I I A - FADU - UBA Anales 10
I I A - FADU - UBA Anales 10
I I A - FADU - UBA Anales 10
ANALES
del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estticas
El Maestro P. (1634)
todos los valores que significan una manifestacin de Contrarreforma. Las fechas
exactas de la introduccin del barroco en Indias, en lo que concierne a la pintura,
no se han podido dar an. De hecho, en el Alto Per nos encontramos con
pintores renacentistas casi hasta 1620. Tenemos el caso de Gamarra y otros
seguidores de Bitti que en el conjunto de sus obras son algo posterior a 1610. Los
pintores limeos, de quienes se podra pensar estuviesen ms avanzados, por su
mayor proximidad a las corrientes culturales de la pennsula, an en 1626 no han
salido del romanismo. Tal es el caso de la Magdalena de Mermejo (actualmente en
el convento de Santa Teresa de Sucre) fechada en 1626 y firmada en la Capital del
Virreinato.
El barroco debi llegar al Per mediante envos de pinturas, especialmente de
escuela sevillana, que se hacan desde la pennsula, como aquel magnfico
apostolado de Zurbarn en San Francisco de Lima. Su fecha de llegada al Per es,
segn Lozoya, entre 1620 y 16431, segn Marco en 1625 2, segn Soria entre los
aos 1637-16383. Sobradamente conocida es la amplia difusin de esta serie de 15
pinturas, lo mejor de Zurbarn en el Per. No vamos a insistir sobre la repercusin
en Charcas de estas piezas y el estilo zurbaranesco en general, pues ya lo hizo
JUAN DE CONTRERAS, MARQUZ DE LOZOYA: Zurbarn en el Per, en Archivo Espaol de Arte, n 55, pg. 3.
Madrid, 1943.
2 DIEGO A NGULO : Historia del Arte Hispanoamericano, tomo n, pg. 477. Madrid, 1950.
3 MARTN S. S ORIA: The Paintings of Zurbaran, pg. 168. Cat. n 144. London, 1953.
1
oportunamente Schenone 4.
Fuera de la citada serie y de varias obras dispersas sin locacin alguna, fecha ni
autor conocido, nada conocemos publicado acerca de maestros peruanos o
espaoles que trabajaran en el Per antes de 1660, pintando dentro del estilo de la
escuela espaola del
XVII.
HCTOR SCHENONE: Pinturas zurbaranescas y esculturas de escuela sevillana en Sucre, Bolivia. Anales del Instituto
de Arte Americano, n 4, pgs. 61-68. Buenos Aires, 1951.
4
XVII,
no podemos aportar
ningn dato que d ms luz sobre el asunto. Puede que este padre sea el Rector de
alguna casa del Alto Per. Con respecto a la procedencia, los datos proporcionados
por el propietario tampoco permiten una idea clara.
La importancia de este cuadro es obvia. Seala un verdadero jaln en la
produccin barroca de esta parte de Amrica y explica la pintura que se produjo en
el Alto Per a partir de la cuarta dcada del
XVII.
10
XVI, XVII
XVIII,
pues por
muy uniforme que sea la produccin de los talleres cuzqueos, influencias tan
avasalladoras como el renacimiento, el barroco y el neoclsico tuvieron que pesar.
Nos inclinamos a creer que la mayor parte de la produccin cuzquea con sus
dorados y arcasmos es de fines del xvii o, mucho ms probablemente, de pleno
Este tipo de produccin est precedido por un grupo de maestros de
mediados del siglo
XVII
. Su estilo nos obliga a relacionar los primeros pasos de la escuela del Cuzco
con la fuerte corriente romanista que por esos aos seorea el Per.
El hallazgo de un cuadro en el Convento de San Francisco de La Paz, firmado
y fechado en 1609, y otro en una coleccin particular de La Paz, tambin firmado,
nos ha puesto sobre la pista de este pintor cuzqueo.
Junto a los citados se han encontrado otros tres lienzos que nos sealan un
conjunto de cinco obras para el maestro Gregorio Gamarra. Tres de stas son de
tema franciscano, dos se hallan a la entrada de la iglesia de San Francisco y uno en
la coleccin Ayala Moreira. Representan la Porcincula, San Francisco en Carro de
Fuego y Cristo Crucificado entre San Francisco y San Antonio de Padua. Los otros
dos cuadros son La Epifana y la Virgen de Guadalupe, el primero en la Coleccin
Ayala y el segundo en San Francisco.
XVI
12
HCTOR SCHENONE reproduce este cuadro en su artculo Notas sobre el arte renacentista en Sucre, publicado en
Anales del Instituto de Arte Americano, n 3, pgs. 44-65. Buenos Aires, 1950.
7 R UBN V ARGAS UGARTE : Ensayo de un diccionario de artfices coloniales, pg. 63. Lima, 1947.
6
13
las figuras es la de un calvario corriente, sustituyendo La Virgen y San Juan por los
Santos de Ass y Padua. El estado del cuadro es verdaderamente lamentable.
Sometido por mucho tiempo al agua de alguna gotera, ha perdido la mayor parte de
la capa pictrica; solo se conserva la imprimacin de color pardo rojizo, y en
algunas partes se ve el lienzo desnudo. La figura mejor conservada es la del
Redentor, alargada y esbelta aunque musculosa, mostrando la filiacin romanista
del pintor cuzqueo (fig. 4). El rostro es peculiar, de cejas contradas, ojos
almendrados y nariz hundida en su tercio superior, notas repetidas frecuentemente
por este pintor. Las figuras de San Francisco de Ass y San Antonio de Padua
tipifican figuras de otros cuadros. Tienen la frente muy chica repitiendo en el rostro
los rasgos del Cristo. Los hbitos grises rayados, dursimos y de escaso plegado
caen rgidos dejando ver las manos, manos femeninas de dedos extremadamente
largos y finos, unidos el medio y el anular en un rasgo caracterstico de los
manieritas.
El fondo del cuadro sumergido en sombras, apenas deja ver el sol y la luna
que asisten plidos a la muerte del Hombre Dios. En suma, este lienzo es de una
severidad y elegancia muy propias del manierismo tardo.
Es la Porcincula un cuadro agradable, suave; en l nuestro pintor se deleita
describiendo los deliquios celestiales y msticos de San Francisco (fig. 5). Sobre una
amplia y bien dibujada alfombra descansa el trono en que sentados Jess y su
Madre visitan al Serfico. Dos ngeles extienden un lienzo guarnecido de puntillas
flamencas, en el que hay una inscripcin alusiva al perdn y santificacin. En un
rompimiento de gloria aparecen varios ngeles msicos y otros que lanzan una
lluvia de flores sobre la escena inferior.
Los tipos iconogrficos son los mismos de otros cuadros: Jesucristo es igual al
Crucificado de la coleccin Moreira, y la Virgen en su delicado amaneramiento
repite los rasgos de la Epifana.
En el cuadro del Carro de Fuego (fig. 6), nos encontramos ante la faceta menos
feliz de Gregorio Gamarra. En esta obra se notan fuertes incorrecciones de dibujo,
14
J. DE MESA Y T. GISBERT: Holgun y la pintura altoperuana del Virreinato, pg. 19-21. La Paz, 1956.
15
en el Cuzco Ao de 1609. Nueve aos antes haba hecho su recorrido Fray Diego de
Ocaa, dejando en Chuquisaca y Potos entre los aos de 1601 y 1603 dos cuadros
de la Virgen de Guadalupe, que an se conservan. Luego viaja este fraile por todo
el virreinato pintando imgenes para La Paz, Chucuito, Copacabana, Arequipa y
Cuzco9. Seguramente la imagen que Ocaa dej en el Cuzco ha sido la fuente
inspiradora de Gregorio Gamarra.
Para explicar la presencia de toda la obra de Gamarra en La Paz, hay que
considerar que casi todos los lienzos son temas franciscanos o pertenecen al
convento de San Francisco. Esto se explica porque la Casa Matriz de la provincia
de San Antonio de los Charcas desde mediados del siglo XVI, fu la del Cuzco, con
jurisdiccin sobre el Alto Per. Por esto en la ciudad del Cuzco, se contrataran las
obras de la mayor parte de las casas de la Provincia. Ya sabemos cmo hacia la
mitad de siglo, el convento franciscano de Chuquisaca contrata una serie de lienzos
de la vida del Santo Fundador para el claustro; se emplean para realizar esta obra
pintores residentes en el Cuzco10. Probablemente las obras de Gamarra llegaron en
forma similar a La Paz.
El crculo como siempre, gira en torno al lago en la regin del Collao.
En alguna ocasin habamos indicado la posibilidad de que gran parte de la
pintura altoperuana, clasificada casi siempre en la escuela potosina, perteneciera
realmente a la pintura cuzquea11. Esta posibilidad cobra cada da ms cuerpo, pues
entre los maestros que trabajaron para el Alto Per tenemos ya clasificados a cuatro
cuzqueos: Gamarra, Pizarro, Quispe Tito y Valle. A stos debemos aadir un
maestro ms, al que habamos colocado entre los pintores del Collao por haber
hallado un cuadro suyo en la ciudad de La Paz; se trata de Mauricio Garca y
Delgado, pintor cuzqueo del xviii. Es poco importante por la mediocridad de sus
obras, pero s de gran inters porque nos permite con sus contratos, fecha de sus
cuadros y obras identificadas, establecer las diferencias entre los grandes maestros
J. DE MESA Y T. GISBERT: Holgun y la pintura altoperuana del Virreinato, pg. 24, La Paz, 1956.
PAL KELEMEN: Barroque and rococo in Latn Amrica, lmina 131, pg. 205. New York, 1951.
11 J. DE MESA Y T. GISBERT: Holgun y la pintura altoperuana del Virreinato, pg. 15. La Paz, 1956.
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10
16
XVII,
12
17
cuadros firmados de La Paz y Santa Fe, tampoco dista mucho de lo que se llama
una produccin de taller por su mediansima factura.
En el primero de estos contratos hay una noticia sobre la que conviene
detenerse por ser la primera que nos fecha los famosos sobredorados de la escuela
cuzquea.
Se ha insistido mucho sobre los adornos de oro que llevan los cuadros del
Cuzco. Algunos quieren ver en esta forma de decoracin una manifestacin
temprana, en todo caso del
XVII;
muy pocos cuadros de la primera mitad del XVII se sobredoran y que ms bien esta
costumbre pareca pertenecer a fines de este siglo o con mayor seguridad a pleno
XVIII.
Es este punto, por falta de documentos, algo incierto, pero se puede indicar
XVIII
es cuando
esta forma de decorar las pinturas recrudece haciendo, en cierto modo, que los
cuadros as tratados se los considere ms finos y de mayor precio. Esto se confirma
en el contrato de Garca con Rincn fechado en 1754, pues all se dice: Todos los
referidos lienzos han de ser apaisados con buenos adornos de curiosidades y algunos de ellos
brocateados con oro fino. Es la primera vez que se expresa en un contrato que los
cuadros deben ir sobredorados.
No creemos habernos extendido demasiado en el estudio de este maestro pues
es uno de los pintores ms representativos del hacer artstico del Per Virreinal. Sus
descomunales contratos nos muestran una faceta ms de los artesanos mestizos. Ya
no es el maestro trashumante como Flores, que va de pueblo en pueblo acabando
de su mano las obras que le encargan. Garca da la idea de un artesano bien
instalado, en una ciudad afamada y con un extenso taller; a l llegan los
comerciantes con cuantiosos pedidos destinados a satisfacer las necesidades, ms
espirituales que estticas, de una dispersa y numerosa clientela.
Tambin para Rincn y en sociedad con Mauricio Garca, pinta el maestro
Pedro Nolasco y Lara un sinnmero de lienzos, contratados el 17 de julio de
19
1754 15.
El hecho de haber hallado cuadros de Garca en el Alto Per y la fundada
suposicin de que Rincn mercara con obras de arte por estas regiones, nos ha
llevado a buscar en las iglesias y colecciones bolivianas cuadros de Pedro Nolasco.
En el Museo de la Casa de Murillo existe un grupo de seis cuadros, atribuidos
por la secuencia de sus temas a un mismo maestro. Provienen del antiguo Hospital
de San Juan de Dios, de La Paz, y representan varias escenas de la vida del santo
patrono:
1)San Juan de Dios en oracin (2.10 x 1)
2)San Juan de Dios con el Nio Jess (2.10 x 1.27) (fig. 8)
3)San Juan de Dios en una embarcacin (2.10 x 1.27)
4)El entierro del Santo (2.10 x 1) (fig. 9)
5)Vista del Hospital con el Santo en primer plano (1,95 x 1,12).
6)San Juan con grupo de pobres (1.95 x 1.12)16.
De los dos ltimos no nos ocuparemos, pues son inferiores y pertenecen a
otro maestro. Probablemente fueron pintados para completar la serie.
El grupo que comprende los cuatro primeros cuadros, queda identificado
como de mano del cuzqueo Pedro Nolasco y Lara, pues uno de ellos, el
segundo de nuestra lista, est firmado al reverso con un monograma formado por
las letras P.N.z.o entrelazadas. No es dable encontrar mayor coincidencia que la que
El contrato lo publica Cornejo Bouroncle en su artculo sobre arte cuzqueo, Revista del Archivo Histrico del
Cuzco, n 2, ao 1951, pgs. 286-289.
16 La diferencia de dimensiones sobre los cuatro primeros cuadros, que consideramos de Nolasco, se debe
probablemente a un recorte posterior.
15
20
hay entre ese monograma y el nombre de Pedro Nolasco. El maestro enlaz con
toda probabilidad la primera y ltima letra del nombre (p y o) con la primera, media
y ltima del apellido (n, s y o). La P y la N que corresponderan a las iniciales son
notablemente ms grandes que las otras dos.
Se corrobora esta atribucin si consideramos que estos cuadros pertenecen
por su estilo a la escuela cuzquea del
XVIII.
XVIII,
vivifica, veremos que muy poco ms se puede pedir a los maestros nativos. Pedro
Nolasco nos da dentro de su adocenamiento, grupos ingenuos y delicados como los
del santo orante acompaado de ngeles, y el conjunto de mujeres que un tanto
enajenado contempla la escena. Encontramos igual ingenuidad en la carabela cuyas
dimensiones no guardan relacin con el tamao de los tripulantes. El mejor trozo
es el del Santo con el Nio Jess a cuestas, que pertenece al cuadro firmado. La
figura es convencional en su iconografa, pero por la naturalidad que ha puesto el
pintor en su realizacin est a la altura de las buenas obras cuzqueas del siglo XVII.
21
En cuanto al escenario, los dos primeros cuadros son amenos por sus
arboladas pobladas de pjaros y la plena luz que los baa. La arquitectura que sirve
de fondo al entierro tiene poco papel en la composicin, pues se imponen las
figuras. Trece rostros bien delineados y varias coronillas tonsuradas hacen a
nuestros ojos una muchedumbre. No falta en este conjunto el fraile que se encara
con el espectador, colocado como es de rigor casi al margen del cuadro. Tiene esta
obra un ascendiente directo y por supuesto de ms alcurnia artstica, en el cuadro
del entierro de San Francisco, que se conserva en el convento franciscano de
Santiago de Chile. Es obra de Juan Zapaca Inga y est firmada y fechada en 168417.
La relacin entre el cuadro de Zapaca y el de Nolasco nos da la raz de este
ltimo, dentro de la misma escuela cuzquea, sin influencia fornea alguna. Zapaca
es otro caso de un maestro del xvii que influye a las generaciones posteriores,
limitadas a repetir y estereotipar las creaciones de sus predecesores.
Obras vinculadas con la escuela cuzquea
Tradicionalmente los claustros de los conventos han sido adornados con
pinturas referentes a la vida de los fundadores. En los conventos franciscanos,
agustinos, dominicos, juandedianos, etc., nos hallamos frente a series de pinturas,
copias casi siempre de colecciones de grabados. Tambin los conventos femeninos
decoraron sus claustros con este tipo de pinturas.
En Potos, apenas quedan de estas series, las de los conventos de monjas
agustinas y carmelitas, ambas muy desmejoradas. En San Francisco, de La Paz, slo
quedan unos pocos lienzos de dos series de la vida del Santo de Ass. Las de San
Juan de Dios, de la misma ciudad, fueron parcialmente trasladadas a la Casa de
Murillo; all se conservan seis lienzos. En San Francisco, de Chuquisaca, los cuadros
del convento fueron trasladados al coro de la iglesia, cuando sta serva de cuartel.
En la Recoleta quedan tambin algunos, arrumbados en un depsito, donde se
ALFREDO BENAVDEZ R.: Las pinturas coloniales de San Francisco, de Santiago. Santiago de Chile, 1954.
Academia Chilena de la Historia. Pg. 80, fig. 3.
17
22
guardan bastante bien. Los conjuntos mejor conservados son los de Santa Teresa y
Santa Clara, de Chuquisaca.
La mayor parte de estas pinturas son mediocres y estn realizadas por
maestros de segunda fila, salvo quiz el caso de San Francisco, de Sucre, que tiene
una serie bastante buena, pintada en el Cuzco por Pedro Pizarro y sus oficiales, en
el ao 1657 1818.
En el monasterio de Santa Clara, de Sucre, en el coro interno, se conserva un
grupo de varios lienzos sobre la vida de Santa Clara. Son cuatro, resto,
posiblemente, de los que primitivamente colgaban en las paredes del claustro. Uno
de ellos est firmado en el reverso, de forma que difcilmente se puede leer. Apenas
se distingue Fabin... No sabemos si se trata del nombre de pila del pintor o de
parte de su apellido.
Es ste un maestro barroco de la segunda mitad del
XVI.
Es algo ms que
18
Resta buscar otras obras de este maestro que nos den mayores luces sobre su
personalidad, ya que por estos cuadros es difcil su clasificacin. No se puede
afirmar que se trate de un maestro chuquisaqueo, pues el estilo est vinculado a las
escuelas del norte: colla, o ms probablemente, cuzquea. Cabe preguntarse si estas
obras han sido tambin tradas desde el Cuzco, junto al envo que hizo Pedro
Pizarro para el convento de San Francisco. Las clarisas tenan Casa Matriz en la
ciudad incaica y bien pudieron aprovechar la ocasin para encargar la serie de su
Santa Madre a pintores del Cuzco.
Fu popularizada por la escuela cuzquea la imagen de la Virgen con su Hijo,
de vestido estrictamente triangular, sobre gloria con angelillos, y a veces ataviada a
la usanza de la poca en que fu pintada. Grande es su difusin en la segunda mitad
del siglo
XVIII
XVIII,
una sola
XVII.
tenemos que aadir uno ms, tambin en los primeros aos del XVII, publicado en
forma accidental por Luis Alberto Snchez.
Hablndonos este autor del poeta Diego Mexa de Fernangil, nos dice que
antes de 1617 y estando Fernangil en Potos, tuvo a su vista 153 estampas que sobre la
vida y pasin de Cristo pintara el Jesuita Jernimo Natal resolviendo dedicarles sendos
sonetos, aumentando luego el nmero de composiciones a 200, con que form la
Segunda Parte del Parnaso Antrtico19. Por la fecha, hay que incluir a este nuevo pintor
junto a Bitti, Nury y Puente; su estilo posiblemente fu similar al de estos maestros
con su manierismo caracterstico. Su nombre es de inters para formar el cuadro
completo de los pintores que trabajaron en el Alto Per, pues hasta hoy,
exceptuando la provisional estada de Ocaa, es el primer pintor que conocemos en
Potos. La noticia de las 153 estampas confirman una vez ms el mtodo de trabajo
de los talleres americanos.
19
LUIS ALBERTO SNCHEZ: La literatura peruana, tomo in, pg. 35. Asuncin, 1951.
25
26
Potos se concierta con el convento de la Merced para hacer cosas de pintura y doradura para el
convento:
(1) Un Romano en dos melinges de ancho juntos cosidos uno con otro con una guarda
arriba y otra abajo para lo alto de la iglesia y en el Romano han de ir pintadas algunas figuras de
Santos de la Orden.... el cual Romano ha de entrar en [tre] unas ventanas de la iglesia y ha de
llegar hasta la ventana alta del mojinete del Coro;
(2) otro Romano pequeo desde la Puerta de la iglesia hasta por debajo del coro por ambas
partes de un melingue en ancho con su guarda arriba y abajo del mismo melinge;
(3) pintar treinta tarjas del tamao de los cuadros grandes y al temple y en la forma que
estan los del convento de San Agustn desta Villa en los cuales ha de ayer Santos como los que
estan en el dicho convento y los marcos destas treinta tarjas los tengo de dorar en la forma que
estan los cuadros al olio y el oro y colores de todo lo he de poner a mi costa...
(4) un lienzo grande que coja toda la testera del arco hasta el techo y de pintar una imagen
grande de Nuestra Seora [debajo] de cuyo manto han de estar todos los fundadores de las
religiones y en los dos huecos de los lados desde donde comienza el arco toral hasta el lienzo de
arriba ha de haber dos cardenales de la Orden... y toda ha de ser pintado al olio.
El convento ha de dar el lienzo que fuere necesario, de mandar hacer los marcos y
tachuelas y cintas y dar un oficial carpintero a costa suya quien en mi presencia lo asiente y ponga
todo en sus lugares; a mi costa el oro y pintar, por 1350 pesos corrientes de a ocho reales, pagables
500 al contado, otros 500 el mircoles de Cenizas del ao venidero y el resto al acabar la obra el
domingo de Ramos de 1621, so pena de quitar 300 pesos...[el pintor no sabe firmar] 23.
Por la primera clusula debemos entender una decoracin que abarca el lienzo
alto del coro y las paredes laterales hasta el arco triunfal. Decoracin que deja libres
tanto las ventanas de la nave como la del coro. La descripcin del contrato coincide
con la actual decoracin de San Martn, consistente en una serie de lienzos
verticales colocados entre dos guardas, alta y baja, de madera tallada y dorada.
En la clusula tercera se aade la pintura de treinta tarjas o tarjetas del tamao
La Srta. Marie Helmes fellow F.I.F.D.U. ha tenido a bien enviarnos este extracto que aqu queremos agradecer.
Corresponde al legajo 53, ao 1620, fol. 3.713:19, VIII - 30, XII de la Seccin de Protocolos Notariales del Archivo de
la Casa de la Moneda de Potos.
23
27
de los cuadros grandes. Segn Consuelo Senz de la Calzada, por tarjas se entiende
el ornamento formado por hojas, o cartones, o molduras, que incluyen un valo, un crculo...
Siempre con un centro rodeado de formas decoradas... 24. San Martn tiene tambin estas
tarjas y se colocan debajo de la guarda inferior. Al especificarse que son del tamao
de los cuadros, tenemos que entender, de su ancho. Por lo tanto es muy probable
que los lienzos fueran tambin treinta, nmero que parece usual, ya que San Martn
tiene 26 lienzos en la nave y unos cuatro en la pared del coro. La diferencia entre
ambos ejemplos estriba en que la Merced tiene una tarja por lienzo, en tanto que
San Martn presenta dos.
La segunda clusula indica una decoracin similar, pero ms reducida,
abarcando el sotocoro. Probablemente cubra la pared de los pies y parte de las
naves, siguiendo la forma en U del coro.
Para comprender la clusula cuarta tenemos que tener en cuenta la existencia
de una superficie apreciable entre el arco triunfal (toral en el contrato) y la artesa
que cubra la nave. Este espacio irregular que an podemos ver en el templo de La
Merced, era ms amplio. El tumbado actual est ms bajo que la original
techumbre. El lienzo de la Virgen ocupaba entonces una superficie trapezoidal y los
cardenales dos tringulos, cuya hipotenusa era parte del arco triunfal.
Nada podemos aventurar acerca del estilo de estos cuadros; nos cabe
lamentar, tan solo, su irreparable prdida, as como la desaparicin de decoraciones
similares en importantes iglesias potosinas como la de San Agustn, puesta de
modelo por los mercedarios a nuestro pintor.
El corto plazo de un ao para la realizacin del trabajo no nos asombra. La
convivencia con los artesanos virreinales nos ha acostumbrado a su prisa, mejor
dicho a la de sus clientes, que rpidamente quieren ver cubiertas de oro, pinturas o
piedra tallada las superficies puestas al alcance de su vista y en muchos casos
tambin aqullas que no lo estn. Viven intensamente su siglo, enriquecen sin
medida las iglesias, nexo material entre ellos y Dios, asegurando su salvacin y la
CONSUELO SENZ DE CALZADA: El retablo barroco espaol y su terminologa artstica, Sevilla. Archivo Espaol
de Arte, n 115, pgs. 237-238. Madrid, 1951
24
28
gloria de sus aos, oscurecidos por una historia que no los admite en sus pginas.
Se vuelve a citar a Juan de Miranda, en 1623, en el testamento del ermitao
irlands Toms Gre25. El pintor tena en su poder un calvario hecho a costa de este
ermitao por la suma de 120 pesos. El conjunto era de tres cruces, ocho lminas y otras
pinturas. Como el testamento indica que estn en poder de Miranda, y se agrega el
precio y otros detalles, tenemos que suponer que Miranda no es slo el depositario,
sino el ejecutante de la obra. El encargo no se recogera por no estar concluido o
porque Gre no estaba en trance de recogerlo.
El documento dice: tres cruces, ocho lminas y otras pinturas. Las cruces
seran por lo tanto pinturas; seguramente cruces de madera pintadas por los dos
lados. Se han encontrado en el Alto Per multitud de estas cruces sin que se las
pueda colocar en una poca o en una escuela determinada por falta de referencias.
Su iconografa no suele variar mucho; a un lado el Crucificado, entre el sol y la luna;
al otro, la Virgen o algn santo de la devocin del donante. Las cruces a que se
refiere Gre, son sin duda stas, pues son las nicas que se pueden calificar de
pinturas.
Las lminas son tambin pinturas. Lmina se llama con frecuencia a los lienzos
copiados de grabados 26.
Este conjunto estaba destinado a Santo Domingo y el testante indica que se
coloquen en la siguiente curiosa manera: el calvario en el campanario de la iglesia,
dos de las lminas haban de colocarse entre las cruces, y en la torre del tambo que
estaba junto a la citada iglesia las seis lminas restantes. Posiblemente no queda nada
de este conjunto.
El mismo ermitao dona un calvario semejante a la iglesia de San Pablo.
Por ltimo se hace referencia en el testamento de Toms Gre a otro pintor,
llamado Rodrigo de Saz, que parece estaba encargado de poner en la iglesia de
Tomina una ventana muy curiosa. Saz era pintor y dorador. Es difcil imaginar en qu
Asimismo debemos a la Srta. Helmer un extracto del testamento de este ermitao. Corresponde al legajo 57, fol.
2542-3; 19-VIII-1623, fol. 2662 del mismo archivo.
26 J. DE MESA y T. G ISBERT: Holgun y la pintura altoperuana del Virreinato, pg. 194. La Paz, 1956.
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consista este encargo; quiz era un trabajo de talla y dorado del intrads de la
ventana. Una decoracin semejante aunque mucho ms temprana, es la que tienen
algunas ventanas de San Juan, de Juli.
A base de estos documentos e innumerables piezas dispersas e incompletas,
hemos intentado restablecer la verdadera forma y alcance de la decoracin de los
primeros templos potosinos. Las cruces, los trozos del llamado romano y algunas
tarjas han pasado quiz por nuestras manos. Son tantas las piezas de este tipo que
deambulan en compraventas y particulares! Desgraciadamente su estado es tal, que
con justicia solo podemos incluirlas en la gran cantidad de obras sin atribucin
posible. Estas partes de un gran conjunto, una vez sacadas de su lugar, valen
poco como obras independientes. Asimismo las iglesias que las cobijaban han
perdido gran parte de su valor. Hoy no slo se ven fras, sino hasta
desproporcionadas con sus extenssimas naves vacas, decoradas algunas veces con
algunos medallones neoclsicos, corno ocurre en La Merced, de Potos27.
La poca luminosa de Melchor Prez Holgun nos ha legado sus mejores
cuadros, desde las obras de gran aliento y dimensiones como la Huida A Egipto del
Museo de Santiago de Chile, y el Descanso del Banco Central de La Paz, hasta el
pequeo cobre del Museo Charcas que representa la Sagrada Familia con San
Joaqun y Santa Ana28. Este ltimo era el nico cuadrito sobre cobre que
conocamos del maestro de Cochabamba.
Gracias a una indicacin de Jorge de La Reza, hemos podido identificar un
nuevo cuadro de Prez Holgun, en la coleccin de don Manuel del Carpio, de La
Paz. Se trata de un cobre de reducidas dimensiones: 25 x 18, que originalmente
debi ser mayor, pues fu recortado para que entrase en su actual marco tallado y
dorado. Pese a esto su composicin est completa. Es una de las mejores obras de
la poca luminosa de nuestro pintor. La calidad de la pintura es excelente y la
Los cuadros que decoran actualmente La Merced, estn estudiados por Mario Chacn Torres en su artculo La
pintura potosina del siglo XIX, publicado en la revista Khana, vol. IX, pgs. 200-209. La Paz, 1956.
28 J. DE MESA y T. GISBERT: Holgun y la pintura altoperuana del Virreinato, La Paz, pg. 141-151, fig. 36-96-97-98100.
27
30
31
ocurre en esta materia. Hace unos das recibimos de nuestro amigo Mario Chacn,
las fotografas de un cuadro de este pintor, encontrado por l en el depsito del
Asilo de Ancianos despus de un ao de bsqueda. All se conservan las obras que
pertenecieron a la Parroquia de San Roque, del To.
El cuadro es de sumo inters, por cuanto conocemos al autor, fecha en que
trabaj (1737) y lugar de su nacimiento. Adems la pintura tipifica un tema muy
usado, y un estilo ms usado an, caracterstico de los maestros del
XVIII.
Es una
34
Ibdem.
33
35
Ibdem.
34
XVIII
36
y autor
35
XVIII:
esta plaza poco vara en los 80 a 90 aos que separan ambas pinturas. La nica
novedad es la aparicin de la maciza silueta de Beln construida entre 1725 y 1750.
Por lo dems la plaza de la ciudad contina impertrrita viendo correr el tiempo en
aquel devenir histrico que separa la paulatina decadencia del Sumac Orco.
nicamente la furia iconoclasta del siglo XIX pudo romper la amplia perspectiva de
aquel centro cvico virreinal.
El Taller de Jos, tema tan repetido en nuestra pintura popular, no contaba con
un pincel de categora que lo exaltase, hasta el hallazgo de este cuadro de Balceta.
La repetida composicin proveniente de un grabado nos muestra a San Jos
aserrando una tabla, tarea en la que le ayuda el pequeo Jess. El segundo plano lo
ocupa Mara, que est hilando. Bendicen la escena las dos restantes figuras de la
Trinidad. Las paredes de la habitacin cierran el fondo, difuso en parte para dar
lugar al rompimiento de gloria. Se notan tambin en esta obra fallas de dibujo,
especialmente en la perspectiva de bancos, puentes, etc. Los personajes, en cambio,
estn correctamente realizados.
Mariano Balceta con sus tres tablas conocidas, salva el arte de la escuela
potosina en la ltima fase de su desarrollo virreinal, es decir en el perodo que
bordea el 800. Aunque su figura es an solitaria, creemos que una nueva bsqueda
nos dar nuevos nombres.
Nuevas obras de los maestros collas, los doradores
y la pintura mural
En un trabajo anterior hemos estudiado la obra del pintor Leonardo Flores38,
analizando sus cartas y logrando luego la identificacin de siete cuadros: una
Flagelacin y seis telas sobre la Salve. Todas estas pinturas fueron encontradas en
Puerto Acosta.
Despus de visitar otros centros donde consta que trabaj este maestro,
38
J. DE MESA y T. GISBERT: Holguin y la pintura altoperuana del Virreinato, pgs. 41-44, fig. 20.
37
tenemos que aadir a este grupo de obras algunas ms, como los cuadros de
Italaque39, que son de capital importancia por estar perfectamente documentados.
Estos cuadros son gua cierta para un estudio de la obra de Flores y fundamentales
para poder, de aqu en adelante, distinguir los cuadros de este maestro cuyo radio
de accin es tan extenso. Los cuadros del pueblo de Italaque representan episodios
bblicos y son extraordinariamente grandes; todas las figuras alcanzan tamao
natural. Por las condiciones de luz y colocacin de los lienzos slo ha sido posible
tomar fotografas de dos de ellos: aqul donde est representado el sueo de Jacob
y la escena entre Ester y el rey Asuero 40 .
El primero de estos cuadros, un paisaje flamenco con arboleda a la derecha,
est cortado diagonalmente por una escalera de mano que por deficiente
perspectiva amenaza con irse al suelo. En ella hay tres ngeles con caras aniadas y
vestidura tpica de esta clase de figuras en la pintura colla. Jacob, tendido al pie de la
escala, es algo amanerado en su pose. Toda la escena de fondo est poblada por
activos personajes, mientras que cuidadosas florecillas decoran el primer plano.
Reclaman nuestra atencin las joyas estrelladas de los ngeles, llamativas y
desmesuradamente grandes.
En el cuadro de Ester y Asuero hay mltiples personajes y gran despliegue de
lujo en joyas y brocados. Las figuras tambin son amaneradas como la de Jacob y el
Cristo de la Flagelacin41. En este cuadro llega a lo inusitado el tamao de las joyas
de Ester, montonamente estrelladas todas, con una insistencia que no puede pasar
desapercibida. La joven Ester es una nia de grandes ojos y pequesima boca,
anticipndose con su belleza convencional a las clsicas figuras del
XVIII
(fig. 15).
38
ricos broches.
Conocidos ya los cuadros de Italaque y establecida en ellos una base para
fundamentar el estilo de Flores, es necesario repasar los cuadros de Puerto Acosta y
Yunguyo que tambin se hallan documentados
42
42
trabajos que hace en los pueblos antes citados son espordicos y el pintor tiene
premura por regresar a la ciudad, apuro que responde sin duda a la urgencia de
trabajo que all le espera. Esto nos induce a buscar en La Paz cuadros de este
maestro, mas si tenemos en cuenta que en solo dos aos (1683-1684) pinta 27
cuadros. En la ciudad, donde probablemente contaba con taller propio y algunos
ayudantes, debi dejar obra mucho ms abundante. Para encontrar estos cuadros
hay dos centros seguros: San Francisco y la Parroquia de San Pedro; el primero por
razones obvias y San Pedro porque en l se recogi lo que ha quedado de muchas
iglesias desaparecidas. Esta parroquia, concretamente, posee el retablo de los
jesuitas y muchos lienzos de la parroquia de Santa Brbara. Tiene colgados en su
larga nave ms de 40 cuadros.
En uno de los cruceros de esta iglesia hay un cuadro sobre la fbula del rico
Epuln y el pobre Lzaro (fig. 19); su color es vivo, sus figuras movidas y su tema
atractivo por ser una escena profana realizada con toda desenvoltura. Varias figuras
se agrupan en torno a una bien servida mesa; son de singular inters para nosotros
las dos damas de primer trmino, vestidas ricamente. Est adornada la de la
izquierda con enormes joyas que recuerdan a las de Ester, de Italaque (fig. 20). Este
detalle y el rostro de la mujer, hacen indudable la atribucin. Tambin es
caracterstica la figura del hombre barbado que se lleva la mano al pecho, y que
cubierto por amplio gorro, con cuello de armio, ostenta tambin las ampulosas
joyas. A la izquierda se nos muestra el pobre Lzaro y el criado que lo echa; ambas
figuras son sumamente alargadas. Al describir este cuadro queremos hacer hincapi
en los tipos que aqu ha recogido Flores, caractersticos de su produccin,
reunindolos en uno de los cuadros ms interesantes de la segunda mitad del
XVII
Antes de concluir con la figura de este maestro, tan importante dada la calidad
y amplitud de su produccin, cabe hacer un alto ante el grupo de pinturas que
decoran el presbiterio de San Francisco, de La Paz. Son cuatro grandes lienzos, dos
de ellos con temas marianos y dos referentes a las glorias de la orden franciscana.
Nos ocupamos aqu de estos cuadros por su indudable relacin con la obra de
Flores. Analizados todos sus elementos vemos que las figuras (poco podemos decir
de la composicin, que est ntegramente tomada de grabados) responden
plenamente a los tipos creados por este pintor. Las Vrgenes y los Santos Padres
parecen sacados de los cuadros de Puerto Acosta (figs. 16 y 24), a tal punto que no
conociendo las composiciones completas, se pueden confundir unos con otros.
Este parentesco, precisamente con los cuadros de la Salve, de Puerto Acosta y no
con otras obras, se debe quiz al carcter alegrico de los dos grupos, hecho que
nos obliga a relacionarlos ntimamente. Hay sin embargo algo nuevo en las
composiciones franciscanas: no todos los tipos son ideales, respondiendo con el
rostro a esa estilizacin caracterstica del cuerpo. La enorme variedad de personajes
ha hecho que el pintor, excluyendo Cristo y la Virgen donde el estereotipamiento es
obligado, se lance con tipos fuertes y bien caracterizados, con aire de retratos. Caso
similar al de Holgun cuando, en 1708, copia de un grabado el Triunfo de la Iglesia,
conservando, pese al atiborramiento de figuras, fuerza y personalidad en cada uno
de los rostros. Basndonos en una posible atribucin a Flores, podemos decir que
los rostros vulgares y personalizados de muchos personajes son la nica novedad
de estos cuadros, respondiendo las Vrgenes y figuras mitradas, casi con identidad,
a las figuras de la Coronacin de la Virgen, de Puerto Acosta.
El primero de los cuatro cuadros, colocado al lado del Evangelio, cerca del
comulgatorio, es una representacin de la defensa de la Inmaculada. Responde a los
caracteres generales antes anotados. Est Mara al centro, arriba la Trinidad y a sus
lados ngeles y arcngeles vestidos segn las formas que han impuesto los maestros
collas en Caquiaviri, Peas y otros centros. A los lados, portando smbolos
marianos, estn santas y santos franciscanos, interesantes por la expresividad y
42
naturalidad de sus rostros (figs. 22 y 23). En la parte baja hay un rey y un caballero,
ste ltimo parece copiar un retrato de Felipe IV.
El segundo cuadro, tambin al lado del Evangelio, muestra la Inmaculada;
cerca de ella dos grupos de angelitos msicos y dos santos padres (fig. 24); es este
grupo uno de los mejores de todo el conjunto, bien delineado, sin imperfeccin
alguna; lstima que el cuadro no concluya aqu y que el grabador haya llevado a
nuestro pintor a una composicin tan amplia en que los detalles se confunden y
mimetizan. El grupo descripto descansa sobre un estrado en cuyo centro est San
Francisco; santos de su orden lo rodean, acosando con sus lanzas y descompuesta
actitud a varios monstruos.
Quedan luego los cuadros del lado de la Epstola, ms ajustados an que los
anteriores al grabado que les sirve de gua. El primero nos muestra la Inmaculada
en un jardn ideal que ha hecho fortuna en la pintura cuzquea (fig. 25). Este jardn
por su escasa perspectiva es casi el diseo de una planta sobre la que se proyectan
figuras de ascendencia sevillana, llenas de religiosa uncin y fuerte expresividad. Al
fondo un esculido Cristo Crucificado se alza como un estandarte; sobre l
revolotean varios angelitos y una gran figura femenina. Cruzan toda la composicin
lquidos hilos que parten de las llagas de Cristo; en ellos hay letreros alusivos.
Sobresaliendo del planiforme paisaje estn presentes a nuestro inters la figura de la
Virgen, bella y esbelta, seorial entre sus bien estudiados pliegues; cerca de ella est
San Buenaventura, excepcional por la correccin de su dibujo (fig. 26). No
conocemos ningn pintor de este perodo, salvo a veces, Holgun, que logre tales
aciertos.
La ltima composicin es muy confusa: presenta un cuadro triunfal y en l a
los santos franciscanos. Este lienzo nos recuerda los cuadros cuzqueos de la
procesin de Corpus (Iglesia de Santa Ana). Ante tal cmulo de personajes no hay
descripcin posible. La figura de Asia con su rostro de sayn, su cuerpo alargado,
su turbante y sus muchas joyas, caracteres que hemos encontrado en los cuadros de
Flores nos sirve de gua. La mujer aplastada por una de las ruedas del carro es
43
44
tela. El estado de las obras dista mucho de ser perfecto: las goteras, que causaron la
destruccin del templo, han afectado los cuadros reseados, de tal manera que
presentan serios desperfectos, especialmente la Asuncin, de la cual ha saltado la
capa pictrica en muchos sitios.
La disposicin de las figuras y el hecho de ser tres los cuadros, nos habla de la
intencin que ha tenido el pintor de realizar una especie de trptico. San Francisco y
San Juan Bautista se vuelven en actitud orante hacia el lienzo de la Asuncin; tal
disposicin coloca al maestro de Achacachi en la lnea renacentista.
El cuadro de San Juan nos muestra al Precursor, de perfil y arrodillado, en
medio de un paisaje boscoso. Porta un cayado con el tradicional Agnus y a sus pies
descansa un corderito. El paisaje es flamenco, realizado a base de grandes y espesas
masas de vegetacin recortadas contra el cielo, que ocupa muy pequea parte del
lienzo.
La figura del santo es esbelta, de miembros alargados y rostro fino; tiene la
nariz recta y la barba escasa. El San Francisco es algo diferente por su calidad y
tratamiento pictrico. Arrodillado junto a la boca de una caverna y en oracin
delante de un Cristo, tiene actitud asctica. La entrada deja ver unas montaas en
lontananza, mientras en plano intermedio hay un macizo de rboles. Se repiten en
esta obra y en primer plano, las florecillas que vimos en el cuadro de San Juan. La
oscuridad de las rocas anuncian el tenebrismo, tan caro a la pintura del primer
tercio del siglo XVII. La figura del santo es sobria, sin cambio de tonalidades; apenas
emergen como manchas luminosas rostros y manos.
Junto a estos dos cuadros hemos encontrado meses ms tarde un tercero, de
iguales dimensiones y con el mismo marco: es el cuadro de la Asuncin que parece
haber sido pintado para estar entre los dos santos orantes. Por su estilo es un tanto
diferente a los ya descritos; parece anterior. Es obra de un manierista italianizante.
Quiz Nury pint sus santos orantes para formar, a base del cuadro de la Asuncin,
un trptico. Hasta que no quede bien determinado el autor de esta interesante obra,
queda inventariado este cuadro entre los de Nury, con los que indudablemente
45
La firma de Viren Nury S. J., que est al reverso del San Francisco, plantea un
interrogante. Se trata del nombre autntico del pintor? Sabemos que muchos
jesuitas, sobre todo los no espaoles, cambiaban su nombre al pasar a Indias. En el
caso presente, nos hace pensar la primera palabra de la firma Viren, que no
corresponde a nombre conocido, sino que mas bien significa verde en latn. La
segunda palabra, Nury, tampoco da mayor luz sobre la identidad del maestro
achacacheo. Quiz se trata de un apellido nrdico, probablemente flamenco,
latinizado. En los catlogos de jesuitas que pasaron al Per, que hemos revisado,
no hemos podido hallar ninguna noticia aclaratoria. La nica evidencia es que se
trata de un pintor jesuita; las clsicas letras S. J. se destacan claramente al final de la
firma.
Para situar a Nury es necesario entroncarlo con la escuela manierista que parte
de Bitti y que pesa sobre el autor de la Asuncin, sigue con Gamarra y se esparce
luego por todo el altiplano, mezclndose con las heterogneas tendencias que
Se publican estos cuadros en el libro Manieristi Toscani. Instituto Italiano DArti Grafiche - Brgamo, lminas 4043. Brgamo, 1944.
45
46
conforman la escuela colla. La fecha en que pueden haber sido pintados estos
cuadros oscila entre 1630 y 1640.
Su pintura se destaca, fuertemente diferenciada de los maestros de segunda
fila, de cuyas obras hay muestras en la misma iglesia de Achacachi.
Si entre cientos de artistas virreinales se eligiera a uno como prototipo del
estilo popular, la eleccin recaera sin lugar a dudas en Diego de Rosas, artesano del
pueblo de Achocalla. Era este maestro, dorador de oficio y su trabajo
(excepcionalmente) se halla documentado e identificado. Su obra que podramos
llamar maestra son las pinturas que decoran el sotocoro de Carabuco, que
pasman por la ingenuidad de su concepcin y la alegra de su color. Estn hechas
con gruesas lneas que remarcan el dibujo y separan el color. Se trata de una
originalsima serie de ngeles msicos, cada uno de los cuales est colocado entre
dos de los canes que sostienen el coro. Las figuras estn tocando el tambor, una
trompeta, violn de arco curvo, etc. Estn de pie sobre un grupo de nubes que ms
parecen cantos rodados. El fondo es un celaje con estrellas desmesuradamente
grandes; en los extremos estn el sol y la luna. El dibujo es tan simple que parece
estar hecho por un nio; cada rostro es un crculo; los ojos, dos arcos de los que
cuelgan grandes puntos negros y la nariz una lnea quebrada en ngulo recto. Sin
embargo el conjunto es muy agradable, sobre todo porque guarda unidad y porque
ninguna de las figuras est forzada, ya que no presentan ninguna influencia extraa
o culta, salvo en el diseo de los instrumentos.
La pintura est fechada por el libro de fbrica en 1718 y guarda estrecha
relacin con frescos que hemos tenido ocasin de ver en Italaque y otros pueblos
de la regin del lago.
El trabajo de Rosas consta por el siguiente documento: Razn del descargo de los
gastos del dorado del retablo, de la hechura de los marcos de las ventanas del Altar Mayor y su
dorado: Se dio a Diego de Rosas dorador, que se trajo del pueblo de Achocalla para el efecto y
[Para] el dorado y pintura del coro... A continuacin se especifican los materiales que recibi este
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El escudo est reproducido en Documentos de Arte Colonial Sudamericano, vi, El Templo de San Francisco de La
Paz, por Mario J. Buschiazzo. Buenos Aires, 1949. lm. 69
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71
La Iglesia
mujer doa Juana Clemencia Bernldez de Obando, a fines del siglo XVII; pero fu
enriquecida por sus sucesores durante el perodo colonial. En el inventario de los
bienes dejados por don Juan Jos Campero, practicado por el Dr. Francisco
Martnez de Hoz, comisionado al efecto por la Real Audiencia de Charcas en 1785,
manifiesta la viuda del Marqus del Valle de Tojo: Por declaracin de dicha Seora
Marquesa, construy su difunto suegro y sus antecesores la Iglesia de sta Hacienda, que se
compone del can principal, sacrista, Capilla de Animas, Baptisterio, coro, torre con sus
campanas, Retablo dorado, plpito y dems que contiene. El suegro de la Marquesa del Valle
de Tojo, doa Mara Josefa Prez de Uriondo, era don Alejo de Martiarena del
Barranco, que cas en Yavi con doa Manuela Fernndez Campero, hija de don
Juan Jos Campero y Herrera, primer Marqus del Valle de Tojo.
El Maestre de Campo don Juan Jos Campero y Herrera naci en. Abionzo,
valle de Corriedo, en las montaas de Burgos. Era hijo de don Juan Fernndez
Campero, natural de dicho lugar, y de doa Mara de Herrera, nacida tambin en
dicho valle. Sus abuelos paternos fueron don Diego Fernndez, hijo del magnfico
caballero don Juan Fernndez y de doa Ins Rodrguez Fernndez Campero,
natural de Soro en el mismo valle. Sus abuelos maternos fueron don Juan de
Herrera, natural de Villa Corriedo y doa Mara Prez de Conuco, nacida en el
mismo lugar.
Don Juan Jos Campero y Herrera cas con doa Juana Clemencia Bernldez
de Obando, hija del Maestre de Campo don Pablo Bernldez de Obando, que en
72
II
le haba
Capilla de Animas de 10,50 de largo por 4,50 de ancho; de una Sacrista de 6 metros
de largo por 4,50 de ancho; de un Baptisterio, actualmente cerrado en parte, de 3
metros de largo por 2,50 de ancho, sobre el que trepa la escalera que conduce al
coro, que se halla en la entrada de la Iglesia; y de una torre de ngulos ochavados,
que tiene 15 metros de altura y 7 de lado en su base. Su arquitectura responde al
tipo de las iglesias de su gnero y de su poca. Fu edificada de adobe y techada a
dos aguas con paja y barro, materiales de la regin, usados hasta en los palacios de
los Incas; pero despus se la tech con tejuela como lo estaban las casas de la
Hacienda.
74
inferior), escultura de candelero o para vestir, de 1,60 metros de alto, que figura en
el inventario de 1785, pero como de cuerpo entero; San Juan Bautista (a la
izquierda), de 1,40 metros de alto, que figura en el mencionado inventario; San
Francisco de Ass (a la derecha), de 1,50 metros de alto, que no se menciona en
1785; y, en el cuerpo superior del retablo, una imagen tenida como la Virgen de la
Asuncin, de 1,40 metros de alto, que tiene a ambos lados las imgenes, pintadas al
leo, de Santo Domingo y de San Cristbal. Esta Virgen de la Asuncin no figura
tampoco en el inventario de 1785, pero por sus caractersticas podra ser la Virgen
de la Concepcin, que en dicho inventario aparece como escultura romana. En el
coronamiento del retablo existe otra tela que representa a la Virgen y el Nio.
Posee el retablo del altar mayor un Sagrario considerado como una de las
obras de su gnero ms valiosas que existen en el pas. No es contemporneo del
retablo, como ya se ha visto, sino diez y siete aos posterior. Mide 1,30 metros de
ancho por 1,35 de alto y 1,20 de profundidad. Sus puertas estn decoradas con
bajorrelieves que representan a San Pedro y a San Pablo, que llevan arriba y abajo
cuatro placas de plata dorada, con las imgenes repujadas de Mara Egipciaca, San
Sebastin, San Juan Bautista y la Sagrada Familia. La imagen de San Juan lleva la
siguiente leyenda: Non Svrexit Major. Si estas cuatro placas, cuyas dimensiones son
0,7 por 0,9, no son de oro en realidad, nada pierde con ello su inters artstico,
acerca del cual dice el arquitecto don Martn Noel: Los cuatro motivos son verdaderas
obras maestras de orfebrera, y su dibujo es tan perfecto y distinto de lo que ejecutaban los
indgenas, que supongo proceden de talleres europeos, o por lo menos copiados de grabados. Si se
compara el San Sebastin de Yavi con el que esculpiera Alonso Berruguete en el coro de la
Catedral de Toledo, creo que triunfa el annimo escultor de la iglesia jujea1. El interior del
Sagrario tiene forma abocinada y est revestido con 18 espejos y tallas doradas,
adems de llevar las imgenes de los Evangelistas pintadas al leo sobre vidrio. El
carro que tena el Sagrario serva de peana a la Custodia y en l se expona el
Estas plaquetas son de bronce, muy comunes en Espaa y fcilmente adquiribles en el comercio de antigedades.
Manuel Aull ha clasificado y estudiado 34 tipos distintos, entre los cuales figuran los cuatro de Yav. (Vase Arte
Espaol, 49 trimestre. Madrid, 1946). NOTA DE LA DIRECCIN .
1
77
Santsimo.
El segundo retablo se halla en el Presbiterio, en el lado de la Epstola. Es obra
acabada de una escuela de tallistas que se hallaba en su apogeo. Tiene dos cuerpos
con tres nichos cada uno y un coronamiento. El nicho central del cuerpo inferior lo
ocupa una imagen de San Jos, talla poli-cromada como las dems, midiendo como
ellas 1,45 metros de altura. En la hornacina de la derecha se halla una imagen de
San Joaqun, que exista en 1785, y en la de la izquierda una de Santa Ana, que es
sin duda la ms hermosa de este retablo. En el nicho central del cuerpo superior se
ve un San Pedro de Alcntara, que tambin exista en 1785; a su derecha San
Ignacio, que figura en el inventario colonial, y a su izquierda San Francisco Javier,
que no se menciona en dicho inventario. El remate del retablo est formado por un
gran marco, magnficamente tallado, que contiene un leo de la Coronacin de la
Virgen, sobre el cual va otro ms pequeo que representa a la Inmaculada.
En la Capilla de Animas se halla el tercer retablo, que conceptuamos
contemporneo del anterior y de la misma procedencia, que es muy probable sea la
escuela cuzquea. Est formado por tres hornacinas y se resuelve en un hermoso
coronamiento barroco, sacrificado por la poca altura del techo de la Capilla. En el
nicho central se halla un Crucifijo de tres cuartos del tamao natural, talla de muy
marcado carcter americano, que figura en el inventario de 1785 como existente en
esta Capilla. En el nicho de la derecha se halla una imagen de San Antonio de
Padua, que figura en el mismo inventario; y en el de la derecha se halla la imagen de
un Santo que no hemos podido identificar. El coronamiento del retablo est
constituido por un marco con categora de hornacina, donde se halla una tela que
representa a Cristo coronado de espinas.
En este retablo se dispuso un altar de la Buena Muerte, en que actualmente se
hallan las imgenes de la Dolorosa, que figura en el inventario de 1785, la Vernica,
que tambin figura en dicho inventario, y la Magdalena, que no se menciona en
1785, imgenes para vestir y de talla entera.
Tanto el retablo de la Epstola como el de la Capilla de Animas, gemelos por
78
cuadros: Nuestra Seora de las Mercedes; el Seor con la Cruz a cuestas, pintado
en el Cuzco en 1773; la Virgen del Carmen; San Pedro Nolasco; San Francisco
Javier; Nuestra Seora del Santsimo Sacramento; La Flagelacin de Cristo; La
Coronacin de espinas; El Descendimiento; Cristo tocando la campana y El
Bautismo de Cristo. No podramos comparar estas once telas con las existentes en
1785, pues en el inventario de ese ao slo se mencionan un gran lienzo de Nuestra
Seora de las Mercedes, con su ancho marco dorado y su dosel tallado con su velo,
que podra ser el que existe actualmente, y un Santo Cristo de Malta, de vara y
media de alto, adems de cincuenta lienzos de ngeles y otras advocaciones, entre
los que podran hallarse los que hemos enumerado. En cuanto a los riqusimos
ornamentos de la Iglesia, su enumeracin sera muy prolija, adems de figurar en el
inventario de 1785.
Las Casas de la Hacienda
Las Casas de la Hacienda de Yavi constituyen un monumento de gran valor
histrico y documental como Sala principal de su gnero, formando con la Iglesia
un conjunto arquitectnico casi nico en el pas, que como tal debera restaurarse
en todas sus partes, habiendo sido ya declarado Monumento Nacional por decreto
del 14 de julio de 1941.
La secular casona de los Marqueses de Tojo, adems de haber alojado a los
ms importantes personajes de la poca colonial que viajaban entre el Per y el Ro
de la Plata, est estrechamente vinculada con nuestra historia patria, pues adems
de ser teatro de los hechos de armas ya mencionados, en ella estableci su cuartel
general el representante de la Junta Gubernativa don Juan Jos Castelli, en 1810,
cuando el ejrcito argentino preparaba su entrada al Alto Per, y en ella se aloj
tambin el Jefe del Ejrcito del Norte, don Manuel Belgrano, quien sola orar en la
Iglesia por el triunfo de las armas patriotas.
La Casa principal de la Hacienda de Yavi ocupaba una superficie de mil
80
81
INVENTARIO
DE LOS BIENES DEJADOS POR EL MARQUS DEL VALLE DE TOJO
Hacienda de San Francisco de Yavi
En esta Hacienda de San Francisco de Yavi, jurisdiccin de la Ciudad de Jujuy,
en veinte y das das del mes de abril de mil setecientos ochenta y cinco aos; Yo
Dn. Francisco Martnez de Hoz, juez comisionado por S. A. en la causa de
Inventario de los bienes que han quedado por fin y muerte del Sr. Marqus del
Valle de Tojo Don Juan Josef Fernndez Campero, y dems actuaciones, habiendo
82
visto estos autos y respecto de no tener noticia por ahora de haber ms bienes
muebles, efectos y papeles en esta Casa y la de Tojo, y s slo los que hay en la Villa
de Tarija, distante de sta cerca de cuarenta leguas, psese por ahora a continuar el
inventario de todos los bienes races de tierras, casas y estancias que corresponden
ms inmediatos a sta, y dems que haya, y de los ganados mayores y menores que
existan en dichas tierras y estancias, y sus frutos pendientes, con citacin y
advertencia a la Seora Marquesa del Valle de Tojo, viuda de dicho finado, tutora
de su hijo menor Dn. Jos Feliciano, a la que se le encargar el cultivo y cuidado de
estos bienes, y recepcin de frutos que haya en la forma ordinaria. As lo prove,
mand y firm. Yo el dicho Juez actuando por ante mi y testigos a falta de
escribano, publico ni Real, y en este papel por la del sellado. Francisco Martnez de
Hoz-Hermenegildo lvarez-Tgo. Martn Santos Migo.
En dicho da mes y ao, Yo Dn. Francisco Martnez de Hoz Juez
Comisionado por S. A. en la causa de Inventarios de los bienes del finado Seor
Marqus del Valle de Tojo, acompaado de testigos a falta de escribano, y
asistencia de la Seora Marquesa de dicho ttulo, en prosecucin de los inventarios
y de lo por mi mandado, me constitu en las Casas principales de esta Hacienda de
San Francisco de Yavi y constan:
Primeramente de la Sala principal con sus puertas, chapas y picaportes
corrientes, alcoba y dos camarines y siete viviendas en lo dems del recinto del
patio, todas con sus tumbadillos, con ms otro patio, y otros dos cuartos de criados
y una pieza con puerta a la calle que hace de tienda, todos con sus techos de cal y
tejuela.
It. Dos canchas cercadas de adove, inmediatas a las viviendas dichas, y entre
ellas dos galpones, como asimismo al centro de la una otros dos galpones o
almacenes, y dichas canchas son de sembrado sirviendo al mismo tiempo de
charqueo para la matanza.
It. La pieza que sirve de bodega que esta inmediata a la casa del Maestro Dn.
Manuel Martarena del Barranco, con sus puertas y chapas corrientes.
83
It. Un cuarto inmediato que hace de granero con su puerta y llave corriente.
It. Otro contiguo al antecedente que hace de almacen.
It. Un galpn que esta detrs de las antecedentes piezas.
It. Una casa inmediata al antecedente almacn que consta de varias piezas con
puerta de calle grande.
It. Dos cuartitos inmediatos a la Crcel.
It. Otros dos contiguos a la cancha de matanza.
It. Otros dos que estn ms adelante.
It. Tres dichos contiguos a estos.
It. Dos tapiales de a dos cuadras de largo, poco mas o menos, cada uno,
asfaltados.
It. Un cerco de adove con su cuarto que sirve de granero de la cavada que se
siembra en el.
It. Por declaracin de dicha Seora Marquesa construy su difunto suegro y
antecesores la Iglesia de esta Hacienda, que s compone del can principal,
sacrista, Capilla de Animas, Baptisterio, coro, torre con sus campanas, Retablo
dorado, plpito y demas que contiene.
Muy Seor Mio: Habiendo recibido el oficio que con fecha de hoy se ha
servido pasarme, comunicndome hallarse por comisin de la Real Audiencia de la
Plata, entendiendo en la faccin de Inventarios de los bienes que han quedado por
muerte del Sr. Marqus del Valle de Tojo Don Juan Josef Fernndez Campero y
Martiarena; y que en atencin a esto, que la Sra. Marquesa viuda de dicho finado,
tutora y tenedora de bienes de su hijo menor Dn. Juan Josef Feliciano, le acusa
entre ellos algunos que hay en esta Iglesia de Yavi, por emprstito de dicho finado y
de sus predecesores, me pide franquee las llaves de dicha Iglesia, para inventar
aquellos que sean pertenecientes y propios al referido cuerpo de bienes: Digo: que
la Seora Marquesa, viuda del referido finado, y tutora y curadora de su hijo menor
D. Juan Jos Feliciano, podr mandar sacar de esta predicha Iglesia todos los bienes
84
y alhajas que sean propias y pertenecientes a la casa, por tener en ellos absoluto
dominio, para que V. M. agregando a los dems bienes los inventarios, pero no
aquellos que son propios y necesarios para la celebracin del Santo Sacrificio, y
hacer las funciones parroquiales, como lo tiene ltimamente mandado y declarado
en su visita el Illmo. Sr. Dor. Dn. Fray Jos Antonio de San Alberto, Dignisimo
Obispo de esta Provincia del Tucumn y al presente electo para el Arzobispado de
la Plata, con arreglo a lo que tienen dispuestos los Illmos y Novilsimos antecesores
suyos. -Nuestro Seor Guarde a Ud. muchos aos. Yavi, y 15 de abril de mil
setecientos ochenta y cinco. - B. L. M. de V. M. su mas Atto. y seguro Capellan. Dr. Martn Eugenio Gardel.-Seor Juez Comisionado Dr. Dn. Frco. Martinez de
Hoz.
Yavi y abril 15 de 1785.
Agrguese al expediente y notifquese a la Seora Marquesa del Valle de Tojo,
tutora de su hijo menor y tenedora de bienes, ponga de manifiesto los que
corresponden a los Inventarios que se estn practicando, mandando sacar de la
precitada Iglesia aquella alhajas que sin mayor dificultad por su situacin y decoro
se puedan verificar y las dems las acuse para que unas y otras consten de
Inventario: As lo prove, mand y firm. Yo Dr. Francisco Martnez de Hoz, Juez
comisionado por S. A. con testigos a falta de escribano.
En dicho da, mes y ao, Yo el dicho Juez notifiqu e hice saber el antecedente
Provedo a la Seora Marquesa del Valle de Toxo, en su persona, quien entendida
de ello, y los testigos de actuaciones a falta de escribano, siendo las dos de la tarde
poco mas o menos, en prosecucin de los inventarios, manifest dicha Seora
como tutora de su hijo y tenedora de bienes, los siguientes:
Primeramente un guin con ocho canutos de plata y su cruz de lo mismo; y el
guin de terciopelo carmes bordado en realce de oro con la insignia de la Custodia,
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It. Una Caja de Zedro de vara y quarto de largo y vara y media de alto usada,
tasaron en dos pesos, quatro rrs.
It. Un Lienzo con su Marco Dorado de vara y ma. con tres Efigies de Jesus,
Ma. y Josef, y San Juan, en quatro ps.
It. Una Mesa de Zedro, forrada la Cubierta de Baqueta, de tres y media vs. de
largo, con su sobre mesa de Cumbe, igual a lo largo de dicha mesa y dos varas de
ancho tasaron en veinte pesos.
It. Una tarima de quatro y media varas que sirve de Estrado tasaron en seis ps.
It. Una pila de Plata de poner agua Bendita con peso de seis Marcos siete
onzas tasaron en quarenta y quatro pesos, cinco y medio Rs.
It. Un chuce de diez y 5. varas de largo y quatro y media de ancho mui viejo,
tasaron en seis ps.
It. En dos Alazenas que estan en dicha pieza se encontraron veinte y seis
piezas de Loza de la China, entre chicas y mas medianas que unas y otras tasaron en
tres rrs. y montan quatro pesos y dos rrs.
It. Diez y nueve Basos de Cristal inclusive una jarra de la mismo y un Barrilito,
tasaron en seis rrs. y suman Catorce ps. dos rrs.
It. Ocho Cocobolos, o Gicaras con Guarnizn. de plata, tasaron a cinco pesos
cada uno y hacen quarenta.
It. Una Alfombra con siete varas de largo, dos y media de ancho, usada,
tasaron en diez y ocho pesos.
It. Otra chica de cinco y cuarta varas de largo y vara y media de ancho vieja
tasaron en doce pesos.
It. Otra dha. usada de seis varas de largo y tres de ancho tasaron en 28 ps.
It. Un chuce bien tratado de 6 y 1/2 varas de largo y 2 de ancho tasaron en 30
pesos.
It. Dos dichos iguales poco usados y de igual calidad de ocha varas de largo y
una de ancho tasaron en 32 pesos.
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Dia 4 de Mayo.
It. Un chuce usado de 6 y 1/2 varas de largo y dos de ancho tasaron en 20 ps.
It. Otra dicha alfombra en oja de nueve y cuarta varas de largo y dos y dos
tercias de ancho tasaron en 60 ps.
It. Dos tapetes de Iglesia Usados de vara y media de largo y una de ancho,
tasaron ambos en 8 pesos.
It. En la quadra de otra sala un cuadro triangular con varias imagenes tasaron
en seis pesos.
It. Dos comodas de madera con cuatro cajones cada una con barniz verde al
frente con sus chapas y tiradores de plata que regularon tener 12 marcos tasaron en
125 pesos.
It. Cuatro lienzezitos de a tercia con la efigie de San Juan Bautista, San
Cristbal, Santa Maria Magdalena y Maria Santisima, que reconocieron estar bien
mal tratados tasaron en 2 reales cada uno y importan 1 p.
It. Un cajon dorado con cuatro efigies pintadas en las puertas y dentro de el
un Seor crucificado de bronce con su candileja de plata tasaron en 12 pesos.
It. Cuatro lienzos de a vara y vara y cuarta de distintas adbocas viejos, tasaron
en 12 reales y suman 6 pesos.
It. Un biombo muy viejo pintado en Istoria tasaron en 10 pesos.
It. Varios cuadritos y pinturas viejas invisibles las que no tasaron.
It. Un ropaje de Damasco carmesi en forma de pabellon para cama con sus
cortinas de fondo carmesi uno y otro muy usado con su encaje y franjita de oro
falso en 25 pesos.
It. Las cornisas y Cenefas de puertas y alacenas y ventanas de Calamaco muy
viejas tasaron en 6 pesos.
It. Un lienzo de seis varas de larga y vara y dos tercios de ancho en que est
retratado el finado Seor Marques y su hijo tasaron en 12 pesos.
It. Una caja de tres varas de largo y tres cuartas de ancho de cedro y con chapa
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It. Una silla de gineta con estribos y demas de la partida del inventario tasaron
todo en 130 ps.
It. Otra dicha usada con estribos de plata en 45 ps.
It. Un lomillo chapeado con estribos de palo y mandil en 25 ps.
It. Dos pares de botines en 3 ps.
It. Cuatro sombreros negros para militar todos en 12 ps.
It. Tres dichos para capa en 9 ps.
It. Un juego de hebillas de oro a lo cha tre caladas con 9 y 1/2 onza tasaron en
15 ps. la onza, importan 142 ps. 4 rrs.
It. Otro dicho... con charreteras y hebillas de corbatin con cinco onzas tres
adarmes que tasaron en 77 ps. con 5 rrs.
It. Otro dicho a lo Chatre de plata mezclada con tumbaga con charreteras con
peso de 8 onzas tasaron en 50 ps.
It. Otro dicho de oro con charreteras de la mismo y montados con 48
diamantes tabla cetrinos con peso de 7 onzas de oro tasaron en 205 ps.
It. Un baston que en el inventario dice ser de caa fina y reconocido es de
palo con barniz con puo y contera de plata tasaron en 45 ps.
It. Un espadn con guarnicion de oro tasaron en 180 ps.
It. Un puo de baston de oro con peso de una onza y 11 adarmes en 25 ps.
It. Un espadin con guarnicion de plata gancho y contera en 12 ps.
It. Un mondadientes con cadena tambin de oro y un par de charrateras de lo
mismo todo con peso de 8 y onzas que tasaron en 15 ps. y que importa 127 pesos
con 4 reales.
It. Dos pares de botones de oro con piedras de topacio en 30 ps.
It. Un par de hebillas y charrateras de plata con sobre puestos de oro con peso
de dos tres cuartas onzas en 20 ps.
It. Otro dicho de plata a lo Chatre con seis onzas adarmes en 6 ps.
It. Otro dicho de id. con 4 onzas 6 adarmes en 3 ps. 4 rrs.
It. Un anillo de oro con tres diamantes uno rosa cetrino con peso de dos
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It. Cuatro fuentes de losa fina a dos pesos cada una hacen 8 ps.
It. Tres redomas de cristal blanco en 3 ps.
It. Un poncho balandran blanco viejo en 4 ps.
It. Dos flautas traveras de marfil con su caja en 110 ps.
It. Un cojin de terciopelo carmesi muy usado en 8 ps.
It. Una caja de 5 cuartas de largo y 3 de ancho y alto con barniz en 8 ps.
It. Un cartn de encajes de puntas de Barcelona con 24 varas a 4 reales vara
hacen 12 ps.
It. Veinte y seis varas de caserillo fino a 2 1/2 la vara hacen 8 ps. 1 real.
It. Otra dicha caja en 5 ps.
It. Dos frasqueras portuguesas a 5 cada una hacen 10 ps.
It. Dos escritorios iguales a 40 ps.
It. Otro dicho en seis ps.
It. Una caja de cedro en 4 pesos.
It. Dos libros forrados el uno en terciopelo verde que no tasaron.
It. Dos dichos en pergamino que no tasaron.
It. Otro dicho en badanilla que no tasaron.
It. Los demas libros y legajos que no tasaron.
En el mismo da:
It. Una joya grande guarnecida de 319 diamantes en 1719 ps.
It. Un ahogador de oro en 48 ps. 6 rrs.
It. Cuatro veneras de oro la una con peso de 2 onzas de oro y 35 esmeraldas
con peso de 10 quilates a razn de 4 ps. quilate, la otra hechura de relicario con el
habito de Calatrava con peso de una onza diez adarmes neto y todo el fondo de
cristal de roca tasaron todo en 34 ps. 3 rs. Otra dicha de oro con dos habitos de
Calatrava sobre puestos en una concha de cristal de Auvernia que su valor de todo
son 20 ps. en que la tasaron y la otra dicha del mismo habito de plata sobre dorada
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con peso de diez adarmes que por ser muy vieja e inservible la tasaron en 5 rs. que
todas cuatro piezas importan 125 ps.
It. Dos relicarios que aunque en el inventario aparecen ser ambos de oro y
habiendolos reconocido hallaron que el uno esmaltado es de oro el cual tasaron en
30 psi. y el otro se ha reconocido ser de plata dorada con peso de dos onzas 10
adarmes que tasaron en dos y 1/2 reales, y una perla que tiene de coronacin de
valor de un peso y ambas piezas hacen 33 ps. y 2 y 1/2 rs.
It. Dos relicarios de oro esmaltado uno y otro con sus cristales con insignias
de la Pasin con sus cadenas de oro con peso neto de 15 onzas y 1/2 a 15 ps. onza
importa 228 ps. 6 rs. y 10 ps. en que tasaron las insignias hacen las dos partidas 238
ps. 6 rs.
It. Una joya con el ttulo de Venera que aparece en el inventario de Nuestra
Seora de la Concepcin esmaltada con peso de una onza 10 adarmes de oro neto y
por estar bien tratada y trabajada tasaron en 30 ps.
It. Otra dicha joya que en el inventario aparece siempre por Venera con las
advocaciones de N. S. de los Dolores y San Juan con peso de una onza dos
adarmes neto de oro y 57 perlas tasaron todo en 36 ps. 7 rs.
It. Un par de pendientes de oro guarnecidos con 70 perlas en forma de pera
tasaron en 25 ps. y 1 r.
It. Un par de zarcillos de oro con 38 perlas tasaron en 35 ps. 2 y 1/2 rs.
It. Una sortija de oro con un diamante y una chispa en 10 ps.
It. Otra dicha de oro con 3 diamantes fondos tasaron en 80 ps.
It. Otra dicha de oro con un diamante rosa tasaron en 60 ps.
It. Otra dicha con un diamante montado en plata en 50 ps.
It. Otra dicha de oro con 7 diamantes en el medio Rosa Bella de Holanda y
seis tablas en 120 ps.
It. Otra dicha de id. con siete diamantes rosas en 60 ps.
It. Dos dichas de oro iguales con un topacio y la una con sus chispas de
diamantes ambas en 40 ps.
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ps.
It. Una cruz de Jerusalen engarzada en oro que tasaron 24 ps.
It. Un reloj de oro repeticin con un pendiente de oro engarzado cada uno
con 14 perlas grandes y chicas y que en el inventario dice ser 16 tasaron todo en
174 ps.
It. Tres cajetas de oro con peso de 9 onzas 14 adarmes tasaron en 16 ps. la
onza y hacen 158 ps.
It. Un relicario de oro con su Signum Crucis y... en 75 ps. It. Otro dicho de
plata dorada conforme al inventario tasaron en 9 ps. It. Otro dicho grande de plata
conforme inventario en 16 ps. 4 rs. It. Otro dicho de acero con el dedo de San Juan
Crisstomo cuya reliquia no se tas.
It. Dos relicarios guarnecidos de plata con reliquias el uno del Venerable Jaime
y el otro del V. Lucas Caballero y graduaron tener de plata 3 y 1/2 onzas que
tasaron en 2 ps. 6 rs. y 1/2.
It. Ocho dichos grandes y chicos los tres con sus partanuelas de plata y peso
de 3 y 1/2 marcos que tasaron en 6 ps. 3 rs. marco y los cinco dichos de cerquillo
de plata se tasaron en 4 ps.
It. Cinco pares de hebillas de oro con peso de 16 onzas 2 adarmes tasaron a 16
pesos onza, tasaron en 274 ps.
It. Un vaso grande de oro con peso de 13 onzas 6 adarmes tasaron en 200 ps.
5 rs.
It. Seis dichos chicos de id. con peso de 36 onzas 9 adarmes que tasaron en 15
ps. onza importan 548 ps. 3 1/2 rs.
It. Un floripondio de id. con engarce de piedra Bezar y neto 13 onzas 7
adarmes que tasaron en id. importan 201 ps. 4 y 1/2 real.
It. Dos sartas de corales grandes con peso de 22 onzas que tasaron a 20 rs.
importan 55 ps.
It. Dos mates de plata guarnecidos de oro con bombilla de lo mismo peso de
5 onzas de oro y 10 otras de plata tasaron en 89 ps. 4 rs.
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It. Dos dichas portuguesas de a dos tercias de largo y media vara de ancho; la
una con diez frascos de vidrio y la otra tres.
It. Dos pares de petacas desiguales de sancochado, suela labrada y cuero.
It. Un par de sillas de zeremonia para servicio.
It. Un barrilito con cuatro arcos de fierro.
It. Una romanita de fierro que hace por mayor cuatro arrobas.
It. Tres quintales de plomo.
It. Un estante de madera con seis andanas y en l los libros siguientes:
Primeramente la obra de Pacnani in doctrinalis, en tres tomos de a folio en
pasta.
It. Dos tomos de la obra moral del P. Lacrois, idem.
It. Dos dichos, uno en folio mayor Espanier, y otro en menor Concordancias
de la Biblia, ambos en pergamino.
It. Seis tomos dichos en idem, intitulados Cursos Sanmartinenses.
It. Dos dichos del P. Calatayud.
It. Seis tomos dichos de folio menor forrados en pergamino de distintos
autores.
It. Un dicho tomo folio maior en Pasta Compendio Baronil.
It. Otro dicho en folio maior, digo menor, Melchor Cano, y otro igual Fabulae
Chronologiae.
It. Otro dicho en octavo en Portugues intitulado Alibio de Tristes, en pasta.
It. Cinco dichos tomos en folio, forrados en pergamino, obra intitulada de
Lanuza.
It. Quatro de dichos en octavo iguales de distintos autores.
It. Siete dichos iguales, uno en Pasta y los demas en Pergamino de distintos
autores.
It. Un cuerpo de Breviarios y su Diurno con sus estuches.
It. Siete dichos tomitos de maior a menor muy viejos de distintos autores.
It. Quatro de dichos en octavo, forrados en pergamino del P. Calatayud, los
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terciopelo carmesi con franja de oro; y la otra de terciopelo negro con franja de
oro.
It. Otra dicha de tafetan negro vieja.
It. Otra de melania morada con melindre de plata fino.
It. Otra verde de idem. con franja de oro falso. Y todas estas casuyas tienen
sus correspondientes manipulos, estolas, bolsas y
It. Cinco frontales, un tapiz colorado con cinta de idem; otro de Damasco
blanco con franja de plata angosta; otro de Griseta negra con galon mosquetero de
plata fina; y otro de melania morada y verde con galon de plata falsa.
It. Tres capas de coro, una de tapiz de plata y flores y la vuelta de raso liso
blanco con galoncito de oro mosquetero; otra de griseta negra con galon de plata
falso; y la otra de tafetan negro con encaje de plata fina.
It. Cinco Albas de Bretaa fina con sus encajes.
It. Dos sobrepellices, una de estopilla y la otra vieja de Bretaa. It. Ocho
corporales, tres manteles, uno viejo; ocho purificadores, tres palios, dos carmesi y
otro blanco.
It. Dos calices de plata dorada con su patena.
It. Un par de vinageras de plata con su platillo de lo mismo.
It. Un incensario de plata con su naveta y cucharita de lo mismo. It. Dos
misales, el uno viejo; y un Manual Romano.
It. Cuatro acheros y un atril de madera.
It. En una de dichas petaquillas se hall un envoltorio de algunos vestidos de
la Virgen.
It. Un cajoncito de madera con tres crismeras de plata.
It. Sotana de medio coro para decir misa.
It. La puerta de la Capilla con sus arandelas y candado.
It. La Capilla con su bovedilla y techo de teja; y el cementerio con su arco y
encima un cuadrante de piedra.
It. Tres campanas en el campanario, dos chicas y una mediana.
112
L viajero (pido disculpas a Camilo Jos Cela: es contagiosa esa frmula, que
tan simptica resonancia tiene en todo su Viaje a la Alcarria), el viajero
estas tierras hay con la muerte una familiaridad, hasta una jovial convivencia, que
han encontrado caricatural expresin en las bien conocidas calaveritas del
grabador costumbrista Jos Guadalupe Posada (1851-1913) y llegan a exuberante
exteriorizacin en las celebraciones del Da (mejor se dira la Semana)de los
Difuntos: el pan de muerto con su catafalco de tibias moldeadas en la masa, las
calaveras de azcar, algunas rotuladas (a elegir) con un nombre de pila, los
grotescos esqueletos bailando o tocando guitarra que los panaderos hacen pintar en
el cristal de su vidriera, el Baile de la Llorada de Hueso con que culminan los
festejos en algunos lugares. No se trata de un sentimiento morboso, como
aquella penosa fascinacin que ejercieron los secretos horribles de la sepultura
sobre el arte occidental de los siglos
XV
XVI
1540; transi de Bar-le-Duc, 1544; lozas sepulcrales de Vilvorde, 1553, y del Sablon
de Bruselas, 1556) y cuyas manifestaciones ms emocionantes quiz sean la estatua
de Jeanne de Bourbon-Vendme, 1511, representada tal como habra aparecido a la
vista de su esposo, ausente en el momento de su fallecimiento, cuando hizo abrir su
atad algn tiempo despus, y la de su nieta, Catherine de Medicis, que se hizo
representar en 1564, a los cuarenta y cinco aos, y cuando an le quedaban
veinticinco de vida, tal como estara das despus de morir. Lo mexicano no se
complace en el espectculo fsico y degradante de la materia disgregada. Muestra la
Muerte, no el muerto. Tampoco insiste en el llamado sorpresivo de la Gran
Recaudadora, tema de tantas Danses Macabres, desde la del Cimetire des Innocents
en Pars (1425) hasta la que grab Holbein en 1538. Al contrario, figura la Muerte a
secas, terminante, igualitaria, niveladora, y en cierto modo burlona. La calavera, con
su tremenda sonrisa, pulveriza vanidades, y desvanecen ilusiones las peladas
canillas. Aqu, en la sacrista de Salamanca, como al pie de las cruces que se alzan en
las esquinas del atrio de la catedral de Mxico, se repite sin ningn pathos, pero con
inexorable precisin, el mensaje secular: Sic transit.... En San Agustn, la Muerte
espera, tal cual esperaba ya en los bajorrelieves mayas los del cementerio de
Uxmal o de los tzompantli (muro de crneos) de Chichen-Itz, en cuyo
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Recurdese de paso que es tambin elemento del barroco espaol; ya en 1720 usaba
Ribera la guardamalleta en la torre de la iglesia de Montserrat en Madrid y en 1772
an se ven en el palacio episcopal de Mlaga.
...Pero hay que seguir viaje, despedirse de San Agustn y de su opulencia
decorativa. Al salir, el viajero se acuerda de volver la mirada hacia la fachada y, con
mayor razn, ahora le resulta indigente, arcaica, hasta dolorosa bajo el Crucificado
que la remata. Hay, s, autoridad en los campanarios de cuatro vientos, con sus
Apstoles adosados a la piedra, erguidos en casi gtica vigilia.
Camino de Guanajuato, el viajero contina pensando en los Agustinianos de
Salamanca. Piensa que pocas iglesias mexicanas tienen tanta y tan inspiradora, tan
comunicativa riqueza.
PAUL DONY.
121
INTRODUCCIN
Dedicamos este estudio a la vivienda en el Buenos Aires antiguo, reuniendo
cuanto hemos escrito sobre el tema y agregando el fruto de nuevas investigaciones
personales.
El material que conocemos con respecto al tema es cuantioso, aunque el
mayor aporte se relaciona con el siglo
XVIII
122
Buenos Aires es grande y una de las ms regulares, creo, que hay en el mundo. Todas las calles
cortan en ngulo recto, y hallndose a igual distancia unas de otras todas las calles paralelas, las
casas forman cuadrados slidos de iguales dimensiones, llamados cuadras. Las casas, cuyos
aposentos dan todos a un patio pequeo muy bonito, no suelen tener ms que un piso coronado por
una azotea con asientos, donde los habitantes acostumbran a estar por el verano. En el centro de
la ciudad esta la plaza, alrededor de la cual se ven los edificios pblicos, la fortaleza, la catedral,
etc.; antes de la revolucin tambin estaba all el palacio de los virreyes. El conjunto de esos
edificios presenta magnfico golpe de vista, an cuando ninguno de ellos tenga pretensiones de
arquitectura bella2.
La viajera a la que arriba nos referamos, Lina Beck-Bernard, estuvo de paso
en Buenos Aires en marzo de 1857 y al referirse a nuestra ciudad, escribi: El salir
de compras resulta en Buenos Aires muy fatigoso porque siendo una ciudad de ciento sesenta mil
habitantes (segn informan), es casi tan extendida como Pars. La calle de Per, es tan larga como
la de Rivol. Las calles son tiradas a cordel y los edificios forman recuadros. Las casas, en la
mayora de las calles son bajas y de azotea. Muchas tienen tambin un piso alto y balcones
elegantes. Los edificios nuevos, construidos por arquitectos italianos, son muy hermosos y de una
originalidad y buen gusto desconocido entre nosotros. Los vestbulos abiertos, con galeras y
columnatas, ostentan escaleras de mrmol con pasamanos dorados y adornos de cristal rojos y
blancos; vense artesonados de estuque, frescos en las paredes, solados de mosaicos y el patio interior
embaldosado con mrmoles bicolores. En medio del patio est el aljibe, coronado por un arco
morisco, de hierro dorado, donde se entrelazan flores muy bonitas. Lmparas de colores alumbran
por la noche estos palacios que recuerdan los cuentos orientales. Las lianas florecidas que crecen en
los patios, encuadran las puertas y ventanas, corren por galeras y balcones, enlazan las columnas y
dan al conjunto apariencia de fiesta3.
Indudablemente que hay exceso de bondad en las lneas transcriptas, que no
concuerdan con otras referencias.
Un gran estudioso, aunque un poco injustificadamente olvidado, Vicente G.
CARLOS R. DARWIN : Mi viaje alrededor del mundo, traduccin de Constantin Piquer. Valencia, 1 a., tomo I, p. 127.
LINA BECK-BERNARD: Cinco aos en la Confederacin Argentina, 1857-1862, versin espaola por Jos Luis Busaniche.
Buenos Aires, 1935, pp. 65-66.
2
3
123
XIX,
aseguraba que haban sido levantadas en un ochenta por ciento por maestros
albailes italianos, a quienes (segn sus expresiones) se les poda reprochar, que
haban construido las casas demasiado chicas, incmodas, mal distribuidas desde el punto de
vista de la higiene, y completamente desprovistas de confort moderno. Agregaba, que el aspecto
VCTOR GLVEZ [seudnimo de Vicente G. Quesada]: Memorias de un viejo, escenas de costumbres de la Repblica
Argentina. Buenos Aires, 1942, p. 281.
5 A DOLFO T. BUTTNER: La arquitectura en Buenos Aires, en La Revista de Buenos Aires. Buenos Aires, 1871, tomo
XXIV, p. 143.
4
124
exterior de las viviendas no tena estilo arquitectnico alguno y que la mayora son muy sencillas y
no tienen otro adorno ms que las rejas de hierro en las ventanas; otras estn recargadas de
capiteles, cornisas, columnas, caritides, florones. Todas modeladas en cemento y con dibujos poco
variados se ven los mismos modelos reproducidos en cien casas diferentes; por lo dems se
manifiestan en las pinturas y adornos interiores una ausencia de variedad y falta de gusto anlogo.
Con respecto a las viviendas particulares que entonces se levantaban en
Buenos Aires, manifest que los materiales de construccin consisten exclusivamente en fierro
para las columnas, travesaos y vigas (estos accesorios se fabrican en su mayor parte en Blgica) en
ladrillos y cemento para las paredes y adornos. Las casas destinadas para el comercio y domicilio
de particulares tienen un piso a la calle con 3 o 4 altas, y estn provistas de todas las comodidades
que pueden reclamar el arquitecto e higienista. El autor, sin dejar de expresar su
admiracin por todo ese renacer tcnico en la construccin, se lamentaba que los
arquitectos argentinos, olvidaran la historia y la tradicin, y les recordaba que las
fuentes de inspiracin se hallaban en las antiguas construcciones espaolas. Con
respecto a los materiales de construccin sealaba que en el pas haba, madera,
mrmol, cal, arena y sus derivados. De cualquier modo, argumentaba, es un hecho que
el ochenta por ciento de las casas de la Capital de la Repblica Argentina, son de un piso, los
alquileres extremadamente subidos y que la poblacin est diseminada sobre una superficie tan
considerable, que los habitantes pierden una gran parte de su existencia en recorrer los calles en
transas 6.
A partir de entonces se ha acentuado cada vez ms el carcter europeizante de
Buenos Aires, quedndonos escasas muestras, an del tipo arquitectnico que pudo
desarrollarse en la segunda mitad del siglo XIX. La ciudad de nuestros das, fuera de
algunos monumentos histricos tardamente salvados, que nos impresionan
alegremente por su inconfundible silueta, poco nos recuerda lo que fu la ciudad de
nuestros mayores.
Para quien desee tener una visin grfica del antiguo Buenos Aires, recomendamos la ilustrada obra que lleva por
ttulo: Estampas y vistas de la Ciudad de Buenos Aires, 1599-1895, coleccin y comentarios de GUILLERMO H. MOORES,
Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, 1945; y sobre la capital uruguaya: Iconografa de Montevideo, direccin,
seleccin y notas de ARIOSTO D. GONZLEZ, CARLOS PREZ MONTERO, OCTAVIO A. ASSUNAO, SIMN S. LUCUIX
y ARTURO SCARONE, Prlogo de Ariosto D. Gonzlez. Concejo Departamental de Montevideo, 1955.
6
125
126
actividad. Con Garay, a quien lo una una antigua amistad, concurri a echar en
1573 los cimientos de la ciudad de Santa Fe, en cuyo lugar dio traas para hazer el
fuerte donde los espaoles se guaresiesen y no fuesen asaltados. Con una expedicin de
socorro pas poco despus Antonio Thomas a auxiliar al adelantado Juan Ortiz de
Zrate que se hallaba en la isla de Martn Garca, contribuyendo con su esfuerzo al
traslado de la gente hasta el puerto de San Salvador, sobre la costa uruguaya, en
donde se levant la efmera poblacin que se denomin ciudad Zaratina, que fu
guarnecida con un fuerte cuya construccin haba sido dirigida por Antonio
Thomas segn lo manifestaron varios testigos.
Cuando aos ms tarde Juan de Garay pas a poblar el puerto de Nuestra
Seora Santa Mara de Buenos Aires, el nico sobreviviente entre los radicados en
la Asuncin que retorn al lugar, fu Antonio Thomas, dispuesto a abrir puertas a
la tierra, cerrada cuatro decenios antes por otro vizcano de temple acerado,
Domingo Martnez de Irala. Antonio Thomas form en la columna fundadora con
armas y a su costa y municin, sirviendo de gua en la empresa3.
No se ha podido precisar el da que fondearon en el puerto de Buenos Aires
las embarcaciones que integraban la expedicin que acaudillaba Juan de Garay, pero
por una informacin, se sabe, que el 10 de junio de 1580 se hallaban en el lugar. Al
siguiente da (festividad de San Bernab), sbado 11, el teniente de gobernador y
capitn general justicia mayor y alguacil mayor, Juan de Garay, en nombre del muy
ilustre seor licenciado Juan de Torres de Vera y Aragn, del Consejo de S. M. y su
oidor en la Real Audiencia de La Plata, adelantado gobernador y capitn general,
justicia mayor y alguacil mayor de las provincias del Ro de la Plata, intitulada
nuevamente la Nueva Vizcaya, proceda a fundar la ciudad que denomin de la
Trinidad, en el puerto de Santa Mara de Buenos Aires. La planta de la nueva
ciudad fu trazada sobre pergamino, en la que se inscribieron los nombres de los
3 Vase JOS TORRE REVELLO : Antonio Thomas, el conquistador que asisti a las dos fundaciones de Buenos Aires, en La Prensa,
Buenos Aires, 27 de octubre de 1935; y en la obra La fundacin y despoblacin de Buenos Aires, Buenos Aires, 1937, pp.
165-173.Otro alarife de la primera etapa de la ciudad de la Trinidad, sera Francisco Bernal, vecino fundador de la
misma, nacido en Asuncin del Paraguay. Extendi su testamento en la Trinidad a 13 de julio de 1612. Vase JORGE
ESCALADA YRIONDO: El testamento del primer alarife porteo, en Revista del Notariado, Buenos Aires, 1943, ao XLV, nm.
507, pp. 1181-1187. El Cabildo design en 1590, alarifes veedores a Bernal y a Juan Snchez Pompas. Cfr.: GUILLERMO
FURLONG, S. J.: Arquitectos Argentinos, pp. 44 y 98.
127
II
datara en el Bosque de
XVIII.
XVII,
Cabildo que se encargaran los vecinos del arreglo de las calles en la parte que
corresponda al solar de cada uno5.
La rectificacin de las calles y la falta de empedrado, indudablemente fueron
Acta de fundacin de la ciudad de la Trinidad del Puerto de Santa Mara de Buenos Aires, el 11 de junio de 1580, introduccin y
notas por JOS TORRE REVELLO, edicin conmemorativa del 3759 aniversario de la fundacin, Buenos Aires, Institucin
Cultural Espaola, 1955. Alvar Nez Cabeza de Vaca expres que la palabra bohos, era usada por los naturales de
California para designar casas de asiento. Cfr.: Naufragios de Alvar Nez Cabeza de Vaca y relacin de la jornada que hizo a
la Florida con el adelantado Pnfilo de Nrvaez, Madrid, Biblioteca de autores espaoles desde la formacin del lenguaje
hasta nuestros das, 1877, t. XXII, p. 543.
5 Vase A DOLFO GARRETON: La Municipalidad Colonial, Buenos Aires desde su fundacin hasta el gobierno de Larz, Buenos
Aires, 1933, captulo IV, Los servicios urbanos, en donde se ocupa de diversos aspectos relacionados con la edificacin,
aseo de las calles, etctera.
4
128
XVIII,
129
130
tejero Fernando Alvarez, para que se le autorizara hacer un horno de quemar ladrillo y
ramada para bien (agregaba) de la ciudad y repblica. El emprendedor tejero,
solicitaba un rinconcito que est atajado con el camino que va al Riachuelo y una barranquera
que est robada de las aguas que est al cabo de los solares de esta ciudad. Leda en la reunin la
peticin, se dio a Alvarez lo solicitado, para que en el asiento y parte que dice haga horno y
ramada para el beneficio de la dicha teja. Por el prrafo transcripto, lo que al parecer se
autorizaba al peticionante fu la fabricacin de tejas, cuando en realidad la licencia
concedida era para establecer su industria en el rincn mencionado10.
Sin esfuerzo alguno de imaginacin quedan aclarados los materiales utilizados
en la construccin de viviendas en Buenos Aires, desde 1580 hasta el ao
mencionado arriba. Muchas de las casas que por entonces se labraron tenan
paredes de barro apisonado, con largas tijeras en las techumbres que se cubran de
paja y que rebasaban los muros, molestando el trnsito de carretas y cabalgaduras.
El Cabildo, con el propsito de subsanar dificultades, mand en 1609 que se
cortaran las tijeras que sobresalan de la lnea de la calle, dando nicamente una
tolerancia de media vara. Esa medida que vino a facilitar el trnsito, debido a la
carencia de acera, fu perjudicial para los muros de las casas. Las carretas en su
marcha se acercaban a las paredes haciendo peligrar la seguridad de las mismas.
Entonces se tom la determinacin de colocar gruesos postes para evitar su
deterioro. Recin orden la institucin edilicia en 1630 la construccin de aceras,
cuya necesidad era notoria en das de lluvia, en que a los peatones les era imposible
transitar por las calles11.
Archivo General de la Nacin, Acuerdos del Extinguido Cabildo de Buenos Aires, Publicados bajo la direccin del
Archivero de la Nacin, Juan Jos Biedma, por resolucin del Excmo. Gobierno Nacional, Buenos Aires, 1907, (serie
primera), t. I, pp. 104-105. Fernando Alvares en 1608 aparece cubriendo el techo del Cabildo, (Ibdem, t. II, pp. 104105). En carta dirigida al Rey por Hernandarias, Buenos Aires, 30 de junio de 1608, manifestaba que los edificios
construidos estaban cubiertos de tejas, informacin que ratifica en 8 de mayo de 1609; en Revista de la Biblioteca
Nacional, Buenos Aires, 1937, t. I, pp. 396 y 583.
11 Fue constante preocupacin para el Cabildo el problema del trnsito. Las primeras tentativas para empedrarlas se
remontan al ao 1710 y posteriormente se trat de lo mismo, aunque sin mayores resultados. Se hizo constar en 1778
el impedimento que era para el vecindario el transitar por las calles debido al deplorable estado de las mismas, hecho
que se agravaba en los das de lluvias por las salpicaduras del fango que producan carretas y cabalgaduras, echando a
perder trajes y calzados de los transentes. En verano era sofocante el polvo, que penetraba en las casas cubriendo
los muebles con espesa niebla, produciendo grandes perjuicios a los comerciantes a quienes estropeaba las
mercaderas que quedaban al descubierto. Se retom el asunto en 1780 dada la importancia que haba adquirido la
ciudad como capital del Virreinato. El primer tramo de empedrado se construy en 1784 al final del gobierno del
10
131
Son variadas las referencias conocidas con relacin a los interiores de las casas
en lo que respecta al siglo
XVII.
que vendieron Manuel de Avila e Ins de Parra, que constaba de sala, aposento y
corral cercado, que tena de largo cuarenta pies. Lorenzo Menaglisto compr en
1620, a Manuel Antonio, una casa que constaba de una sala y un aposento y un patio y
una tahona moliente y corriente que est en la dicha casa, con su casa y cubierta y otro corral, su
brasero y dos yuntas de caballos. Doce aos ms tarde consta que Pedro Rojas posea a dos
cuadras de la Plaza Mayor, un solar cercado y en l edificado casas de vivienda que son una sala y
tres aposentos y cocina, todo cubierto y acabado con sus puertas, ventanas y cerraduras.
Corresponde a 1636, la venta que hizo de su vivienda Amador Bez Alpoin, que
constaba de dos aposentos cubiertos y en el de la esquina una torrecilla, otro aposento conjunto a
estos que, est por cubrir, y en el dicho medio solar lo cerc y dentro de l alz paredes de tapia
para sala, aposento, recmara y otro aposento para cocina. La propiedad que Francisco
Gonzlez vendi en 1638, constaba de sala y aposentos, y en el patio diferentes aposentos y
otra tienda y trastienda con un corral, con diferente puerta a la calle que es principal, y en que hay
una mesa de truques 12.
Las referencias anotadas permiten conocer diversos tipos de casas, entre ellas
la mencionada en ltimo trmino, con tienda a la calle y en su interior, patio y
corral, dependencias que continuaron figurando en mltiples viviendas labradas en
el perodo de la dominacin espaola.
De acuerdo con cuanto hemos expuesto, el ladrillo, al parecer, se comenz a
usar en las construcciones de las casas a partir de 1608. Sin embargo un viajero que
en 1658 visit nuestra ciudad, lleg a escribir que las casas del pueblo estn hechas de
virrey Vrtiz, y comprenda la actual calle Bolvar, desde Hiplito Yrigoyen hasta Alsina. Se labr bajo la direccin
del brigadier de ingenieros Jos Custodio de Sa y Fara. Al generalizarse el empedrado permiti la nivelacin de las
calles quedando al descubierto los cimientos de muchos edificios, que debido a su endeble y mala construccin
tuvieron que demolerse. Entonces se hizo comn el uso de las llantas de hierro en las ruedas de las carretas y de
herradura en los cascos de los caballos. Se prohibi arrojar basura y animales muertos a la calle y a las carretas no se
les permiti transitar por las calles principales. A los artesanos no se les toler como hasta entonces, sacar sus
banquillos y herramientas a las aceras impidiendo el trnsito de los peatones.
12 Los datos transcriptos proceden del Archivo de los Tribunales, Buenos Aires, y han sido dados a conocer por el P.
GUILLERMO FURLONG, S. J.: Arquitectos Argentinos, pp. 108-111. Adems en dicha obra se hallarn otras referencias
sobre viviendas; en pp. 112-115, reproduce la informacin que suministr el P. Florin Baucke sobre la forma de
construir los muros con tierra apisonada. Sobre el juego de truques, vase la aportacin de RAL A. MOLINA : Los
juegos de truques y de ajedrez se practicaban en grande escala en el Buenos Aires de 1600, en Historia, Buenos Aires, eneromarzo 1956, ao I, nmero 3, pp. 167-177.
132
barro, agregando que se hallaban techadas con paja y caas y no tienen pisos altos; todas las
habitaciones son de un slo piso y muy espaciosas; tienen grandes patios y detrs de las casas
amplias huertas, es decir, corral con naranjos, limoneros, higueras, manzanos, perales, adems de
otras variedades de rboles frutales. Abundaban las hortalizas, zapallos, cebollas, ajos, lechugas,
alberjas y habas, haciendo destacar de ese conjunto a los melones, de los que deca
eran excelentes. Agregaba el viajero a su descripcin, que los vecinos vivan con
comodidad, habiendo abundancia de toda clase de vituallas, como carne de vaca y
ternera, de carnero y venado, liebres, conejos, gallinas, patos, gansos silvestres, perdices, palomas,
tortugas y toda clase de aves silvestres, y tan barata que se pueden comprar perdices a un penique
la pieza13.
Obsrvese el detalle contradictorio que se seala en el espacio de medio siglo:
sobre si existi o no la fabricacin de ladrillos. Problema de sumo inters que nos
ha hecho dudar si realmente el horno iniciado por el tejero Fernando Alvarez lleg
a funcionar14.
Como dato de inters para el conocimiento de la casa colonial es la referencia
que sealaremos, sobre la venta de vidrio en Buenos Aires, aunque su uso no
conste en los documentos que manejamos. En la visita de pulperas que realiz el
teniente de gobernador y justicia mayor de la ciudad de la Trinidad, puerto de
Buenos Aires, capitn Toms de Garay, el 3 de diciembre de 1603, encontr en el
establecimiento comercial que atenda Luis Portillo de Narvez, entre otras
mercaderas para la venta, unos vidrios que tiene, que sern catorce, los compr de Bernardo de
13 Acarette [du Biscay], Relacin de un viaje al Ro de la Plata y de all por tierra al Per, con observaciones sobre los habitantes sean
indios o espaoles, las ciudades, el comercio, la fertilidad y las riquezas de esta parte de Amrica, traduccin de Francisco
Fernndez Wallace, Buenos Aires, 1943, p. 43.
14 El P. Furlong recuerda que se autoriz en 1625 a instalarse en Buenos Aires al tejero Francisco Alfonso y que
desde 1660 hasta muy entrado el siglo XVIII, los jesuitas posean un gran horno en la esquina sudeste de su solar de la
calle Bolvar, esto es, en la esquina que forman la actual calle Moreno y la antes mencionada. (GUILLERMO
FURLONG, S.J.: Arquitectos Argentinos, pp. 58-59). El P. Sepp, manifestaba en 1691 que sus hermanos de instituto
cinco aos antes 1686 haban dado a conocer en Buenos Aires la tcnica de la cal y la cochura del ladrillo. Es
probable que dicho religioso ignorase los antecedentes dados a conocer por el P. Furlong. (R. LEHMANN-NITSCHE:
Un viaje a Buenos Aires en 1691 referido por el Padre Antonio Sepp, S. j., en La Prensa, Buenos Aires, 6 de agosto
de 1937, segunda seccin, p. 2) Hernandarias posea en Santa Fe en 1619, unas casas de mucha ostentacin, con
escudo y armas doradas sobre la puerta, y cadena en el zagun y otras casas sobre el ro, calle en medio de su morada,
con cuatro aposentos cubiertos de teja y una chacra, con las casas de su vivienda, cubiertas de tejas. MANUEL
RICARDO TRELLES Hernandarias de Saavedra, en La Revista de Buenos Aires, t. X. Con respecto a Santa Fe, vase
AGUSTN ZAPATA GOLLN : La construccin de la vivienda en Santa Fe la Vieja, en Anales del Instituto de Arte
Americano e Investigaciones Estticas, Buenos Aires, 1956, nm. 9, pp. 71-89.
133
134
tenia casa de recreo integrada por cuatro habitaciones con corredores y cocina18.
En el inventario de los bienes del capitn Francisco Gaete, fallecido en Buenos
Aires, en 1665, consta que tena su casa morada a media cuadra de la Plaza Mayor.
El inventario fu levantado el 30 de julio de 1666 y en l consta que era casado con
Mara Maldonado y Rivadeneira. La referida casa se compona de zagun, sala con
aposento a la calle y que se comunicaba con el interior, le seguan dos habitaciones,
cocina y un cuarto de solar con doscientas ocho varas de tapia. Adems posea
varias estancias en la Magdalena y en el Ro de la Plata. La casa del capitn Gaete
era de las del tipo corriente en la ciudad.
Siendo obispo de Buenos Aires fray Antonio Azcona e Imberto, mand en
1680 construir un horno para abastecer de ladrillos a la obra de la Catedral, que
vendi parte de la produccin al vecindario. A partir de ese ao puede asegurarse
que el ladrillo fu uno de los principales materiales de construccin usado en
Buenos Aires19.
Sobre la casa de campo que a fines del siglo XVII posea Miguel de Riglos en la
zona del Retiro, ha publicado una interesante noticia Ral A. Molina, en la que dice
que se hallaba construida en un solar entero, compuesta de treinta y nueve piezas o cuartos y
entre ellos, tres salas con techos labrados de cedro, cincuenta y una puertas entre grandes y
pequeas, ms doce escaleras con sus barandillas y balaustres torneados, con siete ventanas con
Doa Mara de la Vega, de estado viuda, en 1645 hizo donacin a la Compaa de Jess, de los solares que posea
frente a la fortaleza y que haba adquirido al adelantado Juan de Vera y Zrate, hijo del adelantado Juan de Torres de
Vera y Aragn, y nieto del adelantado Juan Ortiz de Zrate. JOS ANTONIO PILLADO: Buenos Aires colonial, edificios y
costumbres, Buenos Aires, 1910, t. I (nico publicado), pp. 423-429.
19 En la construccin de la Catedral realizada entre 1667 y 1671 se us el ladrillo y la cal. Por dificultades tcnicas fu
demolida en 1680, inicindose nueva fbrica en octubre de 1682. En esta construccin emple el ladrillo del horno,
mandado labrar por el obispo fray Antonio Azcona Imberto y adems se us cal del Pago de la Magdalena, en los
entramados se utiliz caoba y cedro del Paraguay y lapacho de Corrientes. (JOS TORRE REVELLO: La Catedral, pp.
15-16). En carta dirigida al Rey por el gobernador Jos Herrera y Sotomayor, Buenos Aires, 17 de noviembre de
1686, expresaba, que si bien por R. C. de 26 de marzo de 1684 se le haba dado aviso de que se haba ordenado a la
Casa de la Contratacin que se embarcaran algunos alarifes en los navos de registro para Buenos Aires al mando de
Francisco de Retana, dicha orden no se haba cumplido. Insista en dicho pedido y deca que en los primeros navos
se enviaran maestros en el arte, con las herramientas e instrumentos de sus oficios. Ante este nuevo pedido por R. C. en Madrid,
a 4 de noviembre de 1687, se dio orden a la Casa de la Contratacin, y al gobernador se le comunic la novedad con
fecha 24 de noviembre. Se insisti ante las autoridades de la Casa de la Contratacin por R. C. expedida en Madrid, el
18 de julio de 1690. (Archivo General de Indias, Sevilla, Seccin V, Audiencia de Buenos Aires, legajo 3, libro X , fol. 289 vto. 292; y legajo 4, libro ya, fol. 31). Aos despus (1703) siendo gobernador de Buenos Aires, Alonso Juan de Valds e
Incln, solicit al monarca el envo de maestros albailes, porque hacan grandsima falta, aun para las obras menores, pues
los naturales de esta tierra que se aplican a estos ejercicios adelantan en tres das menos que en uno, un Maestro de Espaa. [ENRIQUE
PEPA], Municipalidad de la Capital, Documentos y planos relativos al perodo edilicio colonial de la ciudad de Buenos Aires,
Buenos Aires, 1910, t. I, p. 242.
18
135
rejas de hierro, dos alacenas grandes con puertas torneadas, dos armazones de tiendas, un stano
de dos cuartos, con cinco tinajas bodegueras y cinco barriles con arcos de hierro de tres cuartas de
largo, 13 botijas mendocinas, dos jarras vidriadas, dos tinajas medianas del Paraguay, etc.
Suntuosa mansin que ms tarde habra de adquirir la Compaa Inglesa del
Asiento de Negros, para oficinas 20.
Al iniciarse el siglo
XVIII
puerto de. Santa Mara de Buenos Aires, la instalacin de hornos de ladrillos y tejas
se multiplicaron de acuerdo a las necesidades experimentadas por el vecindario21.
El P. Cayetano Cattaneo, de la Compaa de Jess, que arrib a nuestra
Capital en 1729, seal en la descripcin que hiciera de la misma, que en la parte
cntrica corran las calles derechas y ordenadas. Con respecto a las casas,
manifestaba que eran de una sola planta y de escasa altura, consistiendo por lo
general en cuatro paredes de forma rectangular sin ventana alguna, o a lo sumo, con una,
recibiendo la luz por la puerta. Pocos aos atrs (agregaba el religioso) eran todas de tierra, como
dije y la mayor parte cubierta de paja. Pero despus que un Hermano nuestro con motivo de
fabricar nuestra Iglesia, encontr la manera de hacer y cocer ladrillos, se ha introducido este arte en
la ciudad, de manera que donde al principio no haba sino el horno que l invent, se cuentan al
presente sesenta hornos de piedra. De tal modo se industri el mencionado Hermano, que hasta
encontr caleras, despus de lo cual casi todos edifican con piedra y cal, y aun empiezan a ver
algunas casas de dos pisos. Como aclar el arquitecto Mario J. Buschiazzo y segn
expresa el texto transcripto, el P. Cattaneo ha utilizado el vocablo piedra en lugar
de ladrillo22.
[RAL A. MOLINA]: La casa de D. Miguel de Riglos, un palacio porteo en el siglo XVII , en Historia, Buenos Aires, octubrediciembre 1955, ao I, nm. 2, pp. 181-182.
21 El Cabildo autoriz en 1717 el establecimiento de un horno de tejas a Antonio Martnez Pantoja. Al siguiente ao,
ofreca doa Ins de Salazar en venta al Cabildo adobes crudos a razn de 16 pesos el millar, cuya medida se fij en
media vara de largo, una cuarta de ancho y dos pulgadas de espesor. (Archivo General de la Nacin, Acuerdos, 1926,
serie segunda, t. III, pp. 394 y 633.) El Cabildo en 1719 concedi permiso a Toms Rodrguez Estela para establecer
un horno de adobe y teja, junto al que posea Antonio Martnez Pantoja. (Ibdem, t. IV, pp. 75 y 79.) Aos despus
(1723) ofreca vender al Cabildo, Ramn Calsera, 400.000 adobes quemados a razn de 14 pesos el millar en el horno de
San Pedro y a 16 en los portales del Cabildo. (Ibdem, t. V, pp. 117-118.) Entre 1725 y 1726, aparecen funcionando en
Buenos Aires los hornos de ladrillo del Capitn Bartolom Muntaner, Andrs de la Mar, Ventura de Llosa (mulato),
Antonio Martnez Pantoja, capitn Simn Arias de Saavedra, capitn Ignacio Justo de Tinaja, doa Ins de Salazar,
Hiplito Rodrguez, Juan de Pujadas, Len Rodrguez, Daniel Remijio, doa Ana Sosa, Juan Gonzlez, Jos de Rojas,
Cascacho, Juan de Zamudio, Lucas Manuel Velorado, Jos de Esparza, Francisco Arze y Marcos Salvatierra.
22 Segunda Carta del P. Cattaneo, S. J., a su hermano Jos, de Mdena, Reduccin de Santa Mara en las Misiones del
20
136
casa. Los techos tienen tejas chatas o estn provistos arriba con una azotea para que en el verano
se pueda tomar con la mayor comodidad el aire fresco. En ese mismo lugar asienta el religioso que
las habitaciones estn bien adornadas en el interior y espaciosas, se hallan pocas ventanas de vidrio
o ninguna; todas estn abiertas durante el da pero a la noche se cierran mediante postigos de
madera. Pocas noticias nos ofrece el P. Paucke, pero precisas e interesantes, para sealar un
momento determinado de la historia de la casa de nuestra ciudad25.
Un ilustre historiador de la Compaa de Jess, P. Charlevoix, que si bien no
estuvo en Buenos Aires document sus obras con las noticias que le suministraron
sus compaeros de instituto, expresaba hacia 1750 (segn declaracin del P. Muriel)
idnticas apreciaciones a las que hemos expuesto de los PP. Cattaneo y Gervasoni,
agregando que para entonces haba cambiado mucho el aspecto de la ciudad, y no es de
admirar que los viajeros que la han visto en los ltimos aos hagan de ella descripciones ms
ventajosas que las que hicieron los que les haban precedido 26.
Del mismo ao al que nos acabamos de referir (1750) es la relacin firmada en
24 de enero, por los albaceas del capitn Juan de Rivas. En ella, anotaban la casa
principal de su morada, que se hallaba ubicada en el barrio de San Miguel, en las
cercanas de las actuales calles de Suipacha y Bartolom Mitre. Se compona de
esquina de dos tirantes, su trastienda de otros dos, con una reza a la calle, una sala al leste con
quatro tirantes, con su reja al patio de ms de dos varas de alto, y serca de tres tercias de ancho; su
aposento que le segua de dos tirantes con su reja pequea a la calle; una sala al norte de cuatro
tirantes con su reja volada de dos varas, y serca de tercia de alto, y vara y tres quartas de ancho; el
aposento que le corresponde de dos tirantes, assimismo con su reja al patio, de vara y media de
alto, y vara y serca de una octava de ancho; sagun con su puerta a la calle, y un quarto de dos
tirantes que le sigue al lado de la calle: en el patio un quarto de media agua, y assimismo una
parra con quatro pilares de adobe cosido. Todo lo referido esepto al quarto de media agua,
enladrillado el suelo: un pasadisso al corral al lado de la sala del norte, y en el d[ic]ho corral un
FLORIN PAUCKE, S. J.: Hacia all y para ac (una estada entre los indios mocobes, 1749-1767), traduccin castellana por
Edmundo Wernicke, primera edicin completa de la obra, advertencia por Radams A. Altieri, Tucumn-Buenos
Aires, Universidad Nacional de Tucumn, publicacin nm. 324, 1942, t. I, p. 107.
26 P. PEDRO FRANCISCO JAVIER DE CHARLEVOIX : de la Compaa de Jess, Historia del Paraguay escrita en francs por el...,
con anotaciones y correcciones latinas del P. Muriel, traducida al castellano por el P. Pablo Hernndez, de la misma
Compaa, Madrid, 1910, t. I, pp. 299-301.
25
138
corredor, q[ue] corre a espaldas de d[ich]a sala, y de los dos aposentos = Las oficinas q [ue] [h]
ay en el, se componen de cinco vibiendas de media agua; y assi esto, como todo lo dems, es adobe
cosido, y cubierto de texa; y en el referido corral se halla un poso de balde.
La interesante descripcin que hemos transcripto nos muestra una casa
morada de siete habitaciones, aparentemente amplias, en torno a un patio y sobre
dos calles, con ventanas guarnecidas de rejas voladas y otras simples, construida
toda la casa con ladrillos y cubierta de teja. Posea un parral en el patio de la finca
que descansaba sobre cuatro pilares de ladrillos. La casa descripta fu vendida en
6.865 pesos. El capitn Juan de Rivas posea adems otra casa en el barrio de Santa
Luca, edificio y construccin en forma de quinta que estaba a una cuadra de la casa principal. Se
compona de una esquina de dos tirantes, con su trastienda al leste de otros dos = Una sala con
puerta a la calle que sigue a la tienda a la parte del norte con cinco tirantes; y en ella un cancel =
Vn sagun a la parte del leste, y adentros dos quartos de un tirante, y una cosinita de media
agua: todo lo referido, edificio antiguo de tierra cubierto de texa = Por la parte de la calle q [ue]
mira al leste dos quartos de adobe quemado, cubierto de texas de dos tirantes, cada uno con su
corral y cosina; y en el citio de la casca un posso de balde; y la serca de la parte que mira al norte y
poniente de adobe cosido. Rematada esta finca, Francisco Ramos ofert 4.125 pesos,
pero se suspendi la venta, por no satisfacer la suma ofrecida. En ninguno de los
dos casos que hemos anotado, se indica las dimensiones del solar en donde se
levantaban los edificios27.
Aunque se generaliza en la informacin que suministr un viajero llegado de
Cdiz en 1752 a bordo del barco negrero George, en el que actu de mdico, navo
que perteneca a la flota de la English South Sea Company, sin embargo, ofrece algunas
referencias de inters para nuestro estudio, cuando compara a la referida ciudad
andaluza con Buenos Aires. Al referirse a nuestra Capital, escribi, es una de las
En 1748 se crearon en Buenos Aires comisaras para cada uno de los barrios en que se subdividi la ciudad. Los
barrios se mencionaron con los siguientes nombres: Alto, Santa Luca, San Juan, Retiro, Recio, La Merced, y del
Hospital. Cuatro aos antes al mencionado, a Juan de Egua y a Juan Vicente de Vetaloza se les encomend que
manifestaran el permetro de la ciudad, los que hicieron la medicin junto con otros comisionados. Expresaron
despus de esa labor, que habiendo contado las quadras q [ue] tiene esta ciu [dad] de Sur a Norte que desde el Retiro hasta pasada
la Residenia y extremo de sus arrabales, [h] ay veinte y [cuatro] quadras. En cuanto a los comisionados Miguel de Esparza y
Juan Antonio Jiles, manifestaron que contaron las cuadras que haba de de este a oeste, por la calle de Santa Teresa
desde la Barranca, hasta el extremo de sus Arrabales hallaron onze quadras. Archivo General de la Nacin, Acuerdos del Extinguido
Cabildo, segunda serie, t. VIII pp. 568-569.
27
139
ciudades ms grandes de la Amrica del Sud, y sus casas semejantes a las de Cdiz, estn
edificadas a la manera espaola. Construida con ladrillos, poseen amplios patios y ventanas, de
acuerdo con el clima. Agreg, adems, que por sus calles transitaba crecida cantidad de
carros y coches y que para facilitar el trnsito de los peatones se haban construido
veredas de ladrillo, que el viajero denomin sendas, guarnecidas de postes para
evitar que fueran deterioradas por los vehculos28. Buenos Aires, por esta poca,
haba entrado en franco progreso edilicio, que se acentuara mucho ms a partir de
la creacin del Virreinato del Ro de la Plata.
No es menos lisonjera la referencia que vamos a recordar, que corresponde al
ao 1755, en la que su autor refiere que desde su arribo a Buenos Aires se notaba
un aumento considerable en la reedificacin y construccin de casas, pasando en
ms de cien el nmero de las que se haban labrado, manifestando como
complemento a lo dicho que los alrededores se iban poblando de huertas29.
Hasta entonces no se haba fijado medida alguna a los ladrillos utilizados en la
construccin de edificios. En el ao recordado arriba, algunos vecinos requirieron
al Cabildo que se fijara su dimensin, por la desigualdad existente en los que
vendan los hornos y por el perjuicio que esa diferencia causaba a las
construcciones. En vista de esa peticin; se mand labrar una adobera a la que se
deban ajustar los horneros, que tena de longitud media vara de largo, un cuarto de
ancho y cuatro dedos de espesor. Posteriormente, en vista de que el espesor era
excesivo para la cochura, se resolvi rebajarlo, pero conservando el largo y ancho
sealados. Igualmente se mand regular el tamao de las tejas a una medida comn.
No obstante las disposiciones que hemos recordado, los horneros y dueos de
hornos de ladrillos violaban constantemente las medidas establecidas, lo que llev
ALEJO B. GONZLEZ GARAO: Viaje al Ro de la Plata y Chile (1752-1756), en Sociedad de Historia Argentina,
Anuario, 1940, Buenos Aires, 1941, volumen II, p. 511.
29 Carta del marqus de Valdelirios al Rey, Buenos Aires, 20 de noviembre de 1755, Archivo General de Indias, Sevilla,
Seccin V, Audiencia de Buenos Aires, legajo 215.
28
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142
143
calle. Ignoramos la renta que poda producir a los propietarios tantas casas de
alquiler. Por esta poca, en la parte cntrica de la ciudad se haba generalizado la
construccin de pequeos departamentos destinados a producir renta, que
constaban de sala con aposento, cocina y retrete o sea lugar comn. Por medio de
una tapia o muro, dentro de la propiedad, eran separados los departamentos entre
s.
En seguida anotaremos la descripcin de una casa que en 1760 posea Jos
Lpez Magn, casado con Mara Josefa Verdn y que distaba una cuadra del
convento de Nuestra Seora de la Merced. Se compona de sala, dormitorio,
recmara, dos cuartos, cocina y dos corredores. Tena despensa y posea pozo de
balde. La casa tena zagun a la calle. Mucho ms interesante es, sin duda, la
descripcin de la casa que perteneca a Roque Chiclana, fallecido en 1765. Se
ubicada en el Alto de San Pedro y haca esquina, en un solar de 35 por 17 1/2
varas31. Sobre la calle tena local para tienda de comercio, con trastienda, sala con
aposento y cocina, con otras pequeas dependencias y pozo de balde. Los muros
estaban labrados con adobe y revestidos de ladrillo. El material utilizado en la
construccin del edificio se calcul en 90.000 piezas de adobe, 50.000 ladrillos,
1.500 caas y 1.500 tejas; se anotaron tambin, nmero de puertas, ventanas, techos
de madera y rejas de hierro32.
En ese mismo ao de 1765 se inventariaron los bienes de Francisco Pacheco
Cevallos, entonces difunto, que haba estado casado con Joaquina Narbona, y que
poseyera su morada en el barrio de San Miguel. La casa constaba de sala con cuatro
tirantes, un aposento de dos, ms otro par de cuartos a la calle que miraban al
poniente, que tambin constaban de dos tirantes cada uno y adems otras
MANUEL RICARDO TRELLES: Diccionario, en Revista Patritica, 1890, t. III, p. 302. El Alto de San Pedro tom su
nombre del fuertecillo que mand construir el gobernador Jernimo Luis de Cabrera que se nombra[ba] San Pedro
de Manzera. Jernimo Luis de Cabrera fu designado gobernador interino de Buenos Aires en 1641, por el virrey del
Per, marqus de Manzera (Pedro de Toledo y Leiva) y gobern hasta 1646. Antes de esa fecha no hemos visto
documento alguno en el cual el barrio del Alto se le denominara con el aditamento de San Pedro. (Archivo General
de Indias, Sevilla, seccin V, Audiencia de Charcas, legajo 28.) Es lgico suponer, dada la identidad del nombre San
Pedro de Manzera con el de Pedro de Toledo y Leiva, marqus de Mancera, que el gobernador Cabrera lo bautizara
as en honor de dicho virrey.
32 Sobre puertas, ventanas y rejas coloniales con sus respectivos herrajes da noticia y ofrece reproducidas diversas
muestras de los tipos usados, GUILLERMO FURLONG : Artesanos Argentinos, p. 284.
31
144
habitaciones y oficinas.
Concolocorv, que visit Buenos Aires en dos oportunidades, con diferencia
de poco ms de cuatro lustros, sealndose su primera estancia en 1749, expres en
su ameno relato, que la ciudad haba progresado en extensin y en edificios durante
el lapso de su ausencia, aclarando que haba pocas casas de alto, pero que muchas
de las labradas entonces eran desahogadas y bien construidas y que algunas posean
patios y traspatios, en los que se desarrollaban frondosos parrales33.
II. - EN LA POCA DE LOS VIRREYES
El escribano Nicols Ben tura, de nacin genovs, falleci en Buenos Aires el 25
de agosto de 1781. Hombre activo, ejerca adems de las funciones propias de su
profesin, la explotacin de un negocio de chacina instalado en una esquina de 35
varas de frente por 70 de ancho. En ese solar se levantaba una sala de tres tirantes,
un aposento de uno y cocina, labrado todo con ladrillo y cubierto de tejas. Adems
en el patio de la finca exista un amplio galpn, ms otros dos pequeos, cubiertos
de paja. Tena horno para cocer pan y pozo de balde. Un amplio parral de uva
moscatel daba sombra al patio y en distintos lugares del mismo, haba varios rboles
de durazno. Tan interesante propiedad fu tasada por el maestro alarife Juan Alberto
Corts y por el de carpintera, Francisco Mir, en 3.138 pesos, con 7 reales34.
Un viajero ilustre, nacido en Chile, que visit nuestra ciudad en 1783, registr
entre sus apuntes que a la entrada de Buenos Aires, haba muchos cercos de tuna
que daban idea poco favorable de su magnificencia; pero penetrando en lo interior ya era otra cosa.
Atento observador, advirti la existencia de nuevos edificios privados, que en lo
CONCOLOCORVO: El lazarillo de ciegos caminantes desde Buenos Aires hasta Lima, 1773, con notas bibliogrficas y biogrficas
por MARTINIANO LEGUIZAMN, Buenos Aires, Biblioteca de la Junta de Historia y Numismtica Americana, 1908,
pp. 33-34. Recordaremos que el libro de Concolocorvo fu obra de don Alonso Carri de la Vandera, como lo
dejaron estampado algunos de los integrantes de la expedicin cientfica que naveg al mando de Alejandro
Malaspina.
34 La tasacin hecha por Corts y Mir se fecha en 21 de agosto de 1782. Hicieron nueva tasacin Pedro Preciado y
Salvador de Molina en 11 de octubre de 1783, que la fijaron en 2.162 pesos y 6 reales. La finca fu alquilada en 1787
a razn de 3 pesos y 4 reales mensuales. Creemos innecesario expresar al lector que tenemos noticia de una infinidad
de inventarios de esta misma poca, cuya referencia suprimimos por considerar que los conocidos, y los que damos a
conocer en esta oportunidad, son suficientes para nuestros propsitos.
33
145
146
Corresponde al ao 1784 la tasacin de la casa que fuera de Juan Silva, que por
orden judicial hizo el maestro alarife Pedro Preciado. Se trataba de una casita de
proporciones reducidas, asentada sobre un solar de 19 varas de frente por 35 de
fondo, ubicada en el barrio de San Juan. Constaba de una sola habitacin labrada
con ladrillo y cubierta de teja, seguida de una cocina construida de adobe. Lo
interesante de esta casita, era la cantidad de rboles frutales que posea. En el patio
principal tena dos naranjos de fruta agria, un guindo y una parra moscatel, pero en
el fondo del solar se contaron treinta durazneros y dos manzanos. Fu tasada la
propiedad en 883 pesos, con 2 reales.
Al siguiente ao 1785 corresponde la tasacin de la casa de altos que haba
pertenecido a Pedro de Igarzbal, situada a cuadra y media al oeste del convento de
Santo Domingo. El solar tena forma irregular, en un frente de 26 varas, sobre el
que se levantaban tres habitaciones; dos de ellas con corralitos y sus
correspondientes oficinas. Una escalera conduca a la planta alta que constaba
tambin de tres habitaciones a la calle, con balcones de hierro. La casa tena zagun
y sobre el patio principal se hallaban una sala, dormitorio, otra habitacin y cocina.
Posea horno para cocer pan y pozo de balde. Toda la casa se encontraba
construida de ladrillo, tena techo de teja y piso enladrillado. Los tasadores, el
maestro alarife Francisco Baca y el maestro carpintero Francisco Iglesias, la
valuaron en la suma de 10.986 pesos.
Nos ilustrar de cmo era una panadera hacia fines del siglo
XVIII
el
37
Archivo General de Indias, Sevilla, Seccin V, Audiencia de Buenos Aires, legajo 493.
148
SABINA DE ALVEAR Y WARD: Historia de D. Diego de Alvear y Ponce de Len, brigadier de la armada, los servicios que
prestara, los mritos que adquiriera, y las obras que escribi suficientemente documentado por su hija, Madrid, 1891, pp. 500-501.
38
150
XVIII,
151
obras gran solidez y las embellecieron a tono con el espritu esttico que imperaba
en el ambiente o que oportunamente introdujeron las huestes espaolas, en cuyas
filas formaron tambin hombres superiores, que volcaron sobre Amrica cuanto
Espaa posea para dignificar al hombre con su saber y cultura40.
No pueden generalizarse las opiniones con respecto al desarrollo de
las
152
transcribir, que dicen as: Construidas las casas ms comunes -por su amplitud- de
ladrillos o grandes adobes, muros espesos, de barro, conchilla y cal, con mano de llana y de
blanqueo, cubiertas en muchas de tejas lomadas o de azoteas, stas ltimas vinieron a genera:
lizarse despus de 1800 Eran de aspecto harto sencillo, y tendan ms a resolver las necesidades de
una vida de campo que una demostracin de urbanizacin pretenciosa. Muy lejos estuvieron
aquellos alarifes de pretender la factura de rplicas ni imitaciones de los estilos florecientes por
entonces en Espaa y extendidos a otras ciudades americanas, en la distribucin, ornamento y
colorido. La altura de las casas era muy reducida, a lo sumo tendran seis varas sobre el nivel de la
acera; las puertas, en general, sin dintel, y las ventanas de tamao relativamente reducido, con
modesta herrajera y tan bajas que solan estar a muy pocos centmetros sobre el nivel del suelo. En
las casas de techo de teja se destacaban el robln, no siempre correcto, el pequeo tejaroz y los
amplios derrames que se daban a las puertas y ventanas, a derecha e izquierda, desde el alfeizar
hasta la lnea de la pared interior, para que unas y otras pudieran abrirse de par en par y con ello
dar entrada al aire y la luz. Se destacaban, asimismo, sencillas rejas voladas, ligeras cartelas y
para el desage de los amplios terrados, largos arcaduces hacan escurrir el agua de lluvia sobre los
enladrillados y enlosados de las aceras. Las mismas arbardillas, sobre ladrillos, adobes o tapias,
impriman un carcter particular a los cercados adyacentes que solan resguardar a lozanos
durazneros y limoneros. Estas casas eran las ms y se distribuan tanto al norte, inmediaciones de
la Merced y Catedral, como al sur, hasta muy cerca de los Behlemitas.
Despus de referirse Torres a otros aspectos de las moradas y evocar los
patios coloniales, expres que las casonas de mayor carcter se asemejaban a las
descriptas, adornndose el zagun o los portales, con ligeros o toscos artesonados y algn farol
con velones de aceite y grasa, de recio soporte o pescante, incrustado en el ngulo de la pared. Las
puertas y ventanas que daban salida o vistas al patio y a la acera, formaban vanos amplsimos
hasta el telar, donde tenan cmoda colocacin, en ciertas horas de la tarde, las damas que solan
sentarse y gozar del aire fresco y recibir las salutaciones de los transeuntes al pasar por las veredas,
sin poderlas franquear -segn Beaumont- por las celosas rejas voladas y ligeramente ornamentadas
con el estilizado trbol de cuatro hojas. En tal cual casa, que no podramos individualizar, se vi
algn principio de retablo, enmaderados de techos, cielos rasos de brin, rejas llanas y lumbreras,
153
pisos de ladrillos, baldosas y madera; alacenas y desvanes, estos cmodos para vivir o estrechos,
conocidos por desvanes gateros.
A continuacin despus de describir los zaguanes, las puertas de pesados
aldabones, balcones de moldurajes salientes, agregaba que an despus de 1800,
fueron raras las vidrieras y balcones volados; y muy lejos estuvieron los frontispicios ms
admirados en esta ciudad, de asemejarse a los de Lima, ni an a algunos de Crdoba. Ejemplares
se han conocidoen esta ciudad, en los cuales las amplias puertas aparecan entre columnas
embebidas, pilastras y contrapilastras, capiteles y arquitrabes, frontones segmentados, cimacios y
pinculos que daban remate a tan aparatosas fbricas 41.
LUIS MARA TORRES: La dudad de Buenos Aires durante el siglo XVIII, juicios de los contemporneos, captulo V de la
Introduccin, en Facultad de Filosofa y Letras, Documentos para la Historia Argentina, Buenos Aires, 1918, t. IX, pp.
CXXXVI- CXL. Entre los edificios notables de propiedad privada que se construyeron en nuestra ciudad en la poca
colonial, figuraron entre otros, el llamado casa de la Virreina, labrado en 1782 por encargo de Pedro Medrano y sobre
el cual han escrito ENRIQUE UDAONDO: La Casa de la Virreina Vieja y un episodio del ao 1807 (a propsito de un cuadro),
Buenos Aires, 1932, y MARIO J. BUSCHIAZZO: La Casa de la Virreina, en Anales del Instituto de Arte Americano e
Investigaciones Estticas, Buenos Aires, 1951, nm. 4, pp. 83-91. Con respecto al edificio donde funcion la Aduana,
daremos algunas referencias histricas. Cuando el primer intendente de Buenos Aires, Manuel Ignacio Fernndez
arrib a la ciudad, busc casa apropiada para instalar las oficinas aduaneras. El local hallado entonces para ese
propsito, conocido por el Asiento, era de propiedad de Vicente Azcunaga, y por el cual su propietario pidi por
alquiler anual la suma de 3.600 pesos, que era excesiva. En vista de lo expresado, las oficinas se instalaron en una de
las dependencias de la Ranchera, hasta que el segundo intendente Francisco de Paula Sanz, arrend en 1783 la casa
de Azcunaga, rebajada a la cantidad de 1.700 pesos anuales. Porque -deca Sanz- no es finca [que] ningn particular pueda
habitarla, pagando su justo precio. El propietario adems de rebajar el alquiler, realiz por su cuenta todas las obras
necesarias para el fin a la que se la destin, colocando sobre la puerta principal el escudo de piedra tallada que se
haba instalado en el edificio de la Ranchera (ROBERTO LEVILLIER: Antecedentes de poltica econmica en el Ro de la Plata,
en Estudios editados por la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Madrid,
1915, t. u, pp. 447-467.) Sobre el tema de la vivienda en Buenos Aires, bajo el aspecto histrico, tambin se ocup
DOMINGO F. SARMIENTO: Arquitectura domstica, sus reformas sucesivas en Buenos Aires desde sus orgenes hasta nosotros, 1879,
en Obras, t. XLVI, pp. 92-107. Sobre viejas casas porteas pblic PASTOR S. OBLIGADO: La casa ms vieja (tradicin), en
La Nacin, Buenos Aires, 28 de noviembre de 1895, pp. 6-7, en el que aporta interesantes referencias sobre antiguas
casas que entonces existan en Buenos Aires, entre ellas, las de Rivadavia (Defensa 4.63), Rodrguez (Mxico 560),
Virreina (Per 381), Ela (Balcarce 521), Balcarce (Balcarce 161), Moreno (Rivadavia 512) y otras en Defensa 153 y en
Piedad (hoy Bartolom Mitre)512; la llamada de las Abadesas (Belgrano 450) en cuyo frente tena sealado el ao
1778, y finalmente la ms antigua de todas en Florida 51, a la que se le fijaba el ao 1711. La techumbre de esas
viviendas era de tejas y palmas anchas de origen paraguayo. Sobre esa antigua casa de la calle Florida 51, escribi un
autor de la centuria pasada, que en cuanto a la arquitectura lo nico original que existe es una casacon techo de teja, en la calle
Florida, actualmente ocupada por una relojera y disfrazada con escaparates y muestras; la casa de la Comisara de Guerra y alguna otra
vieja reliquia de la arquitectura colonial: todo lo dems est hecho segn las modernasreglas de los arquitectos europeos y de otros que no
son europeos ni arquitectos. (ANTN CORTS: Cartas bonaerenses, en Revista Literaria, Buenos Aires, 22 de junio de 1879,
ao 5, nm. 3, pp. 41-42). Igualmente se ocup de algunas casas del viejo Buenos Aires, MANUEL BILBAO: Tradiciones
y recuerdos, Buenos Aires, 1934, obra en la que reuni una serie de artculos que publicara en La Prensa, ocupndose de
las casas de Labardn, Lpez, Mitre, Mercedes Rosas de Rivera, Esnaola, Andrade-Can, Las Santas, etc. Con el
ttulo genrico de La ciudad vieja, public JOS ANTONIO PILLADO en la revista La Propiedad, que se editaba en
Buenos Aires en 1904, una serie de artculos dedicados a La casa solariega de Aoz, La Herrera de Urdines (Casa de
Duraona),La Casa de Marull, Casa en que naci el general Mitre, Historia de un solar, adems otros dedicados a Profesiones y
oficios, los primeros tejeros, albailes y carpinteros, Herreros y herradores... etc. y otro a El valor de la propiedad urbana. Sobre La
casade Mitre, desde sus orgenes coloniales hasta 1870, se ocup JUAN ANGEL FARNI, en Revista del Museo Mitre,
Buenos Aires, 1948, ao I, nm. 1, pp. 19-74. Para completar la informacin vase MARIO J. BUSCHIAZZO: Bibliografa
de Arte Colonial Argentino, Buenos Aires, 1947.
41
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155
156
Preciado, que haba actuado anteriormente a las rdenes del ingeniero encargado de
la nivelacin de las calles46.
Al mismo tiempo encomendaba al Cabildo la designacin de un sustituto para
el caso de faltar el ltimo de los nombrados47. Correspondiendo la institucin
ciudadana a lo solicitado, design al maestro albail Juan de Campos48.
Para dar a conocer al pblico las reformas introducidas, se promulg un
Bando el 23 de noviembre del ao referido, en el que se estableci que a partir de
esa fecha, se deba solicitar por escrito la debida autorizacin para abrir cimientos,
colocar puertas y ventanas a la calle; ordenando a la vez, el cierre de los huecos y la
supresin de cercos de tuna en la zona urbanizada49. Por otra Bando fechado en
mayo del siguiente ao, de 1785, se mandaba que los maestros mayores de la
ciudad, no deban permitir que trabajaran en las obras operarios no capacitados, ni
aun siendo esclavos del dueo de la finca, hacindolos responsables de cualquier
dao que se ocasionara en caso de tolerancia50.
La prctica seguida en la concesin de licencia, segn deducimos del
conocimiento directo que tenemos de la documentacin de la poca, que se
conserva en el Archivo General de la Nacin de Buenos Aires, era como sigue. El
interesado elevaba, en papel simple, una instancia al Superintendente General de
Real Hacienda, a la que acompaaba el plano y alzado de la casa que pretenda
construir. Dicho funcionario ordenaba el pase al Director de Obras Pblicas, quien
mandaba a los Maestros Mayores Alarifes que reconocieran el terreno, rectificaran
las medidas, debiendo informar por escrito si era o no conveniente la concesin de
la licencia pedida. Terminados los trmites reglamentarios, si no hubiera
Pedro Preciado era porteo e hijo del maestro albail radicado en Buenos Aires, Julin Preciado, que labr los
cimientos y comenz la construccin del Cabildo de Lujn. (JOS TORRE REVELLO: La Casa Cabildo de la Villa de
Lujn, Buenos Aires, Facultad de Filosofa y Letras, Publicaciones del Instituto de Investigaciones Histricas, nmero
LXXXI, 1942; y G UILLERMO FURLONG, S.J.: Arquitectos Argentinos, pp. 239-243). Fu precisamente en 1784 cuando se
inici en Buenos Aires el nivelado de las calles, quedando por esta circunstancia al descubierto los cimientos de
muchas casas.
47 Facultad de Filosofa y Letras, Documentos para la Historia Argentina, t. IX, pp. 74 y 75 y Archivo General de la
Nacin, Acuerdos del Extinguido Cabildo, serie tercera, t. VII, pp. 130-133.
48 Sobre la actuacin del maestro alarife Juan Campos, vase GUILLERMO FURLONG, S.J.: Arquitectos Argentinos, pp.
320-326.
49 Facultad de Filosofa y Letras, Documentos para la Historia Argentina, t. IX, pp. 133-139.
50 Ibd., p. 168.
46
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158
calles, con cuyo previo requisito que deber hacerse constar en debida forma, se proceder por esta
Superioridad a dar la correspondiente licencia, sin la cual ninguna persona, ni Comunidad podr
Edificar en la parte exterior de sus solares, bajo la multa de cincuenta pesos aplicados en la misma
forma.
Por el artculo octavo, se ordenaba: que en el trmino de dos meses contados desde la
publicacin de este Bando, los dueos de las casas levanten sus calzadas, cerquen de ladrillos los
huecos, y repongan los postes que les corresponden costear en los frentes de ellas con la debida
solidez y curiosidad 53.
Es precisamente en esta etapa a la que nos venimos refiriendo, o sea a partir
de 1784, que la ciudad de Buenos Aires va perdiendo su fisonoma primitiva de
aldea para adquirir rango de ciudad, con la implantacin de normas de carcter
edilicio54.
El material documental para el estudio de la casa colonial es cuantioso en lo
que se refiere a textos, aunque es ms restringido en lo que respecta a planos y
alzados. Con ellos se puede fijar con cierta precisin la evolucin constructiva de la
misma. Al margen de la vivienda en Buenos Aires, hay otros aspectos de la
arquitectura civil y en particular de la religiosa, en cuyos proyectos y construccin
intervinieron arquitectos e ingenieros, maestros alarifes y constructores, con
suficientes conocimientos para realizar con xito obras de cierta categora, y que
son muestras, algunas de ellas, del gusto imperante en su hora55.
En el siglo
XIX
Archivo General de la Nacin, Buenos Aires, Archivo del Cabildo, VI-XIX-10-2, fols. 205 y 205 vta.
Testimonian lo dicho MARTN S. NOEL: Contribucin a la Historia de la Architectura Hispano-Americana, Buenos Aires,
1921; del mismo autor: El Arte en la Amrica Espaola, Buenos Aires, Institucin Cultural Espaola, 1942; las dos
obras ya citadas de GUILLERMO FURLONG, S.J.: Arquitectos Coloniales y Artesanos Coloniales; JOS LEN PAGANO: El
Arte de los Argentinos, t. I; MARIO J. BUSCHIAZZO: La construccin del Colegio e Iglesia de San Ignacio, en Estudios, Buenos
Aires, 1938, tomo LIX , pp. 537-568; JUAN GIURIA: La obra de arquitectura hecha por los maestros jesuitas Andrs Blanqui y
Juan Bautista Prmoli, en Revista de la Sociedad Amigos de la Arqueologa, Montevideo, 1947. Pueden completarse las
fuentes, con la consulta de la bibliografa preparada por el arquitecto Buschiazzo, citada.
55 Juan Bautista Segismundo, en escrito que dirigi al Cabildo de Buenos Aires, en 1802, manifest que siendo nio
fu destinado por sus padres a estudiar arquitectura civil con Juan Bautista Masella, con quien haba aprendido las
reglas de este noble Arte y que haba tenido a su cuidado, la construccin de muchas fbricas de casas, y en el da lo estan
algunas por planos levantados por mi propio. En consecuencia peda que se le otorgara el ttulo de maestro mayor de las
obras reales y pblicas. En 27 de agosto de 1802 el sndico procurador del Cabildo extendi un informe favorable y
la corporacin en acuerdo de 24 de septiembre design al peticionante Maestro Mayor de las obras de la ciudad.
Archivo General de la Nacin, Buenos Aires, Archivo del Cabildo, VI-XIX-10-4, fols. 223-223; Archivo General de la
Nacin, Acuerdos del Extinguido Cabildo, serie cuarta, t. I, p. 157; y GUILLERMO FURLONG, S.J.: Arquitectos Argentinos,
pp. 346-350.
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plano, que circunda un elevado parapeto y tienen patios. Las ventanas estn protegidas por
barrotes de hierro verticales. En seguida expresa, que algunas casas ocupan vastas extensiones de
terreno, sealando que la habitacin principal de la casa era la sala, que las azoteas solan ser
muy bonitas, en particular aquellas que se encontraban cerca del ro. Numerosas residencias
(escribi) son ejemplos de arquitectura morisca; las clases acomodadas las adornan lujosamente
con alfombras, hermosos espejos, etc. La madera es tan poco usada en la edificacin que las
probabilidades de incendio son remotas 62.
Sir Woodbine Parish, cnsul general de Gran Bretaa en Buenos Aires,
adonde arrib en 1824, tambin dej escritas sus impresiones en un libro que se
publicara en ingls, en 1838. Al referirse a las casas manifest que, salvo pocas
excepciones, constaban de una sola planta con los aposentos seguidos, sin
corredores ni pasadizos. Los pisos eran de ladrillo; en cuanto los techos con
cielorraso eran escasos, dejando al descubierto el entramado de la techumbre. Las
paredes se comenzaban a cubrir con papeles de diversos colores, de fabricacin
francesa y de lminas de la misma procedencia. El mobiliario del ms nfimo trabajo
era de procedencia norteamericana, usndose otros que eran de origen europeo.
Por esa poca a la que se refiere Woodbine Parish, se haba comenzado a utilizar en
los hogares la estufa de carbn, con la que se elimin el brasero de antigua traza
espaola.
El aspecto arquitectnico de la ciudad comenzaba a transformarse
substancialmente, siendo frecuente la construccin de edificios de dos plantas, no
alterndose por ello cuanto se relacionaba con las rejas voladas, labradas en hierro y
pintadas de verde, en las que se lucan floridas macetas que daban lucimiento y
color a las calles. Para recoger las aguas de lluvias se construyeron amplios aljibes
en los patios.
No obstante que muchas calles de la ciudad haban sido empedradas con
granito de la isla de Martn Garcia, todava subsistan pantanos, donde quedaban
Cinco aos en Buenos Aires, 1820-1825, por UN INGLS, prlogo de Alejo B. Gonzlez Garao, Buenos Aires, 1942,
pp. 25-26.
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APNDICE
CRONOLOGA DEL PROCESO TCNICO EN LA ARQUITECTURA DEL
BUENOS AIRES ANTIGUO
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168
RELACIONES DOCUMENTALES
Descripcin del Altar Mayor del Conv[en]to de S[a]n Fran[cis]co de Santiago del Estero y
las cosas accesorias de la Iglesia.
Este consta de un alto basamento con corniza, basa y requadros con tallas, y
molduras doradas; su color es un mrmol morado con hilos blancos: Sobre este
basamento asienta el pedestal del Orden compuesto, que es el que decora en esta
forma, tiene en el medio el Tabernculo q[u]e consta de quatro columnas parecidas,
todo gravado de oro, su campo, pedestal, corniza y cupula es color de perla con
hilos azules, sus requadros color de oblea, molduras y demas adornos dorados. La
parte interior es toda de oro y espejos. El pedestal de dicho Altar consta de los
mismos angulos rectos que el basamento, con requadros de jaspe verde, y adornos
dorados. Su color es de leche. Sobre ste asienta el primer cuerpo, que consiste en
quatro columnas los lados del Nicho, y dos mas a los extremos de derecha e
izquierda, todos seis color de venturing, arrimadas unos revestidos muy sencillos
de color de leche. El Nicho del medio es de color carmes. La Imagen de la Purisima
esta estofada, gravada de oro: el manto, y la tunca figura lama de plata. Los
intercolumnios de los extremos son unos angulos obtusos, cuyos colores azul
celeste con beta obscura, sobre el qual esta un pavellon con cortinas carmes, que
adorna, donde estn los Patriarcas sobre unas repisas. Estas Estatuas son de dos
varas de alto nuevamente hechas p [o] r un Devoto. El Patriarca S [an] to Domingo
est en actitud de triunfo; pues presenta la vandera en la derecha y en la izquierda
mantiene la Iglesia, todo orleado de oro el manto, y el habito. El Patriarca S[a]n
169
III,
pg. 615),
mientras Jos Len Pagano sostiene que debe escribirse Bianchi (en Acad. Nac. de
Bellas Artes, Documentos de arte argentino, 1947, cuad. XIII, pg. 12, nota 1).
Para salir de dudas nos ha parecido oportuno consultar las fuentes originales: el
archivo general de la Compaa de Jess. Los datos que consignamos a continuacin
nos han sido suministrados, con infinita amabilidad, por el R. P. Edmond Lamalle
S.J., del Institutum Historicum Societatis Iesu, en Roma.
Sabido es que el Hermano Andrs naci en Italia en 1677 y haba ingresado en
la Orden en 1716, llegando a Buenos Aires el 9 de julio de 1717 con la expedicin
de misioneros organizada en Sevilla por los PP. Bartolom Jimenez y Jos de
Aguirre.
En la preparacin de tales expediciones desempeaban un papel de
importancia los Procuradores que peridicamente (Cada tres, cinco, hasta diez aos)
171
viajaban a Europa para buscar reclutas y material para sus Misiones, informar a la
superioridad y tratar, tanto en Madrid como en Roma, de los problemas pendientes.
Los Procuradores encontraban personal entre los jvenes religiosos de la Compaa,
solicitando entonces cada interesado la autorizacin del Padre General para
embarcarse. Pero tambin se presentaban laicos, a veces ya candidatos a la Orden, y
se sola permitir a los Procuradores contratar a stos directamente; en tal caso el
postulante empezaba de inmediato su noviciado o era enviado a Sevilla, donde
ingresaba en el Noviciado a la espera de que saliese el barco que lo llevara a su
destino.
Andrs Bianchi no ingres en la Compaa en Sevilla, sino en Roma, en el
Noviciado de S. Andrea. Consta en un registro donde el Procurador del Noviciado
anotaba la entrada de los novicios con el inventario de sus efectos personales: A d 1
febr, 1716, fu abraciato per fratello coadiutore Gio. Andrea Bianchi, milanese, il quale port
seco... (viene la lista de sus ropas civiles, muy simples y pobres, sin indicacin de
ningn libro u otro objeto). Sigue la firma autgrafa lo Gio. Andrea Bianchi (Arch.
Rom. S.I. - Rom. 175, pg. 67). Por lo tanto, Andrs Bianchi fu abrazado (forma
tradicional de bienvenida a los nuevos colegas) el da 1 de febrero de 1716 en Roma.
Al margen de la citada entrada figura en el registro la siguiente anotacin: 3 apr 1716
part da Roma per il Paraguay per Firenze...; la ltima palabra, parcialmente cortada al
encuadernar, es ilegible. Puede haber sido Sevilla.
En la Historia de la Compaa de Jess en la Provincia del Paraguay, del P. Pablo
Pastells S.J., t. VI, 1715-1731 (publicacin pstuma del P. Fr. Mateos, Madrid, 1946,
p. 126), el Hermano Bianchi figura en una nmina de 53 misioneros
(completada despus?) sometida a la aprobacin del Consejo de Indias el 19 de
diciembre de 1716 por el Procurador General de Indias, P. Juan Francisco de la
Castaeda, S.J.., para la expedicin de los PP. B. Jimenez y J. de Aguirre. Ah
aparece una primera espaolizacin de su apellido: Andrs Vianchi, Coadjutor, de
Roma.
Luego, la deformacin Blanqui se introdujo e hizo habitual en los catlogos de
172
173
174
por estar lejos de todo puerto martimo viva en una ignorancia que hizo nacer en mi el deseo de
aproximarme a un puerto donde pudiera saber algo de mis padres, cuyo afecto poda haber
calculado con mi huida hacia las aventuras, pero que vivamente exista en mi alma. Adems
necesitaba proveerme de tantas cosas, que hasta el presente no haba sentido por m mismo, pero
que me eran indispensables para mi mujer y mi hijo. Me decid, pues, a pasar a Montevideo
temporariamente; ped permiso al Presidente, que me lo concedi y con este permiso pude reunir
un pequeo grupo de bueyes para hacer frente a los gastos. Hme, pues, tropero, es decir
conductor de bueyes. En una estancia llamada Corral de Piedra, logr reunir en una veintena
de das y mediante la autorizacin del Ministro de Hacienda, cerca de novecientos animales, con
grandes trabajos, los que an con mayores deba conducir a Montevideo, donde pude llegar slo
con trescientos bueyes.
Obstculos insuperables se me presentaron en el camino y ms que todo el desbordado Ro
Negro, donde casi perd por completo mi capital. El torrente, mi impericia y la bribonera de
ciertos mercenarios que haba acomodado para conducir las bestias, hicieron que apenas
pudieran pasar el Rio Negro quinientos de aquellos animales; consecuencia tambin del camino
y los pocos alimentos. Se decidi por consiguiente cuerear estas reses y as se hizo, no siendo
posible otra cosa para salvar algo. Obsrvese (termina diciendo Garibaldi en esta parte de
sus Memorias) que cuando alguno de aquellos pobres animales se cansaba, me vea precisado
a venderlo y por aadidura no cobraba ni un centavo. En fin, despus de haber pasado trabajos
indiscriptibles, fro y disgustos por espacio de cincuenta das, llegu a Montevideo con los restos
de mis novecientos novillos, de los que saqu algunos centenares de reales que apenas sirvieron
para vestir a mi familia y mis dos compaeros.
Durante su permanencia en Montevideo, Garibaldi ense matemticas en el
Colegio de don Pablo F. Semidei, adems de ocuparse de perito mercantil. Fu en
esos das en que Monvoisin lleg a aquella ciudad, la que debi visitar dos veces,
primero al hacer escala en su viaje a Valparaso y luego cuando volvi de arribada
forzosa, por no poder su barco doblar el Cabo de Hornos.
Con estos antecedentes debemos plantear la identificacin de los personajes del
cuadro denominado indistintamente Esposos paraguayos o Refugiados del Paraguay,
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aventura de tropero, debi hacerse este retrato, grato, por otra parte, al pintor,
conservado por ste por causas que ignoramos. En la quinta de Monvoisin, en
Boulogne-sur Seine, permaneci incgnito hasta la muerte del artista, ocurrida poco
antes de que el nombre de Garibaldi tomara resonancia en la brecha de la Porta Pa.
MIGUEL SOL
180
BIBLIOGRAFA
+ 224
XXIII
XVIII.
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183
IX,
Titikaca, segunda parte, XLVIII, 108 lms. 2 pp. Buenos Aires, 1956.
Despus de cuatro aos, la Academia Nacional de Bellas Artes contina la
interrumpida coleccin de cuadernos, publicando la segunda parte del tomo
dedicado a los monumentos peruanos de la zona del lago Titicaca. En este nuevo
nmero, la Academia contina los antiguos derroteros en la manera de enfocar esta
serie que intitula: Documentos de Arte Colonial Sudamericano, que sigue, tambin,
en cuanto a presentacin, la ya conocida de Arte Argentino.
Rica en informacin grfica, y apreciable en valor ilustrativo, la pericia del
fotgrafo Hans Mann ha captado una serie de edificios que, reunidos, constituyen la
ms importante miscelnea aparecida hasta hoy de la arquitectura de las poblaciones
aledaas al Titicaca, magnficamente estudiada en otras ocasiones por Marco Dorta
y Wethey.
Comienza con una hermosa vista del lago, desde Sillustani, para continuar con
la iglesia de Santa Brbara de llave, mostrndonos su interesante arco de ingreso al
atrio, menos rico y ms geomtrico en sus decoraciones que el de la Asuncin, de
Juli. El interior no aporta novedades, pero la puerta que aparece en la lmina 9 no es
de la sacrista, sino del baptisterio, ubicado al pie del templo.
San Pedro de Acora, en cambio, posee un retablo mucho ms suntuoso y
mejor conservado. Hubiramos deseado que los pies aclaratorios de las lminas 28 y
29 fueran ms explcitos, pues solamente el lector avisado, cae en la cuenta que
pertenecen a la capilla mayor de dicho iglesia.
El retablo lateral (lm. 24) interesante pieza renacentista, ya dada a conocer por
Kelemen, merecera una buena reproduccin. Para ello hubiera sido necesario que el
especialista indicara al fotgrafo qu es lo que mereca ser fotografiado. As lo exige
todo trabajo de esta ndole elaborado seriamente.
Por ltimo, debemos citar a las magnficas iglesias barrocas de Puno y Vilque,
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FRANCISCO DE LA MAZA: Arquitectura de los coros de monjas en Mxico. 120 pp., 90 pp.
ill.; edicin del Instituto de Investigaciones Estticas de la Universidad Nacional
Autnoma de Mxico; Mxico, 1956.
El erudito investigador Francisco de la Maza rene en este volumen la
descripcin minuciosa de cuarenta y un coros de conventos de clausura mexicanos,
correspondientes 17 al Distrito Federal, 11 a Puebla, 3 a Quertaro, 3 a Guadalajara,
2 a Morelia, 1 a Mrida, 1 a San Cristbal Las Casas, 2 a San Miguel de Allende y 1 a
Salvatierra.
En el estudio general que precede al anlisis de cada edificio, el autor se refiere
a esas formas de coros dobles (alto y bajo) que, sin ser privativos de Mxico,
alcanzaron en este pas caractersticas propias, dadas la cantidad que hubo y las
dimensiones y riqueza decorativa que tuvieron. En Espaa y en algunos pases
hispanoamericanos tambin existe ese tipo de coro doble, pero sin tener la magnitud
de los mexicanos, especialmente en lo que se refiere al cerramiento del coro alto.
Nos describe De la Maza muy acertadamente esos enormes abanicos o rayos que
cierran las partes altas de las referas, que en algunas ocasiones se hicieron de
hojalata y en otras de madera, con tallas de furioso barroquismo como en Santa
Rosa de Quertaro. Debajo del coro se ubicaba la cripta donde se enterraba a las
monjas difuntas, y ms abajo aun el osario, de modo que esos cuatro locales (osario,
cripta, coro bajo y coro alto) quedaban uno encima del otro.
Se refiere tambin el autor a la importancia decorativa que se dio en Mxico al
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comulgatorio o cratcula, situado siempre en el costado del coro bajo que da hacia el
interior del convento. Interesantes, en particular, son los datos sobre la vida que
llevaban las reclusas en aquellas pocas, especialmente en lo que se refiere a monjas
ricas, algunas de las cuales se hacan construir celdas especiales. A este respecto
menciona el originalsimo caso de la marquesa de Selva Nevada, que a la vejez
ingres a un convento y se hizo edificar una celda-palacete nada menos que por el
arquitecto Manuel Tols. La portada neoclsica de esa celda an se conserva, en la
calle de San Jernimo n 20, cosa que muy pocos saben, ya que por sucesivas
demoliciones ha venido a quedar frente a la calle, con apariencias de portada de
edificio comn. Conventos hubo en los que cada monja se haca edificar una
pequea casa, como el de Santa Clara de Quertaro, que tuvo 76. Si a esto
agregamos las raras vestimentas y tocados que usaban las reclusas (tan bien
descriptos por Josefina Muriel de la Torre en Retratos de Monjas, Mxico, 1952) es
preciso reconocer que nos encontramos frente a un mundo ignorado por quienes
viven en este otro.
Recordemos, de paso, que tambin existen coros dobles en nuestro pas, si bien
no tienen la grandiosidad y jerarqua artstica de los mexicanos. No obstante,
merecen que alguien los estudie, especialmente el del convento de Santa Catalina de
Buenos Aires, que conserva en el espacio que media entre la doble reja del coro
bajo, una excepcional serie de azulejos sevillanos con escenas de montera.
MARIO J. BUSCHIAZZO.
JOS DE MESA Y TERESA GISBERT: Holgun y la pintura altoperuana del Virreinato. Serie
Artes y Letras, Biblioteca Pacea, Alcalda Municipal, La Paz, 1956. 220 pp. 120
lams. (130 ill.) 4- 15 pp. 10 ill. int. en cols.
Quien se dedique a estudiar el arte americano o simplemente guste de l, no
podr menos que saborear la nueva obra de Jos de Mesa y Teresa Gisbert,
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VCTOR MANUEL VILLEGAS: El Gran Signo Formal del Barroco. 242 pp.,
CCXLV
pp. de
XX
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NDICE
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ANALES, n 10,
se acab de imprimir
en los talleres grficos de
Domingo E. Taladriz,
San luan 3875, Buenos Aires,
el 17 de diciembre
de 1957
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PUBLICACIONES APARECIDAS
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