CEC El Hombre Es Capaz de Dios
CEC El Hombre Es Capaz de Dios
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Estas "vas" para acercarse a Dios tienen como punto de partida la creacin: el mundo material y la persona humana. 32 El mundo: A partir del movimiento y del devenir, de la contingencia, del orden y de la belleza del mundo se puede conocer a Dios como origen y fin del universo. San Pablo afirma refirindose a los paganos: "Lo que de Dios se puede conocer, est en ellos manifiesto: Dios se lo manifest. Porque lo invisible de Dios, desde la creacin del mundo se deja ver a la inteligencia a travs de sus obras: su poder eterno y su divinidad" (Rm 1,19-20; cf. Hch 14,15.17; 17,27-28; Sb 13,1-9). Y san Agustn: "Interroga a la belleza de la tierra, interroga a la belleza del mar, interroga a la belleza del aire que se dilata y se difunde, interroga a la belleza del cielo [...] interroga a todas estas realidades. Todas te responde: Ve, nosotras somos bellas. Su belleza es su proclamacin (confessio). Estas bellezas sujetas a cambio, quin las ha hecho sino la Suma Belleza (Pulcher), no sujeta a cambio?" (Sermo 241, 2: PL 38, 1134). 33 El hombre: Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la voz de su conciencia, con su aspiracin al infinito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios. En todo esto se perciben signos de su alma espiritual. La "semilla de eternidad que lleva en s, al ser irreductible a la sola materia" (GS 18,1; cf. 14,2), su alma, no puede tener origen ms que en Dios. 34 El mundo y el hombre atestiguan que no tienen en ellos mismos ni su primer principio ni su fin ltimo, sino que participan de Aquel que es el Ser en s, sin origen y sin fin. As, por estas diversas "vas", el hombre puede acceder al conocimiento de la existencia de una realidad que es la causa primera y el fin ltimo de todo, "y que todos llaman Dios" (San Toms de Aquino, S.Th. 1, q. 2 a. 3, c.). 35 Las facultades del hombre lo hacen capaz de conocer la existencia de un Dios personal. Pero para que el hombre pueda entrar en la intimidad de l ha querido revelarse al hombre y darle la gracia de poder acoger en la fe esa revelacin. Sin embargo, las pruebas de la existencia de Dios pueden disponer a la fe y ayudar a ver que la fe no se opone a la razn humana. III El conocimiento de Dios segn la Iglesia 36 "La Santa Madre Iglesia, mantiene y ensea que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza mediante la luz natural de la razn humana a partir de las cosas creadas" (Concilio Vaticano I, Const. dogm. Dei Filius, c.2: DS 3004; cf. Ibd., De revelatione, canon 2: DS 3026; Concilio Vaticano II, DV 6). Sin esta capacidad, el hombre no podra acoger la revelacin de Dios. El hombre tiene esta capacidad porque ha sido creado "a imagen de Dios" (cf. Gn 1,27). 37 Sin embargo, en las condiciones histricas en que se encuentra, el hombre experimenta muchas dificultades para conocer a Dios con la sola luz de su razn: A pesar de que la razn humana, sencillamente hablando, pueda verdaderamente por sus fuerzas y su luz naturales, llegar a un conocimiento verdadero y cierto de un Dios personal, que protege y gobierna el mundo por su providencia, as como de una ley natural puesta por el Creador en nuestras almas, sin embargo hay muchos obstculos que impiden a esta misma razn usar eficazmente y con fruto su poder natural; porque las verdades que se refieren a Dios y a los hombres sobrepasan absolutamente el orden de las cosas sensibles, y cuando deben traducirse en actos y proyectarse en la vida exigen que el hombre se entregue y renuncie a s mismo. El espritu humano, para adquirir semejantes verdades, padece dificultad por parte de los sentidos y de la imaginacin, as como de los malos deseos nacidos del pecado original. De ah procede que en semejantes materias los hombres se persuadan de que son falsas, o al menos dudosas, las cosas que no quisieran que fuesen verdaderas (Po XII, enc. Humani generis: DS 3875). 38 Por esto el hombre necesita ser iluminado por la revelacin de Dios, no solamente acerca de lo que supera su entendimiento, sino tambin sobre "las verdades religiosas y morales que de suyo no son inaccesibles a la
razn, a fin de que puedan ser, en el estado actual del gnero humano, conocidas de todos sin dificultad, con una certeza firme y sin mezcla de error" (ibid., DS 3876; cf. Concilio Vaticano I: DS 3005; DV 6; santo Toms de Aquino, S.Th. 1, q. 1 a. 1, c.). IV Cmo hablar de Dios? 39 Al defender la capacidad de la razn humana para conocer a Dios, la Iglesia expresa su confianza en la posibilidad de hablar de Dios a todos los hombres y con todos los hombres. Esta conviccin est en la base de su dilogo con las otras religiones, con la filosofa y las ciencias, y tambin con los no creyentes y los ateos. 40 Puesto que nuestro conocimiento de Dios es limitado, nuestro lenguaje sobre Dios lo es tambin. No podemos nombrar a Dios sino a partir de las criaturas, y segn nuestro modo humano limitado de conocer y de pensar. 41 Todas las criaturas poseen una cierta semejanza con Dios, muy especialmente el hombre creado a imagen y semejanza de Dios. Las mltiples perfecciones de las criaturas (su verdad, su bondad, su belleza) reflejan, por tanto, la perfeccin infinita de Dios. Por ello, podemos nombrar a Dios a partir de las perfecciones de sus criaturas, "pues de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analoga, a contemplar a su Autor" (Sb 13,5). 42 Dios transciende toda criatura. Es preciso, pues, purificar sin cesar nuestro lenguaje de todo lo que tiene de limitado, de expresin por medio de imgenes, de imperfecto, para no confundir al Dios "que est por encima de todo nombre y de todo entendimiento, el invisible y fuera de todo alcance" (Liturgia bizantina. Anfora de san Juan Crisstomo) con nuestras representaciones humanas. Nuestras palabras humanas quedan siempre ms ac del Misterio de Dios. 43 Al hablar as de Dios, nuestro lenguaje se expresa ciertamente de modo humano, pero capta realmente a Dios mismo, sin poder, no obstante, expresarlo en su infinita simplicidad. Es preciso recordar, en efecto, que "entre el Creador y la criatura no se puede sealar una semejanza tal que la desemejanza entre ellos no sea mayor todava" (Concilio de Letrn IV: DS 806), y que "nosotros no podemos captar de Dios lo que l es, sino solamente lo que no es, y cmo los otros seres se sitan con relacin a l" (Santo Toms de Aquino, Summa contra gentiles, 1,30). Resumen 44 El hombre es por naturaleza y por vocacin un ser religioso. Viniendo de Dios y yendo hacia Dios, el hombre no vive una vida plenamente humana si no vive libremente su vnculo con Dios. 45 El hombre est hecho para vivir en comunin con Dios, en quien encuentra su dicha."Cuando yo me adhiera a ti con todo mi ser, no habr ya para mi penas ni pruebas, y mi vida, toda llena de ti, ser plena" (San Agustn, Confessiones, 10,28,39). 46 Cuando el hombre escucha el mensaje de las criaturas y la voz de su conciencia, entonces puede alcanzar a certeza de la existencia de Dios, causa y fin de todo. 47 La Iglesia ensea que el Dios nico y verdadero, nuestro Creador y Seor, puede ser conocido con certeza por sus obras, gracias a la luz natural de la razn humana (cf. Concilio Vaticano I: DS 3026). 48 Nosotros podemos realmente nombrar a Dios partiendo de las mltiples perfecciones de las criaturas, semejanzas del Dios infinitamente perfecto, aunque nuestro lenguaje limitado no agote su misterio. 49 "Sin el Creador la criatura se [...] diluye" (GS 36). He aqu por qu los creyentes saben que son impulsados por el amor de Cristo a llevar la luz del Dios vivo a los que no le conocen o le rechazan.