Martinis 2013-Educación Pobreza-Y Seguridad
Martinis 2013-Educación Pobreza-Y Seguridad
Martinis 2013-Educación Pobreza-Y Seguridad
Matemtica Lengua
1996 1999 2002 1996 1999 2002
Muy favorable 66,4 71,2 72,3 85,4 88 87,7
Favorable 46,2 51,5 56,4 70,2 73,9 75,5
Medio 34,0 39,4 52,5 58,4 61,5 66,4
Desfavorable 24,1 27,9 39,1 48,5 51,4 61,0
Muy desfavorable 16,7 27,9 35,7 37,1 46,7 54,8
Total 34,6 40,8 48,3 57,1 61,3 66,3
Fuente: ANEP-Mecaep (1999), Evaluacin nacional de aprendizajes en lengua
y matemtica, 6. ao enseanza primaria 2002, primer informe, Montevideo.
Tomado de: Observatorio de la Educacin de ANEP:
<www.anep.edu.uy/observatorio>.
186 Universidad de la Repblica
La tabla sistematiza resultados obtenidos de las evaluaciones de aprendiza-
jes en matemtica y lengua realizadas en los aos 1996, 1999 y 2002 (ANEP-
Mecaep, 1997a, 1998, 1999a, 1999c, 2000; y, ANEP-Gerencia de Investigacin
y Evaluacin, 2000, 2002a, 2002b y 2002c). La temtica de las evaluaciones
de aprendizaje fue el indicador en relacin con el cual la administracin produjo
mayor cantidad de documentos, lo que puede servir como un indicio para dar
cuenta de la relevancia otorgada al tema.
Como puede apreciarse, se distribuye a los alumnos en cinco grupos, segn
el ndice de nivel sociocultural que corresponde a la zona en que viven. Luego
los resultados de las evaluaciones son organizadas en funcin del contexto de
pertenencia. El contexto intermedio (medio) obtiene resultados muy similares a
los promedios nacionales. Los contextos favorables y muy favorables se ubican
por encima de dicho promedio y los contextos desfavorables y muy desfavorables
lo hacen por debajo. De todos modos, un elemento que parece necesario desta-
car es que la brecha de aprendizajes entre los contextos ms favorables y los ms
desfavorables tiende a reducirse en cada evaluacin que se realiza. Ello sucede
sin que sea alterado el ordenamiento de los resultados en directa relacin con el
contexto sociocultural de pertenencia.
En denitiva, parece empricamente sustentable la armacin acerca de que
la conjuncin de factores asociados a situaciones de pobreza es la que produce
el fracaso escolar. Como ya hemos planteado, no es lo evidente lo que debe ser
sometido a discusin, sino las formas en que los resultados son obtenidos y, par-
ticularmente las inferencias que a partir de ellos se postulan.
En este sentido, resulta muy interesante que los factores estrictamente edu-
cativos no ocupen un lugar destacado en la explicacin de la problemtica. Por
otra parte, ello guarda coherencia con el sealamiento que la necesidad de alterar
el modelo escolar no se vinculaba a cuestiones especcamente educativas.
Un elemento ms nos interesa mencionar con relacin a este tema. Como
podemos apreciar, se tiende desde aqu tambin a la construccin de un sujeto
excepcional, aquel que por carencias de diverso tipo se ve inhabilitado para
aprender. La lgica expuesta es claramente vinculable con la construccin dis-
cursiva del mutante. Los lmites de lo pensable quedan reducidos en el marco
explicativo que proveen tres variables, en cuya relacin estara inscripto el futuro
del sujeto.
Desde esta forma de construir discursivamente los problemas de la educa-
cin primaria uruguaya, se van a generar una serie de lneas de accin a desa-
rrollar para hacer realidad la nocin de refundacin del sistema educativo. Estas
lneas de accin, que guardan continuidad con los elementos conceptuales desa-
rrollados precedentemente y que van en la lnea de lo que podramos denominar
un nuevo sentido comn sobre el papel de la educacin, generado en los aos
noventa, pueden apreciarse en el siguiente ordenamiento:
1. La universalizacin de la educacin inicial como estrategia de fondo
y de mayor impacto en el largo plazo para aumentar la equidad social.
Comisin Sectorial de Investigacin Cientfca 187
2. Desarrollo de un extendido programa de construcciones edilicias, que
previ en su plan para el cuatrienio 1996-1999, la construccin y re-
modelacin de 955 aulas para educacin inicial y primaria.
3. Programa nacional Todos los nios pueden aprender, sustentado en
un fuerte respaldo poltico y docente, apunta a: desarrollar polticas
sociales integradas; perfeccionar a los docentes en los aprendizajes de
la lectura y la escritura; fortalecer los vnculos entre educacin inicial
y primaria; maximizar el uso del libro como herramienta sociopeda-
ggica, y establecer una slida red de vnculos entre las escuelas y las
familias a travs de la promocin de formas ms exibles de concebir e
implementar la participacin comunitaria.
Las acciones especcamente sociales se orientan al reordenamiento
institucional del Programa de Alimentacin Escolar (PAE) a travs de
un fuerte aumento de las caloras aportadas por los almuerzos esco-
lares (sistema de bandejas) de manera de mejorar su impacto social,
educativo y nutricional; la distribucin de equipos de lluvia y pares de
botas para los nios de zonas ms carenciadas como medida preventiva
frente a los altos ndices de inasistencias asociadas a factores climticos;
el mejoramiento de la calidad de la atencin mdica, a travs de con-
venios con instituciones de salud pblicas y privadas, que ya permite
atender a los nios de contextos ms carenciados, y el apuntalamiento
de los mbitos de dilogo con las familias, a los efectos de consensuar
estrategias entre escuelas y hogares para abordar e intervenir sobre el
fracaso escolar.
4. El desarrollo de la enseanza de tiempo completo, esto es, la imple-
mentacin de escuelas que atienden a los alumnos de condicin so-
cioeconmica precaria en rgimen de doble turno y con una currcula
y un encuadre pedaggico especializado, supone una transformacin
radical. En este marco, se estableci un acuerdo complementario con
el Banco Mundial (Proyecto Mecaep) que permite crear 50 escuelas
nuevas de tiempo completo.
5. El fortalecimiento de la educacin rural []
6. La distribucin de ms de 2.800.000 libros a los alumnos de 1. a 6.
grado escolar, intentando fortalecer el capital cultural de estos y de sus
familias, as como el proceso pedaggico del cual son protagonistas.
7. La evaluacin de aprendizajes en Matemticas y Lengua, a nivel de ter-
cer y sexto ao, que no solo constituye un insumo fundamental para el
diseo, seguimiento y monitoreo de las transformaciones curriculares y
docentes encaminadas, sino una forma de rendir cuentas de lo actuado
a la comunidad (Anep, 2000: 126).
8. La implementacin de Programas de Mejoramiento Educativo (PME),
que permiten desarrollar la capacidad de iniciativa y gestin autnoma
de las comunidades escolares, a travs del apoyo y el nanciamiento de
800 proyectos.
9. La promocin de polticas de recreacin ante el hecho de que cuatro
de cada diez alumnos de escuelas pblicas no veranean. Ya se han pues-
to en marcha programas que permitan a los alumnos no veraneantes
188 Universidad de la Repblica
contar con espacios y momentos de esparcimiento costeados por ANEP
(ANEP-Codicen, 2000a).
Estas nueve lneas de accin constituyen la columna vertebral del proceso
de reforma educativa 1995-2000 en educacin primaria. Obsrvese, nuevamen-
te y en coherencia con el anlisis que venimos realizando, la fuerte tendencia
hacia la atencin de situaciones de pobreza que estas acciones presentan.
Si bien el conjunto de acciones expresa claramente el desarrollo de una lnea
discursiva, entendemos oportuno detenernos en una de ellas especcamente.
Si bien ms adelante volveremos sobre el tema, nos parece relevante sealar la
centralidad que en el conjunto de la propuesta tiene el hecho de apuntar al de-
sarrollo de un sistema de escuelas de tiempo completo.
Como sealamos en el captulo 3, la introduccin de la categora escuela de
tiempo completo se produce en Uruguay en el ao 1989, como una resignica-
cin de las viejas escuelas al aire libre sobre las que nos detuvimos en el captulo
2. De todos modos, a partir del ao 1995 se coloca como uno de los objetivos
fundamentales de poltica educativa la expansin de este tipo de escuelas.
Desde el ao 1989 el funcionamiento de una cantidad muy limitada de es-
cuelas de tiempo completo se justica desde la necesidad de realizar experimen-
tacin pedaggica a los efectos de disponer de modelos de trabajo con vistas a
una generalizacin de la experiencia (ANEP-Codicen, 1989). Ello no pasaba de
ser una expresin de deseos, ya que no existan previsiones presupuestales dirigi-
das a tal n y solamente se incorporaban siete escuelas a esta modalidad.
Ms all del escaso alcance de esta medida, es interesante recoger algunos
elementos presentes en la concepcin del proyecto, ya que el mismo constituye
el antecedente ms directo para el impulso que tendrn este tipo de escuelas a
partir del ao 1995.
En la resolucin que el Codicen de la ANEP dict para la implementacin de
la modalidad en 1989, se establece que la misma se realizar en dos modalidades:
una modalidad destinada a preparar la introduccin de cambios impor-
tantes en la concepcin de la educacin y en el uso de nuevas tecnologas
y lenguajes y, la otra, para llevar a una mayor cantidad de nios los bene-
cios del programa vigente de Educacin Primaria en su integralidad, ya
que en la actualidad no pasa en muchas reas de una aspiracin, en tanto
el tiempo disponible de clase no permite profundizar en contenidos fun-
damentales (ANEP-Codicen, 1989: 1).
Por otra parte, en la exposicin de motivos de la misma resolucin se pro-
fundizaba en la consideracin del tema del tiempo escolar. Especcamente, se
planteaba que:
hay una relacin ntima entre la calidad y cantidad de conocimientos in-
ternalizados y el tiempo destinado a su adquisicin. [] En la actualidad,
se desplaza el acento del proceso hacia el aprendizaje, lo que signica
tomar en consideracin el tiempo que cada educando necesita para ela-
borar los conocimientos. [] Es evidente que la comparacin del tiempo
Comisin Sectorial de Investigacin Cientfca 189
que se destina a la permanencia del nio en las aulas en otros pases desa-
rrollados y an en los vas de desarrollo y en algunas escuelas privadas de
nuestro medio, la escuela pblica actual aparece con un menguado lapso
que obliga, necesariamente, a limitar las aspiraciones educacionales. [] El
hecho que ambos padres se encuentren fuera del hogar por lapsos prolon-
gados signica para muchos nios horas de soledad, de falta de atencin,
de ocio no educativo ni dirigido o de permanencia en las calles, con los
riesgos consiguientes (ANEP-Codicen, 1989: 1-2).
Puede ya visualizarse en este documento la mixtura de aspectos educativos
y de contencin social que sern retomados y desarrollados en 1995 al esta-
blecerse la consolidacin de escuelas de tiempo completo como uno de los ejes
prioritarios de la reforma educativa.
A partir del ao 1995, para la nueva gestin de la ANEP, la justicacin de la
necesidad de instalar escuelas de tiempo completo tendr que ver con el hecho de
brindar atencin a una poblacin especca, denida como integrada por alum-
nos de condicin socioeconmica precaria. Como vemos, la excepcionalidad del
sujeto determinar la excepcionalidad de la institucin necesaria para intervenir
sobre l. Volveremos sobre este punto ms adelante ya que, constituye uno de los
ejemplos ms claros de desarrollo de procesos de clasicacin social.
El conjunto de estas nueve acciones, como venamos planteando, muestra
la construccin discursiva de la educacin como espacio central del despliegue
de un conjunto de polticas sociales focalizadas destinadas a atender situaciones
de pobreza.
Puede apreciarse en el anlisis que venimos realizando la produccin de un
fuerte proceso de resignicacin de la escuela pblica uruguaya. Este proceso,
ubica a las instituciones educativas en un escenario en el centro del cual se ubica
el despliegue de un conjunto de polticas sociales. En palabras inspiradas en el
propio director nacional de educacin pblica:
Este abordaje integral representa un cambio sustancial en el modo de
aproximarse al tema dentro de nuestro sistema educativo, e involucra, ne-
cesariamente, una dosis considerable de recursos humanos y nancieros, al
tiempo que constituye una ntida apuesta en trminos de poltica social: en
otras palabras, al asumir la idea que la educacin cumple progresivamente,
tal cual indic el director nacional de la ANEP, profesor Germn Rama, el
rol de un Ministerio de Bienestar Social (ANEP-Codicen, 2000a: 127).
7
7 Armaciones del estilo de las aqu presentadas no han estado ausentes en diversas manifesta-
ciones pblicas del director nacional de educacin pblica en el perodo 1995-1999. Valgan
como ejemplo un fragmento tomado de versiones taquigrcas de presentaciones suyas ante la
Comisin de Educacin y Cultura de la Cmara de Senadores: Cabe destacar que deseamos
llevar adelante este plan (de escuelas de tiempo completo), comenzando con una generacin
de primer ao, a n de tener tiempo para educarlos, para que jueguen y para que, al mismo
tiempo, estn protegidos. En ese sentido, deseo indicar que algunos escolares tienen las llaves
de sus casas, puesto que all, cuando regresan, no hay nadie. Adems, tambin se presentan
dicultades sociales muy grandes en ciertas zonas marginalizadas. Todo esto hace que sea
necesario que los nios estn protegidos, dentro de la escuela, la mayor parte del da (versin
190 Universidad de la Repblica
Posiblemente sea este el prrafo que ms claramente ilustre acerca de la
concepcin educativa del grupo de reformadores de la educacin. Se depositan
en la educacin un conjunto de elementos vinculados al bienestar social, recor-
tndose poblaciones especcas que son las que necesitaran de esa intervencin.
De tal suerte, se produce una fragmentacin del mbito educativo entre pobla-
ciones incluidas y excluidas. Como ya hemos planteado, a esta fragmentacin no
le es ajena la nocin de prevencin.
8
Educacin y pobreza en el discurso
de la reforma educativa uruguaya
9
En el presente apartado nos proponemos avanzar en el anlisis de las formas
de articulacin entre educacin y pobreza que se van consolidando en el desarro-
llo de las construcciones de sentido que produce la reforma educativa uruguaya.
Para ello centraremos nuestra mirada en las elaboraciones que se realizan en rela-
cin la a construccin de una nocin de escuela, de alumno y de maestro.
Escuela pblica, contexto y pobreza en el discurso de la reforma educativa
A partir del ao 1985, como sealamos en el captulo 3, comienzan a de-
sarrollarse en el sistema educativo uruguayo formas de caracterizacin de las es-
cuelas pblicas en funcin de la consideracin de variables de orden econmico,
social y cultural. Ellas comienzan a cobrar sentido en tanto denen mecanismos
a travs de los cuales permitir discernir cules seran las escuelas habilitadas a
participar en los programas compensatorios y focalizados que se instalaran en
los prximos aos. Ese ao se genera una primera forma de caracterizacin que
supone denir a las escuelas como de requerimiento prioritario.
La categora requerimiento prioritario ubica su fuerza de enunciacin en
la propia institucin educativa, sealando que, en funcin de algunas considera-
ciones particulares dicha escuela recibira un tratamiento privilegiado en rela-
cin con otras. Constituye una forma de nombrar a la escuela en su relacin con
los mbitos de decisin en materia de polticas educativas. A su vez, el carcter
prioritario de la escuela era asignado por las autoridades correspondientes en
funcin de valoraciones que tenan que ver con las dicultades que los docentes
taquigrca de la presentacin del director nacional de educacin pblica ante la Comisin de
Educacin y Cultura de la Cmara de senadores, 23 de agosto de 1995: 19).
8 La lgica de la prevencin operando en el marco del sistema educativo lleva a concebir a la
institucin educativa como un lmite ante las posibilidades de expansin de situaciones de des-
integracin social. De esta manera se opera una resignicacin del sentido de la escuela, ya que
se parte de la base que, Por otra parte, los nuevos sntomas de desintegracin social pueden
encontrar en la escuela pblica el freno o la valla de contencin para su desarrollo. La escuela
pblica (incluyendo en ella la educacin inicial) representa el mbito ms idneo y efectivo
para el desarrollo de estrategias de incorporacin de los sectores ms carenciados sociocultural
y econmicamente, en otras palabras, el principal escenario de construccin y reforzamiento
de la integracin social (ANEP-Codicen, 2000a: 70).
9 En este apartado se retoman algunos elementos trabajados inicilamente en Martinis, 2006b.
Comisin Sectorial de Investigacin Cientfca 191
encontraban para desarrollar su tarea educativa. En ese sentido es posible apre-
ciar una relacin de esta categora con la de escuela mal ubicada que menciona-
mos en el captulo 2.
De todos modos, la categora requerimiento prioritario instala un quiebre
en las formas de nominacin en las escuelas. Antonio Romano, luego de sealar
adecuadamente que la adjetivacin de las escuelas no es un fenmeno nuevo en
nuestro pas, arma que:
existe una diferencia importante que distingue los criterios de especica-
cin. Escuelas urbanas o rurales hace referencia a los diferentes medios en
los cuales la escuela est ubicada y desarrolla su accionar (medio rural o
medio urbano). En cambio, las escuelas de requerimiento prioritario pare-
cen estar nombrando otra cosa, el descubrimiento de otro fenmeno que
parece preanunciar esta nueva denominacin: no ya el descubrimiento de
otra realidad diferente de la ciudad, sino de un nuevo tipo de pobreza. Nos
referimos al descubrimiento de la pobreza urbana. Esta nueva pobreza va a
ser caracterizada como marginalidad, exclusin, proceso de exclusin, etc-
tra. Cada perspectiva va a ofrecer una explicacin diferente de acuerdo a
la forma en que esta se conceptualiza (2006: 142).
El fenmeno que adecuadamente seala Romano supone efectivamente un
punto de quiebre en los discursos sobre la educacin en Uruguay. Este se dene
por introducir la nocin de pobreza, o alguno de sus equivalentes, como puntos
centrales desde los cuales pensar las instituciones educativas. Ello se profundiza
a partir del ao 1996, cuando comienza un proceso de construccin de criterios
tcnicos para la clasicacin de las escuelas que buscan ir ms all de la simple
constatacin de la existencia del fenmeno de la pobreza en ellas.
Como ya hemos adelantado en las paginas anteriores, en dicho ao la unidad
de medicin de resultados educativos (UMRE), una dependencia tcnica del sistema
educativo uruguayo nanciada con recursos del BM, elabor una primera categori-
zacin de instituciones, en paralelo a la realizacin de la primera evaluacin estan-
darizada de aprendizajes escolares (ANEP-Mecaep, 1997a).
Esta categorizacin se construy a partir de la creacin de dos ndices: uno
de contexto sociocultural y otro de contexto econmico. Para su construccin
se tuvo en cuenta el nivel educativo de la madre y el equipamiento del hogar. En
esta ocasin el universo tomado en cuenta fue exclusivamente el de los alumnos
asistentes a sexto grado de las escuelas pblicas de Uruguay.
Comienza as un proceso en el cual las formas de clasicacin de las escuelas
necesariamente incorporarn formas de clasicacin de los alumnos que asisten
a ellas. En este sentido, se retoman planteos de CEPAL en cuanto a identicar el
nivel educativo de las madres como variable explicativa de los resultados esco-
lares. Se entra as en el terreno de la construccin de la carencia, continuando la
lnea cepalina de denicin de los nios pertenecientes a sectores que viven en
situacin de pobreza como previsibles en cuanto a su posibilidad de fracasar en
el mbito educativo
192 Universidad de la Repblica
En 1999, la ANEP resolvi la sustitucin del Programa de Escuelas de
Requerimiento Prioritario por el de Contexto Sociocultural Crtico (CSCC). La
caracterizacin de escuelas como de CSCC se realiz a partir del relevamiento de
tres variables: la tasa de repeticin de los nios de primer ao, la tasa de alumnos
con alta inasistencia y la tasa de alumnos de sexto ao cuyas madres tenan la es-
cuela primaria como mximo nivel de educacin formal. Una ventaja importante
de esta forma de clasicacin, desde el punto de vista de los documentos rele-
vados, con respecto a las caracterizaciones anteriores, es que estos indicadores
se referan directamente a la poblacin escolar y no eran interpretados a partir
de datos secundarios. Finalmente en el ao 2002, la clasicacin de contexto
fue ajustada con informacin relevada para el Monitor Educativo de Primaria,
realizado por el Programa de Evaluacin de la Gestin Educativa de ANEP. Para
la realizacin del ajuste se tom particularmente la variable de nivel educativo
de las madres de los estudiantes. Es de destacar que, segn los documentos
consultados, los resultados de una y otra clasicacin no varan sustantivamente
(ANEP-Codicen, 2004).
El pasaje de una forma de nominacin a otra tiene connotaciones relevan-
tes. Si bien ambas parten de la constatacin de la existencia de la pobreza en las
escuelas urbanas, de hecho se pasa de una caracterizacin que se apoyaba en no-
minar a las escuelas en tanto tales y en relacin con su vinculacin con el sistema
educativo, a una en la cual el criterio de construccin se apoya en atributos de
los sujetos. Estrictamente, esto constituye el nal de un proceso desarrollado a lo
largo de la dcada de los noventa, ya que, como hemos planteado anteriormente,
las evaluaciones de aprendizajes venan trabajando en relacin con las caracte-
rsticas de los medios socio culturales de pertenencia de los alumnos desde el
ao 1996. De esta manera, se consolidan formas de clasicacin de poblaciones,
las cuales tendrn como contrapartida propuestas de intervenciones especcas
sobre ellas.
El desarrollo de estos procesos de clasicacin de poblaciones guardar co-
herencia con la redenicin del rol de la escuela pblica en tanto institucin que,
articulada con el conjunto de las polticas sociales, deber atender y rescatar una
porcin de la poblacin que se encuentra en situacin de marginacin.
Con gran claridad, al defender el proyecto de ley presupuestal ante una
Comisin Parlamentaria, el director de la ANEP llama la atencin acerca de que
si no se desarrollan polticas educativas se debern desarrollar polticas de crcel,
ya que a su entender el no acceder a la educacin por parte de los nios de sec-
tores marginales los coloca en posicin de integrarse a circuitos de delincuencia.
De hecho, se plantea que:
Por lo tanto, en base a esta estructura demogrca y esa atencin, bueno
es decir que si no aplicamos ciertas polticas en la escuela primaria, des-
graciadamente deberemos tener polticas de crcel, puesto que all hay
un marcado problema de determinado tipo de poblacin que es necesario
atender. Digo esto para explicar por qu damos una gran importancia a
Comisin Sectorial de Investigacin Cientfca 193
tratar de rescatar parte de esa poblacin por va de escuelas de tiempo
completo []. No he querido exagerar cuando arm que el pas se en-
cuentra en opcin de desarrollar la actividad preescolar y las escuelas de
tiempo completo o, en el futuro, tener que levantar crceles, porque existe
un problema de marginalidad que en nuestro pas todava no alcanza los
mismos niveles que se presentan en otras naciones y estamos a tiempo de
evitarlo con polticas de integracin (ANEP -Codicen, 1995b: 15).
Como puede apreciarse, la estrategia argumentativa utilizada coincide con
los principios centrales de construccin de sentido que analizamos al abordar la
discusin parlamentaria en relacin al proyecto de ley de seguridad ciudadana. La
instalacin de una perspectiva anticipatoria en relacin con los nios que viven
en situacin de pobreza instituye un discurso de contenido de clasicacin social,
en el cual es posible apreciar la construccin de una cadena de equivalencias que
articula pobreza, fracaso educativo y tendencia a cometer acciones delictivas.
Como hemos pretendido mostrar, la situacin enunciada lleva a poder in-
troducir la necesidad de reconsiderar el modelo de escuela de tiempo simple, ya
que se entiende que los magros resultados que obtienen los nios pertenecientes
a sectores socioculturalmente desfavorecidos pueden ser mejorados a travs de
una educacin de una mayor extensin de la jornada escolar. Por otra parte, se
piensa la educacin como un espacio en el cual es necesario realizar un gran
esfuerzo de compensacin social tanto a nivel educativo como nutricional, sani-
tario y comunitario.
Consideradas en conjunto, las cuatro grandes estrategias mediante las cuales
la gestin educativa pretende incidir sobre el problema de los bajos niveles de
aprendizaje de los nios pertenecientes a sectores desfavorecidos son: el desarro-
llo de un sistema de escuelas de tiempo completo, el Programa de Mejoramiento
Educativo (nancia proyectos que se concursan entre las escuelas), el programa
nacional Todos los nios pueden aprender (desarrolla acciones especcas en
escuelas de contextos pobres) y el Programa de Alimentacin Escolar.
A los efectos de no reiterar argumentaciones, nos detendremos especca-
mente en la consideracin de la primera de las estrategias enunciadas. Entendemos
que a travs de ella es posible apreciar claramente los contenidos estelares desde
los cuales produce sentido el discurso de la reforma educativa. Una tarea similar
podra realizarse en relacin con las otras tres estrategias mencionadas.
En lo que tiene que ver con el desarrollo de un conjunto de escuelas de
tiempo completo, se establece que es una prioridad de la administracin el ir
logrando abarcar, paulatinamente, dentro de esta modalidad al 20% ms pobre
de los escolares del pas. Como ya hemos planteado, la fundamentacin de la ne-
cesidad de establecer escuelas de tiempo completo se apoya en investigaciones
de la CEPAL (1990) en las cuales se plantea el factor tiempo de exposicin a los
conocimientos como un elemento determinante en los bajos resultados acadmi-
cos alcanzados por los nios pertenecientes a sectores desfavorecidos. A partir
194 Universidad de la Repblica
de esos trabajos, se postula la necesidad de extender la jornada escolar para los
nios de esos sectores sociales.
Se entiende la escuela de tiempo completo como una respuesta ante los
problemas de la inequidad social, destinada prioritariamente a los nios de bajo
rendimiento pedaggico, los cuales necesitan ms tiempo para aprender.
Se trata de romper el crculo de la casa o el crculo de la pobreza a travs
de la accin educativa, buscando la formacin educativa y la socializacin de los
nios en normas y valores.
En el nivel curricular, estas escuelas continuaran funcionando basadas en
el programa comn de nivel primario y, a la vez, apuntaran al desarrollo de un
proyecto pedaggico institucional que enriquezca la propuesta curricular. Un
elemento base de este enriquecimiento tienen que ver con que el equipo docente
de cada escuela pueda identicar las caractersticas de la insuciencia cultural
del medio social del que provienen los nios, a los efectos de poder trabajar
sobre ellas. En sntesis, se trata de brindar a los nios
un entorno organizado, con normas explcitas y consensuadas que ofrez-
can un encuadre claro, ordenado, previsible, benevolente y continente,
que le ofrezca al nio una experiencia de vida diferente que lo marque sig-
nicativamente tanto a nivel del conocimiento como del desarrollo afecti-
vo y que le ofrezca oportunidades para el desarrollo de la autoestima y la
conanza en s mismo (ANEP-Codicen, 1998).
El documento Propuesta pedaggica para las escuelas de tiempo completo
(ANEP-Mecaep, 1997b), elaborado por un equipo tcnico designado por la
ANEP, recoge el planteamiento conceptual sobre el cual se erige la fundamen-
tacin de la conveniencia del desarrollo de un modelo de escuela con extensin
horaria dirigida a nios que viven en situacin de pobreza.
Dicho documento seala la continuidad de la poltica que se plantea con la
que se vena desarrollando en aos anteriores en relacin con extender el hora-
rios escolar como forma de propender a una mejora de los rendimientos escola-
res de nios provenientes de sectores en situacin de pobreza.
Establece que lo que se trata de lograr con el desarrollo de una propuesta
educativa de tiempo completo tiene que ver con superar inequidades de par-
tida. De esta manera, se asume explcitamente la existencia de un punto de
partida desigual de los sujetos, tributario de las condiciones sociales y culturales
en que desarrollan su existencia los nios.
Es interesante notar que el conjunto del documento oscila entre una posicin
de principios en la cual se alerta acerca de la necesidad de no discriminar o asumir
acrticamente posiciones que partan de una desvalorizacin de quienes viven en
situacin de pobreza; y otras en las que se asumen diagnsticos o construcciones
sociales en relacin con la pobreza, que van justamente en la direccin de aquello
que se pretenda evitar. Es as como armaciones del tipo:
Los pobres son adems, depositarios de un conjunto de problemticas
que abarcan a la sociedad toda: transgresin de las normas, violencia,
Comisin Sectorial de Investigacin Cientfca 195
abandono, falta de afecto, delincuencia. Y frecuentemente se los identica
como los principales responsables de su pobreza. En consecuencia, no
hay posibilidades de encarar seriamente una propuesta educativa, si no se
trabaja conjuntamente sobre nuestras concepciones, imgenes, prejuicios
y rechazos hacia los pobres (ANEP-Mecaep, 1997b: 13-14).
Coexisten, en la misma pgina, con apreciaciones en las cuales se maniesta
el incremento de la violencia en los sectores pobres o el desarrollo de estrategias
para obtener recursos que tienen que ver con la mendicidad, la venta callejera,
la recoleccin de desechos, el robo, la prostitucin infantil, el trco de drogas
(ANEP-Mecaep, 1997b: 14).
Ms all de la explicitacin de una sensibilidad que no pretende incurrir en
procesos de discriminacin, el desarrollo de la propuesta abunda en elementos
de diagnstico en los cuales permanentemente se asume una posicin que tiende
al desarrollo de procesos de estigmatizacin de los sectores pobres. Planteos en
relacin con la dinmica familiar y la relacin escuela-familia-comunidad, abun-
dan en explicitacin de elementos negativos que son depositados en los sujetos
pobres y que dicultan el pasaje de los nios por las instituciones educativas. Un
repertorio de estigmas es desplegado; se argumenta que:
La maternidad precoz produce una relacin ambivalente de la madre
con su hijo, que va a condicionar las posibilidades de este ltimo de
desarrollarse autnomamente.
El varn cumple en la pareja un rol de sustento econmico y establece
las normas, muchas veces de forma arbitraria y violenta.
La impotencia por no poder cumplir lo que se espera de su rol, lleva
al varn a caer en crisis alcohlicas y ataques agresivos, que desgastan
y rompen la relacin de pareja, no asumiendo su lugar de cmo gura
adulta identicatoria para sus hijos. Estos, internalizan una gura pa-
terna desvalorizada que tienden a reproducir en su desarrollo posterior
(ANEP-Mecaep, 1997b: 16).
La violencia est instalada en las relaciones cotidianas entre todos los
integrantes de las familias.
Esta violencia es trasladada por los nios a la escuela, ya que, El dbil pa-
pel mediatizador del lenguaje en este medio tan cargado de acciones, tra-
duce rpidamente las emociones en actos (ANEP-Mecaep, 1997b: 16).
Las vivencias de abandono marcan fuertemente la historia de los nios,
desde su primeros das de vida.
Se vive el ingreso a la escuela de modo ambivalente, ya que por una
parte se lo visualiza como una oportunidad para salir de la pobreza;
mientras que por otra, supone un desprendimiento del ncleo familiar
y el ingreso a una institucin con cultura, valores y personas diversas a
las que se conocen.
En denitiva, Criados en una familia con rasgos de promiscuidad,
falta de lmites, indiscriminacin de roles, y restricciones econmicas
196 Universidad de la Repblica
importantes, se encuentran con una organizacin donde hay roles de-
terminados (directora, maestra, secretaria) ocupados por personas que
generalmente son de otra extraccin social y formando parte adems,
de un conjunto de pares (ANEP-Mecaep, 1997b: 17).
Partiendo de este conjunto de presupuestos, es claro que el diagnstico
naturalmente tender al establecimiento de una fuerte incompatibilidad entre el
modelo escolar y la realidad de los nios. Esta incompatibilidad, se constituye
a partir de la visualizacin del conjunto de carencias que portan los nios, sus
familias y su medio social ms amplio. Ello es lo que hace necesario repensar un
modelo escolar para este tipo de nios.
El repensar este modelo, tendr que ver, desde la perspectiva del documen-
to, con tener en cuenta que:
En una realidad donde se ha destacado tanto la carencialidad, no podemos
predecir hasta donde puede llegar la potencialidad y el desarrollo de nuevas
capacidades, pero necesariamente debemos apostar a ello para que el de-
sarrollo del proceso educativo se produzca. Solo la prctica cotidiana ser
capaz de habilitar la emergencia de lo oprimido, la creacin de lo nuevo.
Para ello, toda tarea educativa debe basarse en una tica (de respeto al
otro, a su cultura, de fomento de la solidaridad, de la cooperacin) y apo-
yarse en la utopa de que hombres y mujeres puedan construir un mundo
de relaciones, en el que es posible desarrollarse y tener igualdad de opor-
tunidades para crecer en la diversidad. Disfrutar las diferencias resultantes
de los procesos de maduracin personal y colectiva, eliminando aquellas
que son fruto de la desigualdad y la discriminacin excluyente (ANEP-
Mecaep, 1997b: 21-22).
Es interesante notar, nuevamente, cmo el documento se desarrolla en una
ambigedad permanente y que parece no tener salida. Por una parte el pretender
establecer una posicin que evite la discriminacin y por el otro, el convenci-
miento de la carencialidad bsica en la que se desarrolla la vida del otro y que
prcticamente le impide integrarse socialmente y lograr insercin educativa.
Esta tensin se profundiza al integrarse en el desarrollo conceptual elemen-
tos tomados del campo de la salud mental y del territorio de las dicultades
de aprendizaje. No nos detendremos particularmente en ellas, ya que expresan,
reiterativamente, la lgica ya expuesta en relacin con las carencias que portan
los nios que viven en situaciones de pobreza.
En denitiva, es apreciable que el aumento del tiempo que diariamente
ciertos sectores sociales deberan asistir a la escuela se fundamenta en dos con-
juntos de argumentaciones:
1. la necesidad de una mayor exposicin al conocimiento ya que estos
nios necesitan ms tiempo para aprender;
2. colocar al nio en un ambiente que lo continente, le satisfaga necesida-
des bsicas de alimentacin y salud y lo tenga a resguardo de los peligros
de la calle y de hogares en los cuales se encuentra sin referentes adultos.
Comisin Sectorial de Investigacin Cientfca 197
La nominacin de esta propuesta educativa como de tiempo completo per-
mite realizar algunas apreciaciones. La utilizacin de esta forma de nominacin
se conforma planteando la fantasa de la posibilidad de ocupar todo el tiempo
del nio a los efectos de educarlo, socializarlo y sustraerlo de inuencias nega-
tivas provenientes del medio social en el cual vive y ante el cual la escuela y los
maestros se enfrentan.
Este carcter de completo del tiempo involucrado pareciera dejar afuera
todo otro tiempo posible. Todo otro tiempo quedara inhabilitado ante el ca-
rcter de completo del educativo. Es claro que los otros tiempos en relacin con
los cuales transcurre la vida cotidiana del nio son construidos desde una mirada
negativa. Son tiempos muertos o incluso perjudiciales en relacin con la tarea de
rescatar al nio de las inuencias perniciosas del medio en el que vive.
Ms all de la exposicin de la polmica acerca de la relacin tiempo/apren-
dizajes, nos parece interesante tomar en cuenta el componente que supone el pre-
tender aislar al nio para poderlo educar. Existe la pretensin de poder tener una
inuencia educativa absoluta, total como el tiempo sobre el nio a los efectos
de poderlo cambiar, altera su cdigo cultural y lingstico para volverlo un nio
normal e integrado. Quizs en este registro discursivo, el carcter total y completo
del tiempo educativo se constituira en la condicin necesaria para producir la
mutacin que rescatara al nio del crculo de reproduccin de la pobreza.
De acuerdo a como se elabora el discurso es indiscutible que para producir
este proceso educativo en relacin con estos sujetos excepcionales, se hace ne-
cesario construir un nuevo modelo de escuela, alterar el modelo de escuela de
tiempo simple.
Sera posible establecer un parangn entre el surgimiento de la educacin
especial en los tiempos fundacionales del sistema educativo centralizado y esta-
tal (en el marco de los procesos que abordamos en el captulo 2, como espacio al
cual poder derivar a aquellos nios que no se ajustaban al modelo de normalidad
y que eran incapaces de aprender como el resto de los nios, y el modelo de es-
cuela de tiempo completo. La escuela de tiempo completo tambin est dirigida
a nios que no se ajustan a los patrones de normalidad y que no pueden aprender
como s lo hacen los nios normales. Se constituyen as otros nios, desiguales,
carentes, para los cuales es necesario construir otra escuela.
De todos modos, existe una diferencia relevante entre las escuelas especiales
y las de tiempo completo. La misma est dada por el hecho de que la gestin
educativa del perodo estudiado, aspiraba a colocar en ellas un 20% del total de
los escolares uruguayos. La educacin especial nunca constituy un fenmeno tan
masivo. Por otra parte, el aumento de la cantidad de nios que viven en situacio-
nes de pobreza en Uruguay en los aos noventa no hace sino abrir la puerta para
una necesidad de integrar ms nios a las escuelas de tiempo completo. Siguiendo
la lgica discursiva de la reforma, cabra realizar una hiptesis en la cual la mitad
de los escolares uruguayos deberan asistir a escuelas de tiempo completo como
consecuencia de su situacin de precariedad social y cultural.
198 Universidad de la Repblica
En concreto, en el ao 1995 existan en la rbita de la ANEP 9.592 nios
asistiendo a escuelas de tiempo completo. Esa cifra se elev a 12.159 en el ao
1999 (ANEP-Codicen, 1999). En el ao 2002, ltimo que abarca el perodo
temporal denido por esta investigacin, la cifra llegaba a 17.589.
10
Puede ser
interesante cotejar estas cifras con el total de nios matriculados en educacin
primaria pblica en Uruguay en el mismo perodo.
Matrcula en educacin primaria pblica. Evolucin 1995-2002
1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002
Total 348.326 369.500 376.870 383.799 394.400 400.289 403.738 405.653
Ed. comn 286.403 291.856 294.879 295.935 297.630 301.182 304.452 307.756
Ed. inicial 49.618 56.050 66.612 73.256 78.047 84.984 87.155 86.906
Ed. especial 7805 8124 8009 7679 8122 8234 8682 9076
Fuente: Observatorio de la Educacin de la ANEP
(<www.anep.edu.uy/observatorio>).
De los datos planteados surge que en el ao 1995, del total de nios asis-
tentes a educacin comn pblica en Uruguay, el 3,3% lo hacan a escuelas de
tiempo completo. Si bien la expansin en el perodo analizado de la cantidad de
nios en escuelas de este tipo es mayor que el crecimiento de la matrcula, las
diferencias que se pueden apreciar no parecen ser muy signicativas: en 1999
asiste el 4,1% de los alumnos y en 2002 lo hace el 5,7%.
Estas cifras si bien dan cuenta de una intencionalidad de expansin de la
modalidad, muestran lo acotado de la misma. Desde este punto de vista sera
posible llamar la atencin con relacin a que la ecacia que el discurso obtiene
en cuanto a jar una relacin particular entre educacin y pobreza es mayor que
el alcance en s de la poltica que se postula. Debe sealarse el costo econmico
de la expansin del modelo de escuelas de tiempo completo como el principal
elemento sealado por la ANEP para dar cuenta de la escasa expansin de esta
modalidad (ANEP-Codicen, 2000b).
Si por otra parte, se suma a la matrcula de las escuelas de tiempo completo
la de las de contexto sociocultural crtico, encontramos que:
[En la dcada de los noventa] la evolucin de la matrcula urbana muestra
algunos datos que vale la pena destacar. Las escuelas urbanas comunes
disminuyen su peso a lo largo de la dcada, aunque esta disminucin se
ve atenuada y parcialmente revertida a partir del ao 2000. Esta dismi-
nucin responde al incremento de la matrcula en las escuelas de contexto
sociocultural crtico y en las escuelas de tiempo completo, dos forma-
tos institucionales diseados con el objetivo de fortalecer los recursos y
capacidades de las escuelas que operan en los contextos socioeducativos
ms carenciados. Ahora bien, entre 1994 y el ao 2004 el incremento de
10 Dato toma del Observatorio de la Educacin de la ANEP, disponible en <http://www.anep.
edu.uy/observatorio/paginas/cobertura_ed_prim/matricula_catpub.xls>.
Comisin Sectorial de Investigacin Cientfca 199
la matrcula en este tipo de escuelas resulta marginal: se mantiene en el
entorno del 20% de la matrcula urbana total. Sin embargo, ello esconde
un leve descenso de la matrcula de las escuelas de CSCC y un aumento
modesto pero sostenido de matrcula cubierta por las escuelas de tiempo
completo (de aproximadamente el 2% de la matrcula urbana al 7% de esta)
(ANEP-Gerencia de Investigacin y Evaluacin, 2005: 76).
La constitucin de espacios educativos particulares para los nios que viven
en situaciones de pobreza (escuelas de contexto sociocultural crtico y escuelas
de tiempo completo) abona la idea de la segregacin de una parte de los asis-
tentes a las escuelas pblicas uruguayas. Siguiendo esta lnea argumentativa y
vinculndola con elementos trabajados en los captulos anteriores, es posible
apreciar que las poblaciones que viven en contextos de pobreza son construidas
desde una doble caracterizacin: son, a la vez, poblaciones en riesgo y poblacio-
nes peligrosas (Wacquant, 2000). Estn en riesgo ya que no acceden a estn-
dares mnimos de integracin social. Ese riesgo es atacado desde el conjunto de
las polticas sociales con un esfuerzo compensatorio, de bsqueda de equidad.
Particularmente la educacin desarrolla un esfuerzo compensatorio a travs de
un aumento de la cantidad de horas de asistencia a la escuela y de la prestacin
dentro de ella de un conjunto de servicios sociales. El fracaso de esta estrategia
de carcter compensatorio coloca a estas poblaciones en su segunda caracteri-
zacin: poblaciones peligrosas. El fracaso de la educacin en su esfuerzo com-
pensatorio y de desarrollo de procesos de equidad social permite que el trnsito
naturalizado entre pobreza y delincuencia se produzca. As el sujeto ca-
rente muta en sujeto peligroso. La compasin que a la escuela y a la sociedad
generan los nios pobres desaparece, surgiendo un nuevo cuerpo, adolescente,
juvenil, marcado por la peligrosidad de sus potenciales acciones.
Este discurso tiene mucha penetracin en el sentido comn de la sociedad
uruguaya. Es esta una sociedad que quiere creer en el carcter democratizador
e igualador de la escuela, recuperando su tradicin, y que, a la vez, se inquieta
por los fenmenos manejados desde los medios de comunicacin social de
crecimiento de la violencia y los comportamientos antisociales de adolescentes
y jvenes. La ecacia alcanzada por los argumentos utilizados para sustentar la
necesidad de una Ley de Seguridad Ciudadana, analizados en el captulo 4, pa-
rece avalar esta lnea de razonamiento.
Creemos que en este sentido es posible explicar provisoria y tentativa-
mente la aceptacin que las polticas compensatorias, del estilo de la escuela
de tiempo completo, han tenido en la sociedad uruguaya. La pobreza y sus con-
secuencias de violencia y agresin emergen como preocupaciones que siempre
estn a la orden del da en las agendas de los medios de comunicacin. A su vez,
ocupan los primeros lugares cuando se realizan mediciones de opinin pblica
acerca de los problemas que ms preocupan a los uruguayos. En este sentido, es
que hemos planteado que la problemtica de la pobreza emerge como un proble-
ma de gobierno, siguiendo las formulaciones de Michel Foucault.
200 Universidad de la Repblica
Entendemos que ello genera un campo propicio para que discursos del or-
den de la clasicacin social como los que sustentan la propuesta de escuelas
de tiempo completo y la instalacin de escuelas de contexto sociocultural crti-
co en relacin con la posesin o no de ciertos atributos sociales y culturales
sean aceptados y asumidos. Se convierten en parte del sentido comn, como
parte de sus efectos de poder. De este modo, se tienden a naturalizar ciertos
discursos, colocndolos en el lugar de lo verdadero. Nos hemos referido a esta
cuestin en captulos anteriores, especcamente con relacin a la elaboracin
de discursos vinculados al tema de la seguridad ciudadana. Como consecuencia
de esta naturalizacin de los discursos, sus efectos son tambin naturalizados,
justicados, asumidos. En este sentido, una hiptesis que hemos desplegado en
este trabajo y que rearmamos aqu, es que asistimos a la articulacin de una
serie de procesos que podramos denominar de gobierno de la pobreza o de
gobierno de la miseria (Castel, 1997). Estos, tienden a generar mecanismos par-
ticulares en funcin de los cuales clasicar y concentrar aquellas poblaciones
construidas como peligrosas.
Desde nuestra perspectiva, la construccin de un modelo de escuela de tiem-
po completo, con las caractersticas que hemos integrado en el anlisis realizado
para el perodo 1995-2000, se vincula directamente con esta pretensin de clasi-
cacin y concentracin de poblaciones construidas como riesgosas. Ello remite
directamente a la centralidad de otra categora a la que nos hemos referido reite-
radamente: la de prevencin. Clasicar y concentrar, en denitiva, para prevenir.
En el prximo apartado profundizaremos en la lnea de argumentacin en
desarrollo analizando los rasgos de identidad que desde el discurso de la reforma
se asignan al sujeto de la pobreza que asiste a las instituciones educativas.
El nio carente
La idea de nio en situacin de pobreza que se construye desde los docu-
mentos consultados tiene que ver fundamentalmente con la constante asociacin
entre pobreza y bajo rendimiento acadmico. Se entiende que algunas variables
estructurales tales como los niveles de ingreso y de hacinamiento, sumadas a
caractersticas familiares como el estado conyugal de los padres y el nivel de ins-
truccin de la madre, explican la produccin de nios que no consiguen apren-
der en el marco de la educacin formal.
La ubicacin en el quintil de menor nivel de ingresos, asociada a condi-
ciones de hacinamiento en la vivienda y a una madre de bajo nivel educativo
y que no se encuentra formando parte de una pareja formalmente establecida,
constituyen elementos que prcticamente aseguran el fracaso de los nios en la
escuela. Esta elaboracin est frecuentemente presente en el conjunto de los
documentos analizados. Tomemos dos como ejemplos:
Todas las evidencias demuestran una fuerte asociacin entre situaciones
de pobreza, organizacin inestable de la familia, bajos niveles educativos
de los progenitores y escasos logros educativos (ANEP-Codicen, 1996: 1).
Comisin Sectorial de Investigacin Cientfca 201
La aplicacin de un censo en Matemtica y Lenguaje en todas las escue-
las urbanas y en la rurales de diez o ms nios, permiti identicar un
conjunto de ellas con contextos socioculturales desfavorables y muy des-
favorables, denidos por la escasa educacin de los padres, la inestablidad
familiar y la no satisfaccin de necesidades bsicas de los hogares (ANEP,
julio de 1998: 12).
Se entiende que estos hogares no poseen cultura y producen nios que fal-
tan excesivamente a la escuela, no tienen internalizados mecanismos de gratica-
cin diferida ni de respuesta a los estmulos, siendo la mayora de ellos productos
de embarazos precoces. Se trata de nios carentes en cuanto a poseer un rico
lenguaje y un capital cultural y que tienen dicultades para la vida en relacin,
siendo el resultado de sus mltiples carencias la imposibilidad de aprender y por
tanto el fracaso y la repeticin.
Por otra parte, los nios que se encuentran en estas condiciones tienden a
agruparse en los barrios en que se encuentran las poblaciones de peor nivel socio-
cultural y econmico. Se produce, de este modo, una clasicacin de los barrios de
Montevideo que identica en un mismo conjunto el acceso a peores condiciones
materiales de vida con los ms bajos niveles de logro de aprendizajes.
La existencia de una poblacin escolar en condiciones desfavorables se consti-
tuye en un problema para las autoridades de la enseanza, ya que de no ser posible
rescatar a los nios que se encuentran en esa situacin se estar perdiendo una ge-
neracin en la marginalidad, preludio de la asuncin de conductas delictivas por su
parte. Se debe velar por estos nios ofrecindoles un espacio educativo de mayor
extensin en cuanto a la jornada escolar, pasndose de las cuatro a las ocho diarias.
De esta forma se los protege de los peligros de la calle, se contrarresta la inuencia
negativa de la cultura de sus hogares y comunidades, se los asiste sanitaria y nutri-
cionalmente y se les permite desarrollar aprendizajes.
Claramente se establece un quiebre entre el patrn de lo que se considera el
nio normal y aquel otro que se construye como carenciado. El imperativo de la
equidad pasara por la integracin de estos carenciados en un marco comn que
se jerarquiza y construye como socialmente superior. Del conjunto de los do-
cumentos relevados, uno de los prrafos en que esta idea queda ms claramente
establecida es el siguiente, tomado de una exposicin del director de la ANEP
ante la Comisin de Educacin y Cultura de la Cmara de Senadores:
En nuestras familias de clase media educada, cuando un nio hace un
ruido mientras estamos haciendo un trabajo, le decimos: Juan, no me
haras el favor de quedarte quieto un momento porque tengo que entregar
este trabajo. Te prometo, si me ayudas, que despus vamos a ir a jugar a la
plaza. En esta frase hay una incitacin al razonamiento, se emplean tiem-
pos condicionales, se concede una graticacin diferida si ahora ayuds
tendrs tu recompensa y se revela toda una estructura de pensamiento.
En un sector popular, la expresin ms simple es: callate gur de... , con
la cual se expresa nada ms que un imperativo. Estos son los dos capitales
culturales con los que los nios llegan a la escuela, por lo que el problema
202 Universidad de la Repblica
mayor de la equidad es otorgar a los hogares desfavorecidos un nivel mni-
mo, a n de que lleguen en igualdad de condiciones, tal como lo establece
la Constitucin de la Repblica, en respuesta a la organizacin poltica del
pas (ANEP, 1995b: 8).
Resulta muy claro apreciar en el prrafo transcripto el ejercicio de constitu-
cin de una frontera poltica que se produce. Se delimita un nosotros, poseedor
de atributos socialmente valorados y positivos, y un ellos que detenta un conjun-
to de valoraciones negativas.
Armaciones del tipo de: esa poblacin, la poblacin de esas caractersticas,
los nios que asisten a ese tipo de escuelas jalonan el conjunto de los documen-
tos relevados, dando cuenta de la consolidacin de una forma de clasicacin de
la poblacin escolar que agrupa en un mismo conjunto pobreza y bajos logros
acadmicos.
Es interesante apreciar cmo las condiciones que generan y denen el fraca-
so en la escuela se denen fuera de ella y son las mismas que tienden a llevar a los
individuos a la marginacin y la delincuencia. Como decamos antes, el fracaso
de la escuela tiende a reenviar la responsabilidad a los propios sujetos que son
excluidos, ya que el fracaso es responsabilidad de sus propias carencias y de las
de su medio. Esta es precisamente la lgica desde la cual se concibe el nio so-
cial y culturalmente carente, nuevo sujeto educativo que se ubica en la antesala,
de no mediar una ecaz accin educativa, del adolescente o joven delincuente.
El impacto que discursos de este tipo, y las polticas que se producen desde
ellos, generan en las posibilidades de constitucin como individuos integrados
de aquellos pertenecientes a sectores populares resulta claro. La dependencia de
la accin estatal en el marco de programas sociales como los que aqu abordamos
tiende a la produccin de situaciones de vergenza de la dependencia como ha
sealado Richard Sennett (2003). En este caso se trata de nios por tanto en
proceso de constitucin identitaria, que crecen recibiendo mensajes desde el sis-
tema educativo acerca de sus carencias, producidas por su existencia en el marco
de un contexto crtico o muy desfavorable.
Es interesante hacer notar que a travs de la construccin de este sujeto
carente se delinea la existencia de una poblacin. Esta ocupa un territorio, en
un doble sentido. En un sentido geogrco, se agrupa en determinados barrios y
zonas, las cuales pueden ser claramente delimitadas. La descripcin que se hace
de estas zonas linda con la nocin de gueto, o mas precisamente, de hipergueto
(Wacquant, 2001). En un sentido social, ocupan un territorio, no ya denible
geogrcamente sino social y culturalmente. La pertenencia a ese territorio de
lo social tiene que ver con el hecho de carecer de un conjunto de saberes, hbi-
tos y pautas de conducta necesarios para ser parte de la porcin integrada de la
sociedad. El territorio de la carencia social y cultural es concebido como lindero,
pero tambin superpuesto, con el de la delincuencia (Wacquant, 2000).
Las fronteras entre territorios se marcan muy claramente en el discurso
reformista, siendo tributarios de las formas de construccin de un nosotros y un
Comisin Sectorial de Investigacin Cientfca 203
ellos al que nos referamos anteriormente. La educacin se constituira en una es-
pecie de pasaporte para pasar de un territorio a otro, del territorio de la carencia
al de la integracin.
Interesa sealar aqu que, como hemos armado en otros momentos de este
texto es claro que el hecho de tener la fuerza para denir y clasicar a determi-
nados grupos sociales es generadora de ciertos efectos, de ciertas consecuencias
(Popkewitz y Brenan, 2000). Fundamentalmente nos interesa destacar el efecto
de poder que supone tener la fuerza para jar una determinada versin de las
relaciones sociales. El relato que se construye, vuelve sobre los sujetos jndo-
los a las posiciones en las cuales se los ubica. El conjunto de interpelaciones
(Hernndez Zamora, 1992) que el discurso educativo de la reforma lanza sobre
los nios de sectores pobres (carentes de hbitos y normas, desfavorecidos, sin
cultura, repetidores, ausentes, incapaces de aprender, marginados) no lo es sin
consecuencias. La organizacin de un modelo escolar basado en la idea de la ra-
dicalidad de la carencia del educando genera en su propio marco las condiciones
para la reproduccin de la carencia. Diramos que la reproduccin de la carencia
es constitutiva de este discurso, del mismo modo que lo es la vinculacin directa
que se construye entre pobreza y delincuencia.
El establecimiento de una cadena de equivalencias del tipo: fracaso en la
escuela-situacin de marginalidad-delincuencia, viene a reforzar el carcter de-
terminista del discurso. En denitiva, se parte de una situacin de imposibilidad
para el aprendizaje sobre la cual la escuela debe tratar de inuir. En el caso pro-
bable segn la formulacin que se realiza que la escuela fracase la alternativa de
futuro para el nio carente es la internacin del adolescente en una crcel.
La anttesis escuela/crcel nos reenva al abordaje de la nocin de seguridad
ciudadana, aspecto central de nuestra investigacin, y la coloca en un lugar de
primer orden. Esto se rearma, ya que el sujeto de la educacin es construido
desde el lugar de la carencia y la imposibilidad de aprender y no desde el lugar de
la posibilidad. El no partir de un discurso que rescate la posibilidad de aprender,
tiene como efecto la clausura de la posibilidad de la accin educativa, dejando
solamente en escena la hiptesis del control y la represin.
Este es claramente un problema pedaggico, ya que es abundante la litera-
tura producida en este campo que seala la estrecha vinculacin existente entre
las expectativas que los docentes tienen en relacin con las capacidades de sus
alumnos y los resultados educativos que estos logran. La nocin de biografas
escolares anticipadas (Frigerio, 1992), a la que ya nos hemos referido, condensa
esta idea desde la consideracin de los efectos que produce la desconanza de los
docentes en cuanto a las posibilidades de sus alumnos.
Maestros y pobreza
Con relacin al otro actor clave de la relacin educativa, es necesario sealar
que, como ya fuera planteado, uno de los objetivos que gua el proceso de re-
forma educativa es el de la dignicacin de la formacin y la funcin docente.
204 Universidad de la Repblica
Especcamente para el trabajo en contextos de pobreza se plantea la necesidad
de capacitar y actualizar en servicio a los maestros que se encuentran trabajando
en esos contextos (ANEP, 1995a).
Se entiende que la formacin de grado recibida por los maestros no los ha
preparado para el trabajo con nios de ese tipo de escuelas, lo cual coloca el im-
perativo de desarrollar programas de capacitacin. Es de destacar que el trmino
capacitacin es el que se emplea para hacer referencia a la formacin que se
brinda a los maestros luego de haber obtenido su ttulo y encontrarse trabajando
en escuelas pblicas.
Es interesante destacar que del mismo modo que para los alumnos asisten-
tes a las escuelas de tiempo completo, se entiende que una mayor y sistemtica
exposicin al conocimiento ser efectiva como estrategia educativa. Valga como
ejemplo la siguiente descripcin de una de esas actividades de capacitacin:
En este momento hemos podido observar en Punta del Este el compor-
tamiento ejemplar de ciento diez docentes que llevan ya cuarenta y cinco
das en un rgimen de internado. Digo esto porque sus jornadas comienzan
antes de las 7:00 de la maana; a la 7:15 estn desayunando; a las 7:30 su-
ben a los mnibus, y a las 8:00 comienzan las clases en los salones cedidos
por el Cantegril Country Club. Continan sus clases hasta las 10:00, tienen
un recreo de 15 minutos y luego continan hasta las 12:00. Posteriormente
se les concede 30 minutos de descanso, oportunidad en la cual se los tras-
lada hasta la cafetera de la terminal de Maldonado, donde en acuerdo con
la Intendencia conanciamos los gastos de alimentacin. Retornan a las
14:00 horas, tienen clase hasta las 16:00; 15 minutos de recreo y reanudan
nuevamente hasta las 18:00. A las 19:00 horas cenan, a las 20:00 regresan
a los hoteles y se dedican a estudiar (ANEP, 1995b: 130-131).
Se entiende que la capacitacin de los docentes para el trabajo pedaggico
con este tipo de educandos (ANEP, 1996) es un elemento clave para el mejo-
ramiento del aprendizaje de los nios. Se busca dotarlos de conceptos y herra-
mientas que permitan un abordaje integral de los problemas y las necesidades de
los alumnos asistentes a escuelas con altos ndices de fracaso escolar, as como las
estrategias requeridas para su reduccin (ANEP, 1998: 26).
Como ejemplo, la capacitacin que se desarroll en el marco del programa
nacional Todos los nios pueden aprender abarc jornadas enteras los das
sbado cada quince das durante cinco meses y se reri a:
1. dotar a los maestros de herramientas para desarrollar acciones de comu-
nicacin con las familias;
2. favorecer el desarrollo por parte de los maestros de acciones motivacio-
nales y otorgarles tcnicas de enseanza que permitan reducir el fracaso
escolar en primer ao. A su vez, los maestros deban realizar actividades
de recoleccin de informacin en torno a las caractersticas sociocultu-
rales de los hogares de los alumnos. Luego de nalizada la etapa presen-
cial del curso, deban utilizar la informacin recolectada para presentar
Comisin Sectorial de Investigacin Cientfca 205
proyectos de reorientacin de las escuelas a los efectos de enfrentar las
dicultades que provenan del medio social (ANEP, julio de 1998).
Es signicativo visualizar que el medio social del cual proviene el nio es
caracterizado como un obstculo para el desarrollo de la propuesta educati-
va que los maestros deben llevar adelante. El maestro educa enfrentando este
obstculo y la capacitacin se torna una herramienta fundamental en esa lucha.
Dentro del conjunto de los documentos con los que hemos trabajado surge cla-
ramente la nocin de que se entiende la capacitacin como la transferencia a los
maestros de herramientas (tcnicas didcticas) que favorezcan el aprendizaje de
esos nios. Estn ausentes las referencias a la posibilidad de reexionar sobre
la propia prctica docente, problematizar la misma o acceder a conocimientos
de teora de la educacin que no estn estrechamente vinculados a aspectos
didcticos. Los maestros son concebidos ms como tcnicos a los que debe ins-
trumentar para el desarrollo de una tarea que como a profesionales aptos para
organizar la misma.
El maestro, a travs del desarrollo de las actividades de capacitacin y
particularmente en las escuelas de tiempo completo es nominado como un
actor fundamental a los efectos de lograr que los nios desarrollen aprendizajes.
A su vez, su rol se dibuja cuando se lo interpela desde el espacio del cuidado a
nios que de otro modo se encontraran en la calle, carentes de la proteccin de
un adulto. Ambas formulaciones coexisten, instalando una situacin de precarie-
dad en la posibilidad de construccin de una identidad dotada de alguna forma
de estabilidad.
En denitiva, nos parece interesante sealar que la construccin que se rea-
liza de la gura del maestro es indisociable de la que se procesa en relacin con
el alumno. Atrapado por la excepcionalidad del sujeto en relacin con el que
debe desarrollar su tarea educativa, el docente pasa a ser denido en funcin de
este. Por ello, por una parte ve recortado el espacio de su denicin profesional
en tanto enseante, mientras que por otra, su identidad se ve redenida al
incorporar tareas de salvacin/redencin sociales propias del conjunto de las
profesiones que intervienen en relacin con la cuestin social.
En el presente captulo hemos pretendido dar cuenta de las principales for-
mas de construccin de discurso desde las que se articula la relacin entre edu-
cacin y pobreza en el marco de lo que hemos denominado como el discurso de
la reforma educativa uruguaya. Con este captulo, concluimos el despliegue del
conjunto de la argumentacin conceptual y del anlisis de documentos en que
optamos por estructurar este trabajo. En el prximo y ltimo captulo, plantea-
remos algunas conclusiones que surgen del conjunto del trabajo elaborado, in-
tentando recuperar las motivaciones centrales que hilvanaron nuestro trabajo y
tambin buscando dar cuenta de los lmites que el mismo posee, en tanto intento
por dar cuenta de aspectos de la complejidad de lo social y lo educativo.
Comisin Sectorial de Investigacin Cientfca 207
Captulo 6
Retomando las relaciones entre educacin,
pobreza y seguridad. Algunas conclusiones
para seguir pensando
Presentamos aqu las conclusiones generales de nuestro trabajo. Ms que
un cierre denitivo pretende ser un ordenamiento del conjunto del argumento
y una apertura a la posibilidad de continuar pensando con relacin a los nudos
problemticos centrales que ha atravesado nuestro trabajo.
Nuestra investigacin ha estado orientada en funcin de un acercamiento a
dos perspectivas tericas y formas de analizar lo social. No hemos pretendido ha-
cer una revisin del conjunto de las obras de Ernesto Laclau y Michel Focucault,
lo cual excedera los objetivos de nuestro trabajo. Lo que hemos planteado es,
desde una preocupacin inicial por el anlisis de algunas formas de vinculacin
entre educacin y pobreza, articular la perspectiva organizada en torno a la nocin
de imposibilidad de la sociedad de Laclau, con la que se desarrolla en torno a la
nocin de gubernamentalidad de Foucault. Al hacerlo, hemos intentado ser eles
a los elementos centrales de los planteos de cada una de estas perspectivas, a la vez
que buscamos establecer articulaciones entre ambas, con la atencin especialmen-
te puesta en el tema sobre el cual nos propusimos trabajar. A su vez, indagamos
en torno a la existencia de intentos de articulacin similar al que estbamos im-
pulsando, ubicando algunas perspectivas que han sido de particular inters para
fundamentar nuestra posicin (Buenl, 1997; Landau, 2006). No puede negarse
que todo esfuerzo de articulacin conceptual tiene algo de forzado, ya que se basa
en un tercero que pretende hacer dialogar dos posturas externas e independientes,
de todos modos, hemos intentado ser respetuosos de ambas perspectivas, as como
lo ms rigurosos posibles en el ejercicio realizado.
No ha sido otro nuestro objetivo que el de dotarnos de una caja de herra-
mientas que pudiera ser consistente y til para observar los procesos sobre los
cuales estamos interesados. Por otra parte, la eleccin de estas dos perspecti-
vas no ha sido caprichosa ni azarosa, sino que es consecuencia de un recorrido
conceptual personal y tambin fraguado en mbitos colectivos de trabajo con
colegas investigadores y docentes.
A partir de este esfuerzo conceptual hemos pretendido presentar una lec-
tura acerca de las formas en que desde diversos discursos generados en mbitos
sociales y educativos se han ido tematizando las relaciones entre educacin y
pobreza en el Uruguay. Si bien nuestra preocupacin central consista en ob-
servar estos elementos en el marco de la reforma educativa iniciada en 1995,
208 Universidad de la Repblica
entendimos que el trabajo que nos proponamos necesariamente deba incluir
una mirada del pasado que permitiera apreciar tanto continuidades y rupturas
como resignicaciones en el campo de estudio de los vnculos entre pobreza y
educacin. La realizacin del trabajo mencionado nos ha demostrado que efec-
tivamente era pertinente la incorporacin de esta mirada sobre otros momentos
histricos a los efectos de analizar algunos procesos y construcciones de sentido
acontecidas en la dcada de los noventa.
Hemos optado por organizar este captulo en cuatro apartados. En el pri-
mero, recuperamos la centralidad de una lectura desde una clave histrica. En el
segundo y el tercero retomamos algunos ejes claves acerca de las relaciones entre
educacin, pobreza y seguridad ciudadana manejados en el conjunto del trabajo.
En el cuarto, rearticulamos nuestra argumentacin desde su relacin con el marco
conceptual desde el cual hemos orientado el desarrollo de nuestro trabajo.
Algunas claves histricas. Constitucin de un sistema
educativo nacional y procesos de integracin social
En funcin de la necesidad de historizar los procesos educativos es que
hemos entendido importante recorrer algunas escenas centrales de la historia
de la educacin uruguaya especcamente en sus formas de construccin de las
relaciones entre educacin y pobreza.
Este recorrido histrico nos llev a ubicarnos en el escenario educativo
generado por la constitucin de un sistema educativo centralizado y estatal en
el Uruguay del ltimo tercio del siglo XIX. En el marco del mismo apreciamos
el desarrollo de un sistema educativo ubicado dentro del conjunto de institu-
ciones concebidas en el proyecto de constitucin de una sociedad moderna en
Uruguay.
La instalacin y el desarrollo del sistema educativo, articuladas en la nocin
de progreso, se ubican como instrumentos para la eliminacin de una serie de
antagonismos de cuya superacin depende la posibilidad misma de la consti-
tucin de la sociedad: civilizacin/barbarie, moralidad/ignorancia, educacin/
pobreza, progreso/atraso, entre otras. La conformacin discursiva de estos pares
antagnicos da cuenta del establecimiento de una perspectiva de lo social en
la cual en un extremo se ubican valores deseables, encarnados en los sectores
sociales dominantes y que impulsan la modernizacin, y, en el otro extremo, se
agrupan una serie de antivalores, encarnados en los sujetos populares. De esta
forma, el antagonismo central es concebido como el que existe entre los sectores
modernos, impulsores del desarrollo y los populares, identicados con la barba-
rie y el atraso.
La necesidad de integracin de los sectores populares a un orden en el cual
fuera posible dar curso a la conformacin de un Uruguay moderno, va a en-
contrar en el sistema educativo uno de sus canales fundamentales de expresin.
Comisin Sectorial de Investigacin Cientfca 209
Se trata de lograr la integracin social por la va de la transformacin de estos
sectores, de acuerdo a los parmetros de la sociedad civilizada.
La transformacin de los sujetos populares se concibe a travs de la asun-
cin de las normas de la sociedad moderna y civilizada. Supone, en denitiva, la
proclama de la necesidad de eliminacin de la expresin de toda diferencia, el
sostenimiento del paradigma de la integracin social como horizonte deseable
para el progreso social.
La fundamentacin de la sociedad homognea se desarrolla, como hemos
argumentado, a travs de la articulacin de dos conceptos, uno proveniente del
campo poltico y el otro del de la naciente ciencia social. El concepto poltico,
tomado del pensamiento liberal, es el de igualdad, entendido como la expresin
de una relacin de identidad social y poltica entre los sujetos, solo alterable en
funcin de las naturales diferencias de aptitudes existentes entre los sujetos. Los
ciudadanos poseen los mismos derechos en tanto tales y esa es la base en funcin
de la cual cada uno ha de desarrollarse en funcin de sus posibilidades.
Por otra parte, el concepto tomado de la naciente ciencia social, sin el cual
el programa de homogeneizacin social no puede ser comprendido cabalmente,
es el de normalidad. Este sostiene la existencia de una serie de normas que regu-
lan las relaciones sociales, en relacin con las cuales los sujetos deben organizar
sus interacciones sociales. El grado de adaptacin a la norma es el precepto
fundamental en funcin del cual la ciencia social positivista podr clasicar a los
sujetos, proponiendo diversas formas de intervencin sobre los mismos.
De esta conjuncin entre el discurso poltico y el de la ciencia social, es
posible apreciar cmo las nociones de igualdad y de normalidad pueden ser
entendidas como parte de un mismo proceso. Finalmente, los iguales son los
normales, siendo la intervencin sobre la anormalidad una forma de trabajar por
el desarrollo de la igualdad. Por otra parte, toda forma de expresin de una dife-
rencia se convierte en una agresin al principio de igualdad y una expresin de
formas del atraso social, debiendo ser combatida y suprimida.
Esta concepcin es la que dotar de sentido al formidable esfuerzo de de-
sarrollo de un sistema educativo que vive el Uruguay desde nes de la dcada
de los ochenta del siglo XIX y que se extender prcticamente por un siglo.
Subyace en esta perspectiva el hecho de poder concebir la constitucin plena
de la sociedad, la posibilidad de una sociedad en la cual, a travs de diversas
formas de intervencin, todos los sujetos y los grupos podran encontrar formas
de incorporacin a una sociedad que se entiende como capaz de albergarlos en
condiciones de igualdad.
En este marco es posible signicar las diversas formas de clasicacin de
los nios recorridas en el segundo captulo de este texto, las cuales tuvieron su
apogeo en las cuatro primeras dcadas del siglo XX. Recordemos que a cada
forma de diagnstico de una anormalidad se corresponda la concepcin de una
institucin educativa en la cual dar tratamiento a esa anormalidad. Salvo expre-
siones muy distintivas y fcilmente identicables de anormalidad, se entenda
210 Universidad de la Repblica
que la escuela poda disponer de formas particulares de atencin de los nios, las
cuales podran permitir su integracin a la escuela y la sociedad normales. Ello,
a su vez, les permitira acceder al conjunto de los conocimientos que la escuela
tena disponibles para distribuir entre los educandos.
Es claro que en general las expresiones de anormalidad estn directamente
asociadas a fenmenos de pobreza, los cuales son construidos como fuente de
incultura, conductas inmorales y eventualmente delincuenciales. De este modo,
se comprende cmo la tradicin fundante del sistema educativo uruguayo esta-
blece una relacin entre educacin y pobreza, en la cual incultura, anormalidad
y pobreza estn indefectiblemente unidas.
De todos modos, la perspectiva educacionista, que expresa el discurso
pedaggico de los fundadores del sistema educativo moderno uruguayo, se
bas en sostener que la intervencin educativa poda revertir los efectos no-
civos de las situaciones de pobreza, haciendo posible pensar en un horizonte
de integracin social.
En este marco es que cobra el sentido de proceso de estatizacin de tecno-
logas de gobierno propio de la constitucin del Uruguay moderno, proceso del
cual, y como hemos argumentado en los captulos iniciales de esta obra, el siste-
ma educativo constituye una de sus principales expresiones. La asuncin masiva
de tecnologas de gobierno por parte del Estado muestra el pasaje desde una
lgica ubicada en el terreno del disciplinamiento a una concebida fundamen-
talmente desde una preocupacin por los procesos de gobierno y conduccin
de poblaciones. Desde nuestra perspectiva, retomando aportes de Foucault y
seguidores, la constitucin de un Estado de bienestar constituir la expresin
mxima, y a la vez la explicitacin de los lmites, de una racionalidad poltica
articulada desde las nociones de integracin social y desarrollo.
Este horizonte de integracin social supona la superacin de las diferencias
que portaban los sujetos populares. De este modo, la posibilidad de incorpora-
cin a la sociedad normal y civilizada, se constitua, en los hechos en una forma
de integracin subordinada, coherente con el lugar que el discurso moderno y
liberal de la igualdad asign a lo sectores populares.
En el marco de la expansin del mencionado Estado de bienestar en
Uruguay, promediando el siglo XX, el desarrollo de polticas de integracin en-
cuentra en el sistema educativo, plenamente constituido en el nivel primario e
iniciando un proceso de expansin en la enseanza media, uno de sus principales
canales de expresin.
Como hemos argumentado, siguiendo a De Marinis (1999), el Estado be-
nefactor desarroll dos conjuntos de tecnologas de intervencin sobre lo social.
Por una parte, aquellas vinculadas a la construccin de un sistema de seguridad
social, tendientes a asegurar formas inclusivas de acceso a los derechos sociales,
basadas en la posesin de un puesto de trabajo y ancladas en la nocin de soli-
daridad. Por otra, las tecnologas del trabajo social, asociadas a formas de acceso
a servicios sociales por parte de aquellos sujetos no integrados al mercado de
Comisin Sectorial de Investigacin Cientfca 211
trabajo, de abordaje individual e individualizante y asentadas en la nocin de
responsabilidad.
Desde nuestra perspectiva, el Estado de bienestar desde su preocupacin
por la integracin social, introduce la lgica del trabajo sobre los pobres, situn-
dolos como objeto fundamental de sus polticas pblicas. El pobre, nombrado
como marginado, segn plantebamos en el captulo inicial, si bien es responsa-
ble de las dicultades de acceder a la modernidad plena de la sociedad uruguaya,
a la vez es concebido como sujeto de una posible integracin social, a travs del
desarrollo de las tecnologas especcas que el Estado disea a tales nes. Una
de las principales entre estas, naturalmente, es la educacin.
La lgica de lo social, en el sentido de Jacques Donzelot (1977) permea las
polticas pblicas, desde la construccin de tecnologas de gobierno que a la vez
que individualizan y responsabilizan al sujeto por su situacin, se desarrollan en un
marco general de conanza en las posibilidades de integracin social plena.
Esta lgica del Estado benefactor profundiza la perspectiva acerca del lugar
de la educacin en la superacin de la pobreza y de los males a ella asociados,
propia de la lgica del estado liberal en el cual se funda el sistema educativo
como entidad centralizada y estatal. La crisis de esta forma de promocin de la
integracin social desde el Estado ser la que inaugurar formas de resignica-
cin de las relaciones entre educacin y pobreza, las cuales, si bien continuarn
ubicando a los sectores populares en una situacin de subordinacin, ya no arti-
cularn la misma con una construccin acerca de las posibilidades de integracin
social plena. Apreciar la produccin de este quiebre en relacin con la posibi-
lidad de integracin social, constituye para nosotros un elemento fundamental
desde el cual poder comprender los procesos de resignicacin de lo educativo
que esta investigacin tematiza.
La dictadura militar en Uruguay (1973-1984), interviene sobre la crisis del
Estado benefactor, rearticulando las formas de ejercicio del gobierno estatal. Se
avanza en la desestructuracin de las tecnologas que provean formas de inclu-
sin subordinada y se comienzan a instalar formas de clasicacin de poblacio-
nes que van delineando interioridades y exterioridades de lo social.
Este proceso se desarroll a dos niveles. Por una parte es posible apreciar el
inicio de formas de segregacin territorial y social de poblaciones que se denen
como marginales. Si bien la categora utilizada es la misma que desde la perspec-
tiva del Estado de bienestar, el signicado de la misma se transforma. La margi-
nalidad en la perspectiva dictatorial, comienza a ser la expresin de un fenmeno
ante el cual se entiende necesario priorizar intervenciones de corte represivo, ya
que se la concibe como fuente de criminalidad. Lejos de la intencin de integra-
cin social que subyaca en las intervenciones welfaristas, la dictadura acenta el
carcter tutelar y represivo de las polticas pblicas destinadas a los pobres. Ello
es particularmente reforzado cuando esos pobres son, adems, jvenes.
Por otra parte, tal como planteamos en el captulo 3, se delinea otro grupo
social que supone una amenaza para el conjunto de la sociedad y que debe ser
212 Universidad de la Repblica
reducido y exterminado. Es el enemigo interno, la subversin, aquellos sectores
sociales y polticos que asumen una posicin de enfrentamiento al orden dic-
tatorial en cualquier plano de las relaciones sociales. Esta perspectiva, que se
instala en el pas en la dcada de los sesenta, asume directamente y sin media-
ciones el discurso de la Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN), desarrollado
por la poltica exterior del gobierno de los Estados Unidos de Norteamrica
como forma de oponerse al desarrollo de fuerzas populares y de izquierda en
Amrica Latina.
En la denominada DSN, se encarna el discurso poltico que se construye
para dar legitimidad a esta percepcin de lo social, profundamente asentada en
procesos de clasicacin social y exterminio de sujetos denidos como peligro-
sos o amenazantes. El enemigo interno es la gura que se construye para dar
cuenta de esa amenaza que surge dentro del propio cuerpo social y que debe ser
perseguida y eliminada.
Si bien no pretendemos plantear una equiparacin de sentido entre sub-
versivo y marginado, s nos interesa sealar que un conjunto importantes de
signicaciones sobre el tema de la seguridad propias de la DSN, van a ser reto-
madas, y resignicadas, desde la construccin de discurso en torno a la seguridad
ciudadana que se desarrollar en los aos noventa. Estas signicaciones, si bien
no retomarn la lgica del exterminio, propia del horror que produjeron las dic-
taduras latinoamericanas, s mostraran una continuidad en lo que tiene que ver
con el ataque al imaginario de igualdad que estaba en la base del desarrollo de
las polticas welfaristas.
Las dictaduras militares en Amrica Latina constituyeron los instrumentos
polticos propicios para hacer frente a las crisis del Estado de bienestar y a las
crecientes demandas de los sectores populares por mantener el acceso a bienes
y servicios que el modelo welfarista les haba proporcionado. Desmontadas las
aspiraciones populares de acceso a mejores condiciones de vida, y la forma es-
tatal que pretendi favorecerlas, qued abierta la posibilidad de desinversin y
economizacin de energa en el ejercicio del poder por parte del Estado a la que
nos referimos en el captulo 1. El neoliberalismo, con su defensa de la centrali-
dad del mercado en la regulacin de las relaciones sociales y econmicas, supuso
el modelo social funcional a este proceso.
La crisis del Estado de bienestar y su desmontaje en el marco de la irrupcin
de la lgica neoliberal, tiene como efecto fuerte el decaimiento del horizonte de
integracin social propio de los discursos polticos modernos. Esta desestructu-
racin de la posibilidad de la integracin y, en denitiva, de ascenso social, colo-
ca en una situacin de crisis al conjunto de los dispositivos concebidos desde el
liberalismo y profundizados en los Estados de bienestar para transitar procesos
de integracin en la sociedad, aunque fuera en lugares de subordinacin. Se
genera un proceso de migracin desde la posibilidad de la integracin, homoge-
neizante y subordinada, a la realidad de la exclusin y la desaliacin.
Comisin Sectorial de Investigacin Cientfca 213
Nuestro trabajo de investigacin se ha centrado en apreciar algunos procesos
vinculados a la educacin acontecidos en la dcada de los noventa y que ubicamos
dentro de este proceso de reconguracin de las formas a travs de las cuales el
Estado ejercita su poder de conduccin sobre individuos y poblaciones. En parti-
cular nos ha interesado apreciar cmo el paradigma de la seguridad se ubica como
perspectiva central en los procesos de construccin de sentido sobre lo social.
Seguridad ciudadana, pobreza y educacin
Nuestro trabajo ha pretendido presentar una aproximacin a las formas en
que se construyeron las vinculaciones entre educacin y pobreza en la reforma
educativa de los aos noventa en Uruguay. Esta construccin de sentido, estuvo
fuertemente sostenida desde el establecimiento de una estrecha relacin entre
pobreza y bajos logros acadmicos.
Tomando como base la nocin de gubernamentalidad de Foucault, hemos
pretendido desarrollar un entramado conceptual que nos permitiera analizar al-
gunos aspectos de las relaciones que entre educacin y pobreza establecidos
en el discurso reformista. Dicho anlisis hace referencia a las formas en que esa
relacin se vincula con formas discursivas ms amplias desde las cuales se busca
sostener procesos de construccin de hegemona a nivel social.
La presentacin que aqu se realiza parte de la base de considerar que la
formulacin de las polticas sociales y las polticas educativas en Uruguay desde
la segunda mitad de la dcada de los noventa estuvo hegemonizada desde una
particular signicacin de la nocin de seguridad ciudadana.
La inuencia del discurso de la seguridad ciudadana en la formulacin de
las polticas sociales y educativas, propici una construccin en la cual las no-
ciones de carencia y de riesgo ocuparon un lugar central. Contra las carencias
que colman a los sujetos que viven en situaciones de pobreza (de orden social y
cultural, fundamentalmente) es necesario construir un sistema de polticas so-
ciales, en el centro de las cuales se ubica a la educacin, denida como pilar de
las polticas sociales. De este modo se reactualiza el sentido comn educativo,
en clave de educacin y pobreza.
El colocar el nfasis del anlisis en los sujetos pobres, y en las carencias que
los mismos portaran, trasciende una construccin centrada exclusivamente en
lo educativo y remite a discursos sobre lo social, que incapaces de visualizar ho-
rizontes de integracin social con algn carcter de universalidad, se centraron
en desarrollar explicaciones que justicaran los fenmenos de fragmentacin
social.
La amenaza que emerge desde este exterior de lo social, es nombrada como
inseguridad: crisis de la posibilidad de un relativo equilibrio y armona que per-
mita concebir (imaginariamente) una sociedad completa e integrada.
La formulacin que reej esta perspectiva acerca de la inseguridad en
toda Amrica Latina en los aos noventa, sin duda profundiz la nocin de una
214 Universidad de la Repblica
sociedad profundamente fragmentada. Se estableci la categora seguridad ciu-
dadana para dar cuenta de aquello que se vea amenazado por los excluidos. De
esta forma, los amenazados eran los ciudadanos, establecindose tcitamente que
quienes amenazaban la seguridad ciudadana, no revestan el carcter de ciudada-
nos. En el desarrollo que presentamos en el captulo 4, nos extendimos en la con-
sideracin de material que muestra claramente esta lnea de desarrollo discursivo.
Las amenazas a la seguridad ciudadana son desarrolladas por sujetos que son
visualizados como ubicados por fuera del conjunto social. No ya concebidos como
marginados, como quienes estn en los bordes pero podran acceder a ingresar en
lo social, sino excluidos: los que estn afuera y, desde all, amenazan.
Esta forma de concebir la sociedad, constituye sentido comn, ja los lmi-
tes de lo que parece pasible de ser pensado. Conforma una posicin hegemnica.
Establece un intento por detener las diferencias que constituye lo social jando
articulaciones entre ciertas posiciones diferenciales y estableciendo fronteras en
lo social desde las cuales es posibles constituir antagonismos. Desde ese lugar de
hegemona, los signicados que construye este discurso se expanden hacia otros
espacios de lo social, ofrecindoles una estructura conceptual desde la cual com-
prender la especicidad de su territorio. Desde esta perspectiva se recongura la
tematizacin de los problemas de gobierno a nivel de lo social, constituyndose
sujetos en relacin con los cuales el desarrollo de procesos de conduccin ocupa
un lugar central.
El campo de lo educativo no constituye una excepcin a esta lgica. El
discurso educativo que se desarrolla en Uruguay en los aos noventa, es fuer-
temente tributario de esta perspectiva. El mismo tambin asume una lgica
de incluidos y excluidos, colocando un fuerte nfasis en explicar cmo deter-
minados atributos de esos excluidos son fundamentales para comprender sus
trayectorias educativas.
Desde esta construccin es que cobra sentido la categora de nio carente,
en tanto expresin de una construccin del sujeto de la educacin desde aquello
que le falta para poderse constituir plenamente como un actor de lo educativo.
Hemos postulado que desde esta argumentacin se constituye la excepcionalidad
de un sujeto, en tanto se asume que, en el caso de este, no seran vlidos procesos
de aprendizaje e integracin social que se asumen como naturales para el resto.
Las categoras de previsible y de mutante aportadas por CEPAL, como sealamos
en el captulo 3, son expresin de este posicionamiento.
Es interesante hacer notar aqu cmo una porcin muy considerable de la
crtica autodenominada progresista de las polticas de los noventa bas su argu-
mentacin en resaltar el abandono por parte del Estado de sus obligaciones para
con segmentos enteros de la sociedad. Desde estas perspectivas, el problema
estara radicado en una suerte de desentendimiento del Estado en relacin, para
el caso que aqu analizamos, de sus obligaciones para con la educacin de los
sectores populares.
Comisin Sectorial de Investigacin Cientfca 215
Hemos pretendido argumentar en el desarrollo del conjunto del trabajo que
la mencionada explicacin nos parece insuciente para comprender los procesos
de transformacin operados en el Estado y en las formas en que este ejerce el
gobierno sobre individuos y poblaciones.
La hiptesis foucaultiana acerca de la economizacin del ejercicio de poder
por parte del Estado que sera propia de las sociedades de seguridad, posbe-
nefactoras, ha sido uno de los ejes centrales en los que hemos apoyado nuestra
argumentacin.
En el campo educativo en particular, esta economizacin no estara en-
marcada por formas de privatizacin de la oferta educativa. De hecho, hemos
planteado cmo la fuerte centralidad del Estado en la prestacin de la educacin
es un elemento que distingue a Uruguay en el conjunto de los pases de la re-
gin en la dcada de los noventa. La economizacin en el caso uruguayo estara
marcada en relacin con los esfuerzos por la integracin social y educativa de
los sectores ubicados en situacin de pobreza. El concebir al sistema educativo
como un espacio fundamental de desarrollo de las polticas sociales supone una
secundarizacin de la funcin de distribucin de conocimientos socialmente sig-
nicativos. La expansin de la poltica social hacia la escuela supone un achica-
miento de los espacios estrictamente destinados a la enseanza en su interior. En
este sentido puede apreciarse la economizacin, en la utilizacin de un espacio
destinado para ciertos nes (la escuela y su n de trasmisin cultural) para otros
nes (el despliegue de los componentes asistenciales de la poltica social). Este
proceso muestra una desinversin del Estado en trminos de polticas y prcticas
concretas para la trasmisin cultural a las poblaciones que viven en situacin
de pobreza. Si bien esta lectura no supone una utilizacin literal de las nocio-
nes de economizacin del ejercicio del poder y de desinversin planteadas por
Foucault, creemos que constituye una lectura plausible de las mismas, mirando
las particularidades del problema que estamos queriendo analizar:
El centro de nuestro trabajo, en denitiva, ha tenido que ver con plantear que
las formas especcas que asume la construccin de un discurso que vincula a edu-
cacin con pobreza en las perspectiva de la reforma educativa no tiene que ver con
el abandono de algunos principios sustanciales e histricamente superiores, sino
con el asumir formas de resignicacin de dichas relaciones, formas inexplicables
si no lo son en un marco que ponga de relieve su carcter histrico y social.
Seguridad ciudadana, lgica de la prevencin y reforma educativa
El problema de la seguridad, amenazada no ya por los embates de una se-
rie de enemigos internos que seran funcionales a intereses forneos, sino por
aquellos individuos y grupos que van quedando excluidos de los circuitos de
intercambio simblico y material, parece ocupar todo el espacio de construccin
de discurso sobre lo social. En este sentido, la seguridad nacional se resigni-
ca como seguridad ciudadana, producindose una aparente despolitizacin del
216 Universidad de la Repblica
discurso, ya que de un enfrentamiento entre ideologas diversas, se pasa a un en-
frentamiento entre ciudadanos (categora radicalmente inclusiva, por denicin)
y quienes amenazan a la ciudadana, no desde la encarnacin de un proyecto
poltico sino nicamente expresando con violencia su imposibilidad de integrar-
se a la sociedad. Sealamos que la despolitizacin es aparente ya que, desde la
perspectiva que hemos intentado desarrollar aqu, producir un orden desde el
cual se signican y ordenan los antagonismos sociales supone, en s, una prctica
poltica. La particularidad de esta construccin poltica radica en que el discurso
que produce se basa en negar su propio carcter poltico, al enunciar que no se
est ante un enfrentamiento entre ideologas sino entre quienes se encuentran
integrados a la sociedad y quienes por ignorancia o resentimiento amenazan esa
sociedad integrada. En este sentido se dirigen las armaciones que sostienen que
el problema de la seguridad no es un problema de derechas o izquierdas, sino
un problema de la sociedad en su conjunto, como apreciamos en el proceso de
discusin de la Ley de Seguridad Ciudadana.
En este sentido, la preocupacin por la seguridad ciudadana es abarcativa,
involucra todos los espacios sociales y a todos los individuos. Como pudimos
apreciar en las construcciones de sentido analizadas en el captulo 4, nadie pue-
de desentenderse de este fenmeno, ya que en denitiva lo que est en juego es
su propia seguridad y la de sus seres ms cercanos. No se trata ya de un enfren-
tamiento entre facciones ideolgicas en el marco de la cual sea posible mantener
una cierta distancia o ajenidad. Se est frente a una problemtica en la cual no es
posible mantenerse al margen, ya que lo amenazado es la propia posibilidad de
la propiedad y, en ltima instancia, de la existencia.
Esta generalizacin del problema de la seguridad es el que hace posible el
desarrollo de un discurso en el cual los interpelados son todos los ciudadanos.
Cada uno es responsable ante la inseguridad y debe aportar su compromiso para
superacin. Ello est en la base de la ecacia de las estrategias argumentativas
desde las cuales se sostiene la validez de esta lectura del problema de la segu-
ridad. Como vimos en el anlisis desarrollado en el captulo 4, las estrategias
retricas vinculadas a apoyar la argumentacin en elementos de cmo la realidad
es socialmente construida (ABER) o en la existencia de relaciones de contigidad
con acepciones que son aceptadas en trminos generales (ARC); as como en ar-
gumentos validados por alguna forma de ciencia, generalmente de base matem-
tica (AQL), son los que fundamentalmente son utilizados para validar el discurso
que se produce. Se alimenta un consenso preexistente, aportando argumentos
que, apoyados en l lo expanden. Posiblemente, esta sea tambin una explicacin
plausible acerca de las dicultades existentes para la construccin de un discurso
alternativo al que estamos analizando. De todos modos, la caracterizacin de
discurso como estructura abierta, relacional e inestable llama la atencin acerca
de la inconveniencia de ver en esta construccin cualquier rasgo de elaboracin
denitiva y cerrada. Se trata de una posicin hegemnica, que por el mismo he-
cho de serla se encuentra abierta a la irrupcin de la contingencia, de elementos
Comisin Sectorial de Investigacin Cientfca 217
que poniendo en duda su capacidad de explicacin y signicacin de lo social
puedan cuestionarla. En este espacio cobra sentido la lucha poltica.
Desde la lgica de esta perspectiva, el Estado, entretanto, asume la respon-
sabilidad de focalizar sus acciones en enfrentar las ms fuertes manifestaciones
de inseguridad, interviniendo en relacin con los grupos ms problemticos. Esta
intervencin asume dos modalidades: represiva y tutelar. La modalidad represiva
tiene que ver con el desarrollo de un aparato armado y jurdico de contencin de
las acciones de ataque a la seguridad ciudadana que desarrollan los sectores ex-
cluidos. Como ya hemos planteado, una parte importante de la Ley de Seguridad
Ciudadana se dirige a la atencin de esta funcin. La selectividad social del
sistema penal, como ha planteado en mltiples ocasiones Carlos Uriarte,
1
fo-
caliza la intervencin del sistema sobre los integrantes de los sectores populares,
identicados como principal amenaza a la seguridad ciudadana.
Para los sectores populares en situacin de exclusin social funciona un es-
tado de excepcin permanente que linda con lo extralegal. La Ley de Seguridad
Ciudadana de 1996 podra ser presentada una de las formas de expresin de este
permanente estado de excepcin. De todos modos, como ya planteamos en el
captulo 3, el reconocimiento de la permanencia de este estado de excepcin no
puede ir ms all de una constatacin histrica y presente. No supone entender
que esta forma de organizar el antagonismo necesariamente haya de tener validez
en el futuro.
Este es uno de los focos en los que el Estado deposita una dosis importan-
te de atencin, incorporando, como parte de la desinversin en el ejercicio del
poder que desarrolla, el protagonismo de diversas instancias de la sociedad civil.
Ejemplos relevantes de esta situacin lo constituyen las iniciativas vecino aler-
ta y comisiones de seguridad barrial. En las primeras, se convoca en todos los
barrios de Montevideo a la existencia de vecinos que desarrollen una suerte de
vigilancia de sus cuadras, estando atentos para denunciar inmediatamente cual-
quier comportamiento sospechoso por parte de individuos que pudieran atentar
contra la seguridad de los vecinos. En el segundo caso, se convoca al estableci-
miento de comisiones territoriales, integradas por la mayor diversidad posible de
instituciones, incluyendo las educativas, a los efectos de coordinar acciones de
defensa de la seguridad en el territorio en el que estn ubicadas.
De esta forma, si bien el Estado mantiene en funcionamiento un importante
aparato jurdico-represivo, buena parte de las intervenciones que cotidianamente lo
alimentan quedan en manos de los propios vecinos y sus organizaciones. Esta cons-
tituye una forma de entender la desinversin desde la lgica de gestin del problema
de la seguridad. Una comprensin ms cabal de esta situacin debe construirse
teniendo en cuenta tambin la forma en que hemos sugerido se organiza el proceso
en relacin con la realidad de la escuela y del sistema educativo.
1 Abogado uruguayo, especialista en temas de derecho penal juvenil y exponente de la corriente
de la criminologa crtica en el pas.
218 Universidad de la Repblica
En vinculacin con esta temtica, retomamos el sealamiento que el elemento
ms relevante con relacin a la intervencin del Estado en la seguridad ciudadana
no se encuentra en las acciones represivas que este desarrolla, sino en las tutelares.
Nos referimos a un conjunto de intervenciones que tienen que ver con la expansin
del sistema de las llamadas polticas sociales, polticas pblicas destinadas a inter-
venir poblaciones en situacin de pobreza y exclusin social.
Como hemos sealado a lo largo de diversos momentos en este trabajo,
la construccin de la nocin de prevencin ocupa un lugar fundamental a los
efectos de comprender los sentidos sobre lo educativo que se articulan con las
situaciones de pobreza en el marco de los discursos hegemnicos sobre lo social
en los aos noventa. Desde dicha categora se desarrollan procesos de resigni-
cacin de la nocin de educacin y de su rol en relacin con el conjunto de la
sociedad.
La construccin discursiva desde la cual se pone en escena la reconstruc-
cin de este papel social de la educacin tiene que ver con insertar la educacin
dentro del conjunto de las polticas sociales. Esta insercin no se da desde un
lugar secundario o subordinado, sino que se entiende que la educacin debe
ser el pilar de las polticas sociales. Como hemos sealado en el captulo 5, la
educacin no cumple la tarea de re-generar la sociedad en s, sino que lo hace
desde un espacio articulador del conjunto de las polticas sociales. En este mar-
co, la educacin se ubica como un espacio fundamental de fortalecimiento de
la democracia, de combate a la pobreza y a la marginalidad, de desarrollo de la
competitividad econmica y social y de reduccin de las desigualdades en la
distribucin del ingreso.
Como puede verse, la creencia en las bondades de la educacin permanece
intacta, pese a la constatacin de la situacin de crisis, generndose un discurso
que reivindica ubicarse en el lugar de lo verdadero y se constituye como el nico
posible. Este discurso cuenta con una doble base de apoyo: su fuerte apelacin
a la tradicin y la profusamente desarrollada base emprica que lo retroalimenta
constantemente. Esto ltimo relaciona las estrategias argumentativas en las que
se sostiene su defensa con las que analizamos con relacin al caso de la promo-
cin de la Ley de Seguridad Ciudadana.
La educacin primaria en particular es colocada en un lugar central en la
construccin de procesos de integracin social. Para ello, se plantea que debe
valorarse claramente su estatus de poltica social, tendindose a la integracin
coordinada de otros sectores sociales en la accin educativa (particularmente
alimentacin y salud) y extendindose los tiempos escolares, como nica forma
de respetar las desigualdades en los ritmos de aprendizaje.
En sntesis, se entiende que la educacin todava puede integrar; de lo que
se trata es de cubrir algunas necesidades no estrictamente educativas de los nios
y de disponer de ms tiempo para la accin educativa: una dosis reforzada de
escuela entendida como asistencia social.
Comisin Sectorial de Investigacin Cientfca 219
De todos modos, la intencin integradora de la escuela choca, dentro del
mismo discurso, con una novedad en la forma de estructuracin de la socie-
dad: la existencia de una categora social que por diversas razones se encuentra
marginada de la sociedad (ANEP, julio de 1998). Como hemos argumentado
en el captulo 5, a lo largo del conjunto de los documentos relevados se hace
referencia a una situacin de marginacin social, sin hacer referencia en ningn
caso a las condicionantes estructurales de corte econmico y social que generan
estas situaciones.
Ante la constatacin de esta cadena o crculo de reproduccin de la pobre-
za, emerge la escuela como entidad que har posible la integracin social, va la
superacin de la carencia cultural. El mandato redentor inscripto en la funda-
cin de la escuela uruguaya se mantiene vigente, aunque adaptado a un tiempo
social e histrico diverso. Es claro que la idea de asistencia ligada a concebir a la
educacin como una poltica social resignica profundamente los sentidos edu-
cativos que articulaban educacin con integracin social. Un elemento clave en
este proceso est enmarcado por la instalacin de un discurso que naturaliza la
idea de que la pobreza es un obstculo infranqueable en relacin con garantizar
el acceso a la educacin.
Este discurso se articul con formulaciones como las desarrolladas desde
el mbito jurdico y que diversos autores crticos han denominado doctrina de
la situacin irregular (Ielsur, 1997). Desde aqu, se planteaba, como venimos
mostrando, la responsabilizacin de la propia situacin de aquellos sujetos que
se encontraban en situacin de vulneracin de derechos. En continuidad con
esta perspectiva, la responsabilidad por el fracaso escolar estaba ubicada en los
nios, en su contexto, o en una de las variables que con ms fuerza se construye-
ron para explicar el fracaso educativo de los nios de sectores populares: el nivel
educativo de sus madres.
Construyendo la situacin de pobreza como ligada a una situacin irregular
del sujeto, se cierra el ciclo de construccin de un sujeto excepcional al que nos
hemos referido previamente. De esta manera, solo es posible esperar la profun-
dizacin de esa situacin de irregularidad, asumindose conductas cada vez ms
desviadas y socialmente problemticas. Es as como se instala, y tiende a tener
circulacin social, la hiptesis del nio pobre como seguro fracaso escolar y po-
sible futuro delincuente y la idea de la nia pobre como seguro fracaso escolar
y posible futura madre adolescente;
2
todos ellos trasmisores de los patrones de
insuciencia cultural a sus hijos. Al naturalizar estos fenmenos y entenderlos
como socialmente determinados, se naturalizaba tambin el hecho de que lo
nico que queda para ofrecer a estos nios era una dosis reforzada de educacin
entendida como asistencia y control social.
Este es precisamente el sentido de la resignicacin de lo educativo que
hemos sostenido en este texto. Desde aqu se constituy un discurso que altera
2 Esta ltima formulacin, acerca de las nias, me fue sugerida por Andrs Peregalli.
220 Universidad de la Repblica
sentidos educativos, en tanto concibe las ofertas educativas sobre la base de con-
sideraciones apoyadas en la idea de determinacin de los resultados educativos
en funcin de las trayectorias sociales. Es correlativo a la instalacin de esta pers-
pectiva el desarrollo de un proceso que podramos denominar como desrespon-
sabilizacin social, signado por el hecho de asumir la ineducabilidad de ciertos
nios, los cuales cargaran con un estigma que los determinaba.
Es as que sostenemos que, desde esta concepcin de las polticas sociales y
educativas, se denen tecnologas especcas de gobierno como las analizadas en
el captulo 5, tributarias, a su vez de la nocin de seguridad ciudadana, analizada
en el captulo 4.
Hemos pretendido argumentar que estas tecnologas de gobierno, enten-
didas como un conjunto amplio de elementos que integran el gobierno de s,
las relaciones con los otros y que llegan al gobierno poltico, implican, en su
conjunto, las formas de lo que denominamos gobierno de la pobreza o go-
bierno de la miseria. Desde la instalacin de una lgica asociada a la nocin de
prevencin, las instituciones educativas tienden a ser concebidas como espacios
de asistencia y contencin. Expresin clara de este proceso la constituye, a nues-
tro juicio la existencia de una multiplicidad de espacios vinculados a prcticas
asistenciales que se generaran en las escuelas pblicas ubicadas en contextos de
pobreza y las sobrecargas de actividades asistenciales con las que se ocupan a los
maestros, algunas de las cuales fueron mencionadas en el captulo 5.
Apuntes para seguir trabajando
El trabajo que hemos pretendido desplegar ha partido de la base de conside-
rar que si el antagonismo es el elemento que organiza lo social, el anlisis de los
procesos sociales tiene mucho que ver con visualizar cules son las lgicas desde
las cuales, en las diversas posiciones en juego, tiende a ser organizado este anta-
gonismo. Qu relaciones de equivalencia pueden ser concebidas y qu fronteras
entre posiciones opuestas se postulan.
Ms all de los trabajos que han sido producidos desde la perspectiva del
anlisis poltico del discurso, como desde quienes trabajan acerca de la nocin
de gubernamentalidad, o desde una posible articulacin de ambas perspectivas;
es claro que todava es necesario un amplio desarrollo de estudios que aborden
las caractersticas particulares que asumen los procesos y las prcticas educativas
en la constitucin de relaciones de equivalencia y antagonismo en la sociedades
contemporneas. La potencia de los marcos tericos que hemos pretendido arti-
cular muchas veces incide, incluso entre los investigadores del propio campo de
la educacin, en una invisibilizacin de los fenmenos educativos o en un reduc-
cionismo que permite verlos solamente como un reejo de procesos sociales ms
amplios. Para quienes pretendemos entender la particularidad de los procesos
educativos aunque obviamente lo hagamos sin pretender desprenderlos de
lo social ms amplio ello constituye una dicultad. Indudablemente, nuestro
Comisin Sectorial de Investigacin Cientfca 221
trabajo ha navegado dentro de esa dicultad, asumindola y pretendiendo dar un
paso adelante en la reexin sobre lo educativo y su vnculo con lo social, desde
el ngulo ms especco de los vnculos entre educacin y pobreza.
Reconociendo las dicultades de la tarea asumida, nuestro argumento ha
girado en torno a pretender dar cuenta de procesos de resignicacin de lo edu-
cativo producidos en el Uruguay de la dcada de los noventa en torno a la hege-
monizacin del campo educativo desde la lgica que hemos dado en denominar
como del discurso de la seguridad ciudadana.
Entendimos que la nocin de resignicacin alude a cmo ciertos sentidos
elaborados en el desarrollo de la historia de la educacin uruguaya son dota-
dos de signicaciones nuevas, o parcialmente novedosas, al ser articulados con
discursos que nombran lo social en trminos generales. Ello, precisamente, no
implica una nueva construccin, una originalidad absoluta, sino la permanencia
de ciertos sentidos articulados en una lgica diversa.
La cada de los horizontes de integracin social, propios de las sociedades
de cuo desarrollista y del Estado de bienestar, y la produccin de construccio-
nes basadas en la nocin de exclusin social, constituyen el marco general en el
que estos procesos de resignicacin se inscriben.
El desarrollo de un discurso de la seguridad ciudadana se ubica en la po-
sicin de tematizar las relaciones entre los diversos sujetos sociales en el nue-
vo escenario. La centralidad de la preocupacin por la seguridad, que hemos
planteado, ofrece un campo para el despliegue de discursos del orden de la
clasicacin social. En ellos la tematizacin de la pobreza ocupa un lugar central
desde la perspectiva de cmo la misma propicia la constitucin de sujetos que
amenazan la integridad de un orden social.
La construccin de discursos de clasicacin social tiene, como sealamos,
un punto fuerte en el establecimiento de relaciones entre pobreza e inseguridad.
Nombrando como aquellos a quienes se percibe como sin posibilidades de inte-
gracin social desde el lugar de lo antagnico.
A su vez, argumentamos que los discursos educativos desarrollados en el
marco de la autodenominada reforma educativa asumen lo central del orden
de la clasicacin social que propone la perspectiva de la seguridad ciudadana.
Desde lo particularmente educativo ello se expresa en la constitucin de un
sujeto de la educacin excepcional, en tanto es denido por sus carencias y por
su incapacidad para recorrer las trayectorias educativas que el sistema educativo
propone al conjunto de los nios.
La produccin, previsible, del fracaso escolar ubica al sujeto dentro de
los caminos que era probable que recorriera al provenir de una situacin de
pobreza: conductas antisociales, agresividad, violencia, y, en ltima instancia,
delincuencia.
Los procesos de resignicacin de lo educativo que planteamos, suponen
una movilizacin del concepto de educacin, a travs de su integracin en pro-
cesos de gobierno de poblaciones y de gobierno de la pobreza. No creemos, de
222 Universidad de la Repblica
acuerdo a la perspectiva terica en que nos ubicamos, que ello suponga alterar
lo que sera el signicado esencial del concepto de educacin. S tiene que ver
con jar nuevos sentidos, establecer nuevas formas de articulacin de sentidos
que se asocian con lo que nuestras sociedades modernas entienden por educar.
Es muy importante subrayar esta idea, ya que de lo contrario nos estaramos
ubicando desde el lugar de quien pretende poseer la clave esencial para denir
un proceso social.
En tanto asumimos que la tentativa de jar sentidos en lo social se inscribe
en una clave de lucha hegemnica, creemos adecuado plantear que la posicin
que hemos pretendido explicitar en este trabajo, efectivamente logr construir
una posicin de hegemona en la dcada de los noventa.
Apreciar lo educativo en el marco de procesos sociales de largo plazo y de
disputa en el campo de construcciones de discurso que pretenden signicar lo
social, podr permitir apreciar ms claramente los efectos que una determinada
forma de articulacin entre pobreza, seguridad y educacin habr tenido en la
construccin de futuros educativos y en la constitucin de nuevos sujetos de la
educacin. Otros estudios que complementen el nuestro, a travs de metodolo-
gas que permitan la interrelacin directa con los actores de las polticas y los
procesos educativos, podran ser de suma utilidad para apoyar o discutir los
elementos planteados en este trabajo.
Finalmente, creemos que la tarea que queda abierta, desde una preocupa-
cin por la construccin de una sociedad radicalmente democrtica, es la de
mostrar el carcter contingente de las construcciones que hemos analizado aqu,
proponiendo nuevos sentidos de lo educativo que sean ms habilitantes para la
construccin de sociedades en las cuales los horizontes de integracin social
efectiva puedan estar presentes como realidad posible.
Se trata en denitiva, de volver a sealar el carcter poltico de lo educativo,
superando el discurso asptico que pretendi incorporarle el discurso de las re-
formas de los noventa. Seguramente, esto tiene que ver con reinstalar la nocin
de que no existe un destino marcado a priori, que no hay posibilidad de un punto
de sutura nal entre educacin y sociedad. Reinstalar la nocin democrtica
fundamental que establece que el futuro es del orden de la poltica, asumiendo
el lugar que optamos por ocupar. En este sentido se dirige la invitacin que nos
lanza Ins Dussel con la cual quisiramos cerrar nuestro trabajo:
Sin embargo, hay que volver a insistir aqu con la poltica, desligndola
de las acciones delictivas a las que estuvo asociada en los ltimos aos y
rearticulndola con la idea de bien pblico, de justicia y de igualdad, y
tambin con la idea de diferencia, disenso y conicto. [] La poltica es la
que permite que veamos en los excluidos otra cosa que vctimas que de-
ben ser tratadas por la va carcelario-represiva o bien por la lantrpico-
caritativa, y que les demos un lugar de pares en esta accin de congurar
la sociedad (2003: 24).
Comisin Sectorial de Investigacin Cientfca 223
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