Deslegitimación de La Opción Electoral

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Deslegitimacin

de la opcin electoral
EL ESPEJO | JOS VICENTE RANGEL | 28/04/2013

Es preocupante lo que sucede con los procesos electorales en la regin. Lo confirma lo que ahora pasa en Venezuela. Mientras la tendencia es hacia la democratizacin del sufragio y se incrementa la credibilidad en la opcin comicial -siendo cada vez mayor el apoyo popular-, simultneamente se abre paso una corriente tendente a descalificar lo que sucede. La institucin del sufragio fue, durante dcadas, una entelequia. Hay que admitirlo. Votar no era fuente de poder. Slo expresin marginal plagada de vicios. Serva para usurpar la voluntad popular mediante el fraude cuando convena o para colocar, circunstancialmente en la presidencia de la Repblica, a alguien cuyo mandato era luego desconocido si quien era electo no se plegaba a la presin de los poderes fcticos. Cuntos procesos fraudulentos se sucedieron en el pasado y cuntos presidentes fueron derrocados porque la voluntad del pueblo expresada en votos nada signific? Pero esa institucin carente de positividad, que era flor de un da, despreciada a tal grado que hubo eventos electorales slo para convalidar situaciones de hecho, empez a tener significado en la medida en que los pueblos en Latinoamrica comenzaron a tomar conciencia de las posibilidades que se abran, por esa va, para plasmar reivindicaciones sociales, econmicas, polticas e institucionales. Entonces el sufragio empez a ser sospechoso y a despertar descalificaciones en aquellos que antes eran sus apologistas. Se invirti la visin: la clase social y poltica que lo aupaba se dio a la tarea de buscar la manera de acabar con su novsimo ascendiente. La ampliacin de sus bondades y la manera como cedi terreno la suspicacia existente en el sentir popular, se ha impuesto. Mediante la reivindicacin del voto, el piso social de la regin y las estructuras polticas mineralizadas crujieron y surgi una nueva realidad. En el lenguaje de la oligarqua que por siglos domin el escenario el voto popular adquiri carcter subversivo. La respuesta no se hizo esperar. Una, con cruentas caractersticas, se plante en Chile cuando por primera vez en la historia de la regin una propuesta socialista logr respaldo suficiente para elegir presidente a Allende, experiencia ahogada en sangre con apoyo de la burguesa regional y de Estados Unidos. Pero hubo otras manifestaciones destinadas a acabar con la soberana popular expresada en comicios: Guatemala, Repblica Dominicana, Per, lo mismo que Argentina, Brasil, Granada, Uruguay. La visin imperial, opuesta al voto como genuina expresin de soberana popular, impuso con respaldo de las Fuerzas Armadas pentagonizadas y las oligarquas locales.

La ofensiva desatada contra el sufragio como opcin liberadora tiene matices. A veces repite la accin violenta, como pas en Chile y otros pases, caso Honduras, con los militares de esa nacin asesorados desde la base militar de EEUU, hasta la utilizacin del recurso del golpe encubierto en la presunta defensa la Constitucin, como sucedi con el derrocamiento del mandatario paraguayo Fernando Lugo para que, en posteriores elecciones, regresara a la presidencia el inefable partido Colorado, el mismo que se mantuvo por ms de 30 aos en el poder apuntalado en la dictadura de Stroessner. La derecha en la regin, estrechamente vinculada a los Estados Unidos en el propsito de cerrarle el paso al movimiento popular que se expresa por la va del sufragio, ha emprendido una dura campaa, cada da ms agresiva, contra los procesos institucionales que se vienen dando. En la mira est, actualmente, Venezuela. Por muchas razones, entre otras, el mensaje que encarna la propuesta socialista inscrita en el marco de la democracia sustentado en el voto, pero tambin privan intereses estratgicos que tienen que ver con los grandes recursos naturales del pas, en particular, la reserva petrolera. Venezuela es una presa apetecible que explica la virulencia de la campaa que desarrollan, conjuntamente, por un lado una oposicin desnacionalizada, sin sentido de patria, y por otro, la conjura que internacionalmente traman poderosos intereses financieros y econmicos. La reaccin de la oposicin venezolana ante el resultado electoral del 14-A lo confirma. El sndrome de Sansn lo resume: no importa demoler la democracia, sus instituciones, en especial el Consejo Nacional Electoral, destruir el sistema que acab con las vilezas del pasado en materia de sufragio, con el fraude perpetuo que institucionaliz el puntofijismo. Lo que importa es atajar la marejada popular que reivindica el sufragio de otro signo, transparente, confiable, para lo cual dispone de la ms sofisticada tecnologa en materia comunicacional y de recursos econmicos que nunca tuvo la oposicin en el pasado, as como de tantos otros instrumentos que convierten los procesos electorales en autnticos campos de batalla, tal y como hoy ocurre en Venezuela -y como tambin ocurrir en otros pases-. Personajes como Capriles son un subproducto de esa nueva realidad. Es tema del actual debate. La reaccin de Capriles hay que ubicarla en el mbito regional. Es contra el ejercicio de la democracia, contra el voto, contra la perspectiva de que siga avanzando el movimiento popular. La derecha, digitalizada por factores de poder norteamericanos, est conformando un slido bloque de respuesta. Lo que sucede aqu se repite en Argentina y en otros pases. La cacerola es el smbolo. Ya fue utilizado por el mismo sector social y poltico en otro contexto, 11 aos atrs, cuando el golpe abrileo y el paro petrolero Capriles perdi las elecciones con Chvez el 7-O y las de gobernadores el 16-D. Ahora las perdi con Maduro, quien asume la conduccin del pas con sentido de responsabilidad. Hay unidad y equipo de gobierno, y un presidente dando demostraciones de capacidad para manejar

situaciones complejas. En cambio, la oposicin se enred al tratar de activar un golpe en el marco electoral. Pero el tiro le sali por la culata. Al desatar la violencia el lunes 15 y convocar, irresponsablemente, a manifestar el mircoles 17 contra el CNE, repitiendo el formato del 11-A, se dej ver el bojote en medio del contoneo desestabilizador Adems, como los dirigentes opositores hablan demasiado -quiz por la angustia del traspis electoral- el Plan B que prepararon fue detectado a tiempo, y Maduro, subestimado al igual de Chvez, actu con audacia y frustr la aventura Ahora Capriles queda sin poltica, y slo con la violencia. Con conflictos internos, cuestionado su liderazgo personalista y perdiendo aliados. Gente que lo acompa objeta sus actuaciones estridentes. Su conducta despus del 14-A confirma que carece de atributos para gobernar. Puede agitar, pero es inmaduro y transmite la impresin de que es capaz de cualquier aventura. Plantearle un ultimtum al CNE, es decir, al Estado, es un gesto desproporcionado, sin precedente en Venezuela. Hoy Maduro, a pocos das de iniciado su gobierno, genera confianza; en cambio, Capriles genera desconfianza. Ah est el detalle, como dira Cantinflas. Pero no hay que tratar de vencer sino de convencer La situacin econmica de medios importantes de la derecha en el pas, se complica: cada de circulacin y de publicidad. Hay alarma.

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