Levi Giovanni. Sobre Microhistoria Capítulo 5
Levi Giovanni. Sobre Microhistoria Capítulo 5
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CAPfTULO 5
SOBRE MICROHISTORIA
Giovanni Levi
Una duda sin fin no es siquiera una duda.
1. WITTGENSTEIN, 1969
No es casual que el debate sobre la microhistoria no se haya basado en tex-
tos 0 rnanifiesros teoricos, La microhistoria es por esencia una practica his-
toriografica, mientras que sus referencias teoricas son multiples y, en cierto
sentido, eclecticas. El metodo, de hecho, se interesa ante todo y sobre todo
por los procedimientos concretos y detallados que constituyen la obra del
historiador, por 10 que la microhistoria no es susceptible de definirse por
relacion con las microdimensiones de sus temas. El lector de este articulo
se vera quiza sorprendido por su naturaleza un tanto teorica. De hecho,
muchos historiadores que practican la microhistoria han mantenido cons-
tantes intercambios con las ciencias sociales y han establecido teorfas histo-
riograficas sin haber sentido, no obstante, ninguna necesidad de referirse a
algun sistema coherente de principios propios. La microhistoria no posee
un cuerpo de ortodoxia establecida en el que apoyarse al igual que cualquier
otro trabajo experimental. La amplia diversidad de materiales generados
demuestra c1aramente 10 reducido del ambito de elementos comunes. Sin
embargo, en mi opinion, esos pocos elementos comunes existentes en
microhistoria son decisivos y constituyen el objeto que intentare examinar
aquf.
-
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I
Se dan en microhistoria cierras caracterlsticas distincivas que nacen en el
perfodo de su aparicion en la decada de 1970 a partir de un debate politico y
cultural mas general. No hay en ello nada especialmence raro, pues las decadas
de los setenca y los ochenta del pasado siglo XX fueron casi de rnanera univer-
sal afios de crisis para la creencia optimista predominante segun la cual el
I
I
mundo se transformaria con rapidez y de forma radical de acuerdo con una
orientacion revolucionaria. En ese tiempo, muchas de las esperanzas y mitolo-
gfas que habfan guiado anteriormence la mayor parte de los debates culturales,
induido el campo de la historiografia, demostraron ser mas que invaJidas, ina-
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decuadas frente a las consecuencias impredecibles de los aCOntecimientos poli-
ticos y las realidades sociales -aconcecimiencos y realidades que estaban muy
lejos de ajustarse a los rnodelos optimiscas propuestos por los grandes sistemas
marxistas 0 funcionalistas_. Todavfa estamos viviendo plenamente las impre-
sionantes fases iniciales de este proceso y los historiadores se han visro forza-
dos a plantearse nuevas cuestiones acerca de sus propias metodologl e inter-
as
pretaciones. Ante todo, ha quedado socavada la hipotesis del automatismo del
cambio. Mas en concreto; 10 que se ha puesto en duda ha sido la idea del pro-
greso constante a traves de una serie uniforme y predecibl de erapas en las
e
que, segun se pensaba, los agentes sociales se ordenaban de acuerdo con soli-
daridades y conflictos que, en cierto sentido, estaban dado y eran inevitables.
s
El aparato conceptual con que los sociologos de rodo tipo de orientacion
interpretaban los cambios actuales 0 del pasado estaba lastrado por la heren-
cia de una pesada carga de positivismo. Las predicciones del comportamien_
to social resultaron ser probadamente erroneas y este fracaso de los sistemas
y paradigmas existentes requirio no tanto la construccion de Una nueva teo-
rfa social general, cuanto una revision completa de los instrumentos de inves-
tigacion utilizados. Por mas trivial y simplista que pueda parecer tal afirma-
cion, este sentimiento de crisis es tan general que deberia bastar con recor-
darla de la manera mas elemental.
No obstante, las posibles reaceiones a la crisis eran varias y la misrna
microhistoria no pasa de ser una fraccion de hipoteticas respuestas que insiste
en redefinir conceptos y analizar en profundidad las herramientas y metodos
existentes. Simultaneamente se propusieron otras soluciones, mucho mas dras-
ticas, que a menudo viraban hacia un relativismodesesperado, hacia un neoidea-
lismo 0, induso, hacia la vuelra a una filosofia trufada de irracionalidad.
Los historiadores que tomaron partido por la microhistoria 1 solian hun-
dir sus rakes en el marxismo y reman una orientacion polftica de izquierda
I Laobra se centra en dos publicaciones: lasMicrostorie, serie pubJicadapor Einaudi en Turin desde
1981, y. en parte. Ja revisra Qutukrni Storici. pubJicadas por JJ Mulino de BoJonia.
y una profanidad radical, poco proclive a la metafisica. A pesar de que estas
caracteristieas se manifestaran en formas muy diversas, creo que sirvieron
para confirmar a dichos historiadores en la idea de que la investigacion his-
torica no es una actividad puramente retorica y estetica,
Su obra se centro siempre en buscar una descripcion mas realista del com-
portamiento humano, recurriendo a un modelo de la conducta humana en el
mundo basado en la accion y el conflicto y que reconoce su -relativa-liber-
tad mas alia, aunque no al margen, de las trabas de los sistemas prescriptivos
y opresivamente norrnativos. Asi, toda accion social se considera resultado de
una transaccion constante del individuo, de la manipulacion, la eleccion y la
decision frente a la realidad normativa que, aunque sea omnipresente, permi-
te, no obstante, muchas posibilidades de interpretacion y libertades persona-
les. La cuestion que se plantea es, por tanto, la de definir los limites -por
mas estrechos que puedan ser- de la libertad garantizada al individuo por los
intersticios y contradicciones existentes en los sistemas normativos que 10
rigen. 0, en otras palabras, una indagacion de hasta donde llega la naturale-
za de la voluntad libre en la estructura general de la sociedad humana. En este
tipo de investigacion, el historiador no se interesa solo porIa interpretacion
de las opiniones, sino, mas bien, por la definicion de las ambigiiedades del
mundo simbolico, la pluralidad de interpretaciones posibles del mismo y la
lucha entablada por los recursos tanto simbolicos como mareriales.
La microhistoria ocupa, pues, una posicion muy espedfica en la denomi-
nada nueva historia, No se trataba simplemente de corregir aquellos aspectos
de la historiografia acadernica que al parecer ya no funcionaban. Aun mas
importante era refutar el relativismo, el irracionalismo y la reduccion de la
obra del historiador a una actividad puramente retorica que interpreta los
textos y los acontecimientos mismos.
Una duda sin fin no es siquiera una duda, segtin Wittgenstein 2. El pro-
blema reside en encontrar una manera de reconocer los limites del conoci-
miento)' la razon, al tiempo que se construye una historiografia capaz de
organizar y explicar el mundo del pasado. Por tanto, el principal conflicto no
se da entre la hisroria nueva y la tradicional, sino, mas bien, en el sentido de
la hisroria considerada como practica interprerariva 3.
2 L. Wittgenstein. Sobre tocerteza, Barcelona. Gedisa, 1987.
3 No estoy. por tanto, de acuerdo con la posrura adoptada por Joan Scott ["History in Crisis? The
Others' Side of the Story. American Historical ReviroJ 94 (1989), pags. 680-692), quien considera
provechosa cualquier obra historica de vanguardia. Su articulo concluye pidiendo una fase de reno-
vacion sin ninguna perspectiva particular: .Si las mUltiples historias diferentes del pasado. basadas en
distintas experiencias historicas. son de hecho irreconciliables. lexiste. no obstante, una manera de
pensar el pasado coherente y sistematicamente? [...J Solo se puede responder a estas cuestiones si
I
R/
I
.-
Examinemos en primer lugar la distinta manera como se contempla la
racionalidad. AI negar la posibilidad de un analisis espedfico de los procesos
cognitivos, la antropologfa interpretativa acepta la racionalidad como un
dato, como algo imposible de describir fuera de la accion hurnana, del com-
portarniento humano visto como una accion significativa y simbolica 0 de la
interpretacion. Hasta aqui podemos estar de acuerdo. Sin embargo, Geertz
deduce de estas reflexiones unas conclusiones extremas. Lo tinico que pode-
mos hacer es intentar captar y explicitar a continuacion, mediante una des-
cripcion densa, los problemas significados de lasacciones. Los partidarios de
este enfoque no creen necesario cuestionar las limitaciones, posibilidades y
mensurabilidad de la racionalidad misma. Suponen mas bien que cualquier
limitacion 0 cortapisa asf inherente esta impuesta por el juego infinite de
interpretaciones esencialmente imposibles de evaluar y que oscilan entre el
idealismo y el relativismo, en vez de ser valoradas por la pauta de alguna con-
cepcion definida de la racionalidad humana.
Podrfamos ir mas alla y afirmar que las ideas de Geertz se manifiestan en
ciertas caracterlsticas tomadas de Heidegger 15, en especial el rechazo de la
posibilidad de una esphcitacion total y el intenro de construir una herme-
neutica de la escucha, de la escucha dellenguaje poetico, 0, en otras palabras,
del lenguaje empefiado en el esfuerzo de forjar nuevos significados 16. De
hecho, segun Geerrz, es imposible formular sistemas intelectuales sin recurrir
a la gufa de modelos de emocior; ptiblicos y sirnbolicos, de manera que tales
modelos son elementos esenciales utilizados para dar sentido al mundo. Ade-
mas, estos modelos sirnbolicos no se pueden encontrar en cualquier lengua-
je humano, pues este ha degenerado en general hasta convertirse en mero
medio de comunicacion. Geertz, al igual que Heidegger, descubre esos
rnodelos simbolicos en ellenguaje quintaesenciado de la poesia, que repre-
senta la expresion mas acendrada de la experiencia humana de la realidad.
Geertz se refiere espedficamente allenguaje del rnito, el rito y el arte: Para
formar nuestras mentes debernos saber que sentimos de las cosas: y para saber
que sentimos de las cosas necesitamos las imageries publicas del sentimienro
que solo el rito, el mito yel arte pueden proporcionarnos 17. Segun la pos-
tura clara y lucida de Geertz, el repertorio infinito de posibilidades simboli-
cas de las mentes humanas nos permite abordar la realidad mediante una
serie de pasos infinitamente pequefios, aunque sin llegar nunca al final del
15 M. Heidegger, Holzwege (Fclncfon, 1950).
16 G. Varrirno, Introduzionea HeiMgger (Bari, 1985) red. cast.: Introduccion a Heidegger, Barcelona,
Gedisa, 1986].
17 C.Geenz, The Growth of Culture and the Evolution of Mind, en]. Scher (ed.), Theories o/the
Mind (Glencoe, 1962), pags. 713-740; reimpreso en Geerrz, Interpretation o/Cultures, pags. 55-85.
trayecto. Esta opinion concuerda con la teorla antihegeliana de Heidegger
segun la cual el sujeto cognoscente no disolveria la existencia de los otros en
sf mismo, sino que, mas bien, la funcion propia del pensamiento en cuanto
clasificador hermeneutico consistirla en permitir a los demas que sigan
siendo otros. Pienso que este nexo con Heidegger es esencial para compren-
der tanto el rigor y sutileza de las interpretaciones del mundo en la antropo-
logia interpretativa de Geertz como su relativa debilidad en las explicaciones
del mismo. Geertz consigue asf evitar el problema de la racionalidad y sus
limites, que se definen por mucho mas que una simple posibilidad de acce-
der a la informacion de manera diversificada. La diferencia es la existente
entre el pensamiento autentico y el pensamiento regido por el principio de
razon suficiente. En vista de esto podrfa parecer que el emologo deberia
quiza darse por satisfecho con detener su investigacion en el nivel de las des-
cripciones de sentido,
No hay duda de que debemos aceptar que desde un punto de vista bio-
Iogico todas las personas poseen inteligencias sustancialmente iguales, pero
que para su funcionamiento la inteligencia depende por completo de los
recursos culturales. Esta insistencia en la cultura perrnite evitar cualquier teo-
ria de la superioridad del hombre civilizado sobre el primitivo. Tarnbien evita
la idea de que la cultura surgio en determinados puntos segiin fases evoluti-
vas. Lacultura, definida como la capacidad para el pensamiento simbolico,
forma parte de la misma naturaleza humans, no es un complemento, sino un
componente intrinseco del pensamiento humano. No obstante, segun
Geertz, el problema de evitar un relativismo cultural absolute -para
poder as! establecer comparaciones entre culturas- no puede resolverse y ni
siquiera deberfa plantearse. Geertz se lirnita a definir la funcion de la inteli-
gencia como una busqueda de informacion: una elaboracion emotiva que
utiliza los mareriales comunes a los miembros de una cultura espedfica. En
resumen, el intelecto humano, en el sentido espedfico de razonamiento
direccional, depende de manipular ciertos tipos de recursos culturales para
conseguir que elorganismo produzca (descubra, seleccione) los necesarios
estlmulos ambientales -para cualquier fin-j se trata de una busqueda de
informacion (pag, 79) y, por tanto, de una recogida selectiva de informa-
cion. De hecho, los seres humanos necesitan constantes esdmulos afectivos e
inteleetuales, pero, al mismo tiempo, esos estfrnulos requieren un continuo
control cultural que los organiza en un orden con sentido e inteligible. Por
tanto, 10 que aqui se da no es solo una recogida de informacion, sino la orga-
nizacion emotiva de la misma. El proceso, sin embargo, no es individual,
pues el significado de los simbolos se funda en elhecho de ser compartidos
y, por tanto, comunicables entre los miembros de un grupo pequefio 0 gran-
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L. _
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de: en primera instancia, el pensamiento se organiza de acuerdo con las
estructuras simb6licas publicas disponibles y s610despues adquiere privaci-
dad. Geertz, no obstante,no escapazde ir masalladeestasreflexiones, pues
unainvestigaci6n mas espedficadel funcionamiento de la raz6n irnplicarfa
inevitablesamenazas de jerarquizacioncultural.
Geertzdefiendelafunci6ndel relativismoculturalparaladestrucci6ndel
etnocentrismo, actitud con la queno podemos menos de estar de acuerdo.
Sin embargo, llegaa identifiearel relativismo cultural con el relativismo en
general yconsideraelantirrelativismocomounapeligrosapropensi6nacreer
quealgunas culturassonjerarquicamentesuperioresa otras. En un articulo
revelador publicado en 198418, Anti Anti-Relativism, Geertz identifica
cualquierantirrelativismo con laposturasegunlacual, mas alia del espacio
y el tiempo, la diversidad cultural equivale a unaserie de expresiones... de
unarealidad instituidaysubyacente, la naturalezaesencial del hombre. En
esta idea de la diversidad superficial superpuestaa unahomogeneidadfun-
damental, Geertzobservaunaconfianzaen ciertas teorfas acerca de lamente
y lanaturalezahumanasqueel rechaza yqueen su opinionllevarfaninevi-
tablemente a restablecer conceptos err6neos de pensamiento primitive y
aberrracion social, en otras palabras, a la hipotesis de una jerarquia de
creencias y formas de conductaordenadassegun diferentes niveles de racio-
nalidad. Asl, la afirmaci6n neorracionalista que admite la posibilidad de
identificar, de alguna manera, constancias formales (universales cognitivos),
constanciasevolutivas (estados cognitivos)yconstanciasoperativas(procesos
cognitivos) no hace otracosaquerestar valor alpoderde determinadoscon-
ceptos quesubrayanacertadamenteladiversidadculturalylaotreidad.Serfa
unagranlastirnaque, ahoraquecomienzanahacer rnellaen nosotrosundis-
tanciamientoconstatadoy unas diferencias espacialeslocalizadas yacambiar
nuestro sentidodel sentidoy nuestrapercepcion de la percepcion, hayamos
de volveralaantiguacopla (pag. 276).Geertzno sedeclararelativista, sino
mas bienanti-antirrelativista, en elsentidode unestadio, quizatransitorio,
en elques610 son posibles ladescripci6ndensaylaelaboraci6nde unreper-
torio de significados. No me parece, sin embargo, que sea sostenible su
reducci6nde cualquierargumento racionalistaaun posible resurgir de con-
cesiones jerarquicas acerca de la cultura, de hecho, es dificil considerar a
Gellner, Levi-Strauss, Needham, Winch, Horton y Sperber, a quienes se
refiere Geertz, como exponentes de un ordenamientojerarquicode las cul-
turas. (Por que los procesos 0 los universales cognitivos habrlan de desem-
boear tan s610 en el etnocentrismo? (Por que una descripci6n de procesos
18 C.Geenz, AmiAnti-Relativism,AmericanAnthropologist86 (1984), pags.263-278.
racionales en terminosformales, 0 unaidea delaslimitacionesdelaraciona-
lidad, habrfan de aparecer como obsraculos para una descripci6n no jerar-
quica de la cultura? (Por que la formalizaci6n y la generalizaci6n, que per-
mitenlacomparaci6nentreculturas, implieariannecesariamenteladestruc-
cion delaotreidad? Esepeligroexiste, porsupuesto, pero ~ s e realmentesu
soluci6n aceptar la paralizante amenaza irracionalista del relativismo como
precio para eludir el etnocentrismo, espectro que, de todos modos, qued6
conjuradohaceyatiempo? Creomas bienque10quenos permiteaceptarla
relatividadculturalesel reconocimiento mismo de laexistencia de procesos
cognitivos uniformes, al tiempo que rechazamos el relativismo absoluto de
quienes limitannuestras posibilidades de conocerlarealidad, con el resulta-
do de enredarnosen el juego sin fin y gratuito de interpretarlasinrerpreta-
crones.
Pienso que unadelasprincipalesdiferencias deperspectivaentrelamicrohis-
roria y laantropologfa interpretativaesqueesta ve un significadohornoge-
neo en lossignosysfrnbolospublicos, mientrasquelamicrohistoriaintenta
definirlos y medirlos por referencia a la multiplicidad de representaciones
socialesquegeneran. Elproblema, por tanto, no essimplementeel funcio-
namiento de la inteligencia. Hay rambien un peligro en perder de vista la
naturalezasocialmentediferenciadade lossignificadossimb6licosy,en con-
secuencia, de su cualidad ambiguaen parte. Esto nos llevarambien al pro-
blemade definirlasdiferentes formas de funcionamiento de la racionalidad
humanaen elcontextodesiruacionesespedficas.Tantolacantidaddeinfor-
maci6nnecesaria para organizary definirunaculturacomoparaactuar son
hist6ricamentecambiantesysocialmentevariables. Estees,por tanto,elpro-
blemaqueseha de afrontar, pues el marcodelasestructurasptiblicasysim-
bolicasesunaabstracci6n. En efecto, en un contextode condicionessociales
diversas,estasestructurassimb6licasproducenunamultiplicidadfragmenta-
daydiferenciadaderepresentaciones,yellashabrande serel objetodenues-
tro estudio.
Tanto la cantidad de informaci6n disponible como las posibilidades de
observaci6n empfricason, probablemente, mucho mas amplias y complejas
en lassociedades contemporaneesque en lassociedades sencillas0 en lasdel
pasado. Noobstante,elproblemaprincipalessiempreelqueFoucaultplan-
teo de forma extraordinariamente clarificadora19; elde la seleccion entrela
gama de posibles significados alternativos que debera imponer un sistema
19 M. Foucault, LlSMotsIt ks chases: archlologiltks sciences humaine (Paris, 1966) [ed, cast.: Las
palabrasylas cosas: unaarqulologiatklas cimciashumanas, Madrid, SigloXXI, 1999].
13/
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dorninanrede clasificaci6n; porno mencionaraquellaseleccionde informa-
cionquepodriamosHamar de autoprotecci6nyquenos permitedarsentido
al mundoy funcionar con efectividad. Lacantidady cualidad de tal infor-
macion noes,sin embargo, socialmente uniformey,poresarazon, es nece-
sarioexaminarlapluralidadde formas de la limitadaracionalidadqueopera
en la realidadparticularobjetode nuestraobservacion. Esta pluralidadexis-
te, entre otras cosas, como resultado de mecanismos protectores utilizados
frentealexcesode informacion,mecanismosquenos permiteneludirlamera
cantidad de informacion a fin de poder tomar decisiones. Pensernos, por
ejemplo,enlos procesosde sirnplificacionde causas yen elrecursoaconsig-
nas simplificadasen lasopcionespolfticas, en lossistemasetiologicos utiliza-
dos en la medicinapopular0 en lastecnicas de persuasion utilizadas porla
industriade la publicidad.
Pienso, portanto, quenobastaconestablecerundebategeneralsobreel
funcionamientosirnbolicopartiendode la base de unadefinicionde cultura
en cuanto busqueda infinita de informacion, segun propone Geertz. Creo
queesnecesario intentarmediryformalizarlos mecanismosde unaraciona-
lidadlimirada--con unos lfrnites cuyalocalizaci6nvarfa segun las diversas
formas de acceso a la informaci6n- a fin de permitirunacomprensi6n de
las diferencias existences en las culturas de los individuos, los grupos y las
sociedades en distintos tiempos y lugares. Lacualidad un tanto alusiva del
sistemade Geertz, importanteperoincomplete,pasa poraltoeste objetivo.
Lapruebade su improcedenciaapareceejemplificadaenla abundancia
de relativismos autobiograficos aparecidos en la escena cientffica en estos
ultirnosafios, disfrazadosdeantropologfainterpretativa(laobrade Rabinow
ReflectionsonFieldworkinMorocco20 me pareceunejemploexcelente), Una
dernostracionmas de 10 mismo eselhecho de queel repertoriode descrip-
cionesdensasno tieneunpropositocomparative,sinoquesequedaen sim-
ple repertoriodel queextraercasosilustrativossegunreglas noespecificadas.
Enconsecuencia,la interpretacionhaseguidosiendoa menudounaposibi-
lidadabierta, imponderabley limitada. Ciertosejemplos de esta imponde-
rabilidadsedanmasen losseguidoresde Geertzqueenelrnisrno. Unejem-
plo clasico de esta situacion es para mf la GreatCat Massacre de Robert
Darnton21.
20 P.Rabinow, &f/eetionsonFitddwork inMorocco (BerkeleyyLosAngdes, 1977).
21 R Damron, The Grau Cat Massacre and other Episodes in French CulturalHistory (Nueva York,
1984).Ver tambien su arrfculo The Symbolic Elementin History",JournalofModern History 58
(1986), pags.218-234,yR.Charrier, Text,Symbols,and Fcenchness",JournalofModern History
57 1985), pags. 682-695, as! como G. Levi,.1 pecicoli delGeertzismo-,QuaderniStoria20 (J985),
pags.269-277.
Un segundo aspecto que ya hemos mencionado es la renuncia a cualquier
intentode construirmodelosy establecerlas reglas formales del juegode la
interpretaciony la comunicaci6n. En sus conclusiones, Geertzpropone re-
currir a modo de intento a la conceptualizaci6n acadernica general con el
unico fin de revitalizar los conceptos en los ejemplos concretos de las des-
cripcionesdensas. Deeste modoseentretejeunrepertoriode conceptoscon
otrode sucesos interpretados,en laesperanzade queacnienen combinaci6n
de maneraquelossucesossimplespuedanconvertirseen cientificamenteelo-
cuentes y que, porotraparte, de la densidad de hechos simples se puedan
sacar conclusionesdelargo alcance.Esremetodotieneamenudocomoresul-
tado unahistoria cultural sin analisis social 0 un analisis social extremada-
menteestereotipado,derivado de unahistoriacultural invesrigada de forma
intensiva. Laacci6nseexarninaen profundidad,perosin unareconceptuali-
zacioncomplejayformal de los mecanismossociales queintervienenen ella,
por10 que el analisis sequedacortoy no va mas alladel umbra! mismode
lahistoriasocial, comosituvieramiedode hacerlo.Asf,porejemplo,elcaris-
rna yelsimbolismodel poderen las ceremoniasde coronaci6nparecehablar
unmismolenguajeatodoslos miembrosde unasociedadsocialmente indi-
ferenciada22. 0,por poner otro ejemplo, las peleas de gallos se presentan
como si ruvieran una importancia unica y universal para todala sociedad,
aunquelas formas de las apuestassean socialmentediversas23.
Lamicrohistoria, por otra parte, no ha renunciado a tener en cuentala
diferenciaci6n social como 10 ha hecho la anrropologia inrerpretativa, sino
quela consideraesencial paraHegara hacer unalectura10 mas formal posi-
ble de acciones, conductas, estructuras sociales, roles y relaclones. En otras
palabras, aunque las costumbres y la urilizacion de sfmbolos son siempre
polisernicos, asurnen, no obstante, connotaciones mas preeisas a partir de
diferenciacionessociales m6vilesydinamicas. Los individuoscreanconstan-
tementesu propiaidentidady los grupossedefinende acuerdoconconflic-
ros y solidaridades que, sin embargo, no puedenser asumidasapriori, sino
quederivande la dinamicaqueconstituyeel objeto del analisis.
Quisiera ahora contemplar otra caracteristica comun al mundo de los
microhistoriadores: e1 problemade la comunicaci6ncon el lector--elpro-
blemadel relato-e-. Nodebedamosver e1 renaeimientodel relato como una
22 C. Geertz, Local Knowledge: Further Essays in Interpretative Anthropology (Nueva Yock, 1983),
pags.121-146.
23 Ibid.,DeepPlay:Notes on the BalineseCockfight", Daedalus 101 (1972), pags. 1-37, reimpre-
soenGeertz, Interpretation ofCultures, pags. 412-454.
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meraopci6nentrehistoria cualirativa, individualizada, e historiacuantitati-
va, cuya ambici6n es determinarleyes, regularidades y un comportamiento
colectivoformal. Lamicrohistoriahaabordadoespedficamenteelproblema
de la comunicaci6ny hatenidounaconcienciaclara de quelainvestigacion
hist6ricanocoincides610conla comunicacionde resultadosen unlibro. Se
tratade unpunrofundamental descuidadoen unarticulomuyconocidode
Stone24. Los problemas de pruebay dernostracion en historia mediante el
recuentode ejernplos concretos tienen, en general, unarelaci6n Intimacon
las tecnicasdeexposici6n.Nosetratade unameracuesrionde rerorica, pues
el significadode la obrahist6ricanopuedereducirse a ella, sino de unpro-
blemaespecffico de comunicaci6nconel lector, quien nuncaes unatabulA
rasaysiempreplanrea,portanto,unproblemade recepci6n25. Piensoquela
funci6n concreta del relato se puede resumiren dos caracrerfsticas. Lapri-
rneraesel intentode dernostrar, medianteunarelaci6nde hechosconsisten-
res, el verdadero funcionamiento de ciertos aspectos de las sociedad que
resultarfan distorsionados porla utilizaci6n independientede la generaliza-
cionyla formalizaci6n cuantitativa,ya quetales operacionesacenruarfande
manerafuncionalista el papel de los sistemas de reglas y los procesos meca-
nicosdel cambiosocial. Enotraspalabras,se muestraunarelaci6n entrelos
sistemas normativosy esa libertadde acci6nqueproporcionanal individuo
los intersticiossiempreexistentesylasincongruenciasinternasquesonparte
constitutivade cualquiersistemade norrnasy de rodoslos sistemas norma-
tivos. La segunda caracterfstica es la de incorporar al cuerpo principal del
relato los procedimientosdela mismainvestigaci6n, las limitaciones docu-
mentales, las teorlasde convencimientoylas construccionesinterpretativas.
Esternetodo rompe claramentecon la formatradicional impositiva, autori-
taria, del discursoadoptadoporlos historiadores,quienespresentanla reali-
dadcomoobjetiva. En microhistoria,en cambio,elpuntode vista del inves-
tigadorseconvierteen parteintrlnsecadel relato. Elprocesode investigaci6n
se describe de maneraexplfcitay las limitacionesde la evidenciadocumen-
tal, la formulaci6n de hipotesis y las llneas de pensamiento seguidas no se
ocultanyaalavistade los noiniciados. Ellectorentraen unaespecie de dia-
logo y participaen la totalidaddel procesode consrrucciondel razonamien-
24 L. Stone, .TheRevival ofNarrative: Reflections on a New Old History, PastandPresent 85
(1979),pags. 3-24.
25 RecuerdolapolemicaentreA. Momigliano [.La retorica della storia ela sroriadella retorica: sui
tropidi HaydenWhite)),enMomigliano,Suifimdammtitk//astoriaantica(Turin,1984),pags.464-
476] y H.White [Mnahistory (Baltimore, 1973)],donde, sin embargo, Momiglianoinsiste dema-
siado en laoposici6n entreverdady retorica. Comosostengo en eI texro, losproblemasde lateorfa
argumentativatienen imporranciaen lahistoriograHa practicayno son incompatibles,comoaflrma
White,con una referencia realista ahechos hist6ricos.
to historico. (Unejemplo ilustrativode este proceso esel librode Ginzburg
y Prosperi26.) HenryJames adopt6 un enfoque similar en su relato In the
Cage
27
, unaespecie de extraordinariametaforadel trabajodel historiador.En
su relato, James describe todo el proceso de interpretacion de la realidad
construidaporunarelegrafistaen su retiradopuestode trabajoen undistri-
to londinense. Su materiaprimaesla documentaci6nescasa y fragmentaria
presentada por el texto de los telegramas diarios intercambiados por sus
clientesde laaristocracia. Lahistoriade este procesoevidentede darsentido
al mundo es unametaforaparala tarea del historiador pero procuraigual-
menteunejernplodel papel quela narrativadesempefiaen esatarea.
E1enfoquemicrohistorico abordael problemade como acceder al conoci-
mientodel pasadomediantediversosindicios,signosysfntornas.Esunpro-
cedimientoquetoma10particularcomopuntode partida(particularquees
a menudo altamente espedfico e individual y serfa imposible calificar de
caso tfpico) y procede a identificar su significado a la luz de su contexto
espedfico. .
Sin embargo,contextualizaci6npuedequererdecirmuchascosas. La teo-
rla mas coherentedel contexteeslafuncionalista, cuyoaspecro mas caracre-
rlstico es, quiza, el de centrarse en el contexto para explicar la conducta
social. Para elfuncionalismo, elobjetodel analisis noson tantolascausas de
las conductas en sl cuanto la normalizaci6n de una forma de cornporta-
miento en el seno de un sistema coherente que explica dicho cornpor-
tamiento, sus funciones y su modo de actuar, El modelo durkheimiano de
conrextualizacion insisteenla naturalezavinculante de algunosde nuestros
conceptos generales,perolacontextualizaci6nes unelementofuncionalista,
aunqueselimiteasubrayarelajusteentreunainsritucion,unaformade con-
ducta0 unconceptoyesesistemadel quesonparte. SegunsefialaGellner28,
el mismo Wirrgenstein era seguidor y sucesor de Durkheimporel hecho
de suponer (que) las categorfas adquieren validez por ser parte de una
"formade vida".
Quisieradestacarque, adiferenciade la insistenciadel funcionalismo en
lacoherenciasocial, los microhistoriadoressehancentradoen lascontradic-
cionesde los sistemas normativosy,portanto, enla fragmentaci6n, contra-
diccionesypluralidadde puntosde vista quehacena todoslossistemasflui-
26 C. Ginzburg y A. Prosperi, Giochji dipa.zimza: unsemmario suiBmq;cio di Cristo (Turin,
1975).
27 H. James, IntheCage (Londres, 1898).
28 E. Gellner, Conceptsand Society,en B.R.Wilson (ed.), RAtionality(Oxford, 1970), pags.28-
49, en especialpag. 24.
J3.5
.-
dos y abiertos. Los cambios se producen mediante estrategias y elecciones
mlnimaseinfinitesimales que acnianen losintersticiosdesistemasnorrnati-
vos contradietorios. Estamos ante un autentico giro de perspectiva, pues
acentualasaccionesmas nimias ylocalespara mostrarlasbrechas yespacios
abiertos por lascomplejas incoherenciasde todosistema. En definitiva, vol-
viendoalejemplo anteriormentemencionado, esmasfuncionalistaconside-
rarelsignificado de lapeleade gallosen elcontextode un sistema coheren-
te de culrura balinesa que considerar los multiples significados socialmente
fragmentados de lapeleade gallosenSI mismacomomedio para interpretar
laculturabalinesaen general, con todas susinconsecuencias29.
Dehecho, aunquepensemos en un repertorio de culturas localesincorn-
parables entre sfydelque s610 de forma puramentearbitrariapuedendedu-
cirse reglasgenerales mas 0 menos absrractas, sigue siendo aun posible que
este enfoque de pie a una jnterpretacion muy funcionalista, si se piensa
quelaculturalocalesun todocoherente,hornogeneoysistematico. Hay,por
tanto, dos posibles maneras de leer un contexto social: viendolo como un
lugar que atribuye significado acasosparticulares extrafios 0 anornalos,
revelando susignificado ocultoy,consecuentemente, suajuste a un sistema,
o descubriendo el contexto social en el que un hecho aparenternente ano-
malo 0 carente de significaci6n cobrasentido al revelarselas incoherencias
ocultas de un sistema socialaparentementeunificado. Lareduccion deesca-
laesuna operacionexperimentaldebidoprecisamenteaestehecho de supo-
nerque elperfildelcontextoysucoherenciason aparentes ysacaalaluzesas
contradicciones que s610 aparecen alalterar laescalade referencia. Esta cla-
rificacion puedetambien darseincidentalmente,comoha observado correc-
tamenteJacques Revel 30, aumentandolaescala.Laeleccionde microdimen-
siones surgi6 como resultado directo de la preponderanciatradicional de la
interpretacion macrocontextual, frente alacual era la unica direccion expe-
rimental posible que podiatomarse.
Otroconceptode conrextualizacioneselque entiendeelcontextocultu-
ralcomoun procesodesituacionde una isladentrodelosllmiresfijadospor
loslenguajes disponibles. Pienso aqul, por ejernplo, en lahistoriaintelectual
de los contextualisras ingleses31. Esta teoria considera que el contexte esta
29 Geertz, DeepPlay: vernota 23.
30 J.Revel,L'histoireau rasdu sol, introduccion aG. Levi,LePouuoirauvi//age (Pads, 1989),
pags.i-xxxiii.
31 Ver J.G. A. Pocock., TheMachiaveiiian Moment: Florentine Political Thought andtheAtlantic
Republican Tradition (Princeton, 1975) y Virtue, Commerce, andHistory: EssaysonPolitical Thought
andHistory, chiefly intheEighteenth Century (Cambridge, 1985). Ver tarnbien Q. Skinner, Her-
meneutics and the Roleof History, New LiteraryHistory 7 (1975-1976), pags.209-232, y el.libro
de Skinnner The Foundasions ofModernPoliticalThought: the Rennaisance (Cambridge, 1978).
dictadopor ellenguajeylashablasdisponibles yutilizadasparungrupopar-
ticular de personasen una situaci6n concretapara organizar, pongamos por
caso,susluchasporelpoder.Estaescueladepensamientohatenidounagran
influencia en la reorfasocial misma y ha dado pie a tantos debates que me
parecesuperfluo volveraexponer susrazonamientos. Con rodo, laperspec-
tivade la microhistoriaes,una vezmas, diferente. pues da una importancia
primordial alasactividades, formas de comportamientoe instituciones que
proporcionan el marco en el que lashablas particulares pueden entenderse
adecuadamentey perrniten un debate significativo de aquellos conceptos y
creenciasque, de10 contrario, permanecerfanhermericamentccerrados en sf
mismos sinlaadecuada referenciaalasociedad-aunqueeldiscurso secon-
ceptualice como accion masque comoreflexi6n.
Lacontextualizaci6n puede tener un tercer significado consistente en
situarformal ycomparativamente un suceso,forma de conducta0concepto
en una seriedeotrossimilares,aunquepuedanhallarseseparadosen eltiem-
poyelespacio.Estacontextualizacionpresuponelaposibilidaddecomparar
esrructuras formalizadasyexplfcitas,pero no s610 seinteresa por agruparlos
elementosindividualescaracterizados por uno 0masaspectoscomunes,sino
tambien por laclasificaci6nbasada en similitudes indirectaspor medio de
laanalogfa.Aqul elcontexteimplicano s610 laidentificacionde un conjun-
to de cosas que comparten cierras caracteristicas, sino que rambien puede
operar en elplano de laanalogia--esdecir,en elambitodondelasimilitud
perfectaseda, masque entrelascosasmismas, que puedensermuy diversas,
entre lasrelacionesque vinculan lascosas-. La similitud seda entre siste-
masde relacionesque abarcan diferentes elementos. Es, por decirlo asl,una
identificaci6ndeparecidosdefamilia.(Merefieroaqufenparticularalapos-
turade Needham32.)
La microhistoria ha demostrado la falibilidad e inconsecuencia de los
contextos socialesen su definicion convencional: fijemonos por ejernplo en
lascrfticasplanteadas por M. Gribaudi33 acercade ladelimitaci6n socialde
losvecindarios de clasetrabajadora. Gribaudi muestra que lassolidaridades
pueden basarse no tanto en la similitud de la posicion social cuanto en la
semejanzaquesedaenelinteriordesistemasde relaciones.Otroejemplo es
elanaIisisde lasreglas de matrimonio ylosefectos de laconsanguinidaden
laregi6n deComoenelsigloXVII34; en esteanalisis,una fuerte contextuali-
zaci6n socialy una reduccion de escalarevelan la importancia de lasreglas
32 R.Needham, Reconnaissances (Toronto, Buffaloy Londres, 1980).
33 M. Gribaudi, Mondo operaio e mitooperaio: spaziepercorst sociali a Torinto nelprimoNovecento
(Tudn, 1987).
34 Merzario,II paesestretto, 1981.
/37
-
abstractas formales de matrimonio como base de categorizadones sociales.
Otroejemplopodrfaserel estudiodedicadoporAgoalainvestigaci6nde un
feudo".
Estas observaciones planteannuevos problemas que seranecesario examinar
brevernente. En primerlugar, elproblemade lacontraposicionentrecono-
cimientoindividualizanteygeneralizador-undebate recurrenteentrehis-
toriadoressodales-.Bastenos recordarlapolemicasobre historiacualitati-
va0 cuantitativade la familia 0, en un texto mas amplio, lacrisisque en la
decada de 1960sacudiolacreencia muyextendidaen laposibilidaddecuan-
tificarloscasossocialesyformularleyesrigurosas de conductasocial. Quie-
rocentrarmeaqufs610 en un aspecto que, aunqueseaquiza unico, sirvepara
ilustrarun problemairnportante,Quisieraexaminarque sepretendedeciral
hablarde historia cuantitativa0, mas bien, lascaracterlscicasde la cuantifi-
caci6nirnplfcitas en elconceptomecanidstade realidad social.
Lamicrohistoria intenta no sacrificarelconocimiento de loselementos
individualesaunageneralizaci6nmasampliay,dehecho,insisteen lasvidas
y acontecimientos de los individuos. Pero, al mismo tiempo, intenta no
rechazar todas las formas de abstraccion, pues los hechos mfnimos y los
casos individuales pueden servir para revelarfen6menos mas generales. En
unaeiencia debit en la que, si bien no es imposiblela experimentacion, sf
quedaexcluida aquellafaceta del experimento que implicala capacidad de
reproducir causas, las disonandas mas nimias aparecen como indicadores
de sencido que pueden tenercaractergeneral. Edoardo Grendi ha definido
esta perspectiva como la atenci6n prestada a 10 excepcionalmente nor-
mal36. Laalternativadesacrificar10particulara10general0 centrarses610
en la unicidadde 10particulares, portanto, unadistinci6ninapropiada. El
problema reside mas bien en c6mo podrfamos elaborar un paradigma que
giresobre elconocimientode10particularsin renunciaraladescripci6nfor-
malyalconocimientocientfficode esemismoparticular37. No obstante,las
comparacionesentre cuantitativo y cualitativo, entre suceso y serie, entre
particularygeneral, hanllevado aunaidea equivocadasobre cuales son las
herramientasadecuadasparalaformalizaci6n. Lahistoriasocialsehaconsi-
35 R.Ago, Unftudo esnnpla":immobi/ismopadronak astuziacont4dt'na 1Azjotkl700(Roma.
1988).
36 E. Grendi. Microanalisi e storia sociale., QuakmiStorid7 (1972), p:1gs. 506-520, yPolanyi:
Jal/itntropologUz alia microll1llllisistoncil (MiUn, 1978).
37 C.Ginzburg, .Spie: radici di un paradigma indiz.iario., en A. Gargani (ed.), emi tklJa
(furin, 1979), p:1gs. 59-106,reimptesoenellibrodeGinz.burgMitiEmbkmi morfologUz fto-
ria (Turin, 1986), p:1gs. 158-209.
derado tradidonalmente capaz de apliear modelos ngidos a la historiay a
servirse de un tipo de formalizaci6n cuantitativaenla que el conceptode
causalidadno quedarladebilitadoporprestaratenci6na laselecciones per-
sonales, a las incertidumbres, a las estrategias individuales Yde grupo que
recuerdansupuestamenteunaperspectivamenos mecanicista.Debidoaque
estatendenciaaidentifiearformalizaci6n con cuantificaci6n ha prevalecido
durantelargo riempo, lahistoriaha quedadoparad6jicamenterezagadatras
lasdemas ciencias sociales.En rni opini6n,lamicrohistoriaavanzaconmas
firrneza hacia lascamasno cuantitativas de la matematicaa fin de surninis-
tear representaciones mas realistas y menos mecanicistas, ampliando asi el
campo de indeterminaci6n sin rechazar neeesariamente elaboraciones for-
malizadas- Resultaincreible queen eldebatesobre la denominadahistoria
cuantitativasehayan pasado por alto ciertos problemas comolosrelaciona-
dos con los graficos de redes relacionales, las deeisiones en situaeiones de
incertidumbre,el cl1culo de probabilidadesy losjuegos ylasestrategias. Si
deseamos rrabajar con una representaei6n diferente, mas complejay realis-
ta, de la racionalidad de los actores socialesy considerarno
s
la naturaleza
fundamental mente interconexa de los fen6menos sociales, nos resultara
inmediatamentenecesario desarrollary utilizar nuevos instrumentosforma-
lesde abstracci6n. El terreno sigue siendo ampliamenteabiertoa laexplo-
raci6nde loshistoriadores.
Estas son, pues, las cuestiones y posiciones comunes que earacterizan la
microhistoria: la reducci6n de escala, el debate sobre la racionalidad, el
pequefio indicio como paradigma ciendfico, el papel de 10particular (sin
oponerse.sinembargo, a10social),laatenci6nalarecepci6n yalrelato, una
definici6nespedficade contextoyel rechazodel relativismo. Estos elemen-
tosearactedsticossonsimilares, de muchas maneras,alossefialadosporJac-
ques Revelen un recientearticulosobre microhistoriaque es,quiza, elinten-
to mas coherente hasta la fecha de interpreter este trabajo experimental38.
Reveldefine lamicrohistoriacomoelintentode eseudiar10socialno como
objetodoradode propiedades inherentes, sino comoconjuntode interrela-
ciones cambiantesexistentes entreconfiguracionesen constanreadaptaci6n.
Lamicrohistoriaespara el una respuesraalaslimitaciones obviasde ciertas
interpretaciones de la historia social que en su busqueda de la regularidad
danpreeminenciaa indicadores exeesivamente simples. Lamicrohistoriaha
intentado construir una conceptualizaci6n mas fluida, una clasificaci6n
menos prejuiciadade10queconstituye10socialy10culturaly un marco de
38 Revel,L'histoire au rasdu soh" en Levi, LePouvoirIIU 1989.
/3'1
analisis que rechaza lassimplificaciones, las hipotesis dualistas, las polariza-
ciones,lastipologfasrigidasylabusquedade caracterfsticasnpicas.(Porque
hacerquelascosas sean simplessipodemoscomplicarlasi (pag. xxrv),esel
lemaqueproponeRevelparalamicrohistoria.Conelquieredecirqueelver-
daderoproblemade loshistoriadoresesconseguirexpresarlacomplejidadde
la realidad, aunque esto implique utilizar tecnicas descriptivas y formas de
razonamiento muchomas intrfnsecarnentecriticasconsigo mismasy menos
imperiosasquelasanteriores.El problemaconsiste,pues, en seleccionarareas
de examenimportantes: la ideade ver alos sujetosde la historiatradicional
en unade sus variantes locales es anaIoga a la de leer entre lfneasun docu-
mento concreto u observarporentrelos personajes de un cuadroconel fin
de discernirsignificados queanteriormenteeludieroncualquierexplicacion:
o alade descubrirlaverdaderaimportanciade 10 queanteriormentepareda
habersurgido rneramente de las circunstancias0 de la necesidad, 0 el papel
activo del individuoqueantes parecfasimplementepasivo 0 indiferente.
Refiriendome a la definicion de Revel, he intentadosubrayar mas clara-
mente la tendenciaantirrelativista de la microhistoria y las aspiraciones de
forrnalizacionquecaracterizan,0 seguncreo deberlancaracterizar,laobradel
microhistoriador. Estotienesu irnportancia, porquelosconceptosqueutili-
zamos en historia y ciencias sociales son a menudo imprecisos y se utilizan
metaforicamente. El conceptomismode configuracion, porejernplo, lafor-
mulaoportunae intuitiva de Elias, me parece algo tfpico, en el sentido de
quees poderosamenteexpresiva perosigue siendo alusivay nose encamina
haciaun objetivoque,segunhe intentadornostraren estearticulo,creo posi-
ble expresaren terminosformales.
Nose si esta exposicion de la microhistoria es digna de confianza. Hepre-
tendidopresentarenterrninoscaracterizadosconrelativovigorun grupode
personas quese han visto envueltas realmenteen muchosy multiples deba-
tes dentrode lahistoriasocial italianaen lasdecadas de 1970y 1980.Quiza
deberahaberexplicado mas plenamentelasdiversas opinionesen cuestiony
las referencias a un debate historico que iba mucho mas alia del marco ita-
liano. Debo,pues, aclarareste puntoinformandoallectorde quelos princi-
pios que me hanguiadosondecididamentepersonales; se tratamas biende
un autorretratoquede un retratode grupo. Nopodnahaberobradode otra
manera y aprovecho la ocasion para advertir a ese mismo lector de que las
cosas soncomoson.
Eldebatedelamlcrobistoria(P.B.)
Lamicrohistoriaexpuestaen este capitulo porunode sus principalesporta-
voces noha dejadode florecer en elsentidode que cadavezsepublicanmas
estudiossobreeste generoen diversos idiomas.
Enla Ultima decada, entrelas contribuciones de los historiadores italia-
nos cabe sefialarlade OswaldoRaggio FaMeeparentele(1990), unahistoria
sobreelestadogenovesdesde el puntode vista del pueblode Fontanabuona;
entrelosfranceses, la de AlainCorbin The Village ofthe Cannibals (1990) y
la de Benoit Garnot Uncrime conjugalau 18esiecle (1993); entre los esta-
dounidenses, lade DavidSabeanProperty, ProductionandFamilyinNecker-
hausen, 1700-1870(1990),lade CraigHarline TheBurdensofSisterMarga-
ret(1994) y la de Margaret King TheDeadsh oftheChildValerio Marcello
(1994); entre los espafioles, la de Jaime Contreras Sotos contra Riqaelmes
(1992),asfcomolasde losalemanesWolfgangBehringerShaman ofOberst-
dorf(1994)yHansMedickWeben undUberleben unLaicbingen, 1650-1900
(1996), probablementelamas importantede rodas.
Mirandoesta lista, que resultariafiicilmente arnpliable, se evidenciaque
los estudios sobre pueblos siguen monopolizando uno de los principales
focos de atencion, comoesel caso de Fontanabuona, LaichingenyNeckar-
hausen, 0 enel caso del librodel historiadorTheovan DeursensobreGraft
en elsigloXVII(1994).Ahundanrambienlosestudiossobreindividuosolvi-
dados, incluidos no solo el del nino Valerio Marcello, sino el de Conrad
Stoeckhlin, queveia fantasmas; elde JohanHjerpe, protagonistadel estudio
de Arne Jarrick sobre la Ilustracion en Estocolmo (1992) 39; el de Ewert
Willemswon, un adolescente que redacto un diario, sobre el que WiUem
Frijhoffhaescritoun librode700paginas(1995);elde laesclavaquesecon-
virtioen figurade cultoenel Brasil del siglo XVIII,Rosa Egipdaca,cuyahis-
toria ha investigado Luis Mott (1993). Hay estudios sobre conventos (de
CraigHarliney BenoitGarnot) yestudiossobrefamilias GaimeContreras).
Porfascinante quesea, esta profusion de estudiosde microhistoriaplan-
tea la cuestion de si no se habrasaturado el rendimiento inrelectual. Mon-
taillou (1975) yElquesoylosgusanos (1976) fueron esclarecedoresyInheri-
tingPower (1985),de Giovanni Levi, abri6 nuevo camino, pero actualmen-
te, casi un lustro despues de los pioneros, (no habrallegado el momento de
parar?No cabedudade que larespuesta aesta preguntaesdepende;depende
de quelosestudiosde microhistoriasigansu propiocauce 0 porquealguien
39 A. jarrick, BacktoModern Reason. Johan HjerpeandotherPetitBourgeois inStockholm intheAge
ofEnlightenment(rrad, ingl., Liverpool. 1999).
/1/
haya descubierto una buena hisroria de interes humane en los archives, 0
de que este tipo de Investigacion se emplee como metodo para resolver pro-
blemas hisroricos, como en el caso de la historia oral (estudiada por Gwyn
Prins en el capitulo 6). Las tecnicas microhist6ricas arrojan luz sobre dos pro-
blemas hist6ricos principales.
El primero de ellos es el de que la causa de los acontecimientos, gracias a
la posibilidad de verlos bajo el microscopio hisrorico y no a simple vista, se
descubra distinta por otros motivos. El problema que trata en este capitulo
Giovanni Levi, esta recogido en un volumen de ensayos reeditado por Jac-
ques Revel,]eux d'lchel/es (1996), en el que se propugnan los microestudios
(hist6ricos 0 sociologicos) como estraregia de conocimiento que no se
aparta de la experiencia humana.
Otto tipo de problema explicatorio 10 planrea el estudio de Contreras
anteriormente citado, Sotos contra Riquelmes, en el que el historiador inter-
preta el juicio por herejla de la viuda Magdalena Lopez de la ciudad de Lorca
como sintoma de conflictos entre los grupos sociales y las familias dirigentes
de la region. Puede que tenga razon, pero (es esa toda la historia? La lectura
de este relaro espafiol me trae a la memoria un debate sobre hisroria politics
del siglo XVIII, que hizo furor en Inglaterra hace una 0 dos generaciones, en
el que sir Lewis Namier criticaba la interpretacion predominante sobre la his-
toria politica de Inglarerra, en particular la historia polfricadel siglo XVIII, en
terminos de un conflieto entre partidos con programa y sefialaba la impor-
tancia de los inrereses locales (fue criticado a su vez por reducir los ideales a
egofsmos). No cabe duda de que no fue pura casualidad que las pruebas de
tal interpretacion se obtuvieran gracias al tipo de estudio sobre familias que
en la actualidad denominariamos microhistorico.
Tambien un estudio sobre la politica en Leicestershire entre 1530 y 1885
se enfoc6 sobre la rivalidad entre familias, presentando la Reforms, la guerra
civil y las pendencias entre whigs y tories, liberales y conservadores, como
otras tantas mascaras del verdadero conflieto: Hastings contra Grey 0 Man-
ners contra Grey, segtin la epoca40. Visros al microscopio, los seres humanos
aparecen mas libres de 10 normal, como arguye Levi, pero tambien menos
idealistas. Parad6jicamente, el empleo del microscopio parece fomentar las
modalidades de explicacion reduccionistas del estilo asociado con Namier.
Puede que los historiadores, como los medicos, tengan que aprender a
convivir con estos conceptos alternatives y en apariencia incompatibles, en
que particulas de microhistoria coexisten con las ondas amplias de la
40 ]. H. Plumb, Political History, 1530-1885", en Victoria County History, Leicessenhire, vol. 2
(Londres, 1954), pags, 102-134.
macrohistoria. Nos falta en hisroriografia el equivalente de un Niels Bohr
que haga de la complementariedad virtud. Suceda esto 0 no, deberCamos al
menos preguntarnos, como hacen algunos hisroriadores, sociologos y antro-
pologos, si es 0 no posible vincular 10 microsocial y 10 macrosocial, las expe-
riencias con las esrructuras, las relaciones personales con el sistema social, 0
10 local con 10 global. Si no asumimos seriamente este interrogante, la
microhistoria puede convertirse en una especie de escapismo, en acatamien-
to de un mundo fragmentado mas que en intento de explicaci6n.
Un modo de vincular 10 local y 10 global podrCa consistir en prestar mas
atenci6n a los diferentes tipos de intermediario 0 portero entre comuni-
dades y el mundo exterior. Orro, serfa retroceder y avanzar entre los dos nive-
les, como en el caso del relato sobre las revoluciones china, francesa y rusa
obra respectivamente de Jonathan Spence, Simon Schama y Orlando Figes
(veanse pags. 293-294).
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/'13
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haya descubierto una buena historia de interes humano en los archives, 0
de que este tipo de investigacion se emplee como metodo para resolver pro-
blemas historicos, como en el caso de la historia oral (esrudiada por Gwyn
Prins en el capitulo 6). Lastecnicas microhistoricas arrojan luz sobre dos pro-
blemas historicos principales.
El primero de ellos es el de que la causa de los acontecirnienros, gracias a
la posibilidad de verlos bajo el microscopio hisrorico y no a simple vista, se
descubra distinta por otros motives. El problema que trata en este capitulo
Giovanni Levi, esta recogido en un volumen de ensayos reeditado por Jac-
ques Revel, d'lche/ks (1996), en el que se propugnan los microestudios
(historicos 0 sociologicos) como esrraregia de conocimiento que no se
aparta de la experiencia humana.
Otro tipo de problema explicatorio 10 plantea el estudio de Contreras
anteriormente cirado, Sotos contra Riqaelmes, en el que el historiador inter-
preta el juicio por herejla de la viuda Magdalena L6pez de la ciudad de Lorca
como sfntoma de conflictos entre los grupos sociales y las familias dirigentes
de la region. Puede que tenga razon, pero (es esa toda la historia? La lectura
de este relate espafiol me trae a la memoria un debate sobre historia pollrica
del siglo XVIII, que hizo furor en Inglaterra hace una 0 dos generaciones, en
el que sir Lewis Namier criricaba la interpretacion predominante sobre la his-
toria polltica de Inglaterra, en particular la historia politica del siglo XVIII, en
terminos de un conflicto entre partidos con programa y sefialaba la impor-
tancia de los intereses locales (fue criticado a su vez por reducir los ideales a
egofsmos), No cabe duda de que no fue pura casualidad que las pruebas de
tal interpretacion se obtuvieran gracias al tipo de estudio sobre familias que
en la actualidad denominarfamos microhistorico.
Tambien un estudio sobre la poHtica en Leicestershire entre 1530 y 1885
se enfoco sobre la rivalidad entre familias, presentando la Reforma, la guerra
civil y las pendencias entre whigs y tories, liberales y conservadores, como
otras tantas mascaras del verdadero conflicto: Hastings contra Grey 0 Man-
ners contra Grey, segun la epoca 40. Vistos al microscopio, los seres humanos
aparecen mas libres de 10 normal, como arguye Levi, pero tarnbien menos
idealistas. Paradojicamente, el empleo del microscopio parece fomentar las
modalidades de explicacion reduccionisras del esrilo asociado con Namier.
Puede que los historiadores, como los medicos, tengan que aprender a
convivir con estos conceptos alternativos y en apariencia incompatibles, en
que partlculas de microhistoria coexisten con las ondas amplias de la
40 ]. H. Plumb, Political History, 1530-1885, en Victoria County History, uimtmhirt:, vol. 2
(Londres, 1954), pags, 102-134. .
macrohistoria. Nos falta en historiograHa el equivalente de un Niels Bohr
que haga de la complementariedad virtud, Suceda esto 0 no, debedamos al
menos preguntarnos, como hacen algunos hisroriadores. sociologos y antro-
pologos, si es 0 no posible vincular 10 microsocial y 10 macrosocial, las expe-
riencias con las estructuras. las relaciones personales con el sistema social, 0
10 local con 10 global. Si no asumimos seriamente este interrogante, la
microhistoria puede convertirse en una especie de escapismo, en acatamien-
to de un mundo fragmentado mas que en intento de explicacion.
Un modo de vincular 10 local y 10 global podria consistir en prestar mas
atencion a los diferentes tipos de intermediario 0 portero entre comuni-
dades y el mundo exterior. Otro, serfa retroceder y avanzar entre los dos nive-
les, como en el caso del relato sobre las revoluciones china, francesa y rusa
obra respectivamente de Jonathan Spence, Simon Schama y Orlando Figes
(veanse pags. 293-294).
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