El Existencialismo en Espana
El Existencialismo en Espana
El Existencialismo en Espana
EL
EXISTENCIALISMO
EN ESPAA
PRESENCIA
LA
MARIAS
NOVELA
ORTEGA
COMO
Y
LA
EDICIONES
LA
AUSENCIA.
MTODO
IDEA
OBRA
DE
DE
"UNIVERSIDAD
BOGOTA
DEL
LA
RAZN
VITAL.
UNAMUNO.
NACIONAL
CONOCIMIENTO.
1953
DE
COLOMBIA"
DEPARTAMENTO
DE
EXTENSION CULTURAL Y PUBLICACIONES.
DIRECTOR
CIUDAD
CARLOS
LOPEZ
UNIVERSITARIA -
NARVAEZ.
BOGOTA.
APARTADO POSTAL. 3 1 - 2 4
UNIVERSIDAD NACIONAL DE
FACULTAD
DE
FILOSOFA
COLOMBIA
LETRAS
VOLUMEN PRIMERO:
JUMAN
MARIAS
EL
EXISTENC1 AL.ISMO
EN
ESPAA
PRESENCIA Y AUSENCIA
VOLUMEN SEGUNDO:
MARTIN HEIDEGGER EL ORIGEN
DE LA OBRA DE ARTE
(TRADUCCIN
DE . SOLER
GRIMA)
JU L I A N
EL
MARIAS
EXISTENCIALISMO
EN ESPAA
!
PRESENCIA
AUSENCIA
ii
LA
DEL
NOVELA
COMO
MTODO
CONOCIMIENTO
ORTEGA Y
LA
IDEA
DE LA RAZN VITAL
IV
LA
OBRA
DE
EDICIONES "UNIVERSIDAD
BOGOTA -
UNAMUNO
NACIONAL DE COLOMBIA-
IMPRENTA NACIONAL -
1953
INTRODUCCIN
Julin Maras estuvo en Bogot en 1951 y pronunci cuatro conferencias que hoy da en volumen la Universidad Nacional, con cuyos
auspicios fue posible la llegada del joven filsofo espaol.
Esas conferencias fueron dichas ante un pblico que cada da se
entusiasmaba ms con los temas, pues iba penetrando en el sentido de
las cosas que all se decan, de los conceptos que all se exponan, sin
vana retrica y en un ceido lenguaje filosfico.
Julin Maras abordaba, sin papeles, ante su pblico, los complejos temas de que dan cuenta las pginas de este libro, a la manera de
un virtuoso de la msica, como quien ha recibido con provecho la leccin de Bach para ejecutar adecuadamente ante la clave bien temperada.
Julin Maras se present ante nosotros con toda la tcnica de
un riguroso trabajador de la filosofa, que lee en sus originales a los
grandes maestros y que despus de hacer de ellos serias interpretaciones filosficas, puede elevarse a exponer su propia conviccin, con
ese asordinado entusiasmo que corta el cuello a la elocuencia y por
medio del cual se expresan las ms rigurosas tesis filosficas.
No se quiere hacer aqu una presentacin del filsofo espaol,
bien conocido por cierto en Espaa y Amrica. Se busca, en cambio,
rendir un homenaje a su noble labor intelectual que, desde su ms
temprana juventud, tantos trabajos serios y responsables ha brindado
a los estudiosos de la filosofa en lengua hispana.
La conferencia sobre el existencialismo en Espaa, sin que se
busque resumirla aqu, tiene entre otras virtudes capitales, la de explicar como al travs de una filosofa de lo espaol, por qu esta tendencia de los ltimos tiempos no lleg a la Pennsula como algo que
pudiese ser objeto de la novelera o snobismo filosfico.
El ensayo sobre la novela como mtodo de conocimiento es una
moderna consecuencia de las ideas que Maras ha recibido de Ortega,
y ha desarrollado en tan amplias perspectivas para la interpretacin
del mundo de la cultura.
5
CAYETANO BETANCUR.
PROLOGO
JL_/STE libro est compuesto de cuatro traba/os, escritos en fechas
distantes, pero con una coincidencia de sentido que les da una unidad inesperada. Los dos primeros, el que da su ttulo al volumen y
el que lleva como epgrafe "La novela como mtodo de conocimiento",
fueron tema de dos de las conferencias que tuve el honor de pronunciar en el Instituto de Filosofa de la Universidad Nacional de
Colombia en agosto de 1951. El tercero fue publicado hace algunos
aos en forma de un pequeo volumen, y tambin lo ha sido en ingls y en alemn. El cuarto, que sirve de apndice, fue escrito en
fecha tan remota como 1938, y requiere algunas palabras de justificacin.
Poco antes de cumplirse los dos aos de la muerte de Unamuno,
en plena guerra civil espaola, la revista HORA DE ESPAA, que se haba publicado primero en Valencia y apareca entonces en Barcelona,
me pidi un artculo sobre Unamuno. Su muerte nos haba afectado
a muchos tanto como su vida. Recuerdo aquella madrugada de primeros de enero de 1937, en un tren de guerra, de aquellos que salan
cuando podan y llegaban a su destino si es que llegaban a las
horas ms inverosmiles. Despus de una espera interminable en a
estacin de Albacete, glacial, abreviada por algunas pginas de Proust
Proust en la estacin de Albacete, una noche de guerra.', el tren
me llevaba, jadeante, hacia Valencia. Y de pronto, al amanecer, en
una parada, cerca ya de la ciudad, una voz que grita los peridicos
frescos; y en mi mano, un diario anarquista con un estupendo ttulo:
FRAGUA SOCIAL. All, entre noticias de bombardeos, partes de guerra,
consignas, invectivas y retrica revolucionaria, la muerte de Unamuno
en Salamanca. La muerte de Unamuno! Estas dos palabras /untas
muerte, Unamuno, /'untas como siempre, pero con una preposicin posesiva, que al hacer aparentemente a la muerte de Unamuno,
haca a ste ya para siempre suyo. Ya no haba Unamuno/ /Qu soledad, muerta quietud, desmayo y silencio caa sobre nosotros! La tre__ 7
JULIN MARAS
PRLOGO
JULIN MARAS
10
PRESENCIA Y AUSENCIA
DEL EXISTENCIALISMO EN ESPAA
JL/OS Congresos internacionales, los encuentros, las revistas filosficas, los catlogos de los editores de todo el mundo nos llevan hacia
una conclusin que hoy se impone a la mayora de las mentes : a mediados del siglo xx, la filosofa est dividida entre dos corrientes : el
neoescolasticismo y el existencialismo. A veces se aade, para tranquilidad de conciencia, el marxismo, pero se sabe que su inters y su importancia son ajenos a la filosofa.
El neoescolasticismo casi exclusivamente neotomismo mira hacia el pasado, cree que la solucin de los problemas, al menos en lo
esencial, existe ya, que slo es menester recordarla, desprenderla, taivez desarrollarla, sobre todo hacerla aceptar, quiz hacerla aceptable;
en modo alguno descubrirla, inventarla, menos an echarla de menos,
buscarla sin tener la certidumbre previa de alcanzarla. Hay que subrayar un hecho nada ms que eso: el neotomismo se presenta
como una filosofa cuya verdad est asegurada racionalmente y con
independencia de la fe; sin embargo, salvo alguna rarsima excepcin,
no hay ms tomistas que ciertos catlicos segn Maritain, los que
no carecen de inteligencia, los que son lo bastante inteligentes * ; proposicin en la que Gabriel Marcel ha encontrado un ejemplo notorio
de "fanatismo venial" 2.
En cuanto al existencialismo, de linaje kierkegaardiano, desarrollado sobre todo durante el ltimo cuarto de siglo, parece la filosofa
1
JULIN
MARAS
Dos hiptesis.
Los que estn atentos sobre todo a los aspectos circunstanciales
y externos de las cuestiones pensarn, desde luego, en la posibilidad
de una coaccin. Pero la coaccin est hoy casi tan bien repartida como
el-buen sentido en tiempo de Descartes. Tiene formas sensiblemente
diferentes, y sin duda las hay ms incmodas; pero no hay que verla
slo bajo la especie de una oficina de censura con lpices rojos, cuyas
mallas, por lo dems, no son siempre tan estrechas y dejan escapar
peces muy gordos. Hay tambin otras formas de coaccin : la Prensa
de partido o de empresa, los grupos intelectuales en el poder, las condiciones para prosperar en la enseanza pblica, la orientacin de las
editoriales, la necesidad de tirar diez mil ejemplares como mnimo,
sobre todo la presin social difusa, que es siempre la ms fuerte y que
impone ciertos tabs, bajo la amenaza de las ms eficaces represalias.
Hay que pensar tambin en el podero de las grandes organizaciones
internacionales de carcter intelectual, que disponen de grandes recursos econmicos y son capaces de abrir o cerrar las puertas a los
pensadores, a los escritores, segn la actitud que toman frente a sus
inspiraciones, y que tienen poderes casi divinos, puesto que crean de
la nada no es difcil encontrar ejemplos y amenazan con la aniquilacin.
La situacin de coaccin, por otra parte, es la normal. La vida
intelectual se ha desarrollado siempre bajo su imperio; talvez la nica
excepcin, parcial ella misma, es el perodo comprendido entre 1815
y 1914. Por tanto, hay que tener siempre en cuenta las presiones que
3
Para sta, habra que agregar una tercera forma de filosofa: el empirismo
lgico y todas las tendencias afines.
12
PRESENCIA
Y AUSENCIA
DEL EXISTENCIALISMO
EN
ESPAA
JULIN
MARAS
Esto quiere decir que los filsofos espaoles han conocido los orgenes de lo que se llama el existencialismo, talvez antes que los dems
pases europeos. Y no es una excepcin: Brentano ha sido traducido
al espaol desde 1926; Spengler en 1923; Dilthey, profundamente estudiado por Ortega en 1933, est traducido ntegramente por espaoles, en Espaa y en Mjico. La segunda hiptesis es, pues, tambin
absolutamente insuficiente.
Cul es la situacin real de la filosofa espaola de nuestros
das? A mi modo de ver, el pensamiento espaol, en el siglo xx, ha
anticipado la mayor parte de los descubrimientos de los filsofos llamados existencialistas, y al mismo tiempo ha construido todo un lado
de su doctrina, desconocido en otros lugares, y que le ha impedido
caer en ciertos errores cuyas consecuencias empiezan a resultar visibles.
Por esto, el existencialismo no ha sido una sorpresa en Espaa, menos
an una revelacin ; ms bien nos sorprende un poco ver presentar
como el "ltimo grito" ideas que hemos ledo en espaol diez aos,
quince aos, acaso treinta aos antes. Voy a intentar mostrarlo con
algunos ejemplos.
El punto de partida.
Sera inexacto decir que la filosofa espaola de nuestro tiempo
tiene como fuente el pensamiento de Unamuno. Ante todo, porque
Unamuno, que hizo importantsimos descubrimientos filosficos, no
era en rigor un filsofo, y el carcter de su obra y de su pensamiento
es un grave problema de filosofa 9. Adems, porque la corriente sensu stricto filosfica del pensamiento espaol actual nace de un planteamiento del problema metafsico que significa una esencial rectificacin del de Unamuno, sobre todo de su mtodo. Pero hay que aadir que fue Unamuno quien despert la atencin hacia las cuestiones
ltimas y decisivas, quien cre el clima propicio, quien sinti la necesidad de hacer una filosofa nueva, quien adivin, por ltimo, quiz antes que nadie, lo que iba a ser el pensamiento metafsico de este
medio siglo que acaba de terminar.
En 1904 escriba Unamuno : "Esta falta de imaginacin, que es la
facultad ms sustancial, la que mete a la sustancia de nuestro esp9
PRESENCIA
Y AUSENCIA
DEL EXISTENCIALISMO
EN
ESPAA
JULIN
MARAS
16
PRESENCIA
Y AUSENCIA
DEL EXISTENCIALISMO
EN
ESPAA
tencial o personal es hacernos patente la historia de la persona, dejndola desarrollar ante nosotros, en la luz, sus ntimos movimientos,
para desvelar as su ncleo ltimo. Se propone, simplemente, mostrar
en su verdad la existencia humana".
"Para conseguir esto cuenta con el recurso que se acomoda ms
perfectamente a su temporalidad : el relato. No se trata de la mostracin esttica de una estructura, por ejemplo psquica, de una "figura",
ni siquiera de las fases en que se desenvuelve, sino de asistir a la constitucin misma de la personalidad, en el tiempo, Con esto se puede
ver la vida humana desde ella misma, revivindola, sin convertirla en
cosa, sin mirarla como algo hecho que est fuera de nosotros. La novela se realiza en el tiempo, dura, y adems apresa un tiempo vital, un
ritmo, presuroso o pausado, que es el de una vida, muy distinto del
tiempo del reloj que va pasando mientras leemos ; as, la novela constituye el rgano adecuado para mostrarnos algo que tambin acontece
temporalmente. Las dos, novela y vida, consisten esencialmente en
temporalidad" 1 .
"La novela personal es un mtodo del que puede servirse la ontologa como un estadio previo. Hemos visto cmo la ndole temporal
y viviente del relato nos lleva a la realidad misma de la historia o vida
del personaje humano. Esta es su misin ms fecunda. Constituye una
va de acceso al objeto que es la existencia humana y su personalidad,
a lo que ha de ser tema de indagacin filosfica. Nos puede poner en
contacto con la realidad misma que tenemos que describir y conceptuar metafsicamente. Y esto es mtodo en su sentido pleno y originario. La novela de Unamuno nos da una primera intuicin viviente
y eficacsima del hombre ; y ste es, forzosamente, el punto de partida
de todo posible conocimiento metafsico: el encuentro con la realidad
que ha de ser su tema" 17 .
" E n otros trminos, es un primer paso para elevarse a una analtica existencial o a un estudio metafsico de la vida humana y de los
problemas que afectan al ser mismo del hombre. Representa un estadio
previo, en que se puede tomar un primer contacto con el objeto de la
meditacin filosfica. Un contacto en que ste se muestra en la plenitud de su riqueza y plasticidad, en su autntico ser temporal, en situacin, por tanto, de servir de base y apoyo a la reflexin fenomenolgica" 18 .
18
17
JULIN
El ser del
MARAS
hombre.
PRESENCIA
Y AUSENCIA
DEL EXISTENCIALISMO
EN
ESPAA
23 Ibid., p . 6 0 1 .
19
JULIN
MARAS
mente tenemos que hacer, no est en nuestra mano. Nos viene inexorablemente propuesto. H e aqu por qu toda vida tiene misin. Misin es esto : la conciencia que cada hombre tiene de su ms autntico ser que est llamado a realizar. La idea de misin es, pues, un
ingrediente constitutivo de la condicin humana" 26 .
H e elegido este texto, entre varias formulaciones de estas ideas,
porque se public en francs en 1935 27 , y es accesible, con todo su
contexto, a los lectores de esa lengua, que. han ledo aos despus en
-ella otras muy semejantes, si bien mezcladas con algunos errores que
en este pasaje se evitan. Por la misma razn cito otro pasaje perteneciente al estudio Historia como sistema, publicado primero en ingls
en 1935, y en 1945 en una traduccin francesa que, por cierto, contiene frecuentes errores, capaces de hacer comprender inexactamente
el pensamiento de Ortega : "El hombre no tiene naturaleza. El hombre no es su cuerpo, que es una cosa ; ni es su alma, psique, conciencia
o espritu, que es tambin una cosa. El hombre no es cosa ninguna,
sino un drama su vida, un puro y universal acontecimiento que
acontece a cada cual y en que cada cual no es, a su vez, sino acontecimiento. Todas las cosas, sean las que fueren, son ya meras interpretaciones que se esfuerza en dar a lo que encuentra. El hombre no encuentra cosas, sino que las pone o supone. Lo que encuentra son puras
facilidades y puras dificultades para existir. El existir mismo no le es
dado "hecho" y regalado como a la piedra . . . Frente al ser suficiente
de la sustancia o cosa, la vida es el ser indigente, el ente que lo nico
que tiene es, propiamente, menesteres . . . Este programa vital es el
yo de cada hombre, el cual ha elegido entre diversas posibilidades de
ser que en cada instante se abren ante l . . . Invento proyectos de
hacer y de ser en vista de las circunstancias. Esto es lo nico que encuentro y que me es dado : la circunstancia . . . El hombre es novelista
de s mismo, original o plagiario. Entre esas posibilidades tengo que
elegir. Por tanto, soy libre. Pero, entindase bien, soy por fuerza libre,
lo soy, quiera o no. La libertad no es una actividad que ejercita un
ente, el cual, aparte y antes de ejercitara, tiene ya un ser fijo. Ser libre
quiere decir carecer de identidad constitutiva, no estar adscrito a un
ser determinado, poder ser otro del que se era y no poder instalarse
2 O. C , V, pp. 209-210.
27
20
PRESENCIA
Y AUSENCIA
DEL EXISTENCIALISMO
EN
ESPAA
O. C , VI, pp. 32-34. En ingls, en el volumen Philosophy and History, dirigido por Klibansky y ofrecido a Cassiiei (Oxford University Press, 1935). Incluido
despus en el volumen de Ortega, Toward a Philosophy of History (New York,
Morton). En francs, en el volumen Ides et croyances (Stock, Paris, 1945
pp. 89-92).
29 O.C., V, pp. 334-335.
so O. C , V, p. 334.
ai O. C , VI, p. 242.
82
Se puede encontrar una exposicin de conjunto de la filosofa de Ortega
en mi Historia de Ja Filosofa (5?- ed., Madrid, 1950), pp. 392-410. Cf. tambin
mi Filosofa espaola actual (Buenos Aires, 1948), Ortega y ties antpodas (Buenos Aires, 1950), y sobre todo Ortega y la idea de la razn vital (Madrid, 1948),
que se incluye en el presente volumen. (Traduccin inglesa, Ortega and the Idea
o Vital Reason, en The Dublin Review, 445 y 446, London, 1949. Traduccin
alemana, Jos Ortega Gasset und die Idee der lebendigen Vernunft, Stuttgart,
1952).
21
JULIN
MARAS
Pero la historia no termina aqu. En ese mismo ambiente filosfico cuyo creador e inspirador principal es Ortega, otros pensadores
de su generacin han trabajado forzadamente. Manuel Garca Morente
(1886-1942), Juan Zarageta (nacido en 1883, el mismo ao que Ortega), Eugenio d'Ors (nacido en 1882), por caminos distintos, siguiendo orientaciones diversas, han enriquecido el pensamiento espaol con
algunos libros con los que hay que contar, que merecen ser estudiados seriamente por el que quiera conocer la filosofa de nuestro siglo 33 .
Y, sobre todo, Xavier Zubiri (nacido en 1898), una generacin
ms joven, catlico como los tres ltimos, representa una posicin de
extremado inters dentro de la filosofa de nuestro tiempo. E n Zubiri
se unen la inmediata tradicin filosfica espaola Zarageta, Morente y, sobre todo, Ortega, fueron maestros suyos y el pensamiento
de Heidegger, de quien fue discpulo en Friburgo, como antes he
recordado con una profunda formacin teolgica y raros conocimientos de lenguas y religiones orientales y, a la vez, de ciencias fsico-matemticas y biolgicas. Zubiri posee la ciencia actual, de la teologa a la neurologa, de la fsica a la filologa semtica, con una plenitud casi inconcebible y que condiciona la estructura ntegra de su
pensamiento. Y su filosofa, sustentada, en cierta medida, por la ciencia, al mismo tiempo exigida por sta, ha aadido importantes precisiones a la idea del hombre y de la historia y ha planteado de una manera completamente nueva el problema de Dios 34 .
Zubiri, en efecto, en su grueso libro, hasta hoy nico, titulado
Naturaleza, Historia, Dios35, ha ahondado en el problema de la historia y en especial de la historia de la filosofa. Sus trabajos sobre la
idea de filosofa en Aristteles, sobre Scrates y la sabidura griega, sobre Grecia y la pervivencia del pasado filosfico, han vertido una luz
nueva sobre el pensamiento antiguo y sus relaciones con nosotros. H a
bosquejado una idea de la historia fundada en la distincin entre potencias y posibilidades y en las nociones de situacin y libertad 38 . Pero,
83
PRESENCIA
Y AUSENCIA
DEL EXISTENCIALISMO
EN
ESPAA
La razn
vital.
Ibid., p. 425 ss. Vase tambin en estudio "El ser sobrenatural: Dios y
la deificacin en la teologa paulina". Cf. mi San Anselmo y el insensato,
pp. 107-116.
23
JULIN
HARAS
24
PRESENCIA
Y AUSENCIA
DEL EXISTENCIALISMO
EN
ESPAA
25
LA NOVELA
COMO MTODO DE CONOCIMIENTO
. S un hecho por lo pronto, un hecho que muchos filsofos de
nuestro tiempo escriben novelas y obras de teatro. Y no aparte de su
filosofa, como una actividad independiente, sino en estrecha conexin
con ella; sin esa filosofa, esas novelas y ese teatro seran completamente incomprensibles. Si se quiere hablar, pues, de la filosofa actual,
hay que hablar de literatura : y a la inversa, si se quiere hablar en serio
de las novelas actuales, se tropieza con la filosofa. Esta situacin, es
enteramente nueva? O talvez lo nico nuevo es la conciencia clara
de ella? Quiero decir, en otros tiempos, se hubiera debido tambin
hablar de ello, aunque no se hiciese? Esta es la urgente pregunta que
tenemos que hacernos.
Ciertas relaciones entre filosofa y literatura son conocidas de antiguo. Haba, por ejemplo, las llamadas "novelas de tesis", romans
thse. El conflicto entre los personajes de ellas era "ideolgico"; en
rigor, eran ciertas ideas las que tenan el conflicto, y los entes de ficcin les prestaban slo una irreal encarnadura. Hay tambin, por otra
parte, la cuestin de los gneros literarios de la filosofa. Desde el poema presocrtico a Sein und Zeit, pasando por el dilogo platnico, la
disertacin estoica, la "confesin" agustiniana, la quaestio o la summa
escolsticas, la autobiografa cartesiana, las tesis que para el Prncipe
Eugenio escribi Leibniz, con el ttulo de Monadologa, en "ensayo"
ingls o las "Crticas" kantianas, la filosofa ha ido intentando, ensayando diversos gneros literarios. Se ha dicho con frecuencia que las
ideas filosficas se han "vertido" en esos gneros sucesivos. Pero esta
peligrosa metfora supone la imagen de una vasija y un lquido, ambos preexistentes al acto por el cual ste se vierte en aqulla. Hay que
preguntarse si esto expresa la relacin efectiva entre la filosofa y su
forma literaria. Esa relacin tiene mxima importancia, y creo que
la filosofa slo rara vez ha encontrado la forma adecuada, es decir,
27
JULIN
MARAS
28
29
JULIN
MARAS
seguido de decir que el novelista parte en busca de una verdad, lo explica con un ejemplo, tomado de La cousine Bette, de Balzac. El hecho general observado por Balzac es el estrago que produce el temperamento amoroso de un hombre ; y al hacer pasar por ciertas peripecias
al barn Hulot, lo que se propone es "montrer le fonctionnement du
mcanisme de sa passion" ; es decir, en rigor no hay invencin ni descubrimiento, porque el hombre est ya determinado. Por esta misma
razn, Zola considera que la imaginacin tiene muy poco que hacer
en la novela naturalista, que es asunto de observacin y anlisis. El
novelista se informa, se documenta; el plan de la obra le es dado
por los documentos mismos, porque los hechos se clasifican lgicamente; la historia se compone de las observaciones recogidas, de las
notas tomadas, cada una de las cuales lleva a la otra, y el desenlace
no es ms que una consecuencia natural y forzada. Por esto, Zola propugna la desnudez y simplicidad de la intriga, puro pretexto secundario. "Le personnage concluye y est devenu un produit de l'air
et du sol, comme la plante ; c'est la conception scientifique" 6. Zola
pretende conocer mediante la novela la realidad humana; pero ocurre
que cree saber de antemano lo que es sta, a saber, psico-fisiologa ; y
esta idea de lo que es el hombre gravita sobre su novela y la condiciona, sin dejarla ser ella, quiero decir ser novela, y aportar as el conocimiento de la vida humana que por sus propios medios pudiese
aportar.
En rigor, este tipo de novela exista desde la generacin anterior.
Los hermanos Goncourt publican en 1864 Germinie Lacerteux, historia lamentable de una criada, del ms deprimente y bajo erotismo.
Ahora bien, esta novela no es ni ms ni menos que la historia de Rose,
la criada que los Goncourt tuvieron durante veinticinco aos, y cuya
vida secreta ni siquiera sospecharon hasta despus de su muerte. Algn tiempo despus a base de lo que les han contado y de algunos
documentos, ponen por escrito la penosa historia. Y en el prlogo,
fechado en octubre de 1864, escriben: "Aujourd'hui que le Roman
s'largit et grandit, qu'il commence tre la grande forme srieuse,
passone, de l'tude littraire et de l'enqute sociale, qu'il devient,
par l'analyse et par la recherche psychologique, l'Histoire morale contemporaine, aujourd'hui que le Roman s'est impos les tudes et les
devoirs de la science, il peut en revendiquer les liberts et les franchises" T. Pero no olvidemos que lo que los naturalistas reivindicaban era
ibid., p. 229.
7
. et J. de Goncourt: Germinie Lacerteux, prface, 1864. Vase tambin
el Journal, vol. II (1862-1865).
30
En mi estudio "La obra de Unamuno: un problema de filosofa", desarrollado despus en mi libro Miguel de Unamuno (1943).
9
Recurdese que las Investigaciones lgicas de Husserl, iniciacin de la filosofa actual de inspiracin fenomenolgica, empiezan con una crtica del psicologismo.
31 -
JULIN
MARAS
32
Con frecuencia, sin embargo, Camus explica en sus novelas lo que debera narrar; quiero decir, a veces dice lo que tendra que mostrarse, talvez aun
sin nombrarlo, y ciertos captulos de sus novelas se convierten en ensayos; as,
cuando expone los efectos de la epidemia en La peste hasta ahora su mejor
libro para mi gusto. Lo que Camus ha escrito sobre la novela en su recentsimo
libro L'homme rvolt, publicado en los ltimos meses de 1951, no est al nivel
del tiempo; compreselo con la cronologa de la novela y su teora en Espaa.
El Exietencialismo3
33
JULIN
MARAS
Cf. el cap. V de mi Introduccin a la Filosofa. Sobre lo que llamo estructura emprica de la vida humana, vase El mtodo histrico de las generaciones (1949), pp. 155-156. Ms precisiones sobre ese tema en mi comunicacin al
Congreso Internacional de Filosofa de Lima (1951) y en m conferencia "La
Psiquiatra vista desde la Filosofa" (1952).
34
JULIN
MARAS
todo, de los fisiognmicos y expresivos que me estn patentes improvisar una especie de "novelas de urgencia", sumamente esquemticas, pero que me permiten construir una pauta dentro de la cual sus
gestos y acciones presentes y futuros adquieren lugar y sentido ; se
trata, pues, de una imprescindible reconstitucin de la novela de sus
vidas; en una palabra, la hermenutica del otro. Ms an, slo puedo
entenderme a m mismo y por tanto vivir gracias a la novela que
de m mismo imagino, y que suele llamarse pretensin o proyecto vital.
3) La imaginacin novelesca hace posible un trmino medio entre la concrecin absoluta de la realidad y la abstraccin de los meros
esquemas conceptuales, y facilita el trnsito de una a otra zona.
4) La novela lleva consigo tambin la posibilidad del "experimento", que normalmente est vedado cuando se trata de la vida humana. Yo no puedo en realidad alterar las condiciones en que se desenvuelve una vida, para ver qu pasa. No puedo darle a una persona
una inesperada herencia de diez millones y observar su conducta ; no
puedo provocar una desgracia para ver sus consecuencias ; no puedo
prolongar una vida ms all de su duracin normal, e investigar las
alteraciones que esto implica en su estructura. La novela permite esa
modificacin de las condiciones vitales, esa alteracin de las circunstancias. Pero se dir ese "experimento" ficticio, justamente por
serlo, no est sometido a la comprobacin, y por tanto su valor de conocimiento es nulo. No lo creo as : est sujeto a una forma peculiar
de comprobacin, que se llama verosimilitud ; lo que es literariamente
"inverosmil" suele ser filosficamente falso. Frecuentemente en algunas
novelas contemporneas, por ejemplo existencialistas, se tropieza con algo
que choca por su esencial inverosimilitud, que no encaja dentro de la
coherencia interna de la accin novelesca; pues bien, casi siempre se
podra mostrar cmo corresponde a una concretsima falsedad filosfica que aparece en la pgina tantas del grueso tratado en que el mismo autor ha expuesto sus ideas metafsicas.
5) La novela elabora e interpreta la materia prima de la vida
humana. Lo que en s mismo es realidad opaca, talvez irracional e ininteligible, al ser dicho, contado, narrado, adquiere orden, coherencia
y significacin : el relato aparece as como un material interpretado y
en principio comprensible.
6) Pero, sobre todo esto es quiz lo ms fecundo, la novela
utiliza y pone en juego un saber acerca de la vida, que no es riguroso
conocimiento conceptual, pero no por eso menos efectivo; y al mismo
tiempo, la novela puede descubrir y esclarecer ese saber, y elevarlo de
36
este modo a ciencia rigurosa, susceptible de incorporarse luego al conocimiento general que puede lograrse del hombre.
Quiero decir todava una palabra ms sobre esto. La idea de la
vida que est a la base de la novela, los supuestos del novelista, significan los modos radicales de comprensin de la realidad humana que
son dominantes en cada poca. No las ideas de los filsofos, que son
plenamente conscientes y slo pertenecen a una minora intelectual,
sino las creencias o convicciones en que se funda la conciencia general
de la poca. Un estudio de estos supuestos de la novela iluminara los
estratos ms profundos de la historia humana. La novela tiene, por
tanto, una doble significacin : si se la considera como producto de
la cultura de una cierta sociedad, descubre su trasfondo y se convierte
en un instrumento de investigacin histrica; y a la inversa, si se considera la novela como posibilidad, es un estadio previo de la investigacin metafsica de la vida humana, una etapa provisional del pensamiento filosfico, que hace posible un primer contacto eficaz con el
objeto en su autntica temporalidad y vitalidad.
Pero se puede objetar acaso que la novela no reproduce ninguna
realidad, que slo se trata de entes de ficcin, de personajes fantsticos.
Pero Husserl mostr que la fantasa y la intuicin fantstica son tan
capaces como la percepcin de conquistar y captar las esencias 14 . La
fenomenologa, es decir, la forma ms rigurosa de la filosofa de nuestro tiempo, haba justificado ya as de antemano el valor metdico de
la novela existencial o personal.
Esta clase de novela, en su sentido autntico, es un invento de
Unamuno. Su primera novela, Pan en la guerra, se public en 1897
-fecha casi increble; la ltima, San Manuel Bueno, mrtir, es de
1931 : todas ellas, mucho tiempo antes de las novelas de los existencialistas franceses. H e dicho que estas novelas de Unamuno son las
mejores y tambin las peores del nuevo gnero. Tienen, con la excepcin de las dos que acabo de nombrar, dos defectos, que pueden llamarse "esencialidad" y "utopismo". Esencialidad, porque Unamuno
construye sus personajes slo con rasgos esenciales, cada uno de los
cuales aporta directamente una peculiaridad de la figura. Y es un
14
"Das Eidos, das reine Wesen, kann sich intuitiv in Erfahrungsgegebenheiten, in solchen der Wahrnehmung, Erinnerung usw., exemplifizieren, ebensogut
aber auch in blossen Phantasiegegebenheiten. Demgemss knnen wir, ein Wesen
selbs und origimr zu erfassen, von entsprechenden erfahrenden Anschauungen
ausgehen, ebensowohl aber auch von nicht-erfahrenden, nicht-daseinerfassenden,
vielmehr "bloss einbildenden" Anschauungen". (Husserl: Ideen, I, pp. 12-13).
37
JULIN
MARAS
hecho que el hombre est entretejido con rasgos insignificantes, azarosos, accidentales : lo azaroso e inesencial es esencial a la vida humana 15. Utopismo, porque Unamuno olvida muchas veces las circunstancias, para atenerse a la mera narracin desnuda. Y la vida est
siempre condicionada por las circunstancias, es temporal, local, incluso
pintoresca. Estos dos defectos disminuyen la perfeccin y el valor de
conocimiento de las novelas de Unamuno.
Pero estas novelas defectuosas han anticipado la mayora de los
rasgos de las posteriores 10 . Se ha buscado el tiempo vivo, se lo ha
distinguido del tiempo del reloj y del calendario, incluso del tiempo
psquico, de la duracin psquica. Faulkner, Dos Passos, Sartre han
intentado una fragmentacin del tiempo ; han multiplicado tambin los
puntos de vista, como en el cine. H a n mostrado la alteracin de la
vida cotidiana, que durante el peligro pierde su trivialidad ; as, con
conciencia de gran innovacin, Sartre en los primeros volmenes de
su tetraloga Les chemins de la libert {L'ge de raison y Le sursis).
Pues bien, Unamuno present en 1897, hace ms de medio siglo, la
vida en Bilbao antes y despus del comienzo de la segunda guerra carlista, y especialmente durante el sitio de la ciudad. La novela Pas en
la guerra, comienza con una penetrante descripcin de la vida cotidiana del confitero Pedro Antonio, en su tienda de Bilbao. No describe una tienda "en s", como cosa, al modo de un escritor realista,
sino slo las relaciones vitales del hombre con el contorno fsico de
su vida. Y tambin lo humano, la convivencia en la tertulia de la chocolatera. Ninguna descripcin en el sentido de las cosas ; el lector
no sabe cmo son los amigos de Pedro Antonio ; slo qu hacen usualmente al entrar, y con ello las circunstancias dinmicas efectivas de su
vida cotidiana. Durante la guerra y el asedio de la ciudad por los
carlistas, esa vida cotidiana se hace ms intensa y personal. Los hombres, al participar en un destino histrico, se convierten en personalidades, y sus acciones mnimas adquieren un alcance social. Y al describir el sitio de la ciudad, Unamuno escribe literalmente estas pala15
bras decisivas : Nada era ya trivial. Hasta tal punto tiene conciencia
de la transformacin que trata de presentar 1T.
La ta Tula, una novela de 1920, muestra sin los medios artificiales de que se vale Sartre en sus ltimas novelas, fragmentando la
accin y quebrndola de una lnea a otra, en autntica y simple convivencia dentro de esa realidad que es la familia, esa multiplicacin
de las perspectivas que puede tambin encontrarse en las ltimas obras
dramticas de Gabriel Marcel. Y los ejemplos podran acumularse 1S.
Esta novela ha nacido del irracionalismo. Unamuno es el heredero de una tradicin filosfica que va de Kierkegaard, a travs de
Nietzsche, William James y Bergson, hasta Spengler, Klages y l mismo. Para todos ellos, la razn es incapaz de conocer y comprender la
vida y la historia; el concepto mata lo que toca, lo solidifica, suplanta
la vida por un esquema rgido e inerte. Estos pensadores, hay que
decirlo, tenan razn al ser irracionalistas, porque la idea entonces vigente de la razn era totalmente insuficiente, a saber, la razn pura,
fsico-matemtica, abstracta, que es incapaz de aprehender la realidad
concreta y mvil de la vida humana y de la historia. La novela es,
pues, para Unamuno un fecundo rodeo para hacer posible el conocimiento de la vida y de la muerte el tema capital para l, "la nica
cuestin", como deca, a pesar de la renuncia a la fra razn que
hiela y paraliza. Pero hoy irracionalismo es anacronismo, porque aquella situacin ha sido superada y la razn no es ya la abstracta, sino la
razn vital e histrica. Por esto, la novela no puede ser la forma suprema de conocimiento. La narracin es, ciertamente, una superacin
de la mera descripcin ; pero desde el punto de vista del concepto y
de la razn, es un conocimiento subordinado y dependiente. Las novelas existenciales de los ltimos aos son, pues, insuficientes, porque
estn afectadas por el irracionalismo. El destino de la novela actual
es su desarrollo maduro sobre los supuestos de la teora analtica de
la vida humana y de toda la conceptuacin de la razn vital. Y de este
modo se podr lograr un mtodo fecundo de conocimiento y a la vez
una cima de la narracin.
Parece que hemos llegado al trmino de nuestro recorrido. Pero
nuestro tiempo tiene la visin profunda de que no se entiende nada
si no se lo ve nacer. Slo la razn histrica puede esclarecer lo hu17
Pueden verse los textos y su interpretacin en mi libro Miguel de Unamuno (1943), cap. V.
18
Sobre ello, la citada tesis de mi discpula Mary T. Harris, en especial
sus captulos III y IV.
39
JULIN
MARAS
ORTEGA
Y LA IDEA DE LA RAZN VITAL
JULIN
MARAS
fuerzo. No era ciertamente faena mollar hacer filosofa en Espaa hacia 1840 1860, a menos que se tuviese autntica genialidad; y esto
era lo que ms faltaba a los dos filsofos, sin mengua de sus otras
virtudes ; tendra indudable inters contar despacio la melanclica historia de su animoso y frustrado intento; ms inters que fingir unos
"clsicos" inexistentes y proyectarlos sobre una Espaa que tampoco
ha existido.
Hacia 1900, la situacin era talvez peor. La obra de Balines, inoperante en los estratos profundos, haba servido a los que pretendan continuarla para dos cosas : para tranquilizarse ahogando el
descontento de que Balmes parti y que pudo ser fecundo y para
adquirir petulancia. En cuanto a la huella de Sanz del Ro, se haba
extinguido haca tiempo la sincera vocacin filosfica un tanto manitica y excntrica, pero efectiva que el krausismo haba suscitado,
y las supervivencias de la escuela carecan de autntico vigor intelectual. Si a esto se aade que la filosofa pasaba en el mundo por uno
de sus peores momentos, se medir la suma improbabilidad de una filosofa digna de este nombre engendrada en Espaa a comienzos de
este siglo. Y el que una probabilidad se realice no debe hacer suponerlamayor de lo que realmente era.
La forma de vida intelectual imperante en Espaa por aquellas
fechas era la erudicin, es decir, la unidad de los hechos no en s mismos, sino en la cabeza del que los conoce. Frente a este modo anacrnico de entender la ciencia, insuficiente y en definitiva estril, tuvo
que movilizar Ortega, desde su mocedad, una tenaz ofensiva. Si se
tiene en cuenta el arraigo y la vigencia que entonces tenan los eruditos, se podr medir la dificultad de la empresa, que era absolutamente menester llevar a cabo para crear un mbito previo donde pudiera haber algn da una forma de pensamiento terico que fuese
ciencia efectiva y, sobre todo, filosofa. Durante decenios, Ortega fue
mostrando, con buenas razones y con el ejemplo de su propia labor,
la necesidad de superar el modo erudito de saber, el menos exigente,
cuyo rebrote siempre amenaza.
Pero esta ofensiva contra la erudicin, desde dnde poda hacerse ? En qu se apoyaba Ortega para invalidarla y descalificarla ? Tuvo que resistir a dos tentaciones difciles de evitar. La primera estaba representada en Espaa egregiamente por Unamuno. Tambin ste
se haba enfrentado con la erudicin, con la muerta acumulacin de
noticias, con los que se entretenan en contar las cerdas del rabo de
la esfinge, en vez de mirarla a los ojos. Pero lo haba hecho en nombre de la inspiracin, de la genialidad, de la adivinacin imaginativa.
44
En mi libro Miguel de Unamuno (Madrid, 1943) he estudiado las rabones histricas y personales, la justificacin y la limitacin de esa actitud.
45
JULIN
MARAS
47
JULIN
MARAS
49
JULIN MARAS
las masas del seor Ortega para el siglo x x " 2. Pero el hecho es que
esas esenciales porciones de su obra slo se comprenden plenamente
y en todo su alcance cuando se ve que slo son manifestaciones necesarias de lo que da unidad y sentido a la totalidad de sus escritos,
lo mismo cuando se refieren al amor que a la muerte de Roma, a
Debussy o a la unidad europea, a la deshumanizacin del arte o a la
presencia de Dios en la mente contempornea, a Proust o a la caza :
una nueva metafsica. Cul es sta?
II
La metafsica de Ortega.
Una metafsica es, por lo pronto, una idea de la realidad. La metafsica de Ortega significa una innovacin radical, porque no es slo
una metafsica ms, distinta de las existentes, sino el punto de vista
que permite iniciar una etapa nueva del pensamiento filosfico. Me
explicar.
La filosofa de Ortega se presenta, en una de sus dimensiones,
como una superacin del realismo y del idealismo. Como deseo, la
cosa es relativamente antigua, e incluso se ha intentado algunas veces; pero en general no se ha abandonado el idealismo sino para recaer en el realismo, agregando a ste ciertas restricciones cautelosas,
o bien se ha tratado de recuperar la objetividad sin salir de la tesis
idealista. En rigor, realismo e idealismo no han llegado a ser ideas de
la realidad, sino slo ideas distintas acerca de la primaca de unas realidades respecto de otras. Esto es ya plenamente visible en Descartes,
el cual afirma la prioridad ontolgica del yo sobre las cosas, pero
cuando va a explicar qu son uno y otras dice que son res cogitans y
res extensa, es decir, convienen en ser res; y cuando se le pregunta
qu es res, en qu consiste ser cosa o sustancia, declara taxativamente
que no lo sabe, porque eso, el ser cosa existente, no nos afecta. Dicho
en otros trminos, conocemos la cosa pensante y la cosa extensa por
lo que tienen de pensante y de extensa, por sus atributos, no por lo
que tienen de cosa, y esta nocin que es la decisiva queda en to2
What Rousseau's Contrat social was for the eighteenth century, and Karl
Marx's Das Kapital for the nineteenth, Seor Ortega's Revoit of the Masses should
be for the twentieth century. Atlantic Monthly.
51
TULIN
MARAS
tal oscuridad. Lo cual equivale a decir que Descartes no se hace cuestin de lo que es realidad, sino que toma esta vaga nocin de la tradicin pretrita, y en ltimo rigor no hace una metafsica. Se trata,
pues, de la cuestin secundaria de la jerarqua de las cosas que nos
rodean o de esas otras cosas que se llaman las ideas, dejando de lado
el problema capital de qu es una cosa, y ms an el de qu es realidad. En los Principia phosophiae (I, 52) escribe Descartes: Non
potest substantia primitm anima averti ex hoc solo, quod sit res existais; quia hoc solum per se nos non afficit: sed facile ipsam agnoscimus ex quolibet ejus attributum. Y poco despus (I, 63), con mayor
claridad : Facilius intelligimus substantiam extensam, vel substanUmn
cogitantem, quam substantiam solam, omisso eo quod cogitet vel sit
extensa. Nonnulla enini est dijjicultas in abstrahenda notione substantiae a notionibus cogitationis vel extensionis . . .
Ortega no se limita a mostrar que la realidad primaria no es ni
las cosas ni el yo, sino que aquello que descubre como realidad radical
rio es una tercera cosa, sino algo que no es cosa; esto es, la innovacin de Ortega es esencialmente una nueva idea de la realidad, desde
la cual resulta visible l porcin de error y de verdad del realismo y
el idealismo, y la constitutiva limitacin e insuficiencia de ambos. Aparecen, pues, los dos como puntos de vista parciales, certeros en lo
que tienen de efectiva visin, falsos en lo que tienen de construccin
intelectual aadida ; como dos sucesivos errores necesarios, en suma,
cuya superacin slo puede hacerse trascendiendo de ambos, desde una
posicin ms honda y radical que d razn de uno y otro.
Pero esto lleva consigo el descubrimiento de un mtodo, en virtud del cual resulte accesible y aprehensible esa realidad radical. La
filosofa, propiamente, no tiene mtodo, sino que es mtodo, va hacia
la realidad, y ambas cosas van indisolublemente unidas. Ortega no hubiese podido descubrir y tomar posesin conceptual de la extraa realidad que es nuestra vida sin elaborar al mismo tiempo un mtodo que
fuese capaz, ms all de las formas conocidas de pensamiento, de
aprehenderla en su peculiaridad y dar razn de ella: la razn vital.
Y esto conduce, por ltimo, a una nueva concepcin de la filosofa y aun del conocimiento en todas sus formas, definida por su
funcin y su justificacin en la vida humana. Estas tres dimensiones
del pensamiento de Ortega son inseparables, y radican en la situacin
ntegra desde la cual ste filosofa. No es mi propsito exponer aqu
la metafsica de Ortega, ni siquiera en sus lneas generales, por la sencilla razn de que las obras sistemticas que la contienen no han sido
publicadas todava. Slo se trata, pues, de indicar brevemente y con
52
.; st
53
JULIN
MARAS
JULIN MARAS
vemos en las formas de sus vellones las lneas de embestida del viento,
la huella de su puo raudo y etreo. As la vida, cada vida, deja en
las cosas la lnea de su peculiar mpetu, el perfil de su afn; en una
palabra, su estilo". Cuatro aos despus, ms concisamente, escribe:
"Vivir es, de cierto, tratar con el mundo, dirigirse a l, actuar en l,
ocuparse de l". No se puede confundir la autntica realidad de la
vida con las cosas que son ingredientes de ella. La vida no son las
cosas, no es cosa alguna, sino lo que yo hago con las cosas.
Sin embargo, hay que precisar an ms, si no se quiere entender
superficialmente esta idea. Al decir que la vida es un hacer, no se quiere
decir que se trate de una actividad por oposicin a un estado o a una
cosa esttica. No toda actividad es un hacer. Este viene definido por
un por qu y un para qu: es algo que yo hago por algo y para algo:
La vida es drama, algo que le pasa a alguien, y consiste, como el drama, en eso que pasa y eso que el personaje hace, por algo y para algo,
porque se encuentra en una situacin determinada y pretende ser justamente ese personaje y no otro. "Consiste el vivir dice Ortega
en que el hombre est siempre en una circunstancia, que se encuentra
de pronto y sin saber cmo sumergido, proyectado en un orbe o contorno incanjeable, en ste de ahora. Para sostenerse en esa circunstancia tiene que hacer siempre algo, pero este quehacer no le es impuesto por la circunstancia, como al gramfono le es impuesto el repertorio de sus discos o al astro la lnea de su rbita. El hombre, cada
hombre tiene que decidir en cada instante lo que va a hacer, lo que va
a ser en el siguiente. Esta decisin es intransferible: nadie puede sustituirme en la faena de decidirme, de decidir mi vida".
Qu es lo que decide, lo decisivo? Una pre-tensin, un proyecto
vital de cada uno de nosotros, previo a nuestra vida. La vida es, suele
repetir Ortega, faena potica. Yo tengo que inventar o imaginar antes
el que voy a ser ; se entiende, el que voy a intentar ser en vista de esa
circunstancia en que me ha tocado vivir. Y al llegar aqu hay que
advertir que circunstancia es todo lo que me rodea, todo lo que encuentro y no soy yo; es decir, no slo el mundo fsico que hay en
torno, y el mundo social en que vivo, y el pasado histrico, sino tambin mi cuerpo y mi psique, con los cuales me encuentro igual que
con el paisaje aunque en relacin bien distinta, de los cuales puedo estar contento o descontento, lo mismo que de mi contorno fsico,
m clase social o mi poca. Yo no soy, pues, cosa alguna, sino, simplemente, el que se encuentra en esa circunstancia y tiene que hacer con
ella su vida.
_
56
Las cosas que me rodean son, por lo pronto, facilidades y dificultades ; esta es su realidad primaria, previa a todas las interpretaciones mas. Al proyectar sobre ellas mi pretensin o proyecto vital, rae
aparecen como posibilidades y urgencias. Yo me encuentro ante un
repertorio o teclado de posibilidades, entre las cuales tengo que elegir
para seguir viviendo. Es esencial que las posibilidades sean varias ; y
por lo menos son dos ; porque aun en la situacin ms cerrada, en
que slo ofrezca la vida una posibilidad, queda siempre otra : dejar de
vivir. Vivir es, pues, elegir entre las posibilidades que la circunstancia me presenta, en vista del proyecto o pretensin que me constituye. La vida es, por tanto, eleccin, justificacin, responsabilidad,
porque slo puedo elegir por algo y para algo. El hombre es jorsosamente Ubre, porque no tiene su vida hecha, sino que tiene que hacrsela, instante tras instante; y como el hombre tiene que justificar su
eleccin en cada caso, para poder decidir, y tiene los das contados,
la vida es intrnsecamente moral.
Con esto llegamos a lo ms importante. La realidad radical
nuestra vida no es, como antes anticip, una "tercera" realidad,
junto a la del yo y la de las cosas, ni tampoco su "suma", porque
cuando se dice que es "yo con las cosas" se quiere decir que ambos
cosas y yo son ingredientes abstractos de la vida, y ese "con" no
es una esttica coexistencia, sino el quehacer del yo con las cosas, en
que consiste precisamente vivir. No es, pues, otra realidad, sino otro
modo de ser realidad, del cual reciben la suya deficiente y secundaria
las cosas y el yo. "Para hablar, pues, del ser-hombre dice Ortega
tenemos que elaborar un concepto no-eletico del ser, como se ha elaborado una geometra no-euclidiana". "El hombre es una entidad infinitamente plstica de la que se puede hacer lo que se quiera. Precisamente porque ella no es de suyo nada, sino mera potencia para ser
'como usted quiera'. Repase en un minuto el lector todas las cosas
que el hombre ha sido, es decir, que ha hecho de s desde el 'salvaje' paleoltico hasta el joven surrealista de Pars. Yo no digo que
en cualquier instante pueda hacer de s cualquier cosa. En cada instante se abren ante l posibilidades limitadas ya veremos por qu lmites. Pero si se toma en vez de un instante todos los instantes, no
se ve qu fronteras pueden ponerse a la plasticidad humana". "La vida
humana no es, por tanto, una entidad que cambia accidentalmente,
sino, al revs, en ella la 'sustancia' es precisamente cambio, lo cual
quiere decir que no puede pensarse eleticamente como sustancia.
Como la vida es un 'drama' que acontece y el 'sujeto' a quien le
acontece 110 es una 'cosa' aparte y antes de su drama, sino que es
57
JULIN
MARAS
58
En los ltimos aos de su profesorado, el curso de Ortega apareca anunciado en el programa de la Facultad de Filosofa y Letras
con este epgrafe : "Principios de metafsica segn la razn vital". Era
la exposicin de su sistema filosfico, de esa metafsica cuya idea nuclear acabo de explicar. Y el mtodo de esa metafsica, la va de acceso a esa realidad radical que es la vida humana, es justamente lo
que Ortega llama rasan vital.
La oposicin entre la razn y la vida fue habitual a fines del
siglo xix y en los primeros decenios de ste. Baste recordar los nombres de William James, Bergson, Spengler o Unamuno, para no hablar sino de los mayores. No hay que decir que esa oposicin estaba,
al menos hasta cierto punto, justificada. Pero hay que decir tambin
que esteriliz en sus estratos ms profundos su pensamiento, lo confin en un horizonte cerrado y le impidi convertirse en autntica
metafsica. En mi libro Miguel de Unamuno (1943) he estudiado esta
situacin en el caso ms puro, en un pensador que, por no ser un
profesional de la filosofa y sentirse menos ligado a la tradicin escolar, la llev a sus ltimas consecuencias.
Frente a esa actitud se situ Ortega desde el comienzo de su
labor, en 1914, es decir, cuando era plenamente dominante. "La razn
-escriba no puede, no tiene que aspirar a sustituir la vida. Esta
misma oposicin, tan usada hoy por los que no quieren trabajar, entre
la razn y la vida es ya sospechosa. Como si la razn no fuera una
funcin vital y espontnea del mismo linaje que el ver o el palpar!"
Pero de qu razn hablaban los que la enfrentaban con la vida? De
3a razn pura, de la razn fsico-matemtica, usada con enorme xito
en las ciencias de la naturaleza desde el siglo xvn, y con no menor
fracaso en las ciencias del hombre. Esta razn, autnoma y separada
de la vida, conoce principalmente, en frase de Bergson, "lo slido inorganizado" ; es decir, comprende solamente lo discontinuo, lo inmvil, lo rgido, lo invariable, lo universal. Y la vida es temporal, continua, plstica, no slo variable, sino variacin, absoluta individualidad.
"La inteligencia concluye Bergson se caracteriza por una incomprensin natural de la vida". Y Unamuno, por las mismas fechas en
-que Ortega iniciaba su doctrina, escriba : "Es una cosa terrible la inteligencia. Tiende a la muerte como a la estabilidad la memoria. Lo vivo,
lo que es absolutamente inestable, lo absolutamente individual, es, en
rigor, ininteligible". "La identidad, que es la muerte, es la aspiracin
del intelecto. La mente busca lo muerto, pues lo vivo se le escapa ;
59
JULIN
MARAS
ser sustituida por una razn vital" (1923). Pero esto requiere mayores explicaciones.
El sentido primario y ms importante de la palabra razn es
aquel en que funciona en la expresin "dar razn" de algo. De este
modo, el hombre logra "saber a qu atenerse" respecto a ese algo.
Pero el caso es que el racionalismo parte del supuesto de que las cosas
tienen la misma condicin que las ideas y se comportan como ellas ; es
decir, proyecta sobre la realidad un a priori la racionalidad y le
suplanta ; en lugar, pues, de abrirse a la realidad, sea ella como sea,
y aprehenderla en su verdad, decreta de antemano cmo tiene que
comportarse, y elimina de ella todo lo que no sea ya racional. Dicho
con otras palabras, en lugar de operar con la realidad misma, cuyos
ltimos elementos son posiblemente irracionales, se atiene a ciertas
porciones de lo real o a ciertos esquemas abstractos de ella, que tienen
la estructura del pensamiento discursivo y son, por tanto, efectivamente
racionales. Pero claro es que tan pronto como tropieza con la realidad
nuda -y as ocurre con lo humano, falla. Ahora bien, creer que la
razn es esa razn, esa forma particular y ms sencilla que es la razn
abstracta o pura, equivale a tomar la parte por el todo, esto es, un
error; y el irracionalismo no es ms que la consecuencia de ese error,
y slo se impone en funcin de l. "Todas las definiciones de la razn dice Ortega, que hacan consistir lo esencial de sta en ciertos modos particulares de operar con el intelecto, adems de ser estrechas, la han esterilizado, amputndole o embotando su dimensin
decisiva. Para m es razn, en el verdadero y rigoroso sentido, toda
accin intelectual que nos pone en contacto con la realidad, por medio
de la cual topamos con lo trascendente".
La razn, pues, no prejuzga cmo debe ser la realidad, por ejemplo racional ; no la reduce a aquellas porciones o elementos suyos que
coinciden con la peculiar ndole del pensamiento; por el contrario, no
tiene ms remedio que intentar "dar razn" de la realidad tal y como
ella es, de esa realidad radical que es la vida, porque yo me encuentro
en ella y tengo que hacerla, y para decidir lo que voy a hacer en
cada instante necesito saber a qu atenerme respecto a ella. La razn
vital, que es una razn concreta, es adems necesaria, y su ejercicio
no depende de ningn capricho del hombre, de ninguna preferencia
suya, sino de la situacin de "naufragio" en que se encuentra en todo
momento. "Frente a la razn pura escribe Ortega en uno de sus
libros capitales, talvez el ms importante de los publicados : En torno
Galileo se incorpora hoy, reclamando el imperio, la vida misma
es decir, la razn vital, porque como hemos visto, vivir es no tener
61
JULIN
MARAS
JULIN
MARAS
* *
65
JULIN
MARAS
66
idntico a s mismo, evitar la contradiccin y excluir un tercer trmino entre lo 'verdadero' y lo 'falso'." El logicismo ha tenido graves consecuencias para la historia de Occidente, durante veinticinco
siglos; y al hacerse problemtico el propio pensamiento lgico, deja
hoy ver las otras formas de pensamiento, y aquello en lo que ste consiste, por debajo de la distincin ideal entre logicidad e ilogicidad. La
tercera y ms profunda ocultacin del pensamiento es la que lo identifica con el conocimiento. En qu consiste?
El conocimiento es, en efecto, uno de los mtodos de que se vale
el hombre para saber a qu atenerse, es decir, uno de los modos de
pensar, pero slo uno. "Consiste en ensayar la solucin del misterio
vital haciendo funcionar formalmente los mecanismos mentales bajo
la direccin ltima de los conceptos y su combinacin en razonamientos. Es sorprendente que con tanta facilidad y constancia se haya considerado evidente que el hombre ha estado y est siempre en disposicin de ocuparse en esa precisa forma de actuacin, en ese peculiarsimo hacer que es conocer. La ms somera reflexin nos revela que
ponerse a hacer tal cosa implica ciertos supuestos y que slo cuando
stos se dan se halla el hombre en franqua para dedicarse a conocer.
Supone, en efecto, estas dos cosas: la creencia en que tras la confusin aparente, tras el caos que nos es, por lo pronto, la realidad, se
esconde una figura estable, fija, de que todas sus variaciones dependen,
de suerte que al descubrir aqulla sabemos a qu atenernos frente a
lo que nos rodea. Esa figura estable, fija, de lo real es lo que desde
Grecia llamamos el ser. Conocer es averiguacin del ser de las cosas,
en esta significacin rigorosa de 'figura estable y fija'. La otra implicacin sin la cual ocuparse en conocer sera absurdo, es la creencia en que ese ser de las cosas posee una consistencia afn con la dote
humana que llamamos 'inteligencia'. Slo as tiene sentido que esperemos, mediante el funcionamiento de sta, penetrar en lo real hasta
el descubrimiento de su ser latente".
Pero esto tiene una consecuencia imprevista: "el que se ocupa
en conocer supone ya o pone de antemano con radical conviccin que
hay un ser y por eso va en su busca para ver si es tal o cual. Pero entonces resulta que el conocimiento antes de empezar es ya una opinin perfectamente determinada sobre las cosas : la de que stas tienen
un ser. Y como esa opinin es previa a toda prueba o razn y supuesto
de toda razn o prueba, quiere decirse que es simplemente una creencia, en cuanto tal nada diferente de la fe religiosa". Ahora bien, esa
creencia tampoco es algo que el hombre tenga desde luego y naturalmente, sino que ha llegado a ella, en virtud de ciertas experiencias,
67
JULIAN
MARIAS
a su vez en tesis : La justificacin de la filosofa es su primer principio. Todo lo que induce al hombre a filosofar forma parte doctrinalmente de la teora filosfica misma". El ejemplo de Locke, antes
citado, aclara suficientemente el sentido de estas afirmaciones.
La filosofa busca una certidumbre radical, es decir, que sea certidumbre primera y plena, y adems que en ella radiquen las dems.
No puede suponer otras instancias o verdades, sino que ha de ser autnoma; ha de ser instancia que en definitiva justifique y fundamente
todas las dems verdades, esto es, ha de ser universal. Y si, por un
lado, se distingue as de las ciencias, que son particulares y no autnomas, por otro lado se distingue de la religin en que sta es una
certeza dada, revelada, no hecha por el hombre ; y, en tercer lugar,
se distingue del arte o de la "experiencia de la vida" en que stas, si
bien tienen cierta universalidad y se forman en el hombre, no consisten en prueba, no se justifican a s mismas.
Pero al llegar aqu hay que preguntarse, finalmente : cmo puede
la filosofa dar razn de s misma? Se trata, no lo olvidemos, de incluir en el cuerpo doctrinal mismo de la filosofa lo que fuerza al hombre a hacerla, lo que la justifica y la hace necesaria no abstracta, sino
circunstancialmente. Ahora bien, lo que obliga al hombre a filosofar
es su vida concreta, como realidad radical, previa a todas las teoras.
Es menester, pues, dar razn de la vida misma, y en eso consiste la
razn vital, que es el mtodo radical de la filosofa, porque nos pone
en contacto con la realidad misma, allende todas las interpretaciones,
y asiste a la gnesis de stas. Y la forma concreta de la razn vital es
la razn histrica, porque toda vida es histrica en su misma sustancia,
est hecha de un tiempo histrico determinado, definida por hallarse
a cierta "altura de los tiempos". Lo que el hombre hace por ejemplo, filosofar slo tiene pleno sentido cuando aparece como un quehacer impuesto por la serie de experiencias, fracasos y tanteos en que
consiste precisamente la historia. La filosofa de la razn histrica
vital es, por tanto, filosofa en un sentido nuevo, y exige una radicaHdad mucho mayor que la hasta ahora usada.
III
Los problemas
de la vida
colectiva.
JULIN
MARAS
JULIAN
MARIAS
en pura inercia y a la deriva ; cree que slo tiene derechos, y no obligaciones; usa de una cultura que no ha creado ni entiende, sin conciencia de los mltiples esfuerzos que ha requerido ni de su carcter
inestable y problemtico; su psicologa es la del "nio mimado" o, si
se prefiere, la del "seorito satisfecho". Frente al hombre-masa, el
hombre selecto est definido por opuestos atributos ; para l, vivir es
exigirse, ser ms, ser mejor; es noble, en el sentido en que se dice:
noblesse oblige. "Para m escribe Ortega--, nobleza es sinnimo de
vida esforzada, puesta siempre a superarse a s misma, a trascender
de lo que ya es hacia lo que se propone como deber y exigencia. De
esta manera, la vida noble queda contrapuesta a la vida vulgar e
inerte, que, estticamente, se recluye a s misma, condenada a perpetua
inmanencia, como una fuerza exterior no la obligue a salir de s. De
aqu que llamemos masa a este modo de ser hombre no tanto porque sea multitudinario, cuanto porque es inerte".
Si ahora descendemos de la estructura de toda sociedad a la de
esas unidades sociales concretas en que actualmente vivimos y que se
llaman naciones, encontramos que una nacin es, por lo pronto y esencialmente, una empresa, un proyecto o destino comn. La nacin no
consiste en la unidad de elementos o ingredientes estticos de la sociedad : la tierra, la lengua, la raza, la religin ; con su unidad no hay
nacin muchas veces, mientras que otras la hay sin esas unidades. La
nacin es una realidad social, y por tanto histrica, es decir, dinmica.
" E n toda autntica incorporacin, la fuerza tiene un carcter adjetivo.
La potencia verdaderamente sustantiva que impulsa y nutre el proceso es siempre un dogma nacional, un proyecto sugestivo de vida en
comn. Repudiemos toda interpretacin esttica de la convivencia nacional y sepamos entenderla dinmicamente. No viven juntas las gentes sin ms y porque s ; esa cohesin a priori slo existe en la familia.
Los grupos que integran un Estado viven juntos para algo : son una
comunidad de propsitos, de anhelos, de grandes utilidades. No conviven por estar juntos, sino para hacer juntos algo". Y agrega, para
tomar el mximo ejemplo de la historia: "El da que Roma dej de
ser este proyecto de cosas por hacer maana, el Imperio se desarticul". El. Imperio britnico ha sabido mantener su cohesin en la
medida en que ha logrado interesar a los pueblos que lo forman sobre los cuales Inglaterra hace mucho que no ejerce ninguna dominacin coactiva eficaz en un proyecto de vida comn ; y su suerte futura depende de su capacidad de proponer a sus miembros una figura
incitante de vida colectiva. Por eso han errado los que creyeron que
una amenaza militar desmoronara la Commonwealth; mayor peligro
73
JULIN
MARAS
JULIN
MARAS
IV
La razn vital como posibilidad.
Conviene "realizar" o representarse con alguna precisin: cul
es la situacin actual de la filosofa actual, no del inmediato ayer,
con el cual es fcil confundirse. Hacia 1900 la fecha de las Investigaciones lgicas de Husserl se inicia en Europa la preparacin de
una nueva filosofa, que superase la situacin de ausencia filosfica
en que haba vivido la segunda mitad del siglo xix. Fue menester ante
todo reivindicar la posibilidad misma de la filosofa : recurdese que
todo el primer tomo de las Investigaciones tuvo que destinarse a la
crtica y superacin del psicologismo. La fenomenologa fue la creadora de un nuevo mtodo filosfico, y su accin fecundante se extendi
a todas las ramas del pensamiento. Poco a poco va alcanzando su
madurez terica : en 1913 aparece el primer tomo de las Ideas de Husserl, en que se expresa un precipitado coherente, aunque incompleto,
de la doctrina fenomenolgica. En los aos siguientes se constituye
definitivamente la teora de los valores, y por un momento parece
que eso va a ser la filosofa: 1916, tica, de Scheler. Sin embargo,
mientras se multiplican las investigaciones fenomenolgicas particulares,
parece que hay un comps de espera en lo que se refiere a los pro- 76
JULIN
MARAS
A estas alturas, nadie sabe ya lo que de cierto significa esa palabra, pabelln que cubre mercancas muy varias, algunas en avanzado
estado de descomposicin mental ; pero es evidente que, en lo que tiene
de filosofa, todo ese complejo de movimientos se nutre del pensamiento de Heidegger, con frecuencia mal entendido no es fcil, desde luego, y ha solido caer en manos apresuradas, con una curiosa
insistencia en sus porciones ms discutibles, a la vez que se olvidan
sus aspectos ms sustantivos y frtiles, y una tendencia comprensible
a echar agua al vino.
Lo que se suele oponer al "existencialismo" y ya es significativo que su funcin primaria sea oponerse es un pensamiento formalmente arcaico, que pudo tener sentido cuando no haba filosofa
en Europa ni, en rigor, recursos actuales para hacerla, y que se caracteriza por creer ya resueltos tergo, en lo esencial, los problemas.
Es decir, por lo inverso de lo que es la filosofa: la busca de una
certidumbre radical, porque no se sabe a qu atenerse respecto a la
realidad y hay que saberlo para vivir. Por fijarse ms en lo diferencial
que en lo importante, no se ha solido subrayar la contemporaneidad
del neokantismo, el neohegelianismo ingls, americano e italiano, el
neofichteanismo, el neotomismo. Filosofas nacidas en la segunda mitad del siglo pasado, en poca de crisis del pensamiento filosfico, en
que la "filosofa se haba olvidado de s misma de sus requisitos
mentales y de su propia tradicin; en aquella situacin, lo nico
posible era rescatar esa realidad pretrita y recobrar el ejercicio de la
funcin pensante, adiestrndose en el ejemplo de los grandes clsicos.
Y es claro que el hecho de que alguno de estos movimientos, cumplida su misin originaria, perdure socialmente, se debe a razones ajenas en lo sustancial a la filosofa.
Si se pregunta ahora por qu el "existencialismo" se mueve en
un horizonte cerrado, hasta agotar y, en definitiva, desvirtuar el magnfico impulso inicial que recibi de Heidegger, y por qu fuera de l
tampoco se encuentran otras puertas abiertas hacia el futuro, hay que
considerar lo siguiente. En su mxima parte, la filosofa permanece
hoy en la situacin antes descrita para el final del siglo xix y los
79
JULIN
MARAS
81
JULIN
MARAS
82
LA OBRA DE U N A M U N O
UN PROBLEMA DE FILOSOFA
I
EL
PROBLEMA
JL/A lectura de Unamuno suele dejar una impresin extraa. Mientras en cada pgina se encuentran visiones llenas de agudeza y precisin, al doblar la ltima de un libro suyo se siente que invade la
perplejidad; y ms todava cuando se leen, uno tras otro, varios volmenes. ResulC difcil dar cuenta de lo que all se dice: ms an,
resulta igualmente problemtico saber de qu se trata all en rigor.
Por lo general; se piensa que todo aquello es esplndida literatura.
Otras veces, en avista de que Unamuno apenas habla en muchos de
sus libros de otra cosa que de filsofos y de problemas filosficos, se
declara que su obra es filosofa, en un sentido un tanto vago e insuficiente. Pero en ninguno de los dos casos se da la justificacin necesaria, y no vemos muy bien ni la razn de la presencia de los temas
filosficos en la obra literaria de Unamuno, ni de la ausencia en ella
de aquellos caracteres que solemos exigir y encontrar en lo que tradicionalmente se entiende por filosofa. Interesa, pues, poner en claro
la relacin en que est la obra de Unamuno con la filosofa, para saber hasta qu punto tienen que hacer la una con la otra.
Esta cuestin puede parecer ociosa. Se est acostumbrado a pensar, apoyndose en palabras del propio Unamuno, que su obra es paradjica y agnica, llena de contradiccin ; y se suele uno dejar mecer,
con cierta voluptuosidad, en el vaivn mental de esa agona simplemente contemplada; visin deleitosa, que exime del penoso esfuerzo de
poner las cosas en claro. De este modo, se puede pensar que la obra
de Unamuno es y no es todas las cosas, o que es todo a la vez ; filo 83
JULIN
MARAS
Dispersin
unidad.
En Unamuno no se puede encontrar, no ya un sistema, sino ni siquiera un cuerpo de doctrina congruente. Salta incesantemente de un
tema a otro, y de cada uno nos muestra slo un destello. Parece como
si hiciera girar ante nosotros pedreras que fuesen heridas un instante
por la luz para quedar en seguida otra vez en la sombra y suceder al
primer reflejo un brillo distinto. Las afirmaciones de Unamuno no se
enlazan nunca entre s, no se apoyan unas en otras para fundamentarse
y darse mutua justificacin. Cada una queda por s sola, suelta, y esto,
84
LA OBRA DE U N A M U N O
ms que su contenido, es lo que constituye lo que ha llamado su arbitrariedad. Esta caracterizacin hara pensar en los aforismos, y sin embargo sera un profundo error creer que Unamuno es un escritor aforstico. Afortunadamente, no tiene nada que ver con eso. El aforismo
supone una detencin del pensamiento, que se queda en una afirmacin,
no para pasar a otra sino para dejarla quieta y complacerse un tanto en
ella. Lo caracterstico de la frase aforstica es su soledad, su aislamiento,
el darse enteramente desligada, con pretensin de suficiencia. Es decir,
los aforismos son formalmente falsos, ya que nada es verdad por s
solo, y constituyen la inversin radical del modo de pensar filosfico.
Son lo contrario de aquellas proposiciones que condensan la ltima sustancia de una filosofa; cada una de stas est siendo sustentada por todas las dems del sistema, y las supone y complica ; es decir, est sostenida por el movimiento del pensar metafsico mismo, y esto es lo que le
confiere su verdad. La afirmacin filosfica ms cierta, formulada aforsticamente, sera en rigor falsa. Pues bien, en Unamuno no se trata
de esto: el aislamiento de sus frases es discontinuidad, pero no detencin ; su pensamiento no se queda quieto, sino todo lo contrario ; se mueve
incesantemente, de una intuicin a otra, pero marcha a saltos, llevado
por las solicitaciones de sus ntimos problemas, arrastrado por su
angustia y su contradiccin.
Sin embargo, se descubre una profunda unidad en toda la obra
de Unamuno, tan dispersa. Una unidad que llega a ser y as lo dice
l mismo monotona. El tema de Unamuno es nico ya veremos
cul. Por dondequiera que se abra un libro suyo, se encuentra el
mismo mbito de pensamiento y de preocupaciones, mucho ms que
en los escritores ms congruentes y bien trabados. Cul es el modo
en que se logra esta unidad extremada? Excluida la conexin sistemtica de las afirmaciones, queda una posibilidad abierta: la reiteracin. Y la repeticin es, en efecto, la forma unificadora del pensamiento de Unamuno. Esta caracterstica de su estilo no es en modo
alguno casual ; ya veremos cmo responde a una exigencia profunda
de su significacin. Unamuno salta de un tema a otro, pero repitindose constantemente : se escapa de una cuestin, pero es para reincidir
un instante despus sobre ella; y as a lo largo de todos sus volmenes
y de los setenta y dos aos de su vida. Ni sistema, pues, ni aforismo,
sino reiteracin de momentos dispersos. Esta es la unidad dinmica
y permanente del pensamiento de don Miguel de Unamuno.
85
JULIN
MARAS
Preocupacin filosfica.
Estos temas repetidos coinciden con algunos de los ms esenciales
de la filosofa. Con esto no se dice nada acerca del tratamiento de los
temas, sino del contenido de los mismos. Y esto da un primer contacto con la filosofa. Por lo menos, sita el pensamiento de Unamuno en un mbito intelectual coincidente con el de la metafsica y le
da una comunidad de "objetos" con algunos modos de ella. De ah
que haya libros de Unamuno en que no se habla ms que de cuestiones filosficas. En segundo lugar, Unamuno, hombre de libros, se
vuelve repetidas veces a las obras de aquellos otros hombres que han
abordado esos mismos temas, y que son a veces hombres religiosos,
a veces telogos, principalmente filsofos. San Agustn, San Pablo,
Descartes, Pascal, Espinosa, Kant, Hegel, Bergson, William James,
Kierkegaard y tantos otros aparecen constantemente en sus pginas.
La exegesis o comentario de ellos y de sus obras le viene impuesta, y
as se encuentra Unamuno sumergido en los problemas de la historia
de la filosofa si bien de un modo muy peculiar y, por tanto, en
la filosofa misma.
Pero esto no sera suficiente. Podra ocurrir, en efecto, que estas
referencias y estas citas fuesen slo asunto de erudicin, simple repertorio de opiniones; y tambin podra tratarse nicamente de curiosidad intelectual, de agudo sentido histrico, de voluptuosidad de penetrar en los modos de pensar o en las biografas de las primeras
mentes filosficas. Pero Unamuno est a cien leguas de estas dos
actitudes; la erudicin y el deleite del historicismo le fueron siempre
igualmente ajenos ; ms bien se distingui siempre por una aversin
profunda hacia la primera y cierta incapacidad del segundo. Unamuno
echa mano de las grandes figuras de la filosofa movido por un inters mucho ms ntimo y grave : el de los problemas mismos. Porque
hay que repetir una vez ms esto es lo decisivo que los temas
de la filosofa eran tambin problema para Unamuno. Cualquiera que
sea la suerte intelectual de estas cuestiones en su pensamiento, lo importante es que aparecen en la dimensin de su problematismo. Podramos decir que la filosofa en cuanto tal, es decir, el problema de
la filosofa, ha existido para Unamuno ; sin que esto pueda prejuzgar
si el resultado de la actividad intelectual de Unamuno merece en rigor
el nombre de filosofa. No es poco lo que hemos dicho ; para la mayora no tienen existencia existencia problemtica las cuestiones
de la filosofa; suelen ser a lo sumo materia de informacin, de cu 86
LA OBRA DE U N A M U N O
Literatura
filosofa.
JULIN
MARAS
iecundas. Verdades que estn justamente ah para ser recogidas e incorporadas en una unidad superior e impulsar un movimiento mental.
Jdeas que aguardan a realizarse filosficamente, que estn incitando
e instando a ello. Y sera menester cumplir esta exigencia, que no
puede tener su lugar en estas pginas.
II
EL TEMA DE
La nica
UNAMUNO
cuestin.
Hablbamos antes de la unidad o ms bien unicidad del pensamiento de Unamuno, de la reiteracin constante del mismo tema.
Cul es ste? Es la pregunta a que hay que responder. Es un ensayo titulado Soledad, publicado all en 1905, Unamuno contesta a
ella taxativamente. "Estoy convencido dice de que no hay ms
que un solo afn, uno solo y el mismo para los hombres todos..."
"la cuestin humana, que es la ma, y la tuya, y la del otro, y la de
todos". "La cuestin humana aade es la cuestin de saber qu
habr de ser de mi conciencia, de la tuya, de la del otro y de la de
todos, despus de que cada uno de nosotros se muera". Y a esto, que
tambin llama "el secreto de la vida humana", lo caracteriza en otro
lugar (El secreto de la vida) como, "el apetito de divinidad, el hambre de Dios".
Pero no es esto slo. Al comienzo de su libro Del sentimiento
trgico de la vida, encontramos unas frases altamente significativas.
Dice all : "El hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y muere
sobre todo muere, el que come y bebe y juega y duerme y piensa
y quiere, el hombre que se ve y a quien se oye, el hermano, el verdadero hermano". Y luego aade: "Y este hombre concreto, de carne
y hueso, es el sujeto y el supremo objeto a la vez de toda filosofa,
quiranlo o no ciertos sedicentes filsofos".
Las citas se podran centuplicar, pero no es necesario. Interesa
ms detenerse un momento en la ltima, donde se pone en relacin
ese tema nico del hombre que muere con la filosofa. Y no en una
relacin cualquiera, sino que se hace de ese tema el de la filosofa
-_ 88
LA OBRA DE UNAMUNO
Con lo cual apunta Unamuno una total coincidencia del objeto de esta
ltima con el de su ntima preocupacin, y las deja esencialmente
vinculadas.
Y Unamuno sigue preguntndose (Del sentimiento trgico de
la vida, captulo II) por los motivos de su afn de saber. "Por qu
quiero saber de dnde vengo y adonde voy, de dnde viene y adonde
va lo que me rodea, y qu significa todo esto? Porque no quiero morirme del todo, y quiero saber si he de morirme o no definitivamente.
Y si no muero, qu ser de m?; y si muero, ya nada tiene sentido".
Y poco despus se pregunta si el ansia de inmortalidad no ser "e
verdadero punto de partida de toda filosofa".
Es, pues, el problema del hombre, de la persona humana, y de su
perduracin. La muerte es quien plantea la cuestin : se trata de saber
qu es morir, si es aniquilarse o no, si morir es una cosa que le pasa
al hombre para entrar en la vida perdurable, o si es que deja de ser,
que no le pasa nada. Porque esto es lo angustioso e intolerable, como
vio muy bien Unamuno : que no pase nada. El hombre puede recoger
eri s mismo sus ms hondas energas, sus "fuerzas para ser", y apoyarse en el fundamento ltimo de su persona, para hacer frente a
cualquier cosa; pero para hacer frente a la nada, o, ms bien, para
no hacer frente a nada? Unamuno ha sentido y hecho sentir, talvez
como nadie, la inminencia de este problema, y en l ha tenido vida y
plenitud de significacin. Prescindiendo de lo que Unamuno haya
hecho para intentar resolverlo y aun formularlo esto es otra cosa,,
hay que reparar en el modo agudsimo y radical como lo ha descubierto, como lo ha sentido en toda su tremenda problemattcidad.
Pero para esclarecer la cuestin de la muerte, hay que saber
primero de la vida; la muerte es siempre muerte de algo que vive,
y no por azar, sino justamente en cuanto vive; y ese ser vivo es, a
su vez, lo que constituye el ser del viviente. Esto es tan elemental,
que parece casi una tautologa: y sin embargo no es ocioso recordarlo.
La perduracin del hombreresurreccin de la carne a la judaica
o inmortalidad del alma a la helnica, dice Unamuno supone la
muerte, porque el hombre muere, y la muerte slo se puede entender
desde la vida de que es privacin : y como el hombre consiste por lo
pronto en esa vida, la cuestin nica de Unamuno envuelve las del
ser, la vida y la muerte del hombre, en esencial unidad. Dos entes
vivos difieren por cuanto la vida en ellos es distinta, y como vivir no
es lo mismo para los dos, morir tampoco lo es. El tema de Unamuno
es, pues, el hombre en su integridad, que va de su nacimiento a su
89
JULIN
MARAS
Razn y vida.
Lo que ocurre es que Unamuno cree que la razn no le sirve
para su problema. "La razn es enemiga de la vida", escribe. Piensa
que el sentimiento, el afn de vida, chocan irremediablemente con la
razn y vienen a contradicciones. Y como no puede prescindir de
ninguna de las dos cosas, por eso hay lucha y agona. Qu idea tiene
Unamuno de la razn? Explicar esto de un modo suficiente nos llevara demasiado lejos, desvindonos excesivamente de nuestro camino.
Basta decir que se mueve aproximadamente en el mbito de ideas de
la filosofa de principios de siglo, en que James y Bergson se enfrentan
con la idea tradicional de racionalidad, influida decisivamente no
olvidemos esto por el positivismo y ms an por la ciencia positiva.
"Es una cosa terrible la inteligencia escribe Unamuno. Tiende a
la muerte como a la estabilidad la memoria. Lo vivo, lo que es absolutamente inestable, lo absolutamente individual, es, en rigor, ininteligible. La lgica tira a reducirlo todo a identidades y a gneros, a que
no tenga cada representacin ms que un solo y mismo contenido en
cualquier lugar, tiempo o relacin en que se nos ocurra. Y no hay
nada que sea lo mismo en dos momentos sucesivos de su ser". "La identidad, que es la muerte, es la aspiracin del intelecto. La mente busca
lo muerto, pues lo vivo se le escapa; quiere cuajar en tmpanos la
corriente fugitiva, quiere fijarla". "Cmo, pues, va a abrirse la razn a la revelacin de la vida?"
Sera difcil encontrar una expresin ms breve, densa y acertada
del problema, tal como se senta entonces en la filosofa europea. Sin
embargo, hoy nos parece superado ese momento, al menos en principio; pero Unamuno permaneci afincado en ese estadio de la ciencia
y de la filosofa, y muchas de las cosas que dice, en este y en otros
90
LA OBRA DE UNAMUNO
La realidad.
Unamuno pona en su mismo plano, como es sabido, a Cervantes y a Don Quijote, a Hamlet y a Shakespeare, a Augusto Prez o
Abel Snchez y a l mismo, a don Miguel. Esto se ha observado y
repetido cien veces, pero no se ha reparado suficientemente en ello.
Se dir que es una ocurrencia arbitraria, que no se puede tomar demasiado en serio, que tampoco la tomaba as y al pie de la letra el
propio Unamuno. Esto es cierto, pero con negarle ltima seriedad y
91
JULIN
MARAS
LA OBRA DE UNAMUNO
JULIN
MARAS
Comentario
novela.
En un ensayo publicado en 1911, Unamuno, tocando incidentalmente la cuestin, escriba : "Es intil darle vueltas. Nuestro don es
ante todo un don literario, y todo aqu, incluso la filosofa, se convierte
en literatura". Poco antes haba advertido que su Vida de Don Quijote y Sancho un comentario "ms que otra cosa quiere ser un
ensayo de filosofa espaola". En su libro Del sentimiento trgico de
la vida se preguntaba ms tarde : " Es que el ensueo y el mito no
son acaso revelaciones de una verdad inefable, de una verdad irracional, de una verdad que no puede probarse?" Y, por ltimo, en
1927 escriba : "El sistema que es la consistencia destruye la esencia del sueo y con ello la esencia de la vida. Y, en efecto, los filsofos no han visto la parte que de s mismos, del ensueo que ellos
son, han puesto en su esfuerzo por sistematizar la vida y el mundo y
la existencia. No hay ms profunda filosofa que la contemplacin de
cmo se filosofa. La historia de la filosofa es la filosofa perenne".
Cuatro textos, separados en el tiempo y en la ocasin, que juntos
constituyen la justificacin de cuanto venimos diciendo. Son las etapas
a travs de las cuales Unamuno va cobrando conciencia de las razones
de su propia obra. En ellas vemos cmo va descubriendo el valor de
conocimiento que representan sus mitos, sus novelas, sus historias. El
sistema destruye la esencia del sueo y con ello la esencia de la vida ;
esto crea Unamuno, fundndose en la idea que tena de la razn y del
pensar sistemtico hoy no podramos compartirla, y por eso buscaba los modos que se aviniesen con ese sueo, que permitiesen volver
a soarlo. Por eso le importa revivir lo ya vivido, hacerlo ser de nuevo
y que no se pierda en el pasado y en la nada. Esta es la razn profunda de la caracterstica de reiteracin o repeticin que encontramos
en su estilo. Cada momento ha de ser actualizado una vez y otra; de
este modo renuevan todos su vida y vuelven a ser ; esto sustituye a la
actualidad o, mejor, actuacin que tienen todos los elementos en un
sistema, al estar sustentando y haciendo ser a cada uno de ellos.
Y esta es tambin la razn de los comentarios de Unamuno ; en
sus escritos, sobre todo en los que no son novelas, lo mismo en los
ensayos que en las poesas, apenas hace sino comentar, comentar in 94
LA OBRA DE U N A M U N O
JULIN MARAS
Y adems de esto, la vida del personaje imaginado, que es creacin espiritual, ofrece por eso mismo una mxima transparencia al
pensamiento, y permite sumergirse en ella hasta lo ms hondo, sin
tropiezo. Ya veremos ms adelante la importancia y la fecundidad que
esto tiene. La historia de ficcin, sin mezcla con la realidad en el sentido de las cosas, muestra el puro ejemplo del drama humano y a
la vez la mayor adecuacin y homogeneidad con el espritu que intenta penetrarlo. Especialmente, claro es, cuando se trata de penetrarlo
imaginativamente, al crearlo. Significa proyectarse fuera, en ajena desnudez transparente, a s propio. Esto es lo que Unamuno busca en
sus novelas.
Hemos visto, pues, cmo las races profundas del problema mismo
de Unamuno, dada la situacin fctica en que se encuentra en relacin con la filosofa de su tiempo del suyo, que no es ya el nuestro :
naci en 1864, lo llevan a escribir novelas, esas extraas novelas,
preadas de angustia, y que parecen rodeadas de un halo de problemas
metafsicos. Y vemos tambin que son ellas lo decisivo y ms propio
y hondo de su obra toda, aquello en que forzosamente culmina. Qu
novelas son stas? Tenemos que intentar averiguarlo.
III
LA NOVELA EXISTENCIAL
Mundo
persona.
LA OBRA DE U N A M U N O
que se tiene por el relato y las pasiones humanas que en l se muestran, y as, desligado, queda ste ms puro y denso.
Este carcter, aparentemente de mera tcnica literaria, es revelador. Pone de manifiesto la ndole peculiar de la novela de Unamuno
y su diferencia de las usuales. En la mayora de las que escritas andan
por el mundo, se da una visin de los personajes, se los sita con la
mayor perfeccin posible, se los hace moverse y actuar unos en relacin con otros. Importa en ellas el escenario, la variedad de los personajes, que se dan cita para convivir en sus pginas, los hechos que
realizan. Nos dan, en las grandes novelas, sobre todo, la visin de un
pas, de una poca, de una sociedad. Leyendo a Dickens se traslada
uno a la Inglaterra del siglo pasado con ms vida y precisin que se
puede encontrar en libros de historia o poltica britnicas. Balzac nos
hace ver inmediatamente el mbito de la burguesa francesa posterior
al Imperio. Es decir, la novela tradicional nos da un mundo, y a sus
personajes que se mueven y viven o mueren en l.
Se trata de que en ellas se entiende el ser en el sentido de las
cosas ; esas cosas entre ellas los hombres estn ah y han de ser
mostradas, descritas en su ambiente. Sus relaciones mutuas, sus acciones y reacciones, los efectos, los nuevos hechos que se producen, todo
eso ha de ser reseado por el autor. Es el modo de que tomemos conocimiento de esas realidades. En definitiva, todo son cosas, dando a
esta palabra un sentido amplsimo. Un monte, un ro, un muelle del
Tmesis, una calle de Pars, un rostro humano, una fiesta popular,
un estado pasional, un homicidio o vina boda. Poco importan las enormes diferencias. Y obsrvese que incluyo en esta enumeracin de
cosas las realidades psquicas, los estados de nimo o de conciencia,
junto al paisaje, por ejemplo. Son cosas, hechos que existen en el
mundo o se producen en l, con sus causas. Puede ser una lluvia torrencial que determina una inundacin, o un estado de celos que produce un crimen ; en un caso y en otro, la misin del novelista suele
ser la misma ; describirnos lo ms exacta y minuciosamente posible
las causas, el hecho que se realiza y sus resultados. Nos movemos en
un mundo de cosas, sean fsicas, sociales o psquicas ; un mundo exterior o interior, que hay que describir.
En lugar de todo esto, Unamuno se atiene al nudo relato. Esto
es lo decisivo : el relato. No descripcin de cosas, ni siquiera de caracteres o costumbres, ni aun de estados de nimo, sino narracin, drama.
Lo que le pasa en verdad al personaje, lo que ste se va haciendo, lo
que es. Y advirtase que lo que el personaje es no nos lo puede decir
el novelista desde el principio, como quien est en el secreto, sino que
10! Existencialiamo7
Q7 .
JULIN
MARAS
LA OBRA DE UNAMUNO
Biografas.
Para aclarar mejor esta cuestin, conviene mirarla desde otro
punto de vista. Comprese la novela con la biografa. En sta lo que
interesa, desde luego y sin posible equvoco, es la historia de una
persona, y la realidad, por tanto, de esta persona misma. El relato
pues, en su sentido ms riguroso, viene exigido imperiosamente por
el tema. Sin embargo, en buena parte de las Vidas que leemos lo
nico que se encuentra es la crnica de los hechos que acontecen
en la del personaje biografiado. Se nos dan aqullos en sucesin temporal externa, como sucesos ocurridos en el mundo, y nada ms. Ignoramos cuanto habra que saber acerca del personaje mismo, y ste
es, al final de la biografa, un extrao para nosotros. Vemos, pues,
que lo esencial no es la atencin exclusiva sobre una figura o persona,
sino el modo de esa atencin, el que se nos d la narracin viviente
de su historia, de ella misma conforme se va haciendo, movida por
las races de su personalidad, en su vida. En las biografas eruditas
solemos encontrar ejemplos de inmensa cantidad de atencin consagrada a un hombre, del que se escudrian los ms menudos hechos,
sin que al final sepamos en rigor nada de l, sino slo una multitud
de cosas que, simplemente, se dieron en su vida. Pero de esta vida,
de lo que hizo con ellas y stas lo hicieron, de eso repito no sabemos nada. Es perfectamente vaco cuanto se nos diga de un hombre
entendido como cosa.
Esto por lo que atae a la persona. Pero la biografa tambin
sirve para darnos luz en lo que se refiere al mundo. Comprese una
biografa francesa con una alemana. En trminos generales, se observar que la tcnica con que intentan darnos la vida del personaje es
profundamente distinta. El bigrafo alemn nos suele meter desde el
_
99
JULIN
MARAS
LA OBRA DE UNAMUNO
Novela
psicolgica y novela
existencial.
JULIN
MARAS
LA OBRA DE UNAMUNO
La anticipacin
imaginativa
de la
muette.
Hemos visto cmo Unamuno llega a la novela, a esta novela existendal cuyos rasgos vamos dibujando, empujado por su idea de la
razn y por su idea de la realidad temporal y dramtica del hombre.
Se sirve de la novela para crear entes de ficcin, criaturas espirituales
con historia en que poder espejarse y verse en transparencia, fuera de
s mismo, y as poder revivir la historia humana y penetrar su verdad.
Y se sirve de ella tambin, y muy principalmente, para intentar la
gran experiencia, la que no puede repetirse y por eso nos plantea el
problema de la perduracin : la de la muerte.
La muerte, en efecto, no puede repetirse: se muere slo una vez,
y no cabe ya reiteracin; esto le da al hecho o al acto de la
muerte una significacin esencialmente distinta de todos los dems,
emparejndolo slo con el del nacimiento; pero ste no es acto, y ni
siquiera hecho que exista para el nacido ; por eso la muerte queda
como algo absolutamente nico, impar. Y obsrvese que, aun supuesta
la resurreccin o la inmortalidad, es decir, que se siga viviendo y
existiendo despus de la muerte, no se disminuye por eso lo ms mnimo su significacin radical. Lejos de hacer la pervivencia que la
muerte deje de existir, es ella quien le confiere realidad plenaria; slo
en la vida perdurable es posible la muerte realizada. Porque en esta
vida slo existe mientras es vida la espera o el amago de la
muerte; que son cosas distintas. Pero la vida perdurable es aquella
en que no se puede morir; y por eso la muerte no admite, en ningn
caso, reiteracin.
Lo nico que se puede hacer con ella es anticiparla; anticiparla,
que no es lo mismo que esperarla o contar con ella o saber que ha
de venir. Todas estas cosas se hacen desde la vida, consideran a la
muerte como algo futuro, como algo inexistente todava ; en definitiva, como algo fuera de la vida, aunque sta apunte a ello como a un
trmino, a un despus. Anticipara, en cambio, es verla y vivirla en
s misma; es hacerla llegar y tenerla ya aqu, en la propia vida. Anticiparla, claro es, imaginativamente; ya que no es posible revivirla,
cabe prev-ivirla, Y para esto sirve la novela.
En las novelas de Unamuno casi siempre se da la muerte. No
se trata de que sea en ellas la solucin de uno de esos nudos trgicos
103
JULIN
MARAS
El fondo de la
persona.
Hemos visto ms arriba cmo la novela de Unamuno se diferencia de la novela psicolgica en que para aqulla no se trata de
sentimientos, sino de modos del ser. Y conviene fijar un momento la
atencin en esto, porque nos ha de ayudar a descubrir uno de los
104
LA OBRA DE UNAMUNO
JULIN
MARAS
refiere a la existencia, repito ; y por eso tambin es posible que sobreviva a la persona amada, y entonces sta pasa a formar parte del ser
del que ama en el modo concreto de la privacin. Todo esto es absolutamente elemental, y slo el hondo proceso de trivializacin que aqueja
al hombre contemporneo ha podido hacer que se pierda el sentido
para ello y se ignore, como la autntica significacin del amor mismo,
confundido la mayora de las veces con muy distintas realidades.
Y otro tanto ocurre con la religin, con la fe viva, en que el
hombre est tambin en una situacin ontolgica determinada respecto
a Dios. Y no se trata tampoco de ningn sentimiento ni de una opinin, sino de un modo de ser. Esto es lo que hace posible que exista
la conversin, que no es un mero cambio de ideas o de creencias,
sino un cambio en el ser, y el converso pasa a ser otro. Por eso San
Pablo hablaba del hombre nuevo y del hombre viejo, no de los nuevos sentimientos o de las nuevas opiniones, ni siquiera de la nueva
conducta de ese hombre, sino del hombre mismo. Christianus alter
Christus. De esto, en ltima instancia, se trata, y slo as puede entenderse, desde el punto de vista del ser. Pero esto nos llevara demasiado lejos, y slo quera mostrar con un par de ejemplos el carcter
de esos modos de ser del hombre en que parece que se toca al fondo
mismo de la persona.
Este largo rodeo era indispensable para entender la ltima raz
de la novela de Unamuno. Vimos antes que lo que interesaba en ella
era la vida misma de sus personajes, y esto lo llevaba a la cuestin
de la muerte, nico desenlace de la existencia. Pues bien, Unamuno
busca lo que llama a veces el alma, aquello que da su sentido a la
misma vida, lo que hace que el hombre viva y sea quien es. "Tu vida
pasa y t quedars", escribe en cierta ocasin. Porque no basta con
lo que en la vida ocurre, aunque sea lo ms ntimo y hondo que le
acontece al hombre, aunque sea lo que l mismo se hace, sino que hace
falta an lo que hace que se haga uno a s mismo, que sea aquel que
es y no otro, la personalidad misma. Unamuno intenta penetrar en el
fondo de las personas; las pasiones que le preocupan, que son sustancia de sus novelas, son aquellas en que est en juego la personalidad.
En San Manuel Bueno es el anhelo de salvar la personalidad salvando
a los dems de la desesperacin, haciendo vivir a todo el pueblo en
la fe en la otra vida, sin poder compartirla, queriendo creer en ellos,
por medio de ellos, y as eternizarse: "Y al llegar a lo de 'creo en
la resurreccin de la carne y la vida perdurable', la voz de don Manuel
se zambulla, como en un lago, en la del pueblo todo, y era que l se
callaba". Se callaba, haciendo que los dems creyeran por l y se
106
LA OBRA DE UNAMNO
soasen inmortales, sondolo con ellos. Lo cual es, en ltima instancia, caridad, aunque Unamuno no la nombre siquiera. Y en Don
Sandalio es la personalidad negada, deliberadamente en hueco: es el
misterio. Y en Abel Snchez es el odio de Joaqun Monegro, un odio
o envidia que incluye al odiado en el ser mismo del odiador ; para
Joaqun verse solo es verse con el otro, con Abel, mientras que ste
"no saba ni odiar; tan lleno de s viva". Y dice Joaqun en la misma
novela : "Pens si al morir me morira con mi odio, si se morira conmigo o me sobrevivira; pens si el odio sobrevive a los odiadores,
si es algo sustancial y que se trasmite, si es el alma, la esencia misma
del alma".
Vemos, pues, adonde llega Unamuno : a la cuestin de la realidad
ltima del hombre concreto, temporal, que vive y muere, al fondo
de la persona. Y como llega a este fondo es mediante la novela, esa novela que merece llamarse existencial. Qu significacin tiene esto
para la filosofa?
IV
UNAMUNO Y LA FILOSOFA
El propsito de Unamuno.
Hay una cosa que queda suficientemente clara despus de una
lectura atenta de los libros de Unamuno y que he intentado mostrar
en sus razones a lo largo de este estudio. Y es que don Miguel de
Unamuno, al hacer una obra literaria, no se propuso una tarea de
ndole esttica o artstica en sentido estricto, sino que toda ella tenda a plantear y revivir acaso a resolver, si era posible aquella
"cuestin nica" que anunci casi en sus comienzos. Cuando Unamuno
habla del valor literario de sus escritos, suele rehuir esta palabra, o al
menos aclararla mediante otro trmino, que es potico. Y da a este
vocablo su sentido inmediato y original de creacin. Creacin de entes ficticios, en sus novelas y dramas, o re-creacin de personajes histricos y de ajenas ficciones en sus libros de ensayos o de poesas,
como hemos visto, que se convierten siempre en comentarios. Siempre
se trata de moverse entre vidas humanas, de poder monologar dialo 107
JULIN
MARAS
gando, en busca de esencial compaa. Porque para hablar con sentido, aunque sea en soliloquio, es menester que alguien nos oiga ; al
menos, Dios. Y por aqu sera menester plantear la cuestin de la
religin en Unamuno, sobrado compleja y que aqu he eludido deliberadamente, por no ser esencial al tema de estas pginas, cuyo problema es otro ; pero esa cuestin requiere una atencin distinta.
Unamuno se propone, pues, saber. Esto es lo decisivo. La cuestin nica es saber qu habr de ser de cada uno cuando muera. No
vivir de este modo o del otro, o deleitarse, o crear cosas bellas, ni
siquiera pervivir, sino saber. Hace falta saber para vivir, esto es cierto,
y nos movemos en esta indagacin o bsqueda impulsados por la necesidad de perdurar y de sabernos perdurables. El motor es, por tanto,
esta necesidad de pervivir, de ser inmortales, pero la cuestin es saber.
Y como para Unamuno el afn de inmortalidad es la base y el punto
de partida de la filosofa, y su objeto es el hombre concreto, de carne
y hueso, que nace, vive en el tiempo y muere queriendo eternizarse,
su propsito queda formalmente identificado con el de la filosofa, segn l la entiende. Y por eso, al creer que la razn no es vital, sino
lo contrario, antivital y enemiga de la vida, por tanto, un camino cerrado para llegar a la realidad de sta, tiene que hacer un nuevo intento de penetrar su secreto, y ste es la novela. Y as, en ntima
coherencia con su propsito de toda la vida, pudo decir, resumindolo todo en una frase, en unas pginas escritas cerca del final de
aqulla : "Todo, y sobre todo la filosofa, es, en rigor, novela o leyenda". Y entonces es cuando declara que sus obras todas, hasta la llamada Del sentimiento trgico de la vida, son novelas, y consisten en "relatos dramticos acezantes, de realidades ntimas, entraables, sin bambalinas ni realismos en que suele faltar la verdadera, la eterna realidad,
la realidad de la personalidad". Y luego incluye, entre las obras que
l llama novelas, la Crtica de la razn pura de Kant, y la Lgica de
Hegel, y otras as. Lo cual muestra, con la mxima claridad posible,
la unidad de sentido de su obra entera, y revela cul fue su propsito al escribirla.
LA OBRA DE UNAMTJNO
JULIN
MARAS
La novela como
mtodo.
__ no
LA OBRA DE U N A M U N O
La relacin con la
filosofa.
JULIN
MARAS
LA OBRA DE NAMUNO
El Existencialismo8
113
INDICE
Pgs.
Introduccin
5-6
7-10
11-26
27-42
43-82
83-113
BOGOTA
I M P R E N T A NACIONAL
1 i).-,.'!