Cosmovisión Cristiana de La Familia - Francisco Limón

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Cosmovisin Cristiana de la Familia

Cosmovisin Cristiana de la familia

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3

Persona, pareja y familia

La familia educadora de la fe

13

La familia en la misin de Dios

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Persona, Pareja y Familia

in un entendimiento bblico de lo que es ser persona ser


difcil el cultivo del carcter relacional del ser humano.
Hemos de empezar este estudio, como algo previo a nuestra
reflexin sobre el matrimonio y la familia.
En Gnesis 1:26 y 27 encontramos el concepto bblico
fundamental de la persona humana (Hombre, en sentido
genrico) y de su valor: hombremujer hechos a imagen y
semejanza de Dios. Este concepto a nuestro modo de ver marcar
toda una diferencia en lo que respecta a nuestra percepcin de la
conducta y realizacin del ser humano.
Con respecto al texto imagen y semejanza de Dios (imago Dei),
el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios,
entendindose por ello que Dios ha dejado algo de s mismo en el
ser humano, lo cual le da una dignidad especial
Un entendimiento ms acabado de este texto es imposible aparte
de la encarnacin. Jess encarnado en medio de los seres
humanos nos muestra mejor que nadie lo que significa la imago
Dei. Aunque participamos plenamente de la afirmacin de que
Jess es el camino para entender la imago Dei (Col. 1:15 El es la
imagen del Dios invisible, el primognito de toda creacin.)

El Hombre es creado, de acuerdo con el relato de Gnesis, en


relacin directa con su Creador. Este vnculo esta mediado por
el soplo de aliento de vida (Gn. 2:7). El Hombre es ubicado en
un medio ambiente, pero al mismo tiempo distanciado de l. Este
soplo, huella de Dios en el Hombre, determinar el curso de sus
relaciones. Por l, Dios y Hombre quedan atados, y de aqu en
adelante este ltimo no podr ser definido y comprendido sin el
primero. Esto hizo del ser humano un sujeto y en consecuencia
un ser en relacin. Ser hecho a imagen y semejanza significa
tambin que Creador y criatura participan de una relacin
especfica, como padrehijo.
En tal condicin, la relacin entre Dios y el Hombre est mediada
por la confianza (Gn. 1:2830) y la aceptacin (Gn. 1:31). El
objetivo que Dios busca al entrar en este tipo de relacin es que
el Hombre se realice y tenga vida (Gn. 2:1516). Pero es propio
tambin de esta relacin el establecimiento de lmites que no
slo regulen la vida (Gn. 1:1516), sino que tambin protejan las
relaciones y la vida misma (Gn. 2:17).
La imago Dei, entonces, nos permite ver al Hombre como un
sujeto: en relacin con el Creador, alguien a quien se lo acepta,
en quien se confa y quien est destinado a realizarse plenamente
y disfrutar de la vida; todo esto enmarcado dentro de los lmites
que Dios establece para su bien.
En el texto de Gnesis, el Hombre recibe de su Creador el
mandato de seorear en el mundo creado. El Hombre es puesto
como soberano del medio. Ningn otro ser creado recibe tal
mandato ni es puesto en tal categora; solamente aquel que es
concebido a imagen y semejanza del Creador. imago Dei y
soberana estn tan ntimamente ligadas que no pueden
entenderse en forma separada.

De hecho, estamos inclinados a pensar que ste es un factor


determinante en el concepto de persona. A menos que el Hombre
seoree sobre su entorno, no podr ser visto como tal. Si no lo
hace, deja de ser sujeto y pasa a ser objeto, pues al no
seorear se confunde con la naturaleza como un elemento ms
de ella. En esa tarea de seorear, si el ser humano no ve al otro
como compaero, sino que lo utiliza como objeto, atentar
contra la imago Dei tanto en l como en el otro.

a comunidad divina misma se proyecta en esta comunidad


humana, la biunidad hombremujer. Si la imago Dei es la
proyeccin de la comunidad divina en la comunidad humana,
entonces podemos apreciar el hecho de que varn y hembra son
iguales y al mismo tiempo diferentes. Esta igualdad y a la vez
diferencia es la que les permite al hombre y a la mujer una
relacin sin fusin, intimidad sin prdida de identidad,
acercamiento pero a su vez derecho al espacio psicosocial y
espiritual necesario para crecer.
La igualdad es percibida al menos en tres aspectos:
1. En su condicin. Ambos son hechos a imagen y
semejanza, en ambos Dios deja su distintivo. Esto los
iguala a un nivel muy profundo que, en ltimo trmino,
les permite relacionarse. Si el uno no ve en el otro la imago
Dei, entonces la posibilidad de relacionarse y, en
consecuencia, de comunicarse desaparece, pues ya no se
ven como iguales. En su condicin de iguales, hombre y
mujer se respetan.
2. En su vocacin. Ambos reciben el mandato de seorear
la tierra, a ambos Dios les confa la tarea de la
mayordoma de la creacin, a ambos Dios les encarga la
reproduccin y el cuidado de los hijos. En su vocacin,
hombre y mujer se necesitan.

3. En su satisfaccin. Hombre y mujer son hechos de tal


manera que la mutua aceptacin, recibimiento y goce
son posibles. Para su satisfaccin, hombre y mujer se
aceptan.
8

Si la igualdad les permite relacin, coparticipacin y


aceptacin, su diferencia les permite individuacin y
crecimiento. Su diferencia puede apreciarse sobre todo en su
sexualidad y en su complementariedad.
1.

Hombre y mujer son creados seres sexuales varn y


hembra. Esta diferencia no radica nicamente en su
constitucin fsica, sino tambin en su forma de ser, de
percibir el mundo, de reaccionar, de relacionarse, etc. Esta
diferencia les permite acercarse mutuamente y
relacionarse a un nivel en donde ambos aprecian el ser
distintos y, a su vez, comprenden la razn de ser de la
sexualidad misma.
2. La diferencia sexual da lugar a la diferencia funcional,
entendida en trminos de complementariedad y no de
competencia: el uno tiene lo que el otro carece y viceversa.
Esta caracterstica de complementariedad tiene rasgos
universales, pero tambin particulares, como puede
observarse en toda pareja. Esta diferencia hace posibles el
enriquecimiento mutuo, la eficiencia y el desarrollo de una
relacin funcional entre un hombre y una mujer.

a familia est diseada para (y llamada a) ser un ncleo en


donde se permite y se estimula el crecimiento integral de
todos sus miembros y no meramente el de los hijos. Este
crecimiento integral implica la satisfaccin de las necesidades de
procreacin y sexuales (Gn. 1:2728), afectivas (Ef.6:14),
intelectuales (Lc. 2:52), materiales (Lc. 2:67), espirituales (Lc.

2:52), relacionales (Lc. 2:2138; 2:52), etc. Es decir, vemos a la


familia cumpliendo las funciones bsicas de reproduccin,
nutricin, educacin y socializacin, algunas de las cuales han
sido descritas por la sociologa y la psicologa.
Principios para la relaciones de la familia
Relacin de amor. Marido y mujer, padres e hijos incluso
amos y sirvientes han de relacionarse mutuamente sobre la
base del amor (Ef. 5:21ss.). El amor establece el marco de
referencia que no solamente modela el patrn de relacin
entre los diferentes miembros del sistema familiar, sino que,
a su vez, permite el crecimiento de ellos. Esta relacin de
amor de los padres, por ejemplo, equilibra su sentido
conjunto de responsabilidad, dando paso a un coliderazgo
frente al resto de la familia (Ef. 6:4: vosotros padres).
Ambos deben timonear el sistema si los dos existen en la
familia permitiendo as la congruencia y evitando
desequilibrios. Para mantener esta relacin de amor se
precisa de un recurso de afuera del sistema: el Seor (Mt.
1:19; Lc. 1:2638; Ef. 6:4). Bajo el seoro de Cristo, la familia
obtiene direccin, sabidura y amor como complemento a la
iniciativa humana.
Provisin afectiva. La provisin afectiva no viene expresada en
la abundancia de regalos, sino en la calidad de las relaciones.
Esto significa hacerse presentes unos a otros, disponibles,
solidarios y dispuestos a satisfacer necesidades. Esto, que en
trminos psicolgicos y bblicos es llamado aceptacin,
permite el crecimiento de la confianza y, a su vez, reconoce la
singularidad de la persona humana. Tanto la aceptacin como
el reconocimiento representan los elementos fundamentales
de la identidad humana, que se traducen en un sentido de
pertenencia y autonoma. La familia se convierte as en la

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provisin para el desarrollo de la identidad del ser. En la


Biblia no encontramos sistematizados estos aspectos; nos
apoyamos en el caso de Jess como un ejemplo para sealar la
pertenencia y la autonoma. Padre y madre estn presentes en
el momento de su nacimiento (Lc. 2:6); sus necesidades
fsicas le son satisfechas (Lc. 2:7); ambos lo rodean en el
momento de crisis (Mt. 2:13, Lc. 2:4152); hay
reconocimiento y respeto por su individualidad (Lc. 2:2138,
52); se establece una relacin de comunicacin que da lugar a
la expresin de los sentimientos (Lc. 2:4849); se reconoce y
se maneja con discrecin sus singularidades, las cuales no son
motivo de distanciamiento (Lc. 2:4950).
Ubicacin y lmites. La Biblia insina que cada miembro dentro
de la familia tiene una funcin que desempear y que existen
reglas que regulan sus relaciones. A su vez, provee los
recursos que corrigen el quebrantamiento de dichas normas.
De los hijos se espera obediencia mediada por los
mandamientos (Ef. 6:112). De ambos padres se espera una
participacin activa que tenga en cuenta la disciplina y la
amonestacin del Seor (Ef. 6:4). Es decir, la familia
funciona cuando cada miembro asume su posicin y reconoce
los lmites que regulan las relaciones. Esto le da permanencia
y estabilidad. Pero, a su vez, vivir bajo el seoro de Cristo y
aceptar el proceso normal y necesario de desarrollo de la
familia, representa aceptar y promover el cambio dentro del
sistema. Los padres estn llamados a no provocar a ira, ni
exasperar a los hijos (Ef. 6:4; Col. 3:21); la ira y la
exasperacin con frecuencia surgen por una posicin
inflexible que se apega a la regla y no se abre al dilogo. A
diversas edades, la ubicacin y los lmites de los hijos en la
familia se han de organizar de diferentes maneras. Sin
embargo, creemos que una clave para el liderazgo de los
padres es mirar el modelo de la paternidad del Dios de amor,

entendido como consideracin, comunicacin, disciplina,


respeto, conocimiento y perdn.

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22 Y de la costilla que Jehov Dios tom del hombre, hizo una


mujer, y la trajo al hombre.
23 Dijo entonces Adn: Esto es ahora hueso de mis huesos y
carne de mi carne; sta ser llamada Varona, porque del varn
fue tomada.
24 Por tanto, dejar el hombre a su padre y a su madre, y se
unir a su mujer, y sern una sola carne.
Gnesis 2:22-24

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La familia educadora de la fe

a crisis que hoy da sufre la mayora de nuestras iglesias y


sociedad se debe, en mucho, al hecho de haber transferido la
enseanza de fe y vida cristiana de su lugar esencial, el hogar,
hacia el templo o incluso los grupos de jvenes. El hogar es el
centro vital de la enseanza de la fe, y tal como enseado en las
Escrituras, el Templo es el centro de adoracin y alabanza
comunal. La fe de las iglesias del siglo primero, se desarroll en
los hogares, y hoy en da, todas las iglesias que mantienen una fe
viva y en crecimiento, son aquellas que viven su fe desde los
hogares. O que incluso han de hecho de su casa un espacio para
la adoracin y enseanza de la fe.
Son varias y complejas las razones por las que los padres han
perdido la oportunidad de colaborar y de ser sujetos clave en la
educacin familiar de la fe. Muchos padres, es sienten incapaces
de guiar a sus hijos por la vida a travs de la fe. Entonces,
prefieren que las instituciones se encarguen o incluso, asumen
que de algn modo los hijos, encontrarn el camino correcto,
pues para ello existe una diversidad de informacin, siempre
disponible.
Sin embargo las iglesias, ha de cambiar su enfoque pastoral hacia
las familias ya que han de servir, para como punto de enlace para
que las familias se renan para convivir, compartir y ministrarse.
La membresa de la iglesia debe verse primeramente no a partir

de individuos, sino de familias que la forman. Antes de hablar de


iglesias locales, hablar de hablar de iglesias domsticas. Atender
esto es primordial, pues la evangelizacin en el futuro depende
en gran parte de la Iglesia en cada casa.
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Este nfasis realmente no es nada nuevo, sino que tiene como


base justamente las escrituras. Toda una larga serie de pasajes en
el Pentateuco y los Sapienciales sealan a la familia como, el
centro de la instruccin religiosa. Como comunidad religiosa ella
preserv las tradiciones del pasado y las transmiti a travs de la
instruccin y la alabanza. La fiesta central en el Antiguo
Testamento, la Pascua, era un festival familiar, celebrado en el
hogar. La Pascua era un rito que no necesitaba sacerdote ni
templo. Todo el ritual tena como contexto el hogar y el padre lo
presida. En medio de la celebracin, en el momento del segundo
vaso, uno de los hijos haca la pregunta: Por qu esta noche es
diferente de las otras? Esta pregunta abra la oportunidad a la
narracin de la redencin histrica del pueblo de manos de los
egipcios. Esta prctica fue cuidada y trasmitida de generacin en
generacin; Jess y sus contemporneos la celebraron
igualmente.
En este contexto resalta en forma central Deuteronomio 6:49
(1025). Notamos aqu el papel de la familia como la primera
responsable de obedecer y mantener siempre actuales las
ordenanzas del Seor. La afirmacin que aqu se hace sobre la
familia es de singular importancia, por cuanto aparece en el
contexto directo de uno de los pasajes centrales de la teologa
bblica y de la vida de Israel hasta nuestros das (la shema). Jess
mismo no titube en citarlo como el pasaje que resume la Ley
(Mr. 12:2830).
El libro habla de la ley pero no desde un punto de vista jurdico.
No se escribi para el uso de jueces o sacerdotes, sino, teniendo

en mente a todo el pueblo de Israel, para el empleo en el hogar.


Por ello, junto a las rdenes de obediencia a la ley encontramos
la insistencia en su enseanza e instruccin (4:1, 5, 9, 10, 14, 39;
5:1, 31; 6:1, 79, 20s.; 11:1820). De hecho, este uso didctico del
libro hace justicia al sentido bsico del trmino torah: la ley no es
un simple conjunto de reglas; es, especialmente, la fe enseada;
es instruccin.
Los sujetos de la enseanza son los padres. Ellos debern ensear
a los hijos el camino y la palabra del Seor. No hay otro libro en
la Biblia que coloque la instruccin de nios y jvenes en el
centro de su mensaje como lo hace el Deuteronomio
4:9 Por tanto, gurdate, y guarda tu alma con diligencia, para que
no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu
corazn todos los das de tu vida; antes bien, las ensears a tus hijos,
y a los hijos de tus hijos.
6:7 y las repetirs a tus hijos, y hablars de ellas estando en tu casa,
y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.
El propsito es acercarse a una nueva generacin, en una nueva
situacin histrica y explicarle la antigua ley. Por ello era
necesario recapitular, recontar y explicar lo que haba pasado y
lo que estaba ocurriendo aqu y ahora. Tiene entonces un
propsito generacional. Las palabras de ayer, los de hoy y los de
maana: tus padres, t, tus hijos. Denotan esta actitud.
El nfasis de este propsito generacional, cae sobre el hoy. La
accin de Dios se sita en la existencia concreta del pueblo.
Todas las generaciones de Israel deben ser testigos de la accin
de Dios y de su Palabra: Oye, Israel, los estatutos y decretos que yo
pronuncio hoy en vuestros odos; aprendedlos, y guardadlos, para ponerlos
por obra. (5:1; cf. 5:3, 24). De esta forma se hace participar a todas

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las generaciones de la accin de Dios, establecida en un hoy que


depende totalmente de l. Frente a la Palabra de Dios, todos son
llamados a obedecer, a poner en prctica y a guardar esta palabra
en su corazn (6:6) para que les sirva de gua en el camino de la
bendicin.
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Pero el hoy, est enfocado hacia el futuro. Pues este depende en


cierta medida de la generacin actual, aunque tambin son
herederos de una historia, que les impulsa hacia el futuro. Por eso
el Deuteronomio, constantemente apela a los que hoy estn
oyendo: cudate de no olvidarte, acurdate (6:12; 8:18s.). El olvido es
un pecado contra la fe y la esperanza. Por ello es necesario
atender a la Palabra que hoy se dice, reflexionar sobre cmo la
vivieron ayer los antepasados, estar vigilantes y decidir para el
futuro (29:28s.)

euteronomio es un libro para un pueblo en transicin (una


nacin amenazada por tentaciones y desastres), para una
generacin cuya tarea es conquistar y construir una nueva tierra,
una nueva sociedad. Es un libro que, al igual que Mateo en el
Nuevo Testamento, se ofrece como manual para los miembros
del Reino de Dios.
En este sentido, es tremendamente actual para nosotros. Nos
encontramos, tambin en una sociedad en transicin, en un pas
amenazado por los problemas econmicos, plagado de violencia
y con una cultura que en algunos casos se asume como postcristiana, mientras que en otros momentos an convive con el
fetichismo, pre-moderno. Pero particularmente con una cultura
que tiene una clara ruptura generacional, entre padres e hijos.
Por ello al acercarnos el texto base del Deuteronomio, podremos
encontrar en l, claros elementos pedaggicos, que nos ayuden a
transmitir la fe a nuestra siguiente generacin.

Deuteronomio 6:4-9
4 Oye, Israel: Jehov nuestro Dios, Jehov uno es.
5 Y amars a Jehov tu Dios de todo tu corazn, y de toda tu alma,
y con todas tus fuerzas.
6 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarn sobre tu corazn;
7 y las repetirs a tus hijos, y hablars de ellas estando en tu casa, y
andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.
8 Y las atars como una seal en tu mano, y estarn como frontales
entre tus ojos;
9 y las escribirs en los postes de tu casa, y en tus puertas.
1. Hacia uno mismo estas palabras que yo te mando hoy,
estarn sobre tu corazn... Y las atars como una seal en tu
mano, y estarn como frontales entre tus ojos)
2. Hacia los hijos. y las repetirs a tus hijos)
3. Hacia la comunidad las escribirs en los postes de tu casa, y
en tus puertas).
Es obvio que el compromiso pedaggico se vuelca
primordialmente al hogar. Los versculos 7 y 9 colocan al hogar
como el ambiente donde estas palabras son objeto de enseanza y
prctica. Los versculos 225 hablan de esa interaccin
pedaggica: el hijo levanta una pregunta al padre, el padre
responde narrando los actos portentosos del Seor en el pasado
y de sus demandas hoy para el futuro.
El siguiente esquema destaca el nfasis pedaggico del texto:
a) Recepcin de la enseanza: Oye, Israel (v. 4)
b) Puesta en prctica de la enseanza: amars a Jehov tu
Dios (v. 5)
c) Apropiacin de la enseanza: Y estas palabras que yo te
mando hoy, estarn sobre tu corazn (v. 6)

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d) Transmisin de la enseanza: y las repetirs a tus hijos (v.


7)
e) Repaso de la enseanza: hablars de ellas estando en tu casa,
y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. (7
9)
El pasaje nos ofrece, entretejidos en forma magistral, el qu y el
cmo: el contenido y el proceso de la enseanza. En el pasaje
encontramos:
El sujeto: los padres
El receptor: los hijos
El contenido: estas palabras
El lugar: el hogar
El tiempo: toda la actividad humana habitual; la forma: la
comunicacin oral, escrita y prctica.
Sobra decir, que en este proceso, pedaggico, los padres, han de
tener, no solo un conocimiento intelectual de estas palabras, sino
tambin la experiencia de vida en estas palabras.

n nuestra sociedad no puede verse a la familia como un


sistema cerrado. Debe vrsela como un sistema abierto a una
multitud de influencias externas. Cuando se toma en cuenta el
tiempo que los miembros de la familia pasan dentro y fuera del
hogar, inmediatamente se hace claro que considerar a la familia
como la fuente de todas las influencias significativas es una
falacia.
El hogar es un espacio donde puede tomar lugar, toda la gama de
las experiencias humanas. Los padres haran muy bien en cuidar
de la educacin de sus hijos, porque en el hogar se producen las
primeras y ms duraderas influencias. Tambin debemos
reconocer que dentro de la familia tiene lugar una rica variedad

de encuentros educacionales: pleitos, violencia, amor,


delicadeza, honestidad, engao, sentido de propiedad privada,
participacin comunitaria, manipulacin, decisiones en grupo,
centros de poder, igualdad. Todo esto puede darse en el interior
del hogar.
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Tambin tenemos influencias externas que se cuelan se


introducen siempre en nuestros hogares, incluso a travs de los
miembros de la familia. Los valores o antivalores de vida llegan
a los hijos a travs de los padres, en forma directa o indirecta.
De hecho, la enseanza ms influyente es la de las actitudes; muy
poco la de las palabras. Vez tras vez los padres se extraan del
poco impacto de sus palabras. Con dolor muchos descubren la
razn: sus palabras contradicen sus actitudes y prcticas. Los
hijos sufren por la contradictoria pedagoga paterna: por un lado
los mandatos (la comunicacin noverbal, actitudes y acciones)
y por el otro los contramandatos (comunicacin verbal de lo que
el hijo debe o no debe hacer).

Algunas pautas a seguir para apoyar a los padres en su labor de


transmitir la fe a sus hijos, afectarn el cmo desarrollamos
nuestras actividades litrgicas y educativas.
1.

Proveer espacios de interaccin entre padres e hijos,


donde puedan juntos adorar y aprender. La educacin
hemos de verla como formacin y no como
conocimiento.
2. Proveer espacios familiares, para la misin y la diacona.
Familias, sirviendo a otras familias, familias
evangelizando a otras familias.
3. Proveer capacitacin para ensear y preparar clulas
familiares. Buscando que los cristianos desarrollen su fe
desde su hogar.

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4. Proveer las mejores herramientas a los padres, pues ellos


pueden ser los co-pastores ms efectivos. As, la
educacin deja de ser una simple aseveracin intelectual
y llega a ser desarrollo de vida responsable, inculcadora
de valores bblicos, instrumento de disciplina a travs de
experiencias de amor. Los padres se ven desafiados a ser
cristianos maduros. Es una educacin de vida para la
vida.

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La familia en la misin de Dios

l pueblo de Dios vive, para ser el vehculo de la misin de


Dios. En ese sentido el ser iglesia, nos lleva a la
comprensin de que somos un pueblo misionero, pero la
misin de Dios, hemos de verla en su sentido ms amplio.
1. Evangelizacin.
2. Renovacin de la sociedad
3. Humanizacin
4. Reconciliacin
5. Glorificacin de Dios.
Para el desarrollo de esta misin, la familia ocupa un lugar
central. Por ser esta la estructura base de la sociedad creada por
Dios. Las familias, entonces, son el medio a travs del cual Dios
desarrolla su misin.
As lo vemos con la primer familia de la Biblia, Adn y Eva, son
los primero en recibir la encomienda de desarrollar la misin de
Dios.
Gnesis 1:28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y
multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y seoread en los peces
del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven
sobre la tierra.
De all en adelante, la historia bblica es una historia de familias,
Abraham, Isaac y Jacob, que poco a poco van sealando hacia la

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integracin de la familia de Dios, que integra a todos los


creyentes bajo un mismo Padre. Podemos afirmar entonces, que
la familia, es el centro desde donde se desarrolla la misin que
Dios ha dado para su Pueblo. As que el cumplimiento del gran
mandamiento y la gran comisin inician desde el entorno
familiar.

l gran mandamiento, muestra un desarrollo desde la familia.


Y este es la base, de cualquier misionologa.
Deuteronomio 6:4,5 Oye, Israel: Jehov nuestro Dios, Jehov
uno es. Y amars a Jehov tu Dios de todo tu corazn, y de toda tu
alma, y con todas tus fuerzas

Es en la familia, donde las personas aprenden o no sobre las


prioridades de la vida. All es donde se aprende a tomar en serio
a Dios. Es desde donde se le reconoce a Dios, como el Seor. La
misin inicia cuando al honrar a Dios, disponemos todo nuestro
corazn, toda nuestra vida y todas nuestras fuerzas.
En este ambiente de familia, de manera vivencial se ensea sobre
el tener a un solo Dios. Despus esta vivencia se ver reforzada
por un proceso pedaggico familiar, que vale la pena repasar.
Deuteronomio 6:6-7 Y estas palabras que yo te mando hoy,
estarn sobre tu corazn; y las repetirs a tus hijos, y hablars de
ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y
cuando te levantes.
A. Los adultos, son los primeros que han de experimentar
la vivencia. No se trata de un conocimiento sino de vivir
poniendo en prctica las Palabras del Seor. Se trata de
transmitir vida, por ello primeramente haz de nacer de
nuevo.

B. Se ensean a los pequeos o discpulos. Se trata de


formar discpulos conformes a la Palabra de Dios, por
ello el proceso incluye, lo cognoscitivo, como la
experiencia. No se trata por ejemplo, que aprendan
sobre confiar en Dios, sino que confen en l.
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a evangelizacin inicia en casa. Es en el entorno familiar,


donde surgieron la mayor parte de las misiones, desde el
Nuevo Testamento y hasta ahora las iglesias ms florecientes,
son aquellas, donde la fe vivida en las familias, desarrolla miles
de grupos pequeos, que ministran a la familia y hogares vecinos
con la Palabra.
En el Nuevo Testamento, las casas fueron la base de la misin,
extendindose da a da y de casa en casa, con una ministracin
constante (no tenan que esperar hasta el prximo domingo),
pero tambin con modelos de vida, que impactan directamente a
las personas, que estn en su derredor. La vida de personas
transformadas, es el testimonio, ms impactante que se puede
tener. Pues ciertamente la evangelizacin, poco tiene que ver con
conceptos religiosos en los cuales, la iglesia actual suele poner
demasiado nfasis. Lo importante no se encuentra en el rito, sino
en la conversin de una persona experimenta al ser tocada por
Dios. Es la nueva vida en Cristo, lo que impacta en la
evangelizacin.

os cambios, en la sociedad, tambin inician en las familias.


Es all donde se generan los cambios sociales, culturales y
religiosos. Es en el entorno familiar donde se ensean valores y
tica.

Cuando las cosas, no van bien en el entorno familiar, es fcil


culpabilizar a la sociedad, a los polticos, a las escuelas o a
nuestra pareja. Pero hay que recordar que lo que ha estado
ocurriendo en nuestra casa, ha estado impactando en quienes
viven en ella, positiva o negativamente.
24

La renovacin de la sociedad, requiere cambios profundos en los


hogares, no solo en las polticas pblicas. Es en los hogares,
donde hemos de empezar a hacer los cambios adecuados. Pero
estos, no se tratan de imponer un nuevo orden moral, sino de
volverse a Dios y que sea el quien efectu los cambios necesarios
en nuestros propios hogares.
Esto aunque parece poco en un inicio, es la base de todos los
cambios sociales. Fue la educacin de un solo hombre, que se
mantuvo en la enseanza de sus padres, la que cambi el destino
de toda una nacin. Cuando Jos se mantuvo integro ante las
distintas tentaciones, que enfrento en Egipto. Y as Dios obro en
el hasta que llego a tener el segundo puesto ms importante del
pas. Le regeneracin social, es posible, cuando las familias
promueven los valores de la fe.
El mandato cultural del Gnesis, de reproducirse, no es
simplemente el asunto engendrar hijos. Sino, de reproducir a
otros, seres humanos, que tambin sean portadores de la imagen
de Dios. Esto, nos coloca entonces en el umbral de la misin y del
discipulado. De modo que para los que tienen hijos, es reproducir
en ellos a otros, que tambin sean portadores de la imagen de
Dios, y por ende vivan y transformen a su cultura, de acuerdo con
los valore del Seor. Pero tambin en esto se encuentra la tarea
del discipulado.
Nuestra familia, ha de ser nuestro primer entorno del
discipulado. Pero cuando ese discipulado se multiplica, es

cuando empieza a repercutir en la renovacin de toda una ciudad


y en su momento de un pas.

n las familias, es donde se pueden ejercer, con los derechos,


humanos, con mayor libertad, pero tambin donde se
pueden pasar sobre ellos impunemente. La diferencia entre un
extremo u otro, est precisamente en el cdigo de valores y
creencias que gua a cada familia en particular.
Pero ms que un derecho, en el sentido legal, las familias, han de
ser espacios donde se promueve la humanizacin. Donde cada
familia busca la realizacin de cada uno de sus miembros, no
para la obtencin de los fines personales ni, de grupo, sino que la
verdadera humanizacin, se encuentra cuando cada uno de
nosotros somos conformados a la imagen de nuestro creador.
Romanos 8:29 Porque a los que antes conoci, tambin los
predestin para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo,
para que l sea el primognito entre muchos hermanos.
Entonces, humanizacin hemos de verlo como el proceso, que
Dios hace en nuestra vida, para que lleguemos a ser la imagen del
ser perfecto que Dios cre originalmente.
En este proceso de humanizacin, nosotros somos participantes.
Pues si bien, como la Escritura ensea, el crecimiento lo da Dios
(1 Corintios 3:6). Somos nosotros los que hemos de ser
cambiados.
1. El primer paso en la humanizacin es. Reconocimiento
de todo lo que nos aleja del Ser, planteado por Dios
2. Conocer y practicar aquellas experiencias que nos
acercan al Ser de Dios. Haciendo uso de los medios de
gracia que Dios, ha dispuesto para nuestro crecimiento

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3. Promover la humanizacin para otros, nos lleva a


desprendernos de nuestro egosmo y nos aproxima ms
al modelo de Dios.

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l interior de la familia cristiana, ha de ser lo ms parecido a


estar en el cielo. Ya que es el espacio, donde todas las
personas, pueden experimentar plena reconciliacin.
Esto es posible cuando todos en la familia estn en el Seor, es
decir, viven enfocados en glorificar a Dios, despus de haber sido
cada uno reconciliado por Dios, pero tambin cuando ellos
mismos asumen el papel de hacedores de la paz.
La reconciliacin inicia siempre como un acto gratuito de Dios,
cuando por gracia, somos reconciliados por El. Pero esta
reconciliacin, es la base, para experimentar reconciliacin en
las otras reas de nuestra vida. De esta manera, es como nos
reconciliamos con nosotros mismos, aceptndonos, como Dios
nos ha aceptado. Sin pretender ser lo que no somos. Esto ha de
llevarnos hacia el siguiente paso en la reconciliacin, cuando
empezamos a restaurar las relaciones con nuestros semejantes,
que han estado rotas. Este es un espacio de profunda madurez,
caracterizado por aceptacin y misericordia. Pues en lugar de
pretender cambiar a las personas en lo que nosotros quisiramos
que fuesen, les aceptamos como son. Pero al mismo tiempo les
testificamos, de lo que Dios est haciendo en nosotros, y le
llevamos a Cristo, para que tambin ellos puedan ser
restaurados.
Cuando entramos al terreno de la igualdad donde estamos
tratando con otros miembros de la misma familia, que tambin
han sido restaurados, no permitimos, que sobra alguna, venga a

ensombrecer, la obra que ya Dios hizo en nosotros. Pero


combatimos las tinieblas con las ramas de la luz.
Romanos 13:12 La noche est avanzada, y se acerca el da.
Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistmonos las armas
de la luz.
Con los que han sido ya reconciliados con el Seor, entonces,
hacemos equipo y nos unimos en la misma misin, para que otros
que an no pueden experimentarlo, tambin vengan a ser
reconciliados por el Seor.

a parte final, es tambin al mismo tiempo la que orienta todo


lo que ocurre en la familia. Pues el fin de todo esto, no est
en la familia misma, ni en la procreacin o discipulado. La misin
misma no es el objetivo. Sino que todo esto est subordinado a
un fin ms alto que es para la gloria de Dios.
Educamos nios, para que Dios sea glorificado. No para que a
ellos les vaya bien, Ponemos la mira en las cosas de arriba, como
enseo Jess. Y cuando la mira est en las cosas de arriba, lo que
queda en el proceso recibir su bendicin. Entonces, si educas
nios, para la gloria de Dios, esos nios, estarn siendo
conformados a la imagen de su creador, y al estar dentro de su
voluntad, Su gracia vendr sobre ellos.
Trabajamos por la restauracin de la sociedad, no con fines,
filantrpicos. Sino para que Dios sea glorificado. Por ello,
nuestros nombres no son importantes, pues si Dios nos permite
hacer algo, realmente no somos nosotros, sino la gracia de Dios
en nosotros, es la que nos permite poder servir y ministrar a los
dems.

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La misin, el discipulado y la plantacin de nuevas iglesias, as


como el extendimiento del Reino, son medios, a travs de los
cuales queremos que Dios sea glorificado.

28

Entonces, solamente nos ponemos en sus manos, para que Dios,


nos permita la bendicin de ser instrumentos tiles, para que
desde las familias, estemos en plena labor que glorifique a
nuestro Dios y Padre nuestro.

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