Modalidades de Intervención
Modalidades de Intervención
Modalidades de Intervención
Referentes
La Secretaría de Educación Pública editó recientemente el Programa de Educación Preescolar
2004 para orientar, a partir del ciclo escolar 2004-2005, el trabajo de las educadoras. La
renovación curricular inmersa en dicho Programa, implica una apertura metodológica y una
inclusión de contenidos (o su caracterización) que, de manera significativa, resultan ajenos
tanto a las prácticas docentes dominantes, como a las temáticas que ordinariamente se han
abordado en el nivel.
Los contenidos referidos al desarrollo del Campo Formativo del Pensamiento Matemático del
preescolar, señalados en el Programa citado, refieren a diferentes pesos curriculares que este
mismo programa adjudica a las diversas temáticas, a saber:
• El Número (50%), que los niños:
Utilicen los números en situaciones variadas que implican poner en juego los
principios del conteo.
Planteen y resuelvan problemas en situaciones que les sean familiares y que implican
agregar, reunir, quitar, igualar, comparar y repartir objetos.
• El Espacio (18%), las Figuras (18%), y la Medida (14%), que los niños:
Reconozcan y nombren características de objetos, figuras y cuerpos geométricos.
Construyan sistemas de referencia en relación con la ubicación espacial.
Utilicen unidades no convencionales para resolver problemas que implican medir
magnitudes e longitud, capacidad, peso y tiempo.
Identifiquen para qué sirven algunos instrumentos de medición.
Se hacen necesarios entonces, entre otras acciones, espacios de reflexión que coadyuven a
las educadoras a reorientar su trabajo docente en concordancia con los nuevos lineamientos
editados por la SEP. Particularmente, en esta presentación nos ocuparemos de la sutil
diferencia, con base en tres ejemplos, entre plantear a los niños situaciones que pongan en
juego sus saberes previos y sus posibilidades cognitivas; es decir, que la resolución de la
situación los comprometa a un trabajo intelectual que les permita interactuar con los conceptos
matemáticos que se desea aprendan.
Ubicación de la problemática
Las prácticas docentes dominantes (Nemirovsky et al., 1990) evidencian un universo limitado
del conocimiento matemático que se desarrolla con los niños de preescolar. Las educadoras –
en analogía a lo que hacen los maestros de la escuela primaria– han priorizado, de la
enseñanza de la matemática, los contenidos aritméticos (números y cuentas) en detrimento de
los contenidos geométricos (el espacio, las figuras). Y, a veces, algunas prácticas de enseñanza
no han sido muy afortunadas, como es el caso del número, en que se observa una tendencia
generalizada a suponer –con base en una equivocada interpretación de la Teoría
Psicogenética– que siendo la síntesis de la seriación, la clasificación y el orden, significa en
términos de enseñanza realizar diversas actividades de seriación (verde, rojo, amarillo, verde,
rojo, amarillo…; cuadrado, círculo, triángulo, cuadrado,…, etcétera); de clasificación (con
criterios cualitativos: los grandes vs. los chicos; los rojos vs. los azules, etcétera), y de orden
(organizar palitos por tamaños: del más chico al más grande, etcétera). Pero Piaget se refería a
la clasificación de colecciones desde criterios cuantitativos; es decir, van juntas todas las
colecciones que tienen el mismo número de objetos, por ejemplo, 6 elementos, en otro paquete
están las que tienen 8 o 3, etcétera, independientemente de las cualidades de los objetos que
constituyen a las colecciones. Estos “paquetes de colecciones” se pueden ordenar, también en
atención a un criterio cuantitativo: un paquete va después de otro si las colecciones que lo
conforman tienen un elemento más que las colecciones de otro paquete; así, las que tienen 6
objetos van después de las que tienen 5, porque todas la colecciones que están en el paquete
del 6 tienen un elemento más que cualquiera de las que pertenecen al paquete del 5.
Finalmente este orden construye una serie: 1, 2, 3, 4, etcétera.
Alternativas posibles
Las prácticas docentes, sucintamente descritas, evidencian lo señalado en cuanto al universo
limitado del conocimiento matemático que se desarrolla con los niños de preescolar, a lo que
se agrega una ausencia de recursos didácticos. Con base en el nuevo curriculum y el enfoque
para la enseñaza suscrito por la SEP (2004), las educadoras necesitan de una redefinición de
sus concepciones disciplinarias que les posibilite orientar sus acciones en el proceso de
enseñanza, en apego a una resolución didáctica que responda de manera más coherente a lo
que actualmente se conoce sobre el proceso de aprendizaje infantil de la matemática.
Lo que la investigación en didáctica de la matemática ha mostrado en los últimos 30 años
de desarrollo, es que los niños aprenden interactuando con el objeto de conocimiento. Una
manera concreta de realizar esto es plantear problemas que reten los saberes y las experiencias
de los niños, quienes necesariamente, si se les permite, los pondrán en juego para resolverlos.
En esta presentación se recurre al análisis de algunas situaciones, anticipando que si bien
éstas son realizables en el preescolar, no corresponden necesariamente al inicio del proceso de
aprendizaje del número, ni al de la geometría como tampoco al de la medición; simplemente
se pretende abrir un espacio de reflexión sobre lo señalado en el párrafo anterior.
El número
Para trabajar con los números, por ejemplo, no es lo mismo pedirle a Genny que saque seis
crayolas de un bote, que quizá lo pueda hacer y de no ser así la educadora le “ayudará a
contarlas”, que pedirle que tome del bote de las crayolas, las que se necesitan para que a ella
le toque una y pueda darle una a cada niño de su equipo (6), de tal manera que no le sobre
ninguna crayola.
La medición
Desde antes de ingresar al preescolar, los niños han tenido diversas experiencias de
distintas magnitudes, principalmente con la longitud, el peso, la capacidad y el tiempo. Desde
luego que su conocimiento ha estado básicamente relacionado con los efectos de estas
magnitudes en sus actividades cotidianas. Así, saben que su casa está más lejos de la casa de
su abuelita que del mercado; que unos juguetes son más pesados que otros, unos los pueden
cargar y necesitan ayuda para levantar otros o moverlos de lugar; hay juguetes o cacharros de
la cocina que les sirven para contener agua pero otros no; asimismo, han registrado el paso del
tiempo, por el suceder secuencial de los eventos, por la frecuencia de su repetición, aunque
para ellos no es lo mismo dos horas de juego, que dos horas de visita de su mamá a la casa de
su amiga, cuando ellos tienen que “comportarse”.
En cambio sus experiencias con la medición de esas magnitudes, refieren a un
conocimiento nominativo de las mismas; es decir, expresiones como: “tres metros de listón”,
“un kilo de frijoles”, “dos litros de leche” o “en media hora llega tu hermana”, les son
familiares, pero no les significan mucho más allá que una manera de hablar.
En preescolar el trabajo sobre la medición involucra la interacción con las magnitudes de
longitud, capacidad, peso y tiempo, a través de la comparación, la estimación y la medición
con unidades no convencionales. Hay una tendencia general en las prácticas de enseñanza
dominantes, a disociar los distintos componentes de un concepto, en un intento de hacer “más
accesible” el conocimiento a los niños; pero esto en lugar de favorecer el aprendizaje lo
obstaculiza, fundamentalmente se minimiza su funcionalidad.10 Es como si se quisiera que
los niños apreciaran la belleza de una pintura, sólo que en vez de mostrárselas completa la
tapáramos con una franela e hiciéramos un orificio, para que nada más vieran un pedacito,
luego moviéramos el orificio para mostrarles otro pedacito, y con esta manera de proceder
pretendiéramos que se fueran haciendo una idea completa de la pintura en cuestión, ¿no sería
más sensato que los dejáramos ver la pintura completa y luego ir analizando con ellos los
detalles?: hay una casita…, no, parece que son dos, hay una atrás; tres personas están
conversando; cerca de los árboles hay unos niños jugando con un perro, etcétera.
En preescolar suelen aparecer actividades de comparación de tamaños, a partir de mostrar
diferentes pares de objetos dibujados en una hoja o en un cuaderno de trabajo (pez-ballena,
osito-osote, etcétera): se solicita a los niños que diferencien iluminando o encerrando
objetosgrandes y chicos. Otra vez nos encontramos con una actividad, ahora referida a la
longitud, que se supone que “lo grande”o “lo chico” refiere, o a la altura de los objetos (osito-
osote) o a lo largo (pez-ballena), sin ninguna posibilidad física para que los niños realicen la
comparación entre los objetos, por lo que el trabajo sobre la longitud se diluye una vez más,
en el entreteje de las manualidades.
Una de las pocas actividades que se hacen en el preescolar sobre la longitud, es solicitar a
los niños que ordenen distintos palitos por su tamaño.11 Sin embargo, se logra un trabajo más
interesante y sostenido con la comparación y la estimación de las longitudes con el siguiente
juego:
Organizados en equipos (4), se les entregan semillitas y dos paquetes de tiras de
cartoncillo grueso: uno con ocho de distinto color y tamaño (6cm, 7cm…, 13cm12 ), y el otro
con tiras blancas de diferentes tamaños, los mismos que las de colores. Se les anticipa que
ninguna de las tiras se puede doblar ni marcar con lápiz. Dispersan en la mesa las tiras de
colores, por turnos un niño toma, sin ver, una tira del paquete de las blancas y selecciona [sin
tomarla, sólo con la vista] de las de colores, la que crea que es del mismo tamaño que la
blanca que tomó, después verifica [ahora sí tomando la tira de color seleccionada] lo acertado
de su elección; si fue correcta toma una semillita (si falló no toma ninguna) y regresa ambas
tiras, la de color a la mesa (dispersándolas) y la blanca al paquete; es el turno de otro niño. El
juego termina cuando alguno junte cinco semillitas.
Al realizar el juego, los niños tienen la oportunidad de trabajar con la estimación de
longitudes y, para convencer a sus compañeros que pueden quedarse con una semillita, tienen
que encontrar un recurso que les permita verificar su elección, para lo cual tendrán que
comparar la longitud de las tiras, ya sea “parándolas” o “acostándolas” sobre la mesa. Juntar
cinco semillitas garantiza que al menos en cinco ocasiones hayan estimado y comparado bien
las longitudes, a lo que se adiciona las veces que indirectamente lo hicieron, viendo a sus
compañeros.
En el transcurso del juego es muy importante que la educadora observe que sus alumnos
estén haciendo correctamente la comparación de las tiras, ésta es la parte central de la
actividad; ello significa que para hacerlo, un extremo de las mismas esté alineado, que queda
garantizado si están “parando” las tiras, pero puede ser que haya problemas si para
compararlas las tienen “acostadas”. En cuanto a la estimación de la longitud, se irá
desarrollando en los niños en la medida en que tengan muchas oportunidades de ponerla en
juego en diversas situaciones. Un caso extremo que tal vez suceda, es que en algún equipo
ninguno de los niños sepa que alinear un extremo de las tiras (cuando están acostadas sobre la
mesa) es condición necesaria para hacer la comparación y esto hay que aclararlo, pero sólo
en caso de que así ocurra; es decir, lo recomendable es que los niños se autorregulen y se
expliquen entre ellos la condición de la comparación de longitudes. Sin embargo, al término
de la clase, la educadora propiciará una discusión colectiva sobre el particular.
Cabe destacar que un juego es algo más que una actividad lúdica porque tiene reglas, se
sabe cuándo termina la actividad y quién gana; en los juegos subyacen condiciones didácticas
que comprometen a los participantes a realizar bien la actividad, porque ninguno de los
jugadores está dispuesto a que otro “haga trampa, por ignorancia o mala fe”.
El juego descrito propicia, como ya se dijo, el desarrollo de la estimación [de la
magnitud] de la longitud planteando problemas de comparación y realizando ésta como
recurso para verificar esa estimación. Se puede modificar el juego para que los niños estimen
la medida de la longitud, para esto se necesita que sigan comparando, pero ahora comparan la
longitud de una tira con la longitud de otra que funciona como unidad (de medida) y lo que
estiman es cuántas veces creen que la (tira) unidad cabe en la tira que se quiere medir. El
juego se plantea con las mismas condiciones iniciales que el anterior (trabajo en equipo,
semillas y participación por turnos), las tiras de colores pueden aumentarse a 10 (6cm, 8cm,
10cm, 12cm, 14cm, 15cm, 16cm, 18cm, 20cm y 21cm) y las tiras blancas también suman 10,
de 3cm y seis tiras negras de 4cm. Las tiras de colores se meten a una bolsita, las tiras blancas
y las negras se ponen sobre la mesa. Por turnos, un niño saca una tira de color, elige “tiras
blancas” o “tiras negras” y dice cuántas veces, las tiras que eligió (blancas, por ejemplo) caben
en la tira de color; una vez que hizo la estimación la verifica. Si acierta, toma un semillita y
regresa la tira de color a la bolsa; el juego termina cuando algún participante reúne tres
semillitas.
Este juego es evidentemente más complejo que el anterior, porque ahora se trata de
propiciar la medición. Los niños tendrán que generar un recurso para verificar su respuesta,
como no se vale marcar ni doblar las tiras tendrán que colocar tiras unidad (blanca o negra)
sobre la tira de color, o (menos probable, pero posible) trazar la longitud de ésta en una hoja
blanca e ir marcando con la unidad cuántas veces cabe. Aunado a ello, es altamente probable
que la unidad elegida no quepa un número exacto de veces en la tira de color (es el caso de
10cm y 14cm), bien haber elegido la unidad blanca (3cm) para medir (8cm, 10cm, 14cm,
16cm y 20cm) o querer medir (6cm, 10cm, 14cm, 15cm, 18cm y 21cm)con la unidad negra
(4cm). Los niños no “le van a atinar” varias veces, pero se irán dando cuenta que es más
acertado decir: “Tres blancas y un poquito”, “casi cuatro negras” o “es más de tres blancas,
pero menos que cuatro”. Tendrán que proponer un cambio de regla, para aceptar este tipo de
estimaciones (aproximaciones a la medida) y así ganar las semillitas, en cuyo caso se acepta el
cambio, pero ahora gana quien junte cinco semillitas.
Algunas precisiones son: el juego sobre estimación de la medida y llevar a cabo la
medición para verificarla, involucra la medición con unidades no convencionales; el
centímetro es una unidad convencional, pero las tiras blancas o negras (longitudes 3cm o 4cm)
no lo son. Poner a los niños en situación de medir, cuando la unidad no cabe un número exacto
de veces, es una situación más frecuente en lo cotidiano.
Por esto, el sistema métrico decimal se organiza con el metro y sus múltiplos y
submúltiplos. La expresión “un metro ocho decímetros” da cuenta de una medida más exacta
que “más de un metro, pero menos que dos metros” o “casi dos metros”, y éstas últimas
expresiones, a su vez, son una mejor aproximación a la medida que decir solamente “un
metro”.
En preescolar no se pretende que los niños den medidas exactas sino aproximaciones de
ésta usando unidades no convencionales, así como que trabajen con diversas unidades (el
tamaño de su pie, las cuartas, varitas, etcétera) y seleccionen la unidad tomando en cuenta lo
que quieren medir. Es decir, la unidad se elige en función de lo que se quiera medir; a veces
conviene usar una unidad grande y otras una chica, las unidades blancas o negras usadas en el
juego, no son útiles, por ejemplo, para medir la distancia entre el salón de clase y la dirección.
Por eso, utilizando el sistema convencional de medidas de longitud,14 el metro no es
siempre la unidad más conveniente para hacer una medición, si se quiere medir la distancia
entre dos pueblos es más razonable usar el kilómetro (múltiplo del metro) y si lo que se
necesita es medir el largo de un zapato es mejor usar al centímetro (submúltiplo del metro).
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