Ramacciotti y Valobra
Ramacciotti y Valobra
Ramacciotti y Valobra
Copyright 2008 by Revista Estudos Feministas. Quisiramos agradecer a Gonzalo Garabedin su invaluable aporte en la recopilacin del material documental para esta investigacin. Agradecemos a Alejandra Sard la autorizacin para citar las entrevistas de su libro y a Claudia Candy los auspicios para contactar entrevistadas.
1
Este artculo describe y analiza la articulacin discursiva sobre el lesbianismo en el campo mdico argentino entre 1936 y 1955.1 Las verdades de la medicina poseen una fuerza normativa que constituyen un lugar privilegiado para propiciar la aplicacin del modelo heterosexual e imponer esta visin al resto de la sociedad. As se construye un idealizado esquema binario en el cual la heterosexualidad o la maternidad representaran las conductas naturales correctas mientras que el resto de los comportamientos sexuales entraran dentro de las opciones incorrectas. La autonoma y el deseo quedaran en un oscuro plano. Estas argumentaciones provenientes del saber mdico impregnaron tanto los mbitos acadmicos como los espacios desde donde se piensan, disean e implementan las polticas pblicas. El punto de partida es la sancin de la Ley n. 12.331 de Profilaxis Social en 1936, que aboli el funcionamiento reglamentario de los lenocinios, y concluiremos con la legalizacin de los prostbulos municipales a partir del
493
4 Omar ACHA, 2004; Pablo BEN, 2000; y BEN y ACHA, 2006. 5 Daniel BAO, 1993. 6 Jorge SALESSI, 1995.
decreto del presidente Pern en 1954. Ambos eventos tienen conexin con la homosexualidad masculina, e implcitamente, con la femenina. Nuestra propuesta es tributaria de los aportes que hicieron hincapi en los vnculos entre el cuerpo y las relaciones de poder. Michel Foucault, Gilles Deleuze, Jacques Derrida, Joan Scott y Judith Butler aportaron a la conceptualizacin de diversos aspectos de la subordinacin y marginacin de los sujetos y exploraron alcances y limitaciones de la categora gnero. John D Emilio analiz la emergencia del homosexualismo unido al capitalismo2 y los trabajos compilados por Daniel Balderston y Donna Guy mostraron un rico universo de anlisis y realidades sociales y temporales enfocando la masculinidad, la feminidad y el homoerotismo.3 En la produccin historiogrfica argentina, varios estudios ampliaron la comprensin de la homosexualidad, el hermafroditismo y la masculinidad concentrada temporalmente entre principios y mediados del siglo XX.4 Primero Daniel Bao5 y luego Jorge Salessi6 consideraron la homosexualidad femenina en la elite mdico-poltica y, en otro registro, Alejandra Sard y Silvana Hernando compilaron historias de vida de trece mujeres desde comienzos de siglo XX.7 Si bien las investigaciones en la Argentina han abordado algunas problemticas de la sexualidad femenina como la maternidad y la prostitucin, no han rescatado el tema del lesbianismo. Ello contribuy a reafirmar un modelo heterosexual pues invisibiliz una prctica que no fue excepcional en la historia. Retomando la expresin de Adrienne Rich, el modelo hegemnico presupona el prejuicio y sentencia moral de la heterosexualidad obligatoria por el que normalizaba una pauta sexual y la experiencia lesbiana era percibida en una escala que iba desde la desviacin a la aberracin o a la simple invisibilidad.8 As pues, en primer lugar esbozaremos sintticamente los argumentos mdicos en el mbito europeo por ser los referentes ms recorridos por la elite mdica argentina. Luego, analizaremos las relecturas y apropiaciones realizadas en Argentina articulndolas con el modelo hegemnico heterosexual de feminidad.
494
Rosanna FIOCCHIETTO, 1993; y Juan Francisco MARTOS MONTIEL, 1996. der Homosexuelle fue acuado en 1869 por el escritor, periodista y militante homosexual austro-hngaro Karoly M. Benkert quien invoc la combinacin de una raz etimolgica griega (homo por igual) y una terminacin latina (sexus, sexo). La creacin de la palabra tena por objeto solicitar al gobierno que no penalizara a las personas de igual sexo implicadas en una relacin ertica o sexual. A partir de all, en unos pocos aos, junto al correlativo (der Heterosexuelle) gan una gran aceptacin en su uso popular y acadmica aunque perdi el sentido positivo con que su creador la haba dotado. Las alusiones a la Antigedad griega y ms precisamente a la existencia en la isla de Lesbos de mujeres que mantenan relaciones erticas y sexuales con otras aparecen como sinnimos. No obstante, suele usarse Lesbianismo en referencia a la homosexualidad en general y Safismo (por la poetisa Safo de Lesbos) al erotismo oral entre lesbianas. Tribadismo aluda a la Grecia Imperial y algunos autores usan el trmino para indicar el contacto entre vulvas, la estimulacin del cltoris o el uso de penes artificiales. 10 FIOCCHIETTO, 1993. El trmino Uranismo, fue utilizado por Karl Heinrich Ulrichs en 1864. Se refiere a Afrodita Urania, hija de Urano. 11 En los pocos casos en los que se usaba lesbiana, no se utilizaba con el sentido de afirmacin poltica que tiene en la actualidad. Desde el psicoanlisis se impuso el uso indistinto del trmino homosexualidad precisando siempre si era masculina o femenina. En los documentos, la denominacin de homosexualidad femenina fue usada para referir a una eleccin de objeto de igual sexo. 12 Richard Von KRAFT-EBING, 1895.
9
sexualizada y jerarquizada. Ciertas caractersticas psicosociales se correspondan con una genitalidad femenina y otras, con la masculina. Puestas en relacin, la femenina era inferior y subordinada a la masculina por lo que esto legitimaba la mayor autoridad del varn por sobre la mujer. En este marco, la homosexualidad femenina fue objeto de anlisis por el campo mdico recuperando una larga trayectoria que hunda sus races en los finales del siglo XIX. El desarrollo de la endocrinologa, el descubrimiento de los rayos X, la medicin biotipolgica, la elaboracin de ndices de feminidad y masculinidad colaboraron en la descripcin y explicacin de las conductas homosexuales vistas como patolgicas. La mayora de los galenos designaban las relaciones erticas y sexuales entre mujeres como perversin, desviacin del instinto sexual o variacin sexual. Denominaciones especficas eran homosexualidad femenina, tribadismo, safismo y, en muy escasa medida, lesbianismo. 9 A diferencia de lo que suceda en el psicoanlisis donde se usaba exclusivamente el trmino homosexualidad (en su sentido etimolgico original), tanto masculina como femenina; entre los mdicos, homosexual aparece asociado a relaciones entre varones por lo que la tendencia fue a aclarar cuando se refera a mujeres. Lo mismo sucede con el trmino uranismo. 10 Es decir, homosexualidad y uranismo se generalizaron para hacer referencia a los varones, y homologando a las mujeres a aqullos. Inversin parece haber versado exclusivamente para referir relaciones entre varones. Es oportuno aclarar que, en este entendimiento, utilizaremos tribadismo, safismo y homosexualidad femenina porque en la Argentina de los 40 y 50 eran los trminos ms utilizados para referirse a relaciones erticas y sexuales entre mujeres.11 Richard Von Krafft-Ebing (1840-1902), neuropsiclogo alemn, profesor de psiquiatra y neurologa de la Universidad de Viena hacia fines del siglo XIX, considerado el fundador de la moderna patologa sexual, fue, a su vez, el referente mdico internacional de una lnea biologicista. En Psychopathia sexualis (1886) describi y clasific las desviaciones sexuales como trastornos psquicos, es decir, los concibi como enfermedades y no como delitos. Para l, las mujeres eran menos sexuales y requeran menos satisfaccin sexual que los hombres. El aberrante amor lsbico era menos habitual que el homosexualismo masculino y se lo encontraba en crceles y entre prostitutas, pero era una perversin, imagen que introdujo para referir que la eleccin de una pareja del mismo sexo generaba una dupla estril.12 Preocupado por esos actos contra
495
Michel FOUCAULT, 1996; y Anthony GIDDENS, 1992. Michel Foucault estudi las estrategias institucionales para acentuar el control social focalizando en la forma en que los cuerpos fueron depositarios dciles de las estrategias de poder moderno. Su mirada se dirigi a las crceles, los hospitales, los conventos, y las escuelas. Anthony Giddens critic a Foucault por presuponer la internalizacin de los mismos mecnicamente. 14 George HENRY, 1933.
13
15
HENRY, 1941.
16
GIDDENS, 1992.
17
natura, destac la importancia del coito para la salud femenina, aunque consider el cltoris como potencial fuente de perversin. Aunque sus ideas fueron refutadas, continuaron vigentes durante el perodo de entreguerras.13 En esta lnea, cabe referir el trabajo de George Henry quien tempranamente conect endocrinologa, anatoma constitucional, raza y psiquis. Relacion la menstruacin y los ciclos de ovulacin con cambios emocionales y psquicos de las mujeres, llegando a sostener que las irregularidades menstruales se asociaban con esquizofrenias, narcisismo y homosexualidad. Seal que algunos caracteres secundarios de masculinizacin como el exceso de bello pbico o en la areola se conectaban a la demencia precoz femenina.14 Segn l, en la homosexualidad femenina existan disfunciones anatmicas visibles: la morfologa genital y constitucional de las homosexuales era distinta a la de las heterosexuales. El himen era ms amplio, los labios mayores y menores crecidos y protuberantes, el cltoris ms erctil, aumentado y acompaado de cuerpos ms voluminosos o masculinizados y algunas disfunciones tiroideas. Henry intent demostrar el modo en que las lesbianas conseguan goce en la relacin sexual. As identific el genital mutual rhythmic pressure por medio del cual grafic cmo el contacto de un cltoris con otro, la estimulacin manual o cilindros que imitaran un falo o doble falo podan provocar el orgasmo. Seal que era ms difcil lograr esa satisfaccin que en la relacin heterosexual, su modelo de goce.15 No obstante, el tribadismo cuestionaba el orgasmo slo por penetracin vaginal y marcaba la importancia que el mismo tena para la mujer y la posibilidad de obtenerlo con prescindencia del pene. A principios de siglo la lnea psicoanaltica inaugurada por Sigmund Freud (1856-1939) y las ideas del ingls Henry Havelock Ellis (1859-1939) contribuyeron, segn Giddens, a la declinacin de la idea de perversin en Europa. Visibilizaron la doble vida de mujeres que se casaban para adaptarse a imperativos morales reprimiendo temporalmente sus apetencias homosexuales.16 No obstante, sus consideraciones postularon sentencias morales y cierta misoginia lsbica. En oposicin a Krafft-Ebing, Havelock Ellis combinando presupuestos biolgicos y psicolgicos sostena que las llamadas aberraciones eran el eslabn entre los aspectos normales y fundamentales del impulso sexual. Agregaba que las inversiones sexuales no representaban, per se, una evidencia de la insana mental ya que muchas de estas perversiones ocurran en personas normales.17 Un discpulo de Freud, Wilhelm Steckel, psiclogo y director del Instituto de Psicoanlisis de Viena, mixtur teoras
496
19
Marcela NARI, 2004; Marisa MIRANDA y Gustavo VALLEJO, 2005; y Nancy STEPAN, 1991.
20
endcrinas y psicolgicas, marc que casi todas las mujeres eran capaces de evitar la presentacin del orgasmo. Las prostitutas tienen de ello la mxima experiencia, siendo todas relativamente anestsicas y frecuentemente homosexuales, pero siempre capaces de obtener el orgasmo con su amante. La creencia de mujeres que engaaban desde el orgasmo hasta en su identidad sexual fue vista como atributo definitorio de la feminidad. Steckel sostena en materia sexual todas las mujeres mienten, por creer que su castidad las obliga a negar su libido. As pues, el reeditado libro de Steckel, La frialdad sexual de la mujer. Psicopatologa de la vida sexual, convocaba a los varones a descubrir la sexualidad y las zonas ergenas de las mujeres para desarrollar el impulso de sumisin y evitar la desdicha y la vergenza de nuestra cultura.18 A la falta de habilidad de un amante que no haba manejado con xito el aparato complejo y sutil de galanteo se agregaban disfunciones endcrinas para comprender la homosexualidad femenina que traeran grandes peligros para la civilizacin por sus consecuencias biolgicas y conductuales. El psiclogo propuso una guerra de los sexos indicando que existan dos fuerzas bipolares disputando el dominio de la psiquis: la voluntad de podero y la voluntad de sumisin. En algunas mujeres, el prurito de dominio poda a ser ms valioso que el de placer. Para evitarlo, Steckel aseguraba que el placer experimentado mediante el coito con varones sera el mejor antdoto contra el feminismo, el odio a los hombres, la soltera y el lesbianismo. Si se sometan sexualmente podan someterse en otros terrenos.19 Un balance sobre las lneas presentadas devela que, fueran desviaciones o perversiones, la matriz heterosexual era una modelizacin hegemonizante que serva de punto de partida para precisar quines se adaptaban o no a ella. En este molde heterosexual, con inters de aumentar selectivamente la natalidad y mejorar la calidad de la especie, en nombre de razones eugnicas; no era posible que insanas, dementes, pervertidas, delincuentes y prostitutas engendraran hijos y perjudicaran la raza, por lo que la maternidad fue el nico destino socialmente consensuado para ciertas mujeres. Lo mismo cabe sealar para los varones.20 Ello haca que la homosexualidad femenina presentara una doble carga. Por un lado, la eleccin de objeto sexual del mismo sexo haca imposible la reproduccin de la especie, aunque no queda claro en qu medida esta era la preocupacin en el caso de las trbadas puesto que podan influir como fuente de generaciones enfermas y perversas. La mayor preocupacin estaba dada por lo moral. La unin donde las partes
497
21
no eran complementarias como en el binarismo varn/ mujer del modelo heterosexual, obsesion a muchos profesionales de la medicina pues estaba conectado al descubrimiento del placer fuera de las relaciones normales. Retomando a Lorde, se observa cmo lo ertico se converta en una forma de poder cuyo carcter subversivo se expresaba imbricado en los actos ms cotidianos prescindiendo de llamarlo ni matrimonio, ni dios, ni vida despus de la vida.21
Osvaldo BAZN, 2004; Jos BELBEY, 1944; BEN y ACHA, 2006; MIRANDA y VALLEJO, 2005; Rafael RAMALLN, 1938a; y SALESSI, 1995.
22
23
24
498
tampoco, una coincidencia discursiva homognea. Ms bien encontramos una multiplicidad de actores que enuncian ciertos discursos que en muchos puntos son concurrentes. A diferencia de lo sucedido en el mbito internacional, en Argentina no fueron los sexlogos o psiquiatras quienes impulsaron estos estudios si no que las fronteras profesionales fueron ms difusas por lo que desde gineclogos, puericultoras, psiquiatras, sexlogos configuraron un campo ms lbil desde el cual eclcticamente se abord el tema. Las intervenciones apelaron a los referidos tratados de los especialistas extranjeros ampliamente difundidos en el campo mdico, legal y poltico local, como lo muestran las referencias a sus obras en diversos estudios y en numerosos artculos publicados en revistas tanto de difusin como acadmicas. Aunque escasas, hemos rastreado obras que abordaron la homosexualidad femenina. Intentaron explorar, con ms o menos claridad conceptual, el qu, el cmo y el dnde a travs de diversos aspectos: a) definirla y ubicarla en un complejo diseo clasificatorio; b) especificar cmo se llegaba a ella (homosexualidad congnita o adquirida en este ltimo caso deba aclararse si haba masculinizacin a travs de la adopcin de distintos caracteres secundarios y fsico-biolgicos determinantes); c) reconocer sus caracteres para ayudar a la deteccin de la enfermedad y, finalmente, d) qu papel deban cumplir los mdicos y el Estado.
499
26
27
SIRLIN, 1940.
28
29
30
SIRLIN, 1940.
completo acuerdo con la evolucin moral de la poca era el objetivo ltimo del esquema binario.26 Las obras de divulgacin daban a conocer modos cientficos de resolver la esterilidad y las ms especializadas, difundan estrategias quirrgicas de conservacin de la funcin reproductora. El vnculo fundante estaba instalado en los lazos familiares (matrimonial, paterno filial o fraternal) e implicaba otras desigualdades de poder jurdico y poltico. Idealmente, el vnculo matrimonial era entendido como condicin normal e instintiva de garantizar la salud social de la nacin.27 En un artculo publicado en 1938 en la revista Viva Cien Aos, un profesional informaba que existan 43.046.721 perversiones, pero no poda ni siquiera preguntarse como lo haban hecho Freud y Havelock Ellis si la existencia de al menos un caso por cada una de esas perversiones no ameritaba una reflexin acerca de si era tan general la norma heterosexual y procreativa sobre la que se estipulaba el criterio de normalidad. Para el autor estos seres, verdaderamente enfermos, y, por tanto irresponsables de su situacin, visitan con mucha frecuencia los estrados de la justicia28 concluyendo en la criminalizacin que involucraba la estrecha relacin que exista entre perversin, enfermedad y moral sexual. Como sostiene Dora Barrancos moral y poltica, fundacin de ciudadana y adhesin patritica, reserva de conducta ntima y fijacin temprana de una impoluta accin pblica, honor privado y reputacin social, se cifraban en la experiencia de la institucin familiar.29 Frente a esta normatizacin de la sexualidad, todas aquellas prcticas que no se adaptaran a este ideal fueron consideradas anormales o patolgicas pues rompan la armona ya sea del sujeto o del objeto del amor y potencialmente tenan un fuerte elemento disruptivo del orden social.30 As se origin una voluminosa produccin que, abrevando y buscando legitimidad en estudios internacionales, intent explicar estas conductas inmorales. En este sentido, la alianza de los discursos mdicos y morales se volvi atractiva para defender de los roles tradicionales. Un mdico obsesionado por estos temas sealaba que la
mujer espiritualmente sana, representa la estabilidad, la tradicin, el sentimiento, es la reserva potencial de la especie. Siendo la piedra angular de la familia, debe ser protegida de las aberraciones sexuales; porque no de la lucha sino de la armona entre los sexos depende la posibilidad de realizar una convivencia humana basada en principios ticos.31
31
Retomando la teora somtica constitutiva inaugurada por el tratado decimonnico de Krafft-Ebing, algunos sectores consideraron que la homosexualidad femenina era
500
33
una perversin definida as porque el acto sexual se realizaba con un fin distinto al de la procreacin. Segn Aniceto Figueras, muchas perversiones se estructuraban binariamente. As, sadismo/masoquismo, exhibicionismo/ voyeurismo, satirisis/impotencia, ninfomana/frigidez. Tambin caan en esta dicotoma, fellatio/cunnilinctus; sadismo/masoquismo. Fuera de ese juego de opuestos, se encontraban el fetichismo, el autoerotismo, la homosexualidad, la zoofilia, la gerontofilia, la necrofilia y la pedofilia. La lnea que divida a una perversin de un acto que no lo era, estaba definida segn la finalidad. As, por ejemplo, si la finalidad de la felacin o cunnilinge es orgstica, ello constituye una perversin, no debiendo ser considerada as cuando es preparante del acto sexual.32 Entonces, el mismo acto se justificaba o no, segn su fin fuera la procreacin. El papel de Figueras en la propalacin de estas ideas no era menor si se tiene en cuenta que era docente de Clnica Psiquitrica de la Facultad de Ciencias Mdicas de la Universidad de Buenos Aires. Sus concepciones estaban aderezadas por la impronta de uno de los filsofos misginos y antisemitas ms notables del siglo XX: Otto Wienenger (1880-1903). Figueras retom de sus ideas el lugar subordinado de la mujer cuyo carcter se defina por su funcin sexual y por la hnide, fenmeno que la limitaba en sus capacidades intelectuales.33 Las mdicas Carolina Tobar Garca y Sixta Elira Guiazu dudaban de dicha catalogacin pues la existencia de un acto perverso no alcanzaba para asimilar la perversin a una enfermedad. Siguiendo a Pritchard, una perversin era un acto inmoral y no una enfermedad mental, proponan hablar de sndrome de perversidad a cambio de constitucin perversa pues el primero daba idea de que la perversin era signo o sntoma de alguna otra enfermedad, agenesias, atpicas morfolgicas y psquicas, retardo neurolgico, incapacidad para llegar al desarrollo normal, trastornos de la sensibilidad general y sensorial, de donde provienen las denominaciones de idiotez, imbecilidad, ceguera moral, y no era una enfermedad en s misma como lo haca suponer el nombre de constitucin perversa.34 La obsesin clasificatoria perme el diseo de las polticas pblicas durante el gobierno de Juan Domingo Pern (1946-1955). En un intento frustrado de reformar el Cdigo Civil a partir de una tipificacin de los enfermos mentales, el Dr. Ramn Carrillo, secretario y primer ministro de Salud de la Argentina, realiz una sistematizacin de las llamadas perversiones del instinto de reproduccin. Este grupo de enfermos fue visualizado como peligroso y antisocial ya que, al tener un dficit global o parcial de la capacidad mental, se transformaban en un riesgo para el
501
35
orden. Esta tipificacin circunscriba cuatro formas de perversidad. La primera en la que por exaltacin se inclua la erotoma, ninfomana y la ilusin delirante; la segunda, por deficiencia cuyas variantes eran la frigidez y la impotencia; la tercera, por inversin, encerraba el uranismo, el tribadismo y la pederastia y la cuarta, por sustitucin, que abarcaba la bestialidad, necrofilia, onanismo, exhibicionismo, fetichismo, amor felatrix.35 Entonces, la catalogacin de la conducta sexual originada desde el XIX en Europa, aggiornada en Argentina y expresada en tipologas durante las primeras dcadas del siglo, persisti en los 30 y encontr adeptos consecuentes en la elite mdica y poltica en los 40 y 50.
502
SARD y HERNANDO, 2001. Una testimoniante narra cmo la censuraron cuando a los quince aos de edad, fue con una compaera a hablar sobre el amor mutuo que ambas sentan: era una relacin de adolescentes. Y no sabamos que exista la homosexualidad. No tenamos ni idea y entonces le fuimos a preguntar al cura confesor del colegio si era posible que dos mujeres se enamoraran (risas). Al cura casi le dio un ataque (risas). Nos dijo las peores cosas el muy bestia. Nos dijo que era un horror, que era un pecado horrible, que ni siquiera entre las presas de la crcel de mujeres existan semejantes horrores. Fueron separadas y luego su familia decidi cambiarla de colegio. Todo lo cual no evit que ambas se reencontraran aos ms tarde y continuaran su relacin. Otros testimonios apuntan a la rigurosa normativa sobre todo orientada a evitar expresiones de afectividad y contacto visual o tctil entre pupilas (SARD y HERNANDO, 2001). 37 Raimundo BOSCH, 1938, p. 23. 38 PREZ et al., 1939, p. 290.
36
existencia o no de vagina determinaba si se trataba de un varn o de una mujer. Independientemente de que la educacin y sensibilidad de la persona fueran distintas de esta determinacin, lo importante era adecuar la estructura corporal y mental de la persona al descubrimiento mdico de una vagina (o su ausencia) para corregir el error en la determinacin de identidad producido al nacer. Si bien la feminomasculiniforme no era tan comn como la masculinofemeniforme, el error en la determinacin del sexo poda llevar a que dos mujeres contrajeran matrimonio producindose una aberracin legal por la cual se legalizara un matrimonio homosexual. El ambiente como causa de safismo haca referencia a la concepcin ms extendida de la homosexualidad como enfermedad adquirida. Las congregaciones catlicas eran vistas como un espacio proclive a la expansin del lesbianismo. As que las normativas de la vida cotidiana en los colegios de pupilas apuntaban a limitar las elecciones sexuales homosexuales. No obstante los testimonios orales evidencian que estas reglamentaciones eran ineficaces.36 El problema de los asilos e internados gener diferentes visiones, algunos profesionales sealaban que el rgimen disciplinario de los asilos eran mbitos favorables para que las mujeres deformadas por las aberraciones del homosexualismo pudieran regresar su afn sexual a los campos del instinto.37 En esta visin, la perversin era previa al ingreso en la institucin. Pero otros, a partir de su experiencia clnica, reprobaron a las religiosas: llama la atencin [...] que jvenes esposas, frgidas, disparunicas, etc., que uno interroga sobre prcticas onanistas [...] confiesan que adquirieron el vicio en los colegios con internado. Lo que significa que sus encargadas no cuidaron a sus pequeas asiladas. Para quienes cuestionaban a las religiosas, la casustica no dej de referir esta asociacin entre los internados y conventos con la homosexualidad. En el relato sobre un caso de ninfomana se subray: prcticas onanistas cotidianas desde los trece aos, a cuya edad era pupila de un Asilo en Mar del Plata, y en donde realizaba tambin con una compaera relaciones homosexuales.38 La creencia de que los internados femeninos eran fuente de la homosexualidad adquirida se mantuvo en los 40-50 denunciada por Ernesto Eiris, mdico legista del Departamento Provincial del Trabajo. Sin embargo, se volvi a dar una discusin en la que el Dr. Foz consideraba que las apreciaciones de Eiris sobre las inclinaciones aberrantes de la sexualidad femenina entre las nias de los internados no eran exactas. Sin embargo, ninguno aportaba ms que una opinin basada en vagas suposiciones a diferencia del inters originado sobre aglomeraciones masculinas
503
39
40
41
42
43
an con el sesgo de los preconceptos moralizantes mediante.39 Adems de las instituciones con aglomeracin femenina, tambin se subrayaba una prctica cotidiana en el mbito pblico: no se sabe si la mujer homosexual es ms numerosa que el hombre homosexual; sin embargo, se la encuentra en mayor cantidad, ya que muchas no son homoerticas de verdad sino, por corrupcin o por hbito.40 En efecto, otros autores alertaban sobre la extensin de las relaciones homoerticas en las mujeres confundidas en relaciones de amistad, tendencia a las demostraciones fsicas afectuosas, las caricias, abrazos, besos, que incluso en la va pblica no eran motivo de sorpresa para nadie puesto que pensar a la mujer unida a la subjetividad y siempre infantilizada legitimaban tales comportamientos. Eiris agregaba que las prostitutas, al relacionar al varn slo por rdito econmico y con absoluta indeferencia emocional, disfrutaban y deseaban otros cuerpos, los femeninos: El tribadismo o amor homosexual femenino es comn, en los internados de mujeres, pero con una frecuencia inusitada entre las prostitutas. Ello se explicaba por el trato y sugestin de compaeras lesbianas y [] por el odio hacia los hombres, cuya frecuentacin es, por su comportamiento brutal, un querer mercenario que rebasa los lmites de la satisfaccin y punza el deseo con una realidad desalentadora.41 Claro esta que esta interpretacin estaba influenciada por los aportes de Krafft-Ebing y la patologizacin del tribadismo. Jos Kaminker, explicaba los problemas sexuales combinando interpretaciones psicologistas y biologicistas, como fruto de un shock afectivo, una emocin violenta que exagera la excitabilidad de los centros subcorticales e inducen una inhibicin de la corteza [] que inciden sobre la esfera sexual y puede llevar al impedimento completo de la funcin.42 Kaminker se inspiraba en Francisco de Veyga, cirujano mayor del Ejrcito, profesor de la Facultad de Ciencias Mdicas de Buenos Aires y Acadmico Honorario y mayormente conocido por su teora acerca de la etiologa de la inversin del instinto sexual, la inversin sexual era resultado de la accin combinada de dos factores ntimamente ligados entre s, los centros orgnicos de la vida mental y las caractersticas del aparato genital, primando el poder de los primeros: [...] la actividad sexual tiene su base orgnica en el aparato destinado a la reproduccin, pero su centro dirigente est en el cerebro.43 Ante la ausencia de alteraciones del aparato genital, se imputaba a la constitucin mental muchas desviaciones o aberraciones de orden funcional pues clnicamente no haba ningn rasgo que diferenciara la inversin innata de la adquirida.
504
44
45
En general, se consideraba que una safista activa obligaba o someta a otras mujeres que, de no haber aceptado pasivamente la presin de aquellas, podran haber tenido una sexualidad normal. Segn el Dr. Boero, basta que una de ellas llegue all con esas malas prcticas, para que contagie a muchas de ellas.44 El mdico forense Raimundo Bosch relata un caso representativo de esta lectura. Una vecina viuda prodigaba atenciones desmedidas a una joven. Cuando los familiares de la muchacha perciben la pendiente escabrosa del homosexualismo, la obligan a alistarse al casamiento. No obstante, la muchacha, an casada, zozobraba intilmente ante esa mujer fascinadora que erguase sobre su cuerpo como una maldicin tonante. Esta situacin se explicaba por la insistencia de la viuda y la ausencia del marido: el marido por sus ocupaciones se ausentaba todo el da de la casa. La viuda asediaba a la esposa insatisfecha. Ella abandona al marido y se entrega con alma y cuerpo a la mujer que la hechizaba. La seductora puso fin al romance y la joven busca consuelo en otras mujeres y al no hallarlo intenta suicidarse. Es internada y el mdico logra arrancar su confesin a partir de la cual logra su pacificacin interior [] y el regreso del afn sexual a los campos del instinto,45 volviendo la paciente con su marido. Finalmente, estas explicaciones se conectaban con cambios sociopolticos. Las referencias vertidas por Steckel sobre una lucha de sexos que existe desde siempre y que no cesar jams eran retomadas por mdicos, socilogos y psiquiatras. Como vimos, la metfora de la guerra de los sexos fue transferida por de Veyga al anlisis del pasaje de una sociedad tradicional, aorada por l, a una moderna que afectaba de lleno a la vida sexual: Es una lucha de sexos, cuyo objetivo principal es la conquista, por parte de la mujer de todas las posiciones del hombre. La visin de de Veyga aora, adems, la complementariedad sexual que el modelo hegemnico heterosexual supona y que la guerra de los sexos socavaba:
una guerra sorda, que va separando de ms en ms las partes, en lugar de unirlas. En esa [guerra] el hombre ceda terreno da a da al abandonar derechos y deberes en tanto la mujer sale de su ambiente natural y legtimo para asumir funciones que difcilmente podra llegar a desempear con eficiencia y certeza. Un estado de cosas que viene, sobretodo a afectar de lleno la vida sexual de ambas partes.46
46
El relajamiento del confinamiento fsico de la mujer en la casa justificado por su rol obligatorio de madre de tiempo completo afectaba la imposicin de un tipo de
505
sexualidad que, adems, preservaba la moral social a travs de la demarcacin de la masculinidad y feminidad y los roles esperables. Esta mirada era compartida por el obstetra catlico Jaime Moragues Bernat, director de la Direccin de Maternidad e Infancia y asesor consultivo de la Secretara de Salud Pblica durante el peronismo, para quien la destruccin del cdigo moral de la religin catlica apostlica y romana llev a conductas masculinizadas de las mujeres que la hacan olvidar su condicin natural de pilar y sostn de la familia.47 Era inaceptable que el varn permitiera prcticas que dejaban en minusvala su capacidad de ser proveedor y darle placer a la mujer.48
49
RAFFAELLI, 1944.
50
51
Los especialistas extranjeros privilegiaban la descripcin detallada de la vida de estas mujeres (origen social, relaciones familiares, educacin, etc.), la presentacin de diferentes formas de obtener el placer, imgenes que mostraban los rganos sexuales. Este preciosismo resulta provocativo a la luz de la ausencia en el contexto local y se ajusta a las ideas ms tradicionales con las que se apropian de estas lecturas. Ejemplo de ese conservadurismo puede ser el estudio anatmico. El caso de una extensa investigacin sobre las diferencias fsicas que provocaba la homosexualidad en los cuerpos de los varones atenda a la importancia que se le daba a la homosexualidad masculina y a la posicin del invertido en la relacin: pasivo o activo.49 Sin embargo, no se ha encontrado esta preocupacin por la morfologa genital de las lesbianas, como s se ha registrado en el citado estudio de Henry. Ello tal vez pueda explicarse por la falta de investigacin y eficacia prctica de tal descripcin a los fines de reconocer una invertida. Por ello, es posible encontrar descripciones de ciertos estigmas fsicos: la opulencia de los senos y de las caderas, los labios gruesos y carnosos, el exceso de vello, la voluptuosidad al andar los ademanes poco desenvueltos.50 Francisco de Veyga sostena que las mujeres que trabajaban eran propensas a destruir los signos de su sexo ya que exista una tendencia de la mujer a colocarse al nivel del hombre.51 En este aspecto, de Veyga adscriba al antifeminismo de Havelock Ellis a quien reconoca como el mximo exponente por su estudio de los caracteres sexuales secundarios. Eran habituales las referencias sobre cmo la entrada de la mujer en las fbricas y su admisin a la vida electoral haban afectado su vida sexual ya que alteraron su relaciones con el varn, dentro y fuera del matrimonio,
506
52
53
VEYGA, 1942.
54
55
KAMINKER, 1951.
invierten los papeles que por propia naturaleza les estn asignados a los sexos en el concierto sexual, y apresuran con ritmo acelerado el proceso de decadencia de la raza [...] pierden gran parte de sus atractivos sexuales.52 La realidad haca tambalear el modelo idealizado. Por un lado, los perodos de crisis econmicas con el consecuente desempleo dificultaban lograr estabilidad en el empleo. Por otro lado, las necesidades econmicas hacan que muchas mujeres se incorporaran al mercado de trabajo lo que limitaba la concrecin de sus naturales deberes maternales o conllevaba la ruptura de sus lazos familiares debido a la bsqueda de nuevas oportunidades en los mbitos urbanos. En el cruce de estas realidades, la existencia de cuerpos femeninos libres tanto en los mbitos fabriles o en los espacios urbanos atentaba contra el supuesto orden armnico, equilibrado y bipolar. Eran ellas las culpables de instigar a la mala conducta de los varones y, adems, las responsables del contagio de enfermedades venreas. Asimismo, la dbil constitucin y las modalidades del metabolismo de las mujeres haca que el trabajo destruyera los signos de su sexo, acentuando, en cambio, muchos de los caracteres comunes a la sexualidad de ambos sexos, es decir, de aquellos que confunden al varn con la mujer.53 Incluso, posturas que propugnaban la igualdad e invitaban a que los varones asumieran responsabilidades de crianza de los hijos o que no condenaban el trabajo femenino, se encontraban tambin sexualizaciones jerrquicas que suponan la maternidad como un rol natural de las mujeres que las habilitaba a un espacio pblico (a sufragar, trabajar) pero que no la dispensaba de tareas domsticas, tambin naturalizadas.54 Aos ms tarde, Kaminker, retomando a Steckel y de Veyga, sostena que las mujeres estaban perdiendo sus distinciones naturales tal como la exquisitez, la sensibilidad y la emotividad. 55 Ellas adquiran rasgos atvicos y conductuales que las masculinizaban hasta el punto del trasvestismo. Esto alarmaba por las implicancias morales de estas prcticas que confundan los roles del sistema sexo/ gnero (desde vestir pantalones a incorporar toda la vestimenta masculina, manejar automviles, fumar, etc.). La existencia de mujeres clebres por este tipo de conductas resonaban en el imaginario social que inclua desde el recuerdo de George Sand vestida de varn hasta la osada de Marlene Dietrich con smoking y besando a una jovencita en el film Marruecos. Deshonra es la primera pelcula nacional que se atreve a insinuar la homosexualidad femenina y Habitaciones, una novela en la que Emma Barrundeguy relata en tono autobiogrfico la trgica
507
historia de una mujer que se debate entre la heterosexualidad socialmente impuesta y su amor a Florencia. La masculinizacin de las mujeres confunda los roles activos y pasivos nico modo de visualizar cualquier encuentro sexual.
de
la
58
VEYGA, 1902.
59
RAMALLN, 1938b.
Las ideas expuestas resultan muy interesantes si se tiene en cuenta cmo los mdicos haban logrado lentamente posicionarse en el mbito pblico. Estaban legitimados como responsables de la salud colectiva fsica y psquica. En este sentido, se podan observar intervenciones que iban ms all de lo estrictamente clnico y se encontraba su discurso y su prctica fuertemente conectada a sanciones morales y legales. Para evitarlas se propona un degrade de intervenciones que iban desde consejos morales en revistas de divulgacin hasta tratamientos cientficos ms invasivos como el electroshock, cuyos resultados, no obstante, eran dudosos.56 Segn Nerio Rojas, por entonces diputado nacional, los asuntos mdicos legales relacionados al sexo y las perversiones tenan inters por sus relaciones con la vida civil o con la delincuencia.57 En efecto, estas tenan consecuencias en el campo electoral, del matrimonio y de la extensin de la inmoralidad y la ilegalidad a la que se unan las perversiones del instinto. Si bien no haba una penalizacin de las prcticas homosexuales en s, se recomendaban, desde lneas pedaggicas hasta prcticas quirrgicas que legitimaban con matices la intervencin mdica sobre los cuerpos. La educacin sexual influa para determinar (o no) la inversin en sujetos congnitamente predispuestos. Asimismo, en los no predispuestos, condiciones medioambientales podan determinar perversiones adquiridas.58 Entre las medidas de tipo educacional para evitar las desarmonas sexuales puede mencionarse la expansin de la prctica deportiva. Se supona que la educacin fsica colaboraba en el mejoramiento racial. Aunque durante mucho tiempo y en razn de la misoginia se haba mantenido a las mujeres alejadas de los deportes, era un hecho que las mismas lo haban adoptado. En este caso, se recomendaba que se realizaran las actividades fsicas que mejor permitieran su desarrollo posterior como madres. Entre los efectos benficos se sealaba que la actividad deportiva colaboraba en el equilibrio sexual.59 La importancia del deporte y la democratizacin para ambos sexos colocaba en el centro la relacin entre el cuerpo, la orientacin sexual y la sancin moral. En este
508
60
sentido, el sexlogo Lzaro Sirlin consideraba que para evitar la salida de la normalidad haba que evitar los traumas sexuales, el excesivo trabajo intelectual, sin su correspondiente compensacin en el ejercicio fsico y el aislamiento o separacin del nio de una franca camarera cariosa con el sexo opuesto, son perjudiciales para el completo desarrollo del adolescente.60 No obstante, el impulso de la prctica deportiva poda generar una fuerte resistencia. Segn Kaminker,
tampoco hay que olvidar que el endiosamiento de lo material, es decir, lo fsico que condiciona la exageracin en el deporte, ese deportismo a ultransa (sic) con los diversos juegos, los campeonatos, el atletismo, etc., fomentan [...] la egolatra, el narcisismo, el desvo hacia la homosexualidad, porque son un factor de embrutecimiento de las masas al propiciar la exaltacin del menguado yo del infrahombre.61
61
SARD y HERNANDO, 2001. Sard y Hernando presentan una entrevista realizada a una basquetbolista que estaba en pareja con otra jugadora. Ella afirmaba: Era lo que sobraba [chicas gay], no lo que faltaba [...] me daba cuenta porque yo ya estaba en la picarda de saberlo, de ver detalles. Te dabas cuenta enseguida cuando una chica era. Lo que la entrevistada marcaba era que haba un gran ocultamiento:Yo no me daba a conocer (SARD y HERNANDO, 2001). 63 TOBAR GARCA y GUIAZU, 1941, p. 310.
62
As, se criticaba que se atribuyera al deporte capacidad para curar algo que no se explicaba por su ausencia, pero s por su exceso. De hecho, haba homosexualidad entre deportistas.62 Algunas posturas centraban la solucin en la denuncia obligatoria de perversiones desde la etapa de lactancia:
Los institutos de puericultura, los jardines de infantes y la escuela primaria deben formar una verdadera cadena, para la denuncia de todo nio que presente anomalas de esta clase y su denuncia debera ser obligatoria, por lo menos ante el cuerpo mdico competente. Se impone una investigacin sistemtica y un estudio completo de cada nio, para reunir a los que se alejan de lo normal en un instituto de observacin y clasificacin.63
64
Las medidas sugeridas tendan a impulsar la tutela estatal en aspectos vinculados a la vida privada. Asimismo, se recordaba que en los hogares convivan personas provenientes de otros medios socioculturales y que podan influenciar negativamente. Por ello era necesario controlar los contactos sociales entre las clases y de esta forma prevenir la transferencia de taras y perversiones a las nuevas generaciones. Se apuntaba al control de la lactancia mercenaria y se aconsejaba impedir la demasiada intimidad de los nios con las personas de servicio o de moralidad inferior, que algunos puede ser poco escrupulosos y despertar prematuramente la sexualidad y, entones se vicia.64 La asociacin de los vicios sexuales como propios de las clases populares, coletazos del higienismo decimonnico, fue una constante en los casos presentados por los
509
65
66
67
68
Germinal RODRGUEZ, 1947. Las leyes alemanas de 1933 fueron una de las primeras manifestaciones del racismo nacionalsocialista. Varios estados de EEUU entre 1907 y 1931 aplicaron leyes de esterilizacin a los dementes, epilpticos, criminales incorregibles, degenerados varones y perversos sexuales.
69
mdicos, as, clase e identidad sexual quedaron fuertemente imbricadas y doblemente escarnizadas. Desde una intervencin clnica se sugera que cuando las afecciones se deban a hbitos adquiridos, se deban ensayar la persuasin, el hipnotismo, la sugestin y se aconsejaban tambin las distracciones y el trabajo manual.65 Tambin se apelaba a distintas medicaciones, utilizadas segn los casos, aunque con resultados diversos. As, sedantes y anafrodisacos podan usarse en casos de ninfomana y aplicacin de hormonas como la testosterona, en el caso de mujeres con un exceso de funcionamiento ovrico, o de otras que suavizaran la masculinizacin que poda surgir, por ejemplo, ante la presencia de enfermedades como el hipotiroidismo. Sobre una ninfmana, tambin homosexual, se sostena: es bien sabido que muchas mujeres castradas quirrgicamente tienen sus relaciones en condiciones perfectamente normales y en algunas ocasiones mejor que antes de la operacin ya que se ha suprimido el factor dolor acusado por la lesin que determin la intervencin quirrgica.66 En este caso, an sin dolor, se haba sometido a la paciente a una laparotoma a partir de la cual se haba realizado un seccionamiento de uno de los ovarios supuestamente enfermo. Luego, se le propuso hacer una esterilizacin, porque ya tena tres hijos, de distintos padres. Le hemos propuesto la castracin temporaria. La mujer dej el nosocomio y no fue intervenida. Algunos proponan cortar el circuito reflejo; hacer una reseccin de los nervios pudendos, aunque otros sostuvieron que la enferma no acusa gran erotismo por parte del aparato genital externo.67 La recomendacin mdica poda llegar hasta la histerectoma o clitoridectoma para adaptar una sensualidad no normales. Desde una perspectiva genital masculina, se extirp[aban] literalmente los lazos erticos entre mujeres68 o los excesos heterosexuales que no se adaptaban a la expectativa de una mujer sumisa en esos vnculos. En el gobierno peronista se encuentran ecos de estas ideas. La bsqueda de una raza argentina no descart la implementacin de leyes de higiene social. En 1947, la Secretara de Salud Pblica brind informacin exhaustiva sobre leyes de esterilizacin en Alemania y en EEUU cuyo corte racista y homofbico no se ocultaban. En el artculo se eludieron comentarios rprobos sobre estas leyes, enfatizndose el ahorro que significara bajar los subsidios estatales a personas improductivas.69 De este modo, aparece el discurso sobre lo que es bueno, el modelo
510
70
heterosexual, contra algo que, primero no es bueno y, adems, debe intentarse que no sea posible, el homosexualismo.70 La moral definida, entonces, en torno a lo que es correcto, justo, hermoso, atractivo, agradable, y todos sus contrarios constituidos por la negativa. Esta construccin estructur y norm los deseos.
Consideraciones finales
Quisiramos sintetizar algunas ideas en torno a cmo desde los argumentos mdicos se abord el tema de la homosexualidad. Las voces que alumbraron este aspecto fueron a veces, pero no siempre, marginales en el entramado estatal. Asimismo, la mayora tuvo un lugar importante en la docencia universitaria, realiz clnica mdica y, como indicamos antes, encontraron difusin en revistas especializadas o de divulgacin. En general, el problema de la homosexualidad femenina fue menos afrontado en los tratados mdicos que la masculina. Pero, cuando ella fue abordada, el horizonte temido era su expansin y la necesidad de estudiar ms el tema en lo local. Asimismo, si bien hay un inters por determinar caractersticas fsicas que permitieran reconocer a una trbada, lo cierto es que hubo menos casustica que en el caso de la homosexualidad masculina. Por ello, se comprende que los estudios realizados a nivel mundial fueran retomados con ahnco para explicar el lesbianismo en Argentina pero no siempre literalmente. Las reapropiaciones cientficas fueron eclcticas y estuvieron marcadas por un sesgo moral en una sociedad cada vez ms secularizada. La ley de profilaxis y sus reformas crearon un ambiente preocupante respecto de la heterosexualidad de los argentinos. La ley, entonces, contribuy a imponer un modo de sexualidad al tiempo que la explotacin de las mujeres mediante el proxenetismo y el uso de sus cuerpos como objetos de transaccin entre varones estatalmente controlado con el objeto de afirmar el ideal de masculinidad.71 Un efecto no deseado de esta ley fue, para los mdicos, el safismo. Con gestos ampulosos intentaron generar atencin sobre el efecto nocivo del tribadismo que, incluso, se visualizaron como peores que los de la prostitucin pues socavaba la masculinidad heterosexual. Una entrevistada plasm elocuentemente el modo en que esta asociacin perme en el tejido social. Su relacin amorosa con una mujer fue motivo de comentarios por parte de una familiar que dijo que se decan cosas de ellas. Qu [dicen, que] somos putas? pregunt la entrevistada. Peor que putas! fue la respuesta.
71
RICH, 2001.
511
Scheila JEFFREYS, 1996; LORDE, 2004; RICH, 2001; y Monique WITTIG, 1977.
72
Al focalizar este problema, los mdicos observaron como el estado de licitud del tribadismo que, combinado con la capacidad de fingir atribuida a las mujeres, llevaban a que las trbadas se disimularan accediendo al matrimonio pero generando prcticas bisexuales o impropias en las relaciones heterosexuales que minaban el rol del varn. Las lesbianas que se atrevieron a vivir su eleccin sexual durante los aos analizados lo hicieron en el closet, con temor a denuncias, encierros mdico-psiquitricos y todo tipo de intervenciones regenerativas. Sin llegar a estos las sanciones actuaban como reprobaciones morales. Quisiramos sealar que buena parte de estas interpretaciones an persiste en la medicina de nuestros das. El biologicismo evolutivo y la patologizacin de la homosexualidad femenina son moneda corriente muchas veces no encubierta y aceptada y difundida. La vigencia se puede rastrear en la constante referencia actual a Nerio Rojas en temas de delitos sexuales, las expresiones evolucionistas del antroplogo britnico Desmond Morris en su obra La mujer desnuda y la presencia de la homofobia y los componentes biologicistas en teoras psicoanalticas actuales. Hoy, los debates y las discusiones sobre la condicin lsbica estn abiertos y giran en torno a diferentes problemticas, se discute qu forma de nominacin es ms adecuada teniendo en cuenta cmo las nociones de homosexualidad y lesbianismo tienen sentidos polticos inestables segn los contextos desde donde se los utiliza. En otro plano, una querella est instalada en torno a si la pornografa es una liberacin para el lesbianismo o una nueva forma de opresin del capitalismo. Finalmente, la pregunta en torno al lugar que el lesbianismo tiene en el feminismo y la relacin entre mujeres heterosexuales y lesbianas as como la influencia de otras diferencias como la raza o la edad que quiebran la sororidad, hermandad femenina, que se intenta construir en el feminismo.72 La demanda de las mujeres que aman a otras mujeres nos introduce en el derecho a la eleccin sexual. El anlisis mdico problematiza lo que en la experiencia lsbica poda haber sido menos problemtico si la patologizacin y sancin moral no hubieran estado all recriminndolas. Con todo, es importante destacar que an ante estas reprobaciones, las mujeres lucharon por vivir lo ms libremente posible su vida. Creemos que es importante comprender y conocer las races que nutren el pensamiento mdico moral de una poca para redimensionar la capacidad de resistencia de los sujetos. Tal vez, contribuya a la lucha del movimiento
512
lsbico no slo por ser reconocidas si no en su apuesta ms fuerte a una convivencia profundamente democrtica que acepte la diferencia sin convertirla en subordinacin y estigmatizacin y logrando plenos derechos de ciudadana.
Referencias bibliogrficas
ACHA, Omar. Masculinidad futbolstica, poltica y homoerotismo en el cine durante el primer peronismo. En: RAMACCIOTTI, Karina; VALOBRA, Adriana. Generando el peronismo. Estudios de cultura, poltica y gnero (19461955). Buenos Aires: Proyecto Editorial, 2004. p. 125-169. BALDERSTON, Daniel; GUY, Donna J. (Comps.). Sexo y sexualidades en Amrica Latina. Buenos Aires: Paidos, 1998. BAO, Daniel. Invertidos sexuales, tortilleras and maricas machos: the construction of homosexuality in Buenos Aires, 1900-1950". Journal of Homosexuality, San Francisco, v. 24, n. 3/4, p.183-219, 1993. BARRANCOS, Dora. Inclusin/exclusin. Historia con mujeres. Buenos Aires: Fondo de Cultura Econmica, 2001. ______. Iniciativas y debates en materia de reproduccin durante el primer peronismo (1946-1952). In: SEPOSAL, 2002, Salta. Mimeografa. BAZN, Osvaldo. Historia del homosexualismo en la Argentina. De la conquista de Amrica al siglo XXI. Buenos Aires: Marea, 2004. BELBEY, Jos. Ejercicio de la prostitucin. Archivos de Medicina Legal, Buenos Aires, n. XIV, p. 584-595, 1944. BEN, Pablo. Mustrame tus genitales y te dir quien eres.... In: ACHA, Omar; HALPERN, Paula. Cuerpos, gneros e identidades. Estudios de historia de gnero en Argentina. Buenos Aires: Ediciones del Signo, 2000. p. 67-76. BEN, Pablo; ACHA, Omar. Amorales, patoteros, chongos y pitucos. La homosexualidad masculina en el primer peronismo (Buenos Aires 1943-1955). Revista Trabajos y Comunicaciones, La Plata: UNLP , 2.a poca, p. 217-260, 2006. BOSCH, Raimundo. Tribadismo y matrimonio. Revista de la Asociacin Mdica Argentina, Buenos Aires, v. 25, p. 2326, 1938. CARRILLO, Ramn. Clasificacin sanitaria de los enfermos mentales. Relaciones entre el Cdigo Civil y Sanitario. Buenos Aires: Talleres Grficos del Ministerio de Salud Pblica, 1950. CIA, Felipe M. La shockterapia en la perversin instintiva. Archivos de Medicina Legal, Buenos Aires, n. XIV, p. 401407, 1944. DEMILIO, John. Capitalismo e identidad gay. Revista Nuevo Topo, Buenos Aires: Manuel Surez-Editor, n. 2, p. 57-74, 2006.
513
EIRIS, Ernesto. Aberraciones sexuales en la mujer. Sus proyecciones mdico legales. Revista de Medicina Legal y Jurisprudencia Mdica, Buenos Aires, v. V, p. 198201, 1941. ELLIS, Havelock. Sexual Problem, their Nervous and Mental Relations. The Modern Treatment of Nervous and Mental Disease, Philadelphia and New York: Lea Febiger , v. I, p. 100-141, 1913a. ______. Estudios de psicologa sexual. Madrid: Hijos de Reus Editores, 1913b. FIGUERAS, Aniceto. Estudio clnico de las perversiones sexuales. Buenos Aires: Facultad de Ciencias Mdicas, 1950. Trabajo de Adscripcin. No paginado. ______. Electro shockterapia en psicosis. Revista de Psiquiatra y Criminologa, v. X, 1945. FIOCCHIETTO, Rosanna. La amante celeste. Madrid: Horas y Horas, 1993. FOUCAULT, Michael. La vida de los hombres infames. La Plata: Ediciones Altamira, 1996. GIDDENS, Anthony. The Transformation of Intimacy. Sexuality, Love & Eroticism in Modern Societies. California: Stanford University, 1992. GRECO, Nicols. La ley abolicionista 12.331 de profilaxis de las enfermedades venreas debe reformarse. Archivos de la Secretaria de Salud Pblica de la Nacin, Buenos Aires, v. IV, n. 5, p. 449-458, 1948. HENRY, George. The Relation of Menstruation Personality Disorders. American Journal of Psychiatry, New York, v. XIII, n. 2, p. 239-273, 1933. ______. Sex Variants, a Study of Homosexual Pattern. NewLondon: Paul B. Hoeber inc., 1941. JEFFREYS, Sheila. La hereja lesbiana. Una perspectiva feminista de la revolucin sexual lesbiana. Valencia: Ctedra, 1996. KAMINKER, Jos. Psicopatologa social. Hacia una profilaxis de la perversidad. Archivos de la Secretara de Salud Pblica, Buenos Aires, v. V, n. 6, p. 675-683, 1949. ______. Deshumanizacin sexual y neurosis. Compendio Mdico, Buenos Aires, n. 62, p. 19-21, 1951. ______. Sexo y conducta neurtica. Compendio Mdico, Buenos Aires, n. 66, p. 19-21, 1952. KRAFT-EBING, Richard Von. Etude mdico-lgale psychopathias sexualis. Pars: Masson Et cie Editeurs, 1895. LORDE, Audre. La hermana, la extranjera. Madrid: Horas y Horas, 2004. MARTOS MONTIEL, Juan Francisco. Desde lesbos con amor. Homosexualidad femenina en la Antigedad. Madrid: Ediciones Clsicas, 1996.
514
MIRANDA, Marisa; VALLEJO, Gustavo (Comps.). Darwinismo social y eugenesia en el mundo latino. Buenos Aires: Siglo XXI, 2005. MORAGUES BERNAT, Jaime. Bases para la proteccin integral de la madre y el nio. Tesis de profesorado de la Facultad de Ciencias Mdicas, Universidad de Buenos Aires, 1947. MOREAU DE JUSTO, Alicia. La mujer en la democracia. Buenos Aires: Editorial Anteo, 1945. NARI, Marcela. Polticas de maternidad y maternalismo poltico. Buenos Aires, 1890-1940. Buenos Aires: Editorial Biblos, 2004. PREZ Manuel et al. Sobre un caso de ninfomana. Boletn de la Sociedad de Obstetricia y Ginecologa de Buenos Aires, tomo XVIII, p. 282-294, 1939. RAFFAELLI, Alfredo. La inversin sexual en los menores varones. Tesis de doctorado de la Facultad de Ciencias Mdicas de la UNLP , La Plata, 1944. RAMALLN, Rafael. Descorramos el velo!. Viva Cien Aos, Buenos Aires, v. V, n. 1, p. 872-874, 1938a. ______. 43 millones de anomalas del instinto sexual. Viva Cien Aos, Buenos Aires, v. V, n. 7, p. 436-449, 1938b. RICH, Adrienne. Sangre, pan y poesa. Prosa escogida: 19791985. Barcelona: Icaria antrazyt, 2001. RODRGUEZ, Germinal. Notas de higiene: eugenesia. Archivos de la Secretara de Salud Pblica, Buenos Aires, v. I, n. 5, p. 91-92, 1947. ROJAS, Nerio. Medicina legal. Buenos Aires: El Ateneo, 1971. SALESSI, Jorge. Mdicos, maleantes y maricas. Rosario: Viterbo, 1995. SARD, Alejandra; HERNANDO, Silvana. No soy bombero pero tampoco ando con puntillas. Buenos Aires: Editorial Bomberos & Puntillas, 2001. SIRLIN, Lzaro. Una variedad del amor patolgico: la enclitofilia. La Semana Mdica, Buenos Aires, n. 45, p. 5-20, 1940. STECKEL, Wilhelm. La frialdad de la mujer. Psicopatologa de la vida sexual femenina. Madrid: Ediciones Morata, 1942. STEPAN, Nancy. The Hour of Eugenics. Race, Gender and Nation in Latin Amrica. Ithaca and London: Cornell University Press, 1991. THERBORN, Gran. La ideologa del poder y el poder de la ideologa. Mxico: Siglo XXI, 1980. TOBAR GARCA, Carolina; GUIAZU, Sixta Elira. El sndrome de la perversidad en la infancia. In: PRIMER CONGRESO NACIONAL DE PUERICULTURA, 1941, Buenos Aires. Actas... Buenos Aires: Imprenta Alfredo Fascoli, 1941.
515
VEYGA, Francisco de. Inversin sexual adquirida. Archivos de Medicina Legal y Psiquiatra, Buenos Aires, tomo I, p. 194-208, 1902. ______. Notas sobre la mujer. La Semana Mdica, Buenos Aires, ao XLIX, n. 9, p. 893-917, 1942. WITTIG, Monique. El cuerpo lesbiano. Valencia: Pre-textos, 1977. [Recebido em maio de 2007 e aceito para publicao em dezembro de 2007]
The Medical Ar gentine F ield and its L ook on the T ribadism, 1936-1955 Argentine Field Look Tribadism, Abstract: This article describes and analyzes the discursive articulation on the lesbianism in the medical Argentine field between 1936 and 1955. The truths of the medicine possess a normative force which constitutes a suitable place to favor the heterosexual model and to impose this point of view to the rest of the society. First we will outline the medical arguments in the European area. They were the most accessed models by the medical Argentine elite. Then, we will analyze the re-readings and appropriations realized in Argentina, articulating them with the hegemonic heterosexual model of femininity. Key W ords Words ords: Argentina; Heterosexuality; Tribadism; Medical Field.
516