Cómo No Hablar-Derrida
Cómo No Hablar-Derrida
Cómo No Hablar-Derrida
Denegaciones
Jaques Derrida
Traduccin de Patricio Pealver, en DERRIDA, J., Cmo no hablar y otros textos, Proyecto A, 1997,
pp. 13-58. Edicin digital de Derrida en castellano.
I
Antes incluso de empezar a preparar esta conferencia, saba que deseaba hablar
de la huella en su relacin con to que se llama, a veces de forma abusiva, la
teologa negativa. Ms precisamente, saba que debera hacerlo en Jerusaln.
Pero, en qu consiste aqu tal deber? Y cuando digo que saba que deba hacerlo
antes incluso de la primera palabra de esta conferencia, estoy nombrando ya una
singular anterioridad del deber -un deber antes de la primera palabra: es eso
posible?- que sera difcil situar y que ser quizs hoy mi tema.
Bajo el ttulo muy laxo de teologa negativa, se designa frecuentemente, lo
saben ustedes, una cierta forma de lenguaje, con su puesta en escena, sus modos
retricos, gramaticales, lgicos, sus procedimientos demostrativos, en una palabra,
una prctica textual atestiguada, o situada en la historia. Es verdad que aquella
excede a veces los predicados que construyen tal o cual concepto de la historia.
Hay unateologa negativa, la teologa negativa? En todo caso la unidad de su
archivo sigue siendo difcil de delimitar. Se la podra intentar organizar en torno a
ciertas tentativas que pasan por ejemplares o explcitas, como la de Los nombres
divinos de Dionisio Areopagita (llamado el Pseudo-Dionisio).
Pero no cabe estar seguro nunca, y por razones esenciales, como se ver, de
poder atribuir a quienquiera que sea un proyecto de teologa negativa como
tal. [i] Antes de Dionisio, se buscar por el lado de una cierta tradicin platnica y
neo-platnica. Despus de l, hasta en la modernidad de Wittgenstein y de bastantes
otros. As, se ha llegado a designar con ese nombre, ms vagamente, de manera
menos rigurosa o informada, una cierta actitud tpica con respecto al lenguaje y en
ste, en el acto de la definicin, de la atribucin, de la determinacin semntica o
conceptual. Suponiendo por hiptesis aproximativa que la teloga negativa consista
en considerar que todo predicado, o todo lenguaje predicativo, sea inadecuado a la
esencia, en realidad inadecuado a la hiperesencialidad de Dios, y que, en
consecuencia, slo una atribucin negativa (apoftica) puede pretender
aproximarse a Dios, preparamos a una intuicin silenciosa de Dios, entonces,
mediante una analoga ms o menos defendible, se reconocern algunos rasgos, el
aire de familia de la teologa negativa, en todo discurso que parece recurrir de
manera insistente y regular a esa retrica de la determinacin negativa, que
multiplica indefinidamente las precauciones y las advertencias apofticas: esto, que
se llama X (por ejemplo, el texto, la escritura, la huella, la diffrance, el himen, el
suplemento, el frmacon, el parergon, etc.) no es ni esto ni aquello, ni sensible ni
inteligible, ni positivo ni negativo, ni dentro ni fuera, ni superior ni inferior, ni
activo ni pasivo, ni presente ni ausente, ni siquiera neutro, ni siquiera dialectizable
en un tercero, sin relevo (Aufhebung) posible, etc. No es pues ni un concepto, ni
siquiera un nombre, a pesar de la apariencia. Esta X se presta, ciertamente, a una
serie de nombres, pero reclama otra sintaxis, excede incluso el orden y la estructura
del discurso predicativo. No es y no dice lo que es. Se escribe completamente
de otra forma.
Acabo de recurrir deliberadamente a unos ejemplos que me son prximos y,
cabra pensar, familiares. Por dos razones. Por un lado, desde muy pronto se me
acus, ms bien que se me felicit, por repetir, en un paisaje que se cree conocer
realmente, los procedimientos de la teologa negativa. En esos procedimientos se
quisiera ver as una simple retrica, o una retrica del fracaso, o algo peor, de la
renuncia al saber, a la determinacin conceptual, al anlisis: para aquellos que no
tienen nada que decir o que no quieren saber nada siempre resulta fcil imitar la
tcnica de la tecnologa negativa. Y de hecho sta implica necesariamente un
aparato de reglas metdicas. Intentar enseguida mostrar en qu medida aquella
pretende al menos no dejarse confundir con una tcnica expuesta al simulacro y a la
parodia, a la repeticin mecnica. Escapara de eso gracias a la oracin que precede
a los enunciados apofticos y gracias al dirigirse al otro, a ti, en un momento que no
es slo el prembulo o el umbral metdico de la experiencia. Naturalmente, la
oracin, la invocacin, el apstrofe pueden tambin imitarse, incluso prestarse
como a pesar de ellos a la tcnica repetitiva. Volver al concluir a este riesgo que,
afortunadamente y desgraciadamente, es tambin una ocasin. Pero si el riesgo es
inevitable, la acusacin a la que se expone no debe limitarse a la apoftica de la
Dios, como que la distincin entre Dios y el nombre de Dios abre el espacio mismo
de este enigma. Si hay un trabajo de la negatividad en el discurso y en la
predicacin, ese trabajo producira la divinidad. Bastara entonces con un cambio de
signo (o ms bien con demostrar, cosa bastante fcil y clsica, que esa inversin ya
desde siempre ha tenido lugar, que es la necesidad misma del pensamiento) para
decir que la divinidad no est aqu producida sino que es productora. Infinitamente
productora, dira, por ejemplo, Hegel. Dios no sera slo el fin sino el origen de este
trabajo de lo negativo. No slo el atesmo no sera la verdad de la teologa negativa,
sino que Dios sera la verdad de toda negatividad. Se accedera as a una especie de
prueba de Dios, no una prueba de la existencia de Dios sino una prueba de Dios por
sus efectos, ms precisamente una prueba de lo que se llama Dios, del nombre de
Dios por efectos sin causa, por lo sin causa. El valor de esta palabra, sin, nos va a
volver a interesar enseguida. En la lgica absolutamente singular de esta prueba,
Dios nombrara aquello sin lo cual no se podra dar cuenta de ninguna
negatividad: la negacin gramatical o lgica, la enfermedad, el mal, la neurosis
finalmente, que, lejos de permitir al psicoanlisis que reduzca la religin a un
sntoma, tendra que reconocer en el sntoma la manifestacin negativa de Dios. Sin
decir que debe haber al menos tanta realidad en la causa como en el efecto y que
la existencia de Dios no tiene necesidad de otra prueba que la sintomtica
religiosa, cabra ver por el contrario en la negacin o en la suspensin del
predicado, o de la posicin de existencia, la primera seal del respeto por una
causa divina que no tiene siquiera necesidad de ser. Y en cuanto a quienes
quisieran considerar la desconstruccin como un sntoma del nihilismo moderno
o post-moderno, en aquella podran reconocer justamente, si as lo desean, el ltimo
testimonio, por no decir el mrtir de la fe en este final de siglo. Una lectura como
esa ser siempre posible. Quin podra prohibirla? En nombre de qu? Pero qu
ha ocurrido para que eso que as est permitido no sea jams sin embargo
necesario? Qu debe ser la escritura de esta desconstruccin, la escritura segn
esta desconstruccin, para que la cosa sea as?
He aqu una primera razn. Pero he recurrido a ejemplos que me son prximos
por una segunda razn. Quera tambin decir algunas palabras de un deseo muy
antiguo: abordar directamente y por s misma la red de cuestiones que se anuda de
manera demasiado precipitada bajo el ttulo de teologa negativa. Hasta ahora,
ante la cuestin o la objecin, mi respuesta ha sido siempre breve, elptica y
dilatoria. [ii]Pero ya escandida, me parece, en dos tiempos:
Cada cosa acta en su ser (Ein ieglich dinc wrket in wesene), ninguna
cosa puede actuar por encima de su ser (ber sn wesen).El fuego slo puede
actuar en la madera. Dios acta por encima del ser (Got wrket ber
wesene) en la amplitud donde puede moverse, acta en el no-ser (er wrket
in unwesene). Antes incluso de que hubiera ser Dios actuaba ( denne wesen
waere, d wohrte got).Maestros de espritu grosero dicen que Dios es un ser
puro (ein lter wesen); est tan elevado por encima del ser como lo est el
ms elevado de los ngeles por encima de una mosca. Si llamase a Dios un
ser estara hablando con tanta falsedad como si dijese del sol que es plido o
negro. Dios no es ni esto ni aquello (Got enist weder diz noch daz). Y un
maestro dice: aquel que cree que ha conocido a Dios y que conocer alguna
otra cosa, no conocer a Dios. Pero al decir yo que Dios no era un ser y que
estaba por encima del ser (ber wesene), no por eso le he discutido el
ser (ich im niht wesen abgesprochen), por el contrario, le he atribuido un ser
ms elevado (ich hn ez in im gehoehet). [iv]
En el movimiento del mismo pargrafo, una cita de san Agustn recuerda ese
valor a la vez negativo e hiperafirmativo del sin: San Agustn dice: Dios es sabio
sin sabidura (wse ne wsheit) bueno sin bondad (guot ne gete), potente sin
potencia (gewaltic ne gewalt).El sin no disocia solamente la atribucin singular
de la generalidad esencial: la sabidura como ser-sabio en general, la bondad como
el ser-bueno en general, la potencia como ser-potente en general. No evita slo la
habr que intentar explicarse directamente a este respecto y hablar por fin de la
teologa negativa misma, suponiendo que algo as exista.
Ha llegado ese da?
Dicho de otro modo: cmo no hablar de la teologa negativa (how to avoid
speaking on negative theology)? Pero cmo decidir sobre esa cuestin, y entre
estos dos sentidos? 1. Cmo evitar hablar de eso en adelante? Parece imposible.
Cmo podra callarme sobre este tema? 2. Cmo, si se habla de eso, evitar
hablar de eso? Cmo no hablar? Cmo hay que no hablar de eso? Cmo evitar
hablar de eso a tontas y a locas? Qu precauciones tomar para evitar las faltas, las
afirmaciones inadecuadas o simplistas?
Vuelvo a mi primera frase. Saba, pues, lo que debera hacer. Haba prometido
implcitamente hablar un da, directamente, de la teologa negativa. Antes incluso de
hablar me saba comprometido a hacerlo. Tal situacin da lugar a dos
interpretaciones posibles al menos. 1) Hay necesariamente compromiso o promesa
antes incluso de la palabra, en todo caso antes de un acontecimiento discursivo
como tal. sta supone el espacio abierto de la promesa. 2) Este compromiso, esta
palabra dada, pertenece ya al tiempo de la palabra por la que, como se dice en
francs, cumplo la palabra. De hecho, en el momento de prometer hablar un da de
teologa negativa ya he empezado a hacerlo. Pero esto no es ms que el ndice
confuso de una estructura que quisiera analizar ms tarde.
Habindolo prometido ya, como a pesar mo, no saba cmo podra mantener
esa promesa. Cmo hablar convenientemente de la teologa negativa? Hay
alguna?, una slo?, un modelo regulador para los otros? Cabe ajustar a ella un
discurso? Hay un discurso a su medida? No se est obligado a hablar de la
teologa negativa segn los modos de la teologa negativa, de manera a la vez
impotente, agotadora e inagotable? Hay jams otra cosa que una teologa
negativa de la teologa negativa?
Sobre todo, no saba dnde ni cundo lo hara. El ao que viene en Jerusaln, me
deca quizs para diferir indefinidamente el cumplimiento de la promesa. Pero
tambin para hacerme saber a m mismo, y realmente he recibido el mensaje, que el
da en que fuese efectivamente a Jerusaln, ya no sera posible aplazarlo. Habr que
hacerlo.
Lo har? Estoy en Jerusaln? He aqu una cuestin a la que no se responder
jams en presente, slo en futuro o en pasado anterior.
Por qu insistir en este aplazamiento? Es que no me parece ni evitable ni
insignificante. No se puede decidir nunca si no da lugar, en cuanto aplazamiento, a
eso mismo que difiere. No es seguro que hoy yo mantenga mi promesa, pero no es
seguro tampoco que al retrasar todava su cumplimiento, no la haya mantenido sin
embargo ya.
Dicho de otra manera: estoy en Jerusaln o en otra parte, muy lejos de la ciudad
santa? En qu condiciones se encuentra uno en Jerusaln? Basta con estar ah,
como se suele decir, fsicamente, y habitar, como hago en este momento, los lugares
que llevan ese nombre? Qu es habitar Jerusaln? He aqu algo que no es fcil de
decidir. Permitidme que cite de nuevo al Maestro Eckart. Como la de Dionisio, su
obra parece ser a veces una meditacin interminable sobre el sentido y la simblica
de la ciudad santa: una lgica, una retrica, una tpica y una tropologa de
Jerusaln. He aqu un ejemplo entre tantos y tantos otros:
por quien debe poder decir yo o nosotros, aqu ahora, por ejemplo, en Jerusaln, el
lugar donde me encuentro ahora Y donde puedo ser considerado resposable de
este speech act.
As pues, lo saba: no podra evitar hablar de ello. Pero cmo y bajo qu ttulo
lo har? Un da recib un mensaje telefnico en Yale: [vi]tena que dar un ttulo con
toda urgencia. He tenido que improvisar en dos minutos, cosa que he hecho primero
en mi lengua: Cmo no decir...?. El uso de la palabra decir permite un cierto
suspenso. Cmo no decir...? puede decir: cmo callarse?, cmo no hablar en
general?, cmo no decir nada (how to avoid speaking)?; pero tambin cmo, al
hablar, no decir esto o aquello, de tal o cual manera, a la vez transitiva y
modalizada. Dicho de otra manera, cmo al decir, al hablar, evitar tal o cual modo
discursivo, lgico, retrico? Cmo evitar tal forma injusta, errnea, aberrante,
abusiva? Cmo evitar tal predicado, incluso la predicacin? Por ejemplo: cmo
evitar tal forma negativa o cmo no ser negativo? Cmo decir finalmente algo? Lo
cual equivale a la cuestin aparentemente inversa: cmo decir?, cmo hablar?
Entre las dos interpretaciones del cmo no decir?, el sentido de la inquietud
parece as volverse: del cmo callarse? (how to avoid speaking at all?) se pasa,
de forma, por otra parte, enteramente necesaria, y como desde el interior, a la
cuestin que puede convertirse cada vez en el ttulo prescriptivo de una
recomendacin: cmo no hablar, qu palabra evitar para hablar bien? How to
avoid speaking? es, pues, a la vez o sucesivamente: cmo hay que no hablar?
cmo hay que hablar? (he aqu) cmo hay que no hablar, etc. El cmo alberga
siempre un por qu y el hay que tiene el doble valor de should o
de oughf y de must.
As pues, he improvisado este ttulo por telfono. Al dejrmelo dictar desde no
s qu orden inconsciente, en una situacin de urgencia absoluta, he traducido
tambin, pues, mi deseo de diferirlo de nuevo. Este comportamiento de huida se
reproduce en la ocasin de cada conferencia: cmo evitar hablar y comprometer su
tema dando un ttulo antes incluso de escribir su texto? Pero tambin, en la
economa del mismo gesto: cmo hablar, y hacerlo como se debe, como hay
que hacerlo, para asumir la responsabilidad de una promesa? No slo de esa
promesa archioriginaria que nos instituye a priori en responsables de la palabra,
sino de esta promesa: dar una conferencia sobre ausencia y negatividad, sobre el
no (how not to, ougth not, should not, must not, etc.), sobre el cmo y el por
qu (del) no, el paso (ne pas, le pas),la negacin y la denegacin, etc., y en
consecuencia comprometerse a dar un ttulo por anticipado. Todo ttulo tiene el
valor de una promesa, un ttulo dado por anticipado es la promesa de una promesa.
As, he tenido que responder, pero he asumido mi responsabilidad difirindola.
Ante o ms bien dentro de un double bind: how to avoid speaking puesto que ya
he empezado a hablar y desde siempre ya he empezado a prometer hablar? Que yo
haya empezado ya a hablar, o ms bien que la huella al menos de una palabra haya
predecido a sta, esto es algo que no se puede denegar. Traducidlo: no cabe sino
denegarlo.Ah no puede haber ms que la denegacin para esto indenegable. Qu
hacer entonces con las negaciones y las denegaciones? Qu hacer ante Dios?: he
aqu la cuestin si es que hay una. Pues el surgimiento de toda cuestin es quizs
secundario; sigue quizs, como una primera respuesta reactiva, a la
indenegable provocacin, la inevitable denegacin de la indenegable provocacin.
Para evitar hablar, para retrasar el momento en que habr que decir realmente
algo y quizs confesar, entregar, confiar un secreto, se multiplican las digresiones.
Intentar aqu una breve digresin sobre el secreto mismo. Bajo ese ttulo, how to
avoid speaking, hay que hablar del secreto. En ciertas situaciones uno se
pregunta how to avoid speaking bien porque se ha prometido no hablar, guardar
un secreto, bien por que se tiene un inters, a veces vital, en callarse, aunque sea
bajo tortura. Esta situacin supone todava la posibilidad de hablar. Algunos diran,
quizs imprudentemente, que slo el hombre es capaz de hablar porque slo l
puede no manifestar lo que podra manifestar. Un animal puede ciertamente inhibir
un movimiento, abstenerse de un gesto peligroso, por ejemplo, en una estrategia
ofensiva o defensiva de predacin o en la delimitacin de un territorio sexual o en
una maniobra de seduccin. Puede as, se dir, no responder a la inquisicin o al
requerimiento de un stimulus o de un complejo de stimuli. Segn la misma filosofa
un poco ingenua de la animalidad, se har observar sin embargo que la bestia es
incapaz de guardar y primeramente de tener un secreto porque no
podra representarse como tal, como un objeto ante la consciencia, aquello que
tendra que prohibirse manifestar. Quedara ligado as el secreto a la representacin
objetiva (Vorstellung) expuesta ante la consciencia y expresable en forma de
palabras. La esencia de un secreto se mantendra rigurosamente ajena a cualquier
otra no manifestacin, y en primer lugar a aquella de la que fuera capaz el animal.
La manifestacin o no-manifestacin de este secreto -en una palabra, su posibilidadno pertenecera jams al orden de lo sintomtico. Un animal no podra callarse, ni
callar un secreto.
No voy a abordar aqu este inmenso problema. Para tratar de l habra que tener
en cuenta numerosas mediaciones, despus preguntarse en particular por la
posibilidad de un secreto preverbal o simplemente no verbal, ligado, por ejemplo, al
gesto o a la mmica, o a otros cdigos y ms, generalmente, al inconsciente. Habra
que estudiar las estructuras de la denegacin antes y fuera de la posibilidad del
juicio y del lenguaje predicativo. Habra que reelaborar, sobre todo, una
problemtica de la consciencia, esta cosa de la que se evita cada vez ms hablar
como si se supiese lo que es o como si su enigma estuviese agotado. Ahora bien,
hay hoy en da problema ms nuevo que el de la consciencia? Se estara tentado de
designarla, si no de definirla, como el lugar en el que se retiene el poder singular de
no decir lo que se sabe, de guardar el secreto bajo la forma de la representacin. Un
secreto. Ocultan algo puesto que no dicen nada, hablan de forma negativa,
responden no, no es eso, no es tan simple a todas las cuestiones y dicen en
suma que aquello de lo que hablan no es esto, ni aquello, ni un tercer
trmino, ni un concepto, ni un nombre, en suma no es y en consecuencia no
es nada.
2. Pero como, visiblemente, ese secreto no se deja determinar y no es
nada, ellos mismos lo reconocen, esas gentes no tienen secreto. Hacen como
que tienen uno para reagruparse alrededor de una palabra hbil en hablar para
decir nada. Estos oscurantistas son terroristas que recuerdan a los sofistas. Un
Platn sera muy til para combatirlos. Detentan un poder real del que ya no
se sabe si se encuentra en la Academia o fuera de la Academia: se las
arreglan para confundir tambin esa frontera. Su presunto secreto depende
del simulacro o de la mistificacin, o mejor, de una poltica de la gramtica.
Pues para ellos no hay ms que la escritura y el lenguaje, nada ms all,
incluso si pretenden desconstruir el logocentrismo e incluso empiezan
con eso.
3. Si sabe usted interrogarlos, acabarn por confesar: el secreto es que no
hay secreto, pero hay al menos dos maneras de pensar o de demostrar esta
proposicin, etc. Pues, expertos como son en el arte de evitar, saben mejor
negar o denegar que decir sea lo que sea. Se las arreglan siempre para evitar
hablar aun hablando mucho y cortando en cuatro los cabellos. Algunos de
entre ellos parecen griegos, otros cristianos, apelan a varias lenguas a la
vez, se sabe que los hay que parecen talmudistas. Son lo bastante perversos
como para hacer su esoterismo popular y fashionable. Final de una
requisitoria conocida.
separarse dos veces: de los que saben se podra decir aqu de los filsofos o de los
expertos en ontologa- y de los vulgares profanos que manejan la atribucin como
idlatras ingenuos. No se est lejos de sobrentender que la ontologa misma es una
idolatra sutil o perversa, cosa que podr orse, de manera anloga y diferente, a
travs de la voz de Levinas o de Jean Luc Marion.
El prrafo que voy a leer tiene adems el inters de definir un ms all que
excede la oposicin entre la afirmacin y la negacin. En realidad, como dice
expresamente Dionisio, excede la posicin misma (thesis) y no slo la amputacin,
la sustraccin (aphairesis). Y al mismo tiempo la privacin. El sin del que
hablbamos hace un momento no seala ni privacin ni falta ni ausencia. En cuanto
al hyper de lo superesencial (hyperousios), tiene el valor doble y ambiguo, de lo
que est encima en una jerarqua, y as, a la vez, est ms all (beyond) y es
ms (more). Dios (es) ms all del ser, pero en eso ms (ser) que el ser: no more
being and being more than being: being more. El sintagma francs plus
d'tre * formula este equvoco de manera bastante econmica. He aqu la apelacin
al secreto inicitico y la advertencia:
As pues, aquella se sita. Se sita ms all de toda posicin. Cul es, pues, ese
lugar? Entre este lugar y el lugar del secreto, entre este lugar secreto y la topografa
del lazo social que debe guardar la no-divulgacin, debe haber una cierta
homologa. sta debe regular algn tipo de relacin secreta- entre la topologa de
lo que se mantiene ms all del ser, sin ser -sin el ser o sin serlo (sans tre-sans
ltre)-, y latopologa, la politopologa inicitica que a la vez organiza la comunidad
mstica y hace posible este dirigirse al otro, esta palabra quasi-pedaggica y
mistaggica que Dionisio destina aqu, singularmente, a Timoteo (pros
Timotheon: dedicatoria de la Teologa mstica).
En esta jerarqua, [vii] dnde se mantiene el que habla, el que escucha y recibe,
el que habla recibiendo desde la Causa que es tambin la Causa para esta
comunidad? Dnde se mantienen Dionisio y Timoteo, ellos dos y todos aquellos
que potencialmente lean el texto dirigido por el uno al otro? Dnde se mantienen
con respecto a Dios, a la Causa? Dios reside en un lugar, dice Dionisio, pero no es
ese lugar. Acceder a ste no es todava contemplar a Dios. Tambin Moiss tiene
que retirarse. Recibe esa orden desde un lugar que no es un lugar, aun cuando uno
de los nombres de Dios puede a veces designar el lugar mismo. Como todos los
iniciados, tiene que purificarse, separarse de los impuros, apartarse de la
muchedumbre, unirse a la lite de los sacerdotes. Pero el acceso a ese lugar
divino no le da todava el paso a la Tiniebla mstica donde cesa la visin profana y
donde hay que callarse. Ah est por fin permitido y prescrito callarse cerrando los
ojos:
Esta [la Causa universal y buena] trasciende todas las cosas de forma
superesencial y no se manifiesta al descubierto y verdaderamente ms que
slo a aquellos que van ms all de toda consagracin ritual y de toda
purificacin, que superan todo ascenso a las cimas ms santas, que
abandonan todas las luces divinas, todas las palabras, y todas las razones
celestiales, para penetrar as en esta Tiniebla [...] As, a algo obedece el que el
divino Moiss reciba primero la orden de purificarse, despus la
de separarse de los impuros, que tras la purificacin oiga las trompetas de
mltiples sonidos, que vea fuegos numerosos cuyos innumerables rayos
expiden un vivo brillo, que, apartado de la muchedumbre, alcance entonces,
con la lite de los sacerdotes (ton ekktitn ieren), la cima de los ascensos
divinos. Sin embargo, en ese grado todava no est en relacin con Dios, no
contempla a Dios, pues Dios no es visible(atheatos gar), sino slo el lugar
donde Dios reside, lo cual significa, pienso, que en el orden visible y en el
orden inteligible losobjetos ms divinos y los ms sublimes no son ms que
las razones hipotticas de los atributos que convienen verdaderamente a
Aquel que es totalmente trascendente, razones que revelan la
1. Apartarse, separarse, retirarse con una lite: esta topolitologa del secreto
obedece en primer lugar a una orden. Moiss recibe en primer lugar la orden de
purificarse, despus la de separarse de los impuros. Esta orden no se distingue de
una promesa. Es la promesa misma. El saber del gran sacerdote que intercede, si
puede decirse as, entre dios y la santa institucin, es el saber de la promesa.
Dionisio lo precisa enLa jerarqua eclesistica a propsito de la oracin por los
muertos. Epaggelia significa a la vez el mandato y la promesa: Sabiendo que las
promesas divinas se realizarn infaliblemente (tas apseudeis epaggelias), de esta
manera ensea igualmente a todos los asistentes que los dones que l implora en
virtud de una santa institucin (kata thesmon ieron) sern concedidos plenamente a
quienes lleven una vida perfecta en Dios (564, p. 321). Ms arriba haba dicho
que el gran sacerdote conoca bien las promesas contenidas en las infalibles
Escrituras (561d).
Escritura para eludir sus promesas no son sino Santas alegoras (iera
synthemata) que se ha tenido la audacia de usar para representar a Dios
proyectando hacia fuera y multiplicando las apariencias visibles del misterio,
dividiendo lo que es nico y no compuesto, refigurando bajo formas mltiples
aquello que no tiene ni forma ni figura (kai typtika, kai polymorpha tn
amorphotn kai atyptn), de manera que aquel que pudiera ver la belleza oculta
dentro [de estas alegoras] las encontrara todas ellas msticas, conformes a Dios y
llenas de una gran luz teolgica (Carta IX, a Tito, 1.105b y ss., pp. 352 y ss.). Sin
la promesa divina, que es tambin una orden, el poder de estos synthemata no sera
ms que retrica convencional, poesa, bellas artes, literatura quizs. Bastara con
poner en duda esta promesa o con infringir la orden para ver abrirse, pero tambin
cerrarse sobre s mismo, el campo de la retoricidad, o de la literariedad, la ley sin
ley de la ficcin.
Como la promesa es tambin una orden, el velo retrico se convierte entonces en
un escudo poltico, en el lmite slido de una particin social, en
un schibboleth. ste se inventa para proteger el acceso a un saber que
permanece en s mismo inaccesible, intransmisible, inenseable. Esto inenseable,
sin embargo, se ensea, lo veremos, de otro modo. Este no-mathema puede y debe
llegar a ser un mathema.Recurro aqu al uso que hace Lacan de esta palabra en un
dominio que no deja de tener relacin, sin duda, con aquel. No hay que pensar,
precisa Dionisio, que las composiciones retricas se bastan a s mismas, en su
simple fenmeno. Son instrumentos, mediaciones tcnicas, armas, al menos armas
defensivas, escudos (probeblesthai) que garantizan esta ciencia inaccesible
(intransmisible, ms.), que la masa no debe contemplar en absoluto, para que los
ms santos misterios no se ofrezcan cmodamente a los profanos y no se desvelen
ms que a los verdaderos amigos de la santidad, puesto que slo ellos saben separar
los smbolos sagrados de toda imaginacin pueril... (1.105c, p. 353).
Otra consecuencia poltica y pedaggica, otro rasgo institucional: el telogo
debe practicar no un doble lenguaje sino la doble inscripcin de su saber. Dionisio
evoca aqu una doble tradicin, un doble modo de trasmisin (ditten paradosin):
por una parte, indecible, secreto, prohibido, reservado, inaccesible (aporreton)
o mstico (mystiken), simblico e inicitico, por otra parte, filosfico,
demostrativo(apodeiktiken), exponible. La cuestin es entonces evidentemente sta:
cmo se relacionan el uno con el otro estos dos modos? Cul es la ley de su
traduccin recproca o de su jerarqua? Cul sera su figura institucional o poltica?
Dionisio reconoce que cada uno de estos dos modos se entrecruza con el otro. Lo
inexpresable (arreton) se entrelaza o se entrecruza (sympleplektai) con lo
expresable (t ret).
A qu modo pertenece entonces este discurso, el de Dionisio, pero tambin el
que yo sostengo a propsito suyo? No tendr ste que sostenerse necesariamente
en ese lugar, que no puede ser un punto indivisible, donde se cruzan los dos modos,
de tal forma que el cruce mismo, o la symplok, no pertenezca propiamente a
ninguno de esos dos modos y sin duda preceda incluso su distribucin? En el cruce
del secreto y del no secreto, cul es el secreto?
En el lugar de cruce de esos dos lenguajes, de los que cada uno sostiene el
silencio del otro, un secreto debe y no debe dejarse divulgar. Puede, no puede. Hay
que no divulgar pero hay tambin que hacer saber o ms bien hacer saber ese hay
que, no hay que, hay que no.
Cmo no divulgar un secreto? Cmo no decir? Cmo no hablar? Sentidos
contradictorios e inestables dan a una cuestin como esa su oscilacin sin fin: qu
hacer para que el secreto permanezca secreto? Cmo hacerlo saber para que el
secreto del secreto -como tal- no permanezca secreto? Cmo evitar esta
divulgacin misma? Estas olas ligeras agitan la misma frase. Estable e inestable a la
vez, sta se deja llevar por los movimientos de lo que llamo aqu denegacin,
palabra que quisiera entender antes incluso de que se la site en un contexto
freudiano (cosa que quizs no es muy fcil y que supone al menos dos condiciones:
que los ejemplos tomados lleven a la vez ms all de la estructura predicativa y de
los presupuestos onto-teolgicos o metafsicos que seguiran sosteniendo los
teoremas psicoanalticos).
Hay un secreto de la denegacin y una denegacin del secreto. El secreto como
tal, como secreto, separa e instituye ya una negatividad, es una negacin que se
niega a s misma. Se de-niega. Esta denegacin no le sobreviene accidentalmente,
es esencial y originaria. Y en el como tal del secreto que se deniega porque se
aparece a s misma para ser lo que es, esta de-negacin no deja ninguna oportunidad
a la dialctica. El enigma del que hablo aqu de manera sin duda demasiado elptica,
demasiado concisa, dira Dionisio, pero tambin demasiado voluble es
laparticin del secreto (partage du secret). No slo el compartir el secreto con el
otro, mi compaero en una secta o una sociedad secreta, mi cmplice, mi testigo, mi
aliado. Sino en primer lugar el secreto partido en s mismo, su particin propia, lo
que divide la esencia de un secreto que no puede aparecer, y aunque no sea ms que
a uno solo, sino en cuanto comience a perderse, a divulgarse, as pues, a
disimularse, como secreto, mostrndose: a disimular su disimulacin. No hay
secreto como tal, lo deniego. Y esto es lo que confo en secreto a quienquiera que se
ale conmigo. ste es el secreto de la alianza. Si lo teolgico se insina ah
necesariamente, eso no quiere decir que el secreto sea teo-lgico. Pero hay alguna
vez eso, el secreto mismo, propiamente dicho? El nombre de Dios (no digo Dios,
pero cmo evitar decir aqu Dios desde el momento en que digo el nombre de
Dios?) no puede decirse ms que en la modalidad de esta denegacin secreta: sobre
todo no quiero decir eso.
II
Estamos todava en el umbral.
Cmo no hablar? How to avoid speaking? Por qu conducir ahora esta
cuestin hacia la cuestin del lugar? No estaba ah ya sta? Y no es siempre el
conducir volverse de un lugar a otro? Una cuestin no se mantiene fuera de lugar,
est concernida propiamente por el lugar.
En las tres etapas que nos esperan ahora, he credo deber privilegiar
la experiencia del lugar. Pero ya la palabra experiencia parece arriesgada. La
relacin con el lugar de la que vamos a hablar no tendr quizs ya la forma de la
una especie de referente absoluto, pero en primer lugar a la vez una orden y una
promesa. La causa, el don del don, la orden y la promesa son lo mismo eso mismo a
lo que o ms bien a Quien responde la responsabilidad de quien habla y habla
bien. Al final de Los nombres divinos, la misma posibilidad de hablar de los
nombres divinos y de hablar de ellos de modo adecuado le corresponde a Dios, a
Aquel que es la causa de todo bien, l que concede, primero, el poder de hablar y,
despus, de hablar bien (kai to legein kai to eu legein) (981c, p. 176). De acuerdo
con la regla implcita de este enunciado, se dir que es posible siempre llamar Dios,
nombrar con el nombre de Dios, a ese supuesto origen de todo habla, a su causa
exigida. La exigencia de su causa, la responsabilidad ante aquello de lo que es
responsable, pide lo que es pedido. Es, para el habla o para el mejor silencio una
peticin, la exigencia o el deseo, como se quiera, de lo que se llama tambin el
sentido, el referente, la verdad. Es esto lo que nombra siempre el nombre de Dios,
antes o ms all de los otros nombres: la huella de ese singular acontecimiento que
habr hecho posible el habla, antes incluso de que sta se vuelva, para responderle,
hacia esa primera o ltima referencia. Por eso el discurso apoftico tiene adems
que abrirse con una oracin que reconozca, asigne o asegure su destino: el Otro
como Referente de un legein que no es otro que su Causa.
Este acontecimiento siempre presupuesto, este singular haber tenido lugar, es
tambin, para toda lectura, toda interpretacin, toda potica, toda crtica literaria,
eso que se llama corrientemente la obra: al menos el ya-ah de una frase, la huella
de una frase cuya singularidad tendra que quedar irreductible, e indispensable su
referencia, en un idioma dado. Una huella ha tenido lugar. Incluso si la
idiomaticidad tiene necesariamente que perderse o dejarse contaminar por la
repeticin que le confiere un cdigo y una inteligibilidad, incluso si aquella no
ocurre ms que borrndose, si no sucede ms que borrndose, el borrarse habr
tenido lugar, aunque sea de ceniza. Hay ah ceniza.
Lo que acabo de evocar hace un instante parece que slo concierne a la
experiencia finita de obras finitas. Pero como la estructura de la huella es en
general la posibilidad misma de una experiencia de la finitud, la distincin entre
una causa finita y una causa infinita de la huella parece aqu, nos atrevemos a
decirlo, secundaria. Es ella misma un efecto de huella o de diffrance, lo cual no
quiere decir que la huella o ladiffrance (a propsito de la cual he intentado sealar
en otro lugar que era, en tanto que infinita, finita) [viii] tengan una causa o un origen.
As, en el momento en que surge la cuestin cmo no hablar? (how to avoid
speaking?), es ya demasiado tarde. No era ya cuestin de no hablar. El lenguaje ha
comenzado sin nosotros, en nosotros antes que nosotros. Es lo que la teologa llama
Dios y hay que, habr habido que hablar. Ese hay que es a la vez la huella de una
necesidad indenegable (otro modo de decir que no se puede evitar denegarla: no se
puede sino denegarla) y de una orden pasada. Ya desde siempre pasada, as pues, sin
presente pasado. Ha habido realmente que poder hablar para dejar venir la cuestin
cmo no hablar?. Venido del pasado, lenguaje antes del lenguaje, pasado que no
ha sido jams presente y que permanece, pues, inmemorable, ese hay que parece,
pues, sealar hacia el acontecimiento de una orden o de una promesa que no
pertenece a lo que se llama corrientemente la historia, el discurso de la historia o la
historia del discurso. Orden o promesa, este mandato (me) implica de modo
rigurosamente asimtrico antes incluso de que yo haya podido decir yo y firmar,
para reapropirrnela, para reconstituir la simetra, una tal provocacin. Eso no
atena en nada, todo lo contrario, mi responsabilidad. No habra responsabilidad sin
esa antelacin de la huella, y si la autonoma fuese primera o absoluta. La misma
autonoma no sera posible, ni el respeto de la ley (nica causa de ese respeto) en
el sentido estrictamente kantiano de estas palabras. Para eludir esta responsabilidad,
denegarla, intentar borrarla con un retroceso absoluto, me hace falta de nuevo o ya
refrendarla. Cuando Jeremas maldice el da en que ha nacido, [ix] tiene de nuevo o
ya que afirmar. Tiene ms bien que confirmar, con un movimiento que no es ms
positivo que negativo, segn la expresin de Dionisio, pues no depende de la
posicin (thesis) o de la Posicin (privacin, sustraccin negacin).
Por qu tres etapas? Por qu deber ahora proceder en tres tiempos?
Ciertamente no tengo inters en cumplir con algn deber dialctico. Se trata aqu de
un pensamiento esencialmente extrao a la dialctica, a pesar de fuertes apariencias,
incluso si las teologas negativas cristianas deben mucho a la dialctica platnica o
neoplatnica, e incluso si es difcil leer a Hegel sin tener en cuenta una tradicin
apoftica que no le era extraa (al menos por la mediacin de Bruno, y as, del
Cusano, del Maestro Eckart, etc.).
Los tres nempos o los tres signos que voy a encadenar ahora, como en una
narracin fabulosa, no constituyen los momentos o los signos de una historia. No
revelarn el orden de una teleologa. Por el contrario, se trata de cuestiones
desconstructoras en relacin a una teleologa como esa.
Tres tiempos o tres lugares en todo caso para evitar hablar de una cuestin que
yo sera incapaz de tratar, para denegarla de alguna manera, o para hablar de ella sin
hablar de ella, en un modo negativo: qu hay de la teologa negativa y de sus
fantasmas en una tradicin de pensamiento que no sera ni griega, ni cristiana?
Dicho de otra forma, qu pasa con los pensamientos judo y rabe a este
respecto? [x] Por ejemplo, y en todo lo que voy a decir, un cierto vaco, el lugar de
un desierto interior, har resonar quizs esta cuestin. Los tres paradigmas que
tendr que situar demasiado deprisa (pero un paradigma es muchas veces un modelo
de construccin) rodean un espacio de resonancia del que nunca se dir nada, casi
nada.
A
El primer paradigma sera griego.
Muy rpidamente le doy nombres, propios o no: Platn y los neoplatonismos,
el epekeina tes ousias de La Repblica, la Khora del Timeo.El movimiento que,
en La Repblica, lleva epekeina tes ousias, ms all del ser (o de la entidad,
importante cuestin de traduccin en la que no puedo detenerme aqu), abre
indudablemente una inmensa tradicin. Se pueden seguir sus trayectos, sus giros y
sus sobredeterminaciones hasta en lo que va a ser inmediatamente el segundo
paradigma, las apfasis cristianas las de Dionisio en particular. Se ha escrito mucho
acerca de esta filiacin y de sus lmites, pero no es ese mi tema. Como no es
cuestin de que en los minutos de que dispongo me dedique a un trabajo
microlgico, ni siquiera de que resuma lo que intento en otro lugar, en este
momento, en seminarios o textos en preparacin, me contentar con algunos rasgos
esquemticos. Los escojo desde el punto de vista nuestro aqu, el de la cuestin
cmo no hablar? tal como he empezado a determinarla: cuestin del lugar como
lugar de la escritura, de la inscripcin, de la huella. Y a falta de tiempo, tendr que
aligerar mi intervencin: ni largas citas, ni literatura secundaria. Pero eso no har
menos problemtica, como veremos, la hiptesis de un texto desnudo.
En el texto platnico y en la tradicin que ste seala, habra que distinguir, me
parece, entre dos movimientos o dos trpicas de la negatividad. Dos estructuras que
seran radicalmente heterogneas.
Sin poder entrar aqu en las lecturas que exige y que ha provocado ya este texto
inmenso, sealar dos puntos que me interesan en este contexto.
Por una parte, cualquiera. que sea la discontinuidad marcada por ese ms
all (epekeina) con respecto al ser, al ser del ente o de la entidad (tres hiptesis
distintas, sin embargo), este lmite singular no da lugar a determinaciones
simplemente neutras o negativas sino a unahiperbolizacin de aquello mismo ms
all de lo cual el Bien deja pensar, conocer y ser. La negatividad sirve al
movimiento en hyper que la produce, la atrae o la dirige. Ciertamente el Bien no es,
en ese sentido de que no es el ser o el ente, y toda gramtica ontolgica debe tomar
respecto a l una forma negativa. Pero sta no es neutra. No oscila entre el ni estoni aquello. Obedece en primer lugar a una lgica del sobre,del hyper, que anuncia
todos los superesencialismos de las apfasis cristianas y todos los debates que se
desarrollan ah (por ejemplo, la crtica de Dionisio por santo Toms que le
reprochar el que site Bonum antes o por encima de Ens o Esse en la jerarqua de
los nombres divinos). Esto mantiene entre el ser y (lo que es) el ms all del ser una
relacin lo bastante homognea, homloga o anloga como para que lo que exceda
el lmite pueda dejarse comparar con el ser, aunque sea en la figura de la hiprbole,
pero sobre todo para que lo que es o es conocidodeba a ese Bien su ser y su serconocido. Esta continuidad analgica permite la traduccin, y comparar el Bien con
el sol inteligible, y despus a ste con el sol sensible. El exceso de este Bien que
(es) kyperekhon, su trascendencia lo sita en el origen del ser y del conocimiento.
Esa trascendencia permite dar cuenta, hablar a la vez de lo que es y de lo que es el
Bien. Las cosas cognoscibles no slo obtienen del Bien la facultad de ser conocidas,
sino tambin el ser (einai), la existencia o la esencia (ousia), incluso si el Bien no
depende de la ousia (ouk ousias ontos tou agathou), sino de algo que
sobrepasa (hyperekhontos) con
mucho
al
ser
en
dignidad,
en
antigedad (presbeia) y en potencia (alleti epekeina tes ousias presbeia kai
dynamei hyperekhontos, 509b). La excelencia no es lo bastante extraa al ser o a la
luz como para que el exceso mismo no pueda ser descrito en los trminos de lo que
aquel excede. Cuando, un poco ms arriba, se alude a un tercer gnero (triton
genos) que parece desorientar el discurso, porque no sera ni lo visible, ni la vista
-ola visin-, se trata precisamente de la luz (507e), producida a su vez por el sol,
hijo del Bien (ton tou agathou ekgonon) que el Bien ha engendrado a su propia
semejanza (on tagathon agennesen analogon). Esta analoga entre el sol sensible y
el sol inteligible permitir confiar en la semejanza entre el Bien (epekeina tes
ousias) y aquelloa lo que ste da nacimiento el ser y el conocimiento. El discurso
negativo sobre lo que se mantiene ms all del ser y aparentemente no soporta ya
los predicados ontolgicos no interrumpe esta continuidad analgica. En verdad la
supone, incluso se deja guiar por ella. La ontologa sigue siendo posible y necesaria.
Se podran percibir los efectos de esta continuidad analgica en la retrica, la
gramtica y la lgica de todos los discursos sobre el Bien y el ms all del ser.
Por otra parte, inmediatamente despus del pasaje sobre lo que (es) epekeina
tes ousias y hyperekhon, Glaucn se dirige o finge dirigirse a Dios, al dios del sol,
Apolo: Oh Apolo, qu divina hiprbole (daimonias hyperboles: qu exceso
demonaco o sobrenatural)!. No recarguemos demasiado esta invocacin o este
dirigirse a Dios en el momento de hablar de lo que excede el ser. Parece que est
hecha ligeramente, de forma un poco graciosa (gelois), como para escandir la
escena con una respiracin. Pero la destaco por razones que van a aparecer
enseguida, cuando la necesidad que toda teologa apoftica tiene de empezar por un
dirigirse a Dios se convierta en algo completamente diferente de una retrica de
teatro: como que tendr la gravedad de una oracin.
Por qu he sealado inmediatamente la alusin al tercer gnero destinado a
representar un papel de mediacin analgica, el de la luz entre la vista y lo visible?
Porque ese esquema de lo tercero concierne tambin al ser, en El Sofista (243b). De
todas las parejas de opuestos se puede decir que cada trmino es. El ser (einai) de
este es representa un tercero ms all de los otros dos (triton para ta duo ekeina). Y
es indispensable para el entrelazamiento (symplok) o el entrecruzamiento
dialctico de las formas o de las ideas en un logos capaz de acoger lo otro. Tras
haber planteado la cuestin del no-ser que sera en s mismo
impensable (adianoeton), inefable (arreton), impronunciable(aphtegkton), extrao
al discurso y a la razn (alogon) (238c), se llega a la presentacin de la dialctica
misma. Pasando por el parricidio y el asesinato de Parmnides, aquella acoge el
pensamiento del no-ser como otro y no como nada absoluto o simple contrario del
ser (256d, 259c). As se confirma que no podra haber discurso absolutamente
negativo: un logos habla necesariamente de algo, no puede evitar hablar de algo, es
imposible que no se refiera a nada (logon anagkaion, otamper , tinos einai logon,
m d tinos adunaton, 262e).
necesaria indiferencia: para recibir todo y para dejarse marcar o afectar por lo que
se inscribe en ella, hace falta que permanezca sin forma y sin determinacin
propias. Pero que sea amorfa (amorphon, 50d) no significa ni falta ni privacin
Nada negativo ni nada positivo. Khora es impasible, pero no es ni pasiva ni activa.
Cmo hablar de ella? Cmo no hablar de ella? Singularidad que interesa aqu
a nuestro contexto, esta imposibilidad de hablar de ella y de darle un nombre
propio, lejos de reducir al silencio, dicta todava, a causa o a pesar de la
imposibilidad, un deber: hay que hablar de ella y para eso hay una regla. Cul? Si
se quiere respetar esta singularidad absoluta de la khora (no hay ms que
una khora incluso si sta puede ser pura multiplicidad de lugares), hay que
llamarla siempre de la misma forma. No darle el mismo nombre, como dice una
traduccin francesa, sino llamarla, dirigirse a ella de la misma forma (tauton auten
aei prosreteon, 49b). No es una cuestin de nombre propio, sino ms bien de
apelacin, una manera de dirigirse. Proser: me dirijo, le dirijo la palabra a alguien,
y a veces: adoro la divinidad; prosrema, la palabra dirigida a alguien; prosresis, el
saludo con que se llama. Llamndolo siempre de la misma manera -y esto no se
limita al nombre, hace falta una frase-, se respetar la unicidad absoluta de
la khora. Para obedecer a esta conminacin sin orden ni promesa y que siempre ha
tenido ya lugar, se debe pensar aquello que, mantenindose ms all de todos los
filosofemas dados habr dejado sin embargo una huella en la lengua, por ejemplo, la
palabra khora en la lengua griega, tal como aquella est presa en la red de sus
sentidos usuales. Platn no tena otra palabra. Con ella se dan tambin posibilidades
gramaticales, retricas, lgicas y as tambin filosficas. Por muy insuficientes que
stas sigan siendo, estn dadas, marcadas ya por esa huella inaudita, prometidas a
ella, que no ha prometido nada. Esta huella y esta promesa se inscriben siempre en
el cuerpo de una lengua, en su lxico y en su sintaxis, pero se la debe poder
reencontrar, de nuevo como nica, en otras lenguas, otros cuerpos, otras
negatividades tambin.
B
La cuestin es ahora la siguiente: qu pasa entre, por una parte, una
experiencia tal como sta la experiencia de la khora que no es sobre todo una
experiencia si se entiende por esta expresin una cierta relacin con la presencia o
con la presencia del presente en general, y, por otra parte, lo que se llama la va
negativa en su momento cristiano?
este Bien se le llama informe (como a la khora), esta vez es l el que da forma:
Pero si el Bien es trascendente a todo ser, como en efecto es el caso, hay que decir
entonces que es lo informe lo que da forma, que es aquel que permanece en s sin
esencia el que es el colmo de la esencia, y la realidad sin vida, vida suprema
[...] (Nombres divinos, 697a, p. 96). Este Bien inspira toda una ertica, pero
Dionisio nos previene: hay que evitar que se tome la palabra eros sin aclarar su
sentido, su intencin aqu. Hay que partir siempre del sentido intencional y no de la
verbalidad (708bc, pp. 104 y 105). [...] que no se imagine que vamos contra la
Escritura al venerar este vocablo de deseo amoroso(ers) (ibd). Incluso le ha
parecido a algunos de nuestros autores sagrados que deseo amoroso (ers) es un
trmino ms digno de Dios que amor caritativo (agap). Pues el divino Ignacio ha
escrito: Es el objeto de mi deseo amoroso a quien han crucificado (709ab, p.
106). Los santos telogos le atribuyen el mismo valor, el mismo poder de
unificacin y de conjuncin a eros y a agap, cosa que la masa comprende con
dificultad ya que asigna el deseo al cuerpo, a la particin, a la fragmentacin (ibd.).
Esta ertica conduce y reconduce, pues, al Bien, circularmente, es decir, hacia
aquello que se sita mucho ms all del ser considerado en s y del no-ser (716d,
p. 111). En cuanto al mal, no pertenece ni al ser ni al no-ser, pero est ms
separado del Bien que el no-ser mismo, pues es de otra naturaleza y est ms
privado de esencia que aquel (ibd.). Cul es el ms de ese menos con
respecto a lo que es ya sin esencia? El mal es todava ms sin esencia que el Bien.
Que se saque, si es posible, toda la consecuencia de esta singular axiomtica. De
momento no es ese mi tema.
Entre el movimiento teolgico que habla de y se inspira en el Bien ms all del
ser o de la luz, y la va apoftica que excede el Bien, hace falta un pasaje, una
trasferencia, una traduccin. Una experiencia debe guiar todava la apfasis hacia la
excelencia, no dejarle que diga cualquier cosa, evitar que manipule sus negaciones
como discursos vacos y puramente mecnicos. Esta experiencia es la de la oracin.
La oracin no es aqu un prembulo, un modo accesorio del acceso. Aquella
constituye un momento esencial, ajusta la ascesis discursiva, el paso por el desierto
del discurso, la aparente vacuidad referencial que no evitar el mal delirio y la
palabrera a no ser comenzando por dirigirse al otro, a ti. Pero a ti como Trinidad
superesencial y ms que divina.
En las experiencias y las determinaciones tan mltiples de lo que se llama la
oracin distinguir al menos dos rasgos. Los aslo aqu, aun a costa de descuidar
todo lo dems, para aclarar mi tema. 1. Tendra que haber en toda oracin un
dirigirse al otro como otro, y dira, con riesgo de parecer chocante, a Dios por
ejemplo. El acto de dirigirse al otro como otro debe ciertamente orar, es decir, pedir,
suplicar, requerir. Poco importa qu y la pura oracin no pide al otro nada sino que
ste la oiga, la reciba, le est presente, que sea el otro como tal, don, llamada y
causa misma de la oracin. Este primer rasgo caracteriza, pues, un discurso (un acto
Pues es hacia ella adonde tenemos ante todo que hacer elevar nuestras
oraciones, como hacia el principio del bien, y, acercndonos a ella lo ms
cerca, recibir la iniciacin de los dones perfectamente buenos que residen en
ella. Pues si es verdad que est presente en todo ser, en cambio no todo ser
reside en ella. Pero suplicndole con muy santas oraciones, con una
inteligencia exenta de confusin y de la forma que conviene a la unin
divina, tambin nosotros residiremos en ella. Pues su residencia no es local
de tal forma que cambiara de lugar y pasara de uno a otro. Pero decir que es
totalmente inmanente a todo ser es permanecer ms ac de esa infinidad que
supera y contiene todas las cosas [680b, pp. 89 y 90].
El principio del bien est ms all del ser pero trasciende tambin el bien (680b).
Dios es el bien que trasciende el bien y el ser que trasciende el ser. Esta lgica es
la del sin que evocbamos hace un momento en las citas del Maestro Eckart que
cita a san Agustn (Dios es sabio sin sabidura, bueno sin bondad,
potente sin potencia) o a san Bernardo (Amar a Dios es un modo sin modo). En
la negatividad sin negatividad de estos enunciados sobre una trascendencia que no
es nada diferente y completamente diferente de lo que ella trasciende podramos
reconocer un principio de desmultiplicacin de las voces y de los discursos, de
desapropiacin y de reapropiacin de los enunciados, pareciendo los ms lejanos los
ms prximos y recprocamente. Un predicado puede siempre esconder otro
predicado, o la desnudez de una ausencia de predicado, como el velo de un vestido
-a veces indispensable- puede a la vez disimular y hacer visible a quello mismo que
disimula -y hace atractivo por eso mismo-. As, la voz de un enunciado puede
esconder otra, a la que aquella parece entonces citar sin citarla, presentndose ella
misma como otra forma, o una cita de la otra. De ah la sutileza pero tambin los
conflictos, las relaciones de fuerza, las aporas incluso de una poltica de la doctrina,
quiero decir de la iniciacin o de la enseanza en general, y de una poltica
institucional de la interpretacin. El Maestro Eckart, por ejemplo (pero qu
ejemplo!), saba algo de esto. Incluso sin hablar de los argumentos que tuvo que
desplegar contra sus jueces inquisidores (Ellos tachan de error todo lo que no
comprenden...), la estrategia de sus sermones pona en juego esta multiplicidad de
voces y de velos que l superpona o sustraa como pelajes y mondaduras,
tematizando y explorando l mismo una quasimetfora hasta ese extremo despojo
del que jams se est seguro si deja ver la desnudez de Dios o si deja or la propia
voz del Maestro Eckart. Quasi stella matutina, que proporcion tantos pretextos a
los jueces de Colonia, pone en escena a veinticuatro maestros(Liber 24
philosophorum del pseudo-Hermes Trismegisto), reunidos para hablar de Dios.
Eckart elige una de sus afirmaciones: Dios est necesariamente por encima del
ser... (got etwaz ist, daz von nt ber wesene sin muoz). Al hablar as de aquello
de lo que habla uno de estos maestros, comenta con una voz de la que nada permite
decidir ya que no sea la suya. Y en el mismo movimiento cita a otros maestros,
cristianos o paganos, grandes maestros o maestros subalternos (kleine meister). Uno
de ellos parece decir: Dios no es ser ni bondad (Got enist niht wesen noch
gete). La bondad est ligada al ser y no es ms amplia (breiter) que el ser, pues si
no hubiese ser, no habra bondad y el ser es todava ms puro que la bondad. Dios
no es ni bueno, ni mejor, ni el mejor. El que dijese que Dios es bueno hablara tan
mal como quien dijese que el sol es negro (I, p. 102). (La Bula de condenacin
menciona slo en apndice este pasaje, sin concluir que Eckart lo haya enseado
verdaderamente.) La teora de los arquetipos que constituye el contexto de este
argumento atena su carcter provocador: Dios no comparte ninguno de los modos
de seres con los dems seres (divididos por estos maestros en diez categoras), pero
no est sin embargo por eso privado de ninguno de ellos (er entbirt ir ouch
keiner).
Pero he aqu lo que dice un maestro pagano: que el alma que ama a Dios lo
capta bajo el pelaje de la bondad (nimet in under dem welle der gete), pero la
razn o la racionalidad (Vernunftlichkeit) quita ese pelaje y capta a Dios en su
desnudez (in blz). Est entonces desvestido (entkleidet), despojado de bondad, de
ser y de todos los nombres. Eckart no contradice al maestro pagano, no lo aprueba
tampoco. Advierte que, a diferencia de los santos maestros, el pagano habla
segn la luz natural. Despus, con una voz que parece ser la suya, diferencia, no
me atrevo a decir que dialectiza, la proposicin anterior. En las lneas que me
apresto a citar, un cierto valor de desvelamiento, de puesta al desnudo, de verdad
como lo ms all del vestido, parece que orienta, al final del final y a fin de cuentas,
toda la axiomtica de esta apfasis. Sin duda no puede hablarse aqu, con todo rigor
de valor y de axiomtica puesto que lo que ordena y regula el proceso apoftico
excede justamente el bien o la bondad. Pero s hay una regla o una ley: hay que ir
ms all del velo o del vestido. Es arbitrario seguir llamando verdad o superverdad
a ese desvelamiento que no sera quizs ya desvelamiento del ser? O a la luz,
tambin, que no sera ya claro del ser? No lo creo. He aqu el texto:
Luz y verdad, esas son las palabras de Eckart. Quasi stella matutina es eso, y es
tambin una topologa (altura y proximidad) de nuestra relacin con Dios. Como
el adverbio quasi estamos al lado del verbo que es la verdad:
Qu es lo que ocurre?
Despus de haber rezado (escribe l, leemos nosotros), presenta su oracin. La
cita, y yo acabo de citar su cita. La cita en lo que es propiamente un apstrof a su
destinatario, Timoteo. La teologa mstica le est dedicada a l, debe conducirlo,
para iniciarlo, por los caminos hacia los que Dionisio mismo ha rezado a Dios para
que le conduzca, a ellos ms literalmente, le dirija, en lnea
recta (ithunon). Pedagoga, pues, mistagoga, psicagoga: el gesto de conducir o
dirigir la psych del otro pasa aqu por el apstrofe. Aquel que pide ser conducido
por Dios se vuelve un instante hacia otro destinatario para conducirlo a su vez. No
es que se desve simplemente de su primer destinatario que es en verdad la primera
Causa de su oracin y que ya la conduce. Es incluso porque no se desva de Dios
por lo que puede volverse hacia Timoteo y pasar de un dirigirse al otro sin
cambiar de direccin.
La escritura de Dionisio, la que actualmente creemos leer o leemos con vistas a
creer, se mantiene en el espaciamiento de este apstrofque desva el discurso en
la misma direccin entre la oracin misma, la cita de la oracin y el dirigirse al
discpulo, dicho de otra manera al mejor lector, al lector que debera dejarse
conducir para hacerse mejor, a nosotros que actualmente creemos leer este texto. No
a nosotros tal como somos actualmente, sino tal como deberamos ser, en nuestra
alma, si leemos este texto como debera ser ledo, rectamente, en la buena direccin,
correctamente: segn su oracin y su promesa. Nos ruega tambin que leamos
correctamente, segn su ruego, su oracin. Y nada de todo esto sera posible sin la
posibilidad de la cita (ms generalmente de la iteracin) y de un apstrofe que
permita hablar a varias personas a la vez. A ms de a un otro. La oracin, la cita de
la oracin y el apstrofe, de un a ti a otro, tejen as el mismo texto, por heterogneas
que parezcan aquellas. Hay texto porque hay esta iteracin. [xv] Pero entonces,
dnde tiene lugar este texto? Tiene un lugar, actualmente? Y por qu no se puede
separar ah la oracin, la cita de la oracin y el dirigirse al lector?
La identidad de este lugar, y en consecuencia de este texto, y en consecuencia
de su lector, se instituye a partir del porvenir de lo que se promete por medio de la
promesa. La venida de este porvenir tiene una procedencia, es el acontecimiento de
esta promesa. A diferencia de lo que pareca pasar en la experiencia del lugar
como khora la apfasis se pone en movimiento, se inicia, en el sentido de la
iniciativa y de la iniciacin, a partir del acontecimiento de una revelacin que es
tambin una promesa. sta pertenece a una historia; ms bien abre una historia y
una dimensin antropoteolgica. El guin de unin une la escritura nueva aadida
a la que dict Dios mismo (861b, p. 91), seala el lugar mismo de ese aadido. Ese
lugar mismo est asignado por el acontecimiento de la promesa y la revelacin de la
Escritura. Slo es el lugar a partir de lo que habr tenido lugar, segn el tiempo y la
historia de ese futuro anterior. El lugar es un acontecimiento. En qu condiciones
se encuentra uno en Jerusaln, nos preguntbamos hace un momento, y dnde se
encuentra el lugar que se llama as? Cmo medir la distancia que nos separa de l o
que nos acerca a l? sta es la respuesta de Dionisio quien cita la Escritura en La
jerarqua eclesistica: No os alejis de Jerusaln, sino esperad la promesa del
Padre que habis odo de mi boca, y segn la cual seris bautizados por el Espritu
Santo (512c p. 303). Situacin de esta palabra que sita un lugar: aquel que ha
trasmitido la promesa (Jess, divino fundador de nuestra propia jerarqua) habla
de Jerusaln como del lugar que tiene lugar a partir del acontecimiento de la
promesa. Pero el lugar as revelado sigue siendo el lugar de la espera, a la espera de
la realizacin de la promesa. Entonces tendr lugar plenamente. Ser plenamente
lugar.
As, un acontecimiento nos prescribe la apfasis buena y justa: cmo no hablar.
Esta prescripcin es a la vez revelacin y enseanza de las Santas Escrituras, el
architexto antes de todo aadido suplementario:
[...] con respecto a la Deidad superesencial y secreta, hay que evitar toda
palabra, todo pensamiento temerario (ou tolmeteon eipein, oute men
ennoesai), fuera de lo que nos revelan divinamente las Santas
Escrituras (para ta theoeids emin ek tn iern login ekpephasmena). Pues
es la Deidad misma la que, en esos textos sagrados, ha manifestado por s
misma qu convena a su Bondad [Los Nombres divinos, 588c, p. 69; la
cursiva es ma].
(592b, p. 71). En una palabra, aprendemos a leer, a descifrar la retrica sin retrica
de Dios, y finalmente a callarnos.
Entre todas estas figuras de lo no figurable est la figura del sello. No es una
figura entre otras, como que refigura la figuracin de lo no figurable mismo y este
discurso sobre la impresin parece desplazar la tipografa platnica de
la khora. Esta ltima daba lugar a inscripciones, a typoi, para las copias de los
paradigmas. Aqu la figura del sello, que sella tambin una promesa, vale para todo
el texto de la creacin. Traslada un argumento platnico, uno de los dos esquemas
que he intentado distinguir hace un momento, a otro orden. Dios es a la vez
participable y no participable. El texto de la creacin sera como la inscripcin
tipogrfica de lo no participable en lo participable:
[...] como del punto central de un crculo participan todos los radios que
constituyen el crculo, y como las mltiples impresiones(ektypomata) de un
sello (sphragidos) participan del original, el cual es inmanente enteramente y
de forma idntica en cada una de las imprecisiones, sin fragmentarse de
ninguna manera. Pero la imparticipabilidad (amethexia) de la Deidad, causa
universal, trasciende adems todas esas figuras (paradeigmata) [644ab, p.
83].
El alma, que ejerce su poder en el ojo, permite ver lo que no es, lo que no est
presente acta en el no-ser y sigue a Dios que acta en el no-ser. Guiado por
esta psych, el ojo atraviesa as el umbral del ser hacia el no ser para ver aquello
que no se presenta. Eckart lo compara con una criba. Las cosas deben pasar por la
criba (gebiutelt) (O.C., p. 103). No es una figura entre otras, sino que expresa la
diferencia entre el ser y el no-ser, la discierne, la deja ver, pero como el ojo mismo.
No hay texto, sobre todo no hay sermn, no hay predicacin posible, sin la
invencin de un filtro como se.
C
As pues, haba decidido no hablar de la negatividad o de los movimientos
apofticos en las tradiciones juda o rabe. Por ejemplo. Dejar vaco ese sitio
inmenso, y sobre todo lo que en l puede ligar tal nombre de Dios al nombre del
Lugar, quedarse as en el atrio, no es eso una apfasis lo ms consecuente posible?
Aquello de lo que no se puede hablar, no resulta mejor callarlo? Os dejo responder
a esa cuestin. sta se confa siempre al otro.
Mi primer paradigma fue griego, el segundo cristiano, sin dejar de seguir siendo
griego. El ltimo no sera ni griego ni cristiano. Si no temiese abusar de vuestra
paciencia, recordara sin embargo lo que en el pensamiento de Heidegger podra
asemejarse a la herencia ms cuestionadora, la repeticin a la vez ms audaz y ms
libre de las tradiciones que acabo de evocar. Tendr que atenerme a algunos puntos
de referencia.
6). Hay que distinguir entre la ontologa o la teiologa por una parte y la teologa
por otra. [xvi] La primera concierne al ente supremo, al ente por excelencia,
fundamento ltimo o causa sui en su divinidad. La segunda es una ciencia de la fe o
de la palabra
divina, tal como
sta se manifiesta en la
revelacin (Offenbarung). Heidegger parece distinguir adems entre la
manifestacin o la posibilidad que tiene el ser de revelarse (Offenbarkeit) y, por
otra parte, la revelacin (Offenbarung) del Dios de la teologa. [xvii]
Tras estas distinciones se esconden inmensos problemas. Se pueden seguir en
Heidegger los hilos que hemos reconocido ya: la revelacin, la promesa o el
don (das Geben, die Gabe, el es gibt que desplazan progresivamente y
profundamente la cuestin del ser y lo que fue su horizonte trascendental en Sein
und Zeit, el del tiempo) [xviii] o tambin eso que se traduce a veces de forma tan
problemtica como acontecimiento, Ereignis. Me limitar a la cuestin que impone
mi ttulo: cmo no hablar? how to avoid speaking? Ms precisamente: cmo no
hablar del ser? Cuestin en la que subrayar tanto l valor de
evitamiento (avoiding), como el del ser para atribuirles una dignidad pareja, una
especie de esencialidad comn, cosa que no dejar de tener sus consecuencias. Son
esas consecuencias lo que me interesa.
Qu significa aqu el evitamiento? Tiene ste, y refirindonos siempre al ser o
a la palabra ser, el modo que le hemos reconocido en las teologas apofticas?
Seran stas para Heidegger ejemplos de la aberracin o del crculo cuadrado, a
saber, filosofas cristianas, o incluso onto-teologas vergonzosas? Depende el
evitamiento de la categora o del diagnstico de la denegacin (Verneinung), en un
sentido determinado esta vez por una problemtica freudiana (sobre todo no digo
eso)? O aun: con respecto a las tradiciones y los textos que acabo de evocar,
especialmente los de Dionisio, y de Eckart, [xix] se mantiene Heidegger en una
relacin de evitamiento?, pero entonces, qu abismo designara esa simple
palabra?
(Esto por no decir nada., una vez ms, de las msticas o de las teologas de
tradicin juda, rabe u otra.)
En dos ocasiones, en contextos y sentidos diferentes, Heidegger ha propuesto
explcitamente evitar (hay denegacin en este caso?) la palabra ser. Precisemos:
no evitar hablar del ser, sino evitar utilizar la palabra ser. Precisemos: no evitar
el mencionarlo, como diran ciertos tericos de los speech acts que distinguen
entre mention y use, sino el utilizarlo. Lo que propone explcitamente, pues, no es
evitar hablar del ser, ni siquiera evitar mencionar, de alguna manera, la palabra ser,
sino evitar utilizarlo normalmente, si se puede decir as, sin .comillas ni tachadura.
Y en los dos casos, nos podemos temer, lo que se pone en juego es grave, por ms
que parezca reducirse a la sutil fragilidad de un artificio terminolgico, tipogrfico,
Sin embargo, para pensar la apariencia negativa de esta tachadura, para acceder
al origen de la negatividad, de la negacin y del nihilismo, y as, quizs, del
evitamiento, habra, pues, que pensar el lugar de la nada. Cul es el lugar de la
nada (der Ort des Nichts)?, acababa de preguntarse Heidegger. Y ahora precisa: la
nada tambin tendra que ser escrita, es decir, pensada. Como el ser, tendra
tambin que leerse y escribirse bajo tachadura: Wie das Sein, so msste auch das
Nichts geschrieben und d. h. gedacht werden.
que habra tenido que no escribir, a saber, una teologa abierta, dominada, invadida
por la palabra ser?
Heidegger ha escrito, con y sin (without) la palabra ser, una teologa con y sin
Dios. Ha hecho eso de lo que dice que habra que evitar hacer. Ha dicho, escrito,
dejado escribir eso mismo que dice querer evitar. No ha sido sin dejar una huella de
todos esos pliegues. No ha sido sin dejar aparecer una huella de eso, una huella que
no es quizs la suya, pero que es casi la suya. No, sin, casi, he aqu tres adverbios.
Casi. Ficcin o fbula, todo ocurre como si yo hubiese querido, en el umbral de esta
conferencia, preguntar qu quieren decir estos tres adverbios, e incluso de dnde
vienen.
P.S.: Todava unas palabras para acabar, y os pido perdn. No estoy seguro de
que se trate slo de retrica. Pero concierne de nuevo a la extraa modalidad
discursiva o ms bien a ese paso de escritura (pas dcriture), ese pasar o este
esquivar de Heidegger. Qu hace? En suma dice a los estudiantes: si yo tuviese que
escribir una teologa (he pensado mucho en eso pero no lo he hecho y s que no lo
har jams), no dejar venir (vorkommen) ah esa palabra ser. sta no encontrara
su sitio, no tendra derecho a l en un texto como se. Esta palabra, yo la menciono
aqu, pero no la he dejado venir, no ha podido figurar en toda mi obra ms que no
hacindolo, puesto que siempre he dicho que el ser no es (el ente, pues) y
que siempre se habra tenido que escribir bajo tachadura, regla que no he
observado siempre de hecho, pero que habra tenido que respetar en principio y de
derecho desde la primera palabra, desde el primer verbo. Entendedme bien: una
tachadura que sobre todo no tendra nada de negativo! Y todava menos de
denegativo! Etc.
Cul es, pues, la modalidad discursiva de este paso de escritura y de este
abismo de denegacin? Y en primer lugar es una modalidad, una simple modalidad
entre otras posibles o bien un resorte casi trascendental de la escritura? No
olvidemos que se trata en primer lugar de una declaracin oral, consignada despus
de memoria por Beda Allemann. Ciertamente Heidegger ha aprobado este protocolo
pero haciendo notar que no se haba trasmitido la atmsfera de la conversacin, y
por otra parte tampoco lo habra hecho un estenograma completo: ninguna
escritura habra podido trasmitir lo que se haba dicho all.
Lo que se dijo all se diriga a colegas y a estudiantes, a discpulos en el sentido
amplio de esta palabra. Como el dirigirse de Dionisio, en su apstrofe a Timoteo,
este texto tiene una virtud pedaggica o psicaggica. No permanece, como texto
(escrito u oral, importa poco) ms que en esta medida: repeticin o iterabilidad en
un camino aggico.
1. Quin no ha asumido nunca como tal, reivindicndolo explcitamente con ese nombre,
en singular, el proyecto de to teologa negativa, sin someterlo y subordinarlo, sin pluralizarlo
al menos? A propsito de este ttulo, la teologa negativa, cabe hacer otra cosa que denegar?
Jean Luc Marion discute la legitimidad de ese ttulo no slo para el conjunto de la obra de
Dionisio, cosa evidente, sino incluso para los lugares en que se trata de teologas negativas
en plural (tines of kataphatikai theologiai, tines apophatikai) en el captulo 3 de La teologa
mstica.A propsito de lo que se ha convenido en llamar teologa negativa, Jean Luc
Marion seala: Que sepamos, Dionisio no emplea nada que pueda traducirse por teologa
negativa. Si habla de teologas negativas, en plural, no las separa de las teologas
afirmativas con las que aquellas mantienen la relacin que se ha descrito aqu (vase TM,
111, 1.032 ss.), Lidole et la distance, Grasset, 1977, pp. 189 y 244.
[ii]
As lo fue en lugares y contextos diversos. Slo citar uno con objeto de poder precisar un
punto y, quizs, responder a una objecin que tiene el mrito de no ser estereotipada. En La
diffrance (1968, recogido en Marges de la philosophie, Minuit 1976, p. 6): Hasta el punto
de que los giros, los perodos, la sintaxis, a los que tendr que recurrir con frecuencia, se
asemejarn, a veces hasta llegar a confundir, a los de la teologa negativa. Ha habido ya que
sealar que la diffrance no es, no existe, no es un ente-presente (on), cualquiera que ste sea;
y nos vamos a ver llevados a sealar tambin todo lo que ella no es, es decir, todo; y, por
consiguiente, que no tiene ni existencia ni esencia. Ella no depende de ninguna categora del
ente, sea ste presente o ausente. Y sin embargo, lo que as se seala de la diffrance no es
teolgico, no pertenece. siquiera al orden ms negativo de la teologa negativa, puesto que sta
se ha ocupado siempre en destacar, Como se sabe, una supra-esencialidad por encima de las
categoras finitas de la esencia y la existencia, es decir, de la presencia, y ha insistido siempre
en recordar que si el predicado de la existencia se le rehsa a Dios, eso es as para reconocerle
un modo de ser superior, inconcebible, inefable. Tras haber citado esta ultima frase, Jean Luc
Marion objeta (Lidole et la distance, Grasset, 1977, p. 318): Qu quiere decir aqu se
sab? Hemos visto que, precisamente, la teologa llamada negativa, en su fondo [cursiva ma,
J.D.], no apunta al restablecimiento de una superesencialidad, puesto que no apunta ni a la
predicacin ni al ser, cmo, a fortiori, podra tratarse de existencia y de esencia en Dionisio,
que habla todava un griego lo suficientemente originario como para no ver ni la idea ni el
empleo de aquellas?. He aqu, demasiado brevemente, algunos elementos de respuesta. 1. Al
hablar de presencia o de ausencia, de existencia o de esencia, pretenda slo precisar, de forma
cursiva, las diferentes categoras o modalidades de la presencia en general, sin referencia
histrica precisa a Dionisio. 2. Cualquiera que sea la historicidad completa y muy enigmtica
de la distincin entre esencia y existencia, no estoy seguro de que sea simplemente ignorada
por Dionisio: cmo asegurarse de la ausencia de tal distincin en una lengua griega
cualquiera que sea? Qu es un griego lo suficientemente originario para eso? 3. Qu quiere
decir aqu en su fondo y que la teologa negativa en su fondo no apunta a restablecer una
superesencialidad? En primer lugar, es difcil, Y Marion lo sabe mejor que nadie, contar
como un accidente o una apariencia la referencia a esa superesencialidad que tenga un papel
mayor, insistente, literal, en tantos y tantos textos de Dionisio -y de otros que citar ms
delante-. Adems, ms all de esta evidencia, la nica a la que he tenido que referime en una
conferencia que no estaba dedicada a la teologa negativa y que ni siquiera nombraba a
Dionisio, es necesario elaborar un discurso interpretativo tan interesante y tan original como el
de Marion, en el cruce, en la estela, a veces ms all de pensamientos como los de Heidegger,
Urs non Balthasar, Levinas y algunos otros, para poder distinguir el fondo (pensamiento del
don, de la paternidad, de la distancia, de la alabanza, etc.) de lo que en la llamada teologa
negativa parece seguir estando muy lleno de superesencialidad. Pero sin poder desarrollar
aqu este tercer punto, volver a ello ms abajo, al menos en principio y de manera oblicua.
[iii]
[iv]
Quasi stella matutina, en Sermons, trad. Jeanne Ancelet-Hustache, Seuil, p. 101. Todas
mis citas remitirn a esa traduccin, a la que aado a veces algunas palabras del texto original.
[v]
Procedencia de la llamada: Jerusaln. Sanford Budick acababa de llamar. Tena que inscribir
un ttulo en el programa del coloquio, aunque fuese un ttulo provisional. Debo asociar a este
recuerdo de una llamada telefnica el de un telegrama. Proceda tambin de Jerusaln, estaba
ya firmado por Sanford Budick, que estaba preparando entonces el volumen aparecido despus
sobre Midrash and Literature (Yale University Press). Acababa de enterarse de que yo haba
dado en Seattle, en el curso de un coloquio dedicado a Paul Celan, lo que llamaba l una
lecture on circumcision, y me peda: Could we have portion of that lecture or some other
piece you would be willing to give us however short Stop midrash soon going to press.
*
[vii]
Est alusin remita a un seminario sobre Jeremas que acababa de tener lugar en Jerusaln
(Institute for Advanced Studies) poco antes de este coloquio, en una buena medida, con los
mismos participantes. Acerca de lo que una cuestin (aunque sta sea la piedad del
pensamiento) debe ya implicar en ella, y que no pertenece ya al cuestionamiento mismo,
cf. De lesprit, Heidegger et la question, Galile, 1987, pp. 147 y ss.
[x]
[xiii]
Citado por Jean Luc Marion en El dolo y la distancia, p. 249. Remito aqu a este trabajo,
y especialmente a su captulo La distancia del Requisito y el discurso de alabanza: Dionisio.
Tengo que confesarlo, no haba ledo este libro en el momento de escribir esta conferencia.
Este libro se public sin embargo en 1977 y su autor me lo haba enviado amistosamente.
Desanimado o iritado por algunos signos de incomprensin reductora o de injusticia que haba
credo advertir inmediatamente con respecto a m, comet el error de no proseguir mi lectura y
de dejarme as desviar por ese aspecto muy secundario (a saber, su relacin con mi trabajo) de
una obra, cuya fuerza y cuya necesidad percibo mejor hoy, tras la relectura de Dionisio y la
preparacin de esta conferencia. Lo cual no significa por mi parte un acuerdo sin reservas.
Como los lmites de esta publicacin no me permiten explicarme sobre eso, dejo la cosa para
ms tarde. Sin embargo, las pocas lneas en las que distingo entre oracin y alabanza han sido
aadidas con posterioridad, como las referencias a Dieu sans ltre, al desarrollo que haba
consagrado a la oracin en la conferencia pronunciada en Jerusaln. Lo he hecho en respuesta
y en homenaje a Jean Luc Marion que me parece que deja entender aqu demasiado deprisa
que el paso a la alabanza es el paso mismo a la oracin, o que entre las dos hay una
O.C. p. 240.
[xv]
59. En el captulo anterior, Nihilismus, nihil und Nichts, Heidegger define la esencia del
nihilismo (al que no habra escapado Nietzsche): no tomarse en serio la cuestin de la nada,
el esencial no-pensar en la esencia de la nada, das wesenhafte Nichtdenken an das Wesen
des Nichts (pp. 53 y 54).
[xvii]
Es gibt die zeit es gibt das Seind, dice Zeit und Sein en 1962. No se trata de invertir
una prioridad o un orden lgico, y de decir que el don precede al ser. Pero el pensamiento del
don abre el espacio en el que el ser y el tiempo se dan y se dejan pensar. No puedo abordar
aqu esas cuestiones a las que consagr, en los aos setenta, un seminario en la cole Normale
Suprieure y en la Universidad de Yale (Dar el tiempo) y que orientan expresamente todos
los textos que he publicado desde 1972 aproximadamente.
[xix]
Heidegger cita a veces al Maestro Eckart. Con frecuencia es a propsito del pensamiento
de la cosa. Como dice el viejo Maestro de la lectura y de la vida, slo en lo no-hablado de su
lenguaje (del de las cosas) Dios es Dios (la cursiva es ma, Der Feldweg, 1950; trad. esp. A.
Leyte, Anthropos, 64, p. 57). Es siempre a propsito de la cosa como Heidegger asocia el
nombre de Dionisio (a quien no cita en ninguna otra parte que yo sepa) al de Eckart: Tambin
el maestro Eckart emplea la palabra dinc tanto para Dios como para el alma. [...] Con eso
estemaestro del pensamiento [la cursiva es ma] no quiere decir de ninguna manera que Dios
y el alma sean semejantes a las piedras: a objetos materiales. Dinc es aqu una denominacin
prudente y reservada para aquella que, de una manera general, es. Es as como el Maestro
Eckart, apoyndose en un pasaje de Dionisio Areopagita, dice: diu miune ist der natur, daz si
deu menschen wandelt in die dinc, die er minnet (elamor es de tal naturaleza que transforma
al hombre en las cosas que ste ama). [...] Como el Maestro Eckart, Kant habla de la cosas y
entiende por esta palabra aquello que es. Pero, para Kant, aquello que es se convierte en objeto
de la representacin (Gegenstand des Vorstellens)(Das Ding, en Vortrge und Aufstze, p.
169). Cito esta ltima frase porque no carece de relacin con la razn por la que, como
veremos, Heidegger tacha la palabra ser. En cuanto al concepto de Gemt en Heidegger, y en
una tradicin que lleva, entre otros, a Eckart, cf. De lsprit, Heidegger et la question, p. 125
y passim.
[xx]
Por medio de un gesto anlogo pero sin duda radicalmente diferente, es el nombre de Dios
el que Jean Luc Marion inscribe bajo una cruz en Dieu sans ltre, cruzando Dios con la
cruz que no lo revela ms que en la desaparicin de su muerte de su resurreccin (pp. 152 y
153). Otro pensamiento del don y de la huella, teologa que se pretende rigurosamente
cristiana, oponindose a veces a los pensamientos ms prximos, el de Heidegger en
particular. Estas preguntas podran anudarse en una cuestin tpica, de apariencia modesta: el
nombre de Dios que se cruza porque se crucifica, depende del Ser? No estamos diciendo Dios
en general o pensamiento a partir de lo divino, en consecuencia tambin a partir del
Cuadrante: estamos hablando del que se cruza con una cruz porque se revela mediante su
crucifixin, el Dios revelado por medio de, en y como el Cristo; dicho de otro modo, el Bien
de una teologa rigurosamente cristiana (p. 107). Al poner una cruz sobre Dios ms bien
que sobre el Ser, Marion pretende sustraer el pensamiento del don, o ms bien de
la huella del don, pues se trata tambin y de nuevo de un pensamiento de la huella del
Cuadrante heideggeriano: Dios da. La donacin en cuanto que deja adivinar cmo eso da,
una donacin, ofrece la nica huella accesible de Aquel que da. El Ser/ente, como toda cosa, si
se presta a ser considerado como una donacin puede dejar adivinar la huella de otro don. Lo
nico que importa aqu es el modelo del don que se admite -apropiacin o distancia-. En el
primero, naturalmente, no podra intervenir la instancia de Dios puesto que el dar est incluido
en el Cuadrante. [...] Queda por entrever, si no con Heidegger, al menos en su lectura y, si
realmente hace falta, contra l, que Dios no depende del Ser/ente e incluso que el Ser/ente
depende de la distancia (pp. 153 y 154). Este pensamiento de la huella es, pues, tambin, el
pensamiento de una distancia irreductible a la diferencia ontolgica.
[xxi]
Cf. entre otros muchos lugares, la primera pgina de Die Sprache im Gedicht. Eine
Errterung con Georg Trakls Gedicht, Unterwegs zur Sprache.
[xxii]