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> Editorial
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> La misin jesuita en Japn y China durante los siglos XVI y XVII,
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Sergio Paterna
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Editorial
Este primer nmero de Asiadmica, revista universitaria de estudios sobre Asia Oriental se ve,
ahora que sale a la luz, marcado por un contexto especfico de novedad y relativa escasez documental en el mbito espaol que la llama a la necesidad de entender. Asiadmica est convocada a corresponder con el clamo de una sociedad y una academia que consideran imprescindible cualquier
aproximacin que genere un conocimiento capaz de satisfacer la sed que provoca el recientemente
desatado inters en un mbito generalista por los pases de la regin de Asia Oriental: China, Japn
y Corea. Asiadmica nace entonces cargada con una responsabilidad aadida, y sin tratar de desmarcarse de lo que considera una causa tenaz y ambiciosa, querra plantearse ahora que todava es
joven sobre dos pilares que la determinen dentro del panorama editorial: la humildad y la inversin
en el autor.
Los estudios sobre Asia Oriental ya cuentan con publicaciones acadmicas de referencia tambin en
el mbito universitario espaol, como por ejemplo (y mencionamos por proximidad) los Interasia
Papers del centro alma mater de Asiadmica, la Universitat Autnoma de Barcelona. Lo que queremos conseguir con Asiadmica es proponer un enfoque complementario a estas publicaciones,
acercando la voz del alumno y colocndola en sintona con el experimentado investigador, situando
en perspectiva al estudiante que combina inters, ilusin y herramientas todava al rojo vivo para
generar en movimiento ascendente un conocimiento cualitativo, autocrtico y que pretende combinar el saber adquirido con una voz nueva que busca todava su tono afinado.
Asiadmica es el fruto de un exhaustivo trabajo en conjunto que ahora slo concluye su fase inicitica, la gestacin de la criatura. Un ao de trabajo buscando colaboradores, intercambiando ideas,
definiendo el proyecto, atendiendo a consejos y manteniendo siempre la determinacin de confiar
en una iniciativa que nos cargaba de ganas e ilusin. Es largo y duro el camino del editor novel, pero
han sido muchas las voces de apoyo y siempre ha estado alta la confianza que desde la redaccin
tenamos en esta idea. Asiadmica tena que salir adelante, como pioneros sentamos que debamos aprovechar la oportunidad de poder marcar escuela desde un principio, ahora que la tierra es
frtil y est hmeda, para poner la primera piedra para que quienes vengan detrs puedan tomar
el relevo. Entendemos Asiadmica como un proyecto que mira al futuro casi ms que al presente, y
que tiene ganas de ensanchar sus fronteras en busca de nuevos puertos sobre los que poder hacer
escala en su viaje circular sin fecha de retorno.
En este primer nmero tenemos una serie de artculos que funcionan como exponentes de qu
mbitos queremos que toque Asiadmica, como la historia, la lingstica, la antropologa social y
cultural, y la literatura, sin que esta lista sirva como excluyente. A modo de introduccin, Ferran
Prez nos acercar a la comunidad asitico-americana y los movimientos sociales de la dcada de
1960. Sergio Paterna introducir la nocin del keigo y sus implicaciones lingsticas a nivel sociocultural. El anlisis de la pelcula El camino a casa de Zhang Yimou, por Isma Ruiz, rotar sobre el eje
del Maosmo y la educacin. Jonathan Lpez-Vera ofrece un minucioso estudio histrico de las misiones jesuitas en Japn y China durante el siglo s.XVI y XVII, y Jordi Serrano presentar su hiptesis
de la dicotoma personaje brillante-personaje eclipsado en la elaboracin de personajes en la obra
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del escritor Yukio Mishima. Tambin contamos con la excepcional colaboracin de dos excelentes
docentes e investigadores, el profesor Sean Golden y el profesor Gregor Benton, cuyos artculos se
centrarn en la naturaleza del estudio de rea propiamente dicho.
Al principio del editorial hacemos referencia a las responsabilidades de la revista, pero ahora nos
gustara rescatar el motivo esencial que nos llev a impulsar Asiadmica: el deseo de concentrar
el esfuerzo y el gusto por la investigacin de aquellos temas que nos suscitan un fuerte inters intelectual, la excusa para poner empeo en trabajar con pasin en motivos que tengan raz en una
fascinacin personal, y que puestos desde la perspectiva del estudio analtico acadmico, puedan ir
moldendose hacia la exposicin del conocimiento.
Asiadmica en ltima estancia aspira a que el estudiante encuentre y transforme su inters en un
camino hacia la construccin del estudio y la confeccin del saber.
Agradecimientos
Los editores de Asiadmica queremos expresar nuestro agradecimiento a los compaeros articulistas que se han animado a colaborar en este ambicioso proyecto, Ferran Prez, Sergio Paterna e Isma
Ruiz, que con ilusin y confianza en los valores que Asiadmica representa han invertido tiempo y
tinta para proporcionar un trabajo del que se sintieran orgullosos.
Queremos agradecer con vehemencia los excelentes artculos cedidos por los profesores Sean
Golden y Gregor Benton, que sin dudas ni condiciones confiaron en la revista slo con nuestra ambicin como garanta. Su entusiasmo y sincero crdito al proyecto redobl en nuestros nimos por
hacer Asiadmica posible.
Tambin agradecer el apadrinamiento del coordinador del Grado en Estudios de Asia Oriental de la
Universitat Autnoma de Barcelona, Joaqun Beltrn, que con sus clidas palabras de introduccin
nos espolea a continuar con fuerza esta empresa tan prometedora.
Damos las gracias tambin a todos aquellos que se sintieron interesados por el proyecto, pero que
por otros motivos no han logrado conseguir el tiempo para involucrarse completamente en la revista. Agradecer por ltimo el soporte moral del profesorado del Departament de Traducci i Interpretaci de la Universitat Autnoma de Barcelona, que slo ha tenido palabras de aliento durante
el largo proceso de incubacin de este primer nmero de Asiadmica.
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Prlogo:
Asiadmica, una nueva voz
Dr. Joaqun Beltrn Antoln
Hace diez aos nadie en nuestro contexto poda imaAntroplogo social, profesor y
coordinador de Estudios de Asia Oriental,
ginar la situacin en la que ahora nos encontramos,
Facultat de Traducci i dInterpretaci,
afrontando una crisis regional en el centro de los
Universitat Autnoma de Barcelona,
pases industriales avanzados. La periferia del cenInvestigador Principal del grupo de
tro, es decir, el sur de Europa, Islandia, Irlanda, y los
investigacin Interasia,
pases de Europa Oriental recin integrados al marco
director de la Biblioteca de China
de la Unin Europea, se encontraban en una situacontempornea de Edicions Bellaterra,
cin de crecimiento econmico espectacular que fue
y director de la Fundacin Instituto
acompaado, en algunos de ellos, por el fin del seConfucio de Barcelona
cular atraso sobre conocimientos especficos de Asia
Oriental. La economa manda: una vez existe prosperidad, entonces se dedican medios a lo anteriormente ignorado, a la cultura. Asia Oriental, aunque
todava de un modo marginal y minoritario, pas en cierto modo del tradicional olvido a ser una
zona estratgica para la produccin del conocimiento de vanguardia.
En el ao 2002 se solicit poner en marcha, por primera vez en Espaa, estudios superiores dedicados a Asia Oriental y la licenciatura de segundo ciclo de Estudios de Asia Oriental fue aprobada
oficialmente el 28 de marzo de 2003 por el Real Decreto 360/2003, comenzando su andadura el
curso 2003-2004 en las universidades Autnoma de Madrid, Autnoma de Barcelona-Pompeu Fabra y un ao despus de forma virtual en la universidad privada UOC. La Universidad Autnoma
de Barcelona se haba adelantado a esta oferta mediante un ttulo propio de Graduado Superior
en Estudios Internacionales e Interculturales con un itinerario dedicado a Asia Oriental (2000). La
obligada adaptacin de los estudios superiores al espacio comn europeo, el denominado proceso
Bolonia, supuso la transformacin de la licenciatura de segundo ciclo en un grado de cuatro aos
que se puso en marcha el curso 2009-2010. Una vez ms, la UAB lider este avance conservando
esa denominacin para el grado que al final del presente curso (2012-2013) tendr la primera promocin de graduados y graduadas y por fin estaremos a la altura de otros pases europeos con una
larga tradicin de estudios de grado en Asia Oriental.
Asiadmica es una original y bienvenida iniciativa de los y las estudiantes del grado de Estudios
de Asia Oriental que esperamos se consolide con el paso del tiempo. Una nueva voz necesaria en
el mbito de la difusin del conocimiento sobre Asia Oriental. Los proyectos de publicaciones acadmicas en castellano sobre este rea regional todava son escasos y de una calidad muy variable.
Las pioneras Estudios de Asia y frica (1966) del Colegio de Mxico y el Boletn de la Asociacin
Espaola de Orientalistas (1975) de la Universidad Autnoma de Madrid, se han caracterizado por
una amplia cobertura en sus contenidos, es decir, no estaban centradas especficamente en Asia
Oriental. En la dcada de 1990 la Revista Espaola del Pacfico (1991) de la Asociacin Espaola de
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Las formas fluidas de la creencia en un Dios propio podran [...] dar como resultado
una separacin subjetivamente deseada y realizada de poderes dentro del reino de lo
absoluto que se opone a las pretensiones de exclusividad de las religiones monotestas
[...] El ejemplo de Japn deja claro que la tolerancia sincretista se ha extendido imperceptiblemente a travs del espacio de una religiosidad que flota libremente (que, si se ha
notado en absoluto, se ha tratado, al menos en Europa, con un mayor o menor grado de
desprecio). Pero adems, tambin ha impregnado formas institucionales, donde funciona
de una forma perfectamente natural. Los japoneses no tienen ninguna dificultad en absoluto en visitar a un santuario sintosta en determinadas pocas del ao, casarse segn los
ritos cristianos y ser enterrados por un monje budista. El hecho de que esto nos sorprende
es el producto de nuestro horizonte monotesta de una relacin mongama de Dios (No
tendrs dioses ajenos delante de m!). Esto es muy ajeno no slo al eclecticismo religioso
predominante en Japn, sino [al eclecticismo predominante] tambin en Asia Oriental en
general. Peter Berger, el socilogo de la religin, informa que segn el filsofo japons
Nakamura, Occidente ha sido responsable por dos errores bsicos. Uno es el monotesmo
hay un solo Dios y el otro es el principio de contradiccin de Aristteles algo es A o no
A. En Asia, toda persona inteligente le dir que l sabe muy bien que hay muchos dioses y
que las cosas pueden ser a la vez A y no A [...]. (Beck 2010; Mathewes 2006)
Las perspectivas distintas de Euroamrica y de Asia Oriental y las consecuencias de estas diferencias para la percepcin, la cognicin y el razonamiento son los objetos de un estudio internacional
coordinado por Richard E. Nisbett, un reconocido experto en la psicologa cognitiva, que sostiene
que la cognicin humana no es igual en todas partes, que los asiticos y los occidentales han mantenido sistemas de pensamiento muy distintos durante miles de aos, y que estas diferencias son
cientficamente medibles (Nisbett 2003). El primatlogo Frans de Waal explica como los expertos
japoneses reconocieron mucho antes que sus colegas euroamericanos la existencia de cultura, de
comunicacin y de organizacin social entre los grandes primates (bonobos, chimpancs, gorilas y
orangutanes) y los trataron como individuos con identidad y personalidad propias. Durante mucho
tiempo las revistas cientficas euroamericanas se resistieron a publicar los resultados de los estudios
japoneses debido a un rechazo ideolgico que de Waal atribuye a la diferencia entre las creencias
judeocristianas, por un lado, que no admitan que un animal compartiera caractersticas humanas, y las creencias shint, por otro, que mantenan un continuo entre el mundo animal y el
mundo humano (de Waal 2001, 2002). Hace tiempo que Lynn Townsend White propuso la hiptesis de una influencia fundamental del imaginario judeocristiano en la explotacin anti-ecolgica
del medioambiente por parte de Occidente que encuentra sus orgenes en el libro de Gnesis y
su mitologa de la Creacin (White 1967). Como proceso preparatorio para aproximarse al pensamiento chino en sus propios trminos, el filsofo David L. Hall y el sinlogo Roger T. Ames han hecho
una minuciosa desconstruccin de la evolucin de los conceptos bsicos de la filosofa pos-Socrtica
que revela hasta qu punto lo universal del pensamiento occidental ha sido y sigue siendo el
resultado contingente de una tradicin histrica, poltica y social especficamente europea (Hall y
Ames 1995).
Otro ejemplo de categorizacin y clasificacin de los distintos valores de distintas sociedades a escala mundial se encuentra en el ndice de dimensiones culturales de Geert Hofstedte
(<www.geerthofstede.nl>), que define cultura as:
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[...] Todas las personas comparten una naturaleza humana comn. Nuestra naturaleza humana compartida es intensamente social: somos animales del grupo. Utilizamos el lenguaje y la empata, la colaboracin prctica y la competencia entre grupos. Pero las reglas no
escritas de la forma en que hacemos estas cosas varan de un grupo humano a otro. Cultura es como llamamos a estas reglas no escritas sobre cmo ser un buen miembro del
grupo. La cultura proporciona las normas morales sobre cmo ser un miembro de un grupo
vertical; define el grupo como un crculo moral. Inspira a los smbolos, hroes, rituales,
leyes, religiones, tabes, y todo tipo de prcticas, pero su esencia se esconde en los valores
inconscientes que cambian a un ritmo mucho ms lento que el de las prcticas. Tendemos
a clasificar a los grupos diferentes a la nuestra como inferior o (rara vez) superior. [...] En
nuestro mundo globalizado la mayora de nosotros podemos pertenecer a varios grupos
al mismo tiempo. Pero para hacer las cosas, todava debemos cooperar con miembros de
otros grupos con sus propias culturas. Habilidades en la cooperacin entre culturas son
vitales para nuestra supervivencia comn. [] Las dimensiones de las culturas no existen
en un sentido tangible. Son construcciones. [...] La cultura en s es una construccin, los
valores tambin. [...] La investigacin realizada [...] ha demostrado que las culturas nacionales difieren en particular, por lo general de manera inconsciente, a nivel de los valores de
la mayora de la poblacin. Los valores, en este caso, son las preferencias generales de un
estado de cosas sobre los dems. [...] Las dimensiones Hofstede de las culturas nacionales tienen sus races en nuestros valores inconscientes. Dado que los valores se adquieren
en la infancia, las culturas nacionales son muy estables en el tiempo; cambiar los valores
nacionales es una cuestin de generaciones. Lo que vemos cambiar alrededor de nosotros,
en respuesta a las circunstancias cambiantes, son las prcticas: smbolos, hroes y rituales;
dejando intactos los valores subyacentes. Esta es la razn por la cual las diferencias entre
pases a menudo tienen una continuidad histrica notable. (Hofstedte 2012a)
Como consecuencia de su investigacin, Hofstedte define seis dimensiones culturales: la relacin
con el poder, el individualismo versus el colectivismo, las relaciones entre los gneros, la reaccin
ante la incertidumbre, la planificacin a largo o a corto plazo, y el actitud hacia el gozo y los placeres.
Los valores que distinguen unos pases [] de otros se clasifican en cuatro grupos estadsticamente. Se trata de cuatro reas de problemas antropolgicos que las diferentes sociedades nacionales manejan de manera diferente: formas de hacer frente a la desigualdad,
formas de hacer frente a la incertidumbre, la relacin del individuo con su grupo principal,
y las implicaciones emocionales de haber nacido como una nia o como un nio. Estos se
convirtieron en las dimensiones Hofstede de la cultura nacional: distancia del poder, aversin a la incertidumbre, individualismo versus colectivismo, y masculinidad versus feminidad. [] La distancia del poder es el grado en que los miembros menos poderosos de las
organizaciones e instituciones (como la familia) aceptan y esperan que el poder este distribuido de manera desigual. [] Aversin a la incertidumbre se refiere al nivel de tolerancia
que una sociedad tiene de la incertidumbre y de la ambigedad. [] El individualismo, por
un lado, frente a su opuesto, el colectivismo, es el grado en que los individuos se integran
en grupos. En el lado individualista, nos encontramos con sociedades en las que los lazos
entre los individuos estn sueltos: se espera que todo el mundo cuida de s misma y de su
familia inmediata. En el lado colectivista, nos encontramos con sociedades en las que las
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mentes de sus ciudadanos el complejo de valores que todava se reconocen hoy en da: la
centralizacin impuls una gran distancia del poder y el fuerte control ejercido por las leyes
foment la aversin a la incertidumbre. El imperio chino tambin conoci la centralizacin,
pero careca de un sistema fijo de las leyes: se rega por los hombres en lugar de por las leyes. Hoy en da en los pases que experimentaron el dominio chino, la mentalidad impulsada por el imperio se refleja en la gran distancia del poder, pero en una media o dbil aversin a la incertidumbre. La parte germnica de Europa, incluyendo Gran Bretaa, nunca
tuvo xito en el establecimiento de una autoridad central comn duradera y los pases que
heredaron sus civilizaciones muestran menor distancia del poder. [] Las puntuaciones de
los pases en las seis dimensiones estn estadsticamente correlacionadas con una multitud de otros datos acerca de los pases. Por ejemplo, la distancia del poder se correlaciona
con el uso de la violencia en la poltica interna y con la desigualdad de ingresos en un pas.
Control de la incertidumbre est asociado con el catolicismo romano y con la obligacin
legal en los pases desarrollados para que los ciudadanos posean una tarjeta de identidad.
El individualismo se relaciona con la riqueza nacional y con la movilidad entre las clases sociales de una generacin a la siguiente. La masculinidad versus la feminidad se correlacion
negativamente con el porcentaje de mujeres en los gobiernos elegidos democrticamente.
Orientacin a largo plazo se correlaciona con los resultados escolares en las comparaciones
internacionales. Tolerancia se correlaciona con la libertad sexual y una llamada a los derechos humanos como la libertad de expresin de opiniones. (Hofstedte 2012b)
La Figura 1 muestra los resultados de los estudios hechos por Hofstedte para China, Espaa y los
EEUU.
Figura 1. Comparacin de dimensiones culturales entre China, Espaa y EEUU. Fuente: Hofstedte 2012c.
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Las divergencias entre China y los EEUU vuelven a ser muy significativos en las dimensiones de distancia del poder (muy grande en China, mucho menos en EEUU), del individualismo (muy grande
en EEUU, muy reducido en China), de la orientacin a largo plazo (muy notable en el caso chino,
escaso en el caso estadounidense) y de la tolerancia versus la represin (China mucho ms reprimida en comparacin con EEUU). Espaa queda otra vez en medio entre los dos extremos, excepto
en los casos de masculinidad versus feminidad (donde Espaa registra un ndice inferior a China
y EEUU, que quedan bastante igualados entre s) y de aversin a la incertidumbre (donde Espaa
queda muy por encima de China y EEUU, y la sociedad china consta como ms atrevida an que la
estadounidense).
Karl Polanyi propuso en 1944 que la modernidad europea era un fenmeno contingente de la historia europea, e incluso que fue la causa de las grandes catstrofes econmicas y blicas del siglo XX
(Polanyi 1944). Teodor Adorno y Max Horkheimer encontraron como algo inherente en la Ilustracin euroamericana la conversin de la racionalidad en un racionalismo instrumental con efectos
nefastos para la sociedad moderna (Adorno y Horkheimer 1979, 2009). Zygmunt Bauman vincula la
modernidad con el Holocausto (Bauman 1989, 2000b). Reinhold Niebuhr cuestion la fe euroamericana en esta modernidad y hoy en da David Brooks utiliza las ideas de Niebuhr para explicar lo
que l denomina el siglo de la segmentacin:
En 1949, Reinhold Niebuhr public un libro titulado Faith and History [Fe e Historia]. Niebuhr parla de una religin secular que fue especialmente fuerte en los aos posteriores a la
Segunda Guerra Mundial. Fue la fe de que las fuerzas histricas lograran poco a apoco la
unificacin de la humanidad. Mucha gente crea que los viejos nacionalismos se desvaneceran. Tecnologas de transporte y las comunicaciones uniran a la gente. Los valores convergeran. Esta fe optimista centraba muchos proyectos de la posguerra, en primer lugar
las Naciones Unidas y luego la Unin Europea. La idea era crear organismos multilaterales
que aceleraran el proceso de convergencia, armonizacin y paz. Desgraciadamente, esta
convergencia moral, cultural y poltica no ocurri. En las dcadas posteriores, la gente de
diferentes naciones, incluso las personas dentro de una misma nacin, se diverga tanto
como converga. [...] Europa sigue sufriendo el mismo problema que la ha atormentado durante el ltimo medio milenio. Hay demasiados pases en un espacio demasiado pequeo.
No hay tendencias histricas o esquemas tecnocrticos que estn alterando ese defecto
de base. El mayor problema es, cmo har frente el mundo a su propia segmentacin?
Cmo se puede gobernar en medio de la divergencia? Si las organizaciones multilaterales
no pueden unificar a las naciones, simplemente recorremos a una era de hegemonas
regionales -o el caos? El primer paso, sin duda, es el abandono de las ilusiones de la convergencia y de los esquemas basados en ellas. En 1949, Niebuhr puso en duda la creencia
ingenua de que la historia conduce hacia la unidad. Cit el libro de los Salmos: El que
mora en los cielos se reir; el Seor se burlar de ellos. (Brooks 2012; Niebuhr 1949)
En Adam Smith en Pekn. Orgenes y fundamentos del siglo XXI, Giovanni Arrighi enfatiza las divergencias entre los modelos de desarrollo econmico, las bases ideolgicas y los relatos histricos subyacentes en China y en Euroamrica (Arrighi 2007a, 2007b), como parte de un ms amplio
proyecto comparatista de la historia del Este y del Oeste (Arrighi, Hamashita y Selden 2003,
2003b; Arrighi, Hui, Hung y Selden 2003), en el contexto del cual Mark Elvin y Timothy Brook, entre
otros, analizan los supuestos divergentes de los relatos occidentales y orientales y los parmetros
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de la reconfiguracin del orden mundial que viene (Elvin 2008, Brook y Blue 2002, Brook y Luong
1999; Chow 2002).
Todos estos estudios que destacan divergencias fundamentales entre la cosmovisin chino y la cosmovisin euroamericana son sntomas de la posmodernidad, de la problematizacin de la fe en
la certeza que acompaaba la revolucin cientfica de la fase newtoniana y de la razn universal
pos-Socrtica defendida por la Ilustracin euroamericana. La problematizacin inspirada por estas divergencias es un intento de evitar tanto los etnocentrismos como el recurso a marcos tericos
sean sinocntricos o sean eurocntricos que distorsionan en vez de clarificar, un intento que requiere una capacidad de leer entre lneas. Tal capacidad debera basarse en el conocimiento de
causa o, como mnimo, en la capacidad de identificar fuentes fiables de informacin, de anlisis y de
interpretacin. Un incidente que recont Edgar Snow de una entrevista suya con Zhou Enlai
a principios de los aos sesenta del siglo pasado puede servir de ejemplo de la problemtica. Snow
critic lo que l entendi como propaganda y exageracin de los logros del comunismo en la prensa
china de la poca. Cit un titular que elogi una fbrica que haba superada su cuota de produccin
y dijo que el constante elogi de los logros del comunismo no era convincente para el lector occidental. Zhou le corrigi. Dijo que Snow no haba aprendido todava cmo leer un peridico chino:
si se elogiaba una fbrica porque superara su cuota no era porque la fbrica en cuestin era tpica
sino todo lo contrario que era la nica fbrica que haba alcanzado su cuota. En vez de elogi, para
los entendidos aquel titular era una crtica del sistema (Snow 1963)2.
Una nueva generacin de historiadores occidentales facilita la capacidad de entender mejor las
referencias y los referentes chinos en sus propios trminos. Timothy Brook, Patricia Ebrey, Mark Elvin, Valerie Hansen, Eric Hayot, Mark Edward Lewis y Haun Saussy ofrecen unos nuevos marcos tericos y paradigmas desde aproximaciones interdisciplinarias y comparatistas para aproximarse a los
temas chinos, incluyendo el estudio de campos poco desarrollados en el pasado, como la familia y
las relaciones de gnero3, el medioambiente4, la cultura popular o el papel de los pueblos no chinos
en el desarrollo del modelo imperial chino5. Al mismo tiempo, una nueva generacin de intelectuales chinos, muchos de ellos con formacin en universidades de Euroamrica y, por lo tanto, al da
con los marcos tericos y paradigmas occidentales, como Rey Chow, Hu Angang, Kam Louie, Lydia
H. Liu, Shih Shumei, Wang Hui, Wang Shaoguang o Zhang Longxi, entre otros, analizan e interpreten estos mismos marcos y paradigmas desde una perspectiva china y ofrecen alternativas (vase
las referencias bibliogrficas para una generosa seleccin de las obras de todos estos autores).
2 Timothy Weston y Lionel Jensen ofrecen buenos ejemplos de cmo entender la prensa china (Jensen y Weston 2007;
Weston y Jensen 2012; vase tambin Poch 2009).
3 Vase Saussy 1999; Ebrey 2002, 2009; Hansen 2000; Louie 2009, 2011.
4 Vase Elvin 2004 (el primer estudio en profundidad de la historia ecolgica de la China desde la antigedad y hasta el
ao 1900), Economy 2005, Murray y Cook 2004.
5 Vase Hansen 2000, Brook 2008.
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Chinatowns, unlike the residential concentrations of overseas Chinese in other parts of the world
and they had no church, unlike South Asians in the UK, whose coincidence of religion and ethnicity
consolidated their communities. The Chinese became more an ethnic category than a community.
And since ethnic awareness and solidarity is essential for pan-ethnic awareness to become a possibility, Chinese participated exceedingly rarely in efforts by other peoples, non-white and white, to
establish to establish pan-ethnic movements.
There were exceptions. In the early twentieth century, Chinese from the colonies arrived in Britain to
work or study. Their experience of racial discrimination at home and anger at British actions in China
led many to join anti-colonial movements, which were ethnically mixed and internationalist in spirit,
and internationalism must surely count as one of the great inter-ethnic syncretisms of modern times. Eugene Chen (from Trinidad), fluent in English and used to a multicultural environment, linked
up with activists from Africa and Asia; he later became Sun Yat-sens advisor on foreign advisors,
and Chinas Foreign Minister. Sam Chen (from Jamaica) spearheaded the Chinese seafarers alliance
with British unions. But on the whole, this did not happen. For most of the time, Chinese workers
and petty traders had no common venues, either with black or South Asian workers or with whites,
or even among themselves, as Chinese, for that matter. One might also argue that they cherished a
sense of their own cultural superiority over other races, and this too inclined them to stay aloof. But
the main reason for their aloofness, and for their striving after invisibility, was racist persecution and
exclusion. Just as in North America, this exclusion was not just by majority whites but also by other
migrants, notably the Irish, who identified Chinese as the weakest group and strove to cast them to
the bottom of the social heap, a place previously occupied by the Irish themselves.
This racist exclusion persists even now, though not in the same form. Today, the Chinese are called
a model minority, like American Asians. But the term has the same defects and reactionary implications in Britain as in America. It obscures the persistence of discrimination that even Chinese
professionals suffer. It pits Chinese against problem minorities. It stereotypes Chinese as swots, a
label few embrace. And it renders invisible the failures, for young Chinese are polarised between
those with best qualifications and those with worst: between those four times as likely as whites
to become professionals, and those raised in Hong Kong four times as likely to be caterers. In
Britain now, Chinese still feel British less than most other Asians. This detachment partly reflects the
preponderance of foreign-born among Chinese in Britain, but many whites treat even British-born
minorities as second-generation immigrants, and British Chinese are more likely to have their
identity denied than British Asians. Some react by trying harder to blend in, but others (as Ien Ang
has pointed out in the Australian context) are beginning to appropriate the alienation to create new
cosmopolitan or diasporic identities.
Another reason for the failure of Chinese in Britain in past times to join pan-ethic movements was
because of their racial isolation under the British system of racial and ethnic classification. Unlike in
the United States, they were not classed as Asians. Moreover, until recently they were Britains only
sizeable East Asian group. Although the so-called Chinese category included so-called others,
meaning non-Chinese East and Southeast Asians, these others were until recently very few in
number, and anyway a majority of them were actually of Chinese descent, so again the grounds
for a pan-ethnic as opposed to a Chinese identification were absent. This kindled a perception, and
self-perception, of Chinese as a group apart. In the United States, young Chinese increasingly reidentify as Asian Americans, but the Yellow Power movement that radicalised them in the 1960s did
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not catch on in Britain, in part because of its leftwing politics, but also because Chinese in Britain
were too isolated. In Australia too, where the term Asian features strongly in racist discourse and is
applied to Chinese as well as other Asians, Ien Ang has argued that there is little tension between
being Chinese and Asian, and the category Asian is seen as desirable by young Chinese. In Britain,
this has not happened. However, recent research notes the emergence of a new hybridised panethnic consciousness binding British-born Chinese to other Orientals. This reflects the rise of a
generation more at home in mainstream culture, as well as Britains growing ethnic diversity.
Syncretism and hybridisation is the other main dimension of interculturalism in my work on it. In the
UK, notions of cultural syncretism and hybridity have tended to be used to describe the experience
of South Asian and Black British groups, and research on cultural syncretism has tended to focus
on interactions between black and white groups. Tamsin Barber and others have raised a number
of recent criticisms of these approaches on the grounds that they have not taken account of other
new and emerging groups such as mixed race and newer, less established, minority groups. Three
studies that did explore changes in the identity of young Chinese in Britain in the late twentieth
century concluded that a creolised Sino-British culture had not materialised. James Watson said it
was because of their recent arrival and segregation. David Parker said the Chinese mythic narrative was too closed to permit a culture of hybridity, and that polarisation into a Chinese world in the
takeaways and a British world at school promoted segmentation rather than mixing. Miri Song also
found young peoples identities were polarised between Chinese and Western, and explained it
as a result of the family-business strategy and racial marginalisation. So young Chinese, while perhaps not resistant to cultural mixing, were less given to it than other migrants descendants.
I concluded from these findings, and from my own research, that the fragmentation of Chinese
community in the UK, as a result of its extreme economic dispersal, was a main reason for the failure of Chinese youngsters for many years to develop a hybridised culture. Hybridisation requires
self-confidence and fluency in ones own culture, which Chinese children in the UK lacked. Groups
that resisted the Chinese tendency to fragmentation were the exception. One example is Chinese
migrants from Ap Chau Island in Hong Kong. Originally scattered, they were brought together in a
community by the True Jesus Church, which has a base in Ap Chau. The community is endogamous
and tightly bound. Li Weis linguistic study of the Ap Chao community in the UK supports my theory
that strong, well-knit, solidaristic communities are more likely to experiment with hybridised identities than weak communities. Research on code-switching, for example, would seem to bear this supposition out. On the whole, Chinese children in the UK were more likely to use English rather than
Chinese among themselves, and found it harder to code-switch than other second generations. But
the Ap Chau children are an exception: they speak good Chinese and mix it creatively with English.
They are excellent code-switchers.
However, recent work suggests Chinese youth culture in Britain is now starting to converge with that
of other groups. Instead of the old stereotype of Chinese introversion, it shows a blending of cultures. One study, by David Parker and Miri Song, finds a new sense of connection and of belonging
and citizenship among young Chinese, who give Britishness a Chinese inflexion, by combining the
cultures of their parents and their own places of birth. British nationality has proved surprisingly
good at accommodating ethnic difference. The rise of Englishness and its equation with whiteness
changed Britishness, which no longer excludes colour and neither requires nor rules out a cultural
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transformation. This is partly why non-white immigrants are more likely to change their national
identity in Britain, with its layered nationality, than in assimilationist France, or in Germany, with its
community of descent.
A new European identity is also possible for non-white minorities, more so in Britain among nonwhites than whites, and among non-English British than among English British, though perhaps less
so in Britain than on the European mainland. Chinese in Europe are fragmented between Britains
Cantonese and the continental Chinese groups, but they have always moved about more than other
Asians, because of their economy. So a demographic base exists for a European Chinese identity. So
does an institutional base: in the past, among the seafarers and students who stayed in touch by sea
or through politics; and today, in elite lineages like the Man, originally from Hong Kongs San Tin; in
Beijing and Taibeis competing for overseas Chinese in Europe; in the European Unions funding
of minorities; and in Chinese churches, which are pan-European because of their thin spread and
universalist perspective. All this makes a new Chinese European identity imaginable.
Studies often analyse the collective identities that migrants, including Chinese, display abroad as a
simple product of migration and re-settlement. Migration is conceived as a straightforward process
of movement from sending place to receiving place, in the course of which the non-migrant with
a fixed, homogeneous culture and no horizons mechanically changes into a migrant with horizons
and then a settler, who may become a cosmopolitan. Yet many of the novel views and practices
of migrants preceded migration, or were the occasion for it. In the past, migrants formed new attitudes and relationships while awaiting migration and during the passage abroad (which could last
years), as well as at the destination. Chinese seafarers in the early twentieth century did not pick
up their politics overseas but exported them from home ports. Many future migrants awaiting shipment in the Treaty Ports learned Pidgin English, a lingua franca produced not by migration but by
the early spread of globalisation to China, as a tool and cosmopolitan identity useful for life abroad.
The politics of early Chinatowns were bound up with the birth of Chinese national identity: they
developed in step with events in China and were spread by seafarers and others acting for Chinabased parties. The best example of a universalist belief with a disproportionate Chinese input was
Esperantism, the campaign for a world language championed by Chinese radicals in Tokyo and Paris.
But their endeavours can only be understood in the framework of the movement in China to reform
Chinese and promote the vernacular. Internationalist creeds, which I have already mentioned in
another context, have also often inspired migrants, including Chinese. Although seen as opposites,
nationalism and internationalism dont rule each other out. Much early nationalism, including early
Chinese nationalism, had an international dimension. A belief in borderlessness, universal brotherhood, and the oneness of all under heaven is rooted in Chinas high and low cultures. Chinese in
many countries have been inspired by internationalist ideals, including in Britain, where Chinese
seafarers leaders sought to unite with British workers in the 1930s and early 1940s. Migrant identifications are speculative, sceptical, opportunistic, or conditional, qualities that count on the outer
margins of society, where migrants often live in relative hardship. But where circumstances permit,
they are more likely than non-migrants to join schemes to transform society in utopian ways. The
projects of the local-born are more prosaic than poetic, more existential than imagined, complex
rather than abstract, and organic. They too live on margins, but their margins are internal and more
permeable.
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Cultural globalisation has facilitated and accelerated this development of an oriental scene in
British cities. As Diana Yeh has shown, Hong Kong, China, Korea, Japan and other countries export
their young singers, dancers, and DJs across the world, and provide outlets for some of the better
and more successful cultural entrepreneurs produced in Britain.
From the youngsters point of view, probably the main use of the new Oriental category is that it
allows the creative stretching of East and Southeast Asian identity in ways that strengthen it and
accommodate their needs. Tamsin Barber has shown that from the point of view of many British
Vietnamese, the largest non-Chinese Oriental group, to pass as a Chinese is a useful strategy,
since they are physiognomically compatible with Chinese and Chinese are widely perceived as professional, prosperous, and middle-class. This enables the Vietnamese to evade the worst excesses
of white discrimination. For all Orientals, the category is a means to empowerment and recognition.
Chinese are by far the biggest category of Orientals, but being Oriental permits a further stretching
of the Chinese category. For example, fashion-minded young Orientals adopt Japanese manga hairstyle, carefully sculpted by expert hairdressers, and thus take advantage of the Western Orientalist
perception of a homogenous East Asian culture to acquire Japanese culture and associate themselves with a powerful, modern economy and a desirable culture.
Finally, the Oriental category makes it possible to put an end to the damaging compartmentalisation
into British and Chinese lives, in which the Chinese side was necessarily hidden. To be an Oriental,
and moreover a British Oriental, allows one to negotiate and redefine oneself at several levels,
creating communities that are both intra- and inter-ethnic. The meaning of oriental is creatively
diversified. It can refer to Chinese, British Chinese, British-born Chinese, or the infamous category
on the Census, Chinese and other, meaning East and Southeast Asians from outside China, not
necessarily ethnically Chinese. For some, Oriental is a British category, but for others if transcends
the UK and has a rich transnational or cosmopolitan flavour.
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la homosexualidad, el sentimiento patritico-imperialista, su pasin por sangre y muerte. Todos estos son los principales ejes sobre los cuales suelen orbitar la mayora de las biografas de Mishima,
y la continua repeticin de estas ideas grava cada vez con ms profundidad la imagen (re)construida
del autor. Y esto es as a pesar de que acadmicos discutan y planteen argumentos que desmienten
o justifican algunos de los aspectos citados anteriormente (vase, por ejemplo, a Piven negando
que Mishima fuera homosexual, o Keene, que directamente afirma: there is certainly no hint that
he approved of the world he described1, en alusin al inmenso trabajo de campo que realiz Mishima durante la elaboracin de El color prohibido).
Es fcil observar en estas biografas cmo la mayor parte de atencin se centra en Mishima como
personaje, dejando relativamente poco peso en su produccin literaria. Interesante, puesto que
Mishima era aclamando por crticos y ledo por las masas. Cosech un buen nmero de prestigiosos
premios literarios en Japn (entre ellos el Yomiuri en 1956 por El Pabelln de Oro) y su nombre lleg
a estar presente en las quinielas para el Nobel. A pesar de poseer un talento artstico cuasi innegable, los autores de sus biografas deciden atender ms a su figura que a su obra, no ignorndola pero
s mermando su presencia entre las pginas. Uno puede decir que el gnero biogrfico est versado
en el relato y anlisis de una vida en particular, pero cuando se trata de la vida de un escritor, y ms
de un escritor reconocido por su genio, esta falta de atencin resulta como poco paradjica.
Esto se puede explicar si tenemos en cuenta que entre los objetivos de las biografas se encuentra
el explicar las obras de Mishima mediante el estudio de su autor. No es que se quiera menospreciar
su valor literario, sino que ms bien se entienden como ms profundas y relevantes las circunstancias del escritor al reflejo de stas existente en sus textos. Y ms all de este reflejo, tambin est la
propia idiosincrasia de estilo y creacin literaria que caracterizaba a Mishima. Es este ltimo aspecto el que deseara trabajar en el presente artculo. Ms all de lo que supuso Mishima como figura
pblica o cmo se desenvolva en su esfera privada, ms all de una interpretacin de sus ensayos
versada a justificar una imagen concreta de Mishima, tratar de destacar algunos de los patrones de
estilo e ideas cannicas presentes en sus obras ms importantes. Trazar un recorrido desde el solar
donde se erigen las historias hasta el objetivo final de stas, pasando por la exposicin de la hiptesis dicotmica que considero esencia de la escritura de Mishima: la contraposicin entre personaje
brillante y personaje eclipsado. Mi intencin est en desvelar mediante una aproximacin original
aquello que considero propiedades de su obra, con un doble propsito: aadir un nuevo ngulo a su
estudio puramente literario y al mismo tiempo en ltima estancia tratar de demostrar que tambin
se puede exponer a Mishima a travs de sus obras.
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desarrollar sus historias. Y es que desde el pequeo pueblo de pescadores de El rumor del oleaje,
pasando por las fbricas textiles de Silk and insight2, la clase monstica en El Pabelln de Oro, el
universo homosexual de los barrios bajos de Tokio en El color prohibido hasta llegar al mundo de
los pequeos terratenientes en Sed de amor, por poner ejemplos, una buena parte de la sociedad
japonesa de pre y postguerra aparece retratada entre sus pginas. Es digno de mencin, puesto
que el autor persigue con ello su objetivo de alcanzar la esencia humana pasando por encima de
convencionalismos de clase o contextos particulares vinculados a estilos de vida tanto nobles como
humildes. Todo ser humano est expuesto a debilidad, debilidad de sus pasiones, debilidad de sus
deseos, debilidad de su carne, y esta obsesin con la fragilidad de la entereza humana es uno de los
principios de la escritura de Mishima.
La fragilidad de los personajes de Mishima se encuentra en el espritu, en la toma de decisiones y
en el cmo enfrentarse a circunstancias que aparecen tras una brusca ruptura en su propia historia.
sta puede venir desde antes del inicio de la obra misma (como la muerte de Ryosuke, marido de
Etsuko en Sed de amor), durante la introduccin (el encuentro entre Yuichi y Shunsuke en El color
prohibido), o puede desencadenarse por dos costados tras una fuerte tensin acumulada a lo largo
de la obra, como es la separacin entre Satoko y Kiyoaki, y la muerte de ste para Honda en Nieve
de primavera, que tiene sentido narrativamente hablando puesto que supone al mismo tiempo el
punto de partida para el hilo conductor de las tres obras restantes de El mar de la fertilidad. Las
razones para que se produzca esta brecha dependen en apariencia del contexto de cada argumento
pero coinciden en esencia: la imposibilidad de afrontar y contener una obsesin, lo que conlleva a la
idea-objetivo predilecta de Mishima, que es la sumisin del personaje a un irremediable destino.
Como demuestra Mishima, tanto espacio por donde se mueven los personajes como su contexto
personal dentro de la sociedad resultan indiferentes a la hora de contrastar las obras, una forma
de explotar las mismas ideas vistindolas de diferente color sin variar su esencia. En cuestin de
principios, no existe una autntica diferencia entre Mizoguchi como monje y Shunsuke como escritor, puesto que ambos son acechados por el ideal de belleza, material o tica, ante la que terminan
sucumbiendo hasta destruirlos, fsica o mentalmente, en la mayora de ocasiones ambas. As pues,
Mishima gusta de poner a prueba su idea principal; exponer a sus personajes a la crudeza de la
belleza obsesiva, demostrando al mismo tiempo que l tambin estaba fascinado con ella, y cuya
bsqueda termin (irnicamente o no, puesto que su muerte no fue fortuita) como l haca terminar a sus personajes, es decir, pereciendo entre sus garras3.
Que el espacio y las particularidades de sus principales novelas sean reductibles a una misma idea,
lejos de debilitar su obra la fortalece, puesto que demuestra la superioridad emprica de sta. No
importa si el ideal de belleza es el Kinkakuji; el atractivo perfecto de un hombre joven como Yuichi;
el doble amor prohibido como vlvula de escape para Etsuko; Kiyoaki y sus diversas reencarnaciones, constituidas en la ambicin de Tru de poseer una vida excepcional; el mar bravo e impersonal
para Ryuji; la apariencia perfectamente disfrazada para Kchan en Confesiones de una mscara o
el sosiego de un final venturoso para Shinji y Hatsuke en El rumor del oleaje; todo son objetivos,
todo son obsesiones, y sus personajes quedan doblegados hacia el fuerte impulso que les atrae
irremediablemente hacia ellos, ignorando el sufrimiento y las deformidades en el carcter y entereza moral (pretendida y artificial, aunque no siempre) que su causa les destina, como un hombre
2 No existe traduccin al espaol en el momento de redactar el presente artculo.
3 [] a climax of a man who had seemed to be devoted above all to the search for beauty (Keene, 1998)
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que encaprichado por la luz del sol no puede ms que mantener la mirada fija, a pesar de que el
brillo termina por quemar sus crneas. Es este tipo de ceguera, sumisa y de voluntad dudosa la que
aprovecha Mishima para jugar con sus personajes, puesto que a pesar de que la mayora reconocen sus obsesiones, ninguno cede en su empeo por cebarlas, y aunque se declaran vctimas de su
influjo, poniendo el grito en el cielo por el tormento que les produce (no olvidemos el desprecio
que mantiene Mizoguchi cuando piensa en el Pabelln de Oro, cmo trata de negar una belleza que
su padre impuso como Idea platnica, y cmo disfraza de incomprensin lo que en realidad es un
deseo de extraer su pureza como quien desgaja la pulpa de un fruto de piel rugosa), maman de ella
para rellenar las vsceras de su alma.
Hasta este momento he presentado los personajes como si todos formaran parte de una misma categora, cuando en realidad lo que quera era introducir el concepto del ideal de belleza como pilar
sobre el que envolver la narracin. A su vez, este ideal de belleza puede quedar representado en
una imagen, un smbolo, una nocin compartida por el lector, un lugar u otro ser humano, pero en
toda ocasin es tratado como un personaje ms de la obra. Segn la naturaleza en que tome cuerpo
este ideal, el personaje tendr ms dimensiones y jugar un papel ms activo en la accin, pero su
presencia es permanente, y su importancia a la hora de considerarla obsesin, idntica sea la figura que sea. Vinculado a este personaje-ideal (que a partir de ahora llamar personaje brillante) se
encuentra quien le profesa devocin (personaje eclipsado), entendido tambin como la vctima de
la obsesin que el personaje-ideal representa en esencia. Estos dos personajes coocurren a lo largo
del libro, y es su relacin y trato el que constituye el cuerpo de la obra. Por un lado, la obsesin. Por
otro, el obsesionado. Mishima, ms que demostrar que toda obsesin conduce a la destruccin del
carcter individual, lo que hace es mostrar cmo acta esta obsesin mediante la exposicin de la
idea de obsesin sobre diversos campos y situaciones.
Nos encontramos, pues, con una sucesin de argumentos que son ms bien metforas de una intencin superlativa. Las relaciones entre personajes brillantes y personajes eclipsados son ejemplos
cuidadosamente elaborados para que encajen en delicada armona con el tono de cada obra. Esto
no quiere decir que todos sean sombras de un mismo modelo, puesto que las modulaciones y
los bordados hacen ms intensa la obsesin de unos que la de otros, y la tensin de la pugna por
resolver su fascinacin es distinta segn qu personaje tengamos que tratar. No podemos poner
al mismo nivel la agresividad de Mizoguchi con la deprimida complacencia de Ryuji, o la increble
tolerancia y humildad de Honda, por ser quiz su personaje ms completo. Mishima se encarga de
tomar hechos como puntos que interpretar, no como fundamentos sobre los que sus personajes
avanzan sin prejuzgar4 (Keene, 1998). Este inters por extraer de todo hecho sus consecuencias psicolgicas es influencia directa de la formacin literaria de Mishima, y su uso es uno de los recursos
de estilo ms evidentes en sus obras.
Otro medio que esgrime Mishima para enfatizar el carcter introspectivo de sus tramas son los dilogos y los monlogos. Resulta fcil e interesante cuando la narracin est dirigida en primera persona (como en Confesiones de una mscara o El pabelln de oro), pero tambin abundan cuando
el relato est dictado por un narrador omnisciente. Los dilogos no slo funcionan para exponer las
habilidades sociales de los personajes, sino tambin sirven como vlvula de escape para que stos
diluciden sobre s mismos y muestren sus preocupaciones o convicciones ante los dems. Los ms
interesantes se encuentran entre el personaje brillante y el personaje eclipsado, aunque en esencia
suelen ser monlogos del primero sobre el segundo, o al contrario, discursos del personaje eclip4 [] for Mishima the facts served mainly as points of departure for observations and analyses. (Keene, 1998)
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sado que no obtienen respuesta del primero (ya sea respuesta directa como indicacin de que el
personaje eclipsado obtiene refutacin de su ideal). Keene explica que el gusto de Mishima por los
dilogos tiene su fuente en la lectura de Thomas Mann. Sin embargo, no es tanto que el escritor japons adaptara el peso y el tono que cuentan las obras de su homlogo austraco, sino que Mishima
crea en el valor de un dilogo como vehculo para expresar ideas y convicciones. As pues, no slo
es el contenido del dilogo sino su forma el elemento a destacar a la hora de analizar la estructura
de la narracin en Mishima.
En definitiva me gustara volver a destacar lo que considero la base fundamental sobre la que Mishima desenvuelve la narracin: la relacin entre personajes brillantes y personajes eclipsados, su
naturaleza, el trato de tensin a lo largo de una serie de acontecimientos provocados por la persecucin de ideales y la dramtica culminacin de stos, de forma que se alcanzan slo mediante
la autodestruccin del yo anterior, que puede ser fsico o espiritual. Para entender mejor esta idea
paso a describir individualmente al personaje brillante y al personaje eclipsado.
El personaje brillante
En aquel momento, cuando sus carnes se entreabran, el brillante disco del sol surgi de
pronto, estallando tras sus prpados.
Caballos desbocados
Si partimos de la idea de que el objetivo de las obras de Mishima es presentar una obsesin centrada en un ideal de belleza, y tras un perodo de batalla por controlar las emociones, sta acaba por
anular al sujeto, el personaje brillante sera la representacin de este ideal de belleza, la materializacin de susodicho arquetipo, la sustantivacin del paradigma. El personaje brillante es el todo
para el personaje eclipsado, es la fuente de su obsesin, una existencia que pese a tener figura en el
plano tangible, su verdadera esencia se encuentra en el perfecto mundo de la subjetividad.
El personaje brillante puede ser una idea completa, redonda, nica y personal, una definicin exacta para la obsesin del personaje eclipsado, que existe porque ste as lo desea aunque no pueda
alcanzarla, o que ya exista anteriormente y que el personaje eclipsado no hace ms que descubrir
o anhelar. El personaje brillante puede ser a su vez un sujeto, pero un sujeto cuyos rasgos y caractersticas corresponden con los patrones que idealiza su personaje eclipsado. Hombre u objeto, este
tipo de personaje brillante es el ms fcil de reconocer; su mayor flexibilidad a la hora de intervenir
en la accin lo sita como preferido de Mishima.
La o las caractersticas que convierten en excepcional al personaje brillante son por una parte subjetivas y dependientes del personaje eclipsado, pero al mismo tiempo Mishima procura dotarlas de
cierto componente de universalidad o fuerza emptica, proporcionndoles veracidad y justificacin,
acercando al resto de personajes en el propio universo de la novela (y en consecuencia al lector) hacia la obsesin del personaje eclipsado, dndole motivo, racionalizndola de algn modo. As pues,
cuando analizamos la obsesin de Mizoguchi puesta sobre el Kinkakuji, el lector entiende la belleza
potencial del pabelln de oro, puesto que forma parte de una apreciacin subjetiva generalmente
compartida por el comn de la sociedad.
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Mishima alude parcialmente a los cnones, construyendo el personaje brillante con un porcentaje
de comprensin externa, exagerada para el personaje eclipsado. Si es cierto que la idea de juventud es apreciada dentro de unos principios consensuados de belleza, para Mishima supona una
obsesin principal, y los personajes que la padecan (Honda entre otros personajes eclipsados de
El Mar de la Fertilidad, Shunsuke, Kochan) la situaban como la muestra de perfeccin del ser humano, principalmente de gnero masculino. Es fcil encontrar en sus obras una cierta fijacin por
personajes de entre 18 y 22 aos (Kiyoaki, Isao, Ying Chang, los tres muriendo a los 20 aos; Satoko,
Uiko, Yuichi [primer encuentro], Shinji y Hatsue), incluyendo aquellos que pese al paso del tiempo
mantienen el apelativo de perfecta juventud (Ryuji, Yuichi [conforme avanza la novela]). Para Mishima y sus personajes, la juventud es bella. Los personajes brillantes gozan de ella, los personajes
eclipsados la maldicen y la adoran al mismo tiempo. Y as es la relacin entre personaje brillante y
personaje eclipsado: una vinculacin que provoca dolor por lo que no se posee, se echa de menos
o no se consigue entender. Una deformacin del concepto del mono no aware5 hasta un punto
prcticamente irreconciliable.
Los personajes brillantes al mismo tiempo portan estos galones sin una conciencia activa de ello.
Mishima los presenta como puros, extraordinarios, superiores y al mismo tiempo malditos, puesto
que su aparente perfeccin les hace ser vctimas de su propia naturaleza. Para Mishima, los personajes brillantes no pertenecen al mundo comn, son criaturas o ideas presas de s mismas y que
terminan consumidas, abrasadas entre sus propias llamas o petrificadas como figuras siempre lejanas (como es el caso del mar, un amante imposible). Los personajes brillantes tambin son dbiles,
pero su debilidad est desprovista de pecado porque no se les permite libre albedro. Esto se puede
apreciar con ms claridad en Kiyoaki. Kiyoaki vive encerrado en su orgullo, un orgullo inmaduro
pero que conforma enteramente su personalidad, por lo que cuando ste le impide seguir con Satoko, no aparece la contradiccin, puesto que Mishima logra conjugar su orgullo con un sentimiento
de autntica pasin. Su muerte es pues inevitable, ya que agotado su tiempo, Kiyoaki pierde propsito, no puede madurar porque su perfeccin es ser bello en su obstinada determinacin. Esta coherencia con su propia naturaleza es otra caracterstica del personaje brillante: Mishima lo explica
aludiendo a que son vctimas de su irrevocable destino.
Como los personajes brillantes no slo son entes sino smbolos su fin material no los extingue, sino
que permanecen en el reino de las ideas. Este concepto es el que se reitera en El Mar de la Fertilidad, disfrazado de reencarnacin de los personajes brillantes. Lo que se regenera no es el cuerpo
sino el germen excepcional. La idea de ser consecuente con una naturaleza plena de resolucin. El
personaje brillante humano tambin est obsesionado, pero su obsesin es hacia s mismo, hacia la
consecucin de sus ideales o propsitos. No pueden evitarlo, aunque en ocasiones no son del todo
conscientes. Por ejemplo, por un lado tenemos a Isao, dispuesto ante todo a perseguir lo que l
cree, a inmolar su cuerpo por su propia causa, a perseguir su ideal siguiendo su juicio, slo porque
as cree que tiene que ser. Hay argumentacin en sus actos, pero lo que importa no es hacia qu versa sus energas, sino su propia fuerza. Por otro, Yuichi no puede controlar su propia belleza, la atraccin que ejerce sobre los dems, y aunque Shunsuke, su personaje eclipsado, trata de encauzarle
hacia la manipulacin personal, la propia identidad de Yuichi hace que fracase en su empeo. Y es
que el impulso que tienen ambos personajes (Yuichi e Isao) es innato y ajeno a presiones externas.
Los personajes brillantes se mueven en sus propios paralelos, luchan sus batallas, o existen para la
mera contemplacin, y todo esto para el desespero y la frustracin de los personajes eclipsados.
5 Mono no aware: trmino que hace referencia al sentimiento de melancola que produce el descubrimiento de la existencia efmera de lo material, y la ligera tristeza que produce ver su paso y desaparicin.
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Quines son los personajes brillantes estticos? Aquellos que no toman cuerpo humano, que tambin son agentes de la novela pero cuya interaccin con el resto es muy limitada. Quiz por ello sean
los ms crueles hacia los personajes eclipsados, puesto que su carcter impersonal dificulta la relacin. Por su parte no evolucionan a lo largo de la obra, puesto que slo estn de muestra, de referente, y son los sentimientos que mantiene el personaje eclipsado los que van deformndose segn
crece su obsesin. Ejemplos de personajes brillantes estticos seran por un lado el Kinkakuji, por
ser el ms aparente, el mar, o las litografas de arte medieval para Kochan (siendo la de Joan dArc
la ms destacada). Su imagen queda anclada en la mente del personaje eclipsado, lo envuelve, lo
condiciona en todas sus decisiones y es esta obsesin la que termina abocndole a su destruccin.
Mizoguchi quema el Kinkakuji por despecho, por odio, porque no puede soportar un sentimiento
de inferioridad autoimpulsado, pero al mismo tiempo quiere observar su belleza en su forma ms
pura, sin atener a las incorregibles consecuencias que esto tendr para l. El mar es el verdadero
amante de Ryuji, pero al no poder acallar la presin de su propia carne ni ahogar su individualismo
entre sus aguas, marcha a tierra. Y se da cuenta de que haciendo esto est perdiendo su identidad,
se convierte en una sombra de lo que era siendo esclavo de las olas, aceptando su fatal destino, que
no puede evitar porque es frgil. Cuando Noboru se da cuenta de ello, pierde su propio personaje
brillante (que hasta entonces haba sido el valiente Ryuji), y se deja llevar por la razn irracional de
su grupo, ejecutando para siempre el recipiente de la fe. Y para Kochan, enclaustrado en la celda
que es su hogar, las litografas representan una ventana hacia el mundo, y la ferocidad de sus imgenes de horror y sangre conjugan con la crueldad que destilan las paredes de su prisin familiar.
Obsesionado con la imagen y la apariencia, con la gran mascarada que para l es la sociedad, queda
marcado por la pintura de lo que en un principio crea ser un valiente caballero, pero que luego
descubre se trata de Juana de Arco, influenciando una sexualidad indefinida que se presenta como
homosexual pero que queda fuertemente reprimida.
El personaje brillante en definitiva es representacin de un ideal. Afn a su naturaleza, perfecto,
vctima de su condicin. Resplandece no slo por s mismo, sino porque es el foco de obsesin del
personaje eclipsado, que lo transforma en su razn de existir, en su meta, en su eterna referencia, y
al mismo tiempo en su fuente de sufrimiento.
El personaje eclipsado
Mas, bien pensado, la pasin sexual inspirada por su edema contena una cierta crueldad
sutil. En realidad, durante tales noches, le haca el amor apasionadamente, pero, habida
cuenta de que le haba dicho que deseaba que se mostrara absolutamente pasiva, bien poda haber estado alentando la ilusin de hallarse con un cadver de varios das y el rostro hinchado.
El templo del alba
El personaje eclipsado no puede definirse por contraposicin al personaje brillante, puesto que no
representa un opuesto sino un complementario. El personaje eclipsado construye la identidad del
brillante y viceversa. Hay que tener en cuenta pues que en esta dicotoma no existe batalla de figuras antagnicas en su sentido ms destructivo, sino ms bien lo contrario: la existencia de ambos
est mutuamente condicionada. Sin embargo, la energa psicolgica que Mishima emplea en sus
obras se extrae de la friccin entre los dos sujetos, una tensin gradual que es explotada hasta el
lmite de lo tolerable y que siempre termina en tragedia.
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El personaje eclipsado vive a la sombra de sus obsesiones. Mishima los caracteriza en general como
personajes apticos, cenizos, cnicos y recelosos de su propia existencia, a la que en general no encuentran ninguna motivacin especial. Desde Kochan hasta Honda, los personajes eclipsados son
espectadores de su propia vida, faltos de un carcter vitalista respecto a su futuro, crticos consigo
mismos. Mishima introduce en su realidad literaria el componente de genuinidad, entendida como
autenticidad, el resplandor inigualable que es propio de los personajes brillantes. El personaje eclipsado est desprovisto de ste, y en mayor o menor grado es consciente de ello. Siendo as pues, el
personaje eclipsado no puede ms que resignarse, puesto que como ya hemos visto para Mishima
todos somos vctimas de nuestra naturaleza inmutable. Esta resignacin sin embargo no conlleva un
olvido de lo que no se posee, el brillo, y termina transformndose en envidia. La envidia es un motor poderoso en las obras de nuestro autor. Puede manifestarse en distintas formas y emociones, y
Mishima trata de experimentar con todas, perfeccionista con sus ideas, ya sean crueles y viscerales
como pacficas y depresivas. La melancola de Ryuji, el sentimiento autodestructivo de Kochan, el
amor-odio a lo bello de Mizoguchi, los celos de Chiyoko, la instrumentalizacin de la belleza como
mtodo de venganza que emplea Shunsuke, la complacencia triste de Etsuko, la muda fijacin con
la reencarnacin del ideal emocional (Kiyoaki) con la que carga Honda durante toda su vida.
El personaje eclipsado ve reflejado en el brillante aquello que no es o no posee, en caractersticas
o en esencia. No es necesaria la ambicin: el personaje eclipsado es consciente de un modo u otro
que jams ser como el brillante, pero movido por la atraccin de la carencia, ve en la obsesin una
luz a la que arrimarse. Es imperfecto y lo acepta, en un ejercicio de pretendida madurez y desconsuelo consigo mismo. Los personajes eclipsados representan el lado escptico y corruptible del ser
humano, sin que con ello sean retratados con una maldad intencionada. Son los seres olvidables,
los que pasan por el mundo sin dejar huella (incluso si alcanzan un ilusorio reconocimiento social,
como el escritor Shunsuke), ya sea porque no estn predestinados a ello o porque no consiguen
aceptar la dura realidad de sus circunstancias.
En Caballos Desbocados queda reflejada con ms claridad esta idea. Mishima presenta al personaje
de Isao como el joven comprometido con sus ideales y estrictamente coherente con cuales fueran
sus determinaciones. Isao es un claro personaje brillante, acosado por los hilos de su propio destino: parece que nada ni nadie pueda evitar el terrible desenlace que conlleva la consecucin de sus
motivaciones, y esta inevitabilidad del hado, esta lealtad consigo mismo y con lo que su ser representa es el perfecto resplandor del personaje brillante. Honda lo identifica, y se siente atrado por
l no slo porque le recuerda a Kiyoaki en cuerpo reencarnado, sino porque es un heredero de sus
ideales; nada pudo evitar la muerte de Kiyoaki porque su final casaba con el desenlace de sus emociones, y lo mismo le sucede a Isao, que cumplido su propsito, alcanzado su deseo de materializar
sus ideas, fenece en ejercicio ritual, en pleno colofn de extasiada juventud. Honda lo intua, y en
cierto modo lo esperaba, porque es providencia de la naturaleza deferente de Isao como personaje
brillante.
A pesar de que el impulso inicial de los personajes eclipsados es en el mayor de los casos hacerse
con este brillo que les es vetado, guiados por el despecho o la construida aoranza hacia un pasado
o una condicin que creen perdidos (pero que quiz nunca poseyeron), acaban resignndose a su
fracaso, que vena anticipado y que el lector identifica con cierta compasin por su mal fatuo.
Aceptando una relativa uniformidad en los personajes eclipsados, que a pesar de sus diferencias
contextuales coinciden en las caractersticas esenciales que les construyen como tales, Mishima no
obstante moldea en su ltima novela una excepcin a la regla, Tru, el ngel cado, un personaje
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eclipsado que se niega a aceptar su condicin y que vive alimentando su propia condescendencia,
auto adjudicndose esa invisible particularidad que define a los escogidos. Tru es la voz opuesta al
canon de ideales que supone El mar de la fertilidad, defendiendo la idea de que el hombre es capaz
no slo de dominar su destino sino de forjarlo a su antojo. Sus convicciones, particularidades de
los personajes brillantes degradadas y corruptas por ser fruto de la voluntad del individuo, son la
forma evolucionada de una envidia cegada por su psictica personalidad. Mishima nos ensea que
el ser humano no debe preocuparse por aceptarse a s mismo, puesto que acciones y emociones
son correlativas y surgen de nuestro interior sin orden ni demanda, siguiendo impulsos naturales.
stas nos guan pues sin nuestra aprobacin ya sea hacia la gloria como hacia el anonimato. Tru,
acechado por una realidad que le disgusta, niega su propio ser y con su construida individualidad
se convence de haber burlado el destino. Su envidia se vuelve ambicin, una ambicin que no est
movida por ninguna causa noble sino puramente egosta, rozando la irracionalidad (siendo tambin
que Mishima no se preocupase de hacer sanos a sus personajes, aunque s coherentes al milmetro). Cree que el futuro inmortal de los no-olvidados no viene otorgado sino que ha de ser cazado.
Y con estas premisas logra engaar a Honda, que cree ver en l la tercera reencarnacin de su ideal
de personaje brillante. Mishima mismo se encarga de destruir la imagen de su propio personaje
mediante la interaccin del personaje moderador: aquel secundario que parece ver a travs del personaje eclipsado, escrutar su mente y de forma velada conocer sus sufrimientos, por lo que termina
juzgndoles o ayudndoles de forma directa o indirecta. Al mismo tiempo funcionan como recursos
antropomrficos que utiliza el autor para que sus personajes avancen en sus emociones, son smbolos y puentes en la accin. El gji6 del Kinkakuji en El pabelln de oro corresponde a este tipo de
personajes, como bien demuestra Mizoguchi con su creencia de que el sacerdote pueda ver sus intenciones y est preocupado constantemente por su opinin. En El mar de la fertilidad tendramos
a Keiko Hisamatsu, que en un memorable discurso hace trizas la falsa identidad de Tru, arrojndolo
de vuelta a la cruel mediocridad a la que estaba predestinado, con tal fuerza que el chico trata de
suicidarse y queda cegado por el veneno, en metfora a su rechazo de la realidad tangible.
El personaje eclipsado es un protagonista incompleto, puesto que necesita del brillante para hacer
mover trama y sentimientos. Es sin embargo el mejor espectador, y la obra se mueve al ritmo que
avanza su evolucin a lo largo de su obsesin. Si la aparente perfeccin del personaje brillante hace
difcil que el lector se identifique con l (aunque sepa reconocer sus valores representativos), Mishima alude directamente a la oscuridad del ser humano con el personaje eclipsado, arrastrndonos
a todos en mayor o menor medida hacia el umbral de perversos sentimientos y triste apata. Los
personajes eclipsados somos nosotros cuando comprobamos que la vida nos arrebata lo que por
otra parte jams nos ha ofrecido.
El destino depredador
Kiyoaki Matsugae se sinti atrado por un amor imprevisible, Isao Iinuma por el destino,
Ying Chan por la carne, y t? tal vez por la ms rastrera sensacin de ser diferente?
La corrupcin de un ngel
A lo largo del artculo he hablado en diversas ocasiones del papel y la importancia que infunde
Mishima en la predestinacin de acontecimientos y personajes. Con esto no quiero decir que las
6 Gji: Prior en la traduccin.
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acciones individuales de todos los personajes estn preestablecidas y por lo tanto se elimine la
capacidad de decisin de stos. Tampoco se trata de un futuro marcado por ninguna doctrina religiosa o mstica, aunque en ocasiones as lo parezca (especialmente tras la lectura de El mar de la
fertilidad). El destino de Mishima es aquel que marca la propia naturaleza del individuo, es decir, la
coherencia con uno mismo.
Mishima construa sus personajes apuntalando como principal motor su fuerza de conviccin. Para
el autor, el individuo puede seguir sus impulsos naturales sin siquiera planterselo, respondiendo a
la llamada de su esencia con una sencilla honradez que no poda advertir: el personaje brillante se
basa en esta materia, lo que hace y lo que es terminan siendo lo mismo puesto que no caben duda
ni malinterpretacin. Esto es para Mishima una perfeccin ideal, absoluta, poetizada por motivos
literarios pero que tiene races en su percepcin de la realidad: el hombre ha de seguir no slo el
dictamen de su conciencia sino el de su propio ser. Siendo as, el ser humano est condenado a ser
lo que es, sin posibilidad de producir cambios que alteren su propia estructura espiritual, y el destino no es su futuro sino siempre su presente.
El personaje eclipsado, falto de convicciones y atrapado por sus propias carencias, tampoco est
libre de sentir la obligacin de corresponder a tales emociones. Sostiene su obsesin como una
losa sobre la espalda, y no la niega porque en ltima instancia no puede. As como el personaje
brillante no conoce su condicin y vive atrapado en tal particular ignorancia, el personaje eclipsado
ve y envidia al brillante por su irremediable despreocupacin. El dolor no es el mismo, la tragedia
del personaje brillante es pica, la del eclipsado queda sin reconocimiento, y toda felicidad de este
ltimo carece del sentido trascendental que tiene el primero.
El personaje brillante avanza con los ojos velados, lo cual no quiere decir que sea un camino sin dificultades pero desde luego desprovisto de las dudas. El personaje brillante no se pregunta quin es,
ni mucho menos por qu hace lo que hace ni lo que siente. Lo sabe, y no puede ms que cumplir con
ello. El personaje eclipsado se retuerce entre incertidumbres, inseguro de todo, pero sobre todo de
s mismo, puesto que comprueba una y otra vez que es incapaz de lograr lo que desea, y cuando
cree que lo obtiene ya no es suficiente o no le concede la respuesta que su alma necesita. Ambos
creen que su vida consiste en adquirir, pero ninguno alcanza nada: uno porque ya se le haba dado,
y otro porque jams se le haba ofrecido.
El destino de Mishima es perverso, mezquino, confunde a los personajes, les hace creer que es la
cola y la cabeza de la misma bestia, es decir, que es su obligacin perseguirlo cuando en realidad
son ellos las presas. La conviccin no es ms que una serie de preocupaciones que atormentan
o motivan al personaje a estancarse o avanzar, a desenvolverse por la vida o a buscar la muerte.
Mishima considera al ser humano como vctima de su propia ilusin, atado a emociones que cree
le hacen ms fuertes o le destruyen cuando en realidad slo existen porque l as lo decide. El fin
de la esencia, que en las novelas de Mishima es el final del recorrido para el personaje eclipsado,
puede anteceder a la muerte, aunque sta no sea resultado inevitable. En esta epifana, el personaje recapitula entonces todas las emociones, as como las acciones que a stas acompaaban, y
descubre de pronto lo insignificante que es como individuo, su propia ingenuidad por construir su
vida alrededor de quimeras hechas con sus propias manos.
Para Mishima el destino nos alcanza y nos sacude abruptamente, anuncindonos que no somos
quienes queremos ser sino quienes siempre hemos sido, y que incluso el ser perfecto desaparece
sin ser consciente de ello.
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Bibliografa
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02
Jonathan Lpez-Vera
Introduccin
Estudiante de 4o curso,
Grado de Estudios de Asia Oriental
(Universitat Autnoma de Barcelona),
editor y fundador de Asiadmica
y autor de la web HistoriaJaponesa.com
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el nmero de catlicos, aquellos que an seguan al Papa y a Roma, se vio tremendamente mermado y los pases catlicos vieron un motivo ms para lanzarse a descubrir nuevas tierras en las que
poder conseguir fieles a su doctrina, in the enthusiasm generated by the Counter-Reformation and
to compensate for losses to Protestantism in Europe, dedicated Catholic missionaries were sent (...)
throughout the world (Mungello, 1999). Pero no son motivos lo nico que se necesita para que un
proceso como este se ponga en marcha, es de la misma manera necesario contar con los medios
que lo posibiliten; y la Europa del s.XV contaba ya con una tecnologa y una ciencia suficientes para
lanzarse a mares desconocidos con unas mnimas garantas. Curiosamente, estos adelantos provenan del conocimiento del mismo enemigo al que se estaba expulsando de Europa.
Fueron Portugal y Espaa (Castilla, ms concretamente) las dos potencias que se embarcaron en
busca de las Indias, repartindose el mundo con el beneplcito del Papa mediante el Tratado de
Tordesillas en 1494 y siguiendo cada una de ellas una ruta diferente. Para el tema que nos ocupa
aqu, nos interesa especialmente la misin de Portugal, cuyos comerciantes, bordeando toda frica
e India pusieron un pie en China ya en 1514, aunque tardaran todava cuatro dcadas en poder
establecer un asentamiento comercial en Macao en 1557, y llegaron a costas japonesas en 1543. La
misin comercial fue de la mano de la religiosa, jugando la Iglesia un papel fundamental y convirtindose en intermediarios entre la civilizacin occidental y las de Asia Oriental. Para ello, Portugal y
el Papa contaban con la recientemente fundada, en 1540, orden de la Compaa de Jess, formada
por los hombres ms y mejor preparados de la Iglesia, una especie de cuerpo de lite intelectual,
altamente disciplinados y versados en todo tipo de conocimientos. Durante los aos en los que nicamente Portugal tuvo tratos con Japn y China, seran los jesuitas los nicos religiosos occidentales
en la zona.
El pionero, Francisco Javier
Francisco Javier, uno de los fundadores de la Compaa de Jess junto con Ignacio de Loyola, es el
verdadero pionero en la misin de llevar la religin catlica a Japn, lugar donde desembarca en
1549 despus de ocho aos encargndose de la misma tarea en otras zonas de Asia. Pero, a diferencia de todos esos lugares, en Japn tiene que ser l quien empiece a construir su empresa desde
cero, pues aunque haca seis aos que los primeros portugueses haban llegado al pas, eran stos
comerciantes que haban limitado a eso su actividad y adems de forma muy espordica. As, Javier
y su pequeo grupo tienen que empezar la labor evangelizadora sin nadie que haya allanado el camino y sin tener apenas informacin, pese a llevar ms de un ao intentando recabar noticias sobre
el pas, el idioma y las costumbres.
Antes de proseguir, hay que recordar que, aunque actualmente podemos ver el concepto de razn,
al que solemos llamar ciencia, como opuesto al de religin, en la poca de Javier la religin se asienta
sobre la razn, una razn que nos debe llevar a descubrir los principios morales universales, aquello
que est bien y aquello que est mal, unos valores nicos, iguales y necesarios a toda la humanidad.
Y Javier, adems, es un ferviente defensor de esta forma de pensar tomista, cree que el uso de la
razn ha de llevar, necesariamente, a la aceptacin de la fe catlica como nica y verdadera.
Por eso, cuando llega a Japn y descubre que sus habitantes son gentes que se rigen sino por razn1, es muy optimista y piensa que necesariamente se harn cristianos una vez se les convenza
1 Todas las citas de textos escritos por Francisco Javier y Alessandro Valignano incluidas en este artculo se encuentran
en Lisn Tolosana, 2005.
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utilizando argumentos racionales. Adems, el hecho de que en todo el territorio se utilice una misma lengua y que ya existan diferentes doctrinas religiosas, aade ms motivos para ser optimista
y decir que esta isla de Japn est muy despuesta para en ella se acrecentar mucho nuestra santa
fe. Desde un primer momento, queda fascinado por el pas y sus habitantes, como se demuestra
cuando dice entre gente infiel non se hallar otra que gane a los japanes. Por ello se muestra completamente contrario a ningn tipo de invasin ni imposicin por la fuerza, por innecesario, pues
cree que se atendrn al poder de la razn.
Justamente por la fascinacin que le provocan los japoneses, se horroriza con algunas prcticas que
desde su posicin le resultan incomprensibles y contrarias a todo razonamiento, como la sodoma
practicada por los bonzos que, lo que es peor, no niegan y ven como algo normal, sin entender
stos el motivo de tanto escndalo por parte del jesuita. Pero Javier nos sorprende al aducir estas
prcticas a motivos culturales, de tradicin y estructura social, lejos de la censura e inquisicin practicadas en su poca.
Como primera estrategia a la hora de abordar su misin, Javier adopta una forma de actuar cercana
al mtodo antropolgico: antes de actuar pasa por una fase de observacin y atencin a cuanto le
rodea, adems de dedicarse al aprendizaje de la lengua. Esto ltimo lo ve como algo prioritario y
hace que se empiecen a traducir textos religiosos al japons, con la dificultad que conlleva la traduccin de trminos de un universo mental a otro completamente distinto. Estas dificultades, cree
Javier, se podrn salvar gracias a la fuerza de la razn y los conceptos que son comunes en todos los
hombres y sociedades. Adems, en Japn aprendi rpidamente que una cultura diferente requera
unos mtodos diferentes, la Compaa de Jess deba adaptarse a la cultura local si deseaba lograr
xito en la evangelizacin de las tierras asiticas (Zhang, 1997).
Pese a ver a los bonzos como rivales, empieza a visitarles asiduamente en sus monasterios para
dialogar con ellos, preguntando y hacindose escuchar, con la creencia de que habr un entendimiento, ya que stos son estudiosos y hombres de razn, y llega incluso a hacerse amigo de alguno
de ellos. El dilogo entre culturas con bases de pensamiento tan distintas lleva a cuestionarse los
dogmas monolticos, tanto los de una como de la otra, haciendo surgir dudas sobre temas que, de
no darse el encuentro, nunca se veran cuestionados y, justamente, el compartir estas diferencias
es una forma de aproximarnos e igualarnos al Otro. En este encuentro de posturas antagnicas, la
razn deber actuar como rbitro imparcial y no cabe otro resultado, cree Javier, que la victoria de
la verdad, esto es, la doctrina catlica.
Y, aunque con el fin de combatirlos, y hacerles ver a ellos y a su sociedad que estn equivocados, Javier se lanza al conocimiento del Otro desde dentro, lo que es toda una novedad, y nos da una nueva
muestra de su capacidad de adaptacin. Al observar la sociedad japonesa, se da cuenta de que debe
modificar las formas si quiere llegar a la gente, por lo que empieza a vestir sus actos y ceremonias
de gran pompa y etiqueta, al darse cuenta de lo dado a este tipo de costumbres que es el pueblo
japons. Vemos as que no quiere imponer su forma de vida a la fuerza y en todas sus facetas, como
s se ha hecho en la prctica totalidad de lugares recin descubiertos donde se ha introducido la fe
catlica. Pese a venir de un mundo de ideas universales y verdades absolutas, Javier ve rpidamente
la peculiaridad y singularidad de Japn. Por ello recomienda que de entonces en adelante, slo los
mejores misioneros y pesoas de muita esperentia sean enviados a estas tierras.
Vuelve a mostrarse muy abierto a modificar normas llegado el caso especfico cuando recomienda
a su sucesor, Cosme de Torres, como norma para Japn que nao sendo cousa que fose ofensa
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do Seor, parese que seria de muito proveito nao mudar nada. Aunque el mismo Javier, a veces,
parece olvidarse de esa capacidad de adaptacin con que nos sorprende a menudo y, no en pocas
ocasiones, pierde los estribos y las formas, cayendo en descortesas y ofensas que, dado el alto valor
que los japoneses dan al protocolo, manchan el mensaje que quiere transmitir haciendo que ste
sea rechazado directamente por llegar en la forma en que llega. Esto nos ensea que bajo la razn,
el orden y la organizacin, se esconde una persona con emociones y pasiones, creencias y miedos,
dndose as una mezcla de ambas facetas: no existe una racionalidad pura.
Y es esta vertiente humana la que lleva a Javier a una actividad casi frentica y le hace, despus de
slo dos aos y medio, dejar Japn en 1551 rumbo primero a India y despus a China, al aprender
que los japoneses atribuan a China el papel de cuna de la cultura y la sabidura de Asia, lo que le
llev a pensar que se haca necesario convertir a China primero para despus fcilmente convertir a
los pases bajo su influencia cultural. El navarro muri en 1552, sin haber conseguido llegar ms que
a las puertas del Imperio Chino, pero sin duda las estrategias que l empez a desarrollar y planificar
durante su estancia en Japn marcaron el carcter de la misin jesuita en Asia. A Francisco Javier se
le ha llamado el Apstol de las Indias y la Iglesia Catlica lo ha tenido como ejemplo de misionero
en tierra infiel, llegando a canonizarlo como San Francisco Javier en 1622 y nombrarlo patrono de
distintos lugares y obras.
Las dos figuras clave que retomaran la estrategia adaptativa de Francisco Javier fueron las de los
jesuitas italianos Alessandro Valignano y Matteo Ricci, el primero de forma especial en Japn y el
segundo en China.
Japn
Contexto histrico
Quiso la casualidad que los portugueses y espaoles llegasen a Japn cuando el pas se encontraba
an inmerso en la llamada Sengoku Jidai2, que duraba ya ms de un siglo y estaba cerca de acabar.
Como su nombre indica, el pas se encontraba en una guerra constante entre distintos daimy3, sin
que ninguno acabase de imponerse sobre el resto para unificar y controlar todo Japn. Por eso, muchos de ellos se mostraron encantados con la llegada de los occidentales, que, adems de su nueva
religin, una religin ms al fin y al cabo, podan ser unos magnficos aliados de cara a alcanzar el
puesto de shgun4 gracias a sus armas de fuego y un posible comercio que aportase grandes beneficios. Es as como muchos daimy autorizaron a los misioneros a pregonar su fe entre sus sbditos
e incluso algunos se convirtieron al Cristianismo ellos mismos, sobre todo en la parte sur-oeste del
pas. Fue muy importante tambin el apoyo de Oda Nobunaga, primero de los tres lderes militares
que conseguiran poner fin a la etapa de guerras civiles y unificaran el pas, quien respald a los
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misioneros para acabar con algunas sectas budistas que se le oponan; hemos de recordar tambin
que una de las causas del inesperado xito de Oda sobre sus adversarios fue la utilizacin de armas
de fuego occidentales. Gracias a esta situacin favorable para los intereses jesuitas, ya en 1582 se
cree que en Japn haba en torno a ciento cincuenta mil cristianos y unas doscientas capillas.
En el corto periodo de tiempo que dur este encuentro, apenas un siglo, Japn pasara por distintas
fases (guerra civil entre numerosos daimy, gobierno de Oda Nobunaga, gobierno de Toyotomi Hideyoshi, gobierno de Tokugawa Ieyasu) que afectaran de distinta forma al destino de las relaciones
entre el pas y las misiones occidentales.
Alessandro Valignano, la adaptacin total al Otro
Si Francisco Javier vio rpidamente que para llevar a cabo su empresa en un lugar como Japn era
necesario emprender un proceso de adaptacin, japonizarse, Alessandro Valignano lo tuvo ms
claro an y lo llev a trmino de una forma completa, organizada y reglamentada.
El jesuita napolitano tiene un perfil distinto, pertenece a otra generacin y se ha educado en otro
ambiente, imbuido de ideas renacentistas que se aproximan a la teologa desde un punto de vista
ms racionalista, no tan cargado de dogmas monolgicos, casi relativista. Desde que es nombrado
visitador, tiene muy claro que quiere hacer las cosas a su manera, por lo que desde un principio reclama mayor autoridad y competencias para aplicarla, quiere poder hacer y deshacer, sin tener que
consultar a Roma cada paso que da. Y esto es debido a otro de sus principios: el de la experiencia
como fuente de razn. Si l va a ser quien est en Japn, o cualquiera de las otras plazas jesuitas en
Asia, l ser quien conozca las caractersticas y costumbres del lugar, por lo que debera ser l quien
tomase las decisiones y no aquellos que estn a miles de kilmetros de distancia, en su opinin,
ciegos e ignorantes. Darle tanta importancia a la experiencia como base del conocimiento lleva a
un conocimiento cambiante, no esttico, pues depende de la experiencia, y sta es distinta en cada
contexto. Vemos aqu pues, cierto relativismo, siempre sin salirnos del marco general de pensamiento de la poca, orientado a verdades esenciales de tipo universal y, ms an, de una Iglesia en
la que an retumba el Concilio de Trento y su actitud unificadora.
Esta postura de exigencia de ms autonoma a causa de la exclusiva de la experiencia y el conocimiento se ve potenciada cuando, al llegar a Japn en el ao 1579, descubre sorprendido lo distinto
que es a Europa o cualquier otro lugar. Escribe mltiples cartas a sus superiores en Roma, donde
intenta hacerles entender lo completamente diferente que es Japn y cmo, por tanto, requiere de
decisiones diferentes y basadas en el conocimiento emprico del lugar, aunque desde el principio
admite que es un mundo tan peculiar que no puede explicarse, pues an estando all y vindolo uno
con sus propios ojos, es difcil de creer. Sobre todo recin llegado, cuando pese a todo lo que haba
ledo y se haba informado sobre el pas, queda completamente paralizado porque no es capaz de
comprender nada acerca de las costumbres de los japoneses, pasando por una corta primera etapa
de pesimismo durante la que teme incluso por la desaparicin del Cristianismo en Japn.
Pero pronto decide ponerse manos a la obra y para ello, y segn su creencia de que slo la experiencia lleva al conocimiento, pasa su primer ao sencillamente recolectando informacin, convirtindose en una esponja que absorbe todo lo que pasa a su alrededor, una estatua muda que
observa y escucha, pero no hace nada. Un mtodo parecido haba usado su predecesor Francisco
Javier, pero Valignano lo lleva ms al extremo, dedicndole mucho ms tiempo, qued en aquel
primer ao confundido y a el segundo ya hombre comena a tener mejores ojos y a poder por la
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experiencia juzgar las cosas mejor y este que es agora el tercero comenava a saber como se debe
governar Japn, despues de haverlo visto y corrido todo, y oydo de todos los pareeres. Para poder
transmitir parte de su experiencia a aquellos de los que depende, se lanza a plasmarla por escrito
concienzudamente, de forma casi etnogrfica. Incluso decide enviar pruebas vivientes a Roma, una
expedicin de cuatro jvenes cristianos pertenecientes a las lites japonesas, en su empeo por
hacer entender a sus superiores, partidarios de formas de actuacin universales, la peculiaridad de
Japn y la necesidad de actuar tambin de forma peculiar.
El siguiente paso a acumular experiencia es reflexionar largamente sobre ella, para llegar a conclusiones basadas nicamente en la razn, conclusiones que habr que poner en prctica aunque haya
que saltarse algunas de las normas que le marca Roma. Y lo que le dice la razn es que a los japoneses es necesario llevarlos a su modo, rpidamente se da cuenta de que, dada la imposibilidad de
llegar a conocer las costumbres japonesas por completo, el futuro del Cristianismo en Japn pasa
necesariamente por la creacin de una Iglesia japonesa, con hermanos, padres e incluso cargos
superiores japoneses. Dicho ahora, en nuestra poca, esto, como gran parte de las decisiones de
Valignano, puede parecer lgico, pero hay que recordar que su visin es completamente innovadora y polmica en su momento. Esa Iglesia, adems, no se puede en ninguna manera lleuar por las
leyes de Europa, porque cree que esas leyes introduciran o trataran de introducir, adems de la
fe cristiana, las costumbres y maneras occidentales, que seran rechazadas en Japn, haciendo el
rechazo extensivo al Cristianismo en s. Vemos as que Valignano no olvida que su objetivo final es el
de convertir infieles, pero lo quiere hacer por el mtodo que considera ms efectivo, en este caso,
la adaptacin y particularizacin. Llega al punto de pretender aplicar un filtro al mismo Evangelio,
manteniendo la esencia, la columna vertebral, pero adaptando el resto de forma que las partes
menos importantes no entren en conflicto con la forma de pensar propia de los japoneses y acaben
haciendo fracasar toda la misin.
Y hasta que llegue el momento en que esa Iglesia japonesa pueda funcionar por s sola, los jesuitas
occidentales deben japonizarse como nico mtodo para lograr sus objetivos exitosamente. De nuevo, Francisco Javier y su sucesor Cosme de Torres haban dado pasos en esta misma direccin pero,
tambin esta vez, Valignano lleva todo mucho ms all. Planea y organiza una estrategia completa
y englobante, especfica hasta el detalle y, aunque la comunica a Roma para su aprobacin, decide
ponerla en marcha inmediatamente ya que no puede esperar los cuatro aos que puede tardar un
mensaje en ir y venir del Vaticano. El motivo de esta japonizacin es tan sencillo y, a nuestros ojos,
lgico como l mismo expone: porque vivimos entre ellos es necesario que nos acomodemos (a
sus maneras). Entiende que un pueblo tan civilizado y apegado a sus costumbres no va a cambiarlas aunque se hunda el mundo. As, elabora un conjunto de normas de comportamiento que lo
abarca todo: no slo deben hablar japons o vestir, comer y vivir con ellos, deben casi pensar como
un japons, copiarles las maneras, los gestos, no dejar que las emociones lleguen a reflejarse en el
semblante, una rplica casi perfecta. En concreto, deben ser como sus homlogos japoneses, esto
es, los bonzos, llegando incluso a decir somos los bonzos de la religin cristiana. As, establece un
esquema comparativo de la jerarqua dentro de una y otra institucin, para que cada jesuita sepa a
quin ha de parecerse. Puede parecer que de esta forma, en lugar de ir a convertir al Otro, el Otro
nos ha convertido a nosotros, pero Valignano cree que esta adaptacin est justificada y es necesaria para conseguir el perseguido fin de hacerles abrazar la fe cristiana, eso es la esencia, el resto
slo la envuelve y por lo tanto es prescindible. No slo eso, cree que abrazar una nueva forma de
actuar, casi una nueva identidad, les da una oportunidad nica que deben aprovechar, y el que no la
quiera aprovechar, establece tajante, debe volverse a Europa inmediatamente. Se trata de intentar
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formar parte de un uchi5 al que hasta ahora no se ha podido acceder por venir el mensaje vestido
de diferencia y alteridad.
Cambiar las propias costumbres para amoldarse e incluso llegar a adoptar las del Otro requiere un
ejercicio previo de dar un valor propio a la alteridad, y ponerla a la misma altura que lo propio, sacando a ste del lugar central y nico verdadero en el que hasta ese momento se haba colocado.
Requiere pues librarse de todo prejuicio y adoptar un pensamiento relativista, entendiendo que
cada sociedad tiene unas formas de funcionar, y stas son, incluso las que puedan parecer ms
aborrecibles a nuestra mirada, las ms justas para esa sociedad y no deben ser satanizadas an y
cuando no se comprendan. Por eso intenta encontrar razones culturales, como ya hara en parte
Francisco Javier, para aquellas contradicciones que encuentra en un pueblo tan civilizado, como la
presunta tendencia al suicidio, a la muerte de otros, al aborto e infanticidio o incluso a la sodoma.
No slo busca razones de forma emptica para estas prcticas, las compara con otras similares llevadas a cabo en la Roma clsica para llevar al que le escucha o le lee a tener esa misma visin abierta,
flexible, tan poco usual en su tiempo. Como adelantado a su tiempo es el uso que hace, si no de la
palabra por no contar en ese momento con ese significado, del concepto de cultura, que es de lo
que al fin y al cabo est hablando cuando relativiza las costumbres de cada sociedad.
Como podemos suponer, esa innovadora y revolucionaria forma de pensar y actuar de Valignano se
encontr no en pocas ocasiones con el rechazo de Roma, lo que le irrita profundamente y lo achaca, de nuevo, a la visin plana y sesgada que desde all se tiene de Japn por no tener experiencia
directa de l. Acquaviva, su superior, no ha podido separar la forma del contenido, el significado del
significante, como ha hecho Valignano al vivir la realidad japonesa, por lo que sigue viendo al infiel
de una forma superficial y sataniza sus costumbres incomprensibles, rechazando que los propios
jesuitas tengan que adaptarse a ellas en ningn momento. Pero, si Valignano ha entendido que la
sociedad japonesa se mueve en su propio contexto, tambin su superior se mueve en el suyo propio
y merece ser visto con la misma mirada relativista y abierta.
Adems de basarse en el principio de la adaptacin, la estrategia jesuita funcionaba orientada de
arriba a abajo, su objetivo principal eran las lites polticas e intelectuales, con las que adems los
propios jesuitas se identificaban, y cuya conversin necesariamente conllevara la del pueblo llano.
Una aproximacin completamente opuesta a la de otras rdenes, como franciscanos, dominicos o
agustinos, todos ellos, adems, ms partidarios de la evangelizacin por imposicin, como demuestran las acciones llevadas a cabo en el continente americano.
El final de la misin japonesa
Con la llegada al poder de Toyotomi Hideyoshi en 1585, quien finaliz el proceso de unificacin de
Japn y puso final a la Sengoku Jidai pese a no poder ostentar el cargo de shgun y tener que contentarse con el de kanpaku6, empez una mala poca para los cristianos en tierras japonesas. Por un
5 Literalmente significa dentro, concepto que, junto con soto (fuera) forma una dicotoma muy utilizada al hablar
de la cultura, e incluso de la lengua, japonesa. Uchi hace referencia al grupo al que pertenece un individuo respecto a
otro en cada faceta o aspecto de la vida social, pudiendo variar en funcin del contexto.
6 Regente del emperador cuando ste ya ha alcanzado la edad adulta, en teora un consejero pero en la prctica solan
ejercer un gran poder. Toyotomi Hideyoshi no poda reclamar el cargo de shgun debido a sus orgenes humildes, as
que eligi esta opcin, con la que adems consegua la legitimidad que le daba el apoyo del Emperador. Poco despus
pas a ser taiko, o regente retirado, cargo por el que se le conoce an hoy en Japn.
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lado, Toyotomi empez a creer que los daimy conversos rendan pleitesa a la Iglesia Catlica antes
que a su gobierno, y por otro, empez a sospechar que los sacerdotes cristianos eran slo la avanzadilla de un futuro intento de invasin de Japn por parte de los espaoles, que podran favorecer a
daimy rebeldes para hacerle caer. Esta idea se vio reforzada por la llegada de Espaa a Japn, pas
que patrocinaba a la orden de los franciscanos, llegados al pas en 1587. stos eran muy diferentes
de los jesuitas, acostumbrados a tratar con los pueblos indgenas de los territorios espaoles en
Amrica, no quisieron amoldarse a las especiales caractersticas del pueblo japons ni tuvieron una
visin tan tolerante y relativista como los jesuitas. Adems, su estrategia era la opuesta a la de la
Compaa de Jess, los franciscanos preferan actuar de abajo a arriba, convenciendo primero a las
clases ms bajas y desamparadas de la sociedad japonesa. Empezaron entonces unos aos de represin del Cristianismo, situacin que terminara con la muerte de Toyotomi en 1598 y la posterior
ascensin al poder de Tokugawa Ieyasu, quien s recibira el deseado cargo de shgun.
Tokugawa estaba muy interesado en establecer vnculos comerciales con Occidente, por lo que
volvi a otorgar ciertos beneficios a los sacerdotes espaoles y portugueses. Aunque fue desencantndose progresivamente al comprobar una y otra vez cmo Espaa pareca nicamente interesada
en la campaa evangelizadora, a la que daba total prioridad sobre cualquier otro tipo de relacin,
por lo que empez a decantarse por Holanda e Inglaterra, enemigos de la Corona Espaola, quienes tambin queran establecer relaciones comerciales con Japn y a los que no pareca interesar
la expansin de su Protestantismo. Adems, desde 1605, Tokugawa cont con la interesantsima
figura de William Adams, piloto ingls que trabajaba para Holanda, como consejero personal en
temas relacionados con Espaa, Portugal y la Iglesia Catlica. En 1606 el shgunato declar ilegal el
Cristianismo y en 1614 se promulg oficialmente la expulsin de todos los cristianos y la prohibicin
completa de esta religin a todos los japoneses, lo que provoc algunas revueltas y la muerte de
miles de creyentes. Adems, esta orden de 1614 conden al fracaso la llamada Misin Keich, una
expedicin a Europa en la que ms de cien japoneses acompaados de un padre franciscano visitaron al rey Felipe III y al papa Paulo V.
Se cree que en el momento de la prohibicin existan en Japn unos quinientos mil conversos, lo
que es una cifra nada despreciable al estar hablando de una poblacin total en aquel entonces de
veinte millones de habitantes. Las prohibiciones fueron amplindose, en 1623 los ingleses se marcharon del pas voluntariamente, un ao despus se expuls a los espaoles y en torno a 1638, despus de una rebelin cristiana en Shimabara, a los portugueses. Se acab prohibiendo la entrada de
extranjeros en Japn, as como la salida de japoneses al exterior, situacin que se mantendra durante todo el tiempo dur el shgunato Tokugawa, el llamado Periodo Edo, nada menos que hasta
1868. Este cierre al exterior tuvo algunas excepciones, pues los holandeses siguieron comerciando
aunque con muchas restricciones durante todo este tiempo, adems se mantuvo cierto contacto
con China, Corea y las islas Ryukyu.
Sin duda, el hecho de que la llegada de los occidentales a Japn fuese a coincidir con una etapa convulsa de transicin entre dos pocas fue algo que marc enormemente el encuentro, no dndose
ste entre potencias estables y unificadas, y quiz sea ste uno de los principales motivos para que
esta relacin acabase de forma abrupta y, prcticamente, completa.
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China
Contexto histrico
Los primeros comerciantes portugueses llegaron a China en 1514, en el conocido como periodo
medio posterior de la Dinasta Ming7, concretamente durante el reinado del Emperador Zhengde.
Este soberano era conocido por su conducta hedonista, dedicando la mayor parte de su tiempo a
toda clase de entretenimientos entre los que destacaban la bebida y el sexo, y no se caracterizaba
por prestar gran atencin a los asuntos gubernamentales. Aficionado como era a todo aquello que
llegase de ms all de sus fronteras, recibi con inters a la primera comitiva portuguesa que visit
su palacio en nombre del rey de Portugal, Manuel I, en 1520, y autoriz a los comerciantes lusos a
desarrollar su actividad. Pero la temprana muerte del emperador el ao siguiente terminara con
este clima favorable y la corte de los Ming dara la espalda durante dcadas a cualquier tipo de relacin con los portugueses, a los que se atribua toda clase de rumores, llegando al punto de afirmar
que compraban o secuestraban nios a los que despus devoraban. No fue hasta 1557, a causa de
la superioridad martima portuguesa y la necesidad china de plata, cuando las autoridades Ming se
vieron forzadas a autorizar su actividad comercial y establecerse en Macao.
As, cuando los jesuitas llegan a China en 1582 no se encuentran con el ms propicio de los ambientes para su misin evangelizadora, pero pronto empiezan a comprobar las virtudes del proceso de
adaptacin que ya han podido utilizar en Japn con resultados exitosos.
Matteo Ricci, compatibilizando a Confucio y a Cristo
Ricci, el ms famoso de los misioneros en China, donde lleg en 1582, utiliz primero ciertas tcnicas de memorizacin conocidas en la Europa de la poca y en las que era un experto, los llamados palacios de la memoria, para ganarse el inters de los letrados chinos. Cabe recordar que el
sistema de exmenes oficiales chinos consista en la memorizacin de textos cannicos, as Ricci
esperaba que una vez que los chinos aprendieran a valorar sus dotes mnemotcnicas, se sintieran
impelidos a preguntarle sobre la religin que haca posibles tales maravillas (Spence, 2002). Otra
herramienta utilizada con xito por Ricci y otros despus suyo fue un mapamundi con los topnimos escritos en chino, algo que hizo ver a los letrados el lugar y tamao que su pas ocupaba en
el mundo; es bastante significativo que, dentro del proceso de adaptacin, se modificase el mapa
existente, con el Atlntico en el centro, por otro que, al tener el Pacfico en el centro, otorgaba a
China un lugar predominante, ms acorde con la percepcin tradicional china de ser, literalmente,
el reino central. Llegaron incluso a evitar el uso del principal smbolo del Cristianismo, el crucifijo,
al darse cuenta de que provocaba el rechazo de los letrados chinos, que equiparaban la crucifixin
con un castigo y, por tanto, a Cristo con un vulgar criminal.
Suele considerarse el ao 1601 como un punto de inflexin, cuando Ricci fue autorizado a instalarse
en Pekn, no sin la oposicin de algunos sectores de la lite letrada, pero podramos decir que apenas unos cinco aos antes otro hecho sera incluso ms crucial en cuanto a la estrategia a seguir por
la Compaa: el descubrimiento por parte de Ricci de los textos cannicos de Confucio. El jesuita estudi los clsicos confucianos y concluy que su doctrina, de carcter puramente moral y, digamos,
terrenal, era compatible con las enseanzas catlicas, I have noted in the Canonical Books many
passages which are favourable to the things of the faith, such as the unity of God, the immortality
7 Para la cronologa china he utilizado la aparecida en Schirokauer y Brown, 2006.
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of the soul, the glory of the blessed (Lettere, n 22, p.207, en Cary-Elwes, 1957). De esta forma,
Ricci cree haber encontrado una puerta de entrada por medio del mismo pensamiento chino tradicional y ortodoxo, no siendo necesario substituir las creencias de los letrados, mayoritariamente
confucianistas, basta con aadir las enseanzas catlicas como un complemento de ellas, de hecho,
considera el Confucianismo como una academia de pensamiento, no una religin.
As, la doctrina confuciana poda constituir un marco de traduccin para los conceptos catlicos,
this personal interpretation of the canonical Confucian texts justified Riccis proclaiming that there
were indeed Chinese cultural and conceptual equivalents for the key concepts of Catholic dogma,
and that these equivalent terms could be used to translate the Catholic concepts (Golden, 2009).
A partir de este momento los jesuitas incluso empiezan a vestirse de la misma forma que los letrados chinos de la poca, haciendo as claramente visible el carcter adaptativo de su estrategia. Al
mismo tiempo que se aproximan al Confucianismo, critican abiertamente al Budismo y al Taosmo,
doctrinas mucho ms populares entre el pueblo llano, por ser religiones propiamente dichas y, por
tanto, incompatibles con el Cristianismo.
Cuentan adems con la ayuda del contexto cultural y filosfico de la China de la poca, a finales
de la Dinasta Ming, un momento en que el Confucianismo se entiende de una forma poco rgida
y ortodoxa, y en general el clima entre los letrados y la sociedad es de cierta tendencia al sincretismo entre las tres doctrina existentes, however, instead of blending Buddhism and Daoism with
Confucianism, the Jesuits sought to blend Christianity with Confucianism (Mungello, 1999). Para
conseguir fortalecer esta combinacin de ambas doctrinas, los jesuitas y los primeros letrados conversos hacen nfasis en el silencio y la ambigedad confucianista acerca de lo sobrenatural y en la
importancia atribuida al cultivo de la moral y la espiritualidad, o a conceptos como la piedad filial.
Empieza as un proceso de creacin literaria de todo tipo de textos y ensayos centrados en demostrar la compatibilidad entre Confucianismo y Cristianismo, escritos tanto por los mismos jesuitas
como por famosos conversos como Xu Guangqi, autor de la mxima bu ru yi fo (suplementar al
Confucianismo y desplazar al Budismo).
De la misma forma, la imagen del Confucianismo y de los letrados chinos que los jesuitas transmiten a Europa es muy favorable, del primero dicen que contiene las verdades del mundo natural y
la razn humana, con una vertiente moral equivalente a la catlica, y que nicamente est falto de
la revelacin bblica. Se traducen al latn los Cuatro Libros confucianos y se dan a conocer por toda
Europa en los siglos posteriores, popularizando la figura de Confucio como maestro del que el Cristianismo y Occidente en general pueden aprender y enriquecerse.
Motivos internos y externos del fracaso de la evangelizacin de China
Fueron varios los factores que evitaron que el Cristianismo se propagase por China, tal y como los
jesuitas y las dems rdenes pretendan, y no es el objeto de este artculo el analizarlos, pero se
hace necesaria una breve enumeracin y comentario al respecto. Podramos decir que el principal
motivo fue el cambio de dinasta en 1644, cuando los Qing, una dinasta manch, se hizo con el
poder; China empez mostrarse ms reacia a cualquier tipo de influencia extranjera y, aunque los
jesuitas y los letrados conversos continuaron ocupando cargos dentro de la corte, su status baj
considerablemente de nivel. Adems, muchos letrados se posicionaron claramente en contra del
Cristianismo, especialmente los neoconfucianos, al que incluso relacionaron con sociedades secretas como la del Loto Blanco. Esta reaccin vino dada en parte a causa del secretismo con el que
rdenes catlicas como la de los franciscanos solan funcionar, siendo sta una relacin nada bien
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vista por parte de la nueva dinasta, siempre temerosa de posibles sublevaciones populares. En general, el clima de tendencia al sincretismo que se haba vivido a finales de la Dinasta Ming empez
a dar un giro, y los letrados empezaron a rechazar la idea de compatibilizar Confucianismo y Cristianismo, con lo que un nmero mucho menor de ellos decidi dar el paso de convertirse, dando as al
traste con la estrategia jesuita de evangelizar primero a las lites del pas.
No slo hubo factores provenientes del lado chino, las rivalidades entre Portugal y Espaa, identificados cada uno de ellos con las distintas rdenes, as como, posteriormente, la llegada de franceses
y holandeses, provocaron conflictos que no ayudaron a mejorar la percepcin que los chinos tenan
de los misioneros en general; de la misma manera, el comportamiento de los mercaderes portugueses y holandeses en las zonas costeras del sureste tampoco fue nada beneficioso para la causa.
El tiro de gracia vendra dado por diversos debates surgidos entre los mismos cristianos europeos,
siendo los ms importantes la llamada Controversia de los Ritos Chinos, sobre el carcter religioso
o civil de la veneracin a los ancestros y a Confucio por parte de los chinos; y el debate acerca de la
forma de traducir el nombre de Dios. Ambas polmicas, as como las decisiones tomadas por Roma
al respecto, rechazando la estrategia de adaptacin tan desarrollada por los jesuitas, had a chilling effect on Confucian-Christian dialogue and, to that extent, it damaged the effort to inculturate
Christianity in China (Mungello, 1999).
Conclusin
A lo largo de estas pginas he intentado explicar cmo, en uno de los momentos histricos de mayor
encuentro intercultural, una de las dos partes, la que pretenda conseguir algo de la otra, opt por el
pragmatismo y la adaptacin como mtodo para la obtencin de unos intereses. En este caso, se ha
hablado de intereses religiosos, pero no hay que olvidar que en todo este proceso se dio paralelamente una misin comercial con objetivos mucho ms materiales. El Catolicismo, o por lo menos su
sector ms intelectual, dio muestra de ser capaz de adoptar en Asia una estrategia completamente
distinta a la utilizada en Europa o en las nuevas tierras del continente americano, al encontrarse con
otro tipo de cultura y contexto. Se trata de un ejercicio de adaptacin que, pese a ser parte, no nos
engaemos, de una estrategia global en pos de unas metas completamente interesadas, no deja de
ser una muestra de cierto relativismo cultural.
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Introduccin
Estudiante de 4o curso,
Grado de Estudios de Asia Oriental
(Universitat Autnoma de Barcelona),
de intercambio durante el curso 2012-13
en la National Taiwan University,
miembro colaborador de Asiadmica
Interesado principalmente en la
filosofa poltica china y su anlisis
comparado con la Ilustracin europea
El sistema dominante occidental capitalista a travs de la globalizacin que comenz con el imperialismo europeo de Amrica y Asia, se ha encargado de dominar todas las esferas de la sociedad: la
poltica, la econmica y la social, creando as una hegemona cultural dirigida por los occidentales,
que ha sido articulada a travs de las instituciones, producciones artsticas y discursos polticos
occidentales, intentando crear un sistema de pensamiento nico donde en muchas ocasiones las
diferentes culturas se han acabado diluyendo o en otros casos han tenido que sobrevivir al gran
golpe cultural.
La comunidad asitico americana ha sido una de las comunidades que ha tenido que sufrir el
golpe de la hegemona cultural occidental, un claro ejemplo lo encontramos en el libro de Frank
Chin (1974, 27) Aiiieeeee! An Anthology of Asian American Writers donde el escritor sostiene que
for the subject to operate efficiently as an instrument of White supreamcy, he is conditioned to
accept and live in a state of euphemised self-contempt. This self-contemp is nothing more than
the subjects acceptance of white standards of objectivity, beauty, behaving, and achivievement as
being morally absolute, and his acknowledgement that, because he is not white, he can never fully
measure up to white standards.
Con este trabajo analizar como la comunidad asitico americana durante la dcada de los aos 60
intent sobreponerse a la hegemona cultural a travs de valores como la justicia social, la igualdad
racial y los derechos civiles. En este trabajo me centrar en el caso de la huelga estudiantil de la
Universidad de San Francisco durante los aos 1968 y 1969 que tuvo como objetivo conseguir unos
estudios tnicos alejados del eurocentrismo que imperaba en el sistema educativo anglosajn.
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http://www.udel.edu/readhistory/resources/2005_2006/summer_06/hsu.pdf
Podemos observar como la Segunda Guerra Mundial marc un antes y un despus en la inmigracin asitica en Estados Unidos, antes de la guerra, Estados Unidos promulg fuertes leyes para
restringir la inmigracin, un claro ejemplo lo encontramos en la ley del 1924, segn la Encyclopedia
of Immigration (2012), dicha ley fue el primer intento restringir la inmigracin en Estados unidos
(), los asiticos fueron especficamente excluidos. Segn la Oficina de historia del Departamento
de Estado de Estados Unidos, dicha ley tuvo la funcin de preservar el ideal de la homogeneidad
americana.
Durante la Segunda Guerra Mundial, China apoy a los aliados, lo que favoreci a que el gobierno
estadounidense revocar en el ao 1943 la ley de exclusin que restringa la inmigracin desde
los ltimos aos del siglo XIX, Warren G. Magnuson fue el encargado de promover dicha ley, la
comunidad china gan una cuota de inmigracin de 105 visas al ao, tambin gan el derecho a la
ciudadana a travs de la nacionalizacin. Esta ley fue el punto de inflexin y la puerta de entrada a
nuevas leyes venideras que favorecieron el acceso a otras comunidades asiticas a Estados Unidos.
Otro punto de inflexin para los derechos civiles y la inmigracin asitica fue la Guerra de Vietnam.
Segn Anderson, T (1995, 135), la guerra fue el motor que radicaliz la dcada de los 60, las minoras tnicas se movilizaron para conseguir nuevos derechos civiles, una de las conquista fue la ley
de 1965, el gobierno estadounidense promulg una nueva ley que favoreci la inmigracin asitica,
facilitando la reagrupacin familiar. En la tabla de que aparece anteriormente podemos ver como la
inmigracin asitica aumento considerablemente.
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Segn Uyematsu (2003, 419), durante el estado de agitacin de la dcada de los 60, los polticos y
los medios de comunicacin comenzaron a representar a los chinos americanos y a los japoneses
americanos como minoras modelo porque eran capaces de sobreponerse a la historia del racismo y la discriminacin a travs del trabajo duro, el amor por la educacin y el patriotismo. El mensaje estaba claro, mientras que otras minoras se quejaban del racismo, los asiticos americanos
salan adelante sin ayuda.
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Segn la misma Uyematsu (2003, 419) algunos asiticos americanos comenzaron a acceder a la
universidad en la dcada de los 60, donde estuvieron expuestos al activismo que floreca en los
campus, sobretodo al activismo afroamericano que durante la dcada de los 60 estuvo muy activo,
la mayora de los activistas eran jvenes de zonas urbanas y de clase media, fue en ese momento
donde muchos asitico americanos tomaron conciencia del estado de dominacin en el que vivan,
ya que compartan espacios con el resto de minoras tnicas y podan comparar las situaciones en
las que se encontraba cada minora. As pues, podemos observar como los aos 60 fueron unos
aos llenos de agitacin social, algunas universidades fueron centros donde se compartan las ideas
que serviran como motor para intentar transformar la sociedad estadounidense.
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Conclusin
Karen Umemoto (1989, 1) sostiene que dichos movimientos no cambiaron la estructura poltica y
econmica del pas pero si que afecto a la ideologa popular y a las relaciones sociales.
Tambin podemos observar como el papel de la comunidad asitico americana tuvo un papel fundamental en la huelga de la Universidad de San Francisco, para la comunidad fue un proceso de
reencuentro, un claro ejemplo lo encontramos en el pasaje donde los testimonios relataban que
lean la literatura tradicional china para crear nuevas tcticas para tener xito en la huelga, esto
nos indica como la comunidad asitico americana mediante la huelga hizo un viaje al pasado para
buscar en el folklore y la tradicin de su comunidad su identidad. En ese proceso de construccin
identitaria podemos ver como buscan en el pasado los pilares de su constructo para luego apuntalarlo con las ideas del presente para poder avanzar haca el futuro.
Otro punto a destacar es la habilidad que tuvieron los estudiantes para crear una contracultura
para hacer frente a la cultura dominante del establishment americano. Podemos sealar que dicha
contracultura fue una mezcla de la tradicin asitica y la modernidad que ellos vivan en Estados
Unidos, ya que los individuos formaban parte de dos realidades distintas pero que compartan un
mismo espacio, a pesar de la existencia de subespacios dentro de este.
Edward Said comentaba que la cultura es una especie de teatro o campo de batalla dnde varias
causas polticas e ideolgicas se enfrentaban entre si, este hecho lo podemos ver en todo el proceso que vivi la comunidad asitico americana, el campo de batalla fue la universidad, donde la
cultura fue el motor del cambio, en la universidad se escenific la lucha contra el sistema ideolgico
imperante anclado en la visin eurocntrica del mundo, con la intencin de crear un nuevo sistema
construido a partir del respeto por el otro, y por la aceptacin de otros sistemas de pensamiento.
As pues, mediante la huelga en la universidad podemos ver el papel de las instituciones a la hora
de estratificar el poder, autores como Gramsci y Foucault, ya fueron conscientes de la importancia
de la educacin, este hecho lo podemos encontrar tambin en el movimiento estudiantil de la
universidad de San Francisco ya que se dieron cuenta de la importancia que tenia el espacio de la
universidad. Podemos observar la importancia de los espacios compartidos como espacios de intercambio.
Sin duda, el movimiento de los asitico americanos durante los 60, demuestra que dentro de los Estados Unidos ha habido y hay voces crticas, a pesar de que muchas veces estas voces se diluyen por
la presin de los medios de comunicacin controlados por las grandes corporaciones americanas.
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02
A diferencia de las lenguas romnicas, que tienen un origen indoeuropeo y son denominadas lenguas analgicas por estructurarse sintcticamente a travs de un rgimen preposicional, la lengua japonesa es aglutinante1 y la funcin sintctica de los sustantivos se rigen por partculas2 en
posposicin. Otra diferencia clara es en la poca flexibilidad del idioma, los sustantivos no declinan ni
en gnero ni en nmero, las frases no se rigen por ningn tipo de concordancia como ocurre con el
castellano o el cataln y la parte ms flexible del idioma la encontramos en el apartado de verbos y
adjetivos que son conjugados en los binomios pasado-presente afirmativo-negativo. Por otro lado,
la conjugacin japonesa es mucho ms sencilla que muchas lenguas romnicas, es una lengua que
carece de tiempo futuro, para indicar este tiempo se usa el presente e indicando cundo se desarrollar dicha accin en el tiempo (maana como patatas).
Dnde realmente se encuentra la dificultad del idioma es en el uso concreto de esta gramtica dentro de un contexto social que slo ser conocido por el emisor cuando est fsicamente dentro de la
sociedad japonesa y tenga que desenvolverse dentro de ella y adaptarse a ese espacio sociocultural
y lingstico. Por lo tanto, tanto un hablante nativo como un hablante no nativo han de conocer
previamente su posicin jerrquica dentro de la sociedad y de la de su interlocutor y por tanto conocer cul es su sitio y posicin dentro del colectivo humano con el que interacta.
1 Idioma en que predomina la aglutinacin que no es ms que procedimiento en virtud del cual se unen dos o ms palabras para formar una sola. Tambin es la acumulacin de afijos distintos, generalmente tras el radical, para expresar
en ciertas lenguas las relaciones gramaticales (R.A.E).
2 Una partcula o joshi en japons es el elemento que sigue a la palabra y que designa la relacin que tiene el
substantivo respecto a la oracin de la cual forma parte, indica su funcin sintctica, tienen la misma consideracin que
las preposiciones que se usan en las lenguas romnicas (Kawashima, 1999).
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Otra diferencia clara entre la lengua japonesa y una romnica es la estructura gramatical ms simple
con la que se articula el lenguaje, es decir, la frase simple que se estructura de la siguiente manera SOV, un orden que coincide de la misma manera en que se escriba el latn clsico o al euskera
que tambin se rige por partculas que ocupan la posicin despus del sustantivo (Makino-Tsusui,
1986).
Ejemplos:
1.
p.s. O p.o. V
S: Sujeto /// p.s.: particula de sujeto /// O: Objeto directo /// p.o.: partcula de objeto directo /// V: Verbo
En este ejemplo resalta que en una lengua analgica como el castellano no se necesita marcar con
ninguna preposicin los sustantivos que hacen la funcin de Sujeto y Objeto directo, mientras que
en japons s que es necesario marcar estas palabras con partculas para explicar la funcin de stas
dentro de la oracin simple. As que esta lengua asitica estructuralmente es diferente a la estructuras SVO de los idiomas romnicos de nuestra pennsula.
Otra gran dificultad para el aprendizaje del idioma reside en el orden que siguen los sustantivos
dentro de la oracin ya que la frase se construye en un orden diferente al de una lengua romnica,
desde la posicin de un hispanohablante o un catalanohablante, los japoneses construyen las frases
al revs, empezando a construir la frase por la parte menos importante de la informacin dada y
acabando sta por la parte que realmente queremos dar a conocer y es la ms importante, como
se ve en el siguiente ejemplo:
S: sujeto /// CN: Complemento del nombre /// O: Objeto directo /// V: verbo
CN
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Ejemplo 1:
A:
B:
Ejemplo 2:
A: ?
B:
S, bebe vino.
3 Silabario japons usado en lengua escrita que combinado junto con los ideogramas forman la Lengua Japonesa escrita.
4 Silabario japons usado en lengua escrita utilizado para adaptar palabras extranjeras o para dar nfasis a una palabra
en concreto.
5 Sistema de ideogramas importados de la China Han, que una vez adaptados a la lengua japonesa marcaron el inicio
del japons escrito.
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En el Ejemplo 1, las frases estn construidas en modo formal tanto en tiempo presente como en
tiempo pasado, respetando un mnimo de educacin entre los hablantes y sobre todo hacia la
persona de la cual estn hablando y que las dos personas conocen. Mientras que en el ejemplo 2 el
modo ya es ms informal, incluso llegando a obviar el sujeto de la oracin ya que es sobradamente
conocida por los interlocutores.
Dentro del japons existen diferentes registros lingsticos, que no son ms que usos o maneras de
utilizar el idioma segn cual sea el momento. En general los idiomas vivos tienen un registro vulgar
ms comn, un registro estndar (normalmente el que se ensea en las escuelas y es de uso oficial),
y registros lingsticos ms especializados depender de qu marco del saber se refiere el emisor, ya
sea Medicina, Derecho, Economa...
As que los hablantes utilizan el idioma segn en qu situacin se encuentren y con qu tipos de
personas se relacionen, si son de clase ms alta, ms baja, si son superiores, o son subordinados.
Por lo tanto, este tipo de variante lingstica llega a marcar la formalidad o informalidad del emisor
frente al receptor.
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6 Sonkeigo: lenguaje usado por el emisor para referirse a una persona de posicin social o jerrquica superior.
7 Kenjgo: lenguaje usado por el emisor para referirse sobre s mismo y sus cosas, acciones y familia delante de un
receptor jerrquicamente y socialmente superior.
8 Teineigo: Lenguaje usado por el emisor para expresar su respeto hacia un pblicoy un auditori, o simplemente cuando
el receptor es indeterminado.
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A:
B:
C:
Yo bebo vino.
D:
E:
(Lenguaje estndar)
(, Sonkeigo)
(, Kenjgo)
(Estndar)
(, Teineigo)
En el ejemplo B la seora Akiko sera un superior por lo tanto el emisor que dice la frase y est hablando sobre ella muestra todo su respeto utilizando el Sonkeigo o el lenguaje honorfico, mientras
que en el ejemplo C es la sra. Akiko la que est hablando con un superior suyo y muestra su respeto
hacia el superior rebajando su posicin social para elevar en cierta manera la de su interlocutor. En
el ejemplo D y E se muestra la diferencia de una misma frase en lenguaje estndar usando el verbo
kimasu (venir) y el verbo mairimasu que sera la versin en lenguaje corts del verbo venir, en
el caso en que se est anunciando por megafona la llegada del tren desde Tokio. En este caso, al
no existir un interlocutor concreto el lenguaje corts hace la funcin de lenguaje ms educado y
correcto que el lenguaje estndar que sera ms neutro.
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Si el receptor es una persona que socialmente es superior al emisor, el lenguaje ser mucho ms
respetuoso de lo que se considera normal en el lenguaje diario, si el emisor es un subordinado el
registro lingstico ser mucho ms relajado e informal ya que socialmente no merece un excesivo
respeto.
Desde un punto de vista ms antropolgico no es ms que una manera muy clara de identificar
el yo frente al otro, de todo aquello que es propio y de todo aquello que es ajeno al emisor.
(Wetzel, 2004). Es una forma concreta ms que utiliza el individuo para desenvolverse dentro de la
sociedad donde vive y se desarrolla como individuo pero tambin como representante de su ncleo
familiar y personal, de un yo mucho ms amplio que no afecta slo al individuo sino a todas las
personas con las que relaciona y convive, la individualidad, como concepto de un individuo queda
mezclado con el del colectivo, o grupo humano al cual se pertenece y se considera como propio.
Tambin es destacable mencionar todos aquellos conceptos que se relacionan con la sociedad y que
marcan sus normas sociales que van acordes con los usos lingsticos del idioma japons, conceptos como los de uchi-soto (-)9,y los binomios de emisor-receptor en los cuales el Keigo tiene su
uso y marca una normativa de uso del Keigo que hay que respetar y sobre todo saber utilizar convenientemente: ani-otouto (-)10, senpai-gohai (-)11, sensei-gakusei (-)12,
meue-meshita (-)13.
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inferior (meue-meshita, -), las relaciones interpersonales tambin estarn vinculadas con
el Keigo, para marcar el respeto hacia los mayores o los superiores.
El Keigo y el concepto de uchi tambin son aplicables en las relaciones laborales y de comunicacin
a nivel de las grandes corporaciones japonesas. Una empresa determinada ocupa un lugar determinado dentro de una escala jerrquica de empresas, por lo tanto, si una secretaria de direccin
tiene que ponerse en contacto con un directivo importante de una empresa que jerrquicamente es
superior, la empresa se convierte en el uchi de la secretaria y por lo tanto deber mostrar el mximo respeto a su interlocutor utilizando el Sonkeigo cuando se refiera a su interlocutor y el Kenjgo
cuando se refiere a su superior y a su empresa en general. Por lo tanto las personas, segn en las
circunstancias en las que se encuentre e interacte ir cambiando entre un registro y otro para acomodarse jerrquicamente en la posicin social que le pertenece.
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02
Isma Ruiz
Para analizar la visin del maosmo desde la perspectiva del realizador chino Zhang Yimou, lo har a partir del anlisis de la pelcula El Camino a Casa1.
Estudiante de 2o curso,
Grado de Estudios de Asia Oriental
(Universitat Autnoma de Barcelona),
autor del blog Approaching To The East
Interesado principalmente en la
antropologa social y cultural, con
especial predileccin por el cine oriental
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El Camino a Casa
La accin de la pelcula se desarrolla en una pequea aldea llamada Sanhetun, situada en la provincia de Jilin, al noreste de China, dentro de lo que antiguamente se conoca como Manchuria, entre
Corea y la Regin Autnoma de Mongolia Interior.
Se trataba de un rea rural donde la agricultura y la ganadera eran la base de su economa, sin
escolarizacin y una industrializacin prcticamente inexistente, adems de estar formada por habitantes no Han (caracterstica que comparte con el resto de la provincia, en la que debido a su situacin geogrfica, est mayormente poblada por las minoras tnicas Coreana, Manch y Mongol10)
y cmo el resto de China estar muy arraigada a las tradiciones y principios confucianos. As pues,
teniendo en cuenta estas observaciones, me centrar bsicamente en los dos aspectos principales
que el director trata de mostrarnos como teln de fondo de la historia de amor de sus protagonistas: Cmo se vio afectada la educacin en las reas rurales de China y cmo pudieron afectar El Gran
Salto Adelante y la Revolucin Cultural a las tradiciones culturales del pas.
Dentro de los planes de la revolucin maosta estaba el formar a la poblacin rural, gran parte de la
cual estaba sin escolarizar. De hecho, como podemos ver en la pelcula, en Sanhetun hasta 1958 no
haba ninguna escuela.
El problema que surgi fue cmo reformar la educacin para conseguir estudiantes adeptos a la
lnea del partido. Puesto que los intelectuales eran en gran medida maestros, todo el sistema educativo se convirti en un mbito para la remodelacin revolucionaria (Fairbank , 1990, 311)11. De
este modo, y siendo ste un momento que haba una gran influencia sovitica, el primer objetivo en
cuanto a la educacin fue dedicado la alfabetizacin de masas, a la creacin de escuelas y universidades que abren de par en par sus puertas a los obreros y campesinos de toda China, podemos
entender porqu deciden enviar un maestro a una poblacin en la que hasta el momento ni siquiera
se haban preocupado de construir una escuela.
A partir de la escolarizacin de sus habitantes el partido podra preparar a la poblacin para las
reformas que se queran llevar a cabo, y al mismo tiempo alcanzar un alto grado de homogeneidad
en cuanto a las ideas de la poblacin, y conseguir as un sistema comunista de gente fiel al partido
y sin detractores.
El PCCh inici una vigorosa imitacin del modelo sovitico de educacin. Esta reorganizacin tuvo
el efecto de trasladar a la mayora de los estudiantes a asignaturas tcnicas, en lugar de los programas de humanidades que anteriormente haban dado graduados con ideas polticas. [] El ejemplo
sovitico tambin condujo a la regularizacin de los planes, materiales y textos de enseanza, de
modo que los programas de enseanza en todas las especialidades se establecan desde el centro.
(Fairbank , 1990, 312)12.
11 Fairbank, John King. 1990. Historia de China Siglos XIX y XX. Alianza Editorial: Espaa
12 Fairbank, John King. 1990. Historia de China Siglos XIX y XX. Alianza Editorial: Espaa
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La finalidad de la educacin no era crear nuevos intelectuales capaces de pensar por si mismos, ya
que se corra el riesgo de que stos pudiesen tomar decisiones polticas que pudiesen ser contrarias
al rgimen, si no que lo que se buscaba realmente era formar profesionales con conocimientos cientficos para as poder avanzar tecnolgicamente y cumplir los objetivos de industrializar el pas.
Es por ello que el primer problema ya aparece cuando el maestro no sigue el programa que marca
el estado, si no que l mismo escribe un propio libro no oficial, con el que impartir sus clases y que
se alejaba mucho de la formacin deseada por los programas estatales, de un carcter ms tcnico
como el de sus vecinos rusos.
Adems, en los textos con los que el maestro imparte las clases se puede apreciar claramente una
enorme influencia confuciana con frases como Trata bien a tus padres y se bueno con la gente que
te rodea, Ayudar en casa y ser respetuosos con los mayores, Aprender a leer y a escribir nos dar
conocimiento, Todos los conocimientos nos ayudarn en nuestra vida.
Eso era un gran problema, ya que no interesaba al partido, al no comulgar precisamente con el
ideario comunista. De hecho, el propio Mao, ya en 1940 dijo En China tambin hay una cultura semifeudal [] Son representantes de esta cultura cuantos abogan por el culto a Confucio, el estudio
de los cnones confucianos, el viejo cdigo moral y las viejas ideas y se oponen a la nueva cultura y
las nuevas ideas. Estas culturas reaccionarias sirven al imperialismo y a la clase feudal y deben ser
barridas(Senent-Josa, 1977, 10)13.
Para la poblacin de Sanhetun, la figura del maestro pasar a ser la de un lder y de modelo a seguir. Prueba de ello es cmo a parte de los nios que van a la escuela, en el exterior de la misma
vemos cmo el resto de aldeanos acuden tambin para escuchar sus palabras y aprender de sus
conocimientos. stos ven en l a alguien superior y diferenciado, llegando incluso a pensar es un
caballero de la ciudad, no es apropiado que coma con nosotros o la madre de Zhao Di sugerirle que
se olvide de l, ya que est fuera de su clase.
Zhang Yimou, tambin quiere dejar constancia de esta diferencia existente entre el maestro y los aldeanos, cuando en la etapa de 1999 vemos un par de carteles de la pelcula Titanic14 en las paredes
de la casa. Con stos el director est haciendo alusin al paralelismo que existe entre la historia de
amor de Luo Changyu y Zhao Di (l maestro y ella una analfabeta, como gran parte de la poblacin),
y la de Rose y Jack (ella perteneciente a una familia de clase alta y l un chico sin muchos recursos que viaja en tercera clase) habiendo como nexo en comn entre ambas relaciones, una clara
diferencia social entre las parejas respectivamente. Diferencia de clase que ms adelante tambin
tendr una gran importancia en la campaa antiderechista promovida por el presidente Mao.
As pues, con esta visin que tiene el pueblo respecto a la figura del maestro, es evidente que ste
puede ejercer una gran influencia entre la poblacin rural e interesa tenerlo controlado para evitar
13 Senent-Josa, Joan. 1977. Enseanza y revolucin en China. Mao Tse-tung y otros autores. Editorial Anagrama : Barcelona
14 Direccin:James Cameron. 1997
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que transmita unas ideas que podran ser contrarias al rgimen. En definitiva, poder controlar a los
maestros era poder controlar a las masas.
El Gran Timonel15 pensaba que la mayora de los intelectuales tambin tendran una postura a favor
del comunismo. De hecho, l estimaba que de un total de casi cinco millones de intelectuales, no
ms del tres por ciento seran contrarios al marxismo (Fairbank , 1990, 314)16.
Por otro lado, a principios de 1956 Zhou Enlai, ex primer ministro chino dijo El gobierno necesita
las crticas del pueblo. Sin estas crticas el gobierno no sera capaz de funcionar como una verdadera
dictadura del proletariado. [] Debemos aprender de nuestros errores, tomar todas las formas
de crticas constructivas y hacer todo lo que podamos para responder a estas crticas (Varela Vizcano , 886)17.
As pues, partiendo de estas premisas en la que interesaba saber las crticas del pueblo y del hecho
que Mao pensase que gran parte de los intelectuales estaran de su parte, se inaugur la Campaa
de las Cien Flores en la que como parte de una mejora general de las condiciones de trabajo se anim a los intelectuales a expresar crticas de los cuadros que los hubieran tratado despticamente.
Al principio las crticas tardaron en llegar debido al temor a las represalias que el estado pudiera
tener contra ellos, pero finalmente stas se haran pblicas y sin tapujos, convirtindose en un
verdadero ataque al sistema maosta. En mayo de 1957 empezaron a criticar el rgimen del PCCh
atacando repentinamente sus premisas bsicas, su estilo de trabajo, sus doctrinas y sus prcticas.
A las pocas semanas hubo que dar por terminada la campaa de las Cien Flores (Fairbank , 1990,
314)18.
Una vez que el fracaso de las Cien Flores demostr que los intelectuales tenan ideas contrarias al
Partido Comunista Chino, al ponerse de manifiesto su disconformidad y desencanto, Mao se puso
en contra de ellos, y pasaron a convertirse en uno de los blancos principales de su campaa antiderechista. As, adopt la idea de que se deba formar una nueva generacin de intelectuales verdaderamente entregados al partido y que fuesen de autntica procedencia proletaria.
Mao advirti a los intelectuales que no eran ms que maestros empleados por el proletariado y
el pueblo trabajador para ensear a sus hijos. No deban aventurarse a tener sus propias ideas ajenas al partido. [] Se opuso vengativamente a ellos considerndolos como gente que l no poda
controlar. [] Esta reaccin le llev a realizar muchas declaraciones violentas y torpes como los
intelectuales son los ms ignorantes de los hombres o todas las grandes realizaciones intelec15 Nombre por el que tambin se conoca al presidente Mao
16 Fairbank, John King. 1990. Historia de China Siglos XIX y XX. Alianza Editorial: Espaa
17 Varela Vizcano, Csar. Cap 53 Historiografa China y Occidente: Una visin desde la Antropologa. La Investigacin
sobre Asia Pacfico en Espaa. Universidad de A Corua y Universidad de Pekn <http://www.ugr.es/~feiap/ceiap1/
ceiap/capitulos/capitulo53.pdf> (2011, 30 de Octubre)
18 Fairbank, John King. 1990. Historia de China Siglos XIX y XX. Alianza Editorial: Espaa
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tuales han sido hechas por jvenes relativamente incultos. De este modo volvi a la fuente de la
que haba salido, es decir, el campesinado chino como fuente de sabidura y esperanza de futuro
(Fairbank , 1990, 315)19.
Esas declaraciones de Mao son las que nos recuerdan al momento en que el alcalde le dice al maestro que se vaya de Sanhetun alegando que no est hecho para el campoy de ah que surjan los
rumores que circulan por el pueblo en los que dicen que se haba marchado simplemente por tener
ideas polticas contrarias.
Entre 400.000 y 700.000 personas competentes fueron destituidas de sus trabajos y se les puso la
devastadora etiqueta de derechistas, es decir, enemigos del pueblo. [] Fue en esta atmsfera de
acusaciones y antiintelectualismo cuando comenz el Gran Salto Adelante (Fairbank , 1990, 315)20.
Y esto queda reflejado en el momento de la destitucin del cargo del maestro, como la de muchos
otros a lo largo y ancho del pas. Y no slo eso, si no que adems se le imponga la prohibicin que
le impida poder regresar al pueblo.
Es por eso que, excepto cuando Zhao Di enferma tras el intento fallido de ir a buscarle a la ciudad y
l regresa a Sanhetun de forma ilegal al no contar con la autorizacin, no volver a encontrarse con
su amada hasta dos aos despus, coincidiendo con el fin del Gran Salto Adelante tras la dimisin
del presidente Mao y el triunfo de Liu Shaoqi, quedando el primero relegado a funciones casi protocolarias.
Ms tarde volver a intentar llevar a cabo sus planes de socializacin y acabar dando lugar a la
Revolucin Cultural, en la que nuevamente se ensaar con los apestosos intelectuales, incluyndoles dentro de lo que se dar a conocer como las nueve categoras negras que deban ser
suprimidas21. Pero no solo se vern oprimidas estas nueve categoras, si no que en ese proceso de
socializacin, tambin se atacar a las minoras tnicas para lograr un grado todava ms alto de
homogeneizacin entre el pueblo chino.
La obsesin por erradicar las tendencias separatistas y borrar las caractersticas especiales de los
nacionalismos perifricos llevaron a impulsar una serie de reformas que dieron lugar a los dos periodos ms oscuros de la relacin entre la mayora han y las minoras tnicas: el Gran Salto hacia
delante y la Revolucin Cultural. [] Con la excusa de alcanzar el nivel de desarrollo de las comunas
modlicas puestas en marcha por los chinos han, se atacaron los prejuicios tnicos (Vilar i Gell,
9)22 y con ello las tradiciones culturales propias particulares de cada poblacin.
19 Fairbank, John King. 1990. Historia de China Siglos XIX y XX. Alianza Editorial: Espaa
20 Fairbank, John King. 1990. Historia de China Siglos XIX y XX. Alianza Editorial: Espaa
21 Vilar i Gell, Miquel. La Agricultura en China. Departament de Geografia. Universitat Autnoma de Barcelona
22 Vilar i Gell, Miquel. La Agricultura en China. Departament de Geografia. Universitat Autnoma de Barcelona
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As que esto tambin tendr repercusin en la aldea, que como en muchas otras poblaciones chinas, tambin tiene sus propias costumbres. Por ejemplo, la de colgar una tela roja cuando se construye un edificio nuevo, que tendr que ser hilada por la chica mas guapa del pueblo y la llaman el
Estandarte Rojo de la Suerte.
Otra de sus tradiciones era que cada familia del pueblo prepare un plato de comida para los trabajadores que participan en dicha construccin; adems de otras supersticiones como la de que
algunos trabajos, como construir una casa o un pozo, no pueden ser realizados por las mujeres ya
que traera mala suerte.
Mao consideraba que los problemas sociales que afectaban a China deban interpretarse como
problemas de clase, por lo que su solucin se encontraba en la lucha revolucionaria hacia la igualdad. En este reto, las nacionalidades minoritarias deban abandonar sus particularismos y sumarse
al combate contra los Cuatro Viejos (ideas, costumbres, cultura y hbitos) (Vilar i Gell, 9)23.
Para muchos chinos, un antepasado es alguien a quien honrar, pero tambin alguien cuyas necesidades deben satisfacerse. La forma china de venerar a los antepasados sostiene que la gente sigue
existiendo despus de la muerte y que los vivos estn obligados a atender sus deseos (Yardley,
2006)24, con lo que vuelve a estar de nuevo presente ese confucianismo y respeto por los ritos y
antiguas tradiciones que ser tan criticado por los miembros del partido.
De este modo uno se explica por qu, desde la Revolucin Cultural, tal y como se comenta en la
pelcula, ya nadie en el pueblo sigue la tradicin de transportar al difunto a pie para recordarle el
camino a casa.
Por ltimo, aunque ello no tenga relevancia en la pelcula, tal vez que la excusa de la pelcula sea
el amor no es tan trivial como pueda parecer, si no que pensndolo bien, los propios protagonistas
de la pelcula no dejan de ser unos rebeldes al enamorarse libremente, al convertirse el amor entre
las personas, ms all del partido, en otro posible enemigo del sistema de la poca como se puede
comprobar en novelas autobiogrficas como Azalea Roja25 o Cisnes Salvajes26.
23 Vilar i Gell, Miquel. Minoras tnicas en China. . Departament de Geografia. Universitat Autnoma de Barcelona
24 Yardley, Jim. 2006. Dead Bachelors in Remote China Still Find Wives. 05/10/06 The New York Times <http://www.
nytimes.com/2006/10/05/world/asia/05china.html?pagewanted=all> (2011, 02 de Noviembre)
25 Ttulo Original: Red Azalea. Anchee Min. 1995
26 Ttulo Original: Wild Swans: Three Daughters of China. Jung Chang. 1991
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