24 Poetas Latinoamericanos

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TRPICO VERDE (Autor: Azofeita)


Verde lluvia, vertiente y territorio. Verde el espacio. La luz verde. El clima verde. Verdes las colinas. Las hondonadas y los ros verdes. Un lago verde el valle. La montaa verdeazul, verdemar, verdeprofundo. Lo cerca y lo lejano en aire verde. Verde lluvia, vertiente y territorio. Roto temblor el verde de los pltanos. Casi lquida lgrima, el verdor del sauce. El verde militar del caf, el verdor hmedo de junco, caa y lirio. Verde msica en el rgano -oh verde viento!- del bamb. La plata verde del eucalipto. El verdor silencioso de los pastos, las malvas, las legumbres. Verde lluvia, vertiente y territorio. De mi sangre salt una estrella verde. Y verdn, verdinal y verdolaga, mayo estira su lluvia hasta diciem bre en el trpico verde .

RESPONDE T... (Nicols Guilln - Pablo Milans)


T, que partiste de Cuba, responde t, dnde hallars verde y verde, azul y azul, palma y palma bajo el cielo? Responde t. T, que tu lengua olvidaste, responde t, y en lengua extraa masticas el gel y el yu, cmo vivir puedes mudo? Responde t. T, que dejaste la tierra,

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responde t, dnde tu padre reposa bajo una cruz, dnde dejars tus huesos? Responde t. Ah desdichado, responde, responde t, dnde hallars verde y verde, azul y azul, palma y palma bajo el cielo? Responde t.

NOCHE Y DIA (AUTOR: VICENTE HUIDOBRO)


Que hermosas se filtran las notas de esta meloda en que salpicadas por un suave clarinete, los violines salen a su encuentro para envolverlas en un romntico saxo... Como no sentirte en estos momentos, recordarte con intensidad y sentir tu presencia ya etrea para nosotros pero regresas de mil maneras en pequeos bocados de ternura que nos invade y llena de melancola en tu ausencia quizs hoy te abrazara una vez mas como antao brindaramos por ti y compartiramos tantos momento s que nos fueron uniendo en das y noches de tertulias, msica y aprendiendo a amarnos a travs de eternas charlas... Quisiera sentir aunque fuera en sueos, sentir tu adorable mejilla suavemente en la ma, recibir tu rico aroma varonil que siempre te distingua... Te recuerdo como nunca, te necesitamos como siempre y especialmente mi corazn reboza de amor por tu recuerdo de siempre. Te amo y quiero que lo sepas, aqu estoy y estar siempre sintiendo el profundo sentimiento que una vez nos hizo mas que hermanos, sinceros amigos.

YO NO LO S DE CIERTO... (Poema de Jaime Sabines)


Yo no lo s de cierto, pero supongo que una mujer y un hombre un da se quieren, se van quedando solos poco a poco, algo en su corazn les dice que estn solos, solos sobre la tierra se penetran, se van matando el uno al otro. Todo se hace en silencio. Como se hace la luz dentro del ojo. El amor une cuerpos. En silencio se van llenando el uno al otro. Cualquier da despiertan, sobre brazos; piensan

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entonces que lo saben todo. Se ven desnudos y lo saben todo. (Yo no lo s de cierto. Lo supongo.)

QUE RISUEO CONTACTO (AUTOR JAIME SABINES)


Qu risueo contacto el de tus ojos, ligeros como palomas asustadas a la orilla del agua! !Qu rpido contacto el de tus ojos con mi mirada! Quin eres t? !Qu importa! A pesar de ti misma, hay en tus ojos una breve palabra enigmtica. No quiero saberla. Me gustas mirndome de lado, escondida, asustada. As puedo pensar que huyes de algo, de m o de ti, de nada, de esas tentaciones que dicen que persiguen a la mujer casada.

LA FALTA QUE AMA (AUTOR: CARLOS DRUMMOD)


Entre arena, sol y grama lo que se evita se da. Mientras la falta que ama busca a alguien que no hay. Est cubierto de tierra, de completo olvido envuelto. Donde el ojo ms se aferra la dalia es toda cemento. La transparencia de la hora corroe ngulos oscuros: una cancin que no implora ni re, resbalando muros. No se oye la polvareda que el gesto esparce en el llano. La vida se cuenta entera en letras de conclusin. Porqu es que revuela a tont as el pensamiento en la luz? Y porqu nunca se escurre el tiempo, llaga sin pus? El insecto petrificado en la concha ardiente del da

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une el tedio del pasado a una futura energa. Se har en el suelo simiente? Todo va a recomenzar? Es la falta o l que siente el sueo del verbo amar? (Traduccin de Francisco Serrano)

APARICION AMOROSA (CARLOS DRUMMOD)


Dulce fantasma, por qu me visitas como en otros tiempos nuestros cuerpos se visitaban? Me roza la piel tu transparencia, me invita a rehacernos caricias imposibles: nadie recibi nunca un beso de un rostro consumido. Pero insistes, dulzura. Oigo tu voz, la misma voz , el mismo timbre, las mismas leves slabas, y aquel largo jadeo en que te desvanecas de placer, y nuestro final descanso de gamuza. Entonces, convicto, oigo tu nombre, nica parte indisoluble msica pura en continua existencia. A qu me abro?, a ese aire imposible en que te has convertido y beso, beso esa nada intensamente. Amado ser destruido por qu vuelves y eres tan real y tan, igualmente, ilusorio? Ya no distingo ms si eres sombra o sombra siempre fuiste, y nuestra historia el invento de un libro deletreado bajo pestaas soolientas. Habr un da conocido tu verdadero cuerpo com o hoy lo conozco enlazando el vapor como se enlaza una idea platnica en el aire? El deseo perdura en ti que ya no eres, querida ausente, persiguindome, suave? Nunca pens que los mu ertos el mismo ardor tuviesen de otros das y nos lo transmitiesen con chupadas de hielo y fuego candente matizados. Tu visita ardiente me conforta. Tu visita ardiente me acongoja.

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Tu visita, apenas una limosna. (Traduccin de Victor Sosa)

Hay Un Da Feliz (Poema de Nicanor Parra)


A recorrer me dediqu esta tarde Las solitarias calles de mi aldea Acompaado por el buen crepsculo Que es el nico amigo que me queda. Todo est como entonces, el otoo Y su difusa lmpara de niebla, Slo que el tiempo lo ha invadido todo Con su plido manto de tristeza. Nunca pens, credmelo, un instante Volver a ver esta querida tierra, Pero ahora que he vuelt o no comprendo Cmo pude alejarme de su puerta. Nada ha cambiado, ni sus casas blancas Ni sus viejos portones de madera. Todo est en su lugar; las golondrinas En la torre ms alta de la iglesia; El caracol en el jardn, y el musgo En las hmedas manos de las piedras. No se puede dudar, ste es el reino Del cielo azul y de las hojas secas En donde todo y cada cosa tiene Su singular y plcida leyenda: Hasta en la propia sombra reconozco La mirada celeste de mi abuela. Estos fueron los hechos memorables Que presenci mi juventud primera, El correo en la esquina de la plaza Y la humedad en las murallas viejas. Buena cosa, Dios mo!; nunca sabe Uno apreciar la dicha verdadera, Cuando la imaginamos ms lejana Es justamente cuando est ms cerca. Ay de m, ay de m!, algo me dice Que la vida no es ms que una quimera; Una ilusin, un sueo sin orillas, Una pequea nube pasajera. Vamos por partes, no s bien qu digo, La emocin se me sube a la cabeza. Como ya era la hora del silencio Cuando emprend mi singular e mpresa, Una tras otra, en oleaje mudo, Al establo volvan las ovejas. Las salud personalmente a todas Y cuando estuve frente a la arboleda Que alimenta el odo del viajero

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Con su inefable msica secreta Record el mar y enumer las hojas En homenaje a mis hermanas muertas. Perfectamente bien. Segu mi viaje Como quien de la vida nada espera. Pas frente a la rueda del molino, Me detuve delante de una tienda: El olor del caf siempre es el mismo, Siempre la misma luna en mi cabeza; Entre el ro de entonces y el de ahora No distingo ninguna diferencia. Lo reconozco bien, ste es el rbol Que mi padre plant frente a la puerta (Ilustre padre que en sus buenos tiempos Fuera mejor que una ventana abierta). Yo me atrevo a afirmar que su conducta Era un trasunto fiel de la Edad Media Cuando el perro dorma dulcemente Bajo el ngulo recto de una estrella. A estas alturas siento que me envuelve El delicado olor de las violetas Que mi amorosa madre cultivaba Para curar la tos y la tristeza. Cunto tiempo ha pasado des de entonces No podra decirlo con certeza; Todo est igual, seguramente, El vino y el ruiseor encima de la mesa, Mis hermanos menores a esta hora Deben venir de vuelta de la escuela: Slo que el tiempo lo ha borrado todo Como una blanca tempestad de aren a!

Poema Insomnio (Olga Edith Romero)


Dentro de m hay una fuente Me estoy ahogando en ella. El insomnio ha llegado. Siempre llega. Aturde. Se levanta como un fantasma gigante cubre con su sombra lo que toca. Fabrica pjaros de vidrio se deja caer entre letras entrelazadas. Hiere la pupila y desgrana pequeos miedos en el pecho. Nadie lo contiene. A veces llora abrazado a un gato siams. II Nuevamente el insomnio se apodera de mi.

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Espanta los sueos los arrasa desnuda la realidad descarnada. Finge ser breve y se establece en mis prpados. Tiene el tamao del pasado y del futuro. Se viste con harapos de pnico. Nada lo ahuyenta. Envilece lo que toca. Se alimenta con gotas tibias y saladas de ruidos nocturnos. Decepciones pensamientos turbios laberintos intrincados albas sin esperanzas. Su corona de escarcha Hiere la madrugada. Y suele creerse rey de la noche.

EL VIAJE (CARLOS PELLICE)


Hay solitarios espacios no escritos en la memoria parajes donde los sentidos no habitan no hay seales para llegar no hay reglas ni ordenes ni nombres no hay entradas ni salidas son en esos espacios donde se organizan donde se planifican donde se cuecen los olvidos no se tiene remedios ni formas para extinguirlos solo la posibilidad muy remota de llegar a ellos en el sueo en el sueo somos diferentes y esa puede ser la clave que nos leg Aquiles .

RESPONDE T (Nicols Guillen)


T que partiste de Cuba responde t dnde hallars verde y verde y azul y azul palma y palma bajo el cielo, responde t. T que tu lengua olvidaste responde t y en lengua extraa masticas el "well" y el "you" cmo vivir puedes, mudo responde t. T que dejaste la tierra responde t dnde tu padre reposa bajo una cruz dnde dejars tus huesos responde t. Ah desdichado!, responde responde t dnde hallars verde y verde y azul y azul palma y palma bajo el cielo, Responde t...

ISLANDIA (EUGENIO MONTEJO)


Islandia y lo lejos que nos queda, con sus brumas helada y sus fiordos donde se hablan dialectos de hielo. Islandia tan prxima del polo, purificada por las noches en que amamantan las ballenas. Islandia dibujada en mi cuaderno, la ilusin y la pena (o viceversa). Habr algo ms fatal que este deseo de irme a Islandia y recitar sus sagas, de recorrer sus nieblas? Es este sol de mi pas

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que tanto quema el que me hace soar con sus inviernos. Esta contradiccin ecuatorial de buscar una nieve que preserve en el fondo su calor, que no borre las hojas de los cedros. Nunca ir a Islandia. Est muy lejos. A muchos grados bajo cero. Voy a plegar el mapa para acercala. Voy a cubrir sus fiordos con bosques de palmeras

Manoa
No vi a Manoa, no hall sus torres en el aire, ningn indicio de sus piedras. Segu el cortejo de sombras ilusorias que dibujan sus mapas. Cruc el ro de los tigres y el hervor del silencio en los pantanos. Nada vi parecido a Manoa ni a su leyenda. Anduve absorto detrs del arco iris que se curva hacia el sur y no se alcanza. Manoa no estaba all, quedaba a leguas de esos mundos, -siempre ms lejos. Ya fatigado de buscarla me detengo, qu me importa el hallazgo de sus torres? Manoa no fue cantada como Troya ni cay en sitio ni grab sus paredes con hexmetros. Manoa no es un lugar sino un sentimiento. A veces en un rostro, un paisaje, una calle su sol de pronto resplandece. Toda mujer que amamos se vuelve Manoa sin darnos cuenta. Manoa es la otra luz del horizonte, quien suea puede divisarla, va en camino, pero quien ama ya lleg, ya vive en ella.

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ESTADOS DE ANIMO (MARIO BENEDETTI)


Unas veces me siento como pobre colina y otras como montaa de cumbres repetidas. Unas veces me siento como un acantilado y en otras como un cielo azul pero lejano. A veces uno es manantial entre rocas y otras veces un rbol con las ltimas hojas. Pero hoy me siento apenas como laguna insomne con un embarcadero ya sin embarcaciones una laguna verde inmvil y paciente conforme con sus algas sus musgos y sus peces, sereno en mi confianza confiando en que una tarde te acerques y te mires, te mires al mirarme.

LA MUJER Y LA CASA (Poema Jose Lezama Lima)


Hervas la leche y seguas las aromosas costumbres del caf. Recorras la casa con una medida sin desperdicios. Cada minucia un sacramento, como una ofrenda al peso de la noche. Todas tus horas estn justificadas al pasar del comedor a la sala, donde estn los retratos que gustan de tus comentarios. Fijas la ley de todos los das y el ave dominical se entreabre con los colores del fuego y las espumas del puchero. Cuando se rompe un vaso, es tu risa la que tintinea.

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El centro de la casa vuela como el punto en la lnea. En tus pesadillas llueve interminablemente sobre la coleccin de matas enanas y el flamboyn subterrneo. Si te atolondraras, el firmamento roto en lanzas de mrmol, se echara sobre nosotros.

LA MUJER SENTADA / J. Cabral de Melo


Mujer. Mujer y palomas. Mujer entre sueos. Nubes en los ojos? Nubes sobre sus cabellos. (La visita espera en la sala; la noticia, en el telfono; la muerte crece en la hora; la primavera, ms all de la ventana). Mujer sentada. Tranquila en la sala, como si volara

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