A Casullo y M Tabacznik Paradoja Del Sufrimiento
A Casullo y M Tabacznik Paradoja Del Sufrimiento
A Casullo y M Tabacznik Paradoja Del Sufrimiento
Sin duda la relacin afectiva y los sentimientos son el centro de las operaciones y de
la elaboracin del analista. El trabajo sobre los afectos demanda una parte considerable de
nuestro empeo (Green, 2008, p.163). Sumergirnos en el campo analtico es el camino
fundante para arribar a la comprensin y dar inicio a un proceso de cambio en el
tratamiento. No existe resultado favorable que no suponga cambio afectivo (Green, 2008,
p.163). Ferenczi fue el primero en plantear de manera clara este centro de observacin,
recorrido que haba iniciado Freud, pero que abandona en nombre de una metapsicologa y
de la economa del aparato psquico. Podemos decir que Freud es el cartgrafo de la mente,
como afirma Borgogno (1999), pero es Ferenczi, su delfn, quien contina los pasos
abandonados por el pionero en materia de interaccin primaria y trauma, dos trminos
altamente relacionados entre s y con el dolor
El sufrimiento, como tambin el amor, son propiedades constitutivas de lo humano.
Enfrentar el dolor es el tema central del Congreso que nos convoca y tambin de nuestro
diario quehacer, no slo en la relacin con nuestros pacientes, sino tambin en nosotros
mismos como analistas. Como dijo Freud (1930 [1929]) el sufrimiento amenaza al hombre
desde tres lados; desde el cuerpo propio, destinado a la ruina y a la disolucin; desde el
mundo exterior, que puede abatir sus furias sobre nosotros y desde los vnculos con los
otros seres humanos. Este ltimo, tal vez el que ms inflige, es el que nos compete en
nuestra artesana.
Ser nuestra meta como analistas lograr vivir y ayudar a vivir a nuestros pacientes
con la menor sujecin al dolor que origina la interaccin humana, para obtener de ella su
mayor riqueza. Tolerar el dolor transforma al hombre, implica una mente separada, un
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proceso de desidentificacin, un objeto como hecho conjetural, que puede conocerse desde
diferentes vrtices; supone tambin aceptar la polisemia, la duda, la incertidumbre, el
desamparo, ya no se va hacia la muerte, se va con la muerte, se acepta la prdida, la herida
narcisista, el destino como finitud, la distancia en el encuentro con el otro. Se aprende que
la distancia es vnculo, es condicin de encuentro, donde la palabra cobra significado, alude
de manera pertinente. Reconocer el dolor habla de temporalidad, de lmites, sean del
cuerpo o del yo. El conocimiento adquiere status en s mismo, el hombre adquiere libertad y
la responsabilidad de sostener la interdependencia que une y separa para que se d el
encuentro que necesita con el otro.
Pero podemos vivir tratando de huir o neutralizar el dolor a travs de reivindicarnos,
como mero intento narcisista. En este caso el dolor se aduea de nosotros, nos domina, nos
arrasa, perdura la idea de que la vida est en deuda con uno porque le rob su supuesta
integridad. Se sigue viviendo en el reino de la atemporalidad. De forma activa se da una
sujecin al dolor, se teme el cambio que se vive como un renunciamiento insoportable.
En la situacin analtica el dolor se instala en el ncleo, el analizando expone su dolor
ante el analista y este dolor tiene que ver con un otro, alude a su presencia o ausencia, al
modo de vnculo, al padecer, a sus perturbaciones en el pensar. Ser ms difcil cuanto
mayor y ms temprano sea el trauma padecido por el paciente que puede llegar a la
imposibilidad de alcanzar un proceso de desidentificacin del objeto traumtico. A veces el
monto de la demanda a que nos expone el paciente parece exceder la capacidad de nuestra
escucha y nuestra contencin, o exigirnos un compromiso que no sabemos, no podemos o
no queremos dar. Esta falta de compromiso es la denuncia que con dolor plantea Ferenczi,
fundamentalmente en sus ltimos trabajos, en los que critica la demagogia superyoica, el
trato impersonal, la confusin de lenguas, la explotacin del poder ante la transferencia
idealizada, el placer sdico frente a la dependencia y el sufrimiento... y lo refera a los malos
anlisis. Para contactar con esos dolores tan primarios el analista necesita alcanzar una
capacidad de regresin, equivalente al sentimiento maternal, esa capacidad de captar el
estado infantil, sentimiento sobre el que Ferenczi basa la empata (1988). Son pacientes que
exigen del analista alto compromiso emocional. Ferenczi clama por la necesidad de que el
analista contacte con sus propias vivencias de la infancia, sus propios miedos, las
frustraciones inevitables del crecimiento, el dolor frente a las agresiones que
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lamentablemente agregan muchas veces los cuidadores con las evitaciones ante las
demandas de los nios, y clama tambin por un contacto emocional profundo con aquellos
momentos difciles y dolorosos de los propios procesos de anlisis. Su pasin era incluir los
aspectos ms arcaicos o fragmentados del psiquismo a travs de una utilizacin especial de
la transferencia y la contratransferencia acceso que le parece central en la comprensin y
modificacin de las patologas severas que l trataba, donde la capacidad simbolizante ha
sido daada por el trauma (Boschn, 2009). Esto requiere tambin por parte del analista de
un proceso de anlisis personal con profundo compromiso emocional.
La convocatoria que hace IPA a reflexionar acerca del dolor es una formidable
actividad que nos enfrenta con nuestra capacidad analtica que incluye nuestro compromiso
con la verdad y con nuestra necesidad de redescubrir y mantener despierto ese espritu
revolucionario del mtodo psicoanaltico, hecho que depende de los analistas que lo
practicamos y lo hacemos crecer.
Llegar a ser analista va mucho ms all de la formacin psicoanaltica formal, por
indispensable que sta sea y haya sido en la experiencia de cada uno. Como dice Bion
(1975), la formacin es el nico mtodo realmente efectivo para transmitir la experiencia
analtica que por el momento tenemos; pero limitar nuestros esfuerzos a esta actividad
tiene algo de culto esotrico (Bion, 1975, p.13). Ser psicoanalista requiere de un proceso de
comprensin e integracin a partir de la experiencia del trabajo clnico que nos permite
adquirir ese modo singular, ese estilo idiosincrsico, que cada analista tiene de acercarse
afectivamente, comprender y ayudar a aliviar el dolor de sus pacientes, que es mucho ms
que un conjunto de prcticas, es un proceso viviente que tiene sus orgenes en la
personalidad y la experiencia del analista, en su posibilidad de compromiso emocional, en
su capacidad para referenciar su prctica, en su compromiso tico
Actualmente el psicoanlisis trabaja cada vez ms con sufrimientos narcissticoidentitarios, con situaciones extremas de subjetividad, en las que el centro del anlisis est
en la diferenciacin yo-no yo, en el fracaso de las transformaciones simblicas de la
experiencia subjetiva y en la realidad histrica que tiende compulsivamente a repetirse y a
actualizarse en el sujeto y el analista queda cada vez ms comprometido en el campo.
Digamos que son pacientes cuyos analistas requieren de un otro que ayude a volver
pensable lo impensable (Gabbard y Ogden, 2009).
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Mi padre estaba en Inglaterra por aquel entonces y esto era lo peor. Estaba
convencido de que me mora, le llamaba a voces y senta que no volvera a verlo,
lo cual para m era un dolor mayor que el fsico. [] [T]todava siento la
desesperada nostalgia de mi padre. Pensaba que l nada saba de lo que me haba
ocurrido y cuando me aseguraban lo contrario gritaba: Por qu no viene? Por
qu no viene? Quiero verle!. []
[T]todos los que cuidaban de m me eran indiferentes, [] no tengo presentes sus
desvelos, debieron de haberme prestado muchas atenciones, pero yo no me daba
cuenta, slo tena un pensamiento que era ms que un pensamiento, era la herida
en la que todo se dilua: mi padre.
Despus escuch su voz, se acerc por detrs, yo estaba tumbado boca abajo,
pronunci mi nombre en voz baja, dio la vuelta a la cama, le mir, puso
suavemente su mano sobre mi cabeza, all estaba l y yo ya no senta ningn dolor.
Todo lo que ocurri a partir de ese momento me lo han contado. []
Su padre, o mejor dicho, el conjunto de las pulsiones de las que es motivo y mediador, era el
nico capaz de apartarlo de las garras de la muerte. Sin esa presencia de amor todo
desvaneca, estaba seguro que l experimentaba como suyo su dolor, se lo poda transferir y
as, curarse.
Contar con objetos protectores y motivadores hace posible enfrentar el trauma y su
sufrimiento. Esto marca la diferencia entre la experiencia de vida del personaje y la realidad
que vivi la paciente, que llamaremos Ins, de 57 aos, primera hija mujer de cuatro
hermanos y nica profesional en una familia casi indigente desde lo emocional y lo cultural,
en quien el dolor del trauma temprano perturba seriamente su psiquismo. El rechazo de su
madre, por ser mujer y porque con su nacimiento siente cerradas todas las puertas que le
permitiran reencontrarse con su amado aunque haya sido bastante tiempo despus
cuando su madre le dice: Si no hubieras nacido me hubiera podido separar de tu padre y
recuperar mi vidala humilla y la avergenza. Se produce as su primera herida narcisista
que abre el camino al desamparo. El trauma produce una escisin narcisista del yo, un
estado de fragmentacin mental, no hay acceso a la palabra en tanto significacin, ni al
proceso elaborativo de los sueos.
Este desacogimiento que recibe de su familia malogra el proceso bsico de
introyeccin y sus logros subsiguientes. Ins tiene un yo eclipsado, un aparato psquico
disociado, profunda dificultad en el logro del amor objetal, falta del deseo, importantes
dificultades en la simbolizacin, un rudimentario aparato de pensar, un soma casi imposible
de transformarse en cuerpo ergeno poco ms que un soporte de enfermedades, muchas
psicosomticas, como fue un cuadro de fatiga crnica que la postra nueve meses, y de la
que an poco se sabe--; bajo nivel de insight; falta de vnculo con el otro, un deficitario
sentido de la realidad.
Ferenczi fue el primer analista en introducir el concepto de introyeccin (1909) y en
destacar la importancia de este proceso cuya falla impide el ensanchamiento del yo, que no
puede incluir objetos de amor, no permite el enriquecimiento libidinal progresivo, ni el
levantamiento de represiones, ni la objetalizacin de su primitivo autoerotismo Es la
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un recurso engaoso. Se
entiende [] no como una demanda a satisfacer, como un hambre a calmar, sino como el
lenguaje disfrazado de deseos no nacidos an como deseos, an no introyectados
(Abraham y Torok, 2005, p.215). La imago que se incorpora del objeto no es mucho ms que
un monumento que lo evoca.
Por qu decimos que se pierde la comunicacin? El pasaje de la boca rebosante de
pecho a la boca rebosante de palabras se efecta a travs de la boca vaca. Aprender a
colmar con palabras el vaco de la boca, he ah un primer paradigma de la comunicacin
(Abraham y Torok, 2005 p.235). Este proceso slo puede darse con la asistencia de una
madre, poseedora ella misma del lenguaje, que transfiere amor. Es la constancia de esta
funcin materna la garante de la significacin de las palabras. Luego de adquirida
internamente esta garanta, las palabras van a reemplazar la presencia materna y permitir el
juego de nuevas representaciones para que contine ese proceso de ensanchamiento del
yo. Pero la falla introyectiva es resultante de la falta bsica de la presencia activa del(os)
otro(s) en la apropiacin primordial, pues si ese acogimiento no se da aparecen trastornos
del desarrollo de gravedad variable y, en el lmite, nios semi ferales. (Paz, 2008, p.160).
El modelo de relaciones intersubjetivas significativas para los recin llegados ya existe dentro de la coyuntura
social, cultural y familiar a la que se incluyen. En palabras de Lagache, Antes de existir en l mismo, por l
mismo y para l mismo, el nio existe para y por el otro, es ya un polo de esperas, proyectos y atributos (1968,
on line).
Por esto nos centrarnos en las relaciones asimtricas, cuyo modelo paradigmtico se
encuentra en la unidad original, o en sus equivalentes temticos: vivencia de satisfaccin
y unidad dual, las que, ms all de sus diferencias proporcionan el modelo de encuentro
o desencuentro que resulta de este tipo de relaciones, en las que Ferenczi pone tanta
atencin en sus ltimos aos.
El vnculo asimtrico es una relacin vinculante entre dos polos: uno predominante y
otro dependiente (Prez, 1999), detrs del cual hay una nocin de autoridad, que no debe
relacionarse slo al poder del polo en ventaja sino ms especficamente a la calidad de
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Algunos personajes de Rey Lear resuenan en la mente del analista cuando contacta con el
mundo interno de Ins y su familia, la dictadura que crean sus objetos internos, los distintos
modos de castracin que construyen, las trampas que se organizan a s mismos, el desafo a
la culpa. Ins es un self fragmentado, inmovilizado, con enorme capacidad de experimentar
persecucin y tormento. Tiene terror a quedar sola, pero no slo de objetos externos sino de
la capacidad organizadora o contenedora del self, es por eso su terror a enloquecer.
Exacerba la herida narcisista y es difcil sacarla del lugar de mera vctima desafortunada de la
ingratitud materna, aunque para nada la desmentimos y por el contrario incluimos la
confusin de lenguas con la que vivi sus aos de infancia, que marcan su vulnerabilidad,
que se esfuerza por negar. Infancia en la que sigue viviendo.
En la tragedia de Ins tambin hay momentos escalofriantes como el del epgrafe.
Su rabia es destructiva y consecuencia de entender la realidad como una amenaza para este
sistema de defensas que organiza en un autoengao. En medio de su frustracin queda
dominada por la necesidad de destruir un mundo que vive como persecutorio llena de
resentimiento. Pero no puede perseguir abiertamente la venganza, es peligroso porque se
expone, como Rey Lear, a un nuevo desamparo. En la queja vengativa niega la prdida del
objeto y mantiene encendida la llama del odio. De esa manera se organiza detrs de un
retraimiento narcisista, pone la injuria recibida en el centro de la queja y acta su impulso de
dominio de forma sdica para satisfacer su venganza, identificada, ahora, en el rol activo de
la madre. Queda encerrada en esta fase sadomasoquista desde donde controla la situacin
traumtica reactundola en su propia persona e instalando esta modalidad de relacin
dominio-sometimiento, como dimensin fundamental de sus relaciones intersubjetivas. El
conflicto edpico toma la forma de un conflicto de demandas. Desalojada del mundo del
amor, se ubica en el rol de perseguido-perseguidor. Podemos imaginar sus palabras: no me
dieron lo que me pertenece, no los necesito, me voy a hacer sola, seguir maldiciendo a mi
madre por lo que no me ha dado, y me corresponde, sin registro de cunto se destruye en
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el afn de destruir. Ins no puede duelar lo que no tuvo, porque siempre lo neg,
continuando la dificultad para ponerle palabras, permanece atrapada en su propio engao.
Los padres y, por desplazamiento simblico, los otros significativos, juegan en la
paciente el rol de adversarios, la que sigue viviendo en el estado de no olvido. Est atrapada
en la ley talinica. Dice no entender qu es perdonar. Su resentimiento parece interminable,
sus heridas no cierran. Resentimiento y necesidad de dominio van de la mano, para vengarse
se necesita retener el objeto. Es la duea de la nica verdad poderosa e indiscutible, por lo
que no encuentra otra salida ms que la de repetir en sus relaciones intersubjetivas el modo
de relacin asimtrica con la que se cri, cumpliendo ambos roles simultneamente. Este
modo de actuar lo trae a la transferencia, no falta, ahora llega puntualmente, participa
narrando hechos, muchas veces de manera confusa, asocia poco, es bajo su insigh y su real
inters en cambiar. En el tratamiento transfiere su desesperanza y slo el analista parece
interesado en un cambio. Permanece en su adiccin a buscar venganza, son los otros quienes
tienen que cambiar. Como refiere Betty Joseph (1987), queda en un rumiar sadomasoquista
adictivo-impulsivo pero gratificante. Permanece en una acusacin que representa un ataque
destructivo dirigido al otro, a s mismo y al propio anlisis. Ha incorporado su conviccin del
derecho a la queja, derecho narcisista resultante del trastrocamiento de sus padres en
adversarios, y que le otorga una falsa significatividad a su debilitado yo Es el terror al
derrumbe lo que la conduce a incrementar la resistencia y evitar el anlisis de este estado
mental? Verbaliza su pnico de enloquecer, pero no acepta la relacin con su propia
destructividad, lo deposita en lo que le pas en su vida, sin registro de su actitud activa de
aferramiento a esa situacin, aunque, lentamente, adquiere mayor registro de su agresin,
no an de la magnitud que tiene en ella la vuelta de sta sobre s misma.
Desde pequea la agresin es su modelo de vinculacin. Su actitud contestataria,
se inicia con el dominio del lenguaje y la dirige especialmente a su madre. Llev tiempo de
anlisis para que comenzara a percibirla. Su respuesta a cualquier sealamientointerpretacin que pudiera poner en jaque este narcisismo destructivo era NO!, seguido
de un salto a otro tema, que claramente indicaba su resistencia. Empez a reconsiderarlo
cuando el analista incorpor en las interpretaciones la hiptesis de que el modo de
funcionamiento revelado en la transferencia poda ser la forma narcisista de resolver
conflictos transmitido por los padres (Faimberg, 1993). Su dilema es vivirse totalmente
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excluida por la madre y creerse con derecho a ser la poseedora de sta. Al ser rechazada y
tambin violentada3 por su madre, debido a su actitud contestataria defensiva y recibiendo
una nica enseanza: los padres son los que saben, Ins quedaba incomprendida,
frustrada y paralizada. Solo poda repetir esta modalidad de respuesta al mundo que vive
como persecutorio. Su primera respuesta es la distancia rechazante
del otro, es un
perseguidor.
Sus ansiedades persecutorias y de exclusin no tienen lmite en su psiquismo. Por
negar su desamparo, asegurar su supervivencia y vengarse de su madre, la paciente vive en
la paradoja de destruir sus objetos externos sin darse cuenta que de esta manera perpeta
la situacin traumtica ad infinitum. Identificada con el agresor, vuelve aceptable la
agresin y controlable al agresor, pero ya incorpor al adversario. El sufrimiento del trauma
temprano instala a estos pacientes en una paradoja que los atrapa en un modelo perverso
donde el ncleo es el impulso adictivo de destruir al otro, pero se destruyen a s mismos.
Encerrada en esta contradiccin entra en el rumiar de la queja, que no le ofrece salida, la
mantiene fuera del tiempo, la frustra, slo consigue con ella retar al objeto y vengarse de l.
Llamamos al presente trabajo paradoja del sufrimiento con lo que intentamos describir
este mecanismo con el que se tramita el dolor provocado por los dos tiempos del trauma
temprano a travs de generar otro dolor que desampara, deja fuera del mundo. Es un
recurso circular, sin salida, que equipara trminos contradictorios: busca amor y
reconocimiento al tiempo que aspira vengarse del mismo objeto. Optamos por esta figura
del discurso porque describe aserciones contradictorias presentadas con apariencia de
verdaderas, como la que subyace a este mecanismo: vengarse para ser amado. Las
sentencias paradojales son tpicas del discurso religioso: morir para resucitar, los ltimos
sern los primeros, aunque pierden su carcter paradojal al incluirse la discontinuidad
"temporal" (presente terrenal-futuro escatolgico) y "dramtica" (accin humana-accin
divina) de la posicin cristiana.
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De nia sus padres la someten a mtodos violentos, que generan desvalorizacin, vergenza y humillacin. El
padre la ata al tronco de un rbol para que crezca derecha, en respuesta a su actitud contestataria que
desarrolla tempranamente, con la que expresaba su rabia/odio por la desolacin y el desamparo que encuentra
en su casa. Era largo el tiempo en el que quedaba atada y expuesta a los otros miembros de la familia. Para
que te hagan mejor hija la cambian a una escuela de monjas, estaba bien integrada en la estatal.
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centro o est excluida. Se comporta como si tuviera la fantasa de que repitiendo sucesivas
quejas, lograr su meta: que cambie el que cometi el crimen.
Hay oportunidades en las que siente la necesidad de desaparecer de meterse
debajo de la alfombra o de ser tragada por la tierra; estos sentimientos tambin la
separan de sus afectos dolorosos aumentando la disociacin narcisista, que le genera gran
dificultad para asociar y la lleva a casi perder su pobre capacidad de insight.
Su necesidad de apoyarse en un juez que falle a favor de su verdad habla de la
presencia de un elemento de duda constante, sin embargo no puede acercarse an. No
puede prescindir de sus objetos, ya que no le son indiferentes, pero como Narciso necesita
maltratarlos y comprobar que su indiferencia los afecta. Como en el mito no le alcanza con
ver su imagen reflejada en el lago, requiere de las constantes demostraciones de amor y
admiracin de la ninfa Eco para establecer esta especial forma de interaccin que
desconsidera cualquier manifestacin de amor y la transforma en recursos para alimentar y
consolidar su soberbia.
Pensamos que Ins, como otros pacientes de este tipo, que estn en la frontera de la
sin razn, requieren de nosotros un tipo de cambio interpretativo. ste debera reunir
ingredientes como la nocin de continente de Bion, la de sostn de Winnicott, la afirmativa
de Killigmo, la empata de Ferenczi, aunque no necesariamente deben estar juntos en la
misma interpretacin. Damos importancia tambin al factor temporal de la interpretacin.
Por ejemplo, si como Killigmo afirmamos que en ese momento su actuar fue adecuado,
valoramos la accin para ese momento especfico, introduciendo el tiempo en la
atemporalidad que los caracteriza.
Incluimos las perturbaciones psquicas de los traumas tempranos dentro de los
trastornos del narcisismo. En este tipo de estructura el analista va a transitar su tarea con
una exposicin contratransferencial ms exigida. Durante mucho tiempo deber prestar al
paciente su aparato de pensar, tener especial cuidado en sus propios escotomas, que estos
pacientes pueden movilizar y que podran llevar a contractuaciones que hagan perder de
vista al paciente e inducirlos a actings. Esto enfrenta al analista con el dolor de ser analista.
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En este dolor tambin est incluido el monto de sufrimiento que le demanda a este
tipo de paciente cada cambio. Trabajar con ellos activa nuestra capacidad de pensar, se
necesita cuestionar la perspectiva antes de dar la pincelada interpretacin. La precaucin
es evitar la retraumatizacin o la nueva desmentida de una percepcin real de ellos.
Trabajamos con la confianza plena que en el mtodo psicoanaltico encontremos las
respuestas a muchos de los interrogantes que nos despiertan. Consideramos que este es el
camino del proceso.
Referencias bibliogrficas
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Boschn, P. (2009). Vigencia del pensamiento de Ferenzci en el psicoanlisis de hoy.
(Mimeografiado)
Boschn, P. (comp). 2011. Sndor Ferenczi y el psicoanlisis del siglo XXI. Buenos Aires: Letra
Viva.
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Se analizan algunas ideas de dolor y trauma de Freud y Ferenczi, especialmente sus ltimas
obras rescatando la idea de asimetra vincular y sus posibles riesgos en el trabajo analtico
cuando ambos polos no estn profundamente interesados en el otro, el intenso dolor que
esto puede ocasionar en el polo en formacin y la necesidad de un alto compromiso
emocional del analista.
Presentamos el material de una paciente rechazada por la madre y abusada sexualmente
por el padre, que utiliza la queja casi como modalidad vincular donde queda atrapada en lo
que llamamos paradoja del sufrimiento, para describir el mecanismo con el que algunos
pacientes tramitan el dolor que el trauma temprano produjo, generando otro dolor que los
deja fuera del mundo. Es un recurso circular que no ofrece salida, equipara trminos
contradictorios: buscar amor y vengarse al mismo tiempo del objeto, del cual espera amor y
reconocimiento.
El problema del analista es sacarla de este narcisismo tan primitivo, llegar a lograr un
vnculo que cambie el ligamen con el que lleg a anlisis y ayudarla a acceder a la
triangularidad.
El analista va a transitar su tarea con una exposicin contratransferencial ms exigida que
con otro tipo de paciente ya que durante mucho tiempo deber prestarle su aparato de
pensar, tener un especial cuidado en sus situaciones escotomizadas que pueden ser
movilizadas por estos pacientes y que llevaran a posibles contractuaciones, que pueden
conducir a perder de vista al paciente y/o a inducir actings. Todo esto enfrenta al analista
con el dolor de ser analista.
Atribuimos importancia al pensar en la funcin del analista como testigo del acontecimiento
traumtico y a valorar la elaboracin, en el proceso analtico, de sentimientos como
desvalorizacin, queja vengativa, vergenza.
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