Romano Guardini

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VIDA, RAZN Y FE CRISTIAN CAMILO LPEZ LERMA 201210387

ROMANO GUARDINI: EL SENTIDO RELACIONAL ENTRE DIOS Y EL HOMBRE

Todos los hombres tienen en su corazn la idea de la verdad inscrita por naturaleza, desde su creacin, dicha impresin se traduce como el propsito que tiene Dios con el hombre: ser partcipe de su gloria y vivir en la bienaventuranza por toda la eternidad; cierto es, que l no nos ha creado con nuestro consentimiento, pero debido a su bondad y justicia infinita no ha querido salvarnos sin nosotros. Por tal razn, el llamado se hace constante a lo largo de la vida de cada uno de nosotros, es esa llama interior que habita en nuestro corazn y depende de cada quien que sta se acreciente o se extinga. A partir de lo anteriormente afirmado, se puede ver a Guardini como aquel pensador que concibe al hombre, ontolgicamente, como un ser abierto a Aquel quien es su Meta o Destino, el propsito que constituye su origen (causa) y consecuentemente el deseo natural de su bsqueda. El camino a la verdad, por la que Guardini vislumbrar la senda de sus pasos se encuentra en la figura de Jesucristo, el Logos encarnado, Dios hecho hombre, el Camino, la Verdad y la Vida, el nuevo Adn que restableci la relacin una vez fracturada por el pecado original. Es en Jesucristo, el Cordero de Dios, sobre quien se soporta la institucin de la Iglesia, por medio de l, el hombre se reivindic ante Dios y se abre de nuevo la posibilidad de su participacin en la gloria eterna, instaurado por el misterio de la Resurreccin. Desde esta perspectiva, Guardini le da una gran trascendencia con su sentido y significado espiritual a los elementos simblicos de la Celebracin Eucarstica, halla una estrecha relacin que le permite acceder al Dios Uno y Trino. Esto es posible, desde luego, teniendo en cuenta la participacin del hombre como creacin ltima de Dios, su obra cumbre, hecho a imagen y semejanza, all descubre su grandeza y su condicin innata de ascenso como respuesta a su llamado; a pesar de las pocas, las guerras, el sufrimiento, es una cuestin aplicable a todos los tiempos, lo contrapuesto al reduccionismo imperante en el pensamiento moderno. Para Guardini la verdad es una fuerza que se ha de buscar incondicionalmente, sin exigir efectos inmediatos, la contemplacin sagrada y divina de la verdad en s. Esta verdad, la relaciono con el Dios amoroso que jams se aleja de nosotros, ni nos obliga, mucho menos pretende una coaccin (como critican muchos ateos contemporneos respecto a nuestra fe), somos libres de alejarnos de l y vivir en la infelicidad o cumplir con sus preceptos y dejarnos

guiar y ser partcipes de la bienaventuranza en sta y en la otra vida; esto, segn San Agustn, se trata de un dinamismo creador, pues la razn de la actividad humana en su peregrinaje, hacia un Ideal: partimos de l y a l volvemos. Guardini ve en el silencio y el recogimiento dos elementos indispensables de interiorizacin del hombre, a partir de aqu, se tiene la oportunidad de un encuentro consigo mismo y, adems, entablar un dilogo con Dios que escucha en lo secreto. Cuando el hombre se hace consciente de su finitud, su perecer en el mundo, la angustia no se hace esperar, esta angustia la veo como un despertarse de sus realidades inmanentes para comenzar a vivir en lo trascendente pero sin descuidar lo anterior. Es por esto que el hombre se eleva e interioriza. El hecho de interiorizarse incluye la accin espiritual de la oracin: el encuentro entre Dios y el hombre, donde se solidifica el sentido relacional de un llamado personal y su respuesta a travs del dilogo, constituyendo un espacio sagrado en el espritu, una ntima conexin con el Espritu Santo, el Espritu de Dios. Guardini vio en la Liturgia Catlica la oracin comunitaria, la oracin de la Iglesia, contemplando todos los elementos simblicos como integrantes expresivos de la realidad humana, destacando la parte contemplativa de todo creyente. Partiendo de estas realidades, Guardini busca a Dios con el estudio interpretativo de las expresiones cristianas, de la reintegracin de una serie de vivencias, pero a nivel comunitario, contemplativo de la Iglesia como un fiel reflejo de la figura de Jesucristo, es en l en quien se debe centrar la mirada espiritual, marcado por el misterio de la redencin en la cruz. En la oracin se observa el encuentro relacional de Dios y el hombre, ste responde a su llamado y acude con la humildad del corazn: Jesucristo golpea a la puerta de nuestro corazn y nosotros somos quienes decidimos si abrir o no la puerta, jams entra contra nuestra voluntad; es a partir de aqu cuando se puede establecer claramente el concepto de vida espiritual: una actividad en la que el alma adquiere plenitud y asciende, es una garanta de la fe. Por ser el alma invisible y, por lo tanto, inmaterial, se pude hablar de un ascenso del plano material al plano trascendental, aquel en el que se halla de modo completo las causas y respuestas de toda la existencia humana, consiste en un ir ms all. Un claro ejemplo, segn Guardini, se puede observar en el caso del Rosario de Nuestra Seora, si se limita a contemplarse segn la estructura del lenguaje, se concibe como una simple repeticin de oraciones, no nos debemos detener o limitar all, el Rosario nos adentra en la relacin contemplativa y reflexiva de cada uno de los misterios en los que la figura de Mara y Jess salen al encuentro, all se conoce y se siente la plenitud, es la consideracin apropiada que se debe prestar cuando se reza cada uno de los misterios, es una vivencia interiorizada y compartida con nosotros mismos y con Aquel que nos conoce ms que nosotros a nosotros mismos.

El concepto de existencia en Guardini en cuanto verdad, involucra las dimensiones propias del hombre: un ser consciente de su existencia en el mundo, un ser para la muerte, pero con la gran esperanza que implica el estar llamado a la felicidad, luego, la muerte no es el fin despus de todo, slo es un paso intermedio de esta vida a la verdadera vida, la eterna, teniendo en cuenta la libertad y capacidad creativa. El mero conocimiento de las realidades objetivas (objetos concretos), no nos impide el acceso a las realidades superiores (las trascendentales), ni lo reduce al subjetivismo o relativismo, va ms all, se trata de una actitud relacional. Una actitud relacional que Guardini expres a partir de la gran impresin que le causara la frase del evangelio segn San Mateo: Quien quiera conservar la vida la perder; quien la d por m la salvar (Mt 10,39) Una entrega total, espiritual, en comunin con la Iglesia; una Iglesia que de ningn modo coacciona a los creyentes, al contrario, como fuente de plenitud y desarrollo de la libertad interior, por consiguiente una concepcin objetiva de la vida espiritual y de la oracin de la Iglesia. El concepto tico elaborado por Guardini est determinado por su finalidad: la bsqueda y realizacin del Bien, que conllevan directamente a la plenitud y felicidad. Entonces la tica no se desarrolla al margen de la prohibicin, sino que se relaciona completamente con la verdad absoluta, la incondicional, la que da frutos valiosos a partir de la norma y que le otorga al hombre su verdadera humanidad, lo humaniza. Explico esto, puesto que la tica en realidad lo que significa, es darse a conocer segn las sociedades y pocas, como un conjunto de costumbres, sean estas buenas o malas, y como la poca nuestra esta visitada por circunstancias tan difciles, da la sensacin a veces, o por lo menos a m me lo parece, que el hombre de hoy es, por lo general, de todo menos humano, l se deshumaniz al entregarse sin consideracin alguna ni escrpulo a la concupiscencia de lo material, se le olvid que est inmerso en una sociedad, donde hay personas que necesitan de nuestra ayuda. Por el contrario, si se hace de la caridad la mejor herramienta por medio de las obras de misericordia; ah esta lo humano, a mi juicio, en amar al prjimo como a s mismo. Teniendo en cuenta la filosofa de Platn, todos los hombres estamos ligados al conocimiento de las realidades superiores, de cmo las cosas participan y se relacionan con conceptos como la belleza, la justicia, la bondad, la verdad, y estn subordinadas por un ideal de realizacin suprema, al que Santo Toms de Aquino llamar con el nombre de Dios. Estos conceptos categricos superiores son los que justifican la vida moral, as como la fe est justificada por los actos morales; estar llamados no significa de ninguna manera estar coaccionados u obligados, la libertad tiene su primaca sobre los privilegios humanos y le da a este la oportunidad de ordenarlos y de guiarlos en un designio personal; tal es la libertad que podemos disfrutar gracias a la infinita bondad de un Dios amoroso que no nos cre para tenernos prisioneros en la jaula de su voluntad y ser sus marionetas. Esta libertad la posee el hombre gracias a la razn como la fuente de todos los actos de los que l debe hacerse responsable, ser dueo de sus propios actos, se sustenta como la base sobre la el hombre tiene a disposicin el horizonte que le permitir acceder a la verdad y la bienaventuranza. Aunque siempre cabe la posibilidad de perderse en el camino, precisamente por la capacidad de eleccin, ya sea del bien o del mal; el mal, entendido como todo aquello que nos aleja de la amistad con Dios y consecuentemente nos priva de esa misma libertad de la que antes se

gozaba, ya que el mal implica por derecho el hacernos esclavos de los vicios y malos deseos, cual si animales fusemos. Tanto los actos buenos como los malos se conocen por su finalidad, sus frutos, cmo me afecta y cmo afecta a los dems, pues debemos ser conscientes de que no vivimos solos. El discernimiento en todas las realidades de la vida es, segn Guardini, el deber de todo filsofo, el desvelamiento de la verdad objetiva encaminada por la coherencia entre acto y pensamiento. Esta ideas adquieren un carcter relevante al constituirse como los peldaos que nos permiten ascender cada vez ms al encuentro con ese Dios personal que habita en nuestros corazones, es avivar la llama, fortificar ese sentido relacional por medio del vnculo, se crea un vnculo tan fuerte que ni siquiera la misma muerte es capaz de romper y, cmo habra de hacerlo, si Jesucristo mismo la venci en el momento de su Resurreccin. Surge entonces una nueva tica, formulada en las bienaventuranzas que dan soporte a la moral y nos invita a dejar el el hombre viejo y nacer de nuevo. Esta fundamentacin tica en Dios contrasta de forma sobresaliente con la representacin autnoma que la Edad Moderna ha hecho del hombre; a partir de Dios, el hombre se entiende como un ser trascendental, que se supera a s mismo debido a las relaciones con su ser creador, quien nos cre sin nuestra voluntad, pero desea que retornemos a l con nuestro consentimiento, la clave radica en saber mantener slidas dichas relaciones a travs de la vida espiritual y en comunin con la Iglesia, pues en Jesucristo tiene su soporte y es L el Camino, la Verdad y la Vida que conduce al Padre, iluminados por el Espritu Santo.

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