Estética
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pretender copiar un modelo exterior, sino poner de manifiesto su potencialidad interior que,
manifestndose, al mismo tiempo, se constituye. El hombre, como el artista, debe seguir su
propia interioridad, su propia originalidad; ms que en su capacidad racional, la dignidad
del hombre reside ahora en su hondura interior y en su capacidad expresiva, en su poder
de expresar y articular un fondo nunca explorado del todo, en su imaginacin creativa.
4.3. Hegel: el arte como figura del espritu
Entre la esttica de Hegel (1770-1831) y la de los romnticos de Jena, se puede sealar
una ntima afinidad y, al mismo tiempo, una oposicin irreductible. ntima afinidad en lo
que respecta a la funcin de revelacin ontolgica que se le asigna al Arte, como tambin
en lo que se refiere al proyecto de una definicin valorativa del Arte; oposicin irreductible,
en cambio, si consideramos la jerarqua entre el Arte y la filosofa [Schaeffer 1996: 229].
Hegel se ocupa de la esttica no slo los cursos dictados en Heidelberg en 1818, y en
Berln en los aos 1820-21, 1823, 1826 y 1828-29, sino tambin en sus obras mayores:
la Fenomenologa del Espritu (1807) y la Enciclopedia de las Ciencias Filosficas (1817).
En ambas se refiere a la esttica cuando expone, desde la perspectiva propia de cada
obra, la vida del espritu. La Filosofa del Espritu, tercera parte de la Enciclopedia de las
Ciencias Filosficas, es la ciencia de la Idea que, a partir de su ser en otro, regresa a s; se
divide, como todo en el sistema hegeliano, de modo tridico, ocupndose del espritu en s
subjetivo, del espritu en su exterioridad objetivo y del espritu para s espritu
absoluto. Este ltimo vuelve a dividirse en otros tres momentos: arte, religin revelada y
filosofa. Cada una de estas partes constituye una especie de crculo cerrado, basado en
los crculos anteriores.
En la Fenomenologa Hegel pretende elevar la experiencia al nivel de la ciencia, llevarla
hasta la transparencia del concepto, encerrar en el concepto la casi infinita experiencia
humana. Superadas las primeras etapas, la conciencia va madurando progresivamente
hasta transformarse en espritu absoluto. En tal camino ascendente, la conciencia
individual se abre a la experiencia colectiva; las nuevas figuras de la conciencia sern
ahora tambin figuras del mundo, figuras de la comunidad. El camino hacia la liberacin
del espritu pasa a travs de la cultura. Es aqu cuando el espritu reviste la forma del arte y
de la religin, antes de alcanzar su forma definitiva, la filosofa.
En la parte general de sus Lecciones de esttica de 1823 Hegel trata de la cuestin de la
belleza en general y de las formas universales del arte: simblica, clsica y romntica o
cristiana; en la parte especial estudia cada una de las artes: arquitectura, escultura,
pintura, msica y poesa.
En la Introduccin a sus Lecciones Hegel desea demostrar la necesidad de una filosofa
del arte e indicar el modo en el que deber ser articulada. Con este propsito recuerda el
puesto del arte en el proceso del espritu hacia el saber absoluto y su superioridad
respecto a la naturaleza, pero sin poder considerarlo la ms alta expresin del espritu; hay
una existencia ms profunda de la Idea que lo sensible no puede expresar; es el contenido
propio de la religin y de la filosofa. Si la filosofa siente la necesidad de reflexionar sobre
el arte, es porque el momento en el que el arte era considerado la mxima expresin de la
Idea ha sido ya superado.
La posicin del arte respecto a la naturaleza es clara para Hegel, y de ello depende su
consideracin de la esttica como filosofa del arte. Como ya haba anticipado Schelling, la
esttica debe ocuparse solamente de la belleza artstica, juzgada superior a la belleza
natural. El motivo de tal superioridad es su carcter espiritual; en el arte, el espritu
sobrepasa la naturaleza, porque en la obra artstica su presencia es consciente y no, como
en la naturaleza, simple exterioridad sensible. En el arte el espritu se percibe a s mismo a
travs de la materia sensible, superando, sin embargo, la particularidad de la materia. Por
este motivo, para apreciar el arte no basta, como afirmaba Kant, ni el sentimiento ni el
gusto, porque el arte se dirige al espritu, que no puede detenerse en su dimensin
sensible. A diferencia del deseo, y en modo anlogo a la inteligencia, el inters artstico
busca lo universal, dejando libres los objetos que considera. Aquello que el arte permite
contemplar no es el objeto en su realidad material, ni la idea pura y general, sino el
aparecer de la verdad, algo ideal. El arte est situado, por lo tanto, a mitad de camino entre
lo sensible como tal y el pensamiento puro; pone en juego los sentidos ideales, vista y
odo, cuya materia es lo sensible espiritualizado o lo espiritual sensibilizado.
El artista, en consecuencia, no debe imitar los productos de la naturaleza, sino presentar
algo que procede del espritu, hacer intuitivo aquello que se encuentra en el espritu
humano, presentar sensiblemente la unidad de lo ideal y lo real. Para alcanzar tal
propsito, configurar sensiblemente el contenido espiritual, deber recurrir a la fantasa. El
verdadero artista, el genio, es aquel que sabe unir, mediante su fantasa, la espiritualidad
con la naturalidad, hacer presente lo espiritual en figura natural.
De este modo, presentando bajo un aspecto sensible lo que agita la profundidad del
corazn humano, el arte revela la verdad. El arte, como la religin y la filosofa, pertenece a
la esfera del espritu absoluto, de la verdad; las diferencias entre estas tres formas del
espritu proceden del diverso modo en el que conducen a la conciencia un objeto que es
idntico para los tres, el espritu. La misin del arte es representar en modo sensible un
contenido, el concepto, el espritu; alcanzar plenamente tal propsito, lograr la perfeccin
del arte, la realizacin de su ideal, significa para Hegel conseguir la perfecta unidad entre
la forma sensible, individual y siempre concreta, y su contenido, que deber ser tambin
concreto. Contenido del arte es, en efecto, el concepto, el espritu, principio plenamente
concreto, porque contiene en s de modo reconciliado, armnico, todas las
determinaciones que aparecen en la realidad finita en su exterioridad y diferencia; totalidad
absoluta, universalidad subjetiva, que contiene en unidad toda determinacin. El arte debe,
pues, hacer presente sensiblemente el concepto, hacer accesible a la contemplacin
humana, a travs de una forma sensible, la Idea. El arte hace presente la Idea por medio
de la belleza; ms an, haciendo efectiva la belleza el arte trasluce la Idea. La Idea como
tal, absoluta, no coincide, sin embargo, con la idea de la belleza artstica, que tiene una
realidad individual; la belleza no es ms que una forma particular, que Hegel llama ideal, de
exteriorizarse y representarse la verdad, la Idea absoluta.
En su camino hacia una verdad siempre ms alta, y antes de llegar a su verdadero
concepto, el espritu debe atravesar diversas etapas mediante las cuales adquiere
conciencia de s; a la evolucin del contenido corresponde la evolucin de la
representacin artstica. Correspondientemente con la diversa determinacin del
contenido, con la consecucin o no de su verdad, su forma sensible ser tambin diversa
y, en algunos casos, inadecuada para la representacin artstica del contenido. Solamente
Otro filsofo que ha pensado el arte de manera personal es sin duda Martin Heidegger
(1889-1976). En sus conferencias del 1935, El origen de la obra de arte, publicada en
1952, y Hlderlin y la esencia de la poesa, publicada en 1937, atribuye al arte un cometido
de primer orden, considerndolo uno de los lugares en los que acontece la verdad. Sus
afirmaciones sobre el arte deben ser incluidas en el contexto de su pensamiento, que debe
entenderse como el punto de llegada de la precedente filosofa post-hegeliana y, al menos
en la intencin de su autor, como el inicio de una nueva etapa en la historia del
pensamiento occidental.
El sistema hegeliano levant entre sus contemporneos y sus sucesores, como hemos
sealado, no pocas polmicas. En sustitucin al racionalismo idealista, Nietzsche propona
el arte: el arte tiene ms valor que la verdad [La voluntad de dominio III, fr 852, iv].
Tambin Heidegger ve en el arte la manifestacin de la verdad. Refuta la visin subjetiva
del arte; el arte no puede ser juzgado, como pretenda Kant, por el sentimiento de placer
que suscita, sino ms bien, como haban pensado los romnticos y Hegel, como
manifestacin del infinito en la realidad sensible o, ms precisamente, como instauracin
del ser y de la verdad; manifestacin en cierto sentido del absoluto, pero de un absoluto
que, a diferencia de lo que suceda con Hegel, permanecer siempre inaccesible, porque
jams se manifiesta plenamente; en su verdad se esconde. La novedad de la posicin de
Heidegger reside, por lo tanto, en su peculiar modo de pensar el ser, que no puede ser
separado de su manifestacin. La verdad no es para l la adecuacin del pensamiento al
ser, sino desvelamiento y revelacin del ser; ms que una propiedad lgica del juicio, es
una disposicin personal de escucha respecto al ser, que presupone la conciencia de la
propia condicin respecto de l.
La esencia de la belleza es la fundacin del ser [Hlderlin y la esencia de la poesa: 15],
es el aparecer del ser en cuanto tal, previo a toda consideracin metafsica que lo piense
como lo suprasensible presente en lo sensible o como la presencia del objeto en el sujeto.
Heidegger busca superar tanto el modelo metafsico, que ve en la belleza la representacin
sensible de lo suprasensible, como el modelo moderno que pretende reconducir la belleza
a las modificaciones internas del sujeto. La belleza es para Heidegger el aparecer del ser
como tal, anterior, por lo tanto, a cualquier errnea interpretacin por parte de la visin
metafsica o del subjetivismo moderno.
El problema es entender el sentido que tiene el ser en la filosofa de Heidegger. La
totalidad de su pensamiento es una respuesta a la pregunta por el ser o, ms bien, una
denuncia del olvido del ser y de la confusin entre ser y ente, que habra condicionado toda
la historia de la metafsica. Heidegger se propone superar la metafsica tambin en su
trmino final, fijado por Nietzsche, quien a pesar de su radicalidad, seguira movindose en
el plano de la subjetividad, de la autoconciencia, en continuidad con la posicin de fondo
de la antigua metafsica onto-teolgica. Si Nietzsche suprime todo horizonte decretando
con la muerte de Dios la muerte de la metafsica, la tarea que Heidegger se propone es la
de recuperar el ser como horizonte dentro del cual el ente se manifiesta al hombre y
acaece la verdad. El ser, siempre que su significado quede preservado de la confusin, es
el horizonte que nos permite comprender el ente como ente, la condicin sin la cual el ente
no puede tener origen ni vivir. La metafsica occidental, que comenz confundiendo el ser
con el ente, sustituy en su etapa moderna el ente con el sujeto, y termin por disolverlo en
la nada. La tarea de Heidegger puede entenderse, por lo tanto, en trminos dialcticos
como la superacin de tal negacin; para recuperar el ser es necesario que el sujeto se
niegue a s mismo como sujeto representativo, que experimente la propia impotencia no
solamente para fundar el ser, sino tambin como fundamento de s mismo. La superacin
del hombre metafsico y del ser de la metafsica, exigen que el hombre abandone todas las
figuras propias y las estructuras metafsicas, que se abstenga de toda voluntad de dominio;
para poder acoger, escuchar y soportar el acaecer del ser, el hombre debe vaciarse de s
mismo. Solamente entonces el ser podr recuperarse de nuevo y, de este modo, el hombre
podr establecerse en su esencia, existir, permanecer en la claridad del ser. Aquello que
determina al hombre como tal es su relacin esencial con el ser; el hombre es el pastor del
ser, llamado por el ser a custodiar la verdad.
Para Heidegger el ser, la verdad y la historia no pueden ser considerados de forma
separada; y si la belleza es la aparicin del ser, la instauracin de la verdad, tambin la
belleza, como el ser y la verdad, ser esencialmente histrica. El ser no es, por lo tanto,
una realidad trascendente, el ser es trascendental; el ser no est jams presente sin los
entes, as como no existe el ente sin el ser. A la concepcin metafsica y trascendente del
ser, Heidegger opone su concepcin ontolgica y trascendental.
El hombre habita en la morada del ser mediante el pensamiento y el lenguaje, es decir, en
la medida en que lo piensa y lo dice. Los pensadores y los poetas son los custodios de tal
morada. Los pensadores dicen el ser, en cuanto que su pensar crtico saca a la luz el
misterio de las cosas, su secreto; los poetas dan nombres a aquello que est escondido y
es misterioso, lo hacen aparecer a travs de la dimensin simblica de su arte. Su decir y
nombrar conduce el ser hacia el lenguaje y, en el lenguaje, ellos lo custodian. El lenguaje
constituye, por lo tanto, el horizonte abierto, la casa del ser y, al mismo tiempo, la morada
del hombre; solamente a travs del lenguaje el hombre tiene acceso al ente. Entre lenguaje
y pensamiento existe una estrecha relacin que la poesa conserva; el pensamiento, como
la poesa, ms que una accin de dominio sobre las cosas, debe ser un acto de humildad y
de respeto hacia el ser. Esto significa que el lenguaje ya no es concebido como
un signo que remite a una res que est ms all del signo mismo, sino como la palabra que
consigna, de algn modo, la misma realidad significada.
El ser se da como tal, el ser es, aparece, se manifiesta antes que cualquier objeto y que
todo sujeto, antes de volverse alguna cosa y antes de la constitucin del sujeto; antes de
hablar es necesario, por lo tanto, escuchar el decir originario. Es la aparicin del ser
aquello que Heidegger llama evento, Ereignis, porque se manifiesta por primera vez algo
nunca-jams o no-todava manifiesto. Se comprende entonces la historicidad de la belleza,
que no puede ser entendida ni como valor universal y eterno, ni como la totalidad de todas
sus manifestaciones en la historia. La belleza, el aparecer puro y simple, es ms bien la
condicin de posibilidad de la historia misma, ya que el evento con el que una historia inicia
es tal solamente en su acto de manifestarse.
La obra de arte pone en obra la verdad, que aparece con el esplendor de la belleza. Por
este motivo, Heidegger puede decir que la belleza es el modo de ser presente de la verdad
como no-escondimiento. El significado de la belleza es histrico, porque la belleza est
esencialmente ligada a la verdad y, como la verdad, permanecer siempre marcada por el
doble movimiento del manifestarse y del esconderse del ser. El artista no debe ser
estimado y alabado por su genialidad subjetiva, sino como el humilde servidor de la
verdad.
Todo arte, en cuanto creacin de una obra en la que la verdad aparece con el esplendor de
la belleza, es Poesa. Todo arte es potico, pero la ms potica entre las artes es la poesa
en sentido estricto, porque realiza de la manera ms plena la tarea del arte, dado que la
palabra ejercita un cometido fundamental en el advenimiento de la verdad.
Si el filsofo dice el ser, el poeta nombra lo sagrado; la poesa dice el ser como sagrado, el
filsofo lo dice como ser. En Hlderlin y la esencia de la poesa Heidegger explica,
glosando al poeta, que el lenguaje es un bien en cuanto hace posible la historia, pues a
travs de l manifiesta el hombre lo que es, constituye su existencia entre las cosas, crea
un mundo. Un bien que puede, sin embargo, volverse peligroso, porque por medio de la
lengua el hombre, en lugar de hacer patente el ente en tanto que ente y custodiarlo, puede
tambin amenazarlo y perderlo. En la palabra, el decir autntico est siempre en peligro. A
pesar de su peligrosidad, el habla es un bien para el hombre; no solamente un instrumento
a su servicio, sino tambin aquello que garantiza su estar en el mundo, porque no existe
mundo sin lenguaje, y solamente donde est en vigor el mundo, existe la historia. Ms que
un instrumento del que el hombre puede disponer, el lenguaje es la garanta de la
historicidad del hombre.
El gran mrito de Heidegger es haber anclado el arte y la belleza a un nico fundamento, el
ser, recuperando as el nexo entre la belleza y el arte y rechazando las visiones
subjetivistas de las principales estticas modernas y de muchas de las contemporneas
tendencias artsticas. El arte no lo entiende Heidegger ni como simple forma ni como
expresin, sino sobre todo como manifestacin, a travs de un lenguaje simblico, de una
extraordinaria experiencia de cercana con el ser. El arte es vehculo de la belleza y sta,
como en las antiguas estticas metafsicas, es manifestacin de la verdad y del ser.
Heidegger, sin embargo, impugna toda visin metafsica y no es fcil encontrar en su
pensamiento espacio para una realidad trascendente; lo divino, como el ser, la verdad y la
belleza no tienen otro punto de referencia que la condicin trascendental del ser-ah
humano. Slo los poetas, vaciados de toda determinacin precedente, tienen la capacidad
de responder a la cuestin del ser, tal como lo entiende Heidegger, y de mantener abierto
el espritu humano a su misterio, concediendo al hombre la posibilidad de fundar una
nueva poca histrica. En la propuesta esttica de Heidegger, y en su pretensin de
superar los modelos estticos y metafsicos clsicos y modernos, aletea el espritu
hegeliano, pero permanece la mirada romntica que haca del arte, ms que de la filosofa,
el verdadero vehculo de la verdad.