Olmos, Carlos L - Zaqueo
Olmos, Carlos L - Zaqueo
Olmos, Carlos L - Zaqueo
ZAQUEO:
S generoso con lo que tienes y no te desentiendas de ningn pobre. As Dios no se desentender de ti. S generoso segn los bienes que poseas. S generoso an si lo que posees es poco. Eso es un verdadero tesoro. La generosidad libra de la muerte y no deja entrar en las tinieblas. La generosidad es una ofrenda buena ante el Altsimo. Tob 4,7-10.
INDICE
PROLOGO I. LA HISTORIA DE ZAQUEO II. LEER LINEAS Y ENTRE LINEAS El camino de Jess Un jefe de recaudadores de impuestos en Jeric Un encuentro personal Una curiosidad liberadora La mirada de Jess El gozo del encuentro
La aceptacin del seoro de Jess El estorbo de las riquezas La liberacin inesperada III. UNA MIRADA AL CONTEXTO Referencia Bibliogrfica
PROLOGO
Zaqueo es cobrador de impuestos: mala nota. Adems rico: peor. Lucas nos relata al inicio del captulo 19 las peripecias y acrobacias de este hombre chaparrn que siente una gran curiosidad por conocer a Jess. Curiosidad de la buena, como se ver (que las hay de otras clases): Bendita curiosidad entre sublime y grosera. O te hace andar por las puertas escuchando por detrs, o descubrimos Amrica de pura casualidad. As canta la copla. A Zaqueo esa sublime curiosidad lo salv , o sea: le abri los ojos, le aliger la carga, le gan la cercana de Dios. En las pginas que siguen vamos a leer, sin prisa pero sin distracci n, esos diez densos versculos de la historia de Zaqueo. La historia de un hombre que puede ser la de muchas personas, la de todos aquellos y aquellas que un d a, mordidos por la feliz curiosidad, se han preguntado en serio y sin hipocresas: Quin es Jess? El profesor John Kilgallen s.j., del Instituto Bblico de Roma, no tiene ninguna responsabilidad sobre esta breve exposicin, pero fue con l con quien tuve la fortuna de estudiar el evangelio de san Lucas hace cuatro o cinco a os. A l mi afecto y mi agradecimiento.
I. LA HISTORIA DE ZAQUEO.
Aunque se trata de una percopa conocida, sta del encuentro de Zaqueo con Jess, vamos a leer el texto de san Lucas para tenerlo presente en todos los detalles. Jess entr en Jeric y atravesaba la ciudad. Haba en ella un hombre llamado Zaqueo, jefe de los que recaudaban impuestos para Roma y rico; quera conocer a Jess, pero como era bajo de estatura, no poda verlo a causa del gento. Corriendo se adelant y se subi a un rbol para verlo, porque iba a pasar por all. Cuando Jess lleg a aquel lugar, levant los ojos y le dijo:
Zaqueo, baja enseguida, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa. l baj a toda prisa y lo recibi muy contento. Al ver esto, todos murmuraban y decan: 1 Se ha hospedado en casa de un pecador. Pero Zaqueo se puso en pie ante el Seor y le dijo: 2 Seor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres, y si enga a alguno, le devolver cuatro veces ms. Jess le dijo; - Hoy ha llegado la salvacin a esta casa, pues tambin ste es hijo de Abrahn. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido. (19,1-10).
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Tenemos a Jess en la ciudad de Jeric, donde vive un hombre llamado Zaqueo (que en hebreo significa sintomticamente puro, absuelto de culpa), de quien se dice el oficio (jefe de recaudadores de impuestos: architelones), su condicin econmica consecuente (rico), su estatura fsica (baja estatura), su deseo puntual de la escena (quiere ver a Jess para saber quin es), la dificultad adicional del gento, la tenacidad para cumplir su propsito (corre y trepa a un rbol). A tales acciones (rpidas como el relato) corresponden las de Jess: alza la mirada, llama a Zaqueo que se apresure (l todava en el rbol) y le anuncia que luego habr de hospedarse en su casa. La rapidez de acciones y reacciones contina: Zaqueo baja del rbol, le manifiesta su beneplcito y su gozo a Jess. Viene luego el nudo fro que rompe la secuencia: los dems murmuran escandalizados. Antes de la respuesta de Jess (el directamente afectado por aquellos) est la resolucin de Zaqueo (que nadie ha pedido). El texto concluye con la declaracin solemne de Jess, en el sentido sentencioso del maestro: l ha venido a buscar lo perdido y a salvarlo. Es un relato admirable por su densidad y brevedad, su claridad y hasta por la simpat a que despierta en el lector. Jess abre y cierra el relato: al principio llegando a la ciudad de Jeric y al final declarando el motivo final de su venida. La narracin alterna lo que hace y dice Jess con lo que hace y dice Zaqueo: una especie de dilogo en movimiento, en la estructura del relato: Jess llega, Zaqueo lo busca. Jess alza la mirada, Zaqueo lo recibe con alegra. Zaqueo hace una promesa solemne, Jess hace enseguida un anuncio solemne tambin. La disposicin del texto muestra la personalizacin del encuentro: Jess Zaqueo
Zaqueo Jess Al centro, sin embargo, hay otra voz: la de los que murmuran escandalizados sobre la actitud de Jess. Los buenos no entienden a Jess, les parece impertinente e inapropiado lo que hace. La frase final del relato lleva la dedicatoria impl cita para ellos, para que su bondad no les impida reconocer el alcance de la misericordia de Dios.
El tema de la salvacin (sotera) en y por Jess, largamente presentado en el evangelio de san Lucas. El tema de la universalidad de la salvacin que alcanza a todos, espacial y temporalmente.
Esto es un indicio de que se trata de un pasaje reledo desde la resurreccin del Seor. La exposicin seguir la secuencia del relato, de modo que nos obliguemos a proceder con orden y a no dejar de lado los detalles ms relevantes.
El camino de Jess.
Lucas presenta a Jess en camino: entra (eiselton) y atraviesa (diercheto) la ciudad de Jeric (19,1). Especialmente subraya este hecho en la tercera secci n de su evangelio, desde que Jess resuelve ir a Jerusaln (9,51) hasta que se encuentra a las puertas de la ciudad santa (19,28): Jess tom la firme decisin de ir (poreuesthai) a Jerusaln (9,51).
Iban de camino (poreuomenon) (9,57). Mientras iban caminando (poreuesthai) (10,38). Mientras iba de camino a Jerusaln (dieporeueto) (13,22). Mucha gente caminaba con l (syneporeuonto) (14,25). De camino (poreuesthai) hacia Jerusaln (17,11). Subiendo (anabainomen) hacia Jerusaln (18,31). Llegando (engizein) a Jeric (18,35). Entr (eiselthon) y atraves (diercheto) Jeric (19,1). Sigui su camino (eporeueto) subiendo hacia Jerusaln (19,28)
Esto no es slo un recurso narrativo, ni tampoco una simple constatacin de un recorrido que forzosamente tiene que hacerse para ir de un sitio a otro. Varios estudiosos lo han sealado (Conzelmann, por ejemplo). Hay adems un alcance teolgico de este caminar de Jess: l va procurando, sea de palabra, obra o por su sola presencia, el kerygma (anuncio patente) de la salvacin. Nos recuerda el camino del pueblo de Israel que va de la esclavitud en Egipto a la liberaci n salvacin del desierto y su posterior llegada a la tierra de la promesa: la conquista, precisamente, de Jeric (Jos 6,1-21). Un camino (hodos) que lo saca (ex) del sometimiento, un ex-ods, xodo. Lucas muestra el xodo persona de Jess: recorrido liberador, itinerario ejemplar y paradigmtico. Trashumancia de la misericordia, viaje dignificador. El paso de Jess no provoca cataclismos espectaculares, sino la dicha de su amistad (10,38-42), de su enseanza (11,1-13; 12, 4-7. 22-34. 54-59; 13,24-30; 15,1-16; 18,1-8), de la salud recuperada (13,10-17; 14,1-6; 17,11-19; 18,35-43). Tan importante es este caminar del maestro, que la comunidad de disc pulos se reconocer en l y se llamar originalmente los del camino: Saulo segua amenazando de muerte a los discpulos del Seor. Se present al sumo sacerdote y le pidi cartas de presentacin con el fin de llevar encadenados a Jerusaln a todos los que encontrara, hombres y mujeres, que siguieran el camino (hodos) (Hech 9,1-2).
Apolo haba sido instruido en el camino del Seor (Hech 18,25; 24,22). Pedro en un esfuerzo de sntesis, llega a decir que Jess pas (dielthen) haciendo el bien (Hech 10,38; cfr. 20,23.25). El caminar de Jess es la concrecin de que el Reino se ha realmente acercado (en Lc 4,31-37 los demonios lo declaran el santo de Dios), de que la luz brilla para las naciones (2,32) y de que es el Ungido de Dios que anuncia la buena nueva a los pobres, la liberacin, el ao de gracia del Seor (4,16-22). El camino que hace Jess en su andar es tambin para Lucas la manera de presentar a Jess no como una idea abstracta o una entidad etrea, una energa impersonal, sino un acontecimiento histrico, nico y desconcertante, el centro del tiempo (Conzelmann). Precisamente por eso est permanentemente en camino, en movimiento, rodeado de gente que se maravilla y se sorprende (4,22; 8,40; 12,1). Podramos ver en ello, incluso, una seal proyectada hacia los discpulos, de cualquier generacin, para que tambin ellos se pongan en camino, siguiendo al que es El Camino, y se vuelvan as mensajeros en movimiento, testigos vivos, fe activa.
Entre tanto todos los recaudadores de impuestos y los pecadores se acercaban a Jess para orle. La ciudad de Jeric no era, pues, un ambiente presuntamente grato, a donde Jes s, el Mesas, pensara siquiera en ir all. Menos an verse involucrado directamente en ese insano ambiente cifrado por la deshonestidad y el af n de lucro, repudiado por un judo bien pensante y prudente. Pero esto ya es significativo. Para Lucas (los estudiosos lo han advertido) la geograf a es ms un recurso teolgico que un espacio fsico o topogrfico. Muy probablemente quiere subrayar que el camino del kerygma va tambin a los pueblos y lugares poco o nada gratos. As acenta la necesidad de que el mensajero no excluya de su itinerario ningn lugar por poco recomendable que parezca (como ms tarde, segn Lucas, Pablo har con las ciudades y puertos de Grecia y con la misma ciudad de Jerusal n: Hech 20,22). En esa lnea podemos releer el paso de Jess por Samara, justo al inicio del largo recorrido que lo llevar a Jerusaln. La gente de Samara no quiere recibirlo por el hecho que se dirige a la ciudad enemiga de Jerusaln. La reaccin de los discpulos es visceral: quieren pedir un castigo devastador contra los samaritanos, pero Jess los reprende fuertemente (9,51-55). Y ms tarde, en otro pueblo, cuenta una parbola cuyo protagonista en positivo es un samaritano que atiende generosamente a un desconocido que haca el viaje de Jerusaln a Jeric (10,25-37). Incluso Jess sabe, yendo de camino (13,22), que si va a Jerusal n le esperan dificultades maysculas: le advierten que si va all, el rey en turno, Herodes, le causar la muerte (13,31). Y su respuesta es contundente: ir all y har lo que hace: Jess les dijo: vayan y dganle a ese zorro (alopeki)... (13,32). Jerusaln, Jerusaln, que matas a los profetas! (13,34). El camino pasa tambin por los sitios que (se sabe de antemano) son un ambiente dif cil, no grato, adverso, hostil. Tambin all va el mensajero a proclamar el kerygma del Seor, aunque sea lo ltimo que haga. No ser lo ltimo para Dios.
Un encuentro personal.
El tercer evangelio comienza con un fino prlogo (1,1-4) en que Lucas se dirige a Tefilo como destinatario de su escrito (as tambin los Hechos de los Apstoles). Le asegura la cuidadosa investigacin que ha hecho a fin que comprenda la solidez ( asphaleia) de la enseanza que ha recibido. Dos aspectos resaltamos aqu. Por un lado el nombre de Tefilo. Muy probablemente tiene un alcance simblico y hasta catequtico. Tefilo significa amigo de Dios o tambin el que ama a Dios. As Tefilo no es alguien en particular sino cada uno de los lectores u oyentes del relato evanglico, tanto de la primera generacin como de la actual. El destinatario del mensaje no es una entidad impersonal o an nima sino el nombre singular que es cada ser humano, cada uno de nosotros. Uno, quien quiera que sea, debe sentirse directamente interpelado e implicado en todo momento, en la lectura o la escucha atenta del evangelio. En ese momento el hombre singular que lee o escucha se llama Tefilo. Adems, podemos sospechar un alcance espiritual en ese nombre: Lucas escribe con el propsito de hacer crecer el amor, la amistad y la cercana del destinatario con Jess, con Dios. Y esto lo vemos reforzado en la frecuente insistencia de Lucas en presentarnos la amistosa disposicin de Jess para con todos y su cercana llena de amistad y de ternura. As, el nombre de Tefilo se vuelve programtico: tarea, invitacin y desafo. El lector-oyente del mensaje evanglico est llamado a valorar y cultivar la amistad que Dios le ofrece en la persona de Jess. Ser su amigo, crecer en la amistad, conducirse en trminos de lealtad y honestidad de modo que la buena relaci n con el amigo no se empae, no se arriesgue, no se pierda. El segundo aspecto que resaltamos es el trmino asphaleia: seguridad, solidez, verdad ntida, confianza (que de ah resulta). Tefilo podr estar ms confiado luego de leer el relato evanglico puesto que la verdad lo avala. El propsito es la firmeza de Tefilo, por encima de titubeos y medias tintas. En el relato de Zaqueo el trasfondo es, precisamente, la cercan a liberadora que Jess representa. Lucas lo muestra como algo concreto, algo que se dirige a personas singulares, un encuentro entre Jess y una persona con identidad propia. Lucas invita as, de nuevo, a que el lector lea su nombre y rehaga su propia historia de encuentro con Jess (Otoole). De Zaqueo sabemos no slo su nombre, sino tambin su estatura, sus intenciones, su oficio, su situacin econmica.
Ya tenemos el fondo de la escena. Lucas ha puesto a Jes s en el espacio y el tiempo de un hombre singular llamado Zaqueo. Sin embargo, de entrada ya el escenario se complica. El lector atento se interroga qu tiene que ver Jess con un hombre mal visto por los dems. En cierta mentalidad se tratara de dos extremos con poqusimo que ver entre s por la psima opinin que se tena de esos cobradores codiciosos y arbitrarios, y por ello odiosos (J. Ernst). Para colmo Lucas agrega que era rico (plousios), y el lector oyente recin haba escuchado la sentencia severa de Jess: Qu difcil que los ricos entren al Reino de Dios! (18,24). El lector atento anticipa sus dudas: llega ah la salvacin? Cmo? En qu condiciones? Con qu consecuencias? Lucas ha insertado el relato de Zaqueo justamente para responder a estas preguntas, que fueron muy probablemente las de muchos seguidores de Jess, muchos Tefilos, mostrando as el paradigmtico ejemplo del Seor.
Zaqueo busc y encontr, llam a la puerta y le fue abierta. Como el leproso que se adelanta suplicante (5,12-16), como la mujer pecadora pblica que irrumpe con su frasco de alabastro lleno de perfume (7,37-38), como la mujer enferma que a hurtadillas busca tocar el borde de su manto (8,43-44), como el padre que sale de la muchedumbre para rogar por la salud de su hijo nico (9,38-43), como los diez leprosos que van a su encuentro para pedir la curacin de su mal (17,11-14), como el ciego que siente pasar a Jess y lo llama a gritos (18,35-43). Lucas insiste, como se ve, en la importancia de buscar, de estar atentos, de tomar la iniciativa, de no quedarse simplemente a la expectativa. Pareciera el primer paso (fundamental) en el camino del discipulado: el discpulo empieza con esta bsqueda sincera de encuentro con el Seor. Zaqueo aparece as, como un caso ejemplar: uno que estando lejos del Seor, lo busca y se pone en camino (trepando en el rbol!) como el hijo que se sabe lejos del padre y quiere regresar a l (15,18). Igualmente el verbo ver (orao, blepo) est cargado de sentido teolgico en el evangelio de san Lucas. Simen exulta por haber visto la salvacin de Dios en la ternura del hijo del carpintero Jos (2,30), los pastores se maravillan por lo visto y o do en el pesebre de Beln (2,16-20), a los discpulos del bautista se le sugiere atencin a lo que han visto y odo en los prodigios de Jess (7,22). Ver es la seal de los tiempos mesinicos (3,6), los ciegos ven (7,22; 18,41-42) y todo el pueblo al ver ese prodigio alaba a Dios (18,43). Es la mirada de Jess, luego del tercer canto del gallo, la que le recuerda a Pedro su flaqueza preanunciada y le provoca el llanto arrepentido y avergonzado (22,60-62). Gran parte de la unidad narrativa de Lc 19,1-10 reside precisamente en el verbo ver (J-N Aletti): v. 3 buscaba verlo (idein) v.4 subi al sicmoro para verlo (ina ide) v.5 Jess alz la mirada (anablepsas) v.7 viendo esto (idontes) todos murmuraban. Como el ciego, tambin Zaqueo busca ver a Jess. Sin embargo no basta. Querer ver a Jess es, para Lucas, un rasgo fundamental e importante pero insuficiente. Los demonios tambin lo ven y lo reconocen pero no lo aceptan: Qu tenemos que ver contigo, Jess de Nazaret? (4,34).
Igualmente fue visto y odo por muchos, y no todos le respondieron adecuadamente, como se ve en la parbola del sembrador (8,4-15). En nuestro relato Lucas subraya positivamente el hecho de que Zaqueo, mal visto y para colmo rico, quiera verlo, lo busque y se apresure (19,4.5.6): no quiere perderse a Jess que pasa (19,4). Para Lucas es un punto de partida del discipulado, puesto que puede conducir a la fe (Otoole, Aletti) y a la conversin (al gozo de la verdad revelada): Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oir lo que ustedes oyen y no lo oyeron (10,23). Nadie enciende una lmpara y la pone en un lugar oculto o cubierta con una vasija de barro, sino sobre el candelero para que los que entren vean la claridad (11,33-36). Al instante el ciego recuper la vista y lo sigui dando gloria a Dios. Y todo el pueblo al verlo, se puso a alabar a Dios (18,42-43).
La mirada de Jess.
Zaqueo quera ver a Jess pero es Jess quien lo ve a l subido en el rbol: Alzando la mirada... (19,5). Con la misma rapidez con que subi le pide ahora que baje: Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa (19,5). A la curiosidad de Zaqueo responde la mirada de Jes s. A su premura la urgencia de Jess por ir a su casa. Al secreto deseo por ir a l Jess responde con un llamado. Nadie que busque sinceramente a Dios se queda sin respuesta; slo hay que estar con ojos atentos, para ver a Dios que pasa. Sospechamos que Lucas nos cuestiona: Qu ceguera nos impide verlo? Qu frivolidad o superficialidad? Qu talante de autosuficiencia? Como ya lo sealbamos, Lucas subraya el carcter personal de Jess con el cobrador de impuestos: lo llama por su nombre. Sin embargo el mayor peso teolgico de este momento (19,5) est en las palabras que Jess agrega como razn (gar) de su invitacin a que Zaqueo baje deprisa.
No es extrao que esta partcula, gar, tenga en la obra lucana una notable importancia puesto que siendo buen conocedor de la lengua en que escribe (el griego), se sirve de ella para evidenciar un contenido relevante dentro de un contexto (cfr. 10,42; 11,4; 18,25.32; 19,5.10). Y la razn (gar) es que hoy Jess necesariamente ha de ir a casa de Zaqueo como su husped. Hoy (smeron) est en nuestro relato en dos ocasiones: versos 5 y 9. Se trata de un concepto tpico de la obra lucana. Con l expresa la actualidad del acontecimiento salvfico en y por Jess. Para Lucas la salvacin que obra Dios por medio de Jess es un hoy absoluto: es ahora, en la persona de Jess, que se realiza y efecta la cercana liberadora y amorosa de Dios: No teman. Les anuncio una gran alegra para ustedes y para todo el pueblo: hoy les ha nacido en la ciudad de David un salvador, que es el Mes as, el Seor (2,1011). Luego de hacer la lectura en la sinagoga de Nazaret, con el libro del profeta Isa as, en que se anuncia al Mesas que trae la buena noticia a los pobres, la liberacin a los cautivos, la vista a los ciegos, la libertad a los oprimidos y el a o de gracia del Seor, Jess dice a todos que lo miran atentamente: Hoy se ha cumplido ante ustedes esta profeca (4,21). Cuando sana a un paraltico, la gente maravillada alaba a Dios y llenos de temor religioso dicen: Hoy hemos visto cosas extraordinarias (5,26). Al buen ladrn que muere junto a l le anuncia: Te aseguro que hoy estars conmigo en el paraso (23,43). Se trata de un hoy ms teolgico que cronolgico: estando Jess presente no es necesario esperar un maana o un despus (Aletti). Es un hoy sin precedentes, que slo es posible en la presencia de Jess. As como todo el Antiguo Testamento est transido por una tensin hacia el futuro, Lucas presenta a Jess como el hoy absoluto de todos esos anhelos. Tambin por eso pone especial atencin en mostrar el nexo esencial entre Jess y las Escrituras (el Antiguo Testamento):
Simen lo tom en sus brazos y bendijo a Dios diciendo: ahora, Seor, segn tu promesa, puedes dejar que tu siervo muera en paz. Mis ojos han visto a tu Salvador a quien has presentado ante todos los pueblos, como luz para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel (2,28-32). Juan, el hijo de Zacaras, aparece en el desierto predicando el bautismo y la conversi n. Para Lucas es la voz que grita en el desierto y anuncia el advenimiento de la salvaci n de Dios, como estaba escrito en el libro del profeta Isaas (3,3-6). El anuncio de Isaas (61,1-2), del Mesas liberador de pobres y oprimidos, se realiza hoy en la persona de Jess y provoca la sorpresa de todos: No es este el hijo de Jos? (4,16-22). Para Lucas el hoy de Jess es definitivo. Jess no es algo que se qued atrs, o mera moda. Ahora, hoy, est pasando, con la mirada atenta para encontrarse con quien sea, alguien con hombre y apellido dispuesto a recibirlo en su casa sin importar ni su oficio ni su historia pasada. En el hoy de Jess todo empieza de nuevo, como una nueva creacin (5,27; 7,36-50; 15,18; 18,9-14; 19,1-10).
Caracterstica importante de la teologa lucana es el talante de necesidad ( dei) en el obrar salvfico de Jess. As muestra Lucas (y no es nada fcil) la presencia discreta y a la vez evidente del plan previsto por Dios, actualizado en Jes s, su hijo engendrado hoy (3,22). Tambin Jess lo entiende as y quiere ser consecuente con esa necesidad salvfica y liberadora que tiene en l su centro fundamental: Por qu me buscan? No saban que yo debo (dei) ocuparme de los asuntos de mi Padre? (2,49). Luego les dijo que el Hijo del hombre tena (dei) que sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley; que lo matar an y que al tercer da resucitara (9,22). Hoy, maana y pasado tengo (dei) que continuar mi viaje porque es impensable que un profeta muera fuera de Jerusaln (13,33). Es preciso (dei) que sufra mucho y sea rechazado por esta generaci n (17,25; cfr. 4,43; 19,5; Hch 1,16-21; 3,21; 4,12; 5,29; 9,6.16; 14,22; 15,5).
Del mismo modo es necesario ( dei) hospedarse (meino) en casa de Zaqueo, es decir, procurar la cercana liberadora de Dios, querida por Dios. De paso, Lucas quiere darle seguridad y confianza ( asphaleia) a Tefilo (el lector u oyente): El anuncio de la buena nueva del Reino de Dios, o sea Dios que Reina (L. Boros), no est a merced del caos o del sin sentido, tampoco del vaiv n del nimo o humor del mensajero, sino que hay un proyecto divino que precisa (dei) de ser realizado y una continuidad en la historia de la salvacin (Otoole). Tambin puede leerse como una invitacin para que el discpulo (Tefilo) no tema nada y no se deje vencer por las adversidades: no est slo, no est realizando algo que se acaba en l, no es mera cosa suya. El sentido de su discipulado apunta a Alguien que lo acompaa discreta pero efectivamente.
Un fariseo lo invita a comer, y Jess se sent a su mesa (7,36; 11,37). Una mujer, pblica, es elogiada por Jess (7,44-50). Un recaudador de impuestos es puesto como ejemplo de sinceridad (18,1014). As tambin Jess mira a un jefe de cobradores de impuestos llamado Zaqueo. Y es que para Lucas, la amistad limpia de Jess no se ensucia por darse a los sucios, al contrario, provoca la verdadera limpieza (J. Crdenas Pallares). Lucas se preocupa en mostrar la universalidad de la salvacin ofrecida por Jess tanto espacial (de Beln a Galilea, de Israel al mundo conocido) como cualitativamente: todo tipo de personas, sobre todo gente mal vista y marginada (X. Len-Dufour). La liberacin que Jess ofrece y realiza no excluye a nadie: ni gente rechazada (5,29-32; 15,1-2; 19,7), mujeres (4,31-39; 7,36-50; 8,1-3.41; 10,38-42), leprosos (5,12-16; 17,11-19) o nios (8,15-17). Jess no teme el desprestigio de relacionarse con gente con mala reputaci n de todo tipo, incluso tenida por impura religiosamente. La murmuracin de los fariseos se lo recuerda: Entre tanto todos los que recaudaban impuestos para Roma y los pecadores se acercaban a Jess para orle. Los fariseos y los maestros de la ley murmuraban diciendo: este anda con pecadores y come con ellos (15,1-2). Pero esto no amedrenta a Jess, al contrario le da ocasin de poner en claro sus propsitos: No necesitan mdico los sanos sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores para que se conviertan (5,31). En el cielo habr ms alegra por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse (15,7). Lucas muestra as la inesperada novedad de Jess que no se conduce en los trminos humanamente previstos, ni siquiera en trminos legales, puesto que por encima de todo est la misericordia llevada a todos, especialmente a aquellos que ms la necesitan.
Para Lucas el don gratuito de la salvacin que Dios opera en Jess no tiene lmites de ningn tipo. Basta abrirse a l, querer verlo, subir para mirarlo al pasar, apresurarse para encontrarlo, como Zaqueo, el chaparrn de Jeric. Zaqueo realiza un gesto ms que Lucas desea comunicar al lector como seal de verdadero encuentro: responde con alegra (chairon) a la invitacin que Jess se hace. Responder con alegra no fue, de hecho, la nica forma de acoger el llamado de Jess. Hubo tambin la indiferencia y el rechazo sutil o manifiesto: Entonces envi por delante a unos mensajeros que fueron a un pueblo de Samar a para prepararle alojamiento, pero no quisieron recibirlo porque se dirig a a Jerusaln (9,52-53). Otro le dijo: Te seguir Seor, pero djame despedirme primero de mi familia (9,61). Al hombre importante Jess le dice: Te falta una cosa: vende todo lo que tienes, reprtelo entre los pobres y tendrs un tesoro en los cielos. Luego ven y s gueme. Pero l al or esto se entristeci porque era muy rico (18,22). Lucas muestra as que no basta buscar ver a Jess, porque la respuesta puede ser muy variada: cada uno es interpelado por su nombre y es libre de responder (Kilgallen). La parbola del sembrador (8,4-15) es, en este sentido, una ilustraci n fundamental. Habra que leerla peridicamente con nimo honesto y franco. Hay cuatro modalidades que tipifican la respuesta al sembrador que pasa: Bordo de camino. Terreno pedregoso. Maleza. Tierra frtil. De las cuatro modalidades tres acaban por rechazar la semilla y slo una acoge autnticamente la presencia del sembrador: son los que escuchan con corazn noble y generoso (8,15). Responder positivamente es tambin hacerlo con alegra. La Fe y la tristeza no coinciden, tampoco con la Esperanza y la Caridad. Para san Lucas responder con alegra es un gesto de discipulado o por lo menos de disposicin a ello y a la aceptacin de la voluntad de Dios:
Los setenta y dos discpulos regresaron llenos de alegra diciendo: Seor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre (10,17). En aquel momento el Espritu Santo llen de alegra a Jess que dijo: yo te alabo, Padre, Seor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las has dado a conocer a los sencillos (10,21). Los discpulos regresaron a Jerusaln con gran alegra (24,52; cfr. 18,17; 24,32; Hech 8,39). As tambin Zaqueo baj a toda prisa y lo recibi muy contento (19,6). Hay un nexo claro entre la aceptacin de la presencia de Dios y un permanente sentimiento de alegra verdadera que se mantiene a pesar de las contrariedades y reveses de la vida. Contra lo que a veces se cree, la alegr a es un sntoma de fe madura, de sentido cristiano de la vida y de discipulado conscientemente asumido. La tristeza, como talante de vida, no remite a la fe sino a la desesperanza, la increencia y la amargura, o sea a la negacin prctica de Dios.
Todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron, se levantaron, lo echaron fuera de la ciudad y lo llevaron hasta un precipicio de la montaa sobre la que estaba edificada la ciudad con intenciones de despearlo. Pero l, abrindose paso entre ellos, escap (4,28-30; cfr. 7,31-35; 18,23). La gente, su generacin (7,31), lo considera un comiln y un borracho, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores (7,34). Tambin los ejemplos en que aparece la aceptacin a Jess son numerosos en el evangelio de san Lucas. Lev, el cobrador de impuestos, responde de inmediato a la invitacin de Jess: Dejndolo todo se levant y lo sigui. Luego le ofreci un gran banquete en su casa (5,27-29). Lo mismo haban hecho los primeros discpulos llamados a ser pescadores de hombres: Despus de arrimar las barcas a tierra, dejaron todo y lo siguieron (5,1-11). Tambin mujeres, para escndalo de muchos, seguan de cerca a Jess: Iban con l algunas mujeres que haba liberado de malos espritus y sanado de enfermedades (8,1-3). Lucas expresa con diferentes trminos esa respuesta positiva: escuchar, ver, creer, arrepentirse, convertirse, alegrarse. Zaqueo tambin pone de manifiesto su aceptacin sincera de la sorpresiva invitacin que Jess se hace de ser su husped. Sin que nadie se lo pidiera hace y dice algo que muestra la hondura de su respuesta a Jess que se ha acercado a l: Zaqueo se puso en pie ante el Seor y le dijo: Seor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres, y si enga a alguien le devolver cuatro veces ms (19,8). La cercana de Jess estimula su propia iniciativa, le da valor, le descubre lo esencial de lo secundario, lo sano de lo podrido. El rico cobrador de impuestos se pone de pie para hablarle a un pobre galileo que pasa. Ya dej, as, la prepotencia mezquina y el orgullo vanidoso. Sin esta renuncia a la arrogancia grosera y prepotente no hay ni conversi n ni discipulado. Es una actitud que est en la base de la verdadera aceptacin de Dios.
Tambin es slo as que aparece Jess como Seor (kyrios). El propio Lucas introduce las palabras de Zaqueo llamando Seor a Jess. Es un ttulo que Lucas tom de la predicacin paulina (Fitzmyer). Lucas aplica este ttulo tanto a Jess como al Padre: Isabel exclama: Cmo es posible que la madre de mi Seor venga a visitarme? (1,43). Un leproso le suplica: Seor, si quieres puedes limpiarme (5,12). Tambin un oficial romano: Seor... (7,6). En Nan, ante el difunto hijo de una viuda: El Seor se compadeci de ella (7,13). Tena Martha una hermana llamada Mara que se sentaba a los pies del Seor (10,39-40; cfr. Hech 2,34; 7,59-60; 13,12). Los apstoles se renen a invocar a Dios: Seor t has creado el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos (Hech 4,24). Solicitan su ayuda en el apremio: Y ahora Seor... (Hech 4,29-30). A diferencia del seoro pagano, la constante es que este ttulo de Seor (Kyrios) aparece vinculado a eventos de salvacin, de cercana cariosa y misericordiosa, de solicitud divina. Si el Seor est presente genera alegra, salud, amistad y confianza, excepto para aquellos que se ven cuestionados y afectados. El se oro pagano es todo lo contrario: sometimiento, humillacin, despojo, engao e impunidad. Se trata de un ttulo que expresa la autoridad de Jess y su seoro divino, ya ledo por san Lucas desde la resurreccin: Jess cuestiona a unos maestros de la Ley: Cmo dicen que el Mesas es hijo de David? Porque el mismo David dice en el libro de los Salmos: dijo el Seor a mi Seor: sintate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos como estrado de tus pies. Si David lo llama Seor cmo pude ser el Mesas hijo suyo? (20,41-44; cfr. 20,1-8; Hech 7,59-60; 14,3.23; 26,17-18; Ro 10,9; Flp 2,5-11).
Jess es Seor porque asume la autoridad que slo compete a Dios, es decir que revela as su filiacin divina: Quin es ste que manda incluso a los vientos y al agua y lo obedecen? (8,25; cfr. Ex 14,15-16. 21-22; Sal 89,10; 107, 23-30; Job 38,8-11). As Zaqueo tambin lo reconoce como Seor. Pero lo que Lucas subraya aqu no es tanto la importancia del ttulo (dos veces en el verso 8) sino las implicaciones y efectos de la confesin de Jess como Seor. En el largo discurso que Jess dice en el captulo 6, tambin aparece una amonestacin en este sentido: Porqu me llaman: Seor, Seor, pero no hacen lo que les digo? (6,46). No basta decir que se reconoce a Jess como Seor. No basta creer que es Seor. l pide coherencia con esa declaracin. No se puede, por un lado llamarle Seor y por otro ir en sentido contrario de su direccin; es incoherencia e hipocresa. Lo que se dice, debe corresponder con lo que se es, o por lo menos con la direccin de lo que se busca hacer. Zaqueo ya haba sido presentado como un hombre rico y la razn de su riqueza (19,2): jefe de cobradores de impuestos ( architelones). El encuentro con Jess no lo deja indiferente sino que se ve empujado, por la cercana y la gratuidad absoluta de la presencia de Jess, a reconocer la distancia existencial que media entre su modo de obrar y el se oro de Jess. Casi simultneamente Zaqueo expresa su deseo de enmienda y conversin (19,8). La presencia de Jess, en tierra buena, cuestiona, provoca replanteamientos, genera cambio de direccin de la propia vida. Y alegra. Lucas acenta la necesidad de la conversin (Otoole) y pone de manifiesto que Jess no anda ofreciendo gracia barata sino gracia sin ms que transforma la vida (Tannehill). La conversin, en sentido estricto, es primero un cambio de mentalidad ( metanoia), otra forma de concebir la vida, la felicidad, la relacin con los dems y con Dios. De esta otra mentalidad resulta otra manera de ser y de conducirse. As, la conversin es slida y sincera, y no de labios para afuera, un propsito siempre postergado, o peor an, mera pose. En Zaqueo, Lucas quiere dar un ejemplo de la respuesta adecuada a la cercan a gratuita e inesperada de Jess. La presencia de Jess hace que Zaqueo tenga otra actitud, otra concepcin de s mismo y de los dems, sobre todo en relacin a las riquezas y a los pobres. l buscaba ver a Jess, pero termina por fijarse en su propia miseria y en la de
los pobres y defraudados (Aletti). Para Lucas no es posible ver a Jess y luego no mirar a los pobres como iguales, como hermanos.
Vendan sus posesiones y compartan generosamente. Acumulen aquello que no pierde valor, tesoros inagotables en el cielo, donde ni el ladr n ronda ni la polilla destruye. Porque donde est tu tesoro, all estar tu corazn (12,33-34). Si el tesoro consiste en las riquezas, el corazn se corrompe y se estropea. Porque se ha puesto a las riquezas en el primer lugar, el corazn se endurece, se vuelve insensible, soberbio, fro. El otro tesoro lo revitaliza, lo hace un corazn de carne (Ez 36,26), donde es posible, entre otras cosas, el amor, la amistad y la alegra. Poco antes de su arribo a Jeric, Jess haba encontrado a un hombre importante, un jerarca, un pez gordo (archon), rico y muy religioso (18,18-29). Quiere saber qu le falta para ganar la vida eterna, es decir para saber que vive en la verdad. Todos los preceptos de la Ley los conoce y los cumple. No parece faltarle nada. Sin embargo Jess lo deja fro: An t falta una cosa: vende todo lo que tienes, reprtelo entre los pobres y tendrs un tesoro en el cielo. Luego ven y sgueme (18,22). La resonancia del texto anterior (12,33-34) es evidente: invita a quitarse el estorbo de las riquezas en favor de la gente pobre. Tal desprendimiento constituye paradjicamente, un verdadero tesoro. Slo entonces Jess invita a seguirlo. Pero el corazn del hombre importante ya no pudo sentir la cercana de Jess y opt por irse: conserva su riqueza a costa de la lejana de Jess. O Dios o el dinero (16,13): aut, aut. Slo en una religiosidad desnatada o selectiva pueden ir juntos. Tampoco en este momento Jess suaviza sus exigencias, y ahora los sorprendidos son sus propios discpulos: Qu difcil que los ricos entren al Reino de Dios! Es ms fcil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de Dios (18,24). El rico no puede pasar porque le estorban sus riquezas, ms de lo que le estorba al camello su tamao y su joroba. El hombre importante no puede seguir a Jess: le pesan sus riquezas. Para caminar hay que ir ligero de equipaje, como Jess (9,58). Zaqueo tuvo todava corazn sensible a la cercana de Jess. Sin que nadie le pida nada declara que se sacudir el estorbo de sus excesos en favor de los pobres y de los defraudados. Sinti, todava, que su tesoro era pura estupidez (12,20) y quiso hacerse del tesoro verdadero del desprendimiento (12,33; 18,22). La reaccin (o mejor: la respuesta) de Zaqueo no se explica por la Ley sino por la presencia de Jess. La Ley no exiga tanto (Ex 21,37; 22,3-4; Lv 5,16). Es la cercana
gratuita y aceptada de Jess lo que desencadena su despertar a la honestidad, la generosidad y un sentido ms autntico de la justicia (ms que la pura legalidad). Queda suficientemente clara la insistencia de Lucas: el encuentro autntico con Jess nos hace libres tambin respecto de los bienes materiales ( hyparchontn) (Kilgallen), porque es la nica manera de entrar al Reino (14,33; 16,13; 18,22.25), de poseer el verdadero sentido de la existencia (18,18) y de ser discpulo del Seor (18,23). Sin esto no hay verdadero discipulado ni credibilidad de su predicacin (kerygma). Tampoco verdadera felicidad: Hay ms felicidad (makarion) en dar que en recibir (quitar o ganar) (Hech 20,35) Por el contrario, el afn por el dinero, la seguridad puesta en las riquezas, la vida mercenaria (en cualquier oficio) nos incapacita para poder aceptar y entrar al Reino (W. P. Loewel) (cfr. 12,13-21; 14,15-25). Lucas presenta la comunidad ideal de los seguidores del Seor no slo como asidua en la oracin sino tambin en trminos de igualdad, desapego y generosidad fraterna (Hech 2,44; 4,32. 34), donde la avaricia es fuertemente rechazada (Hech 5,1-11) porque para l es claro que confesar a Jess como Seor (Kyrios) implica la realizacin de la comunidad (koina) ajena a todo egosmo y autoritarismo grosero (Hech 4,33; Lc 19,8). En esa misma perspectiva es visto Zaqueo: es un caso ejemplar que ense a lo que es realmente acoger la cercana de Jess y confesarlo como Seor. Tefilo (y todo lector) ve en l una respuesta autntica a Jess que pasa.
La liberacin inesperada.
Luego del anuncio que hace Zaqueo (19,8), que nadie le hab a pedido, Jess toma la palabra otra vez (19,9). El crescendo llega a su culmen. Despus de las palabras de Jess nadie ms habla, nadie murmura, tampoco Lucas refiere otra informacin sobre lo que Zaqueo dijo o hizo. Ni falta. Jess declara rotundamente la salvacin (sotera) de la casa de Zaqueo, que ha devenido (egneto) por la presencia de Jess y la respuesta de Zaqueo: Entonces dijo Jess: hoy ha llegado la salvacin a esta casa, pues tambin ste es hijo de Abraham. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido (19,9-10).
El tema de la salvacin (sotera) es uno de los esenciales en la teologa de Lucas. Es el nexo que marca la continuidad y la diferencia con el Antiguo Testamento. No es que Dios comience a salvar en Jess (a intervenir favorablemente), ms bien es la salvacin de muchas maneras preanunciada en el Antiguo Testamento tanto en palabras como en acontecimientos (H. Conzelmann). Toda la obra lucana reposa en el gran marco de la Historia de la Salvaci n. Su exposicin pretende ser un paso natural del Antiguo Testamento al evento salvfico en y por Jess (Kilgallen). El par de historias situadas en Jeric (18,35-45; 19,1-10) hablan de la salvacin que Jess procura, y ayudan a preparar la inminente entrada de Jess a Jerusaln como Salvador (23,35-39) (C. F. Evans). Jess colma y cumple toda expectativa de salvacin: El anciano Simen bendice al Seor al ver al nio Jess: Ahora, Seor, segn tu promesa puedes dejar que tu siervo muera en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador (2,29-32; 4,17-21; 24,25-29. 44,49; Hech 1,16; 3,18; 13,27; 14,26-26). Por eso Jess es llamado Salvador (Soter) como el Padre, en cuanto realizacin de la gran expectativa de salvacin: El ngel dice a los pastores de Beln: No teman... les ha nacido hoy en la ciudad de David un Salvador que es el Mes as, el Seor (2,11; 1,47. 69. 77; 2,30; 4,16-22; Hech 4,12; 5,31; 13,23). Jess le anuncia a Zaqueo la salvacin, es decir la verdad de un modo de ser (18,22), slo despus que mostr el cambio operado en su vida. El rico Zaqueo no poda recibir de Dios ningn beneficio (6,24-26), no era capaz de mirar ms all de la existencia como economa, como ganancias y sumas (la miseria de las riquezas), no saba que eso no era vida y que el dinero estorba y es ilusoria seguridad (14,10-14. 15-24; 16,19-31; 18,18-30). La presencia de Jess provoca una respuesta (19,8) y Jess confirma que slo as se restablece la justicia: la adecuada relacin del hombre con los bienes, con los dems (en especial los pobres), como fruto de la salvacin aceptada.
Lucas subraya de nuevo que es una salvacin que acaece hoy (smeron) (2,11; 4,21; 19,5.9), en el encuentro personal de Jess y el hombre, en el restablecimiento de la justicia (Fitzmyer). Para Lucas el verdadero judasmo es el cristianismo (Fitzmyer, Otoole). Las expectativas del judasmo veterotestamentario tienen en Jess una respuesta conclusiva y definitiva. La aventura que comenz con Abraham (Gn 12), la promesa de la bendicin para su descendencia, llega a sus hijos en la generacin que encuentra a Jess. Zaqueo, a pesar de las sospechas, es tambin hijo de Abraham. Es un hijo extraviado: perdido en una actitud equivocada, centrada en la riqueza y la acumulacin, empobreciendo a sus hermanos y engandolos, rompiendo la fraternidad con los dems hijos de Abraham. Estaba cerca de su riqueza y lejos de Dios, por ello tambin de los dems, sobre todo de los pobres. Zaqueo busca a Jess, pero es Jess el que lo buscaba a l: El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido (19,10). El resultado es el encuentro. La curiosidad de Zaqueo es sana; la llamada de Jess no pretende la condenacin, ni siquiera el ajuste de cuentas, sino el ofrecimiento gratuita de su amistad y cercana (4,47-50). Zaqueo, hijo de Abraham, como el hijo prdigo (15,11-32) es recuperado por la misericordia inmerecida del Dios cercano: Tenemos que alegrarnos y hacer fiesta, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado (15,32). Zaqueo es como la oveja perdida y luego encontrada, provocando alegra y gozo: Algrense conmigo, porque he encontrado la oveja que se me haba perdido (15,6). Zaqueo es la moneda perdida, buscada atentamente, y luego encontrada, provocando la alegra de la mujer que la haba perdido: Algrense conmigo, porque he encontrado la moneda que se me hab a perdido (15,9). Jess busca y encuentra a Zaqueo, perdido y extraviado en una mentalidad y una actitud vital al margen del Reino. Jess lo salva del error de la deshonestidad, el enriquecimiento, la ceguera que le impide ver a los otros, la servidumbre de las riquezas. Su cercana le descubre el respeto, la solidaridad y la justicia, que antes no poda ver.
Respeto, solidaridad, justicia y generosidad: seales del encuentro con Jess que pasa.
Jess es el Hijo del hombre (19,10). As se autonombra. Se trata de un semitismo que aparece en los cuatro Evangelios, en el libro de los Hechos y en el Apocalipsis. Por supuesto, en el Antiguo Testamento: slo en Ezequiel aparece 90 veces (Ez 2,1.2; 3,1.3.4; 4,1). A veces designa slo la realidad personal o como circunloquio de uno mismo (6,22). Se refiere siempre a Jess, en boca suya o de otro (Fitzmyer). La eleccin de este ttulo, muy probablemente, se debe justamente a su ambigedad: designa al ser humano ( ben adam, bar nash, en el Antiguo Testamento) pero puede aludir a una dimensi n apocalptica dentro del judasmo (6,22; 9,22; 12,8; 19,10; 22,48) o por lo menos a cierta cualidad y dignidad moral (5,24; 6,5; 7,34; 18,31) (X. Len Dufour). Adems se advierte un doble aspecto en la obra lucana: es la proximidad de Jes s como beneficio para el pueblo y tambin salvacin operada por Dios en l (Kilgallen): Ahora sabrn que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder para perdonar los pecados (5,24). Igualmente Esteban ve el cielo abierto y al Hijo del hombre en pie, a la derecha de Dios (Hech 7,56), como Daniel (7,13) y as se pone de manifiesto el seoro de Jess y su presencia salvfica y liberadora: Pues as como Jons fue una seal para los ninivitas, as el Hijo del hombre lo ser para esta generacin (11,30). Yo les digo que todo el que est de mi parte ante los hombres, tambin el Hijo del hombre estar de parte de l... (12,8; cfr. 9,26; 12,40; 17,22.26.30; 18,8). Para Lucas el Hijo del hombre es la teofana liberadora y amorosa del Padre que viene a buscar lo perdido y a sanar lo enfermo para alegrarse con ellos de hacer presente el Reino y la vida de Dios (5,31-32; 15,1-7. 8-10. 11-32; 19,10). Zaqueo tuvo la experiencia del Hijo del hombre: su amistad lo transform, lo liber de la servidumbre de las riquezas y le hizo ver, respetar y solidarizarse con los pobres. Como se ve, algo que va mucho ms all de la presunta pureza ritualista, neofarisaica, espiritualoide y falsamente moral a que se reduce en ocasiones.
III. UNA MIRADA AL CONTEXTO. Conviene siempre mirar el contexto de las percopas que se estudian o se reflexionan. Muchas veces ayuda a comprenderlas mejor y aparecen matices que antes no se advertan. No es raro que Lucas elabore su material por pares. As, por ejemplo, el anuncio del nacimiento del bautista (1,5-25) y el de Jess (1,26-38); el nacimiento de uno (1,57-66) y otro (2,1-7). La exultacin del anciano Simen (2,28-32) y la de Ana, la anciana profetiza (2,36-40). El cntico en boca de Mara (1,46-55) y el de Zacaras (1,67-79). La salud del endemoniado (4,31-37) y de la suegra de Pedro (4,38-39) al inicio de su ministerio (4,1421). Muy probablemente el episodio de Zaqueo constituye un complemento del relato precedente, el del ciego de Jeric (18,35-43), porque el texto que le sigue (19,11-28) parece ms bien que Lucas se sirve de la murmuracin (19,7) de los que se oponen a que Jess vaya a casa de Zaqueo para lanzarles una fuerte advertencia, la ltima antes de su entrada a Jerusaln, la parbola de los talentos (19,11-27). En el episodio del ciego de Jeric hay muchas similitudes: Jess llama a ambos (18,40; 19,5). Hay oposicin (18,39; 19,7). Ellos procuran hacerse ver (18,39b; 19,4). Son vistos con recelo por los dems (18,39; 19,7). Jess se muestra solcito con ellos (18,40; 19,5). A ambos Jess les anuncia la salvacin (18,42; 19,9). No es aventurado decir (Aletti) que se trata de un uso intencional, por parte de Lucas, de la ceguera como desventura, una fsica (18,35) y otra espiritual (19,1). Ambos quieren ver (18,41; 19,3), por eso al final obtienen la vista fsica o espiritual que les hace confesar a Jess como Seor (kyrios 18,41b; 19,8).
Sin embargo la reaccin de Jess es diferente en las percopas: despus de curar al ciego de Jeric, no dice ni hace nada; es el ciego (de quien no sabemos el nombre pero s que era un pordiosero al bordo del camino) quien exulta y sigue a Jes s. Suponemos la alegra de Jess realizando su tarea mesinica: viene para liberar a los cautivos, para dar la vista a los ciegos, para liberar a los oprimidos (4,18). En cambio s reacciona ante la respuesta de Zaqueo declarando la salvacin de su casa (19,9-10). De este modo subraya ahora Lucas la alegra de Jess por uno que, cegado por el egosmo del poder y la acumulacin de riquezas (19,2.8), abre los ojos, cambia de mentalidad y de orientacin de su vida (metanoia) y se libera de esa esclavitud (19,8): El Seor viene a liberar a los cautivos y a dar la vista a los ciegos (4,18). Quiz Lucas quiera sugerir de este modo que peor que la ceguera f sica (algo tremendo) es la ceguera espiritual, o sea la ceguera que provoca la lejan a de Dios, donde no se puede ver a Jess como Seor ni a los otros como hermanos, sobre todo a los pobres. Tambin con esto Lucas le da solidez y confianza ( asphaleia) a Tefilo, evidenciando que la confesin de Jess como Seor (y no de mamon en cualquiera de sus formas) implica la vista que nos hace libres respecto de los bienes materiales y cercanos a los pobres. No se nos dice si Zaqueo fue detrs de Jess (como el ciego) o se qued en Jeric, en su oficio. Es claro que no era el mismo y que, de haber seguido ah , lo hizo ahora como un signo a contracorriente, una quinta columna en medio de un mundo hostil (C. Pujol).
En el contexto amplio del evangelio de Lucas, el pasaje de Zaqueo recuerda el banquete ofrecido por Lev (5,27-32), tambin cobrador de impuestos ( telones). Slo que el banquete, aqu, es cuando ya Jess lo ha llamado y l lo ha dejado todo para seguirlo (5,28). Hay igualmente el escndalo de los fariseos y maestros de la ley que no ven con buenos ojos su convivencia (y de sus discpulos) con gente nada recomendable: Por qu comen y beben con recaudadores de impuestos y pecadores? (5,30). Se ha hospedado en casa de un pecador (Zaqueo) (19,7). Jess responde a las murmuraciones (5,30; 19,7) aludiendo a la necesidad de mostrar su identidad mesinica, liberadora y salvfica: No necesitan mdico los sanos sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores, para que se conviertan (5,31-32).
El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido (19,10). Tambin es notable la resonancia de nuestra percopa (19,1-10) con el captulo 15 de san Lucas (15,1-32). De nuevo se trata del escndalo de fariseos y maestros de la ley (que representan a todos aquellos que quieren un Jess-Mesas a su medida) por la amistad de Jess con recaudadores de impuestos y pecadores (15,1). Ellos, escandalizados, nuevamente murmuran (15,2a): ste (outos) anda con pecadores y come con ellos (15,2b; 19,7). Jess responde a las murmuraciones con tres emblemticas parbolas: la oveja perdida (15,3-7), la moneda extraviada (15,8-10) y el regreso del hijo prdigo (15,11-32). Breves las dos primeras y no tanto la tercera. Jess muestra as la iniciativa de Dios para buscar al extraviado (15,4. 8. 20; 19,5.10) y la alegra mayscula que es la recuperacin de lo perdido (15,6.9.20-24; 19,10). Pone de manifiesto la misericordia ilimitada y ejemplar de Dios (6,36) pero al mismo tiempo la mezquindad y cerrazn de aquellos que pretenden poner lmites y barreras al mensaje y obra de Jess. Son buenos cuyos estrechos esquemas les impiden comprender la largueza de la gracia divina. Su bondad se les vuelve ceguera y necedad. De paso entendemos que la ejemplar misericordia del Padre no es una abstracci n aceptada en teora (simple adhesin ideolgica) sino algo que se verifica en la vida ordinaria, en el encuentro con los perdidos, los enfermos, ciegos y malos, que estn al margen del camino.
Es tambin claro que el pasaje de Zaqueo se inscribe, por su tema central, dentro de las percopas de crtica de las riquezas, especialmente relevante en el evangelio de Lucas. En la llamada gran insercin (9,51-19,44), donde est nuestra percopa (19,1-10), hay significativas resonancias a este propsito. En gran parte ya lo hemos comentado pginas atrs. En 12,13-32.33-34 Jess declara que el atesoramiento es una necedad (12,20), absurda y ajena a la vida de Dios (12,21). Por el contrario invita a no-atesorar o a atesorar desprendimiento, a confiar en la providencia divina (12,22-30) y a buscar (12,31), como busca Zaqueo (19,3), el Reino, dejando para ello todo lo que estorbe (12,33; 19,8) y luego participar de lo propio con la gente ms necesitada (hacerse su hermano) para tener realmente un tesoro (lo que de verdad vale) en los cielos, es decir desde la vida querida por Dios (12,33; 19,8). En el pasaje del hombre importante que quiere seguir a Jes s (18,18-23. 24-27) se muestra la riqueza como el gran obstculo para volverse discpulo del Seor (18,22-23) y
acceder a la vida de Dios (12,25). Se trata de una ejemplificaci n de la sentencia ya referida en 16,13: no se puede servir a Dios y al dinero (mamon, cfr. 6,20-23. 24-26). El rico que quiere seguir a Jess ha de renunciar a esa falsa seguridad (su riqueza y su af n de tener) en favor de los pobres (12,33; 18,22; 19,8; Hech 2,44; 4,32). No se trata de una renuncia, digamos estoica o narcisista (en orden a la perfeccin individual), sino de un desprendimiento generoso y solidario que crea fraternidad con los pobres. No se puede ser discpulo de Jess y servir al egosmo, la avaricia, la extorsin, la prepotencia y el fraude, en cualquiera de sus formas. Aut, aut, se deca en latn; o sea: o una cosa u otra.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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