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Hermosos cerebros

Por David Dobbs Fotografas de Kitra Cahana

http://www.nationalgeographic.com.es/2011/10/04/hermosos_cerebros.html Cambiantes, impulsivos, temperamentales. Por qu los adolescentes se comportan as? Vistos con los ojos de la evolucin, puede que sus rasgos ms exasperantes sean la clave de su xito cuando se conviertan en adultos.
Aunque sepamos que nuestros hijos adolescentes corren riesgos, a veces da miedo enterarse de las locuras que hacen. Una maana de mayo, no hace mucho tiempo, mi hijo mayor, que entonces tena 17 aos, me llam por telfono para decirme que llevaba un par de horas en la comisara. Lo haban sorprendido conduciendo un poco rpido. Qu significaba un poco rpido, pregunt. Result que ese producto de mis genes y mis amorosas atenciones,
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el hombre-nio que yo haba arropado, cuidado y llevado de la mano hasta la frontera de la mayora de edad, haba estado volando por la autopista a 182 kilmetros por hora. Eso es algo ms que un poco rpido, le dije.Me dio la razn. Por la voz, pareca abatido y arrepentido. No puso objeciones cuando le dije que tendra que pagar la multa y probablemente los honorarios de un abogado. No discuti cuando le advert que si hubiera pasado algo a esa velocidad (un perro en la carretera, un reventn, un estornudo), se habra matado. De hecho, fue tan razonable que casi me pareci irritante. Tena, sin embargo, una objecin. No le gust que entre los muchos cargos que le haban imputado figurara el de conduccin imprudente. Bien le espet, viendo por fin la oportunidad de regaarlo. Y t cmo lo llamaras? Es que es inexacto. Al decir imprudente parece que hubiera ido distrado. Y no fue as. Decid deliberadamente correr por un tramo vaco de carretera seca, a la luz del da, con buena visibilidad y sin trfico. No estaba simplemente pisando el acelerador. Estaba conduciendo con atencin. Si te hace sentir mejor prosigui, quiero que sepas que estaba concentrado. De hecho, me hizo sentir mejor. Eso me molest, porque no comprend por qu quiso hacer aquella locura. Ahora lo s. La aventura de mi hijo en la autopista hizo que me planteara la pregunta ms frecuente cuando consideramos a esa clase de humanos que llamamos adolescentes: Por qu demonios se comportan as? Los cientficos lo expresan de un modo ms fro: Cmo explicar su conducta? Pero es otra manera de preguntarse lo mismo: Qu tienen esos chicos en la cabeza? La propia pregunta conlleva un juicio de valores. A lo largo de la historia, la mayora de las respuestas han citado fuerzas oscuras que slo afectan a los ms jvenes. Hace 2.300 aos Aristteles lleg a la conclusin de que la naturaleza caldea a los jvenes como el vino a los beodos. En El cuento de invierno de William Shakespeare un pastor dice: Ojal no hubiese edad entre los diez y los veintitrs, o que los jvenes pasasen ese tiempo durmiendo, porque no hacen ms que prear mozas, ofender a los mayores, robar y pelear. Ese lamento tie tambin la mayor parte de la investigacin cientfica ms moderna sobre el tema. G. Stanley Hall, quien en 1904 formaliz el estudio de la adolescencia, crea que ese perodo de agitacin y estrs reproduca una fase anterior y menos civilizada del desarrollo humano; Freud vio en la adolescencia la expresin de un tortuoso conflicto sexual, y Erik Erikson, la ms tumultuosa de las sucesivas crisis de identidad de la vida. En todos los casos, la adolescencia siempre se vea como un problema. Esa forma de pensar se mantuvo hasta finales del siglo XX, cuando las nuevas tcnicas de estudio mediante imgenes mdicas permitieron a los investigadores visualizar el cerebro adolescente con suficiente detalle como para observar su desarrollo fsico y sus patrones de actividad. Los nuevos instrumentos ofrecieron una nueva manera de plantear la vieja pregunta ( qu les pasa a esos chicos?) y revelaron una respuesta que sorprendi a casi todos. Result que nuestros cerebros tardan mucho ms en desarrollarse de lo que creamos.

De esta revelacin surgi una explicacin simplista y a la vez poco halagadora para el comportamiento irritante de los adolescentes, y otra ms compleja y positiva. La primera serie completa de imgenes de escner del cerebro adolescente, un proyecto de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH) que estudi el desarrollo de ms de un centenar de jvenes durante la dcada de 1990, revel que nuestros cerebros experimentan una reorganizacin masiva entre los 12 y los 25 aos. El crecimiento es escaso durante ese perodo. Ya a los seis aos el cerebro alcanza el 90% de su tamao definitivo, y a partir de entonces el crecimiento de la cabeza se debe casi exclusivamente al engrosamiento del crneo. Pero durante la adolescencia, el cerebro sufre una extensa remodelacin, semejante a una actualizacin del cableado de una red informtica. Para empezar, los axones del cerebro (las fibras nerviosas largas que las neuronas utilizan para enviar seales a otras neuronas) mejoran gradualmente su aislamiento con una sustancia grasa llamada mielina (la materia blanca del cerebro), lo que en definitiva puede multiplicar por cien la velocidad de transmisin de los axones. Mientras tanto, las dendritas, las extensiones ramificadas a travs de las cuales las neuronas reciben las seales de los axones cercanos, se ramifican an ms, y las sinapsis (los puentes qumicos por donde se comunican los axones y las dendritas) ms utilizadas se fortalecen y mejoran. Al mismo tiempo, las sinapsis menos utilizadas empiezan a atrofiarse. Esa poda sinptica, como se conoce el proceso de reduccin de sinapsis, hace que la corteza cerebral (la delgada capa de materia gris donde se produce la mayor parte de nuestro pensamiento complejo y consciente) se torne ms fina y a la vez ms eficiente. La combinacin de esos cambios hace del cerebro un rgano mucho ms rpido y sofisticado. El proceso de maduracin, que antes se crea terminado hacia los seis aos, prosigue a lo largo de toda la adolescencia. Los escneres realizados desde los aos noventa muestran que esos cambios fsicos avanzan lentamente como una oleada desde la parte posterior del cerebro hacia la frontal, desde reas prximas al tronco cerebral que controlan funciones ms primitivas y bsicas, como la visin, el movimiento y el procesamiento fundamental de datos, hacia las reas pensantes del lbulo frontal, evolutivamente ms nuevas y complejas. El cuerpo calloso, que conecta los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro y transporta informacin esencial para muchas funciones cerebrales avanzadas, se engrosa progresivamente. Tambin se fortalecen los vnculos entre el hipocampo, una especie de directorio de la memoria, y las reas frontales que establecen los objetivos y comparan diferentes planes de accin. Como resultado, mejoramos la capacidad de integrar la memoria y la experiencia en nuestras decisiones. Al mismo tiempo, las reas frontales desarrollan ms conexiones y ms rpidas, lo que nos permite generar y sopesar muchas ms variables y lneas de accin que antes. Cuando este proceso de maduracin cerebral avanza con normalidad, conseguimos sopesar mejor los impulsos, los deseos, los objetivos, el inters egosta, las normas, la tica e incluso el altruismo, y generar un comportamiento ms complejo y, al menos a veces, ms sensato. Pero a veces, y sobre todo al principio, cuando el proceso de maduracin acaba de empezar, el cerebro hace ese trabajo con torpeza.

Beatriz Luna, profesora de psiquiatra en la Universidad de Pittsburgh, que utiliza tcnicas de imagen para estudiar el cerebro adolescente, recurri a una sencilla prueba para ilustrar esa curva de aprendizaje. Escane cerebros de nios, adolescentes y jvenes de veintitantos aos mientras realizaban un ejercicio antisacdico en un videojuego que consista en hacer lo posible para no mirar una luz que apareca repentinamente. Los sujetos fijaban la vista en un monitor en cuyo centro haba una cruz roja que desapareca ocasionalmente al tiempo que se encenda una luz en otra parte de la pantalla. Tenan instrucciones de no mirar a la luz sino en la direccin opuesta. Un sensor registraba sus movimientos oculares. Para superar la prueba, hay que neutralizar tanto el impulso de atender a una informacin nueva como la curiosidad que inspira lo prohibido. Los expertos lo llaman inhibicin. Los nios de 10 aos lo hacen muy mal: fallan el 45% de las veces. Los adolescentes son mucho mejores en la prueba. De hecho, a los 15 aos consiguen resultados tan buenos como los adultos si estn motivados: resisten la tentacin de mirar la luz entre el 70 y el 80% de las veces. Pero lo ms interesante para Luna no fueron sus puntuaciones, sino las imgenes que tom de los cerebros mientras los sujetos realizaban la prueba. En comparacin con los adultos, los adolescentes usaban menos las regiones del cerebro que controlan el rendimiento, detectan errores, planifican y mantienen la concentracin, reas que aparentemente los adultos ponan en funcionamiento de forma automtica. Eso permita a los mayores utilizar una variedad de recursos cerebrales y resistir mejor la tentacin, mientras que los adolescentes usaban esas reas con menos frecuencia y cedan ms a menudo al impulso de mirar la luz, del mismo modo que son ms propensos a desviar la mirada de la carretera para leer un cartel. Sin embargo, si se les ofreca una recompensa aadida, los adolescentes demostraban ser capaces de poner a trabajar con ms empeo todas esas regiones ejecutivas para mejorar sus resultados. Hacia los 20 aos, sus cerebros responden a la tarea descrita prcticamente como el de un adulto. Luna cree que la mejora tiene lugar cuando unas redes ms densas y unas conexiones ms rpidas hacen ms eficaz la regin ejecutiva. Estos estudios ayudan a explicar la irritante variabilidad de los adolescentes, que pueden estar encantadores en el desayuno y odiosos en la cena, y parecer despiertos el lunes y sonmbulos el sbado. Adems de carecer de experiencia en general, an estn aprendiendo a utilizar las nuevas redes de su cerebro. El estrs, el cansancio o las situaciones problemticas pueden causar fallos. La psicloga Abigail Baird lo llama torpeza neuronal, el equivalente a la torpeza fsica que a veces presentan los adolescentes cuando an estn aprendiendo a controlar su cuerpo en crecimiento. El arco de desarrollo lento y desigual que revelan los estudios mediante imgenes mdicas proporciona una explicacin concisa y seductora de las tonteras que a veces pueden hacer los adolescentes, como conducir a 182 kilmetros por hora, ofender a los mayores y prear a las mozas (o dejarse prear por un mozo). Se comportan as porque sus cerebros todava no estn terminados! Los escneres son la prueba que lo demuestra! Este punto de vista sobre el cerebro adolescente, expresado en un montn de artculos tanto cientficos como en la prensa general, presenta a los jvenes como individuos en obras cuyos cerebros
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inmaduros llevan a algunos a preguntarse si no se encontrarn en un estado comparable al retraso mental. El artculo que ahora est usted leyendo, sin embargo, cuenta una historia cientfica muy distinta. Durante los ltimos cinco aos aproximadamente, la idea de que el adolescente tiene un cerebro en obras se ha ido difundiendo, pero algunos investigadores han empezado a contemplar los recientes hallazgos de la neurologa y la gentica bajo una luz ms brillante y halagea, claramente influida por la teora de la evolucin. La explicacin resultante del cerebro adolescente (llmesele la teora adaptativa de la adolescencia) describe al joven no tanto como un tosco esbozo sino como un ser exquisitamente sensible y sumamente adaptable, preparado casi a la perfeccin para la tarea de abandonar la seguridad del hogar y salir al complicado mundo exterior. Con toda seguridad esta idea gustar ms a los adolescentes. Pero lo ms importante es que encaja mucho mejor con el principio fundamental de la biologa: la seleccin natural, que no perdona los rasgos disfuncionales. Si la adolescencia es esencialmente una coleccin de ellos (angustia vital, estupidez, precipitacin, impulsividad, egosmo e imprudencia incompetente), entonces, cmo es posible que tales rasgos hayan superado la prueba de la seleccin natural? No podran haberlo hecho si fueran las caractersticas fundamentales y determinantes de esa fase de la vida. La respuesta es que esos rasgos molestos no son en realidad lo ms relevante de la adolescencia, sino nicamente lo que ms llama nuestra atencin porque nos exasperan o ponen en peligro a nuestros hijos. Como ha sealado B. J. Casey, neurocientfica del Weill Cornell Medical College que lleva ms de una dcada aplicando los conocimientos de la neurologa y la gentica al estudio de la adolescencia: Estamos muy acostumbrados a ver la adolescencia como un problema, pero cuanto ms averiguamos acerca de las caractersticas singulares de ese perodo de la vida, ms nos parece una fase funcional e incluso adaptativa. Es exactamente lo que hace falta en ese momento de la vida. Para ver ms all, y que el niato tonto no nos distraiga del adolescente adaptativo que lleva dentro, no debemos prestar atencin a las conductas especficas, a veces desconcertantes (como bajar la escalera con el monopatn o cambiar de novio cada dos das), sino a los rasgos ms generales que hay detrs de esos comportamientos. Empecemos por el gusto de los adolescentes por las emociones fuertes. A todos nos gustan las cosas nuevas y excitantes, pero nunca las apreciamos tanto como durante la adolescencia. Es entonces cuando alcanzamos un mximo en lo que los cientficos del comportamiento denominan bsqueda de sensaciones: la persecucin de la sacudida neuronal, de la emocin que proporciona lo inusual o lo inesperado. La bsqueda de sensaciones no es necesariamente impulsiva. Experiencias como un descenso en paracadas o conducir por un momento a toda velocidad se pueden planificar deliberadamente, como hizo mi hijo. Generalmente la impulsividad disminuye con la edad a partir de los 10 aos, pero ese amor por las emociones alcanza su mximo en torno a los 15 aos. Y aunque la
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bsqueda de sensaciones puede producir conductas peligrosas, tambin puede generar otras positivas. El anhelo de conocer ms gente, por ejemplo, puede crear un crculo ms amplio de amigos, lo que mejora la salud y aumenta la felicidad, la seguridad y las probabilidades de xito. Ese aspecto positivo probablemente explica por qu la apertura hacia todo lo nuevo, aunque a veces la curiosidad mate al gato, sigue siendo un rasgo importante del desarrollo adolescente. La bsqueda de la novedad conduce directamente a experiencias tiles, y en un sentido ms amplio saca a los jvenes de casa y los lleva a nuevos territorios, como ha sealado Jay Giedd, de los NIH, pionero en la investigacin del desarrollo del cerebro adolescente. Otro rasgo que alcanza el mximo durante la adolescencia (y que quiz sea el que ms molesta a los mayores) es la propensin a correr riesgos. Cortejamos el riesgo con ms avidez en la adolescencia que en cualquier otra poca de la vida. Eso puede verse en el laboratorio, donde los chicos y chicas son los que corren ms riesgos en experimentos controlados, desde juegos de naipes hasta simulaciones de conduccin, y se ve en la vida real, ya que entre los 15 y los 25 aos se prueba toda clase de aventuras arriesgadas con resultados desagradables. En este grupo de edad se registra la mayor incidencia de muertes por accidentes de todo tipo, excepto laborales. Casi todos los casos de alcoholismo o abuso de drogas comienzan durante la adolescencia, e incluso algunas personas que posteriormente beben con moderacin han bebido en exceso antes de los 20 aos. En lugares donde es corriente que los adolescentes conduzcan automviles, los resultados son espeluznantes: en Estados Unidos, una de cada tres muertes de adolescentes se produce en accidentes de trfico, muchos de ellos asociados con el consumo de alcohol. Es simplemente estpido el comportamiento de estos chicos? Segn la explicacin convencional, no piensan, o el cerebro les falla porque an lo tienen en obras. Pero esas explicaciones no se sostienen. Como ha sealado el psiclogo del desarrollo especializado en la adolescencia Laurence Steinberg, de la Universidad Temple, incluso los jvenes de 14 a 17 aos (los ms proclives al riesgo) emplean las mismas estrategias cognitivas bsicas que los adultos, y por lo general resuelven sus problemas razonando con la misma habilidad que lo hacen los mayores. Adems, al contrario de lo que se suele creer, son plenamente conscientes de que son mortales. Y, lo mismo que los adultos, dice Steinberg, los adolescentes realmente sobrevaloran el riesgo. As pues, si piensan igual de bien que los adultos y reconocen el riesgo como ellos, por qu arriesgan ms? En este aspecto, como en otros, el problema no est en lo que carecen en comparacin con los adultos, sino en lo que tienen de sobra. No es que no reconozcan el peligro, sino que aprecian mucho ms la recompensa (vase grfico, pgina 15). En situaciones en las que el riesgo puede reportarles algo que desean, valoran el premio mucho ms que los adultos. Un videojuego que Steinberg utiliza en sus estudios lo ilustra a la perfeccin. En el juego, hay que atravesar una ciudad en el menor tiempo posible. Por el camino hay varios semforos,
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que a veces pasan del verde al mbar cuando se acerca un coche y obligan al jugador a tomar una decisin rpida: parar o seguir. El jugador ahorra tiempo (y hace ms puntos) si pasa antes de que la luz se ponga roja. Pero si intenta pasar y no lo consigue, pierde ms tiempo que si se hubiera parado desde el principio. As pues, el juego premia a los que asumen un cierto riesgo, pero castiga a los que se arriesgan demasiado. Cuando los adolescentes hacen solos el recorrido, en lo que Steinberg llama la situacin emocionalmente fra de una sala vaca, corren ms o menos los mismos riesgos que los adultos. Sin embargo, si hay algo ms en juego, la situacin cambia. En este caso, Steinberg aade la presencia de amigos. Cuando el investigador lleva a la sala amigos del sujeto para que lo vean jugar, ste corre el doble de riesgos e intenta pasar semforos frente a los cuales antes haba parado. Los adultos, por su parte, no varan su forma de conducir aunque delante tengan amigos. Segn Steinberg, eso demuestra claramente que la propensin a correr riesgos no deriva de un pensamiento torpe, sino de un mayor inters en la recompensa: No corren ms riesgos porque de pronto dejen de reconocer el peligro, sino porque dan ms importancia a la recompensa, impresionar a los amigos. Steinberg, Casey y otros investigadores creen que optar por el riesgo tras valorar costes y beneficios est propiciado por la seleccin natural, porque a lo largo de la evolucin humana, la propensin a asumir riesgos durante esa fase de la vida ha demostrado tener un valor adaptativo. Para tener xito, a menudo hay que marcharse de casa y afrontar situaciones menos seguras. Esa sensibilidad a la recompensa funciona, por lo tanto, como un deseo de nuevas sensaciones, que saca a los adolescentes del hogar y los impulsa a nuevos lugares. Como indica el videojuego de Steinberg, los ms jvenes reaccionan con intensidad frente a las recompensas sociales. Tanto la fisiologa como la teora evolutiva ofrecen explicaciones para esa tendencia. Fisiolgicamente, la adolescencia se caracteriza por una sensibilidad mxima del cerebro a la dopamina, un neurotransmisor que al parecer activa los circuitos de gratificacin e interviene en el aprendizaje de pautas y la toma de decisiones. Esto contribuye a explicar la rapidez de aprendizaje de los jvenes y su extraordinaria receptividad a la recompensa, as como sus reacciones intensas y a veces melodramticas ante la victoria y la derrota. El cerebro adolescente tambin es sensible a la oxitocina, otra hormona neurotransmisora, que entre otras cosas hace ms gratificantes las relaciones sociales. Las redes y dinmicas neuronales asociadas con las recompensas en general y con las interacciones sociales estn muy relacionadas entre s. Si una de esas redes entra en juego, a menudo tambin se pone en marcha la otra. Si las dos entran en juego durante la adolescencia, entonces se desencadena un incendio. Eso explica otro rasgo caracterstico de este perodo: los adolescentes prefieren la compaa de sus coetneos ms que en ninguna otra poca de su vida. Por un lado, esa pasin por los compaeros de la misma edad es la expresin en el mbito social de la atraccin que los jvenes sienten por todo lo novedoso: los chicos de la misma edad les ofrecen ms novedades que el ya conocido ambiente familiar. Pero la atraccin por los coetneos tiene otra razn ms poderosa: invertir en el futuro ms que en el pasado. Vivimos la mayor parte de nuestra existencia y prosperamos (o no) en un mundo dirigido y reconstruido por gente
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de nuestra edad. Conocer, comprender y trabar relaciones con ellos es muy importante para nuestro xito. Por ejemplo, las ratas o los monos socialmente ms hbiles suelen conseguir las mejores madrigueras o los mejores territorios, la mayor cantidad de comida y de agua, ms aliados y ms sexo con compaeros mejores y ms sanos. Y ninguna especie es tan compleja ni tan social como la nuestra. Esa caracterstica tan singularmente humana hace que las relaciones ms importantes sean las que se establecen con gente de la misma edad. De hecho, algunos estudios con escneres cerebrales sugieren que la respuesta del cerebro a la exclusin del grupo de coetneos es muy semejante a la que se observa en caso de amenaza fsica o en una situacin de falta de alimento. En otras palabras, en el nivel neuronal, percibimos el rechazo social como una amenaza para nuestra existencia. Sabindolo, comprenderemos mejor el drama que supone la traicin de un amigo a los 13 aos o la tragedia de no ser invitado a una fiesta a los 15. Cmo son estos nios! solemos decir. Reaccionan a los altibajos de las relaciones sociales como si de ello dependiera su vida. Pero es que es as. Emociones fuertes, novedades, riesgo, amigos de la misma edad. Todo parece reducirse a hacer cada da una tontera nueva con los compaeros. Pero analizando la cuestin con ms detenimiento, vemos que esas caractersticas que definen nuestra adolescencia nos hacen ms adaptativos, como individuos y como especie. Sin duda, ste es el motivo de que esos rasgos se manifiesten prcticamente en todas las culturas humanas, ya sean modernas o tribales. Los antroplogos han observado que casi todas reconocen la adolescencia como un perodo diferenciado durante el cual los jvenes prefieren la novedad, las emociones fuertes y la compaa de sus coetneos. Este reconocimiento casi universal desmiente la idea de que se trata de un concepto cultural. Pero la cultura no crea la adolescencia. La singularidad de esa fase de la vida deriva de los genes y procesos del desarrollo que han sido seleccionados a lo largo de miles de generaciones porque desempean un papel crucial durante ese perodo transicional de la vida: producir un individuo ptimamente preparado para abandonar un hogar seguro y salir a un territorio desconocido. La marcha del hogar es lo ms difcil que hacen los humanos, y el momento ms crtico de sus vidas, no slo como individuos sino como especie que ha demostrado una capacidad sin igual para dominar nuevos ambientes. En trminos cientficos, los adolescentes pueden ser un verdadero incordio, pero posiblemente son los humanos con mayor capacidad de adaptacin. Sin ellos, probablemente la humanidad nunca se hubiera expandido por todo el mundo. Esta visin adaptativa de la adolescencia puede ser correcta, pero no es fcil de aceptar, en especial para los padres que tienen que lidiar con hijos adolescentes en sus etapas ms difciles y conflictivas, e incluso en momentos que podramos definir como terribles. Resulta tranquilizador contemplar los aspectos ms preocupantes como signos de un organismo que est aprendiendo a manejar su entorno, pero la seleccin natural es un arma de doble filo, y
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los momentos ms torpes del adolescente pueden tener consecuencias graves. Las drogas, el alcohol, la conduccin imprudente y los actos delictivos pueden causar problemas tremendos. Ahora mi hijo vive feliz, sin coche, en el campus de su universidad. Sin embargo, algunos de sus amigos del instituto murieron en accidente de trfico cuando experimentaban con la conduccin. Nuestros hijos ejercen su plasticidad adaptativa entre riesgos pequeos pero espantosos. Nosotros, como padres, tambin actuamos a veces torpemente al intentar no traspasar la borrosa lnea entre ayudar a nuestros hijos e impedirles que se adapten a la vida adulta. En Estados Unidos se gastan alrededor de mil millones de dlares al ao en programas para aconsejar a los adolescentes sobre violencia, pandillas, suicidio, sexo, abuso de drogas y otras fuentes de posibles problemas. Pocos sirven para algo. Pero podemos ayudar, y de hecho ayudamos. Podemos evitar a los adolescentes algunos de los peores peligros del mundo y guiarlos hacia las respuestas adecuadas frente al resto. Los estudios demuestran que cuando los padres guan a sus hijos adolescentes con mano ligera pero firme, manteniendo el vnculo pero ofrecindoles independencia, por lo general a los chicos suele irles mucho mejor en la vida. Los adolescentes quieren aprender sobre todo de sus amigos, pero no son stos su nica fuente de inspiracin. En algunos aspectos y en algunas ocasiones (y corresponde a los padres descubrir cules son), el adolescente reconoce que sus padres pueden ofrecerle perlas de sabidura, aunque no valora esos conocimientos porque procedan de la autoridad paterna sino porque son lecciones aprendidas por sus padres cuando intentaban averiguar por s mismos cmo funciona el mundo. El adolescente, si tiene ocasin, se da cuenta de que sus padres tuvieron alguna vez sus mismos problemas y de que quiz recuerden un par de cosas que tal vez convenga saber. Mientras tanto, en tiempos de duda (mientras usted, padre o madre, se siente frustrado por sus hijos adolescentes), podemos buscar inspiracin en una ltima caracterstica distintiva del cerebro adolescente, una ltima clave para entender tanto su torpeza como su notable adaptabilidad: la prolongada plasticidad de las reas frontales de desarrollo tardo, que maduran lentamente. Como sealbamos ms arriba, esas reas son las ltimas en adquirir el aislamiento graso de mielina que acelera la transmisin. A primera vista se dira que eso es malo. Si necesitamos esas reas para la compleja tarea de salir al mundo, por qu no funcionan a pleno rendimiento cuando afrontamos los desafos ms difciles? La respuesta es que la velocidad tiene un coste en flexibilidad. Si bien el revestimiento de mielina mejora sustancialmente el ancho de banda de los axones, tambin inhibe el crecimiento de nuevas ramificaciones. Segn Douglas Fields, un neurocientfico de los NIH que lleva aos estudiando la mielina: Eso hace que el perodo durante el cual un rea del cerebro adquiere mielina sea crucial para el aprendizaje: el cableado se est actualizando, pero una vez terminada la reforma, es mucho ms difcil hacer cambios. El marco de tiempo en el cual la experiencia puede renovar de la mejor manera posible esas conexiones es sumamente especfico para cada rea del cerebro. Por ejemplo, los centros del lenguaje adquieren su aislamiento sobre todo en los primeros 13 aos de vida, cuando el nio est aprendiendo una lengua. Al completarse el aislamiento los conocimientos
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adquiridos se consolidan, pero resulta mucho ms difcil adquirir otros nuevos, como sera aprender un segundo idioma. Lo mismo sucede con la mielinizacin de las reas frontales del cerebro en torno a los 20 aos. Esta demora en la maduracin, esa lentitud del desarrollo, aumenta la flexibilidad justo en el momento en que salimos al mundo que conoceremos de adultos. Esta larga y lenta oleada de desarrollo, que va desde la parte posterior del cerebro hacia la frontal y que concluye alrededor de los 25 aos, es al parecer una adaptacin nica del ser humano, y quiz sea una de las ms importantes. Tal vez parezca un contrasentido que los humanos no nos hagamos ms sensatos un poco ms pronto en la vida. Pero si furamos ms listos desde ms jvenes, acabaramos siendo ms tontos.

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