Practica 4.1 Word Cuentos de Navidad

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MI LIBRO DE

CUENTOS
ANA GABRIELA CAPILLA
GAMIO

Toshiba

Liceo San Luis

02 de Diciembre

INDICE
EL REGALO DE AO NUEVO ................................................................................................................ 2
ERA LA VISPERA DE NAVIDAD ............................................................................................................. 4
EL SECRETO DE SANTA ........................................................................................................................ 5
UN CUENTO DE NAVIDAD ................................................................................................................... 6
EL ARBOL DE NAVIDAD........................................................................................................................ 8

EL REGALO DE AO NUEVO
Dinah es una de las nias ms bondadosas que han existido, pero es muy, muy perezosa. No hay
nada que le guste ms que acurrucarse en un rincn clido bajo el sol y no hacer nada.

La mam de Dinah deseaba mucho que su hija aprendiera a leer, pero la seora que trat de
ensearle pronto se dio por vencida. "No sirve de nada", dijo, "Dinah no va a aprender. No es
tonta, pero es demasiado perezosa para cualquier cosa".

Y sucedi que, poco despus de esto, un joven de Massachusetts lleg a la casa donde viva Dinah.
Trajo consigo algo que nadie en el barrio haba visto antes - un par de patines.

Cuando Dinah vio al joven correr sobre sus patines de un lado al otro de la plaza qued tan
sorprendida que casi no saba qu pensar. Ella corra tras l como un gato, sus ojos negros
brillando como nunca antes haban brillado.

Un da el joven le permiti probar los patines. La nia estaba muy feliz y agradecida. Por supuesto,
se caa y revolcaba sobre el piso, pero no le importaba para nada.

"Mira, Dinah", dijo el joven, "S que mi ta ha estado tratando de ensearte a leer".

Dinah respondi que por cierto lo haba hecho.

"Por qu no has aprendido?" - pregunt el joven. "No tienes que molestarse en responder," dijo
l, "era slo porque eres demasiado perezosa. Ahora bien, si para el primero de enero, t
aprendes a leer, te digo lo que voy a hacer. Te enviar el mejor par de patines que pueda comprar
en Boston".

Qu enormes se abrieron los ojos de Dinah. Por un momento no dijo nada, pero luego exclam
decididamente: "Claro que voy a tener esos patines".

Y as lo hizo. Cuando Dinah se concentraba en su trabajo siempre poda hacerlo bien, no importa lo
que fuera.

La seora a quien antes Dinah le haba resultado una nia de tan difcil aprendizaje, ahora no tena
problemas. Ante la ms mnima seal de pereza, la palabra PATINES era ms que suficiente para
hacerla concentrar instantneamente en su leccin.

En la maana de Ao Nuevo, ella recibi un caja rotulada en grandes letras de imprenta:

SEORITA DINAH MORRIS,


Para entregar a: Sra. Lawrence Delaney,
NEW ORLEANS, LA.
Si ella puede leer lo que est en el exterior de esta caja,
entonces puede quedarse con lo que contiene.

Y como Dinah ley cada palabra con claridad y rapidez, por supuesto obtuvo los hermosos patines
que la caja contena. Y ahora, sentarse acurrucada al sol sin hacer otra cosa, no es precisamente lo
que ms le gusta hacer.

ERA LA VISPERA DE NAVIDAD


Era la vspera de Navidad, y todo en la casa era paz. No se oa ni un ruidito, ni siquiera chillar a un
ratn. Junto al fuego colgaban los calcetines vacos, seguros que pronto vendra Santa Claus. Sobre
la cama, acurrucaditos y bien abrigados, los nios dorman, mientras dulces y bombones danzaban
alegres en sus cabecitas. Y mam con paoleta, y yo con gorro de dormir, nos disponamos para un
largo sueo invernal.
De pronto en el prado surgi un alboroto, salt de la cama y fui a ver qu pasaba. Vol como un
rayo hasta la ventana, abr las persianas y tir del postigo. La luna sobre la nieve recin cada le
daba a los objetos brillo de medioda. Cuando para mi asombro vi pasar a lo lejos, un diminuto
trineo y ocho pequeos renos.
Conduca un viejecito, vivaracho y veloz, Y supe en seguida que deba ser Santa Claus. Ms rpido
que las guilas, sus corceles volaban. Y silbaba y gritaba y a sus renos por su nombre llamaba!
Vamos Destello! Vamos Danzarn! Vamos Cabriolero y Brujo! Corre Cometa! Corre Cupido!
Corran Trueno y Chispa! A la cima del techo! A la cima del muro! Vamos aprense! Aprense!
Aprense todos!
Como las hojas que vuelan antes de un fuerte huracn, que cuando se topan con un obstculo
remontan al cielo, as volaron los corceles hasta posarse en la casa, Con el trineo lleno de juguetes
y Santa Claus tambin. En un parpadear, sobre el techo escuch los pequeos cascos de los renos
patear y al volver la cabeza, entre cenizas y troncos, por la chimenea de golpe cay Santa Claus.
Abrigado con pieles, de la cabeza los pies, Santa Claus se encontraba todo sucio de holln. Llevaba
en sus espaldas un saco de juguetes y pareca un buhonero abriendo su paquete. Cmo brillaban
sus ojos! Qu felices sus hoyuelos! Sus mejillas como rosas, su nariz como cereza! Su graciosa
boca con una mueca sonriente y la barba de su mentn tan blanca como la nieve.

Sujetaba firme entre los dientes la boquilla de una pipa y el humo rodeaba su cabeza a modo de
guirnalda. Tena una cara amplia y su panza redonda. Temblaba al reirse como un pote de
gelatina! Era gordinfln y rollizo, como un duende gracioso y apenas lo v me ech a rer sin
querer! Al ver su modo de parpadear y mover la cabeza, pronto me di cuenta que no haba nada
que temer.
No dijo una palabra y volvi a su trabajo, Llen bien los calcetines, luego su cuerpo sacudi. Y
colocando su dedo a un costado de la nariz e inclinando la cabeza por la chimenea sali! Salt a su
trineo y a sus ayudantes silb y arrancaron volando como la pelusa de un cardo. Pero llegu a
escucharle mientras desapareca: A todos Feliz Navidad y que pasen un buen da!

EL SECRETO DE SANTA
En Nochebuena un nio mir fijamente a Santa y le dijo: "Quiero saber tu secreto". Le susurr al
odo: "Cmo lo haces, ao tras ao?".
"Quiero saber cmo, mientras viajas dejando regalos aqu y all, nunca se terminan. Cmo es,
querido Santa, que en tu saco de regalos hay suficiente para todas las nias y nios del mundo?
Siempre est lleno, nunca se vaca mientras vas de chimenea en chimenea, a casas grandes y
pequeas de pas en pas, visitndolos todos.
Santa se sonri y le contest, "No me hagas preguntas difciles. No quieres un juguete?
Pero el nio dijo que no y Santa pudo ver que l esperaba una respuesta. "Ahora escchame," le
dijo al nio, "Mi secreto te har ms triste y ms sabio".
"Lo cierto es que mi saco es mgico. Dentro de l hay millones de juguetes para mi viaje en
Nochebuena. Pero a pesar de que visito a cada nia y a cada nio no siempre dejo juguetes. En
algunos hogares no tienen comida, en otros hay tristeza, en algunos hogares estn desesperados,
y otros son malos. Algunos son hogares rotos, donde los nios sufren. Esos hogares visito, pero
qu puedo dejar?".
"Mi trineo est lleno de cosas alegres, Pero para los hogares donde habita la tristeza, los juguetes
no son suficiente. As que en silencio me acerco, y beso a cada nia y a cada nio, y rezo con ellos
para que reciban la alegra del espritu de la Navidad, el espritu que vive en el corazn del nio
que no recibe, pero que da".
"Si Dios escucha y contesta mi oracin, cuando regrese el prximo ao, lo que encontrar sern
hogares llenos de paz, y amor. Y nios y nias llenos de la luz infinita. Es un trabajo difcil, mi
querido amiguito, dejar regalos para algunos y orar por otros. Pero las oraciones son los mejores
regalos porque Dios tiene el don de satisfacer todas las necesidades".
"Esa es parte de la contestacin. El resto es que mi saco es mgico. Y esa es la verdad. Mi saco est
cargado de amor. En mi saco nunca falta el amor y la alegra... porque dentro hay oraciones y
esperanzas. No slo juguetes. Mientras ms doy, ms se llena... porque dando es como realizo mis
sueos".
"Y quieres saber algo? T tambin tienes tu propio saco. Contiene tanta magia como el mo, y
est dentro de ti. Nunca se vaca, est llenito desde el principio de tu vida. Es el centro de la luz y
el amor. Es tu corazn. Y si en sta Navidad quieres ayudarme, no te preocupes tanto por los
regalos debajo de tu rbol. Abre ese saco que es tu corazoncito, y comparte tu alegra, tu amistad,
tu dinero, tu amor".
"Gracias por el secreto. Me tengo que ir. Espera nio", dijo Santa, "no te vayas. Compartirs lo
que tienes? Ayudars? Te servir lo que has aprendido?"
Y por un momento el nio se detuvo, toc su corazn y simplemente dijo: "S".
5

UN CUENTO DE NAVIDAD
En vsperas de Navidad impera una clida agitacin en todos los hogares del mundo.
El sentimiento festivo y la alegra de reunirse con la familia traen a mi memoria una historia que
me encanta relatar cada ao.Es una historia real, aunque parezca increble. Y da testimonio de que
los milagros pueden ocurrir.
Hace mucho tiempo, un grupo de jvenes decidi compartir algo de la alegra de la Navidad. Se
haban enterado de la existencia de varios nios que pasaran el da de fiesta en el hospital
comunitario ms cercano. De manera que uno de ellos se disfraz de Pap Noel, luego compraron
varios regalos, los envolvieron y, munidos de sus guitarras y sus dulces voces, se aparecieron por
sorpresa en el hospital en la Nochebuena.
Los nios festejaron alborozados la visita de Pap Noel; cuando el grupo de amigos termin de
distribuir los regalos y de cantar sus villancicos, todos los ojos estaban anegados en lgrimas. De
ah en ms, los jvenes decidieron que representaran el papel de Pap Noel cada ao.
En la Nochebuena siguiente, incluyeron en su visita a las mujeres internadas en el hospital, y al
tercer ao la invitacin se extendi a algunos nios pobres del vecindario.
En la cuarta Nochebuena, sin embargo, despus de realizar la ronda ya habitual, Pap Noel revis
su saco y descubri que le haban sobrado algunos juguetes. De modo que los amigos se reunieron
para deliberar y decidir qu haran con ellos. Alguien mencion la existencia de un msero casero
precariamente instalado en las inmediaciones, donde vivan algunas familias terriblemente pobres.

Por lo tanto, el grupo decidi dirigirse all, pensando que el nmero de familias llegara a tres como
mximo. Pero cuando treparon la cuesta de la colina, y se encontraron en medio de la desolada
extensin ya era cerca de medianoche, el consternado grupo pudo ver a gran cantidad de
personas alineadas a ambos lados de la calle.
Se trataba de nios; ms de treinta nios expectantes. Detrs de ellos no se vean chozas, sino filas
y filas de destartaladas instalaciones precarias. Cuando detuvieron el coche en el que iban, los
nios se acercaron corriendo, chillando de jbilo. Era evidente que haban estado toda la noche
esperando pacientemente la llegada de Pap Noel. Alguien nadie pudo recordar quin, les haba
dicho que l llegara, aunque nuestro Pap Noel haba decidido hacerlo slo algunos minutos
antes.
Todo el mundo qued desconcertado, excepto el propio Pap Noel. El estaba sencillamente
dominado por el pnico. Saba que no tena juguetes suficientes para tantos nios. Finalmente, sin
querer decepcionarlos, decidi entregar los pocos juguetes que tena a los mas pequeos. Cuando
se terminaran, explicara lo ocurrido a los ms grandes.

De manera que enseguida se encontr trepado sobre el cap de un vehculo, con treinta nios
deslumbrantemente aseados y ataviados con sus mejores galas, alineados de menor a mayor,
aguardando su turno. A medida que cada nio ansioso se aproximaba, Pap Noel revolva dentro
de su saco con el corazn cargado de temor, anhelando encontrar por lo menos un juguete ms
para entregar. Y, por algn milagro, encontr uno cada vez que meti la mano en el saco.
Finalmente, cada nio recibi su juguete. Pap Noel mir en el interior de su saco, ahora
desinflado. Estaba vaco, tan vaco como debera haber estado veinticuatro nios antes.
Lleno de alivio, solt un jovial "Jo, jo!" y se despidi de los nios. Pero cuando estaba a punto de
montar en el coche (aparentemente, los renos tenan el da libre), oy que uno de los nios
exclamaba:
Pap Noel, Pap Noel, espera!
Detrs de los matorrales, aparecieron dos nios pequeos, un nio y una nia. Haban estado
durmiendo.El corazn de Pap Noel dio un vuelco. Esta vez estaba seguro de no tener ms
juguetes. El saco estaba vaco. Pero cuando los nios se acercaron sin aliento, l reuni coraje y
volvi a meter la mano en el saco. Y, abracadabra, en l haba ms regalos.
El grupo de amigos, que actualmente ya son adultos, todava comentan el milagro de esa maana
de Navidad. Siguen sin encontrarle explicacin; slo pueden decir que aquello realmente sucedi.
Que cmo s de la historia? Bueno; yo era el Pap Noel.

EL ARBOL DE NAVIDAD

Esta es la historia de un pueblito y su gente, o mejor dicho, es la historia de un arbolito de


Navidad que dio mucho que hablar.

En el pueblo de Santos Cielos, todos los aos y desde hace mucho tiempo, cada ocho de
diciembre se armaba un gran rbol de Navidad en la plaza principal. Todos colaboraban en su
decoracin.
Cada persona del pueblo, rico, pobre, gordo, flaco, viejo o joven, colocaba su adornito, ofrenda o
cartita, para que el rbol cada ao luciera ms lindo que el anterior.
Era una especie de fiesta para todos, en la que la mayora trataba de darle al arbolito lo mejor que
tena. Por supuesto nunca falta alguna persona que no estaba de acuerdo con algo: poda ser el
color de la cinta, el tipo de moo, el tamao de la cartita.
Lgicamente, cada uno de los habitantes del pueblo armaba el arbolito en forma muy parecida a
cmo viva su vida.
Los ms sencillos, colocaban adornos simples, pero no por eso menos bellos. A los que les gustaba
presumir, colocaban los adornos ms grandes y que ms llamaran la atencin de todos. Las
personas ms serias, ponan moos de color bord lisos o tal vez verde oscuro, los ms alegres,
moos y cintitas de todos los colores.
El alcalde del pueblo era un seor muy bueno, al que todos llamaban Bonachn. Ese era su
verdadero apellido, pero como realmente era muy bueno el nombre le vena como anillo al dedo.
Don Bonachn supervisaba el armado del rbol que duraba varios das. La costumbre era
empezarlo el da 8 y terminarlo el 24 de diciembre.
El alcalde se encargaba de revisar uno por uno los adornos que la gente llevaba para que todo
estuviera en orden. As era que evitaba ms de un problema.
Qu se supone que traes ah Clarita? Pregunt asombrado Don Bonachn al ver a la nia con un
helado de frutilla y pistacho, yendo directo al arbolito.
Es para nuestro rbol pues le combinan los colores, los sabores no me gustan pero lo ped as
para que quede ms lindo, nada ms buena idea verdad?
El alcalde no saba cmo decirle a la niita que un helado no era realmente el mejor de los
adornos, no quera desilusionarla, pero por otro lado, tampoco poda dejar que el helado se
derritiera sobre una rama.

A que adivino preciosa? Este rico helado lo has trado para m verdad? Hace mucho calor aqu,
debo pasar horas cuidando nuestro rbol. Ya saba yo que alguien pensara en este pobre alcalde y
me traera algo fresco y adems con los colores de Navidad Gracias, muchas gracias!
Clarita se fue sin querer discutir con Don Bonachn y lo salud con una sonrisa, mientras pensaba
qu otra cosa conseguir para el arbolito.
Luego lleg Pedrito un nio muy humilde. Se par frente al rbol, elev su mano hacia una de las
ramas e hizo como si dejara algo en una de ellas. La verdad es que no haba puesto nada, pero se
fue muy contento. Don Bonachn presenci la escena muy intrigado, pero no dijo nada.
Al rato lleg una seora muy adinerada en su lujoso auto. De all bajaron una gran lmpara con
cientos de luces pequeas y cristales que colgaban.
Vengo a darle un toque de lujo a este rbol, con estas luces en la punta lucir como el mejor de
todos y esto, gracias a mi generosidad. Dijo la seora adinerada. Mucho le cost al alcalde hacerle
entender a la seora que no podan colgar semejante lmpara del rbol, sin que ste se cayera.
Luego de una discusin nada sencilla, la seora se retir muy ofendida con su lmpara y pensando
en que la Navidad no tendra ningn toque de distincin.
La gente segua trayendo adornos, moos y cosas para el rbol que poco a poco se iba llenando.
La Navidad se acercaba y Pedrito iba todos los das y tambin todos los das haca lo mismo.
Paradito frente al rbol abra su manito pequea, haca como que dejaba algo en una ramita y con
una inmensa sonrisa se iba.

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