Este documento describe la presencia de cerámica colonial mexicana en España durante el periodo colonial. Explica que una colección de casi 1,000 piezas de cerámica mexicana fue donada en 1884 al Museo Arqueológico Nacional por la condesa viuda de Oñate. Luego, en 1941, estas piezas fueron trasladadas al recién creado Museo de América en Madrid, donde actualmente se exhiben. El documento analiza los inventarios históricos y documentos que mencionan el uso común de esta cerámica en los
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Este documento describe la presencia de cerámica colonial mexicana en España durante el periodo colonial. Explica que una colección de casi 1,000 piezas de cerámica mexicana fue donada en 1884 al Museo Arqueológico Nacional por la condesa viuda de Oñate. Luego, en 1941, estas piezas fueron trasladadas al recién creado Museo de América en Madrid, donde actualmente se exhiben. El documento analiza los inventarios históricos y documentos que mencionan el uso común de esta cerámica en los
Este documento describe la presencia de cerámica colonial mexicana en España durante el periodo colonial. Explica que una colección de casi 1,000 piezas de cerámica mexicana fue donada en 1884 al Museo Arqueológico Nacional por la condesa viuda de Oñate. Luego, en 1941, estas piezas fueron trasladadas al recién creado Museo de América en Madrid, donde actualmente se exhiben. El documento analiza los inventarios históricos y documentos que mencionan el uso común de esta cerámica en los
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Este documento describe la presencia de cerámica colonial mexicana en España durante el periodo colonial. Explica que una colección de casi 1,000 piezas de cerámica mexicana fue donada en 1884 al Museo Arqueológico Nacional por la condesa viuda de Oñate. Luego, en 1941, estas piezas fueron trasladadas al recién creado Museo de América en Madrid, donde actualmente se exhiben. El documento analiza los inventarios históricos y documentos que mencionan el uso común de esta cerámica en los
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PRESENCIA DE CERMICA COLONIAL MEXICANA EN ESPAA
MA. CONCEPCIN GARCA SIZ,
JOS LUIS BARRIO MOYA Entre los muchos campos de investigacin americanista que esperan des- pertar el inters de los estudiosos, el de la cermica colonial es uno de los ms tristemente olvidados, a pesar de que su conocimiento exhaustivo apor- tara numerosos datos para un mejor conocimiento histrico de este perio- do. Incluso en 10 que se refiere al virreinato de la Nueva Espaa, 10 des- conocido es muy superior a lo conocido, y ello pese a la existencia de la ponderada cermica de "Talavera de Puebla", corno se ha dado en denomi- nar tradicional (pero errneamente) a la realizada en Puebla de los nge- les. En conjunto, las obras realizadas por los talleres poblanos vienen dis frutando habitualmente de una atencin que, como mnimo, sera necesario prestar a las restantes reas cermicas del virreinato. 1 En muchos casos, algunos estudios documentales y estilsticos, que por su calidad e impor- portancia debieran haber servido de acicate para abrir decisivas lneas de investigacin, se han convertido en lugares comunes, empleados arbitra- riamente con una intencin de generalizacin que no tuvieron en su odgen.,2 En este sentido est claro que, como ya se ha reclamado en ms de una ocasin,3 la realizacin de excavaciones arqueolgicas dedicadas a mbitos de ocupacin colonial es la primera y ms urgente medida que hay que tornar. Ello permitir establecer un conjunto de tipologas y secuencias cro- nolgicas imprescindibles y difciles de determinar cuando slo nos move- mos en el terreno del anlisis estilstico. Ante este estado de la cuestin es evidente que adquieren especial im- portancia todos los datos aportados por otras disciplinas que contribuyan a clarificar el tema. En este sentido las noticias tomadas de los documentos 1 Es evidente que la proliferacin de publicaciones como la de Flotencia Mulle!, "Es tudio de la cermica hispnica y moderna de TlaxcalaPuebla", en Coleccin Cientfica, 103, INAH, Mxico, 1981, es el nico medio para llegar a un verdadero conocimiento del tema, 2 El trabajo de Diego Angula, La cermica de Puebla, Madrid, 1946, y los de Enrique Cervantes, Nmina de Locerol poblanol, Mxico, 1933, y Loza blanca y azulejo de Pue bla, 2 vols., Mxico, 1939, supusieron en su momento una importante aportacin, aunque ambos autores ya se enfrentaban a las dificultades aqu mencionadas, 3 Gonzalo Lpez Cervantes, "Cermica colonial en la ciudad de Mxico", Coleccin Cientfica, 38, INAH, Mxico, 1976 103 oficiales, como tasaciones e inventarios, y las recogidas de las pinturas de la poca, son especialmente significativas, a pesar de las muchas limita- ciones con que se presentan ya que, mientras los papeles legales en la ma- yora de los casos se limitan a proporcionar largas listas de "barros" o "va- sijas", sin que stos puedan ser relacionados con un objeto en concreto, la pintura colonial fundamentalmente dedicada a la temtica religiosa, elude de forma sistemtica el gnero del bodegn '-que tan til habra de sernas para este asunto. Por esta serie de razones nos ha parecido de especial importancia el pre- sentar este trabajo en el que se ponen en relacin los documentos de la poca con las piezas a las que se refieren y los lienzos que las reprodujeron -a ellas o a otras semejantes- en su momento. Lo que podra parecer una feliz coincidencia no es sino el fruto de un continuado estado de alerta en torno de un tema que no pareca estar su- ficientemente definido hasta el momento: el de la correcta clasificacin de una extensa coleccin de cermica perteneciente a los fondos del Museo de Amrica. Este importante conjunto, compuesto por cerca de un mi- llar de piezas, fue donado en 1884 al Museo Arqueolgico Nacional por su ltima propietaria, la condesa viuda de Oate, doa Josefa de la Cerda y Palafox. El30 de junio de 1885 sus testamentarios haban realizado el co- rrespondiente inventario de sus bienes y sealaban cmo "la coleccin de bcaros u objetos de cermica antigua que segn la clusula 62 haba de entregarse al Museo Arqueolgico", no haba sido tasada por expreso deseo de la difunta condesa. 4 Cuando estos objetos pasaron a ser relacio- nados con el libro de registro" del mencionado Museo ya se les hizo apa- recer como procedentes de Amrica y, concretamente, de Mxico. Trans- currido ms de medio siglo despus de establecerse este legado, en 1941, se cre el Museo de Amrica, y a l fueron destinados, entre otros muchos, estos objetos, exhibindose de forma provisional parte de ellos, en las salas que se le cedieron dentro de los locales del Museo Arqueolgico, a la espe- ra de su,traslado definitivo a la sede del Museo de Amrica, que habra de construirse. Una vez finalizada sta, all se llevaron y permanecieron en exposicin tras un transporte poco afortunado, pues "Esta coleccin sufri grandes desperfectos eando la traslacin del antiguo al nuevo museo, por efectos de un accidente".,u Desde la fecha de su donacin hasta la actua- lidad, diferentes piezas de la coleccin han figurado en numerosas exposi- 4 Archivo Histrico de Protocolos de Madrid Protocolo 35 416, fol. 2347-2348 vito :-, Libro Inventario del Museo Arqueolgico Nacional. Ms Archivo del Museo de Amrica, Madrid. 1; Ibidem Nota manuscrita en el margen izquierdo, 104 Fi gura 1. Francisco de Palacios (h. 1.6201676). Bodeg6n con panes de trenza (de- talle). Palacio Rohran (Austria). Fi gura 2. Museo de Amrica. Madrid. N Invro.: 4.086. Figura 3. Antonio de Pereda (1.61 1 - 1.678). Bodegn con papelera de bano. Ermi- tage (Leningrado). Figura 4. Antonio de Pereda. Bodeg6n del reloj. Museo Puchkin. Mosc. Figura 5. Museo de Amrica. Madrid. N Invt o.: 4.053. Figura 6. Juan Bauti sta Espinosa (S. XVIII). Bodegll. Museo Provincial. Crdoba. Figura 7. Museo de Amrica. Madrid. N Invt o.: 4.031. Figura 8. Andrea Belvedere ( 1.652 - 1.732). Florero. Coleccin particular. Bar- celona. Figura 9. Gi useppe Recco (1.34 1.694) . Bodeg6n con criado negro. Casa Ducal de Medinaceli. Sevi ll a. Fi gura tOo Museo de Amrica. Madrid. N rnvt o.: 4.543, 4.100, 4.672 Y 4.025. Figura JJ. Luis Melndez (1.716 1.780). Bodegn. Museo del Prado. Madrid. Fi gura 12. Museo de Amrica. Madrid N Invt o.: 4.785. ciones y han servido para ilustrar diversas publicaciones de carcter ge- neral; sin embargo, en la actualidad es cuando se ha emprendido su estudio particular. 7 Lo que hoy nos interesa establecer es la historia de parte de esta co- leccin, documentar el uso que de este tipo de cermica se haca en Es-, paa, donde al parecer llegaba en elevado nmero, y mostrar de qu ma- nera, corno consecuencia de su presencia habitual en los ajuares de la nobleza peninsular, se introdujo en la pintura de artistas espaoles, portu- gueses e italianos. Para aclarar el primer punto contamos con el inventa- rio de la condesa de Oate realizado tras su muerte en 1685. 8 En l encon- tramos por primera vez claras referencias a los "barros de guadalaxara de las Yndias", junto a otros negros de la misma zona y a un extenso n- mero procedente de Chile. Es evidente que en este caso se hace teferencia a los recipientes de cermica roja pulida que se guardan en el Museo. No aparecen, sin embargo, los grandes tibores que tambin forman parte del conjunto legado por su descendiente, las magnficas piezas policromadas -tazas, vasos y platos- ni los diminutos vasos de "color rosceo" a que se refiere el ltimo inventario. 9 Es de suponer que la rica coleccin fami- liar se fuera incrementando con el paso de los aos, y durante el siglo XVIII debieron de aadirse la mayora de las piezas no relacionadas en esta ocasin. Tal vez, como ya ha sido reseado,lo le correspondi a otro miembro de la casa ocuparse de ello. Estamos as ante las piezas denominadas como "barro bucarino" o "tie- rra sigilada" -esto ltimo por su aparente semejanza con algunas de las variedades de la sigilata romana- \,la que ya se referan los escritos del siglo XVII. Especialmente aquellos viajeros curiosos que, como la fran- cesa condesa D' Au1noy, se sorprendan ante el uso que de esta cermica hacan las nobles espaolas. Para comprender y compartir su asombro, nada mejor que seguir con detalle la minuciosa narracin de su visita a la princesa de Montelen en la casa que posea en Madrid: Tambin algunas, en casa de la princesa, comieron tierra sigilada. Ya os habl de la pasin que muchas ponen en mascar esta tiena. Suelen quedar opiladas: el estmago y el vientre se les hinchan y endurecen. y la piel se les pone amarilla como un membrillo. Quise probar esta golo- 7 Este tema constituye la tesis doctoral de Mara de los Angeles Albert de Len, en curso de realizacin 8 Archivo Histrico de Pwtocolos de Madrid. Ptotocala 11 162, fol 158-168 y fal 295-.304 90p cit.. 10 Mueo de Amrica. Gua de su instalacin provlional, Madrid, 1944, p. 7.3 105 sina tan estimada y tan poco estimable, y seguro que preferira comer aspern que tierra sigilada .. No obstante, si se pretende ser agradable a estas damas, es preciso regalarles algunos bcaros, que ellas denominan barros, y frecuentemente los confesores no les ponen otra penitencia que la privacin de pasar un da sin probar aquella tierra. Que, a luicio de muchas, tan excelentes y numerosas cualidades rene ... Cura ciertas enfermedades, y en un vaso de tierra sigilada se descubre cualquier be- bida venenosa. Yo tengo uno que hace malo el vino y el agua. sta parece que hierve cuando se la ve agitarse y retemblar. (No s si es propio 10 que digo) . Pero despus de algn tiempo, no largo, el vaso queda vaco. Tan porosa es la tierra de que est hecha, y huele muy bienY Ya sea con destino a este uso tan "snob" o para ser utilizadas habitual- mente como cualquier otro recipiente de barro, 10 cierto es que este tipo de cermica tuvo un lugar reservado en muchos bodegones pintados a lo largo del siglo XVII, especialmente en la segunda mitad. Ya en 1648 el espaol Francisco de Palacios incluye una de ellas en su Bodegn con panes de trenza (Palacio Rohran, Austria) ,12 y Antonio de Pereda recurre en re- petidas ocasiones a estas piezas para componer sus naturalezas muertas. 13 Ms avanzado el siglo, pintores italianos como Giuseppe Recco y Andrea Belvedere dejan nuevos ejemplos en sus lienzos del inters por estos objetos. Recco les concede la mxima importancia al convertidos en protagonistas de sus "Floreros" (Barcelona y Capodimonte),14 mientras Belvedere nos crea una especial inquietud al mostrarnos en su Bodegn con criado negro (Casa Ducal de Medinaceli) un conjunto que se nos antoja idntico al descrito por el inventario de la duquesa, pues all tambin se amontonan las cermicas rojas, negras, el cristal de Venecia y los cocos guarnecidos de plata. 15 La circunstancia de que el conde de Oate fuera virrey de Npoles y de que all fuera pintado este cuadro en 1679, ms de veinte !l Condesa D'Au1noy, Viaje por Espaa en 1679 a 1680 y Cuentos Fericos) Madrid, 1962, vol I, p 184. 12 Pintura espaola de lOI ligIos XVI al XVIlI en colecciones centroeuropeas Cat logo de la ExpOlicin) Museo del Prado, Madrid, DiciembreEneIO, 1982, pp. 9293. 18 Antonio de Pereda (1611167$) y la pintura madrilea de .IU tiempo Catlogo de la Ex.policin, Ministerio de Cultura, Madrid, Diciembre-Enero, 197879 .. 14 Pintura Napolitana" De Caravaggio a Giordano. Catlogo de la Exposicin) lv1useo del Prado, Madrid, Octubre-Diciembre, 1985, pp .. 8687 Y 25657 .. 15 El apndice documental que se incluye al final de este trabajo no presenta el total de los inventarios, pues hubiera sido demasiado extenso y poco til en esta ocasin. En consecuencia, slo se han ttanscrito las referencias a piezas americanas especfica. mente reseadas como tales en el documento Sin embargo, hay que sealar que en la importante coleccin aparecen numelOsas piezas de cermica espaola y portuguesa, as como porcelanas chinas, vidrios italianos y atlas objetos procedentes de diferentes partes del mundo) incluidas las Indias Orientales. 106 aos despus de que el noble abandonma su cargo, no nos permite ase- gurar una relacin directa entre la pintura y la casa de Oate, aunque nos sintamos inclinados a hacerlo Al menos podemos constatar que si no fue sta la coleccin replesentada por Belvedere, lo fue otra de muy seme- jantes caractersticas,16 Por ltimo, sealemos la presencia de esta cermica tambin entre la nobleza portuguesa donde, en opinin de la citada francesa, los gustos eran muy semejantes a los espaoles. All tambin quedaron pmebas pictricas de. ello, ya que la propia infanta de Portugal se hizo retratar acompaada por" dos cestos con flores y varios jarritas de tierra sigilada, que se come como una golosina en Espaa y Portugal, a pesar de ser muy poco sa- brosa".1T La costumbre no pareci perderse con rapidez y a mediados del siglo XIX sigue asombrando a los extraos que la conocen. De nuevo un fran- cs, Thophile Gautier, es quien se extiende en su explicacin aadiendo nuevos detalles y haciendo una directa referencia a la procedencia ameri- cana de las piezas: Los bcaros son una especie de ianos de barro ro.io de Amrica, muy parecido al de que estn hechos los tubos de las pipas turcas; los hay de todas las formas y tamaos, algunos tienen unos cantos dorados y flores pintadas toscamente. Como ya no se fabrican en Amrica, los b- caros empiezan a ser raros, y dentro de algunos aos sern tan escasos y fabulosos como el vieio Sevres; entonces los tendr todo el mundo. Cuando se quiere utilizar los bcaros colocan siete u ocho sobre el mr- mol de los veladores o de las rinconeras, se les llena de agua y se sienta uno en un sof esperando que produzcan su efecto y poder saborear el placer con el conveniente recogimiento. La arcilla se oscurece, el agua traspasa los poros, y los bcaros no tardan en rezumar y en espaciar un aroma que se asemeia al del yeso moiado o al de una cueva hmeda que no se hubiera abierto desde mucho tiempo atrs. La transpiracin de los bcaros es tal que al cabo de una hora la mitad del agua se ha evaporado; la que queda en el cacharro est fra como el hielo y tiene un sabor a cisterna bastante repugnante, pero que encuentran delicioso los aficionados. Media docena de bcaros son suficientes para impreg- nar el aire de un gabinete de tal humedad, que no podis dejar de ad .. vertida al entrar: es una especie de bao de vapor fro. No contentas 16 Aunque no poseemos todava datos ms numerosos sobre la localizacin de este tipo de piezas en inventatos espaoles, s podemos aadir el ejemplo de algn otro, como es el que se realiza a la muerte de don Isidoro Gal ma de la Puente, en 1717 Este petsonaje, "Caballeto de la Orden de Calatrava, del Consejo S M , Regidor Perpetuo de Segovia y Marqus de Pesadilla, posea balros de Guadalajala, de sigilata, de Chile y de las Yndias" (AEP M, Prot., 14522, fol. 521-586) 11 Condesa D'Aulnoy, op tit, t l, P 162. 107 con beber el agua y aspirar su perfume, algunas personas mascan peda- citos de bcaro, los reducen a polvo y acaban tragndoselos. 18 Hasta qu punto esta misma costumbre fue practicada en el Virreinato, lo desconocemos por completo, a pesar de la opinin de Romero de Te rreros en sentido afirmativo 19 y de quienes repiten su teora. Nos faltan pruebas como las aqu expuestas pues, curiosamente, desconocemos si exis- te alguna coleccin semejante a la del Museo de Amrica y tambin igno- ramos si ha sido localizado algn documento que se refiera a esta cermica como de Guadalajara. Asimismo, la pintura colonial, como ya recordba- mos, es poco explcita en estos temas y habr que esperar a la segunda mitad del siglo XVIII para que los pintores de "castas" nos ofrezcan el interior de algunas cocinas coloniales, en las que figuran cachan:os de muy diferente calidad. Demasiado tarde para relacionarlo con esta parte de la coleccin, en el caso de que aparecieran piezas que pudiramos identificar con ella. De nuevo es la pintura espaola, esta vez de mano del dieciochesco Luis Me1ndez, la que nos da la pauta para comprobar que las piezas policro- madas, que engrosaron posteriormente la Coleccin Oate, siguieron me- reciendo la atencin de los peninsulares, quienes continuaron contribuyen- do a su difusin. Los magnficos bodegones que posee el Museo del Prad0 20 as lo atestiguan, lo mismo que el perteneciente a la Coleccin Oetker de Bie1efeld. 21 Al mismo tiempo, algunas piezas de las mismas caractersticas van apareciendo en Espaa poco a poco, como prueba evidente de su nota, ble presencia a 10 largo de dos siglos. Tasacin de barros 22 - Mas dos jarras de guadalajara negra y la una rompida en veinte y cua, tra reales, 24 IS. - Mas los barros de tres escaparates grandes con sus bidrios christalinos grandes y chicos de gadalaxara de las yndias y otros en que ay ciento y 18 T Gautier, Viaie por Espaa. 1840-1845; Madrid, 19 ,pp. 107108.. 19 Francisco Romero de Teneros, Las at'tes industriales en la Nueva Espaa, Mxico, 1943, p. 154. 20 Luis Carlos Gutinez Alonso, "Precisiones a las cermicas de los bodegones de Luis Melndez", Boletn del Museo del Prado, t. IV, No 12, SeptiembreDiciembre, 1983, pp 162-166 21 Reproducdo en Luir Melndez BodeguiJta espaol del siglo XVIII. Catlogo de la Exposicin; Museo del Prado, MadLld, Dicembre-Enero, 1983, p .. 36. 2" Seleccin de la tasacin hecha por Manuel de Villanueva en Madrid el 28 de mal- zo de 1685 108 sesenta y un barros de guadalaxara a seis reales uno con otro hazen nobecientos y sesenta y seis reales, 966 rs. - Mas treinta y dos barros de chile a cinco reales de plata cada uno hazen ducientos y quarenta reales, 240 rs. - Mas tres jarrones de Guadalaxara, 72 rs. - Mas dos barros de chile grandes en cinco reales de a ocho ambos hazen sesenta, 60 rs. - Mas nobenta y quatro barros negros de guadalaxara de las Yndias chico con grande a cinco reales de vellon montan quatro cientos y setenta reales, 470 rs. - Mas ciento y veinte y un barros de chile grandes y pequeos uno con otro a seis reales montan setecientos y veinte y seis reales, 726 rs. - Mas cinco barros de guadalaxara a quatro reales de vellon hazen veinte reales, 20 rs. - Mas otra tinaja de chile en ochenta y ocho reales, 88 rs. - Mas nobenta y tres barros de guadalaxara de las Yndias las cincuenta y uno coloradas y los cuarenta y dos negros que a seis reales cada uno con otro hazen quinientos y cinquenta y ocho reales, 558 rs. - Mas doze barros de 10 mismo mas pequeos a dos reales de plata mon- tan treinta y seis reales, 36 rs. - Mas veinte barros mayores de guadalaxara colorados a seis reales de plata cada uno hazen ciento y ochenta reales, 180 rs. -, Mas treinta y seis barros de chile de diferentes tamaos a seis reales cada uno hazen ducientos y diez y seis rs., 2161's. - Mas quinze barros chicos de chile a tres reales cada uno hazen qua renta y cinco, 45 rs. - Mas un barro grande de chile en veinte y quatro reales, 24 rs. - Mas seis barros pequeos de chile blancos a tres rs. cada uno hazen diez y ocho reales, 18 rs. Tasacin de barros con adornos de plata 23 - Un barro grande de chile guarnecido de plata de feligrana con tapador, assas y pie y diferentes ojas sobrepuestas, todo de filigrana quinientos reales de plata, 500 ts. ~ -, Ottro barro de chile pequeo con pie, assas, tapador y claveles de feli- grana de plata bale ziento y sessenta reales de plata, 160 rs. 23 Seleccin de la tasacin hecha de los banos con adornos de plata PO! Gabriel Ma- yers el 12 de mayo de 1685 109 - Ottro barro de chile de gollete angosto con pie, assas, tulipanes y ta- pador, todo de feligrana de plata bale ziento y setenta y seis reales de plata, 176 rs. - OUro barro de chile con pie, assas, animales y tapador de ajas todo de feligrana de plata bale ziento y sessenta reales de plata, 160 rs. - otro barro de chile con pie, assas, rassas y tapador de feligrana de plata vale ziento y beinte y ocho reales de plata, 128 rs. - otro barro de chile en forma de ganafil1a con pie, assas, rossas y ta- pador de feligrana de plata bale ziento y beinte y ocho reales de plata, 128 rs. - ottro barro de chile pintado de colores con pie, listas y asas de plata bale ochenta reales de plata 80 rs. - ottro Barro de chile con pie, assas, rassas, claveles y tapador de feB- grana de plata bale doszienos lS. de plata, 200 rs. - ottro barro de chile guarnecido' de feligrana con assa y tapador de plata de feligrana bale sessenta y quatro rs. de plata, 64 rs. - attro barro garrafilla de chile pintada con guarnizion y tapador de fe- ligrana bale beinte y quatro rs. de platta, 24 rs. - ottro barro de chile de bocados con pie, assas de plata lissa bale beinte y quatra rs. de plata, 24 rs. - ottro barro cantarico de chile agallonado con pie, dos assas y tapador de plata lissa bale sessenta y quatro rs. de plata, 64 rs. - otrro barro ollita de chile con pie calado y listas de plata lissas bale treinta y dos rs. de plata, 32 rs. - ottro barro de chile con guarnizion y lazos de feligrana de plata bale quarenta 1S. de plata, 40 rs. - ottro barrito de chile con listas de plata graneteadas bale doze rs. de plata, 12 rs. - otro barrito calderilla de chile con assa y bozel de plata diez y seis rs. de plata, 16 rs. - una calderilla de barro de chile con pie assa todo de feligrana de plata bale qua renta rs. de plata, 40 rs. ~ un barrilito de chile con listas de plata graneteadas bale doze reales de plata, 12 rs. - una salvilla aobada de barro de Guadalaxara guarnezida de mem..)rias de filigrana de plata bale zinquenta y seis rs. de plata, 56 rs. - una castaa de barro de Guadalaxara con listas y dos rossas de pI atta lissa bale beinte y quatro rs. de plata, 24 rs. - un pajara de barro de chile con pie, alas y cola de plata de feligrana bale sesenta y quatro rs. de plata, 64 rs. 110