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LA INTERVENCIÓN EDUCATIVA Y SOCIAL:

ELABORACIÓN DE PROYECTOS

Documento elaborado por:


Lidia Cabrera Pérez
Miriam González Afonso

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ÍNDICE

1. Introducción: conceptualización de intervención educativa y social


2. Dimensiones de la intervención psicopedagógica y social
3. Características de un proyecto de intervención
4. Fases del diseño de un proyecto de intervención
5. Diagnóstico y análisis de necesidades
5.1. Razones que justifican o demandan el análisis de necesidades
5.2. Tipos de necesidad
5.3. Características de un análisis de necesidades
5.4. Un modelo de diagnóstico de necesidades
6. Diseño de programas
1. Denominación
2. Naturaleza del proyecto
a. Descripción del proyecto
b. Fundamentación o justificación
c. Marco institucional
d. Finalidad del proyecto
e. Objetivos
f. Metas
g. Beneficios
h. Productos
i. Localización física y cobertura espacial
3. Especificación operacional de las actividades y tareas a realizar
4. Métodos y técnicas a utilizar
5. Determinación de los plazos o calendarios de actividades
6. Determinación de los recursos necesarios
7. Cálculos de los costos de ejecución o elaboración del presupuesto
8. Estructura organizativa y de gestión del proyecto
9. Indicadores de evaluación del proyecto
10. Factores externos condicionantes o pre-requisitos para el logro de los efectos e
impactos del proyecto

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1. INTRODUCCIÓN: CONCEPTUALIZACIÓN DE INTERVENCIÓN
EDUCATIVA Y SOCIAL

El término INTERVENCIÓN es un concepto amplio puesto que se utiliza y ajusta a muchos


contextos y situaciones. Román y García lo definen así:

El término intervención no es unívoco. Es más bien ambiguo, multifacético,


camaleónico…. Así, puede denotar: corrección, educación, enriquecimiento,
prevención, rehabilitación, modificación, remedio, prestación de servicios,
estimulación, mejoría, terapia, entrenamiento, tratamiento… y hasta la no
intervención puede considerarse una forma de intervención (Román y García,
1990:11).

Tras un análisis de muchas definiciones dadas observamos que todas coinciden en


sostener que la intervención es un enfoque eminentemente aplicado de las ciencias sociales, en
general, que describe los fenómenos y actúa sobre ellos.

Una definición general del término intervención podría ser:

“una labor que contribuye a dar soluciones a determinados problemas y a prevenir que
aparezcan otros, al mismo tiempo que supone colaborar con los centros o instituciones,
con fines educativos y/o sociales, para que la enseñanza o las actuaciones que desde
ellos se generan estén cada vez más adaptadas a las necesidades reales de las personas
y de la sociedad en general” (Plata, 1992:14).

En general, esta y otras definiciones de intervención, tienen entre sí un elemento común:


una finalidad de mejora, en cuanto están destinadas a encontrar soluciones a problemas,
promover innovaciones, optimizar o perfeccionar situaciones, etc., por lo que esta sería, por
tanto, la finalidad de los proyectos de intervención.

2. DIMENSIONES DE LA INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA Y SOCIAL

Respecto a las características que debe cumplir una acción, programa o proyecto para
que se considere intervención, son igualmente muchas las propuestas dadas. Después de hacer
un análisis de muchas de ellas, encontramos que hay un cierto consenso en que se deben
contemplar las siguientes:

♦ Diagnóstico de necesidades

Todo programa, se supone, es fruto de la reflexión y el análisis de las necesidades,


situaciones problemáticas o situaciones que se desea mejorar, a partir de las cuales se determinan
soluciones o propuestas de actuación. El diagnóstico de necesidades contempla dos fases:
⇒ Identificación: a través de la reflexión, se identifican las necesidades “reales”.
⇒ Priorización: se establecen prioridades y se toman decisiones sobre asignación de recursos.

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Partir de un análisis y priorización de necesidades, con el acuerdo de la mayoría de los
afectados, es la forma más viable de conseguir que las personas se impliquen en el desarrollo de
la intervención. Esto, como veremos luego, permite además justificar la demanda de recursos a
quienes pueden facilitarlos.

♦ Objetivos de intervención

La intervención psicoeducativa y social se define como una ciencia social, cuyo ámbito de
competencia se refiere a variables sociales y nunca a variables biológicas. Las variables
objeto de la intervención, por tanto, serían las comportamentales, que deben tomarse como
criterio último para observar el cambio producido, y están referidas tanto al ámbito puramente
individual como a los ambientes o contextos. Las acciones se suelen dirigir a completar la
intervención básica (educativa y social), innovar esa intervención y optimizar recursos.

♦ Contenido de la intervención

Constituye la esencia de la intervención y viene condicionado por los objetivos, los que a
su vez vienen dados por el análisis de necesidades.

Es importante que se parta de la conciencia de necesidad de cambio. Para ello se debe


analizar la actual forma de actuación y lograr que los implicados en ellas se conciencien de la
posibilidad de mejora de las mismas. Está demostrado que las personas no cambian sus pautas de
actuación, y menos aceptan sugerencias sobre otras nuevas, si no son conscientes de la
inadecuación de las mismas.

♦ Contexto de desarrollo

Se identifican dos tipos de escenarios:


⇒ Contexto artificial: la intervención se realiza en lugares especiales preparados para tal fin.
⇒ Contexto natural: la intervención se desarrolla en los espacios donde se sitúan los
individuos o los grupos a los que va destinada la intervención.

Siempre, debe adquirir una especial relevancia la representatividad ecológica de los


diseños, aunque estos se desarrollen en una situación artificial.

♦ Destinatarios de la intervención

A pesar de que se ha aceptado que una acción individualizada supone también una forma
de intervención, se defiende la intervención colectiva frente a tratamientos exclusivamente
individuales. La intervención, por tanto, ha de requerir un marco comunitario amplio de
acción, entendiendo que las acciones puntuales en situaciones artificiales no pueden formar
parte del ámbito estricto de la intervención. Sin embargo, sí se considera intervención a los
asesoramientos individuales, siempre que estén insertados en un proyecto de intervención más
amplio.

Se pueden identificar los siguientes niveles de actuación:

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⇒ El nivel individual, entendido como tratamiento individualizado.
⇒ El nivel de pequeño grupo, referido a la actuación en un conjunto de individuos situados
dentro o fuera de una organización.
⇒ El nivel de la organización, asumiendo la complejidad de la misma.
⇒ El nivel de acción de amplio espectro, dirigido a instituciones, comunidad,
macrocontextos, cultura, etc.

♦ Funciones de la intervención

Se pueden contemplar cuatro funciones:

⇒ Terapéutica: desarrolla actividades de tipo correctivo ya que pretende dar soluciones a


determinados problemas que ya se han manifestado.
⇒ Preventiva: está dirigida a evitar la aparición de dificultades. Se trabaja, por tanto, en la
detección precoz de los problemas para diseñar la ayuda necesaria. Este planteamiento se
basa, entre otros aspectos, en el menor coste en recursos humanos y económicos de los
programas preventivos frente a los programas de intervención en la crisis. Conlleva conocer
los factores de riesgo mediante análisis previos. Estos análisis pueden estar insertos también
en el diagnóstico de necesidades.
⇒ Desarrollo: no pretende cubrir déficits ni evitar una previsible aparición de los mismos. Se
trata de una concepción de la intervención a la que subyace un enfoque “no problemático”,
que pretende promover el crecimiento y la madurez individual y social.
⇒ Intervención Social: desde esta perspectiva se toma el contexto, no solo como posible causa o
como fuente y origen de los hechos, sino, como medio en el que el profesional promueve
directa o indirectamente cambios, hasta el punto de ser ‘instrumento-agente’ de cambio social.

En general, se suele defender el carácter preventivo frente al mero tratamiento. La


función preventiva es un concepto estrechamente relacionado a la intervención, hasta tal
punto que se puede decir que uno justifica al otro, y muchos autores identifican como única
función de la intervención la prevención. Sin embargo, actualmente, se concibe y defiende
que la intervención no sólo debe dirigirse a reducir el riesgo futuro sino también a optimizar o
mejorar todos los ámbitos personales susceptibles de mejora (función de desarrollo), y a no
percibir solo los déficits en los individuos que los padecen sino en los contextos que los
provocan (intervención social).

♦ Agentes de la intervención

Dependiendo de los distintos modelos de intervención adoptados, podemos encontrar dos


tipos de agentes de la intervención:
⇒ Profesionales.
⇒ Paraprofesional (colaboradores del profesional).

El modelo más defendido es el que plantea una acción mediadora y colaborativa entre
profesionales directos de la intervención y participantes colaboradores que median en el
proceso.

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La intervención llevada a cabo por un profesional, que se desplaza al lugar de la
intervención y desarrolla todo el proceso, posee un corte clínico que ha demostrado ser poco
eficaz en el contexto de la intervención social.

Desde los modelos mediadores, no es el profesional quien lleva el peso de la intervención


directa, sino son estos paraprofesionales o colaboradores, insertados en los ambientes
concretos, quienes llevan a cabo el programa de intervención con destinatarios de la misma.
Este tipo de intervención ha resultado ser más didáctica y más efectiva a largo plazo. Conlleva
unanimidad en la valoración del papel de la intervención, y debe ser pactada y desarrollada en
torno a parámetros de participación, corresponsabilidad y cooperación. Los participantes son los
que diseñan la intervención, no especialistas externos. A partir de este modelo podemos
encontrar dos tipos de agentes:
⇒ Internos (forman parte de la institución desde donde se instaura el programa).
⇒ Externos (colaboran con el proyecto, desde fuera).

Cuando ambos profesionales colaboran entre sí en un mismo programa de intervención


se configura una situación mixta. Estas modalidades de trabajo están cobrando mucho auge en
los últimos años, no solo con fines propios de intervención sino también de investigación,
constituyendo toda una línea de trabajo identificada con el término de investigación cooperativa.

Para garantizar un mayor éxito en la intervención es necesario la implicación de las


personas que van a formar parte del programa, tanto en la elección como en la planificación,
puesta en práctica y evaluación, para que sea concebido como una tarea de equipo. Son las
distintas personas implicadas en la tarea de intervención las que deben dar respuesta a las
necesidades y, por tanto, las que deben tener la motivación suficiente para llevar a cabo las
acciones requeridas. Esto se consigue más fácilmente si estas personas participan en las
decisiones que afectan a las distintas fases de desarrollo del programa. Si se les presenta como un
programa concebido y planificado desde fuera, lo verán como algo ajeno a ellos, lo que puede
dar lugar a que no se impliquen en el grado necesario.

♦ Carácter científico de la intervención

La intervención debe relacionarse con la investigación, de modo que permita guiar el


proceso de intervención, observar la eficacia de la intervención, valorar el cambio producido
e, incluso, validar o falsar principios teóricos sobre los que se sustentan los procesos de
intervención. Para ello se requiere una sistematización de la intervención, tanto en el diseño
como en el desarrollo de la misma, a la vez que una evaluación de los distintos momentos del
proceso. Al inicio, como diagnóstico; durante el desarrollo de la misma para corregir y
mejorar objetivos y procedimientos; y tras su finalización, con el objetivo de valorar los
cambios. Es por ello por lo que los planes de intervención contemplan cuatro fases
importantes (diagnóstico, diseño, desarrollo y evaluación), las cuales serán desarrolladas en el
siguiente capítulo de esta obra.

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♦ Diseño del programa o proyecto de intervención

El diseño constituye una parte fundamental del proyecto o plan de intervención, pues en
él planificaremos, con la rigurosidad y sistematización que requiere toda intervención, como se
ha de llevar a cabo la misma. En el diseño se hace referencia a todo el resto de dimensiones
presentadas, como objetivos, destinatarios, contexto, etc., y otros como temporalización intra e
interfases, secuenciación de actividades propuestas, recursos y materiales empleados, etc.

Podemos decir que el diseño consiste en una planificación del cambio. Planificación
que es parcial, provisional y con riesgo de equivocaciones. Si tenemos en cuenta que tras toda
intervención subyace el intento de dar una solución técnica a un problema, y que todas las
soluciones técnicas pueden ser mejorables, todo programa debe ser concebido y asumido como
una ocasión para aprender cómo afrontar un problema a partir de la propia práctica, lo que debe
conllevar una fase de ajuste para hacerlo más efectivo, si los resultados de la evaluación del
mismo así lo sugieren.

♦ Evaluación de la intervención

Esta constituye la cuarta fase de toda intervención. Es obvio que, si se desea valorar la
eficacia o utilidad de una intervención, ésta debe ser sometida a algún tipo de valoración. Por
otro lado la evaluación nos permite ir reajustando a lo largo del proceso la propia intervención y
desarrollar una actitud autocrítica sobre nuestro propio trabajo profesional, para lo que es
necesario una evaluación de la aplicación. Para que una intervención sea efectiva no basta con
que esté perfectamente justificada y planificada, sino que sea llevada correctamente a la práctica.
Si no se lleva a cabo correctamente, no sólo el esfuerzo anterior es inútil, sino que puede llevar a
confusiones erróneas sobre la efectividad del modelo en el que se ha basado, circunstancia de la
que nos podemos informar con la evaluación de la aplicación.

La gran finalidad de la evaluación, por tanto, es recabar y analizar la mayor cantidad


de información posible, relativa no sólo a los cambios operados, sino a las variables que
modulan estos cambios.

El desarrollo de esta dimensión ha sido tal en los últimos años que cabe hablar de una
intervención dentro de la intervención (“evaluación de programas” o “investigación evaluativa”,
de la que hablaremos también en el siguiente capítulo). Incluye una planificación propia con
actividades a evaluar, criterios de evaluación, selección de procedimientos para obtener
información, procedimientos de análisis de datos y la consiguiente toma de decisiones.

3. CARACTERÍSTICAS DE UN PROYECTO DE INTERVENCIÓN

Sintetizando, entendemos que un plan o proyecto de intervención consiste en UN


CONJUNTO DE ACCIONES SISTEMÁTICAS, PLANIFICADAS, BASADAS EN
NECESIDADES IDENTIFICADAS Y ORIENTADA A UNAS METAS, COMO
RESPUESTA A ESAS NECESIDADES, CON UNA TEORÍA QUE LO SUSTENTE
(Rodríguez Espinar y col., 1990).

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Según esta definición, las características de un proyecto de intervención serían:

♦ Todo proyecto comporta una serie de actividades de duración determinada. Esto


diferencia a los proyectos de prestación de servicios, que suponen un proceso continuo.
♦ En los proyectos se combina la utilización de recursos humanos, técnicos, financieros y
materiales.
♦ Todo proyecto tiene que alcanzar productos y resultados, de acuerdo con los objetivos
previstos en su diseño y conceptualización.

Por ello, en todo proyecto subyace siempre:

♦ Una descripción de los que se quiere conseguir indicando con precisión la finalidad del
mismo.
♦ Una adaptación del proyecto a las características del entorno y a las personas que lo van a
llevar a cabo.
♦ Unos datos e informaciones técnicas para el mejor desarrollo del proyecto, así como
instrumentos de recogida de datos.
♦ Una temporalización precisa para el desarrollo del proyecto.

4. FASES DEL DISEÑO DE UN PROYECTO DE INTERVENCIÓN

En el diseño de un proyecto o programa de intervención se contemplan cuatro fases:

♦ Primera fase: Diagnóstico y análisis de las necesidades de intervención.


♦ Segunda fase: Planificación y diseño de los componentes del plan de acción.
♦ Tercera fase: Ejecución de las acciones del plan propuesto.
♦ Cuarta fase: Evaluación formativa (del proceso) y sumativa (del producto).

En el presente documento desarrollaremos solamente las dos primeras.

5. DIAGNÓSTICO Y ANALISIS DE NECESIDADES

Entendemos por diagnóstico de necesidades al proceso sistemático que se desarrolla


con el fin de detectar e identificar problemas o situaciones susceptibles de mejora
(necesidades), obtener prioridades sobre los mismos, tomar decisiones sobre actuaciones
futuras y localizar recursos.

Dentro de ella se diferencian tres momentos:


♦ Fase de reconocimiento: detección de necesidades
♦ Fase de diagnóstico: análisis de necesidades identificasas
♦ Fase de toma de decisiones: valoración y priorización, en función de la importancia de las
mismas y los recursos de los que se disponga para afrontarlas.

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Posteriormente, derivados de ellas, se definirán los objetivos o metas generales a
alcanzar con la intervención, es decir, se concretará el qué, el porqué y para qué de nuestro
trabajo. Esta etapa, preliminar al diseño del proyecto, es imprescindible. Ella nos sirve para
conocer las demandas y dificultades existentes, el nivel de incidencia de las mismas, etc., pues
todo programa debe estar vinculado con las necesidades, aspiraciones y expectativas de las
personas de la comunidad sobre la que vamos a intervenir, y de las que van a llevar a cabo la
intervención.

Por otro lado, todas las instituciones, sea de las características que sean, hacen planes
y convienen el procedimiento a seguir para alcanzar las metas que se proponen. La decisión
central sería ¿cuál es la mejor forma de repartir los recursos disponibles, incluyendo tiempo,
dinero y esfuerzo de organización, para satisfacer todas las demandas -necesidades- que les
competen? Sin lugar a dudas, esas decisiones pueden estar basadas en la intuición, presiones
de tipo político, deseos o intereses personales, otras experiencias profesionales exitosas, etc.;
sin embargo, se suele coincidir en que la forma más efectiva de abordarlas es haciendo un
diagnóstico de necesidades previo a esa planificación. Surge así el concepto de análisis de
necesidades para la toma de decisiones.

Pero ¿qué entendemos por análisis de necesidad? Kauffman (1982) dice:

“un análisis de necesidades es un análisis formal que muestra y documenta las


lagunas o espacios existentes entre los resultados actuales (lo que hay) y los
resultados que se desean alcanzar, ordena esas lagunas (necesidades) en un orden
prioritario y selecciona las necesidades que se van a satisfacer en el programa”
(Kauffman, 1982).

5.1. Razones que justifican o demandan el análisis de necesidades

Son varias las razones que justifican el análisis de necesidades como una parte
esencial del proceso de planificación, diseño y puesta en práctica de una intervención.
Podemos destacar como más relevantes las siguientes:

• Nos informa de la dimensión de la necesidad y, por tanto, nos dará indicaciones sobre las
más inmediatas a tener en cuenta.
• Nos permite una mejor distribución de recursos al ofrecernos información para decidir: a
qué personas prestar esos servicios, qué servicios prestar a las personas destinatarias de la
intervención o ayuda, y qué tipo de programas se ofrecen como los más adecuados.
• Evita que las decisiones sean tomadas a partir de otros criterios tales como: deseos,
intuiciones o demandas expresadas puntualmente, experiencias exitosas, imitación de otros
colectivos, creencias provenientes de modelos teóricos en base a los cuales se trabaje,
problemas, etc. Es cierto que los deseos, las intuiciones, pueden ser indicadores de la
presencia de una necesidad, pero también puede suceder que no exista una verdadera
necesidad.
• Permite tomar conciencia de la existencia de necesidades cuando estas existen y las

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personas no las perciben como tales o no quieren asumirlas.
• Facilita la adecuación en la selección de objetivos en torno a los cuales se diseñará el
programa de intervención. Por otro lado, si la priorización de necesidades parte de modelos
adecuados, es decir, que especifique la relación medios-fin, puede facilitar la optimización
de los efectos de la intervención en cuanto que permite dirigir las respuestas a necesidades
más básicas, cuya atención puede desbloquear otros problemas.
• Por tanto, ayuda a los profesionales a tomar decisiones apropiadas acerca de los servicios
que deberían ser proporcionados a los clientes.
• Permite implicar a quienes eventualmente tengan que apoyar la puesta en marcha de
programas mediante la dotación de recursos. Es decir, nos permite obtener información útil
y organizada que pueda ser comunicada a otros colectivos distintos a los propios
profesionales (administradores, políticos, directores de centros, etc.) que tienen también
que dar cuenta de sus decisiones.
• Favorece la implicación en el programa de los distintos miembros de la comunidad. Para
que un programa tenga éxito, tiene que ser comprendido, aceptado y apoyado por todos
aquellos que colaboran y forman parte del contexto de aplicación. Con el análisis de
necesidades las personas trabajan en aquello que eligen por considerarlo importante, y no
en tareas impuestas de fuera, lo que garantiza una mayor implicación en las tareas.

5.2. Tipos de necesidad

El concepto de necesidad, a pesar de su aparente simplicidad, puede ser entendido de


modo distinto dependiendo de la perspectiva desde donde se analice. En general existe el
consenso de que una necesidad es la medida de la DISCREPANCIA EXISTENTE ENTRE
EL ESTADO PRESENTE DE LOS ACONTECIMIENTOS Y EL ESTADO
DESEADO/DEMANDADO de los mismos, después de una reflexión sobre la autenticidad de
esa demandada.

En general, podemos hablar de cuatro tipos de necesidades:

a) Necesidad normativa: aquella que el experto, profesional o científico define atendiendo a


un criterio tipo, y vienen impuestas por decretos políticos o la investigación. Es muy difícil
encontrar un modelo único que sirva como base generalizable a la intervención, sin
embargo, se le da importancia a este tipo de necesidades por suponer un criterio válido
para la definición del marco de referencia. Este marco de referencia debemos extraerlo, por
tanto, de toda la legislación y la normativa proveniente de la administración, referencia
obligada para este tipo de necesidades, aunque luego se contrasten con los modelos
teóricos de la intervención.

b) Necesidad percibida: equivale a la carencia subjetiva, limitada a las percepciones de los


individuos. Este tipo de necesidades, sin lugar a dudas, van a tener mucha importancia.
Aquí es donde reside el sesgo del que hablábamos anteriormente; bien percibir como
necesidad algo que no lo es, o no llegar a percibir verdaderas necesidades por
desconocimiento general o por reduccionismos teóricos.

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c) Necesidad expresada: aquella que se refleja en función de las demandas de un servicio o
programa. Estas necesidades deberían ser una especificación de las necesidades
normativas, ya que los programas específicos de cada sector deben enmarcarse dentro de
ese contexto normativo, puesto que evitaría caer en idealismos o actuaciones que se
escapan de las funciones específicas de cada profesional, por muy buena voluntad que se
tenga.

d) Necesidad relativa: resulta de comparar distintas situaciones o distintos grupos. Estas


necesidades tienen también mucha importancia, ya que las necesidades no pueden
generalizarse, ni siquiera dentro de un mismo colectivo. El nivel educativo, la edad de los
profesores, su propio autoconcepto como tutores, sus necesidades personales, etc, actúan
como variables importantes, que pueden manifestarse en modalidades y niveles de
necesidades concretas.

5.3. Características de un análisis de necesidades

El análisis de necesidades sería, por tanto, un procedimiento sistemático de recogida


de inforamción para establecer prioridades y tomar decisiones sobre los programas o
proyectos y sobre la asignación de recursos. Este proceso conlleva y/o exige:

• La existencia de un convencimiento, al menos por parte de los miembros de ese contexto,


de que los resultados del proceso diagnóstico tendrán repercusiones en la marcha actual de
la institución.
• La predisposición de todos los miembros de ese contexto a implicarse en el proceso de
mejora del centro trazado a partir del diagnóstico de necesidades.
• Una adecuada preparación de la relación grupal (definida entre los participantes) que ha de
estar presente en todo el proceso.
• Contar con los sujetos de las necesidades y, cuando las necesidades no se expresan,
establecer un diálogo con la comunidad con el fin de que tomen conciencia de ellas.
• No confundir el diagnóstico de necesidades con la evaluación y/o etiquetación del grupo.
• Recoger datos de varias fuentes y analizarlos desde muchos puntos de vista.
• Recoger las percepciones de grupos que están, directamente o no, supeditados a las
decisiones derivadas del análisis de necesidades.
• La misión del análisis de necesidades no debe finalizar con el análisis de datos, sino que
debe extenderse a la fase de planificación, estableciendo o guiando la selección de
soluciones alternativas.
• El desarrollo de programas de intervención constituye una relación circular en la cual la
evaluación de los efectos del programa que se pone en marcha para satisfacer las
necesidades detectadas, lleva a una nueva fase de análisis de necesidades y por tanto de
planificación del programa.
• El análisis de necesidades generalmente se centra más en los productos (competencia o
logros que se desea alcanzar en los clientes) que sobre los procesos (actividades que son
llevadas a cabo con la finalidad de ayudar a los clientes a conseguir dichos objetivos) ya
que su finalidad no es sugerir soluciones, sino identificar aquellas áreas cuyas soluciones
son más requeridas.

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5.4. Un modelo de diagnóstico de necesidades

Dado que la finalidad del diagnóstico de necesidades es tomar decisiones sobre unas
prioridades a atender en un contexto determinado, es muy difícil estructurar un único modo
para la realización del mismo, pues las propias necesidades están muy influenciadas por el
contexto social (valores, experiencias, cultura, permanente estado de evolución, etc.) en el que
se encuentran inmersas.

Sin embargo, en cualquier modelo hay una serie de elementos básicos que se deben
atender.

Estas dimensiones se desarrollan a lo largo de tres fases:

A) Fase de reconocimiento: Preparación del análisis

Es la fase inicial, de contacto previo conla realidad. En ella nuestro objetivo es descubrir
(analizar) donde estamos, de dónde partimos y dónde y cómo obtenermos la información que
necesitamos. Se pueden plantear cuestiones como: ¿qué dificultades existen?, ¿qué es lo que
obstaculiza el desarrollo? ¿cuáles son los puntos fuertes y los puntos débiles? Etc. Las tareas a
realizar serían las siguientes:

1. Definir el objetivo del análisis. Clarificar la dirección y el propósito del análisis de


necesidades: finalidad que perseguimos (que sea defendible, ética y viable), decidir a qué
clientes y otras audiencias irá dirigido, y definir los objetivos y la necesidad del análisis
para alcanzar los mismos.

2. Identificación de la situación o contexto de dónde partimos: características del entorno,


variables relacionadas con el programa que se desea implantar, juicios sobre la
importancia de las necesidades, etc.

Nos podemos encontrar tres grandes grupos de situaciones:


Aparición y/o agravamiento de carencias o problemas vividos por la población.
Implantación de programas informativos/preventivos.
Petición u orden por parte de instituciones.

3. Obtener un compromiso inicial de todas las partes interesadas para llevar a cabo el análisis
de necesidades.

4. Elaborar el diseño del estudio: especificar las fuentes de información, procedimiento,


diseñar instrumentos de recogida de datos, recursos para el análisis de los resultados,
apoyo necesario, etc.

Las técnicas o herramientas que podemos utilizar para obtener inforamción son varias.
Todas ellas tienen como finalidad recoger inforamción que nos permita conocer mejor la

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comunidad sobre la que pretendemos intervenir o problemática sobre la que vamos a elaborar
nuestro proyecto. Algunas de ellas son:
Cuestionarios o encuestas.
Grupos de discusión.
Entrevistas.
Indicadores sociales: datos estadísticos que nos indican la situación social, educativa, etc.
Técnica Dephi.
Observación.

5. Búsqueda de fuentes de información. Describir a los sujetos objeto de nuestro estudio y


decidir, en función del número, si formará parte del estudio toda la población o una
muestra.

En esta etapa tenemos que determinar diversos elementos:


Zona exacta donde se pretende realizar la intervención: ciudad, pueblo, municipio, barrio,
centro, grupo de personas, etc. Identificar sus características, o los datos más relevantes
para nuestra intervención.
Personas implicadas en el proceso: ¿quiénes son los sujetos receptores de la información?,
¿dónde se encuentran? ¿a quién preocupan esos problemas? ¿les importa a las autoridades
resolverlos? ¿qué otras personas quieren que se realice la intervención? Etc. Todas estas
personas las podemos distribuir en tres grupos: receptores de la interevención,
profesionales que van a intervenir, instituciones o grupo social a las que pertenecen éstos.
Otras fuentes que nos puedan proporcionar la información que buscamos: archivos,
ficheros, estudios de campo, estadísticas, evaluaciones de programas anteriores,
publicaciones, etc.

B) Fase de Diagnóstico: Desarrollo del análisis

1. Recoger los datos. Es importante recoger información sobre las expectativas, creencias,
opiniones, etc. de los informantes.

2. Analizar y sintetizar los datos obtenidos. Tan importante como la preparación y la recogida
de los datos es el análisis de los mismos. A fin de evitar sesgos es necesario tener en
cuenta las características de los grupos, pues en función de ellos se atribuirán valores
distintos, y atender al significado cualitativo de los datos. Tener en cuenta que nosiempre
la necesidad expresada o sentida es la verdadera necesidad

Dentro del análisis debemos:


Identificar la situación actual: en qué consiste el problema. Cómo se vive, cómo se ven las
personas afectadas por el problema, errores que se están comeiendo, etc.
Identificar la situación deseable, lo que debería ser: averiguar cuál sería la situación ideal
para mejorar lo anterior, qué situación debería producirse, etc.
Analizar el potencial: ver posibles acciones de intervención, y ver si existen las
condiciones para desarrollarlas. ¿Se puede realizar el programa de intervención?

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Identificar las causas de las discrepancias entre la situación actual y la deseada, ¿qué está
causando el problema?: falta de destrezas o conocimientos, entorno problemático,
incentivos ineficaces o ausencia de ellos (por qué vale la pena hacer algo), falta de
motiviación en implicados (si esta no se da hay que acudir a los incentivos).
Identificar sentimientos de la población implicada, ¿cómo se sienten las personas en
relación al tema?: ¿cómo se sienten respecto al problema?, ¿qué piensan de la posibilidad
de mejorar?, ¿recibirán las nuevas medidas con hostilidad?, ¿sienten confianza en sus
posibilidades?, ¿están motivados para resolver esos problemas?, ¿a qué otros cambios
oponen resistencia?
Definir el problema o necesidad: en qué consiste, dónde está localizado, personas
afectadas, importancia o magnitud para los afectados, perspectiva temporal (desde cuando
existe, su evolución).

C) Fase de Toma de Decisiones

Es la última fase y nos indica hacia donde vamos. A partir de aquí establecemos el
plan de acción, es decir, diseñamos el proyecto de intervención.

1. Priorización de problemas detectados: deberán hacerse atendiendo a la frecuencia y la


intensidad. Esta será el producto de la reflexión del grupo, con el fin de que todos se sientan
que se están atendiendo sus necesidades. Una técnica muy apropiada para ello es la “técnica
del diamante”.
Algunos criterios para la priorización podrían ser:
Número y proporción de personas que presentan tal necesidad. Esto nos indica la
extención del problema.
Importancia de la necesidad: un problema menos extenso, puede ser más prioritario por su
naturaleza y su impacto.
Identificar creencias sobre los factores relacionados sobre el problema. Esto es importante
pues determinadas ideas erróneas pueden hacer fracasar un programa si no se las atiende.
Número y proporción de profesionales que desean recibir ayuda especializada sobre las
necesidades manifestadas y si están dispuestos a dedicar tiempo y esfuerzo. Ello nos
permitirá saber si merece la pena iniciar un determinado tipo de intervención o no (aunque
haya necesidades muy prioritarias, si no hay disposición en torno a ellas por parte de los
profesionales para afrontarlas, es preferible empezar por otra más prometedora, y entre
tanto tratar de conseguir un cambio de actitud entre ellos).

2. Propuesta de soluciones: ¿qué podemos hacer?


Algunas posibilidades serían:
Diseñar proyectos de intervención.
Sugerir otras acciones para resolver el problema.
Sugerir acciones diferentes a la intervención

En la propuesta de soluciones debemos determinar los indicadores para saber cuándo


hemos llegado realmente a la solución, así como los medios para conseguirlo. Además elegir
la mejor solución que suele ser la que tiene bajos costes, fuerte impacto y cuya ejecución es
viable. Por ello en la propuesta de soluciones hemos de tener en cuenta:

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Análisis de los costes: recursos necesarios (infraestructura física, humanos y materiales).
Impacto: somos conscientes de la dificultad de su medida puesto que pueden ser muchas
las direcciónes.
Viabilidad: tiempo necesario para llevarla a cabo, si se acopla a la estructura y entorno de
la comunidad, etc.

3. Presentar los resultados: se realiza a través de un informe final del análisis de necesidades
en el que expresamos todo aquello que hemos encontrado. A partir de él se establecerán
los objetivos de la intervención. No debemos olvidar que con la intervención lo que se
pretende es dar respuesta educativa a las necesidades detectadas.

Es importante, posteriormente al análisis de necesidades, ayudar a las audiencias a


hacer un uso completo de los resultados (clarificar objetivos, establecer prioridades, encontrar
fondos apropiados para el desarrollo del programa, reciclar el proceso de análisis de
necesidades, etc.), y a aplicar los resultados a sus situaciones particulares.

6. DISEÑO DE PROGRAMAS

En todo proyecto se tiene la intención de alcanzar aquello que pretende con la mayor
eficacia y calidad, por ello debemos describir con todo detalle el proceso a seguir, tener la
capacidad de prever los pasos en el desarrollo del mismo, las acciones a realizar, los
mecanismos a poner en juego, la evaluación de los resultados obtenidos, así como los posibles
desajustes en la realización del proyecto.

Tradicionalmente se ha dicho que formular un proyecto consiste en responder a una serie


de preguntas como las siguientes:

QUÉ Se quiere hacer Naturaleza del proyecto


POR QUÉ Se quiere hacer Origen y fundamentación
PARA QUÉ Se quiere hacer Objetivos, propósitos
CUÁNTO Se quiere hacer Metas
- Localización física
DÓNDE Se quiere hacer
- Cobertura especial
- Actividades y tareas
CÓMO Se va a hacer
- Metodología
CUÁNDO Se va a hacer Calendarización o cronograma
A QUIÉNES Va dirigido Destinatarios o beneficiarios
QUIÉNES Lo van a hacer Recursos humanos
Recursos materiales
CON QUË Se va a hacer/costear
Recursos financieros

Por lo tanto el diseño supone la programación de los componentes del plan de


actuación, estos serían:

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• Metas y objetivos en términos de competencias a adquirir: qué tiene que ser logrado,
bajo qué circunstancias, cómo se determinará el logro (determinar procedimientos de
evaluación para asegurar que dichos objetivos son medibles o evaluables).
• Selección de estrategias: concretando actividades, recursos materiales y humanos,
dentro de una temporalización.

Esta fase es la más costosa, ya que constituye el núcleo de la actividad. Se deberá


llevar a cabo:

• La concreción de los objetivos específicos (se identifican los logros que se


esperan).
• Se explica por qué ese programa y no otro.
• Se decide a qué sujetos y a cuántos aplicar la intervención.
• Se determinan las áreas de actuación.
• Se valora la situación actual de los resultados esperados.
• Se elige el marco teórico que fundamentará la actuación.
• Se fija una priorización de los logros en relación a cada ciclo o grupo.
• Se decide qué personas van a aplicar el programa y sus necesidades de formación.
• Se eligen las estrategias de intervención en función del proceso a desarrollar.
• Se decide el tipo de organización: cuándo y durante cuánto tiempo se va a aplicar el
programa
• Se presenta el tipo de financiación requerida y cómo conseguirla.
• Se eligen o deciden los recursos disponibles y previsión de otros nuevos.
• Se prevé la implicación de los agentes del programa y se fijan modos de
entrenamiento previo, si procede, para los miembros que lo vayan a desarrollar.
• Prever el modo de garantizar que el programa se aplica según el plan previsto.
• Prever el modo para valorar tanto el desarrollo del programa como su impacto.

Por tanto podemos sintetizar diciendo que en todo proyecto debe contemplarse los
siguientes apartados para su correcta formulación serían:

Fundamentación: Razones por las que se necesita realizar el proyecto


Finalidad: A qué fin contribuirá el logro de los objetivos del proyecto.
Objetivos: Qué se espera obtener del proyecto en el caso de que tenga éxito.
Beneficiarios directos e indirectos: A quién va dirigido el proyecto.
Actividades: Con qué acciones se generarán los productos.
Gastos: Qué recursos se necesita para obtener el producto y lograr los objetivos.
Responsables y estructura administrativa: Quién ejecutará el proyecto.
Modalidades de operación: Cómo se ejecutará el proyecto.
Calendario: En cuánto tiempo se obtendrán los productos y se lograrán los objetivos
previstos.
Pre-requisitos: Cuáles son los factores externos que deben existir para asegurar el éxito
del proyecto.

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A continuación desarrollaremos cada apartado, siguiendo el esquema que propone
Ander-Egg, (1995) para elaborar proyectos (ver esquema 1).

1. DENOMINACIÓN

El objetivo principal de la denominación o titulo es el de caracterizar, de forma breve, lo


que se quiere hacer e indicar el organismo ejecutor y patrocinador del mismo. No hay que
confundir el título del proyecto con el enunciado del problema, como por ejemplo “Falta de
participación de los Padres y Madres en el centro”, ni considerar el título como equivalente a
la solución del problema, como por ejemplo “Proyecto de participación de los Padres y
Madres en el centro”. Éstos son errores bastantes frecuentes y que es necesario evitar para
poder seguir desarrollando adecuadamente el diseño del proyecto.

2. NATURALEZA DEL PROYECTO

Con naturaleza del proyecto estamos haciendo referencia a una serie de cuestiones que
sirvan para describir y justificar el proyecto. Como son:

a. Descripción del proyecto

En este punto hay que realizar una descripción más amplia del proyecto, definiendo y
caracterizando la idea central de lo que se pretende realizar. En ocasiones, hay que hacerla
partiendo de la contextualización del proyecto dentro del programa del que forma parte.

Lo que se pretende es que la persona que desea conocer el proyecto pueda tener, de
entrada, una idea exacta acerca de lo fundamental del mismo: tipo, clase, ámbito que abarca,
contexto en el que se ubica desde el punto de vista de la organización, etc.

1. Denominación
2. Naturaleza del proyecto
a. Descripción del proyecto
b. Fundamentación o justificación
c. Marco institucional
d. Finalidad del proyecto
e. Objetivos
f. Metas
g. Beneficios
h. Productos
i. Localización física y cobertura espacial
3. Especificación operacional de las actividades y tareas a realizar
4. Métodos y técnicas a utilizar
5. Determinación de los plazos o calendarios de actividades
6. Determinación de los recursos necesarios
7. Cálculos de los costos de ejecución o elaboración del presupuesto
8. Estructura organizativa y de gestión del proyecto
9. Indicadores de evaluación del proyecto
10. Factores externos condicionantes o pre-requisitos para el logro de los efectos e impactos del
proyecto
Esquema 1: Guía para elaborar un proyecto (Ander-Egg, 1995)

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b. Fundamentación o justificación

En este apartado hay que presentar los criterios (argumentación lógica) y/o las razones que
justifican la realización del mismo. La fundamentación debe cumplir dos requisitos para que
sea completa y correcta:
- hay que explicar la prioridad y urgencia del problema para el que se busca solución.
- hay que justificar por qué este proyecto que se formula es la propuesta de solución
más adecuada o viable para resolver ese problema.

c. Marco institucional

En este punto debemos informar acerca de la institución u organismo que será responsable
fundamental de la planificación y ejecución del proyecto. Haciendo referencia particular al
departamento y/o programa del que pudiera llegar a formar parte el proyecto específico.

d. Finalidad del proyecto.

No es necesario formular finalidad en el proyecto si ya se hizo en el programa o planes


generales. La finalidad de lo proyecto se presuponen en la consecución de los objetivos. Para
formular la finalidad de un proyecto es necesario:
- Justificar debidamente el proyecto y sus objetivos.
- sea posible verificar cuantitativa o cualitativamente su marcha,
- Se constituya preferiblemente un único fin o vaya acompañado de otros fines
compatibles.

e. Objetivos

Son los logros que se pretenden alcanzar con la ejecución de una acción. Los objetivos
deben ser. Claros, realistas y pertinentes.
Los clasificaremos en: generales y específicos. En la elaboración de proyectos no es un
requisito indispensable formular distintos tipos de objetivos, pero conviene enunciarlos en la
forma más precisa para su comprensión.

A partir de los objetivos generales, formulados a partir del análisis de necesidades, se


establecen los objetivos específicos. Estos son una concreción de los anteriores, y se formulan
del modo más específico posible. Una vez concretados, se establece la relación o
interdependencia entre ellos y se secuencian.

f. Metas

Para que los objetivos adquieran un carácter operativo, hay que traducirlos en logros
específicos, es decir, las metas operacionalizan los objetivos, estableciendo cuánto, cuándo y
dónde se realizarán éstos, de modo que las actividades y acciones correspondientes puedan ser
claramente establecidas, permitiendo determinar el nivel y composición de los gastos, las

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actividades que es preciso emprender y la modalidad de las operaciones para realizar dichas
actividades.

Tanto si se ha realizado un análisis sistemático de necesidades como si éstas han sido


identificadas a partir de un análisis informal, la planificación de cualquier programa debe
comenzar por definir qué metas se pretende alcanzar, metas que representan la respuesta que
se ha de dar a las necesidades detectadas. Estas metas y objetivos deberán apoyarse siempre
en presupuestos teóricos que indican los contenidos a tratar y el modo de ejecutarlos, y
definirse lo más operativamente posible, es decir, identificar de un modo concreto qué es lo
que se quiere que se logre una vez aplicado el programa. La concreción nos facilitará: la
dirección de las acciones, la identificación del logro esperado, y la especificación de criterios
para la elaboración de instrumentos si se quiere evaluar la efectividad e imparto del programa.

g. Beneficios

Debemos identificar quiénes serán los beneficiarios/destinatarios o los que se favorecen


directa y/o indirectamente del proyecto.

En este nivel las decisiones hacen referencia a la selección de los grupos y al estudio de
sus características. La selección de los grupos dependerá de la priorización hecha en el
análisis de necesidades y de los criterios de la intervención: prevención primaria o prevención
secundaria.

h. Productos

Los resultados específicos de las actividades realizadas, a través del uso de insumos
planificados, son lo que denominados productos. Los productos que pueden obtener a través
de proyectos sociales o culturales suelen ser de dos tipos:
- Servicios materiales, como escuelas construidas, instalaciones, recursos materiales,
etc.
- Servicios prestados, como personas capacitadas, servicios proporcionados, etc.

i. Localización física y cobertura espacial

Consiste en la determinación restringida del área geográfica donde se ubicará, señalando


el lugar específico de su funcionamiento. La presentación debe hacerse atendiendo a dos
aspectos macrolocalización y microlocalización.

La cobertura espacial indica el espacio físico o zona que cubrirá el proyecto en cuanto
prestación de servicios o área de influencia.

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3. ESPECIFICACIÓN OPERACIONAL DE LAS ACTIVIDADES Y TAREAS A
REALIZAR: CONTENIDOS

Son los núcleos temáticos sobre los que versará el programa. Su concreción se realiza
paralelamente a la definición de los objetivos.

Lo que materializa la realización de un proyecto es la ejecución secuenciada e integrada


de diversas actividades. Para ello, se ha de indicar de forma concreta y precisa cuáles son las
actividades que se van a realizar para alcanzar las metas y objetivos propuestos, explicando la
organización, secuenciación y coordinación que existirán entre las diferentes tareas que
conforman cada actividad. De lo que se trata es de no limitarse a un simple listado de
actividades y tareas, sino de establecer un curso o trayectoria que permita fijar la dinámica del
proyecto.
En ese apartado se debe especificar:
El inventario de las actividades a realizar.
El momento en el que se va a realizar, indicando la fecha de inicio y de terminación.
El orden y la secuencia de cada actividad, indicando cuales son previas, paralelas o
posteriores a otras dentro del desarrollo del proyecto.
Por último, debemos indicar los recursos humanos, materiales y financiaros para la
ejecución de cada actividad.

4. MÉTODOS Y TÉCNICAS A UTILIZAR

En este apartado hay que especificar el instrumental metodológico y técnico que se


utilizará para realizar las diferentes actividades. La presentación de la metodología implica la
definición de tareas, normas y procedimientos para la ejecución, implica responder a la
pregunta de cómo hacer.

La descripción del proceso que se utilizará se presenta identificando todas las etapas que
pueden considerarse procesos unitarios. Para llevar a cabo este proceso es preciso enumerar y
dar una explicación de los distintos pasos técnicos que deben cumplirse o de las distintas
etapas que debe comprender el proceso técnico.

La metodología se concreta a través de las distintas actividades y estrategias que se


programan para alcanzar los objetivos. La consecución de un objetivo puede planificarse con
un número variado de actividades, dependiendo de las posibilidades, recursos y la realidad del
grupo al que se dirigen. También hay actividades que se pueden planificar para la consecución
de más de un objetivo. Es conveniente especificar el desarrollo de las mismas siguiendo una
secuencia cronológica de realización.

La selección de actividades y estrategias procede planificarlas en el seno de un grupo,


formado por las personas que van a desarrollar el programa. Es muy aconsejable la técnica de
“brainstorming”. Posteriormente se eliminan las no apropiadas, o las que no se pueden
realizar por falta de recursos.

5. DETERMINACIÓN DE LOS PLAZOS O CALENDARIOS DE ACTIVIDADES

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La calendarización del proyecto consiste en determinar la duración de cada una de las
actividades, favoreciendo a la distribución uniforme del trabajo, teniendo en cuenta para su
construcción el tiempo que disponemos para la realización del proyecto y los recursos con los
que contamos.

Existen diferentes técnicas gráficas de apoyo a la programación, que permiten una visión
rápida y global de la secuenciación de las actividades. El más simple y conocido es el
diagrama Gantt o el Método ABC.

El diagrama Gantt es una matriz de doble entrada, en la que se anotan, en las líneas, las
distintas actividades que se van a desarrollar en el proyecto, y en las columnas, el tiempo
durante el cual se desarrollarán esas actividades. La longitud de la barra indica las unidades de
tiempo, señalando la fecha de inicio y la terminación (ver figura 1).

ACTIVIDADES NV DC EN FB MR AB M JN JL
1º Preparación y coordinación
2º Construcción cuestionarios
3º Coordinación centros públicos
4º Formación Becarios
5º Recogida de datos
6º Vaciado cuestionarios
7º Análisis de datos
8º Elaboración Informe
9º Presentación Informe
Figura 1: Diagrama Gantt

En este apartado, que también se denomina temporalización, se especifica el número


de horas totales que tendrá el programa y su distribución respecto a los objetivos y
contenidos, así como el calendario de su realización. Cada actividad debe contar con una
previsión de tiempo para desarrollarla. En el diseño del programa conviene señalar los días y
horas en que se llevarán a cabo las actividades. En la temporalización se ha de tener en cuenta
el calendario laborar de la institución desde dónde se ponga en práctica y otras
eventualidades.

6. DETERMINACIÓN DE LOS RECURSOS NECESARIOS

El buen desarrollo de las actividades implica disponer con antelación los recursos
materiales y humanos necesarios para la ejecución del programa. Se determinarán, por tanto,
las características de los materiales y el perfil profesional y personal que han de tener las
personas encargadas de ejecutar el programa. Se ha de prever con tiempo suficiente quiénes
serán los ejecutores del programa y delimitar las funciones de cada uno en la realización del
mismo.

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Para la ejecución de un proyecto es necesario contar con cuatro tipos de recursos:
Humanos: las personas necesarias para desarrollar el proyecto. Es necesario indicar
la cantidad, cualificación, funciones, tareas, responsabilidad y tiempo o periodo en el
que van a trabajar.
Materiales: señalar las herramientas, equipos, instrumentos, infraestructura física,
etc., necesarios para llevar a cabo el proyecto.
Financieros: Basándose en los cálculos de ejecución se realizará una estimación de
los fondos necesarios para cada actividad, indicando también las fuentes con las que
se puede contar (subvenciones, créditos, etc.).

Puede ser útil rellenar un cuadro como el que aparece en la figura 2 para facilitar el
análisis de los recursos que necesitaremos para desarrollar las actividades que conforman el
proyecto en su conjunto.

Recursos
Humanos Materiales Técnicos Financieros
Actividades
1. ............................. •................. •................. •................
•................. •................. •.................
•..................
2. ............................. •................. •................. •.................
•................. •.................
•................. •.................
•.................
Etc.
TOTALES:
Figura 2: Cuadro para determinar los recursos necesarios (Anger-Egg, 1985)

En el caso de los recursos financieros es conveniente rellenar un calendario financiero,


en donde aparezcan cada actividad y las fases que se contemplan en el proyecto (ver figura 3).

Momento
A B C D ...
Actividades
Actividad 1 € €
Actividad 2 €
Actividad 3 € €
Actividad 4 € € €
..................
Figura 3: Calendario financiero (Anger-Egg, 1985)

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En cada casilla hay que consignar la cantidad de recursos financieros que son necesarios
en cada una de las actividades.

7. CÁLCULOS DE LOS COSTOS DE EJECUCIÓN O ELABORACIÓN DEL


PRESUPUESTO

Los costos se refiere al presupuesto económico que se deriva de la puesta en marcha


de un programa. El coste viene determinado por la amplitud del programa y por el tipo de
recursos que se utilicen. A la hora de prever el coste se han de contabilizar tanto los recursos
humanos como los materiales fungibles y no fungibles que se emplearán en las actividades. El
número de horas invertidas en la preparación, ejecución y evaluación de las actividades, es el
índice para establecer el coste de los recursos humanos.

La asignación económica puede condicionar el tipo de actividades propuestas. Es


preciso saber de antemano los recursos con los que cuenta la institución para confeccionar
este presupuesto de una forma realista. Las horas disponibles para realizar el programa y el
número de personas que intervendrán en él son factores que condicionan su desarrollo.

En la elaboración del presupuesto del proyecto no basta con indicar la cifra global, sino se
debe especificar claramente cada uno de los epígrafes, enunciando la cantidad y cualificación
del personal necesario, material, equipo, gastos de funcionamiento, etc., expresado siempre en
términos monetarios.
Generalmente los presupuestos están organizados en los siguientes epígrafes.
Personal.
Dietas y desplazamientos.
Locales.
Material.
Gasto de funcionamiento (electricidad, teléfono, comunicaciones, limpieza,
etc.)
Imprevistos (generalmente se calcula sobre la base del 5% del total del
presupuesto).

8. ESTRUCTURA ORGANIZATIVA Y DE GESTIÓN DEL PROYECTO

En ese apartado se especifica la responsabilidad de las personas encargadas de ejecutar el


proyecto. Para ello, conviene recoger en el diseño del proyecto las siguientes cuestiones:

- Organigrama de la organización encargada de la ejecución del proyecto señalando la


ubicación del mismo dentro del sistema.
- Manual de procedimiento donde se recoge las normas y procedimiento de trabajo
como un protocolo de actuación.
- Funciones del personal del proyecto, indicando quién es el responsable y de qué
parte.
- Relaciones e interacciones del personal, con los niveles de autoridad y jerarquía.
- Modalidades y mecanismos de coordinación, tanto interna como externas,

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- Sistemas de evaluación interna y seguimiento, con los mecanismos de control
operacional y supervisión técnica del personal.
- Canales de información, donde se especifiquen a quién hay que informar, qué tipo de
información, en qué soporte, y con qué frecuencia.

9. INDICADORES DE EVALUACIÓN DEL PROYECTO

Tan importante como los objetivos son los indicadores que se utilizarán para evaluar el
grado de consecución de los objetivos. Si los indicadores no se establecen durante la fase de
diseño del proyecto habrá que reconstruirlos después, en la fase de evaluación, lo que
repercute en la fiabilidad de dichos indicadores.

Un buen indicador debe reunir las siguientes condiciones:


Independencia: No debe usarse el mismo indicador para medir diferentes objetivos,
cada uno debe tener su propio indicador.
Verificabilidad: Se debe poder verificar de forma empírica los cambios que se van
produciendo con el proyecto.
Validez: Los indicadores deben realmente medir lo que dicen medir.
Accesibilidad: Los datos obtenidos a través de los indicadores deben ser de fácil
obtención.

10. FACTORES EXTERNOS CONDICIONANTES O PRE-REQUISITOS PARA EL


LOGRO DE LOS EFECTOS E IMPACTOS DEL PROYECTO

Nos referimos aquellos factores externos que no están bajo en control de la organización o
personas que desarrollan el proyecto pero que resultan esenciales para el éxito del mismo; por
ello, es necesario que se especifique en el diseño esos factores externos.

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En esto diez apartados se aglutina y ordena la información que debemos recoger para
elabora un proyecto. Pero para llegar a la información que necesitamos, y ejecutar
posteriormente el proyecto es necesario recorrer unas fases con objetivos y tareas bien
diferenciadas. A modo de resumen, Pérez Serrano (1996) presenta el siguiente cuadro, donde
se señalan las fases que comprenden la elaboración y realización de un proyecto.

- Detectar necesidades
- Establecer prioridades
- Fundamentar el proyecto
DIAGNÓSTICO - Delimitar el tema o problema
Detectar necesidades - Ubicar el proyecto
- Revisar la bibliografía
- Prever la población
- Prever los recursos
- Generales
Objetivos
- Específicos
- Actividades
P - Técnicas e instrumentos
R - Definir la población
Metodología
PLANIFICACIÓN - Identificar la muestra
O Qué hacer - Recoger datos
C - Analizar datos
Temporalización
E - Humanos
S Recursos - Materiales
O - Financieros
- Desarrollo del proyecto
APLICACIÓN
- Seguimiento del proyecto
Ejecución - Control del proyecto
- Evaluación diagnóstica
EVALUACIÓN
- Evaluación proceso
Qué se ha logrado - Evaluación final
INFORME O MEMORIA FINAL
Cuadro1: Fases para el diseño de un proyecto

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