Todorov Las Morales de La Historia

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LAS C[ENCIAS MORALES Y POLTICAS
Exactamente en la poca de la Revolucin francesa de L 78S se pro
dujo un pequeo cambio terminolpgico: entonces aparecen por vez
primera las expresiones Ciencias sociales y <<Ciencias human<".
en lugar del tradicional Ciencias morales y polticas. No evoco el
contexto revolucionario de una manera totalmente casual. la nueva
apelacin se encuentra en Jos escritos de algunos filsofos y hom
bres pol licos ele prime! plano. La mayor figura es aqu Condorcet,
heredero del espritu enciclopedista y terico del nuevo Estado. En
una carla que le dirige Joseph Garat se encuentr la frmula ci en`
cia social (Garal pertenecer posteriormente al crculu de los ldt
logos prximos a Condorcet); Conclorcet la volver{ a tomar por +
cuent a en el fl:bozo de cuadro hisl1ico de los prog-sos del espirilll
liwa1IO. Auguste Comle la adoptar, y de all pasar a los s<tbios del
si gl o XX.

No es st:gtJro que tsta SllStiltlCin terminolgica hubiera ido car
gada de un sentido preciso en el espritu dt esos atJiores; pcfl1, auo
sotrosg nos es difcil no dejar de notar que coincide con una leuden
ca contempornea que en aquel momento toma cada vez ms fuerza:
aquella q11e quiere liberar de toda tentacin normativa el esttJdio dei
hombre y ele la sociedad; mas los trminos <1norah y poltico, si
pueden ser tambin pttramente descriptiv{s, en general evocan la pre
sencia de L11 jui cio de v\lor. Las ciencias de lo Jmmano, aqu !bs qtle
se1 an llaracs psicologa y sociologa, quieren ser ciencias cotliO
bs dtms, liberadas de cualquier tutela ideolgica -leligim;a
poltica-; por ese n1Ltivo p1eferirn una denominacin que designe
solament e la especifi ciclacl ele su objeto -lo lmmtno, lo social y
evi tarn los tnns qut puedan evocar un disct1rso de una especie
partictllar, cuya Fi nalidad sera prescripLiva_ y no slo descriptiva.
De esta manera, estas disciplinas slo siguen los pasos_ aunque
con retraso, c]e todas las otras ciencias; toman el' ,,Jino que}; ptr
mitido los fulguran tes xitos de sus hermanas mayores. Co1ocernos
L,ien la historia: copntico que se atrevi a puulicar los resL:1-'1dos
de sus observaciones y c;' llculos que abogabn a favor de \111i cu.>
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LO LAS MORAl ES L LA ll!STORJA
cepcill heliocntrica del mumlo, por temor a enfrentarse a la jerar
qua religiosa; Giordano Bruno que pereci en las llamas por haber
af.in
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r rlo
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que el universo es iufinilo y no tiene centro; Galileo que
V `11 ou!1gado a renegar, aun cuando estaba convencido de la ver
dad de aquello que adelantaba ... La intervencin de la ideolog a (en
ca nada aqu por la ortodoxia catlica) resulta petjudicial . en cada
c:tso, rara el progreso del conocimiento; recprocamente, Ja ciencia
avanza tanto m?s rpidamente cuaulo ms desembarazada se halla
de la tutela teligiosa y se somete nicamente a sus propias reglas:
la obscrvacln emprica y el razonamiento lgico.
Sin embargo, un rovimienlC tan poderoso no podria dejar indem
1 el conocimiento del mundo humano. Dutantc el siglo mismo de
Galileo, $pinaza lleva el debate entre los humanistas y an ms hs
ta el teJtC!lO ms peligroso que existe, el de la interpretacin de la
Bivlia. Oponindose a las escuelas exegticas tradiciouales que sos
tenan con seguridad que el Libro santo deca e11 todo y por todos
lados la doctrina cristiana oficial. Spinoza reclamaba la introduccin
ta1

bin
.
en cse
_
te

-reno, de u11 luevo mtodo de i1vestigucin. r


que deb1a consJsllr? Para abreviar, resumir este mPtodo diciell
do ruc no se diferencia en nada de aquel que seg11i11Los en la intcr
prcltciu de la Naturaleza, sino que con
-
cuenla en todo con el mis
mo.' Esto quiere decir que esta interpretacin renuncia a las ins
trucciones sobre lo que debe ser el sentido del texto bblico, renuncia
por lo tanto a servirse de una verdad preestablecida como medio de
anli:i:; y que se contenta cou recoger informaciones imparciales
acerca del sentido de las palauras L! la poca de la ctcaciu del li
uro, acerca de las circunstancias histricas en las que esa creacin
tuvo lugar, acercu de las relaciones que se establecen e11 trc los dis
tiJJtos pasajes del mismo libro. En l dcservirse de la verdad doc
trinal para ilumlitar el sentido de los pasajes oscuros y tender a la
edificacin ee los creyentes, Sinoza quiere utiliza el 111 todo de los
naturalistas -la observacin y el razonamiento-para buscar la ver
dad del texto; )a edificacin de los fieles ya no forma parle de sus
p1eocupaciones manifiestas. El objetivo del conocimiento es la vcr
d2d, no el bien.
ron la excepcin de algunos escasos momentos de oscurantismo
militante, la libertad de las ciencias naturales parece habc1se vuel
to, desde la poca de Galileo, un p1 incipio generalmente admitido.
La explicacin de este hecl1q es muy simpl e: es as como las ciencias
1 Srmm.A, !, 7in(l thologico-polrtique, Gunicr-Fiammat ion. 195, VII, p:.g. 138.

1
LJ\S CIENCIAS MORALES Y POLlTJCAS 11
ms rpidamente progresan, y conducen a resultado: prcticos que
sirven a los Estados en los que viven los sabios. L utilidad de las
ciencias humanas, hay que admitido, es menos evid !He; y no es se
guro que aumente con la emancipacin respecto a la tutela ideolgi
ca. Sea por este motivo o por otro, el caso es que eae principio de
autonoma con respecto a la ideologa, esta Jibera:in del mw1do de
los valores, parece encontrar aqu obstculos imprevi stos. L atesti
gua, al contrario, la permanencia misma de los Il!m::tmientos para
que estas ciencias humanas se ordenen dentro de las Je la naturale
za. En el siglo X VJII, Ilelvetius cree necesario reiterar el llamamien
to de Spinoza, y no entiende por qu no se admite it luir a la moral
-la ciencia de las costumbres-entre las otras ciencias, hacer una
lllOral como una fsica experimental. Algunos dece!lioc ms ta rdc,
Condorcet vuelve a la carga: por qu motivo teuJ taque escapar
el hombre al conocinr ieoto cientfico tal como se l-ractica en todas
partes?, se pregunta; los resultados, tanto aqu cowu all, pueden al
canzar la misma certet.a. A mediados del siglo XIA, la frmula vuelve
r enunciarse eJt imrerativo: Se !rata ele hacer el!trnr a la historia
en la familia de l<s \ (JJcias naturales, escribe Gobineau en su .lua
yo sob1e la desigLlaldad de las razas liwnaHas;3 y su contemporleo
J l ippolyte Taine formula esta clebre comparacin: Que los hechos
scn fsicos o morales, no 1mporta, siempre tie\ causas; las hay
tanto para la ambicin, para la valen tia, para la v'er trlad, como para
la digestin, para el movimiento muscular, para el V dor animal Ei
vicio y la vi rtud son unos productos como el vitri()lo y el azcar.''
En el siglo XX, edad de la ciencia triunfadora, !0- llaman tientos
al ordeu, dirigidos a Jos especialistas recalci trantes de las disdpli
nas humanitarias no se pueden contar. Retengo aqu uno solo, debi
do | las circunstancias dramticas del momento dr cu escrit ura: se
eucuentra en eJ lti111o texto de Marc Bloch, uno de los padres de 1:
nueva historia, quie11 pronto caera vctima de la lucha contr e
hitlerismo. Desde el inicio de su Apologa para :a lustoria Oficio
de historiador, Dloch estigmatiza ese Satnico enemigo de la verda
dera historia: la mana de enjuiciar;5 y vuelve la tuisma cudtin
en repetidas ocasiones. Cuando el sabio ha observado y explicado,
2. HELVF"tiUS C. 1, Troir df /'esprit, Fayanl. IQ88, Prefacio, pg. 9.
3. GOJINEAU, J. A., Es.ai sur l'irtgalit des races humain-. CQ Oeuvres, l. 1, Ga
ltirnard, 1983, pg. 1152.
4. TMNE, 1, lltstni. df In. lillrature a"gloise, 1905, l. I. p:g. XV.
5 BLOCH, M., Apologil pour l'ltistoire Ot4 Mtiu d'hisrurw:r, A. <olin, 194\,
pfg. 7.
12
LAS MORALES DE LA IIISRIA
sn misin ha terminado, escribe, como tamLin: Robespierristas
antirobesp;
.
, risras, os suplicamos grdcia: por piedad, decidnos, sen:
cillamente, .uin fue Robespicrre,:' En otro momento asimismo
formula este fragmento: uEllos (los personajes hi st1icos), tena
o no razn? A esre respecto qu me impor ta la decisin retardada
ele un histo.J.tJor? [ ... J La leccin del desarrol l o intelectual de la hu
manidad es, sin embargo, clara: las ciencias se mostraron siempre
tanto ms [L, ` uncias -y, en lo SUCLSivo, tanto ms setviciales en la
prctica, finalmente*cuanto abanronaban ms deltberaJamente el
viejo antropocenrrismo del bien y del maJ,_
El acueJ 1o entre los grandes pensadores parece J nnime, y a pe
sar de todo evol ucin esperada de las ciencias humanas tarda en
real izarse. Ptm ames de averiguar por qu resulla t ln difcil extir
par los juici' - de valor del conocimiento del hombre, y por qu no
se consigue d1. utir del vicio y de la Vlt tud con la impcrcialidad que
conv1ene, L d .' qumico analizando el vit iulo o el tz1kar, quiz sea
oportuno preguntarse si el cuadro que acaban tos de describi r sobr
las relacionts f"ntre ciencia e ideolog a (cualq11iera qtte sea d nom
bre que le e, mos a st a: religin, moral, pol t i ca) es verdaderament e
fiel a la re<iidaJ. Ciencia e ideologa se han vuelto realmente auto
nomas, actuat.Jo cada una en el terreno que le es prpio? O bien se
ha establecide; una nueva siLuciOn: desquitndost Je su antigua due
a, la ciencia qui: no e J1abra cont ent ado con actuar segn sus
conviccione, sino que h+bra ocup:1Ju la posici n de domi11io y h<l
bra forzad,, .ti :ntiguo ocupante del lugar a una 1111eva servidum
bre? En resumen, la ciencia ha cesado solamnte de scr dominada,
o cdems S<' l1a VuLlto dominante?
Vale la pena hacerse esa pregunta si lecmos los escritos rle los
que precisa1 l11le han militado para que l a cienci& :e vea emancip;
da de la tut. + relJgiosa. Cuando Diclt:rt o lus c_k.ms enciLIopedis*
tas desechaJt L influencia de la moral convencwnal, <on elfo no p1 c
tcnden dej<n el terreno inocupado: el comporta1n1ento huma11o
afirman, es tii'!LO ms uigno de el ogio cuanw que se confurma co1 .
las tendenLJ
_
::ts de la naturaleza. Lo que const1t1tye al hombre Jo que
es[ ... ] debe Jundar la moral que le conviene_, l.a ciencia, pues, nos
6. Jbd ., pg. 69.
7. lbd .
.
pg. 70.
8. !bid. p: 7_
9. DtOIROT, !., Suppl.nrent O1 voyage tle !ollainville, ! Oelll'r; 1/11/osop)r,
qttes, Gamier, 1 1, p3g. SOS.
LAS CIENCIAS MORALES Y POLlTICAS 13
hace descubrir lo que es el hombre, nos revela `1 natural eza. De for
ma indirecta, es verdad, pero no por ello menos perentoria , la cien
cia Jecide pues lo que est bien y lo que est mal. Condorcet esc1 i
be: Conocer la verdad para conformar en ella el orden ele la sociedaJ,
tal es la nica fuente ee felicidad para el pueblo,.;10 y Taine preLi
sa: La historia l ... ) puede, de la misma manera que ellas (las cien
cas nalnrales) y en su provincia, gobera1las concepci one2 y g11i:1
Jos esfucn:os de los hombres.11 Si basta con conocer la vcrJad (rr:
bajo para el que la cienci aparece sin duda alguna, como la ms ga
rantizada) para decidir lo que debe ser el orden de la sociedad, !
tonces les tocar a l as ciencias hummas, a la hisloria, a la rci.ologa
y a la sociologa, definir los objetivos Je la sociedad y couduci1 a
los hombres hacia esos objetivos.
Leyendo a Taine podr amos creer que la relacin entre conocimicn
to y moral que predomina en esa poca es una inversin pura y sim
ple ele la que caracterizaba al mundo de antes de la Ilustracin. El
derecho de dc:terminar las creencias }umanas ha pasOdo enteramente
hacia el lado dt. la experi encia, y[. .. ] preceptos y tloctrinas, en NL4
de autori zar a la observaci011, obtienen d. aqulla todo su crt:dJt0.1
Anles la obsen,aci n obedeca a las doctrinas; ahora, las doc rinas
se soeren a la observacin: no podemos hablar verdaderamente de
1!1 tonoma de los dos mbitos. El contemporneo de Tainc, Er
nes1 Renan, pat-t icipa de la misma opinin. La metafsica y la rc:i
gin de aJJtau, cree, cklJLIt ser reemplazadas por la ciencia, natural
o histt ica; po1 Jo 1anto, s:;t & d propio conoci111iento del mundn lo
que permitir elegir el butrl camino par: cada socied.1cl. La talOn
debe goberar e mnndo, y la mejor encaracin de la razn es Lt
ciencia. Frnncia Ita real izado ya una expaiencia de estt gobiero:
Condorct:t, i 1 i 1 abeau, RoLcsrierre, ofrecen el pri mer ejemplo ele tc-
1 icos que se iugi t:ren en el orden de las cosas y que intentan gober
nm- a la humanidad de I1+l m:mera razonable y cientlfica.13
Pero tal situacin -el gobi ero Je lus asunLOs pblicos y el jtti
cio sobre Jos asI 11 tos privaJos pt1estos en +1L ele los snHos- l1a
sido sic:mprc bdt.:na? l'icne cue el lo IHcesariatncnte? Uno de los
1epresentantcs de la ideologa cient ificist a que acabo de citar, n.e
10. CONDORCtt, l1. J. A N. De, "Vie de TurgOI, en Oe1 res, \. V, 18-19, pg 20.\
t t. 1 A1I11, t t, [).mc<l> s;cti ,/e ccitcclle et d'hhtOile, 189-1, pg. X XVIII.
t:. lbd., pg. XXL
13. Hu:rN, [, J:uwmit ee In 5Cie11ce, C:1 Ocrnrrs com>lres, 10 vol. t dI. Cdman
l vy. t9-l'-t6t, ;g. 711
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14
Lt. MORAIF.S DE LA IJISTOJtlA
m, ecibi al trmino de la guerra francoprusiann de 1870-1871
t:l obr

curiLa, Dilogos filosficos, en la que uno de Jos persona
Jes rnag1na el mundo c. lel futuro Esa sociedad, cuyo objetho no sr.r
la pequea felicidad personal de cada individuo sino la pe1 [eccin
del UJIIvrrso, estar dirigida evidentemente de la manera ms con-
fo me a la razn por Jos seres rs inteligCutes que existan, es decir
lvs sabios
;
Eu la cspide del Estado habr no el rey-filsofo, como
en la Republica de Platn sino tiranos positivistas,.11 Esos t iraos
J'I'Jterern a los sabios puesto que stos [es asegurart.n la fuerza ne
usaria paa su reino.
Cmu lo harn exaclncnte? Renan prev tres contribuciones
m3ycrcs de los cintficos En primer lugar, pond.n en marcha una
illstilucin que sustiluir al infie1no y que en relacin al infierno mi
tolgc
.
o pres

ntar la ventaja de existir realmente; servir para in


twducr el m1

d
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en el corazn de los ]Jabitantes del pas, para inci
wdos < la sum1S1n. El ser posLedor de la cicntia pondria un terror
. lllJitado al servicio de la verdad Al Illismo tiempo, cualquier
1dca de revuelta desaparecera. El terror estara asegurado por u11
, .
' <'UCI ['O de el i le especialmente e t1 en a do, un nuevo gnc rn de genza-
1 -.

b d
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maqumas l e icntes, l i bercdrs de las repugnancias morales

__ .`-_ . ( pues lnS < CuaJq uier tipo dP ferocidades .16



l..a segunda contJibuci6n de los sabios sera la puesta r punto de
'i

; uua 1 '\raza superior de seres humanos que sustituira a la aris-


locrnci3. cuyos pri\'ilegios son pw amente arbitra ros; para consegu
lo, los cientficos podran eliminar los cspccimenes huu1anos de[ec
lilosos y facilitar el floreci miento de las funcioJJes ms tiles en Jos
` .
individuos rcst::Jntes. En tercer lugar finalmente, los sabios pondran
punto u
_
n anna n11eva, caxtz de destruir cualquier adversario, y que
aseguran de Vsta forma el dominio absoluto del unive1so. n ef-c
to, el da que algunos privilegiados de [a razn poseyeran el medio
de destruir el planeta, se habra creado su soberana; esos privilc
gi3tos reinaran a travs del teHor absoluto, ya que la existencia ele
todo< estada en sus manos.11
el reino de los sabios, pues, es posiuJc; pe10, al i maginado tal
cu lo d:scdbe
_
Renan, es verdaderamente deseable? Nos gusta
J< someternos a el? Por otro lado, el centenar de aos transcurridos.
14 RENM. E., Dialogues phtlo(phiqt,.s, C Ocuvrls completts, \. 1, pg. 6.).
IS /bltt.,p:g 615
16. lbid., pg 6t4.
17. lbrd, pg. 6!5.


Lt\S L!ENC!AS MORALES POLlTICIS LS
desde la publicacin de este texto ha hech-ms COI<.:rctas algunas
de las promesas de Renan -que vemos coro tanta' <Plenazas. Ls
sabios han decubierto la energa nuclear y los EstaJ, . :lis ponen efec
tivamente del arma absoluta, que permite destruir d planeta: con
esto el universo se ha aproximado a la perfeccin? .[1 terror y la tor
tura, aun cuandJ no rdnan en toda la tierra, han ale:. ado durante
este siglo grados de intensidad antes inauditos.
La [abLicacin de u11a raza superior, que podr:> 1

cer el punto
menos .elistr ele este programa, merece especial atetlcin. En Yer
qad, el pmpio Renan dio ya los plimeros pasos hat i; su realizacin.
Profundametite convencido de la d-sigaldad de las ra7as, desea l:
instau1 acin de un orcJcu mundial que consagre esl ' estado de las
cosas (de nuevo el conocimiento asigna los objetivos a la humanidad)
en el que los blancos seran soldados y maestros, lns amarillos se
volveran obreros, y Jos negros se contentaran con l .1rar la tierra;
en ototrminos, Rcl1an p.-conia la reparticin dt mundo entre
las potencias coloniales eurnpeas. En cuanto a la pt'npia ra7a blan
ca, los <rios, inventores de la ciencia, tendran que lograr poco a poco
eliminar a los semitas, puebJo que, habiendo traido al mundo la reli
gin monotesta, ha desemp-do y su misin histt.-a. A veces, es
tas mutaciones soc.ales le parecen insuficientes a Renan, y conside
ra, como en su ulopia, u11a inter
-
vencin fisiolgica ; a mejorar Jas
razas j nfcriores: U11a cntidad tnyy pequeiia de t..tgre n0ble intro
ducida en la circulacin de un pueblo basta para t.ilnoblecerlo.18
Resulta intil insistir en el inLrnto de Hitler de p. ificar la espe
cie humana, unos setent;t aos ms tarde, externlin,tndo a todos los
grupos, segn l, defectuosos (judos, g.itauos, l1omosexuales, en(er
mos mentales), como co el de mejorar las poblaciones restantes we
dianle fecundacione! selectivas. Pero podemos recorda1 que la uto
pa de Rc11an no deja de presentar afinidades con ciertas prcticas
actuales que se instauran en pases en modo alguno alitarios: con
si .teeo intervenir en la produccin de los hijos, aunqLle en el plano
individual, y no en el coJectivo. Gracias -tal como se dice- a los
progres-s de la biologa gentica, se ha vuelto posible eliminar los
embriones humanos que no presenten todas las cualidades requeri
das; al mismo tiempo, se esbozan proyectos ms audaces con los que
se permitira a los padres elegir el sexo de su hijo o, se dice ta11bin,
el grado de su inteligencia

.Pero, por ser una co!a tcnicamente


posible. hay que deducir que tenga que realizarse?
18. RENAN, E., f.tlre tl Gobuzeau, en ()euvres completes, . X, pg. 204.
.,
1 6 LAS 1lOR.ALES 1 LA HISTORIA
La ten1 ati/a de hacer depender a l a tica Je l os resul tados de la
cienci a pl antea pues unos cuanws problCmas. En su poca ya se ha
bran podi co dar cuenta l os enciclopedistas si hubieran prestado Scl
fici ente atencin a uno de sus discpulos marginal es, el marqus ele
Sade. Tomt ! . . J o al pie de la letra este principio -que todo lo que exist e
en l a naturuleza es bueno-, Sade no tiene ningn probler1a para j us
tificar e i ncJ LlSO glori ficar aquel lo que las S!Ciedades han considera
do habitual mc:nte coro un crimen. La crueldad, ]ejos de ser un vicio,
es el primer entimicn-to que la naturaleza imprime

en nosotros >> .
l
9
Si n embargo, no actan de forma distinta ciertos bilogos cqntem
porJieos quc, en un primer tiempo, comprueban que l a agresi vi dad
es una caracterstica de la natural eza humana (o quiz sl o de la de
l os machos; perQ ya es snficiente); y que, confi ados en esta certeza
cientfica, jusrifican, en un segundo tiempo, l os comportamientos de
agresi vi dad o de excl usin de l os otros (defensa del territorio).
Pero, J l ; ct clos a este punto, tenerr\os q11e preguntarnos, ya no si
la ci encia 1 1 cne el clrecho de dictarnos l as normas de ]1ues tro com
portamient1, sin9 mejor si se t rata verdaderamente de ci encia en to
dos l os casos que hemos evocado. Antes an ee la confusi n dentw
de l a rel aci<in entre ciencia y ti ca. no habra 11na confusin en cierto
modo preliminar, referida a l a naturaleza del discurso cientfi co? Pues
evidentemCl t l e resul ta ingenuo imagi nar, como l o pretende l a fi l oso
fa cientific i sta, que la ci encia produzca verdades: su resul tado ms
bien son h.j-)tcsi s sobre el funci onami ento del mundo, construcci o
nes que se son cientfi cas en l a l l l eclicl a en ql.le son, como se di ce
hoy en dia, ,, :'lsificabl es> > . Y en Ja prctica l a s hi ptesi s cientficas
verdadera ; . : . 1 1te son fal seadas -demostradas como fal s as-repeti
damente, a1 ` 1 reemplazadas por otas, cuya ni ca parti culari dad
es que su fa ! sedad an no ha sido demostrada. Si una hiptesis s e
erige ea1no \'crdad, dicho ee otro modo, si s e vuelve 11 rogma y no
puede ser d i scutida ni criticada, resul ta que, j ustamente, se ha al?an
donado el . "minio de l a ci encia para 111 en el de una moral cual
quiera, religiosa, - poltica u otra.
Ademtls cluso suponiendo que tal enunciado cientfico sea ver
dadero, ningun precepto tico deri va autom:ticamente del mismo.
Por ejemp.lu. s evidente que ciertos seres humanos son fsi camente
ms fuertes t11 1 e otros; en camqio, d esta propos icin verdadera, n o
podemos e ! t J Ci r que tengamos ql J e, adems, conceder fl ]os ms fuer-
19. SADE. l l. A. F De. La philosophi dans le boudoir. ct Oeuvres comple!es. t.
XXV. J-J. Pat . :! r. 1 968, p:g. 1 24.
; ,,
"-
LAS CTENClAS MORALES 3 POLlTlCAS 17
tes el derecho de mal tratar a los ms dbi l es. Al contrario: las leyes
estn ah para proteger los dbi les de la arbitrariedad ele los fuer
tes. Suponiendo que Ja ciencia de Renan sea exacta, y que las razas
humanas sean desi gual es, no tesql ta de ninguna manera que l a raza
superior tenga el derecho de dominar a las ar ras; semejante conclu
sin slo puede deducirse de un principio -a pesar de todo- mo
ral, segn el cual Jos ms inteligentes tienen el derecho de expl ot ar
a los que l o 'son menos. Tai ne escriba: La cienci a va a parar a l a
nora!, buscando nicamente la verdad>>,20 pero nada de eso: l a cien
cja no Vi a parar nunca a la moral ni siquiera a la verdad; aquel l o
con lo que s'e contenta es sol amente buscar la verdad con pacienci a
y humildad.
No hay que cens urar pues a l a fsica, que ha descubierto los se
cretos de l a fisi n del tomo. por la produccin ele armamentos !l
cleares: le incumbe a un gobiero. instancia pol tica y no ciemfica,
deci di r si va a destinar sus medios (es decir, los impuestos deduci
dos al conj unt o de la pobl aci n) a la produccin ele armament os, a
la construccin de reactores pacfi cos (pero que pueden maar si l a
ocasin se pre,enta), o bien s i rernmciar, ante los riesgos que com
portan una y ot ra eleccin, a l a ut ilizacin de l a energa nuckar, as u
miendo l as consecuencias que resul tan de ello, dependencia militu
l empobrecimienLO econmitO. No hay que hacer responsable a l a
bi olog a, que ha penet raclo en el misterio de l a herenci a, de las des
viaciones !I la ma1 1 i pulacin el e embriones humanos, sino a los go
biernos los cuales, en nombre ele consideraciones polt icas y mor:t
l es que a doptan, deciden des tinar el presupuesto de investigacin a
exploraciones que permiten, en el mejor de los casos, alivi ar los apu
ros de al gunas parejas estri l es --aun cuando el mundo est amel J : l
zaco por el exceso de pobl acin, y mi l l ones de ni .os conLin(t an mu
riendo ele hambre y enfermedades (bien es verdad que las dos series
re hechos no .C producen en los mi smos pa. ses).
Las decisi ones polticas y moral es .mputadas a la ciencia siem
pre han si do lomadas en nombre ele 1. moral o de una pol ti ca, aun
que staS 1! Se !Jan at revi do c decir SL nombre, y se ] J aD CUU ert O
con l a autori dad de la cienci a. Por el l o resulta abusivo prohiG; ! r l os
sabios buscar l a verdad, sea cual sea su naturaleza: la verda<l no com
porta ningn pelig1 en s mi sma. Habiendo coHociclo l as leO as ele
Gobi neau sobre la desigmdrl ad ee l as razas lJ Lunanas, Al exis de Tc
q1 tcvi lle le repl i ca dicindol e que sus teoras prubablemente son fal -
20. TP.1NE. l l ., Demier> essais de crilique et d'histoire, 1 89"1. pg. 1 10.
l
1

1 :
n
1'
i '
LAS MORALES DE J A lWORI/
s0 c: pcr \ q:e, en el caso de que fueran \cnladeras, sera necesario
cscondrr l as conclusiones, pues slo podran leuer un erecto negati
vo sobre dichas razas. Tocqueville piema que l a idea de igualdad ac
ta del mismo modo qlle un aguijn: se intenta igualar a los mejo
11_ csfoondose ms que antes. La de la desi gual dad natural, al
cont rari o, adormece: para qu tantos esfue1zos si , de todas formas,
el fr:twso est asegurado? Gobineau c1ec que el fsico desigual jus
I i frca una pol tica desigualitat i a; espantado por seejante resulta
do, locqucvi l l e prefiere i gnorar Jos hechos. Pero tal cncdenamieH
1o, ya l o hemos vi sto, no es tle ningn modo automt ico; y si las
tplicacioncs de la ciencia tienen que estar .ontroladas por la moral
- la pol i l i ca (o ms bien, si hay que reco11occr que se soweten a este
con 1 rol, y ningn otro), la i nvestigacion cient fica no debe tener ms
qt r e \ olo principio conductor que es la bsqueda de Yerdad. Y no
porque 1 \ ari do celoso haya aplastado el crueo ele su esposa con
\ Illarl i l lo, hay que proscribi r la fabri caci11 o el perfeccionamien
t o de este l ipo de instrumento . .
Podemos volver abor< a la cuestin del relHSO que l levan las cien
riCS hu1anas en relacin con l as ciencias de la natuJal eza, a causa,
1 gran parle, de la incapaci dad de las pl i}et as para el i minar de
su discurso lus juicios de va l or. Vi1ndo que Jos i sos 1 esullados
df las ci cli as naturales debcu ser sometidos al contr0l tico y pol
tico. podr:moc estar tentados por invertir la jCra rqu : corLi en temen
te ad1n i t i d, y elogiar las dencias humanas y social es, en la medi d
que :sl as, justamente, no se han p1 i ado nuuca de l a relacin con
lus val0' es. Ocurrira un poco como en la fbul a: la tortuga huma
1i sL a acl eJ ;:m t ara a J a lieb1 e naturali sta, y ql le se IJ<t bda dec- l arado
que el punto de partida sera el mismo punto de l legada. Pero corre
l l l OS el riesgo, en este caso, de pisar los talones a los cientificistas,
que no `C ningun diferencia cual i tativa cnt t e ci\uci as humanas y
ciencias nal ual es (aun cuando lo hagan para si tua se en l a cl hec
cin opuesta).
Bien es verdad que estas dos formas de couoci mi evto tienen mu
cho C! comn. Las unas como las ot ras, pues, su mi sma audadu
ra, no deben obedecer ms que a la bsqueda de verdad, 1echazando
cualquier tutela dogmtica Las 1 ;e y l as otras, adems, dependen,
LJ lo que concierne a las consecuencias que se desp1 enden de sus
\ksrubt imieutos, de una deci sin cuyo carct eJ moral o politice hay
que admi t i r abiertamente. Y no podemos oponerlas, tal como se ha
qt tCI i d0 I H 1ccr alguna ,ez, LVl las ciencias de lo >i ngula1 y las de
11 gI J cra J : es c1 dacl que la hi stola t rat a de t eal i cacles singulares,
lAS ClENCJS MORALES Y POLITICAS 19
per cuando estas mi smas tealidades son examinadas desde el pun
to de vista del economi `ta o del socilogo, del psiclogo o del lin
gista, aparecen como la manifestacin de leyes gc1,-.-,des; recpro
camente, la biol oga y la fsica establecen, ciertamente, unas leyes,
pero no parten menos de la obsevacin ee casos si ngul ares. No po
demos decir, finalmente, que unas estudian las cosas y las otras los
signos_ puesto que los signos tambin son cosas, y que, :t mismo tiem
po, Jo qtL creamos que eran puras cosas, se revel an, I su vez con1o
si gnos; no se habla hoy ! da de un cdigo gent i cn?
Si n et nbargo, la diferenci a cual i tat i va e`i ste, y cl 1 ! 1 i smo Condor
cel, que deseaba verla desaparecer, fue uno de los p1 : meros en for
mul arl a con claridad. Escri ba: Al medi tar sobre l: naturaleza de
l as ci enciP,s JTorales, no se puede dejar de ver, en efecto, que, basa
das en l a observacin de los hechos al i gual que la:. ciencias fsicas,
han de segui r el mismo IJJlodo, adquirir un lenguaje exacto y preci
!, al canzar el mismo grado de veracidad. Todo sera iual entre el las
para un ser que, extrao a !i uestra especie, estudiata a la sociedad
humana como nosotros estLdi amos l a de los castmes la de las abe
j:ls. rcro aqu el observador forma parle l mismo de 1 sociedad que
observa, y la verdad no puede tener jWeces ni preve ' ni seduci
dos.21 Abora bien. ,..,-ecisamente no somos extranjeros a nuestra es
pecie ni podemos l l egar a setlo. L propio de estas `' ncias es pues
la identidad de nat\rale<a entre su sujeto y su objeto dicho de ot ro
modo, esll: objeto es un ser humano. Las i encias d-.. la naturaleza
i ucluso cuando estudian el organiswo humano_ lo hacen de lorma
idutica al de la abeja o el castor. Las ciencias del b nbre estudian
el ser humano en J o que tiene de propi amente .buma1 . La gan diJe
renda enlle unas y otras n9 estf en el mtodo (estas d tferencias exis
ten, pero no son decisivas), e`l en la naturale7a del ol : , :lo estudiado.
Este hecho, que se trate <e seres humanos, tiene J !1 Ltltiples conse
cucnci "c Uua de las ms senci ll as es que no se pueclc tratar a estos
seres, 1 a conocerl os mejor, como alas de labm.Horo. Uno de los
fw1dadores de la antropologa contempornea, el idelogo De Gran
do, observaba que resul tara mucho ms cmodo estudiar a los sal
vajes de las regiones lcjauas tr a) ndol os a Pars; pew se daba cuen
ta de que semejante estudio corra el peligro de if'" 1r el contexto
en el que slus viven, y recomendaba, en consccLcnda paliar este
inconveniente enviando tambin a SLLS familias a Par . Se j \stifi ca
21 CONDOPCET, M. J. 1\ N. Oc. cDisCIIISO de rece
p
cin a la Academia Francesa.
C Oeuvt es, l. l, 1847, pg. 392.
I
20 LAS tORLES DE LA HISTORIA
ba: As corno el naturalista no se contcnla con traer una rama, una
fl or pronto de5hojada; intenta traspl antar l a planta, el rbol entero
para darle \J nuestra ti erra 1l1! seg11 nda vi cl an Y De Grando sl o
O! \ Clu t. na cos.t; a di ferencia de los 31lOCS (sin habl ar de l as ra
mas), l os :eres humanos estH clotadus de una vol ultad y podemos
consultarlos antes de t raspl antarl os, lo que no podramos hacer con
un si comoro. Los especialistas contemporfneos de l as sociedades hu
manas no 51C11c han tenido en cuenta t: sta consi deracin; y me
acuerdo de que los hab1tantes de un puebl o bretn, que fueron so
met i dos a ut encuesta lOt a! por part e de i nve5t i gadores pari si
nos, hab :u1 deci dido, como l ti mo t eLt t rso, expatri arse. El objeto
de estudi o, uQtl, es capaz de converti rse en nuestro i nt er-(oclltor, y de
apodet-ar-se t LL vez UC l a pal alra I a c5 especi ri Ci dad de stas
ciencias.
Que el bj (tO del conoC miento sea un ser humano tiene tambi n
otro efecto: iDO lo sealaron los giDGc5 UDoDISIS UC si glo _\ Vl Tl,
Montesqu! (l l o Rousseau, los seres humal l OS no obedcccn a sus l e
yes con la t 11 i sma regul aridad con que lo hacen todos l os ot ros seres;
i ncl u:o pucJn deci dir infringirlas precisamente porque han toma
no concienci de el l as, tal como lo haca el hOnt bre del subt er
neo>> frente u O5 psiclOgos y a los i dclogos pos i ti vi st as de s1 1 po
ca. En ot ras P DI5, el ser hu a IO, a pesar ele est ar SOinet i d<> a
nuDerosos det cnni ni smos -hi t ricos, geogrficos
.
o-: ial es, psqui
cos-. se Utr:cteriza rambin por i | | i u l t hci raJ inal i enable. l l lo no
quiere de, . que su coDportami ento sea pt tro ca,s t qne escape O
Cual qui Cr expl i caci n raci onal ; si no que una teora QUC por pi i nCi
pi o deje ee i . : ro Ct u QtIct consideraci n :olne e!la l i bert ad c;st con
denada al ftacaso.
Final mente, hay que recordar que la exi stencia l nt mna e:t i rn
pregt t ada de parte a parte de valores, y que, por COHS gU cH!C, querer
expul sar de las cencias humanas cuul qui er rel aci n con los val ores
es una tarea inhumana. Podemos dec r, como lo descaba f:larc Dloch,
QOICD fu: ODC5[ICI`c`, si n acer H HgtD juicio de valor? Pode
mos decir al go sensato si n haber deci di do si fue 1 1 1 1 dtct ador sangui
Dar o o el ] l ,ertnJor de un pueblo? l 'Ode| | 1os apart ar l a refcrenci a
bien y al mal bajo pretexto de QIc se t mt a de un vi ejo ant ropo
cent r i Smo, Ct1anclo se trata preci sar nent e de obcrvar y de COHICH
22. GEIII r.o, J M. Ot, Considrations le> diverses mthodes a su/ vre tlans
l'observat1v11 des peuplts sauvages, en J. COI'NS, J. lAwN (comp.), Au- ortgllll'l Je
l'nt'. ropolore franrmse, L Sycomore. t978. pgs t66-167.
.
.
,
1 LAS CIENCIAS MOR ... LES Y POLITrCAS 2 1
der e l a1 1 tlnopos en cuestin? No es despus de l a expl icaCin cu.otn
do intervi ene el jui ci o de valor: es en su mismo seno, en la idenu:;c
cin de 5| | objeto. Podramos dec r: la hi stori a HC 5 5OCJcGuOC5
COVcIc en al go ms que l a s i mple recoleccin de ant i gual las Ll l t i
camente a parti r dd momcuto en que podemos sent i r nuestra comn
humanidad con esos personajes alejados -y cuando poderos, por
consigui ente, incl ui rlos eent m c.le nuesIro circuito de valores. L;s
cienCJas humanas, Jeca Bloch, son tanto ms Servi ciales en la prc
r ica cuanto m5 dcsembarazadas estn de su vmana de enjuiciar,
pero par n qu faci l i t ar una p1 actica i nhumana?
Las ci t: nci as humanas y soci ales, como vemos, manti enen 1CLC
sari ament e ! c relacin con l a moral y u pol tica ( t anto en las llH1
sideracio11es acerca del bi en GC! i ndi vi duo como del Gc la CccC| \I
dad), a l a q11e cSCo]uD l as cicncias de l a nat uraleza -y no u ni ngn
motivo [did imaginar qLle las cosas deban cambiar a este respecto
El entrelazamiento consut ul ivo de l s disci pl i nas humanitarias con
categor ias mor:.des y pol ti cas 1( significa, s n embarao. que l a: c.lo:
se confundan. Cuando l\Iont esqui eu pone en u base ee 5U tipologa
ele los regmenes pol t i cos l a oposiCiD ent re dCspot ismo y UOGclo
Cin, los trminos son valorizados pero no hay ni ngnna objeCi n de
princ ni o q1 1 e poner: al |OC.! de cerca los intereses | | HuUOS el OD
jeto. 5cIu 5i!GO qnerr s1 1 s raerse. En Cumbi o, cuando ensombre
ce u propsi t o el pzDorama ck los t c_|DcDC5 onent al cs. p::tra Qtte s
tos i l ust 1 eu |C]OI u t i po i deal de de:potismo, nos damos cuente: ' L
que contravieue a l as reglas de la cienci a, y sent i mos l a necest clad
de conegi t l o: C5. es una ml l a i ntervenci n ele l a i deol oga. No 0V
que iu_ |+U 1 ampoco Ql l t l < t an.a ele esta CcuCo$ sea la de ayu
GIDG5 t haCe! lu: lwmhJ es t aks como deben ser, Ontes que cbnros
a CD||OCci tOHO 5O por c5C concepto, no merecedan ms el not n
bre de C. i t:ncias, )' Se t ransfut l l l ttran e1 p1 1 ras tcniliS de mani pl l
uL | I
Al darnus cue11 t a de que I n separacin con el mundo de l os val o
C nu e: po:i bl e ni deseabl e, a l C mejor un (ha volverCrnos a emplt:Jr
l a antigu. dcnom i n<cin de cst <s lhsciplinas, y l as nomb1 aremos otra
`C( Ci ollti d morales y pol t itas . Es1e l ibro ha si do cscri t : 1t est a
i ntcnci il l; l os tStll di os q11e lo compon n i n t entan i l us ttar esta n!l<l
Cin ent re hechos y va l otes, ) t ambin preCi sa1 l a; recuerdan al gll
nas , ht st ot i a: y romportan al mt l l1o t i empo una i l l t et Jogacin acer
ca de su .. r noral . Sealo en segui da q\C C5|a5 || SICi |a5 ya han si,lo
contadas por otro:, con muchos ms detal les; no proCuro rivaliL.l
con los enr di t os, pon1ue pi cJhO di t igirme a un pll ico al que el pi -
..

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LAS MORALES DE LA JJJS'JOR!i
sen te i ntec-esa ms que el pasado. Si hay al go nuevo en mis lecturas,
sl o puede ser la perspectiva desde l a que exar:nino l os hechos.
Sin que co1stituyai tratado sistemitlico, los capilulos del l i
bro si guen '! orden que he deseado significati i'O. La primera parte
est desti 1ada los problemas que plantean las relaciones
t
ntre cul
turas di stintas. En el l a prosig' la reflexin iniciada en mi li bro No
sotros y los otros ( 1 989). Aqui empiezo con \1 !r( particular, el de
l a i:nagcn ele Bulgaria en le li tratra .rancesa clsica; particular,
pero embl emtico para l. pcspus paso a l a conquista de Amrica,
encuentro, antiguo pero de una i ntensi clau excepcional (al que tam
bin he dedicado un libro, La conquista de Amrica, 1 982); parn vol
ver progresivamente hacia el presente, exa1i!t!do dos fo11as de
interacci n: el coloni alismo y los vi ajes, a11tes el e examinar el mbi
lo del cruzamienl o de l as culuras en su conjunto. En la segunda pr.r
le, que ] e t itul ado Entre nosotos, 1L aproximo, a l!avs de ejem
pb histricos, a dos nociones filosfico-polticas: la verdad y la
Junocracia. Los Lres primeros captul os ele esta parte sit an a la (o
las) verdad(cs) \!\ relacin a l a ficcin y la meul.ira, a l a interpreta
cin y la elocuenci a. Los dems evoa n las dos crticas principales
de la c<iTiocraa, la una liberal. la otra consecvaJora, y por e`o pro
curan precisar ,algunas fronteras. Concluyo k\1 una interrogacin
acerca de la funcin actual de l os i ntelectuales.
;

1
PRIMERA PARTE
FRENTE A LOS OTROS
.

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