni ajena a
la interaccin con los receptores. Muy al contrario, los escritores a menudo corrigen sus
obras en funcin de la recepcin o en funcin de sus propios criterios. Sobre este aspecto
podran citarse cientos de ejemplos, como el muy conocido de Juan Ramn Jimnez, tan
aficionado a la autocorreccin. Tambin es reveladora, en este sentido, como en muchos
otros, la interesante Nota del editor firmada por Francisco Rico (2004) a la ltima
edicin de la R.A.E. de Don Quijote, donde, entre otras cosas, se relatan la serie de
modificaciones que Cervantes introdujo en el texto de su obra en las sucesivas ediciones a
que tuvo acceso, motivadas precisamente por la bufa del pblico ante ciertos deslices
narrativos. Pero, en cualquier caso, el proceso de modificacin material de la obra sobrepasa
con mucho la mano del autor, pues, como se sabe, y ste es un aspecto sobre el que insiste
Even-Zohar, las obras literarias raramente circulan como textos ntegros, sino que con ms
frecuencia lo hacen como fragmentos, versiones, traducciones, adaptaciones, antologas,
ediciones crticas o corregidas, etc.
Muchos otros autores han seguido tambin a Austin, de diferentes maneras. Richard
Ohmann, por ejemplo, propone a su vez una secuencia de rasgos parciales, entre los que se
encuentran caractersticas generalmente aceptadas, como la mmesis, la retrica o el valor
simblico representativo, junto a otras en la lnea del lenguaje no-serio (su carcter de
juego o autnomo), para aadir, finalmente, que toda literatura es dramtica y que
el presente argumento apoya la pretensin ms amplia, mantenida especialmente por
Kenneth Burke, de que todo discurso es dramtico (1971: 54). Ohmann menciona
tambin un tipo especial de enunciados descritos por Austin, los llamados enunciados
198
realizativos, aunque no halla que dicha caracterstica se cumpla en el caso de los textos
literarios, ya que el poeta no afirma, ni niega, ni ordena, ni ruega nada, o cualquiera de las
dems acciones. A este respecto, la interpretacin de Jonathan Culler (2000) es
diametralmente opuesta. Culler encuentra precisamente en los enunciados realizativos uno
de los instrumentos ms valiosos para describir el funcionamientos de las obras literarias. En
su opinin, el concepto de enunciado realizativo nos ayuda a orientar nuestra atencin hacia
aquello que el lenguaje literario hace, antes que a lo que dice. Para empezar, al igual que los
realizativos comunes, los textos literarios no son ni verdaderos ni falsos, sino que crean las
situaciones a que se refieren. Y en segundo lugar, las obras literarias dan vida a nuevas ideas
y conceptos.63 As pues, para Culler, esta caracterstica dimensiona a la literatura como un
acto o un acontecimiento, como un tipo de discurso que da vida a los objetos que nombra y
que transforma el mundo. Pero esta visin plantea otra complicacin, pues si los
enunciados literarios no son ni verdaderos ni falsos, sino afortunados o no, surge el
problema de la definicin del grado de fortuna de un enunciado, que es justamente lo que
suele interesar a los crticos literarios. En cualquier caso, de acuerdo con Derrida, para
quien esta caracterstica constituye una ley del lenguaje, Culler no propone la cualidad
realizativa como un sesgo demarcativo de lo literario.
De forma parecida, Van Dijk (1977) aunque halla que el rasgo ms caracterstico de
los actos de habla literarios es que su nica aspiracin se dirige a cambiar la actitud del
oyente (denominando a esta clase: actos de habla impresivos o rituales) no propone tampoco
que ste sea un rasgo especfico de la literatura. Muy al contrario, su reflexin apunta hacia
aquello que los discursos cotidianos tienen en comn con los artsticos. Para Van Dijk, sera
necesario dilucidar la funcin de ciertos usos del idioma en sus situaciones primigenias para
poder responder a la pregunta sobre la especificidad de la literatura (opinin que aqu
compartimos, si bien sern necesarias las debidas explicaciones).
63
Culler cita aqu a La Rochefoucauld, quien afirma que nadie se habra enamorado nunca si no lo
hubiera ledo en las novelas, un sentido que coincide con el estudio de Even-Zohar sobre la creacin de
repertorios culturales y modelizaciones de la realidad.
199
Otra de las cuestiones puestas sobre la mesa por la pragmtica es la llamada inversin
referencial. A pesar de que, segn pensamos, la inversin referencial no se limita a
fenmenos estticos, s es fundamental dentro de la serie de transformaciones histricas que
han tenido lugar en el proceso de constitucin de los actuales discursos artsticos. As, la
pragmtica seala una diferencia especfica entre usos del idioma en contextos orales y en
contextos escritos, a la cual se refiere como inversin del proceso inferencial. Segn sta,
la interpretacin de un enunciado normal utiliza conjuntamente la informacin
codificada y la informacin situacional, sin embargo, en el caso de la literatura no se
establecen relaciones semnticas entre el enunciado y su contexto situacional,64 por lo que
al lector le corresponde la compleja tarea de rellenar el vaco dejado por los elementos
64 Desde un punto de vista sistmico, hay que admitir que s se establecen otro tipo de relaciones
entre un texto y su contexto situacional (relaciones sistmicas). Por ejemplo, un mismo texto cambia de
relacin segn se lea en un recital pblico, en la intimidad, o en una situacin informal. Por otra parte, cada
lector aade las conexiones contextuales que le son propias (internas o externas) en cada momento
determinando, modificando as el sentido del texto.
200
201
Para los estudios literaturolgicos, la indefinicin de aquello que vincula cierto tipo
de cdigo a un sistema comunicativo concreto -por ejemplo, los repertorios literarios al
sistema literario- representa un desafo que demanda seguir avanzando en su dilucidacin.
Nos preguntamos si es posible dirimir el funcionamiento de los textos literarios en el
interior del circuito sin haber aclarado su especificidad frente a otros tipos de discurso, si es
que esta especificidad existe, ms all de cierta seleccin histrica socialmente consensuada.
La direccin que vamos a proponer no supone demasiada novedad, pues la pauta para todos
los estudios estructuralistas y post-estructuralistas no ha sido otra que el anlisis de sus
objetos de estudio en tanto que sistemas. Ni que decir tiene que las restricciones implcitas
en la idea saussureana de sistema se encuentran a da de hoy superadas, aunque habra que
puntualizar que no todos los estructuralismos fueron tan rgidos como el de la escuela de
Ginebra (de hecho, la vertiente de estudios literarios de esta misma escuela mantuvo
estrechos contactos con la fenomenologa y el formalismo praguense). La concepcin
esttica de sistema no se aplica, por ejemplo, en el estructuralismo de la escuela de Praga,
ni en el estructuralismo dinmico de Lvi-Strauss. Sea como fuere, tanto los trabajos del
llamado post-estructuralismo francs, como los del Formalismo ruso, la escuela de Praga, el
dialogismo de Bajtin, la semitica de Lotman, la sociologa de Bourdieu, la teora Emprica
de Schmidt o la TPS de Even-Zohar coinciden en la incorporacin de la dimensin
diacrnica y la heterogeneidad como aspectos constitutivos del sistema. No obstante, ello
no ha redundado en ningn tipo de acuerdo respecto a la definicin de lo literario, pues se
sigue manteniendo la tradicional antinomia entre aquellas escuelas que defienden el carcter
distinto de los discursos estticos frente a las que subrayan la imposibilidad de hallar
diferencias cualitativas de peso en su constitucin. Pues bien, tal vez solo sea preciso avanzar
unos pasos ms en la lnea trazada para confeccionar un marco propedutico suficiente, al
menos, para la superacin de dicha disyuntiva. Nos interesa dar con un punto de vista que
202
incluya en s, a un nivel terico, los diferentes modos de entender el lenguaje literario que
han venido enfrentndose hasta ahora. Para ello, proponemos observar el lenguaje literario,
o artstico, en tanto que sistema integrado. Esta perspectiva cuenta con la ventaja de apoyarse
en un paradigma de estudios bien consolidado en el campo cientfico y, por otro lado,
facilita el establecimiento de lazos de continuidad con un gran nmero de propuestas
tericas anteriores.
IV.2.1.1.1. Bajtin
primario (el corriente) una relacin dialgica y conflictiva: solo pueden entenderse como
parte de su dominio mayor, o contexto social, al cual tratan simultneamente de modificar
proponiendo nuevos ideologemas, es decir, nuevos significados ideolgicos.
Queda claro, por tanto, que los nuevos modelos de la literatura no son
independientes del medio social, sino que, al contrario, refractan su ideologa. As, por
ejemplo, el sistema de gneros literarios se entiende como un sistema de signos acorde a la
ideologa imperante en un momento determinado, pero no de manera pasiva, sino como un
dilogo conflictivo, es decir, una dialoga. De esta manera, para Bajtin y su crculo, cada
estadio ideolgico histrico-social representa un cronotopo diferente, solo a partir del cual se
entiende el funcionamiento de los subsistemas de gneros literarios. Es de sealar, en este
sentido, cmo la novela, gnero conflictivo y heterogneo que integr en s todos los
anteriores, parodindolos y superndolos, fue sistemticamente ignorada en los tratados de
potica clsica desde Aristteles hasta Boileau (Asensi, 2003: 474). Para Bajtin y aqu se
trasluce el sesgo marxista de su teora- la ideologa no puede existir independientemente de
algn tipo de materializacin semitica y, por tanto, todo signo es ideologa.65 As, el
entramado de gneros discursivos, sociales y/o literarios, no es ajeno -no podra serlo- a las
relaciones jerrquicas que estructuran el conjunto de la sociedad, sino que funciona en su
interior como materializaciones ideolgicas de dichos conflictos.
IV.2.1.1.2. Mukarovski
204
IV.2.1.1.3. Lotman
IV.2.1.1.4. Greimas
Aqu tenemos ya una visin muy clara de un sistema cerrado operacionalmente, el cual a la
vez participa de un dominio sistmico mayor, que es el de todos los contextos no
lingsticos de la comunicacin. Adems, nos encontramos tambin con la redundancia
implcita en la codificacin de los sistemas complejos, pues la descripcin o traduccin
del sistema solo puede realizarse a travs de los cdigos del sistema mismo: El objeto de
estudio se confunde, por consiguiente, con los instrumentos de ese estudio: el acusado es al
mismo tiempo su propio juez de instruccin. (Greimas, 1971: 20). El carcter cerrado de
estos conjuntos se supera, precisamente, gracias a la teora de la jerarqua de los lenguajes.
Greimas debe admitir, a un nivel terico, la estructuracin jerrquica del sistema semntico,
aunque reconoce la dificultad de precisarla. No obstante, observamos en su argumentacin
que el funcionamiento de esta jerarqua sigue las mismas pautas de determinacin
compresiva que hemos visto en la teora del texto de Lotman o en la teora del campo de
Bourdieu (de tipo inclusivo o englobante). De hecho, la presuposicin lgica es aducida
por Greimas, para evitar malentendidos mitificantes, como aquella que rige la relacin
entre el todo y las partes que componen la estructura (1971: 43).
El concepto de jerarqua as introducido debe comprenderse como la relacin de
presuposicin lgica y no puede definirse, segn hemos ya notado, con los recursos de que
disponemos. La relacin de presuposicin se establece entre dos contenidos de los que nada
sabemos, y que pueden ser ya sea dos conjuntos significantes (el conjunto crtica pictrica
presupone el conjunto pintura), ya sea dos segmentos significantes cualesquiera. As, por
ejemplo, cabe decir que los tres segmentos, que disponemos jerrquicamente:
Me doy cuenta
de que digo
que hace fro
estn ligados entre s por relaciones de presuposicin.
(Greimas, 1971: 21)
(Derrida,
1990:
58),
deconstruyendo,
de
paso,
los
lmites
que
212
Se trata en realidad de un escrito indito de 1964, que citamos por la traduccin espaola:
Michel Foucault, Langage et Littrature, Saint-Luis, Belgique, 1964, indit, consultable lIMEC, Fonds
Foucault. Tr. es. De lenguaje y literatura, Ediciones Paids, Barcelona, 1996. En Cuesta abad, J. M. y Jimnez
Heffernan, J. (2005)
68 Gonzlez Blanco ha sealado la dimensin conscientemente contradictoria de una obra (la de
Foucault) cuyo autor no pretende un discurso que se repita igual en cada texto, cuyas autocorrecciones en
cuanto a los objetivos globales de su obra hablan de un lector de s mismo y, por lo tanto, de una
reconfiguracin de los propios objetivos (2005: 46). En este sentido, puede resultar significativa la distancia
entre la pregunta acerca del ser del lenguaje literario, como aparece en Folie et draison, de 1961, y la
denegacin de ese mismo ser en producciones poco posteriores, como el artculo que arriba comentamos, de
1964. As, en Folie et draison haba escrito, en referencia a la folie: Pero desde Raymond Roussel, desde
Artaud, tambin es el lugar al que se aproxima el lenguaje de la literatura. Pero no se le aproxima como a
alguna cosa que tuviera la tarea de enunciar. Ha llegado el tiempo de percibir que el lenguaje de la literatura
no se define por lo que dice, ni por esas estructuras que lo hacen significativo. Sino que, en cambio, tiene un
ser, y es sobre ese ser sobre el cual hay que interrogarlo. Este ser cul es actualmente? Algo, sin duda, que
tiene que ver con la auto-implicacin, con el doble y con el vaco que se abre en l. Tomamos la cita de
Asensi (2006: 78).
213
escritura se refiere a una idea cercana no idntica- a lo que aqu entendemos por repertorios
literarios; en su caso, una serie de marcas o reglas identificativas que ponen a los textos en
relacin con otros textos (o que inscriben un determinado texto en el mbito de la
literatura), una de cuyas principales caractersticas sera precisamente la del simulacro: de un
tiempo, de un discurso, de un lenguaje que se oculta y que es, como en Derrida, perpetua
ausencia.
Tienen inters tambin para Foucault algunos lugares comunes respecto al
fenmeno literario, como la comentada reflexividad u orientacin reversiva de la literatura,
por oposicin a la referencialidad normal de los discursos corrientes: Hace seas a algo
porque no es como una palabra normal, como una palabra ordinaria. Seala hacia algo que
es la literatura. (1964: 439). As tambin, la divisin entre dos actitudes generales hacia la
literatura, la transgresora (Sade), y la de la machaconera de la biblioteca (Chateaubriand);
o la sucesin de peridicas revoluciones -o asesinatos- de la literatura: Romanticismo,
Baudelaire, Mallarm, Surrealismo En lo tocante a este ltimo aspecto, quiz lo ms
interesante sea su diferenciacin entre las sucesiones propias de los tiempos clsicos y las
que se producen en la poca moderna. Mientras stas tomaran la forma de asesinato,
las anteriores adoptaran una de continuidad. Aqu es donde la contigidad con la idea de
ausencia del original de Derrida se muestra ms evidente, pues lo que tendran en comn
todas las distintas producciones textuales del mundo antiguo sera precisamente el
entenderse a s mismas como sustitutos, sucedneos o representaciones de una especie de
libro previo, que era la verdad, que era la naturaleza, que era la palabra de Dios y que, en
cierto modo, ocultaba en l y pronunciaba al mismo tiempo toda la verdad. (1996: 447).
Por el contrario, la literatura moderna -occidental, se entiende- ya no se presupondra a s
misma como la sustitucin o la reproduccin- de un lenguaje primigenio, sino que dicha
sustitucin se sustituira por la de un infinito murmullo, un lenguaje vuelto sobre s
mismo, un lenguaje transgresivo, mortal, repetitivo, redoblado, el lenguaje del libro
mismo, porque en la literatura solo hay un sujeto que habla, habla de uno solo, y es el
libro.
214
215
estructural, referida simplemente a los textos, para dirigirse a las unidades bsicas y a los
trminos de la historia literaria. Para ello se centrar en la potica, es decir, las diferentes
teoras sobre los gneros literarios. De este modo, nos ir mostrando su interactuacin, los
desplazamientos, derivaciones y superposiciones que experimentan, para concluir que los
sistemas literarios, al igual que los de la lengua o los de la sociedad, se caracterizan no por
funcionar como sistemas completos (estticos, fijos) sino por la tendencia hacia la
sistematizacin (o estructuracin). Pero adems:
La teora de los gneros hacia la que, con frecuencia, conduce el ars poetica no es un
simple ejercicio clasificatorio, es una teora, desde el momento en que intenta organizar los
numerosos hechos disponibles segn principios derivados de una interpretacin del arte
potica como un todo y, an ms, de su ubicacin dentro de un esquema ms amplio de
conocimiento.
(1971: 823)
218
70 Poco ms adelante, el propio C. Guilln va a establecer una relacin entre estas formas
culturales y principios apriorsticos universales como la dualidad, y la generacin a partir de ella de una
tercera parte. Igualmente, pensamos que es posible establecer una contigidad sin duda conflictiva,
dialgica- entre formas naturales, o universales, y construcciones histricas o culturales.
71
Recordaremos que Platn distingue tres clases de ciudadanos en funcin de sus tipos de alma.
72
As, Horacio se pretenda discpulo de Alceo, Safo y Pndaro, los poetas lricos, pero no aclaraba lo
que quera decir con poema lrico. Los poemas as considerados constituan un grupo heterogneo, pero no
respondan solo a la oposicin ante lo dramtico o narrativo.
220
Por ltimo, para C. Guilln estos rdenes parecen responder, por una parte, a
principios universales duales, como el de la unin de opuestos representado en la antigua
China por el Yin-Yang, por los pitagricos en su tabla de los opuestos o por la doctrina
del justo medio de Aristteles (que implicaba la existencia de oposiciones binarias); y por
otra parte, a su combinacin con principios ternarios como el de la rueda de Virgilio
(para Cicern los tres estilos se correspondan con los tres tipos de elocuencia, siendo sus
funciones docere, delectare y movere), las tres facultades psquicas del hombre (memoria,
razn e imaginacin) o las tres partes del hombre para el cristianismo (cuerpo, espritu,
alma), etc. Para C. Guilln, la accin combinada de fuerzas binarias y ternarias como medio
de sistematizacin se explica por la dificultad que la imaginacin histrica encontrara
para florecer dentro de las restricciones de una polaridad binaria, por lo que el surgimiento
de esa tercera persona llegara de manera casi natural. El comparatista apunta la
reproduccin de este tipo de sistematizaciones en autores como Schlegel, Hegel, Comte,
Marx, Schiller, Taine o Freud, por lo que su supervivencia, concluye, solo es comparable a
la de ciertas instituciones sociales o polticas cuya importancia no podemos soslayar, pues
tanto unas como otras (distinciones de clases o de gneros) median entre los
acontecimientos y la conciencia que los individuos tienen de tales acontecimientos.
a la que pertenece su cdigo-. Para ello, habremos de comenzar por considerar, como ya se
viene haciendo desde Saussure, Shklovski, Tynianov, Jakobson, Mukarovski, Greimas,
Lotman y un largo etctera, al lenguaje literario como sistema, y ms concretamente, como
un sistema integrado.
Es lcito preguntarse por la exclusividad del lenguaje literario? Es tan diferente del
resto de lenguajes para necesitar una categora ontolgica propia? No parece que se dedique
tanta atencin a lo especfico del lenguaje periodstico, jurdico o comercial. A lo sumo, se
describen algunas de sus propiedades: el lenguaje periodstico es claro, econmico, sencillo;
el lenguaje jurdico, en cambio, es complicado, tecnicista y restringido. Lo propio de cada
uno de estos lenguajes es el uso de determinados procedimientos o cdigos acordes con la
finalidad que se les demanda. Son, por tanto, propiedades funcionales. Pero en ninguno de
estos casos se espera que dichos lenguajes sean algo diferente del lenguaje natural,73 cuya
bsica funcin es la de comunicar (ya sea en el sentido de cualquiera de las funciones
enunciadas por Jakobson, o segn los tipos de actos de habla de Austin, incluyendo
enunciados realizativos, fictivos, ldicos, etc., o bien como juicios lgicos, cognitivos,
develadores, etc.). Siguiendo con la analoga gremial, incluso podramos considerar al
lenguaje literario como otro sociolecto: el sociolecto del campo literario. Porque este
lenguaje es, al fin y al cabo, el de sus bienes simblicos, el de su ritual. Aunque con ello
tampoco estaramos respondiendo a nuestra pregunta.
Por qu, en el caso del lenguaje literario, se espera que sea algo diferente del
lenguaje ordinario? Parece que el carcter artstico, aparentemente tan alejado de lo que
suele entenderse por comunicacin, lo convierte en algo extrao y ajeno: es arte hecho con
palabras, es distinto. Por ende, el arte se sirve de cualquier medio para realizarse: danza,
pintura, escultura, fotografa, teatro, pera, cine, performance, palabras... lo que parece
73
No entraran dentro de esta categora los diversos lenguajes (cientficos, computacionales u otros)
que no se asientan directamente sobre sistemas verbales, sino que constituyen su cdigo en base a otros
materiales, como el lenguaje de la msica o el de las matemticas.
223
Finalmente, en esta misma obra, Lotman declara que la distincin ltima entre textos artsticos y
no artsticos corresponde a relaciones extratextuales (1970: 345 y ss.), y que la identificacin de un texto
como artstico muchas veces responde a determinadas claves, como por ejemplo, una persona va a un recital
de poesa, entonces sabe que lo que se est leyendo es poesa.
75
El trmino discreto es empleado por Lotman en este y en otros artculos como referencia al
sentido secuencial de los lenguajes verbales, lo que implicara un tiempo histrico de tipo lineal (frente al
circular) y una nocin de causalidad asociada al hemisferio izquierdo del cerebro y, en general, a las
construcciones culturales propias de la racionalidad. Vase especialmente: El fenmeno de la cultura
(Lotman, 1978).
224
En efecto, aunque a veces no resulte tan evidente, parece que el arte utiliza siempre otros
sistemas modelizadores previos. Se puede pensar, por el contrario, que un trozo de mrmol
no es un sistema comunicativo, pero pasado por el cincel acaba siendo una escultura, o que
la msica no se apoya en ningn otro sistema primario, como tampoco la pintura o la
danza. Sin embargo, en todos estos casos se utilizan sistemas de cdigos preexistentes. Sera
difcil determinar en qu momento una figura tallada, una marca o un relieve dej de ser
simplemente una seal dectica, decorativa o identitaria para convertirse en un smbolo
cargado de contenido religioso o mgico, en el caso de que este hipottico orden de
transferencias semnticas haya tenido lugar en dicha direccin, opinin que no sera
compartida por Hauser (1962), para quien la funcin mgica propia del estilo naturalista
del paleoltico sera anterior a las formas decorativas geomtricas. Sea como fuere,
transferencias funcionales en una u otra direccin rigen tanto para el caso de la pintura y la
escultura, como para el de la msica: solo hay que pensar en la cantidad de sistemas de
seales con silbatos, trompetas o tambores para cerciorarse de que los sistemas de seales
acsticas empleados para el arte musical desempearon en origen y todava hoy otras
funciones como la religiosa, la festiva o la estrictamente comunicativa, en el sentido ms
prosaico del trmino. Estos sistemas acsticos, al igual que los de la pintura o la escultura,
ya sea a travs del rito, por mero entretenimiento o por puro placer expresivo, acaban
generando estructuras y cdigos artsticos convencionalizados. Tampoco ignoramos que el
movimiento del cuerpo, el lenguaje corporal, est perfectamente reglado y codificado
cultural e histricamente (Davis, 1985). Parece, pues, cierto afirmar que el tipo de
codificacin especial del arte se asienta siempre sobre sistemas de cdigos anteriores. De
hecho, podramos considerar la percepcin y la cognicin, en s mismas, como los nicos
cdigos semisicos realmente naturales y primarios, lo que situara automticamente al
resto de cdigos en una posicin secundaria, sean artsticos o no.
Por lo mismo, sorprende la oposicin entre lengua natural y lengua literaria, ya
que si hemos de considerar a la primera como una generacin espontnea de la naturaleza
no hay nada que nos impida aplicar el mismo epteto a la segunda. Habra que recordar
aqu algunas de las asunciones ms bsicas de la lingstica, como el que el habla sea un
hecho cultural, o el que no haya ninguna parte del organismo cuya funcin primaria sea
225
hablar (aunque alguna tenga que hacerlo). La misma disyuntiva entre los trminos natural
y cultural (o artificial) se basa solo en el grado de manipulacin interpuesto por el hombre
entre ciertos productos propios y los del resto de la naturaleza, es decir, que se trata de una
dicotoma absolutamente antropocntrica. Pero dado que hemos de manejarnos desde esta
perspectiva generalmente admitida, digamos que una lengua natural tampoco puede
compararse a una flor natural, aunque ambas sean el producto de un largo proceso
histrico de codificacin, que en el caso de la flor -codificacin gentica- no ha sido
directamente interferido, hasta fechas recientes, por la ciencia del hombre, mientras que,
por el contrario, en el caso de la lengua codificacin lingstica- su desarrollo solo ha
tenido lugar, para nuestra especie, dentro de la esfera de las sociedades humanas, superando
as el mbito de las determinaciones ontogenticas para inscribirse en el epigentico de las
adquisiciones individuales y las herencias culturales.
Como vemos, la pregunta sobre la especificidad del lenguaje literario es, en realidad,
otra pregunta: la de la relacin que se establece entre discursos artsticos y no artsticos en el
campo de la semiosis, tarea equivalente a la realizada por Lotman en su Estructura del texto
artstico, y a la que aqu trataremos de dar otra respuesta. Para empezar, estudiar el lenguaje
literario como sistema complejo significa partir de las propiedades que hemos referido para
este tipo de sistemas: entre otras, se trata de un sistema cerrado operacionalmente, es decir,
distinto, y con su propia sistematicidad interna -aunque su lmite siempre sea relativo-, pero
tambin de un sistema cuyo operar solo puede ser entendido como parte de un dominio
sistmico mayor. Ante esto, se plantea la primera divergencia, que antes comentbamos:
situar al lenguaje literario dentro del sistema de la lengua verbal o bien situarlo dentro del
sistema de los cdigos artsticos. Ambas son evidentemente correctas, la confusin se debe,
por tanto, al orden o al tipo de relacin que se establece entre sistemas artsticos y no
artsticos. Iremos superando estas dificultades, simplemente constatando que los dos tipos
de sistemas, el de la comunicacin convencional y el de la comunicacin artstica, forman
parte de un mismo dominio sistmico mayor: el de la semiosis. Se tratara, por tanto, de
establecer el tipo de relacin jerrquica que, dentro de este dominio mayor, se establece
entre ambos. Pero habra adems que responder a otra pregunta obligada, la cual contiene
la respuesta a la anterior, y es si podemos propiamente hablar de un sistema del arte como de
226
una especie de sistema unitario (o coherente), o bien tendramos que referirnos a una serie
de sistemas distintos, no simplemente en su materialidad, como deca Aristteles, sino
tambin en sus cdigos.
Por una parte, pareciera que existen demasiados elementos en comn entre todos
los diversos lenguajes artsticos como para pensar que estas correspondencias se deban
solamente a interferencias, transferencias, prstamos o, simplemente, al azar, por lo que
efectivamente habramos de admitir que dichos discursos artsticos comparten una serie de
cdigos o procedimientos comunes con independencia de sus respectivos sistemas de
base, o materiales, en los que se apoyan para realizarse. Segn esto, podramos
inclinarnos a pensar que el lenguaje literario est ms cerca del resto de lenguajes artsticos
que del lenguaje natural. Pero tambin podemos admitir la hiptesis de que sea el sustrato
semisico comn del que participan todos los sistemas modelizadores primarios el que a
su vez genere codificaciones artsticas homeomorfas en todos ellos; y segn esto, los vnculos
entre diferentes lenguajes artsticos apuntaran, no a su otredad respecto a sus
correspondientes sistemas de base, sino al contrario, y a pesar de sus diversas
materializaciones, hacia ese sustrato histrico compartido por todos ellos, un sustrato
semisico en el que hundiran sus races todos los diferentes sistemas convencionales de
comunicacin y desde el que todos ellos habran evolucionado manteniendo continuas
relaciones de contacto, hibridacin e interferencia, como de hecho sigue sucediendo
actualmente. La diferencia entre ambas concepciones no es poca, pues es la diferencia entre
una idea de arte como sistema que emerge desde dentro de los sistemas primarios, y que
emerge desde la raz semisica comn a todos ellos, o bien una idea de arte como un
sistema superpuesto, implantado encima, diferente y ajeno -como sugieren algunas
terminologas- a los sistemas de modelizacin primaria, es decir, del lenguaje de los
discursos comunes, naturales o de todos los das.
As pues, podemos pensar que el arte, como lenguaje-cdigo, no es un sistema
distinto al de los distintos sistemas de los que se sirve, sino una tradicin generada desde
dentro de cada uno de ellos, siempre en continuo contacto y con las continuas transferencias
y contaminaciones que se producen entre estos mismos sistemas primarios en el proceso
227
76 Si para Lotman, La influencia mutua de diversas artes es una manifestacin a nivel superior de la
ley general de la yuxtaposicin de diferentes principios estructurales en la obra artstica (1970: 342), esta
yuxtaposicin es tambin la que configura los diferentes sistemas de codificacin que en la teora lotmaniana
se consideran primarios.
77 Se ha escrito mucho acerca de la relacin entre pintura y escritura, un vnculo cuya antigedad
sera de carcter gentico, en opinin de Fernando Bez, y podramos rastrear en la etimologa de las lenguas:
En numerosas lenguas, es estrecho el vnculo entre el verbo escribir y pintar, como recuerdo de un origen
comn. El gramtico Dionisio el Tracio encontraba, por ejemplo, una innegable relacin entre la palabra
griega para el verbo escribir y el verbo rascar. Deca: Hay veinticuatro letras de la alfa a la omega. Se llaman
letras (grammata) porque estn formadas por lneas y rascados. Porque escribir (grafa) significaba entre los
antiguos rascar, como en Homero. En la raz de roda escritura se encuentra la pintura, advirti por su parte
I. J. Gelb. Entre los egipcios, el verbo zs3 se corresponde con escribir y pintar. En ingls, el verbo to write, por
ejemplo, conserva ese matiz porque deriva del trmino del alto germnico antiguo rizan, rascar. En el
islands moderno, el verbo skrifa se form de rascar y pintar. En alemn, schreiben, que significa escribir,
retoma la fuente latina, al igual que en castellano, y recupera la expresin indoeuropea para el corte y la
separacin. En el gtico, el verbo meljan poda significar escribir o pintar, indiferentemente. (Bez, 2013:
35, 36).
228
78 Nos estamos refiriendo a ciertas sociedades animales (no-humanas) en las que se ha querido ver la
continuidad de algunas prcticas transmitidas por aprendizaje social, y no presentes en otros grupos de la
misma especie.
229
propiedades intensifican sus relaciones, sin duda debido a compartir posiciones o funciones
equivalentes o prximas dentro de la estructura del sistema mayor al que pertenecen en
primer lugar. Este aumento de relaciones redunda en un grado de cierre operacional, lo
cual es ya sntoma de cierta autonoma y de su constitucin como sistemas. Y gracias a ese
grado de cierre, que en los campos culturales se manifiesta como la emergencia de
sentimientos de pertenencia e identificacin con dichos campos, o como autoconciencia de
clase, y gracias a la consecuente intensificacin ahora en segundo grado- de las relaciones
internas que dicho cierre operacional conlleva, emergen nuevas propiedades.
Por otra parte, los sistemas semiticos normalmente mantienen algn grado de
interaccin entre ellos. En el caso de los sistemas artsticos, estas interacciones se mantienen
continuamente. No sucede, como suele afirmarse, que la lengua verbal sea el nico cdigo
capaz de traducirse a s mismo, el nico capaz de volverse sobre s mismo y el nico capaz
de traducir, comprender e integrar en s mismo al resto de sistemas semiticos. La lengua
verbal es la nica, eso s, capaz de traducir el resto de sistemas de cdigos a un cdigo
verbal, mientras que el resto de cdigos semiticos son a su vez los nicos capaces de
traducir sus respectivos restos de cdigos a sus propios cdigos especficos.79 Es decir,
todos son sistemas auto-reflexivos y susceptibles de traducirse entre s:80 Wagner narra a
79 De entre todas las diferencias que distinguen al cdigo verbal del resto de cdigos, la ms
relevante sea probablemente la asociacin entre una imagen acstica y una imagen conceptual. Esto permite al
lenguaje verbal transmitir con mayor precisin significados narrativos complejos. Pero podra realizarse la
misma operacin a partir de materiales distintos. Sera tericamente posible, por ejemplo, un idioma
conceptual-musical, asignando a cada letra del alfabeto un tono o semitono musical con una altura
determinada. Dado que el alfabeto (castellano) solo consta de 27 letras, bastaran poco ms de dos escalas para
completarlo. Podemos imaginar otros sistemas parecidos, partiendo de slabas o palabras, asociadas a acordes,
frases musicales, etc. Por otra parte, significados conceptuales ms generales s son reproducidos por el
conjunto de las artes. Msica, danza, pintura o arquitectura son adecuadas para transmitir significados como
alegra o tristeza. De igual modo, una composicin musical puede transmitir un significado pico
(Wagner), melanclico (Debussy) o incluso irnico (Franz Zappa). De hecho, los compositores estructuran
sus obras y eligen determinados sonidos (tonos, acordes, etc.) y efectos con la intencin de transmitir un
sentido, o incluso significados complejos (Messiaen). Ver: Luis ngel de Benito y Javier Artaza Fano
(2004), as como los podcast del programa Msica y significado, dirigido por el primero de estos autores, en
RNE: http://www.rtve.es/alacarta/audios/musica-y-significado/
80 Para Georges Mounin, los orgenes de la escritura se conectan directamente con los de la pintura.
Mounin recoge varias tesis principales sobre su origen. La teora clsica, de M. Cohen (1958), defiende una
sucesin no-evolutiva de sistemas, pues cada uno de ellos no nacera de un desarrollo o perfeccionamiento del
anterior. Segn Cohen, primero encontraramos los pictogramas, los cuales podan ya representar relatos
230
travs de leitmotifs una epopeya, Debussy transcodifica Laprs midi dun faune de
Mallarm, Picasso decide, en cierto momento, abandonar la pintura y se dedica
exclusivamente a escribir collages, etc. Es decir, no solo se adoptan los motivos, sino que
tambin se transliteran las tcnicas compositivas, los modos, las estructuras, la sintaxis, etc.
Y por otro lado, estos sistemas mantienen, al mismo tiempo, continuas relaciones con los
sistemas sociales dentro de los que todos ellos actan y de cuya organizacin se impregnan,
tal y como trataran de demostrar Bajtin, Lucks, Mukarovski, C. Guilln, P. Bourdieu o,
actualmente, Even-Zohar, entre otros muchos. Por ello, no puede extraar que emerjan
propiedades artsticas anlogas en todos los cdigos de los distintos sistemas artsticos
sobre todo considerando el sustrato comn desde el que todos emergen. Esto, para decir que
los cdigos artsticos, aunque funcionen todos del mismo modo, no constituyen una especie
de lenguaje parasitario que se asiente -o encarne, como dice Lotman- en una diversidad
de materiales ajenos para pronunciarse a s mismo indistintamente del medio elegido
aunque tambin lo haga, ya que la propiedad fundamental de estos cdigos artsticos,
desarrollada conjuntamente por cada uno de ellos, es una sintaxis que opera en todos los
casos del mismo modo, el cual es adems el mismo, como explicaremos, del que se sirven
todos los dems sistemas naturales que habitualmente empleamos para pronunciamos,
esos mismos lenguajes ordinarios a los que de costumbre no solemos pensar como artsticos.
De dnde viene el nfasis por la separacin de literatura y lenguaje ordinario?
Precisamente, de una prerrogativa positivista, de la necesidad de confinar el objeto de
estudio: la literariedad. Aunque, por supuesto, sera faltar a la historia limitarnos a una
causacin unvoca. Victor Erlich, en su fundamental El formalismo ruso (1974), ofrece ya un
panorama del itinerario plural y en muchas ocasiones contradictorio de las diversas
orientaciones que fueron aportando su granito de arena a la constitucin de un movimiento
que consideramos hoy el padre de la teora literaria. De este itinerario particip, en primer
estereotipados (es decir, literatura), a continuacin los ideogramas, los jeroglficos y los fonogramas, en este
orden. Por el contrario, la tesis de los mitogramas de Leroi-Gourhan interpreta los grafismos auriacenses
como rasgos convencionales y abstractos representativos de un contexto oral irremisiblemente perdido
(1964: 266). En cualquier caso, para Leroi-Gourhan, El arte figurativo est ligado en su origen
inevitablemente al lenguaje, y mucho ms prximo a la escritura en su sentido amplio que a la obra de arte
(Mounin, 1968: 37).
231
lugar, el simbolismo, que frente a la dicotoma de forma vs. contenido, defenda una unidad
orgnica de sonido y significado, de tintes cuasi esotricos, y que en ltima instancia
impela a concentrarse en los problemas de la forma potica. En segundo lugar, el
Futurismo ruso, que a pesar de dirigir sus crticas contra los simbolistas, comparta con ellos
la repugnancia por el arte realista y una creencia total en el poder evocativo superior de la
palabra potica, si bien esta creencia se asentaba en concepciones muy distintas. Los
futuristas valoraban la palabra por la palabra, y no por su conexin metafsica con un
significado noumnico. Se defenda as el discurso potico como un fin auto-suficiente. La
diferencia con el futurismo italiano salta a la vista, pues su novedad no dependa de una
temtica moderna, sino de la primaca concedida a la forma sobre el contenido, lo que en
ltimo trmino llev a relajar el vnculo entre signo y objeto, o a emancipar a la palabra de
su servidumbre tradicional al significado. Sera entonces, con la crisis del positivismo
biogrfico y el auge del irracionalismo vanguardista, cuando un joven Jakobson dira que si
la historia literaria tena que convertirse en ciencia deba encontrar a su hroe (Erlich,
1974: 78).
Aunque Erlich insiste en la naturaleza autctona del movimiento formalista,
limitando sus influencias externas a la fenomenologa de Husserl y la lingstica de
Saussure,81 no es menos claro al declarar sus afinidades con otras escuelas coetneas, entre
las que menciona la explication de textes en Francia, el anlisis literario intrnseco en
Alemania (con Wlffin), el New Criticism americano (en el que incluye a T. S. Eliot), e
incluso al Ortega y Gasset de La deshumanizacin del arte. Con todo, el carcter ms propio
del movimiento formalista, segn Erlich, se refiere a ese espritu cientificista que
comentbamos:
El formalismo ruso se ha presentado con frecuencia como una versin meramente
amaada de la doctrina decimonnica de el arte por el arte. Esta idea es sumamente
desorientadora. En efecto, los formalistas rusos no se interesaban ante todo por la esencia o
el objetivo del arte. Campeones declarados del neopositivismo, en lo referente a la
81 A las que habra que aadir, ms tarde, si consideramos a la escuela de Praga como la
prolongacin que fue del Formalismo, el funcionalismo de Bhler.
232
naturaleza de la creacin artstica; poco les importaban las especulaciones sobre la Belleza y
el Absoluto. La esttica formalista era descriptiva ms que metafsica.
(Erlich, 1974: 245)
del
pasado
siglo,
especialmente
las
estructuralistas.
Decimos
relativamente porque, aunque los trabajos formalistas no fueran bien conocidos hasta el
tratado de Erlich o la antologa de Todorov, no puede decirse lo mismo de su descendencia,
dado que el Formalismo funcion, a travs de Jakobson, como generatriz de la escuela de
Praga, la cual s fue conocida por los investigadores de la escuela de Ginebra -es decir, por el
estructuralismo ms conservador-. As, las ideas formalistas, de la mano de Jakobson y en
combinacin con el funcionalismo de Bhler, continuaran su viaje hacia occidente,
representando, junto al generativismo de Chomsky, una de las dos orientaciones
protagonistas de los estudios lingsticos de la segunda mitad del s. XX. Esto no significa
que el Formalismo fuera responsable de los muchos intentos que tambin en occidente
trataron de dotar a los estudios literarios de un carcter cientfico, considerando a su objeto
como un lenguaje distinto o desviado. Para Erlich, este zeitgeist epistemolgico se explica por
un contexto histrico ms amplio, el cual respondera, en lneas generales, a la sustitucin
del positivismo reduccionista por el estructuralismo funcionalista de Durkheim, Saussure,
Levi-Strauss, Bhler, Malinowski y tantos otros.
As pues, la literariedad, o el carcter distinto (o desviado, en trminos
psicoanalticos) del lenguaje literario, es una conceptualizacin originada desde un
determinado contexto histrico y tan relativa como pueda serlo cualquier otra construccin
ideolgica, campo de estudio u objeto delimitado por las disposiciones del observador. Desde
un punto de vista bourdiano, sera posible asociar la defensa del estudio intrnseco, el
carcter propio y la radical diferencia del texto artstico como una manifestacin ideolgica,
casi como una consecuencia lgica, de los valores implcitos en la constitucin del campo
literario, el cual se cimenta sobre la oposicin, a veces incluso el enfrentamiento, respecto a
233
lo no-literario (valores, lenguaje, etc.). Tal dinmica, como hemos visto, parece ser la norma
en todos los casos de constitucin de campos y sistemas especficos, como por ejemplo el de
los estudios de teora literaria, cuyo objeto es constantemente redefinido por las escuelas que
se lo disputan. Esta interpretacin contribuira tambin a explicar el auge de las poticas
desviacionistas durante el estructuralismo, las cuales tuvieron ms xito que las que
defendan lo contrario. No obstante, no podemos negar el hecho de que, histricamente, no
solo muchos tericos, investigadores y crticos, sino sobre todo, y con la anterioridad que se
puede lgicamente suponer, muchsimos productores de literatura han realizado su labor
desde una mirada ya sistematizada (o modelizada) para leer (y escribir) toda una serie de
fenmenos (lenguajes y manifestaciones) como integrantes de un sistema de discursos
distintos, es decir, literarios. Dicha mirada, como explica C. Guilln, puede ser una
construccin histrica, pero, sin duda, ha existido y existe.
Pues bien, frente a dicha mirada literaria, cuasi sinnima ya de sistema, y como una
etapa terica e histricamente necesaria para la configuracin de la misma, hemos de situar
una fase anterior, en la cual los campos literarios no existen como tales, no forman canon,
ni estructura de gneros, y por lo tanto no se diferencia entre textos artsticos y noartsticos. Pero lo cierto es que la sistematizacin literaria debi empezar a cuajar desde muy
pronto, y a partir de ese indeterminado momento el campo empieza a conformarse y a
existir como tal en la conciencia de los agentes, es un proceso irreversible, y adquiere
dimensin histrica. El ojo construye al campo y el campo construye al ojo. A partir de
qu momento se constituye ese sistema-campo? Los elementos discursivos hoy asociados al
mismo debieron tener en origen alguna funcin compartida que justificase su puesta en
relacin, es decir, su constitucin, en definitiva, como sistema o como literatura. Esa
funcin, tal vez solo pueda ser definida por lgica relacional respecto al resto de sistemas
semiticos que formaran con ellos el conjunto de hechos discursivos de tales sociedades.
Segn este principio, lo definitorio de la literatura sera simplemente lo que no es, es decir:
ni historia, ni filosofa, ni textos legislativos o cientficos (recordemos a Aristteles
advirtiendo que los tratados mdicos escritos en verso no forman parte de la potica), ni
religiosos, ni por supuesto periodsticos, etc. (aunque hubiramos de admitir las
habituales intersecciones entre los campos, pues de hecho muchos textos que hoy
234
235
1) Ha de existir, al menos, un rasgo comn, o base de identidad, para todos los gneros
discursivos integrantes del dominio mayor del que se parta. Este puede ser, por
ejemplo, la pertenencia al sistema de cdigos semiticos de una sociedad. Pero
tambin puede ser un rasgo ms restringido, como la pertenencia al conjunto de
discursos estrictamente verbales de una sociedad. Llamaremos a este dominio
mayor, conjunto , y a los rasgos compartidos por todos sus integrantes, funcin
.
2) Ha de existir, al menos, un rasgo diferenciador del subgrupo de gneros discursivos
identificados histricamente como sistema literario, frente a otro tipo de cdigos.
Estos rasgos pueden ser, presumiblemente, una serie de posiciones equivalentes en
el sistema de cdigos semiticos (o discursos verbales, en la versin restringida de
nuestro ejemplo) de dicha sociedad. Llamaremos al subgrupo de los discursos
literarios, conjunto B, y a los rasgos diferenciadores de este grupo, funcin .
Obviamente, , pero al mismo tiempo, ha de ser consecuente con . Por
ejemplo, un fonema puede ser bilabial, dental, alveolar o velar; o bien, puede ser
oclusivo, fricativo, vibrante o nasal; pero no tiene ms remedio que ser, o bien
sordo, o bien sonoro.
3) Dado que el grupo de gneros discursivos literarios se constituye a su vez como
sistema, entre sus miembros se ha de validar la misma ley. Es decir, ha de existir
tanto una base de identidad comn para todos ellos, como una serie de rasgos
distintivos para cada uno de ellos. Llamaremos a esa base de identidad, funcin
, y a la serie de rasgos distintivos de cada gnero, funciones (se entiende que
incluye una diversidad de rasgos opuestos, pero para nuestro propsito actual ello
no es relevante).
4) Dentro de A se incluyen todos los rasgos pertenecientes a los distintos subgrupos
enumerados, as como otra serie de rasgos pertenecientes a otros subconjuntos no
considerados, es decir, los no-literarios. Llamaremos a la suma de los rasgos
pertenecientes a los subconjuntos no literarios, funcin . Por lo tanto, A = +
(, , ) +
236
5) Dentro de B se incluyen tanto los rasgos presentes en todos los miembros del
sistema mayor (), como los rasgos distintivos del sistema literario (), como la base
de identidad del sistema literario (), como los rasgos diferenciadores de los
subgneros literarios (). Por lo tanto, B = (, , , ). O dicho de otra manera, B
= A .
6) . Sealamos una distincin porque, si bien en origen ambas funciones
resultan idnticas, una vez constituido el sistema, stas pueden derivar o desarrollar
propiedades emergentes ms complejas.
Hemos venido refirindonos a una ley o principio sintctico que se cumple para
todo tipo de cdigos, sean artsticos o no. Se trata de un principio descrito por Lotman para
los textos artsticos y cuya validez se confirma en la obra de analistas como Dmaso Alonso,
S. R. Levin y Jakobson, quienes han descrito estructuras morfo-sintctico-semnticas
distintas a las que rigen en el nivel de la frase, extendindose o abarcando unidades textuales
ms complejas, como una estrofa, un poema o un conjunto de textos. Sin embargo, desde
un punto de vista sistmico, considerando la continuidad de ciertos principios estructurales
que se transmiten de sistemas mayores, o englobantes, a sistemas menores, o subcampos,
podemos admitir la hiptesis de que se trate tambin de una propiedad pertinente, al
menos en algn grado, en el funcionamiento de los cdigos y mensajes no artsticos, puesto
que consideramos a los artsticos sistemas emergentes de los ordinarios. Nos referimos a la
superposicin de varias estructuras significantes en el texto, cuya interseccin contribuye a
formar un significado unitario y que implica adems una supeditacin jerrquica de los
significados asociados a las estructuras o unidades menores en favor de las mayores, de
manera que aquellas puedan llegar a perder su autonoma para cumplimentar el
significado estructural de stas, es decir, para cumplir una funcin estructural en el
conjunto de la obra. Esta propiedad no puede sino recordar el funcionamiento de unos
campos operacionalmente clausurados pero cuya actividad solo puede entenderse como
parte de un dominio sistmico mayor, con la consecuente relativizacin del concepto de
lmite o frontera que ello supone.
Del mismo modo, la posibilidad de analizar o entender segmentos de un texto como
unidades coherentes de significado, as como la posibilidad de agrupar y entender diferentes
textos como un solo texto, tal y como la describen Lotman y su maestro Propp, como un
solo texto susceptible de leerse adems como un signo o palabra, es decir, como un
238
82
239
83 Simplificando, la cuestin podra reducirse a la relacin entre el todo y las partes, asumiendo que
ese todo s puede generar en segundo grado propiedades que son ms que la suma de sus partes.
84 Este grupo tambin observa que el lenguaje se estructura en distintos niveles, comprensibles unos
en otros, desde las unidades mnimas del plano de la expresin, hasta las unidades superiores a la palabra del
plano del contenido. Y de igual modo, en lo que se refiere a mecanismos retricos, no encuentra una
distincin clara entre discursos literarios y no literarios.
240
241
que en todas las literaturas mundiales se compartan ciertos recursos y funciones afines. Si a
ello aadimos, como es generalmente admitido, que tales funciones no son exclusivas de los
textos literarios, y por tanto no definen su literariedad, o a la inversa, que muchos discursos
no literarios son susceptibles de leerse, o de hecho necesitan ser ledos mediante
procedimientos literarios -como indica Hayden White (1988) a propsito de los contextos histricos-, solo nos restara esa deriva de los cdigos asociados al campo, esa
acumulacin histrica de repertorios institucionalizados, como nica garante de la
especificidad de lo literario. No obstante, aunque la compleja configuracin de los textos
artsticos solo pueda ser el producto de dicha sucesin diacrnica, tampoco la deriva de los
cdigos, su institucionalizacin o la superposicin de procedimientos histricos son
caractersticas exclusivas de la literatura, pues estas dimensiones son tambin las que
configuran los repertorios de los discursos jurdicos, periodsticos o cientficos, ya que,
sencillamente, todos los repertorios son histricos, incluidos los de la comunicacin oral
ordinaria.
Por otra parte, la propuesta de caracterizar el lenguaje literario como aquel que
circula por los circuitos del mercado literario tampoco resuelve nada, pues de hecho
reconocemos como mercado literario a aquel que comercia con textos literarios Parece,
pues, que de momento debemos aceptar la diferencia de gradacin, intensidad, redundancia
histrica o institucionalizacin especfica, de manera anloga a la que establecemos entre
centro y periferia, o a la que se refiere al grado de autonoma de los campos, como la nica
diferencia, no ya entre lengua literaria y lengua natural, sino entre lengua literaria y el
resto de lenguajes verbales que operan en el sistema de cdigos de una sociedad.
Por lo tanto, el lenguaje literario es especial y no lo es. No lo es porque sus
procedimientos son bsicamente los mismos que los del resto de las lenguas, y lo es porque
dichos recursos son intensificados, sobre todo en lo que se refiere a la manipulacin de los
cdigos, y en concreto a su elaboracin como instrumentos directos o conscientes de
representacin-significacin. Parece, pues, que la intuicin de Jakobson y los estructuralistas
praguenses sobre la cualidad redundante de los discursos estticos coincide con nuestra
perspectiva, si bien esta funcin potica se enfocara ms bien hacia los cdigos, y por lo
243
tanto en ltima instancia sera metalingstica, y sin olvidar que este proceso redundante
de auto-complejizacin-codificadora ha de ser entendido sobre todo en el curso de su autoconfiguracin relacional en un plano diacrnico, y que esta redundancia sera la
intensificacin de una propiedad inscrita en el funcionamiento de cualquier lenguaje
natural. Quiz podamos entonces, por fin, entender lo propio de los sistemas literarios
y artsticos, en el seno de los sistemas de comunicacin (o de expresin) de una sociedad,
como la actividad enfocada especficamente hacia la vanguardia o especializacin en el
proceso histrico de creacin de estructuras cada vez ms complejas y evolucionadas de
codificacin.
86 Las competiciones orales entre poetas que improvisan sonetos u otra clase de estrofas medidas se
consideran, obviamente, un producto de la historia del campo.
244
literatura). Cuando no estn presentes estas ltimas actividades e instituciones, los procesos
de disgregacin y deriva lingstica se aceleran irremisiblemente. Pero en todos los casos, la
lengua habitual est siempre formada por codificaciones y repertorios particulares que solo
pueden darse -siguiendo a Bourdieu- en el marco de unas disposiciones que formadas a lo
largo de la historia social son aprendidas en el curso de la historia individual, es decir,
exactamente lo mismo que los repertorios literarios.
La gramtica de las lenguas, a un nivel ms o menos profundo, goza de cierta
homogeneidad tanto intra como interlingstica,87 mientras que su diversidad se manifiesta
en un plano ms superficial, al que los analistas literarios suelen referirse como plano de la
expresin. En los discursos literarios puede observarse una relacin, o proceso anlogo,
pero no es evidente hasta qu punto la deriva de la gramtica literaria afecta solo a planos
superficiales o bien podemos distinguir permutaciones estructurales profundas en cada una
de sus tradiciones. Nuestra hiptesis es que existe una base semitica comn para el
comportamiento de toda clase de discursos, literarios o no, que en el caso de las tradiciones
literarias alcanza un grado exponencial de desarrollo. No obstante, tal vez sera difcil
dirimir el grado de elaboracin alcanzado por alguna de estas propiedades semiticas en
textos no literarios, como por ejemplo, el uso de la ficcin en discursos institucionales
(Bourdieu alude a la incapacidad de Frdric para tomarse en serio unos juegos sociales
que se interpretan como ilusin de realidad). Ya nos hemos referido tambin a la doble
codificacin: todas las manifestaciones semiticas estn construidas a partir de la
superposicin de distintos sistemas codificadores. Dentro de este proceso, cobra especial
importancia la inversin referencial en el paso de la oralidad al lenguaje escrito: se traduce
o superpone un cdigo acstico a otro visual. Si este fenmeno provoca notables
modificaciones en el lenguaje literario, su efecto no es tampoco despreciable para el lenguaje
habitual. Adems, aunque el cierre o condensacin significativa implcita en este proceso,
pudiendo ser muy acusado, no llegue a ser nunca completo,88 ste tampoco estara
87 La distincin obedece al plano diacrnico, pues es ste el que puede determinar en qu momento
dejamos de considerar variedades histricas o distinciones dialectales de una misma lengua para referirnos a
una familia de idiomas.
88 Es difcil hablar de un cierre significativo completo para textos verbales, aun en los experimentos
del arte de vanguardia. Dado que la semntica de la lengua es un sistema en s mismo, el contexto es la
245
246
evidentes en cualquier anlisis literario, sin embargo, cuando Greimas lo propone est
describiendo un sistema que opera en cualquier tipo de texto o lenguaje verbal. As, Lotman
dir que en el texto potico es, de hecho, imposible aislar la palabra como unidad
semntica separada. Toda unidad semntica aislada en el texto no artstico se presenta en el
potico como functor de una compleja funcin semntica (L, 1970: 210). Igualmente,
Greimas propone sustituir la palabra como unidad mnima de significado por el texto. Y si
para Greimas la unidad significativa bsica es el texto, no se debe a que las palabras o las
frases no tengan significado individual, sino a que ste solo adquiere su verdadero sentido
al inscribirse en el conjunto del enunciado. De modo que puede ocurrir que una frase
tomada aisladamente signifique una cosa y tomada en el conjunto del texto signifique justo
lo contrario, como sucede con los efectos irnicos. Es decir que, como indica Lotman,
ninguna de las partes del texto potico puede comprenderse sin la definicin de su funcin
(1970: 167, la cursiva es nuestra). Esta propiedad, la significacin contradictoria, que
merced a la insercin de los trminos en posiciones isomtricas equivalentes, es propuesta
por Lotman (1970: 145 y ss.) como un atributo exclusivo de las estructuras artsticas, puede
cumplirse tambin en cualquier otro tipo de texto: la muy bsica operacin de sacar las
cosas de contexto basta para clarificar el asunto. Podemos imaginar multitud de situaciones
pragmticas concretas en las que una expresin, aparentemente sencilla y unvoca, se carga
de una connotacin que se superpone, en la conciencia de los interlocutores, a su
significado primario. Esto es muy habitual, por ejemplo, en las situaciones de flirteo: una
simple frase cualquiera puede adquirir de repente connotaciones inusitadas.
Normalmente, los autores de textos artsticos tienen en mente tales unidades
significativas mayores. En el caso de una novela, por ejemplo, puede que un prrafo o un
captulo posea un sentido unitario, pero este sentido posee a su vez una funcin
constructiva en la secuencia que constituye la obra y que, como dice Lotman, puede a su
vez ser interpretada, en s misma, como un signo unitario o como una palabra (de hecho,
el ttulo suele simbolizar ese significado unitario). La misma mecnica rige tambin el
funcionamiento de los textos no artsticos. Por ejemplo, en un estudio de medicina, el
sentido de un texto, aunque pueda ser entendido separadamente, se sita en una
determinada posicin en la estructura del conjunto y contribuye, puede que sea incluso
248
social asociado a ste, para transmutarse en un gnero discursivo nuevo, esto es, un gnero
literario cuyo contexto situacional podemos considerar, como Lzaro Carreter, inscrito en la
propia obra, o bien, como la teora de la recepcin, como un horizonte de expectativas. Muy
presumiblemente, las conexiones entre gneros discursivos sociales y gneros literarios estn
en la base de las distintas sistematizaciones de estos ltimos, y podemos observar que
todava hoy la produccin de muchos escritores se orienta hacia la renovacin o
readaptacin de dichos vnculos.
Todo ello nos devuelve a la reflexin sobre la interseccin de distintos sistemas de
cdigos en los sistemas comunicativos. Lotman llama la atencin sobre el hecho de que no
basta la presencia de un sistema modelizador secundario para conferir a un texto su carcter
artstico, mencionando el ejemplo de los lenguajes criptados. Curiosamente, para Lotman es
necesario que los procedimientos de las estructuras artsticas guarden cierta solucin de
continuidad con los del cdigo primario en el que se asientan. Esta idea coincide con
nuestra perspectiva: el arte sera solo una forma ms intensa de emplear unos
procedimientos ya presentes en el lenguaje comn. Para provocar esta intensidad, uno de los
recursos principales es la repeticin, si bien sta juega tambin un papel fundamental en los
discursos cotidianos: continuas repeticiones de frmulas o incluso repeticiones literales de
claves precisas, como las que marcan el inicio y el fin de la comunicacin (hola, buenos
das, adis, qu tal?), pero tambin otro gran nmero de conectores (por lo tanto,
entonces, pues bien, en adelante, por consiguiente), expresiones comunes (pues
s, de acuerdo, vamos a ver, bueno, vale, siempre igual, eso lo explica todo,
no me da la gana, supones bien, estupendo), expresiones lexicalizadas y refranes (sin
mencionar las repeticiones estructurales y de estilo). La diferencia entre ambos sistemas de
repeticin redundante y ordenada, tanto para Lotman como para Jakobson, es la
transposicin del principio de equivalencia del eje de seleccin al eje de la combinacin, o
dicho ms simplemente, la semantizacin de los cdigos. Pero, de nuevo, no es difcil
observar un proceso anlogo en el uso habitual del idioma, de hecho sta es la base que
posibilita el funcionamiento de los diferentes gneros discursivos sociales, aunque su efecto
se observe ms claramente en la literatura. As, por ejemplo, en su Arte Nuevo de hacer
Comedias en este tiempo, Lope de Vega no solo alude a los diferentes estilos de lenguaje que
250
han de emplearse segn el estatuto del hablante o bien de la situacin, sino que adems
propone una estrofa distinta para cada temtica (lo cual no era ninguna novedad, dado que
el pblico de los corrales ya estaba acostumbrado a identificar diferentes escenas con
arreglo al tipo de verso declamado).
Acomode los versos con prudencia
a los sujetos de que va tratando.
Las dcimas son buenas para quejas;
el soneto est bien en los que aguardan;
las relaciones piden los romances,
aunque en octavas lucen por extremo.
Son los tercetos para cosas graves,
y para las de amor, las redondillas.
otros tipos de semantizacin de los cdigos cotidianos no llaman la atencin del Lotman de
La estructura del texto artstico, para quien la incidencia del cdigo en la comunicacin
ordinaria no es significativa, sino que constituye una secuencia casi transparente que
permite el acceso directo a la comunicacin: La estructura [de la lengua natural] se
automatiza por completo. Toda la atencin de los hablantes se halla concentrada en la
comunicacin: la percepcin del lenguaje (del cdigo) est completamente automatizada.
(L, 1970: 172). Tambin en:
Este argumento resulta incongruente cuando hemos ledo en las pginas inmediatas
descripciones del grado directamente proporcional de efectividad artstica en relacin a la
infraccin de las normas estructurales prefijadas en los cdigos, con lo cual el principio es
el mismo que el expuesto para la lengua ordinaria. Tambin extraa la suposicin de que en
el folklore y en los fenmenos artsticos del mismo tipo las estructuras no se automatizan,
cuando se acaba de exponer que los sistemas artsticos que relacionan el valor esttico con
la originalidad son ms bien la excepcin a la regla, y citando como ejemplo contrario el
folklore de todos los tiempos, el arte medieval, [] la commedia dellarte, el clasicismo: he
aqu una lista incompleta de sistemas artsticos que medan el valor de una obra no por la
transgresin, sino por la observancia de determinadas reglas. (L, 1970: 348, 349). En
conclusin, para Lotman, en este tipo de sistemas artsticos,90 la ruptura de las estructuras
canonizadas se interpreta igual que para la lengua ordinaria, es decir, como la baja calidad
90 Lotman se refiere a ellos como clase de la esttica de la identidad, frente a la clase de la esttica
de la oposicin, en los que regira la norma contraria: la de la ruptura de las expectativas del pblico y la
bsqueda de la originalidad.
252
253
of language conflict, and the very moment they go to school they will start testing the use
of dialect words and other unorthodox form picked up in the playground (Lambert,
1991). El paralelismo con la alternancia generacional de estilos literarios salta a la visa. Este
sistema de oposiciones ha sido profundamente estudiado por Bourdieu, no solo para el arte,
sino tambin para la moda y, en general, en todo tipo de campos sociales.
254
lenguas tonales forma parte del cdigo, pero tambin en las acentuales, formando oraciones
interrogativas o exclamativas), sino a efectos de duracin, intensidad, volumen, etc. Este
caso es aducido por Jakobson como complemento a su descripcin de la funcin emotiva.
255
/br/, pero el mismo fonema puede tambin emitirse en situaciones de disgusto. Este tipo
de efectos no se limita a la expresin de onomatopeyas e interjecciones aisladas, sino que
tiene cabida en la locucin espontnea de la secuenciacin verbal ordinaria. En la lengua
coloquial los fonemas no solo reciben el efecto expresivo de su locucin emotiva, sino que la
secuencia verbal natural tambin reproduce estructuras repetitivas intensificadoras del
sentido. Si en la mayora de los casos estas repeticiones no son producto de una elaboracin
consciente (cosa que tampoco sucede siempre en los textos literarios que luego son
analizados por los crticos), ello no impide que realicen un efecto de intensificacin
representativa. A este tipo de aliteracin natural que hay que aadir el efecto de una
mtrica libre pero significativa, pues el ritmo acentual tambin porta una carga semntica
en el uso instintivo de la lengua. Volveremos ms adelante sobre la semantizacin de los
fonemas.
En general, los fenmenos de estilo son muy frecuentes en el uso natural del
lenguaje. Por ejemplo, para rechazar una situacin de manera intensa, un mensaje puede
agrupar una serie de oclusivas y explosivas, que le darn ms fuerza a esa intencin. En estas
construcciones, la mtrica,93 como decimos, tampoco es balad, ni el uso de figuras ms o
menos absurdas. Observemos la siguiente serie de expresiones populares, equivalentes pero
distintivas, en las que se cumple el principio enunciado por Lotman para los textos
artsticos, segn el cual palabras distintas se encuentran en posicin de equivalencia gracias
a lo cual surge entre ellas una compleja relacin semntica (1970: 210):
93
En cuanto a la mtrica, no podemos estar de acuerdo con los argumentos de Aguiar e Silva (1980),
citados por Asensi (285, 286), quien niega el carcter innato de ciertas propiedades lingsticas, como la
mtrica. En su opinin, todo el mundo puede hablar, pero no todo el mundo tiene la habilidad mtrica, a no
ser que la aprenda o la adquiera. Hemos de contestar a estos argumentos aduciendo que, en primer lugar,
tampoco nadie tiene la capacidad de hablar si no la aprende de otros hablantes, y en segundo lugar, una
opinin de este tipo respecto a la mtrica solo nos parece posible si no se tienen en cuenta todas las
manifestaciones folklricas y populares que participan en alguna medida de un sistema mtrico. Multitud de
juegos de palabras, refranes y canciones se organizan segn patrones lingsticos mtricos. La sugerencia de
que los hablantes analfabetos tendra probablemente menos habilidad mtrica que los alfabetizados es
infundada, pues precisamente es en las manifestaciones literarias de tradicin oral donde se generan ciertos
patrones mtricos, como el octoslabo, que luego pasan a la tradicin escrita.
256
Paco:
Manuel:
Paco:
Manuel:
Paco:
Manuel:
Paco: Genial.
Manuel:
Paco:
Manuel:
Paco:
Manuel:
Adis!
solo ligeras variaciones (de lo contrario, hablaramos de otro gnero discursivo), mientras
que sus segmentos son perfectamente sustituibles.
Manuel:
Paco:
Manuel:
Paco:
Manuel:
Paco:
Manuel:
Paco:
A ver si es verdad!
Manuel:
Paco:
Manuel:
Paco:
Manuel:
Adis!
94 Nada comparado con la esclavitud a que, segn relata Bourdieu (1992), se vean sometidos los
autores de folletines y columnas literarias de la prensa del s. XIX, obligados a satisfacer la continua demanda y
el ritmo sobrehumano de las consecutivas tiradas.
260
/viaje de negocios
.tengo que preparar unas palabras
unos veinte minutos
de palabras
sobre viajes
.unas palabras
para ser seguro escuchado
atenta y respetuosamente
por unas
pongamos
cuarenta
personas
que apenas
o solo
conozco
de nunca
y no obstante acudirn
porque as es preciso siempre en todas partes
y as ocurre
.soy un profesional de la palabra
con un cierto prestigio
y unos ms que aceptables honorarios
-a nadie ha de extraar sea contratado
ya casi viva de esto
y acuda algn ocioso
desocupado oyente a ver qu digo
.pero
tengo que preparar unas palabras
unos veinte minutos
de palabras
sobre viajes.
MELGAREJO, Luis, Libro del cepo, Hiperin, Madrid, 2000: 18, 19.
261
262
--ado.
-Que se ha meado?
-Que est desangelado!
Para perfeccionar el lenguaje literario, el poeta tal vez necesite pensarlo como algo
diferente, pues qu, si no esa conviccin, podra llevarlo a invertir la cantidad de tiempo y
energa necesaria para elaborar complejidades estructurales del tipo de Las soledades de
Gngora o el Ulises de Joyce. O un amplio sentido del humor. En el caso del arte, el juego
sobre las estrategias discursivas resulta significativo, no solo porque sus materiales y cdigos
estn impregnados de significado, sino porque el hombre porta en s la facultad de
interpretar y atribuir significado incluso a aquello que no participa de su universo
semitico, es decir, incluso a aquello que no ha sido intencionadamente dispuesto para
transmitir un significado. El hombre se encuentra sujeto a su propia capacidad
interpretativa, y esta cuestin sobrepasa los lmites de las estructuras lingsticas, artsticas o
semiticas, perteneciendo, para Lotman, a la ms amplia teora de la informacin (1970:
80), o desde un punto de vista posterior, a los estudios sobre la cognicin. Nuestro
propsito se limita a indicar que las propiedades significativas presentadas por Lotman,
Jakobson o Tynianov como exclusivas de los textos artsticos, funcionan tambin en el
lenguaje usual y, especialmente en lo relativo a dos aspectos interdependientes, en los
sistemas semiticos en general: por un lado, la semantizacin de los cdigos, y por otro, el
sistema de campos envolventes o estructuras integradas -las cuales contribuyen a completar
ese significado-. La distancia entre lenguaje ordinario y artstico, desde este punto de vista,
consiste en una diferencia de grado, intensidad o desarrollo (histrico). Este desarrollo
solo puede entenderse apropiadamente como parte de un proceso de complejizacin y
especializacin de los cdigos, del cual la propia lengua natural constituira un estadio,
siendo las expresiones artsticas otro ms avanzado, emergido del anterior.95 No encontramos
95 Encontramos incluso algn fragmento en el que el propio Lotman parece referirse a esta
diferencia como una cuestin de grado: El funcionamiento real del texto artstico est relacionado con una
263
interaccin ms activa entre los niveles de la que tiene lugar en las estructuras no artsticas. (L, 1970: 336.
Cursiva nuestra).
96 Una cuestin que no se le escapaba al mismo Saussure, cuando se preguntaba si la fonologa
debera ocuparse tambin de los modos de expresin basados en signos enteramente naturales como la
pantomima-, o ms bien solo de los arbitrarios. (Saussure, 1945:130).
264
265
Quiz sea el momento de dar a la pregunta del Crtilo una respuesta distinta a la
ofrecida por la lingstica estructural, pues aunque, como dice Bhler, la lingstica solo
puede retroceder hasta cierto punto antes de que el hilo se rompa por todas partes, s es
posible deducir diacrnicamente el sistema generador observando su continuidad en el
266
267
100
La Nueva gramtica seala que: Por su elementalidad, muchas de ellas se han interpretado a veces
como VOCES NATURALES. Aun as, estn codificadas y poseen, como otros signos lingsticos,
propiedades fonticas, morfolgicas y sintcticas. En cambio, no considera a las onomatopeyas clases de
palabras, mientras que proposiciones como cuidado con el perro se consideran locuciones interjectivas
(2010: 623 y ss.). La compatibilidad funcional de estructuras complejas como las llamadas locuciones
interjectivas y estructuras naturales como las interjecciones propias apoya la hiptesis de la evolucin de un
268
estrato principalmente interjectivo a otro ms complejo. La misma debera hacerse extensiva a las
onomatopeyas, que pueden considerarse un signo verbal en toda regla y el antecedente histrico de nuestros
modernos vocablos, como puede constatarse observando el lenguaje de los nios, donde objetos y animales se
designan imitando los sonidos que producen. Puede argirse que los bebes reproducen dichas onomatopeyas a
imitacin de las que los mayores emplean para dirigirse a ellos y sealarles el mundo, pero tambin es cierto
que muchas veces la reproduccin analgica de los sonidos ms frecuentes del entorno se produce
instintivamente.
101 Se puede establecer una relacin directamente proporcional entre el porcentaje de trminos
monosilbicos de una lengua y su nmero de fonemas. El ingls, por ejemplo, con una fuerte tendencia
monosilbica, cuenta con entre treinta y cinco y cincuenta fonemas distintos, segn las fuentes, mientras que
el espaol, formado principalmente por palabras bislabas, cuenta solo con 23, aunque las variaciones
alofnicas son sin duda mayores. Sera errneo, pero, asociar esta propiedad inglesa con un supuesto carcter
ancestral, pues, como se sabe, pertenece a la familia de las lenguas germnicas, sintticas y flexivas, al igual que
las latinas. Por alguna razn, sin embargo, el ingls ha desarrollado diacrnicamente un marcado carcter
analtico. Por el contrario, el Chino clsico era una lengua estrictamente monosilbica, y de hecho, cada uno
de sus caracteres, aunque actualmente se aglutinen para formar palabras bislabas, se lee como una sola slaba.
Por ello, el chino actual cuenta con 72 fonemas distintivos (donde se incluyen varios diptongos y vocales
nasalizadas). Algunas lenguas y dialectos de la rama analtica o aislante de la familia sino-tibetana han
conservado mejor el monsilabismo gracias a una mayor complejidad silbica y tonal (el dialecto de la etnia
Dong, por ejemplo, distingue entre 15 realizaciones tonales).
269
270
OSTOFE
271
autnomo, denotativo o connotativo, de los fonemas, aunque ste reaparezca con frecuencia
en nuestra comunicacin ordinaria, incluso escrita, como se aprecia en el siguiente texto,
tomado de un dilogo real. La ltima intervencin podra sustituirse por una interjeccin
lexicalizada cualquiera, o incluso por una frase que transmita el mismo significado, o
mejor dicho, uno equivalente. Sin embargo, se opta por una cadena de fonemas que es la
representacin de una expresin natural asociada a una emocin determinada, es decir, un
signo cuyo vnculo con su contenido es directo y que, al mismo tiempo, no deja de ser
tambin una convencin.
Mara: oye, t tienes un blog?
Jorge: Vaya pregunta. La duda ofende
Mara: Cul es!!!
Jorge: De hecho llevo dos, uno personal y otro de crtica, colaborativo.
Mara: Nombres
Jorge: En mi muro hay enlaces
Mara: Gggrr
272
103 Vase a este particular una detalla explicacin en El fenmeno de la cultura (L, 1978: 34).
104 Wahnon menciona que Ricoeur habra recogido esta perspectiva de la gramtica lgica de
Max Black, quien designa como focus a la palabra metafrica y como frame (marco) al resto del enunciado
(1996b: 592).
273
274
107 Lotman menciona la relacin entre lo casual (a-sistemtico) y lo sistemtico en el texto. Segn
Lotman, algunos elementos del texto pueden ordenarse de forma casual, surgiendo sistemas que organizan
esos elementos casuales para conferirles significacin (1970: 39). Seala tambin que todo conocimiento
276
partir de signos dispuestos intencionadamente para tal fin. El significado implcito es el que
cualquier elemento recibe por parte de un observador que lo interpreta. De esta manera, un
hablante utiliza los cdigos con la voluntad de transmitir un sentido. Sin embargo, dada la
capacidad asociativa propia de la cognicin natural,108 los hombres tienden a atribuir
significado a estructuras no dispuestas para tal fin. Determinados lectores aplican esta
habilidad a la interpretacin de cdigos artsticos, mientras que determinados productores
artsticos elaboran sus obras en funcin de dicha habilidad, con lo cual realmente
incorporan cdigos especiales dispuestos intencionadamente para su desciframiento. Es
decir, quienes leen los cdigos como estructuras auto-significantes, suelen tener en cuenta
esta propiedad a la hora de crear sus propias producciones (los artistas). Si a ello sumamos la
complejidad y la auto-referencialidad fruto de la acumulacin histrica de repertorios
asociados al campo, no es de extraar que los textos artsticos presenten tal profusin de
recursos significantes agramaticales que se consideren una lengua desviada. Pero en
definitiva, se tratara solo de la oposicin entre mecanismos significantes de uso
convencionalizado (gramaticales) y mecanismos significantes de uso restringido
(retricos).109 Se tratara, una vez ms, de un grado distinto de institucionalizacin y
convencionalizacin de tipos de procedimientos.110
supone la decodificacin de un mensaje, y aade: Cualquier contacto con el medio exterior, cualquier
asimilacin biolgica supone la obtencin de informacin y puede describirse en los trminos de la teora de la
informacin. De esta manera, el semitico ruso llega incluso a considerar como texto un trozo de alimento.
Para Lotman todos estos procesos suponen la conversin o traduccin de un elemento extra-sistmico en
material sistmico o semitico (1970: 81). Esta idea amplia de signo es compartida por otros semiticos,
como John Deely (2001), para quien un sigo es lo que todo objeto presupone (A sign is what every object
presupposes), pues cualquier objeto que se aparece en la conciencia de un sujeto lo hace como parte del sistema
de relaciones subjetivas que constituye su realidad.
108
Nos referimos a esta habilidad no limitada a la especie humana, pues de ella depende la
deduccin, ms o menos intuitiva, de las relaciones causales o asociativas que posibilitan a cualquier ser vivo la
supervivencia en un medio dado.
109
Segn Chomsky, las oraciones aberrantes solo son interpretables desde (por analoga con) las no
aberrantes. Esto concuerda con la idea sistmica de que los cdigos desconocidos se traducen desde los
conocidos, pero tambin podemos interpretar que no hay exactamente tales dos gramticas, sino estrategias
gramaticales canonizadas frente a otras no canonizadas. Es decir, una gramtica normativa (canonizada) y
unos sujetos adoctrinados por el sistema para usarla correctamente, frente a una gramtica libre, anormativa o no canonizada (excepto en literatura), la retrica.
110
Durante el s. XX, uno de los discursos que ha asimilado ms consciente y provechosamente los
recursos de la gramtica artstica es el de la publicidad, en sentido amplio.
277
Aunque esa idea sea la aparente ausencia de idea, o su sustitucin por un flujo automtico,
como en Kerouac. No hay que confundir estas poticas con la falta de idea, pues precisamente la idea es esa
278
una idea de qu es lo que quiere decir con su obra, ms all de la concrecin material de la
misma, aunque, qu duda cabe de que es ms prudente conceder a los crticos la labor de
interpretarla. La interpretacin es, de hecho, la traduccin del lenguaje del arte a otro
cdigo ms inteligible, lo cual es entendido por Bourdieu como una amplificacin, tambin
en el sentido de prolongacin, del texto de la obra. Pensemos en un comentario crtico del
tipo que Dmaso Alonso (1950) ofrece acerca de, por ejemplo, una estrofa de Garcilaso. En
estos casos, la traduccin no supone una prdida, pues el cdigo primero est incluido en el
segundo, es decir, el discurso crtico contiene al artstico y, de alguna manera, lo envuelve.
Solo se producira una prdida en los casos de sustitucin de un discurso por otro. De otro
modo, al contrario, como seala Bourdieu, se produce una amplificacin, una
pormenorizacin de un sentido que, de alguna manera, el texto original contena solamente
en potencia. La crtica de arte, es claro, no puede concebirse sin discursos artsticos y
constituye, por lo tanto, una propiedad emergente de los mismos, una nueva recodificacin
o hibridacin cuyo operar solo puede entenderse integrado en el dominio mayor de los
sistemas que lo generan, pero que a su vez genera sus propios sistemas y repertorios. De
hecho, como sabemos, algunas teoras han defendido, y practicado, la indiferenciacin del
discurso crtico y literario.
279
112
Lotman niega, por ejemplo, la idea de Shklovski, en uno de sus primeros trabajos, en el que trata
de atribuir al fonema u un significado autnomo. (1970: 184).
113
Algo similar ocurre con los caracteres chinos, en origen figurativos, y cuya convencionalizacin los
convierte en trazos abstractos sin referencia figurativa directa, aunque en muchos casos se puedan seguir
adivinando las imgenes representadas.
280
Por otra parte, tampoco existira una contradiccin completa entre la idea de un
vnculo metafrico, metonmico o figurado y la idea de una relacin arbitraria o
convencional entre significante y significado, pues, siguiendo a Deely (2001), cualquier
forma de aprehensin de la realidad y el consecuente establecimiento de relaciones entre sus
elementos depende de la perspectiva siempre subjetiva del receptor de la informacin. Esta
idea, aplicada a entidades mayores, como una sociedad, hace que todo vnculo entre
significante y significado, sea ste convencional, arbitrario, metafrico o metonmico,
responda a una misma subjetividad cultural que equipara tales distinciones como integrantes
equivalentes de un mismo sistema semitico, o semiosfera. A nadie se le escapa el cariz
fenomenolgico de estas observaciones. As pues, denominaciones tan arbitrarias como las
de las galaxias que llevan los apellidos de sus descubridores comparten con las
denominaciones metafricas de las constelaciones su pertenencia a un mismo universo
cultural de relaciones asociativas. La analoga, al fin y al cabo, es un tipo de asociacin que
sucede dentro un sistema cognoscitivo determinado por la experiencia subjetiva o cultural
del intrprete, al igual que el tipo de asociaciones que llamamos arbitrarias o
convencionales. Si todo lo que aparece en la conciencia lo hace de manera subjetiva, todo lo
que una cultura codifica lo hace en funcin de la red de relaciones asociativas que compone
su propio sistema cognoscitivo. Fuera de esta red, ningn signo, arbitrario o analgico, ni
nada, tiene sentido. Para que un receptor pueda reconocer un signo, su sistema cognoscitivo
tiene que compartir, al menos, parte del cdigo que lo ha creado.
282
283
284
PARTE V:
285
286
V. 1. POLISISTEMA Y NACIN
114
La importancia de este investigador merece una resea ms amplia que la que aqu ofrecemos.
Digamos, no obstante, que Lambert es uno de los principales promotores de los estudios sobre traduccin,
siendo uno de los primeros profesores europeos en impartir cursos sobre literatura traducida en el marco de la
literatura comparada. Su carrera se desarrolla, como estudiante y como profesor, en la Universidad Catlica de
Lovaina, siendo sus primeros intereses las relaciones entre la literatura francesa y alemana en el s. XIX,
especialmente sobre la manera en que la literatura traducida se comporta en su literatura de destino. En 1989
funda, junto a Gideon Toury, la famosa revista Target. International Journal of Translation Studies, y el mismo
ao inaugura CERA (despus CETRA: Center of Translation, Communication and Culture). Adems de
desempear importantes cargos en instituciones como la Asociacin Internacional de Literatura Comparada o la
Federacin Internacional de Lenguas y Literaturas Modernas, fue miembro fundador de la European Society of
Translation Studies, profesor visitante en numerosas universidades y autor prolfico, con participacin en los
ms importantes manuales y obras de referencia en su campo.
115
Artculos como Translation, system and research: the contribution of polysystem studies to
translation studies (1995) o Aproximaciones sistmicas y la literatura en las sociedades multilinges (1999),
son dedicados por Lambert a mostrar este dbito. Puede resultar revelador el hecho de que fuera precisamente
en el coloquio Literature and Translation, organizado por Lambert en la Universidad Catlica de Lovaina en
1976, que reuna a autores como Even-Zohar, Gideon Toury, Susan Bassnet o Andr Lefereve, entre otros,
donde tuviera lugar una de las primeras presentaciones pblicas de la TPS en Europa. (Lourido Hermida,
2012: 153) y (Delabastita et al., 2006: XIX).
287
116
Este hecho es mencionado por Lambert (2000) como una dificultad para la apertura del espectro
de estudios literarios, advirtiendo que las universidades estatales permanecen ideolgicamente leales a los
viejos modelos nacionales.
117
Sntesis accesibles sobre el trabajo de Lambert pueden encontrarse en Lourido Hermida (2012), o
bien en Delabastita, ed., (2006).
288
este gnero funciona como puente entre distintas tradiciones y centros de produccin. Otra
caracterstica del trabajo de Lambert (1983, 2004) es la defensa de las culturas minoritarias,
proponiendo una cartografa literaria que reconozca el papel de las provincias frente a los
centros canonizados.
Para empezar, Lambert denuncia el alejamiento entre teora e historia literaria,
indicando que algunas de las nociones mejor asentadas de la teora, como la funcin de
cohesin social de la literatura, con frecuencia son ignoradas por los historiadores, quienes
hacen tambin la vista gorda sobre las dependencias entre distintas tradiciones y con otros
sistemas sociales. A la inversa, tambin seala (1991) que una teora desprovista de
componentes descriptivos es una empresa vana y que sta siempre debe ser validada por una
investigacin emprica.
En lneas generales, la crtica de Lambert al concepto de literatura nacional apunta
hacia la no coincidencia entre las fronteras lingsticas, literarias y nacionales, la proyeccin
anacrnica de valores socioculturales, la obliteracin de los vnculos entre instituciones
literarias y poder poltico, de la diversidad lingstica y de las dinmicas tanto internas
(locales, regionales, nacionales) como externas (mediatizacin, colonialismo, traduccin).
La alternativa de Lambert consiste en tomar como referente, no la idea de nacin, sino la de
territorio, entendido ste como un espacio geogrfico y cultural. Para ello, sugiere
confeccionar unos mapas dinmicos que muestren las fluctuaciones entre sistemas
lingsticos, polticos y literarios, y subraya la necesidad de precisar las circunstancias
histricas que originaron la idea de literatura nacional. Por otro lado, Lambert ampla la
idea de traduccin, la cual entiende no solo como referida a unos textos, sino como el
proceso de la continua redefinicin de las sociedades a travs de unas relaciones
internacionales de poder vinculadas a la colonizacin y descolonizacin cultural (1995b).
Desde otro punto de vista, tambin estudia el papel de la traduccin en el contexto del
mercado econmico global (1998).
289
118
En otras ocasiones, Lambert ha llegado a sealar que las lenguas no son ms que dialectos que
han conseguido tener un ejrcito y una administracin (Lambert, 1999: 55).
290
razn para que los investigadores se identifiquen con el imperialismo del paradigma
global-nacional. Por otra parte, subraya que la comunicacin literaria es capaz de
transcender el espacio y el tiempo, pues aunque cada producto literario se localice en un
contexto sociocultural, algunos no son reconocidos como tales en sus sociedades de origen
mientras que para otras culturas son obras maestras.
As pues, para estudiar los conflictos entre lenguajes, religiones y sociedades en lucha
por la autonoma o la hegemona, Lambert sugiere sustituir la idea de literatura nacional por
el concepto geogrfico de literatura en Francia, en Alemania, en Italia, etc. Tambin indica
que la investigacin no puede limitarse a la recoleccin positivista de datos, proponiendo
los siguientes objetivos:
1) Identificar el tipo de repertorios presentes en un rea sociocultural, pues
probablemente se nos estn escapando algunos.
2) Localizar los centros de produccin y recepcin literaria.
3) Las relaciones jerrquicas y de contacto, tanto internas como externas, de los
sistemas literarios.
4) Normas y principios de jerarquizacin y clasificacin (sin necesidad de ceirse a
conceptos tradicionales como el de los gneros literarios), lo que puede ayudar a identificar
grupos y tradiciones a nivel mundial.
Para Lambert, en un panorama como el descrito hay que tener en cuenta que
actualmente las culturas no se limitan a ser fuentes o receptoras, sino que ejercen una
influencia recproca. Aade que debemos ser conscientes de que la literatura, como el
mundo, se dirige hacia la globalizacin, por lo que la investigacin ha de ser colectiva y
coordinada, interdisciplinar y abierta a la redefinicin de sus objetos, ya que ella misma no
es menos histrica que los objetos que estudia.
292
A pesar de todas las objeciones presentadas por Lambert, sera un error considerar el
estudio de las literaturas nacionales como algo desfasado o pretender que dicho enfoque no
est tericamente justificado. Desde un punto de vista semitico, la superposicin de
distintas estructuras no completamente coincidentes puede entenderse como la garanta del
dinamismo y versatilidad de los sistemas literarios. Lotman expone un mecanismo similar
para los textos poticos en ruso, donde las divisiones de los pies mtricos no suelen coincidir
con las semnticas, ni tampoco las pausas versales con las sintcticas, e incluso las unidades
menores a la palabra devienen significantes; para el semitico ruso, la combinacin de
cdigos cuyas irregulares fronteras no coinciden es uno de los principales aspectos que
contribuyen a activar la funcin literaria de los textos. As, tambin en los polisistemas
literarios debemos admitir el solapamiento de distintos cdigos, organizaciones y estructuras
heterogneas, de entre las cuales los sistemas nacionales no seran las menos relevantes. Las
fronteras entre formaciones polticas, lingsticas, geogrficas y literarias, pueden no
coincidir, pero ello no impide que las literaturas nacionales sean, de facto, sistemas y
campos literarios bastante consistentes cuyo estudio est, por lo tanto, plenamente
justificado. Aunque la definicin de los mapas de la literatura mundial no sea una cuestin
simple, muchas de las ideas de Even-Zohar sobre las relaciones de contacto entre sistemas
apuntan en esa direccin, pero es imprescindible contar con el papel de las literaturas
nacionales en la definicin de esos sistemas ms complejos y sus relaciones jerrquicas.
Por otra parte, hay que decir que ni todas las carencias que Lambert achaca al
concepto de literatura nacional se cometen en muchas de sus historias, ni todas las
propuestas del belga se encuentran completamente ausentes en otros casos. Por fortuna, las
aportaciones de la teora van incorporndose paulatinamente tanto a la crtica como a la
historia literaria, pero aun en las historias tradicionales de la literatura podemos observar
que su relato no es tan restrictivo como el que Lambert advierte (adems, el trabajo
colectivo en proyectos de investigacin universitaria es a da de hoy una realidad, as como,
forzosamente, en la elaboracin de historias de la literatura de carcter enciclopdico).
293
decisin integradora no exenta de intereses polticos. Incluso se dan casos en que autores
latinos nativos contribuyen a los primeros intentos de formalizacin de un corpus nacional,
como sucedi en la Gran Bretaa del s. XVI (Ver: V.1.4.).
Lo dicho hasta el momento no significa que el diagnstico de Lambert no responda
a observaciones fundamentadas, pues la mayor parte de su crtica apunta a la anulacin de
la heterogeneidad por parte de los modelos nacionales, lo cual es innegable, ya que la
homogeneizacin mediante los procesos de canonizacin y posterior estandarizacin de los
modelos consagrados del repertorio es la ley de cualquier sistema de cultura. En el fondo, el
asunto se relaciona con una cuestin tan bsica como la supervivencia de las sociedades, las
cuales hacen uso de determinados repertorios culturales para consolidar (homogeneizar) su
identidad colectiva (EZ: 1999). Ello explica que, efectivamente, el estudio de la literatura
que, como norma general, es llevado a cabo por universidades estatales sostenidas
econmicamente por los presupuestos de los estados-naciones, adopte tradicionalmente el
enfoque de estudio de la literatura como historia de la literatura nacional. Adems, dado
que la homogeneidad cultural no solo es una propiedad que favorece la cohesin de las
sociedades sino que tambin se asocia a la centralidad en todo tipo de funciones sistmicas,
es lgico que cada estado aspirante a la centralidad (todos) pretenda presentar y estudiar su
literatura a partir de propiedades excluyentes de la heterogeneidad, al igual que tambin
sucede a nivel poltico y lingstico, como asume Lamber cuando seala que: no public
administration institutionalizes bilinguism or multilinguism as an ideal (1991: 70).
En contrapartida, los historiadores literarios vienen dando pasos, tambin gracias a
la teora, hacia la integracin de perspectivas que den cabida a la heterogeneidad y que
profundicen en las relaciones entre sistemas literarios y otros sistemas sociales, incluido por
supuesto el campo de poder. Resulta llamativa, en este sentido, la semejanza de algunas
propuestas de Lambert con el modelo terico bourdiano, sobre todo en lo referente a la
heterogeneidad, la jerarquizacin o la canonizacin. En concreto, su idea de territorio,
aunque diferente, guarda algunas coincidencias con la de campo (y as, su propuesta de
estudiar no la literatura francesa, sino la producida en Francia). Lo dicho vale sobre todo
para las que Lambert llama dinmicas internas (distintos tipos de repertorio, centros de
296
297
Entre otros culpables del criterio reduccionista y la extrema confusin disciplinar promovida
por la propia crtica en Espaa para el estudio de la literatura, Aulln de Haro seala al mismo Jakobson y su
clebre artculo Lingstica y potica, cuya base considera disparatada (2008: 27).
120
Esta opinin parece coincidente con la de Pulido Tirado (2001), quien seala que la Literatura
Comparada solo se desarrolla en Espaa a partir de la dcada de los 80 del siglo pasado. En cuanto a la
literatura universal, pese a lo que pudiera parecer a simple vista, su inclusin en los actuales planes de
estudios de enseanza media en Espaa no es una novedad debida al impulso de las tendencias globalizadoras.
Segn la Ley de Educacin de 1956, en sexto de Bachillerato Superior, dentro de la asignatura Historia de la
Literatura se estudiaba la literatura universal: los vedas, la literatura grecolatina, la poesa china, etc., con
nfasis en lo europeo y sobre todo en lo espaol (vanse las mltiples ediciones del manual Historia de la
literatura firmado por Jos Garca Lpez, algunas de ellas con el subttulo de espaola y universal). En la
Ley de Educacin de 1970, en tercero de BUP, la asignatura de Literatura solo inclua algunos autores
europeos, como Dante. Y en la LOGSE de 1990, bajo la denominacin de Lengua Castellana y literatura se
aunaban en una sola asignatura las dos materias; se trataba de una asignatura obligatoria para los cinco tipos
de bachillerato estipulados. En 2006 entra en vigor la LOE, donde la Literatura universal es una asignatura
optativa para dos de las tres modalidades de bachillerato. Actualmente, se tramita una nueva ley de educacin,
en la que la Literatura Universal seguir siendo una asignatura optativa para tres de los cuatros tipos de
bachillerato proyectados.
298
En este sentido, la literatura parece haber seguido el curso del resto de instituciones que, en la
mayora de los casos, han sido homogeneizadas y estandarizadas para dar coherencia al estado nacin: la raza,
la religin, la corona o gobierno central, y la lengua.
299
301
Este aserto puede ser relativizado desde un punto de vista diacrnico, pues autores que eran
considerados comerciales por sus contemporneos han pasado posteriormente a formar parte del canon, como
es el caso de Lope, y probablemente tambin de muchas formas de narrativa, como la del propio Don Quijote
o La Celestina.
302
sistema de canonizacin), pero participado tambin por una importante actividad comercial
independiente, nacional e internacional, as como por otras actividades, no siempre
directamente comerciales, e igualmente heterogneas. El habitus literario nacional no se ve,
en principio, amenazado por la dimensin internacional del mercado, pues permanece
arraigado tanto en los agentes especficamente literarios como en toda actividad de
consumo literario que tiene lugar en la sociedad (no en vano, se mantiene gracias a una
tupida red de instituciones que incluye ctedras universitarias consagradas al estudio de la
literatura nacional, recopilaciones y antologas nacionales, tratados de historia literaria,
manuales de estudio de la literatura, asignaturas de enseanza elemental, etc.). Sin embargo,
no es posible ocultar la tendencia globalizadora de las sociedades actuales, en parte
relacionada con el principio de desterritorializacin facilitado por la web (Snchez-Mesa:
2004) -aunque sta reproduzca en buena parte muchas de las estructuras nacionales previas-.
Pero tampoco podemos olvidar, citando a Even-Zohar, que: The territorial factor should
not be now looked own upon as reactionary just because many of us dream about a world
without borders. (1998: 365). Por otra parte, la formacin de cnones internacionales,
como los que fundamentan los manuales de Literatura universal en la enseanza media, se
apoya, continundolos, en los mismos principios selectivos mediante los que se forman los
cnones de cada literatura nacional, confirmando de esta manera su validez. En este
sentido, a diferencia de los mencionados manuales por no hablar de otros intentos de
construccin de cnones internacionales, como la desproporcionada anglofilia de Bloom
(1995)-, la propuesta de Lambert s inspira un modo alternativo de construir una visin de
la literatura mundial no excluyente de la heterogeneidad.
En definitiva, si para Lambert se hace imperativo superar el marco de la literatura
nacional, es necesario admitir tambin lo contrario, ya que no es posible un estudio
adecuado de la literatura sin considerar las literaturas nacionales, pues hacerlo sera ignorar
una estructura que ha sido y es fundamental en la organizacin y funcionamiento de las
sociedades humanas en todo el planeta. El que los sistemas literarios estn organizados
conforme a realidades nacionales, responde al hecho de que sta es la forma que
histricamente han adoptado las sociedades humanas. Cuando nos cuestionamos la validez
del concepto de literatura nacional, aunque solo sea como marco ms o menos apropiado
303
123 Actualmente, sera absurdo considerar, por ejemplo, al arte etrusco como parte del romano (sino
solo como influencia), por mucho que su imperio ocupara durante siglos el espacio geogrfico de aquel. Sin
embargo, las historias del arte italiano lo incluyen dentro de su repertorio, lo mismo que las historias del arte
espaol incluyen tanto al romnico como al islmico. Parece, pues, ser la vigencia de las instituciones
polticas que regentan sobre cierto territorio lo que avala la perspectiva autrquica mediante la que se
adscriben cualquier elemento cultural que haya tenido lugar en tal territorio, por ms que las civilizaciones
que lo originaran tengan poco que ver con los estados que hoy las adjetivan si bien esta apropiacin suele
acompaarse de una supuesta labor de conservacin del patrimonio histrico-. Esta poltica, generalizada en la
actualidad, puede considerarse hasta cierto punto novedosa, pues si observamos el conjunto de la historia,
como norma mayoritaria, las civilizaciones que ocupaban un territorio trataban de borrar todo rastro de la
cultura anterior para imponer su propio repertorio.
304
tendencias historiogrficas. As, como norma general, los volmenes sobre historia del arte
espaol suelen remontarse hasta el paleoltico,124 y lo mismo sucede cuando se trata, a
secas, de la historia de Espaa, a pesar de que dicho estado no naciera hasta algunos
milenos despus. A diferencia de ellas, la historia de la literatura espaola solo comienza a
partir de la Edad Media, pues como tal suele entenderse la escrita en idioma castellano.125 Y
encontramos tambin algn trabajo, como por ejemplo la Historia del Arte en Espaa, de
Valeriano Bozal (1973), en el que la cuestin se salva sustituyendo el gentilicio, que sugiere
una forma de pertenencia, por la preposicin locativa, que alude solo a la geografa, un
criterio no tan distinto del propuesto por Lamber para el estudio de las literaturas en
Francia, en Alemania, etc. Y de hecho, tambin en las letras el criterio lingstico convive en
ocasiones con el geogrfico, tanto cuando se trata de la inauguracin de una historia
literaria nacional, como cuando se trata de situar a un autor -como los autores latinos
peninsulares- dentro de cierta tradicin o como representante del carcter de una
comunidad (nacional, regional o local), con el consiguiente aumento del capital simblico
(y prestigio) de dichos pueblos, pues, como advierte Even-Zohar: Los grupos o individuos
que mejor acumulen el capital cultural lograrn alcanzar ms xito. La misma hiptesis
resulta vlida para las grandes entidades, por ejemplo, las naciones. (EZ, 1999e: 75).
La institucionalizacin de cnones literarios nacionales, por medio de antologas y
otros procedimientos, ha sido uno de los principales recursos que las naciones emergentes
en competencia han empleado para afirmar su posicin y acumular el necesario prestigio
cultural, pues de hecho la literatura ha desempeado histricamente un papel fundamental
en la consolidacin de los proyectos nacionales (EZ: 1994), (Ruiz Prez: 2008). Sin
embargo, las estrategias empleadas para lograrlo no han sido siempre coincidentes,
alternando el criterio geogrfico con el lingstico segn la coyuntura. As, en el caso de la
124 Esta es la costumbre en la mayora de naciones. De este modo, el presentador de un documental
de la BBC sobre la historia de Wales, dice: "The story of Wales is the experience of each and everyone of us in
Wales, of anyone who has ever lived in this country, from the Red Lady of Paviland, buried in this cave, on
the Gower peninsula, tens of thousands of years ago [30.000 BC], to you and me today, we are all a part of
the story of Wales".
125
Como otra muestra de las contradicciones que presenta este tipo de circunscripcin nacional,
algunos manuales de literatura espaola incluyen tambin a las literaturas regionales escritas en euskera,
gallego o cataln, pues dichas culturas se consideran oficial e histricamente como espaolas.
305
literatura espaola, est claro que la elaboracin de un canon nacional de autores se bas en
la reivindicacin de la lengua castellana, institucionalizada como lengua nacional y
estandarizada gracias a la temprana Gramtica castellana de Nebrija en 1492. Como
describe Ruiz Prez (2008), a este propsito se sumaron obras individuales, como el
Cancionero de Juan del Encina (1496), traducciones de clsicos grecolatinos, como las
glogas de Virgilio por el mismo Juan del Encina, ediciones comentadas como las de la
poesa de Garcilaso, primero por el Brocense (1574) y luego por Herrera (1580), antologas
como el Cancionero general de Hernando del Castillo (1511) e incluso obras bibliogrficas
como la Junta de libros, la mayor que vieron los siglos, de Tamayo de Vargas (1624),
redactada con el propsito de ser la primera bibliografa nacional completa de autores que
escriban en espaol (Gonzlez Hernndez, 2012). Caso distinto es el de Inglaterra, donde
los primeros intentos de elaboracin de un corpus nacional se guiaron por un criterio
geogrfico, ms que lingstico. As, segn Herbert Grabes (2008), la primera historia de
la literatura inglesa sera la obra Libri quatuor de viris illustribus, sive de scriptoribus
Britannicis, de John Leland, uno de cuyos objetivos, como demuestra el apunte que hace en
su newe yeares gyfte al Rey Enrique VIII, en 1545, era dejar patente que all other nacyons
to be barbarous unlettered, para lo cual rene a 674 autores, entre filsofos, matemticos,
cientficos e historiadores, de los cuales la mayora eran clrigos, e incluyendo incluso a los
primeros misioneros cristianos, los santos ingleses y hasta a los obispos, ya que stos
ofrecan algn tipo de sabidura. De este modo, aunque Leland destaca a Geoffrey
Chaucer, en su compendio hay lugar para una mayora de autores que usan el latn como su
principal lengua de escritura, lo que no es sorprendente, dado que el latn fue el idioma
empleado por los ingleses cultos como lengua de escritura hasta entrado el s. XVII. Tal y
como destaca Grabes, la intencin de Leland era demostrar que, desde tiempos
inmemoriales, las obras culturales ms valiosas se haban realizado en Gran Bretaa
(Grabes, 2008: 192. Cursiva nuestra). Una estrategia similar, aunque orientada tambin a
fundar la singularidad inglesa en su reforma religiosa, fue seguida por John Bale, quien en
1548 public su Illustrium maioris Britanniae scriptorum, hoc es, Angliae, Cambriae, ac
Scotiae Summarium, donde de nuevo se incluan cientos de pginas en latn humanista
(Grabes, 2008: 194), y donde de nuevo se juntaban poetas con matemticos, gegrafos,
306
126
Desde hace solo unas dcadas, esta estrategia se ha ampliado para incluir no solo la cultura
arqueolgica, sino tambin otras formas de cultura en situacin incierta, bajo la denominacin de
patrimonio inmaterial. Los problemas que presenta este tipo de asignacin son anlogos a los del resto de
operaciones homogeneizadoras (Villaseor Alonso y Zolla Mrquez: 2012). La nocin de patrimonio
inmaterial comparte su origen con la de patrimonio de la humanidad, de manera que a la oposicin entre
patrimonio material/ inmaterial, se aade la de patrimonio local/ universal. Guerrero Valdebenito (2005)
analiza algunas de las dinmicas contradictorias que se encierran en tales asignaciones, empezando por los
criterios a partir de los que se categorizan ciertos bienes (como la conservacin de vestigios y prcticas del
pasado) y continuando por la mercantilizacin de los mismos, lo que los convierte en un objeto de consumo
que relega su valor simblico a su valor econmico. La autora distingue tambin entre patrimonio
efectivamente vivido e ideologa patrimonial, esta ltima al servicio de las lites gobernantes. Adems, la
lgica homogeneizadora de la internacionalizacin del patrimonio entra en contradiccin con las prcticas
nacionales, regionales o locales, y bsicamente se rige por criterios esencialmente occidentales, investidos por
lgicas de poder e intereses de mercado.
308
contar con la impronta de las culturas invasoras, cuya huella es en ocasiones ms fuerte que
las pretritas locales.
En cuanto a lo estrictamente literario, parece razonable hipotetizar que las culturas
que heredan un espacio geogrfico suelen heredar tambin de las anteriores algunos
elementos de su repertorio, estableciendo as cierto grado de continuidad. En el caso de la
literatura espaola, uno de los casos ilustrativos de este heritage sera el de las jarchas
medievales, un tipo de estrofa breve que los escritores hebreos y musulmanes de Al-ndalus
cultivaron a imitacin de la lrica romnica tradicional, o al modo de los cristianos, lo que
supondra el primer eslabn de una prolongada transferencia, pues en estas estrofas se
encuentran tambin los ms antiguos versos escritos en lengua romance, lo que supone otro
enlace con la tradicin castellana posterior (Garca Gmez: 1974). Para el tema que aqu
tratamos, ms interesante que la exactitud filolgica de dichas atribuciones resulta la
controversia suscitada en el entorno acadmico a propsito de la legitimidad de las mismas,
discusin no exenta, por supuesto, de ingredientes nacionalistas. Como explica P. Martn
Baos (2006), la discrepancia se refiere, por un lado, al derecho de propiedad sobre las
primeras manifestaciones de la lrica romnica que se conservan, pues el descubrimiento
de las jarchas mozrabes (espaolas) arrebatara ese honor a la lrica provenzal
(francesa), llegndose a hablar incluso de la influencia de la andalus sobre la trovadoresca
(Nykl: 1946); y por otro lado, est en juego la propiedad cultural del estilo y en ocasiones
hasta de la lengua- de las cancioncillas, polmica que enfrenta al bando arabista y al
romanista. De nuevo, este caso muestra cmo los intereses nacionales compiten por la
apropiacin de determinados mritos culturales, atribuyndose unos logros literarios ya
arqueolgicos, y ejemplifica tambin las dificultades que devienen de la correspondencia
dinmica, o la falta de ella, entre nacin y territorio, sobre todo en lo que se refiere a la
calificacin del patrimonio. Estos problemas han sido abordados principalmente por la
sociologa, la antropologa, la historia y las ciencias polticas, por su importancia para los
estudios sobre nacionalismo, etnicidad y memoria histrica. La amplia bibliografa existente
muestra la diversidad de opiniones al respecto, desde la de autores como Anthony D. Smith
(1991), quien defiende el vnculo entre etnia y nacin, hasta la de Hobsbawn (1998), para
quien la implantacin de repertorios culturales responde principalmente a los intereses de
309
las lites gobernantes.127 En general, la mayor parte de los acercamientos crticos a los
procesos de construccin de la memoria como patrimonio social, ya sea desde la
antropologa o desde la sociologa, coinciden en una serie de puntos.
La patrimonializacin, territorializacin o adscripcin de bienes culturales a la
historia o tradicin de un grupo social determinado puede entenderse en trminos de
creacin de repertorios. Estos repertorios patrimoniales se encuentran sujetos a los procesos
caractersticos de modelacin y competencia entre distintas opciones vinculadas a distintos
grupos sociales dentro de una comunidad. Es necesario admitir, pues, que no existe un
patrimonio, como tampoco una historia como sucesin de hechos dada y unvoca, sino que
los vestigios y la arqueologa participan de distintas posibilidades de interpretacin,
seleccin, categorizacin y catalogacin, de lo que resultan una serie de posibles repertorios
de historia. Por lo tanto, la narracin que constituye la memoria de una comunidad, su
Historia, responde siempre a una re-creacin de los hechos que depende de la ideologa
dominante en cada momento. La seleccin de un repertorio patrimonial supone
inevitablemente la supresin de otros, lo que se realiza mediante el control institucional de
los medios de difusin de la memoria colectiva (fundamentalmente, las instituciones
educativas), imponiendo ciertas versiones y excluyendo otras.
Cada uno de los repertorios patrimoniales posibles ser defendido o interpretado
por los distintos grupos sociales en funcin de sus intereses, atribuyndoseles distintos
valores o lecturas. Los conflictos que se presentan en la lucha por establecer el repertorio
127
En el contexto espaol, algunas publicaciones recientes se han hecho eco tambin de esta
problemtica, no ajena a varios conflictos sociales que siguen percutiendo en la actualidad. As, por ejemplo,
Roberto Augusto, en El nacionalismo vaya timo! (2012) presta especial atencin a la construccin del
nacionalismo cataln, aunque en su opinin, ste se sirve de una reivindicacin ms lingstica que histrica.
Por el contrario, Garca Crcel, en La herencia del pasado (2011), se centra precisamente en la revisin de los
mitos fundacionales y los procesos de construccin identitaria de la nacin espaola, en los que encuentra una
instrumentalizacin de la historia al servicio de ciertos discursos. Distingue dos modos enfrentados de
instrumentalizacin de la memoria: el de los adanistas, que rehacen la historia partiendo de cero, y el de los
historicistas, ya sean conservadores o progresistas. Garca Crcel profundiza adems en el conflicto entre
centro y periferia, o la polmica de la Espaa plural, representada por los nacionalismos vasco y cataln, as
como en la disyuntiva entre derecha e izquierda, o polmica de las dos Espaas. En opinin de Gil Calvo
(2011), los problemas relativos a la memoria histrica abren un debate pblico que es a la vez cientfico
(controversia entre historiadores), poltico (polmica sobre los derechos de las vctimas), jurdico (caso Garzn)
y sobre todo meditico, ya que ambos discursos, meditico e histrico, comparten por lo general una
metodologa narratolgica comn, ofreciendo un encuadre de los hechos que supone un juicio moral sobre
los mismos.
310
histrico legtimo de una comunidad dependen de los criterios que definen, en cada caso,
aquello que merece ser patrimonializado, los cuales varan segn los grupos y comunidades.
Por ejemplo, el pueblo de los Tewas (Nuevo Mxico), no muestra ningn inters por los
trabajos arqueolgicos, pero s, en cambio, por sus propios relatos, los cuales ensean lo que
significa ser un humano, cmo vivir, cul es la historia de su pueblo, los mitos, la vida
ultraterrena, etc. (Ortiz, 1992). En comunidades ms complejas, son las jerarquas entre
diferentes grupos sociales las que entran en conflicto, el cual puede ser estudiado como un
conflicto entre grupos y repertorios centrales y perifricos, posiciones que normalmente
devienen de sucesos histricos cuya resolucin determina qu grupos y versiones de la
historia predominan sobre las dems.
Esta lucha de distintas opciones de patrimonializacin, centrales y perifricas,
reproduce los tpicos conflictos entre homogeneidad y heterogeneidad que caracterizan la
dinmica de los sistemas culturales. Ello se manifiesta con frecuencia en las reivindicaciones
por la devolucin de la memoria de los grupos o sectores sociales perifricos, marginados
o perdedores (de conflictos), muchos de los cuales no poseen el suficiente poder o fuerza
simblica para hacer valer sus reivindicaciones. Dentro de estas dinmicas se incluyen
conflictos tanto intra- como inter-nacionales por la sustraccin de bienes patrimoniales128.
Existen fuertes entramados de agentes e instituciones que trabajan por el mantenimiento de
sus propias versiones de la historia y la conservacin del patrimonio que se asocia a cada
identidad. Los repertorios patrimoniales centrales son defendidos por las lites gobernantes
o grupos de poder, y muchas veces entran en conflicto con los repertorios locales; esta
oposicin ha tomado en los ltimos tiempos una dimensin global, lo que permite hablar
de un patrimonio de la humanidad, cuya seleccin responde a intereses polticos y
econmicos globalizados con tendencia homogeneizadora, frente a una serie heterognea de
patrimonios pertenecientes a las culturas vivas de los pueblos. En las actuales sociedades-
128 Varios de estos conflictos son comentados por Even-Zohar, como el que tuvo lugar entre
Dinamarca e Islandia por la custodia de unos antiguos manuscritos (EZ, 1994a). Ramrez Goicoechea (2007)
menciona otros casos, como la colocacin de la Piedra de Scone, sobre la que antao se consagraban los
reyes escoceses, bajo la silla de entronizacin de la Abada de Westminster, en Londres, o la reclamacin por la
Generalitat catalana de los archivos histricos sustrados durante la Guerra Civil y guardados en Salamanca.
311
312
313
129
Habra que aadir los extractos de reseas que sirven para publicitar los poemarios, novelas, etc.,
en solapas, contraportadas, bandas, guardas, carteles o en los media.
130
Tambin habra que incluir aqu las presentaciones que se dan en eventos, recitales, homenajes,
conferencias, etc. Merecera una atencin especial el caso de las introducciones a antologas.
131
Convendra definir a qu nos estamos refiriendo cuando asignamos una supuesta unidad genrica
(crtica literaria) a un conjunto de textos de tan variable extensin, objeto y calado. Tal vez pueda manejarse
una nocin, desde un enfoque funcional, equivalente a meta-literatura.
132
En parte, porque la produccin crtica proviene mayoritariamente de los propios creadores,
quienes con frecuencia mantienen una pronunciada distancia hacia cualquier tipo de acometimiento
epistemolgico de la literatura. En la mayora, si no en todos los ensayos que vamos a comentar encontramos
testimonios en este sentido. Cuestin aparte seran los mltiples autores, especialmente post-estructuralistas,
que consideran la crtica y an la teora como una forma ms de literatura.
314
133
Dentro del mbito hispnico, encontramos un nivel de anlisis equivalente, por ejemplo, en el
estudio del teatro espaol entre 1920 y 1936 llevado a cabo por Iglesias Santos (1998).
315
Respecto a la seleccin de textos, hemos optado por volmenes, por ser la tipologa
que mejor puede acoger planteamientos terico-crticos fundamentados, as como una
perspectiva amplia de la poesa espaola actual. Nuestro objetivo no es elaborar un juicio de
valor, ni sumarnos o censurar las conclusiones de las obras, sino medir el grado de afinidad
epistemolgica entre ellas y la TPS. Creemos que las publicaciones escogidas son
representativas del giro que tratamos de mostrar.
con otros sistemas socioculturales o polticos (2002: 41), ejemplificando, por ejemplo,
cmo las circunstancias polticas europeas llegan a determinar la produccin potica. Se
aborda tambin el debate sobre la tradicin y la canonicidad (2002: 40), pasando revista a
multitud de autores de diversos mbitos en una reflexin sobre el dilogo entre la
produccin actual y los diferentes modelos del repertorio (2002: 50). Talens coincide con
Even-Zohar en apreciar que lo que est en juego no son unos autores o poticas en
concreto, sino modelos del repertorio, que a su vez implican valores socioculturales.
No creo que se trate de querer borrar a nadie en particular [], sino de neutralizar
determinadas formas incmodas de pensar (o hacer pensar) y eso es del orden de lo poltico
e ideolgico y, en consecuencia, va ms all de la poesa y se ha dado tambin en otras
manifestaciones, aunque a quienes estamos en este territorio de la prctica cultural nos haya
parecido alguna vez exclusivo de nuestro pequeo mundo.
(2002: 58)
Aparece tambin el enfrentamiento entre alta cultura y cultura popular, como las
resistencias del sector tradicional ante el intento por parte de algunos autores de integrar la
cultura pop en el repertorio institucionalizado (2002: 68-70). Este enfrentamiento, dadas sus
implicaciones polticas e ideolgicas, es llevado incluso a interpretaciones ms complejas a
partir de una crtica psicologista de textos concretos, extrayendo un correlato social que
problematiza en torno a asuntos como el complejo de Edipo, la sociedad patriarcal o la
escritura de gnero (2002: 150-163).
317
consumidor estaban preparados. (2006: 23). En la siguiente cita puede verse tambin la
afinidad de Mora con los postulados sistmicos.
La perfecta coordinacin entre la mquina editora de libros y las editoras de
peridicos, unidas bajo las mismas macrofirmas empresariales, se ha venido encargando del
trabajo de precisin: los libreros espaoles demandan ttulos despus de leer los tres
suplementos culturales de tirada nacional (ABC, El Mundo, El Pas); los distribuidores slo
aceptan lo que los libreros van a pedir; los editores no publican lo que los distribuidores no
van a querer.
(2006: 36)
Este trmino es utilizado tambin por Even-Zohar en su conceptualizacin del repertorio y los
modelos (factores y dependencias). Mora dedica unas pginas a comentar su utilizacin en el Formalismo y en
Croce, Dilthey, Fokkema e Ibsch, Mukarovsky, Julian Jimnez Heffernan, Juan Carlos Rodrguez y en los
poetas Antonio Jimnez Milln y Luis Garca Montero.
318
desautorizar desde presupuestos filosficos y cientficos (2006: 65, 66), aludiendo tambin
a su funcionamiento sistmico:
hablar para entendernos de un pensamiento normalizado, que tiene encantados a
editores, gestores culturales, responsables pblicos, reseistas literarios y no pocos escritores,
por el cual slo vale lo que vende, slo se lee lo legible, slo se publica lo vendible y slo se
alaba lo que se entiende. [] con unos asesores ministeriales que intentan liquidar las
Humanidades y la Filosofa por la segura carga crtica que conllevan, con una literatura de
la normalidad entronizada y canonizada, y con decenas de intelectuales a sueldo de los
grupos mediticos, el resultado es que el discurso ideolgico conservador de fondo (un
autntico inconsciente ideolgico, clavado en la psique colectiva) hace que las estructuras
se vuelvan resistentes en trminos psicoanalticos- hacia todo lo novedoso, rupturista o
partidario del progreso.
(2006: 89)
319
Por otra parte, encontramos una reflexin sobre los modos de representacin de la
literatura y las relaciones existentes entre diferentes sistemas semiticos en un marco social
complejo (2009: 51). Saldaa muestra tambin una inequvoca inclinacin polisistmica
cuando participa de las consideraciones de Linda Hutcheon, quien seala la contigidad
entre producto (texto), institucin y mercado:
Art, theory, criticism are not really separable from the institucions (publishing
houses, galleries, libraries, universities, etc.) which disseminate them and which make
possible the very existence of a field of discourse and its specific discursive formations (the
system of norms or rules that govern a certain way of discours, there is a concrete, material
context involved. Discourse, then, is both an instrument and an effect of power
(Hutcheon, 1991: 112, en: Saldaa, 2009: 40).
320
321
Por otra parte, concibe lo bello como una atribucin consensuada (2009: 66) y se
sirve del pensamiento relacional (como sabemos, fuente de las teoras sistmicas) para definir
su postpoesa (2009: 97). Otra coincidencia reside en su visin de la sociedad como
entramado de diferentes sistemas o redes. As, el ndice se explica como la representacin de
un microsistema-mundo potico (2009: 14), y tanto su crtica al estado de cosas como su
propuesta se originan en la comparacin con sistemas no literarios. Por ende, su
formulacin de poesa ortodoxa coincide con el tipo secundario de la TPS, en oposicin al
primario, que debemos identificar con la apelacin a un laboratorio: Y es que esa poesa
que damos en llamar ortodoxa, () hace mucho tiempo que dej de ser un laboratorio, un
lugar de continua investigacin, para mutar en un museo de naturalezas muertas, (Fdez.
Mallo, 2009: 12). Encontramos tambin lo que, aplicado al terreno literario, podra
considerarse una crtica al textocentrismo: actualmente, las teoras estticas, ceido el
objeto de su estudio a la investigacin tanto ntica como epistemolgica de las artes (su
potica), asumen que el universo de la obra es autnomo y no puede ser comparado con un
mundo exterior a la obra. (2009: 18).
135
322
Especialmente significativo para lo que queremos sealar, resulta el uso de las teoras
de sistemas complejos, reconocidas por Fernndez Mallo el paradigma de la ciencia
posmoderna (2009: 21). Por ello, no es extrao que sus reflexiones coincidan
frecuentemente con los enunciados de la TPS, por ejemplo, en lo relativo al
funcionamiento del repertorio: incluso cuando una cultura trabaja con un repertorio
amplio y multiforme, puede llegar a un punto muerto si se bloquean todas las elecciones
alternativas. (Even-Zohar, 1999a: 130). La crtica al cierre del repertorio constituye
precisamente el aspecto central de la propuesta de Fernndez Mallo (2009: 45,46, 124, 144149). Tambin ofrece un estudio diacrnico del sistema literario espaol del ltimo medio
siglo mediante las relaciones que se establecen entre los nodos del sistema (2009: 158-161), a
lo que sigue una descripcin del sistema postpoesa desde la mecnica de redes (2009: 162,
163) y la diferenciacin de dos modos de produccin textual (2009: 165) equivalentes a los
modelos primario y secundario de la TPS. Debemos sealar tambin la negativa a aceptar la
existencia de unos textos que puedan ser considerados cannicos per se (2009: 88),
concordante con la sustitucin efectuada por la TPS de los trminos canon y cannico por
canonicidad y canonizado.
En conclusin, y a pesar de algunas diferencias terminolgicas, como el uso del
trmino mercado, que en Fernndez Mallo se refiere directamente al macrosistema
mundializado en el que se inscribe la produccin cultural (2009: 76, 77), resulta evidente el
parentesco epistemolgico entre la TPS y las teoras de sistemas complejos utilizadas por
Fernndez Mallo: Se llama Red a un sistema formado por una serie de Nodos (emisores y
receptores) que intercambian materia, energa o informacin por medio de un conjunto de
enlaces (links). () Todo nuestro entorno es un gran conjunto de redes superpuestas
(2009: 141, 142).
323
bsqueda de causas sociolgicas para analizar los cambios estticos. (Torres, 2010). As, se
relaciona la literatura con los fenmenos internacionales desde una perspectiva histrica:
La esttica posmoderna representa la fase final del proceso de desacralizacin que, iniciado
en la modernidad, sustituy la relevancia fundamental de la creacin (idealismo
trascendente) por el nfasis en la productividad (materialismo capitalista). (RodrguezGaona, 2010: 10). Desde esa perspectiva, busca en la produccin actual una definicin
plural que sea propicia para abarcar las diferentes propuestas (2010: 15) mediante la
siguiente hiptesis de partida: la aplicacin inflexible del neoliberalismo econmico a lo
cultural inevitablemente termina reduciendo la funcin de lo artstico a lo utilitario: el arte
y las letras como mercanca o propaganda. (2010: 12).
Desde este marco, le resulta paradjica la posicin del consumidor, quien realiza una
actividad rara y difcil debido a la especializacin que requiere y la falta de tiempo para
llevarla a cabo (2010: 13, 14) y encuentra profundamente significativo, por tanto, que
incluso un gnero tan en los mrgenes de lo comercial como el potico ilustre que cultura,
economa y tecnologa son factores interrelacionados y cruciales en la conformacin de la
presente civilizacin global. (2010: 18, 19). Igualmente, indaga en las relaciones entre
instituciones, productores y la red mundial de informacin, es decir, el medio o mercado,
destacando la especial configuracin que sta red adopta en el caso espaol (2010: 15, 16).
La competencia por el control del centro institucional, presente en todos los estudios
comentados, se describe histricamente desde las diversas propuestas de canon alternativo
que tuvieron lugar (2010: 43, 44) y se interpreta en trminos de marketing:
La peor consecuencia de aquel conflicto fue que produjo una falsa dicotoma,
simplista y maniquea, que no obstante su escasa elaboracin fue muy beneficiosa para los
intereses comerciales de los medios periodsticos y las editoriales, por su afinidad con la
sociedad del espectculo. Es decir, en trminos publicitarios, aquel enfrentamiento pblico
fue ms importante que la obra de los propios poetas.
(2010: 11).
325
Por otro lado, dedica la segunda parte del ensayo al estudio, a modo de reseas, de
una veintena de obras posmodernas, centrndose en las relaciones entre producto y repertorio.
As, al hablar del libro Echado a perder, de Carlos Pardo,136 indica que: La conciencia de
heredar la pugna por la constitucin de un canon es, simplemente, otra consecuencia del fin
de lo trascendente. (Rodrguez-Gaona, 2010: 156). Y por ltimo, se ocupa del influjo de
los nuevos medios sobre la poesa, hecho que se interpreta como la posibilidad de un nuevo
humanismo, dada la capacidad de interconexin y accin individual de las redes sociales, lo
que aprovecha para ofertar algunas propuestas de poltica cultural.
***
Como acabamos de ver, a pesar de la ausencia de planteamientos tericos
fundamentados (de una u otra orientacin) en la mayor parte de la crtica literaria
periodstica que se produce en el entorno espaol, parece que, por el contrario, sobre todo
en las obras de crtica acadmica, se encuentra normalizada la inclusin de puntos de vista
sistmicos, sin que sta sea tampoco la norma. Podemos mencionar incluso algunos trabajos
de historia literaria que se organizan, explcita o implcitamente, en torno a planteamientos
sistmicos. En muchos casos, basta echar un vistazo a sus ndices para observar la asuncin
de estas perspectivas. As, algunas de las obras ya mencionadas de Ruiz Prez (2009, 2010)
o tambin su Manual de estudios literarios de los siglos de oro (2003), cuyos captulos resultan
de por s bastante significativos.137 La presencia de estos puntos de vista en producciones
crticas propias del centro institucional, como, por ejemplo, en algunos tomos138 de la
Historia de la literatura espaola dirigida por Jos-Carlos Mainer, da buena cuenta del
asentamiento que estas perspectivas van tomando en el mbito castellano (como tambin en
el europeo).
136
326
327
Pero aun si en la sucesin de clsico y Barroco hubiera que ver una ley general,
nunca se podra explicar por leyes inmanentes, es decir, puramente formales, por qu la
evolucin en un determinado momento camina de lo estricto a lo libre y no de lo estricto a
lo ms estricto. No existe ninguna de las llamadas cumbres en la evolucin; se alcanza una
altura y se sigue una inflexin cuando las condiciones generales histricas, esto es, sociales,
econmicas y polticas, terminan su desarrollo en una direccin determinada y cambian su
tendencia. Un cambio artstico slo puede ser condicionado desde fuera; no existe ninguna
necesidad interna.
(Hauser, 1962: 504)
Como vemos, Hauser no niega la alternancia esttica entre los distintos periodos,
sino que sita la causa de esa recurrencia en el plano de las condiciones histricas,
materiales o sociales de existencia: El barroco helenstico, el medieval tardo, el
impresionista y el propiamente Barroco tienen en realidad slo los rasgos comunes
contenidos en sus momentos de semejantes premisas sociales. (1962: 504) Efectivamente,
sera difcil negar cualquier tipo de revival esttico en una historia del arte cuyo
desenvolvimiento viene marcado por la puesta en juego de nociones como tradicin -ya sea
como imitacin, superacin o rechazo-, recreacin, canonicidad, etc. Aunque el
entendimiento de la historia del arte como una alternancia recurrente de principios y
formas no era una ocurrencia original de Wlfflin, sus ensayos contribuyeron en gran
medida a la difusin e implantacin de esta idea. La percepcin en bucle de la historia del
arte se inscribe en la propia denominacin de los perodos artsticos que la comprenden. El
trmino Renacimiento denota la intencin de recuperar los valores estticos de la
antigedad clsica greco-romana, en oposicin a la poca oscura del Medievo, y el
Neoclasicismo reivindica otra vuelta a esos mismos principios, es decir, la aspiracin a un
nuevo renacimiento. Pero, como sabemos, estas terminologas enmascaran tambin una
deformacin simplificadora que est lejos de ajustarse a la diversidad artstica comprendida
en los periodos originales. Por una parte, cada intento de recuperacin del espritu de
una poca anterior conlleva una seleccin y una adaptacin del pasado a la perspectiva del
presente, de manera que con frecuencia es precisamente para legitimar o explicar
determinadas tendencias artsticas novedosas que se las vincula con el arte de pocas
anteriores. Por otra parte, no es posible entender todo el arte de amplios perodos, tales
328
329
Estos campos, explica Bourdieu, se estructuran segn una lgica interna basada en
la diferenciacin, la distinction, que llevara a diferentes grupos de creadores as como a
diferentes grupos sociales- a asumir como propias determinadas caractersticas estticas que
los distinguiran de otros, tanto en una sucesin diacrnica como en una oposicin
sincrnica. La serie de conceptualizaciones antitticas con que Wlfflin pretende explicar las
diferencias entre el arte renacentista y el barroco son tambin susceptibles de entenderse
como un recurso o una manifestacin de esa lgica relacional, basada en la diferenciacin y
en la oposicin, de la que haran uso los sucesivos conjuntos de creadores para obtener su
posicin en el campo. As pues, cada serie de alternativas estticas disponibles (champ des
possibles) en un momento histrico concreto funciona como una serie de marcadores
enfrentados tanto diacrnica como sincrnica y socialmente, es decir, como elementos de
diferenciacin que los artistas adoptan o rechazan como parte integrante de su repertorio
para la constitucin de su identidad artstica y, por ende, su posicin en el campo.
artimaas hasta rozar su propia caricatura. Como barroca se ha querido entender tambin
la narrativa hispanoamericana del Boom, especialmente en autores como Lezama Lima,
Garca Mrquez o Cortzar, llegando incluso a proponerse lo barroco como un rasgo
caracterstico de la literatura hispanoamericana en su conjunto. Y, dentro del panorama de
la poesa espaola de la segunda mitad del s. XX, el trmino se ha aplicado con bastante
insistencia a los autores del grupo Cntico y a los Novsimos. Efectivamente, las actitudes y
modelos del repertorio asociados a lo barroco pueden identificarse fcilmente, mediante
un anlisis estilstico, en los autores de las tendencias recin enumeradas. As pues, dentro
de la estructuracin de esos repertorios continuaran jugando un papel importante la serie
de oposiciones caracterizadas por Wlfflin como sistema diferencial entre lo clsico y lo
barroco, a saber: Las categoras son: 1., lineal y pictrico; 2., superficial y profundo; 3.,
forma cerrada y forma abierta; 4., claridad y falta de claridad; 5., variedad y unidad.
(Hauser, 1962: 500)
Conforme al planteamiento de Bourdieu, sera posible observar cmo las distintas
promociones de poetas, en su afn de diferenciacin e individualizacin, optan por una de
las dos opciones principales que se les presentan respecto al estado del campo y los grupos
que participan del mismo en un momento determinado: la del continuismo o la de la
ruptura, o dicho de otra manera, la de la tradicin frente a la de la innovacin o la
vanguardia, entendidas estas nociones siempre desde la relatividad de la perspectiva en que
se apliquen, es decir, en funcin de un canon de autores o poticas histricas de referencia,
lo cual puede variar considerablemente segn cada grupo y cada momento histrico
concreto. Esta eleccin solo podra ser tan simple en el caso de que en cada situacin
particular se diera el predominio de una esttica, potica o estilo mayoritario a cuya
tradicin sumarse o traicionar, pero esto nunca es as, pues lo normal es que coexistan
distintos grupos de creadores en competencia. No obstante, s podemos distinguir perodos
en los que se observa el dominio, ms o menos asentado, sobre un sistema o un campo
potico en particular -por ejemplo, una literatura nacional-, de un grupo de productores
que ha logrado el favor de las instituciones y con ello una posicin central o privilegiada en
el mercado. Aun en ese caso, y a pesar de las obvias desigualdades en los mrgenes de poder
de cada congregacin de productores, siempre sera posible constatar la presencia en un
331
332
el estado, es decir, justamente los mismos que censuraba Gabriel Celaya como cmplices
del poder.
Estas consideraciones pueden llevarnos a concluir que el significado poltico que con
frecuencia se asocia a una u otra orientacin esttica (a diferentes procedimientos artsticos
dentro del repertorio de una tradicin) estn sujetos a las circunstancias y convenciones de
cada contexto. Podramos aadir una matizacin, pues la apariencia de arbitrariedad del
significado ideolgico de los signos artsticos puede ser el producto de su uso prolongado en
el tiempo. Aqu tambin, el sentido ideolgico que pudieran tener en origen ciertas
decisiones estticas, el cual pudo ser efectivo en sus contextos primarios, al
convencionalizarse (sistematizarse, canonizarse, normalizarse) dichas opciones como parte
del repertorio tradicional, pasan a convertirse en modelos del repertorio disponibles para su
manipulacin, neutralizando as su significacin autnoma (se pervierte su significado
original). Esta es la dinmica de costumbre de las modas, por la que signos estticos que
tenan un sentido primario concreto (muchas veces anti-normativo o perifrico) se
convierten en signos estandarizados de libre cambio, es decir, secundarizados. Aqu la
cuestin de la arbitrariedad del binomio signo-significado est sujeta, al igual que para
cualquier otro signo lingstico o semitico dentro de otros sistemas de comunicacin, a
variables diacrnicas. Es decir, aunque un significado pueda muy bien cambiar de signo
segn la coyuntura, quiz encontrsemos que en sus primeras formulaciones determinadas
decisiones estticas respondan a una motivacin ideolgica efectiva, ms all de la mera
alternancia de estilos.
No obstante, aunque con el devenir de la historia tales impregnaciones polticas o
ideolgicas pierden su carcter inherente sobre cualesquiera procedimientos estticos, lo
cierto es que, en la prctica, podemos constatar que ciertos modos se han venido
asociando histricamente con mayor frecuencia que otros a determinados sectores sociales
implicados, a su vez, en unas luchas de clase muy concretas. En conclusin, tenemos que
admitir que para cada estudio particular que se interese por dilucidar el funcionamiento del
campo literario en un perodo dado, habr que sopesar cules son las relaciones entre las
estticas en juego y el poder poltico e institucional en el que se inscriba el campo en
333
cuestin. Por supuesto, tambin sera posible un anlisis de tipo estilstico que se limitara a
observar la oposicin o la lucha- entre diferentes poticas competidoras por ocupar una
posicin en el campo.
favorecen dicha posicin. Por un lado, una de estas condiciones se refiere a la adecuacin
entre las caractersticas internas de su modelo potico, las cuales pueden tener su origen
en las dinmicas propias de la alternancia de estticas en el interior del campo, y las leyes
generales del funcionamiento de los sistemas. Por otro lado, las caractersticas internas de
su repertorio se adaptan favorablemente a las exigencias del espacio social.
En cuanto al primero de estos aspectos, el modelo potico defendido por los autores
de la poesa de la experiencia se caracteriza por una fuerte homogeneidad. Varios crticos se
han referido a esta propiedad (Mora, 2006: 54) (Cullell, 2010: 73), obtenida, entre otros
recursos, mediante una potica definida (con varias obras dedicadas a ello), la cual defiende
la objetivizacin del sujeto lrico, el uso de patrones mtricos tradicionales, la tendencia a
una estructura narrativa, el uso de un lenguaje llano, el rechazo explcito de nociones como
la originalidad o la vanguardia, etc. Sin hacer un anlisis exhaustivo, podemos entender
cmo estas propiedades, unidas a una serie de actividades en el sistema, propias de lo que
podramos llamar una planificacin cultural, como el dominio de importantes certmenes
literarios, editoriales y medios crticos, resulta en una fuerte homogeneizacin de la
produccin potica general publicada en Espaa, sobre todo en las editoriales centrales. As,
una amplia serie de poticas dispares se sitan en la periferia, cuya caracterstica es
precisamente la de la heterogeneidad, mientras que un grupo que practica una potica
homognea se sita en el centro institucional, cuya propiedad es, en correspondencia, la
homogeneidad.
Por otra parte, esta potica central se adeca a las expectativas del lector medio. La
llegada de la sociedad democrtica, la sociedad del bienestar de las dcadas de los 80 y 90
del s. XX, caracterizada por una gran clase media que con el fin de la dictadura disfruta de
tiempos de relativa bonanza econmica, junto a la ampliacin de las libertades, supone
tambin una ampliacin del nmero de lectores con una formacin que posibilita el aprecio
de la poesa y que se consideran a s mismos lectores cultos. En suma, el rechazo de las
complicaciones estilsticas de los novsimos, es decir, de cualquier barroquismo o tendencia
vanguardista (aunque sin alcanzar el prosasmo de la poesa de denuncia, pues se sustituye la
crtica social por una temtica ms amable), supone un rebajamiento del nivel de exigencia
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338
CONCLUSIONES
Antes que unas conclusiones, el trabajo presentado se concibe como una serie de
reflexiones metatericas en torno a los enfoques sistmicos de la literatura, el lenguaje y la
cultura. No poda ser de otra forma, cuando el propio Even-Zohar califica sus ideas no ms
que de hiptesis de trabajo. Pero, quiz uno de los mritos de este estudio, en su parte I,
consista precisamente en facilitar una visin de conjunto de la TPS, subrayando el papel
que desempea como eslabn entre varias corrientes culturolgicas de la pasada centuria.
En concreto, Even-Zohar realiza un engarce con el Formalismo ruso, reuniendo algunas de
sus mejores nociones y reformulndolas desde el que Cassirer denominaba el modo de
pensamiento de toda la ciencia moderna, esto es, el pensamiento relacional. As, la TPS
prescinde de las limitaciones del estructuralismo ms cerrado y defiende, en cambio, una
idea heterognea y dinmica de sistema, o dicho de otra manera, un Funcionalismo
Dinmico. Si al principio su inters se limitaba a la literatura, al cabo de cuarenta aos de
investigacin, Even-Zohar ha llegado a ocuparse de aspectos tan decisivos para la dinmica
de las sociedades como la planificacin de los repertorios culturales y su rol en el
mantenimiento de las identidades colectivas. Por otro lado, la simplicidad y, al mismo
tiempo, la versatilidad de sus conceptos, han permitido su aplicacin a una gran variedad de
mbitos, as como su combinacin con otro gran nmero de teoras, lo que sin duda
contribuye a explicar su xito internacional. De dichas cualidades se ha beneficiado esta
tesis, que puede entenderse como un ejercicio de teora comparada entre la TPS, la teora del
campo de Pierre Bourdieu, la semitica de Yuri M. Lotman y las teoras de sistemas
complejos.
340
En la parte IV, ponemos en uso la serie de principios sintetizados por Mirko Lampis
como caractersticos del pensamiento sistmico, es decir, aquellos que describen el
funcionamiento de los sistemas complejos o sistemas integrados. Adems, algunas matizaciones
del propio Lotman sobre las propiedades de los cdigos nos impelen a reabrir el debate
sobre la especificidad de lenguaje literario. Para empezar, obtenemos que todos los lenguajes
que nos son realmente dados parecen ser sistemas de modelizacin secundaria, pues todos
se apoyan en sistemas previos (que no primarios), lo que nos hace entender al lenguaje
literario como una propiedad emergente del lenguaje verbal. Esto conduce a reconocer la
presencia de algunas de las propiedades tradicionalmente reservadas a los lenguajes artsticos
tambin en los convencionales, lo que, en consecuencia, implica relativizar algunas de las
asunciones ms bsicas de la lingstica, como la arbitrariedad de los signos y la no
significacin autnoma de los fonemas. Adems, se describe el funcionamiento de una
gramtica compartida por todos los lenguajes, consistente en la supeditacin de los
significados de las unidades menores a su funcin estructural dentro de las unidades
mayores en que se integran. Este proceso puede ser observado, como hiptesis, en el origen
del lenguaje: si en un primer momento los fonemas hubieron de formar un primitivo
sistema verbal-gestual-situacional, en el que posean un significado propio, ste se diluy
cuando se combinaron para formar estructuras ms complejas e independientes: las
palabras. La deriva lingstica, sin embargo, ocultara (aunque no del todo) sus significados
ancestrales, as como el origen analgico de los signos, provocando una apariencia de
arbitrariedad. No obstante, tambin es posible observar un proceso contrario, en el que uno
de los componentes de un lenguaje se independiza para formar un cdigo ms simple, pero
tal vez ms prctico, como sucedi con el cdigo verbal, al desvincularse, en mayor o menor
medida, de sus originales complementos gestuales y situacionales, o al desvincularse, en un
segundo momento, de su dimensin sonora, dando lugar a la escritura.
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