Kennedy Milward - La Muerte Glacial
Kennedy Milward - La Muerte Glacial
Kennedy Milward - La Muerte Glacial
La muerte glacial
Ttulo original: Corpse in Cold Storage
Traduccin: J. R. Wilcock
EMEC El Sptimo Crculo N 8
Buenos Aires
1 edicin: junio de 1945
GRACIAS A R.M.W.
Y A LO QUE VIO UN DOMINGO
POR LA TARDE
CAPITULO 1
HEARTSEASEONSEA
SIR GEORGE BULL se dijo, por centsima vez, que deba ser corts.
l y Lady Bull disfrutaban de la hospitalidad de Mr. Shayler, a bordo
de su yate lujosamente equipado. Sir George por lo menos, pues Mr. Shayler era
un husped sumamente generoso, un aficionado a los juegos de azar, a la vez
inexperto y perseverante, y esta combinacin de cualidades era lo que Sir
George necesitaba. La satisfaccin de Lady Bull era quiz menor, pues a ella,
principalmente, se deba la presencia de ambos en el yate, y las atenciones de
Mr. Shayler eran tan constantes (aunque no tan inexpertas) como su pasin por
el poker y el picquet. Sir George y su mujer, por supuesto, comprendan
claramente la situacin; su confianza mutua era completa, pero, como Lady Bull
haba observado, slo Sir George se diverta.
En esta calurosa tarde de domingo Sir George no pensaba lo mismo. l
y su husped marchaban por un camino muy polvoriento, muy melanclico, y Sir
George prevea con desaliento el resultado de este paseo. Haban desembarcado
en Oremouth y despedido, imprudentemente, la lancha a motor; Sir George
trataba con dificultad de no recordar a Peter Shayler que haba sido un
estpido error.
Peter Shayler, creyendo, como todo americano, que en un pas tan
pequeo se poda ir de un lugar a otro en cinco minutos, no se haba arredrado al
saber que, aun descontando las vueltas, la distancia entre Oremouth y
Heartsease no era despreciable.
Ah, s, es all; eso que ven all admiti un habitante de Oremouth,
sealando a travs de la boca del Ore uno o dos puntos sobre la lnea del
horizonte; pero no hay camino directo. Por lo menos hasta el puente de peaje.
Claro, si tuvieran un bote..., pero remando tardaran igual.
La segunda equivocacin de Peter Shayler haba sido confiar en lo
dicho por el hombre: Pero est muy cerca del puente. Andando? Se llega en
un momento.
Sir George se abstuvo de observar que hubiera sido mucho mejor
alquilar un coche.
Saliendo del notable puerto de Oremouth, a lo largo de la abarrotada
calle principal, pasaron por la oscura estacin de ferrocarril, hasta llegar a un
barrio de casas victorianas. De stas pasaron a un horror de villas recin
edificadas, y, finalmente, a lo que pareca haber sido un camino de campo y era
ahora una pista para ciclistas aficionados, limitada an a la izquierda por un alto
seto de espinos y de hayas. Slo cuando llegaron al lugar donde el seto
terminaba, pudieron ver el puente de peaje, y lo primero que notaron fue su
lejana. Ms all, formando el horizonte, estaban las Colinas; a la derecha, un
terreno ondulado, con un nmero razonable de rboles y de casas diseminados
aqu y all y una multitud de anuncios de hoteles, bebidas y neumticos; a la
izquierda corra el indolente Ore, separado de ellos tan slo por una faja de
tierra pantanosa y de mal aspecto. La orilla opuesta del ro pareca perderse en
una serie de cinagas, que suban suavemente hacia donde se deca que
Heartsease se encontraba.
Hasta el entusiasmo de Peter Shayler mengu; porque el triste camino
era largo, caliente, polvoriento y desagradable.
Entonces, Sir George cometi otro error.
Qu hacemos? pregunt. Parece una caminata largusima. Por
qu no postergamos hasta maana nuestra visita a Mr. Ireland? Podramos ir
directamente en la lancha.
Ahora que hemos llegado hasta aqu dijo Shayler creo que es
mejor seguir, no? Ireland es un viejo amigo mo, y yo le estoy muy en deuda, y
le he prometido visitado en la primera ocasin que se me presentase.
Sir George frunci el ceo. Si no pona ms cuidado, Mr. Shayler le
contara de nuevo la consabida ancdota de su abuelo, para llegar a la original
moraleja de que la palabra de los Shayler era sagrada. Decidi que eso sera
peor an que la caminata, pese a que sta le provocara una sed apreciable.
Lament, sin embargo, que Shayler hubiera credo necesario desembarcar
vestido como para un desfile de modelos de la Semana de la Moda. Uno se
senta como si paseara con un chfer, pens, cometiendo una injusticia con la
gorra marina de su compaero.
Tiene razn fue todo lo que dijo, en un tono suficientemente
animado como para dar a entender a Shayler que slo a l se deba tanta
solicitud. Esto caus gracia a Shayler, pues, aunque el caballero era bastante
recio y resistente, l se saba, tanto de aspecto como en la realidad,
doblemente gil y atltico. Crea estar bien entrenado; no haba hecho acaso
construir un gimnasio en el yate, y no lo usaba religiosamente cada maana?
Siguieron adelante.
El paisaje martimo de este pas deja mucho que desear fue la
observacin siguiente de Shayler.
Sir George gru su conformidad. No le gustaba la costumbre de
Shayler de adoptar, repentinamente, un punto de vista americano, o extranjero.
Casi no tena acento, y no usaba expresiones idiomticas (ambas cosas ocurran
respectivamente cuando estaba emocionado o un poco bebido), y conoca muy
bien a Inglaterra y el idioma ingls; hasta haba estudiado en Oxford; sin
embargo, de pronto haca una observacin como sta. Aun Sir George, que
perda muy poco tiempo en elogiar algo que no fuera, l mismo gustaba
naturalmente de rebatir cualquier juicio americano que criticara lo ingls. En
general era muy fcil; a un turista que se quejara de los hoteles o de la comida
inglesa se le poda explicar que nunca haba estado en un hotel verdaderamente
bueno, porque era tan difcil entrar en ellos como en algunos clubes. El paisaje
de la costa inglesa poda ser defendido mediante alusiones al Devonshire y a
Gales. Pero Shayler lo saba; deca esas cosas justamente con la intencin de
"pescar" al interlocutor, inducido a que se sumergiera en una cansadora
descripcin de Lulworth o del Lizard. De todos modos, era agradable ver el
fastidio de Shayler cuando su intencin fracasaba.
Supongo que ste es el camino dijo Shayler despus de un rato.
Sir George, cada vez ms consciente de que los zapatos de goma no
eran justamente los ms convenientes para una caminata por un camino
endurecido, hizo notar con cierta acrimonia que no pareca que hubiera otro
puente, y que si ste no era el indicado, era mejor empezar todo de nuevo.
Por fin se acercaron al puente, y no cupo la menor duda de que era un
puente de peaje; porque su paso estaba cerrado por una puerta giratoria, y
junto a la puerta haba una casita muy fea de ladrillo colorado. Peter Shayler
dijo que era absurdo volver a edificar algo tan anticuado como una casa de
portazgo, y desatino edificada de tan desagradable aspecto.
Ya lo s Sir George se vio obligado a responder. En su pas la
habran edificado de modo que pareciera un anexo al Arca, y cobraran para
verla, de paso.
Llegaron a la puerta y advirtieron que no tena paso para peatones;
notaron, adems, que estaba cerrada con llave. Lo ms difcil era descubrir
alguien que la abriera. Por fin encontraron en el jardincito, detrs de la casa, a
un hombre de edad, corpulento, en mangas de camisa. Estaba oculto por una alta
fila de judas, y muy ocupado con su diario dominical. No le gust nada que lo
molestaran, porque estaba ocupado con la solucin de un concurso que consista
en numerar, por orden de mritos, veinticuatro sombreros de seora. Los dos
primeros eran fciles, los de plumas; el xito relativo de los dems exiga una
atencin y un cuidado muy especiales; y justamente ahora interrumpan el orden
de sus ideas.
Por qu no tocaron la bocina? les recrimin cuando Sir George
pregunt si era sordo; evidentemente la gorra de Shayler pareca ms explcita
que la aseveracin de Sir George de que haban venido a pie, o que la palpable
ausencia de coche en los alrededores.
Veinte peniques cada uno les dijo con cierto fastidio. Agreg que
los coches costaban sesenta peniques, como si an esperara que hicieran
aparecer un automvil de la nada.
Shayler le dio sesenta peniques, lo que aument levemente su
confusin.
Supongo que por aqu se va a HeartseaseonSea? le pregunt
Shayler mientras abra lentamente la puerta.
Eso mismo.
Por aqu derecho?
No puede equivocarse de camino dijo el guardin, no hay ms que
uno.
Qu?
El hombre se adelant hacia ellos, lenta y cautelosamente.
"La Cueva" repiti Sir George. Lo siento, pero no s el nombre de
la calle.
CAPTULO II
EL ADIS DE CHARLESON
George. Pero es una vieja idea nuestra. Usted nunca estudi historia, es claro,
porque si no lo sabra. Y hoy en da se ha vuelto a poner en prctica en la mayor
parte de los pases europeos.
Ya se adverta que la conversacin corra peligro de convertirse en otra
de las peleas entre Shayler y el caballero sobre los mritos o desventajas de lo
que el primero insista en llamar la Civilizacin Americana. Pero en ese momento
anunciaron que el almuerzo estaba servido, y los tres hombres se apresuraron a
terminar sus cocktails.
Pero, tan pronto como hubieron empezado a almorzar, la conversacin
volvi al asunto del camin de helados.
Dice usted que este hombre, Charleson, era el propietario de
Heartsease, no? pregunt Sir George a Ireland.
S.
Rico?
Supongo. Nunca gast ni medio penique para mejorar el lugar; y,
bueno, usted sabe lo que parece. Oh, lo tenemos bien merecido por idiotas!
Aunque ltimamente no le iba tan bien. Cometi un error al no insistir en que le
comprramos al contado nuestras respectivas chozas. Algunos pagaron una
prima elevada, pero casi todos compraron a plazos, exactamente como un
alquiler. Como resultado, la mayor parte de las casas (as les decimos
oficialmente) estn vacas. Sus ocupantes desaparecieron. Y est el club que se
va derecho a la ruina, y si as sucediera no hay caso de hacer un juicio contra los
miembros, porque no pueden pagar, simplemente. Apenas quedamos unos veinte.
Por supuesto, me conviene bastante vivir aqu. Tengo casa de campo, con la
ventaja de hacerme aorar el lujo y las comodidades de una escuela secundaria
de tercer orden.
Supongo, entonces, que Mr. Charleson era tan poco popular entre
ustedes como con Shayler.
Peter Shayler se ruboriz.
Ser mejor que me explique dijo. Ustedes pueden saber o no, que
Peter Shayler, mi padre, se retir de la poltica, en una palabra, por culpa de
Paul Peter Charleson. En mi pas es muy fcil provocar un escndalo. se era el
oficio de Charleson. Y ahora, gracias a Dios, parece que le han dado su
merecido.
Sir George pareci, de propsito, un poco escptico.
Escndalo? dijo.
Pero, George protest su mujer; volvi la cabeza para mirarlo, y le
dirigi una mirada que era mucho ms eficaz que un guio.
El enojo de Peter Shayler hacia Sir George naufrag en su
reconocimiento hacia Lady Bull.
Oh!, es cosa corriente contest. Hasta que uno no ha vivido en
Norteamrica no se lo imagina. Damos una interpretacin muy liberal al dicho
CAPTULO III
PATENTES DE CORSO
CAPTULO IV
GUSTO A VAINILLA
quedaban y limpiar los recipientes. Parece que si no hubiera sido por la limpieza
no habra abierto el depsito (supongo que es la mejor palabra para designarlo)
donde estaba el cuerpo. Porque saba que estaba vaco. Al abrirlo se encuentra
con el cadver, acomodado como en un atad. Ni se imaginaba quin era el
muerto. Eso dice l, por supuesto.
Corri gritando a buscar al gerente, y, al principio, el gerente crey
que se trataba de una broma. Orden al muerto que se levantara y saliera, e
insult al conductor por arriba y por abajo. Pero no costaba darse cuenta de que
el hombre estaba muerto, y helado. Entonces llamaron a la polica.
El chfer empez por decir que no poda ser: el cadver no poda
haber entrado solo. Pero all estaba. Le hicieron rendir cuentas de cmo haba
pasado su tiempo. Haba salido a medioda; antes de salir, el camin haba sido
llenado; haba testigos. Haba ido aqu y all: los lugares donde de costumbre se
encuentra con los triciclos. No es verosmil que el cuerpo haya sido introducido
durante una de esas paradas, porque los triciclos se acercan a la parte
posterior del camin, donde estn las puertas de los depsitos, para ser
provistos. De cualquier manera, no pudo haber sido introducido hasta que el
depsito no estuviera vaci. Adems, era posible establecer a qu hora haba,
quedado vaco; parece que el domingo la gente habla mostrado predileccin por
los helados de vainilla, y como el camin no traa suficiente abasto, el ltimo de
los hombres se introdujo en su interior para juntar todos los restos que
quedaban. Eso sucedi ms o menos a las tres de la tarde, y el camin estaba
cerca de Oremouth.
Espere un momento interrumpi Sir George. Ese depsito era el
nico capaz de contener un hombre?
No. Hay cuatro del mismo tamao, pero los otros tres tenan otra
clase de helados. Adivino su pensamiento, pero el cuerpo no pudo ser cambiado
de un depsito al otro: en las ropas no haba rastros sino de helado de vainilla...
Nunca ms volver a comer helados dijo Lady Bull, estremecindose
. Y usted habla de eso tan tranquilamente. Qu horrible habr sido abrir la
puerta del depsito, o lo que sea, y encontrarse con ese cadver mirndolo a
uno!
Efectivamente, Mary dijo Sir George, frunciendo el ceo. Le
pareca muy bien y muy inteligente que hiciera un despliegue de debilidad
femenina. Pero sera una molestia que se propasara e hiciera callar a Shayler.
Pero por eso mismo es necesario que ayudemos a resolver este asunto.
Peter Shayler dirigi una extraa mirada hacia el caballero. No estaba
muy de acuerdo con ese ayudemos. l, Peter Shayler, se haba asociado a las
investigaciones de la polica, y no otro; si haba prometido relatar los hechos a
sus huspedes, era slo para satisfacer su curiosidad. Era capaz Sir George,
realmente, de ayudar? No era muy suyo suponer que s, ms an, aceptarlo
como algo muy natural?
Sir George not esa mirada, y, casi sin detenerse y sin cambiar de tono
de voz, procedi a aclarar su pequeo error.
Todo lo que t y yo podemos hacer, Mary dijo, es constituirnos en
auditorio. Que Peter piense en alta voz. No es muy probable que podamos ver
ms que l, por lo menos hasta ahora. Pero hablndonos dar forma a sus
propias ideas.
S, entiendo dijo Lady Bull. Lo siento. fue una tontera de mi
parte. Pero, oh!, de pronto pens qu horrible era... el camin...
Contine, Peter dijo Sir George apresuradamente. Su tono era una
obra maestra; daba a entender a Shayler que deba proseguir relatando los
hechos de una manera sencilla y positiva, para ayudarla a olvidar o, por lo menos,
a disimular su emocin.
Bueno recomenz. Ese depsito era el nico vaco, los otros no
(quiero decir, los que eran suficientemente grandes como para contener el
cuerpo de un hombre). Es indudable que el cadver estuvo solamente en ese
depsito, y hay un testigo que corrobora la aseveracin del chfer: a las tres de
la tarde el cadver no estaba en el depsito.
Bien coment Sir George. Entonces ha sido en algn momento
entre las tres y las siete, no? y sabemos que a las cinco un camin,
probablemente ese camin, estaba al lado de ese portn de hierro cerca del
puente.
As es. Y all aparece una laguna en la historia del chfer dijo
Shayler. Al principio no lo quera admitir, pero cuando vio adonde lo llevaba su
historia, la de no haberse separado del camin, confes que no era cierto.
Parece que hay una seorita, y que cerca de las cuatro dej el camin en un
camino abandonado, y se dedic con Amaryllis a los juegos de amor, en la
sombra. Cuando volvi al trabajo, ms o menos a las seis, all estaba el camin,
tal como lo haba dejado.
Esta historia ha sido confirmada?
S, por Amaryllis. Claro que no es un testigo imparcial.
El caballero qued pensativo.
Depende dijo. No de su imparcialidad, sino de si la sombra era tan
tupida como crean. Lo que quiero decir es que valdra la pena averiguar si el
domingo pasado fue la primera. vez que el camin qued abandonado en ese
camino, por el espacio de, digamos, una hora y media. Jurara que no. Me parece
ms bien que el chfer haba organizado regularmente su recorrida de modo que
le fuera posible descansar durante una hora o ms, despus de haber
abastecido a todos los triciclos, y adems, que acostumbraba dejar el camin en
ese mismo camino.
No veo por qu dijo Shayler con un tono de leve superioridad.
Qu sucedera si tuvieras razn? pregunt Lady Bull.
Varias cosas. Pero, principalmente, para lo que estamos discutiendo,
consista en dejar el cuerpo dentro del camin. No, la intencin habr sido
depositar el cadver en alguna parte; en el sol, supongo, para que el helado de
vainilla se derritiera, y dar a entender que el crimen tuvo lugar a las cinco y
media; s, o tal vez a las cuatro y media: depende del vidrio roto del reloj.
No es una suposicin un poco arriesgada? dijo Shayler sin ocultar
su desprecio. Para qu cambiar el plan?
Puedo darle muchas razones: una es bastante evidente. Usted y yo
pasamos por un momento crtico.
Shayler qued impresionado.
De cualquier modo continu Sir George, es bastante plausible
suponer que el hombre que no tiene una coartada segura, o para las cuatro y
media o para las cinco y media, no es el asesino.
Con eso no adelantamos gran cosa dijo Lady Bull.
CAPTULO V
SIR GEORGE DISPONE
Pero seguramente dijo Lady Bull habr, adems del puente, otros
medios de entrar en Heartsease. A campo traviesa (no me digan que un hombre
no puede atravesar un campo sin perderse), me refiero a un campo
desconocido...
No es eso, Mary. Se trata de la geografa de Heartsease. En todo
sentido, y para todo propsito, es una isla. Mira, ste es un mapa: es una copia
privada, en mayor escala, de uno que consegu en Oremouth; ni en ese lujoso
balneario pude obtener una copia en gran escala del Mapa Oficial.
Extendi sobre la mesa baja, donde se encontraban las bebidas, una
hoja arrugada, de papel delgado. Los otros dos acercaron sus sillas y se
inclinaron sobre el mapa; la ansiedad de Peter Shayler por estudiarlo mejor hizo
que su cabeza casi tocara la de Lady Bull.
En efecto, Heartsease se encontraba en un delta, bastante parecido a
dicha letra.
El ro Ore es muy angosto dijo Shayler.
No empiece a pronunciamos una conferencia sobre el Hudson o el
Potomac o cualquiera de sus descomunales estuarios le rog Sir George. No
me intereso mayormente por el ro Ore, pero har notar que es un obstculo
muy molesto. Depende de las mareas, es decir, hay barro; y el domingo a las
cinco la marea estaba en su punto ms alto. Era posible cruzarlo a nado, y
atravesar el barro de la orilla, y supongo que era posible, tambin, abrirse paso
a travs de las numerosas zanjas y desages que cruzan el terreno cenagoso del
lado de Heartsease. Pero, despus de todo esto, uno tendra un aspecto
sumamente sospechoso.
Podra haber cambiado de ropas dijo Lady Bull, haciendo una leve
imitacin del tono de su marido.
Oh, claro! Podra llevar una maleta sobre la cabeza, o haber dejado
una detrs de una cerca, o algo semejante, pero todo esto sera bastante
incmodo. Ustedes saben que un asesino no debe ser sospechoso, ni en sus actos
ni en su apariencia.
Lady Bull no dijo nada.
No sera tan difcil aqu, al norte de Heartsease dijo Shayler,
sealando en el mapa. Parece que no hay cinagas.
No; donde el ro se divide en dos brazos hay una pequea loma
admiti Sir George.
Y adems Lady Bull volvi al ataque, si uno cruzara por aqu,
estara directamente en el interior de... cmo se llama la propiedad? Y qu
saben de la casa? Tengo entendido que el infeliz viva en el pabelln.
Shayler supuso que estas preguntas se dirigan a l; nunca permitira a
Sir George tener un conocimiento de la topografa de Heartsease mayor que el
suyo.
La casa se llama Pindars dijo. Est cerrada desde hace aos.
por los excursionistas. Si el domingo haba alguno all, valdra la pena ponerse en
comunicacin con l y averiguar si no advirti algn baista excntrico.
Lo har prometi Shayler, sin hacer caso, para complacer a Lady
Bull, del tono jocoso de esta insinuacin.
Y todo lo que pueda conseguir, s, cualquier tipo de detalle: el estado
de las ropas del muerto, si llevaba zapatos o zapatillas; cualquier cosa por el
estilo agreg Sir George, en un tono ms serio.
Shayler afirm con la cabeza, aunque dudaba un poco de su capacidad
para cumplir este pedido.
Por qu no prueba esta tarde? sugiri Sir George. Usted sabe
que si no se mantiene constantemente en contacto con la polica...
Pero no quisiera dejarlos abandonados...
Oh!, pero todos nosotros estamos igualmente interesados...
Qu le parece, Mary?
Yo tambin me asocio, Peter. Pero esta tarde me gustara
desembarcar.
Temo que la polica no se lo permita.
No me refiero a eso. Tengo ganas de hacerme lavar el cabello.
Entonces la llevar conmigo, quiere? Y ms tarde podra pasar a
buscarla. Podramos tomar el t en algn hotel de Oremouth. Vale la pena hacer
un viaje de inspeccin, a causa de sus habitantes.
Lady Bull mir a su marido. Comprendi que sera un error abandonarlo
a sus propios recursos al lado de la bodega de Peter Shayler.
Y t, George? Si te quedas toda la tarde aqu te pondrs de mal
humor.
Los ojos del caballero estaban semicerrados.
Tuve una maana muy cansada murmur. No quiero excederme.
Su mujer tema justamente que esto sucediera si se quedaba a bordo.
No dijo usted que pensaba invitar a Ireland para comer? pregunt
a su husped.
Bueno, s, si no le molesta.
Me encantara.
Sir George frunci el ceo. Si eran cuatro, seguramente jugaran al
bridge, y si Ireland era uno de los cuatro, sin duda jugara por nada, o alguna
tontera semejante.
Bueno, entonces George podra llevarle la invitacin. As tendra una
excusa para conseguir ms color local.
No quiero pasarme repiti.
Y adems, estn las coartadas continu ella sin arredrarse. Las
cosas han cambiado desde esta maana. No te parece mejor averiguar dnde
estaba la gente el domingo por la tarde?
Esto lo anim un poco ms.
En el bungalow de Ireland.
Mejor en el club corrigi Sir George, recordando la sed que haba
pasado el domingo. Tratar de encontrarme all tambin con Ireland. Mejor
ser que ustedes dos se vayan en la lancha y la manden de vuelta para que me
lleve a Heartsease.
Cerr de nuevo los ojos.
Oh, no!, te dejaremos en tierra, de paso dijo Lady Bull; su agudeza
le haca comprender que de otra manera el viaje a Heartsease fracasara.
Peter Shayler se levant gilmente. Por lo menos tomara el t con
Mary, lejos de la sarcstica vigilancia de Sir George.
CAPTULO VI
LA DAMA SE DUERME
SIR GEORGE se sinti disgustado. Era absurdo discutir el crimen de
Heartsease en presencia de Tom Ireland, y con su intervencin, siendo ste uno
de los habitantes del pueblo. Lament no haber advertido a Shayler que el
crimen no era un tema de conversacin; su olvido y, hasta cierto punto, su
responsabilidad le disgustaban ms an. Adems, l mismo haba hablado
bastante del asunto con Ireland, durante su visita al club, e Ireland, por
supuesto, haba seguido con el tema cuando llegaron al yate. S, Sir George se
daba cuenta de que la culpa era casi toda suya; esto, naturalmente, lo indispona
con todo el mundo.
Los otros eran felices porque podan hablar, por lo menos, del crimen.
Peter Shayler hablaba mucho de su amistad con Ireland, pero lo que senta era
ms bien una especie de obligacin moral. El hecho de habernos salvado la vida
no basta para que una persona consiga mantener una conversacin normal
durante cierto tiempo, o para que nos interesemos en los esculidos detalles de
la vida de un maestro de escuela fracasado. Tan felices eran al tener un tema
de inters general, que Shayler dej de lado toda discrecin, y revel el origen
y la explicacin de su conexin con el asunto.
Shayler confiaba en que Ireland no dira una palabra a nadie. Sir
George no, y no se le ocurra que Shayler tena quiz ms razones para confiar
en la discrecin de Ireland que en la suya. Por otra parte, Ireland haba sido
eliminado de la lista de sospechosos por la cuestin hora. El crimen, segn
pareca, tuvo lugar ms o menos a las cinco ("tuvo lugar"; Sir George sonri ante
esta expresin, ms apropiada para un casamiento). Haban tratado de sugerir
que el crimen haba tenido lugar o a las cuatro y media o a las cinco y media. Una
persona inocente no tendra coartada para las cuatro y media o para las cinco y
media, o, mejor, una persona que no tuviera coartada para esas horas sera
inocente. Ireland no la tena para las cuatro y media.
turbias.
pez.
resolucin; saba muy bien, por otra parte, que si ella tomaba una resolucin, no
le quedara ms remedio que obedecer. Lo importante era que Sir George
creyera hacer su voluntad.
Y eso ser pronto continu l, despus de una pausa dedicada al
lquido. Por ejemplo, creo que podemos eliminar las cuatro y media, sin
necesidad de ver el reloj. Te dir por qu. Podemos estar casi seguros de que el
crimen tuvo lugar antes de las cinco, y no despus. Porque el asesino no poda
perder mucho tiempo con el camin. Habr esperado en el camino; en cuanto el
chfer lo abandon y se perdi de vista con su amiguita, se lo habr llevado. Por
lo tanto, habr empezado a las cuatro y media, y a esa hora no querra ser visto.
A las cinco, cuando vimos el camin, el asunto ya estaba terminado. Veinte
minutos para la vuelta; habr dejado el camin de nuevo en el camino, y le
quedaban diez minutos para aparecer a varios kilmetros de distancia del
camin y de Heartsease. S, es verosmil. Debemos investigar las coartadas para
las cinco y media.
Lady Bull apenas poda abrir los ojos. Emiti una especie de gruido
como contestacin, pero se senta fsicamente incapaz de sealar el posible
error de este razonamiento. Si el asesino no hubiera advertido que la aguja se
haba enganchado? Si hubiera hecho girar el minutero no una sino dos vueltas
enteras? Si hubiera querido dar a entender que el crimen fue cometido a las
seis y media?
Con un gran esfuerzo abri los ojos, y hasta consigui levantar la
cabeza.
Muy bien, entonces continu Sir George. Estaba sentado sobre el
brazo de un silln, mirando su vaso vaco, y quiz crea, como no la vea, que sus
palabras eran ansiosamente escuchadas. Muy bien, entonces repiti.
Buscar mis notas y las pondr en orden, y averiguar dnde estaban esas
personas, o dicen que estaban, a las cinco y media. Todava no tengo los datos
de algunos que he visto. Heartsease es un lugar lleno de chismes, y por un trago
venderan su alma. Lo ms difcil fue tomar notas sin que se dieran cuenta. Las
traer.
Volvi a su cuarto. Dbilmente, y como en sueos, Lady Bull lo oy abrir
cajones y armarios, murmurando para s:
Estoy seguro de que haba otra le oy decir; luego maldijo suave,
pero severamente, la pasin de los criados por el orden.
Ah! Aqu est. Ahora, a clasificarlas.
Hubo una pausa. Por fin, Sir George volvi triunfante hacia la puerta de
comunicacin, que se haba entornado, sin cerrarse, detrs de l. La abri, y
volvi a maldecir, aunque ms suavemente an. Lady Bull haba aprovechado la
oportunidad y haba apagado las luces de su cabina.
CAPTULO VII
UN CONSORCIO LOCAL
detallado informe. Faltaran cuatro o cinco nombres, pero nada ms. En efecto,
deba investigar los actos de las personas que estaban directamente
relacionadas con el lugar, pero que no vivan all: el hombre que atenda el
comercio, el cartero, etctera.
La lista haba sido difcil de confeccionar, porque las notas de Sir
George no eran muy inteligibles, ni siquiera para l mismo. Largo rato lo haba
intrigado el nombre de Joseph Cabot, hasta que record que era el nombre de
un novelista que una de sus amistades le haba recomendado. ste haba sido
uno de sus motivos para decidirse a tomar notas pblicamente. Tambin haba
otros smbolos criptogrficos.
Me parece que para los dems no seran tan claras como para m se
dijo, mientras contemplaba orgullosa mente el resultado de su trabajo. Por
ejemplo, la nota sobre Armitage: se dira que no es muy popular, porque jugaba
al golf, solo, un domingo por la tarde. En cambio, no es ms que la simple
connotacin de un hecho. Thompson y Dukes me explicaron que nadie quera
jugar con l porque conoca demasiado las reglas del juego, y haca trampas
cuando poda.
Ley de nuevo su informe; mientras lo lea, recordaba el campo de golf:
un campo de nueve hoyos, desprovisto de todo inters. Desde el camino, junto a
Pindars, l y Shayler dominaban con la vista toda su extensin, excepto una
hondonada, al Este; tal vez Armitage estuviera practicando en esta hondonada;
as se explicaba que no lo hubieran visto el domingo a las cinco. Habra que
investigarlo; sin mucha discusin se podan ya eliminar muchos nombres de la
lista: Ireland y Dickenson, pero se detuvo en su enumeracin y maldijo en voz
baja. Daba por sentado algo que no era tan evidente: que slo un hombre, y no
dos, estaba complicado en el asunto; que el hombre que conduca el camin era
el asesino, y que haba hecho todo el trabajo sin ayuda de nadie. Para eliminar a
Dickenson haba que admitir todo esto.
El hecho de que la polica estuviera en contacto con Peter Shayler, y no
con Sir George Bull, era un terrible inconveniente. Shayler no era bastante
activo y, por otra parte, empeoraba las cosas insistiendo en la superioridad del
sistema policial de su pas, el ms ilegal del mundo.
En cambio, si yo estuviera en su lugar se dijo Sir George,
recurriendo a su botelln, habra examinado el pabelln de Pindars pulgada por
pulgada con la polica o sin ella.
Se sinti bastante disgustado, y pens que el lugar de Shayler le
corresponda, de acuerdo con sus derechos, y que era muy generoso al
cedrselo.
Luego sonri, comprendiendo que era un pensamiento absurdo.
Supongo que Shayler pensar lo mismo de m cuando se acuerda de
Mary se dijo.
Esto le dio una idea: Mary era muy observadora; debera de acompaar
CAPTULO VIII
UNA ESPECIE DE CLUB
DESPIRTATE, George dijo Lady Bull.
Sir George abri un ojo, advirti que ella no haba empezado a vestirse,
se dio la vuelta, y sigui durmiendo...
Despirtate, George dijo ella de nuevo; l vio que ahora,
evidentemente, ella se haba baado, pero nada ms. Ella tena ganas de tirarle
el traje de bao mojado, pero antes de que pudiera decidirse, l haba vuelto a
enrollarse y a sepultarse bajo las sbanas ...
Despirtate, George dijo por tercera vez (as pareca, por lo
menos), y l observ que ahora estaba completamente vestida, con el agregado
de un sombrero de anchas alas.
Tienes razn dijo, aunque ella slo oy un gruido sobresaltado; lo
desahuci, y se fue.
Sir George estaba seguro de que apenas haba cerrado los ojos y vuelto
a abrirlos, pero en ese intervalo ella haba salido de la cabina.
Bostez prodigiosamente; trat de levantarse, hasta conseguir
apoyarse sobre un codo, y mir su reloj. Evidentemente, se haba olvidado de
darle cuerda.
Toc el timbre.
Qu hora es? pregunt al camarero que haba aparecido con loable
rapidez, llevando una bandeja con el desayuno.
Las once menos cuarto, seor.
Sir George volvi a mirar su reloj. Evidentemente, no se haba olvidado
de darle cuerda. El camarero puso la bandeja al lado de la cama; tuvo que sacar
el botelln vaco. Sir George ya estaba en condiciones de poder ordenarle que lo
volviera a llenar.
S seor dijo el camarero con un tono casi de satisfaccin;
comprenda que haba tenido razn al definir al caballero como un "buen
bebedor".
No sabe si Lady Bull ha tomado su desayuno?
Oh!, s, seor; la seora y Mr. Shayler bajaron a tierra, hace casi una
hora.
Esto pareci a Sir George una absurda exageracin, pero decidi que
era mejor no decirlo.
Oh, como casi todos nosotros le dijo Storey. Se dej engaar por
la guerra .y por el encanto sentimental de Heartsease mas bien por el dinero
que por el mar. Creo que se port bastante bien en la guerra.
Estoy seguro. Habr cultivado su espritu agresivo intervino Rivers.
Cuando volvi descubri que haba perdido su empleo... y su mujer. Se
habla escapado.
Tena razn dijo Rivers.
Storey sonri.
Eres demasiado severo con el pobre diablo, hombre. Era evidente
que Storey y Rivers eran amigos ntimos: la actitud y el tono de Storey parecan
los de un hermano mayor. Admito que es un poco agresivo, pero es a
consecuencia de lo que ha sufrido...
Y todos nosotros...
Oh, yo no s! No tengo mucho de qu quejarme.
Rivers resopl; Sir George tuvo que contenerse para no mirar la manga
vaca de Storey.
Bueno, yo s replic Rivers. Supongo que era un tonto. Pero, oh!,
para decirlo en pocas palabras, Heartsease fue la ltima trampa; y no me
sacaron ms porque no haba de dnde sacarme.
Sir George quiso decir que toda la culpa era de Rivers, pero le pareci
muy poco apropiado.
S, Charleson me arregl definitivamente prosigui Rivers. Storey
le dirigi una rpida mirada, que Sir George interpret como una advertencia.
Bueno, gracias a Dios, tenemos coartada repiti Storey. Aunque
no me imagino cmo saben que el crimen fue cometido a las cinco y media.
Sir George no hizo ningn comentario, ni siquiera sobre la repentina
aceptacin, por parte de Storey, de la coartada de Rivers.
Me gustara saber dnde estaba Armitage dijo Rivers sbitamente.
En ese instante Armitage entr en la habitacin; pareca tener la
habilidad de llegar en el peor momento.
Me hablaba, Rivers? pregunt secamente. Storey llam a Annie,
para distraer la atencin.
Los tres tardaron un rato en pedir el postre; Annie era tan responsable
como ellos de la demora. Luego, justo cuando iba a salir de la habitacin, se oy,
desde el rincn donde estaba sentado Armitage:
Annie con voz cortante.
Qu? le pregunt Annie.
Annie! repiti Armitage. Rivers murmur algo; Annie vacil,
dirigiendo una mirada hacia la mesa de sus amigos. Sir George comprendi que
Rivers no se atreva a defender en su presencia la impertinente actitud de la
muchacha hacia el otro socio. Annie se acerc de mal modo al rincn de
Armitage, y recibi su pedido.
CAPTULO IX
ANNIE Y OTROS
SIR GEORGE estaba en un da afortunado. En la sala del club (costaba
mucho no llamarla vestbulo, puesto que el plano del club se cea estrictamente
al de las chozas que durante la guerra arruinaron todo el paisaje de Inglaterra)
estaba Tom Ireland; con l se encontraba un hombre que al instante fue
presentado a Sir George: Mr. Yeoman; el nico nombre de la lista sobre quien no
tena datos positivos, o por lo menos tiles.
Sir George pens que era un hombre extrao; bastante ordinario y
bastante agradable: el tipo insignificante, pelo color ratn y ojos azules, que sin
ningn trabajo puede encontrarse en cualquier parte de Inglaterra; y, sin
embargo, con algo distante, casi impenetrable, en sus maneras y en su aspecto.
Sir George comprendi en seguida que Yeoman ocultaba algo, aunque no fuera un
asesinato.
Sir George est muy interesado en nuestro pequeo alboroto deca
Ireland, mientras Sir George estudiaba a su nuevo amigo. Vena a visitarme, y
parece que pas al lado de Pindars y vio el camin... y al conductor.
Entonces el asunto no es tan misterioso dijo Yeoman. Se reduce a
identificar...
Mir a Sir George casi agresivamente.
Lo vi, pero no lo mir. Uno no... de costumbre... quiero decir, uno no
mira a los chferes de los camiones.
No queda bien agreg Ireland, en un tono que revelaba, con gran
sorpresa de Sir George, su antipata. Esto le pareca inexplicable; olvidaba que
no se haba tomado el trabajo de disimular su aburrimiento cuando Ireland
haba visitado el Esmeralda.
Es cuestin de observacin. Algunos poseen esa facultad, otros no
dijo Yeoman. El caballero crey ver que Yeoman se tranquilizaba; quiz fuera
imaginacin.
Eso, y la mayor o menor familiaridad con el objeto observado
replic Sir George, algo sentenciosamente. En general, uno se da cuenta de lo
extraordinario. En este caso, nos fijamos en el camin, no porque fuera
extraordinario, sino porque se relacionaba con nuestra conversacin...
Era yo el conductor, por casualidad? pregunt Yeoman.
No podra decirlo. Tal vez mi acompaante lo haya visto. Dnde
estaba usted?
No me diga que usted era el conductor del camin dijo Ireland
riendo.
Yeoman lo mir enojado. Ireland explic inmediatamente que lo haba
dicho sin intencin.
Ya s le dijo Yeoman, pero no olvide cmo corren los rumores en
este pueblo. Chismes! Hablan de las mujeres. Una docena de hombres que viven
juntos aventajan a un colegio de nias.
Usted puede estar seguro de mi discrecin le asegur Sir George.
No creo que haya testigos de lo que hice durante la mayor parte del
da dijo Yeoman. A las cuatro y media habl con Hunter. Le pregunt la
hora. Mi porquera de reloj se haba parado, y yo quera darle la cuerda semanal.
Cuando vimos el camin era cerca de las cinco observ Sir George,
algo pensativo.
Yeoman no contest.
Yo creo dijo Ireland, poniendo fin a un silencio que empezaba a ser
molesto que fue el gitano.
Gitano? dijo Sir George sorprendido. Por qu nadie le haba
hablado hasta ahora del gitano?
S. Hay un carromato, o haba, en un campo prximo al Ore Chico;
junto a una de esas arboledas que son el orgullo de Heartsease.
Ya no est dijo Sir George. Lament haber hablado con tanta
seguridad, porque no quera que supieran que haba hecho una especie de
exploracin de la isla.
No se ve desde el camino le dijo Ireland.
Pero supongo que ya se han ido. Seguramente Charleson...
En eso pensaba prosigui Ireland. Seguramente Charle son les
orden que se fueran. Estoy seguro de que no tenan permiso para acampar en
ese lugar.
Es un lugar extrao para unos gitanos coment Sir George. Pagar
cada vez que quieren cruzar el puente...
Oh!, seguramente tenan aqu bastante trabajo, arreglando cacerolas
y ollas.
Entonces son hojalateros, no gitanos dijo Sir George.
Supongo dijo Ireland con indiferencia.
La mujer pareca una gitana insisti Yeoman. Muy bonita, adems.
Si es as, Charleson... empez a decir Ireland, y luego se detuvo.
Ah!, era as? pregunt Yeoman. No tuve el privilegio de
conocerlo mucho personalmente...
Son cosas que uno oye dijo Ireland.
Sir George sonri para s. En Heartsease no pareca existir la
costumbre de callar las faltas del vecino. Era interesante, adems, esta
confirmacin de las inclinaciones amorosas de Charleson; prestaba ms color a
la historia de la deslumbrante Annie.
Usted quiere decir que el gitano pudo tener dos motivos... comenz
a decir Yeoman.
O uno de los dos interrumpi Sir George.
S; orden de desalojo, y atencin indebida a la hermosa esposa.
oyera decir, durante la comida, que ese pequeo prrafo de "The Times" era la
mejor prueba de emocin nacional.)
Pero, aunque el crimen fuera un asunto meramente local, la agitacin
provocada era considerable. Todos los habitantes de Heartsease se
consideraban sospechosos (y con mucha razn, por otra parte, pens Sir
George, olvidando que l haba provocado casi todas las sospechas).
Oy el ruido de una silla en el cuarto de al lado. Seguramente,
Armitage haba terminado su almuerzo. Esto decidi a Sir George: si no era
posible llamar a Annie por medio del timbre, lo hara personalmente. Sali por lo
que era, evidentemente, la puerta de servicio. Se alegr de su resolucin y de
su excusa: Annie deba ser entrevistada.
Annie tena muchas ganas de hablar con l; l le dirigi la palabra,
inteligentemente, como si fuera la encargada del bar de un hotel de moda
frecuentado por estudiantes; y ella vio con agrado que era una persona
diferente de sus habituales clientes.
Pero no pudo obtener ninguna informacin de utilidad. Ella odiaba de
todo corazn a Armitage, y, por eso mismo, supona que era capaz de haber
cometido el crimen.
Dickenson, Rivers, Storey, y otros que contaban con su aprobacin,
fueron declarados "buenas personas", y, por lo tanto, indiscutiblemente
inocentes. Su actitud hacia algunos otros era, en cambio, benvola y neutral.
Ireland, por ejemplo. "Oh, se: un hombrecito muy raro". Sir George crey que
Ireland sera considerado incapaz de matar a una mosca, pero ella en cambio
admiti que "no lo conoca bien. Slo est de paso". Tambin Yeoman le era
indiferente.
Pero Case y Abbott prosigui, le darn trabajo. Son muy falsos.
Como gatos; as es Case, sobre todo.
Sir George la hizo rer con una broma sobre este ltimo.
No con Case, gracias dijo ella despus, tiesamente, como si slo
ahora recordara de quin haba estado hablando.
Oh!, supongo que usted se sabe cuidar sola observ Sir George, y
trat de que esto pareciera un elogio.
Espero. Si no, no hubiera aceptado este trabajo dijo Annie.
Adems, est Fred, el seor con quien estoy comprometida.
Sir George pregunt quin era Fred. Era mecnico en un garage de
Oremouth.
Y uno bastante bueno agreg Annie. Por eso lo dejan venir aqu a
buscarme en su sidecar.
El investigador abri los odos. Apareca otro visitante de Heartsease.
Supongo que usted no viene los domingos.
Se senta un poco decepcionado, destruyendo sus propias esperanzas.
Cualquier da! dijo Annie. No, generalmente vamos a alguna parte.
hacer revisar los timbres de su club, nuestro club, mejor dicho. Yo tambin tuve
ese inconveniente, y, como usted, decid que era mejor venir personalmente y
explicar qu quera. La diferencia est en que yo no hago un escndalo.
Armitage lo mir siniestramente, y abri la boca como si fuera a
explicar francamente lo que pensaba de Sir George Bull. Pero cambi de idea;
con un esfuerzo evidente pas totalmente por alto al caballero.
Caf, y la cuenta. Una cuenta detallada, por favor.
Desapareci, golpeando la puerta.
Bueno dijo Annie, mirando con admiracin creciente a Sir George.
La primera vez que lo veo bajar el copete de esa manera.
Sir George sonri lo ms modestamente que pudo, lo que no era mucho.
La cuenta detallada. Seguramente quiere escribir una queja del lado
de atrs. Oh, bueno. Este club, de todos modos, est destinado a desaparecer.
Y Fred siempre insiste en que me case con l. Supongo que ser mejor.
Todas las cosas buenas tienen su fin observ, tontamente, Sir
George. Los fines de semana, y todo lo dems.
Annie se sumergi en la preparacin del caf de Armitage.
Adnde fueron el domingo pasado? pregunt audazmente Sir
George.
Annie lo mir por encima del hombro, lo ms provocativamente que
pudo.
Es mucho preguntar le dijo. Por qu?
Oh, no s! contest displicentemente Sir George. Quera saber si
por aqu no haba algn hotel bueno y cmodo; los de Oremouth no me gustan
nada.
Hoteles Annie se impresion un poco. Oh, Fred y yo fuimos
solamente a una posada de comerciantes, en Dyson. Bastante buena, sabe?
Debo llevar el caf.
Me imagino admiti Sir George, con fingida tristeza. Ya
tendremos otra oportunidad para conversar. Saldr por la parte de atrs. No
quiero verme obligado a romperle la cabeza a ese infeliz.
Tan convencido estaba de que, si fuera necesario, podra hacerla, y se
atrevera, que su tono era muy convincente. Annie, mientras desapareca por la
puerta del saln con una bandeja en la mano, le ofreci su mejor mutis.
Sir George comprendi que haba hecho mal en anunciar su partida, no
porque quisiera prolongar su conversacin con Annie, ya que corra el peligro de
invitarla a pasar una temporada en el Savoy con l, sino porque haba venido,
sobre todo, para beber algo, y no lo haba hecho, y porque esta conversacin y
sus agotadoras entrevistas con Mr. Armitage le haban dejado la garganta ms
seca que nunca.
CAPTULO X
TACTO Y HOJALATEROS
caminado a travs de las altas hierbas en el espacio comprendido entre las dos
arboledas. Esto era un inconveniente; haca vacilar la tesis favorita de Sir
George: la de que el crimen no haba sido cometido por una persona de afuera.
Hacia el Oeste, un poco ms abajo, vio lo que buscaba: el carromato de
los gitanos. Mientras lo miraba, una mujer sali del carromato e hizo una cosa
en el suelo. Sir George estaba ya bastante cerca y advirti que la mujer, como
Yeoman o Ireland lo haban dicho o insinuado, era extraordinariamente bonita.
Abandon resueltamente su intencin de sentarse en el suelo, apoyado sobre un
amplio tronco. Descendi hasta el campamento. Mientras l se acercaba, la
mujer levant la vista; su expresin era medio cautelosa, medio malhumorada. El
caballero la salud cortsmente:
Buenas tardes.
Qu quiere? Qu busca por aqu? fue la respuesta de la mujer.
Hablaba con un vago acento londinense y un refinamiento larngeo que no
pareca muy gitano.
Sir George mostr, en una sonrisa algo condescendiente, su blanca
dentadura.
Eso habra que preguntrselo a usted insinu. No creo que tenga
mucho derecho de permanecer aqu.
Preguntas dijo la mujer. No le parece que ya nos han hecho
bastantes preguntas? Y mi marido en manos de la polica...
Se detuvo repentinamente. A Sir George se le cay el alma al suelo. Si
la polica haba encarcelado al hojalatero, y si tenan pruebas en contra de l,
haba perdido lastimosamente el tiempo y las energas investigando este asunto.
Yo no tengo la culpa dijo. Pero me imagino que para usted ser
una molestia terrible. Quiz pueda ayudarla.
Era una tontera de su parte, lo saba muy bien, pero era tan bonita...
Su ofrecimiento lo hizo parecer ms sospechoso que nunca, pero
felizmente no se dio cuenta.
En realidad, comprendo que si alguien tiene la culpa, es usted dijo
volviendo a su tema anterior.
Qu quiere decir? pregunt ella.
Bueno, querida, supongo que su marido tena bastantes motivos para
despachar a Mr. Charleson. Un motivo muy hermoso, si usted me permite.
No s qu papel representa usted en este asunto exclam ella,
pero, si quiere saberlo, mi marido no tiene nada que ver, y tampoco tena
motivos. La polica sabe, porque se lo he dicho hasta cansarme, que Tom estaba
aqu, conmigo. Y en cuanto a motivos, si usted cree que yo podra tocar a ese...
bueno, se equivoca.
Habl tan fuerte y con tal vehemencia, levantndose al mismo tiempo y
dando uno o dos pasos, que Sir George por supuesto, slo para calmarla puso
la mano sobre su brazo.
Y usted, ser mejor que meta las manos en otra parte dijo ella.
Qu es esto? dijo una voz en el carromato; luego baj de l un
hombre muy grande, de aspecto atltico, casi pugilstico.
Qu pasa, Bess? Otra vez ... la polica?
No s quin es, Tom. Mejor es que se lo preguntes. Otro que quiere
saber esto y lo otro, y que se cree que me puede tocar con toda tranquilidad...
Ah dijo el hombre, cuya voz, aspecto y manera de acercarse.
parecan a Sir George francamente siniestros. Adems, no eran ellos dos solos;
eran dos contra uno, y su contacto con el brazo de Bess le haba revelado que no
era justamente una hembra dbil, desamparada e inerme. Sin embargo, no se
arredr.
De la polica, no? pregunt el formidable Tom; ahora pareca ms
formidable que nunca, porque se haba acercado al lado de Sir George, echando
a su mujer a un costado, y adelantando su mandbula hasta ponerla casi en
contacto con la nariz de Sir George. ste senta una fuerte tentacin de
pegarle un golpe, pero no lo hizo porque le pareci muy dura; si hubiera tenido la
seguridad de dejarlo dormido, todava, pero tema, aunque no era un
mequetrefe y saba algo de boxeo, que el golpe lo enfurecera como las
banderillas al toro. Se sinti ofendido; se haba encontrado con dos mujeres
hermosas, y ambas tenan un protector formidable.
Por supuesto que no dijo altivamente Sir George, dando un paso
hacia atrs. Polica! Mi nombre es Bull... Sir George Bull, para ser ms exacto.
Ah!, s? advirti con alegra que el hombre pareca vivamente
impresionado. Y entonces qu demonios ...
Sir George volvi a tomar confianza.
Yo supona, equivocadamente, y en parte a causa de su amable seora
la frase era atrevida, pero tuvo xito, que la polica lo haba arrestado. Por
casualidad, yo y un amigo estbamos en Heartsease cuando sucedi la tragedia.
Tal vez haya visto usted nuestro yate frente a Oremouth.
La buena impresin fue notablemente fortalecida por la mencin del
yate.
En Heartsease soy un forastero continu el caballero con creciente
confianza, pero no hace falta mucho tiempo para conocer bien el lugar. Tan
pronto o hablar de ustedes, me imagine que trataran de mezclarlos en el
crimen.
Se refiere a... echarme la culpa?
Exactamente. Y decid hacer lo posible para que los trataran como se
debe. No puedo decir agreg alegremente que usted o su mujer hayan
correspondido a mi atencin con demasiada amabilidad.
Lo siento, seor, se lo aseguro empez a decir la mujer.
La culpa es ma afirm Sir George altivamente; un poco demasiado
altivamente, porque Tom, que lo haba visto desde el carromato cuando puso su
que l, y que supiera el doble de boxeo. Algo, sin embargo, detuvo a Tom, justo
cuando haba levantado las manos y pegado el mentn contra el pecho de una
manera tan profesional que justificaba las peores suposiciones del caballero. No
solamente lo detuvo, sino que cambi su semblante; pareca ahora muy pacfico,
aunque contra su voluntad.
Miraba algo, o alguien, detrs de Sir George; ste dio un paso hacia
atrs y se volvi; dio el paso, por las dudas (aunque supona demasiado sutileza
en el burdo hojalatero) de que el cambio de expresin y la mirada sobre el
hombro del adversario fueran la antigua y reconocida treta para facilitar y
acelerar un knockout.
Era una precaucin innecesaria; un inspector de polica se acercaba.
Sir George, aunque tema que ste viniera a buscarlo, hizo lo que pudo
para sacar provecho de la situacin.
Est bien dijo al hombre y a su mujer. Tengan confianza. Ya me
ocupar de ustedes. As que no saben manejar automviles?
No, yo no s. Bess tampoco. Pero que diablos...?
No me extraara que ste fuera el hombre que la polica busca
interrumpi Bess, indicando a Sir George con un gesto de cabeza.
A m tampoco murmur ste.
Bueno, qu pasa? pregunt, como era de esperar, el inspector,
desde una distancia conveniente. Era un hombre grande, corpulento, que pareca
poco acostumbrado a caminar.
Qu pasa dnde? contest Sir George interrogativamente.
Su tono tuvo ms efecto sobre los hojalateros que todas las sonrisas y
las insinuaciones con que los haba querido aplacar. No solamente desviaba hacia
l la atencin del polica, sino que lo consagraba definitivamente como una
persona superior, cualquiera fuese su profesin.
Me gustara saber qu est haciendo. El inspector, as desafiado,
concentr su fuego sobre el caballero.
Sir George le inform, con una simplicidad sarcstica y
condescendiente, que estaba conversando con dos amigos, actividad que no le
pareca, de ningn modo, impropia de un ciudadano. La cara del inspector se puso
ms y ms colorada.
Es suficiente dijo. Quera saber qu haca por aqu. sta es una
propiedad particular agreg, no queriendo poner demasiadas cartas sobre el
tapete.
No lo hubiera credo dijo Sir George.
No se permite la entrada sin permiso nuestro.
Dios mo! Es un campo de deportes de la polica. o alguna cosa por el
estilo?
No se haga el gracioso le advirti el polica.
Gracioso! dijo Sir George. Eso me gust. Aqu estbamos,
lo llamen.
Comprendo dijo el inspector; como el hombre pareca
tranquilizarse, Sir George comprendi que la polica crea que el crimen era
obra de una sola persona.
Seguramente lo llamarn para la investigacin oral, as como a Mr.
Shayler. l sabe...
Sir George murmur que, por supuesto, se encontraba a su disposicin.
Me mantendr en contacto con ustedes dijo, y si por casualidad
me acuerdo de algn otro detalle relativo al camin, o al hombre que estaba
junto al camin, se lo har saber sin falta.
Luego se despidi. En realidad, el inspector y l se separaron en muy
buenas relaciones.
Ambos se sentan evidentemente satisfechos. Si la teora de la polica
tena fundamento, Sir George poda eliminar tranquilamente de la lista de
sospechosos a Tom el hojalatero; el inspector, por su parte, haba obtenido lo
que consideraba una valiosa informacin: que Mr. Shayler haba desviado la
atencin de Sir George cuando pasaron junto al camin. No vea muy claramente
el resultado ulterior de esta informacin; pero sin duda le permitira pagar con
creces sus ofensivas manifestaciones al impertinente y engredo americano.
CAPTULO XI
ELIMINACIN
para ser ms claro, pero no hizo comentarios. Siguieron hablando, sin ton ni
son, hasta que el mnibus lleg a la plaza, centro del viejo Oremouth, y centro
todava de toda la actividad que no se haba concentrado en el puerto. All
bajaron Rivers y Storey, porque el cinematgrafo que haban elegido se
encontraba all cerca, y Sir George, porque descubri que el mnibus no segua
ms adelante.
Crea recordar aunque era una de esas cosas que nunca recordaba
que Shayler y Lady Bull haban anunciado que almorzaran en el Majestic. Se
dirigi hacia all, con la vaga esperanza de que an estuvieran, o de que hubieran
vuelto. Esta esperanza no se cumpli; pero, por otra parte, tuvo la alegra de
descubrir que las leyes de represin del alcoholismo eran algo ms benignas, o
ms benignamente aplicadas, en Oremouth, y que el Majestic estaba
perfectamente preparado para proporcionarle cualquier cantidad de bebidas
alcohlicas. Le hacan ms falta que nunca, y se entreg a ellas en la medida de
su necesidad; pero tuvo la suerte, o la prudencia, de no insistir, despus de
haber alcanzado un estado de optimismo suficientemente confortante, y cuando
an se encontraba bastante lejos del estado de agresividad sarcstica.
El optimismo se ali esplndidamente con la influencia telescpica del
alcohol. Admiti, alegremente, las exageradas demandas del conductor de una
lancha, y le pag, con la misma alegra, porque crey (contrariamente a la
realidad) que el viaje hasta el Esmeralda haba tardado la mitad de lo necesario.
Y su buen humor no fue conmovido por la conminacin de Lady Bull para que se
cambiara rpidamente de ropas; sin duda era absurdo explicar que ya era la
hora de comer.
Pero tuvo suerte. Lleg a tiempo para un cocktail, pero slo para uno; el
buen humor continu. Estaba, adems, de acuerdo con el estado de nimo de sus
acompaantes, por lo menos con el de Shayler, porque Sir George conoca
bastante bien a su mujer, aun en sus momentos de mayor confusin, para
pretender adivinar qu pensaba en pblico.
Me he divertido mucho con sus expertos le dijo jovialmente Peter
Shayler. Los he intrigado. Tal vez ya han empezado a sospechar de m.
Sir George record que l haba fomentado las nacientes sospechas de
la polica.
Si yo fuera usted, tendra ms cuidado le aconsej, seriamente.
Supongo que no querr perder las facili... la oportunidad que sus
recomendaciones le han proporcionado.
El americano ri sarcsticamente. No dudaba de que sus
recomendaciones siguieran siendo todopoderosas.
Los tengo bastante intrigados continu, con fatuidad. No es
cierto, Mary?
Ella sonri amablemente, pero sin comprometerse. La sugestin de que
su mujer y Shayler compartan alguna especie de secreto desagrad a Sir
ese lugar. Parece que all hay un drenaje, o algo semejante. Bueno, el cadver de
Charleson fue arrastrado por ese sendero.
Es el camino ms evidente interrumpi Lady Bull. El cuerpo,
George, estaba en la cocina; all fue asesinado el infeliz. Las manchas de sangre
lo demuestran.
Me dejan atnito dijo Sir George. Se senta un poco irritado por el
papel que le haban asignado: ms bien el de un auditorio algo tonto que debe
abrir la boca asombrado ante los lugares comunes del conferenciante, que el del
Mximo Investigador oyendo los informes de las investigaciones que ha
encargado a sus subalternos. Quiso recobrar, de algn modo, su superioridad;
murmurar: "Mi buen amigo, oh mi querido amigo"; o "Igual que Sherlock
Holmes"; o "No me parece bien", o cualquier otra de las acostumbradas y
significativas expresiones del doctor Fortune; admiraba sobre todo la habilidad
de esta figura legendaria para comer tortas y seguir al mismo tiempo la
conversacin, y hasta pensar con inteligencia. Haba algo peor, se pregunt Sir
George, que estar obligado a decir "verdaderamente" o "claro" entre las
bocanadas de esta admirable charlatanera?
Lady Bull, con una contraccin de sus hermosos labios, dio a entender
que reconoca el estado de nimo de su marido. Por eso haba permitido a Peter
Shayler que retomara el hilo de la conversacin.
Efectivamente; asesinado en la cocina, y arrastrado por un hombre,
sin ayuda de otra persona, hasta el portn, a lo largo del sendero. Acurdese
del sendero prosigui despus de un breve silencio, como insinuando que haba
hecho una pregunta y que Sir George haba sido tan tonto como para no poder
contestarla. La superficie es dura, excepto en su lugar. Rayaduras y
raspaduras causadas por el tacn de los zapatos, en la parte dura. Dos pequeas
huellas en el barro, por donde pasaron los dos zapatos. Y en el mismo sendero,
las huellas de un par de zapatos; ninguna huella completa, o en condiciones de
dar a conocer el tamao exacto de los zapatos. Pero, con toda seguridad, un par
de zapatos.
Se detuvo, mirando con ansiedad a Sir George.
Bueno dijo Sir George. Se ha portado usted muy bien. Le estoy
muy agradecido.
Estas palabras de agradecimiento le produjeron cierto placer; no as a
Peter Shayler. Como de costumbre, Lady Bull descendi a la arena, y trat de
sugerir otro sentido a la observacin de su marido.
Si no fueras tan perezoso, hubieras venido con nosotros y hubieras
visto todo con tus propios ojos.
Perezoso exclam el caballero, indignado, recordando todo lo que
haba hecho en Heartsease y en Oremouth. S... De paso, Shayler, supongo que
usted no cree todo esto que me ha dicho, no?
Por qu? Si usted se refiere a los hechos que acabo de relatar,
CAPTULO XII
SIR GEORGE LO HA QUERIDO
CAPTULO XIII
VENTAJAS DE LA REGENERACIN
SIR GEORGE era una de esas personas afortunadas que se dan cuenta
de cundo se han propasado. Segn l, era mucho mejor que formar parte de la
clase que comnmente se considera como privilegiada (los que saben cundo
deben detenerse), porque el pequeo exceso le proporcionaba un mayor placer.
Adems, era sumamente afortunado porque saba, tambin, despus de haberse
propasado, detenerse y volver hacia atrs. Esta referencia a dos de sus mritos
ms notables, o ventajas, no debe ser tomada como una referencia a su leve
pero definida tendencia a beber demasiado. Abandonado a s mismo, quiz
hubiera sabido poner lmite a tiempo a sus excesos alcohlicos, una especie de
problema de cuarta dimensin. Sin embargo, a bordo del Esmeralda y las
observaciones precedentes se referan a esto una de las dimensiones era
Lady Bull; Sir George se despert con un gusto desagradable tanto en la boca
como en la mente.
Se haba propasado. Mary se disgustara. Deba regenerarse sin
prdida de tiempo.
En un sentido metafrico, hizo lo que pudo. Trat de imaginarse algo
del largo discurso que, segn recordaba vagamente, ella haba pronunciado la
noche anterior; su tentativa no tuvo demasiado xito, aunque saba que en un
momento dado, y de golpe, todo resurgira claro y transparente en su memoria.
Ms de una vez, durante su infancia, los caprichos de su memoria le haban
permitido reproducir largos trozos de Horacio que apenas haba ledo la noche
anterior, evitndole las complicadas y precarias artimaas que de otra manera
hubiera debido emplear.
En vista de su fracaso en el sentido metafrico, trat de regenerarse
algo ms literalmente, levantndose de la cama. An ms: sigui el consejo de su
mujer (aunque crea firmemente que la idea era suya) y se dio un bao de mar
antes del desayuno. Todava estaba en el agua cuando Mary apareci, dispuesta
a imitarlo, y un poco despus Peter Shayler; Sir George tuvo la satisfaccin de
permitirse algunas amables ironas relativas a su tardanza. Y todava pudo subir
a bordo antes que ellos y dejarlos en el mar, mientras se daba un buen bao
caliente; gracias a ste y a una segunda taza de t bien cargado (ante el
escndalo del camarero, que hasta ese momento lo haba admirado), pudo
presentarse al desayuno radiante (segn sus compaeros) como el sol.
Era un da magnfico.
Y cules pregunt Sir George son nuestros planes para hoy?
Comprenda que era prudente, despus de un copioso desayuno, un buen cigarro;
el bao haba obrado maravillas, pero no milagros, y no quera tentar a la
Providencia a fuerza de querer mostrar que la noche pasada no haba tenido
sobre l ninguna consecuencia desagradable.
Peter Shayler se puso al momento a tono con el humor de su husped.
Por fin apareca el encantador caballero ingls que lo haba alegrado tanto
cuando acept su invitacin, con su seductora esposa; su desagradable conducta
de estos dos ltimos das, que anoche haba culminado, se deba, sin duda, a
algn desorden heptico.
Lo que ustedes quieran contest Shayler, dirigindose a las dos
chaiseslongues que estaban junto a la suya.
Quieren mandar al diablo a Oremouth y al crimen? prosigui, luego
de un breve silencio.Despus de todo, unas vacaciones son unas vacaciones
(olvidaba que no tena la menor idea de la ocupacin de Sir George, cuya vida no
era sino una interminable vacacin). Por mi parte... bueno, no me importara
CAPTULO XIV
LA LIBRETA
PETER SHAYLER era una de esas personas que encuentra suma
dificultad para hacer cualquier cosa; en esta categora inclua la lectura de los
diarios. Se apresur a escribir la nota para Sir George, y volvi corriendo a
entregrsela. Sir George la acept con suficiente negligencia, y demostr que si
alguien deba estar agradecido era Shayler. Se sent junto a ellos por unos
minutos, y trat de hacerlos hablar; hizo ruido con los diarios, los arrug, fum
un cigarrillo; finalmente, desesperado, se fue con la misma prisa anterior,
murmurando que ltimamente haba dejado de lado sus obligaciones: deba
ocuparse del yate y del almuerzo; hasta se refiri, oscuramente, a la bodega;
aunque, por supuesto, no revel que sta sufra justamente de excesiva
atencin.
En cuanto se fue, Sir George guard la carta, con el mayor cuidado, en
un bolsillo interior. Mientras tanto, sonrea alegremente a su mujer y le guiaba
un ojo.
Estuviste bien, Mary dijo.
Me parece que eres demasiado optimista contest ella. Pero
escucha, George, no sera mejor que me explicaras ese proceso de eliminacin?
l vacil, mirando a su alrededor.
No tengas miedo. Peter no volver durante un buen rato le dijo ella,
para tranquilizado. Tal vez no tengamos otra oportunidad de hablar a solas,
por unos cuantos das... excepto de noche, y ya sabes...
Efectivamente admiti con gravedad Sir George. Acostarse
temprano, y lo dems. Hay que mantenerse en buen estado.
Ella se dio por satisfecha con esta disculpa. En general, era suficiente
apelar a la sensatez de Sir George, sin necesidad de obligarlo a reconocer
verbalmente su situacin.
Dijiste que algunos tenan coartada dijo ella, dando por sentado que
l quera volver a hablar del asunto.
S dijo l, aceptando la situacin. Fjate que no he tenido an un
pruebas que ya hemos obtenido... o coleccionado. Con una cosa y con otra, no he
tenido un solo momento libre para pensar. Y, peor an, no he tenido una
oportunidad de examinar esa libreta que has... tomado en prstamo.
Bueno, cuanto antes lo hagas mejor dijo Lady Bull. La polica
(hasta la polica de aqu) puede descubrir de un momento a otro que ha
desaparecido, y se les ocurrir, muy probablemente, que el entremetido
americano se la ha llevado. Mejor es que mires si hay alguna cosa de inters, y
que la pongas en el bolsillo de Peter.
Sir George hizo una mueca.
Registrar bolsillos quiz est en mi actividad, pero devolver lo
registrado es, con toda seguridad, una facultad muy femenina.
Como quieras, George. Supongo que si distraigo la atencin de Peter
con una muestra repentina de afecto... Pero no me gusta mucho; despus me
ser ms difcil an mantenerlo a raya.
Sir George retir sus objeciones, y, sacando la libreta, comenz a
examinarla.
Esto empieza bien. Evidentemente, es la lista de alquileres; con las
fechas del vencimiento. Por Dios!, podrn hablar mal de Heartsease, pero los
alquileres anuales son sumamente bajos. Ah, no!, supongo que sern los
alquileres trimestrales; en cuyo caso, tienen razn de protestar. Veamos
cuntos: catorce nombres. Qu raro! Menos que los sospechosos. Ah!, pero yo
haba agregado a la lista los hojalateros, no? As, son diecisis. Y aqu hay unas
notas diciendo cundo pag cada uno. De qu te res?
Del tono con que lo dijiste. Como si te escandalizara la idea de que
alguien se atrase en el pago del alquiler. Casi como si fuera una prueba de
inclinaciones criminales.
l se ri, a su vez.
Tienes razn, querida. Es muy fcil perder el sentido de las
proporciones. Sin embargo, nosotros pagamos el nuestro tan tarde, que casi
parece que hubiera cierta regularidad; lo que tambin podra ser vlido, por
supuesto, para estas personas. La libreta parece datar de este verano.
Han pagado ya todos?
Aparentemente, no. Dickenson... ha pagado. Supongo que, si no, no
hubiera podido discutir por el asunto del club. Oh, no sabes nada de eso!...
Brevemente le cont todo lo que saba de la pelea, y su conjetura de
que uno de los motivos era la elegante Annie.
Armitage... no ha pagado. Es un tipo extrao..., me pareci ms bien
agresivo. Evidentemente, no tiene ninguna relacin con Annie, y como es el
mejor jugador de golf de Heartsease, no le importa que el club sea sacrificado
en aras del campo de golf. No creo, sin embargo, que en el club haya otro
atractivo. Desde el punto de vista del dueo de los terrenos, es un plan
inmejorable: un excelente campo. de golf es mucho ms atrayente, aunque el
excelente sea una mentira; que la simple advertencia: "hay un club". Bueno,
volviendo a Armitage, me extraa que est de parte de Dickenson, cuando los
dems dicen que es por culpa de Dickenson que el club est, o falta poco para
que sea clausurado.
No te parece natural? replic Lady Bull. Si a ese Armitage no le
importa que cierren el club, o que despidan a la muchacha, no tiene por qu
enojarse con el culpable de que eso suceda.
Su razonamiento pareca bastante lgico.
Tal vez yo est prevenido; en parte porque Armitage me pareci,
entre varias personas agresivas que viven en Heartsease, la ms agresiva, y en
parte porque le es tan imposible como a cualquiera de los dems hablar bien de
los otros. Aunque ni siquiera eso: hay tantas amistades como hostilidades. Pero
continuemos. Parece que Yeoman tambin debe un trimestre. Rivers tambin
est subrayado. No s qu significar; quiz dos trimestres.
Cmo podramos saberlo?
Ni me imagino. Es probable, nada ms. Sin embargo, no es tan
probable: si Rivers se gasta el dinero en cinematgrafos y en llevar una vida
algo escandalosa en Oremouth, podra ser porque tiene ms dinero que los
otros, y no menos. De todos modos, no me parece que deber dos trimestres sea
una razn ms poderosa que deber uno solo para matar al dueo de la casa. Lo
que realmente importa, en cada caso, es averiguar si haba amenazas de
procedimiento judicial, y ver luego qu podemos hacer con esos datos.
Lady Bull no hizo comentarios, y l prosigui con su estudio de la
libreta.
As que tres de los sospechosos deban dinero a Charleson dijo.
Pero no sabemos cul elegir.
Solamente esos tres? pregunt Lady Bull.
Oh, no! Case, como es de imaginar, y Storey, Hunter y Porritt. Como
ya los hemos eliminado por otras razones, no importa. Pero esto es mucho ms
raro: nuestro amigo Ireland no aparece para nada en la lista.
Pero dijiste que estaban todos los nombres, catorce, adems de los
hojalateros, o sea diecisis.
Sir George frunci el ceo.
Ah, ya veo dijo. No recuerdas que haba contado a los gitanos
como si fueran uno solo? Con Ireland seran quince.
Quiz haya pagado el alquiler adelantado, y est anotado en la libreta
anterior dijo Lady Bull, abstenindose amablemente de todo comentario sobre
la distraccin de su marido.
Sir George mene la cabeza.
No creo. se es ms bien el caso de Storey. Al lado de su nombre
est escrito: "Pgdo.", y en cambio al lado de Hobday, por ejemplo, dice la fecha
en que pag. Y en cada caso donde aparece una fecha, es bastante despus del
CAPTULO XV
IRELAND AYUDA
reverente; se haba sentido tan virtuoso durante toda la maana, y tan decidido
a regenerarse, que ya haba conseguido creer que haca muchsimo tiempo que
era abstemio. Palade el lquido lentamente, aprecindolo, como hara un hombre
que descubre un oasis despus de haber errado durante varios das por el
Sahara. Se sinti mucho mejor despus de unos tragos, y con nimo suficiente
para sacar la libreta, repentina y precipitadamente, y mostrarla a Shayler.
Podra usted devolver esto, subrepticiamente, a la polica? Les
pertenece, y supongo que se preocuparan bastante si descubrieran su
desaparicin.
Qu diablos?...
Propiedad del finado Mr. Charleson dijo Sir George, sin darle
mayor importancia.
Quiere decir que lo ha robado? Bueno, me parece bastante
atrevimiento, y ms atrevimiento an pedirme que ...
Sir George le explic amablemente que el ladrn no era l. Resultaba
muy divertido observar cmo se transform, al saberlo, la indignacin del
americano, y cmo el atrevimiento de Sir George era sutileza en Lady Bull.
De todos modos, encontraron algn dato importante? pregunt,
terminado su panegrico.
Sir George mene la cabeza.
No, no encontramos nada inform; y Lady Bull, aunque no estaba de
acuerdo, se sinti halagada por el "encontramos".
Puede devolverla a la polica? urgi la seora.
Con toda seguridad. Si usted pudo sustrarsela... y recomenz el
panegrico de su habilidad. Espero que, no importa lo que suceda, el nombre de
mi mujer no ser mencionado dijo Sir George.
Peter Shayler reaccion como ellos queran. Pronunci una pequea
conferencia sobre la cortesa, y cmo se la entenda del otro lado del Atlntico;
Sir George trat de parecer tan avergonzado como era de esperar.
Aqu est la lancha observ Lady Bull. Peter Shayler desliz la
libreta en su bolsillo y peg una palmada sobre ste (Sir George y su mujer se
miraron, recordando los dbiles trazos de la ltima hoja) y se acerc a la borda.
Repentinamente, Sir George lo sigui, exclamando:
Por favor, djeme ver una vez ms esa libreta. Shayler, un poco
sorprendido, se la alcanz. Sir George la abri, frunci el ceo mientras miraba
la primera pgina, y se la devolvi, dndole las gracias.
Ms tarde le explicar dijo, contestando a la mirada inquisitiva de
Shayler. Se dirigi cordialmente hacia la lancha que se aproximaba con rapidez,
para desviar la atencin de Shayler; mientras cambiaban saludos y bromas con
el visitante, volvi al lado de Lady Bull y le habl en voz baja:
Encontr algo dijo. Recuerdas que por un momento cre que
Dickenson haba pagado, y que luego reconoc que era un error? Bueno, era
porque su nombre estaba tildado de otra manera que los dems. El suyo y el de
Pinsent: un tilde antes del nombre, y no despus.
Y qu deduces?
Pero antes de que terminara su pregunta, y antes de que l pudiera
contestarla, Tom Ireland haba subido a bordo y daba los buenos das a Lady
Bull. Ireland, por supuesto, no saba nada de la nueva actitud de Sir George
hacia el mundo, y tampoco de la del mundo, o, por lo menos, de Peter Shayler,
hacia Sir George; por lo tanto, devolvi con suma parsimonia la efusiva
bienvenida del caballero.
Pero Sir George, sin desmayar, se dedic a ser amable; cuando quera
serlo, y no lo frenaba el alcohol, lo consegua. Ireland comenz a deshelarse; los
cocktails pasaron como una chispa y el almuerzo como una exhalacin, y slo
cuando los cuatro volvieron sobre cubierta, mientras tomaban el caf y el
brandy, reapareci en la conversacin el tema del asesinato. Debemos agregar
que Sir George no se senta demasiado alegre, pero s tena conciencia de su
virtuosidad: haba rechazado ostensiblemente el brandy.
Sabes algo de la investigacin oral, Tom?
Sir George pens, aunque no lo dijo, que la pregunta de Shayler era
bastante tonta; como lo prob la contestacin de Ireland, haba sido postergada
antes de empezar.
Qu hace la polica? Han descubierto algo? pregunt Ireland,
tambin bastante intilmente.
Oh!, en cuanto a eso... dijo Shayler.
Ireland se ri, aunque no pareci muy contento.
Supongo que no debera preguntar esas cosas dijo.
Mi querido Tom, no seas ridculo. No me refera a eso. Solamente que
es muy difcil saber qu hace la polica de aqu.
Cuando hacen algo agreg Sir George.
Me parece absurdo denigrarlos replic Ireland. Creo que nuestra
organizacin policial es la mejor del mundo.
Sir George dirigi una mirada irnica hacia su aliado americano; Lady
Bull se mostr efusivamente de acuerdo con Tom Ireland.
De todos modos dijo Shayler en ese caso ocultan bastante bien lo
que hacen; por lo menos a mis ojos.
Parece que les han dado un mal rato a Pinsent y a Dickenson
inform Ireland, causando cierta sensacin. Oh, s!, los dos estn que no
saben si enojarse o abandonar el pas.
Pero... pero... ninguno de los dos puede haber sido protest Sir
George.
Por qu no? pregunt Ireland.
Pinsent estaba pescando, y Dickenson... se detuvo, no quera decir
todava por qu no poda creer en la culpabilidad de Dickenson.
CAPTULO XVI
EL SOCIO MS ANTIGUO
BUENO, GEORGE, cmo te fue?
Deliberadamente bajaron muy temprano a vestirse para la comida.
Peter Shayler, privado de la compaa de Lady Bull durante casi todo el da,
hubiera querido estar con ella por lo menos una media hora; pero ella se haba
rehusado a complacer su evidente deseo. Quera hablar con su marido.
Muy bien dijo Sir George, con voz no muy clara, mientras luchaba
con el botn del cuello. Explcate, por favor.
Por un momento no pudo hablar; luego emiti una exclamacin de
alegra.
Un minuto dijo. Voy a buscar una corbata. Despus de algunos
segundos volvi de la cabina contigua.
Por qu tanto apuro? pregunt Lady Bull, cuya vestimenta era an
muy escasa. Tenemos bastante tiempo por delante. Quiero que me cuentes
todo.
As lo har prometi alegremente. Ya te imaginas, supongo, por
qu quise desembarcar, y qu quera averiguar.
Mi querido George corrigi ella, olvidas que sta es la primera vez
que te acompao, da tras da, en tu espionaje. En otras ocasiones, cuando
representabas tu papel de Sherlock Holmes (aunque no es justamente el
nombre ms apropiado), yo no me enteraba de nada. Era slo una herramienta,
un utensilio; en fin, para hablar como nuestros apasionantes novelistas, una
"cosa".
No digas eso, Mary rog l con una amplia sonrisa.
Oh!, pero es cierto. Esta vez, en cambio, casi sin previo aviso, debo
seguir los silenciosos procesos mentales del Maestro. En otras palabras, no
las cinco, y que me digas que, como Shayler no llega a tiempo, te decides a
cometer el crimen solo.
Sir George cedi de nuevo; esta vez su rendicin fue completa.
Entonces, vamos; nos hemos retrasado. De acuerdo con tu teora,
Shayler habr empezado a comer sin esperamos.
Ella se alej, dejndolo para que se pusiera la chaqueta y diera unos
toques finales al lazo de su corbata, que pareca haberse marchitado, como su
dueo, frente a los razonamientos de Lady Bull.
Por fin, George lo salud Lady Bull, cuando lleg. Qu hacas?
Nunca he visto nadie que tarde tanto en vestirse como t. No, ya no tienes
tiempo para tomar un cocktail.
Peter Shayler quiso ayudarlo; pero Sir George sinti que por una vez en
su vida, su mujer era injusta con l. Decidi no contarle las otras cosas que
haba descubierto por la tarde, detalles negativos, sin duda, pero en este
asunto todo pareca depender de datos negativos.
Los dos hombres jugaron al picquet. Cuando Lady Bull se acost,
todava jugaban. El caballero deba sentirse agradecido, puesto que la
abstencin que ella le haba impuesto durante el da fue esplndidamente
recompensada: recuper, con mucho, las prdidas de la noche anterior. Se fue a
la cama con el mejor de los nimos; hasta celebr su victoria, aunque no se
excedi. La luz estaba encendida en la cabina de Lady Bull, pero ella dorma. l
pens que sera muy amable de su parte despertarla y comunicarle las buenas
noticias.
Ella las recibi tranquilamente. Pero no demostr tanta alegra y
admiracin como Sir George esperaba. Le pregunt, algo framente, si la haba
despertado solamente para decirle eso.
Bueno, querida, yo cre que...
Qu idiota eres, George, a veces! Supongo que si tuvieras un empleo
y te pagaran una vez por semana, me despertaras todos los viernes por la noche
para contarme que te abonaron el sueldo.
La comparacin no le pareci muy feliz; sobre todo porque no
recordaba muy bien a qu hora del da o de la noche cobran sus sueldos las
personas que trabajan.
Hay otra cosa dijo disculpndose, y, sin embargo, sintiendo que
haca mal en disculparse. Sobre el asesinato.
Oh! Algo nuevo? O algo que se te ocurri ahora? Alguna flamante
teora?
Puedo hacerte presente, Mary dijo, con toda la compostura que su
corbata torcida le permita, que en estas cuestiones detectivescas la novicia
eres t?
S, George; pero, como t mismo dices, es cuestin de sentido comn.
Por lo tanto, el socio mayor de esta sociedad, sin duda, soy yo. Pero no empieces
CAPTULO XVII
LA POLICA TRABAJA
que las tiendas de Oremouth ofrecan, y aun tuvo que esperar un rato en la
terraza del Majestic, antes de que su marido apareciera. Su aspecto no era tan
animado como de costumbre, y era fcil advertir que las cosas no haban
sucedido como l esperaba; sin embargo, aunque lo salud cariosamente, ella
decidi mantenerse firme en materia de bebidas. Como todava faltaba un rato
para la hora en que las leyes inglesas permiten el expendio de bebidas
alcohlicas, su resolucin se fortaleci an ms.
Me estropearon todo dijo Sir George, dejndose caer en una silla a
su lado. Me hicieron pasar un mal rato. Era intolerable. Prcticamente, me
ordenaron que desaparezca de la escena. Muy bien. Ya les ensear.
Su mujer le indic amablemente que cuando ella supiera a qu se
refera quiz pudiera aconsejarlo o ayudarlo. Sir George se explic.
Parece que la polica no se interesaba por lo que Sir George haba visto
o dejado de ver durante su paseo del domingo.
Y yo me haba tomado el trabajo de preparar una estratagema para
poder despus, si me pareca conveniente, recordar algunas otras cosas
murmur. Oh!, no dej de decirlo, pero no me hicieron caso. No me tomaron
declaracin escrita, ni nada. Oh, no!, querida; me dijeron solamente: "Muy bien.
Entendemos que usted no puede agregar nada a la declaracin de Mr. Shayler."
Entiendan lo que quieran, dije yo, pero lo mejor sera registrarlo tal como yo lo
dije. Al individuo no le gust nada...
No has demostrado demasiado tacto, George; si el hombre ya estaba
prevenido contra ti...
Mi querida Mary; en ese momento yo ni me imaginaba que l estaba
prevenido contra m.
Si te citaron para tomarte declaracin...
Pero eso no quera decir nada. Por lo contrario, me recibieron como si
fuera el arzobispo de Canterbury. Me hicieron decir mi pequeo discurso, y
despus empezaron a hacerme preguntas. Qu descaro!...
Pero, por qu no, George? Supongo que te imaginabas que te haran
algunas preguntas.
Sobre el crimen, s. Pero no sobre m.
Oh!
Haces muy bien en exclamar: "Oh! ", Mary. Parece que telegrafiaron,
o telefonearon a Londres, pidiendo datos mos, y stos estaban llenos de
insinuaciones muy desagradables. Es cierto que en mi carrera ha habido
incidentes mal interpretados...
Lady Bull sonri.
Gracias a Dios dijo ella.
El caballero se alegr por su amabilidad, sin advertir que ella agradeca
la mala interpretacin. Gracias a esos errores, l no se encontraba entre rejas
en estos momentos.
Pas muy malos ratos. Creo que no te cont que ayer por la tarde me
encontr con un inspector bastante estpido. Le refiri una sntesis no muy
completa del incidente, terminando con: Parece que ataron cabos, y que el
nudo no me haca quedar muy bien. Dedujeron que yo quera entorpecer la
accin de la justicia.
Me parece un nudo muy bien hecho murmur ella.
Me preguntaron si nunca haba trabajado como detective particular
prosigui, sin prestar atencin al comentario. "Todava trabaja en eso?
Qu hace a bordo del yate de Mr. Shayler?" Ah, y se haban enterado de la
libreta: no estaban muy seguros de que hubiera estado en nuestro poder; si no,
me habran acusado de hurto. Ojal lo hubieran hecho! Les habra dicho unas
cuantas verdades. Pero como no me dijeron nada, declar que en mi vida haba
visto ese objeto, ni haba odo hablar de l.
Por supuesto.
Cuando vieron que conmigo no iban a ninguna parte, terminaron como
te dije, advirtindome que deba quedarme quieto. Y tuve que aceptar todo con
un sonrisa. No queremos que la polica se interese demasiado por nosotros.
Ella demostr enfticamente su conformidad, con la cabeza.
De todos modos, dije mi pequeo discurso sobre la libertad del
ciudadano, y mi derecho de visitar, si se me antojaba, el aristocrtico balneario
de Oremouth, o la indescriptiblemente hermosa ciudad de Heartsease. Tambin
les habl del deber de todo ciudadano de ayudar a la polica cuando sta se
encuentra con dificultades. Les dije que tendra los ojos abiertos y que pondra
mis cinco sentidos para observar lo que sucediera a mi alrededor, nada ms. fue
una buena rplica, aunque ellos no se dieron cuenta. Por Dios! Ya es hora de que
abran. Estoy seco como un hueso.
Pero ese da los mozos eran incorruptibles; tuvo que hacer penitencia
durante media hora ms, mientras la conversacin languideca y mora. Por fin,
lleg la hora cero; el simple hecho de llamar al mozo le devolvi su inters en la
vida, aunque era un inters algo melanclico.
No sera mejor cortar las amarras y dejar el campo libre,
inmediatamente? pregunt. Pensndolo bien, no s qu sacaremos de este
asunto. Ni Armitage, ni Rivers, ni Yeoman tienen un cobre en el banco; todo lo
que tenemos es ese documento de Shayler, y no vale gran cosa.
Pero antes del asesinato estabas muy conforme, George.
Es claro; el asesinato nos arruin. Ya casi no jugamos al picquet, y la
polica ha decidido meter la nariz en nuestros asuntos. Y cuanto ms nos
quedemos, menores sern mis ganancias en el juego. En un lugar como Oremouth
no queda ms remedio que gastar el dinero. Uno se volvera loco si no hiciera
algo para distraerse.
Lady Bull, recordando sus derroches matutinos, no se sinti con
fuerzas para negarlo.
CAPTULO XVIII
UN ESTUDIO A FONDO
CON MUCHA dificultad, Sir George se dej persuadir, y los acompa
hasta el yate. Cuando Peter Shayler, apoyado, si no instigado, por Lady Bull, se
neg resueltamente a ordenar que la lancha volviera a Heartsease; cuando la
tripulacin se neg, con igual resolucin, a obedecer rdenes que no provinieran
de Shayler, cualquiera que lo hubiera visto habra credo que Sir George tena la
intencin de tirarse por encima de la borda y de ir nadando hasta Heartsease.
No quera resignarse; contestando al comentario de sus compaeros, de
que no le servira para nada volver a tierra muerto de hambre, dijo que era
absolutamente imprescindible advertir a Rivers que no hiciera ninguna clase de
declaraciones.
No entiendo por qu se preocupa tanto por eso... o por ese Rivers
dijo Shayler. Pero en cambio puedo decirle que su preocupacin es intil.
Rivers ya ha sido advertido.
Dios mo! Ya ha sido advertido? Cmo lo sabe usted? Quiere decir
que usted se lo advirti?
Yo no. Pero un amigo suyo...
Storey, supongo.
manco?
Creo que s.
Justamente yo lo quera hacer portador de mi mensaje. Es un
CAPTULO XIX
EL AMIGO DE RIVERS
el plan. Para toda consideracin ulterior, no hubiera sido ms que una broma.
Pero el hombre abri la puerta sin decir una palabra. Cuando lleg al pabelln,
all estaba Charleson, muerto, asesinado, en la cocina.
CAPTULO XX
LA ACTITUD DE RlVERS
dir que slo entonces recuper la respiracin. Meti el cuerpo dentro del
camin: la parte ms trabajosa, y peligrosa, del asunto. Y justo cuando haba
terminado, cuando todo estaba listo, oy unas voces; usted y su amigo, como
supo ms tarde, del otro lado de la curva. No tena tiempo de hacer nada; por
supuesto, tena, pero le faltaba la tranquilidad de espritu necesaria para
decidirse. Cuando ustedes pasaron habr sido un momento muy desagradable.
Por qu? pregunt Sir George. No haba ninguna razn para
temer que dijramos nada.
Oh!, fue un alivio descubrir que eran dos forasteros. Por otra parte,
era mucho ms probable que un forastero se fijara en el camin. Y por algo que
uno de ustedes dijo se dio cuenta de que se haban fijado.
Y qu? Aun as, no creo...
A causa de esto Rivers volvi a cambiar de idea. El fundamento de su
plan consista en que el camin pasara inadvertido; si no, sera relacionado con el
crimen. Su primera intencin no fue dejar el cadver en su interior. l quera
abandonarlo por ah, y volver a dejar el camin donde lo haba encontrado. Entre
otras cosas, l contaba con que eso despistara a la polica con respecto a la hora
del crimen, si encontraban en seguida el cadver. Justamente por eso haba
adelantado el reloj. Pero luego pens que era muy difcil que lo encontraran en
seguida, porque tena la intencin de abandonar el cadver en un lugar bastante
apartado, que conoca de antemano...
S reconoci Sir George, habr sido muy molesto.
Tanto que, como le digo, cambi de idea. Por otra parte, haba
tardado mucho ms de lo previsto. Sobre todo buscando la carta. Entonces, a
causa de eso, y de que ustedes se haban fijado en el camin (puesto que ahora
era muy probable que la polica se enterara de esta parte del plan), decidi
dejar el cadver en su interior. Puso el camin tal como lo haba encontrado, y
desapareci lo ms pronto que pudo. Directamente hacia Oremouth, y al cine; y
all la suerte le jug la ltima mala jugada. Ya haba recuperado el tiempo
perdido, y con exceso; entr cuando las luces estaban encendidas. Empezaron
con un film de actualidades. Y la acomodadora lo recuerda perfectamente.
Sigui un silencio.
Solamente dos preguntas dijo por fin Sir George; mientras las
haca, descubri que no tenan mayor importancia. Primero, qu sabe de la
gorra que llevaba puesta?
La sac no s de dnde. Es una que l tena... Estaba abandonada en
su bungalow, o algo as. Saba que no la relacionaran con l.
Sir George no estaba tan seguro, pero no dijo nada.
Segundo: no era un poco precipitado de su parte, ms bien, de parte
de Rivers, volver tan pronto, dos das despus, al cinematgrafo?
Oh, no! dijo Storey, con una risa no muy alegre. No fuimos al
mismo cine. Pero nos pareci importante no cambiar de golpe de costumbres.
CAPTULO XXI
UNA CORTA VISITA
POR OTRA parte dijo Sir George, todava como si quisiera aceptar
el amistoso desafo, no tengo palos. Y es un poco tarde; pero si quiere otro
da...
Armitage se sinti decepcionado, pero la perspectiva de una vctima,
aunque un poco postergada, lo indujo a mantener su amabilidad.
Bueno... Maana por la maana? Evidentemente, quera aprovechar la
ocasin mientras poda.
Sir George no encontr objeciones, o por lo menos no las dijo. El hecho
de no haber trado palos en su viaje no tena mayor importancia; con pedidos
prestados a Shayler, asunto arreglado. El despliegue de tipos diferentes
(comparable a la coleccin de Bobby Jones) causara impresin.
Recuerde, sin embargo, que juego mal repiti. Tengo entendido
que usted es el campen local; y no solamente local.
La sonrisa de Armitage pareca bastante natural.
Oh!, no estoy muy seguro dijo, aunque era evidente que s.
Claro que con tanta prctica ... dijo Sir George, de una manera algo
despectiva.
Armitage se encogi de hombros.
No tengo con quien jugar observ.
Lo que importa es la prctica. Un hombre que se pueda pasar la tarde
entera practicando ciertos golpes, sin preocuparse siquiera por un asesinato...
Armitage no hizo comentarios, aunque su desagrado pareci anunciarse
nuevamente.
Me imagino que habr sido bastante desagradable para usted
continu audazmente Sir George. Usted estaba solo, y sin poder probar...
Todava no llego a comprender qu tiene que ver usted con este
asunto. El resentimiento de Armitage luchaba, sin mucho xito, con su deseo
de obtener de este forastero entremetido algunas libras esterlinas contantes y
sonantes. Pero, si le interesa, le puedo mostrar el lugar donde yo estaba
practicando, y comprender...
Ya s dnde es dijo Sir George, y al instante se arrepinti de sus
palabras, que demostraban la magnitud de su curiosidad, tan aborrecida por
Armitage; haba olvidado completamente que se lo haba dicho el mismo
Armitage.
Alguien insisti en mostrarme el lugar. Usted sabe cun chismosos
son en este pueblo.
El otro evidenci cierto escepticismo.
A primera vista, parece que usted poda fcilmente deslizarse a lo
largo de la costa, o ms bien, de las orillas de! ro, sin ser visto.
Hasta llegar al zanjn objet Armitage. All en el puentecito, y
absurdo visitar a una persona extraa con la excusa de una discusin sobre los
mritos del Libro Corregido de Plegarias. Por otra parte, Armitage no le haba
explicado (si lo saba) qu tipo de puritanismo practicaba Yeoman. Para Sir
George esa palabra significaba cualquier secta de disconformes, pero se daba
cuenta de que sera desastroso confundir a un Unitario con un Eremita de la
Montaa, o a un Segundo Adventista con un Muggletonian. Por supuesto, siempre
quedaba el Buchmanismo, que Yeoman seguramente repudiara; pero si no haba
estudiado en Oxford, no picara el evidente anzuelo que significaba insinuarle
que los Grupos tenan su origen espiritual en el Cardenal Newman.
Evidentemente, la religin no era una excusa plausible. Mientras llegaba
a esa conclusin, Sir George se encontr en un lugar donde una pequea senda
se separaba del camino que una Heartsease con los links de golf. Advirti que
el sendero pasaba por detrs de la casa de Ireland, y esto le sugiri una idea.
Por qu no hacer una pequea visita a Ireland? Tal vez pudiera proporcionarle
(despus de todo, era amigo de Shayler, y Shayler demostraba tanto inters
por las investigaciones policiales) algn dato sobre los gustos de Yeoman, y
hasta darle alguna excusa para una visita. O si no, poda esperar la llegada de
Mary en "La Cueva" (si no haba llegado an) y luego enviarla a casa de Yeoman
para que ella lo entrevistara. Lady Bull poda iniciar una conversacin
preguntndole el camino para ir a alguna parte, o algo por el estilo.
Adems, record lo que Storey haba insinuado sobre Ireland. Tal como
se presentaban las cosas, Sir George no vea cmo sacar provecho de este
asunto; la nica fuente de ingresos con que poda contar, hasta ahora, era el
documento que Shayler le haba firmado, y su valor pecuniario era reducido. Si
Ireland ocultaba algn misterioso secreto, era posible que Shayler, tan
americano y tan sentimental, tratndose de su antigua amistad con Ireland,
pagara para que este secreto no fuera revelado.
Sin embargo, el comentario de Storey era demasiado consciente para
parecer de buena fe. Pero eso no quera necesariamente decir que no tuviera
fundamento. Por el contrario. Sir George haba sabido desde el principio que
Ireland no era lo que pretenda ser. Usar la ropa interior de seda ms cara y de
mejor gusto, y vivir al mismo tiempo en una choza, en Heartsease, aunque el
alquiler...
"Atencin", se dijo Sir George, y se detuvo un segundo, con la mano
sobre el alambre superior del cerco que rodeaba el soidisant jardn de "La
Cueva".
Y si el bungalow perteneciera a Ireland? Si as fuera, era un caso
nico entre todos los habitantes de Heartsease. Por otra parte, haba
reconocido que tena cierta familiaridad con los recibos de alquiler de
Charleson. Si no era el dueo de su casa, por qu, entre los nombres de todos
los otros inquilinos, su nombre no apareca en la libreta? Quiz fuera un olvido,
pero... Sir George salt el alambrado, y se acerc, sin ruido, a la parte trasera
del bungalow. Unos minutos antes deseaba que Ireland estuviera en casa. Ahora
deseaba justamente lo contrario. Si Ireland no estaba, le daba la oportunidad
de examinar sus cosas. La puerta pareca cerrada, pero haba una ventana
abierta. Seguramente encontrara algn detalle que le explicara la misteriosa
vida de Ireland; algo que, por lo menos, confirmara su idea de que esa ropa
interior de seda tena relacin con el misterio.
Sir George se haba introducido en una casa ajena una sola vez en su
vida. Tal vez no fuera tan condenable entrar a la luz del da. De todos modos, su
experiencia previa en el mismo orden de ideas, como tan adecuadamente dicen
los franceses, casi haba sido un fracaso; o, ms bien, haba conseguido lo que
quera, pero a costa de su propio buen concepto. En otras palabras, haba
elegido, para introducirse en una casa vaca, la misma noche que un asesino (el
asesino del dueo de la casa), y su rival haba huido, dejando al caballero con
una mueca lastimada y la cabeza envuelta en una alfombra.
Sir George tena el orgullo de asimilar su experiencia. Al salir del yate,
no haba previsto esta excursin, y por lo tanto no estaba suficientemente
equipado; pero, aun si la hubiera previsto, no se hubiera llenado los bolsillos con
esas herramientas que segn los libros deben llevar los aficionados, tales como
una ganza universal, o una coleccin completa de llaves; tan eficaces, si alguien
se las hubiera visto, para mandarlo a la crcel; claro que en las novelas los
aficionados nunca terminan en la crcel.
Sin embargo, tena zapatos con suela de goma, y Heartsease era un
lugar eminentemente adecuado para un asalto: muy poco habitado, y con nada
digno de ser robado. Se acerc a la ventana abierta, que era la de la cocina, y
mir hacia el interior. La cocina estaba vaca, pero la ventana pareca bastante
alta y bastante angosta. No habra mayor peligro, pens, en probar si la puerta
estaba abierta. As lo hizo, y la encontr abierta.
Entr, limpi cuidadosamente sus zapatos en una alfombra de fibra,
sucia y gastada. Muy pocas veces lo haca en su casa, pero record (y se felicit
por ello) que las suelas de sus zapatos estaban sucias, y que adems tenan con
toda seguridad dibujos en relieve, como todas las suelas de goma.
La cocina no le interesaba. La puerta del otro lado comunicaba (segn
recordaba) con un pequeo pasillo, donde una puerta daba al dormitorio de
Ireland, y otra a la sala. Los dos merecan su atencin; especialmente la sala.
Pero en cuanto lleg al corredor advirti un serio inconveniente para la
prosecucin de sus planes. Ireland estaba en casa, con otra persona.
Escuch.
Es intil que quiera asustarme.
Era Mary. Aunque su voz pareca ms aguda que de costumbre.
No quiero asustarla. Le anuncio un lamentable accidente, nada ms;
es la recompensa apropiada para las personas que hablan demasiado, y que
meten la nariz en los asuntos de los dems.
CAPTULO XXII
DA DE PAGO
CAPTULO XXIII
RENDICIN DE CUENTAS
LA ORQUESTA de Roly Revels mientras el elegante Roly ofreca su
sonrisa protectora a las diversas representantes de la nueva aristocracia
inglesa se hizo or con repentina violencia. Se abrieron las cortinas purpreas
en el otro extremo del saln, y las "Gracias Doradas" entraron como un
torbellino, para ejecutar la segunda parte de su aplaudido y casi sensacional
nmero de cabaret. Los Bull cenaban en el Century, ese hotel tan nuevo,
elegante y caro; sus precios lo haban puesto de moda, as como a su servicio de
restaurante, y ese xito haba sido afianzado por la aparicin de las Gracias
aparicin era la palabra adecuada, donde tan poco quedaba sin aparecer a la
vista. Los Bull se alojaban por unos das en el Century; haban comido
brevemente, pero bien; haban ido al teatro, y ahora completaban la velada; en
resumen, celebraban como corresponde su retorno a la prosperidad.
Lady Bull estaba encantada con su marido. Su aspecto algo disoluto,
algo cansado, pero siempre corts, estaba muy de acuerdo con la llamativa
decoracin del restaurante. Podra haber estado acompaado por una de las
mismas Gracias, vestida con ropas adecuadas a su brillante peinado, sugiriendo
un estado de desnudez tan avanzado como cuando bailaban, y provocando una
sonrisa babosa en los labios de los industriales de la mesa adyacente. Pero Sir
George tena otros gustos. Apenas prestaba atencin a las marfileas locuras
de las Gracias, aunque su mesa se encontraba en la primera fila. Prefera la
elegancia de su mujer y su tranquila distincin, y estaba contento de ella por
eso y por el evidente efecto que produca sobre los tres hombres de negocios,
que, aunque tenan conciencia de lo agradable y lo reconfortante que era
mirarla, tambin tenan conciencia de sus propias manos y de su poca
familiaridad con ese ambiente; se sentan casi como escolares sorprendidos en
una estpida escapada, y como si les hubieran prohibido mirar las piernas de las
Gracias.
Sir George estaba tan encantado consigo mismo como con su mujer, y
el matre d'hotel estaba encantado con ambos. Haba dudado de su prudencia al
ceder al arrogante pedido de una mesa en primera fila, tratndose de un cliente
nuevo del Century, se alojara o no en el hotel; poco le haba impresionado un
ttulo que, por su sonido, pareca provenir de algn comercio o de servicios de
reclutamiento durante la guerra. Pero el aspecto de la seora lo haba en gran
parte tranquilizado, y el gusto del caballero en materia de champagne haba
hecho el resto; una o dos veces haba rondado junto a su mesa y les haba
los candidatos al nmero de tres. T pasaste a suponer que haba sido otra
persona, y otra hora.
La conversacin fue interrumpida por una explosin de aplausos. Lady
Bull, sin mayor intencin, mir por encima del hombro a los tres hombres de
negocios, cuyo aplauso disminuy al instante.
Ests equivocado, George insisti ella; hablaba en voz baja, porque
una de las Gracias se encontraba en ese momento entregada a lo que podramos
llamar una cancin, por falta de palabra mejor. Supones que yo adopt tu
sistema de trabajo. Pero no me preocup por las coartadas. Los asesinos no se
descubren eliminando todos los candidatos menos uno. Primero comprob a qu
hora haba sido asesinado Charleson, y descubr (o ms bien nos dijo l) que en
ese preciso momento Ireland se encontraba all. Si hubieras tenido la
inteligencia de darte cuenta del significado de esas cscaras de huevo, y el
horno, y su contenido...
Pero si no hubiera sido por m, Ireland nunca nos hubiera confesado
que haba tenido una entrevista con Charleson.
Claro, si no hubieras estado tan seguro de que el crimen haba sido
cometido a las cinco en punto.
l se encogi de hombros. Le pareca que era una mezquindad de parte
de su mujer quitar importancia a su valioso error.
De todos modos, Ireland se poda obstinar con su historia de la
muerte por accidente, y objetara que no tena motivo alguno para matar a
Charleson.
No tena motivo! Qu tontera! Acaso Charleson no lo
extorsionaba... le robaba, si prefieres?
Bueno, admitido. Pero un jurado no se conformara con eso. Los
jurados se componen de comerciantes y empleados y labradores; no es
concebible que ninguno de ellos se encontrara en condiciones de comprender la
idiosincrasia de Ireland; comprender por qu prefera cometer un crimen antes
que hacer saber que era el dueo de todo Heartsease, el hombre que
extorsionaba a todos esos pobres diablos (moralmente, quiero decir, no
legalmente) y que se relama de gusto al ver el infierno en que les converta la
vida. Y simulando que llevaba la misma vida que ellos. Por otra parte, para
Charleson era muy fcil; no tena ms que guardarse el dinero que cobraba de
los inquilinos de Ireland; supongo que por all empez; me dijeron que las cosas
haban empeorado desde que l se haba hecho cargo de la administracin.
Mientras hablaba, el caballero haba levantado progresivamente la voz.
Se oyeron dos o tres siseos de indignacin desde las mesas vecinas. Por suerte,
la cancin termin, el coro reapareci entre las altas cortinas, y el murmullo
general comenz de nuevo.
S dijo Lady Bull, pero lo que has dicho ahora slo demuestra que
Ireland tena motivos.
FIN