Mónica QUIJADA, Los Incas Arios
Mónica QUIJADA, Los Incas Arios
Mónica QUIJADA, Los Incas Arios
XX No 2 Diciembre de 1996
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anteriores, gente como Robert Wilson en Mexico and its Religion ( 1855) y
New History of the Conquest of Mexico ( 1859), o el influyente antroplogo
Lewis H. Morgan defendieron, en los foros de la ciencia, que ninguna cultura
haba superado en la Amrica prehispnica el nivel de la barbarie tribal (Cfr.
Keen 1971: 380 y ss.). Y fue entonces, precisamente, que nuestro Vicente
Fidel Lpez opt por seleccionar el origen incaico como germen de la nacionalidad argentina. Es decir, una "raza" que en la "gran cadena del ser'' haba
sido relegada a un sitio intermedio o transicional entre el Negro y el Hombre
Blanco Europeo. Una "raza" que, por aadidura, haba sido clasificada como
perteneciente a una especie distinta del hombre blanco o caucsico; lo que
John Hatler ha definido con la acertada expresin de "outcasts from evolution"
(Hatler 1971). Ms an, los nativos americanos haban sido relegados de la
Historia Universal porque, como el propio Friedrich Schlegel sostuviera aos
antes, slo las naciones de origen indoeuropeo y los pueblos vinculados a ese
origen formaban parte integral de la Historia Universal. Aquetlos otros que
carecieran de ese vnculo original pertenecan, no a la Historia del Hombre,
sino a la Fsica, a las Ciencias Naturales porque, incultos y aislados, eran
curiosidades sin relacin con "la totalidad", y en la Historia Universal slo
podan incluirse pueblos y acontecimientos que hubieran ejercido influencia
sobre "el conjunto del linaje humano" (Schlegel 1960: 3-72). Esos pueblos
marginados de la Historia Universal, segn Schlegel, eran los Trtaros, los
Etopes y los Indgenas Americanos.
En resumen, a la luz de estas construcciones ideolgicas y de su inmenso xito en la poca, la tarea que se haba impuesto Vicente Fidel Lpez al
seleccionar la civilizacin incaica como origen seminal de la nacionalidad
argentina no era en absoluto sencitla. Pero que no fuera sencitla no implica
que no pudiera abrirse un espacio en los debates cientficos de la poca, a
partir de los propios presupuestos establecidos por esos debates.
En efecto, a pesar de la rigidez de las escalas jerrquicas establecidas,
o quizs debido a etla, haba consciencia de que ciertos elementos parecan
encajar mal en esas clasificaciones. Entre esos elementos figuraban, precisamente, los Incas. El propio Friedrich Schlegel se sorprenda de ciertas analogas perceptibles entre la cultura quechua y los sabios pueblos de la India,
que l explic como una posible inmigracin a Amrica, en tiempos remotos,
de extranjeros que hablaran un "idioma propio" (Schelegel 1960: 31 ).
Este tipo de referencias a la cultura incaica se completaba con ciertas
alusiones de orden "racial" o biolgico. William Prescott, por ejemplo, se
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debata entre la adscripcin de esa cultura a "un estadio imperfecto de civilizacin" (Prescott 1847) -en lo que pareca seguir a su maestro Robertson(1828: 392) y una gran admiracin por su esplndidos logros. Para justificar
estos ltimos, el gran historiador norteamericano se ampar en una argumentacin tpica de su poca: "Los crneos [de los Incas] manifiestan una superioridad indudable sobre las dems razas del pas en cuanto a expresin de
la inteligencia". Y para legitimar esta afirmacin recurri, en nota a pie de
pgina, a una obra temprana de su ya mencionado compatriota, el cranelogo
George Morton, quien, a partir de "varios diseos del crneo inca y del
crneo comn peruano" habra probado que "el ngulo facial en el primero,
aunque no muy grande, era mucho mayor que en el segundo, que era extraordinariamente chato y escaso de carcter intelectual" (Prescott 1847: 5556).
Pero ms importante an que esas dudas, era un principio general que
subyaca a la propia definicin de la escala jerrquica. En efecto, la ubicacin
de la raza blanca europea en los ms altos peldaos de esa escala se haba
hecho a partir de sus logros polticos, teconolgicos e incluso militares, que
en el siglo XIX la haban colocado en una posicin de dominacin con
respecto al resto del mundo. En otras palabr,as, en la construccin de la
diversidad jerarquizada el pensamiento cientfico haba asumido que la supremaca actual determinaba la supremaca original.
propia 'lengua quechua la que revelase ese origen remoto. Porque haba sido
tambin Max Mller quien afirmara que "aunque se destruyesen todos los
documentos histricos y todos los libros ... el lenguaje, por degenerado que
estuviese, conservara an los secretos del pasado, y dara a conocer a las
generaciones futuras la patria y las emigraciones de sus ascendientes" (Mller
1944: 223). En otras palabras, eran los propios desarrollos de la lingstica
comparada los que proporcionaban a Vicente Fidel Lpez la justificacin y
los medios para intentar demostrar el origen ario de la lengua quechua y del
pueblo que la hablaba2
La implicacin de la propuesta de Vicente Fidel Lpez, aunque no
expresa, era meridiana: si la lengua quechua era originalmente una lengua
"aria", separada del tronco primigenio cuando ste se hallaba an en fase
transicional de un estadio del lenguaje al siguiente, era necesariamente portadora del "genio de la raza", de la capacidad de alcanzar los estadios ms
altos en el desarrollo de la civilizacin; capacidad negada, en cambio, a las
lenguas que no provinieran del tronco primigenio indoeuropeo, indogermano
o, en el trmino popularizado por Mller, "ario".
2.
En ste, como en otros temas, Lpez sigue litemlmente a Mller. Comprese la frase antes
citada del lingista con la siguiente de Les Races Aryenne.v...: "Hereusement la science
modeme nous a foumi les moyens de suppler aux tmditions et aux monuments: quand
meme nous ne saurions pas le peu que nous savons de l'histoire primitive du Prou, quand
non-seulement toutes les annales indigenes, mais encore tous les rcits europens relatifs
a la conquete seraient perdus pour nous, la langue dans la bouche du paysan le plus
ignoran! et le plus grossier nous serait un historien plus fidele et plus complet que maint
crivain en renom; les mots interrogs rediront le pass a qui saum les faire parler; ils
rvleront les moeurs, la religion, la gnie de la race qui peupla jadis 1' Amrique et, mieux
que cela, son origine" (p.l7).
257
3.
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La utilizacin del modelo de Bopp puede seguirse comparando los temas 1, 3, 5, 6, 12, 13,
14, 16, 18, 19, 21, 24 y 105 en F. BOPP, (1885, 1: 24-255) y V.F. LOPEZ, (1871: 31-97).
"Les consonnes proprement dites soli ranges dans 1' alphabet sanscrit suivant les organes
que servent a les prononcer, et forrnent sous ces rapport cinq classes. Une sixieme classe
se compose de semi-voyelles, et une septieme des sifflants et de h." (BOPP, ob.cit., T.l.,
pp.44-45). "Nous avons rang les consonnes quichuas, comme on le fait gnralement dans
les langues indo-europennes, suivant les organes qui serven! a les prononcer. Nous avons
obtenu ainsi quatre classes principales [ ... ] Nous avons runi dans une cinquieme classe les
deux semi-voyelles R et Ll, et dans une sixieme l'aspire H et la sifflante S" (LOPEZ,
1871: 39).
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tal en obras de contemporneos que, en consonancia con sus propia concepcin evolucionista de la Historia, buscaban las leyes universales de la evolucin humana en los vnculos originales de las lenguas y mitologas de la
Antigedad. En particular, Jos trabajos del prusiano Christian Bunsen sobre
la filologa y las cosmogonas egipcias y asiticas (Bunsen 1845-57 y 1854),
hoy relegados por la historia de la Lingstica pero de gran repercusin en su
poca. El atractivo que ejerca el pensamiento de Bunsen para Lpez no es
sorprendente, si se considera que este interesantsimo personaje, lingista,
historiador, telogo y diplomtico, haba afirmado, con gran escndalo de sus
contemporneos, que a travs del mtodo por l propuesto era posible llegar
a establecer el parentesco primordial de todas las culturas de la Antigedad,
incluidas las americanas.
En esta segunda parte de su obra -particularmente atractiva por su
complejidad y el vuelo interpretativo de que hace gala-, Vicente Fidel Lpez
construye, a partir de las analogas fnicas y alegricas, un cuadro de la
civilizacin incaica que hace hincapi en dos aspectos fundamentales. En
primer lugar, su adecuacin a la imagen de los "arios" construida a lo largo
del siglo XIX por Jos indoeuropestas -en la lnea de la arqueologa lingstica
de Adolph Pictet- que pona el acento en su carcter de pueblos fundamentalmente agricultores y guerreros. En el caso de los Incas ambas caractersticas eran resaltadas por Lpez, es decir, sus extraordinarios y reconocidos
adelantos en materia agrcola, y su condicin de raza que fue capaz de crear
un inmenso imperio, conquistado por la potencia de sus ejrcitos.
En segundo lugar, las analogas con la astrologa y la mitologa del
mundo clsico le permitieron elaborar una imagen de Jos Incas, destinada a
contradecir la mdula misma de la clasificacin jerarquizada de los tres tipos
de lengua. En efecto, utilizando la arqueologa de la palabra para restaurar el
pensamiento religioso de los Incas, stos aparecen, en la construccin de
Lpez, como un pueblo que haba alcanzado un importante desarrollo del
pensamiento abstracto, a travs del cultivo de las grandes ciencias de la
Antigedad, es decir, la Astrologa y la Astronoma, segn el criterio defendido en la poca5 .
5.
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Con este tipo de construcciones Lpez no slo buscaba refutar a los lingistas, sino a
historiadores como Prescott ( 1847) que negaban a los Incas un gran desarrollo en el campo
de la Astronoma y la Astrologa, a diferencia de los reconocidos adelantos en estos temas
de las culturas mesoamericanas. Entre otras cosas, con su sistema basado en la bsqueda
de analogas fonolgicas y alegricas, Lpez lleg a sealar coincidencias con el zodaco
clsico en diez de los doce signos.
Como no poda ser de otro modo, en este intento de demostrar "cientficamente" el origen "ario" de las "razas civilizadas" del Per haba ms.
voluntad que realizaciones. Pero es sta una valoracin hecha a posteriori,
que en nada refleja la adecuacin de la propuesta de Vicente Fidel Lpez a
las preocupaciones y mtodos de la poca.
A MODO DE EPILOGO
Lo cierto es que la propuesta del origen "ario" de los Incas fue recibida
inicialmente con grandes expectativas, e incluso recogida y adoptada por
autores contemporneos a Vicente Fidel Lpez. Tal fue el caso, por ejemplo,
del peruano Jos Femndez Nodal, en una obra destinada a reivindicar la
lengua quechua y los derechos de las comunidades indgenas de su pas; o del
brasileo Couto de Magalhaes, quien adapt la teora de Lpez a sus propios
fines en un libro de antropologa sobre los indgenas brasileos, editado en
1874 (Femndez Nodal s.d.; Couto de Magalhaes 1874).
No fueron los Incas, tampoco, los nicos creadores de una alta cultura
americana a quienes se atribuy -y se intent demostrar- un origen
indoeuropeo. En 1877, el director del Museo Nacional de Mxico, Gumesindo
Mendoza, se dej ganar por la fascinacin "aria" en un artculo destinado a
demostrar la correspondencia entre las lenguas indoeuropeas y el nhuatl
(Mendoza 1877). Pero los esfuerzos de Mendoza por vincular la cultura
mexica a un origen "ario" fueron ampliamente superados por un norteamericano, Thomas Stwart Denison, quien entre 1907 y 1913 public una amplia
serie de trabajos destinada al mismo fin (Deninson 1907; 1908; 1909; 1910;
1912; y 1913). En ellos Denison procur establecer correspondencias morfolgicas, fonolgicas, sntcticas y lxicas entre el nhuatl y los idiomas
indoeuropeos. Asimismo, al igual que hiciera Lpez con los Incas, extendi
su inters al anlisis de la mitologa comparada.
El trabajo de Gumesindo Mendoza, estrictamente contemporneo de Lpez, fue posiblemente influido por ste. Por el contrario Denison, que public
treinta aos ms tarde que los anteriores, afirm en una de sus obras que no
tuvo conocimiento de la existencia de Les Races Aryennes du Perou hasta que
su tarea estuvo ya muy avanzada y que, por aadidura, no pudo hacerse con
un ejemplar. Se trataba, en realidad, de intereses y motivaciones afines que
sensibilizaron a los intelectuales contemporneos a Lpez y que mantuvieron
su influjo -aunque en un entorno mucho ms crtico-- durante varias dcadas.
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nio de ello su lengua, la cual por el contrario nos dice, y nos ensea, que no
solo no tena ningn abstracto, ni aun siquiera para generalizar las cosas
materiales, pero que ni aun tenia los elementos para levantarse de la abstrae
cin". Un poco ms adelante, junto a la expresin "quarante siecles" (p. 24),
escribi Mitre: "Si en 4000 aos la civilizacin peruana no pudo llegar sino
al estado en que la encontraron los espaoles, quiere decir que no llevaba en
s el germen del progreso, y que lo mismo que su lengua no poda dar ya nada".
Mitre era un buen conocedor de las lenguas americanas, como demuestra la magnfica coleccin de gramticas y textos sobre ese tema que guarda
su biblioteca, y los diversos estudios sobre lenguas americanas que public6 .
Sin embargo, aunque hizo algunas refutaciones de orden lingstico a los
argumentos de su rival, su crtica ms vigorosa se concentr e interes en el
tema que haba sido punto de partida de la elaboracin de Lpez; es decir,
la seleccin y cualificacin del origen incaico como germen de la nacionalidad argentina.
No haba un propsito de refutacin "cientfica", ni le interesaba esto
a Mitre. Tampoco es que rechazara el intento de buscar los "grmenes del
progreso" en un "grupo primigenio". La falta de coincidencia no resida en
el hecho mismo de la seleccin, ni en su mtodo, sino en la parcela del
pasado que se haba seleccionado. Lpez haba intentado dotar de clasicismo
a la nacionalidad argentina, vinculndola a la tierra y por ende al concepto
tradicional de "patria". Mitre perteneca a esa corriente mayoritaria de "nation
builders" que, como Alberdi o Sarmiento, aspiraban a "europeizar" su pas,
tanto cultural como biolgicamente. La reivindicacin de un origen indgena
no entraba en sus intereses.
Mucho menos an, tratndose de un origen cuyo epicentro cultural se
hallaba fuera de los lmites del propio territorio; y contra esto poco podan
hacer los esfuerzos de Lpez por asociar los destinos de la Argentina a aquel
fantasmagrico "Cosco-Inna". La ausencia en el mbito nacional de restos
6.
263
7.
264
Es importante destacar que, a pesar de estos avances cientficos, las propuestas que vinculaban los orgenes de las altas culturas americanas a prstamos del Viejo Mundo no seran
superadas definitivamente hasta muy avanzado el siglo XX. Hitos fundamentales en este
proceso fueron los trabajos de A. HRDLICKA (particularmente sus artculos tempranos
sobre "le problems of the unity or plurality of origin of the American Aborigines",
American AnthmpoloKist, vol.l4 (1912) pp.9-ll, y "The genesis of the American Indian",
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