Este documento analiza las creencias y supersticiones en el mundo clásico y medieval, centrándose en la creencia en los oráculos durante el siglo II d.C. En ese período histórico, los griegos se sentían aislados dentro del Imperio Romano y estaban espiritualmente perdidos, lo que los hacía propensos a creer en todo tipo de concepciones, incluidas las supersticiones. Entre las corrientes filosóficas de la época, el platonismo y estoicismo eran indulgentes con la superstición, m
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Este documento analiza las creencias y supersticiones en el mundo clásico y medieval, centrándose en la creencia en los oráculos durante el siglo II d.C. En ese período histórico, los griegos se sentían aislados dentro del Imperio Romano y estaban espiritualmente perdidos, lo que los hacía propensos a creer en todo tipo de concepciones, incluidas las supersticiones. Entre las corrientes filosóficas de la época, el platonismo y estoicismo eran indulgentes con la superstición, m
Este documento analiza las creencias y supersticiones en el mundo clásico y medieval, centrándose en la creencia en los oráculos durante el siglo II d.C. En ese período histórico, los griegos se sentían aislados dentro del Imperio Romano y estaban espiritualmente perdidos, lo que los hacía propensos a creer en todo tipo de concepciones, incluidas las supersticiones. Entre las corrientes filosóficas de la época, el platonismo y estoicismo eran indulgentes con la superstición, m
Este documento analiza las creencias y supersticiones en el mundo clásico y medieval, centrándose en la creencia en los oráculos durante el siglo II d.C. En ese período histórico, los griegos se sentían aislados dentro del Imperio Romano y estaban espiritualmente perdidos, lo que los hacía propensos a creer en todo tipo de concepciones, incluidas las supersticiones. Entre las corrientes filosóficas de la época, el platonismo y estoicismo eran indulgentes con la superstición, m
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CREENCIAS Y SUPERSTICIONES
EN EL MUNDO CLSICO Y MEDIEVAL
XIV JORNADAS DE ESTUDIOS CLSICOS DE CASTILLA Y LEN Manuel-Antonio Marcos Casquero Coordinador Universidad deValladolid 8000231163 7 Universidad de Len Secretariado de Publicaciones 2000 Luciano y la creencia en los orculos LUCIANO Y LA CREENCIA EN LOS ORCULOS Carmen BARRI GN Universidad de Valladolid Sin duda, el autor ms original e importante de! llamado movimiento sofstico que floreci a finales del siglo I d.C. fue Luciano de Samsata 1 . La vida de Luciano transcurre prcticamente a lo largo de todo el siglo II d.C., puesto que nace hacia el ao 125 y muere en torno al ao 192, ya que sobrevivi al emperador Cmodo (180-192 d.C.). Para entender la vida y la obra de nuestro autor conviene trazar las lneas maestras de este perodo histrico que presenta aspectos muy interesantes y tambin opuestos. El siglo II est determinado por la dinasta de los Antoninos 2 , que representa para Roma y su Imperio, un dilatado perodo de buena administracin y paz en el terreno poltico, de esplendor en el mbito cultural 3 y de cierta prosperidad econmica, sobre todo, para las ciudades griegas de Asia Menor 4 . Desde el punto de vista espiritual, todos los investigadores han sido unnimes al caracterizar a toda la poca imperial y al siglo II en particular: este perodo presenta rasgos de una sociedad cansada y sumergida en una profunda crisis de valores. Efectiva- mente, frente al antiguo ciudadano de la polis, el griego de poca imperial se encuentra perdido y aislado dentro del conj unt o de territorios aglutinados por el Imperio Romano, y * Este trabajo se enmarca dentro del Proyecto de Investigacin PB97-0403 subvencionado por la DGICYT con el ttulo Adivinacin, magia y religin en la Grecia Helenstica e Imperial 1 Ciudad de la regin semtica de la Comagene que haba entrado en la rbita del Imperio romano a partir del ao 65 a.C. Siria lleg a ser uno de los centros ms importantes del Imperio. Ciudades como Antioqua, Palmira o Petra son buena muestra de ello. Aport tambin al mbito literario relevantes figuras adems de la de Luciano, como por ejemplo, Alcifrn, Jmblico, Juan Crisstomo, Mximo de Tiro, Porfirio, etc. 2 Nerva (96-98) y Trajano (98-117) haban superado la crisis que sigui a la muerte de Do- miciano (81-96), preocupndose por mantener la paz, el orden pblico y la buena administracin. Cuando Luciano nace es emperador Adriano (117-138), continuador de la poltica iniciada por Trajano. Antonino Po (138-161) centrar su atencin en el bienestar de las provincias y adoptar una postura tolerante con la doctrina cristiana. Marco Aurelio (161-180) a pesar de tener que hacer frente a dos guerras, se esforz por continuar la buena poltica de sus antecesores. Sin embargo, con su hijo Cmodo (180-192) lleg el declive, ya que entregado a todo tipo de placeres y de vicios se despreocup por los problemas polticos. Esto condujo a una profunda anarqua a la que intentar ponerle freno la dinasta de los Severos. Cf. S. Follet, "Lucien et l'Athnes des Antonins", 1994, 131-139. El panorama histrico general aparece muy bien descrito por J. Alsina en su introduccin a la traduccin de las obras de Luciano, tomo I de Gredos, Madrid 1981, 7-11. 3 Cf Perry (1955), Groningen (1965). Bowersock (1969), Bowie (1970), Reardon (1971), Giner (1981), Jones (1986), 6-32 y 149-159. 4 Las fuentes clsicas nos ofrecen un vasto panorama del estado en que se encontraban Gre- cia y sus colonias orientales. Cf Plutarco (de defectu orac. 414,ss), Pausanias, Estrabn (IX 403), Din Crisstomo (Euboico VII 34). Din de Prusa (XXX 14), etc. La bibliografa tambin es muy abundante, pero en este sentido nos aportan interesantes datos Boulanger (1923), J. Trencsnyi- Waldapfel, "Lucan. Orient and Occident in the Second Century", OA, 1945, 130-135; D. Magie, Romn rule in Asia Minor, Princeton 1950; R. Klein, Die Romrede des Aelius Aristides. Einfbrung, Darmstadt 1981. 23 Carmen Barrign en opinin de M. Perry 5 al perder su identidad como polites se vuelve "un vagabundo espiritual" que camina a la bsqueda de cosas nuevas. Ello hace que se muestre proclive a todo tipo de concepciones y exteriorice un deseo desmesurado por lo inaudito, lo prodigioso y lo extico. J. Alsina 6 matiza ms y aprecia en este perodo una cierta "esquizofrenia religiosa". No carece de fundament o dicha opinin, ya que por una parte se observa, sobre todo en las masas populares, una exacerbacin del sentimiento religioso, que alcanza cotas tales que llega a la supersticin, y por la otra, existe entre los intelectuales -y Luciano sera un caso tpico-, un racionalismo a ultranza que conduce al atesmo y al ms completo agnosticismo. As pues, en uno de los extremos de esta dicotoma del sentimiento religioso tenemos un fenmeno muy importante en esta poca: la supersticin, que no es un fenmeno especfico de una determinada etapa temporal, pero que en el perodo que nos ocupa, esta supersticin se basa en unos principios que podramos calificar de cientficos. En el otro extremo de la cadena, adems del raciona- lismo al que hemos aludido hay que situar una diversidad de corrientes filosficas. Veamos brevemente los postulados de cada una de estas escuelas filosficas en relacin con las creencias religiosas. Las escuelas filosficas platnica y estoica elaboran, en el siglo II, las bases de una concepcin de Dios como un ser inefable, no alcanzable por las vas de la razn, sino del misticismo. El platonismo va a creer en una divinidad vigilante que gua a los hombres, pero sucumbe al atractivo de lo maravilloso y misterioso y esto le hace ser indulgente con la supersticin 7 . El estoicismo cree en el poder de una divinidad que se acerca al hombre y da a conocer su voluntad mediante orculos, y no niega a sus adeptos la inclinacin a lo maravilloso y el asentimiento crdulo a prcticas supersticiosas 8 . El epicureismo conocer un importante renacimiento difundiendo sus crticas despectivas contra los orculos, las supersticiones y las creencias de todo tipo. Va a combatir con acritud lo que estima falsas creencias, y su postura antirreligiosa consigue, en muchos casos, la repulsa popular y la animadversin de las autoridades 9 . El neopitago- rismo, que haba conocido una esplndida resurreccin en la poca anterior, conocer ahora otro momento de brillantez y saldrn a la luz curiosos personajes como Apolonio de Tiana, cuya vida escribir Filstrato y de quien ser discpulo el famoso Alejandro, el 5 (1955), 295-298. 6 Introduccin a su traduccin de Luciano, Obras, Barcelona 1962, XXIII e Introduccin a la traduccin de A. Espinosa Alarcn de Luciano, Obras, I, (Edit. Credos), Madrid 1981, 7-19. Cf. R. Renn, Marc-Aurle et la fin du monde antique, Paris 1882, 467; F. Cumont (1929 4 ); A. Tovar, "Notas sobre el siglo II", En el primer giro, Madrid 1941; . P. Nilsson, Geschichie der griechische Religin, II, Mnchen 1950, 295-300; A. J. Festugire, Personal Religin among lhe Greeks, Berkeley 1954, 53-59; J. Beaujeu, La religin romaine a l'apoge de l'empire, Paris 1955. 7 Es lo que se ha llamado Platonismo Medio con figuras tan relevantes como Albino, M- ximo de Tiro o Numenio. Cf. J. Puiggali, tude sur les dialexis de Maximus de Tyr, Lille 1983; M. B. Trapp. Maximus ofTyr. The Philosophical Orations, Oxford 1997. 8 Cf. A. Cresson, Marc-Aurle: sa vie son oeuvre, Paris 1962; A. R. Birley, Marcus Aure- lius, London 1966; G. Puente Ojea, Ideologa e historia: el fenmeno estoico en la sociedad antigua, Madrid 1979; A. A. Long, La filosofa helenstica: estoicos, epicreos, escpticos, trad. esp., Madrid 1987; J. M. Rist, La filosofa de los estoicos, trad. esp., Barcelona 1995. 9 Cf. E. Bignone, L 'Aristotele perduto e la formazione filosfica di Epicuro, 2 vols., Firen- ze 1973 2 ; G. Rodis-Lewis, picure et son cole, Paris 1975; M. Gigante, Scetticismo e Epicureis- mo, Napoli 1981; A. J. Festugire, picure et ses dieux, Paris 1985 3 . 24 Luciano y la creencia en los orculos "falso profeta", que desatar las iras de Luciano por sus pretendidos milagros 10 . Al lado de este renacer de la filosofa, el siglo II conocer el momento culminante de las corrientes gnsticas" y, en su recta final, un inusitado auge del escepticismo, bien representado por Sexto Emprico. La corriente escptica ser la comprensible reaccin contra ese excesivo pietismo y tendr su mximo exponente en Luciano, sobre todo en el Hermotimus, cuya doctrina se puede sintetizar diciendo que la vida humana es demasiado breve para llegar a conocer todos sus sistemas, imponindose la mxima "s sensato y aprende a dudar' " 2 . Finalmente, dentro del aspecto religioso no podemos olvidar que el siglo II es un moment o de afianzamiento del cristianismo, que representa un elemento nuevo dentro del panorama espiritual de la poca 13 . Vemos cmo la religiosidad del siglo II impresiona por su multiplicidad, su rique- za de matices y su profundi dad. Este ambiente trae consigo, pues, un amplio florecimiento del misticismo, de la teosofa y de la magia, que ahora tiene tanta fuerza como la fe religiosa; un renacimiento de las distintas escuelas filosficas, una culminacin de las creencias astrolgicas y un desarrollo significativo de la oniromancia como modelo de adivinacin de mayor arraigo popular. En el pueblo se mezclan y conviven todas las religiones, las devociones arcaicas, la adoracin a los dioses olmpicos e infinitos y variados cultos locales. Una de las devociones que cuentan con mayor nmero de adeptos es la manifesta- da a los dioses sanadores y salvadores, que revelan sus prescripciones y muestran su proteccin hacindose visibles, dando a conocer su voluntad con mensajes hablados o apareciendo en sueos a sus adeptos, para manifestar sus consejos y revelar su voluntad, claramente o por medio de smbolos que necesitan ulterior aclaracin, lograda en caso extremo por medio de intrpretes profesionales. En ningn momento de la antigedad ha decado la creencia en las manifestaciones divinas contenidas en los orculos y los sueos 14 . La adivinacin proftica es, pues, uno de los rasgos ms sobresalientes del sentimiento religioso en el siglo II, porque no ha disminuido, en absoluto, el ferviente deseo humano de conocer con antelacin el futuro, y esta pasin por los orculos es, en 10 Cf. A. Bernab, Introduccin a su traduccin de Filstrato, Vida de Apolonio de Tiana. (Gredos), Madrid 1979, 7-57. 11 Cf. . H. Schmitt, Die Gnosis, 2 vols., Leipzig 1903 (reimp. Dusseldorf 1968); G. Quis- pel, "L'homme gnostique", Eranos-Jb XVI. 1948, 89-90; A. D. Nock, -'Gnosticism", HThR 57, 1964. 255-279 (= Essays on Religin and the Ancient World, II, Oxford 1972, 940-959); U. Bianchi (ed.). Le origini dello Gnosticismo, Leiden 1967; R. M. Grant. Gnosticism, London 1961; J. Alsina, "La religin y la filosofa en la poca romana", B1EH VII 1, 1973, 11-20; W. Foerster, Gnosis, Oxford 1974. 12 Hermotimus ( "Hermtimo o sobre las sectas") es un dilogo en el que Luciano bajo el personaje de Licino y teniendo a Hermtimo como interlocutor ataca y rebate los argumentos de todas las escuelas filosficas, lo mismo que hace en Vitarum Auctio ("Subasta de Vidas") y Piscator ("El pescador"). n Cf. P. De Labriolle, La raction paenne: Elude sur la polmique antichrtienne du Ier au Vle sicle, Pars 1948; H. D. Betz, "Lukian von Samosata und das Christentum", Novum Testamentum 3, 1959, 226-237; W. Jaeger, Early Christianity and Greek Paideia, Cambridge 1962; E. R. Dodds (1965); R. Joly, Christianisme et Philosophie, Bruxelles 1973. 14 Cf M. A. Vinagre Lobo, La literatura onirocrtica griega anterior a Artemidoro Dal- diano, 2 vols., Tesis doctoral, Universidad de Sevilla 1992; M. C. Barrign, Introduccin a la traduccin de Artemidoro de Daldis, El libro de la interpretacin de los sueos, AKAL, Madrid 1999, 13-62, donde se aporta una exhaustiva bibliografa sobre los sueos. 25 Carmen Barrign suma, la traduccin, en actos, de la fe en la Provindencia 15 . Despus de una momentnea decadencia de los centros oraculares griegos y en concreto del orculo dlfico, asistimos a una verdadera fiebre adivinatoria y proftica. Los santuarios oraculares como Delfos, Claros, Ddima, Lebadea, Dodona, Ammn, Malo, importante centro incubatorio, etc., conocen en este perodo una renovada popularidad y siguen funcionando a gran escala, manteniendo el xito y esplendor de pocas pasadas 16 . En la poca de Luciano funcionan dos tipos de orculos: los "orculos de consul- ta" y las "colecciones de orculos" que circulaban en el siglo II d.C., como los Orculos Sibilinos, coleccin nacida en el seno de la comunidad j ud a egipcia en el siglo II a.C., y los orculos de Bacis, que Luciano en De Morte Peregrini va a cont raponer". Respecto a los primeros, los orculos de esta poca fueron fundamentalmente "curadores". Las cuestiones de salud fueron, como en etapas anteriores, uno de los motivos de consulta habituales, mucho ms frecuentes sin duda de lo que la relativa escasez de nuestra documentacin podra suponer. Estas consultas se hacan a ttulo particular o mediante delegaciones oficiales cuando se trataba de la salud pblica, por ejemplo, en perodos de epidemias. Por ello la actividad oracular de Asclepio, Serapis e Isis es frentica. Los temas sobre los que se consultaba frecuentemente tenan que ver con la peste, catstrofes naturales, como sequas o terremotos, incursiones de bandidos, etc. La clientela de los centros oraculares era muy diversa, la masa popular era asidua, pero tambin los 15 Cf. Caster (1937), 225-227. 16 Plutarco ha dedicado a este problema uno de sus dilogos pticos, el De defectu oraculo- rum analizado por A. Rescigno, Plutarco. L'ecclissi degli oracoli, Napoli 1995, quien, adems, ofrece un examen detallado de las investigaciones ms recientes sobre este tema; cf. S. Levin, "The Od Greek Oracles in Decline", ANRWW, 18.2, 1989, 1599-1649. Sobre el centro oracular apolneo dlfico existen importantes contribuciones entre las que hay que destacar, P. Amandry (1950); J. Defradas, Les thmes de la propagande delphique, Paris 1954 (1972 2 ); M. Delcourt, L 'oracle de Delphes, Paris 1955 (reimp. 1981); Parke-Wormell (1956); G. Roux, Delphes, son oracle et ses dieux, Pars 1976; F. Fontenrose, The Delphic Oracle. Its Responses and Operations, with a Catalogue of Responses, Berkeley-Los Angeles-London 1978 y la recopilacin bibliogrfica recientemente elaborada por E. Surez de la Torre, "Orculos de Apolo en Grecia Antigua. Bibliografa clasificada", Ilu. Revista de ciencias de las religiones 4, 1999, 371-386, que contiene, adems, trabajos sobre la adivinacin en general y sobre centros oraculares no dlfcos. Para el culto a Asclepio en los centros de Epidauro y Prgamo cf. E. J. L. Edelstein, Asclepius. A Collection and Interpretation of the Testimonies, 2 vols., Baltimore 1944-1945 (reimpr. 1998); S. B. Aleshire. Asklepios at Athens. Epigraphic and Prosopographic Essays on the Athenian Healing Cults, Amsterdam 1991. Para los santuarios no deficos son de gran inters J. Fontenrose, Didyma. Apollo's Oracle. Cult, and Companions, Berkeley-Los Angeles-London 1988 y J. Rodrguez Somolinos (1991). 17 Vid nota 39. Cf J. Geffken, Die Oracula Sibyllina, New York 1979; L. Breglia Pulci, Oracoli Sibillini tra rituali e propaganda, Napoli 1983; J. J. Collins, "Sibylline Oracles (Second Century B.C.- Seventh Century A.D.)", en J. H. Charlesworth, Apocalyptic Literature and Testaments, vol. I, New York 1983, 317-472; E. Surez de la Torre, "Orculos Sibilinos" en A. Diez Macho (ed.), Apcrifos del Antiguo Testamento, Madrid 1982, 241-263 y "Sibylles, mantique inspire et collections oraculaires", Kernos 7, 1994, 179-205; J. J. Caerols, Los libros Sibilinos en la historiografa latina, Madrid 1989; I. Chirassi Colombo-T. Seppelli (eds.), Sibille e linguaggi oracolari, Atti del Convegno Macerata-Norcia, setiembre 1994, Macerata 1998; L. Prandi, "Considerazioni su Bacide e le raccolte oracolari greche", en M. Sordi (ed.), La profezia nel mondo antico, Milano 1993, 51-62; D. Asheri, "Erodoto e Bacide", en M. Sordi (1993), 63-76. 26 Luciano y la creencia en los orculos frecuentaban filsofos, literatos, mdicos, etc., como muy bien nos lo cuenta Elio Aristides en sus Discursos Sagrados. Tras esta breve introduccin, pasamos a analizar lo que nos transmite Luciano a travs de sus escritos en relacin con el sentimiento religioso. La obra de Luciano es amplia, variada y original 18 . Quizs estamos ante el autor ms original de todos los escritores sofistas de su tiempo. Cuando se trata de abordar las ideas de Luciano t opamos con la cuestin lucianesca y, aunque no adquiera las proporciones de la cuestin homrica o tucididea, ofrece ciertas dificultades a la hora de resolver el problema de si nuestro autor perteneci realmente a alguna corriente filosfica o si son irreales sus insinuaciones. Esto ha provocado que no haya unanimidad a la hora encasillarlo en una determinada corriente o escuela filosfica. De su obra parece desprenderse que siente simpata por los epicreos, pero en sus manifestaciones no se siente comprometido con las doctrinas de ninguna escuela. De todos modos, demuestra estar informado de las distintas posturas religiosas de la filosofa de su poca y a veces en sus escritos le gusta enfrentar a los representantes de distintas escuel as" o simplemente tener como interlocu- tor a un miembro de una de ellas para ir rebatiendo sus argumentos. Hoy es unnimemente aceptado que a travs de su extenso corpus descubrimos a un autor que nunca sinti una verdadera preocupacin por cuestiones vitales de su poca, en lo que atae a la filosofa o a la vida del espritu. Su vocacin es atacar, satirizar, poner al descubierto las debilidades de la sociedad de su tiempo 20 . Respecto a su actitud ante la sociedad del siglo II hay que decir que Luciano es un debelador de los vicios de su poca, aunque con frecuencia sita la accin de sus escenas en pocas pasadas. No duda en poner de manifiesto su incredulidad ante manifestaciones prodigiosas o fantsticas, y cuando Ecrates en el Philoseudeis, a propsito de la supersticin ( ), le pregunta a Tiquades 21 lo que opina de este tema, especifica exactamente lo que entiende l por supersticin: "me refiero -dice- a orculos, profecas o gritos de quienes estn posedos por la divinidad o que se escuchan provenientes de los santuarios o de una doncella que dej ando oir su voz en verso profetiza el futuro" 22 , y l mismo da la respuesta: "es evidente que t ampoco crees en esas cosas". Por ello encontramos en Luciano una crtica hostil contra la religiosidad viva de su tiempo, contra la creencia en la astrologa, la necia credulidad prestada a lo absurdo, la fe en la providencia y en los orculos. En todo moment o fustiga la fe en la magia, la supersticin, la bsqueda de la riqueza y la falta de coherencia moral. En lo que atae a la adivinacin hay que decir que el corpus lucianesco contiene muchas pginas de discusin sobre este tema concreto y son abundantes las alusiones 18 Para nuestro anlisis seguimos los textos de MaCleod y Bompaire que aparecen especifi- cados en la resea bibliogrfica. 19 Por ejemplo, en El aficinado a la mentira enfrenta a un estoico, un pitagrico y un peri- pattico. 20 Sin embargo, a veces nos da detalles que ilustran la vida de la ciudad griega en su poca. Por ejemplo en De morte Peregrini (14-15), cuando regresa a Pari despus de haber pasado un tiempo en Palestina, ofrece detalles sobre la donacin de la hacienda, el reparto de las rentas, la aclamacin del pueblo como consecuencia de su avidez, todo ello adornado con una interesante fraseologa: filsofo nico, nico amante de la patria, el nico imitador de Digenes y Crates. 21 Posiblemente el pseudnimo bajo el que se expresa el punto de vista de Luciano. 22 Seguimos la traduccin de J. L. Navarro, t. II de la Edit. Gredos, Madrid 1988. 27 Carmen Barrign sobre los orculos de su tiempo, con la utilizacin de un rico y extenso lxico. Trminos como: ?, , , ?, , , ?, ?, , , , , , ?, , ?, , , , , ?, etc. son algunos de los vocablos ms habituales 2 ' . Luciano caracteriza la situacin de los orculos dentro de la situacin especial del siglo II y no habla de su flexin durante los aos precedentes ni la regresin que sufri el centro oracular de Delfos. Sus discusiones tericas sobre adivinacin se encuentran, sobre todo, en el Hesiodus, Iuppiter confutatus y luppiter tragoedus, pero para ejemplificar estas 23 La bibliografa sobre el lxico de la adivinacin es muy abundante, pero cabe destacar entre las obras de carcter general que analizan el sentido de los vocablos ms usados: Bouche- Leclerq, 1879-1882 (reimp. Darmstad 1978); W. R. Halliday. Greek Divination, a Study of its Methods and Principies, Chicago 1913 (reimp. London 1967); A. D. Nock, Essays on Religin and the Ancient World, Cambridge (Mass.) 1972, II, "Religous attitudes of the Ancient Greek", 534- 550 (=Proc.Amer.Philos. Soc., 85, 1942, 472-482) R. Flacelire. Devins et oracles Crees, Paris 1961 (1972 3 ); J. P. Vernant. "Parole et signes muets", en A. Caquot-M. Leibovici, La divination, I Paris 1968, 9-25; J. Defradas, "La divination en Grce", en La divination,I Paris 1968, 157-195: G. Luck, Arcana Mundi. Magic and the Occult in the Greek and Romn Worlds, Baltimore-London 1985. 229-305; A. Motte (ed.), Oracles et mantique en Crece ancienne, Actes du colloque de Lige (mars 1989), Lige 1990 (Kernos 3); L. Couloubaritsis, "L'art divinatoire et la question de la vent"', en A. Motte (ed.), Oracles et mantique, 113-122; B. C. Dietrich. "Oracles and divine inspiration", en Motte (ed.), Oracles et mantique, 157-174; C. Milani (1993). 31-49. Sobre el trmino mantis cf. A. W. Argyle, " and ", CR 84, 1970. 139, donde concluye que los fueron intrpretes de signos dotados de placet estatal, mientras los eran intrpretes no oficiales de signos y profecas; L. Giangrande, "A Note on the Roots Ma(-n)-. Mna-, and Men-", Classical Bulletin 63, 1987-1988, 87-100; P. Roth, "The Etymology of the term mntis in Ancient Greek", en Homage to E. C. Knowton, Jr. Honolul, Univ. of Hawait 1988. 237- 245; M. Casevitz, "MANTIS: le vrai sens", REG 105, 1992, 1-18. Sobre cf. G. Redard, Recherches sur , . Etude smantique, Paris 1953, 92-93; G. J. P. O' Daly, "Clytem- nestra and the elders: dramatic technique in Aeschilus, Agamemnon 1372-1576", MH 42, 1985. 18-19; L. Papini, "Osservazioni sulla terminologa delle domande oracolari in greco", en M. Capasso et alii (eds.), Miscellanea Papyrologica in occasione de! Bicentenario dell' edizione del/a Charta Borgiana, II, Firenze 1990, 465. Sobre tambin existe una extensa bibliografa, pero desde el punto de vista del sentido son interesantes los siguientes trabajos: E. Fascher, , eine sprach- und religionsgeschichtlehre Untersuchung, Giessen 1927; K. L. Schmidt, "Le ministre et les ministres dans 1' glise du Nouveau Testament", RHPhR, 1937. 313-336; C. J. M. Bartelink, Lexicologisch-Semantische Studie over de Taal van de Apostolische Vaders. Bijarage tot de Studie van de Groeptaal der Griekse Christenen, Nijmegen 1952, 147-148; M. Mertens, "Pourquoi Isis est-elle appele ?". CE 64, 1989, 260-266; T. Haegg, "Titles and Honorific Epithets in Nubian Greek Texts", SO 65, 1990, 164-165; J. Ysebaert, Die Amtstermino- logie im Neuen Testament und der alten Kirche, Breda 1994, 29-59. Para cf. E. Schwyzer, "Deutungsversuche griechischer, bersonders homerischer Worter", Glotta 12. 1922- 1923, 9-10; B. C. Dietrich, Death, Fate and the Gods. The Development of a religious Idea in Greek Popular belief and in Homer, London 1965; A. Moreschini, "Problemi relativi alia serie di composti omerici col primo elemento -", SSL 13, 1973, 200-201; L. Lupas, "Greek lexicogra- phical Notes", StudClas 19, 1980, 85; . P. Hamp, "Notes on Greek noun Formation", MSS 43, 1984, 49-53. Junto a todos estos trabajos son imprescindibles para la etimologa de este lxico, G. Curtius, Grunzge der griechischen Etymologie, Leipzig 1879 5 ; E. Boisacq, Dictionnaire tymologique de la langue grecque, Heidelberg-Paris 1950 4 ; H. Frisk, Griechisches Etymologis- ches Wrterbuch, Heidelberg 1954-1972; P. Chantraine, Dictionnaire tymologique de la langue grecque. Histoire des mots, Paris 1968-1980. 28 Luciano y la creencia en los orculos cuestiones voy a referirme a dos obras que tienen como tema una realidad, unos personajes que Luciano conoci, un mundo de deas que le era familiar: De morte Peregrini y Alexander, en las que descubrimos en Luciano un apasionamiento vivo, una extraordinaria agresividad a la hora de j uzgar y condenar sentimientos de la religiosidad de su tiempo. En ambas el autor no se muestra como un testigo imparcial. Las dos son "cartas-panfleto" que tienen un destinatario, aunque no sabemos con certeza si hubo un comitente, segn l mismo dice un tal Celso es quien le encomienda la tarea de escribir un libro sobre la vida de Alejandro, aunque tambin puede ser un mero recurso para iniciar la obra. En la primera de estas obras, dirigida a Cronio 24 , el tema central de su stira es la muerte de Peregrino, o mej or dicho, su autoinmolacin, anunciada ya en los Juegos Olmpicos del ao 161. Seguramente esta era una cuestin sometida a debate en la poca de Luciano, lo que provocara la eleccin del tema. Tras un breve y rpido sumario donde Luciano anticipa el contenido de la obra, comienza la narracin detallada de los hechos y las principales motivaciones que conduj eron a Peregrino de Pari a semejante fin. Como oponente tendr a un cnico Tegenes de Patras, defensor de la ideologa del personaj e inmolado. Los espacios geogrficos donde se desarrolla la accin son Elide y Olimpia. Peregrino es un individuo que busca satisfaccin a unos anhelos religiosos insatisfechos. Su escasa estimacin de los bienes terrenos, el desdn por el dolor en las prcticas ascticas, su despreocupacin por los convencionalismos sociales y el desprecio a la muerte, son actitudes que llevan la marca de la corriente filosfica cnica. Pero parece que esto no colmaba su exaltacin religiosa, de modo que durante su j uvent ud se pas por algn tiempo al cristianismo. Tampoco esta doctrina le deja satisfecho y vuelve otra vez al seno de la corriente cnica y en su vejez viaja a Egipto y entra en contacto con neopitagricos y grupos religiosos indios, cuyo misticismo le atrajo poderosamente 25 . Puso fin a su vida de una forma expectacular ante un nutrido pblico, en Olimpia, en los Juegos del ao 165, introducindose en una hoguera como haba hecho Clano en Susa en presencia de Alejandro Magno y Zarmaro en Atenas despus de ser iniciado en los misterios, ante Augusto 26 . Su muerte no es extraa a los ideales cnicos, el profesor L. Gil en su artculo sobre "El cinismo y la remodelacin de los arquetipos culturales griegos" dice as: ". . . cuando por los achaques de la edad, las enfermedades o las circunstancias externas, el sabio cnico no poda continuar viviendo con las exigencias de la virtud y de la naturaleza, el suicidio vena a ser el acto supremo de libertad que culminaba una vida" 27 . El desprecio a la muerte, y aun el deseo de morir, no es extrao a los cnicos, ni tampoco a los cristianos 28 . 24 Parece tratarse de un miembro poco conocido de la escuela platnica, mencionado por otros personajes posteriores pertenecientes a la misma escuela. Cf. Bernays (1879), 3-4; Jones (1986), 20 n.77. 25 Son creencias neopitagricas, la reencarnacin y la posibilidad de convertirse al morir en demon, incluso en dios, con poderes en este mundo. 26 Sobre estas muertes cf. Str. 15.170; Plu. Alex. 69.8; Cass. Dio 54.9.10. Los estudios ms destacables sobre De morte Peregrini son: Zeller (1877), 154-188; Cumont (1887), 1-54; Hornsby (1933), 65-84; Caster (1937), 237-255; Pack (1946), 334-345; Bompaire (1958), 477-479; Schwartz (1963 2 ); Anderson (1976), 72-76; Jones (1986), 117-132. 27 RUC 1, (1981), 43-58, especialmente 53. 28 El desprecio por la muerte es admitido incluso por los ms acrrimos enemigos del cris- tianismo como Justino (Apol. II 4,1) y Tertuliano (Ad. Scap. 5). Cf. Bernays (1879), M. Croiset, 29 Carmen Barrign Luciano escribe este opsculo sobre Peregrino porque se estaba desarrollando un nuevo orculo, en el que Peregrino mut ado en demon profetizaba y sanaba enfermos. En su ciudad natal se le haba erigido una estatua que reciba culto, no mucho despus de la apoteosis que sigui a su muerte. Incluso D. R. Dudley (1937) piensa que muy bien pudo existir en Pari un templo oracular y un cuerpo de sacerdotes que llevasen a cabo una serie de ceremonias msticas. Segn Luciano, la motivacin de Peregrino era ensear a los hombres a "despreciar la muerte y ser constante en los infortunios", invocando a Heracles como modelo y gua, ya que ste es el hroe por excelencia de los cnicos 29 . Luciano en esta obra critica a los cnicos porque "vociferan trivialidades sobre la virtud e injurian a todo el mundo por igual" 30 , pero esto no es decir mucho sobre esta corriente filosfica, porque su stira va dirigida contra un cnico concreto, que se exhibe en Olimpia y presenta unas caractersticas concretas. La aversin que Luciano siente por este personaje y lo que representa la pone de manifiesto en repetidas ocasiones y queda patente en la forma que tiene de describirlo, similar a la que utilizar para Alejandro: adltero, corruptor de menores, parricida, ansioso de notoriedad y deseoso de fama, ambicioso en extremo 31 . Efectivamente, el relato de Luciano nos muestra a un personaje que siempre habl y actu en funcin de la fama y el aplauso del vulgo. Su deseo de popularidad se pone de manifiesto cuando despus de estrangular a su padre, porque no soportaba su ancianidad, huye a Palestina, en torno al 140, y entra en contacto con los cristianos. El resultado de este acercamiento trajo consigo el que Peregrino se convirtiera en gua de sus actos religiosos, en el j efe de la sinagoga, en el prophetes, el que interpretaba y explicaba los libros sagrados, y por tal motivo fue reverenciado por ellos como si se tratara de su propio dios 32 hasta el punto de asignarle el apelativo de "nuevo Scrates", dado que en esta poca se empezaba a comparar a Cristo con Scrates 33 . Todo lo que hace este personaje parece perseguir un fin, incluso cuando cambia de nombre en dos ocasiones. En las Olimpiadas del 161 adopta el nombre mtico de Proteo 34 , lo cual tiene varias connotaciones, porque sta es una divinidad marina que puede metamorfosearse en cualquier cosa, animal o elemento como agua o f uego", pero adems Proteo haba llegado a ser considerado como un dios o daimn, con lo cual esta adopcin era intencionada. Despus de su contacto con el misticismo indio vuelve a cambiar su Peregrinos Prote, un ascte pa'ien, Montpellier 1880; Cumont (1922), 202-210; Hornsby (1933), 73-77 y 81-84; Pack (1946), 334-345; Bagnani (1955), 107-112: Bompaire (1958), 478, n.2; Hall (1981), 178-181; Fox (1986), 168-260. 29 Peregr 4, 24, 25, 33, 36. 3,1 Peregr. 3. 31 Peregr. 7-10. 32 Peregr. 11-13. 33 Otros autores tambin utilizan esta expresin: Athenag. Leg. 31.2; Just. Apol. 1.5.3, 1.46.3, 2.10.4-8. Cf. H. D. Betz, "Lukian von Samosata und das Christentum", MT 3, 1959, 226- 237, sobre todo 231; K. Doring, Exemplum Socratis: Studien :ur Socratesnachwirkung in der Kynischen-stoischen Populrphilosophie der frhen Kaiserzeit und im frhen Christentum, Wiesbaden 1979, 146-147; Bompaire (1958), 479, lo cataloga como "clich trange". 34 Peregr. 1-5. 35 Cf. Od. IV 478. . M. C. Forbes Irving, Metamorphosis in Greek Myths , Oxford 1990. 30 Luciano y la creencia en los orculos nombre por el de Fnix, que tambin es elocuente, puesto que evocaba no slo la sabidura india, sino tambin la destruccin por el fuego y la regeneracin mstica 36 . Ese anhelo de conseguir la fama le conduj o a maquinar una muerte impactante que perdurara en el recuerdo de todos. Para Luciano es motivo de risa el que Peregrino mismo se construyera la pira en la que iba a morir, y le parece una mofa este tipo de muerte rpida, piensa que lo que tena que haber hecho era construir una pira con ramas verdes de higuera y dejarse asfixiar por el humo, ya que esta forma de morir tambin es propia de homicidas y sacrilegos, o bien si su deseo era imitar a los brahamanes, debera haberse colocado inmvil al lado de la pira y dejarse quemar poco a poco y luego subirse a ella para terminar de quemarse en posicin horizontal 37 . Justo antes de las Olimpiadas del ao 165, Tegenes da a conocer un orculo Sibi- lino descrito por Luciano en el que se predice su muerte y ascensin al Olimpo 38 . Para indicar la fraudulencia de ste Luciano contrapone un orculo de Bacis, un oscuro profeta ya parodiado por Aristfanes 35 . Tegenes tiene motivos para utilizar un orculo de la Sibila, ya que los orculos son tradicionalmente usados para acreditar nuevos hroes o cultos y en el perodo helenstico-imperial tambin se han utilizado como arma de propaganda poltica y religiosa. La llegada de Alejandro a Abonutico igualmente aparece vaticinada por la Sibila (Alex. 11). El orculo recordado por Tegenes presenta todos los ingredientes de una maquinacin urdida por Peregrino y su discpulo, y por lo tanto, hay 36 Peregr. 27. Este es el testimonio ms antiguo sobre la creencia de que el ave Fnix muere arrojndose al fuego y luego renace de sus cenizas. La noticia de que procede este ave de la India slo se documenta desde el siglo II d.C. Cf. Elio Aristides XLV 107,6 II. As pues, el cambio de nombre por parte de Peregrino es un deseo de pervivir en la fama despus de quemarse. 37 Peregr. 25. 38 Peregr. 29. El lenguaje empleado es oracular, pero en los versos se percibe una clara de- pendencia del lenguaje homrico. Cf. O. Bouquiaux-Simon, Les lectures homriques de Lucien. Acadmie Royale de Belgique, Classe des lettres, Bruxelles 1968, 337-351. 39 Peregr. 30. Despus de Herdoto (8, 20, 77; 9, 43), Aristfanes es el mejor testimonio de la extensin que conocen los orculos atribuidos a Bacis, y el orculo de Luciano recuerda el del comedigrafo (Eq. 197-201). La bibliografa sobre este personaje de perfil poco definido es exhaustiva, as que citar los trabajos ms significativos: N. Frret, "Observations sur les recueils de prdictions crites qui portent le nom de Muse, de Bacis et de la Sibylle", Mm. Acad. Irise. 23 1749. 187-212, C. Gttling, Commentatio de Bacide fatiloquo, Leipzig 1869, 198-295; O. Kern, "Bakis", RE II, 1896, coll. 2801-1802; H. Panitz, Mythos und Orakel bei Herodot, Greifswald 1935; R. Crahay, La littrature oraculaire chez Hrodote, Paris 1956, 338-340; L. Bernab, "Oracoli come messaggio. Erodoto testimone di una dimensione rale dei responsi oracolari", BIFG 4, 1977-1978, 157-174; J. C. Carrire, "Oracles et prodiges de Salamine: Hrodote et Athnes", DHA, 1988, 219-275; H. W. Parke, Sibyls and Sibylline Prophecy in Classical Antiquity, London-New York 1988, 180-187; D. S. Potter, Prophecy and History in the Crisis of the Romn Empire. A Historical Commentary on the Thirteenth Sibylline Oracle, Oxford 1990, 108-116, 284; D. Asheri, "Erodoto e Bacide. Considerazioni sulla fede di Erodoto negli oracoli (Hdt. VIII 77)", en M. Sordi (ed.), La profezia nel mondo antico, Milano 1993, 63-74; L. Prandi, "Considerzazioni su Bacide e le raccolte oracolari greche", en M. Sordi (ed.), La profezia nel mondo antico, Milano 1993, 51-62; E. Surez de la Torre, "Observaciones sobre la presencia de la mntica en la comedia griega", en J. A. Lpez Frez, La comedia griega y su influencia en la literatura espaola, Madrid 1998, 177-201. Este ltimo autor concluye que Bacis y la Sibila vienen a ser en Aristfanes equivalentes; sin embargo, esta indefinicin de lmites entre ambos en Luciano desaparece al contraponerlos. 31 Carmen Barrign que considerarlo falso 40 . En l la Sibila exhorta a honrar a Peregrino como al "hroe noctivago excelso, que comparte el trono con Hefesto y el soberano Heracles" ( / ). La asociacin con Hefesto y Heracles est j ust i fi cada por su relacin con el fuego, su muerte y ascensin, pero la expresin vuktlttXov .... sugiere una idea ms elaborada que guarda conexin con otros procederes de Peregrino y un simbolismo asociado al mundo subterrneo. Luciano ya haba contado con anterioridad que Peregrino recitaba viejos orculos segn los cuales l se convertira en
41 ("espritu guardin de la noche") y, cuando detalla los pormenores de su muerte, hace hincapi en que Peregrino no se acerc a la hoguera hasta que la luna no apareci en el firmamento, "porque era obligado que tambin ella contemplara el notabilsimo suceso" 42 . Existen otros detalles que sugieren idntico simbolismo: el hecho de construir la pira sobre un foso 43 , que una vez quemado el incienso pida a los daimones paternos y maternos que le reciban 44 y, finalmente, elegir como embaj adores de la difusin de su culto a algunos de sus compaeros, a los que da el nombre de necrangeloi y neterodromoi, es decir, "embaj adores de la muerte y mensaj eros de las regiones infernales" 45 . Para ridiculizar todo el ambiente de veneracin que se iba a crear en torno a esta figura, Luciano -que expone sus ideas a travs de un personaje ficticio, se dedic a informar a todos de lo sucedido, de manera concisa si sus interlocutores eran cultos y entendidos, pero adornando el evento con otros elementos si stos eran "bobalicones". Y como en esta poca los prodigios formaban parte de la vida cotidiana se le ocurri algo en este sentido: "una vez que Peregrino se lanz a la hoguera, primero tuvo lugar un gran temblor de tierra acompaado de gemidos y luego un buitre haba surgido de entre las llamas y haba volado al cielo, diciendo con voz humana y muy alto: ' Dej la tierra, me voy al Olimpo" 46 . Evidentemente con el buitre Luciano est nuevamente caracterizando a Peregrino. Nuestro autor para demostrar lo absurdo de este tipo de creencias y que afectaban a todo tipo de personas, dice que despus se dirigi a la asamblea donde se encontr con un anciano de aspecto serio y que le inspiraba confianza que estaba contando historias increbles acerca de Peregrino: que lo haba visto despus de arrojarse a las llamas, vestido de blanco y que en esos momentos lo haba dej ado paseando resplandeciente coronado con un ramo de olivo por el prtico de las siete voces 47 , luego asombrado Luciano escuch la misma historia sobre el buitre que l haba inventado momentos antes. Hay que pensar en el impacto que este tipo de relatos causaba en la masa 40 Jones (1986), 127 dice: "the oracle published by Theagenes may be regarded as a genui- ne forgery, a real specimen of the religious propaganda mounted by Peregrinus and his disciples". 41 Peregr. 27. 42 Peregr. 35-36. Cf. Hall (1981), 179-180, donde el autor revisa el acercamiento de Pere- grino a las doctrinas pitagricas y su creencia en el paraso lunar. 43 Peregr. 35. 44 Peregr. 36. 45 Peregr. 41. Cf. A. D. Nock, Essais on Religin and the Ancient World, II, Oxford 1972, 922-924 (= "Nymphs and Nereids", MUB 37, 1961, 301-304). Igualmente Alejandro de Abonutico utilizar embajadores para difundir su orculo (Alex. 24, 36). 46 Peregr. 31-39. 47 Cfr. Evangelio S. Mateo 28.3, y de S. Lucas 24.4 32 Luciano y la creencia en los orculos popular en la que la supersticin estaba muy arraigada. De modo que esto dara lugar inmediatamente al inicio de un culto y se imaginaran en el lugar la presencia de abejas, oiran cantar cigarras y veran sobrevolar cornejas 48 . La presencia de estos elementos j unt o a la morada o t umba de alguien es una prueba de su naturaleza divina y Luciano a toda costa lo quiere evitar 4 ". En el opsculo Alejandro o el falso profeta parece que por vez primera Luciano habla por su propia boca sin necesidad de acudir a pseudnimos ni mscaras 5 ". La obra se inicia como carta dirigida y encomendada por un tal Celso 51 . Este trabajo le sirve a Luciano para despacharse a gusto contra quien, al parecer, era enemigo suyo; efectiva- mente el culto a una mentira y el hombre que la ha inventado (Alejandro) sern el blanco de su stira. El personaje cuya biografa va a narrar inspira aversin desde el primer momento, lo mismo que ocurra con Peregrino. Se trata de Alejandro, en quien debemos ver retratado a un personaje-tipo, mitad sacerdote, mitad truhn, mitad milagrero, mitad curandero, mitad hechicero, mitad adivino, tiene de todo un poco y no es ms que un autntico producto de su poca. La invasin espiritual que va llegando a Grecia desde Oriente ha hecho proliferar este tipo de personas, de quienes, al menos, debe admitirse que tenan gancho y tirn popular. Asistimos a todo un resurgir de la mntica y de las religiones mistricas, que irn dando al traste, poco a poco, con las creencias tradicionales de la religin oficial 52 . Alejandro, un personaj e real a quien Luciano haba conocido y visitado, era el fundador de un orculo en una pequea ciudad de Bitinia, Abonutico, famoso y muy visitado. Glicn, en calidad de , era el que responda a las consultas de los visitantes. Pero esta serpiente como toda la complicada trama construida a su alrededor era un absoluto engao inventado por Alejandro para su exclusivo medro personal. Las creencias que Alejandro utiliza para atraer a los fieles proceden del neopitagorismo: reencarnacin, fe en la providencia y sus manifestaciones oraculares, misticismo, etc. De algn modo, Alejandro no se aleja de la figura de Apolonio de Tiana, un pitagrico que se atrajo la admiracin y hasta la devocin en el siglo I. 411 Peregr. 40-41. 49 Otras referencias a Peregrino las encontramos en Paus. 6.8.4; Arr. Anab. 7.3.6; Philostr. VS 71.10-22; Amm. Marc. 29.1.39, que cuenta como un filsofo llamado Simnides fue condenado a las llamas, basndose en el caso de Peregrino. 30 En nuestra resea bibliogrfica aportamos todos los estudios significativos sobre Alejan- dro de Abonutico y la serpiente Glycn, cuyos nombres dan lugar a los respectivos ttulos, pero adems, cf. Bompaire (1958), 479-484; Anderson (1976); Robert (1980), sobre todo el captulo titulado "Lucien en son temps", 393-421; B. Braham, "The Comic as Critic: Revenging Epicurus-a Study of Lucian's Art of Comic Narrative". ClAnt 3, 1984, 143-163; Jones (1986), 133-148 y Fox (1986), 168-260. 51 Cf. Jones (1986), 133, n.2. y 134, notas 3-4. 32 Desde el Renacimiento este opsculo fue muy conocido y comentado y desde finales del siglo XIX es estudiado como testimonio vivo de determinados aspectos religiosos del mundo greco-romano del siglo II d.C. G. Sfameni Gasparro, "La Sibilla voce del dio per pagani. ebrei e cristiani", en 1. Chirassi Colombo - T. Seppelli (eds.), Sibille e linguaggi oracolari. Mito, Storia, Tradizione, Atti del Convegno internazionale di studi Macerata-Norcia 20-24 setiembre 1994, Roma-Macerata 1998, 513, dice en este sentido que "nella singolare vicenda del profeta de Abonutico, di fatto, convergono elevare alia massima potenza le direttrici costitutive del panorama divinatorio delle culture tradizionali del bacino mediterrneo". 33 Carmen Barrign Luciano nos describe con todo detalle el aspecto fsico impecable de Alejandro y su extraordinaria personalidad de la que destaca, la inteligencia, la perspicacia, la sagacidad y la curiosidad inquisitiva 53 . Encontramos en la biografa de este personaje los mismos elementos de la invectiva que hemos visto en Peregrino: Alejandro se prostituye en su juventud por dinero, convirtindose en su principal amante la persona que le educ, un mago, discpulo de Apolonio de Tiana "de esos que prometen hechicera, ensalmos portentosos, xitos en las lides del amor o invocaciones de poderes infernales contra los enemigos, hallazgos de tesoros y herencias de bienes" y que en pblico deca que era mdico 54 . De adulto corrompe a los j venes y se hace amante de una rica macedonia a cuyas expensas vive j unt o con su socio Coconas de Bizancio 55 . Estos dos personaj es se dan cuenta que tanto el miedo como la esperanza rigen la vida humana y que si ambos aspectos los saban manejar bien podan hacerse ricos, pues tanto los que sienten una cosa como los que sienten otra desean conocer anticipadamente el futuro. Conocan el prestigio y antigedad de los santuarios oraculares como Delfos, Dlos, Claros o Ddima; as que tramaron el plan de crear una entidad religiosa con funciones adivinatorias y oraculares. Eligieron Abonutico 56 porque sus habitantes eran ricos y sobre todo supersticiosos. Pero previamente enterraron en el santuario de Apolo de Calcedn 57 unas tablillas de bronce, cuyo texto inscrito deca que muy pronto Asclepio y Apolo, su padre, se dirigiran al Ponto y se estableceran en Abonutico. Estas tablillas fueron descubiertas oportunamente y enseguida los paflagonios erigieron un templo. En el momento adecuado Al ej andro hizo su aparicin en el lugar rodeado de un gran aparato escnico: indumentaria adecuada, cabellos largos y portando un sable curvo a la manera de Perseo de quien se haca descender 58 , y apoyado por dos orculos, uno de ellos de la Sibila que haba vaticinado su llegada a travs de un enigma aritmtico 59 . Lo mismo que en Delfos era la Pitia la que daba las respuestas, Alejandro busc para Abonutico la mej or manera de engaar a los visitantes, de modo que fabric una 53 Alex. 3-4. Respecto a su fsico dice que era alto y de bello aspecto, blanco de piel, barba no muy espesa, la cabellera en parte propia y en parte postiza, ojos de brillo impresionante, refulgentes, como los de un iluminado y la voz dulce y muy clara. Estos rasgos, junto a los de su personalidad parecen los propios de un hombre de caractersticas divinas. Cf. L. Bieler, ANHP: Das Bild des "gottlichen Menschen" in Spatantike und Frhchristentum, I-II. Wien 1935-1936. 54 /ex 5. 55 Alex. 6-7. Para este nombre cf. L. Robert, Noms indignes dans l'Asie-Mineur grco- romaine, premirepartie, Paris 1963, 138-139. 56 Pequea ciudad de Paflagonia, al sur del Mar Negro, en la costa de Asia Menor. Cf. Ro- bert (1980), 395. 57 Para el santuario de Apolo en Calcedn, cf. Robert (1986), 395, n. 6. 58 Alex. 11, 58. Cf. Robert (1980), 411. No resulta extrao este parentesco con la divinidad, tambin Apolonio de Tiana, segn cuenta Filstrato (VA 1,4) se hacia relacionar con la divinidad marina Proteo. Cf. A. D. Nock, Essays on Religin and the Ancient World, II, Oxford 1972, 934- 935. 59 Alex. 8-11. El uso de la isosephia es universal y es utilizada en las profecas y en la inter- pretacin de los sueos, como se puede apreciar en La interpretacin de los sueos de Artemidoro de Daldis, II 70, III 28, 34, 45, Cf. en este sentido nuestra traduccin a estos libros de Artemidoro y sus correspondientes notas, Akal, Madrid 1999. Para la isosephia en general resulta til el artculo de L. Robert, "Dans une maison d'phese: Un serpent et un chiffre", CRA1 1982, 130-132. 34 Luciano y la creencia en los orculos cabeza de serpiente con lienzo y le dio una cierta apariencia humana. Abra y cerraba la boca por medio de crines de caballo y poda sacar una lengua negra y bfida, como la de las serpientes, accionada tambin por crines. Por la noche fue a las excavaciones del templo y enterr dentro de un huevo de oca 60 una serpiente recin nacida, y a la maana siguiente hizo que se encontrara de manera fortuita 6 ' . Cuando este acontecimiento se difundi multitud de personas acudan a su casa para contemplar aquel prodigio, y lo que vean era una enorme serpiente que se enroscaba al cuello de Alejandro. A este artilugio le puso por nombre Glicn, pero lo anunci mendiante un orculo que Luciano adscribe al propio Alejandro: "Yo soy Glicn, sangre tercera de Zeus, luz para los hombres" 62 . Alejandro, pues, haba puesto las bases para establecer el orculo, que de forma paulatina se fue difundiendo por Bitinia, Galacia y Tracia, y muy pronto la fama del orculo se extendi por toda Jonia, Cilicia, Paflagonia e Italia, donde sobresali como principal seguidor Publio Mummi us Sissena Rutiliano 63 . Alejandro se preocupaba de hacer propaganda en el extranjero, mediante sus emisarios quienes contaban que haca predicciones, encontraba esclavos, ladrones, forajidos, hallaba tesoros, curaba enfermos e incluso resucitaba a muertos. De modo que venan en avalancha desde todas partes. Para la cristalizacin del culto de la serpiente, adems de darle un nombre di fundi pinturas, imgenes y tallas de bronce y plata con su efigie: ( , , , ) . La importancia de este culto queda patente en los mltiples hallazgos arqueolgicos que confirman las palabras de Luciano. Son numerosas las estatuas de Glicn labradas en bronce y mrmol de pequeo y gran tamao, gemas, monedas en las que reza su nombre o aparece su efigie y, finalmente, pequeas miniaturas de bronce destinadas a ser portadas como amuletos, prueba de una devocin personal, que se pueden identificar con los de los que habla Luciano 64 . Cuando lleg el moment o oportuno de dar y vaticinar orculos, t om como mo- delo el orculo de Anf l oco en Cilicia, que cobraba dos bolos por vaticinio. Tal vez Alejandro proyect en un primer moment o que la marioneta, fabricada para engaar a los candorosos paflagonios, la serpiente Glicn, emitiera orculos sanadores, como corresponda a su estirpe, pero la competencia hubiera sido grande porque el mismo Asclepio tena importantes orculos en Asia Menor e Isis y Osiris tambin practicaban mntica sanadora. As que ide un orculo, manifestacin de dios-providencia, atento a todos los cuidados de los hombres, es decir, que respondera a cualquier pregunta formulada, lo que fue recibido con gran alborozo por parte del pueblo. El sistema ideado 60 Estos huevos son los que figuran en las prescripciones de curativas de Asclepio. 61 Alex. 13-14. 62 Alex. 18. Estamos ante expresiones muy habituales en contextos religiosos, y el verso puede ser una invencin de Luciano. Cf. Weinreich (1921), 145-146 (Ausg. Schr. 1.543-545); Caster (1938), 35-36. 63 Alex. 18, 30, 34. Para Rutiliano Alex. 30-35. Cf. Robert (1981), 512-535 (= Opera Mino- ra Selecta V, 1989, 747-769). 64 Cf. W. H. Roscher (ed.), Ausfhrliches Lexikon der griechischen und rmischen Mytho- logie, Leipzig 1884-1936, s.v. Glycon; W. H. Waddington-E. Babelon-T. Reinach, Recueil gnr'al des monnaies grecques d'Asie Mineure, 1, Paris 1908-1925, 166-170 nos. 7-9, 11, 12, 15-18; 545 nos. 225-227; 562 nos. 353; 616 nos. 2; 623 nos. 54; Caster (1938), 98, A. Delatte-P. Derchain, Les entailles magiques grco-gyptiennes, Paris 1964, 68, n.82; Robert (1980), 176-219, 395-402 y 0?//(1981), 513-535; Bordenache, LIMC IV 1-2, s.v. "Glycon". 35 Carmen Barrign era escribir las preguntas en una tira de papiro y despus atarla y sellarla con cera, arcilla u otro producto semejante. Luego Alejandro las introducira en el santuario y devolvera la tira sellada, como estaba, y escribira debaj o la respuesta a la consulta 65 . Luciano cuenta con todo detalle los distintos procedimientos que este promotor del orculo utilizaba para leer cada pregunta y contestar como mejor le pareca 66 . A las preguntas de unos daba respuestas ambiguas y equvocas, a las consultas de otros, palabras totalmente sin sentido, porque esto le parece propio del arte proftico 67 . Dado que era buen conocedor de remedios tiles para la salud, prescriba medicamentos y dietas, pero en lo tocante a esperanzas, progresos y herencias de bienes, los aplazaba para otra ocasin. Se rode de un grupo de colaboradores: sirvientes, heraldos, sacerdotes, redactores de orculos, escribanos, selladores, encargados del archivo, investigadores, etc. Contaba con una amplia infraestructura que deba mantener, por ello sus consultas eran muy caras: un dracma y dos bolos 68 , pero aun as la gente presentaba sus peticiones de diez en diez o de quince en quince 69 . Luciano expone algunas tcnicas de Glicn en la emisin de orculos: respuestas escritas, autofona y orculos nocturnos. A partir de la poca imperial los adivinos ventrlocuos desempearon un papel esencial en la mntica. Luciano consciente de este mtodo de adivinacin nos muestra a Alejandro realizando esta prctica gracias a un sistema de tubos, a travs de los cuales una persona responda a las preguntas como si se tratara de Glicn. A estos orculos los llam autfonos y slo se daban a los ricos y generosos con el templo 70 . Como las respuestas eran ininteligibles y ambiguas a la salida haba intrpretes que por un mdi co precio las descifraban. Alejandro era inteligente, de modo que pens que esto no era suficiente y lo com- plet con unos misterios de Glicn porque pens que ello satisfara el misticismo tan extendido entre sus contemporneos. Instituy unos ritos de iniciacin con procesiones de antorchas y hierofantes durante tres das consecutivos: el primer da conmemoraba el nacimiento de Apolo y Asclepio, el segundo el de Glicn y el tercero el de Alejandro 71 . Luciano nos aporta mltiples datos, corroborados por otras fuentes epigrficas, so- bre el funcionamiento de los santuarios oraculares y en concreto el inventado por Alejandro. En poca imperial exista una estrecha relacin entre santuarios oraculares, como muy bien ha estudiado J. Rodrguez Somolinos 72 , lo que indica que exista una especializacin oracular de estos santuarios y los fieles eran conscientes de ello. Hay 65 Alex. 19. 66 Alex. 20-21. Hiplito en su obra Refutacin de todas las herejas, IV 28-34, nos aporta un curioso catlogo de todos los mtodos y trucos utilizados a tal fin. Cf. Caster (1938), 38-40. 67 Alex. 22, 53. IConf. 13-14, ITr. 30. Cf. Amandry (1950), 160 n. 5; Robert (1980) 415. 68 Alex. 23. El salario de un da en esta poca era de cuatro bolos, y un dracma tena seis bolos. Cf R. P. Duncan-Jones, The Economy of the Romn Empire: Quantitative Studies, Cambridge 1982 2 , 12 ss. 69 Alex. 24. 70 Alex. 26. Cf. Amandry (1950), 65 n.4, 150 n.5. 71 Alex. 38-40. Para los misterios en general durante este perodo cf. . P. Nilsson, Ges- chichte der griechischen Religin 2: Die Hellenistische und Rmische Welt, Mnchen 1961 2 , 345- 372. Los misterios de Alejandro de Abonutico estn analizados por Weinreich (1921), 146-148, Caster (1938). 61-64 y Nilsson, op. cit., 474. 72 Actas VIICEEC, vol. III, Madrid 1989, 287-293. 36 Luciano y la creencia en los orculos ejemplos en los que Apolo Clario est remitiendo a sus consultantes a los cuidados de un dios ms especializado en el tipo de cuestin que se plantea, como la peste. Tal debi ser la intencin de Al ej andro cuando ocasionalmente remita a sus consultantes a los orculos de Ddima, Claros y Malo, sin olvidar tambin el inters grande que tena el pseudomn- tis por mantenerse en buenas relaciones con sus colegas oraculares. Luciano nos ha conservado los orculos, presumiblemente preparados, con los que Alejandro enviaba a sus consultantes a dichos santuarios: "Dirgete a Claros, para que escuches la voz de mi padre", "Acrcate al santuario de los Brnquidas y escucha los orculos" o "Ve a Malo, al orculo de Anfloco" 73 . Hay, pues, un cierto sentimiento de ' comunidad oracular bien avenida' , un inters por un mutuo apoyo y la competencia leal entre los distintos santuarios en esta poca de esplendor de su actividad. Este afn de mantenerse en buenas relaciones con otros santuarios oraculares lo pone de manifiesto tambin Luciano cuando nos transmite orculos que responden a una consulta relativa a orculos de otros santuarios. As, refiere un dilogo de un tal Sacerdote, de la ciudad de Tieo en Bitinia, con Glicon, que el propio Luciano pudo ver grabado en letras de oro en casa de Sacerdote. En l, entre otras cosas, Sacerdote pregunta a Glicn, si en los orculos de Ddima, Claros y Del fos es Apol o quien vaticina o si las respuestas son falsas. Glicn responde evitando comprometerse 74 . En pocas de catstrofes naturales, como la peste o terremotos, numerosas delega- ciones de ciudades e individuos, a ttulo particular, aquejados por el mismo problema se agolpaban ante el orculo en busca de ayuda. Luciano tambin nos describe este ambiente de la multitud amontonndose en el santuario, ansioso por acceder a la revelacin divina 75 . Igualmente Luciano nos habla de la emisin espontnea de un orculo sin previa consulta 76 . Esto lo haca Glicn con el propsito de asombrar a los necios con su supuesta clarividencia y precisin potica. A ttulo de ej empl o cita un divertido orculo repleto de detalles que supuestamente vena a satisfacer la curiosidad de un marido engaado por su mujer, aunque el ej empl o parece que no est bien escogido porque esta respuesta no parece espontnea, seguramente deba responder a una pregunta. Tambin ide los orculos retardados para subsanar las predicciones equivocadas, por ej empl o cuando anunciaba salud a enfermos a punto de morir 77 , asimismo Luciano recoge diferentes predicciones contra la peste que fracasaron. En relacin con las exigencias espirituales y religiosas del siglo II d.C. hay que poner la serie de preguntas y respuestas de contenido teolgico presentes en el escenario oracular de Alejandro. A la divinidad se le hacan consultas relativas al , pero como ya puso de manifiesto Plutarco a propsito del orculo dlfico, no son las nicas, tambin las haba pertenecientes al ?, a la esfera del mbito religioso 78 . Luciano achaca al profeta de Abonutico intereses filosficos de marca pitagrica con varias alusiones a los 73 Alex. 29. Cf. Robert (1980), 403-405. 74 Alex. 43. Cf Caster (1938), 66; Robert (1980), 399-400. 75 Alex. 16, 24. 29. 76 Alex. 50. 11 Alex. 28. 78 De apud Delphos 1, 384 E-F. Cf. G. Sfameni Gasparro, "Plutarco e la religione deifica: il dio 'filosofo' e il suo esegeta", en I. Gallo (ed.), Plutarco e la religione, Atti VI Convegno Plutarcheo (Ravello 29-31 maggio 1995), Napoli 1996, 157-188. 37 Carmen Barrign problemas del destino del alma y a la naturaleza y prerrogativas de la divinidad. En este sentido Luciano recoge un orculo sobre la naturaleza del alma de Alejandro 79 . En el desarrollo del compl ej o ritual mistrico instituido por l a imitacin del modelo eleusino, Alejandro danzaba durante la procesin de antorchas delante de los fieles dej ando ver intencionadamente su muslo desnudo baj o una tonalidad dorada, queriendo semejarse a Pitgoras, quien segn una tradicin tena un muslo de oro 11 ". A la pregunta de dos filsofos de si Alejandro tena el alma de Pitgoras, Glicn respondi: "El alma de Pitgoras, ora se extingue, ora crece de nuevo. La del profeta es flujo del espritu divino. Su padre la envi para socorrer a los hombres honestos y a Zeus de nuevo volver fulminada por el rayo de Zeus" 81 . Indicio de prescripciones ticas rigurosas es el precepto de Alejandro de abstener- se del contacto carnal con los mancebos y, sin embargo, l peda a las ciudades que le enviaran bellos y sanos j venes para ejercer de sacerdotes por perodo de tres aos j unt o a l, y luego los someta a todo tipo de vilezas 82 . Luciano tambin cuenta que Alejandro se aprovechaba de la credulidad de la gente de Abonutico unindose a j venes y mujeres, que vean en ello un gran honor: "y era cosa grande y deseable para todos que l pusiera los ojos en sus mujeres. Y si la consideraba digna besos, cada cual pensaba que la buena suerte afluira a raudales a su casa. Muchas, se jactaban de haber tenido un hijo suyo, y sus maridos daban testimonio de que decan la verdad" 83 , hasta aqu llega el grado de supersticin. Existe abundante documentacin que acredita la realidad del orculo de Abonutico y su duracin: inscripciones de consultantes agradecidos, piedras grabadas, monedas con la imagen del dios y, especialmente, las medallas 84 . Las monedas son prueba tambin del cambio de nombre de la ciudad que resea Luciano y la existencia en ella de un culto a Asclepio antes de la llegada de Alejandro, que debi producirse en torno al ao 140 o un poco ms tarde. Al ej andro ejerci su actividad unos 30 aos, entre los aos 150 y 170 aproximadamente, y se puede situar entre el 164-165 la visita y entrevista que Luciano mantuvo con l y en la que nuestro autor le propin un mordisco en lugar de besarle la mano 85 . 79 Alex. 40. 80 Plu. Num. 65. Cf I. Lvy, Reeherches sur les sourees de la lgende de Pythagore, Pars 1926, y La lgende de Pythagore de Grce en Palestine, Paris 1927. 81 Ya en una carta que Alejandro le haba enviado a Rutiliano (Alex. 4), deca ser similar a Pitgoras. Cf. Cumont (1922), 202-210. 82 Alex. 41. 83 Alex. 42. 84 Cf. E. Babelon, "Le faux prophte Alexandre d'Abonuteichos", Revue Numismatique 1900, 1-10. 85 Cf. K. Burech, Klaros: Utersuchungen zum Orakelwesen des spteren Altertums, Leip- zig 1889, 80; A. Stein, "Zu Lukians Alexandros", en Strena Buliciana, Zagred 1924, 257-265; Caster (1938), 6; G. Alfoldy, Konsulat und Senatorenstand unter den Antoninen. 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Sin duda, este Glicn no es otro que el que cita Luciano y ataca en un tono de dura polmica antioracu- lar y como denuncia de la estupidez y supersticin humana. Con el tiempo, la superchera de Alejandro se va convirtiendo en una institucin pblicamente reconocida y patrocinada por altas personalidades. Si en el caso de Peregrino el orculo debi extinguirse rpidamente, el de Alejandro dur casi un siglo. Su rea de difusin fue muy amplia as como numerosos los personajes clebres, entre los que destaca Marco Aurelio, que consultaron el orculo ante peligrosos e importantes acontecimientos. Luciano nos presenta el xito inenarrable de un fraude que l ve nacido y alimentado de la supersticin y de la ciega pasin por lo sobrenatural. Expone todo lo que pensaba a propsito de los orculos y su obra reposa sobre un fondo de ideas generales que tienen como fin atacar el santuario de Abonutico. Pero Luciano no es el nico autor que se muestra hostil a los orculos. Entre los filsofos encontramos defensores y detractores, y eran los mismos que los adversarios o defensores de la providencia. Escpticos, cnicos y epicreos son enemigos declarados, por el contrario, estoicos, platnicos y pitagricos defensores a ultranza, y como siempre la actitud de los peripatticos era de moderacin. En el siglo II d.C. un filsofo cnico, Enmao de Gadara, escribi un divertido panfleto contra los orculos titulado , algo as como "los charlatanes desenmascarados". Pretenda ser un alegato demoledor contra la institucin oracular, estaba basado en la crtica de los antiguos orculos y motivado por una frustrante experiencia que l mismo sufri cuando consult al orculo de Claros. Tanto Luciano como Enmao son testigos hostiles. Ambos presentan a los orculos a modo de documentos, para que sus lectores tomen buena nota del material de primera mano. A menudo una fuente hostil o polmica tiene ms posibilidades de transmitir documentos autnticos que una fuente favorable, a veces ms proclive a la falsificacin. Hay que valorar que se trata de consultas privadas transmitidas por el autor de la consulta, como tambin es el caso de Elio Aristides. En el siglo II d.C., pues, coexisten el descreimiento y el misticismo, el atesmo y la ciega credulidad, la supersticin y el espritu crtico, del cual Luciano es un claro exponente. 86 La inscripcin ha sido editada por K. Burech, op. cit., n. 85, y ha sido analizada por J. Keil- A. von Premarstein, "Bericht ber eine Reise in Lydien und der sdlichen Aiolis", Akademie der Wissenschaften, Wien, Philos.-Hist. Kl., Denkschriften 53,2, Wien 1910, no. 16; IGRom IV. 1498 . Cf. Caster (1938), 87; Robert (1980), 405-408; Rodrguez Somolinos (1991), 45-55. Recordemos tambin que una inscripcin de Siria ha conservado uno de los orculos que Luciano atribuye a Glicn, cf. Pedrizet, 1903, 62-66 y Robert (1980), 404-405. La inscripcin dice [ ] , "Febo, el de larga cabellera, aleja una nube de peste", que coincide con el orculo de Glicn en tiempos de peste transmitido por Luciano (Alex. 36), y este verso segn l se poda ver inscrito sobre las puertas, como proteccin contra la peste. El haberlo encontrado en una inscripcin de Antioqua, demuestra no slo la extraordinaria precisin del escritor, sino tambin la enorme difusin del culto a Glicn en Asia Menor. 39 Carmen Barrign BREVE RESEA BIBLIOGRFICA DE LUCIANO 1.- Ediciones J. BOMPAIRE, Lucien. Oeuvres, vol. I, Opuscules 1-10, Paris 1993; vol. II, Opuscules 11-20, Les Belles Lettres, Paris 1998. M. A. HARMON, Lucan, 8 vols., Loeb Classical Library, London-Cambridge (Mass.) 1961-1967. M. D. MACLEOD, Luciani Opera, Oxford Classical Texts, vol. 1, 1972; vol. II, 1974; vol. III, 1980, vol. IV 1987 (reimp. revisada 1990). 2.- Traducciones 1966; ALSINA, J., Luciano. Obras, vol. 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