La Transformacion de La Filosofia - Tomo 1

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KARL-OTTO APEL LA DE LA FILOSOFA TOMO 1 ANLISIS DEL LENGUAJE, SEMITICA Y HERMENUTICA Versin ca.

slcllanp de ADILA CORTINA, JOAQUN CUAMOKKO Y JESS CONLL taurus ^

Ttulo riginal: Transjbnnakm der Fhilosophie. SUHKKAMP Verlag, Frankuitam Main, 1972, 1973. ISBN: 3-518-07764-3 < 1200> La traduccin tic cslai obra es. resuliado dcu n .trabajo realizado &n colaboracin, n la medida en MUC IU'> dntnjto!. aititulos han Mdo/cvisadob y pcrlccconados atendiendo a sugerencias mutuas y en cuanto Ips cntenos generales para desarrollar la tarea, asi conio el significado de los trminos mas conllicliv os) han' sido fijados tras deliberacin conjunta. La direccin ha corrido a mi cargoiylfi distribucin del .trabajo de traduccin es la> siguiente: a Joaciuirt Cha morro corresponden IJS paites I y ti del piiiucr volunirn y |.< pul e l del segundo volumen, excepcin hecha del articulo j<C lentislici, liernu'neuln.a y uiica de las ideologas. Jess Cornil y yo misma nos hemos encargado de este, liliinio ariicul, dc'l Prologo y la Introduccin al primer volumen y de la pane 11 del segundo volumen, .t ixccpiuin dtl ailn.ulo I a leona del lenguaje ile Noam Chomsky y la lilusolia i.'(iiHciiipoi'anea>>,'ti'aducidO'por J. C lianiorro., Adela OiKiiN/vOms 1985, TAURIS EDICIONES, ^S. A. Prncipe de VergaraV81, 1." - 28006 MADRID IS5N: 84-306-9956-2 (Obra completa) iSB; 84-306-1253-X (Tomo I) Depsito Legal: M, 28.518-1985 PRINTED IN SPAI

{URLOGO 'Hc.crefJo conveniente reunir en estos dos tomos, aquellos de mis trabajos que contribuyen i\ exponer progresiv^|iiente la A<trnsformacin de la filosofiy anunciada en el ltuld.; Intentar aclarar la trani,! interna de esta translbrniacin en:cl estudio introductorio. El lector se percatar sin duda ya por el ndice de los dos tomos de que la posicin del mismo autor ha sufrido una transformacin; de ah que los trabajos presentados puedan considerarse a la vez como exposiciones y como testimo nios. En el primer tomse recogen los artculos inspirados fundamentalmente por Heidegger, aunque el impuLso metdico de carcter heurstico est motivado en casi todos,ellos por la.confrontacin entre la hermenutica del ser y la crtica anaJitico1 ingstica del sentido. En el segundo tumo se recogen los trabajos que, ajuicio del uutor, ya no estn, motivados priniordialmente por la fascina cin, que produce el acontecer del sentido, nunca manipulable, que acaece en laaperturp. lingstica del mundo, sino por.el in tento de lograr una orientacin normativa en la lnea de la jus tificacin transcendentul'del conocimiento vlido, en su ms amplio sentido. La primera parte del segundo tomo rene algu nos esbozos muy globales y programticos de una teora de la ciencia desde la perspectiva gnoseo-antropolgica*, por la que el autor se esfuerza desde hace aos y que,,sin embargo, no ha

logrado hasta ahora una fornia apropiada para su publicacin. La segunda parlo del segundo tojiio agrupa los trabajos centrados en la propuesta de una nueva niosofa transcendental fundada en el a prioii de la comunidad de comunicacin. El autor cree posible -y esto puede considerarse como su ilusin operativasumini.strar algo asi como una i'undamenlacin ltima, tanto de la lilosolui terica y prctica como de la ciencia, mediante una lilosota tran.scendental ciue responila a la pregunta por las condiciones de posibilidad y valide/ de las convenciones (convenios). Agradezco el hecho de que por iln esta publicacin se realice, en primer lugar, a cuantos desde hace aos me instan a superar mis escrtipulos y a ofrecer al pblico mis sendas perdidas . Sobre lodo, a Jrgen llabcrnias y a la editorial Siihrkamp, que rio me han dejado tranquilo, como tambin a mis alumnos, quienes me convencieron de que una recopilacin de los presentes artculos satisfara necesidades prcticas. ,| Quicio expresar mi agradccimieiito al Dr. Dielrich Bohler y ''a"'Wblfgrig' Khiliann por'corregi-' las'^rulkis/y eborar el ' rdicji de autores. ' ' " i : ''' '

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INTRODUCCIN: LA TRANSFORMACIN DE LA FILOSOFA SliPHRACINOrKANSr'OUMAClN OV: LA riLOSOI-A? Hoy en da el ttulo Transformacin de la lllosola podra , Lii ;Uet:iKiei)|cii. ((le iit, iut|)SQ)|ip>;;,,(-ues IHCJI, ifiia|-if, ii|,Y fnif^ un:s l"f;ise,s i,l( '.f^Jicp^^i H.arihiiuih fu).,<<el|sojb ,ha!tfcic^k*f ijiipro1 langad aliento.! Y. tiiiicnvial hablarxle ^<mu<crt!e d^jihi'liloslla -apll' KarI- IVtarj, debiM-ti' tfier en;ciie'n't t|ue!''p;'i'ra'Vlrx, la '^totarti;{ientciiVd<la'm^ 'rei)'izein; i|ts',decir!i,de'!ra'iin^ ah quVai' menos,,una totaliwsuiperacinw-de la rilosolla est todava lejana-; Eh 'cwalquer'Caso, oabi 'esperaiia iWcM'ios iiie hnca de im compromiso poltico total. ' Recuei-d que un estudiante -represntame de la nueva izquierda- recomend en el XIV" Congreso Internacional de Filosola en Viena un cambio de funcin semejanie para la impotente filosolla, poco despus de la ocupacin de Checoslovaquia por las tropas del Pacto de Vtirsovia. En aquel momento, la institucionali/.acin de la filosolla inipolenle, que se ha ido consiguiendo tiesde Scrtiles, como isla de comunicacin aquende o allende la toma poltica de partido, se me apareci como necesaria y, en cierto sentido, como reconfortante. Cfr, recienicr)it'nlt*'nl-ilricli 0/WMi!r','li'liitoi0>pliL', WissciischurisorBani . sat()n,(L>^:,diiills|()(iu.' /.ii'in; l'r.iil)lf,i,ii,i.k-i:jU)ii)i|L'ti.-;i) Aii.nic hiiiii.; licr l'liilosopliic ais jiiisliuui.onalisii-'ijlcr. VVis.i.;iisiL-hi,i!l. .en .1. Ki.ivi.u y l-r, O. Wor (ctis.), tVi.ciimitiTi'wiyund.w 'Paisis.'. !stLilluarl-l5ail Cannslatt, 1972 !, ' I I /. ( -1 ' <<; ' ! ''

C({. C'lans (iiwssicu. riV/<//(/(4v/VNAH<'V^///>)illanil)iiri;o, l')7l.

Sin duda en este aparecer haba tambin un momento de apariencia, porque la comunidad Rlosnca de comunicacin institucionalizada no se identillcaba, por supuesto, con una cornunidad humana de cuniunicacin. No sol no exisla tal ' identidad porque la isla de i comunicacin fijoslica, cuasi libre de dominacin, estaba baada, por aquella interaccin . , humana que .nuevamente resolva sus conflictos,mediante la fucmu la identidad era tambin mera apariencia; al. permaneI cer ligado cada uno de nosotros, coriio hombre, a los intereses reales de los;parliik).s, beligerantes; es d,ecir, a los iterscs de una sociedad todava alienada y escindida eniclasts y |)artidos. , .Pero qu conclusin se puede sacar de ello? Se sigue de aqu , ; que la institucionazacih de la comtjnicacin Humana O//O Jilusofui termina, en pura ilusin, incluso eU; un ^'ncubrinnento I de la realidad'^ Los pensadores honrados., y radicales tienen ,. ,que llegara la conclusin de,crnbiarla comunidad,in?poientc e ilusoria de ios rdsobs por una comunidad real plenainenle solidaria e,n el ;COinpromiso poltico? A mi juicio, uimbin esta iconclusiqn, extrada hoy nuevamente por muchos .lvencs nnelectuales: que han perdido en cierlo modo la paciencia con la lilosofai descaJi^ en una ilusin: creer que es posible asegurar y .actualizar Ja.icientidad, que en la niosola est f.neramcnle anticipada, .valindose de la comunidad humana' de comunicacin emancipada, mediantei el compromiso total por una solidaridad reaP.. Sin mbargOjdel mismo modo que la connrnidad lilosfica diComunicacin no puede considerarse ya como una realizacin, iil' (llosolia, tampoco puede toniarse cualquier realizacin; pqltica de 'a solidaridad humana como la realizacin dc; \- filosofa. Porque, por ser una realizacin poltica, iene-qercnunciar al punto.de vi;>t;i del discurso terico qucvomo instancia justificadora de la valide/, puede anticipar el consenso ideal de la humanidad emancipada y servirse de .l tenlativamente contra toda lase de dognialismo; y tiene que abandonarlo en aras de un doginatismo.polilico, dado que intenta identificarlo aqu y ahora con el punto de vista de la praxis social, lo cual es polticamente necesario. Eii canibio, la tiloso'Ui tiene que seguir siendo inipolenle, porque -al menos hasta quedar superada mediante su reali/.acin - ha de mantener en la forma ile discurso terico la anticipacin contralcc del consenso ideal entre todos los hombres. Respecto ai ltimo prrafo quiero aclarar, sin embargo, que ^ Cl'r. este respecto !a inlioducein de j . Habernis a la nueva edicin de Thcuric iiiul l'iaxi.'i, FrankIil, 1971; tambin K..-0. I'IL, Ciencia como emancipacin?, i/r, tomo 1!, pp. 121 ss. 10

no se trata de una distincin esencial ontolgico-esilica entre poltica y niosola, entre teora y praxis. >'lo debemos ignorar que, desde que en la cojiliguracin de las ciencias particulares se adopt una teora parcelada por abstracciones constilulivfis de objetos, una de las tareas esenciales de la filosolla ha de coiisistir en i'undamenlar criicaiiu'itic desde los intereses cog . jio.'jcitivos del hombre las abstracciones que reali/a la tearci en las ciencias particulares; y.esto implica superarlas a travs de unii nicdiacin entre leoriu y praxis. Con ello entramos ya en el. tenia de la transformacin ilc la lilosola. Tambin aqu uia ancdota puede ilustiar la,situacin. Citando en 1962 acept por primera vez una ctedra de filosofia y mostr mi inclinacin a ocuparme de L. Witlgenstein y CH. S. Peirce,en las cla.ses y seminarios, se me advirti del rie.sgo'de la crtipresa, indicndonie, enlre otras cosas, que no poda cotitarse a tales filsofos entre los grandes pensadores. Es sabido que en Alemania occidental por aquel tiempo el canon de , los grandes pensadores terminaba con Nietzsche o, ms exactamente, con leidegger, en cuyo nombre se estableci este cfinoii oikioso. Sin einbaigo, el anacronismo de atiuella tidver , tencia no radicaba en el iecho, de que Peirce y Witlgenstein tambin haban llegado entretanto a ser grandes pensadores en Alemania, sino en que la categora de gran pensadoi ya ;' estaba superada en 1962 por el proceso.intctrno de ti^ansformaciii de laifilosofia. .Con todo, tambin esta observacin suscita malentendidos: los grandes pensadores de la historia de la filosofa no estn superados, ni.siquiera Heidegger, que ya no. est de moda entre uayo/mv, por razones fcilmente comprensibles. Probablemente, tjuarido ya no considetemos a los grandes pensado , res ambivalentes -enti'e ellos, Hege!, Nietzsche y Heideg / ger- como representantes de cosmovisiones detentadas por n solo individuo, aiile las que se debe optar a favor o en contisncluso eii sentido poltico-, para identificarse en e,! mbito, del espritu, s podr utilizar y apreciar con. mayor impar . calidad e! poiencial de su pensamiento que est a disposicin de todos. ' Con vistas a realizan) la fiiosofia como mediacin entre teora y praxis en la suciedad humana, hoy en da la comunidad filosfica de comunicacin, citada ai comienzo, tendra que con.seguir al menos organizar el discurso terico de modo que no se desintegre en las anticipaciones solipsistas de la verdad definitiva representadas por las cosmovisiones de

los grandes pensadores. Pero cmo alcanzar mediante la transformacin de la filosofa un punto de vista ms all de las cosmovisiones perspectivistas de los grandes pen.sadores? 11

2. TRANSI-ORMACINDI:LA riL()S()i-iA MEDIANII; I.A<A('l ()ALIDAd MinDICA? CMUMICXM; LA FALACIA CIl'NIlIRIS'IA , . , . : ; ,i 1,1.'... ' 'A mi'juitio.ia concepcin tlesan'olliidii p()r:ClT. S. Peirce acerca de la Ibrmacin del consenso en la cnuliiidad'cienli'i' ca>> piie'de ofrecer una primera idea de cmo cabe'pensar loda 'Vialiloslicamente una iranslbrmcin de la <<filosola de los grandes pensadores, Segn Peirce, cSla vohuiridtiil 'd' c.xpcri" iiU'iiaciii y /r /;/(77/V/'/'(7( rcLMnp'ia/.ai'a'a lr'poca del apriorismo solipSista basado n" la' evidencia y establecera de ''forrria'metdicamente conirolable -ccinYo concrecin del sujeto '"'l'raiisciulenlal kaiitiaiu)--aquel conscnsu vc'rila'li\'p-tjj.i, en la ' 'cpdi qite precedi-segn l\'irc--,al'liilddt) (i p'ridH de los grandes pensadores individuales; seoblUvd COaclv'anlcnle utilizando el mtodo de l;i autoridad'. C'ieriailicnt, el.'lieclio de '"qu Peirce caracterizara la tercera poca slo |i(i" el hitodo de la ciencia, pensando en la cieiicia natUraliprimental praclicada por l mismo,' mue.stia' qi enfocjibii' desde una ' ficrsiV'ctiva cifiili/icista el problema d susliti'ir 'la autoridad 'i'blica y privada por el consenso lognaio i,i'ieti')diciliirnle. l mi'siito descubri ms'tarde que no pt)d;'rdcriVaV'ra''/W7(j/;/; ' ' Zici'iil inon'ilntcnU' ick'vaic tic:la co/tduc'ta tiUiaia i\ partir "de la normacin tecnolgica p;u-a'aclarar las idus'>i'n .el sentido de la mxima pragmtica, sino qtie,'ibor^lcnlrario, tenia'que presuponerla incluso para fundltment'ar'unalgica normativadcla ciencia\;' ' '-.r . . , '-i ' ' ' A' mijuicio, el problema-c'entralHlL' una irnslbi-macin de la 'filosna en la era de la ciencia qUeda planteado'un eSta apora. .iConsideroque su solucin fue du.sacertada;aantO' por parte de ; idiuiencs quisieron superar la lllosolu reducindola a ciencia o a. ilgica de la. cienoi^i., eOmo.por<parte xle los quesiguieron .iidrrados a la pretensin de la :gnm lilosolli) indiferentes al i: gran paradigma del mcHodo cienllico y de hr racionalizacin ii,(parcial) de la inteiiaccin y comunicacin l^umana.', que en l sp ,presupone;'esta pretensinen la-eraidt la iencia! tena que extraviarse en lo irracional o disolverse en lo privdo,on lo ca^ rcnlc de lodo coinpromisD. ^i, ; . ' ,.. . La apora cicntijkista de Peirce se ha agudiz,ado aciualmen. te en la filosolTa popperiana de la sociedad abierta; orientada ppr la metodologa de la ciencia.: P.opper desea,, como Peirce,

'^ ! ^-."Cij S.' I'i;iiiti;,' S'clii'ifi'iil, -'rnk'uri! 1%?! pp!,2y3'ss'., y lumliii i '(*nth)iluL'cic)i>>, y/)//.pp'. 117 ss: ' ,' ' , . . " Cl'r. mi iiuriKluccim) ii 'li. S. l'tiuV, Silii'ilicn Hv l'nmkfiii, 1970, pp. 20 ss. , , . .., ... . , . .

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xtrapolar elpuratligina norinalivo del mtodo eientfieo a una llosona de la sdciedad y del posible progreso en la historia, ( Itie sea relevante tica y politicamente. Sin embargo,.sii cnloque metodolt^gico ha'supiimido la rllexin sobre los' iresupuesos trmsctMulentalos del onoeimicnlo en: mayon medida que lo hi/.ola tnmslbrniacin iseinitico-pragmatiista de Kanl ])rcticada ptir Peirce; d ah que todava se^percatenieno.k que ste,desque una fiJG.sonaicritic-a'du laisdeitdudi en laqu e se trate, entre otras cosass del interpei^-sonal iohre lurcsitlach's y Jllic.s, no |t>iiedc pensarse siimplonuniciicomo generaliziaein del itiea metdico da Jacithcia iiatuiral-V desu-relrencia ecnolgica-'a-la praxis. Con' lodo, dentro de lit'tfscuul'poppei'iairasl'ha apuntado ya-jue el problema deti iraoionflidad ci'itic>>v pla'nt'eadocn'el nivel de \Vur^imk'HiiwiH'criiica, es inuch'iiVs impbi'Uant y 'tmplid quce h de l<<dtlinMtaCin (<<ilenTartniciii>>) cMUlX' itMicia''(eiTiri't'ico-'nalliea) -y metallsi(; j<';-. ri : . i i.li.,,i.i!i.> < ..| > ' ' ^ ' 'il!reccivameme;'en la estrategia popperian'a-. dtv extrapolacin pticden hal'la'r.so,'a i'ni'.iiticio, dos tipos'de falacia' tibstracliv'a c|iie, .si no iiie r!;,iiV^ inlervrneiia la par'd rtiotio poco claro; I) La' f;ILACIA^/(r///^ (>-^K'////^V/.vtv'. eIl SL'IITIDO eklriCtO,coiisiste h''convertir la-tccnohiiiu^'sacial )opperiiilia'(<<.s'(;''V//'''/i,i,';//''' 'f/)A'>v), .jiunli^cOii'el'ideal metdico'de \a cieekt iih/icac/u, en mulnu'ili) dl a ravii>i1aliilad criticU para 'la-poltiita'Social de 'Wnu <<soii'iedud'IIBL''rta>>. ^'i-n'o4ioi"q!ueMa <<toCiu)lg;('seial>>, ba' Sda-en las 'cienoias eitiiprit<)-'ana'lli>cas!, 'sea 'MtfHHiliia'w la ' lnt)de rna soc Iedad 'I n d ti st riaI: II o e -tratl aq u i"o ma m ic ism os :(dO derecJias-oidisiii/quierdis).! Demle'la PERNPECLI'.va-misina ile la .teora d-la cienciii es iiiipoible'iigiio'rar que.la'tecnologa so cialrno prest pone ideal mowlie el motido de -bii -s<i)0iedad abierkiw, sino el -de lina SOUSULUIIiesfiodirdai -rilebnidwja tstriK.'luas de *

'l;1' l'iiiiio' l'hUiilif,'iiiii; chnsii'uiy''iKviVile' los-ViliiVs; O' la con

. lilo.sj'ica (jlc .Kijt)I A|i)d, de xibi ijuc apaic/ca REILCIWDIHICIUC a K> largo tic la l)i;a,,Si,i)ci)ibafg(,),.a la ipta:^c M)''','i'.'-''-^''''it'-">"iy!Wi4W-''l\M univoca nicnlc ppr uno di;, Ips posibles sigi}il.icaaos itcompicnsifl, qnlcndiniicnto mutuo, 'aCucfclit),'dad.'ti.uc i ciic'ilnin"ktix"FNITNLMITCC/;xk{s entre si. Con todo, ' lis pcjsble iiliiiiiar unaolucn tvel JiynifidWo'acVimt por el autor ilesile la,poca huideiigeriana. enuiue sp apro,\iiia'Ci} nui>riiiiedida a' los trminos compiensi> y emeni|ii)Henlp. nu_ilf.io)>, ,a Jfis |jnl)aj(?s spbre la comimidad de i;ii|ti,u(ticacii,iii que privjicgiaij el acuerd^w. ^Vujij|t^e esle lillinio s igiillicado Oon.^liya 61 snii(.i'plciui y especlTiaiticrirniiiVo, y ii pesar de que el misino autor lo haya traducido en ocasiones como iniersubjectivc agiecnicnt, hcnu)s optado'poriliadilcir;Verstiindip,tinVivcwih) a'iiftjiUo>i, acuerdo inleisubjelivo , enleiiilimiento o Menleiidimienlo mutuo, segn las e,\igencias del contexto, dada la proximidad seninlica de estos lrniinos. /A'. Irl TJ. '> C'lr. la, iliscusiivehlre \.<i, l; l-\ppt!r y VV.:.W'.i Barllcy en I. 1.AK.-\1()S y A. Mu.si;i(-\vi-(cds.) ProNrinsHH ilu'U'liil<isiii>h\'-'0}Scicii<i-, Noid-Ilollaiul

I'. C.. Anislcrdam, iy()K, pp. 40 .ss. i'' "-i ' '-n 13

dominacin cuasi-arcaicas y estables- en informados y noinformados, manipuladores y manipulados, sujetos y objetos de la ciencia y la tcnica. Indudablemente la tecnologa social no funciona mejor cuando todos, a ser posible, como ciudadanos adultos e informados, participan en una disctisin sobre Unes y normas, tal cmo exige el convencionalismo crtico (Popper), sillo cuando las conduelas, objeto de la tecnologa, se reducen al mximo a jnudos objetos naturales, que pueden investigarse mediante experimentos repetibles y manipularse instrumcntalmenti a la luz de unes firmemente mantenidos. En realidad, suponiendo t|iie esta relacin stijelo-b'jelo sea estable en la praxis, el modelo ensayo-error (repelible) es suiicieiite para concebir desde la ameba hasta Einstein todos los procesoselicace's de aprendizaje de los seres vivos y con ello, el progreso en el saber de trabajo (/lr/.>i'(/.virm<'/) prc-cientlico, en la ciencia, la tcnica y en una fohn muy especfica de poltica social, Pero; si queremos realmente un sociedad abierta de ciudadanos adultos, cmo pueden participar al mximo en el 'procesamiento comunicativo de la informacin cientficotcnica, atendiendo a todas las normas y IVnes? Es obvio que ya ri'puede tratarse primdrdialmente de intentar mejorar la tecnologa social, excluyendo o controlando mediante pronsticos el llamado J'eci back de los objetos sociales demasiado bien infonnados o demasiado espontneos (o ctiprichosos); ni tampoco pueden garantizarse ya el aprendizaje a partir de los resultados del piece-meal social engineering,al menos no puede garantizarse slo estabilizando en la praxis la'relacin stijetoobjeto. Surge, por el contrario, el problema mucho ms dificil de organizar la comilinicacin e interaccin de los ciudadanosirrepetible por principio-como sujetos del progreso hacia la sociedad abierta, en el sentido del principio de la racionalidad crtica. En ello viene inluida tambin, entre otras cosas, li organizacin del acuerdo intersubjetivo sobre la inevitabj(.*., pbjetivacin cientfico-tcnica de la conducta humana en funcin de medidas soCio-tecnolgicas, que deben ser controlables en sus efectos y de las que deben responder iodos los ciudadanos cmo,sujetos virtuales. La organizacin del acuerdo sobre las medidas necesarias de la tectiolog'a social no es ile mievjjineibajigo, una medida c l tecnologa social, y no puede'apoyarse nicamente en los resultados de una ciencia que ha convertido siempre a los sujetos del acuerdo en objetos de la explicacin eniprico-analtica de'la conducta, porque se trata precisamente de establecer en comn el sentido y lmites de todas las medidas socio-tecnolgicas en base a argumentos. No sera preciso en este punto recurrir a filosofas y teoras de 14

la ciencia, para las que el hecho de que los hombres sean (o de ban ser) a la vez sujeto y objeto de la ciencia (y la tecnologa) constituya no slo el problema -nuevamente tecnolgico- del control ptimo del leed-back, sino iimdamcntalmeme un pro blema de rellexin transcendental sobre las condiciones de po sibilidad y validez de un conocimiento que no sea exclusivo de l ciencia natural y de una praxis que no sea slo tcnica? 2) En est inoniento deberamos tener en cuenta una segunda interpretacin de la estrategia popperiana de extrapolacin. A partir d la exposicin que la escuela hace de s misma, sobre lodo con respecto a la sustitucin tic la rimdamentacin lttma (filoslica) porci postulado de la critica virlualmente universaE, podramos tener la impresin de que en el racioilism crtico el punto de partida para extrapolar el ideal lictdico de la ciencia no consiste tanto en los mtodos objetivos de'la ciencia natui'al y la tecnologa, como en el inlulo de Iti argUnienlaciii erilica, que erige la cointadad de los cieiuiJics m el paradigma de una sociedad abierta. De este modo, el racionalismo crtico se aproxima de nuevo a Peirce y, por otra parte, s impone la comparacin con V fosojia metdica dp la Escuela de Erlangen, fundada por \V. Kamiah y P. Lo rnzen, qu trata de ejercitar metdicamente el dilogo me diante una reconstruccin del lenguaje*. Con este enfoque se dara, a itii juicio, un paso esencial en el plano de la comunica din irirperSonal hacia hi anjpliacin del concepto de racio nalidad y, por tanto, del programa para tran;;lornar la llosofia en cohexin con la ciencia''. Sin embargo; aqu amenaza un ' Cl'r. ppr ejenipio William W. BAKI i I;Y: The Rctmii ta ('oiniiuinti;nt, NueYork 1962; adems llans At.nKRi, ''rakui ber kritische l'irnu/i, Tbingcn 968. ' Cl'r. W. KAMI.AII y P. LORI;NZI;N, .unixclw {'rapUlcinik, V'orschulc des vcrnnjUg vn, Dmkcns, |y!;^inhcin, 1967; adems; V. LQM.H/X,>^ Slymlischcs,

Dvnkvi), i-Variki'un, 196H; y Normaliw Lories aiul Elhks. Maiiiiteim, 1969. 1 '' Es muy nolable que PoVi'iu subraye |ue es imprescindible la'argumentacin lingistica para decidir en la ciencia subre la cueslin de la valide/, incluso frente a la l'undamenlacin inluicionisla de la matemtica de Biouwer. iin este sentido escribe lo siguiente en Episieniology wiiliuut a knovvin; subjeki (en RooisriLAAR-SrAAi-, eds. 'roceediny^s u/llw J'hird Inuriuu. COIIII. jar l.o^'/ ' c, Melliodulugy and 'Inlosupliy oj Science, Amsterdan, 1968, p. 360): Once the admissibility ol' a pioposed intuitionist nialliemalical consiruction can be qucstioned -and of conree it can be questioned- language becoines more than a mere means of conimunieatipn, which could in principie be dispensed witli; it t>econies rather tlie indispensible mdium of discussion. Cl'r. I. LAKAIUS: I'ruu/k and rejiialiuns, m lirii. J. ufSci. l4 (1963-64). Pretendo emplear estos argumentos ms adelante para defender una jUosojia inmscendentu hermenni icii y para hacer frente, por ejemplo, a la duda formulada por J . llabermas en los ltimos tiempos, en nombre de una construccin nionolgica de teoras de la ciencia, con respecto al primado tran.scendenlal del acuerdo lingiiislico: los conocimientos genticos que conciernen a la di^pn.siciiin pre-lingstica huma 15

(ScgiiiKio ptc ci'iilijicismo bajo la Ipnia de falacia abstiacti va, y me parece que la escuela popperiaia lu'i escapado a ella ' todava menos que Peirce: si la ariumentacin critica en la comunidad de los cientficos (de la naturaleza) se erigti.cpmo paradigma de la sociedad abierta, fcilmente, se pasa'por alto el hecho de que con ello se establece como cinojt tie la argumentacin 'crlica un inters cognoscitivo con su correspondiente .objetivo prctico, sustrayndolos de este mudo a la discusin. E\ st'ljsiiireiuli'r, en ciue Peirce vio el distintivo moral de la comunidad cienllca'", consiste, precistimente en que cada cientfico haga abstraccin de las necesidades e intereses personales, individuales, y se ponga al servicio del progreso institucionalizado hacia la verdad en la ilinulada comunidad de los investigadores', convirtindose en un sujeto.intercambiable de experinj.enlos repelibes y de operaciones logico-inatemlicas. Supuesta esta abstraccin, la critica en la comunidad argumentativa de los cientficos (de la naturaleza) se refiere exclusi vamente a las operaciones de coimimiento y del pensamiento que.dependen siempre del inicies v'Vioscilivo prestimible en ,la .ciencia (natural); no se refiere, por ejcm|)lo, a las n,ecesida, des e intereses concretos de los hombres socializados, que ,-rConscienle o inponsci.cnlemcnle- estn a la base incluso del , inters cognoscitivo de la ciencia (natural). Obvianjcnle aque',| lo de loqu.e.hemosjiecho abstraccin constjluve, sm embargo, , hi. dificultad.para,llegar al.acueixU) entre los hombres en la sociedad concreta; y entonces ki pregunla relevante para la autocomprensin, de la TilosoUa es la siguiente: (.puede la lilo.sofa extrapolar la idea de la urfiunwnacion cnica -que de hecho se ha impuesto eicazmcnle en la coiiumidatl de ios cientllcos (de a naturaleza) a nivel mundial- de liil modo que sea posible institucionalizarla en la sociedad real comunidad de comunicacin, en el .sentido -por ej'empit)- de l;r transformacin nipslica del mundo (Marx)? Se Irat'ra, por tanto, de consicji; rar.a.la sociedad real misma, que es el suji-'tode intereses y na para usar categoras operativanicn'lc -conio, por ejemplo, los de Chomsky, Lcnneberg y Piaget- nunca pueden resolver por s solos la cuestin de la aiiiiIH'tei tciu humana para seguir reglas, lsia cuestin lleva tambin implcita la pregunla por la w/Z/V/c-' -pblica- que slo puede resolverse .suponiendo el uc liiifiiUsliKi liinscciuliiikil i/c iiiiit iliinilula' CDiiiii'niUul tiv nniunUiuin. (Cfr. al respecto en esla misma obra, lomo II, pp. 2&) ss.). A ini juicio, si l' opper cree rcalmeiUe que podemos y debemis pliir por una comunidad critica de cH)inunicacin de los que argumeiitiiii niJdianle una eleccin /r(i('('////, entonce s es que todava no ha extrado las consecuencias llimas de entender que

iii wlij'^- i/'/ .H'///t/^du..lu.accin hiiniana reprseiiia /./7()/7 una l'iijici (fe la.comunicacin. Cl'r. :il iespecU). injhi. tomo II, pp., ^ 11-314 y ?>W ss. "' Ch. .S. l'iiKir, Si'lirjlcn I, c/. cil.. pp. 2-l.'i ss., y laiibicn ini Inlroduccin , /'/)((/.. pp. IO.S ss. 16

iK'L-L-sidadcs inalcialcs, a la ve/, como sujelu ideal, iiurmativo, del cDiioeiinieiil.o y la.aiyiiiiienlaeiii. l.a sociedad IK) sera, pues, ii'nican\entc ()/;/(7<; ilc la ciencia y la tcnica, cinio en el cienliljcismo iecnocrlico, que siempre supone tcitamente un , sujeto t;li lisia de la ciencia y la lecnologia social; ni tampoco sej:;i ,/;A/17(/. ; iH; olra parle, el sujeto real de la ciencia; sino que leiidra que Irauu'sc en la riiosolia y en las ciencias sociales criticas cpnio t,)bjelq que, a la vez, es sujeto virtual de la ciencia., ,,^V , ' t A m,juicio, podramos alirinar i]'uc la idea d la sociedad abierta;lio puede pensarse sip de la lrma a que hemos aludido liimamenlc, es decir, como e,\trapplcii d hi idea de una cpnuinidad cicnlllca de argumcnlacion. El inicies cognosciljvo presupuesto en estos mlodos no puede relljarse en el salier dc; maniptijac'in (IVr/iV^'//sn7'.v.st7)'como si lucra el inlers de ja sociedad repri.;sent;td;l por la comunidad cienlilica de arguinenlacii y, precisamente por ello, la sociedad misma no puedeIpensarse como sujclo del acuerdo y la emancipacin .ii)riif.ulos molotlicanienle -lal como se postulaba expresamente .en .la .nica de la sociedad abierta-, sino iiicamenle como ob)etov> ^le medidas planillcadoras, en el sentido de relormas: teciu)logicas. (Ironicamenle la escuela ponjienana coincide aqu on el planleamiento socio-filosolico tiel jjiobleina, aunque no en las jMopiieslas de solucin, con un tipo de . marxismo objetivista-.malerialisla y cientilicista-tecnocralico, que se separa cada vez mas de la dialctica suielo-obielo y, por tanto, de la tilosola:) ivl proltindo prejuicio de la escuela noppenana lenle a una ampliacin //H7(7J////(;.v/(/ de la idea c racuuutlu/ad inrlduui, marca-la inlerna Iimilacion de la concepcin, en si iecunda, del racionalismo critico a la hora de llevar a cabo una posiblelranslormacion de la filosolia. .Sin embargo, ccnsidero que esta limitacin no puede atribuirse sin mas a una lilosotia ligada a la ciencia y regida por la racionalidad mekxlica; ms bien obedece, en ultimo trmino,, al axioma de la ciencia unilicada . o de .la metodologa umilcada, abandt)iuulo ciertamente por la escuela popperiana en algunas con.secuencias parciales, pero que continua actuando mamtieslamente como preniicio. hn.esle punto .se hace patente, a mi juicio, que la niosolia no puede enlendeise simplemente como crtica sin asegurarse de ios prt)pios caones; es decir, de las condiciones de posibilidad y validez de la critica. Sin embargo, el racionalismo critico.de la escuela popperiana no parece estar capacitado para ello, porque no ,se cree obligado a practicar una Xi'jk'xidn [mimmli {ininsvendcntal) sobre las condiciones de posibilidad.y: validez del conocimiento en el ms amplio 17

sentido; en lugar de ello cree posible extrapolar un paradigma de racionalidad meldica, que parece convincente, sin inlerpoj lar la rllexin transcendental, descalificando de entrada otros I paradigmas gnoseolgicos de la tradicin lllosiica como metodolgicamente irrelevantes o, incluso, oscurantistas; por ejemplo, el paradigma de la hcrmciiuica en las ciencias del espritu o el de la dialrlicci en la crjlica de la socieilad. Desde 'la perspectiva de la teora de la ciencia se puede admitir fcilmente que estos paradigmas no estn tan claros en modo alguno como el de la racionalidad tecnolgica y de la ciencia natural, pero en ellos podramos encontrar aquellos recursos que tiene d pensamiento para explicitar los problemas planteados por una auto-experiencia de a sociedad, que no es repelible experimeiitalmenle, sino slo rcconslruiblc como historia. \ Ciertamente es imposible medir con criterios cientificislas la validez o la eficiencia de una explicacin, cuya confirmacin prctica no estriba en poder ser realizada en cualquier momento, sino en el progreso histrico de la interaccin social; porque la racionalidad de los mtodos cientfic-:/7<>.v//(,Y>v tiene que medirse por el tipo y grado de complejidad de los problemas que se nos /;/can, y no a la inversa. Pues |os problemas no pucdpn plantearse o dejarse de plantear en cada esfera de la vida.segn los criterios de los mtodos <li^pqnjbjes, aunque sto sea a priori incompatible con elacrditado mtodo de la racionalidad cientfico-tecnolgica. As, la produccin de una sociedad abierta -como nos permite decir una metfora tcnica-, ino es indudablemente un problema del que deberamos ocuparnos slo,en la medida en que pudiera, resolverse mediantelos recursos que el pensamiento posee.para liacer cienlijicamente manejables y producir tecnolgicamente procesos que transcurren conforme a leyes. Como dijimos, sto nos llevara incluso a una contradiccin. No comprender esta dificultad constituye, a tiii juicio, una caracterstica de la escuela popperiana ortodoxa y explica la creciente esterilidad de su insistencia en la pura crtica. En vez de estimular la transformacin de una filosofa ligada a la ciencia, mediante una teora de la ciencia que establezca distinciones en la dimensin ms difcil, que es la de los problemas objetivos, la escuela popperiana se concentra nicamente en la polmica contra las filosofas hermenutico-dialcticas^^ que, al menos, por insuficientes que sean, han lematizado el problema central de las modernas ciencias humanas y de la filosofa social; el problema de la II Cfr., por ejemplo, H;ms Ai.m-RT, Trakuil lm An/ivc/u' W-nniiift. op-< ''' y PlciJoyer Jiir kni.tchcn Ralionali.miu.'i, Munich, 1971. 18

idenlidad y la no-idendad entre el sujeto y el objeto del conocimiento comunicavo y de ia accin ciiia interaccin en una sociedad 'abierta. Los orgenes de a laiacia que, a mi juicio, subyace, por ejemplo, a la polmica de 1 lans Albert contra la hermenutica , .se remontan largo trecho en ia historia del cientificismo. Aparece, por ejemplo, en J. Dewey'-', en una argumentacin propia de la crtica de las ideologas, que contiene una primera premisa correcta y una conclusin absolutamente falsa. Esencialmente es correcto afirmar que los hombres consiguieron que la racionalidad no-ideolgica apareciera por primera vez en la esfera de la experiencia experimental, del saber de trabajo {Arbcitswisscii) y de las correspondientes ciencias naturales relevantes tecnolgicamente; mientras que en la esfera de la llamada cultura superior -tanto en el mbito de las instituciones sociales, como tambin en el de la tradicin normauva, regida o transmitida por la teologa, la filosolia y las llamadas ciencias del espritu- la necesidad de legitimar ideolgicamente los sistemas de dominacin poltico-econmicos impidi ua racionalizacin concomitante (simultnea). Ahora bien, ya la formulacin adecuada de este fenmeno, consistente en la no-simultaneidad de las formas del saber en el desarrollo scio-cuitura!, revela ia falsedad de la conclusin deseada, segn la cual los mtodos acreditados tcnicamente (en el ms amplio .sentido) de la racionalizacin cientfica tendran que transferirse tambin a la esfera de la tradicin cultural normativamenete relevante y de la educacin (socializacin)'-'. ; Actualmente se patentiza que esto es as, en primer lugar, en el hecho de que la ciencia (natural) y la tecnologa puedan servir perfeclamenie para legitimar en la prctica relaciones de dominacin y, probablemente, incluso con mayor eficacia que las trogloditas ciencias del espritu (en el sentido ms amplio). De ello podemos inferir que la aparicin de la racionalidad no-ideolgica en la esfera del saber cientfico-tecnolgico no es autosuficiente, sino susceptible de nueva ideologizacin, mientras no sea complementada y perfeccionada mediante la Correspondiente reconstruccin y reorganizacin en el mbito de las instituciones sociales y de la tradicin normativamente relevante; por ejemplo, mediante una reconstruccin coordinada con el nivel de las fuerzas pro-.' Cfr., por ejemplo, .!. DiiwiT, Rvcomlructiun in l'llnsophy, Nueva York, 1920. Para una argumeiilacin .'emejanie en la aciualiilait eCr., por ejemplo, [ ;. Toi'liscii (Voni Urspnin}; umi Kiidc dcr Mctapliysil<, Viena, 19.')8, y Si>iidpli iloopliie Zivislwn tdcoloyjc und Wissenschaji, Neuwied, 1961). " 1). 1-. SKINNIIK ol'rece un,modelo de t.'enologia edueativa, extremado pero in.struetivo, en su lillinio libro: HeyondFicedoiii und Dniiily. 197."?. 19

duclivas''. Otra prueba de que no es posible llevar a cabo la ilustracin reduciendo todas las formas del saber a la del sector cientfico-tcnico, radica en el simple hecho de que cuando los propagandistas de la racionalidad cintifico tcnica se dedican a la crtica de la nietallsica, de la cultura y de la sociedad, no utilizan precisamente mlodos como los que exige la racionalidad neutral cicntfico-tecnlgica, sino que, por el contrario, se enredan profundamente en los problemas ineloclolgico. s de una Iwnncm'lica iiunnaliva (por lano, ideolgica?) y i: ki crllica ele las iilcologias. Curiosamente, este enredo, propio de las ciencias del espritu , puede comprobarse, no slo en los Irabijos filosficos e histricos de l'opper y su escuela, siiio lanibin en los epistemolgicos en sentido estricto. Especialmente en confrontacin con las ideas de Thomas Kuhn'\ estos trabajos han producido de hecho un conlinuun eure la lcorla de la ciencia y la historia de la ciencia, reproduciendo as casi todos IQS problemas planteados a fines de .siglo por las ciencias lislricohermenuticas delesprilu. Por ejniplo, se liii establecido nuevamente la distincin ittelodo}y,ica entre coiiiprensin y explicacin de una forma ins sutil, como es la que existe entre la reconstruccin relevante normafiyament de una historia interna de l ciencia, qu correspiide'en .lo'posible a la comprensin normativa de la ciencia en los clsicos, y una explicacin externa de lo que no se puede reconstruir racionalmente en la lnea de la. historia interna"'.. Con ello se abordan a la vez dos problemticas: el pi-oblma itra-her . I" CIr. J , HAIII;I(MAS, Wisscnscluift und. ''n-hml< ais Idyoloiiiv, FrankCiirt , \ 1968. Como conlniparlida de la falacia ciciuiricisla iccnocrlic cu el prolilema lie la racionalizacin, podramos mencionar la falacia delromanlieismo izquierdista , liste parle de considerar cerleramente cjue una absblulizacin de la racionalidad eientilco-lciiica debe suponer.la consumacin del dominio del hombre sobre el hombre, igual que stipone el poder de! hombre sobre la naturalez a. Pero, en vez de intentar resolver la paradoja medianiena lilo.sola que diferencie las formas de conocimiento o las formas de'niediacin entre leoria y praxis, erilica la ciencia nalural y tu tcnica como formas legitimas de raiio y posuila otra ciencia nalacal u otra tcnica, rellrindose casi siempre al pasaje mslico-religioso de la resurreccin de la naturaleza, que tanibin .se puede encontrar en Marx. Ciertamente, no quiero stlenciar que, a'mi juicio, hay un programa enleiamcnle racional para una relacin del hombre con la naturaleza, que no sea cienlirico-lenica, en el pasaje del joven Marx que se refiere a la humanizacin de la naturaleza y a la naturalizacin del hombre mediante el desarrollo de todas las facultades sensibles, propias del hombre que ya no esl alienado. I' Cfr. especialmente I. LAKAOS y A.MIISGKAVI; (eds.), Cnikisni and the nmlh of KnowtvdKC, Cambridge Universily Press, 1970. Cfr. especialmente I, LAKAOS, Misioiy of Science and its Ralional Reconslruclions , en R. C. IUICK y R, S. Coin N (eds.), tioslon Sliidics in lw l'lii dsoiiliy oj Science, V)1. X, t>oiihecl)t (I loiainla), 1971. 20

nicncutico de la relacin enlre los principios universalniente vlidos de la concepcin rosfica (Megel, Droysen, Rothacker) y la correccin de lales principios mediante la comprensin de las condensaciones individuales del espritu -por ejemplo, de lo platnico en la filosotla de Platn (Rolhackcr)-;' y; por otra parle, el problema de la relacin enlre hermeiiulica y crtica de las ideologas". Junto con la citada problemtica nu'ocols'icci de la coniprensin racional-normativa, se isan replanleado tambi'n er. forma ms extrema problemas co' nocidos desde Diltliey y 'rroellscli: el d n'lalii'i.siiio liisloricisIci y, con l, el del escepticismo ante una idea del progreso racionar que obligue noimalivamenle"*. Y todo esto b surgido -nlcse bien- ii iileMlar conseguir ima conllrmacin histrica y aulorreilexiva de la idea de racionalidad de la ciencia natural, que anteshabia servido de /)rft//'^';/ia casi evidente de la ficionalidad meldica en general. 3; Vi:Kt)AI) 7;/.Vt'.VMt-T()IX)7 VAt,()l{A("IN di; 1.A IfvKMNl'irilCA'IKANSCl'NDLNrAI, i)i m;ii)i-t;cii:R Y IADA-MRAnte esta di.scusin histrica en torno a un concepo de racionalidad rritdica lediicido desde una perspectiva cientificis ta, parece natural poner en cuestin el niradi^ina del mtodo cienlijlci) en general' y, en su lugar, tener en cuenta, como camin o decisivo para tiaiisfoniui la JHosofia, c! nodo de pensar /'/ODieno/aieo, que se sirve de la experiencia precientllca de la vida y del mtindo -es decir, de una experiencia que no es metdica y absracliva-^ frente al concepto moderno de mtodo. Junto a la fenoinenologia del mundo de la vida que arranca del Husserl tardo, y como contrapunto de la filosola enfocada metodolgicamente, se ofrece ante todo la fcnouenologa her nienutica que, partiendo de Heidegger, ha sido desarrollada especialmente por 1!.-G. Gadarncr bajo el caracterstico ttulo de Verdad y Miudo^''. La fenomenologa hermenutica puede reivindicar para s, ante todo el mrito de enla/.ar la emancipacin de la experiencia respecto de la meiallsica dogmtica y de las cosmovisiones lilslicas con su emancipacin respecto de las restricciones cientificists. Ln la losona del lltimo Hei "CIV.//(// , tomo 11, pp. 9 i ss. Cfr. por lcinplo \\ K. l'i'i rK.\ii) ND, <.:,\gainsl Mothod, en Miniw.soia .SliiJi'S Jbr lic l'hiosophy ofSciwv, 4, 1970. Cl'r. tambin K. I1I)IINI;K, DUliems histori.sche Wissensehaltslbeorie und ihre Bcgenwiirlige Weiterentvvicklung .en t'liilo.wpliki NaiKmli.s. vol. \ i (1971), pp. 81-97. I'' ll.-(i. (Ai).\Mi;u, l.<Vi;i//ic//(,(/A/iv/i(.i<V.t'ubint;a, I9()0 , 2." ed., 196 5 . 21

dcgger parece incluso que la reconstruccin crtica y la destruccin de la nietafisica occidental pueden constituir un coiiliniiurn con el distanciamicnto crtico respecto de la ciencia y tcnica modernas, en que el hombre pone el mundo y, desde l, retroactivamente, se pone a s mismo. Ahora parece aclararse por qu el mtodo por el que manejamos al ente matemtica y experimentalmente, y que es tan progresivo en el enlientamiento del hotnbre con el entorno natural, puede convertirse en un instrumento de dominacin sin apenas luncin comprensiva o crtica, cuando se aplica regresivamente al mbito social. En este punto puede establecerse la conexin entre el pensamiento de Heidegger y la crtica nco-marxista de la razn instrumental y del hombre unidimensional {Jorkheimer, Adorno y, sobre todo, H. Marcase), La fenomenologa hermenutica de procedencia heideggeriana se enfrenta a las coacciones categoriales del pensamiento y, por tanto, de la conducta, que parten de la estructura cientficotcnica, y no ya a las coacciones socio-econmicas que pudieran estar ligadas a ella, pues dicha fenomenologa desctibre primero la experiencia cotidiana, despus sobre todo la potica y la pre-meiafisica, que se puede reconstruir por ejemplo a partir de los fragmentos de los Presocrticos, y en la que el sentido del ser no es todava manipulable desde la estructura. Es lgico que en este punto destaquemos, junto-a los llamados pensadores del lenguaje (Rosenzwcig, Buber y RosenslockEluessy)^", la experiencia existencial yo-t -atestiguada, por ejemplo, en la tradicin bblica- ya que todava no est subordinada a la gramtica ontolgica griega de la experiencia objetiva impersonal del se. En la hermenutica filosfica de Gadamer el pensamiento fenomenolgico se relaciona estrecha y crticamente con la idea de niiodo, tal como lleg a ser determinante para las ciencias tiel espiitu, especialmente en el historicismo cuasi-positivista del siglo XIX. El descubrimiento de la experiencia se refiere ahora a los fenmenos ya olvidados en las metodologas histrico-hermenuticas -por no hablar de sus reducciones neopositivistas- y que constituyen las condiciones existencia les de posibilidad de la comprensin; por ejemplo, el fenmeno de la insercin de todos los actos subjetivos u operaciones de la comprensin en un acontecimiento que pertenece a la transmisin histrica de la tradicin (Tradiionsvennittlung), en el cual no puede haber toma de conciencia definitiva alguna, ni objetivacin metdica de la prc-estructura existencial (de la pre-compren 2" Cl'r. al respecto W . KOMKIIACII, Das Spraiuleiil<en iiy.en Rosciislocklluessys , Saarbrckeiier Disserlation, 1970. 22

sin conslilutiva y, por tanto, de los prejuicios inevitables). 1 A mi juicio, un gran mrito de hi fi'nonicnolgiu henneiiuica consiste en reaci;ion;ir contra el proceso de reduccin sufrido por la teora del conocimiento y por la crtica del conociliiento, procedentes de Kanl, en la moderna lgica de la ciencia , incluida la metodologa popperiana. l...a fenomenologa liernienulica, no slo ha desvelado nuevatviente los secretos presupuestos Iran.scendentales de la lgica de la ciencia, como la relacin sujeto-objeto defendida por Descartes ;/ Kanl, sino que, radicalizando la relle,\in sobre la comprensin, ha descubierto estructuras (tiasi!rciixct'iuk'nialcs, que son impensables desde el esquema de la relacin sujdo-objelo defendida por Descartes y Kant. Ilnire ellas figura, ante lodo, la llamada preestructura existencial del comprender: Como estructura del .ser-en-el-mundo (del ser cabe el ente intramundano que ' hace frente, que es el que posibilita las intenciones) itnplica automticamente la superacin del i(k'ciisno f^nosL'ok'jf^icu; en tanto que estructura del ser con implica la superacin del .solip.si.sinn iiii'tdicti; en cuanto eslruclura de '.i precomprensin , caracterizada ya siempre lingsticamente y, por tanto., histrican'.enle, supone tambin poner en cuestin la alternativa abstracta enlre apriorismo y empirisnio mediante' la forma de pen.sar del crculo hermenulico; y, como estructura del pre-ser-se del ser-ah, en el modo de la cura referida il futuro, implica poner en cueslin la idea., todava firme en Ilusserl, del conocimiento ik\s-inicn'siidi> de algo en lamo que algo-'. 12n el descubrimiento de la pre-cstructura del comprender estaba apuntada desde un comienzo la posibilidad de desarrollar posteriormente los presupuestos cuasiIranscendentales de una teora del conocimiento de nuevo cutio. .Sobre todo, la temalizacin del lenguaje como un a priori irrebasable -aunque rfconstruible- del compreiitler''; tambin la temalizacin -bosquejada en el pie-ser-se- de los ekstasis del tiempo original (futuro, presente, pasado) y de los modos de conocimiento correspondientes: el carcwr de proyeccin del cumprende<y> (la fantasa), referido al futuro ,que trasciende el presente), la percepcin sensorial ligada al presente y el recuerdo referido al pa.sado; por ola parte, en el ser-en-el-mundo se delinea el a priori corporal, destacado sobre todo por M. Merleau-Ponty como condicin de posibilidad del conocimiento (punto de vista de la mundani C't'r. L'ii relacin con ello mi tesis doctoral indita: Duscin uiut '.rkuniwit: cine eikcitnl>nsllwoi\'li.\iiic Ink'ipivuilio/i cr 'hilsi>hw M. Jl'uh'i;;m, lionn, 1950, Cl'r. en relacin con ello K.-(). Ai'il, /)ic liv ttcr Siniirlic in der l'radilion des Humaisimis, v:n Dante bis l'icu. Honn, 1963, Introduccin.

dad)-^; llnaliiiciile, se halla bosquejada una posibilidad, de la que se ha seguido ocupando sobre todo el ii.isino Heidegger: la posibilidad de fundar la verdad c/ua conformidad de os juicios o enunciados en el descubrimiento del sentido que, a la vez, encubre o en la desocultacin de! seraido que, a ia ve/, oculta, en virtud de a sintesis hermenutica -asi llantada al comienzotle algo cu lano (/tic algo en su constitucin o significatividad . A mi juicio, la hermenutica sufri en Heidegger una raclicaliiUhiii oiiiologica y c\i.slciiciiil. cuyu relevancia gioset)lgica qued patente, ante lodo, al superar la idea ue que la comprensin es un mtodo que compile con la explicacin analilico causal para respontier cienlii'icamenle a las preguntas sobre el >oi (tc. Por cjen.plo, la lgica neoposilivisla de la ciencia parta precisamente ile ia comprensin como mtodo (aunque Dillhey no la enlcmli as) y contrapona la tesis de que la comprensin slo tiene una fimcia auxiliar heurstico-psicolgica en el contexto de descubrimiento al explicar la conducta''; mientras que hi nueva hermenutica poda mostrar que la comprensin, como modo del humano ser-en-el-niundo, ya se presupone para constituir los dalos de la experiencia y, por tanto, para responder a la pregunta por el (lie en la teora del conocimienlo. De lodo esto se deriv, por una parle, que la probicmlica de ia comprensin, como problemtica transcendental de la consiiiucin, se situaia, junto con la problemtica heidcggeriana de la verdad como inanifcsaciii del sentido, ms all de la problemtica referida en el racionalismo crtico de Popper a la constitucin cuasitranscendental de los dalos median i j teoras cientficas. Por otra parte, qued patente que la cuestin ms especfica relrente a la coinprensi.i en las llamadas ciencias clei espritu, slo se plantea de lrma adecuada cutmtlo no se subordina de antemano a la problemtica cientfica de la explicacin, sino que ,se la sita en el mismo iiive! que el acuerdo metacientlico de los cientllco.s-'' sobre los objetos a lenializar y sobre el enfoque meldico del programa de investigacin correspondiente; acuerdo que esl ya presupuesto en iodo intenlo de explicacin. La funcin ciasi-transcendental aqu implcita, consislcnle en aclanir la prc-coin)rensin caie,uorial de la experiencia (mediante c! acuerdo previo iiUeisui>jetivo sobre el CIr. a cslc respecto A. Poprrcil. Dcr /.( # //.V IIV/.V' th's iii-da-WcIt seins, Honii, |y."i6. ( ' ' (.'Ir. infrit, lomo 11, pp. 48 ss.. 97 ss. y ussiin. j C'IV. iitjhi, lomo 11, pp. 48 ss., 105 ss. y nissim: cl'r. lambicn K.-O. AI'I.L , I Comiiumicalion anil llie InHimlalioiis ol'iiie I luiiumilies, en Acta SociolnyJ\ ca, 1972, n." 1; versin ampliada en :\taii und W'tnld. vul, ;i, n." 1 (1972). 1 / 24

lenguaje cienlfico, los modelos tericos, el proceder de las iet)rias o, incluso, ile iirogramas de investigacin enteris conibrme al crculo hernienulico existente enlre la anticipacin apririca y la reclilicacin empricamenle condicionada de !;. comprensin de algo en lano iiiic algo), aproxima la prohienilica liernicnulica a la ifconsinuriii liiii^iisiica y a la i'xplicacinii viimcpiuul. lemali/.adas en la seninlica coiis niciiva de C'arnap, |)or curioso que pare/ca a muchos. En esle punto s que podra hablarse tal ve/, de una relacin de compelencia y no en el de la explicacin (t:\ihiiiaciii) causal, abierta y limitada por el inters cieruico-tecnulgico tiel conocimiento; la relacin se establecera erare la lllosolia analiticolingistica ct)nslrticti\a y la hermenutico-iingstica, pero podra convertirse en una relacin de complemcntariedad, comc; miiestni especialmente el enluque tic a scuela de lirlaiigcn, tiuc consiste en recoiiNtriilr el acuerdo lingstico inmediaanienle presente en la dimensin pragmtica del uso dialgico del enguaje''. A mi juicio, ei mrito de Cjiadamer radica ante todo en haber aplicado crticainente la radicali/.acin de !a idea de hermi.nulica, que hemos bo.st|nejado, a la autocomprcisin liloslica de las ciencias del espritu. Con ello ha piresl en tela de juicio aciuella concepcin ohjeiivislanienle restringida de la comprensin -recogida nuevamente por el neoposilivismo lgico- que la entiende como la teiiiati/.acin vivcncial por enipaa de los procesos o actos psquicos del olro; segn (iadainer, esta concepcin constituye una ilelbrmacir. abstractiva, rcaoinenolgicamente secuiidaria, del problema hennencutico original, tjue es el aciien/o con los oros acerca ele! nniihlt) ohcii,'o, es decir, acerca del sentido y verdad del descubrimiento lingstico de algo en lano pie algo, ln realidad, e comprender al otro es un acto hermenulico slo si no susiiiuimos la relacin sujeto-sujeto, cjue se establece en el acuerdo .sobre algo y en a que creemos ai otro capaz de verdad o de decisin normativamente correla en las cuestiones prcticas, por una objeiivacin descriptiva o explicativa de sus aclos psquicos o de su conducta. De ah que tambin las reglas metdicas de una liermenutica, entendida como arte de la inlerpreiacin, hayan de concebir.se en ltimo trmino tlestlc el contexto prctico-vital del acuerck)''. Desde aqu, (ia " l'IV. \V. KAMI..\II y I'. l.iiuiN/.i N, l .uyjwlw 'roiniU'uiik, o>. cu, y K. LoKi N/, i'.lciihtiu (IfrSpiiutihiL, i-'aiiikriin, 1971. A mi juicio, el licclio lic n o haber comprcndiilo slo consliluye la ceguera cieniincista de llans Allierl. .'\ll)erl liene la sensacin ile que es trivial mi re troceso desde la relacin sujelo-objelo del conocimienlo cienlilico a la relacin sniclo-siijelo de la comimidad de inlerjivlacioii de los cicnlilicos -relacin tluc es incla-cieiililica y coiiipkinenlaiia- > slo puede imagmai el prugreso 25

(lamer se cree autorizado, e incluso obligado, a dar todava un paso ms: poner en lela de juicio la abstraccin metdica respecto de la cuestin sobre la verdad o sobre la validez normativa de los textos que se han de interpretar, lal como ha ocurrilo en la hermenutica desde Schieiermacher. Hn consecuencia, relativiza tambin Gadamer la distincin metodolgica entre hermenutica histrica y dogmtica o normativa, en aras tic una hermenutica llloslica, curiosamente neutral desde un pimo de vista normativo, lista hermenutica establece la misma estructura como condicin de posibilidad para lodos los casos de la comprensin: una fusin de horizontes histrica y una mediacin del presente con su pasado, que incluye una aplicacin prctica-". Volver sobre el asunto. A mi juicio, el significado filosfico fundamenlal de los descubrimientos lilosficos cuasi-transcendenlales de la Jctionwnalogla ftcitneriulica, que hemos esbozado, no queda r.ieiinado, sino confirmado por el hecho de que la mayor parle hayan encontrado correspondencia en desarrollos parcialmente ms precisos, o, en cualquier caso, ms eficaces, por parte de las restantes lilosolias del s. XX que no se reducen a la lgica de la ciencia. As, por ejemplo, la superacin fcnnwnulgicoexistencil del idealismo gnoseolgico y del solipsis/no metdico tiene su equivalente en la refutacin de estos ingredientes de metdico de una hermenutica civiUlJica como progreso en hi exphcacin de la comprensin. CTr. 11. Al iii i< i, l'ldoycifiii kiiii.sclwn RalioHidisnuis, Munich , 1971, pp. 106 ss. r:i eidCjUe hermenutico-transcendenlal no niega en manera alguna que sea posible o incluso deseable una explicacin cientfica de la comprensin; o, ms exaclamente, de sus condiiioncs sinv qua non empricas, por ejemplo, psico-lingislicas o isiolgicas. (Yo misino he esludiado un caso epistemolgico especial, que constituye el enlbque ms moderno, sin duda, en esa linea: la explicacin chomskyana de la competencia lingstica ; cfr. infru. lomo II, pp. 2.S1 .ss.). I,a lesis de la complenienlariedad, Iriviali zada por Alberl, significa ms bien lo siguienle; el progreso cognoscitivo en la dimensin sujeUi-uhjew de la descripcin y la explicacin -progreso C|ue es en si ilimitado- nunca puede reemplazar al perfeccionamiento meldico del acuerdo en la dimensin sujeUi-sujeio, puesto que precisamente la presupone. ,)e ello se infiere la lesis, que no es trivial en modo alguno, sino imporlanie a la hora de hacer pion.stieos. segn la cual en la era del progreso eienlilieolecnolg ic la problemtica hermenutica del acuerdo mcUnlico inlersuhjetivo no se reducir de ningn modo a un problema de explicacin, como Alberl sugiere de un modo tolalmente positivista en llimo lrmino {significa esto una recada por debajo del nivel alcanzado por la escuela popperiana'.'); por el contr ario, adoptar dimensiones compielamenle nuevas (suigimienio de nuevas ciencias sobre el acuerdo inlersubjetivo (yersliindiiunf;sH'is.sensciiaJienl en e l mbito de la teora de la ciencia, la historia de la ciencia, ia sociologa crilicoher inenutiea de la ciencia, la didctica universitaria y la polilica de la investigacin). Cfr. li.-G. GAAMI;K, op. cil.: particularmente el prlogo y el apndi

ce a la segunda edicin. 26

la mctallsica moderna del conocimiento, realizada desde hiir icci del sentido, tanto en la semitica pragmtica de Ch. S. Peirce-'' como en el anlisis de los jiie^ios lingsticos del ltimo Witlgenstein'". Del mismo modo, el descubrimiento de ijue los ekstasis de la temporalidad son relevantes gnoseolgicamente y la puesta en, cueslin de la disyuncin abstracta enlre apriorismo y empirismo, tienen su equivalenle en el pragmatismo americano (i^eirce) y en el neo-pragmalismo (Quine). Aludiendo a la crtica del sentido de la .semitica pragmtica y del anli.sis del lenguaje queda patente que tanibin en la llamada lilosola analilica se descutiri el a priori lini;iistico, sin duda, de forma ms detallada y eficiente i)ue en la fenomenologa hermenutica, l-.n parte, este descubrimiento ,se llev a cabo incluso en el reducido mbito de aquella metodologa restrictiva de la ciencia que expresamente, como el empirismo lgico, no quiso tener en cuenta ningn presupuesto a priori del conocimiento, excepto la lgica formal y los hechos empricos. Realmente puede esperarse una reconstruccin minuciosa de las intuiciones de la hermenutica transcendenlal sobre el acuerdo inlerpersonal, en la medida en que la lilosola analticolingstica moderna abandone la lase abstractiva de la construccin sintctico-semcinlica de sistemas de proposiciones; en la medida, por tanto, en que el sentido y la verdad se reconozcan primariamente como predictidos de las afirmaciones {assertions, statemenis", o enunciados afirmados^'") -pero no de proposiciones - y en la medida en i.)ue las afirmaciones se entiendan como respuestas a preguntas exi^licilas o imi)licilas en ei contexto de una situacin problemtica real (por ejemplo, la del progreso cienlfico), respuestas que deben justificarse o de las que hay que responsabilizarse en la prctica. Idemenlos para ello se encuentran, tanto en la vieja semitica prai^maticistu (i'eirce, Royce, Meail, Morris)" -especialmente en la idea de comunidad de interpretacin - como en la teorti de los aclos de habla de la rdinary Langua^e Fhilosophy (Auslin, Searle) y su vinculacin con los resultados de la lingistica generativa". -'' CTr. sii/iri. notas 4 y ; asimismo, lomo II, pp. 14 9 ss. y l()9 ss. Cl'r inliu. tomo I. p|). 2 I 7 s.s. y 275 ss.; lomo II, pp 209 ss. y piissii. " J. L . AiisiiN, 1 riitii, en I'hilo.wiihUalPujurs. Oxford, 1961. J. HAHI.KMAS (Wahrlieitsllieorien, en csi.schnjl f. IC. Scliulz, 1972), quien tiene en cuenta los argumentos de Strawson contra los aclos de habla epi.sdicos como portadores de la verdad; asimismo V. UAK-1 lii.Lli., Argumentation in Pragmalic Laiiguages eu A.swci.s oIMI^IUI;C, Jerusalem, \^)0, pp. 206 ss. '- Cl'r. injra, lomo II, pp. IK7 ss.; lomo 11, pp. 169 ss. " Cl'r. J. HAIII.KMAS, Vorbereilende Bemerkungen /u einer 'Iheorie der kommunikativen Kompeteii/, en J. IIAIIIKMAS, y N . LIIIIMANN, TIuwic licr i'si'llxluili uclcr So:iillrliiuilii;ii', I'rankl'url, 1971 . Vase in/hi, lomo 11, pp . 239 ss. 27

En este orden de cosas, deberamos superar tambin ia discutible abstraccin, que la lgica de la ciencia, reducida a la sintctica y semntica constructivas, rcali/.a con respecto a la tnignilict en la lelacin sgnica {'Acichciuvlitlion -iriplc, por principio-qua relacin cognoscitiva, en l'avor de ima teora lUiginlico-lriinscenk'iilal de la ciencia. Esta teora no debera desterrar la problemtica de la valide/ del conocimiento xini un sujeto coguosccnl a la psicologa emprica; sino t|ue tendra que leniali/arla nuevamente como la problemtica de la formacin del consenso en la comunidad inuiscendenlal de comunicacin, tal como exige imti transformacin .semitica y normativa de la problemtica kantiana del sujclo iranscendental". De ticuerdo con ello, el llamado contexto de descubrimiento ya no se considerara como un tema puramente empricopsicolgico de la ciencia particular, ni seria separado del contexto de jtistificticin meta-cienlllco, sino que debera conectarse con el problema hermenutico-transcendenlal de constituir nucvoa Juegos lingsticos u horizontes de sentido. Elementos para ello ofrece la llamada New l'hilosophy of Science (N. R. Hanson, Si. Toulmin, T. S, Kuhn. M. Polanyi), en la que se vislumbra una relacin entre la problemtica peirceana de la lgica sinllica de la conslruccin abductiva de hiptesis, la problemtica del origen de nuevos //c\i,'(;.v lingsticos y paradignuts, planteado por Wiitgenslein y Kuhn, y la problemtica heidcggeriana de hi manileslacin del sentido como presupuesto ontolgico-histrico tle la verdad qua conformidad de los^cnunciados". La conexin entre el contexto de descubrimiento y el de juslilicacin o admisin de los conocimientos en la ciencia natural podra captarse de modo todava ms preciso si relacionramos la constitucin del sentido, lal como Heidegger la plantea, con el inters cognoscitivo cuasi-li'anscendental (con la cura del,ser -ah como coiulicin de la posible significalividad ). Descubrimos aqu una elaboracin ms precisa dentro de la tradicin de la antropologa llloslica y de la sociologa del saber qtie, desde M. Scheler (Las orntas del saber y de la sociedad. 1926 y /iV puesto del hombre en el cosmos, 1927), trata de unir las sugerencias de Niel/.sche y del inagmalisnio americano con las procedentes tle la erilica maixiana de la ideologa, en una teori.i sobre las tres fimdamenlalcs formas del saber o intereses del conocinn'ento. .1. llabermas ha rematado provisionalmente estos proyectos transformando la an ; " CIr. nliii, Idiuo 11. pp. 149 ss., 169 ss. y assiiii. j " ('ir. al rcspeeU) 'l'li. Kisirr, /iii I IcrmciiL-mik iiaUrwisscnschartliclior ^ liiudcckiiiii; cii /.isclir. I. .Utg. \\'i.vscii\cli<ijisllic(nic. 2(1971),pp. 19.S-221. 28

(ropologia nioslica (del coiiociinicmo)"'en una lilosola gnoseolgiea de la sociedad", lin la discusin c|ue actual mente seplanlea en la teora de la ciencia, lundamentalmenie acerca de la posibilidad o imposibilidad de reconstruir racionalmente la historia de la ciencia ctnio un progreso, utili/.antio crilerios''\ el hecho tle (itie se compruebe qtie hay tin progreso a largo plazo del saber tecnolgico de manipulacin -facilitado por la Cl'r. ti. l'iissMU , Pie liilirii <ltr Siiiiu: Honn, 192.1; y l'lilosoiltisclw AiuliroHituyJ\ l'ranl<;riirl, 1970; V:. KIUMACKIU. 'hilusopiisclii' Aiuhmptilnyw. lioiiii, I9(i.l; y y.iir Ccncaluyw des inensehiielien liewHsMseins, HDIIII, I96( I. Cfr. lamliicn mi csl)o/,i) ilc una icoria iL- la ciencia en iierspediva gnoseoanl ropolgica , infi, lomo II, pp. 9(i ss. " Cl'r. J. llAiiruMAS, Amliropologie en A. DIHMI it y I. FKI.N/II. (eils.), I'hikisophie (r'isclier-l.e,\ikon), I'rankl'url, I9.SH; adems. Eikeiilitis und hu eresse, l-'rankl'url, I9()H. llans Aun i(l (o/), cil.. pp. III s.) ha de.sculiierlo saga /.menle ia eone.sin i\uc e.sisle enlre la teora hahermasiana, mi teora de los lies intereses cuasi-tianscendenlales ilel conocimiento y la doctrina sclicleriana so bre las tres formas del salieiS) (salier ile liabajo .-irheilswisseni o saber de ilomiiiio illeirsehaliwvissem, saber formalvo (liildunywissen) y saber de salvacin (1-Jli>suii,i;s\\'issen,>y, de ello ha extrado consecuencias demoledoras (en parlicular de la relacin de cuasi-seculari/acin (.pie existe enlre el saber de salvacin y el iiilers emancjialorio del conocimienlo), como tambin hi/.o en el caso de la hermenulica, en la que incluso se puede descubrir una gencaloa leolgica. lin realidad, lodavia es peor de lo ipie .Alberl podra imaginar porque he ut.il/ado la teora scheleriana de las tres formas del saber incluso sin secularizarla; por supuesto, para aclarar con ello una fase del saber todava no .secularizada: los diversos lpos ilel saber acerca del lenguaje en el comien/ o de la poca iiUHlerna (Cfr. K.-(). Al'll., /)ie Idee der .Spnulw in lier ''radiliiin des llunuuiisinus, o>. cu., pp. 269 ss.). Ahora en serio: qu puede demoslrar esla argumenlacin? Ni la tipologa scheleriana carece de contenido de verdad, ni la doctrin.a de los tres intereses euasi-uanscendenlales del conoc imiento es nada ms que una especie de secularizacin de la doctrina scheleriana de las formas del saber. Por olra parle, me alreveria a considerar como un indicio de verdad la cuasi-.secular/acin que exisle de hecho enlre el saber formalvo huinanisla y el inters hermenulico en el acuerdo y, sobre lodo, entre el saber de salvacin y el iiUers emancipalorio del conocimienlo; porque considero el principio de secularizacin, en cierto modo, como un principio de vcrilcacin liernienulico-normalivo. l:n lo que rcspeda al inters cogno.seitivo tcnico de la ciencia natural existe una diferencia esencial con Max .Scheler. al menos, en mi caso, lai realidad, la concepcin scheleriana de la ciencia natural se inspira en el pragniatismo-instrumenlalismo reduccionista lie W. .lames y .1. Pewey y, en esa medida, se granjea la crtica de Popper y Albe rl. Mi concepcin sobre el ensamblaje i|ue exisle u /irinri eiilie la posibilidad de conlirmar experimenialnienle y aprovechar lcnieamenle las hiptesis de la ciencia naluia!, se inspira, por el coiuiario, en el pragnialismo peirceano. La tesis de n Inlroduccin a I'eirce (vid. supra, olas i y 6) coiisisiia en iiilciilar demoslrar !a idcnlidad enlre ese pragnialicisino y un realismo crlico del

.sentido, .lunto con Teirce, lambin yo conlrapondra el lema heurstico no debe bloquearse el camino de la invesligaein a una estrategia argumentativa como la de Alberl, que cree poder criticar las leonas llloslicas fundamentales objelivanienle atribuyndoles genealogas o afinidades melallsico-leolgicas. Por lo que yo s, lambin el ltimo l'oppcr ha dicho algo semejante. Quiere convertirse el raeionalismo crlico en un obstculo par;i la investigacin filosfica? '* Cfr. supra, pp. 20 ss. 29

ciencia natural moderna- se opondra a la tendencia relativista del cambio kuhniano de paradigmas; en general, tendramos que confrontar el inters cognoscitivo tcnico cuasitranscendental, como condicin interna de posibilidad y validez de las teoras comprobables experimentalmente, con los criterios metodolgicos de racionalidad propuestos hasta ahora (como la conllrmacin inductiva, la falsabilidad, la simplicidad o elegancia, etc.)'''. Sin embargo, el hecho de que hayamos regresado a los problemas de una teora de la ciencia normativamente relevante, a travs de V fenomenologa hermenutica, es una advertencia para retornar al problema inicial de transformar la filosofa en conexin con la ciencia. La alternativa entre verdad y mtodo, expuesta por Gadamer, no parece tan terminante y plausible como algunos podran creer a la vista del distanciamicnto c|ue se ha producido durante varios decenios entre la lgica de la ciencia, por una parte, y la fenomenologa hermenutica, por otra. A mi juicio, la actual irrupcin de una problemtica fenomenologico-hermenutica en la dimensin histrica de la teora normativa de la ciencia, muestra de hecho que la fenomenologa hermenutica puede corregir la reduccin cienlificista del problema de la verdad si, y slo si, no es ella misma irrelevante metodolgico-normativamente. En la moderna historia de la ciencia esto queda patente en el hecho de que, por ejemplo, las descripciones empricas y explicaciones de los sucesos lcticos de la historia d la ciencia, consideradas por s .solas, son irrelevantes para comprender filosficamente la ciencia. Resultan relevantes cuando pueden concebirse como complementos externos de las reconstrucciones internas, es decir, de las reconstrucciones racionales, normativamente relevantes; idealmente deberan abarcar y explican) con razones heterogneas lo que no puede comprenderse desde una reconstruccin racional-metodolgica. Pero sio implica tambin que el autntico sentido de la historia de la ciencia debe consistir tanto en validar como en corregir, desde la perspectiva del crculo hermenutico, la ratio metodolgiconormativa de la teora filosfica de la ciencia, mediante una comprensin ms profunda de la ratio correspondiente de los clsicos. Con otras palabras: frente a la explicacin de los acontecimientos naturales, la comprensin de las acciones humanas ha de llevar implcita una exigencia normativa de justificacin. Lo cual tambin se infiere del hecho de que ni siquie w Para una tentativa en esta direccin, cIV. J. Kr()vi:K y W. MLLtiu, WissenschalLsl lieorie und Wissenschaflsgeschichte: Llie lntdeckung der Henzoilormel , 1972, en Zl.sclir. f Allf;. Wissenschajlstlworu: 30

ra pueda comprenderse la racionalidad teleolgica de la conduela humana -ni, por tanto, la conducta humana como talsin un compromiso normativo en el sentido de un good reason essay''". El observador que solo describe, sin valorar, no puede en modo alguno insertarse cognitivamente en la historia. Como ya he indicado, tampoco los intereses del conocimiento deben entenderse como hechos, en el sentido de la ciencia emprico-analtica neutral, si pretenden ser relevantes para comprender llloslicamente la ciencia, segn exige una antropologa del conocimiento o una teora del conocimienlo como teora de la sociedad; como causas externas, nicamente .son relevantes para comprender la ciencia cuando pueden confrontarse con los legtimos intereses internos del conocimiento y ser comprendido.s como desviaciones -conscientes o inconscientes- de la conducta racional, en el sentido de la crtica de las ideologas". De aqu surge, por ejemplo, la tesis de que el inters tcnico del conocimienlo, presupuesto en las ciencias experimentales de la naturaleza como un a priori para la constitucin del sentido, tiene que ser un inters legitimable metodolgico-normativamente''-. I No pcrcalarse de slo constituye la ofuscacin cienlijicistu del empirismo lgico (C. Ci. 1 h:Mi'i;i, y W. SrrciMOi.riiK), que cree poder leducir la estructur a le la comprensin de la motivacin a la eslruclma de la explicacin causal empirieoutudiica que se atiene a leyes, f'.s comprensilile cjue el hecho de que en esla explicacin se prescinda de entrada de lo especificamenie pragmtico de las 0|ieiaciones meldicas tergiversadas, es decir, (.pie se presciiula ile que co nslilu> en respuestas a preguntas en una situacin problemtica real, desempee el papel de abslraclive lllacy, Cfr. lliiiiamenlc W. S ri:nM)i.ri:i(, 'rbleme und Resltate der Wissenschajtstheorie, vol. I, Itciln-Meidelberg-Nuevii York. I'*()'>, pp. 379 ss No quiero silenciar que la estrategia global de reducii toda sislemali/acin cienlilica del conocimiento al modelo explicativo de ()ppenheiin-l lempel-l'opper -estrategia caraclerislica en el primer volumen del libro de Slegmller- parece descansar en la abslraclive fallac>, que consisle en descuidar la dimensin pragmtica. Slo si esla dimensin se anula -naluialiiienle como dimensin piagmlica transcendenlal-normaliva, no como dimensin psicolgicapuede tener sentido, a mi juicio, una iliscusiu con los llamados tericos de la comprensin, lal como parece llevarla a cabo Slegmller (cfr. ihid., cap. V). lil terico lie la comprensin no aceptar desde un comienzo, por ejemplo, que la preguiua por las razones de la accin pueila identificarse con la pregunta por las causas de la conduela; por lauto, pari l la piegunla por qu se rie Juan? es sislemlicameiile ambigua, l'or olra parle, la pregunta <d,por cpi acept Newton la existencia de un espacio absoluto? es para el terico de la comprensin claramente dislinta de la piegunla /)(-qu cae una piedra?. Cfr. al respecto (provisiDnalmenle) K.-O . Ai'i.i., Communicaiion aiui Ihe l'oundalion of llie iluinaiiilies, op. cu. Cli. tambin Ci.-il. VON WKICMI, H.xplanalio and UiukrslaiulinK. llhacaN. Y.), 1971. " Sobre la figura del pensamienlo, propia de la critica de las ideologas, que consisle en la mediacin dialctica de la comprensin por la explicacin exleina, cfr. infra lomo II, pp. 89 ss. y 114 ss. - Cfr. supra, ola 39.

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C'uanlo debiramos sealar para la comprensin de la ciencia natural -es tlecir, para el mbito de senlidt) tiel conocimienlu humano abierto por el inters cientlico-lcnico en manipular y explicar- puede Iranslrirse, sin embargo, al mbito de sentido abierto por el inlcr'.s cu el (iciicrclo mismo. Con otras pahibras: la tesis de la relevancia melodolgico-normaliva se reliere a la comprensiiM llloslicti de todas las formas del conocimienlo humano, incluida su auto-comprensin. De alt t|iie el intento realizado por (ailamer para lograi' un actierdo lllo.slico en torno a la esencia y sentido de l;i comprensin hermenutica tampoco pueda ser irrelevante melodolgiconormativimenle, si quiere ser lt)sllcamente relevante. Pero sto parece estar en contradiccin con la concepcin que Ciadamer tiene de su propio intento, tal como la expone, .sobre todo, en las respuestas a sus crticos", (iailamer cree posible recurrir al planteamiento transcendental kantiano y rechazar, al mismo tiempo, todas las exigencias de justificar filosficamente la validez del conocimiento. Hl pasaje de esta argumentacin es suficienlemeiile iinptirtanle en nuestro contexto como para citarlo por extenso; Por eso, ereo c|ue seria un puro inaleiueiuliilo t|uerer inipiiear en lodo esto la lamosa di.slinein kantiana erure qiMcslin iuri.s y IUV.SIO Jucli. Kanl no tenia la menor inlenein de prescribir a la moderna ciencia de la nanale/.a cmo tena que comporlarse si quera sostenerse lenle a los diclmenes ilc la ra/.n. l.o que l hi/.o fue planicar una cueslin liloslica: pienumar cu;iles son las condicione s de nuestro conociiuieiuo por las que es piisihle la ciencia moderna, y hasta dnde llega sla. l:n esle senlido lambin la prsenle iiu'L-sligacin planlea una pregunla liloslica (...) su inlerpelado es el conjunto de la experiencia humana del mundo y de la praxis vital, l'or expresarlo kanlianamenle, pregunta cmo es posible la comprensin. Hs una pregunta que en realidad precede a lodo comporlamienlo comprensivo de la subjetividad, incluso al metodolgico de las ciencias comprensivas, a sus normas y a sus reglas. I.a analtica temporal del .ser-ah humano en I leidcgger ha mo.strailo, en mi opinin de una manera convincente, que la comprensin no es uno de los moilos de comporlamienlo del sujeto, sino el modo de .ser del propio ser-ah. l'ii este sentido es como hem os empleado aqu el concepto de 'hermenulica'. Designa el carcler lundamentalmenie mvil del ser-ah, que constituye su linitud y su historicidad, y que por lo tanto abarca el conjunto de su experiencia del nuiKlo". CIr. particularmente el prlogo a la .segunda edicin de Waltrhcil und Mcduide. <>). cil. '^ ti. G . CAUAMI:K, ihid,, pp. X V ss. De modo semejante argumenta tambin Ciadamer defendindose frente a IL lii i 11 (o/;, rii.. p. '183): ln el fondo yo NO estoy proponiendo un mtodo, sino describieiulo lo i/uc hay. Y que las cosas son como las he descrito, creo que no podra .serameme ponerse en cueslin... slo considero cienlilico reconocer lo que hay, en ve/ de partir de lo que debera de ser o de lo i|ue querra ser. ll\ este sentido inlenlo [leiisar ms all del concepto de mtodo de la ciencia moderna (que, desde luego, conserva su competencia limitad a) y pensar por principio, de una manera general, lo que ocurre .sieniiire. 32

4. PO R UN A I'II.OSOI-A TRANSCINDIIN I AL Ria.r;vANrE MiaODOIOKAMIiNI 1.: (RhlCA i liaDIXiCil R Y GADAMiai A mi juicio, ima crtica de la argumenlacicSn gadameriana, leali/atla desde el intento de lograr ima transformacin de la liIOSOIKI aclualmenle dccisivti, puede partir tle las tres lesis siguientes: I) Ciadamer apela a Kant y a la idea de tllosola iranscendenlal njuslilicai.lamcnle; 2) (iaiiamer apela con juslificacitSn histrica al conceplo iieideggeriano de la comprensin y a la correspondiente idea de la verdad como apertura del serahi ; 3) Heidegger ha prestado una contribucin imborrable al problema hermenutico-lranscendeiUal de la coiisiitiuin del sentido: pero, pt)r olra parle -y segn su propia confesin- se ha equivocado con respecto al problema de larc/iW (por lano, con rcspeclo al de la validez), tai filosolla ha de volver, pues, luievamenle a Kanl. pero iransjorniaiido la Jilosojia iranscendeiiliil tle modo que ctienle lambin, cnire otras cosas, con la ainpliaci<)n lierniennlico-transcendenud del hori/onle, realizida por Heidegger y (iadamcr. I) A mi juicio, la apelacin kantiana a la qnaestio inris, es decir, al problema de tislUicar la vididez del conocimiento -planteado por Kanl conlra la psicologa britnica del conocimienlono puetie invalitlaise seriamente mei.lianle la advertencia -pragmlicamenie ilausible- de tiue Kanl no quiso prescribir nada a la ciencia de la natiiiale/.a o cjue lal empresa es absurda", l-n rcaliilatl le sobra la/n al liltSsolo para ceder el descthrimienio de los principios meti.lict)s a la prctica cientfica; pero de ah no se infiere que, cuando rejlexiona ex losl l'actuni. tenga que o deba abandonar la pretensin de juslilicar -<.1e modo normalivamcnle relevante- la validez del conocimiento. .Si lo hiciera .seriamcnle, no aprendera nada nuevo sobre la esencia tic la ciencia ;il lellc.xioiiar lilosfictimenlc sobre lo que la ciencia hace, porque no podra distinguir entre lo vlido y lo que simplemenle ocurre de hecho (lo meramente explicable ). En resumen, no podemos renunciar indudablemenle a la crtica normativamente relvame, en aras tle la mera descripcin de lo que hay; y es imposible invocar laCritica de la razn para sin plantear Uimbin la pregunU por las condiciones de validez de la ciencia junio con La pregunta por las condiciones de suposihdidad. Indudablemente, Kanl .se dislingue de los representanles modernos tle una filosolla metodolgica , pero no poique rehuse responder a la qiiaestio inris relevante metodoU^icamcnle, sino porque (todava) quiere fun ' C'IV. (ADAMI.It, (/)/(/., p. XV. 33

damentarla en una deduccin transcendenlal de las condiciones de posibilidad y validez del conocimienlo"'. Por olra parle, cuando los modernos representantes de una lilosola niclodulgica -tanto la escuela popperiana, como H. Dingler y la Escuela de Erlangen- apelan a Kanl, siempre pueden reivindicar legtimamente trente a Gadamer la pregunta por las condiciones de validez. Y si, de hecho, el intento de la escuela popperiana de mostrar el principio racional inherente a la ciencia natural, reconstruyendo su historia inlernti, fracasara en artis de la pura hennenuliea hislriea (Pcyertibeiid, Tli. Kuhn, Hbner), ello signilicartt lambi-n un fracaso para la rllexin transcendental sobre la validez, tal como pretende el hisioricisino. C'iertamenle, y como y;i antes hemos sealatk)", la tlisolucin liennenuiico-liisliica del principio de racionalitlad de la escuela popperiana, recientemente observable, podrti estar ligada al hecho de cjue fuert insullcienle su rejle.xin henneniaicoiranscendental sobre las condiciones de posibilidad de la ciencia natural. Pero en este punto deberamos advertir que la hermenulica Iranscendeiilal no puede responder a ht pregunU por las condiciones de posibilidatl'" de toda comprensin, mientras deje todo como est, siguiendo al tltimo Witlgenstein''''. En este contexto, la apelacin de Gadamer a la actitud fenomenolgica de Witlgenstein*" es tan acertada como siste "' Cl'r. en este contexto particularmente el 0/).v Fo.stiinmin. Vase II. O. Iloi'i'i;, A'w.v Tlworic lcr 'hysik, Frankl'urt, 1909. Cl'r. suim, p. 21. No deja de ser interesante observar que incluso la ciencia lericoemprica, que hoy en dia se encarga de responder a las preguntas por las (meras) condiciones de 'osilnlidat, incluso en el caso de la compiensin (lingistica), se enreda en la problenilica dclas condiciones de valitlcj cuando reconstruye las competencias humanas, lllo se muestra de lornia paradignilica en la teora del lenguaje (y de la mente) de Noam Chomskyf quien se ve obligado a suministrar, junto con la explicacin causal de las condicumcs de posibiliilad de la compelencia giamatical tma aiilviiliai reconstruccin normaliv de las reglas vlidas como condiciones parciales de la comprensin > ilel habla humanos. Os muy probable que esta curiosa estructura de teora cienlinca, que es la gramtica universal chomskyana, encuenire su anlogo incluso en el campo todava por investigar de una pragmtica universal. Por una parle, la prag mtica universal, conio conslruccn terica tendra que apoyarse enleramente en resultados de la ciencia emprica; pero, por ola parte, contiucira a enuncia dos cuya uniwr.salidad debe poder aceptarse a iiiori, en el senlido de una prag mtica transcendental, si es que debe poder aceplar.se en general. Cl'r. al respec to ///ra, lomo II, pp. 251 ss., asimismo J. HAIUUM.XS, Vorbereilende Hemer

kungen zu einer 'riicore der kommunikativen Kompelenz, op. cil. Slo podemos decir de la lilosola que deja lodo como est en el senlido de que hay una diferencia -como sealamos al comienzo (cl'r. supra, p. 10)- en tre la distancia rellexiva del discurso terico y el compromiso pollico prctico. .Sin embargo, nos abstenemos del compromiso precisamente para po sibilitar la critica universal de la validez. CiADAMl.K, op. cil.. p. X.XII 34

iiuUicamcnlc discutible, porque precisamente el postulado wittgensteiniano de la pura descripcin de los juegos lingsticos como hechos ltimos (ciue se presuponen para la posibilidad de los fenmenos que han de ser descritos''') muestra la apora cnipirista de una fenomenologa llloslica, que quiere librarse de la pretensin crtico-normativa, y que, en el caso de Witlgenstein, origina incluso malentendidos bcliaviorislas. De hecho, Wiltgenstein cae en una patente contradiccin con respecto a su propsito, nunca tibaiulonailo, de realizar una crtica de lenguaje; si bien es cierlo que en la obra liu-da sta se limita a ciiticar los juegos lingsticos vacos de la lilosolia. Y los wittgensteinianos, junto con otros representantes de la Ordinary LuniUdgi' I'liilasopliy, Itunbin recordaron la pretensin liloslict)transcendental y normativa de su anlisis lingstico, en el momento en que se vieron expuestos a la competencia de los lingistas empricos (por ejemplo, J. I odor y J. J. Katz)''. Sin embargo, con estas observaciones no quiero poner en duda el valor positivo de una rectificacin fenomenolgicohermentiutica de los prejuicios metodokgico-normativos, por ejemplo, el ilel cientificismo. A ello ya hemos aludido anteriormente^'. De hecho, los mritos ya citados de la fenomenologa hermenutica ligados al descubrimiento rellexivo de las condiciones de posibilidad del conocimiento, deben parangonarse positivamente con los del ltimo Wittgenstein y sus seguidores. Pero justamente una hermenutica transcendental no tiene motivo alguno, a mi juicio, para recurrir a Wiltgenstein en lugar de a su propio mtodo: la hermenutica tran.scendenlal puede aclarar mediante el crculo hermenutico cmo es posible tanto conlirmar como corregir una pre-comprensin normativamente relevanle, aclarando lntnnenos normativamente relevantes; por ejemplo, la comprensin en todos los mbitos pre-cientficos y ciemficos. Esto es precisamente lo que debe aclararse en la historia de la ciencia. 2) Ln este punto es preciso abordar, sin duda, la invocacin de Gadamer a Heidegger, es decir, la tesis de que el comprender como tal no es un modo de comportarse del sujeto, sino el modo de ser del ser-ah mismo. Es evidente que esla idea dominante de la lilosolia heidcggeriana se identifica esencialCTr., por ejemplo, L. Wrnci:Nsii:iN, l'hilusophische UnkrsiuIntiigL'ii, 1, 90 y 6.'i4, " Cl'r. a este respecto el insUuclivo volumen compilado por C. 1.VAS (ed.), l'hilosopliy and ,in,;uislics, Londres, 1971 (especialmenle las contribuciones de Lyas, St. Cavell, R. 1 lenson, G. Ryle, R. .Searle y /.. Vendier). Ls casi ev idente t|ue K. LoitiiNZ (b'.lcnwiuc der Si>raeli!<rilil<, o;), cil.) interpreta a VVill genslein nonnalivamenle y recurre a l para la liscuela de Lrlangen. Cfr. . iiipra, pp. 22 ss. 35

mente con la pre-estructura del comprender, t)iie ya hemos expuesto, y a la que atribuimos haber reaccionado ellcazmente contra la reduccin de la gnoseologia de procedencia kantiana a lgica de la ciencia o a metodologa. Y esta es la caracterstica que quisiera subrayar de nuevo en primer lugar: hoy en da existe una tendencia a ignorar a Heidegger y a relerirse, por motivos extra-lllosllcos, a la fenomenologa husserliana del numdo de la vida cuando se est pensantlo en el fondo en el anlisis ticl ser-ah heideggcriano, que es ms radical; lenle a ello, debemos hacer constar que fue 1 leidegger quien posibilit en lo esencial considerar las estructuras humanas fundamentales (como, por ejemplo, corporalidad, trabajo, lenguaje) en su funcin cuasi-transcendenlal, siendo ste un modo de ver que ha inlluido, no slo en la antropologa llloslica, sino incluso en el neo-marxismo^' (por ejemplo, en la interpretacin lllo.sfica cuasi-tran.scendcntal del trabajo en el joven Marx). La sugestiva forma heurstica de pensar, caraclerislica de .Ver y 'Ilc/N/xj, i|ue se traduce en la rellexin sobre el perfecto apririco ilcl prc-ser-sc-ya del ser-ah como ser-en-elmundo que se comprende en una situaci(')n, inici un nuevo estilo de rellexin transcendental e impidi explicitar el problema de la constitucin transcendental, planteado por Hus. serl, como un problema de producciones subjetivas de una conciencia pura'\ En realidad es incorreclo desde el punto de vista de la fenomenologa Iranscendenltil, hablar de la constitucin como de un acto subjetivo: los lnmcnos .se conslituycn o bien .V' han consliiuUh) ya siempre an-u lutsatras. En nuestros aclos subjelivos tenemos qtie responder ya siempre al mundo constituido -al tlespejamienlo (Licliiuig) del ah-. Esta situacin bsica del pre-.ser-se es de hecho irrebasable''" IX' lodos modos, la nco-orlodo.xia que aitualmciilc ajusla flenlas eoii el neo-marxismo, hace tiempo i|iie se ha peivalado de slo y es eonseeuenle eon su puni de vista cuando desenmascara como burgueses, uiuo con el lieideggerianismo. tambin los aspectos llloslicus cua.sl-lraiisieiulenlales del neo-marxismo, l'or olra parle, me parece i|ue no merece iiueres rilosiifico algu no el reslableciinienlo de un objelivismo dogmlico, iiiie se innuini/a a si mismo conlra loda erilica, conviniendo en labi la lieguma por las condiciones ile posibilidad y valide/. (!). Sobre la erilica a la lendeneia dogmilico-objelivisla ya en el mismo Marx, ctr. l). IKilll l U, Mclakrilik der Mr\sttu'n Idcahndekrilik. I rankliirl, 1971, De lodos modos, poilemos descubrir una anlicipacin de lo esencial de Heidegger en la lesis dillheyana, segn la cual es imposible relioceder ms all de la vida. De ahi iiue me manlenga lambin en la lesis expuesta en l<;().t (vid. sii>ra, ola 22) sobre el carcler irrebasable del lenguaje ordinario. Sin embargo, igual (|ue enlonees, no veo en ello oposicin alguna a la posibilidad de nronsIriiir el lenguaje, sino su condicin de po.siliilidihl. CTr. al rcspeclo in/ro lo mo II, pp, -Kll ss.

y en ella pueden registrarse los factores cuasi-Iranscendentales de la pre-eslruclura del comprender; como, por ejemplo, el a priori lingstico. No es, por tanto, ttimbin reconstrtiihle como ttigo de lo tjue tenemos ciue respt)ns;tbili/.arnos? No significa tambin esle ya siempre del pcrfcclo apririco que hay contliciones de posibilidtitl del comprender, que tt)dava deben justificarse como condiciones de valiilv- del comprender, de tal modo que, siendt) momentos fuiukimentales ele la linitud o del estallo de yecto del ser-ah, no pueden atribuirse .slo a un acontecer del ser o al destino del ser? .3) Ya en la expresin pre-ser-.vf quedti patente, a mi juicio, que 1 leidcgger en Ser y Tiempo todava no haba roto totalmente l;i relacin con una filosolu transcendental de la subjetividad en .sentido kantiano, l'or ello, en Kanl y el problema de la melujisiea pudo conciliar lodtiva el carcter de proyeccin del comprender que se transciende a s mismo y a lodo ente, con la espontaneidad de la imaginacin Iranscendenlal en senlido kantiano. Tambin la interpretacin del pre-scr-sc comt) cura, tal como exige la reirencia al )5or mor ile qu del ser-en-el-inundo, y sobre todo el discur.so sobre el y;i siempre ser-deudor del ser-:ih, prueban que en aquel momento pudo no ser desacertado entender la preeslruclura del comprender, al menos lambii'n, como un problema de la identidad del hombre consigo mismo, que puede aceptar o rechazar. Hn ello poda haberse descubierto enleramenle el probleniti de reeonslniir, ;i la vez, emprica y normalivamente las condiciones de posibilidad y validez de la comprensin del mundo y de s mismo, involucnidas en la preeslruclura ; problema que tiene que ser resuello tambin con medios cientficos. Y por qu esle programa no podra incluir la reconstruccin de la lsioria de hi especie, realizada desde la hermenulica y la crtica de las ideologas, as como una reconstruccin de los mectmismos reguladores generativos de hi conducta instintiva, innata, que recienlemente estn pasando al primer plano?". No obstante, Heidegger no ha establecido relacin alguna enlre la pre-eslruclura del comprender, por l descubierta, y una subjetividad pre-consciente'"*; ms bien, ha extrado una consecuencia a partir del lclum apririco de ^' Ac)ii picii.s tanto en las invesligaciones elolgicas como en las reali/.atlas por la escuela de l'iagel sobre pre-eslrncturas cognilivas innatas, como, linalmeiue en la reeonslriieein del inslinlo racional del lenguaje de ijue habla llumboldl, en la linea de la gramtica generativa. ' Lis muy inleiesanle sealar de paso ciue, no slo la melansica kantiana sirve como hilo conductor heurislico en la reconstruccin actual de los mecanismos generalivos, sino ms loilavia la melalisica leibni/iana de la subjetividad (inconscienle) o de la esponlaneidad, reanudada por Schelling. .17

la apertura del ser-ali: retornar desde el aiuilisis todava lllosfico cuas-transeendenlal del ser-ah a un pensar desde la pertenencia a la historia del ser, que ya no admite compromiso mcdlguo-noniuilivu alguno. Si interpretamos ya la apertura del ser-ah en Ser y Tiempo como un acontecer annimo del despejan!iento (LichtunyJ. que no guarda relacin alguna con un pre-ser-se de la comprensin pre-ontolgica del ser, sobre cuya validez conceptual se debe rellexionar, entonces puede entenderse el retorno como desarrollo consecueiUe de un enfoque nioslico-tran.scendenlal, pero no en senlido kantiano. Ciertamente, el retorno adquiere mucha ms plausibilidad fenomenolgica tras Ser y Tiempo, cuando I leidcgger se orienta.primordialmenle hacia los fenmenos de la apertura del senlido en la obra de arte. De estos fenmenos puede decirse, no sin razn, que representan aquello que se sustrae en la pre-eslruclura del ser-ah a la manipulabilidad subjetiva: el fenmeno del despejamiento (Liclilung) como lal. Por consiguiente, y en el contexto del retorno, 1 leidcgger habra desarrollado slo la problemtica de la conslilucin del sentido del mundo, contenida en la pre-estructura del comprender; sin embargo, habra considerado la problemtica sobre la validez del sentido de la que somos responsables como propia de una filosola transcendental subjetiva y la habra incluido en la meiallsica que debemos olvidar. Esto concordara realmente con la posicin excepcional de lldiderlin en la historia del ser trazada por Heidegger. La marca distintiva de la conslilucin del sentido tendra su correlato en lo que, segn lllderlin, constituye la marca distintiva de lo potico frente a las producciones de la subjetividad; lal como expresa el verso que se opone al moralismo llchteano de la libertad: Lleno de mritos, mas poticamente mora el hombre. No niego ni infravaloro la relevancia gnoseolgica que posee el hecho de acenluar el acontecer del senlido -que no puede manipularse y, no obstante, contribuye a constiluir la historia del mundo- en lodos los procesos califtcados Iradicionalmenle como productivo.s (en la ciencia moderna, como creativos )''''; pero, a mi juicio, no hace falta negarla o infravalorarla, para percibir el carcter unilateral y vaclame de una filo-sola que, en definitiva, deseara derivar su propia legitimacin del kairs del deslino del ser que acontece. Y si esta lilosola cree poder superar u olvidan) la metattsica moderna, fundada en la autonoma del sujeto que piensa, quiere y acta (de igual modo que anteriormente la ontologa de la presencia, fundaDe ah la rceiente recepcin de Heidegger en la New Philosophy ot" Science desde la perspectiva del context oldiscovery; eir. siipni, ola .15. "38

da por Aristk'lcs), es licita, al menos, la sospcclia de que el hombre podra jugarse la independencia k)grada en la ilustracin bajo el signo de la autononn'a de la razn, en aras de una nueva alienacin (como dice J.P. Sarlre del llimo Heidegger) que consisle en una nueva creencia en el destino"". Sin embargo, puede dudarse lundadainenle ile la necesidad interna del retorno heideggcriano; o bien, en nuestro contexto, podemos poner en tiuda con buenas r;izt)nes la necesidad de separar el problema de la constihuin ticl sentido en la comprensin como tm acontecer de la verdad y el probleniti de la validez del senlitlo. Sobre estos problemas ha arrojado nueva luz la imporlanie investigacin de IL Tugendhat sobre el conceplo de verdad en Uusserl y Heidegger"'. Este trabajo ha mostrado que Heidegger slo poda ampliar la delinicin de la verdad de los cnunciatlos, lomada origintuiamcnlc de HusserI (segn el esquema: un enunciado es verdadero si muestra o descubre el ente lal como es en s mismo), lal como exige su concepto de la aperlura (Erschlossenheil) del ser-ah o del despejamienlo (I.ictiliiiig) del ser, sustituycMidola Uicitamente por una caraclerizacin ms simple: un enunciado es verdadero si descubre. A la Itiz de cstti reconstruccin queda patente que Heidegger valor equivoctidamenle su gran descubrimiento: que la aperlura (EroJ]iniiig) del sentido ha de preceder realmente a la conformidatl de los enunciados, tal como exigen la ;ipertur;i {Efsehlossenhei) hermenutica del ser-ah o los horizontes individuales de significatividad. Y ha valorado errneamente este descubrimienlo al identillcar la apertura del sentido con la vertlad en el sentido de la <uilelheia entendida originariamenle; es decir, como de.socultamiento"-. No tuvo en cuenta que la tipertura (Ei-ffmtng) del sentido -<.|ue es siempre, a la vez, ocidlacin tlel sentido- posibilita la verdad de los enunciados bajo delerminadtis circunsumcias, pero se dislingtie de ella esencialmente porque slo esta ltima tiene su medida en el ser en s del enle, mostrado y enunciado, pero no la primera. nicameme en el caso de la verdad de los lili cslc pumo -y prccLsamenlf por ra/.oiics lHnsiifmis- no poilemos silenciar la curiosa coincidencia con c|ue se pidilujeron el giro heideggeriano hacia el destino del ser como acontecer del sentido y como legitimacin del sentido, y el error politicii tle l')33. IL TiitirNuiiAr, J)cr ll'iliilu'il.si>c;hJI'lH'i Uusserl und Jh'idcf;i;cr, IJerlin , 1967. Cl'r. al respecto las recensiones de . I'oggelcr en l'ldlos. .Ib. 76 (1969) , pp. 376-85 y de Ci. Brand en 'Inlos. Rd.wh., ao 17 (1970), pp. 77-94. Heidegger ha conlirmado enlreumto esle anlisis mediante una auiocrilica; La pregunta por la alinhcia, por el desocullamienlo en cuanto lal, lodavia no es la piegunla por la verdad, l'or eso, no era adecuado a la ct)sa f.wc7yeinas sj e induca a error, el llamar a la alinhvia verdad, en el senlitlo del despejamienl o (Lichiunn) i'/.ur .S'aflw des Oenbeiis, Tubinga, 1969, pp. 76 s.). 39

enunciados hay una diferencia entre ia instancia subjetiva y hi objetiva, diierencia que posibiUta coniprolxir o Justijicar cuinlo liemos tllrmado de la cosa; en el caso del despejamiento (J.icJiiiiig) -que, en tanto que desocultacin del sentido implica, a la vez, ocultacin del posible sentitio- falla esa clijcn'iuia siijclo-ohjclo y, por tanlt), falla la posibilidtid de justijlcacin inmediata, auni|ue el despcyamierUo (Licliiing) abra ya siempre el espacio para l;i posible vertiad y falsedad de los juicios. As pues, si identillctimos la verdad con el despejainienl(> (Lir/iltiiig) del senlitio, ptiede revehirse como asunto (S(uJu') del deslint>, del ijue y;i no somos responsables. Tras esla aclaracin de la que somos deudores a l'ugendhat es kgico reconsiderar primordialmcnte el significado de la filosolii heideggeriani en el ct)iilcxto de ki lilosola actual. A mi juicio, de la aclaracih esbozada pueden extraerse las siguientes consecuencias para lognir una po^iible tr;inslbrm;icn de la lilosola ligada a la ciencia: I) El descubrimiento heideggeri;ino consistente en profundizar o ampliiir esencialmente la prohlcinlica fenomenolgieti (le la conslilucin, planteada por Ilusserl, no constitua un nuevo concepto de verdad; rtidicalia ms bien en descubrir una pre-eslruclura de la problemtica de la verdad, esencialmente idntica a la pre-estructura de la comprensin como apertura del ser-;ih, que y;i hemos esbo/.atlo y ijue -por expresarlo con Ciadamer- en realidad precede ya (...) a lodo comporitiiniento comprensivo de hi subjetividad, l-n relacin con este |)uiilt), estaban en lo cierto ciianlos creyeron tiue tleban desarrollar la fecundidad del enfociiie heideggeriano en ki lnea de nnix Jcnomcnologia hcnncnculica o rtidicalizacin ///osjica de ki hermenutica''', fambin potlrtimos descubrir una aclaracin de la problemtica heideggeriaiui sobre el despejamiento (Liclilung) del sentido, por un;i parte, en la pregunla por la reirencia veritativa de las cosmovisiones dependientes del lenguaje, en el sentido de W.v. Humboldl y de la lingslica referidti al conlenido y, por otra ptirte, en la recuperacin de la capacidad tjue posee el lenguaje en la poesa para constituir el sentido'"'. CIr. iiijia, iDino I, pp. 265 s.s. '"' Cl'r. l.oh irabajos impresos en la primera parle tiel primer volumen tjue han ineurrido en gran parle en la contusin o en la me/cla del problema de la a/Hrliim Ihnl/Jiniiii;) del wiuilo y el de la verdad. Hs .signilicalivo, adems, tp ie taml)ic'n Vv'. von llumliokll interpreta ya como descuirimieiuo de la veniad el despejamiento (l.ietiliiii.i;) del sentido, proilucido o ivpreseiilado por lo s len guajes particulares, que abre un espacio a la verilad ile los eiuinciatlos. (Ir. iii

fra, lomo I, pp. 101 ss. 40

2) Sin cniiaigo, ia apertura (Jirsdiln.s.si'iilu'il) del ser-ali descubierta por I leidcgger y que se anticipa a todas las operaciones subjetivas de conocimienlo, no es ya la vi'nliul. pero .' prejuzga, en tanto que espacio abierto, la posible verdad o noverdad; por tanto, no hay ra/n alguna para seguir a 1 leidcgger en su retorno y separar totalmente el problema de la cnisiiliiciii del prcbiema de la juslificacin en sentido kantiano, fon otras palabras; La filosofa tianscendeiUtil, en el sentitio ktmliano, dillcilmenlc puede superarse mediante una lilosolu del destino tiel ser; ms bien podeniDS tinipliarla o proliindizarla en la lnea de una hermenulica transceiKlenlal''\ IX- ah que tampoco sea aconsejable -aunque (iadiimer lo considere josible y necesario- mantener la .separaciiSn entre la pregunta por las condiciones de p(isil)lida(l de la comprensin, exigida por l;i |irobleinca liioineiioli')gica de l;i coii.sliliicin. y la |)rcguiila por la jiisijicucin melodolgicainenle relevante de los resultados de la comprensin del seiititio, pregunta exigida por la prt)blemtica ktintiana ile la rciliilc:. Id discurso acerca tiel acontecer de la vertiad, |ue tambin el mismo Heidegger reconoci como precipitado, debe stistiluirse por otro ms adecuado lnoinenolgicamente y ms fecundo desde la perspectiva de la lilosola Irtinscemlental; el tlisctirso sobre el pre-serse de la ct)niprensit')n en la aperlura del .ser-ah. 3) Ciertamente, con ello todava no est expresamente consitleraila una dimensin acentuada por el liltiino Heidegger. la dimensin ile IDS acoiUcciniicntos histricos del sentitio, que han configurado ya siempre el ctircler de interpretacin abierta I'HIICIIIIKIC .II.\I:JI\I.;IIII'I'> ticl .ser-ili como preeslruclun de luieslia conipreiisin del mundo y de nosotros mismos. Aqu, en la historicidad ile la pre-estructuiii hermenulica del comprender, pt)dria encontrarse el autntico desa11'.) de los descubrimientos heideggerianos a la filosolla transcendenlal por Iransformai-''''. Con ell> concuerda tambin el hecho de tiue recientemente se haya descubierto la actualidad del tillimo Heidegger para l;i hisliiria de la ciencia ligada a la problemtica del context of diseovery"'. ntenlemos aplicar las consecuencitis, obtenidas a partir de una revisin critica de Heidegger, a la pregunla formulada por Ciadamer: cmo es posible la comprensin? Ln la medida en que debemos plantear esla preguntti, junto con Gadamer, al conjunto de la experiencia humana del mundo y de la praCIV. iiijia. lomo 11, pp. l(i') ss. y i I') ss. "" CIV. a cslc iX'spL'do laiiihin la resea cilaila ilc O. Pngoler a la obra de rugendlial. CIr. el trabajo de Kisiri, np. lii. 41

xis vital, me parece que constituye la pregunta fundamental de una hermenulica transcendental; es decir, de una //7W.Ifiu ininsci'iul'ninl que rellexiona sobre la pic-eslrticlura de la comprensin en todas las formas del conoeiiuiento cientficas y pre-cientlicas. Pero ello implica tambin que no podamos explicitar la pregunta por la posibilidad de la comprensin sin plantear, a la vez, la pregunta melodolgicanienle relevante por la validez de la comprensin. Lo eutil, aplicatlo a Gadamer, significa lo siguiente: Ls insuficiente a priori querer contestar a la pregunta por la losilnlidad de la coiiipreiisin mostrando la estructura de un acontecer del ser (de la l'usin de horizontes o de la mediacin entre el presente y el pastido), que debe realizar.se como estructura del acontecer, sea en la comprensin inadecuada, sea en la tidecuada. Para responder a la pregunta por la posibilidad de la coinprensiii es prcci.so ofrecer un criterio que nos permita distinguir la comprensin adecuada de la inadecuada. Por tanto, y con respecto :i la hisiorieidad del proceso de la comprensin, destacada por Gadamer, es necesario cspecifictir un criterio ara el posible progreso en la comprensin. Evidentemente, estas exigencias, propias de una hermenutica lllosfica relevante inetodolgicononnativarnente, tienen que satisfacerse con independencia de que los lmites de la posibilidad del comprender sean amplios o estrechos, se presenten en una forma u otra; porque una respuesta a la piegunla por la posibilidad, que no mencione los criterios sealados, no podra distinguirse como inteleccin herme/iutico-transcenderital frente a una explicacin aiialiticoempirica concerniente a la posibilidad de un acontecimiento. Una explicacin semejante, sin embargo, puede ofrecer, a lo sumo, las condiciones sajicientes para el fracaso''" 'rambicii con respecto al fracaso piieileii iiitlicaisc copiio coiulieiones moti vos comprensibles liermenulicamenle (por ejemplo, prejuicios), Por supuesto, tienen que habei inlluido en el fracaso de la comprensin, en parle, como una cuiisu (no conscienle, coactiva); de lo conirario, >\ hubieran iniluido como niolivos lolalnienie patentes, no habran podiilo ol>slaciili'-ur la comprens in adecuada. De ahi que la erilica de las ideoUigas lenga siempre, a la vez, la estructura episleniolgica de la compiensin hermenutica profunda y de la L'xpticucin cuiisal cuasi-iiaiiratisia. .Sin embargo, deliemos distinguir en el caso de la comprensin acertada enlie esla cuasi-e,\plieacin y la explicacin de las condiciones necesarias, reguladas pt>r la naluraieza, l{ii esle caso, Uai ti lo comprensible tiene lambin que juslillcarse; por consiguienle, lo que todava queda por explicar, nada tiene que ver con motivos comprensibles, sino que slo puede tratarse de las coiuUlioiws sitw qua um de todos los aclos cognoscitivos , condiciones que funcionan segn leyes niilurales. De estas dislinciones se inliere, entre otras cosas, el hecho de que rmnca .se puede explicar sujiciciucine nl! el pruarcsv cientifico mediante cau.sas y leyes (lan slo pueden hacerlo los inarxisuis cieiijicisuis, pru'a tiuienes ninguna critica de las ideologas modi fica la relacin enlre base y superestructura y, sin embargo, se alcanza el reino 42

de la comprensin, como ya he mostrado; en cambio, para la comprensin acertada slo puede indicar las condiciones nccc. sciriis, las condiciones lijadas pt)r leyes ntUurales. lista aclaracin del sentido ele la pregunla por las condiciones de posibilidail de ht comprensin es adecuada, a mi juicio, para esclarecer la dificultad que entrati ki posicin de Gadamer: o bien las respuestas de Ciadamer a la pregunta ciue l mismo plantea son, de hecho, irrelevantes melodok')giconormativamente, en cuyo caso el discurso sobre el acoiiWci'r del .ser o sobre el aeoiiieeer de la verdiul expresa una naturalislic kilkicy, sin ciue aparczcti lespuesia a pregunta trtin.scendenlal alguna; o bien sus apreciaciones sobre lo cjue siempre acontece cuando eonipreiulenio.s presuponen lcil;iniente que estamos tratando sobre los presupuestos de la comiirensin adt-ctiadd, en cuyo ca.so son, por lo menos, insulicientes. Dillcilmenle podremos extraer de 'erdud y Mtodo una respuestti inequvoca en esta cuestin: cuando Gadamer concede superioridad al concepto hegeliano de comprensin liente al delndido por Schieiennaclicr y ilthey; es decir, cuando concede superioridad al concepto de tiulopeiietracin rellexiva del espritu frente al de la idntica reproduccin de vivencias, entonces parece estar afirmando tambin con ello implcitamente que la hermenulica po.see un concepto de progreso metodolgicamente relevante"''. Por otra parle, cuando reduce el principio conipreiuler mejor a un (uilor de lo qiw l se comi'rende a si misnu) a la consttitacin de cjue siempre se coniinende de un modo dijrenle'", entonces parece reducir tambin con ello de la liliorlad). A mi juieii), este argamciito ilccisivo de la hennenuliea noimat ivainente orientada no suele mpre.sionai a los cicnlineistas porinK- e-aks interpretan ya el hecho trivial ilc i|ue se pued.i ex|ilicar causalmenle (o esladisticamenle ) la realizacin de i.uali|uici ,ii\ion , en la nicilida en c|ue esl vinculachi a condiciones naluiiiles. como uii.i le .puesl.i posuiva a la pienunla sohe si se iiucde explicar causalmenle (o eslailislicanienle) l.is uiioiw.s t'ii litii Ki iic Uiioiws. CTr. a esle respeclo, sobre lokio, ti. 11 \ . W'kii.im, l',\i>itiuiiuiii LIiuI Uncrstandini, op. cil. "'> Cfr. W'aluhcil und MciOiic. pp. Kil ss. "' lltid., p. 280: Comprender no es comprender mejor, ni en el senlido objetivo de saber ms en virtud de conceplos ms claros, ni en el de la superioridad bsica c|ue posee li) eoiiscienle respecui a lo inconscienle de la produccin, lliis laria decir que, cuando .ve cooipicndc. .se comiirende de un modo dijcicnic. No iiuiero ocultar i|ue fue esla Irase la que primero suscit mi oposicin Irente a la concepcin bsica de Ciadamer .sobre la hermenulica y la cpie cada ve/, ms la lia aclanido y alian/ado. l'or una parte es lcil percatarse de que Ciadamer puede mostrar para cualquier situacin histrica que, de hecho, hay un modo de comprender dilrenle y ipie nunca puede demostrarse dclinitivanie/ ile que .se Irala de una comprensin iiicjoi, debido a la linilud del .scr-ahi. l'or olla parle, no se sigue de ello en modo alguno ciue en una hermenulica lilosfica ha.slc con decir que se comprende de manera dilrenle, cuando se comprende. Fin este punto precisamente resulta paicnie que hemos perdido la

'1.3

la aul-mcdiacin progresiva del coiiceplo (que se supera rellexivanienle), lal como Megel la propone, a un acontecer de la mediacin, normativamente neutral, debido a la produtividad del tiempo. Probablemente Ciadamer respondeiia que la hermenutica, desde el mismo momento en que abandona el punto de vista hegeliano del saber absoluto, siliiadt) casi al linal de ia historia, y reconoce la irreduclilile icriciifiiciti de ciiakiuier iiilrprclc ;i la historia, tiene que restituir l'undamentalniente a cada iiilcrpivliiiuliin i (tiulor, texto, etc.) el |)rvilegio de comprender se-mejor y, sobre todo, tiene que devolverle la superioritlad liente al intrprete mediante la anticipacin heurstica de la perfeccin". Sin embargo, creo que esta conclusin, extrada tras descubrir lo insostenible de la persiiectiva hegeliana, contiene .slo una verdad a medias: indudablemente, uno de los presupuestos constitutivos de l;i heirnentilica consiste en creer al inlcrprclaiuliiiii capaz de verdad -sea cual fuere el tiemp desde el que nos hable- es decir, admitir que es msiblc dejarse guiar por una instancia superior. Pero cuando Ciadamer infiere de ello una inirioridiid constitutiva del i|tie comprende Irente al que dice y da a comprender, y apoya esta tesis aludiendo a la inescrultible voluntad divinti, al ev;ingelio o a las obras de los clsicos, entonces el ctircler nontuuivs) de una hermenutica mitolgicti, teolgica o humanslicti clsica se impone de nuevo ;i la ilustracin europea. (Y es verd;ider;iinente curioso que Citidamcr en \'cnliul y Miiodo trascientla iiormativtiincnt slo por el lado conservtidor el carcler cutisi-neutral tIe la estructura formal cjie posee siempre la comprensin y t]ue se enlieiule como la metli;icin ilc hi tradicin; por ejemplo al re problcmliL'u nonniiliv-liansi-viHlunUil kantiana. .Si t)uca'nu)s nianlc-ner con semillo el piesiipiieslo / C /KI ' ivdliiwnlc cdiiipiviulciiuis, enloiices leemos q ue mantener tambin el hisiuIkIh de i|ue eompiendemos slo en el caso ~y en la medida-en i|ue comprendemos mejor. De alii t|ue podamos ulill/ai positivanienle los dos tradicionales criterios o condiciones de posibilidad para comprender mejor, criterios que, aunque reelia/atlos por Ciadamer, esln a mi juicio ms eslrecliamenle relacionados de lo que sle admile. Sealemos .slo marginalmeiUe ijue esla problenilica lambin recibe una e.splicacin, cierlamenle unilaleral pero no por ello menos ilusiraliva, en el conle.slo de la aclual discusin .sobre los criterios ile racionaliilad en la liisloria de la ciencia. Ta mpoco aqu podremos probar nunca delinilvameiile i|ue una leora haya superado dermitivamenle olra anterior; sin embargo, debemos manlener un postulado en esla direccin, y rcalmenle leemos muy buenas ra/ones para alirmar, por ejemplo, ijue la conslriiccin terica de Newlon ha sido superada |ior l'nsteiii y, en esa medida, mejor comprendida. (No ol)slanlc, en esle puni, por ejemplo, 'I'h. Kuhn dellende una posicin pi.sima a la de Ciadamer, aunque con escrpulos.) " CIr., por ejemplo, II. (i. CADAMI K, Keplik, en llcniciwmik und IdcolnKickillik. Iranklurl, 1471, pp. M)\ ss. 44

liabilitar la auloriclaJ), A mi juicio, si la hermenutica debe conservar crticamenle la hcrcnci;i de la Ilustracin, entonces tiene iiue conservar en la comprensin, tanto el supuesto de la siipcrioriiliid viriiitil ilel iiili'rpn'Uiiuliiin, como la exigencia hegeliana bsica tic la uiilD-pciiclrdciii njlcxivu del cspirilii, y tlerivar de ello en principio la /riniucia del juicio del iiilrpre w. Si ste no \e cree con derecho a enjuicitir crticamente lo i.|ue hay tiiie comprcniler y, por tanto, nt) .ve cree capa/, de verdad, es que todava nt) se ha situado en el punto de vista de una hermenulica ///o.V(j//V/, sino cjue se alrra al de una hermenulica puesta til servicio tle ima le tlogmtica'-. Tal vez podra Ldgtiien lensar que en el tanto como, que acabamos tle poslidar, tendra tiue haber a priori una contradiccin. Iin rcalidail, lano los marxislas cientillcislas como los racionaiislas crticos parecen convencidos, de drma casi estremecedora, de t|uc l;i hernieniuicii devola del ser, en virlud de su origen teolgico, o bien burgus-humansticoromnlico, implicti un;i dogmtica conservadora y mantiene, por UnUo, una vitirio.sa relacin con la rellexin erilica. A ello debemos responder lo siguienle; realmente la hermenulica no puede partir del presupuesto, lan en boga de nuevo en la aclualidatl, de que es posible pmccticr sin ms al anlisis objetivo o ;i la crtica de las relaciones sociales y tjuc, por lano, en la medida en que dispongamos de puntos de vista crticos, no necesil;imos pensar iiuc nos cnconlramos en una relacin con la sociedad y cdu su liisloria, por l;i que nos comunicamos inlersubjelivamenlc > nos apropiamos tle la Iratlicin. Adems, en tm;i socicilad ahieri:! esto jiodra considerarse como ima tic las ileluinKilions prorcssioncllcs de los cxpeilos en licrinentilica histrica, que son lliics poitiue ;i incnin.lo ix-sulum heurslicamenie imprescindibles, si tales experto^ tienden a imponer al piesenlc los prejuicios tlel pasailo aiiles que a la inversa. Sin enihaigi), con eslo no se niega en minio alguno ki jiosibilidtid de una henncnutica illoslica guiada lor el princiitio regiilalivo del progreso co.Kiiosciiivo. Antes bien, semej;inte ' ' l's cviilciilc i|iic mi iilc.i Uc iK-rmcnciitica liloslica no giiarila relacin alguna con la ilel incloilo ilc la comprcnsii'in. objclivo \ iicuiral. licnlc al i|uc ti.\l)\Ml.R alirma con loila r.r/i'ni i|iic los prcsupucslos dogmlicos son incvil abk's (ii/), cil., pp. liJ. liS() s.. passim). Sin embargo, esla dislinein y conlVonlacin no es, a mi juicio, la esencial; como niueslr;i el recmso de Ciad;uner a 1 le); el, la confesin de los propios piesupueslos no liene ipie conducir pieeisamente al principio ipie sii|ione uiiil.ileralmenle la superioridad del iiilcriircluii( lilil. I.a fe en la pjopi;i ra/.n no es simplenienle una fe ilogmliea enlre oirs; no podemos reducirla a un momeiUo . enlre oros, perlenecienle a la historia. ;nMU|ue esla sea lal \e/ la consecuencia ile Heidegger. CIV. lambin mi critica a l'opper cuando lialila de un aclo irracional de le en la ra/n, iiilrn, lomo II, pp. .i 11! .ss. .15

hermenutica normativa es una exigencia, como deseo nu)strar, de ia concepcin lllostico-lranscendental lie hi comprensin: est imph'cita en ia respuesta adecuada a ia pregunla por ia posibilidad de la comprensin. A mi juicio, no necesitamos rechazar la idea del Idealismo Alemn de ciue la comprensin consiste en la anio-peneracin del espirilu, en el aulo-conocinenlo anil>in en lo olro, para tener en cuenta la linilud e historicidad del intrprete y la posible superioridad del inlerpreandiim. Y no podemos abandonarla en aras, pt)r ejemplo, de una representacin puramente temporal de la mediacin nsita en la comprensin -conu) lo exige un acontecer de la verdad o, incluso, simplemente del sentido- si ciucremos poner a salvt) en toda comprensin el momento de la rejie.xin trascendental solirc la valide::. L:n esle senlido, me parece ciue el enlociue heideggeriano no ha superado la concepcin del Idealismo Alemn que ha posibilitado por primera vez concebir Ulosficameme la experiencia comunicativa y, con ello, el conocimiento en las ciencias del espritu ''. Ahora bien, en la medida en tjue I leidcgger-y tambin en el mismo senlido (jadamer- ha valorado con ra/n la linilud y la pertenencia a la historia de la comprensin IVenle a Hegel, el concepto hegeliano de la aulopenetracin sustancial del espritu debe reducirse a un principio regulativo, en sentido kantiano, conciliable con la anticipacin hermenulica de la virtual superioridad del interpretandiim. Quisiera ticlarar que esta solucin es ^posible, e incluso inevitable, desde el to[n)S central de la tradicin hermenutica'', segn el cual es preciso comprender a un autor mejor de lo c/iie l .w comprende a s mismo. A mi juicio, este lo/nis ptiede interpretarse como un principio normativamente relevante, en el senlido de la reduccin del concepto hegeliano de Ui comprensin cjue hemos poslula " IVentc ii una tciia tic la ciencia, t|ue SUJ recuntice eiiini) operacitine.s metdicamente relevanles paia el conocimiento las sisicmali/aciones e.\lenias de dalos (descripcin o explicacin medanle reglas, i|ue puetleii aplicarse al objelo desile lucra y comprobarse slo por t)bservacin), aclualiiienle se nata, a mi juicio, de conservar la concepcii')n del idealismo alemn del sal>cr-se del csiiirdu en lo olro como condicin de posibilidad tic algo asi como la conipre nsin del senliilo y, aileins, tic vak)rarla melotlolt'igica y c|)isleinolgicamcnle. lispero ijue se consiga cuando la auUirrcllexin tic la leora analtica de la ciencia le lleve a comprender que, en cuanto anlisis del leni;uje o del .senado, no procede en modo alguno como exige su melodoloyiu, sino que comprende liermenulieo-rellexivamente las relaciones memas de senlido. CTr. al lespcclo infra, tomo II, pp. 27 ss. Tambin Ci. 11. v. WKK.III, E.xplanalioii and Under.tlandin;. op. cil. Prescindo aqu deliberadamente de la enredada historia del topos; cfr. en relacin con ello lambin 11. Ci. C.XDAMIU, H'ahrheil und Melliode, op. eit., pp. I0 ss.

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do. ln CSC cuso significa (iw loda cainprciisiii, en la medida en que es acerlada, conqnende al aulor del seniido que ha de ser co/n>reudido, mejor de lo que ste se eomprende a si mismo, listo se inllcie del carcler rellcxivamenle snperador de la comprensin, en virlud del cual la atUo-comprensin -ai igual que su stiperacin rcllexivti enienditia como comprensin desmismo-en-el-niuntlo- incitiye siempre la comprensin de las cosas sobre las tjue se trata. .Sin embargo, nunca pt)denios d;ir por stii")ueslo tiue hemt)s comprenditio suricienlemenle a im aulor; de ah <.|t(c sea absolutaincnic ini(n>.siblc iiil<.Tr tic) /)osttilado luitcs mencionado que no potlainos o nt) tiebainos conliar en que el autor se comprende a si mismo mejor de lo que .se le comprende; por el contrario, el /iresupuesto de la superioridad del aulor subsiste micnlras nos encoiilremos anlc la tarea de conipreiuler. Al mismo tiempo, no obstante, perdura la exigencia de comprenderlo mejor de lo ijue se comprende a s mismo. Me alreveria a suponer que esle pt)slulado es aplicable incluso en el caso limite de la comprensin de teoras malemlictts. Iin la metliila en i|tie esta ctimprensin, como comprensin histrica, iierlenece a la liisloiia tlel espiilti, lamptico el pensamienlo matemtico se reproduce de loinia idntica, sino que -en la medida en tiue es ctiiiprendido- est ya incluitio en un contexto de la malemlica ms amplio. Desde esla perspectiva podrianH)S decir, lal ve/., ciuc la geomelria eucliditma no fue en rigor plenamente comprentlida por cl gran nmero de matemticos que se liniilaion a leproducirla, mientras qtie la com|)rendieron mejor que liuclitles cuantos posierioinienle la rclalivizaron. Iin esle senlitlo, seal liinslein en una ocasin agudamenic que slo haba comprendiilo en lsica lo qtie haba podido peIcccionar. Intludablenieiitc. en la metlitla en que el sentido que queramos comprentlcr no se puedti explicitar en eslrucluras Itigico-malemlictis, es nistlilcil decidir si, y hasta qu punto, los intrpretes han comprendido una conliguiacin de sentido (Sinngehikie) (por ejemplo, una obia de arle, una ley o una insliuicitni); es decir, si lo han enlenditlo mejor que sus cretidores. Por ejemplo, los poemas de Homero y los tlilogos de Platn siempre encerrarn un secreto en su peculiar complexin de .sentido (Sinn-I\onqle.\ion y, en esa medida, nos esperan lothiva como iulerpretandum, para hablar con Heidegger. Sin embargo, ello no impide, a mi juicio, que en muchos aspectos la moderna ciencia del espritu y la niosolia puedan comprender a Homero o a Platn mejor de lo que stos pudieron comi:)ientlcrse a s mismos como hijos de su tiempo; por ejemplo, reconstruyendo su siluacin histrico-sticial en el contexto histrico y sticial de las culturas euro-asilicas supe riores, o bien reconslrtiyendo los aigtiinenlos a la luz de la his 47

toria de la lgica. Y slo podremos hablar de comprensin en aquellos aspectos en que tambin es posible la superacin. Desde la perspectiva Je (iadamcr, la alusin a la distancia temporal, sobre todo, parece oponerse a esle postulado; como ya hemos atimitido, en virtud de lal disiancia parece utpico exigir la itienlilicacin con el autor consistente en repri)tlucir actos cognoscilivt)S en el sentido psicolgico y, pt)r consiguiente, la itiea de sujierar su auto-comprensin ptuece reilucirse a un;i ilusin. No obstante, creo L|ue jusiamenie a partir de la superacin gadameritma de la teora psicologisla de .Schieiermacher y Dilthey, se infiere que es inevitable la ideti de la comprensin superadora. Indudablemente con ello presupongo que la idea de la idcitiijicacin no es superlluti en cualquier senlido; ms bien ha de pensarse la ideniilicacin en el pensamiento en senlido hegeliano, como mediacin de lt)s aclos inlenciontiles, separados espacio-temporalmente''. lin cualquier caso, sustituir esta concepcin idealista por conceplos temporales del acontecer no puede fivorccer nuestra autocomprensin; porque no podemos concebir puente alguno para salvar la distancia espacio-temporal entre los hombres, como lo exige el mutuo enlendimiento ( iTMaiidigiing), sin la mediicin de lo idntico del penstimiento: y conu) medio de dentilicacin en el pen.samiento slo podemos concebir la mediacin lingstica. Indutlableinente, me parece i|ue no slo se ptiede runilamentar tiesde el pensamiento el liccho tlialclic(,> de que siempre se presuponga idciilidiid v diversidad en la sintesis de ki comprensin (aa metliacin temporal; el pcnsamienlo no enlia en el tiempo slo por si mismo, sino a tnivs tIe su mediacin con la nalurale/.a como lo otro ile s mismo; mediacin que no puede ser burlada por la auto-comprensin humana. A mi juicio, pues, y en cutilquier caso debemos corregir el juego lingstico dialctico de Megel, si c|ueremos cjue sea consistente renomenolgicamenle y como juego lingstico, kn ese ctiso, se suprimira la iiecesidatl-a mi juicio, no ilialctica, sino metarsico-idealista- tic mistidcar niitolgictiinenle con Megel " l'.slf L'iil'oiiiic hegcliiiiH) I.(IIKUII.'C CU CUIIIIHWIHKI a la lohis c.strcin a, segn la cual al hisloriador slo competen los pcjisamieiuo.', ile los hombres, l'.l ejemplo anieriormenle consiilerailo ile la hisloria ile la cii-iicla como recons. Iruccin interna nmesira, a mi juicio, en i|iic medida Collingwood liene y, a la ve/, no liene ra/n; poiijue el bisloriailor esl siempre relacionado simiillneamenle con la reconstruccin hermeniiliea ile la historia inlerna de las intenciones con senlido, comprensibles, y con la descripcin y explicacin de la hisloria exlerna de meros aconlecimienlos espacio-temporales; y ambos momenlos loilava pueden distinguirse con ms diricuUad en la piclica ile la hisloria poliliea (.jue en la hisloria ile la ciencia. .Sin enibaigo, el poslulailo ile l a ilislincin sigue vigeme, a mi juicio, con ra/n; liene su origen en el postulado lie una illalcliea de la hisloria, ipie reconcilia iile.ilismo v inalerialismo. 48

-lo que en esle easo signillca, con la teologa neoplalnicaniediante la resolucin de la Idea de traspasar al ser-otro, el conlenilo de una fenomenologa sistematizada dialclicamenle. Una fent)menologi;i sistematizada dialcticamente puede y tiebe empeztu' lambin dialclicamenle, es ilecir, en la media cin tic los moinenlos espritu y inaleria igualmenle oiiginarios para ntisolros. De esle modo concordara con la preeslrucUna tle i;i comprensin descubierta por Heidegger. Me parece, entonces, tiue aqtiella productividad de la disltincia temporal que, segtin Ciadamer, implica en ltimo trmino el cominenticr siempre de modo dilrenle, puede concretarse mediante un momento duIciIsu: la motivacin de los intereses de lodos los aclos humanos, no descubierta por el autor ni por el intriirele. fin esta mctlida, creo qtie en la hermenulicti llloslica nt) IraUmios de regresar a hi dialctica itletdisla de llegel, sino de tener en cuenta para comprender la historia de una dialctica situada ms ac del idcalisnin metallsico y del niicrialisino'"'. 5. EL LINI'OT^M; DIAI.I-F I ICO DI; LA ITI.OSOI A IKANSCLNDLINTAL Y LA MI;I)IACL()N DL LA 1 IIKMLINLL'TK A L'OR LA CRI RICA Di; LAS IDLOUKIAS Cieilamenle, en esle pimto la oposicin de (adamer se expresa U)davia con ms llrmeza tiue frente al prestinlo regreso al juego idealista del lenguaje, y en ambos casos se dirige conlra la arrogancia tle tina prelcnsin excesivti tle iltislracin y de emancipacitMi". Y, en realitlatl, la pretensin tle una dialctica radical, que medie lo ideal y lo material ya en el enfoque mismo, profundiza en cl inlenlo de superacin rellexiva delineado ya en la hermenulica, y se realiza en virltid de una mediacin de la hermenulica por la critica de las ideologitis"*. La conexin de que aqu tratamos consisle en una forma dialctica del pensamienlo: la mciliaciii tle la comprensin hermenutica por un nictodo ciiasi-cxplicativo, que puede tiplicarse legtimamente donde quiera que la existencia humana se presente a s- misma, no como accin con.scientemenle intencional y responsable, sino como conduela producida coactivtimenle. Evidentemente, en la praxis vital propia de la eondilion humaine , siempre estn cnlrclcjidos la iiicniaiiicitc aiiiipivii.si l>lc y /() cxli'iiuiiiK'iUc cxplic(d)lc\ sin embargo, el cast) lmite '" L'NNI UN intL-UTO NUIY provisiDual C INSULK'ICNIC FII ESLA ILIIVCCIN, DV. //;/ /(/, iDini) II, PP. 9 SS. Y PP. 209 SS. " II. CI. CIAI).\NU:U, RCPLIK, op. cil.. PP, 29-4 SS.Y 302 SS. ' CIV. A CSLC RCSPCCU) iiijia, LOMO II, PP. 91 SS. Y 209 ,SS, 49

patolgico de la neurosis, del que se ocupa el psicoanlisis, muestra que ambos pueden distinguirse enlre s tan nlidamente que resulta ineludible una dilrenciacin del acceso eognoscitivo, que sea metdicamente adecuada. En este punto la lilosola se enfrenta a dos cuestiones: en primer lugar, cmu liene que interpretarse epistemolgicamente el proceilimiento metdico del psicottnlisis; y, en segundo lugtir, si -o en t|u medidapodernos extraer consecuencias a partir del procedimiento psicoanaltico para la auto-comprensin de los hombres en general, lal como lo exige una ciencia de la sociedad, que sea crtica de las ideologas. No es este el lugar para tratar in extenso estas cuestiones, que en los ltimos aos se han revelado nuevamente como problema'''. Con respeclo ;i l;i cuestin, clave ptira nosotros, de una posible Inmslrniacin de la lilo.solla, y en relacin con la defensa gadameriana de la pretensin de niiiversalidnd de la hermenutica, sealaremos slo lo siguiente: el proceder cognoscitivo del psicoanlisis ha sido reivindicado durante decenios, por una parte, cinno prt)pio de l:i explicacin de la ciencia natural (por ejemplo, en el senlido de una psico-energlica reducida en lo posible a 1.. lisiologiti), pero lambin como propio de una hermenulica profundti que tr;isp;isa los lmites del mtodo hislrico-lUolgieo de interpretacin; sin embargo, tanto la lgicti de la ciencia orienUida de modo puramente cientillcisla, como la lilosola hermenutica en su rigurosa acepcin, han exiiresado su descontenlo frente al psicoanlisis. La lgica de la ciencia Irope/ con la dirictillatl ile comprobar las hiptesis explicativas psicoanalticas independientemente del ca.so individual; por olra parle, la hermenutica experiment como obstculos part la comunicacin interpersoiuil tanto la investigacin psicoanallica de las causas que originan una situacin normal de acuerdt), como el carcler desenma.scarador de las hiptesis explicativas conectadas con la biogralla'*". Ya esla situacin indica que dillcilmente puede defenderse la tesis de que mediante el psicoanlisis no se va ms all de la pretensin meti)dica de la hermenutica. Por otra parte, de ah no se sigue que el procedimiento cognoscitivo del psicoanlisis CTr. infra, tomo 11, pp. 5i ss. y 114 ss. Sobre el desarrollo ms reciente del problema cfr. J. 11AII;I<MAS, Erkcnninis und nwrc.ssc, pp. 262 ss.; A. LOUI.N zr.K, SpruiitzcrslikunK und Rclain.sUuklion, brankliirl, 1971; 1'. RICDI.IIK, /) (( Inwrpri'UUiun, r-rankl'url, 1969, CTr. tambin K.-(). An i, Cmninunieation and tbe Foundations ot'the 1 luinanities, ap. vil. " t'specialmente Kart ,lASi'i:ks en su .illi'nwini' 'syluipawl(iy.ii' (4." ed., Uerlin-1 leidelberg, 1946). Segn II. Ci. CADAMIK, la ingerencia de la conipc lencia psicoanallica es un lclor perturbador en las relaciones sociales (Re

plik, op. cil., p. 294). 50

o de su extraplaein a la crtica de las ideologas, tenga que ser inconciliable con un principio fundamenlal de la filosolia bermenutico-lranscendenlal. La forma dialclica de pensar consistente en la incdiucin y en la provocativa profundizacin en la aulocomprensin humana -y, con ello, virlualmente tambi-n en cl acuerdo nterpersonalol'rece en esle contexto, ante lodo, una nueva solucin cpislciiiolgica, dando un rodeo a travs de la euasiexplieiuin (convertible en hermenulica profunda) de l;i conducta coaccionada por molivt)s reprimidos (exconuilgatlos); esla solucin se distingue de modo caracterstico, tanto del modelo de explicacin cienlilica de Popper-1 lempel-Oppenhcim, como lambin del paradigma hermentilico en tiue ^c presupone, por principio, la sinwtria en l;i siluacin inlerpersonal de dilogo: l."j La diferencia con cl modelo cientfico e.\>liealivo radica, ante lodo, en lo siguienle: la cuasi-explicacin no presupone como marco transcendenlal una naluraieza dcfmilivamente regulatlti j)or /rccv uni\er\ules. sino iii;is bien una euasinaiurcdeza del hombre (ti tic la societlatl), t|tie se encuentra todava en proceso. Dentro del marco de la historia de la especie humana, en las hisloiias indi\idiiales, encticnira esla naturaleza su expresin variada, adecuatia en parte y en parle desfigurada patolgicamente. Por lano, la cuasi-explicacin no aspira desde un comienzo a convenirse en saber lcrict> tle manipulacin, del que puedan derivarse piuiisiicos relcvaiilcs socioteenolgicaiiiente, comprobables iiulcpeiulienienienle tlel caso individual; ms bien se centra en una eiii\i-e.\pu\ein nurniliva a ijarlir de una eiuisi-ieoriu de las lusiorias individuales (en el marct) de la liisioria niisnu iiulividual ile a especie); su relacin con la praxis no radica priniordialiiienle en la ft)rintilacin socio-tecnolgica de pronsticos, sino ms bien en la emancipacin del individuo o de la sociedad con respecto a las coacciones de ki cuasi-naluraleza, que se oponen a un desarrollo de la ntilurale/a humana especifica, dirigido nicionalmente. Por tanto, la autntica verificacin de la cu;isi-explicacin narraliva no radica en datos observables, obtenidos mediante experimentos eslriclamenie rei^elibles y comprobados pt)r ob. servadores estrictamente inlercainbiables. Por el contrario, tal como lo exige el nHxlclo dialctico de la mediacin, radica en la reproduccin del acuerdo (y de la interaccin) inlra e inlerpersonal en la siluacin vital (histrica); y, ciertamente, a un nivel de comunicacin que ha alcanzado un grado ms elevado, al menos, por parte del pacienle poique mediante el psicoanlisis y la lerapia ha reinlegiado motivos excoinulgulos (reprimidos) anteriormente. A mijuicio, no puede .sorpren 51

der que dilleilniente acepte un modelo semejante la lgica de la ciencia, establecida a priori sobre un saber de manipulacin estrictamente controlable y objetivo (en el mareo del presupuesto trascendental -confesado o no- de leyes naturales universales, neutrales desde el punto de vista histrico). 2.") .Sin embargo, el modelo esbozado ha de extrtiilar tambin al puro hermeneuta, por razones fcilmente comprensibles; mxime si ste tiende a suspender, en el ca.so de la mediacin de la tradicin, el presupuesto de simetra implcito idealmente en la situacin de acuerdo inlersubjetivo, a favor de la superioridad del intcrpretaiiliim. Ttimbin se ve obligado a suspender el presupuesto de l;t simetra el psicoanalista o el crtico de las ideologas que, tal como lo exige ntiestro modelo, introduce el mtodo de la cuasi-explicacin narrativa ptira mediar el acuerdo inlersubjetivo, aunque lo htiga con vistas a mejorar tal acuerdo. Pero en este caso, el presupuesto de la simetra en hi comunicacin interpersonal se suspende decididamente a favor del iiili'rpretc, es decir, a coslti de la compelenciti comunicativa tiel paciente, convertido parcialmente en objeto de la cuasiexplicacin. Desde una perspectiva hermenutica, esta objetivacin cientfica del interlocutor en la comunicacin es, sin duda, ante todo un escndalo. r^csde un punto de vista hermenulico-existencial, lo dicho es vlido para el ca.so en que el procedimiento esbozado se lleva a cabo en el marco de una institucin indicti, que (precisamente por eso?) la sociedad acota desde antiguo mediante tabes y sanciones. Pero el escndalo se hace patente en el momento en que se intenta extrapolar el modelo psicoanaltico o de la psicoterapia, como exige una cienciti de ht sociedad que .sea crtica de las ideologas, l^n ese caso, el procedimiento esbozado, que consiste en suspender parcialmente la comunicticin, conduce a que ciertos intlividuos, o una parle de la sociedad, reivindiquen para s el ix)l del psicotmalisla o del terapeuta. No obstante, no slo les falla la conformidad de la sociedad, que normalmente legitima al mdico o al psicoterapeula; sino que lal conformidad oficial tiene que ser denunciada por los crticos de las ideologas incluso como falsa conciencia, que priva de fundamento al ttcucrdo inlersubjelivo habitual mediante argumentos y tiene que conducir a su suspensin, al menos, parciil y temporal. Por tanto' una parte de la sociedad niega a la otra el dilogo (a la parte dominante e ideolgicamente determinante) -y lambin la discusin- en el nivel de la argumenlacin inmediatamente objetiva y cuestiona, al menos parcialmente, su competencia comunicativa; de ah que tambin ponga en cueslitSn su competencia poltica objetiva. En la 52

medida en que \nJllusojiu, lambin en la poca de la science y de la leclniology, ha m;mlenido vivo el saber sobre la dialctica sujelo-objelo en el mbito de las ciencias del esprilti y de las ciencias sociales crtico-emancipadoris, no puede ser istmio suyo Iriviali/.ar el escndalo mencionado"'. No obslanle, se puede mostrar, a mi jtiicio, que la citada mediacin dialctica del acuerdo intersubjetivo inmediato por su suspensin temporal y paicitd en aras de ki crtica de kis tleologas, no slo puede ser inevitable, sino lambin legtima desde el enlbque lu'nncn'iilico-lnuiscciuli'iilal de la llkisolui. lispecialmente puede mostrar que sustituir parcial y temporalmente la comunicacitn inmediata, implcita en la crtica de las ideologas, por la objetivacin cuasi-naluralisla y por la explicacin de la conducta humana o de las biograluis humanas, supone, precisamente desde el punto de vista hermenutico, un progreso lenle a dos alternativas: I.") Irenle a la continuacin de la poltica eon otros medios (Clausewilz), que es habitual desde antiguo; es decir, lenle a la sustitucin de la comunicacin inmediata y de la interaccin por la confrontacin blica; 2.") lenle a la manipulacin tcita -por as decirlo- de una parte de la sociedad ppr la olra, gracias a la supresin lecnocrtica y cienlificista de la comunicacin relevante desde el punto de visla prctico y poltico. La mediacin del acuerdo intersubjetivo -incluso del acuerdo perfeccionado y ampliado hermeneiilicamenle, como exige la filosolui luimanslici- por la erilica de las ideologas puede significar un progreso desde el punto de vista de la hernieii'uiicu transcendenlal, slo suponiendo que podamos y debamos esperar legiimanienle de la historia un progreso en el acuerdo enlre los hombres y en la auloct)mpiensin de los mismos. Indudablemente, en la pretensin de la crtica de las ideologitis veremos una liybris inconciliable con la eondilion humaine "- -como y;i la vimos en las pretensiones de una comprensin rellcxivamenle superadora- si de la historia solo esperamos en definitiva la repeticin de lo que siempre sucede; si entendemos por comprensin el eslablecimiento de un I En esla medida, seala OADAMI K (op. vil., p. 295 ) eon ra/n que es posible una criliea hermenutica a la legitimidad de la psicologa profunda y que la rellexin psicoanalitica y la hermenulica consliluyen dtw juegos lingsticos diferenles, que no deberamos confundir. Indudablemente esla observacin lambin implica reconocer que el juego lingislico psicoanalilico no puede reducirse al hermenutico y en esa iiiedida, al menos, no se mantiene debidamenle la pretensin ile univeisalidad de la hermenulica. Por otra parle, tiebo indicar que en la lrma dialclica del pensamienlo, ya considerada, y que consisle en la niediaein de la comprensin por la cuasi-explicacin, si que enconlram os una allernaliva a la mera eonfnsin de dos juegos lingslicos. Cfr. (jADAMr.K, Replik, (I/). lV., p. .112 . .5.1

equilibrio que debe siempre renovarse en un juego cuasicsmieo; si, por decirlo ms claramente, consideramos como paradigma del posible acuerdo inlersubjetivo el acuerdo (Einversiannis) entre los ciudadanos presupuesto ya en la antigua polis. Pero cmo mostrar que podemos esperar con razn de la hisloria un progreso en el acuerdo inlersubjelivo, si estamos dispuestos a explicar cuasi-naluralistaniente -como exige la crtica de las ideologas- las causas sociales que obstaculizan tal acuerdo? Con Karl Lowilh, muchos vern en el presupuesto antes postulado de un progreso histrico en el acuerdo humano, una mera creencia que no representa, en dermitiva, nada ms que una secularizacin del cristianismo"'. Frente a esto ltimo podra objetar -como anieriormenle frente a Hans Albert"''que la seciiarizuin no es sin ms una categora del desenmascaramicnlo propio de la crtica de las ideologas, sino ms bien una categora que rescata hernrenuticamenle el aparecer (F. Bloch) ile la vertiad. Frente a una representacin del acuerd) (i'Jnw'istiuiiliiis) humano posible, iiis|>irada en Platn y Aristteles, podramos recurrir, en la lnea de la elevada nicrpretacitin de la comprensin judeo-crisliana de la historia, tanto a la concepcin hegeliana tiel progreso en la conciencia de la libertad como a la idea popperiana de progreso desde la sociedad cerrada en la antigua puli.s a la sociedad abierta en la democracia moderna. (En realidiid, cret> que la Irttdicin de la comprensin cristiana de la historia, interpretada por Megel, asi como la tradicin libeitl represeiilada por la comprensin popperiana de la hisloria y que se opone a la primera slo aptirenlemente. son superiores en un punto esencial a la idea aristotlica de la razn prclica, rehabilitada en nuestros das por Gadamer y otros: ambts Iradiciones han reconocido y rebasado l;i limitacin interna que posee una idea del acuerdo (lunvcrslcimlnis) humano, in,spirada en el orden in.slilucional y en la tradicin del linaje o de la ]>olis y que no puede atribuir al acuerdo inlersubjelivo ms funcin que la de oponerse a la cada y desmoronainienlo del sabeD>"^ incluso en la medida en que lal acuerdo est mediado por una inlerpreiacin meldica. Y no porque esta idea conservadora de la hermenulica, transmitida por el humanismo, no tenga justificacin alguna. Pero a mi juicio la ' CIV. K. l.Owiiil, Wi'llueschichlc und Hcilsit:scu'ha, Sliiltguil, 4." c., 1961 . Vase J. HAIII;KMAS, Karl Lowitlis stoiseher Rekzu vom historiselien Bewusstsein, en J. UAIII-KMAS, l'hilosophisch-poliisvlu' l'r<i/ik; Frankturl, 1971 , pp. 11 6 ss. CTr. supra. nota 37. CIV. GADAMI R, Replik, iip. cil.. p. 299 . 5A

liene slo si desde la erilica de las ideologas se reduee a un inonienlo que se conserva en la dea de conmnidad de inlerpreiacin iliniilatla, lodavia por conslruir; es decii', denlro de ia concepcin del progreso ilimitado en el acuerdo humtino. Sin embargo, la idea misma de la ilimiada comunidad de interpretacin "" -construida por Ch. S. Peirce y .1. Royce- liene sus races mani(iestamenle en dos antiguos temas que se encueiUrtm en un;i tensti relacin dialdictt con la idea platnicoaristotlica del acuerdo {uiiYcrsiiuilnis) en la polis: primero, en la idea socrlicti del dilogo"' que, como concrecin del logos niosilco como tal, trasciende a priori la idea de la polis clsica""; y, segundo, en la representticin cristiana de la coiiiiinild (G'i'iiu'iiidc) como comunidad {iicnu'inschajij retil-ideal de los que han sido llamados a l;i unin con Dios, comunidad que, segn Agustn, lut de ;ilcan/arse como ncivitas Dci a travs tic la histtiria.) No obstanle, considero que hi posibilidad real y, sobre lodo, la necesidad lgico-transcendental y ticti del progreso histrico en el acticitio intersiibiclivo pueden l.imbiti |)cuibir'.e sin recurrir a una inlerpietacion heiinenutico-luslorica ijue secularice la comprensin cristiana de la historia: tirni juicio, podemos deducirla a partir de hi pre-estruclun hermenuticoiranscendenlal de ht comprensin mediante un posluhulo de la crtica transcendental del senlido. Con ello llegtimos al /.Vp'clo fiiiulaiiu'nlal de l;i irans/iinnucin de la lilosola c|ue, segn creo, constituye el icstilltido de los sigtiientes estudios"'. Se traa de la pre-estructura hermenutica de unti lilosola trtm.scendental, que no parle -como el de;dismo transccinlenlal kantiant>- de la hiptjst;iss de tm sujeto o conciencia en general como garante melallsico de la validez intersubjetiva del conocimiento, sino que parte del siguiente supuesto: dado t|ue uno solo y uiia sola vez DO i^iiede seguir una regla (Wittgenstein)'"', estamos condenados a niori al icucrtlo inlersubjeCIV. injhi. lomo II, pp. 1-4') ss.; 169 ss. y pi/wini. "' Me parece que l'opper ui tiesculucrio ccrlerameule que esla idea, en el mismo l'laln, entra eii un conllclo Ineviiable con la idea tic la reslauracin poliliea de la uoUsii. " Que slo es asi no fue descubierto por ve/ primera en el cosmopolitis mo helenislico, sino ya anieriormenle por Eurpides y algunos solisUi-s. Cfr. //)/; (/. lomo 11, 2." parle, particularmenle pp. 20.1 ss., 212 ss. y 406 ss. No inlenlamos alirmar aqu que una persona no pueda por s misma tener la cap.icidai.! (la facuiail, o lal ve/, la ilisposicin innata) de seguir ilelerniiiia das reglas; dclndeinos la lesis tic t|ue la validez del scnlida del discur.so sobre la iih.scrvancia de reylas depende del presupuesto de un juego lingstico transcendental. CIV. inja, lomo 11, pp. I .'i4 y 209 ss. l:n esle .sentido es impo sible fundameiuar el discurso sobre las competencias recurriendo nieamenle a lcullades innatas (por ejemplo, cu la linca de Clioinsky y l.eimcberg); es nece

sario tambin presuponer el juego lingstico Iranscendenlal (cfr. njia,

liv, aunque cada uno de nosotros del)a comprenderse en el mundo por su cuenta y llegar a conocimientos vlidos sobre las cosas y sobre la sociedad en virtud de esla pre-comprensin. l:n esla concepcin, que implica una teora con.scnsiial del acuerdo lingstico acerca del sentido y de la posible verdad, radica, a mi juicio, la superacin del solipsismo meldico que ha desorientado a la teora liloslica del conocimiento, al menos, desde Ockham y Descartes hasta HusserI y H. Russell'". No se puede lograr una conciencia cognoscitiva sobre algo en tanto (lite algo, o sobre si niisnio como persona, cjue pueda identilicarse indicando el yo, sin participar ya, junto con la produccin intencional, en un proceso lingstico interpersonal de acuerdo intersubjelivo. Por lano, para m la evidencia slo puede considerarse como verdad en el marco del consenso interpensonal. En este .sentido, la lilosora transcendental transformada hermenulicamenle parle del a priori de una comunidad real de comunicacin que, para nosotros, es prcticamente idntica al gnero humano o a la sociedad''-. Pero si cada uno por su cuenia tiene que poder percatarse con evidencia de la necesidad de un acuerdo en la comunidad real de comunicacin -y la filosofa no puede renunciar a esta exigencia- entonces debemos presuponer claramente que, en cierto modo, cada uno debe poder anticipar en la aulocomprensin que realiza mediante el pensamiento el puni de visla de una coniuidad ideal de comunicacin, que todava tiene lomo II, pp. .Il I ss.). La filosolia IraiiscciHlciUal, en sentido kantiano, par eee suliiir hoy en da una liansibrmaein en dos direeeiones. Ln primer lugar, una iranslbrmaeiii y,iisi'o-uiilroiuiliiyjfi. ipie puede entemlerse tiesile ma perspecti va puramente llloslica como Iranslormacin ile la lilosolia en piolociencia (11. Dnglcr, P. Lorenzen); sin embargo, aclualmente el iriori meldico del conocimienlo, en el que descansa la proto-ciencia llloslica, puede eonvertiiM- claiameiile tambin en obielo de tas iileoiiasn eieiiuricas que se ocupan de liicullailes inialas del luiinbie. l'or una parle, eslas leorias llenen i que proporcionar ICCOII.SIIUCIIIH'S uoniHiliwuiicnlc iuncilus tic i(',e/(rv; por I olra, y en lano cpie e.\>lwacioiws anlropolgicas, pueden conducir a relalivizar i el apriorismo metodice) de la prolo-ciencia lllosrica. Parece que slo en laI les leorias se lleva a cabo la Iranslormacin yiuisco-antiipolywa de la llloI sola transcendenlal, pero incluso ellas mismas slo pueden lener validez en f virlud del juego lingislico iranscendenlal de la ilimitada comunidad de arI gumenlacin. Ln esla medida la aulnlica y radical iransloiiiiacin ile la lllosoI lia iranscendenlal, posible todava por el i; intori yiiown iiiiiiiHilyjai de ia j nilfxii'iii, se lleva a cabo en la direccin si-iiuliiu y twniwiwHtim del a priar de la iiiiiiaiiidaddf ciiiiainiaciii. i '" CIV. iiijia, lomo 11, P|).20') ss, y i)a.vuiii. I La iranslrinaciii .winwtica de ta lilosolia Iranscendeulal. elcluada por I C;h, S. Peirce (clV. infra, lomo II, pp. I4X ss,), parte de la siguienle consi deaI ciiy, los posibles habilantes de otros asiros, que piulieran comunicarse inedia nI le signos con nosotros, perlenecerian aulomlicanienle a la indelinily commu! nily tpie coiisliluye el sujclo de la verdad como consenso in ihe long run.

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que eonslruirse en la eoniuniclad real: en cierto modo, cada adulto, cada hombre que a travs del proceso de socializacin ha adt|Uri(lo competencia comunicativa junto con el aprendizaje del lenguaje, debe poder esKir ya en la venkul y asegurar tambin esle hecho mediante la rllexin transcendental '", (l-n esto radica, a mi juicio, la verdad superada de l;i tradicin cristiano-neoplatniea de la mstica del logos''', todava presente en la doctrina kantiana del yo transcendental (e inteligible) pero, sobre lodo, en l;i consumacin hegeliana de la relexin transcendental, tiue se realiza en la pictensin del saber (iie se sabe a si mismo.) Sin embargo, al autocerciorarse transcendental de la verdad, caracterstico en los grtmdes pensadores de la Hlt)solla apriorstica tiel sujeto ''\ slo pttede ser vlido a priori -segim nuestros supueslosen los siguientes trminos: si contiuce a la idea de que cada uno de nosotros, ptira todos los conocimientos con contenido efectivo, depende de la experiencia emprica y del ilimitado acuerdo con otros acercti del sentido y validez de la verdad de la experiencia'"', li incluso esta ideti puede considerarse como verdad slo si lodos los participantes en el discurso leric(> de la lilosola pueden y tienen que esUiblecerla a priori a la base de lodas l;is discusiones ulteriores. Incluso las llamadas convenciones tcitas, que determinan nuestra precomprensin del mundo segn las reglas de juego de lt)s diversos juegos lingsticos humanos, slo pueden establecerse y justificarse conscientemente como convenciones bajo el presupuesto hermenutico-transcendental del i priori del acuerdo ilimitado. Por tanto, en el priori de la comunidad del acuerdo, el gnero humano como sujeto cuasi-transccntlental tic la '" CIV.iiifra, Imu) II, pp. 2')7 ss. '" Siihii- la liadiiHU ilf la iiiiii'.lii.a ilrl IOJM)',)). I II, K.-( ). Al'l i , Dir lilrr tk'i .S/)((i7/('.... ('/' 17/., iiulkc ilc malillas. ClV. al icspcL'lo 1 lu-ila.'j:i.-i' y, piir ola parle, la earaelerislica pciiLcaii a del a priori mcllunl (//);</. pp . 12 s.). '"' 1.11 esla medida liene plena ra/n (IAD.XMI K cuando caracteri/.a el IVacaso del sislema csmico hegel ano como fracaso ineviiable tiel inicntt) de abarcar en el gran monlogo tiel mlodo moderno la connuidad de sentido, tiue se reali/a parlicularmcnlc cada ve/ en la conversacin de los habanles (ll////lu'il mili .Mflliinli; ap lit.. p. .V^l). Cieilamenle, la caracleri/acin misma ile (iailaiiier corrcsponile loilava a una icllcxin liermeiiculico-lian.scendciilal so bre las contliciones ile posibilitlatl y valitle/ de la comprensin, t|ue catla indivi tluo liene iiue |H)der reproducir al nnvl luuilyiai </< ivllc.xin tiel saber tpie se sabe a si mismo, liiiliulalilenienle en esle nivel hay lambin espacio libre jiara compiender de un unido tlilienle y para comprender mejor; sin embargo, no es sulicieiUenienle ain|)lio ctinio para uslilicar un discurso sobre la valide/ r claliva o sobre la hisloricidad tic la idea del a priori de la ct)numidad del acueiilo. lisia es la ra/n en la t|iie se apoya un ncohegelianismo idcalisla, como el tkiiulido por Ib. l.ill. 57

verdad frente a los aconteceres del sentido en la historia del ser -por ms inmanipiilahlL's que puedan ser en tanto que acunli'cere. s del sentido- recupera su propio puesto de responsabilidad solidaria, que parece perder en la filosoila de I leidegger. Mediante la reflexin transcendental sobre las condiciones de posibilidad y validez de la comprensin hemos alcanzado, a mi juicio, algo as como un punto cartesiano c jUndamenlacin idtima llloslica'". Ciertamente, quien participa en la argumentacin liloslica ha reconocido ya implicitanienle como a priori de la argumentacin los presupuestos antes mencionados, y no puede cuestionarlos sin poner, a la vez, en cuestin la competencia argumentativa misma. F.n este sentidt), me atrevera a defender la tesis de que el a priori del acuerdo argumentativo (en la ilimitada comunij.lad real de conumicacin) ocupa un lugar destacado en la pre-estructura hermenuticotranscendental de la comprensin: los restantes presi,ipuestos del acuerdo real, materiales y existenciales, por ms que su significacin vital pueda imponerse Irecuentemenle a todas las reglas de juego de la argumentacin, tienen que subordinarse por principio al a priori de la argnrnentacin o de la comunidad de argumentacin: porque slo presuponiendo este ltimo podemos tambin conocer o discutir los restantes en su significacin. Incluso quien declara ilusorio el a priori de la comunidad del acuerdo en nombre de la duda existencial, que puede verificarse en el suicidio, o en nombre del confiicto de los intereses de clase, lo esl conllrnuindo puesto c|ue todava argumenla. Lo confirma incluso cuando se o|ione al acueixk) (lunvcrstiindnis) presupuesto en la comunicacin institucionalizada, en nombre de una clase opriiTiida y prclicamenle excluida de la comunicacin, y cuando, en esa medida, rechaza aparenlemente la argumentacin; porque tambin en ese cuso J'undanienia su conducta en la solidaridad con una comunidad real de comunicacin que encarna para l la posibilidad de la ideal'"'. Acerca de la critica a la lesis de la escuela piipperiaia sotiie la imposibilidad de una ruiidamenlacion llima, cl'r. i/ijra, lomo 11, pp. .312 ss. y 385 ss. .Sin duda, existe hoy en dia una neo-oruidoxia marxisla que considera superllu,! lal rundamenlacin; ms exaclameme, la considera como una reliquia de la lilosolia (tran.scendenlal) burguesa, l'.n esle caso, el anlisis materialista de las relaciones sociales -incluyendo la lilosolia perlenecienle a la supereslru cluia - ya no se presenta como un momenlo mediador, erilico de las ideologas, en camino hacia la realizacin de la lilosolia, sino como el nico mldo legitimo, que ya no precisa dar cuenta de sus condiciones de posibilidad y validez, lil anhelado socialismo no se piesenla ya como consecuencia ltima de la democracia o de la idea filo.siica implicila en ella de una cdiiiiiniclu d humana tic coiiiuiiicacin, sino como reduccin de las masas a objeto colectivo de cuidadt)sa manipulacin por parte de una lite, que acoge los mtodos de la ciencia objetiva y de la tecnologa social desde una perspecliva maleli. dista y dialclica, y iiHiiiiipoliza -como el gian iH|Usid(H el aeueulo sobre 58

No obstante, el caso supuesto en ltimo lugar -el del revolucionario rellexivo- es adecuado para aclarar la estructura dialclici de nuestro a priuri. En virtud de la mistna es posible, a tni juicio, fundamentar incluso hermenuticotranscendentalmente la necesidad de iTiediar crtico-ideolgicamente el acuerdo humano. Nuestra concepcin de la pre-estructura transcendenttti de la comprensin, en realidad, dirtere rtidicalmente del a priori del toDunon seiisc, en virtud del cual un acuerdo {EiiivcrsiHiidnis) concreto en una forma de vida social ya institucionalizada, con tt)das sus inevitables deformaciones por ignoianciti, rc|)iesin de molivtJS convertidos en tab y eninascartimiento ideolgico de intereses de poder, configurt ese espacio libre del ttcuerdo entre los hombres, piclicamenle rclcvtmle y que es inlianqueable por principio''''. Ciertamente, es imposible ponerse de acuerdo siquiera consigo mismo, sin piesuponer un juego lingstico, que funciona lcticamente entretejido con una forma de vida; y, en esa medida, podemos rellexionar tambin desde la tradicin histrica de un modo no cartesiano'"". Pero desde una actitud critica fundamental, la dutla universal, como reserva Jalihilisla viriualiiteiue universal, puede plantearse a la larga no slo en el mbito de la ciencia: tambin en el mbito de la razn prctica, jtinlo ;i la concejicin hermenulica en senlido estricto segn la cual es necesario un coiiiiaiuiii histrico del juego lingstico, puede introducirse una reserva crtico-ideolgica bsica con respecto ;i la comunichitl real tIe comunicacin. Esla reserva -igual que la icsciva ile la critica an.ilitico-Imgstica del sentido}"^ opuesta polarmcnte a la anticipticin de la per las motas, ya SL-mpic picsu|)Ucslo, sustiayciulolo en la (relica da la i.Ttie.i piil ilica. l.a hisloria ensea que es dilieil ilesandar un eamino semejanie hacia el si)calismo; a lo sumo, puede comlucir ,i i.re.ili/,u<i la lilosola en el senlidu d e^ l'laln e Inocencio III, lero no en el preieiulido por Marx en 18-t.5. Aqui se sepa ran las tendencias. CIr. al respecto mi crtica a las consecuencias ipie 1'. Winch extrae en su lilosola social a partir de la ctincepcin willgensleiniana de los juegos lingslieos iiiiLi l'ormas de vida, iiijia. lomo II, pp. S.T ss. y 2.17 ss. La concepcin gada meriana acerca de la luncin cuasl-transcendciUal del acuerdo (lnvcr.stiimlnis) me parece acUialmeiUc mucho ms cercana que anlcs a las aporas que el witlgcnsleiniaiiismo produce en la lilosolia st)cial. 1^' Ln esle senlido, lamlin la conlian/a por ejemplo, en la veracidad del discurso humano y ile la irailicin es un iriori hermenulicoiran. sccndenlal, aun anlcs de que se maniliesle como un mecanismo antropolgico de descarga en el senlido de Ciehlen o como un mecanismo de reduccin de la complejidad social, siguiendo a N. Lulimaiin. (CIr. N. LUIIM.ANN, )'criniuc ii, .Slullgarl, l'^dS.) "" CTr. iiiji, lomo 1, 2" parle, l'or lo dems, es nleresanle el hecho de que una crtica del sentido al uso especulativo del lenguaje, realizada desde el anlisi s del lenguaje, pueda dirigirse tamliin contra la crtica radical de las ideologas

y de la sociedail, en el monienlo en t|ue el paratligma del uso signiricallvo 59

leccin hermenutica- se convierte en postulado de la nr/.n prctica cuando ya no consideramos como panuligiiui del acuerdo (Eiuverstaiulnis) liumauo un juego lingstico mediado por la tradicin, ligado a determinadas insliluciones y formas de vidti, sino d Juego lingislico iruiscendcnlid de la comunidad ideal de conninicacin que, cierttnnenle, lencmt)s que poder anticipar en todos los juegos lingsticos concretos, como posibilidad real. Esta situacin se prodtijo pt)r vez primera en la ilustracin griega, junto con el paradigma de argumentacin filosfica, y desde entonces se produce cuando no aspiramos simplemente a un acuerdo (lunversiandnis) sullciente pragmticamente, sino a un acueixk> (luuverstandnis) con.seguido por medio de la argumentacin filosfica""''. Si buscamos un acuerdo (lunverslaiulnis) semejante, nos percataremos de una vez para siempre de la ambigedad que encierra el acuerdo (Einverstandnis) pre-filosfico, logrado mediante la retrica y ligado al linaje o a hi polis; porque comprenderemos que la mezcla de conviccin y persuasin , de argumentos e insinuaciones prometedoras, que constituye la prudencia (prudenlia) o tal vez la sabidura (sapienlia) del antiguo maestro en retrica, es un lellcjo de la contradiccin dialctica'"- que se produce en la argumentacin entre la comunidad ideal de comunicacin -ya siempre anticipada-y la comunidad real con la que dialogamos. En la modernidad esta experiencia fundamental de la ilustracin filosfica .se uni a la experiencia de la ciencia natural objetiva, en la del lenguaje se busque i'inieanienle en los juegos lingiisliet)s eolidianos acied iladt) s pntymliciiwnU'. II . Mareuse lia percibido ceileanienle esla posibilidad, sin pcrcalarse de las progresivas posibilidades de la erilica del seniido analilico-lingislica. (CTr. II . MAKtnsr, Der ciiulimcnsionalc Mcnsch, Neuvtied, Berlin, 1967, cap. 7). "'I'' Indudablenienle, quien prelenda convencer ulili/ando arguinenlos, liene que partir tambin tle un punto de twumhi (i'.inwrsindnis) eon la comunilad rail de comunicacin: no le basla partir ile ircniisii.s vcrdiuhras (es decir, de l as que serian aproliailas por consenso en ta comunilad ideal de comunicacin), sino que liene ipie partir de neinisas aceptadas aijui y aluna i)ue, a la ve/., l pueda considerar verdaderas, li esle sentido, es prclicamenle imposible dejar la piagmlica de la argumenlacin a cargo de la leliica o de la psicologa, como han hecho reolraslo y C^arnap, reservando para la lilosolia linicanrenle la larca de esclarecer lgicamente (sinlclico-semiuicamenle) la cuestin de la verdad. Ms bien leemos que separar la retrica de la conviccin de la retrica de la mera persuasin y enla/ar la primera con la lgica liloslica de la argumentacin, en el marco de una pragmtica Iranscendenlal del discurso. A mi juicio, Chic es el punto ms relvame riloslicameiUe de la erilica del humanismo retrico a la lgica formal; por ejemplo en Ciceiii y CI.B. Vico. Cfr. al rcspeclo CVi. I'erelman y L. C)i.iii(i;riris-T"v ri-CA, l'rait de r.rHiimentati ini, Bruselas, I97I)'; adems-K.-C). Ai'i.i., Die Idee der Spraclie in der 'rradition d es Ihiinanismus von Dante bis Vico, Bonn, 196.3. 1"- CIV. a esle respecto injia, lomo II, pp. 406 ss.

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i.|ue, al parecer, pudo realizarse fcilmente la comunidad ideal de comunicacin como community of investigalors (Peirce). mediante hi abstraccin cientiricisla de los intereses liumtmos. l:ra lcil inctirrir en la liikicia de creer que basta sencillamente con convertir Iti st)ciedad en objeto de la racionalidtitl cienlificotecnolgica para poder superar defmitivtimente la miseria de la pseudo-argumenlacin retrica, humanstica e ideolgica"". Anteriormente hemos intentado ya aclarar la estructura de esta falacia cientincislti'"'. Pero no podemos ni debemos buscar una rplica adecuada a esta sugerencia -<.]ue se presenta nuevamente en la actualitlatl como refugio tic la objetividtid en el Hsle y en el Deste-simplemente resttturandt) la razn prclica en la acepcin del humanismo retrico. La rplica habrti de consistir ms bien en complementar la fase de la ilustracin orientada cientilicislamente mediante una lliistrdcin hermenulicodialclica, inspirada en el a priori de la comunidad de comunicacin; una ilustracin como la que hasta ahora se ha dejado or slo fragmentariamente, enlre la Scylla de la falacia cienlilicisla y tecnocrlica y la Cinybdisde ht recada pre o an ti-iluslrad;i en el humanismo retrico. A mi juicio, el elemento decisivo -aunque siempre insuficientemente desarrollado- que puede aportar el pensamienlo para que la Ilustracin rilosfica pueda atender a la ya esbozada conlradiccin dialctica fundtimenlal enlre las comunidtides real e ideal de comunicticin, es la reconstruccin dialcctica de a historia social. Precistimenle en el momento en que reconozcamos el ptiratligma del acuerdo (lunversiiindnis) humano en la comunidad ideal de comunicticin, que .slo puede alcanzarse en un ilimitado proceso de acercamietilo, y cuando nos percalemos de que el priticiptil obstculo para lograr un tictierdo (Junversicindnis) completo rttilica en la contrtidiccin entre la comunidad ideal y la real de comunicacin, entonces se introducir en la conciencia metodolgica"" la posibilidad de ohjetivar histrican\ente la comimidad retil de comunicacin como una tercera posibilidad tiel inters cognoscitivo humtmo, que se encuenlra en cierlo modo enlre dos intereses cognoscitivos idealmente complemenlarit)s: el inters en l:i objetividad cienl nco-tecnolt')gica y el inters en el acuerdo inlerpersonal. El l'inlriamos cinc aiiuli/ar a la tu/, de esta l'al.sa ilusicn la discusin desencaden ada en I9.S') pi)i Charles Snow sobre el problema de las two cultures, incluyendo la comribucin ms reeienle a la discusin a cargo de K. .Sri:iNHi)( II (Fiilsch UDyniniinierl, Slullgarl, 1908). CTr. .si(/)/(. pp. 2t) s. lai la actualidad parece cpic (Icjicli) se impone una combinacin, demasiado eficaz, de retrica y control tecnocrtico como sinle sis de las Ivvo culuircs. Cfr. iiijhi. tomo II, pp. 1 l-l ss. 61

carcter dialctico de la objetivacin histrica de la sociedad como comunidad ical de comunicacin, que hemos postulado, se fundamenta en el hecho de que slo la historia puede considerarse como aquella dimensin en la que se producen a la ve/ el desarrollo objetivo de la contradiccin dialctica entre comunidad real e ideal de comunicacin y la posible disolucicm de tal contradiccin; en la historia acontece el espritu en el tiempo (Hegel), pero no slo espontneamente, sino porque est enredado con los intereses materiales del gnero humano, tal como se configura en la cuasi-naluraleza de la comunidad real de comunicacin. De aqu inferimos, como un inters cognoscitivo met()doU)gicaineiite relevanle, la necesidad de reconstruir el proceso social de interaccin y comunicacin, que tendra que perseguir una doble meta: por una parle, distanciarse de la situacin primera de acuerdo objetivando ein)ricai)ieiite la cuasi-naturaleza en el- tiempo; por otra parle, reconstruir hermenutico-o/7////va/^/.'/i/' la realizacipn social del acuerdo ideal ya siempre anticipado. Eslo precisamente pucile i)roporcionarlo la historia social y slo ella""', mediando dialclicamenle la comprensin hermenutica de las acciones e instituciones humanas con la explicacin cuasi-cientfica de los aspectos de la interaccin social cosifieados como cuasi-naturaleza, que lia.sla ahora dificullaban un acuerdo completo. El procedimiento cognoscitivo propuesto no debe entenderse desde un planteamiento del acuerdo mekkiicaniente puro, ni desde el a priori Iranscendenlal que hace |)osible mtmejar la existencia de las ctisas, en cuanto consliluyen una conexin conforme a leyes (Kanl): no se queda en la relacin sujelo-stijeto de la situacin originaria del acuerdo, pero tampoco debe interpretarse errneamenle como un lolal desemiiascarainiento naturalista de las intenciones huiiKinas doUalas de seiilitk)'"'; antes bien, debe anticipar la coinunidtid ideal de eonuinicacin dentro tle la recon.slruccin emprico-objetiva de la historia social, como condicin hermenulicotranscendental de posibilidad y validez de la propia pretensin cognoscitiva. De este modo, el procedimiento de reI"" lin esta nieditla, ta exigencia de sustiunr la Idrniacin liislrica por la in lorniacin emprico-sociolgica, en nomine de lo socialmente relevanle, consli luye un grave sntoma de contusin epistemolgica. "" Considero absurdo imputar sin ms al marxismo lal aulocomprensin, estableciendo un paralelo Ibrmrd con Niel/sclie y l-reud (cfr. por ejemplo II. KiiliN, Ideologie ais liermeneuli.sclier Hegrilf, en Hcintcneutiti und Dialclud^, ed. por R. Hubner y olios, Tbngen, 1970). Con ello no inetendo iregar que hay una fuerte tendencia al reduccionismo objelivisla, que hace incomprensible la exigencia de emancipacitSn en Marx mismo y en la ortodoxia y neo

orlodoxia marxisla. Cfr. al especlo D. 10III.I;R, Mvu<riit< der Marx.wlwn ldcutoy'l<riil<, Frankfurl, 1971, 62

conslruir la hisloria social abre una dimensin peculiar de la cxpciii'iuiti enlre la expeiiencia expeiimenlal eienlfica de los i)roeesos naturales que se repiten regularnienle y la experiencia puiainenle hermenutica de ht inlersubjetividad comunicativa: se traa, por una parle, de una experiencia rellexiva de ia concicnciti consigo misma, en la acepcin tle la lnomenologia hegeliana del espritu; por otra, sin embargo, de objetivar empricamente aquelkjS hechos de la base social, que no han llegatio a expresar.se complet;imente y sin deformacin en el espritu objelivado lingsticamenle y que, no obstitnle, debemos acoger en la auloct)nciencia de la actual comunidad de ct)niunicacin. Hs posible tiue con esttis aclaraciones pueda comprenderse hasta qu punto el mtotio de la criiicci de las iileologas -inicrpretable en un aspecto imporlanle de su estructura como extrapolacin tiel psicoanlisis'""- pudo seiutlarse como condicin de posibilitlad del progreso llk)sHcamenle relevante en el ALL-|)I O lie liuiMi luailo i|iic iviuiisliiiir desde la peispeeliva psieoaiiali liea la citiea ile las deulugias pretendida por K. Marx, nos enlreiila con prolileinas adicionales, tales prohienias lesullaii. por eicmplo, del lieclio de niie no lia ja neurosis algiina experiiuenlada suliieii\aMielc > v|ue, por laiUo, lanipoco ningu na Instilucln legilinie el .uialisls \ la ler.ipia, loui o lo csigiria una relacin enlre pacieiue y medico. No ohsianle, leuro ipie insistir en la analoi'l.i lieur islica a la hora de planlear los prohlemas poi(|iic, en ltimo timino, las hioi'.i.ilias de los pacieiues ueuilicos y la hisioiia ile l,i alieiiacirni ilel (.'cuero human o no pueden explicarse o liieii comiiiemL r.i.- <ulesde una heriiu-nulica prolunda con indepeiulencia mutua. Tampoeo pucil,- descubiuse ladic.lmenle la prolileinlica ilel iisicoanlisis sin coinpiendcr la ml.incia ilel pacieiuc com o una re pelicin incluso condicionaila socioliisUii icamenic de la c.eiiesis de la alienacin

en el gnero liumano; > solo jioiliemos lecurnr a los .iiilagonismos de clase, condicionados econmicanienle en la socieclad, como liase causal para explicar la falsa concienci.i; IIMIHIO . liuiln en la clase domiiianle. que iransl igura ideolgicameiUe sus nUereses, com o iii la cl.ise upiimivl.i -en la meilida en tiue se cntieiKle a si misma sei.'.un la Kleolo'ia tic la clase duiuiunite se su pone un proceso de represin, iiue piieile ser elinnnado por anamnesis. l-!ii este sentido, no existen dilicullades serias para lemali/ar la alienacin y cosiicacin lie las relaciones SOCKIIC S de iiiter,a-ciun \ conumK-.icton com o sintonas de enfermedad. Ms heii, es la parle prclica de la analoga la que plantea dilicullades; la cuesUon ile la compelencia ile los lerapeulas sociales y de la juslilicada o injustilicada resislenca por parle de los pacienles. l.u esle pumo debemos lener en cuenla, sin duda, i|ue la lucha de clases. Iras la que podra escoiulerse lodavia la hegeliana lucha hasla la muerle por el reconoeniie nlo enlre Iguales, trasciende el fuiulamento sexual ile la leora lieudiana. Sin embargo, considero que eslas diferencias no afecian a la analoga que es central en mieslro conle.slo: l;i analogi;i en la eslruclura iiicUnlolyicu enlre

la erilica de las idcologias y el psicoanlisis, en cuanto mediacin dialclica enlre la coiii>ivnsiH hermenulica y la xiiliciicioH cuasi-iialuralista. Cfr. sobre esla problenilica las coiui ibuciones a la discusin de ll.J. Ciil-:ii;i. y It.C. Ci. -\i).-\ Mi-,u en Icnnciwutik und Idciiloywkiiiik. l'rankfurl, 1971, asimismo .1. ll.-\iii.KMAS, Inlroduccin a la nueva edicin de ''Iworif und 'raxis. l-raiikliirl, 1971. 6.1

acucixk) luiiuaiu), y hasta i.|tic ptinlt) podemos concclTr lt)dava, incluso como postulado de una licnii'iiculica iniiiscciiilcilnl. la mediacit'm mcUnlica de la hermenulica por la critica de his ideologas. La rundtnncnlacitjn] fdosiSllca de esta lesis se lt)gra, a mi juicio, a iravs de un desarrollo sisiemlico tle los Jilnc-ifs inlernos eli'lCOIIIHDCIIH, t|uc estn implcitos ya siempre en la pre-cslrticlura de l;i compicnsin. 6. L A outrN lAcioN (N()SI;C)-AN rKoi'oi.tKitcA DI; LA llI.D.SOl A rKANS(;L,NDi;N TAL; I;L,1 i'KKJia Di; LO S INIT;RI;SI-.S Dii.coNociiviiiiNro Y 1-,L .1 l'KIORI DI-; LA Kll 1 t.XION Al i;i<( A Di; LA VAl.lDi;/ Si suponemos tina eomiinitiatl itical de coniunicticiiHi (como, por ejemplo, la peirceana communily o" investigators), se reveli wm o foinu JiiiulUiciiKil tle ntiestia sislemali/acii')n ia insu| erable conipIcniciUiivicdiuP"' enlre tos hori/.onles Irtinscendentales: cl tlel juego lingstico del saber olijelivo, cienllicolecnolgico, de m;inipul;ici(')n y el del saber inlerstibjelivt) (hcrmenulico) del acuerdo, tjue se presupt)ne necesariamenle para el primero. A hi dmcnsit')n tlel conocimienlo ligatia a la praxis corresponde, enlre otras cosas, una cf)inpleinenlarictl;id insuperable enlre dos presupuesU)s: el de las leyes ctnisales o esladslicas, aprovechables instrunienlalmenle, y el de las decisiones para la accitni, libres y responsables, qtie se llevan a cabo en virtud de silogismtis prcticos y ct)nccl;in, tlenlro tle un contexto, la determiiuicitni tle los Unes con la inldrmacitni acerca de los medios. (Ln esta medida, l;i libertad de accin y la determinacin causal de lt)s procesos ct'ismicos objelivadt)s macrollsicamcnle no .son lt)gicainenle incompatibles, sino ciue se presuponen recprocamenle como juegos lingslicos coinplcinciiuirios.) Sin embargo, si consideramos esla c(ini])k'iii('iiaticdad ideal btijo el puntt) tle visla rellexivo de la conlrtidiccin dialciici enlre conumitkid ideal y retil tle comtinicacitHi, se maniriesla como producto de una abslraccitn. Ls vlitia mienias prescindimos de la dimensin lii.slrica de la realidad como dimensin en que se dan la alienacitMi y el progreso en la realizacin de la libertad. Sin duda, es impt)sible lomar conciencia sin ms de la dimensin hislrica de la realidad en la .silIlacin de coniplcniciitariclad tle la experiencia tle la conuinidad de comunicacin, ocuptida en lnmcnos ntiluiales lejictibles; la dimensin histrica se abre por vez primera como horizonte de experiencia cuando una conninitlad humana recuerda su deslino y erige esta auto-experiencia (por ejemplo, la geI'" ClV. infra. tomo 11, pp. 3t) y lO.S ss. 64

ncalgica en paratlignia tlel juego lingstico) de la expeiieneiii csmica, en vez de pensar la experiencia de la propia vida segn cl paradigma de los procesos naturales cclicos "". Actualmente bien puede alirmarse que la experiencia del mundo como historia se ha impuesli) nuiy tarde en comparacin con el paradigmti tic la naturaleza, prcdt>minanle tanto en cl mito ct)mo en la niosoba clsica tic los chinos, indit)s y griegos; y lotlava hoy le restilta tli'cil imponerse como posible paradigmti de la ciencia histrica lente al tle la experiencia tle la naturaleza, renovado por la ciencia nt)mottica"'. Uajo el punto tle visla de hi (iiilD-cxpcri'ncia hislrica de la comunidad comunietiliva -conit) tambin bajo el ptmlo de visla de la auto-experiencia bit)grliea tle la persona- se constituye, pues, el Icrccr inters cogntiseilivo: el iiners lor tina ault)-mediaci(Sn dialctica del acuerdo hermenulico, logradti a travs tle l;i objelivacin histrica tle su cuasi-nalurale/a y diiigida a su propia emancipacin, lisio significa, a mi juicit), que el sentido funcional del Icrccr inters cognt).sctivo slo puede expliciuirse presuponiendo sislemticainenle la caini>lciiicniricdad entre cl conocimienlo tle la naltiraleza y el acuenlo interpersontil: ctinsisle, por una parle, en superar todas las ct);icciones causales de la cuasi-naluraleza interna del hombre o de la .sociedad y, por olra parle, en profuiulizar en hi atilocomprensin humana, que siempre esl ya presupuesta, ptiiti poder descubrir la alienacin"-. Indudablemente, y como ya lie sealado, btijo el ptmlo de vislti Iranscendenlal del Icrccr inicies ct)gnosctivo se abre un horizonte experiencial sai yciwris que, por ejemplo, posibilita estudiar tambin la natunileza -al menos, la evt)lucin de los oigansmt)s- comt) i>rc-hislt)ria de la cuasi'iiamruh'za humana. Iin este caso, no se teinaliza la naturaleza desde el marco iranscendenlal por el que hacemos mtinejables los piticesos que se repiten regularmenle. sino ms bien destle unti tlislancia et)n rcspeclo ;i las siluacitines vitales Para la oposicin de los dos paiadiginas ile la e.vperiencia clr. por una parle M. l-J.l.Mil . )ci MviIuks Ici-cwtyxn II uilnkclii. 1 )iisseldorr, IM.s.i; | )or olra parte A. UDKSI , Der 'unnlnni :ii liahcl. b \ols., .SliiUgarl. l'*5K-().t. " I Merece la pena destacar en esle conte.\lo tpie Popper, por una parle, recono ce ciue la aiUoexperiencia histrica de la ciencia como im proceso de innovacin siiminislia el paradigma de un proceso no pronosiicahle peio, no obslame, en cuamo melodlogo de la ciencia hislrica, cree que debe aleuerse al paratligma ciemillcisla uinficailode la ciencia nomolliea de la experiencia. No puede, por lamo, sorprentlernos c|ue muchos hisloriadoies crean que deben compromelerse con el paradiguui ile la experiencia propio de la ciencia social empirieo-analilica. Creo tpie aqui exisle una cierta diferencia arquitectnica enlie el anlisis habennasiano de los iiUereses del conocimienlo y el mi, que surgi con nrolivode la mediacin y piofundi/acin de la comprensin medianle la cuasiexplicacin. (Ir. ///// <;, lomo 11, pp. ss, 6.S

actuales del hombre, necesaria desde el punto de vista de la hermenutica y desde la crtica de las ideologas. A tni juicio, slo desde esta perspectiva resulta comprensible el autntico sentido de la elologla (de la comparacin elolgiea entre el hombre y el animal, por ejemplo, el comportamiento moralmente anlogo entre los animales guiados por instintos inhibitorios y la conducta humana reducida a instintos en la era de la tecnologa de sistemas de armamentos); e incluso, a mi juicio, los problemas de una teora si.slinica -a la vez funcionalista y evolucionista-de los organismos y evenlualinente de los cuasi-sistemas sociales (que, en cuanto sistemiis, esln mediados por la auto-explicacin hermenutica y la tiulodcllnicin) cobran su significacicm en el marco de una objelivitcin de la pre-historia de la cuasi-naturaleza humana y no pueden resolverse segn los modelos de explicacin analilico-catisales y estadsticos de la ciencia natural nomollica'". Con los tres intereses cognoscitivos fundamentales, que acabamos de caracterizar en su conexin sistemiica, creo htiber mencionado las referencias fundamentales del conocimiento humano a la praxis; lo cutil implica a la vez mencionar los modos signillcativamente distintos del compromiso prctico-vital, por el que el mundo resulla signillcativo pttra el hombre. De este modo, la problemtica hussciliaiui de ht constitticin del sentido, que Heidegger radicali/. al hablar de la inmatiipulable apertura del senlido a travs de los aconleceres de la historia del ser, esl ligada a una ampliacin gnoseo-antropolgica de la lilosola Iranscendenlal. Por supuesto, no hay aqu reduccin alguna de la inmanipulable aperlura del sentido, pero s una orieiuaciii Juiulameiilal inoseoantrapulfiica de la pregunta transcendental por las condiciones de posibilidad de la constitucin y valide:: del senlido. Segn nuestros supuestos, los posibles paradigmas u horizontes consistentes en juegos lingsticos para la comprensin humaEn este sentido, considero paradignilica ia conironlacin de J. i-lalcrnias con la teora de sistemas de N. LIIIIMANN ('lworic der GcseUscItaJ der Sozicdlcchni)lof;iv. Franklnrl, 1971). l'or supuesto, no me alreveria a reducir la teora biolgica de sistemas (llertalanlly) al modelo 1 lem|)el-Oppenheim de explica cin emprico-analtica ni, por tanto, a ver un antagonismo insuperable entre ella y una teora de sstemas-de planilicacin socio-lecnolgica, que sea analtica y normativa. Por el contrario, ambos puntos de vista deberan presuponer. se recprocamente. LI novuin de los cuasi-sslenias .sociales consi.ste, sin duda, en que estn mediados por la comunicacin .social y la interaccin; sin embargo, el gnero liumano tiene que resolver el problema de la lrmacin y estabilizacin de sistemas para poder sobrevivir; por ejemplo, su aulomantenimieni o ecolgico como civilizacin planetaria. Y en esto radica incluso una condicin necesaria de la emancipacin. CIr. a este respeclo inlru, lomo 11, pp. 409 ss. 66

na del mundo y para la auloeoniprensin tienen que constituirse, o bien deniro de los horizontes de sentido abiertos por los tres intereses del conocimienlo, o bien desde su constelacin histrica"'. La orientacin lundamental gnoseo-antropolgica de la lilosola transcendenlal permite, a mi juicio, responder a la pregunla por la posibilidad de la comprensin (Gadamer) en un doble sentido: en el amplio senlido de la irrebasable preeslruclura de la comprensin y, sin embargo, a la vez en un senlido nornuitiva y melodolgicamenle relevante. Las respuestas, suministradas por el primer leidegger y por Gadamer en el anuncio formal de la estructura existencial, a la pregunta qu es lo que siempre acontece cuando comprendemos, no resultan falsas jiero s se mueslran insulicientes ante la cueslin prclica, ya siempre implcita incluso cuando nos orientamos cognoscilivanu'nle en el mundo en el ms amplio senlido: cmo debenuts proceder para orientarnos en el mundo? Hs decir, segn qu crilerios y con qu expectativas de progreso debemos evaluar la validez de la interpretacin del mundo con la que ya siempre nos encontramos y que tenemos que llevar adelante? De acuerdo ctm los lies intereses del conocimienlo mencionados que, pt)r una p;ii te, de|ienileii de l;i existencia lclica del gnero humano y, por otiti, poseen un valor iranscendeiuab*'' como condiciones de xisibilidad de toda l'or ejemplo, todos los paradigmas de las revoluciones cienllicas en el .sentido kulmiano .se consliuiyen a piiuii denlro del liori/onle del conocimienl o posible y del posible progreso coguoscil\o, abierlo (lor el iniers cienlilicotcnico de niani|)ulacin. Si reconocemos que el iniers tcnico de conocimiento es una condicin inlerna de posibilidatl y valide/ (o sea, de coniprobacin) de la ciencia experimenlal, enUinces el liecbo de que desilc tialileo hasta la l lsica cuntica hayamos alcan/.ailo un in'ogicso en ei saber lcmco de uumipulacin sobre la base ile la llsica, debe ser utilizado como argumento contra la tesis de que los diversos paradigmas del desarrollo cienlilico son inconmensurables y que esta inconmensurabilidad es insuperable incluso in llw lunt; run. I " Ln este sentido, el discurso sobre los inlereses cuasi-transcendemalcs del conocimiento discurso preferido lambin por 1 labermas carece de mislerio , aunque abra un amplio campo de problemas lodavia no aclarados. l;n cualquier ca.so, es completamenle absurdo caracleri/arlo como un intento de proteger dogmticamente a la lilosolia Irenle a la sociologa y psicologa empricas, que tratan de los inlereses como motivos; como si la monopolizacin del iniers explicativo, tcitamente presupuesta en la moderna logic ofscwnce, no constituyera ya un prejuicio a la hora de investigar los intereses del conoci miento. 1-1 encubrimiento del iniers cognoseiiivo presupueslo aqu lcilamenle slo puede destruirse aclarando la diferencia que existe enlre intereses tiel eonoeiniento inlernos (es decir, cmsitransccndciiiulcs, en virtud de su valor gnoseolgico) y externos. Los ltimos que, en su multiplicidad conlingenle, slo pueden constatarse empricamente, pueden separarse como context of d.scovcry del conlext of jusllicalion, de tal modo que los tratemos como coiulitioni's sinc iuii non relevanles .slo psicolgicamcnle o, incluso, como posibl e obstcuk) para adoptar una aclunl cognoseiiiva le,,'ihma. Sin embargo,

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comprensin -lal como lo exige el x-rfino apriricu de la pre-eslruclura de la comprensin- podemos eslablecer principios rcyjiliiivos para el posible progreso del conocimienlo, que liemos de postular en la pict'ica. Lo dicho es vlido, tanto para el progreso cientfico-iecnolgico, como para el progreso en el acuenlo inlerpersonal -incluyenilo hermenulicamenle la tradicin- acerca tlel senlitlo tle la vitia (incluso tlel seniido tle los resultados cienlricos tlel ct)nocimenlo y de los proyectos tecnolgictis de l;t capacidad operativa); y es vlidti, sobre lodt), para el progreso emancipalorit) exigitio por el tercer nlers del conocimienlo, que aspira a Iranslbrmar la cuasi-nalurale/.a de la sociedad como comtmidtid real de comunicacin y posibilita con ello /// llic long run el prt;>gi"eso prctico en el acuerdo intersubjelivo acerca del sentido. (Si no pudiramos coiilar con esta posibilidad de Iranslbrmar el eslatio alomi/.ado de la comunidad de ct)munic;icin superando la alienacin, .sera im pen.sable, ti mi juicio, progresar en el sentido de lograr una mejor comprensin.) Ln lo que concierne al prcsupueslt) tle que existe rcciprt)cidad en e| progreso cognoscitivo entre los tres luiri/.tmles transcendentales de sentido, podemos Ibrimilar tambin, a mt)do de prueba, principios regulativos que deben acreditarse como presupuestos tle una reconstruccin de la historia del gnero, a la ve/, emprica y normativa. Por ejemplo, podemos stiiioner que slo un cierto gradt) de emancipacin en la sociedatl (como l;i liberttid de unos pticos en (iieciti en el sentido hegeliaiio) posibilit una comunidad de acuerdo que, por su parle, pudo ser el presupuesto para susliluir el mero saber de irabajo y sus tcnicas de prognosi.s"" construyendo teoritis inspirtidas eslo es inipositile en el easo de los tres intereses eiiasi-transeendenlales ilel eonoeiniienlo, eoino podemos luosirar medianle ta iclvxiii iivn\iciulfiiliil sobre las eondieiiines para la eonsiaiiein del sentido ilel eonoeiniienlo, l.slo no signiliea en modo alguno que la aelaiaeiiiii <.le los mleieses cuasitiansceml enlales tlel conocimiento no piieila aprender naila de las ciencias empineas o sea miiiune a la critica. Me paieee que la siluacin ile la lilosnlla transcendenlal en la era ile la ciencia esl maicada por el lieclio de (|ue la lil osolia no puede reclamar en modo alguno un nhjcio como su objeto (ni la eoiieieneva, niiel lenguaje, ni la sociedatl (/;/ ctiiiumitlatl tle comiinicacin). I'ero, en cambio, puede y debe investigar virlualiiwnic tmliis los obiett>s tlel eonoei niienlo, tanto piecienlilico como cientilico, en virlutl de su valor lianseendeiilal como condiciones de posibilidad y valitle/. del conticimienio; por ejemplo, el lenguaje o el cuerpo qui iniiii corporal o, incluso, las coiislantes naturales de la lisica en lano que paradigmas materiales de los juegos lingislicocienlilicos . Lo que, en esle seniido, tiene valor iraiiscentlenlal puede ser distaiiciatio y, lal vez, relalivizatio por la lilosolia como atimiiiisiradora t le la reflexin iranscendenlal S>l)re ln vnliile::. De at|u surge la posicin peculiar tlel iliseurso terico de la rellexin lilo.slica sttbre la valitlez, tlel t|iic tratamos a conlinuaciii (p. 7.5).

II" Clr. Si. Toiu.MN, l'oraussicht und Verstehen, Lranklliil, 1968. 68

illosHcainenlc en el sector del saber objetivo de manipulacin. (En cambio, un cierto abandono del stiber lormativo escolstico y humanista, en favor tiel saber de irtibtijo acuinulatlo por lt)s artistas-tcnicos ilel Renacimiento -desde Leontirtlo, pasantio por Ttirtagliti hasta CJilileo- parece haber constittiitlo histrictimente la contlicitni de posibilitlad ptira conligurar dclnitivamente la ciencia experimental de la naturaie/. a.) l'or otra parte, como I labermas ha mtislrado, la emtincipticin de la comunidad de comunicacin frente ;i las coacciones inslilticionales -frente ;i his represiones ioducidas por la dominacin- slo es pt)sible en la medida en que el dominio iecnolt)gco sobre la naturaleza supere la escasez econtSmica, l:n lo que concierne a la relacin enlre el saber de manipulacin cientlico-lecnoltSgico y el stiber hermenutico del acuerdo intersubjetivo podramos suponer hoy en dia en principio que, por una ptirte, es ya imiiosible en la sociedad lograr un acuerdo acerca del senlido y del lin que sea relevtinlc poliliea y mt>ralmente, sin contar con el saber de manipulacin de Itis llamados expei"lt)s"'; pero, por otra parle, podramos suponer que la cspccitilizticin tle los expertos ha |irt)gresado de lal motlo tiue la eomunitlad comunicativa tle los cienlfictJS debe mediar cadti vez ms su acuerdo interno con mtodos histrico-hermenuticos; por ejemplo, conectar la historia de la ciencia con la metotlologa de las ciencias, la phinilicacin de la invesligicin y la dialclicti de las ciencias"". Se abre atiui el progrtima tle uiui leora del conocimientt) y de la ciencia fundada en l;i tintropologa y en la lilo.sofa social que, rellexionando sobre los posibles horizontes de sentido de la mediacin entre conocimiento y praxis vital, esttiblece/)/ ///cipios n'gulalivos para que el hombre progrese niclclicaincnlc a la hora de orientarse en el mundo y los conrirme constantemente en la reconstruccin de la hisloria; lo cual significa lambin corregirlt)S mediante el crculo hermenutico de la coni lisie es el liigai ile la mlelli|',eiil metlialiini olineaiis aiul eiids en el sen tiilo del piagniatisnii) de J. Dewey y de los llamados piineipios-piienle de II. Albei-I. A mi jnieio, este es el lugar del eoneepto de ciencia de la ciencia expuesto por II . riirnebhm, de erilica de la tradicin en el .sentido de la escuela popperiana y de la temali/acin del context o!'diseovery en la acepcin de la New l'liilosopliy ol'Science (vid. .\ui>ni. p. 28, ola 35). CIV. al respecio lambin ti. RADNIIZKV, Coiiifiiipimiiy Siliotils of Mciuscicme. Colcborg, 2" ed., 1970; del mismo aulor, Der l'raxisbezug der l'orsclumg. Vorsludien 7.ur llicoreliscbeii Cirundlegung der Wissenseharispolilik en Stiuiuin (luiali- 23 (1971)), pp. 817-55. Atleins: II. TIUNIIIDIIM y Ci. UADNIIZKV, t'orsclumg ais innovalives Sysiem en /.i.srhi: f All^. W isscnschafsllu'oric 11/2 (1971). ClV. D. IOIIII:R, Mela.scicnee ais Wissenscliall und Rellcxion en Philosoph. Rdsch., 1972. 69

prensin. A mi juicio, no es preciso que nos paremos a considerar hasta qu punto esle programa de Ulosoila transcendental, relevanle nonnaliva y melodolgkanieic, sobrepasa la competencia de la lllosoia con respecto a las ciencias o incluso su ligazn a la eondilion humaine, entendida como fmitud humana (Gadamer). Cuando hablamos de emancipacin como presupuesto para comprender mejor, no significa que alberguemos la esperanza de que alguna vez pudiramos encontrar a la sociedad humana en un estado en que la alienacin estuviera eliminada y se realizara la total transparencia de la autocomprensin. Esto contradice en realidad el sentido kantiano de los principios regulativos que hemos establecido. La idea de progreso implcita en ellos -en la que radica, sin duda, la quintaesencia de la transformacin kantiana de la doctrina platnica de las ideas- revela ms bien su carcler de postulado moral en el hecho de que no cuente con que pueda corresponder alguna vez a las ideas algo emprico. C'iertamente eslo ser insuficiente para los que esperan la llegada del Reino de Dios por la destruccin de las instituciones. Lo cual nos conduce nuevamente, por llimo, a la pregunta por la relacin que guarda la lilosolia -que hay que transformar- con el compromiso material-prctico, como exigen los intereses del conocimiento. La doctrina de los tres intereses del conocimiento suministra , una orientacin bsica cuasi-transcendenlal slo si presuponemos que el conocimienlo Jilosjico, como reflexin transcendental acerca de la validez, y de acuerdo con los tres intereses del conocimiento, puede organizarse de un modo diferenie, por principio, a los modos en que se organiza la comprensin del mundo corporalniente comprometida. Esto no significa que la lilosolia sea independiente de los tres intereses del conocimiento y que, por ejemplo, pueda constituir el sentido del mundo sin un compromiso interesado. Todo conocimiento surge del inters cognoscitivo prctico, en cuanto a la constitucin de su sentido y, en cuanto a su posible aplicacin, desemboca en una mediacin de la praxis vital"''. (Por consiguiente, podemos distinguir el context of discovery del context of justificalion en la teora de la ciencia, pero no debemos intentar responder a la pregunta, por la validez con independencia de la pregunta por el modo correspondiente de consliiuir el seniido^-".) Todo conocimiento, no obstairte, para poder ser "'' Cfr. a esle rcspeclo J. 11AIII:RMAS, Introduccin a la nueva edicin de 'l'lii'oric und Praxis, op. cil. listo sucede en el eienlifieisnio, por ejemplo, cuando la valide/, ile im good rca.son essay histrico liene t|ue ser conlirmada induclivamenle o lal 70

valorado o criticado como vlido de acuerdo con su especifica constitucin del sentido, debe ser mediado por un mbito que rellexionc sobre l;i validez, distancindose por principio del compromiso inieresatlo y de sus puntos de visla mediados corporal mente. Desde .Stcrates, este mbito se ha institucionalizado como juego lingstico en el discurso terico'-' de la filosolla; y, desde Kanl, tenemos motivos para denominar filtisola transcendental a esla inslilucin de la renc.\iii crtica st)bre la validez'-'", ln la medida en que lambicn se configura un saber con contenido en el discurso terico de la lilosolia, el conocimiento filosfico liene que estar mediado por los tres intereses del conocimiento que constituyen el seniido. Por ejemplo, la lematizacin objetiva de los problemas por parte de la lilosolia representa, sin duda alguna, untt sublimacin tlel sahcr terico ele niauipulaein en el gratio supremo de rellexin'-'; su propio aeiierclo, por cuanto es dialgico por principio, liene que estar mediado por los resultados interpreativos de lt)das las ciencias heriiieniilicus y, ilestie Marx, su aiilocriliea rejlexiva ha tle pensar tambitn su propia peilcneiicia al proceso social desde la erilica de las ideologas. Sin embargo, la lilosolia encuentra en la aiilorrellexin el juego lingstico propio, como una eminente eslruclura dentro de atiuella pre-eslruclura segn la que, siguiendo a Heidegger, ya siempre nos precedemos a nosotros mismos en la comprensin. Anleriormenle hemos caracterizado ya esta eminente pre-eslruclura como el a priori de la comunidad de argunwniacin. Por su radictil dependencia con respecto al lenguaje ordinario, irrebasable aunque reconsiruible, hi comunidad ilimitada de argumentacin constituye el ncleo y el presupuesto de una aulocomprensin hernwnuiicolrutscendenlal de la lilosolia'-'. A mijuicio, en ello radica la unidad sinttica de la transformacin tc la lilosolia terica, que expongo a continuacin. Id ltimo de los siguientes traba jos intenta mostrar que la razn prclica puede encontrar tam scada nicdlantc observuciii y ihilvs. igual tiuc una explicacin causal de la conduela; o cuando las leorias psicoanalilicas deben coniprotiarse mediante pronsticos condicionados por la tecnologia social; o (al revs) cuando esperamos de las reglas si-eiUonces, pi'opias de la science y tle la lecnologia, ntrrmas vlidas mt)ralmenle o nicamenle validas en la ItSgica de la ciencia. '-' t'lV. siipru, pp. 10 ss. Me atrevo a defender esla piopuesla como iranslormacin de la liltKolla Irairsceiidenlal, auntiue Kanl, en su conce|)ein de la lilosolia lianscentlenlal, haya desconsiderado, lano las condiciones lingslieas tle su di.scur.st) Ictneo , como las condiciones lingslieas de posibilidad de una conslilucin inlersubjelivame ute vliila tlel senlitlo de los objeltis c/i Itiiilii I/KC algo, t'li. al ies|iecliw/i/ii tomo II, pp. IKss, '-' t'lr. iiilia. tomo II. parle 11. 71

bien el fundamento de una tica intersubjetivamente vlida en el u priori de la argumentacin, aunque sle exija de suyo distanciarse de lodo compromiso prctico en la medida de lo po sible'-''. CIV. /i/ra. tomo II, pp, 341 ss. 72

LCNGUAJI Y APERTURA DEL MUNDO

LAS DOS FASES DE LA FENOMENOLOGA Y SU REPERCUSIN EN LA PRECONCEPCIN FILOSFICA DEL LENGUAJE Y LA LEFERATURA EN LA ACTUALIDAD El presente estudio se propone el ensayo de una construecin dialctica. Esta partir de la tendencia lundamental histricopsicolgica de las ciencias del espritu en el siglo XIX, tendencia que en la extrenu agudizacin de sus principios tiloslcos rectores se concebir como tesis contra la cual se alza como anttesis la fenomenologa clsica (del primer Husserl) y su irradiacin en las ciencias del espritu. Se internar despus con toda cautela presentar una segunda fase de la fenomenologa, cuyas repercusiones estn an por apreciar, como posible sntesis de los resultados del pensamiento histrico-psicolgico y las exigencias de la primera fase objelivista y descriptiva de la lenomenologa. Como ejemplo, y en cierto tnt)do rellejo, de his posiciones llloslicas predominantes en cada caso i)odr .servirnos la concepcin que stas tienen del lenguaje y la literatura. I. Tt;sis; I;LMtrroiX) t)i; I.A RI:I:)II(CINC)NTTCA Cuando contemplamos hoy el movimiento lnomenolgico como un lodo, en su lejina histrica pt)r decirlo as, en gran parte pasan a segundo trmino los numerosos puntos de disputa y diferencias en el modo de practicar el mlodo, que con frecuencia alteraran el horizonte de su coexistencia, apareciendo la fenomenologa -al menos en Alemania- como una fundamental rcorientacin del petisamienlo desde la prima pliilosophia hasta las ciencias particulares. No por casualidad aparecen las iivesigacioiu's Lgicas de Husserl hacia el aiio 190. Ellas son representativas de un viraje en el pensamienlo que marca el conlrasle entre el siglo -XlX y el XX. Ello se hace especialmente claro si ponemos ;i las diferentes corrientes lllo.sfi 75

cas y posiciones metodolgicas de las ciencias del espirilu que combatan entre si en el siglo XIX en relacin con la lendencia fundamenlal de la lenomenologa. lin primer lugar, la lenomenologa reprsenla la anttesis no slo del posilivisnio y el naturalismo, sino lambin del psicologismo y el hislorismo lal como .se encuenlra, por ejemplo, en Dilthey. Hilo es vlido no obstante que la hermenulica de la vidti de Dilthey, si aca.so en una forma ms depurada, acabtira interviniendo de un modo fecundo en el desarrollo metodolgico de la propiti fenomenologti y conducindolo a una segunda lase. Pitra capttir el motivo linitario fundtimcnUil de la fenomenologa, en cualquier caso hay t.|ue Inlentar retiucir direclamente a un comn denominador coriienles t;in sumamente diversas como las anieriormenle menciontidas de la segunda mitad del siglo XIX. Id denominatlor comn tle las pt)sturas cicntilictis tiel siglo XlX con respeclo a los fenmenos tiel espirilu, como el lenguaje y la literatura, el arle, hi religin, la lilosola t) el tierecho, puede concebir.se, a mi parecer, como tciuk'ucia a la reduccin nica. Aqu se hace necesario remonUirse tilgo ms atrs, aun a riesgo de repetir cosas sobradamente conocidtts. H.l rasgo fundamental de lo que la Hdatl Minlerna habia desarrollatio como ciencia desde el Renacimiento estribaba en l;i e.\plic;tcin de la presencitt lctica de un enle por olrt) eiue. Hste modt) de pensamiento enconlr su conllgtnacin clsica en el mtotU) tle invesligaein anallico-catisal pitipio de la ciencia tutturtil. Su motivacin bsica, as como su conllrmacin, se cifraban en la dominacin tcnica de la n;nur;ile/.a concebida como medio, en el previt) clculo, en el savoir pour prvoir. Ah lein'a su legtimo puesto. Para poder esUiblecer tilgo como medio para un fin, tengo que concebir el fin en su evenlual consecucin en el tiempo como efecto cau.sal de un heclu> que me es ya cont>cido, es decir, tengo que bu.sctir dondequiera el mt)do de reducir un enle a olro enle. De esle modo, lodos los fenmenos de la naturaleza material se retiucen principalmente al movimiento de los cuerpos en el espacio y, consecuentemente, lodas las cualidades sensibles a los cambios cuantitativos que les sirven de base; as, por ejemplo, la cualidad de presin que se siente al locar un;i mesa con la mano, a la diferencia mensurable de velocidad de lt)s dos cuerpos que intervienen. Si la mesa se moviera con la misma velocidad y en la misma direccin que la mano que la toca, ya no podra aparecer fenomnicamente por medio de la cualidad de la presitn. Hl ser de ht cutilidad presin queda as reducido al hecho de una determinada constelacin de movimienltts de cuerptts. Id equivalenle exacto de la reduccin fisica de los fenment>s lo constituye la psico 76

logia asociacioiiista inglesa -espina dorsal de loda la leoria posilivisla del conocimiento desde Hoblies y, sobre lodo, D, Hume. L:l problema de cmo pueda percibir algo como algo. se reduce aqu al problema de reconocer algo ya conocido en algo desconocido, 'tambin aqu .se traa, pues, solamenle de retiucir lo lclico a un puni de partida igualmenle fclico segn las leyes de la asociacin tic ideas cual mecnica causal psquica. As acontece con mi idea de rbol como complejo de asociaciones (.|ue han ido formndose en torno a una primera vivencia individual de un determinado rbol. Por qu pude concebirlo como rbol, eslo es, concebir la esencia rbol, el ser-rbol como contlicin previa de lothi e.xperiencii lctica, resulta Um poco problemtico como el .ser de lo amarillo, lo vertle, ele. tmterior a toda teora de las sensaciones. No interesa en absoluto el conlenitlo esencial tlel numilo experimenido a Iravs tic las scnsaeitines, sino la explicacin anallico-causal tle la prcsenciti del hecho particular. Desde esle punto de visla ulico, la rique/.a fenomnica del mtmdo puede y debe ser retlucida, a ser posible en su mayor parle, a unos pt)cos elementos susceptibles de someterse a la axiomlica de la mecnica clsica. Con cl nacimiento de las ciencias tlel espritu*, el mtodo de la reduccin explicativa se aplicar ahora -asi como antes a his ctialidtides sensibles y ti las formas con signicado-a enteras forintis complejas con senlitlo, como la religin, el tirle, el tierecho, el eslatlt), ele. As, |)or eJein|ilo, la explicacin sticit)Itigica del derecho y el estado en llobbes comti resullanles mecnicas del mietio y la violencia. De un ntido semejante reduce Hume psieolt')gicamenle la religin al lemor. listo pone en evitlencia, tlebiilti al aspeclt) por as decirlo agltimertido qtie piesenU la signl'ieati\iilatl \ iuil con la que se imponen tlichos lnomeiH)s en la lexltira tle ntieslio mtiinlo, mucho ms chiranienle que en el caso de las cualidatles sensibles o de kis significatlos de las ptikibras, cmo el ser fenomnico tlel mundo es desatendido, retlucindolo de anlemano a tilgt) dislinlo. lil iclo de explictir es experimentado comt) tin despachar explicativo, como un desvelar que recurre al expediente del no es sint).... Se podra oponer a lo hasta ahora dicho que solamenle he * l Icniiint) alemn ('i\h'\visxi'ii\ilHi/ii'ii lia atlt|inritlt) im carcter genrico tjiie la versit'in espaiU)la usual -ciencias tlel espritu- no puetle reprotliicir si no es por akisitin a un moviniieiUt) liltisolicti-metotloltSgico iniciatlt) en Alem ania en el pasailo siglo. No obslanle, por ra/.ones sistemticas manlentlremos ilicha etiiiivalencia en totia la obra aun cuanto, como eii el easo presente, se aplitiu c a siliiaciones no conlemporneas o a siluaciones cieiitilicas (lartieulares tpie h icieran ms iilnea la exprcsitSn ciencias humanas N. ilrl T.j. 11

mos tenido en cuenta la tendencia naturalista y nominalista de la historia moderna, pero no la lendencia racionalista e idealista del derecho natural en Leibniz, etc. A lo cjue cabe responder dos cosas: lo primero es que no tratamos de ofrecer aqu un cuadro de las doctrinas llosncas, sino ms bien una caracterizacin de lo que la edad moderna desarroll como mtodo de la ciencia emprica, l'ara comprender cmo las ciencias histricas del espritu llorecientes desde 1 lerder y el romanticismo volvieron a caer en el siglo XIX -pese al gran movimienlo del idealismo alemn-en la lendencia positivista a la reduccin, es preciso notar ante lodo que el mtodo anallico-causal de explicacin era el nico mtodo desarrollado de investigacin emprica. Tras el derrumbamiento de la especulacin idealista, hubo de aduearse ile la idea de evolucin de las ciencias del espritu en Alemania, incluida la lingstica, e imprimirle justamente ah donde pretendi ser antimaterialista el sello del mlodo posilivisla. Lo segundo es que adems es posible demoslrar que en el seno mismo de la sistemtica de los grandes sistemas idealistas (a pesar del programa de intuicin intelectual ), el mtodo de la reduccin explicativa desempe un papel decisivo ocultando el ser de los fenmenos. A modo de ejemplo sealemos que Kant y, especialmente, Fichte no pudieron concebir la relacin del llamado mundo cxlerioi con el yo pensante de olra manera que por medio de las categoras de causalidad (afeccin) o posicin del No-Yo por el Yo'. Cuando po.steriormenle la fenomenologa reitere en cierlo senlido la exigencia del idealismo alemn, incluido Humboldl, lo har desde un supuesto fundamentalmente nuevo: la estructura de la intencionalidad descubierta (o redescubierta) por Brentano. Slo entonces se har totalmente transparente el hecho de que la relacin del yi> con el mundo exlerioi que rige en todo conocimienlo nada tiene que ver con una relacin causal entre cosas existentes denlro del mundo, ya que slas nunca pueden hacerse frente (hcgc/wn) unas a otras. Para poder hacerse cargo de un modo radical de la vieja exi ' Que la dialcctica idealista y materialista en general desemboca a lin de cuentas en la explicacin ntica de los l'eiUMnenos cualitativos, podra mostrarlo la segunda la.se de la fenomenologa desde el puni de visla de su propia lgica del crculo hermenutico. especialmente caraelerslco de la interna dependencia en que se halla tamljn el idealismo respecto del mlodo de la reduccin ntica es el caso de Schelling, cuyos grandiosos enloqucs lnomenolgicos la mayora de las veces se resuelven en una suerte de gnoss, es decir, con los medios de un mtodo de reduccin mtico -en lodo caso precentilico- que justamente llevaron su verdadero propsito al descrdito entre las ciencias empricas. Sobre el particular, vid. en especial K. J,.\si'i;i(S, SchcUint^, lnisse und V'fihnfui.s, Munich, 1955. ' 78

gcncia de la losolu ideal isla de ciiiprender el mundo del espiilu desde s misnu), era preciso al parecer un regreso al idealismo alemn que uua vez ms pona de relieve en loda su pregnancia la eslruclura y la poderosa eficacia, pero lambin los lmites del mtodo de la reduccin anallico-caus;il en el positivismo del siglo xix. Slo de esa manera lleg a ser posible notar la falla de claridad y la confusin de los problemas en lleider, Humboldl y otros, o acaso comprender a stos mejor de lo que se comprendieron a s mismos. A continuacin ilustraremos esta lesis sobre el ejemplo de las concepciones del lenguaje y la lileratura. Del siglo XI.K nos interesa a esle propsito aquella corriente que nunca perdi del todo la cone,\in con el idealismo alemn, es decir, no los jiosilivistas o aun los malerialislas declarados-la teora del arle basada en el inilicu o la concepcin inalcrialista del lenguaje en Schleicher y los defensores de las leyes fonticas exactas-, tampoco siquiera la reinlcrprelacin darwinista de la idea de evolucin del idealismo en trminos del biologismo, sino ante todo hombres como Steinthal, II. Paul, o Dillhey, quienes de modo ms o menos explcito continuaron la tradicin idealista o, como Dillhey, opusieron de modo explcito cl comprender como mtodo de las ciencias del espritu al explica cieiilllco-naluial. .luslainenle en ellos se mucslra la tendencia reduccionista de la ciencia moderna en su lrma ms velada, sublime y, por ende, ms elcliva: la del psicologismo y el hisloricismo. Pero en esle punto debo inlercalar una observacin: como en la caracterizacin anterior del mtodo de explicacin positivista, nada debe haber en la caracterizacin de la reduccin histrica y psicolgica que exprese una desvalorizacin de esle mtodo cienllico como tal o un tiesconocimienlo ile la extraordinaria fecundidad de las visiones del historicismo aun para nuestro tiempo. Atlems es necesario subrayar en el caso de Dillhey, especialmente en la llima fase de su conceplo de la vida -la que deslaca las referencias vitales y el esprilu objetivo-, que sle super en gran medida el psicologismo, inlluycndo direclaniente en la segunda fa.se de la fenomenologa. Lo ciue imporia en nuestro contexlo puede aclararse a travs del siguiente ejemplo: Dillhey manifest reiteradamente que l vea el progreso decisivo en la concepcin de los fenmenos religiosos desde Lessing liasla Sclileiermacher en que se haba aprendido a conipiendeiios como hechos vivenciales de la vida anmica histrica. Ll complejo de significado espiritual no es explicado, pues, aqu a la manera de la Ilustracin, pero s queda reducido a la inmanencia de las vivencias anmicas en general. Precisamente ah se encuentra para Dillhey la nica posi 79

bilidad de concebir cientlicanienle, es decir, bbre de dogmatismo, un fenmeno espiritual, l-.sle es preciso entenderlo como liedlo anmico, es decir, no de modo objetivamente directt), como se muestra en la vivencia ingenua, sino rellcxiontindo sobre su presencia lctica en el plano de la subjetividad histrictimenle cambiante. A esto etiuivtile exactamente el tratamiento de Dilthey de la filosofa tlenlro de una lllosolu de la lilosola o teora histrico-empirica de las concepciones del mundt), as como, por tillimo, y en relacin con nuestro tema, la fundamentacin del mtodo histrico-espirittial de la teorti del arle, la cual busca en la obra de arle el alma tiel artista o tle su ptica (consitlrese el ttulo: lhi\ Kildinis iiiul tlir Dicliiiiiiy,). fn esla fase de su lenstimiento, la psicologa compreiisiv;i se le revelaba comt) el fundamenlt) sistemtico tle lt)das las ciencias del espritu. l'ara poder captar con lt)tl;i nititlez la tendencia retliiccionista del mttxio histinico-espiritual, que en el cauteloso Dilthey, incansable corrector de s mismo, se crti/.a siempre con tendencias hermenuticas de carcter crlico, hemos de escoger algn caso extremo, como el de la Decadencia de Occidente de Spengler. Aqu se verifica de manera radical y consecuente la relalivizacin histrica y pscolt')gica tiel espritu objetivo incluidas la matemtica y loda ciencia exacta, y aqu es donde se muestra con Itxia claridtid hi estrticUira del esquema reduclivo: la categora romntica de expresin es utili/atla para l;i reduccin fisiognmica tle totlos los complejos tle signilictitlo que constituyen nuestro muntio ;i fenmenos tle una realidad psquica o bilica subyacente (el tilma tle las culturas tle Spengler es ambtis cosas)'. 1 kiy iinti co.sa que podemos reconocer especialmenle en la exageracin de Spengler: el siglo Xl.X conoce solamente dos formas de realidad en general, que son lo fsico y lo psquico, ambt)s tiansctirriendo realmente en el liempo. Cuando se pretende reducir de un mtitlo no directamente malerialisla lo que constituye nuestro mundi>, con lano mayor celo se repara en lo psquico, que l;i mayora de las veces tiebe ser explicado no de olro modo que lo fsico, a stiber, como un proceso analtico-eausil dentro del tiempo. Con nottible lcilidad aparece en ki pt)cti la concepcin de la literatura como documento de la vida anmica histrica, y ello por el motivo siguiente, que una vez ms resalta en Dilthey: en un;i t)c;isin, sle habla de la iwiluralez.a como Iras ' l-ii porspcclivii tic nucsliii iiivcsligaciiin acciitiia at|ui tic manera unila teral el CMiuema ile retiuccin. Nos t|ueila por decir tpie la morfologa de la lnslt)ria de Spengler ainmtia en las ms valiosas ticseripciones tic carcler esencial, tlescr ipciones especialmente imporlames para la compreiihin de la hisloricidad del espacio y el liempo cu la seguntia fase de la fenomenolo;.a. 80

Ibiuio (uKiilissc) del muiuU) hisliieo de la vida. Iin ello queda clara una cosa: detrs del mundo de la vida, mundo cargado de significados, reducible en todo tiempo a lo subjetivo y a la expresin de la vida anmica histrica, se encuentra para la conciencia del siglo Xl\ cl mundo de la ciencia natural exacta, la existencia de las cosas en tanto Ibrman uiiti conexin .segtin leyes, para usar la lrniula de Kant; y se ptKlra aadir: despreocupado tle las opiniones y vivencias anmicas de los hombres vinculadas a las pticas, indiirenle al sentido, como un mecanismt) que se cierra en s mismo', l.ti suposicin ms o menos ct)nseienieinenle asumida tle esle mundo iiermilitS a la t:pt)ca tratar la lotalitlatl del mmulo sii'iiiileantc tle las siluaciones humanas, en el t|iie rfielieanieiite se viva, t:iii slo como dt)euinenlo, expresin D sintoma tle procesos psquictireales subyacentes. Asi el arle y especialmenle la lileraltira son, en trminos radicales, bellas Ibrnias ficlicias en el tilma de su crciidor o, como ocurre en las creencias de la religin ti de I; cosmovisin, ctiloiaeiones tlel imintlo (del mundo de la ciencia naltiral) puestas jior hi iinaginacit')n subjetiva contlicionatia por la ptK-a, hi generacin, la clase, ele. Iin ctinseeuencia, el lenguaje tena quC figurar en la lingstica, en la medida en que sta se tictipaba en general tle la parle del lenguaje corresptmdente al sgnilcado (y no tnicamenlc de la historia tle las Ibrmas fonticas), cual sumti de los actos psiqtiico-reales del habla, en tanto que los signilieadt)s deban conveiTirsc, como ya ocurra en I,ockc, en reiiresenlacitines internas tlel alma que han de ser su.sciladas asocialivamenie en el interlocutor a (in de entenderse con l. As lo define atin hoy Punke, discpulo tle Mtirly, as como -dicho sea tle paso- la mtiyor parte de los psiclogos del lenguaje, que tle ese modo conlintian la lnea del empirismo ingls del siglo XVlll. Pero tambin para tiqucllos estudiosos del lenguaje que, como Steinthal y Wundt, enlazan exjilcitamcnle ctin la Iradicin romntica, es el lenguaje solamenle un hecho de ndole psquica, con lo que el prtigrama humboldtiano de una historia comparativa de las lenguas como historia del descubrimienlo del nuindcr* se convierte en el pit)gnima de tinti psicologa de los pueblos. Id objeto de ' l-sla caraclcri/acin es ile igual manera vliila de.sile el punto de visla del realisla eomo del kanliano; slo eon la leoria de la relatividad y la mierol'isiea se destruye el eoneeplo objetivamente lepre.seutable de nalurale/a propio ile la Iklail Moilerna y ba.sailo en la lelaein, i|ue lunilanienl Desearles, entre sujelo y olijelo. I.a jiiiiblemliea en Ionio a la inlerprelaein liloslica de esta l'unilam enlal Iransl'ormaein slo la tendr sulicieniemenle en cuenta la .segunda lase de la lnomenologia. Clr., .sobre esle pumo, C. I-'. Wi;i/s.\i Kiu en M. Ih'iih'.K . ecr.v luiijliiss iiiifilic ti'is.wiiscliiijini, 19-49, pp. 172 y s. ' iJ. I.. Wri.siauu i(, Die Wiedeigeburl des vergleicbeiiden .SpiaclisUidiums , en /.cvi.v. vol. 11, 2. 81

coiUiovcrsia entre Marty y II. Paul por un Uulo y Sleinllial y W. Wundt por otro en esle punto era slo la cuestin de si el lenguaje deba concebirse como expresin directa e inconscienle del ainu de un pueblo o como el acto de cunumicacin adecuado enlre individuos particulares; lo primero se consideraba romntico, y lo segundo ms acorde con el pensamienlo occidental europeo. Que el mundo en el que se vive, considerado a travs del liempo -es ms, incluyendo al tiempu mismo- se reprsenla como totalidad y se extiende como una tranu en el lenguaje, y acaso de un. modo sobresaliente en el lenguaje literario, y que este mundo slo se tiene poi' medio del lenguaje y primariamente en l, lodo ello pas inadvertido debido a ciue el mundo de la ciencia natural exacta, supuesto como algo evidente, interceptaba la tnirada al mundo de ht vidti c|ue se abre en el lenguaje materno. El paso dialctico a la anttesis Lo paradjico de una reduccin de toda la sustancia del mundo a realidad psicolisica -realidad que en tltima instancia debe estudiarse de modo anallico-causal- slo pudo advertirse plenamente cuando lleg a hacerse claro que todo cuanto es explicable conforme a la imagen del mundo de la realidtd psicolsica, esto es, de la ciencia natural exacta, no es, por olra parle, unfuclum, sino un contenido del mundo. Los acontecimientos calculados podrn sieiiiine sucederse independientemente del conocimiento humano, pero lo que pueda interpretarse de ellos tiene que volver a establecerse en el horizonte del mundo abierlo por el lenguaje, del mundo en que fue primeramente descubierlo el fenmeno que, como tal, dio iniciativa a la explicacin exacta. Visto de otra manera: sin el sistema que constituyen los significados expresados en una terminologa e.specializadti, aunciue fueran slo malemlicos, no se podra en absoluto distinguir lo real en el sentido psicollsico de la ciencia natural exacta. En pocas palabras: cuanto ms se pretenda reducir el mundo como suma de todos los contenidos de sentido concebibles a lo real psicollsico, tanto ms inesper;id;inienle se revelar el hecho de que lambin la realidtid psicollsica es un contenido de sentido y que, como tal, slo pucile hacerse presente en un mundo constituido conforme al sentido. Si no se mantiene ms que lo real psicollsico, esto es, lo que exisle intramundanamente -rasgo fundamental del positivismo en el sentido ms amplit)-, entonces tampoco se mantiene ya sle, puesto que no ser posible hallarlo a la luz. de una eslruclura de senticlo constitutiva de un mundo. Concretando en un ejem 82

po: si cl lenguaje no fuera olra cosa t|ue el l'ciinieno del habla dentro del tiempo, el mismo fenmeno del habla no se podria descubrir ni como fenmeno del habla ni como fenmeno en general. Este tiene t|ue consliluirse como fenmeno del habla en un numdo iluminado por el lenguaje. E\ mismo circiiliis viiosu.s aparece cuando se pretende en serio entender el ser de la obra literaria ntegramente como expresin de vivencias psquicas. Lo tiue viene a mostrar que la propia vivencia psquica (no como algo lctico -ac|u y ahora-, pero s en su ser-asi, esencia) es ella misma lileralura. Por llimo, si lodo objeto de le leligiosa es .solamente un liecho de la vida anmica histrica, la propia vida anmica hislrica se mostrar al cabo como un contenido llimo de la creencia religiosa, contenido que indica una apertura del mundo. Memos examinado con lauto delenimientt) este punto de inllexin dialclica del siglo ,xi.X por^iue slo a iravs de l se vislumbra hi mxima de la fenomenologa segn la cual el ser no es posible reducirlo al ente; cl mundo a lo que se presenta inlramundanamente y el sentido, o la esencia, a los hechos (coiTio tampoco la operacin inversa, resistirse a la cual era lo propio del positivismo frente al idealismo alemn). 2. I^RIMliRA VASll DI ; LA IT.NOMKNOLOCiA: AN TTI-SIS Prcticamente, la superacin del psicologismo se origin, como es sabido, en el punto en que la lgica y la matemtica deban ser lambin reducidas a procesos psquicos reales. Pero en relacin con el problema de la validez del sentido lgicomatemtico, el punto crtico lo constitua para Mu.s.serl el fenmeno de las significaciones en general en cuanto distintas de las representaciones entendidas como vivencias fclicas. Pero con ello nos situamos ya bien dentro de la filosofa del lenguije de HusserI: La significacin del teorema de Pitgoras, pongamos por caso, no puede ser lo mismo que las representaciones suscitadas isociativaniente en las distintas cabezas por la comunicacin lingstica. Uno se representar una determin;ida figura de su libro escolar, otro al hombre Pitgoras, etc. Frente a tales procesos psquicos (que, a decir verdad, elk)s mismos estn lundados en signilicacitines), la significacin del teorema de Pitgoras es estricta y, segn parece, supratemporalinente la misma para todos los que lo piensen. Tal argumentaba HusserI, poniendo as tambin las bases de una concepcin del lenguaje como una totalidad hecha de signilicaciones y distinta de los aclos psquicos del habla. Ls com 83

picnsiblc que su anlisis filoslico pudiera vineularse con la distincin de Saussure (entre langiw, parole y langage) y dar considerables impulsos a la lingstica dirigida al eontenido\ Pero el asunto se enfrenta lambin a una dificultad: el lenguaje esl sujeto a evolucin hislriea,..y con l los contenidos lingsteos . Pero es precisamente el cambio evolutivo en el contenido de la significacin lo que Ilusserl, de acuerdo con su concepcin, no puede reconocer si quiere salvar la identidad del senlido como fundamento de la verdad del juicio intersubjelivamente vlido y, con ello, la condicin de posibilidad de loda ciencia frente al relativismo tanto psicolgico como sociolgico, s necesario que quede clara la naturaleza de esle problema y la razn justificadora que da Ilusserl, a fin de valorar la argumenlacin platnica de Husserl que viene ahora y, con l, la de loda la primera fase de la fenomenologa. Husserl procede exactamente igual que Scrates/Platn en su lucha contra los solistas que manipulan las significaciones de las palabras en un sentido relativista. Hus.serl distingue las puras significaciones ideales , cual estrellas lijas en un firmamento supralemporal (aunque en Husserl no se hallan hiposlasiadas de un modo melallsico), de las significaciones realizadas de manera contingente en el Huir de las lenguas histricas. Estas llimas, es decir, los contenidos lingsticos, solo pueden funcionar, como en Platn (Carla VII), por participacin (|ii)e^ii;) de las puras significaciones eternas. M. Scheler y N. Harlmann, que extendieron esta posicin platnica especialmente a los conceptos ticos de valor, emplearon posteriormente para la idea tle iiarticipacin la imagen del foco luminoso del inters histricamente condicionatio, el cual ilumina en cada caso la regin del cielo eterno de las ideas que definen las lenguas hislricas. 'Voii una grandiosa concepcin que despierta un poder de fascinacin genuinamente platnico, sobre U)do si se piensa que en ella va implicada la superacin tiel relativismo Itgico y tico. Pero saquemt)s tambin con todo rigor sus con.secuencias para la filo. sofia del lenguaje; el lenguaje es aqu solamente un medio subsidiario para tlesignar, y con ello consolidar, lo que permanece fijo antes de todo tiempo y de U)da hisloria como la eslruclura de sentido del mundo. La realidad psicofisica, que para la ciencia del siglo XIX era la realidad desde la que debia explicarse lodo conlenido de senlido, es ahora algo lolalmenie extrnseco y secundario para la constitucin del senlido del mundo. El fi li)sofo puede en principio, independienlenienle de las lenguas ' Vid. L. Wiistii luint, Sprachwisscnschall und l'hilusophic zun Hcdeutungsproblcm , en lilaiur Jiir tiniische l'hilosiiphic, vol. 4, l')3()-31. 84

hisllicas -y eslo es aplicable lano a Platn como a la moderna intuicin de las esencias-, divisar una estructura distinta consistente en ideas, esencias y signiricaciones puras que slo posleriormenle podr consolidar en la conciencia con los medios del lenguaje. Lo que phmtea la cuestin de si es posible evitar esta concepcin cada vez que no se desee recaer en el nominalismo y el psicologismo destructor de toda validez del seiUido. En cualquier ca.so es digno de nota el hecho de que, cada vez que se produce una crisis cultural que amenaza con un relativismo universal del sentido, se repitan las concepciones platnicas. Con todo, la segunda lase de la fenomenologa (en cierto respecto ya el ltimo llusserl) intent dar una nueva respuesta que hiciera ju.sticia a la historicidad del sentido y al tispcclo creador del lenguaje. Pero antes de aplicarnos a ella consideremos en primer lugar la concepcin del ser de la obra literaria t;il como la desarroll la fent)menologa clsica. L;i reorientacin general en el planletmiiento de esta cueslitn a comienzos del siglo XX ct>i"ri paralela a la de la lingstica. As eomo se ilantea en sta la cuestitn acerca de la realidad del lenguaje tal como existe para nosotrt>s como un tt>do a travs del tiempo, as tambin se querr explicar la produccin literaria no nicamente como algo condicionado en la corriente de los tiempos, sino tambin concebirla y estudiarla en s, como primariamente interesa al autor literario y al lector. Una obra literaria no es creada ni leda por ser producto y testimonio de numerosas causas histrictis. Esta no es para nosotros algo que se nos muestra directamente condicionado, sino ms bien algo con carcter absoluto, un absoluto antes de toda explicacin, como lo es el mundo en que nos encontramos. RecordenK)s aqu que lo existente en la naturaleza slo lo concebimos como condicionado en tanto en cuanto queremos disponer de l desde el punto de visla de una relacin mcdiofin, es decir, de modo anallico-causal. Pero no es ste el caso cuando se trata de la obra lileraria o del lenguaje lal como nos son realmente en nuestra siluacin. Mucho antes que eso pudiera ocurrir que la lileralura nos hiciera ver y sentir aquel mbilt) de lo incondicionado destle el cual podramos concebir originariamenle unos fines para procesos causales lcnicamenle .seleccionables. Naturalmente, ello no excluye que buena parle de la propia lileralura sea susceptible de anlisis causal. Pero no sera posible concebir la literatura directamente en el momenlo de su estructura de .sentido anterior a ioo inters del hombre por la explicticitin del mundo? En este caso, lo importante ptira la ciencia no sera ya relalivizar la obra lileraria, sino manlenerla en la lnea de nuestro primario inters por 85

ella, tal cual es realmente en nuestro mundo vital. Este es el estado de la cuestin. La rundamenlacin terica bajo el sijuio de la fenomenologa clsica responde ante todo con un distanciamiento general de todo aquello a lo que ha.sta entonces haba sido reducida la produccin literaria. En Romn Ingarden'', (1. Mller' y aun en W. Kayser**, retorna en toda ocasin el principio segn el cual las obras y las formas literarias no consisten en las vivencias del creador o del lector. En atlelante, la forma literaria quedar desligada de la realidad del mundo y de la poca histrica concreta. En este sentido declara G. Mller: Ni las vivencias del aulor ni la realidad se hallan dentro de la obra literaria. El ser de sta = estructura oracional, estructura fnica y eslruclura de sgnillcacin; tales son los conceplos fundamentales ms simples del estudio cientfico de la literatura (o/;, cil., p. 147). Por su parte, observa R. Ingarden: Nada hay en la esencia misma de la obra de arte que lleve consigo necesidad alguna de modificacin (op. cil., p. 358). Segn ello, la obra literaria no pertenece en absoluto al mundo concreto en que vivimos; es irreal, como considera an Kayser. Pero cmo hay que entender esto? Tanto R. Ingarden como, siguindole, G. Mller, reconocen que la obra literaria no es entitalivament autnoma (como pueda serlo un organismo natural); es una foriiui intencional sustentada en el lenguaje que recibe en feudo su intencionalidad de los juicios reales o referidos a la realidad. Ella est separada tanto de la realidad como de los actos reales del juicio por la ficcin del como si, por la cuasi-modificacin de lodos los enunciados que la sustentan, y sin embargo no es aulnoma. Entonces, en qu se funda su identidad consigo misma y su carcter diferencial respeclo de las vivencias reales en el mundo temporal real? R. Ingarden se halla aqu manifiestamente ante el mismo problema que torn conllicliva loda la filosofia del lenguaje de Husserl; y, la solucin es lambin idntica: la del platonismo, esto es, la de funtlar la sgnillcacin lingstica en el ser ideal. Con palabras de Ingarden; El hecho de que los elementos ideales de senlido de los conceptos sirvan al aulor, al actualizarlos, slo de modelos para los elementos que componen los contenidos de senlido actualizados, constituye la esencia pecuR. iNUAKUhN, Da.'i liuransclw Kiin.siwerk, I talle, 19.31. ' G . MI.U;R , bcrdie Scinswcisc von Dicluung, en eutsche Viiru'ljahresschrift. vol. XVII, 1939. vv. KiWsi.n, Du.s .'pnulilichc Kiiti.sinvik. licina, 19-18. 86

liar, en nada comparable a ninguna otra cosa, del modo de existencia entitativamente hetcrnomo de la obra literaria. (op. cil., p. 377). Otro pasaje re/.a asi: resulta claro que fundar el estrato de las imidades de significacin en los conceptos ideales |)reserva nticamente a la obra de la subjetivi/acin lano como posibilita, al menos en principio, su reversin a su forma originaria. Hl mismo Ingarden es quien enuncia tambin la lesis filosfica fundamenlal sobre el lenguaje: Id significado de una jialabra no es olra cosa que... una actualizacin tlel sentido ctintenitlt) en- los coriesixiiidiciiles conce|)lt)S ideales exisleiiles de modo enlitalivamenie autnomo. Y una aclualizacin sin duda eventual de slo una parle de dicho scnlidt > (oi>. cil., p. 376). .Segt'm ello, la lileratun no ta a luz propiainenle nada nuevo, sino que .se funda en su pailicipacin del sentido de los concepUis ideales, coiiceplos que el lllosofo, tlesligado de la accitlenUilidatl emprica de la designacin lingstica, aprehende de modt) inmediato en lotia la pureza de su eslruclura a priori. Con estos supuestos no resulta nata sorprentlenle que la forma .sensible exlerna de la obra singular casi nunca fuera lomada metalsicamente en serio, que slo .se la eslimase como la bella envoltura de un sentido concepltial ideal caplablc sin la obra. Sin duda Platn haba sido eonseeuenle cuando, desde la perspectiva del filsofo y su visitn directa de his itleas, quiso desalojar de su repblica a los poetas alados al lenguaje. Todo eslo no es opinin de R. Ingarden, auncjue s es la dilicullad onlolgica en que desemboca la primera fase platonizante de la fenomenologa si se extraen todas sus consecuencias. Y an habra que pcn.sar, pt)r olra parle, tjue en el reino intemporal existente con independencia de Itida realidad, de Itida historia concreta y de Itulos los aclos humanos, habra de estar UimbicM fuiulada la totalidad tic la t)bia como forma, ya que sta es la que constituye la identidad de la tibia misma. Ahora bien, puedo yo qtietlanne realmente con la idenlidtid de la obra absirayndola de sus concretizaciones? .Son efeclivamente accidenlales para la olna Itis acttis huinant)s en los tiue se realiza el esquema tle signilcttcin de los eniineiatlos inlencitinales bien sea desde un pariictilar mundo real o bien desde uiui comprensin histrica del mundo por parle del eventual leclor? Si eslo fuera cierto, a esla delcrminatltt tibia le .sera dado sei- sin persona alguna y sin la realidad de las cosas. Pero ello choca conlra el principio csiablecido por el propio Ingarden de la heteroiioinia enlilaliva de la obra. La obra misma, una vez creada, considerada en s misma y, por as decirlo, escindida de sus concretizaciones, no puede modificarse, dice Ingarden. No h;iy t|ue objetar a eslo tiue la obra, escindida de sus conK7

cretizaciones, ciertamente no es en absoluto cu sus eoncretizaciones, pero s es la misma obra como posibilitlad y pretensit^ n, de modo que ya en una de las conerelizaciones (as en la primera a travs del autor), y permaneciendo idntica como posibilidad y pretensin, se modifica constantemente en la perspectiva cambiante de los actos que la realizan? No hay que decir que unidad, totalidad e itienlidad de una forma con sentido slo existe en general para los aett)S particulares unificadores de la exislencia humana cimcreta que, en contrapt) sicin a la naturaleza, no es originariamenle una, total e idntica a s misma, sino que todo ello tiene que ir logrndolo sobre las formas del sentido de la propia cultura que contribuye a crear? La obra de arte no puede poseer unidad ni identidad inmutable cual estructura de signillcatlo aislada precisamente porque el hombre tiene que buscar su propia unidad e identidad existenciaics en la co-realizacin creadora o recreadora de la obra (de manera semejante a como la encuentra, por ejemplo, en la co-realizacit)n de una institucin pblica de carcter moral o en una accin responsable ella misma instituidora en el mbitti de l;i cultun). Pero con esta formulacin nos estamos anticipando. Nos cumpla referirnos a la problemtica desde la cual hay que entender la segunda fase de la fenomenologa (a la que en cierto respecto, y por algunas de sus manifestaciones, ya pertenecen el propio Ingarden y, sobre todo, el ltimo Ilusserl). Se trata de hacer justicia al ser relativo al lenguaje y a la literatura, a su enlretejimiento con la cultura, sin recaer en la tendencia reduccionista del siglo Xl.X. Evidenlenknte, el lenguaje y la literatura no pueden describirse fenomnicamente de un modo simple como objetos acabados fuera del tiempo al lado de la realidad de las cosas y de los actts humanos, sino que su autonoma hay que concebirla tal como se la experimenta, por sus referencias mismas. Pero aqu se plantea la cuestin de si la filosofa, supuesto que ella no se ocupa, como las ciencias empricas, del cnlc en su presencia lctica, sino tiel .VT del ente, puede pensar a ste, como hasta tihora ha ocurrido, de la manera consistente en aislar o, alternativamente, poner su tibjeto. Ms concretamenle: es el ser de la t)bra literaria o del lengutije -en tanto que reales, no en tanto que erigidos en tema de la ciencia- el propio de los objetos? No quedara el habhinte, en el instante en que fuera capaz de distancitirse de su lengua materna al punto de convertirla de hecho en objeto, en la misma medida al margen de la encracia del lengutije, as como, a la inversa, el lenguaje escindido de su temporalidad y, con ello, de su hisloricidad, paralizado en l;i insuinlnea fija de su carcler estructural, sin duda operante en la vida, pero no visible 88

distanciadamente?''. Y en lo que respecta a la literatura, es la obra literaria plenamente real en su modo de ser cuando el lector se interesa por ella en cuanto objeto enlilativamenle hetcrnomo de mltiples estratos, en cuanto estructura oracional, estructura Inica y estructura de signilcacin? Por correctos que puedan ser los resultados una tal construccin, puede captar una construccin objetiva y por elementos la realidad de la obra lileraria, su ser en el mundo? I legel haba visto ya todas eslas ililicullailes e intentado subsanarlas por medio de su mtodo dialctico, que l opona a la llamada rdosola de la rellexin aisladora del objeto. 3. SliGUNDA i-A.si; Di; I.A IT;NOMI;NOI.OCA-. SNTI;SI.S En este punto, 1 leidegger .se remonta hasta Platn y los comienzos de la metansica occidental para acceder a pensar el ser en su dilrencialidad del enle. Por lo pronto es preciso aqu exponer a grandes ra.sgos algunas de las lesis lundamentales de I leidegger sin prejuicio de su carcter contrario a toda la tradicin cienlilica occidcnlal. Al comienzo habamos formulado la mxima de la fenomenologa en los siguientes trminos: El ser no hay que reducirlo al ente, ni el mundo a los objetos que se presentan inlramundanamente. En su versin conceptual del ser del enle, Musserl y la fenomenologa clsica prcticamente haban vuelto a la teora de las ideas de Platn, incurriendo as en las dificultades ya aludidas. Heidegger criticar ahora justamente la concepcin platnica del ser como raz de la metansica, lo que quiere decir de loda objelivacin del ser. Para Heidegger, el ser del enle va desde el principio errado si se lo concibe como un reino de ideas o esencias, o ms claramente an en su versin moderna: como cl reino del .ser ideal. Tan seductora y practicable como se ofreca, esiiecialmenlc para la lengua griega (igracias al artculo x I), la representacin de la esfera del sentido como la del verdadero ser (vxtoi; v), poniendo as por vez primera al hombre en la situacin de hacer de lo '' r.l iuilisis lgico del Circulo ilc Viciia inspirado en Willgenslein Irope/ de Ibrnia partieularmenle ruda, y por ello aleccionadora, con la imposibilidad de objelivar el lenguaje como lenmeno. La volunlad de poner al lenguaje bajo el conlrol del pensar exaclo llev a i|ue la realidad especilica del lenguaje (como i'iicracia, cfr. W. von Humboldl) desapareciera porcomplelo del lenguaje descrilo o conslruido para reaparecer en el lenguaje que describe o consIruye, es decir, como melalenguaje. Pero es el lenguaje corrienle, no concebible de manera exacta, es decir, puramenle objetiva, el que se evidencia como melalenguaje llimo. Someter el lenguaje del pensamienlo vivo y creador a un dislanciamiento terico nos conduce al mismo resultado que el inlenlo de hacer de nireslra pro pia exisleneia, y por lano de nuesti-o ser, un objeto. 89

a priori tema del pensamienlo, as tambin, con esta primera disponibilidad del ser, quedaba ya apjicado a ste el esquema categoral del enle que se presenta intramundanamente. Que la -/lii)Ktu , es decir, la verdtid ciimo despejtimiento (Lijiiing) del ser se conviniera desde Platn (lo ms tarde y de modo definitivo) prctieamente en ()Otiii; (ms tarde ^owaK; o adcu'cpuilio inlcllccnis tul rcn), es tlecir, en un eonlormarse (Sicli-Iiichlen-ntuJil tiel juicio al ente presente en la patencia del ser segn una lrnia (ciSoc^)'" no era ms que la Consecuencia necesaria de esa objetivacin (de algo) que todo encuentro con objetos hace primaritimente posible. Pero de ese motlo, el Huuiuciu) de la levchicin del ser, tiue debe preceder a todo conformarse del juicio, qued tan profundamente oculto y olvidado que hoy nos cuesta gran esfuer/.o apreciar su importancia fundamenlal pant la leora del conticimiento. Para Heidegger, el ser patente no es en absoluto un objelo; ni un acontecimiento dentro del mundo y del liempo, como para los naturalistas o los positivistas, ni un reino supramundano y exlratemporal de las ideas, sino, al menos bajo el aspecto aqu en cuestin, el mundo que se abre como horizonte o el tiempo mismo que se temporaliza extticamente. La diferencia fundamental de la lilosolia, la distincin entre a priori y a posicriori, no se refiere a la diferencia entre un deveI" Cfr. M. HI:II)1XCI;R, Flatom Lehrc von iler Wuhritvi, Ucrna, 1947. CIr. asiinisino Einjuhritna in die Melupliysik, Frankfurt, 19.53 y V'oni Wvsen der H'ulirliL'il, Frankfurt, 1949. La interpretacin tle Heidegijer de la nietafisica, y especialmente la de Platn, es, como todos sus intentos for/.ados de poner en cuestin los supuestos de dominio comn en la tradicin interpretada, allamcntc discutible. 1 lay, en efecto, pasajes en Platn (como en Aristleles) tiue parecen contradecir su interprelaein; es ms, en las manifestaciones de l'laln sobre el i'.v i'iyulv , simado ms all tle toda onoiu y tle lotlo lo expresablc (en la Repblica y en la Carta Vil), ms bien parece anticipada la diferencia onlolt)gica de I leidcger. De igual manera ptjdramos recurrir a Arislleles, la mstica neoplalnca, san Agustn (en especial su leora de la iluminacin), lckluut, Hiilime, liclile y ,Sclicllmg (la intuicin inlelcclual como compiensin prerrelle.siva tiel ser) para una b,sloria an no escrita de lt)s ascendieiues de la lilosolia de Meidcg^jer. Con todo, eslas posiciones antes me parecen apoyar el signilicado de su exi gencia tle partir tic la cosa tiue tlesvalorizar la caracterstica del platonismo hslrieo como aspiracin al descubrimiento de vas uormalvas tiel pensa nento (concepcin de las ideas-reino de los valores eternos), as como de la metalisica occidental fundada (desde Descartes de un modo explcilo) en la conciencia rellexiva del objeto. La tesis tle 1 leidcgger tic t|ue la melalisica occidenlal tiued atrapada desde Platn en la lgica del pensar objetivo -y de all tiue celebrara su mayor Iriunfo (el del mtodo) en la tcnica productora

de objetos- no se podr invalidar lan lcilinente. Ln cambio, la verdadera ins piracin tle la metalisica, cjuc antao vena expresada en los ms altos nive les tic la especulacin objetiva slo via nc^ulioni.s el eininenliue (con derrum bamienli) de la lgica, como dice Jaspers), se halla cicriamenle suprimitia en el pensamiento del ser de 1 leidcgger. 90

nir intiamuiidano y un ser ideal supramundano y fijo, como la presenta la tradicin, sino a la diferencia ontolgica entre ser y ente. El ser se despeja al mundo a la vez de modo temporal y espacial al adquirir en el .ser-ah del hombre una relacin consigo mismo consislcnle en la aulocomprensin en el poderser y como poder-ser. En el despejamienlo del ser corres|iondiente a esla relacin, del ser que cada hombre recibe tlesde el advenir (Ziikiiiijl) como el suyo propio, al hombre le hacen frente (hi'gcgiieii) las cosas, los oros y l mismo. La articulacin eslruclural llima, la de ser y enle, es, pues, ella misma dialclica: sin el hombre exislenle felicameiUe, el ser no puetle tlespejarse ;d nmiulo; |)t)r olit) lati, el hombre se encuentra ya l mismo en el chiro de la comprensin del ser. Esta relacin fundamenlal tiene su anlogo en loda autntica percepcin: ningn ente puede en abst)luio hacernos Irenle como Jacliin que no haya sido ya contprendido como algt>, es decir, a iriori y en sti ser; y a la inversa: el ser universal (qtie cada uno tiene que ser como suyo) como l;d, slo puede despejarse con ocasin de hacernos lenle tm ente de modt) lclico como ser-as (o esencia). Puesto de modo existencial: lodo enle, ptira poder hacer frente en general, liene que ser ctipaz de introducir en el proyecto del mundo la perspeclivti existencial de un ser humano delinida en una confornndad (Ih'waiuliiii. s) o significatividad {Ih'deulsanikcii), Y lambin a la inversa: todo ente qtie me hace Irenle de motlo lclict) puede proporcionarme, por decirlo as, monailicamenle una crspecliva desde la que contemplar la totalidad del muntio; en lodo ente que me hace frente de un motlo esencial -es decir, en el caso de una verdaderamente raiti percepcin (IValirtu'linniiiM ) autntica-, liene que liularse nuevamente mi mundo, y a partir de l el proyecto tle mi ser en el nuindt) (mi actitud, mi estilo de vidti). Esle circulo hermenulict>-cl equivalenle gnoscoligico de la diferencia oiUoltigica- es imposil) le tle ti)tn|)ei, y es el acoiUecer lindanienlal en el t|tie acontece ptiia nosotros hi verdad". " a) l'.l circulo licrmcucutico)>, expresado en los trminos dilrencia ontolgica , proyecto yeclo y ms tarde como dispula enlre la tierra y el cosmos o enlre el cielo y la tierra, es el principio lundamenlal lgico y heurstico de la lnomenologia de I leidegger. A partir de l luvo que producirse el encuentro y la conrronlacin con la Fciuiitwnokinia dvl EsHriui de llegel, es decir, con la dialclica como el olro gian intento de salvar los lnmcnos de sentido del mundo entendindolos al mismo tiempo como histricos. b) Sobre los concei)li)S de signiliealividad, peicepcin aulnlica, actilutb, estilo de vida y verdad en cuanto di.slinios del de conlbrmidad meramente objetiva (aplicable a hechos) o lgico-lbiinal, vu. la tibiii liloslica de l. Rolhack er, que considei'ando lo esencial de su postura, <lel Uxio independiente, la adsciib iinob igualmenle a la segunda lase heniKiii'iiUco esisieiiiil de la lnomenologia.

Consideremos aliora las eonseeneneias para la coneepein del lenguaje y la literatura, lin toda aulnliea percepcin no queda ya subsumido un caso bajo un concepto, sino que es.percibido (wahrg'noninwn) un ente nico y singular, siendo esle mismo enle al mismo liempo captado con verdad (wahrgenommen) como algo. Id primer momento dialctico corresponde al punto de vista ntico -o dicho de modo kantiano; a la alccin sensible-, y el segundo momento a l;i comprensin del ser, al despejamiento del ser en un contenido esencial general. liste segundo momento es, evidenlemenle, el lugar sistemtico del lenguaje. Este no presupone, como en el phtlonismo, un reino llrmemenle estruclurado de significaciones ideales del que solamente ptirlicipa, sino que lo universal, el sentido del .ser, adquiere la forma de una estructura de sgnillcacin antes que nada en y por medio del lenguaje. Siempre que el hombre accede desde sus referencias vitales a la comprensin de un enle en su esencia, el ser ya se ha instalado en la ca.sa de un lenguaje. Y aunque, ;m;ili/,ando el caso psicolgicamente, hl esencia intuitivtimente caplaila no fuera cxprcstible en un principio, en la medida en <.|ue se tiespliega en general como significacin distintiva a partir del ser habra entrado ya en la circunscripcin estriicliiral de un lenguaje. Ello acontece de un modo parlicuhir en las lrmtilaciones paradjicas de la mstica, donde It) inexpresable se manifiesta via iicgalionis el cniiaciiiiac. As ptiede I leidcgger hablar en serio tiel lenguaje como cti.sa tiel .ser o como el ativenimiciitt) des|")ej;Klt)rvelador del sei'-. Esla ltima formulacin dialctica liene en cuenla tt)da crtica del lenguaje a la v.;z que subraya el hecho de que el lenguaje slo puede ser combalido, criticado y corregido por medio del lenguaje mismo. Desgraciatlamenle no nos es posible exlendernos aqu a la formacin de las terminologas cientllcas, menos an al lenguaje-clculo de la matemtica, el cual, aunque un caso lmite, es lodavia lenguaje (en el que el ser se despeja, por as decirlo, de forma sistemtica y planificada, pero con un alcance estrictamente limitado). Resumiendo una vez ms; el lenguaje le vale a Heidegger como totalidad en la que se articula el ser que, en las referencias del ser histrico en el muntlo propio del hombre, se despejti en su ctmtenitio esencitil. Despus tle totio no es un ente que se presenta intramundanamente, sino, como dira .laspers, un abarcadoi; propiamente no es en absoluto -slo el ente es-, sint) tjue se lemporalizti como el ser mismo, pertenece al ser y a su hi.sloria. lil lengutije es, en la lii.se de la ec-sislencia humana, el anlt)go de la eslruclura vital instintiva " til iDHiiii i(, UricJiihcr tlfii lliinninisiiiis, Ucrna, 19-17. 92

de los mecanismos desencadenadores en el mundo animal, verdaderamente el instinto racional del hombre, como dice llumboldt. Por ende se reparte en todas las estructuras de la ee-sistencia histrica, es a la vez estable y Huido, natural y artificial ((poia y i)';or,i), clausurado orgnicamente y sin embargo abierto en la tnivesa hacia las posibilidades del futuro, al mismo tiempo una totalidad frente al individuo y brotando de ste cada vez individualizado. Para ir desbrozando desde aqu el camino hacia el problema de la literatura, primero hemos de acotar lo que llevamos dicho sobre el lenguaje. Haciendo una serena rellexin podramos preguntarnos: es, pues, verdad que en el lenguaje usado cotidianamente el .ser del ente .se despeja en un contenido esencial? No es antes bien aplicable al lenguaje cotidiano lo que Leibniz deca de las palabras, que .son elementos de clculo del entendimiento?" A ello hay que responder con Heidegger: en el uso cotidiano del lenguaje, desde luego poco hay que notar del despejamiento del .ser, pero no porque el lenguaje sea en su esencia un mero utensilio o un medit) del entendimiento, sino porque la esencia de las cosas despejada en el lenguaje slo .se halla en cada caso ya supuesla; porque conscientemente el lenguaje inlercsa c(nno medio, igual que cl ente no iiilercsa ahora en su ser, sino tan slo en sus relaciones causales lcticas, esto es, en cuanto medio o circunstancia en la lucha por la existencia ilcl ser-ah. Pl i.lespejainienlo ilel ser por medio del lenguaje acontece aqu tan solo como un efecto posterior (al modo, por ejemplo, de la subsuncin de casos en conceptos de clase), inmerso en lo trivial y, por ende, inadvertido, de modo que se da la apariencia de que el lenguaje es un simple medio de designar que se coordina con un mundo patente y conocido an sin l. Pero busquemos ahora con la mirada (dentro del mundo moderno) algn fenmeno donde el despejamiento del ser por el lenguaje y en el lenguaje acontezca todava de un modo expreso. Al momento seremos llevados al mbito de la lileratura, para encontrar lambin inmediatamente su esencia. Heidegger llama a la literatura fundacin lingstica del ser''. Con ello no se supone al hombre creador del ser, sino que el ser es a la vez fundador y fundado. Hs cierto que al hombre le cumple el mrito del esfuerzo y la pugna por la palabra, pero " Cfr. Li.iiiNIZ, UiiVnyn'illiclic llvdaitkvn h-lnjj'iid lie Aii.shuii}; und l'crhc. sscrunf; der dailschcn Spruclw. I' llilDli.iil li, Erlinilcrunycn :u lliildcrtins Dithlun. iTankCiirl (sin t'cciia ), p. 43. 93

en la consecucin tle la obra se le brinda el favor del ser, porque en la literatura acontece el ponerse-en-obra la verdad del ente'^ Una objecin pide aqu la palabra: las dos dellniciones de la literatura recin ciuidas no dicen lo misino. La ltinu es aplicable no slo a la literatura, sino al arte en general, y ms precisamente a las obras de arle. La primera, por el contrario, no alcanza an al carcter de obra de una creacin literaria en sentido suslantivo; por el contrario parece identificar literatura y lenguaje. Pero es el lenguaje realmente identilicable con la literatura, de suerte que la lingii.slica coincitle con la esttica, como en.seiia Benedelto doce? De ningn modo es tal la opinin de leidegger. Con la expresin fundacin lingstica del ser no alude an a la lileralura en el senlido de creacin de una obra, sino en un sentido lundamental a lo constitutivo de la comiirensin que opera en lioda percepcin autntica, correspondiente a la imtiginttcin trascendental de Kant, y sin lo cual no habra fciicamenie ningn mundo. Pero en la creacin explcita de una obra literaria, la potencia originaria del lenguaje para convertirse en literatura en cierto modo se ha hiperestilizado"' part contrarrestar la desintegracin del mundo tal como liene lugar en el uso prctico-lcnico del lenguaje. Pero qu hay de ht otra delimitacin de la liteiiilura IVenle a las dems arles? No acontece tambin en stas el ponerse-enobra la verdad del enle? F.n su ensayo Ll origen de la obra de arle (Ilolzwegc, pp. 7 y ss.), muestra I leidcgger cmo un templo abre un paisaje como mundo, dejndolo as slo .ser". Pero en el mismo ensayo (p. 60) dice as: No obstante, la obra expresada en el lenguaje tiene... una posicin sobresaliente en el todo de las arles... Porque el lenguaje es aquel acontecer en el que primeramente se abre para el hombre el enle como ente, la poesa -la literatura en senlido estricto- es la litenitura ms originaria en el senlido esencial... Hdillctir (haiie/i) y dar forma plstica (bihicnj por el contrario aconlecen siempre y solamente ya en lo patente de la Icyendti (Sagc) y del nombrar (Nt'imen). Estos lt)s rigen y conducen. Pero precistimente por eso permanecen como los caminos y modos propios de cmo la verdad se dirige a la obra. Son cada uno una manera peculitir de hacer literatura (dicliWn) denlro del despejamiento de lo 15 lli:iDi;tRii;R, Der Ursprung des l<.uiislwerl<e,s, en Uohwviif, I-'ninl<l\irl, 19.S, p. 25. Para el concepto de hiperestilizacicni (hichsiilisicnii;) vid. E. RoTllACKiiK, l'robU'DW der KulturuiHhraiolonL\ Honn, 1948. " CTr., ms recientemente, Hi:iDi:Gtii:K, Bauen, Wohnen, Denkcn, en Vortre und ufstze, Pfullingen, 1954. 94

existente, el cual ha acontecido ya y del todo inadverlidainenle en el lenguaje (p. 61)"^. Volvamos una vez ms de Meidegger a las dificultades de R. Ingarden, a la relacin de la obra con el tiempo y con la rctiliilad de las ctisas y de lt)s actos humanos. Iin el despcjamienlt) del ser al mundo que acontece ptir medio de la obrt misma encuentra Heidegger aquel lodo abaicador que es el mbito al tiue perleiiecc la obra, tiue de ningn nuitk) le .seria extrao ni dislinlo, y al que ptidria ser reducida, lis ella misma, la obra, la tiue primeramente alire ese mbito. Mientras se tjuieni concebir la obra como objelo, como estructura eslralilicada en el aspecto Inico, las significticioncs y, ptir ltimo, los valores estticos, no se ptidiii comprender las referencias vitales al hombre, a la historia y ;i la naluraieza en las t|ue se mtinliene la obra cuando erige su pit)|)io niumlo por litiber susliluitlo esas referencias por aquclhis oirs de la distancia teortica entre sujeto y objeto. En ellas no esl representada l;i forma lileraria en su propio ser, como se presume, sino arntnctida del mundo que ella misma ha abierto. Para aclararlo en una consecuencia prctica: en la primera lase de la fenomenologa exista la tendencia a arremeter contra la vivencia ailslica del diletante que confunde la lileralura con las representaciones, deseos y estados anmicos que sta suscila. A ello se contraponti el ser propio de la obra como lrma, repitindti.se una y otra vez la .sentencia: la obrt lileraria es uiui eslruclura hecha de significaciones o no es nada. Pero esla radical tinlitcsis frente al psicologismo no haca ms que convertir lo que es un calaliztidor tle esladt)s tinmicos en un objeto de la abslraccin cienlificti (tiue ah se pasaba por alto la realidad de la obra, se muestra del modo ms claro en tiqucllos casos en que se iiilenla enjuiciar cl estilo y el valor esttico sin tintes haber coin|)iciulido, es decir, sin haber deja ' 1.a posicin sobresaliente ile la obra e.xpiesatia en el lenguaje en el lodo de las arles podria ponerse serianieine en dala a la \isl.i de la evolucin de las arl es plsticas en el siglo XX. No ha superado la pinlina su dependencia tenilica y eslruclural del modelo de represeiuacin del mundo propio del lenguaje en pasos sucesivos y consecuenles desde Manet hasla Kaiidiiisky pasando por C/anne?, no ha establecido, por decirlo asi, su propio vocabulario y su propia gramlica de arierlura del .SliR? Iin la relacin nueva y peculiar enlre el arle moilerno sin objetos y el lenguaje niatenu) en g.eneral e.siste al menos un punto de partida esencial para una comprensin lilosiilica del lenmeno entero. La pintura .se despla/.a aqui -con un deseo conscienle en Kaiuiinsky y Klee-a las pro.vimidailes de la msica, que no casualmente queda oinilida en los pasajes de Heidegger. No obslanle, la relacin luiidamenladora que l eslableci es an hoy vlida. Llega, como si dijramos, a su caso limile para pasar de un simple sallo dialctico de un mundo con sentido a la fundacin reactiva de olro nuevo con medios lingsticos relativamente iiidependienles. 9.5

do primero regir al mundo de la obra). La obra literaria es en verdad real no cuando se abusa de ella como excitadora de estados anmicos ni cuando se procede enseguida a la relle.xin cienllca sobre sus elementos, sino cuando nos ponemos ante ella, es decir, nos atenemos intencionalmenle a la obra desde nuestro propio y actual mundo de la experiencia, de manera que surja el mundo propio de esa obra literaria y entre en debate con el mundo previamente conocido y recoiU)cido; cuando ese debate no se distorsione de nu)do subjelivisla o .se rehuya en favor de lo deseado, lo acostumbrado y lo conocido ni .se interrumpa por la rllexin esttica''', sino cpie se sostenga y dirima. Cuando esto acontece, entonces acontece a la vez el poner.se-en-obra la verdad del ente. La obra literaria se mantiene entonces en sus referencias, en el nunulo abierlt) por ella misma. De esla suerte surge tle nuevo la realidad tle lo real con el liempo fundado de nuevo como tiempo histrico del mundo, y el hombre que la realiza -ya sea el autor que la crea, ya el lector que la conserva- en la misma medida se vuelve por medio de ella un hombre nuevo y tlislintt) cuando, realizndola, le procura un ser concreto. La obra literaria es ahora histrica (ge.sc/iic/ilich), pero no hisloriogrllca (liislori.sch) -como lo era para la ciencia del siglo xi.x-. Su hisloricidad no estriba en que, como algo condicionado, pueda reducirse a algo ya sucedido en el tiempo, sino en que en ella y por ella se temporaliza el ser absoluto desde su condicin de advenitlero (ZiikiinJtigk'il) siendo as fundador de historia -al aparecerse de nuevo su mundo a una humanidad determinada. La intencionalidad de las expresiones literarias ptxlr ser desde el punto de visla ntico, es decir, con respecto a lo lctico y contingente, solamente una llccin Irenle a los juicios de la vida cotidiana, de la praxis vital y de las ciencias empricas. I'' No slo la iciluccin ciciiuTk'o-causal ilc la obra ile arle a sus contlicio naiilcs liislricos y psicolgicos quila a esla venlatlerameiUe la posibilitlad ile sci, es decir, de realizarse lundantlo su nuiulo y su hisloria, sino tanibitin la rllexin esllica sobre sus condicionanles rornialcs tpic aparenlenienle separa por mor de la obra las relaciones con el hoinbie y con la hisloria concrela. No .slo el mero hisloriador del arte, sino tambin el entendido y el alicionadt) al arte en general, que inmetlialamente se eniregan a la absiracciirn de las cualidades eslilslico-rormales de carcler general, prescintlen del loque tle tt)tl o punto dt)gmlico originario del conicnitlt) conliguiatlt) en la obra parlicular (cl'r. el arcaico torsti tle Apt)li> tle Kilke). l-n lugar tle reconocerle a ttesl a t)l)ra su mundo la sitan, separandt) sin ms ni ms los valort-s eternos de la

electiva realidad vital, en el museo imaginarit) tiel arle en general. I'ero de esc modo, el arte deja de tener en .serio algn signilicado para la vida humana. Sobre el dogma implcito en toila olira como origen creatlor de la ver dad existencial, viil. II. Riri IIACKI:U, Die dogmalische Deiikliirm in tieii Clei s teswissenscharien. Maguncia, 1954 (Ahiiaiiilliiii.; der Mainzcr .kudcinii' der WLs.sen.seliaJien und der l.ileraliir). 96

pero con respecto al ser del ente, la relacin de fundacin es justamente la inversa: acju, la comprensin del ser cjuc viene presupuesta como evidente en el llamado juicio de hecho se funda en el despejamiento del contenido esencial del ser-que acontece en la literatura. Mientras la literatura, justamente por su libertad imaginativa (que no es total indcpetulencia ontolgica) frente a lo lctico, eleva el ser a la verdad, lo lctico, el por qu del aqui y el ahora del enle a que va dirigido el inters prctico del hombre por la relacin medio-fm, es lo que tienen en cuenta las ciencias empricas, que por su nalurale/a estn destinadas al dominio tcnico (.le lo que se presema inlramundanamente y tienen por ello que frticasar cuando qtiiercn e.xplictir el ser -constituyente del nuintlo-de euttltitiier lntnnciui. SemcjaiUe tentlcnci; i explicadora existe titn en el enlbque tlel pensamiento propio de la fenomenologa clsicti; pues ya hi objetivticin del sentido del ser en un reino fijo tle las ideas que se presupone como un modelo para el revckir-se del ciek) del sentido en el trazado morlbk)gico de la tierra sensible y corprea (la materia de las pahtbras), como acontece en la literatura, es un intento de reducir el .ser del nnindo al ente (en tin mundo superior). La obra de arte no es una condensacin contingente de esencias eternas que el filsofo platnico contempla, independientemente del lenguaje y de la situacin histrica, como un sistema posible-", sino que toda intuicin esencitil autntica y filosfica es un inodiis fundado tlel rellejo de un mundo sensible en un cuerpo sensible, como acontece de una forma intensificada en la obra de arte. Bl esquema de la obra literaria como estructura estratificada de sonidos, significaciones y, finalmente, valores estticos, es enteramente una explicacin calificadamente idnea para servir de hilo conductor al proceso tcnico de conservacin fonogrfica (y poltico-cultural) de un poema, pero no para comprentlcr la constitucin de un mundo por la obra de arte que no es idenlificable con sus coiiililones sine qua non tcnicas. De la orientacin fuiulamental tcnica de la nietafisica tradi cional procede Itimbin el ptir de categoras de materiti y forma que hasta ahora ha determinado y -como se mostrar guiado equivocadamente todos los intentos de comprender la esencia de la literatura y cl Icngutijc. En la medida en que la filosofia no puede renunciar del lodo al procedimiento cientfico de la objetivacin en inters del Desde esla eoneepei<Sn plal()niea pudo Leibni/. considerar la itiea de tina mquina combinatoria ite ideas tiue en cualtiuier momenlo piotiuciria la Biblia o la Iliatla. 97

control sistemtico de su mtodo, se ve sin embargo obligada a dar en cierto modo la vuelta a esa objetivacin en la dimensin del ser-algo que intent Hegel, y otros muchos haban ya postulado, y que Heidegger abordar de nuevo. Mas con ello nos colocamos ante una imerroganle que ha de imponerse despus de la caracterizacin hcciia luista ahora de la literatura y la nio.solia por un lado, y de la praxis vital y la ciencia emprica por otro: qu decir acerca de la diierencia del pensamiento liloslico del ser con respeclo a la literatura creadora de obras? Si ya ambos se hallan del lado de la aperlura del mundo (Wchdjficnj y el encuentro del sentido (Siniijln( k'ii), condicin del encuentro de los medios (iMilkJJiicli'ii) propio de la vida tcnica a la vez que su contrapeso, no hay entonces diferencia alguna entre ellos?, puede la lilosola relevar y sustituir histricamente al arte, como ix-nsaba I Icgcl? En el fondo ya qued insinuada una res|)uesla en la discusin en torno al pensamienlo objetivo: lodas las ventajas del rigor conceptual y el sistematismo que posee la lilosola Irenle a la lileratur;i hacen de ella, por otra ptirle, un;i conriguiacin (Gcslalt) de vida con carcler posterior y depentlienle -cuando la conliguracin es ms originaria que la forma y el concepto se halla en cada caso ya fundado en una signilicacin. Sin duda existen algunos paralelismos: as, la reduccin fenomenolgica de Husserl pone entre parntesis lo lctico del ente para captar y concebir Umlo ms clartimenle Itts formas esenciales; y de un modo semejanie procede l;i literalura medante la libre ficcin de lo lctico. Pero precisamente en esa semejanza se muestra tambin la prolunda diferencia: la literalura no prelentle hacer del ser algo disponible como una estructura de |)ur;is l'ormas esencitiles, ella arraiga intuitivamente en la pltoni de la realidad concrela dejando resplandecer al ser lal como l mismo se abre en la percepcin autntica y en cierlo modo se tlespeja en torno al enle concreto que slo en su claro hace frente al hombre como algo. Puesto que tal es lo que acontece en lodti expresin literaria, la totalidad d la obra no es posible comprentlerla con tyuda del par de ctitegoras de materia y forma-'. Forma es una cosa acabada, clara, disponible, que externamente se opone a la materia, la obliga a ponerse a su servicio y la utiliza sin cambiar en lo ms mnimo. Con materia y forma tenemos que ver en la coniccit'm de enseres o, con una claridad exlrema, en la produccin industrial de mciuinas e instrumentos de inecisin. Ello se corresponde en el lenguaje con el ideal cienlfico de los signo.s que sin la menor veleidad se ponen al servicio ( IV. 1 ll iDi'ina R, Der L'rspruiifi \ Kunslv.eikes. cil. 98

de un conceplo elaborado al margen de ellos, quedando discrelaineiUe absorbidos en esa ulilidad. Por su parte, el lenguaje como un lodo, como unidad del cuerpo fnico y la signilcacin, es utilizado como materia por la forma inslrumcnlal establecida, por ejemplo, en una conlral; i, y en lt)tlo caso all tlonde tm loeta simplemente rellena con superficial rutina una forma de versificacin heredada que una vez naci hislricamenlc comt) configuracin. Una configuracin -tle esta se trata en el autintico arte- no se halla nunca disponible y clara de antemano; antes que nada se consigue en brega con el motivo fascinador, de modo que va crendose a medida que cl conlenitlo del motivo que fascina ;il tirlista en cierlo modo resalta en el trazado conlgurativo (Cleslaltriss) como el cielo resplandece junlamenle con los contornos del paisaje de la lieria. ('ielt> y lieria, It) abietlo del advenir y lo resuello de la configuracin se hallan en dispula en la obra de arle, lo uno oculta a lo otro, de manera que en lo catico aparece l;i necesidad tle la medida, a la vez que en la exigencia de firme mctlida tiparece lo abiertt) de la siluacin. Id brillar de la verdad como armona dentro de esa disputa es la belleza de la obra. M no haber de lal manera idea alguna expuesta de modo conceptual ni pieceplo moral alguno, sino l;i disputa original continuamenle avivada enlre el Cielo y la Tierra, de la que el hombre .se exonera en la vida cotidiana, se descubren los caminos del deslino, nacimienlo y muerte, bendicin y maldicin, amor y odio, gtiern y [laz, titiuello que es en verdad y en cada momenlo esl enjuego para cl hombre. Con todo, la lileralura liene sobre el concepto filosfico, no obstante necesariti, la venlajti (.ue le da el hecho de que el conceplo jams pueda ir pt)r delante ni susliluir a la significticin unida a la configuracin. Id filsofo slo inietle elevar el niuntlo despejatio en la lileralura y la accin eieadtiras (especialmente en la annima del lenguaje materno) al sislenuilismo del conceplo, por medio del cual se produce sin dutia una nueva y peculiar aperturt del mundo. Cuandt) en el plano de la filosoila acontece un despejaniienu vnigmario, es la fuerza lileraria lo que tambitm liqui UDIU. LO tiue por ejemplo acontece, por encima de lotlas las tesis particulares, como manileslacin del mundo a Iravs del lodo de un sistema, puede muy bien compararse a la anlicipacin y reunin de la totalidad del mundo en la obra de arle. Para terminar hagmonos con Heidegger la pregunta: es la lileralura [la poesa] la ms inocente de las ocupaciones, comt) escriba una vez 1 lolderlin a su mtidre, o es cosa lan seria que el hombre no podra existir sin ella? (cfr. Erlciiili.'riingeii zit llkk'iJiis DiJung).

Ambas cosas son exactas, y no sin profunda conexin. Mas cuando el propio artista liabla de su labor con vergonzosa irona y obstinada auloallrmacin como juego de puras formas que .se complace en s mismo y que nada tiene que ver con el mundo real--, no es propio del lilsolb creerle. Precisamente el peligro que amenaza al arte portador ile tesis no puede .sortearse mediante la resignada frmula de l'iul poiir 'an, sino slo oponiendo a la tendencia utilitaria ('/.wvvklciulciiz) de nuestro esfuerzo cotidiano, que nos impul.sa a valemos del lenguaje como un medio, el prodigio que tan necesario nos es de la autntica poetizacin del numtio i|ue se le brinda al poeta cuando ste la arranea del lenguaje como el ms peligroso de los bienes. Pues, part decirlo con otras palabras de 1 llderlin, Isleo lc iiirito.s, mas policameiue mora el hombre en esla lierra. Asi, por ejemplo, tiotll'ried liemi. 100

EL DE DE AL

CONCEPTO FILOSFICO LA VERDAD COMO PRESUPUESTO UNA LINGSTICA ORIENTADA CONTENIDO

1. EXPOSICIN \W. I.A PIIXUN IA POK I.A VI-.RDAD 1;N W. VON IlUMIiOl.DT Y L. Wl-lStiHRmiR En un inipoiUnUc pasaje de su discurso a la Academia de 182 Sobre el esUidio comparado del lenguaje, dice W. von Humboldl: A iravs de la muUia dependencia del pensamienlo y la palabra salla claramenle a la visla que las lenguas no son propiamenle medios para represenUn- la verdad ya conocida (subrayado mi), sino en mayor medida para descubrir la que anles era desconocida. Su diversidad no es la de los sonidos y los signos, sino una diversidad de visiones del nuindo f Wcltansuiicnl {op. vil., 20). En el Ic.xlo tpie incluye a esle pasaje, lexlo en el que, segn las propias palabras de 1 lumboldl, se baila expresado el indamento y Ini llimo de loda invesligacin del lenguaje, aparece repelitlas veces la palabra verdatl. Al universo slo pensable ile lo cognoscible, que yace en medio ile lodas las lenguas independienlemente tle ellas, se contrapone anlc lodo la manert en qtic el lu>mbi"e ptiede ttdueiiarse de l como numdo: El hombic no puetle acctcaise a ese lerretio puramenle objclivo de olra manertt que segn su mtxio de conocer y de sentir, eslt) es, por via subjelivti. El conccpUi de verdad se corresponde aqu nuevameiUe eon el modo de conocer sttbjelivo del hombre, y precisamente desde un previo recha/o del stijelo en general puramenle li)gico como correlato humano de la verdad. .lustamenle ah donde la invesligacin rt)/,;i las cotas ms elevadas y ms profundas, el uso mecnict) y lgico del entendimiento, lan fcilmente separable de lodo carcler propio y particular, se encuenlra en el lmite de su eficacia, entrando en funcin un proceso de percepcin y creacin de carcler interior en el cual se evidencia que la verdad objeli 101

va (subrayado mo) nace de toda la potencia de la individualidad subjetiva. Ello slo es posible con y por medio del lenguaje. Unas lneas ms adelante resume Humboldl toda su melansica del lenguaje y del conocimiento, .segn la cual las lenguas son las vas subjetivas del conocimienlo al mismo tiempo que -frente a la subjetividad del hombre individual- las instancias objetivas (los espejos se podra decir) de la veidad universal a la que siempre se aspira, en una alirmacin nuclear rica en referencias y cargada de alusiones: I.a concordancia origiiuil entre el hombre y el mundo en la que descuisa la posibilidad de todo Conocimienlo de la verdad (subrayado mo) se recupera lambin, pues, parte por parle y progresivamente por la va del fenmeno. Tambin aqu se halla una vez ms el concepto de verdad en el centro de la problemtica liloslica del lenguaje. L. Weisgerber, quien ha calificado repeiidamenle a los pasajes recin citados de Humboldt de cdula de fundacin de una -an por crear- lingstica orientada al conlenido', compara en cierlo lugar especialmente a la meiallsica ltimamente referida de la recuperacin parte por parte de la conconlaiicia del hombre con el universo por la va del fenmeiu) con la teologa del conocimiento del apstol Pablo: Obra incompleta es nuestro saber y obra incompleta nuestro profetizar... Ahora vemos como en un espejo, conl'usamenle..., ahora conozco slo parcialmente, pero luego conocer completamente...' De este cognusccre ex parle, per speenlun, in aenigmale, escribe Weisgerber, a la idea fundamental de la verdad (subrayado mo) concebida por partes en el mundo de los signos del lenguaje, no hay ms que un paso.' Partiendo de aqu nos planteamos ahora la cueslin: cmo hay que concebir cabalmente el concepto filosfico de verdad que esl a la base de la pregunta que se abre en Humboldl y nuevamente en Weisgerber por la capacidad fundadora de una imagen del mundo (IVeliInld). y por tanto cogniliva, del lenguaje -o las lenguas-? En lodo caso, despus de los pocos pa.sajes citados, podemos presumir que la problemtica de la verdad -para decirlo por lo pronto vagamenteno le es indiferente a la concepcin fundamental de una lingstica orientada al conlenido (es decir, de una lingstica que pregunla por la imagen del mundo constituida en el lenguaje), sino que, como presupuesto que siempre reaparece en ella, posiblemente es lo que aloja el motivo fascinador, la secreta lilosolia de este nuevo programa.de ciencia emprica. ' C"IV. L . WI;ISLKIII;K, Vom IVellhill lUr ilculschcn Simuiu; Dusseldorf, 1950, pp. 21 ys. ^ C:orinlios, 13. 9 y 12. ' I., Wi iM.Mini K. l>ic Spniclu' iiilc ih'ii Kri/icn mviischlkhvn Dasvins, Dusseldorf, 19-19, p. .18. 102

2. EL LLNC;UAJ1; Y LLCONCLI' 1 0 dv. VL;KDAL) LN LA TRADICIN ITLOSI-ICA A conliiuiacin haremos el ensayo, al principio quiz de apariencia pedante, de recurrir a las dellniciones rilosHcas tradicionales de la verdad y su aplicacin al lenguaje para dilucidar la lelacin entre lenguaje y verdad a que se refieren Humboldl y Weisgerber. Potlr ocurrir cjue aquello ciue al principio nos pareca comprensible sin ms llegue a parecer oscuro. Entonces, la raztn tendremos que bu.scarla no sc)lo del lado del uso irrelle.xivo del lenguaje (en llumboldt y Weisgerber), sino tambi-n del lado del concepto filosfico tic verdad. En todo caso no descansaremos hasta haber satisfecho en algn grado tanto a la pedantera filosfica como al sentido (pleno) del concepto de verdad presupuesto en una lingstica orientada al contenido. 1. La verdad lingiislica como pr)Ti]; vofiriov El intento de aplicar la definicin tradicional de la verdad a la lingstica nos conduce en primer lugar al problema de determinar el papel del lenguaje en la produccin de un discurso verdadero. El primer intento en esta direccin lo emprendieron ya los griegos, para los cuales en el concepto de lgos aparecan por lo pronto inseparables la problemtica gno.seolgica y la filosfico-lingsiica. Antes de que detlnieran explcitamente la verdad como c>pi)TN(; del enunciado (del juicio), se les plante la problemtica del PI)Tiii; vt)|.t(iT(ov , en la que se busc la relacin del lengutije eon la verdtid en la forma fnica de las palabras particulares. Como etimologa especulativii, este primer intento de rastrear un descubrimiento originario del mundo desde el lenguaje ha permanecido actual hasta hoy. Aun en la bsqueda de la lrma interna del lenguaje que postulaba llumboldt constituy durante mucho tiempo el nico punto de visla. Sin embargo, su alcance ltimo ha sido hasla hoy tan discutido como poco aclarado. No es nuestra intencin rellcxioiiar aqu sobre las dificultades de una genetiloga fontica empricamente tidecuada; sta qued en gran parte asegurtida en el siglo ,\IX, cuando con una ojeadi a los significados originales y plsticos de las palabras pudieron cieruiinentc obtenerse (ya desde Vico y Leibniz y .sobre lodo despus tiue l'oll pusiera los fundamentos empricos) valio.sas indicaciones sobre las visiones lingLsticas del mundo. No obstante, la valoracin liloslica ltima segua siendo cuestioiKiblc. As, el problema del simbolismo fnico a cjie en 103

llimo lrmino se rcmila esl casi desacreditado como palestra del dilelantismo, y la cuestin misma de hasta qu puni hay que tomar en serio las alusiones metafricas -o lo que Marty llamaba forma figurativa interna del lenguaje-desde el punto de vista gnoscolgico -lo que en esle caso significa a la vez desde el punto de vista histrico-espiritual- carece todava de los criterios decisivos para una respuesta. Se halla tal vez aqu presupuesta la pregunta por la verdad -relativa al contenidodel lenguaje como un lodo y, con ella, lambin el concepto filosfico de esa verdad? Intenlemos dar aqu algunas indicaciones que quiz en el contexto de posteriores explicaciones se vuelvan, retroactivamente, ms comprensibles. Cuando se entiende la verdad como la conlbrmidad (RkJnigkcii) del conformarse (SkJirichien) del nombre a las cosas (TtjMJiYpa-rn, res) -tiue se suponen conocidas- o a la naturaleza ((poK;), .se acaba entonces en la etimologa especulativa, queriendo entender la forma fnica de las palabras como asimilacin (OHOODOK;, idaequuliu) a lo que se muestra en la impresin sensible. Pero cmo pueden entonces ser igualmenle conformes la palabra alemana Welle y la latina anda, o Blitz y Jidgiirl Recurriendo demasiado pronto a dislinciones sobre aspectos naturales perderamos progresivamente los modelos de la naturaleza en los que lan confiadamente crean los griegos. lJ)e todos modos, por recurso inmediato a aspectos naturales supuestamente comprobables por todo el mundo y en todo tiempo (por ejemplo en un experimento psicolgico internacional para la verificacin del simbolismo fnico del lenguaje), no es posible aclarar a qu se conforma lcticamente la forma Inica de las lenguas (suponiendo que sta se hubiera formado concretamente dentro de todo el convencionalismo primordial que hay en su reconocimiento ltimo por parte del hombre como institucin intersubjetivamente vlida del entendimiento mutuo, aunque no sin motivos naturales y morales, como deca Leibniz). Quedara acaso al descubierto ya -o .sokv- a la luz misma del lenguaje aquello a lo que se conforma la forma fnica del lenguaje para determinarlo no sin presuponer la forma interna del lenguaje o visin del mundo propia de una lengua? W. von Llumboldt hizo ya avanzar hasta este punto el problema de la etimologa. Pero para nosotros hay aqui una alusin a un conceplo filosfico de verdad que es equivocado, pues la instancia a que deba de conformarse la forma fnica de una lengua para ser conforme con relacin a dicha lengua debe tener ya algo que ver con la verdad en general. Lslo se ha sentido en lodos los tiempos. Ln la problemtica griega del pOTii; vo|.i(iT(i)v -an hoy no superada desde el punto de visi 104

ta gnoseolgict)- llta de un modo evidente la eonsideraein lundanienUil de ia instancia que pudiera lundamenlar el conIbrmarse histrico y, con ello, la conformidad interna de la articulacin fnica de una lengua. O, ms precisamente, tal instancia queda bien maniliesta en las ideas de Platn, pero al entender esas formas del sei como lo verdaderamente existente o, de otra manera, como la naturaleza eterna de las cosas, y al fundar su conexin en la dialclica sistemtica del voiuv, quedan fuera de loda conexin con el lenguaje histrico (cfr. especialmente la carta VII de Platn), Una relacin de las ideas con el lenguaje en su aspecto Inico en cuanto pyxvov de stas lal como la que se considera en el Cialilt) no puede fundamentarse suficientemenle ni por el lado de la etimologa lingistica ni por el lado de la fundamenlacin liloslica de los r.TU|.ia. Al entender ya aqu la verdad como conformidad respeclo de un orden lgico de las cosas, tuvo que fracasar el inlenlo de poner a prueba la funcin cogniliva del lenguaje con ayuda de la etimologa. Sin duda la exigencia especulativa de la teora platnica del lenguaje como rgaiion sigui viva. Fue explcitamente renovada, por ejemplo, por Nicols de Cusa'', as como por Jacob Boehme y Giambatlisla Vico; y en la medida en que .se tena en cuenla, mediante el recur.so del perspeclivismo simblico, la diversidad de malizaciones tle las ideas que encarna el lenguaje (el Cusano, Bruno) y, en dellnitiva, su historicidad encuanto universales creados por la fantasa (Vico), en esa misma medida se mostraba ya la importancia de una etimologa 11lti. sllca para estudiar las visiones del mundti que, .segn 1 lumboldl, se Ibrman histricamente las lenguas. Pero en idntica medida qued lambin prclicameiite superado el concepto tradicional de verdad como conformidad (en el senlido de un ajustamiento a una naturaleza dada a los sentidos o presupuesta en un rgitlo orden kSgico). Fn el Cusano, la nieiis humana se convierte en medida de la verdad en tanto que representa, como mago Dci. la aulorrevelacin creadt)ra de Dios en el mundo. Fn Vico cobra validez la sentencia vcniii el faclitin convciiiinltir, donde por Jclmu hay que entender lo creado por el hombre, en el sentido de la poic.si.s artstica, en cooperacin con la providencia divina. Lo as creado, que a la vez es revelacin, lo encuenlra, segn Vico, por ejemplo el historiador en los universales creados por la fantasa propios de la mitologa y en los testimonios de la etimologa que, como metforas y, en dellnitiva, smbolos fnicos que .son, remiten a la funda ' Cl'r. nii arliculo Dic lilcc IILT .Spraciii; bci Nikolaus von Cues, en .iirhiv /ir lh;;rlst;:ulii<-hl('. vol I, Honn, I9.s5, pp. 20 0 y ss. 105

cin potica del mundo -ciuc al mismo tiempo es revelacin teolgica- como el origen comn de la lrma Inica y el sentido del mundo. Aqu .se abre paso de un modo ostensible un nuevo conceplo de la verdad que toma en consideracin la circunstancia de que la naturaleza (para no hablar de la realidad especricamenle espiritual) slo puede hacernos IVenle y hacerse ella comprensible en el medio, siempre ya exiendido y lijado lingslicamente, de la cultura humana. Comprendemos reconociendo lo que nosotros mismos de algn modo hemos creado. Esla allrmacin cobra validez en el Cusano parlicularnienle en el sentido de la malemlica como cxpliciilio iiicitis, y en Vico cuando la concibe -en analoga con el l<'i)os del Cusano transmitido por la niosofia renacentista- sobre todo con vistas a la comprensin del mundo hislrico, mundo al que necesariamenle pertenece la naturaleza por cuanto nos es inteligible por medio de nosotros mismos. Mabra que comparar el conceplo de vcrthid tle Vico con el pasaje de Humboldl que alude a la entrada en luncin del proceso de percepcin y creticin de carticter interior en el cual se evidencia que la verdad objetiva nace de loda la potencia de la individualidad subjetiva. Asimismo pt)dramt)s mencionar al Cusano y a G. B. Vico como importantes mtimenlos de transicin a propsito de la idea del apstol Ptiblo tle un cugnoscere ex parle, per speenliiiii, in aenigniaie (vid. siipra) que llegi hasta Humboldl y Weisgerber. i:n su obra temprana De no.siri lenipuris slitdiorum raiione parte Vico de la interpretacin creacionisia de la verdad en la matemtica tal como la haba transmitido el Cusano. Con Francisco Snchez y otros humanistas sigue la tendencia escplica con respecto a la ciencia ntilural, que iba delineadit en la obra del Cusano /)( doela ignoraniia, segn la cual la naluraieza, por ser creacin de Dios, no puede ser conocida praeei.se por cl hombre sometido ;t sus leyes, .lunlo con el ideal de precisin de la ciencia natural moderna, iiue iior decirlo as dejti que la naluraieza responda en el experimenlo a los tnodelos malemtict)s del hombre (vil. tambin inji-a, sobre el ideal de verdad de la moderna semiticti logstica), despunta aqu en el Cu.sano la idea de una veidad simblica propia del descubrimienlo lingislico del mundo por cuanto que el hombre no designa aqu praecise lo que l mismo ha puesto (como en la matemtica), sino que percibe en cromticos rellejos (Goethe) la aulorrevel;icit)n divina como un hablar de Dios a las criaturtis a travs de las criaturits (Hamann). Pero antes de intentar establecer, ms all de estas conside raciones, una relacin entre el conceplo de verdad presupuesto 106

en Humboldl y Weisgerber^ y los ulteriores desarrollos en Occidente de la teora platnica del lenguaje como iganon (y es notorio que semejanie leora se da dondequiera que el concepto de smbolo es empleado en un senlido mstico y romntico), remontcMnonos una ve/ ms a la exposicin clsica del problema de la verdad y del lenguaje en los griegos. Se lodra objetar con cierta razn a lo hasta ahora observado que la relacin enlre lenguaje y verdad hay que esclarecerla llloslicamente ante lodo desde el enunciado y no ya desde la pregunta por la conlormidad de las palabras particulares. Pero a esla misma concepcin lleg lambin el pensamiento griego en su evolucin desde la distincin de Parmnides y lierclilo enlre un Xyoq nico y normativo y los engaosos y contradictorios nm hasta Arisliiieles ptisandt) por / ./ Soji.sia de Platn. 2. La vcnlad lingslica coiiio represeniaciii coijor/nc de la realidad />or medio de un sisienu de signos a) La verificacin emprica de la representacin mediante signos (La teora tle la suposicin de Ocklitim) En Aristteles se llega a la versin determinante para los tiempt)s posteriores del conceplt) de la vertiad como j-toitoau; del Xr^oc, respeclo de los 7cp(y).i(XT(i (adaeijualio inlelleclus ad res). La eonrormithid tiel tlisctnso se busca tihora en el Xyoc, como enunciado de realidad ((htotpuvTtxi; A.70;); al mismo liempo, la palabra ya no es para l pyuvov de la idea, sino ai')|.t(k)Xov o aiiitcov del AtiytK oii|.tavTixt)C. Lo cual significa que la conformidad lingislica no se busca ya en la adecuacin material tiel nombre a la visin esencial del ente, sino en la univucitlad del signilicar (Meineu) en el contexto tle la interprelaein (i';p|.tiivi;() del ente como algo por medio de la funcin, a la vez analilica y sinttica, del Koyoq como combinticin tle vo|.tu y pi^jtu. Si lo titie atiu se revelaba era una probletnlica de la verdtid relativa al lenguaje (y no .slo al pensamiento), lo ms inmediato era btiscaiia en l;i construc ' Pariilclaiiiculc a Vico luiliicraiiH)s podido lamliicn cxliibir la lilosolia de l lenguaje y del conocimiento de t.ockc como preparacin y pt)siliililacin histrica del concepto humholilliano de visin del mundo expresada en el lenguaje, una relacin hislriea que se acostumbra a poner en primer plano. I'ero al haber alejado l..ocke de los clemenU)S sensuales del lenguaje loda relacin con la valide/ universal de carcler lgico y la iniencionalidad objeliva supraindividua lmcnle determname -a cau.sa del psicologismo de sus ;Wca- no se puede preeisamenle mostrar a partir de l hasia qu punto est dcseubierla la verdad en el lenguaje previamente a lodo habla individual y ms all del conocimiento aclual del individuo. 107

cin lgica del sistema de signos como representacin de la estructura lgica de la naturaleza. De hecho, Aristteles ya haba tomado en consideracin de modo explcito esta idea y expresado tambin la concepcin de la palabra que la compan al guijarro de clculo (v|/iVpoi;), concepcin de la que posteriormente debi partir la matematizacin de la lgica y del lenguaje en I lobbes y, sobre todo, Leibniz. Puesto que las cosas no se pueden introducir en la discusin, utilizamos en su lugar las palabras como signos; por lo que creemos que lo que vale para tas palabras valdr tambin para las cosas, como ocurre con los guijarros de los que calculan. Pero Aristteles muestra lambin enseguida la dilicullad lundamenlal de carcler lllosrico-lingistico que encuentra la idea de representacin; pues, como contituia (.liciendo cl lexlo citado, no hay, sin ctnbargo, lal semejaiv/a, ya que las palabras y la cantidad de emmciados son limitadas (en nmero), mieiUras que las cosas st)n, en nmero, ilimitadas. As pues, es necesario que un enunciado (que una palabra) signifique muclias cosas''. Ln esta ltima afirmacin es donde hay que ver cl punto de partida de la lgica del lenguaje y la gramtica especulativa lan amplia y penclranlemcnle elaboradas por la escolstica; el punto de partida de los iaclulus de inodis signijicaiidi, de las teoras sobre la analoga y sobre totio de la teora tle la suposicin', l'specialmente esla llima puede ct)nsiderarse timo el gran inlenlo de una verificacin emprica de la conformidatl del lenguaje vivo comt) represenlacin de la realidad medianle signos. No queremos dejar de sealar destle el principio la unilateralidad de esle intento de verificacin del lenguaje. Unilateralidad que est ya prefiguradti en cl mencionado paso del pensamienlo griego, en especial de Arislleics, de la m al Xyoq como juicio y de la concepcin del tjpytrvov a la del ariHiov en lo que respecta a las formas del lenguaje. Pues cuando en los tiempos posteriores se trataba de resolver el problema planteado por Aristteles de la mullivoeidad de l;is palabras, ello aconteca siempre nicamenle en el sentido de la luncin que cumple el concepto aristotlico de signo, es decir, en la lnea de la correspondencia entre el signo y lo designado (una vez presupuesto). Este esquema categorial implcito se impone ah donde se distingue expresamente entre signijlcatio (signilcacin o designacin?) y snppositio. Dicho eon ms rigor: " Altisnviiiis , ,-L/(//)i(7(().v.V()//.vC(/,v, I , K).*)-;! 2-\ \ (FILADO POR IUHI II'.NSKI, 'ornuilc Loyik, L'RIBURBO-Miinich, 19.S(), P|). ()'I4 y ,ss.). ' CIV . LLOCLLLINSKI, i>). cil, P. (>5. 108

se considera desde luego -en la alta Edad Media- una designacin de esencias y, correspondientemente, un realismo de los universales como alternativa a la designacin de lo individual (supposilio persoiialis), pero no existe problemtica alguna relativa a la mullivocidad de los tt'rminos como contenido esencial del ser-contenido superado Ci:/;(/,t,''/;i/H'//^ en el lenguaje y revelado histricamente. El problema de los universales -que tiui/ slo puede entenderse desde supuestos onlolgicolingsticos- se halla por lo tanto desde un principio en la lnea de una veriHeacin nlico-emprica del lenguaje como sistema de signos. Incluso las esencias y spccies iiilelligihik's .son concebidas en lodo momento como lo real -existente o no- para designarlo, reproducirlo, etc. Esta concepcin fue la causa de que Ockham procediera a desenmascararlas, de una manera ilisculible pero al lin con.secuenle, como initologemas realistas del lenguaje. Desde el punto de visla lllosllco lingstico es muy signilicativo que con Guillermo de Ockham no slo queda.sc decidido el problema de los universales en el sentitio del ct)nceplualismo, sino que, paralelamente, la lendencia de la teora de la suposicin tiue parle de la representacin metliante signos se impusiera en su modificacin de la lgica del lenguaje de una Ibinia lan pura tiue la significatio, como propicias lorniinontin independenle en el senlido de la signilicacin, pudiera retiucirse a la \ii)>osilio (nuevamente aqu a la siiiifiosiiio pcrsoiialis propia de lo intlividualf. Como base tillima de la conibrmitlad de los signos, no hubt> de tiuetlarle a Ockham al fm t)lra cosa tiue la concepcii)n inluiliva del enle Intlividual, esto es, el puro hcch(> tic la percepcin, con lo cual habia t)blenidt), en una primera aprt)ximacin, atiuel concepto l'undtimenlal especfico del empirismt) mtxierno, particularmente del ingls, que vuelve a dominar en el siglt) x \ (tiesde la proposicit')n inlrtiducloria del Iraciaius logico-philosopliicus de Witlgenstein: El mundo es lodo lo que es el cast)) la leora semntica de la verificacin cual principio regulativo. Ahora bien, en esle liintlamenlo de la verificacin a que llegi Ockham va ya implictida toda hi problemtica de la verdad tiel lenguaje mtiterno en el senlido de W. von I lumboldl y L. Weisgerber. Pues aquelkis percepciones inluilivas de las ct)sas individuales que toma Ockham como puni de partida de su leora del ctinocimientt) ctnilieiien ya la loUilitUid tiel senlido que hay en lo que Weisgerber llama contenidos de las palabras (lyorlinlialic) que se articulan cada uno de un mtxio especifico por la luer/.a eslructtirante de las tlilerenles lenguas lispcro poilor iiuisliar cslo pi.viiiiamciilL' ctin ms (Jclallc. I9

(los ejemplos de Ockham son, entre otros, fuego, calor, dolor). Acerca de estos contenidos, Ockham no hubiera podido decir sino que stos son una ve/. m.s (obsrvese la consecuencia de la problemtica de la verdatl como conformidad o concordancia) signos de co.sas individuales tjue se encuentran en el mundo exterior''. Pero, .segn Ockham, esta relacin significante no tiene nada tiue ver con la designacin artificial (iinposiio noinirniin ad plucitiiiti) por medio del lenguaje, sino que precede a sta como relacin natural: qiiuddain i'st univcrsce iialitrcde quod est signuin naurulc pnu'dicabile de pluiihiis, ad iiioduin quo faitni.s iiatnraliter signijicat ignem et genlus infinni dolorein el r/.vi/.v inleriorein laeliian'". Con esta interpretacin naturalista de la relacin significante (que a la vez es una radicalizacin naturalista del esquema ontolgico oculto, y la mayora de las veces in;idvertido, en el concepto de la verdad como confornndad o adaequalia), Ockham hizo posible la irrupcin de un pensamienlo moderno desvinculado del lenguaje en la imagen del mundo engarzada en el lenguaje propia de las esencias medievaics". La problemtica gnoseolgica de los tiempos po.steriores (desde Descartes hasta Hume y Kant) slo poda explicar la percepcin con carcter de verdad ( Wahr-nehiinmg) de algo como algo cual afeccin de tipo causal y naturalista por parte del mundo exterior (en el caso de la reduccin positivista de la relacin causal como asociacin de ideas) o como conslilucin a priori por parte de la esponlaneidatl de una conciencia en general. Cualquier problemtica autnoma de la signijicalio (como significacin y no slo como designacin) o de la iiitentio (que en la Edad Media estaba ya, a decir verdad, igualmente naturalizada dentro del esquema onlolgico en el sentido del realismo de los universales y su idea rgida y ahislriea de la reproduccin de esencias) qued con Ockham casi compielamenle superatla -y superada por cierlo no en el .sentido hegeliano, sino ocultada; pues el contenido mundano ' l'ura CMlc csciucnu, lan Importante para la problemtica giioseolgiea Ue la poca motlerna, potira servir tle motJeit) el conceplo tle lo real -resiillatlo tle las rellexiones tle la Stoa sobre el lenguaje- como xvyxwv lUt^ i);io>ti;ipr.vov. 'id II. AuNOLi), Zur Cieschiclile tier Siippt)silioiisiheorie, en ,Syniio.\u>ii, vol. 111, 1952. G . ui; OCKHAM, Summu todux lo^iccw..., pas I, cap. 12. " Como contrapeso tle la retluccitn nominalista tlel miintlo tle la alta escolslica, persiste a comienztis tle la poca nuitleina una problemtica inlensional -si puetle asi llamarse- tle las formas esenciales evitlenlemenle .sirio en la linea tle un neoplatonismo humanista o mislico -as en Nicols tle Cusa, Uohme y Ci. U. Vico-, y coniluce al aspeclivismo simblico de la revelacin lingistica del mundo. 110

(IV'llgi'liall) signilicado, por ejemplo el conlenido recogido en el trmino liumo (o en el trmino latino fumus) no puede ser comprendido mediante la explicacin de su aparicin lctica a la conciencia por su causacin proveniente del mundo exterior (tambin lo psquico inconsciente pertenece per de jinilioneni al numdo exterior a la conciencia con carcler causal). La explicacin, en cuanto reduccin causal del hecho lunno a otro hecho, sera tiesde luego conlorme si humo, en cuanto eoncepiiis (concepcin: Einpjangnis) perlenecienle a la esfera del sentido del mundo, no pudiera en ab.soluto ser vivenciado o comprendido por el hombre a travs tie un concepto universal. Ln cuyo caso no habra ciertamente (para el humo por ejemplo, ante el que reacciona un aninud o ma planta) ninguna iiecesidatl tle explicacin causal. Lllo signilica t|ue la relacin causal ockliamiana del signo natural explica sin duda la aparicin aqu-y-ahora del eoneepliis en la conciencia; mas para repaiar en ese hecho como lal, y ms an para intentar su explicacin en un determinado senlido, es necesario que est ya presupuesto el conlenitio mundano concebido en el concejnus. Ll problema de la verdad descubierta en el lenguaje no se halla, pues, resuelto en la verificacin ockliamiana tle kis trminos mplicatlos en el juicio, sino ms bien pasado por alto. Recordenuxs en esle puntt) que incluso las ciencias naturales explicativas presuponen en sus ct)nceptos fundamentales (como los de mtiteria, masa, energa o movimienlo) una comprensin del mundt) sacada tiel lenguaje cotidiano. Lsla comprensin no puede ser sustituida, o siquiera relevada, por la explicacitn de hechtis, es decir, por lo que constituye la larea propia de la fsica emprica; a lo sumo podemos tisumirla bajo una forma nueva con una nueva interpretacin terminolgicamente precisa de sus fundamenlt)s lingsticos hecha con vishis a posibles explicacit)nes de hechos. .Si a catla past) ct)ncedemos a diclui inlerpreiacin -metliante la icvisitni crticolingstica de los fundamentos de la ciencia natural provocada por los hecho.s- una funcin de verdatl que -bien entendidono es ki propia tle un descubrimicnlt) tle lieclit)s, llcgaiemos tle una forma ntiiural -continuando en cierlo modo la crtica lingstica en una prolongacin hacia atrs- a la luncin de verdad prt)pia de las palabras t)riginales (Urworle) del lenguaje materno en el todo de su concepcin del mundo. Qu queremos propiamente decir cuando hablamt)s de la verdad que se descubre en los contenidos de kis |)alabras? Ll concepto de verdtid titiu presupueslo no puede .ser, evidentemente, el del conlbrniar.se de juicio a los hechos; pues para nt)solrt)s hay tantos hechos diferentes en el mundt)

como horizoiilcs del originario comprender algo como algo, y sin la verdad de esos horizontes abiertos por el lenguaje no habra ninguna Comprensin de la pura factualidad ni, por consiguiente, hechos (qttc en un cierto seniido litigislicamente ms crtico tampoco'llegan de hecho a existir durante mucho tiempo para el hombre). No se quiere con ello negar el propio peso de la verdad lc i tual o reducirla a la -digamos por ahora- verdad esencial de I los horizontes de comprensin abiertos por el lenguaje. .Semejante reduccin (idealista y onlologisla) es lan poco admisible como la reduccin contraria (naUralisla y positivista) de la verdad esencial a la verdad laclual. Antes bien, la verdadera relacin entre ambas dimensiones de la verdad es la que se le revel por vez primera a la teora del conocimienlo en el crculo hermenutico de la intcrprelacin textual dentro de las ciencias del espritu'-'. Todo encuentro lctico del hombre con hechos nlicos tiene ya lugar a la luz de una comprensin del ser anticipada en el lenguaje, por ms que tal encuentro pueda ser en cierto sentido inopinado y originario (y es precisamente esa percepcin aulnlica, lan rara en la vida cotidiana, que no subsume los casos en conceptos de clase, sino que se mantiene abierta a lo individual-singular, la que es praclicada o aparece hiperestilizada en el arle de la interpretacin); pero cuando es sle el caso, cuando se logra penetrar en lo peculiar de un texto parlicular, ste mismo queda corregido en sus conceptos en la medida en que el texto se abre a la comprensin prearticulada en el lenguaje, lisie proceso de uso intensivo del lenguaje por lo pronto slo cambia el horizonte de la comprensin del mundo correspondiente al patrimonio lingstico del intrprete individual, pero nadie negar que toda nuestra imagen del mundo se halla hoy en considerable medida ya determinada en la organizacin de su contenido, por ejemplo, por los pasados ciento cincuenla aiios de la moderna hermenulica de las ciencias del espritu -en rilo.solia antigua, moderna e historia del arle, tle los estados, del derecho, de la religin, etc.-, cosa qtie no slo vale para el hombre cul " Desde los eDinien/.os de lu heriueiiiiliea de las eieneias del espirilu eon Asi, I'. Woli; A. Iltieekii y .Sehleierniaeher liasla Dillhey es posilile ir sig uiendo la paulatina loma de eoueieneia espeelo al eireiilo hermenutico eomo esliuctuia t|ue permanece itlnlica a Iravs de sus mmierosas conliguraciones empricas. .1 . WACII ofrece en su historia de la comprensin {Dii.s i'er.slch'ii, 3 vols., I92)-3.1) numerosas comprobaciones ile esle proceso, l'or i'jllimo, M. I li ii)i.(i(ii:U puso, como es sabido, explicilamenle el eirculo tle la compr ensin ctrmo principio fimdamenlal metotlolt'igiet) tle su onlt)logia funtlaniental en cuanlt) hermenulica tlel ser (Sciii und '/.fH. Halle, 1941 , p. 153), puni sle que curiosamente apenas ha enconlratlo nencin en las discusiones It'rgicas en lomo a I (eideggei-, 1 12

tu, sino cnriosanicnlc tambin para aquellos que, por asi decirlo, slo viven alquilados en la casa del ser (1 leidcgger) levantada por el lenguaje materno. Sera sin duda posible probar ios electos de las ciencias del espritu en la esfera del lenguaje cotidiano mediante una investigacin de los campos .semnticos en mbitos como los de comunidad, sociedad, corporttcin, asociacin, grupo, masa... o estado, pueblo, nacin o tribu. Y esto slo es un ejemplo de que el poder de lo lclual puede muy bien calilcarse de constituyente de la verdad integrada en el conlenido lingstico, aunqtie no sin suponer ya ih mismo el horizonte de cominensin propio del lenguaje como medio en que acontece la palentizticin -incluso ah donde ese medio se va transformando a travs de la confrontacin circular con lo lctico. Los hechos, en ttinto que nos hticen lenle en el mundo, en todo ctiso son siemiire hechos ya interprelitdos. Y es aqu donde leside el problema de la verdad descubierta en el lenguaje. b) La vcrilcacin racional de la representacin mediante signos Anteriormente hemos venido examinando las posibilidades de la teora de la verdad como adecuacin aplicada a la teora del lenguaje como conjunto de signos hasla el punto de desarrollo que ambas alcanzaron en la lgica escolstica del lenguaje, es decir, en el intento de una verillcacin del lenguaje cotidiano concreto (el latn). Dicho inlenlo termin con Ockham en una verificacin empirista y naturalista de los contenidos de las palabnis como signos naturales de los hechos del mundo exterior, con lo cual, segn comprobamos, se pasaba por alto el problema de la comprensin del mundo y la verdad tle sta, que es lo que primeramente permite ver los hechos como conslituidos de t;il o cual manera. No es ningn tizar que la ciencia desarrtillada en Occidente a partir del nominalismti bajometlieval ofreciera con respecto a los conlenitlos tle sentido de la cultura un mtodo de reduccin ntica (a realidades llsicas, psquicas y sociales), mlodo que en su aspecto ideolgico principtil desemboca en un desenma.scaramiento (desde 1 Itibbes a Marx y l-reuil)". Pero la concepcin, ya sugerida por Aristteles, de las proposiciones lornniladas lingsticamente como representaciones ' CIV. mi artculo Dic liciilcn Pliascn ilcr l'luinomcnologic..., en .luhrbuch jiir Acsthctik und alli-cnwinc Kunsim.s.wn.scludi, \'o\. Itl, Slullgarl (1958), pp. 5-1 y ss. {vid. suiua. pp. 75-l()). 113

de la realidad liiediaiUe signos encierra todava olra posibilidad de verificacin: si Ockham haba situado las res (;tprx-y).uiTx) objeto de representacin en el mundo exterior -con todos los conlenidos cualitativos irracionales preseiiies en nuestra comprensin lingstica del mundo-, quedando de ese modo por completo desplazado el problema de la verdad del sentido lingislico al mbito extralingslico de las c:iusas naturales e individuales de nuestras aserciones, ptir otra parle pudo lambin verse cumplida la uluequutio inielleetiis ad res prelreiilemente en las relaciones racionales, sintcticas, del lenguaje desde el supuesto especulativo de que la designacin unvoca del mundo exterior por medio del lenguaje slo se alcanza cuando el contenido significativo de las palabras se halla ntegramente resuello de modo lgico-sintctico como ctiinbinacin de ideas universales. IZn lo esencial podemos identilica aqu la itica del lenguaje y de la verdad propia de la rnal/iesis aniversalis. Descartes vio tambin la dificultad de esle programa en el hecho (Je que antes habra que conocer la verdadera lilosolia , es decir, las ideas simples (siinplices) que subyacen a toda combinacin''. A Leibniz, en cambio, no le estorbaba la idea de que todti combinacin racional presupone sus elementos irracionales o que todo anlisis definilorio de los significados presupone a su vez unos significados no definidos. Ll inventor del clculo infinitesimal vea en el anlisis lingstico una tarea infinita de prt)gi"esiva resolucin de todos los contenidos intuilivamente signilicalivtjs en relaciones racionales. Para l haba ah al mismo tiempo una evolucin necesaria de la conciencia humana hacia el conocimiento claro de todos los fenmenos complejos con significado de origen sensible que, como tales, segtin Leibniz slo se prestan a la concepcin de la verdad como algo inconsciente (as, por ejemplt), la miisica como intUemiitica inconsciente). Para poner en relacin la idea de la verdad presupuesta como represenlacin relacional con el programa de una lingstica orientada al contenido en el sentido de Humboldl y Weisgerber, consideremos de cerca una de las numerosas aplicaciones de la idea fuidamenUil leibniziaia: la del anlisis lingstico del moderno positivismo lgico. Una tesis notable del positivismo lgico es la que afirma que el lenguaje, como medio intersubjetivo de entendimiento, no puede en absoluto comunicar contenidos intuitivamente sig nificativos, sino exclusivamente estructuras (es decir, el len guaje es representacin relacional en el sentido de Leibniz); los signos descriptivos que aparecen en el lenguaje (tiue hay ' 114 Di scAUTi-s, Carla a Mcrsciinc del 20-11-1629.

iiuc rclorir a los coiilcnidos de las palabras cii el senlido de Weisgerber) represenlarj meras variables, es decir, tienen que ser llenados de contenidos vivenciales por el sujeto de la comunicacin (ci)sa que en la praxis t)curre automticamente) en el senlido del mundo privado y iiarlicular de su conciencia. Por su parle, el sistema lingstico lia de ser interprelado en cada situacin por los indivdui)s. Pero esla interprelaein individual y ocasiunal carece de importancia para el sistema lingstico y no figura en su contenido semntico''. lisia construccin logstica del contenido lingstico como pura estructura iiilersubjetiva y universalmente vlida parece por lo pronto no lener tibsolulamente nada que ver con el programti del estudio lingstico concreto de los contenidos del lengutije. Pero de hecho resulla idneti para arrojar una clara luz sobre cierlos problemtis capitales de la lingstica orientada al conlenido: la determinacin supniindiviiluttl de los contenidos lingstico.s en el lenguaje materno y, con ello, la relativti univocidad del significado de las lalabras en el empleo del lenguaje depende tambin, segn Weisgerber, del carcler estructural de la laiigUL-. Ms precistimenic: la apropiacin del numdo en los contenidos del lenguaje liene lugar por medio de la orientacin de los 'uccplts' lingsticos (JcricJiIcllicil (cr SprachzugriJ'fe), cuyas Ibrmtis m;is importantes para el lxico (Warlscluitz) son las siguientes: <,ui) ct)rrelacin inmeditiui con las 'co.sas' (Sachen), h) ordenacin ligada ;i los signos, c) separacin a partir de una lotilidtid prevalenle de sentido, d) determinacin derivada a partir de un conjunlo de derivacin (H'onsland) y, por fm, c) la posicin particular de los giros establecidos'". lin el lenguaje del positivismo lgico, eslo h;ibr;i cjue interpretarlo as: |)ara poiler hablar acerca de contenidos del mundo de intmera inetiuivocti, el contenido mismo tiene que estar identificado de modo estructural, es decir, por sus relaciones con objetos y olios contenidos, por ejemplo un ileterminado color por su relacin con objetos que poseen dicho color (en el punto a. de Weisgerber) o pt)r su semejanza o ilil'erencia con otros colores (en el punto c. tic VVeisgcibcr, ixii ejemplo tlenlro " Cfr. V. Ki<,\i I, /)( / H7(7iiT A)i'/v, Viciia, I9.S0, pp. ^H y ss.

"' 1.. Wi.i.siii KiiiK, Dic larorschuiiy ticr .Spnicli' /.ii|.TIIc'. 1, Ciruiullii iicii einer inliallbc/ogenen Orannnalik, en ilirkfiuh'.s H'oii. vol. Vil, 195()-51, p. 68. (1-1 esiiiUio de los tuvpids lingiiislieos es, segn Weisgerber, uno de los |)ilarcs b.isicos de la lingislica orieulada al coincnido licreilcra tle W. von Ihnuboldl, y se inscribe cu una consideracin cncryciuii del lenguaje lenle a la consideracin v.slnca de los -vnicnidos ya lijadt)s del lenguaje, l'ara ms delalle s vase L. \VI-IS(1I:RIII:I<, D o s vnfotiucs del Iciiyiui/i'. iraduccin de I. l'ison clo, Maiiiid, ctl. tiredos. 1979. T.) 115

del campo semntico de los conceptos abstractos de color). El contenido queda, pues, lingsticamente representado por la posicin que ocupa dentro de una multiplicidad'^ (segn Leibniz por la represeiUacin relacional, y segn Weisgerber por separacin a partir de una totalidad de sentido). Slo esla caracterstica estructural del contenido puede ser comunicada intersubjetivamente, es decir, por medio del sistema de la Iciiigiw. El color mismo lo liene catla habanle slo para s. Apenas cabe negar que con esla teora se ha llegado a un momenlo esencial en la imagen material del mundo propia del lenguaje y la potencia rectora histrica que la earacleriza. Pues, en efecto, enseguida da lugar a una serie de consideraciones: Cmo debe concebirse, tlenlro de la disliticin dualista rccientemenle efectuada enlre eslruclura y conlenidt>, la dinmica histtkica del lenguaje materno? No es que en el lenguaje vivo la interpretacin de la estructura por parte del individuo que habla o entiende no lenga ningn efecto relrtxictivo sobre el sistema estructural; o, si se qtiiere, no es del todo as. La misteriosa receptividad de la estructura respecto a las vivencias mundanas del hombre individual corresponde al hecho de que dicha estructura es lambin receptiva y en principio capaz de adaptacin en la linca de la intencionalidad objetiva. Ms an; la eslruclura relacional del lenguaje materno presupone en todo tiempo, incluso consideratki estticamente, li>s contenidos cualitativos particulares que nicamenle el individuo puede vivenciar. Tantos contenidos vivenciales particulares, tantas estructuras lingstictts particukires -donde las estructuras en realidad trascienden siempre el contenido en direccin al ideal de validez universal, y lo$ conlenititw a sti vez trascieiulcn siempre la cslrticlura dclerminanle en direccin a la mstica unicidad e inefabilidtid de la vivencia hutnana (Leibniz hubiera visto esle estado tic cosas ct)mo condicionado hislrica y evoltUivamenle, y a ambt)s polos convergicntio uno hacia el olro ct)n la progresiva clarillcacin tle la conciencia del hombre y el progresivo perlccit)namienlo estructural del lenguaje). Adems hay que nolm' tiue las lrmtis de orienkicin de los 'aceptos' lingslicos (t), tlesde una consideracin esttica, de determinacin de los conlenidos) en grtm mctlida expresan en la estructura del lenguaje los tipos de vivencia e incluso los puntos de vista existenciales expresados por los hombres. Por ejemplo, las formas de construccin tle enunciatlt)s con ctirc " W. S'ri;OMilrrr:i(, luuplstriiminufn ihr (iciciiwarispliinsophic. Viciia, 19.52, p. .176 (.solirc K. Carnap). 116

ler de deseo, mandato, pregunta, afirmacin o suposicin pueden incluir en su estructura las actitudes subyacentes de asombro, curiosidad, duda, certeza, creencia, esperanza, temoi, anhelo, etc. y expresarlas en las lenguas particulares de muy diferentes maneras. De aqu es ile donde arranca nuestro inters cienlifico-hermenutieo por lo que I lumboldl llamaba forma interna del lenguaje. Las lenguas vivas no son mtodos rgidos, sino estilos de aprojiiacin del mundo y de conducta en la comunicacin, a la vez abiertos a lodos los estilos humanos de conducta y en buena medida normativos de estos mismos (esta es, por ejemplo, una de las ideas centrales de la ideologa humanista relativa al lenguaje desde Cicern a Petrarca y B. de Castiglione). Mas, por olra parte, el hombre individual de ningn modo liene sus conlenilos vivenciales como cualidades privadas ajenas a la estructura. La suposicin del positivismo lgico de que aun en el caso de un entendimiento mutuo ideal lodos los hombres podran no obstante vivenciar contenidos del mundo fundamentalmente distintos es una mera ficcin'". Todas las experiencias hermenuticas del hombre hablan en favor del hecho de que los contenidos vivenciales de los hombres se hacen ms semejantes con un mejor entendimiento. {En rcaiidacl llegan a ser tan poco semejantes como inlersubjctivamenle iilnlica es en el lenguaje vivo la estructura Ibrmal t|ue media en las vivencias-como supone Wiltgenslein de la estructura lgica del lenguaje, l'or lo dems, sta sera la razn de por c|u el lenguaje materno vivo en cierto senlido puede incUrso hablar sobre s mismo, es decir, .sobre la lorma del hablar, de por qu es l mismo su propio melalenguaje, cosa que el lenguaje arlilieial unvoco, rgidamente idntico a s mismo en la forma, no puede per ikfuiilioiwm serlo. Incluso Wiltgensle in acaba diciendo algunas cosas profundas sobre el lcngu:yc -puesto que l habla en el lenguaje maleruo-, lo que, segn su leora, no puede propiamente lener sentido, de acuerdo con su proposicin: De lo que no se puede hablar, mejor es callarse. lai verdad, el hablar del lenguaje sobre s mismo seria posible en el mismo senlido en ipie lo es lambin el hablar del hombre sobre s mismo -pese a la paradoja ilel menlimsi>; en ningn caso como alirmacin t|ue lija objelivamcnle una esencia -esto lo demostr Kerkegaard tle una ve/ por todas-, pero s po( ejemplo como iledaracin i|uc encierra un proyecto -en el (lue se cree- del poder-ser futuro o la negacin del mismo, lin el senlido de una declaracin de desesperacin, por ejemplo el enunciado; no creo en nada, que para el lgico se contradice a si mismo, e incluso en el caso del enunciado: soy un mentiroso es bien posible. Justo en ese senlido, el lenguaje vivo, en el que junio a la eon.stalacin objetivante hay lambin declaraciones, preguntas, eslmaconcs y agradecimientos, permite eonuinieaciones de existencia incomprensible s para la teora eslrucluial de la comunicacin. La identidad dialclica de la estructura lingstica consigo misma equivale evidentemente a la relaIbid.. p. 376. 117

cin iiislricii del hombre consigo mismo y, en ello, con el ser; una relacin que al mismo tiempo es idenlidad y iiauquia, cual espacio y liempo siluacionales en unidad viviente, y que 1 leidegger llama ec-sisleneia.) La eslruclura del lenguaje malcrno acornpaiia, pues, de alguna manera al individuo en sus vivencias. De hecho lodtis las vivencias del hombre son ya en germen -y, por ;is decirlo, en su asiento lecnognmico, ya tiue el hombre jam;is tiene vivencias puramente llsit)gnmicas lejos de toda intervencitn suya en el mundo, que es lo que le procura su punto de visla y, con l, algo as como una relacin eslructurtil'''- aclos tic comprensin, lo cual quiere decir que las vivencias se hallan constituidas en el lenguaje y con vistas a hacerse pblicas en el lenguaje. Esto vale incluso para el caso limite de las llamadas sensaciones (por ejemplo el ctiso arriba citado de los colores), aunque quiz sea posible algo asi como la vivencia del suelo firme del mundo o de la pura facticidad incomprensible de lo exislenle-". El contenido vivencial del individuo no es -para decirlo con Hcgel- lo inmediato indeterminado, sino que slo se abre como ctJnlenido del mundo cuando es susceptible de .ser mediado por lo universal del sentido -una realidad que en todo ser humano hay que referirla en primer trmino a la verbalizacn del mundo ( 'Viiuh der li'elt) propia del lenguaje materno-'. Ptir olra parte, lis eslrucluras del lenguaje vivo tampoco pueden comprenderse sin la meiliacin del contenido vivencial, sin el cual quedan por asi decirlo suspendidas en el aire. Se dan aqu, pues, las mismas relaciones que estableci Dillhey para la construccin del mundo histrico en las ciencias del espritu/* i., vivencia individutil del mundo y la comprensin, en el inedtuiri del sentido, del espritu objetivt) se implictin mutuamente, lo que desde una consi ' * Vid. mi articulo Teclinognomie, eine erkenntnisaniliropologische Kalegorie , en Koiikivlr Vcniunjl. h'cMscImJi Jr E. Uaackcr, Itonn, 1958, pp. 61 y ss. Considrense a este rcspeclo las de.sciipelones de lnmcnos -por ejemplo el de lo viscost^ en la novela de Sarlie La nusea. Tal ve/, habra que decir, ms acerladamenle, que la verbali/.acin de las vivencias -t|ue de un modo germinal estn en el lenguaje- es existencialmente necesaria al hombre para que no acaben destruyndole y pueda dominarlas (bewcdiiycn) -o mundanizarlas (hvwelligcn)- de forma Cjue los dems hombres pucilan represenliselas. No lodo el mundo esl en igual medida expuesto a los embales del absunlo y el sinsenlido, que acaso son lambin los de lo numinoso y lo iremendo y en los cuales Dios renueva los liempos -y las lenguas- (Holderlin, elega Uvinikuiiji). No todo el mundo esl a su altura, y es ahi ctnde estriba la grande/a y .servidumbre de quienes no habitan slo como akiuiludos la casa del sei que es el lenguaje. -' Cfr. L. WllsGl-ltliiK, Das Wonen der Well ais sprachliche .\ufgal>e der MeiLseliheil, en .V//d/on//, 1, 1955, pp I-19. 118

I dcniciii dinmica significa que se corrigen tambin una a otra, i Ijues en toda compenetracin recproca de intuicin y concepI to -o contenido y estructura- domina una tensin bipolar entre ambos patrones de la verdad (sobre los que an habremos de volver). Con ello retornamos a nuestra pregunta por el concepto de 5 verdad presupuesto en nuestra valoracin de la apropiacin l lingstica del mundo. Como ya anieriormente a propsito de \ la verillcacin emprica de la idea del lenguaje como representacin mediante signos (Ockham), en lo que se refiere a su } verificacin racional (Leibniz, el positivismo lgico) nos vemos I tambin remitidos de una forma apoitica al crculo hermei nulic que abre el mundo en la medida en que representa una conjuncin de las dimensiones o patrones de la verdad. Ni la teora de la suposicin aplicada a hi designacin ni el anlisis rekicional del signillctido (que en el caso de que pudiera llevar.se a cabo disolvera ht semntica del lenguaje en la . sintaxis lgica, como intuy Leibniz) podan hacer justicia al problema de la verdtid lal como se plantea en la apertura del mundo propia del lenguaje vivo. Oestle un punto de vista histrico, ambas formas de verificacin de la conformidad de I los signos tienen su origen en la onto-lgica occidental, y como tales las exige ya Aristteles en el texto arriba citado. Ambas buscan la mediila de la conlrmidail en un mbito ahislrico, bien en el de las ct)s;is (o ctisos o hecho.s stibsumibles) existentes (desde siempre), bien en el de la oupTr^oxq f.iStv (concepcin transmitida por Phitn a Leibniz), la cual implica un orden funcional eterno o armona estructural y una disolucin de la metiillsica de lo individutil en unti nKilemlica universal. En los tos casos se pasti por alto de un mt)do metallsico la apertura concrela e histrica del sentido que se da en un mundt) abierto por el lenguaje y en la cual el enle -incluyentlo en su concepto lo que el mismo hombre es- nos hace Irenle como tilgo dentro de unos contextos referenciales (hasla cierlo grado objelivables como relaciones o funciones ). En realidad, ambos inienios de verillcticin en cierto modo ponen en evidencia, por la luerzot especulativa de su construccin ahislrica, ciertos rasgos de la vertiad concreta abierui por el lenguaje. A.s, la leora de la suposicin de Ockham " l'r lo dems, el empirismo de Oekham no es de ninguna manera lan radical como, en sentido inverso, lo es la especulacin racional de Leibniz. No llega, couro los poslciiores empirislas, al punto de considerar a las piopias re laciones lgicas conu) licclios o reducirlas a slo.s; ms bien Ockliam se cuenla entre los (re)descubridores de la categora de la relacin precursores de Leibniz, como ha mostrado C. MAKIIN, IT . Yon Ockham, Herln, 1949 . Ln nuestro anlisis |iii"v iiulin-uis de esle ilclalle. I 19

expone la eonslilucin de la verdad abierta por el lenguaje -eonstituein que indudablemente stipone un patrn de la verdad-en el encuentro intuitivo con el enle individual concreto (en Ockham, las criaturas inmediatas a Dios), y la idea de una representacin relacional o estructural pone de relieve con toda nitidez la logicidad inmanente del lenguaje, su carcler estructural constitutivo de la validez universal -carcter del que no nos atreveramos a decir, como el positivismo lgico, que es l slo el que se comunica en el entendimiento inlerhumano, pero s c|ue es por mediacitni de l como es comimicadt) el conlenido de senlido del mundo e incluso el propio ser en el muntlo (comt) ocurre en el habla entirdecitla t|ue apela a actitudes y estatk)s anmict)s). Slo desde la perspecliva del lenguaje arUricial absolutamente unvoco, que resolvera loda semnlica en sintaxis, .sera absolutamente cierta la tesis de la mera comunicacin de la estructura. De ah parte, en electo, desde Leibniz el anlisis logslico del lenguaje. Muy signiliealiva es, destie esle ngulo, la evolucin llt)sllca de R. Carnap, quien primeramenle parti del problema de la sintaxis lgica del lengutije para luego hacer el descubrimiento -al aplicar su conslruccn lingstica a determinados mbitos objetivos, como por ejemplo el de la tsicade que loda sintaxis de un lenguaje en uso implica una semntica especfica y, llnalmente, de que loda semnlica implica una pragmtica de los signt)s; en otras palabras: que en la realidad no hay puros hechos en s, sino slo hechos descubiertos a la luz de su signilicalividad humana. Lste descubrimienlo equivale en leidegger al presupueslo de la liberacin lid muntlo en la comprensin dd ser-para cara a la problemtica, ambigua en Ilusserl, de la intencionalidad (objeliva). En general existe en la problemtica de la verdad una llamativa convergencia entre el pragmatismo americano, cual ltimo relugio del pt)sitivismo, y la rilt)sol'a continental de la exislencia. En el pensamiento de 1 leidcgger se halla presupuesto como despejamiento del mundo fundado en la hisloria del ser, aquello que en el complemento pragmatista del positivismo se aadir posteriormente al concepto de conformidad a los hechos como valoracitSn o acenluacit)n de lo relevante fundada de modo psicologisla. De lodas formtis, la convergencia del pragmatismo con la filosolla existencial encieira una referencia a la problemtica de la verdad abierta en el lenguaje materno ms all -o, diramos con leidegger, acaso ms co rieclamenle; ms aci'i- de la conformidad em|irico-semnli ca o lgict)-sinlctica de un sistema de signos. Examinemos ms de cerca esta posibilidad. 120

3. LAVKDADAII;RIAI;NI:LLINGUAJI;MAIT;UNOCOMO c-ONSiiruciN i)i:sciiiiRiiX)KA-i;NCUiiKiix)RA I)I;LMUNDO I;N IA I'IRSI'IX'TIVA DI-; LA IIISIORIA DLLSLR /." Apio.xiliiacin: la sccrcla jHo.soJia del huiiHinisnu) occiih'iilal Eiilrc los comentarislas de Aristteles hallamos el siguiente texto-': l'ucsio Mili; cl iliscurst) (Xiiyov) maiiliciic una doble relacin -como mostr el . 11lsot'o 'reolraslo-. una eon los oyentes, paia los cuales liene un signil'icado (npoc; loc; uHpoopc.vm;, xui oiipuivia n l, y olra con las cosas, ile las cuales el hablante prelendc con\cncer al ou'ule (np.; T('( npiiyiKicu. i'uti'.p Av Xcydiv nr.ioiii npoxdi'.tdi coi; (i)ipo(c)|n'',voUi,). respecto de la relacin con los oyen tes nacen la potica y la reiorica.... pero respecto de la lelacin del discurso con las cosas, el tilsol'o cuidar prelrenlemenle de rel'ular lo llso y demostrar lo veidader o( xl)(; fti; yv. n()^ tu n()(iYpara toi A.oyiMi oxtaiMC, ipiA.onoipoi; nporiyoiip; v(i)^ r;tipi:.i|oi:tui c ii; i(u;r')ftOi; ii;At:yx(iiv HU tO Aiii)i:c JtoiiuxvOi,)... Por lo pronto encontramos aqu la misma divisin de las dimensiones der /(),!,'< que la que separa la semntica de l pragmtica de los signos en la semitica logstica moderna. Pero ia coincidencia en la fundamentacin filosfica va todava ms lejos s traducimos los pasajes que an no hemos citado y los referimos a los correspondientes teoremas nodernos. Sobre la funcin (o misin) de la potica y la retrica (que de un modo muy significativo figuran una al lado de otra), el texto anterior contina diciendo: ... poiiiue a eslas arles (se. poi su relacin con los oyenles a los i|ue se desea persuadir) les concierne ta misin de seleccionar las palabras ms esplnilidas ix or.nvTi'.im t(OV vopiuiov ) y no las de uso corrieiUe ( tu xoivu M fti.otai( iilfii'.vu), y combinarlas armnieamenle enlre si (lipfiovuiK; onprtXr.xiav), de modo que asi y con lo que de ello resulla, por ejemplo la ilul/uia de la clarida d (ouipqvrlni; YXuMii)to,;) y -entre oirs loiinas de hablar- la prolijidad y la conc isin (pnxpoXoyiuc; xui (IpnxnJ.oyuc ) oportunamente empleadas, conlenlen (i^CTU), admiren (r.xnili'iE.ui) y. en el sentido de la persuasin, subyuguen Inpi^ Tijv laDiu xr.ip(oi)i:vT(( i-.xr.iv )al oyente. Kn cambio, por lo que se refiere a la misin del filsofo aade lo siguienle: para cada enunciado dispulable en el sentido de su verdad o falsedad, (el filsofo) lala de arbitrar una decisin mediante enunciados claros, lisia clarificacin es la misin del jtoipuvtix^ Xoyoq que, ailems ile la funcin ilesignaliva (oiipuvtixi; tiva), que liene en eonuin con otras formas de hablar, posee la luncin especilica ile los emmciados verdaderos o falsos i'.v (i r Xnilr.r.iv v AMMONU), ln Arislilflis Inlcipirialnnu' Conwwnurus (ed. de A. llusse, neilln, 1KK7, p. (>.S. / . .ll-d), Z. 10).

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V))ia))i:ai)ui i'jnpxta)'''' Esta iio tiene, por otra parte, nada tpie ver eon la d elerniinaeion del g-nero respecto de las especies, sino ipic nieamenle somete a decisin la designacin de los signos homnimos respecto de lo designado por medio de la alirmacin y la negacin (TV xtv ipjvi.piav ipiaviVjv ci; T oiipuivm; vu [(jmov 8iupi:xui 1^ lutipivoii; cii; TI; Tfiv XUTIIHKTIV m rijv unijiuoiv, aXX' o^i TV Tf)v ycvfiv i;li; xx clon ) '*. Ello se conesponde manifiestamente con la latea de la moderna semntica, mientras que lodas aquellas peculiaridades del lenguaje que en el texto antiguo provienen de la relacin con los oyentes -consliluliva de la potica y la retrica- debern ser fundadas de un modo psicolgico y ttnlropolgico por la pragmtica de los signos. El positivismo lgico contaba, en efecto, entre dichas peculiaridades el senlido de las proposiciones metafisicas o lo que de ese senlido deba poder explicarse como expresin de sentimientos e intereses subjetivos. Ahora bien, en este ltimo punto se muestra una significativa diierencia con respeclo a la interprelaein moderna de una semitica que en el fondo proviene de Aristteles y Teofrasto. En nuestro contexto, tal diferenciti es de la mtiyor importancia, por cuanto que en ella se manifiesta la dilreneiti del conlenilo del lenguaje materno al compararlo con el lenguaje artificial unvoco: en la interpretacin antigua, las co.sas -7tp7(.iaTaquedaban en el Ibndo compleUimenle indeterminadas o, ms precisamente, se daban por supuestas en la certeza con que aparecan dentro del mundo interpreltdo desde el lenguaje materno. La logstica moderna no.se contenta con ello. Su ideal de univocidad es ms rtidical: se orienta hacia una semntica que no verifica a x/.swriori los significados del lenguaje materno, sino que establece de antemano los significados a partir de la construccin lgico-sintctica del lengtuije. IK- esta manera hubo de quedar descartada la metafisica qua interpretacin subjetiva clel mundo. Pero en realidad, con ello se pona de manifiesto que una semntica en tal senlido unvoca y objeliva podra en todo caso tratar de hechos en s, pero no de hechos configurados de una u otra manera como contenidos del mundo, y que en ltima insUmcia sla supone ya -y con ella toda semntica aplicable a la realidad, como por ejemplo la del lenguaje especializado de la lsica- una delermiiiiida pragmtica . Pero, de esta manera, la lgica en cierlo modo reconoca a posleriori -merced a la clarificacin ms precisti de la relacin del ^yoi; con los npviiara que haca posible la construccin del lenguaje- que tambin en la relacin del discurso con los //;/(/., p. 66,/.. l-14. hUL. Z. 17-iy. 122

oyentes, de la que, de acuerdo con Teoirasto, se ocupan la potica y la retrica, hay una funcin constitutiva de la verdad, no cierliuuente en el sentido de titi juicio rellexivo sobre el acierto o nt) acierto (de la verificacin y la falsacin como afirmacin y negacin) de una asercin, sino en el sentitJo de una interpretacin prerrellexiva del niuiuio desde los punios de vista humanos que el lenguaje vivo ha generado ya en las palabras (y no slo en las proposiciones, si bien vuelve a regir aqu un crcult) hermenutico). Hstti remisin a hi relevaiu:ia veriUiliva tlel lenguaje vivo, el cual nunca habla de npyi-iocra en general, sino siemiire de co.sas luimanamcntc significativas como algo, se extiende como un;i nocin difusa a iravs de la itleologa domstica de los antiguos ltores que desde Cicern se fue convirtieiido en la secreta niosolia del humanismo occidental'''. Esla se condensa en la alusin de Ciccin ;i la primacti de la t|Mca retricti como arle de luilkir argumentos (lo tiue implica el tlt)minio de los horizontes formalivos del lenguaje) sobre el juicio rellexivo y ItSgico del discurso'' -punto de visUi que pei'vivir como un tpict) en la liisttiria tlel liumanisiiu> occidental hasla experimenttir finalmente con Ci. H. Vico una profunda revisin filosfica. Hasta l, la ca|)acidad argumenialiva del humanismo retrico se mantiene dentro de los estrechos lmiies inizados p)r la citada semitica de Teoirasto. Cada vez que los luinianislas, en lucha con la k)gica esiicti del lenguaje y, posleriormenle, con ia U'igica eseolaslica, leelamaban para si la sii>i'nli!i, eslt) es, el .saber de las cosas tlivinas y luinianis o scifiiiin civi/is oponindola al eslutlio filolgleo-reltirico de las lenguas histricas propio de la estril dialclica, nunca lograban supcnir filt)slic;imenle la divisin de I eolraslo de las dimensiones del go.s, siendo una y olra vez, especialmenle en lo ciue .se refiere a la potica, devueltos al ilocvi, ihlixuii el pcniunvl. Fue Vico el primero que, en su Scicimci iiuova, hizo valer, junto a la superacin del conceplo retrico de las letras (que viene expresado en la divisin de Teoirasto), el lpo.s humanista de l;i primaca de la tpica sobre la critica (que por enlt) nces ya no estaba representada por la escolslicti, sino por la inalfu'sis univcr.salis de Oesearles) como primaca de la verdad del mundo ya abierto en las lengutis histricas. El muestra por vez primera que los conlenidos del mundo rcconslruibles de un modo lilolgico-hermenulico de la tpica potica ms anli '' \'id. mi libio Die Ulvc der Spnielie in der l'radilion des lunninismus von Dante bis Vico. Bonn, I9<).'). -' lista imlii.'aein se la tIebo al articulo de J. I.UHM.XNN, Das Veiliiillnis des abendUindiselien Meirschen /.ur .Spnielie, en l.exis, vol. til, I (19.5?.), pp. 5 -49. m

gua (la lgica mtica de los universales creados por la fantasa que, como sabemos desde E. R. Curtius, pervive en la tpica de la literatura universal) representan una herencia irremplazable para las culturas posteriores que la rllexin crtica de la ciencia liene necesariamenle que dar por supuesta. De aqu a la consideracin general de que la conformidad en el sentido del concepto aristotlico de verdad -segn el cual aqulla debe ser verificada en enunciados concretos y de contenido objetivo- en lodo momento presupone hislriea y sislemlicamente la verdad como revelacin ((x-A.i]i)ia(x) del ente, slo hay un paso. Vico consideraba la verdad lislrica -tiue, como humanista, inquira preferentemente mediante el anlisis filolgico del lenguaje- como algo que el hombre juntamente con la providencia divina ha ido creando, por lo que es capaz de reconocerla de modo hermenutico. B. .'roce, que redescubri a Vico en el siglo Xix, vea en la concurrencia de creacin humana y revelacin divina de Vico una contradiccin, una curiosidad teolgica del pensador barrt)Co. leidegger, que en Ser y Tiempo slo hablaba tle la condicin descubridora a la vez que encubridora del ser en el mundt), posteriormente concebir el advenimiento despejador-velador del sei en el lenguaje como una destinacin ilel ser fundamenlatlora de la historia, destinacin t]ue, para l, como para Vico y Hamann, acontece en ltimo origen en la produccin literaria-". Si en el enfoque del positivismo higico, cuya cx-actitud consiste en expulsar de entrada tiel anlisis del lenguaje lodo contenido del mundo histricamente ganado, es posible ver un nuevo encumbramiento de la racionalidad cartesiano-leibniziaiui -contra la que Vico crea a la sazn tener que defender el contenido histrico de la cultura- se impone entonces la pregunla: est lal vez llamada la lingstica orienlada al contenido de nuestros das a continuar la pesquisa hermenutica que Vico inaugur sobre los conlenidt)s histricos del mundo tle las grandes lenguas culturales y a oponer as a la crtica ahislrica y constructivisla del lenguaje y el conocimiento propia del positivismo lgico una crtica hislrico-hermenutica de los presupuestos de nuestro pensamiento'.' Y si es as, puede ofrecer el concepto de verdad de Heidegger el supueslt) lllosfico necesario'.' Para aclarar esta cueslin pongamos en relacin sistemtica el concepto tradicional de la verdad -que en Leibniz se explaya en la disyuncin entre vrits le fail y veriles de raison y que est tambin a la base de la lt)gsiica moderna en el senlido de una restriccin a la disyuncin sntctco-semntica de la verificacincon el concepto de la verdad como X.i'ii)iaxu. -* CTr. mi ailiculo Uis do.s liises de ta reiu>mem)lt)gia... (supra, pp. 75-100). 124

2." /Iproxinidciii: el lenguije nuienu y la priiiiaeia aiilropolyjca de la verdad dogniiiea Nuestra discusin solire la teoria de la comunicacin de la estructura (v. supra, pp. 114-115) pudo lal vez dejar la impresin de que en el fondo el contenido de verdad tlel lengtiaje est representado solamente en cl tnniazn estruclund, y por It) tanto en la k')gica, aun cutmtio part el ser finito tiue es el hombre la estructura se cncuenlie coinbintitla ct)ii algo as ct)mo el contenido intuitivo tiel mmulo. Al final, lodas las eslrucluras ct)ncrelas de todis las lenguas seran transformables unas en t)li"as tle un modo ele:ilict)-pilagrico si se traen a cuenU los puntos de vista y perspeclivas finitas, base mondica de su conslilucin, igual que en la teora general de hi relalivitlad his nuis diversas cstructunis geomiilricas del continuo espacio-lemponil, expresin mltiple de la distribucin de materia y energa, se dejan transformar untis en otras. Semejante va de pensamiento, la que resulta pt)sible partiendo de la posicin excntrica del hombre (II. Plessner), no puede rebatir.se, me parece, en cuanto especulacitSn, pero ttimpoco permite, al contrario que en la teora general de la relatividad del continuo espacio-temporal llsico, establecer /// conereU) el correspoiuliente continuo histrico de las imgenes dei mundo antropolgicamente centradas. Pues stas no permiten una conslrticcin previa por parte de ninguna teora, circunstancia que afecta a todos ios fenmenos histricos para los t|ue valen las palabras de Ranke al terico del estado: nunca ententlers a lsparta. Ahoia bien, tle esto se sigue que, para no. sotros los hombics, las imgenes del mundo, en cl ca.so de las lenguas histricas, no es pt)sible fundarlas en la estructura (como en l;i teorti lisica de la relatividad), sino siempre la estructura en la correspondiente imagen del mundo. Las estructuras prtipias de las imgenes lingiislictis del inuntlo tle las que se ocupa el lingista no stin, pues, conformes en el sentido tle una teora universalmenle vlida que est por encima de ellas (el hombre nunca podr siquiera o.stentar tal teora), sino conformes -y ahoni podemos introducir una nueva caracterstica de su verdad- en sentido dogmtico, es decir: se fundan en las visiones del mundo que ellas mismas articulan en el mismo sentido en que el lgos inmanente a una cosmovisin religiosa o a un sistema jurdico histrico hay que fundarlo en la visin del mundo propia de esa totalidad dogmtica que l mismo hace explcita-''. Vid., al respecto, M. Koi IACKIK, Die dogmalisclie Dekform in den Geisleswissensch alten iind das Probleni iles llislorisnuis, Main/., 1954 (Ahluindliinucn der Akadcinic der IVi.ssen.scluiJien und der l.ileralur). 125

Ello no impide que al mismo liempo cada lengua, Uaseendlendo todo el dogmatismo de las perspectivas luunanas, se halle tambin enraizada en el lagos en general, de por si universalmente vlido, slo por el cual es posible la comunicacin humana, la Iraduccin de una lengua a otra y, en Un, una lingstica comparativa referida al conlenido. El lenguaje es sencillamente el medio nico e insusliluible en el cual el pensamiento lendenle a la validez universal y, en esa medida, excntrico, es decir, que desborda loda peispectiva humana ligada a lo corporal (y que en todo momento distingue la inlerpreiacin del ente como algo del propio enle lctico), se integra siempre dentro de las visiones del mundo relativas a una perspectiva -oirs no puede haber- y, por tanto, ligadas a lo corporal. En esta integracin, que consliluye, en el senlido de lierclilo, el mundo comn de los hombres despiertos'"-y hoy podemos decir; constituido como un acontecer de la historia universal- me parece consistir, desde un puni de visla gnoseolgico, el secreto del lenguaje vivo y no en la separacin dualista de una eslruclura universalmente vlida y un contenido intuitivamente signillcativo y en lodo caso privado, como propone el positivismo lgico. Ahora bien, dicha integracin lingstica -con todo su enraizamienlo trascendental en el lgos en general y con loda su validez prcticamente universal para la correspondiente comunidad lingstica-, considerada desde la perspecliva excntrica propia de la rllexin lllo.sllca sobre la verdad, hay que calillcarla siempre de dogmtica justamente en el senlido de una referencialdad centrada en el ser en el mundo, corporal e histrico (el habitar en la rierra y el destino lemporal), de unti comunidad lingstica. Pero este mismo carcler dogmtico de la verdad abierttt en el lenguaje es lo que asegura a la humanidad denlro de ctida lengua histrica uiui orientacin coherente en el mundo, ya que -como se mostr ms arriba de un modo indireclo a propsito del carcle tiporlico de la semnlica logstica- la construccin lgica del lenguaje, construccin universalmente vlida por excelencia, slo hace referencia a hechos posibles en general. Para descubrir en el mundo un hecho real como algo son necestirias las perspectivas que el hombre adquiere en la Tierra (donde esta palabra cobra el senlido de un a priori existencial que "' Cabe demostrar iiuc donde no tiene Uigar la integraein en el lenguaje materno de pensamiento estructural universalmente Vjdid e intuicin o representacin ligada a lo corporal de ningn modo cesa el pensamiento humano en general, ni tampoco el dominio de las situaciones lcticas por parle de dicho pensamiento, pero s la conslitucn de un mundo, l-ii esto me parece que estriba la problemtica de la ciencia moderna. 126

prescinde del lugar accidental del hombre sobre lo que llamamos planeta lierra"). Ahora bien, con la rcl'erencia existencial de la verdad dogmtica, propia de una visin del tnundo abierta en cl letiguaje, al ser en el 'nundo corporal como habitar ilel hotnbre (tititi tle tm grtipo o tm ptieblt)) sobre kt Tierra es posible dolar atin ;il concejiio de aperlura tlel mtintlo, tal eomo liene lugai en el Ictigiiaje, de un sentido gitoseoaiilrt)pt)li')gict) ms exitclo. I', Ziiisli ha mo-strack) en su libr) (j'niiul iiiul Ura. Der 'nrinaullhu der llerywell in den Si>rMil<eyrill'en der seh\\vi:.erdeul\clien Aliieninundarten (ti erna, I')-I6) euio el habitante rin.it tle kis Alpes le progiesivanienle eoiK|uistandu desde el eslreelit) eiieiilo de su inorada la naturaleza en torno eon el arado, el liaelia, la escopeta de ca/a y la vara de pastor poblndola al mismo tiempo lie iiumbies > expresiones'-; cmo l, iiii|uielo por la seguridad de su exisleneia y el produilii de su trabajo, poiiia su renlo en los ilelailes del cami no ascendeiite de manera compielamenle distinta, casi vindolo con otros ojos, que el aliiinismo lloiecienie del siglo xix, y cmo l arlieulaba en el lenguaje lo que escapatia al inters de aqul, dejando por otro lado innuminado lo que paiii la liiiilasia romiilica del turista de las .ilturas evidenteinenle c oiisliluia el motivo de lascinaciii y ncleo de luda aperlura lingistica, como las desiertas regiones montaosas y las allitudes liosliles al hombre. Aqui se mueslrt imbin, enlre oirs cosas, tiue el conocimienlo humano -no stSlo en lantt> que ct)ndicionatlo por la organizacin natural tle los scntitlos, sino ttiinbin en cuanto percepcin sensible tlel enle como ;ilgo- es ;iperlura de la rieriii desde It) corporal. Y se muestra atlems cmo el puntt) de vista del observar, vtilorar y nombrar se ludia determinado por la manera como el hombre continta su inlervencin corporal, que acontece ya desde su nacimienlo, por metiio de su Ibriiia tle exisienciti econmico-social, por su lorina de habitar , trabajir, construir, as como por su forma de vi;tjar , investigar, luchar y jtigtu. Dielu continua inlervencin corporal en el entorno de todos los estilos de vida se halla, por supuesto, siempre ya dirigida por la comprensin del nuindo propia de una comunidad lingislica y cultural, pero asi y lodo representa de forma siempre renovada el modelo bsico desde el cual puede concebirse en general la apertura del mundo condicionada y cenliada en una perspectiva. Lo dogmlico tiue hay en kt verdad abierta en la imagen lingstica del muntio ctinsisle en que dicha verdad remite siempre, pese a loda la excenlricidiid del icnsar rellexivo, al centiamicnto -in " Considrese al rcspeclo los trminos Tierra y mundo, y posterioinienle mundo eomo Tierra y Cielo en M. 1 leidegger. ' ' Cila tomada de L. Wrisia-KiiiR, \'on Weldnld der deulschen S>raehe, Dusseldorf, 1950, p. KU). 127

dispcnsablc para adquirir una perspectiva de la realidad- propio de la intervenein corporal prerrellexiva -y constitutiva de aspectos reales-del hombre en el mundo. Esta no slo subyace al tipo de apertura lingstica del muntlo ejemplarmente descrito por Zinsli; tambic'n se prt)ducc tle modo inmediato en la orientacin de los 'aceptt)s' lngstict)s (Weisgerber, vid. .supra, p. I 15), pues dicha oriemacin se diierencia del sistematismo carente de mundo de un sistema lingstico puramente k')glco (como sistema de trtinslormacitjnes tautolgicas con variables part heclu)S en s) en que en ltima instancia a ste le viene su continuidad del eentramiento corponij clel lenguaje vivo como el de un luacroudiropo.s. Pues tiesde un punto tle visla gnt)seoantrt)i")olgict) se hace evidente que es un;i y la misma eslruclura -la de la intervencin corporal que abre el mundo y se corrige ;i su ve/, a s misma tiesde ese muntlo abierto- la t|ue hace posible todti percepcin concielti tiel muntlo en cierlo mtKlt) comt) un;i continuacitu en la culltua tle nueslia relativamente esttible organi/acin sensorial y cobra expresiini al encarnarse el senlitio del muntlo en el cueri)o tiel lenguaje. lin t)trt) lugar he intentatio tiescribir tlicha estructura como interaccin dialcticti (crculo hermenutico) entre tecnognoma y llsiognoma". En el presente contexto habra que plantear lambin la apertura tiel mundo centrada en la inlervencin corpt)ral del hombre (tecnt)gnomia) ct)mo condicin trascendenliil de li posibilitlatl de toda verdad dogmlicti, ya que el st)lo carcter tecnognmico tle la comprensitu del mundo -ctintlicionada por el lenguaje y ct)ndicit)nante ella mismti del lenguaje- explica plenamente un rasgo runtkimenlal de la verdad dt)gmlica que distingue a sta tanto de la conlormidad puramente Itgica como tle la conformidad lclual. La ctinformidid lgica (que tictisc) podrti lambin llamarse deducibilidad) en cierto motlo corres|iontle a la perspecliva excnlrica propia del pensamienlo iniro; por s sola no puede descubrir ningn mtiiult) (slo se tlescubre a s misma en transformaciones tauloltgicas), mas tampoco encubre nada. No obedece a ningn compromiso deslinativo ni a ninguna actuacin corporal del hombre en el mundo. Por olra parle, la pura verdad lclual, con la que durante mucho liempo se crey pt).seer el nico concepto necesario capti/ de servir de complemento a la conformidad l')gic;i (as Lebni/ y as el positivismo k)gico, el cual crea potler prescindir tle los juicios sinllicos a iriori de K;ml), en verdad slt) consiste en el conk>rmarse tiel " (Tr. mi ailicuk) 'l'uchnt)Bnomic, cinc crkcnninismilliropologischc Katcgoric , cii Konkivw \\rminji (i'c.sl.sdirijiJiir E. Kulluiikcr). liomi, 19.58, pp. ()1 y ss. 128

Iiiicil) lgico-icllcxivo al hecho de si existe o no exisle un objelo nienlal signillcado, es decir, en la allnnacin o la negacii'iii (viil. siipra. p. 121, acerca del ya lgicamente desnaluiali/ ailo Xoyoq imo^pu\'x\xc,). Se cumple, por ejemplo, en la Diseivacin experimenial que desea comprobar si liene o no lugar una siluacin lctica que se espera. Con el descubrimienlo (ya presupuesto) de ese estado de cosas como algo tiene lan poco ijue ver como la deducibilidad puramenle lgica (y ello se nos levela como el aspecto lundamenlal y secreto del /('/'( humanista de la primaca de la tpica sobre la crtica , o bien del ais invunieiuli sobre la lgica formal como ars liiilicaiuli). La verdad laclual, lomada en si misma, es tambin en cierlo modo sin deslino; no descubre ni encubre nada, pues obedece al en lodo liempo posible dislanciamiento propio del pensamienlo exenirico (interpretado o no inlerpretado) con respecto al enle como un UH I O . Ahi dontle puede concebirse un problema como pregunta por la conlrinidad lgica o la verdad actual es en principio posible obtener a KK I O trance una solucin por medio tle la lellexiti o cl experimento (observacin) independienlemenle del liempo y de la historia -no hay ms que presuponer una conciencia en general (rellexiva). De nada de eslo se trata, e\itiememente, cuando, como en llumboldt, de It) qtie se habhi es de la verdad que se encuentra desctibierla en el lenguaje vivo. Con respecto a esta vertlad no hay absolulatnenle ninguna refutacin, ni tampoco verificacin t) falsacin en el sentitlt) tle kt observacin lcluaL'. Pero con ello no se h;i dicho de ningn modo que esla verdad no plantee ningn problema tle erilica gno.seolgica. Antes al contrario, es ella la verdatl tle la qtic para nosotros, hombres exislenles, recibe su sentido loda comprt)bacin provechosa en la prclica de la conformidad laclual y la deducibilidad lc')gica. Porque siempre qtie alguien pretentle confirmar un hecho como lal liene que presuponer ya el correspondiente eslado de co.sas comt) algo, es tiecir, tm estado de cosas posible por su signitlcatividad para el hombre. Lslo lo reali/a antes que toda ciencia, y continundose en ella, justamente el lenguaje. Y si Rothacker pudo comprobar en su estudio )ic dagniatistiic Deiikjornt in den (li'isu'swiss'nschajicn''^ para el caso de las ciencias estructurales rellexivas como, por ejemplo, el estudio comparado de la religin la exisleneia de una dependencia de contenido respecto del descubrimiento del mundo correspon " La oliscivacin laclual no l\ay que eoulunilirla, ilesde nuestras premi .sas, c()n la percepcin primera tle lo intlivitiual. Ln Ockham y en la tradicin empirisla ambas cosas van siempre me/.elatlas. l-'A .siiimi. p. 125. nota 29, 129

diente a dogmas anteriores (de acuerdo con ia tbrrnula: Niliil in inl'lleci (iioiJ non jiicril in opere el in dognialica), esUi relacin es, de forma fundamentalsinu, la relacin en tiue lt)das las ciencias esln con la comprensin del mundo presupuesta en las lenguas. Por eso pueden slas ser calificadas, atendiendo a su conlenido, como lt)s cuerpos dogmticos ms fundamentales de la orientacin humana en el mundo (igual que st)ii tamliin las ms fundamentales obras del hombre si llegamos a admitir, con Vico y Hamann, un ajustamiento enlre la autiuica creacin humana y la revelacin divina). Pero el problema gnoseok')gico-crtico de la verdad lingstica, como en general de lt)da vertiad dogmtica, no esl en el aspecto lgico o en el aspecto emprico corroborable por todo el mundo y en todo tiempo, sino en la direccin tle la hermenulica del ser en el mundt) y su comprensin histrica. A ella no le concierne deshacer errores, sino hacer conscientes los encubrimienlos conformadores del deslino que, con una necesidad esencial, van asticiados a catla descubrimiento originario del mundo. Porque al hombre, su actuacin corporal sobre la totalidad de lo existente -ciue se contina en el carcler lecnognmico de lodas sus percepciones, as como en el carcler tecnognmico, circularmenle ligado al anterior, tle la verbalizacin - le fuerza siempre necesariamenle a destacar un aspecto del ente y apartar (ahdrngen) en la o.scuridad -y hasta reprimir (verdrdngen) en el sentido freudiant>- otros aspectos posibles. Actualmente, en un limitado sector del descubrimiento experimental organizado y controlado de forma planificada, y con su correspondiente verbali/.acin terminolgica, la ley gnoseoanlropolgica de la lecnt)gnomia descubridora-encubridora se ha hecho ostensible en el ca.so extremo y mtidlico de los llamados aspectos ct)mpleinentarios malemiicamente relacionadt)S enlre s y provocables por va experimental. Nos referimos a la relacin de indeterminacin de Heisenberg enlre los aspectos partcula y campo en la microfisica. Lo que ahora se revela en el plano de la medicin del mundo lerminolgicamenle dirigida conforme a un plan como ingerencia perturbadora, variable a voluntad, en el dominio atmico, suceda ya y sigue suedendo en el marco de la medicin del mundo desde el lenguaje materno como un proceso tiue siempre va ya por delante de tijdo control consciente. No se trata atiu de un medir el mundo eon medidas matemticas idealizadas, sino de un medirse del hombre entero en su existencia conscientc-inconsciente, ms an, del medirse de comunidades enteras con el mundo de acuerdo con las medidas que establece el destino histrico. Por consiguiente, todas las indagaciones 130

que pueda aqu liaccr una lingislica rdcrida al conlenido, en cuanlo lingstica hermenutica, comprensiva y comparaliva, relativas a la verdad o no-verdad, hay que concebirlas como relridas til advenimiento despejador-velador del ser en relacin al hombre tecnognmicamente exislenle y en hi fase de l;i hisloria del ser en la que se da algo as como un mundo liimitmo dolado de sentido"'. "' l'ara el couociiti) ilc \crilad al me llimaineiile nos rclerinios, elV. M. lli ii)l.(;(a;R, luiii IIV.u'/; Ur ll'tiliiluil. IVaiikliii l, 19-W', y 'lainii' l clinvnn der W'ahrhi'il mil ciiicm liricl iihcr den luinani\inu\. lierna, l')47. IJespus ile la eiiliea ilel eoneepto liekjegf.eriaiio de \eidail por l.. lliaNDifAi {Der tldirhe ilsiienrijhei IJiis.serI iind llcideKyer. lierlin, l^tiT). reconocida por el propio Heidegger como jnsia. habra que corregir nuestra argumenlacin en el senlido de i|iie en el presupueslo i|ue leidegger descubre en loda conroriiiidad de enunciados no se lala ya de la wrdtid. sino de la aperiiiri del senlidu iSiniiEriijfnunyJ como coiidiclii liermeiiulico-liascendeiual de posibilidad de la vertiad (vid, siiprn. pp. .1S ss.), De esla lrma puetic lambin ilclerniinarse con ms claridatl el senlido del presente Irabajo y precisarse de la siguiente manera: micniras la lingislica rcicrida al conlenitio piesuptinc -como euakiuer otra ciencia- el et)nceplo liloslico de la venhid relalivu n eniineiudu.s, es el conce pto hcrincnulico-lra.scendeiilal de aperltini del .senlido. en cuanlo condicin de posibilidad de loda verdad relativa a enunciados, el t|uc subyace a su prt)grama neohuniboldliano de invesligaein cual idea tle carcter heurislico -a cuya explicac in ella misma puede contribuir de un modo rilosiilicamenle relevante, lista pt)sibilidad cobra ahora actualidad de la circunstancia de ijue N. Chomsky haya remozado el programa racioialisia de una gramlica universal y de tiue, tras l, J. Kalz haya inleiilado la realizacin lingislica del prtgrama icibniziano -tiue anieriormenle proyectamos de un modo especulativo- de una semntica combinaloria universal (l'id. al respeclo lomo 11, pp. 2.S1 ss.). 131

LENGUAJE Y VERDAD . EN LA SITUACIN ACTUAL DE LA FILOSOFA Una consideracin a propsito de la consumacin de la rilosolui neoposilivisla del lenguaje en la semitica de Charles Morris Obras bsicas de Ch. Monis aludidas en el texto: 1. V'/ii' '(!< ( /)( of M'diiiny in l'niynuili.sni and l.ofical l'o.siUvi\ni, Acles dii K' C!oi\grsile IMlosophie l'ranue, 193-l/|y3(), = Miiltitis l pp. 103 y ss. 2. i'tnaidalions of liic IIwory of Siyns, Inleniatioiial Ijicyclopedia ofUnilied Science, vol. 1,2, H. ed., Chicago, 19.53, = MoKKlS II 3. .SV,i,')i.v, l.anniiayi' and lchavior, 4." ed., Nueva York, 1950, = MOKUIS III. I. iNrUODlICCtN: t.A TI.ORIA I)1:|. Ct)NOCIMIi;N IO I:N SU TKNSIIO ni: LA CKTICA DL LA CONCIENCIA A L A CRITCA DE L L1;NCUA.II; Li tinin (Je los trniintis Icngtitije y vcrchid como tema de tma disctisitn filosftca probtihlcmente habra ptirecido en el .siglo .XIX algo inslito. Inmediatamente se habra pensado en una investigacin en el campo de la etimologa especulativa, es decir, en la problemi'ilica griega de la pi)Trii; vo|.ixtov con su alternativa d un origen natural -ipiJaei-o convencional -i)i;ot;i- del lenguaje. Dicho tema, lijado como un tpico, se idenlifieaba sin duda con el t>bjelo de la filosolla del lenguaje. Al mismo liempo se hacan derlas alusiones, apenas comprendidas, a un signillcado ms amplio del problema del lenguaje para la lilosolia. Tal suceda con el axioma de W. von Humboldl para el estudio comparativo de las lenguas, segt'm el cual las lenguas.no son propiamenle medios para representar la verdad ya conocida, sino en mayor medida para descubrir la que antes era desconocida, y ijue su diversidad no es la de los 1.1.3

sonidos y los signos, sino una diversidad de visiones del nnindo '; o con la eonsideracin, ms anterior, de Mamann de que el lenguaje tiene siempre hecha ya la sntesis del mundo fenomnico antes de toda distincin entre entendimiento y sensibilidad, y que por lo lanto la crtica kantiana de la razn tendra que ir precedida de una metacrtica como crtica del lenguaje^ Aparte de ello hubo los esfuerzos de algunos matemticos y lgicos como Boolc, Peano, l'rege o Peirce por realizar el programa leibniziano de la creacin de un lenguaje preciso para la construccin de una lgica mateinatizada. Pero todo ello no era ms que una curiosidad al margen de la conciencia fdosfica; apenas tena algn sealado papel en cl marco de la habitual crtica lllosfica del conocimiento constituida por el anlisis transcendental o emprico-iisicolgico de la conciencia. Enteramente otro ser el cuadro que ofrezca la primera mitad del siglo XX. Por lo menos en el rea anglo.sajona de infiuencia del denominado positivismo lgico puede hoy constatarse di'Jacio y en forma declarada el trnsito tle la teora del conocimiento al anlisis del lenguaje. Temas como nincaing and Iruh, incaning and vcrij'icaon o language, Irulli luul logic son de por s caractersticos del filosofar anglosajn'. Tres son los motivos a los que, en primera lnea, podramos hacer responsables: 1. La simiente de la nueva lgica (leibniziana) le entretanto germinando; con ella aparecan unos medios sin precedentes ya anunciados por Leibniz: los del simbolismo constructivo; pero tambin la abundancia de problemas semiticos que traa consigo la nueva fundamentacin de la lgica y la matemtica -pin.sese .solamente en las (posteriormente llamadas) antinomias semnticas y en la problemtica de la jerarqua de metalenguajes. Se repeta aqu un proceso que haba acompaado a todas las pocas de fundamentacin de la lgica occidental -primero a la aristotlico-estoica, luego a la escolstica terminista y finalmente, en el Barroco, a la fundamentacin de la moderna matemtica como nuhesis universalis, que en Leibniz llega a manifestarse como clula germinal de I W. VON tlUMiiorirr, lwr ikis wryjciilwnde SpiMlisuuliuin, 20. ^ Si)bre el particular puede ver.se ahora li. lh.iNii;r, (Icyynsiandskomiiiunoii und apmchlichc.s W'ldnkl. cu "Spiaclw-SMssvl zur H'cl, 'csl.schrift fr . iyt'.vt'/*'r, i:)iisseldt)rr, 1959, pp. 47 y ss. ' Vid. al respecto las detalladas inlbriiiacioiies de A*. PAI' {Amdyiischc Erkfi imuisihorii', Viena, 1955) y W. .Sri;t;Mi)rrr:K (llmipisiriimunyen dtr (eyenwartspldlosuphie, Viena, 1952 y Das yValirliL'iisprolik'in und die Idee dvr Scmantik, Viena, 1957). Para los orgenes de lodo el niovirniento, vid. asiniisino V. K.KAr-r, Dvr Wiviwr Krvis, Viena, 1950. (Versin castellana, El Cirvulo de Viena, Madrid, I96(),) 134

una nueva lgica. En ludas eslas ocasiones es desarrollada, en relacin con una nueva rundamenlacin de la lgica, una semitica allamcnte dil'erenciadti, [ludiiulose observar en una visin ms cercana tiue gnm parle de lt)s conceplos lundamenUiles liloslictJS y lingiiislieos surgi con tai t)c;isin. La gramlica y la relricti luvieron un origen itlc-niico al de la lgica ct)mo Ti'xva oyixai (unes seniiDiiicuIcs), consliluyentio ;in en ht Etiad Media -con el 'l'iiviuiii- la base de toda Ibrinacin y toda ciencia. En el 'J'riviiiiu medieval de las facultades de tules esttiba tambin, por cierto, el germen, que se desarrollar con el llumanismt), tic tma oposicin tanto lilt).slicolingstica como, en general, gnoscoltgica y pedagt)gict)cullural en el seno de las ciencias del /,i,'av, oposicin que, mulciiis iiuiiaiulis, ha recobrado hoy aclualidad domintmdo el centro de la constelacin rilosftca. Volveremos olra vez sobre ello. 2. El motivo explcilt del Irnsito de la crtica Irttdicional del conticimienlo a la crtica del lengutijc surgi en conexin directa con la fundamenlacin de ht lgica matemtica en la nienle tiel discpulo de Russell Ludwig Wittgenslein. Me renero a la sospecha, dominante en todo el lilt)Solr tiel neopt)sitivismo, de que las propt)siciones lilcisllcas -y ya las mismas picguntas liloslctis- .son, no falsas, sino absoliitainenle sin sentitlt), y ello a ctiusa de t|ue no enlendemos la lgica de nuestro lengutije. Esta sospechti vvittgensleiniana de carencia de senlido ha tlejado hoy atrs, como medio de desennuiscaramienlo en el combale contra hi melalisica, a lodas las viejas objeciones del posilivisnio, encontrando a lo sumo un equivalenle suyo en la sospecha niarxista-prtigmatisla de ideologa que, desde luego, tilienlti tambin una objecin ct)nlra la sospecha misma de carenciti de sentido sobre la que aiin habremos de volver. En conexin con ki sospecha vvittgeiisleiniaiKi de carencia de sentido se alz en el C'rculo de Viena el llamatlo principio de verificacin. Untt formulacin tajante, pero caracterstica, de dicho principio reza as: el senlido de una proposicin es el mtodo de su verificacin. Esla versin del principio de verificacin es oportuna para llamar la atencin .sobre un tercer motivo de la filosofia anglosajona contempornea y, en parlicular, del anlisis del lenguaje. 3. En tanto que el neopositivismo vienes entenda por verificacin ante lodo un mtodo cienlfico de confirmacin, una comparacin de los enunciados lingsticos con hechos observables, el fundador del pragmatismo americano Ch. S. Peirce -tiue lambin se cuenta enlre los iniciadores de la lgica matemticahaba formulado ya con anterioridad un principio de verificacin semejante, pero ms amplio, para la solucin 135

del problema del significado, y segn el cual, para delerminar cl significado de un signo wc liav'... siiiiply lo clclcnniu' wliul liahils ii prociicc.s\ Este motivo cobrar posteriormente con Charles Morris una importancia bien represenlativa como .aporlacin del praginalismo-behaviorismo americano al anli sis neoptisitivisla del lenguaje. A partir de los Fitnduiiicntos de la leoria de los signos de Morris, aparecidos en 19.18, se ha vuelto usual en el rea de inlluencia del positivismo lgico tlislinguir tres dimensiones lauto del lenguaje como de la semitica: la sinla,\is, la semntica y la pragmtica de los signos lingsticos. La sintaxis concierne a la relacin intraling,slica de los signos entre s, la semntica a la relacin de los signos con los hechos extralingsticos designados y la pragmtica a la relacin de los signos con los hombres como usuarios del lenguaje. Ln eslas tres dimensiones de la semiosi.s y de la semitica cienlilica vienen representados, como es nott)ro -y como el propio Morris subray, sinletizados-, los tres motivos bsicos mencionados de la denominada lilosolia anallicti del lenguaje tle cuo anglosajn'. Partiendo de este punto conduciremos nuestra cuestin tejntica acerca de la relacin entre lenguaje y verdad hacia la lilosolia analtica del lenguaje. Cmo se relacionan los tres motivos mencionados de la crtica logstica, positivista y, finalmente, pragmatista del lenguaje con nuestro problema? Qu respuesta ofrecen ante lodo las concepciones semiticas, correspondientes a los motivos citados, de la sintaxis, la semnlica y la pragmtica a nuestra pregunta por la relacin entre lenguaje y verdad? 2. S INTAXIS,si-iMN'nc'A Y iMtAdMAncAcoMt) DIMliNSIONl-S DE L A VERDAD LINCIIJSTICA La respuesta de estas tres disciplinas a nuestra pregunta es mejor obtenerla siguiendo la evolucin histrica de la lilosolia analtica del lenguaje desde el ''racialus Logico-/>/nlosoplncns de Wittgenstein y la Logische Synlax der Spraclie de Carnap hasta la semitica tridimensional de Morris, pasando por la semntica lgica de Tarski y Carnap, Ln esla serie de etapas, el principio de verificacin se va evidenciando como el motivo unitario de las tres concepciones del anlisis del lenguaje, liste Ch, S. Rl.iKCi;. ColkcU'J '(wn, C'anihridgL- (Mass.), 1931, IV, 536 y V, 475 yss. Clr. Moititislll,p. V, ^ Cr. MoRitis I, 136

es el ciue las impulsa como esuiclios ele uua ineesaiile pregunta por el Ululo de legitimickid de las proposiciones eon sentido. I. l-.n los comien/os tenemos a ht eoneepeiin de la Ulosol;' formulada sobre todo, y de un modo radical, por Carnap como sintaxis lgicti del lengiuijc. Atim' se despliega, dentro del mareo del anlisis neopositivisla del leitguaje, el aspecto especulativo principtil -ciue se remonU a Leibniz y Boole-de la lgica simiwlica: el formalismo, la tibstniccin por parte del intelecto calculador de todo conlenido de .sentido en el lengiuije, al Liue concibe como coinbinticin de signos. Ln el formalismo operativo de la sintaxis de los signos lingislicos quedar por primera vez aislada ht esenciti del significado en sentido filosfico y, con elk), de ht verdad //7('.v()/'<"a. Es cierlo que Carnap cuenta Itimbin desde el principio -como ya Witlgenstein en el 'l'raciaius- con hi necesidad de una verificacin empirica del senlido de las proposiciones cientficas a travs de los hechos extralingsticos, pero no ve ah justamente un problema JId.sJco, sino exclusivamente cienlilico (ntilural). Para l, la lilosola coincide con la lgica del lenguaje cientfico, lo que dti ;i entender que ella aclara las relaciones sintcticas entie los signos tal como slas vienen exprestidas en las constantes operativas de la matemtica o en partculas comptirables tales como y, (>, si, no, lijando en cada ctiso -despus de construido un lenguaje determinadola estructura l(')gco-lbrmal de una proposicin compleja. De esa manera espcrtiba Carnap ante lodo poder resolver el problema de la verificacin en general, y ello conforme a la siguiente alternativa: todas las proposiciones emprictis generales debern redticir.se -concebidas como proposiciones moleculares recurriendo a la luncin sintclica de verdad de Willgensteina las denominadas proposiciones atmicas sti.sceptibles de ser veriliciidas de modo ptirameiite emprico''. Lucra de stas, las pretensiones de universalidtid de las proposiciones generales y existenciaics (tales como todo efecto liene una cau.sa o exi.slen los universales), en rigor htibr que referirlas no a hechos extralingsticos, sino a la sinltixis del discurso. Su aparente verdad apririca deber desenmascararse crticamente como convencin sintctica. La apora de esla concepcin resulta, desde el punto de visla de la lilosola del lenguaje, de la concepcin puramente sintcticooperativista -lo que quiere decir nominalista exlrema- del No es necesario c\iie nos delciiganios ac|ui en las dilieullacles eon las qnc Iropieza la l)siinecla clel crilerio enipirico del .sentido (enunciados alcnnico.s. enunciados protocolares, constataciones de vivencia.s, enunciados bsico. s, etc.). 137

lenguaje. Por eso es Idntica a la apora de la logstica bnnalista en la superacitSn del problenii de l;i vcrillcticin de la propiti lgica. Pues ya las partculas lgicas bsicas y, t), si... entonces , no, etc. hay que entenderlas en su propio sentido si con ellas debe quedar garanlizado un modo de openn- cxeiUo de arbitrtiriedad. Tanto ms ser ste el ca.so en las llamadtis propt)siciones de pseudo-objeto propias de la lilosolia, ctnio existen los niimeros de modo dilrente t|ue las cosas concretas , que Carnap tiene que concebir aqu como partes de lo que es la regulacin del lenguaje. Si la regulacin del lenguaje no debe terminar operando arbitrariamente con puras formas sonoras o grficas, entonces ha de presuponer cl problema del significado. De hecho todo clculo formal a base de signos y susceptible de aprendizaje hace uso del significado metalingstico de las reglas que sigue. Y aun si no se quisiera encontrar en el clculo operatorio ningn problema filosfico relativo a la verificacin fuera de la pura convencin, con seguridad se planteara un problema de esa ndole si el clculo tuviera que aplicarse a la realidad. No es posible interpretacin alguna del clculo sin que se presuponga un significatio inelalingisticolo que en ltima instancia quiere decir enraizadt) en el lenguaje corriente. Incluso el problema de la verdtid en la misma lgica se revela idntico al problema de la verificacin del significado en el lenguaje corriente. Y definitivamente es tal el caso cuando es preciso decidir el sentitlo de los llamados trminos filosficos universales como cosa, objete), propiedad , relacin, proceso, estado, eslado de cosas, hecho , situacin, valor, espticio, tiempo, nmero, etc., as comt) de las proposicitines formadas con ellt)s. Si ya su sentido es dillcil verificarlo sin una inspeccin de las reglas de juego de nuestro lenguaje, ms segura .ser la imi)osibllidad de despacharlo como un;i cuestin de aH)ilrio operatorio. 2. En esle punto, el positivismo k')gico ir, con todo, avanzando en su anlisis lingstico hticiti el programa de la lgica del lenguaje como semntica. De ese modo, la relacin de k)s signos con lo extralingstico que ellos designan ser declarada el lema de la filosofia como tal. Y de ese modo ser renovtida en gran escala la perspectiva de la lgica escolstica del lenguaje. Tambin sta haba comenzado, cuando poco despus de su nacimiento se enfrentara al problema de los universales, por querer verificar en la realidad extialingslica las eslrucluras kigicamente relevantes del lenguaje basndose -cual melalgicaen una doctrina muy sutil y bien diferenciada sobre las pwprielales cnninonim -en especial la doctrina de la siipposilioy, ulteriormente, como gramlica especulativa en los 138

Halados De inodis signijicandi. Casi lodos sus problemas eobrarn aliora nueva aclualidad, como lia mosirado Boclienski en su Hisloria de la lgica Jlinnal (comprese por ejemplo, y en especial, el signilicado ceiilral de las antinomias semniicas en Tarski con los correspondientes tratados de Pablo de Venecia de linales de la Edad Metlia)'. C'on lodo, no deja de percibirse una diierencia decisiva en la semntica lgica al compararla con la lgica escolstica del lenguaje. Direreiicia c|ue, a mi parecer, no slo conduce necesariamente a la implantacin de la dimensin pragmlica de los signos, sino tambin -inditiumoslo ya- a la revelacin liiigislicocrlica de una nueva dimensin de la verdad que nunca fue debidamente considerada por la tradicin melansica y kgica de Occidente. I.a lgica medieval del lenguaje haba basado con absoluta naturalidad su anlisis lgico de lenguaje en la lengua latina como lengua universal de la ciencia. El latn era el molde autoritario de loda autoridad religiosa y profana; de ah que slo desde l se esperara poder abstraer las estructuras lgicoonlolgicas de la realidad. La logstica moderna, en cambio, no parle en su semntica de un lenguaje natural determinado, sino que, llel a su enfoque leibniziano de un lenguaje formal concebitlo como clculo, procede a construir lo que es la funcin semnlica del lenguaje en forma de reglas para toda posible designacin del mundo o-ms caractersticamente- toda posible veriricacin extensional de los signos, esto es, como reglas a priori de la verdad. Hay ah, si se quiere, una variante, la ms moderna, del giro copernicano ijiie Kanl reclamaba para la leora del conocimienlo, se^^n el cual no es la nalurale/a la que prescribe sus reglas al enlendimicnio, sino el eniendimienlo a la naturaleza, O, ms exactamente, no se confa ya en la tesis kantiana de una legalidad del mundo constituida pieviaiiienle en nosotros en juicios sinllicos a priori, sino que, consciente y arbitrariamenle, se procede a construir lo ijue ha de valer como el a priori de todo posible signilicado de los juicios: las reglas de la semntica lgica". ' CIV. J . M. BO(III:N.SKI, Foinuili' Li>;ik, Oihis, vol. III, 2, f-Viburgo/Munic h, 19:)(), 3.S. l\iru el iL'.siiiv.iiiiieiUo tic la tli.scusit')n en torno a los un iversales, vul. W. Silt;Ml,l.i:R, itDas tJniver.salienprobleni einsl unti jet/l, en Aivhiv tur l'hiluMiphU: VI, pp. 129-22.S. * Visto ms tle cerca, la consiruccitn tle una semnlica ligica tiel lenguaje supone una generali/acin del inlenlo de olVecer un mlodo de verincucin del sentido de las proposiciones del lenguaje. Diclio intento se presenta a su vez e n la generalizacitin liloslica del prt)cedimienlo, puesto a prueba con la crisis de undamcnlos de la fisica a Unes de siglo, consistente en establecer de antemano el signilicado de conceplos como el de simullaneidad dantio el mtodo expc139

Alia bien, este proceder lia conducido a dos resultados al principio de todo punto inesperados y apenas pensados an hasla el final: en primer lugar se ha puesto de manillesto --como Wittgenstein le el primero en sospechar-que la lgica de el lenguaje de ningn modo puede decidir a priori sobre la posible verillcacin y, por lanto, sobre cl posible sentitlo de las proposiciones, sino que tt)dt) sentido y, por consiguienle, loda verdad son relativos a las reglas que rigen la forma y l;i ilesignacin y que introtiuciinos convencionalmente, eslo es, lelalivos a catla lenguaje como sislema sinlcticoseinnlico. lis, por ejemplo, compielamenle ptisible construir un lenguaje en el que tengan lambin sentido las proposiciones melabsicas o, mtis exactamente, cuyo sentido se halle en l latente. Por supuesto que tales proptisiciones no ptidrn enlonees ser verificadas mediante experimentos cientlicos, pero las posibilitlatles tle la semnlica Itigica de ningn modo se hallan liniilidas por las reglas de vcrilicacin tle un lenguaje fisicalisla especial. Mtis iinpt)rlanle me parece, sin embargo, otrt restillatlo -en cierto modo opuesto'- de la semntica conslructiva, resultado acaso mucho menos comprendido en itxio su alcance. rimciual para su medicin (asi tiinslein). De un modo parecido se sinti sin duda Kant inducido por el motlelo galileano de la ciencia nalural malemlica a exliaer la consecuencia gnoseolgica de que slo emendemos lo que de alguna forma nosotros mismos podemos hacer o bien hemos hecho. Con lodo, la lendeneia rimdamenlal de la ldad Moderna que at|u consideramos de someter de anlemano la experiencia del mundo a la anticipacin y a la inlervencin humanas (el armazn ((icslclH tle la leniea t|ue ajusla (stellU a la naturaleza, segiin Heidegger) y as garanlizar su imivocidail, cuenta con un limite l'undamenl al en su intento de construccin aprioristica ilel lenguaje, limile tjue se hace notar en la pioblemlica del melalenguaje (o de la jenut|uia inlinila de melalenguajes). Iin el curso posterior ile irueslra investigacin cousideaiemos con tielenimiento la importancia ile dicha pioblemlica para el problema de la verdatl. '' Mientras que el primer resultado ile la semntica lgica ntrs anuncia que no exisle el lenguaje y, por tanto, lamptrco es posible decitlir la eueslitn del sentido de las proposiciones melatisicas por metiio de la It'rgica de el lenguaje, sino en lodo caso por medio de la convencin ItSgica tle cada uno tle lt)s lenguajes que ci>nslruimt)s, la luncin apririca bsica que cumple el lenguaje corriente como melalenguaje liltimo de lodas las conslruccitrnes logsticas nos induce a la consideracin casi opuesta y e.seneialinenle ms profunda de que en cierta manera si existe el lenguaje, a saber: eomo el estatio de yeclo fOVwoif'nlwil) del llltr.sofo actual en el mundo del significatb propio de una tradicin lingstica (la occidental) tle la t|ue fclicamenle tieriva su construccin tlel lenguaje. I'ero aijU, la ciiesiin tlel senlitlo de las proposiciones melallsi cas no se aclara ptir una decisin convencional, sino por un trascender liislrict)herme nutico (una repeticin renovadora -iili'ihicntks H'icihrholvii) la metallsica conservada en el lenguaje filosfico de Oceitlenle y an acluanle -en virlud de la viwrycHi (Humboldl-Weisgerber) tle tlicho lenguaje- en el posit ivismo.

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Lo que dentro de un sislenu semntieo se halla siempre establecido a riori como las reglas del significado y la verdad es algo que depende-ms an que un sistema puramente sintcco - del metalenguaje desde el que se introducen las reglas mismas. Pero el inatalenguaje icliialik'r ltimo de toda jerarqua logstica de lenguajes es, como hemos dicho, el lenguaje corriente concreto. Del lenguaje corriente obtiene el semntico lgico el punto de visla especulativo (el significado) para la construccin de sus reglas, punto de vista que se pone a prueba en la medida en que las reglas del significado permiten una determinada interprelaein material del sistema, es decir, una determinada traduccin a conceplos del lenguaje corriente. En esla doble n.spiracin o legitimacin del lenguaje artificitil en el lenguaje corrienle resulta, ciertamente, muy deseable una iMccisin del significado que viene expresado en el lenguaje corrienle -un;i potenciacin en cierto modo de la precisin termnok)gica que ha sido ya hechti dentro del propio lenguaje corriente por medio de definiciones cientficas. Pero el contenido de los conceptos precisos posibilitados por el sistema semntico, as como el conlenido del significado de las reglas constriiclivas del propio sistema semntico, proceden del pensamiento a base de significados del lenguaje corrienle. Si se hiciera abstrticcin de este conlenido del lenguaje corriente (por el cual se hallan unidos los sistemas formales de la ciencia nuuein;iti/ada con loda su precisin en la hisloria total de la ciencitt, adems de unidos en la aperlura precienlfica del senlido del niuiulo, formando tinti conlinuidtid), no le quedara al sistema .semntico de reghis otro cometido que el de remitirse a priori -ms all del sistema sintctico concebido como clculoa la verifictibilidad de los signts lingsticos por medio de hechos en s extralingsticos'''. Y esla misma remisin, como en general la idea de unti .scmnlicti, presupone de Jiclo toda la tradicin tiel pensamiento inscrita en el lenguaje ct)rrienle. ''" tal parece ser e.xactameiUc el conleiiiilo tic la ileliiiiciii .senuintica tJ e la vertlail tle A. larski. I't)r la concortlaiicia Itigica entre el sentid tle una p roposiciiSn nietalingistica y el senlitlo tle una prtiposicin lorntulada en ini lenguaje objelt) L, de acuertlt) con el est|ueina de dcrinicitin: la propo.siciiin "las co sas son tle lal o cual manera" es verdadera si y st)lo si las cosas son de lal o cual manera, se logra una clariricacion del senlido de la pura verdad raclual haciendo abstraccin tiel senlido pragmtico tle los enunciadt>s en los t|ue se alirman hecht)S. Tero en el conlcxlo pragmtico del enunciatlo, esta clarilicaein abstracta .slo pucile hacerse valer como principio regulativo si se presupone ya un acucrtlo acerca tiel senlitlo verilicable del enunciatlo. lisltis presupue stos los salislaca, a mi juicio, el concepto pragmlieo-lrascentlcnlal tle la verdad de CTi. S. I'eirce al llmtlar a prum loila posible vertlatl raclual tic l a ciencia natural en el consenso posible tle una comunidad ilimilatla tle e.vpcri 141

Esle punto podemos, sin embargo, dejarlo de lado, ya que, de lodos modos, la idea Ibrmal y fundamental de una semnlica pura indudablemente ha lijado, con una claridad insuperable, un blanco extralingstico para loda posible verdad lingstica: la conformidad con los hechos de las proposiciones del lenguaje, eje de toda ciencia emprica. La idea de una semnlica lgica proporciona ya aciu la misma aclaracicSn paia el caso de lo que Leibniz llamaba veriles de fail que la idea de una sintaxis lgica lo haca anleriormenle para el conceplo de veriles de ruison, en tanto que stas tienen su origen en la pura autoposicin del intelecto que las relaciona (inielleeius ipse). Ahora bien, es justamente este tratamiento analtico del lenguaje que hay en la referida disyuncin de la verdad -y que constituye direclamenle cl aspecto hislrico fundamenlal del positivismo lgico- el que muestra tiue el problema del significado lingstico en modo alguno queda resuello con la relacin de los signos lingslicos enlre s y con los hechos extralingsticos; que en el sistema de reglas propio de la sintaxis lgica y de la semntica lgica no solamente hay que concebir un nico conlenido de signillcado relalivo al mundo capaz de decir algo al que usa el lenguaje. El solo hecho de que algo pueda hacernos frente presupone ya el significado en el sentido de signijicalividad: y dicho significado presupuesto -por ejemplo la expectacin ante lo propicio o lo hostil, lo lil o lo nocivo, la ayuda o la oposicin, lo que es aprovechable o inservible- se encuentra para nosotros los hombres siempre ya articulado en el lenguaje, i'alabras como mies y cizaa, paso, llanura, baha o promontorio delatan enseguida que el sentido, en el lenguaje cotidiano, no se verifica ni de modo lgico-formal ni en orden a la conformidad factual solamente. Un entendimiento puro como el que esl a la base de la semntica lgica no encontrara ninguna bahia pnuccioia; ninguna pared o muro podria cortarle el paso ni se le abrira ninguna puerta. Mas tampoco podra medi ninguna fuerza o velocidad (puesto que l no est en condiciones de medirse con el mundo). De modo que tampoco podra fundar ninguna ciencia nalural. Ni aun los mismos signos sinlcticos fundamentales del lenguaje arlilicial de un clculo po nitiuucin c inlerprelaein in ihc long run. Vid. al espeelo mi iniroducein a Ch. S. Peiree, Schrijten I, Frankl'url, 967, asi eomo la imiodueein a Sclnijlen II, Fianklurl, 1970. Para la definicin semnlica de la verdad de Tarski, vid. W. Sri;(iMi)i.i,i.K, l)a.\ H'uhriuil.ynvhifin und die Idir der Senianiik, V iena, 1957, as como la erilica de ti. TUIUNDIIAI en l'hd(t.\iiilnschc Rnd.schuu, 8, pp. 131-159. 142

liria comprenderlos, puesto que no basta la identidad tautolgica (la auloposicin adialclica) del entendimiento (a=a) para constituir los significados de y, o, no, es, etc.'" t,)u es lo que le llta aqui al anlisis sintctico-semntico del lenguaje? Qu factor lingstico constitutivo del sentido se halla omitido?; es aca.so el de la expresin de las vivencias, emociones o voliciones humanas? La ob.servacin no es, ciertamente, falsa; slo que oculta con suma lcilidad el hecho de que el tercer factor buscado no pertenece de ningn modo a una esfera privada relevante solamente en el dominio psicolgico-emprico, sino que constituye el llamado signilicado objetivo o, en el sentido de la Icinguc (Saussure), inlersubjelivo del lenguaje, sin el cual no habra informacin cientfica alguna. De la situacin expuesta, muchos crticos del positivismo lgico han sacado la conclusin de que signilicado sencillamente no puede eciuivaler a verificacin posible", y que sentido es olro concepto distinto del de verdad. Pero ello significara, a mi juicio abandonar dcmtisiado pronto el principio de verificacin y disminuir no sin precipitacin la funcin crtica del conociinienlo que tiene el anlisis del lenguaje. Ls perlclanienle posible pensar que no slo el lenguaje po.see una tercera dimensin adems de las dimensiones sinlctica y .semntica, sino tambin la verdad formulada lingslictimenle. 3. Una ve/, ms debemos d;ir ac|u un nuevo paso dentro todava del marco del anlisis positivista del lenguaje. Hemos de referirnos ahora al punto de vista pragmatista de la filo.sola aniericiina que Morris aadi ex|ires;imenle ;i la sintaxis y a la semntica de los signos como dimensin pragmtica de uiiti semitica tridimensional. La pragmtica de los signos se ocupa -como ya indicamos ms arribi al tratar del est|uema tridimensional tle la semitiLii psitiilidail ele llevar a efeelo un eleulo eiinio luego puramente operativo sin considerar su signilicado en el Icngii.ije corrienle (cl'r. I'. I.ORI.N/LN, Konstrnkliw ih'yiiu/iiiif' ilcr MMhcnuiiik ly.sO) no demuestra lo contrario, sino, en el mejor de los casos (suponiendo que no inlervenga rcalmenle para nada la inspiracin del pensamiento en el lenguaje corrienle), solamente muesira lo que es el comicn/.o efcclivo de un juego lingislico (Wiltgenslein), coniicn/. o a partir del cual se lia constituido desde siempre el propio lenguaje corrient e, l'cro un juego lingislico desarrollado nunca po.see solaniente las dimensiones sinlctica y semntica tic los signos, sint) que posee ya tamliin esc ms que andamos buscando. " til trmino verilicacin lo enlendemos aqui en el senlido ms amplio de wriua-in posible (icwahriu-inmn) y no en el sentido de conlirmacin complela o de perfccla corroborabilidatl de cnimciatltis. ln dicho senlido, el principio de verilicacin imscc, a mi juicio, un valor heurislico intlc|)ciitlieni cniente del hecho de ipie se ctinsiga lormular un ci lleno de verillcacitm emprica. 143

ca- de la relacin de los signos con las personas tiue los utili/ini. es decir, que los prolleren o k)s comprenden, lisia ctimplemcntacin de la descripcin eslruclural del fenmeno lenguaje, permite resolver los problemas pendientes de la verificacin solamenle sintictico-semntica del significado lingstico? Da una respuesta a la pregunta de por qu los hechos qtie designa el lenguaje no le son conocidos al hombre en su facticitlad pura, sino que primero lienen que emerger a la lu/ de las palabras que exprestin unti relacin con los intereses viiles humanos?; o a la piegunla tle por qu an las ciencias slt) puetlen fijar adecuadamente los hcchtis una ve/ que sepan ya tle anlemano qu es aquello que inquieren -es decir, a la lu/ de qu palabras lo hacen? O al problema de los trminos filosficos tic carcter gene ral como costi, objeto, esladt>, relacin, propiedad, etc., o, al fin, del .sentido, cl signillcadt), el valor, la verdad , la conlbrmidad o la facticidad? No necesitamos ms que reunir un nmero mayor de tales trminos generales -Itis de las Iratlicionales categoras, predicables o Irascentlenlales- para tlarnos cuenta enseguida de que el punto de vista carnapiaiio, aunque se titilara en ellos de puras convenciones lingsticas, no nt)s sirve. El lenguaje siempre podr hacer de estos ltimos topoi formas a priori de la experiencia, pero de qu manera lo hace? La arbitrariedad tautolgica no es capaz de explicar la diversidad definida de las categoras. Pero los hechos se encuentran siempre ya abarcados en ellas. Puede aqu servirnos de ayuda la tidmisin de una dimensin pragmtica de la verificacin de los signtis? Carnap, que tom enseguida de Morris la expresin pragmtica de Itis signos (as en su Iniroducein a ln Semnlica "'), le priv, de un modo caracterstico,-de su significado filti.sfico al calificar a la pragmtica de los signos de discipUna empiricti'-, disciplina que no forma parte del anlisis tlel lenguaje, sino slo tle hi lingstica empric-descripliva. Ello signillcti que tle ninguna manera se plante la ampliacin proyecttida por ntisotros de la crtica tlel conocimiento mediante una tercera tlimensin de la verdad. Pero lal renuncia no stilo excluira de l;i erilicti filosfica del lenguaje -como muy bien pensaba Carnap- el significado de las proposiciones precientllcas del lenguaje cotidiano, sino tambin kis axiomas y conceptos fundamentales de la ciencia e inclu.so del propio anlisis del lenguaje; pues en toda precisin terminolgica, stos presuponen siempre -como se indic en la crtica de la semnlica Itigica- significados (origiK . CAKNAI', liilioditiUim to SciuanlUs, ('aiiiliikl,'c (Mass.), .1K. I' //'/., 5 y .19, 144

iiaiios) del lenguaje corriente. Estos signillcados de base proeedentes del lenguaje corrienle quedaran de ese modo totalmente fuera del alcance de la rllexin lllo-sHca -y con ellos :1 problema del metalengutje, problema capital en toda crtica logstiea del lenguaje. El mismo anlisis del lenguaje permatiecera, en iiltimti instancia, ignorante de su propio sentido, incluso considerado como crtica del lenguaje. Y es aqui donde el pragmatismo timerieano da, con Morris, un piso adelante. Para Morris no hay que distinguir en la pragmtica, al igual qtie en hi sinttixis y la scmntieti, un aspecto puramente formal de otro empriet)-descriptivo: el aspecto formal de la pragmtica englobti ya de por s a la sintaxis y a la semntici lgicas. Pties hi semiticti, como ciencia de la conducta humana mediada por los signos, es ella misma, en su enfoque fundamenttil, untt piiigmticti. Ella puede y debe entender las reglas operativas de la sinttixis k)gica y las reglas relalivtts al signilicado y la verdad de la semnlica lgica como regulaciones de la conduela humtma determinadas por Unes. Toda opertilividad liene un mnimo sentido pragmtico, el .sentido formal, por ejemplo tle una conducta planificada." Pero Morris, en su obra posterior .S7,t;//.s, Languagc and Hehavior va an ms all de su primera distincin enlre las tres dimensiones de los signos. El enlbtiue pragmalisla-behaviorisla de la i'vmcin signifcame del lenguaje mueslra al filsofo algo que desde hace mucho tiempo no es ya un .secreto para el lingista emprico: que no es posible abordar la realidtid del lenguaje estableciendo una nica relacin semntica enlre Itis signos y las ct)sas conforme al mt)delo de la designticin eienlllcc)informaliva. D ese modo renueva Morris, Iras el precedente de Ogden y Richards", el programa medieval tle una teora de los nindi signijlcandi, proyectantio una leora behavit)risla de los nwdi del signillctido, de los cuales la designacin cientfict)inlbrmativa de estitlt)s tic co.sas es slo uno entre t)lrt)s. Morris coincide aqui con la posicin del Witlgenstein posterior, quien en sus l'ldlosoplsciic Lhacisnclningcn^'^'* se aparta ttimbin por completo tle su primer inotlelo fiuir;ilivo del lenguaje inspirado en la ciencia, coinplel;indo y rehitivi/antlo su primitiva teora del mo.saict> referida a la tiesignacin de " Asi aiBuiucnlalia ya Monis en |y.1.S LMI su lialiajo The Rclaiiiui of w liriiuil iiitl l'.niiiiiical Si'ii'iuv.s williiii .Scieiilific l'.inpiisni {kcnilnis. vol. .s, p. 6 y s.). l."cil., \950. I' C. K. OdDi.N y .1. A. Kii iiAUDS, 7/ic Mfciiiiiii of Mcaiiiiiy. Lomlivs, 192.! ; .S." eil. revisaila, Nueva York, I93K. A esle rspeelo elr. Momos, arl. eil., pp 69 y ss. 2." eti., Oxford, I9SK. 145

objetos con una pranitica, en princiino inagotable, de los posibles juegos de lenguaje. T.n general es posible eslablecer un paralelismo enlre la evolucin llloslica de Willgenstein -no obstante la relativa soledad e independencia de esle pensadory la evolucin total que hemos trazado dei anlisis neoposilivisla del lenguaje desde el cienliricismo sinlctico-seinntico a la Tjcrspecliva pragmtica. Acaso ahora se comprenda -despus de las consideraciones que lienuis venido hacieiidocl hecho de que esla evolucin Irajera consigo un alejamicnlo de la construccin del lenguaje inspirada en la lgica y una piolundizaciii creciente en la esencia del lenguaje corrienle. Ello sucede de una forma ms pronunciada en el Witlgenslein socrlico y aforstico y su escuela inglesa que en el apasionadamente cienlificista y sistemtico Morris. Tomemos de nuevo cl problema de la verificacin del sentido lingstico. Qu ampliacin fundamenlal supone su Iratamiento pragmatisla-behaviorista? Ch. Morris tlislingue entre los siguientes Mmlcs of Sigiiif 1. hk'iuifying: por ejemplo, aqu, ahora, esto, yo, etctera, pero tambin nombres propios y expresiones como esla noche a las 10 o en la esquina de la calle 2.1 con Broadway y otras por el estilo. Los idetilificadores lienen la funcin beliaviorsliea de localizar espacial y temporalmente la eontlucla del inlrjirele de los signos en su entorno. 2 . La designacin informativa (IcsigHaling): por ejemplo, negro, animal, mayor. Mediante ella se dispone al intrprete a reacciones que esln delerminadas por los caracteres objetivos designados del entorno. 3. Appiaising (cciuivalenle a valoracin). Por medio de esla funcin de los signos se dispone al intrprete a una conduela que favorece o muestra preferenciti por algo. As, mediante palabras como buenti, mejt>i", m;il(>, auni|ue tambin por medio de los componentes valoiativos de palabras como ladrn, cobarde, insignificanle y otras por el estilo. 4. La luncin prescripliva de los signos. Mediante sla se dispone al interlocutor a un determinado tipo de reaccin o consecuencia de tal reaccitn. Morris distingue enlre prescriplores calegricos, por ejeini)lo: ven aqu!, prescriptores hipotticos, por ejemplo: cuando tu hermano le llame, ven!, y, finalmente, prescriptorcs basados en raCJr. MuKKis lll, caps. III, V y VI. 146

/.iics, como, por ejemplo, ven aqu para que te de la carta! . Segn su gradt) tle generalidad, itl tipo de prescriptorcs como debe o no debe le corrcspt)nden designadores como algo o nada, as eomo signos de valoracicn comt) bien o mal (punto ste en el que .se torini transptirente la vieja prt)blein;'ttiea de los irascetidenlales). 5. L.a rtincitni lormaliva. Metiiante l;i introduccitn de esle ptmU) de visla, Mnrris pielende e.\|)layar el viejo problemti It'igico-grainalical de los signt)s lormalcs o siiicalcgorcmlict) s tle Ibrina pragmalisla-beliaviorisUi. Se trata, claro est, del sigiiilctido tle signos tales comt) y, o, no, algn, es, +, cinct), etc., asi como de las variables , la posicitn de las ptilaliras, las llamadas ptirles de la oracin, los sufijos, la inlerpuncin, etc. Aqu slo podemos hacer una caracleri/acin somera de las extensas disquisiciones de Morris, cuya Unalidatl es, entre otras cosas, analizar el significado de la k)gica, la malemlica y la gramlica in wniis oJ'Bclinvini-. Digamos t|ue la disposicin a una eontlucla por metiio de loiinadtircs consisle en relacionar enlre s de delerininada manera las disptisiciones que ocasionan los dems signtis lingslicos; por ejemplo en forma disyunlivti en la prtiposicin: maana llover o no llover, o en forma eoii.itiiuiva en la proiiosicin: maana lltiver 1' har frti. Tambin pueden relacionarse enlre s valoiacitincs o piescipciones en Itigtir de inlimacioiies sobre hechos. Asi, un sislema tixiomlico habra que entenderlo como una inforinacin asislemlica acerca de relaciones, ya sean entre posibles atlquisicioncs de eonocimienlos sobre hechos, ya entre pt)sibles valtiiacione. s o posibles observancitis de pre.scr|)ciones. Vayamos ahora a la cuestin de hi verdatl de ios signis, l.os aparladt)s 2, y 4 sobre los modos del signilctKlo que acabamos de exponer permiten, segn Morris, una vcrilicacin especfica de cada cast) ctm ayuda tle los itlenlilieadnres. Asi, las proposiciones desigiialivas, esto es, las coiislalaciones lcluales, son vcitladeras si los caraclcies designados del entorno ptiede encontnidos el intrprele de los signos en determinado Itigar y tiempo; las viiloracioncs, si cl tibjeto de valoracin se mueslni, al idenlilicarlo, tideeuado a la conduela prefercncial del intrprele; las prescripciones, si la conduela exigida viene ocasionada por la siuuicin idenlilicatla. Id propio Morris piensa que es ms dilicil encontrar valoracitines y prescripciones altamcnle Hables'" IJi lUR-hlrc ci)iilc.\lo |IIKII.'MH)S ilcjar a un lailo la ilislinein i|uc hace MD rri. s cnlrc siiiios vcriladcio.s en un inornenlD ilailo > sigiuis (illables> en general. 'Jr. Nh)Ritis, o. cil.. cap. IV. 147

que eonslataeiones faetuales igualmenle Hables, y ello a eausa principalnienle de las iiecesidailes llucluanles de persona a persona y de un tiempo a otro, incluso para una y la misma persona". Punto al que aadiramos la pregunta; no hay tambin una verdad lingsticamente lormulable sobre las necesidades, incluso sobre las necesidades mas y de otros aqu y ahora? Hn cualquier caso, Morris es en principio de la opinin tle t|ue, con arreglo a sus puntos de vista pragivuiticos, no slo la ciencia, sino tambin el di.scurso valt)rativo o prescriplivo en el arte, la poltica y la religin puede tener pretensin de verdad. En lo que respecta a la verdad del discurso lormativo (el de la lgica y la matemtica, por ejemplo), apuntemos aqu nicamente que Morris no la hace descansar solamente, como algunos operacinistas, en la propia luncin lormativa, sino que da por supuesta la posibilidad de la interpretacin semntica y, con ello, tambin pragmtica de, por ejemplo, un clculo. Pa.saremos ahora a examinar las posibilidades que abre la dimensin pragmlica del discurso introducida por Morris al problema de la verilicacin. 3. SliMtriCA l'RACiMATLS I A Y III.O.SOl A HUMANISTA DI:L LHNCiUAJt; Para adtiuirir una perspecliva histiica, reprodu/camos en primer lugar un texlo de Ammonio, comentador de Aristteles. Esle reza as: Pucslo t|ue el di.scurso (Xyo^) nuuilicnc una dolilc relacin -como mosU el lilslo Teolrasto-, una con los oycnles, para los cuales tiene un signilicado, y otra con las cosas, de las cuales el hahianle pretende convencer al oyente, resp ecto lie la relacin con los oyciUcs nacen la poiica y la retrica..., pero respecto de la relacin ilel discurso con las cosas, el lil.solo cuidar prelerentcmente de refutar lo l'al.so y demostrar lo verdadero'". Encontramos aqu, inequvocamente, una diferenciacin de las dimensiones del discurso como la que hay en la fundamenlacin de la semitica de Morris. La filosofa se ocupa de la verificacin semntica de los signos. La potica y la retrica rigen -cabra decir- la dimensin pragmticti del discurso en relacin con los oyentes. En esla divisin del trabajo propia de las tchnai del lagos (arws scnnonicalcs) resolva, por decirlo as, la filosofia antigua desde Scrates y Platn todas las dispulas " bul., p. 108. AMMONIO, //I AriswicHs )c InifiprcKilioiw C'uinnwniarius (ed. de A . Husse, icrln, 1887, p. 65, c. .31-66, c. 10). 148

inanlenidiis con poetas y oradores en torno al eullivo del lfos. Lo nleresanle del caso era que estos ltimos nunca esluvieion del lodo satislechos con dicha divisin. Cosa tiue, indudablemente, no impidi que la tlivsitSn de Teol'rastt) saliera victoriosa y dominara completamente, por ejemplo, la actividad de las e.scuelas medievales. Pert) totlt> el nu>vimientt) espiritual del llamado llunumisnu) nt) puetle explicarse en su posicin llosliea sino viendo en l el inters tle los ltores que se resiste a dejar la vertlatl, en el .sentido de sabitiura (sapicnlici), en manos de los Itjgietis. De ah su lucha secular contra las sutilezas de la dialctica, y en particular contra la lt)gca escolstica del lenguaje -t), hablandt) modernamente: contra la semntica lgica'''. Lsta lucha se desarroll ciertamente de forma tan efectiva como carente de instrumental niosljco, casi solamente con gestos patticos. Pese a lo cual introducir profundamente un tpico humanista en los fundamentos de nuestra problemtica. Lste se remonta a Cicern, quien lo expresa en los siguientes trminos: La ratio clissciviuJi liene dos parles: iiiian invcnk'iicli allcmn iiulicancli... Los estoicos slo han desarrollado una de estas ramas; ellos recorrieron escrupulosamente la senda judicativa en aquella ciencia que llaman "dialctica", pero el arle inventiva (arlcitt invcnicncli) que llaman "tpica", ms til y, ciertamente, anterior en el orden natural {online naiitnu' (vrte prior), la descuidaron por completo'". Lsle tpico se extender por lt)da la hi.sloria del humanismo retrico cual argumenlti en lvt)r de la primaca de los esludios histrico-hermenuticos del lenguaje sobre la lgica formal. Pero fue slo Uiambattisla Vico en su obra temprana /)(' noslri t'/iiporis stiulioruiu ratioiw quien revelt todo su fondo gnoseolgico y lllosfico-lingslico. La humanidad -argumenta Vico- no puetle comenzar juzgantio sobie la conformidatl de prpt)siciones tiesde una rllexin puramente critica acerca del contximienlo. Para que lales proposiciones puedan de algn mtxIo existir, es necesario antes asimilar la tpica cultural de las lenguas hislricas-su interpretacin tiel mundo, podramos decir- desde perspectivas humanas: sla es la verdad ms primordial e imporlanle para la vida. Vico argumenta as en defensa de la fornuacin humanstica contra el ideal cartesiano de una ciencia libre de supuestos concebida como luallicsis iinivcrsalis. No debemos pasar por alto el hecho de que el aclual nioviVid. mi libro Dw dci' der Siiraclu' in der rtidilion des lliiinani.siiius wn Dante bis Vico, Honn, 196.1. CicruN, Tpica, 11, 6. 149

iniciilo analtico del lenguaje, movimiento que va asociadt) a la logstica, esto es, a la reorganizacin de la lgica estoica y medieval bajo la inspiracin de Leibniz, llega con Morris (y tambin con el ltimo Wittgenstein) a un punto donde resulta posible una conlrontacin con la ideologa retrica del humanismo. Para esta nueva constelacin dentro de las (tites scnnoiiicak's me parece decisiva la circunstancia ya aludida de que la nueva .semitica, es decir, la que nace de l;i logstica, no partiera ya, como la aristotlico-escolstica, de la interpretacin material del mundo propia del lenguaje corrienle, sino que por vez primera hiciera el en.sayo de solucionar a priori el problema del significado medianle la conslruccin de un lenguaje artificial unvoco {vid. supra, p. 1.19). Ln esle ensayo, el lgico moderno (el semntico lgico) luvo que llegar a la evidencia de que la verificacin del discurso no viene garantizada simplemente por su relacin con las cosas, como suponan los griegos (clr. el texto arriba citado, atribuido a Teoirasto) y despus los escolsticos (as, en la cuestin disputada de si existen o no utiiversalia cxira ttu'nlcnt). Ms exactamente: tuvo entonces que hacer.se claro que una crtica refiexiva del lenguaje, como la que ostentaba la lgica tradicional en sus teoras de la verificacin (as en la teora de la suposicin), presupone las cosa.s mentadas (npynarcz, res) -independientemente de la afirmacin o negacin de su pura lacticidad- en la parlicularidad misma de su ser-as con que se revelan dentro de la imagen del mundo del eorrespondienle lenguaje corriente antes de toda rellexin cienlilica. Ln otras palabras: la tpica (picrrefiexiva) concerniente al mundo propia del lenguaje corrienle es anterior a la crtica (refiexiva) del lenguaje por medio de la semntica puramenle lgica. Lsta era exaclamente la tesis central de la secreta filosofia del humanismo. Y la presentacin clara -siendo por primera vez constructiva- de la disyuncin que realmente existe en el dominio de la lgica libre de supuestos eiUre la verdad lgico-lormal (detlueibilidad) y la conlbrmidad factual""" comprobable por lodo el mundo y en todo tiempo, mostraba que la verdad sobre las cosas del mundo jams puede garantizarla el lgico puro de forma tan completa como esperaron, o pretendieron, los grandes fundadores de la lgica. Platn y Aristteles, en su controversia con los poetas y rlores. En la relacin del discurso con los oyentes, que, segn Teoirasto, viene regida por la potica y la retrica, no deba ir tambin incluido un factor constitutivo de la verdad referida a las cosas del mundo (del hombre) tal como, de una forma ms o menos clara, haba afirmado siempre la ideoVid. .supra, nota 9a. 150

logia de la saj>ii'iilia de los sofistas y sus sucesores, los profesores humanistas de retrica de Quintilianu a Vico? Justo en esle punto es donde Morris complementar el anlisis (.le lenguaje y a la leuia de la verificacin del positivismo lgico con el i^rtigmatismu. liste permitir, por decirlo as, una nlegiticin'' y una concreti/acin humanisltis ile la construccin del lenguaje al referirla al tiso que de sle hace el hombre (la conducUi mediada por los signos, como dice Mors siguiendo a Ch. .S. I'eirce) en la situticin de su numdo en torno. La relacin sintclica de los signos enlre s y la rehicin semntica de los signos con los hechos, slo adquieren un senlido concreto como ptiliones de la verdiid material en cuanlo momeiilos mediadores en la conductti del hombre ct>ii respeclo a su mundo en torno (la conciencia en general propia de la ciencia aparece enionces como el mdulo de loda mediacin de la rllexin desde el supuesto de una conslilucin prerrenexiva de la significatividad derivada del concreto .ser en el mundo -as podramos interpretar, en el lengutije de la filosofia existencial, el significado de la dimensin pragmlica de los signos para una antropologa del conocimiento). No .se le escapa a Morris la rehicin histrica de su semitica tridimensional con la divisin de las urli-s scnnutiiccilc.s tradicioiutles que figura en el riviuin antiguo y niedievtil. Ln su 'undanu'ntiwin declara explcitamente que semiotic is ihe IViimework in which lo 111 ihe modern ec|iiivalciits of tlie ancient triviiim of logic, grammar aiul iTieloric''. Y especitilincntc ia UIJ)iua es para l ;in early and resirictci.1 lrm of pnigmatics-'. As se comprende que Morris intentara en su obra posterior una nueva fundtimentacin de las (.leiuiminadtis ciencias del esi^irilu (sciciuijic I/iiiiiuiii.siics) derivailas del Mumanismo sobre la ba.se de una seiniiica pragmatista-behaviorista -especialiiienle tle hi teora de lt)s nioJc.s oj.siginJyiHg-'. Ahora bien, aqu se pone tle mtinileslo un nuevo conlrasle que diferencia tambin a la semiulica |X)sitiv islti coniplcnientatia con el pnigmatismo de un;i lilt)sotki o ciencia del lenguaje en la tradicin de la ciencia lilologicti del espirilu t> de la filosofia de la hisloria fundadas por Vico. Concenlremos nuestra discusin de esle problemti de nuevo sobre la relacin enlre lenguaje y verdad: Coniprcse con la conccpcit>n del piagmalisnio como humanismo en 1-'. C. .S. .SciHi.i.i;n. ' MiiKKis 11, p. 5(). Inveisamenlc, J. M. liochcnski ha puesto en su Hisloria de la Lgica l'ormal (vul. . iiipni, ola 7) a la ba.sc de su concepcin de la semitica antiguo-medieval la divisin tripartita de Morris. 2' Ihid, p. .10. 1 MoHKis 111, cap. VIH, 5. l.M

Para ello, volvamos ima ve/ ms a la divisin alrihuida a Teoirasto, Hl lllosofo -dgase: el semntico lgico- debe ocuparse de la verillcacin o de la falsacin del discurso por las cosas que designa, y ello mediante la allrmacin (xuripuoiQ) y la negacin ((kn:(paai<;) de la exactitud de la designacin, como dice en otro lugar el texto de Ammonio-'; pero la poltica y la retrica -tiue, de modo caracterstico, v;m despacliadas juntas deben, aade asimismo el texto-'', contentar (i'iaui), admirar (x7tA,i)^at) y, en el .sentido de la persuasin, subyugar al oyente del discurso (/ipq xf\v m:i\)> xfapan')vT(x fixetv) mediante el uso de palabras convenientemcnie escogidas. Tambin Morris, en perfecta concordancia, trata del cometido de la retrica y la potica en clave de adecuacin en el uso de los signos-' al suponerlas -ambas (!)- delerminadas por la finalidad predominante de la incitacin efica/ a una determinada valoracin, bien que concediendo, por lo dems, al uso valorativo del lenguaje, como ya vimos anleriormente, una verdad especfica de l. Psla es, desde luego, relativa a las necesidades del oyente, cosa que ya mencionamos y nos conviene recordar ahora. En definitiva: con esta regla, Morris ctila bastante bien en las nociones que el orador o el profesor humanista de retrica, como un Cicern, un Quintiliano o. posleriormenle, C. Salutati o L. Valla, tenan acerca de lo tiue es la misin o la sapientia especfica del orador instruido que en el foro ha de manifestar la verdad de una situacin prclica ante sus ctmciudadanos. Pero cala tambin de maneni saiisfacloria para nosotros en la funcin del uso literario tlel lenguaje? Lo que importa aqu no es la cuestin de si, para los fines que se propone el aulor literario, la proporcin de las inluencias de carcter informativo, valorativo e incitativo sobre el pblico -para emplear las categoras bsicas de Morrises distinta de la del orador. Adems, esla cuestin no la encontramos en la caracterizacin que hace Morris-". Ms esencial es esta otra consideracin: supone tambin el aulor literario -como acaso podra afirmarse del orador formado en una escuelala existencia por una parte de las cualidades de las cosas Op.iit.. p.66,c. 17-ly. Ibid.c. 10-14. " MoKKis 111, csp. pp. 49 y 12.5. -" De la elasilieaein de Morris en use y iiunle se desprende, eiertainenle, que una misma finalidad del lenguaje (la valoraein = vuluuliuf) la alean/a la poesa sobre todo por medio de apiiruisors, mientras que el orador lo haee so bre todo l'ormativamente (por ejemiilo, la proposiein cuasianalliea un hombre es un hombre en una apologa del eomportamienlo viril). Pero qu

ocurre cuando el orador dice; lAli, hombres cruelmente inditrentes!?, es ahora un poeta'.' Cl'r. Moluus lll, pp 123 y ss. 152

y, por otra, lic las necesidades de los hombres a quienes se diri ge, de forma que slo lenga que designarlas con palabras conformes? lisio es lo primero que sorprende e inmediatamenle defrauda de la an\pliacin pragmtica en Morris del eoneepto de verdad lingislica: que quiera verificar lambin, en resumidas cuentas, los modos no informativos o designalivos del significado con ayuda de la funcin designativa -que no la llama ahora designativa , sino denotativa- y con ayuda de la leora de la verdad como adecuacin, teora surgida sistemiica e histricamente en exacto paralelismo con aqulla, fodos los modos del signilicado de los signos -tambin los valorativos y prescrpiivosimplican, segn Morris, una denotacin conforme tle cualidades objetivas, si bien para el caso de la valoracin y la prescripcin son slas relativas a las necesidades del hombre-''. IZn cuanto hiptesis melalisica, .semejante teora se sustrae a toda ptisible discusin. Sin embargo, una cosa puede allrmarse con seguridad: determinadas cualidades de las cosas en las que podramos medir la conformidad de las designaciones, slo las cont)cemt)S a la luz de los signillcadtis o, mejor an, de la imagen material del mundo propia de un lenguaje natural mediante la cual quedan constituidas de antemano las posibles cualidades tle las ctxsas como unidades tle senlitlo. Ciertamente, tt)da referencia directa a una situacin creada entre el hombre y su entorno liene en s un momento tie signifiealividad que ms o menos tra.scientle la interpretacin lingstica convencional del mundo, momento que hace que pare/can ciiestit)nables las cualitlades cont)cidas de las ct)sas, as como las necesidades ct)nocidas del hombre, parecientli> reclamar nuevos conceplos. Pero precisamente esla circunstancia nos levanta la .st)specha de que el lenguaje no .stlt) tiene por funcin desigual cualidades conocidas conformndose a ellas (por ejemplo a la casa con la I palabra casa o al amigo con la palabra amigi>), sino ms oriI ginariamenle la de manifestar de un modo primario las cuali ; dade.s (en especial las valio.sas) del mundo circundante desde ; las referencias vitales de una situacin no sin enlazar, dentro del \ mismo lenguaje natural concreto, eon la apertura del mundo \ an vigente siguiendo la lendencia directa de su estilo. I De hecho cabe distinguir muy bien dentro de lo que se llama I uso del lenguaje -esto es, sin necesidad de ir metafsicamenle ms all de los lmites del mundo, siempre ya lingsticamente ; iiUerpretadt>- entre un uso del lenguaje que suptine evidenI les las cualidades de las ct>sas y los hombres y otrt que priI mariamente las evidencia; entre un uso lingstico que subsu

//)/(/., cap. IV. 153

me hechos bajo conceptos convencionales y otro que, a la vez que acontecen nuevas percepciones (con su componente de verdad: N'it-walir-nclimuiigL'ii) del ente, libera a ste en su ser-as. Visto de otra manera: entre un uso del lenguaje consistente en usar las palabras slo como medio para designar cosas conocidas y puesto al servicio de Unes y necesidades conocidos y otio tal que, contando con que al fmal las cosas, los Unes y las necesidades no quedan de ninguna manera rellejados en su esencia actual, pone en juego a las palabras como potencias, por decirlcrasi, encarnadoras del seiuitlo. La razn de que la semitica positivisla-pragmalisla hiciera antes justicia a la retrica que a la literatura -lo tiiismo que hizo el liumainsmo mientras permaneci, hasta Vico, pendiendo de la divisin trazada por reolVasto de las dimensiones del lugos- podra estar en ltima instancia en que el pragmatismo, como le ocurre al buen t)radoi poltico, tiene sin duda en cuenta el condicionamienio medio de toda signillcatividad del mundo por los Unes y necesidades del hombre, |)ero no los aconteceres del sentido en los que, junto eon las cosas, se evidencian tambin las verdaderas tiecesidades del hombre. Los aconteceres del sentido no pueden, desde luego, y en absoluto, ser teindos en cuenta, pero s pueden hasta cierlo grado y con carcler posterior .ser cominendidos hermenulicamenle. Se haee notoria aqu, como limitacin inierna de la concepcin de Morris, la circun.slancia de que su semilica, que debe incluir las lumonislics, se halle lundameiUada como science, esto es, como ciencia natural genealizanle de la conduela humana mediada por los signos'". No es casual que la orientacin bsica de Morris venga siempre determinada por el ejemplo pauloviano del perro al que mediante un slbalo se le hace atender a su alimeiuo. Por fecundo que este punto de visla pueda ser para simplificar tambin los problemas de la conducta humana, necesariamente tiene que fracasar en aquello que interesa directamente a las ciencias del esprilu de carcter humanista. Eslas no traan casi en absoluto de la conducta humana media y gcneralizable en tanto que determinada por cualidades del entoiiio y necesidades relativamente estables, sino juslamcnle de los aconteceres del seniido que conslantcmcntc fundan el mundo circundante del hombre y sus humanas necesidades, hacieiulo as surgir la historicidad de la existencia humana. En rigor, la semilica de Morris incluso pasa por alto, a mi "'l.ii t'undaincniMin de lu niri de /o.v .Siaiins apaivci, cii I9.1H, en el vl. 1, 2 de la liueniunoiiid Eiieyelnpedia oJ Viujied .\tieiiee, editada por O. Neuralh. 134

juicio, el problema del significado y de la verdad en la vida animal. Pues los animales, en su conducui mediada por signos no reaccionan de ningn modo a cualidades del entorno tiue Hieran, como lales, objetivas (as Mt)rris), sino -como moslr von Ue.Kkll-a los tonos receptores y electores ( fl'iik-iuul uMcrklcinc) de un muntlo circundante especllco de cada especie en el que la periphy.sis neutral se encuenlra ya interpretada para el animal en una suerte de lenguaje de la especie. Silundont) s en un plano especulativo podramos acaso afirmar -prolongando, dicho sea as, hacia abajt> el ininto de vista tie las ciencias del espritu- que la constilucitin del mundo receptivo y electivt) del animal, tiue acontece de un UHK I O igual de originario que el plan morfolgico y la conducta insliiiliva de catla especie animal, es en su fase de evolucin bilica un preludio y un anlogo de los particulares acontecercs tiel senlitlo en la historia del lenguaje humano tiue las ciencias del espirilu tratan -reconstructivamente- de comprender. A diferencia de la retrica, la esencia de la creacin literaria, as comt) la esencia de la filt>.st)la y la religitMi, no puede concebirse -nos atreveramos a alirmar- independienlemenle del carcler histrico del lenguaje y, con l, de la verdad (en cuanlo apertura del mundo intuitivamente significativa). Id lenguaje retrico posee su vertlatl en la recta (atlecuada) conjuracin tle una situacin con una signilcativii-latl (valor) relvame para la prctica en el marco tle una reconocida tpica lingstica sobre el mundo y con reirencia a una pragmtica bien establecitia tle las necesidades y Unes humanos en general, l.itertiiun, lilosola y religin (o el mito que precede a it)das ellas) son ttimbiii lo primero que tibie o funda lingNtic;imenle lo que constituye la inlerpretticin pblica del hombre y el mundo en l;i que hi tpica retrica y la prtigmtica poliliea de los fines que le corresponde en una poca histrica miden su (secimtlaria) conformidtid. Esla concepcin parece contraponerse a la opinin clsica, que se remonta ;t Aristteles, de que la poesa y la filosofiti, al contrario que la hisloria, no ijenen por lema lo hi.slricamente conlingenle, sino lo que se m;iniiciie siempre vigente, lo eterno. Pero una conlraposicin asi no repara en que la historia misma necesila siempre, a ctida momenlo, lundarse en lo eterno -para emplear el mismo lenguaje especulativo. De esla lorma, lo eternt) no reviste un carcter hisloriogrfico, pero s histrico -por cuanto que, cierlamenle, no le es posible manilsltir dogmticamente" la verdad inluilivamenle signilicati " l'iil. al respecto H. ROIIIACKI u, Die layinalisclw Dciik/ann in den (icisic. swi.ssenschiijicn iindi/i/v 'lahleni des Ilisliirisinns. Maguncia, I9.S4 (Aliliii ndInnyen der Akidenue der H'issenseludien und der .leraurk 15.S

va de las cosas y las ncccsidailcs humanas de otro modo que en el lenguaje concreto de una poca y ile una humanidad determinada. Id primero que, desde la tradici(Sn del humanismo occidental, reconoci claramente en el lenguaje el lenmeno de la fundacin histrica del mundo fue Ciiamballista Vico. No era casual que el carcler hislrico de lo que es el mundo lingislico del significado apareciera en l en conexin con la idea que le permita ver tambin lo peculiar de la obra literaria que la dilrencia del uso relrico del lenguaje propio de un perodo humanista tardo de la cullura. En su obra temprana que ya hemos citado (/)' nosiri Wnipoiis suciioriini ratioiw). Vico habla todava predominando en l el profesor de retrica. El primado de la tpica sobre la crtica lo concibe aqu sobre lodo con un sentido pedaggico. Su principal obra posterior, en cambio, la Scicnza nuova, profundiza en la diferencia enlre crtica y tpica concibindola como la dilrencia hislrica enlre un perodo posterior cientfico y una edad anterior mtica y potica de la humanidad. La tpica ms antigua del lenguaje se le revela ahora como la lgica mtico-polica de los universales creados por la fantasa, lgica que en todas las culturas constituye el estrato bsico de la inlerprelaein lingislica del mundo. Slo tras el surgimienlo de los conceptos Iliosllcos generales y su interpretacin del mundo desde cl intelecto quedar la interpretacin antigua milico-potica solidillcada en tpica retrica escolar a disposicin de la cullura literaria (una visin, por lo dems, reeienlemenle confirintida por E. R. Curliu.s)'-. Segn Vico, es en la poiesis -potica- donde radica aquella constitucin, originariamenle creadora, del mundo por medio de las palabras que el cultivador de las ciencias del esprilu puede reconstruir comprensivamente por ser el hombre mismo su creador en mstica cooperacin con la divina Providencia. La teora de la verdad como adecuacin es aqu pues, en conexin con la problemtica cogniliva del lenguaje, sustituida por un concepto poitico de la verdad. De un modo completamente anlogo caracteriza W. von Llumboldt aquel proceso en el que queda constituida una visin lingstica del mundo por la fuerza de las palabras al decir que ah entra en funcin un proceso de percepcin y creacin de carcler interior en el cual se evidencia que la verdad objetiva nace de loda la potencia de la individualidad sub '-' CTV. 1'. K. CDHlilis, EwitHii\clw l.ilcraUi und latciiiisclws Mdu-lalhr, 2. cd., Beim, 1954. L56

jotiva". L, Weisgerber, tiue ha renovado en nuestros das el programa humboldtiano de una lingstiea eomparativa relativa al contenido, habla de la forma interna del lengutije eomo estilo de transforinacitin lingstica del mundo'', o de la verbalizacitHi del mundt) como la misitjn lingstica de la humanidad'\ 4. L A I)IMI;NSI(')N I'RACVIAIK'A OH LOSSKNOS Y LA IMS rt)RicJiMO DL L LL;N(iUA.n; L;N 1 I IUDLCKLR La peculiar ambigedad que define a la relacin que existe entre el humanismo y el pragmatismo, tanto si se la piensa desde el ideal del lenguaje y de la verdtid propio de la retrica como desde el de la creacin potica en el sentido de Vico, se relleja actualmente, a mi juicio, de un modo particularmente instructivo en la evolucin de la lilosolia heidcggeriana del lenguaje cuando la consideramos segtin el cambio verificado por el relornt) (Kchrc) del antilisis existencial a la historia del ser. A menudo se ha visto en la fenoinenok)ga cl mtodo opuesto por excelencia al de la crtica semitica del conocimienlo propio del neoposilivismt); y ello pensando sobre todo en la contraposicin entre la intuicit'in inmediata o esencial y un mtodo que parte del polo opuesto de la lolal mediticin de nuestro conocimiento del mundo por las proposiciones del lenguaje y inila de verificarlas en el nuindo externt)'". Pero ah se pasa por alto el hecho de tiue ya en Ser y icmpo apa " VV. VON IIuMMorn, l'hcr das wiyjciclwiidc Smuhstudiuin. 21). ' ' L. Wi.isiii 1(1)1 K, Innciv Spiaclilbnu ais Slil spiaclilichcr AnvcrwaiHuny der Well. en Sludium (iciu'iah: Vil (l'l.s.l), pp. .S7I-79. L. \\'ris(,i ITIII H, Das Wdrlen der Well ais spraehiielie Aufijalie der Menselilieil. en SpiH liliinini, 1 (l'>.s5), pp. 10-1'). Vid. lambin mi arlieulo Der philsophiselie WahrheilsbegrilV einer inlialllieh orienlierlen Spraehwis. senseliall, en Spraclir-Srlilsscl :ia-Fcsishri/i /iir L. H'cisyahfr. Dii:,seldif, 1954 (.M(/w. pp. 101 ss.). "' Asi, 1. M. Hoi LINSKI en Dii' Zi'ilycniissislwn Ih'nkincllwdvn, Berna, 1954, caps. II y lll. De lieeho. la moderna lilosolia analiliea del lenguaje eon liniia, por lo menos en su lase preprogiamliea (lambin aipii la escuela inglesa del tillimo Willgenslein consliluye una excepcin), la loma de conciencia erilica ijue luvo lugar primeramente en la semitica estoica del Helenismo cuando distinguia rigurosamenie no slo las formas fnicas de laX:^T;, sino tambin los significados meniados de la lgica (los Xiixt) de lo exislenle exleriormenle (el TUYX'tvov r.KTT),; UKOXT;(pi;vov). De esla loma de conciencia, que ya en l'oifirio esl a la base ilel origen del problema de los universales, nacer despus en la lidad Media, limitada por entero a la inlerprelaein de los textos (una cultura hija en dependencia de un lenguaje), la leoria de la suposicin. I7/. al especlo \.. AUNDI D, /.hi (icsildhlf dvr Sumnisilionsllwariv {Syinjiiisiaii . vol. lll, 1952). 157

rece aplicada al nniiKlo la inluicin esencial de una hermenulica de la i-)reconcc])cin lingistica, l.a hcrmenuliea del ser de Heidegger-eiue piensa con el lenguaje-ciertamcirle .se distingue en lo lundamental del mlodo semitico en que no trata al lenguaje como un sistema disponible objetivamente, por decirlo asi, como iiicdiiiiii (uod ilel eonoeimienlo, sino que desde el prineipio trata de movilizar la luncin ai)ririca de mcdiiim iii(> del lenguaje corrienle para la precomiirensin ontolgica del mundo (lo que quiere decir para el pensar histricamente esencial), bu ion que en la construccin logstica del lenguaje se oculta en la apora del melalenguaje ltimo {vid. supra). En oirs palabras: es ese misterio del lengu;ije, que tambin percibi Wiltgenslein, por el cual no es posible hablar propiamente de su forma inlerna, sino en ltimo trmino slo hacerla manifiesta en la proyeccin, en el completo despliegue correspondiente -correspondiente en el sentido de or y responder (hinliorend-enisprechende)- de su energeia inmanente, lo que consliluye el secreto fundamento meldico de la fenomenologa (hermenulica) de Heidegger. Con lo cual se sita, y no por accidente, en cierta proximidad a la lilosola teraputica del lenguaje del ltimo Wiltgenslein, quien igualmenle esperaba encontrar el criterio de un pen,samiento con sentido en el ntimo ajustamiento de la lilosolia al uso del lenguaje nacido de la vida". Atendiendo a la diferencia, sin duda fundamenlal, que acabamos de sealar entre hermenulica y anlisis del lenguaje, estaremos, me parece, en condiciones de e;,clarecer, desde 1 leidcgger, la fase final piagmatisla de atiuel ltimo (Morris), l'or lo pronto, la transformacin inlerna del problema de la verdad de Husserl a Heidegger muestra un caraclersiico paralelismo con la evolucin en tres estatlios tiue hemos iiuhcailo para la filo.sola analilica. Husserl slo cont)ce, al igual que, niulatis niulandis, Carnap, la verdad lgico-formal y semnlica tle la conciencia en general (idntica visin domina an en la obra temprana de Heidegger sobre La Teora de las categoras y de la significacin de Duns Scoltw, la cual pretende resucitar la gramlica especulativa de la Lscolstica). Pero Ser y 'lempo, en una primera aproximacin parece conceder a la dimensin pragmtica del signilicado la primaca sobre la conlormidad lgicoibrnuil y faclual de un modo an ms radical que Morris. La interprelaein pblica -y lal es la verdad cpta revela ^' lspcro prcscnlar cii tircvc una elaboracin y deliniilaein ms precisas de esla vaga analoga en un esludio comparalivt) de las lilosolias del lenguaje de Heidegger y de Witlgensiein, C ir. los Irabajos recopilados ms adelanle. 158

cin (-A.iii)i;i(x) (le! scr-ali en su cotidiancida conslituicla por ci Icrnuno incJiu- se halla cunlinuanicnlc dclcrinin;itla por los lincs del tiuchacer c|ue se cura (hc'.surin'iules /.iiutiliahen) y de la consitleracin (liiicksichi) liacia los dems. De ah (.ue la inlerprelaein del enle ceida a su conl'ormacin {Hcwandiiiis) o signilicalividail (lU'dciilsanikcit) sea al).',o primario con espeelo a la eonslalacin tle la pura presencia lclica (l'i>i/uindi'ii/u'il) ile los hechos y sus relaciones Ibrmaies. La relacin -y juslamcnle lambicn la relacin enlre los signos- liene, debido a su carcler universal-lbrmal, su origen onlolgico en una rerciencia fIV/n't'/'.v/;,i,'J (p. 77). Ls ms: el signo es algo nlicamenle a la mano (i'in 7.iihandciU'.s) que, en cuanlo que es lal lil delerminado funciona a la vez como algo que seala la eslruclura oiilolgica del ser a la mano, la lotalidad de las referencias y la mundanidad (p. 82). Ln un anlisis penclranle de aquello a que se refiere el comprendei , es decir, del mundo de los liles y del trabajo, queda claro que las necesidades del hombre, cl por mor de de la cura, son absolutamente lo primero que hace posible una interpretacin lingstica del mundo y un enlendimienlo interhumano. Sin embargo, la rclalivizaciiMi pragmatista de la signillcatividad del mundo a los fines de la pra.vis luimana no consliluye aqu el punto tle visla ltimo del anlisis del .ser-ah. Id por nitir lie llimo del ser en el inuntlo sido aiiarentemente es una referencia ;i fines que relativiza el mundo como nuindo de liles; nicamente deiilro tle la eotitlianeidad del trmino metiio propia del titieliacer t|tie se eiiia" (.loiuina esla obvietlad piagmlica. Ln verdad, cl ser-ah es tambin, en el por mor de de su pra.xis, liistrico. Ln oirs palabras: lambin las necesitlades llinuis tlel hombre pticilen conveiliise en aconteceres (lcigisscl histricos en los tiue los Unes humanos luitla han decidido acerca de la conformacin ilh'\Mndisi de las cosas como liles, sino tiue, a la inversa, las cosas le son al hombre de manera que el ser-;ihi tle sle va Iransfoiinndose a la luz de su nueva signiliealividad. I leidegger dio ejemplos impresionantes de ese retorno (Krhrc) a la hisioria del ser del aparente pragmatismo tmlropokigico de Ser y Tiempo en sus interpretaciones de Holderlin, asi como en su ensayo sobre Ll origen de la obra de arle''\ Su lilosolia del lenguaje ,sc apro.\ inia ahora directamente a Vico: la poesa le revela lambin a ' CTr. mi irlitul Die beideii t'tuisea Uer l'hanomenologie iii ilircr Auswirkuiig uiil'da.s philosophisclie Vorversuindni.s von .Spraelie und Dielitimg in der CJegenwart, en .lahilnich Jiir Avsllwiik und allycnicine KunslwisscnschaJi. vol. 3 (I95-S-57), pp. 45 y ss. (:.iii\\i. pp. 75 y ss.). 1.59

l la ms proliiiKia esencia clel lenguaje, lilla es la fundacin lingstica del ser (donde el ser histrico est pensado a la vez como sujeto y como objeto de esa fundacin)'''. Ser ahora el carcter de obra de las palabras poticas el ciue defina, de un modo ms profundo ciue el carcter pragmtico de til de los signos del lenguaje que presupone la verdad en el sentido de la verdad de las necesidades humanas, la relacin del lenguaje con la verdad. En dichas palabras tiene lugar el ponerse en obra la verdad del ser"' y, con ello, la manifestacin hislriea de las necesidades humanas en su verdad. Toda conformidad en el designar de las palabras empleadas como tiles o de los juicios formados con ellas supone de suyo la verdad como patentizacin (Offcnhark'il) de un ser-as y, en ltimo trmino, la patentizacin del ser en general en el ser-ah". Pero esla palentizacin viene ella misma a su vez constituida en el lenguaje. Supone entonces tambin todo uso pragmticamente verilicable del lenguaje una funcin de verdad poticamente encarnada'.' As me parece, en efecto. Y ello en el sentido de que el hombre medio, el hombre considerado en ese su trmino medio investigable a la manera behaviorisla, habita ya alquilado en la casa del .ser resultante de los aconteceres del .sentido -relevantes para las ciencias del espritu- de la historia del lenguaje. " IVl. 1 ll inr.tidiai, liUiulcriinf-cn :ii loklcrlin.s Dicliltiii^, Fraiikrurl, s in lecha, p. 43. "' HliniitiUi-.R, Der Ursprung des Kunslwerkes, en IIOIZ\WK.', Frankl'url, 1950, p. 25. " lll.lDixaa:!!, Vom Wcacn ckr Waliilwil, 2." cil., I'ranklinl, 1949 y l'kiloii. s L'lirc von der WuhrhvU, Berna, 1947. Despus de la erilica tiel eonceplo heideggeri ano de verdad por F. Tu(a.Ni)li,\l (Der ii'alnieil.dieyrilj hei Ilusserl und lleidei^i^er, Uerlin, 1967), reconocida-por el propio Ileitlegger como justa , habra que modificar nuestra argumentaeiu en el sentido de que en el presupuesto que leidegger ilescubre en toda conformtlad de enunciados no se traa ya de la verdad, sino de la aperlura del senado (Sinn-i'.riilInuH) como condicin hcrmenulico-lrascendenlal de la verdad (vul. supra, pp. 38 ss.). 160

LENGUAJE Y ORDEN: ANLISIS DEL LENGUAJE VI':RSUS H E RM EN U T IC A DEL LENGUAJE 1. E XPOSICI N Di-.L i'Roiu.iMA Nada ms que intentemos establecer una relacin con sentido entre los dos conceptos titulares de nuestro tema, nos veremos al principio ante la alternativa de los dos siguientes planteamientos posibles: 1. Qu significado tiene el orden para el lenguaje? 2. Qu significado liene el lenguaje para el problema del orden? La primera cueslin parece apunlar a problemas del tipo: hay un orden en el lenguaje?, cmo esl constituido?, cul es su relacin con el problema ile la pluralidad de lenguajes concretos, con la diversidad de las construcciones lingsticas humanas (Humboldl)? Tales cuestiones conciernen, al parecer, en primer trmino al lingista emprico -o liene lambin el lgico algo que decir al respeclo? La segunda cueslin planteada -qu significado tiene el lenguaje pan el problema del orden?-, remite a problemas del tipo: de qu forma queda instituido en general un orden en el mundo?, es acaso el lenguaje para nosotros los hombres una condicin de posibilidatl del orden en cuanto orden del mundo? Esla pregunla liene que interesar obviamente en gran medida al filsofo, y en primer trmino al lgico y al terico de! conocimienlo, pero lambin al lilsolb del derecho y al filsofo social; porque cabra lambin preguntarse por el lenguaje como condicin de posibilidad del orden en la vida y en la sociedad -hasla incidir en los problemas concretos de la tpica jurdica, la cual hace tle lt)s casos de su praxis antes que nada objetos de un pensamienlo juritlico sistemtico. Pero dillcilmente potlr la filtisolui resolver la cuestin de los presupues lo I

los lingsticos de nuestras usuales ordenaciones dei nuindo y de la vida sin la ayuda de la lingstica emprica. Por cul problemtica debemos decidirnos? O cabe la posibilidad de ir a la entraa de un nico irohleina inuk'ar en el que estaran conectadas lodas las diversas cuestiones que se derivan de la primera alternativa? Depende lal vez la respuesta a la pregunta por el significado del lenguaje para el problema del orden de la respuesta a la pregunta por el signillcado del orden part el lenguaje y a la inversa? De hecho, la lilosolia actual me parece estar Ibrzadti a esle planteamiento aparentemente paradjico del problema despus de haber representado recientemente ante nuestros ojos -o debera decir, entre bastidores del escenario filosfico- una especie de giganlomtiquia en torno a la prinuicti de lenguaje u orden. Para aclarar lo que decimos, despleguemos ante nuestra mirada muy brevemente el curso evolutivo de la lgica del lenguaje en Occidente. 2. L A METAFSICA DEL ORDEN EN LA HKSTORIA DE LA Lt')GlCA DL.L l liNCilJAJE IIASIA SU DECANTACIN EN LA FILOSOFA ANALTICA El mutuo condicionamiento tle lenguaje y oitlen se encuenlra ya, si se quiere, Uileiile en l;i mulivcuktd ck'l a/uccplo i'jiei'o de k)gi)s, el cual significa por una parle discurst> u oracin, pero tambin sentidtw, ley universal t) razn de las cosas. La kigica, como ciciiciti del discurso {xi:xv\] XnyiKi\-si-ieiici scnnoiiiccilis) a la vez que del orden en general, ctjmenz, pues, esluditiiitlo la relacin entre lenguaje y orden. Ello actinleeu'i primero de una manera que buscaba princi palmente concebir cl lenguaje como reproduccin mediante signos de un orden del mundo, pero donde la eslructun de este orden vena constituida sin duda alguna y en gran medida a partir sobre lodt) del orden inmanente del lenguaje. As conce ba Aristteles su lgica del sujeto-predicado como equivalente de un orden onlolgico (el del ser esencial del enle), orden que a su vez estara prefigurado en la estructura de la construccin lingstica indoeuropea, especialmenle en el verbo auxiliar elvut'. De forma an ms clara y, en cierto sentido, concluyen ' Segn J. LoiiMANN, la nica posibilidad de una lgica y una oniologa en

sentido estricto surge en el indoeuropeo (con los hindes y especialmente con los griegos) tle la combinacin de los tipos de construccin nominal y verbal en la funcin del verbo auxiliar (Vid., por ejemplo, L'origine du langage, en Revuc dt: du'idofie el /iliilo.wpide. Lausanne). 1()2

le a|)areee la iinilua iinplieaein de orden del lenguaje y orden del mundo en la (illa cscolsiica, cuya ontologa era en gran medida enlendida como verilicacin de la gramtica latina con ayuda de la leora de la suposicin, siendo lambin en esle senlido cuestionada por el nominalismo. La idea de una representacin del orden del mundo en el lenguaje fue llevada a una lorma nueva y ms -recisa por Leibniz. As, a la vez que se pona de relieve la idea de la pura forma lgiea del discurso independiente de todo contenido signillcativo de las palabras, se abandonaba por vez primera la base del lenguaje corrienle vivo para dar asiento al programa de una characlcrisica universaUs arlilieial concebida como calcuhis laliocinalor. De ese modo, el problema lgico-lingstico del orden qued identificado con el de la matemtica, punto de visla que ya desde antiguo se haba anunciado en la comparacin aristotlica del signo lingstico con el guijarro de clculo {v|/nipos)-. Qu consecuencias se desprenden de este nuevo planteamiento formalista-constructivo de la lgica del lenguaje para la relacin enlre orden del mundo y onlen del lenguaje? Ls ahora cuando (por primera vez) se logra representar el orden lgico del mundo -de lodos los muntlos posibles- en el lenguaje sin que la concepcin del orden del mundo venga prejuzgada por un orden lingislico conlingenle; o, ms bien, cuando el orden ideal del lenguaje aparece ilepurado, revehiiulose idntico al orden del mundo? Lslas inlerroganles me parecen encerrar una alusin a la sccreut Duiajisica iiis)iracia por .i'ihm. Je la lgica matemtica (logstica) surgitia a finales del siglo .\ix. Id ilenoininado atomismo lgico de B. Russell y su discpulo Ludwig Wittgenslein aparece como expresin de esa secreta metalisica. Ln particular, el Tracaias Lgico-Plulosopliicus de Wittgenslein podra .ser aqu aludido como el |)uiUo culminante hasla hoy de la tentativa, que atraviesa la historia de la lgica, de retlejar uno sobre otro el orden del mundo, el orden lgico-matemtico y el orden del lenguaje bajo la suposicin de su forma idntica. Empero curiosamente, el 'l'raciaiiis de Wittgenslein puede tambin (a la vez) datarse en la hisloria de la lilosola como el puni lie partida del ms radical cuestionainiento de loda melajisica hasla la fecha bajo el signo de la crtica del lenguaje. Se insina ya en ello una respuesta a nuestra pregunta acerca de la posibilidad de una solucin logstica al problema de un nico orden del lenguaje y del mundo? En la exposicin willgensleniana del atomismo lgico se - Cfr. J. M. lioriii-N.sKi, F(fnnalc Lunik. Frihurgo/Mimich, I9.S6, p. b5. 16.1

hace pak-nlc, en cfeeto, nna finiinuliccin iiitcnu que descnihuea en la conversin dialctica de la lesis en su antlcsis. Cuando penelianios en el 'l'iucuiliis no lo hacemos sin piesuponer un orden melarisico acabado del mundo que perndla una ci)-ordinacin recproca tle los elementos lctieos, existentes uno cot independencia del otro, tle lenguaje y mundo. I'ert) no es sta la ideti con la que salimos de la obni de juventud de Wittgenstein. Porque la loriiia itintica que hace posible la figuracin estructural de los hechos del mundo en los hechos-sigiu) del lenguaje no puetle ser en si lepresentadti como un hecho, lo cual significa -admitiendo la hincin figu rativa del lenguaje-, que nt) puede en absoluto comunicarse (ni, por lo tanto, conocerse). Pstti precede siempre a ki repre. sentacin lingislico-figurativa del mundo como su mislica condicin de posibilidad, la cual linicamente .se muestra en la estructura de los enunciados. Pert) si nadti puede decirse acerca de la forma del muntlo, que st)lo se muestra en el uso del lenguaje, nada en iibst)ltito ptitlr tieciise con sentido acerca de la totalidtd del mundo y, por tanto, ttceica de un orden del mundo, ya que cualquier enunciado de esa clase ser, en su verdadera pretensin, un enunciado .sobre la lrma del lenguaje y, por lo tanto, impt)sible; y si, con todo, se presenta como tesis sobre la constitucin universal del ser de lo existente, enlonees se mtilcnlieiule a s misma, es decir, a la It'igica tiel lenguaje. De este modo quedaba establecido el mt)tvo fundamenhil de la filosolia ulterior de Willgenslein y del positivismo lt)gco inlluido por l: la sospcdui dt' cairncin de seniido diiigida conlra las -comt) Carnap dir enseguida-proposiciones pseiuloobjelivas de la ineiajisica. l()u .significado liene ahora para nuestro pioblema tle la relacin entre orden del lenguaje y orden tlel muntlo esle paso de la secreta metalisica de la Itigica del lenguaje al punto culminante de su especulacin? De hecho, el arrmenlo Jiindanienlid criiico-lingiiislico de Wiltgensiein conlra la nieiajlsica, sometido a diversas variaciones por parte de los pensadores del Crculo de Viena y del movimiento analtico en Inglaterra, se ha revelado <;//(f/r justamente -y, a mi ptirecer, slo-conlra la nieiajlsica logisiica del orden que anleriormente hemos esbozado y que haba tenido su ms consecuente elaboracin en el ''racluiiis LogicoFhilosophicits. La idea segn ia cual pt)demos hallar certezas vlidas a priori sobre la relacin entre orden del mundo y orden del lenguaje desde un tercer mbito fuera del orden del lenguaje, o, dicho de otro mt)do; la idea de que potlemos coordinar lenguaje y mundo de un mt)do lgicamente unvoco sin 164

hacer uso tiel lenguaje logicanienle etiuvoct) y su nierprelacitHi tiel muntlo, se rcvclt) impt)sible. l:sta imiiosiViilitiati la reveltS por vez. prmiera jusUunenlc la conslruccitMi Itigslica del lenguaje con un grado de precisitin inaccesible a lotk) nit).sorar orien(atlo en el lenguaje corrienle. I'ues asi conu) la vieja lgica t)iUok')gic;i piulo creerse siempre capaz tie leer innietlialamenle en las cosas un nico orden tiel numtio vlitio para las cosas y para el lenguaje, y represenlarlo en un sistema tle signos, la problenilica tle la inlerpreiacin tle los lenguajes artiliciales Ibrinalizados (clculo.s) mostrar ahora t|ue el n-owcii) IC un onlfn deductivo foiinal en geneiil no Hiede trasiadarsv u las cosos de forniu inmediata, sino slo por mediacin de la interprelaein del numdo presente en lodo momenlo en el lenguaje corriente como melalenguaje ltimo. No se lala aqu nunca del acceso a un nico orden del muntlo en el cual las cosas fueran inticpendientes del lenguaje, sino del orden de un aspecto del mundo que l mismo slo y primariamente .se constituye en el lenguaje -donde la perspecliva de esla con.stitucin misma permanece en principio fuera del orden formal garantizado por el lenguaje arlilieial. La misma situacin se pona tambin de manillesto en la apora, tiesarrollada por R. C'arnap y Ch. Morris, de la construccin logstica tiel lenguaje, tle esta manera; la inlerpietacin semnlicti de un clculo formal en el senlido de un sistem; i lingstico cognitivamente relevtmte -cientilico, por ejemplt>presupone siempre tma nagmtica de los signos; eslo es, un stiber acerca de la interpretticin tle los signos por el hombre en la situacin tle su ntimtlo en torno. La coordinacin unvoca enlre orden del mundo y orden de los signt)s slo se consigue en la medida en que el muiulo se encuenlni y;i (previamente) abierto como algo tlottido tle signilicalividad para el hombre. Ijts )ersn'clivas iue rigen esa aH'rtura del mundo se hallan sieni>re, en esciwia, dejinilas yrccicniijicamcnte en el lenguaje corriente, incluso cuando ya han adopUido la forma de los conceptos cientllcos fundamentales y tle las fimdamenttiles cuestiones que estos encierran. Ls ms, htisla en ki lormacitJn de teoras formuladas en un lenguaje arlincial se manliene, como ya hemos dicho, la dimensin pragmtica del signilicado, dimensin que no viene definida ni comprendidti en el orden formal habilitado, sino que ella misma tlellne y comprende al sistema deductivo en la forma de los axiomas y definiciones implcitas estipulados. Dicho ms sencillamente; lambin un sistema axiomtico queda siempre como expresin de una conduela humana planificadora. Resulla comprensible que, ante esla apora de toda construc 165

cin logstica de el orden de lenguaje y mundo, la evolucin interna seguida por la problemtica del lenguaje, que parte de Witlgenstein, en el pt)sitivismo lgico dcseinbncam fuuilnwiHc en la tendencia apuesta: reducir el problema lgico del orden al problema de un anlisis emprico del lenguaje corriente y, de esa manera, relalivizarlo. Cosa tal acontece ya, por ejemplo, en Ch. Morris, quien intenta solucionar el problema de la pragmtica de los signo.s en la forma de una ciencia generalizante de la conducta (beltavior) humana mediada por los signos', 'ero ser en el propio Wittgenstein donde mus radicalmente se opere la reduccin y relativizacin del problema lgico-lingistico del orden, cuando en su obra posterior abandone explicilamenle, en crasa o|H)sicin al Tractalus, la idea de una lgica del lenguaje y del muiulo (as como, por ejemplo, la unidad lgica dentro de la multiplicidad del significado de las palabras), reconociendo tan slo a la variedad inlinila de los juegos de lenguaje que de hecho funcionan en la praxis comportamental humana, como fuente de toda regla y todo orden'. Si en el 'Ifactatus haba presupuesto como algo evidente, por ejemplo, que el mundo se llalla compuesto sustancial mente de objetos como componentes simples de los hechos, ahora se preguntar: Mas cules son os elenwnlos simples de que se conq)one la realidad? l Uudes son los componentes sinqiles de una .V///.^-las piezas tle matlera ensamlilatlas en ella?, las molculas, los tomos? Simple c|uiere tiecir; no compueslo. Y entonces la cuestin tlepentle tle; en qu senlitlo compuesto? No liene ningn senlitlo hablar tle los componenles simples de la silla como tales (...). I'ret; unuir Jiwru de un delermuuido jueyo- es esle objelo compueslo?, se asemeja a lo tpie haca una vez un joven que, debiendo indicar si, en cieilos ejemplos de oraciones, los verbos venan u.sados en lona activa t) pasiva, se itjiupa la cabeza pensando si, por ejemplo, el verbo doi'mir significaba algo aclivo o algo pasivo'.' As pues, carece totalmente de sentido, segn Witlgenstein, establecer un orden objetivo del mundo basado en la especulacin terica para reproducir sobre l el orden inmanente del lenguaje; pues los juegos de lenguaje que funcionan en la praxis existencial son los que primariamente abren el todo de un Sobre el carcter aportico de esle enfoque vid. mi ailiculo Spraclie und Wahrheil in der gegenwiirligen Situation der l'liiltrsophie (Hiiie lietiachlung an liisslich der Volleiitlung tIer neoptrsilivistisclieii Spnichphilosophie in tIer Se miolik von Cli. Morris), en 'llosophische Rundschau, 7 (14.')9), pp, 161 y ss,, supra, pp 144 y ss. Cfr. Ludwig Wiiif:iiNSii:iN, 'hilosophische UnwrsuchunKen, xlbrtl,

1958, en especial 1, jij 96, 97, 124 y 13. lhid.^41. 166

hrizonlc siluacional denlro del eual tiene sentido preguntarse, por ejemplo en la ciencia natural, por la composicin de elementos simples, u bien, tlenlro tic im juegt) de lenguaje completamenle distinto, por un ortien tempoial tiel numdo como historia". Siguiendo el hilo tle nuestrt) problema del lenguaje y el orden a travs tle la hislorui de la lt')giea del lenguaje, lienu)s llegado al polo iipuL'sto de la posicin inicial de los griegos y aun de la togsiica. Si en los comienzos el orden kSgico del mundo quedaba expresamente establecido cual patrn tericamente evidenciable de lodo orden del lenguaje, pasando por alto el condicionamiento previt) del supuesto ortien categoral tiel mundt) por el lenguaje, al trmino de esta linea de evolucin histrica .se sita la liJosolui analtica del lenguaje de Willgenslein pretendiendo reconocer en el pluralismo tle los juegos de lenguaje y su apertura de situaciones la norma de lotla problenuilica lgica del orden. I'eio no pasa ella a su vez por alto -nos inclinamos ya a preguntar tiesde cierta especulacin simtricacierto orden implcito de el lgos que se da por supuesto al comprender y comparar la imillitud de juegt)s de lenguaje y tle significtidos tiue se muestran en el empleo de las palabras? Anlcs de que, partientio de esla ltima interivgante, demos un nuevo desarrollo al problema del condicionamiento recprt) ct) de lenguaje y t)rden, considranos con algo ms le precisin los presupuestos metdicos del anlisis lingstico witt '' llciiuann Liiiiiii- ha cxaniinatlo a\.ioiitciiici\tc (Kaitlsliitici, vol. 52 (1960-1961), pp. 220-24.1) lie malicia iiolablc el alcance del eiiloiiue willgen sleiniano estableciendo iin paralelo eon la l'l\ilo.\oi>liit' ilcr lit'stliichlcn de Wilhe lm Schapp (Lcer-stlrichlaiiil, 1959). l.illibe cierra su comparacin con la lesis siguiciue: Schapp dice "liislorias" jiislamcnle alii donde WiUicnslein dice "juegos de lenguaje". .Ambas cosas se corresponden: los juegos de lenguaje se euliendeii dcsilc las "liislorias", y las "liisloiias" en slus. Willj'cnslein hab la lie juegos de lenguaje |)oi"tiue antes ilc que descubriera en ellos la realiilad ile la villa se habia consagrado al anlisis del lenguaje lisicalisla como lenguaje unive rsal. V Sclia|)p habla de "liislorias" porque .mli's de que de.scubi iera en ellas la realidad de la vida cspeiaba oblenei evidencias li;iH)iiienolgicas en las "esencias" lilliniaiiienic dadas (p. 4.1). La afinidad de esla visin con la fenomeiiologia hermcnulico-c.sistencial de Heidegger es palmaria. Bien que resta hacerse desde Heidet^gcr la siguieiUe preg unta: es el pluralismo o, ms e.vaclamenle, el eslar los juegos de lenguaje -o bien las hislorias-- unos junio a otros de un modo ahislrico algo ltimo'.' No hay que pregunlaise si los juegos de lenguaje y las hisloria.s nacen en y de una sola hisloiia porque somos un diiilogo ) |ioileiiios or de olios ( I llderlin )'.' No cobra asi nueva aclualidad la preguiiia por un principio de orden -desde luego no lerico-objevo- como condicin de posibilidad de una comprensin de tipo comparativo de los diferenles juegos de lenguaje y de las dileieiiles hisloria.s'.' I7/. al espccio O. I'in.ia l.i K, Mel.iphssik uiul Seinslop

ik bei I leidcgger, en l'liili).stiilii.stlifs .Itilirliiicli. 7(1 (I . | ! 7, 167

'(.. i p;! II :>

>ci>sli'iniaiu) y el c-arclcr a|X)rlico de su conceplo de la lilosolia. 3. (.'ONDUfl-: I.A ITI.OSOllA ANAl. IKA A I.A Ki;i)U('CIN W. lOlKXS I.O.S I'KOULIMA.SON lOI (ilCO.S Dl. OKDIN A I.A ; Di.sc'Rii'CiN IM;L US O i-Acria ) i)i;i, i.i N(UA.II.V La lilosolia de Willgenslein lermina -si seguimos su auloconcepcinen un lelalivismo pragmlico. Los dirercnles juegos lingslicos se hallan unos junio a olios fallos de conexin ; como paulas ltimas de nuestro pensamienlo. No hay propitimenle ningn criterio para valonirlos y enjuiciarlos -como no I sea el de que funcionan y se acrediltm como formas de vida ; (como tambii^n lt)s llama Willgenslein)'. Lvidenlemente, eslo j ltimo no vale para la lilosolia -segn la conviccin de WillI genstein mantenitia a lo largo de Una su vidti- tal como ha sido i practictdti en hi tradicin occitlenUil; port|tie para esle caso, j Wiltgenstein se permite aht)ia, igutil que hizo antes (ya en el l'niciunis), tm juicit) critico: la filost)na ha stirgitlo hasla ahort siempre que el lenguaje dejaba de comprenderse a s mismo en su funcin. Esla tesis cciilral de Willgenslein es cini/dgua: por un lado ajirnia que la Jilosojia -en cutinlt) meUifsicapraviiea un Juego lingislico (pie no puede J'uncioiiar, ya qtie desliga a las ptilabias tlel ctinlexlo siluacioiiil en el t|ue aparecen de motlo nalural, tle suerle qtic la mt|uina tiel lenguaje tlisctirre por el vacio\ De esle mt)tlo llega a Itis llamados problemas insoltibles de la metansici, lo que en verdatl quiere tiecir a cues! liones psetidocienlficas, cuyo sentitlt), es tiecir, cuya vcrilicabilidad en el sentitlt) amplit) tlel acretliUtmienlo prctico tle un ' juego lingstico, no puede especillciir.se, Pero 'sle es slo el lati negalivt) tic su et)nccpeit')n de la llloi sola, l'or olro lado, \l illgensiein se ludia convencido de la ne~ I cesidad de la Jilosojia. Pues en id hombre, la titilocompiensin tic la funcin del lenguaje es, por naluraieza, pioblemlica. De ah es de dontle nacen, segn Wittgenstein, las cuestiones verdaderamente profundas de nuestra exislenciti que la lllosofa tiene que dist)lver resliluyendo l;i aulocomprensin de la lun', cin del lenguaje. Lslo supone, cicrtamenle, que la lilosolia se ; disuelva a s misma como cienciti especial o sislema de enuni. ciados sobre el mundo a base, por as decirlo, de tina autoterai pia homeoptica''. ' Cl'r. 1,. WII1(I;NSII:IN, I'hilosophisclic UnImM-huiiicn. 1.S 12 4 y 1.30. //</., ijtj 3 , IK) , 11 9 y 132 . '' Ind.. I I I y 133 . 16 8

Adiuilanios por un momenlo la misin que W'iiigcnslcin asigna a la lilosolia. IDehc i'sa ilisolvcrse -hemos de preg nlaruosmcliiuiie la nira ilcsciipcin de losJiiegns le li'ngiiije i/ue J'nlieamenle aemnecen en ella, como pieuiule W'itigcnslein'l l:n lal caso no se ve |ior qu no han de valer lambin los juegos de lenguaje melafisieos -cualquiera de ellos- como normas llimas de su correspondiente aperlura del mundo. Pero eiUonces no se comiirentic cmo se llegti retilmenle a un juego de lengutije sobre los juegtis ile lenguaje, y los tlilerenles juegos eslartm sencillainenle unos al lati tle otros ct)mo los tipos de eontlticla de las tlilerenles especies animales: fallos de comunicacin y sin lelle.xin alguna sobre su prtipiti aclivithid y la de los olios. De esla suerle, la critica vvillgensleinianti del lenguaje perdera, sin lugtir a dutitts, su senlitlt) -iguil que Itxio lilt)sofar. Pero no h;iy t|ue pertier tle vistti el hecho de tjue el ciipiohehavioiisni) t|ue hay en lotia tiescripcin solamente emprica de los hechos liiigiislict).s intramuiultmos ct)ntluce nccestiriamente a estti tipora'". .Si hemos tle salvar el buen senlitlo de la crtica wittgensteiniitna del lenguaje, es preciso que concedtimos en primer lugar, por lo menos pan el caso tiel juego lingstico liloslico, que sle no iparece en el muntlo simplemente t)cupando un pueslo paralelo a los tlenis jtiegt)s tle lenguaje y con los inismt)s derecliis tiue stos, sint) titie s(')lt) tiene realitlatl en conIronUtcin rellexiva con k)s tlem;s jueg.os tle lenguaje con los tiue siempre se encuentra ya en comunic:ieit)n. Pero tle ello se detiuce fcilmenle que los dems juegos de lenguaje nunca se comprenden sohunenle tlcstle s mismos -como si esttiviertm tlolatlos tle un funcionamiento eslablecido de tma ve/ por tt)das cual mquinas de comunicacin de ticabado diseo. .'\un cuando para un observador que los comp;ir;i es cierlo tjue los diferentes jiieg.os de lenguaje como s;ilutl;ii-, le/ar, adivinar, tl;ir itlenes, poner nombres, delinir, inferir o narrar histt)ri;is constituyen en cada ca.so contextos tle relrenci;is totalmente distiiuas y. de ese modo, ht)ri/t)ntes tiellnidores tle un oitlen. el mismo t)bservador es ya c;ip;i/ de ct)mprentler, no sin uiKi reirencia til senlidt) de carcler generali/;idor-lo tiue tiuiere decir, no sin \\ Jijacin IrascendeiUtil de un orden'"'-, el origen histrico y la incesante evolucin (iransformticin) de los juegt)S de lenguaje, por no hablar de su propia participticin en uno tle tales juegt)s. "' Soliri; ostL- puni, vul. David l'oi l,, Tlw lawr l'hilosoitiiy of Winyi-iislfi n. Londres, 19.SK, cap. IV: Dillicnllics in \Villi;cnslcin's Philo.sopliy. l'ara el poslulatlo de iiu juego de lenguaie liascendenlal, \id. lomo 11, pp. .1.10 ss. 169

Willgenslein fue, me parece, demasiado lejos cuando, con el lln de relalivizar el modelo designalivo o llguialivo tle la funcin propiti del lenguaje, as como la idea tisociadti a sle desde antiguo de un orden nlico-ohjctivo del mundo, crey tener que abandoiKir la unidad creada en la conciencia del problema del sentido o significado por la meni descripcin de la conducta lctica en que consiste el empleo de las palabras. La propo. sicin central enunciada ya en el j'nuialii.s y claramente vigente todava en la obra posterior: si lodo ocurre como si un signo tuviese significado, entonces es ([ue liene un significado ", no es sujieiente como principio meidict) de la lilosolia del lenguaje. Si es que poslula algo ms que un aislamiento abstractivo del significado operativo de ios signos dentro de la sintaxis lgica, y ms en el .sentido de una generalizacin pragmtica del opcracionismo, podr a lo sumo servir al estudio de la conducta animal cual motivo heurstico, pert) del que siempre desaparece, como proyecto especulativo, la constitucin (Vollzug) consciente-lnlencional del significado por parte del hombre. Referido a la conduela lingstica humana, no deja posibilidad alguna de distinguir un hombre tle un robot. Y aun precisamente el signillcado de carcter slo openilivo tic los signos en la conducta de un robot -por ejemplo, un cerebro electrnico-, presupone una informacin de la conduela signlllctida basada en una conciencia humana del sentido que |)or principio tra.sciende toda conducta simplemenle lclica. Por consiguienle, no es posible describir un juego de lenguaje lcticamente operante sin antes haber entrado ya en ctinitinicacin, a Iravs de una pieeoinpreiisin del sentido en general -sin duda siempre ya mediadti y concretizada liiigislictmienle-, con los seres humantxs que participan en ese juego lingislico, y justamente de una forma que tnisciende dialtgieamenle loda conducta lclica signillc;id;i en eutintt) eontlucla meramente posible. De esla manera, la conciencia lingstica del significado no puede en absoluto reducirse al empleo lclict) del lenguaje, por mucho que haya que conceder que sla .se encuentra siempre mediada por la praxis conduclual tctica y tiene como objetivo la posibilitacin (mediacin) de una nueva praxis conduclual'-. " Tniclalus, 3.328. lin '/'//c lAw aml Imtwii /KWA.V (Oxford, 1958) Icemos: Thinking is essenlially tlie aclivity of operuting witli sign.s (p. 6). The use of ihe word in practice is ls meaning (p. 69). Y en las J'liili).su>liisclw Uiilcrsuch uiiyvn se piegunla Willgenslein cuando descrihe el juego ingistico de tos obreros de la construccin: No entiende el grito ibalilosa! quien de una u oha manera acta atenindose a l? ( 6). Cfr. mi libro l)w <iv di'r Spnicw n der Tnidilion des Iluinanisinus von Diinlf Ins Vico. Ilonn, 1963, Iniroducein, pp. 30 y ss, 170

i Pero si para que tenga lugar la eomtinieaein lingistica ;td) niilimos por iirincipio iiiui precoinprensin inentttl del sentido ' en genertil, itiinpoeo puede explicarse LICI todo la uiulcid del significado de las ndahras desde la ct)ncreli/.;icin del juego lingstico en hi situacii')n en ciue se inscribe la conducli. Algo ms tiene que contener al realizarse en la situticin lcticti; de lo contrario no podra haber, merced a dicho signilicado, conciencia algunti lie l;i situacin como tal situticin lcticti. De ello resulla tidenis que el parecido de lmilia aducido por Willgenstein de los mltiples significados de una palabra, no puede eslar fundado .solamente en el parecido de las situaciones en que sla es empleada; de lo contrario, tampoco se comprendera cmo el hombre es captiz de determinar como algo no .slo el signilicado de l;is palabras desde el conlcxlo de la situacin, sino tambin una nueva situacin con ayuda del signilicado de his pahibnis. /'//(AV( ) deseiunascaianenlo que hace Witigensein tle la pregunla socrlico-plalnica por el conlenido esencial de las palabras^^ slo puede convencer, igual que su reslanle crtica del lenguaje, en cuanto rechazo de un orden nlico-objelivo de esencias que vinieran designadas en el lenguaje. Pero, aptirle esta alternativa de retilismo y nominalismo en el problema de los universales, no cabe plantearse con legitimidad ningunti cuestin acerca de la unidtid del senlido universal? Aqui se yergue, a mi modo de ver, el problema kaniiano de la sinlesis a priori en la fornu ms univcrsd que cabe cinicebir. Aunque la crtica de la cienciti del positivismo lgico ptitlo encontrtir lodavia aceptable -dejando fuera de consuleracioii sus propios enunciado.s- permanecer dentro de la aluinaliva de los juicios analticos y empricos -ya que, en electo, todo juicio sinttico a priori y;i fornuilatio cicniificamente puede tambin considerar.se como anlisis de una ilclinicin conceptual que le subyace de un modo tciti>-, tal allernaiiva no puede juslilicarse si .se busca, con Wittgeiistein, aclanir en el lenguaje corriente l;i precomprensin de los conceplus prestipueslos en la lilosolia y en la ciencia. Una proposicin cuasicienlilica como la siguiente: ningn cuerpo puede estar al mismo tiempo en diferenles lugares del espacio, podr siempre estar b;isada en un anlisis tautolgico de la previa definicin del concepto de cuerpo, >ero cnw llega el lenguaje a esle conccjilo de cuerpo? Ni la suposicin de una convencin arbilrtiria ni la consignacin protocolar de los hechos dan una explicacin satisfactoria. Porque la convencin CIV. l'tiilo.uiplii.scliiUnlcrsuchuni'ii. ! <>.'' y ss. .Siihrc cslo, cfr. IT. I.iliiiit., arl. cil., pp. 2H) y ss. 17 1

precisa de un molivo en ia experiencia emprica, y la experiencia no puede protocolizarse sin los llamados presupuestos convencionales ya dispuestos en el lenguaje". Un el caso de la proposicin: i:\islcii cuerpos y iiwntcs, Willgenstein dira -concordando aqu tolalmente con Carnap y Ayer- que en lal caso no se trata de hechos objetivos, como en la proposicin: el galo est sobre el felpudo, sino incamenle de convenciones gramalicales existeines, o bien de que en l .sc pruclicoii dos juegos liugisiicos -digamos abreviadameiUe: el juego que habla de los cuerpos y el juego que habla tle las mentes inmateriales. Hasta tiqu, bien. Pero en opinitHi tle los crlictis del lenguaje que parlen de Willgenslein, his llamadas convenciones lingsticas subyacentes no son de igtuil numera irrellexivas. Id juego lingstico que habla tle cuerpos encuenlra su aplicticin legtima en la vitla cotidiana prccicnlllcti y, tle lrma prcci.sa, en la lisica cksica. El juego lingislico (ue luihla de las nienles, por el contrario -y por diversas que haym sido his lrmas de este juego desde los primitivos liasta la res cogilans de Descirles-, .S'basa, segn Ryle, en un calegt)ry-mislake, eslo es, dicho escuetamente: en una falsa construccin analiigica apoyada en el juego lingstico de los cuerpos'\ .Pero de dnde adquiere el filsofo aiuillico -preguntamos nosotros-los crilerios para lal enjuicianenio del uso del lenguaje'? Los discpulos de Willgenslein sc hallan convencidos tle que el propio aniUisis del uso del lenguaje, del comporlamiento Icgico de las palabras, como dice kyle, al final siempre nos devuelve al punto en donde se origiiui el atilomalenlendimiento de la liincitMi del lenguaje, el category-niislake. No necesitamos, segtin Ryle, ms que comparar entre s, pt>r ejeni|ilo, las ' ' {'.\ caiftcr apoiclico'cli; esla loniia ilc planlear cl iiriihiciiia puede hoy reconocerlo el propio positivismo lgico gracias a la l.iiyik dvr lir.scliiiny de l'oi'i'i I! (Viena, 19.15). Segn Witlgenslein, la solucin al problema del ii iriiir i esl en la organi/acin de los juegos re lenguaje, o ms evaclamcnle en la implantacin ipie sla conlleva de iitirmliy.iiuiUi de la experiencia posible, l.os tarcuHyHili de los dilreiUes juegos lingislicos pueilen ser iiicoiimeirsurables (cl'r. l. K. Si'ii iir, /)/( sprdcliididnsuiiliishfn tiiul i>iui>lin<Jschvn (iniiii lluy.i'n iin Sii(ilwvrl\ I.. W'illyviisicins, (\Amv,\, 196.!, pp. 1,11 y ss.). I.as consec uencias relativistas de esla concepcin se han pueslo enlielanlo de relieve al aplicarse a la l'undamenlacin de la ciencia social (I*. WiNcii, he Itlvu nf i Social Stivii< '..., Londres, I95K), asi como a ta lundamenlacin ile la historia re la ciencia (T. S. KlillN, The Siruclurv oj'.Scicnlilic Kcviiliilioii.s. Chicago, 1962). A m i parecer, hay tiue admitir que la validez inlersuhjeiiva tle las prt)pt)siciones a iriori lio puede reducirse sint) a paradiyiiuila de juegos liiigiiisliet)S. Mas cules .so n los ci'ilerit)S por los tiue vienen a eslableceise o a cueslionarse eslos jnirai liyiiiala? " Cl'r. (i. Kvi.i;, The Concein of Miad, 1 tinchinstins Univeisily Library, Londres, 1949, asi ct)mo la resea criliea de L.K. Srn iir (Kantsnidieii) vt)l. 46 ,

(1955-1956), pp, 297 a .tl9. 172

pregiilUas siguientes: ciinio liciii>o csliivisti'is disciticiulo ayer tanlc' y ciinto lieniix' csiiivislcix ahslraycndo (o deduciendo) ayer tiudcW para que notemos enseguida que en el segundo caso se trata de un ciuegory-inistake que en la lilosola cobra llrme/.a en la lesis de que abstraer y dedueii son proeesos en el tiempo. Ahora bien, en mi opinin este mtodo debe aplicarse al procedimieiuo itiismo del anlisis del lenguaJe |ireguntando: i.dc qu manera se pregunta aqu por el uso del lenguaje? Se pregunta por un hecho que hay que describir o bien una clase de hechos que siempre aconlecen? Para el caso que propone nuestro ejemplo, la pregunla sera: qu ocurre si expresamos los dos enunciados uno detrs de otro? Bs evocando la comprensin del mundo que expresan los enunciados o es constituyndola como los hechos primariamente aparecen -o varan- como algo? / -'/; el prinier caso, el lenguaje aparecera como un fetiche capa/., por as decirlo, de insinuarnos la solucin de todos los problemas liloslcos. En el segundo ca.so .se trata de un volver so/>re s mismo del lgos ontolgico del lenguaje, eslo es, de una repeticin meditativa de las sntesis categoriales a priori del mundo siempre ya elcluadas en el lenguaje"'. No carece de iiUers comparar esta problemtica metodoh')gica del anlisis lingstico sugerido por Wttgenstein con el eidque y la autoconii>rensin de iulole metdica propios de la lingistica referida al contenido que parte del concepto de luml)oldl de la Jornu interna del lenguaje y que, en su intencin ltima, se halla igualmenle interesada por el esclarecimiento de las formas de pensamiento o de las ordenaciones del mundo condicionadas por el lenguaje. Consideremos una vez ms el ejemplo de Ryle del par de enunciados interrogativos cunto liempo estuvisteis discu tiendo ayer? y cuiUo tiempo estuvisteis abstrayentlo ayer? Una consideracin de tipo nmrf ilgico no poilra luicer distin cin alguna comp;u;uKlo ambos eiumciados (y precisamente a esta consideracin de lipi> morfolgico iba orienlada la prime ra fase de la crtica neopositivisla tiel lenguaje, la cual rechaza ba sin ms el lengu;ije corrienle exigienilo la construccin tle lenguajes artiliciales que en su misnu fornu externa expresa ran ya unvocamente lodas las diferencias tipolgicas calegtv riales).

Ahora bien, ms all de la consideracin de tipo morlbltigiITiticlaiUo, .Si. f.wi.l I. lia iiilL-iprclaclo en esla linca el anlisi.s lingisli co lie Willgenslein coiurasliiilolo con la lingistica eniiiiiica. t Tr. The Availahi ly ot Wiltgcnslein's laler ITiiloMiphy, en ilic l'liilii.wiiliircil Kcvinv. l.X.X I (1962). reimpreso en Si. t'.wi.ii. .l/i/.v/ irc nwaii. mIuiI UC .viir. Nnesa Yor k, 1969, pp.-1-1-72. 173

co nos conduce la consideaciii de la eslraclura de campo en el conlenido de las palabras lal como la desarrolla ron Josl Tier y L. Weisgerber. lista siluara inniediatanicnle los verbos disculii y abstraer -para volver a nuestro ejemplo- en el contexto dil'crcnciador de dos muy distintos campos semnticos: discutir, dentro del campo de conversar, entrevistar, charlar, dialogar, debatir, deliberar, ete; abstraer, en cambio, dentro del campo de distinguir, destacar, etc., o del campo nuis vasto de las c)i)eraciones meldicas del erUendimiemo, como concebir, comprender, explicar, deducir, inducir, generalizar, etc.. Esle mtodo lingstico sin duda corrobora en gran parte la tesis de la escuela wittgensteiniana de que es en el propio uso del lenguaje, es decir, en sus reglas de juego correctamente entendidas, donde esl, por decirlo as, el antdoto contra las posibles seducciones de la forma externa del lenguaje. Pero al observador atento del procedimiento meldico utilizado en el estudio de los campos no se le escapar que ah tampoco se describen simplenumte hechos. La eslruclura de ctunpo tle los contenidos de las palabras, especialmente su fitil delimitacin, no puede establecerse sin una cierta visin especulativa previa de un posible orden ontolgico en lo signilicado por el lenguaje. Con ello no pretendemos en ab.soluto negarle al estuditi de lt)s campos el carcler de ciencia lingstica; de ningin tiiodo se trata en l de reproducir a posteriori en el lenguaje un orden objetivo prelngslicamente conocido (como es el caso, por ejemplo, del libro de DornseilT Der deutsche VVortschatz nach Schgruppen^''), pero tampoco de describir situaciones lingsticas fclicas que en ciertt) modo vinieran dadas en un numdo ya ordenado y pudieran ser observadas desde fuera. Exactamente igual que en el anlisis lingstico de Wiltgenslein, no se httee Uipti en verdad iiiui descripcin del cimiporiamienlo Jaclico de los objetos en el mundo, sino una interpretacin hermenutica del lgos en su sentido intencional". Lo cual acontece cuando, el lgos aclual del investigador evoca tic un modo tentativo el lgos habilualizadt> del lenguaje repiliiulose en ciertt) modo a s mismo en su pasado (Ciewesenheii)"^. 1". D()KNsr;iii-, Der dvutsclw Worlschatz iwcli Sacliirupiwn. 3." cd., 1943. " CIV. E. HriNii-.l,, .Spraclipliilosophif, cii Deutsilic 'liil<il<ini' iin . iiifriss . cd. de Vv'. Stummlcr, 2." cd., pp. 563-220, en especial aparl. 4: Die Dialeklik des Lugos. til propio Wlus(a;i<inK ha allrniado que las lijacitines e.sltica.s de la gra mtica hay que remitirlas mediante uiui penetracin vcrdatleranieule cientili ca en el lenguaje (ciii'iiltkh simichwi.s.wiiscliufulw DurclHlriiiyuny.) -es decir, energtica- a su realidad originaria (Uirliciulcs Wori. vol. 7, [1956-19571,

p. 67). 174

Un la aiitoconccpciii de la lingislica referida al conlenido, esla siluacin meldica fundamenlal se expresa distinguiendo can lliiinixilll cniv el Icnguujc auno cni'rgi'ia y cl lenguaje conu ergon. Pero ah queda todava por considerar que loda lingstica emprica, incluso cuaiulo trata de esclarecer la forma iiUcrna licl lenguaje, tiene que efecluar cierta objetivacin de las permanencias lmi.',islieas cual erga. Como ciencia emprica del lenguaje, slo ;i metlias puede condescender con la rellexin llloslica sobre el otilen oinolgieo del mutido preconcebido en el lenguaje; ella m puede in desea extraer las consecuencias onlolgicas de su an;ilsis, tu en el seiUido crtico ni en el seiuido especulativo positivo. Pero eslo llimo es e.xaclamenle lo que pretende la escuela analtica de Witlgen.stein, si bien -primariamenle-i'' en el sentido preponderanie de una crtica de la onlologa tradicional. Lo que hace an ms extrao que su auloconcepcin derive ms o menos expresamente del modelo de las ciencias particulares o, ms exactamente, tle un esltitlio cientilco-naltiral de la conduclt''''', mienlias la lingsticti referida al conlenidti, nacidtt en Alemttnia con Weisgerl)er y Ltihmann, orienta signillcalivamente su programa, de tm tnodo direclainenle espectilalivo, hacia la sntesis kat'energeian del mtindo, sntesis tiue, en llimti instancia, slo puede obleneise por tma inlegracitt fdo.sllca de los resultados de las ciencitis hermenuticas del esprilu. Resumiendo los resultados de luieslro examen crtico de la k)gica del lenguaje y la lllosofa analtica, podemos sostener en primer lugar que la pretensin, consliluliva desde Aristteles de la melallsicti secreta de la lt')gic;i tlel lenguaje, de quintiu'senciar, >or leciiio asi, el lenguaje como reproltucin le el orden del nuindo debemos considerarla fracasada. Y la imposibilitlad fundatnetual tle esle inlcnlt) se revel preeisametUe en el justo momenlo eti t|tie se lleg a esltr en condiciones de expresar eti loda su pure/.a el otilen tle la lt')gica formal en un lenguaje tirlificial coneebitlo como clenlo. La apora de la aplicacin con caicler cognilivo (eslo es, tle la mlcrpielacin semnlica) de lenguttjes ordenados de modo lt)gict>-formal cotidttjo a la evideticiti de que, con su ttytida, un orden real del mitutlo slo resulla posible en virlutl de la piagmlica presupucslti en un juego lingislico y;i recogitlo en el lenguaje corrienle, sea de tipo cienllico o precienifieo. I'' lil libro lie Rvil. VVi' CoiucjU iifMiinl .sc aproxiniii ya -debemos decir que peligrosameule'.'- a una leoria posiliva del esprilu. Mienlias lauto, esla auloconce|iciii del anlisis en los witlgensleinianos se ha ido superando en gran parle. Vase las comribuciones de Si. Cavell, K. llenson, J. R. Seaile y /.. Vendle-. en C. I.i \s (ed.), l'hilosDpliv aiiil l.iny iiisliis. Londres, 1471. 17.5

1 al lacast) de las pretensiones nietaiisieas tle la lt)gica l'oinial ini)sti(') tlelinitivaniente lii i/nposihilidddde luda inlenlo de eoordinovin oniolgicii enlre lenguaje y mundo desde un lereer inhilo Juera del lenguaje, id ltimo Wittgenslein IrattS de extraer las consecuencias de esta situacin en la forma de una relalivizacin de lodos los problemas onl()lgict)s del orden mediante el anlisis del lengiuije corrienle. Ahora bien, el examen critico tle las condiciones de posibilidad tle un;i lilosola analticti del lenguije nos llev al residlatlo de que tampoco en la era tle l;i crticti tiel lenguaje puetle el lilsolb stislayar la comprensin ontolgica tiel ser. La crlictt IIlosllct del lenguaje no supone que el problemtt del orden del mundo pueda reducirse a los problemas del ortien inmtmenles a los diferenles juegos lingsticos; el lenguaje no es mdium quod, sino mdium ano del conocimiento'"- Por ende, la ontologa, como prima piilo.soihia, no ptiede ser susliluida por el anlisis del lenguaje, pero s tlebe venir mediada por la asimilacin hermentulico-crlica de los aspectos siluacionales del mundo que se abren en los diferentes juegt)S lingsticos. Por ellt) puede resultar ctjiivenienle lijar el concepto tratlicional de onlolf)ga segn el senlido del juego lingstico lerictv objelivo inicialmenle eslablecitio por k)s griegos y relalivizarlo en el marco de una hermenutica abarcadora de tt)da posible comprensin del ser. Pero un;i tal mediticin hermenulica de la comprensin del ser slo es aplicable al orden del mundo siluacional concreto en la medidti en t|ue los diferentes juegtjs lingislicos no se mantengan abstractamente aislatlos unt)s de otros, sino insertos o reinserlados en el gnin dilt)go tle la historia que segn Mldcriin somt)s. ltijo esle principio regulativo, lt)s enfoques eslilizadt)s de forma seudocienlillco-nalural de los behavioristas del lenguaje ptxiran complementarse y hticerse ms profundos mediante una conlrontticin con i;i posicin de ia lingstica comparativa que, partiendo tle Humboldl, se propuso como objetivo esclarecer la signiricicin de la diversidad de las conslruceit)nes lingslictis luimana.s para el problema del orden onlolt)gico del mundo-'. Algunos enfoques interesantes en esla direccin se encuentran en los La conlu.sin tic nwdiuin quod y mcdiuin <iiiii es caraclciislica tic la relexin gnoseolgica de la Edad Moderna sobre los tlatos de la conciencia, partiendo de los cuales deba concluir invarablemenle en la cosa en s exterior subyaccnle. Aunque, pt)r lo tleins, esta conlu.sin es ya tiominante en el planlcanucnlo ilel problema medieval de los universales, y aun anlcs en la conce pcin platnica tle la idea como vttoi; v -I yid. al respeclo J. LOIIMANN, Pie l-.ntwicklung tIer allgemencn Spracliwi. sscn.scliart an der Ericdrich-Wlhelm-Universilit zu Herln bis iy.3, en lliiinholdijcsiscluiji. Herln, l')6(), as como L. Wi istaiuiii it, Die VViedcrgebur I des vergiechentlen Spraclislutliums, /.c.v/.v, vol. 2, (1952), pp. ^-22. 176

trabaios lic lingislica CDniparaliva del Diiisiilcr anicricano B.l,. Whoif''. Tin cnakiuicr caso lleva, a mi parecer, la razn el enfoque de li. C'assirer, asi como el de Susanne R. Langer, procedenle de la fdosoda analtica anglosajona, en el senUdo de que la atencin a la metliacin simblica como condicin de posibilitlad lie un orden tlel muntlo liene tiue hacer surgir una Pliil(>s(i>liy iii ll iicw K'y>>'\ l.a onlologa liene tiue estar hoy mediada pt>r la filo.solia tiel lengutije, igutil que hubo de estarlo por la leoria lra.scenden!al del conocimienlo despuls de Kant. La mediacin de la filtisofa por la crtica del lenguaje no significa otra cosa que una concreli/.acin y, con ello, una profundizacin en la mediacin de la crtica del conocimienlo, como ya la liabia exigido ilamtinn en su metacrtica de Ktml-'. Tras esla ptmoinnca, ms bien hislrica, deseara intentar, para concluir, aclarar una vez ms de un modo sislemlico la relacitn enlre lenguaje y orden medianle una cunjiiiilacin cnic los (lijhviiics conccpios del orden de la erilica logislica del lenguaje por un lado y de una Jilosojia henncnutica del lenguaje pin-otro. La apora anleriormenle analizada de la conslruccin logstica del lenguaje, que condujo a la pragmtica de los signos de C"h. Morris y al anlisis willgensleiniano de lt)s juegos de lenguaje, ptitlra is volverse, en algunos respectos, ms inteligible. 4. L A Ki;i.ACTt')N HNiRi;LiiNtajAii-: YI)RDI: N Y El.t ilUTII.t) llHRMliNlUrnCt) D1-: I.A FORMA Y i;i.(t)Nl I.NIDO l)i:i, SliNllDO l.lNOt'lIsrifO El concepto de orden de hi crtica del lenguaje orientada en la logstica viene expresado, a mi juicio, de l;i forma ms clara en el conocido artculo de Morilz Schlick l''orni and Content-\ Ah leemt)s''': Ll hablar se btisa en tm orden temporal tle los signos; el escribir, en un orden espacial de los signos, Cuando leemos, la posibilidad de Iraducir el orden espacial al orden temporal muestra que el lenguaje no se basa en tibso " CTr. en e.speeial H. L. Wlioiu, l.iini;uai;c. 'l'luitiylil anl Rvaliiy (Svlirle il IViiiinn.sl. ed. de John H. Carrol, Nueva York, F>56. Su.sanne K. L.VNia it, 'hilo.soitiiy in a ncw Kcy. .1 Slitily in llw Syiiilntli.s in tj Rcason, Rile and Ail. Il)."ed., Ihnvaid Universily l'ress, 14.59. '' Vid. la iniroducein de F. lli iNii.i. a su 1 lerausgabe der sprachphilosophische n Schril'ten Clolllried llerders (l'llusoiMsdw lidiliollwli. n." 24H llamburgo, 1960). " M..Sil 11 l(K,f,V.v//j'//'.li(/.v7re, Viena, 1938, pp. 151-250. //)/(/., p. 157 y s.

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lulo en un orden leniporal o espacial, sino en algo ms general. Schiick lo llama orden lgico o eslruclura. Hn virlud del orden lgico idnlico o eslruclura de los signos ha de ser posible expresar uno y el mismo hecho en mil lenguajes diferenles (lase: sistemas de signos). O dicho de olro modo: lodo hecho cuakiuiera liene ciue ser, por su estructura, expresablc en un lenguaje. Aciu notamos ya t|ue Schlick liene el mismo concepto del lenguaje y del orden que Witlgenstein en el 'J'nivialiis. De hecho, la coiicordancia con el aunnisnio lgico va an ms lejos: como en Wittgenslein, las proposiciones del lenguaje como l;tles no expresan directamente una eslruclura, sino simplemenle hechos, es decir, relaciones exlernas enlre objel;>s o entie objetos y cualidades, y ello slo desde el supuesto de unas relaciones internas o de una eslructun o forma inlerna que el lenguaje tiene en comn con el mundo, pero que slo se mueslra en la eslruclura de las proposiciones. Ello lo ejcniplijica Schlick ele la siguiente manera: supongamos que en mi pupitre hay una hoja verde. Qu puedo comunicarle sobre este hecho a una personti no presente? Podra comunicarle el hecho de que la hoja se encuenlra sobre el pupitre , o el hecho de que tiene forma de corazn, o el hecho de que mide unos 20 cm. de permetrt), o el hecht) de que tiene un color verde amarillento oscuro -un poco ms oscuro que la tnica verde de cierta Mttdonna de Rafael. En cada UIUJ de estos casos comunico lo que es una relacin estructural de hecho, una relacin externa. En el primer caso, el encontrarse en; en el segundo caso, la relacin de la longitud del permetro de la hoja con un;i iriedida recta; en el tercer ctiso, la relacin de .semejan/a de la figura de l;i hoja con un corazn; en el cuarto caso, la relacin de semejanza del color de la hoja con otros colores. Esla comunicacin de relaciones exlernas la hace posible la estructura jnnal interna idntica para el lenguaje y el niundo. As, por ejemplo, la comunicacin del color la hace posible la rekicin de scmejtinza, neccstiria a riori, de los colores enlre s, y la coiniinc;iciii de las relaciones lcticas de magnitud, el orden interno de la sucesin numrica o de las propoiciones geomtricas. Y as llega Schlick al punto decisivo de su leora: fuera del orden estructural en que los fenmenos son concebidos por la forma del lenguaje no puede comunicarse nada en absoluto. Para poner un ejemplo, el significado de la palabra verde suele, decirse que no lo comprende quien es ciego para ese color debido a que no puede experimentarlo como fenmeno, pero, en rigor, se trata de que tampoco puede expresarlo ni co 178

mullicarlo lingislicamciUc. Considerado cl caso desde la luncin comunicaliva del lenguaje, lo que ocurre no es que una persona de visin normal pueda compiendei ms que el ciego. Lo que ai.|uella comprende de ms no es otra cosa que el relleno de la forma estructural vaca, comunicada en el lenguaje, por el contenido vivencial. Pero esta iiiterpiviaciint del sislema del lenguaje por los sujetos individuales de la comunicacin .ve queda en el contenido privado de la conciencia y lu) afecta en absoluto al sistema del lenguaje como tal. Ln rigor, los signos descriptivos ile un sistema lingislico son, en conjunto, slo variables. nicamente se disliiiguen de los signos, formalmente as llamados, que aparecen primeramente en la lgica aristotlica en que los inlerprclamos de modo automtico, es decir, en c|ue los llenamos del conlenido de carcter pri vado de nuestras vivencias''. No puede negarse que esta leorti es, ante lt)do, capaz de arrojar una clara luz sobre la funcin decisiva del orden o eslruclura formal del lenguaje. Es indidableniente cierto que toda comunicacin lingistica -y, por tanto, loda comprensindepende de que el contenido (pie se comunica est uestructuralmente dejinido, de que ocupe un lugar dentro de una multiplicidad en virlud de su relacin con objetos y otros contenidos, como iiilerprela W. .Slegmller la teora en cuestin''*. En este sentido, la lingistica rejrida al contenido ajirina igualmente que la Jiiiicin del lenguaje qua langue no viene esencialmente condiciiuiada )or la vivencia interpretativa del sujeto individual de la comunicacin (digamos por sus idetis de orden psquico en la iiccpcitm ele Locke), sino ms bien por la estructura ordenada de la langue {por ejemplo, el oitlen de los campos). Por su iclieiici;i ;i esla eslructun de orden, cada conlenido que se comunica adquiere un valor (valeur) inlersubjetivo en el seniido tle l;i hingue, podramos decir con L. de Saussure. IV'io con esla inlerpietaein benios venido a dar con el verdadero y preciso sentido de la teora de Scliliek. Sleginllcr, y ms aiii la lin|.',iislica refeiitla al conlenitlo, no hablan ya de conuinicacin de eslrucluras, sino de conumicacin de contenidos estruciuialmcnle definidos. Sobre todo en la lingstica referida al contenido, imperceptiblemente hemos pasado del antipsicologismo de Schlick al radio de accin de la teora de la signijicacin, igualmente antipsicologista, de HusserI. Pero -' l'iil. la iiUcrprL-lacin tjue hace SiIIMOLLIK tic la leoria tle Schlick en llauusiiiniiiiyi'n der (iey,e\vari\>tidosiliie, Viena/Slullgarl, 1952, pp. .357 y ss. ^ llml 179

el aiilipsieologisnu) de Schlick es coiisideiableineiUe nuis radical. No permile que en lo inlersubjelivamenle comprensible .se inLrodu/ca de conlrabando -como lra el mismo Schlick- un contenido material. Qui/. resulte ms fecundo en nuestro orden de cosas poner de relieve la apoia qtie hay en la leoriti radical de la estructura. Es realmente cierto -tendramos que preguiUarnos con respecto a la teora de la comprensin tle Schlick- tiue la interpretacin del sistema del lengutije por el individuo no afecta al prt)pio sistema, esto es, ti la eslruclura tiel lenguaje? Cabe separar de esa manera fornu y conlenido, objetivo y subjetivo, ti prit)ri y a posleriori? Es efectivimeiUe cierlo que -para traer aqu una ejemplificacin de Stegmiiller'''podamos imaginar dos seres para los cuales aquello a que se refieran como vivencias del ct)lor sea lolo gcnciv distinto, entendiendo la diferencia en senlido cutililalivo o relativo al conteiiidt), y sin embargo ct)incid;m en totlos sus enunciados por aparecer las vivencias de ambos en las mismas conexiones estructurales? La ficcin que acabamos de meneiontir .sera naturalmenle imaginable si vivencias tota genere dislinUis aparecieran en las mismas ctmexiones estructurales. Pero suponer esto ltimo tlesemboca en una pediio prineii>ii. I'nes es la relacin enlre eslruclura ele sentido y conlenido vivcncial lo que esl en cueslin. No tiene que notarse inmediatamente en la estructura todo cambio en la inlerpreiacin del contenido denlro tiel contexto de una conversacin concrela y, de esa manera, resulUir lambi;n afectada, al principio tle forma imperceptible, pero tiel todo electiva, la propia eslruclura formal del lengutije? Tal cambio se hara notar primeramente en las bien elsticas ordenaciones de los campos semnticos abiertos a las situaciones para ser, finalmente, con ms dificultad caplable en his estructuras sintcticas nucleares del sislemti del lenguaje"'. Recordemt)s aqu, slo de pasathi, que la relacin enlre eslruclura de .senTih) y conlenilo vivcncial ocupaba el centro de la problenilica fdosjica de Dilthey, y que ste, del estudio de la leora del conocimiento en las ciencias del espritu, lleg al resultado de que vivencia y estructura de sentido -por ejemplo, la intuicin de lo individual y la formacin de conceptos gene ' > Ihid. p. 376.

IJii ejemplo tle transformaeiii tle la estiueluia luielear siiileliea tle lo tiue se llama un sistema linustieo en el contexto tlcl tliltigo eonciclo hisltiiieo en e l que los hombres enlran incesanlemcnle en metliacii)n con su siluacitin cxpcrienc ial lo veo en la Ibrinacicm del sislema tle los lienipos latinos clsicos en la poca helenisiica, lal como la he descrito y valorailo en su signilicacin para la hislo ria espiritual de Oceitlentcl. LDIIMANN (CTr. /.c.vi.v, III, 2, pp. 169-217). 180

reales en el historiador-esln una eon olra en la relacin xlel circulo hermenulico, es decir, que sc corrigen mutuamente de modo incesante conlorme vamos pendrando eomprcnsi ..imente en una materia, un texto o una situacin vital real. Podramos hablar aqu, con llegel, de una tnetliaein reciproca entre el espritu subjetivo y el es|iiritu objeliso. Aqu tos entra ya la sospecha de c|ue la separacin que pone .Schlick enlre lornia y contenilo del sentido lingstico se basa en una ahsiraccin de los monu-nios de la realidad lem/nud del lenguaje que se dan en la exisleneia humana". C'onsideratlo sle de un modo lileralnienle esllico no se percibe, en elclo, ninguna dependencia tiiulua de forma y conlenido; ambas parles quedan inmovilizadas por un inslanle en una accidental relacin de carcter externo, pareciendo que fueran intercambiables sin imporlarse muluamenle. Hn cuyo casi) no podra, desde luego, darse en absoluto ninguna razn de por qu en la comunicacin real que acontece en el lenguaje corrienle se requieren unas eslrucluras bien delerminadas fuera, en todo caso, de un orden universal de relaciones; y menos an tle por qu los elemenltis eslruelurales particulares resultan plenamente inteligibles en conllguraciones tan proteicas y difciles tle reconocer como las oitlenacioiies de los signilieados tle las |ialabras en campos en el momento tle Ibrmaise. Hs significalivo que eslas ordenticiones no sean represenlables en el lengtiaje sin el recurso a los conlenidos vivenciales. Hl propio Schlick observti que no puede hablar acerca tle la eslruclura del lengutije sin recurso a los contenidos, peiti piensa que ello no es ms que un inconvenienle Inmsilorio sin verdadera Irascendencia'-'. Pero me parece que aqu olvidaba el fuiulamenlo wittgensteiniano de su teora, ya que, a tiecir verdad, tendra que haberse maravillado de poticr li;iblar sobre la Ibrma del hablar; pudiera ser tiue ftiea capa/ de hablar sobre la forma misma tlel lenguaje slo en lano que sla no fuera precisamente la forma pura que l conceba. Porque esla llima es, segn Willgenslein, inexpresable. La patente conlradiccin -que el propio Schlick reconoceen que incurre la exposicin, hecha tlesde el lenguaje corrienle, de la teora estructural de la comunicacin seala, a mi parecer, las dijicullades bsicas de la concepcin logislica del lenguaje, sobre las cuales debe cenirarse la criliea. La idea de la forma o eslruclura lingstica presupuesta en el " lisio es exaelaineiile lo que AHVetl N. Wliitehead -un testigo eiertainenle nada sospechoso- puso de nianilleslo como el error lundamenlal del modo de pensar lgico-matemtico, error que trat de corregir, por ejemplo en l'nnv.s.s tiiul R'ilily. por medio de una lilosolia concreta de la realidad temporal. M. Siili KK, iij). <ii., p. t(>8. 181

Tractatus de Witlgenstein y, coincidiendo con l, en Schlick, encuentra su ms prolunda justilicacin, a mi juicio, en el lema metodolgico de la ciencia moderna: Slo cuniiin-iuk'inos pk'tiunu'iit' lo que luisoiros niisiuos Hhk'uuis h(Hvr^\ Id postulado del conocimiento unvoco y universalmente vlido por excelencia slo puede, en electo, fundarse en la identidad de pruecisuD c Jad un, o de vciun e Jvtun, como la formularon ya el Cusano y Vico'"'. Y a mi juicio signilica un progreso sobre Kanl en la aiUocomprensin metodolgica de la ciencia el que los iniciadures del positivismo lgico desligaran la fundamenlacin de la validez universal, slo poslulable, de las proposiciones cientllcas del apriorismo sinttico de la leora kantiana del conocimiento para sujetarla al principio de la construccin arbitraria del lenguaje. De esle modo convinieron el giro copernicano en la fundamenlacin de la ciencia que Kanl concibiera de un modo sinttico y especulativo, por decirlo as, en un prol'lenu de pra.xi.s operaliva de acuerdo con el principio de que para comprendei de modo preciso, es decir, para asegurar'la validez intersubjetiva de la ciencia, primero hemos de hacen) nosotros mismos la base de lo comprensible , esto es, la forma del lenguaje. Esta evolucin en la leora de la ciencia me parece simplemenle una evolucin consecuente. Sin embargo, la auloposicin, en ltima instancia tautolgica, de la forma de validez universal cientfica como posibilitacin del conocimienlo humano concreto, aun en la forma de la ciencia ms rigurosa, precisa a su vez de una fundamenlacin en una sntesis a iriori de la aperlura del mundo desde el lenguaje corrienle. El A = A analtico no es aqu nada ms qte un modas deliciente de la sntesis XUT'i';vi;()7r,iav''' correspondienle a la relacin del hombre consigo mismo en la comprensin del ser-para. La reconstruccin del lenguaje cienlilico con ayuda de sislemas formalizados -y, por tanto, con la garanta de la ausencia de contradicciones- slo puede, por ende, coiilcin|)lar.se como un mtodo indireclo de clarificacin del senlido al servicio del lenguaje natural presupueslo de modo pragmticotrascendental. Lsle ltimo permanece, no obstanle la posibilidad y la necesidad de su reconstruccin lgica, y en cuanto presupuesto irrebasable y melalenguaje actualmente ltimo y no formalizable de la construccin lgica del lenguaje, como Consiilcrcsc al respeclo la prop. 5.2.12 del 'l'racuus: La relacin interna que ordena una serie es equivalenle a la operacin por la cual un trmino pro cede de otro. Cfr. mi artculo Das Veniletien - cine Problemgeseheluc ais Uegrillsges chchle, en Arcluvjiir llvy,rl]sKi'scliwhw, vol. 1, esp. pp, 149 y 15'1. Cfr. E. HiaNir.r, Siiiailii)hili)S>liu'. cil., p. 601. 182

lundaniento del conocimienlo creador en el seniido de un a priori sinllico. lisie circulo ilc la fuudamcniacin, de aspeclo lal vez parailjico, puede explicarse pt)r la apora de la ccuicepcin logslica del lenguaje. .Si, por un lado, la conslruccitni logslica del lenguaje supone, desde el punto de visla gnoseol|;ico, la aplicacin ms eonseeuenle, a ia vez c|tie elea/, tlel principit) segtin el ctial el hombre, para alcanztirel conocimiento cienllico unvoco e inlerstibjetivttmenle \;ditlo. lietie en cierlo modo i.|tie liticer liente al mundo et)n pro;yeeU)s eoiistrtieli\t)s de Ituina ;iprit)iiea, por olro lado, esla eonslrneein ha llevado dicho principio a su ltnilc absoluto, ihi mt),slrado ijue aun en la mas rigurosa conslruccin semnlica a i'riori de la verdad vienen presupueslt)s elemenlos tle eonlenitlt) de intltiraleza precienlfica y al mtirgeti tle la validez universal, si esUi eonstrtieein lleva rettitnenle a cabo-merced al planietMnienio en tillima instancia preciemlico tiue liene titie incluir- iititi tipeiTtira tlel muntlo. lin cuyo caso tendr que admitir una inlerprelaein hecha con la ayuda de una pragmtica mehilingslicti, es decir, susiancialmente basadt cti el lengtiaje ctirrienle, ct)nit) y;i indicamos tinteiiormenle (aparttido 11). lisie enfoque potlemos tiplictirlo ahora al conceplo de lrma y orden en la lilosolia del lenguaje de .Schlick y del primer Viitgenstcin. ^' el esullatio al tiue conduce es qtie Schlick no .se equivt)c cuando, busetindo las condiciones tle posibilidad tle la validez universal inlersubjeliva en los juicios cienlficos, expuso la lesis de qtie su comprensin y su comunicacin slo pueden fundarse en la lrma ti ortlen eslrticlural de los signos, lin ctianlo formulaciiiii lo in;is precisa pt)sible del principio regulativo de la comunieaein iiniversalniente v;ilitla propiti tle la ciencia y de la eorrespondienle conslrticcin tle lenguajes cientnct)s unvocos, el eoneeplo titie tiene Schlick del ortlen o forma tlel lenguaje es resullatio de una abstraccin absoluiamenie correcta, l.o equivocado es tlnictimente l;i eslinuicin del alcance que esle principio de la comunicacin cicnlihctimenle unvt)ca tiene para el lenguaje y el ct)nociinienlo humano del mtmdo globalmenle consitlerados. Schlick debi haber prestado mtiyor atencin a hi doetiina tle Wiltgcnslcin, que til ciertamente adopta, pero deseslimando su alcance, .sobre l;i inexpresabilidtid de la forma pura, lin esla doctrina, Willgenslein haba pensado de hecho hasta el final la idea de una lrma del lenguaje y del mundo universalmenle vlida, anticiClr. hl inlroiluccin CIL- H . Uiissell al ''racuius ile Wiiigcnsioin, Londres, 1922. p. 22 ys. 183

pando loda la apora de la problcinlica logstica de k)s nictalenguajcs: una forma-u ordcn-universalnicntc vlida por excelencia y en cierlo nu)do neutnil respecto de todo contenido, slo puede tener acliKililer un carcter nustico. Solamente como principio regulativo puede sUt servir de base a la conslruccn cienllicti del lengutije. Ella se acretlita, siempre de modo rehilivo, en la posibilitlad y la net:esid;id de construir lenguajes artiliciales sobre cuya Ibrnu semntica no es posible hablar desde ellos mismos, larski y Carnap recorrieron con un consitlertible xito tcnico y e|iistemolgico el camino, recomentkido pievitimenle por Russell, consistente en reali/.ai la idea de la lorma cientlictimenle unvoca tiel lenguaje en un regreso inllnilo. Y fue ah -es decir, con relacin a un lengutije objelo formalizado y purificado de lotki rcllexividad- tlt)nde lambin se lleg por vez primera a tlellnir de motlo unvtico la leora aristotlica de la verdad como correspt)ntlenci;i, es decir, como coordinacin adecuada de his prt)pt)siciones y los hechos, y a establecer a priori las posibilidatJes de inlerpretticin de un sistema lingstico en la forma de reglas semntictis. Y lodo ello, desde luego, al precit) tle un completo vacitiinientt) de contenido del concepto de verdtid; o, dicho de otra m;iner;i, suponiendo una vertiid material siempre y;i abierUi en el lengutije corrienle -lenguaje no unvoco tle mt)tk) formal- como metalenguaje tltimo; lnica verdad ctipaz de dotar al lenguaje arlilieial -pov ejemplo, inlerprelndolo como lenguaje precist) de la ciencia- de una aulnlici funcin congnitiva. En la construccin de lenguajes lt)rmalizadt)s, el problema lik).slico tic la forma tiel lenguaje real, el cual no presupone ya el ctmtenido de significado tiel muntlo como mert designacitMi tidectiatla (es decir, ct)ordinad; i de modo unvoco), sino t|ue ante lotlo It) irlicula, se ludia simplemente despkizatio (o excluitio). l.a tica logstica de ki forma o el orden |iuros no me jiarccc siillcienle pan compreiuler el lenguaje real y el conocimiento real del muntlo, porque un entendimiento puro e iinparcial ordenador del mundo -para pt)ner una ficcin- no sera ctipaz de dar con ningn significado. En el lenguaje real y en el conocimienlo real del mundo no se trata primariamente de ctiordinar un sislema de signt)s correctamente ordenado con una nuiltiplicidad tie hechos dados de unti vez -tai es el stipuestt) de que ptirtc tt)da construccin lt')gic;i del lenguaje tiesde la iiurt)duceit>n por Arislt')leles del concepto de signo y de lo que Ikinuimos variables"-, sino de abrirel mundo comt) tilgo con un;i significtitividtitl. " Ya en el 'icclclo tle l'laitMi aparece tle Ibrina aeabatia esla concepcin tiel lenguaje y el conociniienlti cuanto .Scrates tlice (2t)le-202a): Si nt) me engao, he oiilo tiecir a algunos t|uc para los elememos piimilivos, por hablar asi, lie los iiue nosotros y loilo lo ilemiis estamos eonipncsUis no hay espheacin 184

Esta Juncin de aperlura del nuindo que tiene el lenguaje, piesuniibleinente slo pcKienios concebirla admitiendo que a !,i ve/ que liene lugar la manifestacin { '.rljiung) picrrellexiva (encarnativa) del conlenido numdano en la palabra, la referencia vital humaini ah implicada (es decir, la perspecliva, mediada tambin de modo corporal-prclico, de la mundanidad I \l'elllial>ej) se afuma a si nnsma con respecto a los conlenidos ya fijados de la conciencia rellexiva como anlicipacin, er cierlo modo libremenle elegida, de un orden, fundando as desde cl hombre la luncin designativa del lenguaje y su sinlaclicidad. l.a manileslacin (liijjnun;) no manejable del sentido y la fundacin (Slijiung) de un orden reconslruiblc lgicamente han de ser, evidenlcmcnle, igual de originarias. Si a los recin mencionados momentos fundamentales de la apertura del muntlo les damos los nombres de fisiognoma y lecnognoma '", cabe explicar la ordenacin del sentitlo en el mundo humano-en contraposicin al mundo receptivo y efectivo (von Uexkll) especfico de cada especie animal- primariamente por la recproca mediacin de la tecnognoma y la fisiognoma del lenguaje (que, por consiguiente, estar fundado siempre de un modo a la ve/ convencional -Otor.i- y natural -(pv)or.i-). En la metodologa del conocimiento cientfico puede succtler -eomo de hecho ha suceditk>- que el principio tecnognmico llegue a ser hiperestili/ado y definido como principio regulativo de todo empleo del lenguaje. Pero aun su ms neta expresin en forma de clculos malcmlicos cognitivamente aplicailos mucslra la remisin tle la pura tecnognoma tlel lenguaje artificial a la fisiognoma prerrellexiva del lenguaje corriente. Sin sle, el proyecto de un orden formal propio del lenguaje conslruido a base tle signos seria sin duda, y de modo definitivo, universalmenle vlido en el senfulo tic vlido ninguna; pues tmln lo que es en si y por si slo pdenlos ilesii'.narlo eon iioinbes, loila otra deleriniiiaeiii lU) es positile; ni la de que es, ni la ile i|ue no es,.. Asi pues, lo que es en si y por si... lenilrianios ipie nombrarlo sin que tpiepa ninguna ola deleriniii;iein. l'or eonsigiiienle. es imposible hablar expliealivame nte de cualquier elemcmo primilivo. \a cpie para sle no h.iy olra cosa que la mera tlenorninacin: slo leiulria su nomine. Mas como aiiuello que se compone de tales elemenlos priniilivos es un eiUramado de eslos, sus denominacio nes vendan a eslar asimismo enliela/adas en el discurso explicalivo, pues su esencia consisliria en un eiiliela/;iiniemo ile nombres. Willgenslein ideiitilicai posteriornienle esla doctrina con el atomismo lgico lie li. Ru.ssell y del 7'/IC/K/I/.V (cl'r. !'liliis(iihistlic i'iilfi.siiihiinycii. 46). (La pieseiile versin del lexlo platnico csl;i ajuslada a la Iraduccin alemana de Kart l'ieisendan/ en que aipiel viene cilado, la misma que manej Willgenslein en su eompaiacin 11'.].) Clr. mi arlieulo leclinoguomie, eine erkeiinlnisanlhiopologische Kategorie , en Kiiiikivic i'ciiiiiii/i. i'c.sisihritt /ir E. Roiluukcr. lionn. t4.SK, pp. 6I-7K. 18.5

para toda conciencia en general, pero al mismo liempo carente de contenido relativo al mundo y, en consecuencia, incapaz en rigor de mediar lingsticamenle en ninguna conciencia. De esle modo, el prineipio de la l'ornu universalmente vlida del mundo, mantenido adalclicamente eonn) ab.soluto, es llevado d abstirduin juntamente con el principio nvcnitn ci Jacliiiii cotivcriiinlitf. Lo mismo podra moslrar.se de la absoluti/.acin opuesta, es decir, la de los contenidos vivenciales individuales, como lales exentos de tbrnu, postulados por algunas teoras de la intuicin hostiles al lenguaje, y, con ello, a la vez del principio vcnin el datuin coiiveiiiiiiiiir. El lenguaje real no hay que enlenderlo, por lo que se refiere a su juncin cogniliva, desde una separacin ahsiracla enlre lo que tneranienle conocernos (kennen) y vivencianws y lo que conocemos adecuadamenie (erkennen) en la Jiu-ma de un sislema de signos, como pretende .Schlick"', sino slo desde el crculo hermenulico de la forma de la conciencia y la forma de lenguaje, formas cjue vienen siempre ya prejuzgadas en un delermnatlo conlenido muntlano vivenciado, el cual a su vez est ya lingsticamente incluido como algo denlro de una relacin de carcter universal, apuntando as al dominio pblico. Por consiguiente, el conlenido del mundo y el orden del mundo, la vivencia y la forma de la conciencia, lundamenlalmente se constituyen de forma mutua en y por el lenguaje vivo, de manera que lal conslilucin se actualiza en totlo dilogo humano, pero tambin en lodo conocimienlo solitario. Ln virlud del orden universalmente vlido inmani.:nle al lenguaje, orden siempre de carcler pblico y, por tanto, relativo, enlabiamos una relacin circular con el mundo como siltuwin vivcncial signijicaliva en cuanlo a su conlenido, recretmik) ;is impercepliblemenle -por cuanlo se trata aqu de un comprender originario, y no de una subsuncin conforinisla- el orden del tnundo preforinado en el lenguaje. Esli situacin primordial del crculo hermenulico no puede indudablemente borrtir la polaridad, con lodo pcrsslente, de la forma y el conlenido, del orden universalmente vlido y la vivencia instalada en una perspectiva parcitil, de la rllexin excnlrica y el compromiso prclico-corporal con el mundo, del principio de la conciencia en general y el principio de significatividad (Rolhacker)"*. Lo diclio es lanil)n aplicable, nnitilis iniiiaiulis, a otras posiciones giioseolgic as que parten Ue la separacin abstracta de lo nieaineiUe conocido (das O'ckaniilc) y lo conocido ailecuadaniente (das lUkaniMcl '" Mediante la espccilicacin terminolgica del <qirincipt) ilc conciencia en principio de conciencia en general {.Salz des lScwusstscin\ bciliaun en la acepcin de Kanl y Jaspers) pretendemos restablecer la polaridad, acentuada 186

Es posible conlerirle a la teora ele Schlick una signilcacin gnoseoantropolgica actual siguiendo la divisa de <da exageracin permite ver. De hecho, la ciencia contempornea se halla cu la mejor disposicin para dar forma a sistemas de conocimiento formulados en lenguajes artificales en los que parece excluirse toda la capacidad de interpretacin intuitivamente signihcaliva tiue desarrolla el hombre en his situaciones vividas'"'', y ello en aras de una mayor universalidad y univocidad posibles en la estructura formal coriiunicable y, correspontlieiilemenle, en el orden y manejabilidad de las situaciones del mundo. Schlick se halhiba sin duda orientado en esta clase de sisleniiis hechos de frmulas cutindo vea la esencia del coiuiciiiiienlo adecuado {Erkcnnlnis) -en contraposicin al conocinciilo (Kcunnis) tle ntlole vivencialen la represenlacin misma de estados de hecho en un oitlen de sigiuis conslruido de modo unvoco". En realidad, tales sistemalizacioncs del conocimiento y del lenguaje esln ms lejos de rcllejar simplemenle mediante signos el orden dtido del mtmdo como orden univcrstilmcnte vlido por excelencia -de acuerdo con la leoria de los dos grados de la comprensin, segtin la cual primero conocemo.s (keinien) aquello que se trata de comprender y despus montamos una teora sobre ello- de lo que lo est la interpretacin del mundo desde el lenguaje corrienle. Como es sabido, todos los intentos de verificar inmedialamenle en lo dado las leorias de l;is ciencias exacltis metlianle his funciones verilalivas y los enunciados protocolares han iVticasado delinitivtimcnle. Las teoras se mantienen y .se derrumban junto con la fuer/.a especulativa de su terminologa lingstica. Y el alto grado de lrmtilismo y, por lano, de uuivacidad y universal validez ininanenle a cienos sisleinas de anuiciinienlo Jisicalisias, slo llega a realizarse por la hiperesilizacin, en el seno de la apertiua del nntndo originaria y de ndole vivencial (ue viene presupuesla, de un iraio con el inundo e.xireniadanienle uniluleral. Tal ocurre, por ejemplo, con la vivencia de la niensurid)ilidad cuantitativa, resultante de la conduela experimenUidora j un lo esencial por Rothacker entre olios, que se pierde en beneficio de un pri niado de la conciencia cuando se entiende conciencia en sentido lalo (como j despejamienlo del seniido en general -.<,SV///I-/.I7I//<,(;I)). Cfr. la conlribu; Clon de G. l-iiNKi; al cilado 'eslscuij!Jiir li. Ri)lliacl<'r. p. 79-98. j O . BlCKi.K lu explicado de modo muy convincenle, con su principio de necesidad pitagrica, el progreso en el saber de manipulacin O'erJ'tI auii'swisscnl lerico-inalemtico por el abandono de la signiliealividad inuiilii va UaiMuraiii rcnunliiimlti vinciniii.s). Cl'r. Cni.s.w und lirvnzv der nuuhcnm1 li.schen Dcnknvi.^c, briburgOMunich, I9.S9. " Cfr. M Selll k K, llchcn. Erkennen. .Mclaphyuk en Ccsainnwtlc Au/.sli r.-. cil., pp. 2-IK. 187

(Gehleii), y de la consigiiiciUc posible doniiiutciii del numdo. Slo por su imporUmcia en la lucha por la existencia alcanza tal vivencia el alto grado emprico-comparativo de validez universal cjue el planteamiento cienillco-malenutico tiende a convertir en evidencia pblica ocultando su fundamental unilateralidad. Justamente .sobre la base de esla situacin -que podemos llamar gnoseoanlropolgica-siguen funcionando en la actualidad los sistenuis tle frmulas tle las ciencias exactas ct)nu) ejenqilos tiel altt) giatlo de valitlez imiversal Ibrnud correctamente estimado por Schlick para lales sistemas lingsticos, en los cuales la originaria apertura simblica (vedializacin) tle la signilicalividad del conlenido fenomtinico del nunulo cede completamente su puesto a la reproduccin y disposicin relacinales de un orden faclual metlianle im tirden siiuclict) de signos. Ah viene a realizarse, en un .sector del conocimienlo y el lenguaje fundamentalmente limitado, pero extraordinariamente innuyente destie un punto tle vista hislrico-st)coltgico, el des|)lazamienlo poslulatlt) pt)r Leibniz-sin duda lotlava al servicio de un conocimiento metafsico- de la funcin verilativa del lenguaje desde el poder de representacin intuitiva tjue tienen las |)alabi'as a la icprcscniavin ivlacioiicil de un t)iden universalmente vlido por medio de la combinacin formalmente correcta de signos arbitrarios -y, por tanto, ciego.s-'-. SV lf c.v/c niuli'lii liiigiiisiicii, /oniicilisKi cu cMicniD, volvemos hl visiii (ll Icngudjc corrienle, podemos obtener con carcler general ciertas aclaraciones no ineseneiales acerca tle la relacin entre lenguaje y orden del numdo. Schlick representaba a la conviccin de que el logro de un mundo inlersubjelivo comn a todtis los hombres despiertos en el senlidt) tle lierclilo, .slt) puede garantizarlo una forma del lenguaje neutral frente a lodo conlenido. La interprelaein que estableciera el contenido de lal lenguaje deba hacerse totalmente a cuenla de las vivencias del individuo. Mas ahora, la realizacin aproximada tiel ideal tic .Schlick tle la forma tiel lenguaje en el lenguaje preciso de la fsica cuntica, por ejemplo, nos mueslra que la uinlerpreiacin (pie esUihlece el contenido de un lenguaje a cargo del individuo en su situacin vivcncial no es en absoluto algo obvio. Para nosotros lt)s hombres, esta depende de que en el lenguaje corriente lenga efecto un ordeii del mundo capaz de mediar de una determiiuida forma histrica y st^cialmenle contlicionada enlre la subjelivi (Tr. cu especial el l)(ihiy.iis de nuiicxidiif inifr res el wrhii {Pliilasniilii. sehe .Selirilieii, cil. ile tierharil, lomo VII, pp. I')()~ 19.3). 188

dad de las perspectivas vivenciales del liondire individual que abren el nuindo y la valide/, universal ab.slracla propia del ideal Idinial de la ciencia. Dicho ovcn del mundo jams podr aspirar a una valide/ universal de carcter terico para loda conciencia en general, incluso si llegase un da a ser norma para lodos los hombres en la forma de un lenguaje universal. Su carcter es fundamentalmenle dogiiilieo y consliluye en cierto motlo el l<gi)s tlel deslino histrico". Y si i;i lllosofa tIebe ocuparse de la adminislrtieit'in racional tle este li'igos, no potlr hacerlo cstableeieiitlo las contliciones tle su posibilidtitl y neeesitlatl iinieamenle sobre la liase tle la i'orma de ortlen prti piii de ht conciencia en general cual conciencia tetiriea " tTr. mi anculo IX T pliilo.soplii.'iLiL' VVahrlioit.sln.'gritV cincr iiilialllitii oriciiticncii SpiactiwissiMiscliatl, cu Spnihc -Schlii.s.scl zur (l<7/. icslsciuif l fr /.. W'fis'crhcr, Diissdiloit, 145'), pp. I I-.1H, en cspL-tiai apait. ill, 2: Di e Miilterspraelif unil licr amliropologiscta- Vorrang der ilogmalisclicii Walirlic it ; stijira, pp. 101-1.11. " ('IV . mi atcido Kami es eiii vvissenselialilielies Wellbilil liberliaupl gebeii'. ' (de prxima aparicin en '/.eilsdirifi fr i'hilosoiihisclic forschuny). Aclualmenle liabria que comparar esla problemtica con la necesitlad, puesta de nnuiirieslo por N. l.uhinann, tle retlucein tle la ctrmplcjitlad del numdo como contlicin de posibilitlatl tle Itis sistemas sociides. I'ero t.idimann relaja la dialtictica al inlenlar retiucir lambin la dimensin tle la conciencia en general, repiesenlada en el discurso terico de tas eieneias y en la rellexin riltstifica sobre su valide/, a la necesitlad pragmliea de reduccin de la complcjitl ail . \'id. .1. 11x111 UM.vsy N. I.I'IIM.XNN, 'flicoric ih-r (iiwcllschaji odcr Sii: iidifiliiniloyu\ l'rankt'url, l')71.

LA FILOSOFA DE LAS INSTITUCIONES DE ARNOLD GEHLEN Y LA METAINSirrUClN DEL LENGUAJE I En su libro Unncnscli und Spdlkullu; Gchlen ha cenlnulo la ampliacin, hace liempo esperada, de su calurosamenle discutida Antropologa de 1939 en la Antropologa Cultural, es decir, en el terreno ile lo social e histrico. El mismo habla en la Introduccin de una lllosora de las instituciones'. Por inslitucin entiende l, en senlido lato, toda CDUsolidacin e independi/. acin de nuestro comercio activo eon el numdo exterior y con k)s denus capaz de darle a nuestro comportamiento un cariz de obligatoriedatl. Una institucin en este sentido es ya una correspondencia enlie diversas personas' o -tle un modo ms elemental la lorma adecuaila de labrar una pie/a en bruto convertida en un fm en s mismo'. Donde mejor viene aclarado el signilicado de dicha ampliacin de la problemtica antropolgica es lal ve/ en una observacin tiue hizo Ciehlen ya en I9.S1 a ra/ de las criticas a la cuarta edicin de su reputado libro sobre el Hombre. Ante los reproches de que su planteamiento emprico-analtico y cuasi biolgico no era capaz de hacer justicia a los problemas ticos, Gehlen expuso la hiptesis de que un estudio emprico de mayor amplitud, eslo es, anlropolt')gico-cullural puede en algun; t medida proporcionar ttnos principif)s generales sobre el aspecto tico. Y a la t)bjecin de que el senlitlo de lt)s productos especficamente humanos de la cultura januis puede inlerprelarse biolgicamente, sino slo meiansicamenle, su respuesta fue sla: I Aniuld Cil III IN, Ihiiii'ii.sch iiiid SHkullui; lionn, I9.S(), p. 9. Ihid., p. 6S. ' IhidAH. 191

Una ve/ iinc... el punto ile visla ile la relroalinieiUaein biohgiea apHeailo a la eonduela iiHeligenle, objeliva y leleohigiea se ha agolado, se abre un cnnpo de invesligaein iiniienso, pero no menos empirieo: el hislrieo-soeiolgieo, Cierlos lmimenos que en la primera visin (es decir, la biolgica) aparecen como e.xenlos de linaliilad puetlen enlonccs revestir una utilidad social o, cua nto menos, lener ima tielerminacli'm social univoc^i'. listas tirirmacioncs tlefincii hi caracterstica y pinicitUir posicin (Ic Ciehlen (leniro ilc la lilosofii conlenipinned, pt)sici(')n tan provociidort y problemtica como de innegable lecundidad dentro y fuera de los lmites de la especiali/.acitni acadc-mica. lin cuik|uer caso, las tlsciisioiies en toriu) a la Antropobiologa anterior de Ciehlen han mostrtitlo t|Lie una valorticion crtica de su trabajo slo es posible desde una completa chirificacitin de sus presupuestos mett)dolgicos. C'on esta exigeiiciti intentaremos primeramente definir.el horizonte de his expectativas ciue ctibe albergar con respecto a la Aiitropologti C'ultunil de CJehIen. En primer lugar luibrti ciue aclanir (///</ enliende Gehlen por una Jlloso/id cnipricn. El mismo ha contrapuesto dicho concepto tanto a hi mettilsicti en el sentido prekaiuiano como ;i l;i lilosola idealista trtiscendentiil en el senlido de Theodor Eitt. La conlraposicin a la inelajisica se concreta principalmente en el hecho de ciue Ciehlen no inlenla responder de modo temticamente definitivo a ninguna cuestin ontoU')gica esencial. Ello naturalmente no excluye tiue Ciehlen pueda servirse tle alguna visin esencial previa. Asi, por ejemplo, define al hombre como ser activt), atintiue no ve en ello un prothictt) especulativo de la filosofa con ctircler dellnitivt), sint) una hiptesis tle trabtijo ciipaz en principio tle posibiliitir la tipertura de un mbito emprico de investigacin, es tiecir, de hacer pt)sible la inferencia desde ella tle enunciatios empricamenle verificables. De esla manera, lo (pie se pro/ione Grillen es irahajar di reclmenle en el lerreno de las ciencias empricas y no nicamente esclarecer las condiciones Irascentlentales de posibilidad de sus axiomtis y conceplos bsicos. Razn por la cual rechaza igualmenle el eonceplo de la Jilosojia de Lili y de oros idealislas Irascendenlales, segn el cual la filosofa liene su puntt) de partida legtimo en la rllexin sobre la rllexin tiue ejercen las ciencias particulares\ La diferencia de la jilosofia con respeclo a las ciencias xirlicidares no estriba para (iehlen ni en la tolal pretensin tle verdad tle la mettifsica ni en la elevacin tle la fik)sofa a gradt)s ms altos tle rllexin, sino en tiue es ella la ' y.cilschrili l'r plnlosii>liischc Furscliuin;, IV (19.- 1-52), p. 96. ^ CIV. y.hihr i: l'hih's. Forscliy., VI, p. 97. 192

que debe proporeionar los conceptos bsicos por medio de los cuales se consliluye un mbilo emprico de invesligacin y s imeterlos a una rellexin crtica". Una aclaracin de esta concepcin en el marco histrico de las relaciones entre lllosofa y ciencia, nos coloca, a mi juicio, ante el tipo cl Juidulor jUn.sJico ilc una nueva ciencia. Y nada hay que nos demuestre que esle tipo, sumamente importante histricamente, lo haya tornado imptisible, o bien superlltio, hl neta tlistincin loiiiial a iiartirde Kanl entre las dimensiones lllt)sfic;i y cientfica tle la invesligtcin. Antes bien, esle punto de visla viene ;i justificar de hecho la peculiaridad de Iti antropologa de Ciehien, al liempo que explica su J'cun( lidad eininenlemeule cieiuijica y su e.slinuilanle prohlenunisnu) en el haiizonle de la pura Jilosofia. Pues este liltimo fuerza ya a considerar el planteamiento de una ciencia emprica como una interpretacin esencial del mundo a la vez descubridora y encubridora -independienlemenle de que en el horizonte esencial del planleainiento sean o no ctirrectas las constataciones sobre hechos y sus generalizaciones lericas. Esla misin incumbe a la fik)sola especialmente cuando una preconcepcin esencial terica no slo debe prt)porcionar un saber de manipulacin (Verfgungswis.seu) tecnolgicamente relevanle, sino atlems conducir-como en el caso de la Antropologa y la llltisola social deCiehlen-a resultados licamenle relevantes. Con los sujiticstos que acabtimos de esbtizar puede ahora, a mi juicit), c.xlrwr.se de la larga Ciuiirover.sia .sobre el nunlo de enjtnciar la primera ohra bsica de (ielilen la .siguienw conclusin: 1) Hay tiue recont)cer que (iehlen ha mosirado que el hombre esl yti, por naluraieza, subordinado a la cullura. En otras palabras: si partimos tle la hiptilesis tle irabajo anlropoltSgica tiue compara al hombre, en lo t|ue se refiere a su mera auloconservacitin, con el tmimal, se hace paleiile t|ue lodas las caraclerslicas especficas tlel hombre ct)mo cl lenguaje, la actividad inleligenle, el senlitlo prctico, etc. y lotlos los producltis culturales que tle ellas brotan no concurren tle un motlo adicional a su mera aptitud para vivir, sino que son imprescindibles para que el hombre pueda vivir en el sentido puramente biolgico. 2) De la Antropologa de Ciehlen no se sigue, con lodo, que las faculUitles especficamente humanas y lo que llamamos sus prt)iluctos culturales no tengan olro .senlitlo que el de hacer po sible la mera auloconservacin tlel hombre, es tiecir, el de ha cer sle realidad por otras vas l;i misma mela ya alcanzatia en i hincnscli p. 7. 19.1

el reino animal. Hn oirs palabras: Ici coinpaian del hoinhiv cti el aninud desde el supuesto del tlos, igual para ambos, de la mera conservacin de la vida no es capaz de dar cumplida respuesta a la pregunta por la esencia del hombre: nie;nnenle esclarece una concliiio sine cpiu iu>n a que cierlamenle se halla sujela toda realizacin sustantiva concebible de la existencia humana. Hien pudiera ser que una Providencia divina hubiera hecho de la conlbrmacin aulorresponsable y rellexiva del seras del hombre una precondicin de la mera exislencia con el fin de obligar genticamente a un ser a plantearse la cueslin acerca del ser-as digno de vivirse y decidirla responsablemente .-al punto de la posible negacin de una exislencia que no pudiera justificarse como ser-as. La especulacin melalisica que acabamos ile hacer, en nuestro conlcxlo slo debe funcionar como hi|X)tesis de trabajo para una posible crtica. Tan slo debe borrar el horizonte que pueda dar motivo al reproche de un biologismo sin duda igualmente metafsico. No hay biologismo en el hecho de que Ciehlen plantee la cueslin de la utilidad vital, ms an, de la necesidad vital de las creaciones culturales humanas y responda a ella positivamente, pero el reproche s estara justificado cuando Gehlen, por ejemplo, hace valer moralmenle lodas las producciones de la cultura slo en tanto directa o ndirectamenle se cien a la norma de la utilidad biolgica. Desde este punto de vista proceder a continuacin a un examen de la Antropologa cultural ampliada de Gehlen y su filosofa de las instilueiones humanas, en la cual, en propias palabras de Gchlen, la hiptesis ile trabajo de la utilidad biolgica es ampliada htisia incluir una utilidad o una deleriiiinacin sociales. Tengo muy en claro que m planleamiento supone una simplificacin constructiva que apenas puede hacer justicia a la abundancia y diversidad de los descubrimientos empricos y las agudas observaciones que caracterizan a Gehlen, y que, por olra parte, liene que desembocar en lo c|ue Gehlen ms denosta en su reciente obra como el rasgo caraclersiico de la modernidad: la discusin socialmente desvinculada de meras opiniones. Sobre este punto htibreinos de volver tle forma temtica. 11 El planteamiento esencial que expone antropolgicamente -en el sentido de Gehlen- el-problema de las instituciones se encuentra ya formuhido en la cuarta edicin del libro Der Mensch: Cmo un .vt'r-pregunla Gehlen-caracterizado por la 194

reduccin del iu.sliuio y la aperlura id inundo puede llegar, a la vista de la tremenda ilasticidad e inesiahilidad de sus pulsiones, a desarrollar una conducta cuasi-iiisiinliva o ciiasiaiitomtica:' Ikiecisc esla pregunta signillca plantearse el problema de las instituciones'. Como vemos, es en la comparacin del hombre con el animal, lundamentada hoy especialmenle en los esludios, de lan conseguido c.\.ito, sobre la conduela, donde tiene una vez ms el pensannenlo de Ciehien su puni de partida especulativo. De esle modo, los problemas ms agudos de la tica son en cierla manera transferidos desde el principio a la siluacin humana originaria de la reduccin ile los inslinlos, un punto de visla meldico que sigui Kant por primera vez en su ensayo Sobre el presunto comienzo de la hisioria humana y que en el fondo representa la versin especulativa del mito bblico de la cada. Dicho mito ha hallado en la actualidad una ilustracin cientfica sumamente significativa en la demostracin de Konrad Lorenz de la existencia en los animales de una conducta anloga a a conducta moral, eslo es, de inslinlos inhibitorios conservados por la especie que funcionan normalmente en el animal no domesticado y que le impiden alentar conlra el congnere que se mucslra iniielnso. l,orenz ha hecho verosmil que una disminucin de tales instintos iniihitoros, unida a la reduccin general de los inslinlos consliluliva del hombre,./ic ra respousaiite del caiuhalismo ampliamente extendido enlre los hombres primitivos: tampoco .se ha ahrnalo dudas sobre el hecho de que el problema bsico tico-antropolgico que esle caso ilustra no est aclualmenle supenido cuando ms bien vuelve a plantearse de forma ms aguda a cada invencin del hombre en la tcnica armamenlslica. As, el pillo que (.lescarga una bomba atmica sobre una gran ciudatl se halla mucho menos refrenado por los inslinlos inhibiUirios que el hombre de Neanderthal armado de su hacha. Al coiilrario que su antecesor, no puede ya en absoluto percibir las cualidades expresivas de elctt) sensihle-emocional de su posible vciima. Este punto de vista y otros parecidos, as como los resultados del estudio comparativo de la conduela, son los que esln detrs del redescubrimiento antropolgico de las instituciones en Gehlen. Su idea fundamental es la de que en el hombre la orientacin sensorial y la estabilizacin de la conducta mediante desencadenadores especficos del mundo exterior, deficientes ambas por naluraieza, pueden y deben ser sustitiiidas por las instituciones, lista idea fundtimental va pareja en Geh Ih'vMi'imh. 4." uil., 1951), p. 84. (TV. i'inwiisih iintlSihilkulltii; p. 47. 19.5

len con una prolunda dcscoidlanza hacia las meras representaciones y manilestaciones con nimos teorizantes de la pura subjetividad, lo que en el fondo signilica hacia el espritu de ilustracitSn liloslica en tanto que ste disuelve imperceptiblemente las instituciones siendo incapaz de crear otras nuevas. De esta forma asistimos a un viraje de las ideas (uuropolgieas Jundanwnudes Inicia la Jilosojia de la hisloria, viraje que viene ya expresado en el ttulo de la nueva obra: Urinen.sch und Spalkullur. Tal contraposicin es ante todo indicativa de la nueva dimensin que introduce la lilosola de la historia, pero delata tambin una actilud de finido crlico-pesiniisia en la Jloso/ta de Gehlen vagamente comparable a la de Spengler o, an antes, a la de Vico. Hsta mira con fascinacin las situaciones arcaicas, situaciones que ms primariamente parecen corresponderse con la imagen ideal de un funcionamiento de las instituciones anlogo al de los instintos en el seno de culturas integracUrs en una unidad de estilo; y persigue con la mayor intolerancia el socavamiento de ese mundo de instituciones desde la ilustracin griega y, una vez ms, desde el despuntar de la era industrial en benelicio de una subjetividad desvinculada que se cierra en s misma o de la -para decirlo con Vico-barbarie de la rllexin. fil propio Ciehlen ha elaborado, por cierto, categoras que permiten el conocimienlo de esa evolucin como algo profundamente necesario, y necesario no slo en el sentido de la teora de los ciclos culturales de Vico y Spengler, sino lambin en el sentido de un proceso en ltima instancia nico y con senlido en s mismo. De ah resultan en su propia lilosola, a mi juicio, ciertas intuiciones que sugieren, si no una superacin, al menos una transforrnacin de la hiptesis fundamenlal de la funcin antropolgica de las instituciones. Ya hablaremos ms detenidamente de esle singular cueslionainienlo del anlroplogo Gehlen por el Jilsofo de la hisloria Gchlen. tanto ms por cuanto parece ser de la mayor importancia para la problemtica de los fundanientos de toda lilosolia. Por lo pronto echemos una ojeada ms a la parle gnoseolgica y metodolgica de la idea lundamental de Gehlen sobre la funcin de las instituciones y su concomitante depreciacin de la mera subjetividad. Sobre esle punto hizo tambin CJehlen, ya en la cututa edicin citada de su libro Der Mensch, tilguntis especilicaciones notables. All corrige l su mtodo anterior, a lin de explicar anlropokSgicamente los sislemas directivos del espirilu objetivo, de la forma siguienle: Es precipilado pretender reducir Jornias (Gehilde) del espritu objetivo lales como el cristianismo purilano o la tica con 196

fuciaia di recta incnlc a lu siihiaividad huiuana giial que, por ejemplo, emieude Beigsoii la religin como produclo de ui\a luiiciii fabulaloria con una llnalidad inmediata, a saber: la de estimular l;i vida. Semejante concepcin contradice adems la idea de que el hombre no liene inslinlos ideolgicos especlicos. Naturalmenle, esla carencia puede a lo sumo compensarla con la inmediata imposicin volutilaria ile lincs, pero atiui es ms bien la Ihialidatl secundaria de las insliluciones -una siterle de astucia de la ra/.ti- la que liene que procurarle una elevacin indirecta sobre si mismo. De ello se sigue, melodolgicamenle hablando, que preguntarse por las formas tlel esprilu objetivo es algo que slo puede hticerse desde un punto tic visla st)ciolt)gict)-cullur;tl, es decir, ptegunlandt) al mistiio liempo por las inslilucit)nes que concretamenle st)slienen a esos sistemas directivos^ (iehlen generali/ar y radicalizar eslas ideas en su nuevo librt) bajo l:t lrma tle titia aguthi udijiiicd antlni lu couipivusiiui psicolgiid diivcli di' lis culluras c.xiraas lal como Dillhey la imaginaha. linlre la concieticitt stibjeliva y sus conlenitlos de .senlitlt) lcticos, es tiecir, histrico-concreltw, se halla inlercalatio, segtin Gehlen, el momenlo medittdor absolulamenle irracional, es decir, no anliciptible por la imaginacin comprensivti, del comercio aclivo con el mundo exterior. Esla mediacitin viene ;i cutijar en las insliluciones, cajiaces por s solas de malerializtir una idea comt> idee dircciricc. afiairzarla en el mundti y de ese modo distingtiirla de loda otni idea u opinin lolalinenle desvinculada por .ser de carcler pa.sajero''. Lo que se pierde de visla, dice Gehlen, en las arles vivenciales propias de la comprensin psicoltigica ilimitada de las ciencias del esprilu y su atilocomplacencia subjetivista es la sencilla verdad de que las lomas de posicin aclivas Irenle a los poderes ejeclivos de la realidad exierior a nosoiros y cl alma que se impone a si misma sus propias larcas se implican muluamenle. Forman una conexin que no puede siisiiiuirse con nada, pues de ali nacen insliluciones^". En efecto, as nacit anlc todo esa institucin fundamenlal afianzadora de las ideas en el mundo que es el lengutije. Pero ya volveremos sobre ello. La consecuencia metodolgica de estas ajirmaciones es, para Gehlen. ante lodo y de modo general la exclusin de la separacin cartesiana de sujeto y objeto, mundo interior y mundo exterior y lodas las hoy vacuas controversias entre las ab,s )cr Menscli, cil., pp. 41.1 y ss., y p. 425. (ichicn, Urincnscli..., cil., p. 9 y nissim > Und., p. 12'). 197

tracciones biologista, dualista y espiritualista a que ha dado lugar, lo que significa una confirmacin de su primer entbque centrado en el hombre activo". Y de lrma ms especial, la i/iIrusin de la sociuloga en la Jilosojia, lo cual signiliea la sustitucin de la comprensin en el sentido de Dilthey por un anlisis calegorial cuasiobjetivo del comportamiento social y su consolidacin en las instituciones. Y ms an ante las culturas arcaicas, separadtis de nosotros por el umbral cultural del monotesmo y la ttcnica cienllca, modillcador de todas las estructuras de la conciencia, debemos, segn Ciehlen, renunciar por completo a la comprensin psicolgica y ceirnos a una deduccin objeliva de la mayor canlidad posible de particularidades del comporlamienlo a partir de las categoras e.struclurtiles, establecidas de forma hipottica, de las inslituciones dominantes'-. III Si iraanios de relacionar la Jiindanienlacin de iielilen de una Jilosojia de las instituciones eon la tradicin Jilost'>Jica, nos veremos remitidos ante todo a Hegel. Hegel fue sin duda el primero entre los filsofos clsicos que contrapuso a la Ilustracin occidental y su rllexin abstracta, es.decir, ;i l;i voluntad decididamente racional de comprender y icluar de la cultura, la necesidad de una mediacin gnoseolgica, as como prclicovital, de lo histricamente sustancitil de las relaciones sociales. Incluso la polmica contra la autocomplacencia de la subjetividad desvinculada que Gehlen censura a los artistas e intelectuales modernos se encuentra prefigurada en la controversia de Hegel con el romanticismo temprano de Jena". Ilegel concibi el problema en cuestin como el de una mediacin dialctica del espritu subjetivo, de por s abstracto, por la realidad histrica del espritu objetivo. De hecho, Gehlen parte explcitamenle de ah. F,l define el problemti como la tarea de mostrar la autonoma de la vida anmica condicionada por las instituciones frente a la 'subjetiva', esto es, de hacer justicia al hecho de que las mismas organizaciones... que los seres humanos producen pensando y actuando unos con otros se independizan de ellos constituyndose en un poder que a su vez grabti sus propias leyes denlro de sus corazones. Hste poder autnomo de las instituciones cabe deducirlo de la iiaturale/,;i del II //;W.,p. 8. I-JIfid, p. I to y pa.i.siiii. " yid. al respecto O. POdcaai^K, Ilef-els Krik derlioinanlik. Honn, 19.S6. 198

hoinhic, y jiistaiiientc desde un nivel ms lealisUi que aquel en el que llegel se n\ova, teniendo en mente el ndsmo estado de cosas, con el concepto de "espiritu t)hjetivo'''. Pcfo qut: etitiendc (leltlen pof ese nivel ms realista qtie, frente al de llegel, distingue a sus investigticioncs? La respties( a podemos elegirki enlre los inincipios programlict)s lecientemenle menciontidos; c/ loder uilnomo de lit.s iiisliliicioiw.s hay (//((' di'dacirh) de la aiuandeza del hombre, mi de la del esprilu. Ln otras palabras: It) riacit)nal e liisltnicamcnlc conlingente de la mediticitn de hi culltira, e incluso de los conleiudos subjelivos de la conciencia, por el comercio prctico con el mundo exterior, lal como viene ste a consolidarse en las inslitticiones, no ptiede enleiitleise tlesde el principio como enajenacin del esi)irilu destinada a retornar a la rellexin de la conciencia para ser finalmente superada en la subjetividad. Lsta especulacin idealisui es reempla/.ada en (elilen por cl anlsis hislrico-socioltgico de carcter emprico. Aun as, el tinlisis emprico de la funcin antropolgica de las inslilueiones precisa lambit'n en(iehlen tle un hilo contiuclt) r esi)eculalivt); y como ya hemos indicado, sle lo proptirciona la expectativa, a tpic inductivamente da lugar la comparacin con el tinimal, de que las insliluciones vuelvan a .someter a hl subjetividad humaiui -qtie se haba hecho libre de lormti alarmante ct)n la ctitla de Adn, es decir, et>n la reduccin tlel instinto-al garanliztir por su efcclt) desencadenador arlilicial una contluclii cuasi-inslinliva y cuasi-atilonilica. No se sustituye atju -y esle pensamiento se imptnic en la eamparaciii de Gehlen eon llegel-una metallsica idealista tlesde arriba y desde dentro por una metallsica biokgico-sticiolgica desde abajo y desde fuera? Dicho de otro modo: no susiiiuye ehien la garanta metallsica de una conciliacin espiritual de la subjelividiid con las instituciones, en la cual est supenida Ititla auloeiuijenacin, por la esperanza resignada de que justamente la total autoenajenacin del hombre en las insliluciones autnomas pudiera disciplinar desde fuera su peligrosti subjetividad? Ll propio (iehlen dio ya una respuesta a esta inlcrroganle en su arlieulo de 1953 < << ber die Geburl der i'reihel aus der Enljremdung ^^. Ah enconlnimos la significalivti ilnsiraciii siguienle: ...A a Hislic (Hiinv sk'inim' tu (uc en la relacin cnlrc lo.s .ve.vo.v; slo bajo las nuis raras aiiuliL-ioiics puede mantenerse l,i ms apasionada, riea y vivilieaute relacin eniie lioiubie y miyer de lrma directa y nica como lalliii.s aniniico, I-" Cilin I N, Ol). cil., p. 9; clr. lambin pp. 21 y 2.1.'!. Ar Ir.v liir U'citis-undSoziali>liilosoptc. vol. .XL, i, l'J.S.I. pp. .'i.sl y s. 199

pues nata piit;ilc liularsc iiiiiaiint'iilc all, l.o hiolyico, lo ccoiUMuia), la pro genie, la alinienlaein y la neeesidatl son ms liieiles, y /(/ icknin liene que iihjelivarse, eosijieiir.se, yeneriiliznise ms iill ile la exeliisividail de lales individuos: eii una inilahra: enajenarse en una insliluein (el uiairimonio). si esas personas no i|uieren perderse miilnamenle y volveise e.slraas. De all oblicu Gehlen la siguiente generalizacin liloslica: / Y liomhre slo inilireelamenle puede luanlener uua retaein iluradera e<insiyo mismo y eoii sus seinejanies; ha de reeneonlrarse por la via indireela de la ena jenaein. y es ah donde enlran las insliluciones. lillas son realmeiile, eonio vio eorreelamenle Marx, liirmas produeiilas por los hombres en las ijue lo aninieo, maleria mrbida aun en su mayor rtiue/a y palhos. se objeliva, se enirelaza eon el curso de las cosas y slo asi se consolida. De esa forma, los hombres son al me nos consumidos y tiuemados por sus propias creaciones y no por la cruila naluraIc/. a, como los animales. Las insliluciones son las liirmas supremas del onlen y del deslino que nos amparan y nos consumen sobrevivimionos largamenic, y a las cuales se enliegan los hombres peispicaces con un grado tle liberlad aca.so mayor para atiul tiue se alrcve t|ue el tiue lendria aciuantlo por s mismo... Y la s insliluciones como el matrimonio, la propiedail, la iglesia o el eslatio enajena n a Itis hombres preeisamenle tle su piopia subjelivitlatl inmctliala, prcsUiuloles u na subjetividad ms elevada que alravicsa los designios tiel nuiulo y de la hisloria, mas tambin les protegen de s misnujs, thindoles opciiiii, sin exigiselo, a un ajusl aniienlo de la subjeliviilad supremo e iiu'oinparable. Nadie dejar de apreciar l;i proliintla vertiad y actualidad implcitis en esUis mporttintes afirmaciones. Podran servir tle correclivo, pongamt)s purcaso, al itleal del amor autc-nlict) y libre tle Ant)uilli o .Simtme tle Meauvoir igual t|iie el ct)iiceptt) hegeliano tle la elicithid suslancial lo serti con respecto a la Liuiula tle Fetlerico Schiegel. .Sin enbargo, ;i propsito tle la siempre renovada rebelin secular, tpicamente occidental, del amor libre y e.xislencialmenle autc-ntico contni el llseamienlo y autt)enajenainento insliUicionales se puetle observar, aunciue admitientlo reservas, que (clilcn. al cunintria (iw Hcgcl. .slo parec' reconocer la necesidail ile la aiiloenajenacin in.slilucional, pero no la necesidad de una co/ilinua .superacin de la misma. Con ello no le queda a Gehlen, evidentemente, ptwibilidad alguna de reconocer lt)s derechos hislricos de las rebeliones de l;i subjetividad -como Uimpoco los de las grandes revoluciones europeas (en la acepcin tle Rt)senslockHuessy)-, de reconocer en suma el hecho de que no slo la loimidable labilidad de la subjelivitlad intlividual liene que someterse de continuo a lo nsttuciontil, sino que lambin, a la nver. sa, el ctircter inhumano de las rgitlas insliluciones tiene que ser de continuo eliminado destle la subjelividad rebelada jiara dejaI franco el camino hticia una autntica mediacin y ct)nciIlacin de ambos polt>s. 200

Pdr coiiccilcisclc ciilcnimeiilc a ielilcii tiiic cl hombre slo (luede ser libre en las iiisliuicioues, ya ciue slo stas, como precipitados de las costumbres, tiliviaii su voluntad d,. la agotadora brega con kts necesidades primtirias, as como de las pulsiones y estados de inimo inlrtnes, haciendo ;is posibles las decisiones esenciales y las obras crettlivas sobre la bttse tle lo comn y universaltiicnte reconocido. Desde el punto de visla anlrt)poi(')gico lormtil, esla etinsitlerticin es sin duda acertada. Hmpero, esle punto de visla slo encuetilra conllrtnacin en las llamadas culluras inlegratlas en lodti su amplsimtt varietlad, especialmenle en culluitts primitivtts timo l;ts descritas en las invesligaciones tic Ruth Benedicl"' y Mtugaret Mettd", culluras eslili/adas de un modo de lodo puni unilalcrtil. No suministra ningn tipo de criterio para una valoracin de las dislinlas fortnas inslilucionali/adas del i'llios, y menos ati permite comprentlcr litisla c|u punto Ai cii/nini <nridciilal debe ci Id posiiv su fitncin icd cu ln liisiorid uivcrsul al hecho de ciue nunca lleg a ser una cullura tntulelo en el sentido de la moderna Anlrtipologa, sino ciue tlesde la Ilustracin griega y la movili/.aein tle la intimidad por el crislianismo conlitmamente opuso a loda inlegiacin inslilucional l;i resisleticia de la subjetividad espirilual como principio de reforma y, ftnalmenIc, de revolucin. C'onsiderantio el irremisible eslanctimienlt) de muchas culturas :iic;iic;is en rituales crttenttis como los sacrilieitis humtmos t> el tieber tle la \en|',an/a sangiienla, nos parece iitic Ciehlen peca cuanto tnetuis de uuiliUcnduldd id un icucr nuis que irona para c<ui cl ideal moderno de la personalidad siluula por encima de las inslilucioiu-s. ensalzuulo Jrcnle a sle la dignidul morid de lunnhre arcaico, para titilen lo inslilucional ele ia vida pblica no era meiamenle, comt) lt> es ho>' para nosotros, una ftinein de carcler icmporal, sino un siaius de ndole sustancial. Quien vive eonipioinetido luisla los liuesDS enu su sniis uo tiene on a eleecin que dejarse eonsuiun' |)or las insiaueiDues \ii;enles; lucra de ellas, no encuen tra en alisolulo niuiuii |iunlo tlomle pueda liaeer pie. l-.sia es la dignidad gue tanto le talla a nueslra poca, donde los sirjelos se tiallan en perniancnle revuella contra lo iuslitncional''\ Sin duda es cierlo ciuc cl recurso a la subjetividad individutil, tan al uso en la moderna crtica cultural, contra el aparato, l'//,, por ejemplo, R. lliM-Diei, l'ijniiiicii IIT Kiiluii: llamhurgo, l'J.S.S. " M. Mr.M), .Maiiii iiiul ii'cih. llamlnugo, 1958; vid. l:unliicMi (ifschicchi und J'f/n/'i'Mt/k'/i/ in ninnuwn 1 irv/luliu/iett. I l.iminiigo, I95'>. "' (ll lll IN. 'lincnwli und Spdlkuluii. pp. l^^ y ss. 201

contra la burocratizacin y la luncionalizacin de nuestro mundo no alcanza an a tocar el problen\a anlropokSgieo de las instituciones. Pero el ideal de una existencia cuasi-arcaica en la que el hombre queda absorbido sin resto algun) en las instituciones pblictis tampoco me parece suministrar un criterio para el anlisis riloslico de la situacin actual. En esle .sentido, la Ibnriula dermitivti de Ciehlen en su estudio S2al>sycH)logischi' Frohiciiu' in ilcr inliisiiicllcn (ii'scUschdji''', segn ht cual una iicrsonaliihul es una insiiiacin ctiirada a un caso//-", me parece cuando menos ambigua. Lo que Gehlen quiere decir, por el sentido concreto del texto, es, en primer tmiino, que una personalidad real no se revela en el alejamiento (Toyubee) de los asuntos pblicos, sino en el compromiso ejemplar, en la conCrelizacin histrica, por decirlo as, del imperativo categrico kantiano. Sin embargo, dicha frmula podramos tambin interpretarla, en rehtcin con el enfoque antropolgico bsico de Ciehlen, en el sentido de que una persoiuilidad slo aparece realizada cuando se convierte, con respeclo a una determinada institucin, en ca.so de una especie, igual que el ejetiiplar animal con relacin a un instinto de su especie. Ahora bien, esla concepcin implicara, a mi juicio, una resuella preferencia por la frmula metajlsica del idealismo alemn, y aun del Joven Marx, .segn la cual la realizacin de la esencia humana slo cabe esperarla de una reciproca superacin (AuJIehung) del espirilu suhjelivo y del espritu objetivo. En todo ca.so, la frmuhi metafsica del idealismo alemn tiscgura, frente a la induccin anlropolgicoemprica -y sin embargo crtico-ctiltuial- de Ciehlen, una interpretacin ms radictd de la reduccin del instinto en el hombre o, dicho de otra manera, de la cada en el pecado. Ella impide hasta cierto punto todo aprisionamieiUo precoz tle la libertad autoresponsable del ht)mbre en algo externo a la misma, ct)mi) hay tjue eniender ;mte lotlo las insliluciones emprica m e n te e x is le nt es. IV Los reparos que desde el idealisnu) hemos puesto a la idea antropolgica bsica de Gehlen -en tanto que sla no es lan slo una hiptesis de trabajo esclarecedora de su maleria, sino que conlleva una crtica de la cultura moderna-podemos aho ''' Tiibitii'cn, 1949, rcluiulido posteiionnciiti; con el titulo .Sec/c iiii icc hiiisilwn Zfialwr. 1 lanibuigo, 1957. Ihid, p. IIH. 202

ni fumlinwiiarlos y (Icjcivncicirlo.s cinpiricaincnli' hasiulunos en las propias n>cioncs de (elen. Volvamos a la observacin hecha anteriormente i.le que cl hloslo de la hisioria Gehlen, que como lal se nos prsenle en L'rnienseh und Spaikulur. ha desarrollado unas categoras que resultan dirciles de compaginar con su principio anlropokigieo Itindamenlal. Segt'm sus propias i)alabras, CJehlen slo ct)nsigue hallar una verificticin de su hiptesis sobre la l'tmcin que tienen las instituciones de desencadenar arlificialmenlc en el hombre una conduca cuasi-inslinliva en el caso de las siluaciones culturales arcaicas. A las instituciones arcaicas les corresponda, segn Gehlen, la forma de conducta caracteri/;id;i por una irtisccndencia en el mtis ac (Diesseis), es tiecir, tjuc ct)n su valor propit) dentro de hl existencia, que trasciende a lotlo valor de l;i exisleneia , eran capticcs de comprometer la conducta del hombre de unti formti absoluta, es decir, incluida la propia aulolrmacin del individuo, fundando as\ un orden y una interpretacin de la existencia. Esie poder que se rnanijiesia en la obligacin incondicional lo deben las insiiltwiones arcaicas a su nacimienlo a partir de la hierofania del rito representacionul-'. Pe este modo, tanto la organizacin en clanes basula en el totemismo ctimo la invencin neoltica le la agricultura y la ganadera pueden explicarse, segn Gehlen, solamente por ia inslitucionalizacin de una conducta ritutil que .slo secundariamenlc mostr su utilidad. En la hiert>ln;i tlel culto a los animales, el supervit pulsitintil hunumo septinitlo del inslinlo-as el fervor mortfero tlel cazador, ;i la vez tjue su lemor a la peligrosidad de la pieza- tuvo primero que ser somelidt) mediante un rito represenlacional y eslabili/ailo por el laltt'i tle la enlidad leprcsenlada para que pudiera surgir la pnileccin cultural del aninuil y la idenlilicacin mtica tlel clan con el animal lolmico. Mediante esta institucionalizacin de una ciuilucta ritual consigui el hombre asegurar su tilimenlacin y establecer un t)rden en el malrimonio y el ptuentesco, es decir, consigui .s/7 planes previos convenir le jacto los Unes le la naturaleza, la alimentacin y la procreacin, que no poda an pensarlos in abstracto, en jines propios. Y slo por la va indirecta de esla astucia de la naluraieza (pensando otra vez en I legel) consigui crearse un conceplo nicional de la alimentacin y la procreacin humanas, rcspeclo de las cuales las instituciones concretas son lan .slo medios. Pero esta llima idea de las insliluciones como medios discrecionales al servicio de una phmificacin racional-leleolgica -I C'IV. sobre ello, y [lara lo ini e signe, l 'niwiiscli..., .11 -38. 203

de la exislencia desborda ya el inbilo de la eulUna arcaiea. Hs cierlo que en la exislencia arcaica hay una aproximacin secundaria (.le la conducta ritual y sus instituciones a la conducta racionai-leleolgica. lijemplo de ello lo ve Ciehlen en el caso imiversalmenle exlendido tle la magia. Mas c.sla racionalizacin secundaria que se daba en el rilo no era ciqxiz de arretunar a sus insliluciones su valor propio diiilro de la exislencia ni, por lo lano, su poder de crear una obligacin im'ondicional. l'ara ello era necesaria en cicrio inodn una segunda Cuda t|ue eliminara de las institucitines aicaicas su ncleo numinost), su potler teognico, protlucltir tle tlioses y tle ese mt)dt) destruyera, si se quiere, la opcin biolgico-antrojiolgica a una conduela anltiga a la inslintiva disciplinada por los desencadenadores institucionales. Hste act)ntecimient, que define un umbral absoluto de la cultura, lo ve Ciehlen en el nionoleisino. La concepcin de un Ditis nico, invisible, creador e imptv silor de su voluntad que segn Ciehlen aparece en el contexto tle las grandes formas tle tiominacin, en especial en la poca tle la funtlacit)n del imperio antiguo egipcio", esta jirimera creencia en el senlidt) religiost) moderno'' hace posible una irascendencia al ms all'', lerdiendo asi su valor la ira.scendencia en el ms ac sobre la que descansaba el carcter vinculante de las inslituciones arcaicas. .lunto con la completa destabui/acin tiel mundo de la experiencia, el mmioleismo libera a la coiulucta experiineiitadora del htnnbre de tt)das las inhiliiciones propias tle la coiulucta rilualrepresenlaliva, prepartailo asi el idiiino umbral culiiiral decisivo para el prsenle: el smneiimienio de a naturaleza por medio de la tcnica cientijica, Dios y la mtiuina -dice Ciehlenhan enterrado al mundo arcaico, ctiincidientlo pt)r separatlo en un mismo efecto. Ya no seni una cuestin mentir -prosigue sle- la de si el numdo interit)r es un alma divina o un mbito Iluitlt) de inment)s subjetivos que se cierran en s mismos y del que, a la postre, st')lt) ptidemos lbrmarnt)s una idea seria concibindt)lt> como mundo iiuerit)r lctico y buscando ei mecanismo que opera tras l."'. /i7 propio (Jelilen hace aqui alusin a una alternativa a su tesis de cariicter crtico-cultural .segn la cual el desmoronamiento de las instituciones arcaicas y la consiguiente liberacin de la sui)jetividad tienen por consecuencia el relornt) a una na 2' //w/.,pp. I89yss. -' Ihid., p. 21). '-^ lhid..\-<\\ 20, 107, 112 y 1.14. ' Ihid. p. 2.S8; cIV. Uimbit-n pp. 1 10 y ss. 204

iLiialidad de efecto inorlal-". Precisamente, Geiilen se resiste a tratar en su libro el concepto de espritu, el cual slo pudo SCI coticcbido traspasado el umbral cultural absoluto del Dios esiiiritual, rclacionaiio con el tns all, tlel monolcismo, port| tie, como cl tuce, nt) potirttmos ya iiplicarle un proceditnietilo empirieo-antilitict)''. Pero ctiaiulo de esta limitacin inelt)dolt')|;ie;i infiere la legilimitlatl de detlucir del solo anlisis tle las eulitiras areaietis, en etianlo culturas t|ue trascienden en el ms ac, calegt)rias tmlit)polgieas t|ue constituyan tambin! un criterio vlido para la aeliialidad'N esa exigente autolimitacin a una anlropt)logia indticliv;i inc parece bien cuestionable. Una ve/ t|tie el hombre ha trascendido al ms all, ptiede pie.sentrsele lo normativo e inviolable bajt) la misma forma que las instituciones ttrcaicas? Ms importantes y fecundas seran aqu, incluso para el propit) programa de invesligacin de Ciehlen, aqiu'llus din'ccioiws de MI pciis(iiii'u'iili) que rehisan .su prineipio anlrupolgieo funduueiUd siiuiuldse en hi perspectiva de la jilosojia de la historia. Un lal rebasamienlo, con una direccin definida, liene lugar, a mi juicio, en la evolucin institucional de iiiui tercera clase de conducta a la que Ciehlen lan slo tdude junto a hi repiescnlticin ritual, hoy stiblimatla en cl arle, y a la organi/acin de la contlucta experiment;itlora en la lcnica. .Se trata de la conducta inversiva, que (ehten caracteriza tanihii'ii como inversin de ht direccin (natural) de las pulsiones. Su evoluciini histtH'iea la esbo/a tle la siguienle intmeni: ...auntiue primeramenle oculta btijo las formas brbtiras tle la ebriedatl y el xtasis, esla conducta encontr desde el principio trazada dentro de s una va inlerit)r que lano ms clartimenlc re.salUiba cuanlo ms se encaminaba en la direccin de la isclica, hasla qtie el sallt) ;il monoleismt), no derivable de his formas precctlentes tle religin..., estableci la religin tle la volunlatl y, ct)n ella, una mela para esa via inlerior alcanzable con puros metilos inlernos: el Dios que crea por la p;il;ibra y la voluntad se corresponde en el alma tlel ei"e>enle con la lljticin tle esa palabra en su propia volunlatl"'. Id propio Ciehlen silta ahi la posibilidad de uiut iustitucioUdizaciu de la vida anmica en la Jornia de una via interior que siiviera al efecto de una revinculacin de la subjetividad liberada por las inslilueiones exlernas y funcionali/.adas de mt)do racional-leleolt)gico de la pt)c;i motlerna. -' llml., p. I.S2. Iliul, p. 10.1. - //)/(/., p. 10.1. '' //i//., |). 291. 2Q5

Hii realidad, Ciehlen opina que este axioma de la va interior casi se ha perdido de visla en nuestro tiempo, que no se le encuentra en el dominio del mundo interior lctico (psicoltSgicamente investigable y psicolerapulicamenle regulable) ni en el de la subjetividad (directamente vivida y disfrutada, y supuestamente capa/ de ser comprendida pot oros). Tambin en el concepto de Humanidad -aade-, uno se encuentra a s misnio en los otros. Y el 'hombre libre de connictos'"'es justamente la conlraideologa de la 'inversin de la direccin pulsionaF -es el hombre de las normas empequeecidas, el hombre probable en el sentido de la entropa, el hombre al estilo de Luis-Felipe, del que Tocqueville deca que era codicioso y apacible.". Lx.) que Gehlen teme es que las ma.sas de millones de consumidores se hagan cmodas en una naturale/;i que se lu vuelto mecnica, reconocindose stos muluamenle en su simple humanidad. Ln su opinin, ello supondra el completo trunfo de los componentes parasitarios que profundamente anidan en la constitucin humana; la sociedad como una colonia de parsitos. Lnlonces cesara lo que constituye el gran tema que hemos venido siguiendo desde sus ms tempranos vestigit)s y comienzos; l;i lucha del hombre por su auloelevacin'-'. Pero volvamos de nuevo al axonu de la va nteroi- que, segn Gehlen, alcanza con el monotesnu) una meta alcan/.able con puros medios inlernos. Aqu hay que buscar la posibilidadque con forzosa lgiea se deduce de la concepcin dominante en Unni'Hsch utul Splkulliir, ba.stida en unti filosofa de la historia-de una modelacin cutisi-institucional de la subjetividad una vez cerrada definitivamente la va de la trascendencia en el ms ac, es decir, la que impone la fuer/a leognica de las insliluciones arcaicas". Lsta circunstancia concentra el inters del lector sobre lo que Ciehlen tiene que decir ltimamente acerca de los grandes sislemas directivos antropolgicosociales tle his iglesitis cristitinas y su relacin con la filosofa y la ciencia. Lsta cointiinafin ilc luiinaiii.lad y psicoanlisis nos hace recoidar ia reaccitjn espontnea de CJoelhe al ideal de la liuinaihdad de lleider contenido en sus (Icen: un gran sanalorio donde cada uno es enlnnero del olro. " Op. cil., pp. 136 y ss. 2 //)/(/, pp. 28 8 y ss. " El nacionalismo romntico puede muy bien estimarse como el tillimo y convulsivo intento de una tal trascendencia en el ms ac desde el Dios ruso de los eslavfilos, Ud como, de un modo piagmalisla, viene postulado en Lo.v pos'ido.s de Dosloyewski, hasla la Weltanbchauung del puebl(> del nacionalsocialism o. Dicho intento fracas a la postre ante la su(x;rioridad erilica de la conciencia en general, universalmente vlitla, tle la ciencia-de la que cieiia mente no puede nacer ninguna causa ni motivacin positivas tjue inciten a la subjelividad. 206

De hecho, CJchlcii parece alribiiir a hi religin cristiana una signilicacin positiva para el preseiUc, una significacin en cualquier caso ms positiva que la de la metafsica, la cual, como secularizacin idealista del concepto tle espritu referido al iinis alhi tlel monotesmo, concepto finalmente aguado por un subjetivismo Ibiiiial, no rcMste un desenmascaiamiento a cargo tic un;i antro|)ologa eicnlnco-tinallica". VI esprilu que no nctusiui ya ivvclai^c ni intorpinaiso tomo idc ilircclikc a una inslilucin, sino i.|uc cu lodo momciuo viene a ser aquello a lo i|ue lecu rre la lellexin subjetiva (clr. la aulogradacin del espiritu de t.itt) como condicin de posibilidad de ii.le.is cualestiuiera /KI repiesentacioiies, pue de ixTiiuuiecer desvinculado'". 'I'al es la objecin tle Gehlen al idealismo trascendental, que recoge aqu un motivo de la filosofa existencial, porque, en efecto, llega al punto de hacerse con Kierkcgaard la jiregunta desesperada de si la religin del ms all no puede en s misma secularizarse eon sus contenidos e instituciones complelaiiientc iiitaclos, llegar a ser, por as decirlo, tm suslilutivo de s misma..."', l'or lo dems, nt) cncierrt esta pregunta la confesin de que las instituciones intactas nt) pueden ser para el hombre actual algo llimo'.'*' l'ii esle punto es necesario prcgtiniarse cul es entonctrs la funcin que le cabe ciiiiii)lir a la filosofa, lal como la pr;iclic;i el propio Ciehlen, en esla situacin tle Spiilkilliir. C,)uc ella misma pueda motivar diieclamenle a la subjelivitlad con una ili'c DIIL'clricc y tis revinctilarla, es una prelcnsin ilusoria para el emprico (iehlen: Las grandes ideas ltimas y mctaempirieas si')lo puetle (l;i lilostifa) pensarhis ctinio ie|)reseiilacioiies. '". Comprese eon eski afirniaeiii hi siguiente de Heidegger, el cual no esuibti, como Gehlen, apartado de la tradicin esiieeulativa tle la nietarisiea, sino tiue Inikiba tle recuperar -ctmit) ningn pensatitir It) ha hecho en la aetii;ilitlad- la vinculacin ctinerela ;il kiiirs y su revekeiii tle la verdad destle la dimensin lia.sceiidental, propiamente filosfica, del ser: Ll inlenlo de pa.sar tle la representacin del enle en cuanlo tal al pensamiento de la verdad del ser, de alguna manera liene que representar uimbitn, partiendo de aquella represenlacin. " Op. di., p. 1.1. " ltjid,9. UM. //)/., p. 104; cIV. lambin p. 29i. " liste pumo habra que ponerlo en parangn con la lesis de Cierliard S/czesiiy tle que en el sigk) x.\ se eslabicci la autoridad del crislianismo como inslilucin, aunque uo asi la le(Pie '/.ukiinl ilcs Uii^kiuhcns. Munich, 195')), "* Op. al., p. 46.

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la verdad del ser, de sueric que esle represenlar viene a ser necesariamente de otra clase y, a la postre, no adecuado en cuanto representacin a lo por-pensar (//-(/VAC/Z/CV) Con todas las dilerencias de mtodi) que aqui existen enlre Heidegger y (iehlen, se percibe pert'eclamente el aspecto liloslico comn del problema: el pensamienlo cienlilico, que como resultado meldicamente estable de l;i melarisica occidental encuenlra su lundamerUo en la relaciiui sujeto-objeto de la concieni'ia en general objeliva y 1 r:isceniienlal, no es capa/ de pen.sar adecuiuhunenle l;i ilimensiiln de esa vincuhicin ni, por tanto, de lo absoluto (lleiileggcr dice adenuis: de lo sagrado). Este inconveniente trat Heidegger de obvi;nlo mediante una repelicin, en la perspectiva tle la hisloria del ser, de lt)s motivos tle la melafsica tlcstle sus orgenes presocnilicos. Ciehlen cree lener que conlormarse con t|ue l:i niosolla sea hoy posible tan slo como ciencia emprica. Como lid t|ueda as sujela a la rllexin y la objetivacin. Como aclivitlad en el fondo solitaria que es, para ella toda insutucit)nali/.acin es contingente. .Si alguien cont)ciera otro camint), escribe Ciehlen, sera Scrates y Esculapio en una sola peisona'". No cabe dutia de que Ciehlen mueslra aqu la cruz tle la lilosofa actual. Enlre la verdad objetiva de la ciencia que ttxio lo explica, pero es incapaz de ofrecer a la vitia prctica un motivo con senlitlo que la comprometa, y la religitin, que se apercibe de su poder creador tle instituciones trascendientio tis al propio liempo su unilateralidad dogmtica, la hlosofa trata hoy tie.sesperatlamente de conocer su propi;i funcin y hacerhi valer pblictimenle. L;is respuesttis tle Ciehlen ;i esla prt)blemtic;i siluacitni son ms sintonuUictis tiue convincentes. Por un lado, Ciehlen se recluye en la investigacin exhtnistiva de campo", en la libre aclivitlad descubritlora del cienlrico, iralantlo de eliminar lodo lo platnico y pedaggicamente agilador'-', y por olro se entrega, con el exagerado xitlios que le caracteriza, a la, como l dice, difcil y a veces arriesgada larea stcrliea de poner de relieve en totlt)s stis grados l;i tiguda y susUincial ambigedtid de la vida espontnea, no sometida a normas y al propio tiempo ptmer nfasis en lo normativo e inviolable". Ante la inleleelualizadti actividad cultural moderna y su recorrido cclico que va de la represeiUticin (idea, opinin) a la discusin, de ah a la impresin grlica y tle nuevo ;i la repre " M, 1 leidcgger, Was isl Mcuiphvsik'.', 5." cd., 19-19, Inlroduccin. " O/), cil., p. 46. 11 IhiiL p. .18?. lhiJ..v. II.

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" Ihui, pi). 2S7 y 290. 208

scnlacin", aiUc su creencia supersticiosa de que la palabra iinprcsti posee una invisible y podert>s;i fuerza que acliia a tlisl; uicia'\ de un modt) parecitio al tle Heidegger recomienda Ciehlen al fdtsofo una ticlilud asclicti ordcntida a producir lo menos posible, ...que hoy consistira en la renuncia a las ventajas del conocimiento pijblico, a lt)s montajes convenidt)s y a l's jucilitvs de mansos sueetkinet)s vitales"'. Al mismo liempo traza con una euforia casi ingenua de descubridt)r el programa de utia aiUropoitiga emprica capa/ hoy totlavtt de hacer a cada paso descubrimieiUt)s sobre el hombre y sacar a la luz categoras t|ue en los miilodt)s eonveneiontiles de la psicologa y de la filost)f;i scinimetal'isiea hubieron tle perintmeeer en la osctiridad ''. Entre las nociones ;mlrt)poltgicas tle tiehlen hay una -quizi la ms importattle- iitie me parece tle hccht) apropiaila para esclarecer ht siltiaeitHi del hombre en la opcn suciciy y, parlicularniente, la liincit')n de l;i filosofa eon respecto ;i hi stibjetivid; id liberada de 'sle de un motlo algo ms positivo de It) t|ue el aulor de IJniicn.sdi und Six'ilkiilliiy y la mayora de los filtSsoIbs alemanes enredados en el prt)blema del hisloricismo eslar; m dispueslt)s a reconocer. Ciehlen resume la orienlacitSn y canalizacitn tle lo que llamamos nceesidatles naturales tlel hombre pt)r metlit) de his insliluciones culltirtdes -qtie eqtiivalen al troquelado (l'n'iyuny) tle l;i vitht inslinliva tinimalbajo el ct)ncepto de Siiruclundssigkvil o ntlole lingislica de la vida pulsional luimanti. La orieiilacHin ilc las lu-ccsiilaik-s, del lipii iiiie lucren, consiste a la ve / en el aclo de hacerlas piihlicas... De esla loriua. la ndole lingistica de las pulsio lies, tille adtiuieie realitlatl en las insliluciones. se correspoiitle con la iK lt)le lingstiea tlel pensamienlo. tjiie atlt|uieie realitlatl en las lenguas concretas d e los pueblos. Cuaiiilo uno mismo se objeliva a Iravt's tle las leacciones t|ue, ms all tle los conlc'nitltis tiominantes en la propia aeciiM, pitivoca en las eiicuns taneias y las peistrnas -y no primariamenle por la rellc\ii'm~ se concibe a si mismo segn las ntrrmas y concepttis bsictis de las insliluciones \ de la vida pblica -de mtrdo aiwilogo a como las iileas ms person.iles s originales stilo pueden pensarse con palabras ulili/atlas por los ileiiias'''. En realidad, todtis las categoras elaboradas por Ciehlen para la descripcin tle las insliluciones conciernen Uimbic-n a la esencia del lenguaje -que por algo lo concibieron los represenlantes latinos e itahanos del humanismo relrico (tle Cicern y

//)/(/.. p. 289. " //>/</., p. 11. I" //)((/., ji. 2K(.; t:lr. lambit-ii p, 2K8. " //(/., p, 2'M. IhiL, pp, 8) y s. 209

Quintiliano a Baltasar de Castiglione) eonio institucin de inslituciones. Ahora bien, el lengutije, como institucin del pensamiento, liene la particularidad de que tiun la subjelividad liberada de todas las dems instituciones no puede sustraerse a l. Cierto es que las lenguas concreUis, como las insliluciones concretas, pueden concebirse de distinta nuinera ''''. Pero incluso en la discusin libre de las ideas propia de la actividad cultural intelectutili/.ttda, que merece lodos los recelos de Gehlen, la institucin de una lengua determinada liene carcler vinculante (como, por lo dems, lo liene para los ensayos de construccin de lenguajes artificiales precisos o convencionales). La subjetividad crlictt ilel espritu moderno liberada de las instituciones recae en cierto modo sobre la inea-in.siilicin lU'l leiigiiuii'. As, la esencia de la democracia parlamentaria radica en el hecho de que las insliluciones sociales, que no .son ya en s incuestionables, nacen iliieclamente de la insliluein de la discusin rticional -as, en la asamblea legislativa y, de modo ms fundamenlal, en la constituyente. Sin duda es tihora la filosofa -desde los das en los que por vez primera discuti a travs del dilogo entre los hombres los fundamentos de la conslilucin del esuido y los de la moralidad, o sea, desde Scrates- la autiilicti idi'c din'ciricc de una metainslitucin del lenguaje desligada del milo y de las insliluciones arcaicas en l basadas, que, en cuanlo lagos. debe servir de fundamento a lodas las denus instituciones luimanas. Desde esta ptica, la democracia parlamentaria aparece como una encarnacin inslitucional del espritu de la filosofa, y juslanienle de una filos()la tanto templada en el escepticismo como generosamente optimista, de una filosofa que, como deca Berdiaev, no desespera de la verdtid, sino que confa sus descubrimientos parciales, producto de la limitacin, a cada hombre individual en cuanto inleiioculor. Quien viera en ello el total IVacaso de la empresa de los fil.sofos griegos de fundar la exislencia humana en el lgos tlebera saber que en el fondo est lambin negando la posibilidtid de la democracia. Mas, por otra ptirte, apenas ctibe discutir que el lgos. como instancia fundamentadora y iiniver.salmcnte vlida por excelencia del debate cienlilico, se haya revelado incapaz de motivar o justificar cualquier institucin concrela denlro de la praxis vital o aun solamente la cosmovisin o ideologa en que se basa. Sometida a una rllexin terica radical, toda institucin concreta se revela en su implcita comprensin Ihid., p. 88. 210

del mundo como dogmtica (Rothacker), es decir-en nuestro contexto-, como mediada por el momento irracional de una tradicin incueslionda o de una deeisin producto de una le. Id logos cienlrico y universalmenle vlido de la conciencia en general, esto es, de la subjetividad radicalmenle liberada en el sentido de Ciehlen, por s misnio slo motiva y juslilica al hombre sin atributos, cuyo fracaso en la pntxis existencial ha descrito R. Musil de forma estremecedora'". La subjelividad tiniver.salmente vlitla en leora -UimbicMi cuando en kis ciencias del espritu se erige en rgtino tle unti comprensin univer. s;il tle carcter em|)aiici> slo contiuce ;i pt)sibilidades inllnitas de represenlaciones sin consecuencias..., t|uetlando pt)r est) mismo atravestidti en la praxis vital, como dice Ciehlen ctv nienttindo a Rothacker'''. Lllo nos devuelve de nuevo i la apora por ki tiue viene condicit)nada su discreptmcia en ki valoracin de la discusin liloslica de las idetis: no se puede ser a la vez Scrates y Esculapio, advierte Ciehlen, y ello le hace tleclarar de lodo puni ilusoria la pretensin de los filsofos griegos, como Platn, de fundar dialcticamente las inslituciones del estado. Sin embargo, la discusin dialctica en el senlido ms amplit5 sigue siendo, a mi juicio, el mlt)do vinculante de tiue se sirve el dilogo racional en el que revierte la subjetivitlad dellnilivamente liberada cual institucin tillima tle la rellexitii; y slo a travs de dicliti dilogo puede y le es datio a ki constitucin dogmtica tle la vinculacin concreta -que extingue totia reflexin de la subjetividatl-a una creencia religiosa i) a la praxis poltica y sus instituciones bu.scarauii en la aclualidad su autojustficacin. Esta necesidad se puso de manifiesto en la disputa enlre religiones y confesiones como acUuilineiUe en la lucha entre itieologas polticas. Incluso los resultados ciertos y universalmente vlitkis tle la ciencia emprica no es posible calibrarltis ni ponerlos al servicio de un conocimiento de lo que las situaciones concreas demandan sino por la va de la discusin dialcticti. Ln esa medida, tambin Gehlen se halla sujeto, por asctica que sea su actitud, a la discusin de las ideas. Lo que, con todo, conllere un peso especllco a la lamentacin de Gehlen sobre la falla de vinculacin de las ttclividades filt)sficas y literarias es, a mi parecer, la posibilidad de que an la institucin del lenguaje pueda perder en gran 'il. al vs[H-cto 1'. Itl iNii I, Der Maiin ohnc lgciischarten uiul dic Tradiliiiii , CI) U'isscnsfliali iiiui Wcliliild. Vcii.i, I9(i(). ^' Ol. cil., p.. 99

parte su carcter vinculante en una cultura segregada de la accin'-. Todo el que haya asistido a algn moderno congreso de lllsols (o ledo de un tirn alguna revista lilosfica un tanto tolerante) conocer el .sentimiento de resignacin o aun la tentacin del cinismo que se experimenta a la vista de la indilerencia manifiesta entre unos y otros, cuya causa podra eslar en la parquedad de lo que ah entra en juego para la praxis vital, quedando cada cual a sus anchas simplemenle con reconocer la humanidad del otro, para decirlo con (clileii. ln cambio, los congresos filosfico-polticos del Liste, con su carcter de concilios, ostentan una brillantez cautivadora. Hl criterio de sentido de la praxis toma aqu el aspeclo de gttrante del entendimiento lingstico, cosa que no viene a conlrailecirla el hecho de que tambin el lenguaje de los intelectuales del Oeste se haga relativamente unvoco cuanto en su rechazo ideolgico del dogmatismo del Este se trata de la delnsti de la libre discusin como in.stitucin poltica. Hn vista de esta situacin, la verdadera tentacin reticcionaria que a ratos despierta Gehlen en sus lectores es a mi juicio la de que abantloneinos interitnincnte l;i misin central que tiene la filosofa como iclcc diivctricc tle la meta-institucin posarcaica del lenguaje, es decir, tlel dilogo raciontil entre todos los hombres en favor tic una reduccin de todo sentitlt) comprensible a aquello que lenga resultadtis prclict)s dentro de insliluciones positivas ya en funciontimienlt). 'fal leconduccitni tle la desvinculatla tliscusitni tle las itletis al lerreno tle lo serio supondra en la actual siluacin tle la existencia humana, en la que la fuerza leognica tle l;is insliluciones pertenece a un pasado irrecuperable, la abdicacin de la filosofa en favor tle la poltica'"'. Hchandt) una miratla ti las tlefinicit)nes pnigmlico-operacionalislas del seniido lingiistict) //; icrnis oJ hcliavior, tal eomo han llegado a prctlomintir en el mundo anglosajn, de hecho se tendra la impresin tle que la lilosolia moderna ha sancitmado ya lericanienle dicha abilicticin y desislitlo lambin tle su pretensin tle inspirara la praxis humana mediante la conslilucin dialgicti del sentido en ftivor de una reduccin de lodt) sentido lingstico a l:i praxis conduclual que le subyace. Mas el inmenso empet) tle hierzas con que la nitxsolia tle esle siglt) analiza el problemti del significado del lenguaje me parece en verdad un sntoma de que sta ha rect)nt)cido por lin su misin en la poca del tlcsmoronamienlo de las insliluciones y Ihid. p, 288. " lisio k) ve lambin claramente (iehlen; iliid., p. 287. 212

de la subjelividad liberada. Desde la semnlica lgica de Carnap y Tarski, que quiere poner a seguro la eooperacin social en el mbilo de la informacin eienllico-lenica, pasando por los discpulos de Willgenslein en Oxford y Cambridge, que quieren ciuar la eid'ermedad lingstica de las seudoeuesliones melalsieas mediante el coniiiinn scnsc del lenguaje ordinario, basta los ensayos de una hermenutica liloslica (leidegger, llans Lipps, Gadamer), que quisieran concebir la propia existencia humana como dilogo y poner al hombre actual en las situaciones hislricas de ese dilogo que se trata de comprender, en lodo el mbilo del numdo occidenlal observamos el apartamiento de la lilosolia del puro anlisis (trascendental o emprico) de la conciencia y su inclinacin hacia una administracin responsable del lenguaje como insliluein de instituciones, sobre la que recae hoy, como nunca antes, la subjetividad humana liberada. Sin duda es cierlo que el lenguaje, como institucin del pensamiento, no puede constituir ni preservar su carcler vinculante independienlemenle de la accin y las insliluciones que la ordenan. Cuando de hecho ocurre que en la actividad cultural brotan ideas con las que no se puede hacer olra cosa sino discutirlas, de modo que la discusin se revela como la forma adecuada de asimilacin de dichas ideas las palabras pierden entonces su sentido vinculante. Cuando un discurso no liene consecuencias para la praxis carece de signilicado real -cosa que hizo constar debidamente el anlisis lingstico practicado por el pragmatisnu) y por el Crculo de Viena. ln oirs palabras: la institucin nn'sma del lenguaje se desmorona cuando su eonslilucin del signilicado no viene mediada por las instituciones que ordenan la vida acliva. Mas ello no signilica que la institucin del lenguaje, conu) constitmiva del signilicado, lenga que ser reducible -como acaso lo es en las situaciones arcaicas- al sentido inmanente al resto de las inslituciones de uiui cultura integrada. Id dilogo racional enlre los hombres representa hoy, a mi parecer, una mela-inslilucin auliK)n)a cuya vinculacicSn a las insliluciones de la vida acliva consiste justamente en que estas llimas, aunque su carcler vinculante nunca pueda inferirse de un motlo cienlilico y universalmente vlitio, se originan por mediacin tiel dilogo racional. Asegurar meldicamente esta mediacin dialclica -y no directamente la manifestacin concreta tlcl sentido para la accin- es, a mi juicio, la misin melainsblucional senuuUco-hermenulica de la Hlosofa, una misin que ella misma se asign al poner en cueslin el milo y las insliuiCI:UI.I:N, O/', cil. 213

dones arcaicas. A ella puede servir tambin, desde luego, el libro de Gehlen si lo entendemos como una provocacin socrtica y no como expresin de una tendencia poltica (digamos reaccionaria)'''. " Mis trabajos conlenidos en el tomo U (especialmente en la parte 11) pueden contemplarse eomo el inlenlo de responder al desalo de (ielilen a la filosolia, y especialmente de mostrar que la filosolia no puede entenderse en un sentido esencial como actividad en el fondo solitaria para la cual loda instilucionali/acin es algo contingente. I'aia una conlinuacin de mi debate eon A. Ciehlen, vase la recensin de J. llabermas de la obra de Cjt;nri;N Moral un Hypcr-Moral (1-iankfun, 1969) en J. IIAUI.KMAS, 'hiloso>hisilPolili. ulw Pro/ik; Frankfurl, 1971, pp. 280 y ss., as como la reseiia de D. Bohicr sobre Gehlen en J. .SI'IK (etl.), O'rundfirohicnu' der yrosxcn l'hilosoplw n, en l'ldlosoplnv der (ieyenwan 1 (V'l'ti 148), CiUingen, 1973. 214

II IIERMI'NUTICA Y CRTICA DEL SENTIDO

WITTGENSTEIN Y HEIDEGGER: LA PREGUNTA POR EL SENTIDO DELSlR Y LA SOSPECHA DE CARENCIA DE SENTIDO DIRIGIDA CONTRA TODA METAFSICA' l. iNIKODUCdN Unir ios nombres de Witlgenstein y Heidegger en un ensayo ftloslleo pi'oduce todava -no sin molivo- cierta extraiieza. Y me interesa subrayaiio: ia unin de ambos en un ensayo filoslico; pues en crculos literarios ct)n setisibilidad para lo caracterstico de la hisioria del espritu, este ticercimietUo ha itlt) adijuiricndo desde hace tiempo un estimulante tono heurstico, comt) si en cierlo modo fuera una chive ptira una mtis profunda compiensitHi de la eslrucltira espiritutil de nueslra poca. En efecto: el hslt)ri;Klor tle Itis itleas ya nt) puede hoy |)asar por tillo ciue Willgenslein y Heidegger repiesenlan figuras clave dentro de la conslelacin filtistifica de este siglt), figuras clave, por cierlo, de timbilos de la lilo,sofa moderna bien diversos, es mtis, hermticamente cerratbs unt)s a oiit)s. Y esla circunstancia justifica tle suyo l;i exirae/a que causa el inlenlo tle hallar una correlacin sistemtica, es ms, hasla un propi')silo comtn en el pensamienlo tle Witlgenslein y lleiilegger. l.a iiuiicada oposicin de sus mundos lilosficos viene expresatla en la circunslanci;i de que no slt) los dos pensatiores represenlalivos, sino l;imbin los representanles de sus escuelas (en el ms ain|)iio sentitlt) tle la palabra) probtibleinentc casi nunca han tonuido seriamente nota unos de olios (prescindo atiu del intento de Carnap de desenmtiscaiar como pscudoproptisicioiies las tiliiiiiaeioiies tle I leiilegger .sobre la nada en lli/v .S7 Ahi(ii)liysik'). De hecho es una caraclerislica histrica de la ' l'.l iucsfiilc t'iiNay) t'iic fiiiilitlii como aiiirtMciitiu por Uatlit) /.urie l los tlias I 7 y 24 tic lebrero tic I4(>7; apareen') asimisiiio en espaol en la revista /)/'i /'i, Mixiet), I')()?. - Clr K. CxKNAi', l'lbeixvintiung tIer Meiaphysik tliirch lt)gisclie Anaivse ilerSprache, en / .'/AIVI/I/IM . 2 (l').t-19.12). pp. 219-241. 217

filosofa ms reciente cjue los ttulos llosufa existencial, fenomenologa , ontologa fundamental por una parte, y lilosolia analtica, positivismo lgico y semntica por olra no slo evidencien un contraste en la orientacin objetiva y metdica del pensanuenio, sino t;imbin un coiUraste de nientalidad, por ejemplo nacional. Id contraste espiritual enlie los susodiclios ttulos puede ilustrar.se Llirectamente en la geografa cultural; cabe distinguir claramente una zona de cuo anglosajn con irradiaciones Inicia liscandinavia de una /.ona ile cuo franco-alemn con irradiaciones hacia el sur de luiiopa y l.atinoamrica. Cmo pudieron llegar Wiltgenstein y leidegger, dos pensadores de lengua alemana, a convertrsi; en expolenles tic tan tlivcrsos mundos filosolct^s? Una caracterizacin exterior de esla constelacin desde la ptica de los prejuicios podra lener el aspecto siguiente; Heidegger lilo.sol, como pensador tpicamente alemn, desde la ms alta exigencia especulativa, exigencia que viene expresada tambin en su lenguaje. Hl pretende repetir, entendindola, la tradicin ntegra de la metafsica occidenlal y al mismo tiempo superarla. Hn ello, la ciencia moderna y su nivel de pen.samiento metdico-tcnico -su lenguaje preciso lgicomatemticoen modo alguno puede servir de medida para e.sa superacin cuando ms bien es el sntoma de aciucllo que, cual callejn sin salida de la historia del ser, es necesario alejar y superar desde sus orgenes; el desdoblamiento de la metafsica en a tcnica. Esla constelacin interna del pensamiento heideggeriano, unida a la petulancia a menudo difcilmente tolerable de su estilo, parece repugnar por igual a anglosajones y escandinavos, en el fondo creyentes en el progreso, como, por olra parle, favorecer de modo manilleslo a cierto resentimiento humanista de las culturas latinas contra el predominio de la civilizacin tcnica. Por otro lado, Willgenstein, en cuanlo discpulo de H. Russell, reprsenla hasla cierlo punto a la mentalidad tmglostijona. Desde una consideracin crtica ms ceida al estilo, ello es verdad hasta cierlo lmite-pues tambin se puede (.locumentar su afinidad espiritual eon R. Musil, Karl Kraus, Kalka y, sobre todo, con LichlenbcrgS m;is, sin embargo, lo es a Uil punto que el 'l'mctatus y l;is Fllo.sophischc ilnli'isiuliungcn pastm hoy por documentos clsicos de ese lllosofar analtico y fragmentario, circunscrito a la ciencia experimenuil, que se inici primero en Amrica con Ch. S. Peirce y luego en Inglaterra ' Vid. Ci.H. VON WKKIIIT, Hiograpliisclic liciniLliuiiig en LT suplcmciiio a L. WnToiNsn.iN, Sduilicn 1. rVankliiu, l'>()t), p. 99. 218

con t. Russell y Ci.E. Moorc'. lis fcil c|ue al lector tilcnin ese peiisaniiento le parezca suslaucialnienle pobre, esliniacin tiue viene cuando menos condiciontitki por el hecho de tiue, en espera de halhir perspeclivas defmidas de carcler eosmovisivo, apenas es ctipaz al principit) tle advertir lt)s sutiles trspeclos del anlisis eilico-lingslieo. bse espiritti exenlo tic especulacitin, o tncjor anlicspeculativt), que domina a la lilosolia inglesa tlesde Ockham, llobbes, Berkeley y Hume, y la hace lan poco alrayenle para pensatiores como Hegel, ,Schelling o Heidegger, esa suspicacia escplica hacia la melalisica -nacida de la criliea | tlel lenguitje- qtie caraclciiza ;il nominalismo ingls, lodo ello parece salir a la luz de forma explcita, y en lo que liene de negalividatl, juslo en el rnicluliis tle VVillgenslein eomo universal i sos|iecha tle etuetieia tle senlitlo tliiigjtla eotitra lt)tlas las |)rt)posicio nes onlologico-especulalivtis. Ahora bien, ese enfoque crtico del senlidt) tic la filosofa de Willgenslein es precisamente lo que, ;i mi juicio, hace pt)sble la comparacin de Willgenslein con I leidegger. No slo Willgenslein, Uimbin Heidegger abriga Irenle a la melalisica ticcidcnlal (lui onlologa una .sospecha erilica del sentido tiue se manillesla en la piegunla fundamental por el sentido del ser. Rara el WiUgeiislein matltiro, la metafsicti se funda en una especie tle aulo-enajeiaciun tlel lengtiaje, cuya aulnlica luncin (prciico-vilal) es malentenditla en el planleainiento filtxstillc), cti)'cnd en el olvitlo en la inelalisicti. Para Heidegger, la melalisica se funda en el aulo-inalenlendido inicial de l;i pregunta por el ser y en el ol\ idti del ser tiue tle ah resulla; It) que, pen.s;ida desde el hombre, iitiiere tiecir en nna especie de auto-enajenacin de la ec-sisiencia humana, hi cual malentiende su ms peculiar empeo, cl ser, aquello de lo que se trata siempre en toda comprensin del muntlo, al ctier, en la expresin lingisiico-calegoritil de lal empeo, en la visin del enle que le luicc fenle tlenlro del muntlo. Al lijar el paralelismo lingislico de las ptisieiones de Willgenstein y Heidegger he usado el trmino aulo-eiuijenacin intencionadamente. Fdlo nos hace recoitlar una tercera crtica de hl metafsica tradicional, aclualmenle en btigti, que ptirle igualmenle de una fundamental sospecha: a la sospecha de carencia de sentido de Willgenslein y a la sospecha de olvido tlel ser tle Heidegger precedi la sospecha tic itlcoltiga de Mtiix dirigida contra la nietalisieti. lisia consideracin ttptirtc puede servir ptira compleiar el horizonte histrico denlrt) del 11. LOiiiu. (l'hili).u>phisiiu:\ .laliihiirli. 69, 1961-62) ha rccha/atio, a n pa i rcccr ftin raztin, la Icndcncia a hacer tlel clsico de la liltisol'ia analiliea, en ra/.t')n de cieitas caraclerislicas bitrgrlieas, un e.sislencialista. 21 9

cual esleas apaienlemenle lan lielerogneas y aisladas unas de otras de la lilosolia eontenipornea nuieslian un puni de rei rencia comn. i;i punto comn de reirencia es, en el contexto tle nuestro prt)blema, (7 ciu'slii)iuiiniciili> de lii nicdisiai occidenlal como ciencia lerica. Lo que aqui me prtipongo es, por tanU), poner en eomparaein a 1 leidegger y Wiltgenslein tomandt) por ba.se el lieeho tle que ambos, cada uno de manera direreiUe, ponen en cuestin la metalisica tK'cidental apartntlola as de iiost)tros como un lentimeno histrico. La base de nueslra comparacin puede tlelermnarse con ms exactitud teniendo presentes la pregunlti lundamental de leidegger por el senlido del ser y hi pregunta liindamenttd de Wiltgenslein por el senlitlo de las proposicit)nes lltjslicas como motltdidades de la erilica del senlido. Una dilicullad tcnica part nuestro proptisilo parece resultar del hecho de que los dos pensatlores que vtimos ;i comptirar pa. saron, al ment)s para la conciencia pblica, por una Iranslbrmacin nada insgniricanle. Se suele tlistinguir entre un prinier Wittgenslein, el del ''facalas j>gico-*liilosoplnciis^ y el Wiltgenslein posterior de las 'liilosopliisclie Unersachnngen'\ de forma anloga a comt) se distingue entre el Heidegger anterit>r y pt)sterior al llamatlo retorno (Keine) tlcl tmlisis tle la exislenciti a la hisUua del .ser. No obslinte se mt)str;ir que el trmino superior de comparacin de que aqu nt)S servimos es capaz de salvar en gran parte las dilicullades tlcl problema tle la periodiz.acin. I'rccisamente el tlisltmciamiento crtico de la melafsica tradicional es, a tiecir verdad, el punto de vista que, en la forma de sospecha de carencia de sentido, conecta al Witlgenstein mlerior con el posterior y que, por otra parte, determina asimismo en Heidegger el motivo que permanece invariable en el paso de la lllt)Sola de la existencia a la hi.sloria del ser. L;i primera y ms importante cueslit>n que hemos de plantearnos con respeclo a ambos pensadores ha de ser-de acuerdo con Itis renexiones precetlentes- la cueslin de cul es el concepto de la melafsici tctiricti de la que en cada ctiso se disUmciaron. A continuacin tendiemos que preguntarnt)s cmo se relaciona en ambos lilsoibs el concepto positivo del pensamiento crtico que presuponen con el ct)ncepto tle l;i meifsica > l'ublicado primcramciuc en los AIIIUII'II ilrr Naiiiiphilosophic ile Oslwaic) (1921) y luego en una eiliein bilinge alemana e inglesa con una Iniroiluccion lie l. Russell (Lonilies, 1922). Publicadas por primera vez (pstumainenle) en edicin bilinge (Londres, 19.S8) y ltimamente, junio con el nulutus y los Vjcc/mc/icr de 1914-16, en Srltrijicn /, ITanklurt, I9(it).

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cliticaa y si -y iiasla ciiic niinkv-fl conceplo positivo ele la Hlosolia elei mo coincide eon el conceplo que el olio erlieamenie recha/a. Para ello procederemos de un modo tcnico, poniendo primero en lelacitin la onloioga rundamenlal de 1 leidegger con el j'nicliliis ele Willgenslein, Tin un segundo paso conlixinlaicnios l;is l'liilt>\())liisijif IhiicrsiuJuin'xn de Willgenslein con la iiiihilogiii iwisiciuidl" tle 1 leitlegger y con su destruccin ele la metalsiea (inclusive de su propia onlologa rundamenlal). 2. Id, T KACI A rus Lome od 'iiii.osoiMiieTis Dt; Wrn(ii;Nsii-.iN ^ I.A O N TOHHIIA iriNi)AMi:N IAI. t)i; Hl ii)i:ei(ii;t< Id conccple) tle la nietarisiea conlra el e|ue se tlirige la crtica del senlitlo ele Willgenslein consliltiye -por lo menos en cl 'l'nicalus- el presuptieslo mismo ele esa crlicti tlel senlielo. Se trata de la leoria de la riguracin del melo del altnnismo It'igico , teora tiue hasla cierlo punto puede rastrearse tiesele leis l'niicipia niiilu'initlicii de B, Russell como la melarsica secreta de la logstica y eiue Wiltgenslein expondr ya de lrma tiriginal en las dos primeras prtiposiciones runelamenlales del /'niclaliis l,()gint-/'/i/().ui)lii(ii\ ponindola coint) rundanicnlo ele Una consitleraeiiin ulterior. Segtin ella, el mundo es la suma tle los hechos, los cuales son reprtitlucitlos ligtinilivainente metlianle los hechos-signo tlel lenguaje t) proyeeUielos en el espacio lgico como heche)s ptisibles o estados de cosas {SuivciJiiilnj. lista llguraein o proyeccin ele Itis hechos tlel mundo pt>r medit) tle Itis hechos-signo tlel lenguaje es ptisibililaela por la lrnni Itigicti comtin -eslo es, idiilica-al lenguaJe y al nuindo. Ahora bien, si la esencia ele la representacin lingslicti tlel mtiiulo consiste en la ligurticin de hechos metlianle lieclu)s en virlud tle una rornia itlnlieti. la rornu coniiin al lenguaje y al mundo no puede a su ve/, ser ligurada, le) e|ttc signilieti: ser lepresenlada lingstictimcnle, ya que para cllt) la represenlacin lingstica tendra que potler loiiutr una posicin liiera de su rt)rma de representacin, It) cual es a priori imposible. De esle modo, l;i lrma a priori elel mundo es anlcrieira teiela represenUicin del mundt) como condicin de su posibilidad y solamente se muestra en l;i esliucltira kigica de toda lepiesenUicin, como dice Willgenslein. Idi esta conclusin, sorprentlenlemente simple, a que lle ga Willgenslein ya en las consideraciones sobre la segunela ele las piope)sieiones lundamentales -siete en lolal- del l'racla 221

//.v''alenla ya el aiilnlico motivo fitmlcinu'nial di' loda .su Jilosojia ulterior: la sospecha de carencia de senlido frente a todas las proposicioiu's metajisicas. l'.stas proposiciones, en electo, no se contentan con hacer, en virtud de la lorma a priori del lenguaje y el mundo, a.serciones sobre hechos empricos del mundo, sino t|ue pretenden hacer a priori aserciones v;ilidas sobre el mundo en su totalidad, lo ciue tambin signilica: sobre la lorma del nrundo, es decir, sobre la liirma de la representacin del numdo, y con ello sobre su propia condiciMi de posibilidad. Como ejemplos de las proposiciones sin sentido de la metalisica a ciue alude Wittgenslein podemos atiucir -con permiso suyo- las 7 tesis principales del Trachiius. l.a lesis I: l'l numdo es todo lo ciue es el caso y la Icsis .: lo tiuc es el caso, el hecho, es la existencia de estados de cosas, caen bajt) la st)Specha de carenciti de sentido, ptiesU) L|ue exprestm aserciones sobre el mundo en su toltilidad, es decir, sobre la forma a priori del mundo. Hslas no pueden concebiise cit s, como las proposiciones de hl ciencia positiva, cual proposiciones. I'recistimente en la mediihi en que prcleiulen tlar una fiiiul;imcnlacin ontolgica al criterio del sentido, tiejan de satisfacer ese mismo criterio del sentido que esltiblece Wittgenslein. Junto con el fundtimento ntt)l(')gico del 'J'raclaius caen t;imbin victimas de ese mismo criterio tlcl senlido aquelhis pioposiciones .sobre proposiciones en las que viene directtimente formulado el propio criterio del sentido, es decir, las lesis S y 6 del 'l'raclalus, en las cuales -de forma anlogti a las dos tesis onllgicas sobre la divisin del mundo en hechos elemenlalesla analizabilidtid del lenguaje es postulada en hi forma de un;i reduccin de lodas las proposiciones ;i |)roposicu)nes elementales . F.s importante tiejar esto sentado cu;inlo tintes, pues, ciuiui es Silbido, el |U)siiivisino lgico trat de retcnc la parle tmallicolingstica del I lacuuus exhibiendo slo la infraestructura ontolgica como metafsica carente de senlido. ( aiiKip sobre todo intent e,\pres;ir de una manera inobjet;ible el eventual senlido de l;is proposiciones ontolgictis en cuanto proposiciones pseudo-objetivtis en el modo de hablar formal de la sintaxis kSgicti. De acuerdo con ello, uiiti proposicin willgensleiniana como la 1.1: Id niundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas cabria irtiducirla a la proposicin: La ciencia es un sistema de proposiciones, no de nombres.'^. Debe aclartirse que esle intento de escapar al modo de hablar ' t'nniaius. 2.172 y 2.174; cIV. laiubicii 4.12 y 4.12 I. " (TV. R. C'AitN.M'. riu' l.iiyical SymaK ol l.uny.iuiy.c. l.uiulrcs, I'I.IV, p. lOl. 11 >

onlolgico esl de acuerdo y coincide con la concepcin de Carnap del llamado modo de hablar formal, que como lal nicamente habla de la foiina exlerna, dada a Inivs de k)s sentidos, lie las proposiciones y tle los nombres. Sin embargo, si se eonsitlera en serio esla concepcin, l;i iraduccitn ctirnapitina pierJe inmedialamenle su iustilieaein residenle en la intima correspondencia enlre las proposiciones sobre el mundo y las prttposiciones sobre el lengtiaje. ^'a tiue, en su contlicin externa de Ibrinti Inica o grfica, un;i proposicin lingstica no es ningn hecho iiue piRliera reprotlueir olro hecho extralingstico. Una proptisiein concebida en el senlitlo de Carnal") es simplemenle una cnsti t|ue, tle aeiieiilo con Willg.enslein, puetle resolverse en un heclii) tle la tleseripein cienlilica del muntlo. Slo en virliul ile la coirespoiulencia semnlicoealegoiial eon la eslrucitiia t)nit)lt)giet)-ealegori;d tle un hecho rctil puede concebirse la propt)sieitui liiijuiisliea al modo de VVillgenslein como una repit)dtieein lituiraliva tle la realithitl. lisio mismo lo expresa claramenle Willgenslein en las lesis ?> y 4 del 'l'iacluius, las cuales sirsen tle enlace enlre his lesis onltdgicas {1 y 2) en el senliilo tle Carnap y his lesis lgicosinielie;is (5 y (i) lainbit-n en el sentitlt) tle Carnap. lin ellas .se dice: lesis i: l.a figura kigiea tle los hechos CN el n'nsiuiiicnui. Tesis 4: lil pensaniienlo es la i'rupDsicin co/; M'UI/O. De modo titie si Cariuip, al iratltieir his propt)sieit)nes onlolgicas de Willgenstein a projiosieiones analiliet)-lingislicas, prelende cnleiult'r a t-ste mejor de lo tiue l mismo se entiende, entonces la proposiein \sitlgensleiniana: lil muntlo es la loUilidad de los hechos, no tle las cosas lentii tiue etitiivaler a una pit)pt)sicn como esla olra: ><l .i i ieiieia es l,i lotalitlatl tle las pitiposicioiics Vfihitli'ti.s, no tle los luinibies.'. De hecho, el propio Willgenslein expresa esla relacin de eiiuivaleneia en la proposicitin .VOl: la lotalitlatl de los pensamientos vertl;ttleros eonsliluye nna lij'.m;i tlel inumio. I'ero Uil proj^osicitin es, tle acuerdo eon el criterio tlel seniido de Willgenslein, tanto unti proposicin metafsica sin senlitlo como la propt)sicn cstriieluralmenle etiuivaleiile sobre el nuindo et)mo un lodo, lis ms, de acuerdo con Witlgenslein, slo la Ij'atlueein de la iiroposiein ontt>kigica ;i la proposicin aiuillico-lingslieti hace explcila la falla de sentido de la primera. Pues, .segn Willgenslein, es sla precisamcnle la razn tle la falla tic sentido de proposiciones sobre cosas en tic. al icspcclo rrik .Sil .NII:S, ll il\;citsu'ifi \ < /'LHUILU.',". ti ti ticii/ E .\I>i>\lioii ll/ /v /))./(// Inic\ TIL iiniyJM- l*xltinl, lilat,-Kufll. piiil). jip. 1 ,s ' \ s s. 22.1

general, heclujs en general, estados tle cosas en general, en suma, sobre el numdo en su U)lalitiatl; t|ue preleiulan hablar sobre la lorma Itigica conuin a lenguaje y numdo. Las prt)pt)siciones onlol()gicas hablan de liecho implcitamente sobre la forma del lenguaje -eslo se lo ct)ncetleri;i Willgenstein ;i Carnap'". I'ert) ellt) no stilva su sentitlt), sint) t|iie antes explictt por qu hi s prt)pt)sicit)nes onlt)lt')gic;is tienen tiue ser proptisiciones sin senlidt). I,a piiipositiM piiftlc rcprvsfiUar la rcaliilail fulera, pero no puetle repiesen lar lo tjue tiehe lener tle eouuui eciii la lealitlail para potler represenlarla -la Ibrina lt).'.iea. I'an potler represenlar la rornia li'igiea, leiuli iaiuos tpic potiei' eoloearnos et)n la proposicin lucra tle la lgica, es tiecir, fuera tiel nuiulo (-1.12). De un mt)do ai'mms eslrechamente ceilitio al lengutije Ibrmuhi Wittgenslein el mismo tirgumento crlico del senlido en la siguiente versitin; Ninguna proposicitin ptiede decir nata de s misma, porque el signo proposicioiuil no puede esltir conlenido en s mismo. Y observa a este respecto hacientio referencia a li. Russell: Lsta es toda l;i Tlicory nf'l'ypc.s (3..1.32). La referencia ti la teorti de lt)s lipt)s tle B. Russell nt)s da t)casin para descart;ir como irrelevanle cualquier otra inlerprelaciin tiue reste importancia a la paiatltijica aulosuperaeitin del 1'racial U.S. Id inisnit) B. Russell propuso en hi Introducciiui a la etliciiui inglesa del raclalus resolver el problema del discurso Itigicamenle unvoco sobre la forma del lenguaje por medio de una jerartiu;i de Icngutijcs tirtiriciales polenci;ilinenle infinita" -consejo que fue seguido celosamente por la .semnticti lt)gica y no raras veces recoiuentlado comt) la salida tiel tlilema willgensleiniano. Sin embargo, frente a esto hay que subrayar (como ya hicimos frente a Carnap) tiue, en el Tracialus, Willgenstein Iralt) no st)bre la Ibrmti siiitcticti tle un cilculo cualquiera -forma que siempre h;iy que interprelar semnticamente-, sino sobre la forma tiel lenj'iKije ie;il, idntica a la forma calegorial del muntlo cognoscible. Dicha forma tlcl lenguaje real se halla siempre ya presupuesta en totla jerarqua de lenguajes artiliciales, por pt)tenc;ilmenle inllnita que fuere, en la forma del lenguaje ct)rriente cual mettdengiuije tillimo acia'-. Ldlo se muestra -para hablar con Wittgenslein- en el Cfr. TMCKILII.S, 6..I.") y ..16. II //)/(/., p. 23 tle la cil. eti. I- //)/(/., .5.5.55: ...y como puetle ser posible une yt) haya tle ocuparme en l gica tle lrmas t|ue puetio invernar, ticbo ocuparme, pues, tle at|uello t|ue me permite invenlarlas. 224

liedlo de que slo eon ayuda del lenguaje eonienle puede iiilerprelarse semnlieamenle un clculo simblico, lo cual signilica; legiliniarse eomo lenguaje. Podr la dislinein enlre lipos-simbolo (Russell) o enlre tiposlenguaje (Russell-Tarski) eliminar con c.xilo l;i rellcxividiid del lenguaje cara a la rundamenlacin de teoras denlllcas lormali/. ables, mas para la solucin tic l;i jiaradoja de la onloltiga expuesta por Wittgenstein y, al misnu) tiempo, tle la parath)ja tle un tiiiiilisis lingstico tmloltgieaniente relevanle, lodt> depende jiisUimcnle de que sea pt>sible la rdlexividatl del lenguaje -y, por lano, del conocimicnlti- prohibida por l;i senunlieti lgica. Una semntica conslrucliva en el senlitlo tle Tarski y Carnap es sin duda capaz, metlianle la eliminacin de la lellexividad del lenguaje, de hacer imposible a priori la aparicin tic panidojtis, como por ejemplt) ki ptiradoja del mcnlirt)st)", mas con ello luice al mismo tiempo imposible la lorninkiein de las llamadas proposiciones universales, por ejemplt) proposiciones sobre lotlas las proposiciones, y ello sigmllea: .sobre cl lenguaje en general y su relacin con cl muntlo. Lo cutil quiere decir que ki semntica conslrucliva signillca el Un tle la Hlo.sora como ciencia Icrica. Rudolf Carnap ctinllrma eslo en su ensayo tle 19.SO iipiri.sni, scnuiiuics uiil oitlology'K tiontle ticclara que el esbozo de un JramcwDrl^ semnlico onloli)gieanienle relevanle es asunto de la |)iaxis. A esla ct)nsecuencia yii haba llcgatio lambitn Willgenslein -a su mtinert- en el 'i'riHlalus, tlonde leenuis: l.ii HloNolla lui ts lina iloi'triiia. sino una atliviilacl. Una obra lilosiilaa LDUSISIL' esencialmente en eluciilaciones. \.\ lesulladi) ile la lilosolia no son proposici ones liloslicas, sino el esclareeimienlo ile las proposiciones (-1.1 12). La melalsiea icrica es, pues, segn el niclolis de Willgen. stein, la arrogacin, iluslrathi en el mismo Tractalus con pretcnsin apodctica, de un melalenguaje llk)Srico, lo que significa el inlenlo de expresar en lal lenguaje aquello que en el discurso con sentido slt) se muestra ctnio contlicin tle ptisibilitlad de ese niismo discur.so: ki forma lt)gica tlel lenguaje y tlel mundo tlescriplible. Con esta caracterizacin de la dimensin de la metafsica, el " lisio no ilebe ni mucho menos eonrundirse con una solucin liloslica Je las eonlradicciv)ncs. A esle rcspeclo obser\ai ms lare Willgenslein: Una cosa es utilizar una tcnica malemlica consistente en evitar la eonliatliccin y ola ilislinla lilosolr conlra la conlradiccin en la malemlica {llcnwikuiiiicii iil)cr dw (iniutliiKcn der Matlicnuaik, Oxford, ly.'i), p. 1.10). ' ' lin K . CAUN.AI', Mfaniny and h'irrxsiiy, Chicago, l>).S().'. 22.S

primer Willgenslein se siliia de hecho en el horizonle problemlico de la lilosola Irascendenlal. Masa qu punto? La lilosotit liiscendenlal se plante con Kanl por primera vez la cueslin de la posibilidtid de la metalisica como rllexin sobre las condiciones de posibilidad de la experiencia, y a esle respeclo formul como piiiicipio supremo el poslulatlo de hi idenlidad de las condiciones de pt)sibilidad.tle la experiencia y las condiciones de posibilidad de los objetos tle ki ex|)eriencia. Esle mismt) postulado lo iraspust) Wiltgenslein tle una crlictt de la razn pura a una crtica del lenguaje ptirt>, como t)bserva eon razn el llnlantls Eiik Slenius". Witlgenstein tnila de delinir la frontera enlre lo que, segtin K;ml, es accesible ;i l;i razn lerica y lo que constituye la ilusin trascendental del uso indiscriminado tle la razn mediante la distincin lgico-lingistica enlre sentitlt) y sinsentido, entre lo tjtie se ptietle decir y It) que solamente se muestra. Slo con relacin a la experiencia posible puede haber proptisiciones con senlido -as potlramos formular, tijioyntlonos en Kanl, el ciileiit) wiltgrnsteiinano tlcl sentid basado en l;i ligurticin de hecht)S posibles. Entendido el ''mcKiliis de esta mtuiera -ct)mo erilica trascendental del senlido-, enseguidti advertimos tiue en re;ilidail Wittgenslein nt) silo cuestiona l;i posibilidad de tma metalisica dogmiilicti, sino lambin, de golpe, hi posibilidad tle una filosofa irascentlental cientfica ct)mo leorti de! conocimienlo. Segn Wiltgenslein, ambos tipos de pensamiento liloslico en cierto modo hablan de It) mismo, slo que desde dos lados: de las condiciones de pt)sibilidatl tiel tliscurso, que a la vez .son las condiciones tle posibilitlatl tle lt)s objett)s del discurso. Mas de eslas contliciones trascendenUiles -de hi estructura interna o forma lt')gic;i idntica a lenguaje y mundo- iiti se puetle, segn Willgenslein. per lc/inilioiicni hablar. La forma Irascendenlal se muestra slt) con t)casin del discurso -y nos sentimos lentadtjs a aadir con Heidegger se muestra como comprensin previa y concomitanle (niigdigiii-vorg/igigl tiel .ser en el acto tlcl discurso acerca tic hechos nlct)s. / De esla manera llega Wiltgenslein a tieclarar como metafsic; i sin senlido tantt) a la ontolt)ga tiogmtica como a hi crlicti a priori (trascendental) del lengutije -y con ello a lodo el contenido liloslico de su propio 'l'racalus-. A ambas se aplica sin excepcin la 1 .' ^ y llima proptisicin fundtirncnlal del Tracutis: De It) que no se puede htiblar', mejor es callarse (y se enliende que esta proposicin esU ttimbin sujela ;il propio veredicto de carencia de sentido en tantt) pretende ser ms que una mera taulolt)ga). ()i. ir, cap. XI. 22()

Tal voz alguien se sienta inclinado a considerar absurda esta paradjica problemtica de la carencia de sentido planteada en cl Trcicialis desde lo ciue entendemos por cl sano sentido comn. No viene Wiltgcnslcin precisamente a demoslrar a travs de las proposiciones de su Tracuiliis c|ue los seres humanos esln en condiciones de hablar de la relacin entre el lenguaje y el mundo en su lolalidad? Y no ocune eslo en las proposiciones CIUC, en su eslruclura gramalical exlerna, no difieren de las proposiciones sobre hechos inlranuindanos? As, por ejemplo, la proposicin: Hl mundo se divide en hechos se puede construir segn el mismo palrcSn ciuc la proposicin: Hl pastel se divide en pedazos. Sin embargo, esta semejanza externa de las proposiciones filosficas y las proposiciones enipiricamente veiilleablcs constituye el verdadero aspeclo cliocanle de la sospecha willgenslciniana de carencia de sentido. Y habra ciue recordar a este propsito ciue tambin las proposiciones de la crtica kantiana de la ra/i'in clioearon a los filsofos de la poca por su fatal seme janza con las proposiciones sobre la experiencia posible. Cuando Kanl hablaba de la afeccin de nuesiros sentidos por medio tle hl cosa en s, sonaba exaetanieiite igual ciue si se hablase de una relacin e;iusal dentro del iiitiiulo ile la experiencia; y sin embargo, Kanl hablab;i atitii de algo a lo tiue no se poda ajilicar la ctilegora tle ctiusalidatl. ( aieeen entonces de seniido his proposiciones filosfico-lraseendentales de Ktml acerca de la cosa en s? -.laeobi pareeiti un taiilo inclinado a esla concepcin-; o constituye la eslruclura siniclicogramalictil de his proposiciones lilosofieo-lrtiscendenlales una metfort? Se nata tle una traslacin de l;i eslruclura de las proposiciones cniprieamente verillcables ;i rehieitmes tle algn modt) tinlogas? 'fanlo ptira Ktmt como para Willgenslein se ha enstiyadt) una inlerprelaein semejanle (ms o menos en la lnea de hi tloelrinti medieval de la significacin impropia o anloga)'". Id ya mencionadt) Hrik Steinus, pt)r ejemplt), cnliende las proposiciones .semntico-tniscendentales, y al mismo liempo onlolgicas, de Witii'enslein sobre la forma del lenguaje, y a la vez del nuindo, como metfonis sinlclictis". Una metfora sintctica lo es, por ejemplo, l;i proposicin: Rt)jo no es una sustancia (sint) una cuttlidad). Hn efecto, para impugnar la suslancialidad de lojo debo empezar pese a lodo por ponerla en la fornu de stijelo-prcdieado de hi proptisicin "' Vase, |H)r i'icinpl), t'.K. SiMi ni, /)( /' {naluyjclh'yjijl lici Kanl iiinl Ilc ycl, t'iilniiia, \'-l52 (A.</;/v/i/,/uvi, VDI. 6(I, svipteiiR-iUos). ' ' C 'tV. S11 Mes. (f/i. ni., pp. 211 y ss. 227

Rojo es .... Lo mismo ocurre en totlos Itis enuuciatlt)s stbre categoras. Que, por ejemplo, uua sustancia no .sea una cualidad, es algo tiue, segn Witlgenstein, no puetle propiamente enunciarse. Lllo se muestra en el uso del lenguaje. S quiero enunciarlo tle una forma directa, el enunciatlo simular entonces la forma de una proposicic)n sobre hechos empricos. Un carcler an ms bsico p;na la lundamenlacit')n de la ontologa en general lo tienen las proposiciones tle la forma: .V es un enle. Por su estructura sinlctica tendr;in que entenderse como las proposiciones de la forma: .v es un caballo. Pero en realidad no tratan en modo alginu) de un concepto genrico que delna la clase tle los pt>sibles valores de las variables, sino que, segn Witlgenstein, explicilan en cierlo mtxIo laulolgicamenle el sentido de las variables en la funcitn proposicional .v es..., mas de forma tal que se crea la impresitn tle que hay un gnero universal ente como hay plantas, animales y hombres. Ya Aristteles haba tratado tle prevenir este malentendido con la observacin de que ov)xi> r tiv otr. x v ytvoq (MctaJsica, B, 998 b 22). I^-ro lambin haba fundado .sobre el concepto del ente en cuanto lal la prima pliiosopliia, la despus llamada metafsica, como ciencia lerica. Para Wiltgenslein, hablar del enle y sus categoras es en cierto modo el pecado original tiue, con el resultado de la autoenajenacin de la luncin del lenguaje, dio origen a la metafsica como pseudociencia o ciencia pseudo-objeliva. Las proposiciones de la forma .v es un enle son para l sinsentidos porque deben reproducir la eslruclura lt')gict)-lingLslica de las variables, en la que se mueslra la luncin designativa del lenguaje, por medio de esla misma funcin tiesignaliva. Ll mismo malentendido originario de la lt')gica tle nuestro lenguaje se manifiesta, segn Wiltgenslein, en proposiciones como: eso es un objelo o eso es un hecho o hay hechos atmicos o bien hay ms de tres hechos atmicos"*. Sin embargo, Wiltgenslein no puede menos de asumir la ontologa implcita en la forma lgica del lenguaje, por ejemplo en la estructura de las variables .V, y hacerla explcita en su propit) melalenguaje. El sentido ontolgico de <u' es... en ningn caso puede, comt) vimt)s, sustituirse por convenciones sintcticas al estilo del primer Carnap; antes bien, asegura por s solo la funcin semntica del lenguaje'*'. As, para Wiltgenslein no cabe duda de que la sustitucin de la variable v en v es lislt) por el nombre pro 1 CIV. 7V/</iii.v,4,l272. //./ (/.,(). 124. 228

pi Juan mueslra implieilamenle que Juan exisle. Pero si yo enuneio ia proposicin Juan exisle conio proposici()n tle una ciencia onloltgica, esloy ya tlenlro del sinsenlitio, ya que la proposicin suena como esta otra: Juan canta-". Ctnno puede la lilosola csca|i;ir a esa apariencia metalrica tle su lenguaje? -sle es el vertiadero problema que planle Willgenstein en el 'fraclilus. ln esle punto trataremos ahora tle establecer una relacin enlre Wittgenslein y Ileitlegger. 'lambin para Heidegger se oculta eti las proposiciones cilad; is tle la omologti como ciencia tiel enle en cutuUo tttl cuando menos una profunda ainbigetlatl que -ptira hacer ptilpable el paralelismo con la erilica del sentido de Wiltgensteiti- ptxiemos intcrprctarl;! como el auto-malentendido histrico tle hi pregimta por el ser que preside hi ontologa. La proposicin eso es un enle suscita, en efecto, para Heidegger una coid'usin de lo que se muestra en el es con lo que se muestra en el eso. Lste ltimo .se revela en proposiciones cmprictis como eso es un caballt> como el aspecto ntict> de la ontok)gia. Lo que, por el contrario, se mueslra ante la mirada tiel 11 k')solb en el es tle ki propt)sici(')n es, segn I leidcgger, la comprensin tlcl ser que de forma previa y ct)ncomit;mle se da en lodas kis proposiciones del hombre sobre ctiballos, tirboles, casas, etc. Y esta comprensin preonlolt)gica del ser implcita en el lenguaje tletermina tambin para Ileitlegger -no tle otra nianer;i que para Wiltgenstein- It) que Ktinl llamaba condiciones irascentlentales de pt)sibilitl;id de los objetos de la experiencia. Pt)r tanto, si ya antes h;ib;imt)s podido inlerprelar la distincin vvttgensteinitma enlre aquello de lo que se puede hablar y aquello que slo se muestra como una expresin de la diferencia Irascentlentid tle Kant, tlicha distincin se muestra ahort ct)mo una expresin tle la tlifeienciti ntict)-ontt)lgic;i tie I leidcgger. Desde ki perspectiva de I leidcgger .se podra, por ende, intentar dar unti respuesta posilivti a la sospecha de carencia de senlido, fundamental en Willgenslein, de la forma siguiente: lo previo y concomitante que aparece en todo discurso, lo que segn Willgenslein slo se muestra pero no puede decirse, es el set. Pero el ser no e.s. Slo el ente determiiuido que se encuentnt en el mundo es. Por eso, el ser tampoco puede venir expresado en proposiciones empricamente verificables. Slo el ente que se encuenlm denlro del numdo puede ser HI'CUCIIIL-SL- a este propsllo la tunliisin del existe en Dios existe con un piedieadi) real sobre la ipie Kanl -y despus de l li. Ku.ssell- llam la atencin en la erilica de la prueba onloliigica de la existencia tic Dios. 229

objeto de proposieiones empricamente verillcables. El ser, por cl contrario, se lempoializa en el proyecto mundano que desde siempre libera (a priori) a lodos los entes que pueden hacernos Irenle dentro del mundo en la forma calegorial de lo que sc dice del ente al decir que es. En esle proyecto mundano, los hombres nos encontramos siemi)re en eslado de anlicipacin (vorw'g) por cuanlo que en la lrma del lenguaje se ha consolidado ya urVa precomprensin de la conslilucin del ser del ente. Si elevamos a conceplo esla previa compiensiin del SCI, no se trata en l de la determinacin terica tle ;dgo que se ta junto a olra cosa. As se comprende que lanto pan Meidegger comt) part Witlgenslein la filosofa no sea al cabo una tet)ra cienlficti al lati de otras teoras cientficas. La lllosofa no es rtingtin sislema tle proposiciones que pudieran competir con his proposicit)iics cientficas. Si Willgenstein resuelve de un modo prclico la paradjica problemtica del sentido tle las proposiciones hlo.shcas al concebir la fik)sola no comt) ciencia, sino ct)mo ticlividad clariilcadora del peiisamicnU), en Heidegger puetle comprobarse una tendencia muy semejanle en la auloconcepcin de su filosofar. Ya en Ser y Tiempo y en su libro sobre Kanl acenltiti Heidegger el carcter de proyecto, que en ocasiones encierra violencia, de tm pcn.samienlo t|ue no pieleiule eslablecer nata acerca de lo que existe inlnimuntlanamcnlc, sino sacar ;i la luz, hacer moslrar-se a los fenmenos previos y concomilantes de la comprensin del ser''. Ms laixle identificar -t;n crasa opt)sicin a la melalisica como ciencia terica-el pensamienlo tlel ser con cl proiluer hi vcrtlatl del ser, subrayantlo desde luego que esle producir no se decanta en el hacer arbitrario y en la actividad industriosa, sint) en la disposicin a escuchar la interpelacin (ZiispnuJ) del .ser adviniente'-. A esle propsito htibra que recordar que la semntica conslrucliva que parte del iracialus tle Witlgenslein, como la tlel Carnap posterior, earacleriza expresamente el problema tle hi onlologa implcita en el lenguaje -dicho de otro mt)do: el problema del proyecto mtindant) inmanente al lengutije- como un problema de la praxis-'. En l, la aparente arbitrariedad tle la conslruccin semntica viene mediada -en el sentitlo de la historia del ser, si sc quiere- por el hecho de que un sislema lingstico artificial slo puetle funcionar mientras pueda ser (.'IV. .SV'1/1 und y.'il. ) 7 y Kanl und das J'nibli'in der Meiaphysik. -12. -'- CIV. Uberden 11nnianisnnis, -r,inkfm\, l')-tV. - ' /'/(/. supra, ola 14. La di.slincin que haee ('arnap en la ohia aiiles eilada enlre inlernal pieslian y exlernal queslion no es mala ilusliacuin de la (.liferen eia onlolniea ile 1 leidengei. 230

interpretado con ayuda del lenguaje tradicional de la ciencia -por ser aqul una precisin fragmentaria de ste. En otras palabras: el proyecto numdano del lengutije arlilieial tiene ciue legitiuKirse a s mismo como posible continuacin del lenguaje hslrieo o tle su innumenle constitucin tiel mundo-'. En cualquier caso, lo que puede comprt)b;irse Iras kis distiuisicit) nes precetlentes es estt): t;intt> en la concepcitin wiilgenste nian;i tle la filosofa comt) tictividad clarificatlt)ra tiel pensamiento -o en su puestti en prctica ct)nio senuintica consirtictivticomo, por olrt) lati, en ki ratlictili/acin proyectiva heideggeritma tle ki comprensin preontokigica tiel ser tiue se tki en el lenguaje, ki ct)nce()cin metafsica-lratlicional tle ki lilosola ct)mo ciencia lerica tiintlamental tiueda por complelo rebtisada. Y si nos lijamos bien, ia praxis de la semntica motlerna, su inetliticin ciicukir enlre ki constniccin tiel lengutije y la legitimacin subsiguiente de sla con ayuda del lenguaje corriente, se presenta como un caso especial tle lo que Heidegger evitlenci en Ser y Tiempo como el circuk) hermenutico enlre el eslatio tle yecto y el proyecto de la ct)m|)rensin del ser. Es indudable que, para Willgenstein, lotlo cuanto acabamos de enunciar acerca de ki diferencia ontokigicti no puede en la uKiyora de los casos decirse ;i ments que se tiiiiera volver al cauce tle una metafsica cuasi-terica. Mas, por otni ptirle, lleideg. i'.er acoineti(') tle lleno - al menos cii Ser v riciii/io- la eiupie, sa tle enunciar de inanert tmiversiilmente vinciilaiilc l;i esliiicttir; i ttpriorstica del tlej;ir-ser al ente Sem/is.sen A'V Seieiideii) en conibrmitlad con el proyecto nuiuhino dtd ser-ah. .'\ esla empresti l;i denomin ontok)ga funthimenlal. Con estas premistis se nos abren ahort tkis posibilidatles: o tlesenmasctirar tiesde el punto de visla de Witlgenstein ki ontologi fuichimenial de Heitlegger como un;i recada en la melafsica lerica o mostrar tiue la onlolt)ga luntlamenl;il tle I leidcgger es cap;i/. tle solticit) nar el problema ftintlamenUil de Wiltgenslein de un tliscur.so liloslico con senlitlo acerca tle la forma I priori del tliscurso y su relacicin con ki Ibrmii de ki realidad. En esle punto es preciso tiiender a la circunstancia de que ki crtica del lenguaje puro, t)rieiitatla en la lgica, del Triiealiis de Willgenstein, es decir, su leora de ki forma dnlica del lenguaje y del mundo, slo representa un ca.so limite de lo que, segn Heidegger, se potira llamar la comprensin preonloltgica del ser propiti tlcl lengutije. Destle el punto de vista tle la lilosola irascendenlal Inidicional, lo inslito tlcl ''raeatiis est en el hecho de que ptirezca t'IV. mi libro Dic hice der Sprachc in ilcr 'l'radilion des Uunumisinits von Dome his uo. Itoim, l'd.l, p|). 2.1 y ss. 2.11

idenlificar las condiciones fornialcs de posibilidad de toda experiencia con la forma lgica en sentido analtico-tautolgico. La lgica formal debe, al paiecer, en cuaro lgica del lenguaje , desempear lo que en Kirnt es misin de una lgica trascendental. De esla manera, cl problema de la constitucin de la objetividad para una conciencia o el de la unidad de la conciencia del objelo (y al mismo tiempo de la autoconciencia) no viene explcitamente planteado. Que, por ejemplo, el mundo se descomponga en hechos atmicos o estados de cosas en cuanto tramas tle ct)sas y sustancias es It) t|ue, segtin Witlgenslein, tlelermina las propiedades internas o ii priori del mundo, qtie son idtiiiticas a Itis propiedatles internas t) formales del lenguaje"'. Tambin la eslrucltira geomtrica del espacio y l;i llamadi ley de ctiusalidad forman parle de dichas propiedades internas del mundo, que esln condiciontidas por l;i red de la lrmti Itigica del lenguaje"'. r3e por qti eslo es ;is no nos da -formalmente- ninguna explicacitin-'; atleints, que lal acontezca no es ya, segn Witlgenslein, prt)pi;iinenle expresable: se muestra como lo tniscendental tle hi misma kigica'". Ello guarda muy estrecha relacin con el hecho de que para Witlgenstein no pueda haber propiamenle una filosofa del sujeto-''. En electo, para un;i filosofa trascendental que sustituye la conslilucin sinttica de la t)bjelvidad en una conciencia por el Jcuuiri trascendenlal de la lgica del lenguaje, ptira una lllosofa semejante la conciencia en general o el stijeto Iniscendcnttil coinciden abst)kilamcnle con la lrmti u priori del lenguaje. Y tis puede Willgenstein decir; (}ui cl nuiulo es lili IIUIIKIH, SC imicsUii cii ciiic Ins lmites del leimiwije (de l leiiguaje ijue yo solo entiendo) signiriciin los limites de mi mundo (.5,62)"', (Tr. 7Wcw/iv, 2.021-2.01.11. - " //(/(/, 2.01.11, 6..)2, 6..11, 6.16 y 6..16I. C'IV. de todos modos las siguienles proposiciones del 'rnirlalti.s, que desemboc an en una seculari/.acin anallico-liiituistiea de la lundamenlacin por parle de l.eibniz de la valide/ ontolgica de la lgica a la ve/ tpie en una analoga con el axioma supremo ile los juicios siiitlieos ile Kanl; Se ha dicho alguna ve/ que Dios ludo puede crearlo, salvo lo que l'uese contrario a las leyes de la lgica. La verd;ul es que no podemos dirir qu aspeclo tendra un mundo ' ilgico" (.1.0.11). A la base tle totla la moderna visin del mundo esl la ilusin de que las llamadas leyes nalurales son la explicacin de los lnmcnos nalurales (6.171). La ley de la causalidad no es una ley, sino la torma ile una ley (6.12) . L.o que se puede describir puede lambin ocurrir, y lo que la ley de la causalidad excluye no puede describirse (6..162). ' C'IV. 'I'mcilus, 6.1.1; La lgica no es una doctrina, sino una imagen especular del mundo. La lgica es "Uasceiulenlal". "' lilil., 5.631 y 5.611.

Ihid. 5.612 y 5.6-tl. 232

De lo que WiUgcnstein concluye d solipsisiuo, licwuli) L'suk'lanicnlc, COIIK-IIL' con el puro rculisnio. IT "o del solipsisino se reduce ,i ini puulo inestenso y queda la lealidad coordinada a 1(5.()-1). Aqu se niuestia en Ibrnia extrema el carcter de caso lmite de la lllosora Irascendenlal del lenguaje de Wiltgenstein. Al ser el sujeto absolulamenle idtnlico ;d proyecto mundano formal del lengutije ptiro trascendental, cesa totla rellexivitlad, toda rllexin tlcl sujeto sobre su proyeclti lingislico del muntlo. Totlo sticetle como si no hubiera en absoluto ningt'm sujeto. Slo hay los hechos reales lal como vienen siempre ya figtira ' tos ptira nosolrt)s por medio tiel lenguaje. llnde en el mundo pueile observarse un sujelo mclansico? T ilices que aqui ocurre exaclamenle como eon el ojo y el campo ile visin, l'ero l no ves rcalmenle el ojo. Y nada en el campo de vislin permile concluir que es visto por un ojo". Aht)r;i bien, con ellt) hemos descubierlt) la verdadera nizn de por tju para la lllosofti trasccntlenttil del primer Wiltgenstein no puetle haber ningn discurso con sentido del lenguaje st>bre s mismt) y su relacin con el mundo, lo cu;d quiere decir: ningn lengutije con sentido de ki rilt)sof;i trascendental, l'l) el Wiltgenstein tiel ''lacKtliis, tiue orientaba su concepcin del lengutije hacia el lengii;ije-c;ilculo tle la logstica, el lenguaje -y con cd el sujeto- en cierto nu)tk) se anticipa enteramentepara tiecirk) con el primer Ileitlegger- ti ki representacin del mundo. Id lenguaje Hgiira solamente estados de co.stis existentes, pero en la representacin del mundo no representa a la vez la relacin del hombre consigo mismo, es tiecir, con sus posblitlatles de existenciti, ni, por tanto, la iulole tle su proyecto mundano. Esta radicaliz.acin de la diferencia trascendental como diferencia entre lengutije y metalenguaje viene al ment)S insinadii en la ligicti del lengiuije, que desde antiguo aislaba los juicio.s particulares sobre los llamados estados de cosas -o, en todo caso, las inferencias de esladt)s de cosas a partir de otros esttitlos de cosas- como mueslra de la luncin lingstica. Pues en las proposiciones afirmativiis aisladas sobre estados de ct)s;is no parece verillcarse ningunti rellexividtid del lenguaje. Sin embargo, ello no es del lodo as: hasta en la propt)sicin allrmativti tiislatia h;iy un compt)neiUe tiue no puede ctineebirse destle la leora figurativa tle Willgenstein, componente que 23.1

de frina implicila expresa ms bien una relacin del lenguaje consigo ndsmo. Totla propt)sicin alirmaliva alirma su piopia verdatl medianle el es de la ctipula, tjue puede lambin ir implcilo en la lonria conjugada del verbo'-'. lisia alnniacin, que de acuerdo ct)n el 'l'nuianis tle Willgenslein enuncia tjue un esladt de cosas exisle como hecho ", tampoco la entiende Willgenslein desde la funcin figurativa, l'or ejemplo, en la proposicin el libro esl (es) sobre la mesa, la composicin liguraliva por conihinaein de nombres slo concierne al cslatlo de cosas: el libro... sobre la mesa. Por el contrario, el Cs t|ue enuncia la existencia del estado de ctxsas liene que enlcntlerse puramenle como expresin de la forma lgica del lenguaje. Ahora bien, pueslo (|uc, como sealamos anleriormente, la forma lgica del lenguaje segn Willgenslein coincide consigo niisma tle un modo eslviclamenlc anallico-laulolgico -y a la vez con el yo del sujeto Irasccndcnlal-, el es en cuanlo partcula lgica no puetle representar para Wiil|',eiislein ni una sntesis a priori tle la conciencia objeliva ni una sntesis ii iriori de la autoconciencia. Id senlidt) del es ,se reduce al latiloItSgict) A = A tle la mtitemlica, y tic ese motlo tinetia ilestie el principio dcsctiiTatIa loda rcllcxivitlatl tlel lenguaje ti la vez titic loda relaciiM del sujeto IrascendeiiUil ctinsigo mismo. Id sigiiilicado de esla posicin -como ctiso lniiie de la filosofa Iniscendenlalpuede aclararse, a mi juicio, con hi sigtiienle ficcin: supt)ngamt)s que realmenle ocurriera que hi lrma interna de nuestro lenguaje fuert, por un lado, un absoluto a priori ordenador del mundo y, por olro, laulolgicamenle itintica a s misma. Hnionces, lt)s seres htiiruinos tendramos sin dtitht una comprensin tiel muntlo con gtirtinta de valitlez universal. Lo cual significa tiue coiicel)iramt)s los esUitlt)s tle cosas relevantes para la vida como lo hacen las bestias de acuerdo con la teora de Von Uexkll tle la Uniwcll, es decir, sin conciencia alguna concomitante de una referencia vital al mundo ctinstiUilva de la signillcalividatl de los estados de cosas y, por ende, sin la posibilidad de una rellexin sobre el proyecto mundano correspondiente a dicha referencia vital. Ln efecto, .segn el TractaHis de Willgenslein, el hombre es lan poco capaz de dar cuenta de la constitucin del mundo lingstict) del signihcado como el animal de la constitucin de su mundo elcclivo y leAqu podra verse, por lo dems, un indieio de que -conlra la opinin ile la mayora de los Itigieos- el es de la cpula liene sin embargo una ral/ eo nuin de signiricado con el c del juicio de existencia. Vid. nota .id. CTr. 4.022: La proposicin mucslra su .sentido, lu proposicin, .V es verdadera, muvsira cmo estn las cosas. Y dice //C las cosas esln asi. tl r lambin 4.62. 2.34

ceplivo t|iic se llalla i priori coDiclinado CDII SU eonduela inslinliva. Ahora bien, no se puede negar que liesile el punto de vista de la senintiea lgiea hi interpretacin material ilel numdo como algo viene siem|)re ya iiresiijiuesla tle lorma cabal", l'or eso, la Hlosofa ilel lenguaje tle la antigiietlatl y aim tle la l.klad Media, nacida en el ;imbito tle la lt')gica -en cierlo nuido como apntlice semituico de la kigica-, januis atlvirtui natki de las diferentes interpretacitines pievias tiel numtio propias tic las lenguas parliculares de los pueblos. A la Itigica le parece ct>mo si, por ejemplo, el estado de cosas: el librt) esl;i (es) sobie la mesa se tliera de luui fornu ;icabaila y loUilmcnle iiulepentlenle del e.s de la cpula y, con ello, tlcl ...M'/CII el numtio del hombre. Id es, como ya se indic, parece e,\pies;ir en todos los cast)s, en cu;inlt) reconocimiento de est;itkis tle ct)s;is (ta heclu)s intlepentlientes del hombre, una relacin con el hombre. Ahora bien, el canicter :ibsolulo liel hecht) consign:\do en la propt)sicin el libro est sobre la mesa es inctintesUible. I'ert) se da como ;ilgo que -tambin segn Witlgenstein- simplemenle hay t|ue reconocer sido en el supuesto tle i|ue eslo sea un libro o eslo sea una incs;i; nuis an. en el supuesto tle t|ue un libro pueda estar (.vc/j sobre la mesa. M;is la constitticin de tales supuestos no es, evitlentemenle, intlepeiulieiile tiel ser en el mundo del litimbre, a tiuien las ctistis pticticn hacerle frente como algo, o sea, en tlelerminados contextos circunstanciales, l.o ciud quiere decir tjue la constitucin tle los men " lisui piOMiposiclii es. a lili iiuio. Li clavi.' ii;ira la coiiipiviisiciii lUosl k'a de la t-lel'inieiii de la Neul.id iii l.i -.0111.111111.1 Lij'.ii..i ik- .A. I.ii ski. I sla evpliea la aparente liivialitla tiel estjue'na de tieliiiieutii: La propuMeioii 'T.is etis a-, esln de lal o eual manera" es \erdadeia si y slo si las eosas estn tie lal o eual manera. Lo t)ue at|ui t|uisiranios salier es cundo -en t|u ciicunsiancias- eslamos aulori/ailos a asegurar t|ue las cosas esln de sla o la otra luanea. Mas se olvitia tjue T'aiski prcsuptine ya.el acueulo acerca de la inlerpreiacin atlec uada del niundo heda eon el lenguaje li)riiiali/ado y, en cuanlti lal, inlersubjelivam enle univoco que en su est|uenia de delinicn aisla, por tlecirlo asi, la pura vertlatl lclual (ctmio precisitiii t|ue es tlcl sentido de l.i Icoria arislo llica tle la veniad como correspondencia). Si yti se e.saclanienle qu ttsenlidt) liciie la pioposicitin est llovieiitU (lo i|ue es el cast) .w la pn)pt)sicin es verdadera , ct)mo dice Willgenslein en el IIMIUIIS), la comprobacin de la verdad de la proposicin lermina, en eleclo, con la comprobacin tle t|ue-de licclit)- est lloviendo (a esle lin 110 hay que iclle.sitinar, siiui dirigiise a la puerta de la calle). La cuestin del mltido tle verilicacin, tiue M. .Schlick e.sponia como cueslin en Ionio al ciilcrio tic senlidt) tle las prtiposiciones, no quctla destle luego respondida, sino apaada. Lsla cueslin no puetle en absoluto separarse, como ya mostr t'li. S. I'eirce, tle la cuestin en toriit) a la interprelaein adecuada del inundo por inediti de los smbolos del lenguaje, l'ero esla liltma cueslit')il 110 se puede separar, comt) luoslrt) Ileitlegger, de l.i cuesllt'ni

acerca tle la auiticonipicnsitin tiel ser en el numtio. 2;) 5

ciiiados suploslos no cs slo iclaliva a la exisleneia humana como cl mundo cfcclivo y rcccplivo cs, segn Uexkll, relalivo a la exisleneia de la especie animal; ms bien ha sido en cierlo modo elaborada por el hombre a una con la conslruccin de su propio lenguaje, por poco conscienle que pueda ser deello'l Si extraemos las consecuencias anallico-lingslicas de eslas rellexiones, resulla que el es, ciia reconocimiento de un eslado de cosas como hecho subsisleiite, no slo expresa una rellencia del hombre al nuindo, sino tambin ya el es en cuanlo cpula del llamado eslado de cosas. Lejos de ser incsencial para el propio eslado de cosas, cl es de la cpula expresa antes bien el hecho de que los com|K)nenles tlel esUido de cosas -que se supone que btista con designarlos- deben su conslilucin como algo a una sntesis hermenuticti que coriespoiule a una relacin tlel ser tlel hombre consigo mismo"'. Ni un animal ni un esprilu puro, sino slo el hombre, que se encuenlra en una relacin comprensiva con su ser en cuanlo posibilidad, es capaz de ticjar-ser a tilgo como libro o mesa, es decir, de obtener del mundo un significado. L.sta correspondencia capital de la sntesis hermenutica de algo en cuanto "algo con la aulocomprensin del hombre liene tambin que dejar su improi\ta en el proyecto mundano total del lenguaje corriente. Ln otras palabras: en conlniposicin al ideal logslico de un lenguaje simblico que produzca estallos de costis subsislenles, el lenguaje real tiene en lodo momenlo t|ue represcnlar en la concepcin tlel muntlo una relacin del hombre consigo mismo. De olro modo no lendia absolulamenle nada que poder represcnlar como algo. Ln esla relacin prerrellexiva del discurso humano consigo mismo es dontle ticbe hallarse -cabe pensar- la posibilitlad tle una siipeniciiin tle la paradoja tlel ''riicliiltis. Se hibr notado que la crlicti que hemos inlenlatio hacer de los presupuestos filo.sfico-lingsticos del ''ractaliis se ha llevado a cabo siguiendo el enfoque de la onlologa fuiuktmenlal heidcggeriana; lo que quiere decir, siguiendo el enfoque de una filosofa Irasccndcnlal, que, en justa oposicin a la del primer Aqu habra que apuiUarque una iiU'riirelaein inlersubjelivaiuenle viii eulanle tlel niuiulo iio se lo(;ia> slo a iravs tle los HIHCIHIIS tlel lenguaje (Weisgerber), sino en unin eon las aeeioiies enlrelejitlas eon el uso tlel lengua je (llegel, Mar.K, Heidegger, el segundo Willgenslein). "' Hl heeho de t|ue la ei'rpula (algtj es ;dgo) puetia enlenderse etimt) e.\pre sin lie la sntesis hernienuliea (tlejar ser a algo como algo) es a su ve/ in diealivo de que aquella podria lainbiu lener luia ra/ de signiheatlo eonriin

eon el es de la alirmacin tle idenlidad, Naluralinenle, esla espeeulaein no es verilieable en el plano de la onto-lgiea. Vid..(/)/, nota .12. 2.16

VVitlgcnslciri, no lleva la sinlesis kantiana de la conciencia objetiva al caso lmite analtico del A = A, sino cjue, letiocedicndo a la constilucitn pieterica del mundo de la vida, lmta;de liindarla mediante la sntesis bermenutico-tiascendenUil del algo en cuanto algo en el contexto circunstancial de la praxis vilal. La liberticin (Frcigahc) lingstica del ente cjtie hace frente (hcgcgiwi) al hombre intrimundanamente como algo (es decir, en tma conformidad jlicwdiullnisl), corresponde aqu a la relacitJn del hombre -nu'is exactamente, de los miembros de una eomunitlad lingsticti-con las pt)sibilidades tle su poderser en el muntlti. Lo que Humboldt llamaba la visitn del mundo (Wcliaiisiclii) propia del lenguaje se halla en su constitucitn siempre ya mediada por esa relacin inexpresada tle una comunidad lingstica consigo misma (esto puede verillcarse lcilmente metlianle ejempltis; as, cuando con P. Zinsli evitlenciamos la diferente aperlura del muntlo alpino en el lxico de los tlialeclos campesinos por un lado y en el del alpinismo turstico por otro"). Con todo, se plantea la cueslin de si ese comprender-se en la situacin propio del hombre que va siempre implcito en el lenguaje corrienle, de si esa rllexin efectiva tiel lenguaje histrico, como dice Lohmann'", es una explicacin sullcienle de la posibilitlad de una rllexin //losfica sobre ht forma inlerna tiel lengutije, sobre la comprensin del ser que sta entraa. Id propio Ileitlegger hi/.o en Ser y ''ivinpo una clara distincin enlre la atilocoinprensin existencial denlro tle la situacin, que ct)rres)X)iule a ia rellexit'in elctivi del lenguaje en el que tint) se comprentle, y hi comprensin existenciaria propia de l;i Hlosofa. Segin Ileitlegger, sla liene que nidicali/. ar la comprensin preonloli')gica tlcl sei que va implciui " (TV. I'. /.INSII, (iiiiiul iiiul (ini. /)< / '(iiiiuiiilhiiu itcr llciywi'll in iliu i SprinilH'yjilIcn der Slivi.:crdciii\clifn ilpenninndiirlcn. lionui. l'Mi. (Tr. d lillinii) capiliili) del libro tle .1. I,iiii,\i\N.S 'lidnsiiplne UHI Sprac liwissvnsclili (Dcriin, I9().s), donde se oeupa ilc la rellcxiviilad del lenguaje hslrieo: nel'mimos el lenguaje (\ni>rii. p. 81) como una aeliviilad que se "eontrola" a si niisMia y, por eonsiguienle, que alieinle a si luisuia. listo podemos e.vpresarlo lambin diciendo que el lenguaje humano natural es a la vez lengua je-objelo y (su propio) melalenguaje. l-slo signilica ante todo y sobre todo que el lenguaje natural, en cuanto se reliere a la lohdiilad del mundo circumlanlt de cada comunidad lingislica (en la forma de una eslruclura de algo-ic/z/ci/. C'o), necesariamenle ha de referirse lambin a si mismo, lista autorrelrencia (no arbitraria) del' lenguaje natural la designamos (separndola de la rllexin ainscicic, nica considerada hasta ahora, del que habla o piensa) como rcjlcxin cjiciivii... V lo que hemos hecho y an hacemos en esle libro (incluyendo la exposicin del eonceplo de "reHexin elcliva") podemos considerarlo en cierlo mod o como una indlunyiii'in (nnscicnii' de esla "rllexin elcliva" lctica del propio lenguaje naUual en si (p. 2-1.1). 237

en la comprensin existencial del ser-para ('/.ii-sciu) a ln de conceptuarla. Mas cmo hay que entender esta radicalizacin '.' -de la inteligencia de esta expresin parece depender en SL'I-y Tiempo la respuesta a la pregunta por la posibilidad y validez de los enunciados lloslicos. Th. Litl abortl esle problema en su libro Mcnsch iiml Well (Munich, 1948) sealando que Heidegger, en su onlologa lundamenlal -por ejemplo en cl ndice formal de los llamados cxislenciarios-, leivindica para el pensannenlo un grado de rellexin fundamentalmente dislinlo de la comiirensin del .ser inmanente a la existencia y a la hisioria, y que trata de radicalizarlas, de lrma que de dicho pensamieiUo, que concibe la exislenciariedad -lo que signillcti, por ejemplt), l;i liniud y la historicidad-de la comprensin humanti del ser, no pueda yti decirse simplemenle que ed misitio eslt; exislencialtncnle condicionado, es decir, que sea llinlo e hislrict). Lili mt)slr que la rcllexividad inherente a lodo lenguaje nalural permite una explcita aulogradacin del lenguaje que en llinto lrmino hace valer en cada lengtitije parlicular la pretcnsin tle validez universal inlersubjeliva del /),t,'av filo.sllco. Lsta pretensin de validez universal tlel lenguaje ftloslico se ct)nslituye en un grado tle rellexin superior al tlel .lyo.s hernienulico que Heidegger leivindieabti en .SV/_i' J'iem/'o para la lundamenlacin tle su filosofiti. Ll lyos liermenulict) del cf)mprentlerse et> l;i situticin es sitt duda It) suficientemente aulorrcllexivo como pan pt)sibililar, a l;i vez tiue la luloconiprensitHi, la comprensin de la exisleneia ajena -por ejemplo, a la vez que la comprensin tlel lenguaje prtipio, hi traduccin de un lenguaje tijcno al propio'''. Mas de esle motlo impone irreniisiblemenle la perspecliva hi.strico-parlicuhir del propio lengutije o de la propia ubicacin existencial. Por cl coniiario, el /(),t;(rv lliosfico, que en cl reileratk) regreso al /(),i,'().s hermenutico hace pt)sible el ndice formal de conceplt)s tales como individualidad, historicidad, ele, trasciende el lugos hermenutico de un modo tan fundamenlal como esle ltimo trasciende el lgos terico-objetivo del lenguajeobjeto (como el de la ciencia natural). En el lenguaje corrienle vivo hay por tanto, segn Lili, una en cierto modo inmanente teora semnlica de los tipos que indica a la aulorrenexin humana los grados de sentido y universalidad posibles en general. Y se dLslingue tle la teora logstica de los tipos de B. Russell en que no provoca ningn re " Un sutil anlisis del rendimiento del II-DS hernienulieo lo olVeee 11.(i . ADAMrit en H'ahrhi'il uiul Mclhixh', 2.' ed., Tubina, I9()5. I'aia una eonlioiuacin entre esle /(ii;o.v y el enli.Kiue de VVillgenslein vase J. MAIII.UMAS, /.ir l.ii;ik der Stizialwisscnschalivn, 'l'ubinga. l')<>7, cap. lll, 7 y S. 238

grcs.siis ail injliiiuitn. sino que a Iravs tlel ascens), ligado a la rellexin, por los grados de universalidad de k)s eiunieiatlos llega a un limino que eonieide eon su aulolundanienlacin, es decir, con la aulorrellexi(')n noolgiea de la lilosolia. Idi el lenguaje del joven Wiltgenstein eslo signilieara t|tie el discurst) HltisHco acerca de ht lortiia lt)gc;i del lengtiaje, y a ht \cz tlel mundo, no iresupone en ;ibst)lulo ningunti ptisicin rucia del lengutije y del mundt), sino tjtie tuiicamente sigue la lellexivitlatl dittietiea de la rornia lgico-traseeiidental del lenguaje. Nt) se iniUi at|U de una onlologa al estilo prektintiano i.|ue |iiesenie la relacin del ctmoeimienlo t) del lenguaje con el nuindo por cl lado de un coiiuiu'iriiun enlre tm sujeto lclico (vnrlunuU-u) y un objelo lclico {Heidegger), sint) tle una Hlosolui Iniscendenlal ditilclica y criliea del sentido'", lisia lilosora penclni la apariencia inetalrica de la Idrnia lingislica externa tle las prtiptisicitmes HlostiHciis y Ibiiiiula por ejemplt) sus prtiposiciones acerca de la relack'in entre lenguaje y nuindo tle lal manera que quetia excluida U)da con l'usin tle su senlitlo eon el senlitlo de las proposieiones tlel lenguaje-objett) poi' metiio de la regla del u\<> luigdisiico ratlicada en la tiulognidaein tlialclica del lengtiaje". '" l'utli.'ii\ti!i coiivoilir ulisoliilann-nu- coi) \Villj'cii-.lciii que l,i l'o nn.i externa del lenguaje en las proposiciones de la onlologa y la lilosolia Irascciuleiilal t radicionales l'asorece, pur su apariencia iiielaroi ica. la ap.iricinii tic g.iates iiialelUeii tlitlos y scutlnprolileiiias. ta vcrtlatlei.i tliriciiilatl de iin.i lusliiie.icitin tle la prtipia tuiuiloga y seiiiaiilica Uascenteiila ile \\'n(i'.i-iisiciM nu pioticiie sin embargo tle la l'tirma que el criliea tle las seiidupiupiisicioiics iiielalisici s, sino de su leoria liguraliva del lenguaje en laiiUi que \a orieiilada al leiijUiajc-t dijelt) exeiilti de rellexitm de la Kigisliea (el leuj'.u.iie tic kis /'i/m Matlhiiiiiiu u tle Ru.ssell). Hsla, cu el'eclti -es ticcii. la leoria riisselliaua tle Itis liptis. l a cual no puetle Itirmulaise a s misma coiiiti icorl.i sin coiiliatleciisc-. Hala de limilar al lengu.ije destle rucia, choeaiklo as eoii la euiiecpciiiii tle Willgenslein tl e tjUC el lenguaje es el limile tlel muiulo. la aiiUigiatlatniii tlialclic.i tlel lenguaje . t|ue Iraspas.i su apariencia mclaloiici. ilemueslia por el contrario tiue el lengu aje no puetle liniitai.se tlesde lliea. sino tjUc -en el seiilid) tle la veitladera ii ileiicitin de Willgenslein-es lo inexpresable lo tiue esl limilado desde tlenlro (cl'r. el prologo del Tiuiuiiiis). Id prtipit) Wiugeiislein se ajusla a esla con sideacitin liasla tlonde le resulu ptisilile a una lilosulia piedialccliea; l misino provoca la conciencia de la dialclica a iravs tle la forma paradtijica (no direclamenle buscada, pero al menos pitiluiitlamciite sentida y eslili/ada) tle su tliccit') n. Al resiringir una y otra ve/, en tlagraiue aulilesis el iliseurso con senlitl

o en cuanlo eiuiuciado a la coiiiunicacitJn de liectios no l'oiiuales y, sin embar go, hablar tle las propied.ities formales de los objetos y eslatlos de cosas y de sus condiciones h')|',ico-liiigiislicas tic posibilidad, una y otra ve/ deiiuiesl ra iiue el lenguaje, cuando se pone a s misiiio un limile, Iraspa.sa a la ve/ dicho limit e. l,a dialctica de l.i autogiatlaeiiiu satisface asi el criierio pragmlico del .senlitlo del lenguaje i|ue el Wiligeiislein posleiior conirapone a la leoria li guraliva del '/'/VKVriuv. I Ul. infra. p, Jil. l.a regla del uso tilostitico del lenguaje at|u cu cuesli'ni cs en realitlatl una regla pragmlico-irascendeiUal, cuya posibilida t! t) neeesitlatl no concibe pieeisamculc el Willgenslein posleiior. t'onsitlie. se a esle especlo miesuo poslulatio tle un jiiegii lingislico Irascentlenlal en el lomo II, pp, 20V ss. tle esla.obra. 2.39

Creo ercctivameiilc que esla interpretacin dialclica inspirada en llegel del inetaleniuiaje liloslico contiene la nica respuesta posible a la paradoja de niclaliis y, con ella, a la provocacin resultante de la sospecha wiUgensleiniana de carencia de sentido dirigida conlra loda lilostilia terica. Sin embargo hay que observar de lodos motlos que esta solucin al problema del sentido y la posibilidad de la lilosolia denota al propio liempo la pobreza de su aulosuliciencia sistemtica; lues lodo conlenido de senlido, y aun el conlenido malerial de las categoras y exislenciarios, se lo tlebe el lenguaje liloslico al /dgos hermenulico en el que el ser en el nuintlt), en cuanlo ser histrico, articula de modo elcclivt) su respectiva eom prensitin tiel ser. Para nt)solids, los seres humanos, que lanihicn somt)S linitos y estamos expuestos a un liituro incierto, nos es por principio imposible itienlilicar, como quera Hegel, la comprensin sustancial del mundo implicatla en el compromist) histrico con la dialclica sistemtica de la rllexin y superarla en cuanlo a su conlenidt) en el saber del saber. La consiiiiciii prerrellexiva tlcl .senlido, que pertenece a la histtjria, y la rejle.xin rilt)srica sobre su validez ibrman lt)s polos de una dialctica que habra tle desbaratar el intento de Hegel de una superacin tle la sustancia en el sujelo de la rllexin trascendental. A mi juicio, esta consideracit'mdiace que parezca ct)mprensble -si bien de ningn modo justicatlo- t|ue Heidegger no siguiera el camino, tal vez an losibie en .S'cr r Tiempo, de una renovacin y una ampliacin de la lilosolia Irascentlental desde la crtica del sentido, sino que ms bien creyera tener que distanciarse, desde la perspecliva del ser histrico, tle la sistematizacin cuasi lerica tle su ontologa tiindamental como expresitin que ella misma ain era tle la melarisica -t|ue haba t|iie superar- tle la presencia lctica (l'orliandenlieil); tle la presencia lctica de una sustancia ntica como sujelo tle la conciencia. Con esla decisiiin, ijue el prtipit) Heitlegger enlentla como un retorno (Keltre) necesarit) de su pensamienlo, en cierlo respeclo tlaba razn a la stispecha vvittgensleiniana dirigida conlra la melalisica lerica. Ll tomaba, por ejemplo, en un senlido literal -al igual que Wiltgenstein- la apariencia metalbrica tlcl tliscurso acerca tiel sujelo del pensamiento y sus aclos ejeculivt)s inlerprelndtila como un abandono (Veijallen) a la visin tle lo que nos hace liente (hegegneij tleiUrt) tiel mundo y nos es continuamente presente. Lsta tendencia al tlesenmascaramienlo del lenguaje de la melarisica orientado en la Itigica tle lo objetivo pone a Heidegger en la ms estrecha vecindad con la crtica del lenguaje de Willgenslein tal como ste la desarro 240

li en su obra posterior, las Pliilosophische Unicmichungcn. lano lleiilegger como Wittgenslein creen necesario evitar a cualquier precio las sugestiones, basadas en representaciones, de toda la onto-lgica tradicional a lin de hacer que se muestre lo encubierto y olvidado en esas rgidas esquemati/aciones e (.leali/aciones: el ser en su aconleccr en el juego de rcllejos (Spicgrispicl) del despejannenlo del mundo (Heidegger)'' -o el juegt) lingstico (S>raclispicl) malentendido en toda metalisica (Wiltgenstein). 3. LASlNVi:srKiAciONi ;s ITi.os(')i tcA.s D H Wtnrii .NsriiiN v LAi)i:srRiitc'i(iN DI-, I.A Mi;iAi-si(A DI; HiiDiaii-K En el 'rnuiaius l.ogico-l'hilosopliicus, Wtlgensiein conden la meltilisica teiiea como sinsentido slo en cuanto que con los medios semnlico-sinliicticos de un lenguaje que slo puede figurar e.sados de cosas subsistentes dentro del mundo pretende habhir tle las condiciones ontt)liigic;is y trascentlentaies de posibilitlatl de la liguracin de estados de cosas. Mas estt) signilica que Witlgenstein no puso en cueslin, en lo que se relete a su conlenitio, la on(olt)ga tle lt)s eslatlos de costis ni l;i lilstjlia tiel lengutije que est a Iti base de hi ligtinicin de un mundo constituido por estados de cosas. Al contrario, la supone para su concepcin tiel uso ct)n sentido tiel lenguaje e inlenla ichirar estos sujiuestos oiilt)l(')gicos-trascentlentales dentrt) de una ct)ncepcin del ;itt)misino Itigico que va ms all de B. Russell, concepcin cuya precisin quetlar como algo nico en la historia de los sistemas filosficos". Si consitleranuis esta onU)loga tiel tilomismo liigico como una versin -sin tliitla muy nuitlerna y lelinatia- de lo tjtie Hei degger llamtiba ontolt)g;i de la presencia lctica tic la costi lcticti (Oiiloloi'ic cicr 'orliiuidciilicil des lorhaiideiienj, la ctunparacin tle la crtica a la metarsicti tle I leidc|>.ger con la de Wittgenstein nt)s lleva al siguiente esultatio: mientras en Ser y "leiiipo Heidegger combtile el general olvido del ser me tliante el punto de vista de la diferencia tintico-onloltigicti con l;i mismti tiecisitin con t|ue, en particular, cuestiona la dV. la I.-()IIRCAMICIA ilc IIIIDUIK /)V Diny (cu I /7)II,'I' HIHI Aufsalzc, ITiillinirii, l')5-4, pp. 16.1-181). lisio ll) ha ilcmoslrailo en i-spoeial la reconstruccin ile I-. SrrNlos fo/).

cil.). i'il. ahoni al respecto W. SiniMrLru en Pllo.wplxlic Hiiiiilsrluiii, 1.1 (1965), pp. I 16-118. y. llel mismo aulor, lne moilelllheorclische Pr;i/sie ruug iler VVitlgensleiiischen ISildlheorie, en /Vcrc Daiiw .liniituil oPoinuil Loaic. vol, VIH (1%6). pp. 181-19,S. 241

piccniiiicncia htenle de la uniologa de la presencia lclica de la cosa lclica, la crtica a la inel'alsica del primer Willgenstein surge exclusivanienle de la agudi/acin paradjica de la diferencia nlico-ontolgica en el ndiito de validez de la onU)loga de la presencia tctica por medio de la distincin entre lo que se puede decir (sc. lo que es el easo) y lo que solamenle se muestra en el enunciatlo (sc. la Ibrma lgica del mundo). 1 di otras palabras: Willgenslein nuicslia aqu -para hablar con fleidegger- que la lgica de nueslro lenguaje nicamente nos permile enunciados con sentido acerca de eSlatltis de hecho nlicos (inlramundanos), nuis nt) aeereti tlel ser o de la comprensin tlel ser t|ue libert u prioii tiiile neisolros la presencia lclica de tales estados de hecho (de los cstadtis y siluaciones tle ctistis). l,;i libcrticin previti de Itidt) enle conforme a la tinttikiga tle la presencia lclica, empeiD, no cs cuestionada por Willgenslein. I.:s ms, Wiltgcnslcin liene la fume conviccin de que la apariencia metafrica de los enunciados ontolt)gico-lri.scendenlalcs .se basa prcci.samente en el hecho de que nuestro lengutije, en cuanlo lenguaje descriptivo, no puede ni debe desprenderse del esquematismo de la represenlacin figuniliva de los estados tic co.sas inlramundantis (para esta abst)lulizticit')n de la onlologa tle la presenciti lctica en el joven Witlgenslein fue sin duda delerminaiile la concepcin del lengutije ideal que parecti dibujtirsc en la lgica inatemlica de l''rcge y Rus.sell como una forma de jireeisin de el lenguaje humano). 'lambin para Heidegger es vi'ilido el presupuesto de que el olvido del ser -lanto por inadvertencia de l;i diferencia nlicoontolgica comt), es|)eeialmeiile, jior l;i ctida en la comprensin onlolgico-suslancitd del ser prtipia de la onloltiga de la presencia lclica- esl en lo esencial condiciontido por la preconcepcin (l'oryrijj) lingstica de la metafsica tradicional (que en la logstica mt)derna y su especulacin onlolgica funciona en cierlo modo ct)mo melalenguaje ltimo). Pero en Ser y 'icni/x), Heidegger intent, precisanienle con la ayuda del lenguaje cotidiano no terico (el lenguaje de la iiilcrprelicin pblica tlel mundo en el cotidiano ser en el mundo ), ir por debajo, por as decirlo, del lenguaje de la onlolgica tradicional para considerar una comprensin ms originaria del ser, comprensin de la que cl esquematismo calegorial de la onlologa de la presencia lctica slo es su .nioiliis deficiente. Y justo esla relalivizacin tle la onlologa de la presencia lctica es la que -a su manera- llevar tambin a cabo Wittgenstein en la segunda poca de su filosofar que comienza poco despus de su emigracin a Inglaterra en el ao 1929. No se traa en l cierlamenle -como en el I leidegger de 242

Ser y Tieiiiix) de 1927- de ki l'undacin de una ontologa lundainental; lo que r.us bien desea ahora -nianleniendo su sospecha de Talla de senlido lenle a tod;i TilosoTa lerica- es mostrarle defmitivamciUe a la moscti la salidi del Trtisco'' e imponer reposo (como en una enTeiinedad'^) a los problemas oniolgico-melaTsicos mediante una crtica lingstica de carctei teraputico. Nt) obsttuile, los ;m;ilisis ejemplares de juegos lin',sticos titie |")resent;ui los tipimlcs de las lecciones de IM.kl-'kS (los l!aui;iik)s lilitc aiul lirinvn liooks) y l;is l'hila. sopliisclic Uiiiersiniiiiigcii. publicadtis postumamente en 1953, contienen -al menos de manert imjilcit;i- una teora no slo de ki constitucin del objeto, sino ttmibin y priititiriamente de ki liberacin preobjeliva del mundo desde la comprensin previti tlcl ser que se da en el lenguaje cotiditino entrctejitlo con la pia.\is vital. Si penstimos t|ue pirt leidegger lampt)co debe lener la llima paktbra l;i interprelaein onlokigica de su hermenulica del cotidiano ser en el mundt), tendremt)s motivos de sobr; i parit proceder, independienlemenle de la cueslin tle las metas llimtis de leidegger y de Willgenslein, a una comparacin tle la hernienulic;i del coliditmt) ser en el mundo con el aiKlisis tle los juegos lingislicos ct)litlanos. Por lo t|ue se refiere til mlodt) primtiritimenle renoment)lgicot)ntok)gco lie Ileitlegger y al mlodo primaritimenle an;illicolingslico tle \Viii).;ens!cn, sin titula ser til ptiia este ensayo establecer una relacin entre los modelos ctitegoriales bsicos tle ki onlologiti occitlental por un kitio y los tle la lilosola tiel lengiKijc por olro. Una rektcin semejtinle -en cierto inoilo uiui coriekicn de l;is terminologtis de leidegger y Wiltgenstein- se impone litincameiite cuando Inlenlamos leer los 1-38 de las 'lilosopliisclic Unwrsiuhungi'n de Wiltgenstein con los ojos, por as decirlo, de Heidegger: ah encontramos, dicho ,t;n',v.s<; IIUHID, un cuestionamienlo del modelo de pensamienlo impertmte en ki kigicit del lenguaje desde Arisileles, segn el cual las palabras del lenguaje tienen signilicatlo portiue ilesigntm tilgo, lo t|ue tiuiere decir -siguientio hasla su oiigen el esquenu de representacitin atiu subyticenteporque las ptikibms son nombres de cosas presentes u objetos "'. Eslo nos lleva as al punto de visla heurstico del paralelo exislenle entre el cuestionamienlo por olra parte de Willgens " 'hilosoiihischc L'iihTsuiJiiimyu. 1, //i/V/., l..1i)2.s.S. '"' CIV. para lo que sigue Ti.K. .Sl'ii ii r, /.)/( spnuhpiHlosophischcn und onlo loyiscliin iiniiulkiyfii ini Sinilwrk l.udwi}; 11 V/.c'I'/rv/I'M.v, Colonia, ISO.. 243

tcin del modelo designalivo de la'lllosoli'a Uadicional del lenguaje y el euestionamienlo por parle de Meidegger de la onlologa de la presencia lclica (o de su filiacin moderna: la onlologa y la lllosofa Irasccndcnlal de la objelividad). [:.n el plano de la historia tle la llltistifa, ello ilesembtica en una destruccin paralela de la lgica tradicional del lengutije y tle la onlologa, que apenas s pueden de heeho scptiiarsc una tle olra en l;i escolstica metiieval. Aelaremtis esto brevemenle con algunas notas liislricas. A la Itgica Inidicional tlel lenguaje le era sin duda claro destle Arislleics t|ue las palabras, en tanto t|ue ptiseen una significacin universal, no son nombres propios y que, asimismo, en cuanto designaciones universales, no lodas son nontina (en el sentido de la gramtica) de las sustancias, sino tambic-n de las cualitkitlcs, relaciones y otras entidades que, segtin Aristteles, slo tle motlo anltigt> puetlen concebirse ctiino cosas o prgnuiKt. Adems, ptir Iti t|ue se refiere a las poslerit)rmenlc denominatlas determinaciones Irascendcntales como ser y unidad, as timo ;i his ct)nectivas o parlcuhis lgicas en general, Aristteles neg que las mismas designaran algo sustancial. Mas eslas ili.siiiu-iotws -hmthimenlales para la lllti.sofa del lengutije y la onloltigti occidenlales- precisanienle muestran que el problema tlel signillcado tle las palabras slo ptKla pensarse de acuerdo con el esquema tle represenlacin propio tle la tlesignticin, y eslo titiiere tiecir, propiamenle, de la denominacin de una cosa presente metlianle un nombre. Cuando lal represenlacin no era aplicable sc ctia en la perplejitkitl, comt) lo atesligtiti hi elasillcaein tle las (laitctilas Itjgicas como sviikalegorcnuiiii o la problemtica de la analoga de los kalcgoiviiuiUi en la lesis escolstica loi piac( liiciincitu lo! iv.s. b.s ms, la prolcsUi nominalista ctinlra hi liipt) slali/,acin ctisica tle lotlos lt)s kalcvoi-cnuiui mueslni todava que lt)tla la dispula de lt)s universales liene su presuptieslo 11 lostdlco-lingstico en la ctmcepein tlel sigiiificatlo tic las pakibras como tiesignacin de algo -sea este algt) una es en sentido propio o anltigo, o una cosa concreta-individuil o un iinivesale aiile res o un tiiiiversale in relnis o bien solamenle un '//,v ralionnle, un eoneepliis. De ah que, para Willgenstein, los representanles de ambos partidt^s en la dispula tle Itis universales hienin propiamenle nominalistas en el sentitlt) de un motlelt) tle reprcscnlacitu filosfieo-liiigistieo; mas nominalistas lo ertin sobre ttidt) atitiellos reformadores matemticos de la Itgica del lenguaje, como Russell y el propio Willgenslein en su juventud, que entre vsperas y comicn/tis del siglo X.X queran llevar el prtiblema tlel signillcado a una clara frmula segn la siguiente allernaliva: o una palabra po244

sec signilicado, y entonces liene el carcter de su nombre que denomina en el ms anqilio senlitlo a un objelo, pudiendo funcionar como valor de una variable del lenguaje-objelo tiue es el clculo en que la Itigstica consiste, o bien -y esla posibilidad fue el joven Witlgenstein el primero en considerarla hasla el llnal y de forma paradt)Jica- la palabra caiece lolalmenie de significado no esl en lugar de algo, sino solamente muestra -en cuanlo ct>nstanle li')gica- la lorma lgica tiel lenguaje y tiel mundo. Totla la tratlicin antes alutlitia tle la kSgica tlcl lenguaje cu Occitlente, tjue en cierto modo culmina en el 'Tnuialits Lgicol'liilosopliicus tiel primer Wittgenstein, t|uso el segundo Wiltgenslein caracteri/arla y trascentleiia cuanto en las l'liilosopliisclic Uuicisiiclniigcn ( 383) escribi: ...los nominulislas coiiiolcii ol cnoi- ilo inU'ipiLiar lodas las palabr.is como nombres, eslo es. de no describir realmeiue su emiileo, sino dar solamenle. |X)r asi decnio, una inslrucein li)nnularia paia lal ilcscnpcin. Incluso para la transformacin radical del nonnnalismo lllo. stMleo-lingiislico y tinloltgico, nominalismo que lleva al atomismo Itgico y su distincin enlre variables tle nombres y forma ligica tlcl lenguaje, enconli-ar ahora Wiltgenstein" un temprano dt)cumento histrico en el cetelo de Platn, donde .Scrates expone la siguiente hiplesis: Si n o m e engao, he oiilo decir a algunos que para los elementos piimilivos. por hablar as, de los que nosoiros y lodo lo dems eslamos compuestos no hay explicacin ninguna; pues todo lo que es en si y por s slo podemos lesiynailo con mimbies. totla olra delerminacitin no es posible: ni la de que es, ni la de que no es... l'or consiguiente, es imposible hablar explicativamente de cualquie r elemento primitivo, ya igie pan sle no hay olm cosa que la mera denominacin: slo tendia su nombre. Mas como ai|ueHo que se compone ile lales elementos primilivos es un eniramado tle stos, sus tlenominaciones veiulrn ,) eslar asimismo enlrela/atlas en el tliscuiso ciplicalivti, pues su esencia ct)nss lira en un enlrela/amiento tle nombics (2()le-."()2a). No cabe ninguna duda de que Uimbin Heitlegger consideni loda la lt>gica tradicional del lengutije como correlalo tle la onloItiga, que hay que desunir, de la cosa lclica en su pura presencia lctica y de que, en l;i cuestin de los universales, no slo les repiochaia a ltis habilualmente llamadtis nominalistas y sus ct)nlinuadores motleriios, los positivistas, el t)lvido tlcl ser en e' sentido de un abtmdonarse a hi cosa lclica inlramundtmti, sino lambin a los llamados realistas, quienes creen que el .ser de! enle hay tiue pensarlo como un ente tle una especie parlicular. " Philosojihisehe i 'nieisiteimnyen. I i) -Id. 245

En cslc paralelo cnconlranios cii realidad dos cosas: I. Por lo rueos el primer Heidegger, en conirasle con Willgenslein, hace que la lgica riel lenguaje (arislollicolusselliana) se linulc en la onlologa tle la presencia lclica anles que, a la inversa, !a onlologa tle ht presenci;i lclica se itinde en cl -parlicular- juego lingstico de la atribucin de 'nombres o tle l;i explicacin indicalivti tle nombres. Entie eslos resudados divergeiUcs de un enroque ms lenomenolgico y de otro ms anallico-lingsliet) esUutimos lenltulos ;i considerar que para el nacimiciUo del lenguaje rdt>.slleo (comt) ya antes para el; de la filtisorti inmanente al lenguaje) es ms plausible ht catia de l;i comprensin tlel ser en el eaiclcr de Cosa extensivo al mundo de la experiencia sensible en lano que, posleriormenle, la preconcepcin lingistica de la onlologa de l;t sustancia, que se relleja en la lt')gica notnitialista del lengtiaje, proceder a ctiiisolidar tlestle el lengtiaje l;i concepcin del mundt) Icrico-tibjellva jiropia de l;i ciencia. (Esla consideracin liisU'iriea me iiaiece, |)or lo iletiuis, apitipiatla para poner en cuestin la tlisiilicin abstrela tle ( aiiiap entre la lljacin ciinvencitiiud tlel /i'i/ni'U'n/7\ semiilieo-en nuestro caso el lenguaje sobre ctisas- y las posibles experiencias mundanas sobre la base de dicha Hjticiii de la comprensin del .ser. Naluralnieiiie, este cueslioiuimienlo Uiinbiii aleelara a una absoluli/ticin abstracta y ahislriea tle la tlilerencia Irascentlenlal o diretcncia i'iiitieti-ontolgiea. En las liciiicikiingcn :n den (irnndhigi'n der Mallicnundi (I, 74), Willgenstein se plante l;i cuestin tle cmo sera posible retiucir toda lil proruntlitlatl tle las euesliones en loiiu) a la esencia de la onloltiga liadicioii;il a iiienis convenciones de un juego lingstico. Su respuesta fue esla: A hi projundidad de la esencia corresponde la iirtirtnula neeesitlatl tle la ctinvencin. Esla respuesta alude tle rtirniii implicila a la posibilithid tle concebir el proyecto cl Jhnncmirk semnlico, tiuc lija his ct)ntlicit)iies de posibilitlatl de la experiencia, ct>ino expresin liistricanienle legtima de una experiencia -experiencia t|ue, ptir cierlt), no consiste en la subsuncin cuasi automtica tle datos bajo posibles ct)nceplos de un juegt) lingstict), sino antes bien en la provocacin de un nuevo juego lingstico (o tle un cambio en el juego lingstico). Experiencias esenciales de esta cla.se habr que atriburselas en especial a los rilst)rt)s (y ti los poetas). Su consideracin es lo tiue motiva al enltique lndamentiil de una hermenutica rdosllca tiue traa de metliar entre el presupuesto anallico-lingslico de una mediacin siempre ya cumplida de la estructura de la comprensin del .ser dentro del fraini'work semntico y la pretcnsin lnoinenoltSgica de una intuicin esencial inmediata -tle acuerdo con el crculo 24(1

HCNIICIIL'ulii.:I)> tic la experiencia ciiitica y la precomprensin onlolgica de si.i eslruclura, de estado de yecto (ii'mniiii/( il) y proyecto (linviirl). 2. [-.I scginulu ininlo oue nos llama la atencin y presenta dilieullacles en el iiaralelismo rundamental ciue esiablecemos enlie leidegger \ Witigenstciu relativo a la cuestin de la desiruccicJii clel nominalismo logico-onlologicc), es el licclio de ciue el Willgenslein posterior parece centrar su destruccin en primer liirmino en aciuellos nominalistas liloslico-lingiisticos ciue -como platnicos- enlienden lambiii'u las funciones del lenguaje no anali/abics por medio del Juego lingstico de HL explicacin iiidicaliva como funciones clesignalivas, vindose por ende conducidos a la hiposlali/acin de lanas enlidades cuantas palabras o conceplos existen, lista lendencia de Willgenslein se muestra especialmente en su critica clel presupuesto sociiltico-plalnico de una esencia lija y unitaria cual sustancia del sigmricado de las palabras en las Pliilnsapliisclic l'iilrrsiiclniii\:i'ii'\ asi ccuno en su erilica radical de loda fiinchimcnlacion plaioiiica-inlinilisla del eonceplo de numero y hasta clel eonceplo de icida de conslruccin, |)icsiipueslo puf los inluiciomsias, en las Ih'nu'iku/igcii zii lfii iiniuillagi'ii </( / Millictiutiik '". I'renle a ello, en los medios del empirismo iriode/iio se li.I recibido siempre a la onlologia luiidainciital de leidegger como un realismo extremo, en especial el discurso en torno al SCD y la nad.I ". la impresin de cjie liav atim una anttesis, en el senlido de hi dispula de los uiiiveisales, le sobreviene en electo al ciue cst;i fuera sobre lodo al comparar el estilo del lenguaje heideggeriano con el de las l'liili>\i>iili.siic lhicrsiicliiiii:.'xii \' ello |)OIC|iie I Icidcg.gcr, segin |xiicce, intenta exprcstir, a menudo con una iinic;I mctlrt hiposuili/.adora, casi inilolgicti, lo cine Willgenslein en su lbum liloslico enuncia de lorma m;s alusiva I|uc lericameiilc ex|)lcita cu nuiltilud de e|cmplos''. Asi. jioi ejemplo, el discurso de Heidegger sobre el lenguaje como casa clel ser^' y monida ' II'UI , 1, ;') (,S y ss. '"(Tr. W. Si 1 i.Mi'i lili en l'/iilouiiihi.sihf Kiiinhijuiii. l.C l'HiS, |)p. l.iS-l.S.?. '" Til/., por ejemplo, W. S11 I,\H i.i 11<, llupi.suoiniiii'yn ilcr !-i;t'ii niirlsphihiuiphu'. IVdS', pp. I'n) y ss. Reciememcnle ha inlenlado i.K, Sl'iciii {Spitiihi-und San, lierlin. l'd/) lespuiulei a la CIICSIDI I pLinleaila p or lleiilciicei acerca ikT sciUulo iliT nsc' en l,i linea Je un nominalismo orieiilailo en Wiugensleiii. Naliiialineiiie, ello supone no lomar en serio ni a lleiclei'ge r m a W'illyeuslein en sus pielciisiones ile iraseentler las allcrnalivas Iraiconale s de la onioiogia. (Tr. el prlogo a las l'liiliisiipliiM he L'nli'rsiulnin;cn. ' l'kuons Li'hii' vim li'i' ti'nhrlwii. mil cincni lliiij iilh'rdcn lliiiiuimsniis, lierna, l'M7, p. II.s. M7

del ser huinaiio contiene liasta cierto punto algo en suma equivalente a lo que el lector ha asimilado tras la lectura de las Pllosoplii. schc Uiitcrsitdmiigeii acerca de la conexin entre lenguaje y lrma de vida y, por otni parte, entre la gramtica iirolundi y la estructura esencial del mundo vlida a priori. Sin querer minimizar la dilrencia tiue hay en cuanto ;i la diccin, y con ello lambit'n en cutmlt) al mclotlt), cnlrc I leidegger y Witlgenstein, no me parece, sin endxirgo, l;m radical ctnno hacen suponer el muluo aishimienlo y recprt)co horror de his escuelas l'ilt)sricas qtie parlen de ambf)s pensadores. Ms bien slo se explica, a mi parecer, vientio en ella la doble expresin de una ptisicin que es comtn a Heidegger y a Wittgenstein: el ya aludido distanciamicnto crtico rcspeclo del modelo de pensamienlo nominalista -en un sentido ms profundoo de la onlologa propia de tiste. Pt)r obra de esle dislanciandento, ni Witlgenslein puetle reducir la comprensin del mundo implcita en la gramlica prt)ltmda del lengutije ;i lo designable en el sentido del positivismo, ni puetle 1 leitlegger concebir seriamente el ser dei ente como un enle designable. Ambos pensatiores tratan ms bien de expresar la diversitlad y prt)fundidad de la comprensin del ser no objeliva -pero ya presupuesta en la conslilucin tle los objetos- tle mtKlo que se manlenga siempre efecliva la resistencia conlra el lenguaje de la metafsica. Id segundo Witlgenstein trata de conseguirlo procurando no exponer en ab.solult) lesis alguna objeliva a la manera de la ciencia; Heidegger intentando primero renejar la nueva dimensitn en un sistema concepliml inusiuido y con frecuencia fuertemente provocador y, posteriormente, sobre lt)dt) lomando en prstamo de la etiinologti o del lenguaje de la poesa imgenes y metforas tan chocantes que precisamcnle por eso supenm la apariencia metafrica de la onlolt)g;i de la objelividad ya ali:)jada en nueslro Icnguttje. El liltimo Heidegger expres varias veces muy claramente la dificultad fundamental que le creaba Ui resistencia al lenguaje de la metafsica. As lo manifestaba en la introduccin a la 5." edicin de ll'a.v is Mctapliy.sik?: El inlenlo de pasar de la represenlacin del enle en cuanlo lal al pensamienlo de la verdad del ser, de alguna manera liene i|ue representar lamtiin, partiendo de aquella lepre.senlacin, la verdad del ser, de suerle ipie esle represenlar viene a ser necesariamenle de ola clase y, a la poslie, no ailecuado en cuanlo represenlacin a lo por-pensar(/i((/('/iAc//(/c,sJ. Que la causa de esta apurada siluacin, en la cual la represenlacin debe eslar conlcnitla en los lmites inarcatlos por olra lepresenlacin tle distinta ndole, es en lo esencial el Icni'iiajc 248

tic la representacin, lo revela el siguiente pasaje de Iclcniitiv. und Dijjcr'nz'-^: La dilk-ullad esl en cl lenguaje. Nuestras lenguas occidenlales son, cada una de diferenie manera, las lenguas del pensamienlo melallsieo. Si la esencia de la s lenguas occidenlales esl en si conformada slo melallsicameiUe, y por lano contrmaila defmilivamenle por la onlo-teo-lgiea, o si diclias leirguas ofrecen otras posibilidades del decir -y ello significa a la ve/, del decir consislcnle en no ilecir-, es una eiieslin abierta. Con este ptisaje podran compararse los siguientes de las FhUosiiplsiiic Umcrsuchungcn tic Wittgenstein: Donde nuestro lenguaje nos liacc suponer que hay un cuerpo no habiendo cuerpo alguno, ;ihi, decimos, luiy un esprilu { 36). No se llega tis al prtiblema lllosllco de los procesos y esladt)s anmicos y del behaviorismo? -ll primer paso lo hemt)s dado tlel itxlo inadvertidamente. Hablamos de procesos y estados, y su natunileza la tlejamos sin tlctcrininar. Qui/;i alguna vez sepamos ms ticerca de cllt)s -pensamos. Mas de ese modt) nos hemos atado ;i una determinada mancrt de considcrarltis. Portille tenemos un ctinccplo tieterininatio tle lo que signilica conocer ms tle cerca un prticeso. Con cllt) hcnitis dtido un laso importante en el arle de hi preslidigilacin, y sin embargo nt)s pareca inocenle. Al adentrarnos ms iirortindamenlc en el problema nos volvemos crticos, y entonces se tieshaee la ct)mp;inicin que hubiera debido hticerntis comprensibles nuestros |iensainienlt)s. \' entonces ctiemos en la ajiorti ctintraria, la de la lilosolia naluralisla-behtivioristi: renemos, pues, que negar el proceso an sin ct)mprender en un campo an sin investigar. As parece que hemos negtiilo los procesos espirituales. Y sin embargo no t)ueremos negarlos 308). Wittgenstein ctiractcrizti aqui con acierto el dilema tiue, en su mtttxio parlicular, se corresptinde con ki dillcultad de Heidegger para pcn.sar el .ser. Mientras Heidegger se expone siempre, en sus ensayos cspccuhilivtis de una lllcisolla que trasciende la metallsica,al peligrt) de hacer.se contra su volunlad una representacin t)bieliva de lo que no admite ser representado como una ct)sa, el anliespeculalivo Willgenstein se expone, a cau.sa de su negacitn de Itis lentmenos espiriluales t)bjetivamente hiposttisiados, al peligro de ser conlnditlo con los posi-' tivislas, los cuales niegan absolulamenle tales fenmenos o k)s reducen a fenmenos tiue puedan describirse en el lenguaje csico fisictilista. ' M. lll 11)1 t.ia.K, IdciHihil iiul l'fullingen, I4.S7, p. 72. 249

El c-Jcinplo t|iic anali/.a Willgeiistciii do la rcprcsciilaciii csica lie lo espiritual recuerda por lo denus a la crtica de Heidegger a Descartes en Ser y 'lu-ni/)!), cuyo motivo central crticolingstico se cilti en el hecho de que Descartes, con la preguntti; /t' es ese intlubittible t'.i,'(^ cnyjiii'.'. da tiquel ptiso ap;irentemente inocente que lo ata -ti trtivs ile la a|);irienci;i melarrica de Iti pregimlti por el t|u- a un;i dctermiiuidti mtinert (ontolgico-sustancial) de consitlerar el problenui. (C'utmdo Descartes contesta a ht pregunta diciendo c|ue el cgo coyilo es una res sive siihsliiiiiia engilins -en cierto modo un receptculo de lit conciencia en el ctnil se tkm las ideas ilc las cosas, no eslas mismtis- suscita ;i ln tic cuentas aquellos pseudoproblemas entrevistos lano por Heitlegger como por Willgenslein como el tle Iti existencia de un mundo exicritir o el tle l;i coincidencia, en el ido inlenciontil o en el conocimienlo, de dicho mundo exterior con el sujeto tjue existe aislatkimente de atjul.'"') Una vez comprobtidti ht piDluntli afmidtitl tiue exisle entre Heidegger y el ltimo Wittgenslein en relacin til inlenlo de una superacin crtieo-lingslica tle la onlo-lgica, indtigue lili, laiiibicn la L-nTica a Dcsiailcs. inaiUciiida en i'l espirilu Je Wili|!ens tein. Je C!. Kvi i en J'hc Cunccpi ofMind. l.unJres, 19-19. Una alleinaliva lninieniiliigiea a la erliea anallieu-luii'.ilstiea del prulilenia del niuuilo e.vieriur y oirs eueslioiies sin senlido de ndole seiuej.uile eondieoii adas por la apariencia luelalrica del leiijiuaie o/iloli')|iico la olicce leidegger en su enrgica correccii'in de la preconcepein lingislica ijue esl dirigirse a".,, y a la base de la moderna leora del conocimiento: <d:n el "aprcbeiuler". el ,eralu" no sale de nii.i eslea inleiii.i sii\a en la i|uc desde el principni esl.i enclausliado, siiu" ijiic esla siempre ya, en su |iiiiii.iiia li uiiia Je ser, fuera" con el enle t|iie le liace lenle en el iiiunJo en caJa caso >a Jescubie rlo. Y el Jclenerse JelerminaiUe freiile al enle que se U;ila ile conocer no es un ab:mJoiiai la eslea inlerna, sino que en esle "eslar lucra" con el objeto el ser-alii" esla 'Jenlio" cu un seiillilo reclmenle ciileudulo, es decir, l nilsinii es i|uien, como "'ser en el mundo", conoce. Y aun el percibir lo coiioclilo no e s un relornarilel 'sei-ali" que apieliende con la presa '.aicula a la "j.iula" ilc hi conciencia, sino que laniblcn cu el peicibir, conservar y rclencr pcriiiiiiu'i ' el 'sei-alu" cogiiosccute oiiio .MV ulii /iiriii [Si'ui und /.til, 1 l.illc, 19-11 (i.^; p. 7.S de la versin caslell.iiia, Mxico, 1971 '). ll esciiilalo tlcl problema del mundo cMcrlor (cinno laiubln el del problema lie la existencia de oros liombres) lui esl, segn Heidegger, como tambin segn Wiltgenslein, en la falla de una prueba sulieleiue, como pensal'a an Kanl, sino en la demanda de una prueba que -con Desearles- da por supuesto que puede hacerse con senliilo la conjclura de que en delinlllva lodo cuanlo es fuera slo 'en la conciencia (fuera, |ior eieinplo, slo un sueo), , p.

l'ero esla conjetura se basa, segn Heidegger, en una insuficlenle lnomeiiologia del ICVI-r-conseienle (Hewiissl-vci7() como modo de ser en el nunulo; y. segn Willgenstein, en un de.sconociiiiieiilo del juego lingislico c|ue viene ya presupuesto cu la locucin slo cu la conciencia (o slo un sueo) y que, al lolal/.aree la sospecha {.ladn fuera slo en la conciencia), se arruina a s misnio. t'onsidrese en relacin con eslo el rcilisiiio crlico del senlido Je ( IL.S. l'l no I {.Schiilicn. I. I laiikfuri, l''()7, liiiroJuccioii Je K.t), Ap el). 250

mus a conlinuacin liasla clnele llega cl jiaialclo en la relalivizacin de elida onto-lgiea sobre la base ele una renonienole)ga posiliva eid cotidiano ser en d mundo o ele los juegejs lingiiislict) S ele la viela eolitlitma. Segtin VViltgenstein, l;i idcti tratliciontil t|ue sc liene tiel ;icU) de nombitir t)bjelos e) de explictir significados de pahibnis por medit) del explictir ineliealive) propio ele la funcin elenominaliva ele las palabras no es tal vez elel lodt) cirneti. Anles bien titieela reet)gida en un jtiegt) lingiiisliet) tiue ele lieeho aconleee en la praxis viUil, por ejemple) en ciertos intoelos de enseanza del lenguaje. I aeilineiite paieee aqtii ceinie) si el hombre conociera dsele siempre tm mmelo eslrtieUiralmenle tnlictilado de e)bjelos y el aprendizaje originario elel lenguaje consistiera esencialmente en l;i correcta tiiiibtiein de nombres ;i objetos cont)cieios. Asi describa, en efecto, San .'\guslin su propio aprendizaje del lenguaje en las i'niilcsiiiiii.'s (I, <S); Ctianele) los aeliille)s luimbrtiban ctuiltitiier objelo y dirigtin hacia d sus movimicnlos, yo lo percibti y colega que aeiuel objeto eni elesignado pe)r los sonidos que ellos pre)lerian, pueslo t)ue ;i t:l eiueran referirse ('hil. Uiicrs.. 1), lisia itleti del apreneli/aje originario elel lenguaje, empero, pasa por alio, segtin Wiltgensldn, d hecho de que un nio que pt)r vez primera apremie el lenguaje no puede lotlavti en motlo alguno enteiuler las explicaciones iinliealivas, puesto tiue ni dispone atin de una tirticuhiein eslruclural tlel nuindo que le digti a qu se alude en eatla easo con una indicacin (si, por ejemplo, color o Itutiui o especie o mimero), ni conoce todava hl funcin tiue la palabra a explictir tiene en el lenguaje, es decir, su empleo. Una explicacin ineliealixa elel nombre slo la entiende, segn Willgenslein, el tiue sabe \a hacer algo con ella Pliil. l'iilcr.s.. > .11). Hace lalU saber o poder hacer ya algo para potler pregtinlar por unti denominacin... {Pliil. l'iiIrrs.. 30). Si, por ejemplo, sealo un objelo y explico; sle es el rey, l;il exiilictieiiin plcele lener seniido como cl acto de nombrar, por ejemplo, una liguiti de ajedie/. M;is eslo supone, como aclara Willgenstein, que el tiue aprende sabe ya qu es una figura de un juego; que tictiso lu jugtitlo ya a otros juegos o ha presenciado 'con inldigencia' el juego de oros -y cusas scnu'jiuUcs (l'liil. Lhucis. S 3 1). Despus tle esla adaracion ele Willgenslein es fficil imtiginarsc lo Ciue supone unti comprensin pleiiti de la cxplictidn: sle es el rey cutindo se alude til repiesenlatUe cfcclivo ele un;i monarqua. Por consiguienle, cuando S;in Agustn quiere reducir el aprendizaje del lenguaje, desde el horizonte de comprensin tle l;i filosofa noniinalisla del lenguaje, a la explica .''.Sl

cin indicativa de nombres, entonees describe, segn Wiltgenslein, el aprendizaje del lenguaje humano como si el nio llegara a un pas extrao y no entendiera el lenguaje de ese pas; es decir, como s tuviera ya un lenguaje, slo que no aqul. O, si no, como si el nio pudiera ya pensar, pero no todava hablar... (Pliil. Unters.. .12). Hl .sentido positivo, que Willgenstein slo insina, de eslas advertencias sobre los supuestos inadvertidos del juego lingstico de la denominacin o de la explicacin indicativa de nombres, slo puede obtenerse del contexto de su caracterizacin de los juegos lingsticos como unidades de uso lingstico, praxis comporlaniental y apertura de sitiuiciones, en suma: como formas de vida. Este sentido positivo estriba en la superacin (.le la idea, profundamente enraizada en la leora del conocimienlo y la lilosola del lenguaje tradicionales, segn la cual conocemos primero un mundo de objetos -si cabe, cada uno tomado en s mismo- y posteriormente hacemos corresponder unos signos a dichos objetos para poder retenerlos en la memoria y comunicarlos a los dems. El ncleo de verdad de esla idea directriz se muestra para Wittgenslein en la funcin del juego lingstico de la denominacin o de la explicacin indicativa de nombres. Este juego lingstico es, empero, un fenmeno secundario fundado en mltiples aspectos, y slo representa algo as como un ionodus delicienle de aquellos juegos lingsticos en los que los nios, a la vez que aprenden su lengua materna, asimilan lambin una delenninada forma de vida y una determinada comprensin del mundo estrucluralmenle articulada como siluacin de la praxis vilal. Al aplicar, como hemos hecho, el puni de vista del .moilas deficiente, punto de vista referido al fundamento no independiente que establece Wittgenslein para el juego lingstico de la denominacin, hemos sealado ya las correspondencias con la hermenulica del ser en el mundo de 1 leidcgger. Estas pueden comprobarse tanto cori respeclo a la articulacin de la significatividad en lo que Heidegger llama mundo de tiles como con respecto a lo que Heidegger llama ser-con (Miisein) los otros; y especialmenle conciernen a la manera regular (durehsehnittiuj) del ser-con en el ruadas del se (Man) y a la interpretacin pblica del mundo que de ah se deriva. Por lo que se refiere a la articulacin de la significatividad del mundo (como el dntle a que .se dirige el comprentle das Worin des siel verweisenden Verslelwus), la correspon dencia ms prolunda enlre Wiltgenslein y Heidegger esl en el reconocimiento de que todas las explicaciones cientficas, en cuanlo enlaces lgicos de los llaniados dalos, presuponen ya un comprender originario de idgo que puede liberar (frei

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gehen) muy diversos dalos segn el juego lingislico enlrelejido con la forma tle vida, lin Heidegger, ello resulla de la itl-ntica originariedad de los cxislenciarios enconlrarse (lcjiicllicliki'il), comprentlcr (l'crsiclicii) y habla (Rede!, esle llimo concrclatlt) y;i, en virlutl del eslado de yeclt> tlel serah , en un;i siltiacitn en la forma de un delerminatlo lenguaje h,sltrico-mundano'\ fin Willgenslein, esle presupucslo de una precomprensin del mundo lingiislicamcnle arlictdada viene iluslrada medianle ejemplos qtie deben poner en evidencia el sinsenlido de la pregunla por la eslruclura onlokgica del mundo en general, l'or ejemplo en la siguienle observacin: Mas cules son los elemenlos simples de que se compone la realidad? Cules son los componenles simples de una silla? -las pie/as ile madera ensamhladas en ella?, las molculas, los lomos? Sinrple quiere decir: no compueslo. Y enlonees la cuesliiin depemle tle: en qu senliilo compueslo? No liene ningn sentido hablar de los componenles simples de la silla como tales ('lid. Viilcrs., 47). Podramos explicar eslo con Heitlegger dicientio que la cueslin depende del por. mor de (U'onuiiwilleii) de la cura que hace al caso en el ser en el mundt). Desde l se nos proyecla a los .seres humanos en lodo momenlo un horizonle de conformidad (liewandiiiis) que -como conlexlo de referencia simblico- tlirige ntieslia bsquetla de los componenles de la silla, haciendo que sc conforme a parles muy delerminadas de la misma, lisie anlisis eslruclural de la hermenulica existencial potira ser a su vez ejemplificado, en el sentido de VVillgenslein, ce la siguienle manera: si la pregunla por los componenles de la silla se formula tlesde el juego lingstico profesional de los Iransporlislas de muebles, los componenles a los que nos conformamos sern distintos que en elcast) de que la pregunla fuera hecha por qumicos de esos materiales t) fsict) s atmicos, lil lepimhe de Heitlegger a la oniokrga iradicit)nal de que sla parte tlel caso lmite de la comprensin del mundo en el t|ue el enle no esl abierto ctino tilgo en un conlexlt) hermenulico de conlbrmidad, sino que se le contempla fija, pasmtidamenlc, lan slo ctmio piesencia fcticti, puede leerse en Willgenslein de esla forma: 1:1 nombnir aparece ciuno una e.xtraiKi conc.sin de una palabra con un obielo. Y lal exlraa conexin liene realmente lugar cuando el nisolb, para hacer palenle lo que es la relacin entre nombre y nombrado, mira njamenle a un objeto anlc si ie|)ilienili) asi un nombre innumerables veces -o, si no, la palabra Cl'i-. .S'<'/7i und 'Ail. . 2')-.U. 253

oslo. I'orquo los piobicnius filo.slk-os surgen cuando el lenguaje .ve va de vamcio ius, pudiendo enlonccs, desde luego, imaginarnos que el nombrar es algn aclo psquico sngidar, casi un bautismo de un objelo (l'ltd. IJnicrs., .18). Cutmdo tenemos presente con Wittgenstein el estado de entretejimienlo del juego lingstico, ciue rige de modo previoconcomitante la apertura del mundo, con una loiina de vida social, advertimos la notable convergencia de sus puntos de vista con los de Heidegger en el problema de la trtidicionalmente denominada inlersubjetividad. Heidegger elude aciu hasla cierlo punto el enlociue solipsisla de la teora del conocmientc> tnidiciontil a travs del eonceplo del ser uno con olro. Mientrtis la lilosola que ptule del sujeto del conocimiento cree lener que constituir ei ser de los otros al igual que el ser de las cosas del mundo exterior, como objelo de mi conciencitt, Heidegger hace valer el punto de visla lnomenolgicohermenulico segiin el cual el y(>, el til y los otros, en cuanlo dtitos concebibles con senlido, se constituyen igual de originariamente desde el ser uno con olro propio de nuestro ser en el mundo; y reconoce tidems que en la inlerpretacicin pblica del immclo la precomprensitni -conlbrmada de modo lingslico-tradicional- esUi siempre ya ttmicipada en el nuxhis del se ti la capacidtid de opintir del individuo, guiando incluso inmediaUi (zunkiisi) y reguhirmente (zuincisl) su aulocomprensiiM en el comportamiento medio de la vida cotidiana'"'. Esla superacin del solipsisino meldico la rtitillca el segundo Willgenstein en forma notable en su dscusit)n aportica de la cueslin concerniente a la posibilidad de un lenguaje privado. Lo que aparentemenle nos fuerza a l;i idea de que tiene ciue haber un lenguaje privado se basa, segn Wittgenslein, como ocurre en el solipsismo meldico de Iti leora moclernti del conocimienlo, en la suposicin de un sujelo existente aisladamente que designa con nombres sus sensticioncs -por ejemplo dolores- cual objetos sohimenle a l accesibles. Wittgenslein ilustra esle supuesto con la siguiente comparacin: Supongamos i|ue cail.i mu) tuviera ima cajila en la i|ue hubiera alg.o que llama mos escarabaj). N.idie puetle mirar en la cajila de olro, y cada uno tlice que Ya en .Ver c 'ricinpo incluy de hecho Heidegger la ((inluicin esencial lnoinenolgica (Ilusserl, Scheler) cu uua liermenmiea del lenguaje a la ve/, critica y esiieculaliva. C'lr. a este respecto el higuicule iia.saje; l-.l "sei-a l" jams puede sustraerse a esa nlerprelacin cotidaiKi deiUro de la eual prnuirainente .se desarrolla. Hn ella, por ella y contra ella se reali/a lodo autntico compiender, todo inlerpielar y comunicar y lodo redescubrir y reapropiaise. Lo (.pie no ocurre es ipie un "ser-ah" lui conlaminado ni eslraviado por esa inte rprelaein se halle ante el campo abierlo de un "mundo" en si para limitarse a coiUeni|)lar lo ipie lo hace lenle (o/', cil., .LS). 254

slo por la visin ile MI escarabajo salic que cs un escarabajo - pues cieitainenle pudiera ser t|ue cuila luio tuviera olra cosa cu su eajila; es ms, podramos imagin ar |ue lal cosa cambia eonslanlemenle. Hasla atjti, WiUgcTisleiii iliislni una rellexin que parece conducir la ace|)l;icin de un posible, ms atin, necesario lenguaje privado. Mas luegti prosigue: Ahora bien, y si la p.dabia escarabajo de esla gciUc luviea un uso? linlonces, lal u.so no seria el ile la designaciiin de una cosa, l.a cosa que hay en la eaj ila no perleuece en absoluto al juego liiig.isiico; ni siipiiera como im iili;iK ...e l asmuo |)uede /.alijarse por lueilio de esa cos.i i|uc hay en la cajila; sea lo que sea se saca rucia, l-.s decir eiiaiuln se coiistiiisc l.i gi.iiiilica de la e.ipi esin de la sensaciiiii coiirorme al modelo de objelo y designacin, el objelo queila entonces luea de coiisiileraeion |Hir iirelcvanle, (/Vi//, i iiWis.. 29.1). Willgenslein no t|tiere tiecir eon ello tiue tiiui sensacin privatla de dolor no es natki o que perieiie/.ea slo en cuanto sensacin colectiva a un |)osible juego lingiiisliet). l.o tiue t|uiei'e tiecir es ms bien eslo: nuesiras sensaciones privadas se hacen pblicas en un metlit) intersubielivt) porque hablamos de ellas (o simplemente les damos ex|)resit)ii). .Sin conexin con esle medio inlersubjetivo, cs tiecir, sin conexin etni crilerios externos eomo la expresin, hi aeliltid tlolienie y Itis trminos del lenguaje pblicamenle vigentes asociados a elkis, el individtit) tiue sieiile ni siquiert podra iilentiriear y reconocer su sensacin eomo tal"'. Willgenslein tlisctile an el mismo problema en olra ftirma cuando se preguiil:; tiii significa seguir una regla (Pliil. Uiiicis., 197 y ss.): Lo que llamamos 'seguir una regla', es algo tiue slo un lu)mbre y slo una ve:: en la vidti podrti hacis... Willgenslein respoiule asi: Nunca se ha |)odiilo hacer una ci)imiiiicacitiii, il.ir una ortlen, comprenderla , ele. una sol.i ve/. Seguir una legla, hacer una comiinicacin, dar una orden, juga r una partida ile ajedrez son cosUimbres (usos, insliluciones). llleiider una pioposicitin signilica eiileiuler un lenguaje, l-.nleniler un lenguaje signilica iloiiiiii. ir una leiiica. (/'//// lhii,-i\. 19'i.) Ltis consecuenciiis de esUis lesis pan la lgica de las ciencias sociales -que han sido reeienlemenle extradas-^'' son lan va.suis '' Clr. l'hili>Miiihi\cli(' i'iiiciMuliuiiixii, 257: i.Qu- suceileria si los hombr es no e.vleriori/aran sus dolores (no se i|uejaiaii, no conlrajeran el rosno, etc.)? timonees no se podria ensear a un nio el uso de las palabras "dolor de muelas". !'/(/. I'. WiN( 11, V'/ic lih'ii ol ll Soiiil Sticihi' aml ils Uclalioii lo liiil usopliy,

l.oiulres, I9SK, asi como J. II MU rmas , 7.III l.in;ik ih'i .S<i:ialwis.st'nMli aJIfii. iip til. lll, 7.

CDino liis que se tleiivau tle la tesis tle Ileitlegger tle la itlnliea originariedatl fenoinniea del cDUiprender y el ser-et)n para la rundamentaeitu tle la CDUIPRENSITU hernieiiuliea en las ciencias del espritu. Se muestra, en electo, que loda comPRENSITHI tle la conducta humana, en etintraposieitu a la mera explicacin de Itis procesos naturales, supone tos eosas: 1) que la regla de conducta t|ue se traa DE comprenderen el contexto tle una forma de vida ST)cial, y TJUE ;d mismo tiempo es un juego lingstico, tiene que ser inlersubjelivamenle controlable; 2) que el inlrprele de la conducta regiamenlatia tenga en principio tiue pt)der participaren ese juegt) lngsdctj. f^e no cumplirse cualquiera de lt)s dt)s supueslt)s no se podra excluir la confusin de la comprensin con la mera explicacin que slo desde fuera impone una regla a la conducta. Porque no hay conducta a la que no pueda imponrsele una regla desde fuera mientras no sea excesivamenle ct)mplicatla^''. La primera condicin para im control social de la conducta reglamentada por medio tle otras puetic, tlcstle luego, cumplirla lambin el propio intrprete, coincidiendo as el cumplimiento de la primera condicin con el tle la segunda cuanto la regla que .se trata de comprender es la tle un tlilogo. Y aqu tropezamt) s en realidad con aquel juego lingstico o aquella forma .sticial tle vida que vienen ya presupuestos incluso en el carcter de validez de la Itigica fornud, es decir, en el carcter comprensible tle las reglas que totla conducta reglamentada lleva implcitas. Ln otras palabras: de la consideracin tic la idntica originariedad del ser-ct)n, del ctimprendci" y del habla (Ileitlegger), o del enlretejinnentt> del juego lingslict) con la forma de vida social (Wiltgenslein), se desprende la posibilidatl de una fundamenlacin tle la lgica ftirnuil en el tlilogt ) -posibilidad que ha sido ya realizatla de una forma completamente independienle por Paul Lorenzen'". Ll paralelo de la hermenutica existencial tle I leitlcgger con el aiuilisis tle Wittgenslein tle los juegos lingsticos como formas de vitia puetle llevarse muclu) ms lejos an. As, habra tiue compmar el pragnuuisnu) implcito en l;i fenomenologa heitleggeriana tlcl cotidiano ser en el mundt, tlcl tiuehacer Con ello, la distincin establecida por Droysen y Dilthey entre i'.rkiiiirn (explicar) y l'cisiclifii (comprender) -o entre Xiiliiinisu'ii.uluijini (ciencia s de la naliinde/a) y (i'fi.slfswis.sfiisc/ni/lfii (ciencias del espirilu)- adc|uiere una nue va base jnelodolgica. l'il. mi articulo Die lurallung der "sprachanalytis ehen" l'hilosophie imd das l'robiem iler "t ei. lesvvisscnscharten", en l'hilnso tliisjws ./<iliihiiiji, 1 1 (1965), pp. 276 ss. (WI7 iiilm, lomo II, pp. 27 ss). CTr. I'. t.oiu N/i N, l.ogik mu .Agn, en Ani /C/ .\// Caiiiivssn liilcnia

r.hiiiilr di ilosofui (Venecia, 1958). y l-.in dialogischcs Konslruktivillskrite rium, en Inlinilisi Mclliads. I'inrfi'dinys nfllw Sviiipnsiuiu un Fuindaliinis of Mallwiinnics. Varsovia, 1959 (O.xl'oul, 19()|). 256

i|iic sc cura y su aperlura tic ia signillcativiciaii con ci criterio vvittgcnsleiniano ce! sentido basado en los juegos lingsticos que funcionan en la praxis vital, fdi ambos casos, la puesta tle relieve tle los nexos limciontiles de la praxis vital sirve para tm cucslionannenlt) tle la onlologa letnico-objeliva. Idi esle conlexlt) hay titie mencit>nar de meido especial la amplia concordancia en la critica del itical malcmlico de exaclilud: Para Heidegger, lt>s presupuestos del conocimienlo historiogrfico superan radicdmenlc la idea del rigor que lienen las ciencias m;is exactas; portiue el comprenderes, en sti setilido exislenciarit), el potier-scr tlel prt)pio ser-ah (Sciii und '/.i'il, p. 153)'''. De forma parecida, tambin Witlgenslein relalivi/. a el ideal de exaclilud til objetivo que se proponga una determinada forma de vitla (/-*////. Lhiicr.s., K8). Si en Ser y Tiinnpo Heidegger ve la norma llima y oculta tle todo comprender -y, con ello, himbin de lodo estimtir y medir- en el por mor de tle la cura del ser-ah, Wittgenstein dirt que til pri.'jiiii.'i() c la piiiv/a crislalina (aliiilit'mli) eon ello al iileal le e .xaetituil absoluta propio tle una inelarisiea tle la Itigiea maleintica) stjio puetle eliniinaise tlantlt) un girtr a totla nueslra etrnsitleiaeitin... pert) lomantlt) etrmo eje nueslra veitlatlera neeesitlatl U'liii Uiucrs.. IOS). Pero, la puesi tle relieve tle los aspectos pnigmtlticos de las rilt)sofas de Heitlegger y Witlgenslein sirve igualmente bien para caracteri/.ar con alguntt exaclilud el punto tle divergencia tle ambtis pensadores. En el Willgenslein ptislerior es el pragmatismo -que, por cierlo, es un pragmatismo del presente tle caicler pluralista, relativista y llniisla que avetiuija con mucho en radicalismo a todas las variedades tlel pragmatismo americano-, segn lotlas las apariencias, cl fondo llimt), melafsico y anlimelafsico, tic su pensamienlo. A la pregunla, por ejemplt), tic ptir qu la filosofa de Witlgenslein, que como fenomenologa descripliva que es del empleo tlel lengutije tlcja toilo como est"-', no concede sin eiiibaij'.o valitle/ a los juej'.tis lingsticos especulalivos tle la metafisicti, no hay en las l'lnlnsttplschc Unicisininingcn otni rcspuesUi que la sospecha tle carencia de sentido dirigida, de ahora en adelanle de modo pragmlico, conlra tales juegtjs lingsl ct)s, que no ejercen ninguna funcitSn en el conlexlo de hi ''1 t'uyo et|uivalenle en Willgenslein es su obsei-vaeitin tle t|ue la granitiea tle la palabra "saber" nianillesla un eslreelio parentesco con la granitiea tle l as palabnis "potler" o "ser capaz". I'ero lambin liene un estrecho parentesco eon la tle la palatira "compreutle"... (/'////. Unicrs.. 1. 150). /'/(//. l'nu-rs.. 1, 124. 257

praxis vilal, y en los cuales la niciuina del lenguaje discurre en el vaco'"'. Ld crilerio del senlido basado en la conlirinacin prclica ajxuece Uunbin de modo oslensible en la peculiar caracierizacin del lenguaje colidiano (or/iiuiry /utigiiagc) como patria (lici/iuii) de lodo uso con senlido de las palabias. Ah, Willgenstein liene siempre a la vista un conjunlo abarcable de formas de mutua coul"irmacin erUre uso tlcl lenguaje y piaxis vilal. Hslas fornuis pueden ser diveisas y sujetas a cambio, pero en cuakiuier caso esln ah a la luz ci>mo unidades ciue funcionan con plena aclualidad. La conlirmacicui prctica del uso del lenguaje no puede consistir como parece, segn Wiltgenslein, en que una comprensicHi imprevista de ciertas expiesiones lingsticas, cjuc acaso permanecieron durante mucho tiempo incomprendidas, conduzca a la fundacin histrica de nuevas formas de vida -conu) no obstanle ha acontecido en la interpretacin teolgica y liloslica de textos. Ln Witlgenstein no entra en consideracin ni el nlimo impulso de todo Juego lingstico hacia la aulorrellexin, ciue es lo ciue posibilita toda Iraduccin e inlerpreiacin en el senlido de las ciencias del espritu, ni la conlinuidad basada en aqul de un dilogo entre los hombres capaz de servir de enlace entre lodos los Juegos lingsticos"', Su anlisis del lenguaje es alstrico y -lo cjue es casi evidente - sin ninguna meta cspcciilalisa lc|.iiia (como pudiera serlo la de una correccin progresiva de lenguaje y forma de vida en la lnea de una prolndizacin en la comprensin del mundo y de uno mismo as como de una eliminacin de lodos los impedimentos al entendimiento entre los hombres). Con ese pragmatismo ahislrico clel pcenle caracterstico de la concepcin del Jueg.o lingstico del ltimo Wittgenstein est estrechamente relacionada otra luitoria deficiencia de su filosofa del lenguaje: Wittgenslein compara al lenguaje con una caja de herramienlas y subray:i de la variechid ilimiada de funciones que tienen esas herramientas contra la funcin designativa monopolizada por la filosofa del lenguaje desde Aristteles'''. Indudablemente, con ello hizo posible uiui friiclfera ampliticin del pensamiento lllosfico-lingslico-ampliacin que, por lo dems, pudiera eslar lan conforme con la relacin operativo-inslrumenlal del hombre moderno con respeclo al mundo y al lenguaje como el modelo tiristotlico lo estaba con lii relacin terico-contemphitiva de los griegos con respecto ""'"//i</.,;i'r.2. \'il. mi artcuU) Willgciislciii imcl das l'robiem des liermeiieiiliselieii Ve wisielieiis, en '/.cilschrilt r 'l'lu'nlin'jc iiul Kiiclh', 6,1, l''(ii, pp. S()-S 7 (vid. in/./hl, pp. .12 I ss.). t'li. /'////. 7l/<TS., I.i) I I. 23K

I { a un cosmos clclcrmin;ido en su esencia previamente a loda i praxis lingislica de los hombres y que, por consiguienle, slo { haba que designar y conocer. .Sin embargo, esta inlerprelaein } instrumenlalista de la esencia del lenguaje solamenle puede I iluminar la lendeneia ms patente en la relacin del hombre i moderno con el lenguaje. Segn Wiltgcnslcin, esta permite i apreciar debidamente la variedatl de maneras ile emplear el lenguaje Hendiendo a la variedad de los fines o nceesidatles i t|uc comporia Iti praxis humana, lin cambio, apenas permile I percibir -y menos ;in valorar- lotlas his formas del -.v/7 vc1 iiia YciJ.Hh- uso del lengtiaje en general, en las cuales no stlaj mente hay que ju/gar el senlitlo tle las iialabias por su funcin j inslrumcnlal en el conlexlo tle una finalitlad ya establecida del juegt) lingstico, sino ante ititlti tibrir a ptirlir de las nceesidatles superiores del hombre un hori/onle de sentido para los veidatleros lincs y necesidades de la praxis'"', fisla mclanccesitkid podra estar en titu lekicin coiiiplemenun ia ctin la j an progresivti insirtimeiilali/acin del lenguaje en ki pollicti, i la k'cniea, la ccontima y la ciencia, e ir creciciidt) lambiiMi en una relacin complemeiitari;i; > lal ve/ ella pudiea pimlucir i dentro tlel arle, la religin y la liltistifia especulativa juegos lingslicos en los t|ue la regla convencional del enijilco nt) sea lan ileteiiiiiiiaiile para eslalileeei' el sentitlo tle los tii-riniios y j las pro|)osieit)iies como titiles tle labor, sino t|ue, antes al j contrario, la concenlracin de senlititi tiue lui\ en Itis lerniiiuis ! y las proposieiones ctilabore en ki etinstrueein tle un juego j lingstict) y, con c\, tle una iuie\a liMiiia tle \itla'''. De ese i modt) lentiran ah cabida las llamatkis figuras y melforas en el ? ms amplit) senlitlo, Itidos lt)s metlitis tic tiue disponen los j pt)etas para tlistaiieiarse ile ki etimprensuSn convencional, enJ cajada en puiii'iiis gnmialicales, tlel seniido y Itidas kis icnlalij vas de los likisofos, aun kisinitlas por el peligro tle cngendrtir I psetitloproblemas, tle tiecir It) t|ue, segn Willgenslein, no pue de decirse. VtMSL-iuK.'slni fiilica a la st'iiiitilica tic Mtinis cii Lenguaje y vei'tlatl... (MIplll, pp. I.!.! ss.). "'' l-ii alguikis albrisiniis pi)slerit)ies, Willgenslein, tpie luvt) una iulini a relacitiu personal etm la puesia (pur ejciiipin, tena cu alia eslinia a l'iakl), parece apiD.\iiiian,e al priilileiiui a t|uc apunlunos. (TV., por ejemplo, cl siguienle pasaje tle las Fhlosojiltisclw Vinersiniuiiiycn (I, .s.^SI): Hablamos tle la eomprcnsiiii tle una proposiciiiii en el senlitlo ile t|iie imctle ser susliluitia por olra t |ue tiiga ll) mismo; peiii Uimbin en el senlitlo tle tjiie no puetle ser susliluitia por ninguna olra (como un lema musical no puetle ser susliluitlo por tilro). Ln un caso es el |iensamieiUo t|iie e\pies:i la proposicin lo tiue es ctnntiii a varias piopnsicumes; en cl olio, es algo igie sulo esas palabras expresan en eso s lug;iics leoiiiprcusii'in tle un poema), tli . I.iiulnen l'liil. ('iicrs., II, ,X 1 (Ltlieitin

Stilirkaiiip. pp. .s.d ss.). 2.59

Se liabi obscrvad que en la cn'lica ele la lilosola del leuguaje de Wllgeuslein, lilosolia concebida de modo inslrumentalista y ahislcnico, he hecho uso de crilerios y preconcepciones lingslicas que acaso slo he podido obtener de Heidegger. Dicho ms e .Kaclamenle: del I leidcgger medio y posterior. Y es que el anlisis del mundo del trabajo y de los tiles de .Ser j' 'liempo, que tiene su punto suprenu) de referencia en el por mor de de la cura del ser-ah, parece responder -como ya indicamos-a una comprensin pragmlica del ser. lnclu.so hay en Ser y Tiempo un punto de partida para una filosofa pragmtica del lenguaje capaz de enlender la funcin de los medios lingsticos desde el ser a la mano ('/jiliaiulenheit) del ll ('Zeug) en el contexto referencial de la comprensin de una situacin; por ejemplo, cuando afirma: El signo es algo nlicanicnlc a la inano, t|iR' en cuanlo es lal ilclcmiinai.lo til a la ve/, lunciona como algo i|ue seala la eslruclura onlolgica del ser a la mano, la lolalidadde rclercncias y la immdanidad'''. Queda aqu a la visla, igual que en Wittgenstein, el carcter de la referencia de los signos, que establece a priori una precomprensin e.slrucUiral del numdo en el marco ile un horizonle pragmtico; es ms, la indicacin de Heidegger de que la caracterizacin ntica de los signos consiste en hacer consciente la estructura onlokSgica referencial del numdo siluacional podra entenderse como una conminacin metodolgica a hacer un anlisis de los juegos lingsticos en lugar de fenomenologa, Y, en efecto, el propio Heidegger enla/. ya en Ser y Tiempo el mtodo lnomenokgico al hilo conductor de una hermenutica del lenguaje'". No obstante, al llamado retorno desde el anlisis del ser ah a la historia del ser corresponde una nueva orientacin ejemplar de la hermenulica del lenguaje de Heidegger. No ac cedi a una filosofa del lenguaje c|ue luibiese desarrollado la funcin de til del signo lingislico en el conlcxlo del queha cer que se cura referido al por mor de de la cura, l-.n lu gar de ello, I leidcgger mostr, por ejemplo en las interpretacio nes de Illderlin y en el ensayo Id origen de la obra de arte, que el ser, en cuanto por nu)r de de la cura, no funda nin

gn firme horizonle antropolgico-pragmtico de finalidades, sino que se renueva a cada ocasin en los aconleceres hislri cos del senlido. 1'al despejamiento del mundo (H'elllieh liirig), que al nusmo liempo es un dcimlecer de la verdad, se lli;ini;(i(il i(, .SV/'/i un '/.i'ii. cil., pp. K2 y s. I'/(/. .supru. nota 260

dcciia, segn Heidegger, no en el lenguaje inslrumenud de la vida cotidiana y de la actividad eientlieo-tcnica, que manipula las cosas como tiles a la mano o -en caso lmite- como objetos represenlables o estados deterndnables (beslcllhari' h'.sliii(lc) desde una preconcepcin matemtica, sino en el lengtiaje de los poetas y los pensadores, lenguaje que deja aparecer las cosas de lal modo que el ser-ah ilel hombre pueda cambiar esencialmente a la luz de su nueva signiricalividad. De hecho me parece que en esla lilosola del lenguttje del ltimo 1 leidcgger, luienlatki por vi;i de ejemplo hacia la obra de arte, puede entreverse una complemenlticin y una correccin necesarias del concepto cientUco-lcnico del lenguaje de toda la lllosolti tmallica (as como de la lingstica y la esttica del lengutije estrucluralislas inspiradas en ella)''''. A este respeclo, las IVonteras cutre el lenguaje tic la manipulacin cientricotcnica por un kido y la lundacin lingislica del ser por olro seran indutkibiemente muy problemticas; pues en ocasiones la lrnuila matemtica puede muy bien contribuir al desjicjamiento de la verdad tlcl enle y hasla al esplendor de su bellez.i antes tjue el esriierzo iirolsiontil de pensadores y arlislas. lista dilicullatl, que tendra sus mices en el concepto heideggerituio tle ciencti, me tl;i octisin tle hacer uiiti consideracitn crtica llnal que unti vez ms acercar a Wittgenslein y Heidegger y tratar de restringir la validez de su destruccin de la metafsica lradcit)nal a la luz tle una posicin, a mi parecer an intilleratia, del gn.s que es comn a la lllt>sol;i y a la ciencia. Id concepto anlcs expuesto tle valitlez, es decir, del carcler vinculante universal e inlersubjelivo de una llltxsola, ser la palabrt clave de nuestra crtica llntil. Natlie prelentlerti afirmar titie Wittgenslein haya respoiitlitlo salisfticttiruimente en su obra |ioslerior a hi cuestin acerca tiel. ctircter vinculante de sus propit)S cnuncitidtK, enunciadtis tiue en el Traclaliis lt> haban llevtidt) a la paradt)ja. Wittgenslein .se sustrae a esla cueslin mediante la ifirmacin de que su filosofa no expone tioctrinas unver.s;ilmente vlithis, sino que solamenle liene la funcin prclica de llevara la lllo.st)la a un rept) so mediante la clarificacin crtico-lingistica tle las itieas caso por caso. Pero esla t)cupacin teraputica, consistente sobre lodo en el descnmasctiramiento tle la aptirienciti metafricti en las cuestiones que .se plantea ht filosofa, no puede evidentemente ejercerse como imti metlicina que intervenga en las causas, sino que presupone el convenciniiciilo del paciente De l'il. mi libro /)((' IIIT ilcr Spidhi- in der Inidilion des lliiniinisnnis von Dame l>is l'ico, lionn, Phl, pp. .Vi y ss. 261

hecho, hl criliea willgeiisleiniana tlel iciigtiaje tlisponc lambicn de argumenlos convincentes cuyti validez tle ninguna manera puede entendeise segtin ei xito pragmtico de la terapia, sino que, junto con ste, debe atribuirse a la validez universal de un nuevo punto de visla sobre la esencia tlel lengutije. .Sin embargo, Willgenslein no percibit) -comt) muchos pragnuiliss y lilc) st)ros de hl vitla anles t|uc l-l;i sericdtid del problema de tiiiti autojtislirieacitMi rellexiva de la lilosolui. r'areee tine enconli niiis que salisraett)rio el hecho de reducir la validez de sus propit) s eiiunciatlos a kis juegos lingislicos c|ue lclieainente l'uncionan en el espacio y el tiempo, y cuyas propias reglas -ctinio los significados de las palabra.s- no poseen ninguna validez superior (Iniscendenlal), sino que son finitas como las formas de vida a las que corresponden. El tillimo Willgenslein niega efectivamente, en contraste con cl '/'racialus, la unidad trascendental de la analt)ga de lotlos los juegos lingsticos humantis como tales. El ctmcepto tlel parecido de familia de las reghis del significado debe susliluir, caso por caso, a la concepcin aristotlica de la unidad tlC hi anakiga"'. Mas de ese motlo, y ct)mt) ya t)currit') en cl 'l'raciatus, WiUgenslcin traiciona su palabra: el que niega la unidad tle la analogti de lodos los posibles significadt)s tle la palabra juego lingislico, no puede como likisofo tiecir absolutamente nada con sentido sobre los juegos lingslicos, ct)sa que Willgenslein -al tiecir tle l- no prelende en tibsolulo; mtis Itiinpoco podr decir-ct)n senlidoque no haya ningunti unidad de anakiga tlenlro de la diversidad de significados, ligadt)s al lenguaje, de una palabra (y que ello est en la esencia tlel uso humano tlel lengtiaje). Que el anlisis del ust) tiel lenguaje puetia revelaren iniiclias pahibras del lenguaje colitlitino en lugar tle la unidad tle analoga un parecitk) tle familia en cl sentido de Witlgenslein es algo t|tie, a mi juicio, no tiene ilisctisin; pert) si es discutible tiue Willgenstein pueda liticer que ct)mprendamos -como prelende- su propio u.so lingstico -liloslict)- en su pretensin erilica con ia sohi ayuda tlel segundo modelo. La unilalcralidad aulodeslrtictiva de la crtica wittgensleiniana a la metafsica ptitlramos canicterizarla -para usar un lrmino de Heidegger modifictido- comt) olvido del lgos. Y Heidegger, t|tie recontici el olvitlo tlel ser de la metalisieti occidcnlal -y en especial de la ciencia mtiderna surgida tle ella-, nt) incurri en el olvido del lgos'! "' CIV. J'hil. Uiitcrs., ()5 y ss. lia realitlatl, VVillgeiisleia arguiiienla ati iii tle heeho et>nlra la hipt>slalizaeiii plaltiiiiea tlel signifieatlo tle l;is palabras . (Jiie eiilie esta posieitin y la suya propia es aiin pt)sible la hiptesis arislolliea tl e una uiiitlatl de aiialtrgia y que tle heeho venga sla piesupuesla eonit) condicin tle valitle/. de su propai tli.scurso, es algo t|ue Willgenslein no liene claro. 262

lili luicslia conriTiiitacii) ilc I lcidcgt.'ci- con el primer Willgciislciii ya indicamos cjue I leidcgger ilcsculu'i el I;I>.\ hermenulico propio del comprender-se en la siluacin, eslo es, la rllexin elcliva c|ue hay en la comprensin preonlolgica del ser iniplcila en el lenguaje, pero t|ue no recorri hasla el final el camino d e la aiilogratlacin tle la rllexin y;i abierto en la tlislincion enlre el ci.)in|iicntler existencial y el ctimprender existenciaiio. lin su filosoba pt)slerior, Ileitlegger abandono por com|ilelo esle camint) tle la lilosolu Irascentlental, runtkuitlt) la superacin (i'hcr.Mi'gi tic su pen.samiento en la st)la reHexin sobre el ser histrico, rellexiiui tiue avan/a al tiempo tjue recLicrdti. lil <'>gi>s hermenutico tle las Ihmuidas ciencias tle! espritu y de la lilosolia procetlente tle sttis tiene, ereclivamcnte, el rundamenit) de su ruer/.a explicativa en la tensin gencratia en hi simultancidtid tic un pcnstimientt) anticiptidor tle las posibilitlades tlcl potler-scr humano y una repeticin de hl hisloria tlcl ser ct)nservada cu la tnidicin y aim ;icluanle. Sin embargo me parece tjue una penetracin rellexiva en ese mismo ruiuLimeiUo tlcl lgn.s hermenutict) pone de nuinifieslo que la lilosolu nt) recibe la legitimacin tic su pensar y su decir sokimente de la tle|")cndenci;i tlcl presttir odo ;i la interpelacin del SCI"* en el kiii.\ histrict), sino tambin y al mismo tiempo tle la aulognulacion de la rllexin, t|ue continuamente se reiuievti, luislti el pensamienlo tlcl pensamiento en tt)d;i su vtilitle/. universtil inlcrsubjcliva. lisUi posicin residual t|ue luiy que manlener tle ki lllt)st)r;i Irascendenlal tle |)rt)cetlenci;i hcgelitiiui. sin titula no puetle sustiluir t) supertir en s la rllexin suslancial y elcliva de la conciencia iiiineisa en la historia, l'ero ella seala el ptinlo en tjuc la lllt)sor;i, y con clki la pretcnsin tle vtilide/ universal de hl cienciti, se luilki siempre ya sujeta a la inlicipaciiui rormal de ititlo pt)siblc ln tle hl hisuuia del ser. I'tiila tlisctisin enlre seres pensantes luiede atiu basar en U)tlt) tiempt) el seniii.lt) racional tle los posibles tugtimeiUos y tle ese motlo hacer vtiler algunti insUincia racional ctuilrariti tileiitlicntlo ;i l;i apertura histrica de la verdad que, en cuanto dognuilicti y unilateral, liene lambin que implicar siempre la no veitkid que nace del encubrimienio tle uiui posible verdtid''. * ulltiii!;k-il lies lloiciis iiiij lien /.iispiiieh-Jes Seins. 1:1 irso de hihen (or) con la pieposiein (iiij liene el signilleado de obedecer, hacer caso o presla r odo. A esle iist) se atleca la palabni Iliiriykeil, t|ue pro|)iainenle significa eslado de depeiulencia de algo o alguien a iiuieii se debe obediencia o con quie n se esl en relacin de .servidumbre |N. del I'.]. " .Sobre el carcler tlognilico de la serd.ul abieria hislricamente viil. li. Rl iiAi kiK, Die doyniaiiselie Denk/mn in den (.iei.ste.swi.s.sen.seliujlen und da s l'rohieni des llisiiinsnuis, Wiesbatlen, 19.S-1. Vase lambin mi articulo Kann es ein wissenscli.iriliclies "SVellbIkl" berliaupi geben? en '/.euseliiilt lir >lu 26.1

Un conocimiento iliosrico que pielentiiea oigaiii/.aise niicaniciilc solne el llimo giado de lenexiti noolgiea pagara, desde luego, su falla de cotnpromiso cot la sustancial dcsviiiculacin propia de una vacicd;id de conlenido. l'or otra parle, una filosofa que fundara su valide/, nicamenle en el compromiso histrico volvera a dejar al hombre a merced del tieslino hislrico renunciando a la emancipacin humana del tieslino ya alcan/aili btijo el signo tle la luslracitm filosfica. A n juicio, todava no disponemos de una lllosofa que haya conciliado (Je modo salisfactorit) las prt)ltindas visiones tle lt)s siglos XIX y XX stibre la pertenencia de la conciencia humana al ser, desde la lilo.sola social de un K. Marx luisUi Wittgenstein y Heidegger, con la pretensin excntrica de validez universal propia del lgos inlersubjetivo de la rellexin. h.w/iJii.tclw litM/ntiifi, vol. XVI, pp. 24-57, asi como Oci pliilosophischc Waluticilsticgritrcincr iiilialllicti oricnticilcii Spraclnvissciiscliafl, en Sin tuir -Schliis.scl :iir Wcil, Diissckioil, \9i9, pp. I\-SV, (mi. \iti<ia, pp. 101 ss). 264

LA RADICALIZACIN FILOSOl'ICA DE LA HERMENUriC A EN HEIDEGGER Y LA PRl'GUNTA POR EL CRITERIO DEL SENTIDO DEL LENGUAJE I. P LANI'I:AIVHI:NTOi)r;i. I'KOHI.HMA: iii:KMi:Nr-uiicA Y cR ric'A DI;L SI:N TIDO COMC) RISI'UIS IAS A LA CONLUSKN DI- LO.S LLNCUAJLS ITI.OSI-IC'OS LN LA At'TUALIDAD Se ha inlenlado dellnir hi siluacin actual de la lilo.sofa mediante tos cn'acleii/.acioncs tiptucntemcnle contradictorias entre s: una de ellas apunta al hecho de que las diver.stis corrientes habran evt>lucion;itlo de una forma de l;d mtxIo tlivergente que nti .st'do no hay tjtie esperar concortiancia dguna respecto de la verdad de sus resultados, sino que id siquieni es ptisible un entendimiento respecto del sentido de sus respectivos planteamientos (eslo lo comprueba W. Slegmller por lo que respecta a las relaciones entre la llamadti lllosofa tmaltica -Witlgenslein t> Cariuip, por cjcmplti- y la filt)st)lla existencial -laspeis o Heidegger-'). ira o|)inin diferenie (frecuentemente oidti en el illlimo C't)ngreso Alemtin de f'ilostilla y que podra juslamcnle haber inspirado el tema de dicho Congreso-) apunta al hecho de que lt)das las corrientes de la lllosofa contempornea convergen desde hace untis decenios en la problemtica del senlidt"), hi ctimprensitSn y el lenguaje. Es, en efecto, fcil de recont>cer la ftmciiSn dt)minanle y heursticaincnle rectora qtie liene la problemtica aludida en la lileratura de esas corrientes exlremadamenle divergentes -segn Slegmller. Lo que, por ejemplo, est en juego en la pregunta ' W. Sri:iMOi,ri:K, lliupslniiiiiiiycn der (n;i;fnn(irisilil<).wi>liic, SliUtgart, .1."ccl., 1965, Xlll. -IV/. 11, (i. (ADAMIK (C.), Das l'nihlcni der Spraclu; H. DciUsthcr KnngrcssJiir l'ldlosdi'hif, I Icitlclbeig, 1966 - Munich, 1967. 26.5

de I leidegger pur el seniido del ser es el eoiuprentler eomo eoiislilLiein exislenciaria ilel ser-ah humano tiue, en su ser, se eonduee relalivamenle al ser y, en esti medida, erea un horizonte de eomprensic)!! paia la pregunU por ei senlitlo del ser, y, finalmenle, el lenguaje comt) casa del ser y mortida del ser humano', .^si es tiue Heidegger entenda ya en Ser y j'k'inpo su mltxlo lllostdleo nt) como lentimenologa sin supuestos en el sentido de lltisseri, sino como hermenulica que parle de hi interprcUicitdi ptlblicti tlel ser-ah denlrt) de la comprensitin pieonlolgica del ser'; y desde enlt)nces, ese mtodo consislcnle en pensar con el lenguaje y en vista del lenguaje ha ido evitlencindose eadti vez ms como el Ingas de hl liltxsolla heiticggeritina. l'or el lado de la lilosolia analiliea, que alentliendo a su mtodo es propiamenle una lllostilia analiliea del lengutije', lo que esl en juego cs el seniido o hi ctircneiti de senlitlo -o sin.senlitb- de las proposiciones (asi en cl primer Willgenstein), la sintaxis y la semntica Uigicas (R. Carnap) y, nnalmente, la tleseripein de los jticg.os lingislicos del lenguaje ordinario, en cada uno tic los cuales se halla cnlrelcjitla una forma de vitla con una regla del uso lingislico y una precomprensin tle la csiruclun tlel mundo (as en el ltimo Willgenslein)''. Con lodo, esla convergenciti no contradice de primcnis la divergencia conslaladu por Slegmller tle las coriienles filosficas; anles potira ser un snionu tic tiue ms o menos con.scicnlemenlc se ha reconocido la siluacit'in consignatlti por Slegmller tle confusin babilnica de lenguajes lilosficos y sc ha convenitio concenirarsc lerieamenle en una probleinliea tltiiitlc, en hl praxis, se ha peitliilo tle hecho el muluo conlaclo. Mas en el lugar tiel peliiu'o esl tambin la salvacin (Holderlin). Con la coriesponileneia -anleriormenle sealatia- enlre hi hermenulica tlel ser-;ilii tle Heidegger -o, ms preei.samenle, tle la eoniprensin pieoiilolgiea del ser propia del cotidiano ser en el mundo- y el anlisis tle Wiilyenslein de los juegos lingislicos tlel lenguaje coiidiano y su reglanien ' t'lr. M. I li.lDi.ddi.n, l'Uilons Ixliv vwi der W'aliilicil, nid CHICHI Itiic! h cr den Uunuinisnius, Ikma, 1947, p, 1 Ls. C;IV. M. Mriui (ii.a.R, .S'i'/7; und '/.cil, .s. cd., 1941, pp. .1 ss., y CI espec ial p. 169. Vid. mi artculo Die (iUl'alluin; der "spracliaualylisclieu" l'lrilosopliie und das Piobiem der Cieistcswisscn.scliarien", en l'liilo.suphi.sclic.s Jaliilnicli , 72 (1965), pp. 2;)9-29 (injm, tomo 11, pp. 27 ss.). '' ]'id. mi artculo Witlgenslein und das l'rijblem des hermeneulisclieu Verslehens, en '/.cilscliriji Jiir Tlicnloyic und Kirclic, 6,1 (I9()6), pp. 49-S7 {iiiJ'ra, tomo I, pp. .t2 I ss.).

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lacili giamalical piolLiiula ilc la i-oiiipicnsin ilcl iiuiiulo vliila a piiori, cicrlamcnk' parece tiuc licintis tlcscubierto ya un iubilt) de itieas suslanlivas en el tiue convergen de hecho las rdt)Sorias hernientiulica analilica acUiales. Sin embargo no es mi pit>p('>silo en osla invcsiigacitSn ocuparme en primera lnea del lema -siiiiianicnle pri>vecht)St)- tle la convergencia tic Willgenslein y Ileitlegger', sino tlcl nata ilespreciable conlrasle enlre la pregunla heinicniilica por el senlitlt) y la pregunla, ctuistiluliva tle ki lKsola analilica, pt>r el cni'iid tlcl senlido del lenguaje. Pr/.-cisamcnle la cueslin hermenulica suscilatla por leidegger acerca del semillo ilel ser en cuanlo eonceplo ruiulamenial tic la ontoiin'a occidenlal provoca una conrroiilacii'iii con la lorma moderna de la erilica a la melalsica, erilica t|uc lu pueslo en dutla el senlido tle los plauleamienlos oniolgicos cu general. Surge enlonccs la pregunla melodolgica de si el eonceplo tiuc se liciic del posible senlido de los lextos rdoslco-especulalivos en la liermcnulica Iratlicional se halla lal ve/, t'untkimenialmenic superado por las lenlalivas anallicas tle una tiemarcacin v;ilitla <i iiiari tlcl posible senlido tle las proposiciones. Y A las iiiisiiias Iradiciones liloslicas de las tiue derivan por un ladt) la jiregunla hermenulica y por olro la pie'.unla analilica por el senlitlo son de hecho bien direreiilcs -lan tlilciciilcs que el lan lamenlado exlraainienu> muluo enlre las coirienics principales ile la filosofa de la primera niilad de csie siglo podra tener ah una de sus races, l'or ello coiuiciic aiitciioiici a la actual coiiIrontacin entre hermenutica y critica del senlido algunas referencias a los antecedentes tle estos tos planleamicnios lilos lcos, 2. IN iRODUfciDN IUSIORICA: I A I R VDU ION DI-I. \ 111 UMINill I RA ^ 1 A IKADU IO\ IJl 1 A (RI IRA l)i:i. SI NI IDO Id lrmino heriucnciilica, al igual iiuc ontologa, semilica , sislenu y tlcms, es un neologismo tlerivatlo del griego que apareci en el siglo xvii y vino a suplir, especialmenle en la teologa prtileslanle, a la vieja expresin lalina y hunuinista tic la irs inuipicliuuH--. Con totlo, el lrmino hermenutica , igiuil tiuc su tisunto, nos remiie a sus orgenes grie ' \ il. a e.-lc rcspeilo iiu arliciilu Wiugeiisiciii und I IfKlegger, en l'liikisoph ischcs Jdluhiicli, 75 (1967), iip. 56-9-1 (vii/)/ii, pp. 2 17 ss.). " 17(7 lrnsl VON l)i)ii',i nii i/, l'oin .inli-i;cii i/cs Xi'iirii 7'",/I/C/I/V. t ni lnl'. en. 1927.

gos. M. Heidegger caracteriz en una ocasin estos orgenes de la manera siguiente'': La expresin "hermenutico" deriva del verbo griego i;pnnvrAir. iv, Lsle remite al sustantivo iipiiiivr.bc;, que pueite evocar el nombre del dios'Lp|.iiit;en un juego del pensamienlo ms condescendiente que el rigor tle la ciencia, llermes es el mensajero de los dioses. El trae el mensaje del htitlo; i-pnrivcinv es aquel recitar que hace saber en tanto que se aliene a un mensaje. Tal recitar .se ctinvertir en un interprettir It) tiue ya han dicho los poetas, que, segn palabras de .StScrates en cl dilogo platnico n (5.14e), i';pprivr|(; cioiv KDV t)f;())v, "son mensajeros de los dit)ses". Si ya itis mismos ptiettis son recitadores c intrpretes de un mensijc, lt)s recitadores e intrpretes de los poetas sern propiamenle intrpretes de intrpretes. Stkrales llama, en elclo, a los rapsodas en el lexlo plaltnico tpic cita Heidegger ppi]vttv piirjvqi; 3.15a). Adems, Platn ya conticc una f';p|invi:Ttxr| {xxv^) que, a diliencitt de las xir/vui crticas, no se forma un juicio sobre lo verdadero y lo llso, sino que -como el heraldo- slo trtmsmile lo qtie otros han dicho (T Xr.yjtr.vov yp t)i6i:v pt')vov, i;i VXip)i;(;, ox '|.t(ii)i;v'". En eslas cittis viene insinutido el origen precienifieo, as como el posible alcance y problemalismo, de un arle de la recitacin e inlerprelaein de pahtbras y textos. Esla llima se extiende desde el arte del heraldt) y el rtipsoda, que como tal ya se extiende de la mera ct>municaeit')n y tmunciacitSn a la inlerpretacitn por metlit) de hi recitticin, ptisando por el arle del intrprete que irtiducc el mensaje de un medio lingstico ti otro y en esa meditla inle preUi, hasla el arte de la exgesis y el ctimcnltnio. Intitidablemenle es sle el que suscila -Irenle a la tlislincitn clsicti enlre hermentilica y crlicti que ticabamos de encontrar prefigurada en Platn- el probicmti tlcbtilido hasla ht)y de si cl intrprele ptietie interprettir las palabras del ault)r sin presuponer ya en la comprensitni tle lo t|ue sle tlicc un saber accrcti tle su elcliva verdad o hilsedad". Por olra parle, el hecho de que fuera considerado lambin el autor (el poeta en Platn) tirigintiriamenle como intrprete (i';ppr|vr,(;) podra enlenderse como una indicacitni de que ste nt) slo expresa por su parle algo verdadero o falso acerca de un asunto dadt), sino que, adems de la concepcin que lenga del asunto, liene que inlerprelar ya nuevamente en su formulacin lingstica (en la iipfiiivr.n en cuanto '' M . lli:ii>i:ti(ii;it, //lcnve.t'.v :ri/r .S'/WC/IC, ITullingcn, lyS'), pp. 121 y s. I" l>l.Ali)N, / ;/)/)ri/.v,')75c. II Vase en especial ti. ti. (ADAMIU, 'alirlwil und Mflhodi: Clinndzyf i'iner hdosopMsclwn llcrnwnculdi, Tubinga, l'K).5-', 2()8

ciiiiiiciaclo) un senlido lingslieo eomprensibie'-. Con i'.ias observaciiies t|ueda ya de entrada mareado el horizonte de una posible radiealizaein lllosfica de la idea tradicional oe la hermenutica. lin ciumio arte tle interprelaein tle los |X)etas, la ilp^ii]viajTiAij fue cultivada ya en la poca helenisiica en estrecha ct)ie.\ in con his dems T;;vui >ioyixa (gramtica, retrica y dialclica), sobre tt)do en el llamatlo mtodo alegrico, que permita compaginar los miltis recibitbs tle la tnidicin con una conciencia esclarecitia por medio tle la rdosofa -especialmenle de la tica, lil arle tle la inlerpreiacin fue tambin recibido con este sentido por los telt)gos judos, crisliant)s e islmicos y aplicado a la Sgnida EscriiiinPK A ello se aadi, conu tercer campo tle aplicaci()n de la hermenulica, la interprelaein tlcl Corpus iuris caiiouici en la inidicin de la jurisprudencia. De estas indicaciones hislricas se desprende que la hermenulica reprsenlo primea') una tcnica comprometida en la pra.xis de metliacin ling.stictj-literaria de la iradicitn puesta parlicularmente al servicio de las religiones escritas. En lt)s tiemptis posteriores, la hermenutica experimentaba una prollindizacn letSrica catla vez tiue las relaciones con la tradicin sufran una crisis y se insudaba en las conciencias la pregunla por la nlerprelacin correcta del senlitlo de los le.vttis iransmilidos. Ello sucedi, tras el nacimienlo de la alegoresis y el eullivo, hermenulicamente igual tle relevante, tle la Itigica del lenguaje escolstica (sobre la que pronto volverenuis), sobre lodo en la pt>ca tlcl Humanismo y la Reforma. El apartamiento tle la doctrina especulativa y ahislrica tlcl senlidt) mltiple de la Escritura y la sustitucin tle la autoritlad tle hi tradicin por la autoridad de 'a Sagrada Escriiura, que llev a la exigencia tle una iiUerpreU',cin de la Biblia que partiera tle su propio contexto, Inijo consigo un impoitanle afinamiento melotloK'igico de los planlciimien los hermenulict)s; tantt) tiue Dilthey putio datar ah la conslilucin tieliniliva tle la hermenutica". ' ' l foiiDL'imicDU), en ciiaiiU) a)ncc|x-ii')ii hcclia IIL- CDiicoplos. ilc heclii) Duica se liiiiila a so' una ivlacii') iliial tic siijclo y Dhiclo. l.a concepcin no se leilncc a la purcepcin de tlalos.objetivos, sino que es siempre ya inle pielacin en el marco inlersubjelivo de la comunidad lingislica como co munidad de inlerpreiacin, como dice .1. Royce comenlando a Ch. S. Peirce (cl'r. .1. Rovii:, jlw l'ivhieiii af Chiisi'uinilw Nueva York, 191.!, vol. II). tsle descubrimienlo, poco alentlido an en Alemania, tle la dimensin hermenulica lie lotlo conocimiento hay que cotejarlo con la radicali/acin de Ileideiiger tle la idea tle hermenutica que desarrollaremos m s adelanle. " Cl'r. (i. liuriMi, articulo 1 lermeneutik en R(l( 111, Tbingen, 1939', pp. 2-15-2.58. Cl'r. W. D.rinv, l)w hiiisifhun}; dt-r llfrnwiwiilik, en (icsimmflw Stjiiijicii, V, l.elp/ig y lierlin, 19()2, pp. .12. y ss. 2M

Hl siguienle puni de inllexin en la hisioria de la hermenulica aparece junio al nondiie ilel lelogo y fdsolb Sehleierniaeher. Con su a.vioiiia de que lo ineueslionahle no es el enlender, sino el malcnlender'\ introdujo en cierlo nioilo la thtda cartesiana en el arle, coinpronietido con la jiraxis, de la heinienulica, elevando la eoniprensin a lema de la teora liloslica del eonoeiniienlo independienlemenle de lodos los vnculos dogmticos y pragmlicos tle ht inlerprctacit'ni bblica. W. Dillhey le sueetlii) tieelarantio adems, bajti el relt) tle la It'igiea (de his nuinil sciciucs) de .1. SluaiT Mili y enla/.ando con la lislorik de .I.Ci. Droysen, que la ctiniprensin era el ctmcepto melodolgico rundamenlal tle lodas las llamadas ciencias del esprilu -a dircrciie;i de la explicacin anallico-causal propia de las ciencias de la naturaleza"'. TanU) Schieicrnuiclier ctmit) Dillhey, al prcgtmlirse cmo t:s ptisible el comprentlcr, radicalizan at|nel euestionamienlo de la comprensin de la Biblia y de los aticlorcs elsict> s medititla por hi irtidicin t|tie ya haba movilizado a luimanislas y relrmadorcs. De esle motlo enlazan al mismo liempo con la pregunta kanlianti por las ctindiciones de posibilidad y validez del conocimicnlt) objclivo. La reconduccin meldica de la cuesiin por parle tle Schleicrnuiclier hacia un sujeto que atin no comprende conduce en Dillhey al punto de visut de tiue el sujeto tlel ctimpreiider \\C) puetle concebirse, igual que el stijelt) tlel ctmocimienli) objelivti en la ciencia nalural, como una conciencia pura que determinase ctmio lnmcnos regidos por leyes las cosas en s que le alclan desde el exterior, sino eomo vitla t|ue en la vivencia y en la expresin de ht vivencia se eonipieiide ;i s misma tlestle dentro. Part compreiuler la vida ajena es necesariti, segn Dillhey, haberse ctimprcnditk) ya a s mismo etimti vida, lo que nt) excluye tiue la aulocomprensin original slt) a Iravs tle la eoiiiprension tle la expresin viUil ajena -t|ue se liiperesliliza en la eoinpieiisin entetulitla como un arte tle las eiencitis tlel es|)iitii- lleg.tie a pelceionaise eomo aiiloeompiensin en el sentitlt) tle l;i hiiniunihis. Con esla concepcin de Dilthey, segn hi cual l;i vida liumtina comprensible desde denlrt) -deirs de hi cual no hay nadti ms- trasciende en lodo mtnneiiU) la separacin etirlesianokanlianti de siijclt) y t)bjelo, putliendo por mlt) inlerpreiarse desde su aulocomprensin, enUiza Heidegger en Ser y Tieiii '' Si lll i.iKMAi ill.K, llcniciwutik, ijf) 1.5 y Id, c-ii IIVi7,c', . ITi. laiiibicii 11 . (i. CiAlJAMlR, II ihihril mu Mfllnnic, liitiiiinfii. 2 ss. "' I 7i/. mi arliciilt) Das Vfrslflicn: fiit; l'rol)lciiu'.fschicluc CIIL-IUI.', t:n . li/i/i'/i/ //i',i;////',.i,'CA(7/i 7//c, I. pp. 270 I, pp. 7, -,s l^dO, pp. I 7 ais HoiilVsgcs |.|2-l'>').

)i>". Hn su lu'rnicnulica existenciaria, lieiiieggei- reenipla/.a ia vitia i.|ue se et)in|ireuiic deniru tiel cieulo liernieniaieo de vivencia y expiesin por el ser-alu liuuiant), en el cual el ser en general ha accctlido a una relacin tic comprensin c>nsigo niisnu). Hste cnluiiuc le |)ciiiute lepctir la riregunta jlatnicoaristolclica por el ser tlcl enle (por el ov i) v) como pregunta por el seiUitlo del ser picsuponieiulo c|ue existe un horizonle tle comiirensin para tlicha pregunta, a saber: el scr-ali tiel ht)mbre tiuc, en su ser, ctimprciulc el scr-par:i y, de esc modo, comprentle siempre al niisnu) liempo y de modt) no ex|) lcitt) (preontolgico) el ser de lotk)s los ticnus entes. Hn lo tiue sigue enlenticrcntos esta posicin onlok')gco-runtl;iment; ib> ct)mo lu/iai/iiuiciini filostilic:! tle l;i winiciiciiliai. Hsta ;ilcaiiza su aulcniica aiUtictuuprensin melodolgica alt tloiitle Heidegger concibe ei lengutije como el iiu'/iii/n histirict) tle la ;mtt)iiUerprelacin tlcl sei' en l;i comprensiiui luimtma tie uno misnit) y del muntlo (en el ser-ah como dcspejamienlt) tiel ser), Cmo se lleg en cambit) a l:i prcgunlti por el criterio del senlitlo del lengutije que domina en gr;m meditki ia lllost)la tmallica de nuestros ditis? d'iindiicn at]ui pt)tlenu>s ptirtii' nn;i vez m;is de l;i ptdabrt griega iippiivKiu; in;is esta vez nt) de l;i i:p).ii]vi:iu de los poetas o tle sus interpretes l;i t|ue se liipcrcstil/<) metitlicamcntc en hl hermenulica tet)logica y tle las ciencias tlcl espritu-, sint) de la ';p|.iiivt:tu como enunci;itlo, tal ct)mo ki eslutlia .Aristteles en Itl primert p;nje tle su Org;mon. Ah no se concibe priinari;nnciiic la i':|)|iiivi:u como un |)roccso tic inlcrpret:icin tiue debe prt)tlucir im;i meiii;icin mlersiibjeliva del scnlitk) a ia manera tic la tratlicin, sino como estruclurt del lenguaje oiUo-k)gieamenlc condicionaila i|ue cst;il)lece tie una vez por Soliiv L'llii ilk'c 1 lfuli;i'i'i.T l'l) I 7I/I'/11 l'.l,". .:/(/' .S';i/,/i7/r (i'liijliiigcii, l')V', p. 't(i), (ll I Uiliiiihi "K'i iiiiiu ulu ;i" me ei.i l.iiiiiluii de ilu-. eilinliit -, de leuliii'i.i. I'illijiiee', m e ',i'iili,i Unli.ui.i e.peei.iiiiHiMe p d l,i iiie.lMiii de l.i leLitiiMi eiilie ki palabr.'i de hi Sai'nuki {.'.ciMiira y el peiisaiiiieiilii leiik'i'.ien e->pee iilali\ii. I.ra. si Ustedes iiuieieu, la iilisiii.i reiaeidii iiue enlre leniuiaje > ser, siilo i .|ue oeulla e inaeeesihle para mi: asi iiue busiiu en v.iiio enii iiuielios roileiis ) des\i;ie u)iies lili hilo eonduelor... .Sin aijuellos aiueeedenles lei)ioi;ieos luiiiea me habra pueslo en el camino del |ieiis:iiiiieiilo. l'cro ios aniecedeiiles consliluseii siempre el liiluro... I'osteiioriiiciue eiiconir de nuevo el lrmino "hermenulica" en Wilhelm Dillhey > su leora de las cienci.is liisliiricas del espritu. Dillliey se haba lamiliaii/ado con l.i heriiieneullc:i por las misiiuis renles: sus esludios de leologia >. en particular, su esUidio tle Schleierniaclier. I iil asimismo O. I'ika.llllt, /)i'( /)('/;/, iici.' Manin I IciiUyivyi s. ITlliiigen, l')(i.l, c;i p. II acerca del periodo eiilic l'IV y !')).!, en el i|ue 1 leidet^ger susliluye lemporalmeiUe la pregunla leolgico-e.'icol'.lica por el ,sci por la pregunla, inspirada en Dillhey

y ls.ierkeg;iard, por la ((raclicid.id de la vidao para llegar, siilo por mediacii in de esla pregunta, a su nuca pie-'unla - ^(llermellulica ^ por el ser. 271

lodas la condicin de posibilidail del signilicado o seniido. De ese modo, la pregunla por el seniido ciueda tlcsligada de la pragmliea del dilogo y -por lo menos en lo cjue es su planteamienlo y su icntlencia- subordinada a una sintaxis y una semnlica lgicas"'. Ya en ArisliSlclcs viene esle comien/o de la lgica del lenguaje a.sociailo con los inicios de la crtica del lenguaje; as en su leoria de los Argumenlos Sol'slieos. Por ve/ primera se encuenlra tambin at|u la iilea de un lenguaje Ibrmali/.ado i|ue einplear;i las palabras eomo los guijtirros del clculo, de manera t|uc en la conexin lgica de las palabras estara reproducida la necesaria conexin de los hechos designados. Aristteles recha/a esla idea a causa de la necesaria mullivoeidad del lenguaje, pues las palabras y la canlidad de enunciados son limitadas, mientras que las cosas son, en mimero, ilimitadas. Y as es necesario que un enunciado (o una palabra) signilic|uc muchas cosas"'. Pn estos inicios de Aristteles aparece ya ira/atlo el planteamiento de una lllosofa analiliea del lenguaje: por una parle se trata de indagar y desvelar aquellas fuenles del error en el pensamienlo humano que se basan en el malenlendimienlo tle la funcin tlel lenguaje, y, por olra, tle llevar el estudio de esla misma luncin tlel lengutije (las reglas sinlclicas y semnticas del U.SO de los signos) a un punto en que la mullivtjcitlad tlel lenguaje ordinario no ponga ya obstculo alguno en cl camino tlel enlendimienlo cienlfico. Ambas larcas fueron ya aboiiladas con lt)da energa en la Pdad Meilia, que, conu) culltira hiji ('foynbce) vinculada ;i 1;> Iradicin, depeiulti en extrema meditla de la interprctticin texitial. As surgieron aquclltis extensos y sagaces tratados como cl l)c iiropr'u'liiliints icniiiii) niin (en cl conlexlt) sobre lotlo tle hi leorti de la suposicin) y cl De iiioili.s sigiiijicdiidi (ltn\W\cn llamatlo (Iramfilica espectilaliva ), nticvamcnle eslimailos en nuestros di;is eomo precedentes direclos de la sintaxis y la semntica lgicas. Pero ya en la Ptlad Media se origin -en el seno tle hi facultad tle arlesuna tensin entre los lgicos tlel lenguaje, tiiie |)ielentlan tleeidir acerca tlel sentido posible tle los lexlos tle los micuirc.s basndt) se en crilerit)S perennemente vlidt)s hallados merced a "' t.a al)slratti()ii lic la iliiiK'iisiii piagiiKilica ilfl ilistuiso viene e.xp resacla en la ilisoeiaeiiiii ile la leliniea y la piuTiea ile la liSgiea del len;uaje. Cl 'r. a esle respeel) el siguienle pasaje ilel eumeiUarisla Ainintiiiiu: <d'uesl(i tiiie el di seursi) mantiene ma dotile relaeiVn -eomii mostr el lili'isolti I eolrasto-, ima eon los oyenles, pan los euales liene tm signilieatlo, y olra enii las eosas. tle las eiiales el liahlanle inl'orma a los oyentes, respeelo tle la relaeii'm eo n los oyeiues naeen la poliea y la relriea..., pero respeelo de la relaeioii del discurso con las cosas, el llltisol'o cuidar prelrenlemenle tle rel'ular lo liilso y demoslrar lo v erM\im (Df nlcri>n'tilii>iw Coiiiincnliiriiis, p. 65, .11-66.9). ''' Al<isit)iri.t;s, ,l-,i,'//;7//(/,v .V(i//\7/),v, I, l6.Sa2-i;. 272

un anlisis carente de supuestos, y aquellos representantes de la granuitica y la retrica que trataban de interpretar las intenciones personales de los lextos con la ayutia de un estudio de orientacin rdokgicodiislrica de las lenguas concebidas como lenguas particulares e bistricas. Mientras esle ltimo movimiento experimenta su verdadera eclosin en el llamado 1 lumanismi> renacentista y, pasando por Vico, enqialma al menos lcticamente con la l'undacin de las ciencias hermenuticas llel espritu en el siglo xix'", los nu)tivos aristotlicos de la lgica del lenguaje van separndose al llnal de la Iklad Meda hasla escindirse en la insiuiinilio nuigiia sciviilianuii del siglo xvil en dos polos. lin el nominalismo de Ockham y sus sucesores, que prepara el empirismo britnico especialmenle en su tradicin semitica, la crtica del lenguaje halla su fundamento posilvo en el presupuesto de una iiUuicin ile ios datos de los sentidos desvinculad;! del lengutije, datos cuya designacin ser el fundamento real del signillctido de los trminos, lin el Noviiiii Orgaimn tle Bacon, los iilnlii fori, es decir, las imgenes engaosas suscitadas por el lengutije de la tradicin, que ocultan los hechos de la experiencia sensible, ocuparn consecuentemente el lugar de los argumentos engaosos condicionados por el lenguaje en el Orgciiion tirislotlico. lin lerkeley es el velo de las palabras lo que nos altera el lengutije natural en el que Dios nos habla: la reduccin asociativa de los datos de los sentidos a signos. Y todava en B. Russell la posibilidad de la comunicacin lingstica estriba en el hecho de que podemos reducir el signillcatlo tle los nombres a combinar, conforme al irinciple of aciiuaiUiiu'c', a los datos de los sentidos que conocemos ya con tmterioridad. Aqu se muestra el origen de lo que en el siglo XX se Ikimar criterio empiristti tlcl senlitlo tlcl lengutije. La sospecha tle c;iicncia tic senlitlo propia de este criterio fue ya formukida por D. Hume en su Inqiiiry coniviiiing liitiiieiii utulcrsiiiuliiiy: Si tenemos l;i sospecha tle que un trmino li loslico se ulil/.;i sin signilicatlo o itlea tilgiina (como sucetle con dcmtisiada frecuencia), no tenemos ms que examinar de qu impresin se tieriva la supuestti idea. Y si fuera imposible tisignarie iin;i, ello servini |i;ir;i conllrnuir nueslra sospecha.''. l'or olro lati, en la pocti tle ki iiuiilu'sis uniwrsolis fue retomatki, sobre lodo por Leibni/., ki idea tie un lengutije-clciilo que Aristteles haba dcjtido de lado. Lnlonces regti el nuevo punto tle visla heurstico tle t)ue una formtili/ticitn del lenguaje -" V'il. mi csliiilio Dic lilcc ilcr .Spiuclic iii tici T'raililion iIcs llimuinis mus von I>mlc liis Vico, en\ii\hivf r UcyiiflsicscliUhw, vol. S, lionn, 196.1. D. HUMI:, Enqttirws, cil. Sciby-liiggc, sccc. II, p. 22. 273

tciulia tnic ser posible si se parliera no tlel lenguaje eorrienle, euya luneion signilieaiiva era impenetrable, sino tle un lenguaje arlibeial eonslruielo al el'eelo. l.os sig,nirieatlos tle stis palabras tieban ser retlueibles, metlianle ui\a tlellniein analiliea et)mpleta, a uleas simples isiniplii''s) o eonslrtiibles a jiarlir tle itleas simples inetiaitle una et)inbinatora. l.eibniz tisoeit) a esle programa, t|ue marea el tirigen tle la posteriornienle llamada logisliea, la idea tle un;i revoltieitdi en el enleiitliniienlt) entre lt)s lit)inbres, al ineiios en el tiinbiU) tle la eieneia. bn Itigm' de perderse en uiui interminable y estril dispula de palabnis, un d;i Itjs eieiildieos nt) lendrtin m:s t|ue Urnitir una tlelerininaeijn: calailriints". bslii claro tiiie el presU|)uesU) -laeionalist; i-de esUi iilopa logstica estriba en la eonvieeiin tle t|ue es posible concebir, y ;il lin tambin ct)nslrinr. una lingiiu >l\ili>sophicu en hi que la senuinliett t.|uede eslableeitia it priori sin recurso a Iti ex|ieriencia intlivitiual, punimenle sobre la base tle la sintaxis lgicti del Icngtitije, tic lorma tiuc los cienlliet)S que se sirvieniii tle la liniud luiivi'rsali.s ct)mo un C/C/S' ruidinaior sin la inlervencin intuitiva tle las inteneitines signilicalivas tic sus signos --signos en cierlo motlo eie.',t)s y guiados sido por el hilo dt;' Ariatlna tle la lorina lgica tlel ctdculo- enconlrtii ;in el camino titie los sactira tlel laberinto de prt)blemas tle la lilosolia. Ah liene su oii|:,en la itIea de t|ue la Ibrnu lgica tlel lengutije, si sc hi cnlienile reckimcnlc, por s misma nt)s ptine en la mant) el criterio que permile dislinguir el discurso con senlitlo del eareiUe de l. id origen tle la rilt)sora antiltiea tlel lenguaje de ntiestro siglo viene, ;i mi jtiicio, canicle izado porcl hecho tle qtie l;i lesis origiiuiria tle Leibniz tle la forma li'igiea del lenguaje, renovada especitilinenle por (i. liege, lleg a tma snlesis eon la crtica empirisla y noniinalisla del lenguaje. Idlo aconleci eon hl ayuda de la lgica tle las funciones veiil;iliv:is en el sistema tlel Ihimatlo ;iloiiiisnio liu'.ieo tle U. Kiissell y el joven Will ' l.ii un piujuiMua lie c.'ilculii ilc |i77 cscnbf l.cihiu/.; ...si M- putlicnii t-ut tiulrar sn'.nos D t;Miiticit-s t|Uf lucnu apnipiaiUis para f.\prt",ar Unas uufslias itleas tic l'tiiina laa l)fll;i s f.s.itla ttiiuu la ;iruiiiflica c.\pifsa tus m unt-rus... sc pulira hacer eii unios lus campos, eu l,i uieditla eii i|(ie eslii sirietos al ra/ uuaiiiieiUo, IIKIU at|uello t|ue (lucile hacerse en la ;njtuiuc;i \ la i'couiell;i. t'ties lotlas las iuvesligacioues i|ue tiepeutleu del ra/tiuamieiUo se pudiau llcv;u' ;i cabo medianle uua iranspusicitn ;i esos caracleres y metlianle una especie tic clculo... Alenlas se llegara ;i la eoiueuleucia enlre ludo el nuJUtlu acerca tle lu t|ue ha sido liallatlu o iiiveslBado, ya que una verilicacitiu tlel clculo sera bie n lcil..., y si :dguien tluthira tic lo i|ue lirmo le ilira; e,ileult;niuslu, seiior. .. l.os caracleres tiue expresan ludus mies;ros peusamienlos cuiisllliiirn eiiluiices un nuevo lenguaje... I'al lenguaje po.seer una maravillosa cualidad coiisisleiUe en hacer cenar la boc;i a itidos los ignoiaiiles. l'ort|ue en ese lenguaje ya no se podr escribir sobre lu i|ue uo se enliciide...i (()iiii.\iiilf \ i-i l'i,n;iiii'itr\ i nliis Ir

l.fihiii::, ed. de I.. ( ouluial, t'aris, I 'lll.i, pp. I 5.1 y ss.). 274

gcnsteili. cuyi) 'l'raclalu.s lj}gu<i-l'liili>s>iihiviis marca el pimo de parlida de la filosola analilica del lenguaje. Id joven Willgenslein separa nelamenlc la pregunla pov la verdad de la pregunla por el |H)shle senlitlo de una proposicitin. La piimea pregunla stdo puetle ct)nleslarse en llima inslancia medanle una ct)mparacit')n de las prtjposiciones clemenlales con los heclios clemenlales tlcl mundo''. Ln cambio, la prcinmta por ei senlitlo de una pri)|)o:acu>n puede CDnlesiaise, indepcntlienlemente tle la respuesla a la pregunla ptir la verdad, mediante el anlisis tle la Itirma li')gica tic la proposicitMi. Metlianle la rctluccitu tic la proposicit')!! a las proposicitmcs elementales conlenitlas en ella con la ayutla tle la k')gica tle las lunciones \crilativas tiene tiue potler moslraisc, en un lcn'ua|c tjUc en su eslruclura lgica repi't)duce los posibles eslatk)s tle cosas tlcl mundo, cu;iles esiatlt)s tle cosas del>en ereclivamcnte tener lugar si la proptisicin es vertlatlera: Lntentler una prt)pt)sicn tiuiere decir, si es vertlatlera, saber lo t|ue es el caso. (Tambin .se puetle entenderla sin saber si es vcrtiatlea). .Se la cnliciitle cuando se ciilicntleii sus partes constitutivas. ''. De esle modo, Wiltgenslein estableci un criterio lg.ico tiel senlitlo en el tiue al mismt) liempo se hace valer el crileiit) emprico del .senlido en lano que puetle suponerse t|ue lt)tlt)s los nombres tle los i|ue hace uso el lenjMia.ie esln coindmatk)s ct)n sigmlicatk)s ohjelivos, teniendo las proiiosiciones nicamente la luncin tic reunir e.xpeiimenUdmenle en un ct)njunlo nuevos eslatlos tle ct)sas mcditmte ct)mbin;iciii de nt)mbres'\ Willgenstein reconoce t|ue es humtmtuiicnle impt)siblc exlraer innicditilamcnlc tlcl lenguaje corricmc ki k')gc;i del lenguaje por l pt)siidiitl;i. Pero no ve ah mtilivo tilguno para diultir tle la valulc/ tlcl crilerio del senlitlo tjue establece. Pues hl roriiia cxlciiui tlcl \'cstitlo tlcl lenguaje oidinaiio est coiislruitla con un lin complclamenle tlislinlo que el tle perniilir rect)in)cer la fornu tlcl ciuupt) {es tiecir, la estructura lgica de la lijuiniciii tlcl muntlo tericamente relevante)'". .'\uiitiuc si ve Willgenslein en el hecho tie t|ue la fornu e.xternti tlcl leiiguaje tttllslracc la lt)i'ina kigica inlerna la ra/.tSn tiel maleiitendi miento liloslict) de ki liuina del lenguaje, ms an, i del rompccabeztis Instiluble de la lilt)sof;i en general. Y ptirI tiendo tle ah llcgti a su clebre sospecha tle carencia de senlido \ '' L. VVli loiNsliiN , l'nuidiii--, I.iii;iit) Jiiiliisiiphisiiis. 2.22.1, t;n S cJiilh-n, l-nmkl'url, 1960, p. Id. i ' ' IhUI.. -1.(12-1, p. 2S. //i/W.,-I.O.tl, p. 2S; flV. laiiihifii-l.(12d \ ss., p. 2K. -' Ihul.. -1.1 KJ2, p. 2.S. !i 275

que. Junio eon cl poslulado de un criierio del seniido del lenguaje, consliluye el molivo central de la lilosolia analtica del lenguaje. l.a mayor/a de las proposieiones y cuestiones que se lian escrito solire asuntos lilosficos no son falsas, sino sin sentido. No podemos, por ello, responder en modo al'.rmo a euesliones de esa clase, sino solamente establecer su sinsemido. La mayora de las euesliones y proposiciones ile los lilsolos proceden de que no comprendemos la liigica tle luieslro lennuaje. (Son cuestiones del Upo tle si lo buenti es ms o es menos iilnlict) que lo bello.) No hay que asombrarse de que Itis ms profundos problemas un sean propiamenle problemas-'. Si a ello aadimos que, segn el ''nulaliis de Witlgenslein, las proposiciones vlidas a prioii de la lgica y la malemlica no son ciertamente sinsenlidos pero s caicnles de sentido -en cuanlo laulologas- y que la lilosolia misma -o la crtica del lenguaje-"-, que percibe lodo esto y lo hace valer, no cs entendida como una posible teora, sino como una actividad clarilicadora del pensamiento-'', obtenemos enlonees la conslelacin fundamental de la lilo.sofa analtica del lenguaje en sentido estricto, filosofa que en los tiempos posteriores lleg a ser conocida especialmenle por la crtica a la metafsica, que apelaba al l'rciclaliis de Willgenstein, del llamado positivismo lgico . Con la mirada puesta en el desarrollo ulterior tle la filosofa analtica, especialmenle en la leoria de lt)s juegos lingslict) s del Willgenstein posterior y en la sennlica tic Ch. Morris, que completa la pregunta neoposilivisla por el criterio del .sentido medianle la introduccin de la dimensin pragmtica de los signos, mencionaremos an, junto a la snlesis semnlica de lt)s criterit)s Itigico y emprico del sentitlt), un tercer eidque que ha de atribuirse al fundador tlel pragmatismo americano Cdi.S. Peirce'". En una confrontacin crtica con el enipirismo britnico, que se planteaba el sentido de los conceptos universales de la ciencia mediante la exigencia tle una reduccin tle su signilicado a los datos de los sentidos, llegt) Peirce, en su recensin de Berkeley de 1871, a la siguienle propuesUi de un criterit) pragmtico del sentido del lenguaje: " //);/., 4.003, p. 26. //)/(/, 4.00.1, p. 26. -" //)/(/., 4.112, p. 31. Vid mi edicin e inlrotluccin a Itrs lexlos de Ch. S. I'eirce en Srliii/icn l, Prankfurl, 1967. 27()

Una ivgla nicjin' para cvilar las ilnsiiiiics del lenguaje es sla: eurnplen las eo sas la misma lunelu en la pnixisV lnlonees desigualas con la misma palabra. No lo hacen? lUonces djalas ser dUrenles. Si yo he aprendido una Ibrmida expresada en un galiinal;is i|ue de alguna forma obra en n\i menuiria de n\ane ra que en cad;i caso parlicular me pone en condiciones de aduar como si luviera uua iilea general, qu posible nulidad habra en illstiuguir enlre el galimalas, la frmula y la idea general? l'or qu habra ile ulili/ar el lrmino Ultu yynvnil en un senlidu l:il i|ue metlianle l separase cosas t|ue pan ititlos los efeclos tle la experiencia son itiiitieas?" En 1878 escribe Peirce en su cvlebre arliculo low to inakc oiir ideas ilear. Para delerminar el significado de un pensamienlo, sencillamenle no leemos ms que delerminar qu hbitos origina, pori|uc el signilicatlt) tic una cosa consiste sencillamente en los hbitos que sla implica'-. Este enlociue an vago y general lo precis Peirce en 1905, reliritiiulolo al uso clel lenguaje de las ciencias experimentales, del modo siguiente: ...cualquiera que .sea la alirmaciiin que hagamos, sle (se. el cienlilico experin ienlal lpico) cnlender por su signilicado que si una delenninada prescripctn es posible para un experinienlo y se pone en prclica, enlonccs se seguir una experiencia pcriclamenie localizada -o, de lo contrario, no ver ningn seiuitlo en at|uello que tiecimos". En el mismo contexto maniliesta Peirce l:i sospecha de tiue casi lt)das las proposiciones de la metalisica oiUoltigica o son galimatas carentes tle signilictido ,..o son simplemente absurdas 'i. " Pintor;, Cilcclcd l'aih-rs, vol. VIH (ed. de \. \V. liurks, Cambridge (Mass.), I';.SK) M. '' Piiutl., Colli'clcd l'a>cis. vol. V (ed. tle Ch. tlartshonie y 1'. Weiss, Cam brtlge(Mass.), 19.11/.1.S, -lOO. " lilil., vol. V, 411. '^ //'/(/., vol. V, 42.1. I'eirce relleja ya anlcs que Willgenslein lo suslancia l tiel paso, en la critica a la metafsica, de la erilica -empirisla y trascenden tal- del conocimienlo a la erilica del senlitlo. As, conira el inteiilo tle Kanl tle limitar ei coiuicimiemo al mbito de la experiencia posible medanle la dislin cn enlre nomeno y fenmeno subniya I'eirce que la CIIIHICIIMI IC .vwiiV/ar del hombre -es decir, el uso con sentido de los signos- est ya referida a la

e.<|)ericncia posible y ijue, jior tanto, la disiincin enlre el uso inmanenle y irascendente ((texlralimilatlo) tle la razn no liene ningn senlitlo: <tl hold Ibr inslance, llial man is so completely liemmed in by ihe bounds of liis possible practieal experience, bis miud is so estricled lo being ihe inslrumenl of his neeils, Ihat he eannol in ihe least iiiain anything, ihal trascends Ihose liniil s. The siricl consequenee of ibis is, ihat it is all nonsence to tell him llial he mus nol Ihink in ibis or Ihal way because lo do so would be lo tianscend ihe limils of a possible experience (d/r ci., V, .Sli). 277

En el niisnio ao apareci la teora especial de la relatividad de Albert Einstein, en la que por primera vez un concepto fundamental de la fsica, la simultaneidad de sucesos, se defina a la manera propuesta por Peirce, a saber, como prescripcin operativa para posibles mediciones. Esta revolucin semnlica (Ph. Fiank) fue generalizada por Bridgnian, al parecer sin conocimiento de la anlicipacin de Peirce, en la lgica del llamado operacionalisino. I lacia la misma poca, el pragmatismo de Peirce se extenda a Iravs tle W. .lames, .1. Dewey y otros, no siempre en aciierelo con Peirce, a la rekicin enlre sentido y praxis vital en general. Einalmente, a parlir tle 19.14 Cli. Morris inieni rcelabtirar sisleinlicaiiiente los enltiues de Peirce en una semilica pragmatista " en la que en realidad propona, adaplndtise a la teora de la ciencia del neoposilivismo, una rctluccitn beliaviorisla tlel enfot|ue peirceano. ^. CONt K(JNtAflt')N l'Rll.IMtNAK I:N I KH I.A III;RMI.NI;UI KA i)t:i.si:R \ t.AtRlrtcA ANAi.iiitA t3i;i. .SI:NIII)I) Si comparamos la ticlilud bsica de hi lilosofti analtica con el problemti anleriormenle analizado de la hermenulica, lo primero que llama l;i atencin es tiue en ambas ptirles la problemtica del senlititi y de la comprensin ocupa un lugar central, pero que en la crtica tlel lengutije la relacin enlre senlidt) y comprensin en cierlt) motlo invierte sus ptiltis. idi hl hermenuticti, cl impulso cilico se thriga siempre, en loda gcncrtilizacin y ratlicalizaein renexivas tle sus itletis recloras, al mlodt) de la comprensin. De Lulero a Sehleierniaeher, el lema tic la ( (inipirnsiii fue cueslitinndose cada vez ms radicalmente, mienlnis el .sciiliclo tle los lexlos ;i inlerpre liii rclaciliii c'Dii clin, IVirc- cuinciila la |irtilMhicin.clc A. t'oiiitc ilc l as hi( KUcsis inclalsitas, cs decir, de las tii|nitcsis i|iic iiu tienen cunseciieneias en el sentido de la experiencia posilile, con eslas palabras: ...Mich (a) lliini; as a liypolhesis wliieb is eillier wluilly oi pailially iiiel apliysical (en el senliilo de C'oiiue) eaiiiiol be eonslrricled... A inelapliysical pioposi lion in C'onue's seiise vvould, lliereroie, be a .'.raininalical ariaiiyeiiieiil ol'wo ids siinulaling a proposilion. bul in l'acl, nol a proposilioii, because ilesliliile of meaning (<//). cil., vol. VII, 2()'t). 1.a consecuencia dircela de esla lailical erilica del seniido es para I'eirce qu e el vuelo de la fantasa no esl de ningn modo limitado por la mxiiua pragmtica de ta clariricacin del seniido y, por eiiile, debe ser posible uua melafisica que esl sujeta a la confirmacin emprica in ihc liiny inn. Vase a este rcspeclo nuestra confronlaiiiin fmal enlre la liermeniilica del ser y l:i cr iliea del seiilido (inliti. pp. 11 I ss,).

l/i/. lili arlieulo en l'hiiis,>i>lii\clic linmlscliun. I ll'15')). |ip. IM-IH-I (w/pni, pp. 1.1.1 ss.). 21H

Uir nunca se pust) sustancialnienlc cu duda. La cosa no cambi cuando bajo el signo del liistoricisnu) dillbeyano los documentos melallsicos-teolgicos objeto de inlerpreiacin perdieron su rimcin normtiliva debicntio entenderse tan slo como expresin de hl inlinita jilurilrmidtid de hi vida. I'intilmenie, Heidegger no diiilarti en su pregunta por el sentido del ser LIC que la jialabra ser, tal como la empletm los filsolos, tenga un sentitlo, sint) tic t|ue este sentitlt) htiya sitio entendido tie mtincra atleciKitIa en la metalisica irtidicitinal, y creer t|ticjustamciUe los f)rt)blciiias suscitatlos ptir el pcnstimientti histrico de los lilsofus tlcstle I icgcl y Dilllicy, tiue tlesbtmctiron l;i ontt) lt)ga tradicional al relativi/ar sus calc|.',oiia.s en el iiuirct) de una iilt)st)ri;i tlcl espirilu y de la vitia rcspcclivamenlc, cncuenlran su tulccuatlt) desarrollo en el marco de una hermenctitica que comprenda el ser tiesde la hisloricidtul de la existencia luimaiKi. Id si'r no es, por tanto, en Ileitlegger un conceplt) tan extenso como tibslracto -en tiiialogia con It) tinivcrstil de un genero-, sino tjtie, antes bien, est pcnsatio en analogiti con la vida tic iJilllicy, t|uc se iiilcrprcUi ;i si mismti tic nit)dt) bitigrlico o liisltii ico-universal. Lo tpie tlircrcncia ;i Heitlegger de Hegel y Dillhey es sin dtidti el hecho de que la vida - (7 .ver nt) es prinKiritimcnte ct)mpiciitlid;i ex posi -como algt) tiue ha adquiritlo yti su tirlictihiciiin tle signillcalivitkitl-, siiu) tinte todo como algo que tiene tiuc vivirse hacia tidelanlc (Kierkegiiard). Ln csia comprensin del ser ct)mo por mor tic tic la curt, destle l;i t|iic, adems, adtiiiierc senlido lo tiue llama el pastitlt) ('i'rgini;cnli('il) coint) algo siempre inminente (ininicr iiinh heviirsh'/wad), esl;i hi ratlicali/.ticin espccilicamenle tuiltilogicti-cxislenciaria de la Itica tic hcrmcncutic;i. .Sin embargo, esla ct)nvlene con la hermenutica de I3ilihcy en la acenttuicin tic la comprensin ad liiie tle Itis textos lingsticos, comprensin cuyt) senlitlo iit) litiy t|ue enjuicituit) ante lt)dt) tic tictienlo con lt)s crilcrt)s gcncrali/.tibles tle mu lgica tlcl lengutije siciriiiie vlida''", sino tlcstle el esliier/o tlcl pensa miento histrico, tiue en ctidti siluacin del muntlo ha tle realizar ct)iilinuainciilc una sntesis entre la aniicipticin tic las posibilithitles tic la cxistciiciti y l;i apropiticion tic hi tratlicin. liente a ellt), el accntt) tle la lilosola tiiuilitica rectie directamente, como muestran y;i sus tintecedcntes, en el cuestionamienlo tlcl sentitlt) lingstico-especialmente tle Itis textos leoItigicos y mettUisicos. Ln el primer Wiltgenstein, hi posibilidad de hl comprensin est en cierto motlo garantizada por la lgi .'\iili-s tlf su \ lra|f lici nifiu'-ullti), el |irii|)lt) 1 li.iiIK.1 a i; haba fiisavalo la via tlf ia loiiif.i llel Iriiguajc. (ji. i"ipeti.iliin'iUf /)/( Kiili\\;iiiwn IINI Hfilt'iiliiny. slrliir il,'\ Diais .Sii/n.s, j iihiiii'.cii, l'.l Id. ?7')

ca del lenguaje (ella prescribe al mundo su sentido posible). Para Wittgenstein, el motivo ltimo de la aparicin de proposiciones .sin .sentido (y aun antes de las cuestiones sin sentido, de los aparentes rompecabezas de la metafsica) est tambin fundado en un comprender de hecho deficiente: simplemente en la no-comprensin de la forma lgica del lenguaje, la cual -en cuanto forma vlida a priori tlel mundo descriptible y, por tanto, expelmenlable- fundamenta la ptisibilitiad de comprender. An tendremt>s que volver sobre esle piesuptieslo de la crtica wittgensteniana del lenguaje y sobre el problema de las condiciones de posibilidad y validez de la filosofa analtica en general. Intentemos ahora esclarecer la relacin de Heidegger con la critica analtica del sentido ilustrndola en un problema ejemplificador que es central para ambas partes. La filosofa de Heidegger, en la medida en que, al formular la pregunta por el sentido del ser"', recoge la pregunta fundamental de hl metafsica occidental, la pregunta por el ser del ente (el v ij v), sugiere una confrtintacin entre hermenutica y crtica analtica del .sentido. Heidegger tiene la pregunta fundamental de la metafsica por ambigua, abrigando la st)specha de que la metafsica tradicional no ha comprendido esa ambigedad. El malentendido de la metafsica tratlicional se deja ver, segn Heidegger, por ejemplo en hi forma de la pregunta fundamental de la metafsica ttil como viene formulada en Leibniz. Esta reza as: por qu hay ente y no ms bien nadti? (l'ounptoi il y a pluLl qnel/ne eliose que rien?^') Lsta pregunta nace del asombro de que haya ente; al interrogarse por lo ms all del enle coloca al hombre ante lo exislenle en su lolalidad. Pero al interrogarse por lo ms all del enle interroga a su vez por un ente que se postula como causa suprema de todo ente'". En otras palabras: Leibniz no pregunla por el ser que el hombre tle algn motlo liene tiue haber ya comprenditio para asombrarse de lo exislenle como lal, sino que pregunla por lo existente en su totalidad igual que se pregunta por un ente determinado cuya presencia debe explicarse por leyes nalurales. Ah se hace patente, segn Heitlegger, la constitucin onlolet) lgica de la metafsicti Irtidicitmal, que nt) es capaz tle pensar el ser en cuanlo dilrenle tlel enle (la dilrencia nlct> r.n Ser y IU'DIIIO ( 1 y 5) escribe lleiilegner vanas veces senlitli) ilel sci", con lo que la pioxiniitlad al pliuileaniienlo lingiiislico-analilico ,se expresa aiii nis.clarainente. " I.IIDNI/, , l'riiuih's (Iv la nauiv el ilc la yiiur (ed. tierhard, lomo VI , p. 602, nota 7). Clr. lirinrraa K, I('/.V /S7 Mclai'livsik'. Iniroducein a la S. ed. p. 20. Cfr. la Iniroduccirin a Was isl Meiaiiliysik?, pp. 20 y s. 280

onlolgica) y en vez de ello lala de probar la exislencia de Dios como el IdUc Supremo y causa (.le lodo enle''. Hn esle punto puede esUiblecerse con relaliva facilidad una relacin entre Heidegger y la cn'tiea analilica a la metabsica -una relacin que muestra que tanto la hermenulica del ser de Heidegger ciuno la filosofa analtica del lenguaje transcienden crticamente la inel;ifsica tradicional (nu ontologa, si bien de manera diferente. l.a pregunla de por tiu hay enle y no ms bien nada es, .segn el 'raclalus de Witlgcnsteiii, una pregunta sin senlitlo , porque presupone que pt)dramt>s decir eon pleno senlidt): existe el enle o eso es un enle, Y eslas dos seudoproposiciones vienen a formarse, segn Wittgenslein, porque se confunden concei)tos formales, que nicamente expresan la forma lgica del lenguaje y del mundo descriplible, con aulntct)s conceplt)s materiales, bajo los cuales puetle subsunnrse algo'". \ ambas proposiciones ontoltigicas se las enliende .segn el modelo de propt)siciones como existen cisnes negrt)s o eso es un cisne negro, que permiten lener un conocimienlo de lo que debe ser el ca.so s son verdaderas. R. Carnap precis una vez ms en su artculo de 1950 Hmpirism, Senuintics and Ontology" la distincin a que apuntaba Willgenslein metlianle la tlislincin entre cuestit)nes internas y exlernas respecto tic sistemas semnlico.s. Las cuestiones inlernas (por ejemplti la pregunta: (.existe el mayor nmero primo?) tienen senlitlo en ttmto presuponen un sistema semntico (un jraiucwork) como base de verificacin; las cuestiones externtis en ctimbit) (por ejemplo, (.existen los nmeros? ), micntrtis se las entienda ct)mt) cuestiones lerictis, ctirecen de sentitlo. A lo sumo, su .senlitlo puetle consistir, segn Carnap, en suscitar el problema prctico de si se ;icept;i o no un tleterminatlo sistema semntico. La confrontacin hecha hasta tihoni entre las posturas hermenutica y crtica del senlidt) mueslra y;t claramenle la diferencia en la preconcepcin heurstica de ambtis corrientes: ah donde se iiiipt)ne con Wittgenslein y Ctirntip l;i sospecha de carencia de .senlitlo, impone Heidegger hi st)specha del aulonitilenteiulitlo de uiui pregunla legtima y probmda. Sin embtirgo, destle esle punto tic vista hermenulico del malentendido, que tampoco falta tlcl lt)tlo en los an;illict)s del lenguaje, podemos ' ' (TV. cu especial Ih-r Sarz vaiii lnund. IT'iilliiigen, I9.S7. "' (Tr. riMiiitus. T. lid - 4.1:7-1. pp. .1-1-47 ile la cil. cil. " l.in Rcviic Inh'iiuiiioialf de l'hdnsople, 1 1 (19.^0), rcimpicso en L. LlNSKV, Si-niiiiilirs iiul die 'hdosophy of IxiHiiHu^e. lliliaiia, 1952. 281

establecer una vez ms una medicin entre los resultados obtenidos hasta ahora de dicha confronlacin. Tanto Meidegger como Wittgenstein y Carnap no slo se distancian de la onlologti clsicti; ttimbin cl intento tle reconstruir cl problema legtimo tle la ontt)log;i hace tivanzar a ambas posiciones un trecho ms en la misnu direccin: Heidegger tampf)CO entiende hi fdosol'a como tma ciencia terica que ostente proposiciones empricamente vcrilicables o antdlicamcnte tlemt)strables, sino tmtes bien como cl proyecto explcito de la comprensin del ser. Por medio de esle proyecto -que lleva ;i cabt) el advenimiento del ser al pcnstunienlt)-, el sei' histrico se inshila, segn Heitlegger, en at]tiella ctisa del lengtiaie pt)r medio de la cual queda siem|ne ya en gnu parle eslableeida en lrma de comprensin tlel ser no explcila (preonlolt)giea ) la lrnu tlel mtmtlo (Willgenstein) viilitla a priori. Idi lal tnedida, Heidegger puede estar tambin de acuerdo en que la vieja pregunla porcl .ver del eme en su verdatlero sentido interroga anles por las condiciones tle posibilidatl tlel iliseurso acerct del ciUc qtic ptir tm euw -tiue necesariamente sc preseiiUi dentro del mundo- ti aun por la lotalidad tle Iti exislenle. En esle aspecto, Umlo cl anlisis crtico tlel lengutije como la hermenuticti del ser de Heitlegger vienen alclatlos por la lilosolia trascendental de Kanl, especialmenle por el principio supremo de los juicios sintticos. (La lilosolia analtica, a tiecir verdad, prescinde de los juicios sintticos a priori. Su luncin es rclicamenle asumirla ptir el proyecto del sislema semnlico por medit) del cual tiueda eslableeida la posibilitlad de los juicios sinllicos y anallieos'-. Ln otras pttlabras: el giro copernicano de Kant nt) esl ail miado de motlo espeetdalivo en hl semnlica ctinslrucliva, sino praelieatlo.) '- Ya fii cl Witlgenslein del ''nulalus iieupa la inluiciii ii piiiiri ile las posib les Idnias que podran darse a las proposiciones de la eieneia/ el lugar de los juicios sinllicos Iiiriini, como por ejemplo la ley de eausaliilad o ia eslruclur a de los colores (clr. <t.'.U y (t.M-(.^3. asi cimio (i.1.S-(i..i(i t, ()..1()2, (>. ^^ y t)..175l). Que se hable atjui ile las posibles liunias t|ue pueden darse a las proposiciones, uuiesua la reali/rleiii prclica del giro eopernicano en la semnlica conslrucliva; pero que Willgenstein hable en este contexto a la ve/, tle intuicin a iiinri revela la intima conexin de su ritica del lenguaje puro (Slenius) con la t'rlica de la ra/n pura de Kanl y apunta a un metaproblema filoslico de la semntica conslrucliva que Wiugeiistein vuelve a locar cuando (en las licincikuiiyxn 211 den (inindliiycn dci ,\Udicnuaik. I, 7-1) hace la siguienle observacin acerca de la susliiucii'in de las iiiluiciones esenciales poi eouvericioiies lingslieas: Y, sin eiiibaii'.o. se replicar: nata li;iy iHiis tlili ciUe que una proposieitiu soliie la prtil'uiulitlatl tle la cseiieia y una proposicin sobre una mera coiivenciou. I'ert) y si respondiera que la profundidad tle la esencia obedece a la i>rofunila neeesidatl de una convenciiV I labria una experiencia esencial t|ue 110 se plasmara tlireclameiile en propt)sieioiies, sin o en el e.slableeimieiilt) tle las contliciones de posibilidatl tle las proposiciones , en la inlitdiiccitin o variacin tle un juego lingislico?

Con lodo, 1 leitlcgger nt) reduce la vieja pregunla pt)r el ser del enle a la pregiuila ptir la coinprensin del ser con el prt)pt'>sitt) de susliluir la onlolt)ga pt)r una t)nlt)semntica irascendenlal", sino con el Un tle perniilir a la ct)niprensit')n tlcl ser-y con ella al ser niisnit) tiuc se leniporaliza hisltricamenlc- inlerprelarse a s nusnu ct)nu) nuitlt) tle ser tiel ser-ah humano que se contiuce rclalivamenle a su ser. l'n t)tras palabras: 1 leitlcgger inlenla en cierlo mtido super;n la rctiuccitu motlerna tle la pregmUa poi' el ser a la pregimU por el lenguaje, as como la retluccitin kanliar.;i de la pregunla por el ser a hi pregunla por la conciencia Iranscendenlal (por su posicitn tic objelivitlatl con respeclo :i l:i e,\perienci;i posible de los scnlitlt)s''), en la pregunla por el ser que en el ser-ah luimant) como ser cu el mmitb ;icccde a una aulocomprcnsitMi y a luui articulacitHi lingislica tle tlicha ct)nq)rcnst')n. Idi esla recoritluccitu tle la pregunta por el sentido tlcl ser a un probicnu -mediado de nu)dt) histtuico y lingiistico-conumicalivo- tle auloententlinucnlo del hondue consigo mismo acerca del ser tiue l tiene t|ue ser, me parece expresarse luicvamcnte el canicler hermenulico de la lKisofa heideggcriaiKi. l'ero cuando I leitlcgger eiuientle la precxunprensitn lingslicamente articulada de la eslruclura del mundo, por la que viene condicionada i priori la posicitn de los objetos posibles de hl experiencia, como siendo ella misma a su vez -eslo es, como aconlecimienlo del ser que .se nt)s impone como deslino en nuestro poticr-ser-, se ve rorz;itlt) a hablar de el ser, a ponerlo liiigslicamciUe ctmit) si lucra un objeto tiue es -o un pretlicado t|ue piietla iicompaai ;i un t)bjelt)'\ " Una solucin scnicjanic, i|uc se deiliiee ya del J'iiuuuiis tle Willgenslein y del aileulo ile Carnap <dTnpirisni. .SeuiaiUics anil Ontology, lue desarrollada por piinieni vez por ti. .I.woskv en su lilno Dw sprdc/iliiJu'ii (.iniKLiyi'ii ilc r l'liihniiplii', tiaz, I')(i2, y jeeienlenieiUe por I!, ls. SlMtiil en .Spraehe und -Sein. UnlerMicluingen /iir apiaelumalyliselien Cirundlegung der Onlologie, llediu, 1907. " I V7 a esle respeeln KtiiUs 7//i'sc iihciila\ Sein, Iraukl'url, 196.1. lin adel anle cilaicnios de su leiinpiesin en il'eyjniiikt'n, IT'ankl'url, 1967, pp. 27.5 y ss. ' 1-1 |)ropio Ili.iiiitiuiR repan en esla circunslancia cuando en la introduccin a ll'ii.v i.v .Mcliipliysik:'csenhc: (d-.l intento de pasar de la representacin tiei ente en cuanlo lal al pensamienlo de la verdad del ser, tle alguna manera liene tiue repiesenl.ir lambin, parlienilo tle atiuella represenlacin, la verdatl tiel sel', de suerle ijue esle represenlar viene a ser necesariamente de olra ck rse y, a la poslie, no adecu.itio en cuanlo lepresenlacin a lo piu-pensar l'/.nlenk'nil' s. i. - 1.1 piobieni.i lingislico t|ue planlea esle rebasamiento tic la represenlacin obietiva lo aclara 1 leitlegger de la siguienle manera; l.a dilicullad esui en el lenguaje. Nucslras lenguas occidentales son, cathi una de dilrenle manera, las lenguas tlcl pensinucnlo mcuilisico. Si la esencia de las lenguas t) ccideulales esl;l en s conrorniatia .slo melalisiciinenle. \ pv>i Linlu eonrormada delinilivanieule por la onuileo Itigica, o si tllchas lenguas olrecen iUi;i:. po sibili2K1

Un esle puni sc agudi/a la discrepancia cnlrc hcnncnculica del ser y niosofa analiliea del lenguaje, cuando el lenguaje mismo de Meidegger puede convenirse direclamenle en objelo de la crtica del sentido. Heidegger podra concederle a Willgenslein que la proposicin hay el enle o exisle cl ente induce a error, puesto que sugiere que enle es un conceplo genrico, cosa que ya Ari.stleles neg; y podra asimismo convenir con Willgenslein en ciue la proposicin eso es un enle o es por el mismo motivo engaosa o es, si se la cnliende eorreelamenle, laulohgica y, por consiguienle, no dice naila. I'ero Heidegger insislc en que enlie todos los enles nicamenle el hon\bre -pueslo que comprende el "ser-para"- (experimenta), llamado por la voz tlel ser, el mtis porlcnloso de los prtenlos: t|ue el enle es"'. Mas no signilica eslo que el molivo del tisombro esUt en la ctinsUmcia de que hay enle, la cual conduce a su vez a la pregunla melalisica de porqu hay enle y no ms bien mida? De ningn modo. Heidegger no se asombra de que haya enle o de que eso o aquello sea un ente, sino de que el enle sea, de que, por ejemplo, esa pietira .VYO>". Tanlt) peor -potira decir un analtico del lenguaje: puesto que hl proposicin esa piedra es exige evidencia y no puede por tanto equipararse con un enunciado existencial que esl an ptir verificar (ct>ino, por ejemplo, la piedra de la que li;iblamos existe), y puesto que, por olra parle, tampoco es una tautologa que no dice nadti, sino expresin del m;is prolntlo asombro, habr que admitir, coint) parece, que 1 leitlegger quiere entender el cs en el sentido de un verbo no vaco, lo que evidenlmenle signilica que Heidegger cs vciima de aquel viejo malentendido sobre la funcin tlel lenguaje que, segn Kanl, esl ;i la base de la prueba onloltigicti tic Ditis. Heidegger parece enlentler el ser corno predictido real que pudiera aadirse ;il concepto de una cosa"'. Nt) obstitntc, Heidegger niega expresamente que l enlientia el ser como predicatlo real y, en su anlisis de la lesis de Kanl st)bre el ser, declara: dadcs del decir -y ello sinillca a la ve/ del tiecir ctiiisislenle en no tiecir-, es una cuesliii abierta. (//OI/I/V/ IIIUI DiJIvivu:., ITullingen, 1937, p. 72). \:\\ esta lellcxiiin, la pmpia respuesta tle I leitlei'.i'.er se iueluye en cier ta ina iiea en la crtica analtica del sentido. tTr. a esle respeelo luiestias consitlera eioiies en lomo al criierio del sentido tle la praxis liisltnica (infru, pp. 3 I 7 ss.). "' I li;ii)i.(itii.l<, epilogo a la 5." etl. de llVrv i\l MfUipliy.sik'.', p. T2 . " (Tr. lll iDi-tita i(. Kiiii\ l'iu'S-iV/icr I//.S .VC/II. c/i., p. 2H().

t'lV. KANI, Knlik der reinen l'erniin/l (A It ()2)). bii esle sentido -es decir, eomo realismo plali'mieii ampliado t|ue en liltimo lin explica lodo ser asi del enle como participaciiin en el ser- iiuerprelan la lilosolia de Heitleg ger S I 1 (iM'n.iiu (lliiuplslriinninyen. np. eii., pp. 190 y ss.) y Si'l i ll i lap. eil.). 284

l'ara pensar el sen> y el es se retiiere... una visin ilisliiUa c|ue no esl guiatla por la eonsiileraeion e.sekisiva ile las cosas y por el contar con ellas. Potlei nos oLiservar y examinar por lodos los lados una pieilra iiiie esl anle nosotros, i|i ie nos es palente: nunca enconlraremos el es. Y, sin embargo, esa (lieilra Ante tinti lesis como esUi, a la likisola analilica, tal como se ha desanollaclo htisla l;i lecha, no le cabe ola actilud tiue la st>specha tic carencia de senlido, pues Iti proposicin de Ileitlegger no parece salisliicer ninguno tic ios crilerios posibles tlcl senlitlo lingislico; 1) Nt) salisl'ace el crilerio de la forma Itgicti del lenguaje, pueslo que no liene ni el siiiiiis tle un enunciatlo e.xislencial, en el que a un eonceplo (Kanl) t) :i un;i funcin proposicit)n;il pretcaliva (B. Russell) se le asigna nictimenle un objelo, ni el de un enunciado en el que se le atribuye ;i un tibjeto un predicado real. 2) La propt)sict')n de Ileitlegger tampoco stilislace el crilerit) emprico del .sentido previsto en l;i Itgicti del lenguaje tle B. Russell, tlcl primer Wittgenstein y tie la semntica conslrucliva de C'arn; ip, pues comt) pit)pt)sicin evitlenie prclentle cnuncitir mtis que una mera alirmacin de existenciti, pero sin presentar nada ptuecitlt) a un;i verihcacin tie un;i ;illrmacit)n tle existencia (como, pt>r ejemplo, la proposicin: eso es uiui pietira o esa es la piedra de la tiue habibtimos). Y su evidencia airmatia no puetle en ttxlt) cast) eslar fundatia en un tlalt) sensible que potiamos fijar. 3) La proposicin tie I leitlegger tampoco parece satisfacer el crilerio pragmtico u t)perativo del senlido ofrecido por primert ve/, por Peirce. Pues no podemos imaginar por medit) de qu experimcnlos u operaciones de los que obuiviramt)s dalos sensibles pudiera mostrarse el ctinlenido tle senlitlo tiel es, til que sin dutki no corresponde conlenitio material alguno como contenitlt) significativo para la pnictica. Ln cuanlo inlbrmticin en ei sentitlo tle la posibilitacitu tic tma ctuitlticui ct)ntrolatla en orden al xito y, con ellti, de una adaptacin del ser vivienle a su parlicular mundo circunthmte, hi proposicin -que prclentle cxprcsiir el asombro por el ser del enle- parece nt) tener en ningn ctiso funcin tilguna. Presumiblemente, Ileitlegger confirmara sin ms la no aplicabilitlatl tic k)s ciileritis tlcl sentido enumertidos. Pero la ra/n tle ello no la vcri en la carencia de sentitlo tle su asombro por el st'v del ente, sino en los presupuestt)s llt)sficos de lt)s crilerios lgico, emprico y pragmlico del sentido. Desde la perspectiva de Ileitlegger, estos criterios se htdhin todos dentrt) del mbilt) de la mctafsicii, por ms que quierttn mostrar -en 111)1 tan 1!, Kiims IICM' hci das Scin. cil. 2H.S

cuanto instrumentos de la crtica de la metafsica- la falta tic sentido de la renexitni acerca de sus propit)s presupuestos inetafsict) s. Precisamcnle cutindo mueslrtm la carencia de senlitlo de su juslilieacitn stistraen sus propios presupuestos a una ctniprcnsiini hcrmcntHiliea y crtica t|tie -ct)mo lal contpretisii') n- de tin motlt) necesttrio liasciende hisltnictnnente lo comprendido. La crtica del sentido, cuyos criterios hemos expuesIt) hasUi aht)ra, sc mtmtienc part Meitleii,gcr en cl mbito tle un pcnstimientt) iitie desde cl principio se ha limiitido a poner a dispt)sicit')n de un modo lcnict)-nslrumenlal los enles que encuenlra dentro del mundo y que a la postre .st')lo puetle concebir ;il hombre, a cuyo servicit) est esa iitiesla a tlisposiein, como un objelo disponible. LreiUe a ello, la hermenimliea del ser se prtipone pensar ht diferencia entre lo t|uc puetle hacerse disponible ItSgictt, emiiricti y pragmlicamenie y atiuellt) de lo que no se puede disponer y libcrtir lo indispensable, el por mor de tle loda puesta a disposicitn, cl ser que a liavt:s de sla es producitlt), comt) aquello que -en el enientliinienlt) inlerhtimano acerca del pt)r mor de del ser-ah- reclama nueslni comprensit)!! de su sentido. Por qu I leitlegger tiene que considerar destle sus presupuestos a hl proposicitin esti pictira e.v un;i proposiein con sentido, es algo que se aclarar si traemos a colacin el enlotitie de la onlologa exislenciaria de Ser y i'icinpo. I leitlegger recurra ill-con la mediacin de .Schelling y Kieikcgtiard-a tititiel lrmino que en Kan designti la mert posieitin de una et)sa'", en la cual no se atidc ntida a hi cosa, sint) la cosa misma til concepto'', |xir;i tlesignar el mt)dt) de ser, mtis titin, hi esencia del scr-ahi humano'''. Accrcti de eslo eserilie I leitlegger en hi ('iirlii snliiv cl lliinianisnio, obrt titie habr de distaneiaiie tle su empleo tlel lrmino exisleiiciti, dislanciantlt) as ;i hi ve/ su posicin filosllcti del exislcncialismo de .Sarlre: La fiase cl hombre ec-sisle no lespoiule a la iireguiila tle si el hombre es realm enle o no, sino t|iie icsiniinle a la preiuiiua por la esencia tlel litiiiibre. l a liase tliee: el luimbre se tieja ser tic lal manera i|tie es el^"alii" es decir, el tlespejamienlo del ser. Lslc "ser" del ah y .stilo 'sle es el rasgo fundamenlal tle la ec-sislencia, es decir, del in-slar (/ii/i'.v/7itv/; ec-slticoen la verdatl tlel se r*'. K.\H\\ Kiilik licr reinen \'erninl (i\ .s'lS, H fi^d). ( Tr. I li ii il (,(,i i<, n/i eil., p. 27-1. " KANI, H'erlw (.'Xltademische Ansgabe, XVlll, ii. (i27()). tTr. 1 li ii)U,i,i i <, i'/i. < //., p. 282. Mi Hjlia.l K, Sein und '/.eil, p. -12: l.a "esencia" del "ser-ah" esl en sii e.visteiicia. 1 ll ini iltii R, l'hunns I elue von der l'uhilu'il. Mu einein liriel l'fr den lliini(ni\niu',. Iteriia, 19.|7, p|>. fi') > ss.

l'or el modo de ser de la ee-sisiencia se dislingue el hoiidire del ser de lodos los eiiles no luiniaiios, de manera que lleiilegger |")odr decir: l-.l cnlc i|iic es cji el llhulii lie hl .-Alslencia c el liiiiuhic. Solo el lui liibie exisle. l.a mea es, jieio iiii exisle. Ll ilml es, peni no e.sislc. I!l caballo es, pero no exisle..". Ac|u ();ircce d;irsc iiiKi se/ ni;is un pimo de parlida jiara l;i erilica analilica del sentido: si el lioiiibie es por su ser direrciilc del ser ilc todo culi- no liumano, de lal manera t|ue pueda en cail;i caso ciiii)lc;iisc el picdicai.lo es y significar, no obsl;inle, alg,o tlircicnic, de ello p;irccc dcs|)icndcrsc c|uc I Iciilcggcr-contr; i lo que el asegura- eiiiiilca l:i |Xil;ibra es (y correspondientemente existe) Como prciiicado n-al. Con lodo, Heidegger opondra ;i la sospecha crtica del lilsolb aiKiltico oir;i lal en el sentido de hi hermenutica. Negar; i c]uc los modos del ser qiic el illsiin.'iic pudicr;in subsumirse bajo el conccpio de rcdlild.s (Sdcliluull que ;iin en Kanl se halla presupuesto t:on loda claridad en el concepto de predicado real. I.os conceptos realidad y predic;ido re;il, con lodo lo que pueden ;ibarcar ciucd;iii recogidos para Heidegger en ltimo lrmino solamente en el modo de ser de l;is cosas lcticas (y en sle slo luisla donde las cosas pueden ser convcrtidiis en objetos de las teoras cienllicas). Va a los modos de ser de la phiiUa y del ;iiiinial (i.|uc 1 Icidcgi'.cr intent comprender en .Ser y rieiiipi) niedi:iiilc una reduccin pri\;iti\a a jiarlir de la existencia liiiiiiaiKi") no les coii\ene l:i c:itcgora de icdlilds, y menos todav;i al ser del hombre, ciue es cjuicn |)uedc representarse al enle como lal y lencr conciencia de lo rcprcsciUado'". Ahora bien, sc-gii llcideg.ger, la lgica del lenguaje y la graiiialic;i dependicnle de clhi se hallan desde Aristteles sicin|)ie ya orieiUad;is en las categoras de la objelivid; id, de la n'dUlns; su posible direrenciacin u prinn de la comprensin del r.;unclo en l;i atribucin de predicados iniplic;i siempre y;i hi relacin representada de umi cosa con sus propiedades (sustancia y accidentes) de un modo onlo-semniico"'. De csia manera, la lilosolia orienlada onlo-kigicamen " 1 ll lia 1.1.1 u. 1111 roilmclon a la s.' ed. ilc II iis i\i McltijiliYsiL'.'. pp. 1 -1 v ss. ^' 1 ll 11 jl 1,1 ll n. .S', 111 mal /l/. p. M) y Hi ir ilhi tini 11 iiiii<iiii\iiu i\. p. (iV. " I ll 11)1 iiia H, liiliOiliiCLiuii a la .s.'' etl. de ll'us isi .McUii'hystk.' . pp. 1-1 y ss. ^' Las timci'pcioiies piislerioies de l,i kie.ica de ckises y relaciones no coii i poilaii iiiiiriiiui iiiodiricaciiiii esencial del picsiipucslo oiiloseiiKinlico de la /Vi// i/io; anlcs bien obedeccii, sei'.n I leidci'.r.ei, ,i l,i pni;iesi\a piiesla a dis posicin cienlilico-iecnii-:i ilel enle iliie en lodo iiioiiieiilo es concebido de iiioii o ohjelivo-

cosico, .'K7

te slo cs caixiz de hablar tlel ht)iubre cuiirtirnie ;i las calegon'as de las ctisas fclicas, chticaiitlo ;di ct)ii la tlillctiltad qtie supone cl t|ue el ht)nibre se suslraii'.a a lt)tla pucsla a tlisposiein objetiva''". ln vista de cstti situacin (que el Heitlegger posterior Iraltir de comprentlcr tlestle la hisUiria tiel ser, es tiecir, tlestle hi iiermcnulicti tlel ser), el verdtitlert) desetibrimienlo tle Ser y Tii'Dipi) estaba en que la posible tliferenciticin tle la comprensin tlel numdo no se inscribe anlc tt)do en Itw predicadt)s reales qtie cl hombre ptiede alrilniii ;il enle objelivanieiile lclico medianle la llamada ct'ipula, sino ya en el es t|ue aiin no ha asumido la funcin de enunciado e.Kistencial o la de ct'ipula en la predicacin (en el sentido de hi onlo-semnlica). De acuerdfi con esta comprensit'in hermenulica del ser, el hombre no es dislinlt) tle la cosa inorgnica t) del ser viviente stlo porque haya que atijutlicarle medianle la ct'ipula otros predicados reales -que aadan nuevas propiedades- como predicadt) s esenciales (por ejemplt), el predicado aiiinial lalioialc), sino ya por el modo de ser''''. Segtin Heidegger, este motlo tle ser, como libre capacidad tle conducirse relativamente al sei"''", no es solamenle Iti raztni tle que el enle pueda hacer frente al hombre (de que ste tenga una conciencia), sino Uimbin -y ms precisamente- de que el enle puetia abrirse al ht)mbre como algo en una conformidad tic sentido (y ello en la sntesis predicativa que presupone ya consliluido el conlenido tle sentido del predicado"'), lin esle punto es necesario dtir, desde luegt), un paso tiue nos siltle ms all de la onltisemnlicti tradicional para poder juslillcar el inslilo uso que hace Heidegger del lenguaje tlestle los presu|)ueslt)s de su filosofa: si el hombre esui caracterizatlo en su ser por su ctinduciise libremenle con respeelo al ser, sc comprentle que pueda comprobar ct)n asombro t|ue el enle e.v -sin decitlir atin qu es (cmo, en qu relacin, ele), .lisia t'illima decisin, que liene Hn las i'iciiL-ias humanas -para no hahhu' ele tLMitias del espirilu- ello eonduee una y olra ve/, a posieiones dialelieas i|ue inlentan pensar la idenli dad y, al mismo liempo, la no idenliilad tlel hombre objelivailo eon el sujeto iiivesligadiM-eieiiliHeo tlenlro de una rellf.vii'in hisit'irita lolal. A esle pmpsilo potlemos reeonlar la leeimiliilatl tle una eoneepein etiui valenle de la tlilerencia enlie el hombre y el animal cu I lenicr, 11 . l'lessue r y A. tiehlen. ''" l.os anlroptiloyos tsicos hablan tlel liialt) t|ue supone el tlesacoplamien 10 enlre los eslinndtrs tieseueadenailores y las leacciones tle la eontlucla, tpie

hace posible y necesaria ia accitin y la conciencia humanas. Ul expeiieiieia ensea tpie esla idea depara a lotia liigiea tlel leiiguaie las mayores dilieiilladcs, ya t|ue se inanliene totalmente en el ambilo inieleelivo de la snlesis irascentlenlal tle la apercepcitin tle Kanl. tpie no puetle reducirse a la alribucitin tle piedieailos. 288

lugar con la atribucin ilc un predicado (o, mejor an, ile ur predicador, para sinleli/ar en d lodo lo que puede decirse tle los objelos"-), quiz slo puede lomarse en liberiad terica -basaila en el eonoeinnenlo - debitlo a i|ue cl hombre puede (.lelenerse y demoraise en la atencin al cs sin lener lU'Ci'Sdiiaiiiciilc que dejar-ser siempre al enle como algo (con una eonlorndad) -como el animal tjue vive atlaplatlo a un mundo circuntiante de caracteres signillcanlcs relativos al instinto. Id intento picccdenlc de juslilic;\r el uso que hace Meidegger del lenguaje desde los prestipueslos de su lilosora podr llguntr en el conlexlo de la prsenle invesligacin como un ejemplo de tenlaliva de comprensin UI IU>C de la llamada lilosolia especulativa . Mas como ejemplo es insuHeicnle por su limitacin (que, por ejemplo, deja iiUocada la problctntica, lan imprtame para la comprensin del ser en Meidegger, de la temporalidad); porque una comprensin hermenulica presupone por naturaleza la indagacin -que viene a realizar.se en el crculo de la preconcepcin y la correccin de la preconcepcin a parlir del le.xto- del entero contexto de un pasaje, cs ms, del entero conlexlo hislnco en el que se inscribe un texto lllosco. A lal exigencia hermenuticti se opt)ne la prevencin critica del lenguaje o tlel sentido de la lilosolia analtica, la cual parta -al menos al principit>- de la suposicin tle que hay criterios ptira decidir tic tinlemano, y no uil lioc, si una proposicin puede lener sentido. Idlo presupone que los criterios segn los cuales se tlislinguen las proposiciones con sentido de las carentes de l puetlen ellos mismos fundarse en una lllosofa que satisfaga los criterios del sentido que ella exhibe. Desde cslc puni tle visla proeedeicnuis a ctinlinuacin a revisar la piegunla por el criterio del senlitlo del lengutije en la filosofa antdtica ccntnindtnuis en sus prcsupticsttis. De esle modo encontniremos una respuesta a la cuesiin suscitada por Meidegger de si despus tle Itulo esa crtica tlel sentitlo que declara a la metafsica como lal carente tic sentido no esl ocultando sus propios presuiitieslos melafsicos y, tic esa manera, lehuyentlt) loda ptisible crtica'''. CIV. W. KAMI,MI y 1'. LiiRi-NzrN, l.iiyisiiw 'roiulciUik, Muiinliciiii, 1907, tiip. I. ''' Kcsullii iiilcicsinlc tiuc K . K . I'i)ppcr, ijuc al principio sc manlnvo en una ptrsicit'in pitsima a la criliea netiposilivisla tle la melalisica, al luial pare ciera ver el criierio tle una melarsica etm senlitlo en su carcler criticable. I 'kt, sobr e el pailcular (i. .IANIISKA , l'opper UIH I tas l'ioblem ticr Meiaphysik, en Kiinlsiiiilien. 38 (1967), pp. I5H-I72. 289

4. L A l'KltillN IA l'OR IOS l'KlSUI'tJI SIDS DI I A CRlTItA DIU. SENIIDO: Di; LA MlilAITSRA SUHYACLNIL A L CRTICA A D L LA MLTAIT'SICA AL PRACMA I ISMO AIII;R ro La importancia ilc ia liosota tmallica tlcl lenguaje tle nuesiro siglt) radica enlre otras cosas en el hecho de que llegt) a utiir los tres enlbques tintes mencionados de la pregunla pt)r ei crilerio del senlido del lenguaje: el lt)gico, ei empirisla y el piagmalisla. Ln realidtd, esla sntesis estaba ya preUguradi en la semitica de Ch. S. l-*eirce, que en 1867, relirintkise a ia lgica esct)lstica del lengutije, tiislingua entre gramtica es|)eculaliva , Itigica crtica y retricti especulativa'"'. IX- eslti lerceni y idlima dimensin se desarroll luego, en la poca sul)siguienle a la liindamentacin del prtigmatismo por I'eirce'", la dimensin del uso humano tlcl lenguaje (en hi situacin del emiso o del receptor) que Teoliaslo sustrajo ti ia competencia de la Hlosofa {vid. su>ni, nota 18) ptira confiarla a la retrica y que por vez primera se hizo liasla cierlo punto accesible a la lgica del lenguaje. La evolucin tle la lilosola analtica del lenguaje en el siglo x.\ viene caracterizada por las tres fases sucesivas en las que fue escogiendo como gua para el anlisis primero la sinta.vis lgica, luego la semiitica lgica y por ltimo la llamada pragmtica tlcl lenguaje. I'tiralelamenle fue dcsphizndosc tambin el centro tle gravedad de l;i pregunta por el crilerit) del senlitlt). .Sin dutki 11. Russell y el joven Willgenslein efeclutiron ya, con su concepcin del atomismo l(')gico (i7'(/. sii>ni, pp. 27.1 ss.), una sntesis tle los criterios lgico y emprico del sentido, pert) la circunstancia de que dicha sntesis putliera ser postulada en la forma de una metafsicti (la melafsica de la figurticitSn tlcl numtio por el lenguaje bastidi en hi Ibrmti Itigicti itlnlicti part lengutije y mundo) tuvo por consecuencia que el positivismo lgico (sobre lodo R. Carnap) procctiiera a disolver la sinlesis a ln tle hacer vtiler lt)S criterios de ia Ibrnu lgica y tiel sentitlt) emprico del lenguaje desde s mismos, sin presupiiestt)s melallsicos y con el decitlido prt)pt)silo de una eliminacin de loda melafsica'"'. "' ClV. l'i;iKCi., CuHccWill'iicr.s, I, .559. '' " id. John J. ITi/tii-itAi.i), l'cinr'.s 'l'hcory oj Siyns iis lmiidaliini Jur l'ivfiiiaii.sni. Ui I laya/l'aiis, l')()6. '"' Lsta segunda lase de la IIDSOIKI analiliea alean/. su eulininaein polmica con los escrilos de R. CAKN.M' Sdieiiipraldi'iiw in Icr l'liiiostipliic (lledn, 1928; reimpresin de la 2." ed. en la serie Theoria I, Iranklurl. 1966, con epilogo de Ci. I'al/.ig) y lierwindung der Metaphysik durch logisehe Analyse der Sprachc (en :rl<cnnini\. 2 (I93l-I9;2, pp. 219-11), en el t|ue se criticaba anle lodo el uso pin' I leulegger de la palabni nada en II' /S /V Mi'Uipliysil<.' 290

(Comentario Resaltado Arnulfo Fajardo 19/11/2012 8:40:43 en blanco)

cin del senlido hay que eoneebiila aqu, por lano, a partir de hl mera denominacin de los elementos conocidos del mundo (esos objetos son, segn Russell y Wittgenslein, los signilieados de los nombres) y la condiiiuiein (lgiea) de los nombres. El sistema lingstico as proyectado, cuyas proposiciones deben ser, de un modo garanti/.atio, proposiciones eon senlido, podran nnalmenic utilizarlo an los hombres para Unes humanos sin que esle uso tuviera algo que ver eon la conslilucin de los signillcads de las palabras y del posible senlido de las proposiciones en el lenguaje. Se comprende que el enlendimiento inlersubjelivo entre los seres humanos propio del uso del lenguaje no tuviera desde estos presupuestos implicacin alguna en la conslilucin de los signilcados de las palabras y del posible sentido de las proposiciones, sino que, a la inversa, viniera garantizado por la l'uncin del sistema ideal onlosemntico -nuentras se estuviera desde el principio tle acucrtlo iucamente acerca de los nt)mbres que se ctiordinen con los elementos del nunult). A este punto aporlico -conocido ya tle antiguo en la historia de la liItMofa tlcl lenguaje desde el Cralilo tle Platn- se reducira en el sislema del atomismo ltjgict> la nccesitlatl de la ct)mprensin hermenutica tle las intenciones con sentitlo; pues Itxias las dems aplicaciones tlcl lenguaje (el aclo experimental de unir pt)sibles estados de ct)sas mediante combinacin de nt)mbres) las pt)dran llevar tambin a-clcto, tras la fundacin tiel lenguaje (su ct)nsolitlacn, por tlecirlo as, en la realidad), individuos aisladt)s. Sin duda estos jiotlran tambin -;ulicionalmenlecomunicar a otrt)s sus intenciones eon senlido (es decir, su opinitn acerca de lo tiue es t) potira ser el caso), ms no tendran que suponer tal ct)municacin p;na la decisin del senlitlo de lo que es el caso si sus prt)posiciones fueran verdaderas (y tampoco, naturalmente, para decidir si las proposiciones pueden tener valt)r de verdatl). Una vez establecidos en el lenguaje los signillcatlos objetivos, el hilo de Ariadna de la forma lgica tlcl lenguaje (Leibniz) eximira a los usuarios del lenguaje cienlilico tanto tle la concepcin del ente conu) algo comt) tlcl ententlimieiHt) ct)n los tiems en el senlitlo tle tiue lan slt) necesitarn comunicar hechos nuevos (es tiecir, relacit)nes nuevas enlre objetos cont)cidos). Los usti;irt)s tiel lenguaje cienlfico no quetlaran simplemente independizados de lt)da comunicacin tiue excetliert lal informacin: tendran atlems que tli.scutir el senlido tie tal comunicacin, ctisa para la t|ue, tlcstle luego, no estaran ya en condiciones tlcstle el punto de visla lingstico. Las proposiciones que deberan servir para un enlendimiento acerca del sislema lingstico en su totalidad tendran tiue ser tlcstle el principit) carentes de senli 292

to, pueslo titie no podran derivarse -medianle la ItSgica de las funciones verilalivas- de las proposiciones elcmenlales del sislema (de hecho, ninguna proptisicitn st>bre el senlitlo de las proposiciones podra, por esle motivo, lener sentitlo)''". Ahora bieti, to st')lo las proposiciones de la lltxsolki tradicional sujetas a hi st)spccha tic htlla de senlitlo, sino lambitn las proposiciones de l;i lilostifa t|ue reprcscnUt al alomismo lgjeo y titila de reconstruir el lengtiaje de la ciencia en su sentido lienen cl carcler tle proposieiones sobre el senlitlo de las proposiciones; es ms, lienen incluso -en eonlrasle con las ciencias emprico-hermenulicas- el carcter de proptisiciones sobre el seniido tle lotlas las proposieiones posibles del lenguaje, .Itislamenle estas proposiciones tienen que ser, de ticticrtlo con el tilomisino ItSgieo. carenles de sentido, pueslo que ellas-en cuanlo proptisiciones mclalingiislicas- no pueden a priori salisl'aecr el criterio tlel senlitlo del lenguaje tiue se eneari'.an tle regular o jtisliliear. hsla ipora se nu)str ya en H. Russell, tittien titiisi> desealiliear a lotlas las proposieiones st>bre proposiciones comt) carenles de senlitlo medianle su letira tle los tipos , pero stilo piulo hacerlo (como lo mucslra ya el giro tollas las proposieiones sobre lotlas las proposiciones) por metiio tle proposiciones lilostilictts tiuc no obetlecan a la teora de los tipos"', bl joven WiUgenslcin puso en evitlencia esla mism;i apora en cl Troclaliis de un motlo consecuente y ptiratljico, concluyendo su obra con eslas proposiciones: Mis prtiptisifit)iit's rcsiilUin cschiivfftlunis en fl st-ntitlo tle t|ue tpiien me et)mpientle aeaba pt)i' leeuntcer tpie eaieeen tle senlitlt) si el tiiie me comprentle ha salitlt) a iravs tle ellas fuera tic ellas (tiehe, por asi tiecirlo. lirar la cui ilfiii tiespues tle haber subulu). Debe superar eslas proposicitines; enitiuees leiitli la jusla visit'in tlel minut o. De lo que no se puetle hablar. inejiM es callar". Esta clebre consecuencia del atomismo Itigico relega loda relle.xitin sobre el lenguaje al mbilo de lo propiamente carente tle senlitlo. Dicho nuis ratliealniente: totla eomiinicacitin espcclicamenle himiana, tiue -en cuanlo enteiuliniienlo acerca tlel sentido de las proposieiones- no solamenle proporciona iiiformacitin sobre eskitlos de eosas, como lambin acontece en cl Ihmuido lenguaje de las abejas, sino que al mismo tiempo proSobre la aporta ile las proposiciones inlensionales en el alimiisino l()(',i co>, vid. mi esluilio Die t'iilfalluiii', iler "sprachanalytisehen" l'hilosopliie imil tas l'robiem iler ' Cleisleswissenschalien" (//(/;-(/, lomo tt, pp. 27 y ss.). Clr. M. lil...\rK, l.aiiyua.KC aml 'hikisapln; tlhaca (Nueva York), 1949, pp. 114 y ss. Wiriia Nsii iN, Ilatalas, b.5-\ y 7. p. S.1 tle la etl. cil.

29.1

undiza en la aulocomprcnsin del hombre que habla y acta, es -de acuerdo con la visin metafsica del atomismo lgicoalgo cuando menos provisional -algo a lo que hay que responsabilizar de la miseria del malenteiidimiento enlre los hombres (cosa que en absoluto podra negarse) y ciue, por ende, hay que superar. Pero no signillcaia lal superacin del enlendimicnio acerca del sentido por el estado de previo acuerdo acerca de todo posible senlido igualmente el lin de lodo senlido y de toda comprensin humana de uno mismo y del mundo? No es la clsica apora del primer entendimiento acerca de la imposicin de nombres, lcilamente asumida en el atomismo lgico , en llima inslancia idc-nlica a la apora de la rllexin sobre el lenguaje en general que hace explcita el 'l 'raclains'l No se funda lal apora en los presupuestos de una Hlosofa -ontosemnlicadel lenguaje que slo reconoce como consliluliva del sentido la relacin de sujelo y objelo (de percepcin y designacin de la cosa lctica), pero no as la dimensin ntersubjetiva del enlenchmienlo" acerca del senlido posible del enle -es decir, no nicamente acerca del acto de nombrar objetos fciicamenie presentes, sino primariamente acerca tle la predicacin en el ms amplio .sentido de la palabra?'-. Con tt)do, la pregunta ltimamente formulada es lambin equvt)ca, pues en la tradicin -destle Platn hasta Meinong y, de modo tenlalivo, lambin en el atomismo Itigict)- los predicatlt) s eran con frecuencia concebiilos ct)mo una clase tle nombres para objetos de lii)o especial. Pert) semejanie ct)ncepcin platnica de los predicadf)s nada cambiara en la concepcin fundamental del atonusmo Itgico (nicamente multiplicara las enlitlades a tlesignar, ct)ino intuy Ockham siguiendo a Arislleles); persistira en la relactJn, carente tle rllexin, de sujeto y Djeto y en lo ms mnimo explicara hasla ciu punto ya en la concepcitm del enle comt) algt) en un mundo han de ct>ncurrir el entendimiento inlersubjelivo y, mediada por ste, la aulocomprensin tlcl hombre -si es tiue el lenguaje humant) no debe entenderse, igual que el de las abejas, comt) informacin carente de hisloria y de rllexin. Nos sentiramos as inclinados a preguntarnos con 1 leidcgger: no hay que enlender la interpretacin lingstica del numdo, que a la vez confiere su significado a las palabras del lenguaje, como un acontecer en el tiue la sntesis Irascendenlal de la apercepcin postulada por Kanl, es decir, la unidad de la autoconciencia y la conciencia objeliva, es fundada por una sn " Vid. supra, ola 12. " t-ai el senliilo ile hi iniroiluccion tle pietlicatlores en Kaiulah-l.oreii/eu; vid. supra, nota 62. 294

lesis iiermeiiiiliea --e-oiiU) uuii.lad de la auloeomprensin humana en el eomprender uno con olro el ser-para y el tlejarser a kis cosas en una conlbrmidad para el poder-ser? 2. L(i iiu'iajisicii ilf l pnsiiivisnid lgico y su ilisoliicin prayiiu'uicii l'.l mrilo del joven Willgenslein consisle. a mijuicio, en haber hecho maiiilieslos ile un nioilo eonseeuenle y paradjico los presupueslos y apoiias melalsicos <Ac la primera Tase de la lilosolia analiliea '. ll posiiivismo lgico en cambio, que .se eslbr/ por adupi.ir la criliea de Witlgenslein a ki melarsica sin sus presupueslos iiieUirisicos, hizo menos-timo ideoltigtipor superar eslos piestipueslos que por disimuhnios''. Masa hoy, eslo es aplictible, por ejemplo, ;i la Ictirti oficial de ki ciencia tlel neoptisiiivisino: la concepcin de la ciencia unileatki. l'lsla cree estar salvo de implicacitmes melafsicas por la sustiluein tiel modo tle hablar maleritd ptir cl formal (tmallieo-proposicional), por ejemplo ptir hi susliliiciii de las viejas reducciones naluralisias por el poslulado de un lenguaje tle eosas universal -como si el carcler onlosemnlieo del lenguaje tle cosas, juslanieiile stibrayatio ptir Carnap iras la lase tic la sinltixis lgica, nti ctinlirmart prclicamenle ki melalisica del lisicalismo''. At|uello tle Iti t|ue nitis tlifeiliiienle se loma ctinciencia es, a mijuicio, el hecho tle que el presu|iueslo del objetivismo, incucslionable para lotia loyic oj sciciicc, tle aeueitlo eon el cual " Atk-iiis lie eslo, el riHkilus eiieiena -eomo ya iiulleamos: vnl. MIIHH, ola -1.1- un aspeelo riloslieo-liaseenitemal i|iie. eu .ilgiums p.is.ijes, limule el espaeio lgieo del leui'.u.ije es reiiiv-ienlado eomo una red (clr. (i.l-U y ss.), apunta ya al eonveneionalismo de la posleiior leoria de los juegos lingislieos (y lie la semnliea eonstruetiva). " Uesde un punto de Msla lstoiieo-rilo.sofieo lesultaiia l'eeunilo imerpretai la lenileueia hoy dia ampliameme eMendiil.i. uieluso entie los no |iositi\islas (o, ms preeisaineiile, entre los eieutilieistas i|ue uo se deelaran >a positivist as), a evitara loda costa los problemas inetal'isieos (asi, uiediaiile e.sprcsioiies lajanles como; recieiiles invesligaciones han mostrado i|ue es convenieiUe...) desde el puni de vista poppeiiano de la estrategia iiimuni/adora. tal eslialegia se convierte juslamenle en ideologia ciiaiiilo se prclica con inocencia preliloslica.

" VVli.i.,\l(i) V. t^liilNi llama la atencin en este conle.slo sobre el inevitabl e onloluyicl cDiiiiiiilliiicnl de ludo lenguaje (cl'r. Oii W'hal 't'here is, en -'rdin a loyici/ piiiiil vj virn: l'-J^i, p\t. 1-19). -Que el poslulado de la reduccin del lenguaje cienlfico implica lambin una problemtica melalisica, se mucslra de forma paradjica en los renovados intentos de R. t'ainap de concebir los propios enunciados piolocolarcs, iiieiliaiite los cuales han de verilicaise las hiplesis lisicalislas, nuiu |)iocesos ileseribiblcs de modo lisiealisla i|ue lieiieii lug. ar en los observadores.

2*) 3

las ciencias slo puetien ocuparse de la descripcin y la explicacin de aconleeinnenlos espacio-leniporales, inipliea ya una previa decisin melalisica. La evidencia apenas cueslionable de esle presupueslo se mueslra, por ejemplo, en la suposicin de que la llamada comprensin, de la que Irala la melodologia ce las ciencias liermenulicas, no puetle lener olro senlido que el de una empatia (cnipallty) -lieursticamenle relevantecon respeclo a una conducta (lirliavior) objelivamente presente que facilita el lialla/go de hiptesis nt)nit)lgicas para la explicacin de dicha conducta -como si la constitucin misma tle lt)s llamados datos tle la ciencia natural nt> presupusiera ya un enlendimiento en el seno tle la CoDinniniiy oj nvcstigators (Peirce) y como si esle mismo entendimiento no planteara problemas que Ibrnum un voniiiiuiun con los proble mas de las ciencias hermenuticas'". Ms interesante que la inctodologia oficial de las ciencias tlcl neopositivismo, en el que pervive inalterada la melalisica de la primera fase de la lilosolia analtica (y con ella un cartesianismo cuya problemtica tle la conciencia fue desaltyada), es el mlodo del anlisis neoptisilivisla del lenguaje. Al Iralarse aqu de la reconsiruccin del lenguaje cienlfico, el neopt)silivismo opera l mismo (y podemt)s anolar: de manera eienlfica) en la dimensin del enlendimiento inlersubjetivo y no, como las scieiuvs, en la dimensin propia de la exidicacin de aconleeinnenlos espacio-temporales. Por lo tanto es at|u donde tiene que nioslnosc si el net)posilivismt) es capa/, de responder sin presupuesttis metalsicos a la pregunta pt)r los crilerit)s del .sentido del lenguaje. Ln el alomismo lgico, la sintaxis lgica del lenguaje era el criterio tleterminante tlcl anilisis lingstico por cuanto tieba servir tle hilo tle Ariailna para la retiuccin tle totlas las proposiciones con sentitlo a proposiciones elementales como proloctilos de hechos (as wnia t|ue t)currii", segn Russell y Willgenslein, si haba de ser concebible un lenguaje que, comt) sislema tle palabras y proposicit)nes, putliera representar y comunicar estados de cosas nuevos basntlose en ios significados conocidos de las palabras")- Carnap, que tjuera evitar esta mclaj'sica tiel principio tle verillcacin, intent ante lotlo validar cada uno por su lado, y en cierto mt)dt) por su fuer/a propia, los crilerit)s tle la sintaxis Itigica y del |)rincipio de verillea "' Vid. mi arliculo en l'tiiliisiiiitti.'ujics .hdiihuili. 75, asi como el Ulula rlo Sziciilislik, IIcnucnculik, klcoloickrilik: lailNvurl'oiucr Wisscuscluililchrc in crkcnnlnisanllii'opologi.schcr Sichl, en Man and WDijd, l'J)8 y el pulilicado en iVicncr.lahihuchfr 'liilasnihic, I (l'JdS) [infra, lomo 11, pp, 91 y ss.J. " C'lr. Wrr]ca;Nsn;iN, 'I'raiiains, .1.2.1: i;i retiuisilo ile la posibilitlatl t le lt)s signt)s simples es el retiuisilo tle la tielerminabilitlatl tiel senlitk).

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cin. No olislaiilc, sc puso ilc maniricslo cjic, por nna parle, la sinlaxis lgica como lal no pocha oliecer ningn ciilcrio para un lenguaje cienllico vlido, pueslo c]uc sla, como parle inlcgranle del lenguaje cienliUco, supona de hecho una semnlica'", y c|ue, por olra parle, los hechos no son prolocolizables sin presuponer convenciones lingslieas (en la moderna ciencia nalural, stos prclicamenle se descubren y describen presuponiendo ya cuerpos eomplelos de leorias''')- Ninguna regulacin del lenguaje ciue no presuponga ya una experiencia y ninguna experiencia que no presuponga ya convenciones lingslieas pueden olrecer un criterio inlersubjclivamente vlido. Con ello hemos jalonado el lerreno -onlosemnlico- de juego dentro del cual hubo de eneonlrar su respuesta la pregunla por ci criierio del sentido; pero al mismo liempo hemos dejado ya seiUado c|ue la piegunla porcl criterio del sentido necesitaba ser transferida a una ntieva dimensin ms all de la onlosemnlicti. Pues un anlisis del lengtiaje ciue no disponga ya -como dispona an el joven Willgenslein- del hilo tle Ariadna leibniziano de hi forma Itgica tiue garantice la afirmacin del lengutije en ltis hechos (de los que el mundo se ctimpone) ni, por tilni parle, permita vcrillctir la melafisica de los hechos por medio de la iiiltiicin ajena til lenguaje -en el seniido del empirismo crtico del lengtiaje tiue parle de ekhan-, lal anlisis tlel lenguaje iiecesiki eierlamenle recurrir a otro criierio fticni de la lormti lgica y tle los hechos, fratarcmos tle tltictimentar e iluslrar esla reconslruccin anticiptida con algunos datos proecdenles de la dilatada y complicada histoiia del neopositivismo. Id clebre principio iiue Witlgenslein sugiritS en el iiuli// .v"" y, eomo se ha puesto hoy tle manificslo"', formul tambin t)ialineiite (en una eonveisacin con Waisiiiann y Schlick), segn el cual lo que ha de valer como criierio del seniido cs el mlodo de verificacin -indictido fundamentalmenle por la lgicti del lengutije-, ctiltic) a los ncoptisilivislas por lo pronto ame tres problemas relalivamenle tlisiintos: 1) flaba que aclarar en qu relacin se hallan las proposieiones con senlielo -desde el puni de \ist;i cienlfico- con los enunciados observacionale.s (Uimbiii Ihmiados enunciados CtV. K. CAUNAI'. Inirtulniiioii lo Sniinillirs, fiimbriclgc, Mass., 1942, .19. C'IV. espL-LaliiKMilc K. K. I'DI'IM K, l.oyiL i/i-r/ iirvc/ii/ii.i,'. Vioia. 1914. "" (TI . cspL-cialiiiciilc 4.(124. p. 2h do la cd. cil. ' (Tr. VVnuiNsii IN, ScluHicn IH. I.IKIWI: 11 77/,I;C/.V/W// UIHI k-r IViciicr \ivi.\, Irankliiil, I9(i7. pp. 2-1.1 y ss. All sc encuentra lambin la lrmula que piiblicamenle ulili/aron por primera ve/, 'vVaismann y Schlick: Id sentido de una proposiein cs el modo lie su verilleaein. Id mtodo de verificacin no es un meilio, un vehculo, sino el sentido misino. 297

piolcolares o ciuinciatios bsicos). Ah tena SLI origen el inters central para la leora de la ciencia de la pregunta por el sentido de las projiosiciones. 2) Haba que aclarar qu carcter tienen los propios eniniciatios observacionales. Ah estaba la zona de peligro de uiui lilosola que no reconoca como ilolada de sentido a ninguna proposicin metalisica acerca de la relacin entre lengutije y mundo. Y ah est lambin, prescindiendo ahora del prejuicio anliinelalsico del neopositivismo, una dilicullad ptira cualquier filosofa irascendenlal moilerna que se deje adoctrinar por Wittgenslein en lo que se reliere a que el lengutije sea la coiulicin tle posibilithitl tle Iti experiencia intcrsubjctivtimcnte vlida, diliculltid que en lodo caso no puetle resolverse luibltindo de la relacin entre lengutije y mundo en el leiigutijet) bjelo -ct)mt) se habhi tle una relacin entre cosas t]ue ntis luicen Irenle tlenlro tlcl mundo. 3) Por ltimo, habti que aclanir hasta qu punto esl la Itigica del lengutije propiamente en ctindiciones de ensear el camino meltidico ijiie lleve a la veiilcacin tle cada proposicin con sentido de ntido tiue pueda ct)iiipreiiderse sin stiber si es verdadera (Wiltgenslein). Ah tiene su origen el problemti especlicamenle analtico cuyti solucin habra de potler mostnir anle lt)do que existe algo as como un crilerio dd .senlido del lenguaje. Y enseguida observtimos tiue el planteamiento mismo del pitiblenu pitdibe tle antemano, en la respuesta a la pregunla por la valide/ tle lt)s enunciatbs observacionales, ir ms all del lengutije al modo de una fundamentticin deductiva. La evolucitin hisltirica de la problemlicti"' condtijt) muy pronto a que se identillcara metdicanienle la resptiestti a la .segunda cueslin con la respuesla a la tercera. .Se pust) entonces de numilieslo que era imposible, sobre la base de deliniciones y deducciones hechas en el medio del lenguaje corriente, formular un principio que de hecho justificara lodas his proposicit)nes de ia ciencia (por ejemplo enuiiciadt)s nomokigicos universales) y excluyera a todas las proposiciones de la metafsica. IXesla manera propuso Carnap, en 't'e.slahilily and Meaning (1936-37), como criterio del senlido la Iraducibilidad a un lenguaje arlilicitil emprico, es decir, a un lenguttje en el tiue -sobre la base del vocabulario y la sintaxis lgica- putlieran construirse con exactitud los enunciados tle la ciencia natural y .slo stos. "-yid. Cali Ci. 1 1I;MI'I;L, Problcm.s aiul Changos in Ihc lnipirisl Crilcrion of IVleaning, en L. LINSK V (ctl.), Sciimnlics and llic l'hilo.sophv of l.ani;uam\ U rbana, 1952, pp. 163-18K. 29K

Ya atiii se iiianiries'a un viraje en el eslik) ele la pregmiUi por el crilerio dci senlido. Al proiUo se dira que C'arnap prelende corlar de un lajo el nudo gordiano del problenu cuando sinq")leniciUe presupone atiuello que se irata tle demoslrar -la verilcabilidad de k)s enunciatios tic la ciencia naluial y stdti slos. kn eleclt), Carnaii iiUi'otiucc en esle iniiUo un momenlo de decisin ct)nvenc)onalisla que no habr;i ya que ruiuiameniar de forma direclamenle lerica y tiue ya no desaparecei' tle la fundamenlacin meltiica tlcl crilerio tlcl senlido. Hn lal medida puede decirse tiue ct)n ci iraspaso tlcl problema de la vcrilcacin a la .senuinlica constructiva se perditi ki base de la crtica tcricti a la mclafsicti. Por olra ptirlc litiy que pensar, no t)bslantc, tiuc iiiiti convenct')n puetic ctuiccbirsc como im acuerdo basatio en argumenlos; de alii que puedti quedar eslablecitla tericamciue de un motlo indirecto y que dentro de It) posible puctia facilitar, como ilccisitn tmticipatiti, la presenlacin de los argumentos que l;i resptikkm. Bn este sentitlt), el .vitt) en el enstiyt) tic ct)nstruir tm lengutije precist) en el tiue l)iitlieian componerse tic un motlo exacto los ciiimciatlos tle la ciencia naturtil (prtigmticamenlc acietliltula) y slo stos, habra qtie apreciarlo ya ctuno un tiigumenlo indirecto en kivor tie la superioridad crtica tle dicho lenguaje, kn realitlatl, a esle aigumcnlt) no habra tiiie llamarlo ya lt')gico-empirico, sino mtis bien pragmlict). Y aqu se muestrt cmt) el empirismo lgico tiene tiiic abandonar lo que constituye su caificlcr ms prt)|)o y tiesislir tle su prclcnsitm tic hacer una crilicti terica de ki metafsicti en el preciso nu)iiienit) en que se libert a s mismo de sus presupuestos melalsicos. De hcciio. en la semtinlica constructiva tiuctia rebasado el ftintkimciio tnitoscmniict) tlcl 'l'riichitu.s. Ya no se recurre ;i / forma lt')gc;i de <7 lenguaje para hacer vtilcr el criterio emprico tlcl sentitlo, sino t|ue se elige uim Ibrmti lgica tlcl lengutije en la que tiuctia aseguradti ia verilicabilitlad de los enunciatios que se fornuiicn en ella. Que en ei tratamiento constructivt)"' tle ki cuestin acercti Nos rcicriiiios at|ii a la conslruccin de dclcrniiiiark)s clculos axlouilicos como posibles lenguajes cienlificos ideales. l,)ue una reconsiruccin del lenguaje cienlilico en general puede evitar direclamenle en la dimensitin pragmli ca del uso lingislico, como aspiran 1'. I.orcn/.en y W. Kanilab, los melaproblenias caracleristicos del neopositivismo, es otra cueslin tpie en lodo caso desborda el marcu de l.i "lilosofia an.dilica aqu Iralada; porque en esla reconstr uccin no se Hala ile la allerualiva de clculo o descripcin emprica del uso lingstico, sino ames bien de una radicali/.acin del momenlo de proyecto del sentitlo conlenido en el ententllmienlt) dialtigico. l'.n esla medida, dicha reconstruceii'di paiece formar un'()/)i7i(n//)i con la herment'nilica, cuyo proptisi lo ceniral es la metliacin enlre el eslado de yecit y el proyecU> de la etjmpreiisin tiel senlido tlenlrt) del circulo liermenulict).

del criierio del seniido subsiste un problema residual, lo lecont) ci Carnap en 1936 cuando encomentl(') la vcrilicacin dcliniliva del lenguaje cienllico snl;iclcamcnle reconsiruitio por medio de los enunciados observacionaics a una disciplina behaviorista que haba de someter a prueba la conducta de los observailores como personas expcrinienlales. Pero resulta evidente que estamos aqu anlc una pseudosolucin. lisia conl'unde -cxpresnilolo en la ternnnologa de la semntica fundada aclo sei'.uido por el propio ('arnap cl problema melalini'.iiislico de una conlirtnacin ilel Iciiyjuin' cienllico reconstruido por medio de los ciiiniciados observacionaics con el problema emprico de una descripcin tic la conducta que presuiiotie ya la valiile/ del scinitlo de los cnunciatlos tibservacitinalcs de iiti lenguaje-objett). l.a relac(')n comtmiealiva enlre el eonslrtietor del lengutije y el observador cienllico que debe emplear y confirmar el lenguaje reconstruido queda rola en el momento en t|ue los cnunciatlos del propio observatlor son objctivatlos como tlalos a observar"'. Mencionamos esla psetulostilucin beliaviorisla imicamentc porque en lo sucesivo fue repelitlamenle esgrimidti y ulili/adti porCtiriiap ct)n cl lln de hacer desaparecer el problema vertiatleraniente nuevo cjue planteaba el giro convencionalista de la pregunla porcl criterio del sentido. listo se puso de manilleslo de manera tlccisiva cuando Carnap, aleccionadt) por el ctdebre Inibajt) de 'l'aiski stibie el concepto de verdtid en los lengutijes lbrmali/,adtis"\ reconoci el carcter no meramente sintctico, sint) lambicn scmilnlico de hl reconstruccin del lenguaje cienlliet) a t|ue l aspiraba, aunque muy pronto habra de veitiuc una conslruccin semntica puetle, sin duda, Inilarcl prtiblcma de la ctmsccticncia lgica que se relleja en la tleducibilidad sintctica de enunciados como un problema sobre la verdad analtica tic los cnunciatlos cientlicos, pero nt) puetle evitlenciar la vcrtlatl eiiiprica'"' tle lt)s cnunciatlos cientficos coiiu) su wrijciil>iliilail. lin I lll. \iipm. nula I VI/. VV. 1 I (IMII| I I U, l)ii\ W'aliiiwii.siuiihlciii iiiul ilir likr ilcr . Sciiitiiilik, S Innsliim'k, IV.S7, asi cinno la ICLVIISII I ciilita i\c li. Ingciullial en l'liil osoiihi.'i hc Riiiulsfliiiii, X (l'XiO), pp. I: 1-.V). Siibrc la caliirusanuMilf ilisciiliila ciiL-sliiin ckT alcana: lilosUco c la prc cisiiin piopiK'sla por I aiski del conceplo de verdad es necesario hacer la si Uiieiile observacin: una coiisideaciu lierineiiiilie.i podria muy bien conce der que en el esi|iieina ile ilelimcin l.a proposicin "las cosas esliiii de lal o cual manera" cs verdadera si y slo si las cosas estn de lal o cual manera (t|ue

l'arski Irailujo a delinieioiies ile la verdail para deleiiuinados leniuiajes ro iiiiali /ailos) la leoria arislolliea de la verdad empiica como correspondencia e.\pe riiiieiila una nueva preeisiiiii. I'ero esta (irecisiiiii imiestia a la ve/, ipi c el puro concepto de la veiilad empirica eomo eorrespoiuleiicia es niaterialmeiile vacio. No t|ueieinos decir que .sea trivial, sino eslo olro: r|ue dicho concepto nica menle proporciona un principio lenulalivo para una ciencia empirica ejercida 301)

esla siluacin, en que una vez nuis se presentaba el problema residual sin sulucioiuir de la respuesta constructiva a la prcBunta por el criterio del sentido del lenguaje, vino Ch. Morris a socorrer al iicuposilivisiiu) con su rundanientacin de una semitica iridimcnsionak'. La sinla.xis, como teora de la ortlenacin de los signos y su relacin unos con otros, y la semntica, como teora de la rercrencia tle ios signos a los objetos, se comiilementaban aqu -apelando a Cii. S. I'eirce - mediante una pragnulica tiue tenia por lema el uso tiue tle los signos hacen los hombres en la siluacin tic la pra,\s vital (es decir, en la siluacin del emisor o del receptor de informacin). A Morris no le cupo, a esle respecto, dutla alguna de que las dos tlisciplinas primeramente mencionatlas slo pueden aislar su lemlica por abstraccin a parlir del ttitlt) tlcl proceso semisict) (semiosis) del que trata la pragmtica. Morris enlenda la sendosis -de nuevo con l'eirili'iilro lie 1,1 ICI.KM lie Miji'Ui y objelo. inieiilias i|iie la veiirieabiliilail ile un ilelenniiado eniineiailo soliie lieelios depeiule siempre a la ve/ del aeiierdo aecrea ilel senlido ile mi lieelio a deseiibir. I'oiiiamos mi ejemplo: si yo .s co n csacliuid qu senliilo liene la proposicin l.a lempealura de esla liabilacin asciende a 22' C, lo que a la ve/ signilica: si yo s en c|ii circunslanclas-sobre la base de cules medidas, ele.- eslamos aulori/ados a hacer esa alirmacin, la proposicin eiiuivale enlonccs a la :ilirmacin ile una verdad pura -iy absoluta!acerca de un hecho. No lengii ms iiue ilirigirme a comprobar -ile acuerdo con las reglas de verilicaciin pucslas en prclica al mismo liempo que el lenguajesi las eosas esln lal como alirma la proposicin, ln el lenguaje oriliiiario iiueda siempre ya presupueslo de lorma vai'.a el acuerdo acerca del senlido de una alirmacin (lal es el presupueslo lcilo de la leoria arislollica de la corres pondencia), lin el lenguaje auilieial lrmali/ado, en cambio, -en el momenlo en que se enliende como reconsiruccin del lenguaje cienlilico y de su prelensin de verdad lal como la lormul .Arislleles- el acuerdo acerca de la posible verilcabilidad ile los eimnciados viene presupueslo en una rorma precisa. Sin embargo, esle mismo presupueslo no puede de ninguna manera garanli/ arlo I.I sem.inlica lgica, pueslo i|ue sla, como sem.inlica Irasiendcnlal. no cslii limihula por medio de su rorma -como simplemenle siipoih.i Willgenslein en el '/'M/c/u/in- en los hechos posibles en general, sino que linicimcnle lepre senla una conslruccin. l'iieslo que al problema de la verdad empirica de una ilelerminaila proposicin slo puede lespoiulcrse suponientio ei acuerdo acerca lie su semillo, la Si'iiu'iiuii.i ilebc ilclc'.;ir ei pioiilcma de la leiil.ul em prica, junlanienle con la pregunla por ei crilerio del senlido, a quienes coiicrelamcnl e upIiiiUi el lenguaje eleiiuiieo. t'li. S. IViree moslr, a mi juicio anlcs ipie na die, cu su leoria de ia verdail como CUIIM'IMIS una posibilidad ile lornuilar el propi o principio arislolllco de la veidad emprica como coricspoiulencla como principio regulallvo para la aplicacin del leiigu,ije clenlUico en el e.speilmenlo leniendo en cuenla la coimmiilad ile Inlerpreiacin, ijue conlinuanieiile .se renueva, de los cienlHicos e.xpenmenlales. Vase cii mi Inlroduccin antes citada,

pp. 120 y ss., lo concci nienle a llie li,\allon ol' Ileiler y llow lo make our Ideas t'lcar. "' (Tr. Charles Mniiuis, liumdalions olilie llieory orsigns, liuniuienlioiial Eiuyclopcdy ij Vnijicil Siwntr, 1, 2. lid. al respeclo li. riiiii.NDii.M', op. cil. y mi arliculo en l'liiosoplii-,clic Hiiidscluiii, 1 (l'l.sn), pp. 1()|-|8 -1 (supni. pp. ISO ss.). 301

ce- como la conducta del hombre con respecto a las eosas mediada por los signos, cosas cine a su vez slo medianle los signos son concebibles como algo (como dcsignaui). El sentido (nwaniig) de los signos no esl ya ahora en las cosas (como en Russell y el primer Willgenslein), tampoco en las cosas en lanto designadas, sino en la iiUerprclaein de los signos por medio del uso humano de tales signos. Y la verdad de los signos est en el hecho de c]ue esle uso de los signos se acreilila en la praxis vital. Carnap adoptar las distinciones establecidas por Morris para decidir que la verificacin, en eonlrasle con la verdad, no cs un concepto semnlico, sino pragmfuico"". Con lodo, Carnap no asimil la intencin genuinamcnic pragmtica de la semilica de Morris, de acuerdo con la cual la pragmtica, en la que se decide acerca de la interpretacin de los signos dentro de la situacin huniina definida por la ctinducta, es la dimensin fundamental destle la cual recibe tambin su sentido el tiso de los signos que se Iralti de rcconslruir. Carntip inlcnlt) ms bien remozar con ayuda de la pragmtica la antigua pseudosolucin segtin la cual l;i ctiestitm de la confirmacin de un lenguaje conslruido por medio del uso lingstico puede concebirse como un problema de lenguaje-objeto de la ciencia emprica que describe la conducUi de quienes usan el lengutije (indudtiblemenle, Carnap piulo reafirmarse en esla opinin a Inivs tic la lingislica americana contempornea y del proi)io Morris, que crean estar ambos en peifeelo acuerdo al reducir el sentido de los signos lingslicos 1/ til uso /(7/V() tle los signos y 2/ su comprensin a un;i descripcit'ui de los Julos ohscrvuliics </e lu coiuluclc en el sentido del behaviorismo"''). Con la fundacin de la scmnticti pura, con la que tena que ver la filosofa, la pragmtica no deba tener nada que ver'"'. Ah se mostraba una vez nuis la posicin fundamenlal del neopositivismo recibida del ''rcuialii.s, .segn la cual slo his proposieiones empricas pueden lener sentido, proposiciones que pueden ser deducidas con los medios de un lengutije de la ciencia en forma de clculo que haba que construir, pero no " CAKNAI', Inimiliiclioii lo Sciiuiiilic.s, Cambridge (Mass.), 1942 , M. "'' tinirelanlo, el lepresentanle ms tonspieuo de la lingislica americana, N. CllUMSKY, lia crilicatio de un modo peneliaiile los presupueslos beliaviorislas de la escuela de Uloomlield proponiendo la aiiiitiniaicin con el hablante compelenle como condicin de posibilidad de una verilicacin de las leorias lingsticas (cl'r. Rcvicw of li. F. Skiniicr Verbal Ik-havior, cu Laiiyaatic, i5, pp. 26-.')8); vase al respecto J. HAIII;I(MAS, Zur l.ogik der So/iaKsi.ssenschal'l en (nmero exlraordinario de l'liilo.\otlii.sclic Rumlsclum, Tubinga, I9()7) II , 4. 4 y lll, 7.4 , as como mi artculo N. Cliomskys .Sinachlheorie und die Philosophie derGegenvvarl [infra. lomo 11, pp. 2.S I ss.). '"' (Tr. CAKNAI', Ol cil., .5 y .V), 302

las proposiciones pcricnccicnlcs a un melalenguaje lllosllco -no conslruido eomo lenguaje caleulalorio-y que pernnliran al consiruclor tlel lenguaje caleulalorio una comunicacitMi rellexiva con los eienllieos empiricos acerca de la posible inlerprelaein y conllrmacin iiragm;ilieas tle su conslruccin. Nata cambi en esla posiura ile principio cuanto Carnap propuso ms lartie incluii' a la nnsma pragm;ica en cl programa de la consliLiecin HkisHca tlel lenguaje'". Porque sin tluda se inirotlucen ahora por \'e/. primera relacitmes pragmlicas enlre signos (por ejemplo la allrmacin que alguien hace de la verdad de eierlas proposiciones) tle nu)dt) axioinlieo en un clculo, pciti ello s(do liene el seniido tle tma ampliticin del Icnguaje-objelo reeonslruitlt) de la ciencia empiricti tle luink) t|ue las relacitines pragm;ilieas lrnuili/atlas puetlan inlerpreiarse medianle la ctnrcsptintleneia de Itis thilos beliaviorislas con kis persontis experimenUdes. Id problema residual que de atiu se deriva respeelo de la comunicacin liniuislica con atiuellas pcrsoiKis t|ue tleben tieeidi si la eontlucla de las personas experimenUdes puetle inlerpreuirse en el sentido de ki pragnuilica lrnuili/atki, nuiesira con surieienie claridad ki persislencia tle ki anligtiti conrusiin tle la pitibleiiiliea del lenguaje objelo y el melalenguaje. /\tiiuitie se ailmiieii relaciones pragmticas dentro d.-l lengutije caleukitoritu sle no resulla ampliatio en v tliiiiensit'in iiragiiKiliea, sino i|ue en el liulo perinaiieee en la tliiiiension semnliea tlestle t|ue kis relaciones pi'tignuiticas han de verilicaise en cierto motk) como relacitiiies cosillcadis designables'''-y \iov iiilrpreies luiniaiuis tiue, tle un modt) perreclanieiite ingenuo, se Itis supone tt)lalmeiile Itieiti del alcance tle la pragmtica sisleniliea. I.;i verdatlera luncin sisienitica de la pragmtica con respecto :i la semntica ctinslrtieliva, a saber, la lunciiMi de relioiraer el sistema lingiiisliet) tibjelt) ;i los seres hunuiiitis ciue han de inlerprcUir e.sw sislema de signos y;i eonsiruitlo y tieredilarlo en ki praxis vilal, se nuiiiHesla, pues, en el neopt)silivismo slo de lrma aporlicti. La rellexin explcita sobre esla pioblenullica .se la impide al neoptisilivismo el ruiidamenlo onlosemnlico de su mcUirisica loiiiatlo-titintiuc reprimido-del Triclaiis. Con lt)do, Carnap eonrirm de maneni impleiUi la supera '" t'lr. C',\UN.\r , <iOn Stiiiii.' ftiiict-pls DI' Pr.igiiiaiit.-,)). fii 'liiln sopliical Siu( li's, VI (1955), pp. S5-91 . R.. M.MHN inlciilt') una tTabtnatit'm tit; cslc pro M gnima cu '/'(MCI//.V a Sysicinali' J'iiiyukilic.s, Amslcrtlain, 1959 . Ar'ni en inicnlt'i CAKN.M' , en su arliculi) On hcliel'scnlcnccs (en 195-1 l'hilsi>pliy ai\i iiiiilysis, 0\lt)itl, p|). y ss.), reducir las 195-1, 12 lelacioncs

9 tlel signilicar y el inlerpielar a leutnicnis de eslinuilti-iespuesla describibles tlestle fuera. Vta.se al resiiecui la peiielraule ciilica de 11 . Skji uviiriM en Ohjtrliviuii iuiil ilii' Sliiili' lll Miiii. Osli). 1959, U).l

cin de los fundinncnlos onloscni;inlcos de ia pregunla por el criterio del sentido en benelicio de un pragnialisnio no retlucible de modo empirista-objetivista justamente ah dontle por vez primera hace valer de manera consciente la funcin ontosemntlca de la reconstruccin del lenguaje cientilico: en el ya mencionado artculo Hmpirism, Senumtics and Ontology'". La posibilidad de una verilicacin en el sentido del marco ontosemnlico lomado del 'l'nicliiius queda ah restringitia al .vcinaitliculInuiu'work elegido para cachi ocasin, el cual proporciona, con la introduccin de las entidades fundamentales (por ejemplo cosas, estados de cosas, proposiciones, acontecimientos, nmeros y denus), la base paia ia verificacin de los enunciados exislenciaies, Pero el propio Jhiiiu'Wiirk se elige en ia expectativa de que cd mismo -mediante una interpretacin apropiada que recurre al senlido ya comprensible de un metalenguaje no precisado an en ei clculo- pueda ser evidenciado como precisin idnea del lenguaje cientilico. Con ello, el verdadero problenu del criterio del seiuido de el lenguaje queda desplazado del limitado mbilo onlosemntico de la verilicacin (acotado sobre una base verificativa lingsticamenle lijada) al espacio relativameiile abierto de la conlrmacicin pragnulica de un sislenu lingstico. La dimensin de un pragmatismo abierlo caracteriza tambin a las restantes posiciones c|ue podran calificarse de resultados finales de la pregunta neopositivista del criterio del sentido del lenguaje: as la suslitucin de la exigencia de reducibilidad de los enunciados empricos a enunciados observacionales por la exigencia de contraslabildad -muy indirecta, segn las circunstancias, ldlo signilica, enlre otras cosas, que los conceptos tericos decisivos para la ciencia natural (como, por ejemplo, electrn, luncin *l' y otros) no pueden reducirse a predicados observacionales, sino que tan slo poseen relevancia prognstica en el marco de un lenguaje terico que a su vez luede ser interpretado parcialmente -con ayuda de reglas de correspondencia- por un lenguaje observacional''', Lsle resultado es especialmente importante para la pregunla por el crilerio del sentido, ya c|iie d;i una negativa a aquella ar caica idea del alomismo lc)gici> segn la cual primeramente conocemos los objetos elementales, lucg.o los designamos -de la foriiui ms unvoca posible- y liiuilmcntc erigimos teoras acerca de los hechos complejos de la rc;iliclad mediante la com binacin Icigica de las designaciones'". Ln lugar de ello, lodo I iJ. siipii, nola -t I. l'itl. Sri:(iM()i.i,i.i<, llciiiii.sli'iiiiuiiycn, cil., pp. -161 y ss. I 'id. supra, pp. 2')() ss.

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iiacc suponer que el hombre aplica siempre ya con el lenguaje presupueslos especulativos I />rior a la naturaleza tlntlole originariamenle su aperlura conu) algo a la luz de ese a pruni. La ciencia lerica de la naturaleza, que en cierlo modo hipcrestiliza el princiiit) segn el cual el enlendindento prescribe su ley a la naturaleza (Kant), al propio liempo mueslra sin embargo -particularmente a travs de los intentos de lalsaeln por medio tle t:\K'rinh'nUi cntcis puestos de relieve por Lopjierque la lorma a iriori tiue se coidiere con el lenguaje a la naturaleza depende en llima inslancia tle su conlinnacin en los dalos tle la experiencia tjue ella coticternnna. Al tleiivar tales -aventuratlas- prognt)sls tle cuerpos letuictis altamente especulativos, prognt)sis que puetlen ser conlimiadas o l'alsadas a ser posible intlependientcmente de ima interpretacin cid lioc de lt)s thitt)s de la experiencia, en cierlo motlo somete tle forma consciente al vt)lo de la naturaleza l;i decisin no stilo sobre la verdad de hiptesis y teoras, sino ttimbin sobre la aplicabilitlad de una forma lingstica de inlerpreUicin comt) condicin tle pt)sibiltl;itl tle l;i experienciti. Id prtiblemti tiecisivo que surge aqu consiste, a mi parecer, en cmo puetle originarse, sobre la base tle hi evidencia positiva o negativa tle la experiencia posibilit;itl;i en tt)do momento por un a /iriori lingstico (brm;tl, l;i necesitlad tle una transformacin histrica del ei iriori lingstico Ibrnud (hi prt)ftmda necesidad de tma convencin de la que htibla el VVittgenstein posterior'"'). Un aspecto parcial de este prt)blema se agutliza -en el marco del neopositivisnu)-en hi cueslin acerca del carcter tic lt)s eiumcititlos observticionales tiuc sirven de enunciadt) S bsict)s de las teortis. Despus de totlt) lo que hemos venidt) dicientk), tales entincitidos nt) puetlen eslar determinados nictimentc por la forma del lengutije'" ni nieamenle por lt)s hecht)s extralingstct)s; ms tampoco pueden eslar determinados -como las proposiciones clcmenttiles posluhulas en la metafsica del titomismo lgico- por una tirmonia preesttiblecidti entre los hechos y la forma Itigicti del lengutije, ya que este modelo onlosemntico no slo no correspontle ti la sitiuicin prctica de la cxpericnciti sensible hunuina, sino tiue tampoco explictirti cmo el hombre, tlesconectatlo de lt)s eslmu '"' I 'id. Mipid, Mola M. '" lis do Molar qu- las obscrvaeioMcs ciciinik'as a decir verdad vienen en nineli a mayor medida deleniiinadas por el ii prinri ile la lorma lingstica y k)s eorrcspon dienles modos operal ivos de proceder-puestos en prclica junio con las reglas del juego lingislico- que las, siempre ranis, percepciones aulniicas de los hombres uleresailos por la llsiognoma tlcl mundo. \'id. a esle respeclo m arliculo T'echnognomie -cine erkennlnisanlhropologische Kalegore, en Konknnc i'i'riiiiiili ll'i:\l\iliidi fr I'.. Riilliackcr), Honn, 19.'^8, pp. 6 1-79. 303

los dcsciicai.lenaiUes y obligado a la accin tlcnlio c la niccrlldunibrc, adquiere, junto con la interpretacin tlel nunulo, una aulocomprensin''". Desde esla situacin problemtica resulta comiucnsible tiue el neopositivismo ll'egtisc, en la cuestin refcrenle a k)s enunciadt) s bsicos, igual que en lotlas his dems quicsiidiics criicis, ti una solucin convcncionalisla. Idi esUi stilticin, los enunciados bsicos no se convierten en tlelcrminticioiics tiddlrarias, sino que en las comprobaciones tle carcler lingislico de los cienidlcos rcetmocitltis tle nueslro ;iml)U) etillural'"' se llega ti un grado ms o ments tillo tle eonlirmacii'in metlianle la observacin experimenial repelida, (^tit: gratio tle etinfirmaein se consitleie en verdatl etnio m:is tiiie suHeienle para haeei saler un enunciatlo Ixisieo en el uso eienldieo del lenguaje, es algii que sencillamente no puede ni ctimprobarsc empirieanienle ni deducirse lgicamente, sino slo decidirse en l;i prctica ptir el acuerdo entre los enlendidtis en la maleriti. Pero ptirtt el acuerdo basado en la comunicacin enlre los enlciulidos habr -como para totlo acuerdo humantr- crilerios obtenidos tlel contexto siltiacional, eslo es, de los Unes y necesidades tiue estn ;i la base de la actividad investigadtna'''' '. 3. L a criliea pragmliea del .senlielo en el Witlgenslein posterior Alitira bien, con esla tiinslrnuicin tlel principio tle vcrillcticin en el criterio de la conHiniacin prclica suHeienie, queda deUnitivamentc rebasado el horizonle ontoscmnlico del neopositivismo en lo concerniente a la pregunla por el criierio del .sentido tlel lengutije. Dicho en pocas ptdabras: los neopositivistas han tenidt) al lln t|uc rectinocer que no se ptiede asegurar el uso con sentido tlel lenguaje por medio del criterio empricosemnlico de la prolocolizacitSn de hechos, sino que la cuestitn icerca de qu sean los protocolos de hechos, cuiindo tienen lugtir y cundo no, tiene ti su vez que tiecitlirse por el uso del lenguaje con sentido pragmlico. Los Ulstilbs, sin embargo, no se contentarn eon cslc lllti, sino que inmediaUmenle se preguntarn: en qu consiste cl uso del lengutije con sentido pragmtico'}, cules son sus criterios y coiulieiones? '' I7/, suinu. p|). 291 .ss. '"' As (.'AUNAi'cii l-.rk'Hiilms, lll, p. IKO, llusiracDiics hislricus ele esla siUiaeii'm las olVeee 'lli. S. KUHN , eon la inlenein expresa tle expliear la entratia en eseeia tle luievtis juenos lni-'tistiet rs tle la eieneia st)hre la base tle luievs Huiulinuiaia tle intlagacit)n letiriea y praxis expeiinienlal, en ''lie Slnuliiiv aj Sciciilijif Rcvolutiniis. t liieact), 1962. 306

Scn'a acaso posil)lc dislinguir cl sentido del sinsenlido alaciando al uso del lenguaje con sentido pragmlico y alcanzar todava la vieja mela de la fdosola analtica de probar la carencia de senlitlo de his preguntas sin respuesta de la melalisica tradicional? lisie planieamienlo es el tiue, a mi paiecer, distingue a la llima transformacitn de la cueslitn acerca del crileno del seniido del lenguaje en la liltisola anallicti. Hsla transformacin la llev a etibo el Willgenslein ptislcrior y viene cslablecid; i en su eoneepein tlel juego lingislico -<>, mejor, de los juegos lingslicos. fin nuestro eonlexio, un juegt) lingislico puede definirse provisionalmente como tiiui unidad de ust) lingiiislico, c,\prcsitn eorpuial, praxis et)ni|)orlamenlal y apeilura del mundo tiue Itineioia eoinu lorma de vitla. T t)tla eoiii|)ieiisin litiniaiui del sentido - y por Uiiilo Uimbin loiki conduela que sc comprende a s misma- perienccc, segn Willgenslein, al conlexlo de un juegt) lingstico. Id hombre, en Umlo tiue dislinlo del animal, vive en la meditla en que parlieipa en juegtxs lingslicos, cs decir, en la metlidti en t|iie, tlenlro del proceso tle socializacin -tiue se eonliiiti en his inslilueiones de la aclividad cientfica-, ha puesto y;i en prclica delerminadtis nuincnis del uso lingiiislico junio con modos prcticos de eomportamienlo y modos tle comprender el mundo, lin Iti tiue se refiere a la unitlad fuicitiiuil pragmlicti tle ctitki juego lingstict), es necesario tlccitlir tulems, segn Witlgenslein, la cuesiin del senlitlo o sinsenlido de un enunciado, liiilender una proposicin -tliee ahora WiUgenslcinsignillca eiiteiuler un lengutije. lintender un lenguaje signillcti dtiiiiiiuir una Itrenica (el lexlo inmedialamenle anlerior dice: .Seguir una regla, luicer uiui comunieaein, dar tiiui orden, jugar una ptirtida de ajedrez son aisiiinihrc's (usos, instituciones]). Si, por ejemplo, tilgiiien pregunta por los eomptmentes tle una silla"", lal pregunla slo ptiede eiUentlerse en el conlexlo tlel juego lingislico eorrespondienle. liste puede ser, por ejemplt), el tle los irtmsporlislas de muebles que se proptmen tlesmonlar la silhi por sus elementos, o el tle los ex|)erlt)s en madenis o plslictis que se inleiesan por hl composicin de la silla. Los fsicos tilmicos por lo general no se inlercstinln por t)s componentes de una silla, pero su pregunla por los coiiipoiieiiles tle hi silla obviamenlc puede ser ""' l'hili)sii>lii.\ihc lliiicisucituiiycn, 1, 19'). t'IV. laiiitiit}n 'l'mcialii s, -1.02-1, p. 2K lie hl etl. eil. (i7(/ sttpm, p. 27.!). '"' l'luliis. l itlfi\., I, !>'; 'Id y ss. Willj'.eiisleiii criliea en esliis pa rgrattis los presupueslos luelallsieos ilel alomismo li'gico, tle los t|ue l mismo liabia parli tlo en el Tnichilus. I'ar.i uii.i comiiaiacioii tle esla criliea con la erilica tle 1 leitlegger a la oiuologia tle la pieseiici.i riiclica i i oiluiiulcii/h'ili vul. mi irabajo en l'liil{isiiplu\iln:\ Jihiiiuch..,'ly, pp. 77 y ss. {\uprci. p. 2.s,)). 301

una pregunta eon sentitlo; tambin ella se presenta en el contexto tle un juego lingstico tlado en la realidad. nicamente la pregunta por lt)s eomponentes ltimos de la silla (tal es la pregunta de la segunda antinomia en la dialctica Ira.seendenlal de Kant) es, eomo tal, carente tle .sentido. C'on ello, el Willgenstein posterior renueva de la forma ms radical la sospecha tle carencia tle sentitlo expresatia en el TracUiliis contra totla lilosola especulativa. Pues tt)das las llamadas cuestiones ontt)liigicas son ahora manilieslamente carentes tle sentido por la misnu ra/n xir la t|ue carece tle sentido la pregunla por lt>s etimponenles ltimos de la silla t) an tiel mundo. As iconlece con preguntas como; exisle el ente'.''; cunlt)S objett) s hay en el mundt)'.'* y otras por el estilo. Tales preguntas no son ahora carentes tle senlido porque no cumplan con una exigencia liloslica (Itigica) de claridad, ni tampoco porque no puedan ser conlirmadas pt>r los hechos en general, sino simplemente porque nt) se ajustan a ningn juego lingstico que funcione en la prctica. WUgenstein ft)rmula el nuevo prtignuna de su crtica del lenguaje de la manera siguieiUe: No prclciitlenitjs ticpurar o completar tic un motlo excesivo el sistema tle reg las para el empleo tie nuestras palabras. Porque la elariilatl a la que aspiramos es . tlcstle luego, una clariihnl completa. I'en) eso s()lo signilica t|ue los proble mas liltisiiUctis tleben desaparecer eomplelamenle'"''. Los resultatlt)s de la liltisolia consisten en el descubrimienlo de algiin simpl e sinsentido y de las abolladuras t|ue el etncntlimienlo se ha hecho al embestir conlra el liniile tlcl lenguaje, lisias abollatiuias nos permiten reconocer el v alor de ese tlescubrimienlo"". Lo que Wittgenslein quiere aqu decir es, expresado algo menos paradt')jicamenle, estt): las exigencias de claridad tic la primera fase tle la crtica del lenguaje se btistiban tt)d;iva en unos crilerit)s metali'sict)s del analista. Lste se arrogaba el hecho tle haber llegado al Irasfondo tiel lengutije, esto es, al tnisfondo del juego lingstico como unitlad indisoluble de uso lingstico, praxis vital y aperlura de una siluacin; ya fuera que creyera -como los alomisttis ligict)s- potler lijar tlelinilivamenle la forma lt')gica del lenguaje, y;i fueni t|iie hubicrt dtido con un criterio ptira la relacitin tlcl lengutije con lt)s hechos en s -como lt)s empirislas lt')gict)s, Willgenstein renunciar ahora completamente a semejante crilerio del senlitlo liieni del juego lingstico, y justamente con esta renuncia pretender mostrar a la mosca la salida del frasco'"', es decir, hacer tlesaparecer lt)s problemas liloslicos. "' ^ 'hilos. Unlcns., 1, 133. " //)/(/., 119. "' > y/.//.,i).3()9. 308

Aliora bien, por el pallios de los citados pasajes nos damos cuenla de que Witlgenstein de alguna manera ha llegado a cierlo traslbndo. Wittgenslein pretende, en efecto, incluso enuncindolo expes.sis n-rl)is, liaber hecho un decubriniienlo liloslico decisivo: Id verdadero descubrimiento es el que me capacila para interrunqiir el lllosofar cuando yo quiero. "'\ Qu tiescubrimiento le cap;icita para ello? La respuesta -teniemlo presente toda la obra posterior- .slo puede ser sla: Willgenslein cree saber cundo y por qu se originan los problemas liloslicos; slos se tiriginan cuando un juego lingstico no lunciona ya como unidad tle uso lingstico, praxis vital y aperlura tle una situacin, cuando tliscurre en el vaco'"", Pert) aqu viene supuesta -vindolt) de forma positivala utilizacin de un crilerio nuevt), iirtigmlict)"", del senlido para las expresiones tlcl lenguaje. Cmo hay que concebir el paso del uso lingislico efcclivo al discurrir melafsico en el vaco, lo aclara Witlgenstein meditmle el siguiente ejemplo: San Agustn se piegtmtti en las (XI, 14): C'DIIJ'SSIII'S Quid esl ergo tenipus?, a lo cutil t)bserv;i: S nenio ex me queral sco; si quaerenli explicare velini nescio. Ll lilsolb se encuentra aqu fcilmenle -piensa Willgensleinante la aparente necesithitl tle que el tiempo, sobre el cual hti poditlo antes habhir de modo racional lolalmenie en el conlextt> de l;i situacin prclica, lengti que ser-respondiendo a la pregunla por el tiii- un algo, una sustancia con una de //>/</.,{) 1.1.1. ""' //)((/., 1, i) 112. lili i'.xiicta corivsiiiiiiik'ncia la (. ii'lica de 1 lcii lci,'i!,er a una conipieusin del ser iirienlaila por el simple mirar lijamenle Nur-iwchAiishinvii) la eii.sa laeliea (das Viirhandene), el Willgenslein poslerior ilust ra el luncionamlenU) en el vaeio del juego lingstico en el problema tradicional de la designacin originarla de los elemenlos liicllcameme presentes del mundo del siguienle motlo: II nombmr aparece eom o una extraa conexin de una palabni con un objeto. Y tal exlraa cunexin liene rcdmente lugar cuandt) el lilsolo, para hacer palente lo tpie es la relacin enlre nombre y nombrado, mira lijamenle a un objelo anle si repiiiciulo asi un nombre innumenibles veces -o, si no, la palabra "eslo". l'oriiue los problemas liloslicos surgen cuando el lenguaje .ve va ilc viiiiiiiiuift. pudleiulo enlonees, desile luego, iinaginanio s ijue el nombrar es algn aclo psi|inco singuhir, casi un baulsmo de un objelo (/'//7(. Ihilcr.s..^ .18). lista earaclerl/.acin me parece ms apropiada y prolunda tiue la concep cin, sin iluda tambin insplnida en Willgenstein, vigente en la llamada escuela de Oxlbril, segn la cu:il la posibilidad de una traduccin al ordiiiwy laiiyuayv

consliluye el crilerio del senlitlo del lenguaje, l'ara Willgenslein, la apelacin al uso llel lenguaje es sohmienle un recuiM) heurislico tjue debe reconlaral lllso li) cmo ha aprendido l mismo, y atiuellos que le tleben enlender, el uso de las palabras en el conlcxlo tle una siluacin vilal. Willgenslein no excluye alguna modllicacln del uso lingislico que de forma conlrolable manlenga sus la/os de unin con el uso eslablecitki del lenguaje y se acredite de modo prctico. 309

terminada csenciii. Momento en el eu;d se origina, segn Wittgenstein, el pseudoproblema inetalsico. Pues lo nico que debera hacer cl lilsolb en respuesta a la pregunta que le inquieta es esto: recordar la manera normal de enqdear la palabra tiemix). Segn Wiltgenstein, ahi radica en cieno modo la verdad de la teora platnica tle la aiianiiu'sis, tiue a hi vez resulta apropiada para dcsenmtiscarar el prolntlo sinsenlido de loda melalisica de esencias. La misma pcrplejilad qtie en el cast) de la prcguiUti tiuc cs el tiempo? se produce, por ejemplo, en el cast) de hi ccdebre pregunla de Desearles: qu es el pensamiento?, a la tiuc Descartes dio precisamente hi respuestti: una res o SII>SIIIII cogilans. A este respecto t)bscrv;i Wiltgenstein: Donde nuestro lengutije nos htice suponer que ha> un cuerpo, no habieiult) cuerpo alguno, ah, decimos, hay un espritu.'"'*. De esle motlo se llega al prtiblema rilosfict) tle Itis procesos y eslados anmicos y, por olra parle, al tlel behaviorismo: l'.l primer paso lo liemiis ilatto del IIKIO iiiailvi;rliil;imeiile. Ilalilaiiro s do prooosos y oslados, y su naluralo/a la ilojamos sin tiolormiiiar. t^ui/ alguna voz sopamos ms acoi'ca do olios -ponsamos. Mas do oso motlo nt)S liemos alado a una determinada manera de eonsitlerarlos. I'oitjue leemos un ct)neoplo tlelermina do de lo t|ue signitiea conocer ms tle corea uu proceso, ("tiii ello liemos dado un paso imporlanie en el arle de la preslidigilacitiii, y sin embargo nos pareca inocenle. Al adentrarnos ms profundamenle en el problema nos volvemos crticos, y entonces se deshace la comparacin que hubiera debitlo hacernos comprensibles nueslrt)s pen.samienlos . Y entonces caemos en hi apora conirariti, a stibcr: la de la lilosora naturalista-behaviorisla. Tenemos, pues, que negar cl proceso an sin comprender en un ctitnpo an sin investigar. As parece que hemos negado los procesos espirituales. Y sin embargo no queremos, naturalmenle, negarlos. '"". En todos eslos casos obra, segn Witlgenstein, una analoga admitida en las formas de nuestro lenguaje, ...una falsa apariencia que nos inquiela: eso no es ;is! -decimos, "Sin embargo liene que ser ^.V;"'"". Un prt)blema lllosllco tiene la forma: 'no se cmo salir del paso.'". Y cmo se disuelve ptira Witlgenstein esta perplejidad de la apariencia metafrico-semntictt? I"" l'hilo.s. ('/< .,.16. //)((/., ;H)K. //)!(/., 112. //'/(/., 123. 310

C.'iianUo los liliisolus U'..iii una palabra -(isalu-r)), si-r. objelo, >o, ]iroposici n , unoiiibrc"- e iiilealaii eapar la '\ri ui tic cs.is c)sas. hay t|uc prcgunlarsc siciupic; i'.sc usa ilc licclm asi catla palabra cu cl IcMnu.ijc en el que liene su hogai'.' tleu)lvenu)s las palabras tic su empleo melaliisieo a su empleo eoliiliano"', 5. CONI KONrAC'l(')N ITNAI l-N IRi: 1 A lll KMINI.Uj K A 1)1 I SI K 1 A ( Kl 1 UVA ANALIHI A l)i;i,Sl N I IDO liste es ei puiUi) donde -a in pareeer- tieiie eenlnise una vakiraein etliea tle la eiliea tlel !en'.uaje tiel Willgenslein posterior. Que kis pseutltipitihlenuis iiielarsieos piicikiii originarse -metiiante liiposlali/aeit)nes t|ue vienen ya emparejatkis eon ia pregunta ontt)i[i,iea ptir el t|ti- a eausa tlel tleseonoeimieiilo tle la runeit'in normtii de las palabras en el Juego liiigislieo, es algo tiue apenas puede nei!,aise. Aiiii ptidenms taiiibiii nolar una amplia eoneordaneia entre el aiuilisis tlel lenguaje tle Willgenslein y la renoinenoliiga tle Heitlegger. lista etineonlanea eoneierne. por ejemplo, a lotkis ;it|uellf)s iisetidt)prol)lemas etiraeleslieos de ki Ikimatla erliea tlel etiiioeiniieiilo de la ptiea inotlein;i que lueroii prtimovidos por la liiptislalizaein earlesiaia tle la eoueieneia eomt) una euasieavidad (eomo un ivccpliiciilun); a euesliones eomo li'slas: i.e.Kisle tilgo fuera de la eoueieneia o esl lotki slo en la eoneieneiti?, y si hay algo fuera tle ia eoueieneia, emo penetra en ki eoueieneia? o i'.emo aeeetle nuestro eonoeimienlt) a las eosas fuera de la eoneiencia?" . lis lanibit-n eierlamenle un errtir motivado por la aparieneiti mettil'oriea tidmilir t|ue el proeeso de nueslro eontieimienlt) luis aisla, por ileeiiio tisi, de las etisas en s, tle modo tiue no potlnanitis progresar niiis tilki de los fenmeiuis"'. /\.tleins de esto, enlre los resuluidtis perdurables de la criliea del senlidt) en el WiUgenslcin posterior se cuenta, a mi Juicio, la rel'tiiacin tlel st)lipsisnu) melodolt)gico de la ti-poca moderna -en Iti esencitil igualmenle promovido por Dcsctirlcs- mediante la ptiesui en evidencia tle que la admisin tle un lenguaje priyado carece tle seiitiiio"\ T'am ""iiW/.7</.,"iTln. Vtiase la eslupentia cariealura t|ue hace Heitlegger tle eslos problemas en .SVr 1' 'l'ifiii/io, I .i. " ' Ct)n eslo no tlisculimos que human.is linilas (|ior ejenqilti itlo). I /(/ nn tliscusuin tle Kanl en tle I'eirce l h. S. I'i iiti l solamenle potiamos conocer bajo ctintliciones tle motlt) pei>,peclivisla eu el ms amplit) senl la Inlrotluccin .-il icalismo critico tlel senlitlo , Si /iiillcii. I, eit , pp. -I ! > ss.

" ' l'.utie l.i exieus.i hleattia ang.los.iion.i subiv esle aspecto nucleai tle las l'liilii.',iii>lti.\clic i'nli'i.Mi liiiii;i-n vase espcci.lmente N. MAIIDIM , Wiltge ns

tein's l'liiliisophieal Invesligatitms, en 'hilii\i>i>huil licvicw. \o\. 6.1 (IV.sl),

bien aqu es posible, a mi juicio, hallar con relaliva lcilidad una concordancia enlre Wiltgenslein (y los lllsofos pragmatistas de la conuinicacin como l'Circe, Royce y Cid!. Mead"") y una Hlosofa hermenulica (.|ue parle del muluo eiUendimienlo (y, con ello, de la exislencia de una comunidatl de enlendindento) como el (/ priori de toda lilosola""'. ln este senlido nunca se subrayar con la suficiente energa que con el reconocimiento general de una compatibilidad enlre la lilo.sofa analtica del lenguaje y la hermenutica respecto de los problemas mencionados an se ha hecho muy poco. Los frutos de la crtica del sentido que parte del ltimo Witlgenstein estn en las minucio.sas invesligaciones de detalle sobre las posibles confusiones de las categoras gramaticales profundas de la comprensin del ser lal como son tle continuo suscitadas por la apariencia melaibrica del lenguaje culto de la hlo.sola. La lilosola mt)derna en su totalidad tendr que pasar por el purgatt) rio de estas investigaciones de detalle a fin de lomar una conciencia nueva del prt)blema ;i travs de la crtica del lenguaje. Con todo cabe preguntarse si las mismas lpt)stali/.aciones metafricas que una y otra vez han dado lugar a los p.seudoproblemas onlolgicos no han sido, por olra parle, imprescindibles para la progresiva ampliacin de la conciencia humana en la historia del espritu, por ejemplo para la heurstica de los planteamientos y motieltis cientllcos"'. No han sitio lodas las metforas especulativas -para tlecirlo con I leidcgger-a la vez descubridoras y encubridoras? Y no se puetlen tambin enlender las metforas penetrando en la aiiariencia metafrica? Prt)cedamt)s una vez ms a conirtinlar la crtica del sentido con la pregunta filo.sfico-hermenutica por el senlido del ser. Anteriormente habamos empleado repelitlas veces el lrmino heideggeriano comprensin del ser (especialmente la comprensitn inexplcita, preontoltgica, tlcl ser) para la caraclerzacin tle una condicin de posibilidad de la experiencia que Wittgenstein entiende como funcin de la llamada gramtica prt>funda"". Obsrvese que at|u se trata de la transformacin pp. .s.lO-.S.IO, as foino K. Aiiiini ION , Oii Willgcnslcin's Uso of ihc Terin "CTilciion", CI) The .loiiiHil <il l'hilosiiiiliv. vol. .Sd (l').S9), pp, K'lfiX.S ?. II" IV/. (i. 11. MI;A|) , ,Vc//,A/W/ii/.V('(cn', ( liicago, ly.VI. I"'" i'iil. mi Irahajo Dic eiKcmiliiisanllnopolocisclic l'imklioii IIL T Kommi nikalion.sgcmciiiscliari mu ilic (Inmilkigc der I Icrmciiciilik, cu .S. Mosiu (cil.), Iiijiniilioii miliKoiiiiiiiiiiiluilidii, Muiiicli/Vicu.i, l'XiS, |)p. I().1 -I7I. 'I ' A cslc respeclo pucilc verse loilava 11. SN I I I , /)/c '.IIIIICI'LIIIIK /CI / C/V

/('.v, llamlnug), 1')-1K-'. II 'hilos. Iliilcis., I, bM: li el uso de ima palalira se |)odria disliuguir una "gramlica su|x-rlicial" de una "gramlica prolinida". l o iiue iiimcdialamenIc se nos iiueila gi-abado en el uso de una palalini es el modo de emplearla en la cotisini cilio (Ic lii uoiiosicin, hi parle de su uso -.se podra decir- que se pue 312

anallico-lingiistica o licrmciiLilico-lingiiislica tiel problema tie la filosiila liasceiuleiilal kantiana. Sin tliitla, WiUgenstein nt) hablara aqu ni de llostiia trascendental ni de ct)mprensin tlcl ser, y nata en abst)lutt) tie el sei" que en cierto mt)do se interiireta a s misnu) en la comprensitSn lingsticamente articulada tlcl ser tiel ser-ah lunnano t) del ser en el muntlo. Mas por qu ha de inducir a error hablar del ser y tJe la comprensit)n del ser? Id reprt)che tle que hablar tie el ser como la mellbra sintctica que sin tliitia es contiuce a la hipt)stat/.acit)n tle un pseutlt)-o|iclo puetic obviarlo la hcrmenutictt del ser por cuanto t|ue stti -con el princi|")io de la diierencia t)nlt)lgica - esttiblece p;ir;i el uso de la ptikibrt ser una reghi distinta que ptira el uso de la ptilabrt ente, liste uso lingsticf) conUevtir sus propit)s jieligros tle t)cult;imiento del problema, mas a cambit) tibie un mbitt) tle lnmenos cuya tiesatencin o reduccitln lleva a dificullatles mucho nuiyores. listo se muestra inmediatimcnte en el inlentt) de expresar la luncitMi que cumple la implantacin de una precomprensin del mundo vlida (I priori, que Wittgenslein a.socia ;i la gramtica profunda tle un juego lingstico, sin el concepto de comprensin del ser. Como en la precomprensin del mundo no se trata de la comprensin emprica de algo en cuanto algo, sino de sus condiciones de posibilidad, estaramos tentatlos a alirmar que el ser del ente tiue tlebe corrcspontler a ht comprensin tlcl ser vlitla a priori no es ora coso iptc la regulacin gnimalicai prt)fiinda del uso del lengutije. No obstante, esta respuesta de ningiin modo se correspontlerti con la crtica vvittgensleiniana del sentido, sino con una metafsicti nominalista que no resiste ella misma la crtica del sentido de Willgenslein. I'ues todt)s lt)s argumentos tiuc reducen lo universal (ya sea lo universal tle los conceptos genricos, ya lo universal tie las categoras o, en Iln, el ser trascentiental tiel ente) ;i factores nwranwnle perleneeienles al lenguaje (concepU)s, signillctidtis, reglas semnticas) Ue ei|)lar eon el olUo. Y aluna eoiupiese la luanuiliea piolunila, por ejemplo, lie la palahr.i "lelerii^e a" incinciii eon lo i|ue su gramlica superficial nos li arla suponer. No es e,\lrano que esulle difcil liaceise una Idea de ello. La gramlica supeiliclal sugerira igie la palabra referirse en l se reliere al perrt) e.s empleada e.\aelameiUe igual -ileniro de la misma categora tle significado- cpie la p.ilabra apalear en l apalea al perro, l'ero no liene senliilo pregunlaise: ('.cuanlo liempo lia diiiado su reirencia al perro'.' Lsle experimenlo lingstico pone de manilieslo alg.o de l.i giani:llic.i profunda de ((referirse a. A esla l'.iainllca pioluuda, en la i|uc se li:illan cnlrelelldos el uso del Icng.uaje, la pra,\ls coin|i(nl,mieiil;il y la coinprensioii del mundo, se reliere Willgenslei n cuando dice: La esencia viene expresada en la gramlica (Ind., .171) y cuando enlleiKlc las proposiciones vlidas a priori como proposiciones graiiialie ales (cfr. 2.sl, ?..s2, ..S', .160 y -15K). 31.3

sc coiiiradiccn a s niisnios, ya que niegan al uso lingislico precisamcnle atiuella funcitn tle la piccompiensitMi del muntlo a la que ellos mismos recurren en su reduccin tlel ser al lenguaje (su consecuencia sera tener que reducir el ser del lenguaje nuevamenle al lenguaje y as a d iiijiniuin). Dicho de olro modo: loda retiuccin del ser tlel enle ;i aaila tns que ctmvenciones lingsticas, licciones, construcciones o ct>sas semejanies lral;i tic eliminar Una eonsiileraeitn tlel lenguaje eomo eondicitMi de pt)siliilitlatl de l;i ctnisliluein tle algo en cuanlt! algo y de penstir una realidtid en s sobre la que nt) se ptiede habhirii"''. Id propit) Wiltgenstein inlenlti en su t)l)ia postcrit)r desviarse de esta problcmlica en lano que su pretensin nt) es erigir leona onlt)lgie;i al'.una, sino impt)ner reposo, ctiso por cast), ;i l;i rilosola"" -ctimo en tin;i enl'erinetkul''". Sin embargo no puetle eviiar tiuerer convencer al pticienle lilosleo, al que prelende ticlanir el origen tle sus pseudoprobleinas, a base de una visin miis proruiuia de hi relacin enlre uso tlel lenguaje, forma tle vitlti y comprensitSn tlel nuintlo. bslti misma visin viene exprestiila con tiemasiatia claridad en ki concep l'iieslo qiu' ,0111 0 jiistaiiiciilc mostr tt ltimo Wiugoiistoiii- slo cii cl lei\t,uaii; podemos peiisui algo cii uriauto algo tavmqiic itri; coiiKi tosa cu s i), cs cl lenguaje eomlicin de posibiliilail de la iOiii>i\-ii\ii del m- y uo, ponga mos por caso, de una lleciou del ser ciUendida de nimio nominalista. Aun la propia idea -suliyacenlc al nominalismo oeeideiilal- de la realidad eminente mente individual (la de Dios y la de sus criaturas) liene |ue estar mediatla por el conceplo universal del ser si algo ha de pensarse en ella. l'.n presencia de 1111 lelralo ile van lyck o de Koger van der Weyden, aijuel pintor inl'undido del espirilu i.lel iiominalisiuo victorioso, an hoy suele hacr sele evidente al hombre occidental ijue el conceplo genrico del lioiiibie como aiiinid ruliiumk' falla frente al t personal tle sus semejautes, que dicho con ceplo no relleja lo esencial de la iiidividualitlad humana. Mas cu tju radica esa evidencia que ante las cos.is nalurales, y aun anlc los aiiiiiiaics, 110 sc pre senta con la misma fuer/a de conviccin'.' Radica en i|ue yo puetia aadirle a

mi semejanle un nombre propiti'.' -lisia circunstancia podr encerrar uua im portante indicacin, pero esla iiidicaciiin no potlr apreciarse a su ve/ comt) un argumento lilost')lict) si la distincin giamalical-profunda enlre nt)nibre propio y nombre comn no es concebida ella misma como una dislinein prtipia de la comprensin del ser. Hl nombre propio, en cuanlo mero nombre, es una mera diquela que nata dice acerca tic o nombratlo. Su funcin denlio del juegt) lin giiislico slo resulta litostilicameiue relevanle si se eiiileiide comt) una iiitl ica cin de cmo es en lotlo momento pensada por nosotros una persona a dilren cia de una ct>sa. Hsto es juslamenle -la ((ctmipiensin pieonlolt'igic.i del ser de la pcistina individual- lo tiue Heidegger paieee lial)er elevatio a eoneeplo en su onlologa exislenciaria: la persona individual, paratligiiia tlel concepto nonii nalisla de realitlad, st'ilo es pciisahli' para no.solros -y no slo mosirable o 1 10111 brable medianle un nombre propio- si al mismo tiempo es comprensible el .ser tpie liascientle lotlo conceplo genrico: el ser tpic yo soy y tengo tpie .ser (Heidegger). Wiritii-:N.sri;iN, l'hdos. Unwrs., 1, l.i;i. //</., 255. 314

cin de los juegos lingislicos como paia no dar la impresin de tiue esunnt)s aiUe una nueva leora onlolgica. Al hablar tle leora onlokSgica me veo inmedialamenle en la necesidad de hacer una ct)rreccin: la let)ra de los juegt)s lingslict)S de Willgenslein ensea t|ue los seies humaiu)s en el mismt) proceso tle educacin y st)ciali/acin ponen en prclica delerminadas l'ormas del ust) lingstico, de la accin y tle la ct)mprensin tlcl nunult) en c-uTo motlo como u'-cnicas, tic manera tiue las formas de conduela dcsarrolkulas funcionan ct)nu) costumbres o instituciones tic carcter pblico; y esta concepcin tic las l'oinias tle vitia unillcatlas sin tkula trasciende el modek) clsico tic la ontologa, la cual tiene su ctirrclato lik)Sllco-lingslict) en la onioscmntica. Antcriornrente hemos tratado tle nu)strar ci')nu) ya cu el neopositivismo la onlt) scmnlica t|ucila rebasatia en direccin a un pragmalismo abierto por el momenlo tle la praxis convencional -el momenlo del acuerdo acerca tic los sistemas semnticos. .Itistt) este ptiso td pragmalisnu) parece tlaisc tic manera expliciui en la tet)ra de los juegos lingstict)s tic Wiltgenstein. Rcfirinilose al atoinisnit) lgico tic sti primeni cpocti, el Willgenslein posterior se despetlir en sus lnvcsligact)ncs kikistilctis tlcl ideal de unti onit)-lgica prccisti con csitis ptilabrtis: lil prejuicio de la puie/a crislaluia (y con ello alude al iile,d de e\aclilud a hsoluta de la logislica en el senliilo de Kussell, que cuenla eon un.i esliuelura inelal isiea, |)reviaineiUe ilada, del eme) solo pueiie eliminarse ilaiulo un giro a toda nueslra consideracin... pero lomando como ee nuestra \erdailera neeesidad'". Estaramos aqu icnlados a tiproximtir la norma supremti de Willgeiistcin del funcionamienlo tle un juego lingstico ct)mo forma de vitia i la concepcin de Ileitlegger tlcl pt)r int)r tle de la cun tiue en Se r y lu'iiipo esttiblece la normti stipremti de lodo comprentler, evaluar y metlir el enle conforme a su signilicalividiitl o su conformidad en ki siluacin de ser en el mundo. Y an ms clara parece volverse la proximidad de tm pragmalismo tibierlo comt) el de las formas de vidti a unti hermenulica tiel ser en el mundo si reptirtimos en que en las convenciones bsicas de los juegos lingislicos, que segn Willgenslein respontlen a una necesidad profunda'--, v;i en catla ctist) implcitt) un cnlciuliiiiicnlo (Icisliuligiing) entre los hombres acerca del por mt)r de tic su ser en el mundt). Sin embargo, la diferencia radical enlre el pragmatismo de lt)s l'iil. sujira, nola '12. .115

juegos liugsUeos de WiUgensleiu y la hermenulica del ser de Heidegger se hace visible precisamcnle en cslc puni. Pues Willgen.stein presupone ya en lodo momenlo atiuel entendimiento acerca del por mor de del ser-ah, c|ue alienta en la niosob'a de Heidegger y la hace convertirse en una hermenulica del ver, en la hirtiia de una gramlica iirofutitla de los dirercnles juegos lingsticos o Ibrmas de vida -igual que en lodo momemo ha consolidado ya el ser del poder-ser, en el cjue viene expresada en Heidegger de forma onlohgico-exislencialia la relacin rellexiva de la conciencia iiue lotna posicin eon respeelo al ser, en nn poder en el sentido de una tcihea aprendida'-'. Sin duda es cierlo que los juegos lingsticos de Willgenstein no estn pensados como clculos exactamente reglados, sino como insliluciones que nacen y se extinguen'-'; sin embargo, Witlgenstein apenas alcanz a ver cl problema del ciitendiiniciito ahici o enlre los hombres lal como se encucnlni siempre ya objetivado, as como -desde una consideracin dialctica- alienado y auloenajenado, en los juegos lingslicos. P.l hecho de que los hombres adquieran junio con el aprendizaje de juego lingstico y una forma de vida una comprensin del lenguaje y del ser en general que les pone en condiciones de un dislanciamiento icnexivo res|)eclo del correspondiente juego lingstico y su parlicular lrma de vida'-'', es cuando menos inconciliable con la lesis crtica del .seniido de que determinados juegos lingslicos limitan las posibilidades de la comprensin y que los problemas filosficos pueden reducirse en su lolalidad a confusiones en los juegos lingsticos. Witlgenslein no parece, en general, haber ido suslancialmenle ms all ile la concepcin del Carnap posterior segn la cual la sislemlica onlosemntica puede diferenciarse medanle convenciones, pero no puetle somelersc a renexin ni establecerse dialctictimenlc por cl muluo enlendimienlo. Sus juegos lingslicos lienen an, pese a todo su enlrelejimienlo con lrmas tle vitla perlenccienles a la hisioria naltinil humana , mucho tle parecido con los sciiiaiilifal franirwork.s del Carnap posterior. C>mt> eslos, se luillan tin en gran medida sujetos a la allernalivti de ser ctinslruidos o ser descrittis -como usos lingstico.s- tlesde fuera. Aun dcjtindo enleraincnle de '-'' (TV. I'hiltis. Villas., 1, LSO y ss. KctU-iitcnitmc, W. Si um./ lia puesto tle relieve eon parlieiilar energa esla retlneeiiin leniea ile la rellexiviilatl r iel eonipreiuler en su liliro II Vi;i-n7ci -ilie Ni-i;iliiiii ilcr /'/K/DMI/I/UV, IM'ulli n gen, |y()7. l'lsto lo subraya es()eeialinenle W. SildMiiiiii en la inlerpietaein t|ue luiee lie Willgenslein en Iliiiii>lMiiiiiiiiiiy,fn, eil., p. '^'M. '-' ' 1ill. .1. 1 l.'Slil KMAS, /(// /.(),i;/7, (/( )-Siiriiilnissciiscliajicii, eil. , p. 1.50. 3U)

laclo los aspectos behavioristas de las 'hilosoplii.sclw Unlcrsu cliung'ii y viendo -con 1'. Winch'-'^ el tenia principal de Wiltgenslein Justo al revs, de motlo que tt)da conduela humana no puede describirse tlcstle fuera, sint) nicamente comprenderse comunicalivamente en el marco de un juego lingstico, la problemtica espcclcaincnte hermenutica tiuctia fuera tlcl alcance de Willgenstein, Prtiblemlica que se ctmcrela en la pregunta de ct')mo es posible tlcstle un juego lingstico praclicado comprentler olro juego lingstico y otra forma tle vida ajenos a l'-', lista pregunta es a bu de cuentas idntica a la pregunta pt)r las contlcit)nes tle posibilitlatl tle la propia crtica wiUgensleiniana del lenguaje y tlcl sentitlo. Que esla pregunla no queda responditia ct)n el clebre (licniiii tle Witlgenstein: La filosofa,., deja tt)do como esl'-\ se evitlencia ya en la contradiccitMi entre esla observacitSn y la intencitni de una crtica teraputica tle la metafsica. Pero si Wittgenslein quera tiecir con ello que la lilt)sofa en cuanto crtica de la melafsica invalida todos lt)s inlenlt)s tlcl pen.samiento especulativo de querer trascender y revolucionar el uso pblico tlcl lenguaje y la comprensin de la vida y del numtio propia tiel lenguaje corrienle (del se en el sentitlo de Heidegger), entonces tal objetivo leudra al final el efectt) del acabamiento de ese lcuntio dilt)go de la historia espiritual de Occidente en el t|ue hasla hoy .se han venido renejando crlicamenle lt)dos lt)s juegt)s lingslictis y formas tle vitia establecidos en cuanlo enajenaciones dogmlicas tle el entendimiento entre lt)s hombres acerca del por mor de del ser-ah'-"'. Ln el prsenle conle.vto tiel problema quisiera prescindir de esta interpretacin, cicrl;iincnte relevante para la hermenutica del ser, ya que apenas podra hacer juslicia a la necesidad y a la pt)sible fecundidad de la erilica wiUgensleiniana del senlido. Una hlosofa dialclica tjuc delntliesc la funcin crlicamenle renexiva y rcvolucioiiaria-creadtira tle la lltisola especulaliva podr landiin percibir con Willgenslein el sinsentido, por ejemplo, tle la concepcin tle un lengu;ijc privado; y jiislaincnte leiulrti que supt)ner tiue natlie solo ni una sola vez puede seguir una regla'*", y;i tiue el pensatlor nico, creadt)r e t'IV. I'. WiNCll, /)/i' liUr lcr Siiziulwissfii.MluiJi und ilir i'viJuUlnis :nr l'lidiistiphif, Ininklinl, I9<)(). ''' \'id. n Cdiiridiilacuin ilc Willgcnslclii con Oillhcy en Willgenslein nml lias l'nihleni iles liemieiieinisclieii Vei-slel\cns (i/i/ii/, pp, ?i2\ ss.). rinhiy l'nleis . I.i; I.M. li esla lnea se iniiese l.i eiliea ile II. MAKI i'si a la Oidinnry l.nnynay.c l'hdusiiphy ijue parle e Willgenslein en su liliro Der cindinwnsinnalc Mi'nsh, Neuwieil y lleilin, 1967, cap. 7: l'l iriiinro del pensaniienlo posilvo: rilosolia undiincnsional. Wil lia Nsn IN, 'lulos. Vnirrs.. I, 197 y ss.

.117

innovador revolucionario perdera de hecho su funcin social si no pudiera contar con que las nuevas reglas de la accin y de la comprensin que cl sigue pueden en prhicipio enla/ar con las reglas ya seguidas pblicamente, con c|uc pueden ser controladas y -si se diera el caso- seguidtis por todo el mundo. Por eso quisiera plantear de nuevo la cuestitn acerca de his condiciones de pt)sibilitlad y valitle/ tle la, ;i mi juicio, necesaria crtica del sentido realizada por Willgenstein. La respuesta que pudiera haber titulo Willgenstein, de acuerdo con sus presupuestos, ti esla piegunla es, en su obra posterior, a mi juicit) la misnu t|ue dit) ya ;il final tlel ''nictalits. .Si hay que concebir su hlo.sofa no como let)ra especulativa, sino slo ct)mo hl aclividatl Icrapuliea llevada easo por caso tic la criliea tlel leni'uaje. sus proposiciones liloslicas slo |)otlrtin lener la luncin tic uiui cscaleni que h;iy que desechar Iras su uso. Con lodo, esla archimellbra de Willgenslein no es ya, en cuanto respuesta a la pregunU por cl senlidt) en las 'hilusupliisclie Unicrsiichiuigcii, lan panidtyica ct)mo lo es en relacin al sistematismo tlel niclaliis Logico-Pliilosopliicus. Contiene efeclivamcnle una intlicacin acerca tle cmo podrti responderse a la pregunla por el criierio del senlitlo tlel lengtiaje especulativo. Tal lenguaje, ct)nsislenle -como jusUimenle mt)slr Witlgenslein- en hipt)slali/aciones melafsicas como el ser, la conciencia, el yt), etc., no adtiuiere su funcin prctica, como ya sealamos anleriormenle, en el mtirco de los juegos lingslicos instilucionali/ados, en los tiue la emisin y la recepcin de informaciones, el uso del lenguaje y la correspondienlc praxis vilal se hallaran referidos unos ;i otros en la forma de una unidtid funcional abtircablc y descriptible de motlo general. Ll juegt) lingstict) lllosllco equivale ms bien al coiUiniiiini siempre inconcluso del dilogo enlre los hombres -a una nicainsiiucin por la cual lodos os juegos lingslicos y formas de vitla inslitucionalizatlos reciben originaritimenle su juslillcacitMi (o una nueva lundamenlacin de ctirclcr revolucionario)""''. Ln este juego lingstico de l;i hslt)ria humana, que no consiste en experimentos lepetibles relativt)s a la et)ndticta, sino que reprsenla un nico cxpeiimenlo inconcluso, el criierio del sentido de la acrcdittiein en la praxis viUil adquiere tambi'n olro carcter que el que usualmenie liene en el pragmatismo. La formulacin tle un pensamienlo y la inlcrprcIticin de ese pensamienlo por medio tle la praxis que lo con llrmti no se halhm aqu referidas una a la olra de lrma repeli ble y controlible, sino septiradtis, si cabe, pt)r milenios una tic Vase (.//'/ (/. pp. 21 I ss.) mi crtica ilc la lilDsola ilc las IISIUICDIICS tic A. ticlilcii. 318

olra (los giaiulcs pensadores ilel pasado estn todava irxinios a nosotros, re/.a un poslulatlo tle la hernienutiea del ser de I leidegger). De este nu)do, habr tpie hacer valer para el lenguaje de la rdosofa, cuya prueba t|iu' lo acicdila es el experiinentt) irrepetible de la hisloria, un criwrio ami>li<i(/i) llel si-niiiid ilf la praxis que juslifitiue todo juego lingstico tiue -acaso- putliera servir de escalera al pensanuenli) creadt)r y a la praxis nu-thada pt)r cd, A este criterio ampliado del senlido de la praxis acabara somelindose el blosofar crlico y anliespi'culalivo tle Willgenstein lo nnsnu) tiuc el pensamiento cspccnlalivo y cc-sl;itici) ile su gran anlipDila Martin I leitlegger. Que consecuencias pniclicas tendramos con todo t|ue sacar lie esta rcllcxuii p.ira luicstra conliuntacin cutic una hermenulica llustSricaiuenlc railicali/atia y la pregunla por el crilerio del senlido del lenguaie? l.a pregunta t|ue lUis hacamos de si la filosofa analilica del lenguaje putlo conlirmar su sos|iccha de carencia tic senlido tliligida conlra lotla melafsica por medio tic un crilerio del senlitlo tlcl lenguaie que no rccurria l mismo a ninguna base melalisica liene a m parecer una respuesla ncgali\a, ln lano en cuanlo el crilerio tlcl senlido se prcscniaba en una lorma lerica precisa, responda l mismo a presupueslos mcialisicos que l mismo se vio incapaz tic Juslilica tomo dol.idos de sentido (as el crilerio tle la forma Itigica ilcl lenguaje > el criterio de los hechos protocoli/.ables). Pero en la mctlitla en tiue el crilerio tlcl senlitlo se desprciula tic! hoii/onie tic su pragmatismo abierto, en esa metlida se haca su ajilicabilidatl tlependienle del conlcxlo liermcnculico de las manilcslacioncs lingsticas enjuiciatlas. Si conccbiinos los Juegos lingsticos de Wittgenstein como contextos bien delinilos del posible senlido o sinsentido, el motlelo pltiralisia tic Witl',cnslein se convierte en una melalisica montitloliigica tiue no puetic Juslilctirsc ;i s misma como dottida tle sentido. Si por el ctuiirarlo se quila lotlo lmite a los horizontes tic los Juegos lingsticos con el fm tic favorecer la auloiiasccndcncia rellexiva de dichos uc!',os lingislicos en el conlcxlo abicilo ,il liiiuio tlcl dilogo histrico de la huirumidatl, la aplicticiiin de la crtica del sentido coincidir finalmente con la comprcnsiiin crtica a d liov propia de hl hermenutica radictili/adti. No se quiere con ello decir que la filosofa aiuilticti del lengutije no ha>'a csltiblecido una perspeclivti destle la ciud pticikn tlcscnmtisctirarse como ctirenles tic semillo en ptirtictihir cicrltis proposiciones tic hi llamada melalisica tis como tle l;i teologti tiogmlicti. Pero esla decisin recae a mi Juicio en la comprensin UI lioc de la hermenulica, la cual ha tic servirse ilc l;i erilica analilica del senlitlo en cierlo .li')

modo como uiui ciencia auxiliar-parecidamente a como hoy en da la comprensin hislrico-sociolgica de la tradicin espiritual tiene qtic eslar mediada por la eriticti de his idet)loguis !'". Vid. el eap. 1 ilel lomo II, ( ienlisliea, hermeniiliea y clialeliea. 320

WITTGENSTEIN Y EL PROBLEMA DE LA COMPRENSIN HERMENUTICA' 1. Hl. l>l{()ltl.i:M/\ Y SI) IRASI ONDO 1 US l'OkU O: SliNIIDO Y COMI'RliNSKlN HN I.A I RADICION oi; I.AiiliRMiiNiurnc'A POR UN I.ADO ^ DI-: I A i .iKiicA Di;i. I.I;N(IIA.II: PO R t)rRo El prcscnlc csUiclio csi dedicado al ensayo de eslablecer una relacin entre la problenilica, caraclerislica de la fdosolui alemana desde Scideirmaclier, Droysen y Dillhey, ile la comprensin hermenulica o tle his ciencias del esprilu y la problemtica, cenlrtd en Willgenstein y la Ultisola tmallica qtie l contribtiyi a finidar, tle ht ctimprcnsiin tlel sentido. Ya lt)S dos lrndnos cen rales tle tmdias Iratliciones, comprensin y sentido, stigieren la necesidtid de hallar lal relacin. Mas, por t)ira parle, hay que penstir que ambas Iradiciones filosficas han permanecitlo luisla tiempos muy recienles ctisi sin conlaclo alguno. Ello sc c.\plie;i hasla cierlo punto si .se tiene prsenle en ambtis casos cl Inislbndo hislrico de donde surge el problema. fin cl caso tle l;i problcmlica dillheyana tle la comprensin hermenulica o cienlfico-espirilual se trata de la generali/acin epislemoltgica tic un problema melodoltigico que ya fue Irtilatlo con anterioridad en his ciencias liisttirico-filokgicas ptirlicuhires, en l;i jurisprudencia y, sobre lodo, en hi teologa prolesUmle, El punto de partida piclict)-vilal de esta Iradicin melotloli'igica eslabti en la preocupacin por la comprensin tidectitttla de los te,\lt)s cantddcos t) -ptira el caso de la fdologti ' Versin aninenlacla ile una eonlerenea prDiinneiaila el 28 de oeliibie de en el eneuenlro de los aniigjios miiversilarios de Martiurgo en llelisl.'Odenwald. .321

humanista- clsicos. El impulso crtico de esta Iradicin hermenutica iba dirigido, desde la interpretacin de la Biblia por Entero y la renovacin humanista del estudio de los antiguos, contra las tendencias a malcnlender el seniido de los lexlos originales producidas por la distancia histrica de las lucnles. Esle mismo impulso condujo, en la generalizacin liloslica del problema hermenulico por parte de Seldeiermacher, a la formulacin del principio de que, en rigor, lo nico que hay de cierto en este asunto no es el entender, sino cl malcnlender-. Por eso no resulla suficiente para Scideiermaciier hacer valer las reglas de la hermenutica siempre que sobrevengan tlilieulladcs en la interpretacin de un texto, sino que es prccisi) dilucidar primero lilosllcamenlc lodas las condiciones positivas tic la comprensin y iciierlas prsenles en la prclica. Eslas condiciones positivas de posibilidatl y validez tlela comprensin en general son his t|uc Dillhey Iraltir finalmenle tle sisle iiuilizar al eslilo tle una crtica de la razn hisliiea anltigt) al tle hl Critica de la razn pura de Ktiiil. El titulo programlico tle Dillhey Crtica de la ra/n histrica es ya indicativo tle la direccin en que ki lierineneuliea lilo. sfici del siglo xtx buscaba anlc lodt) las condiciones positivas de la comprensin: sc IrtiUibti de colocarse en hi siluticin temporal del aulor objelo tle interpretacitin por medit) de la comprensin hisUirica del Irasfondt) eptical. EsUi va de la escuela hislrica tle las ciencias del esprilu en Alemania inlenlo superar aquella olni va humanisUi ms inligua de la comprensin gnimtitical del lenguaje tlel autor, como sc revela de la forma ms clara en la rama tle la escuela liislrieti dedicada a la hisloiiti de las lenguas (as en .laktib (irimm). An ms significativo que esla superacin histrica de hi comprensin lingistica era para Sehleierniaeher (al menos para cl Schlcicrmichcr que inlluy en la poslcridtidas eomo para Dilthey, el tivance sobre la comprensin histrica y sobre la comprensin grtimatical tiuc supona el mtodt) cuasipsicolgico consislcnle en eoloctiise en el lugar del aulor, en el revivir tiue, partiendo de la expresitin vilal, se remite al punto de donde sla emana reconstruyendo la obra a parlir de ah. Un presupuesto incuestionable que se cncueiilni en esla hermenulica liloslica tlel principio al lin es que los grandes lex .SI H1.I:II;KMAIII-U, llcrnwiwutik. I 5 y 16 (WciLc 1/7, IKiS, pp. 29 y ss.). Clr. 11. Ci. ( ADAMI K, Wiiliiiu'il mu sielluntc. I9)(), |)p. I 72 y s. ' .'S t,'slt: rt-spcflii piifdf vtl'sf iiluini la n-apiislriifciiiii ilf 11. KIM MI KI I tlf la cvttiueitiii strtuiitla ptn la lifniifnt'iilita df .StIdfifmiailiiT cu Dw Itennc iu'ulik Sclik'iciniulicrs un /.usunnu'nluim; vi7/ic.s siickLiiivcn Dcnkcns (tesis diiflulal , llciticibcrg, I9.s7). .122

los de la tradicin religiosa, Hlosfica y literaria poseen un sentido inconmovible e importante para la vida que hay cjue conservar o despejar de nuevo paia el presente aprovechando todos los medios y mtodos tle la erliea lloltgiea. Sin duda que a tal senlido se le tiesptyaba en el siglo xix tle sus pretensiones dognuilicas y nornuuivas de vertiad relativi/.ndolo dentro de la hisloria y de la psicologa vivencial. Pero ello jamtis mplieaba que se dudara del sentido de los tiocumentos mismt>s. Hn rigor, Dilthey ni siquiera se hticti cuestin de la pretensin tle vertiad de lt)S tlocumentt)s mettirsico-religiosus; sla tiuedaba imicamenle reducida, en eutinto expresin, a la inultilateralidtid {MclirsciliyJ<cl) tle l;i vitlti. Hn es;i medida, el contenido de .senlidt) y ht prelensin tle vcidtid tle his prt)pias obnis objeto de inlerprctacin se man'.uvo, desde Ltitcro hasta Dillhey, como nt)rm;t de totla ctimprensin hcrmcnuticti y, ct)n ellt), tle la l)it)blemiitica rdoslica de Itis condiciones de posibilitlad de l;i com|)iensii')n hermenutica. Por unos motivos y ctin unos prcsupucstt)S loltilmenle dilrentes se le phuUe el problema tic ht comprensin del senlido ;i Ludwig Willgenslein, ingeniero ticitm.itilict) tle forinticin, que por los aiit)s anteriores a la primcrt guerra muntlitil estudiaba con B. Russell la tcnica simblica y l;is implicaciones 11losHcas tle Iti kgicti matemticti'. \' no es tiue Willgenslein hubiera entradti en l;i Hltisofa sin presupucstt)s adtiuiridt)s de hl hisloria tlcl penstimicnlo. Lslos presupueslos pt)tlrtin haberle parecido al aulor del Tiavuilus I.Dgico-l'ilsophiciis^ inesencitiles'', pero el ctiso es tiue ct)nrorm;iH)n prt)dundamenle su pensamienlo, co.sa tiue el lllinu) Witlgenstein reconoci clanimenie. Ln lo esencial se tnitaba tle lt)s presu|)uestt)s del llamado atomismo lgico, t|ue ertm lt)s tic hi Hlosofa del joven B. Russelh'". Atentlicndo a nuestro problema tic ia comprensin del senlido, tales presupucstt)s podemos carticleri/.tirios brcvemenle de la siguienle manera: en Russell y su discpulo Willgenslein ' CTr. la liiiigrapliisflK' liclraclitunn de ti. II. viiN WKKaii en vlicilwh' r.ii I.. WtyciisU'iit. Si/injifii. l. I96, pii. ' 1.1 ''nicuilus a|)arcci) prinicm en 1921 en el tdliiuo vohniicn de lo.s AiinaU'i i (L'v Naliiiil\ilosii>liii- de \V. t)stwald y pt)sierii)rniente, en 1922, en ediein bilinge ideinaiia e inglesa en l.ondies. I"n adelante eilareinos pm' la notaein tiecinial illgensteiniana tle las pro()osieiones. " tlV. el pjlcigoai l'nuuiifi. l'reseindo aqm, tiesde liiegti, tle un eiertt) kaiuiauisini) pasado ptir .Seliop enli. uier y I leinriel I leri/. t|ue ya enlonees tlistnigua signilieativanienle al Jove n Willi'.euslein ile 11. Russell y i|ue lan el.iias huellas dej aiin en la obra ()o sleiltn t|ue los inlipieles tle Wiltg.eiisicin y sus seg.uitknes (Slenius,i Maslow, 1'. Wiuel, Si. t'avell y olms) :iealnuun lonuukio ead.i ve/ ms unos deirtilertjs lilos i'illetilraseentlenlales. .Ll.l

concurri cl nioviniicnlo procedente de LeiJ-ini/. de la construccin logstica de un lenguaje Idoslico preciso con la tradicin nominalista y empirisla de la crtica del lenguaje (de la melarsica) procedente de ckhmn. Para poder coordinar histcSricamenle esta tradicin niosfica eon la qtic csU tras la hermenulica es necesario remontarse bstanle alrts en la hisioria del pensamienlo occitlcnlal', a saber, mtis all del llumanismo renaceiilisla liasUi llegar al sislcin; i metiieval tic las scpli-ni arii'.s lilH'idlcs. Ah (en el Ihimado Triviiiiii), hl It'igicti, junio con la gramlica y la relriea, constituan de hecho la introduccin obligatoria de los estudiantes id problema de hi comprensin del senlitlo, prtiblcmti que part una culliint hija tlcpeiulicnte tle la Iratliein ctnno cl Occidente ciisliano deba ser de vital imporlancia. Pero ya entonces exista una tensin enlre los representanles de la inlerprelaein estilstica y gnimatical tle los lexlos y los tlelnsores de una kigica del lenguaje o gramtica espcculaliv;i hisltiricamenle carente de supuestos. Y no resulla tlemasiatlo dilicil seguir el hilo de esla contraposicin enlre kis posteriormente llamados humanistas y los kigicos del lenguaje liasUi la conslelacin acltial de la lilosolia. Destle esta perspectiva hislrica, hi moderna semitica logstica (destle Bt)ole, Peirce, liege y Rus. sell) aparece como un nuevo norecimicnto de la Itigica especulativa del lenguaje que ha recogitlo en s la aclilutl crtica de la melarsica propia del ntiminalismo. 2. ELDr..sviAMii:NTo ov. LA PROBLLM A ITCA HKRMI-Nf^U TICA L N L A SLM.4NTICA IKASCLNDLN LAL DLL l'IUMLR WlTTCilNSTLIN De los presupuestos histiicos que hemos indicado .se tle.sprende por lo pronto que en el primer VVillgenslein el signillcado de los trminos sentido y comprensin es esencialmente distinto del que adquieren en la tradicin hermenulica. El sentido lingstico tle cuya comprensin sc t)cup;i el ''nulalus no es el sentido total tle un lexlo histrico singular o la intencin conscienle-inconsciente del autpr que nceesarinicnic' se expresa -segn cl prcstipiieslo hermcnculico-en cttda Irtise particular.. Lo que el primer Willgenstein enlii;nde piir senji-" dt) es el conlenido inlbrmalivo de las proposiciones del len y ^'i'KT . . . ... ' Las condiciones posilivtis tle posibilitlatl de esle senlitlo y su ' l'iini lo (|iic .sic.iit, vid. lili i'iiMiyii /)/( /(/( ( di'iSiiiiiihc ill dci Ti iidiliuii ih's lliiiiiiliiiMiiiis von liiinlv Ins I no {.lu liiv li /i'.i;/7//v,i;r.w7mv'//c, S ( 196;!). 324

coinprensin se reducen para Willgenslein, en conformidad con la mencionada sinlesis de logislica y Iradicin empirisla, a dos presupueslos postulados con carcler absolulo; I) la forma lgica conuin a lenguaje y mundo quejejuija la combinacin sinlctica dc""lt)s signos lingislicos al liempo que prescribe su forma calegorial a los licchos del mundo que se describenT^) los objetos que, en cuanlo significados de los noinJ2i>"s, es decir, de los elementos combinados en la proposici/ coiTslTtTiyen la suslaiicT>>Trinal del mundo" " Ifciji) L'l i'piV.rli' ele lmia liigica ili'l leiiiuiaje -y a la ve/, del inimdifreapaleee en VVillyeiisteai el piohlema kanliano tle una Inica Irascentlcnlal del nunulo de la e.\penencia. Solo i|ue no se Hala ahora primariamcnie ile las condi cione', lgico p;,icoloi'.icas de posibilidad de la leprcenlaciiin de objelos o aconleeinn enlos en el espacio y el lieiinio, sino de las condiciones lgico-lingslicas de la repre.senlaciiin nniuica de hechos /iin/7i/('.s. Metlianles eslas condiciones tiueila seiuin Wilincnsleiii a la ve/decidiila la Itu-ina I priori de los objelos o aconl eciinienlos en el cs|)acio y el liempo sin ijue sea necesario o esl peiiniliilo admilir conocimieiUos objehvos venladeos 1/ priori (juicios sinllicos </ priori). Il solo hecho lie que los objelos siilo sean pensabies en un esuulo ile cosas, es tiecir, por nujtlio lie iiriij[H}SH;o!ics, convieile al esjxicio k'>('.ci> de la constiliicio n linjiuTsliiii.def .scnutlu.eir.el,.ti /j/'w^ la e,\iicrienca posible esjiacio-lcn ipinal (CTr. iraculm, 2.01 l-2i)l-ll). l'ero con ello linicameiue i|ucda eslablecida la ppsibilidatj^' n_o la necesiilad tic tlelerminatkis colcy.orns como eoiulicitiues de poslbiirad tle las experiencias espacio-lem pon les tlescripllblcs. ya tiue la cone.xiiin enlre lenguaje y sensibilidad no puetle lemali/ai'se en la e.sperieneia tle modo lilosiilicolrascendenlal; lal conexin queda relegatla a la psicologa. IT pa.so tle la Itigica leibni/lana de kis mundos posibles a la lgiea Irascendenlal tle la experiencia posible se opera en VVillgeiislcln no luedianle el lecinso a una conciencia en ge iienil , sino medame el recui'so al lenguaie en genenil; Se ha tllclio alguna ve/ que Dios pudo crear lotki, salvo lo que liiese coiiirario a las leyes de la lgica . \x\ vertiad es que nosolios no potlramos i/.n/que aspeelo leiulra un muntlo "iltigico" (.1.03 i), l'.l lugar de los juicios siulelieos a priori. jior ejeinjilo la deno iiiiiiaTkMiley caiisill aJa eslruclura de los colores, lo ocupa en VVillgenslelii la iii luiclii a priiiri acerca de las posibles lormas que podran thii"se a las pro|)oslc lo lies de la ciencia U..U; eb. laminen (i..l2 y d.H asi como (i.3.S-(i.3() 1, >.3()2 y 0.3751). Coino alleinallva a esla iranslormacltin puiamenle semnlica de ki lilo

.sola Irascendenlal clr. la Iransliirmaciiin semillco-pragmllca de la misma en Ch. S. l'l 11(11: (i'/i7 iiifrii. lomo II, pp. l-b) ss.). Ui concepcin tic los ju egos lin gislicos tlcl Willgenslein poslerior me parece, a no tiuilar, igualmenle pi.xima a una tnmslormacin pniginllco-lrasceiulenlal ile la lilosola tle Kanl (i'/V7 7I/'I/, lomo 11, pp, 209 y ss.). " CIr. IriHUiUis, 2.021-2.0232. l.os objelos .son lano ik'peiidleiiles como iiiilepeiidienles de la lorma lgica dd mmiilo. .Son ilcpcjiheincs en primer lugar en la medula en que i'imcamenle son concebibles tlenlro ile un eslado tle cosas, y en segundo luiiar en la meilida en tiue no lodo blelo es concebible en lodos los es||dos tle cosas (un sonitlo o un scnlimienlo. poreiemplo, no pueden cneonlriirseA'n el espacio geomlrico o poseer un color); lodo objely mas bien inipliea_-y en ello consisle su esrueluia inlerna (= calegorial)- ciertos posibles eslatlos tle co.sas t|iie consliluveii su inalienable espacio lgico (clr. 2.01 I 2.0 l'l I). Mas, poroOa parle, los blelos rorman la suslancia del mundo mtlependienle de |a lorma lgica de los eslatlos de cosas, siislancia que queda nesupuesra para poder coniunicar tcsenlidos nuevos medanle la combinacin en la prtiposicion de nombres que desi|',nan ob|elos (clr, 3.23, I.O'd .1031). 325

Estas condiciones de posibilidad del sentido de las proposiciones hay tiue dislingllixklS. tltirmientt; de his condiciones de posibilidad dt;|u verdad dc_lasproposicioiies. Estas ijllinias sc dividen en condiciones de la forniti lgica tlel lenguaje y del mundo expcrimenttiblc que el lengutije rcprpdtu;e. Ptira que una prt)posicin se;i verdtidera o debe ser ella misma un;i proposicit!) cemenlul que reproduzca tin liecho ctinslittivo tlel mundo o tiene que poder reducirse-en cuanlo propt)sicin ctmpicja-a proposiciones elcmenlales verdaderas.por.medio de la lgica de his funciones de vcrdtid. Los hechos elemenliles correspondientes ti las proposiciones elemenlalesconslituycnen cierlo modt) -en conlraposicin a los objelos que, como' Indicamos mtis a'rriba, constijuycn la sustancia formal del mundo con relacin al signillcadt)- lasstancki material del nuindo con relacin a ht vcrtltitl. Eslo es lo que expresa Wittgenstein en las ctlebres propt)siciones iniciales del Tractalus: I. El nuindo es lodo lo que es el caso. 1.1 El mundo es la lotalidad de los hechos, no de las cosas. Slo conslaiando un hcchp puede ttllrmarse algo material acerca de los objelos del inyndp- Los objetos por s solos, y poi" nitis que sc los suponga como elementos del significado que hacen posibles las proposiciones, no determinanlaS^caUdades mtilerialcs tlel mundt) intlependienlenicnle de su conilguracin en la j)roposicin; los objetos carecen de color (2.0232). Lo fundamental de hi distincin wittgcnsteiniana entre las condiciones del sentido y las ctindicioncs de la verdad de his proposiciones se muestra comparando el modo de eslablecer el sentido con el modo de eslablecer la verdad. Para eslablecer, por ejemlo, la verdad de una proposicin compleja como lodos los alemanes son musicales no .slo tengo que considerar la lgica de las funciones verilalivas, es decir, descomponer el contenido de la proposicin compleja en proposiciones elementales como Miiller es musical, Schmitll es musical, etc., sino adems et)mparar las proposiciones elcmenlales particulares con los hechos'". Tengo que ir, pues, mtis all de la mera comprensin de la forma lgica. Segiin Witlgenstein, ello no es preciso para comprender el sentido de las proposiciones. Clr. ''ructUis, 2.223, Kn inlcis de su lunein iluslrativa, nueslro ejemplo deja fuera el hecho de que en Willgenslein ni los hechos ni los objelos del icnguaie ordinario son tenidos en cuenta como candidatos a eslados de cosas elementales u objelos. Sobre esle problema vid. t. SII;NIUS, Wiiiyi'ii.sh-in's l'iaclalii.s. A Ciical E.xiiostlion of its t.iiws of'l'liouiht, O.KI'OIII, t'Jb, as i como W. Sli;tiMi)Li.i.i<, lliiiiiistioiiiiiiiycii der ilcgciiwartsphdosoidiic, l ')6.')', pp. .531 y ss. 32()

aunc|uc como vimos, cl seniido de las proposiciones tampoct depende nicamenle tle su Ibrma lgica, sino landn de los objelos exlralingslicos tiue consliluyen el significado de las palabras. .Segn Willgenslein, la diferencia enlre el problema tic la comprensin y el problema de la verdad eslriba cn que en un lenguaje eonsiruitlo tic manera lgicaiiienle perlcla lenenu) s tiue dar por supuesto tiue liemos tisignatio tibjetos a pakibras coniti sus significados, mieniras que no potlemeis suponer a priori tiue las pitiposieiuncs tlel lenguaje se ctirrcspondan con hechos, .ijiriori slo tiebenios suponer tiue his prtiposicioncs sc correspontien, en viritul de su forma lgica, con hechos posibles, es tiecir, eskidos de cosas, en el espacio kVgico. .kislamenle cTi so consiste, de acuerdt) con el 'rracltinis, hi facultad operativa del lenguaje en cuanto sislema de ptdabras y proposiciones: en que b;ijo el supuesto ganmli/.atlo o priori tic los significadtis objetivos de las ptilabras y metlianle l:i combinacin de las mismas segn reglas kgietis ptKlemos en cierto modo construir menlidmcnlc ptir vti tic cxperimenlt) una pt)sible situacin de los objelos" -y tinti ptisiblc siluticin quiere decir esUidt) de eosas en el cspaciti higico, al que ptisiblcmeiile corresptiiitla un hecho si miestia pitiposicin es verdatlera. Witlgenslein sinleti/ esla relacin tiue acabamos de exponer entre las coiulieiones tle la comprensin tlel sentitlo y kis condiciones que establecen la verdatl en una frmula lan sutil como caigatia tle ctinsecueneitis: liiilfitltr una pitiptisititni t|uicrc tiecir, si cs vcrtl.ittcra, sahci It) t|uc cs cl casii. Cranibicn sc puctic ciUcntIcrIa sin saber si cs vcitlatlcr.i.) .Sc la ciuicntlc cuautlt) sc ciuicutlcn sus panes ctnislilulivas ( 1.02-1). (t'lr. las prt)pt)sicit)iies siguieules liasl.i la -1.0.11). Esta frmula es sulil y cargada de conscctiencitis porque, adems de la tlilcicnciti enlre la cuesiin ticcrea tlel sentido y la cuesiin accrcti de k.' vertlad, permile descubrir una relacin posiliva ms entre el modo de esUibleeer el seniido y el modo de eslablecer ki verdad. Si partiendo de la sola lrnu lgicti de la proposicin he de poder conocer lo que es el caso cuandt) esta es verdadera'-, ello implica que la comprensin de la forma lgica del lenguaje encierra un saber ticcrca de cmo puedo establecer la verdtid de la proposicin. Comprender unti propo '' 'inuiuus, -l.0;i I; clr. tambin -1.021 ss. ' t'l'r. tambin la pniptisieiiin 1.022 tlel I'HH liiius: \.:\ prupirsicitin muestra su senlitlt). La prtrptisicit'm, si es vertiatlera, iiiticsiiii cirnu) esln las c usas. Y dice tjue las cusas esln asi. m

sicin significa, pues, poder establecer el mtodo lgicolingisliei) de su posible verificacin". De esle principio que los neoposilivistas llamaron principio de verificacin en cuanlo crilerio del sentido ilel lenguaje, puede extraerse una consecuencia crtica ms iiaia la teora de la comprensin del sentido; cuando una proposicin tlcl Icng.uaje siendo verdadera no mueslra por medio de su lrma lgica " l<)|- eso es peireclumeiile piisilile ipie Vv'illnenslein luihieni iisutlo por vez primera esta Ibrimilaein del prineipio de verilleaein propagada por M. Sehliek. La inldrinaein de (i. I-;. Monur sobre las Wiltgcnslein's Leeinres in I9,10-.L'? (Miiul. (>3, n." 2-19 (l')M), pp. I-I.S), asi como una manirc>,laein de l ltimo Willgenslein (el'r. J. IIAUINA I K, \)'IIH'IIMCII und dic nnnlcinc l'hilosophi e, 1962, nola .S4) liahlan en lavor de ello (esla sos|)eelia ha sido eiurelanlo eonllnnada; vid. siipra, p. 297, nota 81). Ll criterio de Wiltgenslein paui distinguir el senlido del sinsenlido no juiede ciertamente idenlillcarse con el principio neoposilivisla de verilicacin como tal, pero si hay tpie subrayar la necesidad de una derivacin histrica, y lambin sustantiva, de esle ltimo ile la lilo.sofa conlcnida en el Iruiuins. .Slo a travs de l llegaron los neoposilivislas de Viena a la idea de decidir en lo sucesi vo meilianle el anlisis lgico del lenguaje (Schlick, C'arnap) si una proposicin es lgica o matemlicanienle demostrable (Willgenslein habla a esle respeclo de laulologia carenle de senlido) o verilicable (es decir, y segn Wittgenstein, reducible mediante la lgieti de las funciones veritativas a uua proposicin conlraslable con la realidad) o bien lolalmenie carenle de senlidi> (sin sentido para Witlgenstein). Willgenslein no prsenlo cierlamenle ningn crilerio emprico para las proposiciones clemenlales coulrastables con la realidad, sino cpie nieamenle postul, la exislencia de lales proposiciones, junio a loscslados tle cosa.s en correspondencia con ellas, como la base de la inteligibil idad de las proposiciones con senlido (cl'r. en particular 4.221 I). ITenle a ello, la bsquethi pt)r parle de los neoposilivistas de enunciados protocolares como enunciados bsicos tle lotlas las teoras cienllicas dcseniboc en el inlenlo lie verilicacin de las mismsimas proposiciones willgenslcinianas sobre la estructura irascendenlal del lenguaje y el mundo. .Se preleiiili confirmar empricamenle aun la propia relacin ligurtiliva postulada por Willgenslein enlre las proposiciones clemenlales y los hechos; pero ello supona describir ai|uello que -en el senlido del 'liaclalus- se mueslra en o por la funcin del lenguaje como su condicin Irascenilental ile posibilidad cual relacin intramundana enlre objelos -como si la relacin enlre lenguaje y mundo pudiera eonsideaise ilesile un leicer mbilo fuera de la misma (yid. -1.12). lisia confusin de aquello ipie se mueslra con lo que pucile cuuiiciai.se en inoposiciones con senliilo (es decir, verilieables. seg.n la dellnicin lgico-lingsliea), consliluye nada menos ijue lo i|ue, seiuin Willgenslein, es el i[(iiivov >|/i:iios ile la metalisica tradicional, el ncleo de su mal enlendimiento de la lgiea del lenguaje en el que radica su falla de sentido (cfr. 4.00.1). A mi juicio hay ijue conceder que la a|)or;i de los inleiilos neoposilivislas de satisfacer el principio de verilicacin medanle la formulacin ile un crilerio

emprico del .senlido (i7</. Sll.dMi.i.i.K, op. cil., pp. WO y ss. y 4-l.'i y ss.) e on lirma la (irofunilidad ile la concepcin wugeiisleiniaia ilel crilerio ilel senlido. Al llnal de esla evolucin se encuenlra la desinlegracin ilel pri>pio neoposili vismo cu una semnlica conslrucliva y una pragmlica em|)rlc;i del uso del lenguaje, pero supone la concesin de que el cnloque wiUgensleiniano rela livizado al lenguaje de la cueslin acerca del crilerio ilel senlido era el nico posible. Desde luego no se trata ahora ya ile un nico lenguaje ideal lgico ontolgico como en el TnicKilus, sino de un sistema de reglas puramenle con .128

ll) t|c cs cl caso, cmonces o no licnc senlielo alguno o no hemos enlcniliilo an su senliilo posiblemenle oeullao por la forma exlerna del lenguaje corrienle (clr. 4.()2). .'Xqu sc percibe el impulso crtico de la leoria \s llgensleiidana de la compiensin que, al ijuial que el postulado de tm criterio liigieolingislico tlel sentitlo, siene expresado en el ''nulalus en una sitgesliva IbrmtilaeitMi: l.a iiiav'iii'ia lic la.s propusieioiu's \ laiesliDiies ipie M- han I'MTUI sobii' asnillos lllosi'irieos no son falsas, sino sin senliilo. No poilemos. por ello, lespoiule r en iiioilo alguno a euesliones ile esa el.ise, sino solaiueiile eslalileeer su siii seiuilo. l.a inayoria ile las euesliones y proposieiones ile tus lilosofos pioeeileii ile que uo eompreiiileiuos la lgiea ile nuestro leiigiiaie. (Son euesliones ilel tipo ile si lo bueno es ni.is o es menos iiliilieo que lo be llo). No hay que asombrarse ile que los ms prol'iiiulos problemas nn sean propia menle piolileiiias ( I.UIl.M. l:sUi ccdebre sospecha de falla de senlitlo dirigidti conlra la melafisica iradicional forma cl conlrapunlo perfeclo con el esprilu que anima a la filosofa hermenulicti y su leona tic la comprensitMi del sentido. La hermenulica de Sehleierniaeher y Dillhey parta del inmediato senlirsc afectado (Bi'lntjfcus'iu) por la expicsitHi de una iiileneit')n viva e individuai que en cualquier circunslancia, es decir, bajo tiiiti forma It'igica dellcicnlc, ptiede revelarse, titulo cl cti.so, medianle la reconslruccin hislricti y psicolgica tlel nu)livo vilal que hay tlclriis tlel lenguaje. Willgenslein declar lllosficamenle inesencial esle probleiua psicolgico de hi eompiensitin ;il igtuil tiue, cn gener; il, la teora tlel conocimienlo iratlicioiudSu impulso crtico no iba dirigido en primer lrmino contra alguna disposicitu tlel intrprete tiue fuera insuficiente (por ejemplo mu insulicicnle iiiKiginaein eiiip;ilica o un tleleienlc conocimienlo hislrico de las ciretinslancias delerminanles de la situacin), sino anles bien conlrt la pretensin tle sentido del propio texto. Para l, el objelo tle la comprensin del sentido no era la inIciicitu huioanu (ct)jiscicnle o ineonsejente), sino simplemenle la forma lgicti del lenguaje t|tie sc traa de eompreiuler. veneioiial o de lo que a pauir del uso del lenguaje eorrienle puede destilarse eomo juego lingiiistieo eu el .sentido del liltimo Willgenslein. -Keliri'ndose a la gr.imliea profunda de tales juegos lingislicos, el liltimo Willgeiislein euIciider lodava el principio de vei'ilicaciiin lal como lo sugera ya en el ''IHI// .V.-como un principio liigieo-liiigslico. Va.se. por ejemplo, 'liiln.s. l'nlfr.s, 1, .1.53: l.a pregunta por la posibilidad y el tipo de verilicacin de una proposicin no es ms que una forma parlicular ile la pregunla: "i.cmo lo enlieniles?" l.a respuesta es iiii.i contribiieiiin a la granitiea ile la proposicin. V.n ollas palabras: tantos juegos lingislicos, lanas posibiliilades de verificacin (sobre esle punto vid. infni. nota i I). " t'lr. irahnus.A. \ 121.

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IZsta era eii todo caso la teora de la comprensin del primer Witlgenstein. El Wigeiistein poslerior de las l'liilsopliisclu' t/A/(7'.vi/7;(/;i'//abandi de juanera explcita el modelo de la forma lgica ^lel lengLiaje preciso llgnrador del mundo reemplazndolo por la pluralidad de reglas de los posibles juegos lingsticos, cuya funcin vena esencialmente delernnnada por el contexto siluacional y la forma de vida humana. Desde el punto de vista hermenutico no cabe duda de que es principalmente la Hlosofa posterior de Witlgenstein la que ofrece un punto de partida para una confrontacin ms estrecha con ste. Pero ignorar complelamente el Tidcalus en una confrontacin con la obra poslerior significara despreciar la conexi'm interna (.le la lilosola vvittgenstciniana fundatia en el enfoque aiialilico del lenguaje. Precisamente la unilateralidad exlrema de la teora de Iti comprensin contenida en el 'l'raelaIti. s nos proporciona un modelo que sirve de coniraste no slo con respecto al Wittgenstein posterior, sino atn ms respecto ;i la autoconcepcin de una hermenutica liloslica. Slo cuando hayamos pueslo totalmente en claro el contraste enlre el inw-, res eognoseilivo de Willgenslein y el de la teora hermenulica de la comprensin esUiremos, a mi juiciti, en condiciones de hallar la comribucin de las l'hilosniiliisehe Uuwrsuehungen al problema de la ctimprensin hermenutica y valorarla crticamente. VOY esta razn me propongo volver una vez mtis al 'l'rariatus, y precisamente a un ptisaje tiel mismo en el que el propio Wittgenslein no puede por menos de lomtir posicin con respecto al problema de la comprensin dejas inlenciones humanas ctin seiilidij JListtimcnlc iHuquc eiicl lenguaje cxislcn proposiciones de la Ibrinti A cree que p, A piensti tiue p o A die Hu D>j. El pitiblcma que para WiUgeiisiein phmlean lales proposicit)nes rtidica h que" il el las; iil parecer, un j ulcio_se halla conlenidtv en ("itio Juicit), pero iu> como ctuulicin tic vci;dtid de la proptisicin complejti -ctmio simplemente prevea el alomismo li')gict> tle Russelly Witlgenstein. Por ejemplo, la proposicin .lun cree que Dit)s exisle no es, obvanienle, ningunti funcin veriltitivti tle la prt)posicin Dios existe; pt)dra ser tambin verdadera -segn Itis leyes tle l;i Itigica- si Dios no existiera. Lo luntlainenlal de Itis llamados enunciados de creencia, que vienen cxpresadt)S en el lengutije en un;i forma ms aguda en el modo indireclo, esl manifiestamente en el hecho de que la verdad de lo credo quctla en la incertidumbre, mientnis tie el enunciado lottil qu e expresa la creencia Soliic las (liliciiliados de esla eoiieepeitm vid. llaiis SKII.KVIII IM, Olijcli vi. siii und ihc .Sluily oJ Miiii, O.slo. I 330

puede ser verdadero. Pero los eiiunciatlos tle esa forma etinsiiUiyen a lodas luces una condicioii lgica de posibilidad de las ciencias del esprilu basadas en la comprensin. Los llanados enunciados de creencia colocaron a li. Russell y al joven Willgenslein anlc la siguienle allernaliva: 1. Concebir la aseiein tlel sujclo bumtmo conlenida en el seniido del entmcitido como una relacin enlre dos objelos simples; en cuyo ctiso, el enunciatlo de creencia podra lener acomodo, ct)mo rellejo elemenlal, es decir, no tdicriormenle analizable de tm lieclu), en la !ilt)sofa tlel alomismo lilgico. Pero, cn rigor, ello ini|ilica una ctinccpcin nalurtilisla tle la relacin tle inlencionalitkid lal comt) la t|ue podria sugerir una inlerprelaein behaviorislti tic ilielia relacin. I sla es la .solucin por la que bsicamenle t>plart)n cl propio Rtisscll y, pt)Sleriormcnle, los posilivisltis lgicos. 2. Si esla inlerprelaein naturalista de la relacin tle inlenconalidad cni inst)sleniblc, (Xirecia qtic htiba tjue abantlt)n;ir la concepcin tle un lengutije unillcatio tle la eieneia t|ue reduca, medanle la Itgica de kis luncioncs verilalivas, ltult)s los entinciados a ki reproduccin figurativa de eslados de eosas del nuindo exierior. La imporlancia tiue las tlilictdUitlcs de Ru.ssell y Willgenslein con los enunciadt)s de crcenciti lienen para nueslro lema radica en el hecho de que, por primera vez en la lilosolia analiliea del lenguaje, el lengutije de las ciencias comprensivas del esprilu, compueslo de enunciados inlcncionalcs, enlra en ctinlliclo con el lengtmje tle la cienci;i unificatki. Id 'imclatiis de Willgenslein era sin duda la primcrtt foinuilacin radical de un lenguaje unillcado sobre cosas y eslados de cosas, lengutije que vale, si.-gim Willgenslein, para lotlas las proposiciones de ki ciencia natural (4.1 1). Pero lo endoso, y lambiti-n lo mtis caraclerslico, de la leoria de la comprensin contenida cn el inicialus cs la inlerprelaein que Willgenslein propone para las prt)pt)Seit)nes inlcncionalcs a fin de salvtir la coneepeim tle la eslrucltira uniuiria de lodas las prt)pt)sieiones eon senlidt). Sobre kis proposiciones de la loinu A cree tjtie es cl caso t|tie p o A jiiensa qtie p dice Willgenslein: A una LDiisitlfiatiti .supcrlkal put-tle paiecer tpie la prtipt)scin p est cu un cierlt) lipt) tle relacitin CDII el t)l)iett) A I). I'ero es clan) tpie K A cree t|ue p, A iiiensa t|ue p, A tliee tpie p son tle la rornia "|)"' tlice t|ue p; y atjiii se lala nt) tle la eooitlinacit'in enlre un hec lu) y un objelo, sino tic la etioitlinacitiii tle unos heelios inetlianle la ctiortlin acitiu tle sus objeltis (.S..S-12). Cmo hay tiue enlentler esla curitisa reinlcrprelacin de las prtiposiciones inleiicitiiiales'.'' 331

Wittgenslciii ta atiu el siguienle paso tlenlro tle su lnea tle pensamienlo: la proposicin A cree tiue p equivale en signilicado a la proposicin A dice que p, puesto que su signilicado se deja captar con mayor precisin en lo que A enuncia. Pero esle enunciado tle A nt)s es dado tle forma tal que el estado de ct)sas enunciado ligura como el eslado de cosas que es el signo que lo reprsenla, eslo es, "p " como signo tiel propio p (para el csl;ult) tle ct)sas: el libro est sobre la mesa, el esliulo tle cosas sgnico -'Zciclwnsiiclivcrliall- "el libro esl sobre la mesa"). Willgenslein podr as decir-segn su teora de la liguracin tlcl numdo- t|uc lt> que atiu tiene lugar es la coortlinacin de unos lieclu)S ptu' metlit) tle la ct)t)rtlinacin tle sus t)bjels. lin suma, cd reduce la comprensin psicolgica tle las intenciones eon senlido a la conqirensin semnlica del .sentido de las proposiciones. Tal procedimienlo es caraclersiico en grado mximo del enfoque inaugurado por Wittgenslein de la Hlosofa analilica del lenguaje. La problemtica tle la conciencia inlencional, desacreditada como psicokigica, hay que sustituirla en su totalidad por la problemtica semnlica del lenguaje conu) reproductor figurativo del mundo. Ya hicinu)s constar que, en el 'rnictutiis, la pregunla kantiana por la forma Itigica de la conciencia t)bjeliva se traduce en la pregunla por la forma lgica de la descripcin objetiva. Como resultado de esta disolucin tle la teora del cont)cimiento por medio del anlisis del lenguaje, la cuestin acerca del sujeto pensante, el alma y olas cuestiones parecitlas se tornan hasta cierto punto superiluas -al igual que la suposicin de los llamadtis aclos intencionales. Ln la propt)sicn 5.6.11 declara Wittgenstein: Ll sujeto pensante, representante no exisle. L.sta proposicin la tomaron a menudo lt)s neoposilivislas como patenle para una inlerpreiacin behaviorisla del sujelo y sus aclos inlencionales. Pero no era eso lo que Willgenstein quera precisamente decir. El acento de la proposicin no esl en el sujeto complejo de tisla, sino en el existe. Lo que Willgenslein quera decir-y ello se desprende claramenle del conlcxloera que el sujeto pensante no aparece en el mundo descriptible como una cosa (cfr. la conliiuiacin de la prop. 5.631 y la prop. 5.5421). Por eso ptulr alirmar en la propt)sicin siguiente (5.632): El sujelo no pertenece al nuindo, sino que es un lmite del mundt). Y an ms clartimente en ki proposicin 5.641: May, pues, lealiiienle un senlitlt) en el eual se puetle hablaren lilosDila tiel yo tle un motlo no psicoltigieo. 332

I I y , lilil L'ii lll llosol,! poi L-l licilio ilc t|iic cl tiuiiulo CS iii iiiiiiul o. 1 1 yo liloMilico lio cs cl lioiiibrc, ni cl ciiciiio luiinaiio, ni lainpoco cl alma liiiiiiana ele la ipic traa la psicologa, sino cl sujeto metarisico, el limile -no una paite - ilel iiiliiulo. Aijii se imiestra elataiiieiile que el aspeelo liindamenlal de la redtieein de la probleinliea de la eoueieneia a la piobleiiiiiliea tlel lenguaje no eslii en la negaeii')!! tle la eoueieneia, el ilnia, el sti.jelo, ele,, sino en Iti IraseeiulenUili/.aeitni nidietil que itlenlifiea al sujeto inetafsieo en euanlo lmite del nuindo eon el stijelt) It'igiet) tlel lenguaje en general. /.i'v liiiiilc.s (Ir mi Iciifiiiif signiliean los limiles tle mi muntlo (.S.()). ( Jue el imiiitio es /ni mmulo. se mueslia en i|iie los limiles tlel Iciiynn/i'... signil ican Itis limites tle mi muiulo (.5.(12). Hasta qu punto est radicalmente concebida en Witlgenstein esta trasccndenlalizacin de la forma Itgica del lenguaje y, con ella, del sujeto inlencional, lo atestigua insuperablemente la afamada -y malalmadti- distincin entre aquello que se puede decir y iquello que, inexpresable, simplemente se muestra. Hn el ruclalii.s, el segundo dominio insticotniscendental incluye asimismo, junto a la forma ItSgica del lenguaje, que a la vez es la forma ItSgica tlel mundo, lo que llusserl llamaba ki eonslilticitSn tiel imindt> por cl sujeto inlencional. ln otras palabras: WiUgenslcin concibe la dilrencia trascendenlal cnlrc lo que cs objelo tle experiencia (cs tiecir, lo tlescriplible o expresable segn l) y las condiciones de ptisibilidad de la experiencia (la lrma ItSgica del lenguaje y cl mtiiulti segn l) de motlt) t|uc sus propitis prt)posieiones, las pitiposiciones de utu semnlica liasccndenkil que Iran tic enunciar lo que es la ctindicin trasccndenltil tic posibilitlad de su propio enunciar"', liene qtie deckirarkis, como tales, jiroposiciones sin senlidt). Mis proposiciones son eselaiecetloras en el sentitlo tle t|ue t|uien me comprent le acaba por lecoiioeer tjue carecen tle sentitlo si el tpie me comprentle ha salit lo a Iravt's tle ellas liiera tle ellas (tIebe, pues, por asi tieeiriti, lirar la esc alera tlespiis tle haber siibitio). Debe superar estas proptisicioiics; enlonees tentir la justa visiiin tlel muntlo ((K.S4). "' A eso se retliice en Wittgenstein -es tiecir, a la coiislataciiin tle una tli lerencia irascentlenlal absoluta- la parle semnliea tle la teora tic los tipt)s tle li. Russell, segn la cual ninguna proposieitu puetle tiecir nata tle s misma. pt)rt|

ue el signo proptisicional no puetle estar ctriUenitlt) en si mismt> (.3..1.32). 3.3.3

Cul es la consecuencia de lodo eslo paia el problema de la comprensin hermenutica? Cmo puede relacionarse la sv/ nnlica iniscendeiual del 'TracKilus, la crtica del lenguaje puro, como landiin se la ha llannulo", con el |)roblema ile la lii'riiu'tu'iilici'! La primera impresin que tendranuis es que las lneas generales willgensteinianas de la relacin entre lenguaje y numdo son completamenle inservibles para la hermenutica. Ll problema hermenulico de la comprensin parece reducido aqu a d idisuidani. Porque en el lenguaje puro del sujelo irascendenlal que postula Wittgenslein, en el que los estados tle cosas consllulivos del mundo pueden ser reproducidos lguralivamenle sobre la base de la fornu lgica del lengutije, los sujetos humanos concretos estaran sin dudti en lodo intmenlo de acuerdo unt)s con otitis acerca de la estructura tlcl nuintlo. Id problema de la comprensin se limilartt ;i la interprelaein lgica de informaciones sobre hechos. Ln lo que se renere a la interpretacin del mundo no surgirti -gracitis a la existencia de an lenguaje- problenu alguno tle entendiinienlo entre los individuos (ni entre lt)S pueblt)S, las culturas y las religiones). Coda vivencia privada del mundo, pueslo que se hallara estructuralmente meditida por la forma Itigica nica del lengutije, sera cu i)so inlersubjeliva"'. Lslo lo corrobora Willgenstein tic motlo explcilo en la propt)scin 5.64: Vcmtw atiu cmo el solipsismo, csliiclamciUc llevado, coincide con el puro realismo. El yo del solipsismo se reduee a un punto ncxlcnso, queilando la realit lail con l coordinada. Esta rcdnclio al) al>stirduin de la hermenulica por parle de la semntica trascendental me parece, sin embargo, sumamente instruclivti y capa/, tle marcar el contraste del que precisa la hermenutica para sU aulocomprensin liloslica. deniendo a la vista el modelo extremo de Wittgenstein, se hace nueva luz sobre una antigua reserva que la filosofa orienlada en la hermenulica hti mantenido con resjiecto a la idea tle la conciencia trascendental. Ya Dilthey sinti la necesidad de vitalizar o concrclizar el " CTr. .Sil.NUIS, o). cii. "" Es decir, no slo vrlualniente comprensible para los otros, ya tpie -a talla de un lenguaje prvado)>- al mismo sujeto de la vivencia slo puede resultarle comprensible a travs del lenguaje piiblico. Esta postura del lillimo Witlgenstein no slo es compatible con la iiermeiiulca, sino igie lorma parle, a mi juicio, tle sus undamcnlos lu'niiciu'ilico-liasci'tKti'iiUiti'.s. l'ero en la st'i iiiilii irasccnclenlil i:\ primer Willgenstein, el enleiidimciuo enlre los sujetos viene en cierto motlo garanli/.atlo ptir la eslruclura de la comprensin del mundt), dnlica a piioii para lodos los sujetos, 334

sujclo li;isccu(.lcnlal de Kanl a lin lic poder iiacci viable la analoga de su planeada ('nii' i IC lu nizn hisirici con la Criliea (le la razn piwa^^. lisia siluacin se repili en Heidegger cuanto se vio en la neeesidatl tle iranslorniar la conciencia irascendenUil tle llusserl eu cl senlitlo tle la laclicidtitl del ser ah humano o ser en el muntlo (olrt paralelo ms h) cnconlramos en la t :oneepein monatlolgiea iles;irrollad;i denlro tlel neokanlismo por Hdnigswtild y (itimer). La cruz de lodas eskis lenlalivas estaba cn la necesitlad tle idcniiUcar la conciencia como la piopiti tle los heimbres vivos o hislricamenlc exislenles t|iie se eoniuniean enlre s sin lener que abtuidonai' la conexin eon la problcmlica IrascendenUd de hl rellexin sobre la valitlez idtima en lvor de una problcmlica como hl beliaviorisla, que reempla/a hi conciencia inlencional por hl eontlucla mediatla [lor los signos tle los seres humanos exislenles en el mundo'''. La rcduclid ad alisunlun del problema liermentiHilico en cl TriuiaHis del primer Willgenslein coiisisiini ahora en la negacin radical de la posibilitl.itl tle un enrot|ue a la vez objetivo y subjetivo, emiirieo y irascentlenlal tlel pensamienlo por ser lal posibilidatl iiicompalible con el prognimti de un lengtiaje unillcado que nieamenle reproduce hechos objelivos. L;i ms imporlanie consecuencia tic esla posicin para la hermenulica radica en que Willgenslein cree poder reeni|ila/.;ir la comprensin de las ideas individuales por un anlisis lgico de la Ibriiia tle lenguaje. Y en caso de no poder conciliar el senlitlo tle un lexlo -de un lexlo meUifsico, por ejemplo- con el criierio It'igico-lingslico del senlitlo arribti mencionado (el principio de verillcacitSn), at|tiel qiietlar cxpiieslo a la sospecha tle lallti tle senlitlo. Idi esle puni se revela, a mijuicio, con una claridad iiiiiica anles alcanztida, la tensin, o ms an, la incompatibilitltid -al menos en el pimo limile- entre el enrot|iie lo.ideo-linuiislieo'''' y el hermenulico en el problenu tic la compicnsit'in tlel seniido. La inisnia tensin se registr ya en la kidad Mediti (en la escuchi de C'harirtrs) y en los luinianisias del Qtiallroeenlo (en su polmica conlra Itis motlislas, los autores de los Tracialus de niodi.s signilie(uidi). '* C'IV. ti pri-'l'aciu Je l:i Inlrodiieeli'in a las eieneias del espiritu ((csam mcllf SchriJWn. I. I')2.V', XVlll), donde eseribe: <d'or las venas del sujeto eo g noseenle i|ue eonstruyeiim 1 oeke. Ibune \ Isanl lU) torre sangre el'eeliva, sin o el tenue jugo de la ra/n eomo mera actividad inenial. '' tibia reiiresciUaliva de esta lendcnci.i es la ile t'li. MiiKlus, .S';,i,7i,v , l.anKUtuw und Ikiiaviiir. Nueva "l'oik, h>.5.s.

Nos lereriinos a la absoluli/aciii ile la eslruelura siiKiicii-scinnlica de un .\isli'nut liii;Miio coiisistciue y univoco eon abslraccin ilel contexto iirn; iiu'uico del uso liiiyiiiMito que la lermeiiutica est, por lo dems, obligada a presuponer como coiileclo hislridiiiciilf coueretailo. 3.L'S

En el ''nictadis, Wittgenslein hace una alusin indirecta e involuntaria a la dimensin en la c|ue en cierto modo habria cjue situar el problema hermenulico de la comprensin, a saber, enlre el sujeto y el objelo de la forma lgica del lenguaje, entre lo c|ue puede tiescribirse objelivamente y lo c|ue, conu) condicin trascendental de posibilitlad tle la ticscripcitin del mundo, es inexpresable. Wiltgenstein se piegunta; '.Diulf en el nunulo puede observarse un sujelo nielansieo? t (.tices ipie aqui ociUTc e.xaclanienle eiuTio con el ojo y el campo de visiiin. l'ero lii un ves r eal nieme el ojo. Y nada vii elainii>o de visin permile concluir t|ue es vislo por un ojo. En este punto, el lll.st)fo hermenulico se sentir al momento movido a mostrar su desacuertio. ,Sc inclinar a resiiontler t|ue totlo cuanto expresa un texto concrctt) tle la hisloria tlcl espritu sugiere que fue cscritt) desde una dclerminada pers|K'cliva y desde una tielerminatia ubicacin por un sujelo histrico concreto. Y que el myndo que se abre en un texto as se asemeja de hecho a un campt) visual referido de modo perspectvista al t)jo del sujelo. Esle perspeclivismo'propio tle la apertura tlcl muntlo hermenuticamente reconstruible es el que atiquiere, por ejemplo, carta de naturaleza en el concepto heideggeriano del ser en el muntlo que cada yo es. No obstanle hay que aatlir atiii que la perspectiva inherente a la aperlura del nunulo en un texlo no liene porqu coincidir necesariamenle con la perspecliva conscentenienle adoptada por el autor, d'oda t)bra represenlaliva es capaz tle tlar a la expresii'in -igual que lt> hace el lenguaje, segn llumboldl-"c erto carcter inlersubjelivo Irenle a la conciencia indlvitlual tlcl auttir. Y jusit) ah cslii la base tie su vigencia supiaintllvidual o, en ciertos casos, tie su vigencia clsica t) caiu'mica. I'ert esla nlersubjetivitlad relativa en mtido alguno es diiUca a la intersubjetivitlad de la forma It'iglca tiel lenguaje postulatla en el Tiicl/ilii.s. liente a esla intcrsubjetivitlati, at|ulla es histrica e intlividual. No correspontle a una intersubjclividatl que liace superllut) lt)do ententlimicnlt) entre Itis hombres, sino que es expresin representativa tle una tleterminatla va y tle un estadio histrict) tiel nuitut) enlentlimienU) iiumaiu). CIV. \V. VON llliMltdl.Di. Oher das veryjeieliende Spniehsiudiuin (Cesaninielle Sehrijien, /I, P)()s, pp. y 27 y ss.): ]-.\ lano t|ue (una lengua parlicular) se coulrapone a lo cognoscible eomo algo subjelivo, ella misma se opone al hombre como alj'.o objetivo. I'ues cada lengua es un lellejo de la n.ilurale/ a universal tiel hombie, y si es cierlo i|uc el conjunlo de lotlas ellas jams potlr llegara ser imagen complela tle la subjelivitlad tiel gnero humano, tambin It) es tiue las lenguas se apro.xinian sin cesar a esa meta.

La diferencia enlre esta situacin lundamental de la comprensin hermenutica y la situacin que WiUgenstein presupone en el Tiaciitiis i^uede aeaso ilustrarse mejor reeurrient) a la idea pragmtitieo-trttscendental de la comunidad de interpretacin lal como la tlestirroll .1. Royce siguiendo a Ch. S. Peirce-1. Mientras Willgenstein supone en el Tnicuiiiis que ctula sujeto indivitltuil que irsa el lenguaje extrae directtunenie de la forma lgica tlcl lenguaje hrs rcghis de interpreUu:in que le muestran lo que es el ctiso cutindo una prtiposicin es verdadera, segtin Peirce y Royce esUi interpretacin se desarrolla en el marco de la conumidad, en principio ilimittida, ciue es la humanidad histrica. Ln esla Coninniiiily of iiilcrpivlalion, a la que, segtin Royce, han de pertenecer til menos tres miembros, cada uno explica al olro lo que un tercero (tiue en principio se ha mtinilsltulo con anterioriilad) piensa acerca de la retilitlad. A tal lin puede aquel servirse sin reservas del principio de verilicacin (en la forma de la mtixima prtigmtitica de Peirce) part la interpretacin del conlenido malerial del discurso; mas para que se imponga este principio de interprelaein en las contliciones del lenguaje histrico, tiuc aun entre los miembros de una mismti ctununitlatl lingiiisticti no es, como lal, idntico en el seiudo de la Itigica formal, se requiere una inlerpreUicin qua iniduccin tiel lenguaje de uno al lengtuije tle otro por parte de un tercero. Lchtintlo numo tle tinti conocititi imtigen tle W. .Itimes po draint)s decir que si se compara hi comunicacin lingsticti de opiniones con unti transaccin ;i cuentti coiriente btisatia en el crdito, en el intento de hticer electivo el casl valar (es tiecir, en el intento de verillcacin) no puede ignortirse el prt)blema del ctimbio en tanto no se dispongti tle un sistemti monetario unillcado. La hidinicasiouaHdacl del prohicnia de la ialcrprclaiiti que de iitiu resullti puetle |)onerse en rehicin con un viejo problema tle Itl senuinticti, ctitil es el tle l;i clilrcnciii enlre el signillctido c.\U'n.\ioaal y el inlcasioiud. Willgenslein sosliene en el 'iactalas hi lesis exwnsioiudisia de la reduccin del senlido de las proposiciones ctuiiplejas (de acucrtlo con hi higicti de las contliciones tle verdad) td sentido de las proposiciones clemenlales. Ll problema del senlitlo ntensiontil de las proptjsiciones queda eliminado mcditinte l;i reduccin, a la que nos hemtis referido antes, de los emmciados tle creencia a proptisiciones semtinlicas. Iras eslti reduccitin se encuenlra, como ya vimos, la " CIV. cu especial l'hc l'iiihiciii ulCliiisliii/iilv, Nueva York, 191.1. 11. pp

. I

!() y ss.

.1.17

iclciiliricaciii tic atiucllu a lo ijiic sc refiere el siijelii Iminaiio ct)ii la refereiieia li)gicameiilc jiosiblc tlel lenguaje en genertil. Si cn consideracitn a ki diversitlad de kis lenguas, ;is como a la ctipacidad tle cvolucitMi de cadti lengua ptiriicidar, invalitlainos cslti idenlilicicin, resulta que ki estitieltira triiitlieti exidbitki por Royce de la inlerprelticiiSn tlenlro tle la et)nuinitl,id liiiinana (la Iraduccitn tle lenguaje a leii',uaje tiun dcni'o de uini niisina coniunitkid lingisiicti) representa el despliegue, cn principio infinito, del sentido intensiontil de las proptisiciones (y, eon cd, de los signilieados inlensionales presupuestt)S en las palabras). Este despliegue tlel senlitlo en el conliiniiiin tlel ditdogo entre los hombres es obvitimente el leiiui tle ki coinjirensitin y la interpretacitin en el sentido de la licrment-uiiea t) de kis ciencias hermcnulietis tlel espritu. 3. El. l'ROltl.HMA Dt- I.A (OMl'RlNSltiN MliRMkNldJlTt'A y I.A ITiOKA Dl LO.S JUIXIOS LINGSTICOS OL. DLITMO WirTtJLNSTHlN X'sputs tic esta confronlacitSn ct)n la leoria tic la comprensitin del Tniclaliis, nt)s eenlraremos ahoni cn ia obra posterior de Wittgenstein: las Pliiloso/ilii.sdu' l'n.'i'rMuJiiiiigcii-: Procedereiims tiplieando nuevamenle al Willgenslein piy.ilerior exactamente las mismas cucstitincs que nos planteamos a prt)psito del Tracutlii.s cn confrontacin heurstica con ht tradicin hermenutica. Ya una ligeiii inspeccitin nuiesira que la pregunU porcl sentido tlel sentido y la .comprensin se halla de hecho en el centro de las consitleracioncs del tillimo Wiltgcnslcin; y es precisamcnle la confrontacin eon las ideas Initlicionalcs stibrc la comprensin de opintmes o inlencione.s, que Willgenslein haba despachado cn cl Tractalus en unas pocas pxiptisiciones ^ -- bis 'liitosoplsclw Ihilcrsiu-liunycn rucrtiii por primera ve/ uililieatlas en ^195 3 (tos aos despus de la muerle de Willgenstein) ptn (i, L. M. Ansetmibe y R. Rhires en edieitin hilingiie alemana-iiigle'.a (Oltml). llasada en esta edie itiii upareeiti en IVdO, en la editorial Stilirkamp, ma eil.ein alemana; L. Wl r I tiiNSl r.lN, Scliiilicii, /, pp. 279 y .ss. Cuanto .sea posible eilaremos por los pargrafos de ta parle I, preparada por el propio WiUgensleiu eu 194.5 para su impresiiin; en los restantes easos lo liaremos segn las pginas de la edieit'iii or iginal bilinge. Como caraelerizaeitn tle la obra posterior de Willgenslein podemos destacar los siguienles pasajes tlel priilogo de 1945; Tras algunos inlenlos fallidos de fundir mis resultados en un lodo, me percat de t|ue jams lo conseguira. De que lo mejor que he podido escribir quedara nicamenle en la forma de otiseivacione s filosficas... Las observaciones liloslicas tle esle libro son en cierto modo una nuillilud de apuntes paisajsticos... proeedenles de largas e intrincadas iravesas... Rropiameiile, esle libro no es, pues, ms i|ue uii lbum. 338

lan apudctiLas CDniu tiscuras, lo que ocupa el mayor espacio en su obra jioslcrior. /, .as (lillciiluidcs l>sii<i\ le itiut laciht le hi iulociriiui lcl iillinu W'illg'iisl'iii C'iertamenle no es posible Inlcrir sin nuis de eslas discusiones socrlicas a base de ejemplos y experimeiuos mentales algo as como la doctrina del ltinu) Willgenslein. 1 as dincullades con i.|ue iropie/a mu ein|iiesa as ni sic|uicia \icnen primariamenle motivadas por el heclio de que el li(iio tic VV iili'.cnslein no reprsenle, como l nnsmo tlice, luula ms cjue un ;ilbum compueslo de apuntes paisajsticos. Muchos de los mensajes, la mayora de las veces indirecios, que hay en sus aigumentacones -lan sutiles como, en su nuiyiu' parte, rragnieiilariasson lo sulcientemenle sugerenies como para que el lector se haga una idea de la nueva teora de VVitigenstcin, Pero Ja, verdadera dificultad est en une, seu^n Witlucnslein. no nuede Juijicr lal cosa. SiTuiy una conlinuiiail cniv las iilosoras del primero y el ltlTiu) Wittgenstein, sta se cila en el desarrollo consecuenie d^iJa sospecha de talla de sentido dirigida contra loda filosofa que pretenda, al modo de las ciencias, .d/.iisc con proposiciones o teoras acerca del mundo. ~ y~. '.. ~ ~ ' ,a lilosiilia 111) es una leona, sino una aeliiiil.ul. Una obra Ulosliea et)nsisle eseneialinenle en elueidaeiones. ILI resullad de la lilosolia no son pn)posieiones blosolieas, sino el eselare eerse de las proposieiones... (4.1 )\ Id inlotio correlo de la lilosolia seria... ijue sieinpie que al'.un'n quisiera dee ir algo de eareler luelalisieo, deinoslraile que uo ha dado signilieado a cienos ^sigiujs en sus proposiciones... ((>.s.l). listas propt)siciones micletires de! nuiUns (y de la llosofti crtica del lenguaje tiue parte tic l) valen tambin sin restricciones para la obrt posterior, es ms, servirn tihtira de punto de parlida para un mlodo: el de l;i llamtitla filosofa Ieraj2u2 lici, que litila tt cada cucstitn llost)licti como una enlermedatl ( 25"^). 1:1 otijclivo de esla lilt)Sofa consistir en demt) slrar que siempre que alguien se enreda en una cueslitu que exija una respuesta no en el sentido de hi ciencia o de la praxis colidaua (es decir, en una cuestit'in metafsica) no ha entenditlo correctamente la funcin del lengutije, que lu sucumbido a la .seduccin de una imtigen lingsticti, de una aptiriencia metafrica ( I 12).

La seduccin puede estar ya latente en la propia forma gmmatical de la cuestin, 'fal es el easo, por ejemplo, de la clebre pregunta cartesiana /C es el pensamiento?, que sugiere eomo respuesta la postulacin de una entidad especial, una / ('.V (o siil)slnliii) CDi^iaiis o, al menos, la admisin de aclos mentales o un ceniro tle dichos aclos. Relirintlose especialmenle a este problema, observa Witlgenslein: Donde nueslro lenguaje nos hace suponer que hay un euerpoTiio habiendo cuerpo alguno, ah, dccmios, n"ay un cspiiilii (jj J6). De esle modo se llega al prcilTiaruiTiTsTraTdlos procesos y eslatlos anmict)s y, por otra parte, al behaviorismo. 1-1 primer paso lo hemos ilailo del loilo iiiadveilidameiile. Hablamos de proces os y eslados, y su nalurale/.a la tleianu)s sin delerminar. Qui/ alguna ve/, sepamos ms acerea de ellds -pensamos, Mas de ese modo nos hemos alado a una delerrninatia manera de eonsideiarlos. I'orque leemos un eoneeplo deteiniinai lo de lo ipie signillea eonoeer ms re eerea un pioeeso. (fon ello hemos dado un paso imporlanie en el arle de la preslidigitaein, y sin embargo nos pareca inocenle.) \ entonces se ileshace la comparacin que hubiera debido hacernos comprensibles nueslros pensamientos, j'ciiemos. pues, i|ue negar el proceso aun sin eompreiuler en un campo aiiii sin invesligar. As parece que hemos negado los procesos espirituales. Y sin embargo no i|iieiemos, naluialinei Ue, negarlos .OK). Un trnsito similar, aparentemenle inocente, del lenguaje ordinario a un planieamienlo meUili'sico sin sentido se opera, segn Witlgenslein (cfr. H')), en la pregunla de San Agustn: (.'(/(//(/c.v/ cri;i> /('/;/)/.V.''(('onfesiones, XI, bl). De manera iniiIcncionada revela aqu San Agustn, segn Willgenslein, diule hay t|ue buscar esc paso al sinsenlitio, ese discurrir del lenguaje cn cl vaco ( 1.L7), cuando prosigue: ..SV iiciiii) i:\ iiic IIIKWi'dl scia; si ijuicifiu i c.xpliviii vclini nv.scio. Segn Wilti-'.enslein. la inlerprelaei()n correcta de esla observacin tle .San Agustn est en moslrai que sabemos en uu eonsistc_ei-l4timpi) ciiandr) einnicamos la palabra liemno en eonlexlos siliiacion;iles pniclicos denlro de los cuales hemos prcndTtk) su luncH'rn (asi cn la oreuunta: iienes liempp hoy.'''o lambin cn el conlexlo cienllico de la pregunla: cmo metlimos la simultancitlad de dos sucesos?). Lsle uso lingstico acreditado en_ja_prctica y en el eiial se miR^sira la esencia del tiempo kTeajenaintis al haeoro"'^ l-i pii'giiiihJ esencial ontolgica' c hiixislali/adora: qu cs cl liempo?, euy) sentido aprenle eslriba en la analoga externa y gi-ainalical con un juego lingstico como cl sigiiienle: (ju_escso que hay ah? -{respuesta) uiuy2Hxha. Igual aconleee, segn 340

Willgenstein, eon las restantes cuestiones ontolgicas relativas a la esencia:., ' Cuaiulo los nisolbs usan una palabra -<<saber, ser, obji'U). yo, proposicic'ui , nombre- c iulculaii eaplar la fM-iuiti Ue esas cosas, hay t|ue preinu Uirse siempre: i'.se usa ce heeho asi eaUa palabra en el leiieuaie en el oue lien e \ su hoi-'.ar? Nosotnis devolvemos las palabras ile su enioleo melali'sieo a su eniI pleo et)liiliauo ( I I ii). Los ejemplos trarlos hasta aluira sohre el origen de las cuestiones (melarsieas) sin sentido y sus eorrespondientes teoruis podran mterpretarse ue mouo Tentativo diciendo ciue de lo ciue ltimamente se trata es de reconocer un delenninaclo modo ontolgico de m(|uirir (|ue .se limite al .ser de las co.sas corporales y excluir el inunmicnln nnhigo de los li-ntSmcnos espiriliinPero la renuncia de Wittgenstein a las teoras llloslicas es, con lodo, ms radical. Lsto se nola sohre lodo en su discusitin de la teora tradicional del concepto, es decir, de la pregunta suscitada desde Scrates por el que, poi- la (itiddiias dellnible o i'ssciuii de cuakiuier significado expresado en una palabra. Hn una discusin de la cuestin acerca de la esencia del juego y de la cuestin acerca de la esencia del nmero Inila WilLgenslein de moslxux que la hiptesis de un contenido de ndole espirituaT lijo y nninrio. de una idea t> una esencia, incluso cuando no se pretende ninguna hipostati/acin de esa esencia .segn el modelo previo (lor-HUdl de una cosa exislenle, no es verilii:al:)le. jal hiptesis es para Wittgenstein de lodo punto innecesaria liTira comprender la limcin de las palabras. Hs ms que suficieiite cinc entre las innumerables lrmas de empleo de una palabra condicionada por el contexto siluacional exisl.i un parecido de liimillii: No puedo earacleri/ar mejor eslas semejan/:is i|ue por medio de la expresin parecido de liimilia, pues asi es como se propagan y se cru/an las varas semejan/ as c|ue exisieii enlre los miembn)s de uua ramlia: eslalura, ra.sgus raciales, color de ojos, linina de andar, lemperamenlo, ele, ele. -l'or eslo dir que los juenos constiluyeii una familia^. ' Y del nusmo modo consliliiyen una liimilia, por ejemplo, las clases de mimeros , (.l'or t|u llain.linos a algo un niimeit)? Tal ve/ porijue liene un p: renicsco -direclo- con alguna cosa que hasla ahora se ha venido llamando mi '' lai esla linea de inlerpretaeiiin podran eslableeerse numerosos paralelismos enlre Willgenslein (y ti. Ryle. ijuien en su libro l'lif ('univpl nf Miiul, Londres, IV-19, dcsarrolh) las observaciones de WKgenslen acerca de la mel.ilisica del espirilu denlro de una erliea del milo cartesiano) y la ciilica de a iinliiloyjti de la ((presencia lclica de lo lclico de leidegger, la cual lleva lambin implcila una erilica de Desearles. .141

mero; y ele ese modo pueile decirse cjrie esl en un p;irenleseo iudireelo eon ola que lambin llamamos (isi. Y as vamos extendiendo nueslro eoneeplo de ntimeio eomo al hihu' vamos uniendo l'ibia con libra. Y la luei/a tlel hilo no s e tIebe a tiue una libia eualt|uiera reeoria loda la knigilud de sle, sino a t]ue m uchas libras se lueicen unas con ollas ( 67). No cede aqu ci propio Wiltgenstein a la sugeslitMi de una imagen? -podramos pregunUirntis. Y lano ms si repaiamos en que ej propio Wittgenstein de alguna intmera lleua n hacer algo as como una alirmacion terica y univei.salmenlc vlida sobre la esencia del signillcado tle las palabras -a saber tjuc esla se muestra en el empleo de las palabnis en el eoniexin llligiiMiJLi4L-SinatdaH4i-L;'. bien ciileiitlido, iiti se Hala tle lepiticharle aqu a Willgenstein que hubiese enconliatlo lo que es comuna las lrmas de emplear una (Icicnniuula palabra en la dsyuncitni de los ctirresptmtlienles elemenlos comunes (enlre A y li, li y C, C y 1), etc.). Hsla objecin se la luicc Witlgenslein a s mismo obvindola medianle una comparacin irnica: ... hay algo que recorre todo cl hilo, a saber: la continua torsin de esas fibras. Pero no hay lugar a un presunto recoiuicimiento de esos modtis comunes di.sjunltis en las formas de emplear una determinada palabra en lo que Willgenslein prelende haber conocidt) timo lo ct)nitin (la escnciti gent;ric:i) del lrmino signillcadt) de las palabras (cn olro conlexlo: de hi funcin del lenguaje), a .saber: que sle tnicamenlc se muestra cn cl empleo de las pal;ibras'\ Aqu es donde est la verdadera dificulUul de inlerprelaein derultlmo Witlgenstein: que esle nieuue iv. tle acuerdo con sus presupueslos, Icngti lambin t|ue negar) tjue l mismo haya prclendltlt) conocer lerieamenle -[lor ejemi)lt) ctin el nuevo conceplo de juego lingstico- algo acerca de la esencia uniJarla tJel lenguak (por ejemplo, tle su enlrcla/amienio con la praxis comportiimental, con l;i forma de vida como costumbre o institucin .social y con la eslrucUna del mundo slluacional libertida a priori). Willgenslein /.anja explcitamente esla cuesiin cn el jj 6.') de i'hilo.sopliisrlu' Ihiifi-xu^ Thungcn creyendo lener oue nci.'ar a sus propias allimaeiones -consecuencia inexorable ya dcmostnida cn el j'niiuilus- el . ilulu.s de leortis. Sus ejemplos no lienen la misin de mos - ' Consitlrense al respeelo las siguienles tesis generales; ha esencia esl ex U JjrcWdajuiJiyjramiU^^ .17 I); tpi clase de objelo es algo^ It) tlicc la granitica (37.1). " Puede Ibrmulai-se la hiptilesi.s tlel mero parecido tle lmilia de los significados de una palabra sin recurrir-denlro tlel gratlo de renexitin y generalidad tle la formulacitin-a una inluicit'm esencial tpie juslameiile no quetla explica da por la hiptilesi.s?-I'al me parece ser el problema. .142

liar lo conuin a lotlos los juegos lingiiislieos como lales. l-jempliliear no es aiiui un medio iiuliivcU) de explicacin... ( 71). l.os ejemplos slo tienen la misin de provocar en el lector un empleo ad liuc de los mismos, es decir, deben ayudarle a dejar en reposo caso por caso su lilosolar mientras van disolvindose las cuestiones (.|uc se Ic plantean. ...la claridad a la i|iic aspiramos es, desde luego, una claridad CI)IH>IL'UI. l' cro eso slo signilica i|ue los piohiemas l'ilosoricos tielien desaparecer CniplciaIIU'IIW. 1:1 serdatlero deseuhriinienlo es el i.|ue me capacila par.i inlcirumpir el lllo soliir cuandii \o i|Uero. Id i|ue impone reposo a la rdosolia <le maiici.i i|ue ya lio es ruslig,,id.i por cueslioues i|ue l.i ponen 1/ c//./ iiiisiiui cu ciicslii ui. I'oi el ciuiliai 10 se mueslia iiieili.uilc ejemplos un mclodo. > l.i sci ic de cslos ci ein|dos puede ser imerruiupila. Se solucionan piobicmas (se eliminan tliliciillades). no lili problema. Y no satisfecho con la formulacin precedente, que todava habla de un mtodo cuyo alcance tuviera que liaber descubierto Wittgenstein, perfila a continuacin an nuis su lesis: No e.xisle un mlodo de la rilosolia. pero si diversos nuiodos que en cierto nuiTl^titi divcisas lerapiasH: 1,< iT Pero cmo cumplen -hay que pregunlaise- hiles enfoques ul linv tic la erilica del Icngiuijc su fimciiui lc;i|)ciilic;i?, es ilc/ cir: cmo tleben ctinvcnccr a hi inlcii/ vctima tic las cay.ijijb, ciones melalsieas de la lidia tle .sentido tic las ciicslioncs tuic se d2JarUea_sin poder recurrir a una visin Icirica tic la esencia tle la funcin tlcl leiii'uajc, del sigmlicado, el .sentido, la comprensicn. a una visin superior en prolunditlad ilt)s gresupjiesU)s 1 radicionales? d'al visin slt potlr ser expresada con esa vaguedad-'" que caracleri/a a la situacin concreta de dilogo, por lo que en principio podr eslar abicrla a situaciones nuevas, no previsibles, de su aplicacin. Mas ellt) nt) me parece inviditlar su pretensin de ser una visii'm esencial en el sentido de la invalidacin que sugiere Wiltgenstein con la imagen tlcl mero laivcido vle familia tic los signilcatlos mcntatlt)s. Fn este punto tenemos t|ue interrumpir l;i discuscin de l;i paratlt)ja, no resuelta en el ''talas, de l;i aulocomprensin de Wittgenslein comt) filsofo, auutiue la cuestin ah implcila: es posible mt)slrar la carencia de senlitlo de las cuestiones '" Sobre el reeha/o del ideal de e.vaeliuid absoluta vid. los 69 y ss.; su misin numiliesla es la de ex|)licar la imposibilidad antes sugerida de la delenninaein liloslica de la esencia, pero a un juicio soslienen de Iticlii una lesis no iucompalible con la pielensiiin ile ileieriuinar niosolicamenie l.i esencia.

mctafisicas sin sostener a la ve/, cn Ibiina disimulada, una mcJasicaV, parece ser la cuestin decisiva que Wittgensudnjiajegado a la 111 os o 11 a co n i e m po r n e a. Ji A/ 2. La iiiu'va concvixiiifuiuianiciital(le las Investigaciones filosllcas comparada con la del Tractatus lin lo que sigue volveremos sobre la cuestin ms especilica acerca de la relacin del Wittgenstein posterior con el problema de la comprensin hennenculica. Concluiremos la necesaria digresin sobre las dificultades bsicas de la interpretacin de Wittgenstein con la determinacin de enlender en adelante los ejemplos y proposicioncs-escalcra de Wiltgcnslcin como si en ellos estuviese contenida una teora sobre cl lenguaje, el seniido y la comprensin que fuera relevante para nueslro lema. Comparemos en primer lugar la estructura bsica de esla teora con la del Traclalns. Como ya indicamos anleriormenle (supra, p. 342). el cambio esencial consiste a mi parecer en el abandono del presupuesto de un lenguaje preciso nico que, lor mediojjc-la-fa^ ina lgica que ste tiene en comn con el mundo descriptjlik^ dicte la ley de todo anlisis del lenguaje y la realidad. Hslci:>resupuesto metallsico o semnicn-irascendenlal es ahora reemplazado por la nueva hiptesis de Irabajo del nmero ilimitado de diferenles -bien que m;is o menos emparenlados- juegos lingsticos que hislricamenlc nacen y .se disuelven, fi.stos juegos pueden caraclerizarse, de acuertlo con la concepcin heurstica de los mismos, que cada ve/, se hace ms evidente en_ los ejemplos de Wiltgen.slein, como unidades, constituidas por una regla de ctindncla, (.le uso lingstico, forma de vida v aner Uua del mundo (= de una siluacin). lisia sucinta delinicin eoncepliial puede servir al objelo de poner de manilleslo las corres|HiiKlciieias entre el dilrenle enfoque lndaiiienlal del Willgenslein posterior y la filosofa del 'acunas. l_odas las funciones que se atribuyen en el 'l'racuilus a la lrnu lgica del lenguaje -o ajjmmdo renresenlable lingisticjUJiaiLe- 'ycaen en tas Vhilosonhisehe UnlcrsuchunCijjobre la'reuh>>.de cada juego lingislico. lisia consliluye la llamada gramlica prolunda 664) cleriengjjaie, la cual contiene los criterios del scnliek) y cl .sinsenlido a la ve/ ciue lyescribc al mundo siluacioiuil~e'orrespi)Tliile a cada juego lingstico su eslruclura esencial a priori. La diferenciacin y rehilivi/.acin de las funciones ilc la lgica del lenguaje, calificatlas de irasccndcnlalcs en el 'l'raclalus, viene reali/atia por la inclusin de la pra.xis conduclual humana (de las lrmas de 344

vida sociales, cosluinbies o insliluciones) en la concepcin bsica de los juegos lingsticos. Una consecuencia esencial de esla pmgniaiizcicin'' es el abandono -junio con el ideal de exactitud absoluta- de la situacin de monopolio de la relacin cientilica (natural) con el mundo en favor de los dilerentes modelos ue comprensin del mundo inmanentes a cada juego lingstico. De acuerdo con el ltimo Willgenstein, una expresin coino, por ejemplo, el sol se eleva no sera falsa dentro de1 marco de la moderna leona astronmica, pero s carente de seiilidiL.mientras L|ue en el contexto del juego lingstico de los campcsincj^o de los turistas tendra sentido (y ycobcaJilp). I'arejamenle, una cueslin como la concernienle a los elemenlos componeiUes de una silla, en la que el propio Wiltgeiistein reduce ad ah.surdan los antiguos presupueslos de su atomismo lgico-melalsico (cfr. 47), puede estar referida, por ejemplo. al juego lingstico de los transportistas que desmontan la silla como expertos (los fsicos atmicos iior lo general no se pregunlarn por los componentes de una silla). Id crilerio decisivo para establecer io adecuado de un uso lingstico (por ejemplo su exactitud sulicicnte) es nuestra necesidad como punto axial del juego linjjsiico (v5 IOS). '^uf^ Pero el hecho de que la concepcin de los juegos lingsticos a^vr^Jil tenga en cuenta la forma de vida pr.iciii-.i no tiene .solamente O^"^/,^como consecuencia una pragmati/acin de los criterios del sentido tlcl uso dcscriptiso o informativo del lenguaje; ello ^ conduce ademiis al cuesti()iiamiento de la orientacin iradicional de la filosofa hacia la funcin descriptiva del lenuuaie. Id senlido de las |)regunias o tic las ortienes, pt>r ejemplo, no es reducible a eonslataeiones lcticas: Uimpoco lo es auiit|ue tlistingiinos -como l'regc y el mismo Witlgensleiii en el Irinla/ (,v'"- entre afirmar un heclio y mostrar un estado de cosas con la inlcnciiin de rcciipcmr este ltiiui) ;icto como contenitlt) tic senlitlo lie cariictcr neutral -en cuanto a la motlalidatlde los enunciados inlerrogalivos e imperativos. Portiue es precisamente el niodus del eminci;ido (declarativo, imperativo o interrogativo, pero tambin intlicativo, subjuntivo, optativo, condicional, etc.) lo que expresa el cntrela/.andento en el juego lingstico de! uso del lenguaje con la referencia siluacional de Un claro >araii"lisnio con la colucion Uc VVilgcnstcin lo exhibe la inlroihicein y desairollo. llevados a cabo igualmenle en his aos W, de la ilimensin piagmlica en la semii'ilica de t'li. MOKKIS (t Tr. l-tninhilidiis o/ ilic Tln-i>ry 11/ Siyii.s. Chicago, l'.iK; vul Mipru. pp. H.i ss.) til. l'liiliiui/iluM/h-i iitfisiuliiuiyi'ii. i) 22. Sobre esle pumo vul. \V. Slli.Mll II K, III., pp. ~>7.l \ ss. (\ease supra. nola 10). .M5

la forma de vida'"'. De ningn modo hay c|ue lesiriiigir la gramtica profunda de los modos de los enunciados a las formas tpicas que distingue la gntmtica tradicional. V'a el h.ccho de que el entmcitido reciba stt senlitlo stilo cn el eonloatj tic una unidad ms ampliti tle lengutije y pra.vis vilal (el. ij 2.3)'"'-eslo es, en cl conlcxio del juego lingiiislico- se tipone a ello. LJn cucstiontimienlo an ms radical de una tle las orienlaciones bsicas de la onlologa Iradicioiui! tlel lenguaje tjue va desde ArsUtclcs hasla el 7>r/<7///w"'es el que lleva a cabo el motlelo de los juegt)s lingslicos en su crtica de la disptisicitni tle la teora del signillcadt) a favorecer hi llamada funcitin tlesignaliva o denominaliva de las palabnis (clr. j Willgenstein estara dispuesto a admitir esle modo de hablar a lo sumo comt) abreviatiiia para una tiescripcit'in del motlo tle emplear his palabrtis en el .itiego liagiiistict) micnlras a ella no se a.socie la idea de que las ptilabras se em|)le;in de hecho como nom bres: Lt)s iioniinalislas t.'t)iiitit;n el error tle iiilerprtlar Untas las palabras eo ini) iioiiiI> i:\. eslti es, ile no tieseribir realmenle sn empleo, sino tlar solamenle, ptir a si tieeirlo, una iiisli ueeitiu rminul.iria paia lalileseripeiou (ij .W.t). La referencia a la praxis conduclual humana o lorma de vitla en el modelo de los juegos lingislicos liene, con lodo, una consecuencia ms que ptirecc tiesbordar cl mbito leinlico de la lllosofa del lenguaje en gener;i!. Ln el catlogo de juegos lingsticos concebibles que esbo/.a Willgenslein en el 23 de las 'lilii.\upliis(JU' Uniersuijningcn llanu la titencin que al juego iing.slic tle ordenar pcrlenezca tambiil-n el ticluar conforme a rdenes; a ms de ello se menciona el construir un objeto a parlir de una descripcin (dibujo), rormtilar y conirtislar una hiptesis, represeiiuir los resulUidos de un experimento en labliis y diagramas, representar obras Ictilrales, cantar canciones y resolver un problema prclici) de aritmtica . Est claro que no slo el llamado uso del lengutije en el liste lieeho es, tlesde luego, compatible eon la asimciii de conlenitbs tle sentido motlalmenle neutrales (uu absliaccitn Itgica, ctimo ha uitisuatlo .1. R. Searle, siguientlt) a Austin, en su teora sislemlica ile los aclos tle habla (es decir, de ta tltitde eslruclura pertormativa y prtiptisicioual tic la gramtica pro funda de lt)s cnunciatlos tiue la e.\|dicilan). t'fr. J. R. Si AKI I , SJIVCII .le a, Cambridge, \9W. - ' lisie aspeclo retle.scubierto por Willgenslein putio peitlei-se en la gramti

ca iratlieional a ra/de su separacin abstracta de la idnea. "' Vid. al respeelo li. K. Sl'i:t'll l, Die sparchpliilosopliisclien unti tmltilo gis chen Oiundiagen im Splwerk L . Willgcnsleins, en A.'//I/ Sindica, sup. 8-4, 1903. 346

senlido tradicional es ;isunlo de los juegos lingsticos, sino tambin todo pensamiento y tt)da accin tiue de alguna manera estn entretejidos con el uso del lenguaje. Id contexto de las I'liilo.sDpliisclii' Ihiii'r.siuiiiiigi'ii deja claro tiue ellos incluyen totla contiucla humana tiue suptinga una ctimpiensin tlcl sentido y sea (por tanto) ella nusma comprensible, liste liecho nos proporciona, a mi parecer, el punto de partida para nueslra conrroiUacin lenuilica con la obra posterior de Wiltgenstein. Id nudclt) tle los juegos lingsticos implica tanto la comprensin inmediala del mundt) (= tle la siluacin) que su pt)ne el relrirse a algo ct)mo la ctunprcnsitu'i hermenutica, en un sentido ms ceido, tle las inlenctnes pi'Opias tle la coniprensitn innuiliala del nuiulo, intenciones tiue se expresan en las acciones y las obras tic los honihucs. Mar percibii totlo el alcance tic esta implicacitin es necesario recordar la crtica de WiUgensten a la melalisica y, sobre lt)do-en este conlexlf)-, el recha/o tle tt)tla itlea tic aclivitlades o procesos anmico-cspiriluales espccdcos al huk) tic los prt)cesos o aclividades visibles que nos stm hiniiliares. liste rechazo alela Uiniin, y de modo especial, a la itlentiricacin tlcl signilica" t) el comprentler ctu \ ivciicias anmicas o acttis mentales y del senlido mentado o comprenditlo con conienitlt)s mentales espec!ict)s, l'or todo el texlt) tle las J'/iiliisD/iJiisfu' Uiilcrsiichiingcn se extiende el contiiuio intento tic Wittgenslein de tlesenmascarar tiesde la critica del lenguaje la melarisica psicologisla. Un ejemplo caracterstico es el siguiente; Si alguien que, por ejemplo, liene que resolver un dilieil problema matemtico dice de repenle: ahora comprendo!, lo que pretende con la palabni comprendo no es tlesignar un particular estado anmico, unti vivencia; tampoco pretende con la expresin en tiue ligura esa palabra describir un hecho. Lo que, antes bien, prclentle decir es; ahora s cmo proceder (cIV. t( im, 179, 180, M \ y ss.). lil prtipit) Wltgensle n nlerprela <is el caso; Antes podnamt)s llamarla (ti aquella expresin) una "seal"; y si ha sido empleada eorreelamenle, enlonccs juzgamos st)bre lo que l va a hacer (j 180). Segn Willgenslein, ia pregunla por el senlidt) tle .sentido, signilicado, relrirse, comprender, slo puede responderse respondiendo a la vez a la pregunla por ios crilerit)s" part el senlido o ptirt la comprensin del senlitlo en un caso delerndnado. Lo t|ue signilica que no puede ser respondida haciendo reirencia a algn proceso mislerioso dentro del alma, sino hacientlo en totlo caso rercrencia a las parlieuhuidades " .-Xiiiii sf lialhi lalciilc la gcnciali/.aciii pragiiiali/atla ilcl principio lg icolini-' iislico tic VL-iilicacit)ii; \<id. .siiprt, nola l. .147

de una conduela delerminada (clr. 154, 1.55 y 269). Muy .signillcalivo es lambin el siguienle ejemplo: .So picgimla WiUgfiislciii: Por iiuc la Ikcha iiulica aluoV No parece ser ya porlailoia ile algo que esUi lucra tle si misma? I,:', respuesla Iratlicuiiurl seria, segn WiUgensleiu, esla: No, no es el Ira/u umeilo; slo \o psii|uico, el signilieatlo, puede hacerlo (sc. consiiluir la lunciiiu sealizadora del signo). I'ero Willgenslein responde; lisio es cierto y lalso. 1.a Hecha slo indica desde la aplicacin que el ser vivienle le da. Hse intliear nn es im aclo mgico que slo el alma puede ejecutar (S 454; elV. lanrhiir i) 4.13). La prueba crlico-lingslica en conlni de la idcnliUcacin del rererirse (Mciiicii) con una vivencia la olrece el siguienle ejemplo: Puedes decirme lo que sucedi deiilri) de Ir cuarulo piommciaste aqirellas palabras ?bl ivspuesla ya no ser yo he querido decir ... ( 075). Ni cs tampoco ptira Willgenstein un aclo mental inlencional (en cl sentido de lirentano y I lusseii) tlistinlo tle kis vivencias psquicas el que constituye el sentido o significado tle las proposiciones o las pakibras. A este rcspeclo, Willgenslein recomienda el siguienle experimenlo mental. Cuanto digo el set>r Suizo no es suizo, ulilizo el primer Suizi> como apellido y e! seguntio como nombre comn... iInU'nlese ahora rilili/ar el prinrer Suizt) como nombie t:nin y el segundo corno apellido!, (timo hacerlo? Cuantiti yii lo hago, mis ojos parpatleau tlel esfuerzo al inlenlar formaren mi menle el signilieatlo de eatla uua tic las tos palabras.- Pero me Ituiiio ac;iso en mi menle sir srgnifreatio cir;mtlo uso esas rialabrvis de motlo nalural? l'hil us. Uniris.. p. I 70 tle la etl. cil.). Willgenslein hace aqu nolar que la funcitn signiiicativa que tienen las palabras queda eslableeida por el uso ptblico del lengutije tle lal manera tiue no stilo cl aclo inlencional de signihcar es superiluo, sino tiue apenas ctienla eon la posibilidad de imponer sn iiilencii'in voiilid lal uso; Si pronuncio la pitrptisicin con los signilicatlos cambiatkrs, el semido tle la pioposicirr se deshace.- lin realitlatl se tieshaee pam mi, no paia el olro a quien hago la comunieacitin. As pires, t|u importa esle caso? (lor. rilj. Lo tlelcrminanlc del significado b .sentido de las manifcslaconcs lingsticas no cs, pues, para WiUgenslcin, el hecho de que al hablar nos formemos mentalmenle los significados, sino que dichas manifcslaciones aconte/can cn un juego lingstico cn el que el sentido por una parte y la coinprcnsitn .348

cli.'l sentido por otra se lialkn) establecidos segn unas reglas de juego de eauieter pblico, segn unas costumbres inslitucional izadas, Hn suma, Witlgenstein renuncia a buscar alguna explicacin teirica especial para los lnmenos del significar y el comprender. Hn su opinin, iodo queda resueltamente claro describiendo el juego lingstico en el cual se manifiestan los lennenos en cueslin; Nui'slrt) L'i'or consiste cii buscar uua explicacin ilomlc dcbicrainos ver los hec hos como prolol'eniimcnos, eslo es, tloiulc ilebiramos ilecir: //KI .ve jiiryi a lili jiU'Ki' liiiy.iiiMii o (ij i.VIl. No se traa de explicar un juego lingislico iior medio de nuestras vivencias, sino de tomar nola de un juego lingislico (!; .s)'-. Pero cul es ahora la importancia de esle enfoque para nuestro problema de la comprensin hermenulica? Puede formularse la problemtica Iradicional de la inlerpreiacin textual, de la reconstruccin de las intenciones (conscientes e inconscientes) d sus autores con la ayuda de la teora de los juegos lingsticos'.' Puesto que le hemos negado tal posibilidad a la lgica del lenguaje del 'l'iaciiiiiis, ser til esclarecer la nueva situacin de esta co'nfronlacin vidvicndo a la situaci(')n creada por el TnicUiliis. Ya el joveri Witlgcnslcin haba enseado que lo que es un significado, una intencin con senliilo y lo que es comprender no puede describirse igual i.|ue un proceso natural, sino que se muestra en y junio con la funcin del lenguaje como condicin de posibilidad de la ilescripcii'm tle un |iroceso natural. Hste principio analilico-lingstico se manliene an en el ltimo Wittgenstein, slo que ahora la funcin del lenguaje lui eslti rcguhidtt por una Itigica iniscendental de la ngtiracin del muntlo, sino que se reparte entre la mulliplicidtitl ilimilatki de los juegos lingsticos fcticos, los cuales son comiionentes de formas tle vitia o cositimbres y, como tales, lian tipcrtura u niori til sentitlo a catla ptirlicular mundo sUicional. Idi esla dilrenciticin y rehilivacin tlcl mtirco tle condiciones y de los crilerios del senlidt) y de la coinprensin del senlido a hi forma de vithi y til contexto siluacional, parece de hecho tenerse en cuenta aquelki concretti metliticin que exige siempre ia hermcncuticti liloslicti entre sujeto y objeto o entre lilosola trascendental y ciiii'in'd histricti. Los juegos lin '' Se hace aijui nolorio por igual un acercamienlo y un dislanciamienlo de la renoinenologa de obseivanci.i husserliaua. 349

gslicos, como unidades-modelo de uso lingisUco, forma de vida y apertura del numdo, representan, segn parece, a aquella encarnacin en la vida de la funcin de la realidad espiritual capaz de servir de base a una Criliea de la razn hislrica en el sentido de Dilthey antes que a la concepcieSn del stijeto en general como sujeto trascciuleiUal. Como hemos visto, la concepcin de lsjuegt)s tingslicos comporta un apaamiento de la tenninologa y el nu)do de pensar psicologislas tiuc predomntm en la idea usual de la hermenulica en el sentido de Sehleierniaeher y Dilthey. Si no son las vivencias ni his iiUencit)ncs de ndole espirilual las que consliluyen la susUmeia y cl objeto rettl de hiComprensin, la let)ra tic la ctrmprcnsini liermenculica lgicamente tampoco podi eslar fimtladti en cl ticlo de'revivir t) cn la reconstruccin cspiriiutd de los acltw creadores tsjenos truc se expresan en el niedinin lingstico del lextt) (o cn el de la obra de arte, las acciones o las insliluciones). Quti cosa podra reemplazar -en la concepcin cid ltimo Willgenslein-a esla itjca btisca de la hermen-ulica lradicit)nal? La concepcin de los juegt)s lingsticos nos pone, a mi juicio, en una curiosa allernaliva. Por una parle podramos pensar que lo que reemplaza a la i;o.mprensin hermenutica qua acto revividor es la descripcin objeliva del juego lingstico en cuyo conlexlo se muestra el sentido o intencin que se trata de comprender. Tal principio metodolgico parece seguirse directamente de las recomendaciones de Wittgenstein y del mlodo que l mismo exhibe. Mas, por otra, lambin podramos partir para la comprensin del sentido que se muestra en un juego lingstico no de una descripcin distanciada del juego lingstico como un lodo, sino de la parlicipacin en el juego lingstico mismo, si es que -de acuerdo con la nitxima capital crtict>lingslica tle Witlgenstein- slo hay comprensin del sentido dentro del marco de un jtiego lingstico real y efectivo. 3. La comprensin hermenalica y a descriiicin de los Juegos lingislicos Analicemos de un modo tentativo lo,primero ciuc nos sugiere el mtodo ulilizado por Witlgenstein. Dicho mtodo se inscribe en una tendencia ampliamente extendida cn las modernas ciencias de la cultura -cn la etnologa, la antropologa cultural, la ling.stica, la sociologa-a reemplazar la interpretacin basada en la empatia de los documentos y otras manifestaciones vitales de las culluras ajenas por la descripcin objcli 35

va (y cl aiuilisis calegorial) de su entero conlexlt) vilal -parlicularnicnte de las insliluciones- para obtener medianle lal dislancitimicnlo conscienle unos criterios objelivos t|ue puedan ser esgrimidos contra los iirejuicios y precipitaciones de la lanlasa cmpiilica". Sin embargo, esla tendencia melodoltgica es en s misma ambigua; o presupone ya la comprensitMi tiuc prelende reempla/. ar IntUindo en lliima inslancia tmictimente de tihontiar en ella -por la va de un tlismciamienlo objetivo-, o debe adscribirse a un behaviorismo rtidical que prelenda, en electo, sustituir la comprcnsitn por la descripeiiMi de un proci:so dado objelivamenlc. iVltlliples aspectos tle las 'liilosopliisclu' Ihilcrsiichitngcn (y mtis lotitiva de his investigaciones alies de (i. Ryle) protlucen la impresin de que Willgenslein pretentle, en elclo, reemplaztir la reconslruccin tle intenciones por la obser^tiein y la descripcin de hi eoiuiuclti objeliva. Id) cuyo ctiso recaeran sobc l todos aquellos argumenlos que hasi ahora han venido dcscildicando til bchtiviorismo llsiealisla radical como fundamento de his Ihmuitlas ciencias del espritu" (por ejemplo el de que una descripcin lo m;is exacUi posible de la conducta -de sus notas csiadstietimenic rclcstmles- no es capti/. de decidir si consliluye un lenguaje, es decir-con ptilabras de Witlgenstein-, si la conduela sigue de ptir s una regla)". Ante lodo no .se verti cmo Willgenslein, sobre la base de una mera descripcin de tkilos objelivos, habra tle llegtu- ;i una crtica del senlitlo (por ejemplo, a un desenmasctiramicnlo del vaco en que discurre cl lenguaje en cl caso de los juegos lingsticos mcafsict)s). 'fcndiiainos que suponer acaso que Willgenstein entiende la diferenciacin y relalivi/.aein de la lgica del lenguaje como Itgica Inmscendenial en los juegos lingslicos en cl .sentido tle que aquello que slo .sc muestra como condicin de posibilidad de lodti descripcin objetiva se hace l mismo accesible a esa misma descripcin objeliva'? Sin embargo, Witlgenslein reeliax en repelitlas ocasiones y de forma explcita cl behaviorismo'". A sus ojos, sle habra sido despus de lodo, como cada /v//;f), slo una cnlrnictliid lilo. slica. Y sin duda haremos ms jtislicia a su referencia a la ob.servaciiin y descripcitin de los juegos lingsticos (como. " l'ii parlicular A. Cichlcu lia puesto de relieve el aspecto melodolgico cciilia l de esla tendencia en aguda pol'iniea coulia la comprensin en el sentido de Dillliey. CTr. Der MCIIMII, 1450', pp, -tl.l y ss. asi eomo, especialmenle, l lriiwiisiii iiinlSihilkukur, l'l.s, p, ') y lassim (vid. .sii/ira, pp, 190 ss.). " l id., por ejemplo, II. .SKJI itvilllM, o/i. lil. (vid. nota 15). '-' IV/. r/i/n;, pp. .155 ss. tTr. J'liilti.s. (.'//c(.v/i(/;,i;c/), ijj 197, .11)7 y .K)S. 351

en general, a la indiseulible icundidad del llamado estudio de la conduela en las ciencias de la cullura) si simplemenle suponemos en la funcin de la descripcin la comprensin de las inlenciones con senlido cuya funcin debe ser revelada por la descripcin. Describir im JLiego lingislico en el cjue el sentido es tanto expresado -ya sea en palabras, ya en la forma de respuestas conducluales- como comprendido, no es, en efecto, olra co.sa que un distanciamiento relativo del propio significar y comprender, lodo distanciamiento y objetivacin de las pautas de conducta y los conlextos institucionales en las modernas ciencias de la cullura no puede en el fondo hacer olvidar que la posibilidad de la descripcin (del planteamiento de cuestiones, del inters cognoscitivo) se debe a una aulocomprensin siempre de ndole prerreflexiva", y que el conocimienlo adquirido por medio de la descripcin cuasi objetiva consiste en la profundi/.acin en tal aulocomprensin. Lo que toda esla tendencia objelivista y cuasi behaviorisla de la cien: ca moderna y la filosofa analtica leslimonia slo es, en definitiva, el carcter errtil tle la autocomprensin humana que Hegel rect>nt)ci, su metliacin por la enajenacin"'. Dillhey fue conseienle de esla eslruclura cuando ai psicologismo inirospeclivo de Nielzsche opona su tesis d que el hombre .slo se conoce a s mismo desde su historia Ahora bien, si el mlt)do wiUgensleiniant) tle la descripcitn de los juegos lingislicos no lo entendemos de modo behaviorisla, sino como dislanciamienlo tle la autocomprensin humana'". " Que aulocomprensin, cu cuanlo comprcndcr-sc cu la siluacin, i\o es igual a aulorrellexin, lo ha mostrado en especitil II. (I. Ciadamer parliendo de Heidegger. '" Que lucra de la ciencia natural loda deseripciiin y anlisis eslrucluial objeti vos brotan de la aultwoinprensin y vuelven a ella cnritiuecidos por el dislanciamienl o, de ello da It- el tmiilisis vvillgeiisleiihano tle los juegos'lingislicos a llaves tle su cn'lica impLeila del lenguaje (y tle la melalsit:a). VJA lUosuJia de Ia.s iii.sliiucioiu'.s tic tiehicn hace lo propio por metlio de su crtica iniplcil a tle la cullura; y aun las invcstigticioncs de K. l.tircn/, clit|uelatlas de lisiologi a tle la contiucla, ptmen de manilieslo, por metlio tle su einincnie eselarecimienlo de la comprensin humana tle las siluaciones (asi, metlianle la et)m|iaraein con la conduela anloga a la inoral(.le los animales), t|ue ellas mismas, al eunuario por ejemplo tpie en la lsica, licen una raz herinencutica; tiuc, en suma, lambin atiu inlervieiic la aulocomprensin humana t|ue -dantlo un amplio rotleo con el tairrcspoiitlicnlc clclo tle tlistanciainienU)- retorna a si misma. ' ' Cl'r. OcsainimdwSduijwn, V, 1924, p. IKO y VII, 1927, p. 2.50. "' Id propio Vv'itlgenslein parece autorizamos a hacer esla interprelaein por su prelrenca ptu- los ejemplos cxlicos o ctmslruitlos metlianle experimcnlos menlalcs, ejemplos tjue -al tallarse en conlrasle con la conduela nonnal- tleben abrirnos los ojos a la gramtica prolunda tle luiesiros juegos lingsticos (este mtodo tle tlislanciamicnlo lo ulili/a especiiilmenle en las lit'Dwikiuiycn

lihirdi' (niudlayen dvr Madwnuuik, Dxird, I95()). 3,52

surge un problema que Willgenstein ni se lo plantea como tal ni le da respuesta en las 'liilosophischc Uiilcisitchuiigcn, a saber; la cuestin acerca de la estructura de los juegos lingsticos que por cl modo de su descripcitn se hallan referidos a t>lros juegos lingslicos -por ejemplo e! juego lingislico crtico que el propio Witlgenslein exhibe en las Fliilosopliisclw Unlersmiiiingcn. Si la descripcin de los jtiegos hngsicos en cuanlo unidades de uso lingstico, forma de vidti y apertura del muntlo debe asumir la luncin do la comprensin hermenulica de las intenciones con sentido, el tipo del juego lingstico que se halla referido a otros juegos lingslicos htibrt tic convertirse en cl problema clave para una hermenutica levantada sobre bases willgcnsleinianas. Htibn'i que construir otros juegtis hngsicos y plantearse la cuestin de si tales juegos lingsticos hermenuticos se distinguen, y en'delerminadt)s casos cmo, de los juegos lingslicos tiescriplivos al uso en hi descripcin tle la naluraieza no humana. Esta cuestin toma su inters sobre lodo del hecho de que las ciencias hislrictis del esprilu se ocupan de contextos situacionales que no vienen cnlrclcjidos con el juego lingstico propio del presente (como pt)r ejemplo el conlexlo sil nacional de la descripcin tle un paisaje), sino que pertenecen al juego lings tico tiel pasado qu se trata de reconstruir. Podramos hablar de juegos lingslicos hermenulicos -cn el sentido d Willgenslein- en el cttso, por ejemplo, de la narracitn de una historia vivida o tnmsnnlida. o en el cast') de la traduccin en el marco de una conversacin, o en el de la interpretacin de un texto antiguo (exgesis). Y teniendo presente que los juegos lingslicos son componenles tle una lrma de vida y que estn entretejidos con actividades, htibremos de tener en' cuenta en el juCgo hngslico hislricohermenutieo todas las invesligaciones tcnicas d detalle que el historiiidor'urde a fin de descubrir his fuentes y valorarlas crticamente y todo aquello cjue ensean las ciencias auxiliares de la historia, incluso las actividades que se desarrollan en una expedicin arqueoltgica o en una excavacin; y, por olra parte, tambin las activitkides en las que la comprensin hermenutica encuenlra su aplicacin: el sermn, la leccin, la enseanza escolar, el disctirso jurdico, la represenlacin de una obra teatral, la interpretacin de un concierlo, la exposicin de obras plslicas y, adems, el comportamiento instilucionalmente regulado del ptblico que asimila ht comprensin en forma hablada, ejecutada u ostentada y que slo as completa la aplicacin de la comprensin hermenulica'". " 1:11 fsle plinto sera posible poner en conexin la tcoru de los juegos lingslicos con cl anlisis iridico de la interpretacin de J. Royce por un lado 3.53

Al inienlar imaginar en el espritu de Wittgenslein los juegos lingsticos que se hallan relcridos hermenuticamente a otros juegos lingsticos notamos, sin embargo que nuestros ejemplos estn muy. alejados del modelo de la descripcin de un juego lingstico por^ medio, de otro, d'al modelo parece realizarse antes en el juego lingstico liloslico al que-nosotros mismos:*-,, tratando de :proceder,de manera anloga a Witlgenstein.,-lientos, jugado .y juganu)s an. lin ciHubii), los juegos lingislico.s hermcnuticos quediemos presentado parecen conslilui.r,iCon.el juego lingstico:que inle.rpretan y por medio de la interpretacin ndsma, una nueva unitkid de juego lingstico, que slo se revela en e| plano de nuestro anlisis estructural liloslico". De,hecho, ello permite distinguir si se est describiendo la-estructura ,de'Un, juego lingsti,co<.(del tipo de sentido o sin.senlidoique es posible en l) osls e est nlerprelando el conlenido concreto; de. sentido de un juego lingstico desde otro juego lingislico hermenulico. lin el ltimo caso tiene que crearse hr unidad de.un dilogo-entre ambos.juegos lingsticos, incluso si estos se han.desarrollado en pocas muy clstanies entre s y cajos contextos siluacjoF nales ms diversos". Segn ello, la mediacin, de la comprensin humana del mundo y su correspondiente pioyectoe.xsr tencal en el conlimiuin del dilogo -mediacin entre forma de vida y forma de vida, para hablar.a medias con-Witlgensteinsera la funcin espeelica del juego lingstico her mcnutGO: . . -., (yid. \ii>yu, pp. .1.16 ss,), y por olrt con la hcrnicnculica Ulosjica, ilc I!. Cj. Gadamer, quien iraui de integrar el problema IradicioHal de la aplicacin de la comprensin dentro del concepto de.compretisin qua mediacin de la tradicin. ' iil aulor del discurso y sus oyentes (lectoies). Aqu nos encontramos con un nivel caraclersiico d lo que Ib. Li ri consideraba como aulogradacin del lenguaje, es tiecir, krs posiiilcs grados tle generaliJa. d de sus ineacioncs ctm sentitlo (y-tiifeVn 'cicitti modo es elconliamo Jclo i'ialelieo de la leora.ri'.miicatla Iseinn.cal.de-los lpos tle 11; Husiclll. CTr, A/('//.v7/wi/UW/, 1948, eaii. .'.3. . ,,. Desde la perspectiva de uiui liltisola carucleri/.atla,jror un pensamiento licrmcnulico-bislrieo radical cabe'plantearse'si l an.Mss'eslriietmaT de los jiu;gs lingislicos no tiene t|ue haber creatdo'lambiirisa unidtl tl dilogt). Y evtlenlemenle ello es cierlo en el senlido de qiie.el liltisotb no puede manils-ta rse sobre la eslruclura de lt)s juegos lingsiict)s huijianos conuj.U) hiciera un behaviorisla de olro planeta, mieniras que el hi.storiador (y particuarmcie el historiador del lenguaje) puetle sin duda detectaren lodo momento en los tratado s liloslicos su vinculacin histrica al dibgo entre Tos hoinbres. Por otra parle, hay lugar para una innegable emancipacin reIJexva del cimlexlo histrico tiel tlilogo en el hecho de tpie el riliisol .sea capa/ -eii un gratio su|ierior de generalidad de las inlenciones con senlitlo-de hacer conseienle de un-motlo formal la necesidad del conlcxlo hslrieo del diltjgo para la comprensin hermenutica.

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/. Lu comprensin hernwnulica y lu parlicipacin en os Juegos lingslicos En csic punto me i)aiecc imprescindible introducir la alternativa arriba mencionada a la fundamentacin de la hermenutica que hasta ahora heios intentado siguiendo a Wittgenstein. Segn eila, loda comprensitSn del sentido supone la parlicipacin cn cljuego lingstico en cuyo conlexlo se libera a priori ia eslruclura de .sentido de una siluacin. Podemos quiz explicar mejor desde este nuevo punto de partida ia peculiaridad del juego lingstico herincnulict) qtic slo con esfuerzo y de forma aporlict hemtis jiodido sugerir partiendo de la descripcin externa de los juegos litgisiieos?. Ante lodo liene t|uc quedar chiro, a mi juicio, t|UL' ahora, despus tle haber discutido el tisiieclo cinisi bhaviori.sta, nos movemos en ht persiiectvti cuasi lilosrico-titiscendcnll de la teorti de los juegos lingsticos. f)icho escuetamenle: nienl'as al principio paieca tiue, de ticuerdo con la doctrina de Willgenslein, la comprensin del sentido haba qUe sustituirla por la desciipcion exierna de ht conduela, esla docirhia ptiiecc ahora desembocar en la concepcin de tiuc toda conducta'humana slo lesulla accesible denlro del n'iarco de uij juego Hngslico, es decir, en cuanlo conduela comprensible y con .senlido-'VSlo ahora cobmn validez muchos de los ms valiosos hallazgos del llimo WiUgenslcin. As, por ejemplo,'ja intuicin, verdaderamenle revolucioriaria ptira totla forma de lUosoir, de que cs por principio imposible un lenguaje privado, o, dicho de otra manera, de que nadie, orientndose en supucsuts normas accesibles de modo inlrospcciivo, puetle seguir una regla panl l solo'"'.,Quicn para'expresar Ips tlalos tic l CJsji.cricncia ij.o a l acct:siblcs (por ejemplo, dolt>res) prclendjeri introducir un lenguaje slo para l inteligible (es decir, un lengutije que no esiuvicra regularmente cn conexin con el lenguaje pblico ni, CI? consecuencia, fuera tmdcible) no/pdn'a disponer de ningn criierio para el empleo cojreclo de Itil lenguaje. No podra eslablecer distincin aigunti entre norma y arbitrariedad, pueslo que loda nornu elcliva proveetlor de clitcrios distintivos depende constitulivan?enle de que los otrt)s puedan contrt>!ar el sonielimienlo a dicha norma. Otra persona no po ''* Que y sepa, esto pumo tic visla para una posible inlerpielain tle Witlcnsiein lo lia desarrollado por ve/ primera y de l'onna eonseeuenle I*. WINCI I en su libio I'IH' Idea aj a Social Siieiuv aml il.s Hclaiion ,io l'ldlo.soiiliy, Londres, 1958. Ln lo sueesivo aproveeliaiemos las valiosas su(;ereiie,ias de esta inlerpr elaein. "' C\\. l'ldlos. Uiucism-hungcn.'^ m.2A?,,251 y inissim.' 355

dra observar desde el exterior si su conduela sigue o no una regia si antes no se hubiera hallado de iicuerdo con l acerca de la regla o si no pudiera ponerse de acuerdo con un tercero que pudiera controlar la conducta del primero basndose en una regla de juego de carcter pblico (coslumbre, insliluein). Sin recurso a esa instancia pblica de control, esa oir persona podra tambin concebir sus movimientos accidentales (naturales y espontneos) como conducta guiada por reglas, ya que no es concebible ninguna conducta que los seres humanos no puedan explicar -desde fuera- segn alguna regla ideada // hoc. Y en nuestro caso, ese olro posiblemente creera comprenden) lo que l -segn una regla aplicada desde fuerasiii ms explica*". El otro caso posible sera aquel en el que una conducta humana, aun estando guiada por reglas y siendo, por tanto, comprensible, fuera explicada desde fuera por otros como un fenmeno motriz natural y espontneo -por no existir participacin en el correspondiente juego lingstico. En suma: comprensin y conducta comprensible slo las hay bajo el supuesto de un juego Hngstico, es decir, de n costumbre pblica o una institucin social'"*. Solamente ahora, cuando lo que .se opone a la filosofa del sujet propia de la Edad Moderna'"' no es y,a. el cuasibhavibrismo sino una filosofa trascendental sobre las condiciones de posibilidad y validez del significar y el comprender concretada en el concepto de juego lingslieo, parece que la confrontacin entre Wittgenstein y la hermenutica tradicional ha alcanzado su meta: el presupuesto de la parlicipaein en un juego lingstico comn reemplaza ahora claramenle al solipsisnio metodolgico de la comprensin empalica; y se hace evi ^' En este caso, la comprensin no sera -como ya vio el neopositivismootra cosa que una empatia que conduce a una hiptesis explicativa. Para esta cqncepcin vid Th. AuiiU, The Operation called "Vcrelehen", en Keadings i llw Phdo.wphy of Science, NucMi York, 1952. Este punto de visla converge notablemente con ia antropologa de A. Gehlen, fueriemcntc inspirada en enfoques pragmati.slas (como, por ejemplo, los de O. H. Ml.AU en jV/inr/, .S''//une/.S'oc'ic(,l', Chicago, 1954). ''' El solipsismo metdico de la filosofa moderna desde las Mediaiione.s de Descartes hasta las Meditaeione.s canesiiinas de E. Husserl encuenlra de hecho en la concepcin de los juegos lingsticos de Wittgenslein una posicin contraria similar a la que en Heidegger viene expresada sobre todo en los 26 y 31 y ss. (acerca del ser con y del comprender) de .Ser y Tiempo. Tanto desde Heidegger como desde el ltimo Willgenstein se plantea la cueslin de si una fdosolla del eno conilo que se hubiera liberado de la ilusin de lener que demoslrar primero la exislencia de los oros (y de un mundo exterior real) no consei-vaia, en cuanlo Hlosofa que lleva a cabo una rejle.xin responsable sobre los fundamenlos eis ipsi.i inlei'subjetivos y lingsiico-sociales ilel pensamienlo, la funcin de una fundamenlacin liloslica ltima, as como la que se concreta en una en lodo liempo posible capacidad de rllexin con independencia de la siluacin. 356

Liento que iquella autoetimprensin que el sollpslsla metotlolglco trata de poner enjuego para la comprensin empttica del otro (cuando no ptrra demostrar su existencia como ser espiri tual), se encuenlra ella misma ya mediada por la regla pblica de un juego lingstico y a forma tle vidti con l entretejida. F,s interesante notar que W. Dilthey, despus tle que en su Iniroducein a las ciencias del espirilu de 1883 sostuviera an la opinin de que un nico individuo deambulante por el mundo... que viviera lo sullcicnle para desarrollarse, desplegara desde s mismo y en complela soledad esas funciones (.sc. filosofa, religin, arle)'"', escribiera en los fragmentos posteriores sobre conslruccin del rriundo hislrico en las ciencias del espirilu que toda palabra, loda expresin, todo gesto o frmula de urbanidad, toda obra de arte y loda gesta histrica resultan comprensibles slo porque a quien en ellos sc manillesla le une algo cn comn con cl sujeto que comprende; el individuo vive, piensa y acta siempre en una esfera comunitaria y slo en ella comprende''. Entre los ejemplos en los que Dilthey ilustra ahora cmo la comprensin esui condicionada por la esfera comunitaria los hay muy prximos a lt>s juegos lingslicos o a las formas de vida implicadas en ellos que presenta Witlgenstein. As el siguiente pasije: Guikuitr plz;>, plaiitiula rboles, cuali|i;ii.T aTo.senio de asientos ordenados nos es comprensible desde luieslni nlni.ia pniiiue el planear, el oidenar,.el valo rar humanos como algo que nos es comn a lodos han asignado su lugaricn la habitacin a lodo espacio y a todo objeto. Id nio crece en el orden y las eoslumbre s de la lmilia que l comparle con los dems miembros aceptando los dictados de su madre dentro de ese eiilorno. Antes de aprender a hablar se encue ntra ya lolalmenle sumergido en ese medio comunitario. Y los estos y ademanes, los movimientos y exclamaciones, las palabras y expresih! aprende l a comprenderlos slo poique estos se le presenlaii siempre idnlicps y con la misma relacin con lo que signilican y expresan'-. De ese modo se comprentlen los elcmenlcs de las acciones, por ejemplo c! levantamiento de un objelo, el golpear de un manillo, el cortar la madera mediante una sierra", porque ei contexlo circunstancial en el i.)ue se jclti todas esas acciones resulta fandilar. La relacin,de da accin con lo espiritual que sc expresa en ella es regular y permite hacer conjeturas probables sobre c!la.-H (h'samittellv Schr/wn, 1, pp. 422 y ss. 'I //)/., Vil, pp. 146 Y ss. " //)/ (/,, pp. 20 yss. " /W/., p. .207. ' ' Ihid. p. 206. .357

Hasta aqu podemos comprobar perieelamenle, cierta concordancia entre la ("uncin hermenutica del modelo wittgensteiniano de los juegos lingCisticos y la, esfera comunitaria de Dilthey, que tambin la llama, con Hegel, esjra del espritu objetivo. Ser interesante para nuestro problema hi, comparacin del ltimo Wilt^enstcin con el ltinio pithey, pero contando con la eircunstancia de que liilthey, rio recurre, a dos ejemplos que hasta ahora hemos filado para ilustrar la eomprcnsin. hermenutica, sino la c.omprensin precientllca, elementa! o prtigmlica: ' La compicnsin sciIcsarKilla pi'iii'.aiiairicnlu dciili) divios iiUurf,sc'salc la v kla prctica. Aqu las personas se hallan <lepenc|ientc:, de ,su niuluacuininucacn. Tienen que, hacei^c comprender. jnuluaniciUe. Cada una necesila saoer.lo, que la olra quiere. As surgen primananlente las Idrmas clemenlales de la compren sin'^::; . ' "' Tilles son de liecho las formtis de la eomprenspn qu tienen presentes las fundameniaciones de ndole pragijiatista-behaviorista de la sociologa y la psicologa sociaf (sobre ,todo la de'G. H. Mead); y son clkis sobre todo las qu iluminan la teora de los juegos ling.stics del ltimo-Willgenslein. 5. Los ltniL'SU'l modelo ck' hs juegos lingislicos a la luz del circul hermenulico d la Jornu y el corunido de tu comprensin En opinin de pilthey, el problenia.de l coiiiprcnsin hermenutica'como ate: cieiicia se bhm.lca prinirianiciite ah donde -i'ri el marc tdtiiv de la conipren^jicVn elemenUdsurgen inseguridades, dificultades 'contradicciones*''; por ejemplo donde tiene lugar un encuentro con Costumbres, instituciones o formas de vida cictituias, o donde lsjpropas tradiciones comienzan a volverse incomprensibles! De esta ltima situacin es d donde surgieron d hecho los dos grandes movimientos que dejaron su impronta en la hermenutica de la Edad Moderna como el arte de la comprensin: la crtica filolgica del Humanismo y la exgesis bblica protestante. Cmo hay que anttlizar esta caraclerstica situacin i',iicial de la voluntad y hs necesidad hermenuticas de comprender a la luz delinodelo de los juegos lingsticos? Recordemos a este respect el motivo que nos llev a.consi nd., p. 207. Ihid., pp. 210 ys.s. 358

dcrur lu paiTiciiiaciii en un juego lingislieo ereclivo como eondicin de posibilidad y validez de la comprensin. Este punto de visla hcursiico para una posible interpretacin de Wittgenstein se impuso en el momento en que el intento de concebir la descripcin externa de un juego lingstico como modelo (como caso lmite del distanciamicnto) de la comprensin hermenutica nos condujo al lesllatlo de L\IC una descnpcin de un juego lingsco slo puede conducir a una comprensin del conieindo de sentido que se muestra cn aqul cuanti tal tleseripein crcti, junlt) ct)n cljuego lingstico descrilo, una nuevtt tiindatl tle juego lingstico: hi indad del ditlogO. Luegt) llcgtimos al paiecer a tm resultado'opuesto -o al menos esa et;i su'lendeneia: cl motlelo de hr participacin cn la unitlad electiva tle un juego lingstict) gobernado por reglas .slo puede .serlo para la situacin de la comprensin hermenutica si tcncmtis presente la debililacin y, til cabo, la disolucin de tal unidad (en cljuego lingstico hislricmcnle objetivado'y en el juego lingstico histricamente'cSbjetivtntc del intrprete). ; '' Sin embargo, la ct)nrrontacin enlre eslos resultados aparentemente antinmictis muestra t|uc el probieinti UlosITco de la coniprensin hermenulica sc siuia exticlamcnlc entre los tos modelos que sugiere al menos hi concc|)ciii willgcnSlciiiiana de los juegos lingslictis. No se lala aqu tle un tipo d <<comprensin como el que, segn Willgenslein, se encuentra ya subordinado a priori, meditintc la regla tle un juego lingstico exislenle (de una costumbre), a la manileslacin de una ticterminada intencin, de modo que la mtinilsiacind la inlenein y su eorrespondienle comprcnsitin se deicrminen recprocamente en el marco del juego lingiiislico mpHlniido sU esencia a electos tic la descripcin''', l'ampoco'se Irtita de una descripcin objeliva de hi eontlucla del lipo tle hi que le aplica desde fueni la regla en la t|tif lia de btisarsc,' d modo que tampoco podra considerarse t;d regla conib el nioliyo tic la conducUt tanto propia como tijcna. Ms bieiV se trata d un proceder que en cierto modo se ve obligatlo lnr objeti-' Vilmente anlc s la reghi cuasi-lrasceidentd del jtiego lingstico que decide sobre el sentido o sinsenlido de la conducta humana y libera a priori la eslruclura de los objelos posibles en un mundo situacional, y slo con el hn tle comprender una "'Qu ts una ortlen (t-ii tuaiilo iiiltncijn) se ve, segiiii Wiuyenstcin, en el modo como noiinalmenie es cumplida (esecir, comprentlida). A esle especlo observa Willgenslein: <duis rdenes algunas veces uo se cumplen. Pero tpi sera si las rdenes no se cumplieran iiiiiwa'! III K'rmino "orden" habra perdido su seniido ( 345). 359

posible mptivaein,de la conduela propia o ajena a la lu/..de esa regla cuasi-obje iva. Tomemos un eji mplo: el senlido de las intenciones de Godofredo de Bouilh ii vendra determinado -segn Wjllgensteinpor las regla del juego lingslieo o la forma de vida propios de las eru adas medievales. Ahora bien, eslas reglas de juego, que en i lerto modo consliluyen el marco tra.scendental de la forn a de vida y el mundo de Godol'redo, liene que reconsln irlas el historiador, que ya no parlieipa de esa Iqrma de vida, i partir solamente de los datos que son los testimonios de las palabras y las hazaas de Godofredo (as como de otros cruy idos). Aquello que eonsttuye la condicin de posibilidad del enlido comprensible tiene, pues, que po-, der volverse objeli o denlro del senlido determinado, pero de modo que sea C(>iu;>rcii(lid() como condicin de posibilidad de. otro sentido pareedo que pueda descubrirse, incluso en lo que se refiere a sus propias posibilidades de existencia. Dicho de otro modo: de lo objetivo tiene que poder derivarse un proyecto de sentid J del mundo capaz de corregir el proyecto de sentido subyacente hasta el momento a cuya luz lo objetivo adquiere pi niariamente su .sentido (al principio ex-^ trao). El anlisis de esi i estructura era el tema propio de, Dillhey. Al fenmeno en el que la regla de una forma de vida -que no es e.vidente- se le hace objeliva al inlcMprete lo llamaba expresin de vida (l. mbin posteriormenle, y con 1 icgcl,, objetivacin del esprili); y a la eslruclura que hemos descrito, segn la cual la regla que se ha heeho objetiva en la expresin es capaz de correg: la regla a cuya luz se hizo ella misma objetiva, la llamaba ciculo hermenulico. No hemos de decir que Dilthey descubri la estructura del juego lingislico hermenulico? En su obra po.ste ior, Wittgenstein disolvi la forma lgica del lenguaje, que a la vez era la forma lgica del mundo descrplible, en las reg as de la ilimiada variedad de los juegos lingsticos posibles. 1 n esta nueva concepcin concretiz al mismo tiempo la corre iacin de sujelo y oijeto de la filosofa trascendental tradicioi ;il (incluyendo la correspondiente teora designativa del le iguaje) en la unidad funcional de uso del lenguaje, forma de ida y mundo siluacional. Lleg as a concebir tambin ia hi loricidad del lenguaje, la forma de vida y ei mundo siluacional' Es cierlo que Wi Igenstein compar al lenguaje con una ciu dad que crece de i;iodo orgnico'"", que incluy a las funcio " l'hUos. UiHvrsMJiu .1,'V/, 18. 360

nos cl lenguaje en la liisliia natural del lionibre''', que vio los juegos lingslieos eomo algo imposible de ser gobernado por una regla malemlica precisa al rnodo de un clculo, que cont con cl nacimienlo y el declive de los juegos lingsticos y sus correspondicMles formas de vida'"'. Pero es precisameiUe a Iravs de este ltimo viraje que VVillgenslein muestra que la.fuer/a explicativa y raciqnal de su modelo de los juegos lingstict no tiene mayor alc;mce tjnc el de la llrme congelacin que enlre :lbrma de vida, uso del lenguaje y esii:uclura tlel muntlo establece la regla del juego exislenle. De ello ta fe en parlicular su relalivizacin, en el cotilcxto de una crlicti de la metalrsica, del sentido posible a los juegos lingsticos posibles y su solucin al problema de las proposiciones vertladeras a priori medianle la concepcin de las llamadas proposiciones gramaticales, proposiciones que propiamente nada comunican, sino tan slo ilustran la regla de cada juego lingstico en los llamados patrones o paradigmti.s del mundo real (por ejemplo: todo cuerpo tiene una extensin la ordeii ordena su cjmplimlenl)'''. ' , , Ptr a ini juicio, cn estas fiVciones, centrales pi;a Witlgenstein, tle su teora de los^juegtVs lingslici>s se iiiiiestia ai 'mismo tiempo el lmite de sta concepcin.'Pl esquema dualista de la diferencia irasccndcnlal enlre forma lgica y conlenido posible de! mundo que dtnnina cn el 'l'rucKitts no se baila propiamentt; superado en l ccnicplo de juego lingslictw, sino solo difercnciatlo. Por ello, 'WiUgenslcin rio puetle captar verdaderamenle con su modelo tle pensamienlt) lo propiamenle hslt')rict> de la comprensin, que es la mediacin entre los juegos lingstico.'! que s disuelven y los qu hacen (fenmeno nt)imal en la mediacin de la tradicin), ni lampoct) la jnediacin a Iravs de las edades, hi revitalizacin y la ;isimihicit')n del pasado eii la forma tle vida til presente, sino a lo sumo conceder ."iu existencia. pillhey, en cambi,'alcanza la riitixiria racionalidad tl'su pensamiento justamente ah tlhtie irala de hi mcditicin histrica cnli^e los jtigos lingsticos y de la mediacin, lambin, enlre hi lt)rina (hi regla a priOri) y el contenido (el sentido obje " ////V/.,25. ' ''" W. Slcgiiuillcr (vil. iu)ta 10) Im inlcntadiv ampliar tic un iiiodo ingciiios i) estos eriterios de Willgenslein eon visias a una inlegraein dla Instorieidad en el eoneeplo de juego lingiisiieo: en eomparaein eon el juego difl ajedrez, los movimieiUos en el juego lingiii.slieo no son lii.stinicaincnic iiiviiriunle.s. bi s reglas para el uso de uiia palabra lemlran por taiilo que estar tdrmuladas de modo que, enlre otras eosas, tuvieran lamirin en euenla el dilogo previo (l/. (7/., p, 59A). Ch. I'liilos. L!iUciMicliiini;eti, 251. 252 y 4.S8. .Sobre esle punto vid. I'. K. Sl'ixtll, ()/). il. (.vi//, nota M), pp. 127 y ss. 361

tivado) de las l'ormas cL- vida humanas en la noein de crculo hermenulico -nocin que, cierlamenle, slo puede ser una cifra para el problema abierlo de una renovacin cn'lica de la racionalidad de la dialclica hegeliana''-. " Vid. mi artculo Dic EnU'altung der "spracTianalytischcn" Philosopliie und das Probiem der "(eisieswissenscharien", en l'liil. .hihri<inh, 11, (I964-I'H)5), especialmenle pp. 2)4 y ss. (inJa, lomo II, Pj). 27 ss.). MI?.

PROCEDENCIA DE LOS TEXTOS iiilruducciii: La liaiisruiinacin tic la lilosDlia. Escrilo en la primavera lie 1972 para la etliein original e la prsenle obra. Las dos fases de la fenomenologa... I'ublieatio por piimera ve en Jaliihach jur Afsthelik und ullycmeinc Kunsiwissensiuijl, 111, 19.s5-.S7, pp. .s4-7i. Ll eonceplo filosfico de la verdad como presupueslo de una lingislica orientada al conlendc> H. Cill'l'i;u (etl,), Spraclw -Schliis.wl zur Wcli. l-cslsjirili fr /.. llVrvgvrhc r. Dsseltlorf, 1959, pp. 11-.1K. Lenguaje y verdad en la situacin actual de la lilosolia lin l'hdosoiMschc Rundschau. 7 (I9.S9), pp 161-184. Lenguaje y orden En ,l/t/(';i des 6. jJciUschcn Kani;rcs.\cs fr l'lhi.saphic. Mimieh, 1960, pp, 2()0-22.S. La filo,sofa de las inslituciones tle Arnold Ciehlen En l'lidosaphischc Rund.schau. 10 (1962), pp. 1-21. Wiltgenstein y Heidegger Reelaboracin tic mi leccin inaniinral en la Univcrsitlatl tic Kicl (1962), publieatia por primera ve/, en l'lidusoplsclws Jahrhuch. 7.5 (1967), pp 56-94 (iratlnccin espaola en Dianuia. ,XI1I, M.xico, 1967; Iratluccin linlantlesa en .1. IIINIIKK. A y 1 RonrilA |etls.|, Fdo.wfuin fila la lulcvuisuus. Helsinki, 1970). Reimpreso en O. I'tkaii-.i.i.n (etl.), hcr llcidcm'i; Colonia, 1969. La radicali/acin lllosfica de la "hermen-utica" en leidegger y la pregunla por el "criterio del sentido" del lenguaje En ll. LOKiriV. y W. Siut)l.z (etis.), Dic hcnncnculi.schc Frayc in der 'Fhcoloiu; 1-riburgotle r., 1968, pp. 86-152. Wittgenstein y el problema de la comprensin hermenulica En '/.citschrijijr 'Flwahiyic und Kirchc, <).1 (1966), pp. 49-87. 36.1

NDICE ONOMSTICO Abel, Th., I, 356 n; 11, 56-59, 61, 98, 99, 101, 102, 19! n, 222 Abiamowski, G. II, 352 n Adorno, Theodor W., 1, 22; II, 130 n Agu.sln, san, I, 55, 90 n, 251, 309, 340; II, 232, 374 n, 393 Albcrt, llans I, 15 n, 18 n< 19 n, 25 n, 26 11, 29 n, 54, 69 n; II. 130 n, 140 n, 209 n, 217 a, 249 n, 312, 345, 351 n, 353 n, 354 n, 371 n, 378 n, 385, :^87, 389, .390, .392, 403 n, 410 Albriuon, R. 1,312 n Alighieri, Danle. II, 173 n, 292, 297 Ammonio, 1, 121 n, 148, 152, 272 n; 11, 321 Andcrson, (i, II, 411 n Anderson, P. II, 124 n Anouilh, Jcan, 1,200 Anseonibe, , ii, M, I, 338 n Appel, Karl-Qllo, I, 10 n, 23 n, 29 n, 31 n, 50 n, 57 n, 60 n, 250 n; II, 94 n, 95 n, 102 n, 105 n. 107 n, 151 n, 153 n, 155 n, 156 n, 170 n. 171 n, 173 n, 176 n, 201 n, 210 n, 212 n. 213 n, 220 n, 222 n, 224 n, 220 n, 235 n, 237 n. 241 n, 244 n. 248 ii, 249 n. 253 267 289 301 332 340 365 387 409 n, 256 n, 257 n, 261 n, n, 273 n, 282 n, 287 n, n, 290 n, 292 n, 300 n, n, .305 n, 307 n, 308 n, n, 335 n, 338 n, 339 n, n, 347 n, 349 n, 361 n, n, 370 n, 377 n, 380 n, n, 391 n, 393 n, 408 n, n,4l2 n

Arislleles, I, 39, 54, 107, 108, 113, I 19, 121, 122, 148, 155, 228,271,272,284,294.301; 11, 163, 321 Arnokl, 1. 110 n, 157 n

Asi, F. 1, 112 n Auslin, J, L, 1,27: II, 184, 198 n, 225 n, 285, 292, 380, 388 n Ayer, A. J., I, 172; II, 28 n, 65 n Hacon, Franeis, I, 273; II, 137, 360 Baldwin, James Mark, II, 193 n Bar-llillel, Jacob, 11,231 n, 252 n, 259, 264, 270, 278 n, 288 n, 293, 370 n, 388 n, 389 n Bartlcy, William W., I, 13 n, 15 n; 11,389,390 Buuvoir, .Sinionc de, 1, 200 Ikck, L. W., II, 212 n, 292, 338 n Becker,(,), I, 187 n; II. 94 n liemlH); Pietro, l, 115 llencdiel,Rulh, 1,201 365

Bcnjamin, A. Cornelius, 11, 186 n Benn, GUtricd, I, 100 n cidiaev, Nicols, 1,210 Bcrgson, Henri, 1,197 Berkeley, Oeorgc, I, 219, 273, 276; ,-325 , .

BertalanlTy, L. W.,' I, 66 n; 11, !72 -y. i ',.; .-.M Bctii.E,, 1,32 n;il, U2n,203 n, 205 n.:i .-^r ,.H Bierwiseh, Manl'rcd, 11, 252 n, 260 11,261,265:11,293 Black, Maxv 1,-293 11, 36 ii, |.75>n, 304 li BIcl, Ernsl, 4,: 54; 11, 126 u, 142,248 11 . Bochcnski, ,1. M.i, I, 108, 139, 151 II, 157 n, 1:63 ii; 11, 71 ii Boeckti; A. !, l:!2 ii . Bohler, Dielrieh, k 8, 36 n, 62 n, 69 n, 214 h; I, 17 ii, 220 n,. 221 11,347 n:Bohme, Jacob; U'-K) nslOS, 110 n; II, 402 n Bolir, Niels, ll,'5l n ; Bolliiow, O; F., lE 83 n : .i Boole,G I, 134A137, 324 ; Borger, R., il, 248 ii Borsl, A, 1,65 n ' Brenteino, Fi,'1,348-: : . Bridginan, P. W I, 278; II, 170, 186,306: i Brodbeck, Mays 11,45 iv, 98 ii Brogsitter, Kl O., 11,41 n Brouwer, L, E, J., E 15^ Bruno, I, 105 > 'i Buber, Mi, !,22s:il, 83 ii Bubiier, R. II, 21'2'n, ai 8 n, 300 n, 338 ii,370iv,'381 iv > Buck, R,i Q: l;'i20':n; H, 64 n, 363 n .i I : Bultmann, R., II, 205 n Burks, Arthur W., 1, 277 n; I, 157 n, 178 il Buytendijk, F, J.,Bi 16 n ^ Carnap, Rdolf, I, '25; 60 n,' 120, 136-138, 144, 158, 165, 172, 184, 213, 217, 218, 222

11-224, 228, 230, 246, 265, 266. 281-284, 295-300, 302 a. 303 n, 306, 316, 328 n; II, 34 0,42-44,62-64, 71 ii, 150 ii, 169, 170 11, 173, 224, 225 ii, 231, 232, .235. 252, 2.54. 258,' 2.59, 264, 289.. n, 293, -299, .304, 316, 322, 337, 370, 388 n, 399, 400 Carrol, John B 1, 177 n Carrol, Lewis, 11, 77 ii C'assirer, Friisi, I, 177; II, 81 n, 179,337 C'astlgliore, Bakiassare, I, 117, 210 : Cavell, Si., 1, 173 n, 175 n, 323 n; II, 277 n ('/aiiiie, Paul, I, 95 ii : Cicern, Mareo liilio, I, ()0 ii, 117, 123, 149, 152, 209; II, 322 Cieuurck. Y-, II., 1.11 n C'ioli, r-'r,, n, 248 ir , Clausewilz, Cari, von. !, 53 C'olicn, R. S., I, 26 n; il. 64 n, 363 n Collingwood, R. CJ., I, 48 n; II, 68,236 Comte, Auguslc, 1,278 n' Coscriu, Eugenio, II, 276 iV, 278 n, 293 ^ ' Coulurat, E-, 1, 274 n; 11, 224 ii Criiinei-, W;, I, 335 CToee, Bencdello, I, 94, 124 Curlius, B. R 1, 124, 156 Clisa, Nicols de, I, 105, 106, 110 11, J 82 Charlesworli, M. J., II, 28 n, 29 ' Chaueer, Cieollrey, II. 82 Clionisky, Noan, 1,16 n, 34 n, 55 n, 131 II, .302 l; li; 62 ii, 102 n; 157, 184 n, 192 n, 238 a, 244, 251, 258-266, 268-288,290, 291, 293,-294, .300 n, 316, 323, 335, 336,

380 n, 382 n,40I n Church, A., II, 171, 386 366

Dahrciuloir. Rulf, 11, 142, 143 Dante, vase Alighieri )anu'>, A. C , 11, I4 n ' Darwin, Charles, 11, .342 Dcrblar, J., 11, 23 n Descartes, Rene, 1, 23, 56, 90 n, lio, 114 n, 123, 250, 310, 341 n; II, 18, 19, 66, 94, 137, 144 n, 221,. 229 n, 260, 273 n, 299, 301, 311, 324, 374, 378, 393 Dcwey, John, I, 19; 2V n, 69 n, .278; II, 95 n, 197 n, 207, ,248, 352-3.S4 . Dienicr, A,, I, 29 ii Dilliicy, Wilhelm. I, 21 n, 24, 43, 48, 76, 80, 112 n, 118, .198, 256 n, 269, 270, 271 n, 279, 317 n, 321-323, 329, 334, 350,. 351> n,-357, 358, 3()0; II, 14-16 n, 19, 28,. 37, 49, 70, 73, 76, 79, 84,-8K n, 98, 102 n, 109, .1 lU, I 15. 177, 189, 190. 195, 2t)6, 236, 244,256, 366i-.368 Dingler, ilugo, I, 34, 56 n; 11, . 210 n, 399 ' Dobschtz, Ernsl von, 1, 267 n Dorn.seiir, F., I, 174 Dray, William, 11, 88 n, 100, 103, 105 Droysen, J. Ci., I, 2!, 256 n, 270, 321; 11, 28, 103 Durkheiin, Fniile, H, 70, 238 Ebcliiig, G., 1, 269 n l'ckehtirl, inaeslro Jolitinn, 1,90 ii; ll, 249 Einslcin, Albcrt, I, 44 n, 47, 140 n,278; 11, 64 n, 93 Hliade, Mircea, I, 65 n Fngcis, Friedrich, , 22 n, 23 n Escoto, Duns, I, 279 n; 11, 163 Esculapio, 1,208,21 I Esslcr, W., II, 388 n Euelkics, 1,47 Eurpides, I, 55 n Evans-Friichard, E. E., 11,241 Eyck, Jan van, II, 314 n l'abcr, Ktirl-Gcorg, 11, 362 n

l-cigl, llcrbcrt, II, 45 n, 98 n, 293 ^ I cucrbticli, Ludwig, II,' 20 n, 183 n, 347 Fcvcrabend, I'. K., 1.21 n, .34 1-ichtc, Juliann G., I, 38, 90 n; 11. 141, 143, . 211,' 220, 398-400 ; ,'. . r-'ickcr, Ludwig von, 11, 35!. l-i.sch, M.,JI, 107 n lit/.gcrald,John,J., 1,290 n I-odor, J. A,, I, 35; II, 102 n, 184 n, 252,277,n,293.294 I ouricr, ( lunlcs, II, 183 n l-iank, Fh., i, 278 . ITcge, G., I. 134, 242, 274, 32-i; 345; II, 153 Ircn/.cl, 1., I, 29 n l'rcud, Signiund,. I, 62 n, 113; II, 53,404 n l'rcN, (icrbard, II, 173 m 274 n; 293,386 Fric-s.J, F., 11,387,389 Funke, G f,81, 187 iijll, 199 n, 307 n Gadamer, Ilans-Georg, I, 2!, 22, 25, 26, 30. 32,' 35, 40-4&,i 48-50, 53, 54s 57, 63 n,' 67, 70, 213, 238 n, 265 ir, 268 n,^ 270, 322 n, 352 n; II, 13-15,: 17-20, 78, 84, 86, 110-112, 114, 1 16, 129, 155, 195-197, 202-207, 215, 2-16 n, 292, 308, 311, .345 n, 366, 368, 370. 379 n. .397 n Galilco Galilci, I, 67 n, 69; lii 63 11,361 Ciardincr. P., 11,49 n, 88 n Citiiigcr, I lans-Manin, II, 279 n, 293 ' Ciehlen, Arnold. I, 59 ii, l88, 191, 19.3-1%, 199-214, 288 n, 318 n. 351 n; II, 14, 16 n, 18, 22, 76 n, 89 n, 122 n, 145 n, 200 n, 247 n, 310 ' Gcger,Th:, 11,371 Ciellnc, E., I, 246 Gerluiid. I, 188 n

367

Giegcl, H. J., 1, 63 Godel K., 11,62 11 171,386 Goeljic'J. W. vn,l; 1,06, 206 n; 'ii,'36;3i,v5' ^ Gicgcl, H..J., 1,(?3 11 Goodman, Nlson, II, 258 n, 2,6'J,23 , ' GodfrdO de Bdu ildri; 1,360 Ga,t'.'G.', il'.-V, i ri' ' ' Cjnnim,J obd,'l, .22 Groenwold, H., II. 343 Grosshei-, iluto, 1','9 n Gumperz, J. Ji,H, .i<)4 ' Hab'rma's; Jrgeii 4, 8, 10 m, 20 II, 27'n-29 v. 34'n, 50 n, 54 n, 63 n, 67 ii, 69; 70 n,. M89, 2l4ii,'238 i; 255, 302 n,: 316 n; II, I7ni 20 n, 41 ii, 49n, 55 n,95 n. 102 ii,'11,7 n,' . ' 125 m- 1311 n,..138 n, 140 n, 143, 144, 157 n, 193 ,n, >ilt8 206 ', 220, 225 li,, 244, 249 n, 2M n, 273 n, 279-28'!, 283',, 85 n - 287,! .289-28li.n, 29J. 2i94, 300 n,; 308, 335, 370 n-372, 380 n382 n, 388 n. UJI n, 408 n410 11,412 n i Hiallga'rtenjiGu W.,|r II, 117.n. Hmann,.- J. G;) !, 124, 130, ',1.34i 177; II, Ii7' ,317,. Humpshif, SUian 11,261, 293 Ha;nsn N.,R.,i, '8 Hrlnain, Gilheri, 11 260 n,264 ii, -269,:394^- . : , ; Hai'ris,!Zelig, II, 2-8 n,.264. Harlmann, Nical.n, l,i9, 84; II, 25.367 , "i Hlirtnael;,, J,j I,! 3. H;,n; II, 30 n, 65 n larl.shpriiA ,C;ii.,..l, 277 n;.I), , IA7n4l7'8|ii,u3,'.3(i:, ... Hegel, G.' W. . I, 11,21, 4f46,48,49,,5. 62-, 89,91 ii .,9-8-/ 'l.<-l). ' ; l'^y. 2Q,3, 219,1.236 n, 240, 279, "..352, 358,,'3.60; n,9 , 10 n,' 12,

r3,.,l4, 1,7, 18,,,'0.24, 37, 85, 98, 102, 108,' 143 n, 178, 195, 196, 207 n, 220, 224 n, 236,255,256, 302,311,339, 345 n, 347-349,'387'li; 388,' .397, 4f).r n, 4(. licger, Klaiis,dl, 276''rr, 277 n, 283 n,294 " ' Heidegger, IVlrlih,' 1,'7, 'H,'21, '33, 35-40, 45-47; 49,-'57 n, 58, 67, 71, 89-95,'9i n,''9, If2'n, 113,'118, T20, 424, 131 11; 140 n, 15'8-60ii, It7n, 208, - 209; 213, '217, 219-221,229-231,2.33, 235 n250, 252-254-, 256, 257,! 260-271,279-291,307,309 11, 311, 312, 314 n,'316-318, 335, .341 n,'-356 n; 11,-12,' I6-I9i 63 n, 72ln, 76 n,'78, 79, 84, 103, 104 ri, 110, 126, 175, 175 n, 191 :n,'I95, 202, 205 n, 215 -n, 224 n, 228 n, 292, .300, 305 n,u308,i31l, .348, 370., 398 11 . ' i, ..... Ileiiilcl,4 l, 1.3411, 17711, 182 ii, 211 ii;lil, llni, 109 n.: Hi.senbe'rg, W.,.|.,. 130. . , i Hempel, C. G.i I,-3I n; 51, 66 n, 4 74 n, 298 n;.ll .45,. 49 n,i .50,.52,53,.59,99, II.3.I n, 1.50 n, 191 n..222n , . i i.,,;'.. . l licnriel, Dieler,. H, 397,n, 398.n Ilcii.son:, R;, 1,175 n;.II,'277.ii.. . Herelilo, I, 107, 126,(188. t ; Ilcrdcr, .lohann, G.,i|,.78, 79, 206, 288 n;.II, 49,' 177,>!79, 224.n,.3IO 367' ;. . : Ileri/, lleinriel, 1, 323 ii Hiz, Henry, 11,271 n, 272 n llobbes, Thomas, I, 77, 113, 219; 11,232, , Holderlin,,j;"riedrich.,l,,38 99, 100, 118 n, 159, 167 ,n, 176, 260, 26,6; M, \(>,K '9?-. 3,17 Homero,. I,,4^7 || | Homnies, J..,,II,.I2, 13,26 . , ' H,6nigswald R.,,l,,.33..5;|I,9 . , Hook, .Sidney,; II, 293,^94, 354 n IIoppc, ll.G., I,34;,ll,9^.|i,

1 lorklicinier, Max, I, 22; l|, 123 n, 125 n, 130 n ; , ,' ! Hiibiier, K. 1,21 n, .34; II, 92 n 368

Humbach, Karl-Theo, II, 47 n, i08 n, 189 n, 195 n Humboldt, Wilhclm von, 1, 40, 79, 89, "93; lOi-104', 106, 107;409,'II4; 117, I33,'i34'n, 140 n, 156; ' I'57 n; 161, 237, 336; M, 72;' 17'), 26, 278,286, 303:310,315,320, 322,329;333;335-.'37,366 Hiue, David, I, 7'7, 110, 219, 273, 335 n;'lli 73 n,-149, 165, 325, 347i 359; 366, 371,: 372, 375; 395-397 i Husserl,'1, 39. 56, 75'. 83-85', 88, 98, 120, 158, 254 n. 266, 348, 356 n;Il', 24, 40; 66, 153, 188, 210, 221, 224 n, 260 n, 299-301, 311, 373, .374 r , ' ' ^ i . Hymes, Dell, 11,289.11,294 llting, K.-H. H, 232 n, 345 ii, 373 II,'396; .398 r-400^ ; ' ' Ingarden, Roiiian,' I, 86, 87 ' Inoceneio lll; papa; f, 59 il ' Iscrate;II; 322 ' ' ' Jaeobi, I-.}]., II. 1,66 Jacobs, R.,;ii,2p4;,:;", Jakobsoii, Reman, II, 260.,n, ,?68,29,3,,294, , Jaiiies, 1-1. (snior), ll,/l'83'n, 402.11, ' ' " ' James William,'. )'ii. 21^, 3,37; l. 95in.' 168, m, tS$ \, 9'7iv2r ';,' Jnoska.G.. I. 283 n. 289 n; ll, 226 n JasiTcrs. Karl. I, 50 n, 78 n, 90 n, 186 n, 265; 11.354 Jones, 0.,R.,,II 379 n Jnkcr, iX'llef. I; 2l''n.''36'ln' ii / -lli.! ,> ; . {. ll II ! ti II; 1 . . . II .I,! K\(ka Ijrariz, I,:218 ;. I i , Kfmlu^i, W-.;I. 15, 25n, 28f);n,

.294 0.299; 11,23 In.fOUi Kandnsky, Wassil.iv 1,9^. n, Kant, Imnianuel, 1, 13, 23, 33, 34, 62, 71, 78, 81, 94, 110, 128, 139, 140 n, 177. 182. 186 n, 193, 195; 226, 227, 229, 230, 232, 250, 277 n, 282, 284-288, 294, 305, 307, ' 311, 322, 325. 335; U, 9, 36, 72, 73,92,97, 103, 1.37, 143 n, = 149, 151, 152,155-163', 165168, 177,' 182, 187 IV.-189, 195, 210-213, 219, 227, 228, 236; 238 il, 256, 260, 261, i 292. 298, 309, 338, 360, 369, 375, 379 n, 384) 385, 389,. 396-398,400,406. , KiiKbaucr; M., H; 62 n i ' .'.: Kalz, Jcrrold, J., I, 35, 131 n; I, >i02 n, 184 .n,: 252, 259, i 261, 277 n, 278, 280, 281, 286,293,2941, , , , -i Kayser, W.,.J, 86 ,. -: . Kcnipsk, J. von; IIi, 1|56-I59.,. . Kcpler,Johanneis,JI, 63nn . n ;' Kcriian, W. I-.,n,207n. , Kerkegaard, .Soreii,|.,l,,. 117, 207,1271 n, 279; 286;.ll, 22.0,; 350 :i ;t Kininierlc, H., I., 322 ni-,,.' i.Ksiel, Tlnl.28;n,4bn ,.....( :i Klaus.J.;. II. Ii73 ni .' : j < Klcc, Paul, 1,95-n II --, Klcene. S.C.,11, 386. ! , '. Klver, Jrgen, 1, 9 ni 30 n;. 11, a74n,294 -/ 'i .:,..i... Kriier, St., II, 210 n v Koltirbinsky, CJi.!, 11,472 . Kralt, W.,1, I,li5 n; 134 n .. Kraus, Ktirl, I;218 ; : ... Krger, G., II,78 n i ,, Kulilmaniii, Wollgana, ] & Kuhnj H. I, 62n l /: ; ; Kuh,o,iTho)iasS.,1,20,28,. 34, ,44 n, ,1,72,11, .106n; Il 63 n 64 n, 92 n, 171. 238 n Labriola, Arturo, 1|.238 Lakatos nine,I-, 13 n, 15 ii,20 n; 11,64 n, 238 n, 241 ii, 246 n, 263 n L^m|grebc;L,, I,.38,2n ..

369

Landshut, S., I, 17n,220 n Langer, Susanne, K., \, 177 Leiblried, St., U; 124 n Leibniz, Gottried W., I, 93\ d3, 124, 188, 324; 104,4 14v 128, 134, 273, 274, 11, 63 n, 116, 119, 120, 137, 142,'150, 280 n, 292, 115, 177, 223,

.260, 270,1273 n, '280;: 320,' 325,333 . " ' Leiiinv Wladimir' L', 11, 21 n,' 127,350 Lenk, IL, 345 n, 351 ii, 364, 378 n, 386 n, 389, 390 Lenk, Kurt, II, 242 ' Lemebrg,iE,-|,46 n,'55"n? IL 157H'336, 380iV ' ' LessnB,'G E.,L 79 ' Lichknbiirg-O.C:, l,2'I8 ' Linsky, Li l.;''I, 28, 298 li; 11, 42 11,232 n Lipps, Hans, I, 213 Liu, Theodor, 1, 57 n, 192, 238,1.354 in;.H, '9, 10' 12 n',' 19, 35 n, 3ri,388'n Loeke, John, 1, '179','335 rl;'ll, 73 ri, 149,'22!i:,.320, 324^326' Lohinann, J., l, 123 n, 162-n, 4.75. 176 ni' I80.nr237;"l;'' 85 n, 308-341 Lorenz, Korirld,' 1, 352 n;'11, 260,261 n .. ' H i. / Lorenz, Kuno, l,;25 , 35 rt;!!; 234 n,3,70. l,-3.79 n, 40! li ' Lorcnzeri,;Paisli 1, 15, 25'n, 56'n .143. ti, 256,.289' n, 294 h, 299;. 11,-63 n. 129;n ,'2mh, 218 n, 231 n, 262 ri, 280 n, 364 n,i 373' n,. 377,i 381," 383, 390, 400, 401 :n, 404 , 406,412 ni. ih i ' ' Lorenzer, A., IjO n; ll 55 n' ' Lorctz, O.yill, 17! n, 224 h,' 305 n. , . .-. ^ : ' Lciwith, Karl, 1, 54; I!, 83 n Lbbc, Herrnaiin, il, 167' ni' 171 i, ' 2I9n;n,104h ^ '

Luhmann, Nlklas, 1, 27 n,'59 n, 66 n, 189 n; H, 220; 225 n', ' 249 n, 291, 300, 3'35,' 367, 380 n; 409 ' " Lulero, Martn, 1, 278, 322, 323 Lyais, Ctllin, I, 35ii,:!75 n; 11, ' 277 n, 294 ' Lyons, John, II, 258 n, 289 n, 294 .. ; ' Maas, Ulz, 11, J72 n,,198 n, 285 n,287 ri, 295 ' . McGiWleV, J. DJ, I, 286, 294 ' . Malctilni, N.,''l,'.1li n ; . ' ' Manet, liilouard, I, 95 i\ Mailieini; Karl, 1!, 56; 242 n M'acek,.S.,ll', 9 ' Mamse, 11., l', 22, 60 n, 31,7 n; ' II, 126'. !'17 ' :! 'i, Marlin,'G.;'l,'l!9n ; Martin, R. M.,',l,!O;3 n; 1, 173 Mai'y, l,8|,'82, lO-' ., , Mitra, Ktirl, 1,'9, 16,36, 59, 63 n, 71, 113, 200,. 219, ,2,19, 236 n, 264; II, |0, 2u 13, 16, l7 n, 19,' 20 ri, 2, 23,.26, ''126-128, 135, 43 n,-144, 183 i,'220."^2l,'229.n, ^37, 238, 248..32, .303 n, 345,, 348,.349,'4O4ii 409,'40, Milstow, Ai, t,'323 n; n.'72 n. ' Mead, G. H., 1, 27, 3I2,;5.56 ii. 'J58;Il,207;212,224ri,'.53 ' Mettd, Margtirel, 1 201 ' ' . Medids, Fritz,'398 n " "" Meinong, A. von, I, 294 Mcrleau-Ponly, Mauriec, 1, 23; II, I7 n; 126'nV22'X ' Mili, JohnStuait, l,'2'7b; 1.1, 46 n, 70; 102 n ' ' " . Miltelslaedl, P.,1,93 n , , . Muielsuass, J., 11, 37p'n; 40k n ' Mollnhaucr, K.; II, I33;ri ' Miwrc, Edartl C , II, 167 n' Moore, George E 1,'21,9,' 328 n; n,29n, 345 n;35,5 397' , Moore, George E.; L'2lv: 328,11;. 11,29 1),34541,355,;%:;.',:,, ,

Mrris,, hiirlei 'l,;27 :i33; 136, 143-148', rif-'l54',,58, 165,,'16^,', 177,'2.5^)"i'i 2',':,:; 278,-291 .3l"n,;'302,'335,' 345 n; ,64, ,152, 455, 160, 370

169, 170, 172, 174, 183, .187, 207, '225 |i, 253,;. 305, 322, ..387 n. ' / ' ' . Moscr.S., 1, 312 n Mller, C , 1,86 . Nlllcr, W., I, 30 f ' Murphey, Ni., ll! J56,,'l57, 1.60, "I62'n,,63n,',l65, 167 Musgrav'A.,. 1 13 \\, 20 64 11,241 n,'246 n Musil, R 1, 211, 218;'H i 1, 25, 109 aess,A.,!!, 74 ii " , .. Nagel.'rhonuis,.;Iv273 n,294, Ncuralli, uo, 1, 1.S4 n; II, 49 n, ,1,91 ,11,322,11 , :: Nv'Wli, isfiae, I, 44;, II, 260, !262 :, ; iclzseljp, I, 11, 28, 62; 1),. 352; ll; I9,i95 ii,'09,'112,409 O.ckliam, ,Wilj;ui.uf; 1, 56..,07, '.:|09, lio, 1 i3, 114, 119,120, '129 n,' 219, 273, 294, 297, 324; 11,232 Ogdeii,^. K,,I, 145 , ;, rOks'aar,' Is;I, 289 n. 291 n, ,294 , , Obrefi'ls-Tyleca, L!, I,,60 n; ,11,408,11 , , i, ! Oppeiilieim, I, 51 ,66 n; II, 45, 49, 50 52, 53, 59,99,, 131.n. ;i9.rii:' Ostwaid, Wilhclm, 1,220 ii, Pap,,A.,r,134,n . ,. Prelo, VilMo, II, 70, 86.n, 88,238 ' ,, ,. Parrjinides, It 107 , . , , Parioiis, talcolt' II, 58, 59 Pal/.ig,Ci.,1,29 n Pau(,G. A ll, 65 n . , .i Paul, H., 1,79,;82. : , Peaiio, G., I, 134 . i Peirce, Ciharles S., I; .11-13, 16, 27, 29 n, 55, 56 iv, I34-36'iv,: 141 n, 142. n,. 151; 2!8,..' 235, 250 n,|269 n,:276-27(8,

285, .290,, .301,..3.i I..n;. 312, 324, 325 ii;,337,; ll, 24 ,4l.n, 47, 69, 95 n, 96 n, 10,6,,108,, 140 n, 141 n, 144 ii.ilSl ti, 155-169, 172, I7i8-198, 202, 207 11,212,213 n, 218.', 224-n,: 225,. 238 n, 24:8,253, ,256,i 260, 261 ;ii, 28H. tx, .289 l-n, 292, 313, 316, 338,;347:n, 353, 354 n, 374ln,377 , 384; 391 n, 402, 403 i .... Pcrlcinan,Ch., M,'40-n > Petrarca, Francesco, I, 117; 11, 40,115 Piagcl, Jeun, I, 16 n,' 37' il; 11, 157 11,382 n 'i Pilgora.s, 1,83 . ' 'i ' PlaUh, I,47,.54v55.n,-59 n,'84; 87, 89, 90 n, 105', 107; 119, 148,1450,184^ 11,-245; 268, 292;; 294; II, .153, 194, 32'8, 2,34: 270, 273. 319, 332,379 Plessncr,-11clniut!|i, l.,i29n,4-25, 288 ii.;Ul,S>3 li,374 i -' ' Podlcch, A., I;i24'''i 1"! '1 Pt'geler, ()., I, 41. n, 167 li, 198 n, r271 n Phinyii M., 1,28 i .. Pol; David, I,vl69 n! Popper, K, R,. l, 12. 15 n.-20. 29 n, 51, 55 n, 172 !ki<289 ii. 297;n, 305; H ,4Fn .42 ,49 n, 64 n. 100. 126 n, 130 h, 131, 140, 141 n, 152, 153. 165. 196;II. 210 11,211.215, 23811. 25,5,259, 265!, 294, 312,313, > 349, 35:, .363, '365, 371 <n,377, 385; 387, 390, 393,-399, 403 n. 410' . . Prcisendanz, Karl,1,185' n ' Puinan, II, 265 n, 268 Quin, Willard von, 1, 27; 295 n Quintiliano, I, !SI, 152, 210 ' Ridnilzky, G.;1. 69 n; ll, 55 n, 128 n, 131 11, 171 n, 3'63 'h, 411 n ' '' '

371

Rafael Sanzio, 1, 178 Kainke/'Lpold von, I, 125 Rhes, R,, 1; n Ribeur; >al,T, 5 l ' Richards,'Ji a'., Ii l'>5 ' RiUdelr-M,, 11,1345 h -' Rilke, Ruhcr', M; , l, 96n Rittcr,I.,'lI, 109 ri, 112 n Robn; Richard S,,l!; 167 n Rollrbich;W.,l,i22 Rfols, Pter;.lI,37I -.v Rootselaar, I, ISn '' RosenbaumvP. iS., |il,294 -i R'0,sen!illogk-Hucssyi, Eugen, 1,' 22,200 RiOsenzweig, Sij 1,2:. i i Ross,J.R., 11,286, 94 . Rosser, B., II, 386. ; .> i Rplhacker .Erich, 1 21., 29.n, v91 n,i94 n a6 n, l'25.n, 129, , 155 n, =186,,2y,263 n;. 11,48 n, ;51, 62,i 85 lil, 9-1 n; 107"n, v307n;' r,: ' i ' ' Royije,,Josah,lIvi27;..55, 269 n,i 312. 337;,' 353;'II,i47t 108192, 194, 196,'19 ,207, 208; i .2,12i253,,25.7,i37r n .. - . 'i Russell, Bertrand, I, 56, 163, 183 n-I85 n. 2i;-22Iv224v 229 n, 238,-239 !ii,:.24I-,i242;' ..244-,- 27,3,'274;, 285, 290^-293,' ,296,'^302.315i32i,324,.330, .333 ri,l354lti; M, 29, 31,'32, 34i, 36i.-3.9,-63;. 7 lv-73,:-l75, .22|1, 228 n, 224. 28il, '304, .325,.327-\r..n^u !; ;' " RWet,'Nicolas,.ll,e76 r, 294 Ryle;\G., 4^/172,1^173^ 175; n, 260 hv341>,i 351; , 63, 67, 73, 77, 88 n, LJ 338'in, 270,'2-76in .l.>: : ' Salulat, Coluccio, I 152 Sjndfchler, Huas-Jgiill, 347 n' Sanre, Jean-Paul,! li 39,. I18in;-, 286; II, 135 ,354, 106,407 Saussure, Ferdinaml de, 1, 84, 1,7,9; Hj2.76 n,27', 300,316ScQto

Puris l,,15.8 . Scrivcn, M., 11,45 11 293 Schafer, Lothar,'n,'255 n, 294 Schir,A;,II, 172'h Schapp, Wilhclm, I, 16.1ri; IL 104 n ' Sclieler, Max, f, 28, 29 n,: M, 254 n; II, 95 L 248,'367 Sdhllng; F. W. J., lV37'n:.90'hV 219, 286;Ii;'I26n; l78 Sehelsky, Helmt, II, 109 ' n';' 112n, I22-'l,25.358n",' , , Sihillr, FricdHchI, C!,S'.,'I;' 151 n Sehiipp. P. A., 11,224 n Schiegel Friedrich von, I, 200; 11,310 I ' Schiegel;! A. Willielrt1''Von, l, yiO ii (. i ; ...;'_i ...yy,. Schleermacher, Friedrich; 6.,. 'I, 26,43', 48; 79-,'112 rt,-2'70, 271 n, 278, 321, 322, 329, 350;ir,'49, 56i98; 103, ip9.112, Il'5i,!l90;'l95,206;236, 368 Schlick, Meritz, 1. 177, 178. 180-183,' 186Jf8-8';235:297'nV 328 'h;' n.i 63' t, 282, 2'4, '325,326,-328 ' " ' SchmU,C., 11,354 ' " ' .' Schnelle, Helihuth, ' li; '264, \ '265,294 " Schopenhauer, Arthur,' L 223 n ' ' ' ' '.'

Schulz, W., I, 316 n; l'l, 234'h, 3'09n,'388'nl' ^ SdiweriinVr, O., II, 3^7 ri, 39t'n, 397 n, 398 n, 3.99; 400, , 401'n;4l2'n'" Searle, John, R., I, 27, 175 n, 346 n; II, 184, 198 n, 225 n, 277 n, 285-289 li, .394, 380 ri, 38f n,'388iri, 395 ri'' ' ' Seillert, 11., II, 349 n Skinner, . F., I; 1^9 ni'i; 62 ;

238 'ri, 258/ 263; 264; "270, : 293 -' ' ' Skiervheim, FF, i; 303 n, 330'n, ' 351 n; 1!, 43 n, 44',^8-60, ' 117n, 131 n, I76n Smith, JohnE., 11, i89n ' Sncll,B.,I,.3t2 n . Snbw, Charles, 1, 61 n ' 372

Sicrales,,!, 9, 71, 84,; ,148, 150; "208,210;'211,245,"268,:34J; ^,u,,i9211,332;, . S'pcchl, . K., 1, 17 n, 2a7 h, 243 n, 247 n, 283 n, 284 n, 346 n, 361 n; 11, 36 n, 72 n, ,226,397 11. , .(,, Specfe,J.,'l,2)4ii . Speiigler, PsYiaki,'l^ 80,496 . Sprioz, Bru^li, 11, 51 . ) I Staal, I, 15'ii . .' ', ', ' SleginMllt-r, Woltgaiig,, I, 31. n, 416 n;'434,' 1'39, n, 142 n, 179, 241, 247 il, 265, 284 ij;: "30 n,' 34 n, 3l6,ii, 326',n, 328 n, 345, 3,61 ,n; U, !?7 ii, W n 105 ri,;i52. n,;29^';rl,; '233 ri,2S4,25'5ii,;294,'38' ; Stcinbuch, K..''l,6j ii;',H, 139 li,' ' '371 h ' '., Stirillial,,79'j,82,' ' Sthius. dk',' 1, !2!23,;22(i,' 227, 241' II, 323 n,:326' , 34 jn; 'll,'35';39'n', 72n, 176n :", Strauss',D,Fr.U,,183|n Strwsdh.';, lijas n, - -i; stroi'z;,'w "ii,'^.i7i' h'fiHp^'^

,305 n ^;':I "i ,;..T' S\Vei.ieiboi;g, .J:jiifi\ami(jl, - |I, 40211 ' ,',; , ', , |,^,;.. Szczesny, Gediafd, j|2p7,11,11, ,1/ Trsk, .l'l';d36,'i'i^','lilfjpl" 142 n, J84.',2\3,,;'22.5|,,^3^i./ '300; 1,'J7, 2'J4, 299;,, 304, 387, 389 n . . , , , | . TcolVaslt),' (, 4 0 II, .1 ?;?,,,, 33i/ 148-1'5'0, .152, d54 2l..ni.: 290;ll,.32l'.32'' .:, ,/ TlibiTis, W. J:.11,'5S ' .' Tier, Josl.'l, 174-; ' ", , ' Tdxi'vll, Alex'isdt;,'!, Topitsch, E.', I, 9 ii,.ir, ' ,, ?06 . ' 98 n,,,,

2l^n,249 ri,345''n,371 ' 'V ' TorKibohrii, H., 1^0 rl; (1, V7l Toinlniiii, Steplin; ,2H, 68 ri;

11; 60 n'.23,8'n,255 n,294 . To^ilbee, AriiUl, 1, 202 ' ' TrakI, Gcorg, 1, 259 11 Trocltsch ErnstiE 21 . i h . ' Tugendhat; ERN3T,,I,.39, 13bn,i Vrl42,n,: 160n,i300, 3)l il;'!!, ;;64 n.i.l 70 n, 278n,'294 h' 1 Uexkll,.-.J. .von,. 1,, 155,^234, 236; II, 260 n i Ururasoii, 1,| OiM!liw;2.8 n.vi29,i 171 n 0.-; ,, (.-,; .1 -f f Valla, Lorenzo,.E 162.i! i^ VPIID,ler,Z., I,; 1715 n; 1.1,.277.n ' Vico, Gianbattlsta, lyO ,n; 103, 105-107, J40,n, ]123,...D2,4,l 130, J 49, ,151,, 154, il,56j 182,1 i|19,6;.II, 37, 240,1243, 293,1 '297 ,310 r ... '.i i \ ' \ -.li.i 1 -.,-.1 vy^icii, jI E L12,n;.lM57ny;'.'* Waismanix, E.; 1,297 . ::i "i Wialsh,.W. HV,.IE88,n'(,! T-).l WaneiborgtjG., lil, lSiri, ,I83'n, .2l'8.n,4|02W i .1. .i,.i..,:,'.,!. I V/fiber, Max,!ll,L29, 43,i58<,'68, 70, 73 n, 75, 76v 8&;n,.i2i:7, ai8i236, 352,1406..: i ...i'.. 1 Vi'ein, H., 11, 25 n 1. 1.:: !... W|qin.borg, A.; Il,l4Ehn.'i '../'Wei. sgerbur, L.,-I,811 ni'W.n, '102, ,il03,.J06., I07j I09.;il 14-146,-1 ,118V'ii, ,l27.;h, 128, .I40in, ,157r.l74-.176 n;.':336^ n;''!!, 279in, 337 .1 H-. Weiss, l>l, l,.277^r; IEil57;h, ,Ii7,8)!iv, 3i!3in .niit. .u>'< . Wcizsiiekcr, Cari Friedrfch vori, 1,81 o; II, 210 n! > V^v-lmev, Ai.,ir,4 51in ' - ^ ' Whitehcad, Alfred, N., 1, I81. n; ll,347,.348:i-i > Whorf,iB,,L.ji,.H77i 11,333 1! Winckelmann, iJohann' J., II, ?54n,. . 1 ...;,../

Wi,nch,'Peiqr, 1,; 59 n,;. 172 n, 25;.^ n 3'1.7, 323,355 i; ll,37n, 44 n, 55 n, 62 .a^ 68-70, 73-90, 102, 154 n, 184 n, I92n, 206 n, 237-246, 248 n, 373

256, 257, 266, 2'M, 306, 307, 309 n, 330, 348 n, 365 n Wiltgenstein, Ludwig von, \, n , 27, 34, 35, 55, 89 n, 109, 117, 135-137, 140, 143 n, 145, 146, 150, 158, 163, 164, 166-168, 170, 172, 175, 176, 178, 181-183, 213, 217-237, 239-267, 274-277, 279-285, 290-299, 301, 302, 306-319, 321-361; 11, 15, 24, .10, 32-45, 53, 55, 63-79, 81, 83, 85-89, 92, 102, 104 n, 150-154, 171, 175-177, 180, 200, 204 n, 211, 212, 223-238, 240, 241, 244, 245, 256, 270, 279-284, 288, 298-306, 311,313, 325-327, 329-334,337, 351, 355, 365, 370 n, 374 n, 375 n, 379 n, .380 n, 383, 393,400 n, 401 n Wor, lu I, 112 n

Wolt; l-ricdrieh., O., I, 9 n, I12n Wolman, cnjamin, 11,11, 174 n Wrighl, G.-H. von, I. 31 n, 43 n, 46 n, 218 n, 323 n; 11, 48 n, 58, 351 n Wundeiiich, Dicle, 11, 172 n, 198 n, 253 n, 285 n-289, 291,294,295 Wundt, W 1,81,82

Zinsli, P, I, 127, 128, 327; II, 308. .309 11 374

iNDicn l'Kl.OCR) 7 I NIKODUCCIN: L a iansjomiacin ai-laJHo.soJia 9 I LENCiUAJli Y Al'lnURA DliL MUNDO Las dos fases de la Fenomenologa y su repercusin en la preconcepcin filoslica del lenguaje y la literatura en la actualidad ., 75 El concepto lllosfico de la verdad como presupueslo de una lingstica orientada al conlenido 101 Lenguaje y verdad en la situacin actual de la lilosolia. La semitica de Ch. Morris 1.33 Lenguaje y orden: Anlisis del lenguaje versas Hermenutica del lenguaje 161 La Filosola de las Instituciones de .Arnold Gehlen y la metain.stitucin del lenguaje 191 IJ HERMENUTSCA Y CRTICA DEL SENTIDO Wittgenslein y Heidegger: La pregimta por el senlido del ser y la sospecha de carencia de senlido ilirigidi conlra toda metalisica 217 La radiealizaein ijlosnca de la Hermenutica en Heidegger y la pregunta por el crilerio del senlido de!' lenguaje 265 WUgenstein y el piohlema de la comprensin hermenutica. 321 PlUXTBlvNCIA Di; LOS lliNTOS 363 375

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