De Certeau 1

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Capitulo VII

Andares de la dudad
Mirones 0 caminantes
Desde el piso 110 del World Trade Center, ver Manhattan. Bajo la bru
ma agitada por los vientos, la isla urbana, mar en medio del mar, levanta
los rascacielos de Wall Street, se sumerge en Greenwich Village, eleva de
nuevo sus crestas en el Midtown, se espesa en Central Park y se aborrega
finalmente mas alla de Harlem. Marejada de verticales. La agitacion esta
detenida, un instante, por la vision. La masa gigantesca se inmoviliza
bajo la mirada. Se transforma en una variedad de texturas donde coinci
den los extremos de la ambicion y de la degradacion, las oposiciones bru
tales de razas y estilos, los contrastes entre los edificios creados ayer, ya
transformados en botes de basura, y las irrupciones urbanas del dia que
cortan el espacio. A diferencia de Roma, Nueva York nunca ha aprendido
el arte de envejecer al conjugar todos los pasados. Su presente se inventa,
hora tras hora, en el acto de desechar 10 adquirido y desafiar el porvenir.
Ciudad hecha de lugares paroxlsticos en relieves monumentales. E1 es
pectador puede leer ahi un universo que anda de juerga. Alli se escriben
las formas arquitectonicas de la coincidatio oppositorum en otro tiempo es
bozada en miniaturas y en tejidos misticos. Sobre esta escena de concreto,
acero y cristal que un agua gelida parte entre dos oceanos (el Atli.intico y
el continente americano), los caracteres mas grandes del globo compo
nen una gigantesca retorica del exceso en el gasto y la produccion.l
I Ver de Alain Medarn, "New York City", en Us Temps modernes, ago.-sep. de 1976, pp. 15-33,
texto admirable; y su !ibro New York Terminal, Paris, Galilee, 1977
103
lA que erotica del conodmiento se liga el extasis de leer un cosmos
semejante? Al gozarlo violentamente, me pregunto donde se origina el
placerde liver el conj1.l,nto", de dominar, de totalizar el mas desmesurado
--de los textos humanos.
Subir a la cima del World Trade Center es separarse del dominio
de la ciudad. El cuerpo ya no esta atado por las calles que 10 llevan de un
lado a otro segtin una ley anonima; ni poseido, jugador 0 pieza del juego,
por el rumor de tantas diferendas y por la nerviosidad del transito neo
yorquino. EI que sube aHa arriba sale de la masa que lleva y mezcla en sf
misma toda identidad de autores 0 de espectadores. Al estar sobre estas
aguas, tcaro puede ignorar las astucias de Dedalo en m6viles laberintos
sin termino. Su elevacion 10 transforma en miron. Lo pone a distancia.
Transforma 'enuun 10soJos, eTmundo
que hechizaba y del cual quedaba "poseido". Permite leerlo, ser un Ojo
solar, una mirada de dios. Exaltacion de un impulso visual y gn6stico.
Ser 5610 este punto vidente es la ficci6n del conocimiento.
lHabra que caer despues en el espacio sombrio donde circulan
las muchedumbres que, visibles desde 10 alto, abajo no yen? Caida de
tcaro. En el piso 110, un cartel, como una esfinge, plantea un enigma al
peaton transformado por un instante en visionario: It's hard to be down
when you're up.
La voluntad de ver la ciudad ha precedido los medios para satis
facerla. Las pinturas medievales 0 renacentistas representaban la ciudad
vista por un ojo que, no
hasta ese momento.
2
InventaDanaIii-vei el soorevuelo de la ciudad y el
panorama que este hada posible. Esta ficdonyarranSIormabi al espeCta
dor medieval en ojo celeste. Hacia dioses. lSera de un modo diferente
desde que los procedimientos tecnicosorganizaron un ']:!9.clt:r omnivi
dente"?3 El ojo totalizador imaginado por las pinturas de
ve-en: nuestras realizadones. El mismo impulso visual obsesiona a los
usuarios de las producciones arquitectonicas al materializar hoy la uto
pia que ayer solo era una pintura. La torre de 420 metros que sirve de
proa a Manhattan sigue construyendo la fi,!C>!!._'lue creli lectores, que
hace legible la compleiidad de la ciudad ypetrifica en un texfolranspa
. ._'-- ,-.
lLa inmensa"Vilfiedad de texturas que se tiene bajo la mirada es
algo mas que una representacion, un artefacto optico? Es una analogia
2 Ver Henri Lavedan, Les Representations des villes dans l'aTt du Moyen Age, Paris, Van Oest,
1942: RudolfWittkower, Architectural Principles in the Age of Humanism, Nueva York, Norton,
1962; Louis Marin, Utopiques: jeux d'espace, Paris, Minuit, 1973; etc.
3 Michel Foucault, "L'oeil du pouvoir", en Jeremy Bentham, Le Panoptique (1791), Paris,
Belfond, 1977, p, 16.
':
del facsimil que producen, por medio de una proyeccion que es una es
pede de colocacion a distancia, el que planifica el espacio, el urbanista 0
el cartografo. La ciudad-panorama es un simulacro "teorico" (es decir,
visual), en suma un cuadro, que tiene como condid6ii.'(fE;-posibilidad un
olvido y un3esconocimiento El dios miron que crea esta
ficcion Iiteraria y que, como el de Schreber, 5610 conoce cadavereS,4 debe
exceptuarse del oscuro lazo de las conductas diarias y hacerse ajeno,a esto.
Es "abajo" al contrario (down), a partir del punto donde termina
la visibilidad, donde viven los dt:l<!,<:i':ldad. Como
forma elemental de esta experiencia, son caminantes, Wandersmiinner, cuyo
cuerpo obedece a los trazos gruesos y a los mas finos [de la caIigraffa] de
Estos practicantes ma
nejan espacios que no se yen; tienen un conocimiento tan ciego como en
el cuerpo a cuerpo amoroso. Los caminos que se responden en este
entrelazamiento, poesfa inconsciente de las que cada cuerpo es un ele
mento firmado por muchos otros, escapan a la legibilidad. Todo ocurre
como si una ceguera caracterizara las pnicticas organizadoras de la ciu
dad habitada.
5
Las redes de estas escrituras que avanzan y se cruzan com
ponen una historia espectador, formada por frag
mentos de trayectorias y alteradones de espacios: en reladon con las
representaciones, esta historia sigue siendo diferente, cada dia, sin fin.
Cuando se escapa a las totalizaciones imaginarias del ojo, hay
una extrafieza de 10 cotidiano que no sale a la superficie, 0 cuya superfi
de es solamente un limite adelantado, un borde que se corta sobre 10
visible. Dentro de este conjunto, quisiera senalar algunas pnicticas ajenas
al construcciones
panopticas Estas practicas del espacio remiten a una forma
especifica de operaciones (de "maneras de hacer"), a "otra espacialidad"6
(una experiencia "antropologica", poetica y mitica del espacio), y a una
esfera de influencia opaca y ciega de la ciudad habitada. Una ciudad tras
..
ca'!..'!..Y_tE@lJle.
1. Del concepto de ciudad a las practicas urbanas
El World Trade Center es la mas monumental de todas las formas del
urbanismo occidental. La atopia-utopfa del conocimiento optico lleva en
-4 Daniel Paul Schreber, Memoires d'un nevropathe, Paris, Seuil, 1975, pp. 41, 60, etc.
5 Ya Descartes, en sus Regulae, hada del crego el garante del conocimiento de las cosas y de
los lugares contra las i1usiones y engaiios de la vista.
6 Maurice Merleau-Ponty, Phinomenologie de la perception, Paris, Gallimard, Tel, 1976, pp.
332-3.
105
104
su seno desde hace mucho el proyecto de superar y articular las contra
dicciones nacidas de la concentraci6n urbana. Se trata de manejar un cre
cimiento de la reuni6n 0 acumulaci6n humana. "La ciudad es un gran
monasterio", decia Erasmo. La vista enperspE!l:tiva Y la vista en prospec
tiva constituyen la dobleproyecci6n -de un pasado opaco
-tncierto E;n una superficequepuede tiafal'Se.1riauguran (idesde el siglo
XVI?) la-transformaci6n .del hecho de Mucho
antes de que el concepto mismo perfile una forma de la Histona, supone
que este hecho es tratable como unidad pertinente de una @<:ionalidad
urb.<IIlfstica. La alianza de la ciudad y el concepto jamas los identifica,
".. pero se vale de su progresiva __ _
pensar hl y dar e[ectividad a este pensamiento de
articular. '"
"---....._...... --, ,-- ,
l Un concepto operativo?
La "ciudad" instaurada por el discurso ut6pico y urbanistico' esta defini
da por la posibilidad de una triple operaci6n, descrita en seguida:
1. la producci6n de un la organizaci6n racional
debe por tanto nsicas, mentales 0
politicas que pl.idieran comprometerlai
2. de las resistencias inasequibles y pertinaces qe
Jas tradiclones, con un no tiempo, 0 sistema sincr6nico: estrategias cientffi
cas univocas, qb:eson posibles mediante la descarga de todos los datos,
deben reemplazar las tacticas de los usuarios que se las ingenian con las
"ocasiones" y que, por estos acontecimientos-trampa, lapsus de la visibi
lidad, reintroducen en todas partes las opacidades de la historia;
3. en que es la
ciudad misma: como en su modelo politico ---el Estado de Hobbes- es
posible atribuirle poco a poco todas las funciones y predicados, hasta am
diseminados y asignados entre multiples sujetos reales, grupos, asocia
ciones, individuos. "La ciudad", como nombre propio, ofrece de este modo
.la capacidad de concebfr y consfrtiir el espacio a partir de
finito depropiedades estables, aiSlables y articuladastmas sobre otras.
En este lugar que yc!a.:
si
:-.
una administraci n se comoina con unaeIfminaci6n. Por un
-lado, hay una diferenciaci6n y redistribuci6n de partes y funciones de la
7 Ver Fran<;oise Choay, "Figures d'un discours inconnu", en Critique, abr. de 1973, pp. 293
317.
8 Se pueden relacionar las tecrucas uIbanisticas, que clasifican espacialmente las casas, con
1a tradicion del "arte de la memoria" (ver Frances A. Yates, L'Art de la memoire, Pans,
Gallimard, 1975). El poder de construir una organizaci6n espacial del conocimiento (con
ciudad, gracias a trastrocamientos, desplazamientos, acum.ulaciones, et
cetera; por otro, hay techazo de 10 que no es tratable y constituye luego
los"desechos" de una administraci6n funcionalista (anormalidad, des
viaci6n, enfermedad, muerte, etcetera). Sin duda
,__ en los circuitos
de 1a administraci6n y transforma los deficits mismos (en salud, seguri
dad, etcetera) en medios de los cuales valerse para apretar las. redes del
orden. Pero, en realidad, no deja de producir efectos contrarios a los que
busca: el sistema de ganancias genera una perdida que, bajo las formas
mUltiples de 1a miseria que esta fuera de el y del desperdicio que esta
dentro, cambia constantemente la Ademas, la
racionaIlZidOnaeIa-ciuaaaentrafta'su mitificaci6n en los discursos es
trategicos, catculos fundados con base en la hip6tesis 0 la necesidad de
su destrucci6n por medio de una decisi6n finaI.9 En M,la organizaci6n
funcionalista, al privilegiar el progreso (el tiempo),hace olvidar su con
e1 que se vuelve 10 impensado de
una tecnologla c1eiiffff&l-ypolitica. Asi funciona 1a Ciudad-concepto, lu:
gar de transformaciones y de apropiaciones, objeto de intervenciones pero
sujeto sin cesar enriquecido con nuevos atributos: es al mismo tiempo 1a
maquinaria y el heroe de la modernidad
Hoy dia, cualesquiera que hayan sido las transforrnaciones de
este concepto, fuerza es reconocer que si, en el discurso, la ciudad sirve
de sefial totalizadora y casi mitica de las estrategias socioecon6micas y
politicas, la vida urbana deja cada vez mas de hacer reaparecer 10 que el
ptoyecto urbanistico excluia. mlenguaje del poder "se urbaniza", pero la
ciudad esta a merced de los movimientos contradictorios que se compen
san y combinan fuera del poder pan6ptico. La Ciudad se convierte en el
terna dominante de los legendarios politicos, pero ya no es un campo de
operaciones programadas y controladas. Bajo los discursos que la ideo1o
gizan, proliferan los ardides y las combinaciones de poderes sin identidad
legible, sin asideros, sin transparencia raciona1: imposibles de manejar.
EI retorno de las practicas
La ciudad-concepto se degrada. decir que la enfermedad padeci
da por la raz6n que la ha instaurado y por sus profesionales es la misma
"lugares" destinados a cada tipo de "figura" 0 de "funcion") desarrolla sus procedimientos
a partir deeste "arte". Detennina las utopias y Be reconoce hastaen el Panoptiquede Bentham.
Forma estable pese a la diversidad de contenidos (pasadas, futuros y presentes) y de pro
rectos (conservar 0 creer) relativos a las condicionessucesivas del conocimiento.
Ver Andre Glucksmann, "Le totalitarisme en efiet", en 'lhromes, num. 9, intitulado Ville
panique, 1977, pp. 34-40.
106 107
que padecen las poblaciones urbanas? Tal vez las ciudades se deterioran
al mismo tiempo que los procedimientos que las han organizado. Pero
hay que desconfiar de nuestros analisis. Los ministros del conocimiento
siempre han supuesto que el universo esta amenazado por los cambios
que estremecen sus ideologlas y sus infelicid(id
de sus teorias de la Cuando transforman en "cams
-hofesHsus extravfoS:-ruando quieren encerrar al pueblo en el"panico"
de sus discursos, les necesario, una vez mas, que tengan raz6n?
Mas que mantenerse dentro del campo de un discurso que con
serva su privilegio al invertir su contenido (que habla de catastrofe, y ya
no de progreso), se puede intentar otra via: analizar las
que un sistema u.rbanistico ....
o suprimir y que sobrevivenaSiiaecaaencla; seguir la pululaci6n de es
tos prOcedimientos que,lejos de que los conlrole 0 los elimine la adminis
\traci6n pan6ptica, se refuerzan en una ilegitimidad proliferadora. desa
rrollados e insinuados en las redes de vigilancia, combinados segun
tacticas ilegibles pero estables al punto de constituir regulaciones coti
/
-\
dianas y creaciones subrepticias que esconden sola mente los dispositivos
:"
y los discursos, hoy en dia desquiciados, de la organizaci6n observadora.
{
Esta via podria inscribirse como una continuaci6n, pero tambien
como una via redproca del analisis que Michel foucauIt ha hecho de las
La ha desplazado hacia los dispositivos y los pro
cedirnientos tecnicos, "instrumentalidades menores" capaces, mediante
la sola organizaci6n de transmrm.a:runa multiplicidad hu
mana en sociedad II disciplinaria" y de manejar, diferenciar, clasificar,
jerarquizar todas las desViaOOileS
iaTusfiCia, erejercito 0 el trabajo.l0 "Estas triquifiuelas, a menudo minus
culas, de la disciplina", maquinarias "menores pero sin falIa", sacan su
eficacia de una relaci6n entre los Erocedimientos y el que
redistribuyen parclhacer!o !3u Pero a estos aparatos produc
-fores-ae unespacio disciplinarlo, ,que practicas del espacia corresponden
dellado donde (se) valen (de) la disciplina? En la coyuntura presente d
una contradicci6n entre el modo colectivo de la administraci6n yel modo
individual de una reapropiaci6n, esta cuesti6n resuIta sin embargo esen
cial, si se admite que las practicas del espacio tejen en efecto las condicio
nes determinantes de la vida social. Quisiera seguir algunos procedirnien
tos -multiformes, resistentes, astutos y pertinaces-- que escapan a la
disciplina, sin quedar, pese a todo, del campo donde esta se ejerce,
y que deberian lIevar a una teoria de las prckticas cotidianas, del espacio
vivido y de una inquietante familiaridad de la ciudad.
10 Michel Foucault, Surveiller et punir, Paris, GalIimard, 1975.
2. Hablar de los pasos perdidos
La diosa se reconoce par su paso
VIrgilio, Eneida, I, 405
La historia comienza al ras del suelo, con los pasos. Son el numero, pero
un numero que no forma una serie. No se puede contar porque cada una
de sus unidades pertenece a 10 cualitativo: un estilo de aprehensi6n tactil
y de apropiacion cinetica. Su hormigueo es un innumerable conjunto de
singularidades. Las variedades de pasos son hechuras de espacios. Tejen
los lugares. A este respecto, las motricidades peatonales forman uno de
estos "sistemas reales cuya existencia hace efectivamente la ciudad", pero
que II carecen de receptaculo fisico".ll No se localizan: espacializan. Va no
se inscriben en un continente como esos caracteres chinos cuyos locuto
res, con el dedo indice, bosquejan con ademanes sobre la palma de la
mano.
Sin duda alguna, los procesos del caminante pueden registrarse
en mapas urbanos para transcribir sus huellas (aqui pesadas, alIa ligeras)
y sus trayectorias (pasan por aqui peronopor alIa). Pero estas sinuosidades
en los trazos gruesos y en los mas finos de su caligrafia remiten solamen
te, como palabras, a la ausencia de 10 que ha pasado. Las lecturas de reco
rridos pierden 10 que ha sido: el acto mismo de pasar. La operaci6n de ir,
de deambular, 0 de "comerse con los ojos las vitrinas" 0, dicho de otra
forma, la actividad de los transetintes se traslada a los puntos que com- \
ponen sobre el plano una linea totalizadora y reversible. 5610 se deja apre
hender una reliquia colocada en el no tiempo de una superficie de pro- i
yecci6n. En su calidad de visible, tiene como efecto volver invisible la \
operaci6n que la ha hecho posible. Estas fijaciones constituyen los proce- 1\
dirnientos del olvido. La huella sustituye a la practica. Manifiesta la pro
piedad (voraz) que tiene el sistema geografico de poder metamorfosear
la acci6n para hacerla legible, pero la huella hace olvidar una manera de
ser en el mundo.
Enunciaciones peatonales
Una comparaci6n con el acto de hablar permite lIegar mas lejos12 y no
quedarse tan s6lo en la critica de las representaciones graficas, al intentar,
sobre los bordes de la legibilidad, un mas alIa inaccesible. El acto de ca
11 C. Alexander, "La cite semi-treillis, mais non arbre", en Architecture, Mouvement, Continuite,
las indieaciones de Roland Barthes, en Architecture d'aujourd'hui, num. 153, die. de
109
108
minar es al sistema urbano 10 que la enunciaci6n (el speech act) es a la
lengua 0 a los enunciados realizados.
13
Al nivel mas elemental, hay en
efecto una triple funci6n "enunciativa": proceso de apropiaciOn deL
, sistema peat6n (del mismo modo que ellocutor
se apropia y asume la lengua); es una realizaci6n espacW del Jugar (del
mismo modo que el acto de hablii es una reaUzaci6n sonora de la lengua);
en fin, implica re1aciones entre posiciones diferenciadas, es decir "contra
tos" pragmaticos bajo la forma de movimientos (del mismo modo que la
enunciaci6n verbal es "alocuci6n", "establece alotro delante" del locutor
y pone en juego contratos entre locutores).14 EI andar parece pues encon
trar una primera definici6n como espacio de enunciaci6n.
Se podrla, por otra parte, extender esta problematica a las rela
ciones que el acto de escribir mantiene con 10 escrito y hasta trasladarla a
las relaciones de la "pincelada" (el gesto y la gesta del pincel) con el cua
dro que se ejecuta (formas, colores, etcetera). Aislada desde un principio
dentro del campo de la comunicaci6n verbal, la enunciaci6n 5610 tendria
una de sus aplicadones, y su modalidad lingiifstica seria Unicamente la
primera marca de una distind6n mucho mas general entre lasformllS em
pleadas en un sistema y los modos de empleo de este sistema, es decir, entre
dos "mundos diferentes" pues "las mismas cosas" se enfocan segUn for
malidades opuestas.
Considerada bajo este aspecto, la enundad6n

..,resetlte, 10
Para empezar, si es cierto que un orden espacial organiza un con
junto de (por ejemplo, meruante un sitiodolldesepuooe
circular) y de ejemplo, a consecuencia del muro que
impide avanzar), el caminante actualiza algunas de ellas. De ese modo,
las hace ser tanto como parecer. Pero tamDferiTas de&p1aZa e inventa otras
pues los atajos, desviaciones 0 improvisaciones del andar, priViIegian,
cambian 0 abandonan elementos espaciales. De este modo Charlie Chaplin
multiplica las posibilidades de su bast6n: hace otras cosas con la misma
cosa y sobrepasa los lfmites que las determinadones del objeto fijan a su \
utilizaci6n. 19ualmente, el caminante transforma en otra cosa cada sig
nificante espadal. Y si, por un lado, s6lo hace efectivas algunas posibili
197O-ene. de 1971, pp. 11-3: "Hablamos nuestra ciudad [...Jsimplemente al habitarla, al
recorrerla, al mirarla"; y Claude Soucy, L'image du centre dans qtlIll7e TOm.a1IS contemporains,
Paris,CSU, 1911, pp. 6-15.
13 Ver los numerosos estudios consagrados al tema desde John Searle, ''What is a Speech
Act?", en Max Black (ed.), Philosophy in America, Londres, Allen and Unwin, e itoca, N.Y.,
Cornell University Press, 1965, pp. 221-39.
14. amite Benveniste, Problema de linguistique gblerale, Paris, Gallimard, t. 2, 1974, pp. 79
88, etc.
dades fijadas por el orden construido (va solamente por aquf, pero no
por alla); por otro, aumenta el mimero de posibilidades (por ejemplo, al
crear atajos 0 rodeos) y el de las prohibiciones (por ejemplo, se prombe
seguir caminos considerados 1dtos u obligatorios). Luego, selecciona. "El
usuario de la ciudad toma fragmentos del enunciado para actualizarlos
en secreto".15
Asi crea una discontinuidad, sea al operar selecciones en los
significantes de la sea al desplazarlas por el uso que
hace de ellas. Dedica dertos lugares a la inercia 0 al desvanecimiento y,
con otros, compone "sesgos" espaciales "raros", "accidentales" 0 ilegiti
mos. Pero eso ya.en una ret6rica del andar.
En el marco de la enunciaci6n, el caminante constituye, con rela
ci6n a su posici6n, un cerca y un lejos, !ffi aquiyun alia. Debido a que los
adverbios aqui y alia son precisamente, en la comunicaci6n verbal, los
indicadores de la instancia 10cutora
16
-coincidencia que refuerza el pa
ralelismo entre la enunciaci6n lingiiistica y la enundaci6n peatonal-,
hace falta agregar que esta marca (aqui, alld) necesariamente implicada
por medio del andar e indicativa de una apropiad6n presente del espacio
mediante un "yo", tiene igua1mente como funci6n implantar otro relati
vo a este "yo" e instaurar asi una articulaci6n conjuntiva y disyuntiva de
sitios. Al respecto sefialare el aspecto "fatico", si como tal se entiende,
aislada por Malinowski y Jakobson, la funci6n de tenninos que estable
cen, mantienen 0 interrumpen el contacto, tales como"jhola!", "bien, bien",
persigue y otras se hace perseguir,
crea una organicidad m6vi1 del medio ambiente, una sucesi6n de topoi
faticos. Y si la funci6n fatica, esfuerzo para asegurar la comunicaci6n, ya
caracteriza e1lenguaje de las aves parlantes del mismo modo que consti
tuye "la primera funci6n verbal adquirida por los nifios", no sorprende
que anterior 0 paralelamente a la elocuci6n informativa, tambien brin
que, ande en cuatro patas, baile y se pasee, pesada 0 ligera, como una
serie de "jhola!" en un laberinto de ecos.
De la enunciad6n pea tonal que de esta forma se libera desu trans
cripci6n en un mapa, se podrian analizar las modalidades, es decir, los
tipos de relaci6n que mantiene con los recorridos (0 "enunciados") al asig
narles un valor de verdad (modalidades "aleticas" de 10 necesario, de 10
imposible, de 10 posible 0 de 10 contingente), un valor de conocimiento
(modalidades "epistemicas" de 10 cierto, de 10 exc1uido, de 10 plausible 0
C
-"
5
Roland Barthes, ap. cit.; Claude Soucy, ap. cit., p. 10.
.l6
I1
El aqul Y el alwra delimitan la instancia espacial y temporal coextensiva y contemporanea
de la presente instancia de discurso que contiene el yo" (E. Benveniste, ap. cit., t. 1, 1966, p.
253).
11 Roman Jakobson, Essais de linguistique gintrale, Paris, Seuil, 1970, p. 217.
"1
110
111
"' "' " -- -
'""l
de 10 impugnable) 0 en fin un valor concemiente a un deber hacer (mo
dalidades "de6nticas
ll
de 10 obligatorio, de 10 prohibido, de 10 pennitido
ode10 facultativo).18 El andar afirma, sospecha, arriesga, transgrede, res
peta, etcetera, las trayectorias que "habla
ll
. Todas las modalidades se
mueven, cambiantes paso a paso y repartidas en proporciones, en suce
siones y con intensidades que varian seglin los momentos, los recorridos,
los caminantes. Diversidad indefinida de estas operaciones enunciadoras.
No se sabria pues reducirlas a su huella grafica.
:,
Ret6ricas caminantes
Los caminos de los paseantes presentan una serie de vueltas y rodeos
susceptibles de asimilarse a los IlgiroS" 0 "figuras de
El arte de "dar vuelta
ll
a las rases tiene como equiva
lente un arte de dar vuelta a los recorridos. ordinCirio!2
9
arte implica y estila
que manifiesta sobre el .. ] la
de una singula
ridad. El usa define el fen6meno social mediante el cuaI un sIStema de
cornunfcaci6n se manifiesta enreaITaad;--remItea una norina.
'(de hiiblar,
nar, singular de 10 simb6lico, el otro
-......... ...-... . ......_..........._. -.-. ... . . ..' ....... -_.......- ......_....
.-<l.1!lQ un c6digo. formar Ull .
I'

..Q&
I:
AI introducir la noci6n de una IIret6rica habitante", via fecunda
abierta por A. sistematizada porS. OstrowetskY2
3
y J.E Augo
t
yard,24 se supone que los por la ret6rica proporcio-
fl
it
18 Sobre las modalidades, ver Hermann Parret, Ul Pragmatique des modalites, Urbino, 1975;
A.R. White, Modal Thinking, ttaca, N.Y., Cornell University Press, 1975.
19 Ver los aruUisis de Paul Lemaire, Les Signes sauvages. Une philosGphie du langage ordinaire,
Ottawa, Universite d'Ottawa et Universite Saint-Paul, 1981, en particular la introducci6n.
'.,
20 A.J. Greimas, "Linguistique statistique et Iinguistique structurale", en I.e Fram;ais moderne,
oct. de 1962, p. 245.
21 Sobre un terreno contiguo, la ret6rica y la poetica en ellenguaje de sefias de los sordos,
ver E.5. Klima y U. Bellugi, "Poetry and Song in a Language without Sound", estudio pre ,j.,
i 1
liminar, San Diego, Cal., UCSD, 1975; YE.5. Klima, "The Linguistic Symbol with and without
I.
Sound", en J. Kavanagh y J.E. Cuttings (eds.), The Role of Speech in Ulnguage, Cambridge,
Mass., MIT, 1975.
22 A1aia Medam, Conscience de la ville, Pans, Anthropos, 1977.
23 Sylvie Ostrowetsky, "Logiques du lieu", en Sbniotique de respace, Paris, Denoel-Gonthier,
Mediations, 1979, pp. 155-73.
24 Jean-Franc;;ois Augoyard, Pas Ii pas. Essai sur Ie cheminement quotidien en milieu urbain, Paris,
Seuil,1979.
.' ......._._----...----
nan modelos e hip6tesis para que el analisis cuente con maneras de apro
piarsea:eIos lugares. Dos postulados, me parece, condicionan la validez
de esta aplicaci6n: 1) se supone que las mismas
manipuladones sobre los elementos basicos de un or<!.en_
construido; 2) se supone que son, como los tropos de la ret6rica, desvia
Ci.Oi:leSreIativas a una especie de "sentido definido por el sistema
las figyras
_las figuras (respecto a -estas ultimas, ya se contaria con una
selecci6n estilizada con las formas del baile) en la medida en que unas y
otras consisten en "tratamientos" u operaciones que se refieren a unida
des aislables,25 y funcionan con "arreglos ambiguos" que desvian y des
plazan el sentido hacia una equivocidad,26 del mismo modo que una ima
gen movida altera y multiplica el objeto fotografiado. Bajo estos dos
modos, una analogia resulta admisible. Agregaria que el espacio geome
trico de los urbanistas y los arquitectos pareceria funcionar como el"sen
tido propio" construido por los gramaticos y los lingiiistas a fin de dispo
ner de un nivel normal y normativo al cual referir las desviaciones del
"sentido figurado". En realidad, este sentido "propio" (sin figura ret6ri
ca) resulta imposible encontrarlo en el uso corriente, verbal 0 peatonal; es
solamente la ficci6n producida por un uso tambien particular, el uso me
talingiifstico de la ciencia que se singulariza por esta misma distinci6n.27
acq()n vale de por
mas pan6pticas que sean: no le5-resiiIia ni extrafia (no sucede en otra
parte) ni conforme (no recibe su identidad de elIas). Ahi crea una sombra
yalgo equlvoco en ellas. Ahi insinua la multitud de sus referencias y citas
(modelos sociales, usos culturales, coeficientes personales). Ahi ella mis
ma es el efecto de encuentros y ocasiones sucesivos que no cesan de alte
rarIa y de hacerla el blas6n del otro, es decir, el propalador de 10 que i
sorprende, atraviesa 0 seduce sus recorridos. Estos diversos aspectos i
instauran una ret6rica. Hasta la definen.
Al analizar, a traves de los relatos de practicas de espacio, este
"arte modemo de la J.E Augoyard descubre dos
ffguras de estilo fundamentales: la sinecdoque y el asindeton. Este pre
dominio, creo, destaca a partir de sus dos polos'complementarios una
formalidad de las practicas . .!-a !!lecdogue II ..
labra con una fQrma. parte de un sentido
2S En su analisis de las practicas culinarias, Pierre Bourdieu juzga decisivos no los ingre
dientes sino su tratamiento (''Le sens pratique", en Actes de la recherche en sciences sodales,
ntim. 1, feb. de 1976, p. 77).
26 J. Sumpf, Introduction Ii la stylistique dujranfllis, Pans, Larousse, 1971, p. 87.
27 Sobre la "teona de 10 propio", ver Jacques Derrida, Marges de la philosophie, Paris, Minuit,
1972:'''La mythologie blanche", pp. 247-324.
28 J.E Augoyard, Gp. cit.
113
112
I
I

De esta forma, "cabeza" representa "hombre" en la expresi6n t'.
"ignoro el destino de una cabeza tan valiosa"; de la misma manera, la .
cabana de mamposteria 0 el monticulo de tierra representa el parque en !
la narraci6n de una trayectoria. El asfndeton t! t
y adverbios, en
De la nlfsma manera, en eraIidar, sefecciona y fragmenta el espacio reco
rrido; salta los nexos y las partes enteras que omite. Desde este punto de
vista, todo andar sigue saltando, 0 brincando, como el niiio que anda "en
un solo pie". El andar practica la elipsis de posiciones conjuntivas.
"
En realidad, estas dos figuras caminantes remiten una a la otra.
Una dilata un elemento de espacio para hacerlo representar el papel de
un "mas" (una totalidad) y sustituirlo (la bicic1eta 0 el mueble en venta
tras una vitrina vale para una calle entera 0 para un vecindario). La otra,
por elision, crea a partir de 10 "menos", abre ausencias en el continuum
espacial, y retiene solo unos trozos escogidos, inc1uso unas reliquias. Una
reemplaza las totalidades con fragmentos (un menos en vez de un mas);
la otra las separa al suprimir los nexos conjuntivos y consecutivos (una
nada en vez de cualquier cosa). Una densifica: amplifica el detalle y
miniaturiza el conjunto. La otra corta: deshace la continuidad y desman
..
tela la realidad de su verosimilitud. El espacio as! tratado y modificado
por las prcicticas se transforma en singularidades amplificadas y en islo

t
tes separados.
30
Por medio de estos adelgazamientos, ampulosidades y
,I
fragmentaciones, trabajo ret6rico, se crea un fraseo espacial de tipo
antol6gico (compuesto de dtas yuxtapuestas) y eliptico (hecho de aguje
ros,lapsus y alusiones).
_.!ey..t.Qtaliza.. do.r".'lj.gadO".-Y,sim.Ulf!neo,.la .. ras caminantes sustituyell '. .. Is1i.sgu
. una estructura de mito, si al menos se entiend
poi riUfo un discurso-reJ.ativoarrugarlnolugai{uorigen) de la existenci __
concreta, un relato trabajado artesanalmente con elementos sacados del -.
dichos comunes, una historia alusiva y fragmentaria cuyos agujeros se
encajan en las practicas sociales que esta simboliza.
Las figuras son acciones de esta metamorfosis estilistica del es
pacio. 0 mas bien, como dice Rilke, "Arboles de acciones" en movimien
to. Mueven hasta los territorios paralizados y maquinados del instituto
medico-pedag6gico donde los niiios retrasados se ponen a jugar y a bai
lar en el granero sus "historias espadales".31 Estos arboles de acciones
29 Tzvetan Todorov; "Synecdoques", en Communications, num. 16, 1970, p. 30. Ver tambien
Pierre Fontanier, Les Figures du discours, Paris, Flammarion, 1968, pp. 87-97; Y Jean Duboiset
al., Rhetorique generate, Paris, Larousse, 1970, pp. 102-12.
30 Sobre este espacio que las practicas organizan en "islotes", ver Pierre Bourdieu, Esquisse
d'une thtorie de la pratique, Ginebra, Dmz, 1972, p. 215, etc.; "I.e sens pratique", pp. 51-2.
31 Ver Anne Baldassari y Michel Joubert, Pratiques relationnelles des enfonts it l'espace et ins
114
bullen de un sitio a otro. Sus bosques caminan en las calles. Transforman
la escena, pero no pueden quedar fijados por la imagen en un solo lugar.
Si pese a todo se necesitara una ilustraci6n, serian las imagenes-trAnsitos,
caligrafias verde-amarillo y azul metalico, que atlllan sin gritar y rayan el
subsuelo de la ciudad, "bordados" de letras y cifras, acciones perfectas
de violencias pintadas con aerosol, escrituras de Sivas, graffas danzantes
cuyo fragor de carros de metro acompana las fugitivas apariciones: los
graffiti de Nueva York.
Si fuera verdad que se manifiestan los bosques de acciones, su
andar no sabria como detenerse dentro de un marco, ni el sentido de sus
movimientos circunscribirse dentro de un texto. Su trashumancia ret6ri
ca arrastra y desvia los sentidos proj?i9.SJU:M1M.ticoS
la .. _
que ciudad en dertas <ie.sus.regiones, la exagera:n.en o.tras, _.:f
--,aa]slocan, fragmentany apartan de su orden no obstante inm6vil .. '
3. Mincas: 10 que "hace andar"
Las figuras de estos movimientos (sinecdoques, elipsis, etcetera) definen
ala vez una "simbologia del inconsciente" y "dertos procedimientos ti
picos de la subjetividad manifiesta en el discurso".33 La similitud entre el
"discurso"
34
y el sueiio
35
se debe al uso de los mismos "procedimientos
estilisticos": asimismo comprende, pues, las practicas mercantiles. El"viejo
catAlogo de tropos" que, de Freud a Benveniste, proporciona un inventa
rio apropiado a la retorica de los dos primeros registros de expresi6n, "
y
l' vale tambien para el t.ercero. Si h...a. ... un par.alelismo, no es s610 porque la)

enunciacion domina aquellas tres regiones, sino porque su desenvolvi
miento discursivo (verbalizado, sonado 0 andado) se organiza a de
y etnQJugar,qu.e /
duce (una manera de . \' .
--Desde este punto de'vista, despues de haber acercado los proce
sos caminantes a las formaciones lingiiisticas, se puede inclinarlos hacia
ellado de las figuraciones oniricas, 0 al menos descubrir sobre este otro
titution, Paris, Crecele-Cordes, 1976; y de 10&mismos autores, "Ce qui se trame", en Paralleles,
num. 1, jun. de 1976.
32 J. Derrida,op. cit., p. 287, a prop6sito de la metafora.
33 E. Benveniste, op. cit., t. 1, 1966, pp. 86-7.
34 El "discurso" para Benveniste "es la lengua en tanto que asumida por el hombre que
habla y en la condicion de intersubjetividad" (ibid., p. 266).
3S Ver, por ejemplo, Sigmund Freud, L'Interpretation des reves, Paris, PUF, 1973, pp. 240-300,
sobre la condensacion y el desplazamiento, "procedimientos de figuraci6n" propios del
"trabajo del sueno".
I
115
borde 10 que en la practica del espacio resulta indisociable dellugar sona

\
do. lugar. ingef!!t}.p.o
ausente y enpos de algoprol:?io. El vagaDlindeo que multiplica y reline la
:' n ...
ciu-diidhace-de ella tiriammensa experiencia social de la privacion de
"
\. lugar; una experiencia, es cierto, pulverizada en desviaciones innumera

bles e infimas (desplazamientos y andares), compensada por las relacio
nes y los que forman
crear un teJi30 urbano, ycolocaa:aDafo eI signo de 10 que deberia ser, en
perc> La pro
vista por este lugar es simbolica (nombrada) mas aUn cuando, pesea"hi
deslgualdadaelifUlosytreneficiOs'entre citadinos, hay alli solo una
J
pululaci6n de transeUntes, una red de estadias adoptadas por una circu
laci6n, un pisoteo a traves de las apariencias de 10 propio, un universo de
sitios obsesionados por un no lugar 0 por los lugares sonados.
Nombres y simbolos
Un signo de 1a relaci6n que las practicas mantienen con esta ausencia se
halla precisamente proporcionado por sus juegos a prop6sito de los nom
bres "propios". I,.as del sentido del
ubican dostlpos de contrarios,
uno afuerCl}; el otro,interior (una mo
. ba]Q la__ delsigniflcante). El andar obedece en efecto a!
tropismos semanticos; es atraida 0 rechazada por nombramientos de sen
tidos oscuros, mientras que la ciudad misma se transforma para mucha'
gente en un "desierto" donde 10 insensato, hasta 10 aterrador, ya no tiene
la forma de las sombras, sino que se vuelve, como en el teatro de Genet,
im-E!acabler del texto ()sc.u!:idad que.UIlj
.que. bajo:
q1:le.?, no se sabe): "La ciudad nos tiene bajo su mirada"
que no podemos sostener sin vertigo", dice una habitante de Ruan.
36
En
. los una raz6n extrafta, !os!!.()I!!bres
cie%)Agnificaciones y '1'J.enen
'-sentido"; dichode otra forma,lffipulsan movimientos,cOlnO vocaciones
y llamados que cambian y modifican el itinerario al darle sentidos (0 di
recciones) hasta ahi imprevisibles . nombres_
tr?Ils!Qr.!JUl!l en paljios...
---- . Un amigo que vive en la ciudad de Sevres se desvia, en Paris,
hacia las calles de los Saints-Peres y de Sevres mientras se dirige a ver a su
madre en otro vecindario: estos nombres articulan una frase que sus pies
36 P. Dard, F. Deshons et al., La Vilie, symboUque en souf/rance, Paris, CEP, 1975, p. 200.
116
I
I
1-,


1
{
f
/
"
\:
I:
'}
,
ff
construyen sin que ello sepa. Los ntimeros (Calle 112, 0 Calle San Carlo
ntim. 9) imantan igualmente las trayectorias del mismo modo que pue
den obseder en suenos. Qtra amiga rechaza sin saberlo las calles que lle
van algUn nombre y que, por esto, Ie "significan" 6rdenes 0 identidades
como si fueran convocatorias y c1asificaciones; pasa por caminos sin nom
bre ni firma. Para los nombres propios es todavia una manera negativa
de hacerla caminar.
,Que deletrean, pues? Enlistados en constelaciones que jerar
quizan y ordenan semanticamente la superficie de la ciudad, operadores
de ordenamientos cronol6gicos y de legitimaciones hist6ricas, nombres
de calles (Borrego, Botzaris, Bougainville...) pierdenpoco apoco su valor
- ---_.------_. .--.--..
grabado, como las monedas gastadas, si bien su capacidad de signific(!r
a Celton, Place .
Rouge. Se ofrecen a las pohsenuas que les aslgnan sus transeuntes; se apar- '":;.
tan de los lugares que se suponian definir y sirven de citas imaginarias a %:
viajes que, transformados en met<iforas, detenninan por razones extra- ,
nas a su valor original, pero que son conocidasl desconocidas por los tran-
setintes. Extrafta toponimia, desprendida de los lugares, que planea end-
ma de la ciudad como una geograffa de nubosidades de II sentidos" a la
espera, y que desde ahi conduce las deambuladones fisicas: Place de l"Etoile,\
Concorde, Poissonniere... Estas constelaciones mediatizan las circulacio
nes: estrellas que dirigen itinerarios. "La Plaza de la Concordia no existe
-deda Malaparte--; es s6lo una idea" Es algo mas que una "idea". I
Habria que multiplicar las comparaciones para dar cuenta de los poderes \'
magicos a disposici6n de los nombres propios. Parecen tocados por las
manos viajeras que estos dirigen embelleciendolas.
Al acciones y pasos, al relaponar sentidos y direcciones,
estas pa:ta.br'as operan como un vaciamiento
Seconvierten eriespaCiosliberaiIos; susceptibles de ser ocu
"'pados. Una rica indeterminaci6n les permite, mediante un enrarecimiento
semantico, la funci6n de articular una segunda sobre
la geograffa del sentido literal, otros via
jes en el orden funcionalista e hist6rico de la circulaci6n. El andar los
sigue: "Lleno con un noble nombre este gran espacio vado".38 Lo que hace
andar son las reliquias del sentido, y a veces sus desechos,los restos opues
tos a las grandes ambiciones.
39
Nadas 0 casi nadas simbolizan y orientan
los pasos. Nombres que precisamente han dejado de ser "propios".
37 Ver tambien, porejernplo, el epigrafe de Patrick Modiano, Place de l'Etoiler Paris, Gallirnard,
1968.
36 Joachim du Bellay, Regrets, 189.
39 Por ejemplo Sarcelles, nombre de una gran ambici6n urbanistica, ha adquirido un valor
que simboliza ante los habitantes de la ciudad al volverse pata toda Francia en el signo de
117
En estos nudos simbolizadores se esbozan (y tal vez se basan)
_ tres (pero de las IiII\tr.e
y}2...
10 que IIautoriza" (0 hace posibles 0 creibles) las apro
piaciones espaciales,lo que se se recuerda) de una memoria si
lenciosa y replegada, y 10 que se halla y no dejeu;le...estar
firmado por un origeninfantil (infans). Estos-tieS diSposiHvos simb6licos
organizan los topoi del discurso de la ciudad y sobre la ciudad (la leyen
da, el recuerdo y el sueno) de una manera que escapa tambien a la
Sistematicidad urbanlstfca. Se puede reconocerlos en las funciones de los
nombres propios: vuelven habitable 0 creible ellugar que revisten con
una palabra (al vaciarse de su poder c1asificador, adquieren el de "permi
tir" otra cosa)i recuerdan 0 evocan los fantasmas (muertos supuestamen
te desaparecidos) que todavia se mueven, agazapados en las acciones y
los cuerpos en marcha; y, en la medida en que nombran, es decir, que
imponen una conminaci6n surgida del otro (una historia) y que alteran la
identidad funcionalista al desprenderse de ella, crean en ellugar mismo
esta erosi6n 0 no lugar que socava la ley del otro.
Crefules y memorables: la habitabilidad
Por una paradoja que s610 es aparente, el discurso que hace creer es el
que quita 10 que prescribe, 0 que ja..truis da 10 que promete. Lejos de ex
presar un vado, describir un defecto, 10 crea. Hace lugar al vacio. Con
esto, abre huecos; "permite" un juego en un sistema de lugares definidos.
IIAutoriza"la producci6n de un espacio de juego (Spielraum) en un table
ro analitico y c1asificador de identidades. La vuelve habitable. Por esta
raz6n, 10 designo como una "autoridad local". Constituye una falla en el
sistema que satura de significaci6n los lugares y los reduce al punto de
volverlo "irrespirable". Tendencia sintomatica, el totalitarismo funcio
nalista (inc1uido en el momento que programa juegos y fiestas) busca por
tanto eliminar estas autoridades locales, pues estas mismas comprome
ten la univocidad del sistema. Ataca 10 que muy justamente llama supers
ticiones: capas semanticas supererogatorias, que se insinuan "de mas" y
"en demasia",40 y enajenan en un pasado 0 en una poetic a una parte de
los terrenos que se reservan los promotores de razones tecrucas y de
rentabilizaciones financieras.
un fracaso rotundo. Esta transformaci6n extrema proporciona, finalmente, el "prestigio" de
una identidad excepcional para los ciudadanos.
411 Superstare: sostenerse en 10 alto, gracias al mas 0 al demasiado.
En el fondo, los nombres propios ya son "autoridades locales" 0
"supersticiones". Se les reemplaza as! con cifras: ya no Opera [para telefo
near1 sino 073i ya no Calvados [para dirigir una carta1, sino 14. Ocurre 10
mismo con los relatos y las leyendas que pueblan el espacio urbano como
habitantes de mas y de sobra. Son el objeto de una caceria de brujas, por
la sola 16gica de la tecnoestructura. Pero esta exterminaci6n (como la de
,
\
los arboles, de 10SbOsquesy de los rincones donde viven las leyendas)41
hace de la ciudad una "simbologia en suspenso".42 Hay una anulaci6n de
la ciudad habitable. Entonces, como dice una ruanesa: aquf, "no hay nin
gUn lugar especial, aparte de mi casa, es tOOo... No hay nada". Nada "es
I.<
pecial": nada seftalado, 0 abierto por medio de un recuerdo 0 un cuento,
nada firmado por el otro. 5610 queda como algo creible la gruta de la
casa, tOOavia durante un tiempo porosa a las leyendas, tOOavfa calada de
sombras. Aparte de eso, segUn otro citadino, "s610 quedan lugares donde
uno ya no puede creer en nada".43 i
Es por la posibilidad que ofrecen de embodegar ricos silencios
de entrojar historias sin palabras, 0 mas bien por su capacidad de crear
por tOOos los lados bodegas y graneros, como las leyendal't}ocales
leerse, pero tambien 10 que uno leer) permiten saliGas,
medios para salir y volver a entrar, y por 10tanto espacios de habitabilidad.
Sin duda el camino yel viaje suplen las salidailos ires y venires, asegu.:""
rados en otro tiempo por 10 legendario que alta en 10 sucesivo a los luga
res. La circulaci6n ffsica tiene la funci6n itinerante de las "supersticio
nes" de ayer 0 de hoy. El viaje (como el andar) es el sustituto delas leyendas
que abrian el espacio a algo otro.lQue produce finalmente sino, por una
especie de regreso, "una exploraci6n de los desiertos de mi memoria", el
regreso a un exotismo cercano mediante lejanos rodeos, y la "invenci6n"
de unas reliquias y leyendas ("visiones huidizas de la campifta francesa",
"fragmentos de musica y de poesfa"),44 en suma algo como un "desarrai
go en sus origenes"? (Heidegger) La que produce este exilio caminante
es precisamente 10 legendario que falta ahora en ellugar cercano; es una
ficci6n, que tiene por otra parte la doble caracteristica, como el sueno 0 la
ret6rica pea tonal, de ser el efecto de desplazamientos y de condensacio
nes.45 Como corolario, se puede medir la imJ?Ortancia de estas practicas

pacios. . .
41 F. Lugassy, Contrilrntion aune psychosociologie de l'espace urbain. L'habitat et la foret, Paris,
Recherche urbaine, 1970.
42 P. Dard et al., op. cit.
43 Ibid., pp. 174, 206.
44 Claude LeviStrauss, Tristes TTopiques, Paris, Pion, 1955, pp. 434-6.
45 Se podria decir al respecto 10 mismo de las fotos del viaje, que sustituyen a (y se transfor-
man en) las leyendas dellugar de partida.
119
118
I
II
Desde este punto de vista, sus contenidos no son menos revela
dores de ello, y mas todavia el principio que los organiza.
los lugares hechos con vestigios de mun
do. Aun si la forma literaria y el esquema actuante de las "supersticio
nes" responden a los modelos estables de los que desde hace mas de treinta
afios a menu do se han analizado las estructuras y las combinaciones, el
material (todo el detalle retorico de la "manifestacion") esta provisto con
los restos de nominaciones, taxonomias, predicados heroicos 0 comicos,
etcetera, es decir con fragmentos de Estos
elementos heterogeneos
L
inc1uso contrarios, llenan la forma homogenea
del relatoTlmas y el otro (detalles 0 suplementosqUe provlenen'oe'otra
parte) se insinuan en el marco recibido, orden impuesto. Se tiene asi la
relacion misma de las practicas del espacio con el orden construido. En
su superficie, este orden se presenta en todas partes punteado y traspasa
do por elipsis, desviaciones y huidas del sentido: es un orden-colador.
Las reliquias verbales de las cuales se compone el relato, ligadas
a historias perdidas y a acciones opacas, estcin yuxtapuestas en un collage
donde sus relaciones no estcin pensadas y forman, por eso, un conjunto
Se articulan por medio de lagunas. Producen pues, en el es
pacio estructurado del texto, antitextos, efectos de disimulacion y de fuga,
posibilidades de paso a otros paisajes, como sotanos 0 matorrales: "oh,
masivos, oh, plurales".47 Mediante los procesos de diseminacion que
abren, los relatos se oponen al rumor pues el rumor es siempre terminan
te, instaurador y consecuencia de una nivelacion del espacio, creador de
movimientos comunes que refuerzan un orden al agregar un hacer creer
al hacer hacer. siempre
hay una oscilacion de unos a otros, hoy parece que hay mas bien una
estratificacion: los relatos se privatizan y se en los rincones de los.
el rumor de los _.
ffiedios de ley
--=r6ruma, sustituye los ProEios, borra o.
. culables de resistirlo todavia.
La dispersion de los i-'clatos ya mdica la de 10 memorable. En rea
lidad, la memoria es el antimuseo: no es localizable. De esta se despren
den fragmentos en las leyendas. Los objetos tambien, y las palabras, son
huecos. AlIi duerme un pasado, como en las acciones cotidianas del an
dar, el comer, 0 el acostarse, donde duermen antiguas revoluciones. El
46 Los h?rminos cuyas relaciones no se piensan sino que se plantean como necesarias pue
den considerarse simbolicos. Sobre esta definicion del simbolismo como dispositivo
cognoscitivo caracterizado por un "deficit" del pensamiento, ver Dan Sperber, Le Symbolisme
en general, Paris, Hermann, 1974.
47 Francis Ponge, LA Promenade dans nos serres, Paris, Gallimard, 1967.
120
r
I
recuerdo es solo un principe azul que va de paso, que despierta, un mo
mento, a las Bellas Durmientes del bosque de nuestras historias sin pala
bras. "Aqui estaba una panaderia"; "acd vivia la madre Dupuis". Sorpren
de aqui el hecho de que lugares vividos son
Lo que se muestra Senala 10 que ya no esta: "vea usted, aqui
estaba...", pero eso ya no se ve. Los demostrativos expresan _
des invisibles de 10 visible: es, efectivamente, la definicion misma dellu
seriesde desplazamientoSyefectos entre los estratos
ruvididos que 10 componen y actuar sobre estas densidades movedizas.
"Los recuerdos nos encadenan a este lugar ... Es algo personal,
eso no Ie interesaria a nadie, pero en fin eso hace, a pesar de todo, el
espiritu de un barrio".48 No hay sino lugares encantados por espiritus
mUltiples, agazapados en ese silencio y que uno puede 0 no "evocar".
Solo se habitan lugares al dell!E!!!Pticon:_...f---
Pero como las esculturas reales estilo gotico de Notre-Dame, sepultadas
desde hace dos siglos en el s6tano de un edificio de la calle de la Chaussee
d'Antin,49 estos "espiritus", tambien rotos, no hablan mas de 10 que yen:
Es un conocimiento que se calla. De 10 que se sabe pero se calla, solo
pasan "entre nosotros" medias palabras.
Los lugares son historias fragmentarias y replegadas, pasados
robados a la legibilidad por el projimo, tiempos amontonados que pue
den desplegarse pero que estcin alIi mas bien como relatos a la espera y
que permanecen en estado de jerog!ifico, en fin simbolizaciones
enquistadas en el placer del cueI:po. "Me sientobienaqui":5O es .
una practica del espacio que este bienestar en retirada sobre ellenguaje .,/
donde se muestra, apenas un instante, como un resplandor.
Infancias y metciforas de lugares
La metafora traslada a una cosa
el nombre de otra
Aristoteles, Poetica, 1457b
Lo memorable es 10 que puede sofiarse acerca dellugar. Una vez en este
lugar palimpsesto, la subjetividad se articula sobre la ausencia que la es
tructura como "estar alli", Dasein. Pero, se ha visto,
ese estar alli solo se ejerce en practicas del espacio, es decir en maneras de
pasar al otro. Hay que reconocer finalmente la repeticion, en metMoras
48 Una habitante de la Croix-Rousse en Lyon (entrevista recogida por Pierre Mayol); ver el
vol. 2: Habiter, cuisiner por Luce Giard y Pierre Mayol.
49 Le Monde, 4-III-1977.
50 Ver mas arriba, n. 48.
121
diversas, de una experienda decisiva y originaria, la diferendad6n del
cuerpo respecto de la madre en el hijo. Alli se inaugura la posibilidad del
espado y de una localizad6n (un "no todo") del sujeto. Sin volver al cele-
bre analisis que Freud ha hemo de esta experiencia matriz al seguir el
juego de su nieto, de ano y medio de edad, que lanzaba a 10 lejos un
carrete con un 0-0-0-0 de satisfacci6n (fort para el"alla", "partido" 0 "no
pudo") y 10 recogla al tirar de su hilo con un jubiloso cia (para "aqui", "de
vuelta"),51 basta retener este desgajamiento (peligroso y satisfactorio) a la
indiferenciad6n en el cuerpo materna del cual el carrete es el sustituto:
esta salida de la madre (que unas veces desaparece y otras la hace apare-
cer) constituye la localizaci6n y la exterioridad sobre un fondo de ausen
cia. La manipulaci6n jubilosa que permite "hacer partir" el objeto mater
no y Meerse desaparecer (en la medida en que es identico a este objeto),
estar ahf (porque) sin el otro pero en una relaci6n necesaria con el desapa
recido, constituye una "estructura espacial original".
Sin duda puede llevarse :m.as lejos esta diferenciaci6n, hasta la
nominaci6n que ya separa de su madre al feto identificado como mascu
lino (pero ,que sucede con la nifia, introducida a partir de este momento
en otra relaci6n con el espacio?). Lo que importa en este juego iniciatico
como en "la animaci6n jubilosa" del nifio que, delante del espejo, se reco
noce uno (es el, y puede totalizarse), pero 5610 es el otro (eso, una imagen
con la cual se identifica},52 es el proceso de esta "captaci6n espacial" que
inscribe el paso al otro como la ley del ser y la dellugar. Practicar el espa
cio es la
-eI
Asi comienza el andar que Freud compara al hollar la tierra ma
terna.
53
Esta relaci6n para consigo mismo ordena las alteraciones inter
nas dellugar (los juegos entre sus estratos) 0 los despliegues peatonales
de las historias apiladas en un lugar (circuladones y viajes). La infanda
que determina las practicas del espacio desarrolla en
'- proHfera, munaa los espaCf6s sus superfi
cies legibles, y crea en la ciudad planiisada una ciudad
en KanCfins!cy: "una gran ciudad cons
truida segUn todas las reg1as de la arquitectura y de pronto sacudida por
una fuerza que desaffa los calculos".54
51 Ver los dos amilisis de L'Interpretation des rtues y Au deli! du principe de plaisir. 19ualmente
Sami Ali, L'Espace imaginaire, Paris, Gallimard, 1974, pp. 42-64. [Fort Ydo. Las dos palabras
estan en aleman; son las que dice el nii'io, BegUn Freud. N. del T.]
52 Jacques Lacan, tents, Paris, Seuil, 1966, pp. 93-100.
53 Sigmund Freud, Inhi/rition, symptfnne et angoisse, Paris, PUP, 1968.
54 V. Kandinsky, Du spirituel dons tart, Paris, Denoel, 1969, p. 57.
Capitulo VIII
Naval y carcelario
Encierro viajero. Inm6vil en el vag6n, ver deslizarse casas inm6viles.
,Que sucede? Nada se mueve dentro ni fuera del tren.
Inmutable, el viajero esta encasillado, numerado y controlado en
el tablero del vag6n, realizaci6n perfecta esta de la utopia racional. La
vigilancia y los alimentos circulan de compartimiento en compartimien
to: "Revisi6n de pasajes..." ",Sandwiches? ,Cerveza? ,Cafe? .." Solo los
w.e. abren una fuga en e1 sistema cerrado. Es e1 fantasma de los amoro
sos, la salida de los enfermos, el escape de los nifios ("ipipfl"): un rinc6n
de 10 irracional, como 10 eran los amores y las cloacas en las Utopfas de
otro tiempo. Si se deja de lado este lapsus abandonado a los excesos, todo
es cuadriculado. 5610 viaja una celula racionalizada. Una burbuja de po
der pan6ptico y c1asificador, un m6dulo del confinamiento que hace po
sible la producci6n de un orden, una insularidad cerrada y aut6noma,
esto es 10 que puede atravesar el espacio y que independiza de los arraigos
locales.
Por dentro, la inmovilidad de un orden. Imperan aqui el reposo
yel sUefio. No haynada que hacer, se encuentra uno en e1 estado de raz6n.
Cada cosa esta en su sitio como en la Filosofta del derecho de Hegel. Cada
ser esta colocado ahi como un caracter de imprenta sobre una pagina
militarmente ordenada. Este orden, sistema organizacional, quietud de
una raz6n, es para el vag6n, 10 mismo que para el texto, la condici6n de
su circulaci6n.
Fuera, otra inmovilidad, la de las cosas, montaftas imperantes,
verdores extendidos, pueblos detenidos, columnatas de edificios, negras
siluetas urbanas en el malva de la tarde, centelleos de luces noctumas en
un mar anterior 0 posterior a nuestras historias. El tren generaliza la Me
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