Ernesto Guevara, una puesta al da

La Jornada/Mircoles 12 de junio de 2013

Qu de nuevo sabemos sobre Ernesto Guevara en los pasados dos o tres aos? Ha cambiado la percepcin que exista sobre el revolucionario cubano-argentino? Hay nuevos materiales que enriquecen su biografa?

Por: Paco Ignacio Taibo II Me meto durante 15 horas en Internet para ponerme al da: descubro una fbrica cubana de nquel que lleva su nombre y va de lder en las espartaquiadas. Un ciclista argentino recorre su ruta latinoamericana en bicicleta. Regalan una estatua suya de cuatro metros para que sea colocada en La Higuera. El Senado boliviano le pide a la inteligencia militar que diga si estn en su poder el protocolo de la autopsia y el acta de defuncin del Che y exige que se desclasifiquen; ambos documentos fueron negados a periodistas en nombre del secreto de Estado. En Lima se vende una marca de cigarrillos llamada Che, con la eterna foto de Korda en el frente. Se anuncia un nuevo programa sobre el Che en The History Channel. En la Repblica Dominicana una manifestacin con banderas del Che reta a la polica que dice que no permitir un paro nacional. Un concurso de alguna televisora panamea declara al Che el poltico ms importante del siglo XX, con 60 por ciento de los votos. Luis Figueroa, quien hace dibujos del Che en las cercanas de la casa en la que vivi en 1953, en Guayaquil, comenta: Es la imagen que ms se vende. Por cada retrato de Jesucristo vendo 30 del Che. Ya hasta puedo dibujarlo de memoria. En una pgina de Internet llamada Sortorama se puede encontrar su carta astral. Deberamos angustiarnos ante la mayora de estas historias? En nombre de qu soberana pureza deberamos espantarnos de los fenmenos comunes de la sociedad de consumo con los que convivimos diariamente? Son ms perversas las camisetas de Ronaldinho que las del Che? Yo, siendo un convicto y confeso ateo, ando muy feliz por ah con mi camiseta del estandarte guadalupano del cura Hidalgo, bandera de la primera Independencia de Mxico. No habra que inquietarse no mayormente, ya que son los lamentables ecos perifricos de un culto de masas, que en muchos casos est provisto de ms potentes contenidos. Se hizo viejo Marx, nadie oy hablar del prncipe Kropotkin, Lenin se volvi sospechoso de haber

inventado la dictadura del proletariado sin proletariado y haberle heredado el monstruo a Stalin, que lo corrompi a fondo con plcido delirio totalitario. En el gran espacio queda elChe. Y en la medida en que la izquierda pierde falsa y vera historia a pasos agigantados, queda solo. As que en soledad se construye un culto laico en torno a l, en cuya periferia aparece maligno el consumo pinche. Su nieto Canek deca en una entrevista que por qu a nadie le preocupaba que hubiera camisetas con la imagen de alguien tan banal en nuestra historia contempornea como Karol Wojtyla. No ha vivido el catolicismo durante aos vendiendo estampitas de santos que todo lo curan? (Por cierto que el Che, en uno de sus momentos de mxima miseria, y tuvo muchos, venda estampitas de santos por las calles de Guatemala para sobrevivir.) Lo que s debera preocuparnos es que la periferia invada el corazn de la leyenda y lentamente la desplace. Que a fuerza de no contarlo, mal contarlo, volverlo dogma, esquema o santo bobo, el Che se desvanezca envuelto en seis carteles y una camiseta.

El Che tomando una Coca-Cola. Imagen tomada de Internet, fechada el 8 de agosto de 1961 Nuevos testimonios Desde que entregu a la editorial la ltima edicin corregida y aumentada de la biografa del Che, he estado guardando en una caja los materiales nuevos que van cayendo en mis manos. Hay de todo. Entre otras cosas un justificado inters por Celia, su madre (Julia Constenla: Celia, la madre del Che, Editorial Sudamericana; Luciana Peker: La entraable fortaleza, Pgina12, 3 marzo, 2005), una de las mujeres argentinas nacidas a principios del siglo XX bajo el mandato de las trenzas escolares y del cuello planchado con cera, y que forjaron su rebelda con cortes a la melena, cigarrillos en la mano e hijos sietemesinos; y varios artculos sobre la discusin acerca de las aventuras extraconyugales de su padre. Quiz lo ms interesante es la aparicin de las memorias de uno de sus compaeros de la infancia, Calica Ferrer (De Ernesto al Che, Marea Editorial), que rescata las memorias del compaero del Che durante su segundo viaje por Latinoamrica, en 1953. Resulta un libro amable, rico en ancdotas y despojado del culto guevarista, es la historia de un viaje y dos amigos. Sobre esa misma poca, un reportaje de la Afp en Internet (El Che Guevara en Ecuador, una historia fugaz y casi desconocida) cuenta con abundantes testimonios el paso de Guevara por Guayaquil, donde viva en una casa del barrio Las Peas, al final del malecn del puerto; una casa de balcones rojos que el guardin rentaba para citas amorosas a escondidas de los dueos y que tena muy poco prestigio. El Che sala de ah siempre cargado de libros y no tuvo relacin con los vecinos. Ha salido (ya en Italia y supuestamente en espaol, aunque an no he conseguido un ejemplar) el libro que sobre su marido escribi Aleida March, titulado Evocaciones, editado por Ocean Press. Por las entrevistas que acompaaron su lanzamiento, es de suponer que quiz lo ms interesante, adems de aportar historias sobre la vida familiar del Che, es la narracin de los encuentros clandestinos de la pareja en Tanzania y Praga, poco despus de la fracasada experiencia guerrillera del Congo, en 1966. Dos materiales sobre la etapa mexicana del Che y la preparacin de la expedicin del Granma son la biografa del general Bayo, escrita por el periodista espaol Luis Dez (Bayo, el general que adiestr a la guerrilla de Castro y el Che , Editorial Debate), y el libro de El Cuate del Conde, Yate Granma.

Bayo, un general republicano espaol, fue conectado por Fidel en el exilio mexicano y se hizo cargo del entrenamiento del Movimiento 26 de Julio en el rancho de Chalco, cuando contaba con 58 aos. Fidel finalmente no permiti que el general, quien se haba presentado como voluntario reiteradas veces, los acompaara. El libro registra su queja: Me dejan por viejo, no por cobarde. El Cuate del Conde es uno de los ms singulares personajes de la improvisada red que se cre en Mxico para apoyar a los cubanos: armero, responsable de la compra del yate, de una fidelidad y entrega notables al movimiento. Sobre la etapa revolucionaria cubana, Celia, ensayo para una biografa, (La Habana, 2004) del riguroso historiador cubano Pedro lvarez Tabo, que lamentablemente no ofrece mayor espacio a la labor previa de Celia Snchez en la sierra Maestra, construyendo la red que salvara a los expedicionarios delGranma. Quiz el ms interesante de los libros editados recientemente es el texto de Ciro Bustos, El Che quiere verte (editorial Vergara), que adems de aportar muchos elementos sobre los intentos previos del Che de organizar la lucha armada en Argentina, ofrece informacin sobre su paso por la guerrilla y reabre el debate sobre cmo el ejrcito boliviano supo de la presencia del Che en Bolivia. Tambin sobre la etapa boliviana, una nueva entrevista con Paco, el superviviente de la masacre de Vado del Yeso, donde murieron Tania y Vilo Acua. La entrevista fue realizada por Vania Solares Maymura (El antihroe de la retaguardia del Che, Econoticiasbolivia.com), la sobrina del otro superviviente, poco despus torturado y asesinado. Paco (Jos Castillo), bajo presin, ofreci informacin al ejrcito y vivi bajo el estigma de ser uno de los traidores de la guerrilla. La aparicin en Italia de Che Guevara. Top Secret, de Vicenzo Vasile y Mario Cereghino (Bompiani, octubre de 2007), que recoge los nuevos documentos desclasificados en Estados Unidos, parece confirmar la tesis de que los gringos no tenan inters en la muerte del Che, a quien preferan humillar polticamente, y tal como ha sido contado, fue la decisin de la cpula del ejrcito boliviano la que condujo al asesinato de La Higuera, el 9 de octubre. Un ltimo material: Arguedas confidencial, del periodista boliviano Roberto Cuevas Ramrez, es una biografa repleta de informacin sobre el contradictorio y extrao ministro

del Interior boliviano responsable de haber sacado el diario y las manos del Che de Bolivia para entregarlas al gobierno cubano. Materiales interesantes, pero que no cambian las informaciones del gran marco, ni siquiera las historias secundarias, aunque ofrecen una inmensa riqueza en los detalles. Pareciera que en lo esencial, la historia ya est contada, y ha sido bien contada. Pero algunas polmicas persisten e incluso se agudizan. No con fundamento. Tania

Una de las polmicas abiertas es la que se origina por la construccin de una leyenda negra que dice que la argentina-alemana Tamara Bunke, quien colabor en la preparacin de la base en La Paz de la guerrilla boliviana del Che, era una operadora de los servicios secretos de la RDA y por extensin de los soviticos, labor que sigui haciendo en Cuba y en Bolivia, espiando y saboteando la guerrilla del Che. La rocambolesca historia se origina en el libro de Daniel James ( Che Guevara, una biografa), que cuenta que un agente de los servicios de Alemania oriental que desert, la reconoci y dijo que Tamara haba trabajado para ellos en control de extranjeros. La historia ha sido recogida y reiterada en otros libros. Friedl (Tania, la mujer que am al Che,

un libro absolutamente especulativo y a ratos hasta grotesco), basado en informacin policiaca, precisa: Mnnel, el desertor, aporta tan slo un dato, en los primeros meses de 1961 Tamara Bunke era agente informal de los servicios alemanes. Lo que puede significar algo tan simple como que en una sociedad autoritaria y policiaca, Tania ofreca, de manera libre o coaccionada, informacin a los servicios durante sus tareas de traductora. No hay que olvidar que desde los 18 aos perteneca al Partido Comunista alemn. Para apoyar esta tesis, Friedl dice que la CIA manejaba esta informacin, pero fuera de recoger versiones (de Rodrguez o de Marchetti), no ofrece ninguna prueba. Por extensin, se dice que trabajaba tambin para el KGB. Parece obvio, si uno sigue la historia atentamente, que a partir de su reclutamiento por los servicios cubanos, para Tania estaba clara la prioridad de sus fidelidades, y que cort relaciones con los alemanes. Adems de esto, Friedl, Geyer y otros infieren que fue amante del Che, basados en una lgica formal muy discutible: Si trabajaba para los servicios, si era mujer... (Meyer: No hay duda que el Che y Tania fueron amantes desde que se conocieron.) Algunos historiadores son bastante potentes en esto de no dudar. La afirmacin sustituye la informacin. El mtodo de construir una tesis es irresponsablemente fascinante y se reduce al simplismo declarativo. Las pruebas de sus afirmaciones? No, eso no tiene demasiada importancia. Declaran: tuvieron relaciones sexuales, porque el Che era mujeriego y Tania era agente de los rusos. Alarcn, en su ltimo libro, es partidario de esta segunda tesis, la de los amores, no la de la espa rusa, despus de haber dicho en volmenes anteriores lo contrario. Pero en el tiempo que pas con el Che en la guerrilla no vio una sola prueba de afecto entre ambos. Varios autores utilizan como comprobacin (!) de la tesis la presencia de Tania en Praga, durante unos das. No hay mucha seriedad en todo esto. He revisado minuciosamente los textos y no producen un solo elemento, ninguna referencia que apoye sus conclusiones. Otro tanto sucede con la tesis de que era espa sovitica. Los recientemente abiertos archivos del contraespionaje sovitico y de la Alemania oriental no ofrecen ninguna prueba que sustente esta versin. Y ya puestos a construir la leyenda negra de Tania, dicen que en el momento de morir estaba embarazada. Curiosamente, el cadver no fue sujeto de ninguna autopsia y el nico superviviente de la masacre de la retaguardia, Paco, nunca ha hablado del asunto. Cmo lo saben entonces? Pareciera que una nueva categora, la de historiador gineclogo se incorpora al gremio. La aparicin de dos nuevos libros, el de Ulises Estrada ( Tania la guerrillera y la epopeya suramericana del Che, Ocean Press, 2005) y Mariano Rodrguez Herrera ( Tania, la

guerrillera del Che, Plaza Jans, 2006) y de los testimonios en entrevistas de su madre, Nadia Bunke (quien por cierto le gan un juicio en Alemania a Friedl y a la Aufbau Verlag, obligando a la supresin de 14 pasajes del libro por considerarlos una difamacin), parecen dejar claro los ltimos resquicios de la historia de Tania, a ms de aportar muchos detalles sobre la estancia del Che en Praga. Lo sorprendente es que las calumnias se siguen repitiendo aqu y all.

Huellas dactilares del lder guerrillero registradas por el ejrcito boliviano, en 1967. Foto: Ap

Las obsesiones de la nueva derecha A toda esta produccin de libros de testimonio, ensayos, documentos, los cultos laicos, las nuevas biografas, se han sumado cuatro pelculas sobre el Che y otras cuatro estn en camino, decenas de documentales, tres nuevas novelas: la del ex canciller boliviano Juan Ignacio Siles del Valle, Los ltimos das del Che. Que el sueo era tan grande (editorial Debate), con una curiosa estructura de novela documental; Las andaduras del Che del

novelista espaol Ramn Chao, que busca el paralelo narrativo entre el Che, y el Quijote, y El Misterio de las Tanias, del chileno Sebastin Edwards (Alfaguara, 2007.) La respuesta del mercado al culto social del Che est llegando a lmites de saturacin. Y frente a estos comportamientos desatados, los intelectuales de la nueva derecha se ponen nerviosos. Ellos, tan defensores del capitalismo salvaje, tan benvolos con el sistema, se tiran de los pelos ante sus aberraciones: los irrita hasta el delirio el vendedor de camisetas del Che en el submundo de la economa marginal, se exasperan por la inmoralidad del que muestra al turista la casa en la que el Che vivi en Guayaquil para ganarse dos pesos, se escandalizan hasta el rasgamiento de camisas por la impureza del chebisnes. Son acaso ellos los guardianes del Che? Dos personajes son buenos exponentes de la versin menos matizada de la nueva reaccin (en su extremo ms culto estaran Jorge Castaeda y el francs Pierre Kalfon) Humberto Fontova, autor de Exposing the Real Che Guevara: And the Useful Idiots Who Idolize Him (Exponiendo al Che Guevara real y a los tiles idiotas que lo idolatran), y lvaro Vargas Llosa: The Che Guevara Myth and the Future of Liberty (El mito del Che Guevara y el futuro de la libertad) publicada por The Independent Institute; por cierto que si se compran juntos enAmazon, te dan descuento. Varios son los caminos de las voces conservadoras para enfrentar al fantasma delChe: establecer que Fidel lo embarc en la aventura boliviana y luego lo traicion para deshacerse de l, mostrar lo polticamente incorrecto que Guevara era (feroz exterminador de homosexuales en Cuba, se dice en una pgina web, machista extremista, y se lee en otras tantas), ridiculizarlo en funcin de la mercadotecnia existente (como si el pobre Ernesto fuera accionista de las fbricas de camisetas que repiten su imagen) y convertir al Che en un sdico asesino. El asesino de La Cabaa En la red se han disparado las historias que hacen del Che un asesino. Se le atribuyen los fusilamientos en la fortaleza de La Cabaa durante los primeros das de la revolucin cubana, con la consiguiente cuota de sadismo detrs de ellos. El disparador es un artculo de Alvarito Vargas Llosa en The New Republic, aparecido en julio de 2005 y difundido y ampliado por las comunidades cubanas en el exilio: La mquina de matar:

El Che Guevara, de agitador comunista a marca capitalista. Pareciera, contada la historia fuera de todo contexto, que el Che por su propia iniciativa fusilaba a disidentes polticos de la revolucin. Los hechos, narrados con mayor precisin y detalle establecan que los tribunales de urgencia de La Cabaa haban sido creados por el nuevo gobierno para darle respuesta a un clamor popular: la ejecucin de los torturadores y asesinos batistianos que haban sido capturados. El ambiente estaba particularmente recalentado por los medios de comunicacin. La televisin, la radio, las revistas y diarios todos los das narraban, luego del triunfo de la revolucin, historias terribles sobre fosas comunes ocultas, asesinatos de jvenes desarmados, violaciones, torturas; sobre todo centradas en la represin a las guerrillas urbanas, y adems de mostrar cementerios clandestinos, se hablaba de las matanzas de campesinos inermes durante las ofensivas contra la sierra Maestra. Una encuesta privada realizada en todo Cuba, mostraba que 93 por ciento de la poblacin aprobaba los fusilamientos. El Che fue nombrado auditor militar y tena como misin revisar los juicios de los dos tribunales especiales. Durante el tiempo que ejerci el cargo, dos docenas de penas de muerte fueron pronunciadas y ratificadas, 55 en total, si se la hace caso a uno de los responsables de los tribunales, Duque de Estrada. Jules Dubois, en nada sospechoso de simpatizar con la revolucin, reseaba en la prensa estadunidense el caso de uno de los condenados, un polica que haba confesado al menos el asesinato y tortura de 17 jvenes durante la etapa de la lucha urbana. Guevara no debe haber tenido dudas al ratificar las condenas, crea en su justicia y en los ltimos aos haba sacado de s mismo una tremenda dureza ante situaciones similares. Las versiones actuales hacen crecer la lista de fusilados de 55 a 600 (en una pgina web llamada Che ms mito que realidad) y destacan el caso de un joven, menor de edad, insisten en repetir, llamado Ariel Lima, que en las versiones ms extrapoladas asientan que el Che se burl de su madre e incluso le dio el tiro de gracia. En todas las versiones surgidas de la mixtura (por ejemplo el debate en la red con el ttulo Por qu dicen que el Che es un asesino?) poco se sabe de Ariel, ms all de que estaba detenido por que haba sido miembro de las redes urbanas del 26 de Julio y bajo amenaza de tortura al ser capturado denunci a varios de sus compaeros. Investigando un

poco uno puede descubrir a partir de la confesin de Caro, guardaespaldas del terrible jefe de polica Esteban Ventura, que Ariel termin trabajando para l y que particip en detenciones y torturas de combatientes del 26 de Julio. Un testimonio cuenta que Ariel particip en las torturas de Lidia Doce, una mujer de ms de 40 aos, mensajera de la columna del Che, a la que ste dedica uno de los Pasajes de la Guerra Revolucionaria, apaleada y luego metida en un saco, an viva, y arrojada al mar. Fueron los tribunales excesivamente rigurosos? Se fusil inocentes? Slo una revisin cuidadosa de la informacin y de los juicios permitira sacar conclusiones. No abunda este tipo de investigacin en los textos citados. Fidel Se ha publicado recientemente Cien horas con Fidel, conversaciones con Ignacio Ramonet (La Habana, 2006). Que siendo un texto que enriquece la versin de Fidel en torno al Che, no aporta nuevos elementos significativos que los que haba proporcionado en una entrevista previa con Gianni Min. Desde el otro lado del espectro poltico ha venido creciendo la propuesta de: Si no te gusta Fidel, chngatelo con el Che. Reiteradamente se ha propuesto la teora de que el Che abandon Cuba en el 65 por una confrontacin con Fidel, que se haba producido un choque de trenes; llevada a su extremo, la teora dice que Fidel embarc al Che en la operacin de Bolivia, y ya en el lmite, que no slo lo abandon sino que lo traicion Ms all de las filias o fobias de este historiador por Fidel, por ms que se ha insistido en el asunto, no existe ningn tipo de elemento probatorio de tal cosa. El Che haba decidido mucho antes su salida y no era fcil ponerse en su camino cuando tomaba una determinacin El ltimo material de la leyenda negra es La autobiografa de Fidel Castro, de Norberto Fuentes, que exige una gran voluntad de parte del lector. Dos tomos de mil pginas cada uno. El narrador de esta nota tiene que reconocer que se limit a leer el centenar de referencias que se hace del Che en el libro sin leerlo de corrido. Ms all de la gracia del chismorreo antifidelista y de las interioridades y ms interioridades del proceso revolucionario que Norberto conoci con cierta extensin, el libro no discrimina entre la informacin, la especulacin, el chisme y la calumnia, y los mezcla generosamente,

haciendo una labor de mago para que el lector no pueda distinguir entre uno y otro; reproduce documentos que no lo son, y sistemticamente pone en boca de Fidel palabras cuya veracidad es imposible de establecer. Ms cerca de la novela que del testimonio, induce peligrosamente a sus lectores a dar por bueno el rigor en lo narrado. El libro merecera una lectura ms precisa, disriminando el material y rescatando aquello que pudiera tener validez. En la lgica de andarle tocando los cojones a Fidel, ha aparecido recientemente un artculo de los conocidos Maite Rico y Bertrand de la Grange (Operacin Che. Historia de una mentira de Estado, Letras Libres, febrero de 2007). Que sostiene que el cadver recientemente desenterrado en Vallegrande y llevado a Cuba no pertenece al Che. El artculo notablemente minucioso en la reconstruccin de la historia, tiene el corazn de palo. Con argumentos como que entre los vecinos de Vallegrande todo el mundo saba que el cadver del Che haba sido incinerado; que un campesino, que en el momento de los hechos era un nio, declaraba que los cuerpos de otros guerrilleros haban sido enterrados previamente al del Che, porque l haba visto el cadver en el hospital despus del entierro nocturno; el testimonio de un restaurantero alemn que dice que elChe era demasiado importante para que lo enterraran con otros guerrilleros; que la chamarra del Che no fue enterrada sino que fue sustrada por uno de los mdicos que hicieron la autopsia. Suma una visin de la actual poltica cubana, de las necesidades del sistema y concluye que el cadver del Che no ha sido encontrado y que todo se trata de un fraude. Poco les han de importar los argumentos de peso: cuntos cadveres con manos cortadas creen que se poda haber encontrado en la tumba de los guerrilleros? A qu atribuyen la coincidencia de la estructura del crneo de los restos numerados con el nmero dos, con las singulares caractersticas del Che, o el reciente testimonio de las pruebas de ADN) A los apasionados en polmicas los remito. En esta misma lnea, el ex agente de la CIA Gustavo Villoldo declar al diario Nuevo Herald que l se encontraba presente en el momento del entierro de Guevara, y que ste fue arrojado a una fosa comn con otros dos guerrilleros, por lo que considera que los restos encontrados no le pertenecen. Villoldo tambin anda haciendo negocios con un mechn del pelo que dice que le cortaron al cadver del Che y que pretende subastar provocando la justa indignacin de Aleida March, quien calific la operacin como repulsiva.

Che administrador Un periodista argentino me enva un cuestionario para una entrevista por Internet. En la pregunta cinco inquiere: Cuando el Che estuvo al frente del Ministerio de Industria en la isla, los indicadores mostraron que su praxis era ms valiosa en la selva que detrs de un escritorio. Cmo evala usted su paso por la funcin pblica? La pregunta coincide con varias interpretaciones desde la derecha que parecen haber calado en ciertos sectores de la opinin pblica ms all del anlisis, como la de Juan F. Benemelis en Las guerras secretas de Fidel Castro, que habla de su rotundo fracaso como administrador de la economa cubana. Es esto cierto? Era el Che un mal administrador? Dediqu varios captulos de mi libro a contar minuciosamente el paso de Guevara por la direccin del Ministerio de Industria. Es una historia apasionante. Su entrada se da en momentos en los que la economa cubana est en el momento ms daino producido por el cerco estadunidense. Se estatizaron fbricas improductivas, pero haba que mantener el empleo. Se necesitaban 2 mil gelogos y haba dos. De los siete ingredientes para hacer pasta de dientes faltaban cuatro, no haba clavos, de Miami se importaba todo; haban desaparecido los tcnicos, los administradores. El pas perdi en das 75 por ciento de su comercio exterior. Y ser la intervencin del Che, su trabajo de base en las fbricas, su estilo de direccin, el que impidi el colapso. Mal administrador? Al que haya seguido de cerca la historia, la idea le resulta risible. La aparicin reciente de los libros de Tirso W. Senz ( El Che ministro), Angel Arcos (Evocando al Che) y Luis Buch (con Reinaldo Surez, Gobierno revolucionario cubano), enriquecen la visin del da a da en este periodo, que sin duda confirma mi percepcin. Qu hay pues de nuevo sobre el Che en estos aos recientes? La consolidacin de un mito popular, sin duda, un mito en el que abundan las visiones simplistas, los lugares comunes, pero tambin los mecanismos de identidad con el llamado a la rebelin. En paralelo, y afortunadamente, una mucho ms rica oferta de informacin sobre el personaje. La reciente publicacin de El cuaderno verde aade dimensiones al Che que muchos de sus admiradores no esperaban, y parece traer desde su estado

fantasmal el mensaje de que no hay revolucin sin poesa. Al lado, una extraa y graciosa periferia consumista que hara que al Che se le pararan los pelos de punta. Los mitos Los mitos son por naturaleza longevos, resisten el paso de un tiempo que no parece afectarlos; se mueven en el espacio de las medias verdades, tienen versiones simplificadas y complejas, pueden resumirse en dos palabras que no necesariamente sern iguales, o pueden contarse una y otra vez durante das. Los mitos ms potentes suelen ser policlasistas, van de la hoguera campesina a la mesa de caf universitario y no siempre cuentan la misma historia. Ms all de su mensaje central, las versiones difieren, las moralejas varan. Los mitos suelen adornarse en la memoria de los portavoces del mito, las horas que dur la operacin crecen, la inexistente sonrisa aparece, la frase se vuelve ms certera, el momento del choque ms largo, el miedo ms difuso. A su lado aparece la magia. Los mitos tienen una historia detrs. Son propiedad de las sociedades. Estn all para ayudarlas a construir pedacitos de utopa, para crear santorales, imgenes, referencias, estilos de actuacin, una moral que adoptar. A veces se tiende a olvidar dnde se cocina esta historia, se olvida que en Amrica Latina 45 por ciento de la poblacin, cerca de 190 millones, est por debajo de la lnea de la pobreza. Y que no llegaron solos a ocupar ese espacio en la sociedad, alguien los ayud a estar all. Pero hay que tener cuidado con los mitos, porque contienen una buena cantidad de falsedades. Entre las muchas cosas que hay que rescatar de los naufragios hay que salvar a Ernesto Guevara, al que en vida muchos conocieron como el Che? Evidentemente. Y junto a l, al camarada Martov, acusado injustamente de leproso menchevique; a la mejor pluma de la revolucin, el tal Trotski; al ms simptico Federico Engels; al loco de Bakunin; al buen Gandhi y su brillante lgica de la resistencia civil; a Rosa Luxemburgo, no por fea menos encantadora; al soberbio feminismo de Simone de Beauvoir; a la obediencia ciega al canto de la revolucin de Buenaventura Durruti; a Max Hlz, Robin Hood de la revolucin alemana; al propio Robin Hood y a Sandokan, precursor armado del antimperialismo literario, y a Ho Chi Minh, poeta en la prisin y a tantos ms que con sus vidas cuentan la historia de la entrega a la pasin por cambiar a un mundo esencialmente injusto. Y hay que

rescatarlos sin religin ni dogma, nada ms ajeno al pensamiento de la izquierda, sin adhesiones ciegas, contndolos sin censura. En el caso del Che, sin duda su imagen est asociada a la idea de rebelda; pero hay mucho ms. En tiempos de travestismo poltico como los nuestros, en los que los principios polticos se diluyen, todo es posibilismo, compromiso y realpolitik,el Che es la perseverancia de las ideas, el reclamo de los principios, la terquedad, la idea simple y justa de que la poltica no puede ser otra cosa que tica concentrada. El Che es tambin el estilo, la irreverencia y el desapego ante el poder, la continua batalla contra la burocracia, las formas desarrapadas; el Che es la burla de uno mismo y la autoexigencia brutal, el nunca pedirle a nadie que haga lo que no se est dispuesto a hacer. Es un mensaje portador del igualitarismo a ultranza, casi monacal, del respeto a los parias, la dignidad del sacrificio. Lo menos que le debemos es contar bien sus historias. Desmitificar Crec en una generacin en la que el racionalismo intentaba montarse sobre el romanticismo y le daba un barniz, pero por mucho que perseveraba, siempre brotaba bajo la frgil capa de pintura, nunca lo sustitua; en la que el marxismo neanderthal impona su maldicin a palabras como aventurero o vagabundo, y en la que el marxismo chic adoptaba como cantinela el verbo desmitificar. Soy plenamente consciente de que desmitificar al Che, rehumanizar su mito por va literaria, la nica que conozco, la de contar minuciosamente sus historias, es colaborar a la remitificacin, y no me preocupa. Creo en el derecho a los mitos. Soy tambin consciente que contar al Che significa ayudar a recuperar otros derechos polticos, el derecho al romanticismo, a la aventura y al vagabundeo, y creo que ya era hora de que los recuperramos, en su mejor sentido, en el sentido final en que todos ellos invitan a ver el mundo con los ojos de los otros, los que no tienen derechos pero s viven en el paraso perdido del abuso; a tomar el partido de los marginales, los desheredados, los leprosos, los pobres, los jodidos, los ltimos del mundo.