Bleichmar Autoridad
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nuestra accin puede desplegarse sin sentirnos vctimas en ciertos casos o cmplices en otros,
de las formas de inmoralidad reinantes que se han convertido en acciones cotidianas y cuyo
rehusamiento corre el riesgo de ponernos en aquella posicin de moralistas tan temida por
Scrates?
Un analista se ve sometido a una situacin que lo paraliza absolutamente, no slo por el
cmulo de sentimientos encontrados que ella le produce sino por la ausencia de antecedentes
que le permitan definir cul es la accin acertada: Una paciente le paga con patacones, los
cuales son aceptados en razn de que da por descontado que este es el dinero en el cual ella
misma recibe su salario. Un tiempo despus se entera que la mujer cobra en pesos y los
cambia por patacones para obtener, de este modo, una ganancia que le significa una reduccin
del pago que efecta; al analista el hecho no le implica un desmedro econmico pero s moral,
en razn de que se siente estafado por su paciente, y toda la contratransferencia queda teida
por este hecho que siente paradjicamente no delictivo pero s inmoral. Cules son los
lmites de la interpretacin y cules los de una intervencin que puede ser sentida por el otro
como del orden de la intersubjetividad, determinada slo por intereses contrapuestos?
El contrato analtico no tiene letra chica, y es tal vez uno de los pocos espacios que quedan en
nuestra sociedad que dan cuenta de la existencia del valor de la palabra. Es un privilegio para
los analistas la existencia de estos nichos, repliegues del siglo XX, que dan cuenta de que an
en condiciones de tal desintegracin social y tica existen seres humanos que pueden regir sus
acciones por contratos que no estn firmados ante terceros, sino regidos por una ley que es la
recuperacin del contrato social en los trminos clsicos: cada uno de los participantes define
sus derechos y obligaciones con la confianza bsica de que el otro no alterar tales trminos.
Pero esto se mantiene en el marco de una cada de transferencia en sentido ampliado, de
confiabilidad en el saber y la tica del estamento dedicado a las prcticas de la salud, y se
sostiene, diariamente, trabajosamente, a partir de las acciones morales que realizamos.
Cul es la norma? Cmo s lo que tengo que hacer en estas circunstancias? Me pregunta un
paciente que habiendo faltado reiteradamente a sesin no anticipa su ausencia ni se ve
obligado a disculparse por haberme dejado esperando. Trato de explicarle que el
conocimiento de la ley es una forma de eludir su propia decisin respecto a qu acciones son
vlidas hacia el semejante, pero en una sociedad en la cual toda legislacin ha sido arrasada
por intereses sectoriales, l me insiste en la necesidad de tener una legislacin clara que
determine nuestras acciones.
La ley pblica y la oscilacin subjetiva de lo privado.
Durante los ltimos aos los analistas, a partir de la impronta del estructuralismo, hemos
escogido una perspectiva en la cual la Ley con mayscula, trascendentalizada su funcin
ocupa un lugar central en el proceso de estructuracin psquica. Los textos freudianos avalan
esta perspectiva: Ttem y tab, El malestar en la cultura, no slo dan cuenta de una forma de
concebir la constitucin del superyo a partir de una legalidad que trasciende al sujeto sino que
antecede incluso su nacimiento. La ley freudiana tiene dos orgenes: por una parte el mito del
parricidio originario, por otra, el carcter de un imperativo que habiendo sido hipottico
deviene categrico en razn no slo de que el deseo est ya realizado en el inconciente sino
que ha sido efectuado en el pasado. No se trata meramente del deseo de parricidio -el hecho
de que el superyo hunda sus races en el ello lo que determina la inevitabilidad del castigo que
el superyo infringe al sujeto- sino de su realizacin histrica factual, arcaica, transmitida
filogenticamente.
La filognesis slo puede ser concebida hoy como transmisin cultural: el lamarkismo ha sido
derrotado por la gentica y no hay posibilidad de transmisin de la experiencia por
inscripcin en el ADN. Sin embargo, sabemos que lo que fue experiencia en una generacin
bien puede devenir fantasma en la siguiente, en razn de que no hay experiencia pura, y que
lo vivido slo puede ser capturado por el sistema representacional que sostiene al sujeto. Sin
embargo, el banquete totmico como mito fundacional tiene sus virtudes y plantea un
obstculo. En primer lugar, y como virtud, sealemos que da cuenta de que es imposible la
constitucin de toda moral sino como referencia al otro: es el hecho de haber asesinado al
padre, de haber producido un dao a otro significativo, lo que funda la culpa colectiva. En
segundo lugar, este mito del asesinato primordial abre la discordancia entre el deseo y su
realizacin como dijera Thomas Mann en su Moiss, prncipe de Egipto al aludir al
asesinato que se supone el lder cometiera en su juventud: Supo que si matar era hermoso
haber matado era terrible, y por eso deba estar prohibido En tercer lugar, dado que el
crimen fue cometido por la horda en su conjunto, sus alcances abarcan a la totalidad de los
descendientes, por lo cual funda una moral universal. En cuarto lugar, la moral surge de la
historia, no de la voluntad divina, de manera que su trascendencia no est dada por el
abrochamiento natural a la condicin humana, sino a un devenir necesario pero no por ello
prefijado. Por ltimo, la moral surge ligada al deseo pero no al servicio de su realizacin
omnmoda sino a su acotamiento, establecindose no contra una ley preexistente sino contra
una norma tirnica: el padre de la horda ejerce, paradjicamente, una ley que no es del orden
del imperativo categrico kantiano; su conducta no puede ser tomada como norma universal,
porque si esto ocurriera los hombres se mataran entre s.
Cul es el gran obstculo, sin embargo, que tiene esta teorizacin del origen universal de la
moral y que Lacan recupera para definir la funcin del Nombre del Padre? El haber anudado
estos universales a un tipo de sociedad histricamente en trnsito, con efectos que conocemos
y se ejercen en nuestra prctica y la hacen bascular del lado de lo ms reaccionario del
pensamiento contemporneo.
Sabemos que es inevitable que nuestra teora se vaya llenando, a lo largo del tiempo, de
remanentes ideolgicos entretejidos en el interior de los paradigmas que pretendemos
construir: a esto alude Laplanche cuando seala la diferencia entre mitos y teoras en
psicoanlisis. Inevitablemente, en la medida en que la prctica psicoanaltica se establece en
el marco de los fantasmas y decires de quienes la practican de uno y otro lado del divn
sus enunciados se ven impregnados por los modos histricos de produccin de subjetividad de
los seres humanos que la nutren.
La teorizacin de Freud aluda a la apropiacin de las mujeres de la horda por parte del padre,
y en tal sentido es curioso que se haya escamoteado en los desarrollos post-freudianos el
hecho de que la prohibicin del incesto como origen de la moral comienza por la interdiccin
respecto a la transgresin del padre y no por el deseo del hijo. Y ello en razn de que, en su
propio pensamiento, la funcin de prohibicin del Edipo qued siempre como interdiccin de
la circulacin sexual entre la madre y el nio por parte del padre y el superyo como su
residuo, de manera que la antecedencia del adulto respecto al deseo por la generacin
siguiente, sufre un giro de ciento ochenta grados y desde el endogenismo con el cual el
complejo de Edipo es subsumido lo que se prohibe es el deseo infantil, y no su motor ltimo:
el deseo del adulto sobre el cuerpo del nio.
Quisiera a esta altura subrayar que he dicho adulto y no madre, poniendo de relieve hasta
qu punto el estructuralismo ha hecho tabla rasa con el inconciente en funcin de la
articulacin de las funciones en la estructura: la madre es narcisista, el padre es ley, el hijo
debe des-sujetarse del deseo de la madre para ser atravesado por la ley del padre, la metfora
fundante es paterna La rivalidad del padre ha desaparecido en su funcin de legislador El
superyo materno se ha diluido en el narcisismo de la madre El fantasma homosexual del
padre ha sucumbido a su funcin de transmisor de una Ley de la cual es portador El deseo
de la madre por el hombre parecera agotarse en el placer con que satura la falta en el hijo
de manera tal que la madre ha anulado todo goce sexual en un deseo de hijo que si no le
podemos dejar de tener en cuenta que en este momento de nuestra historia, una de las
mayores fuentes de sufrimiento no radica en la cuota que cada sujeto paga por incluirse en la
comunidad humana, tal como lo definiera Freud en El malestar en la cultura, sino por la
disparidad con la cual el goce de algunos impone un sufrimiento mayor a otros. Si la renuncia
al goce no estuviera atravesada por este nivel de sufrimiento, no nos sentiramos convocados,
aquellos que an creemos en la recompensa del superyo, a devenir moralistas en el sentido
retomado anteriormente. Porque de lo que se trata es, en ltima instancia, no slo del
reconocimiento del otro por el accionar en funcin del bien comn como fuente mayor de
satisfaccin en la integracin social, ni tampoco de la aprobacin solitaria de la instancia
heredada que, afortunadamente, sobrevive en la intimidad del encuentro con el otro
originario, sino de crear las condiciones de una legalidad que nos permita, como sujetos,
convocarnos en esa articulacin que garantice nuestra pertenencia a lo que de un modo tal vez
un tanto anacrnico para las circunstancias pero vlido a lo largo de la historia seguimos
considerando como del orden de la tica que nos sostiene en el respeto por la condicin
humana.