Mujer Sirofenicia
Mujer Sirofenicia
Mujer Sirofenicia
la vida cultural de Israel.2 Bien nuestra autora seala que a pesar de tenerse un conocimiento
cientfico y mdico respecto al flujo menstrual, no obstante es motivo de prejuicios como de
subordinacin; por causa de ser mujer y a su vez contraer impureza. Por su parte, Raymond
Brown aade a su argumentacin:
Lo que aqu interesa no es la culpabilidad moral. Adems, el aislamiento exigido no era una
medida punitiva, sino que impeda la propagacin de la impureza por contacto. Aunque gran parte de esta
legislacin se funda en ciertas razones higinicas que conocemos por las fuentes babilnicas y egipcias, el
nfasis del Lv es claramente cultural; por tanto, no debe sorprender su tono de medicina primitiva, basada a
menudo en ideas populares.3
A pesar de que las palabras antes sealadas no fuesen el caso de Israel, la realidad es que al
presente la culpabilidad ha sido un asunto pertinente en la discusin socio-cultural. En adicin,
sta se agrava y se vuelve un sistema opresor mucho ms violento por causa de la identidad; tanto
de gnero, cultura, raza, religin, e incluso heredad.
Por otro lado, suele llamar mi atencin la discrepancia del rol por gnero. Bien la mujer
sirofenicia tuvo que gritar para llamar la atencin, cosa que para las culturas asiticas es poco
femenino. Dentro de estas circunstancias, no se puede pasar por alto la indiferencia del sistema
poltico, que utiliza las manifestaciones feministas, poco aceptadas por la sociedad, para el
beneficio propio de desviar la atencin de las masas sobre otras acciones (Wickramaratne, 151).
Resulta ser que las mujeres se niegan a aceptar actitudes con prejuicios de gnero y costumbres
que siguen aislndolas y considerndolas relegadas en la raza humana. Al parecer en lugares
donde la mujer experimenta la opresin discriminatoria, se lucha por alcanzar un trato de
igualdad, en el que se les otorgue respeto y se considere su dignidad como ser humano. Si
contextualizamos esta problemtica al Puerto Rico del presente siglo, me parece ver todo lo
2 Raymond Brown, Comentario bblico San Jernimo: Tomo 1 Antiguo
Testamento (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1971), 232.
3 Ibid.
2
contrario. Por un lado, aun no se ha logrado emancipar a la mujer del todo. A la vez que se
incrementa la violencia domstica, al mismo tiempo se han levantado mujeres profesionales e
independientes, y muchas otras que an estando solas, cran a sus hijos. No obstante, viviendo en
una sociedad democrtica, donde existe la libertad de expresin, considero que se esconde una
fuerza tirana que por un lado enfrenta la cultura heredada de machismo, pero por otro se
perpetua y se promueve por medio de la publicidad y la msica el ver a la mujer como objeto
sensual y de satisfaccin sexual. Lo ms irnico de esta situacin es que en mucho de los casos
quienes patrocinan esta conducta por parte del varn, es la misma fmina.
Concluyo que la iglesia, a nivel interdenominacional, as como est llamada a establecer
un dilogo interreligioso, en el que se proclame la libertad a los oprimidos. Es precisamente,
dentro de nuestras comunidades de fe en el que se continua perpetuando conductas sexistas en el
que el sistema y la estructura religiosa se aparta de una conciencia liberadora. El mensaje del
Evangelio es uno inclusivista, que abre las puertas y est accesible para todos. Por lo tanto,
considero que el ensayo de Wickramaratne ha sido uno que nos invita a contextualizar asuntos
pertinentes respecto a lo que comprende la identidad y lo que es puro e impuro a nuestra
sociedad.
experimentamos en el Cuerpo de Cristo. Las acepciones y las divisiones son factores que nos
han llevado a vivir una vida religiosa, de meras apariencias y esclavitud de los sistemas.