Epicuro Por Gustavo Santiago
Epicuro Por Gustavo Santiago
Epicuro Por Gustavo Santiago
Placer y felicidad
Epicuro es el primer filsofo -al menos entre aquellos de los que nos han
llegado textos- que no slo no desprecia al placer sino que lo coloca en el
centro de su filosofa. A diferencia de quienes lo consideran un obstculo para
la buena vida, Epicuro identifica al placer con la felicidad:
El placer es el principio y el fin de la vida feliz 1.
El placer produce felicidad y hacia el placer confluye toda felicidad. Por tanto,
quien pretenda ser feliz deber entregarse al placer, organizar toda su vida en
torno a l.
No es extrao que ya desde su propia poca a Epicuro se lo haya censurado y
catalogado como lujurioso e inmoral. En realidad Epicuro no es inmoral, sino
que plantea una moral diferente de la moral abstracta e idealista que sostienen,
entre otros, los discpulos de Platn y de Aristteles:
"Lo hemos reconocido <al placer> como el primero de los bienes y conforme a
nuestra naturaleza, l es el que nos hace preferir o rechazar las cosas, y a l
tendemos tomando la sensibilidad como criterio del bien" 2.
Para Epicuro no hace falta apelar a tablas trascendentes, ni contemplar las
Ideas para saber qu es el bien y qu es el mal. En su planteo moral es la
sensibilidad corporal la que nos indica qu es lo bueno y qu es lo malo o,
mejor, qu nos hace bien y qu nos hace mal: lo que nos produce placer es
bueno; lo que nos produce dolor es malo. As de simple; as de humano.
M, 129.
M, 131.
M, 132.
M, 130.
El lugar de la razn
M, 130-131.
M, 132.
M, 129.
atencin a los dolores a los que est asociado, y cundo afrontar un dolor en
vista al placer que provendr de l.
2. La intensa serenidad
Hemos visto cmo para Epicuro es un error intentar hacer del placer un estado,
ya que en la medida en que un placer tienda a la constancia se desvanecer.
Cul es, entonces, el estado del que surge el placer y al que vuelve? La
serenidad. El sabio es alguien que no se inquieta, que no se turba. Vive sereno
y disfruta cuanto puede del placer.
Esto que, enunciado de este modo, parece tan sencillo, en realidad no lo es.
Porque la serenidad continuamente es puesta a prueba.
Hay dos causas principales de amenazas de la serenidad: el miedo y el deseo.
A enfrentar tales amenazas consagra Epicuro buena parte de su epstola a
Meneceo.
Los miedos
Los dioses
M, 123.
10
M, 124.
opinin de la mayora. Lo que les va a quitar a los dioses es aquello que atenta
contra su felicidad y contra la de los hombres.
Si los dioses existen y son poderosos e inteligentes, en qu deberan emplear
su poder sino en ser felices? Para qu malgastar su poder causndose
molestias, provocndose mutuos sufrimientos y dolores? Eso hablara muy mal
de los dioses.
Y qu sucede en su relacin con los hombres? Los escuchan? Los premian
y castigan? Sigue Epicuro:
Las afirmaciones de la mayora no son conocimientos anticipados, sino
conjeturas engaosas. De ah procede la opinin de que los dioses causan a
los malvados los mayores males y a los buenos los ms grandes bienes. La
multitud, acostumbrada a sus propias virtudes, slo acepta a los dioses
conformes con esta virtud y encuentra extrao todo lo que es distinto de ella 11.
Los dioses de Epicuro no premian ni castigan a los hombres. En realidad, ni
siquiera les prestan atencin. Viven su vida feliz, y punto.
Desde la ptica de los dioses esto parece muy razonable. Pudiendo vivir una
vida placentera, para qu estropearla atendiendo a los pedidos de los
hombres? Qu ganaran con estar vigilndolos?
Pero, desde el punto de vista de los hombres, por qu querer dioses as? El
propio Epicuro, para qu los postula? Simplemente para evitar la acusacin
de atesmo?
Esto ltimo es probable. Pero tambin es probable que Epicuro honestamente
creyera en la existencia de estos dioses que emplean su vida en lo nico que
tiene sentido: ser felices. Que no se ocupan de los hombres? Y por qu
habran de hacerlo? Pero, adems, no ser un beneficio para los propios
hombres que los dioses no se ocupen de ellos? Desde el punto de vista de
Epicuro, lo es. Y mltiple. Porque si los dioses favorecieran a los hombres les
estaran enseando que su felicidad e infelicidad depende de algo externo a
ellos, trascendente, con lo cual estaran generando dependencia y lesionando
su autonoma. Por el contrario, el hecho de que los hombres sepan que el bien
11
dem.
La muerte
M, 124.
no existe ni para los vivos ni para los muertos porque para los unos no existe, y
los otros ya no son13".
Al quedar tras las fronteras del bien y del mal, la muerte se posiciona fuera de
la experiencia humana. Nadie sabe de su propia muerte, nadie la siente.
Porque mientras siente, est vivo. Lo que alguien puede experimentar,
supongamos, tras sufrir un accidente, es que le cuesta respirar, que le duele el
cuerpo, que est dbil. Como sea, siempre queda la posibilidad de que esa
situacin se revierta de alguna manera. Una enfermedad terminal? La
situacin no cambia. Porque an cuando la persona sepa que est pronta su
muerte, lo que experimenta est siempre del lado de la vida. Y cuando
finalmente la muerte llega l ya no est en condiciones de sentirla.
Con su planteo Epicuro no pretende hacernos creer que somos dioses
inmortales. Pero s convencernos de que podemos vivir como si lo furamos.
Lo que a l le interesa no es la muerte en s misma, sino la vida, la vida feliz. Y
un gran aporte para realizar esa vida feliz es sacarle el temor por la muerte:
"Un conocimiento exacto de este hecho, que la muerte no es nada para
nosotros, permite gozar de esta vida mortal evitndonos aadirle la idea de una
duracin eterna y quitndonos el deseo de la inmortalidad. Pues en la vida
nada hay temible para el que ha comprendido que no hay nada temible en el
hecho de no vivir"14.
Se trata, en definitiva, de vivir lo ms intensamente posible, no de procurar
extender la vida en el tiempo:
"El sabio, ni desea ni teme la muerte, ya que la vida no le es una carga, y
tampoco cree que sea un mal el no existir. Igual que no es la abundancia de los
alimentos, sino su calidad lo que nos place, tampoco es la duracin de la vida
la que nos agrada, sino que sea grata"15.
13
M, 125.
14
M, 124-125.
15
M, 126.
El futuro
M, 127.
desesperarnos creyendo que hagamos lo que hagamos las cosas nos van a
salir mal:
Nacemos una vez, pues no es posible nacer dos veces. Y no es posible vivir
eternamente. T, an no siendo el dueo de tu maana, intentas demorar tu
dicha. Pero la vida se consume en una espera intil, y a cada uno de nosotros
le sorprende la muerte sin haber disfrutado de la tranquilidad 17.
La naturaleza
Pero, insistimos, todos estos conocimientos slo tienen como objetivo evitar el
temor que atenta contra el placer:
La nica finalidad del conocimiento de los fenmenos celestes, tanto si se
tratan en relacin con otros como independientemente, es la tranquilidad y la
confianza del alma, y este mismo fin es el de cualquier otra investigacin 18.
Era imposible vencer el temor a las cosas ms importantes, porque no se
conoca cul era la naturaleza del universo, sino que se conjeturaba algo a
partir de los relatos mticos. En consecuencia, no era posible obtener placeres
puros sin una ciencia de la naturaleza19.
Los deseos
18
19
20
M, 127.
Epicuro considera naturales y necesarios aquellos que sirven para eliminar los
dolores del cuerpo, como beber cuando se tiene sed. Considera, por otro lado,
naturales y no necesarios aquellos que no eliminando el dolor, slo varan el
placer, como las comidas opulentas; los deseos ni naturales ni necesarios son
como el afn por obtener coronas y estatuas.21.
Los deseos naturales (comer, beber, dormir, tener relaciones sexuales,
desechar residuos corporales, no pasar excesivo fro ni calor) son aquellos
cuya satisfaccin conduce a la felicidad. Se les aade la caracterstica
necesario cuando se est en una situacin tal que no satisfacer ese deseo
produce un inmenso dolor. Por contrapartida, el momento en el que se lo
satisface es el que produce el pico ms alto de placer.
Ahora bien, una vez que las necesidades estn cubiertas, intervienen deseos
cuya satisfaccin no es necesaria pero s placentera. Ya no se trata solamente
de comer, sino de comer determinada comida; ya no se trata simplemente de
dormir, sino de hacerlo en un lecho confortable. Aqu, como hemos visto al
hablar de los placeres, ser la razn la que nos oriente en cuanto a si nos
conviene o no satisfacer ese deseo.
Los deseos vanos, por su parte, son los que desvan a los hombres del camino
de la felicidad ya que los hacen preocuparse por cosas que, en realidad, no les
proporcionan el bienestar que prometen.
Por ello sostiene que:
Una teora verdica de los deseos refiere toda preferencia y toda aversin a la
salud del cuerpo y a la imperturbabilidad del alma, ya que en ello est la
perfeccin de la vida feliz, y todas nuestras acciones tienen como fin evitar a la
vez el sufrimiento y la inquietud22.
En el punto anterior veamos cmo la naturaleza puede ser fuente de temores y
cmo, por ello, conviene estudiarla minuciosamente. Ahora, en cambio, nos
encontramos con otro papel de la naturaleza, afn al otorgado por otras
escuelas helensticas como los cnicos y los estoicos.
21
Max., XXIX
22
M, 128.
3. La intensidad de la amistad
Quiz no haya habido otros filsofos que honraran a la amistad ms que los
epicreos:
El hombre noble se dedica sobre todo a la sabidura y a la amistad. De estas
cosas una es un bien mortal, la otra es inmortal 24.
Los epicreos no slo supieron elogiar la amistad, sino que hicieron de ella un
componente fundamental de su vida y de su filosofa.
Si nos atenemos a la opinin comn sobre la amistad, aquella que se vuelca,
por ejemplo, en las tarjetas que enviamos o recibimos para el da del amigo,
vemos que algo esencial a ella es que sea desinteresada. Quien usa a un
amigo o a la amistad para otra cosa, la corrompe. En Epicuro, la situacin es la
inversa. Segn l, debemos sospechar de quien separa a la amistad de la
utilidad:
23
Max., XV.
24
Ex., 78.
Ex, 39.
26
Max., XXVII.
27
28
Ex., 52.
Compartir con los amigos produce un enorme placer. Esto los epicreos lo
saben, por ello comparten con sus amigos todo lo que pueden: el tiempo, las
reflexiones, los alimentos, las posesiones.
A los epicreos les gustan las fiestas. Su austeridad diaria les permite disfrutar
de la comida, la bebida, la msica que en los festejos se ofrecen con mayor
intensidad que si vivieran una vida libertina. Son eventos de una alta exaltacin
hedonista an cuando para un visitante no educado en la frugalidad los
banquetes de los epicreos no llegaran a colmar las condiciones que l
pudiera imponer para su mesa diaria. Una vez por mes se renen para celebrar
la amistad. A esas fiestas con calendario fijo hay que sumar cumpleaos,
agasajos. Pero, tan importante como lo que se vive en esas fiestas es regresar
al da siguiente, con total serenidad, al estado habitual en el que el pan, el
agua, el queso y algunas verduras son alimentos suficientes para satisfacer los
deseos naturales y necesarios.
Los amigos no slo aumentan el placer de la comida y la bebida. Tambin
resultan tiles en los momentos aciagos. No para llorar, sino para prestar
auxilio:
Compartamos lo que les sucede a nuestros amigos no con lamentaciones,
sino preocupndonos por ellos29.
Hay, sin embargo, algo ms importante para los epicreos que el auxilio
efectivo del amigo:
No tenemos tanta necesidad de la ayuda de los amigos, cuanto de la
seguridad de su ayuda30.
La ayuda puntual es algo necesario, pero extraordinario. No son tantas las
veces en las que necesitamos de los amigos. En cambio, la seguridad de que
si los necesitamos nos van a acompaar es un aporte constante a la serenidad.
Ante un problema incipiente s que no debo alarmarme sino intentar resolverlo
29
Ex, 66
30
Ex., 34.
por m mismo. Pero lo afronto teniendo la garanta del respaldo que me brinda
la existencia de unos amigos a los que s que podra acudir de ser necesario.