La Crisis en La Vida Del Formador
La Crisis en La Vida Del Formador
La Crisis en La Vida Del Formador
La vida est hecha de crisis, tambin la del formador. Crisis, desde un punto de vista
etimolgico, significa estado de decisin, situacin de vida abierta a diversas posibilidades. El
trmino no tiene, por lo tanto, un significado necesariamente negativo; apunta, en todo caso, a una
posibilidad de crecimiento del sujeto, pero tambin su contrario, puede ser gracia o debilidad.
Intentemos, entonces, comprenderlo mejor.
Crisis, en general, significa consciencia de la no correspondencia entre el yo ideal y el yo
actual; o entre aquello que se es y la propia vocacin (con las provocaciones que vienen de la
realidad), que pide una eleccin o una conversin, para un nuevo equlibrio de relacin entre el ideal
y la conducta de vida, y una nueva definicin del yo.
Por lo tanto, son cuatro al menos, los elementos fundamentales que aparecen en la idea de
crisis:
a)-la conciencia subjetiva, tambin con cierto sufrimiento...
b)-de un objeto contrastado entre el yo ideal y el yo actual...
c)-que provoca la exigencia efectiva de tomar una decisin...
d)-para una mas madura definicin del yo y del servicio del formador.
Asi entendida, la crisis es componente normal y positivo de un proceso de formacin
permanente del formador (o tambin de la idea de identidad), como dos elementos estrictamente
conectados entre ellos. De un lado est presente la conciencia de la diferencia que hay entre ideal y
realidad que hace que la vida y el papel del formador sea un camino en contnua formacin;
mientras que por otro lado, solo quien toma con seriedad este camino, podr advertir la distancia
entre s mismo y las elecciones que debe hacer. Es decir, la crisis no es un hecho automtico y
ligado a la gravedad objetiva de la situacin, ni siquiera se puede pecibir como un hecho crtico
al sujeto, sino que es fundamental a la misma crisis, a su conciencia y coherencia.
Aritculamos nuestra reflexin en dos momentos: en el primero veremos fundamentalmente
el contenido de la crisis, en el segundo las modalidades de como se puede vivir la crisis.
normalmente afrontar lo mejor que pueda la situacin. Es en el fondo una situacin bastante normal,
al menos en ciertos lmites, porque no existe un formador totalmente adecuado para esta tarea.
Sobre todo si pensamos en la situacin actual. La incertidumbre presente en la cultura y en la nueva
evangelizacin, inevitablemente se refleja en la vida consagrada, en su renovacin y en su
formacin inicial y permanente, creando no pocos problemas a quien est llamado a realizar este
servicio. Si no se tiene suficientemente claro el punto de llegada, se convierten en inciertos y lbiles
los pasos del que debera conducirlos. Es importante, por lo menos, darse cuenta de esta situacin y
no sufrirla pasivamente.
Otra crisis, completamente distinta, pero siempre en relacin al rol, es la crisis de quien no
se da cuenta mnimamente ni de la propia ineptitud, ni de esa inquietud cultural-social, pero de
hecho desarrolla su tarea con mucha superficialidad; o tambin, con rigor y severidad (quiz para
compensar su inseguridad ), o sin un plan coherente de propuesta educativa, dbiles e
insignificantes, (sin un modelo preciso) que en el fondo hace ver la pobreza de sus convicciones
personales o de su preparacin.
Otra fuente de crisis relativa al rol y a su interpretacin, es la incertidumbre o confusin de
parte de algunos formadores sobre la identidad del mismo, en particular en lo que concierne a la
relacin entre el aspecto humano y el espiritual, o entre la competencia psicolgica y la dimensin
espiriual. No se trata de un conjunto tcnico de competencias o funciones, sino de una integracin
que el formador debera realizar dentro de s en su camino personal de formacin. Tal sntesis e
integracin es de las ms importantes e indispensables para un correcto servicio educativo de tal
modo, que cuando prevalece una o la otra, sufre inevitablemente la relacin educativa.
1.2.- La crisis de imagen social
Es el caso del que sufre, sobre todo, porque no se ve suficientemente apreciado como
educador, ya sea por el superior, los colegas, o los mismos muchachos a los que est llamado a
acompaar.
Naturalmente sufrir en la medida en que no ha alcanzado una cierta autonoma o no ha
resuelto el problema de la estima de s; o en la medida en que la estima de s (o su propia identidad)
no ha sido fijada de modo seguro y definitivo en algo que le pueda garantizar una sensacin de
positividad estable. Es del todo comprensible que sufrir ante el mnimo signo de no ser apreciado
en sus intervenciones.
Para un formador esto ser un problema serio y altamente condicionante de su libertad de
accin y rectitud general. Ya que esta persona deber conseguir lograr todo a toda costa; no ser
libre, por ejemplo, de dejar que sus jvenes vivan sus crisis o, ms en concreto, no soportar sus
debilidades y contradicciones, porque las percibir como una amenaza a la estima de s y a su
competencia como educador.
No se sentir libre sobre todo para decirles la verdad, porque temer que alguno se sienta
demasiado amenazado, incluso, ofendido y llegue a decir que se siente incomprendido (expresin
estratgica actual) y rechace aquello que se le ha dicho (y a quien lo dice); o diga que su formador
no es competente...Por consiguiente, dicho formador estar tentado de ser complaciente y siempre
positivo con todos y no arriesgar nada para no hacerle mal a ninguno; buscar el acuerdo con
todos, sin exigir demasiado y dejando contentos a todos, rebajando fatalmente el nivel de la calidad
de vida en la casa de formacin y de las exigencias de la consagracin...en la lgica infantil y
pagana de la reciprocidad de placeres y necesidades.
En fin, se puede estar en crisis de imagen social tambin cuando el formador percibe que su
estilo educativo o su modo de iniciar a la vida consagrada, no encuentra despus seguidores en el
resto de la familia religiosa; o tiene la sensacin de una cierta soledad para mantener ciertos valores
y proponer una precisa interpretacin carismtica. Situacin nada extraa en estos tiempos de
incertidumbre y mediocridad. Ser decisivo el equilibrio del formador entre la solidez de sus
convicciones personales y la capacidad de hacer y de estimular el camino del grupo (o entre
identidad y pertenencia).
Y siempre en este sentido, puede ser motivo de crisis el percibir que la propia accin
formativa parece reducirse a lo privado, a lo estrictamnete personal, casi sin ninguna incidencia
social de cambio en el grupo o en la comunidad.
1.3.- La crisis de relacin
Es la crisis que se presenta cuando el formador vive en modo poco adulto y responsable en
el plano humano, antes incluso que en el educativo, la relacin con los jvenes que le han sido
confiados (mis muchachos), casi retenindolos como propiedad suya y olvidando que le han sido
entregados por Otro, y que este Otro ha tenido a bien entregrselos.
Esto trae como consecuencia, una personalizacin de la relacin y de la dinnica educativa.
Tendremos entonces por ejemplo, al formador celoso si ve que otros se inmiscuyen en la dinmica
formativa, o envidioso de aquellos que atraen la estima y el aprecio de los mismos jvenes, e
incapaz de soportar lo que suele llamar ingerencias o invasiones.
Existe tambin una variante de la crisis relacional en el sentido mas estricto respecto a la
comunidad formativa. Es aquella posible crisis que nace nuevamente de una falta de libertad
relacional o afectiva del formador, que le lleva a establecer relaciones a partir de criterios
demasiado y slo humanos (electivos-selectivos, simpata o antipata, preferidos o rechazados) que,
antes o despus, se dejan ver. A veces creando puras relaciones indisolubles y eternas; en tales
casos, el educador en vez de favorecer la relacin con Dios, los ata a s mismo.
Tambin forma parte de este mbito de crisis, la actitud de algunos educadores que cuando
tienen alguna dificultad o alguno no se comporta como debiera (o como ellos quisieran), ponen en
funcionamiento un montn de venganzas emotivas, se cierrran en si mismos y asumen un aire
triste y melanclico, haciendo de vctima o retirando los afectos, con el intento ingenuo, de crear un
sentimiento de culpa en el que se ha equivocado.
En referencia a la capacidad relacional existen, a veces, actitudes opuestas: algunos
formadores intervienen de mala manera pretendiendo entrar en el secreto de la conciencia del joven,
con una delicadeza de elefante, sin respeto por el misterio y la libertad del otro, y creando
frecuentemente en el joven, reacciones contrarias de cerrazn y rechazo.
Estn tambin los que parecen tener miedo a la intimidad y temen acompaar al sujeto hacia
la profundidad de su propio yo, hacia sus infiernos. Manifestando, quizs, poca familiaridad
tambin con sus propios infiernos...
Todava hay otro error que puede crear crisis de relacin: la tendencia de ciertos formadores
de encasillar de modo definitivo, dentro de una interpretacin rgida y cerrada, la personaldiad del
otro (quizs presumiendo de su ser psiclogo), comunicndoles de hecho, de un modo o de otro, el
juicio sin ninguna esperanza sobre la persona; y, junto al juicio, tambin la desconfianza, expresada
en un montn de condenas dirigidas a todos pero a ninguno. Es intil decir lo mucho que influye
esto en el pobrecito joven...
Quizs tambin, debido a estos motivos de juicios rgidos y inflexibles, se crean a veces en
la relacin educativa, situaciones de contraposicin, casi de desafios entre el educador y el joven;
situaciones en la que ninguno de los dos parece querer ceder, y en la que tocara sobre todo al
formador, comprender que no tiene ningn sentido asumir una posicin conflictiva, de lucha, de
deseo de prevalecer sobre el otro. Muchas veces en el origen de estas actitudes hay un nuevo
problema de identidad y de afirmacin de si.
1.4.- La crisis de imagen personal.
Aqu la sensacin de crisis acontece en el interior del sujeto, que entra en crisis
precisamente, porque su modo de pensar o soar y su manera de ser formador parece no
corresponderse con la realidad y es desmentido por los mismos hechos.
Crisis de imagen personal (o privada) es, en sustancia, la determinada por la sensacin de
fracaso ms o menos real que, a veces est unida a las expectativas irreales de aquellos que se
prestan a hacer este servicio cuando no consiguen liberarse del todo de los adolescentes delirios de
omnipotencia, del llamado sndrome de Atlante o del complejo evanglico del buen samaritano....
Tambin en este caso, son evidentes las races insanas de estas situaciones crticas que con
frecuencia generar constrastes o agravar la sensacin de incompetencia o incapacidad, quizs
llevando al formador a exhibir una falsa humildad que cubre su sutl rabia (hacia s y hacia los
otros).
La crisis de imagen personal provoca a veces situaciones de depresin y aislamiento, de gran
incertidumbre (no sabe qu hacer o qu opciones tomar) y confusin interior (incluso mental), crea
inestabilidad e incoherencia en el educador, que lo encierra en si mismo y lo hace ser rgido ante los
dems, o a veces, tan duro, que muestra una solidez e impertubabilidad (que de hecho, no posee) a
prueba de todo.
1.5.- La crisis de modelo educativo.
Un punto muy importante para descifrar la cualidad del servicio educativo es verificar la
bondad del modelo educativo elegido y puesto en funcionamiento por el educador-formador.
Verificacin que se har a travs de una operacin o una opcin de campo explcita que no se puede
hacer vagamente, cosa que suele suceder con bastante frecuencia.
La cuestin del modelo si se mira slo abstracta y tericamente, no ser acogida en las
mltiples implicaciones que conlleva tanto al nivel espiritual como pedaggico; incluso ni muchas
veces el formador ser capaz de reconocerse a s mismo, a su modo de concebir al otro en el camino
formativo, y ni siquiera reconocer tanto el punto de partida y de llegada, como las estrategias y
finalidad de un modelo concreto. Dicho modelo puede ser aquel en el que el mismo formador ha
sido formado, o aquel que lo ve como ms natural para funcionar, o sobre el que se siente ms
preparado y capacitado. Y as acontece que el formador adopta un modelo sin darse cuenta. Esto
puede ser peligroso porque el modelo en un momento dado, se impondr con su lgica y
determinar consecuencias no queridas. Si, por ejemplo, un educador usa modos y expresiones
tpicas del modelo de la autoaceptacin, provocar inevitablemente en el joven una actitud sobre
todo, de resignacin y de cierta mediocridad. No podr despus enojarse si sus jvenes no son tan
sensibles con la lgica evanglica de la radicalidad o del don total de s.
5
Segundo aspecto del problema: un modelo educativo no vale lo mismo que otro, por eso ser
muy necesario estar atento a la eleccin del modelo. En este sentido, os reenvo, a mi libro El
rbol de la vida. Hacia un modelo de formacin inicial y permanente, en el que en la primera
parte presento seis modelos formativos entre los ms frecuentemente usados en nuestras casas de
formacin: el modelo de la perfeccin, de la observancia comn, de la autorrealizacin, de la
autoaceptacin, el modelo nico (de la no integracin) y por ltimo, el de la integracin. En mi
hiptesis de trabajo, que en ese libro intento demostrar, los cinco primeros modelos conducen a una
situacin crtica desde el punto de vista formativo, a diferencia del ltimo, el de la integracin. Es
fundamental que un formador se interrogue seriamente sobre esto, incluso el Instituto religioso
debera interrogarse peridicamente sobre el modelo formativo que est adoptando, y quizs, hacer
una propuesta explcita en este sentido.
1.6.- La crisis de (in)coherencia subjetiva.
Llega a esta crisis quien en sustancia- es pobre en convicciones y valores personales, o los
repite y aconseja a los dems sin haberlos interiorizado el mismo lo suficiente; o quien no vive lo
que proclama, como por ejemplo, el formador que vive una castidad tcnica pero consume en su
corazn o en sus fantasas productos alternativos o... pequeos adulterios, o tambin, el que pone
sobre las espaldas de los otros un peso que l mismo no mueve ni si siquiera con un dedo...
Tal formador puede tambin ser exteriormente correcto con su papel de formador, pero si no
es coherente consigo mismo y su propia consagracin no podr estar sereno y contento, distendido y
en paz consigo mismo (nada como la coherencia da sentido de relax y de plenitud interior!);
adems, le falta algoen todo lo que hace porque la incoherencia significa prdida o fuga de
energa respeto a aquello que debera ser el objetivo final y central; ms an, esta persona pone poca
pasin (poca energa) en lo que hace y tendr qeu repetir siempre mil veces las cosas a sus
muchachos, cansndose y tomndoselas con ellos. Tambin deber hacer con frecuencia el papel de
controlador de los compartamientos, o de polica, corriendo el riesgo de ser exigente y riguroso, o
pedir una disciplina no lo bastate motivada con todas las consecuencias que sabemos que
conlleva. En realidad el problema es que l es poco convincente y todava menos creble, hablando
como uno que no tiene autoridad, en el sentido ms pleno del trmino, y, por tanto, deber recurrir a
presiones de todo tipo (voluntarsticas, moralistas...) y al final no ser escuchado.
O, al contrario, se convierte a veces en cmplice de comportamientos y actitudes poco
autnticos, en modos de ser y de hacer inadecuados a un estilo de vida pobre, casto y obediente. Es
lo que suecede cuando no interviene mientras debera intervenir, cuando deja correr y consiente que
se instauren constumbres ambiguas, cuando no insiste en positivo en lo que aparece como ideal para
todos, cuando l mismo cede a pequeos compromisos, o su hacer no es lo suficientemene
transparente y recto.
En fin, la crisis de incoherencia en el formador conduce a la contradiccin que le lleva a la
inercia, a la falta de entusiasmo y creatividad, a las pocas ganas para hacer y crear, al cansancio y a
la falta de confianza tanto en el plano psicolgico como en el moral; a la incapacidad por tanto, de
animar a los jvenes en formacin, y al poco inters en el trabajo (fuga hacia otros intereses ms...
remunerados psicolgicamente).
Es obvio que quien no ha aprendido a hacer esta lectura no podr ni siquiera aprovechar las
situaciones de crisis para crecer en el conocimiento autntico de s. No es un caso infrecuente
porque no es siempre fcil hacer esta lectura verdadera.
La consecuencia inevitable ya la conocemos: cuando uno no reconoce su parte ms
vulnerable y crtica, termina por descargar hacia afuera la causa y la culpa de la misma crisis,
perdindo la preciosa posibilidad de hacer un camino de conversin que sin duda le podra hacer
ms simple la vida, la tarea de formador y la relacin educativa.
10
En general cules son las causas que obstaculizan la disponibilidad para crecer
en el formador?
11