Ambrosio de Acosta
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Poder Legislativo
Corrientes
AMBROSIO DE ACOSTA
Nuestro Primer Maestro
1603
2003
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Por eso podemos decir que Patria es la tierra donde se ha nacido, sus habitantes y
tradiciones, el alma colectiva que cree en un solo ideal y que ama, como un dechado que Dios ha
puesto delante de sus ojos para que acerque a l todo su ser. Y todo esto, nos llega de nuestros
antepasados hispnicos, conquistadores y evangelizadores que afrontan el dominio, no por
destruccin sino por asimilacin. Llegamos as al punto de partida; la Patria nace en esta tierra
virgen, con sabor de hispanidad, contradiccin y costumbres semejantes, desligarla es desvirtuar la
historia. Y con la Patria tambin nace Corrientes, cuna de hombres valientes y nobles,
moldeados al influjo de la espada y al fulgor del Milagro de la Cruz.
Cultivemos la tradicin s, pero sin olvidar jams los que la forjaron, puesto que son dos
pginas de una misma historia indivisible, en ambas late una armona que subyuga y se identifica en
un mismo pueblo.
En su honor levantemos las mismas banderas en las reuniones de la ciudadana y cuando
alguien, extrao a la verdad histrica, interrogue sobre la identidad del homenaje, digmosle que el
pueblo de Mayo no pudo nacer por generacin espontnea y que es el mismo, que junto al soldado
castellano labr en las amplitudes de Amrica los cimientos de esta Patria de Libres.
Entre todas las fundaciones, Corrientes se destac desde el comienzo, quiz por el empeo de
los hombres que vislumbraron su porvenir venturoso, surgiendo all esta estirpe de varones,
formada en el crisol del arrogante corazn hispano y el ardiente alma guaran, tan magnfica
conjuncin slo poda darnos hombres que enorgullecern la Patria..
El primer contacto con el hombre civilizado lo tuvo Corrientes con la expedicin de
Sebastin Gaboto o Caboto en 1528, cuando al remontar stos el Alto Paran necesitaron proveerse
de vveres, en la regin cercana donde se producira el Milagro de la Pura y Limpia Concepcin de
Itat.
La gente de Ayolas y de Irala tambin incursionaron en el territorio de la provincia, pero sin
afincarse en ella.
Luego, en 1581, un informe de Fray de Ribadeneyra, seala la conveniencia de poblar una
ciudad en el sitio que llaman de las Siete Corrientes, motivando una serie de exploraciones de
reconocimiento, realizadas en precarias embarcaciones o a caballo, hasta que el da 3 de abril de
1588, funda, asienta y puebla la ciudad de Vera el Adelantado Don Juan Torres de Vera y Aragn,
casado con la mestiza, hidalga reconocida por Real Cdula del 4 de julio de 1570, Doa Juana de
Zrate, con ascendencia de probada nobleza, cuyas constancias fueron expedidas por el Cronista
Rey de Armas Flix de Rjula.
La expedicin fundadora sali de Asuncin, conduciendo alrededor de 200 hombres y 48
mujeres, en penoso viaje terrestre y fluvial por terrenos desconocidos, acechados por las fieras y
hostigados por los indgenas, transportando todos los elementos para establecerse en forma
definitiva en el nuevo asiento y arreando ganado para su subsistencia y reproduccin, con lo que
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prcticamente nacen nuestras costumbres gauchas, del contacto ntimo del hombre con la naturaleza
y la ganadera.
El nombre de estos esforzados pioneros que cristalizaron la hazaa y constituyeron los
troncos de las familias que heredaron sus virtudes, se conservan en las Actas Capitulares y en el
Repartimiento de las primeras encomiendas, hecho el 2 de octubre del mismo ao. All constan sus
apellidos para eterna gratitud de la Patria que nos dieron, por San Juan de Vera de las Siete
Corrientes y por el linaje con que nos honraron. La nmina de las esforzadas damas que les
acompaaron, que merecieron el trato de doa, figura en la Crnica de Mantilla y ha sido
completada en estudio reciente sobre la fundacin 1.
Memoremos a los conquistadores y primeros pobladores, que tuvieron la dicha de vivir el
Milagro de la Cruz, que ha dejado tan hondas huellas, en el espritu correntino, lo que se
manifiesta en su herldica, pues el de Corrientes es el nico escudo de Amrica toda, que ostenta
con orgullo y devocin cristiana el signo divino de la Cruz.
Esa lista de conquistadores, tan preciada en el historial correntino, est encabezada por
Ambrosio de Acosta.
Debemos recordar tambin al que hizo posible esta empresa y que obligara a expresar que
ningn guerrero de la conquista se asemeja ms al hroe de la independencia americana, como
Hernandarias, a quien por incontrastables virtudes le quepan tambin las hermosas palabras que
Rojas rindiera al guila de Maipo ms hermosa que su hazaa, era su conciencia. Su espada
de santo reflejaba al desnudarse la luz de la justicia.
A diferencia de aquellos que conquistaban para subyugar o luchaban para robar, Hernandarias
conquist para fundar y luch para civilizar.
La cultura se mide en relacin con la capacidad del hombre para juzgar, para comprender y
sentir la belleza, para que sirva de vnculo de expresin de su propio espritu, juego de realidades
espirituales, al que poco poda aportar una educacin que se orienta hacia finalidades puramente
materialistas.
Cuando nos acercamos a la intimidad de la sociedad colonial, percibimos de ella una ms
slida base cultural que en la actual.
Bien ha dicho Donoso Corts que cuando el hombre era conducido por la fe, se
humillaba ante el poeta, dueo de su corazn porque pulsaba la lira.
Misiones, colegios, universidades, todo fue uno y lo mismo y no poda ser sino como fue, ha
dicho un historiador. Slo un desconocimiento absoluto de la historia y un olvido de la
trascendencia real de la conquista espiritual del continente puede haber hecho disponer lo contrario
y la eficacia de esa enseanza slo puede desdearse echando al olvido el hecho real de la
impresin que causa leer escritos de hombres cultos de la poca, por la riqueza del estilo que hacen
gala, la claridad de exposicin, la lgica de los argumentos, todo eso que constituyen los valores
bsicos de la enseanza humanstica y de los que hoy pueden hacer gala no pocos estudiantes y
universitarios.
Amrica debe entender que lo que no es tradicin slo es engao. Y sin el sentimiento
comn de enlace de los que fueron y los que son, no hay Patria. Sin unidad de conciencia y de
corazones tampoco la hay y que nos hermanan aquellas simples cosas, como los sepulcros, sus
piedras y sus canciones, que aparecen de la conjuncin magnfica de esa variedad del pasado se
pierde, pasa pero no se olvida, dejando un sedimento prolfico. Slo aquellos pueblos que no saben
mantenerlo pierden su condicin de tal y pueden as ser pastos ciertos de corrientes ambiguas que
slo persiguen finalidades materialistas.
Ha dicho Vzquez de Mella que lo que distingue al hombre del animal es su tradicin, por
eso podemos asegurar con su autor que romper el pasado del presente equivale a apartarse del
magno futuro que nos espera (Berdiaeff).
De esta conciencia, de este sentir, fue aquel, que al decir de un historiador, fue el primer hijo
de la Patria: HERNANDARIAS, que sinti el clamor del espritu y la necesidad de su alimento: la
1
Cfr. Manuel Florencio Mantilla: Crnica Histrica de la Provincia de Corrientes Tomo I Buenos Aires
1928 y Federico Palma: Don Juan Torres de Vera y Aragn En Revista de la Junta de Historia de
Corrientes N 2 1967.
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EDUCACIN. Gobernante progresista y gran visionario, comprendi que la conquista slo se
afianzara con la cultura, le cabe a l la gloria de haber hecho los primeros ensayos de educacin
pblica en aquellos tiempos, se propuso fundar una escuela de primeras letras que diera a los nios
los rudimentos de la lectura, escritura y las cuatro reglas fundamentales de la aritmtica. Y como es
de suponer, en una ciudad recin fundada no poda haber muchos pobladores con suficiente cultura
como para practicar la enseanza.
Afincada la ciudad fue la primera preocupacin la de proveerla de escuela, para lo cual se
consult a todo el vecindario para su aprobacin, a la que estuvieron complacidos puesto que
evitaran la ignorancia y vagabundez de sus hijos, comprometindose a pagar el estipendio mensual
a su maestro.
Estaba resuelto el primer paso, quedaba ahora el ms difcil, y era conseguir el maestro, ya
que no poda tenerse en cuenta aquella disposicin existente de nombrar a los sacristanes, ya que
generalmente eran hombres rsticos y desprovistos de las condiciones necesarias para la conduccin
de la niez. Era necesario buscar entre la poblacin quin pudiera reunir todas las condiciones
necesarias como ser tambin poseedor de las ms altas virtudes. Se pens en aquel vecino
feudatario, que gozaba de tales conceptos entre la poblacin y que era don AMBROSIO DE
ACOSTA, conocido por su hombra de bien, su moralidad y ms que nada por su preparacin
intelectual.
Se le hizo conocer tal deseo, pero declin el ofrecimiento en un primer momento, pero ante la
insistencia del justicia mayor y los cabildantes que invocaron el servicio que hara a la Corona y a
Dios, se rindi y someti a las exigencias del Cabildo. Pese a no ser maestro en el exacto sentido de
la palabra, era no obstante persona apta para tal profesin, pues no slo gozaba de cultura sino
tambin de una slida posicin pecuniaria, ya que posea encomiendas, chacras y faenas ganaderas,
que le respaldaran, como as un profundo cario hacia los nios, ofrecindose casi gratuitamente.
Resuelto estaba el segundo y ms grave de los problemas. Se llev al Ayuntamiento tal proyecto,
solicitando su sancin favorable, dado los intereses del vecindario.
Componan all en el ao 1603 el Ayuntamiento: Alonso de Vera y Aragn, alcalde primer
voto, Pedro Lpez de Enciso, alcalde de segundo voto, Diego Martnez de la Orta, Juan Alonso de
Cosar, Francisco Ortiz de Leguizamn, Juan Bernal, Hernando de la Cueva, Gaspar Gmez y Juan
Gmez de Torquemada, procurador de la ciudad y mayordomo general.
El 10 de marzo de 1603, sancionan por unanimidad la realizacin de tan magna iniciativa y
trascendental conquista en la vida social de la ciudad.
En la ciudad de Vera a Diez das del mes de marzo de mil seiscientos y tres aos, se
ayuntaron en su cabildo como lo tiene de uso y costumbre, a saber, el capitn Diego
Martnez de Irala, justicia mayor de esta ciudad, y Pedro Lpez de Enciso, Diego
Martnez de la Orta, alcaldes ordinarios y de la Hermandad por su majestad, Juan
Alonso de Cosar, Francisco Ortiz de Leguizamn, Hernando de la Cueva, Gaspar
Bernal a tratar y comunicar cosas convenientes al servicio de Dios y su Majestad, bien
y aumento de la Repblica y entre otras acordaron nombrar maese de escuela, para
que ensee a los nios a leer y a escribir... y conforme nombraron a Ambrosio de
Acosta, vecino de esta ciudad, para que ensee a los nios; y que al dicho Ambrosio de
Acosta le diesen un peso plata por cada nio que ensee, o su valor en moneda
corriente de la tierra, y visto por los propios cabildantes, el dicho Ambrosio de Acosta
se obliga a cumplir sus deberes por un ao.
Y de as lo acordaron y recibieron al dicho Ambrosio de Acosta por maese de escuela,
y el dicho Ambrosio de Acosta acept el nombramiento y lo firmaron: Diego Martnez
de Irala Pedro Lpez de Enciso Diego Martnez de la Orta Juan Bernal
Hernando de la Cueva Ante m Alonso Snchez, Escribano Pblico y de Cabildo2.
2
Academia Nacional de la Historia Actas Capitulares de Corrientes 1588 1646. Buenos Aires. 1941.
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Luego que hubieron de completar todos los requisitos, se procedi a la apertura de la escuela
en forma solemne, en el sitio designado con anterioridad, y que era el de los llamados andenes de la
Iglesia Matriz. A cuya apertura asisti Fray Baltasar Godines, Comendador de la Orden de los
Mercedarios, cura y vicario de la ciudad.
Existe tambin documentacin sobre el lugar elegido para su fundacin, al ser designado en
1640 para desempear el cargo de Maese de Escuela Don Pedro de Medina, y cuyo documento dice
as:
Ibdem.
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Estuvo presente en aquel histrico momento del 11 de junio de 1580 como testigo presencial.
Por eso cuando Juan de Garay realiza la reparticin de tierra a los pobladores, figura el nombre de
Ambrosio de Acosta entre sus favorecidos. En uno de los solares aparece su honroso nombre. Cada
manzana estaba constituida por 140 varas de medir de Castilla, como se lo designaba en esa poca.
Aos despus Ambrosio de Acosta abandonaba la ciudad de Buenos Aires, posiblemente a
influjo de aquella alma valerosa y aventurera que signaba los hombres de su tiempo, dirigindose
hacia el norte, para aparecer en los documentos consignados como el presente al ser nombrado
Adelantado Juan Torres de Vera y Aragn. Y cuando se decidi la fundacin en ese paraje llamado
de las SIETE CORRIENTES, tambin estaba alistado y presente.
Tambin Ambrosio de Acosta certifica con su presencia la fundacin de Corrientes. Lo que
nos habla de su valor, de su espritu amplio y de su desinters material, ya que por lo expuesto
anteriormente era poseedor de abundantes tierras.
Pero llamado por la fuerza de esas tierras abandona esos impulsos juveniles, de esa vida
nmada y fija finalmente su residencia en Corrientes hasta el final de sus das.
Cuando el Tup Alonso de Vera y Aragn hace la reparticin de las tierras y encomiendas
como era costumbre hacer, al afincar las fundaciones, le asignan el 3 de octubre de 1588 la
encomienda Enemis con los caciques e indios que tuviera y por dos vidas. Se le otorgaron 500
varas de medir de Castilla de frente por dos leguas de fondo teniendo por colindantes a Don
Francisco Ortiz de Leguizamn y a Diego de Sosa, reparticin que consta en autos de fecha 18 de
septiembre de 15914.
Esta parcela, explotada convenientemente, permiti a Acosta asegurar su subsistencia, con las
limitaciones que las modalidades de la poca imponan. Poco a poco fue amplindola hasta
convertirla en una estancia importante. Le favoreci su notable laboriosidad y la ubicacin del
inmueble, limitado por el ro actualmente llamado San Lorenzo y un caudaloso arroyo hasta
entonces innominado. A partir de su llegada este ltimo comenz a llamarse arroyo de Ambrosio y
el rincn formado por ste y el ro San Lorenzo pas a denominarse Rincn de Ambrosio, nombres
que a travs de cuatro siglos subsisten en la toponimia correntina.
Tambin Hernando Arias de Saavedra le adjudic tierras, como consta en documento del 20
de julio de 1598, dndonos la muestra de tan singular figura, de lucida y destacada actuacin no
slo guerrera sino tambin civil.
A los tres aos de fundada Corrientes ejerce el cargo de Escribano Pblico y de Cabildo, por
su formacin y cultura. Continuando en dichos cargos en los aos 1596 y 1597. Fue tambin
Teniente de Gobernador en su Jurisdiccin.
Toda su actuacin parece contestar la pregunta de por qu se design un laico, en la misin de
instruir, cuando pareca funcin privativa de los sacerdotes. Sealndolo as, como el precursor de
los maestros criollos y laicos.
Quiero destacar que se habla de un maestro en Santa Fe en el ao 1577, Pedro de Vega;
pero del cual se carece de documentacin que lo acredite como criollo, aunque pudiera hacerlo creer
por el hecho de no encontrarse registrado en el Catlogo de Pasajeros a Indias, que han sido
extrados de las famosas Contrataciones que se realizaban en la Madre Patria a los candidatos a
integrar las tripulaciones de las Armadas que partan a Amrica y que se hallan en los legajos del
Archivo General de Indias, en Sevilla.
Tambin hay una referencia a un maestro, Diego Rodrguez, que desempeaba tal misin
en la ciudad de Buenos Aires en 1591 pero del cual no cabe duda su origen portugus, por lo cual
nos queda la certeza que, al nombrar a Ambrosio de Acosta como el precursor de los maestros
criollos no perteneciente al clero, no equivocamos trminos, aunque muchos historiadores lo
mencionan con este nombre a Francisco de Victoria que ejerce la funcin en Buenos Aires a partir
de 1606. Digamos sin lugar a dudas que Ambrosio de Acosta resulta el maestro precursor en la
falange gloriosa del magisterio de Corrientes y de toda nuestra Patria.
Cules haban sido las causas que motivaron su eleccin? Se deben quiz a la posesin de
sus extraordinarios dones y su seleccionada cultura que lo ponan a la vanguardia de los hombres de
4
Telgrafo Mercantil, Rural, Poltico Econmico e Historiogrfico del Ro de la Plata. Buenos Aires, 25 de
agosto de 1802. Reimpresin facsimilar de la Junta de Historia y Numismtica Americana. Tomo I. Buenos
Aires 1915.
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su tiempo, demostrndonos que la instruccin en esos lejanos aos llegaba a su ms alto grado, slo
impedida muchas veces por el medio fsico adverso y esa realidad econmica latente a travs de
toda nuestra historia como factor desintegrante y disgregacionista, que impidieron llevar a cabo
muchsimas veces las ms caras ambiciones de los hombres que la propugnaron y a la que rindieron
sus vidas y sus bienes. Como consta en la actuacin de Ambrosio de Acosta.
Pero pese a toda es adversidad se levantan testimonios imposibles de desconocer, como el
documentado, quedando para gloria de Corrientes el imponderable ttulo de PRECURSORA DE
LOS MAESTROS ARGENTINOS, destacando este acto singular, puesto que antes y despus,
es misin de las rdenes religiosas tal funcin hasta muy entrados los aos.
Es una lstima apreciar que se carece de noticias en los Archivos sobre la actuacin de
maese de escuela por falta de las Actas Capitulares de ese entonces, pero es posible suponer que
ejerciera varios aos y presumiblemente hasta la designacin del otro Maese de Escuela, don Pedro
de Medina en 1640 y que falleciera septuagenario ya, rodeado de la estima y la admiracin de todo
el vecindario por el reconocimiento de las primeras generaciones de escolares de la ciudad de San
Juan de Vera de las Siete Corrientes.
As tenemos presentado el panorama de esta provincia que supo del sabor de la gloria y de la
amargura de la postergacin de los tiempos posteriores, quiz como castigo al atrevimiento de sus
conquistas, porque lamentablemente Corrientes como todas las dems antiguas ciudades de la
Provincia del Ro de la Plata, que haban constituido su sociedad con representantes de probado
linaje, limpios de toda mala raza, donde prevaleca la sangre ibrica y la india como en ninguna otra
ciudad, no supieron conservar la autenticidad de su origen y la aristocracia que le donaran los
conquistadores.
Estos son los orgenes de esta sociedad, de este pueblo, que est llamado a destinos
superiores. Demos a luz este pasado pleno de glorias que dio al pueblo correntino su tan afamado
nombre de guapo.
Y esto fue, porque el sentimiento no surge de la noche a la maana, sino como sazonado fruto
de dolor, que al decir del prestigioso historiador correntino Hernn Flix Gmez el sufrir da
fortaleza, y en los rudos castigos de un pasado se hacen fuertes las sociedades y se forja el alma
inmortal de las naciones.
Slo aqu, en este pueblo, se juntan la Santa Cruz, las empuaduras de las viejas espadas, la
cultura de sus hombres y el inmortal sable corvo del Libertador. Rara coincidencia, tal vez nica en
los fastos de los pueblos de la conquista, que nacieron al pregn pacfico del misionero, del brazo
armado del guerrero, de la sabidura de sus hombres, y, que, en Corrientes, unen sus smbolos e
insinan su destino irrenunciable, pues habra de ser vctima propicia y redentora en las ms puras
cruzadas del ideal humano.