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SOBRE LA RELACIN ENTRE LA MUJER Y LA ALQUIMIA:
DEL LABORATORIO AL SMBOLO
1
ON THE RELATIONSHIP BETWEEN WOMEN AND THE ALCHEMY: FROM LAB TO THE SYMBOL
Joaqun Prez Pariente; Ignacio M. Pascual Valderrama.
Instituto de Catlisis y Petroleoqumica. CSIC.
RESUMEN
Este trabajo presenta una exploracin de la relacin entre la mujer y la alquimia, centrndose en
particular en las mujeres alquimistas, y en las representaciones simblicas de la mujer en los textos
alqumicos. Se revisan la fgura y la obra de Mara la Juda; las parejas alqumicas a las que hacen
referencia los textos de Flamel y el Mutus Liber; Martine de Bertereau, geloga y alquimista francesa;
la reina Cristina de Suecia, y fnalmente Mary Ann Atwood, que public su obra a mediados del siglo
XIX. Existen numerosas representaciones iconogrfcas de la mujer en documentos alqumicos, cuyo
simbolismo se asocia tanto a operaciones de laboratorio como a aspectos doctrinales, como vehculo
de expresin de procesos vitalizacin de la materia, y, en particular, como el alma o espritu del mundo.
Destaca el relevante papel que los textos atribuyen a esos elementos simblicos.
Palabras clave: alquimia, mujer, iconografa, Mara la Juda, Martine de Bertereau, Cristina de
Suecia, Mary Ann Atwood, simbolismo.
ABSTRACT
This work explores the connection between women and alchemy, in particular the women alchemists
and the symbolic meaning of woman in alchemical works. The work and life of the following women
are reviewed: Mary the Jewish; the alchemical couple in Flamel and Mutus Liber; Martine de Bertereau;
1. En este artculo se citan numerosas obras de alquimia, la mayor parte de ellas muy raras y difciles de encontrar. El lector
que quiera saber cules de estos libros estn disponibles en algunas de las principales bibliotecas de Espaa, encontrar la
informacin en http://catalogochymico.icp.csic.es Este proyecto de investigacin del Instituto de Catlisis y Petroleoqumica del
CSIC tiene como objetivo la puesta en valor de los fondos antiguos (anteriores a 1830), que resultan relevantes para el estudio de
la Historia de la Qumica y que se localizan en la Biblioteca Histrica Marqus de Valdecilla de la Universidad Complutense de
Madrid (BH-UCM), en las bibliotecas pertenecientes al Consejo Superior de Investigaciones Cientfcas (CSIC) y en la Biblioteca
Nacional de Espaa (BNE).
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Christina of Sweden and, fnally, Mary Ann Atwood, active in the second half of XIX century. There is
an abundant representation of woman in alchemical documents, symbolizing both laboratory work and
theoretical aspects. They are associated to the process describing the vitalization of matter but, above
all, how woman is a favourite symbol for the world soul, or the spirit of world.
Key words: Alchemy, woman, symbolism, iconography, Mary the Jewish, Martine de Bertereau,
Christina of Sweden, Mary Ann Atwood.
SUMARIO
Introduccin. Mujeres alquimistas. Mara la Juda. La pareja alqumica. Martine de Bertereau, baronesa
de Beausoleil, geloga y alquimista. La Reina Cristina de Suecia y la alquimia. Mary Ann South, el
misticismo alqumico en la revolucin industrial. Las representaciones simblicas de la mujer en los
textos alqumicos. Conclusiones. Agradecimientos. Bibliografa.
Introduccin
Tenida durante mucho tiempo como una pseudociencia, una ms de las que, como la
astrologa, forecieron en la Edad Media, la alquimia ha recuperado en las ltimas dcadas
un lugar propio en la historia de las ideas, y en particular en la historia de la relacin del
hombre con la materia, lo que nos ofrece un panorama mucho ms completo, a la vez que
complejo, de los orgenes de la ciencia moderna (Teeter Dobbs, 1975; Debus, 1977; Pereira,
1995; Principe, 1998; Newman, 2004).
Los miles de manuscritos y libros de alquimia conservados en las ms importantes
bibliotecas del mundo, varias de ellas espaolas, testimonian el enorme inters que aquella
despert, que no se reduca a mera curiosidad intelectual, ya que numerosas obras contienen
abundantes notas marginales, apostillas, claras indicaciones de haber sido utilizadas en
trabajos de laboratorio, que han dejado incluso huellas fsicas en los volmenes, manchas,
salpicaduras de agentes corrosivos, y quemaduras diversas. Nobles, clrigos, artesanos,
hombres de letras, mdicos, personas de toda condicin, si podan disponer de los recursos
sufcientes como adquirir los libros, materiales y productos necesarios, se entregaron
con pasin a los trabajos alqumicos. Entre aquellos practicantes del Arte de Hermes se
encontraban, tambin, algunas mujeres. Su nmero es muy escaso, al menos el de aquellas
que han dejado algn rastro histrico. El alquimista francs Eugne Canseliet (1899-1982)
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cita a siete de ellas en una de sus obras (Canseliet, 1979: 223), tres de las cuales, Mara
la Juda, de alrededor del siglo III, la francesa Martine de Bertereau y la reina Cristina de
Suecia, ambas del siglo XVII, sern tratadas en este trabajo, junto con Mary Anne South
(1817-1910), una autora britnica que infuy notablemente en el resurgir de la alquimia que
tuvo lugar a mediados del siglo XIX
2
.
Si son escasos los testimonios histricos respecto a mujeres practicantes del Arte
Hermtico, abundan sin embargo en los textos alqumicos las referencias a la mujer desde
un punto de vista simblico. La imaginera alqumica contiene numerosas representaciones
alegricas de la mujer, como vehculo de expresin de las concepciones alqumicas de la
materia y del trabajo de laboratorio. Este nos parece un aspecto particularmente interesante,
a cuya exposicin se dedicar tambin parte de este trabajo, porque, utilizado a la manera
de un hilo de Ariadna, nos permite vislumbrar la vasta y compleja cosmovisin hermtica que
impregn la cultura occidental hasta bien entrado el siglo XVII (Faivre & Needleman, 1992)
3
.
Mujeres alquimistas
Mara la Juda
Los orgenes de la alquimia en mundo occidental se sitan en el Egipto greco-romano,
en los primeros siglos de la era cristiana. El personaje real ms antiguo de entre aquellos
primeros practicantes de la alquimia es Mara la Hebrea, o Mara la Juda, que adems es
la primera mujer juda en la historia de la que conocemos escritos publicados con su nombre.
No obstante, sus textos originales se han perdido, y lo que sabemos de ella y de sus obras
procede de los extensos comentarios realizados por otros alquimistas, de los que los ms
antiguos son obra de Zsimo de Panpolis, que vivi en el Egipto helenstico en el siglo
IV. A travs de los comentarios de este autor, podemos suponer que Mara vivi en Egipto
alrededor del siglo III, como muy tarde (Patai, 1995).
2. A los nombres reseados se podra aadir el de Isabella Cortese, probablemente una noble veneciana del s. XVI, de la que
apenas nada ms se sabe, autora de I secreti de la signora Isabella Cortese, uno de los libros de secretos tan populares a partir
de comienzos de ese siglo, impreso en Venecia en 1561. Igualmente, habramos de incorporar a la lista las fguras de Anna
Maria Zieglerin (1550-1575), la malograda esposa de Heinrich Schombach; Marie Meurdrac, a la que debemos una pequea
obra, titulada La Chymie charitable et facile, en faveur des Dames (1666); y, por ltimo, Sabine Stuart de Chevalier, autora de
Le Discours philosophique sur les trois Principes Animal, Vgtal et Minral, ou la clef du sanctuaire philosophique, impreso en
Pars en 1781. Para ms informacin sobre A. M. Zieglerin y sobre M. Meurdrac, vase respectivamente: Nummedal, Tara E.
(2001): Alchemical Reproduction and the Career of Anna Maria Zieglerin, Ambix XLVIII.2, pp. 56-68; Tosi, Lucia (2001): Marie
Meurdrac: Paracelsian Chemist and Feminist, Ambix XLVIII.2, pp. 69-82.
3. En la Facultad de la Humanidades de la Universidad de msterdam, existe desde 1999 el Center for History of Hermetic
History and Related Currents, dedicado al estudio de la Filosofa Hermtica y de corrientes relacionadas, lo que se conoce como
esoterismo occidental.
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Zsimo cita frecuentemente la obra de Mara, a quin tiene en la ms alta estima
por sus conocimientos alqumicos, que se extienden tanto a la prctica de laboratorio como
a aspectos doctrinales. Probablemente el aparato alqumico ms famoso inventado por esta
autora es el conocido como bao Mara, o bao de agua, que consiste en una doble vasija,
la exterior llena con agua y la interior con la sustancia que se desea calentar a temperatura
moderada, que, gracias a ese dispositivo, nunca puede sobrepasar la temperatura de
ebullicin del agua, 100 C a nivel del mar. Los textos alqumicos greco-egipcios contienen
las primeras descripciones de equipos de destilacin, los alambiques, que fueron por lo
tanto una invencin de los alquimistas de la poca, y la primera descripcin detallada de
su construccin y uso la proporciona Mara. Destaca entre ellos el tribikos, un alambique
en cuya parte superior, conocida como capitel, en donde condensan los vapores de la
sustancia que se destila, estn acoplados tres tubos para conducir el lquido condensado
a un recipiente donde se recoge, mientras que los alambiques convencionales tienen un
nico tubo receptor. Otro instrumento especfcamente diseado para operaciones alqumicas
descrito por Mara es el kerotakis, cuyo nombre procede de la paleta en la que los pintores
griegos calentaban la mezcla de sus pigmentos con cera (keros), para poder pintar con ellos.
El kerotakis consiste esencialmente en un recipiente cilndrico alargado en cuya parte inferior
se introduca una sustancia que se deseaba vaporizar, y en la parte superior se colocaba
una plancha perforada en la que se colocaba la sustancia, generalmente metales, que se
deseaba exponer a la accin qumica de los vapores que procedan de la parte inferior, que,
introducida en un horno, se mantena a alta temperatura. En otros diseos, la parte inferior
haca las veces de horno, colocndose la sustancia a vaporizar en un recipiente colocado
en la parte media del aparato. Mara describe el uso de esos instrumentos en la Gran Obra,
expresin con la que denomina el conjunto de los trabajos de laboratorio ejecutados por los
alquimistas, cuyo puposito es un ennoblecimiento progresivo de la materia. Encontramos en
sus escritos los elementos esenciales que van a inspirar el trabajo de los alquimistas en los
siglos posteriores. En primer lugar, afrma que los secretos alqumicos le fueron revelados por
Dios, y los alquimistas medievales considerarn efectivamente los conocimientos alqumicos
como un verdadero don de Dios. Indica que la Gran Obra slo puede realizarse en la
primavera; los alambiques se emplean para obtener los espritus, las sustancias voltiles
que proceden de los cuerpos, espritus asimilados al concepto de pneuma de la flosofa
estoica, y los nicos capaces de actuar sobre la materia prima, una aleacin de varios
metales, que es expuesta a los vapores generalmente de azufre o de compuestos de arsnico
en el kerotakis, sustancias ambas ricas en pneuma que van a facilitar la evolucin de la
materia. Ese proceso de transformacin, el ncleo de la Gran Obra, transcurre a travs de
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cuatro fases, cada una de las cuales se identifca por la aparicin de un color especfco,
que se suceden segn la secuencia negro, blanco, amarillo y, fnalmente, rojo, la iosis, que
marca la culminacin de las operaciones alqumicas. Esas mismas etapas las encontraremos
posteriormente en todos los textos de alquimia medieval.
Los autores alqumicos rabes, que conocieron por primera vez la alquimia a travs de
fuentes griegas y siracas, una vez que el Islam inicia su expansin desde la pennsula arbiga
hacia el norte y el oeste, tienen a Mara en gran consideracin, citndola frecuentemente en
sus obras. Ellos mantienen viva la tradicin que hace de Mara la Hebrea uno de los pilares
fundamentales de la alquimia, slo precedida en el Gran Arte por Hermes Trismegisto, el Tres
Veces Grande.
Una importante coleccin de enseanzas atribuidas a Mara se recoge en el tratado
titulado Dilogo de Mara y Aros, una traduccin latina de un texto rabe de origen griego,
publicado en el seno de una coleccin de tratados alqumicos (Artis Auriferae quam Chemiam
vocant, Basilea, 1572), en el que se identifca a Mara con Miriam, la hermana de Moiss.
Adems, ya que sostiene que Dios mismo le revel secretos, se la consider como una
profetisa, y as se la consider desde al menos el siglo XVI, refrindose a ella como Mara la
Profetisa, lo que de nuevo remite al mundo judo.
En el Dilogo, Mara
se refere en varias ocasiones
a una hierba clara, blanca,
que crece en la cima de
una pequea montaa,
mencionando la existencia de
dos humos o vapores que es
necesario conjuntar durante
el proceso alqumico. Esas
referencias a ingredientes
y procesos alqumicos
aparecen con frecuencia en la
literatura alqumica posterior,
cuyos autores destacan el
papel prominente de Mara
en la tradicin alqumica. El
alquimista y mdico alemn
Michael Maier (ca. 1568-
Figura 1. Representacin de Mara la Juda en Stolcius, 1624.
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1622), uno de los ms importantes del s. XVII, selecciona en su obra Symbola aureae mensae
(Frncfort, 1617) a doce destacados alquimistas de todos los tiempos, y Mara es uno de
ellos. Daniel Stolcius (ca. 1600-1660), alquimista contemporneo de Maier, incluye en su
obra Viridarium chymicum (Frncfort, 1624) un grabado en el que representa a Mara y la
descripcin de la hierba blanca y los humos mencionados en el Dilogo.
La pareja alqumica
As pues, la primera vez que hice la proyeccin fue sobre el mercurio, del que convert media
libra aproximadamente en una plata mejor que la de las minas, como he comprobado y he hecho
comprobar varias veces. Fue el 17 de enero, un lunes, alrededor del medioda, ante la nica presencia
de Perrenelle, el ao de la restitucin de la raza humana mil trescientos ochenta y dos. Por otra parte,
adems, siguiendo siempre palabra por palabra mi libro, lo hice con piedra roja sobre una similar
cantidad de mercurio, tambin ante la nica presencia de Perrenelle, en la misma casa, el vigsimo
quinto da de abril del mismo ao, alrededor de las cinco de la tarde, y lo transmut verdaderamente en
casi la misma cantidad de oro puro, ciertamente mucho mejor que el oro comn, ms suave y maleable.
Puedo afrmarlo con certeza, la realic tres veces con la ayuda de Perrenelle, que saba tanto como yo
por haberme ayudado en las operaciones, y sin duda, si hubiera querido realizarlo sola, lo hubiera
podido llevar a cabo.
As describe Nicols Flamel, en su Libro de las Figuras Jeroglfcas, cuya primera
edicin data de 1612, la culminacin de sus trabajos alqumicos (Flamel, 1981) Dejando
aparte que probablemente se trata de una obra pseudoepigrfca
4
, nos interesa aqu la
referencia a Perrenelle, la esposa de Flamel, que, como refeja el fragmento anterior, estaba
tan versada en las operaciones de la Gran Obra como su esposo. Esta es, probablemente, la
primera vez que en la abundante literatura alqumica aparece la fgura de la pareja hombre
y mujer como protagonistas inseparables de las labores alqumicas. Nos parece interesante
sealar que el que probablemente sea el estudio ms amplio y detallado sobre el Libro de las
Figuras Jeroglfcas, el de Claude Gagnon, cuya autora atribuye al escritor francs Franois
Broalde de Verville (1556-1626), interesado en la alquimia y la cbala, deja sin examinar
la cuestin relativa a la presencia notable de Perrenelle en la obra. Se trata en todo caso
de un hecho inusual, el que Broalde de Verville decidiese conceder tal protagonismo a la
4. Guy Beaujouan ha encontrado pasajes del Libro de las fguras jeroglfcas que aparecen en la recopilacin de tratados Artis
Auriferae, de 1572 (Gagnon, 1994). Otros autores sostienen sin embargo la veracidad de la tradicin del Flamel alquimista
(Flamel, 1989). Tanto la existencia real de Flamel, escribano de Pars fallecido en 1418, como la de su esposa Perrenelle se
encuentran acreditadas documentalmente, ponindose en duda slo su dedicacin a la alquimia..
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esposa de un burgus parisino
de fnales de la Edad Media.
Alrededor de medio
siglo despus de la publicacin
del libro de Flamel, la pareja
alqumica reaparece esta vez en
una curiosa obra, el Mutus Liber
(La Rochelle, 1677) un libro sin
texto compuesto por un conjunto
de 22 grabados alegricos
(Canseliet, 1967). Ambos,
hombre y mujer, se encuentran
all representados, ocupados
en pie de igualdad en diversas
operaciones de laboratorio,
como muestra la fgura 2, en lo
que podra verse una inspiracin
directa de la obra de Flamel.
Martine de Bertereau, baronesa de Beausoleil, geloga y alquimista
Coincidiendo con los aos en los que Broalde de Verville concibe su obra sobre
Flamel, una compatriota suya va a encarnar la fccin literaria por l fabricada, un personaje
real y trgico, que va a llevar mucho ms lejos los trabajos de Perrenelle, y que, al contrario
que sta, dejar en la historia una huella ms profunda que la de su marido. Nos estamos
refriendo a Martine de Bertereau, que pasa por ser la primera mujer zahor y la primera
geloga que ha habido en la Historia de Francia, as como tambin una de las primeras
Figura 2. Representacin de la pareja de
alquimistas en un grabado del Mutus Liber,
1677 (Canseliet, 1967).
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personas que llam la atencin sobre los recursos minerales del pas, al mostrar los enormes
benefcios que podra obtener el erario pblico si se aprenda a explotar de manera racional
las riquezas del subsuelo. Desgraciadamente, a pesar del inters de sus propuestas y pese
a lo atractivo de su personalidad, Bertereau ha sido un personaje maldito, condenado al
olvido. Eso s, en contraposicin con lo que les ha sucedido a otras cientfcas, creemos que
esta situacin no se debe tanto al hecho de ser mujer, como al triste e injusto fnal que la vida
le depar: no en vano, el manto de silencio que la rodea afecta igualmente a su esposo, el
gelogo y minerlogo Jean de Chtelet.
No adelantemos, sin embargo, los acontecimientos y centrmonos por el momento en
los orgenes de Bertereau, cuestin sobre la que an existen numerosas incgnitas. Nacida
entre 1585 y 1590, su apellido es el de una familia de la baja nobleza de la Turena y
Berry, por lo que suponemos que habra nacido en alguna de estas dos regiones francesas.
Indudablemente, el hecho de pertenecer a un ambiente acomodado fue lo que le permiti
recibir una esmerada educacin, como se aprecia en sus obras. Escritas en un francs muy
elegante, en ellas da sobradas muestras de dominar el latn y contar con ciertas nociones de
hebreo, algo inaudito en una mujer de su tiempo. Asimismo, desde muy temprano debi de
recibir una formacin cientfca, centrada en la alquimia, la astrologa y, en especial, en la
mineraloga, pues segn se viene repitiendo era sta una una ciencia hereditaria en su casa
(Duvergier de Hauranne 1744, Vol. 2: 754).
Como decamos, Bertereau contrajo matrimonio en torno a 1610 con Jean de
Chtelet, barn de Beausoleil y de Auffenbach, nacido en el Brabante en 1578. Aunque
en un principio se haba dedicado a la milicia, en seguida la abandon para entregarse
a la mineraloga. Consciente de la importancia que tena la experimentacin y deseoso
de adquirir conocimientos prcticos, haba recorrido las minas de media Europa, antes de
recalar en Francia, a principios del s. XVI. Tras la boda y, durante los primeros 16 aos
de matrimonio aproximadamente, entre 1610 y 1626, el barn prosigui incansable
sus viajes, acompaado a partir de este momento por su esposa. Juntos recorrieron buena
parte de Europa y parece que llegaron hasta el Nuevo Mundo, al Alto Per (actual Bolivia),
atrados por las nuevas tcnicas extractivas que por aquel entonces estaban ensayando los
espaoles
5
. Sin duda, debi de ser en el curso de estos aos cuando Bertereau ampli su
formacin cientfca y cuando aprendi espaol, italiano y alemn.
En 1626, la pareja regres a suelo galo. La minera en Francia se encontraba por
aquellos aos en una situacin penosa. Muchas minas, conocidas desde la poca romana
5. Sobre las nuevas tcnicas utilizadas por los espaoles en Amrica, cfr. ALONSO BARBA, lvaro (1640): Arte de los Metales.
Madrid: Imprenta del Reyno.
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y explotadas durante todo el Medioevo, haban dejado de ser rentables o bien se haban
abandonado. En este contexto, la tarea de los Beausoleil consista en reabrir las minas que
estuviesen en situacin de volverse a explotar y localizar nuevos yacimientos, con el fn de
mejorar las fnanzas de la monarqua. Los dos esposos cumplieron lo que se esperaba de
ellos. Primero recorrieron el sur de Francia, y de ah se trasladaron a Morlaix, en Bretaa,
con la intencin de proseguir sus pesquisas por el noroeste del pas. Es sta una poca muy
productiva, pues es entonces cuando se data el principal trabajo del barn, el Diorismus
verae philosophiae de materia prima lapidis (1627). Sin embargo, sus labores pronto fueron
interrumpidas por un triste incidente. En 1627, mientras el barn se encontraba en el bosque
de Buisson Rochemares, buscando una mina, y mientras la baronesa se hallaba en Rennes,
presentando ante el parlamento bretn las credenciales que Luis XIII les haba dado, su casa
de Morlaix fue saqueada, por orden de un preboste del duque de Bretaa, apodado La
Touche-Gripp. Todos sus bienes fueron requisados y a ellos se les acus de emplear artes
diablicas para localizar las minas. Probablemente, nos encontramos ante un conficto entre
el poder central y el local: los nobles bretones no queran compartir con la Corte los benefcios
derivados de las explotaciones mineras y se valieron de las supersticiones populares para
deshacerse de estos molestos delegados reales, que ponan en peligro sus negocios.
Aunque las acusaciones de brujera no prosperaron, sus bienes no les fueron devueltos.
Francia haba dejado de ser un lugar seguro para los Beausoleil y, en vista de ello, decidieron
trasladarse a Alemania, donde obtuvieron un magnfco recibimiento: nada ms llegar, en
1629, el emperador Fernando II nombr a Jean de Chtelet consejero y comisario de las
minas de Hungra. Sin embargo, la pareja no estaba contenta. Era mucho lo que haban
invertido en Francia y esperaban recuperarlo con creces, siempre que se les permitiera seguir
con su plan de recuperacin minera. Por eso, en cuanto les surgi la primera oportunidad
de regresar a suelo galo, no se lo pensaron dos veces. El emperador acept mantener como
responsable de las minas de Hungra a Hercule, hijo mayor de la pareja, e incluso acept
escribir para ellos una carta de recomendacin. As, en 1632 el matrimonio pudo entrar
triunfalmente en el reino de Luis XIII, acompaado por 60 mineros de Europa central. Las
comisiones recibidas en 1626 fueron confrmadas, pero pronto resurgieron los problemas
que les haban llevado a dejar Bretaa y a refugiarse en el Sacro Imperio. Esta vez fueron
los parlamentos de Pau y de Dijon los que rechazaron colaborar con los Beausoleil. Quizs
por ello, en previsin de futuros confictos, la baronesa escribi una carta abierta a Luis XIII,
Verdadera declaracin hecha al rey de Francia (1632), en cuyo prembulo se vio obligada
a justifcar por qu, siendo mujer, se haba atrevido a presentar tal escrito:
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Varios, viendo en el frontispicio de este discurso el nombre de una mujer, me juzgarn al
mismo tiempo ms capaz de la economa de una casa y de las delicadezas acostumbradas
de este sexo, que capaz de perforar y cavar en las montaas, y juzgar muy exactamente los
grandes tesoros y bendiciones en cerradas y ocultas en aquellas. Opiniones verdaderamente
perdonables a los que no han ledo las historias antiguas, en las que se ve que las mujeres no
han sido solamente belicosas y valerosas con las armas, sino tambin doctas en la Filosofa, y
que han enseado en las escuelas pblicas entre los Griegos y Romanos.
La Verdadera declaracin es una interesante memoria, en la que menciona las ms
de 150 minas que haban descubierto y explica la importancia que tales hallazgos tenan
para la economa del pas
6
. Igualmente, lamenta que esos descubrimientos, tan provechosos
para las arcas reales, haban sido sufragados con su propio dinero y solicita que se les
recompense de algn modo, devolvindoseles los bienes que les haban sido confscados
en Bretaa y otorgndoles las concesiones para explotar algunas de esas minas. En ltimo
trmino, insina que algunas personas de la Corte envidian los xitos que su trabajo poda
reportarles y se burla de quienes nunca han entrado en una mina y no tienen conocimientos
prcticos, pero se creen expertos en mineraloga por el simple hecho de haber ledo a Plinio
7
.
Obviamente, en la actualidad no conocemos los nombres de esas personas. Sin embargo,
con toda seguridad ellas s se dieron por aludidas, con los riesgos que esto entraaba para
los Beausoleil.
Luis XIII respondi a la Verdadera declaracin manteniendo y ampliando su confanza
en los barones. En 1634 incluso nombr a Jean de Chtelet Inspector General de todas las
minas de Francia. Sin embargo, evit atender las demandas econmicas de la pareja, quiz
porque el estado francs, inmerso en plena Guerra de los Treinta Aos, no poda satisfacerlas.
El matrimonio aguant seis aos como pudo y ampli sus pesquisas a otras regiones. Sin
embargo, al ver que segua sin llegar la ayuda y estando en una situacin econmica muy
apurada, Bertereau se anim a escribir otra peticin, la Restitucin de Plutn (1640)
8
. Las
intenciones de la obra se parecen mucho a las de la carta de 1632, nada ms que esta vez
la autora se dirige al cardenal Richelieu, en lugar de hacerlo al rey
9
. Al igual que en aquella
6. Es verdad que en algunos casos exagera. Habla, por ejemplo, de depsitos de rubes, zafros, turquesas y diamantes, cuando
hoy sabemos que nunca ha habido estas piedras preciosas en territorio francs. No obstante, muchos de los yacimientos que dice
haber descubierto s resultan verosmiles. Es el caso de Pontpan y Poullaouen, dos minas de plomo argentfero que no iban a ser
abiertas hasta aproximadamente un siglo despus, revitalizando as la economa de unas comarcas ya de por s bastante pobres.
7. Fijmonos en lo avanzado de sus comentarios, pues la baronesa fundamenta su trabajo ms en la experiencia prctica que en la
lectura de obras que, aunque fueran clsicas, ya estaban completamente desfasadas por aquellos tiempos.
8. El ttulo alude a Plutn, el dios griego del inframundo, al que los antiguos suponan dueo de todas las riquezas minerales del subsuelo.
9. Obsrvese que, dentro de la pareja, siempre era la baronesa la que asuma la iniciativa de escribir a las autoridades. Quizs
pensaban que las splicas surtiran mayor efecto si iban frmadas por Bertereau, que era francesa de nacimiento, en vez de llevar
la rbrica de su marido, extranjero al fn y al cabo. En todo caso, ello demuestra que los dos esposos trabajaban en igualdad de
condiciones: Klbl-Ebert, 2009: 207.
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ocasin, su escrito se mova a medio camino entre un balance de los hallazgos realizados y
una peticin de ayuda econmica para proseguir con su trabajo, algo con lo que la Corona
iba a obtener gran benefcio. No obstante, Richelieu reaccion de una manera muy distinta
a como lo haba hecho aos atrs el monarca, pues no slo no satisfzo sus demandas,
sino que, adems, utiliz el tratado de Beausoleil para acusar al matrimonio de brujera
y encarcelarlos por separado. A Jean de Chtelet lo confn en la Bastilla, donde pasara
el resto de sus das, hasta su muerte en 1645. Por su parte, Bertereau fue encarcelada en
Vincennes junto a una de sus hijas. El rastro de ambas mujeres se pierde en prisin, aunque
se calcula que no debieron de tardar mucho en morir, por lo menos la madre, cuya muerte se
suele situar hacia 1642/43.
Ignoramos las verdaderas razones por las que el valido de Luis XIII respondi con
tanta virulencia ante la lectura de la Restitucin de Plutn. Se ha especulado con la posibilidad
de que tomara a la pareja de minerlogos por espas al servicio de los Habsburgo, dados
los vnculos que les unan con el emperador Fernando II. Sin embargo, este extremo no se
ha llegado a confrmar. Por el contrario, tal y como seala Klbl-Ebert, cabe otra explicacin
mucho ms prosaica: hemos visto que, a lo largo de toda su trayectoria en Francia, el
matrimonio haba entrado siempre en conficto con autoridades locales, que explotaban las
minas francesas a pequea escala, seguramente con medios muy rudimentarios, pero sin
tener que pagar impuestos o rendir cuentas de ello ante la Corona. As pues, tal vez lo que
pas fue simple y llanamente esto: la nobleza provincial lleg a un acuerdo con Richelieu,
a cambio de que ste se deshiciera de esos extraos que estaban inmiscuyndose en sus
asuntos.
Existe una muy estrecha relacin entre la minera y la alquimia, ya que las teoras
alqumicas de la constitucin y generacin de los metales en el seno de la Tierra consideraban
que esta acta a manera de una matriz en la que los minerales se desarrollan como si se tratara
de un embrin, que con el tiempo producir los metales nobles plata y oro, los ms perfectos
de todos por su estabilidad qumica
10
. Esas creencias eran compartidas por aquellos que
se dedicaban a las labores mineras y en general por los eruditos de la poca en la que los
esposos Beausoleil llevaron a cabo sus prospecciones mineras, y as lo recoge la baronesa en
sus escritos. En su obra La Restitucin de Plutn, incluye un apartado titulado Espritu universal
en todos los elementos, pruebas de la transmutacin de los metales, en el que sostiene la
existencia de un Espritu Universal presente en todas las sustancias Elementales, que es el
responsable de los procesos de generacin, de que cada cosa produzca su semejante. La
10. Esas teoras se inspiran a su vez en concepciones muy antiguas, comunes a muchas culturas, que consideran que los minerales
son entidades vivas que evolucionan en el interior de la Tierra (Eliade, 1974).
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existencia real de este Espritu .se puede probar diariamente en las minas, en las que
todos los metales tienen un principio de crecimiento por un licor vaporoso, que sale de
las matrices metlicas, pues se forma como un aceite graso, o como mantequilla, al fnal
del cual encontramos a menudo oro y plana fnos. Contina en el apartado Elixir de los
Antiguos, afrmando que los antiguos Filsofos, refrindose a los alquimistas, han utilizado
esa sustancia para componer el gran Elixir, que cura todas las enfermedades ms incurables,
y purga los metales de sus imperfecciones, y los lleva al grado supremo al que la naturaleza
tiende despus de largos aos. Es decir, que transmuta los metales no nobles, en oro, el ms
perfecto de todos ellos. Expone a continuacin de manera detallada las teoras alqumicas
de generacin de los metales, cuyo origen se remonta al alquimista rabe Jabir, en el siglo
VIII. El propsito fnal de toda esa exposicin era demostrar que los resultados que obtuvieron
durante los aos en los que exploraron el territorio francs descubriendo numerosas minas
ricas en diversos metales, se debieron a sus conocimientos sobre la constitucin de los metales
y minerales, adquiridos durante largos aos de estudio y trabajo en las minas, y no a ninguna
operacin mgica, como les acusaban sus detractores. A la vista de la evolucin posterior de
los acontecimientos, no parece que sus argumentos sirviesen para contrarrestar las intrigas
de sus enemigos en la corte.
La Reina Cristina de Suecia y la alquimia
En 1644, poco antes de que los esposos Beausoleil fallecieran en prisin, encarcelados
bajo el pretexto de realizar actividades relacionadas con la magia y la brujera, pero que
en realidad estaban inspiradas por concepciones alqumicas, Cristina Wassa, hija del
difunto rey Gustavo Adolfo II, fue coronada a los dieciocho aos reina de Suecia. Sin que
ambas mujeres supieran de su mutua existencia, la joven Cristina va a tomar de las manos
de la exhausta Martine, la pasin por los estudios hermticos, una pasin que mantendr,
literalmente, hasta su muerte en Roma en 1689. Cristina recibi una esmerada educacin,
reservada entonces slo a los herederos masculinos al trono, que la llev a dominar diversas
lenguas y adquirir conocimientos profundos de flosofa, teologa, matemticas y astronoma,
completados con una slida formacin artstica. Cristina quiso convertir la corte en un centro
de cultura, a la que acudieron destacados intelectuales de la poca, entre ellos Descartes.
A pesar del estimulante entorno cultural del que se rode, la vida en la corte estaba lejos de
satisfacerla, a lo que se una la frrea ortodoxia protestante del pas, que limitaba su horizonte
intelectual. En esas circunstancias, Cristina decide abdicar en 1654, abandonando Suecia
y establecindose en Roma a fnales del ao siguiente, en donde proclam pblicamente su
conversin al catolicismo.
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Una vez en Roma, instalada desde 1659 en el palacio Riario
11
, se dedica a promover
las artes y las ciencias, rodendose de un crculo de intelectuales entre los que se encuentran
diversos alquimistas (kerman, 1991; Bignami & Partini, 1983). Cristina se interes por la
alquimia y el hermetismo desde joven, habiendo constancia de que siendo an reina de
Suecia, recibi en la corte a alquimistas y autores de textos hermticos. Sus intereses en
este campo impregnan toda su vida intelectual, ya que, como ha sealado acertadamente
Susana kerman, sus estudios de los textos hermticos, su inters por la astrologa, su prctica
alqumica, no eran sino actividades que pertenecen al mismo campo de pensamiento, ya
que la alquimia propone una teora unitaria sobre la creacin de la materia y las entidades
biolgicas, y una correspondencia efectiva, operativa, entre el cosmos y los seres humanos
a travs de lo que en la poca se denominaba Alma del Mundo, el elemento central del
pensamiento hermtico, inspirado en la flosofa estoica y en el neoplatonismo. Regresaremos
ms adelante a tratar este asunto.
Cristina no slo se dedicaba a lecturas de textos hermticos, sino que tambin se
dedic a la prctica alqumica en el laboratorio. Hay constancia de ello al menos desde 1656,
en Pesaro, Italia; en 1657, en Fontainebleau, Francia; en 1666 y 1667, mientras resida
temporalmente en Hamburgo. Trabajaba tambin en su propio laboratorio en Roma, teniendo
a su servicio a diversas personas para que le ayudasen en la experimentacin, como Pietro
Antonio Bandiera, Federico Gualdo y una mujer alquimista, con el pseudnimo de Sibila,
que viva en el propio palacio para recibir una educacin adecuada. Se conservan incluso
algunos manuscritos y notas redactados por ella misma, que tambin incluyen dibujos de
equipos de destilacin. Sus intereses alqumicos la llevaron a intercambiar correspondencia
con notables qumicos y alquimistas europeos de la poca, como los alemanes Rudolph
Glauber y Johann Kunckel.
Entre su crculo de alquimistas en Roma destacan Franco Mara Santinelli, que bajo el
pseudnimo de Marcantonio Crasselame, escribi la obra Lux Obnubilata (La luz saliendo por
s misma de las tinieblas), publicada en 1666, y, sobre todo, Massimiliano Savelli, marqus
de Palombara, que estuvo al servicio de Cristina desde 1677 hasta su muerte en 1685. Fue
el autor de la obra alqumica La Buga, cuyo manuscrito se encontraba entre los documentos
personales de Cristina. Palombara ha sido objeto de inters en la historia de la alquimia no
11. El antiguo Palacio Riario, reformado en el siglo XVIII y actualmente conocido como Palacio Corsini, alberga la sede de la
Academia dei Lincei. En esta institucin se conserva en la actualidad la coleccin Verginelli-Rota de textos alqumicos, reunidos
por Vinci Verginelli y por Nino Rota, el compositor habitual de las bandas sonoras de las pelculas del director italiano Federico
Fellini, y donados por el primero a la Academia en 1984. A este respecto, Vinci Verginelli ha escrito: Una nota personale:
a me, che ho fatto donazione dei miei libri ermetici, fa uno strano sentire lassistire al ritnorno, di questi libri alchimici alla
sede che storicamente e cualitativamente la pi propria per essi: Palazzo Corsini, la reggia di Cristina, amica di alchimisti e
alchimisticheggiante ella stessa (Verginelli, 1986).
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slo por su relacin con Cristina, sino, sobre todo, por la existencia de la conocida como
Puerta mgica, construida en 1680 en su villa romana, que se alzaba sobre la colina del
Esquilino
12
. Diversos autores han estudiado el signifcado alqumico de la puerta, como el
italiano Mino Gabriele (1995), o como el francs Eugne Canseliet, uno de los alquimistas
ms famosos del siglo XX, quien le dedic un exhaustivo estudio (1979). La puerta (fgura 3)
contiene una serie de inscripciones de carcter simblico, que remiten a aspectos doctrinales
y operativos de la alquimia, inspirados en textos clsicos de alquimia.
Conviene resaltar aqu que ese vivo
inters de Cristina por el hermetismo, no era
en absoluto algo ajeno a los tiempos en que
viva. Al contrario, a ese respecto, Cristina, que
en otros aspectos de su vida era fuertemente
inconformista, que apenas cuidaba su aspecto
personal en relacin con lo que exiga la
costumbre de la poca en una mujer de su
posicin social, estaba inmersa en una corriente
de pensamiento que impregnaba la cultura del
barroco, y que no era en absoluto opuesta, o
contradictoria con el pensamiento cientfco.
Recordemos slo la fundacin de la Royal
Society en Londres en 1660, muchos de cuyos
ms notables miembros estaban profundamente
interesados en el hermetismo, cuando no eran
alquimistas practicantes, como Robert Boyle o
Isaac Newton, por citar slo a los ms conocidos
(Hoppen, 1976). Cuando Cristina se enfrascaba
en sus experimentos alqumicos en su palacio
romano, Newton haca lo mismo en su modesto
laboratorio de Cambridge.
Otro aspecto interesante de los intereses
hermticos de Cristina es puesto de manifesto
12. La villa fue destruida en 1874, pero an puede verse la puerta en la actual Piazza Vittorio Emanuele. Mino Gabriele menciona
en su artculo de 1990 la reciente restauracin de la puerta. En 2002, el entorno inmediato de la puerta estaba fuertemente
degradado.
Figura 3. La Puerta mgica de la villa Palombara.
(Cancellieri, 1806).
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cuando se refexiona sobre el entorno social y religioso en el que se desarrollaban sus
actividades, Roma, el centro del catolicismo. Salvo que se pretendiese poner en cuestin
aspectos doctrinales del catolicismo, o sus intereses polticos, esas actividades se desarrollaban
generalmente sin provocar confictos serios con la iglesia catlica. Es ms, el examen del
pensamiento del que era sin lugar a dudas el erudito catlico ms infuyente de la poca
y residente en Roma, el jesuita Athanasius Kircher (1602-1680), que conoci a Cristina,
nos revela no pocos aspectos que podran interpretarse tambin a la luz del hermetismo,
al considerar la existencia de vnculos reales entre todos los elementos de la creacin, en
una cadena de infuencias que se extiende desde el Creador a sus criaturas, a travs de
la cual aquel interviene de manera efectiva en los asuntos mundanos. Sus interpretaciones
del magnetismo y la luz, por ejemplo, estn fuertemente teidas de neoplatonismo, que a
menudo eran compartidas por personalidades relevantes de la cultura romana, como Bernini,
que disfrut del mecenazgo de Cristina y colabor con Kircher y otros jesuitas en diversas
empresas artsticas y editoriales (Fehrenbach, 2005).
Mary Ann South, el misticismo alqumico en la revolucin industrial
La muerte de Cristina en Roma se produjo slo un ao antes de que Newton alcanzase
el clmax de sus estudios alqumicos, que prcticamente abandon en medio de una fuerte
crisis emocional en 1693. Pocos aos despus, entrado ya el nuevo siglo, la alquimia deja
de estar en el centro de la creacin de ideas y, aunque no desparece del escenario cultural
europeo, se la considera una actividad marginal perteneciente a un pasado del que la
naciente revolucin cientfca necesitaba alejarse con urgencia. Perdida toda conexin con el
mundo material, cuyo estudio las diferentes ciencias reclaman en exclusiva como suyo, slo
se cultivan los aspectos de carcter ms espiritual de la alquimia, vinculados a corrientes
espiritualistas y msticas en continuo proceso de reelaboracin, en las que a menudo resulta
difcil reconocer la alquimia clsica, la que se practic en Europa desde la Edad Media hasta
el siglo XVII.
En ese escenario, en el que se van a confgurar a lo largo del siglo XIX los rasgos
esenciales del ocultismo moderno, se publica en 1850 en Londres una obra singular y compleja,
un verdadero monumento de la literatura alqumica de todos los tiempos, A suggestive inquiry
into the hermetic mistery (Atwood, 1920; Godwin, 1994). Su autora era Mary Ann South,
una mujer de 33 aos, hija de Thomas South, un britnico interesado en el estudio del
mesmerismo, el magnetismo animal, y de los fenmenos psquicos que entonces comenzaban
a penetrar la cultura de la poca. Mary, que slo haba cursado estudios bsicos, los que
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13. La Sociedad Teosfca fue fundada en 1875 en la ciudad de Nueva York, por Helena Blavastky, una emigrante rusa, y el coronel
Henry Steel Olcott, a iniciativa de Helena. Ver a este respecto (Godwin, 1994).
14. La profesora M. E. Warlick, de la Universidad de Denver, una historiadora del arte especializa en el estudio de la imaginera
alqumica desde una ptica feminista, est preparando el libro Alchimia: Women, Gender and Sexuality in Alchemical Images.
entonces se consideraban adecuados para una mujer de su clase, complet su formacin
de manera autodidacta, y lleg a escribir esa nica obra, por la que merece un lugar en
la historia de la cultura europea. En ella se propone revelar lo que consideraba que haba
sido el gran secreto de las antiguas civilizaciones que entonces se tenan como fuente de
la prisca sophia, los egipcios, hebreos y griegos, depositarios de un antiguo conocimiento
cuyos elementos esenciales se encontraban en la alquimia y el hermetismo. Sin embargo,
poco despus de su publicacin, padre e hija consideraron que el libro revelaba de manera
demasiado explcita secretos que hasta entonces haban permanecido ocultos, por lo que
decidieron reunir los ejemplares sobrantes y recomprar los vendidos para destruirlos. Slo
unas pocas copias sobrevivieron, pero el libro se reedit en 1918. Mary contrajo matrimonio
en 1859, tras la muerte de su padre cuatro aos antes, con Alban Thomas Atwood, el vicario
de una pequea localidad de Yorkshire, en la que residi hasta su fallecimiento en 1910, sin
dejar descendientes.
Mary mantuvo estrechas relaciones con destacados miembros de la Sociedad
Teosfca
13
, como Isabelle Steiger, Anna Kingsford y Charles Massey, aunque al fnal de
su vida se alej de esos movimientos ocultistas fuertemente impregnados por las culturas
orientales para regresar al esoterismo cristiano de su juventud.
Las representaciones simblicas de la mujer en los textos alqumicos
Uno de los aspectos ms atractivos e instructivos de los textos alqumicos lo
constituyen las representaciones simblicas y alegricas que a menudo los acompaan. La
alquimia se ha dotado a lo largo de su historia de un corpus iconogrfco propio, que sirve
como vehculo privilegiado de expresin de sus concepciones de la materia y del trabajo
de laboratorio, en el que destacan por su variedad y signifcado las imgenes de mujeres.
La iconografa alqumica es muy rica en signifcados, por lo general complejos y que son
susceptibles de interpretaciones diversas (Obrist, 1982). En lo que respecta a las imgenes
en las que aparecen representadas mujeres, se pueden distinguir diversas tipologas, algunas
de las cuales se van a comentar aqu porque nos parecen de especial relevancia, sin que se
pretenda con ello realizar ni mucho menos un estudio exhaustivo, que est fuera del objetivo
de este trabajo
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Son muy numerosas las representaciones en las que la mujer aparece asociada al
hombre, por lo general en alusin ms o menos clara a procesos de generacin. Uno de
los tratados alqumicos ms conocidos a este respecto es el Rosarium philosophorum, del
que existen distintas versiones apcrifas atribuidas a Arnau de Vilanova. En otros casos,
como en el grabado que abre Las doce claves de la flosofa, atribuido a Basilio Valentn, el
hombre y la mujer, representados como rey y reina, aluden de manera alegrica a los dos
metales nobles, el oro y la plata, respectivamente. En otras ocasiones, el hombre y la mujer se
utilizan de manera simblica para expresar principios activos a los que se atribuye carcter
femenino y masculino, asociados respectivamente a determinadas sustancias, cuyas bodas
alqumicas, es decir, su conjuncin durante una etapa determinada de las operaciones de
laboratorio, tambin aparece con frecuencia en los textos.
En otro grupo de representaciones, la mujer aparece en solitario, encarnando diversos
aspectos simblicos que hacen referencia tanto a aspectos tericos como experimentales.
As, se representa a la mujer como gua de los trabajos del alquimista, como smbolo de la
Naturaleza cuyos pasos el alquimista debe seguir en todo momento. En otros casos, algunas
de las labores que hay que realizar durante los trabajos alqumicos se asemejan a aquellas
que en la poca se consideraban como propias de mujeres, por lo general labores domsticas,
en referencia a la frase trabajos de mujeres y juegos de nios con la que se designan en
los textos alqumicos ciertos procesos de laboratorio. No obstante, como ha sealado Warlick
(Warlick, 1998: 46), esas representaciones carecen por completo del tono cmico y misgino
que suele caracterizar las escenas de gnero de mujeres que se desarrollan en otros libros de
emblemas de la poca no relacionados con la alquimia.
La mujer se ha utilizado sobre todo como smbolo de uno de los conceptos
alqumicos ms importantes, el que constituye el fundamento terico esencial de la alquimia,
el Espritu del Mundo, el Espritu Universal, o Alma del Mundo, que los textos de tradicin
paraclsica
15
denominan con frecuencia Arqueo. Este concepto hunde sus races en Platn
y en los estoicos, reelaborado ms tarde por los flsofos neoplatnicos, y sobre todo por
Marsilio Ficino en la segunda mitad del siglo XV, para el que el Espritu del Mundo es un
mediador y vehculo de infuencias entre el cosmos y los cuerpos que se encuentran en el
planeta, sometidos a la infuencia de aquellos. El mdico, alquimista y rosacruz britnico
Robert Fludd (1574-1637), ofrece en uno de sus obras ms importantes (Utriusqui Cosmi
Historia, 1617-1619) una de las representaciones ms elocuentes del cosmos alqumico,
fgura 4, acompaada del siguiente texto:
15. En referencia al mdico y alquimista de origen suizo y de nombre Teofrasto von Hohenheim, ms conocido como Paracelso
(1493-1541), cuyos trabajos tuvieron una enorme infuencia en la alquimia, la medicina y la farmacia de los siglos XVI y XVII.
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Sobre su pecho est el verdadero Sol, sobre su
vientre, la Luna, su corazn da luz a las estrellas y
planetas, cuya infuencia, infundida en su pecho por el
espritu mercurial (llamado por los flsofos el espritu
de la Luna) es enviada al mismo centro de la tierra, su
pie derecho se posa en la tierra y el izquierdo en el
agua, mostrando as la conjuncin del azufre con el
mercurio, sin la que nada podra ser creado.
Conclusiones
La breve exploracin que se acaba de exponer de la relacin que existe entre la
mujer y alquimia, nos permite extraer algunas conclusiones provisionales. En primer lugar, el
nmero de mujeres alquimistas de las que se ha identifcado algn vestigio histrico parece
ser muy reducido, aunque los continuos estudios historiogrfcos en este campo pueden sacar
a la luz nuevas protagonistas de esta aventura intelectual. Cabe resaltar, sin embargo, que,
en contraste con su escasez numrica, se cuentan entre ellas algunas de las personalidades
que han dejado una huella ms profunda en el desarrollo de la alquimia.
En segundo lugar, el examen de los textos alqumicos y sobre todo de su lenguaje
iconogrfco, pone de manifesto la importancia que se conceda a la mujer como vehculo
simblico de expresin de diversos aspectos de la teora y prctica alqumicas. Este hecho
es an ms notable cuando lo situamos en el contexto histrico de la poca, que, no lo
olvidemos, abarc casi dos milenios. Desde cierta perspectiva no podramos considerar
ese papel protagonista de la mujer en la alquimia, que en su ms alta expresin encarna el
principio vital que impregna el conjunto del cosmos, como una reelaboracin de milenario
concepto de Diosa Madre? Por ora parte, la alquimia tuvo una infuencia cultural considerable
en occidente, de lo que son buena prueba los miles de libros de alquimia que salieron de las
prensas europeas durante el Renacimiento y el Barroco, destinados a un pblico vido de
penetrar los arcanos de esa ciencia. Esos lectores eran, en su inmensa mayora, hombres,
Figura 4. El alma del Mundo, segn un grabado
publicado en Fludd, 1617 - 1619.
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que estaban siendo expuestos a travs de los textos a una aproximacin a la mujer no
slo respetuosa, sino capaz de otorgarle adems un claro protagonismo, lo que nos lleva a
preguntarnos por la posible infuencia de la alquimia en la dignifcacin social de la mujer, en
la poca en la que aquella an gozaba de crdito entre un importante sector de la poblacin
europea.
Agradecimientos
Los autores agradecen al Ministerio de Ciencia e Innovacin la fnanciacin
proporcionada a travs del proyecto HAR2008-03260-E.
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