Pluralismo de Bienestar y Gestión Social
Pluralismo de Bienestar y Gestión Social
Pluralismo de Bienestar y Gestión Social
* Dr. en sociologa -Univ. De Barcelona-, Director del Centro de Investigaciones Microeconmicas Docente e investigador de la Universidad Nacional de Mar del Plata E-mail: [email protected].
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1 Introduccin
Durante las dcadas de 1980 y 1990, a
nivel mundial el sector pblico inici un proceso
re definicin de sus roles. Esto supuso un aumento cuantitativo y cualitativo de las colaboraciones entre las administraciones pblicas y las
organizaciones privadas (lucrativas y no lucrativas) dando lugar a una situacin que algunos
han denominado privatizacin del Estado. (SAVAS, 2000).
A nivel internacional se empez a examinar
en profundidad la relacin entre lo pblico y lo privado y algunos investigadores anglosajones comenzaron a hablar de la economa mixta (AUSTIN, 1985), los cuasi mercados (LEGRAND,
1991), el estado en la sombra (WOLCH, 1990),
el gobierno por el tercer sector (SALAMON,
1981), el estado subcontratista (SMITH; LIPSKY,
1993) o el partenariado (partnership) pblicoprivado (KRAMER, 1987).
De este modo, se puede sostener que asistimos a la emergencia de una transformacin del
modelo de bienestar donde la sociedad civil ha
comenzado ha tener una participacin en la gestin de la poltica social y por ello, en lnea con
las propuestas de gerencia social muchos investigadores comenzaron a utilizar trminos como
Estado relacional para referirse a la emergencia
de un estado que reconoce la complejidad y
la interdependencia presentes en los problemas
sociales y que asume que la resolucin de los
mismos solo puede abordarse contando con la
colaboracin activa de la propia sociedad.
MENDOZA (1995, p.11). Otros, en cambio, se
han referido como elemento caracterstico de
estos cambios la importancia y el valor que ha
cobrado lo pblico no estatal Bresser (1997).
El presente artculo sostiene que, en el
contexto latinoamericano la participacin ciudadana en torno a la ejecucin de polticas pblicas
comenz a ser implementada sistemticamente
como una metodologa de gestin y no como un
imperativo de democratizacin. Por este motivo,
entre otros, la idea principal que se defender es
que no existe lugar para la utopa de aquellos que
consideran que el auge participativo es el resultado de la crisis del sistema de representacin
basado en partidos y que, por lo tanto, al ser una
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Entre los sindicatos y otros grupos de inters; entre los partidos polticos y el Congreso;
a partir de los aos 80 se ha reconocido un cmulo de organizaciones (de derechos humanos;
del consumidor; de la Mujer; del medioambiente,
etc.) cuya estructura no se corresponde con ninguna de las anteriormente existentes y, al mismo
tiempo, no poseen entre s una forma uniforme.
No obstante, se ha comprobado que son eficaces en cuanto a la obtencin de legitimidad social
frente al ordenamiento poltico vigente.
En el caso Argentino, por ejemplo, durante la etapa sustitutiva el sistema sociopoltico se
apoyaba en la aparicin de grandes asociaciones
con afiliacin voluntaria y monopolio de representacin otorgado por el estado. La capacidad
de disciplinamiento de estas organizaciones se
encontraba extendida por medio de un cmulo de
funciones administrativas que adoptaban frente
a sus afiliados. Funcionando como gobiernos
privados, los sindicatos y cmaras empresariales adoptaron funciones paraestatales de gestin
y procesamiento de la demanda y garantizaban
el disciplinamiento social por medio de otorgar
identidad (incentivos simblicos) a sus miembros
que se definan por la rama de la produccin en
la que estaban insertos.
El funcionamiento de estas organizaciones
era un elemento poltico clave para la solucin de
situaciones donde ni la adaptacin al mercado
ni la intervencin directa del estado fueran polticamente viables para dar forma al ordenamiento
social. Pero desaparecido el esquema sustitutivo;
abandonado el horizonte de la movilidad social y
desarticulado el esquema corporatista de gestin y ejecucin de polticas pblicas el problema
que deseo plantear se refiere especficamente
a las posibilidades que presentan las propuestas de participacin ciudadana y, en concreto,
los espacios de participacin multiactoral con el
objetivo de pensar sus posibilidades como alternativas en el fortalecimiento de los procesos de
democratizacin.
3 Estado, Sistema Poltico Y Tercer Sector
Siguiendo la lnea argumental planteada
se puede afirmar que con independencia del
crecimiento que experimente la participacin de
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Esta alternativa es heredera de los movimientos urbanos aparecidos en los aos setenta
y su nfasis se sita fundamentalmente en la crtica al burocratismo de los sindicatos, los partidos
y los servicios de bienestar en general. No se
trata de una confrontacin entre la poltica y el
mercado sino de una lucha entre las crecientes
formas burocratizadas y el deseo de mantener
relaciones ms humanas.
La sociedad civil, en este caso, excluye a
las grandes corporaciones privadas y acoge en
su seno a las empresas familiares pequeas y
a lo que ha venido a denominarse la economa
social. A esta sociedad civil de pequeas organizaciones se le asigna un rol destacado en la
provisin de servicios de bienestar pero tambin y, sobre todo, en la definicin y seguimiento
de las polticas sociales. La cuestin, empero,
es cuanto podrn aguantar estas organizaciones civiles las presiones hacia la denostada
burocratizacin una vez se especialicen como
entidades prestadoras de servicios financiadas
pblicamente.
Ms all de esta sintona, se han puesto
en marcha programas de reestructuracin que a
grandes rasgos coinciden en otorgar un mayor
protagonismo a la sociedad civil, tanto en lo concerniente a una mayor confianza en la lgica mercantil como en la participacin ciudadana. Estas
reformas, han seguido caminos e intensidades
diferentes segn los pases por lo que resulta
pertinente analizar hasta qu punto significan la
plasmacin de una doctrina neoliberal de abandono de responsabilidades pblicas, o bien un
mayor protagonismo de la sociedad civil bajo la
regulacin y tutela del Estado que mantiene sus
responsabilidades y, si es as, qu consecuencias tiene este mayor protagonismo sobre las
relaciones entre las administraciones pblicas y
la iniciativa social.
En el plano terico se puede afirmar que
una reestructuracin del Estado encaminada
hacia procesos de democratizacin en la lnea
de las propuestas de desarrollo local tiene que
partir de la tesis que todo proceso de emancipacin de la sociedad civil con respecto al Estado
supone el proceso anlogo de politizacin de las
instituciones de la sociedad civil. Lo interesante es que una gran parte de las organizaciones
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de influir en el resultado de la decisin adoptada ya que sta queda acotada a otros mbitos
(partidos, parlamentos, grupos de inters locales,
etc.). Es decir que dentro de los espacios todas
las organizaciones cuentan con el voto pero slo
unas pocas tienen el control sobre los factores
que influyen en los resultados de procedimiento
(recursos de organizacin).
El pluralismo de bienestar como forma
de gestin no-poltica cumple con una funcin
poltica: evitar la erosin de la autoridad poltica
por medio de evitar exponerla al agregado de
demandas. Al mismo tiempo, atribuye funciones
paraestatales a las organizaciones de la sociedad civil que en la medida que participan en la
gestin de la poltica pblica han de vrselas
con la propia erosin de la legitimidad adquirida
frente a la sociedad cada vez que no puedan
procesar demandas agregadas territorialmente. Si bien muchas de estas organizaciones ya
desde el modelo tradicional de bienestar posean estas funciones paraestatales (tal como los
sindicatos o la iglesia, por ejemplo), a diferencia
del asociacionismo ciudadano, estas organizaciones poseen canales de participacin en la
elaboracin de polticas pblicas y no slo en la
gestin por lo que siempre pueden expresar su
capacidad de influencia sobre los resultados sin
afectar la dimensin procedimental. Es decir sin
producir aperturas democratizadoras dentro de
los propios procesos polticos.
5 Poltica social, agenda pblica y participacin poltica
Todava no hemos a un debate ideolgico
fundamentado que se centre en saber: primero
cul ha de ser el nivel de intervencin necesario del Estado Nacional y los dems niveles
sub-nacionales en una sociedad cada vez ms
condicionada por la economa de mercado? Y,
segundo, cmo se est produciendo la legitimacin del poder en una sociedad sometida a unos
cambios constantes que afectan a la estructura
poltica, econmica, social fomentando la desigualdad en favor de la eficiencia?.
Las transformaciones ocurridas durante los
aos 90 supusieron el rechazo de la sociedad del
bienestar y la supresin de las polticas sociales
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6 Conclusiones
La prescripcin democratizadora, que ha
precedido a las propuestas pluralistas ha significado en el plano funcional un profundo cuestionamiento a la funcin que histricamente ha
cumplido el estado. Como he argumentado, la
frontera que separaba los dominios funcionales
del Estado y la sociedad se ha corrido, achicando
los mbitos aceptados de intervencin estatal.
Desde su particular concepcin ideolgica, el discurso conservador (y el progresista) justificaron
este nuevo tratado de lmites en trminos puramente funcionales: se trataba que la sociedad
recupere la iniciativa frente a un aparato estatal
parasitario e ineficiente, asumiendo o reasumiendo tareas que en su momento le fueran expropiadas por el Estado intervencionista.
En esta perspectiva, los alcances de la relacin entre Estado y sociedad se redujeron a un
problema de fijar nuevas reglas de juego entre
ambos, a partir de un anlisis tcnico centrado
en la eficacia y eficiencia relativas de uno u otra
en la gestin social mientras que, los verdaderos
derecho habientes han sido los grupos econmicos que, lejos de conducir a una gestin ms
democrtica de la cosa pblica han tendido hacia
la privatizacin de todos los espacios pblicos.
La transformacin del edificio del bienestar
se expresa actualmente en la dualizacin de la
poltica social y, esta se apoya en la aceptacin
de la existencia de ciudadanos de primera que
acceden a los servicios va ingresos, y ciudadanos de segunda, que lo hacen por va de la
accin pblica.
Es la emergencia de la sociedad de riesgo
(Beck) donde los principios implcitos de justicia y
solidaridad sobre los que descansaba el Estado
ya no tienen vigencia y donde el carcter distribuido y aleatorio de los riesgos amparados por el
Estado, derivados a su vez de las imperfecciones
del mercado, ha sido sustituido por un Estado
permanente de precarizacin cuya irreversibilidad resulta casi natural. La exclusin social,
el desempleo crnico, la marginalidad extrema
aparecen, as, bajo la luz de una certidumbre
fatalista que la ideologa pretende legitimar en
trminos de pura eficacia econmica.
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Sin embargo, luego del 2001, aquella ideologa -que vi al ajuste econmico, las privatizaciones y el mercado no slo como instrumentos
sino como modelo de la buena sociedad descubri que no tena su correlato en un Estado proactivo, con capacidad de iniciativa, ni de resolver
las contradicciones que planteaba el modelo:
ahondamiento de la brecha social, desempleo,
corrupcin, etc. Por lo que ahora son los propios organismos financieros internacionales, que
impulsaron el ajuste, los que descubrieron la
necesidad de consolidar la capacidad de gobernabilidad, que tiene a la vez un componente de
liderazgo, iniciativa y voluntad poltica sustentados en la consolidacin de una cultura y una
institucionalidad democrticas, y un componente
de capacidad de gestin e implementacin de las
polticas adoptadas.
El problema, no obstante, ahora se ubica
en los niveles sub-nacionales (provincias y sobretodo los municipios) que cuentan con una menor
tradicin de reforma administrativa e introduccin de modernas tcnicas de gestin pero que
son ms susceptibles a la presin de los grupos
econmicos.
En este contexto, es lgico que vuelva a
surgir la cuestin del fortalecimiento del Estado junto con la cuestin de la gobernabilidad
debido a que el desafo que enfrenta nuestra
sociedad es crear un sistema de gobernabilidad que promueva, soporte y sostenga el desarrollo social, particularmente de los sectores
ms pobres y marginales. Pero la cuestin de
la gobernabilidad, tal como la he planteado, se
relaciona directamente con la dinmica social
y econmica aunque los problemas que la suscitan no provienen del exceso de democracia
(tesis conservadora) ni del peso excesivo de las
demandas sociales (tesis neofuncionalistas),
sino de la ausencia de un pacto o coalicin poltica estable y no maximalista.
Es evidente que en la actualidad, no resultar tan sencillo adoptar la postura salvadora y autocrtica que caracteriz al proceso
de reformas donde el Ejecutivo pudo obtener
plenos poderes, an bajo reglas formalmente
democrticas, para imponer transformaciones
fundamentales ya que el escenario institucional
es muy diferente. Gobiernos locales (Estados,
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as comunitarias creo que es necesaria una reestructuracin del modelo de gestin poltica donde
han de incluirse en el debate dos dimensiones
asociadas al modelo pluralista: la descentralizacin y la participacin.
La reformulacin de la ingeniera institucional ha de partir del supuesto que las organizaciones sociales no pueden ser limitadas a agentes
de gestin de las polticas ni de las reivindicaciones sociales sino que tarde o temprano habrn
de preocuparse por la racionalidad econmica.
Pero tampoco puede cargarse a stas organizaciones con responsabilidades econmicas y
polticas que, por otra parte, jams le han sido
otorgadas y contentarlas con ocupar un lugar de
integracin social.
En trminos normativos, la construccin de
hegemona de los sistemas democrtico liberales
dan la unidad de responsabilidad social directa
y de responsabilidad econmica indirecta en la
accin social al sistema poltico y al gobierno.
Si reconocemos las falencias que presenta el
sistema representativo parlamentario me parece una tarea til pensar cules han de ser las
condiciones que faciliten la creacin de mecanismos que tiendan a la elaboracin de un modelo
democrtico mixto donde la representacin y la
legitimidad social puedan coexistir.
No obstante, vale aclararlo, esto implica la
elaboracin de un proyecto de ingeniera constitucional que torne compatible los valores de
igualdad, libertad y autogobierno sobre los que
se sostienen las propuestas de participacin
ciudadana. La politizacin de la sociedad civil,
ms all de los corporativismos, ha dado lugar
a formas inditas de autogobierno en las que se
demanda por la calidad de vida, la descentralizacin y la participacin comunitaria en la toma
de decisiones, por este motivo las formas de
demanda de las organizaciones de la sociedad
civil tienden a entrar en conflicto con los canales
polticos que no las pueden contener generando
la sensacin de ingobernabilidad.
En relacin a esto ltimo creo que una
solucin realista y polticamente responsable
puede apuntar al desarrollo de un modelo neocorporativo basado en concertaciones sociales y
pactos polticos. Como es de suponer, el planteo
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