Conservación Patrimonial PDF
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Conservacin patrimonial:
teora y crtica
Isabel Rigol
ngela Rojas
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Rig
A
ndice
Repuntes de teora. Rigol y Rojas conversan y conservan
I- t.
II- Rojas, ngela, 1947
Mario Coyula
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La Campaa Internacional
para la Salvaguarda de la Plaza Vieja
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ngela Rojas
edicin
diseo de perfil de la coleccin
Diseo
composicin
control de la calidad
imagen de cubierta
Claudio Sotolongo
Claudia Marlene Pedrera Gago
Hayde Arango Milin
Facultad de Artes Escnicas, Instituto Superior de
Arte, La Habana, Cuba. Arq.: Roberto Gottardi.
isbn
editorial UH
978-959-7211-23-5
Facultad de Artes y Letras, Universidad de La Habana
Edificio Dihigo, Zapata y G, plaza de la Revolucin,
La Habana, Cuba. CP 10400.
Correo electrnico: [email protected]
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Tendencias y reflexiones
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La diversidad en el patrimonio
El valor reconocido
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Ocio y modernidad
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Patrimonio mundial
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Elogio de la humildad
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De profundis
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Sobre autenticidad
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La recuperacin de Gibara
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El valor de la nostalgia
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de desarrollo humano sustentable y rehabilitacin integral sustentable y participativa; los problemas de la elitizacin, terciarizacin y
comercializacin de los centros histricos; la necesidad de mantener la
poblacin en esos centros para preservar la vitalidad y la autenticidad;
el papel de los elementos dinamizadores como focos que animen el entorno; y la definicin de valores en un bien cultural. Entre estos ltimos
se hallan la excepcionalidad, la representatividad como testimonio de
un periodo o una tendencia, las tradiciones incluyendo las vivas,
y la produccin artstica o literaria; la ya mencionada autenticidad,
la integridad, la identidad, el inters arquitectnico o la significacin
tipolgica.
Se hace, adems, una evaluacin del impresionante patrimonio
latinoamericano y caribeo, con sus conjuntos prehispnicos; las
ciudades y la arquitectura coloniales; las expresiones republicanas de
los siglos xix y xx; las manifestaciones modernas; los conjuntos
fortificados, religiosos o industriales; los poblados vernculos y los
paisajes culturales. Del mismo modo, se despliegan los retos a los que
se enfrenta la preservacin en Cuba, Amrica Latina y el Caribe; y se
exponen experiencias, como la campaa internacional lanzada por la
UNESCO en 1983 para la salvaguarda de la Plaza Vieja en el centro
histrico de la Habana Vieja. Esa coyuntura es aprovechada para referir otras campaas de gran repercusin mundial como la preservacin
de los templos de Abu Simbel, de Venecia y su Laguna, de las ruinas de
Mohenjo Daro, y otras.
Es muy interesante cmo se extienden los anlisis a la situacin
actual, presentando xitos y dificultades, as como tendencias. Una
constante es la valoracin de los bienes de todas las pocas, y de lo
excepcional tanto como lo representativo, siempre que haya un valor
significativo; las nuevas inserciones contemporneas armnicas en
contextos histricos, y el patrimonio intangible. Se estudia la posmodernidad que acompa a la globalizacin y se relaciona con el
elitismo, el culto a lo kitsch y el juego con la historia, pero tambin
con el impacto negativo de la sobreexplotacin turstica, la especulacin
inmobiliaria y la crisis ecolgica y energtica.
En el panorama de la conservacin en Amrica Latina se destaca
cmo esta actividad haba comenzado aqu casi un siglo antes que
en otras partes del mundo, con intervenciones sobre el patrimonio
precolombino y colonial en Mxico y Per. Aparecen en el libro pensadores latinoamericanos destacados de la teora sobre conservacin,
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heliogrficas Fue una obra militar sin paralelo hasta aquel momento, que no impidi el paso de los patriotas cubanos, como tampoco la
Lnea Maginot pudo evitar medio siglo despus la conquista de Francia por los alemanes. Tambin se analizan otros ejemplos en Cuba y
el rea del Caribe, como los morros de Santiago de Cuba y San Juan
de Puerto Rico; las fortalezas de San Juan de Ula y Campeche, en
Yucatn; las de Cartagena de Indias, Santo Domingo, La Citadelle o
Fort Dauphine, en Hait; las defensas de Portobelo, en Panam; las de
La Guaira o Maracaibo, en Venezuela; las de San Agustn de la Florida,
Port Royal o Kingston Harbor, en Jamaica; as como las de Dominica,
Santa Luca, Barbados, Curazao o las Antillas francesas. Esta riqueza
tan extendida fuera de fronteras polticas actuales pudiera justificar
una designacin como conjunto multinacional o ruta cultural.
Algunas ciudades han merecido en este libro un estudio aparte.
El caso de Bayamo se incluye por sus valores como una de las siete
primeras villas y se incorporan curiosidades poco conocidas de su historia, como haber sido un puerto fluvial importante en el pasado, o su
quema durante la Guerra Grande, que, sin embargo, no lleg a borrar
su importante patrimonio colonial. Tambin se aborda la relacin con
el paisaje o las suaves irregularidades del trazado de las calles en su
centro histrico, que producen encuentros en forma de plazas y plazuelas. Otro ejemplo analizado en detalle es Gibara, con un dramtico
acceso a travs de un tnel que de pronto se abre a la ciudad y la baha.
Igual que sucedi con Trinidad, Gibara empobreci sbitamente
al quedar aislada, lo que indujo una especie de congelamiento en el
patrimonio construido. Este estudio identifica el potencial turstico de
Gibara, su paisaje y su historia dentro de una estrategia regional, como
complemento cultural al turismo de sol y playa.
Otro objeto de estudio es el cementerio macabeo de Guanabacoa,
dentro del patrimonio tangible e intangible de la colonia juda en La
Habana, un componente menor dentro del mosaico tnico cubano.
Entre los pocos elementos fsicos que dej esa inmigracin, marcada
por una vocacin de paso, se destacan dos cementerios, uno sefard y
otro ashkenazi o macabeo, ubicados a muy poca distancia entre s. El
convento de Santa Clara, una impresionante edificacin con muros
de tapial comenzada en 1638, que cubre cuatro pequeas manzanas
en la mitad sur del antiguo recinto amurallado de la Habana Vieja,
tambin recibe un tratamiento diferenciado. Eso incluye la historia
de los cambios de uso en la larga vida de la edificacin, con nfasis
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Conservacin patrimonial:
teora y crtica
Sera reduccionista pensar que, a medida en que evoluciona la sociedad, se hace ms compleja la elaboracin de los smbolos. Lo que
sucede es que aumenta el ritmo de los cambios y, en cierto modo, las
opciones, aspectos que se discutirn ms adelante.
En las sociedades preclasistas habra que hacer una diferenciacin
importante, pues el objeto simblico responda a la magia e intervienen factores de la superestructura mucho ms complejos, fundamentalmente la religin y la organizacin social. La transicin de la magia
a la religin es esencial, pues significa la prdida de la inmediatez en
* Preparado como ejercicio acadmico en la Facultad de Arquitectura del Instituto
Superior Politcnico Jos Antonio Echeverra (ISPJAE), La Habana, 1996. (Todos
los artculos de este volumen, salvo indicarse lo contrario, constituyen versiones de
aquellos originalmente publicados o elaborados por las autoras [N. del E.].)
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Imagen 1. Santuario de Ise en Naik, Japn. Acceso recin concluido al puente de Uji.
Foto de la autora (salvo indicarse lo contrario, todas las fotos incluidas en el
volumen pertenecen a la autora del artculo correspondiente [N. del E.]).
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se decretaban triunfos, por ejemplo, en honor a los guerreros, y se desarrollaban fiestas en las que el cortejo pasaba bajo el arco construido al
efecto y que, en dependencia de la importancia del hecho celebrado o de
la persona, se realizaba de forma ms o menos perecedera.
Cuando la cultura romana se impuso en el mundo conquistado
no exista en general el concepto de respeto, y menos an el de
admiracin; sin embargo, se tomaron aquellos elementos convenientes y se llevaron a Roma, bien fsicamente obeliscos egipcios, bien
como conceptos. Por ejemplo, cuando Apolodoro de Damasco, arquitecto esclavo, construy el Foro de Trajano (imagen 3), lo estructur
espacialmente de forma muy semejante a los templos egipcios, con
lo cual logr transmitir monumentalidad y subordinacin a la
figura imperial que, por la evolucin que haba tenido la sociedad
romana, se haba ido revistiendo de carcter divino. Ese proceso
de deificacin, que comenz a darse precisamente en la medida
en que evolucionaba el imperio, evidencia la imposibilidad de que
existiera un respeto al pasado, ya que cada emperador se consideraba
muy superior al precedente y, por tanto, en el nivel arquitectnico
se produjo una lucha por lograr edificios ms imponentes. Esto se
percibe con claridad en la secuencia de los foros imperiales, cada vez
de mayores dimensiones.
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El valor histrico
El factor que condicion casi absolutamente la concepcin de la conservacin durante la Edad Media fue el protagonismo de la religin,
caracterizado por la preservacin del saber en los monasterios y por la
altsima veneracin, ya por primera vez, del pasado, que corresponda
solo a la historia sagrada y se manifestaba como preservacin de las
reliquias que pertenecieron a Jesucristo o a los santos. Apareci entonces un nuevo concepto, el de valor histrico de un objeto, que poda
incluso ser algo tan insignificante como un clavo o un trozo de madera,
pero cuyo valor provena de su significado, no de su funcin o calidad
artstica. Sin embargo, la veracidad histrica no era prcticamente
cuestionada: se asuma como cierta cualquier leyenda que le atribuyera
valor a un objeto. Esta actitud fue discontinua en pocas posteriores y se
retom, con sus particularidades por supuesto, a partir del siglo xix.
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Por otra parte, en este periodo se ejecut, por primera vez, un plan de
actuacin sobre la ciudad en su conjunto, dispuesto por el papa Sixto V
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para garantizar las rutas procesionales dentro de Roma. Las principales iglesias se convirtieron en hitos dentro de la ciudad, las plazas,
en escenografas, y se colocaron obeliscos egipcios para marcar los
puntos significativos.
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John Ruskin: Ideas of Truth, G.P. Putnams Sons, The Knickerbocker Press, New
York, [s.a.], p. 3.
John Ruskin: Las siete lmparas de la arquitectura, El Ateneo, Buenos Aires, 1944,
p. 68.
Ibdem, p. 69.
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Imagen 6. Vista de Notre Dame de Pars, Francia, en la que se muestran las intervenciones
de Viollet-le-Duc.
La relacin entre respeto al pasado, necesidad del presente y transmisin al futuro, se evidencia en Ruskin cuando afirma:
La conservacin de los monumentos del pasado no es una simple cuestin
de conveniencia o de sentimiento. No tenemos el derecho de tocarlos.
No nos pertenecen. Pertenecen en parte a los que los construyeron,
y en parte a las generaciones que han de venir detrs. Los muertos
tienen an derecho sobre ellos y no tenemos el derecho de destruir el
objeto de un trabajo [...]. Lo que nosotros hubiramos construido no lo
destruiramos; menos an lo que otros realizaron a costa de su vigor, de
su riqueza y de su vida; sus derechos no se extinguieron con su muerte.8
Ibdem, p. 248.
Ibdem, p. 252.
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hay una determinada dosis de posicin extrema, sobre todo en lo concerniente al uso de las nuevas tcnicas, que acepta con limitaciones, y
al rigor con que encara el problema de la veracidad. Pero lo primero se
debe, como se expres anteriormente, a la vulgarizacin de los objetos
producidos por las mquinas, y lo segundo tuvo la importancia de
alertar de forma quizs polmica, pero efectiva, contra la restauracin
indiscriminada. Por otra parte, Ruskin se ocupa solamente del edificio
y no del ambiente urbano o el contexto inmediato, aunque esto es
propio de su tiempo y tales factores no seran significativos hasta muy
adentrado el siglo xx.
Ahora bien, la elaboracin de la teora de Ruskin o la extensa obra
de Viollet-le-Duc no pasan de ser ejemplos casusticos en un momento
en que, si bien se realizaban restauraciones, el problema de la tica
de la conservacin no estaba planteado en forma estructurada, como
suceder luego. Un ejemplo de esto es el hecho de que el siglo xix se
caracteriz por el inicio del saqueo masivo a los sitios arqueolgicos
de los pases subdesarrollados, y el consiguiente traslado de los bienes
muebles a los museos de Europa, tema que fue relativamente poco tratado en aquel momento y solo vino a llamar la atencin de la opinin
pblica internacional a partir de la Primera Guerra Mundial:
La comunidad internacional no discute la propiedad de los bienes
culturales expatriados. Esto significa que el derecho de propiedad est
establecido por la prctica del hecho consumado, lo cual equivale al
reconocimiento de los derechos adquiridos por la fuerza, por parte de
los pases detentores de los bienes, durante la poca colonial. Podramos
referirnos a los marfiles de Benin, en Nigeria, tomados por las tropas
inglesas a fines del siglo xix, o a los frisos del Partenn, tomados tambin
por los ingleses a Grecia.9
Enrique Abranches: Identidad y patrimonio cultural, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1988, p. 10.
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vialidad y estticas. Uno de los principales motivos de la remodelacin fue el deseo de abrir amplias avenidas (imagen 7) que surcaran
sobre todo la madeja de callejuelas medievales que haban resultado
muy peligrosas durante las insurrecciones populares, ya que en ellas
se construan barricadas inexpugnables. Asimismo, los costos de los
mejores terrenos resultaban extraordinariamente altos, pero eran
pocas las zonas privilegiadas. El plan consisti en superponer a toda la
ciudad una red de vas amplias, los bulevares, que usaban como puntos de referencia los monumentos y sitios importantes; abrir parques
que desde un inicio se diferenciaron segn las clases sociales, y, en
general, resolver los problemas de transporte e higiene.
Con el plan de Haussmann se defini muy claramente una valorizacin de los terrenos con fachada a los bulevares, marco para el desfile
de carruajes de la burguesa, mientras que el tejido interior se mantuvo
sin alteracin. Al aumentar el nmero de terrenos cuyo valor creci, y
a travs de los mecanismos de expropiacin, la renta de la municipalidad de Pars pas de 20 millones a 200 millones de francos.
Y por supuesto que hubo debate, pero las principales crticas fueron las de los intelectuales y artistas, quienes reprochaban a Haussmann
la prdida de zonas tradicionales de Pars. Tngase en cuenta que el
momento en que esto se produjo es el del gusto por lo pintoresco, por
lo que la intelectualidad estaba mucho ms motivada por un anlisis
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esttico parcializado, que por una crtica global del plan. Si alguna obra
urbana ha sido controvertida en la historia de la arquitectura, esa ha
sido el plan de Haussmann. En las diferentes etapas de la evolucin
del pensamiento sobre la conservacin del patrimonio en el siglo xx,
e independientemente de si la tendencia ha sido la de conservar o
transformar, la evaluacin del plan de Haussmann ha estado presente,
para alabarlo o criticarlo.
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Imagen 8. Iglesia de Santa Mara y Donato, en Murano, restaurada por Camilo Boito.
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Al ao siguiente, 1965, fue fundado en Varsovia el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), organizacin internacional
encargada de promover a nivel internacional la conservacin, proteccin, rehabilitacin y mejora de los monumentos, conjuntos arquitectnicos y sitios. Pero en los primeros aos se sigui hablando en
trminos de monumento y entorno, a pesar de que ya se conoca
el concepto de bien cultural, que se reafirm por la Organizacin
de las Naciones Unidas para la Educacin, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO) en Pars, en 1972.18
La motivacin econmica
16
Cfr. UNESCO: Acta final de la Conferencia Intergubernamental sobre la Proteccin de los Bienes Culturales en Caso de Conflicto Armado, La Haya, 1954, en
<http://www.whc.unesco.org> [04/06/2012].
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La situacin actual
Incluso, cuando un centro histrico es conservado en forma aparentemente correcta, se corren varios peligros, como la llamada
gentrificacin o la banalizacin de los valores edificados, naturales e
intangibles, por satisfacer una demanda real o ficticia de los turistas.
Ms sutil, pero igual de daina, es la falsificacin del centro
histrico o de los objetos de valor cultural en funcin de satisfacer
el supuesto gusto del turista medio. Con frecuencia se altera la arquitectura para buscar ambientes ms pintorescos, pero adems, en
trminos de mensaje cultural, se transmiten imgenes falsas, se llega
al kitsch y hasta a la degradacin moral. En este fenmeno desempe un papel muy negativo la publicidad y el cine, y es un problema
del que no se han salvado ni los ms significativos exponentes del
patrimonio mundial. Para colmo, la posmodernidad ha dado carta
blanca al elitismo sin sonrojo, a la asimilacin del mal gusto y al juego
con la historia.
No puede olvidarse, adems, el papel simblico de los edificios
pertenecientes a las grandes empresas, que exige en muchos casos y
en la actualidad de acuerdo con la moda arquitectnica un determinado modelo de edificio que pueda convertir fcilmente en smbolo,
con lo que la arquitectura pasa, ya de manera obvia, a funcionar como
reclamo publicitario ms que como contenedor de funciones. En
estos casos, no se escatima en considerar la insercin de monstruos
arquitectnicos, aunque destruyan la imagen de la ciudad.
Pero no todo anda mal. Modestamente, y con mayor intensidad en
los ltimos aos, se han desarrollado en diferentes pases modelos de
rehabilitacin urbana con participacin de la poblacin. Comenzando
con el advocacy planning, de Estados Unidos,20 desde los aos sesenta,
y continuando con el community planning, de Gran Bretaa,21 este
tipo de trabajo ha evidenciado ciertos resultados en Amrica Latina.
La particularidad de estos ltimos casos es que la significacin social
es muy superior, ya que no se trata solo de una estrategia para rehabilitar y, por tanto, mejorar el nivel de vida de la poblacin, sino que
constituye una forma de supervivencia, tanto desde el punto de vista
material como cultural.
Para no concluir en forma demasiado pesimista, es preciso mostrar un posible camino. Sin acudir a actitudes demaggicas, pero
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Cfr. Maurice Broady: Planning for people, Bedford Square Press, London, 1968.
Cfr. John Turner: Housing by people, Marion Boyars, London, 1976.
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respetando el derecho a la ciudad, una comprensin de la potencialidad econmica de la conservacin de las preexistencias urbanas
y arquitectnicas, unida a la conciencia de la posibilidad aun en
situaciones dramticas de planificacin, puede aliviar en algo las
contradicciones dentro de la urbe y conducir a modelos alternativos
de planeamiento que, al menos, recuperen espacios urbanos para
sus habitantes y reafirmen el valor econmico de una ciudad que
mantenga algo de coherencia, no solo social y funcional, sino tambin
como patrimonio construido.
El pretendido control absoluto de la ciudad mediante el diseo se convirti en objeto de respeto, pero no de uso, con la inscripcin de
Brasilia en la Lista del Patrimonio Mundial. Quizs en el fracaso de la
bsqueda de una imagen objetivo El Dorado contemporneo que
tanto ha hecho escribir o disear est la explicacin de por qu se
piensa que existe una crisis en el planeamiento urbano.
Habra primero que analizar cul es el modelo de planeamiento
que se encuentra en crisis. El que fracas fue el concepto de diseo
global y absoluto de la ciudad, es decir, la lnea de pensamiento que
parte de los tratadistas del Renacimiento, pasa en el siglo xx por las
visiones de Le Corbusier y culmina en Cumbernauld.1 Esta tendencia
no se limit a los escasos modelos realizados, pues su influencia fue
determinante en un estilo de trabajo urbanstico basado en una imagen
objetivo prefigurada como morfologa precisa, acabada y esttica. En ella
se reflejaban los procedimientos para el diseo arquitectnico, en lugar de los requeridos por una escala mucho ms compleja y dinmica,
que necesita aproximaciones desde diferentes puntos de vista.
Ese concepto de planeamiento se basaba en un esquema unidireccional: desde el nivel urbano, superior, hasta el inferior clula
habitacional, comunidad, espacios productivos y todo lo dems, pero
sin recibir la correspondiente retroalimentacin y, por ende, asumiendo
* Publicado parcialmente en versin digital en la Revista Bimestre Cubana, vol. XCVIII, n.o 23, La Habana, julio-diciembre, 2005, en <www.bimestrecubana.cult.cu>
[05/08/04].
1
Uno de los new towns britnicos, correspondiente a la llamada segunda generacin. El centro de la ciudad fue diseado como un gran edificio nico.
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como requisitos realidades econmicas, polticas y sociales particulares, lo que se manejaba en un plano superior y, por tanto, demasiado
abarcador. Aunque cabe aclarar que el problema no es solo de diferencia en detalle, sino que, a partir de soluciones menos objetivas,
se generaba un rechazo por parte de la comunidad o, al menos, no se
lograba la identificacin deseada.
Las previsiones generales podan tener un determinado grado
de confiabilidad en el nivel inferior municipio, barrio, conjunto,
pero nunca resultaban absolutamente precisas y, como resultado, la
propia dinmica urbana, con los fenmenos de movilidad econmica,
las distintas polticas y, por supuesto, los cambios sociodemogrficos
y tecnolgicos, fueron haciendo cuestionable por su rigidez lo que era
concebido como planeamiento.
Claro, el pensamiento moderno no solo elabor el modelo descrito. Ha habido alternativas sumamente interesantes de planeamiento
flexible, como las propuestas por Buchanan,2 y Bocharov y Kudriavtsev;3
incluso, la primera concepcin del suburbio lograba una flexibilidad esquemtica y por sumatoria, pero libre y transformable. Sin embargo, estas
ideas, aunque tenan en cuenta la respuesta a la dinmica urbana como el
principal objetivo a lograr, no daban solucin precisa a los problemas de
niveles de planeamiento, utilizaban el mtodo lineal de proyeccin y no
se comprometan con un anlisis serio de la gestin urbana.
De igual modo, todo pareca indicar que si se quera lograr flexibilidad, haba que renunciar a una imagen urbana unitaria, y en
general la morfologa, la posibilidad de transmitir un significado
cultural, pasaba a un ltimo plano. De hecho, la preocupacin por las
preexistencias ambientales se fue produciendo como una tendencia
paralela a la teora urbanstica.
En el caso de Iberoamrica no puede hablarse de una absoluta
subordinacin terica a las ideas europeas o norteamericanas, ya que
los trabajos de varios autores como Hardoy,4 Lpez Rangel y Segre,5
2
3
4
Cfr. Colin Buchanan: South Hampshire Study, en Urban structure, Elk Books,
London, 1968.
Cfr. Yuri Bocahrovy y O.K. Kudriavtsev: Planificacin de la estructura de la ciudad
moderna, Editorial Cientfico Tcnica, La Habana, 1980.
Cfr. Jorge Enrique Hardoy y Margarita Gutman: Impacto de la urbanizacin en los
centros histricos de Iberoamrica. Tendencias y perspectivas, MAPFRE, Madrid,
1996.
Cfr. Roberto Segre y Rafael Lpez Rangel: Ambiente y sociedad en Amrica Latina
contempornea, Casa de las Amricas, La Habana, 1986.
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Como Le Corbusier con los planes para Pars, Mosc, Argel, Buenos Aires...
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Imagen 3. Plaza de Santa Ana en el barrio de las Letras de Madrid. Espacio significativo
en el plan de rehabilitacin y dinamizacin cultural de un barrio del centro de
la capital espaola.
Imagen 4. Exteriores de los Almacenes San Jos en la Habana Vieja, Cuba, rehabilitados con fines culturales por la Oficina del Historiador de la Ciudad
de La Habana.
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La deteccin de valores
El tema de los valores en la conservacin del patrimonio y en el urbanismo ha transitado por caminos diferentes. En el caso de la primera,
se puede precisar una evolucin del pensamiento caracterizada por
una amplitud en los sentidos fsico, temporal y social, as como una
diversidad cada vez mayor. En el de la arquitectura, las circunstancias
actuales, en que la globalizacin y su impronta esttica y urbanstica
dictan no solo la moda, sino tambin la prctica cotidiana, la valoracin aproximadamente cientfica ha cedido el lugar al pragmatismo o
a un cinismo minimalista que, como la serpiente, se muerde la cola al
convertirse tambin en moda.
Jos Garca Villagrn, a partir de un reconocimiento de la trada
vitruviana, y dando por sentada la solidez, plante la esencia jerrquica
de los valores arquitectnicos y los defini como tiles, factolgicos,
estticos o sociales. Aadi, un poco aparte, el carcter como una cualidad de orden psicolgico.12 Estas conceptualizaciones, de innegable
12
Cfr. Jos Garca Villagrn: Integracin del valor arquitectnico, UNAM, Mxico
D.F., 1992, p. 25. Tomado del curso impartido en la Escuela Nacional de Conservacin y Museografa de Mxico, en 1974.
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1998
1998
2005
2005
Documento
Carta de Venecia
ICOMOS. Conferencia sobre la Conservacin,
Restauracin y Revitalizacin de reas y
Grupos de Edificios de Inters Histrico
Normas de Quito
Como se observa en la tabla anterior, se pasa de sitio a conjunto, centro, asentamiento, ciudad, paisaje y territorio, no solo como sistema
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Definicin de valores
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Planteamientos
Se consideran obras modestas con un significado
cultural, y tanto la obra de arte como el testimonio
histrico. Funcin til a la sociedad.
1967 Normas de Quito
Concepto de puesta en valor
1968 UNESCO. Recomendacin sobre la con- Contribucin del bien cultural a la economa
servacin de los bienes culturales que
puede poner en peligro la ejecucin de
obras pblicas o privadas
1972 Convencin para la Proteccin del Dar al patrimonio natural y cultural una funcin en
Patrimonio Mundial Cultural y Natural la vida de la comunidad, e incluir su proteccin en
programas amplios de planeamiento.
1975 Consejo de Europa. Carta europea del La utilizacin del patrimonio como fuente econmipatrimonio arquitectnico
ca. Equilibrio armonioso de las sociedades y su valor
educativo. Conservacin integrada. Justicia social.
1975 Declaracin de Amsterdam
Rehabilitacin sin modificacin social. Conservacin
integrada y participacin.
1975 ICOMOS. Carta del turismo cultural Turismo, cultura, patrimonio: aspectos positivos y
negativos.
1977 Coloquio de Quito
Poltica de conservacin integral de los centros
histricos.
1987 ICOMOS. Carta internacional para la Los habitantes del lugar como participantes activos
conservacin de las ciudades histri- en la accin conservadora y definitivos usuarios
cas. Carta de Washington
de la ciudad conservada. Se propugna una cultura
ciudadana.
1994 UNESCO/ICOMOS/ICCROM. Documento Debate sobre la autenticidad
de Nara sobre autenticidad.
1997 UNESCO. Reporte de la Comisin
El desarrollo debe ser guiado por polticas que
Mundial sobre Cultura y Desarrollo
respeten la vida cultural de las comunidades.
Nuestra diversidad creativa
La preservacin y el enriquecimiento de la identidad
1998 Centro del Patrimonio Mundial.
cultural de las ciudades como un elemento esencial
Conferencia Internacional de los
del desarrollo de la ciudad como conjunto: Estos
Alcaldes de las Ciudades Histricas
distritos (histricos) proveen a sus habitantes con un
Chinas y de la Unin Europea
sentido de continuidad de la civilizacin en el cual
se basa el desarrollo econmico y social sostenible.
2002 Carta de Ename (aprobada en 2008 Interpretacin
como Carta de interpretacin)
2003 UNESCO. Convencin para la ProtecPatrimonio inmaterial
cin del Patrimonio Inmaterial
Fuente: ICOMOS: Ob. cit.
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Tendencias predominantes
Beneficio
econmico
Intervenciones urbansticas Pars, Viena Muy alto
costosas, pero con enormes beneficios.
Afectaciones al valor histrico de la trama
urbana.
Alto
Dcadas del Rehabilitacin de centros histricos
60 y 70
europeos. Comienza a comprenderse la
importancia de la gestin, sobre todo en los
centros histricos italianos
Rehabilitacin de distritos residenciales en Medio
Estados Unidos
Urban renewal
A partir de
los aos 80
Alto
Costo social o
cultural
Alto
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De la Convencin del Patrimonio Mundial pueden tomarse y adaptarse los siguientes criterios de valoracin:22
Ninguno
Excepcionalidad
Testimonio de un periodo
Muestra de tradiciones
Asociacin con tradiciones vivas, ideas, produccin artstica o
literaria
Autenticidad
Identidad
Inters arquitectnico
Significacin tipolgica
Identidad
Valor tcnico o artstico
Rareza
Alto
Estos, acompaados, a su vez, de los valores econmico, funcional, educacional, social y poltico. Ahora bien, la determinacin de la valoracin
por parte de los diferentes grupos sociales es sumamente compleja y
depende, en gran medida, tanto del nivel escolar como de la gestin
comunitaria educativa desarrollada hasta el momento en el sitio. Hay
trabajos muy interesantes de sicologa ambiental, entre los que merecen
destacarse los realizados por Setha M. Low24 y por especialistas italianos.25 En Cuba, ha habido diferentes grados de aproximacin al problema, con frecuencia dentro del campo de la psociologa, pero resulta
muy difcil, por su complejidad, realizar un diagnstico detallado de la
valoracin en todos sus niveles.
Cfr. Bernard Feilden y Jukka Jokilehto: Management guidelines for World Cultural
Heritage sites, Centro Internacional para el Estudio de la Preservacin y Restauracin de la Propiedad Cultural (ICCROM), Roma, 1993.
23
Cfr. ibdem, p. 18.
24
Cfr. Setha M. Low: On the plaza. The politics of public space and culture, University
of Texas Press, Austin, 2000.
25
Anna Maria Nenci (comp.): Conoscere e rappresentare la citt. Ambiente urbano
tra architettura e psicologia, CEDAM, Padua, 1997.
22
70
ngela rojas
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Aunque los avances del pensamiento permearon a muchos especialistas latinoamericanos, no fueron pocos los gobiernos, urbanistas y
arquitectos que subestimaron la herencia ancestral. Desde el siglo xix
2
3
4
Cfr. Carta de Venecia, en Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), Cartas internacionales de restauracin, Pars, 2006, pp. 2-5.
Cfr. Isabel Rigol: Reflexiones sobre las reas histricas, Carta de La Habana, n.o 3,
Grupo para el Desarrollo Integral de la Capital, La Habana, 2005, pp. 8-9.
Cfr. Paul Spencer Byard: The architecture of additions. Design and regulation,
W.W. Norton and Company, New York, 1998, p. 78.
73
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12
14
Cfr. dem.
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15
Cfr. dem.
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La dcada de los noventa atestigu el avance de la preservacin histrica en Costa Rica, donde se realizaron intervenciones en el barrio
Amn, sector urbano de los siglos xix y xx, vital para una ciudad muy
transformada como San Jos. En esa capital se rehabilit el conjunto
de la antigua Fbrica Nacional de Licores para albergar funciones culturales, lo que represent una muestra de reutilizacin del patrimonio
industrial. En 2005 se rescat tambin la vieja Aduana de San Jos. En
Nicaragua se han efectuado estudios urbanos e inventarios, as como
algunas importantes intervenciones en Len, Granada, Masaya, y en
las escasas reas histricas remanentes en Managua despus del sismo
de 1972. En el Salvador, que como en sus naciones vecinas prioriz
el patrimonio arqueolgico y natural, ya han inventariado los barrios
histricos de San Salvador. Como atraccin cultural y turstica tambin
se efectuaron procesos de gestin municipal, planeamiento y participacin popular en la pequea ciudad de Suchitoto. Honduras, tal vez
la ms rezagada de las naciones centroamericanas en este campo, ha
iniciado estudios sobre Tegucigalpa y ha organizado visitas a centros
histricos de la capital como parte de los circuitos tursticos.16
La mayora de los sitios recuperados devinieron enclaves de turistas extranjeros y grupos adinerados. Al descubrirse el potencial de las
zonas antiguas, estas se rehabilitaron mayormente para espacios de
lujo. Raras veces pudieron los habitantes originales aportar el financiamiento para recuperar barrios envejecidos y tugurizados.17
Salvo excepciones, las polticas nacionales y locales no enfatizaron la premisa fundamental de elevar las precarias condiciones de
vida de los centros y barrios histricos. Agudamente, Jorge E. Hardoy
y Margarita Gutman puntualizaron que no se le prest la atencin
necesaria y se dejaron sin solucionar problemas de habitabilidad,
salubridad, empleo, educacin y seguridad pblica.18 Segn ellos, el
dramtico saldo de las ltimas dcadas en Amrica Latina fue que
hubo mayor tugurizacin, congestin vehicular, deterioro de los
servicios, desempleo y otros males en los centros histricos de esta
regin, los cuales sobrevivieron gracias al hecho de haber mantenido mayor o menor centralidad dentro del conglomerado urbano.19
Cfr. Isabel Rigol: Los centros histricos..., ob. cit.
Cfr. Isabel Rigol: Reflexiones sobre las reas histricas, ob. cit.
18
Jorge E. Hardoy y Margarita Gutman: Impacto de la urbanizacin en los centros
histricos de Iberoamrica, MAPFRE, Madrid, 1992, p. 73.
19
dem.
16
17
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Asimismo, denunciaron las irreparables mermas sufridas por el patrimonio arquitectnico, y sealaron como causas fundamentales los
cataclismos, la negligencia pblica o privada, y la creciente pobreza de
muchos habitantes urbanos residentes en edificios patrimoniales.20
En 1987, el Seminario sobre Rehabilitacin de Viviendas en Centros
Histricos, celebrado en Mxico D.F. y La Habana, respectivamente,
plante aspectos medulares como la importancia econmica de la
infraestructura existente en los centros histricos de las ciudades
de Latinoamrica y el Caribe; las fuertes carencias de viviendas en
la regin, agravadas por altos ndices de crecimiento demogrfico; las
migraciones del campo a la ciudad, la falta de coherencia o ausencia
de polticas al respecto; y la necesidad urgente de recuperar el valioso
patrimonio habitacional. En ese seminario se advirti, adems, que
de lo contrario se provocara una tragedia altamente significativa
en trminos sociales, culturales y econmicos en el marco global del
desarrollo urbano,21 y que se emprendan acciones de importancia
solo ante la eventualidad de grandes catstrofes naturales, a pesar
de la situacin permanente de emergencia en muchas zonas urbanas
histricas.22
Siete aos ms tarde, en 1994, ante los problemas agravados, las
conclusiones del Seminario Taller sobre Rehabilitacin Integral en
reas o Sitios Histricos Latinoamericanos sealaban la falta de
atencin a la rehabilitacin de viviendas, la salubridad, el empleo, la
educacin y la seguridad pblica. Advertan tambin como factor
alarmante el desalojo directo o indirecto de los moradores de reas
y sitios histricos, con el consiguiente vaciamiento de los mismos, el
incremento del sector terciario y la elitizacin de las reas centrales;23
y analizaban el fenmeno del turismo y su repercusin sobre los
habitantes. Finalmente, lleg a afirmarse que las reas y sitios histricos estn afectados por procesos de transformacin vinculados
al turismo, que provocan profundas alteraciones en el tejido fsico y
Cfr. dem.
Memorias del Seminario sobre Rehabilitacin de Viviendas en Zonas Histricas,
Centro de Naciones Unidas para Amrica Latina y el Caribe (CNAUH), Plaza
Vieja, Habana, 1994, p. 140.
22
Cfr. dem.
23
Seminario Taller sobre Rehabilitacin Integral en reas o Sitios Histricos Latinoamericanos, Oficina Regional de Cultura para Amrica Latina y Caribe de la
UNESCO, Instituto Italo-Latinoamericano y Municipalidad de Quito, Ecuador,
1994, p. 140.
20
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social, como la planificacin est orientada a privilegiarlo como recurso preferente.24 Al respecto, se enfatiz en la necesidad de enfocar el
turismo a partir de sus aspectos positivos, contemplando sus ventajas
econmicas y controlando los aspectos depredadores.
Mientras las inversiones destinadas a mejorar el hbitat fueron
escasas, se invertan grandes sumas en operaciones de otro tipo. En
sentido inverso al de la modernizacin a ultranza, en los setenta y
ochenta se produjo una corriente de regresin historicista que se manifest en la demolicin de masas completas de edificios histricos, o
de cierta historicidad adems con un valor econmico y funcional,
para ampliar las visuales hacia un monumento de muy alto valor,
como ocurri, por ejemplo, con la zona circundante del Alczar de
Coln, en Santo Domingo, y del Teatro Nacional de San Jos, Costa
Rica; o en el centro histrico de Mxico D.F., para mostrar relevantes
substratos arqueolgicos.25 A un elevado costo se borraron sectores
que testimoniaban parte de la evolucin de dichas ciudades. En el caso
de Mxico, se cuestion si no habra sido tcnica y econmicamente
factible crear espacios subterrneos donde se expusieran los restos prehispnicos. Las experiencias de ciudades como Praga, donde las ruinas
arqueolgicas pueden observarse desde las estaciones del moderno
metro, o de Sofa, donde las capas de las ciudades que le antecedieron
pueden apreciarse en tneles o galeras bajo tierra, permitan pensar
que s era posible.
En la insercin de nuevos diseos en las reas histricas con frecuencia ha escaseado la sutileza necesaria. Ciertamente, se trata de
un ejercicio difcil y de obligada destreza en el diseo. No abundan en
Latinoamrica y el Caribe ejemplos como el de Carlo Scarpa que, entre
sus magistrales obras, dise en 1957 el showroom de la Olivetti en la
plaza de San Marcos, en Venecia. Tampoco es comn el cuidado que
tuvieron, en los setenta, los arquitectos Margot y Joachim Schrman
con el nuevo conjunto de viviendas Gross Saint Martin, junto a la
antigua iglesia del mismo nombre en Colonia, al reinterpretar desde
una perspectiva contempornea la arquitectura tradicional. No han
proliferado entre nosotros estos paradigmas y, muy a menudo, se sinti la influencia de corrientes arquitectnicas globalizantes, porque, si
bien la pirmide de I.M. Pei en el Louvre aport otro hito a Pars, sus
24
25
dem.
Cfr. Isabel Rigol: Reflexiones sobre las reas histricas, ob. cit.
81
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medianas y pequeas.29 El art dco, el monumental moderno y el moderno, se consideran ya como estilos histricos y dignos de conservarse. El Comit Internacional para la Documentacin y Conservacin
de Monumentos y Sitios del Movimiento Moderno (DoCoMoMo), el
ICOMOS, las universidades y otras entidades promueven el estudio,
difusin y rescate de los barrios y edificios del Movimiento Moderno.
En estos tiempos no es raro que los exponentes de la modernidad
latinoamericana se inscriban en el Patrimonio Mundial, como lo
ejemplifican Brasilia, las ciudades universitarias de Mxico y Caracas,
o la obra de Luis Barragn.
El significado histrico-cultural y didctico de nuestras ciudades,
monumentos y sitios, y su potencial para mltiples usos, obtuvieron
mayor reconocimiento. Sin embargo, en los niveles que deciden, pocas
veces se tiene en cuenta su elevado valor como una riqueza econmica
fundamental de las naciones y su capacidad para promover un desarrollo humano sustentable. Todava no se comprende plenamente la
nueva disciplina de la Economa de la Conservacin, que surgi a fines
del siglo xx y reafirma la vigencia del visionario Coloquio de Quito,
en 1977.
Algunos sectores han asumido que los ambientes histricos
pueden producir beneficios econmicos y que los enfoques holsticos sobre la regeneracin de ciudades pueden estimular nuevos
empleos y crear lugares interesantes para vivir, trabajar y visitar,30
pero se requiere todava materializar en la regin esos principios de
manera culta, econmicamente equilibrada y justa desde el punto
de vista social.
A pesar de todos los problemas y dificultades, y de las prdidas
sufridas, Amrica Latina y el Caribe mantienen todava un excepcional patrimonio material y un invaluable acervo intangible que han
sobrevivido casi milagrosamente, que conforman una inapreciable
fuente de desarrollo para la vida actual y que deben trasmitirse a las
generaciones futuras. Pero, no olvidemos que ese magnfico tesoro
est amenazado en una medida apreciable.31 El informe del reporte
Cfr. Luis Lpidus e Isabel Rigol: Conferencia presentada en el evento Eclecticismo
y Tradicin Popular, CENCREM/Direccin Provincial de Cultura, Las Tunas,
1986.
30
Rob Pickard: Findings and conclusions. The economics of architectural conservation. Consultation, UK ICOMOS, York, 1995, p. 116.
31
Cfr. Isabel Rigol: Contribuciones a la valoracin..., ob. cit.
29
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En un breve recuento de la evolucin terico-prctica de la conservacin del patrimonio latinoamericano y caribeo, desde la formulacin
de la Carta de Venecia, en 1964, hasta hoy, las lecciones aprendidas
podran sintetizarse del modo siguiente:35
La Amrica Latina y el Caribe cuentan con una base de experiencias de incalculable utilidad que no se pueden desaprovechar.
En la regin se crearon o fortalecieron varias instituciones especializadas y se aprobaron o revisaron varias leyes protectoras
del patrimonio.
Se trascendi el marco del monumento aislado generalizndose
los conceptos de zonas, centros, ciudades y territorios de valor
patrimonial.
El legado urbanstico y arquitectnico de los siglos xix y xx ha
ganado en reconocimiento.
Ms all de lo muy cualificado o lujoso, se reconoce el valor de
los pequeos pueblos y la arquitectura verncula. La arquitectura de madera, tan abundante sobre todo en el Gran Caribe, es
objeto de estudios para su preservacin.
Se va descubriendo y aprovechando el enorme valor de los viejos
conjuntos industriales, ferroviarios y portuarios, as como de las
obras ingenieriles.
Algunos ejemplos de insercin de diseo contemporneo en la
rehabilitacin de edificios histricos, aunque polmicos, sealan caminos importantes.
85
32
Documento Dominica 2001, Curso Regional de Entrenamiento sobre la Aplicacin de la Convencin de Patrimonio Mundial y su Rol en el Desarrolllo Sostenible y
el Turismo en el Caribe, Centro Patrimonio Mundial/UNESCO, Roseau, 2001, p. 1.
35
Isabel Rigol: Ob. cit.
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En 1925 se publica un magnfico libro, La Habana actual, del arquitecto Pedro Martnez Incln, uno de los ms honestos y avanzados
profesores de su tiempo, adalid de la defensa de la capital habanera.
El texto propona una serie de medidas que, a su juicio, beneficiaran
el funcionamiento de la ciudad a tono con sus crecientes necesidades y
con las corrientes internacionales de aquella etapa. Sin embargo, algunas de estas propuestas hubieran significado profundas transformaciones del tejido colonial. Sin dudas, para Martnez Incln tampoco
exista la suficiente distancia con respecto al patrimonio del pasado,
como para que su pensamiento se orientara de manera diferente.
As plantea sus varios ensanches de La Habana Antigua o sea
desde Monserrate hacia el mar,4 que abarcaban nada menos que la
ampliacin del ancho de la calle Paula. Tambin prevea la ampliacin
parcial de la calle Compostela y la de Habana en toda su extensin.
Cabe apuntar que, en el caso de esta ltima, se hubiera visto obligado
a afectar, entre otros valores, nada menos que el espacio del huerto y el
tercer claustro del convento de Santa Clara de Ass, uno de los monumentos ms relevantes de La Habana del siglo xvii. Sugera tambin
el profesor Martnez Incln el ensanche de calles del ncleo colonial
3
4
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dem.
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Cfr. dem.
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A pesar de que en la mencionada etapa se evidencian indiscutibles signos de adelanto en la preservacin del patrimonio nacional,
continuaron persistiendo con fuerza los promotores de grandes
transformaciones del tejido urbano histrico, como las avenidas
de corte haussmanniano del Pars del xix, tal vez ya, en este
momento, inspiradas en las brutales aperturas practicadas por
Mussolini en Roma, como las avenidas de los Foros Imperiales y de
la Conciliazione. Es interesante apuntar que esta ltima fue calificada por Bruno Zevi como escndalo y locura urbanstica.18
Pero, sobre todo, era un crimen contra el patrimonio de la Ciudad
Eterna.
Por entonces, otro de los mximos defensores de los monumentos
en Cuba, el arquitecto Jos Mara Bens Arrarte, contradictoriamente
al igual que algunos de sus predecesores en la dcada anterior
lamentaba que la avenida Serrano de La Habana, aprobada casi un
siglo antes por las autoridades locales, no se llegara a materializar.
Lstima de ocasin perdida,19 expresaba en un artculo de la revista Arquitectura. Obraba tambin en Bens Arrarte el influjo del
Movimiento Moderno y su afn renovador.
En este contexto de creciente pero contradictoria valoracin de la
herencia del pasado se produjeron las primeras batallas contra la depredacin del patrimonio monumental. Una de las ms elocuentes fue
la relativa a la iglesia y el hospital de San Francisco de Paula, conjunto
que databa del siglo xviii en la Habana Vieja. En 1937, al iniciarse su
demolicin con el objeto de ampliar la zona ferroviaria por parte de
la Compaa de los Ferrocarriles Unidos, se manifestaron en contra
varios historiadores, arquitectos, artistas y entidades culturales. El
ilustre intelectual Emilio Roig de Leuchsenring, al pronunciarse sobre
el vandlico acto, planteaba que no le extraaba tal desprecio por tratarse de una empresa extranjera a la que no le preocupaba en lo ms
mnimo la conservacin de un monumento.20 La contienda pblica por
la salvacin de este conjunto se extendi hasta que, en 1944, la iglesia
Bruno Zevi: Historia de la arquitectura moderna, Asociacin de Estudiantes de
Tecnologa, La Habana, 1962, p. 266.
19
Jos M. Bens Arrarte: El esclarecido consistorio habanero del 1862. La proyectada avenida Serrano y el derribo de las murallas, Arquitectura, n.o 40, La Habana,
noviembre, 1936, p. 13.
20
Emilio Roig de Leuchsenring: La antigua iglesia de Paula, Arquitectura, n.o 132,
La Habana, julio, 1944.
18
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fue declarada Monumento Nacional, y se decret su expropiacin forzosa por el Estado, de manera que no pudiera ser demolida. El hospital
haba desaparecido ya, entre otras razones, porque probablemente no
se le confiri el valor que le corresponda. Tal vez se le consider feo
y el nfasis se concentr en la iglesia. En 1935 se haba celebrado en
la Plaza de Armas de la Habana Vieja una fiesta popular con kioscos,
pregones, msicas, desfiles de volantas, concurso de trajes de poca.
All se haba revivido, segn descripciones de la poca, las mticas
imgenes del folklor o la leyenda cubana. Con anterioridad, en la plaza
de la Catedral se haban presentado funciones teatrales y se haba
conmemorado el centenario de Lope de Vega, con la presentacin de
Fuente Ovejuna.
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de que hubiera que practicar demoliciones o construir nuevos edificios para esos fines, y, como ejemplo, sugera nada menos que la
plaza de San Francisco de la Habana Vieja, en cuyo espacio pretenda
construir una plataforma de dos a tres niveles que sirviera como
parqueo de vehculos.21 No es difcil imaginar lo que habra sido de
esa bellsima plaza junto al borde portuario. Pero si ah no madur la
irreverencia de esa lnea de pensamiento, la idea persiste hasta mucho
despus. En los cincuenta, un horrible parqueo semisoterrado se
implant dentro del espacio central de una de las ms antiguas plazas
del ncleo histrico habanero, afectando fuertemente su imagen y su
funcionamiento.
A diferencia de lo que ocurra en la capital del pas, donde se concentraban todos los poderes junto con la mayor capacidad de inversin
y una inclemente especulacin inmobiliaria, en el interior de la Isla
las ciudades y pueblos coloniales se transformaban muy poco. De este
modo se conservaran en mayor medida los enclaves ms alejados de
los centros urbanos y menos conectados con la capital, como Trinidad.
A partir de 1942 se crearan sociedades promotoras de la preservacin
de esa villa privilegiada por la accin del hombre y de la naturaleza.
De acuerdo con el investigador Carlos Venegas, desde entonces la
ciudad se utiliz como marco de eventos y celebracin tradicional de
la Semana Santa que form parte de planes de desarrollo turstico que
nunca llegaron a realizarse.22
En Santiago de Cuba, donde se acumulaban trascendentes valores
patrimoniales (imagen 4), a inicios del siglo xx existan ya los primeros
grupos que promoveran la proteccin de los monumentos. En 1912 se
cre el Comit Protector de Monumentos Pblicos y, entre 1926 y 1931,
se rescataron sitios como la Loma del Gato, el rbol de la Paz y la
Loma de San Juan.23
Cfr. Flix Prez Torres: Seccin de Asuntos Urbanos, Arquitectura, n.o 153,
Colegio Nacional de Arquitectos, La Habana, marzo, 1946, p.130.
22
Carlos Venegas y Enrique Capablanca: La Habana Vieja y Trinidad. Patrimonio
Cultural de la Humanidad, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1998.
23
Cfr. Marta Lora: La arquitectura de Carlos Segrera. Patrimonio del siglo xx,
Tesis de Maestra en Rehabilitacin y Conservacin del Patrimonio Edificado, Instituto Superior Politcnico Jos Antonio Echeverra (ISPJAE), Santiago de Cuba,
1999.
21
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La catedral de La Habana
Es de sumo inters observar en las actas de reuniones de dicha comisin los criterios manejados por este grupo y la avanzada postura
profesional de Eugenio Batista, lo que no es de extraarse, si se tiene
en cuenta que fue uno de los ms destacados arquitectos de su tiempo
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Independientemente del innegable valor de estas obras en restauracin, su error fue la bsqueda de una etapa determinada, es decir, el
siglo xviii, lo que ratificaba la adhesin a la escuela de Viollet-le-Duc.
Para lograr esto, hubo que suprimir testimonios de etapas posteriores
sin considerar su validez y realizar una buena dosis de reconstrucciones de elementos, insertndose otros nuevos que, en muchas
ocaciones, nada tuvieron que ver con la arquitectura original, sino que
se inspiraron en construcciones semejantes de la propia Remedios,
de La Habana u otros lugares. En las descripciones que hace Maza se
evidencia su errada filosofa:
sobre las bvedas sepulcrales que como ya vimos, conteniendo an
restos, aparecieron en las capillas laterales, se colocaron lpidas de
piedra, grabando los nombres y generales de los difuntos en ellas sepultadas. Las inscripciones se hicieron con el tipo de letra y sus enlaces y
abreviaturas del mismo modo que la ortografa de la poca, tomadas
de lpidas existentes en Guanabacoa y en La Habana.27
dem.
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Imagen 7. Vivienda diseada por Mario Romaach en los cincuenta, La Habana, Cuba.
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Carta de Venecia, en Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS),
Carta internacional sobre conservacin y restauracin, Monumentos y Sitios I,
Munich, 2004, pp. 41-43.
113
El equipo estuvo formado por los arquitectos Enrique Capablanca, Nelson Melero y Carlos Dunn. Fungi como asesor el experimentado profesor arquitecto
Mario Gonzlez, de la Direccin Provincial de Planificacin Fsica de Ciudad de
La Habana.
Isabel Rigol: Ob. cit.
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Las condiciones eran propicias para obtener apoyo del exterior: una
conciencia local y nacional sobre un patrimonio de valor reconocido,
instrumentos legales actualizados, innumerables investigaciones sobre
los monumentos y centros histricos, un nmero aceptable de profesionales graduados sobre todo, jvenes con amplia disposicin, un
sistema de instituciones locales y nacionales a cargo del patrimonio,
un presupuesto considerable asignado. Desde muy temprano, Cuba
haba estado muy vinculada a la Organizacin de las Naciones Unidas para la Educacin, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) a travs de
los esfuerzos de algunos intelectuales nacionales destacados y, entre
otras acciones, haba firmado en 1981 la Convencin de Patrimonio
Mundial. En estas condiciones favorables, la doctora Marta Arjona
solicit a esta organizacin un proyecto de cinco aos que apoyara
la creacin del Centro Nacional de Conservacin, Restauracin y
Museologa (CENCREM). Sera esta una entidad especializada que
se encargara de la investigacin, la enseanza, el asesoramiento
tcnico y la elaboracin de proyectos especiales en todo el pas, as
como de promover la cooperacin regional. El centro comenz sus
labores en 1982 en el castillo de La Fuerza, mientras se restauraba el
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de Viena, los laboratorios del Museo del Louvre, el Programa de Preservacin de la Universidad de Pennsylvania y otros.
A travs del propio desarrollo del CENCREM, y su relacin con
la UNESCO, se alcanz un enfoque regional. Un apoyo de particular
importancia le sera ofrecido por el Proyecto Regional de Patrimonio
y Desarrollo UNESCO/PNUD, con sede en Lima, Per, y dirigido por
Sylvio Mutal, que mucho contribuy a establecer una red latinoamericana y caribea de instituciones de conservacin y restauracin de los
bienes culturales.
El CENCREM firm en esos aos acuerdos bilaterales con entidades extranjeras, como la renombrada Agencia Polaca de Restauracin
(PKZ), para ayudar con su reconocida experiencia a los tcnicos cubanos, y entrenar profesionales y obreros calificados.
En dcada de los ochenta, se desplegaron considerables esfuerzos
para la creacin de capacidades institucionales y la formacin de
personal. Se haban destinado presupuestos para la rehabilitacin
de reas histricas completas y se destacaba la fructfera labor de la
Oficina del Historiador, al frente de las inversiones que se realizaban
en la Habana Vieja. Al mismo tiempo, continuaba exitosamente el
rescate de Trinidad, Santiago de Cuba y otras ciudades histricas. No
obstante, resultaba muy difcil disponer de todos los recursos y mano
de obra requeridos para rehabilitar ese enorme patrimonio construido. En tales condiciones, la asistencia internacional, proveniente de la
UNESCO, as como de Espaa y otros pases, sin dudas contribuy a
que las entidades cubanas de patrimonio alcanzaran sus habilidades.
Un hito importante fue, a inicios de los aos noventa, la creacin de
la Ctedra Regional de Ciencias de Conservacin Integral, dentro
del Programa UNITWIN, patrocinado por la UNESCO, con el fin de
promover entre otros asuntos la investigacin y la enseanza de la
conservacin en condiciones de clima tropical.
El llamado Periodo Especial que comenz en 1990, tras el derrumbe de los sistemas socialistas de Europa del Este, con los cuales
Cuba mantena la mayor parte de su intercambio comercial podra
haber significado una profunda parlisis en los programas de preservacin, pero, poco a poco, se fueron encontrando nuevas formas
de accin. En este punto, es obligado mencionar el extraordinario
papel de Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad de La Habana,
un hombre dedicado y carismtico, con una rara combinacin de
habilidades intelectuales, polticas y de gestin. Al enfrentarse con
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Otro logro importante de este esquema de administracin y financiamiento ha sido la amplia difusin internacional que ha tenido lugar
mediante libros, artculos, guas tursticas, etctera. Nunca antes tantas
casas editoriales, nacionales y extranjeras, haban producido tantos libros sobre La Habana. Obviamente, para muchos escritores y
periodistas en el mundo el centro histrico de la capital, y otros a lo
largo del pas, se convirtieron en una especie de descubrimiento.
La Plaza Vieja y la de Armas, la de San Francisco y la de la Catedral, las calles Obispo, Oficios y Mercaderes, entre otras zonas
que se comenzaron a revitalizar desde los ochenta, muestran hoy
resultados sumamente atractivos, sobre los que muchos podrn tal
vez debatir y polemizar. Pero la realidad es que estas reas exhiben
un ambiente muy grato, tanto para los cubanos como para los visitantes extranjeros. Los hoteles histricos como el Santa Isabel, el
Florida, el del Conde de Villanueva, Los Frailes o El Comendador,
entre los que se han abierto en los ltimos aos, son lugares de fuerte
atraccin y paradigmas de cmo las viejas edificaciones pueden ser
rescatadas y reutilizadas de manera no solo hermosa, sino tambin
rentable.
Un logro fundamental ha sido la creciente proyeccin social
de este modelo de gestin. Si bien no todas las necesidades de los
habitantes estn satisfechas, estos disfrutan de excelentes escuelas,
instalaciones de salud, oportunidades de esparcimiento y de empleo, y
sobre todo tienen una fundada esperanza.7
A pesar de las fuertes limitaciones econmicas del pas, la rehabilitacin de la Habana Vieja, lejos de decaer, se increment a partir
de 1994. Desde una perspectiva general, esto fue posible gracias a los
siguientes factores:
Una poltica nacional coherente sobre la preservacin del patrimonio cultural y su vnculo con la identidad nacional.
La aprobacin e implementacin de un novedoso mtodo de
administracin y financiamiento, con nfasis en el turismo
cultural como fuente principal.
La cooperacin y la ayuda internacional.
El reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad.
7
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Pero todava los retos son enormes. Aparte de continuar los exitosos
programas emprendidos en el ncleo histrico habanero, y extenderse
a la totalidad de ese territorio, es imprescindible analizar el destino de otras reas de la ciudad, en las cuales avanza el deterioro
y no cuentan an con programas rehabilitadores. Los estudiosos le
otorgan gran importancia a Centro Habana, El Vedado y El Cerro
(imagen 5), cuyo rescate no ha sido posible todava, por una parte,
debido a la carencia de presupuesto, y por otra, a la falta de una
conciencia en algunos niveles de decisin.
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Eric Owen Moss: Gnostic architecture, The Monacelli Press, New York, 1998.
Cfr. Isabel Rigol: Ob. cit.
127
rioro de la hermosa forma urbana tradicional de estas reas, la Comisin Nacional de Monumentos aprob, en 1999, las Resoluciones 154
y 155 que declaran algunas importantes vas de El Vedado y Miramar,
respectivamente, como zonas protegidas. En consecuencia, todos los
proyectos para estos sectores deben ser aprobados por esta comisin,
integrada por varios arquitectos de prestigio y otros profesionales del
campo de la preservacin.
Otra resolucin relativamente reciente protegi a las escuelas de
arte (imagen 9) diseadas por los arquitectos Ricardo Porro, Roberto
Gottardi y Vittorio Garatti en los aos sesenta en el barrio de Cubanacn antiguo Country Club. El hecho de que esta obra maestra
de la arquitectura cubana hubiera sido inscrita por el World Monuments Watch en la lista de los cien monumentos ms amenazados, y
la publicacin del libro Las olvidadas escuelas de arte, del arquitecto
norteamericano John Loomis,12 contribuy a su difusin internacional y a una reafirmacin interna sobre sus excepcionales valores. Se
encuentra ahora en ejecucin un proyecto de rehabilitacin de este
extraordinario conjunto de edificaciones. Se trata de un nuevo reto,
tanto por sus complejidades conceptuales como tcnicas.
Imagen 9. Escuela de Artes Plsticas, Instituto Superior de Arte (ISA), La Habana, Cuba.
12
Cfr. John Loomis: Cubas forgotten schools of arts. A revolution of forms, Princeton
Architectural Press, New York, 1999.
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Isabel Rigol
129
La necesidad de defender los barrios y edificaciones modernas ms relevantes y enclaves paisajsticos, amenazados
por las nuevas inversiones que buscan asentarse en zonas
privilegiadas.
El apoyo internacional significa un estmulo, pero todas las acciones y
programas necesarios no pueden basarse esn ello. Solo las decisiones
nacionales y locales son definitivamente determinantes. En especial,
las determinaciones locales y la participacin son medulares en un
pas con una tradicin muy fuerte de organizaciones populares que
han contribuido eficazmente en campaas de salud pblica, desastres
naturales y otros aspectos de desarrollo social y comunal. Pero los
vnculos de estas con la preservacin del patrimonio requieren todava
de un mayor estmulo y orientacin. Los programas de participacin
en marcha en la Habana Vieja devienen un ejemplo a seguir.
Para un pas pequeo, la cantidad de patrimonio que ha sobrevivido es sorprendente. No obstante, eso que constituye una invaluable
riqueza, contradictoriamente, se convierte en una verdadera angustia
para las personas involucradas. Cmo preservar ese legado espiritual
y material, imprescindible para la afirmacin de la identidad nacional,
pero tambin un recurso fundamental para el desarrollo, es una tarea
de primer orden para las actuales generaciones.
132
Isabel Rigol
133
4
5
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Isabel Rigol
135
Tendencias y reflexiones
Imagen 1. Tienda Olivetti en la plaza de San Marcos de Venecia (Italia, 1957-1958). Carlo
Scarpa.
* Publicado en Arquitectura y Urbanismo, vol. VI, n.o 1, Instituto Superior Politcnico Jos Antonio Echeverra (ISPJAE), La Habana, 1985, pp. 45-51.
140
ngela Rojas
Cfr. Ernesto N. Rogers: Polmica una polmica, Casabella, n.o 201, mayojunio, Domus, Miln, 1951, p. 1; y La preesistentze ambientali e il temi
pratici contemporanei, Casabella, n.o 204, Domus, Miln, febrero-marzo,
1954, p. 1.
141
142
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143
Aunque significativa en la historia, el contraste mximo con subordinacin de lo viejo a lo nuevo es una alternativa de escasa validez. Los
motivos que inducen a esta varan, desde el papel simblico como
representacin de la ideologa dominante el caso de la implantacin de
los templos cristianos en Amrica sobre los restos de las estructuras
religiosas autctonas, que fueron literalmente aplastadas hasta
aquellos de ndole casual por la falta de control en la intervencin
urbana, pasando por el afn especulativo en los terrenos de las reas
centrales de la ciudad capitalista.
Un caso que se cita como ejemplo vlido es el de la Torre Eiffel,
que en su momento caus la desaprobacin de un importante grupo
de intelectuales franceses y, con el tiempo, devino smbolo arquitectnico de Pars. Este argumento fue esgrimido por los proyectistas e
inversionistas del Centro Pompidou (imagen 2), y de una serie proyectos o realizaciones devenidas en torres contemporneas. Otros
ejemplos demuestran que el contraste no se produce solo cuando el
nuevo elemento domina por su dimensin, sino tambin por otros
atributos formales, como en el Museo Guggenheim, muestra evidente del mximo rechazo al entorno.
La validez del contraste mximo con subordinacin de lo viejo
a lo nuevo solamente reside en el papel significativo del nuevo elemento, lo que es difcil de determinar en el momento en que este es
erigido. Cabe asimismo la posibilidad de que un edificio contraste
con el entorno inmediato, pero que desempee una funcin de hito
en un nivel superior de lectura urbana. En este caso, es importante
estudiar la transicin que haga posible atenuar el contraste con lo
ms cercano.
Yuxtaposicin
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ngela Rojas
A los efectos de este trabajo se han definido como elementos estructurantes aquellos caracteres de la forma arquitectnica o urbana que
determinan que esta sea pregnante, actuando como algo externo al
edificio. Frecuentemente, se trata del relieve o el rea verde, pero tambin determinan la presencia de portales o galeras. Pueden situarse
tramas superpuestas u otros medios unificadores. El propio tejido
urbano puede ayudar a estructurar edificios diversos en funcin de
su compacidad.
145
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La referencia a la iglesia de Matas se da por la silueta, que reproduce la del edificio precedente, mientras que con quiebrasoles
verticales se seala virtualmente el volumen dado por los contrafuertes. Asimismo, se verifican casos, tanto en Hungra como en la
Repblica Democrtica Alemana y la Unin Sovitica, de edificios
de viviendas incluso con tecnologa de gran panel que armonizan con el entorno medieval o renacentista, lo cual est respaldado
por la pregnancia del techo inclinado, pero tambin por los ritmos,
proporciones, texturas y otros medios de articulacin.
Es interesante constatar cmo estos ejemplos, sorprendentes en la
arquitectura y el urbanismo contemporneos, son, sin embargo, frecuentes en la historia. El ms difundido es el de la plaza de San Marcos
(imagen 6), pero es difcil encontrar una ciudad en la que no se den
claros ejemplos de coexistencia armoniosa de cdigos de diferentes
pocas.
147
En Centro Habana abundan las viviendas eclcticas donde se reinterpretaron los cdigos neoclsicos (imagen 7), e incluso edificios
claramente racionalistas en los que se logr la armona con el uso del
balcn corrido y el doble puntal en planta baja.
Imagen 6. La Columna del Len en la piazetta de San Marcos, Italia. Vista del campanile
como hito articulador con la plaza.
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153
Muy criticados son los casos del llamado fachadismo,3 una forma de
limitar no solo la autenticidad sino tambin la integridad. No obstante,
la solucin de conservacin de fachadas puede a mi juicio ser vlida
154
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155
La expresin
En 1985 propuse una clasificacin que consista en la descripcin del espectro de posibilidades de relacin de lo nuevo con lo viejo desde el punto
de vista expresivo, partiendo de un extremo y llegando al opuesto:
1.
2.
3.
4.
Imagen 2. Puente de la Constitucin sobre el Gran Canal de Venecia (Italia, 2008). Santiago Calatrava. Lo importante es la ciudad: el puente, discretamente, une dos
lugares como respuesta a la funcin primaria.
Desde la ptica de la funcionalidad de lo que he llamado discurso urbano, habra que partir del significado del lugar especfico: lote libre,
espacio de transicin, espacios intersticiales, periferia, etctera. Sera
156
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157
Imagen 5. Pirmide del Louvre, Pars (Francia, 1989). Aunque no totalmente lograda, I.M. Pei
busc mantener el eje hacia el Arco de Carrusel y los jardines de las Tulleras.
Imagen 4. Museo Quai Branly, Pars (Francia, 2006). Jean Nouvel. La intervencin nueva
recupera la lnea de fachada mediante un plano transparente.
Por otra parte, la relacin de lo nuevo con lo viejo no solo es importante en la insercin de nuevos edificios; tambin en el tratamiento de la
continuidad urbana o de sus rupturas, depende del caso. La Habana
es una de esas ciudades donde el rompecabezas ha dominado sobre las
voluntades y, si bien su proverbial belleza ha salido indemne, no es menos cierto que coexisten tramas diversas, desde la retcula ortogonal
y ortodoxa de El Vedado, hasta el urbanismo de sentimiento de
los repartos. Y eso tiene su encanto, por supuesto, a pesar de las dificultades ms funcionales que expresivas. Pero las circunstancias, no
tan azarosas como aparentan, crearon intersticios entre zonas, saltos
en la trama, territorios discontinuos que limitan la coherencia del
ambiente; espacios, en fin, que es necesario armar de nuevo.4
4
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Enlaces y articulaciones
Imagen 6. Ampliacin del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofa, Madrid (Espaa,
2005). Jean Nouvel.
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7
6
Por ejemplo, nuevos edificios que reproducen volmenes simples y armonizan por
yuxtaposicin, como en Kop Van Zuid, Rotterdam o el Centro Gallego de Arte
Contemporneo diseado por lvaro Siza en Santiago de Compostela, que acta
como reflejo del edificio antiguo.
161
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165
Cfr. Isabel Rigol: Reflexiones sobre las reas histricas, Carta de La Habana,
ao 12, n.o 35, Grupo para el Desarrollo Integral de la Capital, La Habana, 2005,
pp. 1-9.
Carta de Venecia (1964), en ICOMOS, Cartas internacionales sobre la conservacin y la restauracin, Monumentos y Sitios I, Munich, 2004, pp. 41-42.
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167
Imagen 2. Centro George Pompidou, Pars (Francia, 1974). Renzo Piano y Richard Rogers.
Imagen 1. Barrio Gross Saint Martin, Colonia (Alemania, 1981). Joachim y Margot Schrman.
Foto: Bernd Maurer.
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Cfr. Jean-Francois Lejeune: The city as landscape: Jean Claude Nicolas Forestier.
The great urban works of Havana, 1925-1930, The Journal of Decorative and
Propaganda Arts, n.o 22, Wolfson Foundation, Miami, 1996.
Cfr. Roberto Segre: El sistema monumental de la ciudad de La Habana: 19001930, Universidad de La Habana, n.o 222, La Habana, enero-septiembre, 1984,
pp. 187-200.
Cfr. dem.
171
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Isabel Rigol
percibieron con mayor fuerza a partir de los aos noventa del llamado
Periodo Especial.
El ncleo histrico de la Habana Vieja declarado Patrimonio
Mundial en 1982 es una excepcin. El programa de rehabilitacin
impulsado por la Oficina del Historiador de la Ciudad ha ido demostrando que, con mecanismos de gestin giles e inteligentes, es posible
aprovechar las viejas edificaciones y espacios pblicos, dotndolos de
una nueva vida. Pero el resto de la capital languidece por una aguda
falta de atencin. Las entidades locales no disponen de los recursos
necesarios y los habitantes no tienen forma alguna de adquirirlos.
Tambin en los aos noventa el pas experiment necesarios
procesos de apertura a la inversin extranjera que, de cierta forma,
dinamizaron la actividad constructiva. Las presiones econmicas en
ocasiones han puesto en peligro determinadas zonas valiosas de las
ciudades que, por no encontrarse an definidas como monumentos
nacionales o zonas protegidas, han sido ms vulnerables. No se trata,
desde luego, de reconocidas reas histricas como la Habana Vieja,
Trinidad, Santiago de Cuba o Camagey. A muy pocos se les ocurrira
hoy un sacrilegio de tal magnitud. Pero lo que s ha ocurrido es que,
en la lgica bsqueda de los beneficios econmicos requeridos para
el desarrollo, se comprometieran espacios con valores estticos, histricos y paisajsticos mediante una arquitectura que no siempre fue
la de mejor calidad. No quiere esto decir que no se pueda crecer. S
se puede, pero las respuestas a los nuevos requerimientos tienen que
ineludiblemente acompaarse de sensibilidad y sutileza.
En 1999, la Comisin Nacional de Monumentos declar como zonas protegidas varias reas e importantes avenidas de la ciudad de La
Habana, con el objetivo de estimular un anlisis ms cuidadoso de lo
que all se construya, de modo que las nuevas obras presenten la calidad que la ciudad merece y que se conviertan en los mejores testimonios
que la presente generacin pueda trasmitir a las futuras generaciones.
Hace poco tambin, las Comisiones Nacional y Provincial desaprobaron el proyecto de un hotel para una importante inversin extranjera
en Malecn y Prado, un espacio sumamente privilegiado de la Habana
Vieja. El diseo presentado dejaba mucho que desear y se estim
lesivo a la apariencia altamente cualificada de la zona. En la decisin
prim la defensa de la calidad del lugar y se determin esperar por
un futuro proyecto que respondiera a este objetivo. Influy, quizs, la
experiencia del hotel Parque Central, construido en la famosa esquina
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En esta convocatoria las mencionadas entidades lograron la participacin de trece propuestas que, de diferentes maneras, abordaron el
diseo de las edificaciones, la ocupacin del lote y las alturas admisibles
en el sitio, la conservacin y uso de las ruinas del Trotcha, la relacin
con el espacio pblico y otros aspectos fundamentales. Experiencias
como esta demuestran que lo viejo y lo nuevo no tienen que ser anta-
178
Isabel Rigol
gnicos, que se puede adicionar valores a la ciudad, lejos de escamoterselos. Ahora falta su constatacin en la prctica, cuando se ejecute
el excelente proyecto ganador presentado por Choy y Len.
Finalmente, al repasar algunos conceptos, se ve que el polmico
tema de la relacin entre lo nuevo y lo viejo se ha ido ampliando
hacia la bsqueda de definiciones sobre los lmites admisibles de
transformacin en contextos histricos, y se ha colocado en el centro
de profundas discusiones. Uno de los tericos ms importantes ha
sido Paul Spencer Byard, arquitecto y profesor de la Universidad de
Columbia, en Nueva York, que ha escrito un libro fundamental
sobre el tema: The architecture of addition. Design and regulation. En
este texto, Byard afirma que la nueva arquitectura se adiciona a la
vieja arquitectura con el fin de satisfacer alguna necesidad de cambio,
una identidad combinada que expresa nuevos significados;8 y que
estas obras:
De cualquier manera que surjan, representan , en los mejores de los casos,
la obra de sucesivas inteligencias que han aprovechado la oportunidad
para realizar una adicin a las formas expresivas preexistentes y, en ese
proceso, han generado la combinacin de nuevos y valiosos significados
combinados. En cada caso el xito es una seal de valor recibido, valor
aadido y valor generado mediante la interaccin de ambos.9
Byard tiene mucha razn, pero su aseveracin se basa fundamentalmente en ejemplos positivos de integracin por contraste o analoga. Es
tambin incuestionable lo que ha planteado Roberto Segre:
Existe cierta actitud generalizada de desconfianza y rechazo a la insercin
de edificios nuevos en el contexto histrico. Se trata de una concepcin
conservadora y opuesta a la dinmica de la vida y la cultura; opuesta a
la necesidad que tiene cada sociedad de dejar su huella en la estructura
urbana, tanto transformando lo heredado como creando los nuevos
desarrollos.10
Franca Helg: Intervencin en el Seminario sobre Tcnicas Modernas de Restauracin, La Habana, 1982.
12
dem.
13
ICOMOS y Gobierno de Austria: Memorndum de Viena, Reunin de Patrimonio Mundial y Arquitectura Contempornea. Manejo del Paisaje Histrico
Urbano, Centro de Patrimonio Mundial, Viena, 2005, p. 29.
11
Paul Spencer Byard: The architecture of addition. Design and regulation, W.W.
Norton and Company, New York, 1998, p. 14.
9
dem.
10
Roberto Segre: Amrica Latina. Fin de milenio. Races y perspectivas de su arquitectura, Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1999, p. 284.
8
179
182
183
En 1963 se celebra en La Habana el VII Congreso de la Unin Internacional de Arquitectos. La Rampa, escenario principal de este
acontecimiento, recibe a los arquitectos del mundo. A estos efectos
se construyen el Pabelln Cuba y en las aceras se insertan mosaicos de Lam, Mariano, Martnez Pedro y otros. Un despliegue de
iluminacin acompaa mltiples espectculos. Es el momento en
que un Encuentro Internacional de Estudiantes de Arquitectura, que
aglutinaba a cientos de jvenes futuros arquitectos de todo el orbe, era
clausurado en el Habana Libre con la presencia del Che Guevara.
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185
186
187
cambio corresponde a la propuesta; por el momento, debemos limitarnos al anlisis de los valores. La Rampa constituye un testimonio de
carcter excepcional vinculado a la evolucin histrica de la ciudad
de La Habana. O sea, no solo es el centro moderno, sino que las condiciones para que se desarrollara marcaron un momento importante
en la historia de la ciudad, lo que se manifiesta precisamente como
parte de las razones de su nacimiento como centro en la forma de un
punto de inflexin de la trama: un pivote que subraya espacialmente
la razn de su existencia. Si una de las virtudes de La Habana como
ciudad es poder leer su historia, la presencia de La Rampa constituye
una de las claves para la comprensin de la evolucin urbana y, sobre
todo, los significados correspondientes a un periodo que, en el caso
de Cuba, posee una importancia adicional por corresponder a un
momento de suma trascendencia.
La valoracin de la historicidad de La Rampa ha sido muy limitada,
lo que trajo como consecuencia el fatal destino del edificio Alaska, hace
poco demolido. Este no fue referencia para los edificios modernos, y
si se analiza con las categoras estticas clsicas o del racionalismo,
dejaba bastante que desear volumtricamente. Su mayor valor resida
en su carcter testimonial, aunque se tratara de una obra del siglo xx
y, para colmo, fuera de moda; pero es que la historia de La Rampa
empez all, ya que el Alaska era lo nico que permaneca de la imagen
anterior.
Cuando se analiz qu solucin dar a la dramtica situacin de la
estabilidad de ese edificio, muy pocos especialistas reconocieron su
valor testimonial, pues la mayora lo evalu solo como obra de arte
tremendamente mal lograda. Y esto a pesar de que desde 1964 se haba recorrido internacionalmente el valor de las obras modestas que
han adquirido con el tiempo un significado cultural.3 Haciendo una
incursin en el tema de las soluciones, en este caso habra sido posible
dejar una huella, un recuerdo, quizs el letrero. Algo, por pequeo que
fuera, que sirviera como testigo de lo que el Alaska signific.
En La Rampa son pocos los edificios que poseen valor en s mismos.
Radiocentro, como manifiesto: el primer edificio pblico racionalista
de Cuba y exponente de algunas soluciones agradables, como la comunicacin interior con la calle M y la posibilidad de caminar por
3
188
189
Livn Parra y Jorge Alain Garca: Propuestas para La Rampa en el tramo desde
O hasta Malecn, Trabajo de Diploma, Facultad de Arquitectura, ISPJAE, La
Habana, 2003.
190
191
El valor reconocido*
ngela Rojas
En el ao 2009, en Sevilla, un importante antecedente del Movimiento
Moderno fue considerado digno de aparecer en la Lista del Patrimonio Mundial: el palacio Stoclet de Bruselas (Josef Hoffmann, 1905).
Los ejemplos propiamente dichos de ese tipo de patrimonio inscritos
hasta ahora son los que se muestran en la tabla 1.
Tabla 1. Movimiento Moderno en Lista del Patrimonio Mundial.
Bien cultural
Pas
Fecha de
inscripcin
1987
1996
2000
Brasilia
Bauhaus y sus sitios en Weimar y Dessau
Rietveld Schrderhuis (Casa Schrder de Rietveld)
Brasil
Alemania
Pases Bajos
Venezuela
2000
Repblica Checa
Israel
2001
2003
Mxico
2004
Mxico
2007
Australia
Alemania
Alemania
2007
2008
2011
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ngela Rojas
EL VALOR RECONOCIDO
195
El concepto de bienes en serie, cada vez ms utilizado en las nominaciones a la Lista del Patrimonio Mundial, se basa en el valor
del conjunto ms que en el del elemento singular, y constituye otra
muestra de la evolucin del pensamiento, que se aleja del culto al
objeto artstico para mostrar el testimonio de los procesos histricos
y culturales. Este principio de la serie fue ya aplicado en 1984, con
la inclusin de varias obras de Gaud Parque y Palacio Gell, Casa
Mil, en lo que, adems, constituye uno de los primeros pasos para el
reconocimiento de valor universal a ejemplos caracterizados por la
ruptura con los cnones precedentes.
196
ngela Rojas
Imagen 3. Campus central de la Universidad Autnoma de Mxico (UNAM). Torre de Rectora (fachada poniente). Mario Pani, Enrique del Moral y Salvador Ortega Flores (proyecto).
Foto: Paola Garca y Gilberto Marquina.
EL VALOR RECONOCIDO
197
Ocio y modernidad*
ngela Rojas
Algo tan atractivo como los espacios para el ocio balnearios, hoteles, cabarets, restaurantes, conjuntos deportivos ha permanecido
prcticamente sin reconocimiento en la Lista del Patrimonio Mundial,
en la que se han incluido apenas algunos ejemplos como los teatros
antiguos.
Adems de teatros griegos, romanos y eclcticos, un poco como de
pasada, se mencionan en los expedientes las aulas magnas modernas
de las ciudades universitarias de Mxico y Caracas, pero en estos casos
es la cultura de toga y birrete, es decir, la respetada, la que se reconoce.
Habra que analizar hasta qu punto la cultura del ocio ha ganado
prestigio a lo largo de los aos, bien como posicin alternativa, bien
por sus aportes en gran medida universales.
La pera de Sydney es el nico caso de edificio moderno con
funcin cultural-recreativa que ha sido inscrito, y aun as, el valor que
se le reconoce corresponde en primersimo lugar a la ubicacin en el
contexto. Por otra parte, al igual que en el caso de la pera Garnier,
incluida dentro del rea delimitada de Pars, hay una respetabilidad
otorgada por la funcin de pera, que la dignifica.
Los espacios para deportes han corrido peor suerte. Las termas romanas estn por supuesto incluidas, pues la antigedad respalda una
funcin que, de haber sido contempornea, habra suscitado al menos
guios y sonrisas cmplices. Sin embargo, la espectacular arquitectura moderna que alberga funciones deportivas, como son los casos de
* Presentado como ponencia a la Reunin de DoCoMoMo/Cuba, La Habana,
marzo de 2011.
200
ngela Rojas
las obras de Nervi, Torroja (imagen 1), Kenzo Tange cuyos valores
trascienden lo puramente testimonial, para evidenciar su aporte a la
tcnica del hormign armado o las estructuras de la que en su tiempo
era alta tecnologa, no aparecen siquiera en las listas indicativas de
sus respectivos pases.
OCIO Y MODERNIDAD
201
Autor
Antonio Gaud
Lugar
poca
Barcelona 1900-1914
Criterios
i, ii, iv
Alfred Messel
y Ludwig Hoffmann
Berln
ii, iv
Lluis Domnech i
Montaner
Carlos Ral
Villanueva
Patrick Geddes y
otros
Augusto Perret y,
posteriormente, otros
Max Berg
Barcelona 1908
i, ii, iv
Venezuela 1940-1960
i, iv
Israel
1930s
ii, iv
Francia
1945, 1964
ii, iv
Polonia
1911-1913
i, ii, iv
1958-1973
1949-1952
i, ii, iv
1930
Si se observa la tabla 1, hay que reconocer que la primera obra inscrita del siglo xx realmente dedicada al ocio es el Palau de la Msica
Catalana, incluido por ese motivo en este anlisis, aunque no pertenezca al Movimiento Moderno sino al modernismo, diferenciacin
permitida por el rigor exquisito del idioma espaol y las sutilezas de
1
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ngela Rojas
OCIO Y MODERNIDAD
203
paradigmas sufrieron los embates de la guerra o la sinrazn demolicionista. En tal sentido, el Caf de Unie, en Rotterdam, reconstruido de la
nada en otro emplazamiento, y el Hotel Imperial de Tokio,3 destruido
y reconstruido parcialmente como pieza de museo, hacen pensar que
queda muy poco en pie y autntico; pero, por ejemplo, el Club de los
Tranviarios fue restaurado y podra marcar una pauta, pues une a sus
valores expresivos, y como parte del constructivismo, el valor funcionalsimblico del tema del club obrero, y, por tanto, constituye uno de los
ejemplos sobresalientes del ideal moderno de la funcin de contenido
social.
La Lista Indicativa no llega a ser suficientemente esperanzadora.
Tras revisarla con sumo detenimiento, y con el riesgo de dejar algo sin
mencionar, puede encontrarse al menos un caso que corresponde con
exactitud al tema que nos ocupa. Se trata del conjunto arquitectnico
de turismo y recreacin junto al lago de Pampulha, de Oscar Niemeyer,
Burle Marx y otros, construido parcialmente en 1943. En este caso, se
hace justicia a varios temas recreativos, en un conjunto que posee los
valores esperados en la modernidad latinoamericana. El problema se
presenta cuando se analiza la continuidad de las funciones, pues el
casino, cerrado por la prohibicin del juego, es un museo en la actualidad, y la Casa del Baile, un Centro de Referencia de Urbanismo,
Arquitectura y Diseo.
La Repblica Checa incluye en su Lista Indicativa el hotel de
montaa y torre de televisin de Jetd (Karel Hubek, 1973),
ejemplo de una modernidad tarda, pero interesante por la arquitectura y su ubicacin en el paisaje. Integran conjuntos en las listas
indicativas de sus Estados parte, obras como el Cinema Impero, de
Eritrea, edificio protorracionalista de 1930; y el importante Estadio
Centenario, del mismo ao, parte de la propuesta de la arquitectura
moderna del siglo xx de Montevideo.
Mencin aparte tendra un caso excepcional en la Lista Indicativa
de Mxico: Las Pozas, el jardn surrealista de Edward James en Xilitla
(1944-1984) que, aunque no corresponde realmente al Movimiento
Moderno, es una incomparable obra de vanguardia.
Sin embargo, esos pocos ejemplos encontrados en las listas indicativas no hacen ms que corroborar la poca atencin que se ha dado
al patrimonio moderno dedicado al ocio. Est claro que no es por
3
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OCIO Y MODERNIDAD
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Isabel Rigol
6
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Imagen 1. Ritmo cubano, Florencio Gelabert. Escultura ubicada en el lobby del hotel
Habana Riviera, Cuba.
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Imagen 2. La inslita escalera dorada en el lobby del hotel Habana Riviera, Cuba.
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Patrimonio mundial
Sobre autenticidad*
Isabel Rigol
Entre el extremo romntico de la verdad mancillada1 de Ruskin y la
ptica eurocentrista de Umberto Eco sobre las obras maestras de
la falsificacin o la inmortalidad como duplicacin,2 el debate sobre la autenticidad hace tiempo ocupa a muchos y se aborda en variados
foros. Parece ser que existe un acuerdo sobre la importancia de este
concepto y la flexibilidad necesaria en su enfoque.
Lo autntico no es inevitablemente lo puro o intocado. Puede ser
todo lo contrario. Es, ms bien, el reflejo de una sumatoria, de una dialctica. Tal vez una de las imaginativas apreciaciones de Gabriel Garca
Mrquez pueda ilustrarlo mejor: Eso es lo que ms me ha fascinado
siempre de Cartagena, el raro destino de sus casas y sus cosas; todas parecen tener vida propia, tanto ms cuanto ms muertas parecen y van
cambiando de forma y de utilidad en el tiempo, mudndose de sitio y
de oficio mientras sus dueos pasan de largo por la vida, sin demasiado
ruido.3 Y la hermosa ciudad de Cartagena (imagen 1) es tan solo un
ejemplo de esa autntica herencia del continente americano, expresin
de un desarrollo histrico multifactico, turbulento y de trascendencia
universal, un segmento de ese acervo impresionantemente extenso,
* Conferencia presentada en el Simposium Panamericano sobre Autenticidad,
US-ICOMOS, San Antonio, Texas, 1996. Publicado en Arquitectura y Urbanismo, n.o 1, Instituto Superior Politcnico Jos Antonio Echeverra (ISPJAE), La
Habana, 1998, pp. 65-67.
1
John Ruskin: Las siete lmparas de la arquitectura, Imprenta de F. y Mercatali,
Buenos Aires, 1944, p. 88.
2
Umberto Eco: La estrategia de la ilusin, Lumen, Barcelona, 1986, p. 65.
3
Gabriel Garca Mrquez: Aqu solo falta un payaso pintado detrs de una puerta,
en catlogo del Museo de Arte Moderno de Cartagena, 1980, p. 1.
220
Isabel Rigol
SOBRE AUTENTICIDAD
221
222
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Luis Bay Sevilla: Tpicos sobre restauracin, Arquitectura, n.o 93, Colegio Nacional de Arquitectos, La Habana, 1941, pp. 140-144.
Cfr. Marcelo Pogolotti: Del barro y las voces, Editorial Letras Cubanas, La Habana,
1982, p. 185.
SOBRE AUTENTICIDAD
223
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Isabel Rigol
SOBRE AUTENTICIDAD
Como sostn de la poltica de preservacin de los bienes monumentales, Cuba cuenta con un cuerpo jurdico y un sistema de instituciones
especializadas que continuamente enriquecen su experiencia en
contacto con otros centros de distintos pases. A travs de Consejo
Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) y otras organizaciones internacionales o regionales, los profesionales cubanos ejercitan
un intercambio sumamente fructfero. Las universidades cubanas, y
8
9
Sergio Baroni: La Habana y su pas (en tres tiempos), Carta de La Habana, n.o 5,
boletn del Grupo de Desarrollo Integral de la Capital, La Habana, 1994, p. 5.
225
226
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El debate conceptual en torno a la autenticidad y la tica de la conservacin, que lleva ya ms de un siglo, en lugar de anquilosarse, evoluciona y se enriquece con el tiempo. La comunidad internacional que
* Sntesis del artculo Para leer el tiempo: la autenticidad en las ciudades cubanas,
en Francisco J. Lpez (edit.): Nuevas miradas sobre la autenticidad e integridad en
el patrimonio mundial de las Amricas, INAH, Mxico D.F., 2007, pp. 119-126.
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Se entiende por zona de proteccin aquel sitio con potencialidades para ser
declarado como monumento y es objeto de investigacin para su evaluacin final;
aquel territorio sometido a regulaciones especiales para garantizar la proteccin
de un monumento, o aquellas zonas urbanas de valor histrico cultural que merezcan ser protegidas.
Alejo Carpentier: La ciudad de las columnas, Arquitectura/Cuba, n.o 334, La
Habana, 1965, p. 26.
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Imagen 3. El art dco humilde. Cine Verdn, dcada de los cuarenta, La Habana, Cuba.
Qu pasar con esa arquitectura que est al final de la lista? Esa arquitectura que no tiene la elegancia del eclecticismo mayor, ni la dignidad
humilde del vernculo? Habr que documentarla, fotografiarla, pues se
destruir la menos slida, se transformar inevitablemente. Pero con
ella se perder una de las mltiples virtudes de La Habana: la capacidad
de hacer sonrer.
Nos encontramos aqu ante un problema interesante de integridad
que se va perdiendo con el tiempo, unido a una autenticidad de la noautenticidad. Es decir, una arquitectura que no fue realmente autntica
en sus inicios, pues transmiti la insatisfaccin de una clase con menos
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Muchas soluciones derivadas de la tradicin han probado ser vlidas en la contemporaneidad como, por ejemplo, algunos tipos arquitectnicos de patio interior, materiales y tcnicas locales, etctera. El
pensamiento, a la vez, se ha hecho ms flexible al aceptarse soluciones
excelentes, que pueden romper con algo del pasado en lo fsico, pero
que constituyen una forma de resolver un problema sin negar la
continuidad y menos an la significacin. Por ejemplo, la introduccin
del verde en algunas reas como las calles-parque y otros aspectos
relacionados, en lo urbano, a la infraestructura tcnica.
La idea sera mantener lo valioso y actuar contra lo negativo, incluso cuando desde el punto de vista de su antigedad sea necesario
tenerlo en cuenta. Pero se trata de una tarea difcil, sobre todo cuando
las necesidades de ampliacin o mejoramiento de las viviendas se
contraponen a su conservacin.
237
concepto del ajiaco con el que don Fernando Ortiz explicaba la idea
de la cultura cubana: Es el guiso ms tpico y ms complejo, hecho de
varias especies de legumbres que en Cuba llamamos viandas, y trozos de carnes diversas; todo lo cual se cocina en hervor hasta producirse
un caldo muy grueso y suculento, sazonado con el cubansimo aj que
le da nombre.6 Siendo ajiaco, su pueblo no es un guiso hecho sino
una constante cocedura, que sedimenta a lo largo de su historia sus
esencias en una nueva mezcla.
Como ya se expres, La Habana no est muy contaminada por lo
ajeno. Los smbolos de la globalizacin son pocos o sutiles, y lo ms
frecuente es una arquitectura que ha ido apareciendo, de baja calidad
esttica, con mucho de mal gusto, en ese nuevo estilo internacional
playero que convierte los hoteles en ridculas cajas de bombones.
Los problemas econmicos que salvaron la ciudad de las demoliciones,
ahora la salvan de las agresiones arquitectnicas.
Es, sin embargo, un problema que ya afect de forma irreversible
a Varadero, y que ha comenzado a amenazar al poblado de Viales,
donde los ingresos por el turismo han sido invertidos por algunos
habitantes en una modernizacin kitsch de sus viviendas.
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Dar por sentados la proyeccin social, la ampliacin y diversificacin del concepto de lo valioso, la continuidad con la
tradicin, el respeto a la comunidad local y otros principios de
ndole general.
Debe existir un compromiso con la cultura como realidad y
derecho de la sociedad, no solo como ente independiente.
La ciudad viva, el territorio en desarrollo, implican una conservacin siempre en proceso y, por tanto, conceptos de integridad y autenticidad tambin dinmicos.
Al vencer la nocin de lo fsico puntual como patrimonial se
descubre que lo ms importante no es la huella de un hecho o el
remanente de una obra de arte, sino los procesos culturales que
se han dado en la historia.
Habra que considerar todo aquello que es parte general y
particular de la historia: la diversidad abarcadora y en mltiples
sentidos.
En torno a las intervenciones, lmites permisibles y umbrales en lo referente a la reconstruccin del patrimonio cultural es vlido sealar que:
La huella de lo contemporneo es necesaria, pero no debe ser
abusiva; incluso cuando se produzca lo que se conoce como
integracin.
En el nivel urbano, la repeticin de elementos justifica una
discrecin en la expresin de la contemporaneidad.
Cuando se trata de inserciones en contextos valiosos, la carga expresiva del nuevo edificio deber subordinarse a la significacin
del emplazamiento. Ms que una reinterpretacin dramtica
contempornea, priorizar la discrecin sencilla. Muchas veces
no es solamente un problema de armona, sino tambin de
significado.
En fin, no basta con delimitar y proteger, sino que es necesario estructurar dinmica y dialcticamente la conservacin con el proceso de
gestin.
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los cambios en el mundo, como la globalizacin y las migraciones masivas, producen un impacto particular en los valores identificados por las
diferentes comunidades.
Ahora bien, el problema principal es que el concepto de serie ha
sido interpretado por varios colegas como un mecanismo de inscripcin en la Lista del Patrimonio Mundial, o incluso, en inventarios
nacionales, por lo que existe una cierta suspicacia respecto al tema,
que lo despoja de su fundamento cultural. Sin embargo, se trata de
algo totalmente vlido por motivos histricos, pues coincide con
el concepto de itinerario cultural en que se muestra, ms que el
hecho aislado, la forma en que las fuerzas de la historia dieron lugar
al patrimonio, cuyo valor principal no es el esttico, sino la expresin
de lo que fue, y todava es, una cultura y, sobre, todo el modo en que
evolucion.
Si bien cada ao aumentan las inscripciones de bienes en serie en la
Lista del Patrimonio Mundial, el concepto de que su esencia corresponde al carcter dinmico de los procesos histricos no ha sido reconocido oficialmente. Existen adems confusiones en cuanto a la razn de
ser de las series, pues algunas personas consideran que su vnculo es
solo funcional o tipolgico. Al mismo tiempo, la concepcin errnea
respecto a la serie puede afectar la nocin de itinerario cultural y,
sobre todo, daar propuestas de inscripcin en la Lista del Patrimonio
Mundial. O, lo que es peor, condicionar los sistemas de gestin y las
relaciones entre instituciones y entidades gubernamentales a cargo de
los bienes.
Lo primero a discutir sera el concepto. Todo parece indicar que la
idea se fue originando de forma natural a lo largo de los aos, basada
en criterios de inscripcin ms que de valor: la inclusin en la Lista del
Patrimonio Mundial de bienes cercanos pero no contiguos; y tambin
basada en el proceso de nominacin en varios momentos, o sea, una
nominacin en serie que justificara mejor el uso del trmino como
una sucesin, no como grupo o conjunto.
En 1979, cuando se inscribieron los monumentos de Nubia y
Asun, en Egipto, y las cuevas de Vzre, en Francia, se utiliz el trmino serie pero se consider una excepcin por la gran distancia
entre los componentes, aunque fueron aceptados por su significacin extraordinaria. No obstante, a partir de ah se han sucedido
las inscripciones casi todos los aos, lo que unido a las extensiones
que cuando son independientes fsicamente no son otra cosa que
241
Cfr. World Heritage Committe: Report of the Rapporteur on the Second Meeting of
the Bureau of the Committee, UNESCO, Paris, May 28th-30th, l979.
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b. Series de complementariedad: se trata de sitios que poseen atributos diferentes, pero que conjuntamente explican un determinado
significado. Tales son los casos de Berat y Gjirokastra (Albania,
2005), respecto a las cuales ICOMOS seal que, aunque sus
testimonios arquitectnicos y urbanos eran diferentes, se
complementaban; y Mantua y Sabbioneta (Italia, 2008). En este
ltimo caso, se consider que ambas representaban dos ejemplos de planeamiento renacentista. En 2010 fueron inscritas las
villas histricas de Hahoe y Yangdong, por razones semejantes.
En el caso de las minas de Humberstone y Santa Laura, se trata
de dos zonas ncleo separadas pero rodeadas por una zona de
amortiguamiento nica. En su evaluacin, ICOMOS tom
en consideracin la evolucin diferente de ambas minas, que
las hace complementarias como bien patrimonial.3 Parece,
adems, que el hecho de poseer una zona de amortiguamiento
nica ha condicionado, en muchos casos, que los bienes no sean
considerados como serie. Esto, sin embargo, contradice el concepto de las zonas de amortiguamiento estrictamente como
proteccin, tal como se plante en la reunin del Comit de
Patrimonio Mundial de Qubec, en 2008.4
c. Series de dualidad/unicidad: el ejemplo ms caracterstico es el
de beda y Baeza (Espaa, 2003), en el que el propio expediente
sealaba su condicin de ciudades gemelas (imgenes 2 y 3).
El monasterio de Haghpat, en Armenia, fue inscrito en 1996.
Desde entonces ICOMOS declar que, este y el de Sanahin
constituan una unidad por su proximidad geogrfica y por ser
los mejores ejemplos del mismo movimiento de regeneracin
nacional. Se trata, en estos casos, de que el carcter nico justifica plenamente una inscripcin dual.
d. Series de componentes diacrnicos pero complementados
histricamente: esta caracterstica se observa con claridad en
el caso del centro histrico de Oaxaca y el sitio arqueolgico
de Monte Albn, sobre el que ICOMOS seal que era una
nominacin deliberadamente diacrnica, basada en la complementariedad histrica de dos bienes prximos desde el punto
El estudio de los bienes en serie ha sido realizado por m a solicitud del presidente de ICOMOS desde diciembre de 2008. Inicialmente, fue parte de los
objetivos del Grupo de Trabajo sobre Nominaciones Seriadas, que concluy en
febrero de 2009.
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3
4
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de vista geogrfico. En este caso era obvio el valor universal excepcional de ambos bienes. Algo semejante sucede con el distrito
histrico de Panam (1997) y el sitio arqueolgico de Panam
Viejo (imagen 4), extensin del anterior (2003): aqu se tuvo
en cuenta solo la proximidad y una cierta complementariedad en
cuanto a etapas histricas.
e. Series de idntico proceso histrico: se verifica cuando este
proceso particular vincula en su significacin a una cantidad
relativamente limitada de bienes, como las misiones jesuticas
de los guaranes San Ignacio Mini, Santa Ana, Nuestra Seora de Loreto y Santa Mara Mayor (Argentina) y ruinas de
Sao Miguel das Missoes (Brasil; 1983,1984). Sin embargo, hay
bienes en serie que abarcan muchos sitios o monumentos; por
ejemplo, las tumbas reales de la Dinasta Joseon (Corea, 2009).
Son 40 tumbas en 18 localizaciones, que corresponden a
5 000 aos de historia, y fueron todas inscritas como serie.
Por otroLos cafetales del oriente de Cuba constituyen un caso
muy interesante, pues ni en el expediente ni en la evaluacin se
expresa que se trata de una serie, sino de un sistema como
se reconoce en la evaluacin de ICOMOS conformado por polgonos de investigacin arqueolgica que actan como zona de
amortiguamiento y pudieran asimilar nuevos descubrimientos
de sitios que se incorporaran al bien inscrito. Es decir, es un
sitio nico, pero en la prctica es una serie.
f. Series cuya tipologa o muestra significativa est basada en un
proceso o hecho histrico: aunque desde el punto de vista del
concepto no difiere del caso anterior, el hecho de que aqu se trate
de una gran cantidad de bienes requiere un estudio tipolgico
para encontrar los ejemplos que, al complementarse sistmicamente, garantizan el valor de la serie. Cuando fue nominada
la arquitectura mudjar de Aragn (Espaa; 1986, 2001), la
primera idea era inscribir todos los casos, pero se seleccion,
de un total de 157, una muestra de 6 ejemplos representativos de
todo el conjunto. En el caso de los campanarios de Blgica
y Francia (1999, 2005), si bien se hizo un estudio tipolgico,
este no produjo la seleccin de una muestra lgica, sino que se
inscribi un nmero considerable de bienes. El estudio tipolgico realizado con respecto a los jardines clsicos de Suzhou
(China; 1997, 2000) se bas en un anlisis de las caractersticas
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Dicho esto puede analizarse los casos en que existe una relacin entre
un itinerario cultural y bienes en serie.
1. Itinerarios de gran complejidad que, ms que un itinerario
nico, constituyen un sistema, como por ejemplo los correspondientes a las disporas de la esclavitud, las cuales pueden
abarcar varios itinerarios si son identificados como tales o, de
no ser as, ser considerados como procesos migratorios. En
este caso, podramos encontrarnos con una serie de diferentes tipos de bienes, entre los cuales estaran los itinerarios as
identificados. El Qhapaq an o Camino Principal Andino
(imagen 7) es un sistema derivado de la estratificacin de
varios itinerarios culturales que abarcan desde los desarrollados por las primeras comunidades andinas, hasta el sistema
de dominacin territorial establecido por los incas. Lo lgico
en este caso sera, a los efectos de una nominacin, considerarla como una serie diacrnica de itinerarios culturales, en
la medida en que cada uno sea identificado en su singularidad
histrica.
2. Itinerarios complejos que estn bien identificados, pero que
constituiran bienes transnacionales de gran extensin y, por
tanto, difciles de inscribir como totalidad. En este sentido,
cada tramo puede tener o no valor universal por determinadas
247
Para concluir, es preciso recordar que, como se expres con anterioridad, el concepto de serie desarrollado aqu no se refiere al
proceso de nominacin e inscripcin, sino a la presencia, en todas
partes, de bienes que comparten valores, que tienen una significacin de conjunto totalmente objetiva y derivada de los procesos
histricos.
Lo que se ha tratado de explicar en este trabajo han sido los posibles criterios, basados en ejemplos, que permiten identificar distintos
tipos de series o grupos de bienes. La valoracin de estos como conjunto es un paso ms en la conservacin de un patrimonio compartido,
cuya intrnseca diversidad lo enriquece.
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Imagen 7. Arenales de Oruro, paisaje dentro del Qhapaq an o Camino Principal Andino.
Imagen 5. Parque Gell (Barcelona, Espaa), componente de la serie La obra de Antoni
Gaud.
Foto: Claudia Felipe.
Los paisajes culturales representan la obra combinada de la naturaleza y el hombre, definida en el artculo 1 de la Convencin.
* Publicado en Hereditas, n.o 14, INAH, Mxico D.F., 2010, pp. 13-26.
1
Desde los aos veinte del siglo pasado el gegrafo estadounidense Carl O. Sauer
se haba preocupado por la morfologa del paisaje y la geografa cultural. En
sus escritos abord los impactos humanos en el medio, la construccin de lo que l
defini como paisaje cultural y su relacin con las formas de vida de las distintas
culturas, explicando cmo esos paisajes culturales se creaban a partir de formas
superpuestas al paisaje natural.
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255
dem.
Cfr. Documento de Dominica 2001, Curso Regional sobre la Aplicacin de
la Convencin de Patrimonio Mundial y su Rol en el Desarrollo Sostenible y el
Turismo en el Caribe, Roseau, 24 de septiembre-3 de octubre, 2001.
Cfr. Isabel Rigol: Cultural landscapes in the Caribbean, en UNESCO, The cultural heritage of the Caribbean and the World Heritage Convention, Editions du
CTHS, Paris, 2000, pp. 259-276.
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Cfr. dem.
Isabel Rigol: documento conceptual que circul la Oficina Regional de Cultura de la UNESCO para la convocatoria de la Reunin de Expertos sobre
Paisajes Culturales en el Caribe, Santiago de Cuba, 2005, archivo personal de
la autora [s.p.].
257
Ciertamente, la abundancia y excepcionalidad de los paisajes culturales del Caribe, adems de los numerosos peligros que afrontan,
fundamentan una mayor atencin. No obstante, a pesar de todo lo
expuesto, hasta hoy solo dos paisajes culturales caribeos el valle
de Viales, en 1999, y las plantaciones de caf del sudeste cubano,
en 2000, se han incorporado a la Lista del Patrimonio Mundial.
La presencia de paisajes diseados es sorprendente en esta subregin. Aqu podemos encontrar numerosos jardines botnicos, cuyos
orgenes se remontan mayormente al siglo xix, bajo la influencia de
las metrpolis colonialistas europeas y de sus intereses cientficos estimulados por la riqueza de la vegetacin tropical caribea.9 El Jardn
Castleton, fundado en 1862 cerca de Kingston y que mantena estrechos contactos con los Jardines Kew de Inglaterra, es uno de los ms
relevantes. Tambin en Jamaica existen otros jardines botnicos
como el Cinchona, fundado en 1868 a ms de 1 500 m sobre el nivel del
mar, en la regin de Saint Andrew. En Barbados, los jardines botnicos
de Andrmeda, creados en 1954, cuentan con especies muy variadas
y nicas; el Jardn Botnico Atkins, en Cienfuegos, Cuba, fue fundado
en 1901 como Estacin Botnica de la Universidad de Harvard, para la
investigacin tropical y de la caa de azcar. Otros ejemplos cubanos
son el orquideario de Soroa, con ms de cuatrocientas especies de
orqudeas, en la provincia de Pinar del Ro; la Estacin Botnica de Santiago de las Vegas; y los jardines de la Casa Schultess, proyectados por
el famoso paisajista brasileo Ricardo Burle Marx, en La Habana en
los aos cincuenta.10 Una gigantesca obra de la dcada de los setenta,
en Cuba, fue el Jardn Botnico Nacional de La Habana.11
Cfr. Isabel Rigol: Subtema 3.4. Paisajes culturales diseados que se conservan
en el Caribe Insular, en Mdulo 4 sobre paisajes culturales. Programa de
Creacin de Capacidades para el Patrimonio Mundial en el Caribe, Oficina
Regional de Cultura de la UNESCO, La Habana y Centro de Patrimonio Mundial, Pars, 2006.
10
La Casa Schultess, proyectada por Richard Neutra con jardines diseados por
Burle Marx, se construy en 1956 en el antiguo reparto Country Club, en La
Habana.
11
El Jardn Botnico Nacional fue proyectado originalmente bajo la direccin del
arquitecto Luis Lpidus con la participacin de los arquitectos Sergio Ferro,
Estrella Fuentes, Jos Planas y Flix Rodrguez en los aos setenta del siglo xx. En
una segunda etapa, entre 1988 y 1992, lo dirigi el arquitecto Jos Forns con la
participacin de los arquitectos Emilio Escobar, Sergio Ferro y Estrella Fuentes.
9
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Por otra parte, los paisajes relictos o fsiles tambin llamados arqueolgicos se presentan de forma extraordinariamente abundante
en virtud de la histrica economa de plantacin. Se destaca la gran
cantidad de antiguos paisajes azucareros, originados por el hecho de
que las mejores tierras caribeas se dedicaron al cultivo de la caa
de azcar.
El historiador cubano Carlos Venegas ha afirmado que las plantaciones esclavistas no solo representan uno de los aspectos ms
caractersticos de la historia de la economa de Latinoamrica, sino
que la originalidad de su estructura las inscribe tambin dentro de la
arquitectura verncula ms definida de la regin.13
Un paradigma dentro de este tipo de paisajes es el Valle de los
Ingenios de Trinidad, en Cuba. Se trata de una zona de plantaciones
azucareras del siglo xix que muestra numerosos restos de su funcin
original. En 1989 este valle fue inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial, junto con el centro histrico de Trinidad, pero no fue entonces
registrado como paisaje cultural debido a la inexistencia de esta
categora en aquel momento. Entre los valores fundamentales del sitio
se encuentran la casa principal del ingenio Guimaro, restaurada para
Museo de la Industria Azucarera, y el ingenio San Isidro de los Destilade12
13
Cfr. World Monuments Fund: World Monuments Watch Report, New York, 2001.
Cfr. Carlos Venegas: Arquitectura y urbanizacin en el ingenio azucarero, en
Ponencias a la Segunda Conferencia Internacional. Bienal de La Habana, Editorial
Letras Cubanas, La Habana, 1989, pp. 247-256.
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ros, con su casa principal, la torre del reloj y una coleccin de artefactos
industriales recuperados. La casa principal del ingenio Manacas Iznaga,
con sus espaciosas galeras de arcadas que miran al valle, fue convertida
hace aos en un restaurante y es un lugar favorito de los turistas que
visitan Trinidad.
El vasto complejo de restos de ingenios decimonnicos dispersos
en el territorio de la provincia de Cienfuegos, al centro-sur de Cuba14
compuesto por los centrales Carolina, Constancia, Manuelita, Soledad, Tartabull, Francisco, La Caridad de Juragu, Santa Rosa, San
Agustn, Hormiguero, Mercedes y otros, es el testimonio de los
tiempos en que esa zona fue una potencia de la produccin azucarera
mundial y un importantsimo enclave esclavista.15
Alejandra, otra antigua plantacin azucarera cercana a la ciudad
de Gines, no muy lejos de La Habana, es el remanente de la primera
fbrica azucarera cubana operada con fuerza hidrulica. Es este uno
de los hitos del itinerario del sabio alemn Alexander Von Humboldt
durante su expedicin a la isla en el siglo xix.16
Aunque la mayora de las ruinas de las antiguas plantaciones
cubanas estn legalmente protegidas y documentadas, por desgracia
muchas de ellas han sido afectadas por las condiciones climticas, la
escasez de fondos y, en ocasiones, el abandono.
En la Martinica existen tambin casos relevantes de paisajes relictos o fsiles, como la plantacin Fond Saint Jacques, del siglo xvii,
localizada entre las regiones de Sainte Marie y Marigot. Es esta una
vieja propiedad de la orden de los dominicos, desarrollada por el sacerdote Jean Baptiste Labat.17 En ella, la casa principal, los jardines, una
capilla y un cementerio, el molino de azcar y otros restos industriales,
han sido preservados y conforman un centro cultural. Se distingue
asimismo por su belleza la plantacin La Pagerie, ubicada en Trois
En la cabecera de esta regin se encuentra el centro histrico urbano de Cienfuegos, inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial en 2005.
15
Cfr. Richard M. Morse: Las ciudades latinoamericanas: desarrollo histrico,
Editorial SepSetentas, Mxico D.F., 1973, p. 142.
16
Cfr. Isabel Rigol et al.: Cuba. Current achievements and risks, en Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), Heritage at Risk Report, K.G. Saur,
Munich, 2001, en <http://www.international.icomos.org/risk/2001/cuba2001.
htm> [14/10/04].
17
Cfr. VV. AA.: Le Patrimoine des communes de la Martinique, FLOHIC Editions,
Martinique, 1998.
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Los paisajes fsiles del caf son muy frecuentes en el rea insular.
Luego del azcar, esta otra produccin, ubicada por lo general en
montaas y parajes esplndidos, fue muy importante. El paisaje arqueolgico de las primeras plantaciones cafetaleras del sudeste cubano, por ejemplo, se extiende sobre 81 475 hectreas montaosas entre
22
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Ms all de las viejas haciendas azucareras o cafetaleras, otras entidades productivas rurales son dignas de reconocimiento. Entre ellas,
el extraordinario sistema de plantaciones de Curazao, representacin
muy importante del pasado del Caribe y de la esclavitud. En la plantacin Jan Kock, originalmente construida por la Compaa Holandesa
de las Islas Occidentales para la administracin de las salinas cercanas,
se conservan, junto con la casa de plantacin, los vestigios de pasadas
actividades agrcolas y de la produccin salitrera. Otro paisaje fsil dentro del mencionado sistema es la plantacin Knip, del siglo xvii, sitio
de la rebelin esclava ms importante de la colonia holandesa en 1795.
Knip era una de las plantaciones dedicadas al sistema productivo que
suministraba alimentos para el consumo local, y para los cientos de
esclavos que eran temporalmente trados a la isla antes de ser vendidos
en cualquier otra parte del Caribe.25 Una bonita casa holandesa, los almacenes, una presa y restos de cobertizos de esclavos, todos integrados
al entorno natural, pueden ser visitados actualmente.
En Saint Kitts, la Spooners Ginnery, ltima destilera intacta en
el Caribe, y que fue una antigua plantacin de algodn desde los
siglos xvii y xviii, ha mantenido la casa principal y los cobertizos de
esclavos, as como un paisaje no transformado.26
Hait cuenta con una gran cantidad de restos de plantaciones
la mayora bastante transformados, destruidos o abandonados,
bsicamente en la regin norte de la isla. Aunque existe poco apoyo
Isabel Rigol: Cultural landscapes in the Caribbean, ob. cit., p. 267.
Cfr. Landhuis Knip, Foundation Landhuis Knip, Curaao, 2000 (folleto promocional).
26
Cfr. Larry Armory: Presentacin sobre las plantaciones de Saint Kitts y Nevis,
Reunin de Expertos en Plantaciones del Caribe, Paramaribo, 2000.
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Hasta los aos noventa, en Cuba se poda percibir un reconocimiento progresivo de los valores culturales de los ingenios azucareros.
Sin embargo, este invaluable legado se ha visto afectado por la paralizacin de muchos de ellos, como parte de una reorganizacin de la
industria azucarera, llevada a efecto en los ltimos aos. En varios de
estos ingenios desaparecieron los tradicionales campos de caa y se
demolieron edificaciones industriales que podan haberse destinado
a otros usos. A pesar de esta lamentable prdida, quedan todava
muchos que merecen cuidarse con el mayor esmero. No es exagerado
afirmar que si no se toman medidas urgentes para su proteccin y
reutilizacin, se perder irreversiblemente este patrimonio que bien
podra considerarse de valor universal excepcional.31
River Antoine, en Granada, es un raro ejemplo de hacienda del
siglo xix que an produce azcar y exhibe un molino de fuerza hidrulica, entre los pocos del Caribe que todava trabajan en la forma
tradicional. Michael Jessamy, uno de los escasos conservadores entrenados en esa isla, ha clamado por el rescate de este singular sitio para
uso social y sostiene que existen en ese pas muchos otros que deben
investigarse y protegerse.32
Otra tipologa relevante de paisaje cultural continuo es la plantacin de tabaco, una de las escenas rurales ms atractivas que pueden
encontrarse en el Caribe. El valle de Viales en Pinar del Ro, Cuba,
inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial en 1999, muestra tradicionales sembrados y numerosas construcciones vernculas, como la
tpica vivienda campesina o aquellas empleadas en la produccin tabacalera, insertos en un medio natural de elevados valores cientficos
y escnicos. All persisten costumbres musicales, festivas y gastronmicas, as como leyendas y otras manifestaciones que conforman la
cultura guajira cubana.
Otros paisajes evolutivos continuos son las extensas cosechas de
coco, cacao, naranja, toronja, guayaba o pltano. Un caso muy interesante es la plantacin Limbe de Martinica, actualmente un Museo del
Pltano que muestra la historia y cualidades de la fruta, su produccin
y comercio. Se conservan en este espacio edificaciones del siglo xix,
vastos platanales y jardines exticos.
Cfr. Isabel Rigol: Intervencin en el Seminario de la Cultura del Azcar en Cuba,
Catauro, ao 6, n.o 11, Fundacin Fernando Ortiz, La Habana, 2005, pp. 82-83.
32
Conversaciones con Michael Jessamy en Paramaribo, Surinam, 2000.
31
30
Cfr. Luis Lpidus: Los bateyes azucareros avileos, en La encrucijada del tiempo,
Ediciones Plaza Vieja, Nomos, Bogot, 2005, pp. 137-140.
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Cfr. Susan Campbell: The land that time forgot. Loterie Farms, en Saint Martin
Nights, Nights Publications, Saint Martin, 1998, pp. 62-65.
Cfr. Elizabeth Thomas Hope: Ecotourism. Heritage tourism and the Jamaican
Maroons. Challenge of sustainable development, ponencia presentada en Heritage Tourism and Caribbean Development Conference, University of the West
Indies, Kingston, 1995.
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Este singular paraje ha sido un sitio de culto religioso desde los tiempos precolombinos hasta la actualidad. La existencia de oro mucho
antes de la llegada de los espaoles y de grandes cantidades de cobre,
a los cuales el hombre primitivo atribuy cualidades mgicas, tienen
mucho que ver con las connotaciones msticas del lugar y con su
historia econmica.
El sitio constituye adems, un caso particular de estudio, porque
la industria cuprfera ha influenciado en el carcter del paisaje. Un
pequeo pueblo de mineros, con el santuario nacional construido
en 1924 para honrar a la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de
Cuba, y un sencillo convento, persisten en este hermoso escenario
de montaas y palmeras. Peregrinos de toda Cuba y del Caribe lo visitan y, aunque podran erosionar el paisaje, muchos de los visitantes
se llevan fragmentos de piedras de cobre, como muestra de fe en sus
poderes milagrosos. En el ao 1998 este sitio fue visitado por el Papa
Juan Pablo II.35
A modo de conclusin
Sin dudas, los esfuerzos de la UNESCO, ICOMOS, la Unin Internacional para la Conservacin de la Naturaleza y los Recursos Naturales
(UICN) y otras entidades especializadas de diferentes pases del rea,
en el afn de difundir el entendimiento y proteccin de los paisajes
culturales en el mbito caribeo, han sido persistentes. Sin embargo,
a pesar de algunos avances, el camino por recorrer es an largo y
difcil. El extraordinario complejo de paisajes culturales del Caribe se
encuentra en permanente peligro y clama por una atencin urgente a
niveles nacionales e internacionales.36
En estas circunstancias, la capacitacin ser siempre una de las
armas ms efectivas. Como forma de contribuir al logro de estos
objetivos, el Programa de Desarrollo de Capacidades para el Patrimonio Natural y Cultural en la Regin del Caribe (CCBP) lanzado en
el ao 2003 por el Centro del Patrimonio Mundial y elaborado por
la Oficina Regional de Cultura de la UNESCO para Amrica Latina
y el Caribe, ha incluido el tema de los paisajes culturales entre sus
35
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Qu argumentos sustentaban entonces el valor excepcional, las rarezas o unicidades del valle? Desde el punto de vista geolgico, en este
peculiar valle intramontano se aprecian los raros mogotes o elevaciones
crsicas con forma de domos, que datan de los periodos jursico inferior o medio y que resultan formaciones geolgicas raras que solo
aparecen en las Grandes Antillas, China y la pennsula de Malaca.2
3
4
5
1
Comit de Patrimonio Mundial: Directrices prcticas para la aplicacin de la Convencin del Patrimonio Mundial, Centro de Patrimonio Mundial de la UNESCO,
Pars, 2005, p. 55.
Cfr. Comit Cubano de ICOMOS: Informe para la evaluacin de Viales como
Patrimonio de la Humanidad, La Habana, 1999. Este informe fue solicitado por la
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Entre los hallazgos de un equipo de especialistas cubanos y japoneses se ha comprobado que en esta regin, en las proximidades del
rea inscrita como Patrimonio Mundial, especficamente en el sitio
conocido como entronque de El Moncada, han aparecido rocas que
se formaron como resultado de la cada hace millones de aos de
un enorme asteroide donde hoy se encuentra la Pennsula de Yucatn,
causante de la crisis ambiental que condujo a la extincin de los dinosaurios y otros organismos.7
A los relevantes valores geolgicos, espeleolgicos y paleontolgicos de Viales se suman los extraordinarios recursos de una fauna y
una flora muy ricas. Entre las aves se destacan variadas especies como
el zunzn, el tocororo o el tomegun del pinar. Los ammonites o fsiles
de moluscos se presentan en formas peculiares exclusivas, entre las
que se destacan los gneros Zachrysia, Liguus y Viana.
La flora de Viales es muy antigua y peculiar, con especies fsiles
del pasado remoto que han evolucionado de forma inusual.8 Las variedades son muy amplias y se encuentran ms de diecisiete especies en
la zona que muestran un marcado endemismo. Entre las especies
vegetales se distinguen el ceibn (Bombax emarginatum), la palmita
de sierra (Gaussia princeps), el roble caimn (Ekmanhianthes actinophilla) y la conocida vulgarmente como palma corcho (Microcycas
calocoma). Esta ltima, y declarada Monumento Nacional en 1989, es
un fsil vegetal que resulta ser la ms antigua planta superior de las Antillas. El proceso de fijacin del nitrgeno atmsfrico de esta planta es
el ms primitivo que se conoce, lo que constituye una rareza botnica,
segn explic en 1999 el doctor Onaney Muiz.9 Esto se debe a una bacteria llamada beijerinckia, que reside en sus races. El propio Dr. Muiz
expres, adems, que esta peculiaridad es todava ms importante, si
se tiene en cuenta que uno de los problemas de la agricultura de hoy
es la carencia de medios naturales de fijacin del oxgeno atmsfrico.10
La presencia de extensos pinares caracteriza tambin a esta zona, con
predominio del Pinus caribaea o pino macho.
Manuel Iturralde Vinent: Dinosaurios en Viales?, ob. cit.
Cfr. Comit Cubano de ICOMOS: Ob. cit.
9
Dr. Onaney Muiz (1937-2002): destacado botnico e investigador cubano. Entre
otras responsabilidades, fue director del Instituto de Botnica de la Academia
de Ciencias. Aport elementos fundamentales al Informe del Comit Cubano de
ICOMOS para la evaluacin de Viales como Patrimonio de la Humanidad.
10
Cfr. Comit Cubano de ICOMOS: Ob. cit.
7
8
279
Los paisajes culturales representan la obra combinada del hombre y la naturaleza designada en el Artculo 1 de la Convencin.
Son ilustrativos de la evolucin de la sociedad humana y su asentamiento en el tiempo bajo la influencia de las condicionantes
u oportunidades fsicas determinadas por su medio natural y
de las sucesivas fuerzas sociales, econmicas y culturales, tanto
externas como internas. Debieran seleccionarse sobre la base de
su sobresaliente valor universal y su representatividad en trminos de una regin geocultural claramente definida, as como
280
Isabel Rigol
281
que el paisaje minero de El Cobre, en Santiago de Cuba vinculado a cuestiones religiosas desde los tiempos prehispnicos y
de la Colonia hasta hoy, es un paisaje asociativo.13
De manera concluyente, el experto peruano Elas Mujica ha sealado
que los paisajes culturales representan desde tecnologas sobre el
manejo del suelo y el agua, hasta las relaciones espirituales especficas
relacionadas a la naturaleza; comprenden desde aquellas manifestaciones congeladas en un momento de nuestra historia hasta aquellas
an vigentes en nuestros das.14
El valle de Viales competa tal vez con un gran nmero de sitios
naturales de otros pases e incluso de Cuba. Pero, en 1999, el momento
era evidentemente propicio para contribuir a la representatividad de
la Lista tanto en la incorporacin de nuevas categoras como en el
sentido del balance geogrfico. Y Viales era, sin dudas, un perfecto
ejemplo de paisaje cultural evolutivo de tipo continuo. Resultaba un
magnfico exponente de esa subestimada riqueza sobre la cual se debati ampliamente en la Reunin de Expertos sobre la Aplicacin
de la Convencin de Patrimonio Mundial en el Caribe, celebrada en
Fort de France, Martinica, en 1998, donde se enfatiz la urgencia de
reconocer, divulgar y proteger los sobresalientes valores universales
de este tipo de patrimonio tan significativo, abundante y amenazado
en el rea caribea.15 La justificacin de la inscripcin en la Lista del
Patrimonio Mundial fue entonces la siguiente: El valle de Viales es
un paisaje crsico sobresaliente en el cual los mtodos tradicionales de
agricultura principalmente la cosecha de tabaco han sobrevivido
sin cambios durante varios siglos. La regin tambin conserva una
rica tradicin verncula en su arquitectura, artesanas y msica.16
En este territorio singular se aprecian variados cultivos de viandas,
frutos menores, pastos y forrajes, pero ha predominado histricamente
Cfr. dem.
Elas Mujica Barreda: Paisajes culturales en el contexto de Amrica Latina y
el Caribe. Conceptos, tipologas, casos, implicancias y retos, conferencia en la
Reunin de Expertos Paisajes Culturales en Mesoamrica, San Jos, 23-28 de
septiembre de 2000, p. 23.
15
Cfr. Isabel Rigol: Cultural landscapes in the Caribbean, en The cultural heritage
of the Caribbean and the World Heritage Convention, Editions du CTHS, UNESCO,
Paris, 2000, pp. 259-276.
16
Justificacin de la inscripcin del valle de Viales en la Lista del Patrimonio
Mundial, Marruecos, 1999, en <http://www.whc.unesco.org> [09/06/2004].
13
14
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287
Desarrollo lineal determinado por el camino entre Puerto Esperanza y Pinar del
Ro.
La poblacin hacia 1879 contaba ya con sus principales edificaciones de carcter
pblico alrededor de la plaza como el ayuntamiento, la iglesia, la Sociedad de
Recreo y el hotel (Marcos Serrano: Ob. cit.).
Cubanismo para soportal.
Imagen 3. El portal corrido, a veces interrumpido, en Viales, Pinar del Ro, Cuba.
Son pocas, sin embargo, las funciones a lo largo de la calle, pues la plaza
concentra las principales. Quizs es mejor as, pues el otro foco de actividad, el escondido, es muy interesante. Corresponde a las funciones
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Cfr. Rafael Lpez Rangel: La ciudad iberoamericana de la Independencia a nuestros das, en Manuel Rodrguez Viqueira y Pedro Manuel Ibez (coords.), Ob.
cit., pp. 113-134.
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CIUDAD
Sucre, Potos (Bolivia); Gois, Diamantina Salvador de Baha,
Ouro Preto, Olinda, San Luis de Maranhao (Brasil); Santa Cruz
de Mompox, Cartagena, (Colombia); La Habana, Trinidad (Cuba);
Valparaso, (Chile); Santa Ana de los Ros de Cuenca, Quito
(Ecuador); Antigua (Guatemala); Puebla, Ciudad de Mxico y
Xochimilco, Morelia, Oaxaca, Zacatecas, Guanajuato, Campeche,
Quertaro, Tlacotalpan (Mxico); Ruinas de Len Viejo (Nicaragua); Portobelo-San Lorenzo Panam, (Panam); Arequipa, Lima,
Cuzco (Per); Santo Domingo (Repblica Dominicana); Colonia
de Sacramento (Uruguay); San Juan de Puerto Rico (Estados
Unidos); Santa Ana de Coro y su puerto (Venezuela)
Cienfuegos (Cuba)
De 1979 en adelante
Procesos histricos
Conquista y colonizacin, siste- Sucre (Bolivia); Sao Luis (Brasil); Cartagena, Sta. Cruz de Mompox
mas defensivos.
(Colombia); La Habana, Trinidad (Cuba); Santo Domingo (Repblica Dominicana); Cuenca (Ecuador); Campeche, San Miguel de
Allende (Mxico); Panam (Panam); San Juan de Puerto Rico
(Estados Unidos); Colonia del Sacramento (Uruguay)
Esclavitud
Salvador de Baha (Brasil)
Eventos histricos
Guanajuato (Mxico); Panam (Panam)
Procesos poltico-administativos
Ciudades capitales histricas
Sucre (Bolivia); La Habana (Cuba); Brasilia (Brasil); Quito
(Ecuador); Antigua (Guatemala); Mxico (Mxico); Len Viejo
(Nicaragua); Panam (Panam); Lima, Cuzco (Per); Santo
Domingo (Repblica Dominicana)
Procesos productivos
Minera del oro
Gois, Ouro Preto (Brasil)
Minera de la plata
Potos (Bolivia); Guanajuato, Zacatecas (Mxico)
Minera del diamante
Diamantina (Brasil)
299
Sewell (Chile)
Agricultura
Como se observa en la tabla 1, los procesos productivos, de extraordinaria significacin en la evolucin urbana en Iberoamrica, estn
muy escasamente representados, al ser la minera que corresponde,
fundamentalmente, al periodo colonial la que presenta un cierto nmero de bienes inscritos. Sin embargo, la agricultura y sus productos
apenas se reconocen en las ciudades o asentamientos.
El desarrollo econmico iberoamericano, significativo a nivel
mundial gracias a algunos productos como la carne Argentina, Uruguay, el azcar Cuba, Repblica Dominicana y el caf Colombia,
ha sido considerado en sus inicios, durante la etapa colonial, pero no
en la etapa de la independencia, cuando tiene implicaciones de transformacin cultural.
Como se aprecia en la periodizacin realizada por Lpez Rangel,
las etapas que comienzan a finales del siglo xviii son fundamentales
para la comprensin de la evolucin de la ciudad y en un principio
se caracterizan por intervenciones dentro de la trama urbana. Dichos
procesos no estn representados en la Lista del Patrimonio Mundial,
porque, aunque no se tratara aqu de ciudades ni de centros histricos, s corresponden a lo que podra ser considerado como conjunto
de edificios o sitio y, desde el punto de vista de la significacin, son
esenciales para lograr la representatividad de los fenmenos especficos de la ciudad iberoamericana.
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El marco tipolgico-temtico
Ciudades
Santo Domingo (Repblica Dominicana); Cuenca (Ecuador);
Oaxaca, Xochimilco, Morelia, Campeche (Mxico); Panam
(Panam); Antigua (Guatemala)
Ciencia, tcnica
Materiales y tcnicas locales, proteccin Gois (Brasil); Oaxaca, Morelia (Mxico); Arequipa (Per);
Coro (Venezuela)
Tendencia, estilo
Barroco
Ouro Preto, Olinda (Brasil); Quito (Ecuador); Puebla,
Guanajuato, Zacatecas, Quertaro (Mxico); Cuzco, Arequipa
(Per)
Neoclasicismo
Guanajuato (Mxico); Cienfuegos (Cuba)
Modernidad
Brasilia (Brasilia)
Fuente: Elaboracin propia.
Si se revisa el libro de memorias del Encuentro Cientfico del Subcomit de Ciudades Histricas Iberoamericanas (CIHIB),9 que tuvo
lugar en Espaa, en 2004, se logra identificar un cierto nmero de
temas y ejemplos que podran ser considerados como importantes a
la hora de pensar en el valor universal de los asentamientos poblacionales iberoamericanos. Los temas seran los siguientes: trazado
urbano, inmigracin, ensanches, actividad productiva, respuesta
9
Cfr. CIHIB e ICOMOS: Ciudades Histricas Iberoamericanas. Encuentro Cientfico Internacional, Monumentos y Sitios XIV, ICOMOS, Madrid, 2005.
301
al medio geogrfico, ubicacin geogrfica, modernizacin decimonnica, presencia de lo vernculo, punto de partida para conquista y
colonizacin, papel en la evolucin del territorio, significacin territorial, papel en la consolidacin de la nacionalidad, relacin con otras
manifestaciones culturales, mezclas identitarias, evolucin urbana
como un valor a destacar, modernidad del siglo xx, permanencia
de elementos aborgenes y culturas autctonas, rasgos especficos
arquitectnicos estilsticos o tipolgicos, tecnologa, produccin
agrcola, significacin simblica, personalidades histricas y funciones recreativas.
Desde el punto de vista morfolgico, resulta sin dudas suficiente la
clasificacin de las ciudades del periodo colonial realizada por Hardoy
de la siguiente manera:
1. El modelo clsico, cuyas caractersticas principales son:
trazado en damero;
plaza principal formada por una de esas manzanas sin construir;
plaza mayor rodeada por la iglesia, el ayuntamiento y la
gobernacin o su equivalente;
los lados de la plaza y las calles que nacan de sus ngulos
posean arcadas o estas fueron previstas.
en el frente a las fachadas principales y/o a uno de los lados
de las otras iglesias se dejaba casi siempre una plazoleta.
Como ejemplos que evidencian los rasgos del modelo clsico,
Hardoy cita a las ciudades de Puebla, Lima, Osorno.
2. El modelo regular: estaba integrado por los mismos elementos
que el modelo clsico y sus caractersticas fueron, en lneas
generales, bastante similares. Sin embargo, ni en su trazado
ni en la disposicin de los elementos se observaba la misma
rigidez, lo que muestra, con frecuencia, el origen espontneo
de la ciudad. Los ejemplos ms significativos sealados por
Hardoy son: Potos, Campeche, Cartagena, Veracruz y San
Rafael de Rosas.
3. El modelo irregular: este caso puede apreciarse con claridad en
muchos centros de crecimiento espontneo, especialmente entre
los centros mineros, los puertos, los pueblos de indios y en
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303
El contexto fsico-geogrfico
Las caractersticas geogrficas de Iberoamrica, extremas en muchos casos, variadas siempre, pueden dar lugar a tipologas nicas que
tambin hay que considerar. La planteada por Hardoy aparece aqu
sintetizada, ya que el autor considera subtipologas que, en muchos casos, estn dadas por las caractersticas del emplazamiento.
Estas no son fortuitas, pero s nicas, lo que otorga un valor universal
a varios casos de ciudades iberoamericanas cuyas particularidades
han sido determinadas por el emplazamiento. Esto ha sido reconocido, sobre todo, en las ciudades portuarias fortificadas La Habana,
Cartagena, Portobelo, Campeche (imagen 2) y en aquellas que son la
respuesta a un medio altamente agresivo, como Sewell. No obstante,
se trata de una constante sobre la cual hay que revisar todas las tipologas que se planteen inicialmente a partir del marco histrico y el
temtico. Es decir, el aspecto geogrfico no puede ser un tipo ms,
sino un elemento fundamental que condiciona la unicidad de una
gran cantidad de asentamientos iberoamericanos.
Cfr. Jorge Enrique Hardoy: La forma de las ciudades coloniales en Hispanoamrica, Historia Urbana, n.o 4, Universidad Politcnica de Valencia e Insituci
Valenciana dEstudis i Investigaci, 1997, pp. 99-130.
Carencias
Desde el punto de vista morfolgico hay tres grandes carencias
generales en la representacin de las ciudades iberoamericanas en la
Lista del Patrimonio Mundial: los poblados pequeos, los ensanches,
colonias o repartos; y los espacios urbanos significativos. En el primer
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ngela Rojas
caso, puede incluirse entre los asentamientos ms pequeos; a Tlacotalpan, pero aun as tiene ms de diez mil habitantes y es considerada
una ciudad. Algunos poblados estn contenidos dentro de paisajes
culturales como el de Tequila o el valle de Viales, pero no han sido
identificados e inscritos por sus valores propios, sino como parte de
un sistema superior.
La amplitud del concepto de ciudad, la vieja disquisicin acerca
de la contradiccin ciudad/campo y la prdida del lmite, son fenmenos ms americanos que europeos. Las metrpolis modernas son otro
tipo de ciudad, aunque tambin lo es el extremo opuesto: el poblado;
por lo que los valores son otros y, por tanto, no pueden compararse de
igual manera.
Quizs lo ms llamativo sea las enormes diferencias existentes entre
los centros histricos iberoamericanos y europeos, sobre todo en cuanto
a su relacin con el resto de la ciudad. La nocin de centro histrico es
totalmente diferente. El proceso de urbanizacin de la Europa medieval
dio como resultado una conformacin casi hexagonal del territorio, si
se acepta la teora de Christaller y Lsch, o sea, la idea de una determinada semejanza dimensional y de equipamiento que permite, con
relativa sencillez, definir tipologas. Un aspecto comn es la definicin
morfolgica del centro histrico a partir del cinturn de las murallas
existentes o no en la actualidad en el modelo ms frecuente: la ciudad
de crecimiento radiocntrico, muy pocas veces en damero.
En Iberoamrica el proceso fundacional es diferente y obedece a
itinerarios que iban produciendo el dominio territorial sobre la base
de la simbolizacin del poder poltico-militar-religioso, por una parte;
y la adecuacin tanto a la funcin especfica como al contexto fsico y
social, por la otra. No debe olvidarse que las culturas sobre las que se
implanta la iberoamericana eran, en varios casos, tan desarrolladas o
ms que la europea; tampoco la importancia de la defensa contra todo
tipo de enemigo: la poblacin autctona, los corsarios, los piratas y las
naciones extranjeras como Inglaterra y Francia. Todos estos factores
determinan que, para llegar a establecer las carencias en la representatividad, haya que definir primero las particularidades de la historia
americana.
Tanto los ensanches como los espacios urbanos significativos
corresponden a las etapas de transicin de la Colonia a la Repblica o
a diferentes periodos de esta ltima y, a pesar de no ser propiamente
ciudades ni centros histricos, pueden tener una importancia extraor-
305
dinaria en la conformacin del carcter de la ciudad e influir notablemente en su identidad. En algunos casos, es posible considerar que
poseen valor excepcional universal. Lo mismo ocurre con los suburbios, donde se muestra, quizs en su forma ms evidente, la influencia
norteamericana dentro de las especificidades del subcontinente.
Por ltimo, hay que mencionar el llamado barrio tradicional,
que s ha sido reconocido en los ejemplos europeos, pero no en el caso
iberoamericano. Son quizs lo ms difcil de delimitar y, en muchos
casos, han perdido integridad, pero esos barrios constituyen la masa
que conforma las ciudades y donde se evidencian con ms claridad las
tradiciones y la cultura popular.
Lgicamente y a partir de la base de que es imposible separar los
conceptos de lo material y lo intangible, habr que considerar
en las ciudades todos los espacios que albergan o transmiten la significacin de la tradicin, tanto desde el punto de vista funcional como
morfolgico.
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Islas en la corriente
307
En busca de un procedimiento
Para definir el marco abarcador y perfecto que dara como resultado los
espacios sin representacin, habra que partir del condicionamiento histrico del que se deriva la funcin originaria de la ciudad, pero tambin
de aquellos aspectos de orden histrico-cultural que caracterizan
una determinada etapa y que influyen, y hasta condicionan, las funciones y la morfologa de las ciudades. Estos aspectos dan lugar a los temas
significativos en cada momento y, a su vez, de acuerdo con el condicionamiento geogrfico, propiciaran diferentes soluciones morfolgicas
que pueden ser organizadas segn una tipologa.
Lo anterior sera un trabajo cientfico en extremo valioso, pero
demasiado extenso en el tiempo. Es por ello que, en la tabla 3, se ha
partido de la periodizacin referida con anterioridad y se ha comparado
con aquellos temas que de ella se derivan, sobre la base de subrayar las
particularidades que hacen que nuestras ciudades difieran de sus homlogas en otras partes del mundo. Los tipos morfolgicos detallados no se
han trabajado, pues esto constituir un dominio extraordinariamente
vasto para los objetivos de la investigacin.
A continuacin, se expondrn algunas consideraciones acerca de
los procesos o hechos que dan lugar a temas significativos. Estos incluyen tanto la aproximacin tipolgica como la funcional. Para ilustrar
los temas se han utilizado ejemplos, muchos de los cuales son cubanos, por el simple hecho de la facilidad para obtener informacin,
pero sus esencias pueden darse en otros lugares de Iberoamrica. No
se pretende demostrar el valor universal de los ejemplos, sino llamar
la atencin acerca de casos interesantes que muestran la extraordinaria riqueza de un patrimonio que, si se estudia con profundidad, se
descubre dbilmente representado.
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De 1979 en adelante
Leyenda
R = representado
PR = poco representado
NR = no representado
MPR = muy poco representado
Fuente: dem tabla 1.
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[...]
313
Mara Isabel Navarro: El Camino Real Intercontinental, en Mara Rosa SurezIncln (comp.), El patrimonio intangible y otros aspectos de los itinerarios culturales, CIIC, ICOMOS Espaa, Pamplona, 2002, pp. 304-333.
Imagen 3. Camino Real de Tierra Adentro en su paso por San Miguel de Allende, Mxico.
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las formaciones rocosas ya mencionadas. Este caso, como otros, muestra la complejidad de la estratificacin urbanstica o territorial, ya que
en dichas dimensiones aparecen variables diferentes a lo que sucede en
el caso de los monumentos.
Los ejemplos anteriores son muestras de una complejidad territorial cuyos significados y valores no estn determinados solo por los
bienes independientes, sino tambin por su relacin con otros, como
parte de un itinerario cultural o como un sistema o serie. No se han
descrito todos los casos posibles; simplemente, se han expuesto ejemplos que sirven para llamar la atencin sobre el problema, con el fin
de demostrar que el asentamiento urbano iberoamericano, si se evala
a partir de sus vnculos territoriales, no responde nicamente a las
tipologas descritas en la bibliografa sobre el tema.
Hay tres etapas histricas en el desarrollo de la produccin azucarera en Cuba: dos de ellas pertenecen al periodo colonial y la
ltima al siglo xx. Fue un proceso dinmico, fsicamente expresado
por las plantaciones de caa, los caminos y vas frreas, los ingenios y
centrales azucareros, pueblos y ciudades, almacenes, puertos y, por supuesto, rutas sobre el mar. Asimismo, este tipo de produccin gener
otras industrias, como la del ron. Propietarios y gobiernos crearon un
gran nmero de nuevas ciudades como Cienfuegos,13 Crdenas, Sagua
la Grande y Guantnamo14 (imagen 5). Y tanto el territorio como la
cultura se transformaron drsticamente:
Cuando los primeros trapiches de caa funcionaban en las Antillas, no haba
todava en Europa lo que se puede llamar fbricas. Y cuando las poderosas
plantaciones del siglo xvii operaban en las islas, no existan fbricas de una
magnitud comparable en Europa [] Las plantaciones eran empresas que
combinaron sectores agrcolas e industriales, y operaban en conformidad
con un horario difcil y exigente. Es decir, la plantacin de esos siglos era
una empresa muy moderna, y el proceso desarrollado en las Antillas ya
haca muchos siglos era, entre otros, un proceso de modernizacin.15
Como se ha expresado anteriormente, las funciones posteriores a la primera etapa de las ciudades iberoamericanas estn poco representadas,
algo que ocurre tambin en el anlisis realizado en Filling the gaps.
Las primeras razones que motivaron la creacin del sistema de
asentamientos en Iberoamrica conquista y defensa, extraccin minera, economa de subsistencia, evangelizacin fueron dando paso
a otras necesidades que, en general, mantuvieron las caractersticas
morfolgicas, salvo las derivadas del crecimiento en extensin y el
mejoramiento fsico de las poblaciones. El desarrollo econmico
del siglo xviii, en el que se fueron produciendo modificaciones en dependencia de las capacidades productivas de los diferentes territorios,
trajo como resultado, junto a algunas particularidades de tipo poltico,
la aparicin de nuevos asentamientos, pero en cantidades inferiores al
proceso de urbanizacin inicial.
En el siglo xix tiene lugar un acelerado proceso de creacin de complejos agroindustriales caracterstico en el caso concreto de Cuba,
como producto del enorme desarrollo de la industria azucarera, la cual
origina, como resultado directo, el batey, asentamiento autosuficiente
creado para la importacin y exportacin y que, segn Prez de la Riva,
es en realidad una clula capitalista de gran intensidad.12
12
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El batey de la etapa esclavista tiene alrededor de quinientos habitantes y, aparte de las viviendas de los trabajadores, las otras edificaciones
domsticas de importancia son la casa del mayoral y el barracn de
esclavos. La presencia de la mano de obra africana posibilit la construccin masiva en piedra, que caracterizar no solo a las edificaciones
del asentamiento, sino tambin a las cercas que limitaban las propiedades y que, presentes an hoy en muchos sitios, expresan claramente
la forma histrica del territorio.
Cuando entre 1830 y 1840 se produce la mecanizacin de la industria azucarera y aparece el ferrocarril, los bateyes se modernizan
paralelamente a la propia produccin. El batey de influencia norteamericana ser entonces un poblado modelo, lujoso, con iglesia, hotel,
parques y jardines. Es un mundo social aparte, donde a una alta calidad arquitectnica y urbanstica se une la evidencia de una marcada
segregacin social.
La presencia norteamericana en el siglo xx produce la culminacin
de la evolucin del batey azucarero. El batey del central Cunagua, hoy
Bolivia, fue construido en 1916 y constituy el primer ejemplo de su
tipo totalmente electrificado. Se caracteriza por una arquitectura donde predominan las edificaciones construidas con el sistema balloon
frame, importado de Estados Unidos, y en las que se muestran trabajos
ornamentales y de detalle realizados en madera: Se destacan en este
sentido el trazado cuadricular con un amplio parque central, calles
arboladas y jardines, la estratificacin clasista en el ordenamiento
general y en la composicin de los edificios. Se destaca tambin en esta
urbanizacin la dotacin de servicios que responde a la planificacin
de una pequea ciudad.16
319
Cfr. Isabel Rigol, Suraimy Astorga Fernndez, Jitsy E. Gil Viant y Frank de la Rosa
Figueredo: Rehabilitacin y reutilizacin del patrimonio industrial del conjunto
batey-central Camilo Cienfuegos, antiguo Hershey, Trabajo de Curso de la asignatura Teora e Historia de la Conservacin, Facultad de Arquitectura Instituto
Superior Politcnico Jos Antonio Echeverra (ISPJAE), La Habana, 2006.
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Cfr. ngela Rojas, Obdulio Coca Rodrguez y Mara Victoria Zardoya Loureda:
La ciudad de La Habana. La ciudadela habanera, en Jos Ramn Soraluce Blond
y Roberto Lpez Machado (eds.), La casa cubana. Colonia y eclecticismo, Servizo
de Publicacins, Universidade da Corua, 2005, pp. 101-119.
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La ciudad de la Independencia
19
Citado por Eliana Crdenas: Jos Mart: arquitectura y paisaje urbano, Editorial
Letras Cubanas, La Habana, 1988, p. 123.
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Debido a esto, es necesario reconocer que la ciudad posterior a la Independencia es distinta a la anterior e igualmente significativa, por lo
que debe ser reconocida en su valor intrnseco y nunca como una transformacin negativa de la del periodo colonial. A los efectos prcticos, si
se piensa en una nominacin a la Lista del Patrimonio Mundial, lo ms
difcil pero imprescindible ser la delimitacin de los territorios urbanos que poseen valor universal. El caso de Buenos Aires ilustra este
problema: el valor histrico y paisajstico de la ciudad, de los barrios y
los centros que la conformaron a lo largo del tiempo es innegable, pero
no es la ciudad en su totalidad, sino determinadas partes de ella, estn
o no unidas.
Otro caso complejo es el de La Habana que, a pesar de su deterioro,
es quizs la capital iberoamericana con mayor integridad y autenticidad. Diferentes estudios realizados han llegado a la conclusin de que
El Vedado, ensanche del siglo xix contemporneo con el de Barcelona,
posee un valor universal excepcional (imagen 10). El Vedado comenz
a urbanizarse en 1859. Fue conformado por manzanas de 100 x 100 m, a
partir de una normativa urbanstica que precisaba todos los componentes de la seccin de la calle, el jardn y las separaciones entre edificios,
adems de una organizacin de avenidas y calles arboladas, as como
un sistema de plazas que contribuan a aumentar el carcter abierto y
verde de la urbanizacin. El modelo demostr ser extraordinariamente
flexible, lo que le permiti asimilar, manteniendo la calidad del paisaje
Imagen 10. Casa de Juan Bautista Docio, calle Lnea, El Vedado, La Habana (Cuba, 1880).
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iberoamericanas, al integrar influencias externas y preexistencias ambientales. Mencin aparte merecen las transformaciones modernas de
la escena urbana.
Los pequeos asentamientos se han producido en diferentes pases
como resultado de desarrollos especficos de determinadas regiones. El caso ms amplio de proceso de urbanizacin nacional planificado es el de Cuba, a partir del triunfo de la Revolucin. Esos poblados,
algunos de los cuales experimentaron nuevas tecnologas, presentan
varios ejemplos interesantes dentro de un gran conjunto de soluciones
cuestionadas posteriormente desde mltiples enfoques. Son, sin duda,
huellas y claves de un momento histrico de alcance internacional,
pero a la vez discutibles desde el punto de vista de sus valores.
En Iberoamrica se verifica un nmero considerable de zonas
suburbanas (imagen 12), muchas de las cuales corresponden, por un
lado, al crecimiento de las ciudades y, por otro, a las concepciones
urbansticas de la modernidad norteamericana, por lo que en ellas se
ensayaron modelos de dimensionamiento, estructura de servicios y
tipologas habitacionales que, mientras ponan en prctica las teoras
existentes, permitan observar una interesante variedad de soluciones
en las que se muestran, en muchos casos importantes, creaciones de los
arquitectos modernos que supieron evidenciar en sus obras la identidad
nacional.
Ser en el siglo xx cuando Acapulco, Varadero y Copacabana compitan por la primaca como destino de playa de toda Amrica, la
primera con origen en el periodo colonial, cuando tuvo importantes
funciones como puerto del Pacfico; la segunda con una expresin
romntica, caracterizada por la presencia de la arquitectura de
madera hasta la incursin de la modernidad a principios de la dcada
de 1950; y la tercera como parte del extraordinario paisaje que es Ro de
Janeiro. Otro ejemplo, tambin caracterizado por hermosas casas
de madera, es Puerto Plata, en Repblica Dominicana.
El desarrollismo y la incomprensin de los valores identitarios, unido a la fragilidad de los materiales de construccin, han transformado
mucho las playas de Iberoamrica; lo que es lamentable, ya que constituyeron hermosos ejemplos de paisajes culturales de valor universal, a
21
331
Cfr. Isabel Rigol y ngela Rojas: Entre nostalgie et sauvegarde, les huauts et les
bas de La Rampa, Larchitecture daujourdhui, n.o 350, Paris, enero-febrero,
2004, pp. 54-63.
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333
Roberto Segre llam al kitsch arquitectura de apetencias insatisfechas,22 pero ese ttulo contiene un rasgo aplicable no solo a este estilo,
sino en general a toda esa intencin de deslumbrar que caracteriz gran
parte de las realizaciones urbansticas y arquitectnicas posteriores a la
Independencia americana.
Como sucede tambin y sobre todo en Estados Unidos, es
necesario considerar el kitsch tambin a la hora de evaluar el patrimonio urbano y arquitectnico. Y no precisamente a travs de la
crtica a lo kitsch, sino en el reconocimiento de que un buen nmero
de realizaciones americanas se expresa mediante el falso oropel,
la copia descontextualizada, la minimizacin caricaturesca de los
detalles, pero siempre con mucha gracia, extravagancia y sentido del
humor.
Es un kitsch que, ms que causar menosprecio, constituye un
antecedente de la posmodernidad, en parte impuesto, primero, por
los artistas y otros personajes de principios del siglo xx, y luego, con
ms vehemencia, por las pelculas de Hollywood y la propaganda
norteamericana que se mezclaba con la tradicin. Este hecho, en vez
de daar irremediablemente el entorno visual, produjo, al ser asimilado por una sociedad ya definida en su identidad, una nueva realidad
interesante y valiosa (imagen 13).
En definitiva, es un tema complejo del cual no escapa ningn pas de
Iberoamrica y que merece, al igual que en otras manifestaciones
del arte como los boleros y el cine, que sea reconocido en la ciudad
y la arquitectura.
22
Imagen 13. Entre el art dco y el kitsch, casa de madera en Guantnamo, Cuba.
Las metrpolis
Las metrpolis son las ciudades ms complejas y no pueden ser olvidadas porque algunas de ellas ocupan un lugar muy alto en la cultura
universal, no por lo que han conservado de los tiempos de la Colonia,
sino por su gran conjunto, pues, cuando lo han logrado, constituyen
lecciones de una historia de siglos.
Buenos Aires, Montevideo, Ro de Janeiro, La Habana, no son
solo bellas: son espectaculares, aunque ese trmino podra justificar el considerarlas nicamente como paisaje, y no lo son. Son
ciudades en las que no puede hablarse de un centro histrico y
una periferia, sino de una sucesin de zonas, articuladas o no, de
altsimo valor, y en las cuales el paisaje puede desempear un papel
extraordinario, pero no constituye su nico valor, como es el caso
de Ro de Janeiro.
Tienen tambin un papel simblico en la historia de la humanidad,
al formar parte del imaginario colectivo, no solo de sus habitantes o
visitantes ocasionales, sino de una gran parte de la poblacin de otras
latitudes. Desde el punto de vista de su significado, el valor universal
de algunas metrpolis debera ser reconocido, aunque la descripcin
e identificacin de los criterios valorativos sea una tarea sumamente
compleja.
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Temas atemporales
Los smbolos del poder
Iberoamrica se ha caracterizado por la expresin evidente y dramtica de los smbolos del poder: el colonial, el de los caudillos, el de las
dictaduras, incluso el de las ideas modernas. Algunos hechos terribles,
cercanos en el tiempo, son demasiado duros para recordarlos, pero lo
lejano dej algunos espacios que habra que estudiar como fenmeno
socio-cultural, con soluciones urbansticas que, al igual que algunas
obras del fascismo italiano, son cuando menos lecciones de comunicacin visual de una ideologa.
Un ejemplo nico en el pas es la ciudad de Ciego de vila, fundada a finales del siglo xix y estrechamente vinculada a la defensa del
territorio por parte de la Corona espaola. Es el lugar de Cuba con
mayor longitud relativa de portales galeras porticadas a lo largo de
las calles, lo que se deba a la necesidad de construirlos para poder dar
albergue a las tropas.
En La Habana es muy interesante, dentro de su grandiosidad fascistoide, la intervencin urbanstica de la actual plaza Finlay de Marianao, conjunto realizado en el estilo monumental moderno, diseado
en 1944 por Jos Prez Benitoa con elementos art dco. Si bien no se
trata de una ciudad, ni siquiera de un barrio, la composicin clsica del
conjunto, del que forma parte un eje hacia el campamento militar
de Columbia, articula la zona y contribuye a dar coherencia a esa parte de la ciudad, independientemente de la agresividad comunicativa.
Tambin integran visualmente el entorno los edificios monumentales
de la rambla de Mar del Plata, donde se ubican obras valiossimas
como el casino.
Urbanismo vernculo
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Imagen 14. Casa en Poop, en el altiplano boliviano. La ubicacin de la puerta corresponde al significado mtico-mgico.
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La diversidad en el patrimonio
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La potica del frente acutico est expresada en la literatura, la msica, las viejas
postales. Desde el punto de vista urbanstico es interesante el trabajo de Charles
Moore: The edges of the world. An international tour by the shore, en The urban
Eedge. Where the city meets the sea, California State Coastal Conservancy, Kauffmann, Los Altos, 1985, pp. 12-14.
Por ejemplo, el Festival Marketplace, introducido por James Rouse (cfr. Joaqun
Casariego et al.: Ob. cit., p. 28).
Ejemplos conocidos internacionalmente son el parque de Coney Island Park y el
paseo tablado de Atlantic City.
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Las caractersticas de la gestin para el desarrollo de las inversiones tambin han sido diversas. En Estados Unidos se ha realizado
mediante agencias paraestatales con la totalidad de la iniciativa y la
representacin gubernamental.5 Este modelo fue asumido en el caso de
la zona portuaria (Docklands) de Londres mediante un cambio de la
legislacin urbanstica amparado por el gobierno conservador a partir
de 1979 y expresado en el llamado planeamiento a la demanda, que
gener un proceso de gentrificacin muy controvertido.6 Conflictos
semejantes se han producido en otros casos, como el de Montevideo y
Hamburgo,7 y podra ocurrir en Las Palmas de Gran Canaria, al estar
propuesto el desarrollo de un rea en La Isleta, zona tradicional
ocupada por una clase media baja. Rotterdam y Barcelona, segn Casariego, constituyen ejemplos de armona entre los intereses pblicos
y privados.8
En Barcelona y Sevilla la transformacin de la franja portuaria
estuvo unida a dos grandes eventos internacionales: las Olimpiadas de 1992 y la Feria Internacional, respectivamente, lo que situ
a ambas en la ansiada categora de Ciudad Mundial. No obstante, la
reutilizacin posterior de la isla de La Cartuja ha sido muy criticada,
sobre todo por no haberse logrado una animacin verdadera, ni una
real integracin a la estructura funcional de la ciudad.
La expresin lograda en los puertos ha sido de carcter diverso, a pesar de la coincidencia casi general en cuanto a funciones y usos. Desde
el punto de vista esttico, se ha ido produciendo paulatinamente una
modificacin del gusto que implica la aceptacin del edificio feo,
duro, sobrio, unida a una nueva asimilacin de las mquinas y las
obras de ingeniera. Es como un revival de la esttica fabril, no ya como
modelo a seguir en la nueva arquitectura, sino en la rehabilitacin.
Se trata, en definitiva, de un nuevo expresionismo, en algunos casos
suavizado, como en Puerto Madero y algunos ejemplos de Rotterdam.
5
6
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La relacin morfolgica con la ciudad tambin es variada y depende, entre otros motivos, de factores topolgicos. Barcelona y
Las Palmas, al igual que Santa Cruz de Tenerife y otras, han desarrollado linealmente la transformacin del frente martimo en
una gran extensin, por lo que la variedad se va articulando con la
morfologa urbana. Kop Van Zuid, en Rotterdam, est mucho ms
aislado, pero su misma concepcin de frialdad volumtrica guarda
absoluta semejanza con el centro de la ciudad.
En algunos casos, el puerto viejo es muy pequeo respecto al
total del territorio urbano, por lo que el xito de su refuncionalizacin
depende en gran medida de cmo se logre la vinculacin con el
sistema de centros actual. Por ejemplo, Colonia y Puerto Madero
lo logran por la cercana a otros componentes significativos de la
estructura urbana tradicional. En relacin a este ltimo, al igual
que en Toronto, el sistema verde desempea un importante papel
en el logro de la articulacin. La ra de Bilbao ha evidenciado un
proceso articulatorio entre smbolos no concluido an, pero que
abarca componentes de una significacin extraordinaria, como
sucede con el puente de Vizcaya y el Museo Guggenheim.
La diversidad ha signado por igual la actitud respecto a la conservacin del patrimonio. En la mayora de los ejemplos, la refuncionalizacin ha estado basada en la puesta en valor de edificaciones
no paradigmticas del siglo xix: industrias, almacenes, estaciones de
ferrocarril. Puede suceder tambin que los criterios de rehabilitacin arquitectnica han sido muy sobrios y respetuosos de la
autenticidad Museo del Deporte, en Colonia, y puerto de Lisboa;
o que haya primado la tendencia de moda, como el Museo de la
Ciencia y la Tcnica, en Las Palmas, donde un gran bloque de vidrio
reflectante anula el almacn neoclsico que lo soporta.
Es preciso sealar que no todos los almacenes se han rehabilitado y esto es indicio de que el motivo principal para su refuncionalizacin no ha sido la conservacin en s, sino la razn
econmica, la funcional o incluso la moda. En muchos casos han
sido respetados los edificios protegidos por la ley, pero las soluciones urbansticas varan, desde convertir el edificio histrico en el
centro de la composicin el ya citado conjunto de viviendas de
Hans Kolhoff, en Amsterdam, hasta la yuxtaposicin implacable
de las torres junto a los pequeos exponentes del pasado, que es lo
ms frecuente.
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como casas de vacaciones y los alquilan el resto del ao. Los viejos
residentes se mezclan con los nuevos propietarios locales y con los forneos, muchos de ellos turistas. Debido mayormente a su excepcional
localizacin junto a la playa, el precio promedio del metro cuadrado de
propiedad en La Barceloneta es hoy de alrededor de 4 500 euros, ms
alto que en el conjunto de la ciudad. Se espera que se convierta en uno
de los distritos de moda en Barcelona.
La impresionante Villa Olmpica, construida tambin en el propio
frente martimo con el fin de alojar a los atletas durante los Juegos
Olmpicos, se ha convertido en otra zona fundamental de la ciudad
dominada por dos grandes torres, una marina y agradables restaurantes, bares y cafs. La costa frente a ella se rellen con arena importada
con el fin de crear una playa.
Poble Nou, una zona del frente acutico barcelons, prxima a la
Villa Olmpica y a la famosa playa de Marbella, ha sufrido grandes
transformaciones. En este sector, caracterizado por sus edificios
industriales del siglo xix, se ha desplegado una fuerte operacin de
redesarrollo destinada a un moderno enclave de tecnologa informtica. No obstante, dispone de una rambla peatonal arborizada, con
agradables cafs cuyo ambiente rememora an los tiempos en que
Poble Nou no era ms que un poblado en las afueras de la ciudad. El
cambio ha sido notable en un rea antes degradada y ahora revitalizada. Muchos artistas y diseadores se han instalado en Poble Nou,
y han redescubierto varias instalaciones abandonadas. Pero, a pesar
de que la ciudad era propietaria de buena parte del suelo, un nmero
considerable de propiedades fueron vendidas a desarrolladores, compaas constructoras y grandes corporaciones. En consecuencia, se ha
producido un alto grado de elitizacin. Muchas familias tuvieron que
emigrar y pequeos comercios cerraron.
Con motivo de la celebracin del Frum de las Culturas en 2004,
tuvo lugar la transformacin urbanstica de ms de doscientas
hectreas entre la Villa Olmpica y la desembocadura del ro Bess,
donde la importante arteria barcelonesa conocida como Diagonal se
encuentra con el mar.2 El costoso conjunto urbano est presidido por
el voluminoso y espectacular edificio Frum de los arquitectos suizos
Herzog y de Meuron, de forma triangular y voluminosa presencia.
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impulsado en los treinta, cuando se sane y se hizo una labor paisajstica en las riberas. En 1968, con motivo de una feria internacional, el
paseo tuvo un enorme xito y prosper la idea de su puesta en valor.
Hoy en da, es un agradable sitio bordeado por rboles donde abundan
los restaurantes, en especial los de tradicin mexicana, tan difundida
en esta regin, los cafs al aire libre, los variados comercios, as como
galeras de arte, tiendas de antigedades y otras funciones dispuestas
a ambos lados de la va fluvial. Grandes hoteles como el Marriott o el
Hilton se han instalado en el Riverwalk. Una de sus mayores atracciones es un anfiteatro al aire libre, con un escenario flotante donde se
efectan conciertos y recitales en los que no es raro escuchar algn
mariachi que testimonia el predominio y continuidad de sus races.
El paseo dispone de un simptico y eficiente sistema de transporte a
modo de barcazas de fondo plano y alegres colores.
El Tmesis ha sido siempre una parte integral de la vida mercantil e industrial de Londres. Pero solo en los ltimos quince aos, ms o menos, es
que ha recuperado su importancia como enclave social. La gentrificacin
y el continuo desarrollo, no solo de los Docklands y del Canary Wharf,
sino tambin de todo el South Bank, donde la mayor parte de las cosas
nuevas y atractivas estn ocurriendo, han colocado al Tmesis de nuevo
en el centro de la vida de Londres.6
Mark Bittman: On the Thames where food matches the view, The Seoul Times,
Sel, february 27th, 2006, en <www.theseoultimes.com> [14/10/2006].
Se trata de un lugar de encuentro, con una intensa vida diurna y nocturna que produce grandes beneficios econmicos a la ciudad de San
Antonio. Una entidad local, la Sociedad de Conservacin, se dedica a
la compra-venta y restauracin de edificios. Las ganancias obtenidas
se emplean en continuar la conservacin del conjunto. Este grupo
hace planeamiento, cobra impuestos, controla la calidad ambiental y
organiza concursos, entre sus muchas tareas. La llamada Autoridad
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del Ro San Antonio controla la actividad del paseo del ro y su mantenimiento sistemtico.
El paseo, de dos millas de largo, es un modelo de desarrollo urbano
inteligente. Los resultados logrados con la actividad y animacin de
este sitio colocaron a San Antonio en la palestra internacional.
A inicios del siglo xix Baltimore era la tercera ciudad en los Estados Unidos, con un puerto estratgico en la baha de Chesapeake que rivalizaba
con el de Nueva York. Sin embargo, a mediados del siglo xx la ciudad
se encontraba estancada y su fondo construido se haba deteriorado.
Fue entonces la comunidad empresarial local la que tom la iniciativa
de su rehabilitacin. En 1954, la Asociacin de Comerciantes cre un
Comit para el Gran Baltimore con el auspicio de James Rouse, ms
tarde uno de los desarrolladores ms famosos de los Estados Unidos. El
objetivo fue lograr un plan para la ciudad, aprovechar eficientemente la
mayor cantidad de edificios histricos y espacios valiosos, con el fin de
construir, junto al borde acutico, el complejo conocido como Charles
Center, y crear fuentes generadoras de ingresos. Desde su fase inicial
el plan se vincul a notables arquitectos y se realiz un concurso que
fue ganado Mies van der Rohe frente a otros tan famosos como, por
ejemplo, Marcel Breuer.7
En sus orgenes, el Charles Center comprendi quince grandes edificios que significaron 200 000 m2 de espacios de oficinas, 37 000 m2
para comercios, 600 apartamentos, un hotel, un teatro y 400 espacios
de parqueo subterrneo. Entre todos estos servicios se dispusieron
plazas, parques y jardines. El xito fue enorme, se crearon empleos y
se produjeron grandes ganancias. En aquel periodo, a la ciudad se le
produjeron beneficios por concepto de impuestos sobre la propiedad y
otros rubros, por valor de seis millones de dlares al ao.
En 1956 se cre la Autoridad del Puerto de Maryland para revitalizar toda el rea portuaria y sus facilidades. Ms tarde, en 1963, se
tom la decisin de redesarrollar el rea del Inner Harbor, entonces
muy deteriorada, para dedicarla a fines culturales y recreativos.8
Por otra parte, las funciones de la Charles Center-Inner Harbor
Management Inc., una organizacin no gubernamental financiada
7
8
Cfr. Michael Middleton: Man made the town, The Bodley Head Ltd., Londres,
1987.
Cfr. dem.
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Cfr. dem.
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365
Cfr. Norval White & Elliot Willinsky: AIA Guide to New York City, Three Rivers
Press, New York, 2000.
11
Cfr. dem.
13
10
Cfr. dem.
Cfr. Paul Spencer Byard: The architecture of additions. Design and regulation,
W.W. Norton and Company, New York, 1998.
14
Cfr. dem.
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Como se evidencia, la bsqueda de una ptima calidad en el entorno ha incluido la contratacin de varias de las ms prestigiosas firmas
de arquitectos del pas. Aparte de las consideraciones filosficas que
podran realizarse respecto a las alternativas escogidas para el tratamiento o diseo de los componentes arquitectnicos y urbanos, hay
que reconocer que ha primado una actitud que enfatiza la excepcional
condicin patrimonial del sitio, a la vez que incorpora nuevos diseos.
En tal sentido, esta difiere de algunas de las otras experiencias internacionales, en las cuales han predominado un irrefrenable deseo de
cambio y cierto alarde de creatividad o, tal vez, de poder. Curiosamente,
el South Street Seaport ha resurgido en el reino del capital, pero
al parecer las entidades que protegen ese patrimonio han sido muy
fuertes y han dispuesto de la autoridad necesaria para ejercer su responsabilidad. Este caso aporta particulares lecciones.
La iniciativa portea aprovech la alta calidad de las edificaciones construidas a partir de los modelos fabriles ingleses del siglo xix; dispona de
una amplia superficie de terrenos libres para construir lujosos hoteles,
bloques de apartamentos y torres de oficinas; organiz el plan director con
el fin de mantener el rea independiente de la trama urbana del centro,
definiendo un espacio fuertemente gentrificado, utilizado bsicamente
por los estratos ms adinerados de la poblacin capitalina. O sea, se intent
el regreso al centro urbano de la affluent society, que tiende a radicarse en la
suburbia y en los condominios cerrados de la periferia. Puerto Madero les
ofrece ahora condiciones similares de seguridad, vigilancia, lujo y amplios
espacios verdes, a pocos minutos de la City, donde radican las grandes
empresas y corporaciones transnacionales. Adems, se les ofrece la cualificacin esttica de espacios y edificios, gracias a la participacin de
arquitectos de renombre internacional: Csar Pelli construy dos torres
de oficinas; Rafael Violy est completando el museo de la coleccin Fortabat; Philippe Starck disear apartamentos de lujo en un viejo molino;
Santiago Calatrava inaugur recientemente un elegante puente peatonal.15
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Cfr. dem.
Cfr. Banco Interamericano de Desarrollo (BID): Programa Nacional de Recuperacin Urbana. (UR-0112). Resumen Ejecutivo, en <http://www.iadb.org/exr/
doc98/ apr/ur1094s.htm> [02/06/2006].
369
Cfr. dem.
Ibdem.
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usuarios. Segn el GPEC la finalidad oculta de reubicacin de la terminal de trenes obedeca a la intencin de reducir la demanda de pasajeros
y a una privatizacin embozada del transporte; adems, en los terrenos
de la playa de maniobras, dar rienda suelta a negocios inmobiliarios sin
aparente justificacin tcnica, econmica o legal.21
En febrero de 2005, Desarrollos Urbansticos Fnix S.A. inici
el desmantelamiento de las estructuras del lavadero de coches de
pasajeros de la Estacin Central. Procedi tambin a vender como
chatarra los materiales metlicos y a eliminar los rieles de la playa de
maniobras. Tristemente, se efectu el remate de mamparas, puertas,
portones, adoquines, una caldera y otros elementos remanentes de la
estacin 1. El GPEC expres entonces pblicamente que se trataba de
una vergenza para el pas que, en los ltimos das de una administracin la del presidente Batle, se procediera a realizar semejantes
actos que calificaba como vandalismo oficial.22
Independientemente del mrito de las iniciativas en lo relativo a la
necesidad de recuperacin y puesta en valor de las reas portuarias
degradadas, y de los beneficios econmicos que podan producir a la
ciudad, fueron muy lgicas las preocupaciones de orden social. No
solo el GPEC, tambin otros sectores sociales, polticos e intelectuales
entendieron que las operaciones previstas implicaban la gentrificacin
del rea y una fuerte especulacin inmobiliaria, aparte de los grandes
trastornos en el traslado de pasajeros. Algunas acciones impulsadas
por la municipalidad y organizaciones no gubernamentales se pronunciaron por lograr all el asentamiento de poblacin de menores
recursos, manteniendo la heterogeneidad espacial de Montevideo,
y el derecho de sus habitantes al uso y disfrute de la ciudad.23 El 9
de mayo de 2005 el nuevo gobierno de Tabar Vzquez anunci la
cancelacin del Plan Fnix, la reactivacin de la Estacin Central de
Ferrocarriles General Artigas y la realizacin de un proyecto para
revitalizar el barrio de Aguadas, y asentar all a familias de bajos y
medios ingresos.
Cfr. Estacin Central. Terminal de Trenes, en <http://lfu1.tripod.com/index-7.
html> [14/06/2006].
22
Cfr. dem.
23
Charna Furman: Impactos urbanos de la globalizacin. Las nuevas tecnologas
portuarias y la renovacin de los barrios cercanos a los puertos. Los casos de
Montevideo, Hamburgo y La Habana, en <www.web.bk.tudelft.nl/urbanism/
alfa/RESEARCH/2/furman.htm> [14/06/2006].
21
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372
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Como resultado de la revisin, muy general, de las experiencias mencionadas que podran, por supuesto, incorporar otros casos de estudio,
se puede afirmar que existen ya, en el mundo de hoy, obligados puntos
de referencia a la hora de rehabilitar un frente acutico. Se evidencia que
estos responden a diferentes tendencias, ms renovadoras o ms conservativas. Se comprueba, adems, que muchas operaciones han sido
costosas pero, a la larga, eficientes desde el punto de vista econmico,
que han mejorado y animado notablemente los entornos portuarios o
fluviales abandonados y degradados. Se observa, asimismo, la voluntad
de producir una arquitectura que trascienda el tiempo y que, para alcanzar esto, se emplea con frecuencia a prestigiosos arquitectos o firmas.
A la vez, se manifiesta el latente riesgo de la elitizacin, tan complejo
de solucionar y, en ciertos casos, el hecho de que no siempre ha sido justo
el balance entre renovacin y conservacin del patrimonio heredado.
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Cfr. Jukka Jokilehto, Henry Cleere, Susan Denyer y Michael Petzet: The World
Heritage List. Filling the gaps, an action plan for the future, Monuments and Sites
XII, ICOMOS, 2005.
Cfr. ICOMOS: Carta de itinerarios culturales, Quebec, 2008, en <http://www.
internacional.icomos.org> [05/09/2009].
Desde otro punto de vista, relacionado con el rea temtica de movimiento de personas, Filling the gaps incluye:
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Categoras
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8
Linarejos Cruz: Plan Nacional de Patrimonio Industrial: apuntes tericos y conceptuales, Bienes Culturales, n.o 7, Instituto del Patrimonio Histrico Espaol,
Madrid, 2007, p. 31.
Dolores Fernndez-Posse y de Arnaz: Presentacin del Plan de Patrimonio
Industrial, Bienes culturales, n.o 7, Instituto del Patrimonio Histrico Espaol,
Madrid, 2007, p. 21.
Ibdem, p. 23.
dem.
377
dos ltimas ya han sido explicadas, por lo que faltara hacer algunas
precisiones con respecto al concepto de paisaje industrial.
El paisaje cultural es una categora de patrimonio mundial
identificada desde 1993, y puede ser considerada en casos que no tengan
valor universal, pero que posean las caractersticas que identifican
este tipo de bien. Estos paisajes son bienes culturales que representan el trabajo combinado de la naturaleza y el hombre [...] Ilustran
la evolucin de la sociedad humana y sus asentamientos a lo largo
del tiempo, bajo la influencia de las restricciones fsicas y/o las oportunidades que presenta el ambiente natural y las sucesivas fuerzas
sociales, econmicas y culturales, tanto externas como internas.9
Los paisajes industriales pueden claramente ser incluidos en esta
categora. Cuando la evolucin del proceso productivo que le dio origen
ha finalizado, se trata entonces de un paisaje cultural fsil, mientras
que si mantiene un papel activo en la sociedad, entonces se llamar
paisaje evolutivo. Existe tambin la posibilidad de que un paisaje
cultural de gran extensin lineal abarque una red de transporte.
En la Lista del Patrimonio Mundial hay varios paisajes industriales
inscritos como tales y que pueden ser considerados como los de mayor
valor universal, al menos identificados hasta el momento. Entre ellos se
encuentra el paisaje industrial de Blaenavon, en el Reino Unido e Irlanda
del Norte, inscrito en el ao 2000; el paisaje cultural industrial minero de Zollverin (Alemania, 2000); y el caso ms conocido, Ironbridge
Gorge, inscrito en 1986, cuando an no haba sido reconocida la categora de paisaje cultural, pero que constituye un ejemplo representativo
de paisaje industrial. A ellos hay que agregar el paisaje cultural de
Cornwall and West Devon Mining (Gran Bretaa, 2006), que incluye
instalaciones mineras, portuarias, estructuras ferroviarias y de apoyo,
etctera; donde tuvo lugar el desarrollo del motor de vapor para desage
de las minas, que posteriormente fue el origen del ferrocarril.
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El valor histrico se manifiesta en diferentes formas: la propia historicidad, la relacin con figuras o hechos particulares, y la manera en que
el sitio muestra su evolucin.
El concepto de historicidad corresponde al valor histrico en
su sentido ms amplio, en el que la antigedad mantiene su papel
preponderante y, en gran medida, se relaciona con otros valores, como
la unicidad o la rareza. Es decir, lo ms antiguo tiene el problema de
ser, a la vez, raro o escaso, lo que le otorga un carcter nico. Requiere,
por tanto, proteccin para que los bienes que no abundan puedan
ser conservados como documento. Del mismo modo, ser el primer
caso con determinadas caractersticas en el mundo, en general, o en la
regin, en particular, aadira valor al bien.
Ironbridge, por ejemplo, goz desde el primer momento de
reconocimiento por ser el primer puente de hierro construido en el
mundo. Sin embargo, ese valor de ser el primero ha sido bastante
cuestionado en otros ejemplos. Su importancia est relacionada con
determinado aporte a la historia, o sea, cuando no se trata del hecho
fortuito, sino de que ciertas circunstancias histricas llevaron a que
este proceso se manifestara en el bien patrimonial correspondiente, y
cuando el papel pionero lo convierte en un hito histrico.
Es por ello que, en el caso del patrimonio industrial, el valor histrico cientfico y el histrico-tecnolgico tienen una importancia
aadida relacionada con el aporte cientfico, tcnico o tecnolgico, derivado del hecho histrico que forma parte del desarrollo de esa rama
del conocimiento o de la tcnica. Y resulta ms significativo cuando el
aporte derivado del hecho histrico repercute en otros pases, regiones
o a escala universal.
El valor histrico puede tener su arista cientfica, tecnolgica o social a partir de un hecho concreto, como que el sitio especfico sea, en
s mismo, un descubrimiento o el lugar donde se realiz un descubrimiento. Es decir, el bien concreto que se analiza puede carecer incluso
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Resulta interesante pensar que la historicidad, vista no como antigedad sino como hito histrico, puede responder a una perspectiva
temporal mucho ms corta e incluso a relacionarse con el concepto de
modernidad en su acepcin vinculada al desarrollo. Todo lo anterior
conduce a la paradoja de que, cuando se habla de patrimonio industrial,
lo polmico es ir hacia atrs, no solo considerar lo derivado de esa
modernidad que signific la Revolucin Industrial en Inglaterra, sino
ampliar el horizonte temporal a revoluciones tcnicas precedentes o
diversas geogrficamente.
Dentro del valor histrico habra que aadir el carcter sistmico
de ese valor, presente sobre todo en el concepto de bienes en serie y
en el de itinerario cultural.
Los bienes en serie han sido inscritos en la Lista del Patrimonio
Mundial sobre la base de que pertenezcan al mismo grupo histricoVase criterio vi de la Lista del Patrimonio Mundial: Estar directa o tangiblemente
asociado con eventos o tradiciones vivas, con ideas, o con creencias, con trabajos
artsticos y literarios de destacada significacin universal. (El comit considera
que este criterio debe estar preferentemente acompaado de otros criterios.)
(UNESCO: Properties inscribed on the World Heritage List, Word Heritage Centre,
Paris, 2005, en <http://whc.unesco.org/en/list> [08/10/2005]).
14
Stephen Hughes: World Heritage Science and Technology Expert Workshop,
London, January 21-23, 2008, TICCIH Bulletin, n.o 40, Barcelona, primavera,
2008, p. 10.
13
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Valor social
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constituye a la vez el nico medio de vida de la comunidad. Esa cultura se manifiesta a travs del patrimonio inmaterial que, en muchos
sitios, es uno de los elementos determinantes del espritu del lugar. Se
verifican, sin embargo, otros casos en que se presenta un rechazo por
la poblacin al entorno industrial:
los vecinos de muchas instalaciones industriales ya cerradas siempre han
escuchado que stas no solo afeaban el paisaje, sino que, cuando estaban
en funcionamiento, arruinaban su medio ambiente. Por ello no es fcil
que, de la noche a la maana, puedan cambiar su sentir y considerar como
fundamental para su historia aquello tradicionalmente tan denostado,
con el agravante de que las ms de las veces en aquellas fbricas gastaron
su vida sus parientes por cortos salarios. As, estos vecinos no suelen
derramar una lgrima cuando las antiestticas estructuras fabriles de
su entorno son derribadas y sus solares urbanizados sin que quede rastro
alguno de lo que all hubo.17
El valor esttico
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Es decir, en este sentido podra trabajarse a partir de una valoracin que incluya los rasgos presentes en el bien que se evala y su
correspondencia con la esttica clsica, romntica o moderna, pero,
a la vez, evaluar su significacin en la evolucin de las concepciones,
tanto a lo largo de la historia de la esttica como desde una ptica
contempornea.
Existe, adems, un aspecto de enorme importancia que es necesario
analizar no solo desde la perspectiva histrica o funcional, sino tambin
esttica, y es el relacionado con el paisaje. Independientemente de que
el bien evaluado sea o no parte de un paisaje cultural, la relacin con el
contexto donde se inserta es fundamental por cuanto contribuye a su
significado y carcter distintivo.22 Este anlisis deber hacerse desde
de febrero de 1909, p. 1).
ngela Rojas: Ciudad, agua, puerto, Arquitectura y Urbanismo, n.o 1, 2006,
ISPJAE, La Habana, p. 32
22
ICOMOS: Xian Declaration on the Conservation of the Setting of Heritage
Structures, Sites and Areas, Xian, 2005, p. 2, en <http://www.internacional.
icomos.org> [05/04/2009].
21
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Eusebio Casanelles afirma lo siguiente: La preservacin del patrimonio industrial no se realiza [...] para ser contemplado sino para ser
comprendido. Es un patrimonio didctico lo que significa se ha de
entender la actividad que all se desarrollaba.25
La autenticidad y la integridad estn en funcin del grado de
credibilidad de los elementos componentes del bien cultural. O sea, es
ntegro en la medida que se puede leer o comprender. Es autntico si
se ha sido veraz en los trabajos de conservacin, si no se han realizado
falsos histricos, si son comprensibles las distintas fases o etapas por
las que ha pasado el sitio o bien patrimonial.
Segn el Documento de Nara,26 la autenticidad est dada por
forma y diseo, materiales y sustancia, uso y funcin, tradiciones,
tcnicas y sistemas de gestin, emplazamiento y contexto, patrimonio
inmaterial, espritu, sentimientos y otros factores internos y externos;
pero, en el caso del patrimonio industrial, es importante destacar la
continuidad funcional como rasgo de autenticidad.
Sin embargo, y debido a la rapidez de los cambios que se han
producido en este mbito, resulta muy compleja la evaluacin de la
integridad y la certificacin de lo autntico, ya que la bsqueda del
componente didctico quizs se contraponga a la negacin de la
restauracin, si se siguen al pie de la letra las ideas de Camilo Boito.
Pueden encontrarse ejemplos importantes de obras intervenidas en
pocas pasadas, en las que se hayan realizado reconstrucciones que tal
vez resulten vlidas desde el punto de vista documental.
En muchos casos, la funcin original ha cambiado o ha sido modificada. En cuanto a los puentes ferroviarios, esto ha ocurrido por las
caractersticas del medio de transporte: puentes que fueron para el
ferrocarril han pasado a ser para trenes ligeros o incluso para vehculos
automotores o hasta peatonales. Lo lgico en la valoracin es aceptar
ese tipo de proceso evolutivo, siempre que no entre en contradiccin
con la dignidad del bien patrimonial.
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A partir de lo que ha sido expuesto hasta el momento, las consideraciones generales para la seleccin de puentes de ferrocarril, desde el
punto de vista del valor patrimonial, deberan basarse en los siguientes
conceptos:
Visin en sistema.
Valor testimonial y documental que expresa el valor histrico.
Valor histrico tecnolgico a partir de consideraciones tipolgicas.
Valor esttico.
Patrimonio inmaterial, genius loci.
Integridad y autenticidad.
Valor social actual.
Visin en sistema
391
Ser necesario seleccionar aquellos puentes que representen un determinado tipo constructivo y/o que, dentro de ese tipo, signifiquen el
mayor avance. Por ejemplo, que tengan la luz cubierta, que hayan sido
los primeros de su tipo, etctera. Es decir, es muy importante el que
resulta representativo en este sentido, y en el cual se pueden apreciar
los rasgos caractersticos que lo identifican. El caso contrario es el
que constituye un ejemplar nico y que, por su valor documental, es
imprescindible conservar. O sea: lo ms importante es documentar
la historia de los puentes de ferrocarril con todos aquellos ejemplares
que la expliquen.
Como el proceso histrico que representa este tipo de bien es de
alcance universal, resulta interesante analizar comparativamente
aquellos ejemplos espaoles que guarden relacin con los ms significativos a nivel internacional que hayan marcado el proceso del desarrollo ferroviario. Una estructura tipolgica puede ser la siguiente:
Se incluyen puentes que no son ferroviarios, pero que marcaron pautas desde el
punto de vista de la aplicacin de la tcnica o de nuevos materiales.
31
A pesar de que, como seala Cowan: el diseo adoptado es la reminiscencia de
un arco de piedra (Henry H. Cowan: Esquema histrico de las ciencias de la
construccin, CUJAE, La Habana, 1983, p. 34).
30
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Valor esttico
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Integridad y autenticidad
Cfr. Esperanza Marrodn: De la fascinacin formal a la nostalgia. La ruina industrial en el paisaje contemporneo, ob. cit.
Una vez inventariado el puente, siempre es necesario evaluarlo desde el punto de vista de la integridad y la autenticidad, si se pretende
que tenga valor testimonial y documental; aunque con las salvedades
expuestas anteriormente respecto a la especificidad, en este sentido,
del patrimonio industrial.
En el caso de que se perciba como un accidente dramtico en el
paisaje, o sea, con un valor esttico independiente del patrimonial,
los criterios de integridad y autenticidad cambian, pero solo como
excepcin. Es decir, puede darse el caso de que el valor del puente no
est vinculado con la significacin histrico-tecnolgica, sino que
constituya una obra de arte histrica o contempornea (imgenes
5 y 6).
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Imagen 7. Puente sobre el arco de sillera del primer puente del ferrocarril de Bejucal, La
Habana, Cuba, 1837.
Imgenes 5 y 6. Puente internacional sobre el Mio, Tui (Espaa, siglo xix). Pelayo Mancebo
(ingeniero).
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do, pero de las que an existen referentes fsicos o que pueden ser
recreados la casa de la Cruz Verde, como seal de un recorrido
procesional histrico, la Marcha de las Antorchas y otros. Lo
planteado anteriormente se refiere a trayectos peatonales, aunque
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A modo de conclusin
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Elogio de la humildad*
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Cuando se analiza la ciudadela habanera para buscar en qu reside su
valor, no puede evitarse pensar que uno se halla frente a los caminos
divergentes sealados por las dos cartas de Atenas: el respeto al pasado,
en la primera, y la bsqueda de espacio y condiciones higinicas, en la
segunda. Son dos lneas del pensamiento arquitectnico que durante
muchos aos fueron independientes y solo en la dcada de los ochenta
comenzaron a acercarse.
La primera carta de 1931 y, por supuesto, ya superada se refiere
solo a las obras maestras como objetivo de la proteccin, pero recomienda respetar el carcter y fisonoma de la ciudad, especialmente
en la cercana de monumentos antiguos, donde el ambiente debe ser
objeto de un cuidado especial.1 Por otra parte, la Carta del CIAM
de 1933, expone una posicin antagnica a partir del siguiente planteamiento: Los valores arquitectnicos deben ser salvaguardados si
son expresin de una cultura anterior y si responden a un inters
general [...] si su conservacin no entraa el sacrificio de poblaciones
mantenidas en condiciones malsanas [...] si es posible remediar su
presencia perjudicial con medidas radicales.2 Es decir, se antepone
el bienestar fsico a cualquier consideracin cultural, con una buena
* Publicado en Arquitectura y Urbanismo, vol. XXIII, n.o 2, Instituto Superior
Politcnico Jos Antonio Echeverra (ISPJAE), La Habana, 2003, pp. 28-33.
1
Carta de Atenas, artculo 7, en ICOMOS, Cartas internacionales sobre la conservacin y restauracin, Monumentos y Sitios I, Munich, 2004, p. 41.
2
La Carta del CIAM (Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna) se refiere
a la correspondiente al IV CIAM, que tuvo lugar en Atenas y se conoce como la
Carta de Atenas. La cita es del artculo 67 en Amancio Williams (dir.), Coleccin
Documentos del Siglo Veinte, Editorial Contmpora, Buenos Aires, 1957, [s.p.].
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La va para resolver la contradiccin entre conservacin patrimonial y habitabilidad est determinada por la comprensin de la unidad
entre la funcin utilitaria y la comunicativa, es decir, la conciencia
clara de la identificacin con un patrimonio construido que no es solo
recuerdo o adorno, sino objeto de uso cotidiano, que puede llegar a
disfrutarse, sobre todo, porque existe y debe ser aprovechado, pues ya
ha creado un valor propio, tanto de uso como simblico.
Sin embargo, el principal valor de la ciudadela es histrico, ya
que existe una ntida correspondencia entre esta forma del hbitat
proletario y subproletario y las circunstancias generales y especficas
que lo condicionaron. Puede otorgrsele o no el valor histricoarquitectnico (imagen 1), pero s un valor especfico dado a partir
de la presencia de determinadas tradiciones, usos, costumbres, por
lo que en ese caso trasciende lo netamente histrico para convertirse
en sociocultural.
No se trata de un ejemplo fortuito, sino de un modelo tipolgico caracterstico de la ciudad de La Habana, cuya presencia, sobre todo en
las reas centrales, es tan alta que resulta imposible explicar la trama
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Imagen 2. Ciudadela El Francs (La Habana, Cuba), donde se muestran las alteraciones
kitsch de la fachada.
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Hay algunos ejemplos donde la expresin del acceso posee un empaque casi de palacete, como en Maloja n.o 564, ciudadela construida
en 1916 cuya portada presenta una guarnicin de columnas toscanas
y un arco con la dovela de la clave resaltada; en otros, la presencia de la
ciudadela se oculta totalmente tras una hilera de casas, no ya de accesorias. En estos ltimos casos, se mimetiza con el entorno. Cuando
el acceso es por un pasillo, con o sin accesorias, es frecuente el uso
de verjas y arcos de hierro, cuyo grado de elaboracin se fue incrementando con el paso del tiempo y, por supuesto, en funcin de la
categora de la edificacin. Frecuentemente, el mayor valor expresivo
est dado por la excelente articulacin de la fachada con el resto de la
cuadra. As sucede en Factora n.o 109 y San Rafael n.o 866.
Ahora bien, la valoracin de los elementos decorativos de la ciudadela no debe ser realizada a partir de la comparacin con los ejemplos
paradigmticos, ya que en este tipo tan humilde de vivienda colectiva
no puede hablarse de un verdadero eclecticismo y menos an de un
neoclsico puro. Lo ms lgico es analizar cada elemento, y tambin
el conjunto, por sus propios valores formales y en todo caso establecer
las comparaciones dentro del propio modelo tipolgico.
Por ltimo, debe destacarse que existen ejemplos excepcionales
que poseen altos valores expresivos y resultan un tanto contradictorios en relacin a la correspondencia tan clara entre los factores
condicionantes y el modelo arquitectnico que se da en la ciudadela.
Este es el caso del Palacio Gris, en Zanja y Lucena, de complejidad espacial y dimensiones mayores que el resto de los ejemplos, y heredero
del concepto de la galera techada en lo que constituye una simbiosis
interesante de edificio de viviendas con una expresin proveniente
de una tipologa comercial. En Hospital n.o 611 existe una ciudadela
cuya fachada interior, posterior al zagun, responde con precisin a los
cdigos art dco, sin que esto obedezca a una bsqueda de referencia
al entorno, francamente eclctico. Monte n.o 983, al parecer para
divulgar el negocio de su propietario, es una muestra de la riqueza
expresiva que se puede lograr con el uso de azulejos.
Pero el anlisis de los valores de este tipo arquitectnico no tiene
validez si se asume como un problema de especialistas y funcionarios,
cuando la verdadera razn de conservar o rehabilitar es responder a
una necesidad social. Cualquier reconocimiento de valor debe ser
respaldado por la aceptacin de aquellos que viven en el contenedor
espacial. Este principio no tiene por qu llevar a actitudes populistas,
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sino formar parte del trabajo social en la comunidad, en el que los objetivos de educacin incluyen el dilogo respecto a los valores presentes.
Como se expuso antes, muchas de las transformaciones realizadas por
los propios habitantes, incluso sin asesoramiento, constituyen interesantes ejemplos de ingenio popular que se incorporan positivamente a
cualquier juicio de valor que se realice sobre el inmueble.
No hay dudas, por tanto, de que el primer criterio de la poblacin
respecto a la ciudadela, y respaldado por encuestas realizadas, es el
de rechazo por los problemas de habitabilidad. De esto se deriva que
el objetivo cultural no puede ser restaurar este ltimo rincn de la
ciudad, sino que la ms humilde ciudadela habanera sea conocida y
respetada por sus habitantes, no en funcin de la forma de vida que la
gener ni por sus detalles arquitectnicos, sino por lo que ha aportado
como victoria del hombre sobre la marginacin.
De profundis*
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El patrimonio minero existe aparentemente en una dimensin distinta a la habitual en la conservacin, aunque existe una interesante y
variada relacin entre las minas y los asentamientos urbanos que a ella
responden. Se dan ejemplos de valores formales que, como concepto,
pudieron ser interpretados como una manifestacin de la esttica
de lo feo, pero que pertenecen ms bien a la extraa belleza de lo
oculto o a lo que ha sido llamado lo sublime tecnolgico.1 Estudiar o
simplemente visitar algunas minas valiossimas permite recibir con
la ms absoluta claridad la manifestacin del genius loci. La razn
para que esto ocurra debe buscarse en la inmediatez de la respuesta
fsica a la funcin: las minas son hechos dramticos, reales, objetivos,
sin subterfugios ni adornos que las suavicen.
Quizs pueda sorprender que haya una cierta cantidad de minas
en la Lista del Patrimonio Mundial, o sea, que se trate de un tema que
ha ido ganando reconocimiento desde hace aos, pues, por ejemplo,
las minas de sal de Wieliczka, en Polonia, fueron inscritas en fecha tan
temprana como el ao 1978. Algunos casos, como el conjunto de las
salinas de Arc-et-Senans, diseado por Ledoux, fueron reconocidos
con el criterio i, que se refiere a las obras maestras del genio creador
humano. Tambin ocurri en los casos de Ouro Preto, Ironbridge,
Guanajuato, Rammelsberg, Las Mdulas y las minas neolticas de
Spiennes. Es decir, no debe sorprender que algunas personas hayan
* Publicado en Arquitectura y Urbanismo, vol. XXX, n.o 2, La Habana, 2009, pp.
80-83.
1
Anthony Coulls: Railways as World Heritage Sites, ICOMOS, 1999, p. 2.
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Los procesos histricos dan verdadero significado a los sitios o monumentos, como sucede con los itinerarios culturales, cuyo carcter dinmico y de fertilizacin cultural garantiza la respuesta a la difusin del
propio valor, la excepcionalidad y la diversidad. Segn Surez-Incln:
La ruta del mercurio comprendi histricamente los puntos principales
de extraccin y destino de dicho material y las vas y procedimientos establecidos para su transporte martimo-terrestre, as como los mtodos
descubiertos y empleados para su necesaria y ptima utilizacin en la
explotacin de metales preciosos en Amrica, las subsiguientes rutas de
distribucin de los mismos y su impacto en la economa mundial de la
poca, junto a otros factores de ndole social y cultural.2
DE PROFUNDIS
A partir del siglo xvi, y con el propsito de la obtencin por amalgamacin de plata mexicana, se convirtieron en el primer productor de
mercurio del mundo, lo que continu hasta su cierre definitivo en la
dcada de los noventa. La diversidad marca la significacin de las minas de Almadn, no solo por la importancia histrica de la produccin
del mercurio, los aportes tcnicos y tecnolgicos o la significacin de
sus estructuras subterrneas o de superficie, sino por su papel articulador de los envos de mercurio a Amrica, como parte esencial del
sistema econmico del Imperio espaol.
El paisaje de la comarca de Almadn se caracteriza por un contraste
muy marcado entre los terrenos y formaciones rocosas agrestes, con
zonas de relieve mucho ms suave, correspondientes al bosque mediterrneo o al terreno adehesado. En la mina se destaca el paisaje conformado por las escombreras, caracterstico de esta industria. Tal contraste
paisajstico es parte de la historia con contenido propio, porque expresa
claramente el proceso de la produccin, transportacin y conformacin
de los asentamientos poblacionales, sobre todo en el caso de Almadn.
Las escombreras han sido recubiertas para eliminar la improbable nocividad, pero de tal forma que mantienen la expresin dramtica de los
desechos que fueron acumulndose a lo largo de los aos.
La villa de Almadn (imagen 1) expone en su morfologa la evolucin
histrica siempre relacionada con la mina.
Las minas de Almadn, en la provincia de Ciudad Real, Espaa, produjeron mercurio desde la ocupacin romana de la Pennsula Ibrica.
2
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Imagen 2. Puerta de carros, en Almadn, por donde partan los cargamentos de mercurio
hacia Sevilla.
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Imagen 7. Una de las represas que controlaban el agua para el transporte de madera
hacia la mina de Idria, Eslovenia.
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Isabel Rigol
frecuentemente en las grandes batallas martimas en el Caribe, especialmente aquellas libradas entre las flotas de Espaa, Holanda, Inglaterra y
Francia.3
Dos simples fragmentos entresacados de una biografa de Felipe II evidencian el espritu que anim empresas tan costosas como sangrientas
y significativas para la historia universal: Fue un da feliz para el rey.
Acababa de llegar un gran tesoro de las Indias. Y, ms adelante: le
era difcil comprender que su derecho al Nuevo Mundo se pusiera en
duda.4
Las variadas formas que adoptaron la ofensiva y la defensa entre
las naciones europeas, por ejemplo, el corso y la piratera, tuvieron
un inevitable reflejo en los impresionantes conjuntos fortificados que
todava hoy pueden encontrarse en esta porcin del mundo. Dentro
de esta herencia de incalculable valor, las fortificaciones cubanas se
encuentran entre las piezas claves.
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Centro de gravedad del trnsito entre Espaa y sus colonias americanas desde mediados del siglo xvii, en Cuba se detenan las naves de la
Flota de Indias para avituallarse y esperar a otras embarcaciones, para
luego retornar juntas hacia la metrpoli a travs del canal de Bahamas, cargadas de las riquezas ansiosamente esperadas por la corona.
Piratas, corsarios, filibusteros de todas las nacionalidades, sobre todo
de aquellas en guerra con Espaa, asediaron las costas cubanas desde
inicios del mencionado siglo.5 Y los espaoles tuvieron que defenderse
de aquellos que atacaban en su taln de Aquiles: los tesoros americanos. Durante mucho tiempo la necesidad de defensa determin que
las moles de piedra se impusieran sobre la imagen de las primitivas y
rudimentarias villas existentes.
Ya en 1538, antes de su partida a La Florida, el visionario y aventurero
gobernador de la Isla, Hernando de Soto, ordenaba construir la primera
fortaleza de La Habana. Esta primitiva defensa de planta cuadrada, muros de tapia con pilastras de cantera intercaladas, unos cuarenta y ocho
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El vasto conjunto defensivo que hizo de La Habana una inexpugnable plaza fuerte durante ms de siglo y medio, para nada sirvi ante
el podero de Inglaterra. Las poderosas fortalezas que atemorizaron
por cientos de aos a corsarios y piratas vieron pasar impotentes a los
britnicos que en 1762 acosaron a la ciudad y la tomaron durante once
meses. La Habana fue devuelta a Espaa en virtud de la Paz de Basilea.
El susto no ocurri en vano y, a partir de la toma de La Habana por
los ingleses, la administracin borbnica adquiri una mayor con8
9
Cfr. Roberto Segre: Lectura crtica del entorno cubano, Editorial Letras Cubanas,
La Habana, 1990.
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Por otra parte, en la zona occidental del pas se erigen en ese mismo
ao los fuertes de San Fernando y Reina Amalia, ahora solo vestigios arqueolgicos, en la baha de Cabaas y Baha Honda, respectivamente.
Frustrado el deseo de perpetuar la dominacin espaola, las fortificaciones contra los enemigos internos y externos del poder colonial
quedaron convertidas en recuerdo de un pasado repleto de acontecimientos cuya mayor parte trascendi las fronteras nacionales. Durante el siglo actual, las fortalezas sirvieron de crceles, cuarteles y otras
funciones militares. Se les impusieron innumerables modificaciones y,
pese a esto, el tejido original subsisti. A pesar de las grandes carencias de recursos que sufre el pas, los monumentos defensivos estn
protegidos legalmente gracias a una poltica de preservacin definida
desde hace varias dcadas. Muchas de las fortificaciones se han ido
rescatando y convirtiendo en instalaciones para museos que atraen a
visitantes y turistas. Su funcin didctica es creciente y se desarrolla
no solo en los grandes exponentes como el Parque Histrico MorroCabaa, sino tambin en los ms pequeos. Algunas se han adaptado
para fines gastronmicos como, por ejemplo, las bateras de Los Doce
Apstoles o de La Pastora, en la colina de El Morro, o el fortn de La
Chorrera y el castillo de Jagua, en Cienfuegos. Se han plasmado as
los principios contenidos en la Ley N.o 1 del Patrimonio Cultural de
la Nacin, la N.o 2 de los Monumentos Nacionales y Locales, as como
en la N.o 23 sobre los Museos Municipales. En correspondencia con
los requerimientos de un turismo cultural, se debate sobre las posibilidades e inconvenientes de otorgar funciones hoteleras a algunos
grandes castillos.
En el volumen X de la Enciclopedia Britnica (XI Edicin, Nueva York, 1910), aparece una amplia descripcin de los sistemas de fortificacin empleados hasta fines
del siglo xix, y se hace referencia a los sistemas de iluminacin y a los blockhouses
como defensa apropiada para los puestos sujetos a ataques de caballera.
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La recuperacin de Gibara*
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Gibara (imagen 1) es una pequea ciudad de la costa nororiental de
Cuba, situada junto a la baha de ese mismo nombre. En su territorio
inmediato se levantan las alturas de Maniabn, donde la montaa
conocida como Silla de Gibara sirve a los marinos como seal para la
localizacin del puerto.
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LA RECUPERACION DE GIBARA
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Gibara creci y prosper a lo largo del siglo xix gracias al flujo de los
navos que all cargaban las riquezas de la regin y a los contactos que
su condicin de puerto le propiciaba con el mundo. Desde 1821 la villa
haba sido clasificada como puerto de tercera categora, y se construyeron entonces sus instalaciones portuarias. En esa etapa fondeaban
all embarcaciones de Inglaterra y Espaa, de Estados Unidos y de las
islas del Caribe, que recogan azcar, aguardiente, miel, cera, cueros
curtidos, tabaco, maderas preciosas, minerales y otros productos.
Se fundaron, adems, firmas comerciales nacionales y extranjeras,
oficinas exportadoras, una casa de correos, un cuerpo de bomberos y
peridico. Con una mayora de habitantes espaoles de origen canario, Gibara prospera hacia fines de ese siglo y se perfila su vocacin de
ciudad balneario o de veraneo.
En las primeras dcadas del siglo xx, al perder importancia su
puerto debido a la construccin de la Carretera Central, comienza la
decadencia econmica de la ciudad que, por su lejana, quedar apartada de los otros centros urbanos de mayor jerarqua y, en general, de
todo el pas. Gibara se congela as en el tiempo y, contradictoriamente,
como ocurre muchas veces, debido a la escasez de recursos y a la
ausencia del mal entendido desarrollo, se salva de la destruccin o
de los aadidos modernizantes y arbitrarios que habran agredido su
peculiar imagen.
En los tiempos posteriores a la fundacin, la trama urbana de Gibara, que intent ser regular, se haba adaptado a la sinuosa topografa
ascendente desde el sitio fundacional de la Punta del Yarey, ms tarde
denominado Plaza del Fuerte. Desde esta plaza ubicada junto al mar,
que constituye el espacio ms singular de la ciudad, parten las calles
principales. Se conservan aqu, adems de la batera de Fernando VII,
varias casonas aportaladas como la quinta Da Silva, residencia del
2
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Casi todas las actividades importantes del pueblo tienen lugar en Independencia, la calle principal, antao Real o calle de la Fortaleza. Al
recorrerla se hallar una simptica sucesin de parquecitos y portales.
Un hito fundamental en el trayecto ser el Museo de Ambiente, uno
de los ms relevantes del pas, donde aparecen las ms espectaculares
lucetas de mediopunto y magnficas colecciones de muebles y artes decorativas, atesoradas amorosamente durante aos por Lemus Nicolau,
Historiador de la Ciudad.
Mencin especial merece el teatro donde actuaron Claudio Brindis de Salas e Ignacio Cervantes, y donde recuerda haber dado sus
primeros pasos en las tablas el conocido actor Salvador Wood. Con
sus preciosos interiores de encajes de madera es, a pesar de su avanzado deterioro, un exponente fundamental de los teatros del siglo xix
en la Isla.
El conjunto de fortificaciones que encabeza la batera de Fernando VII se encuentra distribuido en el territorio de la ciudad y abarca
quince fortines adems del Cuarteln, ruina de un edificio inconcluso,
emplazado sobre un terreno alto, devenido mirador.
Gibara no es una ciudad de grandes contrastes visuales ni de sorpresas urbanas. Las diferencias perceptuales ms atractivas son las resultantes de la topografa que hace variar suavemente las perspectivas
de la villa segn est ubicado el observador. Su escala no es en absoluto
monumental o grandilocuente, sino grata, acogedora y tranquila, no
invadida an por el ruido tan frecuente en otras ciudades del pas.
Cuando cae la tarde, se aprecia una atmsfera de rara melancola.
Tal vez se deba a la costumbre de recogimiento de la poblacin a estas
3
dem.
LA RECUPERACION DE GIBARA
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horas. Es, sin duda, uno de esos extraos pueblos que ha descrito
Eliseo Diego en su poesa.
Durante sucesivos viajes exploratorios realizados en 1986, ignorantes hasta entonces de los enormes atractivos que encerraba aquella
hermosa desconocida,4 Gibara se nos revel por primera vez. Arquitectos como Luis Lpidus, Roberto Gottardi, Sergio Ferro y Vctor
Marn, entre otros muchos, pudieron advertir la rara cualidad de aquel
pintoresco pueblo que pareca tan distante del resto del territorio nacional. Y se realizaron propuestas y proyectos para su rescate y puesta
en valor como centro cultural, dentro de lo que entonces se llam
Plan de Desarrollo del Litoral Atlntico Norte. Pensbamos, conjuntamente con las autoridades culturales de la provincia de Holgun y
del Ministerio de Cultura, que la rehabilitacin de Gibara, dentro del
contexto de conjuntos tursticos de la zona, poda constituir una de las
primeras aproximaciones cubanas a la conjugacin armnica entre el
turismo y la cultura, lo que ofrecera un referente fundamental para
la nacin en tal sentido. Se prevea ya, por muchos, que el futuro del
pas estara ntimamente ligado a la industria turstica y queramos de
todo corazn que la cultura, y dentro de ella el patrimonio monumental,
desempearan su papel como receptores tanto de los turistas como de
los recursos que, provenientes de estos, permitieran encontrar una
va sostenible para la preservacin del acervo patrimonial. Entre las
actividades que en aquel momento se desarrollaron con el fin de
promover el rescate de la villa se encontraba el Taller de Ideas para la
Recuperacin de Gibara, que tuvo lugar en marzo de 1988 cuando un
grupo de profesores y estudiantes del Instituto Universitario de Arquitectura de Venecia, en acuerdo con el CENCREM y el gobierno de la
provincia de Holgun, permanecieron all durante dos semanas junto
a sus colegas cubanos realizando mediciones, dibujos y propuestas. Se
demostraba as todo el potencial de reutilizacin y rescate de aquellos
viejos edificios y plazas.
Durante varios aos la provincia y el municipio desplegaron esfuerzos para la rehabilitacin de la ciudad y, como resultado, se recuper la
batera de Fernando VII en la Plaza del Fuerte, bajo la direccin del arquitecto David Delgado, que la convirti en una entidad gastronmica
que, por sus caractersticas y localizacin, resultaba un sitio muy popular. Se inici tambin la compleja restauracin del teatro. Pero poco
4
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Cfr. Eugenio Molinet, David Delgado y Jos Planas: Potencial del componente
natural y cultural de Gibara para el desarrollo turstico, estudio elaborado
para el Programa Nacional de Aguas Minerales y Termalismo, CENCREM, La
Habana, 1995.
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Ibdem.
Cfr. ibdem.
Luis Lpidus: La persistencia de los centros histricos menores en Cuba, en
Memorias de la Reunin de Expertos sobre Pequeos Poblados, Corrientes, 1988,
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Del legado hebreo cubano ya casi nada es muy evidente, debido a las
transformaciones ocurridas en casi cuatro dcadas desde la partida de
la mayora de los judos, y a la asimilacin de los que permanecieron
1
2
Cfr. Ruth Behar: Amrica Jubana, Casa de las Amricas, n.o 205, La Habana,
octubre-diciembre, 1996, pp. 128-138.
En Cuba existi durante mucho tiempo la costumbre de llamar polacos a todos
los judos, as como gallegos a todos los espaoles, y moros o turcos a
todos los rabes.
Cfr. Tania Chappi: Una presencia olvidada, Revolucin y Cultura, n.o 23, UNEAC,
La Habana, 1996, pp. 46-49.
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El trmino kosher, del yiddish kasher, del hebreo, quiere decir adecuado
o ritualmente puro y se aplica a los alimentos permitidos por la Ley Juda. Es
comn que en cualquier ciudad del mundo se encuentren restaurantes o tiendas
de alimentos y bebidas kosher.
El shabbat del hebreo es el sbado o da del descanso. Su observancia implica
varias prohibiciones adems del trabajo, como, por ejemplo, viajar, hacer fuego.
El pesach del hebreo es una festividad de siete das que se celebra en marzo o
abril para conmemorar el xodo de los judos desde Egipto bajo la gua de Moiss.
El purim del arameo conmemora la cada de Hamn y el triunfo de Esther
y Mardoqueo. Se celebra alegremente en el mes de adar, sexto del calendario
hebreo. El yom kippur del hebreo o Da del Perdn, comienza diez das despus de Ao Nuevo Judo y se caracteriza por un ayuno de veinticuatro horas.
Channukah del hebreo es la Fiesta de la Dedicacin, que se prolonga ocho
das y conmemora la victoria de los macabeos sobre los ejrcitos de Antiochus IV,
la purificacin del Templo de Jerusaln y el retorno a la libertad religiosa. En esta
ocasin, se acostumbra encender una vela en un candelabro especial llamado
chanukiah en la primera noche, dos en la segunda y as sucesivamente hasta la
octava noche. Se conoce tambin como Fiesta de las Luces o hannukah.
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El cementerio macabeo
Cfr. Isabel Rigol et al.: Valoracin del edificio de la comunidad hebrea y la sinagoga
Beth Shalom como patrimonio cultural, archivos CENCREM, La Habana, 1996.
Gnesis 3:19, Santa Biblia. Antiguo y Nuevo Testamento, Sociedades Bblicas de
Amrica Latina, 1960.
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Adems de las hoy casi annimas seales de vidas pasadas que pudieran parecernos ajenas, otras entraan una profunda filiacin con
la historia y la cultura cubanas. Ah est, por ejemplo, el monumento
a Nosske Yalov, Bernard Reinhartz, Boris Waxman, Isaac Hurvitz
y Yankel Burstein, los jvenes luchadores judos asesinados por la
15
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mrmol negro, una horizontal y otra vertical, conforman su digno panten. Como expresin de su identidad aparecen grabadas dos estrellas
en la lpida vertical. Una es la Estrella de David, de seis puntas. Otra,
de cinco puntas, es la Estrella Solitaria, smbolo de la nacin cubana.
Sobre la horizontal se inscribe el siguiente proverbio de Salomn:
Bienaventurado el hombre que halla la sabidura y que obtiene la
inteligencia, porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata y
sus frutos ms que el oro fino.18
Una deuda pendiente es erigir el panten que merecera el destacado artista judo de origen rumano Sandu Dari, enterrado en este
cementerio, que adopt a Cuba como su patria y dej una inextinguible
huella en nuestras artes plsticas.
El cementerio macabeo, independientemente de su relativa modestia, es sin duda la manifestacin ms relevante del patrimonio hebreo
cubano. Gracias a las iniciativas del Patronato de la Comunidad
Hebrea de Cuba se han efectuado algunas obras para su preservacin.
Pero todava falta mucho para poder afirmar que se ha salvado definitivamente de la ruina.
Es obligado enfatizar que su prdida sera irreparable no solo para
los descendientes de los primeros judos, unos mil quinientos en el
pas y cuyos mayores reposan aqu, o para los que vienen de lejos para
recordar a sus muertos y decir un kaddish,19 sino como una parte
inseparable de la herencia cultural cubana que aguarda por su pleno
reconocimiento como tal.
Evocando la antigua costumbre hebrea de colocar piedras en lugar
de flores, depositemos all, sobre las tumbas, nuestras pequeas piedras, y hagamos votos por la salvacin de este hermoso pero preterido
rincn de Guanabacoa, de este singular reducto cubano de la ancestral
civilizacin hebrea.
17
Epitafio dedicado a Sal Yeln por sus familiares y compaeros del Instituto Cubano de Arte y Cinematografa (ICAIC).
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los mil rayos de las luces que ardan alrededor de ellas. Varias personas se
hallaban dispersas sobre el piso de la iglesia, muchas de rodillas, con los
rostros vueltos hacia el ara y al parecer entregadas a silenciosa oracin.
Los hombres que no asuman esa posicin se hallaban de pie, o sentados
en bancos dispuestos a lo largo de las paredes; mientras las mujeres
se sentaban en alfombras extendidas sobre el pavimento de piedra, en
diferentes grupos.7
5
6
Cfr. dem.
Carlos Fuentes: presentacin del libro de Fernando Pereznieto, Conventos del siglo
xvi (J. Mortiz, Mxico D.F., 1976). Este texto del escritor mexicano es una breve
pieza literaria donde describe la vida de estas instituciones en Mxico.
Cfr. Mara de las Mercedes Santa Cruz Montalvo, Condesa de Merln: Mis doce
primeros aos, Imprenta de John C. Clark, Filadelfia, 1838.
Cfr. Mara de las Mercedes Santa Cruz Montalvo, Condesa de Merln: Historia de
sor Ins, Imprenta de John C. Clark, Filadelfia, 1839.
477
El interior del edificio tena poco de que gloriarse, tanto en su arquitectura como en sus adornos. Paredes enyesadas como quiera, unas pocas
imgenes de madera y de cera mal ejecutadas, algunas columnas doradas,
y oropel esparcido encima y alrededor del altar, era todo lo que se ofreca
a la vista. No obstante, haba aqu ms devocin aparente que la que se ve
en los esplndidos edificios de Francia o Italia.8
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Martnez Villena y un grupo de jvenes intelectuales que se enfrentaron al fraudulento negocio que el gobierno del presidente Alfredo Zayas realizara con el conjunto conventual. Te contar la historia dulce
de Santa Clara, convento que el Estado un comerciante necio quiso
comprar al triple del verdadero precio, dice el Mensaje lrico civil
del poeta Martnez Villena, que de ese modo inscriba el monumento
en la tradicin potica nacional.
En 1937 visit el convento Zenobia Camprubi, la esposa del poeta
espaol Juan Ramn Jimnez. En su diario escribi: y por primera vez
vi el lugar ms romntico de La Habana, el claustro del viejo convento
de las clarisas, que los domingos es el sitio ms callado y recndito,
muy digno del Viejo Mundo.15
En los aos cuarenta, en la bsqueda de una sede digna y definitiva para el Museo de Bellas Artes, se dispuso por las autoridades su
instalacin en los formidables espacios de Santa Clara, que permitan
generosamente albergar tal funcin. Sin embargo, una lamentable y
ms pragmtica que culta decisin conden el convento a alojar las
dependencias de la Secretara de Obras Pblicas. Los casi cuarenta
aos de dedicacin a este uso le impondran fuertes transformaciones.
Pero Santa Clara pareca insistir en su papel activo en la historia de la
cultura cubana. En 1943, cuando el arquitecto Evelio Govantes uno
de los precursores de la restauracin de monumentos era ministro,
se organiz all una exposicin titulada Cartografa, urbanismo, fotografa y grabados antiguos de Cuba. Preciadas obras pertenecientes a
colecciones privadas fueron prestadas para este fin gracias a la convocatoria del crtico Guy Prez Cisneros.16
En 1960 las oficinas de Obras Pblicas se retiraron de Santa Clara.
Tras un breve periodo de ocupacin por los ministerios de Recuperacin de Valores del Estado y de Bienestar Social, el monasterio se
dedic a almacn de utilera de teatro, talleres y otras funciones ajenas a su condicin monumental. En estas circunstancias, se deterior
aceleradamente y fueron sucesivas las prdidas de su tejido original.
Sobre la base de un proyecto de la Dra. Marta Arjona, directora de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura, asesorado por expertos
15
16
Zenobia Camprubi: Diario 1. Cuba (1937-1939), Alianza Editorial, Madrid, 1991, p. 109.
Cfr. Guy Prez Cisneros: Caractersticas de la evolucin de las pinturas en Cuba,
Ministerio de Educacin, La Habana, 1959.
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Imagen 1. Arcadas del primer claustro del convento de Santa Clara, Habana Vieja, Cuba.
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Imagen 3. Claustro del Marino en el convento de Santa Clara, Habana Vieja, Cuba.
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Imagen 4. Callejn de las Angustias en el convento de Santa Clara, Habana Vieja, Cuba.
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El Mapa de Cuba publicado por Humboldt en 1827 brinda una visin general de
los caminos principales de la Isla (cfr. Alejandro de Humboldt: Ensayo poltico
sobre la Isla de Cuba, t. 2, Cultural S.A., La Habana, 1930).
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3
4
Los recorridos de vacaciones a lo largo del Camino Real fueron parte de los placeres decimonnicos. Cirilo Villaverde lo recoge en su novela Excursin a Vuelta
Abajo (Consejo Nacional de Cultura, La Habana, 1961).
No obstante, por su importancia regional este merece una investigacin posterior.
Cantada por Eliseo Diego en su poema: En la Calzada de Jess del Monte (dem).
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pero en un principio fueron parte del intercambio cultural entre diferentes grupos sociales y etnias. Sobre este aspecto, Mario Coyula e
Isabel Rigol comentan lo siguiente:
Desde finales del siglo xviii y principios del xix se desarroll impetuosamente la economa de plantacin en el oeste de Cuba [] La Habana
creci mucho ms all de sus murallas coloniales, expandindose a lo
largo de varios ejes, entre los ms importantes una va hacia el suroeste
conocida como Calzada del Cerro.
[...]
La Calzada fue extraordinariamente embellecida durante este periodo
mediante la adicin de una columnata que la recorra en toda su extensin y vinculaba muchos de los portales de las mansiones entre s. Erigida
de acuerdo con las Ordenanzas de Construccin de 1861, la columnata
presentaba al transente un dramtico ritmo de luz y sombra.5
A lo largo de los aos, el camino real que una La Habana con otros
puntos de Cuba pas a convertirse en una espina dorsal que modific
5
Mario Coyula e Isabel Rigol: Along the Calzada del Cerro. Rise and fall of
neoclassical Havana, ponencia en evento de ICON, World Monuments Fund,
New York, 2004.
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La primera villa fundada por Diego Velzquez en 1511. Sigui claramente el trazado original del asentamiento aborigen.
Cfr. Esteban Pichardo: Diccionario provincial casi razonado de voces y frases cubanas, novsima edicin, corregida y ampliamente anotada por Esteban Rodrguez
Herrera, Editorial La Habana, 1953.
Juan de las Cuevas Torraya: 500 aos de construcciones en Cuba, Chavn, La
Habana, 2001, p. 164.
497
continuidad desde la arquitectura verncula, pasando por el neoclasicismo, hasta el eclecticismo, mediante un esquema de columnatas
y techos inclinados en los poblados menores, que son un claro rasgo
de la identidad cubana. La Carretera Central es un buen ejemplo de
autenticidad e integridad, ya que fue muy respetuosa con el camino
existente y mantiene la inmensa mayora de los elementos histricos
que se generaron y desarrollaron junto con el itinerario.
Los ms importantes centros histricos a lo largo de la carretera se
encuentran protegidos como monumentos nacionales, lo mismo ocurre con sitios, edificios y otros elementos significativos desde el punto
de vista histrico. En una gran rea atravesada por la carretera, la regin
Habana-Matanzas, se encuentran los principales sitios arqueolgicos,
ruinas y edificaciones vinculados a la esclavitud en Cuba.9 Muchos son
parte del itinerario cultural, ya que el Camino Real fue utilizado para
el traslado de los esclavos. Es necesario subrayar la importancia de la
esclavitud en la cultura cubana, as como la posibilidad de vincular su
patrimonio a la gestin de conservacin de los itinerarios culturales.
La produccin azucarera
Cfr. Nilson Acosta: Los sitios y patrimonios arquitectnicos de la ruta del esclavo
en Cuba, Catauro, ao 2, n. 3, La Habana, 2001, p. 83.
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La carretera de Camajuan
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Cfr. Fernando Ortiz: Historia de una pelea cubana contra los demonios, Editorial
de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
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Cfr. dem.
Cfr. UNESCO: Progress report on the preparation of a UNESCO recommendation
on the conservation of the Historic Urban Landscape, Paris, 2010.
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Cfr. Luis Lpidus e Isabel Rigol: Eclecticismo y continuidad histrica en la arquitectura cubana, ponencia presentada al Coloquio Eclecticismo y Tradicin
Popular, Las Tunas, Cuba, 1986.
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Por otra parte, el conocido arquitecto cubano norteamericano Andrs Duany, quien colabora asiduamente con sus colegas de la Isla, ha
reconocido que las ciudades cubanas siguen siendo magnficas y son
el ejemplo y anhelo de todas las Amricas.8 Ha alertado, asimismo,
que este milagro de ciudades sobrevivientes est en peligro.9 En ese
contexto, el caso ms difcil es precisamente el de la capital. Es cierto
7
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auge en los aos sesenta y setenta, un florecimiento notable en la dcada de los ochenta y una definitiva maduracin desde los noventa.
Las palabras del Historiador de la Ciudad, doctor Eusebio Leal,
ilustran muy bien el importante proceso que tuvo lugar en los aos
ochenta:
Con la declaratoria del centro histrico como Monumento Nacional, en
1978, el inicio de los planes de restauracin en 1981, y un ao despus la
inclusin en la Lista del Patrimonio Mundial, se inici una etapa en que,
no ajenos a una tendencia internacional, veamos el patrimonio cultural y
lo relativo a su salvaguarda, bajo un prisma de mecenazgo, es decir, la necesidad de recuperar los valores heredados en su dimensin sociocultural.
Los grandes monumentos eran restaurados y destinados principalmente a
museos y otros servicios de la cultura, como actividad que los ennobleca
y devolva su prestigio, perdido a lo largo de dcadas de abandono y marginalizacin. Ya ms adelante fuimos incorporando la temtica econmica
en la salvaguarda patrimonial, donde el territorio adquiere la dimensin de
activo econmico capaz de autosustentar su propia recuperacin. Todo ello
ha sido posible a partir de una premisa fundamental: somos nosotros, los
cubanos, los responsables de la salvaguarda de nuestro patrimonio, para lo
cual hemos creado uno de los mecanismos de gestin de la rehabilitacin
ms novedoso, que ha sido reconocido por la UNESCO y el PNUD, como
una va para responder a las expectativas de desarrollo humano directamente vinculado a la proteccin de los bienes culturales, que plantean los
organismos internacionales.10
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inmueble era ocupado antes por una poco atractiva actividad estatal y
aloja hoy importantes entidades como consulados extranjeros, lneas
areas y otras, adems de un restaurante. Con el mismo objetivo se
restaur el edificio Bacard, cono del art dco cubano (imagen 2).
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dem.
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Es que, verdaderamente, el centro histrico de la Habana Vieja resulta ya una experiencia de xito que encamina sus acciones bajo una
profunda preocupacin no solo por la preservacin de su invaluable
fondo edificado, sino tambin por el destino y condiciones de vida de
sus pobladores. Si quizs no todas sus necesidades estn todava satisfechas, ellos disfrutan de excelentes escuelas, instalaciones de salud,
oportunidades de esparcimiento y de empleo. Sobre todo, tienen una
fundada esperanza.13
Frente a las grandes preocupaciones que suscita la situacin del
conjunto completo de la ciudad de La Habana, ojal pudiramos exclamar como Carlos Fuentes: Pars se expande pero no se esfuma.14
Desafortunadamente, lo de La Habana no es caso de expansin, sino
de deterioro y paulatina transformacin que pueden conducir a que
con el tiempo se esfumen sus valores.
Si en Cuba contamos con los recursos intelectuales que permiten
reflexionar sobre la conservacin de los centros histricos y, particularmente, de nuestra extraordinaria ciudad capital; si disponemos de
instituciones fuertes y experimentadas, de escuelas universitarias donde se forman profesionales capaces, no tendremos justificacin si en el
futuro nuestras ciudades y la arquitectura no reflejan, por una parte,
el respeto al pasado, y por otra, lo mejor de su tiempo. La historia no
perdonara que le aadiramos a su repertorio una imagen confusa,
equvoca, globalizada, anodina, perteneciente a cualquier tendencia, a
cualquier cultura o, lo que es peor, a la ausencia de cultura, en la que
no pueda reconocerse un cubano, un caribeo, un latinoamericano.
Porque La Habana, para citar el caso ms cercano, ha asimilado muchas corrientes, pero casi siempre tamizadas por la cultura nacional,
imbricadas con ella, y por eso el resultado que hoy podemos admirar,
a pesar de todo el deterioro acumulado.
Es cierto que, para un pas pequeo, la cantidad de patrimonio que
ha sobrevivido es sorprendente. Pero todo esto que constituye una riqueza invaluable, contradictoriamente se convierte en una verdadera
angustia para las personas involucradas. Cmo preservar ese legado
espiritual y material, imprescindible para la afirmacin de la identidad
nacional pero tambin un recurso fundamental para el desarrollo, es
una tarea de primer orden para las actuales generaciones.
Cfr. Isabel Rigol: Reflexiones sobre las reas histricas, Carta de La Habana,
n.o 3, Grupo para el Desarrollo Integral de la Capital, La Habana, 2005, p. 9.
14
Carlos Fuentes: Urbes, ubres, en Esto creo, Seix Barral, Barcelona, 2003, p. 282.
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Cfr. <http://www.internacional.icomos.org/centre_documentation/index.html>
[04/03/2003].
Cfr. <http:/www.whc.unesco.org> [04/03/2003].
523
el ICOMOS y la Unin Internacional para la Conservacin de la Naturaleza y los Recursos Naturales (IUCN), ha demostrado la extrema
urgencia de que los Estados parte de la Convencin de Patrimonio
Mundial3 mejoren los mecanismos de gestin y manejo de los sitios
inscritos. Y si en muchos sitios de valor universal, sujetos lgicamente
a una mayor atencin por todas las partes involucradas, no existen an,
salvo excepciones, un manejo y una gestin eficientes, menos efectivos
los encontraremos en el resto de las propiedades patrimoniales.
Tericamente, la gestin y el manejo van emergiendo de forma paulatina como asuntos indispensables en el tratamiento de los sitios del
patrimonio y de las ciudades histricas. Pero an se desconoce mucho
sobre la materia y se requiere una formacin constante y sistemtica
dirigida a los tcnicos y a los diferentes niveles de decisin, as como
a la comunidad. Durante la Reunin de Expertos sobre una Estrategia
de Formacin para los Sitios del Patrimonio Mundial, celebrada en
el ICCROM, Roma, en 1996, planteamos algunos aspectos todava
vlidos para esta regin, y ya no solo separar a algunos sitios inscritos
en la Lista, sino a muchos otros que, sin reunir valores universales, son
significativos para los pases y los pueblos:
La cantidad de especialistas, tcnicos y obreros no es suficiente en proporcin con el nmero y la calidad de los sitios
patrimoniales.
El personal formado no siempre se ubica en los lugares adecuados. Muchos ni siquiera trabajan ms en el patrimonio, debido
a la carencia de estmulos econmicos o al deficiente apoyo y
comprensin respecto a su trabajo, entre otras razones.
La mayor parte tiene pocas posibilidades de actualizarse en su
propio pas u otro cercano, debido a que el costo de la formacin
en el extranjero es muy alto. Por otra parte, las becas otorgadas
por los gobiernos, organizaciones y fundaciones son insuficientes y, cuando se otorgan, no siempre se dirigen a los que ms
necesitan la asistencia financiera.
Hay poca bibliografa avanzada en espaol. Los libros y revistas
publicados en el exterior son generalmente costosos. Casi no
existen bibliotecas especializadas en la materia.
3
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A inicios de este siglo se han producido tambin otros importantes encuentros en los que se ha debatido y enfatizado el tema de la formacin
en manejo y gestin. Evidentemente, la gestin cultural y patrimonial
se ha difundido y se suceden numerosos cursos o eventos sobre este
tpico.
En noviembre de 2000, tuvo lugar en Quito, Ecuador, el Encuentro
Internacional para la Formulacin de Entrenamiento en la Gestin
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Hay que aprender a negociar con los actores del nuevo desarrollo. Planificadores y gestores, dentro de las perspectivas que
abre la gestin para la conservacin, se enfrentan al desafo de
interaccionar con nuevos actores econmicamente poderosos:
entidades financieras, inversionistas y operadores de turismo,
agencias de fondos internacionales, empresas de servicios a lo
ancho del mundo, etc. Estos actores estn definiendo, directa
o indirectamente, las estrategias de desarrollo de los territorios
y las ciudades, pero a nivel local se debe aprender cmo utilizar
las oportunidades y crear estrategias slidas para mantener la
especificidad del lugar.
El entrenamiento es una manera de enfrentar los nuevos
y los antiguos desafos de las ciudades de Amrica Latina
en la actualidad. La conservacin puede ser nicamente un
concepto efectivo en el proceso de desarrollo de los pases latinoamericanos, si est bien entendida y aceptada por los sectores ms amplios de la poblacin, polticos, administradores,
intelectuales y, en particular, por la decisin de los hacedores
del desarrollo urbano y territorial.
La parte ms dbil de los programas de entrenamiento
para la conservacin que se llevan a cabo hoy en Amrica
Latina es el dficit en el trabajo interdisciplinario y la escasez
de experiencias en el campo especfico de la gestin para la
conservacin.
Es preciso fijar las bases para crear iniciativas, y reforzar las
existentes, en el entrenamiento de la gestin para la conservacin aplicada al territorio desde perspectivas innovadoras,
para disponer en un futuro prximo de un entorno suficientemente amplio y competitivo, en un campo tan necesario
para el futuro de las ciudades de Amrica Latina. Para lograr
tal propsito es necesario involucrar universidades, institutos
tcnicos, instituciones y organismos internacionales.
En ese encuentro, a la luz de su larga experiencia, Sylvio Mutal propuso
las siguientes metas principales para una estrategia de formacin en
Amrica Latina:
Establecer un syllabus comn para las iniciativas de formacin
basadas en principios reconocidos de formacin.
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Como se puede apreciar, el Programa para el Caribe contiene elementos que perfectamente son aplicables para un sistema de formacin
regional. Hasta aqu he mencionado solo algunos planteamientos y
experiencias sobre las premisas y requerimientos para una formacin
en el manejo y la gestin de los sitios y ciudades histricas, entre los
muchos emitidos en los ltimos aos.
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Imagen 1. McDonalds junto al palacio Massimo alle Colonne, Roma, Italia, quizs uno de
los ms discretos.
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Imagen 3. Aula Antonio Machado en Baeza, Espaa, un buen ejemplo de atmsfera creada.
Imagen 5. Interpretacin con el uso de textos de un sitio de alto significado inmaterial: Las
Rocas Casadas, Japn.
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Juan Ignacio Macua de Aguirre: Turismo y patrimonio, matrimonio de conveniencia, conferencia en el evento de ICOMOS El Impacto del Turismo en el
Patrimonio Cultural, La Antigua Guatemala, 21-27 de octubre, 1996, p. 1.
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simona cultural, pasando por los souvenirs ms o menos autnticos y las diferentes manifestaciones del kitsch. Dentro de toda esa
gama, qu es aceptable y qu no?, qu se puede regular?, qu es
un mal necesario e inevitable?, hasta dnde llega la prctica de la
verdad?
Imagen 6. Mural de cermica en Cabo de Gata, Espaa. Ejemplo un tanto ingenuo pero
efectivo.
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interpretacin responda a una necesidad coherente, no oportunista y, sobre todo, cuando no se pretenda engaar. Es decir, hasta
cierto punto una bsqueda de alegre disfrute mediante lo anecdtico
sera aceptable, siempre que no tergiverse lo verdadero, ni siquiera lo
oculte (imagen 8). Se podra pensar, y de hecho sucede as, en varios
niveles de lectura o de conocimiento del sitio: puede producirse una
aproximacin superficial,8 pero quien la recibe debe estar consciente
de ello.
Imagen 8. Vagn mamb, La Habana, Cuba. Un buen ejemplo de comunicacin con los
visitantes.
Cfr. John Jakle: The tourist. Travel in Twentieth-Century North America, captulo
XIV, University of Nebraska Press, Lincoln, London, 1985.
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El valor de la nostalgia
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La nostalgia es aoranza por lo perdido, pero tambin es el deseo de
apropiacin o conocimiento de lo que pas o lo que nunca se alcanz.
Ms que nostalgia por lo que ya no se tiene, se trata del deseo de conocer una poca que por algn motivo no se lleg a vivir ni a disfrutar, y
tambin interviene la curiosidad por algo que llama la atencin por su
carcter nico, de sobreviviente. Movidas por la bsqueda de emociones, las personas quieren apropiarse de ese algo, comprender, vivir
lo raro o poco conocido, lo no cotidiano (imagen 1).
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Loren Prats y Agustn Santana: Reflexiones librrimas sobre patrimonio, turismo y sus confusas relaciones, citado por Jaime Urrutia Ceruti, Patrimonio,
identidad y turismo, en Francisco Javier Lpez y Edaly Quiroz (eds.), Coloquio
Internacional Salvaguardia vs. turismo? Desafos en la gestin de los elementos
del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, 12 al 15 de octubre de 2011, Oaxaca,
INAH, Mxico D.F., p. 19.
EL VALOR DE LA NOSTALGIA
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Miami, estn entre los ms valorados, no a pesar de, sino precisamente por conservar muchas de las caractersticas de una poca que
uni magistralmente arquitectura, playa e ilusin.
EL VALOR DE LA NOSTALGIA
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En distintos lugares del mundo, y tambin en Cuba, los hoteles histricos y los llamados hoteles con encanto constituyen una modalidad
muy atractiva siempre que sea evidente la autenticidad de la interpretacin de los valores presentes. Un excelente ejemplo de xito cultural
y econmico es el Hotel Nacional de Cuba (imagen 4): los turistas dan
poca importancia a caractersticas tales como la dimensin de las
habitaciones o la ausencia de algunos servicios, siempre que la atmsfera de la poca se mantenga y sea veraz, pues el confort no siempre
est determinado por los estndares, sino por mensajes o significados
de mayor complejidad y basados en la bsqueda de experiencias vitales
interesantes.
Si se comprenden realmente los valores culturales, tangibles e
inmateriales, y su relacin con el ambiente natural, se puede lograr
que lo que se ofrezca al visitante no sea una copia ms de los aburridos
conjuntos tursticos que han convertido las playas del mundo en no-
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Cfr. Carlos Venegas: Plazas de intramuro, Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, Quebecor World, Bogot, 2003, p. 6.
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La vieja farmacia Sarr, con su formidable estantera de maderas preciosas, y la fbrica de medicamentos del mismo nombre, antao muy
famosas en la capital, tambin se restauran como parte del Proyecto
Integral de la Manzana 148. A su lado, otra obra trascendental es el
Colegio del Salvador, fundado en el siglo xix por el ilustre pensador
y pedagogo Jos de la Luz y Caballero, y que se rescata para ofrecer la
sede a una nueva escuela de cuatrocientos alumnos.
Si caminamos un poco ms alcanzaremos la plaza del Cristo, cuyo
origen se remonta al siglo xvii a modo de plazuela ubicada al borde de
la muralla, con una ermita que sealaba el final de la procesin del Va
Crucis que, partiendo del convento de San Francisco los viernes de
Cuaresma, recorra la calle de Amargura. En el siglo xviii, la ermita
y posterior parroquia, emplazada hacia un lado del espacio central de
la plaza, se ampla y se le dota de planta en forma de cruz latina. En
esa etapa aparecen la elaborada armadura mudjar, similar a las empleadas en el siglo xvii, que hoy admiramos en su interior, as como su
interesante fachada barroca con un arco abocinado en la puerta; sobre
esta, un gracioso balcn y las torres hexagonales, que segn, Joaqun
Weiss, son raras en la arquitectura colonial cubana.3
En esta plaza resaltan varios hermosos ejemplares de rboles, que
florecen en rosa y rojo durante una parte del ao. La rodean las hileras
de grandes casas de portales de arcos y columnas, expresiones de la
arquitectura de la sacarocracia de los siglos xviii y xix. Un momento
fundamental es la mansin de la esquina de Teniente Rey y Cristo,
construida en 1867 para el acaudalado cataln don Juan Conill y
representativa de la casa palaciega decimonnica sin portal. Entre sus
rasgos principales veremos las hermosas barandas de hierro forjado en
los balcones y entresuelos, las puertas y ventanas de persianas coronadas con arcos de mediopunto y lucetas de vidrio de colores, los altos
puntales y grandes salones muy ornamentados y una monumental
entrada flanqueada por pilastras. Muy cerca, en la esquina de Teniente Rey y Bernaza, en abierto contraste con los ejemplos anteriormente
mencionados, se encuentra la Casa de la Parra, pequea joya de la arquitectura popular que persista an en el xviii, con techos inclinados
de tejas y gruesos muros, habitacin esquinera en planta alta, y que
fue restaurada en los aos ochenta para albergar un restaurante. En
3
Cfr. Joaqun Weiss: Arquitectura colonial cubana, Instituto Cubano del Libro/
AECI/Junta de Andaluca, Madrid/La Habana, 1996.
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En el corto trayecto que nos separa de la plaza de la Catedral, atravesando la calle O Reilly, nos encontraremos el gracioso restaurante La
Dominica y la tiendecita de la Coleccin Habana, donde se venden
preciosos regalos especialmente manufacturados para la Oficina del
Historiador. Reservmosla para despus del almuerzo... Nos falta an
otro momento espectacular de este paseo a pie por el ncleo histrico
habanero. Solo una cuadra ms. Diez minutos solamente para que nos
expliquen el enorme mural que cubre toda una fachada, una versin
criolla de La Escuela de Atenas, de Rafael Sanzio, donde coinciden,
aun cuando muchos realmente no lo hicieron en vida, los notables patriotas, pensadores y filsofos, escritores y poetas de la Cuba colonial.
Finalmente, la plaza de la Catedral, comprendida entre las calles
San Ignacio, Empedrado, Mercaderes y el callejn del Chorro, fue la
ltima plaza en construirse dentro del recinto amurallado. La modesta
plazuela de la cinaga vera levantarse en 1777 la catedral, que perfil
la vocacin religiosa del lugar. Su dinmica fachada, expresin mayor
del barroco cubano, est permeada de influencias italianizantes que,
al decir del historiador Joaqun Weiss, se inspiran en la iglesita romana de San Carlo alle Quattro Fontane de Borromini. Las casas que
rodean esta plaza, la nica prcticamente cerrada del ncleo histrico,
son exponentes de la mejor arquitectura criolla de portal de arcadas,
balcones y loggias, y en los interiores, zagun y patio central. Cabe
sealar que los portales se les aadieron a varias casas existentes cerca
de la plazuela de la cinaga, que giraron sus frentes hacia la nueva plaza
cuando esta se conform. En las plantas altas se aprecian las frescas
loggias o galeras abiertas, cerradas con lucetas de colores y persianas
en el xix. Los balcones emplean vistosas barandas de hierro en vez de
la madera anterior. Un callejn sin salida, remedo tal vez de ciertas
calles ciegas del mundo rabe en Espaa, era el lugar de donde parta la
Zanja Real, y que, por este motivo, se llam callejn del Chorro.
En el Museo Colonial, ubicado en la antigua casa de los condes de
Casa Bayona, nica sin portal en este sitio, se nos muestra los mejores
exponentes de los muebles y objetos decorativos empleados en los
tiempos coloniales. Una excepcional exposicin de vidrieras de mediopunto, lucetas y mamparas de colores, sorprender favorablemente
nuestra vista. A un lado de la catedral se encuentra el palacio del
marqus de Aguas Claras, con un tpico patio colonial enmarcado por
arcadas y columnas ptreas, alrededor de una vieja fuente. Alberga
hoy el famoso restaurante El Patio.
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No es posible andar por esta zona sin visitar la modesta pero tan significativa casa donde el 28 de enero de 1853 naci el Hroe Nacional Jos
Mart, ubicada en la calle Paula a pocos pasos del rea portuaria.
Continuamos nuestro recorrido y vemos varios grandes edificios
e instalaciones sobre cuyo destino final hoy se debate en los crculos
acadmicos, cientficos, de planeamiento territorial, tursticos e
inversionistas, bajo el auspicio de la Oficina del Historiador y las
autoridades del puerto. Al final de este borde, encontraremos varios
de los pocos fragmentos de las murallas defensivas que, desde el
siglo xvii, hicieron de La Habana un recinto abaluartado con garitones para los centinelas, camino cubierto, foso, escarpas y puertas.
De esas viejas murallas, cuya demolicin fue iniciada en 1863 bajo
el empuje del desarrollo de la villa, solamente han sobrevivido los
restos de la Puerta de la Tenaza y reducidas porciones de lienzos,
como los que se ven en las inmediaciones de la Estacin Central de
Ferrocarriles.
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siglo xviii en las ciudades europeas.6 En el siglo xix se dota de importantes funciones militares, recreativas o sociales como, por ejemplo, el
elegante teatro Tacn, en 1834. En el nuevo centro que se desarrollaba
en la zona extramural competiran en esplendor los representantes
del imperio espaol que declinaba y la emergente aristocracia criolla
que se afianzaba en la nacionalidad. Dentro de un espritu renovador
y propagandstico del gobierno colonial, surgan las grandes calzadas
como la de Reina y se remodelaba la alameda del xviii como paseo del
Prado, lo que le confiri a La Habana la apariencia de gran ciudad que
la hace nica en el Caribe.
Despus de recibir esta breve explicacin podremos valorar mejor
la evolucin de este ring habanero, moderno y monumental. Para
recorrer el Prado, debe aclararse que su actual apariencia de paseo arbolado, ornamentado con pretenciosas luminarias, copas y leones, se
debe mayormente a la remodelacin de corte parisino haussmanniano
efectuada entre 1926 y 1930 por el urbanista y paisajista francs Jean
Claude Nicols Forestier, por encargo del dictador Gerardo Machado.
Junto al Parque de la Fraternidad y la Fuente de la India, se alza
la pieza ms sobresaliente de todo el Prado, el majestuoso Capitolio
Nacional, de marcada concepcin clsica. Inspirado en el Capitolio
de Washington D.C., se inaugur en 1929 como sede de la Cmara de
Representantes y el Senado de la Repblica, conjugndose en su diseo
diferentes ideas de notables arquitectos como Govantes y Cabarrocas,
Jos Maria Bens Arrarte, Eugenio Rayneri Piedra, Ral Otero y otros.
Mientras sus exteriores presentan la clara apariencia de la piedra de
capellana, una caliza local, sus salones muestran ricos ornamentos
en mrmoles de diferentes colores, piedras, metales y vidrios. Bajo la
cpula se encuentra el Saln de los Pasos Perdidos, de una impresionante escala y en el centro de este la gigantesca estatua alegrica a la
Repblica, ejecutada en bronce por el escultor italiano ngelo Zanelli.
Dos espacios dignos de visitarse son los hemiciclos ubicados en ambos
extremos del edificio, amueblados y decorados con ricas maderas
preciosas, donde se reunan el Senado y Cmara respectivamente.
Justamente, detrs del Capitolio, en la calle Industria n.o 520, entre
Dragones y Barcelona, se localiza la Fbrica de Tabacos Partags, uno
de los ejemplos de cmo se insert la industria tabacalera dentro de la
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que son muchas, no se debe olvidar una corta parada en aquellas notables edificaciones de los primeros aos del siglo xx que le otorgaron
su prestancia, como el Centro de Dependientes del Comercio, el hotel
Sevilla, las casas de Steinhart y de Jos Miguel Gmez, todas expresin del gusto de esa poca por la grandiosidad y la ornamentacin
revivalista.
El Centro de Dependientes del Comercio, ubicado en Prado n.o 205
entre Coln y Trocadero y proyectado por el arquitecto Arturo Amigose,
inaugur en 1907 como entidad social de los empleados del sector comercial, con tres plantas que ocupan media manzana de esa privilegiada
zona. Con su escalera monumental y hermoso exterior, evocador de un
palacio veneciano, alberga ahora una escuela de ballet. Tal vez algunos
lo conozcan a travs de la pelcula Buena Vista Social Club, del director
alemn Wim Wenders, que utiliz uno de sus generosos salones como
una de las locaciones del film.
El hotel Sevilla, en Prado y Trocadero, construido en 1908 por el
arquitecto espaol Jos Toraya y ampliado en 1924 por la firma Arellano y Mendoza, junto con la norteamericana de Weaver y Schultz,
fue uno de los hoteles de moda en La Habana y el ms alto del Prado,
y cont siempre con servicios y comercios en su planta baja. Ahora
rehabilitado, vuelve a ser preferido de muchos. Su elevado roof garden
es un buen lugar para tomar fotos del paseo y sus alrededores. Y as
culminaremos el recorrido por esta singular avenida. Al final, el mar,
omnipresente en esta ciudad, y la explanada de La Punta, mirando de
nuevo las fortalezas que marcaron el comienzo de este itinerario.
ngela Rojas
Santa clara, 1947
Doctora en Ciencias Tcnicas. Profesora Titular de Teora e Historia
de la Arquitectura, del Urbanismo y de la Conservacin en la Facultad de
Arquitectura del ISPJAE. Entre 2002 y 2011 fue miembro del Comit Ejecutivo Internacional de ICOMOS, rgano asesor de la UNESCO en temas
de patrimonio cultural, con una fuerte participacin en las reuniones y
asambleas de ese organismo donde se han definido principios y polticas
sobre la conservacin del patrimonio. Es, asimismo, presidenta ex-oficio
del Comit Cubano de ICOMOS y miembro de la de la Comisin Nacional de Monumentos de Cuba y de la Academia de ICOMOS.
Esta edicin de
Conservacin patrimonial: teora y crtica,
de Isabel Rigol y ngela Rojas,
consta de 1 000 ejemplares
y se termin de imprimir en 2012
Para su composicin se emplearon las tipografas
Warnock Pro
en sus variantes Caption, Text y Subhead,
del diseador norteamericano Robert Slimbach;
y Fontana ND
en sus variantes Aa, Cc, Ee, Gg y Ll,
en OldStyle Figure (OsF) y Small Capital (SC),
del argentino Rubn Fontana.