Ciudad y Barrio

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CIUDAD Y BARRIO • PABLO ALLARD

Ciudad y barrio

PABLO ALLARD
Académico de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos UC

Introducción 3. De la cantidad a la calidad: Nuevas demandas y ex-


pectativas de la población respecto de su calidad de
Antes de interpretar los resultados de la Encuesta Na-
vida.
cional Bicentenario Universidad Católica-Adimark, es
importante señalar que las variables físicas y espaciales
que conforman el espacio urbano no comparecen como Una lectura preliminar de los datos
elementos significativos de la muestra, pues el estudio
Más allá de las limitaciones que puede tener este aná-
se concentra en aspectos de organización o desorgani-
lisis, estudios recientes destacan la importancia de las
zación social, indicadores de confianza y asociatividad
relaciones sociales en la ‘calidad de vida’ de nuestras ciu-
vecinal y disponibilidad hacia la movilidad residencial.
dades. Una encuesta de percepción de marca realizada
Esta advertencia es necesaria, ya que las características
en Santiago, en septiembre pasado, por Feedback para
de habitabilidad de barrios y la percepción de la calidad
Chilectra (Feedback 2007) muestra que, tanto santiagui-
de vida de muchas comunidades están determinadas,
nos como extranjeros residentes, consideran que nuestra
tanto por las condiciones endógenas de su espacio (es-
ciudad tiene mejor calidad de vida que Caracas, Bogotá,
tructura física de calles, espacios públicos, manzanas
Río e, incluso, Buenos Aires, siendo levemente superada
y edificaciones), como por las condiciones exógenas de
por Ciudad de México. Donde difieren las percepciones
localización, infraestructura, conectividad y cercanía
es en los aspectos que menos gustan de Santiago: mien-
a servicios y fuentes de trabajo. El sondeo define sólo
tras los locales ranquean en los primeros lugares a la
aspectos cualitativos de los barrios, según indicadores
delincuencia (24%), la contaminación (23,8%), el trans-
de desorganización social, y no pondera otras variables
porte público (15,3%), la congestión vehicular (8,7%) y,
que pudieran internalizar los aspectos físicos, lo que
recién en el quinto lugar, el comportamiento de la gente
circunscribe mi interpretación a relaciones que no ne-
(6,6%); los extranjeros repudian, en primer término, la
cesariamente se vinculan con la evidencia levantada en
contaminación (28,7%) y después el comportamiento de
la encuesta. En este sentido, este análisis se limitará a
la gente (15,8%) por sobre la delincuencia (14,9%), sin
establecer algunas relaciones entre los resultados y las
mencionar la congestión. En este sentido, no es menor
características de nuestras ciudades, particularmente
que nuestro comportamiento y mala convivencia sean
referidas a Santiago. Para ello desarrollaré tres puntos
percibidos por los extranjeros como algo peor que la de-
que podrían dar luces respecto de las conclusiones de
lincuencia.
este sondeo:
1. Carencia de ciudad: Incidencia de las políticas de sue-
El tema de la convivencia, relacionada con la calidad de
lo y vivienda en las condiciones de vida de los barrios vida, queda de manifiesto en los resultados de la Encues-
y comunidades. ta Bicentenario, que estimó la calidad de las relaciones
vecinales utilizando indicadores como confianza, amis-
2. Cambios socio-ocupacionales, del barrio obrero al tad y asociatividad. Según el sondeo, un 33% declara
ghetto: Impacto de las transformaciones económicas confiar en la mayoría de los vecinos, mientras un 22%
y sociales vividas en las últimas décadas y sus efectos no confía en ninguno de ellos. Es interesante reconocer
urbanos. que estos niveles de confianza aumentan con los años de

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residencia, lo que acusa los efectos que la construcción o robos, pero no necesariamente a las organizaciones
de nuevos barrios o los procesos de migración interna sociales) se aprecia una vida comunitaria ligeramente
tienen en la ciudad. mayor. Esta relación se puede interpretar como parte de
las redes sociales que se establecen en las comunidades
En cuanto al barrio como fuente de amistad, el estudio
de menores ingresos que vienen de la tradición de orga-
arroja resultados sorprendentes: mientras el 13% decla-
nizaciones de reivindicación social, comités de vivienda,
ra que la mayoría de sus amigos proviene del barrio y
ollas comunes, etc.
un 24% reconoce tener algunos de sus amigos ahí, un
40% dice no tener ningún amigo. Estos indicadores se Si la escuela o las actividades comunitarias no logran
pueden interpretar como una manifestación de que en promover las relaciones vecinales, el espacio público
Chile los vínculos de amistad están más relacionados como esfera de encuentro podría aportar a ello. No obs-
con la familia extendida y las redes sociales laborales tante, la encuesta no entrega datos suficientes para es-
o de intereses, que con la localización de los hogares. tablecer este vínculo. Los bajos indicadores de amistad
A diferencia de países, como EEUU, la decisión sobre revelados podrían fortalecer la posición de aquellos ro-
dónde vivir no se vincula con la ubicación del colegio de mánticos que añoran la vida de barrio que tuvieron en
los hijos. El hecho de que la escuela del barrio no esté su infancia. Si todo tiempo pasado fue mejor, sorprende
relacionada con cubrir las demandas de la comunidad, que el 55% considere que su vida familiar y tiempo li-
reduce las posibilidades de establecer vínculos de amis- bre son superiores a los de sus padres. Si la vida familiar
tad en los jóvenes. En los grupos socioeconómicos más es mejor hoy y tenemos más tiempo libre, ¿cómo y por
altos esta situación se extrema, dada la mayor disponi- qué hemos dilapidado nuestra vida de barrio?
bilidad a asumir los costos de movilización y la mayor
Un último aspecto de la encuesta que sorprende es la
selectividad en torno al establecimiento educacional.
alta disposición hacia la movilidad residencial: al 42%
Si el colegio ya no es el punto de encuentro, las oportu- le gustaría cambiarse de casa; al 36%, de barrio; y al
nidades de relación se remiten al espacio público o aque- 21%, de comuna, llegando a un 17% que se trasladaría
llas actividades que surgen de necesidades comunes. Sin de ciudad. Aunque estas cifras podrían interpretarse
embargo, la encuesta señala que el barrio es mucho más como una cierta insatisfacción con la vivienda o barrio
precario como fuente de asociatividad. Cerca del 80% en que se habita, son un buen síntoma, ya que muestran
declara no haber asistido a una reunión o actividad veci- que las personas no sólo esperan vivir mejor, sino que
nal en el último tiempo, y sólo el 10% reconoce haberlo el acceso a la propiedad de la vivienda es cada vez más
hecho. Al parecer, los chilenos preferimos otras instan- fácil, y que la añorada casa propia no es para toda la
cias, lo que explicaría por qué somos el país con mayor vida, sino para diversas etapas de ella.
porcentaje de personas que trabajan como voluntarios
sin remuneración en Latinoamérica (47% de volunta-
Carencia de ciudad
rios vinculados a más de 106.880 organizaciones) (Mini
Book 3 2007)1. Las políticas de suelo y vivienda implementadas en los
últimos 25 años han tenido una incidencia directa en las
La encuesta también da cuenta de que los bajos índices
condiciones de vida de barrios y comunidades. En los
de asociatividad están menos determinados por el tiem-
años ochenta, los programas de erradicación de campa-
po de residencia y la calidad del barrio, aunque muestra
mentos desarrollados por el gobierno militar significaron
una diferencia que favorece a los moradores antiguos, lo
el traslado masivo de poblaciones de escasos recursos des-
que probablemente apunta a un mayor apego o disponi-
de áreas centrales hacia la periferia. Si bien estos progra-
bilidad de tiempo para participar en actividades comu-
mas ofrecían soluciones habitacionales permanentes para
nitarias. Otro factor relevante es que en los sectores cali-
familias que antes vivían en campamentos irregulares,
ficados como más desorganizados (categoría establecida
la calidad de las nuevas viviendas era limitada, pues se
por la encuesta para definir aspectos como vandalismo
localizaban en terrenos remotos de bajo costo, sin el equi-
pamiento necesario y lejos de las redes de oportunidades
(Sugrayñez, 2002, Ducci, 1996, 1997, 2000, 2007).
1. Los datos de voluntarios en obras sociales se obtuvieron de una inves-
tigación de la Universidad Johns Hopkins, que consideró la cantidad de Durante los primeros gobiernos de la Concertación, es-
voluntarios que participa en organizaciones sin fines de lucro en 40
países. Universidad de Johns Hopkins, EE.UU., 2006. tas dinámicas de expulsión de los sectores de escasos

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recursos hacia la periferia se fortalecieron por la vía de ciudad. Otro indicador que refuerza esta carencia de es-
regulaciones que redujeron la oferta de suelo urbano, pacios públicos es el estudio de Feedback/Chilectra, que
lo que detonó la especulación y limitó la accesibilidad señala que un 22,1% de los santiaguinos nunca ha asis-
a suelos para vivienda social, además de consolidar un tido a una plaza o parque público en el último año y que
modelo de segregación espacial. Estas dinámicas supe- sólo el 12% lo ha hecho menos de una vez en el mes.
raron la capacidad de los instrumentos de planificación
A comienzos de los años noventa se inició el progra-
vigentes y de las autoridades para regular la provisión
ma de parques urbanos del Ministerio de Vivienda y
de equipamiento para suplir las necesidades de servicios,
Urbanismo, a través del cual se crearon más de diez
esparcimiento, educación y socialización. En el caso de
parques, algunos tan importantes como el André Jarlan
los nuevos barrios para grupos medios, los estándares
o La Bandera. Lamentablemente, por motivos presu-
de diseño y equipamiento de áreas verdes cumplían con
puestarios, esta iniciativa se ha ido desdibujando y hoy
los mínimos requeridos, maximizando la utilización del
cualquier proyecto para crear nuevos parques tiene que
suelo. Sin embargo, en el caso de las viviendas sociales,
pasar por el difícil concurso de los Fondos Nacionales de
el grado de consolidación de espacios públicos, alum-
Desarrollo Regional y su mantención ha sido derivada
brado y servicios presenta, hasta hoy, un alto nivel de
a los municipios o al Parque Metropolitano, donde los
precariedad. Esto obedece, en parte, a la sobrecarga que
recursos no abundan.
estos conjuntos generan en los servicios municipales, los
cuales no perciben ingresos suficientes para cubrir las Si bien la oferta de espacio público en gran parte de
demandas, ya que la vivienda social está exenta del pago nuestras ciudades acrecienta la inequidad, aún presenta
de contribuciones de bienes raíces. oportunidades de relación que vale la pena explorar. El
mejor ejemplo son las ferias libres. En la Región Metro-
A modo de ejemplo, basta revisar los grados de inequi-
politana existen alrededor de 400. Ahí se comercializa
dad urbana que acompañan esta segregación, analizan-
más del 70% de las frutas y verduras de la RM (SIFL
do la distribución de parques y áreas verdes en el Gran
2005). Pero son un fenómeno nacional. Un estudio del
Santiago. Un estudio de la consultora Atisba2 muestra
2004 de la Cámara Nacional de Comercio reveló que
que la cantidad de áreas verdes públicas consolidadas
más de 77 millones de personas las visitan anualmen-
por habitante (no agrícolas o tierrales) en el sector no-
te, realizando compras por 173 mil millones de pesos
roriente de la capital alcanza los 20,3 m2 por habitante,
a feriantes autorizados y 76 mil millones de pesos a
mientras que en el sector sur poniente llega sólo a los
coleros (comerciantes ilegales). Un dato interesante, en
2,3 m2 por habitante (la Organización Mundial de la
términos de integración social, es que en todas las co-
Salud recomienda un mínimo de 8 m2 por habitante).
munas hay ferias y que cerca del 71% de los feriantes
La cifra se extrema si consideramos que el sector oriente
trabaja en la comuna donde vive4. De ahí que se haga
tiene una población cercana a los 613 mil habitantes
cada vez más complejo localizar y ordenar su funciona-
y en la periferia sur sobrepasa el millón y medio (sólo
miento, tanto por su crecimiento, como por la escasez
Puente Alto tiene cerca de 500 mil habitantes).
de espacio en las calles, lo que exige enfrentarlas como
Esta inequidad se agrava si agregamos el indicador de proyectos urbanos y no simples instalaciones (Troncoso
uso del tiempo libre elaborado en el Chilescopio de Co- 2007). Un claro indicio de esto es Transantiago, que
llect3. Según este estudio, mientras en el estrato ABC1 en sus planes de construcción de infraestructura exigirá
prefieren quedarse en sus casas y realizar actividades en a decenas de ferias relocalizarse o redefinirse, con los
lugares cerrados (como ir a restaurantes), los represen- consecuentes efectos que esto trae. Por otro lado está el
tantes del C3 y D optan por salir a caminar o hacer ac- Proyecto de Ley sobre Organización y Funcionamiento
tividades al aire libre, probablemente expulsados de sus de Ferias Libres, que busca regularizar y estructurar la
hogares por el hacinamiento. En otras palabras, la oferta organización de las ferias. Todos estos cambios exigi-
y demanda de áreas verdes se está alejando en nuestra rán repensar, tanto el espacio de las ferias en la ciudad,
como el espacio urbano que las acoja.

2. Atisba Consultores, www.atisba.cl, Santiago, 2003.

3. Collect GfK Investigaciones de Mercado S.A., «Chilescopio: estudio de 4. Instituto Chileno de Estudios Municipales (ICHEM) de la Universidad
los estilos de vida de los consumidores del mercado chileno». Segunda Autónoma de Chile, extraído en artículo de prensa del Diario Pyme, 20
versión anual, julio de 2006, Santiago. Disponible en www.collect.cl de diciembre 2005.

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En esta misma línea, uno de los aspectos que puede nada de fácil, no sólo por la intrincada morfología de
ayudar a reducir la segregación viene de la mano de la calles laberínticas y trabados sistemas de pasajes y pa-
provisión de infraestructura, particularmente de trans- sadizos que presentan algunos de estos barrios críticos,
porte, que permita a comunidades periféricas reducir sino también por sus estructuras sociales internas y con-
sus costos y tiempos de viaje, reintegrándose a la red de diciones de conectividad y accesibilidad. En Santiago
oportunidades de la ciudad central. Lamentablemente son más de ochenta los barrios que serán intervenidos,
las experiencias recientes de autopistas, más allá de sus media docena de ellos considerados críticos, los que se
beneficios, acusan problemas graves de diseño respecto trabajarán en conjunto con los planes de la Estrategia
de su inserción urbana, impacto en comunidades y, más de Seguridad Ciudadana del Ministerio del Interior, que
complejo aún, en su conectividad con otras rutas o mo- abordará la prevención social y situacional para reducir
dos de transporte. el número de robos y hogares victimizados. Todo esto
debería traducirse en espacios públicos más expuestos y
Un ejemplo de los conflictos que puede generar una au-
diseños que desincentiven el crimen.
topista urbana es el acceso sur a Santiago entre las co-
munas de La Pintana y Puente Alto. En comunidades tan No obstante, un tema que puede ser crítico y que ya se
frágiles como Santo Tomás, en la Pintana, los vecinos se está notando en el trabajo de barrios como la Villa Por-
tomaron las obras, pese a que la autopista había cumpli- tales o Santa Adriana en Santiago, es que el programa
do con los requisitos legales de mitigación de impactos. supone implícitamente que los problemas de estos sec-
Aunque probablemente la autopista no es la culpable de tores son de origen endógeno, por lo que sus estrategias
estos problemas, este caso deja en claro que los grandes tendrían un excesivo sesgo hacia el diseño urbano-espa-
proyectos deben considerar todas las variables y efectos cial. Especialistas, como Francisco Sabatini, advierten
que producen y entenderse como oportunidades para que la configuración del tejido urbano y el tamaño de las
hacer ciudad, más allá de mitigar sus impactos. En este viviendas en Santa Adriana presentan buenos estánda-
nuevo escenario ya no cabe la política del hacer y luego res y que el problema es que su emplazamiento provee
reparar que movía al sector en tiempos de escasez. Por de una macrolocalización apropiada para la industria
el contrario, se requiere de un mayor escrutinio y cui- del crimen. En este sentido, Sabatini sugiere una serie
dado en el diseño, de contrapartes técnicas capacitadas, de iniciativas en tres campos5:
independientes de eventuales intereses y con facilidades 1. La lucha económica por el espacio: Tomar esa ma-
para que los privados y la comunidad participen activa- crolocalización como un recurso a ser aprovechado
mente en el diseño de los proyectos. para la recuperación del barrio, con estrategias que
Otro aspecto relevante tiene que ver con la estigmatiza- apunten a quitárselo a quienes usufructúan de él,
ción que han recibido algunas comunidades o barrios. como el narcotráfico. Sabatini sugiere que otras fuer-
Tiempo atrás pedí a mis alumnos que sobre un mapa zas o intereses relacionados con el mercado de suelos
de Santiago, que sólo mostraba nombres de comunas, y el comercio, que siguen patrones de localización si-
trataran de ubicar la población La Legua. Para mi sor- milares, capitalicen estas localizaciones estratégicas y
presa, casi la mitad de ellos la ubicó en La Pintana, mu- erradiquen a los narcotraficantes mediante normati-
chos otros en Puente Alto, otros más en lo Espejo o la vas urbanas, incentivos tributarios, subsidios de loca-
Granja, y sólo unos pocos dieron en el blanco. La mítica lización y la acción policial.
Legua queda enclavada en San Joaquín, a pocas cua- 2. La lucha social y ética por la conquista de los jóve-
dras de Santiago Centro y a una distancia caminable nes: Se refiere a la dimensión social de esta interven-
del campus donde ellos estudian. Si bien es lamentable ción, atendiendo a que en estos barrios no se hace dis-
que alumnos de Arquitectura no reconozcan uno de los tingo entre narcotráfico y consumo de drogas. Según
enclaves urbanos más importantes, lo que estremece Sabatini, es probable que el narcotráfico tenga una
del ejercicio es la estigmatización que viven miles de continuidad histórica con las actividades criminales
ciudadanos a quienes les tocó vivir en esas otras comu-
nas nombradas.
5. Sabatini, Francisco; notas inéditas del comentario al trabajo realizado
Hace más de un año que el Ministerio de Vivienda lan- por el programa Quiero mi barrio en la población Santa Adriana, efec-
zó el programa Quiero mi barrio, que apunta a recupe- tuadas en el seminario «Barrios Emblemáticos de Santiago: Una opor-
tunidad de construir ciudad», Observatorio Social de la Universidad
rar más de 200 barrios del país. Se trata de una tarea Alberto Hurtado, Santiago, 18 de diciembre 2007.

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de escala urbana. En el marco de una recuperación operan bajo formas precarias e inestables. Esta fragi-
social del barrio, la buena relación de los narcotrafi- lidad, sumada a los problemas de segregación, parti-
cantes con la población es un factor preocupante que cularmente en los sectores de menos recursos, genera
debería ser objeto de acciones específicas de largo pla- fenómenos de malignidad que dificultan la integración
zo. Aquí aparece como clave competir por los jóvenes y hacen más vulnerables a estos grupos, afectando la
más que por el suelo, mientras que el consumo de cohesión. Donde se observan procesos de ghettificación
drogas y el microtráfico deben ser tratados en forma generalmente aumenta la desconfianza entre los veci-
distinta, al menos analíticamente. nos, se reduce el contacto y se producen fenómenos de
3. La lucha simbólica contra los estigmas territoriales microxenofobia que hacen que el barrio se achique y
y a favor del arraigo y de las identidades territoria- que la gente se vuelque hacia sus hogares. Como conse-
les que le subyacen: Muchos de estos barrios tienen cuencia, se deteriora el capital social de estas comuni-
una larga y fuerte tradición de organización y acción dades, hay un desaliento a la participación comunitaria
colectiva vinculada a los dos discursos antisistémicos: y se produce una huida prematura de aquéllos a los
el de la izquierda y el del delito. La desesperanza que que les va mejor.
se instaló en muchos barrios después de que la vuelta La falta de cohesión puede afectar la propia inclusión,
de la democracia no trajera nada nuevo, especialmen- como el acceso al trabajo. En una exposición reciente
te en cuanto a oportunidades para los jóvenes, parece sobre la integración social, Wormald indica: «En el caso
haber sido determinante en el aumento de la droga- de la delincuencia en barrios segregados, ésta afecta la
dicción. Aún hoy, a pesar de los problemas de crimen integración de las mujeres al trabajo, porque hay ciertas
y violencia y del estigma que pesa sobre ellos, exhiben horas en las que no pueden transitar por peligro a ser
altos porcentajes de participación en organizaciones asaltadas. Esta cultura del encierro comienza a gene-
de barrio y de arraigo territorial. Aunque es explica- rar extraños dentro de las propias comunidades, por lo
ble que, al estar en situación de vecindad, se asocien que la falta de cohesión puede afectar las pocas opor-
ambos fenómenos (narco y microtráfico), es probable tunidades de inclusión social»6. En estos barrios críti-
que tengan distinta territorialidad, lógica y efectos en cos también es probable que aumente la cohesión social
el deterioro del barrio. La mayoría de las poblaciones comunitaria, pero con vocación antisistémica, como las
de antaño son hoy barrios consolidados, con historias pandillas que, pese a tener fuertes identidades a nivel
de lucha, reivindicaciones y batallas cívicas, que han de barrio, no se sienten parte de una sociedad mayor.
construido un sentido de pertenencia más allá de lo En este sentido, para lograr mayor integración social,
que podemos entender. Wormald propone:
1. Asumir un enfoque centrado en la dinámica de la vul-
Cambios socio-ocupacionales: del barrio obrero
nerabilidad que generan las nuevas condiciones eco-
al ghetto
nómicas y sociales.
Las transformaciones económicas y sociales vividas en
2. Asumir la multidimensionalidad de los problemas,
las últimas décadas y sus efectos urbanos también po-
considerando la articulación de elementos micro y
drían explicar los resultados de la encuesta. Un estudio
macro, tanto objetivos como subjetivos.
reciente respecto de los cambios socio-ocupacionales
y la transformación del área metropolitana de Santia- 3. Considerar la inclusión y cohesión como las dos di-
go entre los censos de 1992 y 2002, confirma que los mensiones centrales de la integración social y la per-
sectores medios han ganado importancia, expandiéndo- tenencia.
se en proporción directa a la reducción de los sectores
obreros (De Mattos 2007 y De Mattos, Riffo, Yánez &
Salas 2005).
Es importante tener en cuenta que existen sustantivas
6. Wormald, Guillermo, (2007) «¿Cómo debe entenderse la integración
diferencias entre estos grupos y las clase media y obre- social en la ciudad?», transcripción de presentación en ciclo de reu-
ra de la fase industrial de mediados del siglo XX, ya niones «Políticas de Suelo para la Integración Social», Consejo Di-
que los actuales sectores medios y medios bajos son, en rectivo del Programa de Apoyo a las Políticas Urbanas y de Suelo en
Chile Prourbana. Pontificia Universidad Católica de Chile y Lincoln
su mayoría, asalariados privados y su condición ocupa- Institute of Land Policy. Santiago, octubre 2007. Disponible en www.
cional está condicionada por mercados de trabajo que prourbana.cl

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De la cantidad a la calidad demanda por suelo. Pese a que Santiago es hoy una de
las ciudades más densas del país y del mundo (84 habi-
Todos los indicadores sugieren que la población chilena
tantes por hectárea), la población aspirará a viviendas
se estabilizará bajo los 20 millones de habitantes y que
más amplias, emplazadas en terrenos más grandes y con
el ingreso seguirá aumentando, por lo que viviremos
mejor equipamiento. Santiago hoy crece a un ritmo de
una continua mejoría de la calidad de nuestras ciudades.
1.400 hectáreas al año. Su área urbana consolidada es
Actualmente las urbes chilenas ya presentan avances
de 71 mil hectáreas y se estima que, si se mantienen las
notables, al punto que los índices de población urbana
densidades y niveles de ingreso de los años noventa, el
versus rural se asemejan a los de un país desarrollado.
2030 superará las 100 mil hectáreas. Si esto se ajusta a
El último censo indica que el 87% de nuestra población
las proyecciones de ingresos, el tamaño de la ciudad lle-
es urbana y que en nuestras ciudades, servicios como
garía a las 141 mil hectáreas con una densidad de 58,4
agua potable, alcantarillado, luz eléctrica y recolección
habitantes por hectárea (Galetovic y Jordán 2006). Lo
de basura, funcionan regularmente y con amplia cober-
relevante de esta proyección es que Santiago no crecerá
tura. El déficit de vivienda se estima que llegará a cero
como una mancha de aceite sin control, ni amenazará
en menos de diez años y la oferta de infraestructura de
al patrimonio agrícola o natural del valle, como muchos
transporte, justicia y salud está siendo reestructurada
alarmistas anuncian. La planificación territorial, ac-
con una fuerte inversión pública y privada.
tualmente en curso en la Región Metropolitana, define
No obstante, en la medida en que las necesidades bási- un límite urbano que reconoce la ciudad consolidada
cas son cubiertas, emerge con fuerza un nuevo set de y propone un sistema de desarrollos condicionados a
necesidades que apuntan a aspectos cualitativos, como la manera de una red de microciudades autosuficien-
calidad de vida, áreas verdes, oferta cultural, seguridad tes (PDUC, ZDUC y AUDP) que mitigarán sus impactos
y otros. En este escenario, Chile está listo para enfren- e internalizarán los costos sociales que se generen. De
tar un nuevo desafío: el de la calidad. Es así como hoy esta forma, se abrirá una oferta de suelo a futuro que,
los temas urbanos aparecen cada vez más en la agenda, junto con planes de reconversión de suelos y recupera-
abundan los grupos ciudadanos en defensa del patrimo- ción urbana, se hará cargo en forma sustentable de las
nio y la industria inmobiliaria ha internalizado deman- nuevas demandas.
das por nuevos estándares.
Estas nuevas expectativas han abierto en muchos ciuda-
Si el mejoramiento de la calidad del entorno urbano es danos legítimas aspiraciones por mejorar sus estándares
inminente, la segunda clave es la equidad urbana. Una de vida. Aspiraciones que, sumadas a la amplia oferta y
de las cosas que caracteriza a nuestras ciudades es la facilidades de acceso a créditos y subsidios, podrían in-
marcada segregación socioespacial que se produjo en las terpretarse como la principal fuerza detrás de la dispo-
últimas décadas, con altas concentraciones de pobreza nibilidad para la movilidad residencial manifestada en
en áreas periféricas o enclaves en comunas mal conecta- la encuesta. Este fenómeno queda claramente represen-
das a las redes de oportunidades. En este aspecto, tanto tado por la velocidad de ventas que han experimentado
el mercado como las autoridades han reaccionado a esta proyectos inmobiliarios para segmentos medios-bajos en
situación y ya advertimos cómo se están produciendo el sector de Quilicura y Lampa. El ZDUC Valle Grande,
dinámicas de colonización de equipamiento (retail) y ubicado al norte de Quilicura, concentra entre un 60%
viviendas de estratos socioeconómicos medios (condo- y un 80% de las compras de familias originarias de las
minios) en áreas tradicionalmente estigmatizadas, así comunas al norte del Mapocho, lo que indica que dichos
como una nueva gama de subsidios y programas que grupos han optado por movilizarse cerca de sus redes
fomentan la recuperación de barrios y la integración so- sociales preestablecidas, pero mejorando los estándares
cial. Como se estima que en los próximos años se termi- de sus viviendas7. Esto quedó ratificado por el tipo de
nará con los campamentos, el principal desafío estará en preferencia que los compradores manifestaron en focus
mejorar las condiciones de habitabilidad y equipamien- groups y encuestas cuantitativas. En orden de importan-
to de miles de familias que vivirán en un stock edificado cia, estas son:
subvalorado y obsolescente.
En cuanto al crecimiento de la superficie urbana y la
preservación de áreas sensibles, una consecuencia inevi- 7. Datos entregados al autor por Novaterra Desarrollo Inmobiliario, San-
table del aumento de los ingresos será el incremento de tiago, enero 2008.

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• Amplitud, espacio abierto (imagen de campo). como la reciente primera etapa de erradicación del cam-
• Espacio público (buen estándar de plazas, parques, pamento Vista Hermosa en Lo Espejo, el más grande de
avenidas amplias). la capital, da cuenta del nuevo estándar al que puede lle-
gar la vivienda social. No se trata del tamaño o del nivel
• Seguridad (proyecto alejado de áreas urbanas con de terminaciones, sino de la capacidad de valorizar en el
problemas de delincuencia). tiempo la inversión, con una buena localización cerca de
• Barrios con estructura de microbarrios (estructura de la red de oportunidades de la ciudad y un ‘ADN de clase
pasajes con control físico y social y áreas verdes me- media’ que permita fortalecer el patrimonio familiar en
nores al interior). el tiempo. De estas nuevas comunidades ha florecido el
capital humano de reserva de Chile, representado por la
Corporación Nacional de Dirigentes de Campamentos y
Conclusiones
Comités ‘También Somos Chilenos’, iniciativa de los mis-
Los resultados de la Encuesta Bicentenario permiten mos pobladores que esperan compartir su experiencia
establecer vínculos muy importantes respecto de los asesorando a familias que todavía viven en campamen-
principales problemas urbanos de nuestras ciudades tos o de allegados.
y sus efectos. Además, abren la posibilidad de alentar
Este año entrará al parlamento la modificación a la Ley
un trabajo interdisciplinario dentro de la universidad,
General de Urbanismo y Construcciones, con propuestas
elemento fundamental para discutir y diseñar políticas
tan interesantes y polémicas como la Integración Social,
efectivas. A modo de ejemplo, el fallido plan Transan-
que define un aporte de suelo para vivienda social en
tiago expuso en forma dramática problemas y desafíos
proyectos inmobiliarios; el Proyecto de Planificación Ur-
que excedieron al transporte. Nos mostró el Santiago
bana, que flexibiliza los mecanismos, introduce los dere-
real, segregado, con miles de ciudadanos trabajando a
chos transables y formaliza la inefable participación ciu-
horas de sus hogares, con calles y plazas en la periferia
dadana; y la Ley de Impacto Vial del Desarrollo Urbano,
mal constituidas y peligrosas. En suma, una ciudad que
que incentivará la localización eficiente de la edificación
acumulaba soluciones habitacionales sin equipamien-
mediante la internalización de sus impactos viales.
to básico, colegios u hospitales cercanos. Esta vitrina
involuntaria que generó Transantiago, más allá de la Finalmente está el programa Quiero mi barrio, que este
necesaria normalización y corrección, nos permite re- año entrará en su fase de obras. Ahí deberá probar que
visar la relevancia de una serie de proyectos y políti- es más que pintar fachadas o mejorar plazas y tendrá
cas, hoy en curso, que podrían aportar a la mejoría de que fortalecer el sentido de comunidad e identidad en la
nuestros barrios. ciudad profunda. Aunque sus resultados tardarán años
en ser percibidos, son los primeros pasos para reparar la
En términos de vivienda, ya se ven los frutos de la Nueva
deuda urbana y social que se tiene con gran parte de la
Política Habitacional impulsada por el MINVU el 2006,
ciudad. Y si logramos aprovechar estas instancias, pro-
con un cambio de orientación y focalización hacia lo
bablemente los resultados de estas mismas categorías en
cualitativo a través del Fondo Solidario de Vivienda y las
las próximas ediciones de la encuesta podrán sorpren-
Entidades de Gestión Inmobiliaria Social. Experiencias
dernos en forma positiva.

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ENCUESTA NACIONAL BICENTENARIO UNIVERSIDAD CATÓLICA - ADIMARK: «UNA MIRADA AL ALMA DE CHILE» • ENERO 2008

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sidad Católica de Chile y Lincoln Institute of Land Policy.
Santiago, octubre. Disponible en www.prourbana.cl

56
CIUDAD Y BARRIO • COMENTARIOS

Comentarios

PAULINA SABALL fenómenos que se producen en nuestra metrópoli no tie-


Subsecretaria de Vivienda y Urbanismo nen la misma realidad ni la misma intensidad de los que
se registran en nuestras ciudades intermedias y peque-
ñas localidades. De ahí que corremos el riesgo de santia-
guizar, transantiaguizar o metropolizar la vida en Chile,
en circunstancias de que una de las particularidades de
nuestro país es la dispersión de sus ciudades, tanto des-
Antes de iniciar esta presentación, quisiera agradecer a
de el punto de vista físico y geográfico, como del modo
la Vicerrectoría de Comunicaciones y Asuntos Públicos
de vida de las personas.
de la Universidad Católica la invitación a participar en
este panel para comentar algunos aspectos de la Encues- Dicho esto, quiero señalar lo que a nosotros, como Mi-
ta Nacional Bicentenario Universidad Católica-Adimark nisterio de Vivienda y Urbanismo, nos parece que son
2007. los desafíos fundamentales que debemos enfrentar en el
campo de las políticas públicas. Estimamos que es im-
Coincido absolutamente con el primer comentario de
portante asumir los ámbitos de vivienda, barrio y ciudad
Pablo Allard en cuanto a que en la encuesta no están
como dimensiones que tienen un vínculo indisoluble.
presentes las variables más propias y clásicas de la pro-
Hemos ido descubriendo el potencial que hay detrás de
blemática de la vivienda, los barrios y las ciudades. Sin
esta trilogía, entendiendo la vivienda como un refugio
embargo, quiero valorar profundamente el concepto de
de la intimidad que la encuesta revela como uno de los
vecindad que arroja este sondeo por dos razones. En
ámbitos más importantes de valoración de los chilenos.
primer lugar, porque creo que, si bien los barrios es-
El barrio, en tanto, aparece como el entorno próximo,
tán hechos del espacio urbano construido, el sentido de
especialmente en los sectores más vulnerables en que
pertenencia a ellos no lo dan los límites urbanos, sino
el espacio público es muchas veces la continuidad de la
la percepción que tiene la gente de su barrio. Así, es
casa. Y la ciudad representa el entorno mayor, el espacio
probable que todos vivamos en un mismo espacio e
de la ciudadanía, que es un concepto distinto del espacio
identifiquemos nuestros barrios de manera distinta. Lo
del vecino. Son tres niveles distintos, pero, a nuestro jui-
segundo es que, dado mi cargo público, no puedo sino
cio, muy potentes como una trilogía. Y para enfrentarlos
resaltar que una de las experiencias más duras, pero
hemos visto desafíos en cada uno de estos ámbitos.
quizá más importante que nos ha dejado Transantiago,
es que las políticas públicas tienen que estar fuertemen- La política de vivienda debe adecuarse a las necesida-
te sintonizadas con la percepción de la ciudadanía. De lo des y expectativas de los chilenos, dados los niveles de
contrario, están destinadas al fracaso, por más potentes crecimiento que muestra el país. Es improbable que ayer
que sean y por más inversión que se les destine. hubiésemos diseñado en una política habitacional como
la que tenemos hoy, pues no son las mismas necesidades,
Desde esta perspectiva, comparto con Pablo Allard este
capacidades ni expectativas. Creemos que una política
crudo, pero real diagnóstico de que nuestras metrópolis
de vivienda adecuada para el siglo XXI tiene que privi-
están hoy tensionadas por fenómenos como la segrega-
legiar la participación y el protagonismo de la familia
ción espacial o la inequidad en el acceso a bienes y servi-
en la elección y diseño de su proyecto, de manera que
cios. En síntesis, nuestras ciudades no están garantizan-
participe en la construcción de sus propios espacios.
do igualdad de oportunidades a todos sus habitantes, lo
que supone un desafío mayor de cara al Bicentenario. Hoy no es posible pensar en casas sin servicios básicos.
No obstante lo anterior, creo que no podemos mirar a Como Chile tiene altas coberturas de acceso domicilia-
todo Chile desde la Región Metropolitana, porque los rio al agua potable y electricidad, toda vivienda tiene

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ENCUESTA NACIONAL BICENTENARIO UNIVERSIDAD CATÓLICA - ADIMARK: «UNA MIRADA AL ALMA DE CHILE» • ENERO 2008

que garantizarlos en igualdad de oportunidades. Es por cos y viviendas, pero, además, una actitud y compromiso
eso que no podemos permitir que existan campamentos, de sus habitantes. Es decir, se necesita una reconstruc-
pues se contraponen con lo que es el nivel básico de ción de las redes sociales, algo que tiene que ver con la
servicios al que acceden todos los chilenos. confianza, con el fortalecimiento de la identidad y con
pensar los barrios desde la mirada de la seguridad públi-
Debemos esforzarnos, además, en conseguir localiza-
ca y de la equidad urbana. Así se nos plantea el desafío
ciones adecuadas. No existe la ubicación perfecta, sim-
de construir barrios amigables que favorezcan la interac-
plemente es la que la familia requiere para su modo de
ción social, pero que además respeten la intimidad.
vida. Algunos privilegian el acceso al trabajo, al colegio
o aquel lugar con el que tienen una historia familiar. Lo De igual forma, es necesario fomentar la relación del
importante es tener la posibilidad de elegir y, por eso, barrio con la ciudad y el mundo. Por eso no sólo se re-
no sólo estamos estimulando la construcción de pro- quiere asegurar la interconectividad vial, sino también
yectos habitacionales, sino también la adquisición de la interconectividad digital para todos los sectores. Me
viviendas usadas. emocionó ver a los niños de Villa Las Estrellas, en la
Antártica, conectados por Internet, pese a su aislamien-
Se requiere, de igual forma, mejorar la calidad de la cons-
to geográfico. Y cuando eso ocurre en Caleta Tortel o
trucción. Aquí nos referimos a dos cosas: al estándar y a
en la comuna de General Lagos estamos generando una
la participación del usuario en su materialización. Esto
forma de integración que es muy importante.
no supone sólo un tema de superficie. También implica
este espíritu tan chileno de poder agrandar y transfor- Termino con el tema del espacio urbano, el espacio de la
mar la vivienda. De ahí la relevancia de una política ciudad que acoge a un 80% de los chilenos y que refleja
habitacional que ampare la cultura de la ampliación. nuestra historia. Las ciudades son fuente de identidad
y de tradición, abren oportunidades, pero también son
La movilidad social es hoy un atributo. Existe una per-
el espejo de nuestras grandezas y debilidades, el lugar
manente aspiración a transitar de un lugar a otro y seguir
donde se plantean los conflictos sociales. Por eso, es un
las fuentes de trabajo. Por lo tanto, cabe preguntarse (y
espacio que debe ser normado. Ahora la pregunta es: ¿lo
éste es un punto de vista personal) hasta cuándo vamos
regulamos o lo consensuamos? La vida moderna exige
a valorar la propiedad privada como la única forma de
generar consensos sociales sobre la vida de las ciudades
acceder a una vivienda. Desde mi perspectiva, el bien
y eso significa acuerdos sobre cómo equilibrar los con-
habitar implica tanto ser propietario como la flexibilidad
ceptos de competitividad, sustentabilidad e integración
para tener otros modos de tenencia.
social.
En el tema barrial, el cambio más grande, por lo menos
Hoy en día, y así también lo revela la encuesta, es pre-
desde las políticas públicas, es haber visualizado al ba-
ocupante la débil participación que se observa en los
rrio como una dimensión de nuestro quehacer. Nosotros
barrios, aunque a nivel de la ciudad vemos un fortaleci-
siempre saltábamos de las viviendas a las ciudades, pero
miento, especialmente de los sectores medios y altos, en
ahora el barrio ha aparecido como una dimensión que
el marco de conflictos como la Costanera Norte, Amé-
nos ha permitido relacionar la vivienda con la ciudad a
rico Vespucio, etc. No puede ser que la ciudadanía que
través de un elemento intermedio y descubrir un con-
reivindique a la ciudad sean sólo los sectores medios,
junto de atributos que le son propios y urgentes de inter-
excluyendo a los grupos populares. Es por ello que a
venir, tanto desde las políticas urbanas, como desde las
nivel de la ciudad necesitamos iniciativas públicas que
que buscan combatir la pobreza y fomentar la seguridad
garanticen al ciudadano el ejercicio de sus derechos, lo
pública y la participación ciudadana.
que obliga adecuar las políticas, tanto para la inversión,
El barrio es una escala de vida que debe ser visualizado como para la calidad, la integración, la alianza públi-
por los chilenos. Necesitamos recuperar los barrios exis- co-privado, la intersectorialidad y, lo más importante, la
tentes y para ello se requiere inversión en espacios públi- participación de la ciudadanía.

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CIUDAD Y BARRIO • COMENTARIOS

ROSARIO PALACIOS de los habitantes. Otros estudios, siguiendo a los clási-


Dirección de Asuntos Públicos UC cos de la sociología sobre vínculos sociales (Granovetter
1973, 1974), afirman que la calidad de nuestros contac-
tos no sólo incide en nuestro ingreso económico –mejores
contactos aumentan nuestras posibilidades laborales y
de ascender socialmente–, sino también en nuestra sa-
lud (contar con alguien que nos cuide, acceso a servicios,
Pablo Allard nos ha presentado una lectura de la En-
información, etc). (Berckman 1995; Berckman y Glass
cuesta Bicentenario que pone sobre la mesa un elemento
2000; House et al. 1998; Seeman 1996). A nivel de ba-
central para, por un lado, describir y entender la dinámi-
rrio, un mayor capital social está asociado a menores ta-
ca de las relaciones sociales en áreas urbanas y, por otro,
sas de delincuencia y a mayor calidad del entorno urbano
proponer políticas que las mejoren.
(los vecinos se cuidan unos con otros, se organizan para
La Encuesta Bicentenario observa a nivel barrial y nos mantener el barrio limpio y en buen estado, etc.).
sirve como primer acercamiento para entender las diná-
En Chile, según la Encuesta Bicentenario, confiamos
micas de las relaciones vecinales. Sin embargo, para no
poco en nuestros vecinos, desconfianza que se repite, sin
sacar conclusiones erróneas de cómo estamos viviendo,
variaciones importantes, en todos los niveles socioeco-
es necesaria una mirada a los barrios que tome en cuen-
nómicos. Los cientistas sociales están bastante de acuer-
ta su localización dentro de la ciudad, las posibilidades
do en que nos cuesta menos confiar cuando la distancia
de conexión con centros de servicios y el acceso a tec-
social es reducida, o sea, cuando presupongo que el otro
nologías que facilitan la comunicación. Por ejemplo, po-
estaría dispuesto a hacer lo mismo que yo haría por él
dríamos levantar la hipótesis de que los cinco problemas
o ella en esa situación y que cuento con las condiciones
que definen a un barrio como crítico, según la encuesta1,
materiales para hacerlo. Una pregunta típica para medir
tienen que ver –en alguna medida– con la pobreza de
confianza es ¿a quién le pediría usted favores?
sus habitantes, asociada a la segregación socioespacial
en la que viven. Por otra parte, existe un alto nivel de segregación so-
cioespacial en las grandes ciudades de nuestro país, es
Un segundo punto a destacar de la encuesta es la inda-
decir, vivimos entre iguales: encerrados en condominios
gación que ésta realiza en los niveles de confianza entre
enrejados o marginados en poblaciones periféricas. Ante
los vecinos. Lo anterior es de gran valor, considerando
esta aparente contradicción, propongo explorar la rela-
que la confianza es parte de lo que entendemos como
ción entre inequidad y capital social, que implica rela-
capital social que, a su vez, es un factor clave para ana-
ciones de confianza.
lizar las relaciones humanas en nuestros barrios y ciu-
dades. Para ponernos de acuerdo, entenderemos capital La correlación entre inequidad y capital social es cla-
social como la vinculación que tienen las personas con ra según los estudios realizados hasta ahora (Putnam
distintos grupos y la inclusión en sus normas de recipro- 2000, Costa y Kahn 2003). Así, la gente que vive en
cidad y confianza2. barrios más desiguales, desde el punto de vista socioeco-
nómico, tiende a ausentarse de la vida social y cívica.
El capital social está formado por vínculos con personas
Si pensamos a escala ciudad, podríamos relacionar la
iguales y distintas. Esta diversidad de lazos impacta po-
enorme inequidad existente en Santiago con la falta de
sitivamente el capital social: enriquece las oportunidades
confianza generalizada de sus habitantes: no nos reco-
de amistad, trabajo, salud, educación y entretenimiento
nocemos como iguales en nuestra calidad de habitantes
de la ciudad. Hay habitantes de primera y segunda cla-
se; el nombre de la Comisión Nacional de Dirigentes de
1. La encuesta define barrios críticos conforme a indicadores convencio-
nales de desorganización social que son experimentados por los en- Campamentos y Comités ‘También Somos Chilenos’, que
cuestados: jóvenes dando vueltas por las calles sin hacer nada; rayados mencionó Pablo Allard en su exposición, da pistas sobre
en las murallas y edificios; robos y asaltos; vandalismo y daños a la
propiedad; tráfico de drogas y balaceras, riñas y violencia callejera.
la alta percepción de exclusión de muchos santiaguinos.
2. Esta definición la hace Robert Putnam quien, reconociendo la vasta En las grandes urbes chilenas experimentamos ciuda-
literatura que intenta definir y explicar el concepto de capital social, des distintas, según nuestro nivel socioeconómico. La
opta por una definición ‘lean and mean’ (magra y significativa): «social
networks and the associated norms of reciprocity and trustworthiness» desconfianza, propia de sociedades inequitativas, nos
(Putnam 2007: 137). acompaña hasta nuestros barrios donde, a pesar de que

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ENCUESTA NACIONAL BICENTENARIO UNIVERSIDAD CATÓLICA - ADIMARK: «UNA MIRADA AL ALMA DE CHILE» • ENERO 2008

podemos afirmar que la mayoría pertenece a nuestro Referencias


mismo nivel socioeconómico (68% según la Encuesta
• Berkman, L.F. (1995) «The Role of Social Relations in
Bicentenario), desconfiamos. La desconfianza está inter-
Health Promotion». Psychosomatic Medicine 57: 245-54.
nalizada y esto dificulta la formación de capital social.
• Berkman, L.F. y Glass, T. (2000) «Social Integration, So-
En esta línea, pensar en políticas para nuestros barrios cial Networks, Social Support and Health». Berckman, L.F.
implica diseñarlas en el contexto de las ciudades y en y Kawachi, I. (eds.) Social Epidemiology. New York, Oxford
conjunto con acciones que apunten a mejorar los niveles University Press.
de equidad. Y debemos aspirar a la equidad no sólo a
• Costa, D. L. y Kahn, M.E. (2003) «Civic Engagement and
nivel de ingreso, sino también de las oportunidades que
Community Heterogeneity: An Economist’s Perspective».
tenemos para desarrollar nuestras prácticas cotidianas Perspectives on Politics 1: 103-11.
en nuestros barrios. Esto podría traducirse en políticas
en diversas áreas, pero voy a enunciar sólo una: la crea- • Granovetter, M.S. (1973) «The Strength of Weak Ties».
American Journal of Sociology 78: 1360-80.
ción de espacios públicos.
• Granovetter, M.S. (1974) Getting a Job: A Study of Contacts
La casi nula existencia de áreas verdes en los sectores
and Careers. Cambridge, MA, Harvard University Press.
de menores ingresos de Santiago y la abundancia no
aprovechada del sector nororiente es alarmante. Prime- • House, J.S., Landis, K.R., y Umberson, D. (1988) «Social
ro, porque significa una enorme inequidad y, segundo, Relationships and Health». Science 241: 540-5.
porque implica una falta de experiencia vital para que • Putnam, R. D. (2000) Bowling Alone: The Collapse and Re-
los habitantes aprendan a convivir entre extraños. Los vival of American Community. New York, Simon & Schus-
espacios públicos son el lugar donde los ciudadanos ex- ter.
perimentan la diversidad, que no es lo mismo que la • Putnam, R. D. (2007) «E Pluribus Unum: Diversity and
desigualdad socioeconómica. Mayor equidad no signifi- Community in the Twenty-first Century. The 2006 Johan
ca homogeneización. ¿Y por qué podría ser importante Skytte Prize Lecture». Scandinavian Political Studies, Vol.
experimentar la diversidad? El espacio público se presta 30 - Nº 2: 137-174.
para un encuentro entre extraños que se reconocen mu-
• Seeman, T.E. (1996) «Social Ties and Health: The Benefits
tuamente como poseedores de derechos en cuanto ha- of Social Integration». Annals of Epidemiology 6: 442-51.
bitantes de la ciudad. En el espacio público se aprende
a convivir con el otro que es distinto a mí. Me pregunto
si acaso la falta de experiencia en el espacio público de
los habitantes de Santiago tiene que ver, por un lado,
con nuestro incivilizado comportamiento ciudadano y
mala convivencia y, por otro, con nuestra dificultad de
interactuar y colaborar con alguien con quien no tengo
ni pretendo tener una relación personal. Los espacios
públicos –a nivel de vida urbana– no son importantes
porque en ellos hagamos grandes amigos, sino porque
ahí tenemos la oportunidad de encontrarnos y aprender
a relacionarnos con la diversidad. En este sentido, los
espacios públicos a escala interbarrial, donde confluyan
personas de distintos barrios, pueden convertirse en
una forma exitosa de paliar la alta segregación residen-
cial de Santiago.

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CIUDAD Y BARRIO • COMENTARIOS

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Encuesta Nacional Bicentenario Universidad Católica - Adimark 07
Vicerrectoría de Comunicaciones y Asuntos Públicos

Edición
Marcela Alam

Diseño
Departamento de Diseño
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