Amartya SEN El Valor Universal de La Democracia

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EL VALOR UNIVERSAL DE LA DEMOCRACIA*

Amartya SEN
SUMARIO: I. Introduccin; II. La experiencia hind; III. Democracia
y desarrollo econmico; IV. Las funciones de la democracia; V. Universalidad de los valores; VI. El argumento de las diferencias culturales; VII. Dnde corresponde el debate?; VIII. Referencias.

I. INTRODUCCIN
En el verano de 1997, un reconocido diario japons me pregunt acerca de
cul haba sido, a mi juicio, el acontecimiento ms significativo del siglo
XX. Esta pregunta me pareci inusualmente estimulante ya que los ltimos
cien aos han servido como escenario a incontables eventos de suma trascendencia. Los imperios europeos, especialmente el britnico y el francs
que tan claramente dominaron el mundo, llegaron a su fin. Fuimos testigos
de dos guerras mundiales. Vimos la cada del fascismo y el nazismo. El siglo vivi del auge del comunismo y de su cada (como en el bloque sovitico) o su transformacin radical (como en China). Tambin vimos un desplazamiento del dominio econmico de Occidente hacia un nuevo
equilibrio que protagonizan tanto Japn como el sur y sudeste de Asia. A
pesar de que esta regin padezca problemas econmicos y financieros actualmente, los efectos de estos problemas no neutralizarn el desplazamiento del equilibrio de la economa mundial obtenido a lo largo de varias
dcadas (en el caso de Japn, a lo largo de la mayor parte del siglo).
* El presente artculo fue originalmente publicado en el Journal of Democracy, de The
Johns Hopkins University Press, vol.3, nm. 10, bajo el ttulo Democracy as a Universal
Value. La publicacin se hace bajo expresa autorizacin del Journal of Democracy. La traduccin fue realizada por Michel Seiner Pellny, y publicada por primera vez en Themis. Revista de Derecho, Mxico, segunda poca, nm. 47, 2003.

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Sin embargo, de todos los procesos de desarrollo que sucedieron a travs del siglo XX, al fin y al cabo, no tuve dificultad alguna para elegir uno
solo en tanto que el ms notable como el ms influyente del periodo: el
auge de la democracia. Esta eleccin no fue tomada en desmedro de la importancia de otros hechos, sino basada en la firme creencia que en un futuro
lejano, cuando el ser humano estudie lo que pas a lo largo de este siglo, no
ser difcil que concuerden en la primaca del apogeo de la democracia
como una de las formas de gobierno preminentes.
La idea de la democracia se origin, que duda cabe, en la Grecia antigua,
hace ya ms de dos milenios. Nimios esfuerzos orientados a la democratizacin se realizaron en otras partes del mundo tambin, incluso en la
India.1 No obstante, es en la Grecia antigua donde la idea de la democracia
toma cuerpo y es practicada seriamente (aunque con ciertos lmites), hasta
su colapso ante otras formas de gobierno ms autoritarias y asimtricas.
Despus de sucumbir ante el autoritarismo, no existi otra prctica de gobierno semejante.
Desde este punto de vista, la democracia tal como la conocemos tom
largo tiempo para renacer. Su paulatino y finalmente victorioso ascenso
como sistema funcional de gobierno fue catalizado por muchos acontecimientos, desde la firma de la Carta Magna en 1215, consintiendo con las
revoluciones francesa y americana del siglo XVIII, y arribando a la separacin cultural, social y econmica de Europa y Amrica del Norte en el siglo
XIX. Fue en el siglo XX, sin embargo, que la idea de la democracia se convirti en la forma normal de gobierno a la que cualquier nacin tiene derecho, est en Europa, Amrica, Asia o frica.
La idea de la democracia como forma de compromiso universal es muy
reciente y es, esencialmente, un producto del siglo XX. Los rebeldes que limitaron el poder del rey de Inglaterra por medio de la Carta Magna vieron
su necesidad como una solucin netamente local. En clara discordancia,
tanto los americanos en la lucha por su independencia como los franceses
de la revolucin, contribuyeron enormemente al esclarecimiento de la urgencia de la democracia como sistema general. Sin embargo, el enfoque de
sus demandas prcticas se mantuvo confinado localmente a los dos lados
del Atlntico Norte y finalmente se estableci en la especial historia econmica, poltica y social de la regin.
1 En Punto contra punto, de Aldus Huxley, esto fue suficiente para dar una excusa
adecuada a un marido infiel, quien dice a su esposa que debe ir a la biblioteca del British
Museum en Londres a estudiar la democracia en la India Antigua, cuando en realidad va a
visitar a su amante.

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A travs del siglo XIX, los tericos de la democracia discutan cmodamente si una nacin u otra eran consideradas aptas para el sistema democrtico. Este pensamiento finalmente cambi en el siglo XX, cuando se
reconoci como errada la pregunta en s misma: una nacin no tiene que ser
declarada apta para la democracia; por el contrario, tiene que convertirse
en apta mediante la democracia. ste es un cambio trascendental, extendiendo el alcance potencial de la democracia al mximo de personas, a pesar de sus variadas historias, culturas y dispares niveles de afluencia.
De igual modo, fue en este siglo cuando la gente acept que la libertad
para todos los adultos tiene que referirse, precisamente, a todos los adultos, no slo los hombres sino tambin las mujeres. Cuando tuve la oportunidad de conocer a Ruth Dreyfuss, distinguida mujer y presidenta de Suiza,
record que hace un cuarto de siglo, las mujeres suizas no podan votar.
Hemos, finalmente, alcanzado el punto de reconocer que la cobertura de la
universalidad, como la cualidad de la misericordia, no se restringe a grupo
alguno.
No niego que existen retos para la universalidad que la democracia proclama. Estos retos se manifiestan de distintas maneras y provienen de distintas direcciones. Ms aun, sta es una parte de la temtica del presente ensayo. Me dispongo a examinar la proclamacin de la democracia como
valor universal y las disputas que envuelven esta proclamacin. Antes que
empiece este ejercicio, sin embargo, es necesario asir claramente el sentido
en el cual la democracia se ha convertido en una creencia dominante en el
mundo contemporneo.
En cualquier poca y clima social, existen creencias marcadas que parecen suscitar el respeto a una regla general como ajuste en un programa
de computacin, son consideradas correctas salvo que su asuncin est
precisamente negada. Por ms que la democracia no sea practicada ni aceptada universalmente, en la opinin mundial general el sistema democrtico
ha alcanzado ahora el estatus de ser visto como correcto. La pelota est, en
gran medida, en la cancha de quienes atacan a la democracia para obtener
justificacin de su propio rechazo.
ste es un cambio histrico de data reciente, que se remonta a cuando
quienes abogaban por la democracia de Asia o frica tenan que hacerlo
con sus espaldas contra la pared. Aunque todava tenemos razn suficiente
para discordar con aquellos que, implcita o explcitamente, rechazan la necesidad de la democracia, tambin debemos notar cmo el clima general de

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opinin se ha desplazado de lo que fue en siglos pasados. No tenemos que


establecer, nuevamente, si tal o cual pas (Sudfrica, Camboya o Chile) es
apto para el sistema democrtico (una pregunta prominente en el siglo
XIX); eso ya lo damos por hecho. Este reconocimiento de la democracia
como sistema universalmente relevante, que se mueve en la direccin de su
aceptacin como valor universal, es una revolucin importante en la evolucin del pensamiento y una de las mayores contribuciones del siglo XX. Es
en este contexto que examinamos la cuestin de la democracia como valor
universal.
II. LA EXPERIENCIA HIND
Qu tan bien ha funcionado la democracia? Aunque nadie cuestiona el
rol de la democracia en, digamos, los Estados Unidos, Inglaterra o Francia,
todava es una materia en disputa para muchos de los pases pobres del
mundo. sta no es la ocasin para un examen histrico detallado, pero yo
argumentara que la democracia ha funcionado razonablemente bien.
India, por supuesto, fue uno de los mayores campos de batalla de este
debate. Al negar la independencia de los hindes, los britnicos expresaron
ansiedad sobre la habilidad hind para autogobernarse. India atravesaba
una crisis en 1947, ao en que se independiz. Tuvo un nuevo gobierno, una
particin sin digerir y lneas polticas poco claras, combinadas con violencia comunal difundida y desorden social. Era difcil creer en el futuro de
una India unida y democrtica. Y, sin embargo, medio siglo despus, encontramos una democracia que, con altas y bajas, ha funcionado extremadamente bien. Las diferencias polticas se han ajustado a las directrices
constitucionales, adems, los gobiernos se han erigido y cado de acuerdo a
normas electorales y parlamentarias. Pese a haber sido una desarreglada,
desganada y poco probable combinacin de diferencias, India sobrevive y
funciona remarcablemente como unidad poltica con un sistema democrtico. En efecto, la nacin est sostenida por su democracia funcional.
La India tambin ha sobrevivido tremendos retos al relacionarse con un
variado espectro de idiomas y credos. Las diferencias comunales y religiosas son, en efecto, vulnerables para la explotacin de polticas sectoriales y
han sido utilizadas en incontables ocasiones (incluidos meses recientes),
causando consternacin masiva en el pas. Ms an, el hecho que la consternacin afecte violencia sectorial y que la condenacin de estos actos de
violencia provenga de todos los sectores del pas constituye, ltimamente,

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la principal garanta democrtica contra la escasa explotacin del sectorialismo. Esta garanta es, en efecto, esencial para la supervivencia y prosperidad del pas como variado hogar no slo de una mayora hind, sino de la tercera mayor poblacin mundial musulmana y hogar de millones de cristianos
y budistas, al igual que la mayora de los sikjs,2 parsis3 y jains4 del mundo.
III. DEMOCRACIA Y DESARROLLO ECONMICO
Se dice que los sistemas no democrticos son mejores para forjar el desarrollo econmico. Esta creencia a veces se denomina Hiptesis Lee,
por la postulacin hecha por Lee Kuan Yew, lder y ex presidente de Singapur. Sin duda, est en lo correcto al afirmar que algunos Estados disciplinarios (como Corea del Sur, Singapur y la China de la posreforma) tienen mayores ndices de crecimiento econmico que muchos pases de corte menos
autoritario (incluidos India, Jamaica y Costa Rica). La Hiptesis Lee, sin
embargo, se basa ms en el empirismo espordico de selectivismo extremo
y con relativamente escasa informacin, que en exmenes estadsticos generales basados en grandes campos de informacin. Una relacin general
de este tipo no puede ser establecida sobre una base de evidencia tan selectiva. Por ejemplo, no podemos tomar el alto crecimiento de Singapur o
China como pruebas definitivas acerca del xito econmico del autoritarismo, ni es posible aplicar exactamente la misma medida para arribar a
la conclusin opuesta al hablar del hecho que Botswana, el pas con mayor rcord de crecimiento econmico de frica, en efecto, uno de los mejores rcords de crecimiento econmico del mundo, sea un oasis de la democracia en el continente desde hace varias dcadas. Necesitamos un estudio
emprico mucho ms sistemtico para arribar a este tipo de conclusiones.
De hecho, no existe evidencia contundente que muestre que el gobierno
autoritario y la supresin de derechos civiles y polticos sean benficos
2 Los sikjs son un grupo tnico de casi 20 millones de habitantes de la regin hind de
Punjab. Su religin es una mezcla de budismo con hinduismo. Los sikjs ocuparon cargos
prominentes en el ejrcito ingls durante la etapa colonial en India (NT).
3 Los parsis son un grupo migratorio de zoroastranos a la India (especialmente al rea
de Bombay) provenientes de Irn. Se les conoce como parsis por ser gente de Persia. Sus
comunidades han recibido una gran influencia de las religiones y prcticas hindes por lo
que en la actualidad no se puede hablar de un zoroastrismo puro de sus creencias (NT).
4 La religin jain es una de las ms antiguas religiones del mundo; tambin era conocida como shraman dharma, nirgranth dharma, etctera. No deriva de ninguna otra religin
sino que es independiente, reconocida por varios nombres durante diversos periodos (NT).

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para el desarrollo econmico. En efecto, la estadstica general no nos permite llegar a tal conclusin. Estudios empricos sistemticos (por ejemplo
de Robert Barro o Adam Przeworski) no dan fundamentos significativos a
la posicin que plantea un serio conflicto entre derechos polticos y rendimiento econmico.5 El vnculo direccional parece depender en demasa de
diversas circunstancias, y mientras que algunas investigaciones estadsticas denotan una mnima relacin negativa, otras encuentran una marcadamente positiva. Si todos los estudios son vistos en conjunto, la hiptesis
ms plausible es la que plantea que no existe relacin alguna entre desarrollo econmico y democracia. Ya que la democracia y la libertad poltica
tienen importancia en s mismas; el caso, por tanto, permanece brumoso.6
La cuestin tambin implica un tpico fundamental de mtodos de investigacin econmica. No debemos slo ver conexiones estadsticas sino
que tambin es necesario examinar y escrutar los procesos causales que se
involucran en el crecimiento y desarrollo econmico. Las polticas econmicas y las circunstancias que llevaron al suceso econmico de Asia Oriental ya estn razonablemente comprendidas. Mientras que diferentes estudios empricos tienen nfasis variados, existe amplio consenso de una lista
de polticas positivas que incluyen la apertura hacia la competencia, el
uso de mercados internacionales, la provisin pblica de incentivos para la
inversin y la exportacin, un alto nivel de alfabetismo y escolaridad, reformas territoriales exitosas y otras oportunidades sociales que amplan la
participacin en el proceso de expansin econmica. No existe razn alguna para asumir que cualquiera de estas polticas es inconsistente con el sistema democrtico y tan slo podra ser impuesta a la fuerza por mtodos
autoritarios coincidentemente existentes en Singapur, China y Corea del
Sur en ese entonces. En efecto, contamos con evidencia real que muestra
que lo que se requiere para generar pronto crecimiento econmico es un
clima econmico amigable y no un sistema poltico autoritario.
Para completar este examen, debemos ir ms all del restringido campo
del crecimiento econmico y escrutar las demandas ms amplias del desarrollo econmico, incluyendo la necesidad de seguridad econmica y social. En ese contexto, tenemos que ver la conexin entre derechos civiles y
polticos, de un lado, y la prevencin de grandes desastres econmicos del
otro. Los derechos civiles y polticos proporcionan a la sociedad la oportu5
6

Przeworski et al., 1995; Barro, 1996.


He examinado la evidencia emprica y las conexiones causales en algn detalle en
mi libro Development as Freedom, 1999.

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nidad de atraer la atencin hacia necesidades generales para demandar la


correspondiente accin pblica. La respuesta de un gobierno hacia un intenso sufrimiento de su gente muchas veces depende de la presin que se
ejerza sobre l. El ejercicio de derechos polticos (como votar, criticar, protestar y dems) puede marcar una verdadera diferencia acerca de los incentivos polticos que operan sobre un gobierno.
He discutido en trabajos anteriores acerca del asombroso hecho que, en
la terrible historia de la hambruna en el mundo, nunca ha habido una verdadera hambruna en alguna nacin democrtica e independiente con medios
masivos de comunicacin relativamente libres.7 No podemos encontrar excepciones a esta regla, sin importar dnde busquemos: la hambruna reciente de Etiopa, Somalia u otros regmenes dictatoriales; hambruna en la
Unin Sovitica en los aos treinta; China en 1958-1961 con el fracaso de
el gran salto adelante;8 o ms temprano an, la hambruna de Irlanda e
India mientras eran gobernadas por extranjeros. China, por ms que en muchos sentidos estaba mejor econmicamente que India, pas hambre (a diferencia de India), en efecto, China tuvo la hambruna ms grande de la historia mundial: alrededor de treinta millones de personas murieron entre
1958 y 1961, mientras que las pauprrimas polticas gubernamentales permanecieron sin corregirse por tres aos. Las polticas no fueron criticadas
porque no existan partidos opositores en el Parlamento, no exista libertad
de expresin y no haba elecciones rutinarias. En efecto, es precisamente
esta carencia de desafo de oposicin lo cual permiti que polticas severamente erradas permanecieran en vigor a pesar de matar millones de personas cada ao. Lo mismo se puede decir sobre los dos casos similares contemporneos, que hoy tienen como escenario a Sudn y Corea del Norte.
El hambre usualmente se asocia con lo que pareceran desastres naturales y los comentadores muchas veces se satisfacen con la simplicidad de
explicar el hambre por medio de estos elementos: las inundaciones en China durante el gran salto adelante, las sequas en Etiopa o fallas de cosecha en Corea del Norte. Sin embargo, muchos pases con problemas similares, es decir, provocados por la naturaleza, arreglan la situacin porque un
7 Vase Sen, 1983, 1984 y 1995. Tambin DrEze y Sen, 1987; DSouza, Frances,
1990, 1993 y 1994.
8 El gran salto adelante se produjo a partir del verano de 1955 hasta el verano de 1956
y consisti en un brutal movimiento de colectivizacin rural en China. En su origen estuvo,
como siempre en la historia de la China comunista, una decisin personal del dirigente supremo. Mao record que en el Partido Comunista chino ponan en cuestin la rapidez del proceso
de colectivizacin sucedido en la URSS para que lo tomaran como ejemplo (NT).

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gobierno con respuestas interviene para aliviar el hambre. Ya que las primeras vctimas de la hambruna son los indigentes, las muertes se pueden
prevenir recreando ingresos (por medio de programas de empleo) que hagan accesible la comida para potenciales vctimas de la hambruna. Hasta
los pases ms pobres, pero democrticos, que hayan sufrido terribles inundaciones, sequas o los peores desastres naturales (como India en 1973, o
Zimbabwe y Botswana a principios de los aos ochenta) han podido alimentar a su pueblo sin experimentar hambruna.
La hambruna es un fenmeno fcil de prevenir si existe un esfuerzo serio para hacerlo y un gobierno democrtico que enfrente elecciones y criticismo de partidos de la oposicin con medios de comunicacin independientes. De tal manera que, mientras India pasaba hambre durante el
gobierno britnico, el ao de su independencia (la ltima hambruna que yo
puedo atestiguar como nio, fue en 1943, cuatro aos antes de la independencia). Este fenmeno desapareci de un da para otro con el establecimiento de la democracia multipartidaria y la prensa libre.
He discutido estos temas en otros trabajos, particularmente en mi trabajo
conjunto con Jean Dreze, por tanto, no voy a mencionar ms sobre ello en
el presente ensayo.9 En efecto, el tema de la hambruna es slo un ejemplo
de los alcances de la democracia, aunque es, en muchos sentidos, el caso
ms fcil de analizar. El rol positivo de los derechos civiles y polticos se
aplica a la prevencin de desastres polticos y sociales en general. Cuando
las cosas van bien este elemento particular de la democracia puede no extraarse. Sin embargo, cuando las cosas se complican, por cualquier razn,
los incentivos polticos provistos por el gobierno democrtico adquieren
gran valor prctico.
Me parece que subyace una importante leccin en este tema. Muchos
tecncratas del campo econmico recomiendan el uso de incentivos (que el
mercado provee) mientras ignoran los incentivos polticos (que los sistemas democrticos proveen). Esto significa optar por normas base sumamente contradictorias. El poder protector de la democracia puede no echarse de menos cuando un pas tiene la buena fortuna de no ser expuesto a
alguna calamidad; cuando todo se maneja relativamente bien. Mas el peligro de la falta de seguridad, proveniente de cambios econmicos o de otras
circunstancias, o de errores de poltica no corregidos, puede carcomer el
progreso de lo que parecera un Estado saludable.
9

DrEze y Sen, 1987.

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Los problemas recientes del oriente y sudoriente de Asia acarrean, entre


otras cosas, las penalidades de un gobierno no democrtico. Esto es as en
dos importantes formas. Primero, el desarrollo de la crisis financiera en algunas de estas economas (incluyendo Corea del Sur, Tailandia e Indonesia) ha sido vinculado estrechamente a la poca transparencia del negocio,
particularmente con la carencia de participacin pblica en la revisin de
arreglos financieros. La ausencia de un foro democrtico efectivo ha sido
esencial respecto de esta falla. Segundo, una vez que la crisis financiera llev a la recesin econmica general, el poder protector de la democracia
no distinguible del que protege a los pases democrticos de la hambruna hizo mucha falta en un pas como Indonesia. Los recientemente despojados no tuvieron los medios de expresin que requeran.
Una cada en el producto bruto de, digamos, 10% no parecer mucho si
sigue la estela de crecimiento de 5 o 10% cada ao a lo largo de las ltimas
diez dcadas y, sin embargo, la cada puede diezmar poblaciones y crear
miseria para millones si el peso de la contraccin no es compartido ampliamente sino que se le permite caer sobre los desempleados o los econmicamente dbiles que son los que menos pueden soportarlo. Los vulnerables
en Indonesia posiblemente no extraaron la democracia cuando las cosas
fueron de alza en alza, pero la laguna mantuvo sus voces bajas y distorsionadas cuando una crisis desigual se desarroll. El rol protector de la democracia se extraa cuando ms se le necesita.
IV. LAS FUNCIONES DE LA DEMOCRACIA
Hasta este punto he permitido que la agenda de este ensayo est determinada por quienes critican la democracia, especialmente los economistas.
Debo virar hacia otros temas, para analizar los argumentos de los crticos
culturales en particular, con el objeto de continuar un anlisis positivo
acerca de la democracia y de qu mentira podra estar en la base de su supuesto contenido universal.
Qu es democracia exactamente? No debemos identificar democracia
con gobierno por la mayora. La democracia tiene complejas exigencias,
que ciertamente incluyen la votacin y el respeto por los resultados electorales. Pero tambin requiere la proteccin de libertades, el respeto por los
derechos legalmente conferidos, la garanta de discusin libre, la distribucin de noticias y comentarios sin censura alguna. Incluso las elecciones
pueden ser tremendamente defectivas si ocurren sin que los diferentes participantes tengan una adecuada oportunidad de presentar sus posturas, o sin

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que el electorado goce de la libertad de obtener noticias ni considerar los


puntos de vista de los protagonistas principales. La democracia es un sistema exigente, y no slo una condicin mecnica (como el gobierno por la
mayora) tomada aisladamente.
A la luz de lo dicho, los mritos de la democracia y su supuesta universalidad pueden relacionarse con ciertas virtudes distintivas que van de la
mano de su prctica pura. En efecto, podemos distinguir tres formas diferentes en las que la democracia enriquece la vida de los ciudadanos. Primero, la libertad poltica es parte de la libertad humana en general, y el ejercicio de los derechos civiles y polticos conforma una fraccin crucial de las
vidas individuales en tanto que engranaje de la maquinaria social. La participacin social y poltica tiene valor intrnseco para la vida y el bienestar.
Ver nuestra libertad restringida en materia de participacin en la vida poltica de la comunidad es una privacin significativa.
Segundo, como ya he estudiado antes (en la disputa por la supuesta tensin entre la democracia y el desarrollo econmico), la democracia tiene un
valor significativo al valorar la atencin que la gente obtiene cuando expresa
y fundamenta sus pedidos hacia la respuesta poltica (incluyendo pedidos
econmicos). Tercero y este es un punto que debe ser explorado con ms
profundidad la prctica de la democracia otorga a los ciudadanos la posibilidad de aprender el uno del otro, y ayuda a la sociedad a decidir sus valores y prioridades. Hasta la idea de las necesidades, incluido el entendimiento de las necesidades econmicas, requiere discusin pblica e
intercambio de informacin, puntos de vista y anlisis. En este sentido, la democracia tiene relevancia constructiva en adicin a su valor intrnseco y
agregado a la importancia instrumental en las decisiones polticas. La supuesta universalidad de la democracia precisa tomar nota de la diversidad de
estas consideraciones.
La conceptualizacin y hasta la comprensin de lo que podemos
considerar necesidades, incluyendo las econmicas, puede en s misma
requerir del ejercicio de derechos civiles y polticos. Un entendimiento
adecuado de lo que son las necesidades econmicas su contenido y fuerza podra requerir discusin e intercambio. Los derechos civiles y polticos, especialmente aquellos referidos a garantizar la discusin abierta, el
debate, el criticismo y el disentimiento, son centrales respecto del proceso
de generar decisiones informadas y ponderadas. Estos procesos son cruciales para la formacin de valores y prioridades, y no podemos, en general, tomar preferencias porque s, independientemente de la discusin pblica, esto
es, al margen de que el intercambio y el debate abierto estn permitidos o no.

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De hecho, el alcance o efectividad del dilogo abierto es muchas veces


subestimado al evaluar problemas sociales y polticos. Por ejemplo, la discusin pblica tiene un importante rol en la reduccin de los altos niveles
de natalidad que caracterizan muchos pases en vas de desarrollo. Existe
evidencia contundente que el pronunciado declive en los ndices de natalidad en los Estados con mayor alfabetizacin de India ha sido profundamente influenciado por la discusin pblica de los malos efectos de altos
ndices de natalidad, tanto en la comunidad en general como en las vidas de
mujeres jvenes. Si el enfoque que seala que una familia feliz, en la edad
moderna, es una familia pequea constituy en, digamos, el estado Hind
de Kerala o de Tamil Nadu, mucha discusin y debate y las familias participaron de la formacin de estas perspectivas. Kerala tiene un ndice de natalidad de 1.7 (similar al de Inglaterra o Francia, y claramente menor que el
1.9 de China), y esto ha sido logrado sin coercin alguna, sino que principalmente a travs del surgimiento de nuevos valores; proceso en el cual el
dilogo social y poltico ha tenido una actuacin protagnica. El alto ndice
de alfabetismo de Kerala (supera en esta cifra a cualquier provincia china),
especialmente entre mujeres, ha contribuido enormemente para lograr que
este dilogo poltico y social sea posible.
La miseria y privacin pueden ser de varios tipos, algunos ms cercanos
hacia remedios sociales que otros. La totalidad del predicamento humano podra ser una base slida para identificar nuestras necesidades. Incluso
podramos querer inmortalidad, como Maitreyee, esa fascinante mente en
los Upanishads, en su conversacin de hace 3,000 aos con Yajnvalkya.
Pero no vemos la inmortalidad como una necesidad porque es claramente imposible. Nuestra concepcin de necesidades se relaciona con nuestras
ideas de naturaleza previsora de algunas privaciones y a nuestro entendimiento de qu puede hacerse respecto de stas. En la formacin de entendimientos y creencias acerca de lo posible (particularmente, posibilidad
social), las discusiones pblicas tienen un rol crucial. Los derechos polticos, incluyendo la libertad de expresin y de discusin son, no slo pivotales al inducir respuestas sociales a necesidades econmicas, sino tambin centrales a la conceptualizacin de las necesidades econmicas en s mismas.
V. UNIVERSALIDAD DE LOS VALORES
Si el anlisis anterior es correcto, entonces el argumento de universalidad de la democracia no descansa sobre un mrito particular. Existe una

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pluralidad de virtudes, que incluyen, primero, la intrnseca importancia de


la participacin poltica en la vida humana; segundo, la importancia instrumental de los incentivos polticos que trae dejar a los gobiernos en posiciones de responsabilidad y, tercero, el rol constructivo de la democracia en la
formacin de valores y en el entendimiento de necesidades, derechos y deberes. A la luz de este diagnstico, podemos referirnos a la pregunta que
motiv este ensayo, llanamente la argumentacin para reconocer a la democracia como un valor universal.
Al debatir esta idea, a veces se argumenta que no todos concuerdan acerca de la decisiva importancia de la democracia, particularmente cuando
est en competencia con otros problemas importantes para nuestra lealtad y
atencin. Esto es, en efecto, as, y no hay unanimidad en este sentido. Esta
carencia de unanimidad es vista por algunos como evidencia suficiente
para probar que la democracia no es un valor universal.
Claramente, debemos comenzar por trabajar con una pregunta metdica: qu es un valor universal? Para que un valor sea considerado universal, debe tener el consentimiento de todos? Si eso fuese en efecto necesario, entonces la categora de valores universales estara vaca. Yo no s de
valor alguno ni siquiera la maternidad (y pienso en Mami Querida) al
que nunca alguien haya cuestionado. Yo argumentara que el consentimiento universal no es requerido para que algo sea considerado un valor
universal. Por el contrario, la idea de un valor universal es que la gente en
cualquier lugar pueda verlo como algo de valor intrnseco.
Cuando Mahatma Gandhi argument a favor del valor universal de la no
violencia, l no argumentaba que la gente en todos sitios ya actuaba en concordia con este valor, sino que la gente tena buenos motivos para verlo
como valioso. Similarmente, cuando Rabindranath Tagore argument a favor de la libertad de la mente como valor universal, l no deca que esta
idea era aceptada por todos, pero que todos tienen motivos suficientes para
aceptarlo razn por la que se esforz por explorar y propagar.10 Entendido esto, cualquier propuesta acerca de la universalidad involucra algn
anlisis contrafctico en particular, si la gente puede ver el valor en la
idea que an no ha considerado adecuada. Todas las propuestas de valor
universal no slo las de democracia tienen esta presuncin implcita.
Yo argumentara que es respecto de esta frecuente presuncin implcita
que el mayor desplazamiento hacia la democracia ha ocurrido en el siglo
10

Vase Sen, 1997a.

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XX. Al considerar la democracia para un pas que no la conoce y donde es


posible no haber tenido la oportunidad de considerar su prctica real, se presume que la gente involucrada la aprobara una vez que se convierta en una
realidad en sus vidas. En el siglo XIX esta asuncin tpicamente no se hubiese hecho, pero la presuncin que es tomada como natural (lo que antes
llam el ajuste default) ha cambiado radicalmente durante el siglo XX.
Tambin se debe notar que este cambio est, de modo importante,
basado en la observancia del siglo XX. En la medida que crece la democracia,
sus partidarios han crecido, y no al revs. En Europa y Amrica, la democracia
como sistema ha llegado a costas muy lejanas, donde se ha encontrado con deseosa participacin y aceptacin. Ms an, cuando una democracia existente ha sido derrocada, han surgido grandes protestas; inclusive si estas
protestas han sido brutalmente reprimidas. Mucha gente convencida arriesga su vida en la lucha por volver a la democracia.
Ideologas que disputan el estatus de la democracia como valor universal se basan no en la ausencia de unanimidad, sino en la presencia de contrastes regionales. Estos supuestos contrastes se relacionan algunas veces
con la pobreza de algunas naciones. De acuerdo con este argumento, la
gente pobre tiene motivos suficientes para estar interesada en pan, no en
democracia. Este incansable argumento es falaz en dos niveles.
Primero, como ya mencion, el rol protector de la democracia puede ser
particularmente importante para los pobres. ste obviamente se aplica a las
potenciales vctimas de la hambruna cuando la encaran. Tambin se aplica
para destituir el trono de la escalera econmica durante las crisis financieras. La gente con necesidad econmica requiere tambin una voz poltica.
La democracia no es un lujo que pueda condicionarse a la llegada del bienestar general.
Segundo, existe poca evidencia de que la gente pobre cuando se le da a
elegir, prefiera rechazar la democracia. Es por tanto de algn inters notar
que cuando un corto gobierno hind a mediados de 1970 trat un argumento similar para justificar una supuesta emergencia (y la supresin de muchos derechos civiles y polticos) se convoc a una eleccin que dividi a
los votantes justamente en el mismo problema. En esa funesta eleccin,
peleada largamente sobre este fuerte tema, la supresin de los derechos civiles y polticos fue firmemente rechazada, y el electorado hind uno de
los ms pobres del mundo se mostr no menos amigable a protestar contra la enajenacin de sus libertades y derechos bsicos que al quejarse de su
privacin econmica.

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En realidad ha existido poca evaluacin a la proposicin afirmativa de


que los pobres no se preocupan por los derechos civiles y polticos, la evidencia se contrapone absolutamente a esta proposicin. Es posible observar puntos similares en la lucha por la libertad democrtica en Corea del
Sur, Tailandia, Bangladesh, Pakistn, Burma, Indonesia y dems pases de
Asia. De modo similar, mientras que la libertad poltica se niega abiertamente en frica, han existido movimientos y protestas contra esta supuesta
represin cada vez que las circunstancias lo han permitido.
VI. EL ARGUMENTO DE LAS DIFERENCIAS CULTURALES
Existe otro argumento en defensa de un supuesto contraste regional bsico; relacionado no con circunstancias econmicas sino con diferencias
culturales. Probablemente el ms conocido de estos argumentos es lo que
ha sido llamado valores asiticos. Tambin se ha dicho que los asiticos
tradicionalmente valoran la disciplina y no valoran la libertad poltica, y
por tanto, la actitud hacia la democracia por parte de estos pases es mucho
ms escptica. He discutido esta tesis a detalle en mi Exposicin de Morganthau Memorial, en el Consejo Carnegie de tica y Relaciones Internacionales.11
Es difcil encontrar una base real para esta propuesta intelectual en la
historia de las culturas asiticas, especialmente si vamos a las clsicas tradiciones de India, el Medio Oriente, Irn, y otras partes de Asia. Por ejemplo, uno de los ms tempranos y ms enfticos defensores de la tolerancia
del pluralismo y el deber del Estado para proteger a las minoras se encuentra en las inscripciones del emperador Hind Ashoka del siglo III aC.
Asia es, sin duda, un rea particularmente grande, que contiene el 60%
de la poblacin mundial, y las generalizaciones acerca de un sector tan vasto en pobladores no son fciles de comprobar. Algunas veces quienes sostienen la tesis de los valores asiticos, poseen la tendencia a concentrarse
de manera fundamental en el oriente de Asia, en tanto que es la regin
donde se aplica su tesis particularmente. La tesis general de un contraste
entre el oeste y este asitico se concentra en las tierras del este de Tailandia,
donde incluso existe una tesis ms ambiciosa que en el resto de Asia. Lee
Kuan Yew, a quien debemos agradecimiento por haber sido un claro expositor (y por articular totalmente lo que algunas veces es mencionado en for11

Sen, 1997b.

EL VALOR UNIVERSAL DE LA DEMOCRACIA

271

ma vaga en esta enredada literatura), enmarca la diferencia fundamental


entre los conceptos occidentales de la sociedad y el gobierno, y los conceptos de Asia Oriental como explicacin: cuando digo asiticos orientales
me refiero a Corea, Japn, China, Vietnam, distinto de Asia sudoriental;
mezcla entre los sinics y los hindes, aunque la cultura hind en s enfatiza
valores similares.12
Incluso Asia Oriental en s misma, sin embargo, es marcadamente diversa, con muchas variaciones incluso dentro de cada pas. Confucio es el autor citado estndar al interpretar valores asiticos, pero no es la nica influencia intelectual en estos pases (en Japn, Corea y China, por ejemplo,
existen diversas y muy antiguas tradiciones budistas, poderosas a lo largo
de ms de un milenio y medio, y tambin existen otras influencias, incluyendo la considerable presencia cristiana). No existe un credo homogneo
de orden sobre la libertad en alguna de estas culturas.
Ms an, el mismo Confucio no recomend el ciego respaldo al Estado.
Cuando Zilu le pregunta cmo servir a un prncipe, Confucio le contesta
(en una frase que los censores de regmenes autoritarios podran querer
ponderar), Dile la verdad aunque le ofenda.13 Confucio no rechaza la
cautela prctica y el tacto, pero no deja de lado la idea de ir en contra de un
mal gobierno (con tacto, si es necesario): Cuando el (buen) camino prevalece en el Estado, habla firmemente y acta de la misma manera. Cuando el
Estado ha perdido el camino, acta firmemente y habla con suavidad.14
En efecto, Confucio provee un claro punto, el hecho que dos pilares del
imaginario edificio de los valores asiticos, lealtad a la familia y obediencia
al Estado, puedan estar en severo conflicto entre s. Muchos de los que abogan por el poder de los valores asiticos ven el rol del Estado como la extensin del rol de la familia, pero como Confucio not, es posible que exista
tensin entre ambos. El gobernador de She dijo a Confucio, En mi pueblo,
hay un hombre de integridad inquebrantable: cuando su padre rob una oveja, lo denunci. A esto Confucio contest, En mi pueblo, los hombres de
integridad hacen las cosas de manera diferente: un padre protege a su hijo, un
hijo protege a su padre; y subyace integridad en lo que hacen.15
Esta interpretacin monoltica de los valores asiticos un tanto hostiles a
la democracia y a los derechos polticos no resiste mayor anlisis crtico.
12
13
14
15

Zakaria, 1994.
Los Analectos de Confucio, 1997: 14.22, 70.
Ibidem, 14.3, 66.
Ibidem, 13.18, 63.

272

AMARTYA SEN

No debera, supongo, ser demasiado crtico respecto a la carencia de escolaridad al apoyar estas creencias, ya que aquellos que han postulado dichas
aseveraciones no son acadmicos sino lderes polticos; muchas veces portavoces oficiales o no oficiales de gobiernos autoritarios. Es, sin embargo,
interesante ver que mientras nosotros los acadmicos podemos ser imprcticos sobre poltica prctica; los polticos prcticos pueden, a su vez, ser
imprcticos respecto del academicismo.
No es difcil, por supuesto, encontrar escritos autoritarios dentro de las
tradiciones asiticas. Pero tampoco es difcil encontrarlas en clsicos occidentales: tan solo hay que reflejar los escritos de Platn o Aquino para ver
que la devocin a la disciplina no es slo de sabor asitico. Dejar de lado la
plausibilidad de la democracia como valor universal por la presencia de algunos escritos asiticos sobre la disciplina y el orden sera similar a rechazar la posibilidad de la democracia como una forma natural de gobierno en
Europa y Amrica hoy, sobre la base de los escritos de Platn o Aquino (sin
mencionar sustanciosa literatura medieval que apoya las inquisiciones).
Debido a la experiencia de las batallas polticas contemporneas, especialmente en el Medio Oriente, el Islam es muchas veces caracterizado
como fundamentalmente intolerante y hostil frente a la libertad individual.
Pero la presencia de la diversidad dentro de la tradicin se aplica mucho al
Islam tambin. En India, Akbar, as como la mayora de los emperadores
Moghul (con la notable excepcin de Aurangzeb) proveen buenos ejemplos de teora de la prctica de tolerancia poltica y religiosa. Los emperadores turcos eran muchas veces ms tolerantes que sus contemporneos europeos. Es posible encontrar abundantes ejemplos entre gobernadores de
El Cairo y Bagdad. En efecto, en el siglo XII, el clebre filsofo judo Maimnides tuvo que escapar de una intolerante Europa (donde naci) y de la
persecucin a los judos, hacia la seguridad y tolerancia urbana de El Cairo
y el patronato del sultn Saladn.
La diversidad es una caracterstica de la mayora de culturas del mundo.
La civilizacin occidental no es la excepcin. La prctica de la democracia
que ha vencido en el Occidente moderno es, en gran medida, el resultado
de un consenso que emergi desde el Alumbramiento y la Revolucin
Industrial, y particularmente durante el siglo pasado. Leer este compromiso histrico de Occidente a lo largo de los milenios con la democracia,
y luego contrastarlos con tradiciones no occidentales (tratando a cada una
como monoltica) constituira un grave error. Esta tendencia a la sobre simplificacin se puede ver no slo en los escritos de algunos de los portavoces

EL VALOR UNIVERSAL DE LA DEMOCRACIA

273

de gobiernos en Asia, sino tambin en las teoras de los ms destacados


acadmicos occidentales.
Como ejemplo de lo escrito por un importante acadmico cuyo trabajo,
en diversas maneras, ha sido absolutamente impresionante, me permito citar la tesis de Samuel Huntington sobre el choque de civilizaciones, donde
las heterogeneidades dentro de cada cultura deviene en un reconocimiento
inadecuado. Su estudio llega a la clara conclusin de que un sentido de individualismo y tradicin de derechos y libertades se puede encontrar en el
Occidente que contiene civilizaciones nicas entre las sociedades civilizadas.16 Huntington tambin argumenta que las caractersticas centrales
de Occidente, esas que lo distinguen de otras civilizaciones, predatan la
modernizacin de Occidente.17 En su opinin, el occidente fue occidente
mucho antes de su modernidad. Es esta tesis sobre la cual recalqu su extrema precariedad frente al anlisis histrico.
Por cada intento de un miembro del gobierno asitico para contrastar supuestos valores asiticos contra los supuestos valores occidentales, existe, al parecer, un intento de Occidente de hacer un contraste similar respecto de su contrapartida de Oriente. Pero aun as, estos contrastes juntos no
logran desestimar la universalidad de la democracia.
VII. DNDE CORRESPONDE EL DEBATE?
He intentado cubrir una serie de temas relacionados con la proposicin de
que la democracia es un valor universal. El valor de la democracia incluye su
valor intrnseco en la vida humana, su rol instrumental al generar incentivos
polticos y su funcin constructiva en la formacin de valores (y al entender la
fuerza y posibilidad de cumplimiento de necesidades, derechos y deberes).
Estos mritos no son de carcter regional. La creencia en la disciplina y el orden tampoco lo son. La heterogeneidad de los valores parece caracterizar a la
mayora, e incluso a todas, las culturas mayores. El argumento cultural no cierra ni constrie las decisiones que podamos tomar hoy.
Estas decisiones tienen que ser tomadas aqu y ahora, al tomar nota de
los roles funcionales de la democracia, sobre los que depende su funcin en
el mundo contemporneo. He argumentado que este rol es muy fuerte y no
est localmente confinado. La fuerza de la proposicin que otorga universalidad a la democracia reside, finalmente, en esa fuerza. Es en este punto
16
17

Huntington, 1996: 71.


Huntington, 1996: 69.

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AMARTYA SEN

donde el debate se debe propiciar. El debate no puede ser agotado por tabes
culturales imaginarios o supuestas predisposiciones culturales impuestas por
los distintos pasados histricos de nuestras civilizaciones.
VIII. REFERENCIAS
BARRO, Robert J., Getting It Right: Markets and Choices in a Free Society,
Cambridge, MIT Press, 1996.
DREZE, Jean y SEN, Amartya, Hunger and Public Action, Oxford, Clarendon Press, 1987.
DSOUZA, Frances, Starving in Silence: A Report on Famine and Censorship, Londres, International Center on Censorship, 1990.
, Human Rights Watch, Indivisible Human Rights: The Relationship Between Political and Civil Rights to Survival, Subsistence and Poverty, Human Rights Watch, Nueva York, 1993.
, International Federation Red Cross and Red Crescent Societies,
World Disaster Report, 1994 (Gnova, Red Cross, 1994).
HUNTINGTON, Samuel P., The Clash of Civilizations and the Remaking of
World Order, Nueva York, Simon and Schuster, 1996.
PRZEWORSKI, Adam et al., Sustainable Democracy, Cambridge, Cambridge University Press, 1995.
SEN, Amartya, Development as Freedom, Knopf, 1999.
, Development: Which Way Now?, Economic Journal, nm. 93,
diciembre de 1983.
, Resources, Values, and Development, Cambridge, Mass., Harvard
University Press, 1984.
, Rationality and Social Choice, American Economic Review,
American Economic Association, 1995.
, Tagore and his India, New York Review of Books, 26 de junio de
1997a.
, Human Rights and Asian Values, The New Republic, Nueva
York, 14-21 de julio 1997b.
ZAKARIA, Fareed, Culture is Destiny: A conversation with Lee Kuan
Yew, Foreign Affairs, nm. 73, marzo-abril de 1994.
Los analectos de Confucio, trad. Simon Leys, Nueva York, Norton, 1997.

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