Sobre Ética de La Diferencia Sexual
Sobre Ética de La Diferencia Sexual
Sobre Ética de La Diferencia Sexual
Los motivos para festejar la reciente publicacin en castellano de una de las obras ms importantes de Luce Irigaray son mltiples. El primero es sin duda temporal. Hace casi treinta aos que los cursos que la filsofa imparti en la universidad holandesa Erasmo de Roterdam fueron recogidos en un volumen y publicados en Francia bajo el nombre de tica de la diferencia sexual. Pero, qu tiene de especial esta obra para que despus de casi treinta aos de la edicin francesa celebremos su traduccin al castellano? Qu ofrece hoy al feminismo el pensamiento de una de las tericas ms importantes de la diferencia sexual en una poca en que se cargan las tintas contra todo atisbo de esencialismo? Sin duda alguna lo que tiene de interesante para el nuevo milenio es el desafo que plantea su autora y al que se encomienda en todos los textos de esta obra: pensar la diferencia sexual en la historia del los discursos hegemnicos, pensarla como la pregunta filosfica y feminista fundamental. La diferencia sexual representa una de las cuestiones o la cuestin que debe pensarse en nuestra poca; en trminos heideggerianos: la pregunta fundamental de nuestro tiempo. Sin embargo, contina Irigaray, tanto si acudo a la filosofa como si remito a la ciencia o a la religin, esta cuestin se encuentra ocultada (35), pues, si como Heidegger seal, la historia de la metafsica es la historia de un olvido, para Irigaray se trata del olvido de la diferencia sexual (160). La razn de esta ocultacin sistemtica es que, posiblemente, de ser pensada, la diferencia sexual podra constituir una amenaza importante para la metafsica occidental y el statu quo. Por un lado, la cuestin de la diferencia sexual pone en jaque al sujeto soberano moderno, lo corporaliza, acaba con su supuesta neutralidad al recordarle que tambin l es sexuado, sexuado en masculino, y que el conocimiento que produce es fruto de su experiencia de varn, blanco, occidental, heterosexual. Por ende, la emergencia de la diferencia sexual supone un desafo a los grandes discursos de la modernidad, a la objetividad y a la universalidad de la ciencia.
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Por otro lado, como seala la propia Irigaray, quiz nuestra poca ya no es la de un sujeto que restituye en solitario el mundo (151). De alguna forma, los presupuestos de neutralidad y universalidad ya han sido cuestionados por la propia filosofa postestructuralista, con lo que la denuncia de androcentrismo y la reivindicacin de la diferencia habran perdido parte de su sentido. Sin embargo, no es tan sencillo pensar la diferencia sexual en nuestra poca, tras la muerte de la filosofa, del sujeto y el declive de los grandes relatos de la modernidad; no slo conlleva una inversin metafsica sino que puede significar una revolucin en las propias consecuencias nihilistas de la filosofa que vaya ms all de la mera inversin de todos los valores. Los gritos o palabras de los ltimos filsofos: Nietzsche, Heidegger son llamamientos al retorno o a la llegada de lo divino en la fiesta. En este sentido, puede representar para la humanidad el advenimiento de un nuevo horizonte de pensamiento, una remodelacin del mundo, del discurso, otro amanecer, una nueva poca de la historia, del universo (173). Dividida la obra en cuatro secciones, en cada curso Irigaray se lanza a una contralectura feminista de la historia de la metafsica, a una lectura que le permita desvelar las condiciones de posibilidad del ocultamiento de la diferencia. Se trata de volver a interrogar nuestra historia de un extremo a otro para entender por qu esa diferencia sexual no ha tenido su oportunidad. Ni emprica ni trascendental. Por qu le ha faltado una tica propia, una esttica, una lgica, una religin, la realizacin macro y microcsmica de su emergencia o de su destino (44). Irigaray escoge a algunos de los grandes filsofos de la historia y despliega en orden cronolgico todo un penetrante dilogo con sus textos fundamentales, arremete contra ellos, les arranca lo silenciado, les obliga a hablar de aquello que ignoraron. En la primera seccin, dedicada a la filosofa clsica, analiza el Banquete de Platn y la Fsica de Aristteles. Respecto a la filosofa moderna, en la segunda parte, se debate con Las pasiones del alma de Descartes y la tica de Spinoza. En la tercera seccin, la disputa se centra en La fenomenologa del espritu de Hegel. Por ltimo, en la seccin cuarta, Irigaray establece un dilogo con la fenomenologa francesa a travs de dos obras: Lo visible y lo invisible, de Merleau-Ponty, y Totalidad e infinito, de Lvinas. Pero como sealan Fina Biruls y ngela Lorena Fuster en el Prlogo: Irigaray es consciente de que la empresa no es fcil: cmo pensar en el marco de estructuras misginas sin sufrir la contaminacin por la naturaleza femenino-fbica del pensamiento terico? (17). No podemos salir de los lmites del orden del discurso masculino, no hay ms herramientas que las del amo, es decir, no hay un afuera de la economa del lenguaje falocntrico. Por ello, Irigaray recurre a la estrategia de la mmesis, a la repeticin desplazante, para subvertir y desbordar la historia del pensamiento desde sus mrgenes. La estrategia de la mmesis en manos de Ditima permite entonces un cuestionamiento del dualismo que ha estructurado el pensamiento occidental, un acercamiento crtico al binarismo filosfico y una de232
Lectora 16 (2010)
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nuncia de las divisiones jerrquicas y dicotmicas que reducen lo femenino (y a las mujeres) a lo natural, lo sensible, a lo inmanente, a lo otro. Adems, como tantas veces han remarcado las feministas italianas de la diferencia, la lucha por la emancipacin femenina significa ir ms all de la reivindicacin de derechos y de la mera igualdad. El feminismo tambin encarna la resistencia a la asimilacin, a la homologacin al modelo masculino y la posibilidad de inventar modos de ser desvinculados de los modelos flicos dominantes, una genealoga, una memoria y un futuro para sentar las bases de nuevas formas de organizacin social. Por ello, tericas como Franoise Collin o Rossi Braidotti han sealado que el movimiento que inicia la diferencia sexual puede constituir la emergencia de una nueva subjetividad feminista. Precisamente porque el sujeto por el que redoblan las campanas es el sujeto falocntrico, la crisis de la modernidad es la fiesta de las mujeres. La muerte del sujeto filosfico de la modernidad es la muerte de una representacin del sujeto muy concreta: la androcntrica, hegemnica y soberana. Lo que se destruyen son las bases masculinistas de la subjetividad clsica. Por lo tanto, dicha disolucin crea las condiciones de posibilidad para el nacimiento de nuevas ficciones de la subjetividad feminista. Finalmente, cabra plantear dos cuestiones que son determinantes para entender tanto la recepcin como la actualidad de la obra aqu reseada. Primero, por qu a pesar de que desde algunos sectores del feminismo el pensamiento de Irigaray haya sido criticado por esencialista no es tan fcil reducirlo a ese lugar o simplemente desecharlo. Segundo, a qu se debe que importantes tericas del momento como Judith Butler, que se inscriben en un paradigma distinto muy crtico con ciertas formas de entender la diferencia sexual, recurran una y otra vez a sus obras y a sus textos. En lo que respecta a la primera cuestin, feministas como Gayatry Ch. Spivak o Diana Fuss ya se ha esforzado en demostrar que esencialismo y antiesencialismo no son subversivos o reaccionarios en s mismos. El factor que determina el valor poltico del esencialismo, en ltima instancia, depende de quin o quines lo ponen en prctica, esto es, de la posicin de sujeto que habite el gesto provisional de nombrar y/o que lo escuche. En las manos de un grupo hegemnico el esencialismo estratgico puede utilizarse como una poderosa herramienta de dominacin ideolgica, mientras que en las manos del sujeto subalterno puede representar una repeticin desplazante intensa. En segundo lugar, Butler tambin explica de manera nica que el sentido de la invocacin de la filsofa belga no es fundacional. En ningn momento se trata de estructurar una definicin de lo femenino, ni de ofrecer una representacin esencialista de lo que son las mujeres. Para Irigaray, la diferencia sexual no es un hecho ni una premisa sino la cuestin que moviliza la investigacin feminista y que la lleva a rastrear los mecanismos que han determinado su ausencia de los grandes discursos de la historia. Como ha sealado la filsofa estadounidense, la diferencia sexual es el lugar don-
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de se plantea la pregunta por el lmite entre lo biolgico y lo social, dnde termina uno y comienza el otro. Es difcil determinar su nivel ontolgico: ni est totalmente dada ni totalmente construida; es una escisin, una frontera. Pero, sobre todo, es un interrogante que no se puede contestar de manera fija, que se mantiene abierto y sobre el que no podemos dejar de preguntarnos.
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