3.la Plegaria de Ordenación de Diáconos-Lexorandi
3.la Plegaria de Ordenación de Diáconos-Lexorandi
3.la Plegaria de Ordenación de Diáconos-Lexorandi
Narciso-Jess Lorenzo1
Aunque en la mayora de los casos el diaconado es un estadio ministerial transitorio, en el caso de los llamados diconos
permanentes adquiere su pleno significado, como ministerio estable en la Iglesia. El Directorio para el Ministerio y la Vida
de los Diconos Permanentes de la Congregacin para el Clero del 22 de febrero de 1998. Dice en el n. 5: La vocacin
especfica del diaconado permanente supone la estabilidad en este orden. Por tanto, un eventual paso al presbiterado de
diconos no casados o que hayan quedado viudos ser una rarsima excepcin, posible slo cuando especiales y graves
razones lo sugieran.
5
El mismo Directorio dice en el n. 6. Los diconos, en virtud del orden recibido, estn unidos entre s por la hermandad
sacramental. Todos ellos actan por la misma causa: la edificacin del Cuerpo de Cristo, bajo la autoridad del obispo, en
comunin con el Sumo Pontfice. Sintase cada dicono ligado a sus hermanos con el vnculo de la caridad, de la oracin,
de la obediencia al propio obispo, del celo ministerial y de la colaboracin.
6
Aunque no nos ocupamos en el presente artculo de la ritualidad de la ordenacin, s conviene sealar el porqu de solo la
imposicin de las manos del Obispo. La Tradicin Apostlica de Hiplito dice: Mandamos que solo el Obispo imponga las
manos en la ordenacin del dicono, porque no es ordenado al sacerdocio, sino al servicio del Obispo sino que administra
e indica al Obispo lo que conviene (Cap. 8). A la vez aclara la diferencia esencial entres el ministerio de los sacerdotes y el
ministerio de los diconos.
7
Resulta muy elocuentes la exhortacin del Obispo al nuevo dicono al entregarle el Evangeliario: Recibe el Evangelio de
Cristo, del cual has sido constituido mensajero; convierte en fe viva lo que lees, y lo que has hecho fe viva ensalo, y
cumple aquello que has enseado.
I. Oatibia ofrece una sinttica presentacin de la evolucin del diaconado en: El Diaconado en la historia de la Iglesia,
en M. Oliver, ed. El Diaconado en la Iglesia en Espaa, Madrid 1987, pp. 81-113.
9
Como seala P. Farns, en el artculo Nueva edicin tpica de los Rituales para la celebraciones de la Ordenacin y del
Matrimonio, en Oracin de las Horas 9 (1990), p. 282.
10
Este es el texto tal cual aparece en el Sacramentario Veronense:
Adesto, quaesumus, omnipotens deus, honorum dator, ordinum, distributor officiorumque dispositor. Qui in te manens
innouas omnia, et cuncta disponis per uerbum, uirtutem sapientiamque tuam Iesum Christum filium tuum dominum
nostrum, sempiterna prouidentia praeparas et singulis quibusque temporibus aptanda dispen sas. Cuius corpus aeclesiam
tuam, caelestium gratiarum uarietate distinctam suorumque conexam discretione membrorum, per legem, totius mirabilem
conpagis unitam, in aumentum templi tui crescere dilatarique largiris; sacri muneris seruitutem trinis gradibus ministrorum
nomini tuo militare constituens, electis ab initio Leuiti filiis, qui mysticis operationibus domus tuae fidelibus excubiis
permanentes, hereditatem benedictionis aeternae sorte perpetua possederent. Super hos quoque famulos tuos, quaesumus,
domine, placatus intende, quos tuis sacrariis seruitoros in officium diaconii suppliciter dedicamus. Et nos quidem tamquam
homines diuini sensus et summae rationis ignari, horum uitam quantum possumus aestimamus. Te autem, domine, quae
nobis sunt ignota non transeunt, te occulta non fallunt. Tu cognitor peccatorum, tu scrutator es animorum, tu ueraciter in
eis caeleste potes adhibere iudicium, et uel indignis donare quae poscimus. Emitte in eos, domine, quaesumus, spiritum
sanctum, quo in opus ministerii fideliter exequendi munere septiformi tuae gratiae roborentur. Abundet in eis totius forma
uirtutis, auctoritas modesta, pudor constans, innocentiae puritas et spiritalis obseruantia disciplinae. In moribus eorum
praecepta tua fulgeant, ut suae castitatis exemplo imitationem sancte plebis adquirant, et bonum conscientiae testimonium
praeferentes in Christo firmi et stabiles perseuerent, dignisque successibus de inferiori gradu per gratiam tuam capere
potiora mereantur.
Invocacin
Asstenos Dios todopoderoso, de quien procede toda gracia, que estableces los ministerios regulando
sus rdenes; inmutable en ti mismo, todo lo renuevas; por Jesucristo, Hijo tuyo y Seor nuestro palabra, sabidura y fuerza tuya- con providencia eterna todo lo proyectas y concedes en cada momento
cuanto conviene.
Se trata de una larga invocacin introductoria descriptiva del misterio y del hacer divinos.
Como toda plegaria de ordenacin es una splica que el Obispo dirige a Dios, en nombre de
Cristo, para que confiera este ministerio ordenado a alguno o algunos miembros de la Iglesia
particular. Se trata de una splica confiada a Dios, el nico que pude conferir el ministerio. El
motivo de la confianza aparece en la misma invocacin, que ya es una anmnesis y una
confesin de fe en la que se contempla el misterio divino, inmutable en ti mismo, todo lo
renuevas; por Jesucristo, y se sealan las acciones salvficas, de quien procede toda gracia,
que estableces los ministerios regulando sus rdenes.
Lo primero que la plegaria constata es que el origen de todo oficio o ministerio est en Dios. El
ministerio ordenado es, pues, una vocacin, una llamada de Dios, antes incluso de la llamada
de la Iglesia, como ocurriera en la vocacin de Natanael al que Jess dice: Antes de que Felipe
te llamara, te vi yo (Jn 1,48). El reconocimiento de la soberana divina sobre todo lo que existe
y sobre su misma estructura y organizacin, se abre enseguida a la contemplacin del misterio
divino, principio inagotable de toda operacin, origen e incesante fuente de vida y renovacin,
inmutable en ti mismo, todo lo renuevas. Se trata de un eco de la afirmacin paulina: no hay
ms que un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas (1Co 8,6).
Una de las cosas que ms llaman la atencin en esta oracin es la pronta mencin de la
mediacin de Cristo. Estamos habituados a que el Misterio de Cristo, sobre todo su Misterio
pascual, aparezca en la narracin anamntica y en la habitual conclusin, pues es norma de la
liturgia romana dirigida al Padre que concluya siempre con la medicin de Cristo. Medicacin
de Cristo aparece referida ya al origen mismo de la creacin, por Jesucristo con providencia
eterna todo lo proyectas (cfr. Col 1,16), hasta llegar a la atribucin de cada ministerio (cfr. Col
1,16), pues dice el Apstol que el ministerio se recibe de Cristo, El ministerio que he recibido
del Seor Jess, dar testimonio del Evangelio (Hch 20,24). Referencia ms elocuente, si cabe,
tratndose del ministerio del dicono encargado en la Iglesia de proclamar el Evangelio.
Este misterio de Dios es inseparable, tanto en lo que respecta a la revelacin como a la
salvacin, del misterio de Cristo. Estamos, por tanto, ante un prrafo especialmente rico
teolgicamente; podramos decir, tambin cristolgico porque presenta la relacin y
vinculacin del Hijo a Dios, revelndose en el acontecer de la historia de la Salvacin, pues
todo lo que es el Hijo respecto del Padre tiene una repercusin en el obrar divino tal como se
aprecia en los ttulos que se le atribuyen, Hijo tuyo y Seor nuestro -palabra, sabidura y fuerza
tuya11. Los ttulos que se dan a Cristo son identitarios y a la vez que se revelan salvficos.
Parece como si estuviramos ante un dptico donde contemplar el ser y el actuar divinos. En la
primera tabla desde el comienzo de la seccin hasta todo lo renuevas, en el que aparece Dios, el
11
Quizs la redaccin en espaol, el punto y coma que sigue a todo lo renuevas; parecera interrumpir la dependencia de
todo lo renuevas de por Jesucristo. No obstante la idea de la mediacin cristolgica se expresa en lo que resta del prrafo.
Padre, como origen de todo12. La segunda tabla est dedicada a la funcin mediadora de Cristo,
en la que se describe a travs sobre todo de los ttulos su perfil de agente del actuar divino.
En Jess su identidad personal es inseparable de su misin y funcin. Hijo, Palabra, Sabidura
y Fuerza de Dios. San Juan en el prlogo del Evangelio presenta a Jess como la Palabra hecha
carne acampando entre los hombres, con la diacona de dar el poder de ser hijos de Dios (cfr.
Jn 1,12-14). El doble ttulo: de Sabidura y Fuerza de Dios est tomado literalmente de 1Cor
1,24. Esta sabidura y este poder se manifiestan en la paradoja del Calvario, como contrapartida
del escndalo de los judos y la locura para los paganos. Son ttulos que manifiestan la diacona
de Cristo hasta llegar al supremo servicio de la Cruz como canta la antfona de comunin de la
Misa de la Ordenacin: El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y
dar su vida en rescate por muchos, hasta una muerte de cruz. Por ello dir san Ignacio de
Antioqua dirigindose a los diconos: Caminen conforme a la verdad del Seor que se hizo
dicono de todos (Ep. 5,3) Diacona de Cristo que los diconos y todos los ministros estn
llamados a predicar e imitar. El mismo Pablo lo deja meridianamente claro cuando dice:
nosotros predicamos a Cristo crucificado (1Cor 1,23)
Anmnesis
A tu Iglesia, cuerpo de Cristo, enriquecida con dones celestes variados, articulada con miembros
distintos, y unificada en admirable estructura por la accin del Espritu Santo, la hace crecer y dilatarse
como templo nuevo y grandioso.
12
No debe extraarnos la invocacin divina, no como Padre, sino como Dios todopoderoso. Esto es muy habitual en la
eucologa romana. La paternidad divina est suficientemente acreditada en la mencin de Cristo como Hijo de Dios. En l
somos hijos de Dios (cfr. Rm 8,17).
En este prrafo se hace referencia tipolgica de los levitas que el sacramentario Veronense
apareca ms desarrollado. Aqu se ha recortado, sin embargo la actual plegaria se ha visto
enriquecida doctrinalmente con la incorporacin del testimonio neotestamentario de la
institucin de los diconos. Aunque la referencia a los levitas era muy del gusto medieval, no
es el antecedente propio del diaconado en la Iglesia. Se trata solo de una figura, typos. El
ministerio de los diconos tiene su origen, como aparece, casi parafraseando el texto lucano, en
la eleccin por parte de los Apstoles de Esteban y sus compaeros (cfr. Hch 6,1-6). Nos
hallamos, pues, en el corazn mismo de la anamnesis, que por su dinamismo sacramental se
prolonga en cada accin sacramental en la que se ordenan nuevos diconos. Lo que all
aconteci sucede ahora.
Epclesis
Te suplicamos, Seor, que atiendas propicio a stos tus siervos, a quienes consagramos humildemente
para el orden del diaconado y el servicio de tu altar. ENVA SOBRE ELLOS, SEOR, EL ESPRITU
SANTO, PARA QUE FORTALECIDOS CON TU GRACIA DE LOS SIETE DONES,
DESEMPEEN CON FIDELIDAD EL MINISTERIO.
De nuevo se retoma el texto del Veronense que nos introduce en el punto lgido de la
epclesis13. La suplica que denota siempre un acto personal y voluntario de Dios, vuelto y
atento a la necesidad de su Iglesia. Una splica con la finalidad precisa de destinar a una tarea,
de forma jurdica, estable y sagrada, a unos hermanos, que es el significado del verbo latino
empleado: dedicare. Con unos objetivos amplios: la entrada en el ordo diaconarum con lo que
esto conlleva segn la Iglesia lo haya establecido y con un encargo preciso: el servicio del
altar14. Por tanto la funcin de la Iglesia en obediencia al Seor, su necesaria mediacin, no va
ms all de presentacin y de la splica confiada. La accin transformadora compete
exclusivamente a Dios por su Espritu Santo, que es el que los habilita en Cristo, los hace
capaces de su diacona15. Una accin que por otro lado no se reduce al acto sacramental sino
que sostiene todo el proceso, como bien expresan las palabras finales del Obispo en el
escrutinio: Dios, que comenz en ti la obra buena, l mismo la lleve a trmino. San Ignacio de
Antioqua habla precisamente de esa fuerza pneumatolgica que procede del mismo Jesucristo.
Los diconos fueron constituidos segn el sentir de Jesucristo, quien los consolid en firmeza
13
El actual texto suprime, como podemos apreciar comparndolo con el texto latino del Veronense, todo un fragmento
apologtico-penitencial que rezara: Nosotros que no somos ms que hombres y que ignoramos el pensamiento divino y las
razones profundas. Conocemos como podemos sus vidas. Pero a ti, Seor, no se te oculta lo que est escondido. Y lo que
est escondido no te engaa. T conoces los pecados y escrutas los espritus. T puedes aplicarles con verdad tu santo juicio
y puedes tambin, aunque sean indignos concederles lo que te pedimos.
14
En qu consiste el servicio del altar propio del dicono? Se sigue que en el ofrecimiento del Sacrificio eucarstico el
dicono no est en condiciones de realizar el misterio, sino que, por una parte representa efectivamente al Pueblo fiel, le
ayuda en modo especfico a unir la oblacin de su vida a la oferta de Cristo; y por otro sirve, en nombre de Cristo mismo, a
hacer partcipe a la Iglesia de los frutos de su sacrificio. Congregacin para el Clero, Ministerio del Dicono (1998). La
historia del diaconado presenta una variada gama de servicios y responsabilidades, pero muy pronto la funcin es
fundamentalmente litrgica, hasta quedar reducida casi exclusivamente al servicio del altar. En expresin de san Ambrosio:
Ministri altaris, en Off. I, 246. Llegando incluso desempearse su funcin por presbteros vestidos al modo de los diconos.
Mayor informacin en I. Oatibia, Ibid.
15
La impresin de la epclesis en letras maysculas quiere indicar que en el interior de la plegaria de consagracin de los
diconos esas palabras son esenciales y por tanto necesarias para la validez del acto. As lo establece Pablo VI en la
Constitucin Apostlica por la cual se aprueban los ritos para las ordenaciones del dicono, del presbtero y del obispo.
por su Espritu Santo conforme a su propia voluntad. (Fil., saludo). La misin del Hijo y del
Espritu se dan en perfecta sinergia.
El texto, llamado esencial, para la validez de la ordenacin, pide a Dios que enve el Espritu
Santo sobre los candidatos para que sean fortalecidos con la gracia de los siete dones, con
objeto de que desempeen con fidelidad el ministerio16. Se trata de una alusin clara al
comienzo del Misterio pblico de Cristo que acontece, poco despus del Bautismo en la
Sinagoga de Nazaret (cfr. Lc 4,14-20). Bautismo y misin, envo del Espritu Santo y la uncin
efusin de sus dones (cfr. Is 11,1-2) para la misin (cfr. Is 61,1-11), se siguen en Jess, y
tambin en el ministerio eclesial de los diconos. El fin de esta efusin especfica del Espritu
Santo es el ejercicio fiel de ministerio. Tambin aqu resuena la voz del Apstol: Que se nos
considere, por tanto, ministros de Cristo y administradores de los Misterios de Dios. Ahora
bien lo que se exige de los administradores es que sean fieles (1Co 4,1-2).
Intercesiones
Que resplandezca en ellos un estilo de vida evanglico, un amor sincero, solicitud por pobres y
enfermos, una autoridad discreta, una pureza sin tacha y una observancia de sus obligaciones
espirituales. Que tus mandamientos, Seor, se vean reflejados en sus costumbres, y que el ejemplo de su
vida suscite la imitacin del pueblo santo; que, manifestando el testimonio de su buena conciencia,
perseveren firmes y constantes con Cristo, de forma que, imitando en la tierra a tu Hijo que no vino a
ser servido sino a servir, merezcan reinar con l en el cielo. Por nuestro Seor Jesucristo...
16
Llama, en cierto modo, la atencin que al fijar las palabras esenciales de la ordenacin haya quedado fuera la mencin del
nombre del ministerio concreto. Algo que no ocurre en el caso de los presbteros en que se dice que son esenciales tambin
las siguientes palabras: Te pedimos que confieras a estos siervos tuyos la dignidad del presbiterado. En el caso del Obispo
tampoco se menciona el oficio especficamente. An a riesgo de forzar las cosas podra pensarse en una identificacin entre
ministerio y diacona de modo que se pudiese exportar la diacona en Cristo a toda forma de ministerio ordenado, instituido,
confiado, o sin ms, ejercido. El texto griego de 1Co 12,5 dice: Hay diversidad de ministerios, (diakonin), pero un solo
Seor.
17
Lo que podramos llamar la progresiva especializacin litrgica de los diconos no excluye que estos dejaran de realizar
otros servicios como se puede apreciar en la poca patrstica, testimonio de ellos nos los ofrecen san Ambrosio de Miln
(cfr. Off. I, 253) o san Gregorio Magno (Ep. V, 28).
altar junto a los sacerdotes18. Sigue suplicando la observancia de sus obligaciones espirituales
que son una vida entendida como vivencia del misterio de la fe y el desempeo con humildad y
amor del ministerio como colaboradores del Orden sacerdotal para bien del pueblo cristiano19.
Las splicas que siguen no sealan las tareas concretas del ministerio sino que prolongan, lo
que podramos llamar, esta especfica existencia en Cristo. Se trata, tanto en el texto matriz
como en la actual redaccin, de una presentacin profundamente espiritual y existencial del
ministerio diaconal, que precede y sostiene el ejercicio concreto de la funciones.
Sigue la oracin pidiendo que los mandamientos del Seor se reflejen en sus costumbres y que
el ejemplo de su vida provoque imitacin. Resuenan aqu las palabras del Seor: Si me amis
guardaris mis mandamientos (Jn 14,15). Ser imitables, ms que ser imitados. Es decir la
imitacin no es la reproduccin mimtica de unos comportamientos sino la adquisicin de unas
disposiciones, bajo la accin del Espritu Santo, que se concretan en actos propios y comunes a
un tiempo20. Dicho con otras palabras tomadas del himno a la Knosis de Cristo, Tened en
vosotros los mismos sentimientos de Cristo Jess (Fi 2,5). La splica por la perseverancia es
una splica, urgida al Seor. Jess pide a los suyos que permanezcan en su amor (cfr. Jn 15,9).
Pero ese permanecer, que es una virtus teolgica, conlleva una virtus asctica que es la
perseverancia. El ejercicio de perseverar es espera y fidelidad hasta el final, imitando a Cristo.
De nuevo el tema de la imitacin. Si antes se peda que su vida fuera imitable, ahora se seala
la raz de esta ejemplaridad, el que ellos identificados con Cristo sean reflejo suyo imitndolo,
imitando en la tierra a tu Hijo que no vino a ser servido sino a servir (cfr. Mt 20,28)21. La
perseverancia se manifiesta en el esfuerzo por llevar una vida santa alentada por la esperanza y
la espera del Seor. Lo resume perfectamente la Escritura, empleando la imagen del corazn,
smbolo del querer: amar y hacer del hombre: Que el Seor dirija vuestros corazones par que
amis a Dios y os mantengis constantes en la espera de Cristo (2Tes 3,5). En definitiva se
suplica a Dios que lleven una vida santa22.
El final de la plegaria es nuevo, reemplaza la promocin a un ministerio superior que
encontramos en el Veronense, por una previsin escatolgica, el premio de plena comunin
con Cristo en su gloria23. Perseverar para reinar con Cristo, merezcan reinar con l en el cielo.
18
La Innocentiae puritas aparece en las disposiciones dadas por los concilios a los sacerdotes en oriente y occidente para
que guardaran la continencia conyugal cuando haban de celebrar los santos misterios. Y por extensin tambin los
diconos. Ejemplo de ello lo tenemos en el I Concilio de Toledo del ao 400, can I en el que se observa una progresiva
tendencia al celibato. El Veronense insiste en esta splica un poco ms adelante cuando dice: ut suae castitatis exemplo
imitationem sancte plebis adquirant.
19
Se trata de la segunda y de la primera promesa de los elegidos.
20
El mismo apstol Pablo llama a ser imitadores suyos. Que tiene un objetivo vincular a Cristo e imitarle: Sed imitadores
mos, como yo lo soy de Cristo (1Co 11,1; cfr. 1Tes 1,6).
21
Jess dice: aprended de m, que soy manso y humilde de corazn (Mt 1,29). Incluso nos invita a ser como el Padre: Sed
perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto (Mt 5,48).
22
En el ya citado directorio dice sobre la santidad de vida de los diconos en el n. 45: El dicono est llamado a vivir
santamente, porque el Espritu Santo lo ha hecho santo con el sacramento del Bautismo y del Orden y lo ha constituido
ministro de la obra con la cual la Iglesia de Cristo, sirve y santifica al hombre. En particular, para los diconos la vocacin a
la santidad significa seguir a Jess en esta actitud de humilde servicio que no se manifiesta slo en las obras de caridad,
sino que afecta y modela toda su manera de pensar y de actuar, (Juan Pablo II, Audiencia General 20-XI-93, n.2) por lo
tanto, si su ministerio es coherente con este servicio, ponen ms claramente de manifiesto ese rasgo distintivo del rostro de
Cristo: el servicio (Ibid., N.2), para ser no slo siervos de Dios, sino tambin siervos de Dios en los propios hermanos
(AA 4,8).
23
Ha sido remplazada toda esta expresin: dignisque successibus de inferiori gradu per gratiam tuam capere potiora
mereantur, que en el Veronense suplicaba un progreso; merecer pasar de este grado inferior a un grado superior. En nuestra
Sin perder de vista que esta perseverancia en la fidelidad del servicio lleva consigo participar
en el misterio de su cruz para alcanzar tambin su gloria, (cfr. 2Tim 2,12).
Conclusin
A modo de conclusin diramos que esta plegaria pone de manifiesto el origen y la soberana
de Dios en todo ministerio, que encuentra en Cristo su molde y que se realiza por medio del
Espritu Santo. Si todos los cristianos somos revestidos de Cristo, los diconos visten su
diacona. Esta plegaria, testigo de una Tradicin viva, manifiesta la fe de la Iglesia en un
ministerio que es constitutivo de su ser, que no puede ser considerado ni transitorio, ni opcional
y que ejercido se convierte tambin en una llamada a la diacona de la Jerarqua y de la
totalidad del pueblo de Dios.
actual compresin del ministerio, que tiene en Cristo su referente, parecera una contradiccin. La actual conclusin se
orientan evanglicamente la promocin hacia el futuro escatolgico.