La Dimensión Axiológica Del Hombre
La Dimensión Axiológica Del Hombre
La Dimensión Axiológica Del Hombre
dimensin
axiolgica
del
hombre.
Los
valores.
De
Revelacin
Axiolgica
y
Formacin
Humana
Autor:
Dr.
Jorge
Valmaseda
Valmaseda
Profesor
Titular
de
la
Universidad
de
La
Habana,
Cuba.
transmutacin de los valores caus alarma, escndalo y llam la atencin de su poca convirtindose as, sin quererlo, en el principal instigador para que el mundo de los valores fuera tratado de una manera ordenada y se constituyera en una rama de la Filosofa. La axiologa, en tanto ciencia de los valores, se integra orgnicamente al saber filosfico y expresa una de sus determinaciones esenciales. El saber filosfico, en su expresin sinttica, integra momentos de carcter gnoseolgico (cognoscitivo), axiolgico (valorativo), prctico y comunicativo. Esto se fundamenta en el hecho de que la filosofa como autoconciencia de la cultura sociohistricamente determinada, y ncleo terico de la concepcin del mundo, resulta al mismo tiempo aprehensin prctico-espiritual de la realidad, en su esencialidad y concrecin.[1] Se trata de un proceso complejo que reproduce creadoramente la realidad y la aprehende en su sntesis por sujetos reales y actuantes. Este proceso de asuncin y aprehensin de la realidad se funda en la actividad humana. De ah que la actividad en su dimensin filosfica se determine y exprese como relacin sujeto-objeto y como relacin sujeto-sujeto. En la primera relacin, los momentos gnoseolgicos y axiolgicos encarnan la propia prctica social, es decir, en la asuncin prctica de la realidad (objeto) al hombre (sujeto) no le interesa slo qu son las cosas, cmo revela su esencia y devela la verdad, sino, adems, para qu le sirven, qu necesidad satisfacen, qu inters realizan. El sujeto no slo busca conocimiento, en tanto, modo de existencia, sino tambin valores, en tanto ser de las cosas para el hombre, y modo en que existen sus necesidades e intereses. En la segunda relacin (sujeto-sujeto), tiene lugar el proceso de comunicacin como intercambio de actividad y sus resultados, conductas y relaciones sociales. En esta relacin, que solo es aislable por medio de la abstraccin, los aspectos gnoseolgicos, valorativos y prcticos aparecen en sntesis, como trato humano, actividad intersubjetiva e interaccin humana, social en esencia.
El componente valorativo de la actividad y de todo el proceso del devenir humano, comprendido en sus diversas expresiones y niveles, como valor y valoracin; y en la relacin dialctica de lo objetivo-subjetivo, lo absoluto-relativo y lo general- particular, posee una gran importancia terico-metodolgica y prctica para la comprensin del hombre y la sociedad.[2] Si bien el momento valorativo de la actividad humana resulta imposible que exista al margen de los momentos prctico, gnoseolgico y comunicativo, pues constituyen una totalidad orgnica indisoluble y posee, como los restantes momentos estructurales, una relativa autonoma. Esto determina que en algunos discursos filosficos prime o tenga ms fuerza la axiologa, o en otros, la gnoseologa, la ontologa, etc. Esto, por supuesto, no niega en modo alguno la presencia de los restantes momentos que les son inherentes y, ms an, inmanentes a todo quehacer humano, incluida la filosofa como autoconciencia terica. Los valores, en tanto determinacin primaria de las necesidades e intereses del hombre, sirven de mediacin esencial entre los momentos gnoseolgico y prctico, entre conocimiento y prctica. El hombre conoce la realidad impelido por las necesidades y aplica los conocimientos en la tcnica y la prctica para realizar su ser esencial, que es, al mismo tiempo, proyectar su ser hacia el deber-ser, es decir, realizar lo por venir, completando lo que le falta: satisfacer sus necesidades. De ah que el fenmeno designado con la palabra valor, constituya una compleja formacin que est contenida no slo en las estructuras cognoscitivas, sino, fundamentalmente, en los profundos procesos de la vida social y la cultura, en la concepcin del mundo del hombre. De aqu que la categora que designa o expresa este fenmeno, puede ser tratada, por lo menos, en tres significados fundamentales: como concepto sociocultural, como concepto psicolgico y como concepto lgico-gnoseolgico. Esta amplia dimensin de la categora valor evidencia que ella concentra en s una serie de problemas heterogneos por su contenido y, al propio tiempo, en algo idntico.[3]
condicionamientos y determinaciones, deviene fuerza propulsora y motivacin esencial del despliegue constante del hombre que se sabe sujeto del acontecer histrico. Ciertamente, conocimiento y prctica en su interaccin recproca estn mediados por los valores, la propia comunicacin intersubjetiva, en tanto intercambio de actividad y trato humano, discurre como proceso, tambin internamente mediado por los valores. Todo el desenvolvimiento del proceso humano, que de una forma u otra, encarna las necesidades e intereses del hombre, los valores como ser de la realidad para ste y forma de existencia de sus aspiraciones, deseos, anhelos; tiene un carcter proyectador, en el sentido en que impulsan los fines con sus respectivos medios de realizacin. En este contexto los valores, incluida la valoracin, los juicios de valor, se integran como el eslabn que media el trnsito del devenir ser al deber- ser, del presente al futuro. Como al hombre no slo le preocupa qu son las cosas, cul es su esencia (conocimiento), sino ante todo, para qu le sirven, qu necesidades satisfacen o qu le falta para realizarlas (valor, valoracin, juicios valorativos) en la aprehensin prctico-espiritual de la realidad, la dimensin valorativa de su actividad cumple una funcin orientadora-reguladora en la realizacin de su ser esencial. Los valores y la valoracin humana, al ser desprendimiento de la praxis misma, le imprimen vialidad, (vitalidad) energa creadora, imaginacin para superarse a s mismo y transitar a nuevos peldaos de realizacin. No es lo mismo conocer una necesidad, la carencia de algo, que esforzarse por darle realidad efectiva, por convertir el en s, en para s, e integrarlo al devenir humano en formas nuevas y superiores de realizacin. Por eso el componente cognoscitivo de la actividad humana se completa y hace realidad efectiva, en estrecha interaccin con el componente valorativo. Conocer la realidad, hacerla objeto y valorarla, que es al mismo tiempo, evaluarla, superarla e integrarla en funcin de las necesidades e intereses del hombre y la sociedad, comporta realizar el ser esencial del hombre, en tanto sujeto. Es identificar su naturaleza humana, en esencia social, e integrarla al cuerpo de la cultura
como contenido y medida de su desarrollo. En esta misma direccin de anlisis, elucidacin y discernimiento del valor, como concepto sociocultural, como concepto psicolgico y como concepto lgico-gnoseolgico, se integra en su expresin sinttica a la concepcin del mundo y, por consiguiente, como una totalidad sistmica inserta en la subjetividad humana. La dimensin axiolgica de la actividad humana concedida como valor y valoracin, y como proceso y resultado, en tanto momento esencial del devenir humano, deviene atributo cualificador de la subjetividad humana, como lo son tambin los momentos gnoseolgicos, prcticos y comunicativos de la actividad humana. Sin embargo, en el discurso filosfico en torno a la subjetividad humana existen diversos estilos y modos de expresin del problema, en correspondencia con la concepcin del mundo, el sentido de la vida, misin y oficio del hombre que reflexiona sobre la realidad, las circunstancias sociales en que desarrolla su pensamiento y accin y otras mediaciones y condicionantes; pues como se dijo anteriormente, existen mltiples discursos que privilegian o enfatizan ms el aspecto gnoseolgico, otros el axiolgico-valorativo, etc. Esto no significa que se soslayen de modo absoluto los otros momentos, pero se da primaca a uno especfico. En el caso del pensamiento sociofilosfico de Jos Mart, la subjetividad humana ocupa un significativo lugar, y la axiologa, su ncleo cualificador central; en torno al cual despliega gran parte de su pensamiento y su obra. Pero no se trata de una axiologa del libre albedro y al margen de condicionamientos y determinaciones, pues como bien seala J. Marinello,[4] est en Mart un concepto capital [] Para l ser es antes que el crear y por ello dijo ms de una vez que la Amrica Latina, su Amrica, deba ser, existir en plenitud, para crear plenamente y la existencia de su mundo madre de la posibilidad creadora-, slo se alcanza con el ejercicio de una voluntad sin coerciones ni acechanzas. La primaca del existir sobre el crear, la realidad como fundamento de la imaginacin, fundado en el sentido de lo real e histrico en tanto proceso, imprime un sello especial a su axiologa en los marcos de la subjetividad humana.
En Mart, la bondad, la belleza, la verdad, -valores que concibe en estrecha conexin y condicionamiento- no constituyen esencias a priori, sino que los encuentra en la naturaleza humana, y los proyecta como modelos a seguir, y no como arquetipos a los cuales tiene que adecuarse la conducta humana. Valores que encuentra porque estn en l y porque cree en el hombre. La tesis, segn la cual, los valores humanos son camino y no llegada[5] constituye, ms que una premisa, una clave interpretativa para aprehender la esencia de su axiologa. Es una va de acceso y penetracin en sus atributos cualificadores y fundamentalmente hermenutico para discernimiento, elucidacin y comprensin de nuevas aristas del objeto de anlisis que, por supuesto, rebasan los lmites de este trabajo. La asuncin de esta tesis en calidad de principio lgico estructurador de la axiologa martiana y premisa insoslayable para su comprensin, en tanto sistema, posee fundamentos de naturaleza cosmovisiva, sociocultural y antropolgica. Por eso, no es posible olvidar la concepcin filosfica general de Mart, sobre el carcter del ser, compuesto universal y su dinamismo y evolucin constante. Esto lo conduce a ver el carcter del mundo y la sociedad, en tanto proceso, y al hombre y su subjetividad como proyecto en constante avance y perfeccionamiento. La axiologa martiana es un culto al devenir humano, en estado perpetuo de superacin y perfeccionamiento. Es una fuente inagotable de utopas, pero no en la acepcin de irrealizacin, sino en el sentido de proyeccin humana, trascendencia y esfuerzo y trabajo para su realizacin efectiva. Una evidencia clara la palpamos cuando destacando el papel del maestro en la formacin de valores, sentencia: La cruzada se ha de emprender ahora para revelar a los hombres su propia naturaleza, y para darles, con el conocimiento de la ciencia llana y prctica, la independencia personal que fortalece la bondad y fomenta el decoro y el orgullo de ser criatura amable y cosa viviente en el magno universo. He ah, pues, lo que han de llevar los maestros por los campos. No slo explicaciones agrcolas e instrumentos mecnicos, sino la ternura, que hace tanta falta y tanto bien a los hombres.[6]
La proyeccin axiolgica de Mart, ncleo central de su cosmovisin filosfica, dignifica al hombre, como sujeto que piensa, razona y siente. En su inteleccin, revelar la propia naturaleza humana es una premisa para cultivar la independencia personal y fomentar valores que cualifican lo humano. Bondad, decoro y orgullo de ser como se es, exigen conocimiento, ciencia y prctica, pero no se reduce a ello, pues sin cultura de los sentimientos, tal y como ensearon Varela, Luz y Mendive, entre otros, no es posible realizar proyecto humano alguno. De ah la necesidad de la ternura que hace tanta falta y tanto bien a los hombres.[7] Es una axiologa que sin reducirse al psicologismo, ni al intelectualismo, ni al pragmatismo utilitarista, integra, en los valores, razn y sentimiento, ciencia y conciencia, teora y prctica. Esto en gran medida explica el porqu los valores en Mart ms que llegada son camino, proceso, devenir humano, realizacin y proyeccin de fines, en resumen, dignificacin de la condicin humana. No slo Mart anuncia valores y atributos cualificadores de su existir y desenvolvimiento, sino adems establece normas y principios reguladores de su devenir. En esta empresa, los valores tico-morales adquieren un lugar jerrquico especial, prioritario, en relacin con los restantes valores humanos. Hay en la axiologa martiana un fuerte acento tico, lo que no significa, en modo alguno, una total reduccin. Es indudable la organicidad y coherencia presente en la axiologa martiana. Es cierto que junto al proceso ininterrumpido de evolucin de su pensamiento, su concepcin de los valores ascendi en concrecin y definiciones. Sin embargo, desde su juventud, bajo la influencia de la tradicin cubana se va a gestar un enfoque nuevo sociocultural, de corte antropolgico, de los valores que culmina con la concepcin del quehacer humano como hecho cultural de las grandes masas. Esto le posibilita concebir los valores como valencias sociales insertas en la cultura y la historia, as
como privilegiar y determinar la dimensin tico-moral como ncleo integrador de la axiologa en toda su plenitud y despliegue. Para Mart, si los valores en su generalidad conceptual refieren al ser de las cosas para el hombre, en tanto modo de existencia de sus necesidades e intereses, los valores tico-morales, no slo expresan el ser, sino el ser en su esencialidad humana, y por ello poseen mayores posibilidades para transitar al deber-ser, para realizar lo verdaderamente humano del hombre y la sociedad. l est consciente, porque lo vive, lo piensa, lo razona y lo siente, que sin una fuerte carga de eticidad, los restantes valores con sus respectivos atributos cualificadores, no realizan el proyecto humano, resultan estriles. Como la axiologa martiana emana de una concepcin integradora, fundada en la cultura, los valores en que deviene, le son consustanciales y resultan expresiones suyas, en tanto resultado de la actividad humana y medida de su desarrollo. Esto le posibilita revelar lo social y lo individual, en su interaccin recproca, incluidos los eslabones mediadores en que transcurre el proceso. En este sentido, atribuye un papel esencial a la accin humana y a la educacin, la cual Mart no reduce slo a la escuela, sino que la extiende al trabajo, la familia y, en fin, a la sociedad. Si bien destaca y exalta la naturaleza social del hombre y sus valores, tambin reconoce lo individual del hombre pero siempre visto como proyecto y proceso que de una forma u otra, refleja las circunstancias sociales en que se desarrolla. El Mart que conocemos, axilogo por antonomasia, no surge por generacin espontnea. Su discurso que integra, en unidad inseparable, misin y oficio, aunque como problema central la ley del progreso humano, la ascensin del hombre, su trascendencia, encuentra en los valores vas de acceso y cauces culturales de revelacin y cultivos humanos. Tanto su oficio de artista, creador y maestro, como su misin, encarnada en un ideal de redencin humana, determinan en gran medida el fundamento axiolgico de su pensamiento.[8]
Retomando el concepto concepcin del mundo, es preciso aclarar que los criterios y nociones de la axiologa tica siempre forman parte de la concepcin del mundo, incluso puede afirmarse que son uno de sus componentes ms importantes. Eso se ha evidenciado en la misma medida que han ido desprendindose del saber propiamente filosfico mbitos ms concretos de la ciencia y que dentro de la propia conciencia social y filosfica se han operado una serie de diferenciaciones de sus distintas formas. As van apareciendo distintas esferas o regiones de especializacin y el propio concepto de concepcin del mundo va adquiriendo cada vez ms una diversidad de planos y matices distintivos. An mantenindose como ncleo terico de la concepcin del mundo, la filosofa comenz a compartir estas funciones cosmovisivas con otros modos de reflejar la realidad como la conciencia poltica, jurdica, moral, esttica, cientfica, religiosa y con otras disciplinas afines al pensamiento filosfico, precisamente, por la amplitud con que abordaban la realidad y por el papel que cumplan en la vida del hombre y de la sociedad. De modo que la tica alcanza su propio sentido especfico en el mbito de la concepcin del mundo, pues su base se configura precisamente a partir de ideas generales sobre la naturaleza, la sociedad y tambin sobre el hombre, su conciencia y su conducta moral. En el quehacer actual este sistema incluye ideas y valores morales y tambin las concepciones ticas que la explican y fundamentan. Por eso, el propio aspecto valorativo de la tica es reflejo y producto del carcter valorativo de la conciencia moral y, tanto uno como otro aspecto, aproximan la tica a la axiologa, es decir; al quehacer filosfico que estudia especficamente los valores, su origen, estructura, clasificacin, esencia y funcionamiento en distintos mbitos de la vida social. Esta dialctica se expresa en el hecho de que los seres humanos establecen relaciones con el medio natural y social en que ellos se desenvuelven y, a travs de su actividad productiva, intelectual, artstica, deportiva y otras, se ponen en contacto con objetos materiales e ideales (un producto tangible, una cualidad de la personalidad,
una concepcin, un sentimiento, etc.). En este proceso de la actividad humana, en permanente comunicacin social, surgen en el ser humano necesidades materiales y espirituales, que al concretarse en objetos materiales y espirituales que las satisfacen, se convierten en valores. Los valores se forman en el proceso de socializacin bajo la influencia de diversos factores (familia, escuela, medios masivos de comunicacin, organizaciones polticas, sociales, religiosas, etc.) No son inmutables ni absolutos, ya que se tornan vulnerables porque su contenido puede modificarse por circunstancias cambiantes y pueden expresarse de manera diferente en condiciones concretas tambin diferentes. En la medida en que los seres humanos se socializan y la personalidad se regula de modo consciente, se va estructurando una jerarqua de valores que se va haciendo estable, aunque puede variar en las distintas etapas de desarrollo. Los valores son significaciones sociales positivas que poseen las cosas, las personas, etc. Dicha significacin se refiere al grado en que se expresa el progreso y el redimensionamiento humano en cada momento histrico o circunstancia particular. Son cualidades reales externas e internas al sujeto. Al decir de Xavier Zubiru:No es un objeto, ni una persona, sino que est en ellas.[9] Como importantes formaciones motivacionales, los valores no se ensean, no se insertan, ni se trasmiten de una personalidad a otra; aunque indiscutiblemente es innegable la influencia de un modelo digno de imitar. Los valores, por el contrario, se educan, se forman, hasta llegar a convertirse en convicciones y luego revelarse en conductas en el proceso de su vida personal y profesional. Ms que teorizar sobre los valores, nos preocupa encontrarlos, cultivarlos en la conducta del hombre como medio de ascensin humana, para revelar un conjunto unitario de cualidades humanistas, coherentemente estructuradas en torno a la persona, su razn de ser y los modos de conducir la creacin de condiciones sociales favorables, ya que los valores son tambin modos esenciales del devenir del hombre
en su naturaleza social, integrados en la cultura, a manera de formas de existencia del ser humano y sus necesidades materiales y espirituales. Si pretendemos formar valores, partiendo de la intuicin hipottica de que estos se revelan en la actuacin del sujeto en su vida personal y profesional, debemos sustentarnos de las cualidades morales positivas[10] porque son las que devienen en valor. Esta idea es muy importante, ya que compartimos la opinin de que no es posible la construccin de nuevos valores si no tomamos en cuenta el desarrollo de cualidades morales positivas, pues el hecho mismo de que el individuo en todo el proceso de su formacin, juzgue la importancia de poseer cualidades como humanismo, patriotismo, lealtad, honradez, solidaridad, etc., por encima de las de egosmo, traicin, deslealtad, deshonestidad; as lo confirma, al constatarse en la prctica la inclinacin a desarrollar ms las primeras que las segundas, en las que se pone de manifiesto el desprecio y el rechazo, por los integrantes del grupo o el colectivo, segn sea el caso que nos ocupe. As, los valores, encarnados en la cultura, constituyen el contenido esencial del ideal de racionalidad humana puesto de manifiesto en el conjunto de ideas o de creencias de alguien que siempre luch por alcanzarlos. Se trata de una axiologa de la accin, en el decir de Cintio Vitier, que va a la raz del hombre porque sabe de su grandeza interior; de una eticidad concreta que busca el hombre futuro en el hombre actual, con sorprendente consagracin, animada por una tarea fundada en el pueblo, cuyo resultado identifica la belleza con la humanidad y la virtud con el nico bien, que solamente reside en la felicidad. En el paradigma[11] que sustentamos, los valores ticos y polticos se integran en un nivel tal de concrecin que prcticamente se identifican. Por eso, ms que encarnacin individual, son conciencia de su necesidad y eficacia. Esto impregna optimismo, fuerza y vitalidad al proyecto que emprendemos, como expresin de nuestro pueblo que lo siente. La existencia de un sistema de valores conformados en la cultura, hechos conciencia, como valencias sociales expresados en trminos
ideopolticos, matizan una idea, configuran un ideal, que impulsa, orienta y regula el hacer prctico-espiritual en la realidad que nos embarga. Este paradigma, marcado por su visin del mundo, del hombre, por la experiencia cubana y, sobre todo, por su sabidura poltica, traza caminos, crea confianza, cultiva razn, sentimiento y prepara a las nuevas generaciones para realizar el ideal de nuestra nacin. Los valores tico-morales penetran lo poltico, hasta concebirlo como empresa cultural humana de las grandes masas. Lo tico y lo esttico, encarnando racionalidad conceptual propia, imprimen una determinada especificidad a la axiologa, ya que su vinculacin estrecha en los marcos de una concepcin unitaria de la cultura, en tanto resultado de la actividad humana y medida del desarrollo del hombre y la sociedad, abren perspectivas nuevas para acceder a la realidad humana y conformar un ideal de racionalidad, como proyecto formador que integra y sustancia el sistema orgnico de la bondad, la verdad, la belleza y, junto con ello, la virtud, el amor, la valenta; as como, la felicidad, la justicia, la razn, la libertad; en fin, la dignidad plena del hombre. La insercin de los valores en la cultura, hecho que (en opinin de mi tutor), ya casi nadie niega;[12] as como la concepcin de esta ltima como resultado social del pueblo, funda una idea nueva que determina una connotacin especial que se pone de manifiesto no slo en la relacin tica-poltica, sino adems, en la relacin tica- esttica y sus mediaciones. Nuestra concepcin de los valores, penetrada de un sentido de lo real e histrico, la expresamos como un proceso que evita que los pensemos y abordemos como arquetipos o a priori, sino como hacer humano. Por eso la bondad no es tal, porque es algo presupuesto como verdadero, sino porque es buena en la praxis social. La belleza no es tal en tanto establecida externamente, sino en tanto accin bella dimanante del comportamiento humano. Al igual que la verdad no es tal, como esencia vlida en s misma, sino como expresin de la realidad para el hombre. Esto no es practicismo, ni negacin de lo universalmente dado, sino sentido prctico-valorativo,
que busca, encuentra y proyecta los valores en el hombre, haciendo historia, en su accin y en la cultura, en que toma cuerpo. Este concepto de buscar los valores en la realidad, en su despliegue, como devenir cultural, en y por el hombre, como sujeto social; explica el sustrato tico- moral de la esttica y poltica encarnada en la tradicin humanista cubana, ya que los motivos de carcter artstico siempre aparecen vinculados a la conducta cvica del hombre, en prceres como Jos Mart, en quien subyace un mensaje de carcter moral, al abordar la esencia y las formas de creacin humana con arreglo a las leyes de la belleza, porque su motivo central es el hombre en toda su integridad. l sabe que la belleza en s, aislada del verdadero ser existencial del hombre, resulta superflua, estril. En Mart la belleza externa, desvinculada de una cultura de los sentimientos, fundada en el amor y la bondad, no constituye un valor definidor de la naturaleza humana. Una persona, aunque bella externamente si no es portadora de sentimientos nobles, de solidaridad humana, desinters, justicia y dignidad personal, no se realiza como hombre, genricamente hablando y su conducta resulta rechazada por la propia sociedad en que vive. Al maestro, sin soslayar otros problemas, le interesa el hombre, su subjetividad en relacin con la naturaleza y la sociedad. Esto confiere a su filosofa un sello especial. Los valores, los ideales, se reiteran en toda su obra, pero no al margen de su conocimiento y la prctica social. Cree en el hombre, en los valores. La verdad, el bien y la belleza, adquieren en l una sustanciacin tal que devienen entes, en unidad indisoluble y relacin recproca. Ama la verdad por sobre toda las cosas y cree en los valores universales y en la forma de afianzarlos a travs del amor. Esto imprime optimismo a su concepcin del hombre y del mundo, as como medios para analizarlos y cambiarlo. En la Edad de Oro, obra martiana dedicada a formar hombres creadores, con ciencia y con conciencia, la intencin del maestro se hace patente. El nio -escribe Mart- ha de trabajar, de andar, de estudiar, de ser fuerte, de ser hermoso: el nio
puede hacerse hermoso aunque sea feo; un nio bueno, inteligente y aseado es siempre hermoso. Pero nunca es un nio ms bello que cuando trae en sus manecillas de hombre fuerte una flor para su amiga o cuando lleva del brazo a su hermana para que nadie se la ofenda.[13] Es perfectamente comprensible que en este lenguaje simple, sencillo, para nios, el mensaje tico-humanista no falta. Cmo formar al hombre como sujeto, con ciencia, creatividad y con conciencia, si no se cultiva lo esencialmente humano: el sentido del deber, la bondad, el amor al trabajo, en fin la sensibilidad humana, capaz de transformar lo feo en bello? Ms que un simple mensaje es una clave cultural paradigmtica, que con visin preclara y de meridiana lucidez, deviene obra fundadora. Las cosas buenas -dice Mart a los nios en el ltimo nmero de la Edad de Oro- se deben hacer sin llamar al universo para que lo vea a uno pasar. Se es bueno porque s; y porque all adentro se siente como un gusto contina Mart, identificando lo moral con lo esttico cuando se ha hecho un bien, o se ha dicho algo til a los dems. Eso es mejor que ser prncipe; ser til. Los nios deban echarse a llorar, cuando ha pasado el da sin que aprendan algo nuevo, sin que sirvan de algo.[14] Con esto, Mart, no slo evoca y predica la necesidad de sembrar y cultivar humanidad en el hombre para que nazca, eche races y se multiplique, sino adems, funda una cultura de los valores, imprescindible para la convivencia social y para el propio despliegue de las energas creadoras que el hombre lleva en s y desarrolla en funcin de la sociedad. As, refiriendo a Buda, ensea a los nios que, () no se ha de reposar hasta que el alma sea como una luz de aurora, que llene de claridad y hermosura al mundo, y llore y padezca por todo lo triste que hay en l, y se vea como mdico y padre de todos los que tienen razn de dolor: es como vivir en un azul que no se acaba, con un gusto tan puro que debe ser lo que se llama gloria y con los brazos siempre abiertos.[15]
Es que en Mart se capta el bien y la esfera humana en general como medio y fin que supone e impulsa la voluntad, y toda la subjetividad humana en el devenir social. Los valores morales devienen motivos catalizadores de creacin, originalidad y proyeccin. Es como si los valores ticos y tambin estticos se fundieran en un todo nico, nterconexionado, al igual que los restantes valores como componentes de la cultura. La plasmacin de la axiologa como conducta, inserta en la cultura en todos sus componentes estructurales (valores) y sus expresiones jerrquicas, no resulta una tarea fcil. Nosotros estamos conscientes de ello, y por eso damos razones de la necesidad de que los valores morales se conciban como medios, y fines intrnsecos al devenir humano, como mviles de perfeccin del hombre. Con esto, el bien, el deber, no aparecen slo como mandatos de la razn, como a priori, sino que su realizacin y proyeccin deben asumirse con satisfaccin, con gusto, deseo, pasin, amor y con espritu de consagracin. Por eso deben mover y despertar sensibilidad, que es al mismo tiempo encontrar belleza, placer por la accin o el deber cumplido; de lo contrario no deviene cultura diaria, ni norma de actuacin, ni se encarnan en conviccin. De ah la necesidad de comprender la dimensin del devenir humano como hecho cultural, como empresa eminentemente moral, porque incluso, las expresiones polticas, jurdicas, etc., si se fundan en la cultura y son expresin autntica del pueblo, resultan bellas, despiertan sensibilidad y gusto esttico. Se debe tratar de develar en la realidad, sobre todas las cosas, humanidad, que es al mismo tiempo encontrar el lado bueno a las cosas; es decir, descubrir bondad y belleza en los actos humanos y asumir lo bueno, lo justo, lo heroico, como manifestaciones bellas a plenitud, en tanto realizan la naturaleza social humana.
En este sentido, la accin esencialmente humana es heurstica[16] y adquiere una dimensin esttica, porque slo lo que del alma brota..., en elocuencia, en poesa, llega al alma.[17] No son renglones que se suceden, sino valores que penetran la razn y los sentimientos porque nacen del hombre y su entorno social y son apropiacin humana; encontrando recepcin porque despiertan sabidura, conceptos e ideas humanistas. Con ello se convierten en resortes para la accin y nuevos modos creadores y originales de aprehensin. Esta concepcin de integrar los valores en la cultura, asumida del quehacer martiano como produccin del hombre, en funcin de la sociedad, sienta premisas terico-metodolgicas para establecer jerarquas y niveles en cuanto a determinaciones del quehacer humano se refiere. La unidad indisoluble entre lo tico y lo esttico y el lugar que ocupan en los marcos de la axiologa, responden en gran medida a la necesidad de formar hombres de pensamiento y accin, capaces de unir en su diario hacer misin y oficio. Hay que comprender los valores, hacerlos concretos en el instante mismo en que se traen al quehacer humano-social, y se le trasmiten sentido prctico, razn, inspiracin y sensibilidad. Por eso, al revelarlos y cultivarlos no podemos convertirlos en entes abstractos, sino integrarlos a una cultura de la razn y los sentimientos, consustancial al despliegue humano. Esta proyeccin implica no slo invocar y buscar valores humanos, sino descubrirlos; pero en un encontrar, que es ms que todo un ininterrumpido trnsito del ser al deber-ser, como proyeccin humana, como remisin a la imaginacin y a la creatividad cultural del hombre. En esta direccin no interesa tanto qu es el hombre y cules son sus valores, sino ms que todo cmo deviene el hombre y su naturaleza humana constituida en un sistema de valores dinmicos, fluidos, en tanto expresin social. Slo a partir de esta concepcin, los valores adquieren trascendencia y vigencia. Trascienden porque son valencias sociales y formas aprehensivas de conductas sociales hechas cultura.
Esto no significa la existencia de una actitud nihilista hacia los valores universales, ni una concepcin, pragmtico-utilitarista de los mismos. Todo lo contrario, en la axiologa hay optimismo y como humanistas que confiamos en el hombre, en sus posibilidades de perfeccionamiento, lo percibimos; pero no con un optimismo exacerbado que soslaya los atributos negativos de las acciones y conductas humanas. Estos atributos son asumidos de modo crtico y estigmatizados, al mismo tiempo, como no inherentes a lo verdaderamente humano y como males que no se integran a la cultura. Sin embargo, no basta con criticar el mal, sino adems y sobre todo, proclamar el bien y cultivarlo para que prevalezca, as como actuar con respeto y humanidad para no herir sensibilidades. Cuando se le ofende al hombre su decoro y dignidad que es al mismo tiempo vejar su integridad, ms que cultivar en l el bien, lo bello, lo verdadero; valores permanentes de su existencia, se mata su naturaleza. Se trata entonces de obrar con humanidad para que crezcan y se impongan sobre la maldad, el egosmo y todo lo que lo deshumanice. La bondad, la verdad, la belleza, la virtud, el amor y la valenta, no resultan cualidades positivas abstractas o separadas de la realidad y la poca en la cual vivimos; por eso, evocamos el bien y buscamos las causas y los medios para transformar el mal en pos de la libertad y la dignidad del hombre, demostrando la validez de estas cualidades, al regir la integracin de la conducta axiolgica en la sociedad humana.
Bibliografa
Fabelo,
J.R.
(1989):
Prctica,
Conocimiento
y
Valoracin.
Ed.
Ciencias
Sociales,
La
Habana
Marinello,
J.
(1973):
Creacin
y
Revolucin.
Instituto
Cubano
del
Libro,
La
habana,
p.
28.
Mart,
J.
(1963):
Maestros
ambulantes.
En:
Obras
Completas
t.
8,
p.
289.
Editorial
Nacional,
La
Habana.
Mart,
J.
(1964):
La
Edad
de
Oro.
En:
Obras
Completas
T.18,
p.
301.
Editorial
Nacional,
La
Habana.
Mart,
J.
(1964):
Un
paseo
por
la
tierra
de
los
Anamitas.
En:
Obras
Completas
T.18,
La
Edad
de
Oro.
Editorial
Nacional,
La
Habana.p.
466.
Mart,
J.
(1963):
carta
a
Jos
Joaqun
Palma.
En:
Obras
Completas,
T.
5,
p.
94.
Editorial
Nacional,
La
Habana.
Rodrguez,
Z.
(1985):
Filosofa,
Ciencia
y
Valor,
Ed.
Ciencias
Sociales,
La
Habana.
Citada
por
Pupo
Pupo,
Rigoberto
(2004):
Identidad
y
Subjetividad
Humana
en
Jos
Mart.
Editado
por
la
Universidad
Popular
de
la
Chontalpa,
Tabasco,
Mxico.
Sorshankov,
V.F.
y
V.V.
Grechanii
(1985):
Significado
Filosfico-Metodolgico
de
la
problemtica
de
los
valores.
En:
Sorshankov,
V.S.
y
V.V.
Grechanii
El
hombre
como
objeto
del
conocimiento
filosfico,
Ed.
Pueblo
y
Educacin,
La
Habana,
pp.
48-67.
Tortol
Fernndez,
Sonia
y
Felicia
Ibez
Matienzo:
Identidad
y
Cualidades
Morales.
Reflexiones
para
su
reconceptualizacin.
En:
Op.
cit.,
(2)
pp.
57-72.
Zubiru
Xavier
(1986):
Sobre
el
hombre.
Editorial
Alianza,
Madrid,
p.
37.
Notas: [1] En esa misma direccin puede verse de Rodrguez, Z. (1985): Filosofa, Ciencia y Valor, Ed. Ciencias Sociales, La Habana. Esta obra constituye una contribucin en la profundizacin de la especificidad del saber filosfico y su relacin con la ciencia y las restantes formas valorativas de la conciencia social. Citada por Pupo Pupo, Rigoberto (2004): 2004): Identidad y Subjetividad Humana en Jos Mart. Editado por la Universidad Popular de la Chontalpa, Tabasco, Mxico, Pgs. 178-179. [2] Al respecto, recomendamos la lectura de: Fabelo, J.R. (1989): Prctica, Conocimiento y Valoracin. Ed. Ciencias Sociales, La Habana; y de Sorshankov, V.F. y V.V. Grechanii, su trabajo Significado Filosfico-Metodolgico de la problemtica de los valores. En: Sorshankov, V.S. y V.V. Grechanii (1985): El hombre como objeto del conocimiento filosfico, Ed. Pueblo y Educacin, La Habana, pp. 48-67. [3]Pupo Pupo, Rigoberto (2004): 2004): Identidad y Subjetividad Humana en Jos Mart. Editado por la Universidad Popular de la Chontalpa, Tabasco, Mxico, P.181. [4] Marinello, J. (1973): Creacin y Revolucin. Instituto Cubano del Libro, La habana, p. 28. [5] Tesis con la que Juan Marinello alude a lo amoroso, y Rigoberto Pupo hace extensiva a todos los valores en la comprensin martiana. Este criterio, que segn el mismo Pupo, dimana de las investigaciones realizadas sobre la obra martiana en su totalidad, no significa que lo considere una verdad absoluta. [6] Mart, J. (1963): Maestros ambulantes. En: Obras Completas t. 8, p. 289. Editorial Nacional, La Habana. [7] Ibdem. [8] Pupo Pupo, Rigoberto (2004): 2004): Identidad y Subjetividad Humana en Jos Mart. Editado por la Universidad Popular de la Chontalpa, Tabasco, Mxico, p. 230. [9] Zubiru Xavier (1986): Sobre el hombre. Editorial Alianza, Madrid, p. 37. [10] Para profundizar, vase a Tortol Fernndez, Sonia y Felicia Ibez Matienzo: Identidad y Cualidades Morales. Reflexiones para su reconceptualizacin. En: Lpez Bombino, Luis R. (2002): tica y Sociedad, Tomo I, pp. 57-72.
[11] No concebimos el paradigma solamente en la acepcin terico-cientfica, como conjunto de ideas, teoras, creencias y opiniones que comparten los miembros de una comunidad cientfica, segn nos refiere Thomas S. Kuhn; sino adems incluimos en l las esferas de las restantes formas valorativas de la conciencia social, pues el hombre no aprehende la realidad slo a travs del conocimiento. Por tanto, es posible referirse a un paradigma cientfico, tico, esttico o humanista que integra varias facetas de la condicin humana. [12] Existen criterios dismiles en la jerarqua y determinaciones dentro del todo cultura. Algunos dan primaca a uno respecto del otro, en funcin de su concepcin del mundo y otras condicionantes. [13] Mart, J. (1964): La Edad de Oro. Op. Cit., (6) T.18, p. 301. Editorial Nacional, La Habana. [14]Ibdem. P. 455. [15] Mart, J. (1964): Un paseo por la tierra de los Anamitas. Op. Cit., (6) p. 466. [16] En el sentido de la bsqueda perenne de potencialidad humana, y despliegue creador de su ser esencial en los marcos de la cultura en que se afirma y adquieren existencia real los valores. [17] Mart, J. (1963): carta a Jos Joaqun Palma. En: Obras Completas, T. 5, p. 94. Editorial Nacional, La Habana. Jorge Valmaseda Valmaseda De Revelacin Axiolgica y Formacin Humana