Guffroy. El Arte Rupestre Del Antiguo Peru
Guffroy. El Arte Rupestre Del Antiguo Peru
Guffroy. El Arte Rupestre Del Antiguo Peru
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Fig, 2: Cuadro cronal6gico y ubicaci6n temporal probable de algunos yacimientos
con ([rte rupestre
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Fig. 3: Ubicacin de los silios con pinluras rupestres cilados en ellexlo
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que analizar delenidamenle los datos a nuestra disposicin. Siendo la ms
(;onocida y Llna de las mejor eSludiadas, empezarernos pm la cueva de Toquepala.
ubicaJa en el deparlamento d ( ~ Tacna, en la cual parte de las fguraciones son
pel'fectos ejemplal'es de este esli 10 natura 1isla.
LA CUEVA DE TOQUEPALA
El yacimiento cOl1ocido hajo el nomhre Je Toquepala se encuenlra en la
provincia y Jcpartamenlo de Tacna. a una altilud de 2 800 m.s.n.m. Comprende
una cueva. conociJa tambin como "la cueva dei diahlo". y un ahrigo rocoso,
uhicados en uno de los flancos Jel Cerro ]uancanane CranJe, encima de la
quehrada La Cimarrona.
Seguiremos aqui la descripcin dada por ]. MueJ1e y It Ravines (1986:
59): "Geogrficamenle se ubican en las eslribaciones col'diJ1eranas Je la yunga
costera... La hoca de la cueva (Ta1-1) liene la forma de un lringu10 l'eclngulo
de 7,80 m de base y 2,40 111 de alto, esl orientada sensiblemente al lIorte y
siluada en una parle donde el derrame que la alherga es excepcionalmenle
acantilado... Sus dimensiones maximas son: 10 111 de largo. 5 cie ancho y :3 de
allo. El piso Je la cueva, an les de ser excavado, presenlaha una nOlable elevaci6n
hacia el interiOJ... El veslfhulo es corto, casi piano e interrumpido I)ruscamenle...
El ahrigo (Tai - 2) 10 constituye una oquedad lenticular alargada que se eleva
ligeramente hacia el norle. Esla ubicado al coslado este de la cueva y en la hase
dei rnacizo... La altura rnxima dei alero exterior fue de 4,65 m. La rrofunJidad
lOlal de la planla. de 5.30 m. La altura maxima cie la boca, Je 1,40 m".
I ~ s l e silio se encuentra cerca de un imporlanle asienlo minero explotado
desde J955 pOl' la "Southern Peru Coppel' Corporation". Fue descuhierto pOl'
obl'eros a fines de la dcada deI 50 y fue un empleado de la misma empresa
qui en realizo el primer sondeo en la cueva, en ] 963. Nuevos esludios y
excavaciones fueron efectuados entre 1963 y 1964, bajo la direccion de]. Muelle,
tanto en la cueva como en el abrigo.
Planta de la cueva
de Toquepala e rinturas
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Fig. 4: Planta de la cu.eva de Toquepala y emplazamiento de las pintums
(Segun Muelle )' Ravines, 1986: 56)
En la cueva (Fig. 4), el relleno, de un espesor de 1,70 m, se componfa de
capas de basura arqueologica con intercalaciones de estratos estriles de arena.
Sin embargo, los vestigios asociados a estos estratos culturales son escasos )'
esencialmente agrupados en los esLratos medios 4 y 5. Es para nosotros de suma
imporLancia la presencia de dos palillos -"... delgadas ramitas en uno de cu)'os
exLremos se ha enrollado un mechon de lana, que muestran restos evidentes del
pigmento rojo marciano" (Muelle, 1969: 191)-. POl' mala suerte, Jas condiciones
de recoleccion ("... dos pi nceles que se recogieron posteriormenLe en 1964, en
la mis ma excavacion de Gonzalez" [realizada a principios de 1963]), y pOl' 10
Lanto su posicion estratigrafica, no parecen muy seguras. Lo que podrfa explicar
el hecho de que estos objetos, aunque aLrjouidos par 1. Muelle y R. Ravines
(1986: 59) a los estratos 4 y 5, aparecen en varias otras publicaciones como
asociados a los mas anLiguos niveles (estrato 10), fechados en 9 580 +/- 160
afios a.P. En base a los datos publjcados, la primera atribucion, presentada pOl'
el autor mismo de la recoleccion, parece la mas fundada.
27
De los estratos 3, 4.5,7 Y8 provienen tambin (Ravines, 1967-68: 316)
ocho lascas de tamano medio, de caras aplanadas, pintadas pOl' una sola cara.
Slo una (estrato 3) l]eva representaciones figurativas pintadas de negro gue
representan 5 camlidos superpuestos corriendo en unmismo sentido. Las demas
muestran manchas circulares, a veces concntricas, de color negro y rojo. Podrfa
lratarse de paletas, aunque el color negro es poco empleado en esta cueva. Para
R. Ravines (ibid), podrfan tener la funci6n de ofrendas.
Los vesligios cullurales son mucho ms numerosos en el sue]o deI abrigo
cercano, gue parece haber tenido una ocupaci6n ms importanle. Allf fueron
enconlradas cinco capas arqueolgicas que, seglin.J. Muelle (1969: 192), senalan la
exislencia de Ires niveles culturales sucesivos. En el ms anligl.lO (estralo 5), aparecen
puntas de proyeclil foliceas, muy sel11ejantes en sus detalles a ciertos especfmenes
deI area chileno-boli viana. asf como raspadores escotados y hUliles. En los estratos
medios se enconlr punlas de proyectiles de mayor tamano. caractersticas deI tipo
Viscachani deI Altiplano (eslralo 4), asf como punlas romboidales de lados asimtricos
asociadas con puntas /liaceas pedunculadas de bordes finamenle denlados (estrato
3). En estos mismos niveles, han aparecido numerosos fragmentos de conchas mari-
nas de los gneros Concholepas y Au1acomia. En el nivel superior abundan los
arlefactos denticulados; hay machacadores y puntas de proyeclil pequenas de lados
convexos, hase escolada y aletas inclinadas hacia el inlerior. Estos liltimos restos
estan asociados con pedazos de canasta y cOITesponderfan a las liltimas culturas
preceramicas de la zona.
El problema deI fechado de estos vestigios no parece estaI' perfectamente
Entre las cinco fechas radiocarb6nicas obtenidas (Muelle y Ravines,
1986: 60), dos -muy rcanas (9 580 +/- 160 anos a.P. y 9 490 +/- 140 anos
a.P.)- provienen de] estrata inferior de la cueva principal y no tienen asoctaci6n
directa con vestigios de ocupacin humana. Entre todas las excavacianes, una
sola pieza (punl<l de proyectiI de base pedunculada) fue obtenida en este nive!.
Si eslas fechas perl11iten fijar a priori una antigedad maxima de siete mil
quinientos anos a.c.. no existe evidencia de relacin con las pinturas, que podrfan
mas bien haber sido realizadas en olros momentos de ocupaci6n, coma los
representados en los niveles intermedios, que son de mayor importancia y
contienen mas vesligios significativos. Las otras Ires fechas obtenidas para este
sitio sOlllambin rnuy cercanas entre ellas: 5930 +/- 110 anos a.P.. 5600 +/- 85
ai'ios a.P. y 5 160 +/- 80 anos a.P. No se sabe si provienen de la cueva a deI
abrigo, y se desconoce su eslrato de procedencia. Parecen indicar sin embargo
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una ocupaci6n repetida dei yacimiento duranle el cuarlo milenio anles de nueslra
Era, 10 que representa -coma mnimo- una segunda fecha posible para las
figuraciones. Antes de disculir sobre estos datas de gran importancia. que
deberfan permiti mos ubicar con mayor precision a los aulores de las pinturas en
su ambito social y cultural, es necesario presentar las rnanifestaciones rupestres
presentes en este sitio y sus relaciones.
Las figuras pintadas en Toquepala
Ante todo, debemos indicar que no conocemos personalmente dicha cueva,
condici6n necesaria para Lina descripci6n exacla de las figuras allf representadas.
Hemos utilizado como material iconogrfico los calcos realizados par P Bojas Ponce
y publicados por]. Muelle y R. Ravines (1986). asf como las fotograflas en hlanco y
negro que acompanan esle texto y los trahajos de]. Muelle (1969:1972).
Las fguras pinladas, en nmero mayar de cincuenta, eslan agrupadas en
seis seclores, en el casa de la cueva (Fig. 4) Ydos en el abrigo. A pesar de lener
espacios vados. las fguraciones parecen arnontonarse en estas paneles. Veremos
en el analisis poslerior que exislen claramente algunas escenas basicas a las
cuales fueron agregadas, en varias poc:as. otras figuras. en relaci6n 0 sin relacin
con las primeras. Todas tienen un tamano reducido. no mHyor de 20 cm en el
casa de los animales. ni cie IO cm para los homlJres. Eslan pintadas en siete
colores: dos lonos de raja. dos tonos de alllHrilla. verde. h1anco y negro. Cada
uno e estas colores podrfa corresponder a un episodio parlicular separaclo de
los demas por un liempo que puede variar entre unas haras)' varios rnilenios.
POl' Jo tanto, para entender el significado de las represenlaciones. cada episod io
tenra que sel' eSludiado por sf mismo y pueslo en relaci6n cronol6gica con los
demas. Algunos de eUos parecen estar relacionados y se insertan en las escerHls
mas antiguas. otros dan la impresin de ser relativamente independientes.
El panel B: las figuraciones en rojo marciano
Las primeras riguras que parecen haber sido pintadas en la cueva. con
pigmentas de tono raja marciano, son tamhin las mas nUlllerosas y tienen un
estilo mu)' particular. Las representaciones de] panel 13 de la cueva (Fig. 5) dan
un buen ejemplo de los temas tratados en aqueJJa poca. All, en la parte
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superior ciel panel, aparecen dos camlidos superpuestos, mirando hacia lados
opuesLos y con posLuras semejantes. El cuell10 es alargado y enLeramente pintaclo.
Los muslos son gruesos y bien dibujados: la rupLura enLre ellos y las patas
[lexionaclas esta claramente marcacla. Las pezunas no es Lan represenLaJas, 10
que da a las patas un aspeclo afilado parLicular. El cuello es largo y curvado
hacia ahajo. La cabeza sigue a continuacion sin mayor ruptura. Las dos orejas
ovaladas salen de la parle poslerior deI craneo. Uno de los dos animales (como
mnimo) tiene la boca abierta y la cola corla.]. Muelle (1969: 195) ha interpretado
la posicion Jel hocico, apoyado en Lierra, como destinacla a evitar la cafda que
poclrfa resultar deI estado cie agolamiento. Parecen tambin enfrentarse con un
ol)staculo invisible.
Debajo de estos dos animales, y siguiendo su eje cenlral. aparece
verlicalmente parado un lercer individuo pintado en el mismo estilo, pero con
diferencias nolal)les: las palas no eslan flexionaclas; el cuello esta en continuacin
deI cuerpo, pero parece presentaI' una ruptura con la cabeza: una raya lerminacla
pOl' Lina bolita sale de la !'rente del animal. Toclos eslos detalles suelen indicar
un animal muerlo. mataclo pOl' un proyectil. Allado ciel dorso de sle y en su eje
cenlral aparec:e. en tamailo recluciclo (J /3 Jel tamano Je los camlidos) una silueta
antropornorfa. aparenlemenle pintacla Jel mismo color que los animales. Las
dos piernas estan dihujadas con realismo, su parle inferior es representada pm
un trazo mas fino y los pies senalados por una pequena raya. Una pierna esta
hacia alras. en posicin cie caminar, y el cuerpo figurado par un lraza mas grueso
sin gue Ja cintura esl mal'caC!a. El cuello fino termina COll Ulla cabeza que
aparece como aplanada 0 subtriangular sohre los caicos. Da la impresion de sel'
ma] dibujada, y nolleva rnayores detalles. Un solo brazo esl represenLado.
Acaba pOl' un trazo arqueaclo, gue parece representar un objelo que el personaje
tiene [rente a l. Todo indica un hombre vislo de perfil caminanclo y llevando en
su mana un arco 0, menos probablemente, un baston.
Exisle pOl' 10 menos una gu inla figura gue pertenece con bastan le seguridad
a la rnisrna escena: ubicada a la izC]uierda de Jas fguras anleriores, corresponde
a un espacio alargado cercado pOl' lrazos paralelos con extrerniclades
sernicirculares. Esla diviclido pOl' clos rayas transversales: siendo dei mismo
lamano los dos espacios ubicados en las extremidades. El centra de esta figura
corresponde al mismo eje que cruza el animal muerto y eJ cazador. Podrfa sel'
lambin significaliva su division en tres partes en cuanto al numero de animales.
La sirnelrfa cie la cornposicion parece nOlable y refuerza la irnpresion de eslricta
organizacion gue se desprende de la escena. Sea esle el resultado de un aclo
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Fig. S: CaLco deL paneL B de Toque/mLa (segLin fi)J,ogmfLa J m/co de V Hoias
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31
consciente 0 inconsciente, la existencia de dos ejes perpendiculares sobre los
cuales se organizan Jas cinco figuras descritas, en dos pares ubicadas de una
parte y de la otra deI animal muerto, podrfa lraducir la exislencia de una eslruclura
subyacenle, que hara las eslructuras mticas.
Existen sobre el mismo panel otras figuras que aparecen en los caicos con
el mismo color, sin que se pueda asegurar que forman parte cie la escena anles
descrita. Corresponden a un grupo de cuatro animales de menor tamano que los
anteriores (cercano al tamano deI cazador), y ubicados debajo de elIos. Tres
estan corriendo. con la cabeza alta en el mismo sentido, mienlras que debajo de
elIos el cuarto esta representado al revs en una posicin relajada. que podra
sel' interpretada tambin como la de un animal muerto. Mientras las tres figuras
perifricas son parecidas a los camlidos mas grandes dibujados encima, la
figura central es bastanle diferente y podra corresponder a ot1"O animal
Sus palas estan representadas pOl' rayas paraleJas cortas. y el cuerpo pOl' una
sencilla raya. sin que aparezca el volumen de los muslos y de la barriga, como
en los de mas casos.
Al lado cie estos animales rue pinlada, tambin cie rojo, un ave rwqueia
esqucmatizada. vista de frenle, con las alas alargadas y la c:alwza perll.
segun un m()(lelo que encontraremos frecuentt'.menle enlre los fldrogl ifos. Parece
pm lo lanlo un poco fuera dei contexlo anles desc:rito y podrfa ser mas tarc!a,
aunflue nacla 10 diferencia. en los calcos, de los pequeios cam lidos que se
encuenLran a unos centfmelros de esLa figura. De esLar asociacla a las primeras
pocas de ocupaci6n de la cueva, sera uno rle los mas antiguos ejemplares de
esta figuracion. que ha tenido un amplio desarrollo posLerior en toda la regin
andina. finalmente. a la izquierda deI panel. estan representados sobre los caicos
en Lonos parecidos: unasilueLa antropomorfa, un animal sin patas y un sel' humano
visto de l'rente, con los brazos extendidos. La asociaci6n directa de estas
represenLaciones con la escena principal, a la cuaJ no parecen agregar elemenLos
nuevos. sin embargo no esta clara.
Panel B: las figuraciones en rojo c1aro, blanco, negro
Anles de analizar las fguraciones dei mismo esLilo y color presenLes en
otras parles de la cueva y deI ahrigo. con el fin de esLahlecer el posi hie sign iCicado
de esLas pinturas. es necesario describir las otras representaciones realizadas
posLeriorrnente en este mistno panel B.
32
En superposici6n a las anteliores aparecen en rajo mas clara varias figuras
de estilo muy dib'ente. SegUn 1. Muelle (1969: 196), se distinguen de las anteliores
-"trazadas al agua y con pincel fino"- pOl' sel' "hechas al dedo y con vehculo
gTaso". Tanto los personajes como los supuestos animales tienen un aspecto inacabado
o bOIToso. Los animales, vistos de pedil, tienen las piernas representadas por trazos
gmesos paralelos, sin indicaci6n de muslo 0 pata. En vaIi as figuras es difcil distinguir
los cuellos y las cabezas. En el panel B, un hombre en posici6n de caminar esta
superpuesto a la parte posterior dei camlido superior de la primera escena. Otra
figura se encuentra sobre la parte anterior dei mismo animal, cuyo cuello parece
estar retocado 0 duplicado. Una doble hilera de puntos ha sido tambin realizada,
con la misma pintura raja clara, en paralelo con la figura alargada antes descrita.
Estos elementos podrfan indicar la voluntad de poner en relaci6n estos dibujos con
los primeras, sin que se manifieste en el segundo casa ninguna similitud de estilo 0
dominio altfstico. Esta relaci6n se hace mas notable al analizar el panel C (Fig. 6),
donde el mismo color rajo claro ha si do empleado para agregar algunas figuras a la
composici6n inicial en rajo oscuro. Sin embargo, si bien estas siluetas aparecen en
los cakos y fotograffas recientes, existe una fotograffa en blanco y negTo (Muelle y
1986: fig. 6) deI mismo panel donde no aparecen estas figuras en rojo clara.
La nitidez de la fotograffa parece excluir un efecto de luz, 10 que indicaria que el
anadido (de colorrojo claro) se habrfa realizado en la poca modema. Nos es imposible
confirmar esta hip6tesis, y menos todavfa, extenoerla a todas las figuraciones de este
color, Sin embargo, tal atribucion explicarfa muy bien el carcter burdo de estas
figuras, as] como su ausencia de estilo y contenido proprio.
Otros visitantes realizaran sobre el mismo panel B, y en otras seetores,
figuras de color blanco que aparecen claramente superpuestas a las
representaciones en rajo marciano. Son tambin por 10 general de aspecto muy
tosco. En el panel B, representan: un animal esquematizado, con los miembros,
la cola y la caheza dibujados por medio de rayas; dos pequenos camlidos
corriendo: y un signo compuesto de tres rayas divergentes ubicadas al final de
un trazo ms largo. Este ultimo signo aparece, en otra parte deI sitio (Muelle y
Havines, 1986: fig 12), pintado de rojo allado de un camlido. Como 10 veremos
ms adelante, es comun entre los petroglifos.
Para acabar con la descripci6n deI panel IL debemos senalar la presencia
de cuatro figuras de otro estilo, cuya cronologfa relativa es diffcil de establecer,
aunque su atribuci6n a la poca prehispnica parece mucho mas probable que
en los dos casos anteriores. Representan, por medio de puntos y rayitas alineadas
pintadas de negra 0 marron oscuro, cuatro animales -al parecer de la misma
33
esv"ie- ubicados en dos sectores. El primero. que abarca la parte cnlric:a
deI].; Ilel, ya ocupada por la escena iniciaL comprende tres animales -clos
adlliith. un joven- vistos desde arriha. El animal cie la izquierda, flue es el mus
g r m ~ , , ( " liene las patas exlendidas por amhos lados dei cuerpo y volteadas hacia
atnt". Pequenas rayas afiladas se encuenlran ell sus extremidades as! como en
las d,':-i eXlremidades dei cuerpo, sin que se pueda distinguir, saJvo pOl' la posici6n
gelwrJI cie la figura y de las patas, la parle anterior de la parte posterior. El
cuer[l0 deI animal tiene tres bandas paralelas punleadas. La segunda figura,
paralela a la primera tiene la misma apariencia general y las dos parecen caminar
junlus. Se singulariza por la posicin de las patas c1elanteras, dobladas hacia
alnts y el dihujo que liene el cuerpo. La diferencia entre la caheza y la cola es
lamllin un poco ms obvia. Un tercer animal, mas pequeno, eslu ubicaJo al
lado de la caheza deI segundo. Todo parece caracterizar a tres animales de la
misma especie. de sexo y edad diferenles, caminando en una misma direccin.
Un cuarlo animal-dei mismo estilo y apariencia- esl represenlado de redil
en la parle superior deI panel. El cuerpo es semiovalado con la barriga plana.
Est en posicin de correr con las patas hacia atnis. La cabeza y la coJa esUln
represenladas por pequenas rayas y estn tambin poco diferenciadas, como si
el arlisla hubiera jugado con esla iclea de animal sin mayor diferencia enlre
parte delantera y parte trasera. La delerminacin de estos animales como
representacin de armadillos es la mas probable. aunque se ha propuesto tambin
una identificacin como reptiles. La lcnica empleada (figuracion por
alineamiento de puntos). muy particular, es tambin usada -coma la veremos
mas adelante- en una tradicin de petroglifos, difundida en toda la costa.
Hemos podido ver. con la descripcion de un solo panel de Toquepala. la
complejidad de un analisis detenido de este arte, as! como la diversidad de las
posibles interpretaciones. Para ampli al' la problematica. dehemos ahora analizar
las figuras presentes en otras paneles de la misma cueva. as como las oU'as
manifestaciones de este estilo naluralista existentes en el Peru. Sin embargo es
imposihle seguir presentando aqu! una descripci6n detallada de cada una de las
figuras y nos limitmemos a la exposicin de los puntos gue nos parecen esenciales.
34
Otras figuras pintadas en Toquepala
El analisis de los demas paneles presenles en esta cueva confirma las
primeras interpretaciones. Asf. enconlramos de nuevo en el panel C (Fig. 6) los
dibujos en rajo oscura -que parecen constiluir la composicion inicial- y los
dibujos en rojo clara y blanco, mas bUl'clos, agregados despus a la escena. Faltan
las represenlaciones en punteano negro, pero aparecen nuevas figuraciones para
las que se ha utilizado pigmentos de color verde y amarillo. La escena principal,
en rojo marciano. representa cualro animales y dos hombres. ne estilo parecino
a las figuras pinlaclas dei mismo color en el panel B. Tres de los camliclos estcin
en la posicin rie correr. Uno, ahora muy borrado, hace [renle a los homhres.
mienlras que los olros dos huyen. con el cuelJo en allo. Uno de ellos Liene unl
mya clavadl en la pierna. Un cuarto animal esla represenlldo verlcllmente y
parece yacer muerto en el suelo. Una raya irregullr se encuenlm en la palte
superior deI panel y liene tres semicrculos. l,os nos personajes, ubicados en
parle izquierda. estn vistos de pel{il. en posicion de caminar. No pmecenllevm
ningun lipo de arma. Sus cabezas esU\n represenladls por myas que Forman
como un hocico. En razn de su lspeclo poco humano.leron inlerpreladas, pOl'
J Muclle (ibid) y varios aulores. como de mascaras.
Ya hemos senalaclo la presencia. aJ Jado de los dos seres lnlropomor!os,
de clos personljes mas, pnLlclos en rojo clara. El hecho que aparecen en los
caicos. pero no en una Je las fologmffas publicadas (Muelle y Ravines, J9B6:
fig. 6) podra signifcar que se lmla de un anadido reciente. Lo que no parece ser
el casa de las figuras en verde -pinladas abajo de la escena principal y en olms
partes dfd PllleJ- que represenlan a animales y seres humanos. Enlre eslos
ullimos lparece unl Cigura parlicular, singularizada pOl' la presencia cie !'lYlS
cruzanclo el cuerpo. l l11anem de varios pares cie brazos, 0 de dll"clos. Parece que
hul)() en la cueVl. ll menos lres otras figuraciones senlejanles (Fig. Hd). Dos de
eJlas (pinllclas en marron 0 rojo obscuro) se uhican en la pllte derechl dei
lTliSITIO panel C. Ll mas grande esl muy malograda pOl' haner siclo rayada y
mUlilacla con un inslrumenlo cortante. y su forma precisa es difcil de reconstituir.
La cUll"la figura (ibid: fig. 9) -cuyo colo!' y ubiclci6n desconocemos- tiene
clararnenLe dibujado, debajo de los brazos, lres rayas delmismo largo alravesanclo
el cuerpo.
Fig. 6: Calen del panel Cde Toqu.efwla (segll1 Ml/elle y Ravines, 1986)
Se ha puhlicarlo (ibid.: 85) el calco de un ultimo panel (panel A) (Fig. 7). en el
cual aparece una escena comparable con las En este -en parte
maJogrario por el desprendimiento de la roca u otra causa natural- aparecen
de nuevo. call1l idos y figuras antropomorfas pintadas en rojo obscuro. Entre los
primeros. que ocupan la parte superior derecha. se encuentran animales
corriendo. (;(1Il el cuello alLo, en sen Lidos opuestos (en numero rninimo de cinco),
y animaJes que [wrecen llluerLos. Uno yace vertical mente, como en los paneJes
anteriores. el otm liene el cuello encurvado.la cabeza volteada hacia aLnis y un
dardo. 0 algo parecido. clal'ar1o en elmuslo. Lfneas continuas y punleacJas conen
entre las figuras. En la parLe izquierda inrerior deI panel se dibuj pequenas
situetas humanas que rorlean los caml idos. Todas llevan bastones 0 arcos, como
en el panel B, y algunas parecen estar en aclo rle rlisparar (Fig. 7,8). Tienen las
riernas Oexionadas. en posicin de caminar. saltar 0 reptar. Sus cabezas esLn,
en varias casos, represenLarias par una raya. y nunca aparecen como claramenle
Fig. 7: Calco del panel A de Toqu.epala (segn Muelle y Ravines, 1986)
37
humanas (Fig. 8). A una de esLas figuras antropomorfas estan unidas una figura
en forma de peine y otm <lue se asemeja a una serpiente. En la parLe baja del
panel. os camlidos y un ave parecen haber sido pintados en un rajo rns claro.
color empleado tambin para la representaci6n de una figura humana, vista de
l'rente, <lue aparece en la parLe su perior.
El significado de la pinturas rupestres de Toquepala
La determinaci6n de las funciones y significado de estas figuraciones
consLiLuye probablemente una rneta inalcanzable. Es posible, sin embargo.
adelantar algunas hiptesis. teniendo en cuenta tanto el ambito en el cual fueron
realizadas como la naLuraleza y organizaci6n de las figuraciones represenLadas.
AsL para J. Muelle (1969: 195), estas pinturas tienen un canlcter magico y
corresponden a riLos propiciaLorios: "La magia de analoga <lue esta en boga
todava entre los brujos de Cachi<lue en nuestros das. con sus mufiecos
claveteados de alfileres. obedece almismo razonamiento primitivo deI hombre
prehisLrico. La imagen no es solarnente representaci6n sino el proprio animal
<lue. por sortilegio. ha cle morir de la misma herida causada en la pintura, en el
correspondiente punto, por la l1echa 0 el cuchillo 0 el dardo dibujado sobre
dicha imagen".
Esta interpretacin -que tambin ha si do propuesLa anLeriormente para
las pinLuras dei arLe paleolftico eumpeo y que fue rechazada por la gran mayora
de los autores modernos- no nos parece realmenLe saLisfacLoria. por no Lener
en cuenLa las caractersticas formales antes expuestas. .J. Muelle basa esta
hipLesis sobre la presencia, encima de una figura ya descrita (Muelle y Ravines
1986: fig. L) -que seguramente no representaba a un animal- de Lajos hechos
con un insLrumenLo filudo y la existencia, en otm panel. de punLos grahados que
subrayan un pequefio animal)' Crculos concntricos. Sin embargo, ninguna de
esLas figuras esta directamenLe ligada con las mas antiguas escenas pintadas,
sobre las cuales no aparecen rayas incisas. En los dos ejemplos observados, el
deseo dei individuo <lue ha manejado la piedra, to.I vez en poca mu)' recienLe.
parece ms bien de hacer resaltar, en un caso, 0 de mutilar, en el otro. las
figuraciones an teri ores. Aun cuando esta pnktica estuviera asociada direcLamente
con la realizacin de Jas figuras. su relativa escasez, Lanto en la cueva coma en
el ambito peruano, la hara excepcional y poco significaLiva.
33
Fig 8: Los seres antropomorfos pinlados en TOfJuepala; a, b, c: en rojo marciano,
paneles A, B, C; d: en olros colores
39
Como ya 10 hemos indicado, las unicas figuras que parecen claramente
asociadas al arte de los cazadores deI Holoceno son las pintadas en rojo marciano.
Mientras las imagenes pintadas en negro y verde podrfan haber sido realizadas
tambin durante el perfodo prhispanico, es mas probable que los otros agregados
(en blanco, amarillo, rojo claro) sean modernos.
Si nos limitamos a la primera etapa, que muestra una gran coherencia
tanto en el estilo como en la organizacion de las representaciones, varias
caracterfsticas nos parecen importantes y tal vez susceptibles de acIarar un poco
el significado de este arte. Las primeras atafien a la ubicacion de las figuras en
sectores aislados el uno deI otro, asf como a la existencia de un mayor numero
de figuras en la cueva, que parece sin embargo menos ocupada que el abrigo. Si
ste puede haber constituido un lugar de vivienda, aunque ocasional, la cueva
no parece contener mucho mas vestigios que los dejados pOl' los propios dibujantes
durante la ejecucion de la obra y las practicas asociadas. Sin embargo existe
una cierta contradiccion entre el aspecto muy homogneo de estas pinturas, que
podrfa significar un corto tiempo de ejecucion -quiza una unica sesion- y la
gran dispersi6n estratigrfica de las lascas pintadas (estratos 8 hasta 3) que
indicarfan ocupaciones repetidas, separadas por un cierto lapso de tiempo. POl'
10 tanto, es posible que las lascas no estn directamente asociadas con la ejecucion
de las escenas iniciales, sino a practicas, deI mismo u otro orden, realizadas
posteriormente en distintos momentos. Asf, los pigmentos de color negro, que
fueron encontrados sobre la gran mayorfa de ellas (Ravines, 1967-68: 317),
estan aplicados, segun nuestro conocimiento, sobre un unico panel (B), en la
ejecucion de una sola serie de figuras. La placa con dibujos de camlidos, de
tratamiento un poco burdo, podrfa testimonial' tambin la existencia de un arte
mobiliaro, sujeto a una cierta movilidad y, por 10 tanto, a oportunidades de
destruccion mas grandes. La existencia de tal arte, que no esta confirmada por
la actual escasez de este tipo de vestigios en la zona andina, podrfa sin embargo
explicar tanto el real dominio artfstico de los pintores, como la dispersion deI
estilo sobre una gran area. Para R. Ravines (ibid.: 318) estas lascas pintadas
podrfan constituir un antecedente de las "ofrendas" 0 "gracias" que siguen
practicando en la actualidad los cazadores de camlidos de los Andes centrales.
Es asf mismo notable su concentracion en la cueva y su ausencia entre los
vestigios mas numerosos provenientes deI abrigo.
El hecho de que las figuras estn en el interior y en el fondo de la cueva,
mientras que las deI abri go se encuentran al exterior podrfa tambin sel'
significativo. Parece confirmaI' la existencia de LIna clara distincion entre sectores
40
de uso comun y areas mas rituales. Otro elemento de gran inters relacionado
con la ocupaci6n dei abrigo (MueHe, 1969: 194) es la presencia, en los estratos
medios (3 y 4). de numerosas conchas marinas -de especies comestibles-Io
que indiea no solamente contacLos con la costa, sino una llegada direcLa 0 pOl' Jo
menos rapida desde la zona litoral hasta dicho sitio, 10 que significa una distancia
de setenta kilometros. La ubicacion de la cueva cerca de un cami no de
comunicaci6n entre la sierra y la costa parece eonfirmaJa pOl' la coexisLencia,
en el mismo estrato 3, de puntas de proyectil de tipos y orfgenes diversos. Segun
MueUe (ihid.: 193), cieltas son idnticas a la mayoria de puntas de tipo Viscachani
deJ Altiplano, mientras que otras tienen caraeterfsticas basicas que hacen posible
su comparaci6n con ejemplares deI area litoral deI extremo sur. Estos datos. asi
como el earacter bastante inhospiLO de la zona, permiten matizar la visi6n que se
podra tener de cazadores especializados en la matanza de guanaco. y viviendo
con su familia, de manera mas 0 menos prolongada, en los alrededores de la
cueva. Por otra parte, las feehas C 14 que parecen corresponder a estos estratos
merlios -rlistribuidas a 10 largo del IV miIenio a.C.- ubicarfan estas
ocupaciones dentro de un perfodo marcado, en varias regiones de los Andes, por
fuer-Les evoluciones econ6micas y sociales.
Sin emhargo. al analizar las figuras, la exisLencia de un tema predominanLe
que consiste en representaciones de escenas de caza es obvia. Como 10 ha noLado
J. Muelle (J 969: 1(5), son claramenLe identificables las pracLicas de espantar.
rodear y acosar a los camlidos, segun Lcnicas antiguas, Lambin descritas.
milenios despus, en las pinturas de la ceramica de la cultura Moche. Como ya
10 indicamos, exisLen grandes semejanzas entre los diversos paneles, tanLo por
las figuras representadas como por su organizacion. El estrecho parecido que se
ha notado en cuanto a las figuras de camlidos, pintadas en rojo marciano, es
tambin valido -con un poco mas de diversidad- para las siluetas humanas
asociadas (Fig. 8a-c). Todas tienen la mis ma caracterfstica de estaI' en movimiento
-fuertemente marcado por la posicion de la piernas- y la mayorfa parecen
llevar armas (que no aparecen sin embargo en el panel C). Aunque de [ormas
variadas, ninguna de sus cabezas tiene rasgos claramente humanos. Al contrario.
la representacion de orejas y de hocicos de animales parece bien marcada sobre
varias de ellas. Podrfa tratarse de figuraciones de mascaras 0 de atributos
sobrenaturales. En los dos casos, parecen agregar otro significado al aparente
realismo de las escenas y podrfan reOejar su caracter mitol6gico.
41
La de estereotipos -difundidos una vasta area-
se ha prolwhle si comparamos las riguras de Toquepala con la descripci6n
que hacen J. y C. J Graclin (1985: 27) Je las manirestacollPS rupestres
de la cuenca de1ro de las I)i nlu ras, Palagonia argenli na: "(E1gru po esli 1sLico
A) Se caracleriza pOl' la presencia de de c:aza
dinmicas y anecdlicas, en las que la vinculacin entre el cazador y la presa ha
siclo represenlada con simplic:idad, pero con fiel realismo. En ellas se clescrihe
la persecucin incliviclual y tamhin el rodeo 0 alajo grupal... Una de eslas escenas
finaliza en un cerco de cazadores que rodean a un animal apresado. En otra
escena se ha pintado una manada sorprendida en un canadn que se halla
representado pOl' una risura 0 irregularidad de la roca, pues los animales se
deshandan hacia la derecha e izquierda deI observador, mientras un grupo de
cazadores los alacan con proyectiles dihujados mediante un trazo rectilneo corlo
con el extremo ahultado... Las figuras humanas han si do dibujadas siempre
proporcionalmente mas pequefias que las de los guanacos. Se hallan
representadas de perll con los hrazos ahiertos, con un solo hrazo 0 sin ellos,
corriendo con las piernas ahiertas en actitud veloz, cuando se halJan tras la
presa. Pero cuando ocupan su lugar en el cerco alrededor de un animal apresado,
han si do representaclas de l'rente, y en la cabeza tienen dillujaclas pequenas
prolongaciones como si rueran adornos de plumas".
Al lado de estas similitudes evidentes, existen ciertas clirerencias, tales
como la uti 1izaci6n de diversos colores y la asociacin sisteml ica cie estas riguras
con representaciones cie manos en negativo. Estas liltimas mani[staciones, que
no aparecen ni en Toquepala ni en ningn otro sitio peruano, pero que estan
presentes en Bolivia (cueva de Mojocoya) y Chile (regi6n de Coyaike), parecen
caracterizar una subtradicin difundida en las zonas mas meridionales ciel area
andina. Para J. Schobinger y J. C. Gradin (ibid: 33) la mayora de estos negativos,
cie tamai'io pegueno, sedan asignables a ninos de edacl inferior a la anos, 10 que
sugera su asociacin eventual con ritos de iniciacin infanti!.
Cuales sean las aclividades sociales realizaclas en Toquepala. en el
momento de ejecuci6n de las figuras y posteriormente, parecen inscribirse dentro
cle un mismo esquema de c:reencias, difundidas en diversas zonas deI sur anclino.
La uhicacin temporal de la mayora de estas manifestaciones, y en consec:uencia
contemporaneidacL as como su duracin, quecJan inc:ierlas. En la
Cueva de las Manos (Cuenca dei Pinturas) (ihid: 31), los motivos pintados
riel grlJpo A haher si do 0
42
con anterioridad al ano 7300 a.C.. l'eeha rle la primera ocupaei<n humana de la
Cueva en ]a que se encontr un l'ragmento de roea con pintura ocre. desprendido
de un salienLe dei paredn. Sin embargo. seglin los auLores. los negaLivos de
manos siguen realizandose. en asociaci<n con nLros estilos. con una Jarga
duracill. y La] vez hasLa e] primer milenio antes de nuestra cra. Recordamos
Clue, en ToquepaJa. los fechados C14 ubican Jas ocupaeiones humanas entre Jas
anos 7 490 a.C. y ;) 210 a.C.. con una preseneia al parecer mas importante
duranLe el euarlo milenio a.c.
OTROS SITIOS DE PROBABLE TRADICION ANDINA
Varios oLros siLios deI sur peruano contienen figuras pinLadas de esLiJo
parecido a Jas de Toguepala, la que parece confrmar la exisLencia de una misrna
Lradicin cultural diruIl<lida en Lorla el area. Se caracterizan Lambin pOl' un
dibujo preciso de las varias parLes dei cuerpo de los animales, representados en
movimiento yla predorninancia de l'iguras de camlidos. a menudo en asociacj<n
con figuras anLrOpornoL"ras. Sin embargo, cada sitio tiene una historia diferente y
muestra eiertas (:araderfsLicas parLiculares: 10 que, en ausencia de una analisis
detallado. haee inseguro todo inLento de presenLaci<n exhausLiva. La rnayor
dficultad reside en la escasez dei maLerial iconogrMic:o disponible que impide
las eomparaciones detalladas.
t
c
t
r
~
} d
Fig. 9: Pinturas deL abrigo de Cara (defJarlamento de Tacna) (segun Ravines,
1967)
43
Asf es imposihle adelantar una atribuci6n precisa para las otras figuras
pintadas en la misma quebrada Cimaronna, entre las cuales se destacan, segn
Muelle (1969: 196), figuras de ciervos, animales pocas veces representados en
la tradici6n andina. En el mismo departamento de Tacna, provincia de Tarata,
se conocen las pinturas deI abrigo de Caru (Ravines, 1967) y del sitio de Piedra
Pintada, donde ciertas representaciones zoomorfas y antropomorfas (Ravines,
1986: 54-55) (Fig. 9) tienen parecido con las de Toquepala. Pero existen tambin,
en los mismos sitios, figuras mas esquematizadas, de estilo diferente,
verosfmilmente posterior. En el vecino departamento de Moquegua, las pinturas
de! abrigo rocoso de Azana (Ravines, 1986: 47) pertenecen con bastanle
probabilidad al mismo estilo naturalista.
~ .......
~ I '
Fig. 10: Pinluras rupestres del sitio de Mawsani (departamento de Puna) (segun
Sphani, 1971)
44
Sin embargo, es en los departamentos de Puno y Arequipa donde las figuras
de este estilo parecen ser las mas numerosas. En el primero se conocen, en las
provincias de Chucuito y Carabaya, los sitios de Chilliccua, Quelcatani, Pizacoma
y Macusani, donde existen varias decenas de figuras de camlidos y
antropomorfos. En Macusani (Sphani. 1971), uno de los paneles (Fig. 10) esta
confonnado por los mismos elementos formales que en Toquepala: animales
corriendo en sentido opuesto, animales muertos, hombres en movimiento
-aIgunos armados- y Ifneas, lo que parece confirmar el cm'acter estereotipado
de las representaciones. En Pizacoma, son mas de diez cuevas, en un radio de
25 km, que lienen manifestaciones de arte rupestre. Algunas son de puro estilo
naturalista, otras parecen ser mas recientes. La existencia de varias pocas de
realizacin es tambin obvia en Quelcatani, donde algunas representaciones de
caballeros corresponden a tiempos posteriores a la conquista hispnica. En esle
sitio, varias de las siluetas estn contorneadas por lneas de color blanco, con el
interior sin relleno, mientras una escena (Ravines, 1986: 52), de estilo particu-
lar, es muy notable pOl' su representacin de seres antropomlfos en filas 0
bailando.
l .... .'
~
o ~ . . : m
L __, J
Fig. 11: Represenlaciones de camlidos; silio de Chillicua (deparlamenlo de Puno)
(segun Ravines, 1986: 51)
En Arequipa, existen pinluras rupestres en los abrigos ubicados en la
margen derecha deI ro Sumbay, eSludiados por M. Neyra (1968), donde "se han
localizado mas de 500 figuras, basicamenle en colOl" blanco, aunque las hay en
amarino, ocre y rajo". Ahf, se encuentran de nuevo (Ravines, 1986: 15)
representaciones de camlidos corriendo en sentido opuesto parecidos a los de
Toquepala. Una caracterstica particular es la representacin de figuras de
45
nandes (Fig. 12), ausenles en los otros silios. Otra gran concentracin de figuras
esta presenle en la provincia de Cay1Joma. en el silio de Cueva Pirita, donde
existen represenlaciones de caml idos, pintaJas y grabadas. En el mismo
departamento, se ha senalado lamhin la exislencia de pinturas en los sitios de
Huacaruma, Quebrada Punlillo. Querullpa Chieo y Arcala. donde fue recoleclada
una nleresante industria litica de oDsidiana. Por falLa de ms datos, es imposible
atrihuir estas pinturas a un estilo y perodo precisos.
Fig. 12: Represenlaciones de nandzies, pin/adas de blanco en unD de los ahrigos
de Sumhay (depar/,(unento de Arequipa) (seglin iVeym, 1968)
Aunque Calta mucho il nueslro conocimiento, de 10 anteclicho se clesprende
la existencia. en los cuatros deparlamenlos ms surenos deI Peru. de una misma
tradicion de pinturas rupestres de estilo naturaJisla, a menudo organizadas en
base a algunos elemenlos IJlsicos, formando escenas de caza de camlidos. Esle
arte. que puede ser atri bu irlo con mucha prolJll)il idad a los cazadores reco1ectores
deI Holoceno Medio (6000 -:3 OO() anos a.c.). liene un eslrecho parentesco con
las manifeslaciones rupestres uhicadas f'nlm; Andes de I301ivia, Chile y Argen-
tina, formando seguramenle parle Je una misma gran lradicion.
46
CAPITULO III
LOS ESTILOS NATURALISTA y
SEMINATURALISTADEL CENTR
EL ESTILO NATURALISTADE LOS ANDES CENTRALES
Se podra discutir el calificativo de naturalista aplicado a esle primer grupo
de pinturas, ubicadas en los depattamentos de Junn y Lima, que tienen a menuc!o
ciertas caractersticas no realistas. Forman sin embargo un grupo bien
singularizado. que parece ocupar, desde el punlo de vista de la evolucin de las
l'ormas, una posicin intermedia entre el arle sureno ya descrilo y las pinturas
ms esquematizadas definidas par A. Cardich (1964) como perleneciendo al
eslilo seminaturalista de los Andes centrales.
En Junn, donde son conocidas varIas cuevas con pinluras y esln
representados diversos estilos diferenles. existen figuras de estilo naturalista en
los sitios de Chuquichaca (Rick, 1983), Quellqahuasi y Cuchipinla (Ravines,
1986: 36) (Fig. ] 3). Los camlioos estn figurados en rebano, con animales oe
diversos lamanos, 0 aislados. Los muslos y la cola son bien dibujados. Las patas
son cOltas y el cuerpo es voluminoso, a veces sin relleno 0 con puntos al interior.
El cuello es largo y se acaba por una cabeza de donde salen una 0 dos orejas.
Las figuras son de mayor tamano que las de Toquepala y alcanzan 1.12 m de
largo en ChuCJuichaca y 0,75 m en Cuchipinta. Los animales estn en posiciones
diversas, a menudo esUiticas, y los antropomorfos al parecer ausentes.
Las pinturas deI abrigo rocoso de Cuchimachay. ubicado a 4 380 m.s.n.m.,
cerca al nevado de Pariacaca en la provincia de Yauyos (departamento de Lima),
parecen constituir otro huen ejemplo de este eslilo naluralisla dei centro. Este
sitio (Bonavia y Ravines. 1968; Bonavia, 1972: Bonavia el al., ] 984) contiene
ms de setenta y cinco motivos, pintados en varios tonos de rajo dentro deI
abrigo as como en rocas de los aJrededores. Se trata, en su mayora, de camlidos
47
representados de perfil, con los muslos, piernas, y cola bien dibujados. El cuerpo
es de nuevo voluminoso y a menudo rellenado con rayas 0 puntos. Hay tambin
varias representaciones de hembras prenadas, con el feto bien dibujado (Fig.
14), 10 que constituye un casa unico en el arle peruano. Las figuras estan
agrupadas en varios paneles y a veces superpuestas, sin que conformen
verdaderas escenas. El 90% de los animales miran hacia la entrada deI abrigo.
Encima de una hembra prefiada [ueron dibujadas pequenas figuras antropomorfas
esquematizadas, algunas de ellas en actitud de correr.
Fig. 13: Pinluras del deparlamenlo de jun{n; a- sitio de Chuquichaw, b- sitio
de Cuchipinla (seglin Rick, 1983 J Ravines, 1986: 36)
El fechado de estas figuras, entre las mas bellas deI Arte rupestre peruano,
plantea. de nucvo. problema. Para R. Ravines y D. Bonavia (ibid.: 136) se trata
de un arte magicoreligioso cuya ubicaci6n, al pie deI Cerro Pariacaca. podrfa
traducir una eslrecha relaci6n con los cuJtos prehispanicos al ganado y a las
cumbres nevadas. Por 10 tanto. proponfan una atribuci6n tardla, tal vez posterior
al siglo VI de nuestra Era, poca durante la cual se han dejado, en la parte
externa del abrigo, algunos restos ceramicos y lfticos que indican vinculaciones
con el Horizonte Medio. Los mismos autores (ibid: 137-138) recuerdan la
existencia de una antigua versi6n quechua. lransmitida pOl' el padre Avila [1598'?],
en la cual se habla de " ... un santuario en el que moraba el dios Pariacaca"
48
ubicado un poco ms abajo del Cerro, en un preciricio de rocas, y en cuyas
paredes estaban pintadas " ... la cabeza dp, una Jlarna: sohre la cabeza de la
Ilama el pequefio demonio, sobre el requel'io demonio la cabeza de la Hama. Y
as!, en el interior de toda la casa, rodahall al aire estas casas".
Fig. 14: Representaci6n de hemvra preiIadlL en el silio de Cuchimac/wy
(deparlamenlo de Lima) ((olo D. Ronavia)
POl' otm lado, D. Lavalle y L. Lumbreras (1985: 15), hasndose en la
exaltacion de la fecundidad animal. manifestacJa en Cuchilllachay. piensan que
este arte podrfa haher slirgido entre poblaciones de pastores inci pientes " ... que
acaban de desclIhrir -y son pOl' primera vez capaces de conlrolar- los
mecanismos cornplejos de la reproduccion de los animales. de e x t n ~ n w
importancia para su sobrevivencia". Recuerdan tambin que est misma region
fue uno de los centras de domesticacin de los camlidos, entre 4 000 y 3 800
afios a.c.
49
Esta segunda atribuci6n nos parece mas convincente, tanto deI punta de
vista cronologico como estilfstico. En efecto, estas pinturas tienen de nuevo
bastante parecidos con ciertas representaciones de los abrigos deI Rfo de la
Pinturas (Patagonia argentina), clasificadas por J. Schobinger y C. J. Gradin
(1985) como perteneciente al grupo estilfstico B. En esta region, la evoluci6n de
las figuras, par comparacion con el grupo anterior A, parece semejante a aquella
existente entre las pinturas de Cuchimachay y Toquepala. Segun los autores
(ibid: 56): "La figura humana -aun cuando puede estaI' presente- pierde su
dinamismo y el estrecho vfnculo anecd6tico con los guanacos". En cuanto a los
camlidos: "Es evidente la prdida de dinamismo, reemplazado por una actitud
ms bien plcida 0 esttica. Caracteliza la silueta de estas animales un acentuado
abultamiento de vientre. en especial su parte delantera... El c:uello es bastante
largo y concluye en una cabeza pequefia con representaci6n de las Olejas. En la
Cueva de los Manos, cerca de la entrada, encontramos hileras de guanacos negros
y violceos. aIgu nos muy grandes, de hasta 98 cm de largo... Particulannente
interesantes resultan las figuras que representan al animal con su crfa... Otro
casa interesante deI Chac:amarca es la representaci6n de dos guanacos con las
patas traseras abiertas y mirando hacia atrs, que seg n los conoc:edores de la
zona es la actitud que esos animales adoptan en el acta de pmir". Este estrecho
paralelismo no parec:e fundarse sobre una evolucion soc:ioeconomica compa-
rable y no existen, hasta ahora, indicios de la domesticaci6n de los guanacos, 'en
la regi6n sUlefia. Sin embargo el cambio de percepcion y representaci6n de los
animales parece semejante en estas distintas -y distantes- reas. Es
probable que haya pinturas de este estilo en las zonas andinas intermedias y en
ciertos sitios rupestres ya citados, tal como Quelcatani en el departamento de
Puno.
Las pinturas descritas aquf como pertenecientes al estiJo naturalista deI
centro podrfan representar una evolucin, acompafiada de una difusi6n hacia el
nOlte, de la tradici6n andina anterior. Se singularizan ante todo por un crecimiento
deI tamafio de las figuras, un cambio en las formas y actitudes de los animales,
una atenci6n al tema de la fertilidad animal y la casi desaparici6n de los motivos
antropomorfos. Podrfan haber sida realizadas entre 4 000 Y2 000 afios a.c. La
existencia de un estrecho parecido con las pinturas, probablemente
contempOlneas, de la Patagonia argentina, es diffcil de interpretar, aunque
parece indicar la persistencia, hasta esta poca, de cieltas relaciones culturales
entre los diferentes gmpos de la zona andina surefia.
50
EL ESTILO SEMINATURALISTA
El estilo seminaturalista fue definido por A. Cardich (1964) quien 10
atribuye al periodo postglacial medio, 0 sea entre siete y dos mil anos antes deI
presente (5 000 - 0 anos a.C.). Su area de dispersion parece limitada a la sierra
central, con una muy fuerte concentracion en el departamento de Huanuco
-donde estan registrados mas de 40 sitios con pinturas (Ravines, 1986)- y
una presencia notable en Pasco y Junfn.
La escena pintada en la cueva nO 3 de Chaclan'agra (departamento de Huanuco)
(Cardich, 1964: fig. 114) (Fig. 15) constituye uno de los mejores ejemplos y el mas
conocido de este estilo. Ahf esta representada una hilera de pequenos camlidos
corriendo yseres humanos en actitud de espantar 0 cazar, de 1,40 m de largo. Si bien
el tema bsico no parece ser muy diferente de aquel tratado en Toquepala, las
diferencias formales son numerosas. Las primeras conciernen al tamano de los
animales, que esta ms en proporci6n con la talla de los hombres, y a su disposici6n
en hilera, en oposicion con las actitudes opuestas deI estilo naturalista. La
representacion de los camlidos es tambin muy diferente. Los animales estan de
perfil, en actitud de COlTer, con solo dos miembros ---dibujados por un simple raya-
visibles en la maYOlia de los casos. Tienen una cola bien dibujada, un cuerpo poco
voluminoso, un cuello largo y una cabeza que lleva dos orejas grandes. Dos de los
diez animales parecen haber sido alcanzados por un proyectil, uno en el cuerpo y
otro en el cuello. No se distinguen individuos muertos. Los hombres aparecen de
[rente, brazos y piernas extendidas. Llevan en la mana objetos que podrfan
cOlTesponder a bastones, arcos 0 jabalinas. Una de las cabezas, por 10 menos, esta
representada por un circulo vacfo. Las figuras son pintadas de rojo oscuro y son de
un tamano no mayor de 15 cm.
Fig. 15: Pinluras de ChacLarragra (deparlamenlo de Huanuco) (seglin Cardich,
1958:fig40)
51
Comparten eslas ('aracterslicas otras figlJras pinlacias en los silios de
[lnracancha (Pasco). ULc:ho y Diesmo viPjo (Julln). y pn varias cuevas del
deparLmnento de Hunuco, laIes como Hatunjasha. Huargo y Diahlomac:hay (fig.
16), ell la misma zona de Lauricocha. En Hum'go fueroJl descubiertas (Cardich,
1973) dos representaciollPs de venado. pinLanas de negro, con superposicion de
pinlura rnia. as] como olras figuras en rojo. [,os dos venaclos (Fig. 16) estn de
perfiL con el cuerpo vo]umilloso y la cabeza anc:ha y llevan dos astas. A uno de
los anim<.Jies se le agreg6. deslJus, afro par de astas pintaclos en rojo. La cola y
lres 0 c:ualro patas estn dihujadas en una mdnera que hace recordaI' al eslilo
naLuraJisLa. Una porcion de pilllura roja rue encontrada duranteJas excavaciones
en la capa 6. dehajo de ulla capa fechacla en J 610 afios a.c. En la cueva de
Diablomachay (Havines.1969) se localizaron 4S motivos disefiados con tl'azos
[uertes de color rojo. que ocupan c:asi todas Jas superficies planas disponibles.
unas tosc:pnas de ca,a, as como motivos mas esquemalizados, no
figurativos. Los homlll'tos y animaltos -entre los cualtos se reconoc:e al menos un
venado (Fig. ] 7)- p,stn dibujac!os sencillamenle, pOl' media de rayas anc:has.
Los alllropomOlfos son vistos de frenle. varias de ellos (;on un objeto en la mana.
y la caheza cJisela(la pOl' un cfl'cuJo vaclo. Existen larnhin dos l'epresenlaciones
de Illscaras y figLIJdS cOlllplejas. por sus caraclerblicHS se acercan al ultimo
gran esliJo pl'ehispnico que descri!>irelTlos posterionneille. Tt Ravines (ibid:
alrihuye la oCl1paci6n de la Cl1eva a las primeras fases alfareras de la
regi()n. 0 sea la primera miLad del segundo l11ilenio a.C.
Fig. 16: Representaci6n de venado pintado de negro y raja. Cueva de Huargo
(Seglin Cardich, 1973:fig. Sa)
52
Las figuras pinladas de eslilo sel'ninaluralista son mas
sencillas y menas eleganles que las de los estiJos presenlados anteriorlllenle,
Ensefian lambin una mayor que podrfa reflejm una cierta duraein
temporal, asf como uni.l ausencia de ('ormalislllo, F:s sin f:lllbargo obvia la
imporlancia, todavfa grande. de las escenas de caza. 10 que sugiel'e una ciel'la
filiaci6n con las pinturi.ls ms tempranas, La represenlacin de venados, en vez
de eamlidos. en manifestaciones laI vez lardras oe t'ste esti10. podra Lraducir
los camhios introducidos pOl' la rlomesticaci6n de eslos ultimos anil'nales. De
acuerdo con los dalos arCjueo16gico;.; que provienen de Huargo y Diablomachay.
podrfamos feehar el desarroJ1o dt:' esle eslilo en el tercer y segundo milenio a.c.,
teniendo en cuenla una prohal)le anterioridad de las pinturas de Clwclarragra.
Cierta conlemporaneidad con las figuras deI estilo nalural ista deJ cenlro, con el
cual colinda. t:'s verosfmil. Su de dispersion propia parece reducil'se a 10;';
altos Andes de la Sierra celllrai. y su asociacion con actividacles relacionadas al
pastoreo de gran altiLud po<irfa St'r eslreclla,
Anles cie conc1l1il' lsle captulo. es conveniente st'\al,ll' llUl". si bien ulla
cle las c1ificliltades mm'ores ell la de estas primeras dupas artfslic,lS
nace dt: la ausenci,l df' olros docLllllenlos de cornp'lraci(m. ha)' que SUjlOIWI' 1<1
exislellcia de olro,.; lTwtl
o
ri<1lt's (pieles. fibras. hw'sos.
pied ras). con l'nan artfsl icas 110) deSi1[1<1 r("cidas. l ,as pi ntu ras pi 111 il! las
en las cuevas que sel' entendidas ('OIllO la park ITscatuda y cOlll)(:ida dt':
un Illundo ritual I1li1S cOl11plelo qllt-' il1legraha (i:unIJi(n mu\' prolJahlt'l1wnle
nurraciones, CUlltos y hailes...
Fig. 77: sClJ7i//(L/,lImlis/u en el uill/go rie Diu!JLo//wc!lO) (ricpal/wnen/o rie
Hurinuco) (seglin !?aVlnes. 19(9)
CAPITULO IV
ELARTE RUPESTRE PINTADO DURANTE LOS
ULTIMOS PERIODOS PREHISPNICOS
LAS PINTURAS DE ESTILOS CUPISNIQUE y RECUAY
Antes de presentar las manifestaciones ms recientes dei arte pictognifico
peruano, tenemos que estudiar un casa uni co: las pinturas rupestres realizadas
sobre los farallones dei Monte Calvario, en la cuenca superior del rio Chancay
(departamento de Cajamarca). Ahi aparecen, en tres paredones. mas de treinta
pinturas de dimensiones importantes, que en gran parte se hallan a gran altura,
hasta ] 2 m encima deI suelo actual. Lo que hace suponer que su realizacin ha
necesitado el empleo de andamios.
Segun la descripcin presentada por 1. MejfaXesspe (1985), en hase a los
trabajos de A. Petersen. las representaciones se diferencian claramente en dos
tipos. El primero agrupa seis figuras antropomorfas, vistas de frente 0 perfil, y
pintadas de eliversos colores: blanco, amaril1o, rojo. marrn, azul y verde. Sus
dimensiones varfan entre 1.65 x 2.25 m para la mas grande y 0.70 x 0.70 m para
la mas pequefia. Si bien toelas las figuras representan seres antropomorfos. es
notable el hecho de que cada una muestre diferencias, tanlo en su forma general
como en los delalles. Sin embargo, aunque su posicin es, segun 1. MejfaXesspe,
independiente una de otra. podrian formar tres pares. de sexo masculino y
femenino. La semejanza estilfstica, asf como una cierta complementariedad de
atributos, son particularmente notables entre Jas figuras l y 2 (ibid: lam. 1) (Fig.
18 a-b). En estas imagenes -Jas mas complejas dei grupo- los diferentes
elementos deI cuerpo. asf como ornamentos y atribulos bastante estereotipados,
son pintaelos de colores variados, destacandose clararnente uno del otro.
La mayor parte de estos elementos constitutivos: tocado de la cabeza, boca
felfnica. brazos y manos, cinturones con serpientes, pies, estan presentes en
55
varias olras expresiones de la iconograffa deI Pel'fodo Inicial (1800-900 anos
a.c.) y dei Horizonte Temprano (900-200 anos a.c.), diseminadas sobre una
amplfa area y plasmadas sohre l'ecipientes, telas, objetos de metal, 0 pintadas y
esculpidas en las paredes de los templos. Existe particulannente un l'eal parecido
con las figuras antropomodas representadas sobre los tejidos de la cultura Paracas
atribuidos al final ciel Horizonte Templ'ano. Las otl'as cuatro figuras, vistas de
frente 0 per[il, y mas sencillas, pl'esentan rasgos estilfsticos comparables, que T.
MejfaXesspe (ibid: 204-205) clasific6 como de estilo ChaVin (5). Por la posicion
geografica del sitio, estas pinturas se relacionan tamhin estrechamente con Jos
petl'oglifos de misma factura, presentes en varios sectores de la zona. y cuya
distribucin (ver infra) parece corresponder al area de dispersion de la cel'amica
df' tradicion Cupisnique.
Fig. 18: Seres sobrenutl1rales de estilo ChavLn pinlados en Monte Calvario
(dejJartamento de Cajamarca) (seglin Mej(a Xesspe, 1985)
Si bien estas pinturas son -en el estauo actual de los conocimientos-
nicas en el arte de aquella poca. no estn aisladas. En el mismo stctol' (sitio
de Poro-Poro/Fundo de Udima), exislen imporlantes restos de edi/icaciones
monumentales de piedra tallada. altares monolfticos y fragmentos de (;ermica
temprana. dispersos en un area de 8 km
2
(Alva. 1985: 54). t:l sitio se compone
de cinco unidades de edific(lciones principales, entre los cuales se nota la
presencid cie ulla plma cuaciranguJar hundida, p6rticos monumenlales. canales
su bterrneos y conslrucciones ci rculares. En la parle alta de algunas platuformas
Sp encontro un imporlante depsito de con piezas 1(picas deI Perfodo
Inicial de la region (lraciiciones l\lcopampa/Pacoparnpa y Huacalom<l Telllprano).
56
En la cara de una de las piedras talladas se descubri6 un bajo relieve con
represenLaciones mito16gicas perteneciendo a dos fases sucesivas, la ultima de
estilo definitivamente Chavnoide (ibid: 57). Existen tambin, a un ki16metro ro
arriba deI Monte Calvario, dos figuras grabadas que represenLan a un guerrero
(MejfaXesspe, 1985: fig. 10) Ya un musico, de estilo Cupisnique 0 Chavn.
Fig. 19: Motivas zoomorfos pintados en Monte Caivario (departamen to de
Cajamarca) (seglin Mej{a Xesspe, 1985)
Las otms figuras pintadas en Monte Calvario consisten en figuras zoomorfas
y antropomOlfas pintadas en raja ylo marr6n, que alcanzan mas dp. un metro de
largo. EnLre las primeras. se reconoccn (Fig. 19) un puma 0 jaguar, visto rie
pedil; un ave, probablemenLe un buho, viSla de t'rente; figuras que parecen sel'
s a p o s ~ y llna serpiente. Segun Meja Xesspe (ibid: 203). los antropomor[as
-hfcrornos- que se caracterizan pOl' los I>razos y piernas flexionados. podran
sel' estilizaciones de spres mito16gicos. Exislen Lambin seis figuras diversas
que corresponden a moli vos geomtricos. y --en el pared6n 1-. manos pintadas
que miden 50 cm de largo. Parle Je estas pinturas. y particularmente las
representaciones de sapo y de buho, son parecidas a las que aparecen en el arLe
57
lltico y cenimico de las culturas Salinar, Recuay y Moche, dUl'ante el perfodo
Intermedio Temprano (200 a.c. - 600 d.C.). Finalmente, se nota la presencia de
signos verosfmilmente mas modernos. bajo la forma de un grabado cruciforme y
otro diseno en negro.
Hay que preguntarse sin embargo si las diferencias estilfsticas observadas
entre los dos grupos traducen realmente pocas de realizaciones
sucesivas -tal como 10 pensaba T. MejfaXesspe- 0 mas bien tratamientos
especfficos pOl' tema, en una poca de transici6n. Asf, los seres sobrenaturales
podrfan haber sido pintados en un estilo convencional, todavfa influenciado pOl'
Chavfn, mientras que los seres humanos y animales habrfan sido dibujados de
manera menos fOl'mal que anuncia Recuay. TaI atribuci6n fecharfa estas
representaciones rupestres en los ultimos siglos antes de nuestra Era, poca que
marca el fin deI Horizonte Temprano y el principio deI perfodo Intermedio
Temprano. Podrfan conesponder a una etapa final de la ocupaci6n deI sitio de
Poro-Poro. posterior a la construcci6n deI conjunto arquitectural. Estilfsticamente,
la atribuci6n de las grandes figuras policromas a una fase tardfa deI estilo
Cupinisque no plantea mucho problema y corresponderfa hien al parentesco
existente entre este trabajo y ciertas obras de Olfebrerfa (Chongoyape) 0 telas
(Paracas) que tambin son testimonios deI arte de esta poca.
POl' otra parte, como ya 10 indicamos, a esta misma poca de transici6n
corresponde un desarrollo importante deI al' te rupestre, bajo la modalidad de los
petroglifos. Los mas antiguos representantes de esta tradici6n -que va a
desarrollarse en siglos posteriores en toda la costa norte y central- aparecen
en esta misma regi6n, hajo influencia Cupisnique. Otra producci6n artfstica
muy pmticular son los geoglifos, de los cuales existen ejemplares al parecer
tempranos, en los valles de Santa y Sana (Alva, 1985: 58-63). Desde esta
perspectiva, los murales de Udima podrfan uhicarse entre los primeros
representantes -unicos en su genero- de una tradici6n CJue tendra un
importante desarrollo posterior. Se caracteriza pOl' la representaci6n de figuras
(pintadas 0 grabadas) en lugares. destinados a cieltas actividades publicas que,
en varios casos, podrfan definirse (Guffroy, 1987) como verdaderos "templos al
aire libre". Parecen representar, como 10 piensa D. Bonavia (1985: 6,181) una
transici6n entre las paredes rocosas pintadas y tas verdaderas pinturas murales.
58
EL ESTILO ESQUEMATIZADO y GEOMTRICO
Con el estilo anterior, hemos visto el estrecho parentesco que existe, desde
la aparici6n de las primeras sociedades complejas, entre las pinturas y otras
manifestaciones mtsticas contemporaneas, particularmente los petroglifos, que
forman -en toda la costa- la modalidad rupestre mas c1ifundida durante los
dos ultimos milenios prehispanicos. Aunque probablemente mas escasas, las
pinturas siguen, sin embargo, ejecutndose hasta despus de la Conquista, en
cieltas zonas dei Perd. Las figuras pintadas durante estos perfodos son, en muchos
casos, similares a las figuras grabadas en otros sitios, y a veces en el mismo
lugar. Estan caracterizadas pOl' una representaci6n esquematizada de hombres y
animales, en asociaci6n con dibujos geomtricos 0 no figurativos. En la mayorfa
de los casos, las siluetas estn representadas sin movimiento, pOl' unos simples
rayos. Las figuras estn frecuentemente agrupadas en filas 0 una encima de
otra, en posiciones tambin comunes entre los petroglifos. Son numerosas las
mascaras. los seres sobrenaturales y las figuras geomtricas. cuyos motivos
correspondientes se encuentran grabados sobre piedra, plasmados en arcilla 0
pintados sobre tela.
En esta poca, todo indica una gran similitud de contenido -y tal vez de
funci6n- entre las dos manifestaciones rupestres. Su dispersion relativa parece
ser, por 10 tanto, de orden cultural. Las pinturas de este estilo son particula/mente
numerosas en el departamento de Hunuco, alrededo1' de esta ciudad, as como
en la zona dei Alto Maraf'i6n. Varias decenas de sitios han sido registrados en las
provincias de Pachitea, Hunuco, Ambo, Huamales y Dos de Mayo. entre los
cuales los mejor conocidos son los de Letramachay, Quillarumi, GuelJayhuanca
y Liuyajmachay (Pulgar Vidal, 1962; 1976; Ravines, 1986: 27-31) (Fig. 20). El
sitio de Quillarumi (Palacios Jimnez, 1988) es particularmente interesante pOl'
su cercanfa al conjunto monumental de Kotosh, con ocupacion's importantes
dei Perfodo Inicial, Horizonte Temprano ./ Perfodo Intennedio Temprano. Se
trata de un abrigo rocoso e 15 m de ancho y :3 m de alto, en el cual han sido
pintadas mas de 450 figuras. tndas dl' colo1' mjo excepto una de color negro,
muy bOITosa. Palte de este alte (ibid: 4) podrfa estar asociado a la Hamada "cultu ra
Higueras", difundida en toda la regi6n dUl'allte los primeros siglos de
nuestra Era.
59
a
Fig. 20: Piclografas deI departamenlo de Hllnuco: a- Quil!arum,
b- Gllellayh lwnca, c- Liuyajmachay (segun Pulgar Vidal, 1962)
Ms al norte, esta tradicin esta bien representada en el departamento de
Cajalllarca (CalJacpurna. El Guitarrero, Llipa), y sobre todo en la provincia
selvatica de San Ignacio. en ]a cuenca dei rfo Chinchipe (ShipaL El Faical,
Quehrada Potrera, Cramalote). Las figuras pintadas en esla zona fronleriza se
encuenlran dispersas en varios sectores. y decenas de silios, en la cercana de la
ci udad de San Ignacio (Bueno y Lozano, 1982). Representan a seres
60
antropomor[os, en diversas actitudes (Fig. 21). mascaras, animales y figuras
complejas, pintadas en rojo. En el sitio de Shipal1, allado dei Jas figuras pintadas,
aparecen figuras grahacJas dei mismo estilo. Muestras Je arte rupestre
comparables son igualmente conocidas en el departamento vecino de Amazonas,
en las provincias de Chachapoyas y Utcumbamba: cueva de Chaupurco. Chifiuna,
Limones (Ravines, 1986: 9-10).
Fig. 21: PintUTa5 rupestres de Crama/ote (clepartamento de Cajamarca) (segun
Bueno y Lozano, 1982)
Otras representaciones pintadas de este estilo existen en los depaltamentos
surefios de Puno (Quelcatani, Pizacoma -provincia de Chucuito-) y de Cuzco
(Huayokhari y Toq'o Toq'o -provincia de Urubamba-) (Ravines, 1986). En
Quelcatani (terrenos de Chichillape) (Sphani, 1971), esta pintada una escena
muy interesante confonnada por 17 figuras, todas diferentes, que parecen
representar varios estados de transformaci6n de seres antropozoomotfos (teniendo
como base un pequefio animal y punto de llegada un posible ser humano)
(Fig. 22).
61
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Fig. 22: Escena pinlaa en Chichillape (deparlamenla de Puna) (seglin Sphani,
1971)
Se puede agregar a este mismo grupo los dos nicos sitios con pinturas
registrados en la zona costera (provincia de Chancay): Quebrada Palo (Pulgar
Vidal, 1976) (Fig. 23) YLachay (Nilez Jimnez, 1986) (6). En este ltimo abrigo,
se encuentran figuras pintadas de color rojo; figuras grabadas; y otras hechas
por medio de lfneas talladas, sobre las que se ha pintado con colores verde,
blanco y rojo. Aunque de atribuci6n dudosa -la presencia, en la misma cueva,
de una representaci6n pintada de la Virgen indica [a existencia de agregados
modernos-, estas figuras constituyen uno de los unicos ejemplos conservados
deI uso combinado de las dos tcnicas. La ejecucion de pinturas en este reducido
sector de la costa central podria estar ligada a la presencia, en la misma zona, de
la cedmica de estilo Teatino, y resultar de la venida de grupos de origen senano,
al principio deI Horizonte Medio (Bonavia, 1969). El parentesco que existe en-
tre las figuras pintadas en la Quebrada Palo (Fig. 23) Ylos motivos incisos sobre
ciertas vasijas de ceramica (ibid: Lam. IV-A/B, V-B) (Fig. 24) parece sostener
esta hip6tesis.
62
Las pinluras presenladas en este caplulo esln claramenle ligadas con
las tradiciones culturales desarrolladas en cierlos seclores de los Andes, y
particularmenle la "Ceja de Selva", duranle los llimos mil quinienlos arios de
la hisloria prehispnica. Tienen, verosfmilmenle, una relacin hastante estrecha
con los petroglifos realizados, durante los mismos perodos, en regiones 0 zonas
vecinas y, a veces, en los mismos sitios.
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Fig. 35: Seres enseiiando una misma postura de "adoraci6n"; a:
grupo A (Palamenco); b - d: grupo B (Palamenco, Checta, Alto de La Guitarra);
e - j- grupo C (El Vado, Toro Muerto) (a, b, d, e,j- seglin Nliiiez Jimnez, 1986:
,fi,gs 1053, 991, 651,2123,2004; c: JG.)
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Fig. 36: Seres antropomor/os ensenando una misma postura de "salutaci6n"; a-c:
grupo B (Pampa Calata, Huancor, Huancor); d-g: grupo C (San Francisco de
Miculla, ToTO Muerto, Quebrada La Tuna, ToTO Muerto) (segn Nnez Jimnez,
1986:figs 829,1668,1667,2840,2304,2759,2205)
101
Es mas diffcil establecer el canicter sobrenatural de las figuras deI grupo
B, caracterizadas -conforme a los estilos contemporaneos- pOl' una menor
formalizaci6n de las representaciones. Sin embargo, encontramos imagenes en
posiciones y con atributos comparables a las anteriores. tanto en Checla (ser
antropofelnico visto de frente) (Fig. 35c), como en Huancor (ente con pez en la
mana) (Fig. 37b). Varias otras figuras y cabezas antropomorfas de esta poca
tienen igualmente una forma pat1icular y/a rasgos singulares (boca felfnica, orejas,
tocados de cabeza) (Fig. 38) que parecen incluirlos en esta categorfa. La
identificaci6n de algunas de estas figuras como mascaras no esta en contradicci6n
con esta interpretaci6n.
Aunque estas figuras difieren por su estilo y diversidad de los seres
sobrenaturales deI perfodo anterior, es obvia la fuerte relaci6n de filiaci6n
existente entre los dos grupos. Entre las rasgos novedosos que singularizan este
grupo B se destaca la fuerte frecuencia de las cabezas antropomOlfas (Fig. 38g-
1), Zomorfas (Fig. 42) Ysolares (Fig. 51), Yla presencia menos sistematica de
los rasgos felinos. Estos petroglifos pueden encontrarse aislados, como en el
grupo anterior, 0 acompanados de pequenos slgnos 0 figuras que parecen
complementar el tema.
20c:m
o 2cm
L----l
Fig. 37: Representaciones comparables de estilos diferentes; probables entes
sobrenaturales; a: grupo A (Alto de La Guitarra); b: grup B (Huancor) (seglin
Nlifiez Jimnez, 1986:figs 615,1626)
102
Estas mismas representaciones exislen tambin dentro deI grupo surefio
C, aunque najo un porcentaje mucho menor, y casi siempre en asociacin con
otros petroglifos. Su relativa escasez es particularmente nOlable en Toro Muerlo,
donde se planlea sin embargo la cuestin dei significado nE' las fguras
antropomorfas enmascaradas (Fig. 36g). Cieltos rasgos, tal como la represenlacin
de mascaras. tocados de cabeza y lagrimales, parecen aparenlarlos con algunas
de las figuras anleriores. Sin embargo, se encuentran siempre agrupados en
escenas, algunas comparables con las donde eslan involucrados represenlaciones
clasicas de seres humanos. Cual sea su naturaleza, sus actitudes )' ajuares parecen
ligarlos a actividades rituales. Los otros seres con apariencia sobrenatural
grabados en Toro Muerto (ente con cabeza trofeo, canezas antropomorfas)' solares)
(Fig. 36e) se asemejan a las figuras dei grupo B, aunque con una notable ausencia
de los rasgos felinos. Las representaciones de seres sobrenaturales. que parecen
haber desempefiado un gran papel dentro de los dos primeros grupos. podrian
haber perdido un poco de su importancia en este grupo sureno: tal vez en relacin
con la fuerte presencia de los enmascarados -posibles intermediarios entre las
divinidades y los seres humanos- y de las representaciones realistas de felinos.
Cabezas zooantropomOlfas bilonuladas, comparanles con figuras de! grupo
B -y con uno de los geoglifos dei valle de Sana- se encuentran lamhin en
amhienle de Ceja de Selva, al Norle en Samanga (Piura) (Polia. 1996-87). como
en el sur en Panliacolla (Madre de Dios) (Ravines, 1986).
A pesar de eslas diferencias, es notable la existencia de represenlaciones
semejantes en sitios mu)' distantes tanto en el tiempo como en el espacio. Asf
los seres sohrenaturales y antropomorfos ensefian a menudo posturas que se
repiten tal como los brazos extendidos, a manera de adoracin (Fig. 35), 0 slo
uno de los brazos levantado en allo, a manera de salutacin (Fig. 36).
Los seres humanos
Aunque es, en muchos casos, diffcil de distinguir las dos categorfas. las
figuraciones de probables seres humanos -representados generalmenle por una
silueta dinujada pOl' medio de trazos sencillos sin rasgos faciales- son frecuentes
dentro de los grupos B y C (Fig. 39). Eslan en la mayora de los casos vistos de
l'rente (Fig. 39a. Il) y asociados con otros glifos, en composiciones mas 0 menos
complejas, a menudo difciles de enlender.
103
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Fig. 38: Representaciones de seres sobrenaturaLes y cabezas antropomorfas (grupo
B) a: Alto de La Guitarra; b, g: Yonan; c: Huancor; dl, h-i, L: Checta; k: PaLamenco;
(a, b, c, g, k: segun Nufiez Jimnez, 1986:figs 656, 472,1670,471,1093; dI, h-
i, L: ). G.)
104
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Fig. 39: Probables representaciones de seres humanos en actitudes diversas (grupos
B y C): a-b: Checta; c: Cerro Mulato; ri: Alto de la Guitarra; e,f Toro MuertO; g,
h: Huancor (c-h: segn NLifiez Jimnez, 1986:.figs 270,64,2359,2197, /657,
1694; a, b: ]. G.)
105
Dos ti pos de escenas aparecen si n embargo con mayor frecuencia. Las
primeras son las probables representaciones de pastoreo, que existen en casi
todos los grandes sitios, aunque de manera mas frecuente dentro deI gTUpO C.
Puede tratarse de unD 0 varios hombres acompanando un rebano de camlidos
(Fig. 48 d) 0 de un hombre guiando un animal con una soga (Fig. 39 d-e). Las
otras corresponden a acciones de tocar musica y bailar, que aparecen sobre todo
en Huancor -donde tocan al parecer trompetas (Fig. 39 g-h)- Yen Toro Muerto,
donde se representan hombres tocando tambores y bailando (Fig. 39f). La
representaci6n de grupos de hombres en acci6n es mucho mas frecuente en Toro
Muerto que en los demas sitios, donde las representaciones antropomorfas
aparecen generalmente en asociaci6n con animales y diversos signos.
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o 20 cm
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20 cm
1
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o 20 cm
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Fig. 40: Represenlaciones naluralislas de felinos; a: gmpo A (El Palmo); b-d:
grupo B (Quebrada San Juan, Checla, La Casela); e-f gmpo C(Toro Muerlo) (a,
b, d, e,f, seglin Nlifiez Jimnez, 1986:.figs 310,925,1439,2914,2516; c: JG.)
106
FELINOS, AVES RAPACES, SERPIENTES
La representaci6n de estos animales, comun en el arte deI Peru
prehispanico, es tambin importante entre los petroglifos. Se pueden encontrar
en forma aislada, en conjunto 0 en combinaci6n, fOl'mando figuras zoomorfas
sobrenaturales.
Dibujos de felinos con rasgos naturalistas aparecen en casi todos los
grandes sitios costeros, en estilos y modalidades diferentes. De puro estilo Chavn
dentro deI grupo A (Fig. 40a), las representaciones de felinos son mas diversas
y ms realistas dentro deI grupo B (Fig. 40b-d), para vol ver mas esquematizadas
dentro deI grupo C (Fig. 40e-f). En los dos primeros grupos se encuentran
generalmente aisJadas, mientras que en sitios deI tercero -tal como Toro
Muerto- estn agrupadas entre ellas y/a asociadas con varios otros dibujos.
Segun los sitios y tal vez las regiones, parecen haber sido representados diversas
especies de felinos ( ~ j a g u a r , puma, ocelote, gato montes'?).
Cabezas de carnvoros vistas de perfil, de estilo Chavn, son frecuentes en
los sitios con petroglifos deI grupo A (Fig. 42a-c), donde los rasgos felinos
aparecen tambin en asociaci6n con representaciones antropomorfas (Fig. 35a),
serpientes (Fig. 45a-b) y peces (Fig. 37a). Elementos comparables existen dentro
dei grupo B, bajo la forma de mscaras vistas de frente (Fig. 42d-i ), pero estan
ausentes 0 muy escasas en los sitios mas surenos.
o 20 cm
l. .-L....._....J
Fig. 41: Asociaci6n de rasgos fclCnicos y rapaces; grupo A (Palamenco) (segun
Nufiez Jimnez, 1986:fig. 1065)
107
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Fig. 42: Probables representaciones de cabezas de osos )' felinos; a, c, d, i: Alto de
La Guitarra; b: El Palmo; ef Cerro Mulato; g-h: Checta (a}, i seglin Nlinez
Jimnez,1986:figs 682,309,683,618,68,134,657; g-h: JG.)
108
La asociaci6n de estos felinos con aves, al parecer rapaces, es manifjesta
dentro de Lodos los grupos, bajo diversas formas. Asf, fueron representadas la
superposicion de los dos zoomorfos en un magnffico peLroglifo de la Quebrada
deI felino (rio Jequetepeque) (Pimentel, 1986); la combinacion de los rasgos
felfnicos y rapaces en Palamenco (Fig. 41); la representaci6n de pequenos aves
esquematizados debajo de las mascaras felinas emplumadas, en Checta (Fig.
42i, 50a): 0 la simple yuxtaposici6n de los dos animales, deI mismo tamano en
Toro Muerto. En ChecLa, se puede anotar no solamente su presenc:ia en una
misma piedra, pero tambin la concentracion de las figuras de felinos y aves en
algunos sectores y nucleos, donde aparecen tambin numerosas figuras solares.
Para P. Villar C6rdova (1933: 176): "En aIgu nos de los petroglifos se descu bre la
representaci6n grfica de los personajes legendarios ya citados en la literatura
religiosa de Canta y el proceso de idealizaci6n dei felino que simboJiza el r1ios
'Wa-Kon', y el halcon y el condor que simbolizan el sol, 0 sea, el dios 'Willka"'.
Estos animales aparecen tambin en el miLo de Cuniraya. regisLrado por
F. de Avila en la provincia de Huarochir, donde se hace referencia a un rito en
relacion estrecha con este Lema: "El puma le dijo... y Cuniraya le conLesLo: ... y
si te maLan los hombres se pondran tu cabeza sobre su cabeza en Jas grandes
fiestas y te haran cantar. .. El halcon le dijo... y Cuniraya le contesta: ... y si
mueres 0 alguien Le mata, con una llama te ofrendaran los hombres; y cuando
canten y bailen. te pondran sobre su cabeza, y aUf hermosamente estars" (Ortiz
Rescaniere, 1973: 103). El mismo autor especifica, en otro pasaje, que esta
ceremonia, dedicada a Cuniraya, tenla lugar anualmente y que el halcon y el
puma podfan estaI' asociados en una misma mascara que, en este caso, llevaba
plumas. La puesta en relacion de rituales de este tipo con ciertas de las figuras
grabadas se complementa con las referencias comunes a las mascaras y al baile,
temas tambin a menudo tratados en diversas localidades petroglficas.
Aunque las representaciones de aves esUin pOl' 10 generaJ muy
esquematizadas se pueden reconocer (Fig. 43), allado de los dibujos de rapaces
(6condor, agu ila, halcon, bUho?), otras especies pertenecien tes a la fauna local
U,flamenco, pelicano, colibrf, 101'0?). Se desconoce la relacion que puede existir
entre las aves rapaces, dibujadas con bastante cuidado, que predominan dentro
dei grupo A, y las demas figuras. En una localidad como Toro Muerto existen
decenas de figuraciones diferentes de aves, sin que se pueda establecer
diferencias claras en sus asociaciones. Al contrario, cierlas composiciones, en
109
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Fig. 43: Diversas represenlaciones nalumlislas de aves: (1" b: Alto de la Guilarm;
c: Chucuischuco; d: Palamenco; e: Quebmda San Juan; f Pampa Calala; g:
Huancor; h: Palamenco; i: Huancor;j: Toro Muerlo (seglin Nlinez ./imnez, 1986:
jigs: 687, 686, 1155, 949, 938, 827, 1717, 953, 1812, 2481)
110
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Fig. 44: Asociaci6n notable y repetida de aves con representaciones de cruas,
cavezas antropomo(fa.s,figuras serpentiforme.s y/o soles; a-v: Alto de La Guitarra;
c: Queneto; cl: Checta ; e ~ f Huancor (a, b, c, e,fsegun Nufi,ez Jimnez, 1986:figs
716,715,870,1806,1700; cl: .I.G.)
111
las cuales aparecen al lado de un ave, figuras en forma de cruz, cabezas
antropomOlfas, soles y/a figuraciones serpentiformes, estan repetidas, bajo formas
comparables, en un gran numero de sitios (Fig. 44). En los mitos de Huarochirf,
ya citados, elloro pertenece sin embargo -con el zono y la mofeta- al grupo
de los animales opuestos a Cuniraya y, pOl' 10 tanto, mas ligados con divinidades
lunares. Otras aves acuaticas y costeras podrfan tambin haber sido asociadas
con cuItos al mal'.
Las representaciones de serpientes -animales ligados en la mitologfa
andina al trueno, la lluvia y la fertilidad vegetal- son frecuenles en el arle
grabado, donde aparecen bajo formas diversas. Al lado de los clragones, con
cuerpos de serpientes y caras felinas (Fig. 45a-b), caracterfsticos dei grupo A,
existen dibujos mas realistas (Fig. 45c-d), serpientes con rasgos antropomorfos
(Fig. 45 e-f, i, k), y-sobre todo- figuras serpentiformes sencillas, conformadas
por un trazo ondulado 0 en zigzag. Las serpientes con rasgos faciales (ojos, nariz,
boca) son frecuentes dentro de los grupos B y C, donde aparecen bajo formas
comparables en dislintos sitios. Enlre los temas recurrentes estan las serpientes
bicfalas que mueslran diferencias entre sus dos extremidades (Fig. 46): boca
abiertalboca cerrada, drculo lleno/drcu10 vado... , tema que se encuentra tambin
en ciertas vasijas de la cuItura Nazca (Guffroy, 1987: rig. 7h). Una leyenda de la
selva, comentada por Valcarcel (1959: 10), cuenta que en el mundo interim',
habla dos culebras. La primera, unicfala, era la madre deI agua y simbolizaba
el trueno, la lluvia y el relampago. La segunda, bicfala, madre de las plantas,
se transformaba en el arcoiris; era diosa de la fecundidad y de la vegetaci6n.
Otro tema repetido es el de la serpiente con cuerpo fit6morfo, ilustrado en
Cerro Mulato (Fig. 45j) y Checta (Fig. 45k). Las figuras mas esquematizadas
estan a menudo asociadas con representaciones de otros animales, antropomorfos
y signos, Las serpientes aparecen tambin bajo la forma de cabezas sueltas (Fig.
45d), as! como en los tocados de personajes de estilo Chavfn (Fig. 35a) y, en
Toro Muerto, debajo de las axilas de figuras humanas con brazos extendidos.
112
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Fig. 45," Represenlaciones diversas de serpienles y serpenliformes; a-b: grupo A,
Alto de La Guilarra; c-k: grupo B, Yonn, Checla, Quebrada de los Boliches,
Palamenco, Pampa Calala, Checla, Huancano, Cerro Mulalo, Checla (a, b, c, e,
f, g, i: seglin NLifiez Jimnez, 1986:figs 624,625,456,34,995,835,1906,43; d,
h, k: JG.)
113
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Fig. 46: Represenlaciones de serpienles bicfaIas; a: Pampa deI Castillo; b: Yonn;
c, g: Toro Muerlo; d, li: Checla; e: Palamenco;f Huancor (a, h, c, e,f, g seglin
Ntinez Jimnez, 1986:.figs 547,433,2578,1035,1721,2573; d, 12: J.G.)
114
OTROS ANIMALES
T,os camlidos, que estan representados en muy pequefio numero en los
sitios de la costa norte, son mas frecuentes en la costa central y sobre todo
dentro deI grupo C, donde hay -tal coma en Toro Muerto- decenas de animales
de diversos tamafios grabados sobre una misma piedra. Que sean aislados 0
dispersos en rebafios, los camlidos pstn a menudo acompafiados de pequefios
seres antropomorfos en acciones mas 0 menos obvias de pastoreo (Fig. 39 a-b,
48d). En otros casos se encuentran encerrados, coma dentro de un corral, en
filas, 0 incluidos en figuras complejas. La representaci6n de estos animales en
localidades de Chaupi Yunga puede explicarse pOl' su papel simb61ico dentro de
la cosmologa andina, su utilizaci6n frecuente en Jos rituales de sacrificios, y/o
su importancia coma animal de carga y comercio entre las diversas regiones.
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Fig. 47: Representaciones de lagartos, a, c: Cerro Mulato; b: Checta (a, c segun
Nu'-'iez .Jimnez, 1986:figs 178, 58; J.G.)
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Fig. 48: Represenlaciones de cu.adrupedos; a: Palamenco; b-c: Cerro Mulalo; d,
h-i: Toro Muerto; e: Huancor;f-g: Checla (a-e, h-i: seglin Nl1nez Jimnez, 1986:
jigs 956, 195,233,2428, 1788,2458, 2642;f-g: JG.)
116
Aunque los venados estaban naturalmente presentes en las cercanias de
la mayora de los sitios, sus representaciones parecen mu)' escasas. S610 en
algunos casos, como en Checta (Fig. 48f. g). se nota la presencia de astas, que
permiten reconocer a este animal. Tales atributos se encuentran tambin sobre
la cabeza de un ser antropomorfo, con cabeza trofeo en la mano, grabado p-n
Huancor (Fig. 38c).
Dibujos de zorros, algunos bastante realistas (Fig. SOi), otros mas
esquematizados, aparecen tambin en los sitios dei grupo B. Este animal estaba
considerado en los mitos de la costa norte y central coma nocturno )' asociado a
la lu na. La representaci6n dp- una zona, vista de pelfil con una media luna 0
tumi, encima de la cabeza -comparable con figuras plasmadas sobre vasijas de
las culturas Moche)' Chim (Niiez Jimnez, 1986, vol. 1: 397)- fue grabada
en Yonan. Entre las figuras cuadrupedas de atribuci6n incierta -numerosas en
estas mismas localidades- existen seguramente representaciones de perros )'
mustlidos. Dos otros mamferos, los osos y monos, tienen una distribuci6n ms
reducida. Cabezas de osos y un animal de cuerpo entera parecen haber sida
dibujadas, con estilo Chavin, en las localidades de Alto de la Guitarra y
Palamenco (Fig. 42a-b), en relaci6n con las otras figu ras deI gru po A. Los monos
estan frecuentemente representados en los sitios de la costa norte, ms escasos
en la costa central, y ausentes dentro deI grupo sureiio.
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Fig. 49: Representaciones de peces; a, c, d: Cerro Mulato; li: Ao de la Guitarra
(segun Nufiez Jimnez, 1986:figs 641,40,595, 66)
117
Otros animales que hacen parte de la fauna local, tal como los lagartos
(Fig. 47), los peces (Fig. 49) Ylos sapos aparecen con cierta frecuencia en los
sitios de la costa norte y central, mientras quedan escasos en el gmpo C, donde
existe una menor diversidad de representaciones. Estos animales pueden estaI'
dibujados de manera bastante realista 0 mas esquematizada. En Alto de la
Guitarra, la representaci6n de un pez aislado y de otro, llevado por un ser
sobrenatural, pertenecen al grupo A. Las otras figuras pisciformes estan
distribuidas en sitios de la costa norte y central, donde aparecen a veces. coma
en Checta, agrupadas con otros animales, asociados al mar (conchas, malagua).
Las batracios estan por 10 general mas esquematizados y por 10 tanto de atribuci6n
mas dudosa. Estaban tambin considerados en la mitologa como animales
nocturnos ligados con la luna.
Las representaciones de insectos (y aracnidos). aunque escasas, son por
10 general mas realistas y permiten determinar el genero. Las mas frecuentes
podrfan ser las figuras de aranas, cuya presencia esta senalada por A. Nnez
Jimnez (1986: 59) en siete sitios de la costa norte y central, en base a figuras
que sin embargo son a veces dudosas. Dos ejemplares, bastante claramente
dibujados se encuentran en Checta (Fig. 50e). Entre las poblaciones costeras,
las aranas, consideradas como animales nocturnos. intervenfan en las practicas
adivinatorias, a las cuales estaban frecuentemente asociados algunos sacrificios
(Trimborn, 1962: 194). En la cara de otra piedra IjTabada en Checta se reconoce
la representaci6n de dos insectos sobrepuestos, uno bajo la forma de un gusano,
con un cuerpo delimitado por lneas en zigzag, y el otro, encima, bajo la forma
de un insecto completo, tipo saltamontes. Las dos figuras estn picadas pOl'
decenas de pequenos golpes. Sobre el otro lado de la piedra, estn grabados una
lnea de crculos interconectados y varios otros signos. En este mismo sitio existe
tambin una representaci6n de una abeja y de otros animales tal como un
ciempis, un caracol y probablemente un camar6n (Villar C6rdova, ] 935: 412).
Posibles dibujos de mariposas aparecen en sitios como Cerro Mulato y Cochineros.
LAS FIGURAS GEOMTRICAS y LOS SIGNOS
Los signos geomtricos son abundantes dentro de todas las localidades.
Los dos unicos signos identificados como pertenecientes con seguridad al grupo
A es el c1sico ojo excntrico, con la pupila levantada, dibujado en Alto de la
Guitarra (Fig. 52 a) y la boca estilizada con colmillos felinos. tal como aparece
en Tol6n.
118
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Fig. 50: FotografCas de petroglifos dibujados en Checta (rotos]. G.)
119
Dentro deI grupo Bexiste unadiversidad mayorcon figuras que se repiten
de un sitio al otro, y otras mas caracterfsticas de una localidad particular. Entre
las mas frecuentes se encuentran los circulos con radios, que pueden tener el
interior vacfo, pero tambin contener un punto 0 rasgos faciales antropomOl{os
(Fig. 51d-f). Su identificaci6n coma representaci6n deI solo de una divinidad
solar parece obvia. Existe tambin otro tipo de representaciones astrales, con un
nmero menaI' de rayas, generalmente en forma de triangulos, que parecen ser
estrellas (Fig. 511-n). Coma la recuerda L. ValcarceI (1971): "Entre las estrellas
distingufan a las llamadas Collca Urcochillay, que imaginaban sel' una llama de
muchos colores, protectora deI ganado y cerca de ella Catuchillay Uchillay, que
fingfan sel' una llama con su crfa. Adoraban tambin a las llamadas Cabrillas y
al Chuquichinchay que crefan tener la forma de un tigre (14), a cuyo cargo estaba
la conservaci6n de estas felinos, de los pumas y de los osos. Otra constelaci6n
objeto de cuIta fue la denominada Anchochinchay, asf coma Machacoay, patrona
de los serpientes. Otras constelaciones enumeradas son Chacana, Mamana, Mirco
y Miquiquiray. A todas las estrellas las consideraban como protectoras de especjes
animales terrestres, cuyo aumento y procreaci6n sustentaban". Como ya la hemos
notado con eltestimonjo recogido por Duarte Fernandez acerca de la piedra de
Calango, y coma la veremos a continuaci6n con el estudio de las piedras de
tacitas, las referencias al cosmos son omnipresentes, bajo formas diversas, en el
arte petroglffico.
Otros signas frecuentemente grabados -muy caracterfsticos deI grupo
B- son las figuras circulares que pueden sel' sencillas, concntricas, 0 con
apndices; aisladas a unidas pOl' Ifneas rectas. En Checta son particularmente
numerosas yen asociaci6n [recuente con las cpulas (Fig. 53a). Entre los signos
comunes entre varias sitios se encuentran tambin las cruces, de formas diversas
y a veces con rasgos antropomorfos; las espirales; los cuadrilateros y los rombos.
Otros signas son mas caracterfsticos de un solo sitio, tal coma los cuadrados con
diagonales en El Palmo, las figuras en forma de herradura en Yonan, los triangulas
en Palamenco, los signos en forma de ampolleta de Cochineros, a los motivas
florales en Huari. En Toro Muerto, existe tambin una cierta variedad de signas
entre los cuales predominan las Ifneas rectas y quebradas -probables
representaciones estilizadas de serpjentes-; las cpulas, a menudo alineadas,
aSI coma pequenas rayas. Estos ltimos trazos se encuentran frecuentemente a
proximidad de los bailadores (Fig. 36g) a delante de la boca de ciertos
cuadrpedos tal como los perros y camlidos (Fig. 48h). Podrfa tratarse de la
representaci6n de sonidos 0 de efluvios.
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Fig. 51: Representaciones de soles y estrellas, a-c, fk: Checla; d-e, l-m: Cerro
Mulato; n: Huancor (d, e, l, m, n segun Nunez .Jimnez, 1986: figs 84, 159, 186,
95, 1791; a-c, f-k: ]. G.)
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Fig. 52: Signas y figuras geamtricas diversas; a, g: Alto de la Guitarra; b: La
Cabanita; c: Huancar; dl, i, k: Cerro Mulata; h: Checta; i El Palma (a-g, i-k:
seglin Nlinez Jimnez, 1986: jigs 721, 1975, 1803, 263, 264, 117, 598, 241,
299,51; h: JG.)
122
Como 10 indica A. Ndfiez Jimnez (1986: 49), la significaci6n de estos
signos puede ser muy variada: "El Huitoto amaz6nico. al hacer sus dibujos
cruciformes llamados Llacuno.s, representa un insecto de igual nombre y con J
simboliza tambin la tiena. el cielo y el agua. Estas cruces pueden sel' de distintas
formas. Para esa tribu. las grecas simbolizan a las boas y un trapecio equivale a
una serpiente al igual de las espirales. La tribu de los Orejones en la cuenca
amaz6nica. perteneciente al Perd. adn representa al sapo con un rombo. Los
Omagua simbolizan el rayo con un zigzag. Los Shipibo representan la serpiente
con un doble rombo (cabeza) deI cual parte una larga Ifnea quebrada; las grecas
simbolizan varios serpientes integradas en una sola; un cuadrado dividido en
cuatro cuarteles, dos de ellos con crculos en su centro, representa al tigre (14).
A las orillas del rfo Aguaytfa, afluente deI Ucayali, los Cashibo se adornan la
cabeza con una cruz. cuyas aspas terminan en rombos y cuatro puntos exteriores,
todo 10 cual simboliza el universo, sencillo disefio donde figuran los solsticios,
las esquinas deI cosmos y otros elementos... Entre los habitantes deI valle de!
rfo Putumayo.las figuras de triangulos rellenos uno al lado deI otro simbolizan
campos sembrados de manf y asf se pintan las mujeres de la cintura para abajo,
en una relaci6n mujer-tierra".
LAS PIEDRAS DE TACITAS
Las depresiones circu lares grabadas 0 tacitas estan frecuentes en Lodos
los grandes sitios de los grupos I3 y C, donde aparecen bajo diferentes formas:
aisladas. en agrupaci6n. filas. 0 motivos, hasta cubrir en algunos casos Loda una
cara 0 piedra grabada. Empezaremas el estudio de estas ltimas obras, que
podrfan haber tenido una funci6n particular dentro de los campos petroglfficos,
por el casa de Checta, donde su importancia puede sel' claramente puesta en
evidencia.
Las piedras de tacitas en Checta
Una primera piedra de esle lipa aparece, en Checta. denLro de un grupo
de tres rocas grabadas aisladas, ubicadas en la enLrada deI siLio (Fig. 53a). Las
cpulas no estan distribuidas de manera aleatoria, sino que parecen formaI' 1fneas,
hasta tal vez motivos, en combinaci6n con trazos grabados que representan
123
crculos unicJos 0 terminados por Ifneas rectas. El mismo tipo de motivo se
encuentra en las rocas vecinas, donde las tacitas son sin embargo menos
numerosas.
En la parte central deI sitio, a unos 25 m al oeste de las demas piedras
grabadas, se encuentran dos grandes bloques que presentan una gran cam plana.
que domina entre 30 y 80 cm el suelo circundante. Estas dos rocas -cuyas
caras horizontales y verticales estan cubiertas pOl' centenares de depresiones de
dimensiones variadas- tienen un mismo aspecto general. pero difieren en
aIgu nos detalles. Sobre la mas nortefia (Fig. 53b) aparecen varios petroglifos y
trazos, mezc:lados con las tacitas. Aunque la identificacin de las figuras grabadas
es diffciL parece factible reconocer la representacin esquematizada de un
pescado, la cabeza de otro, una concha marina y un cuarto animal que asemeja
una malagua, 10 que parece indicar una referencia comn al tema deI mar. Varias
ranuras de pulimento. que resultan de la frotaci6n prolongada 0 repetida de una
herramienta lftica, han si do realizadas tanto en la cara plana como en las esguinas
de la piedra.
La segunda roca plana (fig. 53c), ubicada a unos 15 rn de distancia, tiene
un ancho maximo de 1,40 m, por 1,80 m de largo. Su cara subhorizontal lieva,
casi nicamente, tacitas de dimensiones variadas (entre l y 5 cm) (Fig. 53e), y
ranuras de pulimento (Fig. 53d). Como ya 10 habiamos notado en la piedra grahada
a la entrada del sitio, la distribucin de las cpulas no es tan aleatoria como
parece a primera vista. En varios sectores de la roca, las tacitas parecen formaI'
pequenos alineamiento -rectilineos, curvos 0 circulares- que podrfan
conformaI', en combinacion con las fisuras naturales y las ranuras de pulimento,
motivos mas complejos (Fig. 531). Si bien nos parece poco probable que haya
figuras fijas escondidas detras de la prolijidad de cpulas, la bsqueda de una
cierta confusion visual, propicia a la creacin de imagenes, podria muy bien
haber sido uno de los efectos deseados. El usa combinado de otros procedimientos.
tal como la aspersion con un liquido, puede tambin haber facilitado la
materializacin de figuras.
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Fig. 53: Fotograj{as de la.s piedras de tacitas de Checta (fotos ./. G.)
125
De todos modos, es muy probable que estas dos piedras hayan sido usadas
en ritos palticulares llevados a cabo dentro dei campo petroglffico. La presencia
de ranuras de pulimento, que implica el uso repetido de instrumentos cortantes,
as coma su forma general, podran ref1ejar su eventual utilizaci6n coma tablas
de sacrificio. Pero existe tambin c1aramente una voluntad de cuhrir
completamente la roca, manifiesta en el tratamiento de las paredes verticales,
en las cuales las ranuras y depresiones llegan hasta le suelo. Por el efecto visual
obtenido, es tambin probable la referencia implcita al cielo estrellado y a las
constelaciones. El conjunto de estos elementos hace de estas rocas verdaderas
piedras de misterios, propicias a la ejecucin de diversos rituales.
Elementos comparables aparecen sobre la ltima piedra grabada en la
parte alta dei sitio. Se trata de un bloque de grandes dimensiones que lleva en
su cara delantera un petroglifo complejo en cuya parte superior se reconoce un
ser antropomOlfo (Fig. Sad). En sus dos lados, aparecen un gran numero de
tacitas, aSI coma otros trazos y crculos. Su ngulo superior est tallado, solne
todo su largo, pOl' ranuras de pulimento cortas pero profundas. La ausencia de
tales ranuras sobre las dems rocas grabadas en la localidad confirma la
singularidad de estos bloques que, pOl' su distribucin, parecen delimitar el sitio.
Otra piedra cubierta pOl' tacitas fue encontrada ms al fundo de la misma
quebrada, en asociacin con probables terrazas de cultivo, en un lugar donde no
existen otros petroglifos. A estos elementos se puede sin embargo agregar una
ltima pieza mobiliar. Se trata de un canto rodado, de cerca de 50 cm de dimetro,
descubierto en los afios 80 en un potrero de la quebrada Pucara, a un kilmetro,
do abajo de Cherta. Sus dos raras estn cubieltas par depresiones grabadas de
diversos tamafios, con un aspecto semejante a las grandes rocas antes descritas.
Esta diversidad de contextos parece confirmar tanto la importancia simblica
de estas rocas coma la probable diversidad de sus funciones.
Las piedras de tacitas en los demas sitios
Piedras semejantes a las de Checta se encuentran en varios otros siLios
peruanos, bajo formas sin embargo diversas. 1. Shimada el al. (1985: 143) sefialan
la presencia de tales blogues en la cuenca dei rfo La Leche, en el sitio de Mochum
Viejo, donde estan asociados con petroglifos (ibid: fig. 28), aSI como en la base
126
del promonlorio del Cerro de la Calera. Este ultimo monolito (ibid: fig. 29), que
parece enconlrarse aislado. tiene una forma rectangular (1.5 m de largo x 4.5 m
de ancho) y esla cubierto con depresiones regulares. Para los autores, estas
depresiones podrian haber marcado importantes puntos de mira 0 [ronleras
lerritoriales. Asocian estas obras con otras manifestaciones deI Horizonte
Temprano. En la misma regi6n, se ha senalado la presencia, sobre la margen
uerecha deI rio Chinama (Alva Marinas, 1986), de varias piedras de dimensiones
variables en cuya superficie plana superior se han excavado pozas circuJares de
tamano tambin diverso. Estas pozas, que parecen de diamelro superior a las
tacitas de Checta, esUin asociadas, en algunas rocas, con canales. En el mismo
sitio existen evidencias de arquitectura, asi como un monolito de grandes
dimensiones, en forma de cilindro cortado que lIeva representaciones de seres
antropomOl{os )' zoomodos.
Mas al sur. en el valle dei rio Fortaleza, dos piedras rie aspeclo compa-
rable han sido grabadas en el sitio de Huaricanga, cerca ue una estructura
cuadrada que \leva en su centra otro monolito parado. Las tacitas esln asociadas
a trazos complejos en forma de laberintos y figuras circulares, algunas con un
punto central (Nnez Jimnez, 1986: 597) (Fig. 54c). Otras piedras con
depresiones circulares parecidas a las de Checla se encuentran cerca dellemplo
ue Cerro Sechin (Nfiez Jimnez, ] 986: fig. 1168, 1169), asf como en el sur riel
pals. en el silio de petroglifos de Pilis (Nufiez Jimnez, 1986: fig. 2J 03). (Fig.
54g). en asociaci6n con petrogli[os del grupo C.
Es mu)' probable que piedras semejantes existen en muchas otras
localidades pclroglficas, donde no l'ueron hasta ahora senaladas. Asf. Eeckhoul
(1997) indica la presencia. en el sitio de Chuchusurco (valle de Lurfn), de racas
ornadas, en su parte superior horizontal, de pequenos hoyos circulares, y
asociadas al parecer con plataformas. Ocupan una posici6n un poco apartada en
cuanto a los petroglifos, grabados sobre una decena de piedras, )' no aparecen
en la descripci6n deI sitio (\lamado Antapucro) realizada pOl' A. Nnez Jimnez
(1986, vol. 2: 17-22). En el flanco medio dei cerro que domina el sitio exislen
terrazas de cultivo fechadas del periodo Intermedio Temprano. Eeckhout (ibid:
538) menci ana tambin la presencia de roeas semejanles a la entrada ue uno de
los sectores habitacionales deI sitio de Chaymayanca, ubicaclo ciel otro lado ciel
rio Lurin. Este silio de gran extension parece haber conocido una larga ocupacin,
tal vez desde el Horizonte Medio y hasta la Conquista.
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Fig. 54: Pierlras con depresiones grabadas provenienles de: a: Cerro Mulalo; b:
Yonan; c: Huaricangl1; d-e: Huancor;f San Miguel de Yangaslambo; g: Pilis
(seglin NLifiez Jimnez, 1986:figs 208,334,1192,1704,1684,1563,2103)
128
Es muy importante anotar que Eeckhout (ibid: 549) sena la la presencia en
este mismo sitio, allado de un santuario probable mente dedicado a uno de los
hijos dei dios Pariacaca, de plataformas gue parecen haber sido destinadas a la
cremaci6n de hojas de coca, que constituyen las ofrendas a esta huaca. Recuerda
tambin la existencia, en las cercanas, de un camino gue una los vaJles de
Rfmac y Lurfn, pasando por el sito de Cocachacra, )' supone, basandose en un
texto de Francisco de Avila, que las ofrendas de coca recin madura dahan la
oportunidad a las etnias de las diferentes regiones de encontrarse en
Chaymayanca, donde se desarrolJaban importantes ceremonias. As, encontramos
de nuevo, en estos sitios ubicados en la parte alla de la Chaupi Yunga, varios de
los elementos ya seiialados en el capftulo IV, 10 que parece comprobar su
importancia para entender la funci6n de estas manifestaciones.
La reJacin entre las cpulas, la coca, y el mundo c6smico nos es tambin
sugerida por una escena pintada sobre una vasija de la cultura Moche (Fig. 55),
donde estn representados personajes sentados que mastic:an bolas de coca
figuradas por pequenos cfrculos negros, los mismos que aparecen en mayor
nmero en la parte superior de la representacin donde semejan ser estrellas,
con un aspecta visual mu)' cercano a las piedras de tac:itas.
Fig. 55: Escena pintada sobre una vasija de estilo Mochica (segun M. RostWOTowski,
1973)
129
Es posib]e tamhin reconocer una cierta filiacin con otras rocas trabajadas
-fechadas deI perfodo Horizonte Temprano- y particularmente con la piedra
uhicada en el centro de la plaza del templo nuevo de Chavn de HuanLar y
conocida como la "piedra de los sacrificios" (Tello, 1960: 66) 0 "altar de Choq'e
Chinchay" (Lumbreras, ] 970: 81). Para este ltimo autor, la disposicin de los
siete pocitos de buena dimensi6n cavados en la cara plana superior. sugiere la
distribuci6n de las estrellas que forman parte de Orion (Las Pleyades 0 "siete
cabri lias"), constelaci6n de gran impOl'tancia en la cosmologa andina. Al mismo
tiempo que recuerdan la forma de los c1asicos felinos de Chavn (ibid: 83). En la
costa central, existe otra piedra comparable: eillamado monolito cie Kuhwanka,
ubicado en la margen izquierda deI ro Sechn (Tel1o, 1956: 75-77). Este monoliLo
-cuya cara superior parece haber sido pulida- \leva siete marcas circu]ares y
aIgu nos trazos grabados. Otra piedra comparable fue enconLrada en el sitio cer-
emonial de Poro-Poro (Udima), ubicado cerca a Monte Calvario. en el AlLo Sana,
y fechado del Perfodo Inicial 0 HorizonLe Temprano. Segn W. A]va (1985: 57-
58), los pozos cncavos lal)l'ados sobre los bloques mono] fticos podran vincularse
con un cuIto al agua, 0 con observaciones astron6micas.
Una cierta relacin funcional podrfa tambin existir entre estas piedras y
otras manifestaciones mas recientes (fechadas cie] Perfodo InLermedio Tard y
dei Horizonte Tardo), LaI como la piedra de Saihuite (departamento de Cuzco)
(CaITi6n Cachot, 1955: lam. IV), cu bierta de figuras zoomorfas y de
representaciones de andenes. acequias y construcciones, esculpiclas en alto re-
lieve. as como las piedras y adobes ahuecados provenientes deI siLio de
Pachacamac (J imenz Borja, 1985: 50-SI). La primera piedra esta generalmente
descrita como siendo un altar dedicado a ritos al agua, mientras los ultimos
vestigios - <lue suelen tener hasta 50 cm de largo - podran haber sido asociados
a juegos de canicter profano 0 sagrado y prcticas de adivinacin (Ibid).
Este escaso, y seguramente muy incompleto registro, atestigua sin em-
bargo la amplia distribucin -tanto temporal como espacial- de este tipo de
obra, que parece haber conocido una cierta evolucin desde los ejemplos ms
tempranos, caracterizados pOl' un nmero reducido de hoyos profundos y su
asociacin privilegiada con otras estructuras ceremoniales, y las obms mas
recientes, cubiertas de tacitas, a menudo (pero no siempre) ubicadas en las
mismas localidades que los petroglifos de los grupos B y C. Aunque queda diffcil
establecer sus funciones precisas -que han podido sel' multiples-las relaciones
130
sugeridas con el mundo csmico y los ri tos de fertilidacl, as como con las practicas
de sacrificio y adivinacin parecen significativas.
Depresiones circulares estn lambin presentes, bajo formas un poco
diferentes y generalmente en asociacin con otros trazos grabados. en varin::;
dems sitios petroglffcos. Pueden entrar en la composicin de motivos a paneJes
lai como en la quebrada de los Boliches (Nunez Jimnez, 1986: fig. 17,24.25).
Palamenco (ibid: fig. 965 - 966) Y Huancor (Fig. 54e) a formaI' parle de
alineamientos en los que figuran tringulos y cruces como en Cerro Mulalo (Fig.
54a). En algunos casas. las depresiones grabadas suelen tambin represenlar
figuras zoomorfas (sapo, Ilama), tal coma en Yonan (Fig. 54b) Y Huancor (Fig.
54c). Denlro deI grupo C, aparecen en la mayorfa de los silios bajo la {orma de
alineamienlos paralelos. que separan a subrayan olras figuras. Eslas diversas
manifeslaciones tienclen a confirmar el papel irnporlanle que han lenido las
piedras de lucilas dentro dei arle petroglfico peruano, sin aclarar realmenle su
funci6n 0 significado.
Notas capitulo VII :
14 - La delerminaci6n de cierlas representaciones coma ranas cs muy
probablemenle errnea, eslos animales siendo ausentes de la verliente occidenlal
de los Andes y presenles unicamente en la Amazonia. Los batracios dibujaclos
en los sitios de Chaupi Yan.ga son ms verosimilmenle sapas. De igual rnanera,
la denominaci6n de "tigres" que aparece en algunos lexlos es oi>viamellte
incorrecla: eslos animales no pertenecen a la fauna americana.
131
CAPITULO VIII
SINTESIS
El registro de las pinturas rupestres pertenecientes a los estilos naturalistas
y seminaturalistas es demasiado limitado para poder reconstituir un panorama
coherente de su difusi6n y estimaI' la importancia real de este fen6meno. El
problema de su significado est tambin dificultado pOl' nuestro reducido
conocimiento, que resulta tanto deI pequefio numero de sitios registrados, en
relacion con el vasto territorio abarcado, como de la imprecision de los datos y
de la escasa iconograffa publicada. En la espera de nuevos datos, quedaremos
pOl' 10 tanto al nivel de la presentaci6n de las diferentes hip6tesis interpretativas,
basadas en primer lugar sobre el contenido deI arte, los contexlos arqueologicos
y las comparaciones etnogrficas.
Un primer hecho notable reside en las fuertes semejanzas que existen,
tanto en la forma coma en el contenido, entre las ms antiguas pinturas deI sur
peruano y las deI grupo Patag6nico. Sin embargo -aunque la presencia de unas
cuevas pintadas, con temas semejantes 0 cercanos, en Bolivia y norte de Chile,
hace factible la hip6tesis de una difusion de estas prcticas dentro de los grupos
de cazadores recoleclores deI Altiplano surandino, durante el Holoceno medio-
estamos todavfa lejos de entender las modalidades de tal difusi6n y la naluraleza
de esta eventual comunidad de pensamiento. La concentraci6n de los sitios
peruanos de esta primera poca en los departamentos ms surefios parece
confirmar un origen meridional -que no contradicen las escasas fechas
radiocarbonicas en nuestra posesi6n-.
En las dos regiones es particularmente notable la homogeneidad -yen
consecuencia la relativa rareza- de los temas tratados, que contrasta con la
diversidad de ciertas manifestaciones rupestres comparables, en olras partes
dei mundo. Aunque esta vision puede sel' bastante afectada pOl' ellimitado estado
133
de nuesLros conocimientos, parece claro el predominio de las escenas
involucrando representaciones de camlidos, en vida 0 muelte, y de hombres, a
menudo armados. La relacion de estas pinturas con ritos relativos a la caza
queda pOl" Jo tanto una hipoLesis que no puede sel' toLalmenLe descartada. Su
presencia dentro de cuevas 0 abrigos, y sobre todo la existencia de una cierta
"formalizacion en el tratamiento y organizacion de las figuras sugieren sin em-
bargo un conLenido mas mitologico y/o una relacion mas estrecha con la
cosmologfa de la poca. Podrfan asf haber jugado un papel dentro de ceremonias
chamanfsticas. tal como se ha sefialado en otras partes deI mundo (Clottes y
Williamson, 1996). En efecto, observamos un mismo predominio de las
representaciones de manadas de animales (antilopes), a menudo en asociacion
con figuras antropomorfas, en las pinturas deI grupo San de Africa deI Sur, en
relacion directa con los elementos claves de su cosmovision y la explotacion de
los estados de conciencia alterada pOl' parte de los Chamanes (ibid: 12-30).
Dentro de este grupo la potencia chamanfstica sobrenaLural esta diseminada en
toda la creacion, pero particularmente en los antilopes. POl' 10 tanto: "Estos dibujos
se volvfan reserva de potencia. Danzando dentro de los abrigos rocosos. los
chamanes se volteaban frente a las pinturas cuando sentfan la necesidad de
aumentarsu potencia. Entonces, como electricidad, se derramaba en ellos desde
las pinturas y los proyectaba en el mundo de los espfritus" (ibid: 33). La asociacion
de las pinturas rupestres con ritos cie iniciacion. propuesta pOl' Schobinger y
Gradin (1985: 33), entre oLros, corresponde a una hipotesis mas diffcil Lodavfa
de comprobar, pero tal vez complementaria de la precedente. Asf, los chamanes
araucanos estaban iniciados dentro de cuevas. cuyas paredes estaban decoraclas
con cabezas de animales. Estas cabezas estaban afiadidas a los relieves naLu-
l'ales en el marco de un proceso de elaboracion deI mundo inferior con fines de
concretar y reforzar las creencias (Clottes et Williamson, 1996: 28). Varios otros
datos, tal como los restos de fauna marina encontrados en Toquepala, que indi-
can viajes repetidos hacia (0 desde) el mal', 0 la representacion muy particular
de las cabezas de los seres antropomorfos, parecen tambin constitur elementos
significativos, aunque diffciles de interpretar.
Las pinturas de los estilos naturalistas y seminaturalistas Jel centro
parecen representar una evolucion deI estilo anterior segun dos proyecciones,
sin embargo diferentes, desanolladas en territorios vecinos pero distinLos. El
primer grupo, caracterizado pOl' una ampliacion deI tarnafio de las figuras de
camlidos, la disrninucin 0 desaparicin de las figuras anLropomorfas y la
representaci6n de animales abultados 0 gravidos, se hace tambin presente en
los depaltamentos surefios (cueva de la Azana) y mantiene una estrecha relaci6n
134
con el grupo patagnico. La semejanza de las evoluciones notadas en las dos
regiones. de nuevo muy notoria, podrfa reOejar la existencia de contactos repelidos
entre los diferentes grupos de los Andes meridionales, y parece confirmar una
cierta comunidad de creencias. Sin embargo, si bien la evolllcin de las
representaciones puede explicarse, en Jos Andes centrales, pOl' los cambios de
percepcin de las relaciones con los camlidos, debidos a la integraci6n de los
poblaciones locales en los procesos de domeslicaci6n y pastoreo. tal evoluci6n
sociocultural no se da en la Patagonia. La probable referencia a la ferlilidad
animal no permite en SI aclarar la funci6n de estas obras, ni determinar si se
inlegran en un conjunto de rituales diferentes de los precedenles.
La tradicin seminaturalista de los depmtamentos de HW:lnuco, Pasco y
lunfn presenta marcadas diferencias estilfsticas con los dos grupos anteriores.
pero se asemeja al grupo ms antiguo por los temas tratados, al parecer lambin
cenlrados sobre la caza y los animales ne caza (camlidos y venados). De nuevo,
este hecho no se relaciona claramente -y parece ms bien conlradictorio-
con la aparicin temprana de la domesticaci6n en esla regin. Aunque la
frecuenle de crvidos. en vez de camlidos. podrfa tener aquI su
explicacin. parece obvio que la relacin de estas pinturas con aClividades
estriclamente productivas (bajo la forma de ritos mgicos de caza 0 de fertilidacl
animal) no es suficienle para explicar Jos temas lralados y menos todavfa las
funciones de tales manifestaciones. Es interesante anotar tamhin, dentl'O de
este grupo, la represenlaci6n ms frecuente de los signos y figuras geomtricas
que vendrn a sel' predominantes en el arte l'lIpestre posterior.
Parte de las pinluras de Monte Calvario se ligan c1aramenle con las
concepciones religiosas asociadas al Horizonte Temprano. Se dislinguen sin
embargo de las otras manifestaciones de esta poca por su soporte rupestre, deI
cual no se conoce otro ejemplo contemporneo. Esle contexlo, aSI como su
asociaci6n con figuras de un estilo al parecer ms recienle. podrfan resultar de
su momento de ejecuci6n. en la poca de transici6n entre el Horizonte Temprano
y Periodo Intermedio Temprano. Parece significativa sulocalizacin en la periferia
deI rea cultural Cupisnique, donde aparecen tambin las primeras
represenlaciones grabadas, de estilo comparable.
Ya hemos insistido sobre las semejanzas notables que existen entre las
pinturas ms recientes y los petroglifos conternporneos, manifiestas Lanta par
135
las figuras representadas coma par su organizacin. Durante las ltimas pocas
precoJombinas, el empleo de la pintura parece en efecto limitado a algunos grupos
culturales particulares ubicados en zonas ailas de los Andes y en la vertiente
oriental. En las mismas regiones, se nota tambin la persistencia de la 10calizacin
preferencial en los abrigos y faral1ones, tanto para las pi nturas camo para los
grabados.
En la vertiente occidental, los petroglifos constituyen, en esta poca, la
nica modalidad de alte rupestre comnmente difundida. Aparecen en contextos
muy diferentes de todas las manifestaciones anteriores. Su ejecucin, al aire
libre, sobre bloques errlticos diseminados 0 agrupados, puede ser obviamente
relacionada con su naturaleza que les permite resistir a la intemperie. Sin em-
bargo, la eleccion de esta nueva modalidad artfstica probablemente tiene un
profundo significado, basado en las creencias -muy difundidas en el mundo
andino- sobre los cerros y otras manifestaciones ptreas. El hecho de que las
figuras mas antiguas --de estilo Cupisnique- suelen corresponder en su mayorfa
a seres zoomorfos 0 antropomorfos que ocupan el centro de la cara grabada,
refuerza esta funcion de representacin 0 matelializacion deificatoria, que podrfan
haber tenido algunas de estas piedras. Esta relacion parece obviamente
complicarse con las representaciones grabadas mas tardfas.
Los datos hasta ahora conocidos tienden a confirmar la hipotesis de la
aparicin de los primeros ejemplares deI arte petroglfico en una zona un poco
reducida, abarcando las cuencas de los rfos Sana, Jequetepeque y Moche, sec-
tor que corresponde bastante bien -durante el Horizonte Temprano- al rea
de distribucion deI estilo Cupisnique. TaI coma en el casa de las pinturas de
Monte Calvario, la aparicin de estas manifestaciones parece reflejar el fuerte
desarrollo cultural y artfstico sufrido pOl' esta regin en aquella poca. La
semejanza de las figuras grabadas con otras representaciones de la iconograffa
ritual, los integra verosfmilmente -bajo una forma que queda pOl' determinar-
al conjunto de las estructuras ceremoniales y rituales, donde ocupan
probablemente una posicion secundaria. Es interesante anotar que ningn
petroglifo de este estilo aparecio en la regi6n de Chavfn de Huantar.
Una primera difusi6n de esta tradici6n hacia el norte y el sur parece haber
ocurrido desde el fin deI Horizonte Temprano 0 en los primeros tiempos deI
perfodo Intermedio Temprano (entre 300 y 100 a.c.), tal vez en relaci6n con los
136
importantes cambios sociales y rituales, y los probables mOVlmlentos de
poblaci6n, que marcan esta poca. Aungue lodos los sitios mayores de las regiones
norte y central deI pafs parecen haber sido ocupados desde este perodo, la
distribuci6n de los sitios con petroglifos presenta diferencias marcadas, dentro
de cada valle y entre valles vecinos, tanto por su importancia relativa como por
su probable antigedad. Su relaci6n privilegiada con el cultivo de la coca -
tema que apareci6 en varias oportunidades en nuestra presentaci6n- podrfa
explicar, al menos en parte, esta repartici6n selectiva, reflejando la distribuci6n
de las tierras propicias para esta finalidad. Pero otros factores, tal como la cercanfa
de cami nos de comunicaci6n entre los valles, pueden lambin haber jugado un
papel importante.
Mas alla, cada localidad ha tenido su historia particular, tanto en la duraci6n
como en la intensidad de la ocupaci6n. Es sin embargo diffcil determinar el
significado de las marcadas diferencias que existen en el numero de piedras y
figuras grabadas, asf como en su distribuci6n; diferencias que podrfan reflejar
diferencias de rango, pero tambin de funci6n. La asociaci6n frecuente de los
petroglifos con otras estructuras, tal como los monolitos, los corralones, las piedras
de tacitas, parecen caracterizar su integraci6n dentro de verdaderos templos al
aire libre, donde se realizaban reuniones que podfan tener finalidades diversas.
Su concentraci6n en cieltos areas de cada valle los singulariza sin embargo con
respecto a otras estructuras rituales comunes y parece otOl'garles un caracter
supralocal. Sin embargo, la hip6tesis de su ejecuci6n como hitos fronterizos no
tiene en cuenta la diversidad real de sus localizaciones, dispersas a veces sobre
varias decenas de kil6metros, tal como en los valles deI rfo Jequetepeque y deI
rfo Palpa, y tampoco el caracter propio y diverso de las representaciones.
La difusi6n progresiva, que sigue durante el milenio posterior hacia el
extremo sur deI Pas, parece haber sido acompafiada de persistencias notables,
pero tambin de ciertas evoluciones. Entre las primeras sobresalen las
ubicaciones geogrficas preferenciales y la recurrencia de algunos temas, tratados
bajo estilos diferentes en la mayora de los grandes sitios. Entre las evoluciones
notables se destaca el uso, al parecer [recuenle, de los sitios de la zona sur -
fechados deI Horizonle Medio y deI Perfodo Intermedio Tardfo - coma
cemenlerios, la que podrfa correspondel' a una exlensi6n de las funciones de
este tipo de sitio.
137
El tratamiento de las figuras vara tambin mucho entre las
representaciones de seres sobrenaturales, monstruos y animales simb6licos, pero
de identificaci6n facil. que predominan dentro deI grupo A yen aIgu nos sitios
deI grupo B nortefio, tal como Cerro Mulato. y las figuras mas complejas y mas
hermticas que caracterizan a los sitios de la costa central. Esta evoluci6n es
acompanada de una multiplicaci6n de los signos y de las figuras geomtricas,
cuya asociaci6n con otros motivos parece constituir, a menudo, verdaderos
mensajes graficos. Este aspecto viene a sel' todav!a mas acentuado dentro deI
grupo C, con un numero de signos mas reducido y figuras mas estereotipadas,
cuya agrupaci6n tiene en muchos casos un verdadero aspecto pictogrMico.
Gran parte de las figuras representadas estn obviamente ligadas con las
mitologas contemporaneas, segun un fen6meno de ilustraci6n que enconlramos
a menudo sobre las vasijas y texliles de los mismos perodos. Hemos presentado
en el texto algunas referencias y asociaciones repetidas, pero es necesario un
estudio todava mas detallado de las representaciones, en cuanto a su entomo
cultural propio, para explicar mejor la naturaleza de estas convergencias y su
significado. La frecuente representaci6n de los animales constituye lambin un
rasgo notable que podra atestiguar una cierta relaci6n con las manifestaciones
rupestres mas tempranas.
Si bien nos parece probable la asociacin de los petroglifos con diversas
clases de ritos practicados en las mismas localidades. queda muy incierlo nuestr?
conocimiento de cuales fueron sus relaciones con las otras eslructuras publicas
y ceremoniales, as! como su grado de integraci6n en las practicas religiosas
comunes. Cultos particulares, ritos de hechicera 0 adivinaci6n, fiestas comunales
o vecinales pueden haberles conferido funciones diversas que suelen haber
cambiado segun las pocas. El relato de La Calancha acerca de la piedra de
Calango (ver cap. VI), que sugiere el uso funerario deI entomo de dicha roca
hasta despus de la Conquista, plantea tambin el problema de su eventual
reutilizaci6n, largo liempo despus de su ejecuci6n y con fines que pueden sel'
muy distinlos.
Es pOl' 10 tanto necesario terminal' este libro insistiendo sobre el estado
todava limitado de nuestros conocimientos y la necesidad de un nuevo desarrollo
de los estudios sobre el tema. Esperamos que el esfuerzo de sntesis que ha sido
la base de nuestro trabajo sirva dicho prop6sito.
138
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