Identidad Ciudadana
Identidad Ciudadana
Identidad Ciudadana
a Zeus cmo impartir justicia y reverencia a los hombres: Deba distribuirlas como estn distribuidas las artes, esto es, slo a unos pocos favorecidos o a todos? A todos contest Zeus-; quisiera que todos tuvieran una parte; porque las ciudades no pueden existir si solamente unos pocos disfrutan de las virtudes como de las artes. Platn, Protgoras Desde mediados del siglo pasado en nuestro pas la educacin de los ciudadanos se convierte en un problema poltico de Estado. En un principio dicha educacin, aunque elemental (ensear a leer y a escribir), tena un norte especfico: la formacin de una ciudadana participativa que, junto con los dirigentes gubernamentales, llevaran a cabo la consolidacin nacional. Pero este loable objetivo dur muy poco como poltica de estado, pues los mismos dirigentes que antes reclamaban para su pueblo una educacin basada en la creacin de una conciencia de comunidad democrtica, se percatan de que su verdadera necesidad no consiste en formar individuos que ms tarde puedan cuestionar su mandato sino, por el contrario, individuos que contribuyeran al desarrollo econmico del pas. Es as como se crean diversas instituciones (entre ellas el SENA) que tenan como fin formar a un individuo econmicamente ms productivo. Podemos decir entonces que la educacin de manera masiva en Colombia pasa de ser formacin de ciudadanos y ciudadanas a ser formacin de trabajadores y trabajadoras. En la actualidad diversos escenarios (tanto la educacin escolar como la tcnica, tecnolgica y universitaria) son muestra del marcado nfasis que se ha realizado en cuanto a la educacin para el trabajo o, de manera ms reciente, para crear empresa. Y aunque no demerito el servicio que este tipo de
educacin ha venido prestando como alternativa a la gran cantidad de desempleo y pobreza, si considero conveniente que desde las aulas de clase, lugar donde todava no se educa con un nfasis especfico (como si lo hace la educacin superior) y puede decirse que hay interdisciplinariedad de saberes, de donde debe emerger el ciudadano comprometido que requiere nuestra sociedad. Cabe aclarar que el discurso en pro de la construccin de una ciudadana democrtica no ha estado del todo ausente de la escuela pero, teniendo en cuenta el poco nfasis que se hace en sta (cuando digo esto me refiero a la intensidad horaria y al hecho de no tener una ctedra fija), a mi modo de ver, debera repensarse el fin y los medios de la educacin ciudadana en nuestro pas. La construccin de una identidad ciudadana en la escuela hasta hoy se ha fundamentado en lo colectivo, es decir, en esta se pretende que los alumnos conozcan la normatividad (derechos y deberes) consignados en la Constitucin Poltica y que puedan problematizar frente a ellos. Lo que se hace fundamentalmente es una ctedra de tipo informativo. Dejando de lado, por diversas razones (el tiempo de clase, el espacio, la disposicin de los alumnos), la formacin de un ciudadano que pueda participar reflexiva y crticamente de las actividades democrticas de su comunidad y que, adems, est capacitado para la resolucin de problemas sociales (cabe aclarar que esto es lo que idealmente se quiere hacer y se encuentra consignado tanto en la ley como en la mente de los maestros). Por tanto en esta corta ponencia pretendo que tratando de fortalecer el ideal de una educacin para la ciudadana que, a travs de la formacin filosfica, pueda crear individuos ms crticos y reflexivos, pueda tambin tenerse en cuenta la individualidad de cada sujeto y se abogue por una educacin moral que resalte las emociones y vivencias de los y las estudiantes y puedan ser estos mismos, teniendo en cuenta sus necesidades y capacidades, quienes la construyan. Pues involucrando a los y las estudiantes desde sus propias problemticas y los avatares caractersticos de su existencia, podrn formarse
ciudadanos y ciudadanas que, en la medida que han formado su carcter, sern ms concientes y comprometidos con la labor social que requiere ser cumplida en su comunidad. De manera que, en primera instancia, expondr qu es educacin para la democracia, cmo bajo esta puede esbozarse el perfil de ciudadano que requieren dichas sociedades y cmo sta puede contribuir a la formacin de un espritu filosfico que es, en ltima instancia, lo que se requiere para llevar a cabo una educacin ciudadana en una sociedad democrtica (aclaro que ac no va entrar en discusin el hecho de ac si hay una verdadera democracia o no). Para esto tendr en cuenta la teora de la justicia planteada por John Rawls y la teora educativa de John Dewey. En el segundo apartado expondr en que consiste una educacin moral que resalta el papel que los sentimientos y las emociones individuales juegan en la construccin de la identidad personal y por supuesto de la ciudadana y, por ltimo, cmo ambas (educacin para la ciudadana y educacin moral) pueden vincularse con miras a lograr el objetivo de un ciudadano que, en la medida que se construye a s mismo como ser pensante y sientiente, puede construir su sociedad. Educacin para la democracia: una revisin de la teora deweyana La pregunta por la democracia nace de la vida en comunidad y apunta hacia el hecho de estamos capacitados para participar de dicho modo de vida pues, segn los ideales democrticos de libertad e igualdad, a la vez que tenemos metas propias debemos tener en cuenta la meta comn hacia la que se dirige la sociedad en que vivimos y tratar, al mximo posible, de que ambos objetivos puedan ser llevados a cabo. El autor norteamericano John Rawls esboza esto en su Teora de la Justicia, de la que me permitir resaltar, no slo el hecho de que el establecimiento de una sociedad justa y democrticamente organizada deba garantizar que individuos con propsitos diferentes puedan vincularse entre s para llevar a cabo un propsito comn, sino adems el hecho de que esto slo puede llevarse a cabo en la medida que hombres libres y racionales aceptan unos trminos de asociacin con el fin de promover sus propios
intereses. Lo que me interesa resaltar aqu es que el punto de partida de una sociedad democrtica es un conjunto de individuos que racionalmente han llegado a acuerdos que regulen su propia convivencia. Ahora bien, lo que cabra preguntase ahora es Cmo pueden dichos individuos llegar a ser racionales y establecer acuerdos entre s? La respuesta resulta un tanto obvia (y ms si nos encontramos en un congreso de profesores de filosofa), a travs de la educacin. Dicha educacin tienen un punto de partida y uno de llegada: el punto de partida, como ya se moencion, para la formacin de una identidad ciudadana es el fortalecimiento tanto del carcter como de los sentimientos individuales de los futuros ciudadanos y ciudadanas, lo que falta esclarecer es el punto de llegada, es decir, qu es una identidad ciudadana o mejor qu tipo de ciudadano desea formarse. (Hacia donde desea llegarse con una educacin democrtica o qu objetivo tiene) A comienzos del siglo XX el filsofo y pedagogo norteamericano John Dewey con la llegada de la era industrial, propone que el concepto de democracia no es en modo alguno al fijo o estancado, sino que su significado debe repensarse en cada generacin (y en cada lugar). Es por esto que para dicho perodo nuestro autor enfoca la democracia desde dos perspectivas: por un lado enfatiza en la necesidad de fortalecerla en un pas que se ha industrializado rpidamente, por otro crea en la urgencia de que el espritu democrtico penetrase en la industria. En aquella poca (y an hoy puede hacerse) para explicar este ltimo planteamiento, Dewey recurre a la educacin como el medio por el cual puede forjarse un espritu democrtico que lleve a la construccin de un espritu reflexivo y moral en los jvenes estudiantes que son la nueva generacin de ciudadanos. Es importante aclarar que cuando el autor habla de democracia no est haciendo referencia a sta nicamente en sentido poltico, sino tambin moral para hacer referencia a un conjunto condiciones que regulan la vida social, que tienen que ver con la igualdad de oportunidades y con la realizacin de
propsitos que mantienen unidos a los hombres. Es decir, la democracia es vista como una forma de vida, como la relacin entre los miembros de una comunidad que slo podr llegar a serlo en la medida en que es democrtica. Para el logro de este ideal es necesario ante todo que los miembros de la sociedad puedan identificarse con su sistema poltico y saber de qu manera pueden intervenir en l. Para Dewey esto se logra a travs de una educacin para la democracia. La pregunta que ahora toca plantearnos es cmo se educa para la democracia? Para responder a este interrogante es importante que tengamos en cuenta que lo que se busca cuando se dice educacin para la democracia es que, desde la escuela, el maestro pueda ampliar la visin del mundo de un alumno. Si bien es cierto que ste llega con conocimientos previos, la misin del maestro es obligarlo a que cuestione sus propias creencias y costumbres, y las reconstruya. De modo que el educar para la democracia requiere la formacin de hombres crticos y reflexivos frente a su sociedad y sobretodo hombres activos y propositivos frente a cualquier situacin. Ac Dewey hace una diferenciacin que es importante resaltar: si bien resalta el hecho de que deba formarse una postura crtica, sta no podra estar completa si no puede llevarse a la prctica a travs de la accin. Si preguntamos acerca de quin puede llevar a cabo esta labor encontraremos que la filosofa, y en este caso el maestro de filosofa, resulta ser la persona idnea para llevarla a cabo. Puede resultar extrao que, en un momento donde se priorizan el rigor y mtodo con que se opera en las ciencias, proponga a la filosofa como el medio por el cual se pueden mejorar las condiciones individuales, sociales y culturales en nuestro medio. Pero es que estoy convencida de que la filosofa, como actividad crtica, desempea un papel fundamental en el acto educativo pues, si seguimos los lineamientos educativos de Dewey, la verdadera educacin es una educacin para la democracia que no est desligada de una educacin para el pensar que es, en definitiva, el quehacer de la filosofa, cuya naturaleza es intervenir, confrontar y provocar, obligando al pensamiento a seguir
adelante, a no detenerse. La misin de la filosofa, en el caso educativo, es estimular a las personas para que piensen por s mismas. En este sentido, pensar se convierte en uno de los fundamentos del proceso educativo y toda educacin construida sobre cualquier otra base ser superficial, estril y fcilmente caer en el racionalismo tecnolgico o en una educacin industrial (Dewey habla de este tipo de educacin para referirse a que en una sociedad industrial, esto es, mquinas que repiten los procesos una y otra vez, la educacin tiende a tomar esta forma. l reitera la invalidez de este acto) (Como indudablemente ha cado hoy nuestra educacin como lo mencion al principio) El individuo que piensa tiene que ser un individuo que piensa mejor (caractersticas del pensar: no es desligado de los contenidos ni de la historia), esto es, ms reflexivo, crtico, previsor, considerado y razonable. Con frecuencia, suponemos que estas capacidades ya fueron adquiridas pero, en realidad, pocas veces se han enseado y aprendido. Las habilidades generales de razonamiento, investigacin y formacin de conceptos que la filosofa nos proporciona suponen una base indispensable para la educacin. Adems de lo anterior, el tipo de cuestiones propuesta por la filosofa, es universal respecto a su atractivo porque trata de cuestiones que tienen que ver con planteamientos normales de todo ser humano e intentan iluminar los aspectos del mundo que se dan por sabidos (la caracterstica del filsofo de encontrar algo nuevo en lo que pareca conocerse o saberse). Parece entonces que la filosofa posee algunas caractersticas que la convierten en la disciplina ms adecuada para una educacin que ponga el acento en el pensamiento y la razonabilidad. No podemos, por lo tanto, confiar la promocin del pensar a las doctrinas no filosficas, sino solamente a la filosofa. En definitiva: la verdadera pedagoga es filosofa. La filosofa que opta por una reflexin autnoma es la nica capaz de respetar las capacidades de cada uno y de favorecer la construccin, entre todos, de una sociedad coparticipada. De manera que sta no se limita a ser una
ideologa, un lenguaje erudito o un instrumento de la educacin, sino que es una actividad inherente a ella y verdaderamente educadora, crtica, creativa y democrtica. As pues, la filosofa tiene que promover y garantizar la adquisicin de aquellas habilidades que llevan a la reflexin y a la autocrtica, pero al mismo tiempo tambin tendra que servir para poner las bases de la sociedad del futuro. En este sentido, hay que reformular tambin el papel del filsofo en la sociedad. Tradicionalmente vinculamos la figura del filsofo con la del terico, pero siguiendo el planteamiento de nuestro autor, ste debe no debe desligarse de los problemas de la vida prctica, sino que debe reconstruirse a s mismo tomando a la filosofa como una actividad eminentemente crtica o como el mtodo que le permita encararse con los problemas de los hombres. As pues, es necesario reflexionar sobre cmo hacer que la filosofa recupere el papel pblico en vez de mantenerse como la actividad irrelevante y elitista que muchos creen que es. La filosofa tiene que hacerse presente en la vida pblica a travs de la capacidad razonadora y argumentativa de los ciudadanos. De esta manera, si apostamos por la filosofa como actividad pblica, estaremos apoyando de igual manera la formacin de una sociedad reflexiva, autocrtica y democrtica (con esto no quiero decir que por el simple hecho de pensar ya estamos haciendo filosofa. Al contrario para estar en su campo debe educarse. Este es el papel de la educacin, que podamos llegar a un nivel en el que podamos reflexionar (bien). Igualmente, tampoco se trata de mantener la filosofa cerrada o con acceso a uno pocos pensadores. Ella abre sus puertas, pero es el individuo quien decide entrar). Slo los nios y jvenes razonables (crticos, creativos, cuidadosos) de nuestras escuelas hoy, podrn ser los ciudadanos razonables del maana. La filosofa es pensamiento, pero este debe ser expresado y compartido. Por eso, la razonabilidad y la experiencia deben ir unidas a otro componente de la filosofa: el dilogo como medio de ampliacin a un ambiente social. Slo si tomamos en consideracin todas estas caractersticas podremos esperar un desarrollo global de la experiencia democrtica.
Ahora bien, con lo anterior hemos determinado el lugar ocupa el pensar filosficamente en cuanto a la educacin democrtica, se ha tambin esbozado cul es la identidad ciudadana que desea alcanzarse y que est estrechamente vinculada con la filosofa. Pero, siguiendo los objetivos de esta ponencia, cabe preguntar qu lugar ocupa el sentir en la educacin actual? (ac me refiero al sentir en el sentido de sentimientos, emociones) Construccin de una identidad personal Ahora bien, si revisamos con cuidado la anterior propuesta encontraremos que platea un objetivo claro: educar en el pensar, pero Dnde queda lo afectivo y lo emocional que considero es de suma importancia en la constitucin de un sujeto como persona moral y luego como ser social? El panorama que se nos presenta es desalentador pues encontramos que, an en materias como tica y valores, filosofa o ciencias sociales, la corriente racional-cognitivista que ha imperado en educacin no desaparece del todo y que, por el contrario, parece dominar todos los mbitos de la vida educativa sin dar cabida a otros mbitos como el emocional o afectivo que permitira, que la vida misma (con lo que cada una tiene de particular) se convierta en tema de interpretacin y reflexin. De esta manera, la propuesta por una educacin para la identidad ciudadana construida en el mbito de lo personal apuesta porque, antes de preparar al estudiante para enfrentarse a una sociedad que exige su participacin como ciudadano, antes forme su carcter, es decir, se apuesta por una educacin que permita a los y las estudiantes construirse a s mismos como sujetos pensantes, pero que antes se han reconocido como sujetos que sienten y que pueden reflexionar acerca de su propia existencia y que en esa medida tienen sentimientos y emociones ms refinados y constructivos. En este sentido quiero retomar la idea aristotlica sobre Educacin Moral que, a diferencia de pensadores posteriores, no margina aspectos relacionados con los deseos y los afectos para la construccin de criterios morales y normas ticas de actuacin, al contrario, el Estagirita asigna a las pasiones un lugar
central en la conformacin de la moralidad. La propuesta tica del autor es claramente teleolgica: el fin al que los hombres son empujados por naturaleza es la felicidad, y dicha felicidad que consiste en el vivir bien slo puede alcanzarse a travs de la paideia (educacin). Para nadie es imposible sentir agrado o desagrado frente a una circunstancia determinada, pero ello no implica que no pueda hablarse de una sana regulacin de las emociones y es precisamente en ese punto donde el autor muestra, a la hora de ensear, la importancia tanto del carcter como el de la recta razn. Aristteles nos plantea que nuestros hbitos deben ser guiados por la razn de tal manera que se pueda alcanzar el punto medio, esa es la tarea del maestro moral: guiar al estudiante en la prctica continua de alcanzar ese punto medio, pues en los extremos no se puede hablar de justicia y mucho menos de moral. Conclusin "La educacin moral es la formacin del corazn y de la mente para inclinarlos hacia el bien." William Bennet Esta frase de Bennet resume de manera muy adecuada lo que quiero se entienda por educacin moral, que si bien incluye al corazn y con esto los sentimientos y emociones del sujeto, no deja de lado la mente, esto es, lo racional. Esta dada se nos presenta entonces como la va por la cual se conduce la educacin moral haca "el bien". Lo que cabra problematizar aqu sera, justamente, esto ltimo, pues la idea de bien puede tornarse bastante subjetiva y adquirir diferentes connotaciones, sin embargo creemos que el direccionamiento del corazn con la gua de la razn, en modo alguno puede conducir a una deformacin de la idea de bien que, necesariamente, tendra que estar relacionada con un ideal de bien comn. Y siguiendo con los planteamientos que han permeado el texto diremos ac que el bien est directamente relacionado con la bsqueda de la felicidad individual, eso s, sin
dejar de lado que dicha bsqueda debe hacerse en el marco de una sociedad deliberante, es decir, en una sociedad en la que puedan convivir ideas de bien comn, tal como lo menciona Diego Pineda. En este sentido, es decir, en el marco de un individuo que busca su felicidad de la mano del bien comn, surge la necesidad de buscar modelos educativos capaces de permitir que los valores y principios ticos jueguen un papel importante en la construccin personalidades morales autnomas, creativas e independientes y, a la vez, preocupadas de establecer vnculos con los dems. Para lograr este objetivo creo necesario pensar la educacin ciudadana desde una perspectiva filosfica, pues la reflexin filosfica nos permite abordar los interrogantes que comnmente nos hacemos (frente a una situacin cotidiana: pensar qu son las cosas, cmo se llaman, porqu son de esa manera, etc.) desde un examen detenido y conciente de las situaciones que desemboca en la formacin de sujetos responsables por sus actos. Es por esta razn que cuando hablamos de partir de la actitud filosfica para una educacin ciudadana, y an para una educacin tal como la he planteado, me refiero a que lo que est a la base de stas es una investigacin, reflexin y problematizacin de carcter tico que va a permitir identificar problemas morales y pensar sobre ellos, generando una consideracin permanente de los valores y criterios con los que vivimos. Para ir concluyendo, estoy convencida que es indispensable ver al estudiante como un sujeto con la capacidad de reconocerse como ser pensante y sintiente, a la vez dotado de razn y de sentimientos. La educacin ciudadana que tiene como base una educacin moral debera permitirle que a la vez que se construyen a s mismos y mismas, construyan su relacin con los otros y que, a partir de ello, puedan abrir su mirada hacia la sociedad, pero no solamente como un ciudadano participativo, sino como ser moral. Es por esto que no intento dejar a un lado el papel indispensable de ensear el adecuado comportamiento en la sociedad, para nadie es un secreto que los maestros deben tener claro las condiciones sociales en que nos encontramos y los
cambios constantes que se presentan; pero si hacer un fuerte aviso acerca de que es necesario ayudar a los educandos a encontrar esa mirada filosfica o ese asombro frente a lo que para los dems parece normal. Todos los sujetos nacen con la misma habilidad o disposicin para el conocimiento, pero actualmente contamos con un agravante: al ensear cualquier saber no se hace la pregunta por el sentir del estudiante, por cmo ven el mundo, qu piensan de l o si querran mejorarlo, todas estas preguntas de carcter tico-filosfico. Por eso creo que es el profesor formado en filosofa quien debe asumir la responsabilidad de ir de la mano del estudiante y llevarlo que vea el mundo de otra manera, de sacarlo de la caverna (haciendo refrencia al mito platnico). Y una vez que este sujeto se reconozca a s mismo como ser racional, moral y afectivo, podr reconocer al otro y, en esta medida, es que puede hablarse de un encaminamiento en lo tico propio de los que ejercitan la actitud filosfica, por ello creo que la adecuada educacin moral tiene una relacin directa con la educacin ciudadana, que si bien es difcil de alcanzar, una vez lograda no se disipar y an ms: se propagar a los otros. Bibliografa BRCENA, Fernando. El oficio de la ciudadana. Editorial Paids. Barcelona: 1997. DEWEY, John. Democracia y Educacin. Traduccin de Lorenzo Luzuriaga. Losada. Buenos Aires: 1963. _______________. La Educacin de Hoy. Traduccin de Lorenzo Luzuriaga. Losada. Buenos Aires.: 1951. _______________. La Escuela y La Sociedad. Espaola y Extranjera. Espaa: 1929. PINEDA, Diego Antonio. Hacia una Educacin Moral en perspectiva filosfica. Parte de: Revista internacional Magisterio. Nmero 1. Colombia: 2006. RAWLS, John. Teora de la Justicia. Fondo de Cultura Econmica. Medelln: 1995. Revistas:
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